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Violencia, es una conducta realizada de forma consciente y deliberada con el
objeto de provocar algún daño. Por su parte Género, es un término amplio, pero
delimitándolo dentro del contexto, denota al grupo de seres que comparten ciertas
características. En este sentido, La Asamblea General de las Naciones Unidas en el año
1993 definió la violencia de género como "Todo acto de violencia basado en el
género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico,
incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que
ocurra en la vida pública o en la vida privada".
La violencia de género, por lo tanto, es la ejercida de un sexo hacia otro. Cabe
destacar que, en muchas ocasiones, los casos de violencia no suelen ser denunciados
ya que la víctima puede estar atemorizada o incluso puede sentir vergüenza por la
situación. Como es un problema histórico y cultural, responde a un mecanismo de
ejercicio de poder, que busca mantener la situación de desigualdad entre géneros y,
por tanto, los privilegios en una relación de pareja.
Sus causas son diversas el agresor actúa por convencimiento, como consecuencia de la idea que él tiene de esa relación que él va
imponiendo a base de intimidación o de amenazas. Esa relación es la que levanta el
agresor y por lo tanto actúa con pleno convencimiento de que está haciendo lo
correcto. Es decir, el agresor en todo momento es consciente de que está
produciendo un daño y por eso se protege, por eso intenta que la víctima no
denuncie, por eso le pide perdón luego del hecho, lo que ocurre es que para él el
beneficio que produce esa violencia es superior a ese daño.
Como superar la violencia de género
El principal problema para superar la violencia de género es que la victima deje
de sentirse víctima e inicie el proceso defensivo. A partir de la decisión de superar la
violencia de género y denunciar, en muchos países existen medios, estructuras y leyes
para penalizar estos actos, tras denunciar la situación, luego es necesario empezar un
tratamiento en función del daño sufrido. El tratamiento para superar la violencia de
género suele comenzar por un periodo de reflexión y la salida de la relación
destructiva. Antes de la ayuda psicológica se valoran cuáles son las secuelas en cada persona para trabajar los aspectos concretos de cada caso. Además, se necesita
potenciar la autoestima de cada una para recobrar su seguridad interior y como
persona digna de respeto.
Las consecuencias físicas y psicológicas para la víctima de violencia son
múltiples a nivel de su salud integral. Trastornos tales como dolores de cabeza,
trastornos del sistema nervioso central y afecciones cardíacas o circulatorias son
comunes, así como los “trastornos funcionales”, como por ejemplo el síndrome de
colon irritable, los trastornos del aparato digestivo y diversos síndromes de dolor
crónico. Las secuelas provocadas por el maltrato físico son evidentes, pero el impacto
a nivel psicológico y el deterioro en la calidad de vida es más difícil de identificar y
evaluar. Para poder establecer el impacto de los efectos de la violencia sobre la salud
individual y sobre la salud pública, se ha establecido un indicador basado en la pérdida
de Años de Vida Saludables. Este indicador permite calcular el número de años
perdidos en relación a una esperanza de vida teórica, que se producen como
consecuencia de la violencia de pareja.
En el Informe Mundial sobre Violencia y Salud se resumen sus principales
consecuencias psicológicas:
▪Depresión, ansiedad, tristeza o angustia
▪Fobias y trastorno de pánico, Insomnio
•Cambios del estado de ánimo. Ganas de llorar sin motivo
▪Trastorno de estrés postraumático
▪Trastornos de la conducta alimentaria y del sueño
▪Trastornos psicosomáticos
▪Sentimientos de vergüenza y culpabilidad
▪Conductas autodestructivas •Irritabilidad
▪Baja autoestima
▪Suicidio o ideación suicida
Otras respuestas habituales a consecuencia del trauma son las siguientes:
Minimización de lo ocurrido o negación del peligro; distorsiones cognitivas;
conductas de “cuidado” de su agresor como estrategia de afrontamiento; conductas de
pena, apaciguamiento, justificación… Las personas generalmente aseguran que su
mundo es justo, legal y seguro, pero después de ser victimizado estos supuestos
básicos son sacudidos, lo que produce un sentimiento de vulnerabilidad, rabia y una
necesidad de comprender por qué fueron abusados. Cuando las personas han sido
expuestas a hechos inesperados e incontrolables, reaccionan con pasividad (indefensión
aprendida y desesperanza) El impacto psicológico en la víctima varía, según las
características personales, el sistema de apoyo, y su historia pueden afectar cómo
reacciona y su recuperación.
Principales trastornos psicopatológicos que desarrollan las víctimas como
consecuencia de la violencia sufrida: * Trastorno de Estrés Postraumático
*Depresión * Ansiedad
* Baja autoestima: La autoestima, se ve dañada en una relación en la que es
constantemente descalificada por su agresor con el fin de minarla psicológicamente. El
maltrato provoca un deterioro en su autopercepción, un aumento en las creencias
negativas con respecto a sí misma y porque disminuye la capacidad de afrontar la
situación de violencia. Por tanto, una red social de apoyo es importante para cambiar
esta situación y consideramos esencial tratar este aspecto en la intervención terapéutica. Para lograr su recuperación, es importante realizar acciones en favor de la
autoestima de las víctimas.
* Distorsiones cognitivas: Las víctimas de violencia de género utilizan ciertas
estrategias cognitivas de supervivencia que suponen una distorsión de la realidad y
varían en función de las diferencias individuales y de la fase evolutiva del maltrato.
Si la violencia comienza de forma sutil y es de tipo psicológico, la víctima suele
tender a la negación o minimización del problema, así como al autoengaño y a la
atención selectiva hacia los aspectos positivos de su pareja. Además, las víctimas
también modifican su sistema de creencias debido a que la violencia la padecen dentro
del hogar (el lugar supuestamente más seguro) lo que rompe su sensación de seguridad
y la hace sentir que el mundo es un lugar peligroso.
Estudios señalan que es frecuente encontrar las siguientes creencias
distorsionadas entre las víctimas:
a) sentir vergüenza de hacer pública en el medio social una conducta tan degradante;
b) creer que los hijos necesitan crecer y madurar emocionalmente con la presencia
ineludible de un padre y de una madre;
c) tener la convicción de que la víctima no podría sacar adelante a sus hijos por sí sola;
d) considerar que la familia es un valor absoluto en sí mismo y que, por tanto, debe
mantenerse a toda costa;
e) creer que la fuerza del amor lo puede todo y que, si persevera en su conducta,
conseguirá que el maltrato finalice;
f) pensar que su pareja, que, en el fondo, es buena persona y está enamorado.
* Déficit en resolución de problemas: las víctimas de violencia muestran un déficit
general en estrategias de afrontamiento, al encontrar que presentaban dificultades en
las tres habilidades para una resolución de problemas eficaz: la habilidad para generar
un gran número de alternativas, para generar soluciones eficaces y para seleccionar una
alternativa eficaz ante un problema. Al parecer la experiencia repetida de los episodios
violentos, la percepción de incapacidad para hacer frente a la violencia, la sensación de
indefensión que se deriva de ello y el deterioro que a nivel emocional sufren serían
algunos de los factores que podrían explicar este déficit.
* Dependencia de sustancias: Algunas víctimas recurren al consumo de sustancias
adictivas como forma de tolerar el dolor físico o emocional generado por la violencia
constante (drogas, alcohol, psicofármacos) utilizados a los efectos de reducir la
ansiedad y bloquear el malestar físico y emocional derivado de la situación de estrés
crónico que provoca el maltrato.
* Suicidio o ideación suicida: Los factores de riesgo del suicidio, es la situación de
aislamiento a la que están sometidas las víctimas la variable que mejor predice la
decisión de acabar con su vida, como la única solución para escapar del sufrimiento que están viviendo.
Se reconoce que existen cinco tipos de violencia de género:
Violencia física: Se trata de toda acción que provoque lesiones o daño físico y
que se realice voluntariamente. Son manifestaciones de esta conducta los empujones,
bofetadas, puñetazos, golpes con objetos, quemaduras y patadas que pueden llegar a
producir fracturas, quemaduras, hematomas, heridas, cortes, lesiones de órganos
internos y/o lesiones irreversibles.
Violencia psicológica: es toda conducta que esté orientada a la desvalorización
de la otra persona.
Amenazas. Humillaciones. Insultos. Desprecio. Culpabilización.
Violencia sexual: Se ejerce mediante presiones tanto físicas como psíquicas que
pretenden imponer cualquier contacto sexual no deseado.
Violencia social: el agresor intenta evitar todo posible contacto de la víctima con la
sociedad que la rodea, como amigos, familiares o compañeros de trabajo de manera
que quede aislada y desprotegida al no tener apoyos fuertes a su alrededor.
Violencia económica: Se trata de evitar que la persona maltratada pueda
acceder al dinero, quedando esta desvalida y sin recursos bien apropiándose del dinero
de la víctima o impidiendo que esta trabaje.