revoluciÓn francesa: vestir para la democracia30ddffe7-64cf-44c7-b09… · ir “a la moda”. es...

6

Upload: others

Post on 05-Aug-2020

4 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: REVOLUCIÓN FRANCESA: VESTIR PARA LA DEMOCRACIA30ddffe7-64cf-44c7-b09… · ir “a la moda”. Es así como se extiende el gusto de la reina Victoria por los cuadros escoceses, los
Page 2: REVOLUCIÓN FRANCESA: VESTIR PARA LA DEMOCRACIA30ddffe7-64cf-44c7-b09… · ir “a la moda”. Es así como se extiende el gusto de la reina Victoria por los cuadros escoceses, los

REVOLUCIÓN FRANCESA: VESTIR PARA LA DEMOCRACIA Comenzamos nuestra historia en el último tercio del siglo XVIII cuando la Revolución Francesa hace tambalear las estructuras de poder tradicionales y desencadena enormes cambios políticos, económicos y sociales en el mundo occidental. Varios sucesos contribuyen a la transformación de la indumentaria y la industria de la moda: la expansión del comercio global promueve el acceso a nuevos tejidos como las muselinas de algodón o los chales de lana de la India, se deja sentir la influencia del mundo hindú y otomano, y ya desde los años 50 el descubrimiento de las ruinas de Pompeya y Herculano había provocado el nacimiento del Neoclasicismo. La Convención Nacional Francesa aprueba un decreto en 1793 que establece la “libertad de vestimenta” y la derogación de las leyes suntuarias vigentes hasta finales de siglo. Este hecho provoca un cambio radical en la moda femenina y masculina del nuevo siglo. Durante la Revolución Francesa, la indumentaria o determinadas prendas identifican la corriente o partido político del portador. Son bien conocidas las diferencias entre “aristócratas”, vestidos con trajes a la francesa y los “revolucionarios”, con trajes más sobrios, de un solo color, influidos por la moda masculina inglesa. De Inglaterra proceden también los calzones de piel de vuelta, que serán imitadas en toda Europa, y que derivan de la extensión de las pieles gracias al comercio con los territorios de Norteamérica.

GUERRAS NAPOLEÓNICAS: EL VESTIDO GLOBAL El comienzo del siglo XIX trae consigo nuevos tejidos desde el Caribe, India y Oriente Próximo, a través de las colonias y redes comerciales británicas, francesas, holandesas y españolas. Estos nuevos tejidos, como la muselina de algodón, tienen su reflejo en la moda femenina de esta etapa. Los trajes estructurados típicos de la moda a la francesa del siglo XVIII, se cambian a finales de ese siglo por vestidos más cómodos, de líneas rectas y talle por encima de la cintura, confeccionados con esos finos tejidos de algodón; y el son los denominados “vestido camisa”. Para abrigo, se acompañan de chaquetas muy cortas de manga larga, conocidas como spencers, denominación que indica su origen inglés. Otro complemento habitual son los chales, que demuestran el gusto por decoraciones o técnicas exóticas como el boteh (o lágrima de Buda), la estampación, o tipo ikat. Con la llegada de Napoleón al poder en 1799, los vestidos, siguen manteniendo el talle alto, pero cambian los tejidos de algodón por seda, especialmente para fiesta, y serán los protagonistas hasta el fin de las guerras napoleónicas; son el primer ejemplo de una moda que ya no conoce diferencias sociales, sino económicas, basadas en el tipo de materiales, tejidos, y bordados.

GUERRA DE LA INDEPENDENCIA ESPAÑOLA: LA MODA POLITIZADA Los acontecimientos que están teniendo lugar en Francia coinciden con la llegada al trono de Carlos IV en España. El temor a la expansión de la revolución y las ideas contra la monarquía, la aristocracia y el clero causan el cierre de fronteras y la la intensificación de un movimiento antifrancés, que ya se había iniciado antes de la Revolución, con el casticismo y el majismo, y que continúa con la resistencia al ejército francés durante la Guerra de la Independencia. La oposición política a lo francés se refleja, ahora de forma más intensa, en una forma diferencial de vestir, a la

Page 3: REVOLUCIÓN FRANCESA: VESTIR PARA LA DEMOCRACIA30ddffe7-64cf-44c7-b09… · ir “a la moda”. Es así como se extiende el gusto de la reina Victoria por los cuadros escoceses, los

manera de los majos, propia de las clases populares fundamentalmente, pero también de algunos nobles, que contrasta fuertemente con la moda internacional. Afrancesados y contrarios muestran así visualmente sus diferencias ideológicas. Los majos y las majas llevan cofias o gandayas para recoger el pelo, jubones cortos, que irán bajando hasta la cintura con el paso del tiempo, decorados con pasamanería, borlas, también llamadas madroños, y hombreras. Los hombres, además, chalecos cortos y calzones, que pueden ser de piel vuelta; las mujeres, basquiña, de corte recto en los últimos años del XVIII y primeros del XIX.

REVOLUCIÓN BURGUESA: LA REVOLUCIÓN DE LOS DETALLES El siglo XIX marcará el cambio definitivo de las monarquías absolutas al denominado “Nuevo Régimen” en el que la burguesía industrial pasa a ser la clase dominante. Basándose en los valores de la Ilustración, el pensamiento burgués pone en alza valores como la individualidad y el trabajo, pero también el progreso y la felicidad. La burguesía adinerada será la que marque las tendencias. Mientras que en la indumentaria masculina se imponen los modelos repetitivos y sobrios, aptos para el trabajo fuera de casa, la mujer aumenta su armario incorporando trajes diferentes para cada ocasión; ilustraciones e incluso patrones de los últimos modelos de vestido, se difunden a través de las exitosas publicaciones de prensa femenina, contribuyendo a que las mujeres puedan ir “a la moda”. Es así como se extiende el gusto de la reina Victoria por los cuadros escoceses, los tartanes, que pasan de un fenómeno casi local, a teñir todo tipo de vestidos de mujer. El vestuario femenino, por su calidad y variedad, se convierte en el escaparate público del estatus de la familia que se esconde bajo las ampulosas faldas ahuecadas por el uso de prendas internas como el miriñaque y el polisón. Todo esto es posible, también, gracias al desarrollo de la industria, que revoluciona la forma de fabricar tejidos y prendas. La introducción de telares mecánicos, por ejemplo, facilita la producción de materia prima, así como los tintes químicos facilitan una gama de colores más amplia con tonos de verde, azul, malva, o magenta inéditos hasta ahora. Pero sin duda, es de destacar el protagonismo que adquieren los botones, un préstamo de los uniformes militares a la indumentaria de diario, a los que se presta más atención y mimo, decorándolos cuidadosamente con grabados (si son metálicos) o bordados (si son de tela).

FIN DE SIGLO: LA ACELERACIÓN DE LOS CAMBIOS El último tercio del siglo XIX es un momento de importantes cambios. La Guerra Franco-prusiana en Europa, el fin del reinado de Isabel II y la I República en España, las guerras colonialistas en África y la pérdida de las últimas colonias españolas marcan el final de este siglo y el inicio del XX. La moda masculina, después de las guerras napoleónicas, deja de tener el protagonismo que tenía desde la época de Luis XIV y será cada vez menos innovadora: se pasa a un traje de tres piezas (desde el XVII) compuesto de chaqueta tipo frac (a finales de siglo XIX ya solo para gala), chaleco a la cintura y pantalones largos. La mujer, debido a las guerras y crisis económica se incorpora al mercado del trabajo, por lo que su silueta cambia y de las grandes y amplias faldas se pasa a una falda con una caída recta por delante, que permite una mayor libertad de movimientos

Page 4: REVOLUCIÓN FRANCESA: VESTIR PARA LA DEMOCRACIA30ddffe7-64cf-44c7-b09… · ir “a la moda”. Es así como se extiende el gusto de la reina Victoria por los cuadros escoceses, los

y con el volumen en la parte de atrás, gracias al polisón y se marca aún más la cintura con el corsé. Se inician los primeros movimientos sociales de y para las mujeres: sufragistas, anti-corsés, de educación femenina; todo ello lleva a una cierta liberalización que permitía a la mujer hacer deporte, junto con la aparición (a partir de 1850) de los primeros pantalones, los bloomers, en alusión al apellido de su creadora, Amelia Bloomer. Surgen (también a partir de los años 50) las primeras casas de alta costura, como la de Charles F. Worth o Jacques Doucet que propician una mayor variedad de modelos con distintos tejidos para que la clientela no deje de consumir.

ENTREGUERRAS: LA MODA EN MOVIMIENTO La crudeza de la Gran Guerra supuso un fuerte trauma para los países implicados en el conflicto, que tuvieron que asumir la muerte de millones de hombres jóvenes y las secuelas físicas y psíquicas de muchos más. Sin embargo, esta situación crítica facilitó la aceleración de un cambio anunciado en materia de derechos de la mujer, que se plasma de manera casi inmediata en una renovación radical de los estilos indumentarios. La necesaria incorporación de las mujeres al mundo laboral y la implantación de una cultura de consumo orientada al ocio, que supone por ejemplo la expansión de las prácticas deportivas, conlleva el triunfo de un nuevo vestuario que supera las restricciones morales relativas a la exhibición del cuerpo: las piernas se descubren por primera vez en siglos, los sombreros pierden su carácter monumental y la ropa interior empieza a priorizar la funcionalidad. Las prendas de baño, en pleno auge del ocio vacacional, evolucionan hacia formas racionales, y el diseño, impulsado por los avances en la industria de la confección, empieza a dejar atrás el decorativismo de lo artesanal para explorar un sentido práctico del vestir. Contra las penurias de la guerra, nuevos modelos de feminidad son aceptados y la moda recoge el testigo del cambio para mostrar a mujeres emancipadas que asumen nuevos hábitos, antes exclusivos del mundo masculino. Si antes de la guerra, se vestía siguiendo el protocolo de la clase social a la que se pertenece, los nuevos tiempos traen hábitos más racionales. Se emplearán materiales, formas y decoraciones en función de la actividad que se va a desarrollar. Como novedad, el punto de lana pasa a usarse en el exterior, combinado con paños y tartanes para el invierno. Para el verano triunfan las muselinas, vuelas, linos, gasas y sencillos tafetanes estampados, con ligeras chaquetas de perlé. Se reservan para la noche y grandes ocasiones, los terciopelos, chiffones, y los resistentes crespones de China y gasas, capaces de soportar el peso de las mostacillas de cristal, madera o azabache. Nuevos y alegres colores sustituyen a los tristes de la guerra, con el color “champán” como gran protagonista.

II GUERRA MUNDIAL: LA CRISIS DE LOS TEJIDOS Los nuevos tejidos son los protagonistas de la indumentaria de la sociedad de entreguerras. La casa Du Pont, dedicada a la creación de nuevos materiales sintetizados a partir de los residuos del petróleo, saca al mercado en 1939 la primera de estas fibras denomina nylon. Curiosamente, primero utilizada para la confección del cepillo de dientes, pronto pasó a la confección de medias, objeto de deseo para las mujeres a las que pronto la guerra privará de su disfrute. La capacidad del nylon para recuperar su longitud inicial al ser sometida a una gran fuerza de tracción la hace

Page 5: REVOLUCIÓN FRANCESA: VESTIR PARA LA DEMOCRACIA30ddffe7-64cf-44c7-b09… · ir “a la moda”. Es así como se extiende el gusto de la reina Victoria por los cuadros escoceses, los

especialmente apta para lencería, medias, guantes, punto y prendas deportivas. En 1953, Du Pont patenta el poliéster, que mejora las propiedades de resistencia del nylon y proporciona, sola o en combinación con otras fibras naturales, la inarrugabilidad tan buscada en el mundo textil. A estas dos fibras tan importantes en la transformación de la moda se añade la aparición del elastano en 1958, conocido por su gran elasticidad. Resiste ser estirada hasta un 600% sin romperse, razón por la que en Estados Unidos se la llama en un primer momento spandex. Se aprovecha su gran capacidad de deformarse y recuperar su longitud inicial en prendas exteriores, trajes de baño, corsetería y calcetería. Es el textil más adecuado para tejidos elásticos sanitarios y ortopédicos, y en confección para puños y puntos de ajuste. Importantes también son las clorofibras, fibras químicas sintéticas también llamadas polivinílicas. Son flexibles y duraderas, y por su capacidad para repeler el agua se utilizan preferentemente para gabardinas, paraguas y otras prendas para protegerse de la lluvia. Normalmente se combinan con una base de tejido de algodón o poliamida y hacen que ésta sea impermeable.

AÑOS 60: LAS MODAS CONTRA LO TRADICIONAL La expansión de la sociedad del bienestar en los países del bloque occidental, en los que se produce el triunfo absoluto de la cultura de consumo, acarrea una crisis de los valores tradicionales, que se tambalean ante el empuje de nuevos criterios. Uno de los síntomas del cambio profundo que comienza en los años 50 y se hace evidente en la década siguiente es la pérdida de influencia de la alta costura, que cede su primacía al prêt-à-porter defendido por jóvenes diseñadores y las modas urbanas de todo sesgo que nacen en ambientes más o menos contraculturales. Frente a la hegemonía de cierto sentido de la elegancia y la belleza, las rebeliones juveniles impulsadas por los hijos del baby boom expresan a través de la imagen personal y las modas su descontento con los paradigmas tradicionales, dando carta de legitimidad al “mal gusto” e introduciendo conceptos hasta entonces ajenos al vestir. Lo que hasta entonces había sido “vulgaridad” gana terreno para convertirse en parte de la norma, con lo que se amplía exponencialmente el abanico de significados con los que juega la moda. Las zapatillas deportivas, los pantalones vaqueros, las cazadoras de cuero y las camisetas estampadas con la efigie de iconos mediáticos o mensajes de todo tipo pasan a formar parte del atuendo cotidiano y comunican una apertura a la diversidad que aumentará a medida que nacen tribus y estilos urbanos que defiende sus propios criterios de distinción frente a las convenciones que habían regido la vida burguesa.

AÑOS 70: INDIVIDUALISMO Con la crisis del petróleo a inicios de los 70, la politización de los usos indumentarios, regidos ya por la industria del prêt-à-porter y los estilos juveniles, se recrudece y da lugar a expresiones de disconformidad radical como el movimiento punk. El rechazo hacia el progreso entendido como crecimiento económico y desarrollo tecnológico deriva en un supuesto regreso al orden natural que en moda se manifiesta en la recuperación de la fibras naturales y las técnicas artesanales, si bien, al mismo tiempo, otros sectores de la juventud se concentran en poner en práctica una cultura hedonista que tiene su mejor expresión en el éxito de la cultura “disco” y la heterodoxia del

Page 6: REVOLUCIÓN FRANCESA: VESTIR PARA LA DEMOCRACIA30ddffe7-64cf-44c7-b09… · ir “a la moda”. Es así como se extiende el gusto de la reina Victoria por los cuadros escoceses, los

punk. En la pluralidad de opciones, el individualismo va ganando posiciones como rasgo dominante, y la diversidad se convierte en norma; se manifiesta en multitud de expresiones estéticas que la moda prêt-à-porter recoge de mano de diseñadores que abren nuevas vías. El proyecto de la modernidad se disuelve en un panorama heterogéneo que empieza a conocerse como posmodernidad, forma cultural del tardo-capitalismo que muchas veces se ha identificado con el lema “todo vale”. Lo “retro” impone el regreso de estéticas pasadas, que subrayan el escepticismo ante el progreso lineal de la Historia, mientras que la introducción de rasgos de culturas no occidentales pone en duda la primacía de los valores del mundo desarrollado. Si en el momento de la postguerra fueron protagonistas las fibras químicas sintéticas derivadas del petróleo, en este momento, con financiación de Defensa para cubrir las necesidades de los soldados, aparecen nuevas fibras que conforman los conocidos como tejidos inteligentes: ignífugos, antibacterianos, adherentes, resistentes o biomiméticos. Estos tejidos se emplean en primer lugar para uniformes militares, luego para profesionales de riesgo y deportistas de élite, para pasar en unos años a formar parte de nuestras prendas deportivas, casual e incluso incorporadas a la alta costura. Se experimenta con nuevos materiales, entre los que destacan los nanotubos de carbono o el hilo de araña comparable en resistencia y elasticidad al de la seda.

NUEVO MILENIO: VESTIR CONTRA LA MODA Durante el siglo XXI se ha extendido la percepción de que las sociedades occidentales, en su desarrollo imparable, están sumiendo al mundo en una crisis global, que unas veces se manifiesta en el plano económico y otras en el climático, al tiempo que parecen acentuarse las dudas acerca de los valores éticos que sostienen nuestros comportamientos cotidianos y nuestros hábitos, ligados indisolublemente a la cultura de consumo. Desde la moda, cada vez más cargada de conceptos y dada al comentario social, muchos diseñadores se muestran implicados en temas como la sostenibilidad o la inclusión social de colectivos excluidos o en riesgo de exclusión. Algunos diseñadores, caso de Bernhard Willhelm o Raf Simons, apuestan por un consumo sostenible con propuestas de carácter atemporal que responden a la estética urbana y basan sus premisas en la sostenibilidad y la funcionalidad. Estos y otros, rompen con los estereotipos de los roles de género e incluyen en sus colecciones mensajes de orden político que tratan de concienciar a su amplio público acerca de los problemas que acucian a la sociedad. Algunos, como Bless o Pelican Avenue, ni siquiera hacen ya moda en sentido estricto, sino que producen prendas con intenciones comunicativas que tienen que ver más con el arte que con el vestir. Si durante los 60 y 70 la ropa se constituyó en mercancía con mensaje, los diseñadores actuales con conciencia social articulan un posicionamiento ético desde el propio método de producción, distribución y venta, abordando el reciclaje como Martin Margiela o Vacas Flacas, en España y rompiendo con la tiranía de las tendencias de temporada en busca de estéticas de perfil bajo que atacan directamente al concepto tradicional de distinción.