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http://www.psicoanalisisenelsur.org/num6_articulo4.htm El discurso universitario, el discurso capitalista y el discurso del mercado: en la era del capitalismo “financiarizado” Limberg Reyes Psicoanalista, Valladolid La bibliografía sobre este tema es amplia y aquí solo queremos acotar el tema del malestar en la sociedad global. Para empezar conviene definir los conceptos de: Globalización, postmodernismo y Malestar. El término de globalización -para W. Mauler- surgió de la terminología bursátil en los años setenta para describir las nuevas estrategias de producción y distribución de ámbito mundial, y se introdujo dentro de las ciencias sociales a través de la geografía y la sociología, y en las humanidades por medio de la antropología y los estudios culturales. La globalización se suele utilizar en el discurso académico para describir la creciente influencia y afianzamiento de las empresas transnacionales, los flujos constantes de materia, dinero, personas e imágenes por encima de las fronteras nacionales, y la posible desaparición o transformación del estado-nación y del concepto de soberanía. En la “Enciclopedia del postmodernismo” V. E. Taylor y CH. E. Winquist. Editorial síntesis, 2002. Los autores dicen: “El término también sirve para definir las estrategias posforditas sobre la acumulación flexible como el marketing de colocación y producción en –el tiempo- justo, propuestas que se oponen a las estrategias fordistas del marketing masivo basado en largos inventarios, y del significado del dinero que surgen a partir del fin del sistema de Bretton Woods de controles del capital y tasa de comercio fijas” (Pag. 203). Cuando se habla de globalización las repuestas de muchos autores hacen ver que estos discursos funcionan como una repuesta a las narrativas triunfalistas de la globalización impuestas desde la literatura económica y por los “teóricos del fin de la historia” o “el final de la geografía” que ven los tres sucesos – el advenimiento del capitalismo

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http://www.psicoanalisisenelsur.org/num6_articulo4.htm

El discurso universitario, el discurso capitalista y el discurso del mercado: en la era del capitalismo “financiarizado”

Limberg ReyesPsicoanalista, Valladolid

La bibliografía sobre este tema es amplia y aquí solo queremos acotar el tema del malestar en la sociedad global. Para empezar conviene definir los conceptos de: Globalización, postmodernismo y Malestar.

El término de globalización -para W. Mauler- surgió de la terminología bursátil en los años setenta para describir las nuevas estrategias de producción y distribución de ámbito mundial, y se introdujo dentro de las ciencias sociales a través de la geografía y la sociología, y en las humanidades por medio de la antropología y los estudios culturales. La globalización se suele utilizar en el discurso académico para describir la creciente influencia y afianzamiento de las empresas transnacionales, los flujos constantes de materia, dinero, personas e imágenes por encima de las fronteras nacionales, y la posible desaparición o transformación del estado-nación y del concepto de soberanía. En la “Enciclopedia del postmodernismo” V. E. Taylor y CH. E. Winquist. Editorial síntesis, 2002. Los autores dicen: “El término también sirve para definir las estrategias posforditas sobre la acumulación flexible como el marketing de colocación y producción en –el tiempo- justo, propuestas que se oponen a las estrategias fordistas del marketing masivo basado en largos inventarios, y del significado del dinero que surgen a partir del fin del sistema de Bretton Woods de controles del capital y tasa de comercio fijas” (Pag. 203).

Cuando se habla de globalización las repuestas de muchos autores hacen ver que estos discursos funcionan como una repuesta a las narrativas triunfalistas de la globalización impuestas desde la literatura económica y por los “teóricos del fin de la historia” o “el final de la geografía” que ven los tres sucesos – el advenimiento del capitalismo global, el fin del bloque comunista y la creación de unas nuevas tecnologías de la información- como los elementos que completan el proyecto moderno de llevar a los pueblos del mundo bajo el mandato protector de un sistema racional. Los críticos sostienen que bajo la retórica de este discurso se esconde una nueva expresión del poder. Para J. Petras y H. Veltmeyer en “La globalización desenmascarada. El imperialismo en el Siglo XXI. Universidad autónoma de Zacatecas. México 2003”: “De acuerdo con la mayor parte de los defensores de la teoría de la globalización, estamos entrando en una nueva época de interdependencia, en la que las corporaciones sin Estado trascienden las fronteras nacionales, impulsadas por la tercera revolución tecnológica y aligerada por los nuevos sistemas de información. De acuerdo con esta visión, el Estado-Nación es un anacronismo, los movimientos de capital son imparables e inevitables y el mercado mundial es el determinante de la economía política macro-micro. El neoliberalismo es un derivado ideológico, con su énfasis en los libres mercados, los libres flujos de capital y la privatización “(Pág. 83).

Respecto al concepto de postmodernidad, para muchos autores, no sería otra cosa que” una falsa conciencia del capitalismo globalizado. Sería como un tupido velo desplegado para encubrir el predominio del mercado universal y crear la ilusión de diferentes estilos

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de consumo equivalen a una pluralidad de forma de vida”. El término como tal surge después de la segunda guerra mundial, engloba una serie de movimientos, ha veces incompatibles entre sí, que cubren los campos del arte, la arquitectura, la literatura, la música, las ciencias sociales y las humanidades. La primera obra filosófica que adoptó esta noción fue “La condición Postmoderna” de J. F. Lyotard publicada en 1979 en Paris. En esta obra se anuncia el fin de los grandes relatos y de la meta-narrativa. Así podemos decir que el postmodernismo es un fenómeno esencialmente cultural dentro del fenómeno de la globalización. Decir que los grandes relatos o meta relatos llegan a su fin, es cierto hasta cierto punto, puesto que deja vía libre al único gran relato de la feliz globalización. En cuanto al concepto de “Malestar” hace referencia al libro de Freud de 1930: “El malestar en la cultura”. Nosotros podemos añadir al término malestar, también “el desasosiego” (recordando a Pessoa) como el estado de ánimo propio de una época en que habitamos una cultura (tomamos aquí el termino habitar en sentido heideggeriano). La historia de la cultura occidental lleva dos siglos de capitalismo, tres siglos de ciencia y un siglo de psicoanálisis.

Hablar de la cultura es, entre otras cosas, partir de la subjetividad de la época. Una cultura es un modo común de goce. Freud decía “El precio que hay que pagar para el progreso de la cultura es una pérdida de felicidad, por la elevación del sentimiento de culpabilidad”. Si Freud sitúa en el centro de la cultura al superyó como exigencia y mandato de renuncia pulsional. Lacan reformula este mandato diciendo que el superyó es un imperativo de goce. Se puede decir que el superyó lacaniano es mucho más actual que el freudiano. La consigna de Lacan es: angustiar pero no desculpabilizar. En la conferencia 31 de “Las nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis” de 1932-36, Freud dice: la humanidad nunca vive por completo el presente; en las ideologías del superyó perviven el pasado, la tradición de una raza y del pueblo, que solo poco a poco es el del superyó desempeña en la vida humana un papel poderoso, independiente de las relaciones económicas”. Además añadimos otra cita de Freud del “Malestar en la cultura” que dice: Acaso venga a cuento aquí la puntualización de que el sentimiento de culpa no es en el fondo sino una variante tópica de la angustia, y que en sus fases más tardías coincide enteramente con la angustia frente al superyó” (Ed. Amorrortu T. XXI Pg. 131) y esta otra: “cada renuncia a la satisfacción pulsional refuerza la severidad del superyó”. Pero justamente, al contrario de lo que decía Freud, creemos que hay un cambio de las funciones del superyó en la postmodernidad. El concepto de la angustia con Lacan también cambia respecto a Freud. El malestar en la cultura actual no es idéntico al malestar en los tiempos de Freud. En la época en que Freud analizaba existía una subjetividad sostenida por unos ideales (tradicionales) y donde los nombres-del-padre operaban con mayor eficacia. El superyó freudiano gira en torno a los significantes del Otro bajo la forma de la deuda y de la culpa. En los años 30 los analistas trataban de buscar la raíz del sentimiento de culpa hoy este objetivo resulta caduco ya que el sujeto hoy por hoy se siente culpable de no gozar. El superyó lacaniano es un imperativo de goce. El goce constituye para el sujeto un bien, incluso un bien absoluto, pero un bien separado de su bienestar. Para Lacan además hay un saldo inasimilable que deja el significante en la subjetividad. Para Lacan en 1963-64 ese residuo le permite mentar al superyó como una de las formas del objeto a: El objeto voz. Esta primacía de lo real en el superyó es el verdadero hallazgo de Lacan. Trasciende a Freud y se complementa con la formulación del superyó cual correlato de la castración que impide el goce. La raíz del superyó es muñón de palabra que se desprende del Otro e implica la voz que solo se incorpora, no se asimila. Superyó como real, la voz, una de las formas del objeto a. Superyó real, que no es sino intrusión de Otro con su imperativo

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de goce. Mandato imposible. ¿Cómo obedecerle si remite a un más allá del Otro? Ese confín del sujeto y del mandato presentifica en el superyó el goce imposible. (M. G. Ambertin “Las voces del superyó” Ed. Manantial 2003).

Si la subjetividad del siglo pasado era soñar el deseo insatisfecho, la subjetividad actual esta más cercana al dormir, así tenemos un deseo anoréxico, bulímico o adicto y la renuncia pulsional ha dado paso al consumismo activo en un intento de taponar la causa del deseo. Si una cultura es un modo común de goce, la actual promueve el goce autista. Estamos ante sujetos que se dedican a las satisfacciones propias, en cualquier campo sea profesional, amoroso, sexual, es lo que C. Soler denomina una ética nar-cinista, palabra que une narcisismo y cinismo.

Si hemos dicho que la cultura actual no exige la renuncia pulsional superyoica como en la época Victoriana de Freud, la ética del superyó ya no es una ética del s. XX. Si hoy estamos ante el empuje al goce, el malestar recae sobre este impasse ético. Como señala M. Goldenberg el discurso capitalista desarregla la relación entre S1 y S2. Deja a S1 como imperativo de goce y a S2 metaforizando los objetos del mercado. Especialmente el discurso del capitalismo tardío provoca el rechazo o la forclusión de la castración que además coincide con el momento de la caída de los ideales, del sentimiento de culpa, de la declinación de la función del padre, del Otro que no existe y de los comités de ética. Este discurso suscita y promueve el deterioro de las democracias liberales y el advenimiento del totalitarismo. El propio Freud, que vivió los inicios del nazismo nos dijo:“He aquí, a mi entender, la cuestión decisiva para el destino de la especie humana: Si su desarrollo cultural lograra, y en caso afirmativo en qué medida, dominar la perturbación de la convivencia que proviene de la humana pulsión de agresión y de autoaniquilamiento. Nuestra época merece quizás un particular interés justamente en relación con esto. Hoy los seres humanos han llevado tan adelante su dominio sobre las fuerzas de la naturaleza que con su auxilio les resultará fácil exterminarse unos a otros, hasta el último hombre. Ellos saben; de ahí buena parte de la inquietud contemporánea, de su infelicidad, de su talante angustiado. Y ahora cabe esperar que el otro de los dos poderes celestiales, el Eros eterno, haga un esfuerzo para afianzarse en la lucha contra su enemigo igualmente inmortal. ¿Pero quién puede prever el desenlace? La última oración fue agregada en 1931 con motivo de la segunda edición. Ya empezaba a ser notoria la amenaza de Hitler puesto que en septiembre de 1930 los nazis irrumpen en el Reichtag ( S. Freud “El malestar en la Cultura” T. XXI, pg. 140). Freud manifestaba que el malestar es estructural pero las formas que adoptan esta angustia, depresión o el malestar y los síntomas en general dependen del devenir de la cultura y por eso el psicoanálisis no constituye una teoría única y uniforme. Las respuestas que el psicoanálisis puede dar están en función de la historia y de la época en que el sujeto humano va sufriendo los cambios sociales que cada periodo histórico nos trae. Se dice que las clínicas fundadas por Freud y por Lacan son clínicas a-históricas (neurosis, psicosis y perversión). La pulsión no depende de la época, es también a-histórica. En cambio, la envoltura formal del síntoma o modos de padecimiento subjetivo sí dependen de la época.

El malestar en la cultura global

Hoy asistimos a nuevas formas de padecimiento subjetivo que no se formula bajo los términos de una pregunta dirigida al Otro o de una demanda clara de cura.

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La subjetividad que la época global nos propone es una subjetividad distinta de la época de Freud o distinta de la época de los 50 a los 90.

Hoy estamos ante una clínica donde predominan las patologías impulsivas, del acto, patología de borde, de límite, los trastornos de ansiedad, las adicciones, la patología dual, anorexias, bulimias que irrumpen en la clínica analítica como obstáculo y como cuestionando la utilidad terapéutica del psicoanálisis. Partiendo de el DSM-IV la psiquiatría oficial liderado por la burocracia estatal y las aseguradoras han optado por un modelo dominante, esto es, por la terapia Cognitivo Conductual (TCC). Los “psis” se han convertido así en un factor político y económico, ya que los “psis” constituyen un factor económico de suma importancia en el sistema de salud. Surge así un nuevo Otro, que no existía antes, pide tratamientos mas rápidos, menos costosos, predecibles cuya terminación y duración pueden ser anticipadas y sobre todo que puedan ser cuantificadas y evaluadas como señala J. A. Millar en Londres el 22 de mayo de 2005.

A los cuatro discursos desarrollados por Lacan en el Seminario 17 (Seminario que constituye una verdadera ruptura con mucho de lo postulado por Lacan hasta entonces) en Milán en 1972 añadió un quinto discurso “El discurso capitalista”. Ante el avance devastador del capitalismo tardío o salvaje, cuyos efectos lo estamos padeciendo actualmente bajo un desempleo masivo y destructivo, se ha planteado muy recientemente un nuevo discurso “Los discursos del mercado” por Néstor Braustein.

“Los discursos” es una manera de ordenar y matematizar lo que conocemos como cultura y civilización. Un discurso son modalidades del lazo social y una regulación de los goces. Un discurso protege al sujeto del trauma y se interpone como semblante entre el sujeto y lo Real. Si los discursos son modalidades de lazo social el discurso capitalista actúa deshaciendo los lazos sociales, los fragmenta. Va contra el Eros Freudiano, esta fragmentación acontece en los individuos que son los proletarios que en el lenguaje antiguo se denomina a todo aquel que estaba despojado de todo y contaba solo con su cuerpo El discurso capitalista produce un estallido de todos los lazos sociales. El discurso capitalista efectúa el rechazo de la castración, promueve y genera nuevas formas o modalidades de sufrimiento subjetivo.

Hoy podemos decir que asistimos al triunfo total de la globalización. En el discurso capitalista la barrera entre la producción de goce y la verdad se borra y el imposible está tachado, esto es así porque este discurso funciona en circuito cerrado. Se ha denunciado que el pensamiento científico técnico instrumentaliza el lenguaje, para obtener efectos técnicos sobre nuestra realidad y el mundo. El éxito de la razón instrumental por fin domina nuestras vidas.

En su lectura de Marx, Lacan tuvo en cuenta el concepto de plusvalía que consistía en la parte no pagada del trabajo del obrero. La evolución de la técnica ha cambiado este criterio. El trabajo produce valor y una parte de ese valor que no es pagada se llama plusvalía, que nuevamente es reinvertida en el capital. Esto quiere decir que la plusvalía no es usada para el goce del capitalista. Lacan se coloca cerca de los estudios hechos por M. Weber en la formación del espíritu capitalista donde el autor señala que el protestantismo generó una ideología del trabajo no para gozar sino para fomentar y hacer funcionar mucho más la maquinaria capitalista. Si para Marx el deseo del capitalista apunta a la plusvalía, de ahí la sonrisa del capitalista, para Lacan en

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“Radiofonía” la plusvalía es la causa del deseo para capitalistas y proletarios. Esto llevó a decir a Lacan “ahora todos proletarios”.

Es sabido que Marx en su teoría económica del capital intento crear la llamada conciencia de clase partiendo de esta plusvalía y de la explotación del obrero. Si la plusvalía no es pagada es robada a la clase trabajadora, queda claro que el capitalista roba. Esta plusvalía de Marx para Lacan se convierte en objeto perdido, si es objeto perdido es por lo tanto objeto recuperable. Los movimientos utópicos políticos crearon un programa ideológico en base a este objeto perdido, se plantearon el objetivo de recuperar lo que es robado a la clase obrera y al proletario. Esta ideología generó la promesa de un nuevo hombre, un nuevo lugar, un nuevo tiempo, por este camino nos encontramos con el Evangelio y la promesa de un tiempo y una etapa de felicidad. Por lo tanto la promesa es salir del malestar, de la angustia de habitar una cultura que desampara. Una vez más arribamos a la concepción o al presupuesto teológico de la historia. La ideología ilustrada no fue sino escisiones de la teología, se puede decir con J. Gray, que la historia no fue en estos últimos años del s. XX y comienzos del XXI, un avance del pensamiento laico como muchos pensaban. La revolución bolchevique y el poderío Nazi fueron en sus raíces ideológicas confesionales, la religión transforma la historia mucho más, decía Lacan, ni siquiera se puede imaginar lo poderosa que es la religión. Desde la revolución francesa los movimientos utópicos han cambiado la vida de los pueblos en nombre de los ideales humanos, justicia, igualdad libertad se han destruido sociedades enteras y los resultados de todos los proyectos revolucionarios han dado al traste con los ideales que le habían puesto en marcha. Crear un hombre nuevo equivale siempre a exigir la destrucción del viejo. “cambiar al hombre en lo que tiene de más profundo” dijo Lin Biao. En el corazón del S. XX está el crimen. El siglo es un siglo maldito. Es el triunfo del capitalismo y del mercado mundial. Dice A. Badiou: “El siglo XX realiza lo pensado por el siglo XIX. El siglo XX es lo real de aquello cuyo imaginario fue el siglo XIX, o que es lo real de aquello de lo cual el siglo XIX fue lo simbólico”

La muerte de la utopía ha dado origen a un nuevo resurgimiento de la religión y domina la política mundial especialmente bajo la forma actual de Mercado Libre y la era de la globalización. Esta conjunción de religión y mercado libre pasa muchas veces inadvertida, solamente una lectura atenta y detenida pone al descubierto esta relación. Todos los movimientos de cambiar al hombre, “la raza humana”, encontrar un mundo no sometido al mal, tuvo su origen sobre la fe en la llegada del fin que caracterizó al cristianismo desde su origen, así los judíos eran considerados como la encarnación del mal y su exterminio un medio necesario para alcanzar la salvación del mundo. Así se fusionó una Ideología racista, moderna y una tradición demonológica cristiana. Muchos reconocieron las similitudes entre el nazismo y el milenarismo medieval. El nazismo se concibe como una religión política moderna que emergió con la ayuda de la pseudociencia, del mito y su política económica. El neoliberalismo (los neocons) de los 90 bebe de la misma fuente religiosa, la influencia de Leo Strauss, Carl Smith, V. Jayek y M. Freedman fueron decisivos ya que ayudaron al montaje teológico político y económico de esta nueva y dura derecha ideológica.

Por lo tanto hoy en la cultura que actualmente habitamos domina una ideología que mezcla: religión, ciencia, técnica, pseudociencia, conductismo, cognitivismo etc.

Consecuencias Del Discurso Capitalista Y/O El Malestar En La Cultura Actual.

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1) Consecuencias generales en la cultura global.

2) Consecuencias sobre el trabajo analítico, sobre la palabra y la demanda de análisis.

3) Consecuencias sobre el amor, la forclusión de la castración. Decía Freud “Salud significa amor y trabajo”. Además también tenemos en cuenta aquí la consecuencia sobre el mandamiento: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

4) sobre la formación de los grupos, o sobre las formas de agrupaciones de los sujetos.

5) Consecuencias sobre el nivel del inconsciente. Hoy ya no se reprime, se controla. Acerca del futuro del psicoanálisis en Lacan.

6) Consecuencias en lo social. Discusiones sobre el concepto de Sociedad.

7) Consecuencias sobre la función paterna y la familia.

8) Consecuencias sobre el trabajo y la vida laboral.

9) Como se llega al discurso capitalista global.

10) Un sexto Discurso.”El discurso de los mercados”. Este discurso lo vamos a abordar en otro trabajo conjuntamente con la era del Capitalismo Financiarizado que representa una transformación de la economía capitalista. La crisis actual se debe a esta nueva forma de capitalismo que se gestó en beneficios obtenidos directamente de la renta personal de los trabajadores.

1) Consecuencias generales en la cultura global. En el discurso capitalista observamos algo nuevo, los objetos mandan, ordenan al sujeto de este modo el sujeto humano es dirigido por su propio producto del cual esta enajenado. Los sujetos del mundo global dependen y tienen apetencias por los gadgets, los objetos plus de goce. Estos gadgets terminan por explotar a los sujetos, ocurre que no hay explotación por un amo sino por los productos. El sujeto no manda en la producción sino que la producción y los productos mandan, ordenan, amenazan y persiguen a los sujetos. El sujeto se cree libre y autónomo pero sus dedos siguen automáticamente las consignas del manual del usuario. Un apagón de luz, una avería en el ordenador, en Internet, etc. puede paralizar un país, una ciudad, un hospital. Dependemos del producto. Sabemos que el capitalismo emerge con el desarrollo de la ciencia este discurso produce:

-Un cambio del goce. El capitalista tiene que renunciar al valor de uso del dinero que ha acumulado, la plusvalía tiene que ponerlo en circulación para que funcione la maquinaria y obtener más plusvalía.

-Es un discurso astuto hace del sujeto proletario un sujeto consumidor. El consumo, de plus de goce, agranda el agujero de la tendencia al consumo. Si tenemos sed consumimos Coca-cola no dejamos de tener sed. Cuanto más Coca-cola, más sed tenemos, el propio producto consumido crea más deseo de consumir. Dijo Lacan cuanto más se satisface el goce más se abre el agujero de la pérdida, por eso se impone como discurso global y dominante. La producción insaciable de los plus de goce es al mismo tiempo producción insaciable de la falta de goce. Si los sujetos son adictos a los plus de

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goce, gadgets, es porque son adictos de la falta de goce. Entonces la actual abundancia de producción es equivalente a la producción de una falta que hace más grande el agujero de los individuos. El sujeto humano al adquirir uno o varios objetos gadgets que brillan en los escaparates de los comercios, hace un esfuerzo por taponar este agujero pero su esfuerzo paradójicamente termina por agrandarlo más.

-Hace saltar la impotencia o la imposibilidad de goce, hace saltar el límite que sitúa todo discurso por eso se dice que forcluye la castración, esto lleva a hacer saltar la imposibilidad que tiene todos los otros discursos. De ahí que no hay límite al fantasma, que no quiere decir que produzca más satisfacción.

-Lacan advierte que la pureza de este discurso solo conduciría a la destrucción de la especie.

2) Consecuencias sobre el trabajo psicoanalítico. Consecuencias sobre la palabra. La demanda de análisis.

Estamos en un régimen de la palabra que transmite silencio. Lacan al hablar de los estudiantes de mayo del 68 dice que los estudiantes en la Universidad eran reducidos a ladrar como un perro. Manifestaba su presencia sin decir nada que representara al hablante que hablaba. En el momento actual la palabra se manifiesta y se expresa de forma pervertida, cada uno habla sin la menor preocupación por ser entendido y comprendido menos aún.

A nivel terapéutico asistimos a una pérdida de la eficacia simbólica. Se entra en el dominio de la palabra vacía a diferencia de la palabra plena.

Sumergidos en lo social y en el “se dice”, la palabra se vuelve anónima, se consumen, “hablar por hablar”. Esta forma que toma la palabra, no favorece el psicoanálisis aunque sí a las psicoterapias. En psicoanálisis se busca la palabra que diga algo y permita acercarse a lo real del sujeto. Si Lacan hablaba de una rectificación subjetiva ahora se habla de rectificación de la concepción de la palabra. Se entra en un circuito de redefinición de los que se dice. Se busca una palabra que de satisfacción y esta satisfacción termina por hacer obstáculo a la elaboración. Cada sujeto busca que se le escuche acerca de su goce. En definitiva se busca encontrar a alguien que supla la ausencia del Otro. Si las sectas proliferan cada vez más en lo social tiene que ver con esta forma de cómo se utiliza la palabra. Se trata de cómo hacer cosas con palabras.

A este respecto dice M. H. Brousse “La psicoterapia cura por medio del lenguaje, cura del dolor de existir por medio del lenguaje como función del sentido, da sentido al dolor de existir; propone un significante-amo, dar razón de ese dolor”. El psicoanálisis cura del lenguaje, es decir, cura de la palabra como un modo de goce, como debilidad mental, cura del goce del sentido, y cura de la palabra como goce del sentido por medio de la letra. El psicoanálisis se presenta como el modo de curación del drama del lenguaje sobre el ser vivo. Pocas palabras, y que sean actos, que tengan un efecto sobre lo real. Este es precisamente la diferencia con la psicoterapia. (La practica analítica. EOL. Paidós).

Demandas de análisis

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Vivimos en un mundo de cambios rápidos, se puede decir que nada permanece fijo. Desde que el sujeto humano inicia el trayecto vital, no sabe hacia donde va su historia. Desde la posibilidad de cambiar de sexo se pasar por el hecho cada vez más frecuente de cambios de país, de pareja, de profesión y esto no fue siempre así, antes había un encuadre más o menos fijo. Naturalmente, habitar un mundo que origina una diáspora de sujetos de los países más pobres, un mundo que genera más individualismo y soledad, que deshace lo social y da origen a la angustia en un mundo pleno de desasosiego y malestar.

Hemos dicho que la angustia existencial es más moderna pero lo que es propio del postmodernismo es lo que podemos denominar la angustia global; al desaparecer el Otro consistente que por tradición decía lo que debía hacer cada ser humano, dónde debía estar y cuál era su destino.

Se ha dicho en varias ocasiones últimamente en la medida en que el psicoanálisis intente que el sujeto sea consciente de su singularidad permite una acción antiglobalizante.

Hoy las demandas de análisis han cambiado. Los futuros pacientes llaman y acuden a consultar con síntomas muy difusos, con malestares indefinidos. Frases como: “no sé qué hacer”, “no sé qué me pasa”, “no sé qué hacer en la vida”. “no sé qué le pasa a mi hijo”. “tengo un dolor en la nuca”, “en la cabeza”, “me duele todo el cuerpo”, “no duermo bien nada tiene sentido en mi vida”, etc. Se ve más a menudo lo que los clásicos denominaban “equivalentes depresivos”, depresión sin depresión. Desierto emocional o afectivo o lo que una socióloga denomina como propio del capitalismo tardío “intimidades congeladas”. Crisis de angustia o cuadros hipocondríacos. Trastornos alimenticios. Están los que se denominan hoy “pacientes frecuentadores” que constituyen un 35% de la población que acuden a atención primaria con quejas y síntomas poco precisos, aunque dominan los síntomas y quejas somáticas etc.

Sucede el hecho de que muchas mujeres viven con un hombre “que confiesan no saber si están enamoradas de él”. Cambios de pareja y uniones con otras que conforman las “nuevas familias”. Hay una angustia flotante, un deseo también flotante, no saben lo que quiere, no sabe lo que desea. Merma del impulso vital porque carece de dirección de la flecha intencional de antes.

Estos síntomas vagos e inciertos no deben desorientar, no es un obstáculo para entrar en análisis porque encubren una configuración de síntomas muy ligados a su historia, a su ser singular, si se sabe escuchar.

Lo que hace obstáculo es el discurso capitalista, el discurso del mercado, a veces los propios pacientes buscan “comprar salud”, intentar negociar la curación marcando el tiempo, los horarios y la duración.

El discurso capitalista globalizante es un discurso pseudocientífico, no propicia que los sujetos se interroguen sobre lo que les pasa y si a esto añadimos el gran babelismo que hay sobre las diversas formas de psicoterapias las cosas se complican. Hay una gran oferta en el mercado de psicoterapias: autoayuda, grupos de encuentro, terapia como yoga, meditación de importación oriental, taichí, taekondo, un menú nutrido de métodos terapéuticos orientales. Además, el discurso pseudocientífico mantiene y hace propaganda de que el sufrimiento subjetivo se puede “curar” o “aliviar” sin pasar por el

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sujeto o como diría una corriente terapéutica actual “más prozac que Platón” invirtiendo en realidad lo que esta escuela propugna. Después del prozac, en general el individuo vuelve a recaer o descubre que la vida no tiene más sentido que el que ya tenía antes.

El amo antiguo permitía a los sujetos hacerse un ser pero en el discurso capitalista y en el nuevo “Discurso del mercado” donde los objetos comandan al sujeto y este se convierte en un proletario reducido a su cuerpo viviente. Como ya hemos mencionado Lacan dijo: todos proletarios “obligados a hacerse cargo de sus vínculos sociales y para hacerse cargo de si mismo cuenta sólo con su cuerpo, con su fuerza de goce para construir una pareja, una familia Sumido en la insatisfacción y la angustia el sujeto busca ubicarse. Hoy los síntomas toman nuevas formas y la demanda de cura se formula de otra manera. Así destacamos los aspectos de: vergüenza, culpa y angustia tienen su importancia en esta época de la globalización. La incidencia del lenguaje en el viviente provoca un trauma y una respuesta del sujeto en términos de fantasma, como un intento de cura. También es un hecho constatable en la clínica que hoy estamos ante un lazo nuevo del sujeto con el goce.

La miseria neurótica se convierte con nuestra sociedad del espectáculo en la sustancia gozante del par voyeur-exhibicionista. Sobre la mirada del otro que introduce la vergüenza queda degradada a otra mirada. Mirándolos gozar, el espectador goza. Hay además otros afectos en juego como la culpa ligada al perdón y al arrepentimiento. Tenemos también el retorno de la angustia en cuadros clínicos que requieren acudir a urgencias hospitalarias.

La desnudez del sujeto ante la mirada del Otro se transforma en la insoportable vergüenza de existir y se transforma en un odio hacia sí mismo. El encuentro con lo real provoca que el sujeto se convierta en extranjero llegando a la vergüenza de existir.

Respecto al concepto de la angustia sabemos que cambia en Lacan. Al inicio lo situaba en relación al deseo del Otro, en sus últimas enseñanzas habla de la angustia como un acontecimiento real que corresponde a la época del otro que no existe. En esta etapa que va de la” Subversión del sujeto y dialéctica del deseo” al seminario VII, el sujeto asume su goce y por lo tanto la culpa que conlleva. El sujeto se siente culpable ante el imperativo de goce, culpable de no gozar. Esto hace palidecer la vergüenza y la misma culpa y aumenta la angustia vinculada a los goces actuales.

La mayor parte de las veces el sujeto humano al verse obligados a hacerse cargo de su vida, de su cuerpo como fuerza de goce y que su enunciación quedan velados por enunciados ocultantes se ven remitidos a no confrontarse con la responsabilidad. Es sabido que sin enunciación no hay acto por lo que la responsabilidad del sujeto se diluye. Lo colectivo y los estilos de vida de la postmodernidad alinean al sujeto en la ignorancia de su marca individual. Hay una pérdida de referencia sobre S1, este hecho se manifiesta bajo la forma de inseguridad y angustia por esa ausencia de S1. Además, hoy asistimos también al retorno del autoritarismo en las políticas penales y de la inseguridad ciudadana en el nuevo orden mundial tras el 11-S. Ya no se trata de sufrir la insoportable levedad del ser sino de vivir la insoportable pesadez de la relación al goce. Frente a este imperativo de goce se llega a la posición fundamentalista en la que hay referencia a un dios sin falta o al Otro sin falla. Cuando se adopta la postura fundamentalista es dar a dios, a los intérpretes y a los que hablan en su nombre el total monopolio de la verdad. Toda religión si toma esta postura entra en oposición con el

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psicoanálisis. Además, podemos añadir que el discurso actual produce un sujeto lo más parecido a lo que en su tiempo se llamó cínico. A este tipo de sujeto Colette Soler lo caracteriza como: “sujetos que se dedican a sus satisfacciones propias en cualquier campo que sea, profesional, amoroso, sexual. Es a lo que llama como hemos dicho más arriba, la ética “nar-cinista”.

En este mundo unificado, globalizado, no hay alternativas porque hay una única civilización. Hay crisis de la certidumbre y el mundo se ha tornado más individualizado y en los agrupamientos, las identificaciones tienen dificultad para dar a cada sujeto su identidad. Esto parece estar en el origen de ciertas depresiones que, para muchos, se torna en una verdadera epidemia. Con este déficit de las grandes identificaciones que ponían orden en la vida del sujeto, le toca a cada sujeto “buscarse la vida”, le toca “hacerse responsable de su vida, de su futuro, de un proyecto existencial” (como dirían los existencialistas). Un mundo que va en detrimento de los vínculos y lazos sociales, generadores de angustia. Hemos dicho que el discurso dominante como es el universitario, el discurso capitalista y el discurso del mercado basado en la ideología pseudocientífica no generan la toma de conciencia o el de interrogarse sobre lo que le pasa. Despojado casi de toda subjetividad, de su capacidad de enunciación se encuentra inerme, desconcertado, desasosegado y angustiado. Por eso las demandas de cura o de terapia son demandas formuladas en otros términos, la tarea del psicoanálisis es convertir estas demandas indeterminadas en demanda analítica. En la época de Freud nadie demandaba análisis, fue Freud quien generó la demanda. Casi nunca el paciente acude con una demanda de análisis, salvo los análisis didácticos. El Otro social no pide, no demanda cura analítica lo que demanda es efectividad terapéutica.

3) Consecuencias sobre el amor. La forclusión de la castración. Decía Freud que la “Salud significa amor y trabajo”. Hoy estamos ante una seria dificultad para cumplir estos objetivos.

Lacan en “Televisión” dice que el lazo amoroso se encuentra cortado de todo lazo social. Es una manera de decir que el amor sexuado no se inscribe en ningún discurso. Parece más bien que el amor generara lazos epifánicos, que se coloca al lado de los discursos.

El discurso capitalista forcluye la castración. No se ocupa del amor. Ninguno de los discursos se ocupa del amor los únicos discursos que se ocupan del amor son el discurso histérico y el discurso del analista.

Para Lacan, al hablar de la forclusión de la castración, distingue la castración como limitación de goce, pero también señala la falta de la puesta en juego de la castración (en “subversión del sujeto y dialéctica del deseo”, el Seminario X) la relación de pareja es una puesta en juego de la castración o como dice el propio Lacan “dar su castración” y “hacerla servir en la pareja es dar lo que uno no tiene”. En otros términos es “dar la castración en el sujeto de falta”, darla es poner en juego. En el discurso capitalista no hay nudo de castración, la falta se repite de forma incesante. No se pone en relación con el otro.

Ningún discurso describe la relación amorosa aunque los discursos clásicos si crearon fuertes semblantes de amor como el “amor cortes”. Hoy hablamos de construir una

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pareja, una familia, un trabajo. El problema antes no era construir sino el hecho de salir del lazo social que le apresaba en el confort socio-familiar.

4) Sobre la formación de los grupos, o sobre las formas de agrupaciones de los sujetos.

 “En Psicología de la masas y análisis del yo” Freud dijo que el sujeto humano tenía la aspiración al goce y una aspiración a los ideales a algo que le trascendiera. Esta aspiración a los ideales en el S. XIX se convirtió en las grandes revoluciones políticas utópicas del siglo XX. Hoy ya no se sabe como colmar esta aspiración a trascender.

En los tiempos de Freud las masas estaban ordenadas en el Discurso del Amo clásico y el líder encarnaba un significante”. Había en los años 20 un doble lazo vertical y horizontal. Pese a las luchas fraticidas para obtener el amor del amo los hermanos de la masa son hermanos de aspiración, comparten el amor por el mismo significante Amo.

Ahora existen este tipo de masas pero bajo la forma de grupos fragmentados. El capitalismo promueve otras formas de agrupación sin jefe que no se incluyen en la estructura del Discurso del Amo. Son grupos pequeños o grandes multitudes efímeras. Son agrupaciones de síntomas como: grupos de alcohólicos, de toxicómanos, de esquizofrénicos, de gay, etc. Son agrupaciones que no se organizan con la voz del Amo, sino en torno a un goce compartido. La caída de las grandes identificaciones, además, de las “depresiones” producen nuevas organizaciones grupales, grupos fundamentalistas de tipo religioso o grupos bajo la forma de sectas, la expresión de la religiosidad evangélica bajo forma de agrupaciones que escapa a los viejos cánones. Pero responden al hecho de intentar construir una identidad común. ¿Esto constituye una nueva llamada a un dios? Es la pregunta que podemos hacer.

Los otros discursos forman una pareja así tenemos amo-esclavo, maestro-alumno, por contra el discurso capitalista no crea ningún tipo de pareja. En principio el lazo de cada sujeto con el plus de goce es un lazo en general poco social, en realidad es un lazo entre el sujeto y un algo de goce. Esto nos lleva a hacer ver el parecido entre el discurso que comentamos y el fantasma. Sabemos que el fantasma conecta al sujeto con el objeto a, el discurso capitalista hace pasar a la realidad una versión del fantasma. En este discurso no hay lazo directo, individual de un sujeto con su objeto. Estamos ante un objeto ordenado de forma idéntica para todos y los sujetos esta homogenizados evita las diferencias subjetivas. Estamos ante lo que Freud llamó las masas.

Debemos hacer hincapié que el capitalismo actual no es una variante del discurso del amo, esto podía valer para los 70 cuando aún estaba vigente la ideología marxista y la pareja capitalista-proletario. Esta pareja dejó de existir cuando cayó en 1989-90 el muro de Berlín, el comunismo dejo de ser una alternativa al capitalismo. Esta época puso fin a la llamada guerra fría y a estos acontecimientos se vinculó con “el fin de la historia”.Hoy sabemos que la historia sigue y como siempre hoy se mantiene la dupla explotadores y explotados.

5) Consecuencias sobre el nivel del inconsciente. Si el inconsciente esta estructurado como un lenguaje la realidad que nos circunda también sigue esta misma estructura.

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 Deleuze dice que hoy en la era de la biopolítica ya no se reprime sino que se controla. Abundan en lo social las prescripciones normativas.

El mundo actual no es propicio para el psicoanálisis. No es favorable para dedicarse al inconsciente ni para su puesta en ejercicio. El discurso capitalista que funciona en circuito cerrado no favorece la manifestación del inconsciente ni sabe sobre todo elaborar el inconsciente como un saber. La ideología pseudocientífica que va de la mano del capitalismo pone mucha dificultad para el trabajo del inconsciente. Lacan dijo: el psicoanálisis es la única salida del discurso capitalista “lo dijo en televisión y lo dijo señalando que el psicoanálisis, al producir un deseo, el “deseo del analista”, que no es el deseo causado por la plusvalía, es lo que permite salir del discurso capitalista”.C. Soler, E. Laurent lo recordarán más tarde en varias de sus publicaciones.

Conviene señalar que el saber como medio de goce conlleva al saber como medio de producción. Esta forma de saber guarda relación con el proceso de producción de una satisfacción nunca alcanzada. Se busca en la repetición una primera experiencia mítica de satisfacción desde siempre ya perdida. Se trata de recuperar ese goce mítico. Se produjo con el desarrollo del capitalismo y de la ciencia, una modificación en la relación histórica entre el saber y el goce. Esta modificación entre el saber y el goce es solidaria de la unificación de la ciencia en occidente a partir del Siglo XVII. Lacan dice: la unificación de la ciencia correlativa al desarrollo del capitalismo implica, no solo la creación del mercado tal como lo conocemos, sino de un mercado de saber. El psicoanálisis es un síntoma, dice Lacan, de esta modificación en la relación entre goce y el saber, modificación que es histórica y solidaria como tal del término mercado, de un mercado de saber, donde el saber vale, el saber deja de ser un lujo, porque gracias a la unificación de las ciencias el saber empieza a participar en la producción. Producción no es lo mismo que creación. La producción remite a la producción de objetos que son puntos de captación de goce, en ese sentido pueden devenir bienes en el sentido psicoanalítico. La ética del psicoanálisis no es una ética del bienestar, los objetos no necesariamente significan o llevan el bien del sujeto desde el punto de vista de la moral o las éticas tradicionales, más bien producen, desde esa perspectiva, su mal. La producción de estos objetos y del saber y su entrada como mercancía en un mercado donde el saber empieza a valer. Aquí no hay renuncia al goce porque renuncia al goce hay desde siempre, lo que es una novedad aquí es que haya para Lacan, un discurso que promueva la producción vía la renuncia al goce. El mercado con leyes propias como un Otro que regula los intercambios, otro barrado, pero que se prefiere pensar como no barrado, maneja con “manos invisibles” este mercado. Es un mercado de saber que por medio de la ciencia deviene mercancía. El sujeto forcluido [negado] retorna como desecho, en ese punto de retorno se produce lo que Lacan llama el silenciamiento del goce (diferente del callarse de la pulsión).

La histeria fabrica, como puede, un hombre que este animado por el deseo de saber. Pone a trabajar al amo. Lo que conduce al saber no es en principio el deseo de saber. Lo que conduce al saber no es un deseo de saber sino que es el discurso de la histérica. Podríamos decir que Ana O. representa al sujeto barrado y Freud representa al S1 creando el psicoanálisis. Freud se hizo dócil a ese deseo de saber que el sujeto histérico quería suscitar en él. En lugar de imponer su deseo, su deseo de curar o de educar, Freud se dejo guiar por el deseo histérico.

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-Acerca del futuro del Psicoanálisis. Si hemos dicho que el psicoanálisis es un síntoma de uno u otro modo sabemos también cuál es el destino de todo síntoma.

Reproducimos aquí la respuesta de Lacan en la relación psicoanálisis y religión .El texto establecido por J. A. Millar apareció por primera vez en Les Lettres de l’École Nº 16, 1975, pp. 6-26. En español se edito en 1984 Editorial Petrel, Barcelona.

-¿Por qué dice usted que el psicoanálisis está en una posición insostenible?

Freud extendía el rasgo de ser insostenible a algunas otras posiciones, entre ellas, la de gobernar. Lo que significa que una posición insostenible es justamente aquello hacia lo cual todo el mundo se precipita, puesto que nunca faltan candidatos para gobernar. Ocurre lo mismo con el psicoanálisis donde los candidatos no faltan. Analizar, gobernar y Freud agregaba educar. Aquí los candidatos faltan aun menos. Esto no quiere decir que tengan la más mínima idea de lo que significa educar .Raramente se reflexiona sobre el tema. El signo de que hay pese a todo algo capaz de inquietarlos, conocen la angustia. Son presas de la angustia cuando piensan en lo que significa educar. El gobernante no cesa de gobernar lo mismo acontece con el educar El analista no tiene ninguna tradición; es un autentico recién llegado. De modo que entre las posiciones imposibles se encuentra una nueva. El psicoanálisis no triunfará sobre la religión justamente porque la religión es inagotable. El psicoanálisis no triunfará sobrevivirá

A la pregunta ¿Está seguro de que la religión triunfará? Sí. No solo triunfará sobre el psicoanálisis también lo hará sobre un montón de otras cosas. El psicoanálisis es un síntoma. Solo falta comprender de que. El analista solo puede perdurar como síntoma. Pero ya verá que se curará a la humanidad del psicoanálisis. A fuerza de ahogarlo en el sentido, en el sentido religioso se logrará reprimir ese síntoma .

El síntoma no es aún verdaderamente lo real es la manifestación de lo real. Como seres vivos estamos mordidos por el síntoma. Solo el camino científico aborda el verdadero real.

Tengo una experiencia en este oficio sórdido que se llama ser analista donde aprendo mucho al respecto. Y el: Al principio era el Verbo cobra más peso para mí. Le diré una cosa: si no hubiera el Verbo, que, hay que decirlo, los hace gozar, ¿por qué volvería conmigo toda esa gente que viene a verme, si no fuera para disfrutar una porción de Verbo? Yo lo percibo desde ese ángulo. Es algo que les causa placer, se regocijan. Sin eso, ¿por qué tendría clientes, por qué estos volverían tan regularmente durante años? ¡Se da cuenta!

Para el análisis por lo menos, es verdad, al principio está el Verbo. Si no estuviera, no veo qué diablos haríamos juntos allí.

Los psicoanalistas están más confrontados a lo real que los científicos.

Nota al lector:

Para aquellas personas interesadas en ampliar este tema pueden pinchar en el apartado Efecto Gutenberg de esta revista. Ya que el autor considera que es la parte de mayor interés.