reyes y privados. discurso satírico y filosofía política ... · emperador alejandro, hijo de...

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CRITICÓN, 92, 2004, pp. 123-140. Reyes y privados. Discurso satírico y filosofía política en un texto quevediano Miguel Marañón Ripoll Instituto Cervantes, Madrid Quevedo fue sin duda uno de los artífices fundamentales del género satírico en España en el xvn. Bien a través de adaptaciones de la satura romana en forma de sermón, siempre en la producción satírica y moral enverso, bien mediante la práctica de la sátira menipea en sus obras en prosa mayores de esta índole, como los Sueños, el Discurso de todos los diablos o la Fortuna con seso, se aprecia en sus creaciones del género una creciente trasposición de las reflexiones morales que le son propias al ámbito de la política, considerada como una proyección al plano social de las cuestiones éticas individuales. En este trabajo me centraré en uno de los pasajes del Discurso de todos los diablos que contiene este tipo de reflexión, del mismo modo que lo he hecho anteriormente con otro fragmento de la misma obra. Si en el trabajo precedente me centraba en el pasaje de la obra dedicado a los senadores y César, aquí trataré del que escenifica la aparición de reyes y privados 1 . Recogeré aquí, pues, algunos de los temas y metáforas fundamentales del poder político presentes en el Discurso, en relación con las corrientes de pensamiento 1 Como ya comentaba en mi anterior trabajo de 2004, p. 214, son tres las partes dedicadas a los asuntos políticos en la obra; la primera (César, Bruto, Casio y los senadores romanos) ha sido objeto de aquel trabajo. La tercera (que escenifica apariciones de reyes —Niño, Jugurta, Pirro, Darío, Nicocreonte, Dionisio el Siciliano, Fálaris, Juliano el Apóstata, Galba, Domiciano, Calígula, Pisístrato— privados maquiavélicos —Potino— y teóricos de la política e historiadores —Solón, Anaxarco, Sócrates, Epicteto, Aristóteles, Platón, Crisipo, Suetonio) será tratada en otro artículo que está en preparación. Aquí trataremos del segundo pasaje, en el que aparecen Alejandro y Clito, Séneca y Nerón; Sejano, varios privados, Belisario y las palabras del profeta Habacuc dichas por boca de un espíritu.

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CRITICÓN, 92, 2004, pp. 123-140.

Reyes y privados.Discurso satírico y filosofía política

en un texto quevediano

Miguel Marañón Ripoll

Instituto Cervantes, Madrid

Quevedo fue sin duda uno de los artífices fundamentales del género satírico enEspaña en el xvn. Bien a través de adaptaciones de la satura romana en forma desermón, siempre en la producción satírica y moral en verso, bien mediante la práctica dela sátira menipea en sus obras en prosa mayores de esta índole, como los Sueños, elDiscurso de todos los diablos o la Fortuna con seso, se aprecia en sus creaciones delgénero una creciente trasposición de las reflexiones morales que le son propias alámbito de la política, considerada como una proyección al plano social de las cuestioneséticas individuales. En este trabajo me centraré en uno de los pasajes del Discurso detodos los diablos que contiene este tipo de reflexión, del mismo modo que lo he hechoanteriormente con otro fragmento de la misma obra. Si en el trabajo precedente mecentraba en el pasaje de la obra dedicado a los senadores y César, aquí trataré del queescenifica la aparición de reyes y privados1.

Recogeré aquí, pues, algunos de los temas y metáforas fundamentales del poderpolítico presentes en el Discurso, en relación con las corrientes de pensamiento

1 Como ya comentaba en mi anterior trabajo de 2004, p. 214, son tres las partes dedicadas a los asuntospolíticos en la obra; la primera (César, Bruto, Casio y los senadores romanos) ha sido objeto de aqueltrabajo. La tercera (que escenifica apariciones de reyes —Niño, Jugurta, Pirro, Darío, Nicocreonte, Dionisioel Siciliano, Fálaris, Juliano el Apóstata, Galba, Domiciano, Calígula, Pisístrato— privados maquiavélicos—Potino— y teóricos de la política e historiadores —Solón, Anaxarco, Sócrates, Epicteto, Aristóteles, Platón,Crisipo, Suetonio) será tratada en otro artículo que está en preparación. Aquí trataremos del segundo pasaje,en el que aparecen Alejandro y Clito, Séneca y Nerón; Sejano, varios privados, Belisario y las palabras delprofeta Habacuc dichas por boca de un espíritu.

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existentes en la primera mitad del siglo x v n en los territorios de la monarquía hispánicay en el resto de Europa , de las que se hacen eco varias sátiras menipeas de estacenturia2 . Estos elementos los transmiten diversas voces enunciantes t ras las que seoculta el pensamiento del autor , por lo que resulta difícil desentrañar lo desde esteregistro sin el auxilio de otros textos graves de Quevedo3 . El pasaje —que , como en losotros dos pasajes políticos, escenifica un momento de la acción en el que la visita deLucifer a sus dominios, acompañado por la voz satírica y su séquito, se ve interrumpidapor una pelea— es el siguiente4:

Grande rumor y vocería se oyó algo apartada. Parecía que se porfiaba entre muchos, sinorden y con enojo. Estaban en diferentes corrillos: en algunos eran modestas las réplicas; enotros se mezclaban injurias y afrentas. Había quien, encendiendo la pasión, acompañaba conarmas sus razones. Víanse golpes, heridas y, cuanto más se llegaba la visita, más de cerca seconocían los movimientos precipitados del enojo. Esto puso más cuidado en los pasos; mas nofue tan apresurado que, cuando llegamos, ya la ira lo había mezclado todo y, sin orden, sedespedazaban unos a otros. Las personas eran diferentes en estado; mas todos gentepreeminente y grande: emperadores y magistrados y capitanes generales.

Suspendiólos la voz del Príncipe de las Tinieblas. Volvieron todos a él, padeciendotormento en no ejecutar unos el odio y otros la venganza. El primero que allí habló fue unhombre señalado con grandes heridas y, alzando la voz, dijo:

—Yo soy Clito.—Más honrado soy —dijo otro que estaba a su lado— y he de hablar primero. Oye al

emperador Alejandro, hijo de Dios, señor de los mundos, miedo de las gentes, Magno yMáximo...

Y no acabara de ensartar epítetos y blasones de su locura si no le dijera el fiscal quecallase, que ya aquel papel le había representado en la vida y que, acabada la comedia delmundo, era ya reo acusado.

—Hable Clito.Y él, que tenía gana, despejando mal la risa de su sentimiento, dijo:—Yo, señor, fui gran privado deste emperador; ¡que para ver cuan poco caso hacen los

dioses de las monarquías de la tierra basta ver a quién se las dan! Hicieron a este malditoinsensato, de quien la soberbia aprendió furores, señor de todo con título de rey de los reyes.Persuadióse que era hijo de Dios; a Júpiter Amón llamaba «padre» y, por autorizarse con el

2 Hay diferencias con el pensamiento político del siglo xvi, relacionadas en buena medida con uncontexto histórico protagonizado por el declive de la Monarquía Hispánica en los reinados de Felipe III yFelipe IV, harto distintos a los de los primeros Austrias; este peso de la historia, así como las nuevascorrientes de pensamiento neoestoicas que, principalmente por la enorme influencia de Lipsio, condicionaronen gran medida las reflexiones sobre el poder. Véanse, para todo ello en relación con Quevedo, Maravall,1982, pp. 100-103 y Schwartz, 2000, pp. 35-37.

3 Es arriesgado contar con una interpretación cerrada del pensamiento de Quevedo por cuanto lasopiniones expresadas, a menudo contrapuestas —y que por eso mismo han contribuido a la forja de una seriede lugares comunes no siempre justificados sobre la personalidad contradictoria del autor—, son puestas enescena en un texto satírico. Ya advertí sobre las erróneas conclusiones a las que puede hacer llegar un textocomo el presente en investigadores tan minuciosos como José Antonio Maravall (véase Marañón Ripoll,2004, p. 227).

4 Me baso para el texto aquí reproducido, así como para otras citas del mismo en este trabajo, en mipropia edición del Discurso, inédita (si bien he adaptado ciertos criterios de transcripción a los sugeridos porCriticón). El pasaje, con alguna lectura divergente, puede también leerse en la excelente edición de AlfonsoRey en el segundo tomo del primer volumen de las Obras completas en prosa.

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sello de Júpiter, se introdujo en testa de carnero y se rizó de cuernos. ¡Y no falta sino torearleen las monedas y llamarse Alejandro Morueco! En balde porfiaban en él las pasionesnaturales, tan doctas en desengañar la presunción humana. Diole lo que tuvo la fiereza, hízolegrande de la temeridad; creció del robo; no era capaz de advertencia. Presento por testigo alfilósofo envasado, vecino de una tinaja, que le tuvo por bufón y se rió de verlo; y para lavuelta le dijo, estorbándole el sol que le calentaba: «No me quites lo que no me puedes dar».Yo le serví en lo que me mandaba y no me dio la privanza mi obediencia diligente, sino elentender él que yo sería partícipe de sus insultos, séquito de sus locuras y aumento de susadulaciones. Yo —desdichado de mí— quise tener lástima del: atrevime a ser leal al tirano—eso que no es nada— y, viéndole desacreditar las cosas de su padre Filipo y desnacerse conla lengua y las obras de tan gran príncipe que le dio el ser, desengañábale de la divinidad.Traté de que descornase su decencia. Referíale los esclarecidos hechos y virtudes de su padre,entre muchos que, adorándole con incienso, le decían que era hijo de Dios; ¡y había aduladorque le aseguraba de vista la generación divina, y consejero que, por línea recta de varón, lehallaba mayorazgo del cielo y heredero forzoso del rayo y el trueno! Yo le hacía talesrecuerdos de las cosas de su gran padre que le decía: «poco le falta a esta descendencia paradivina». Pues para ver quién fue este desatinado tirano y cuál su violencia, por testigo de sugrandeza, por voz de las alabanzas de su padre, con sus propias manos me mató a puñaladas.Mas él murió en la mesa y vivió en la guerra: jconcertadme estas medidas! Su maestro, dequien no quiso aprender a vivir, enseñó con qué le matasen, y una uña de asno disimuló elveneno. Y él se quedó cornudo, sin Dios, sin reino y sin vida. A mí me dio el fin que he dicho,por lo que habéis oído; y a Abdolómino, mondapozos, estándolos mondando le hizo rey deSidonia; no por ensalzar la virtud, sino por mortificar con afrenta la soberbia de los nobles dePersia después de la muerte de Darío. Tópeme aquí con él —porque los privados que hahabido en el mundo nos juntamos a tomar satisfación de nuestros príncipes— y díjele quedónde había dejádolo Dios, que si estaba desengañado. Y en razón desto nos asimos cuandollegaste. Matóme porque alabé a su padre. ¡Mira lo que es delicto digno de muerte en untirano, siéndolo solo en el padre haberle engendrado! A Parmenón y Filota, sus privados,también los mandó matar aunque le adoraban y tenían por hijo de Júpiter. A Aminta, suprimo, y a su madrastra y hermano y a Calístene, su privado, mandó matar. De suerte, ¡ohLucifer!, que el delicto es ser privado; no ser malo ni bueno. Y es como lo que pasa en la vidahumana: que todos mueren de hombres, y no de enfermos; que ese es achaque.

—¿Ahora sabes, oh —dijo Satanás—, que la privanza es tropezón y todo príncipezancadilla; que los tiranos lo aborrecen todo: a lo bueno porque no es malo y a lo maloporque no es peor? ¿Qué privado han hecho que no le hayan precipitado? ¿Qué digo?Acuérdeseos de la emblema de la esponja: todos sois esponjas de los príncipes. Déjanoschupar hasta que estáis hinchados y luego os esprimen y sacan el zumo para sí.

A estas razones se oyó grande alarido y, llegándose a Lucifer un hombre blanquecino,desangrado, viejo y venerable y digno de respecto, dijo:

—Parece que hablan conmigo esas razones de la esponja, por los muchos tesoros yriquezas que tuve: yo soy Séneca, español, maestro y privado de Nerón. Los desperdicios desu grandeza cargaron mi ánimo; no le llenaron. En recibir lo que me dio sin pretenderlo no fuicodicioso, sino obediente. Quiere el príncipe, en honras y haciendas, mostrarse magnánimo,generoso y agradecido con un privado; contradecir al príncipe tales demostraciones esdesamor y atención a la utilidad propia, pues rehusarlas es querer que el acto de virtud sea elsuyo y preferir la admiración de la modestia y templanza del criado a la esclarecidagenerosidad del príncipe. Recibir el valido lo que el príncipe le da es querer que se vea sugrandeza antes que la virtud y humildad propia, y dar luz a la virtud del príncipe es el másreconocido vasallaje que puede darle un vasallo. Diome Nerón cuanto es decente a tal

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príncipe: el precio y mérito de esto fue la enseñanza. Permití a tantos bienes la demostraciónde premio; no la presunción de hacienda ni el desvanecimiento de patrimonio. No emperezóel tesoro darme conocimiento del séquito que tiene forzoso en la envidia que, ejecutiva, meprocesaba por las calles afirmando que persuadía a otros el desprecio de los tesoros pordesembarazar de competidores la sed mía de riquezas. Yo vi adolecer mi opinión y enfermarmi buena dicha; no mi culpa, sino mi crecimiento: porque el escándalo no está en el que priva,sino en todos los que no privan; y nunca puede ser bienquisto de todos quien tiene puesto quelos que son como él desean para sí, y los que no para otro en quien tengan más afianzada lamedra. Determiné, adestrado con estas consideraciones, desembarazar mi ánimo y descansarde todos estos odios. Fuime al príncipe y volvile cuanto me había dado; y porque larestitución fuese cortés, y no grosera, la acompañé con palabras que Tácito refiere, y mejora,persuadiéndole a que en darme tanto caudal se mostró espléndido y en recibirlo prudente,pues mostraba que lo había dado al benemérito, pues lo había de despreciar. Yo tuve tangrande amor al príncipe que no acobardaron mi buen celo las amenazas de su condición.Batalla, no comunicación, era conmigo la suya según las grandes contradiciones con quesiempre le disgustaba. No acallaron mi verdad su locura ni su fuerza, ni menos derramósangre que a mi reprehensión se adelantase el desvelo de la conciencia. Mató a su madre,quemó a Roma este que despobló todo el imperio de beneméritos con el cuchillo; y estascosas, que pudieron persuadir a Pisón la conjuración que se llamó de su mismo nombre,pisoniana —muy bien propuesto, pero mal callada —, donde murieron los mismos quehabían de matar. Son pasos de la providencia el guardar al tirano del peligro de la vida, porno venir colmado de las muchas afrentas y desesperación que merecía. Aseguróse el príncipede estos, pero no de sus vicios; y luego, al punto, mandó matar a Lucano porque era mejorpoeta que él. Y a mí también me dio a escoger muerte; mas eso no lo hizo por piedad: antesbien fue fuerza mañosa, pareciéndole a él que la padecería muchas veces repetida en laelección della y que padecería la que escogiese con el efecto y, las que dejase, con el miedo quelas rehusaba. Yo, metido en un baño, cortadas las venas, me despaché para este puesto quehoy tengo, donde este maldito aún no se harta de crueldades y lee cátedra de martirios a losdiablos. En el Senado, cuando mató a su madre, hicieron votos y sacrificios públicos y osaronadularle con las aras y los templos ; y cuando se difirió de la conjura de Pisón hicieron lomismo por la salud del príncipe y mandaron que al mes de abril, en honra suya, le llamasen«Nerón». ¡Mirad qué senadores, que luego le sentenciaron a muerte ellos propios, siendo supríncipe, y le hicieron morir como merecía porque los creyó! Mas los senadores malosmuchas veces aconsejan al príncipe lo que le pueden acusar: Carus erit Verri qui Verremtempore quo vult acensare potest. Y hay alguno que, en viendo propuesta alguna granmaldad, desea que todos sus compañeros sean justos y santos solo porque su bellaquería seaúnica y su iniquidad sea el apoyo de la perdición.

Levantáronse Quinto Haterio y Marco Escauro, diciendo:—¡Y esos que tú acusas bastan a profanar tantos grandes senadores cuyo ánimo nunca

temió los peligros de la verdad ni las amenazas de los príncipes! Los malos ministros seescriben y se cuentan y se maldicen, todo para imitarlos; de los buenos nadie hace memoriaporque el bien no se aprende y el mal se pega, de la manera que un enfermo pega el mal aveinte sanos y mil sanos no pegaron jamás salud a un doliente.

Nerón, ceñudo y con los ojos en el suelo, la voz delgada y temerosa, dijo:—Saber más que el príncipe el privado y maestro es necesario, y conviniente disimularlo

con el respeto; presumir con el príncipe esta ventaja es delicto. Pues ¿qué será porfiar aconvencer el criado a su señor a que sabe más que él? En tanto que me enseñaste a mí con lomás que sabías, te preferí en todo y fue estimación de tu prudencia mi imperio, y llegó aescándalo del mundo; luego pasaste a enseñar a todos que sabías más que yo, cosa que debiste

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escusar, y aquí fue mi enojo: y quiero antes sufrir lo que padezco que privado que hace caudalde mi descrédito. Y si no, díganlo todos esos príncipes.

Y dio voces:—¡Ah, reyes! ¿Ha pasado algún privado vuestro más adelante en llegando a presumir en sí

suficiencia y discurso superior al vuestro? En tanto que los pueblos creen que el príncipe tienetalento y que obra por sí, se sustenta el privado que lo persuade; mas en desarrebozándose laverdad y en desmayando el engaño, muere súpito todo valimiento. ¡Decid si esto es así!

Y a una voz dijeron todos:—No, no; ni pasará adelante de aquí a la fin del mundo, que así dejamos tomada la

palabra a nuestros sucesores y encargada esa acusación a la envidia.—¿Qué tengo yo que ver con eso —dijo Seyano— que supe y disimulé menos que Tiberio

y, habiéndole obligado con mis servicios, me mandó adorar y me hizo estatuas y las concedióprivilegios sagrados? Fue mi nombre aclamación del pueblo romano, mi felicidad lisonja detodo el imperio, mi salud voto de las gentes y ruego común. Y, siendo el privado de mayordominio en el alma de su señor, este maldito y siempre abominable Tiberio me hizo prender ydespedazar, siendo mérito en el furor de los amotinados traer en los chuzos algún pedazo demi cuerpo. Con garfios me arrastraron de las quijadas por las calles y la crueldad infanda nose detuvo en la sepultura; más alia pasó, que a mis hijos hizo morir afrentosamente, y una hijaque, por el privilegio de la virginidad, no podía morir justiciada, mandó que el verdugo laviolase primero y que luego la degollase. Testigos tengo de mi abono: Veleyo Patérculoencarece mi valor, mi ingenio, mi maña y mi asistencia; y Tácito, que con la malicia se hizobienquisto de los lectores a costa de los difuntos, él tampoco me niega las alabanzas. Nadieme dijo verdad y, con ser tantos los que acababan con mi caída, nadie se dolió de mí nitampoco me osó enojar: mi ruina empezó desde que quise prevenir todos los hados; quitar ala fortuna el poder; burlar sus diligencias a la providencia de Dios. Entonces, más sacrilegoque prudente, me fortalecí contra la maña de los hombres haciendo morir los buenos y losatentos, desterrando a los ociosos y advertidos, y provoqué por enemigo al cielo, a quienquise excluir de mi causa. También es verdad que yo me valí y acompañé de gente ruin: delmédico para los venenos, del sedicioso para la venganza, del testigo falso y del mal ministroventero de las leyes; mas no fue elección de mi voluntad: fue necesidad de mi puesto. Yousaba de los que son siempre trastos del poder; y como sabía que, en cayendo, así me habíande faltar los malos como los buenos, usaba de los malos como de cómplices, huía de los justoscomo de acusación: cada virtuoso, para el que puede, es un dedo a la margen y cadaentendido una espía y un testigo en buen lenguaje —que si habla, persigue, y si calla, culpa—.No inventé la tiranía ni sus malas costumbres; Tiberio las aprendió de mí, que más las padecíaprobándolas, lisonjero, que en las cárceles y el cuchillo los sentenciados. Si dicen que yo leaconsejé crueldades para quitarle el amor del pueblo y disponer mi levantamiento, ¿quién leaconsejó las que hizo conmigo?

» El caso es, Lucifer, que los príncipes tienen por disculpa de lo que permiten la ruina delmedio que para ello escogieron, y que nuestra culpa es ser solamente la suficiente satisfaciónde los odios nuestras muertes. Y al cabo, reyes, la nota cae sobre vosotros y vuestrainconstancia, y la lástima sobre nuestros castigos. Las historias contando nuestras caídasdicen siempre: «Este fin tienen los que se llegan al favor de los reyes y príncipes». Y nuestradesdicha en cada corónica es advertencia de un mal paso. Hacer un privado poderoso rico esmostrar el poder; conservarle es acreditar el juicio que del hiciste y tu elección; deshacerle esdesdecirte y darte a partido con los malcontentos. ¡Mirad, mirad lo que somos!

Y volviendo, jugaban a la pelota Sabareno, favorecido del emperador León, a quienmandó sacar los ojos, y Patricio, favorecido de Diocleciano, a quien hizo pedazos. DecíaSabareno, tomando la pelota:

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—Este es el poderoso, hinchado de viento: pone el príncipe toda su fuerza en levantarlo deun voleo, y anda en el aire; mas siempre bamboleando y, mientras le dan, dura en lo alto; enno le dando, cae y, en descuidándose, se pierde y, si le dan muy recio, revienta; y en lo alto sesustenta a puros golpes.

Mas Plauciano, favorecido que fue de Severo, a quien despeñó por una ventana para quefuese espectáculo del pueblo, decía:

—Fui cohete: subí aprisa y, ardiendo y con ruido, en lo alto me calificó por estrella lavista; duré poco y bajé, desmintiendo mis luces en humo y ceniza.

Fausto, favorecido de Pirro, rey de los epirotas; y Perene y Cleandro, favorecidos deCómodo; y Cincinado, favorecido de Britilo emperador; y Rufo, favorecido de Domiciano; yAmproniaso, de Adriano, estaban oyendo la voz, temerosa y venerable, del grande Belisario,favorecido de Justiniano que, ciego, habiendo dado con el bordón dos golpes y meneado lacabeza en torno para prevenir silencio, dijo:

—¿Es posible, príncipes, que todos vuestros validos han sido malos? ¡Peor es en vosotrosser verdugos de los yerros de vuestra elección que nuestras desgracias! Yo serví a príncipecristiano y justo, y que enseñó qué era justicia y hacerla. Y, debiendo a mi valor el imperiodespojos y monarquía y triunfos, me hizo cegar y me dejó pidiendo por las esquinas elsustento con los miserables. Y el nombre que se oía animando los estandartes y espantandolos enemigos, y que valió por ejército apellidado, andábame por las plazas y calles pidiendosin saber a quién. El favor de los príncipes es azogue: cosa que no sabe sosegar; que se va deentre los dedos; que, en queriendo fijarle, se va en humo. Cuanto más le subliman es másvenenoso y de favor pasa a solimán; manoseándole se mete en los güesos y el que mucho lecomunica y trabaja por sacarle queda siempre temblando, y anda temblando hasta que muere,y muere del.

Siguieron luego a estas palabras quejas lastimosas y terribles alaridos, señalando todoscon «¡ay!» dónde tenía el azogue del favor, y empezaron todos a temblar que parecía familiadel Almadén. Mas Belisario tornó otra vez a hablar y todos atendieron:

—Ved la infamia de Justiniano que, acobardados sus premios del exceso de mis méritos yservicios, me cegó y mi virtud tan solamente me negoció la desdicha y, habiendo de dejarme,temió mi razón y acabó conmigo. ¡Y todos vosotros lo habéis hecho de la misma suerte, y envuestras corónicas somos manchas coloradas de vuestra reputación!

Y un afligido, que no se dio a conocer, dijo:—No estéis ufanos de la miseria de los que os creen y pueden con vosotros, que príncipes

ha habido constantes y privados firmes. Esto es echaros el agraz en el ojo: Josef, en lassagradas letras; Elcearo, conde y príncipe, fue privado de Roberto, rey de Francia, y nitropezó ni resbaló ni cayó; ni otros muchos cuya alabanza vivió igual hasta su fin, cuyoaplauso no descaeció, cuya dicha nunca la enfermaron los envidiosos. Y vivos y muertos yescritos, fueron exaltación de sus reyes como nosotros acusación y escándalo y queja.

En esto se oyó una voz de un espíritu que decía estas palabras de Habacuc, profeta,hablando con los poderosos:

—Quare respicis contemptores et taces conculcante impío iustiorem se, et faciès hominesquasi pisces maris et quasi reptilia non habentia ducem? Et factum est iudicium, etcontradictio potentior, propter hoc ¡acerata est lex, et non peruenit usque ad finem iudicium.

—¡Despedazóse la ley, no llegó el juicio al fin! —repetían todas aquellas almas, cuando elespíritu, para consolarlos desta nulidad que alegaban en el otro mundo contra los que losatropellaron, dijo con el mismo profeta, capítulo 2:

—Como el vino engaña al que bebe, así sucederá al varón soberbio, y no será ensalzado elque estendió su alma como el infierno. Y él mismo, como la muerte, no se harta, ycongregó a sí todas las gentes y aunóse con todos los pueblos. ¿Por ventura todos estos no

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tomarán parábola contra él y hablilla de sus enigmas? Y se dirá: «desdichado de aquel quemultiplica lo que no es suyo». ¿Hasta cuándo agravará contra sí lodo pegajoso? ¿Porventura de repente no se levantarán los que te han de morder, y despertarán los que te hande hacer pedazos, y serás su despojo? Porque tú despojaste muchas ciudades, tedespojarán todos los demás que quedaren de los pueblos, por la sangre del hombre, y lamaldad de la ciudad de la tierra y de todos los que en ella habitan. Pensaste confusión a tucasa; acabaste muchos pueblos y pecó tu ánima, por lo cual la piedra de la pared darávoces, y el madero que está entre las junturas de los edificios responderá, o el escarabajode la madera lo parlará.

» Yo —dijo el espíritu—, no os pondero las amenazas del profeta; solo os advierto que nohace Dios tanto caso de vosotros que remita el castigo de los tiranos a grandes príncipes, ni asucesos prodigiosos, ni a mayores fuerzas; el castigo está en las cosas de que no hacéis caso.Mirad con qué gente hace Dios liga contra vuestras prevenciones, soberbias y vanidades: conla piedra de la pared y el escarabajo de la madera, y el leño podrido que está entre lasjunturas de los edificios. Artillería de Dios es la carcoma y el gusano y la mosca y la rana yotra infinidad de sabandijas. La palabra de Dios, malditos, es aquí mancuerda de todosvuestros oídos.

Hondos gemidos daban los monarcas y alaridos bestiales y espantosos. Tornáronse amezclar con amenazas y heridas; mas Lucifer mandó que los privados se fuesen al cuartel dela perlesía, y los príncipes, reyes y monarcas entre las mujeres hermosas, hasta en tanto que seaverigüe quién escoge peor y es más mudable y más desagradecido. Todos apelaban; masejecutóse sin embargo. Los perláticos decían:

—Nosotros tenemos cura: lleven a los privados, por temblones, con la hoja en el árbol.Las mujeres gritaban que llevasen a los monarcas con la loba, que ellas en el escoger teníandisculpa, pues en vida huían de los señores hacia los mercaderes. Y en ninguna parte losquerían y unos a otros se despedazaban.

El largo fragmento está articulado por las apariciones como en desfile de losdiferentes personajes. Cuto, privado de Alejandro Magno, trata la soberbia de su amigoy monarca como introducción a los problemas que sufren los privados. La escena,claramente inspirada en los Diálogos de los muertos de Luciano5, se nutre de los textosde Plutarco y Quinto Curcio para amplificar con detalles de la vida del monarcamacedonio la construcción del texto y aportar los elementos que permiten a Clitorealizar una crítica integral, marcada negativamente, de sus defectos. Cuando Lucifer sesorprende de que Clito descubra en ese momento, ya en el infierno, las miserias de lavida del privado, entra en escena Séneca. El filósofo estoico, «español, maestro yprivado de Nerón», abunda sobre los problemas que acarrea la cercanía al poder desdela imagen que Quevedo aprovecha a partir de los Annales de Tácito, y amplifica losmotivos esbozados por Clito. Tras una intervención de dos senadores romanos también

5 De hecho, parece continuación del decimotercero de ellos, que es coloquio entre Diógenes y Alejandro(Luciano, Obras, IV, p. 184), que termina con la recomendación del cínico de que el rey de Macedonia bebaagua del Leteo para olvidar: «Pero estoy viendo allí a Clito y a Calístenes y a otros muchos que avanzanhacia ti con intención de despedazarte y de vengarse de las afrentas que de ti recibieron. Así que lárgate a otraparte y bebe varios tragos, tal y como te he recetado».

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sacados de Tácito, aunque de los capítulos que narran la época de Tiberio6, respondeNerón brevemente a Séneca jaleado por un coro de reyes anónimos. Entonces entra enescena Sejano, quien, en contraste con Séneca, se presenta como un mal privado de untirano y ayuda a completar el aserto que corona el discurso de Clito: «el delito es serprivado; no ser malo ni bueno». La fuente tacitiana que Quevedo ha manejado conSéneca y Sejano desaparece y se intensifica el desfile, encabezado por Sa[nta]bareno yPlauciano, de parejas históricas de reyes y privados en las que los ministros hanquedado malparados; la enumeración, por completo extraída de otro texto en undeliberado propósito de incrementar la carga erudita del pasaje, se hace vertiginosa7.Entra entonces en escena Belisario exponiendo su ejemplo de buen privado de «príncipecristiano y justo»; y, aunque otra voz anónima intenta contradecir a todos los ministroscaídos esgrimiendo ejemplos de «príncipes constantes y privados firmes», los reprochesa los monarcas se ven coronados por las palabras de Habacuc8, tras los que concluye elpasaje en una forma jocosa9.

Tres motivos nos parecen resaltables en este largo fragmento, que marcan los ejessobre los que gira la argumentación del mismo: dos disquisiciones irónicas sobre la

6 Se trata de Quinto Haterio y Ma[me]rco Escauro, cónsules en el 5 a. C. y 21 d. O, respectivamente,quienes son los dos senadores romanos citados por Tácito al comienzo de sus Annales, I, 13, en la sesión enla que Tiberio rechaza una y otra vez ceñir la corona imperial.

7 Ya Fernández-Guerra anotó en su día la fuente directa del autor, quien no se cuestionó siquiera laexistencia de varios de los personajes mencionados: «Quevedo, que sacaba jugo de cuanto leía, se valió paraaumentar en su discurso el número de los favoritos de los príncipes, de lo que halló en el Libro llamado Avisode privados y doctrina de cortesanos, obra del palaciano don Antonio de Guevara, obispo de Mondoñedo,gran inventor de sucesos y personajes» (Obras de don Francisco de Quevedo Villegas, I, p. 367b, n.

" Provienen estas del libro bíblico de Habacuc, en su versión de la Vulgata: el primer párrafo puesto enboca del espíritu es, así, del primer capítulo de Habacuc: 1,13 («Quare respicis super iniqua agentes, et tacesdevorante impio justiorem se?» '¿Por qué te vuelves á mirar sobre los que hacen mal, y te estás callandocuando traga el impío al mas justo que él?') y 14 («Et faciès homines quasi pisces maris, et quasi reptile nonhabens principem» 'Y harás que los hombres sean como los peces de la mar, y como los reptiles, sincaudillo'), y 1, 3 («et factum est iudicium, et contradictio potentior» 'y fue hecho juicio, y la contradicciónprevaleció') y 4 («Propter hoc lacerata est lex, et non pervenit usque ad finem iudicium» 'Por esto esquebrantada la ley, y el juicio no llega a su fin'). El segundo es traducción de los siguientes versículos delcapítulo segundo: 2, 5 («Et quomodo vunum potantem decipit: sic erit vir superbus, et non decorabitur: quidilatavit quasi infernus animam suam, et ipse quasi mors, et non adimpletur: et congregabit ad se omnesgentes, et coacervabit ad se omnes populos»); 2, 6: «¿Numquid non omnes isti super eum parabolam sument,et loquelam aenigmatum eius? et dicetur: ¡Vae ei, qui multiplicat non sua! ¿usquequo et aggravât contra sedensum lutum?»; 2, 7: «¿Numquid non repente consurgent qui mordeant te: et suscitabuntur lacerantes te, eteris in rapinam eis?»; 2, 8: «Quia tu spoliasti gentes multas, spoliabunt te omnes, qui reliqui fuerint depopulis, propter sanguinem hominis, et iniquitatem terrae civitatis, et omnium habitantium in ea»; 2, 10:«Cogitasti confusionem domui tuae, concidisti populos multos, et peccavit anima tua»; 2, 11: «Quia lapis depariete clamabit: et lignum, quod inter juncturas aedificiorum est, respondebit». El pasaje también seencuentra traducido en parte en Contra las cuatro fantasmas de la vida, pp. 1436-1437.

9 Este final, que tanto contrasta con el tono grave de los parlamentos de los personajes es muestra de lamezcla jocoseria propia del género que Quevedo está cultivando: la sátira menipea. Sin embargo, por motivosprobablemente causados por circunstancias concretas del momento, desde «Hondos gemidos daban losmonarcas» hasta «unos a otros se despedazaban» el texto se sustituyó por otro en un segundo estadio deltexto que se encuentra en las ediciones que titulan la obra El peor escondrijo de la muerte. El nuevo párrafoguarda un tono completamente diferente y contrasta de modo importante con el reemplazado. Para lascircunstancias de estos cambios y la autoría quevediana de los mismos, véase mi trabajo de 1996, pp. 333-337 y, especialmente, Alfonso Rey, 2001, pp. 554-555.

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divinidad de la monarquía al comienzo y al final del texto, que flanquean una más largareflexión sobre la relación entre los reyes y los privados y el carácter inestable de laprivanza. En esos tres motivos me centraré para analizar algunas posibles claves delectura del texto.

L A D I V I N I Z A C I Ó N D E L O S R E Y E S

En este fragmento, es motivo reconocible la burla sarcástica —de obvia tradiciónlucianesca— de los reyes divinizados por línea directa. Aparece tanto en la parte deClito como en la de Séneca, cuando este habla a Nerón («En el Senado, cuando mató asu madre, hicieron votos y sacrificios públicos y osaron adularle con las aras y lostemplos»). Pero es tema presente también en otros puntos del Discurso, como en eltercer pasaje político, donde se encuentra la idea de la suplantación de Dios insinuadapor Juliano el Apóstata en una de las preguntas retóricas de su parlamento («¿podráser todopoderoso y no vengar su enojo, no llenar su codicia, no satisfacer su lujuria?»),idea atenuada a su vez en El Entremetido y la Dueña y el Soplón, versión expurgada deltexto publicada en 1631 en la antología Juguetes de la niñez (que sustituye«todopoderoso» por «poderoso»)10. Asimismo la noción de falsa divinidad encabeza larespuesta de Suetonio a los reproches de Domiciano:

Si eso fue bueno, también lo dije; mas ¿qué replicas tú, que dictando una carta para dar unaorden dijiste de ti proprio «vuestro señor y dios lo manda así»?1!

En todos estos pasajes se percibe una transparente descripción de esa «tiranía deSatanás»12 que intitulaba la Política de Dios; la suplantación del Creador, anhelodiabólico, será un rasgo distintivo del tirano13, que sustentará otros valores moralesdefendidos por Lucifer en este texto.

L A P R I V A N Z A , O « E L D E L I T O E S S E R P R I V A D O ;

N O S E R M A L O N I B U E N O »

En relación con todo lo expuesto en mi trabajo anterior acerca de lasconsideraciones sobre buenos y malos consejeros en el pasaje del Discurso sobreletrados, consejeros y senadores, es notable el desarrollo que alcanza el tratamiento deltema de la privanza en este segundo de los pasajes políticos de nuestro texto14. Clito,enfrentado a Alejandro, concluye así sus razones:

10 Ya hice alusión a este aspecto mi estudio de 2004, pp. 226-227.11 En la cita de Séneca y Nerón aludida anteriormente Quevedo se vale de Tácito, Annales (XIV, 12); en

esta, perteneciente al tercer apartado político del Discurso, maneja Suetonio, Los doce cesares (Domitianus,XIII, 2).

n Véase Política de Dios, I, 24.13 Cfr., v. gr., la descripción de los reyes que están en el infierno en otra sátira más temprana como el

Alguacil endemoniado, pp. 158-159: «... viéndose en la suma reverencia de sus vasallos y con la grandezaopuestos a dioses, quieren valer punto menos y parecerlo...». En Providencia de Dios, p. 1559, se expresa demodo más claro: «¿Quién inventó los ladrones sino la cobdicia de lo ajeno? ¿Quién los traidores, sino quererel vasallo ser rey? ¿Quién los tiranos, sino el querer ser Dios, y que él no lo sea}».

14 Sobre Quevedo y la institución del valimiento desde otro plano, véase Peraita, 1997, pp. 23-30.

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De suerte, ¡oh Lucifer!, que el delicto es ser privado; no ser malo ni bueno. Y es como lo quepasa en la vida humana: que todos mueren de hombres, y no de enfermos; que ese es achaque.

Estas frases, que asimilan la condición de privado, por el mero hecho de serlo, a lade enfermo que ha de morir constituyen el reflejo de uno de los tópicos que Quevedoexplotará en alguna otra de sus obras (como, v. gr., la Virtud militante15). El motivo sereproduce con variaciones en las distintas escenas y subescenas del Discurso en las quese desarrollan una serie de lugares comunes en torno a los riesgos de gozar de laconfianza del príncipe; todas pertenecen a este fragmento que, introducido porAlejandro y Clito, se centra en el inestable papel de la privanza. Clito reprocha aAlejandro su divinización y expone una serie de anécdotas (con fuente en QuintoCurcio y Plutarco) que se encaminan a demostrar una serie de rasgos propios del tirano.Así, dentro de un marco en el que se ha afirmado que «los dioses hacen poco caso de lasmonarquías terrenales», en todo el pasaje se confronta a tiranos (nunca, por cierto, areyes) con sus privados, y se destacan los aspectos siguientes: el uso que los monarcashacen de los privados y su desagradecimiento, la preferencia de los tiranos por losmalos privados y la naturaleza de la maldad como característica marcada y perdurableante la historia; la envidia y la adulación como despeñaderos de validos y las diferentesvinculaciones metafóricas de la naturaleza inestable de la privanza.

Lucifer, respondiendo a Clito, establece una serie de principios generales sobre latiranía y su comportamiento hacia los privados: «¿Ahora sabes, oh —dijo Satanás—,que la privanza es tropezón, y todo príncipe zancadilla; que los tiranos lo aborrecentodo: a lo bueno porque no es malo y a lo malo porque no es peor? ¿Qué privado hanhecho que no le hayan precipitado?». Los tiranos lo aborrecen todo y prefieren a losmalos. Son manipuladores que utilizan a sus privados con diferentes usos hasta que yano les son útiles. «La emblema de la esponja» —una imagen presente en los emblemasde Andrea Alciato y perfectamente familiar a todo lector culto de la época16—, sirvepara explicar que los privados malos se enriquecen con el consentimiento de los tiranos,hasta que estos les arrebatan sus riquezas cuando ya no los necesitan y les hacen caer endesgracia:

Acuérdeseos de la emblema de la esponja: todos sois esponjas de los príncipes. Déjanoschupar hasta que estáis hinchados y luego os esprimen y sacan el zumo para sí.

15 Virtud militante contra las quatro pestes del mundo..., «Ingratitud», p. 120: «el priuado padezesolamente, porque lo es».

16 La referencia concreta es aquí a uno de los emblemas de Andrea Alciato, al que ya aludía Gendreau,1977, p. 326n, y que puede verse en Henkel y Schóne, 1967, col. 1355). Proviene de la edición de 1531 desus Emblemata, el cual muestra una pictura con un rey exprimiendo una esponja, cuyo lema reza: «Quod noncapit Christus / rapit fiscus» (Emblemas, p. 118: 'Lo que no cabe en Christo [la Iglesia] / lleva el Fisco [elpoder civil]'), y que en su epigrama da ei texto: «Exprimit humentes quas iam madefecerat ante, / Spongiolasnostri principis arcta manus. / Prouehit ad summum fures quos deinde cohercet, / Vertat ut in fiscum quaemale parta suum» ('Exprime las esponjas remojadas / La estrecha mano del Rey cobdicioso, / Y ansí dexahazer mal al injurioso / Por usurpar haziendas mal ganadas').

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En este sentido, los privados se presentarán también como pararrayos de las irascontra los príncipes: atraerán el odio del pueblo y así permitirán al monarca manteneruna imagen inmaculada17. Y este, invariablemente, los sacrificará para satisfacer esosodios. Quevedo, como se ha visto, reelaborará más abajo un párrafo procedente de unmanual de privados escrito por Antonio de Guevara; en este pasaje, que quiere llenarcon ejemplos, menciona fugazmente a diversos personajes históricos, pero el núcleo delmismo se encuentra en la lectura de Tácito, que ha inspirado las dos escenas anteriores,dedicadas a Séneca y a Sejano. Ambos, ejemplos, respectivamente, de buen privado y demal privado18, ilustran las paradojas morales del poder y amplifican las palabras deLucifer: el tirano se aprovecha de los malos porque protege al que puede acusarlo de suscrímenes (y por ello cita Séneca una frase de Juvenal: 'Caro es a Verres quien puedeacusar a Verres en el momento que quiera)19. Es afirmación muy realista que tambiéntrae a discusión dos aspectos que se han contemplado como perniciosos para laprivanza: la adulación y la envidia, lacras morales, individuales, aplicadas al planopolítico. Nerón contestará a Séneca con un argumento prefigurador de ciertasconclusiones que podrán establecerse sobre el papel del privado: que saber más que elrey y disimularlo es lo que lo mantiene y que el pueblo necesita creer que es el rey el quesabe; si no es así, la ira popular acaba con el privado.

Sejano es ejemplo del oficio: atrae las iras y deja indemne a su señor, Tiberio. Segúnél, el privado es el que obliga con sus servicios al príncipe que lo ensalza; pero eldesagradecimiento, característica propia de los monarcas20, es lo que termina con él. Loque, en el texto, otorga a Sejano el rasgo definitivo de privado maquiavélico es suimpiedad:

... mi ruina empezó desde que quise prevenir todos los hados; quitar a la fortuna el poder;burlar sus diligencias a la providencia de Dios. Entonces, más sacrilego que prudente, mefortalecí contra la maña de los hombres haciendo morir los buenos y los atentos, desterrandoa los ociosos y advertidos, y provoqué por enemigo al cielo, a quien quise excluir de mi causa.

17 Es motivo presente también en la comedia Cómo ha de ser el privado, I, p. 595a: «... me das, conmerced tal, / todo el Reino por fiscal, / y con fiscal, enemigo. / Por un escudo me pones / (sin que hayaexcepción) en quien / rigurosos golpes den / comunes murmuraciones. / No es otra cosa el privado / que unsujeto, en quien la gente / culpe cualquier accidente / o suceso no acertado».

18 Los ejemplos responden a la noción de similitudo temporum, que facilitó la recepción del tacitismoeuropeo en España, como argumenta convincentemente Antón 2000. La percepción de la historia comomagistra uitae se vuelve, con la lectura de la obra de Tácito, más realista y adecuada para guiar la actuaciónpolítica en un plano teórico (véase López Poza, 1999, pp. 70-72). Los retratos de Séneca y Sejano que se leenen los Annales se convierten en paradigmas que no resulta extraño ver acogidos y presentados como dospolos distintos del ejercicio de la privanza en el Discurso. Ya nos ocuparemos con más detalle del tacitismoen otro trabajo en el que comentaremos el tercer pasaje político del texto.

19 La traducción que presento es del pasaje latino citado en el texto «Caras erit Verri...», que son losversos 53-54 de la sátira III de Juvenal. Están presentes también, por cierto, en la Política de Dios I, 21 , p.117: «... solo vale contigo si eres tirano, el que tu hiziste participe de mayor delito; assi lo escriuio Iuuenal:"Quien te fia secreto honesto, no te teme, y por esso no te estima; solo es acariciado quien como complice ysabidor, quando quiere puede acusar a su señor". Esso tiene lo mal hecho peor; que no se puede fiar suexecucion, sino de malhechores».

2 0 Cfr. Virtud militante, p. 120: «Los priuados de los reyes, pasan sin saber qué es agradezimiento».

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El privado que es «político» —en el sentido peyorativo que se le atribuía a lapalabra entonces21— y «sacrilego» —excluye al cielo y la providencia— acaba mal. Elpragmatismo político de Sejano es el que le hace «usar de los ruines»:

... me valí y acompañé de gente ruin: del médico para los venenos, del sedicioso para lavenganza, del testigo falso y del mal ministro ventero de las leyes; mas no fue elección de mivoluntad: fue necesidad de mi puesto. Yo usaba de los que son siempre trastos del poder; ycomo sabía que, en cayendo, así me habían de faltar los malos como los buenos, usaba de losmalos como de cómplices.

Y por ello parece responder a la cita de Juvenal que Séneca ha traído a colaciónsobre la utilidad de los malos, con una afirmación sobre los buenos que corrobora loque Lucifer y Séneca han dicho acerca del apoyo que el príncipe tiene en aquellos: «...cada virtuoso, para el que puede, es un dedo a la margen y cada entendido una espía yun testigo en buen lenguaje —que si habla, persigue y si calla, culpa—».

Sejano, como se ha visto, cataliza los odios para dejar al príncipe limpio de ellos.Dice a Lucifer que «nuestra culpa es ser solamente la suficiente satisfación de los odiosnuestras muertes». Sin embargo, deja muy claro que será el protagonismo de lospríncipes ante el peso del porvenir, su responsabilidad histórica, lo que los caractericecomo tiranos y como modelos del mal gobierno22. Son sus palabras finales, queintroducen el desfile de privados desgraciados inspirado en Guevara:

Las historias contando nuestras caídas dicen siempre: «Este fin tienen los que se llegan alfavor de los reyes y príncipes». Y nuestra desdicha en cada coránica es advertencia de un malpaso. Hacer un privado poderoso rico es mostrar el poder; conservarle es acreditar el juicioque del hiciste y tu elección; deshacerle es desdecirte y darte a partido con los malcontentos.

La caída de los privados se achaca a la perniciosa acción de los aduladores, como seha visto; pero Séneca también ha mencionado la envidia cuando ha explicado las causasde su caída en desgracia con Nerón: «... el escándalo no está en el que priva, sino entodos los que no privan; y nunca puede ser bienquisto de todos quien tiene puesto quelos que son como él desean para sí, y los que no para otro en quien tengan másafianzada la medra».

Así, los privados son, casi siempre, «víctimas» del favor del poderoso que necesitan«afianzarse» en su ascenso si no quieren resignarse al destino general de sus semejantes:subir para caer. La doctrina del «justo medio», suscrita entre otros autores clásicos porel propio Séneca y muy estimable desde un punto de vista neoestoico cristianopreconizador también del cultivo de virtudes individuales que hagan resistir los vaivenesde la existencia23 —y la acción perversora para aquellas causada por la inmoderación

21 Véase Fernández-Santamaría, 1986, pp. 47-77.2 2 Ahí el papel de los historiadores sólo se deja apuntado, y poco más abajo vuelve a surgir; será en el

tercero de los pasajes en el que se tratará del asunto con mayor profundidad, cuando aparece en escenaSuetonio discutiendo con Calígula y Domíciano.

2 3 Cfr., v. gr., Séneca, Ad Lucilium epistulae: IV, 39. Estaría, en cierta medida, en consonancia con laposición que se atribuye en nuestro texto a Séneca frente a Nerón: hay que aceptar hasta lo que los tiranosdan (véase Blüher, 1983, pp. 493-495). Es la clásica postura estoica cercana a la ratio—buen juicio de origen

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en el ejercicio del poder24—, parecería ser la única defensa contra o los peligrosimplicados por el favor del príncipe y que compendian dos metáforas traductoras delascenso y del descenso: la pelota y el cohete. Ambas están relacionadas en el planomoral con la soberbia y con la ambición; son imágenes emblemáticas, fácilmenteasociadas al «resbaladero», que es otro término con el que se designa la inestabilidad deestas posiciones políticas25. >

Estas relaciones metafóricas culminan con la intervención de Belisario, quien traeotra ya utilizada por Quevedo en el Sueño de la Muerte y que compara la privanza conla volatilidad y el carácter venenoso del mercurio:

El favor de los príncipes es azogue: cosa que no sabe sosegar; que se va de entre los dedos;que, en queriendo fijarle, se va en humo. Cuanto más le subliman es más venenoso y de favorpasa a solimán; manoseándole se mete en los güesos y el que mucho le comunica y trabaja porsacarle queda siempre temblando, y anda temblando hasta que muere, y muere del.

La dependencia del favor del príncipe es inestabilidad, y en la elaboración de esteejemplo probablemente se halla, como en todo este segundo pasaje, la fuente tacitiana:«Nihil rerum mortalium tam instabile et fluxum est quam potentia non sua vi nixa»26.Será la frase que Justo Lipsio recogerá en sus Politicorum libri sex bajo el epígrafe«Potentia ea lubrica». Bernardino de Mendoza la traducirá así: «Ninguna cosa ay de losmortales mas mudable ni de menos firmeza que el poder que no esta fundado en la peñade sus proprias fuerças». En ella parece haberse inspirado Quevedo27. Las propiasfuerzas podrían encontrarse en esa diferencia, ya tratada, de ámbitos: el moral,individual, de la constancia, y el político. El privado «firme» ha de mantenerse en ese

divino— frente a la opinio —sentimiento de origen terreno y madre de las enfermedades públicas yprivadas— que recoge Lipsio en su Constancia, I, 4-5, pp. 12-17 (véase Oestreich, 1982, pp. 40 passim).

24C/r. el Alguacil endemoniado, pp. 157-158: «... y hay muchos [reyes en el infierno] porque el poder,libertad y mando les hace sacar las virtudes de su medio y llegan los vicios a su extremo...».

25 Cfr. un texto posterior como la Providencia de Dios, p. 1605a: «... desvélase en no tropezar en lospasos de la subida para llegar a la altura, donde es forzoso el resbaladero colmado de precipicios»; en losGrandes anales de quince días, p. 841b, la doctrina del justo medio será puesta en boca de don RodrigoCalderón en trance de ser ajusticiado: «Padre, yo muero, y con una vida pago muchas deudas; pago muchasmás que con la suya los inocentes. Dos cosas pido a Dios: que yo me sepa aprovechar de mis trabajos, y quelos que me sucedieren en las veredas de la privanza me sean deudores del recato y acertamiento; que yo vi lasangre de otros y, en lugar de apartarme, resbalé en ella».

^Tácito, Annales, XIII, 19.27 Justo Lipsio, Politicorum ... libri sex, p. 113; Los seys libros de las Políticas, p. 71. Lía Schwartz

(2000b, pp. 40-41, y 2000a, p. 256) identificó esta relación con el epígrafe sentencioso «potentia ea lubrica»anotado por Lipsio al margen de la cita de Tácito que se lee en la edición latina de Politicorum. Quevedohabía usado la imagen del azogue concretamente en el pasaje del Marqués de Villena en el Sueño de laMuerte, p. 360. El aprovechamiento de todo este tipo de ejemplos, máximas, relaciones metafóricas eimágenes simbólicas y emblemáticas es característica conocida de la escritura barroca y se encuentra confacilidad en escritos políticos de autores influidos por Justo Lipsio como, v. gr., en las Empresas políticas deSaavedra Fajardo. Asimismo, en poemas más o menos coetáneos al Discurso como los quevedianos quecomparan las privanzas de Richelieu y Olivares —los numerados por Blecua (ed. Obra poética) como 227,228 y 230— o la Sátira de Valles Ronces (ibid., III, pp. 455); en este sentido comenta esas composiciones elesclarecedor trabajo de López Poza, 2000.

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justo medio, preservar su conciencia moral individual, transmitir a su monarca lo quepueda sin suplantarlo, al margen de que aquel a quien sirva sea un tirano o no.

Se habla de los malos ministros, pero no de los buenos senadores (esto es, siguiendoel pasaje de César, también consejeros o ministros); el ejemplo tacitiano que sigue al deSejano, el de Quinto Haterio y Mamerco Escauro, convenientemente manipulado porQuevedo, es el de «grandes senadores cuyo ánimo nunca temió los peligros de la verdadni las amenazas de los príncipes» y que replican a Séneca cuando acusa a los tiranos devincularse con quienes pueden acusarlos de crímenes. Se anticipan, así, algunas de lasreflexiones que en el tercero de los pasajes políticos del Discurso se formularán sobre elpapel de las figuras políticas ante la historia y la imagen que esta —personificada enSuetonio— deja de ellos a la posteridad, basada en el carácter marcado de la maldad:

Los malos ministros se escriben y se cuentan y se maldicen, todo para imitarlos; de los buenosnadie hace memoria porque el bien no se aprende y el mal se pega, de la manera que unenfermo pega el mal a veinte sanos y mil sanos no pegaron jamás salud a un doliente.

Parece que, tras la lectura de las escenas referidas, debería concluirse que el mejorprivado será, pues, el privado anónimo que practica la invisibilidad y no se aparta delmencionado «justo medio». El ejemplo de San Juan28, que se ha insinuado en el pasajede Séneca (mediante la alusión a los deberes de «dar luz a la virtud del príncipe»),presente también en el Discurso de las privanzas, en la comedia Cómo ha de ser elprivado o la Política de Dios19, consistirá precisamente en eso: en que los privadosdeben pasar sin ser notados. Porque hasta los más virtuosos, como se expone en elpárrafo siguiente, destacan.

L O S P R I V A D O S V I R T U O S O S T A M B I É N S O N D E S D I C H A D O S

H A S T A P O R L O S P R Í N C I P E S M Á S J U S T O S

La afirmación está expresada por boca de un cegado Belisario, privado deJustiniano, esto es, un «príncipe cristiano y justo, y que enseñó qué era justicia yhacerla». Puede leerse con facilidad como confirmación de lo aseverado sobre que «esachaque ser privado, no ser malo ni bueno».

Cabe pensar que la naturaleza del buen privado debe estar dispuesta a esossacrificios y nunca reemplazar al príncipe, sea este tirano o no. Parecen ser las virtudesatribuidas por «un afligido que no se dio a conocer» a buenos privados que sí hanpasado a la historia. Por supuesto, están aparejados a monarcas virtuosos («príncipesha habido constantes, y privados firmes»). Los dos ejemplos que se invocan —José y

2 8 San Juan Bautista es presentado en diversos textos como modelo de privado de Cristo; véase elEvangelio del apóstol de su mismo nombre, 1, 7-8: «Hic venit in testimonium ut testimonium perhiberet delumine ut omnes crederent per illum non erat Ule lux sed ut testimonium perhiberet de lumine» ('Este vino entestimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyesen por él. No era él la luz, sino el testigo de laluz').

2 9 Discurso de las privanzas, III, p. 205: «El privado ha de esconderse delante del príncipe. No ha decompetir con él en luz»; Política de Dios, I, 17, p. 103 y II, 11, p. 158; Cómo ha de ser el privado, I, p. 596a:«Sí, Señor, porque un privado, / que es un átomo pequeño / junto al rey, no ha de ser dueño I de la luz que elsol le ha dado ».

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San Eleázaro— son claros exponentes de las virtudes opuestas a la impiedad de Sejano,pues se acercan a los preceptos del gobernante ideal —el imitador de Cristo— que seleen en la Política de Dios:

Esto es echaros el agraz en el ojo: Josef, en las sagradas letras; Elcearo, conde y príncipe, fueprivado de Roberto, rey de Francia, y ni tropezó ni resbaló ni cayó; ni otros muchos cuyaalabanza vivió igual hasta su fin, cuyo aplauso no descaeció, cuya dicha nunca la enfermaronlos envidiosos. Y vivos y muertos y escritos, fueron exaltación de sus reyes como nosotrosacusación y escándalo y queja.

Compárese con las afirmaciones del Letrado bermejo en La Fortuna con seso, quienen su monólogo usará una expresión que se ha podido leer —aunque aplicada a losprivados del privado— en Sejano:

La pretensión que todos tenemos es [...] que seamos cuidado de los príncipes, no mercancía yen las repúblicas, compañeros, y no esclavos; miembros y no trastos30.

Un representante de cierto pensamiento maquiavélico como el atribuible al personajede la Fortuna nos proporciona pistas interpretativas del papel asignable a los privadosen nuestro texto; reafirma, en definitiva, lo expuesto por Séneca sobre la virtud eintegridad moral del gobernante, pero que en el valido debe incidir en la discrecióngenerosa:

Quiere el príncipe, en honras y haciendas, mostrarse magnánimo, generoso y agradecido conun privado; contradecir al príncipe tales demostraciones es desamor y atención a la utilidadpropia, pues rehusarlas es querer que el acto de virtud sea el suyo y preferir la admiración dela modestia y templanza del criado a la esclarecida generosidad del príncipe. Recibir el validolo que el príncipe le da es querer que se vea su grandeza antes que la virtud y humildadpropia, y dar luz a la virtud del príncipe es el más reconocido vasallaje que puede darle unvasallo.

La naturaleza inmutable («delictiva», en sentido irónico) del privado, sus deberescomo tal y su sujeción a los vaivenes del príncipe desde una posición de justo medio es,por otra parte, motivo muy presente en toda la obra de Quevedo.

L A V A N I D A D D E L O S P R Í N C I P E S

N O E S T A N I M P O R T A N T E P A R A D L O S

En clave judeocristiana se retoma, por voz de Habacuc, la argumentación epicúreaque se ha puesto antes en boca de Clito de que los dioses no se preocupan de lasmonarquías del mundo31. El espíritu que cita el texto bíblico lo parafrasea de estemodo:

30 La Fortuna con seso, XL, p. 796. Sejano dice, por su parte, que «Yo usaba de los que son siempretrastos del poder».

3 1 Y que está en conexión con lo expuesto más arriba sobre la tiranía, los deberes del monarca y elregicidio-tiranicidio desde la doctrina estoica. Compárese con la idea de que hay que soportar —virtudindividual— a los malos reyes, conectada con la del soldado en la tierra a las órdenes de un mal general, v.

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Solo os advierto que no hace Dios tanto caso de vosotros que remita el castigo de los tiranos agrandes príncipes, ni a succesos prodigiosos, ni a mayores fuerzas; el castigo está en las cosasde que no hacéis caso.

El escepticismo cínico asoma, una vez más, revestido de cita bíblica, y adopta lamáscara de la crítica moral a la soberbia terrena, dirigiéndola a su proyección políticaen los tiranos; pero se lleva más allá el tópico del contemptus mundi en un cierrecircular que vuelve al pasaje de Clito y Alejandro —comienzo de este segundo de losfragmentos dedicados a pensamiento político en el Discurso—, mediante el retorno a lasafirmaciones ya expuestas en el plano pagano por Clito, elemento que no es difícil—como se ha visto, la propia escena está inspirada en uno de ellos— asociar con elespíritu de Luciano y sus Diálogos de los muertos.

En conclusión, este segundo pasaje político del Discurso de todos los diablos es unaconfrontación de diversos puntos de vista a través de voces contrapuestas entre las queocultar una ideología desprovista de alusiones circunstanciales. Es tónica generalizada,por otra parte, en la obra, acorde con el tono neocínico que tan bien describió MercedesBlanco32 y que hemos podido percibir con ciertos matices también en el primerapartado político de esta sátira menipea, el dedicado a César y los senadores.

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gr., en Las cuatro fantasmas de la vida, p. 1451b: «¿Cómo si para la venganza de Dios en su castigo seperdieran los ejércitos, se acabaran las monarquías, si no permitiera Dios la ceguedad en las determinacionesde los que gobiernan?». La afirmación recoge, en efecto, un pensamiento propio del epicureismo (cfr., v. gr.,del propio Quevedo, Defensa de Epicuro contra la común opinión, pp. 52-53, en cita del senequiano Debeneficiis, IV, 4) y tiene obvios ecos de Lucrecio, De Rerum Natura, II, vv. 644-651: «Quae bene et eximiequamuis disposta ferantur, / longe sunt tamen a uera ratione repulsa. / Omnis enim per se dioum naturanecessest / inmortali aeuo summa cum pace fruatur / semota ab nostris rébus seiunctaque longe. / Nampriuata dolore omni, priuata periclis, / ipsa suis pollens opibus, nil indiga nostri, nec bene promeritis capiturñeque tangitur ira» (en la traducción del Abate Marchena, De la naturaleza de las cosas, p. 163: 'Esta ficcióntan bella y tan galana / la razón verdadera la reprueba; / pues la naturaleza de los dioses / debe gozar por sícon paz profunda / de la inmortalidad: de los sucesos / humanos apartados y distantes; sin dolor, sin peligro,enriquecidos / por sí mismos, en nada dependientes / de nosotros: ni acciones virtuosas / ni el enojo y la cóleralos mueven').

32 Blanco, 1998, pp. 168-169.

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Resumen. El cultivo de la sátira por Quevedo tiene en sus manifestaciones en prosa más tardías uncomponente de reflexión sobre el poder y la política. Se comentan en el trabajo aspectos de la relación entrereyes y privados a partir de la lectura de un fragmento perteneciente al Discurso de todos los diablos(publicado en 1628) en el que dialogan voces contrapuestas de personajes históricos. Las peculiaridades delgénero satírico menipeo y las circunstancias de la composición de la obra condicionan un tratamiento críticode las cuestiones de teoría política en el siglo xvn claramente diferenciado del que se debe aplicar a la lecturade los textos graves de Quevedo dedicados a esta materia.

Résumé. Il entre dans les dernières manifestations de la satire en prose de Quevedo une part de réflexion surle pouvoir et la politique. À travers un fragment du Discurso sobre todos los diablos, où se répondent les voixcontrastées de plusieurs personnages historiques, sont évoquées les relations entre rois et favoris. Elles y fontl'objet d'un traitement spécifique qui tient au genre —celui de la satire ménippée— et aux circonstances de lacomposition de l'œuvre, et qui est bien différent de celui que l'on trouve dans les textes sérieux que Quevedoconsacre à ce thème.

Summary. Quevedo's late prose satiric works show références and reflections on politics. In this articledifférent aspects of the relationship between kings and ministers are treated after the reading of an excerptfrom the Discurso de todos los diablos (published in 1628) in which différent voices belonging to historiecharacters are presented by the author. Particularities of a genre such as menippean satire, as well ascircumstances of composition of this work, force a quite différent critical focus on political science issues inthe seventeenth century than those applied to Quevedo's essays on this matter.

Palabras clave. Discurso de todos los diablos. QUEVEDO, Francisco de. Reyes. Sátira menipea. Sátira política.Validos.