revista la agricultura germán avé-lallemant

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COMISIÓN DEL BICENTENARIO

La Provincia de San Luis, con motivo de conmemorarse el Bicentenario de la Revolución de Mayo, se concentra en celebrar tan importante acontecimiento a fin de reafirmar los lazos de comunicación, respeto e integración entre todos los habitantes de esta tierra.

El Cabildo de San Luis fue el primero en reconocer la Revolución de Mayo mostrando así su vocación libertaria.

Consolidado el movimiento revolucionario, el pueblo puntano se destacó por su generosa y heroica contribución a la gesta de la independencia nacional, y entre otros hechos, respondió al llamado Sanmartiniano.

En este Bicentenario la Provincia de San Luis continuará con sus políticas de progreso y desarrollo, en la esperanza que nuestras generaciones venideras se encuentren unidas en el respeto y reconocimiento a la participación histórica colectiva de los hijos de esta tierra, a quienes en este Bicentenario rendimos tributo y homenaje.

El Gobierno de la Provincia de San Luis ha constituído la Comisión Hono-raria del Bicentenario de la Revolución de Mayo 1810-2010, presidida por el Gobernador Alberto Rodríguez Saá, e integrada por Legisladores Nacionales por San Luis, autoridades Legislativas Provinciales, autoridades del Poder Judicial, Intendentes Municipales e Intendentes Comisionados, representantes de Insti-tuciones Religiosas, Autoridades Universitarias, Autoridades Militares, ONGs, Fundaciones, Juntas de Historia, Comunidades Originarias de la Tierra, Colec-tividades, Asociaciones, entidades intermedias y por todos aquellos habitantes que quieran adherir voluntariamente.

Esta Comisión será coordinada por el Ministerio de Gobierno, Justicia y Culto, todos los Ministerios del Poder Ejecutivo Provincial referidos a esta con-memoración y por el Programa San Luis Libro, dependiente de la Secretaría General Legal y Técnica de la Gobernación.

(Extraído y sintetizado del Decreto N ° 3316 - MGJyC-2009)

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ACERCAR EL LIBRO AL PUEBLO

El Gobierno de la Provincia de San Luis cumple y seguirá cumpliendo con los preceptos constitucionales y las normativas vigentes respecto a ase-gurar el desarrollo humano y social de sus habitantes.

El derecho a la cultura, a la información, a la publicación y a la difusión de las ideas es un derecho humano principal, con el que este proyecto po-lítico ha desarrollado fuertes lazos y claras acciones en su defensa. Invertir en cultura es fortalecer los cimientos republicanos y consolidar la conviven-cia democrática armónica, en un marco de pluralismo, tolerancia y respeto por el otro. Invertir en cultura es también propender a difundir la obra y engrandecer el patrimonio cultural provincial, potenciando así la libertad de pensamiento y el universo de las ideas, la literatura y la palabra escrita en general.

Por la defensa y ratificación de este derecho el Programa San Luis Libro suscribe y se sustenta en la Ley Provincial Nº I-0002-2004 (5548) que dice en su art. 1º: El Estado Provincial garantiza el derecho fundamental a la libertad de pensamiento, religiosa y de culto reconocido en la Constitución de la Provincia de San Luis.

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Para la presente edición:

Programa San Luis Libro

25 de Mayo 971| Ciudad de San Luis

[email protected]

www.sanluislibro.sanluis.gov.ar

Diseño y diagramación:

Editorial «El Tabaquillo»

[email protected]

Imagen de tapa: Ilustración extraída de Revista La Agricultura. Año 1894 (Oncidium Machrantum)

Tirada: 500 ejemplares

ISBN: 978-987-1787-11-1

En la presente edición se ha respetado la ortografía y gramática del español de su época para

conservar su riqueza lingüística y su valor histórico.

Impreso en la ArgentinaQueda hecho el depósito que establece la ley 11.723Prohibida la reproducción total o parcial, incluyendo fotocopias sin la autorización expresa del autor.

Avé-Lallemant, Germán Revista La Agricultura / Germán Avé-Lallemant ; coordinado por Marisa

Requiere. - 1a ed. - San Luis : SLL - San Luis Libro, 2011. 485 p. ; 26x19 cm. - (Bicentenario)

ISBN 978-987-1787-11-1

1. Notas Periodísticas. I. Requiere, Marisa, coord. II. Título CDD 070.43

Fecha de catalogación: 21/06/2011

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Revista

“La Agricultura”

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El Gobierno de la Provincia de San Luis, a través del Programa San Luis Libro, ha constituido la Comisión de Rescate y Valorización de la Vida y Obra de Germán Avé Lallemant, quien nos legó una importante labor científica a través de investigaciones de gran envergadura.

La Comisión, a partir de un importante trabajo de recopilación, investigación y actualización científica, ha editado en primer término el libro “Ligeros Apuntes de la Flora Puntana” y en esta oportunidad presenta una recopilación del los artículos de Germán Avé Lallemant publicados por la revista “La Agricultura” desde 1894 a 1898 inclusive. Este volumen constituye un jalón indispensable para seguir construyen-do la historia puntana.

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Revista

“La Agricultura”

Germán Avé Lallemant

Versión revisada y corregida por la Dra. Marisa Requiere

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Prólogo.

Anteriormente el Programa San Luis, con una importante visión de rescate del pa-trimonio cultural de San Luis, y con el objetivo de concentrar la gran obra dispersa de Germán A. Lallemant, publicó La Flora Puntana, El Paramillo de Uspallata y la Expedi-ción Minera. En esta ocasión y con un esfuerzo incesante en la búsqueda documental, y gracias al valioso aporte de Emilio Saravia, que desinteresadamente nos brindó las fuentes originales de La Agricultura, pudimos concretar este libro tan ansiado, que pretende ser una galería de artículos escritos por Germán A Lallemant como uno de los primeros hombres que divulgara la doctrina socialista en nuestro país. Conjuntamente en esta entrega, se añaden al final algunos artículos publicados por el gran científico alemán y fragmentos originales en idioma alemán, del Die Neue Zeit, donde aportaba su mirada de la Argentina al mundo europeo. Además se aclare que en este volumen de la revista, también aparecieron entre marzo de 1894 y febrero de 1895, Los Ligeros Apuntes de la Flora Puntana, artículos ya publicados en un solo ejemplar editado por el Programa San Luis Libro en el año 2010.

La Agricultura, como fruto de años de trabajo, estaba dirigida por Alberto I. Gache y Ramón Castro, fue una revista de edición mensual, que lo tuvo a Lallemant como parte de su equipo de redacción y en la que participaba desde su fundación en 1894, escribiendo incansablemente. En este ejemplar se publican solo los artículos que van, desde 1894 a 1898 inclusive, donde se plasma la cosmovisión lallemantiana de las cues-tiones rurales, industriales, económicas, políticas, culturales y científicas condimen-tadas, con una ideología que pretende siempre, destacar las virtudes de un socialismo incipiente en el análisis del contexto político nacional e internacional.

Luego de dieciséis años en nuestro país Lallemant, era un perfecto conocedor no solo de las cuestiones relacionadas al agro sino también de los problemas políticos centrales de esta joven nación Latinoamericana. Se puede apreciar en La Agricultura a un Lallemant que escribía editoriales, además de dos o tres artículos por número, o debatía con hacendados lectores de la revista, en numerosos artículos polémicos, como ejemplo en esta edición transcribimos la polémica con Hugo Koppe, mayordomo de la estancia cordobesa La Carlota, sobre un tema trascendente para la época, ¿Coloni-zación o Latifundios? Aquí Hugo Koppe muestra un espejo de sus ideas y acciones, manifestándole a Lallemant sus inquietudes y su acercamiento como colono a “la vida intelectual”.

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La Agricultura aclara en el subtitulo, que se proponía como “Defensor de los in-tereses rurales e industriales”, y esto es lo que precisamente demostraban todos los artículos de la revista, particularmente los de Lallemant, quien a través de sus textos configuraba la urdimbre no solo para la evolución y el conocimiento científico, sino una propuesta ideológica de basamento marxista y socialismo científico, algo impen-sable de comprender para la elite de una nación que mostraba las aristas más duras de una oligarquía fuerte pero deficitaria en sus acciones, algo que Lallemant no dejaría de expresar.

Germán A. Lallemant aquí presentaba varios artículos titulados “La Cuestión agra-ria”, (1899) donde traduce el pensamiento, de una de las mayores obras de Karl Kautsky, quien fuera teórico de la socialdemocracia alemana y dirigiera la revista Die Neue Zeit a partir de 1883, con el tiempo uno de los órganos más influyentes de la Internacional socialista(1889).

Da cuenta de su conocimiento de la doctrina de Karl Marx, en varios artículos que van de 1895 a 1897, allí comenta in extenso sobre la Crítica de la economía Política, y la Miseria de la filosofía(1847).

A lo largo de sus escritos, Dón Germán, demuestra el fracaso de los hombres públi-cos liberales que solo hacían propaganda de patriotismo y no permitían la transforma-ción del modo de producción. Sin duda este análisis, causaba enojos en la clase política Argentina, de hecho en la Agricultura, Lallemant utilizaba una y otra vez seudónimos y los acusaba de enriquecimiento propio a varios políticos, que no tenían en cuenta los intereses del país. Muy seguro del acontecer político de su tiempo, estaba centrado en su concepto de filosofía política, de ciencia y de justicia.

Plasmado estaba en sus trabajos sobre economía, el perfecto reconocimiento de ese enemigo temible, es decir el capital internacional que primero, bajo bandera inglesa y luego norteamericana ahogaba la libertad de los pueblos, a través de los empréstitos que perjudicaban a la Nación. Su análisis crítico y sólido explicaba el futuro como irreversible, debido a la crisis financiera y económica de aquellos momentos, la dilapi-dación de la hacienda pública, la deuda externa e interna, el retraimiento monetario, la bancarrota de los bancos garantidos, el agio, el valor del oro, la actuación delictiva de prominentes miembros del P. A. N., la deflación en general. Reflexiones que resultan ahora mismo, no sólo inmensamente objetivas, sino que confirman su admirable en-tendimiento de las sociedades.

Aquí podemos también ver reflejado a Lallemant como corresponsal de San Luis, firmando sus artículos con el seudónimo de Puntano, preocupándose por los aconteci-mientos del lugar que lo cobijó y donde hoy siguen descansando sus restos después de ciento un año de aquella tragedia cerebrovascular, que dejó al país, sin un hombre clave para la escena científica, política, educativa, etc. Ninguna circunstancia fundamental de esta obra podrá ser olvidada por los investigadores y gustosos de las ciencias en ge-neral y de la historia puntana en particular.

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Creyó Lallemant en la revolución, quizás los años no le dieron la oportunidad de llevar a cabo la teoría revolucionaria elaborada por Marx y Engels, sin embargo sus tra-bajos presentan desde cualquier aspecto que los analicemos, una creación de continua revolución, aún hoy en el 2011.

Dra. Marisa Requiere.

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EL CHALET Y LA CABAÑA DEL LABRADOR

I

¡Cuántas veces hemos visto en las primeras horas de la mañana atravesar si-lencioso unas veces, alegre y bullicioso otras, al hombre que conduce el arado, que abre el surco, y en su marcha pausada va desprendiendo uno á uno los granos de-positados en la tierra!

Como aquellos granos, van desprendiéndose también de su imaginación las esperanzas sobre la futura cosecha que ha de recompensar sus afanes.

De este cuadro que hemos contemplado en la dilatada pampa, se ha transporta-do nuestro pensamiento al mundo adonde se agitan las multitudes; adonde la am-bición, la sed de mando, la especulación, absorben el tiempo de los grandes centros.

Hemos reflexionado sobre la diferente situación de espíritu de aquel hombre humilde, pero alegre y anheloso en el trabajo, y la agitación febril de los que se re-vuelven y agitan en las ciudades.

Comparadas estas situaciones se nos figura ver en el conductor del arado á la hormiga quedando traspiés, llega al fin y deposita la paja que calentará su nido en el invierno; y en los que se lanzan en la carrera vertiginosa del juego, de la especula-ción, buscando una fortuna adquirida con poco trabajo y en breve tiempo, creemos contemplar á una locomotora sin freno, que descarrila y se tumba sin llegar á su destino.

El labrador lo fía todo á la bondad del suelo, al calor vivificante del sol, á la ac-ción bienhechora de la naturaleza, al riego que reanima y fecundiza la planta, mien-tras que el bolsista, el especulador, el político, juega el todo por el todo en una bola mal urdida tal vez, que hará subir ó bajar el tipo del oro, ó de sus acciones echadas á rodar en la lotería de las diferencias.

II

Es un misterio que escapa á la penetración del hombre, apreciar adonde existe la mayor suma de felicidad posible. Si en aquel suntuoso chalet, rodeado de grandes jardines, alegres parques, amplias y frondosas avenidas con sus fuentes derramán-dose sobre lagos cristalinos, cubiertos de cisnes que alzan su canto entre el ruido de las aguas, y adonde el hombre de negocios llega arrastrado por briosos corceles, para descansar después de cerrarse la Bolsa, ó en aquella humilde habitación pajiza, blanca como una paloma y sombreada por un grupo de corpulentos sauces.

No lo sabe nadie, pero la verdad es que si aquella humilde vivienda no des-pierta en nosotros la admiración del monumental palacio; si no nos atrae y seduce, en cambio ¡cuántas veces el espíritu, abrumado por el peso de una vida de crueles agitaciones, no se sentirá dominado por aquella quietud de la cabaña, por aquella dulce tranquilidad de un hogar sin grandes focos de luz, sin lujosos mobiliarios;

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pero adonde al terminar el Ave María, pronunciada entre la incierta luz del crepús-culo, se encienden las luces del hogar iluminando el cuadro que forman la madre, los hijos, rodeando al dueño y señor que recibe sus caricias y les da sus bendiciones!

III

En las altas horas de la noche…… allá á lo lejos, en el suntuoso palacio, res-plandecen las luces y se siente el ruido de la orquesta, el ruido de las copas…..las grandes emociones.

En la cabaña, la oración, la frugal comida, el dulce cantar del labrador, la sonri-sa de la inocencia, el tranquilo sueño…..ni envidiado ni envidioso…..

¿Adonde existe mayor felicidad?

Chacarero.Año: 1894 - Mes: Marzo - Número: 63 - Páginas: 167-168

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CUESTIONES DE ACTUALIDAD

Ferrocarriles - Puertos - Crisis agrícola, comercial y ganadera - Banco de préstamos - Lo imposible - El ministro de hacienda y su proyecto

Una de las causas principales de perturbación en el comercio, es indudable-mente la estagnación de nuestros productos, y no todos se dan cuenta de lo que pasa, acumulando los cargos á las empresas de ferrocarriles por no contar con el tren rodante necesario para conducir los cereales á los mercados ó puertos de em-barque.

Estamos lejos de defender á la administración de las empresas y á sus regla-mentos y tarifas que no llenan las necesidades del comercio ni guardan proporción con el valor de los productos, pero sucede lo siguiente:

Llegan á las estaciones centrales cientos de wagones cargados que permanecen parados en los cambios esperando la llegada de vapores ó buques en que deben embarcarse.

He ahí uno de los motivos de demora y entorpecimiento, por lo que no dejare-mos de señalar como causa principal el obstáculo que presenta el paso de Martín García y otros que impiden la navegación en el Río Paraná, de los grandes paquetes de ultramar.

Los wagones de un ferrocarril no conducen ni entregan las cargas en el tiempo requerido, permaneciendo, como hemos dicho, semanas enteras parados, como su-cede en las estaciones del Ferrocarril Central Argentino y demás líneas.

Para formarse una idea de los perjuicios que soportan el productor, acopiador de campaña y exportadores, basta decir que en las estaciones del Ferrocarril Cen-tral Argentino existen apiladas más de un millón de bolsas á la intemperie, siendo esta cantidad mucho mayor en otras líneas, pues es sabido que las del Ferrocarril Central Argentino y Buenos Aires y Rosario son las que mejor atienden el servicio ordinario de carga.

Agréguese la circunstancia de no ayudar los bancos, no diremos al productor que, no es comerciante, (por los estatutos de los bancos se le deja en último tér-mino, se le exigen garantías reales y otra firma, con más el 25 % de amortización trimestral), pero ni á los mismos exportadores que se ven en apuros para colocar sus giros sobre Buenos Aires.

Se habla de favorecer la producción; ¿y cómo puede hacerse sin una institución bancaria que dé el tiempo indispensable para desenvolver una operación industrial?

Surge en estos momentos el pensamiento de fundar un Banco de Estado, que destinaría 50 millones á préstamos entre la clase productora y bien venido sea, siempre que llene los objetos de su creación.

Lanzada la idea, y antes de ser estudiado el proyecto del ministro de hacienda, empieza á ser combatido por una parte de la prensa, ¿y por qué?...

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Se invoca el ejemplo de los bancos oficiales, como el Nacional, sin tomar en cuenta que ninguna institución es buena, como no lo es ninguna ley, si no se cum-ple, burlándola, como en el caso del banco que sirvió tan sólo para alimentar la especulación sobre tierras, ó como la famosa ley de centros agrícolas.

Pero arréglese la cuestión política, dando libertad al pueblo para elegir sus mandatarios, y hágase una verdad en vez de una mentira el juego regular de nues-tras instituciones, y se verá que es posible la fundación de un Banco de Estado, que tiene que reposar en la confianza pública que hoy falta, y que administre honrada-mente, dando dinero al productor, al dueño de tierra cultivada, al hombre parco y de reconocida capacidad productora, y se verá entonces que un banco habilitador es la única salvación del país.

La razón atendible que se invoca para constituir el Banco de Estado, es lo difícil que sería sustraerlo á la influencia de los gobiernos y de la política; “ya sabemos lo que es la Constitución y sus leyes entre nosotros”, se dice.

Luego entonces no hay que atacar el proyecto del ministro de hacienda, sino á los que, encargados de hacer cumplir las leyes, las dejan burlar.

En cuanto á garantías reales, las tiene el país, y esa sería precisamente la tarea del directorio, en la distribución del crédito, que es valor entendido, y debe ser com-puesto de personas independientes que puedan darse cuenta de su misión y de las exigencias del mercado.

Se dice que no son momentos para pensar en bancos y que en vez de eso se debe tratar de ayudar á la explotación de fuentes de riquezas como la minería, por ejemplo (la más problemática de las industrias).

Pero ¿como se pueden proteger las industrias y desenvolverse sin el capital que necesitan para maquinarias, obra de mano, etc., etc?

Esto es contradictorio y tenemos que caer en esta solución.

Es posible la fundación de un banco de préstamos. Lo que es imposible, es que él dé los resultados que el país necesita alcanzar por medio del trabajo y de la econo-mía, sin la fundación de gobiernos que inspiren confianza ante propios y extraños. Eso es lo imposible.

Del balance nacional se desprende la necesidad de crear algo que, como un organismo nuevo, ocupe el lugar de aquellos establecimientos que, si han quedado abandonados como el cadáver de un colérico, no por eso dejaron de tener vida pro-pia, y la tendrían aún, sino hubieran sido destruidos por el desgobierno y los abusos que han escandalizado al mundo.

En cuanto al desequilibrio entre la producción y el consumo, podría ser una causa momentánea en un país dotado de las ventajas que tiene el nuestro; y es pre-cisamente en un momento de crisis agrícola y ganadera, como el que atravesamos, cuando deben adoptarse medidas salvadoras, no existiendo otra hoy que la funda-ción de un banco habilitador.

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Las causas externas que en otro tiempo (el de las grandezas) formaron el terri-ble feto de la crisis, sino han desaparecido, al menos van modificándose favorable-mente.

Hay más administración y menos lujo.

Ahora, si el nuevo banco ha de ser administrado como los bancos libres de emisión, de los cuales se proveían las provincias desde 1887 hasta 1891, en que la circulación alcanzó á 300 millones que sirvieron para estimular la especulación, los hipódromos, y dar volumen al empapelamiento, desde luego sería indiscutible como institución, faltándole lo primero: la confianza pública.

Si el nuevo banco ha de marchar en consorcio con la política para que aprove-chen los íntimos, los aparentes para una campaña electoral, entonces estamos de acuerdo en que sería una nueva calamidad el proyectado banco.

Volvemos, pues, á repetirlo, y desearíamos que el actual ministro de hacienda, de cuya buena voluntad y competencia nadie puede dudar, se convenza que no basta levantar un plano de un edificio, si no se tienen los elementos y materiales que den solidez á su construcción. Buena política, es la mejor mezcla para edificar.

Chacarero.Año: 1894 - Mes: Marzo - Número: 65 - Página: 189

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LA BAJA DE LOS PRECIOS EN EL MERCADO UNIVERSAL

Desde unos cinco años á esta parte vivimos en plena crisis.

Durante esta época los precios de los artículos de primera necesidad han bajado extraordinariamente.

El comercio en todas las naciones civilizadas ha sufrido notable reducción, y la pobreza entre las clases bajas ha aumentado considerablemente.

Hoy hay un solo país en que no se sientan estos fenómenos económicos. Todos se quejan de ellos. Merece la pena estudiar la causa de esta crisis universal.

Desde ya notaremos que en ninguna época anterior se han hecho tan extraor-dinarios progresos en el mejoramiento de los métodos de producción. Las maqui-narias han sido perfeccionadas, y nuevos procesos tecnológicos han sido creados, de los cuales antes nadie tuvo una idea. La productibilidad del trabajo humano ha alcanzado un grado elevadísimo; es decir, se trabaja hoy en la tercera parte ó en la quinta parte del tiempo, con la misma cantidad de fuerza humana, tanto, como antes en la unidad de tiempo.

Según Bradstreets Journal, hoy en día el trabajo de 9 ½ obreros, produce en Dacota el trigo de que se fabrica el pan que 1000 habitantes de New-York consumen durante un año. Van incluidos en este cálculo los obreros que extraen el carbón co-rrespondiente, los agricultores, molineros, maquinistas, panaderos y empleados en el transporte, etc., etc.

En 1870 se ocuparon en este mismo trabajo unos 20 hombres y aún más.

El precio del trigo fué en 1873 en el Havre 41 y ½ fr. y bajó actualmente á 14 fr. En Alemania se pagaba este cereal, por término medio, durante los años 1799 hasta 1808 con 230 marcos; en 1871 hasta 1875 con 235 marcos, y en 1893 con 140 mar-cos. En Inglaterra valía el trigo en 1830 unos 13 1/3 £ la tonelada (de 1000 kilos) en 1871 solamente 12 1/3 £ y en 1893 solamente 5 £ 16 s.

En el año 1873 el precio del hierro colado en Alemania era de 24 márcos, y hoy ha bajado á 6 ½ márcos. El hierro batido bajó durante la misma época de 280 már-cos á 145.

Los Warrants escoceses, por hierro colado depositado en Glasgow, que á me-diados de 1889 se cotizaban á 68 peniques, estaban en Enero de este año á 41 ½ peniques.

El carbón inglés para gas que en 1890 valía 16 s. la tonelada, se compra ahora con 7 s. y el carbón de Dormund bajó en el mismo tiempo de 15 márcos á 7 marcos, no obstante los esfuerzos del grand Trust, que extrae anualmente 35 millones de toneladas.

La plata ha bajado desde 1870 de 60 dineros la onza á 27 d. El zinc desde 1890 de 2 ½ £ la tonelada á ½ .

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Los artículos que más han bajado son: jabón, plomo y botellas, cuyos precios oscilan rápidamente.

La Quinina que valía en Alemania en 1822, 1370 márcos la libra, bajó en 1870 á 200 y está ahora á 29 marcos!

El papel de imprenta valía en Berlín en el año 1872 37 ½ peniques la libra y ahora vale 11 peniques, y el papel de cartas bajó de 50 á 24 peniques.

La seda, la lana y el algodón han bajado extraordinariamente.

La marca Midding-Orleans, se cotizaba en Manchester en el año 1882 á 6 3/6 y á fines de 1891 ya había bajado á 3 £ d.

Las lanas finas han bajado en Inglaterra (de 1890 á 1892) 45 %, las buenas 43 %, y la mediana 58 % y desde entonces han seguido bajando rápidamente.

El cobre ha bajado de 86 £ la tonelada á 40 y menos aún.

Los artículos que han subido de precio son: carne, quesos, huevos, tabaco y cerveza. La carne subió en Londres de 56 £ la tonelada de 2000 libras en 1850, á 59 £ en 1871, y á 85 £ en 1890.

Según han ido bajando los precios ha aumentado la producción y ha sido aba-ratado el costo de trabajo.

Ante tales fenómenos económicos los pensadores se preguntan con razón: ¿ha-cia dónde vamos?

Esta faz de la evolución económica, ¿qué significa?

Sus consecuencias, ¿cuáles serán?

Germán A. Lallemant.Año: 1894 - Mes: Mayo - Número: 71 - Página: 274

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EL AUMENTO DE LA PRODUCCIÓN Y LA CRISIS

La transformación que han sufrido los métodos de producción y la extraordi-naria elevación que ha alcanzado la productibilidad del trabajo humano -verdadera revolución económica- ha dado lugar, á más de la baja de los precios, á un aumento enorme de la producción que no guarda proporción con la demanda del mercado universal, y no está sujeto á una regularización racional, fundada sobre las necesi-dades del consumo.

De aquí resulta el fenómeno económico de la sobreproducción de mercancías.El mundo entero produce más de la cantidad de valores que la humanidad

civilizada puede pagar, bajo las condiciones actuales de la propiedad y de la distri-bución de la riqueza. Esta sobreproducción de que nace la crisis universal y perma-nente que nos aqueja, va diariamente en aumento.

Así tenemos que la producción del carbón de piedra está creciendo continua-mente. En el año 1842, la extracción de este combustible en el mundo entero, impor-taba 62 millones de toneladas, cantidad que en 1860 subió á 141 millones y en 1880 á 344 millones de toneladas. El aumento es de un 7 por ciento. Hoy en día, Inglaterra sola produce más carbón que el resto del mundo en 1864, y Alemania que en 1881 extraía 962 kilos de carbón por cada habitante, vendió en 1890 la enorme cantidad de 1320 kilos por cabeza! Y, con todo, el aumento es triple en los Estados Unidos!

Asombroso es el aumento de la producción del hierro. En el mundo se produje-ron en el año 1850 unos cuatro millones de toneladas de este metal, y en 1888 esta cifra se elevó á 26 millones.

La producción del cobre subió en 30 años, de 45.000 toneladas á 120.000, y la del plomo de 170.000 á 400.000 toneladas. Los Estados Unidos produjeron en 1890, solamente, 14.000 toneladas de zinc, y en 1892 subió esta producción á la cantidad de 74.375 toneladas.

Altamente interesante es la evolución por la cual ha pasado la producción de la plata. La metalurgia de este metal ha sufrido una completa revolución, desde que se ha generalizado el método de la lixiviación de los metales de plata con el hiposulfito de sosa (método de Patera-Rusell), á tal punto, que minerales pobrísimos hasta de un 0,10 y 0,05 por ciento de plata, se benefician hoy con ventaja. El mundo pro-ducía en 1856 la cantidad de 886.115 kilos de plata. En 1875 subió la producción á 1.969.000 kilos y en 1890 la producción fué de 3.750.000 kilos. El nuevo método de extraer la plata de sus minerales con un gasto mínimo de producción, fué la causa de la baja de precio de este metal, y no la desmonetización como pretenden los bi-metalistas. La metalurgia del oro no ha sufrido ninguna mejora importante desde 1870; pero, el método Patera-Russell ha hecho que la proporción del valor entre el oro y la plata haya cambiado desde 1870, en que fue de 1 á 15 y medio, hasta 1893 en que fue de 1 á 35, de un modo tan notable.

En 1840 se producían 1.192 millones de libras de algodón; en 1880, 4.039 millo-nes de libras y desde entonces ha aumentado la producción rápida y constantemente.

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La producción de lana en la colina del Cabo, Australia y la Argentina, importó en 1864 solamente 458.000 fardos, exportados á Europa. En 1892, Europa importó de estos países dos millones 335.000 fardos!

El mismo aumento se nota en la producción de aceite y petróleo.

Según Mulhall (History of Prices, pág. 79-96), Europa cultivaba en 1850, unos 360 millones de acres y en 1884, 482 millones y América en 1850, solamente, 55 millones de acres contra 151 millones en 1884.

La cosecha de trigo importó en los años 1885 á 1889, la cantidad de 777.360.000 hectólitros y en 1891 subió á 792.115.000 hectólitros.

Neumann- Spallar calcula que en 1867 la producción total de azúcar en el mundo, fué de 16.750.000 quintales de (á 100 kilos), y en 1893, solamente Europa, produjo 68.040.000 quintales de azúcar de remolacha.

Así, pues, observamos que la producción aumenta y aumenta rápidamente, sin tener en vista las necesidades del mercado universal, y sin hacer caso de la capaci-dad consumidora de la humanidad.

La producción obedece únicamente á los intereses momentáneos del capital, y no se guía por ninguna ley de lógica ó de la razón. No la determina el consumo, sino el provecho del capitalista.

Claro es, que de la baja de los precios no se aprovecha el consumo, sino el gran ejército de empleados en el proceso de circulación, que intervienen entre los productores y los consumidores, los comerciantes, corredores, banqueros, agentes, etcétera, etc.

En la República Argentina sabemos que, aunque los precios del trigo sean tan bajos ahora y la producción haya aumentado tanto, el pan que comemos no se ha abaratado tanto, pero muchos millones de provecho embolsan los accionistas de fe-rrocarriles en Londres; los bancos distribuyen colosales dividendos, y los exportado-res hacen enormes fortunas, los mismo que tantos otros miembros de la sociedad, que no producen, pero se enriquecen como por encanto.

Lo cierto es, que estamos en crisis; crisis universal y permanente.

La riqueza se multiplica como por encanto en mano de unos pocos, y la pobre-za, la miseria y la ignorancia de la grande masa de la población, van en aumento, crecen hasta la desesperación.

Por un lado la sociedad parece quisiera ahogarse en la riqueza y en la abundan-cia, y por el otro se muere de hambre.

Tales son los efectos de la revolución económica, que el aumento del grado de productibilidad del trabajo humano causa en la sociedad.

¿Hacia donde vamos?

Germán A. Lallemant.Año: 1894 - Mes: Mayo - Número: 73 - Páginas: 307- 308

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NUESTRA POBLACIÓN RURAL

En la República Argentina se ofrece á la vista del observador toda una serie de fases de la evolución histórica de la humanidad.

En la capital vemos representada la época de la grande industria moderna. Allí estamos en el período fin de siecle. Grandes capitales se hallan concentrados en mano de unos pocos miembros de la sociedad. La bolsa y la sociedad rural son los grandes templos del capital argentino. A la par de suntuosos palacios están los con-ventillos, las fábricas, las barracas y los antros de los sweaters. El millonario de la clase high-life, el pequeño burgués de la clase media, el obrero de la clase proletaria del último residuo social, están allí luchando, cada cual en la guerra de todos contra uno, y de uno contra todos, como mejor puede.

En las provincias del litoral encontramos la época manufacturera en las ciu-dades. En el campo hallamos que el período de los pastos no guadañables de la ganadería, está para concluir, y el de los pastos guadañables ha principiado. La agri-cultura está todavía en la época del cultivo en pequeña escala. El colono y su peón inmigrado labran la pequeña propiedad del primero y viven una vida patriarcal é idílica. Pero ya la competencia internacional obliga al país á fomentar los grandes cultivos intensivos, con inversión de capitales crecidos y empleando trabajadores educados é inteligentes. Este cultivo en grande escala y por métodos modernos, salvará al país de la ruina y de la bancarrota, pero hará desaparecer al colono y su peón ignorante, reemplazándolos por un proletariado agrícola educado é inteligen-te como en Australia, por ejemplo.

En las provincias del interior estamos todavía en pleno período montaraz de la producción agrícola. Allí se trabaja todavía del mismo modo como nos cuenta Columella que se hacía en la Bética romana en tiempo del emperador Augusto. Así sucede, por ejemplo, en San Luis, la provincia del menor número de propietarios (6559), y del mayor de grandes propiedades de 20.000 hectáreas arriba, verdaderos latifundios.

En San Luis son los peones criollos los que trabajan en las estancias. Por toda herramienta tienen el lazo, las bolas, el cuchillo y el arado de madera de quebracho blanco. Saben también utilizar el hacha hábilmente. Viven al raso. Visten míseros harapos. Comen menos que los perros. Nada poseen, ni familia. Trabajan por un salario ínfimo, mal y poco. No se les enseña nada.

Esta peonada se compone de tres elementos. El uno desciende de los antiguos esclavos del tiempo colonial. El segundo, de los pastores libres que sin tener pro-piedad raíz cuidaban sus haciendas en tierras baldías que fertilizaron por medio del trabajo, y el tercero, en fin, lo constituyen descendientes expropiados de los conquistadores españoles, á quienes el rey había otorgado grandes lotes de la tierra conquistada, como mercedes reales.

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En San Luis fué la guerra de la independencia y la larga guerra civil subsi-guiente, una guerra por la propiedad de la tierra y por las haciendas, único capital existente entonces.

De los títulos de propiedad y de los expedientes judiciales que los acompañan, resulta este hecho innegable, á saber: que la guerra que Sarmiento tituló la guerra de la civilización contra la barbarie, y que Alberdi llamó: la guerra militar y de ex-terminio contra el modo de ser de nuestras poblaciones pastoras, fué en realidad la guerra por la cual se efectuó la acumulación previa (The previous accumulation, the Adam Smith), del capital puntano en mano de los señores puebleros (habitantes de la ciudad), y la proletarización de muchos pastores libres y de muchos herederos de mercedes reales que fueron expropiados por la fuerza del poder, quitándoseles todo lo que tenían.

Han sido, pues, intereses muy reales que aquí, como en todas partes, dieron lugar á tanta lucha fratricida.

Sea eso ahora como sea. Con la ignorante peonada actual, en San Luis, no podemos mejorar los métodos de producción. El peón de estancia siente instintiva-mente su posición social degradante, y se venga por ella en las herramientas y en los animales, rompiendo aquéllas y maltratando éstos, para hacerles sentir á ambos que él es superior á ellos, superior á meros instrumentos y animales de trabajo; en fin, que él es hombre.

No es el capital lo que nos falta para mejorar nuestros métodos de producción. Lo que nos falta es una peonada inteligente y educada, trabajadores instruídos que sepan hacer frente á todas las exigencias y á las funciones más diversas del trabajo moderno.

Es la educación popular lo que falta en el país tanto en el interior como en el litoral.

Es imposible hoy en día entregar herramienta fina y animales de raza, que cuestan mucho dinero, á las manos de los peones criollos en San Luis. El arado del país tiene la inmensa ventaja, de que el peón no lo puede quebrar, y si llega á romperlo, muy poco cuesta la compostura. Por eso sigue siendo este arado la única herramienta de la labranza, aunque no halla estanciero que no se de cuenta de su imperfección.

Cuando á fines del sexto y á principio del séptimo decenio del siglo, se comenzó á introducir animales finos y valiosos al país, se sintió la necesidad de disponer de trabajadores educados é inteligentes. Entonces se inició un movimiento activo de fomento de la educación. Pero desgraciadamente este movimiento, cuya iniciativa el heroworkship atribuye á Sarmiento, fué mal conducido, y en lugar de promover la enseñanza de la tecnología práctica y teórica de la clase trabajadora, la produc-tora inmediata, se ha procedido á crear la educación común, de que únicamente aprovechan las clases medias y altas, cuyo sistema de educación se funda sobre una supuesta igualdad de cosas y seres, que en realidad son esencialmente desiguales.

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El principal medio al alcance de la nación argentina para salir del estado actual de crisis y ruína, es la instalación de la educación popular, la educación de la clase proletaria rural, en que el trabajo manual productivo, debe ir unido á la instrucción y á la gimnástica para todos los jóvenes de uno y otro sexo. Solamente de este modo el país cumplirá con la ley fundamental de la producción moderna, que exije el ma-yor desarrollo posible de las diversas aptitudes del trabajador.

Durante ochenta y cuatro años la población rural argentina, la población pro-ductora del país, ha sido el objeto de innumerables injusticias, de una explotación sangrienta, de opresión y humillación.

Cuando se escriba la historia filosófica de la República, se conocerá todo el alcance que este hecho ha tenido para el desarrollo de la vida económica, social y política del país. No á nombre de sentimientos humanitarios, sino á nombre de este desarrollo, pedimos que la sociedad y el estado instituyan cuanto antes la educación popular en el campo.

Germán A. Lallemant.Año: 1894 - Mes: Junio - Número: 75 - Páginas: 350- 351

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EL CARBÓN DE PIEDRA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA

I

La productividad del trabajo humano es el resultado de un largo desenvolvi-miento histórico.

Excepción hecha del modo social de producción, la productividad del trabajo depende de las condiciones naturales en que se efectúa. Todas estas condiciones pueden referirse al hombre mismo, á su raza ó a la naturaleza exterior que le rodea.

Las condiciones naturales exteriores se descomponen, desde el punto de vista económico, en dos grandes clases, á saber:

Riqueza natural en medios de subsistencia, es decir: fertilidad del suelo, pesca y caza abundante, etc.

Riqueza natural en medios de trabajo, tales como son: saltos y corrientes de agua, maderas, leña, metales, petróleo, carbón de piedra, etc.

En los orígenes de la civilización, la primera de estas dos clases es aquella que se explota, pero en una sociedad más adelantada, la civilización esta representada por la explotación de la segunda, siempre que ella exista en condiciones favorables para la explotación.

Un país que no posee sino riquezas naturales, obedeciendo á la ley de la divi-sión internacional del trabajo, tiene que conformarse con el destino de proveer el mercado universal con productos agrícolas, y cambiar estos por los productos de la industria de aquellos países, en que abundan los medios naturales del trabajo.

Querer sobreponerse á esta ley económica de la división internacional del tra-bajo, creando, por ejemplo, en una nación por medios artificiales, como es el protec-cionismo de una industria ficticia, cuando le faltan los medios naturales de trabajo, es uno de los errores más funestos en que pueda caer una sociedad.

Es este, precisamente, uno de los errores cometidos por los hombres que go-biernan la República Argentina, y que nos han traído esta terrible crisis, esta catás-trofe, en que parece que hemos de sucumbir.

La República Argentina posee inmensas riquezas de la primera clase, pero care-ce de las de la segunda en condiciones favorables para la explotación.

El patriotismo se ha dejado ilusionar muy á menudo á este respecto.

Se ha ponderado, por ejemplo, la riqueza del país en carbón de piedra, pero tal riqueza no existe. Todos los trabajos de exploración en este sentido han fracasado, y demasiados sacrificios se han hecho ya, demasiado se ha desacreditado la nación en el extranjero por informes bombásticos sobre criaderos ricos de carbón, que han existido solamente en la fantasía de los geólogos.

El ingeniero señor Richards fué el primero que declaró en 1869, que existían grandes criaderos de carbón en el país. El poquísimo carbón que a veces aparece

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entre las esquistas bituminosas de la formación rhética de San Juan y Mendoza, y una clasificación equivocada de un fósil que él halló en la Tierra de Guaco, le habían sugerido esta ilusión.

En 1873, el ingeniero señor Ritz, empleado de la empresa Thomas y Rogers en la construcción del Ferrocarril Andino, halló en el lugar de las Vizcacheras, cerca de Sampacho, en Córdoba, plantas fósiles, que fueron envíadas por el señor Rogers á Inglaterra, é hicieron abrigar la esperanza de que los terrenos en que se hallaron aquellos fósiles perteneciesen á la formación carbonífera.

El señor Rogers trajo entonces, en 1874, la primera máquina de sonda, armada con diamantes (Diamond rock-drilling machine) al país, y se perforó allí un sondaje hasta los 150 metros de hondura. En el Museo Nacional se guardan los interesantes trozos cilíndricos de arenisca, que se sacaron de esta perforación. Pero no se halló ningún carbón.

El geólogo doctor Stelznar, profesor de la Universidad de Córdoba, ponderó mucho, en 1873, los criaderos rhéticos de los Mareyes en San Juan, creyendo que allí debería hallarse carbón en criaderos explotables. Los señores Klappenbach, han gastado mucho dinero allí en sondajes y obras de cateo, pero infructuosamente.

El año 1882 marca una época importantísima en la historia de la evolución económica del país. La tierra fértil explotable estaba ocupada en su totalidad por particulares. Fue para la República aquel el momento crítico que un economista francés expresó por el refrán de: Nulle terre sans seigneur; y en que nuestros gran-des terratenientes buscaban capital móvil, con cuyo fin hicieron que el Estado con-trajese grandes empréstitos, los cuales han hecho del país un tributario del capital inglés. Se enagenó la Nación. La independencia política nacida en 1816, se vendió, y resultó nuestra dependencia económica actual.

Para abrir las cajas de los capitalistas europeos, fué preciso hacer conocer las riquezas del país. La existencia de carbón de piedra hubiera influído grandemente en este sentido.

En Mendoza fué el señor Reta que entonces presentó muestras de carbón en la exposición de 1882. El ingeniero señor Berg, empleado en el Ferrocarril Trasandino, publicó en Yern-Kontorets Anualer (en Suecia), un estudio minero, en que declara que ninguna importancia comercial tenían estos criaderos de la formación rhética en el Salto. Lo mismo declaró el ingeniero señor Walker.

En 1884 se denunciaron minas de carbón en el territorio del Neuquén, por la sociedad Roberts y compañía. El gobierno mandó al ingeniero señor Juan José de Elía á inspeccionar aquellos criaderos, que resultaron ser de esquita bituminosa, sin valor alguno.

En el mismo año, el doctor Francisco P. Moreno, fundó la sociedad exploradora del Paramillo de Uspallata, y bajo la dirección del ingeniero señor Walker se abrió una labor sobre criaderos de esquitas bituminosas rhéticas, pero sin resultado. En 1890 la sociedad volvió á habilitar una labor allí mismo, pero con idéntico resultado.

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Se denunciaron minas de carbón en el Río del Cobre, Chacritas, Challas, Iejenes, Higueras, Agua Salada, Cerro de la Montaña (cielo), Lon, Coche, Raqui, Salto, Cor-taderas, Invernadas, etc., pero todas sin éxito.

En 1886 exploró el señor Igarzabal, acompañado del geólogo doctor Bracke-bresch, el lugar de Paganzo, en la Rioja, y el mencionado geólogo informó al go-bierno, que gracias á procedimientos científicos él había descubierto ilimitadas cantidades de carbón de piedra. Esta noticia hizo gran sensación en el país y en el extranjero. Sobre todo los periódicos patrióticos alemanes festejaron el triunfo de la ciencia alemana en Sud América, y declararon que había aquí una nueva Inglaterra. La noticia causó un efecto inmejorable sobre el mercado monetario. Tanto más han sorprendido las revelaciones que el ingeniero señor Hoskold hizo en el congreso minero, celebrado en 1892, en New Castle o. T., declarando que las perforaciones hechas, sólo acusaron débiles capas bituminosas. Se han criticado entonces los in-formes oficiales de la República Argentina, sobre riquezas naturales existentes de un modo muy duro y poco honroso para el país.

Germán A. Lallemant.Año: 1894 - Mes: Junio - Número: 78 - Páginas: 384- 385

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EL CARBÓN DE PIEDRA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA

II

También el señor Hoskold ha publicado un libro sobre los criaderos de carbón en la República. No lo conozco.

En Paganzo y Saladillo, han perforado los señores Igarzabal, Sanchez é Irri-barren, hasta los 300 metros de profundidad, cortando la pizarra bituminosa en mal estado, como dijo El Famatino. Las cuatro perforaciones no dieron resultado alguno.

En 1890, el ingeniero señor Hanon informó sobre las minas de la sociedad Las Himanas en San Juan. Declaró que allí había carbón rhético de 0,75 metros de es-pesor y una cantidad de 400.000 toneladas á la vista. Nunca se ha hablado más de este carbón.

El señor Maesen descubrió en el Retamito, en San Juan, pequeñas guías de carbón en el año 1885. El doctor Brackebresch examinó la mina que el descubridor había abierto allí y le aconsejó abandonarla. Más tarde estuvo el doctor Meister en aquel punto y él halló los fósiles que el doctor Szajnocha de Cracovia determi-nó como pertenecientes á la formación carbonífera. Esta novedad geológica causó grande sensación en el mundo científico, pero el doctor Brackebresch declaró que no existían tales yacimientos carboníferos, que todo no pasaba de una mistificación y que aquellos fósiles podían muy bien haber sido puestos sobre el desmonte de la mina por alguna persona que los habría traído de algún otro país. El doctor Boden-bender, empero, halló realmente allí aquellos yacimientos con fósiles, sin embargo, con muy poco carbón. Parece, pues, que la formación no fuese productiva allí.

El coronel Olascoaga ha sido el incansable explorador del Neuquén, quien tanto nos ponderó las riquezas de las vetas metálicas y de los mantos de carbón de aquel árido territorio. Pero parece que la minería no ha prosperado allí hasta la fecha más que en el resto del país.

En 1890 denunció el doctor Salas una mina de carbón cerca de San Rafael, en Mendoza. El doctor Kyle analizó este combustible y lo declaró de clase superior, con solamente un 6 por mil de ceniza, que contiene vanadio. El señor Bossi formó una sociedad (véase The Standard y la River Plate Review), y fué el ingeniero señor Thierry, quien estudió aquellos criaderos y dirigió las faenas de cateo. Pero después de algunos meses los trabajos fueron abandonados, porque los criaderos no pro-metían dar mayores cantidades de carbón. En 1893 el geólogo doctor Zuber (de la Sociedad Mendocina del petróleo, también fracasada), declaró que las minas de carbón de San Rafael prometían un gran resultado, y desde entonces el doctor Sala ha seguido gastando dinero en la exploración. En doctor Moreno envió al geólogo doctor Hauthal del Museo de La Plata, para que examinase las minas del doctor Salas y este señor declaró que había allí la verdadera formación carbonífera con va-rios criaderos de carbón puro, hasta cuatro metros de potencia. Dice también en su

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informe que la República ya contaba con la grande riqueza que le faltaba para ocu-par un puesto preeminente, que el carbón en su suelo era una grandiosa realidad, podía explotarse con ventajas y su cantidad era considerable. El doctor Hauthal, sin embargo, publicó poco después en el periódico Vorwärts un artículo en que declaró que él no ha querido decir que había riqueza de carbón en el país, y que por el con-trario, el había aconsejado al doctor Salas el no emprender todavía trabajos costosos ni abrigar grandes esperanzas.

Poco tiempo después el periódico The River Plate Review, publicó un artículo sobre las minas del doctor Salas y participó á sus lectores, que el señor Thierry había vuelto á examinarlas, pero que la veta de cuatro metros de potencia que dice el doc-tor Hauthal haber visto allí, era un mito, y que este señor opinaba que cada centavo que allí se gastaba en busca de carbón, era dinero tirado á la calle.

Después ha ido el geólogo doctor Bodenbender, profesor de la Universidad de Córdoba, á San Rafael, y refutó la aseveración del doctor Hauthal, de que se trataba allí de la formación carbonífera, con la cual los depósitos de San Rafael no tenían analogía alguna. Que la formación de aquellas minas era la jurásica y la cretácea y el combustible se hallaba en vetas y no en mantos y yacimientos.

Según las interesantes comunicaciones del doctor Salas en LA AGRICULTU-RA, este señor había seguido los trabajos y con brillante éxito, pues le aseguraban hombres muy competentes, como el ingeniero señor Lange y el comandante señor Domínguez, que la explotación de aquellas minas tenía un gran porvenir, y que el doctor Hauthal le aseguraba que estaba convencido de la verdad, de que tenemos una formación carbonífera en la República, etc.

Sin embargo, las muchas contradicciones que sostienen los diferentes autores en la materia, hacen creer que los criaderos de carbón de San Rafael no fuesen ex-plotables. Un ingeniero de minas como el señor Thierry, que ha dirigido allí durante varios meses los trabajos de mina, merece completa fe.

Parece, pues, cierto que la República Argentina carece de la riqueza natural de medios de trabajo en condiciones favorables de explotación.

Sus vetas metálicas y depósitos de petróleo, también han dado muy pobres resultados.

En estos momentos de verdadera angustia para el país, es preciso darse cuen-ta clara de lo que sea realidad ó ilusión, para poder obrar sobre una base segura y precisa.

La República es inmensamente rica en medios de subsistencia. Su suelo fértil le indica su absoluta certeza, su misión y su destino entre las potencias que labran la evolución económica del mundo civilizado.

El porvenir de esta Nación esta en el desarrollo de su agricultura, incluso la ganadería.

Todo lo demás son quimeras engañosas, cuya persecución nos arruina más y nos hunde.

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El sistema proteccionista de las industrias, tal como rige actualmente en este país, encarece la obra de mano y sacrifica á los consumidores. Ahuyenta, pues, á los inmigrantes! Entorpece completamente el desarrollo de la agricultura! Hunde el país!

Protección á la agricultura en todo sentido, para que pueda ella competir con la producción agrícola de otros países en el mercado universal, debe ser el santo y seña de nuestros gobernantes.

Sin esta protección volveremos á la barbarie.

Germán A. Lallemant.Año: 1894 - Mes: Julio - Número: 79 - Página: 404

Nuevos estudios practicados en la zona carbonífera del departamento San Rafael (Mendoza), demues-tran que allí existe excelente carbón de piedra, al parecer, en cantidad explotable, circunstancia que parece ignorar nuestro distinguido colaborador señor Lallemant, quien probablemente no conoce más que los deficientes estudios hechos hace más de dos años.-(N. de la D.)

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LA PRODUCCIÓN DEL TRIGO Y LOS GRANEROS

Estamos en Julio. Se está cosechando el trigo en los estados orientales de Norte América, en Rumania, Bulgaria, Austria, en el Sud de Rusia, en Alemania, Suiza y en el Sud de Inglaterra.

En Agosto se cosechará el trigo en las regiones septentrionales de los Estados Unidos, Canadá, Bélgica, Holanda, Inglaterra, Dinamarca y en el centro de Rusia.

En Setiembre y Octubre harán su cosecha la Suecia, Escocia, Noruega, y la Ru-sia septentrional.

En Noviembre les toca al África Austral y al Perú cosechar sus granos.

En Diciembre se cosecha el trigo en Birmania, Nueva Gales del Sud y principia el corte del trigo en Santa Fe.

En Enero se hace la cosecha en este país, en Chile, Nueva Zelandia, y Australia del Sud.

En Febrero y Marzo se cosecha el trigo en el Egipto superior y en la India.

En Abril les toca el turno al Egipto inferior, Siria, Chipre, Persia, Asia Menor y México.

En Mayo se hace la cosecha en Texas, Argelia, Marruecos, China, Japón y el Asia Central.

En Junio está el trigo maduro en California, Oregón, Alabama, las Carolinas, en Grecia, Turquía, Italia, España, Portugal y Francia.

A todas horas pues, se está cosechando trigo en la sociedad humana.

Europa debe producir este año alrededor de 475 millones de hectolitros de trigo y fuera de Europa se cosechará 349 millones.

¿Cuánto será la cantidad que se podrá consumir de este trigo? De esto nadie hace caso. No se produce hoy en día con miras de satisfacer las necesidades del consumo. Desde la instalación del mercado universal, la sociedad humana produce mercancías para venderlas, y esta producción tiene leyes inherentes á ella que afec-tan la única forma persistente del lazo social: el cambio. Dichas leyes surgen frente á los productores como leyes compulsorias de la concurrencia. Ellas se imponen á los productores contra su voluntad, y su acción, como la de las leyes naturales, es ciega é implacable. El producto domina al productor. El cambio (la compra y venta) de los productos llega á ser una lucha violenta, inconcebible, en que cada productor se empeña forzosamente en sacar el mayor lucro posible y en aniquilar al competi-dor. La posesión de condiciones naturales y sociales favorables, decide de la existen-cia tanto de los productores aislados, como de naciones enteras. Los vencidos son sacrificados sin piedad. Esta es la concurrencia vital Darwiniana, transplantada de la naturaleza á la sociedad con una energía poderosísima. (F. Engels).

También nosotros, los argentinos, impulsados por las leyes ineludibles de la producción moderna, cosecharemos en Enero unos 1500 millones de toneladas, ó

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sean unos 20 millones de hectólitros de trigo para el mercado universal, muy con-tra nuestra voluntad, porque sabemos que los precios van á bajar á un nivel jamás visto, y que nos hemos de arruinar completamente, pues por más favorable que sean las condiciones naturales que favorecen nuestra producción, las sociales nos matan. Nos faltan brazos baratos, y por más que los suplimos por maquinaria, nos es imposible competir con la India inglesa con sus 292 millones de habitantes, de los cuales un 95% son labradores, que se contentan con un salario de 150 francos al año, cuando nosotros no podemos pagar menos de 480 francos á los peones inmi-grados de Italia y España etc. El sistema vigente llamado proteccionista, y que no es más que un financiero, sostenido por nuestro gobierno para pagar el tributo anual en forma de intereses de la deuda pública que debemos al capital inglés, encarece tanto la vida, que no podemos reducir más los salarios, ya tan excesivamente bajos que la inmigración se ha paralizado casi del todo.

Y bien pronto estará concluido el ferrocarril de Asia menor (Skutari-Angora-Kaisariyeh-Basrah) que abaratará notablemente los fletes de la India á los países industriales europeos, de tal modo que los precios del trigo serán aún más reduci-dos.

Pero, queramos ó no, tenemos que producir trigo forzosamente. Preciso es que abaratemos los gastos de producción y de transporte.

Con la construcción de graneros en cada estación de ferrocarril, como se hace en Norte América, creo que se podría conseguir este objeto. En estos graneros, cons-truidos por sociedades anónimas, se clasificaría y limpiaría el trigo depositado, y los bancos adelantarían al depositario fondos en cierta proporción sobre el certificado (Warrant) estendido por el granero.

El granero cobraría un módico derecho de almacenaje, y ahorraría los gastos por las bolsas y mucha parte de los desembolsos para cargar los wagones. Sobre todo le permitiría vender en épocas en que la suba de los precios le favorecería. Al exportador el granero le ahorraría los gastos de depósito y le ofrecería un producto limpio y clasificado.

Los pequeños graneros en las estaciones de ferrocarriles de los Estados Unidos, cobran al labrador ¼ centavo por quintal de trigo, para limpiar clasificar y cargarlo en wagón. El precio de depósito varía de ½ á 2 centavos por quintal y por diez días. En el puerto la sociedad de graneros cobra ahora 2 centavos por quintal, para la des-carga de los wagones y cargar el buque, y ¾ centavo por cada diez días de depósito. Estos graneros pagan á sus accionistas un elevado dividendo.

Dado el estado actual de nuestra producción agrícola, y la circunstancia de co-brar el Estado un derecho tan crecido sobre el trigo, sería por lo menos discutible la proposición de un proyecto de ley, que obligaría al Estado á construir él mismo tales graneros, para proteger la producción.

Si el Estado es la concentración de todas las fuerzas sociales y su regularizador, y si la existencia de nuestra sociedad depende de la producción agrícola, ¿por qué

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el Estado no ha de protejer esta producción en su desesperada lucha contra sus competidores sobre el mercado universal? Es verdad que la situación de nuestros Estados es la de la ruina y de la bancarrota en la actualidad, pero en el caso de la producción agrícola (agricultura y ganadería) se trata de la existencia misma de nuestra sociedad como una unidad integrante en el gran concierto de las naciones civilizadas. Si el Estado autónomo ha de ser solamente una rémora para que nuestra sociedad pueda conservarse en las filas de la civilización, -y civilización quiere decir precisamente la capacidad amplia de una sociedad de poder ofrecer los productos de su trabajo en el mercado universal,- entonces no vale la pena, desde el punto de vista de los fines de la humanidad, que tal Estado exista, y mejor sería que perezca.

La cuestión de los graneros vale la pena ser tratada por nuestros estadistas y legisladores.

Germán A. Lallemant.Año: 1894 - Mes: Julio - Número: 81 - Página: 439

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PROBLEMAS ECONÓMICOS RURALES

Vengo de la estancia de mi amigo don Virgilio.

Don Virgilio es un miembro de la clase de los upper ten-thousand, del high-life, un caballero perfecto. Heredó de su padre varias leguas de campo, una espléndida quinta con potreros alfalfados, con viña, una hermosa huerta de árboles frutales y una gran casa en el pueblo, además de las vacas, ovejas, yeguas, mulas, etc.

Estudió derecho don Virgilio, y fué promovido en debida forma al rango de doctor utriusque juris, pero no practicó nunca, porque dice que un verdadero gentleman no necesita descender á tanto.

Es estanciero por afición, y un patriota exaltado. Su fe economista nace sobre una base fisiocrática muy pronunciada. Es un agrario moderno á ountrance.

Le hago de vez en cuando mi visita en su estancia para aprender mucho allí, aunque diferimos á menudo en pareceres.

Ayer le dejé muy pensativo. El año se presenta espléndidamente hasta aquí. Los campos están buenos. La esquila promete una cosecha magnífica. La naturaleza nos ha favorecido como verdadera, grande y buena madre. ¡Bendita tierra!

Pero el estanciero está agobiado de temores y pesares, y la negra pena le sigue á cada paso, ó como dice el inmortal poeta:

¡Post equitem sedet atra cura!

(Tras del ginete monta la negra pena).

Crisis por todas partes.

Los artículos de primera necesidad suben diariamente de precio, y el costo de la obra de mano sigue, aunque en una razón progresiva mucho más lenta. La pro-ducción se encarece, pero el precio de los productos baja. Eso tiene muy cabizbajo á don Virgilio.

El otro día le encontré presenciando el pago de los salarios á sus peones.

Es un buen patrón don Virgilio,muy bueno, como pocos. No mira en sus peones meramente unas bestias de carga ó unos elementos de fuerza de trabajo explotables á merci et miséricorde. Lejos de esto, considera á sus servidores como á sus conciu-dadanos argentinos y como sus paisanos, á quienes trata con todas las considera-ciones que ellos le merecen como buenos y sumisos trabajadores.

Recibían los peones el importe de sus haberes y la mayor parte de ellos aún más que ésto, pues generalmente el trabajador debe al patrón por adelantos ó su-ples como dicen aquí, que paga con trabajo. Todos ellos salieron contentos, no hubo protestas ni reclamos de clase alguna.

Las relaciones entre patrón y peón son de un carácter francamente patriarcal en la estancia de don Virgilio.

Concluida esta operación del pago, el patrón se puso pensativo y dirigiéndose a mí, dijo:

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- Con tal que el precio del oro suba si quiera á 400, podremos hacer frente to-davía á la crisis.

-¿Cómo es esto don Virgilio?

-¡Hombre! Mire. A la par, el peso nacional vale 5 francos. Con el oro á 200, el peso vale 2,50 francos. Con el oro á 300, vale 1,66, y al fin, con el oro á 400 no valdrá el peso más que 1,25 francos.

En el exterior y en el comercio internacional -en el de exportación é importa-ción- se sienten inmediatamente los efectos de la depreciación de nuestro papel moneda. Eso es evidente.

Pero en el interior del país las consecuencias de la creciente depreciación del pa-pel no se perciben inmediatamente. El peso vale aquí hoy como ayer, como mañana, un peso, y recién después de algún tiempo, después de la suba del oro, comienzan á subir los precios de los artículos de consumo producidos en el país mismo.

Y los salarios son siempre los últimos en subir.De este modo, pues, cuando el oro sube de 300 á 400, ó lo que es lo mismo,

cuando el papel baja del valor de 1,66 francos á 1,25 francos, el peón no se apercibe de que por cada peso de su salario el patrón le quita realmente 41 céntimos de fran-co, ó sean 8 1/5 centavos oro, ó 32 4/5 centavos moneda nacional.

El acepta, hoy como ayer, el peso por un peso, y lo mismo lo hacen durante algún tiempo el panadero que le vende su pan, el zapatero que le vende un par de botas, etc.

Yo, el patrón que mando mi producto,- verbigracia, la lana- directamente al extranjero, en donde me lo pagan, en oro, gano efectivamente los 41 céntimos de franco, y trayendo el oro con que allí me pagan, al país, cambiándolo á papel mone-da, con el que vuelvo á pagar á mis peones, nuevamente gano los 32 4/5 centavos de moneda nacional en cada peso de salario que desembolso.

-Es decir, pues, don Virgilio, que es la peonada la que paga la depreciación del papel moneda?

-¡Es claro, amigo! La ayuda á pagar cada individuo que trabajando en la pro-ducción agrícola recibe un salario ó jornal ó paga arriendo de campo.

-¿Y la diferencia entre las cotizaciones altas y bajas del oro la ganan ustedes los estancieros, los propietarios de la tierra y hacendados?

-Sería así si mandáramos realmente el producto directamente al mercado ex-tranjero, pero por desgracia, allí están los acopiadores, los barraqueros, los expor-tadores, los cambistas y los bancos, etc., todos parásitos insaciables de la riqueza nacional, que sin producir algo hacen valer sus derechos á una parte de los produc-tos-Dios sabrá por que tenemos que compartir la ganancia.

Suspiró profundamente don Virgilio y se puso muy meditabundo, á armar un cigarro.

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-Pero don Virgilio, le pregunté- ¿Cómo es que los peones, aún los más cultos que han ido a la escuela, no se dan jamás cuenta de la pérdida que sufren por la suba del oro?

-Amigo, me contestó- eso es el resultado del método de enseñanza. De esto responden nuestros pedagogos, los profesores y maestros normales. Eso le explicaré en otra ocasión detalladamente.

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-En cuanto al precio del oro le voy á decir algo más, agregó don Virgilio, Yo debo al Banco Hipotecario. Contraje la deuda á papel nacional cuando el oro estaba á 250. Claro es que si entonces hacia el servicio de la deuda con 100 $, ó sea con 40 $ oro ó su equivalente en productos, hoy con el oro á 400 % pago al banco solamente con 25 $ oro ó su equivalente en productos…

-¡Que suba, pues, el oro! Aunque la inmigración se paralice. Tenemos por ahora peonada y colonos suficientes y de sobra para la producción que nos habilita para corresponder á las exigencias del mercado universal…

………………………………………………………………………………………

Mucho me han dado que pensar estas explicaciones del estanciero, gran ha-cendado.

Germán A. Lallemant.Año: 1894 - Mes: Agosto - Número: 85 - Página: 511

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DE LAS PROVINCIAS - ROSARIO

Operaciones en trigo - Tranway á vapor - Negocios de haciendas - Puntos de embarque - Canal de Martín García – Sementeras de maíz - Lourdes

económico

Se ha vendido trigo, á bordo, hasta el precio de $ 6.30.

-Se proyecta construir un tranway á vapor entre esta ciudad y Cañada de Gó-mez.

-En Santa Fe se ha pagado por el trigo entre $ 5.15 y 5.20.

-Empiezan á hacerse pequeños pedidos de hacienda para consumo en la Ad-ministración de Colonias, habiéndose colocado un lote de terneros de 1 para 2 años al precio de 12 pesos, carne blanca, y vacas para invernar á 17 pesos con un mes de alfalfa.

Las últimas lluvias, el buen estado de los campos, y la proximidad de las pa-riciones, hacen suponer que cesará la expectativa en los negocios, iniciándose las operaciones, bajo la perspectiva de una primavera excepcional.

-Las buenas noticias de las lanas y la escasez de ovejas al Norte de Buenos Ai-res, han afirmado los precios, pagándose hasta cuatro pesos por majadas generales al corte, en buen estado de gordura.

-Los alfalfares en la provincia de Córdoba y Santa Fe, hacen esperar buenas gorduras para las faenas de los saladeros en esta provincia y en Entre Ríos que apro-vechan ya como el año anterior, la rapidez del transporte. Se trata idea de formar un punto para el embarque de haciendas sobre el puerto del Rosario, para lo que existe hasta ahora la dificultad del paso de Martín García, y sobre lo cual se han hecho en diferentes ocasiones, gestiones ante el Gobierno Nacional, quedando paralizados los trabajos preliminares, por un informe del ingeniero Duclou, aconsejando dejar librado á la naturaleza el dragaje del canal por el roce de los buques, etc., razones que no son razones, pero sí muy buenas, para que se haya dado las gracias al gobier-no y sigan varándose los buques á cada paso.

-Por primera vez este año, se sembrará en regular escala en la provincia de Cór-doba maíz amarillo para exportación.

Los colonos, con el bajo precio del trigo, empiezan á seguir el consejo de cam-biar la sementera en parte de sus terrenos, particularmente en rastrojos viejos, adonde por ensayos hechos, se ha cosechado un grano hermoso y de mayor fuerza para la destilería.

En la colonia General Paz se sembraron el año pasado 180 cuadras, y este año se sembraran 500, y en igual proporción sobre la línea del ferrocarril Sud Córdoba y Santa Fe, en cuyos terrenos van tomando posesión colonos de San Nicolás, Barade-ro, San Pedro, etc., buscando tierra barata.

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-Al fin sucederá lo que venimos sosteniendo en LA AGRICULTURA: que los campos tiernos y centrales deben ser invernaderos, y que la colonia debe llevarse á los pastos fuertes, futuros depósitos de haciendas para exportación, con el engorde de alfalfa, para la época en que es más necesario, es decir, en el invierno, que esca-sea en los prados naturales.

El mes de Agosto no parece tal, haciendo esperar una reacción en los negocios de haciendas en general y mayor empeño en las sementeras de maíz, con la funda-da esperanza de que la langosta no nos visitará este año.

-El Banco de la Nación es el único que suple en parte las necesidades del comer-cio, agricultores, estancieros, etc., pero en tan reducida escala, que no se llena sino una mínima parte de los pedidos y solicitudes, lo que hace necesario un movimien-to de capitales empleados en la principal industria del país.

Esta situación en extremo tirante, es probable vaya modificándose favorable-mente, á medida que se tenga confianza en el empleo de las fuerzas productoras, y la recompensa dada por la naturaleza exuberante de nuestra campaña.

Dos meses más, remo en mano, y se habrá dado con la solución de la crisis, llegando al puerto de salvación para todos.

Mucho maíz, trigo, lino, cebada, maní, sin olvidar los porotos….. y todo esto junto con cuatro millones de reses gordas para consumo, saladeo y exportación, y tendremos el Lourdes de la crisis de progreso, al alcance de todo buen cristiano, que tenga devolución por el trabajo!

ChacareroAño: 1894 - Mes: Agosto - Número: 85 - Página: 519

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SOBRE EL CENSO

Es imposible resolver en la República Argentina problemas económicos por fal-ta de una estadística.

La estadística nacional es muy deficiente, según las explicaciones que el mismo director, doctor Latzina, dió al señor Ministro de Hacienda hace poco;-un disparate lleno de falsedades notorias y de fantasías y desatinos, según el autor de Industria y Comercio de La Prensa, quien acusó al departamento de estadística ante el Go-bierno Nacional.

Con todo, habrá que creer al doctor Latzina si asegura que ningún documento administrativo argentino de carácter numérico es más exacto, y que él se inspira en los datos que le suministran funcionarios oficiales.

Las deficiencias de la estadística son un fruto del estado embrionario de nues-tra administración pública -dice el doctor Latzina- y sin duda tiene razón en todo lo que dice.

Las así llamadas estadísticas que hacen levantar algunos gobiernos de provin-cia, son verdaderos desbarajustes ridículos, y algunos gobiernos, como el de San Luis, han ordenado el cese de la confección de los registros estadísticos.

La quinta esencia, empero, de todas las publicaciones estadísticas que jamás se han hecho, son seguramente aquellas que lanza al mundo el departamento general de inmigración, en seis idiomas. La prensa extranjera ha criticado estas publicacio-nes como merecen.

Pero á fe que ya es tiempo de que acaben tales desatinos y que el país proceda a formar una estadística seria, que permita á nuestras administraciones operar sobre una base segura y verídica.

Sin estadística, gobernar no es otra cosa que arrancar el máximo posible de contribuciones de la población y despilfarrar los dineros de los contribuyentes. Es sacrificar á los consumidores y paralizar las fuerzas productoras, empobreciendo la nación.

Por el levantamiento del segundo censo á que se procederá dentro de un poco, se podrá crear la base de una estadística formal; siempre que se ande con mucha cordura en su levantamiento.

Según un artículo en La Nación, el señor Martínez piensa que el censo debe ser un inventario completo de todas las fuerzas y de toda la riqueza de la nación.

Permítame el señor Director del censo expresarle mi opinión de que obrando bajo este principio, la operación fracasará, porque ni el gobierno, ni la sociedad cuentan con los elementos adecuados para llevar adelante tal obra enciclopédica, que correría el gran pelígro de rematar al fin en lo que los ingleses llaman flunkeyism.

Y de tal flunkeyismo estamos harto cansados, y de las críticas á que él ha dado lugar en el extranjero mucho más todavía.

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Si el doctor Francisco P. Moreno comprende la obra del censo de tal modo que le hace pensar en la hegemonía argentina, como el niño australiano en la novela de Julio Verne Los hijos del Capitán Grant, habla al doctor Paganel de la hegemonía de la Inglaterra, este hecho revela, sin duda, una extraordinaria altura de nobles aspiraciones patrióticas, y la dominación completa de los vastos horizontes que ve solamente el ojo del nativo, como dice el señor Moren, -pero no comprendo que pueda tener que ver todo esto con el censo, que ante todo debe formar una base para la estadística nacional, -pero una base que facilite sobre todo la comparación con los datos de otros censos.

Y en este momento de la comparabilidad debe caer el peso de cada censo, para que se distinga de una simple estadística.

Opina el señor Martínez que los censos decenales de los Estados Unidos de-berían servirnos de modelo para la confección del nuestro, en cuánto á los censos parciales sobre población, edificación, comercio, industrias, agricultura, ganadería y población escolar.

Por cierto que el señor Martínez conocerá los informes de Fr. A. Walter sobre es-tos censos- (véase Industry and Wealth. 381.382) y como el mismo autor de algunos de ellos dice que una parte del censo de 1870 es enteramente falso é inverosímil. Si tal cosa sucede en aquel país culto y en el que la comisión del censo cuenta con tan inmensos medios pecuniarios para llevar á cabo su cometido ¿con que dificultades no se tropezará en este país tan en extremo iliterato y en donde desde ya se tiene que buscar el trabajo gratis, es decir, excluyendo todos los hombres inteligentes que no cuentan con medios pecuniarios propios?

El señor Martínez debe seguramente conocer el último censo suizo y también el austriaco.

No los considera superior á los censos americanos por la elaboración mucho más amplia y más detallada del material?

Los trabajos estadísticos y de censos americanos, no son á menudo muy super-ficiales, y publican los datos recogidos á veces en una forma que dificulta mucho la comparación. Por otro lado, es cierto que tienen el gran mérito de la iniciativa, de incluir en sus investigaciones nuevos dominios y nuevos ramos de la actividad social.

El último censo suizo pasa en general por lo más perfecto que en materia de estadística se haya publicado.

Sobre todo por la estadística gremial (Berufs-statistik) y la estadística moral (Moralstatistik) que por primera vez se han incluido en un censo en una forma tan verdaderamente detallada y prolija.

Podemos decir que todo el mundo civilizado está esperando con sumo interés nuestro segundo censo.

¡Y con suma desconfianza!

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Muy mal acreditados estamos en el exterior por los trabajos oficiales sobre es-tadística publicados hasta hoy, y por el flunkeyismo que dicen importan todos nues-tros informes sobre las riquezas naturales del país.

Es pues, preciso, que esta vez se produzca una obra seria y de valor para la so-ciología, fidedigna y que nos reconquiste la confianza del extranjero, cuyos capita-les y cuyos brazos sobrantes solicitamos.

¡Nada de patriotismo, nada de flunkeyismo, nada de principios á la Jules Verne!

El asunto es de incalculable trascendencia.

Germán Avé LallemantAño: 1894 - Mes: Agosto - Número: 86 - Página: 544

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SOBRE PROBLEMAS ECONÓMICOS

Muy poco generalizado está entre nosotros el estudio de la economía política.

Para las grandes masas del pueblo trabajador esta ciencia queda eternamente como la imagen misteriosa de Sais, que celosos sacerdotes le ocultan rigurosamen-te, y á nuestros hombres cultos se les hace conocer de ella apenas en los colegios nacionales algunas nociones superficiales, y en una forma tan aburridora, que el alumno se fastidia en la primera lección no más hasta el cansancio, y huye de la materia para siempre.

Y con todo, es esta ciencia precisamente aquella que nos guía sobre la senda bordeada de muchas esfinges misteriosas, cuyos enigmas hay que resolver para llegar al fin al recinto del gran templo de la sabiduría, sobre cuya entrada se halla grabado el lema: ¡conócete á ti mismo!

La economía política es la ciencia de las leyes del trabajo productivo humano. Es la ciencia que estudia las leyes que rigen el proceso de producción. Es la ciencia de la organización del trabajo productivo.

Y la organización del trabajo productivo determina la forma de todas las insti-tuciones sociales, políticas, jurídicas y religiosas de una ciudad.

Según la mayor ó menor perfección de la organización del trabajo productivo, es decir, según el mayor ó menor grado de productividad del trabajo clasificamos históricamente el grado de mayor ó menor cultura alcanzada por la sociedad hu-mana.

Según la organización del trabajo productivo, clasificamos la faz de la evolución histórica de una sociedad.

Imposible es comprender la historia de la humanidad, sin conocer la marcha de la evolución del trabajo productivo, es decir, de la evolución económica de la humanidad.

Nunca los hombres se han dejado llevar por otra causa que por la voluntad de satisfacer las necesidades materiales de su vida.

Y no hay otro medio de llegar á esta satisfacción sino por el trabajo.

Invertir el mínimo de fuerza de trabajo humano en el trabajo productivo es decir, de aumentar en lo posible la productividad del trabajo humano fué siempre el móvil exclusivo y único que determinó la marcha de la evolución social ó de la historia.

Este móvil fué, y lo es todavía para la gran mayoría de los hombres, una idea inconsciente á ellos mismos, y por eso ellos creen que los hechos históricos nacen de la voluntad espontánea de ciertos grandes hombres ó héroes, y de su inteligencia privilegiada.

El estudio de la economía política y de la evolución económica de la humani-dad, desde la época del salvajismo hasta el presente período histórico de la gran industria moderna, nos ha hecho conocer el gran error de esta creencia.

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La ideas ó pensamientos no son otra cosa que el reflejo en el seso de los hom-bres de hechos históricos precedentes, estos hechos, á su vez, no reconocen otra causa que la forma especial de la organización del trabajo productivo de la época de que se trata.

Jamás los hombres han vivido tal como han pensado.

Los hombres siempre piensan tal como viven, es decir, piensan según el modo como producen los artículos con que satisfacen sus necesidades materiales, y serán tanto más inteligentes cuanto más fácilmente produzcan estos artículos, es decir, cuanto mayor sea la productivilidad del trabajo humano.

Pero debe tenerse en vista que nadie produce por sí solo, ni jamás ha habido hombre en el mundo que haya producido por sí solo los artículos de primera nece-sidad ó de subsistencia.

El trabajo productivo ha sido siempre trabajo social, aún en la época del salva-jismo primario, antes del descubrimiento del fuego y en el período de la promiscui-dad libre de los miembros de la horda, y lo será tanto más cuanto mayor llega á ser la productividad.

Por eso, de la ley fundamental de la economía política, deducimos la máxima moral de que todos los miembros de la sociedad debían tener igual obligación de colaborar en la producción social, con cuyo objeto se debería facilitar á todos los medios para su máximo desarrollo intelectual posible.

¡Para todos iguales obligaciones é iguales derechos ante los medios de produc-ción y de desarrollo!

Esta es la ley moral fundamental deducida de la economía política moderna.

En toda sociedad en que se desconoce esta verdad fundamental de la vida so-cial, nacen graves antagonismos que más tarde o más temprano conjurarán gran-des conflictos (eso es la cuestión social), peligros y catástrofes.

He querido dejar sentado estas máximas como una ligera introducción á las soluciones de algunos problemas económicos que deseo ofrecer enseguida á los lectores de LA AGRICULTURA.

El sistema vigente entre nosotros de educación común carece de una base ra-cional, por cuanto no tiene en vista la enseñanza de las leyes del trabajo, es decir, no enseña la economía política.

Algunos hombres, autoridades reconocidas en pedagogía, han sentido este grave defecto, y han introducido al trabajo manual en las escuelas. Enseñar, empero, el trabajo productivo prácticamente, sin explicar las leyes generales que rigen la producción y su importancia para todas las actividades humanas, me parece sería hacer la cosa á medida. La economía política es la filosofía del trabajo, y por eso su enseñanza debe considerarse como la introducción más natural á la lógica y dialéctica.

La escuela popular fundada sobre un plan filosófico, debe incluir en su ense-ñanza, sobre todo, la economía política.

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Nuestra educación común actual no se funda sobre plan alguno. No es mate-rialista ni idealista, ni positivista. Ella se caracteriza por el eclecticismo. Dogmas y teorías los más diversos y contradictorios se enseñan en nuestro colegio, y es impo-sible que se eduquen de este modo hombres de pensamiento propio y de carácter determinado y resuelto.

El método vigente de enseñar la historia á la juventud considero, sobre todo, de funestas consecuencias para toda nuestra vida política y social. Esto de no fomentar más que el culto de los grandes hombres, el heroworkship, y de no cuidar de otra cosa que de llenar la memoria de los alumnos con muchas fechas y nombres, tiene forzosamente que aniquilar las facultades del raciocinio libre y del discernimiento propio, amén de formar sumisos secuaces de audaces jefes políticos o de sectas, es decir adulones.

La historia que se enseña en las escuelas debe ser la historia de la evolución del trabajo productivo humano.

Solamente por medio de esta enseñanza se educarán hombres conscientes de sus deberes y de sus derechos como miembros de una sociedad humana capaz de dominar tanto las fuerzas naturales como las sociales, en lugar de ser dominadas por ellas como sucede actualmente.

G. A. L.Año: 1894 - Mes: Agosto - Número: 87 - Página: 559

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CHACRAS

LO QUE PUEDEN PRODUCIR

Señores Directores de LA AGRICULTURA:

Me permito contestar en su ilustrado periódico al señor Raimundo Salazar que se muestra tan iracundo contra un señor suscriptor que no lo deja despacharse á su gusto en sus artículos sobre chacras.

Dejando á un lado lo de suscriptor1, en que, en todo caso, sería un error de pluma, le diré que para llegar á algo práctico es preciso proceder de buena fe en la discusión y no pararse á inventar para refutar enseguida.

Mis cálculos, corrigiendo los suyos, no están basados en 50 ni 70 fanegas por cuadras, sino en 30.

Además, no tengo, ni digo tener peones á 80 pesos por mes.

Digo que en dos meses con dos peones (un capataz á 50 $ y un peón á 30) he recogido y entrojado á 0,45 por 100 kilos.

Pagaba 12 centavos por bolsa de 31 cuartillas, en espiga, que desgranado me daban 40 kilos, esto es, 30 centavos por fanega. Los 15 centavos restantes se han gastado en mantención y sueldo de los dos peones que recibían.

Respecto á sus cálculos sobre una chacra de 120 cuadras que se han de arar con un solo arado, creo que nos llevan á este resultado.

La sementera de trigo que debe hacerse en el mes de Julio la haríamos en Julio, Agosto y Septiembre, según sus mismas palabras, y las sesenta cuadras de maíz que deben sembrarse en Octubre, las concluiríamos en Enero. Total: sementeras fuera de estación y con mal resultado asegurado. Entre tanto, el peón de la rastra que hace tres veces más trabajo que el del arado, tendría ocho meses para criar ga-llinas ó tomar mate.

Las chacras criollas, amigo Salazar, donde se recoge el maíz en montones en los rastrojos, para recibirlos á los ocho ó quince días, nos gastan cerca de 4 $ por fanega antes de traerlo á la plaza: esos recojen 20 fanegas de maíz por cuadra y necesitan 18 bueyes por cada arado y un peón para que cuide gallinas.

Pero en las chacras en que se trabajan como nos han enseñado los gringos, con economía y laboriosidad, donde no se conoce el mate bombilla, ni se atan los bueyes á las 4 a.m. (porque siete horas de trabajo seguido rematan los animales), sino á las 6 a.m. para poder ver el trabajo que hacen.

Allí donde se recoje el maíz en bolsas para entrojarlo todo diariamente, y donde 120 cuadras se aran con más arados y se siembra en tiempo oportuno, allí se recoje más y se gasta menos por fanega.

1. Creo que es invención del señor Salazar.

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Y si con artículos, así como el señor Piñero con su pretendida crisis agrícola, tratan de hacer atmósfera para que nos protejan nuestros gobiernos, les diré que estoy también en completa oposición de ideas.

No es el proteccionismo ridículo lo que nos ha de librar de la gran crisis agrícola, porque esto no hará más que cerrarnos las puertas de los mercados consumidores, como ha pasado en Francia, donde nuestros trigos pagan un derecho de entrada exorbitante, mientras los de Rusia entran casi libres.

En cuanto á los artículos del señor Piñero, con quien se muestra usted tan ar-mónico en ideas, creo que más parecen los lamentos de un mal afortunado agricul-tor que la discusión seria de un agrónomo.

«El trigo al precio actual no produce, luego hay crisis agrícola».

Pero, señor, si el trigo está al precio actual, es debido á la gran producción que ha habido en todo el mundo en estos dos últimos años. Pero esto no es general. La excepción es que vengan años de espléndida cosecha tanto en Estados Unidos como en Francia, etc.

Y si el trigo no produce ¿es esto motivo bastante para decir que estamos en plena crisis agrícola? ¿No produce el maíz? ¿No produce la alfalfa? ¿No produce el lino, la cebada, la avena, el alpiste?

Pues yo, sin creer en la crisis agrícola, he calculado el precio que se paga actual-mente por el trigo, y no he sembrado el año pasado ni este.

Con este motivo, y deseándole un feliz éxito en sus tres cosechas, lo saluda atentamente,

El Suscriptor*

* *

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Señores Directores de la aGRiCulTuRa:

Muy Señores míos:—Como muy chacarero y se relaciona por lo tanto directa-mente con mis intereses la polémica entablada entre los señores Salazar y Piñero con un suscriptor y propietario de Bell Ville, la he seguido con atención.

Solicito ahora, yo también, hospitalidad en sus columnas, señores Directores, corriendo el peligro de que me tiren Vds. al canasto, pues á este paso se le va á echar encima una avalancha de afirmaciones y rectificaciones que concluirán por ocupar una gran parte de las páginas de su interesante periódico. Seré breve, pues.

Creo que los cálculos que hace el señor Salazar, son inexactos, porque parten de la base de que una persona sin más capital que diez y ocho bueyes, una rastra y un arado, se ponga á trabajar 120 cuadras. Al biombo derechito y á pasos apresurados, como seguiría el mismo camino quien pretendiera establecer una estancia en una legua de campo y sin más que doscientas vacas, sin que esto quiera decir que el negocio de estancia sea malo.

En cuanto al rendimiento del maíz no citará el señor Salazar un solo autor que asigne al maíz un rinde tan solo de 20 fanegas por cuadra; tanto las obras es-critas aquí que estudian el rendimiento de nuestra tierra, como lo de otros países, calculan un rinde mucho mayor del que nos da el señor Salazar, lo que ratifican plenamente los hechos, pues, puedo afirmar que en Chivilcoy, pueblo esencialmen-te agrícola, y en el que los trabajos se hacen con inteligencia y esmero el maíz ha dado— con excepción de este año— un rendimiento de 40 á 50 fanegas por cuadra, no habiendo casi chacarero que, establecido de diez años atrás, no sea propietario de una extensión de campo más ó menos grande.

Respecto á los gastos de cosecha yo los he hecho este año á razón de $ 0,80 m/n pagados mensualmente por el señor subscritor á los peones, me parece excesiva-mente alto, habiéndose podido conseguir este año fácilmente á 20 ó 25 $ al mes.

Saluda á los señores Directores S. S.

Chacarero.Chacabuco, Setiembre 3 de 1894.

Año: 1894 - Mes: Septiembre - Número: 88 - Página: 673

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LIBRE CAMBIO Y SISTEMA PROTECCIONISTA 2

El sistema proteccionista importa con la ayuda de los derechos aduaneros, un monopolio de venta en el interior, otorgado á los capitalistas del país, por el Estado.

El sistema proteccionista es un medio artificial de crear fabricantes,— y de abreviar a viva fuerza el paso del antiguo sistema de producción de la manufactura, al sistema moderno, la gran industria.

En la República Argentina, hija de la España de Carlos V, es decir, del sistema más despótico y antiprogresista que el mundo haya conocido, hemos heredado en-tre otros innumerables males también la Aduana. Hasta el año 1876, hasta la época en que la producción pastoril en general no salía de la forma de la ganadería mon-taráz, la aduana fué meramente un medio de recaudar un impuesto indirecto que pesaba sobre los consumidores, es decir, sobre la gran masa de la población, la masa pobre, en favor de los miembros de la clase de los terratenientes y hacendados, que aunque sacaban todo el provecho que podían del Estado, no pagaban de este modo más contribución que cualquier otro habitante de esta región, aunque a este último ningún beneficio le resultaba ni de la independencia nacional, ni de ninguna de las otras tan ponderadas garantías constitucionales.

En 1876 y más delante, el Estado necesitaba más y más recursos y fueron siem-pre aumentados los derechos de aduana.

Pero para hacer desaparecer el verdadero motivo de esta exorbitante contribu-ción indirecta, se le ocultó bajo el disfraz de protección á la industria nacional.

Esta última, efectivamente, se conquistó bajo esta protección el mercado inte-rior, sacrificándose la gran masa de la población consumidora que ha venido empo-breciendo cada día más á favor de los fabricantes protegidos.

El premio de los grandes hacendados ha sido hasta aquí decididamente protec-cionista, porque sobre la renta pública se basaba la deuda pública.

El sistema de las elevadísimas contribuciones indirectas era la consecuencia obligada de los empréstitos nacionales de que se aprovechaban los grandes hacen-dados, sin pagar por eso cada uno una cuota mayor de la renta pública que cual-quier otro habitante, enriqueciéndose ellos, conforme iba empobreciendo la masa grande de la población.

No puedo menos que recordar en esta ocasión aquel excelente discurso del doctor Piran (Julio 1891) en la Sociedad Rural, en que comparaba á los hacendados con bueyes gordos y á los demás habitantes con bueyes flacos, atados estos últimos á la carreta patria empantanada, que no podían sacar del paso, negándose aquellos á concurrir, como todos los demás, a la salvación común.

2. LA AGRICULTURA abre sus columnas á todas las ideas, aún cuando no estén de acuerdo con las de la Dirección, y deja á cada cual la responsabilidad que le corresponde. Entiende que así se sirve mejor a los intereses públicos.

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El cuento del doctor Piran no tuvo, sin embargo, el efecto de aquel del cónsul Menenio Agripa sobre el Montes Sacro, y la carreta patria se ha venido hundiendo desde entonces cada día más, y la bancarrota y la ruina son generales como también el descrédito del país.

Inter podían los productos de su ganadería competir con los de otros países, nuestros hacendados han sido proteccionistas, aunque este sistema encarecía la vida y la obra de mano y ahuyentaba las masas proletarias de estas playas. Pero ahora que es menester á todo trance abaratar los costos de producción, porque los precios de los productos han bajado tan extraordinariamente y seguirán bajando,— ahora, ellos se están volviendo libre cambistas.

Si, libre cambistas! Sin importárseles un bledo de la renta fiscal necesaria para pagar la enorme deuda nacional. Esto aparte.

Empero, fácil es establecer el sistema proteccionista, tan difícil es abolirlo. Cuando la legislación creó las tarifas elevadas, creó poderosos intereses y se ha he-cho responsable por ellos. Las nuevas industrias fomentadas bajo el proteccionismo no se hayan todavía en estado de poder sufrir la competencia extranjera, y por eso los libre cambistas de aquí se hayan hoy en el mismo estado que los de Inglaterra en 1840 con la elaboración de la seda.

El dilema es grande.

Nuestra agricultura y nuestra ganadería no pueden desarrollarse bajo el siste-ma vigente, tanto menos cuanto que este nos trae medidas de represalia por parte de otras naciones contra nuestros productos.

Y por otro lado la viticultura y la industria azucarera morirían sin los derechos proteccionistas.

Hay ciertos economistas muy elevados que pregonan un sapientísimo sistema de término medio en este caso, ni libre ni proteccionista, como si el país pudiera elegir el cambio que le convendría seguir, y no fuese fatalmente obligado á obedecer las leyes económicas inherentes á la producción moderna, que se imponen a nues-tros productos como leyes de la concurrencia, ineludibles é implacables.

Y la concurrencia internacional obliga al país, so pena de su aniquilamiento, á producir, para el mercado internacional, aquellos artículos para cuya producción mejor le habilitan las condiciones naturales de su suelo y de su clima.

No son los productores ni el país, que bajo la organización económica actual de la sociedad, hacen lo que se les antoja en este sentido.

Son los productos que denominan á los productores, los productos con que es-tos se presentan en el mercado universal.

Mientras dure el modo de producción vigente en la actualidad, eso siempre será así. Las fuerzas económicas dominan todavía al hombre en absoluto.

La lana, los cueros, el cebo, la carne, el trigo, el maíz y el lino, son nuestros ab-solutos soberanos, que determinan el rumbo que ha de tomar la evolución de todas nuestras evoluciones sociales. Pese á quien pese!

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Las condiciones de estas mercancías en el mercado universal, sus precios, su oferta y la demanda que por ellas hubiera, determinan la marcha económica que hemos de emprender.

El desarrollo de la producción de los artículos mencionados, con el fin de au-mentar tanto la acumulación como la concentración de capital en manos de una minoría, dueña de los medios de producción,—es decir, con el fin de aumentar la riqueza nacional,—exige hoy en día perentoriamente el sistema de librecambio.

Máxime en un país como el nuestro, en que la población trabajadora, la pro-ductora de toda la riqueza es muy escasa todavía y debe ser aumentada por medio de una fuerte inmigración.

Grandes serán los conflictos que esperan al país hasta que se haya realizado el sistema de libre cambio entre nosotros. Habrá que pagar los errores cometidos en materia económica durante los últimos diez y ocho años, caramente, y tanto más caramente cuanto más tarde reaccionemos contra ellos.

Pero no tenemos otro camino que elegir.

Las leyes económicas nos obligan á marchar, aunque fuese contra nuestra vo-luntad propia, como ellas lo determinan.

Germán A. Lallemant.Año: 1894 - Mes: Septiembre - Número: 89 - Página: 689

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PROBLEMAS ECÓNOMICOS - RURALES

El capital no es un conjunto de cosas como se creé generalmente.

El capital es una relación social entre personas.

El capital es la relación personal entre el propietario de los medios de produc-ción y el proletario, portador de la fuerza de trabajo humano.

Los medios de producción por sí solos, no son capital, pero se vuelven capital desde el momento en que la fuerza del trabajo humano, obrando sobre ellos, crea nuevos valores, valores de cambio, mercancías.

La civilización es la base de la evolución social, cuya organización económica y cuyo sistema de producción, son los capitalistas, y el mayor ó menor grado de civi-lización alcanzado por un país, se determina por la relación existente entre la parte de beneficios de la producción que toca al propietario de los medios de producción (el capitalista), y la parte de beneficios que toca al portador de la fuerza de trabajo (el trabajador).

La parte de los beneficios que toca al capitalista se llama la ganancia líquida, y la parte que toca al trabajador es su salario.

La proporción, pues, entre la ganancia líquida y los salarios determina el grado de civilización alcanzado por un país.

Sin una estadística gremial, prolija y concienzuda, es imposible fijar el coefi-ciente que determina la proporción existente entre la ganancia líquida y los sala-rios, ó sea el coeficiente de la explotación de la fuerza de trabajo.

Hoy en día este coeficiente es de suma importancia, para el gobierno de un país, que se empeña en ser algo más que un mero apartado de extorsión de contri-buciones y despilfarro y de profesión del pueblo.

Tales estadísticas, muy completas, se han levantado en los Estados Unidos y en Suiza.

En estos momentos en que las condiciones de la producción argentina pasan por una verdadera revolución, causadas por los trastornos del mercado universal, y en que será preciso dentro de poco, buscar una nueva forma de organización á nuestra producción, sería muy interesante estudiar la variación, que sufre y ha su-frido últimamente el coeficiente de explotación de la fuerza de trabajo entre noso-tros. Hemos de tratar más tarde de la gran importancia de este coeficiente para el progreso y el tan deseado engrandecimiento del país.

Como faltan los datos estadísticos oficiales, he ensayado en algunos casos el averiguar cuál sería en la República Argentina el coeficiente de la explotación de la fuerza del trabajo humano. Con los datos muy incompletos que he conseguido, no he podido obtener sino valores aproximativos y poco seguros.

En 1887 pude averiguar que uno de lo más fuertes capitalistas de Buenos Aires, cuya propiedad raíz consistía en siete estancias, cuyo valor en tierra entonces se

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tasaba en dos millones de pesos aproximadamente, había invertido en animales é instrumentos de trabajo alrededor de 230.000 pesos. Los gastos anuales importa-ban unos 18.000 pesos, de los cuales 15.800 se emplearon en pago de empleados, peonadas y puesteros. La ganancia líquida del estanciero en aquel año resultó ser de 135.000 pesos.

De estos datos resulta, que sobre el capital circulante de 248.000 pesos, se sacó una ganancia líquida de un 54%.

La renta territorial importaba un 6% sobre el capital total de 2.248.000 pesos. Por cada 100 pesos que el estanciero pagaba por salarios, él embolsaba 854,42 pesos de ganancia líquida.

El coeficiente de explotación de la fuerza del trabajo en esta estancia subía, pues, á 1: 8 ½, ó sea á los 854%.

Los empleados y empleados de aquellas estancias recibían, pues, un peso de cada 9 ½ de valor de productos que por medio de su trabajo creaban.

He buscado de descartar del cálculo la parte que tocaba de los salarios á los empleados, mayordomos, capataces, contadores, etc., y he examinado la cuenta de los puesteros solamente. Resultaba entonces, que aproximadamente por cada 100 pesos que ganaban los puesteros, el estanciero embolsaba 1.400 pesos de ganancia líquida. El coeficiente de explotación de la fuerza del trabajo de los puesteros era, pues, como 1: 14, ó sea el 1.400%.

De cada 15 pesos que el puestero producía de valor de productos, le tocaba á él mismo, pues, 1 peso, y 14 al estanciero.

Estos guarismos, lo repito, representan aproximaciones poco seguras, por falta de una estadística suficiente.

Pero así mismo, podemos deducir de ellos que la explotación de la fuerza del trabajo de los hombres ocupados en las estancias de la provincia de Buenos Aires, una muy grande. Según el censo de Massachussets, sobre cada 100 pesos de salario los patrones ganaban 70,02 pesos y cuando se trataba de una sociedad anónima 87,86 pesos, el coeficiente era, pues, el 70,02 y el 87,86%, ó sea una décima parte de la explotación en la ganadería argentina.

En la fabricación del alcohol en la República Argentina los fabricantes publica-ron en Agosto de 1892 un cuadro, según el cual con un capital constante de 83,615 pesos y un capital variable (sueldos y salarios) de 4500 pesos, se ganaban 31.735 pesos sobre el total del valor de los productos de 119.850 pesos.

El coeficiente, pues, de explotación de la fuerza del trabajo fué entonces de 1: 705 ó sea de 705 por 100, por cada 100 pesos de salarios los accionistas embolsaban 705 pesos de ganancia líquida.

En la panadería de Esperanza (Santa Fe), he podido averiguar también que por cada 1000 pesos de salarios pagados, el patrón embolsaba 433 pesos de ganancia líquida.

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Para no salir de los límites prudentes de un artículo no me extenderé más. He querido llamar solamente la atención de lector sobre estos tres puntos:

1º Que el grado de explotación de la fuerza del trabajo en la República Argentina es como en todo país nuevo, ó de civilización atrasada, en general muy elevado.

2º Que en la ganadería llevada adelante por el sistema de las estancias criollas, este grado de explotación es de un coeficiente enorme y sin igual.

3º Que la renta territorial (6%) obtenida en nuestra ganadería, es extraordinaria-mente baja en proporción al grado de explotación de la fuerza del trabajo.

Estadísticas exactas deben esclarecer más estos importantes puntos, cuyo aná-lisis seguiremos en otro artículo.

Germán A. Lallemant.Año: 1894 - Mes: Noviembre - Número: 97 - Página: 821

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LA ELECTRICIDAD EN LA AGRICULTURA

SU APLICACIÓN

Es un hecho bien conocido que la aplicación de la electricidad á las indus-trias ha dado un resultado espléndido, pero poco se ha hablado hasta ahora de la conveniencia que existe para que el agricultor haga uso de las variadas formas de la fuerza motriz que la electricidad ofrece. No pensamos tanto en la luz eléctrica, aunque para el agricultor no es de poco valor material el poder trabajar también de noche, en ciertas épocas, á lo menos, cuando se trata de aprovechar el buen tiempo para recoger la cosecha. Mencionaremos, pues, que, para este fin, se han construido unos carros cerrados, conteniendo el motor y dos ó tres lámparas eléctricas con sus postes de hierro, etc. En pocos minutos se colocan estos postes, como también los alambres que conducen la electricidad á la lámpara.

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De mayor importancia aún es otro modo de aplicar la electricidad á las múlti-ples ocupaciones del agricultor.

Sabido es que un motor dinamo-eléctrico puede servir para poner en movi-miento varios otros pequeños dinamo-eléctricos, multiplicándose así la fuerza mo-triz primitiva, que después sirve para los más variados fines, como pronto veremos. Se entiende que debe haber un motor á vapor, gas ó kerosene ó un río ó arroyo que hagan trabajar el principal motor dinamo-eléctrico. Pero como queda dicho, la ven-taja consiste en el trabajo simultáneo de muchos motores á la vez, siendo los gastos, en este caso, no mayores que cuando se usa un solo motor dinamo-eléctrico. Estos son hechos comprobados en la práctica. Por eso los consignamos.

Hay más. Siendo un motor dinamo-eléctrico de poco peso, se puede transportar con facilidad á donde se le necesita.

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El mecanismo de este motor es también sencillísimo y con un solo movimiento por parte de la persona que lo atiende se lo hace trabajar. La electricidad que mueve al motor puede ser producida, naturalmente, á muchos metros de distancia de este. De este modo es posible usar la fuerza viva de un río ó un arroyo, aunque éste queda unos mil ó dos mil metros distante del lugar donde está el motor.

En cuanto á las máquinas agrícolas que se prestan á la aplicación de la elec-tricidad, hay que nombrar en primer lugar, naturalmente, las trilladoras, máquinas para cortar pasto etc. Pero esta fuerza se puede utilizar también en bombas de agua, máquinas centrífugas para la fabricación de la manteca, pequeños molinos, máqui-nas para lavar y hasta en los arados.

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Los gastos de adquisición de uno ó más motores dinamo-eléctricos, ó los oca-sionados por la construcción de obras para utilizar la fuerza del agua de un río ó arroyo, son recompensados por la mucha economía en combustible, disminución de motores á vapor etc., que resultan de la aplicación de la electricidad. En Europa, las compañías de seguro contra incendios, acordaron también un premio menor á los agricultores que se habían munido de instalaciones eléctricas. Lo mismo suce-dería entre nosotros y, como las instalaciones eléctricas empiezan á ser menos cos-tosas en nuestro país, sería conveniente, si nuestros agricultores que trabajan con máquinas agrícolas, tomarán en cuenta las experiencias hechas en otros países y resolvieran imitar á los agricultores norte americanos y europeos.

Marius.Año: 1894 - Mes: Noviembre - Número: 97 - Página: 830

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CARTA DEL ROSARIO

Á PROPÓSITO DEL PUERTO Y DE OTRAS COSAS ¡MUCHAS GRACIAS!

ROSARIO, Noviembre 10 de 1894.

Señores Directores de LA AGRICULTURA:

Al fin existe en la República una publicación seria como LA AGRICULTURA, defensora de los intereses argentinos y agena por completo á los círculos políticos, en la cual, como en un campo neutral, pueden discutirse los asuntos que se ligan con nuestras principales industrias: la ganadería y la agricultura.

Tanto el artículo del ingeniero señor I. Firmat con el cróquis del llamado puerto del Rosario publicados en esa importante revista, como las juiciosas observaciones del señor Castro en La Nación sobre el mismo tema, han sido leídos con verdadera satisfacción, por que revelan el conocimiento del asunto que se discute, tratándo-lo sin más apasionamiento que el de ver desaparecer los serios obstáculos que se oponen no solo al comercio, sino también á los productores y al propio Gobierno Nacional en cuyas manos está remediar el mal.

Cuando se construían los actuales muelles nacionales en el puerto del Rosario, el ingeniero Huergo nos decía señalando unas vigas enclavadas al pie de la barran-ca: «Eso puede ser un perjuicio más que un beneficio, con el tiempo, si no se atiende allá la entrada de Martín García adonde con una suma insignificante pueden evi-tarse grandes trastornos.»

Han transcurrido los años y desde Sarmiento el grande hasta Juarez el chico, todos los gobiernos han prometido siempre hacer algo en favor de la navegación del Río Paraná, permitiendo con su culpable indiferencia, que se vayan cegando esas vías de navegación que no piden garantía al capital, pero que no ofrecen tampoco elementos electorales en la sucesión de los unos á los otros.

Ahora se decretan quinientos mil pesos para un deficientísimo puerto en Santa Fe; y al Rosario que nunca pide un centavo para conventos, hospitales, obras de beneficencia etc., por que se basta á sí mismo: al Rosario que es el foco más acti-vo del comercio y de la industria: al Rosario, cuya aduana produce millones y que mucho más produciría con un buen puerto que permitiera vigilar bien las cargas y descargas, evitándose el contrabando y por consiguiente las defraudaciones al fis-co; el Rosario, finalmente, punto obligado de la exportación de ganado en pie por su situación topográfica y por que a él convergen numerosas vías férreas, todo lo cual lo señala como el puerto más conveniente, económico y seguro de todos, está abandonado por el gobierno federal que necesita económica y políticamente de su bienestar y progreso, siendo como es y será siempre la llave del litoral y provincias del Norte y Oeste de la República.

En otro país que no fuera el nuestro, este asunto motivaría un movimiento de opinión extraordinario en contra de las autoridades nacionales que votan impues-

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tos, permiten agentes naturales de esquilmamiento en las provincias y no atienden este clamoreo del pueblo por un hecho que destruye tantos intereses, sometiéndolo á los inconvenientes y trastornos consiguientes por falta de viabilidad.

En otros tiempos los gobernadores de la provincia de Buenos Aires, como don Emilio Castro, por ejemplo, invitaban á sus vecinos, como el de Santa Fe, para inau-gurar el puente del Arroyo del Medio, y allí, con las manos enlazadas, en el centro de las columnas de hierro, hacían votos por la felicidad y el engrandecimiento de sus respectivas provincias.

Hoy la cosa es más sencilla: se administra federalmente, es decir, descentrali-zándolo todo, menos el sueldo, las dietas que invariablemente deben existir en el presupuesto, y se sigue….. con las autonomías.

Por eso es necesario reaccionar y que los gremios productores hagan oír su voz en la prensa ante esos gobiernos que vivirán raquíticos de opinión mientras estén atados á este sistema de alejamiento de lo que verdaderamente constituye «gran-deza nacional, fuentes de felicidad común» y no charco de ambiciones prematuras que se convierten en grandes focos de inmortalidad, arrastrándonos á todos á si-tuaciones tristísimos, de desesperación, de anarquía, y todo por no poner la proa decididamente al único puerto de salvación: libertad electoral, donde se halla la honradez administrativa y la economía en los presupuestos.

Saluda atentamente á los Señores Directores.

ChacareroAño: 1894 - Mes: Noviembre - Número: 98 - Página: 834

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LA COLONIZACIÓN

CUENTA NUEVA

Muy fácil es trazar en líneas comprensibles, el origen, la marcha y estado actual de la Agricultura en la República Argentina.

Puede decirse que empezó ayer, y sus progresos permiten con los hechos, abar-car la clara visión del porvenir.

Puede agregarse que nada ha faltado para dificultar su marcha. Sequías, crisis prolongadas, trastornos políticos, han puesto á prueba esta obra de la acción parti-cular, avanzando siempre á través de las dificultades que en otros países la hubiesen hecho escollar y desaparecer.

Pero han triunfado las aspiraciones generales, favorecidas por nuestra incom-parable naturaleza gracias á los sacrificios, de una colectividad, cuyas fuerzas se han retemplado por la noción conservadora de esos bienes naturales, ofrecidas al trabajo y al ahorro.

Las visiones van desapareciendo de la imaginación enfermiza de una época de delirio, y es bueno aprovechar con la experiencia de hechos recientes, los resultados de una lucha desesperada, después de la cual quedan, por decir así, tendidas las líneas del porvenir.

De un lado se presenta la especulación, el juego, la empleomanía, haciendo fuego en retirada, parapetándose en posiciones antes inexpugnables con el incen-tivo de un crédito ilimitado, pero que los hechos con su irrefutable testimonio, van presentando como el rescoldo de un gran incendio destructor.

De otro lado, nuestras industrias agro-pecuarias, luchando también, como he-mos dicho, con los elementos, y pésima situación de nuestros productos: con el olvido de los gobiernos sobre medidas que faciliten el desenvolvimiento de aque-llas industrias como ser policía de campaña, vías de comunicación bien atendidas, tarifas de ferrocarriles, y muy particularmente, leyes de impuestos moderados en cambio de los que ahora existen.

Puede afirmarse que el triunfo corresponderá en definitiva á los que hacen del trabajo honrado, el culto de su existencia, si bien los premios continúan siendo la piedra colocada en medio del camino.

Es necesario así, volver a insistir, hacerlo hasta el cansancio, en la necesidad de dictar todas aquellas medidas que por parte de los gobernantes, importen en estímulo al ensanche de la colonización, para alcanzar todos los demás bienes, cuyo principio es la producción de la materia prima hasta convertirla en manufactura por el aumento de población, el abaratamiento de la obra de mano y la valorización de nuestra moneda fiduciaria, que hoy nada vale, menos para los hombres de bolsa á quienes alimenta porque la tienen al alcance de sus combinaciones y cubiletes.

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Hemos enunciado que la colonización inestable, flotante, no es la que nos con-viene, porque al cambiar de sitio, en sus traslaciones al Norte ó al Brasil, nos lleva con sus economías la mejor sabía de nuestro suelo, y el trigo o maíz convertido en oro, ¿por qué? porque el alto precio de los arrendamientos, los impuestos y con-tribuciones les hacen abandonar la tierra que en condiciones razonables les hacía propietarios, como sucedió en el principio de la colonización en Santa Fe, y como sucede actualmente en Córdoba, adonde las leyes agrarias, atraen la radicación del colono.

Hace apenas siete años que la antigua estación «Espinillo», en Córdoba, tenía en sus alrededores doscientas cuarenta cuadras de trigo sembrado. Hoy, alrededor de aquel sitio, que lleva actualmente el nombre de «Márcos Juárez» existen cuaren-ta leguas de trigo, adonde se levantarán este año alrededor de cien mil toneladas de trigo en un término medio de quince quintales por cuadra.

¿Y qué es lo que en tan poco ha convertido á la provincia de Córdoba en el foco más activo de colonización? Simplemente la baratura de la tierra, en su precio de compra ó arriendo, hasta irlo convirtiendo en praderas artificiales, como sucederá antes de transcurrir cuatro años más.

Y esto que ha sucedido en Córdoba, sucederá en las tierras fiscales de los Terri-torios Nacionales, toda vez que el Gobierno Nacional dedique su atención á estos asuntos, ayudado por hombres prácticos y administración honrada.

Podrá observarse que los fletes se llevarán la utilidad del colono. Negamos el hecho, porque en un recorrido de 400 á 450 kilómetros se encuentran terrenos fis-cales de la Pampa Central y con los ferrocarriles ya establecidos se llevarían sus pro-ductos á los puertos del Rosario y Villa Constitución con una tarifa de un nacional ó uno veinte por quintal á o sumo, rigiendo las tarifas actuales que son exorbitantes, pero que reglamentándolas, podrían reducirse en un 20 % con buena utilidad para las empresas.

El precio de 15 centavos oro por hectárea por arrendamiento anual sería acep-tado para la colonización, por los que en Marzo ó Abril abandonan el país con una docena de libras esterlinas en el cinto y los gastos de retorno que van á ganancias y pérdidas.

Esos millares de hombres que emigran, representan cada uno diez toneladas de trigo menos al año, que á no ser así, quedarían empleados en arados, bueyes, etc., valorizando terrenos incultos que con cinco años de labor, despertarían la atención de los estancieros que les gusta siempre la breva pelada y pagarían al Gobierno tres veces más de lo que actualmente valen, para sus invernadas en alfalfares, que á poco precio podrían conseguir.

No sería extraño que se nos preguntara ¿qué vamos á hacer con tanta hacienda gorda y tanta alfalfa?

La contestación sería la misma que cuando se declaró la guerra á las carretas tucumanas por el Ferrocarril Andino.

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En aquella época se decía que los troperos y arrieros no tendrían trabajo: y hoy los santiagueños, cordobeses y puntanos que ganaban cinco pesos chiroles al mes, emparejando seis bueyes ganan 4 y 5 pesos nacionales diarios en una trilladora, para volverse en ferrocarril después de dos meses de farra en los cortes y trilla de maíz, alfalfa, etc., etc.

Lo repetiremos una vez más: el arrendamiento á bajo precio de tierras fiscales; la disminución de fletes arbitrarios, y la navegación del río Paraná abierto á todos los pabellones del mundo por nuestras leyes, pero cerrada á los paquetes mercantes, por la desidia de nuestros hombres públicos en el hecho de no abrir el paso de Mar-tín García y limpieza de los puertos en el Litoral, es lo que ensancharía las bases de la colonización embrionaria aún, si se tiene en cuenta todo lo que falta hacer aún.

Con el año nuevo, abran nuestros gobernantes nueva cuenta, inscribiendo en la primera página Colonización, economía y trabajo, y así podrá el pueblo «engor-dar sin derechos políticos», que al fin esta máxima, una vez cumplida, aliviaria los dolores del estómago.

Chacarero Año: 1894 - Mes: Diciembre - Número: 104 - Página: 930

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LA AGRICULTURA Y LA CUESTIÓN MONETARIA

II

En nuestro artículo anterior hemos ventilado esta cuestión desde el punto de vista económico-político é internacional, por decir así. Hoy nos toca tratar el mismo asunto con relación á nuestro país. Hemos demostrado que la agricultura y en ge-neral todos los productores en la República, deben ver con agrado que se aumente el dinero ó capital en circulación, pues aparte de las ventajas que resultarían de la mayor facilidad en obtener créditos –problema del cual se ocupa asiduamente el actual Ministro de Hacienda, Dr. Terry, sin poder resolverlo- habría esta otra venta-ja: que los precios de los cereales y de todos los productos avícolas subirían consi-derablemente, como la economía política nos enseña en uno de sus principios más elementales.

Para la República Argentina la cuestión tiene además otra faz no menos im-portante. Al hacer una exposición de la situación financiera del país, dijo el Dr. Terry en la Cámara de Diputados, entre otras cosas, que «nuestra deuda pública absorbe el 32 % de la renta del Estado», y que «dadas las condiciones de nuestro país (pocos habitantes, dilatados territorios y muchas necesidades á llenar), su for-ma de gobierno, que es cara, considerada económica y financieramente, las fuertes obligaciones que tenemos encima, convendría muchísimo, para bien del país, para dominar cuanto antes la crisis, convendría buscar algún medio por el cual podamos colocarnos en condiciones de ofrecer á nuestros acreedores la más pronta y rápida amortización de nuestras deudas».

Como nuestros lectores recordarán, el ministro propone la venta de las 42.400 leguas cuadradas de tierra fiscal que posee la nación. Francamente, no creemos en la eficiencia de esta medida, ó, mejor dicho, el resultado que pudiera dar se haría sentir muy lentamente, según nuestra opinión, si no da un fracaso completo como la famosa venta de las 20.000 leguas en tiempo de Juárez.

Pero hay otra cosa más. Dentro de cuatro años el país necesitará 4.200.000 $ oro más para el servicio de la deuda externa. ¿De dónde sacar esta suma? No es proba-ble que la renta de aduana aumentar tanto dentro de cuatro años ni aumentarán tampoco las entradas del tesoro en esta proporción y con relación á los crecidos gastos; y, si fuera necesario aumentar las entradas por medio de nuevos impuestos ó subir los existentes, sería también un mal para el país. Pues tanto la relación entre los gastos de un estado y su renta como entre los impuestos que paga un particular, sus entradas no pueden pasar cierto límite sin que, según las palabras del señor ministro, el uno y el otro se aproximen al estado de falencia.

Y al tomar en cuenta la cantidad de 4.200.000 pesos oro, no hemos pensado en las sumas que el tesoro de la nación tendrá que pagar por el servicio y amortización de la deuda interna ni de las deudas unificadas provinciales y otras necesidades á llenar en lo futuro y que no figuran en el presupuesto actual.

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Comprendemos también que el señor Ministro de Hacienda ha propuesto la venta de la tierra fiscal únicamente porque sabe que con las medidas que actual-mente se toman y se pueden tomar no se valorizará el papel-moneda sino muy lentamente, siempre que la administración del país marche como ahora y que el Congreso no cometa algún desquicio de los que le son particulares.

Algunos agricultores nos harán la objeción de que no desean que se valorice el papel, obteniéndose así mayores precios por sus productos que cuando el oro estu-viese a la par, y que, por consiguiente, es preferible que las cosas queden como están Santo y bueno, pero -y aquí podríamos aducir una serie de razones en prueba de la necesidad que existe de llegar tan pronto como posible fuera á la conversión del papel-moneda- no emprenderemos esta tarea, primero por tratarse de un asunto muy conocido, y segundo, porque todos los economistas argentinos y extranjeros están contentos en este punto.

Pero sí sostendremos que la medida que el gobierno debiera tomar para acabar cuanto antes con la crisis, elevar los precios de los productos agrícolas, fomentar la producción y valorizar el papel moneda, la medida más eficaz sería la aceptación del bimetalismo sobre la base de un convenio internacional bien entendido.

No hay duda que el bimetalismo convendría muchísimo á nuestro país. En todas las provincias andinas tenemos minas de plata en explotación, y estas minas no escasean tampoco en varios territorios nacionales. La ley de los minerales ar-gentíferos es diferente; pero en algunas minas, como las de Cerro Negro, Caldera, Tigre, etc., en La Rioja, se saca hasta el 70.15 % de plata nativa de los minerales argentíferos.

El gobierno, pues, no tendrá más trabajo que dar el permiso necesario para que se reciba la plata en la Casa de Moneda para ser acuñada y entrar en un arreglo con las principales naciones americanas y europeas en cuanto á la relación entre la plata y el oro. Y como nuestro país se ha conquistado ya un puesto de honor entre las de-más naciones por las iniciativas que tomó en varias cuestiones de importancia, no sería aventurado creer que también tomaría cartas en esta trascendental cuestión; entiéndase, por ejemplo, con Inglaterra ó los Estados Unidos de Norte América, lo que conduciría sin duda á la pronta convocación de un Congreso Internacional Mo-netario, puesto que los ánimos de los economistas en la mayor parte de los países, son hoy muy favorables al bimetalismo.

Una vez introducido en la República este sistema monetario tocaría al gobierno resolver lo necesario sobre conversión del papel-moneda, al que se hará con más facilidad que hoy –aunque siempre paulatinamente y no de golpe- pues habría una cantidad mayor de dinero efectivo disponible, y, por consiguiente, mayor produc-ción y mayor renta para el Estado, que podría pagar con mas desahogo sus deudas, y vería en cambio afluir los capitales a la República, empleándose en el desarrollo y la explotación de las variadas fuentes de riquezas, de las cuales hay plétora en el territorio argentino. No poco sería también el aumento de renta que resultaría del

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desarrollo consiguiente de la minería en general y de las minas de plata en particu-lar. Es de advertir que, según nuestros informes, el gobierno percibe actualmente casi ninguna renta por la explotación de las minas existentes, lo que cambiaría después considerablemente.

En resumen: creemos haber planteado una cuestión de vital interés, que debe ser muy discutida y ventilada ya, no lo dudamos. Para concluir, nos proponemos desvirtuar una objeción que uno u otro de nuestros lectores quisiera hacernos. Se podría decir que Chile también ha querido convertir su papel-moneda sobre la base de la plata y que no ha podido hacerlo. Es cierto; sin embargo, es de advertir que en las actuales circunstancias ningún país puede pensar en introducir el bimetalismo, porque muy pronto la plata acuñada sería desvalorizada en el mercado monetario ó exportada, como lo es entre nosotros el oro y el cobre. Hay que esperar que se ini-cien los trabajos internacionales al respecto, como parece que se va a hacer pronto, convocándose a un congreso monetario en Berlín. Si este congreso llega á adoptar una resolución unánime entre el oro y la plata, entonces se presenta el momento de acuñar en nuestra Casa de Moneda.

Marius.Año: 1895 - Número: 114 - Mes: Marzo - Páginas: 212-213

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UNA CUESTIÓN DE ACTUALIDAD: ESTUDIO ECONÓMICO COMPARATIVO

Otra vez hemos visto afirmarse el premio del oro y esto en momentos cuando ningún motivo de orden político se puede alegar para explicar esta nueva suba del oro. Han corrido rumores de varias clases, pero ninguno se ha podido comprobar por los hechos; hasta á habido declaraciones oficiales por parte del Ministro de Ha-cienda negando que el gobierno está efectuando compras de oro en la Bolsa para pagar en Europa los armamentos encargados allí. Puede ser también que se trate de una pura especulación por parte de los alcistas, aunque no creemos en los efectos duraderos de la especulación, siendo un hecho notorio que cada alza ha correspon-dido á circunstancias reales relacionándose, ora con hechos políticos, ora con fenó-menos en el orden económico.

Opinamos también que no importa mucho conocer las causas que han moti-vado esta alza y que siguen influyendo en el precio del oro, sino que es de urgente necesidad tomar las medidas conducentes á evitar que se juegue de este modo con los intereses del comercio, de la agricultura, del país entero. Por más que estamos acostumbrados á que cada día nos trae un precio diferente del oro, no por eso deja de tener sus efectos funestos este eterno cambio en el valor del papel-moneda.

Conviene, pues, recordar que otros países toman actualmente medidas enérgi-cas para regularizar ó modificar su sistema monetario.

Así, los Estados Unidos de Norte América procuran obtener un fuerte fondo de reserva metálico. Alemania convoca á una conferencia monetaria en Berlín para introducir el Bimetalismo; Chile ha votado una ley de conversión de su papel-mo-neda.

Esto da á pensar. ¿No sería posible que nuestro país también adopte alguna re-solución en esta cuestión tan vital de conversión del papel-moneda? Hay realmente que contentarse con lo que se hace hoy, es decir, con la quema de medio millón de pesos de la emisión existente?

Antes de contestar á estas preguntas vamos á ver cuales son las disposiciones de la nueva ley de conversión votada hace poco en Chile, preguntándonos si la Re-pública Argentina tiene interés en tomar medidas semejantes de las que toma Chile actualmente.

Según datos recién llegados de los Andes, Chile había sellado en su Casa de Moneda hasta el 12 del mes de Febrero la suma de 1.100.000 pesos plata, creando así desde 1887 una reserva metálica que asciende hoy á 4.000.000 de pesos plata. La nueva ley de conversión autoriza al gobierno chileno á aumentar este fondo de re-serva á 10 millones de pesos plata, á cuyo efecto se comprarán barras de este metal para acuñar monedas.

Hay que tener presente que Chile vive bajo el curso forzoso desde 1878. Su sis-tema monetario había sido antes de esta fecha el mismo de liga latina, es decir, que estaba basado en una moneda cuyo valor era de cinco francos.

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Cuando esta moneda estaba á la par se cotizaba á 48 peniques; pero sucedió lo mismo que entre nosotros, depreciándose el papel-moneda rápidamente. En 1892 se dictó entonces una ley de conversión que en cierto sentido contiene condiciones tan excepcionales como nunca se han visto en la historia financiera de las naciones.

Es costumbre general que un estado fije el tipo de conversión recién cuando ésta se pone en práctica. Chile, al contrario, daba el tipo de su conversión ya el año 92, es decir, con siete años de anticipación, fijándolo en 24 peniques por peso.

De este modo la moneda fiduciaria de Chile debía convertirse á razón de 50 centavos plata por cada peso de papel-moneda, hallándose el cambio en noviembre de 1892 á 22 peniques. Pero á pesar de haber fijado de antemano la fecha en que debía verificarse el canje de los billetes por la moneda, que era el 1º de enero de 1896, el cambio bajó más y más. Hubo épocas en que el peso papel se cotizaba á 10 y 10 ½ peniques.

Es por esta razón probablemente que el congreso chileno se vió obligado á votar una nueva ley de conversión; cual es la que nos ocupa. El tipo de la conversión se fijó según esta ley en 18 peniques, lo que da el 37 ½ % del valor primitivo ó á la par del papel-moneda, ó bien un curso de 266 2/3 % con relación al oro. Es de advertir que esta vez no se ha fijado una fecha determinada para la conversión, la cual se hará si ciertas circunstancias llegan á realizarse. Mientras tanto, la circulación en billetes es de 29 millones de pesos chilenos, y el efecto visible de la ley se manifiesta en una pequeña suba del cambio.

A pesar de eso, Chile teme que después de haberse hecho la conversión se ex-portara la plata que se da en cambio de los billetes. Esta cuestión ha sido ventilada por varios economistas y se ha recomendado al gobierno chileno garantizar parte de los 29 millones de papel-moneda por los ferrocarriles del estado.

Creemos que esta medida será innecesaria, puesto que la competencia que el oro hace actualmente á la plata será nula en la época en que se verificará la conver-sión, excepto el caso de que la conferencia monetaria convocada hace poco y que celebrará sus sesiones en Berlín estableciera una relación entre el oro y la plata que fuera mayor de la que existe hoy en la república de allende los Andes.

Ahora bien; lo que acabamos de describir es la nueva ley chilena de conversión en sus principales disposiciones. Repetiremos ahora la pregunta que antes hicimos: ¿Conviene á nuestro país adoptar un sistema de conversión de nuestra moneda fi-duciaria como el que hemos mencionado?

Creemos que no. En cuanto á la parte esencial de este sistema parece que será de muy difícil realización como lo indican desde ya las disposiciones algo vagas de la nueva ley respecto á la fecha en que la conversión deberá hacerse y también el abandono que se hizo de la ley de conversión del 92.

Aquí debemos hacer un paréntesis. Hemos leído –no recordamos dónde-que la Argentina no podía pensar en la conversión, pues aquí hay que calcular 58 pesos por cabeza de la emisión del papel-moneda en circulación y en Chile, se reparten los 29 millones a razón de un poco más de nueve pesos por habitante, que nuestro

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país tiene una deuda externa tres veces mayor que la de Chile y que nos faltan los recursos de que dispone la república vecina, es decir, las salitreras, los depósitos de guano y las minas en explotación.

Francamente, no comprendemos cómo se han podido afirmar estos datos, sien-do notorio que, los recursos de que dispone la República Argentina son mucho mayores de los de Chile. Recordamos que en uno de los últimos meses del año próximo pasado se publicó en un diario chileno un estudio sobre los ingresos del tesoro argentino y chileno. Este artículo fue reproducido en parte por nuestro cole-ga El Diario, y demostraba con cifras la superioridad numérica de los ingresos del tesoro argentino sobre los del chileno. Estas observaciones las hacemos para dejar las cosas en su lugar.

Prosigamos ahora nuestra investigación sobre la conversión.

Lo que se hace entre nosotros para llegar a la conversión, no nos parece lo bas-tante. Quemando medio millón de billetes y fondos públicos al mes, se conseguirá una disminución lenta de las emisiones de billetes en circulación, pero por ese ca-mino no llegaremos a la conversión. Es de lamentar que se dejará de ejecutar una idea tan buena como era la de crear un fondo de reserva metálica á oro naturalmen-te. Tarde ó temprano hay que empezar por allí, y quizá sería más conveniente retirar sencillamente de la circulación los 300.000 pesos que hoy se queman y depositarlos como fondo de reserva, ya que sería en cierto sentido imprudente adquirir oro por su importe. De todos modos se llenaría así el fin que la respectiva ley tenía en vista: retirar constantemente cierta cantidad de billetes de la circulación y crear un fondo de reserva.

Además por las razones que hemos expuesto en artículos anteriores sobre la cuestión monetaria, hay interés en que el gobierno se ponga en comunicación con las potencias que serán representadas en la Conferencia Internacional Monetaria de Berlín, mandando allá una comisión como lo harán los Estados Unidos de Norte América, que serán representados por una comisión de nueve miembros.

Según datos recibidos por telégrafo de Inglaterra y Alemania, los agricultores y en general clases productoras y consumidoras son favorable al bimetalismo; pero no así el comercio y los banqueros, que sacan alto provecho de la depreciación de la plata y de la escasez del oro.

Añadiremos últimamente que no existe motivo alguno para envidiar á Chile la nueva ley de conversión que su Congreso ha votado. Somos de opinión que la Argentina llegará de un modo mucho más seguro á la conversión que no la vecina república, siempre que no se omitan esfuerzos para normalizar el estado de nues-tras finanzas, crear un fondo de reserva para los fines de la conversión y reformar después nuestro sistema bancario.

Marius.Año: 1895 - Número: 115 - Mes: Marzo - Páginas: 221-222

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¿EXPORTACIÓN? ¿ASOCIACIÓN?

Se busca el medio de colocar á la producción ganadera en condiciones de rea-lizar sus operaciones en basta escala y dar á la exportación toda la importancia que debe tener.

Se habla de asociaciones cuyo capital pueda responder á las exigencias de un negocio, con el tiempo, el ensanche y madurez que necesita para crear las existen-cias con que debe contar, ó sean reses gordas en todo tiempo, amestizadas y dóciles.

Esos capitales no existen en el país, y los que cuentan con él, lo administran á su modo, sin cederlo o exponerlo á terceros.

Con raras excepciones, nuestros hacendados son refractarios á esta implan-tación de un sistema que en otros países produce resultados satisfactorios por su economía y buena administración.

Hacendados hay entre los principales que prefieren vender sus novillos mesti-zos para saladero antes que venderlos para invernar, privando á la segunda mano de completar la operación de engordar y domesticar el ganado destinado á la ex-portación.

Otros conservan la raza primitiva degenerada, porque gastan crecidas sumas en toros mestizos, mezclándolos con los criollos.

Quedan los que forman la excepción y que no pueden llenar la demanda, resul-tando así que en el país no se establece todavía la corriente de expediciones, que es la que la hace mercado.

El invernador no encuentra con facilidad lotes especiales para destinarlos á la exportación; y se decide por la venta para el consumo, que le proporciona un movi-miento más activo y en definitiva más provechoso.

De esto proviene la falta de buques con instalaciones perfectas, y de ahí tam-bién que nuestros novillos no presenten el buen golpe de vista que deciden de todo negocio.

Hay que insistir, pues, en la mestización y el engorde.

¿Cómo conseguirlo?

Estableciendo Haras, allí á donde el colono pueda llevar sus animales.

Sembrando más alfalfa.

A esto debe contribuir el Gobierno Nacional en los puntos más indicados para establecer los prados artificiales en la República.

Estas ideas fueron criticadas en aquellos tiempos de los pasajes subsidiarios que costaron al Gobierno Nacional cinco ó seis millones de pesos, tirados á la calle.

Insistimos en lo mismo ahora, calculando que con el 10 % de aquellas sumas, es decir, con 500.000 pesos, se obtendría el siguiente resultado:

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Establecer en el país y formar 75.000 hectáreas de alfalfa, como base para la exportación permanente de hacienda gorda y mansa, y en aquellos centros más poblados de colonias.

Podría solicitarse esta suma en el presupuesto del año próximo, con la expresa condición de invertir dicha suma en buena semilla de alfalfa, distribuida por una comisión nombrada en el seno de la Sociedad Rural, y la que debería exigir:

1º Certificado perfectamente legalizado acreditando que el solicitante es colono arraigado en el país, propietario de terrenos cultivados y de conducta intachable.

2º Tener por lo menos cien hectáreas y encontrarse éstas en condiciones de re-cibir la semilla en el momento de solicitarse.

¿Cuál sería el resultado?

Setenta y cinco mil hectáreas de alfalfa es la caja de ahorros del porvenir para el gobierno que la forme, porque será un sacrificio aparte y un beneficio real.

Estimular y proteger a la industria, no consiste en pronunciar discursos ni en crear imágenes, sino en hacer algo práctico en un terreno fecundo, puesto en manos honradas y con los medios de transformarlo.

El prado artificial está asegurado en provincias como Buenos Aires al Oeste; Sud y Oeste de Córdoba; en casi toda la provincia de Santa Fe, y una gran parte de la de Entre Ríos.

No la mata la piedra; no la quema el fuego ni la extingue la langosta; no la ahoga ninguna revolución y reverdece siempre.

¿Qué mucho haría, pues, el Gobierno de la Nación llevando su generoso con-curso en beneficios de pueblos agobiados actualmente por contribuciones e im-puestos desesperantes?

Puede hacer más, y esto con beneficio inmediato para el erario.

Sacar la tierra de manos de concesionarios que no han llenado las prescripcio-nes de la ley y subdividirla para la colonización a precios equitativos.

Debe invertir en las tarifas usurarias de ferrocarriles que se absorben en 30% de la producción.

Debe dar puertos al litoral que sólo en épocas decrecientes extraordinarias dan acceso a los paquetes trasatlánticos en el Paraná y Uruguay.

Y como complemento de estos altos precios á la exportación, el trabajo de co-mercio que suprima la actual ley cuarentenaria ó la modifique, con la creación de establecimientos de desinfección y de un personal capaz de dirigirlos, como se ha hecho en otras partes consultando así las exigencias de la higiene y preservación de pestes, con los intereses del intercambio.

En cuanto á lo del capital, no podemos ni insinuarlo siquiera, tratándose del crédito interno. No pudiéndose movilizar más del 25 % de los depósitos por las buenas razones que el Gobierno Nacional tendrá, ¿qué queda? ¿Capital extranjero?

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No lo esperemos mientras allá en Londres digan los señores banqueros que no quieren saber nada con la Argentina, y que prefieren guardar su dinero, porque los malos negocios no les permiten prestar más á quien no paga.

¿Quién no paga?

Si malos gobiernos han creado situaciones bochornosas y el pueblo carga con el perro muerto de las contribuciones, impuestos, ítem el calificativo de mal pagador, bueno es recordar que ese mismo pueblo está luchando desesperadamente, trabaja y paga lo que viste y calza, recargados los artículos por la jugarreta de la bolsa para lo que no falta capital. Soporta los fletes y pasajes á empresas de ferrocarriles que no llevan sus dividendos, que soporta desacreditado pero luchando siempre, necesidades y penurias á las que no son extrañas concesiones, privilegios, garantías, y otras yerbas de las que no quedan ni los palos para la Argentina.

¿Se toma el rábano por las hojas?

No, que bien lo conocen los señores capitalistas; pero sigamos con nuestros porotos, la exportación de ganado en pie y los medios de fomentarla.

Dejemos á los señores capitalistas extranjeros con su negativa á la Argentina, que ya vendrán cuando sea tiempo, para hacerse legítimos dueños de campos alfal-fados como hicieron de los mejores pastos tiernos en la provincia de Buenos Aires.

Somos partidarios del moral y material progreso debido á la acción particular, más que á la de los gobiernos.

Pero dudar de la situación extraordinaria reagravada por el resultado de las co-sechas, el valor de nuestras lanas, etc., en vez de tomarlas en cuenta para aliviar la suerte del productor, hay gobiernos como el de Santa Fe inexorables en el cobro de odiosos impuestos y contribuciones exorbitantes que ahuyenten al colono, creemos que responde al Gobierno general una ayuda en la forma que dejamos indicada.

Lo demás, es sobre asociaciones, no lo consideramos del momento, y lo del ca-pital interno vendrá tal vez para nuestros nietos, ó cuando la rana críe pelo.

Que lo diga sino el distinguido Dr. Ocantos, iniciador de la reconstrucción del Banco de la Provincia.

Las sociedades por acciones son buenas, pero difíciles de organizar en un país que vive del crédito, y si han de dar los resultados conocidos, mejor es no reincidir.

Por lo demás, si el gobierno no puede hacer nada, y en los congresos no quedan ni charamuscas de la renta, para encender la antorcha del trabajo, porque todo es poco para costear el presupuesto federal; si no tenemos crédito y la liquidación se impone, que venga de una vez, para recoger los nuestros y curar los heridos.

Chacarero.

Año: 1895 - Número: 118 - Mes: Abril - Páginas: 280-282

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¿COLONIZACIÓN Ó LATIFUNDIOS?

La ciencia oficial condena los latifundios, y el Dr. Latzina declara que el único arbitrio para poblar el país inhabitado, ese objeto primordial de la política interna argentina, es la división de la tierra llevada á sus menores extensiones agrícolamente explotables.

Condena el sabio estadista los latifundios, y patrocina la colonización, según el sistema de la mínima propiedad raíz.

Ya Tácito ha dicho: latifundia italian perdidere, y los latifundios feudales han sido condenados por todos los historiadores.

Pero una cosa es la propiedad de latifundios, y otra cosa muy distinta es la explota-ción de latifundios.

En Roma, como en Grecia, y en la época feudal, los latifundios no eran más que el antiguo oikos-la explotación del único capital, la tierra, en pequeña escala, para cubrir las necesidades del dueño, del eupátrida-con su trabajo de los esclavos.

Estos latifundios ó propiedades de vastas fracciones de tierras, llegaron á ser perjudiciales para la producción, y fueron dos veces fraccionadas, la primera en tiempo de la decadencia del imperio romano, cuando fueron reemplazados por el colonato, la pequeña propiedad raíz, explotada por su dueño, el colono de enton-ces, que producía para su consumo propio. Cuando se desarrolló el capitalismo y se pedían mercancías para el comercio, la producción del colonato no satisfacía ya las necesidades del capital mercantil, y el feudalismo expropió al colono á la fuerza, transformándolo en siervo de la gleba, y la propiedad terrenal de nuevos latifundios. Pero según iba el capital mercantil gradualmente transformándose en capital produc-tor, la propiedad de latifundios le impidió su desarrollo, y fue entonces nuevamente creada la propiedad reducida del labriego, del paisano, hombre libre que produce por su propio trabajo y cuenta propia. Las fuerzas productivas tomaron un vuelo enor-me con los adelantos de la ciencia. El capital productor tomó un incremento ex-traordinario con el asalariado moderno, y se formaron los latifundios actuales, enormes lotes de tierra, elemento principal de la producción, pero infecundo, como capital fijo sin el capital circulante, su indispensable complemento.

Así llegó la propiedad de latifundios á ser la base de la explotación agropecuaria, gran capitalista, y en este su sentido moderno, como un elemento constitutivo del producto, como capital fijo, una parte del capital constante del proceso de la produc-ción nacional, aplicaremos aquí la palabra latifundio.

El gran problema económico que tenemos entonces que resolver en la Repúbli-ca Argentina, es si conviene á la sociedad humana con cuyos intereses son solida-rios los de la nación, el desarrollo de la colonización ó de los latifundios.

Quien quiera estudiar la colonización actual debe ir á la provincia de Córdoba. Allí se vende á los colonos, casi todos italianos inmigrados, ó santafecinos emigra-dos, concesiones de á 25 hectáreas á razón de 30 ó 40 pesos la hectárea, á plazos largos. El máximo número de concesiones que compra un colono que trabaja él

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mismo, asistido por su familia, importa 150 hectáreas. Allí, lotes mayores, como los compran los capitalistas, cuestan solamente 15 pesos la hectárea.

¿Cómo se explica esto de que el colono pueda pagar tanto más cara la tierra que el capitalista?

Observando el trabajo y la vida de la gente en la colonia y en la estancia, halla-remos la causa de este fenómeno extraño.

El colono y su familia trabajan de día y de noche, si es posible, sin descansar, con sol y con luna. El peón de estancia, el proletario rural, aun el medianero, no se mata trabajando como lo hace el colono, á quien anima y devora la pasión por la propiedad de la tierra, que se entrega á la faena como un bruto, sin descanso, sin tregua, movido por la única idea maniática, furiosa de pagar cuanto antes lo que debe, para poder decirse realmente propietario de esta fracción de tierra tan ape-tecida, tan querida. A esta pasión lo sacrifica todo este paisano avaro, la salud y la vida propia, las de su mujer y de sus hijos.

Pudiendo entrar en posesión de una concesión y pagarla á plazos largos, el colono ni se da cuenta del precio total que al fin tiene que entregar. Los empresarios colonizadores saben explotar de un modo inhumano esta imprevisión del ignorante.

Para el colono su concesión no hace las funciones de un capital, y él no preten-de sacar una renta de su propiedad raíz: lo que busca es ganarse un salario que le dé para ganar lo que debe, y le facilite vivir él y su familia bajo un standard of life á que ningún proletario asalariado se sujetaría. El salario que el colono gana de este modo es muy inferior á aquel que el estanciero paga á su peón.

La colonización crea, pues, una población de propietarios rurales, de free-home-owners, un tiers-ètat, que produce en extremo barato y vive con el minimum de nece-sidades. De este modo, aunque trabaje mal y su campo le rinda muy poco, el colono gana relativamente más que el estanciero, porque sus gastos de producción son muy pequeños.

Mr. Buchanan, en un informe sobre su viaje por las provincias, publicado por el New York Herald, revela en pocas palabras la verdad respecto de esta colonización: trabajo excesivo de bruto, irracional, malo y anticuado, que da un rinde pobrísimo.

Aquellos colonos no tienen una habitación,-no home,-pues el mísero rancho de barro, cueva de ratones, que construyen, les sirve más como depósito que de casa. Ellos no comen casi nada,-next to nothing-dice Mr. Buchanan. El confort no lo conocen de ninguna clase. De ropa les sirven míseros harapos, que permiten al sol tostarles la piel. De educación ó de escuelas, nadie se preocupa. Necesidades intelectuales, son desconocidas. Las mujeres trabajan aún más que los hombres, y desde que cuentan doce ó trece años echan al mundo una cantidad asombrosa de hijos, gratis, fuerza de trabajo que desde tierna edad colabora en la producción y contribuye poderosamente para reducir los precios en el mercado universal, pues no cuesta nada ó casi nada al productor. De este modo se forma una población nu-merosa, pero pobrísima y atrasada, apenas sobre el grado de cultura del kooli-chino,

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una variedad degenerada física y moralmente de la especie humana, en que el homo sapiens Linnei desapareció bajo la forma de homo animal possidens!

Es obvio que á este productor ignorante le caen los explotadores como los bui-tres sobre el cadáver. Primero, el empresario colonizador, luego el almacenero, ver-dadero usurero, y después la autoridad y los empleados, terribles mandarines que á menudo son los socios de los almaceneros. Todos estos esquilman y exprimen al colono con una inhumanidad chocante.

¿Qué será de esta población si se conserva en el estado actual, después de dos ó tres generaciones? ¿Una masa de verdaderos kulis imbéciles?

¡La colonización en su forma actual es un peligro, una desgracia y un oprobio para el país!

Que nuestros legisladores, nuestros estadistas y patriotas observen y mediten. Que lean el informe de Mr. Buchanan, y deduzcan las consecuencias de este estado de cosas, preguntándose si es racional ó humano dejar que se desarrolle una nume-rosa población que lucha desesperadamente durante algunos decenios con el ham-bre y la miseria, que degenere, para al fin ser expropiada por el gran capital y caer en las filas del proletariado rural, sin fuerzas físicas ni intelectuales, incapaz para cumplir con sus obligaciones como tal. Porque al fin y al cabo, dentro de un plazo más ó menos largo, será esta la suerte ineludible del colono, porque lo aplastará á él y á su pequeña propiedad la explotación de latifundios de los capitalistas, cuan-do su misión de arruinar la propiedad raíz particular en el mundo entero se habrá cumplido, lo que no está lejano. O quizás que esta colonización sea un medio para precipitar la evolución humana más prontamente hacia el colectivismo.

Pero sea eso como quiera, todos los hombre deben cooperar cuando se trata de evitar la degeneración de la especie, doquiera que sea.

Y si nuestros estadistas no creen á Buchanan, estudien la estadística oficial.

** *

Hallarán que el año pasado de 1894 la colonización fue más activa que en 1893. La inmigración fue mucho mayor y el número de arados importados (21.850) su-peraba al del año anterior en 3.041. También la cosecha de trigo fue mucho mayor, de tal modo, que se exportaron 609.998 toneladas más, y 9.248 toneladas de harina más que en el año anterior.

Pero choca que de la misma estadística (según The Standard) resulta que la im-portación de máquinas segadoras y atadoras en 1893 haya sido de 2.733 toneladas y de un valor de 958.000 pesos oro, y en 1894 haya bajado á 1.832 toneladas, de un valor de 366.000 pesos oro, mientras que la importación de guadañas subió de 24.173 kilos en 1893 á 25.565 kilos en 1894.

El precio del trigo fue en 1893, término medio, de 23,26 pesos oro en Buenos Aires, y bajó en 1894 á 18 pesos oro por tonelada.

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Pues aunque el precio del producto haya bajado tanto, mermó el trabajo con maquinaria y aumentó el manual.

¡La guadaña derrotó la atadora!

¡La mano del hombre venció á la máquina!

Y eso en un país que cuenta solamente 1,55 habitantes sobre kilómetro cuadra-do, en que se paga durante la cosecha á un peón hasta 4 pesos m/n de jornal, y en que la fuerza de trabajo de bueyes y caballos cuesta una insignificancia!

Something is rotten in the state of Denmark!.

La producción de la moderna atadora guiada por un solo hombre, no llega, pues, al bajo nivel del precio del trabajo del colono, más la renta que debía dar la tierra á su propietario.

Tan barato trabaja el colono y su familia, que la atadora no puede competir con ellos.

¡Caso único en el mundo!

Convendría aquí volver al método de la producción antigua, porque el colono lleva un standard-of-life bajísimo, más ó menos, como el esclavo de oikos bexio. La civilización es imposible bajo esta condición de la vida humana. Eso importa volver á la barbarie, en que el hambre, la miseria y la ignorancia son los factores indispensables de la producción, como en la gran China, que paga su estado de atraso social en este momento como lo merece.

Pero si la colonización es anticivilizadora y peligrosa para el país, y si el colono y su pequeña propiedad, más tarde ó más temprano, tienen que ser expropiados y absorbidos por la gran explotación de latifundios, ¿por qué no fomentar cuanto antes esta última?

Formar una clase de colonos, pequeños propietarios, pobre y miserable á tal grado de llegar sus miembros hasta la degeneración, para enseguida ser aniquilada y extirpada, sería una crueldad atroz y traería la ruina del país.

El fomento de la explotación de latifundios es lo que necesitamos. No la propiedad de latifundios en manos sin capital circulante, sino la explotación gran capitalista de vastas tierras en manos de empresarios fuertes, ó sociedades anónimas. Latifundios como los que explotan la Sociedad de Curumalan, la Argentine Land and Investiment Co., Mr. Brett, de Venado Tuerto, y muchos otros, cuyo número aumentaría rápida-mente desde el día en que reformáramos nuestra deficiente organización política y financiera, nuestra escandalosa administración de justicia, y hecho una realidad de las instituciones republicanas y democráticas de la Constitución, reemplazando el caciquismo vigente en la actualidad y el despotismo de los mandarines ladrones por el self-government de una nación culta y de un pueblo civilizado.

De este modo vendría el capital, y tras el capital las legiones de trabajadores proletarios en busca de trabajo que siempre le siguen.

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Es así como se enriquece y puebla el país, en lugar de empobrecerlo y arruinarlo, como sucede hoy en día, por medio de la colonización, que conviene solamente á una minoría de buitres explotadores.

Gobernar es levantar el crédito del país.

Gobernar es atraer los grandes capitales para la explotación de latifundios.

Germán A. Lallemant.Año: 1895 - Número: 120 - Mes: Abril - Páginas: 318-319

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FENÓMENOS NOTABLES: EN EL CAMPO DE LA EVOLUCIÓN ECONÓMICA

Durante el año 1894 se han observado tres fenómenos notables económicos, que afectan hondamente la constitución misma de la sociedad burguesa.

El primer fenómeno lo constituye la depresión de los precios de todas las mer-cancías en el mercado universal, no obstante que la producción del oro había en 1893 llegado á la enorme cantidad de 234.000 kilogramos, representando un valor de 161,2 millones de pesos oro. Es cierto que esta depresión ya principió en años anteriores, pero se creía que el aumento de la producción del oro hubiese atajado el descenso. No fué así, y aún esta última esperanza de los manchesterianos falló radicalmente.

El London Economist calcula que los artículos del consumo general bajaron en 1893 un 2 %, y en 1894 un 7½ %!

El registro siguiente demuestra la variación que han sufrido los precios de los artículos de más consumo á fines de los años indicados:

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Esta baja continua de los precios es la consecuencia de una sobreproducción, que de día en día va creciendo, y de la reducción del consumo, que nace del empo-brecimiento general de las grandes masas de la población.

El segundo fenómeno lo forma la enorme estagnación del dinero en los Bancos, en los cuales no gana ninguno ó muy pequeño interés.

Se calcula que en los Bancos de Inglaterra se hallan depositados y retirados de la circulación más de 3.000 millones de pesos oro, y en el Banco de Francia 400 millones, etc.

Los capitalistas desconfían y temen que con la sobreproducción actual la crisis se agrave más y más. Una época de prosperidad dura hoy menos meses, y antes solía durar años. Ellos temen también que una máquina comprada hoy para la producción, no sea mañana anticuada é inútil, porque otra más moderna produce más y mejor. Ellos saben que con la concentración del capital tesoros que echarlos a la circulación. De este modo contribuyen para que el número de los desocupados aumente y la pobreza y la miseria y la desesperación suban a un grado insoportable, hasta que la gran tormenta que amenaza a la sociedad –la gran revolución social descargue y barra con todo lo existente, viejo y podrido.

El tercer fenómeno á que hemos aludido al principiar este artículo, es la pode-rosa tendencia de centralización que se viene desarrollando en la producción cada día más. La centralización importa la unión de muchas industrias, que antes estaban separadas, en una sola mano. Así era que antes las compañías ferrocarrileras en In-glaterra reducían su actividad á la construcción de la línea y al tráfico, pero hoy en día construyen sus máquinas y vagones ellas mismas y fabrican todos los artículos que necesitan. La London and Northwestern, por ejemplo, que también es dueña de varios canales navegables, construye ella misma sus locomotoras, vagones, lan-chas, puentes, hace cadenas, faroles, cuerdas, cables, baldes, boletos, y tiene hasta un taller de ortopedia para fabricar los miembros artificiales que necesitan aquellos empleados que fueren víctima de algún accidente en su servicio. (Véase W. M. Acwor-th, The Railways of England, pág. 59.) En los talleres de Brewe, pertenecientes a esta compañía, se construye una locomotora en cinco días y allí también se fabrican los rails que ella necesita, y los vidrios grabados para las ventanas de sus coches, etc., etc.

La compañía Midland fabrica ella misma las bolsas para trigo que alquila a los agricultores para transportar el grano a los molinos.

Las fábricas de paños en Escocia han fundado grandes talleres de ropa y tien-das para vender la ropa hecha en casi todas las ciudades grandes del Reino Unido. (Véase Fohn Holson, The evolution of modern capitalism.)

Según Sidney Webb, en los grandes astilleros del río Clyde se construyen hoy los buques y se fabrican todos los artículos que para ellos se necesitan, las máqui-nas, las cuerdas, las sillas y sofaes; las cerraduras de las puertas, espejos, hules, etc., etc. Antes de 1879 en estos astilleros se construía apenas el casco del buque y se

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compraba todo lo demás que se necesitaba; pero ahora en uno de estos gigantescos astilleros se hallan reunidos más de cien diferentes talleres y profesiones y todo se hace allí mismo.

Lo mismo sucede con las demás industrias inglesas.

Es evidente que esta centralización no importa un aumento efectivo de la ri-queza nacional o del capital social. Ella indica solamente que hubo un cambio de distribución de los capitales existentes, una fuerte disminución del número de los bienes individuales que componen el capital social, es decir, la ruina completa de muchos pequeños capitalistas, y la absorción de sus capitales por el grande acumu-lado en las empresas donde se entrelazan los talleres y los capitales.

La centralización, pues, es la extensión del círculo de las grandes empresas capitalistas, y constantemente el punto de partida de la transformación cada vez mayor de movimientos de producción parciales y rutinarios, en movimientos de producción socialmente combinados y ordenados científicamente.

La centralización es el principio de una organización más vasta del trabajo co-lectivo de un desarrollo más amplio de sus resortes materiales y causa un notable acrecentamiento de la acumulación de capitales.

La centralización, pues, extiende y multiplica las variaciones en la composición técnica del capital y estas variaciones aumentan su parte constante invertido en instrumentos de trabajo, á expensas de su parte variable, desembolsado para com-prar fuerza de trabajo humano. Ella da lugar, pues á aumentar en un grado super-lativo el ejército de los desocupados, á aumentar la oferta de brazos, á abaratar los salarios, á acrecentar la pobreza y la miseria y á mermar los consumos.

Tenemos, pues, que todos los fenómenos económicos en la actualidad tienden á un mismo fin, á saber: acrecentar la pobreza de las grandes masas de la población y disminuir su capacidad de consumo, haciendo más grandes los efectos de la sobre-producción y causando la depresión de los precios, hasta que el capital no dé ya sino un insignificante rédito, y las masas de la población en su desesperación concluyen con el orden social vigente y el modo capitalista de la producción, transformándolo simplemente al modo colectivo, en que cada ciudadano hallará trabajo y pan.

G. A. Lallemant.Año: 1895 - Número: 121 - Mes: Abril - Páginas: 334-335

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COLONIZACIÓN: EL PROYECTO DE LEY DE P. E.

Chacra de Eureka, Abril 16 de 1895.

Señores Directores de La Agricultura:

He leído con cierta curiosidad el artículo sobre latifundios que el Sr. Germán A. Lallemant publicó en su ilustrado periódico. Conozco también las publicaciones del Dr. Francisco Latzina y de otros sobre el mismo tópico, como así mismo el proyecto de ley que el Poder Ejecutivo mandará al honorable Congreso en el próximo periodo de sesiones.

Pues, señor, he reflexionado sobre el asunto y me encuentro con que los resul-tados á los cuales he llegado son diferentes de los apuntados en los referidos artícu-los de aquellos eminentes publicistas. No me hago ilusiones en cuanto á los errores en que posiblemente he incurrido; pero creyendo como creo que en una discusión de esta naturaleza es preciso oír á todos los que piden la palabra, por decirlo así, me permitiré ocupar por un momento más la atención de los lectores de La Agricultura.

Empezaré á analizar las ideas del Sr. Lallemant. Dice este señor que la coloni-zación de sus territorios dilatados no conviene á la República Argentina; que esto traería la ruina al país; que el colono, el pequeño propietario, está condenado á degenerar y que llegará á aniquilado y extirpado. Recomienda el Sr. Lallemant la explotación de los latifundios por capitalistas europeos.

Aunque soy un hombre sencillo y no me gusta meterme en las honduras de la economía política, opino que el Sr. Lallemant está equivocado. El juicio que emite sobre la degeneración de los colonos, lo forma por unas observaciones del señor Buchanan publicadas en un número de; New York Herald. Pues bien; para mi no hay duda de que el Sr. Buchanan, en su informe sobre la colonización de los Estados Unidos, no intento hablar sobre la degeneración del colono, del pequeño propietario, sino que quiso dar una idea de la abnegación, del amor al trabajo de aquella gente que sufre sin murmurar, trabaja sin descanso solo para ver realizado el sueño de su vida cual es el hacerse dueño y propietario de un pedazo de tierra.

Aquella gente, aquellos colonos, no son un peligro para ningún país, ni serán << productores ignorantes>>, lo que es contradictorio en sí, pues ningún hombre que sabe producir algo puede ser un ignorante.

Tampoco es posible que esta población que se aumenta en el grado que crezca la inmigración será después de dos ó tres generaciones <<una masa de verdade-ros kulis imbéciles>>; porque ahí está el Estado que facilita á todos los medios de instruirse y de desarrollar sus facultades intelectuales, que en mayor ó menor grado las tenemos todos.

Diré últimamente dos palabras con respecto á la receta del Sr. Lallemant, quien quiere que los latifundios sean explotados por lo capitalistas europeos. Sin entrar en muchos detalles, me parece que la aplicación de este sistema nos traería, no la

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explotación de los latifundios, sino la de los colonos. El trabajo puede contentarse con una ganancia relativamente menor que no el capital, y la experiencia á demos-trado que la entrega de los latifundios al capital no conviene al país, pues se fomen-ta la especulación en tierras y se llega muy tarde ó nunca a la población de nuestros dilatados territorios. Si el Sr. Lallemant ha querido decir que se debe facilitar dinero al colono para trabajar y adquirir la tierra, tiene razón.

Es por esta razón que estoy poco conforme con una disposición del proyecto de ley que el Poder Ejecutivo someterá a la consideración del honorable Congreso. El capítulo que trata de la enajenación establece en uno de sus artículos que los lotes destinados á la agricultura, se adjudicarán bajo la condición de introducir, en el ter-mino de tres años, cinco familias agricultoras por cada legua kilométrica. He aquí cómo las tierras están a la merced de la especulación y lo colonos también. Hay que acordarse, además, que lo que ha sucedido entre nosotros con las condiciones de introducir, dentro de un cierto término, un número determinado de agricultores.

Estas condiciones se han llenado muy lentamente, por general, y, en otros ca-sos, no se han cumplido nunca por una ú otra razón, lo que sigue dando serios trastornos a la colonización.

Es preferible, pues, que se dividan los territorios á poblar en lotes más peque-ños para que estén al alcance del modesto colono, lo mismo que del rico capitalista. La inmigración que nos llega no dispone, por lo general, de grande medios, y los tiempos en que el pequeño agricultor podía ser habilitado para el trabajo han pasa-do, 500 hectáreas para una familia agrícola, parece mucho; el Dr. Latzina propone 25 hectáreas, otros dicen 100 ó 150 hectáreas. Según mi opinión, un lote de 25 hec-táreas de buena tierra arable sería lo suficiente para una familia agrícola; pero eso únicamente si se trata de terrenos que están á poca distancia de los centros urbanos y donde hay bastante medios de transporte y un mercado de fácil acceso para la venta de los productos agrícolas. En otros parajes sería necesario dividir los terrenos en mayores lotes, según la calidad de la tierra, la existencia de bosques, lagunas, salinas, esteros, etc.

No he podido comprender porque el Dr. Latzina es contrario á la división de los terrenos en que servirán para el pastoreo y los que se destinarán a la agricultura. ¿No es verdad que nuestra única riqueza nacional ha consistido por muchos años en los productos de la ganadería y de las industrias que reciben su alimento, por decirlo así?

Tiene razón, sin embargo, el Dr. Latzina, cuando dice que es una idea poco aceptable el querer dar 10 ó 20.000 hectáreas en arrenda Ejecutivo. Conviene tam-bién que la tierra que se da en arrendamiento esté al alcance de todos los colonos, lo que no impide que los que disponen de mayores medios puedan adquirir ó arrendar una extensión, mayor de terreno.

Creo que hay que llamar la atención de los poderes públicos sobre otros puntos no menos importantes. Si queremos emprender una obra sobre cuya ejecución no tenemos una experiencia suficiente, debemos fijarnos, por lo general, cómo se ha

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procedido por otros hombre que se han encontrado en el mismo caso que nosotros y cuáles son los resultados á que han llegado. Las naciones tienen que hacer lo mismo.

Ahora bien; ahí están los Estados Unidos del Norte que han conseguido con-vertir en pocos años sus desiertos en campos labrados y en ciudades florecientes, y, si se quiere tomar otro ejemplo, ahí está Alemania que debe resolver el problema de la colonización de sus vastos territorios en el África. Veamos hoy solamente lo que se hace en este último país para llegar al fin propuesto. De los Estados Unidos hablaremos en otra ocasión.

Lo primero que se ha hecho es encargar á unos hombres competentes el estudio detenido de los terrenos á poblar, hacer experimentos prácticos para saber cuáles serán los cultivos á que se prestan las tierras en cuestión y propagar estos conoci-mientos adquiridos por orden y á costa del Gobierno entre los colonos y agricultores que se interesan por estos datos. No sabes que semejante cosa se haya hecho aquí, y, sin embargo, este punto es de la mayor trascendencia para la colonización, para el aumento de la inmigración, del cual, hoy por hoy, podemos solamente hablar como de un hecho de épocas anteriores, pero no del presente.

Además, se ha ponderado en Alemania la idea de vender las posesiones a las posesiones africanas á razón de 2 marcos (2$ m/n) dentro de las primeras mil hec-táreas, de 4 marcos dentro del segundo millar, de 6 marcos dentro del tercer millar, etc., de modo que 600 hectáreas – extensión que se considera bastante para que un colono pueda existir cómodamente cultivando en parte los campos y dedicando otra parte a la ganadería – costarían 1.200 marcos, 2.000 hectáreas 6.000 marcos, 3.000 hectáreas 12.000 marcos, etc. Aquí estamos acostumbrados á exigir al peque-ño colono que se pague 30 o 40 $ m/n por hectárea y, si se compra mayor extensión de tierra, resulta la hectárea de 15 á 20 m/n. Esto da que pensar y faltaría saber si un sistema como el recomendado para la colonización de las posesiones alemanas en el África no daría también buen resultado entre nosotros.

Muchas otras consideraciones podría añadir á las ya apuntadas; pero creo que he ocupado ya demasiado la atención de los lectores de La Agricultura, y hago pun-to final.

Mucho me alegraría si el proyecto del Poder Ejecutivo sobre enajenación y arrendamiento de tierras fiscales fuera modificado en el modo que más convenga á los intereses de la nación, pues de la solución de este problema depende en gran parte del progreso y la prosperidad de nuestro país. Gobernar es poblar, es una verdad que vale oro para la República Argentina.

Saluda atentamente a los señores Directores S.S.S

RústicoAño: 1895 - Número: 122 - Mes: Mayo - Páginas: 352-353

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¿COLONIZACIÓN Ó LATIFUNDIOS?

Desgraciadamente para mi bolsillo está lloviendo; y digo desgraciadamente, porque siendo colono y por consiguiente homo animal possidens, según el Sr. Lalle-mant, me veo condenado por aquel fenómeno atmosférico á un ocio forzoso que altamente me perjudica.

Pero como mis lamentaciones lo mismo que las que pudiera formular un buen homo sapiens no modifican para nada el estado del tiempo, voy á aprovechar mis ocios para echar un párrafo con el mencionado Sr. Lallemant, si los Señores direc-tores me lo permiten.

Hace ya algún tiempo que he leído un artículo de ese señor, en el que hace de nosotros los colonos una pintura tal, que instintivamente me fui al espejo para mi-rar un homo animal, hecho lo cuál, arranqué una pluma de la cola de uno de mis más razonables gansos héteme aquí convertido en escribidor.

Soy colono, como ya lo he manifestado, y, dando las gracias al Sr. Lallemant por los elogios que ha prodigado a mi humilde persona y á la multitud de laboriosos colonos que habitan por estos pagos, le convido á que se sirva mi casa (un mísero rancho de paja) y lo de los otros colonos, para que se convenza de visu de que no somos una tropilla de imbéciles, suya única aspiración sea la de ganar un miserable sueldo inferior al que ganan los peones, sin cuidarnos de nuestra salud y de las de nuestras familias.

No pretendemos haber estudiado tanto como para echarla de doctores, pero tampoco nos mantenemos del todo ajenos á la vida intelectual.

Somos colonos trabajadores y vamos con nuestra gente á efectuar las labores agrícolas durante el día entero y alguna vez también al claro de la luna (se entiende cuando no llueve como hoy); pero de noche acostumbramos a leer La Agricultura, La Nación, amén de uno que otro diario que nos llega de la lejana tierruca.

Esto y mucho más verá el Sr. Lallemant, si nos honra con su visita. ¿No conoce este señor las antiguas colonia de la provincia de Santa Fe?

Pues en ella vive una numerosísima población de suizos é inmigrantes de varias nacionalidades, los que, llegados en su mayor parte sin recursos, principiaron la pe-sada tarea de cultivar lotes de 100 y 200 cuadras de terreno para cada familia, y hoy día podrá ver el Sr. Lallemant que no trabajaron únicamente para ganar menos que un jornalero, sino para hacerse dueños del terreno, en el cual, no solo vertieron el sudor de sus frentes, sino que formaron hogares dignos del homo sapiens, rodeados de arboledas, huertas, jardines y otras comodidades, levantaron pueblos con sus iglesias , escuelas, municipalidades, etc., y quedará admirado asistiendo en los días festivos á las reuniones de sus sociedades de mutuo socorro, de tiro, de canto, etc.

¿Qué sucede mientras tanto en los latifundios? Allá está un patrón con sus ayudantes, gobernando á los peones del oiko.

¡Miradlos!

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Esos si que son los verdaderos homines animales.Trabajan porque tiene el patrón encima, si no, descansan todo el día y los días

de fiesta van á la pulpería a gastar todo lo que ganaron durante la semana, ó em-briagándose, ó corriendo carreras, con trampas, por supuesto.

Ellos no se ocupan de educación ni de escuelas, ni tienen necesidades intelec-tuales; pero si dejan generalmente a sus familias <<sirviéndose de simples hara-pos que permitan al sol tostarles la piel>>.

No, mi estimado señor, no diga V. que <<formamos un peligro para el país, que somos pobres y miserables á tal grado de llegar nuestros miembros á ser aniquila-dos, etc. etc.

¿Tiene V. hijos?Venga para que los comparemos con los nuestros; ya verá V. si somos degene-

rados, como V. dice.En todo el mundo la población rural es la más sana, la más fuerte, la más ro-

busta; y ¿porque no ha de suceder lo mismo aquí, donde como V. mismo dice, el ge-nus femeninus á los 12 o 13 años ya echa al mundo una cantidad asombrosa de hijos?

Existe en verdad una parte de los colonos, pobres inmigrantes italianos, que viven muy pobremente en unos míseros ranchos; pero esto sucede mientras son simples arrendatarios del terreno y faltos de recursos; más una vez acumulados a fuerza de privaciones algunos ahorros, compran chacras de 200 hectáreas ó más y, á medida que adelantan, edifican casas de material y se dan mejor vida.

Esto está dentro del orden natural de las cosas, pues es, muy natural que sufran privaciones mientras no se tengan recursos y se goce después de adquirirlos.

Vea V., señor mío, esos pobres italianos vienen precisamente de Eldorado de los latifundios, del país donde una sola persona posee millares de hectáreas que arrien-dan á empresarios y éstos subarriendan á otros especuladores, los que finalmente convierten al trabajador en verdadero es clavo del viko becio moderno, al punto que recién vienen á aprender á comer carne cuando llegan a nuestras playas.

Aquí aprenden a vivir como homo sapiens, aquí principian á vivir como convie-ne á seres humanos; y una vez entrados al nuevo camino, ya no llevan la vida que V. describe, se asimilan con las nuevas costumbres y se olvidan de su triste suerte anterior.

Aquí en esta misma provincia de Córdoba lo tengo observado, y le puedo de-mostrar prácticamente la exactitud de mis observaciones.

Refiriéndome ahora á los datos estadísticos que V. cita, también le diré que, ó están equivocados, ó bien mal interpretados.

Usted pregunta por qué ha disminuido la importancia de atadoras y segadoras.Debe ser porque la cosecha pasada ha sido muy inferior á la de otros años, ó

porque habían quedado sin venderse algunas de las introducidas el año anterior, ó por cualquier otra causa, pero nunca, como V. dice, porque <<La mano del hombre venció a la máquina >>.

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Es este un absurdo que la observación desmiente.

Sigue V. preguntando por qué ha subido la importación de guadañas y desea saber á que puntos han ido.

Muy fácil es contestarle.

Las guadañas se necesitan en primer término para los alfalfares ubicados en las inmediaciones de las ciudades, donde la tierra está tan subdividida que no ad-mite el empleo de las máquinas, se emplean en grande en los cañaverales que se han multiplicado tanto en estos últimos tiempos en las pequeñas chacras, huertas, parques, jardines, etc., ect.

¡Ya ve, pues, el Sr. Lallemant si caben guadañas!

La estadística es una cosa muy buena, pero hay que saberla interpretar, para no achacarles los disparates muy personales del que no la entiende.

Por ejemplo: el año pasado se ha importado una enorme cantidad de trillado-ras, la mayor parte de las cuales han quedado disponibles para los años sucesivos., por cuya razón el año que viene se introducirán seguramente muchas menos.

Cuando V. verá esto, repetirá con mucho aplomo que << la mano del hombre venció a la máquina>>.

¿No es así?

Sepa V. que en las colonias de Córdoba, donde vive su servidor, no se a cortado trigo sino por medio de máquinas espigadoras, y no podía ser de otra manera, si se piensa que al simple peón carrero se le pagaba diez pesos diarios en 1893 y tres pesos el año pasado.

Respecto de sus observaciones y datos sobre la colonización en la Provincia de Córdoba, le diré que el colono compra como mínimo 200 hectáreas de tierra, no siendo raros los casos en que adquiere 400,600, 1.000 y más.

A V. le extraña que el colono pague más cara la tierra que el capitalista, y yo á mi vez me admiro de su extrañeza.

El colono no tendría inconveniente alguno en pagar menos; pero hay una cosa, y es que él compra los lotes relativamente pequeños y á plazos largos, mientras que el capitalista adquiere muchas leguas al contado, ó a seis meses de plazo cuando más.

El negocio de campos se divide, pues, como cualquier otro <<negocio por ma-yor y negocio por menor>>, y los precios y condiciones varían en uno ú otro caso.

¿Estamos?Para concluir, pues la lluvia concluyó también y yo soy colono avaro que no

quiero perder mi tiempo, me voy a permitir dirigirle unas preguntas:¿Debemos la crisis del año 1890 a la colonización, ó á especulación sobre tierras

efectuadas por los grandes capitalistas?Y si desde entonces se levanto bastante el crédito del país, ¿no es porque com-

probó por medio de la colonización que tiene inmensas riquezas?

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Usted aboga por la reforma de la organización política, financiera, judicial, etc., del país.

¿Cree V. que sus deseos se realizarán más fácilmente por obra de grandes ca-pitalistas, empresarios que ganarán elecciones por medio de sus koolis, ó bien por esfuerzos de una culta población de propietarios que viven con independencia de frutos de sus trabajos, celosos del bien propio y de sus familias, cuyo conjunto for-ma el bien de todo el país?

La respuesta no puede ser dudosa.

Basta seguir ligeramente los sucesos que se han desarrollado y que se desarro-llan en los Estados Unidos del Norte para comprobar cuán opuestos son los intere-ses de los grandes empresarios a los del pueblo en general.

Respecto de sus observaciones sobre <<mandarines ladrones>>, me com-plazco en declarar que nosotros en la Provincia de Córdoba no tenemos que quejar-nos de las autoridades, las que hacen lo posible para ayudar al colono.

Lo que se necesita urgentemente es una ley que obligue á los dueños de vastos terrenos á cultivarlos de alguna manera, no solamente para aumentar la riqueza pública, sino también para destruir tanto semillero de malas yerbas é insectos dañi-nos que, más que al propietario de ellos, perjudican a los vecinos.

Hugo KoppeColonia La Maya, Abril de 1895.

Año: 1895 - Número: 124 - Mes: Mayo - Páginas: 390 - 391

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¿COLONIZACIÓN Ó LATIFUNDIOS?

Vous êtes une race finie; l’amour imbécile

»de la terre vous a mangés, oui ¡l’amour au

»lopin de terre dont vous restez l’esclave, qui

»vous a rétréci l’intelligence, pour qui vous

»…ssassineriez!»

(ZOLA, La Terre, 469)

Al Sr. Hugo Koppe le ha llevado su fanático amor al querido retazo de tierra que posee, y el amor propio de su clase, á atacarme por cosas que, no solamente no he dicho, sino que he dicho expresamente todo lo contrario de lo que él tomó por pre-texto para embestirme. Yo hablé de la colonización en su forma actual (pág. 282), y me sale el Sr. Koppe con las antiguas colonias de Santa Fe, que se fundaron diez, veinte, treinta y cuarenta años atrás, cuando la tonelada de trigo valía hasta 70 pe-sos oro, contra los 17 ó 18 de ahora (!), y cuando entre la masa de inmigrantes venía un crecidísimo número de suizos, á quienes Santa Fe debe todo su adelanto, y no la bandada de pobres colonos italianos que llegaban el año pasado, y que ya no vienen tampoco, acobardados por la suerte desgraciada que al colono le espera en la actua-lidad, siendo esta la opinión de tantos de ellos que han vuelto á emigrar de aquí, y que el Sr Koppe puede ver expuesta en los periódicos obreros y proletarios italianos y argentinos y en las críticas contenidas en los informes de ilustrados viajeros como Mr. Buchanan, Child, Bon, Bateman y aún en la popular Nación, en las cartas de un chacarero que pinta la situación difícil y el modo como van retrocediendo los cha-careros en el país. Si el ministro italiano conde Antonelli no ha podido callar su in-dignación sobre el estado miserable de las habitaciones de los colonos italianos (no los suizos, Sr. Koppe) en San Carlos, una de las colonias más antiguas de Santa Fe, ¿en qué estado no se hallarán estas viviendas en las nuevas colonias de Córdoba?

Yo hablo en mi primer artículo de colonos que trabajan ellos mismos, asistidos por sus familias, y sale el Sr. Koppe con su propia persona y con colonos que com-pran como mínimo 200 hectáreas y aun 400, 600, 1.000 y más.

Ninguna familia es capaz de cultivar con sólo sus fuerzas propias tan vasta fracción de tierra. Los colonos que tales lotes compran son colonos-capitalistas, que conchaban peones, es decir, explotan la fuerza de trabajo ajena que alquilan con dinero, por más que ellos acompañen á estos peones en las faenas, como dice el Sr. Koppe, que asegura que en su pago se le abonaba á un simple peón carrero diez pesos diarios en 1893 y tres pesos el año pasado.

Pues así como la ciencia sociológica divide la especie homo animal possidens en múltiples variedades, así se subdivide la familia colono en dos muy distintas: el colono-trabajador y el colono-capitalista.

El primero no conchaba peones, el segundo sí.

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La diferencia entre ambos es casi tan pronunciada como aquella que existe el homo proletarius y el homo animal possidens. Yo he hablado del colono-trabajador y el Sr. Koppe aboga á favor del colono-capitalista, del cual yo pensaba tratar en otro artículo aparte, Divide el Sr. Koppe los negocios del campo en negocios por mayor y negocios por menor, y agrega un ¿Estamos? Como si yo hubiera alguna vez negado esta elevada verdad económica.

Pero el Sr. Koppe se echa de un lado y evita dar la explicación del por qué puede el colono comprar su pequeña concesión tanto más cara (hasta en un 266 % más)-de lo que el comprador de grandes lotes paga por esta misma tierra.

En la contestación de este por qué está la clave de la discusión.

Todo hecho económico obedece á una ley económica, como todo fenómeno na-tural obedece á una ley natural.

¿Por qué, pues, puede el colono-trabajador comprar su lote tanto más caro, y qué consecuencia tiene este hecho sobre la marcha de la evolución social? De esto se trata.

En mi primer artículo he repetido varias veces que hay que distinguir riguro-samente entre la propiedad de latifundios y la explotación de latifundios. Pero, con todo, sale el Sr, Koppe á discurrir respecto de la especulación, sobre tierras efectua-das por los grandes capitalistas.

No estoy de acuerdo con él cuando atribuye la causa de la crisis á la especula-ción; pero tengo que contestarle todavía sus preguntas sobre latifundios.

No podría el señor Koppe más acerbamente su disgusto contra el trabajo de los peones, desgraciados individuos de una variedad especial de la familia homo proletarius, que venden la vida por los medios de subsistencia, á quienes trata de perezosos, borrachos y tramposos, sin educación, ni necesidades intelectuales que dejan á sus familias en harapos, etcétera, etc. Todo es muy cierto lo que el señor Koppe asegura respecto de estos infelices. Este señor revela la ira de un Coriolano cuando trata de estos peones: You common curs whose breath hate as reek o the rotten fens!, etc., (véase Shakespeare. Cr. III, 3) y sus palabras me hacían acordar las arengas de algún Tumbrer prusiano en el Reichstag. ¿Pero quién tiene la culpa del estado de atraso en que se hallan estos desgraciados, sino los mandones, los grandes hacendados que los explotan y oprimen desde tres siglos y medio tan in-humanamente y también los colonos-capitalistas que siguen el bello ejemplo dado por aquéllos?

Yo no he pretendido que la explotación de latifundios se deba hacer con esta peonada criolla. Expresamente digo que tras del capital vendrían de Europa las le-giones de trabajadores proletarios que siempre le siguen.

Estos trabajadores rurales, individuos de la especie homo proletarius sapien-tissimus, señor Koppe, estos son los que el país necesita, y estos no vendrán sin la explotación de latifundios.

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Todavía debo una palabra sobre la interpretación de la estadística, por más que el Sr. Koppe declare absurdas mis opiniones.

Si aumentó el número de arados y de máquinas de sembrar, es evidente que aumentó la superficie bajo cultura.

Si el aumento de la cosecha fue mucho mayor que el año anterior, es claro que se ha segado absoluta y proporcionalmente mucho más, y si con todo, para este fin se introdujeron muchas menos máquinas segadoras y atadoras (la estadística in-cluye evidentemente las espigadoras bajo el mismo rubro), quiere decir que ha dis-minuido mucho la proporción en que se aplicaron anteriormente estas máquinas. ¿Por qué medio entonces se puso en juego el gran aumento de fuerza que se gastó en la mayor cosecha?

Yo opino que por la guadaña, como así lo dice la estadística claramente, y en-tonces la mano del hombre venció la máquina, y estamos volviendo al modo de producción del oikos beocio (no bexio, como se lee por un error de imprenta en mi artículo, y cuya palabra repite el Sr. Koppe sin haberla comprendido).

Germán A. Lallemant.Año 1895 – mes Mayo – Número 124 - Páginas 406 – 407

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INMIGRACIÓN Y COLONIZACIÓN

Habiéndose discutido en las columnas de este periódico cuál sería el mejor método de colonización para nuestro país, no carecerá de interés conocer los datos y observaciones que al respecto hace el director del Norddeutscher Lloyd, doctor Wie-gand, quien estuvo aquí el año pasado, y en un viaje que hizo á través de las princi-pales provincias agrícolas, se enteró de las dificultades que se oponen á la solución de este problema. Al mismo tiempo aprovecharemos la ocasión para señalar los principales datos de la memoria que el comisario general de inmigración Sr. Juan A. Alsina presentó al ministro del ramo. Empezaremos con estos datos.

El año pasado llegaron al país 80.621 inmigrantes, de los cuales 54.728 de Ul-tramar y 25.951 por vía de Montevideo. Si se comparan estas cifras con las corres-pondientes á años anteriores, se ve que desde 1891 hay un constante aumento de inmigración europea. El exceso de la inmigración sobre la emigración ha sido de 35.626 personas en 1894. Desde 1857 entraron en el país 1.461.777 inmigrantes de Ultramar, y el exceso de la inmigración sobre la emigración era de 1.429.106 perso-nas, si se incluyen los inmigrantes y pasajeros llegados por vía de Montevideo.

Según su nacionalidad los inmigrantes pertenecen en su mayoría á la raza lati-na, y en 1894 sólo 2.471 personas era de raza teutónica. La memoria llama la aten-ción de los poderes públicos sobre el hecho de que la calidad de la inmigración está mejorándose año por año. Entre los inmigrantes llegados en 1894 hubo 8.506 fami-lias, y según los datos estadísticos, 30.915 agricultores. Otro hecho que demuestra lo que queda consignado respecto á esta clase de inmigrantes, es que traen siempre recursos, herramientas y elementos de trabajo. Hasta ahora la mayor parte de los inmigrantes van á las provincias de Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba y Entre Ríos.

En un capítulo aparte trata la memoria del transporte de los inmigrantes, se-ñala las malas condiciones higiénicas de algunos vapores, y describe con detención uno de los nuevos vapores del Norddeutscher Lloyd, pues marca un progreso en las comodidades que ofrecen á los inmigrantes que hallan en ellos mayores elementos de bienestar.

Otros capítulos tratan de la inmigración israelita rusa traída por la Jewish Colo-nization Company. De la lectura de estos capítulos se desprende que sería muy conve-niente si el gobierno en unión con los gremios interesados de la nación argentina y las respec-tivas colectividades extranjeras imitara el ejemplo dado por esta compañía. En prueba de lo que decimos anotaremos algunos datos: en 1893 vinieron 743 israelitas rusos; en 1894, 2,890; hace dos años hubo seis colonias; el año pasado doce; la citada compa-ñía poseía en 1893, 125.331 hectáreas, y el año pasado 176.664 hectáreas. La tierra sembrada era de 20.911 hectáreas y la preparada de 14.032 hectáreas. En las colo-nias hubo 12 trilladoras, 14 motores, 7 máquinas de cortar alfalfa, 221 segadoras, 10 desgranadoras de maíz y 143 sembradoras. Existían á fines del año pasado 1.301 casas, 854 pozos, 8 escuelas, 2 hospitales y seis baños. Los agricultores trabajaban con 2.053 arados, 1.476 rastras y 874 carros. De las demás observaciones hechas

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por el señor Comisario General de Inmigración, mencionaremos que hace resaltar el estado antihigiénico y de poco aseo en que llega esta inmigración y la numerosa prole que hay entre ella. Llama también la atención del gobierno sobre el hecho de que en las escuelas establecidas por los israelitas cabe la fiscalización del Estado para ayudar y apresurar la asimilación de estas familias que se instalan en medio de un pueblo cristiano, de otras costumbres, lengua y género de vida. Somos de la misma opinión que el señor Comisario. Escuela nacional vigorosa es la imperiosa necesidad desde el momento de la entrada de estas gentes, para que no sean elemento extraño den-tro de la tierra argentina y no sean tampoco un problema social à resolver cuando hayan crecido y sean numerosos.

Otro capítulo trata de los elementos actuales de trabajo en el país, y da unos datos interesantes sobre las provincias de La Rioja y Salta, de los cuales consignare-mos algunos aquí por ser de interés general. La principal riqueza de estas provincias es la minería.

En La Rioja se registraron en la oficina de minas durante el año 1893, 267 minas de oro, plata y cobre, 52 lavaderos (placeres auríferos), y cuatro minas de carbón, sólo en el departamento de Chilecito. En el distrito de Famatina las minas denunciadas y trabajadas alcanzan á 222, siendo de oro 70, de oro y plata 14, de oro, plata y cobre 19, de plata 112, de cobre 3, y 4 de carbón de piedra. Un trozo de mine-ral remitido de la mina Ophir y analizado por el Departamento de Minas y Geología, contiene 8 % de cobre, 500 gramos de oro y 200 gramos de plata por tonelada.

Hablando de la viticultura, dice la memoria que la comisión de estudios envia-da á La Rioja tuvo á la vista una planta de vid de ocho á diez años, ocupando una superficie de 20 metros cuadrados, cortándose más de mil racimos de uva, siendo necesario desistir de continuar por la gran aglomeración de los racimos.

El Departamento de Inmigración llama también la atención de los inmigrantes sobre la ferocidad del suelo en el departamento de Orán, provincia de Salta, donde se puede cultivar el café, cacao, caña de azúcar, arroz, etc., siendo el propósito del gobierno de la provincia entregar las tierras fiscales á la mano del trabajador.

Aquí nos encontramos con el problema de la colonización cuya solución nos parece haber encontrado el Dr. Wiegand. Este caballero, después de estudios dete-nidos sobre la situación del colono y las condiciones en las cuales debe establecerse en la República para poder prosperar, ha tenido varias conversaciones con el Sr. Alsina, y de regreso á Europa, ha pasado un informe oficial al Departamento de Inmigración. En este informe se ocupa principalmente de la inmigración alemana, pero tenemos entendido que el sistema propuesto por el Dr. Wiegand sería también aplicable á otras nacionalidades cuya venida al país se desea.

El director del Lloyd Norte Alemán habla primero de las dificultades para llegar á conseguir una inmigración alemana más numerosa que la actual. Dice que se diri-gen á los Estados Unidos de Norte América porque tiene vínculos de parentesco con personas emigradas anteriormente, encuentran allí un clima muy parecido al de su país natal, altos salarios, que un trabajador diligente gana durante todo el año en

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aquel país, y dice que la posición social, muy respetable, de los alemanes residentes en aquel país, proporciona otras ventajas al inmigrante.

Haremos observar que algunos de esos puntos se pueden referir á la República Argentina. El clima de algunos territorios en el sur de la República, no es solamente parecido al de los países septentrionales de Europa, sino casi igual, siéndolo tam-bién su flora. En cuanto al salario, se puede admitir que por término medio, y en relación al tipo del oro, no será mucho más alto que los jornales alemanes, pero también es cierto que por causa de los bajos precios de los víveres, el trabajador alcanza aquí para mucho más que el de su compañero en Alemania.

Pero el principal aliciente para el aumento de inmigración estriba, dice el Dr. Wiegand, en poder ofrecer al trabajador la posibilidad de convertirse en propietario de la tierra que cultiva.

Ahora bien; para que un recién llegado pueda competir con los demás colonos establecidos en el país, debe poder adquirir una chacra de 150 á 200 hectáreas, ani-males de tiro, útiles de agricultura y máquinas agrícolas; y como la primera cosecha de trigo se espera recién año y medio, después de empezada la preparación de la tierra, debe tener entre tanto los medios de subsistencia. Sabido es que son pocos los inmigrantes que disponen de tantos recursos.

Hay que pensar, pues, en la habilitación del inmigrante hasta cuando haya ma-yor número de colonos alemanes establecidos en el país y con los cuales los recién llegados podrán entrar, como los italianos, en sociedad, recibiendo en recompensa de sus servicios parte de las ganancias que aumentarían rápidamente los propios ahorros del trabajador y lo pondrían algunos años más tarde en condición de hacer-se propietarios del campo y cultivarlo por cuenta propia.

Falta saber cuáles son las ideas del Dr. Wiegand sobre el modo de habilitar al colono. Cree que sería posible formar una sociedad compuesta, de una parte, por propietarios argentinos dispuestos á aportar los terrenos necesarios, y por la otra, de capitalistas europeos. Los propietarios de campo aptos para la labranza recibirían acciones por el valor de la tierra, y lo mismo los capitalistas por el valor del dine-ro que aportan. La sociedad haría contratas por los colonos concediéndoles largos plazos para el pago de la tierra, y el capital disponible se emplearía en los gastos de instalación y manutención de los colonos.

La idea nos parece excelente y pronto se sabrá si es realizable, puesto que el Dr. Wiegand cuenta ya con algunos terrenos y espera conseguir en Europa los capitales necesarios para empezar la ejecución de su plan en pequeña escala.

Con la aplicación de este sistema se encontraría también la solución del proble-ma de los latifundios, que tanto preocupa á los poderes públicos.

Marius.

Año: 1895 - Número: 127 - Mes: Junio - Páginas: 443-444

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LOS FERROCARRILES ARGENTINOS

En el informe de la comisión nombrada por la Cámara de Comercio de la Bol-sa, se dice (véase LA AGRICULTURA, III, Pág. 432): «hasta la fecha las empresas ferrocarrileras no han introducido en sus tarifas las rebajas que hemos solicitado de ellas, á pesar de sus promesas.»

Hemos estado esperando también, aquí en San Luis, que algún día un poder mayor hubiera obligado á las compañías ferrocarrileras á rebajar los fletes para poder explotar nuestras minas, nuestros bosques, nuestras tierras, etc., pero no ha sido así: los altos fletes siguen matando la producción.

También la Bolsa fue, pues, derrotada por la terquedad de los directorios de los ferrocarriles, después de haber éstos derrotado al Gobierno y al Congreso, y no hay ya que esperar nada, sino emigrar de aquí.

Las compañías ferrocarrileras, pues, forman de hecho un imperium in imperio, cuyos intereses priman sobre los del país y del público. Ya no es posible hacerse ilusiones á este respecto, y el público haría bien no seguir dejándose burlar por más tiempo por comedias en que las autoridades emplean para con él el papel que hace Scapin con el Sr. Géronte en la célebre comedia de Molière, titulada: Les fourberies de Scapin.

La dirección general de ferrocarriles, que fue nominalmente creada para repre-sentar los intereses del público y del país ante las compañías, no de éstas, y siempre está del lado de los directorios ingleses.

Hace poco se publicó en La Nación la queja de la municipalidad de Villa María contra el ferrocarril Central por falta de construcción de rejas y tranqueras en las calles de aquel municipio, y se reveló entonces cómo el rol que la dirección general jugó en aquel pleito de seis años fue el de un defensor celoso de los intereses de dicho ferrocarril.

Y de seguro que se pudieran citar otros numerosos ejemplos análogos.

El espíritu de benévola complacencia de la dirección general para con las com-pañías, se revela en múltiples pequeños detalles, hasta en aquella nota en que de-claró que nada se oponía á la ocupación de mujeres como guarda-tranqueras, y sobre todo, en el último informe sobre explotación y tarifas, pasado por el Sr. Sch-neidewind al Sr. Tedín, en que el mismo autor se excusa porque las derivaciones que se desprendían del informe eran poco satisfactorias y contrarias á lo que fuera dable esperar, y que el público en general anhelaba.

Efectivamente, el público ha quedado indignado de que la dirección general de ferrocarriles contestara al Congreso (que pidió este informe) que en realidad nada se podía hacer para que las compañías bajasen las tarifas, principalmente porque el capital nominal de construcción era muy elevado y era preciso que diese un interés correspondiente.

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Bien comprendido: el capital nominal, tan sumamente mayor que el capital efectivo, que realmente ha sido empleado en la construcción, y de que se calla tanto el informe, como el señor diputado Daract, que abordó esta delicada cuestión en el Congreso, sin estar tal vez al corriente de lo que ha ocurrido tras los bastidores en la comedia ferrocarrilera argentina, ó que fingía no saber nada de estos manejos capitalistas.

Pero no culpamos solamente á la dirección general de ferrocarriles de tantas anomalías.

Sabemos que el Congreso ha otorgado muchas concesiones ferrocarrileras á ciertos favorecidos que las han vendido á las compañías por crecidísimas sumas de libras esterlinas, cuyas sumas las compañías incluyeron en el capital de construc-ción, y que ahora se empeñan en estrujar del público por medio de tarifas elevadas. Los concesionarios hicieron de este modo enormes fortunas á cuenta del público….. gracias al favor del Congreso.

¡Caveant tribuna plebis!

Nos parece que las compañías ferrocarrileras obran con gran astucia, y si con-sideramos cómo ellas emplean en su servicio, muy bien remunerado, á nuestros primeros abogados, ingenieros, contadores, etc., todos emparentados con nuestros estadistas politiqueros y capitalistas de más valer é influencia, nos parece que el pueblo argentino, tan gravemente damnificado, puede decirles como Sansón en manos de los Filisteos: « ¡Si no hubierais uncido mis bueyes, no me hubierais sojuz-gado de esta manera!»

Los tribunos del pueblo trabajador, ¿en dónde están, pues? ¡En el Congreso de seguro no se hallan!

Germán A. Lallemant.Año: 1895 - Número: 128 - Mes: Junio - Página: 462

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LA CUESTIÓN TRIGO

¿Cuál es la causa de la enorme baja que se ha producido en estos últimos tiem-pos en los precios del trigo?

Sobre esta cuestión se discute mucho, y LA AGRICULTURA en su núm. 126, pág. 425, ya la trató en general demostrando que no era la superproducción (ó el exceso de la producción) lo que causaba la baja, desde que esta superproducción no existía relativamente; pero que las verdaderas causas las formaban primeramente el per-feccionamiento de los medios de producción y de transporte, y en segundo lugar la clase de moneda circulante en los países productores como Rusia (papel), India (plata) y la Argentina (papel).

El estudio de tales cuestiones en detalle es tanto más interesante cuanto que nos esclarece sobre la mayor ó menor razón que pueda asistir a la moderna escuela económica del socialismo que, revolucionando las teorías de la escuela oficial sobre el precio y el valor, dió á estos dos conceptos definiciones filosóficas bien diferentes de la usuales hasta aquí, y tomando estas definiciones como base y principio fun-damental de una serie de derivaciones lógicas, elevó sobre ellas el audaz y atrevido edificio del moderno socialismo científico, que tanto se ataca por algunos y tanto se defiende por los otros.

Con todo, no cabe ya duda alguna que las definiciones sobre el precio y el valor, como las formuló Carlos Marx en su célebre obra Crítica de la economía política 1895, cuyas definiciones las deduce él del análisis de la esencia de la mercancía, son gene-ralmente adoptadas por los economistas actuales, por más que combatan ellos las teorías sociológicas que los socialistas derivan de ellas.

La Teoría de Marx sobre el valor, cuyo corolario es la fórmula del dinero, ya es una verdad universal reconocida. (Aunque en los colegios nacionales argentinos, entre otras antigüedades vetustas, hemos oído examinar á los alumnos sobre ver-daderos macanazos en ciencia económica). Y esta teoría es muy sencilla.

Quizás por eso mismo la inteligencia humana se había empeñado inútilmente durante más de 2000 años en dar con ella, del mismo modo como la humanidad ha necesitado el mismo largísimo lapso de tiempo para descubrir la cédula como la unidad y la base fundamental del cuerpo orgánico.

El análisis de las organizaciones económicas ofrecía aún mayores dificultades que el de los cuerpos orgánicos, pues no había ni microscopio ni reactivos químicos que fuesen aplicables en esta investigación, debiéndose reemplazar ambos por la fuerza de la abstracción.

La formula de valor de la mercadería representa realmente la cédula de la or-ganización económica y social, sin cuya comprensión es imposible darse cuenta de la evolución de las cosas darse cuenta de la evolución de las cosas humanas ni en el pasado, ni en el presenten ni en el porvenir. Los estudiantes, pues, de la economía rural deben profundizar sus nociones sobre la teoría del valor y precio para com-prender los fenómenos complicados del intercambio sobre el mercado universal.

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Supuesto, pues, que las teorías sobre el valor y el precio sean conocidas, sa-bemos que el precio del trigo en el mercado universal indica dos cosas al mismo tiempo:

1º La magnitud del valor del trigo; y

2º El peso del oro por el cual es cambiable el trigo.

La magnitud de su valor expresa el tiempo de trabajo social necesario para producir una mercancía, y este tiempo varía cada vez que se perfeccionan los mé-todos de producción –(es decir, que se modifica la productividad del trabajo)- lo que depende:

a) de la habilidad media de los trabajadores y del costo de la vida y de la pro-ducción de éstos.

b) de la extensión y eficacia de los medios de producir; y

c) de circunstancias puramente naturales.

El trigo producido en la Argentina tiene una magnitud de valor relativamente muy reducida, porque:

a) aunque la habilidad media de los agricultores todavía no sea mayor, el costo de su vida (su standard of life) es aún sumamente reducido, barato y su reproducción (gastos de crianza y educación de los niños en el campo, y precio de los individuos inmigrados, que en este caso deben consideradse como miembros productivos de la sociedad, cuya crianza y educación nada han costado) lo mismo.

b) porque la extensión del medio de producir –la tierra- es todavía casi ilimi-tada aquí, pues falta mucho hasta que sean labradas las 80 millones de hectáreas en el país, aptos para producir trigo, y la eficacia de la producción es relativamente muy grande, porque la fertilidad de la tierra sin gastar en abonos es muy elevada, y la superficie llana, poco accidentada, sin piedras, ni troncos, ni raíces macizas, etc., permiten la aplicación de las mejores máquinas de agricultura, movidas por fuerzas animal que casi nada cuesta, á tal punto que la paja nada vale en el campo, y cuyo manejo no exige ni mayor habilidad, ni inteligencia, ni aprendizaje, ni fuerza física por parte del labrador.

c) porque otras circunstancias naturales favorables permiten abaratar la pro-ducción, por ejemplo, el clima benigno hace superfluo los gastos mayores para ha-bitaciones y establos. Grandes ríos navegables favorecen los transportes, etc.

Sabemos por la teoría sobre el precio que la magnitud del valor de una mer-cancía (cuyo índice es el precio el measure of value) no se confunde necesariamente con el precio (el standard of value) como la indicación de su relación de cambio con la moneda (oro), sino que el precio como relación de cambio expresa también lo más ó lo menos que el cambio de la mercancía por oro produce accidentalmente en ciertas circunstancias dadas.

En este país la circunstancia que hace bajar el precio del trigo como su relación de cambio, más abajo aún de su precio como índice de la magnitud de su valor, es la oscilación del agio entre 300 y 350, ó sea la variación del peso m/n entre $ 0,33

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y 0,22 oro. Porque para producir prácticamente el efecto de un valor de cambio el trigo (como cada otra mercadería) debe dejar de ser oro imaginado y convertirse en oro real. Para darle un precio basta declararle igual á una cantidad de oro puramen-te imaginario; pero hay que reemplazarlo con oro efectivo para poder procurarse su dueño por medio del cambio en el mercado universal las cosas que necesita. El vendedor de trigo pierde, pues, al oscilar el precio de oro de 300 á 450, $ 0,11 oro en cada peso m/n que el exportador se comprometió pagarlo con el oro á 300 y una parte directamente proporcional á las oscilaciones menores ó mayores del agio. De ahí se deduce el porque el agio baja después de exportado el trigo, y sube durante la cosecha. Al productor lo explota el capital comercial.

Germán A. Lallemant.Año: 1895 - Número: 131 - Mes: Julio - Página: 519

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¿COLONIZACIÓN Ó LATIFUNDIOS?

Las evoluciones económicas se efectúan hoy en día tan rápidamente, y revolu-cionan las sociedades tan radicalmente, que el espíritu humano, gracias sobre todo al sistema de la educación vigente tan anticuado como absurdo, raras veces se da cuenta de lo que pasa antes de la débâcle.

Sobre todo, los miembros de una clase social en plena decadencia no se dan cuenta nunca de cuando, en el desarrollo histórico de ella, se ha recorrido ya la rama ascendiente de la curva, y pasando por el punto de culminación se va descen-diendo en vuelo acelerado hacia la ruina.

Esta observación ya la hizo un filósofo antiguo y en todas las edades históricas ha sido corroborado el adagio: Quos vult perdere, dementat Fupiter, sin que los hombres hayan aprendido la previsión.

Actualmente estamos presenciando un caso del fenómeno mencionado en nuestra población colonial.

La colonización en el país, después de haber nacido en el año 1856, se desarro-lló con un empuje extraordinario hasta 1889, año de su vigor máximo, para entrar desde entonces en el período de decadencia que ahora se va acentuando notable-mente, reemplazándola una otra forma mucho más elevada de la producción rural, á saber, la de la explotación, gran capitalista de latifundios que está evidentemente llamada á preparar el campo para otra revolución aún más radical del modo de pro-ducir, como será la producción organizada sobre la base del colectivismo.

Que las víctimas de la revolución económica actual nieguen el hecho de haber empezado la decadencia de su clase, y que de su campo se levante una voz tan apasionada como la del colono-capitalista Sr. Koppe (véase LA AGRICULTURA, página 481) en su defensa, no es más que natural y se comprende, máxime teniendo en vista la posibilidad de una próxima guerra, cuyo resultado bélico sea cualesquiera que fuese, influirá poderosamente sobre la evolución económica del país en el sen-tido que hemos indicado.

En el mismo cuaderno de LA AGRICULTURA en que el Sr. Koppe discute en pro de la colonización, se halla en la pág. 491 una comunicación del Rosario sobre la situación por demás aflictiva y desesperante del comercio de la campaña, en que se vaticina el acabado abandono de las colonias, que en gran parte se está ahora llevando á cabo, con cuya aseveración concuerdan todas las noticias venidas de allí.

En La Prensa del 7 de Abril se publica un artículo demostrando como la pérdida de la cosecha de trigo de este año importa algo como 162 millones de pesos moneda nacional. Por más que los prácticos, que no suelen observar las cosas mucho más allá del cerco de su concesión, se encolerizan con las teorías, difícil les será conven-cernos con sus sinrazones.

El Sr. Koppe cita, para demostrar mi parcialidad, los discursos de las interpela-ciones en el Reichstag alemán. Leo las actas de las sesiones del Reichstag publicadas

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en el diario Vorwärts, de Berlín, pero no he hallado en ellas ni una sola palabra á favor de la colonización argentina.

También cita el Sr. Koppe el informe de Mr. Gastrell, cuyo autor se ocupa ex-tensamente de la baja de los salarios en la Argentina. Dice que aquí en el campo un hombre gana término medio un chelín por día, salario muy abajo del valor que en Inglaterra se suele llamar á living vage (un salario para poder vivir), lo que con-cuerda, pues, con el término next to nothing del señor Buchanan. No concibo cómo el Sr. Koppe quiere deducir de este rudo golpe asestado a la inmigración por el señor Vicecónsul inglés un argumento en favor de la colonización.

En cuanto a las exposiciones del Sr. Wiegand director del, Lloyd Alemán, es pre-ciso saber que el Lloyd es socio del empresario Brüll, concesionario de tierras fiscales para colonizar en Santa Fe. El Lloyd debería traer los colonos para la empresa Brüll, pero dudo mucho que pueda cumplir con este compromiso.

No hallo, pues, quien abogue hoy seria é imparcialmente á favor de la coloniza-ción, con excepción del colono-capitalista Sr. Koppe, quien con sus razones sobre el alto precio de la tierra que paga el colono no me convence.

No, la colonización no prospera. Va decayendo aquí en el país, como sucede con la pequeña propiedad rural en toda parte.

El mismo Sr. Koppe nos revela uno de los motivos de este hecho económico. La magnífica espigadora, tan cara, puede servir hasta 200 hectáreas. Sirviendo sobre una extensión menor de tierra, no saca su propietario toda la utilidad que ella pue-de dar, y sufre, pues, una pérdida que encarece el coste del producto.

¿Y de dónde saca el pobre colono-trabajador el capital para comprar ó alquilar la tal espigadora para la labranza de 25 hectáreas de tierra?

Los hechos económicos dan razón de ser (como dice el filósofo Hegel) á la ex-plotación de latifundios gran-capitalistas.

Presenciamos actualmente la formación de sociedades anónimas con grandes capitales para explotar estancias.

La falta de una estadística dificulta la observación de este fenómeno, pero he sabido de la formación de las sociedades siguientes:

Las Barrancas, Estancia Company con un capital de 250.000 pesos oro y 14.375 hectáreas de tierras.

La Drabble, Estancia Company, con vastas tierras.Las Rozas, Estancia Company (antes Dickinson) con un capital de 1.000.000 pesos

oro.También el señor Kemmerich está en trato para transformar sus valiosísimas

propiedades en una Foint-Stock-Company con gran capital para aumentar la produc-ción de ganado.

Existen además desde tiempo:The South American Land Company, que posee y explota una enorme zona de

tierras sobre el Limay y Nahuel-Huapi y cuenta con 20.000 vacas y exportó el año pasado unos 3.000 novillos a Chile.

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La sociedad formada por el Sr. I. Brett en Venado Tuerto, con un capital de 150.000 pesos oro.

The Argentine Land and Investment Company se formó en 1887 con un capital de 10.000.000 de pesos oro, pero redució su capital el año pasado. Explota en el Trébol (B. A.) 403.620 hectáreas de tierra.

The Pampa, Estancia Company explota 40.000 hectáreas en la Pampa Central.

The Argentine Colonisation and Land Company posee vastas tierras en Venado Tuer-to, donde arrienda por ahora sus campos.

Existen otras sociedades anónimas, más todavía ninguna tan importante como la belga. Productos Cibils, en Matto Grosso (véase LA AGRICULTURA, núm. 128).

Grandes explotaciones particulares hay muchas en el país, aunque nuestros estancieros no se resuelven á acometer reformas sino cuando son obligados por la fuerza incontrastable de los hechos, como dice el Sr. Luro en la pág. 489 de La Agricultura, y en este periódico se hallan múltiples informes sobre tales empresas que merecen el aplauso de todo hombre amante del progreso.

También grandes empresarios agricultores como Guazzone, Gariboldi, Stoessel, etc., deben ser mencionados en esta lista incompleta.

La inmigración parece que se va paralizando más y más, y con ella la coloniza-ción.

La formación de explotaciones gran-capitalistas latifundios en India, Canadá, Siberia, Estados Unidos, el Brasil, etc., exige que también en la Argentina la pro-ducción sea llevada adelante en esta forma si quieren nuestros productores poder competir con sus concurrentes en el mercado universal.

La época de la colonización va desapareciendo, porque el producto del trabajo del colono no es suficiente para poder responder á las exigencias del mercado uni-versal, y por eso la colonización va en decadencia.

Germán A. Lallemant.Año: 1895 - Número: 132 - Mes: Julio - Páginas: 534-535

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NO HAY LATIFUNDIOS SIN COLONIZACIÓN

La discusión empeñada entre los Sres. Lallemant y Koppe, el primero soste-niendo que la colonización decae, y el segundo defendiéndola, no tiene razón de ser.

Desde luego nos declaramos partidarios de las ideas del Sr. Koppe, en cuanto ellas se limitan á demostrar que el colono ha valorizado la tierra en una forma per-manente, y que la colonización no decae, como sostiene el Sr. Lallemant.

Convenimos, desde luego, que la pequeña propiedad rural no vale tanto como pudiera valer, ayudada por la especulación; pero vale más, mucho más, en manos del colono que establece en ella su criadero de aves, su pequeña lechería, su inver-nada de bueyes o lecheras ineptas para el trabajo, que en manos del gran capitalista.

El colono exprime, por decirlo así, cuanto puede producir su pequeño condado; coopera eficazmente al desarrollo de nuestras principales industrias; prepara ani-males dóciles para acelerar el engorde y con mayor peso en los que se destinan á la exportación; produce y economiza, y si la tierra que posee no vale tanto, si decae, como dice el Sr. Lallemant, diremos como un distinguido compatriota: mejor que mejor, porque ese colono sigue radicado, sigue produciendo espigas y dando hijos á la patria.

Es un error afirmar que ha llegado el momento de reemplazar los beneficios alcanzados por la colonización con el sistema de la producción organizada sobre la base del colectivismo.

Bienvenidos sean los grandes capitales, que se incorporen como sangre nueva en la circulación del progreso de la República! ¡Bienvenidos sean los capitales que se empleen en otras tantas «Barrancas», «Estancia Company», «Las Rosas», etc.!

¿Acaso establecimientos importantes como esos se han formado sin el concurso de la agricultura?

¿Qué eran «Las Rosas», ó mejor dicho, «Las Lomas» de Dickinson? Eran una pampa inculta, adonde hasta hace pocos años sólo se oía el alarido del salvaje, y fue la colonización, la transformación del pasto fuerte en alfalfa, lo que colocó á esos desiertos en condiciones de ser aprovechados por el capital extranjero.

Mucho hay que recorrer en ese camino de la colonización para llegar á tener los prados artificiales suficientes y competir con nuestros rivales en producción. Y no se crea que los grandes alfalfares se han de formar sin el concurso del colono, porque el resultado será ruinoso para los que tal intenten, excepción hecha de los grandes capitalistas que por lo general son refractarios á estas mejoras. Es la colonización la que ha servido de base para cambiar nuestro viejo sistema ganadero, y es ella la que tiene además la misión de cooperar en escala modesta, pero con resultados induda-bles, á la exportación de animales en pie á los mercados europeos.

Lo que es necesario, sí, es aconsejar al colono que no se limite al trigo ó maíz, y que reserve siempre una parte de su terreno para invernada durante el invierno.

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¿Acaso tres lecheras y cuatro bueyes cebados no son una cosecha? Multiplí-quese ese número por la cantidad de chacras que pueden perfectamente formar su pequeño establo de chala de maíz, y se verá á cuánto ascendería el número de hacienda en condiciones de exportación.

Lejos, pues, de desechar la colonización, consideramos que tal como se en-cuentra actualmente debe ser estimulada y seguir adelante; porque si años malos, si circunstancias especiales han detenido su vuelo, la chacra no se deshace porque el colono honrado no pueda pagar puntualmente su arrendamiento ó sus gastos, como no se le rematan los mostradores y la balanza á un comerciante honrado.

Por lo demás, lo repetimos, vengan los latifundios á poblar de vacas y ovejas nuestros prados artificiales ó á formarlos á sus expensas. Para todos habrá lugar en esta tierra bendita que soportando tantas y tantas contrariedades da para sostener colonos, latifundios y lo demás que no se nombra por su mucha extensión.

Chacarero.Año: 1895 - Número: 134 - Mes: Julio - Páginas: 569-570

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LA CUESTIÓN TRIGO II

El coste de producción de una tonelada de trigo en la República Argentina im-porta, por término medio (con el oro á 350), 12.17 $ oro. (Véase LA AGRICULTURA, año III, pág. 432.)

En los Estados Unidos se calcula que el precio de producción no es menor de 0.50 dollars el bushel; ó sea 33.63 $ oro la tonelada, y en el Sud de Rusia 65 kopek por pud, ó sea 14.30 $ oro la tonelada.

La proporción, pues, entre el coste de producción en la Argentina, Rusia y Es-tados Unidos, son como 100 : 117.50 : 276.34.

El precio de la tonelada de trigo (á bordo) en la República Argentina, en térmi-no medio (véase lo citado), es de 18.57 $ oro la tonelada; es, pues, 6.40 $ oro, ó sea un 34.46 % más elevado que el coste de producción, mientras que el precio del trigo á bordo en Nueva Cork se calcula en 36.00 $ oro, 2.36 $. Ó sea un 7.02 % más alto que el precio de producción.

Si los costos de producción en la Argentina y en los Estados Unidos, son, pues, como 100 : 276.34 los costos de circulación (transporte y gastos comerciales) son como 271.2 : 100, y los precios á bordo, pues, como 100 : 193.86.

Nuestros ferrocarriles y nuestra deficiente organización comercial, en compa-ración con los canales, elevadores, ferrocarriles y el extraordinario desarrollo del co-mercio yankee, rebajan, pues, la capacidad de competencia de nuestros productores de trigo de 100 : 276.34 á 100: 193.86, ó sea por un 82.48 %.

Este dato nos demuestra hasta que grado llega la explotación del trabajador-productor en nuestra agricultura. El dueño del campo, el empresario de coloniza-ción, el almacenero, las autoridades en el campo, el estado, los bancos populares de préstamos, las sociedades de seguros, las compañías ferrocarrileras, los exportado-res, las compañías de navegación, los grandes mercados de frutos, etc., etc., todos estos se reparten la supervalía.3

El flete marítimo de Buenos Aires á Amberes á 5.63 $ oro y el de Nueva York á Liverpool ó Amberes á 3 $ oro, resulta que el trigo argentino costará allí 24.20 $ oro, y el de Estados Unidos 39 $ oro. Estos son los precios naturales del trigo.

Actualmente el precio del trigo en Amberes está alrededor de 130 francos, ó sea 26 $ oro; pero en Noviembre último los precios, en término medio, de este cereal fueron los siguientes:

En Alemania, 33.75 $ oro; en Francia, 30.00 ídem; en Suiza, 29.75 ídem; en Austria, 26,25 ídem; en Hungría, 26.00; en Rusia (Odessa), 19.50 ídem; en Ingla-terra, 21.00 ídem; en Holanda y Bélgica, 20.75 ídem; en Estados Unidos (Nueva York), 17.50 ídem; en Buenos Aires, 18.00 íd.

3. La dirección no se responsabiliza por las ideas vertidas en escritos que llevan la firma de los autores.- (N. de la D.)

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En esta grande diferencia entre el precio natural y el precio del mercado con-siste la cuestión del trigo.

La causa que da lugar á tales anomalías se explica fácilmente.

En muchos países, como Alemania, Francia, Suiza, Austria, etc., la agricultura goza de una protección fiscal, y allí se pagan derechos muy elevados de importación sobre el trigo.

En Inglaterra, Bélgica, etc., empero, no se pagan tales derechos, y allí los pre-cios del mercado dependen de circunstancias temporarias y locales que varían con-tinuamente.

Sobre todo influye allí la demanda para el consumo.

En LA AGRICULTURA, año III, pág. 425, se ha demostrado que aunque la ofer-ta del trigo aumentó tan extraordinariamente en los últimos seis años, con todo, considerando el aumento de la población, la producción por habitante ha quedado casi la misma ó ha mermado algo, es decir, importó solamente unos 172 kilogramos en el periodo de 1885-94, contra 190 kilogramos en 1875-84. Así que no ha habido exceso de producción.

Pero es que el consumo relativo de trigo ha bajado notablemente en el mundo.

Las estadísticas son muy insuficientes á este respecto; pero en Alemania, du-rante el año administrativo de 1878 á 79, el consumo de cereales, trigo, centeno, etc., por habitante, fue de 230 kilogramos, y en 1891-92 solamente de 152 kilogra-mos, lo que corresponde á una merma de 78 kilogramos, ó sea á un 34 % en 13 años!

Según el Bord of Trade Journal, núm. 101, el consumo actual de trigo en el mundo por año no pasa de 50 millones de toneladas, cuando en 1894 la producción alcanzó á unos 918 millones de hectolitros, ó sean unos 69 3/4 millones de tonela-das.

No hay exceso de producción relativa, pero hay una rápida reducción del con-sumo relativo, lo que demuestra que la grande masa de la población está empobre-ciendo más y más, consecuencia fatal de la concentración del capital en las manos de unos pocos, y señal inequívoca de una próxima revolución social, como el mundo no ha visto todavía.

La reducción del consumo se hace sentir precisamente en mayor escala en aquellos países en que rige el sistema proteccionista.

El consumo de trigo por habitante es actualmente: en Francia, 250 kilogramos; en Bélgica y Estados Unidos, de 172 hasta 181; en Inglaterra, 132; en Austria-Hun-gría, 107; en Holanda y Dinamarca, 82; en Alemania, 65; en Rusia, 50 etcétera.

El consumo de trigo por habitante en la República Argentina en 1891, fue (se-gún A. E. Fliess) de 172 kilogramos. Según datos de La Prensa de 7 de Abril de 1895, los molinos necesitaban 460.000 toneladas para el consumo interno, ó sea 102 kilogramos por habitante, lo que correspondería á una merma de un 40.69 % en cuatro años! El vicecónsul inglés Mr. Gastrell bien dijo que actualmente en la

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Argentina la grande masa de la población no ganaba ni siquiera un living-wage, y á Mr. Buchanan le sorprendió la miseria de la manutención –next to nothing-con que se nutrían los colonos-trabajadores en Santa Fe y Córdoba.

La demanda por parte del consumo, y la oferta por parte de la producción, pues, determinan las oscilaciones de los precios del mercado alrededor del precio natural de la mercancía, y la causa principal de la baja del trigo constituye la disminución de la demanda; la reducción del consumo, la depresión del standard-of-life de la gran masa de la población trabajadora, cuyos salarios se reducen más y más con los progresos que se introducen por medio de las ciencias en los métodos y en los ins-trumentos de trabajo, cuyos dueños forman un número reducidísimo de capitalis-tas, cuyo consumo individual absoluto no pesa en la balanza del mercado universal, y los cuales, obligados por la ley de la libre competencia, se empeñan por todos los medios á su alcance en rebajar siempre más los precios de coste de las mercancías que producen sobre todo el monto de los salarios aumentando de este modo conti-nuamente la pobreza y disminuyendo la capacidad consumidora de la grande masa de la población.

La cuestión trigos, pues, nace, como todas las anomalías y males de que se re-siente la sociedad civilizada actual, de la libre competencia y de la anarquía causada por ella en la producción capitalista moderna, con su inhumana explotación de los miembros de la clase trabajadora y proletaria.

En los precios se reflejan las condiciones sociales vigentes, modificadas de con-tinuo por los progresos económicos y tecnológicos, que determinan los rumbos en que la humanidad va evolucionando.

Efectivamente influyen sobre los precios del mercado también la especulación nacida del sistema de crédito vigente y los monopolios; pero estas influencias con tan mínimas y pasajeras, que sus efectos son siempre rápidamente corregidos por los resultados de la ley de la oferta y de la demanda, y tanto más eficazmente, cuanto mayores llegan á ser las fuerzas económicas, cuyo dominio el hombre pierde diariamente bajo el funesto sistema vigente de la libre competencia, que socava de este modo los cimientos mismos en que está levantado el edificio social.

Germán A. Lallemant.Año: 1895 - Número: 134 - Mes: Julio - Páginas: 575-576

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¿HAY QUÉ MEDIR O QUÉ PESAR LOS CEREALES?

Estamos á fines del siglo XIX y casi parece un anacronismo preguntar si hay que pesar ó que medir los cereales. El problema que debía ocupar hoy por hoy la atención de los pueblos civilizados, es la adopción de un sistema monetario único y universal, simplificando así las operaciones del cambio y ahorrándose á banqueros, viajeros y comerciantes el tiempo y trabajo que necesitan para hacer los cálculos de las diferentes monedas de los principales países.

En eso, sin embargo, de medir ó pesar los cereales, no hay uniformidad hasta ahora, puesto que dos naciones no quieren convencerse de que su modo de ver en esta cuestión es antiquísimo, es antediluviano. Nos referimos á Inglaterra y los Estados Unidos de Norte América; en el primero de estos países, es espíritu conser-vador – por no decir el spleen- ha llegado á un punto tal, que allí los cereales todavía se miden por bushels, conservándose también los quarters, yards y otras rarezas, que mejor figurarían en un museo que no en el mercado y los negocios. Uncle Sam, el yankee norteamericano, aunque es más progresista y liberal que Fohn Bull, se aferra al mismo sistema, más bien por capricho que no por otra razón.

En este punto las dos naciones mencionadas son más atrasadas que la Turquía ó que cualquier aldea del continente europeo. Nada diríamos si no se tratara de una cuestión resuelta en la práctica y sobre la cual no puede haber más que una sola opinión.

El sistema más adecuado para el comercio con los cereales es naturalmente el de venderlos al peso, y no es más que racional que entre nosotros tienda á desapa-recer la fanega. Si tenemos dos cantidades iguales de trigo ó de maíz, aquélla será la mejor, en cuanto á cualidad y también á precio, que representa el mayor peso. Este hecho se explica si se tiene presente que el peso de cierta cantidad de trigo, por ejemplo, depende en primer lugar de la riqueza que contengan los granos del cereal en substancias alimenticias que son las que relativamente arrojan más peso. Si tenemos que poner precio á dos clases de trigo, sabiendo que un litro de una cla-se pesa 800 gramos y la misma cantidad de la segunda clase sólo pesa 700 gramos, opinaremos que la primera clase vale más que la segunda. Esto es lógico, pero si yo compro por bushels y se me pide el mismo precio por cada una de las dos clases de trigo, aunque tengan diferente peso, resulta para mí una pérdida de 10 kilos en cada hectolitro, pues en el primer caso se me entregarían 80 kilos por hectolitro, y en el segundo solamente 70 kilos. Como se ve, esto es un desquicio.

En el mercado internacional se ha rechazado por esta razón el sistema de medir los cereales y la cualidad de las diferentes clases de trigo se designa con el peso de cada una de ellas. Háblase, por eso, de trigos de 75, 78, 80 á 82 kilos, lo que quiere decir que el hectolitro de trigo de una clase pesa 75 kilos, el de otra 78, etc. Según este criterio, se fija también el precio por cada 100 kilos de trigo, pagándose menos por un trigo de 75 kilos que por uno de 80 ú 82 kilos.

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Las cifras que indican el peso de un hectolitro de trigo son naturalmente muy diferentes y bajan en proporción directa con los errores ó faltas que se cometen en el cultivo de este cereal. Si el colono prefiere desoír los consejos cuya utilidad ha sido probada en la práctica, si quiere cultivar año por año el mismo campo sin valerse del abono para mejorar la calidad del suelo, sin cambiar la clase de semilla que va á sembrar, sin labrar la tierra como es debido, verá que el peso de sus cosechas bajará más y más y con eso el valor de la cosecha también.

No es raro el caso de que aquí, en la República, se haya cosechado trigo cuyo peso era menor de 20 kilos por hectolitro, mientras que en la misma región y sobre la misma clase de suelo se obtuvo una cosecha de trigo cuyo peso era de 80 á 82 kilos por hectolitro. Este rinde era excepcional, es cierto, pero el hecho demuestra que no hay que apartarse de las reglas establecidas para el cultivo de los cereales.

Lo que dijimos del peso excepcional del trigo se refiere á una cosecha obtenida por colonos alemanes en el departamento Villaguay, provincia de Entre Ríos, cose-cha de la cual se mandaron muestras á la Exposición Universal de París, donde el Jury otorgó premios por la excelente calidad de dos clases de trigo cuyo peso era de 80 y 82 kilos respectivamente.

Aunque por regla general nuestros colonos ya no son muy escrupulosos en la preparación de la tierra, uso del abono, elección de las semillas, etcétera, y no se dan cuenta de las inmensas pérdidas que esta falta de previsión les debe ocasionar, hay que reconocer que el rinde de las cosechas de cereales es, por término medio, satisfactorio probando las excelentes condiciones, que el clima y la fertilidad del suelo brindan al agricultor en la República. He aquí una lista confeccionada por la dirección de la Cámara Sindical del Mercado Once de Septiembre, mostrando que el peso de los cereales cosechados en la República por término medio:

De estos datos se desprende que nuestros cereales se pueden comparar, en cuan-to á calidad, con las buenas clases europeas. Pero se ve también que los agricultores que se dedican en este país al cultivo de los cereales, podrían obtener fácilmente una calidad de sus productos superior á la de los europeos, si se ajustaran más á las prescripciones que la experiencia denota como indispensables para obtener mejores cosechas. ¿Por qué no aprovechar de las ventajas que la Naturaleza ofrece al colono en la Argentina dándole un clima más benigno y un suelo mucho más feraz que no lo encuentra el agricultor europeo en la mayor parte de las regiones que se prestan al cultivo de los cereales?

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La Agricultura

112

Estas consideraciones tan naturales nos han hecho olvidar casi el objeto de estas líneas. Pero el lector perdonará voluntariamente que no hemos hablado úni-camente de yankees y de ingleses, á los cuales deseamos que pronto se curen de su manía de medir los cereales. Y como es muy posible que los bushels y quarters, no desaparezcan tan pronto en Old England ni en el vasto país de los yankees, consig-naremos, para concluir, algunos datos relativos á aquellas medidas antediluvianas. Un bushel equivale á 36.34 litros, de modo que un bushel de trigo de 78 kilos por hectolitro pesaría 28.34 kilos. Un quarter contiene 290,78 litros, y lleno de trigo de la misma clase pesaría 227.80 kilos. ¡All right!

Marius.Año: 1895 - Número: 135 - Mes: Agosto - Página: 588

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Germán Avé - Lallemant

113

LOS CONSUMOS EN LA REPÚBLICA

El estado económico-social de una nación se suele clasificar según el monto to-tal de los consumos, y por eso, en los países más adelantados, las estadísticas oficia-les dedican una atención especial á esta rama de sus investigaciones, y se empeñan en fijar lo más exacto posible el importe á que asciende el consumo por habitante.

Cuanto mayor sea este importe, tanto más suponen los economistas de la es-cuela vulgar deberá ser la perfección de la administración política y financiera de un país, y tanto más elevado el grado de la prosperidad y el bienestar de los habitantes.

La escuela moderna demuestra que esta teoría tiene su razón de ser únicamen-te en cuanto se relaciona con el consumo individual de los habitantes, excluyendo rigurosamente el consumo reproductivo, ó sea el consumo de aquellos productos que se adquieren con el objeto de emplearlos en la producción.

La producción total de la sociedad se divide en dos categorías, a saber:

I. En medios de producción, ó productos reproductivos; y

II. En medios de consumo que el comprador adquiera para su consumo individual.

Los capitales empleados en cada una de estas dos grandes categorías de la pro-ducción, ejercen funciones muy diferentes, la una de la otra y deben ser analizados cada uno por sí, para comprender bien el carácter del capital social en su totalidad.

En cada una de las dos categorías el capital empleado se divide en dos partes a saber:

1) En el capital variable, desembolsado para pagar salarios y sueldos; y

2) En el capital constante, empleado en los medios de producción y que se subdivide en el capital fijo (terreno, edificios, cercos, ajuar, máquinas, instrumentos, animales de trabajo y de cría); y en capital circulante (materias primas auxiliares, animales de engorde, semillas, forrajes, abonos, dinero en caja y provisiones caseras)

En el proceso de producción anual se consume el capital variable -del que ex-presaremos con la letra v- en su totalidad; pero del capital constante solamente una parte (c), pues el capital fijo sigue empleándose en la producción, deteriorándose solamente una pequeña parte.

Además de v y c, entra en el valor del producto la supervalía (s), es decir, un valor de que el capitalista empresario se apropia una parte como renta, el comerciante que intermedia entre productor y consumidor otra parte como ganancia, el prestamista otra parte como interés, las compañías ferroviarias y de navegación otra parte como dividendos sobre los fletes, las sociedades de seguros otra parte como primas, etc., etc. La supervalía resulta de la diferencia del valor efectivo de la fuerza de trabajo (comprado con el capital variable) y los salarios pagados por esta fuerza durante su aplicación en el trabajo. Ella es, en realidad, trabajo impago, gratis, prestado por el inmediato productor, el trabajador.

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114

El valor del producto en cada una de las categorías I y II equivale, pues, á: c + v + s y puede expresarse en la ecuación

P = c + v + s

Ó para distinguir ambas categorías:

I = P1 = c

1 + v

1 + s

II = P2 = c

2 + v

2 +s

2

En el caso de la simple reproducción, en que s en su totalidad es consumido por los capitalistas y v por los asalariados en el consumo individual, tenemos:

1) Los salarios de los trabajadores v2 y la supervalía de los capitalistas s

2 en la

categoría II se emplean en medios de consumo, ó sea en una parte de los productos P

2. Hay, pues, un cambio de v

2 + s

2 contra una parte de P

2 que queda reducido á P

2 -

(v2 + s

2). Desaparece, pues, de la producción total P

2 la fracción v

2 + s

2.

2) En la categoría I los salarios de los trabajadores v1 y la supervalía s

1 también

se gastan en medios de consumo, cambiándolos por la parte restante del producto P

2 de la categoría II, es decir, c

2 recibiendo esta última categoría un importe igual en

medios de producción P1 de la categoría I. Con esto desaparecen del cálculo tanto P

2

como v1 + s

1 quedando solamente el resto de P

1 que es P

1 – (v

1 + s

1)= c

1.

3) El resto c1 consta del valor del desgaste de los medios de producción, que no

tienen más aplicación únicamente que en el proceso de reproducción de la categoría I, y que los capitalistas cambian entre sí. Los salarios v

1 y v

2 los cambian los obreros

á los capitalistas por productos P2. Las supervalías s

1 y s

2 también las cambian los

capitalistas entre sí, por productos de consumo P2.

Por ejemplo: que sean iguales los salarios v á las supervalías s, es decir, que sea = 100 % el tipo de la supervalía, y que los números indiquen millones de pesos, y que sea:

I 6000 P1 = 4000 c

1 + 1000 v

1 + 1000 s

1

II 3000 P2 = 2000 c

2 + 500 v

2 + 500 s

2

1) Los salarios 500 v2 y la supervalía 500 s2 se ganan en medios de consumo por 2000 P2, que se hallan en manos de los capitalistas, y así quedan los 3000 P2 reducidos á 1000 P2.

2) 1000 v1 + 1000 s

1 también se cambian por medios de consumo P

2 en manos

de capitalistas, son 2000, con que queda P2 eliminado de la cuenta y también 1000

v1 + 1000 s

1.

3) Queda en la categoría I subsistente el valor de 4000 v1 ó sea del desgaste de

los medios de reproducción, valor que cambiarán los capitalistas entre ellos, pero que nada tiene que hacer con el consumo, ni con el bienestar y la prosperidad de los habitantes en general.

sy

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Germán Avé - Lallemant

115

Con estas fórmulas C. Marx rebate el antiguo error de los estadígrafos, cuando bajo el título de Consumos aglomeran en un solo concepto tanto el consumo repro-ductivo cuanto el individual de la población como una expresión del standard of life.

Los Sres. Pablo Groussac (en La Nación del 13 de febrero de 1891) y el Sr. D. H. (en La Prensa del 18 de febrero), al ocuparse de los consumos en la República Argen-tina, han adoptado el método antiguo y derivando sus guarismos de la producción interna y de la importación, llegan á los resultados siguientes:

Sr. Groussac á 100 $ m/n anuales (con el oro á 300) por habitante, y un total de 400.000.000 de pesos m/n; y el

Sr. D. H. á un consumo anual de 454.60 $ m/n por habitante, ó á un total de 1.818.000.000 pesos moneda nacional.

El Sr. Groussac calcula los consumos de la producción nacional en 60 $ anuales por habitante, y el Sr. D. H. en cinco veces tanto.

Este último autor calcula los gastos diarios de un habitante, como sigue:

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116

El Sr. Fliess calculó en 1891 los gastos por alimentación anuales por habitante, como sigue:

La alimentación, pues, costaría, según este autor 0.262 $ por día y por habitan-te.

Según se ve, los datos varían mucho el uno del otro, y con la insuficiencia de la estadística y el tan diferente standard of life de las diferentes clases, nacionalidades y razas que habitan el país, será muy difícil averiguar el importe exacto de los con-sumos, que solamente por medios indirectos y aproximadamente se han de poder determinar.

Germán A. Lallemant.Año: 1895 - Número: 136 - Mes: Agosto - Páginas: 604-605

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Germán Avé - Lallemant

117

LOS CONSUMOS EN LA REPÚBLICA II

Ampliando las consideraciones que habíamos hecho en el núm. 136 referentes á las relaciones entre producción y consumo, tan importantes para determinar el grado de cultura alcanzado por la sociedad, seguimos con el análisis de proceso de la simple reproducción, es decir, del proceso en que suponemos que la clase capitalista gasta el total de la supervalía en su consumo individual.

En este caso el consumo individual total es un máximum. Admitimos por aho-ra la fórmula sencilla con que se representa, aunque no puede tener lugar sino en ocasiones muy excepcionales, porque en el capital continúa funcionando sin acre-centarse, lo que es una anomalía, visto de que el fin determinante de la actividad del capitalista, el único derecho histórico que tiene á la vida, su razón de ser social, es el de acrecentar continuamente aquél. La competencia obliga al capitalista á aumentar continuamente su capital, acumulando una parte de la supervalía como nuevo capital reproductivo, bajo pena de ruina y bancarrota. Estudiaremos en otro artículo los efectos que la acumulación parcial de la supervalía ejerce sobre el im-porte de los consumos individuales, siguiendo por ahora el examen del proceso de la simple reproducción.

Habríamos hallado las dos fórmulas fundamentales de las dos categorías de la producción social.

En la primera –en la producción de productos reproductivos- el capital que anualmente absorbía el proceso productivo era = c

1 + v

1, ó sea la parte capital cons-

tante (en forma de capital circulante, más la parte desgastada del capital fijo) que desaparece anualmente en el proceso, más el capital variable ó los salarios.

El precio de costo del producto será, por consiguiente, también = c1 + v

1.

Pero el valor de cambio de los productos que los capitalistas lanzan á la circula-ción, hasta llegar á poder de los consumidores, es = c

1 + v

1 + s

1 siendo s la super-

valía.

Lo mismo tenemos para los productos de la segunda categoría –producción de medios de consumo individual- el precio de coste = c

2 + v

2 y el valor de cambio de la

mercancía producida = c2 + v

2 + s

2.

Los valores de cambio de los productos de ambas categorías dentro de la esfera de la circulación se transforman en dinero, y la relación mutua entre ambos pode-mos expresarla en la fórmula:

I c1 + v

1 + s

1 =P

1

----------

II c2 + v

2 + s

2 =P

2

Aún en el caso del máximo de los consumos, -en la simple reproducción- obser-vamos, pues, que una parte del valor de cambio de la producción total anual, c

1, -ó

sea la parte del capital constante de la categoría I, consumidores en la producción anual transformado en dinero, no sale ya de la esfera de la circulación, no llega has-

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118

ta los consumidores, sino que este dinero, por medio de los bancos y del sistema del crédito moderno, funciona como capital-dinero, hasta que refluye, ya sea al capital mercantil, ya sea al capital productivo.

La suma de los productos P = se divide en dos secciones, á saber:

a) Medios indispensables de consumo ó medios de subsistencia, y

b) Medios de lujo.

Los medios de subsistencia los consumen tanto los miembros de la clase asala-riada como los de la clase capitalista, aunque la calidad de aquellos que consumen los primeros sea muy inferior á la que consumen los segundos.

Los medios de lujo los absorbe solamente la clase capitalista, pagándolos con una parte de la supervalía invertida por la clase capitalista en medios de subsisten-cia =

s; entonces la parte que esta clase invierte en medios de lujo tiene que ser

= s.

Introduciendo estos valores en las fórmulas que corresponden á las categorías I y II y expresando también los dos procesos de producción a) y b) en que se divide la categoría II, hallaremos para el caso de la simple reproducción las tres fórmulas siguientes:

I) c1 + v

1 + s

1 + s

1 = P

1

II a) c2 a + v

2 a + s

2 a + n - m

n s2 a = P

2 a

II b) c2 b + v

2 b + s

2 b + n - m

n s

2 b = P

2 b

Como antes hemos visto, ya sabemos que los salarios v2 a + v

2 b

1 más el consu-

mo de medios de subsistencia de la clase capitalista de la categoría II, s2 a + s

2

b, se cambian directamente por una parte de los productos P2 a

1, valor total de los

medios de subsistencia.

También ya sabemos cómo el valor de los salarios v1 más los medios de subsis-

tencia de la clase capitalista de la categoría I, s1 se cambian por su equivalente

c

2

a de la producción de medios de subsistencia.

Los gastos por medios de lujo que hace la clase capitalista, á saber:

n - m

n s

1+ n - m

n s

2 a+ n - m

n s

2 b se cambian por igual valor de los productos de lujo P

2

b = c2 b + v

2 b + s

2 b + s

2 b así queda: n - m

n s1 + n - m

n s

2 b = c

2 + v

2 b + + s

2 b.

Es decir, que tanto la recuperación de la parte del capital constante invertido en el proceso de producción de medios de lujo, como los salarios y los medios de sub-sistencia que consume la clase capitalista de la categoría II b, dependen del gasto para adquirir medios de lujo que hacen los capitalistas de las categorías I y II a. En tiempo de crisis, estos últimos dejan de gastar en medios de lujo, y los trabajadores de esta sección II b ya no reciben el importe de los salarios v

2 b, cuyo valor no afluye

al consumo de los medios de subsistencia, y los capitalistas de la sección II b tienen que pagar el valor de sus medios de subsistencia s

2 b de sus reservas ó del capi-

n - m

n

n - m

n

nm

nm

nm

nm

nm

nm

nm

nm

nm

n - m

n

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119

tal de dinero, ó de su capital circulante, lo que al fin sería su ruina, y todo el orden económico social se trastorna de este modo.

En épocas de prosperidad la producción de medios de lujo II b aumenta mucho, y los elementos c

2b y v

2b sacados de la circulación, se elevarían a sumas considera-

bles. Los salarios v2b se pagan entonces otra vez á un grande número de obreros, que

en tiempo de crisis subsiguiente serían otra vez echados á la calle para morirse de hambre, ó aumentando el grande ejército de reserva á las órdenes del capital, harán bajar notablemente los salarios, ó sea el capital variable colocado en la producción, de donde resulta la baja de los precios de todos los productos, y también el empo-brecimiento de la gran masa de población.

Es evidente que los gravísimos inconvenientes mencionados no nacen de la producción, ni mucho menos del consumo de artículos de lujo. Al contrario, cuanto mayor el consumo de artículos de lujo, tanto mayor el movimiento capitalista, tanto mayor la riqueza social y el bienestar.

El inconveniente resulta de la inestabilidad de la proporción n: m, de la gran oscilación de la proporción entre la cantidad de artículos que se lanzan por la pro-ducción al mercado de los medios de subsistencia y la cantidad de mercancías que afluyen al mercado de medios de lujo.

Lo que forma el inconveniente es que no haya siempre consumo suficiente para la masa de artículos producidos de la categoría II b, de medios de lujo, que para los productos P

2 b no haya consumidores bastantes, y que, en su consecuencia, como lo

revela una mirada á las tres fórmulas y á las relaciones que entre ellas existen, todo el sistema económico sufra vehementes cambios y trastornos.

El máximo consumo de los productos P2 b resultará del máximo número posible

de capitalistas que se apoderarán de la supervalía que resulta de las tres categorías de la producción.

El ideal económico, pues de la sociedad en su organización actual es que todos sus miembros participen en la supervalía, lo que evidentemente incluye la idea sine qua non de que todos participen también en el capital variable, ó lo que es igual: que todos sean capitalistas y obreros al mismo tiempo, es decir, que la sociedad tienda al establecimiento de la igualdad económica de sus miembros, como ella ya ha esta-blecido ¡a igualdad política y la igualdad cívica.

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Estamos muy lejos todavía de alcanzar este grado ideal de cultura á que tiende el proceso de la evolución económica humana. Para constatar esto y buscar los me-dios y el camino del progreso que no lleve á este ideal anhelado, es que la sociedad necesita conocer por medio de la estadística el importe de sus consumos, tanto de los de los productos reproductivos, como de los medios de subsistencia y de los medios de lujo, sin confundir la tres en una sola palabra sin carácter determinado, como se ha hecho hasta aquí entre nosotros.

Germán A. Lallemant.Año: 1895 - Número: 139 - Mes: Agosto - Páginas: 662-663

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121

LA GANADERÍA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA Y EN EUROPA. ESTUDIO COMPARATIVO

Con motivo de los resultados muy halagüeños de la exportación de animales en pie que se está desarrollando rápidamente en la República, se ha discutido si la ganadería argentina podrá competir con éxito con la europea. Algunos órganos de la prensa europea que tenemos á la vista, opinan que no.

Es evidente que esta opinión no tiene razón de ser. Pero como nuestro país necesita de la inmigración europea, á la cual no se pueden dar nunca suficientes explicaciones ni bastantes datos verídicos sobre la situación exacta de nuestras in-dustrias, juzgamos de oportunidad ventilar nuevamente esta cuestión y hacer resal-tar las ventajas que nuestro país brinda a la ganadería.

No sin fundamento se ha dicho que la ganadería argentina puede fácilmente poner fuera de combate á los ganaderos europeos. Ningún país europeo tiene un clima tan benigno como la República: en ningún país las tropillas y majadas tienen á su disposición llanuras tan dilatadas como acá, en cuanto á la fertilidad del suelo, no hay para qué decir que el suelo argentino supera á muchos.

Desde que se ha resuelto el problema de tener forrajes en la cantidad que se quiere, cultivando la alfalfa, no será difícil aumentar á cien los 25 millones más ó menos de ganado vacuno con que cuenta hoy la República y de mantener 250 millo-nes de ganado lanar en vez de los 80 millones que se ven en las llanuras argentinas.

En un artículo publicado en el Live Stock Journal, el apreciable Sr. Gibson, quien es muy conocedor de todo lo que se refiere á la ganadería, contesta á una pregunta que se había hecho á la dirección del citado periódico sobre la competencia que la ganadería argentina hará á la europea. Dice que la ganadería puede tomar en nues-tro país un incremento tal, que sólo lo igualará el de la agricultura. Habla de los territorios casi despoblados en la provincia de Santa Fe, La Pampa Central y todo el Sur de la República, los cuales se prestan admirablemente á la ganadería y sólo esperan á que el aumento de población venga á llevarles un sinnúmero de opulen-tos rebaños. Ventila también la probable extensión de los alfalfares y dice que sería aventurado establecer desde ya el número de hectáreas que podrán ser sembradas con alfalfa, siendo además un hecho que también otras plantas forrajeras podrán ser cultivadas con éxito en la República.

Lo que si puede afirmarse, dice el Sr. Gibson, es que el estanciero argentino no tiene que temer que el aumento de la producción ganadera le vaya á cerrar el mercado internacional. La ganadería será siempre la industria que hará cuenta á los hombres que de ello se ocupen, y este estado de cosas no cambiará aunque los actuales precios del ganado y de los productos de la ganadería en el mercado inter-nacional declinen algo.

La dirección del Live Stock Journal, al publicar el artículo del Sr. Gibson, opina que las conclusiones á que arriba el articulista son algo exageradas, pero sin dar las pruebas de este juicio. Es evidente que las ideas del Sr. Gibson no son exageradas, y

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nosotros nos inclinamos á aceptar también la parte de su artículo en que dice que la República Argentina podrá un día proveer con carne y ganado á todos los mercados del mundo y ocupar el primer rango entre los países proveedores de estos artículos. Para eso sólo falta que se deje tomar á la ganadería el incremento de que es capaz y que se aumente en la misma proporción el cultivo de la alfalfa ó de los forrajes en general.

Y al decir que la opinión del Sr. Gibson no nos parece exagerada, pensamos también en las cifras que nos indican el aumento de la exportación, que es asom-brosa. Según los datos oficiales recién publicados, la exportación de productos ar-gentinos ha aumentado considerablemente en los primeros seis meses del año co-rriente. Comparando las cifras correspondientes de igual período del año pasado, tenemos que se nota un aumento de 5,6 millones de pesos oro sellado.

Hay que tomar en cuanta que este aumento de la producción y exportación se ha verificado paulatinamente durante un período de cinco años en que la crisis agobiaba al país. Todo esto demuestra el gran porvenir que tiene la ganadería entre nosotros, como también su desarrollo extraordinario, puesto que los productos ga-naderos pagan una gran parte de los impuestos de exportación.

Pero ocupémonos un momento más de la situación de la ganadería aquí y en Europa. Mientras el estanciero en este país paga un impuesto reducido, el ganadero europeo tiene que oblar una suma mucho mayor por igual concepto. Tampoco los gastos ordinarios del estanciero argentino tienen punto de comparación con los del europeo, siendo también desde este punto de vista la situación del primero más aliviada que no la del segundo.

Una gran ventaja lleva el estanciero argentino sobre el europeo á causa de la fertilidad de los alfalfares en nuestro país. Gracias á la benignidad del clima y á la circunstancia de que el suelo argentino tiene una capa de tierra arable, cuyo espesor varía entre 60 centímetros y 2 metros, los alfalfares duran de 10 á 30 años y dan cuatro cosechas al año. La mayor parte de los países europeos la naturaleza duerme durante la estación del invierno, y á pesar de usarse abonos y de precaverse el hom-bre contra todas las eventualidades tanto como puede, los alfalfares no duran más de tres años y dan solamente dos cosechas al año.

Agréguese á eso que el ganadero argentino no necesita los establos costosos que en Europa se construyen ni tiene que sufrir los inconvenientes que la alimen-tación artificial del ganado durante el invierno trae consigo, dejándose aquí á los animales todo el año al aire libre y encontrándose pasto verde y fresco en invierno tanto como en verano.

Otra ventaja que habilita á la ganadería argentina para competir con la europea, es la baratura de la tierra. En Europa una hectárea cuesta 400 á 800 pesos y en la Repú-blica Argentina, se puede adquirir la misma extensión de terreno entre 25 á 60 pesos.

Y si se quiere hablar de la distancia que separa nuestro país de los grandes mercados de consumo, tampoco queda en peores condiciones nuestra ganadería en

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comparación de la europea, dado el continuo mejoramiento de los medios de trans-porte y la baja de los fletes que forzosamente tiene que producirse.

Resulta, pues, de este estudio comparativo que la ganadería en la República se encuentra en una situación mucho más ventajosa que la europea, lo que debía inducir á un gran número de gente que se dedica á esta industria en los diferentes países á radicarse entre nosotros. Podemos agregar que así lo ha comprendido ya más de un gobierno europeo entre estos el alemán, quien acaba de mandar al profe-sor de la Academia Agrícola de Berlín, Sr. K. Kaerger, á las playas del Río de la Plata, para que estudie la situación de la ganadería y agricultura en nuestro país.

Es de esperar que estas iniciativas darán nuevo impulso á la inmigración, lo que redundará en bien de esta última y de nuestro país.

Marius.

Año: 1895 - Número: 141 - Mes: Septiembre - Páginas: 703-704

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¿COLONIZACIÓN Ó LATIFUNDIOS?

Al fin podemos darnos cuenta de los resultados de la última cosecha de maíz.

Basta tomar en consideración los precios á que se ha tenido que vender este grano para comprender cuán desastrosa ha sido la cosecha para el colono en gene-ral.

En los puertos se ha pagado de 12,50 $ oro hasta 13,50 $ oro la tonelada, cuyo precio de coste en el campo se calcula en 8,75 $ oro. Esperemos que la estadística de la exportación nos instruya más detalladamente sobre el tópico.

En 1894 se vendió el maíz á 20,40 $ oro á bordo, y á 10,90 $ oro más ó menos en el centro de Santa Fe.

Séame permitido volver sobre la cuestión del precio que el colono trabajador, ó pequeño propietario, tiene que pagar por la tierra.

Sabido es que el valor real de la tierra es igual al capital que corresponde á la renta que puede dar.

Una chacra que da á su dueño una renta anual de r $, siendo la tasa de interés en plaza i por ciento, tiene un valor real de .

El valor de la tierra es, pues, la renta capitalizada.

Eso sin tomar en consideración ni la diferencia entre la tasa de la renta y la del interés que resulta de la mayor seguridad que ofrece el capital colocado en bienes raíces, ni los efectos de la especulación.

Sobre el carácter social y el origen de la renta, este grande monopolio á favor del propietario de la tierra, que se le paga como una remuneración por haber puesto ésta á disposición del cultivador, nada diremos en este lugar. Ricardo, en el II capí-tulo de sus Principles, explicó este tópico por primera vez.

Pero examinemos qué lugar ocupa la renta en el proceso de la producción agrí-cola.

Como todo proceso de producción capitalista también la producción agrícola responde á la fórmula general

P = c + v + s

en que P representa el valor de cambio de los productos; C es la parte del capital constante que absorbe el proceso; V equivale al importe del capital variable, ó precio de la fuerza de trabajo, y s expresa la supervalía (véase LA AGRICULTURA III, pág. 604).

El capital empleado y absorbido en el proceso de producción anual es c + v, siendo esta suma también la fórmula del precio de coste, compuesta de los elemen-tos constitutivos del valor del producto, en que c equivale al capital circulante más la parte desgastada del capital fijo durante la producción anual, y v á los salarios y sueldos pagados por el cultivador.

100ri

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La supervalía s es el aumento ó excedente que el capital variable-que antes del proceso de producción equivalía al precio de compra de la fuerza de trabajo, es decir, al importe de los salarios-ha tenido por medio del mismo proceso de producción, según la fórmula:

v ……T …..v + s

que se debe leer: el capital variable V, invertido en fuerza de trabajo humano T durante el proceso de producción, da un valor de productos igual al mismo capital variable v, más una supervalía, s.

El importe de la supervalía s se reparte entre muchos capitalistas. En la esfera de la producción, el cultivador toma una parte como el beneficio agrícola b, de la cual paga al propietario la renta, r, y á veces también los intereses sobre el capital invertido en forma de mejoras, quedándose él con el resto como su ganancia, g.

El precio que el cultivador recibe por sus productos es, pues: p = c + v + b, ó también p = c + v + g + r.

El resto s – b de la supervalía, lo absorben los gastos de la circulación, de trans-porte y comercio, hasta que el producto cuyo valor de cambio total es P = p + (s – b), se ofrece á este su precio natural al consumidor sobre el mercado, en donde es vendido por un precio de mercado que varía del precio natural más ó menos, según la ley de la oferta y demanda.

La renta, más los intereses sobre el capital invertido en mejoras, m, forma el importe del precio de arriendo, a = r + m.

En el caso en que el propietario mismo sea el cultivador, la ganancia y la renta se confunden en un solo valor, sin que se deje de pagar la renta, por haber sido pa-gada ya de antemano al comprar la tierra.

Lo que se compra y se vende en realidad en las transacciones capitalistas de la tierra, es decir, la renta, y el valor del campo, no pasa de ser una mera ficción. Lo que se compra realmente en este caso, es un derecho sobre una parte del valor ca-pitalizado de los productos que aquella fracción de tierra podrá dar en el porvenir, un derecho sobre una parte de la supervalía á crearse en el proceso de producción agrícola de cada año venidero.

Como parte de la supervalía, la renta es un excedente del salario, y como ele-mento del beneficio agrícola la renta es un excedente de la ganancia del cultivador.

En Irlanda, por ejemplo, el rédito que el land-lord cobra como renta no es más que una percepción sobre el salario del labrador (véase K. Marx, Das Elend der Philosophie, 151), pero en la grande explotación agrícola inglesa esta renta es tanto una percepción sobre los salarios como sobre las ganancias del cultivador-arrenda-tario-capitalista.

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La fórmula general de la renta es, pues:

r = p – (c + v + g), é introduciendo este valor en la fórmula del valor real de la tierra t; t= resulta;

t = =

El labrador ó el colono trabajador que compra una pequeña fracción de campo que se propone explotar él mismo por su trabajo propio y el de su familia, paga su concesión mucho más cara, aún comprándola al contado.

El motivo de esta extraña anomalía debe buscarse en que este individuo no pre-tende comprar una renta. Lo que él anhela es la adquisición de un hogar propio, de un homestead, que por medio de su trabajo le provea con los medios indispensables de subsistencia, y le libre de los vaivenes y mudanzas continuas á que está expuesta la existencia del pobre proletario rural. El no pide más que el importe anual del salario real que le pagaría un patrón cultivador, aunque tuviera que trabajar mucho más y vi-vir bajo un standard-of-life mucho más reducido que aquel á que se ve sujeto un peón.

Lo que él compra no es una renta, es un salario anual, v, la diferencia del precio que le podrán dar sus productos, menos la parte de su pequeño capital constante que durante el proceso de producción entra como un elemento constitutivo en el valor de sus productos. Lo que él capitaliza es su salario y lo que él paga por su con-cesión es = ó sea un valor de superior al valor real de la tierra que compra.

El empresario de la colonización, ó sea el vendedor de la tierra, cobra, pues, á este infeliz, no solamente la renta capitalizada, sino además una parte, á saber: v – r de los salarios también capitalizada.

¡Si esto no es usura, jamás ha habido usura en el mundo!

Este sistema puebla la colonia, pero condena á una numerosísima población rural á un exceso de trabajo y á un mínimum de consumo; quita al nuevo colono-trabajador su capital y provoca su decadencia, la propia y la de su familia, física y moral. Luego da lugar á una suba artificial del precio de la tierra, lo que causa la paralización de la inmigración, y debido á la reducción de los consumos, merma la demanda sobre el mercado interno, rebaja los precios, arruina la industria nacional, coarta la importación y causa un enorme déficit en la renta de la nación. En una palabra, es una de las causas principales del empobrecimiento de la clase baja de la nación, aunque no sea la única.

Hemos expresado la fórmula del arriendo por a = r + m. Sustituyendo r por la fórmula hallada, tendremos:

a = p – (c + v + g) + m

Ó también:

= p – (c + v + (b – r) + m.

100ri

100(p-c+v+g)i

100(p-c+v+b-r)i

100vi

100p - c - bi

100p v - ri

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El arriendo nacional queda por esta fórmula determinado en sus relaciones á los valores de los demás elementos de producción, que serán fácilmente presupues-tados con alguna aproximación. Aquí, como en toda parte, la agricultura progresa á semejanza de la de Inglaterra. Al trabajo de los siervos y de los colonos, pequeños propietarios que se arruinaron en el siglo XII, siguió el sistema del arrendamiento de secciones de latifundios á los bayliffs, á quienes el landlord, el propietario, ha-bilitaba con todo lo necesario. Estos bayliffs se transformaban en el siglo XIV en Metayers,-los Mégers en Francia,-aparceros ó medianeros. De éstos, muchos se hi-cieron propietarios, yeomen, que desaparecieron del todo en el siglo XVIII para ser reemplazados por los actuales gentleman-farmers, que con fuertes capitales traba-jan sobre tierras arrendadas á los propietarios de los vastos latifundios en que hoy en día está dividido aquel país.

A estos gentleman-farmers arrendatarios con contratos á plazos largos, que pagan al propietario una renta, se debe el estado próspero de la agricultura inglesa. Ellos crearon el moderno método de la explotación intensiva gran capitalista de latifundios y se han enriquecido parcialmente á costas de los propietarios. Por eso ahora se pronuncia más y más la tendencia entre los landlords de explotar ellos mismos sus latifundios.

La clase de los labradores pequeños propietarios se va arruinando y conclu-yendo rápidamente en toda parte hoy día, porque la pequeña propiedad, que se va subdividiendo siempre más, según ella va pasando por herencia del padre á poder de los hijos, no permite la aplicación de la explotación intensiva gran capitalista. Aquí comienza á sentirse el mismo fenómeno.

Conforme se va agotando la fertilidad del suelo en las antiguas colonias y ba-jando los precios de los productos, el número de propietarios se va mermando y se formarán latifundios en manos de los más ricos, arruinándose cada vez más los más pobres.

Este proceso importará una grande desgracia para los destinados á morir eco-nómicamente y para el país entero, porque no se conoce una suma de sufrimientos mayor en el mundo que aquel que representa la agonía económica de toda una clase social.

¿Por qué no prevenir desde ya la catástrofe con el fomento de la formación de latifundios que forzosamente tienen que ser la forma única futura de la propiedad raíz?

Germán A. Lallemant.Año: 1895 - Número: 143 - Mes: Septiembre - Páginas: 740-742

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INMIGRACIÓN Y COLONIZACIÓN

Nuestros lectores recordarán aquellos tiempos cuando se hacía un cálculo más ó menos aproximado de lo que valía cada inmigrante que llegaba á las playas del vasto estuario del Río de la Plata. Era en la época de los pasajes subsidiarios, y aque-llos cálculos, que han resultado bastante acertados tomándolos en sí, se hicieron en aquel entonces probablemente para azucarar un poco la píldora, algo amarga, de los cuatro ó cinco millones de pesos que fueron pagados por el Tesoro de la Nación, pero que nunca volvieron á él, por varias causas.

Decimos que del punto de vista económico el cálculo hecho es bastante exacto, y si se valúa á cada nuevo inmigrante en cierta cantidad de dinero, calculando tam-bién el valor de los instrumentos ó herramientas que trae cada uno, no se hace más que ponderar la importancia de la inmigración para la República Argentina. Y por cierto que el problema de atraer una gran corriente de inmigración á nuestro país, no está resuelto aún. Nos acercamos, sí, á la solución, vemos con criterio claro los errores que se han cometido, la necesidad de fomentar la inmigración. Pero falta un plan claro y definido que resuelva la cuestión por completo.

La prensa en general no pierde de vista este problema, aunque de vez en cuan-do se publican artículos inspirados por un espíritu de exageración sobre este tópico. Así, un importante diario de la capital ha dicho últimamente que la inmigración, hoy por hoy, es igual á cero, y que se ven más bien los principios de una emigración. Para desvirtuar estas aserciones basta comparar los datos que la estadística nos su-ministra. Tomemos, por ejemplo, la nota que el Director del Departamento de Inmi-gración ha pasado al Ministro del Interior, y en la cual da cuenta del movimiento de entradas y salidas habido en el mes de septiembre próximo pasado, y en los nueve meses transcurridos desde el principio del año. Dice el Sr. Alsina que han entrado 5.239 inmigrantes de Ultramar y han salido con igual destino 1.503 personas.

En estos datos se prescinde de los pasajeros de Ultramar y de Montevideo y de los individuos que han venido con pasaje de segunda clase por vía de Montevideo. Resulta, pues, que la inmigración supera á la emigración. Y si se toma en cuenta el número de inmigrantes de Ultramar llegados en los nueve meses de Enero á Sep-tiembre, se obtiene la cifra de 30.772 personas, mientras que sólo 17.200 personas emigraron del país.

Este resultado es bastante favorable y se puede decir que es halagüeño, puesto que el año pasado, y en igual período, entraron sólo 26.688 inmigrantes de Ul-tramar. Se puede prever, pues, que á fines de este año el número de inmigrantes alcanzará á una cifra igual al promedio de los últimos veinte años, el cual no pasa de 50.000 individuos, si se exceptúan los tres años de 1887, 1888 y 1890, es decir, el apogeo de la crisis del progreso.

En cuanto á la emigración de las 17.200 personas, creemos que el Sr. Alsina tie-ne razón cuando dice que no hay que alarmarse por este hecho, que es más bien fa-vorable al país, porque no represente emigración de empobrecidos ó descontentos,

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sino que es producida por el mantenimiento de relaciones de familia, comerciales é industriales de los mismos inmigrantes. Además se ha comprobado que muchas de estas personas regresan al país después de cierto tiempo, trayendo amigos ó pa-rientes.

Para darse exacta cuenta de lo que significan las cifras apuntadas para el pro-greso del país, hay que recordar que en los años de 1857 á 1861 la inmigración no pasaba de 7.000 personas, y que en los años de 1871, 1876 y 1877 no alcanzaba á 15.000 personas. En resumen, hay que convencerse, pues, de que la corriente de la inmigración tomará poco á poco mayores proporciones á medida que se conozcan en el viejo mundo las grandes ventajas que ofrece nuestro país para todo hombre industrioso.

Otro punto que se ha discutido es la falta de brazos para la época de las cose-chas. Una de las causas primordiales de este fenómeno es, por cierto, el hecho de que esta clase de trabajo sólo es temporario y que los hombres que ayudan á los agricultores en esta época no encuentran tan fácilmente un empleo permanente una vez concluidos los trabajos de cosecha. Otra circunstancia mencionada en la nota aludida del Sr. Alsina influirá también sobre este hecho, según nuestro pare-cer. Se ha notado que de 1402 españoles entrados en el país, sólo 166 han pedido internación. La mayor parte de estas personas prefieren, pues, permanecer en la ca-pital ó en las ciudades sin esparcirse en todo el país, como hacen los italianos, lo que no es conveniente para aquella inmigración, que se priva de alcanzar la excelente posición que otros inmigrantes obtienen, habiendo en gran proporción personas de esa nacionalidad en situación precaria en la ciudad. Lo que dice el Sr. Alsina de los españoles, se puede referir también á algunas otras nacionalidades.

Pero aunque la falta de brazos en la época de las cosechas es un hecho, no por eso deja el agricultor inteligente y activo de buscarse los medios para suplir estas necesidades. Llama á su costa personas de su familia para tener auxiliares seguros y poder labrar la tierra en proporción á la extensión de que disponen.

Así, desde el principio del año han entrado 4.455 familias en estas condiciones. Es, pues, una exageración si algunos órganos de la prensa afirman que el aumento sorprendente de la producción nacional tendrá que paralizarse si la inmigración no toma un incremento mayor de lo que tiene actualmente.

El hecho de que los colonos pagan altos salarios á los obreros que les ayudan en la época de las cosechas no prueba nada; sólo se podría deducir de ahí que los agricultores disponen del dinero suficiente para pagar estos salarios, lo que no deja de ser un síntoma muy halagüeño.

No comprendemos, francamente, porqué se alega que el fomento de la inmi-gración debe interesar al gobierno para que el número de las personas que pagan impuestos crezca lo más pronto posible. Los impuestos son un mal necesario y exis-ten en todos los países del mundo. Pero decir á los inmigrantes: vengan á nuestras playas para pagar impuestos, esto es un absurdo. Además, si la tasa del impuesto es hoy un poco elevada, hay fundadas esperanzas de que pasada la época en que

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la República se vea obligada á mantener la paz armada y concluido el arreglo de la deuda externa, también los impuestos – que al fin y al cabo no presentan una carga exorbitante- bajarán paulatinamente.

Falta ocuparnos un momento de los proyectos que se han presentado al gobier-no para fomentar la inmigración.

Uno de estos proyectos consiste en una propuesta de varias compañías de va-pores que se quieren comprometer á traer 100.000 inmigrantes en el término de dos años, si el gobierno les concede un subsidio de $ 20 oro sellado por 1 pasaje entero, $ 10 oro por medio pasaje y $5 ó por un cuarto de pasaje.

Las compañías mencionadas cobrarían entonces á las inmigrantes sólo $ 12 oro por un pasaje entero. Los inmigrantes se traerían de puertos italianos, españoles y franceses, debiéndose las tres cuartas partes de estos inmigrantes agricultores y con familia.

Como se ve, este proyecto difiere en algo de una famosa ley de pasajes subsidia-rios que todos conocen. Pero tiende á fomentar la inmigración artificial, y por eso creemos que no conviene al país. Además, no debe favorecerse con estos subsidios a determinadas compañías de vapores, y últimamente recordaremos que el Norddeuts-cher Lloyd, sin pedir subsidios de ninguna clase al gobierno, piensa también traer agricultores de Alemania.

El otro proyecto está ligeramente esbozado en la nota del Sr. Alsina. El Director del Departamento General de Inmigración piensa proponer al Gobierno que el teso-ro de la Nación, en cuanto su estado lo permita, facilite á los agricultores radicados en el país los medios para traer el resto de sus familias, bajo su responsabilidad.

Es decir, que el gobierno facilitaría los pasajes, y los agricultores tendrían que reembolsar estos gastos más tarde.

Si estas son las ideas del Sr. Alsina, diríamos que, con las bases experimentales y positivas que él posee, debía llegar á la conclusión de que, si bien aquellos pasajes subsidiarios podrían en uno que otro caso ser útiles á determinados agricultores, sin embargo, como los colonos están ya acostumbrados á llamar á sus familias y hacerlas venir á su costa, lo harán lo mismo sin necesidad de recurrir al gobierno.

Por estas razones nos gusta más el proyecto del doctor Wiegand, del cual nos ocupamos en un número anterior de LA AGRICULTURA, y lo preferimos, no sólo por eso, sino porque resuelve ó tiende á resolver tanto el problema de la colonización como el de la inmigración. Somos de opinión que un subsidio prudente acordado por una ley de la Nación á todas las compañías de vapores que nos traen inmigran-tes de Ultramar, daría también buenos resultados, siempre que fuera posible dirigir la atención de los interesados al problema de la colonización, que tan estrechamen-te está ligado con el de la inmigración.

Marius.Año: 1895 - Número: 146 - Mes: Octubre - Página: 794

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CHACRAS

La falta de una estadística oficial hace casi imposible el estudio de nuestra vida económica y social, y vuelve ilusorios nuestros conocimientos sobre el estado actual de cultura alcanzado por el país y sus progresos.

Los datos estadísticos que nos suministran algunos trabajos particulares no pueden ser completos, pero se los debemos agradecer á aquellos que nos los han facilitado.

Sobre trabajos de agricultura no conozco datos más prolijos que aquellos que publicó el señor Raimundo Salazar en el año II, página 479, de LA AGRICULTURA, bajo el epígrafe de Chacras, y son estos los que sirven de base al pequeño estudio económico-rural siguiente.

Primeramente colocaré los datos contenidos en dicho artículo en el orden en el que necesito coordinarlos para poder deducir de ellos varias consecuencias, y en seguida estudiaré su importancia.

Contabilidad de una chacra en campo entre 9 de Julio y Trenque Lauquen, á tres leguas de la estación Pehuajó, en campo arrendado.

CHACRA DE 150 CUADRAS = 253.11 HECTÁREAS CON ORO Á 380

1- El capital fijo é instalación

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2- La producción del maíz

El capital variable resulta ser el siguiente:

Salarios del personal permanente:

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Salarios del personal de trabajos temporarios:

En los gastos por desgranar y entrojar va incluído un valor de capital constante; pero no se puede deducir de la cuenta á cuanto asciende éste.

El coste de producción del maíz, c + v; importa, pues, $ 2.530,75.

Por tonelada: 21,09 $ m/n = 5,55 $ oro.

Los gastos de circulación de la mercancía hasta el puerto son:

Gastos de transporte:

Los gastos de circulación importan por tonelada = 19,30 $ m/n = 5,08 $ oro.

Puesta en el puerto, la tonelada cuesta al chacarero =40,39 $ m/n = 10,63 $ oro.

El precio venal del maíz lo anota el Sr. Salazar en término medio á 58 $ m/n la fanega, ó sean total, 6.000 $ m/n

El beneficio agrícola importaría entonces 1.153,25 $, sin poner en cálculo el importe del alquiler del campo.

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3- La producción del trigo

El capital circulante importa:

El capital variable importa:

O sea 35,77 $ m/n = 9.41 $ oro la tonelada.

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Los gastos de circulación del producto importan:

Gastos de transporte:

Los gastos de circulación importan por tonelada 21,70 $ m/n = 5,71 $ oro.

Puesta en el puerto, la tonelada cuesta al chacarero 57,47 $ m/n = 15,12 $ oro.

El precio venal del trigo á 7 $; término medio, resultan 75,60 $ m/n.

El beneficio agrícola importaría entonces 2.713,25 $ m/n, sin poner en cálculo el importe del arrendamiento.

4- Producción de la huerta y del terreno de pastoreo

Las 20 cuadras (33,75 hectáreas) de pastoreo, las necesita el chacarero para sus bueyes. Las 10 cuadras restantes (16,87 hectáreas) las explota como huerta. Este cultivo no figura en la contabilidad, pero probablemente sus productos se consumi-rán en el proceso mismo de producción y su valor se halla incluído en los 7,30 $ por comida del personal.

La contabilidad no es completa en este sentido.

5- Cuadro general de la producción

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6- El arrendamiento

Alquila las 150 cuadras el chacarero del señor Salazar por 600 $ m/n al año. Como se trata de un campo virgen, no hay, pues, capital invertido en mejoras por parte del propietario, y todo el alquiler debe considerarse como renta. La tasa de la renta no puede ser mayor que el interés que los Bancos pagan por depósitos á un año de plazo, y en este caso el valor del campo sería para el propietario arrendador

= = 12.000 $ m/n, ó sea 47,41 $ m/n por hectárea.

Este precio de campo, á 360 ó 370 kilómetros de distancia del puerto, es exce-sivo. En La Nación del 1º de octubre se menciona un negocio de campo en Trenque Lauquen de 23 leguas vendidas en 470.000 $ m/n, ó sea á razón de 7,57 $ moneda nacional por hectárea.

El beneficio agrícola anual que el chacarero saca en un año bueno del fondo, importa 3.866,50 $. Según el señor Salazar, en cinco años hay tres buenos, uno regular y uno malo. Suponiendo la proporción entre las bonanzas de las cosechas como 100: 50: 20, tendremos que el término medio en cinco años sería 74. El be-neficio agrícola á los precios indicados en cinco años importaría 14.306,05 $, y el arriendo 3.000 pesos, ó sea el 20,97 %.

Este arriendo equivale á una usura temeraria, y en una época en que los precios de los productos tienden sin cesar á una baja mayor, no puede ningún agricultor comprometerse por el plazo de cinco años á pagar esta tasa elevada sin arruinarse infaliblemente.

El chacarero del Sr. Salazar paga un alquiler de 2,37 $ m/n por hectárea. En Guamini, partido vecino de Trenque-Lauquen, se acaban de arrendar lotes de tierra por 0,55 $ m/n. (Véase LA AGRICULTURA III, pág. 746.)

La renta que el propietario cobra en este caso de su campo, importa una tre-menda percepción, tanto sobre los beneficios como sobre los salarios del arrenda-tario, parecido á la renta que el land-lord irlandés arranca á sus tenants para gastar su importe en Londres. Nuestra grande Capital Federal también pesa como una tremenda cabeza, como un hidrocéfalo atroz, sobre la producción nacional, y su lujo se sostiene principalmente por la usura, tanto comercial como territorial, por la cual se explota la mísera población rural á favor de la población urbana.

Germán A. Lallemant.Año: 1895 - Número: 147 - Mes: Octubre - Páginas: 813-814

5600100100 x

ixr

=

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CHACRAS II

Creo haber interpretado la contabilidad del chacarero de Pehuajó exactamente, para el caso del cultivo ya instalado, diferente del cultivo ya instalado, diferente del cultivo en principio, como dice el Sr. Salazar (LA AGRICULTURA, II, pág. 555), cuyos resultados finales varían por eso algo de los arriba anotados. Estudiaremos las dife-rentes partidas de esta contabilidad.

7- El capital fijo

Nuestro chacarero-arrendatario es un pequeño capitalista y trabajador al mis-mo tiempo, aunque mal agricultor, como se deduce de la contabilidad. Su primera instalación le cuesta tan sólo 1.548,40 $, incluso su trabajo propio y el de su mujer, ó sea 6,12 $ por hectárea.

El rasgo más característico de esta producción agrícola consiste en este peque-ñísimo capital fijo con que el chacarero se lanza á la explotación del campo.

Para su familia y la peonada no construye más que dos piezas y una cocina de pared de chorizo y techo de paja, y para los bueyes un corral. Nada de galpones ni de establos ni de trojas permanentes. Su habitación es un mísero rancho, como dice el Sr. Koppe (LA AGRICULTURA, III, pág. 352), y él vive pobremente. El clima tan be-nigno permite vivir casi siempre al raso, y los peones ocupados en la cosecha parece que nunca duermen bajo techo.

Por más favorables que tales condiciones de habitación sean para el capital del cultivador, son perniciosas para la clase de trabajadores rurales.

Hemos leído en los periódicos de los proletarios como el Vorwärst, El Obrero y La Vanguardia, de Buenos Aires, y en algunos europeos lo mismo, las amargas quejas de los trabajadores de nuestro campo sobre las habitaciones deficientes y las fatales con-secuencias higiénicas, económicas y morales de este grave inconveniente. Se ha es-crito, además, á menudo por hombres de ciencia sobre este tópico. El Dr. Rogers en su obra magistral A history of Agriculture and prices in England, trata el punto detalladamen-te, y dice que la fuerza del trabajador depende de su modo de descansar, tanto como de lo que come, y en mala habitación no hay posibilidad de descansar debidamente.

La causa del alcoholismo y de la inmoralidad que reinaban antes en tan elevado grado entre los trabajadores agrícolas ingleses, la atribuye el célebre Dr. Hunter á las malas habitaciones, sobre todo á la vida al raso que pasaban los trabajadores tem-porarios en los farnis (véase Report on Public Health, 1865, 502). Seguramente la cau-sa principal de que la peonada se componga de seres tan depravados como los pinta el señor Koppe (véase LA AGRICULTURA, III, 352), y de que el proletariado huya del campo á la ciudad, se debe buscar en las pésimas habitaciones. Tales condiciones constituyen una gravísima rémora para el desarrollo de la inmigración. Las quejas publicadas en los periódicos proletarios de aquí resuenan hasta muy lejos hoy en día; y hallan eco en la última aldea europea.

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El segundo rasgo característico de la contabilidad lo hallamos en el corto plazo fijado para la amortización del capital fijo y su rápido deterioro. El plazo del arrenda-miento es de sólo cinco años. El arrendamiento forma para la mayor parte de nuestros agricultores una fase intermediaria de su evolución social, que comienza, según el se-ñor Koppe (LA AGRICULTURA, III, pág. 481), con el rango de peones; es para llevarlos enseguida al puesto de medianeros, después al arrendamiento, para acabar, si la suerte lo quisiera, como propietarios de un pequeño lote, en que puedan asentar sus petates y fundar su homestead propio para siempre, si la marcha rápida que va tomando el desa-rrollo del capitalismo aquí como en todas partes del mundo civilizado, más tarde no las vuelve á expropiar, para hacer que sus pequeñas propiedades sean englobadas en algún grande latifundio, y ellos mismos y sus hijos proletarizados para concluir como peones. Por ahora, puede el agricultor, con sólo un capital disponible de unos 3.000 $, llegar como arrendatario, hasta disponer de una primera cantidad de maíz, siempre que ob-tenga una buena cosecha, para la cual la probabilidad que le acompaña es como 3, 2.

Tales aspectos son mucho más halagüeños de los de otros países, y explican el ex-traordinario desarrollo rápido que la agricultura ha tomado aquí; pero también hacen temer que dentro de un plazo breve el país tendrá que sentir doblemente la reacción que ya se va anunciando por la continua baja en los precios de los productos.

Actualmente con el precio del maíz á 11,56 $ oro la tonelada en el Mercado Central, el chacarero de Pehuajó, después de pagar la mitad del arriendo, se queda con sólo una ganancia de 54,40 $ m/n, después de la última cosecha mala de trigo. Su pérdida de este año debe ser muy seria.

Debe mencionarse que la chacra que explota el chacarero es una muy grande. Por falta de estadística no se conoce el tamaño de una chacra de un término medio en este país. En los Estados Unidos, según el censo de 1890, en general, el tamaño de las farms es de 55,29 hectáreas, de las cuales 31,73, ó sean el 57,39 % son cultiva-das. Las farms en el Oeste son, por término medio, de 131,27 hectáreas de las cuales 63,91, ó sea un 48,69 % son cultivadas. El chacarero de Pehuajó cultiva un 80 % de su lote con maíz y trigo.

Según la ley de homestead de 1862, la concesión de buen campo de pan-llevar en los Estados Unidos era de 32,40 hectáreas, y la mayor, en campo inferior, de 64,80 hectáreas. Tales lotes se tenían entonces por muy suficientes para permitir una explotación provechosa. Pero ya en la época de 1880 hasta 1890 se han for-mado 1.316.000 farms nuevos hasta de 250 hectáreas de extensión, porque con el método moderno de labranza los muy pequeños no son ya provechosos (R. Meyer. Ueber Latifundien Wirthschaft in Nord-America. N. Zt. XII, II, 682), y desde entonces el número de los farms pequeños ha sido reducido mucho más aún. En California los farms mayores de 250 hectáreas aumentaron de 1870 á 1880 por 241 %, los menores solamente de 57 %, y de 1880 á 1890 en 45 y 33 por 100, y el número de farms ma-yores de 400 hectáreas había llegado ya en 1880 el número de 2.531. Hoy en día se explotan allí propiedades hasta de 24.000 hectáreas cultivadas, que producen el trigo á razón de 8,02 dollars por tonelada, y su número va en continuo aumento.

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8- Los animales de trabajo

Con nueve yuntas de bueyes labra el chacarero de Pehuajó 219,36 hectáreas, ó sean 24,36 hectáreas por yunta. En Bulgaria, país en donde también la labranza se hace totalmente por medio de bueyes, se ocupa una yunta por cada 7,74 hectáreas. Pero allí se rompe la tierra más que aquí, se acarrea el abono al campo y el suelo probablemente será más firme, pues en las pampas argentinas, sin piedras ni raíces gruesas, se ara fácilmente.

Al chacarero le cuesta la amortización del precio de sus bueyes 60,00 $, ó sean 0,30 $ m/n por hectárea, y 0,77 si ponemos en cuenta el arriendo de las 20 cuadras de terreno de pastoreo y la amortización del 20 % anual sobre el coste del corral, que asciende á 86,00 $.

Difícil será dar con otro país en que la fuerza animal sea tan barata, pues en Winnipeg, por ejemplo, el trabajo de los caballos cuesta por hectárea 1,80 dollars para arar el campo.

9- El capital variable v

Un peón grande, ocupado en los trabajos permanentes de la chacra, (eso es lo que se llama en Inglaterra á confined labourer), gana en la chacra de Pehuajó $ 35 m/n = 9,21 $ oro al mes y 420 $ m/n = 110,52 $ oro al año, y su manutención vale al chacarero 0,50 $

m/n = 0,132 pesos oro por día, ó 182,50 $ m/n = 48,03 $ oro al año.

El boyerito (medio peón ó half-hand), también ocupado en los trabajos perma-nentes de loa chacra, gana un sueldo de 20 $ m/n = 5,26 $ oro mensual, ó sean 2,40 $ m/n = 63,12 $ oro al año.

Según el censo de 1890, el salario mensual de un peón rural en los Estados Unidos eran, en término medio, en los Estados del Este, 26,64 dollars; en el Centro, 23,62; en el Sud (en donde se ocupan sobre todo negros), 14,77; en el Oeste, 22,00; en California, 35,50, y su término medio general, 18,33 dollars.

Según el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, los salarios anua-les de los peones rurales en 1890 importaban: en los Estados Unidos, 219,96 dollars; en Inglaterra, 155; en Francia, 125; en Holanda, 100; en Alemania, 90; en Rusia, 60; en Italia, 50; en la India, 30 dollars.

El peón gana, pues, en Pehuajó menos que el peón de Francia y más que el de Holanda. Su salario importa solamente el 50,24 % del salario de su colega de los Es-tados Unidos, pero equivale al 220,96 % del salario del trabajador de campo italiano, y al 368,40 % del salario del coolí, bengalés ó indostano.

Llama mucho la atención que en el país en que los mayores salarios se pagan á los peones rurales, en California (35,50 dollar al mes), se produzca el trigo más barato (8,02 dollars por tonelada) (!!).

Y que en el mismo país la proporción entre el número de pequeñas propiedades raices y el de las grandes merma anualmente en una progresión más rápida que todos los demás países del mundo (!!).

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Sobre el modo de existencia, el standard-of-life del peón de chacra en Pehuajó, muy poco nos dice la contabilidad. Su manutención á 0,50 pesos m/n, ó 0,132 pesos oro, indica á los precios actuales de los artículos de subsistencia, un regular pasar. El Sr. Losson publica en su Economía Rural, (pág. 147), un modelo de racionamiento de un peón de estancia, en la provincia de Buenos Aires que cuesta 0,25 $

m/n (en

1887), ó sea algo como 0,19 $ oro por día. Muy caros cuestan en el campo los artí-culos de tienda y con su salario el peón no podrá ostentar el menor hijo, ni el ni su familia.

En la contabilidad hay una partida para gastos del dueño arrendatario y su mujer, según la cual estos dos trabajadores principales, á más de la comida figuran con extraordinarios por 30 pesos m/n al mes. Este último gasto del empresario, ad-ministrador y peón principal y de su mujer, cuyo standard-of-life aparece en la cuenta en relación al de su peón tan sólo como 3:7, forma una elocuente ilustración á las condiciones sociales en el campo, y prueba que la fuerza de trabajo del colono ó empresario-trabajador y de su familia se explota 2,33 veces más que la del peón asa-lariado. En todas partes la pequeña propiedad territorial cría una clase de bárbaros, atrasados en todo sentido, y éstos forman la cabeza que debería observar, pensar y estudiar la explotación agrícola, para mejorar sus métodos. Dicen en nuestras ciu-dades: «El campo envejece, embrutece y envilece» (G. Daireaux, La cría del ganado en la Pampa, 65.)

No, no es el campo, son las condiciones de la propiedad territorial, en con-tradicción con el modo moderno de producción, las que envilecen, embrutecen y envejecen.

En cuanto al personal ocupado en los trabajos temporarios (cosecha), la cuen-ta del chacarero contiene una partida: peón de máquina segadora, por día y ¼ de noche, 4 $ m/n (= 1,05 $ oro), y el cuarteador con sus caballos 4 pesos m/n. Hacen 4 cuadras (6,75 hectáreas) por día, ó sean 72 fanegas. El día de trabajo tiene, pues, 15 horas en verano.

En Norte América un solo peón dirige la máquina de segar. Trabaja 10 horas diarias, gana 1,50 dollars y la manutención, y siega 6 hectáreas por día (R. Meyer, Landwirthschaftliche Produktionskosten in zwei Welttheilen), N. Zt. 438.)

El peón de máquina en Pehuajó gana por hora 0,07 $ oro y otro tanto el cuar-teador, y siega 0,45 hectárea.

Su colega en Norte América gana 0,15 $ oro por hora, y siega 0,60 hectárea.

La siega (incluso la manutención) cuesta en Pehuajó 0,35 $ oro por hectárea, y 0,27 $ oro en Norte América. Cuesta aquí 29,62 % más que allí.

El trabajo de segar con máquina es trabajo superior, trabajo que exige cierta educación y aprendizaje por parte del obrero que lo ejecuta. El precio del trabajo simple está en Pehuajó en relación al precio del trabajo superior como 1: 3,43. En Norte América como 1: 2,44. El trabajo superior importa allí el 214 % de su precio de aquí, aunque en relación al trabajo simple cuesta aquí 3,43 veces tanto, y allí

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solamente 2,44. El trabajo de segar que en Norte América es ejecutado por un solo hombre, necesita aquí dos. Allí, pues, se paga mucho mejor, pero también se exige mucha más habilidad y capacidad. La educación del obrero rural en Norte América es muy superior á la de aquí, y por eso en la moderna agricultura en que más y más se introducen con las máquinas y con los métodos modernos, trabajos superiores, el trabajo rinde mucho más allí que aquí.

Lo que nos falta aquí es la educación popular en el campo. (Véase LA AGRICULTU-

RA, II, página 351.)

Otro trabajo temporario es la recogida del maíz. En Pehuajó se paga 0,60 $ m/n por fanega. Calculando que por término medio cada peón puede recoger 7 1/2 fa-negas de maíz en espiga, ganaría 3,60 $ m/n por día de 15 horas de trabajo, lo que importa un salario muy módico para esta clase de faena pesada bajo los rayos abra-sadores del sol, pues equivale á cosechar los 1.185 kilogramos de maíz de una hectá-rea en 29 horas 42 minutos de trabajo, con un gasto total de 8,20 $ m/n = 2,16 $ oro.

Germán A. Lallemant.Año: 1895 - Número: 148 - Mes: Octubre - Páginas: 836-837

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CHACRAS III

10- El tipo de beneficio y la productividad del trabajo agrícola.

El objeto del empresario de todo proceso de producción, es el de obtener el máximo tipo de beneficio posible.

El tipo de beneficio es la proporción que existe entre el beneficio b y el coste de producción, ó sea la suma c + v, compuesta de la parte c del capital constante y el ca-pital variable v, que entran como elementos constitutivos en el valor del producto.

La tendencia de la producción capitalista es de hacer bajar sin cesar el tipo de beneficio y al mismo tiempo de aumentar sin cesar el grado de explotación de la fuerza de trabajo humano (ó el tipo de la supervalía) .

La ley que rige la continua reducción del tipo de beneficio, formó todo el gran misterio sobre que debatieron los sabios economistas desde el tiempo de Adam Smith, y sobre el cual la economía política vulgar y oficial todavía no se sabe dar cuenta. Marx analizó y explicó este grande misterio.

La marcha general de la evolución capitalista se caracteriza por la continua dis-minución relativa del capital variable en proporción al capital constante empleado en la producción. Gracias al aumento de la fuerza productiva, ó de la productividad del trabajo humano, el capital tiene que cambiar sus condiciones técnicas y socia-les. El capital constante aumenta mucho más rápidamente que el variable, y de la proporción entre ambos se puede determinar el grado de adelanto á que el modo de producción y la cultura humana han llegado en un país.

Según la ley de Ricardo sobre el valor, deben, pues, bajar los precios naturales de las mercancías con el aumento de la fuerza productiva. Es efectivamente lo que sucede.

El tipo del beneficio correspondiente á la producción del maíz, importa para el chacarero de Pehuajó el 45,57 % y la del trigo el 70,24 %, mientras que para su explotación total el tipo de beneficio es igual al 60,47 %, siempre sin considerar el importe del arriendo.

La proporción entre el capital constante y el variable es para la producción del maíz como 9 % á 91 %, y para el trigo como 60,18% á 39,82%.

En el caso de la explotación agrícola puramente capitalista, es decir, en el caso en que el dueño ó empresario no pone en cuenta la extra explotación de su fuerza propia y de la de su mujer, ó se adjudicaría un salario igual á aquel que paga á un peón, el cuadro general de la producción sería el siguiente:

vcb+

vb

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De este cuadro resalta á la vista que la agricultura capitalista en una chacra de 253 hectáreas, considerando puramente el proceso de producción, llevado adelante como se acostumbra en Pehuajó, sería una empresa muy halagadora, sobre todo sembrando trigo.

Pero el aspecto cambia poniendo en cuenta los demás ítems.

Cargando en cuenta el arriendo, es decir, el premio que se paga al terrateniente por su monopolio, el tipo de beneficio baja para el cultivo del maíz al 22,12 % y para el del trigo al 44,93 %, y calculando el tipo de beneficio incluyendo los gastos de circulación, queda éste reducido á 12,05 % para la producción de maíz, y á 33,25 por 100 para la del trigo en año de buena cosecha, y á 8,91 % y á 24,70 % por término medio más ó menos en el ciclo de cinco años, suponiendo firmeza en los precios de los productos, lo que no hay que esperar.

Para que la agricultura argentina pueda competir con la de otros países en el mercado universal, hay que cambiar de modo de producción, como se está llevando adelante la reforma ahora en California, elevando la fuerza productiva del trabajo. Las condiciones naturales de nuestro país son tales, que nuestra agricultura siem-pre será invencible, si no la oprimimos por medio de trabas sociales y políticas, como sucede hoy en día.

11- La explotación de la fuerza de trabajo humano

El precio del trabajo del peón, incluso la manutención, es en Pehuajó, en gene-ral, igual á 1.651$ m/n por día, en el cultivo se invierten 2.617 días de trabajo.

El grado de explotación de la fuerza de trabajo de los peones por el patrón, es la proporción entre el beneficio b y el capital variable v. es para la producción del maíz en Pehuajó = 35,91por 100, y para la del trigo 137,40 %.

Puede decirse también que por 100 pesos que el chacarero paga por salarios, recupera en el precio del maíz 135,91 $, y por cada 100 pesos por salarios invertidos en la producción de trigo, reembolsa 237,40 $.

Como el salario es proporcional al tiempo de trabajo, también puede decirse que si en la producción del maíz el peón trabaja 100 horas para producir el valor de su salario, trabaja 35,91 horas más para producir el valor correspondiente del bene-ficio del chacarero, y en la producción del trigo lo mismo, después de 100 horas de

vb

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trabajo en que el peón ha producido el valor de su salario, trabaja otras 137,40 horas más para producir el valor del beneficio agrícola.

Estos coeficientes de grados de explotación son relativamente muy bajos. Se-gún una publicación en La Prensa, en ocasión del debate sobre los derechos que de-bían cobrarse sobre el alcohol en la fabricación del aguardiente, el grado de explo-tación era igual á 705, y los panaderos en Santa Fe comprobaron que la explotación del trabajo humano en su oficio era de 433, y en la ganadería argentina hallamos coeficientes entre 800 y 1.500 %.

Por eso los cultivadores aquí á menudo se quejan de los salarios tan altos que ellos tienen que pagar. Su instinto de capitalistas les hace sentir que las condiciones de sus beneficios y su capital variable no están en relaciones normales. El salario absoluto que pagan á sus peones no es excesivo, pero el grado de productividad del trabajo agrícola es muy inferior, el modo de labranza es rutinario y antiguo, como lo prueban también los rendimientos, y por eso el grado de explotación del trabajo humano es muy bajo, como sucede en todo país económicamente atrasado, en que en la producción no se invierten sino pequeños capitales. En la agricultura gran-capitalista desaparecerían estas anomalías bien pronto.

De las 15 horas por día que el trabajador en Pehuajó se ocupa en el cultivo del maíz, 11 horas trabaja para producir el valor de su salario, y cuatro horas para crear el beneficio agrícola. Y de las 15 horas diarias que el peón trabaja en el trigal, en seis horas 20 minutos ganó su salario; ocho horas 40 minutos exige la producción del beneficio agrícola. La explotación que hace el arrendatario de la fuerza de trabajo propia y de la de su mujer, es mucho mayor; pero no es esta la explotación mayor como resultado de un perfeccionamiento del método de producción, sino la bruta explotación mayor á que el villicus romano sujetaba á los esclavos haciéndoles tra-bajar hasta matarlos. Puede subir á un grado elevadísimo la explotación de la fuerza de trabajo del peón, y, sin embargo, pagársele un salario muy alto, como sucede en los Estados Unidos, gracias á la aplicación de instrumentos y métodos de trabajo muy perfeccionados.

12- Los gastos de circulación

El total del precio de coste de los productos del agricultor capitalista de Pehuajó importa 6.873,50 $ m/n, y los gastos de circulación de los productos hasta el mer-cado de frutos en la capital 4.659,60 $, ó sea el 62,79 %. Un tercera parte del precio venal absorben los gastos de circulación, que constan de gastos de transporte, co-misión comercial y gastos causados por el fisco.

Los gastos de transporte forman el 63,33 % de los gastos de circulación. Las 228 toneladas de cereales cuestan para llevarlas á la estación, que está á 15 kilómetros, 684 $, y 2.266,80 $ más hasta el mercado, á 362 kilómetros de distancia, en que se venden, ó sean 12,92 $ por tonelada.

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Parece que á 400 kilómetros de distancia del puerto se puede fijar el límite á que la agricultura pueda producir aquí para la exportación. En Norte América la distancia de Kansas City á Nueva York es de 2.400 kilómetros y de mucho más lejos, de Dacota y Wijoming, se exportan los trigos. Los fletes son excesivos aquí. Los ac-cionistas en Londres son los que se aprovechan de ellos. (Véase LA AGRICULTURA, III, 462.)

La comisión comercial de 3 % cobrada por el consignatario sobre el importe de la venta de los productos, importa el 12,12 % del beneficio líquido neto que queda al cultivador. Es esta comisión otra percepción tremenda, usurera, que la grande ciudad capital impone á la población productora en el campo.

Y, finalmente, el fisco causa al cultivador, además de hacerle pagar en la forma de contribuciones indirectas derechos crecidísimos, y en encarecerle la vida á favor de los industriales en la capital, otro desembolso de 193,20 $, ó sea el 5,76 % de su beneficio neto, sin que le resulte beneficio alguno ni directa ni indirectamente de esta estorsión.

Los gastos de circulación del producto agrícola los Estados Unidos y Canadá, son mucho menores que aquí y en los graneros elevadores (véase LA AGRICUL-TURA, II, 439), allí se limpia, seca, clasifica y deposita el grano por un precio muy módico, extendiéndose warrants al dueño por su valor, así que éste puede esperar la venta hasta el momento que mejor le convenga. Hacen grande falta aquí estos graneros elevadores.

Estos enormes gastos de circulación indican que el cultivador es explotado de un modo inicuo aquí. La producción agrícola pudiera ser una empresa capitalista muy provechosa en este país. Todos los elementos naturales la favorecen en grado superior. Pero hoy en día el provecho de la explotación agrícola lo arrancan los gran-des propietarios de la tierra, los ferrocarriles, los comerciantes, los industriales en la capital y la burocracia de manos de los agricultores, porque éstos todavía no se defienden, organizándose en sociedades cooperativas y en un partido político que mande sus diputados al Congreso para defender los intereses de su clase.

Urge que nuestros agricultores tomen estas medidas.

Germán A. Lallemant.Año: 1895 - Número: 150 - Mes: Noviembre - Páginas: 875-876

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A PRUEBA

Hace pocos meses que se inició en LA AGRICULTURA la discusión mantenida por los sostenedores de un sistema nuevo para el desenvolvimiento de la riqueza agrí-cola en la República, los latifundios, y los que piensan que en ella caben conjunta-mente la asociación de grandes capitales con la amplia libertad en que el hombre de trabajo, animado de la noble emulación de constituir su hogar en terreno propio, puede levantarse y salir de la pobre condición de jornalero.

Hemos sostenido el actual sistema de colonización con la base de la inmi-gración espontánea, porque el colono ha realizado en pocos años la sorprendente transformación del desierto, levantando poblaciones importantes donde quiera que las líneas de ferrocarriles han facilitado la expedición de sus productos: porque ese viejo sistema, como se le llama, es el que nos ha hecho conocer en el mundo como potencia productora,, y porque si hoy lucha con inconvenientes que detienen su vuelo, ellos provienen de causas ajenas al sistema, tales como la especulación que absorbió el capital sustraído á la protección del trabajo.

Se puede así optar por cualquiera de los sistemas y aplicarlos en el vasto campo ofrecido á las industrias agrícola-ganaderas, en la incomparable región para cuanto se quiera explotar.

Lo que hace grave la situación actual, en lo que se refiere á producción, es la falta de medio circulante.

Es que el agricultor oprimido, y víctima expiatoria de la especulación, sacrifica el fruto de sus afanes, vendiéndolo á vil precio á los que, dueños del poco capital efectivo, hacen subir el oro, cuando así conviene á sus intereses, y lo hacen bajar para recogerlo cuando las cosechas han pasado el período de su liquidación anual.

La moratoria general viene así como un hecho fatal, con la consiguiente acu-mulación de intereses, y éstos son la causa real del abatimiento en sus fuerzas pro-ductoras.

El colono en la campaña es el mejor pagador de sus obligaciones: díganlo las casas que directamente intervienen en estos negocios. Con raras excepciones se oirá decir que un colono se ha fugado, llevándose la cosecha, ó simulando ventas, traspaso de propiedades, etc. Está ahí, soportando privaciones, librado á sus propias fuerzas, desdeñado quizá, pero trabajando y produciendo siempre: facilitando la colonización del terreno que ocupa, si es arrendatario; moralizando sus costumbres criollas, por la noble ambición de constituir el hogar, é impulsando á sus masas in-conscientes que van ya incorporando su sangre á la sangre europea, y asimilándose en los hábitos de adquirir para conservar.

¿Qué remedio cabe, cuando la agricultura se encuentra, como actualmente su-cede, en momentos difíciles por causas conocidas y reagravadas por fenómenos de la naturaleza, en vísperas de una mediana cosecha?

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Vengan en su ayuda los poderes públicos de la Nación, que en hora infausta despilfarraron millones en la estimulada especulación, dando carta blanca á los fundadores de centros agrícolas, concesiones de ferrocarriles imaginarios, etcétera, suprimiendo impuestos odiosos á los cereales, ganados y contribuciones sobre la propiedad, facilitando el transporte de sus productos por los puertos naturales á donde deben ir, sin preferencias al monopolio. Interviniendo en las tarifas usurarias de los ferrocarriles que matan industrias como la de forrajes, como la de ganados que llegan en lamentable estado á los mercados, cooperando eficazmente al esfuer-zo de asociaciones como la Sociedad Rural Argentina y la recientemente formada en Santa Fe, que está á media correspondencia con el Gobierno de esa provincia, por-que ésta no contesta sus notas.

Pero si en vez de todo esto, sólo se piensa en intervenir en otro sentido y en unificar la política, dejando á las clases productoras que se entiendan como puedan con el granizo, la langosta, los impuestos, contribuciones, entonces, ¿cómo hemos de pensar en latifundios, ni en seguir con el sistema conocido de colonización? Lo primero necesita capitales que nos vendrán á buscar un buen interés á un país que no puede restablecer su crédito y en que el oro á 340 hace imposible la vida del jor-nalero. Lo segundo nos llevará pronto á la entrega de los bueyes y arados, al aban-dono de la chacra que sólo produce, y no siempre, para la libreta del almacén y los intereses de Bancos que son banquillos, en los cuales se fusila cada noventa días.

Chacarero.Año: 1895 - Número: 151 - Mes: Noviembre - Páginas: 891-892

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LOS TERRITORIOS NACIONALES

El Congreso ha dictado últimamente una ley sobre la venta de 900 leguas en la Tierra del Fuego, y el Poder Ejecutivo ha nombrado comisiones ad honorem en los diferentes Territorios Nacionales para que corran con todo lo relativo á la construc-ción de los edificios para cárceles y juzgados. La segunda de estas medidas es muy acertada y llenará una necesidad sentida hace mucho, aunque es comparable á una gota de agua que cae en el mar, pues urge que los poderes públicos se ocupen con más detención de nuestros territorios. De la ley citada diremos únicamente que, según nuestro parecer, no dará los resultados que se tenían en vista al dictarla, lo que la práctica enseñará dentro de poco tiempo.

Siendo un hecho que los Territorios Nacionales son y serán una fuente de ri-queza para la República, creemos que nuestros lectores tendrán interés en conocer el estado de adelanto en que se encuentran. Los gobernadores de estas lejanas tie-rras han elevado sus informes anuales al Ministro del Interior; pero contados son lo órganos de la prensa que se han ocupado hasta ahora de los datos respectivos.

Empecemos con la Pampa Central. La población de este territorio es, según cálculos aproximados, de 50.000 á 55.000 habitantes. Recordaremos á este respecto una disposición de la Constitución Nacional que establece que cuando la población de una gobernación alcance á 30.000 habitantes, tendrá su legislatura. Entre las vías de comunicación debería contarse en primer lugar el correo y telégrafo, pero este servicio deja mucho que desear por el mal estado de las pocas líneas telegrá-ficas existentes. Los caminos que existen en la Pampa Central se reducen á las antiguas rutas de los indios, por cuya razón los viajeros, carreros y conductores de ganado se ven obligados á rodeos inmensos para encontrar agua. El único camino que está ahora en construcción es el de General Acha á Chos-Malal. El ferrocarril llega hasta Epupel; deja, pues, la capital del territorio á 45 kilómetros de la cabecera de la línea. El único río navegable es el Río Colorado, en cuya orilla se construirá el nuevo ferrocarril de Bahía Blanca á Chos-Malal.

La ganadería cuenta con 1.966.250 cabezas de ganado vacuno, 10.558.000 ove-jas, 404.513 caballos, 51.380 cerdos y 648.000 cabras, siendo sólo la mitad más ó menos del territorio disponible ocupado por la ganadería. La agricultura tiene un gran porvenir en la Pampa Central, cultivándose por ahora sólo la alfalfa en mayor escala; pero el cultivo de los cereales y de la vid y árboles frutales dan también ex-celentes resultados.

Conocidas son las minas de cobre en la sierra Lihuel-Calel, pero cuya explo-tación no ha sido iniciada todavía de un modo serio: 479.000 kilogramos de sal y salitre se han extraído el año pasado de las innumerables y extensas lagunas de sal y salitrales existentes en el territorio. Aunque el comercio está representado por 130 casas con un capital de 3.067.000 pesos, no hay ningún establecimiento de crédito en la Pampa. El valor de la exportación ascendía en 1894 á 6.449.710 pesos.

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El gobernador del Neuquén no da datos precisos en cuanto á la población del territorio, observando sólo que en su casi totalidad se compone de chilenos, habien-do muy pocos europeos. Dignas de ser tomados en cuenta por el Gobierno Nacional son las indicaciones del gobernador sobre la construcción de un camino carretero entre la capital del territorio y San Rafael (Mendoza), como también de otro cami-no á Ñorquín. Inauguróse el 1º de abril de este año el primer servicio postal entre Chos-Malal y Acha. La comunicación telegráfica por la línea del Río Negro está mal y las nuevas líneas en construcción á San Rafael y Paso de Indios adelantan poco. Muy importante es la propuesta del gobernador para establecer la navegación en los lagos Lacar, Panguipulli y Pirahuaique, que mediante el río Calle-Calle pondrán en fácil comunicación el puerto chileno de Valdivia con el territorio.

El hecho de que no se importe al Neuquén ni el trigo ni el maíz, demuestra que los cultivos de estos cereales prosperan en el territorio y que la población se alimen-ta con los frutos de sus labranzas. Arvejas, papas, zapallos hay en cantidad abun-dante y se piensa basar en el cultivo de la arveja la cría de cerdos. La propagación de la alfalfa se ha hecho con tanta rapidez que se han introducido últimamente dos segadoras: 109.000 hectáreas son entregadas al pastoreo. Según datos oficiales, la exportación de ganado en pie arroja las siguientes cifras: 4.047 caballos, 1.449 mu-las, 386 cabras, 11.739 vacas y bueyes y 20.270 ovejas. Sólo en lana se exportaron en 1894, 199.961 kilos! Pero estas cifras son muy inferiores á la verdad de lo exportado, puesto que los 29 pasos conocidos de la Cordillera favorecen la exportación clandestina. Así lo manifiesta el mismo gobernador, añadiendo que la única receptoría, la de Antuco, no funciona aún.

De no menos importancia que el desarrollo de la ganadería es el de las indus-trias en el Neuquén. Existe allí una zona aurífera que abraza aproximadamente una superficie de 600 kilómetros cuadrados, de la cual seis concesionarios sacaron 25 kilos de oro (41.000 $ m/n) Hay otros 26 concesionarios que no trabajan, unos por-que temen ser víctimas de la usura si han de negociar el oro en el territorio, y otros porque calculan que un viaje á Santiago de Chile se lleva toda la ganancia. Sería muy conveniente que se estableciera una agencia del Banco de la Nación en Chos-Malal, no sólo para que el oro quede en el país, sino para que el comercio no se vea obligado á recibir el papel-moneda chileno, como lo debe hacer ahora.

Muy buena es la idea del gobernador cuando recomienda la creación de un es-tablecimiento penal en Tilhué, donde hay minas de carbón. Ocupando los penados en la extracción del combustible y construyendo balsas para su transporte río abajo, sería posible poner el carbón en el puerto de Patagones á 15 pesos tonelada.

Sobre el territorio del Río Negro hay muy pocos datos en la Memoria que tene-mos á la vista. Encontramos, sin embargo, un dato ilustrativo que se refiere á las entradas habidas en la Aduana de Viedma durante el año pasado.

Se ha percibido por derechos de importación, exportación, patentes, contribu-ción territorial, papel sellado y derechos de muelle, la cantidad de 3.003.690 pesos, lo que no deja de ser un resultado muy halagüeño.

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El gobernador del Chubut, en cambio, es más explícito, y después de una deta-llada descripción física de este territorio, en la cual hace resaltar las riquezas natu-rales de esta tierra, bosques, salinas, fuentes de kerosene, arena aurífera de los ríos Senger, Chubut, Lepá, Tecá y Corcovado, pasa á estudiar el desarrollo de las colonias agrícolas allí existentes. La población la componen actualmente unas 3.500 perso-nas, entre ellas 500 indios. Correos y Telégrafos propiamente dicho no hay, ni se ha construído la línea telegráfica de Negro Muerto á Rawson, cuya construcción estaba autorizada por el Honorable Congreso hace ocho años! Agréguese á esto que no hay en el Chubut ni caminos, ni ríos, ni arroyos navegables.

A pesar de eso, 4.000 á 5.000 hectáreas de tierra son cultivadas con trigo, ceba-da y alfalfa, cosechándose anualmente 7 á 8.000 toneladas de cereales y 3 á 3.500 toneladas de alfalfa, usándose, como es natural, gran número de máquinas agríco-las. La industria ganadera está representada por 18.633 vacas, 2.556 yeguas, 2.709 caballos, 605 mulas, 28.966 ovejas y 971 cerdos. Conocido es el desarrollo importan-te que la industria minera está tomando en el Chubut, y muy plausible la indicación del gobernador, quien propone que se establezca una oficina de minas en el territo-rio para facilitar estos movimientos espontáneos de actividad que pueden acarrear grandes beneficios al Estado.

La gobernación de Santa Cruz tiene muchos ríos y lagos navegables, ofrecien-do, pues, ventajas indudables para la comunicación, causa por la cual muchos es-tancieros piensan abrir establecimientos de campo en el territorio.

Para la agricultura no se presta la gobernación por las condiciones del suelo, los fuertes vientos y las prolongadas secas en verano. Sin embargo, en lugares abriga-dos se han hecho ensayos con plantaciones de trigo, dando un resultado satisfac-torio. La ganadería, al contrario, prospera muy bien: especialmente el ganado lanar es el que atrae todas las miradas por su sorprendente reproducción y la abundancia de su lana. Existen en los campos como 900.000 ovejas raza Romney Marsh que producen 3 á 3 1/2 kilos de lana cada una. Además hay Cheviot, Pampas, Merinos y sus cruzas.

La industria minera está aún por nacer. No faltan riquezas minerales en los Andes, como carbón, hierro, plomo y arenas auríferas. Estas últimas se trabajan en Cabo Vírgenes. Falta una aduana ó receptoría en el territorio.

En Tierra del Fuego la población varía según las estaciones. En invierno no habrá más que unas 500 personas, en verano llegan como 1.000 más que vuelven periódicamente. De la población indígena existen ya uno 1.000 Onas y unos 200 Yahganes. Los pocos centros de población existentes se comunican por mar; un camino de Ushuaia al aserradero Lapataia se está construyendo recién este año. Telégrafo no hay, pero sí una oficina de correo en Ushuaia y estafetas en San Se-bastián é Isla de los Estados. Hasta ahora Tierra del Fuego no es un emporio agrí-cola, aunque se han hecho buenos ensayos con semillas de cebada, avena y heno importadas de países semejantes al fueguino. Conocidas son las riquezas forestales del territorio donde crecen especialmente dos clases de hayas (fagus betuloides y an-

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tarticus), la magnolia (Drumis Qristeri), etc. El ganado está representado por unos 8.000 animales. Además, hay dos aserraderos á vapor, é instalóse este año una pe-queña fábrica de conservas alimenticias, y la industria minera, aunque poco ó nada desarrollada, promete ser de importancia, conociéndose la existencia de carbón de piedra, hierro, oro, níkel y alquitrán. A lo largo del litoral atlántico y del canal de Beagle hay extensos bancos submarinos en los que se hallan diseminados granates y rubíes diminutos, escamitas de platina y pepitas de oro que las olas del Océano se han encargado de poner al alcance del hombre.

La gobernación de Formosa está poblada por unos 6.000 habitantes á más de 15.000 indios. Caminos en el interior no los hay; una oficina de correo existe en la capital y además hay tres estafetas. Una línea telegráfica une Formosa con puerto Bermejo. El clima y suelo del territorio son muy propicios para el desarrollo de la agricultura y arboricultura. Hay dos ingenios de azúcar pertenecientes á los Sres. Mayer y Bonaccio el uno y M. Nougues Hnos. el otro. Ambos establecimientos es-tán dotados de maquinaria moderna y pueden librar anualmente al consumo hasta 700.000 kilos de azúcar y 50.000 litros de alcohol. Los plantíos de caña dulce tienen una extensión de 1.000 hectáreas.

El tabaco es cultivado ya por algunos agricultores de una manera racional y se procura de clases excelentes. Existe un pequeño establecimiento de curtiembre, y la mandioca llamada aspi, que crece espontáneamente en Formosa, se presta para la fabricación de la tapioca, fariña y almidón. De ganados vacunos habrá unas 35.000 cabezas y 3.000 caballos. La cría de la oveja no da buen resultado.

El Chaco tiene 13.832 habitantes y unos 14.000 indios. Las vías de comunica-ción son los ríos y el telégrafo que une General Vedia, Puerto Bermejo, Las Palmas, Resistencia y Barranqueras. Hay 3.140 hectáreas cultivadas con caña de azúcar, tabaco, maní y maíz. En la colonia Resistencia se elaboran pequeñas cantidades de harina de maíz. Dos fábricas de aceite se han establecido en la capital y en la colonia Gandolfi. Existen como 60.000 cabezas de ganado vacuno, 4.460 caballos y 3.604 ovejas. Un aserradero á vapor trabaja bien; el ingenio azucarero Las Palmas tiene un plantío de 150 hectáreas de caña dulce; otro ingenio está en el departamento Guaycurú.

De Misiones no dice nada el informe oficial que tenemos á la vista.

Despréndese de los datos que anteceden que los Territorios Nacionales no ca-recen de elementos de vida y que el progreso, aunque lento, es seguro, y tomará mayor incremento á medida que se transforme la legislación vigente sobre tierras fiscales, que se mejore la administración y que se abran nuevas vías de comunica-ción con los mercados de consumo.

Marius.Año: 1895 - Número: 152 - Mes: Noviembre - Páginas: 907-909

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La industria y los puertos: EXPORTACIÓN DE GANADO REFINAMIENTO - ENGORDES - TRANSPORTES

La actividad que se siente en los negocios de exportación de ganados, preocupa con razón á los que se dedican á la industria ganadera, cuyos resultados beneficia-rán indudablemente á todos con un sistema que permita tener en la República un engorde permanente y económico; es decir, que la administración de sus inverna-deros sea precedida del conocimiento práctico en las compras del ganado, para que la ganancia impulse las operaciones en vez de restringirlas ó agotarlas.

Notamos un síntoma que aparentemente favorece á nuestra principal indus-tria, y cuyos resultados reales pueden ser contrarios si no se guarda discreción en los negocios.

Nos referimos á la suba extraordinaria en el ganado de cría mestiza, y en par-ticular de los novillos; suba que creemos debe ser aceptada como benéfica, con ciertas reservas; alguien dirá: «El que tal cosa escribe, ó no sabe lo que dice, ó es un comprador para invernar.»

En cuanto á lo primero, sólo tenemos la práctica de treinta años, y la observa-ción constante que venimos haciendo en el desenvolvimiento de nuestra ganadería; y en cuanto á lo segundo, no nos da la chacra para tanto.

Creemos como regla invariable de todo negocio que el interés del dinero debe calcularse siempre, no sólo tratándose de operaciones á crédito, sino con capital propio; y en los negocios de invernada cualquiera extralimitación puede arruinar un negocio; y cuando esa extralimitación abarca todo el mercado, degenera enton-ces la compra razonada en especulación.

REFINAMIENTO

Hemos sido por esto partidarios de la mestización en todas las categorías de estancieros ó criadores: desde la chacra hasta la cabaña, ó criador de primera fila, pero de la mestización en escala ascendente ó progresiva por la selección, cuidado y renovación de la sangre y no teorizadores de los que exigen ó creen que es nece-sario hacerlo únicamente con puros porque los reproductores mestizos retardan el refinamiento.

Pensamos lo contrario, es decir, que un puro suelto en un rodeo dará la media sangre; pero si no se le reemplaza por otro puro, vendrá la degeneración; mientras que un mestizo formará el cuarterón, y éste traerá la 3/4 y 7/8 de sangre progresiva-mente, siempre por selección y mejoramiento de reproductores.

Por otra parte, ¿cuántos y en qué proporción están los criadores que pueden costear animales puros para sus rodeos? En mínima cantidad, y entre estos conoce-mos algunos que han comprado diez toros puros para veinte mil vacas, que trabajan á la par de los criollos.

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Creemos que una laboriosa y asidua contracción de diez años con toros 3/4 pri-mera, 7/8 segunda, 15/16 tercera cruza, bastaría para tener en esa fecha rodeos tipo de exposición bien entendidos, con medidas radicales en cuanto á los reproductores criollos, de los que no deben quedar criollos, de los que no deben quedar sino el recuerdo de la época de la cuereada, ó del tasajo.

Para el refinamiento en esta escala, los administradores de estancia, en vez de girar sobre artículos superfluos para instalaciones lujosas, deben hacerlo sobre semilla de alfalfa y montes de abrigo para el ganado; y al expresarnos así, nos refe-rimos á la masa de estancieros á productores que necesitan y por consecuencia, de la economía, y no á los grandes hacendados que pueden hacer de su capa un sayo 4.

ENGORDES

El engorde permanente no lo tendremos sin la reserva de potreros, y éstos de-ben ser subdivididos con arreglo á las exigencias del negocio. Los campos de pasto tierno, naturales, gozan actualmente de una excepcional ventaja por su exuberante vegetación, por su aproximación al gran mercado, etc.; pero ellos fallan el día me-nos pensado cuando la naturaleza les niega su riego abundante y frecuente: carecen de la ayuda del forraje que proporciona el prado artificial para sostener la gordura en el invierno.

1º Necesita el país así, como base principal, alfalfares.

2º Como condición imprescindible, refinamiento.

3º Como complemento, puertos francos siempre y ferrocarriles mejor servidos.

Lo primero se encuentra muy lejos de responder á las exigencias de la expor-tación.

Lo segundo es necesario inculcarlo y difundirlo por medio de haras, estableci-dos conjuntamente con las escuelas agronómicas proyectadas recientemente por el actual Ministro de Instrucción Pública.

Lo último, dotando al Litoral argentino de puertos que favorezcan á la expor-tación en vez de perjudicarla como actualmente sucede, mal que los pueblos del interior han señalado, que la prensa combate á cada paso, y que es un problema todavía.

Se decretan quinientos mil pesos para un puerto, sin aguas, desde que perma-necen cerradas las puertas del gran estuario del Río de la Plata.

Tanto merece Santa Fe, capital de provincia, como el Rosario, como el Paraná, como San Nicolás, dotándola de lo que es imprescindible: puertos con río navega-ble para los buques de gran calado, y no los tendrán, digámoslo hasta el cansancio, con sólo enviar dragas sobre bancos movedizos, sin previamente dar 20 ó 21 pies de agua al canal de Martín García.

4. Con un sistema semejante y dotada cada estancia del rodeo mestizo, tendrá la base verdadera para un resultado positivo y benéfico, sin sujetarla á las alternativas de la especulación, porque así consideramos á la compra de ga-nados que siempre será necesario hacer, pero con la base ya indicada.

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FERROCARRILES

Mucho se ha hablado del mal servicio de ferrocarriles, y podríamos aplicar aquello de que «la letra con sangre entra».

Si no es posible mejorar el servicio, acórtense las distancias para el transporte del ganado, y esto se consigue con el establecimiento de embarcaderos en el Rosa-rio, Villa Constitución y demás puertos del interior en nuestros ríos. El acceso á esos puntos desde los invernaderos puede hacerse por tierra, y sería el medio eficaz de obligar á las empresas á servir bien, ó en caso contrario, el arreo, lo cual no puede hacerse hoy por las largas distancias á los puertos en la Dársena, La Plata, etc.

Los países productores en la escala que puede serlo la Argentina, no pueden aceptar el monopolio indirecto, ó la absorción de sus elementos naturales de rique-za territorial; y cuando tienen plena conciencia de su fuerza productora, reclaman lo que legítimamente les corresponde: tal es el caso de los ganaderos é industriales que desde Río IV y desde el Rosario están indicando las necesidades y deficiencias que deben remediarse para bien del país en general.

Veamos ejemplos recientes:

Un exportador pagó hace pocos días cuatro mil pesos m/n adelantados, en Bue-nos Aires, para tener un tren especial y cargar en Marcos Juárez, estación del F. C. C. A., novillos con destino á la Dársena Sud.

A última hora faltaron vagones, y ese exportador, fastidiado, renuncia á nego-cios de mayor importancia sobre el mismo punto de embarque.

Esos novillos tienen un recargo de flete, gasto de embarque, etc., de diez pesos m/n cada uno, llevados al puerto de Buenos Aires, en vez del Rosario: tienen además de la merma de 30 kilos más que sobre dicho puerto (pesos 4.80 si son para el Brasil, seis pesos si son para Inglaterra) el demérito en sus condiciones generales.

Las haciendas tomadas en Bell-Ville ó Marcos Juárez, por ejemplo, necesitan de 30 á 36 horas de viaje en ferrocarril mientras que llevadas á embarcaderos del Rosario precisarían seis ú ocho horas cuando más.

La diferencia de 24 horas de tren para una hacienda, no se puede calcular; pero equivale por lo menos á otro tanto de la diferencia en el flete, ó sean en total veinte pesos m/n por cada animal.

¿Y los forrajes? Actualmente se proveen varias casas de forrajes de Bell-Ville, con una diferencia en contra del productor de cinco pesos por tonelada sobre el Rosario.

** *

¿Y el pastoreo y los embarques? El desahogo y facilidad de potreros alfalfados sobre los puertos, evita el purgatorio de pisos duros, verdaderos suplicios para las bestias, enfangadas en pantanos que las entumecen y aniquilan.

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Podríamos citar otros ejemplos de expediciones fracasadas cuyos resultados han sido, no sólo la suspensión de órdenes dadas en el Rosario y Córdoba, sino el desistimiento de parte de hacendados que mandaban por cuenta propia sus gana-dos al Brasil.

En vista de todos estos hechos, ¿no existe sobrada razón para insistir, é insistir siempre, sobre la cuestión puertos y canalización de Martín García?

Los gobernadores de provincia, los diputados en el Congreso deben conocer estos detalles sobre la manera como es tratada la producción, cuáles son los incon-venientes para acreditarla en los mercados europeos, y de ese modo podrán acom-pañar en sus gestiones á los vecindarios y centros de comercio. ¡Qué diablos, no todo ha de ser política y gira sobre el presupuesto!

Se nos viene á la memoria un informe sobre los trabajos en Martín García, pasa-do por el ingeniero Duclout al Ministro del Interior, Dr. Zapata, en que decía: «que el roce frecuente sobre el canal, de los mismos buques, en tiempo relativamente corto, bastaría para hacer desaparecer los inconvenientes de la navegación, aumentándose el volumen de las aguas», etc. ¡Ya pueden nuestros biznietos esperar la franca nave-gación por Martín García, favorecida por el roce de los buques que los surquen!

No: en asuntos tan serios como estos es necesario estarse á los hechos y por eso no deben anticiparse felicitaciones á los encargados de obras públicas, ni á los Gobiernos, sino cuando esos hechos demuestren que se han tomado en cuenta y atendido las justas exigencias de gremios productores que representan la verdadera riqueza del país.

Esperemos que el primer trasatlántico complete su cargamento en los puertos del litoral y salve el paso de Martín García sin hacerle cosquillas al canal, para re-cién entonces tributar justos elogios á quienes lo merezcan.

Chacarero.Año: 1895 - Número: 152 - Mes: Noviembre - Páginas: 909-910

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ESCUELAS DE COMERCIO Y AGRONOMÍA

Cuando aparece el pensamiento de fundar escuelas de Comercio y Agronomía en aquellas provincias que más lo necesitan todo cuanto concurra á su realización y estabilidad será un grano de arena en la obra del progreso nacional. Si esas insti-tuciones son bien planteadas y dirigidas para que se obtengan resultados prácticos, el actual Ministro de Instrucción Pública, doctor Bermejo, habrá obtenido un título más á la consideración del país.

La iniciativa no puede ser más oportuna, haciendo algo independiente á la po-lítica que desgraciadamente preocupa á tantas cabezas y paraliza tantos brazos.

Es necesario, indispensable, demostrar que no somos incapaces de implantar sistemas de educación en armonía con las exigencias de nuestras industrias agro-pecuarias. Se nos ha tratado de desprestigiados y fundidos, jugadores, etc., etcétera.

** *

Se censura duramente al elemento nativo por las faltas cometidas en la época de las grandezas y de la especulación, cargándole la mano por culpas á las que se vió arrastrado: pero, ¿acaso los argentinos fueron los únicos que especularon?

En las compras de terrenos, en las concesiones y empresas desatinadas, en los remates de fincas ó campos desconocidos, ¿no estaban representados los ingleses, alemanes, suecos, dinamarqueses, etc., lo mismo que los italianos, franceses, espa-ñoles, norteamericanos, brasileros, confundiéndose estas diferentes razas del viejo con las del nuevo mundo?

En los boulevards de París, como en Palermo y en la Opera, ¿no se mezclaba y descontaban á porfía las utilidades del porvenir de cuanto feliz mortal obtuvo cré-dito á veces ilimitado en los Bancos, para emplearlo en especulaciones ó en darse buena vida?

¿Acaso los hombres más reservados, más refractarios á la especulación, algu-na vez no se tentaron comprometiendo sus ahorros? ¿No fueron comprando un terrenito, después una finca, y halagados por un dobletito, no se fueron de bruces sobre las acciones de cuanto mamarracho se inventó con grandes avenidas, plazas, arboledas, etc.?

Vayan, pues, en paz los criticones, los impecables que pretenden culpar a la Argentina cuando ahora mismo están haciendo algo peor con las acciones en minas de oro en el África Austral...… y en esta hora de prueba en que sólo el trabajo y la economía podrá salvarnos, y nos salvará, acojamos sin reserva ideas moralizadoras, felicitando al Dr. Bermejo tanto más siendo abogado, carrera dignísima, pero que se ha extendido demasiado, demasiado…..

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ESCUELAS DE COMERCIO

La fundación de una Escuela de Comercio, en la ciudad del Rosario, es un acto de verdadera justicia que, sin haberla solicitado, lleva la acción del Gobierno gene-ral á un centro de actividad y de trabajo.

La falta de conocimientos teóricos es en el comercio la causa principal en mu-chos casos del fracaso en negocios de suyo muy buenos, de industrias en que se agota el ingenio, el buen golpe de vista, la ejecución de un pensamiento atrevido, escollando todo con la falta de método, de buena administración y contabilidad, que son indispensables en todo comerciante ó industrial.

El lugar elegido no puede estar más de acuerdo con el desarrollo asombroso que en la ciudad del trabajo, el Rosario, ha hecho practicar y se observa el axioma inglés «el tiempo es oro».

ESCUELAS AGRONÓMICAS

Así como creemos que una escuela superior de comercio en la ciudad del Rosa-rio está adonde debe estar, pensamos que las escuelas agronómicas deben cimen-tarse buscando aquellos centros de agricultores a donde la fertilidad del suelo haya sido prácticamente demostrada para diversas producciones y particularmente para la ganadería, que en definitiva será la fuente inagotable de recursos y la fuerza im-pulsora para las demás industrias.

En esos centros de actividad agrícolo-pastoril, los niños, hijos del trabajo desde el vientre de la madre, nacen, crecen y desarrollan su físico con una ventaja sobre los que nacen en las ciudades.

Esas generaciones humildes, pero con ventajas incuestionables, serán los agen-tes más activos de civilización y de progreso, inoculando á su sangre robusta los beneficios del saber, como se transmite á la sabia de un árbol silvestre la de otro de esmerado cultivo.

Aparte de estas razones y de la justicia que habría en difundir la instrucción entre esas masas de jóvenes bien predispuestos por su naturaleza á las faenas y los trabajos rurales se agregan otros de orden social y político.

Se ha dicho por un hombre público de nuestro país, «que era preferible una nación sin colonos, á colonos sin nación».

Los institutos de educación comercial é industrial son precisamente la base del bienestar futuro para esas generaciones que sólo oyen hablar el hogar de impuestos, de contribuciones, de gauchos malos, etc., y en cuyas escuelas desatendidas en vez de recibir instrucción cívica que les haga conocer el catecismo de la patria, al mis-mo tiempo que el de su devoción, sólo oyen hablar de los héroes de la patria de sus mayores, pero nunca de las glorias de San Martín ó de Belgrano.

Creemos así, aún cuando corresponda este punto á la educación común de las escuelas, que debe tenerse presente en todos y en cada uno de los centros de instrucción y educación, sea de la clase y de la categoría que fuere, y á donde ellos

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existan, la obligación de inculcar en la imaginación de los niños el amor á la patria y el respeto á gobiernos que velan por la enseñanza.

Conceptuaríamos un error fundar un Colegio ó Instituto Agronómico en una capital de provincia, si en sus alrededores no existen grandes cultivos y una masa de población agrícola.

Téngase presente que los hijos de familia acomodada, es decir, ricos, pueden trasladarse al instituto, adonde quiera que él esté situado, mientras que los hijos de agricultores que, como hemos dicho, es semilla mejor preparada, no pueden hacer-lo, por falta de recursos pecuniarios.

La mayor suma de progreso material no proviene de las clases superiores en posición social, sino del pueblo, que es de adonde surgen y se forman generalmente los mejores industriales, los mejores mecánicos ó agrónomos.

Escuchábamos con pena, no hace mucho tiempo, «que en ninguna parte como en la provincia de Santa Fe y en particular en el Rosario y Colonias, se encontraban más elementos de anarquía».

Todas estas opiniones y apreciaciones, de las cuales no debemos hacernos car-go en esta publicación, sino para lamentar el distanciamiento entre gobernantes y gobernados, se modificarían, salvándose las distancias, el día que la educación é instrucción en las masas formen el espíritu y lo alimenten con conocimientos útiles y nociones claras en la más noble de las aspiraciones: trabajar y hacer la propia fe-licidad, con la felicidad de la patria.

HARAS DEPARTAMENTALES

No es la primera vez que LA AGRICULTURA aborda este tema, sosteniendo la ne-cesidad de fundar haras departamentales.

El Haras Nacional, como se sabe, fue un establecimiento que, como toda cosa de lujo, no dió los resultados que debían buscarse, á saber: facilitar el refinamiento de las razas.

El Haras departamental anexándolo al Colegio de Educación Superior agrícolo-rural, con terreno espacioso, establos sencillos pero amplios y saneados; instala-ciones rústicas en que los alumnos fueran ellos mismos constructores, con arreglo á las necesidades del establecimiento; con un arancel bajo, al alcance del colono, daría resultados inapreciables con esta única condición en la admisión de animales destinados á la monta: Ser amestizados, de la raza Durham en vacuno, y criollo se-leccionado en caballar, para obtener media sangre de tiro pesado.

La raza lanar no necesita la acción del Gobierno para mejorarla, y sólo podría ser representada en el haras para el estudio de sus enfermedades, etc.

Pero las razas caballar y vacuna necesitan á la primera darle desarrollo mus-cular y talla, como á la segunda peso y condiciones exigidas por la exportación, pudiendo agregar las muy notables del Polled-Angus.

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Sabido es que las vacas del colono, que por lo general son lecheras, serían las más á propósito para el refinamiento progresivo, teniendo el haras á la mano y, como hemos dicho, un arancel módico que sirviera apenas para ayudar á los gastos del Establecimiento.

Esto sería en nuestro concepto, complementar la iniciativa tan oportunamente tomada por el Gobierno general al tratar de la fundación de escuelas agronómicas en las provincias argentinas en que más resultado práctico pudiera dar su instala-ción.

Chacarero.Año: 1895 - Número: 155 - Mes: Diciembre - Páginas: 955-956

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CHACRAS IV

13- La explotación agrícola en el organismo social

Hemos deducido el tipo de beneficio del precio de coste . Para deducirlo del capital total invertido en la empresa del chacarero, en un año de buena cosecha, y á los precios de los productos que anota el Sr. Salazar, tendremos, llamando el capital fijo f, el circulante c

2, el variable v, el arriendo a, y los costos de circulación c

2:

1) El tipo de beneficio total = vcf

b++ 2

100.

Para el maíz: 24,41 %

» » trigo: 41,66 %

en general : 27,83 %

2) El tipo de beneficio, deducido el arriendo= avcf

ab+++

−2

)100(.

Para el maíz: 15,18 %

» » trigo: 34,77 %

en general : 34,94 %

El tipo de beneficio, deducido el arriendo y los gastos de circulación =

22)(100

cavcfab

++++−

Para el maíz: 9,64 %

» » trigo: 25,16 %

en general : 18,92 %

Lo que nos interesaría saber es si estos tipos corresponden al tipo medio de bene-ficio que los capitales colocados en empresas agrícolas, ganaderas, industriales, co-merciales y financieras suelen dar en el país, ó si representan un exceso de beneficio (surplusprofit) ó una reducción del tipo medio.

Todo beneficio ó ganancia que da un capital resulta de la explotación de la fuer-za de trabajo humana, de la supervalía ó del aumento que el capital variable sufre en el proceso de producción.

Pero el tipo de beneficio no varía en proporción directa con el tipo de la su-pervalía, sino depende del importe del capital variable, en relación al capital total empleado en la empresa.

:1 vcb+ v

b=

vcv+1

vcb+

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Según la composición orgánica del capital, ó sea según la proporción entre su parte constante c

1 y su parte variable v, varían los tipos de beneficio que la misma canti-

dad de capital puede dar.

Adam Smith ha demostrado cómo se hace sentir una fuerza compensadora que tiende tanto más á igualar los diferentes tipos de beneficio en los diferentes ramos de la producción capitalista cuanto más se perfeccionan los modos de producir.

Este tipo medio de beneficio b, tiende á bajar paulatinamente, según se van desa-rrollando las potencias económicas de la sociedad, y aumentando el grado de pro-ductividad del trabajo humano.

Existen varias causas por que el tipo medio de beneficio se retarda en su depre-sión, pero su movimiento rítmico da como resultante final su paulatina depresión.

El beneficio normal que da un capital es = (c1 + v) b’, ó sea igual al total de capi-

tal invertido, multiplicado con el tipo medio de beneficio, y llamaremos el precio de producción p’ de una mercancía, el precio de coste más el beneficio normal; p’ = c + v x (c

1+ v) b. Es lo mismo que A. Smith llamaba el precio natural, y que varía del precio

de mercado p’, que no obstante las oscilaciones que le presta la ley de la oferta y de la demanda, busca siempre su nivel de equilibrio, que es el precio de producción más el beneficio comercial b’’ p’ p’’ = p’ + p’ b’’, siendo b’’ el tipo del beneficio comercial.

El tipo medio de beneficio b’ lo determinan:

1) El grado de explotación general de la fuerza de trabajo, ó sea el tipo medio de la supervalía.

2) La proporción de la masa de la supervalía en relación al capital total.

3) La competencia, en cuanto ella retira continuamente una parte de capital de los ramos de la producción que no dan sino un tipo de beneficio bajo para lanzarla á aquellas ramas que dan un tipo de beneficio mayor.

En nuestro país el tipo medio de beneficio se escapa á las leyes como á las ave-riguaciones económicas, por que toda nuestra producción pertenece todavía á una época casi primitiva de civilización. Es esto lo que Losson quiere decir en el capítulo sobre «Conservación y amortización del capital fijo» (Economía Rural, página 172).

Nuestras tierras representan una masa de capital tan inmensa que no se puede valuar, y por más bajo que sea el tipo de beneficio, siempre basta para constituir fortunas enormes y adormecer á los que de ellas gozan. Gastamos mucho para pro-ducir poco, pero este poco nos hace ricos á pesar del despilfarro, de nuestro des-cuido y de la barbarie de nuestra agricultura, que vende sus productos á precios de producción muy inferiores á los que resultan del tipo medio de beneficio vigente en los países de más avanzada civilización.

No es la imaginaria fertilidad excepcional que sueñan nuestros patrioteros en-tusiastas la que nos permite obtener el triunfo en la lucha de la competencia sobre el mercado universal, sino los precios de producción por los cuales nuestros chaca-reros lanzan sus productos á la circulación. Ningún capitalista puede vender á tales precios, porque para él el desembolso tanto de capital constante como de capital

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variable importa una substracción de capital-dinero, que produce un interés según la tasa de la plaza. Pero no así para el colono ó chacarero que trabaja como el arren-datario del Sr. Salazar, porque para éste la parte del capital variable que corresponde al importe de sus gastos personales y á los de su familia equivalen para el á una entrada ó renta por mísera que sea, realizada en el momento de recibir el importe del precio de sus productos.

Estos colonos ó chacareros se matan, pues, trabajando como brutos para pagar una altísima renta territorial, derechos fiscales abrumadores y fletes temerarios, para aumentar el beneficio comercial y para abaratar los artículos de consumo en los países que importan los productos de nuestra agricultura.

Que nuestros agricultores tengan que sufrir tal vejamen es la consecuencia ló-gica, en primer lugar, de que ellos no tienen parte en la fijación de los precios.

¡Es el comercio en la capital que determina los precios de producción y el tipo de beneficio!

El gremio de agricultores no tiene ni arte ni parte en la fijación de los precios, que debe aceptar tal como el comercio los impone si quieren vender sus productos.

Es el capital comercial que predomina todavía en el país y que determina el rumbo en que han de evolucionar nuestras instituciones económicas.

Para emanciparse de este yugo, los agricultores deberían coaligarse por medio de una sociedad de defensa mutua y un partido político con las miras de defender sus intereses gremiales.

El Sr. Eduardo Olivera precisó muy bien esta idea en un discurso que pronunció en Agosto de 1891 en la fiesta del trabajo, con motivo de la repartición de premios otorgados en la Exposición de París de 1889 á los expositores argentinos.

Sacó el Sr. Olivera ideas muy avanzadas sobre economía política y sociología del centenario de la gran revolución francesa, arrastró á sus oyentes por la verve parisien-ne con que las expuso, pero no tuvieron efectos ulteriores sus oratorias.

Es de la mayor necesidad una estadística completa agrícola é industrial, sin la cual no hay posibilidad de gobernar el país con honradez y conciencia, ni de darse cuenta del grado de adelanto ó atraso en que nos hallamos.

Germán A. Lallemant.Año: 1895 - Número: 156 - Mes: Diciembre - Páginas: 974-975

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RICOS Y RICACHOS

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Entre nosotros no hay ricos, lo que hay son enriquecidos, ó si se quiere ricachos, como vulgarmente se les llama.

Y son dos conceptos bien diferentes.

El rico, en la verdadera acepción de la palabra, es aquel que, poseyendo un cuantioso caudal, lo goza, vive la vida del placer y del solaz, sin que el pasado le deje una amargura, ni el porvenir le cause una inquietud. Su dinero es su verdadera fuerza. Con él tiene placeres, tiene salud y hasta paz con Dios, si le es necesaria.

La ciencia es solícita con quien bien paga, y la iglesia abre sus puertas de buen grado al que paga mucha cera.

El rico duerme tranquilo cuando los otros velan inquietos, ó alegre vela cuando los otros duermen el sueño necesario al reposo.

Ríe, goza y ama su vida por el placer que le proporciona, cuando los otros viven en la tarea ó torturan su espíritu con los problemas de la suya.

Este rico, que huelga y goza cuando los otros se afanan en la lucha por la vida, no existe entre nosotros.

Este rico, que en nuestra República debiera ser el noble de la monarquía, no ha nacido todavía.

No hay aquí Vanderbilt, Benet Gould que en los Estados Unidos son el tipo de aristocracia del dinero.

Aquí no hay rico, ni ricacho que viva para sólo gastar su dinero, pagando al arte, á las mujeres ó á la política con magnificencia los placeres que les proporcio-nan ó les garanten.

Aquí no hay ricos:

Para quienes el trabajo sea desconocido;

Para los cuales cualquier tarea obligada sea una depresión moral;

Para quienes el arte, la ciencia, la religión sean materia de pasatiempo;

Para quienes los demás hombres sean simples agentes encargados de proveer á su bienestar.

Para los cuales:

El político es solamente el encargado de regir el gobierno del país y garantirle su derecho de propiedad y libre uso de lo que es suyo, sin que nadie le perturbe;

El artista es el encargado de decorar su mansión y contribuir á su bienestar;

El poeta de elogiar y contar sus fantasías y magnificencias.

Aquí no hay ricos cuyas bolsas estén abiertas para estimular á un artista ó á un inventor, por el solo gusto de ser su protector.

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Cuando más, será un accionista que tasará de antemano el provecho que ha de sacar por la protección que presta.

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Entre nosotros, en cambio, hay enriquecidos ó si se quiere, ricachos.

Fortunas de relativa importancia acumuladas á fuerza de trabajo, de privacio-nes, de sacrificios, pocas veces á fuerza de talento.

Pocas, muy pocas fortunas son las que entre nosotros no huelen á vaca ó á co-mestibles y bebidas.

Hay muchas de nuestras fortunas cuyo pedegree está en el rancho desvencijado de una estancia, ó tras de la puerta de un especiero de buena ó de mala medida.

Muchas de ellas tienen su tronco en un rollizo mocetón de boina colorada y un atadito en la mano desembarcado en el antiguo muelle de pasajeros, en cualquier marinero desertado de cualquier buque mercante, ó en uno de esos anónimos que completan los cómputos estadísticos de la inmigración anual.

Por excepción y como caso curioso, ese tronco ha sido un sabio ó un emigrado político ó religioso desalojado del viejo mundo.

El hábito del trabajo hecho en la lucha por la vida en tierra extraña, se ha transmitido á los herederos. Se ha transmitido también el amor al dinero, fruto de trabajos y privaciones.

De ahí que los hijos, que las ramas de esos troncos, siendo ricos, sigan trabajan-do como pobres, y como tales amando su dinero.

De ahí que prefieren la vida inquieta y azarosa de los negocios para acrecentar sus caudales.

De ahí que en lugar de pagar placeres con su dinero, paguen con sacrificio de su bienestar y comodidad las utilidades que recojan.

De ahí que olviden en muchos casos que pueden hacer desembolsos, sin pensar en el interés del dinero, ni en la compensación á recibir.

De ahí, en una palabra, que no sepan ser ricos.

Que trabajen al par del pobre.

Que se levanten al alba, que vayan al mercado Constitución á recibir sus lanas, que se cubren de tierra, que sufran el sol y la lluvia, que en sus estancias trabajen como sus capataces, y que en muchos casos se les vea alternar con pleitistas, enre-dados en cuestiones de menor cuantía.

De ahí que siguiendo la tendencia heredada crean que el dinero sólo debe em-plearse para acumularlo, para guardarlo ó para multiplicarlo.

De ahí que no sepan gozar lo que tienen, que no busquen y paguen los placeres morales del arte y del espíritu que perfeccionan y levantan.

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De ahí la creencia que sólo hay vida en el trabajo diario, ó que el dinero sólo es precioso cuando se trata de multiplicarlo.

Yo conozco ricos, ó ricachos, más bien dicho, que pasan trabajando de sol á sol, cuya entrada mensual es una fortuna, y que no tienen empacho en hacerle vender los muebles a un desgraciado que les debe un alquiler de 50 ó 100 pesos.

Que ríen del artista que les ofrece su arte, ó que trata de halagarles el oído con la buena música, ó que les ofrece las primicias de su talento ó de su ingenio; y que en cambio no tienen inconveniente en colgar en sus salones una oleografía ó un mal cuadro comprado en un remate, ó tener un piano con manubrio para tocar pie-zas ellos mismos, sin necesidad de artista, ni menos de arte.

Este es el tipo de ricos que existe hoy entre nosotros.

El rico verdadero no existe todavía.

Vendrá más tarde, con nuestro propio desenvolvimiento.

Vendrá cuando nuestra riqueza nacional haya acumulado provechos capaces de distraerse de la especulación y del trabajo, é ir á satisfacer exigencias del placer y el confort.

Vendrá cuando se disipe este deseo de adquirir y de aumentar á que nos induce la tendencia heredada y cuando empecemos á mirar el dinero como un agente de bienestar.

Cuando nuestra civilización nos cree una vida propia, con propios elementos, y dejemos de parodiar, copiar ó transplantar lo que otros hacen, con todos los defectos de una parodia, de una copia ó de un mal transplante.

** *

Entre tanto debemos contentarnos con sólo tener enriquecidos ó ricachos, como vulgarmente se los llama.

En la época que alcanzamos es lo único que puede haber.Es el único tipo de rico que tiene razón de ser, por historia, por tradición, por

herencia y por el estado de nuestra sociabilidad.Nuestro enriquecido actual data del tiempo de la conquista, los que vienen y los

que están nacen ó descienden de los que antes vinieron.Los aventureros que por aquellos tiempos venían, buscaban el oro virgen de

nuestras minas, ó el oro labrado de los aborígenes.Desde el célebre contrato de Pizarro, Almagre y Hernando de Luque adelante,

los aventureros buscaban oro, y el oro era el incentivo que les traía á la conquista.

Venían en grupos la espada al cinto, al hombro el mosquete, luchaban, comba-tían, recogían el botín y volvían á España con el producto de sus aventuras.

Su capital era una espada de buena hoja, un valor probado, una audacia sin límites y una crueldad sin remordimientos.

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Completaba tal bagaje un sacerdote que entraba en aventuras, para calmar los espíritus, legitimar las violencias y cubrir tales actos con la égida de la cruz.

Cuando en realidad la conquista avanzaba en busca de oro, se proclamaban á todos vientos las aventuras que venían ¡Por su Dios y por su Rey!

Moctezuma y Atahualpa, saqueados sus palacios y sus templos, morían á ma-nos de los conquistadores.

Los sacerdotes legitimaban el hecho y aún lo cubrían con imponentes ceremo-nias religiosas.

Y entre tanto su oro y sus riquezas se distribuían entre soldados y clérigos y tomaban rumbo á España, cuando no servían de base para nuevas aventuras.

Radicado el dominio en las tierras conquistadoras, los aventuraos de espada y mosquete tuvieron que ceder el puesto á los de encomienda ó privilegio.

Los segundos eran más propicios al Rey y á la Iglesia.

Mientras los primeros sólo le aseguraban lo que buenamente querían darle del botín (cuando le daban), los segundos pagaban sus encomiendas en forma de alcabalas y diezmos sobre sus provechos que tenían por sólo receptáculo el puerto de Cádiz.

Allí estaba la ancha mano del gobierno para tomar su parte, y la no menos an-cha de la Iglesia para recoger sus diezmos.

Estos privilegios, algunos pilotos conocedores de las costas y pocos comercian-tes más atrevidos que concienzudos, fueron los sucesores de las aventuras de espa-da.

Hay muchos apellidos entre nuestros enriquecidos que no sería difícil encon-trarlos en al redacción difusa de muchas de aquellas encomiendas.

Más tarde, abierto el comercio á todas las banderas del mundo, los buscadores de oro, en forma de provechos, se multiplicaron, pero no ya combatiendo, sino co-merciando y realizando utilidades de manera que no es el caso de examinar.

Estos, por lo menos, traían su actividad, su iniciativa, su labor, su educación.… en cambio de lo que llevaban ó mandaban á Europa dejaban marcada su huella ó quedaban ellos mismos, formando la base para desenvolvimientos futuros en rique-za, en población y en civilización.

Con el andar del tiempo se fue modificando la manera de venir á América á hacer fortuna.

Los aventureros de espada, los encomendaron españoles, se convirtieron en hombres de distintas razas, de diversas procedencias y hablando de lenguas diver-sas.

En lugar del llegar como antes armados hasta los dientes ó munidos de privi-legios, desembarcaban pobres y humildes, como aún lo hacen hoy de la proa de un trasatlántico, teniendo por solo amparo el cielo y nuestras leyes liberales.

Esta es la historia de nuestros enriquecidos.

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Su tradición es conocida: acumular provechos, como antes acumulaban el oro, volver á su patria ó radicarse aquí formando una familia que en la vieja Europa les hubiera sido imposible formar.

Tales troncos han dado las ramas que hoy constituyen gran parte de nuestros ricachos.

Y en su educación y en su sangre les han legado, al par de sus millones, su amor al dinero y su tendencia a multiplicarlo.

Este gran núcleo ingerido en nuestra vieja sociabilidad hace indudablemente su presión, y vuelca sus ideas del lado de tal herencia.

Por ello es que nuestra sociabilidad aún adolece de cierto estrechísimo bourgeois y de cierta inclinación mercantil.

** *

¿Cuándo tendremos en rico verdadero?

Cuando los enriquecidos completen su obra.

Cuando hayan acumulado riquezas bastantes para no mirar el dinero como simple multiplicando.

Cuando nuestros campos prosperen impulsados por ellos mismos; cuando la mies en los campos, cuando las minas en las montañas y las industrias en las ciu-dades se conviertan en focos de riqueza, que abulten la bolsa del ricacho, la hagan desbordar y vaya el excedente á alimentar el arte, el bienestar, la vida del placer y el solaz de la opulencia.

Vendrán los ricos cuando las fortunas se hayan desligado de los negocios vul-gares y caigan á manos que sepan darle curso.

El ricacho de hoy cumple su misión de agente de la evolución en el sentido de pasar de la época del trabajo, la inquietud y la zozobra de los negocios, á la de la placidez, la abundancia y el lujo.

Con la aparición del rico veremos nacer un tipo que no existe entre nosotros.

Más aún, que hoy sería planta exótica y hasta personaje antipático.

Fastidio diría, á la verdad, ver un zángano pavonearse por las calles sin nada que hacer, mientras que los demás se sienten en el movimiento del negocio y de la lucha.

Sería un mueble incómodo para todos y para cada uno: para todos porque sería un obstáculo á nuestro movimiento general, y para cada uno porque estorbaría, sin duda, el paso.

Sin embargo, más ó menos pronto ha de llegar nuestro rico.

Y con él vendrá todo ese mundo de placer, de gusto y de refinamiento que se forma alrededor de tales tipos.

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Se abrirán con tal motivo nuevas industrias y alrededor de los millones acu-mulados se formaran esas colonias de microbios, tan necesarios como agentes para aquel que quiere gozar y que puede pagar bien esos goces.

Así como el soldado es útil para defender el país y las instituciones.

Así como el sacerdote lo es para satisfacer preocupaciones del alma.

Así como el enriquecido es agente de nuestro desenvolvimiento y motor de nuestra actividad y riqueza.

Así el rico será útil, porque en realidad no es sino el destinado a distribuir y á devolver á los demás tesoros que varias generaciones se ocuparon en acumular.

En el mundo social como el en mundo físico todo agente existe para llenar un fin:

El aventurero español, el encomendero y el inmigrante recogieron el oro.

El enriquecido lo acumuló.

El rico lo distribuirá.

He ahí su misión.

Todos ellos habrán realizado la rueda de la fortuna, y el enriquecido y el rico habrá realizado uno después de otro los dos viejos adagios franceses:

-Si l’ argent est plat c’ est pour s’ amasser.

--Si l’ argent estrond c’ est pour rouler.

Doctor Marius.Buenos Aires, Diciembre de 1895.

Año: 1896 - Mes: Enero - Nùmero:157 - Páginas 17 - 18

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ESTANCIAS

Con el extraordinario aumento que está tomando la exportación de hacienda en pie, y la suba de precios que experimentan las reses mestizas gordas para mata-dero, nuestra ganadería se tiene que transformar rápidamente.

Sería interesante poder hacer constar en números de progreso que la cría del ganado está alcanzando, pero falta para eso una estadística exacta.

Sobre la industria ganadera nos faltan datos detallados. Parece como si nues-tros estancieros tuviesen ciertos recelos en permitir que los resultados de sus conta-bilidades llegasen al conocimiento público.

¡Tanto como se escribe de agricultura y ganadería, y con todo, la parte econó-mica de estas dos principales ramas de la riqueza nacional no se expone en detalle ante la vista del público! Los miembros de nuestra clase social dominante, la de los grandes hacendados, siguen el método de los pitagóreos, que no rebelaban jamás sus principios fundamentales sino á los pocos esotéricos admitidos en el seno de su intimidad y confianza.

Un ejemplo incompleto de contabilidad publicó La Prensa en su número del 9 de Abril del año corriente. Sobre éste se funda el pequeño estudio siguiente respecto á economía estanciero, muy deficiente por falta de datos completos:

Contabilidad de un establecimiento de media legua (1.350 hectáreas) de campo en la provincia de Buenos Aires

ORO Á 350-Capital fijo

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Hacienda de cría:

Gastos anuales de conservación y amortización:

La cría de ovejas:

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Valor de los productos:

La cría de vacas:

Capital constante que entra en los productos:

Capital variable gastado en la producción:

Valor de los productos:

El autor de esta contabilidad calcula el aumento de la hacienda en 35 á 40 por 100 anual, quedando el 30 por 100 como beneficio neto de estanciero.

Del examen detenido de esta contabilidad resultan las reflexiones siguientes:

1- El capital fijo

El campo explotado por la estancia de que se trata, debe ser de la mejor clase, completamente hecho ó de pan-llevar, de la provincia, pues sufre el recargo muy

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elevado de unas 35 ovejas y seis vacas por cada 10 hectáreas, ó sean nueve ovejas por hectárea sobre 540 hectáreas destinadas á la cría de la hacienda ovina, y una vaca por cada hectárea de las 890 destinadas á la cría de la hacienda vacuna.

El precio de este campo es de 51.85 m/n la hectárea, y hay 54.40 $ invertido en forma de mejoras que representan, pues, un capital fijo f total de 106.25 $ m/n por hectárea. El capital variable v, invertido anualmente en forma de sueldos y salarios en cada hectárea, importa $ 1.97, y el beneficio obtenido 17.39 $. Así que el tipo de beneficio (en relación al capital total) importa 16.06%.

Este número se aproxima mucho al tipo de beneficio total de 16.12% que se ob-tiene calculado de la contabilidad del chacarero de Pehuajó (La Agricultura, III, pág. 814), capitalizando el arriendo (que da 47.51 $ por hectárea) sumando á este precio el capital fijo de 17.80 $ invertido por el arrendatario, y su capital variable de 17.08, dividiendo este valor en el beneficio de $ 13.26 que saca el cultivo de maíz y trigo.

La casi coincidencia de estos dos tipos de beneficio total, calculados de las con-tabilidades del agricultor y del estanciero respectivamente, nos recuerda la ley de Adam Smith sobre los precios de las tierras (Wealth ot nations, I tom., capítulo XI, part. I), según la cual éstos siempre se regulan según el precio de la tierra explo-tada en la producción del medio principal de subsistencia. Así que en Inglaterra, por ejemplo, en donde el precio de la tierra de pan-llevar se calcula de la renta di-ferencial que corresponde á la producción del trigo, el precio de la carne y de otros productos agrícolas dependen del precio del trigo sobre el mercado universal, como también el de la tierra que los produce. C. Marx funda sobre esta conexión íntima entre los precios de la tierra y de los productos en el país económicamente más ade-lantado del mundo –la Inglaterra– su perspicaz teoría sobre la transformación del surplusprofit (beneficio del productor superior al beneficio medio) ó renta territorial (Das Capital III, I, capítulo 37).

Sería aventurado aplicar las leyes económicas corrientes de Inglaterra á las con-diciones de este país, sin disponer de un material estadístico que nos facultase para comparar el desarrollo de las potencias económicas de aquí con las de allí; pero en todo caso la evolución económica nos llevará rápidamente á un estado de cosas en que las mismas leyes del capitalismo tanto valdrán aquí como allí.

La explotación de la estancia de la que tratamos representa la producción gana-dera en el período de pastos naturales del sistema pastoril puro, sin combinación con labranza alguna. Este período que sigue al período montaraz puro primitivo, supone un campo hecho, fertilizado por largos años de pastoreo. Si la ganadería da ahora un tipo de beneficio tan elevado, no nos olvidemos que debemos esta feliz circunstancia al trabajo de once generaciones de una población pastoril, que casi sin beneficio alguno para ella misma cuidó sus haciendas en estos campos. Tengamos en vista nuestros deberes para con las generaciones venideras aplicando las leyes del cultivo extensivo siquiera, dejemos descansar y reconstituirse una parte á lo menos de nuestro campo mientras la otra esté cargada con hacienda.

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En esta hacienda no se labra ni un palmo. La mejora existe en el cercado y la división en potreros, que permiten la alternación de explotación y descanso. Este cultivo puramente extensivo de un resultado tanto mejor cuanto mayor sea el la-tifundio en explotación. Exige, si, un capital fijo importante, sobre todo para la construcción de alambrados, cuyos gastos de conservación y amortización entran como valores constitutivos en el precio de coste de los productos con un 2.60% más o menos, según datos que ha podido obtener de entendidos en la materia.

Las habitaciones en la estancia son mucho mejores que la del chacarero cuya contabilidad hemos analizado antes (pág. 813) y la existencia de los peones es por eso más humana.

2- Los animales de trabajo

Con 30 caballos de un valor de 900 $ se efectúa todo el trabajo. La contabilidad no fija el tiempo durante el cual pueden servir estos animales, pero su amortización lo más que puede importar será un 20%, así que el coste de su fuerza por hectárea no pasa de 0.14 $.

3- El capital variable

Con un capataz y dos peones, como personal permanente, y una cuadrilla de doce esquiladores, un agarrador, un atador, un cocinero, y un muchacho durante la esquila, se efectúa todo el trabajo. El salario mensual del peón permanente es de 40$ m/n =11.43 % oro, ó sea un 24.10% mayor que el salario que el chacarero paga á su trabajador, y su manutención se calcula en 200 pesos al año, ó 18.2% mayor que la del peón de chacra. El salario anual del peón de estancia importa 137.10 $ oro, así que solamente los peones rurales en los Estados Unidos y en Inglaterra ganan más que él (Véase La Agricultura, III, página 836), é incluso la manutención, su fuerza de trabajo cuesta 680 $ m/n =194.28 $ oro por año, ó sea 1.865 $ = 0.533 $ oro por día, ó sea 22.53 por 100 más que la del peón de chacra. Considerando luego las condiciones de habitación en la estancia y en la chacra, se conoce cuán superior es el standard of life del peón de estancia que aquel del peón de chacra.

Más resaltante queda esta diferencia comparando la existencia del chacarero con la del capataz de estancia. Aquél paga para la existencia propia y de su mujer anualmente 725 m/n = 190.80 $ oro, y el último recibe 920 $ moneda nacional = 262.86 $ oro por su trabajo. El capataz gana el 175.42 % del valor con que el chaca-rero se permite renumerara su trabajo propio, cuando este último no se ve obligado á pagar todavía una parte del arriendo con su salario, lo que sucede en este año, gracias á los precios bajo sus productos, que le arruinan.

Losson calcula el jornal del peón de estancia en 1887 en 0.710 $ oro (Economía rural, 145) cuando el agio del oro estaba á 25, ó cuando 100 $ oro valían 125 $ m/n. En siete años, pues el jornal ha bajado al 75.05% de su valor nominal. Pero en aquel año la manutención del peón costaba 86.40 $ oro al año y ahora cuesta solamente

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57.12 $ oro. El valor efectivo del dinero, su potencia como equivalente general de cambio, subió, pues, en un 51.25%. En 1887 se compraba con 151.25 $ oro con la misma cantidad de medios de subsistencia como hoy con 100 pesos oro. El jornal de 0.710 $ oro en 1887 equivalía, pues, á 0.469 $ oro de ahora, y la baja nominal queda, pues, así, transformada en una suba efectiva de 12% proporción en que los salarios en las estancias han aumentado en siete años, lo que en nada amortigua la circunstancia importantísima de que el capital variable empleado por parte de los estancieros en la producción ganadera es ahora un 24.95% menor que el empleado en 1887, para producir la misma cantidad de valor de productos lo que constituye un verdadero premio que la mayor depreciación a nuestro papel moneda ha creado á favor de los estancieros y capitalistas. Este premio lo pagan los productores in-mediatos, es decir, todos aquellos que trabajan por un salario en la producción de los medios de subsistencia (Véase La Agricultura, II, pág. 511), peones, chacareros, colonos-trabajadores y obreros. Estos se han empobrecido necesariamente en la misma proporción en que los estancieros han sido premiados, y de este modo el standard of life de la gran masa de la población ha bajado notablemente, lo que los períodos Vorwärts y El Obrero hace tiempo demostraron directamente por los presu-puestos de gastos que hacían las familias proletarias en diferentes épocas desde que se instaló el actual curso forzoso.

El total del capital variable desembolsado por el estanciero en la producción anual, importa 1.85% del capital fijo. En la contabilidad del chacarero de Pehuajó esta proporción subía á 26.19%. En la estancia el total del tiempo de trabajo gasta-do anualmente importa 1.287 días. El chacarero emplea para una superficie igual, labrando un 80% de ella, once veces más.

Si gobernar efectivamente no es más que poblar, sin tener en vista el carácter económico de la población, y si los habitantes del país no se han de considerar desde otro punto de vista que de aquel del nos munerus sumus, entonces tienen ra-zón aquellos que defienden la pequeña propiedad explotada por la agricultura en pequeña escala, no importa cuál sea el resultado del proceso. La agricultura ocupa efectivamente once veces más material humano taillable á merci et misericorde que la estancia de pastos naturales, cercada y dividida en potreros.

4- La cría de la hacienda ovina

El precio de coste de los productores (c+v) importa 2.363.29 $, y el beneficio 16.606.71 $.

El grado de explotación del trabajo humano se eleva, en esta cría de ovejas à 1.290.15%!

Y el tipo de beneficio á 26.23 %!

Son dos coeficientes que expresan matemáticamente la enorme potencia pro-ductiva del país.

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El estanciero reembolsa por cada 100$ de salarios que paga, 1.390.15$ en el precio de los productos!

El peón de estancia, incluso el capataz, produce en las 15 horas de trabajo diario el valor de su salario en una hora cinco minutos, y catorce horas 55 minutos trabaja para producir el beneficio del patrón!

El precio de coste (c+v) de la lana resulta ser aproximativamente =95.94 $ m/n = 27.41 $ oro por tonelada de 1.000 kilos.

Faltan otros datos importantes para completar este estudio.

5- La cría de la hacienda vacuna

importa en este ramo 501.10% y 8.28% para toda la explotación de

la estancia estos valores son: = 883.62% y = 16.06%.

ù

La ganadería, gran capitalista, aunque sea llevada adelante según el sistema extensivo, daremos utilidades á los miembros de clase alta, dominante, y para el estanciero argentino vale el verso de Horacio más que para ningún otro:

Beatus ille qui procul negotiisPaterna rura hobus exercelsius!

Lástima que la medalla tenga un reverso tan feo: el empobrecimiento siempre creciente de las grandes masas de la población, la acumulación de los déficit fisca-les, las moratorias y la bancarrota del Estado al fin.

Germán A. Lallemant.Año: 1896 - Mes: Enero - Nùmero:157 - Páginas 20 - 21

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LAS PROPORCIONES

Entre las diferentes partes del cuerpo de los vacunos

Es de sentir mucho que no se acostumbre entre nosotros todavía medir lo ani-males vacunos finos destinados á reproducción y expresar en valores numéricos las proporciones que existen entre las diferentes partes de su cuerpo, cuyas propor-ciones expresan con grande precisión en valor que el animal puede tener para los varios objetos á que se les destina, y también dan una idea muy clara de la raza y de la variedad á que el animal pertenece.

A foja 141 de La Agricultura hemos publicado la clasificación de los grupos, especies, subespecies, razas y variedades de la hacienda bovina según Rütimeyer y Werner, y partiendo de este estado general, hemos de tratar paulatinamente al-gunos tópicos importantes de la Zootécnica, que sin duda interesarán á nuestros lectores.

Ante todo, se nos preguntará: ¿sobre qué argumento los sabios elaboraron este estado de clasificación se han fundado para distinguir todas estas subespecies, ra-zas y variedades de la especie Bos taurus L., ó sea del buey doméstico?

El profesor Werner fundó esta clasificación, sobre todo, en las diferencias que existen entre las proporciones deducidas de la medición de muchos animales típicos hembras en su pleno desarrollo, valiéndose para la división en cuatro subespecies de las proporciones de la cabeza, y para la de las razas de las del cuerpo en general.

Antes de comunicar los valores numéricos de las investigaciones del citado pro-fesor, es preciso explicarnos cuáles son las medidas que entran en la determinación de las mencionadas proporciones.

Las proporciones de la parte de la cabeza se expresan en por cientos de largo de ella, medido éste desde la coronilla entre las astas, hasta la orilla inferior del hueso intermaxilar, ó el principio del hocico.

Interesa conocer de la cabeza las medidas siguientes:

1) El largo de la cabeza ya mencionado

2) El largo del frente desde la coronilla hasta una línea que une los ángulos in-ternos de los ojos. Toda la parte de la cabeza entre esta línea y la coronilla se llama la frente.

3) El ancho de la coronilla del arranque de una asta hasta el de la otra.

4) El ancho temporal, ó sea el ancho menor de al frente arriba de los ojos y debajo de la coronilla.

5) El ancho frontal entre los ángulos exteriores de los ojos.

6) El ancho maxilar medido desde el ángulo exterior del ojo hasta el ángulo ex-terior formado por las dos ramas del maxilar inferior.

7) El largo del asta es la medida de la curva exterior del asta.

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Según el profesor Werner las proporciones de las cabezas de las cuatro subes-pecies de Bos taurus, son:

Hemos de sujetar este estado más tarde á un examen prolijo.

Por ahora seguiremos ocupándonos de las medidas del tronco y de las extremi-dades.

El tronco del cuerpo en sentido zootécnico se caracteriza por las medidas si-guientes:

8) El largo del tronco se mide entre las líneas verticales tiradas la una por la parte saliente del húmero junto á la articulación, al lado del pecho, y la otra por el extre-mo de la nalga, ó la punta del isquion.

9) El largo de la paleta se mide desde la punta saliente del húmero, horizontal-mente hasta la línea vertical tirada por la punta superior y detrás de la paleta.

10) El largo lumbar se mide de la punta superior, y detrás de la paleta hasta el cuadril.

11) El largo del cuadril hasta el extremo de la nalga.

12) El largo del pescueso se mide desde la nuca hasta la apófise espinosa de la primera vértebra dorsal.

13) El ancho pectoral es la distancia entre las puntas de los húmeros.

14) El ancho lumbar es la extensión entre los cuatro traseros.

15) El ancho del cuadril es la distancia entre las dos puntas de los fémures junto á la articulación.

16) La circunferencia del tórax detrás de la paleta.17) La altura de la cruz desde el suelo.18) La altura lumbar es la altura de la última vértebra dorsal desde el suelo.19) La altura del cuadril desde el suelo.20) La altura de la raíz de la cola desde el suelo.21) La altura del isquion desde el suelo.22) La altura del tronco entre la cruz y la punta del húmero.

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23) La altura del tórax entre el sobaco y la cruz.24) Largo del brazo es la altura desde el suelo al cubito.25) El alto del carpo anterior sobre el suelo.26) El alto del carpo posterior sobre el suelo.Para sacar estas medidas se necesitan á más de una cinta de medir, un compás

de corredera de madera y una regla dividida con su brazo corredor para medir las alturas.

Las medidas del tronco y de las extremidades se reducen á valores proporcio-nales del largo del tronco, poniendo éste igual á 100, y estas proporciones dan una idea exacta de la forma del animal y de su valor.

Así, por ejemplo, un ancho pectoral de menos de 24 por 100 indica un bovino de muy poco desarrollo toráxico, y uno de más de 33 por 100 un animal sumamente ancho.

Según Werner las vacas típicas más aptas para la producción de leche, carne ó para procrear bueyes de tiro se aproximan a las proporciones anotadas en el cua-drito siguiente, á que se agregaron las proporciones de una vaca ideal que debería responder mejor a los tres propósitos de la crianza, reunidos en un mismo animal.

Los datos contenidos en este cuadrito son los resultados medios de muchas mediciones.

El criador nacional debe seguir el desarrollo de sus vacunos finos midiéndolos de vez un cuando, pues conociendo las proporciones en que las diferentes partes del

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cuerpo van creciendo, puede darse cuenta si la está degenerando ó no, si responde el producto á sus propósitos ó no, y si fuera preciso puede por algunos cambios en la alimentación ó en el método de crianza, venir en ayuda del desarrollo para que resulten proporciones más aproximadas al ideal que él se había propuesto alcanzar, ya sea para producir una variedad mejor para dar carne ó para dar leche ó para ser-vir de animal de trabajo.

Se comprende cuán importante es el asunto y le hemos de dedicar en adelante nuestras columnas a medidas.

Año: 1896 - Mes: Enero - Nùmero:159 - Páginas 159 - 160

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PRODUCCIÓN, ESPECULACIÓN

La Agricultura fué la primera publicación que se ocupó del Sindicato Azuca-rero, llamando la atención sobre los resultados inmediatos que ese negocio iba a producir á los productores, sacándose de la caja de los Bancos ingentes sumas de dinero, mientras se rechazaban descuentos para atender á los pagos de peones y mercaderías indispensables en el principio de la cosecha.

Señalábamos entonces el peligro de que esa especulación, alentadas por las facilidades que se le daban al uso del crédito, trajera por consecuencia inmediata la suba del artículo para el consumo interno, y las dificultades consiguientes á los verdaderos productores con la restricción á sus descuentos.

Aquella predicción está demostrada por los hechos.

La suba inmediata se produjo, y la restricción casi total del crédito subsiste.

La especulación asustada, por no haberse podido desprender del artículo en mano, apela á la protección del Gobierno, induciéndolo á adoptar una resolución con menoscabo de los más elementales principios económicos, sentando el prece-dente, dado caso de que el proyecto del Ejecutivo se convierta en ley, que la espe-culación pueda salvarse en este país, amparadas por leyes de circunstancias, y con perjuicios de las mismas industrias que se quieren, se dice, proteger.

En efecto; mientras el sindicato azucarero tendría cómo sacarse el lazo, los pro-ductores azucareros no verán un cáncamo, como se ha dicho ya; porque no existe competencia para los especuladores y seguirán las fábricas tropezando con las mis-mas dificultades del pasado: el pueblo consumidor será constituyente indirecto al buen éxito de una operación frustrada.

¿Les toca perder? pues que pierdan los que cifraban sus ganancias en la venta del artículo en plaza; pero no se fomente un medio de hacer fortuna improvisada unos pocos, cuando millares de hombres de trabajo revientan para salvar sus co-sechas. Cuando los pobres sembradores de maíz entregan sus cosechas á las des-tilerías por cualquier precio, y para ellos no hay más protección que los impuestos sobre las máquinas, sobre la producción, y con otros de diferente especie, bajo el nombre de tránsito, guías, etc.

Los productores de azúcar, como los productores de lanas, deben pedir medidas que restablezcan el crédito del país, para que el capital extranjero tenga fácil, buena y segura colocación, para que la industria no dependa del favoritismo en los bancos, y la política se haga de administración pública, y no de conveniencia de círculo. Los productores deban trabajar para tener representación genuina en las Cámaras y no abdicar con cobardía cívica de todos sus derechos, cuyos resultados están demos-trándose á cada paso.

Deben ayudar los productores y los comerciantes á la prensa seria del país en el esclarecimiento de hechos que son una vergüenza, y no por temor limitarse á la murmuración casera sobre irregularidades ó pertenencias odiosas.

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Deben ir al Directorio del Banco de la Nación á pedir representación proporcio-nal en los Consejos de Sucursales, adonde predomina el interés de la especulación.

Deben buscar establecer el equilibrio en sus intereses, por así decir, promo-viendo la creación de leyes protectoras á la industria en general, dejando al tiempo que la fábrica se forme sin perjudicar á la estancia, á la chacra, á la materia prima, en una palabra; y en cuanto al azúcar, artículo de primera necesidad y muy digno de ser protegido, que lo sea con el aumento de población, que no vendrá, segura-mente, sin medidas moralizadoras como lo dejamos anotado, y sin facilidades que nazcan de la confianza en la reforma de nuestras costumbres políticas y sociales, trabajando, haciendo producir á la tierra, combatiendo la empleomanía, limitando el doctorado, y en una palabra, administrando económica y honradamente pueblo y gobierno.

La prensa está combatiendo, por fortuna, un proyecto que, á sancionarse, sería una ley monstruosa, no tanto por los resultados inmediatos, sino por el aliciente despertado al juego; por la falta de moral en aplicar más peso sobre los hombres del pueblo, en vez de aligerar las cargas que sobre él pesan.

La única voz levantada en la prensa para defender el proyecto, desvinculándolo de la especulación, es la carta que publica nuestro ilustrado colega La Prensa, firma-da por el presidente del Centro Azucarero.

Se dice en esa carta, <<que son solamente especuladores, sino también fabrican-tes, ¿de qué? mayoristas, almaceneros, etc.>>5

Chacarero.Año: 1896 - Mes: Enero - Número:159 - Página: 63

5. Esto no se comenta ni contesta, porque no puede haber especulación sin comerciantes, mayoristas, etc.

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INDUSTRIA MINERASU ESTADO ACTUAL - DIFERENCIAS

I

Pocos son los datos que hasta ahora se conocen sobre esta industria, en com-paración con las grandes riquezas que la República Argentina posee en minas de las más variadas clases. La causa por que estamos tan á obscuras en cuanto á datos exactos sobre las minas y yacimientos metalíferos, etc., la hace resaltar el director del Departamento de Minas y Geología, ingeniero H. D. Hoskold, en la Memoria que acaba de presentar al señor Ministro de Hacienda, Dr. Romero. Dice el Sr. Hoskold que el Departamento no cuenta con el personal suficiente para hacer las explora-ciones necesarias en los distritos mineros. Uno ó dos ingenieros de sección para las provincias y uno ó dos para los territorios nacionales, harían falta.

Entre los empleados del citado departamento, tampoco se cuenta ningún geólo-go; sólo el señor Hoskold ha hecho estudios geológicos. Además, los fondos votados por el H. Congreso para exploraciones no son bastantes para pagar sobresueldos, viáticos, y peones y comprar mulas, para no hablar de su manutención en el campo.

Cada ingeniero en sus viajes de exploración é inspección precisa dos mineros prácticos para ayudarlo. Últimamente hace falta una máquina perforadora cuyo coste, con los gastos de transporte, ascenderían á 14.500 pesos oro, suma á la cual hay que agregar unos 30.000 pesos m/n para los gastos de exploración, etc., pero que no importaría un cargo oneroso para el erario público, puesto que un país más joven que la República Argentina, la Nueva Gales del Sud (Australia), poseyendo 15 máquinas perforadoras, ha hecho con ellas descubrimientos cuyo valor se es-tima en muchos millones de libras esterlinas. El señor Hoskold cree también que sería conveniente ensanchar el laboratorio metalúrgico que tan valiosos servicios ha prestado á la industria minera.

Si el P. E. y el Congreso autorizan los gastos que demandan las mejoras que el Sr. Hoskold propone, entonces veríamos pronto aumentarse el número de capitalis-tas que se ocupan de la explotación de minas; porque teniendo datos completos y exactos, el Departamento de Minas podría, en cada caso, determinar el valor comer-cial de un yacimiento de minerales ó de una mina.

He aquí un interesante ejemplo de esta clase de cálculo financiero:

El ingeniero de sección Sr. Allchurch hizo un viaje de exploración al distrito de Gualilán, provincia de San Juan, encontrando allí minerales que contienen oro, plata y á veces plomo. De paso sea dicho, estas minas han sido explotadas en varias épocas por compañías inglesas, habiendo dado mal resultado la explotación porque la maquinaria empleada era pesada y mal adecuada á las operaciones mineras para que debía servir y á la clase de mineral á beneficiar, porque se perdió más de la mi-tad del oro sustrayéndose otra parte por los obreros encargados de la maquinaria

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de amalgamación y porque en las cercanías de las minas ya no había combustibles de ninguna clase.

Esta última circunstancia es la que ha dificultado más la explotación de las mi-nas en todo tiempo, desde que se trabajó con máquinas. Se entiende que en un país donde los medios de transporte son tan costosos como acá, hay que contar con esta eventualidad cuyos efectos se pueden evitar empleando la fuerza del agua de los torrentes, arroyos ó ríos que siempre los hay cerca de las minas como para producir electricidad empleándola como fuerza motriz.

Ahora bien, á pesar de haber sido explotadas varias veces, estas minas son to-davía muy ricas, y el ingeniero Allchurch ha hecho una serie de ensayos del mineral obtenido de ellas.

Resulta de estos ensayos que por toneladas contiene 55.76 granos de oro con 300 granos de plata término medio y 283 granos de oro como máximum.

El valor del mineral por tonelada sería, según estos ensayos, de $ 41.33 oro, término medio, y el beneficio anual se calcula en $ 20.70 oro. La producción mínima podría ser de 100 toneladas por día, calculándose la pérdida en un 10 %. Entonces el beneficio neto sería de $ 309.900 oro por año.

En cuanto á los gastos, éstos se compondrán del capital necesario para la adqui-sición y explotación de las minas.

En primer lugar habría que adquirir maquinaria moderna usando como fuerza motriz la electricidad, generada en un punto donde existe agua en cantidad sufi-ciente para poner en movimiento los dinamos. El coste de esta maquinaria eléctrica sería de 338.000 pesos oro.

El beneficio de que hablábamos más arriba sólo se podrá realizar una vez que las minas estén en condiciones de extraer 100 toneladas de minerales por día, lo que sucederá á los más un año después de instalada la maquinaria.

Tomando en cuenta la tasa de interés que se convenga sobre el precio de compra y que el Sr. Hoskold calcule en un 20 %, la duración de la explotación de las minas -20 años- y una amortización anual de 3 % tendríamos, según el método ingenioso del Sr. Hoskold, que el valor bruto actual de las minas se puede valuar en 1.088.671 pesos oro, el capital invertido sería de 354.900 pesos, el interés de $261.281 y la amortización al cabo de 20 años de 48.618 pesos.

Pero según los estudios hechos, se puede admitir que, dada la gran cantidad de mineral conteniendo oro y plata que existe aún en las minas, la explotación daría probablemente 300 toneladas por día durante 30 años. Entonces el valor bruto ac-tual ascendería á 4.206.420 oro, aumentándose las demás cifras citadas en propor-ción á estos datos.

Como se ve, este cálculo es de gran utilidad para el público. Desgraciadamente, son contadas las minas sobre las cuales se tienen datos seguros, y sería de desear que el gobierno se ocupara con preferencia de asunto tan importante atendiendo en cuanto fuera posible los pedidos del Sr. Hoskold.

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Una vez que se haya puesto el Departamento de Minas en condiciones como para poder ejecutar todos los trabajos necesarios, se verían muy pronto los benefi-cios que este gasto traería consigo.

En la provincia de Córdoba, por ejemplo, hay distritos mineros de importancia, pero que no han podido ser inspeccionados debidamente hasta ahora. Hay conve-niencia también en que el gobierno instale un establecimiento de fundición, no como algunos quieren en la Capital Federal ó en Rosario, sino en uno de los distritos mineros.

Somos de opinión que no sólo hace falta un establecimiento de fundición per-manente en el Estado y cuyo principal objeto sería ensayar los diferentes métodos que en nuestro país deben usarse para las varias clases de minerales, sino que el Estado tome parte activa en la explotación de una ó varias minas.

Sabemos muy bien que entre nosotros no se considera al Estado como buen ad-ministrador; pero tenemos fe en los conocimientos del ingeniero Sr. Hoskold, quien, ayudado por otros ingenieros y buenos mineros prácticos, obtendrá seguramente tan buenos resultados en la explotación como cualquier otro Departamento de Mi-nas en los Estados europeos donde se saca una fuerte renta para el tesoro público de las minas de propiedad del Estado. No hay que perder de vista esta cuestión, y si por ahora y por razones de otro orden no sería posible la ejecución de lo que propo-nemos, no por eso debe dejarse de estudiar este asunto bajo todas sus fases.

El Estado tiene más interés que nadie en ver un pronto desarrollo de la indus-tria minera, y poseyendo el mismo un establecimiento modelo, no sucedería lo que ha ocurrido ya tantas veces y que sucede hoy mismo: no se gastaría tanto dinero inútilmente en empresas de minas. Ahí está la compañía inglesa de Gualilán, de que hablábamos más arriba; ahí está el Dr. Salas y la compañía de que forma parte, la que gastó 90.000 pesos en trabajos superficiales de exploración; ahí están muchos mineros de Córdoba que trabajaban el cuarzo aurífero de la sierra de igual nombre y que han tenido que abandonar las minas, puesto que les faltaban los conocimientos necesarios sobre el mejor método de explotar estas riquezas minerales con provecho.

Antes de concluir estos apuntes debemos hacer notar que el Sr. Hoskold comete un pequeño error cuando dice que entre las causas que dificulta el desenvolvimien-to de la minería en las provincias hay que contar la autonomía de estas últimas. No se podrá decir que los Estados Unidos del Norte ó Inglaterra son países en los cuales las unidades constitucionales que los forman, ó sea los diferentes Estados norteamericanos y las colonias inglesas, no tienen autonomía. No creemos tampoco que el Sr. Hoskold querrá decir que en aquellos países la autonomía constituye una dificultad para el desarrollo de la industria minera.

Otra cosa es la necesidad de tener una ley de minas, y de esto, como también de otras cuestiones y datos de interés, nos ocuparemos en nuestro próximo artículo.

Marius.Año: 1896 - Mes: Enero - Número: 160 Páginas: 79 - 80

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INDUSTRIA MINERAEL CÓDIGO DE MINERÍA

II

El poder Ejecutivo de la Nación acaba de reconocer la necesidad de que se so-meta á la sanción del Honorable Congreso un nuevo código de Minería. Creemos que es de interés público discutir las principales modificaciones que deben introdu-cirse en el código de minería, según lo que señala la práctica.

Es indudable que ciertas disposiciones de la ley perjudican al fisco y á los con-cesionarios de minas, que han adquirido el derecho de propiedad sobre ellas. Así, el artículo 8° del código de vigencia dice que las arenas metalíferas y piedras preciosas que se encuentran en los lechos de los ríos y aguas corrientes y los placeres son de aprovechamiento común. Ya es tiempo que este estado de cosas cese y que se saquen también para esta clase de trabajos mineros los permisos de cateo y explo-ración, como si se tratara de verdaderas minas.

En las costas de la Patagonia en Tierra del Fuego y el Territorio de Neuquén mineros aventureros han tomado posesión de grandes áreas de placeres auríferos, extrayendo considerables cantidades de oro y haciendo la explotación de un modo irregular, lo que perjudica frecuentemente á los verdaderos concesionarios mineros.

Sobre estos aventureros no se ha llevado hasta ahora ninguna clase de vigilan-cia no control. Desaparecen como han venido. Nadie sabe de dónde son ni á donde van y cuánto llevan consigo.

Además el aprovechamiento común es contrario á los derechos originarios, le-gales y equitativos. Se permite la apropiación de un modo clandestino de subsisten-cias metálicas y piedras preciosas que pertenecen al Estado. Así el tesoro nacional pierde sumas más ó menos considerables cuyo monto nadie puede apreciar porque faltan datos exactos al respecto. Y lo peor es que el país no saca ningún beneficio del aprovechamiento común, porque los aventureros que explotan las riquezas na-turales del país no se arraigan en el lugar donde encuentran los placeres auríferos, etc., sino que son comparables á esas tribus nómades que vivían en todas partes y en ninguna. La mayor parte de estos aventureros se dirigían a Chile.

Este estado de cosas ha durado en la América, puede decirse, desde 1773, época en la cual se promulgó la Ordenanza de Minería en la colonia española de Méjico. Es cierto que algunas disposiciones de aquella ordenanza fueron modificadas en la Ley de Hacienda y Código de 1853 y en el Código de Minería publicado como ley en 1887y que actualmente está en vigencia; pero, como queda dicho, el artículo octavo reconoce como principio de derecho el aprovechamiento común.

Pasemos á otro punto.

Los que no creen en el porvenir de la industria minera, pueden convencerse de su error por los datos que hemos publicado en el primer artículo sobre este tó-

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pico. Otro hecho que, según nuestro parecer, prueba lo mismo, es la minuciosidad excesiva con que se deben hacer las anotaciones de los descubrimientos de minas, no sólo en la capital, sino también en las provincias y territorios nacionales. Como es sabido, se anota, no sólo el día y la hora en que se presentan las denuncias de descubrimiento, sino también los minutos! Esto demuestra que hay mucho interés en la población por las riquezas minerales de nuestro suelo, y si, hasta el presente las anotaciones y los permisos de exploración han servido, en la mayor parte de las cosas, para fines de especulación, no sucederá lo mismo si en el nuevo Código de Minería se introducen disposiciones legales que tengan por objeto el fomento de la industria minera por parte del gobierno.

Una buena medida se ha tomado con referencia á las solicitudes de cateo y explotación de minas que se presenten en los territorios nacionales, por decreto de 28 de abril de 1893 se ha dispuesto que las personas que desean explorar una mina, etc., pueden hacer constar los datos correspondientes en las principales oficinas de Correos las cuales tienen que remitir las solicitudes al Departamento Nacional de Minas y Geología. En el nuevo Código de Minas se podía hacer extensiva esta me-dida también a las provincias, ahorrándose de este modo mucho trabajo y tiempo á los interesados.

Otro capítulo del Código de Minería que debe ser modificado, es el que se refie-re á la clasificación de las minas.

Hasta ahora, los grupos establecidos son tres, considerándose sólo los del pri-mer grupo –es decir los que contienen metales, carbón, aceites minerales, arsénico y piedras preciosas- como de propiedad exclusiva del Gobierno de la Nación ó de las provincias.

Todas las demás sustancias minerales son propiedad del dueño del suelo en que se encuentran. Esta clasificación parece errónea o superflua desde que los permisos de cateo y explotación deben ser solicitados por una y otra categoría y que no es ni puede ser la mente de la ley estorbar el desarrollo de la industria minera. Además el nuevo Código de Minería tendrá que clasificar las aguas minerales, el guano y otras sustancias sobre cuya explotación han recaído decretos gubernativos, y será necesario estudiar las disposiciones de las leyes especiales votadas por las Legisla-turas de las provincias para obtener una legislación uniforme y de fácil aplicación en toda la República.

Hasta el presente los permisos de explotación se han concedido de un modo muy irregular y hasta perjudicial, tanto para los explotadores como para el fisco. En primer lugar, debían establecerse diferencias en la extensión de las concesiones de minas de oro y las de plata ó cobre, por ejemplo, porque podría suceder que una mina de oro tuviera un valor veinte veces mayor que el contenido en cualquiera de las otras dos. Los legisladores tendrán que tomar en cuenta a este respecto lo que ha enseñado la práctica en nuestro país y en el extranjero. Por otra parte, será indispensable hacer una investigación prolija sobre las concesiones de minas, por su gran extensión, son contrarias á las disposiciones del respectivo Código en vi-

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gencia y que han creado una especie de latifundios mineros en varios puntos de la República con perjuicio del desarrollo de la minería en general y violando derechos legales del público.

Una cuestión muy interesante es también la que se refiere al tiempo que debe durar una concesión. En varios países europeos, donde, como es natural, se consi-deran las riquezas naturales del suelo en minerales propiedad del Estado mientras no se hayan sacado los permisos necesarios para su explotación y éstos se dan por tiempo limitado, se puede renovar la concesión al espirar el plazo señalado. En las concesiones suele fijarse el mínimo de mineral que debe extraerse, como también el mínimun de capital que ha de emplearse al principiar la explotación.

No es nuestro propósito entrar en detalles demasiado minuciosos sobre cues-tiones de derecho que deben deslindarse en el nuevo código. Sólo haremos dos observaciones. En cada mina puede haber, naturalmente, dos derechos: el de pro-pietario primitivo y el del arrendatario o concesionario. Estos derechos deben ser evaluados en su debido tiempo por empleados competentes del gobierno y hay que fijar una escala de tasación para que estos derechos puedan ser vendidos antes o después de principiada la explotación. El nuevo código deberá también contener disposiciones que eviten la competencia de derechos sobre la misma mina entre va-rias personas que solicitan la explotación de minas en los mismos lugares dándoles a éstos nombres fingidos y provocando pleitos y pérdidas de tiempo y dinero á los verdaderos propietarios ó concesionarios.

Terminamos aquí éstos apuntes para no ocupar más la atención de nuestros lectores, esperando que la comisión nombrada por el Gobierno sabrá tratar el pro-yecto de Código de Minería con el esmero que asunto de tanta importancia merece, siendo un hecho que la legislación minera de un país determina en gran parte la suerte de la industrias minera.

Marius.Año: 1896 - Mes: Febrero - Número: 165 Páginas 165 - 166

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CUESTIONES DE ACTUALIDAD

CHACRA DEL EUREKA, Marzo 8 de 1896.

Señores Directores de LA AGRICULTURA:

Hace tiempo no he tomado la pluma porque, como Vds. podrán imaginarse, no sucede mucho nuevo por acá. Y si hoy les escribo esta carta, no es por el rinde de la cosecha, ni el precio del trigo, ni por ningún asunto que se relacione con la agricul-tura ó ganadería.

Me imagino que los lectores de su ilustrado periódico se preguntarán sobre que tema sabrá escribir un simple chacarero que todo el día se ocupa en labrar la tierra y vigilar la cría de sus animales, si no es sobre algo que se relaciona estrechamente con éstas ocupaciones.

Creo, sin embargo, que en la actualidad hay tantos asuntos de interés público, que no es extraño si me permito comunicar á Vds. el resultado de mis reflexiones sobre uno de ellos.

He elegido como tema para esta correspondencia tres reformas que se han lle-vado á cabo ó se introducirán en el ramo de la instrucción pública. Podría decirse que son cuatro las reformas, puesto que la movilización de la clase de veinte años y la instalación de las Academias militares para los oficiales y clases de la guardia nacional son también factores poderosos de la instrucción pública que harán sentir su influencia benéfica bajo más de un punto de vista. Creo haber observado en mis viajes á través del viejo continente que la educación militar de un pueblo es de tanta ó quizá de más importancia que no la instrucción que reciben los niños en la escue-la. Esta aseveración se prueba fácilmente con las experiencias hechas en Alemania, Francia y otros países europeos donde todos los varones aptos para el servicio mili-tar tienen que recibir esta clase de instrucción, siendo ella a la vez un medio de co-municar al ciudadano los conocimientos que precisa para ser un verdadero defensor de la patria y del hogar, y sirve también de estímulo para cumplir sin miramientos los derechos que el patriotismo impone. Los mismos efectos tendrá la instrucción militar entre nosotros, efectos que quizá no serán visibles tan pronto, pero que, por eso, no serán menos benéficos produciendo una especie de regeneración entre los jóvenes que gobernaran el país en una época no muy lejana.

Sólo me permitiré llamar la atención de quienes son llamados a pronunciar una palabra decisiva en estos asuntos, sobre un punto que me parece de la mayor im-portancia. Entre nosotros sucede con frecuencia que un cambio en la persona de un jefe de repartición ó de un ministro ó de un gobernador trae consigo un abandono aún de las mejores reformas introducidas por el predecesor. Sin embargo, la vida política y económica de un pueblo se desarrolla con más solidez, toma más vuelo cuando las instituciones tienen cierta estabilidad y no cambian de un momento a otro. Y tratándose de una reforma tan trascendental como los es la educación mili-tar dada al pueblo entero en los ejércitos y la Academia de la guardia nacional, creo que debía conservarse para siempre porque la historia enseña que los pueblos que

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cuidaban de su educación militar siempre han sido los más fuertes y han conserva-do por muchos siglos la preponderancia ó hegemonía sobre sus vecinos.

Mis amigos y yo nos hemos alegrado mucho de que la Universidad de Buenos Aires cuente desde ya con una facultad de Humanidades.

Así desaparecerá poco a poco esta anomalía que hasta ahora existía en los nom-bramientos de los rectores y profesores de los Colegios Nacionales, eligiéndose para éstos puestos en la mayor parte de casos a abogados y médicos. Se podría objetar que la preparación de los profesores en la facultad de Humanidades tampoco será una garantía, pero se emplearan mejores métodos de enseñanza en los cursos del Colegio Nacional.

Realmente, he visto que en Alemania, por ejemplo, se exige a los jóvenes que han pasado los exámenes en las facultades de humanidades y desean dedicarse al profesorado, que aprendan prácticamente, durante un año, el arte de enseñar. Ade-más, existen en varias ciudades institutos en los cuales los aspirantes al profesorado se pueden perfeccionar en el arte de enseñar. El más renombrado de estos institutos es el Seminarium preceptorum de los Frankesche Stiflungen en la ciudad de Halle.

Tocaré también una cuestión que, en Europa, empieza a despertar el interés del público y que también acá debía ocupar la atención de las autoridades encargadas de organizar la nueva facultad de Humanidades.

Allí como acá, la prensa diaria y periódica es muy poderosa, a tal punto que en Europa le llaman la “séptima entre las grandes potencia.” No es más que justo, pues, que algunos países europeos han hecho en sus universidades cursos especia-les para periodistas. Se comprende que son las facultades de humanidades las que tienen que ocuparse de la preparación de los futuros periodistas. En Alemania se ha realizado esta idea, y como la creo, no sólo aceptable, sino excelente, la recomiendo al digno decano y cuerpo de académicos de la nueva facultad de Buenos Aires.

Como es sabido, este año tendremos un nuevo plan de estudios en los Colegios Nacionales. No se conocen aún con exactitud las reformas que van a introducirse en el plan de estudios.

Desde luego es sensible que casi cada año nos trae nuevas reformas en este sen-tido. Este cambio continuo de programas causa muchos trastornos á los educandos y no menos á los padres de éstos.

¿No sería posible, ya que se trata de mejorar el plan de estudios, preparar las reformas que se piensa introducir de modo que no sea necesario sustituirlas cada año por otras? ¿Acaso no se ganaría mucho si se procediera con un poco más de precaución en estos cambios del plan de estudios? Creo que sobre este particular no puede haber dos opiniones.

He dicho ya que no se conocen aún con exactitud todos lo pormenores del nue-vo plan de estudios que regirá este año. Pero se sabe que se va a suprimir la ense-ñanza del latín. Pues bien, señor, esta medida me parece poco adecuada.

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Sin detenerme en las ventajas que presenta el estudio de la gramática y sintaxis de este idioma por su claridad y el eminente desarrollo de las facultades intelectua-les del discípulo, diré solamente que hoy en día es una necesidad imperiosa para cada hombre educado de saber, no uno, sino varios idiomas extranjeros. ¿De dónde, pues, se han sacado la mayor parte de las palabras de nuestros principales idiomas modernos, sino del latín? Hasta el inglés y el alemán se han asimilado una cantidad de raíces latinas. Suprimiendo el latín, se hará naturalmente mucho más difícil el estudio de los idiomas modernos.

Tocaré otro punto, ya que de educación me ocupo en esta correspondencia. Nuestra carta fundamental prescribe que el Congreso Nacional dictará un plan ge-neral de estudios, tanto para las escuelas comunes como para los Colegios Naciona-les. Hasta el presente esta tarea no se ha llevado a cabo, aunque es notorio que hace falta allanar ciertas dificultades que se presentan prima facie en la práctica.

Así, por ejemplo, el programa del 4° grado de las Escuelas Comunes es casi el mismo que el del primer año de los Colegios Nacionales. Esta anomalía no debía existir. El examen de ingreso que se exige actualmente de los alumnos que desean entrar en el Colegió Nacional, estaría demás si las Escuelas Comunes preparasen sus alumnos de modo que los Colegios Nacionales no tuvieran razón de quejarse de la falta de ciertos conocimientos indispensables para sus alumnos. El Congreso de la nación es la autoridad encargada de estudiar y discutir éstos y otros puntos que se relacionan con el plan general de estudios. Bueno sería si este año se ocupara esta alta corporación de un asunto de tanta importancia.

Para concluir, aplaudiré sin reserva la resolución del Concejo Nacional de Edu-cación de introducir este año los trabajos manuales en las Escuelas Comunes. La práctica demostrará si es preferible enseñar estos trabajos en institutos aparte ó si deben formar como nueva asignatura en los programas. Tanto que yo se de esta clase de enseñanza, hay que darla sobre una base amplia, y dudo si en las escuelas comunes habrá el tiempo suficiente para atender como es debido este nuevo ramo de enseñanza.

Veo que mi carta ha sido más larga de lo que pensaba y pido disculpas a los lectores de LA AGRICULTURA de haber ocupado tanto su atención.

Saluda a los señores Directores atentamente

S. S: S.

Un Chacarero.Año: 1896 - Mes: Marzo - Número: 167 - Página 202

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LA CRISIS AGRARIA EN ALEMANIA

(Colaboración)

Chacra del Eureka, Abril 1° de 1896.

Señores Directores de La Agricultura:

Siendo yo desde muchos años suscriptor de su ilustrado periódico, que tantas simpatías ha adquirido entre la población rural, me dirijo á ustedes esperando de su amabilidad que me concedan en las columnas de La Agricultura un lugar para las siguientes líneas, que las escribo porque tengo y he tenido siempre muchísimo interés en la Revista que Vds. tan dignamente dirigen.

Soy de opinión, señores para entrar en materia sin grandes preámbulos, que ante toda la verdad debe quedar en su lugar y que, si un partidario de un determi-nado creo político desea hacer propaganda por sus ideas, debe mantenerse dentro de la esfera de la más estricta equidad y sin tergiversar los hechos.

Pues bien, Señores, he leído en varios números de su ilustrado periódico sueltos que han llamado justamente la atención de muchas personas y que parecen inspi-rados en el más violento patriotismo. Dos de los sueltos á que me refiero llevan por título: La crisis agraria en Alemania y La miseria del chacarero en Alemania.

Antes de entrar en la refutación de los hechos referidos en esos sueltos, séame permitido hacer algunas reflexiones sobre el presunto autor de dichos sueltos y quien, para mi, es también el padre intelectual, para servirme de esta expresión hi-perbólica, de otros artículos sobre el colectivismo, bancos agrícolas, etc., publicados en su ilustrado periódico.

Por lo que escribe este señor, me imagino que será un partidario aferrado de las doctrinas de Marx. Como doctrinario, será socialista y como hombre público, pues supongo que se ocupará de política para ver realizados sus ideales ó si quiera por afición, pertenecerá á este partido, que en Alemania se llama Socialdemokratische Partei, ó sea partido socialista, en cuyo partido se ha desarrollado el anarquismo.

No es mi ánimo discutir con los señores socialistas sobre sus creencias y doc-trinas. Yo reconozco á cada cual el derecho de pensar lo que quiera, y pido este de-recho para mí. Las ideas no pagan derecho de aduana, decía un pensador alemán. Los señores socialistas me permitirán solamente que les diga que nada me parece tan absurdo como el socialismo, y que aborrezco más aún, como fácilmente se com-prende, á su hermano, el anarquismo.

No soy más que un simple trabajador que debe ganarse su vida con el sudor de su frente, y, aunque el pedazo de tierra que hoy estoy labrando es mío he tenido que trabajar bastante tiempo en casa ajena; de modo que conozco perfectamente la suerte del trabajador, la suerte del pobre; pero sé también que si no todos vivimos en la abundancia ni gozamos de los más ricos manjares, ni son para todos los goces

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de la vida, Dios ha puesto un algo en nuestra alma para que estemos contentos con nuestra suerte y que nos parezca liviano el fardo que cada cual tiene que llevar.

Sé, además, que en la vecina República del Paraguay los señores socialistas tie-nen ó tenían establecida una colonia en la cual se llevan á la práctica las ideas que ellos recetan á los desherederos en este valle de lágrimas.

A pesar de los esfuerzos hechos para que lo que pasa en aquella colonia-modelo de novísimo cuño no fuere conocido en el exterior, se sabe perfectamente y por con-ductos fidedignos, que ninguno de los ideales que son considerados por los socialis-tas como los mejores remedios para mejorar la suerte del pobre ha sido realizable, y que sus más importantes teorías referentes á lo que ellos llaman el Estado del por-venir (Zukunftsstaat) han resultado ser unas utopías sobre las cuales se puede hablar con más ó menos habilidad y se pueden escribir gruesos tomos; pero nada más!!

Mencionaré, últimamente, que durante uno de los viajes que anualmente hago á Buenos Aires, tuve ocasión de ver en el Politeama un drama de Ibsen, autor que, como es sabido, se propuso hacer propaganda por las ideas socialistas.

Pues bien, señor, á pesar de ser el protagonista del drama social el eminente actor Com. Ermete Novelli, yo, y muchos cuya opinión he oído aquella noche, está-bamos bajo una impresión penosa.

Parecía que todos estos seres humanos allí sobre la escena padecían de un es-tado patológico que a ellos mismos les hacía sufrir horriblemente. En este sentido, Ibsen y todos los escritores que querían favorecer á los socialistas les han rendido muy mal servicio.

¿Y las huellas, señor? ¿Aquel arma formidable de los socialistas? Ha habido siglos en que no se conocían las huellas ni de nombre, y van á desaparecer pronto como han venido, sin dejar huelga.

Pero basta de teoría y doctrinas que sólo dan dolor de cabeza; vamos á los he-chos.

En el artículo << La crisis agraria en Alemania>>, el socialista aludido habla de los Yunker, de Bismarck, Caprivi y Hohenlohe, de Guillermo II y de 500 millones de marcos, de todo, en fin, menos de la crisis agraria. Sus ideas fantásticas lo in-ducen á creer que en Alemania existe un socialismo agrario. ¡O tempora! ¡O mores! Llama ´Bismarck el jefe de los Yunker, escribiendo esta palabra con Y en vez de I, y sin explicar su significado.

Dice textualmente: <<Bismarck…supo engañar á la burguesía alemana con una supuesta unión alemana, de que se ha expulsado á varios millones de alema-nes austríacos, é incluso por medio de la fuerza bruta á muchos ex-alemanes (¡sic!), polacos, dinamarqueses y franceses (!!), que no quieran ser alemanes ni por cuanto hay sobre la tierra.>>

¡Ave María! Diría cualquier hijo de vecino al leer esta tirada. Porque, señor, me parece que un socialista, por el mismo hecho de estar aún su dichosa teoría de la fe-licidad universal en los embriones, no debía con tanta ligereza afirmar inexactitudes.

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El autor del suelto aludido puede consultar á franceses, ingleses, italianos, ar-gentinos ó personas de cualquier otra nacionalidad (siempre que no sean socialis-tas) sobre Bismarck y el Imperio alemán, seguramente ninguno le dará razón en cuanto á sus afirmaciones falsas.

Bismarck nunca ha sido un Yunker, es decir, uno de los grandes feudales con ideas medievales. Bismarck, señor, es, ó más bien ha sido, el campeón del traba-jador; él ha hecho cuanto existe de humanitario en la actual legislación alemana sobre la protección del pobre (Arbeiserchutz Gesetsgebung). Bismarck también se ha llamado á si mismo el campesino. Nada más quiere ser este héroe nacional de los alemanes.

En cuanto á la unidad del Imperio Alemán, el señor socialista puede estar se-guro que es mucho más fuerte de lo que él cree.

Lo mismo le sucedería al verificar si en realidad son cientos de miles los pai-sanos arruinados en Alemania, Francia, Austria , Rusia, Italia, Dinamarca, es decir en toda la Europa. Estos y los otros datos del suelto <<La miseria del chacarero en Alemania>>, ¿los trae el señor socialista sólo para que sean muchos los incautos que, por haber sido engañados, se echan en brazos del socialismo?

Yo, señor, aunque soy argentino, conozco bien la situación del ganadero y agri-cultor en Alemania, sé lo que es la crisis agraria, porque mis padre me hicieron educar en Alemania y aprendí allí prácticamente la agricultura.

He podido observar que la situación del pequeño agricultor, á pesar de ser ac-tualmente dura la lucha que debe soportar, no es tan desesperada como la quieren pintar lo señores socialistas ni los señores agrarios.

Estos últimos han hecho realmente esfuerzos sobre humanos para asegurarse á si mismos mayores ganancias, puesto que sus proyectos sobre fiscalización de la venta de los cereales no hubieran mejorado en lo más minino la situación del pequeño agricultor en Alemania. Además, el proyecto Kanitz presentado dos años consecutivos en el Reichstag, es de todo punto impracticable. Por eso los represen-tantes del pueblo alemán lo han rechazado con gran mayoría.

Parece que ahora los señores agrarios no saben más á qué santo dirigirse. Es que la crisis agraria en Alemania depende de la situación general del mercado in-ternacional, y ningún agrario, y menos aún un socialista, es bastante poderosos para cambiar esta situación de la noche á la mañana. La economía política enseña también que hechos de tal naturaleza traen sus remedios á su tiempo consigo sin que quepa otra intervención á los partidos políticos que aprovecharían para sus in-tereses particulares.

Para concluir, diré dos palabras sobre las sociedades Raiffeisen, cuyo régimen quiere implantarse entre nosotros.

Es un sueño de los señores socialistas aplicar el principio del colectivismo, como ellos le llaman, á todo asunto que medianamente se podría prestar á ello. Olvidan

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estos señores que si la asociación es tan antigua en este mundo como la edad del género humano, no por eso deja de tener sus inconvenientes, y por cientos de miles se cuentan los socios ó Genossen que han perdido su fortuna en las sociedades Rai-ffeisen y otras sociedades socialistas. Sapiente sas.

Saluda al señor Director atentamente, S. S. S.

Un ChacareroAño: 1896 - Mes: Abril - Número 172 - Páginas. 294 - 296

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NUEVAS EMISIONES

(COLABORACIÓN)

Nuestro primer artículo sobre la necesidad de aumentar la circulación del papel moneda bajando el interés y estableciendo una amortización que permita á las cla-ses trabajadoras usar del crédito en beneficio de la producción, nos ha merecido la censura, recordándose que es recurso empleado por malas administraciones produ-jo la honda perturbación de todos los negocios y la aguda crisis que el país soporta actualmente.

Lo original del caso es que otro chacarero sea quien rebata nuestras ideas, dán-donos en todo la razón desde que reconoce que el aumento de emisión aliviara el estado de los que deben y se afligen por pagar y que serán los favorecidos los productores que tendrán productos para vender; es decir, patrones, grandes y pequeños propietarios y arren-datarios.

Si esta es una verdad reconocida por nuestro colega en el trabajo, y ese sería el resultado de una emisión destinada al fomento de esas industrias, no viene al caso recordar los efectos de las anteriores, sino en para evitar el mal uso que de ellas hi-cieron los encargados de distribuirlas equitativa y convenientemente en la época de las más descabelladas especulaciones.

Nadie que tenga sentido común puede suponer que halla quien siente como principio el régimen de las emisiones.

Sabido es que en la época de la jugarreta á las acciones y comparas de terrenos, el papel-moneda, en vez de servir á la producción, fue su peor enemigo, porque quien se acercaba a solicitar un descuento para usos comerciales ó industriales, era un retrógrado, un retardatario que se apartaba de la corriente en que era necesario confundirse para obtener crédito en los Bancos. No era entonces rechazada la idea emisionista en aquella época, aunque fueron elogiados hasta los famosos centros agrícolas, por la prensa seria, como se elogia por todo creyente su religión en la cual cree encontrar la vida eterna y su felicidad inmortal.

Por nuestra parte, creemos en lo que estamos viendo y palpando, y que a pesar de tener una administración honrada en el orden nacional (aún cuando nuestro tocayo el chacarero diga que no hay confianza en el gobierno), el capital extranjero no alcanza á los productores, á menos que le vendan su trigo, sus lanas y demás ma-terias primas, al precio que los judíos del mercado impongan á su antojo, haciendo subir ó bajar el oro porque si, y haciéndole la cruz á una emisión que nada tiene que ver con las anteriores, si no es, como hemos dicho, para precaverse de, incurrir en las mismas faltas que entonces se cometieron.

¿Cómo se podrá aprovechar esa emisión? pregunta el presunto chacarero.

Tomando precauciones para que no vaya á la Bolsa, y sirva al único cliente pri-vilegiado que debe existir.

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Que no vaya á poder de los sindicatos, á los amigos políticos, á los agentes elec-torales, ni para tapar un agujero, para abrir otro más grande, sino para darla como en sus buenos tiempos lo hacía el Banco de la Provincia de Buenos Aires, á los que no gastan palco en la Opera, coche de librea en Palermo, ó viajan para darse corte en Bristol, pero que tienen los hábitos del trabajo inteligente, la iniciativa tenaz y las condiciones, en fin, del ahorro y de la economía, que son la mejor prima por el riesgo y la mejor garantía para la consolidación paulatina de nuestro crédito.

Que seria una emisión, para favorecer, decíamos, al único cliente privilegiado, que es el país, á quien la gratitud pública debe recordar siempre, para devolverle lo que se le quiere negar, crédito, considerándolo incapaz ¿, y amenazándolo con hacer-se pagar bien el riesgo que corre.

Pasen esas frases en boca de los usureros que en cinco renovaciones y por in-tereses perciben integro el capital que han anticipado; pero un productor no puede condenar en absoluto la idea emisionista en las actuales circunstancias.

Se subleva el sentimiento nacional a la afirmarse como argumento serio, como razón única, que el capital extranjero no vendrá, porque no hay confianza en el actual gobierno.

No somos defensores y poco adelantaría en tenerlos tan humildes la actual administración nacional; pero creemos poco meditada la afirmación hecha, y pobre esa defensa á los capitalistas ó acreedores del exterior, presentándolos como vícti-mas en el caso de una emisión.

El interés subirá, se dice; pero sí basta y sobra con el corriente en plaza, y las condiciones en que se obtiene dinero, para llegar á ésta conclusión:

Que el acreedor extranjero nos está chupando la savia, haciéndonos pagar cul-pas ajenas.

Por otra parte, ¿acaso la emisión impuesta por una suprema necesidad impor-taría eludir el cumplimiento de compromisos sagrados para el país?

Se habla de proteger á la industria, se llenan columnas enteras, girando en un círculo vicioso y cerrándolas a toda discusión sobre una solución que se impone más cada día, por los mismos que en otro tiempo aplaudieron los centros agrícolas en gestación y á los cuales combatimos por impracticables.

¡Ojalá que, llegado el caso, no suceda lo que con ciertas beatas que ayunan todo el año, pero que a escondidas y después de apagar la vela se desbalijan la fiambrera!

No se teme á la subida del oro, que será transitoria y fugaz.

Tampoco bajarán los salarios; ya subirán en relación al oro, más pronto que el cambio de precio en los artículos de consumo.

Produzcamos mejores cereales, mejores novillos que en Australia, combatamos la sarna, la langosta y la empleomanía, y ya verá el otro chacarero si de las fuentes de la producción nacional renace ó no el crédito en el exterior.

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Téngase presente, y puede decirse sin remordimiento, con la frente bien alta: que la caridad bien entendida empieza por casa.

¿No cree V. en la buena administración actual? Pues yo creo menos en la pro-tección importada y dirigida al trabajo.

Soy muy partidario de las cosas de mi tierra, y por eso prefiero el vino de San Juan ó de Mendoza á las mejo etiqueta.

El capital extranjero vendrá espontáneamente, cuando se vea que el trabajo es nuestra pasión favorita; cuando conidias prácticas y no con teorías que tantas veces escollan, obtengamos resultados que nos devuelvan la confianza de propios y extraños.

Ideas moralizadoras, á las que no deben empeñar reticencias que se encuadran mal en una discusión sobre asuntos que á todos interesa discutir y examinar, sin enojo ni dudas, en cuanto á la sinceridad del propósito.

ChacareroAño 1896 - Mes: Mayo - Número: 176 - Páginas 363 - 364

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CÓRDOBA AGRÍCOLO-GANADERA

SUS GRANDES PROGRESOS - LA INICIATIVA INDIVIDUAL

Tenemos á la vista un cuadro con el resumen absoluto de las colonias de la provincia de Córdoba, digno de ser publicado por La Agricultura y en todos los ór-ganos de publicidad en el país: tal es el colosal desarrollo que allí ha tomado nuestra industria agropecuaria.

A la cabeza de todos los Departamentos, aparece el folleto mandado publicar por el Gobierno de Córdoba, el de Marcos Juárez.

Hace apenas nueve años que la Estación Espinillo era un asiento de dos ó tres comerciantes. Hoy presenta el pueblo el aspecto de una población moderna, con casas fuertes de comercio y establecimientos industriales, cuya existencia o impor-tancia han aumentado á medida que la colonización se ha afianzado.

Baste hacer resaltar que el año 1887 existían 31 colonias, que produjeron 824.052$ m/n, y en 1895, existen 146 colonias, con un producto de 20.551.654$ m/n.

Las primeras colonias fueron las que sobre el Arroyo Tortugas estableció el F. C. C. A., pero en chacras, sin tener la base de una población comercial, que más tarde ha sido establecida por los colonizadores.

Siguen en su orden de fundación las colonias General Paz, Juárez Celman, Ol-mos y Córdoba, fundadas en el año 1887 por los Sres. Antonio Pareja é hijos, Arte-aga, Funes y Vélez y Lascano, respectivamente.

Estas fueron, puede decirse, las primeras colonias qué, acogiéndose á la Ley Agraria de la Provincia de Córdoba, subdividieron la propiedad, estando actualmen-te transformada en alfalfares la de General Paz, como lo estarán las demás, dentro de pocos años, por el resultado que ha dado la alfalfa en la región Sud de toda la línea del F. C. C. A., en la Provincia de Córdoba.

El director general de colonias, Sr. C. Bouquet Roldán en un informe lacónico, pero claro, ha presentado su trabajo, que parte del mérito que encierra por la minu-ciosidad con que se han pedido todos los datos necesarios, señala las diferencias de la Ley de Colonización, lo que producirá su perfeccionamiento.

Hay que hacer justicia al gobierno de Córdoba, y unimos nuestra sincera felici-tación como un estímulo para continuar en ese camino.

Fomentar nuestras industrias, garantir el trabajo, dotando de buenas autori-dades á la campaña, es desarmar y hacer desaparecer todo motivo de queja en los vecindarios, que sólo necesitan eso para prosperar, como en general sucede en la Provincia de Córdoba.

He aquí el cuadro á que hacemos referencia, y sobre le cual llamamos la aten-ción de nuestros lectores:

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Molinos: San Justo, núm. 3, trigo molido, 263.000 quintales; harina elaborada, 177.000 bolsas de 90 kilos

>> Colón >> 1, >> >> ----- >> >> >> 500 >> >> >> >>

>> Río Cuarto >> 4, >> >> ----- >> >> >> 8.600 >> >> >> >>

TOTALES: Molinos 8, trigo molido, 263.000 quintales, harina elaborada,186.190 bolsas de 90 kilos

Observaciones: En el promedio de los precios por hectárea no está incluida la hectárea de $ 2.000 del Departamento Colón, por estar plantada de Vid.

Año 1896 - Mes: Mayo - Número: 177 - Página 384

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UN POCO DE FÍSICA

RAYOS Y ONDULACIONES

Desde hace siete años, ó sea desde que Enrique Hertz hizo visibles las ondula-ciones eléctricas y afirmó las relaciones íntimas que existen entre la luz y la electri-cidad, según las cuales los rayos de luz no son otra cosa sino rayos de fuerza eléc-trica, y más aún, desde que Roentgen descubrió los rayos X, todo el mundo habla de rayos y de movimiento ondulatorio, sin conocer, por lo general claramente el significado de estas palabras.

Cayendo una piedra sobre la superficie de una cantidad de agua en reposo, nace en rápida sucesión una tras otra ondas circulares, que concéntricamente se alejan desde el centro de perturbación y se extienden más y más.

Parece que si partículas de agua huyesen desde el centro hacia fuera, lo que en realidad no sucede, porque en este caso debería formarse una depresión en el centro, cosa que no se efectúa. Las partículas de agua quedan en su lugar, y no ha-cen más que subir y bajar hacia arriba y debajo de la posición de equilibrio en que se hallan en el estado de reposo. Este movimiento de las partículas de agua, que la una propaga á la próxima, se llama ondulación, y se puede observar un fenómeno análogo en una cuerda floja extendida entre dos puntos fijos, haciéndola vibrar en un extremo. La ondulación progresa al otro extremo, sin que las partículas cambien de lugar, pues oscilan solamente en uno y otro sentido sobre su punto de equilibrio.

En el caso del agua y de la cuerda, los movimientos de las partículas se efectúan en sentido vertical sobre la dirección en que progresa la onda. Tales son las ondula-ciones transversales. Pero hay también movimientos en que las partículas oscilan en el mismo sentido en que progresa la onda, siendo entonces el movimiento de ellas de vaivén en dirección de la onda, como sucede con la propagación del sonido en la atmósfera. Tales ondulaciones se llaman longitudinales. En estas dos partículas tan pronto se acercan como se alejan la una de la otra, y nacen las ondas de condensa-ción y de sutilización.

Oponiendo un obstáculo á las ondas, es decir, un cuerpo por el cual no pueden penetrar, algunas, por ejemplo, las del sonido, desviándose de rumbo y deslizándo-se sobre la superficie del obstáculo, llegan al otro lado del mismo. De ahí proviene que podemos oír un ruido interponiendo una pantalla entre el punto en que nace y nuestro oído.

Pero un fenómeno ondulatorio que progresa solamente en línea recta, como, por ejemplo, la luz, no muestra este desvío y forma una sombra del obstáculo. En este caso se habla de un rayo, que es, pues, un movimiento ondulatorio que progresa en línea recta.

El sonido se propaga por el movimiento ondulatorio del aire atmosférico, y la luz por el del éter, una materia muy sutil que llena el espacio, y se compone de mo-

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léculas dotadas de una fuerza de repulsión recíproca. La luz y el sonido son, pues, movimientos ondulatorios, pero las ondas son de largos muy diferentes. El largo de la onda se llama la distancia que hay de una onda hasta la próxima que la sigue. El largo de las ondas sonoras es de unos 20 metros hasta unos 8 milímetros, entretanto que el largo de las ondas luminosas no pasó de unos diez milésimos de milímetro.

El largo de una onda depende de la velocidad con que la partícula ó molécula de la gente en que se propaga el movimiento vulva á su sitio.

Todos los fenómenos físicos no son sino movimientos ondulatorios que se dis-tinguen por la velocidad ó el número de oscilaciones ó vibraciones que las molécu-las se efectúan en un segundo de tiempo.

Imaginándonos una fuente de fuerza constante que produce oscilaciones en progresión más y más rápida, podemos construir el modelo siguiente:

Inter sean todavía lentas las ondulaciones, podemos percibirlas una por una, hasta que sean 10 por segundo, á cuyo límite desvanecen ante nuestra vista.

Aumentando la velocidad y llegada á 32 ondulaciones por segundo, comen-zamos á oír un tono muy profundo, que va subiendo por la escala con velocidad creciente hasta llegar á unas 40.000 vibraciones, con que cesan todos los sonidos perceptibles por nuestro oído.

Sigue nuestro aparato imaginario aumentando de velocidad, haciendo cada vez mayor número de oscilaciones ú ondulaciones, pero ninguno de nuestros senti-dos las percibe durante un largo intervalo. Sin embargo, ondulaciones hay, y cada vez más rápidas. Solamente que aún no las sabemos medir. Estas ondulaciones de velocidad desconocida, ¿acaso corresponde á las fuerzas que llamamos gravedad ó atracción? ¿electricidad ó magnetismo? ¿ó serán ondulaciones y rayos que no conocemos todavía? El espacio etéreo quizá esté cruzado por miles de millones de tales rayos que no percibimos, ó no conocemos. Entretanto nuestro aparato sigue aumentando su velocidad.

Llega á dos billones de ondulaciones por segundo, y entonces comenzamos á sentir los efectos del calórico. Tenemos rayos de calor.

Sigue siempre nuestro aparato imaginario aumentando de velocidad.

Cuando llaga á alcanzar velocidades etéreas de 392 billones por segundos (que corresponde á 00.006.875 milímetros de largo de cada ondulación), aparece la luz roja á nuestra vista, y después, según va aumentando la velocidad, el anaranjado, amarillo, verde, azul, morado ó violeta hasta que con 750 billones desaparece el espectro luminoso, y nuestro ojo ya nada ve, pero sí el bromuro de plata, que sigue quedando muy sensible á los rayos ultravioleta, que llamamos rayos químicos.

Aumenta siempre nuestro aparato su velocidad. Los rayos ultravioleta de máxi-ma velocidad ondulatoria apenas nos los hizo conocer Roentgen con sus rayos X, y Le Bon con sus rayos negros. Nada más sabemos de ellos, aunque deben ser muchos y diversos.

Nuestro aparato imaginario sigue aumentando la velocidad.

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¿Cuál es el límite de la máxima velocidad ó del mínimo largo de las ondulacio-nes, pues ambos dependen, como ya hemos dicho, el uno del otro?

El profesor Wegener contestó ingeniosamente á esta persona.

Un movimiento oscilatorio supone que una molécula puede transferir su mo-vimiento á la próxima, y esta á la siguiente, etc. Por eso el largo medio de la onda debe tener por lo menos la distancia de las moléculas.

Supongamos que la velocidad de nuestro aparato imaginario halla llegado á tal grado, que el largo medio de la onda sea menor que la distancia entre las moléculas etéreas.

Entonces, una traslación del movimiento de molécula á molécula no puede verificarse. No pueden, pues, existir ondulaciones ni rayos. Sin embargo, como la fuerza que hace vibrar nuestro aparato no puede amortiguarse del todo, según la ley de la conservación de la energía, debe ella continuar existiendo en la molécula eté-rea. Esta debe vibrar sobre sí tan rápidamente, y por eso en un espacio tan pequeño, que no ejerce efecto alguno sobre la próxima molécula.

Antes la fuerza que causaba el movimiento de la molécula a, hacía vibrar l molécula b. Sujeto y objeto eran distintos. Pero ahora la molécula a no influye sino sobre si misma, es decir, sujeto y objeto son la misma cosa.

No conocemos sino una única fuerza con tales cualidades: es la fuerza del espí-ritu humano.

Allí, pues, en donde vemos acabar los rayos ultravioleta, químicos o negros – como se quiera llamarlos- producidos por una fuerza equivalente de un trabajo mecánico, nace el espíritu ó la conciencia humana.

El espíritu ó el pensamiento humano no es, pues, otra cosa que un movimiento ondulatorio de moléculas etéreas, que vibran con tanta velocidad, que el largo de la ondulación es menor que la distancia que media entre las esferas de las influencias mutuas y recíprocas de los átomos etéreos.

Según nuestra experiencia, este estado ondulatorio del éter no tiene lugar sino dentro de la masa encefálica y nerviosa, probablemente sólo en la materia gris de esta masa, en que la naturaleza llega, pues, á la conciencia de sí misma.

La fuerza física y la espiritual son formas de la única fuerza natural. En las célu-las la masa nerviosa y encefálica se acumula á la fuerza química de los alimentos en la forma de energía potencial (ó latente), que se transforma en energía quinética ó del espíritu cuando el cerebro comienza a trabajar en forma de ondulaciones etéreas de máxima velocidad, como queda explicado.

El descubrimiento de nuevos rayos como los de Roentgen y Le Bon, nos acerca más al conocimiento detallado de los rayos espirituales humanos. Por eso impresio-nan tanto á las masas estos descubrimientos.

Germán A. LallemantAño 1896 - Mes: Mayo - Número 177 - Págs. 391 - 392

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NUEVA MÁQUINA CIENTÍFICA PARA DESNATAR LA LECHE

UN INTERESANTE INVENTO

¿Quién hubiera creído hace pocos años que la República Argentina figuraría entre los países que exportan manteca? ¿Quién puede negar que hoy se hacen en nuestro país los más exquisitos quesos?

Este adelanto indiscutible es un ramo de la industria nacional, puede ser per-feccionado aún y lo será también, porque las máquinas con que trabajan nuestras queserías y mantequerías son constantemente perfeccionadas.

Leemos, por ejemplo, en el periódico Der Welsmarks la descripción de una nueva centrífuga que según los ensayos hechos por un jurado, es la mejor del mundo.

Creyendo de interés para nuestros lectores dar á conocer los resultados de las investigaciones del jurado, damos á conocer a continuación los principales datos publicados en el artículo aludido del Welsmarks.

Para formarse una idea exacta de lo que vale la máquina, será bueno guiarse por los mismos criterios que se suelen aplicar por los técnicos. Vamos á preguntar-nos, pues, cuánto trabaja la nueva máquina y como está garantido este trabajo por la construcción de la máquina. Este es un punto de vista sumamente práctico, como se ve, al hacerlo nuestro, se va á prescindir por completo en estas líneas de todas las utilidades técnicas de la máquina.

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Sólo nos ocuparemos de lo siguiente:

Hasta qué grado puede la mejor máquina entre las principales hasta ahora in-ventadas desnatar la leche; si varias máquinas tienen que desnatar la misma canti-dad de leche, cuál es la que hace este trabajo en menos tiempo.

Además, averiguaremos cuál es la máquina que trabaja más sencilla y fácil-mente con relación al rendimiento que da. Últimamente se tomará en cuenta el precio de compra de las mejores máquinas conocidas para establecer cuál merece ser considerada como el non plus ultra.

Los datos para estas comparaciones los tomamos, como dicho, de las publi-caciones hechas por un jurado compuesto de los Sres. Benno Martín y F. Schatte, quienes hicieron ensayos muy detallados en el Instituto de Proskau con varios siste-mas de máquinas. Estos ensayos dieron lugar á observaciones minuciosas durante varios meses, desde el mes de Octubre de 1894 hasta Enero de 1895.

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CUADRO

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Como se ve, esta lista ha sido confeccionada con mucha exactitud, dando en ciertas rúbricas hasta las milésimas partes para que la comparación se pueda hacer en perfectas condiciones.

La última de las máquinas nombradas en el lista, es la más moderna, inventada por los señores Ludloff é hijos, de Berlín, donde llamó también la atención de todos los que vieron en una exposición agrícola últimamente celebrada allí.

Damos más arriba la vista exterior de la máquina Ludloff, como también su construcción interior en dos láminas que no necesitan ser acompañadas de una descripción detallada, puesto que aquello de nuestros lectores que son prácticos, reconocerán por el dibujo lo que vale la máquina, y si se interesan por más detalles, los podrán obtener fácilmente de los mismos inventores de Berlín.

Lo que nos parece de más utilidad es dar algunas explicaciones sobre lo que significan los números dados más arriba. Así debemos advertir á nuestros lectores que como primer ensayo se ha hecho hacer á cada una de las máquinas un trabajo normal, cuya unidad en 100 kilos por hora, y según el rendimiento real que dieron, se ha fijado, según se ve es la última rúbrica, el precio de cada máquina con relación á su precio de costo.

Se ha comprobado por estos ensayos que la máquina Ludloff es una de las pocas que por su rendimiento real valen más de lo que cuestan, mientras que casi todas las demás máquinas cuestan más de lo que valen. Esto quiere decir que la máquina Ludloff da un rendimiento mayor en 25% que las demás máquinas con relación á su precio de costo.

El poder desnatador de la máquina Ludloff, es también mayor que el de cual-quier otra máquina desnatadora. En realidad, la cifra correspondiente que se en-cuentra en la rúbrica 7 es 0,229 y significa el grado de flacura de la leche después de haber pasado por la máquina.

Es, pues, la máquina Ludloff aquella de las examinadas por el jurado, la que desnata la leche con más perfección.

Como no será siempre necesario ni deseable que la leche sea desnatada en tan alto grado, la máquina Ludloff tiene un mecanismo especial que permite obtener exactamente un grado más bajo en que se desea que sea desnatada la leche.

La máquina trabaja además segura y sordamente. Todas sus partes pueden ser limpiadas sin dificultad. El tambor, para limpiarlo, se lo seca y se hecha en un balde de agua. También una persona menos versada en el manejo de una máquina pue-de ponerlo después fácilmente. Últimamente diremos que esta máquina necesita menos aceite que otras para trabajar bien, lo que no deja de ser una ventaja. Eso es todo lo que sabemos al respeto.

MariusAño 1896 - Mes: Mayo - Número 177 - Páginas 400 - 401

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COMERCIO DE CEREALES

ACCIÓN DE LOS EXPORTADORES ANTE LA CÁMARA DE COMERCIO

Los principales exportadores de la plaza han presentado á la Cámara de Comer-cio de la Bolsa la solicitud que reproducimos á continuación:

<<Buenos Aires, Mayo 1896Señor Presidente de la Cámara de Comercio de la Bolsa de Buenos Aires:

Los abajo firmados, exportadores de esta plaza, se permiten dirigirse al Señor Presidente con el objeto de pedirle tenga á bien convocar á una reunión de comer-ciantes para tomar una resolución sobre los siguientes asuntos relacionados con los negocios de cereales:

Conocimientos-Sabiéndose que actualmente hay completa anarquía en la redac-ción de estos documentos, que contiene cláusulas librando al vapor casi de toda responsabilidad y creando siempre dificultades aquí y en Europa, convendría es-tablecer un CONOCIMIENTO sencillo y uniforme, para cargamentos parciales de cualquier línea, para cualquier destino. Al mismo tiempo convendrá estipular qué reservas y condiciones tiene derecho á hacer sobre los conocimientos los Capitanes ó Agentes marítimos que nos representen en el momento de firmarlos.

Guías de ferrocarril- Habiendo empezado casi todas las Empresas de ferrocarriles á poner las cláusulas en las guías de que los vagones se carguen sin su intervención y que no son responsables de la cantidad de bolsas, convendría saber si las empresas tiene el derecho de imponer tal cláusula y cuál es el mejor modo para no exponer á los consignatarios a tener en cada guía diferencias de bolsas que van en aumento diariamente, abuso que puede tomar mayores proporciones. Es sabido que hoy es muy difícil cobrar a las empresas el valor de estas mermas, una vez descargada la mercadería.

Esperando que el señor Presidente preste la debida atención á este asunto, no es grato suscribirnos con la mayor consideración.- Guillermo Bertrán – Ernesto A. Bun-ge y F. Born – Baerwindt Altgelt Cia. – O. Benberg y Cia. – Wiengreen y Cia. – H. Fuhrmann y Cia.- Warden y Compañía- Salomón Z. Danon – Arning Brauss y Cia.- Arthur Notteebo-hm Moring y Cia. – Engeelbert Hardt y Cia.- Payton y Cia.- Huni y Wornser – Mallmann y Cia.>>

Nos consta que la Cámara de Comercio ha demostrado el mayor interés por la solución de los importantes puntos á que se refiere la solicitud.

Algo sobre finanzas y administración pública

Según el mensaje presidencial, la nación argentina, ó sea el gobierno nacional, gastó en 1895, 51.772.245$ oro.

Los gobiernos provinciales gastaron en el mismo año 10.892.151$ oro, en cuya suma no van incluidos los gastos de las municipales.

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Los argentinos contribuyentes pagaron, pues, para sostener sus gobiernos 62.864.396 $ oro, ó sea unos 188.7 millones de pesos curso legal.

Por dividendos he intereses anuales al capital particular europeo se paga algo como 12 millones de pesos oro.

La importación ha sido de 94.855.732 $ oro.

Anotando los gastos municipales en unos 3 millones de pesos oro, tendremos que nosotros pagarnos por administración, importación he intereses de capital par-ticular unos 172.7 millones de pesos oro, ó sean unos 518 millones de pesos moneda de curso legal.

La exportación importó 118.936.838 $ oro!

Los 172.7 millones de pesos oro los paga directa ó indirectamente las clases productoras con su trabajo. Ellas sostienen todo el enorme aparato gubernativo y social.

Los gastos de la administración pública son demasiado para un país como el nuestro, pues cada habitante paga unos 9.7 $ oro, un exceso enorme para un país que recién está desarrollando las fuentes de su riqueza.

Estamos en moratoria, y asimismo aumentando nuestra deuda pública, como consta del mensaje presidencial.

*

* *

Lo más notable es el monto enorme de los gastos que hacen los gobiernos pro-vinciales.

Pues de la suma de 10.892.151$ oro, no gastaron en 1895 más que 1.527.735 $ oro en la educación pública, aunque figuran en los presupuestos 2.2980301 $ oro.

Los gobiernos provinciales no gastan en ejército ni en marina; no ejecutan obras públicas; no pagan sus deudas exteriores, ni al Banco Nacional en liquidación tam-poco, aunque le deben 11.863.748 $ oro; no sostiene ni el correo ni el telégrafo; no construyen ni ferrocarriles; ni caminos, ni puentes; deben al exterior 394.792.881 $ oro (sin contar las deudas municipales), dinero que no sabe en que se invierte, y asimismo gastaron en un solo año la enorme suma de pesos 28.103.247 m/n, ó sean 9.367.749 $ oro puramente en la administración, legislación y policía!

Este dato horroriza á todo patriota verdadero, pues considerando que, además de la deuda mencionada, la nación debe 225.531.022 $ oro (sin las garantías a fe-rrocarriles), que ella está en moratoria, y que el señor Ministro de Hacienda declaró que no podemos pagar suma tan considerable (proyecto de unificación 4 Octubre 1895), no se oculta á nadie que vamos por mal camino.

Es preciso entonces reformar nuestro sistema financiero, de manera de inspirar confianza á los capitalistas é inmigrantes.

Esta reforma debe ser radical, y que abarque toda nuestra organización política.

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Ante todo, habrá que trabajar en número de empleados civiles, que monta á la monstruosa proporción de 11 por mil habitantes!

No creemos posible llegar á este desideratum sino cambiando completamente nuestra Constitución.

*

* *Los gobiernos provinciales obedecen en política, ciegamente a la batuta que se

lleva sobre sus cabezas desde la capital federal.

El régimen federal jamás ha existido de hecho en el país, y la forma federativa engañosa tal como la sostenemos, es un aparato por demás costoso y caro para la nación, nos agobia y arruina, nos extenúa é imposibilita el progreso.

La República acaba de dar un ejemplo realmente honroso y digno de una gran-de Nación, con la aceptación del último protocolo, que ha venido á conjurar los peligros de guerra que nos amenazaban.

Falta ahora coronar la obra con la reforma de la Constitución, en el sentido de poner en vigencia un sistema financiero racional y honroso ante todo, que resta-blezca tanto nuestras finanzas nacionales como nuestro crédito.

Importa el colmo del desgobierno esto de que nosotros gastemos en la admi-nistración pública unos 190 ó 200 millones de pesos moneda nacional anualmente, cuando nuestra exportación no alcanza sino á 357 millones, y no podemos pagar lo que debemos.

Por cada habitante la entrada anual no alcanza quizás entre nosotros á 120 $ oro, ó sean á 360 $ moneda nacional, pues dudamos mucho de la suma de las entradas á los bolsillos de todos loa argentinos alcance á 480 millones pesos oro, y aunque así fuera en realidad, pagaríamos entonces un 8 por ciento (ocho por cien-to!!!) para sostener el costoso aparato administrativo.

En Inglaterra el gobierno gasta (1892) pesos oro 449.633.360, y se averiguó por investigaciones estadísticas minuciosas que la suma de las entradas que perciben los 37.879.285 habitantes de la Gran Bretaña, importan unos 6.628.8 millones de pesos oro, ó sean unos 175 pesos oro por cabeza. Cada inglés pagó, pues, 11.87 pesos oro para el sostén del Estado, ó sea el 6.79 por ciento de sus entradas, pagándose allí los intereses y la amortización de las deudas públicas, cuyo servicio reclamó 133.142.855 $ oro, ó sean 3.55 $ oro por habitante, así que la administración no cuesta en realidad sino 8.36 $ oro á cada habitante, ó sea el 4.77 por ciento de sus entradas, algo como la mitad de lo que pagamos aquí.

Ante un descalabro tan tremendo como representa nuestro estado financiero, insistimos en que es preciso que se tomen medidas radicales para conjugar la crisis.

Es preciso proceder á la revisión de la Constitución por medio de una convención.

Se impone perentoriamente, á nuestro modo de ver, la centralización de la ad-ministración, la abolición de la forma federal, que en realidad nunca ha existido ni existe en el país, para simplificar y abaratar el gobierno.

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El presupuesto chileno (1894) importa tan sólo 23.6 millones de pesos oro, y nadie ha de negar que, en cuánto a administración, los chilenos son muy superiores á nosotros, y ellos no tienen un Banco Nacional en liquidación…

Tampoco sostienen los chilenos un ejército de empleados civiles, que forma el 11 por mil del número de habitantes.

La centralización de la administración sobre la base de un régimen democrático y liberal es lo que el país necesita para salir del atolladero en que se halla.

Hemos de continuar estas reflexiones, estudiando algunos de los mensajes que los gobiernos provinciales acaban de presentar á las cámaras, para demostrar con ellos á que punto llega el desgobierno, el despilfarro y el relajamiento.

Germán A. LallemantAño 1896 - Mes: Junio - Número: 179 - Páginas 428 - 429

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EL AIRE COMPRIMIDO

Su aplicación como fuerza motriz

Suponemos que nuestros lectores se interesan por este medio de locomoción, puesto que se trata de establecer en la capital un tramway aéreo movido por aire comprimido. Es aquí algunos datos sobre esta clase de aire, que tomamos del perió-dico Blasser fur Industrie und Geverbe, de Munich.

Muchas y muy admirables son las invenciones que han nacido de los descu-brimientos hechos por casualidad ó merced á largas y cuidadosas investigaciones; pero no obstante de ese número, è importancia, el gremio de los industriales y comerciantes se va convenciendo, á la vez que los mismos electricistas, de que su futuro desarrollo con respecto á la utilización de ese agente como fuerza mecánica depende, en gran parte, de la posibilidad ó imposibilidad de reducir el gasto de la producción y las pérdidas que resultan de las diversas transformaciones.

Si este problema tarda mucho en resolverse, la electricidad – que más interesa-da está en que se resuelva – tendrá que ceder el puesto que hoy ocupa á alguna otra de las fuerzas motrices que encontramos en la naturaleza, pero que han sido poco utilizadas hasta ahora.

Es que los capitalistas empiezan á considerar muy escasos los dividendos que paga el dinero invertido en instalaciones eléctricas, construcciones de material, dí-namos, calderas, conductores (!!), combustibles y salarios. En los Estados Unidos, por ejemplo, las compañías propietarias de alumbrado eléctrico aseguran que es muy difícil hacerles producir una utilidad neta de más de 4 ó 5 por ciento á pesar de haber cobrado altos precios á los abonados. Igualmente se quejan allí las compañías de ferrocarriles, quienes afirman que el excesivo costo del combustible que gastan las locomotoras es causa de que muchas líneas originan pérdidas en vez de dejar ganancias.

En cuanto á los dínamos tal como hoy se construyen, utilizan una gran parte de la fuerza que se les aplica; pero la máquina de vapor que les es indispensables, en la mayoría de los casos, sólo utiliza el diez por ciento de la energía que representa el calor de las hornallas, no porque ella sea incapaz de hacer la transformación sin gran desperdicio, sino por que la caldera no puede absorber y utilizar debidamente más que una parte muy pequeña de ese calor.

Esto ha ejercido una influencia muy grande en el curso de las investigaciones que hoy se hacen en el campo de la electricidad, y los hombres más inteligentes buscan una fuerza motriz barata que puede utilizarse para generar la corriente. Al-gunos ingenieros tratan de extraer la electricidad directamente del carbón ó de substancias químicas mediante la descomposición rápida á fin de que se puedan instalar los planteles eléctricos en las minas de carbón, á la orilla del mar ó en los montes y llevar la corriente á las ciudades por medio de conductores, mientras que

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otros utilizan los saltos de agua, como el del Niágara y otros menos importantes para convertir en fuerza mecánica la energía que ellos desarrollan.

Esta utilización de las fuerzas naturales en puntos muy lejanos de aquellos en que son necesarias, da origen á otros problemas no menos complicados, como son la transmisión económica y la distribución de corrientes de gran magnitud é inten-sa energía por circuitos de mucha longitud.

La aplicación de la electricidad en la industria el de comercio son tan variadas, que hoy es universal la creencia de que con el tiempo ha de constituir la fuerza mo-triz por excelencia. No hay que olvidar, sin embargo, que la naturaleza nos ofrece otras no menos susceptibles que aquel agente que son de incalculable valor aunque hasta el presente no se les ha prestado la atención que merecen. Entre ellas figu-ra en primer lugar el aire comprimido, de cuya utilización para la transmisión de la fuerza existen ya varios ejemplos, algunos de los cuales datan desde fines del siglo pasado.

A la fértil imaginación del sabio francés, doctor Papin, se debe el proyecto de transmitir paquetes de un lugar á otro por medio de un tubo neumático,invento que se ha utilizado en el correo, por ejemplo, en la Rohrpost, de Berlín- así como también la idea de utilizar el aire comprimido para la transmisión de fuerza. No se contento el Sr. Papin con divulgar la teoría, sino que se propuso hacer la demostra-ción práctica.

Desgraciadamente, los resultados de sus experimentos fueron poco satisfacto-rios.

Cien años más tarde, un ingeniero inglés del país de Gales construyó un apa-rato destinado á transmitir mediante el aire comprimido la fuerza de una rueda hidráulica á la maquinaria de unas fundiciones que distaban de dicha rueda cosa de tres kilómetros. En este caso sucedió lo mismo que en el anterior: los resultados no coronaron las esperanzas de quien hizo el experimento.

Sin embargo en las minas de Chemintz (Hungría), se vienen usando elevado-res de agua movidos por aire comprimido desde hace más de cien años. En 1810 se concedió privilegios de invención al Sr. Medhursl, en Inglaterra, por un aparto destinado á transmitir paquetes por tubos pneumáticos. Más tarde Vallace, Pinkus, Ciegg y Pilbrow hicieron varios trabajos en igual sentido, perfeccionándose poco á poco el sistema.

En 1837 el gobierno de Italia mandó practicar una serie de experimentos con el objeto de establecer las leyes que rigen la transmisión pneumática, dando origen á varios mejoramientos en los métodos empleados, usándose entonces prácticamente el aire comprimido para la excavación de túneles, la transmisión de paquetes postales por tubos, lo que es más importante, evitándose así muchas desgracias, á los frenos pneumáticos que se usan ahora en los trenes y pueden aplicarse bien á los tranways.

En 1857 un americano, Dr. Gorris, exhibió en Londres y en otras partes má-quinas refrigerantes cuyo funcionamiento consistía en comprimir en aire en un

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cilindro y dejarlo dilatarse en otro. En 1859 se estableció en Londres una compañía que construyó una línea de tubos pneumáticos para la transmisión de paquetes. El mismo año estableció Ericsson en una fábrica de Nueva York una aparato pneu-mático que movía ochenta máquinas de coser. En 1867 se hicieron en Nueva York y en Inglaterra los primeros experimentos con los trenes que circulaban por tubos pneumáticos.

En 1872, el Congreso de Washigton votó un crédito de 15.000 pesos fuertes para la construcción de un tubo pneumático desde el Capitolio á la imprenta del gobierno. Las compañías de telégrafos y de expresos han construido otros varios de esos tubos en diferentes países. En 1879 se aplicó el aire comprimido la propulsión de los tramways en la segunda avenida de Nueva York.

Antes de 1880, los medios de que se disponían para la utilización del aire com-primido eran en extremo defectuosos. Los compresores de entonces desperdiciaban el ochenta por ciento de la energía, mientras que en los de ahora la pérdida es sólo de un diecisiete por ciento.

Así se explica porque en Paris y Borminghan el aire comprimido se usa con buen éxito como fuerza mecánica. En la primera de estas poblaciones se suministra esta fuerza desde una casa central, no sólo á varias fábricas y á las usinas o esta-ciones del alumbrado eléctrico, sino también a muchos hoteles donde se utiliza de diversas maneras.

Este agente tiene la inmensa ventaja de no ofrecer ninguno de los serios incon-venientes que acompañan al empleo del vapor.

Ahora se trata –sino sea ejecutado ya el proyecto- de ampliar la estación central de París con el objeto de aumentar su capacidad á 25.000 caballos.

Las leyes que gobiernan la transmisión del aire comprimido por largos con-ductos son muy distintas de las que afectan á la electricidad. El primero de estos elementos, al pasar por las cañerías, tiene que vencer la resistencia que le ofrece la superficie, lo cual da lugar á cierta reducción en la presión. Pero esto no significa necesariamente pérdida de energía, porque la manera de presión produce un au-mento en el volumen y la primera se le devuelve fácilmente.

Además, el aire comprimido, una vez que á hecho el servicio principal para que se le destina, se puede volver a utilizar para la ventilación y la refrigeración, sobre todo, en las bodegas de licores y restaurantes, donde sustituye con ventaja al hielo.

MariusAño 1896 - Mes: Junio Número 180 - Página 457

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LA EXPLOTACIÓN PROYECTADA

Agricultura é Industria. Lo que hace falta

Muy interesante fué en gran torneo retórico celebrado el 30 de Mayo en el Ho-norable Senado, y aún más el torbellino á que aquella discusión dio nacimiento en las columnas de los periódicos. Los Anadonistas niegan rotundamente la existencia de una industria nacional y aseguran que lo único que hay son los pañales pocos limpios con que el proteccionismo envuelve á esta raquítica criatura sin vida propia, mientras que los Igarsabalistas ponderan la grandeza de nuestra industria nacional, cuyos productos, según ellos, en gran parte ayudan á sacar á la Nación de los apuros y dificultades económicas en que se halla sumida.

Como tercero en discordia se presenta el senador García y asegura que, no obs-tante la estadística, en la República nadie sabe lo que tenemos y lo que somos, y que por esto necesitamos una exposición industrial, aunque ella abra sus puertas á los productos de ocasión, que el señor Anadón asegura que son artículos de mano factura extranjera en que los comerciantes importadores ponen etiquetas criollas.

Tenemos por muy serio el asunto en discusión, y aún creemos que el rumbo que la evolución económica del país ha de seguir; y como para determinar esto es preciso que nuestros gobiernos adopten cuanto antes tanto un programa econó-mico como un plan financiero, fundando el segundo sobre el primero, urge que se esclarezca el asunto, arrojando la mayor luz posible sobre la cuestión.

Los partidos en pugna parecen discrepar sobre el significado de la palabra in-dustria. Muchos la toman en el sentido que ella tenía efectivamente antes en latín; es decir, como una expresión de la actividad productiva humana en general, y cuen-tan como perteneciente á ella también la agricultura y la ganadería con todos sus ramos.

La ciencia moderna, en pero, comprende bajo la palabra industria solamente la elaboración de materias primas y las semielaboradas, y aún excluye los oficios manuales, non reconociendo como perteneciente á la industria propiamente dicha sino la grande industria, basada sobre la aplicación de las máquinas y la división del trabajo, ó á lo menos aquella serie de trabajos productivos que se llevan á cabo para proveer el mercado universal de sus mercancías. Las formas principales de la indus-tria, definidas de este modo, serían entonces la producción fabril y la producción case-ra, ó también llamadas la industria fabril y la industria casera. (Véase I. Garnier, Traité d’ économie politique, II, ş 71. Schönberg, Handbuch der polit. Okonomie, I, 18.)

Esta restricción del sentido dado á la palabra industria es absolutamente lógica, porque sobre el grado de desarrollo alcanzado actualmente por los métodos de pro-ducción, es imposible concordar los intereses de la producción de materias primas (agricultura, ganadería, minería y silvicultura) con los de la pequeña industria (los oficios manuales) y los de estas dos con los de la grande industria moderna.

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Tenemos, pues, siempre en vista esta triple división de la producción y no usemos la palabra industria sino en el sentido moderno, como queda explicado.

Fácil será entonces darnos cuenta de cuál de las categorías de producción de-pende nuestra existencia económica y cuál de ellas determina la marcha económica que podemos emprender.

No hay duda posible á este respecto, y en la AGRICULTURA, II, 689, 464, 534, 705, 784, 823 y III, 9, y IV, 120, 130, 147 y 175, nuestros lectores hallaran expuestas las ideas nuestras y de otros colaboradores a este respecto. Con el auge á que va llegando el proteccionismo en Europa, nuestra agricultura y nuestra ganadería ten-drán que soportar una lucha de competencia cada vez más ruda y dificilísima sobre el mercado universal. En Inglaterra nos amenazan con un golpe tremendo si llega á realizarse la gran unión aduanera anglocolonial que ya ha sido propuesta por el ministro Chamberlain.

Si nuestra agricultura y nuestra ganadería han de poder sostener tantas hos-tilidades, lo que importa una cuestión vital para la República, tienen forzosamente que rebajar el precio de coste de sus productos, posible únicamente por medio del abaratamiento de los medios de subsistencia la rebaja de los impuestos. Y para real-izar estos dos últimos factores, forzosos en abolir el funesto sistema proteccionista que nos ahoga y transformar radicalmente nuestra organización política.

En cuanto á la grande industria nacional, basta dar un paseo por el Museo de productos nacionales para convencerse que tal grande industria no existe, pues si exceptuamos la molinería y la fabricación de azúcar, ¿qué queda de la industria nacional?

Efectivamente, quedan, como dice el señor Anadón, los pañales con que el pro-teccionismo tan perjudicial á nuestra agricultura y á nuestra ganadería la envuelve. Y nada más.

Porque de seguro que ninguna persona sensata nos tendrá por un pueblo in-dustrial, en atención á que existen dos fábricas de cerveza en la capital, tres ó cuatro de fósforos, otras tantas de calzado, una media docena de alcohol, una de tejidos de lana, una seis de géneros de punto que no alcanzan á vender ni la cuarta parte de lo que pueden producir con sus maquinitas, una de papel y otra de……¡dinamita!

No se necesita una costosa exposición para descubrir esta portentosa industria, que quiere el señor senador García, salvo que, efectivamente, se tratara de echar polvo á los ojos del público.

Nuestra pequeña industria ó las artes manuales no necesitan ni del protec-cionismo ni de una exposición para seguir existiendo. Su enemigo temible es la grande industria que la ahorca con sus productos. Nuestra pequeña industria podrá existir aunque la importación de muchos artículos baratos europeos llenara el país, porque ella siempre sacaría provecho de los trabajos de compostura y de la elabo-ración en pequeña escala de las materia primas que el país produce. El interés vital de la pequeña industria es que se abaraten los medios de subsistencia.

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No hay en la República un mercado suficientemente grande, un público sol-vente capaz de consumir los productos de una grande industria.

Las fábricas de azúcar producen hoy 120 millones de kilos y no pueden vender sino 80. Las fábricas de tejidos de punto tienen un enorme capital invertido en máquinas, para alzado por falta de compradores. Y eso se explica, pues una sola Balmoral, máquina para hacer camisetas, fabrica en diez horas 20 docenas, ó sea al año veintisiete mil camisetas! ¿Quién las compra en un país de un clima como el nuestro en que tanto los hombres como las mujeres trabajan en el campo vestidos apenas con una camisita de bramante delgado, un calzoncillo y un enagua?

El nuevo telar rectilíneo fabrica 15 docenas de puños por hora ó sean 540.000 y aún 810.000 al año. ¿Quién los compra?

La moderna máquina Barber para hacer fósforos produce 3 millones al día con cinco obreros, ó sean 900 al año. Para consumir el producto de una sola máquina es preciso que cada argentino gaste 255 fósforos al año. La mayor parte de nuestros hombres de campo usan el antiguo yesquero con pedernal, y dudamos que halla consumidores suficientes en el país para comprar los productos de dos Barbers.

Nuestra pequeña industria luchara siempre con más ventajas contra los artícu-los importados que contra la grande industria nacional.

Al fin, ¿cuál es el resultado de veinte años de régimen proteccionista entre nosotros?

Un museo de productos nacionales nos lo dice muy claramente. Este Museo es una colección de minerales y de plantas y una exhibición de los productos de nuestra agricultura y ganadería, y al fin un mostrador de unos cuantos artículos producidos por la pequeña industria.

La estadística nada nos indica sobre la industria nacional, porque nada existe que valga la pena de ser mencionado, salvo el atraso más completo que reina después de veinte años de proteccionismo.

Formación será incompleta y también necesariamente dudosa por el modo como se ha levantado. Una investigación de esta clase creemos que debía hacerse por medio de cuestionarios y por escrito, en lugar de hacerla por empadronadores y verbalmente.

La falta de una estadística concienzuda no se remplaza con una exposición, y sentimos mucho que el señor senador García no halla sacado las consecuencias lógicas de sus aseveraciones á este respecto.

La tal exposición será una fiesta, pero no nos enseñará nada.

Germán A. Lallemant.Año 1896 - Mes: Junio - Número 181 - Páginas 464 - 465

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UN JUICIO SOBRE LA REPÚBLICA ARGENTINA

SITUACIÓN CRÍTICA DE LOS INMIGRANTES AUSTRÍACOS EN EL BRASIL

II

Seguimos con el artículo del Sr. Guido Von Drigalsky:

<<A las personas instruidas que no están acostumbradas al rudo trabajo ma-nual y desean emigrar á la República Argentina, les aconsejaría adquieran ya en Alemania los conocimientos necesarios para poder expresarse en el idioma de Cer-vantes y que llevasen algunas recomendaciones para obtener una colocación. Los que han obtenido un puesto en cualquier punto de la República, pueden contar con que se les abonará con puntualidad sus sueldos y que les espera un progreso mucho más rápido que en Alemania.>>

Los agricultores, artesanos y personas que saben ganarse el sustento con el tra-bajo de sus manos, pueden, sin mayores pretensiones y con toda confianza, emigrar á la República. Encontrarán allí una situación y condiciones de bienestar y progreso como aquí ni habrán soñado alcanzarlos. Creo que sobre este particular no puedo citar opinión más autorizada que la de un director del Lloyd Norte Alemán en Bre-men, quien estuvo algunos meses en la Argentina para estudiar personalmente las condiciones que se ofrecen allí al inmigrante. El juicio de este señor pude conside-rarse tanto más imparcial y justo, cuando él conoce también datos correspondientes á los demás países de inmigración, con los cuales la mayor compañía de navegación de mundo está en relaciones. Este señor dice en su informe del 5 de Enero de 1895 dirigido al Comisario General de Investigación, Sr. Alsina, lo siguiente:

<<Durante mi estadía en la República Argentina he podido convencerme del hecho de que los miles de emigrantes que cada año salen de su patria, porque el aumento vegetativo de la población es mayor que el crecimiento natural de los medios de subsistencia, no encontrarían en ningún país del mundo mas que en la Argentina la posibilidad de labrarse en un tiempo relativamente corto una posición independiente y la seguridad de poder gozar de un bienestar relativamente grande.

Además, he visto -lo que no ha dejado de llenarme de verdadero placer- que la inmigración alemana sería recibida con un sentimiento no solo de sinceras simpa-tías por parte del Gobierno, sino que una gran parte del pueblo argentino acogería con el mas grande placer á estos inmigrantes.>>

Pero si acaso existiera alguien en Alemania que á pesar de conocer este juicio imparcial que acabo de citar dudara aún seriamente que la República Argentina es el único país que ofrece al emigrante alemán verdaderas ventajas palpables, le aconsejaría que estudiara detenidamente la historia de la colonización israelita del finado varón Hirsch. Muy pronto, me parece, se desvanecerían las últimas dudas de quien las tuviera.

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¿Por qué el Sr. Hirsch eligió expresamente las fértiles comarcas de la Republica para mandar allí sus correligionarios perseguidos? ¿Por qué no Chile? ¿Por qué no el Brasil ó los Estados Unidos?

Es sabido que ha hecho estudiar previamente y con la más grande detención las condiciones que ofrecían estos y otros países por personas competentes, y el re-sultado de los estudios fue tal, que se decidió sin basilar por la República Argentina, decisión que será muy provechosa tanto para los colonos como para su benévolo protector, como ha podido comprobar después de un ensayo de pocos años.

Siento no poder traer aquí más datos sobre esta gran empresa; pero espero que se me ofrezca otra ocasión para publicar los datos interesantísimos que al respecto tengo. Sólo diré hoy que el varón Hirsch, hasta ahora -la empresa trabaja desde cin-co años- ha adquirido unos 215.000 hectáreas de terreno, poblándolo con 750.000 personas. Esta gran extensión de terreno la compró poco á poco y proyectó unir las diferentes colonias por líneas de ferrocarriles de trocha angosta.

A todos los que saben un oficio, á los agricultores y á las personas que disponen de dos brazos fuertes y tienen la firma voluntad de ganarse su vida por medio del trabajo honrado, les aconsejo que vayan con todo confianza á la Argentina. En-contrarán en este bello país, que ha sido favorecido por la naturaleza, el suelo más fértil, un precioso clima que hace bien á la salud, de parte del gobierno la mayor amabilidad y una previsión que hace innecesario todo cuidado por el porvenir del emigrante en el primer tiempo, también en el caso de que llegue sin recurso alguno á las playas argentinas. El desembarco, la alimentación, que es muy buena en el Hotel de Inmigrantes durante los primeros días después de la llegada, el viaje en ferrocarril o vapor a cualquier punto del inmenso territorio argentino, que es seis veces mayor que Alemania, todo se hace por cuenta del Gobierno.

Las oficinas de trabajo instaladas en los Hoteles de Inmigrantes tienen orden de procurar á los recién llegados trabajo en la clase de oficio ó industria á la cual desean dedicarse; además velan por el puntual cumplimiento de la condiciones que se han establecido entre los inmigrantes y los patrones.

Esta providencia por parte del Gobierno sólo se apreciará debidamente por quien conoce el tratamiento que se les da á los inmigrantes en otros países, por ejemplo, en Brasil La Deutsche Colonial Zeitung (Gazeta colonial alemana) trae en su número del 11 de Abril próximo pasado una descripción de los horrores á que están expuestos los inmigrantes en su Hotel de Río Janeiro, cuya descripción la recomien-do á todos los que tengan intención de dirigirse al Brasil para poblar sus comarcas.

Aquí haré otro pequeño paréntesis, porque creo que debes en cuando no está de-más hacer recordar á aquellos que están más interesados en lo que no ven, y á quienes poco les importa si están rodeados de comodidades y de bienestar, que no todo es oro lo que relumbra. No hace mucho veíamos una buena parte de los inmigrantes que habían: venido acá á emigrar para el Brasil, porque creían que allí les iba á ir mejor. Sabido es que se equivocaron grandemente, pero también es un hecho que ciertas corrientes emigratorias europea se dirigen hasta ahora con gran constancia al Brasil.

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Por eso reproducimos la siguiente descripción de la espantosa miseria á que están expuestos los inmigrantes á su llegada al Brasil.

No tenemos á mano el número de la Kolonial Zeitung de que habla el señor Von Drigalsky. Pero he aquí lo que dice el diario oficial brasileño O País sobre el mismo tópico:

<<Todos los inmigrantes que llegan de Austria-Hungría bajan á tierra en la isla de desembarque, que dista de la capital Río de Janeiro unos 50 minutos, yendo en vapor, la oficina de inmigración tiene tres pequeños vapores, pero todos datan de una época antediluviana y son totalmente inservibles para la navegación en tal grado que el gobierno se vió obligado á decretar que la compañía de navegación alquilara inmediatamente un vapor más moderno.

En la isla de desembarque misma hay tan poco agua potable que ésta debe ser traída allí desde el continente en pequeñas embarcaciones; en esos botes, que se limpian muy raras veces, o mejor dicho, casi nunca queda el agua dos o tres días bajo la influencia de los fuertes rayos del sol, mezclándose, además, con el agua salada del mar. Cada inmigrante que tomó de esta agua se á enfermado ahora del vientre.

Durante su estadía en la isla, todos los inmigrantes tienen que lavarse la cara en la orilla con agua salada, de modo que todo queda tan sucio como antes.

Generalmente se alojan mucho más de mil inmigrantes en cada uno de los grandes dormitorios del Hotel, que no tienen ventanas, sino sólo puertas y donde están descansando sobre sus atados como almohadas uno al lado de otro. Ancianos y jóvenes, casados y solteros, hombres y mujeres, todos está allí confundiéndose los unos con los otros, en un estado superlativo de suciedad.

En caso de incendio, la mayor parte de estos infelices perecerían en las llamas. Al rededor del Hotel hay un olor insoportable producido por la putrefacción de las sustancias humanas allí depositadas.

En la cocina trabajan ocho cocineros á cual más sucios, que echan los alimentos creados, sin siquiera lavarlos á las ollas. En el hospital para niños se ven dos ó tres criaturas en una cama. Los niños que han muerto quedan mucho tiempo entre los vivos, porque no hay Hermanas de Caridad ni personas que cuiden á los enfermos; esto lo deben hacer las mismas madres.

Á habido el caso de que en el hospital de niños habían muerto casi todos los enfermos sin que fuesen enterrados, porque las madres deseaban ocultar la muerte de sus hijos y preferían tener los cadáveres entre sus brazos. Casi diariamente, al revisarse los dormitorios, se encuentran cuatro ó cinco niños muertos envueltos en unos harapos y que se ponen, para ser enterrados, en viejos cajones que antes han contenido papas:

En fin, reina allí la miseria más espantosa que la imaginación de un inmigrante pueda pensar.>>

Nos queda la conclusión del artículo del señor Von Drigalsky:

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<<Antes de concluir este pequeño esquicio séame permitido hacer resaltar aquí algunos datos sobre la capital de la República, Buenos Aires y su colonia ale-mana.

De los 23.000 alemanes que viven en la Argentina, residen á los menos 4 ó 5.000 en Buenos Aires y sus alrededores.

Allí la colonia alemana tiene una iglesia protestante, una capilla católica, un colegio superior, varias escuelas elementales, un hospital, tres sociedades de soco-rros mutuos, una asociación para representaciones teatrales, varios clubs sociales y cinco diarios que aparecen en idioma alemán. El comercio exportador é importador está en su mayor parte en manos de fuertes casas alemanas.

En cuanto á la ciudad de Buenos Aires (660.000 habitantes), me alegro mucho poder afirmar que existe una gran diferencia entre ella y las <<aldeas gigantes-cas>> de los Estados Unidos.

Todo lo que el autor del artículo aludido Cansados de América ha buscado en vano en las ciudades norteamericanas, es decir, la buena vestidura del sexo fuerte, el orden público, la limpieza en las casas y calles, buenas instituciones sanitarias y medios de comunicación baratos, todo eso lo puede encontrar en la Capital Federal Argentina y en el más alto grado. Es esta una gran ciudad de primer orden que pue-de compararse, sin temor, con cualquiera de las metrópolis europeas.

Merece ser mencionada especialmente, según mi opinión, la perfecta organi-zación de la política, que día y noche está haciendo el servicio de seguridad en las calles sin interrumpirlo ni un minuto. A cada 250 pasos encontrarán Vds. á un vi-gilante de facción.

Dejaré para otra ocasión la descripción detallada de la interesantísima vida de esta metrópolis y haré punto final, abrigando la firme esperanza que estas pocas lí-neas habrán despertado el interés del lector por un gran país civilizado que asegura á sus habitantes nacionales y extranjeros, entre todos los países de la <<América libre>> el mayor grado de libertad política, religiosa é individual.>>

¡Conque no nos quejemos de nuestros gobiernos y de nuestras instituciones!

Marius.Año 1896 - Mes: Junio - Número 182 - Página 484 - 485

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SAN LUIS

Pobreza y emigración – Desquicio administrativo - Oligarquía ó ignorancia

San Luís, Junio 25 de 1896.

Señores Directores de La Agricultura:

La pobreza en esta provincia llega á proporciones aterradoras y la emigración va siempre en aumento de día en día.

Ayer vimos en la estación quince familias que se iban, gente caso desnuda, en un estado de última miseria.

Aquello se parecía á un cuadro de Hogarth ó Wereschtschagi. Aquella pobre gente había vendido sus últimas prendas en el Banco del Monte Pío de esta ciudad, establecimiento privilegiado por una ley que le garante un mínimum de beneficio de 72 por ciento anual, propiedad del tesorero de la provincia y rico hombre, el úni-co que hace negocios aquí hoy en día.

En su mensaje, S. E. el señor gobernador también se queja de la difícil situación económica y de la administración desquiciada que recibió de manos del interven-tor nacional, general Arredondo, la provincia agobiada bajo el peso de una deuda enorme, exhaustas las arcas fiscales y enajenados hasta el último palmo de la tierra pública.

Así mismo, S. E. asegura que la provincia goza de perfecta paz y libertad.

¡La paz reina en Varsovia!

S. E. asegura que la política es la rama más importante de la administración y que ha sido considerablemente mejorada y reforzada con adquisiciones valiosas, casas para comisarías, potreros y un importante establecimiento de campo.

El poder judicial, dice S. E., ha marchado con varias interrupciones de funcio-namiento; hay verdadera confusión en las leyes orgánicas, y por eso S. E. nombró una comisión que proyecte una reforma general.

Se llevó á cabo la transformación del Banco de San Luis, fundado en 1888 con 600.000 pesos oro del empréstito externo de 756.000 pesos oro, de que 160.500 pe-sos oro se fueron en comisiones, y que desde 1890no paga el servicio de la deuda, que á fines del 95 había alcanzado á 888.208 pesos oro y aumenta cada año 97.500 pesos oro. El Banco no descuenta desde 1892. La deuda interna es muy elevada, pues al Banco Nacional se deben 360.000 pesos moneda nacional y á varios acree-dores otras sumas más.

El cálculo de recursos para 1895 había sido de 491.497 pesos moneda nacional, pero entraron tan sólo 289.511 pesos. Recibió la provincia una subvención del Go-bierno Nacional de 408.339 pesos.

S. E. promete regularizar ala percepción de la renta y tomar medidas enérgicas contra los contribuyentes morosos.

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A las 75 escuelas fiscales han concurrido 6.161 niños, de los cuales han asistido –según la Comisión de Educación- tan sólo 3.537, de los 16.200 que, según el censo, existen en edad de ir á la escuela; 78 por ciento de los niños puntanos no reciben, pues, educación alguna. S. E. dice que no puede sostenerse con regularidad el pago del personal de las pocas escuelas existentes.

Las relaciones exteriores de la provincia son excelentes, según S. E.

Sobre las obras públicas nada dice S. E: El público esperaba una declaración im-portante á este respecto, porque en un mensaje anterior el gobernador había dicho que los 160.000 pesos recibidos del gobierno nacional para construir el tajamar en el río, cuyas creciente amenazan muy seriamente la parte Sud de la ciudad, se había extraviado, y el canal por el cual llega el agua del dique á la ciudad está en pésimo estado, perdiendo el 90 por ciento del liquido.

Deplora S. E. que sus antecesores nada han hecho para la explotación de nues-tras fuentes de riqueza, sino desbaratado los grandes capitales prestados, recibidos en la venta de varios miles de leguas de tierras fiscales y sacados á los habitantes por contribuciones durante 22 años.

El comercio está muerto y lo único que anima nuestras calles medanosas, son los parejeros del juez federal y del intendente, ambos grandes jugadores y las carreras.

Nuestra municipalidad ha tenido que perdonar las contribuciones atrasadas, porque los libros de su contabilidad le fueron robados. A los pequeños contribuyen-tes los cobradores los persiguen con afán, y ello seguramente han pagado: ¿quiénes son, pues, los deudores que deben 80.000 pesos, según se dice?

Hace unos cinco años que se preparó en esta ciudad un gran recibimiento al ministro brasilero Bocayuva. Se gastaron ingentes sumas en los preparativos, com-prándose muchos artículos de necesidad pública, que todos han desaparecido. El general Arredondo hizo levantar un sumario sobre este ruidoso asunto.

Entonces se compraron unos carros de regar las calles, que nunca han sido usados y desaparecieron con muchas otras cosas buenas, los ciudadanos siguen viviendo entre nubes de tierra y polvo, que hacen casi imposible la existencia aquí, y nos ahogan completamente en días de viento.

La frecuencia de las enfermedades de las vías respiratorias que ahora tanto se nota aquí, es debida en gran parte á esta causa.

En el campo reina una verdadera desesperación. No hubo cosecha este año y la mortandad de hacienda fué enorme. Hoy comemos aquí reses traídas de Río Cuarto. ¡Asimismo siguen cobrándose los elevadísimos impuestos! Esto es una ver-dadera segunda Rusia.

Y pudiera ser bien diferente la situación de esta provincia, si nuestros gober-nantes así quisiesen.

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Nos engañan con una mentida constitución federal, cuando lo que rige en rea-lidad es un despotismo puro, atenuado por la ignorancia. Es el régimen oligárquico que nos ahoga.

Y no hay ni esperanzas ni miras que esto cambie, hoy menos que nunca.

Puntano.Año 1896 - Mes: Julio - Número 183 - Página 515

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LA INDUSTRIA NACIONAL

El Sr. J. M. Buyo, en su carta publicada en la página 483 de LA AGRICULTU-RA, defiende la necesidad de la industria nacional, que dice es necesario crear y proteger, para que vengan millones de obreros á trabajar remunerativamente en la República Argentina, á fin de que el pueblo sea rico, ilustrado y libre.

Si el Sr. Buyo tuviera razón y la industria nacional realmente constituyese a enriquecer el pueblo, a ilustrarlo y liberarlo, si pudiera dicho señor persuadirme que este sería realmente el efecto de la industria, le aseguro que con entusiasmo contribuiría, dentro de los límites de mis modestas capacidades á colaborar con él en el sentido que indica.

Pero le debo pedir antes de entrar en discusión unas explicaciones:

¿Qué es lo que el Sr. Buyo llama pueblo?

La palabra pueblo significaba antes de la revolución francesa la gran masa de la población en general, separada de la nobleza y del clero.

El pueblo, era el tiers-état, el tercer estado, en conjunto de las diversas cla-ses sociales, tanto de capitalistas como de miembros de las profesiones liberales ó ideológicas, de labriegos, de pequeños burgueses, de proletarios y de atorrantes ó vagabundos.

Los intereses económicos de todas estas clases eran los más diverso y aún opuestos los unos á los otros, pero los antagonismos existentes entre ellos no po-dían entonces llegar á su libre expresión, y sobre todo no podían los mismos inte-resados darse cuenta de su existencia porque el absolutismo reinante ahogaba cada manifestación espontánea de vida entre las clases ó entre los partidos populares doquiera se hubiese sentido.

Pero todas esta clases tenían un grande interés común, pues excluidas todas ellas de las cortes, les era imposible influir directamente sobre los poderes del esta-do para hacer valer allí sus intereses económicos como lo hacían la nobleza y el alto clero, y por eso todas ellas se veían obligadas á aspirar á adquisición de derechos políticos para someter por medio de ellos el poder del estado á su voluntad.

La democracia, ó sea el liberalismo proclamó, pues, la libertad ó sea precisa-mente los derechos políticos para el tiers-état, y otro significado no ha tenido nunca esta palabra libertad de que tanto se ha abusado, de la cual también el Sr. Buyo hace uso para indicar el grado más alto á que la industria nacional á de elevar al pueblo, según su opinión.

La libertad alcanzada por la grande revolución francesa y cuyo último peldaño es el sufragio universal libre, ha tenido forzosamente que llevar á la conciencia del pueblo su heterogeneidad, su constitución por diferentes clases sociales y los anta-gonismos inallanables que reinan entre los intereses vitales de ellas.

La libertad, pues, es precisamente el factor que ha desmembrado el pueblo y dado lugar á la guerra de clases, que ha seguido á la guerra del tiers-état contra el

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absolutismo, la nobleza y el alto clero después de su triunfo sobres éstos, y que no concluirá jamás antes de haberse establecido la igualdad económica y social, con la cual desaparecerá la división del pueblo en clases sociales. La evolución históri-ca tiende evidentemente hacia la realización de la igualdad humana en el sentido indicado.

Perdóneme, pues, el Sr. Buyo si le declaro no le comprendo cuando habla del pueblo y de la libertad.

¿A qué parte del pueblo, á qué clase enriquece la industria nacional, como dice el Sr. Buyo?

Con su doctrina del enriquecimiento el Sr. Buyo entra de lleno en la discusión de la magna cuestión llamada la cuestión social ó sea del grande problema que surge de la transformación que han sufrido los métodos de producción por el desarrollo de la grande industria, que concentra las riquezas ó el capital (que otorga tan in-menso poder económico y autoridad sobre la clase trabajadora) cada vez más en las manos de una ínfima minoría, y la pobreza y la miseria en las filas de la inmensa mayoría formada por las clases trabajadoras, á quienes de este modo se arrebata de hecho la libertad recién conquistada.

Riqueza y libertad son, pues, incompatibles, Sr. Buyo, si no van fundadas de la igualdad económica y social.

Capital –porque hoy en día toda riqueza que no funciona directa ó indirecta-mente como capital, se aniquila- es una relación social de dominio y de explotación por una parte, y de servidumbre y sometimiento por la otra.

La industria nacional, pues, no enriquecerá á la enorme masa del pueblo pro-letario.

Ni le dará trabajo remunerativo tampoco, señor Buyo, si bajo esta palabra se han de entender salarios que permiten al obrero vivir bajo un standard of life que co-rresponda al grado de cultura social alcanzado por la nación en general.

Según el censo municipal de la capital, los salarios en 1855 y 1887 han sido más latos relativamente que 1895 cuyo monto averigüé entre los obreros mismos.

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Han sido los salarios mensuales en pesos oro:

¡Compárese con esta proporción la que existe entre las entradas de los miem-bros de nuestra clase alta acaudalada en los mismos tres años! Solía cantarme el finado D. José Gregorio Lezama que en los tiempos de Rosas una familia acaudala-da vivía con la cuarta ó quinta parte de lo que gastaba en 1884, y en 1895 nuestras familias high. life gastaron mucho más aún que en 1884.

Los gastos y las entradas de nuestra clase alta (el grado de cultura de la nación) en los años 1855, 1887 y 1895, pueden, pues, expresarse más ó menos en la propor-ción siguiente: 100; 500; 700.

En estos números está la clave para explicarse el por qué de las huelgas tan frecuentes.

Los obreros de ahora se dan perfectamente bien cuenta de cómo el standard of life de la clase alta quintuplicó y septuplicó en el mismo espacio de tiempo en que el de ellos no aumentó más que en un 13 por ciento.

¡De allí nace su odio!

¡Es esta la cuestión social!

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Y el desarrollo de la industria artificial fomentará siempre más la despropor-ción y agravará la cuestión social entre nosotros de día en día.

No debemos olvidar que el medio principal de subsistencia en la capital, la carne, valía más ó menos en 1855 unos 5, en 1887 unos 8 y en 1895 unos 9 ó 10 centavos.

Los salarios mensuales estaban, pues, en proporción al precio de la carne en los tres años mencionados como; 472; 581; 296, es decir, con el salario medio podía comprarse en 1855 unos 500 Kilos de carne, en 1887 unos 600 y en 1895 unos 300.

El valor relativo de los salarios se ha reducido, pues, notablemente, sobre todo cuando se los compara con los alquileres, el peor azote de las clases inferiores.

Un médico amigo mío con familia de cinco personas alquila una casita modesta cuyos aposentos suman un total de volumen de 480 metros cúbicos y paga 120 $ m/n de alquiler, ó sea por metro cúbico unos 25 centavos.

Otro amigo mío, un herrero de fábrica, también con una familia de cinco per-sonas, alquila una habitación en una casa de inquilinato de unos 90 metros cúbica y paga un alquiler de 30 $ mensuales, ó sea unos 30 centavos por metro.

El obrero empleado en la industria paga el aire de su habitación, abstracción hecha de la inferioridad de la misma, con un 20 por ciento próximamente más caro que el miembro de la clase media.

Tales anomalías no trae la industria.

Luego considérese la terrible explotación de las mujeres trabajadoras que ayu-dan para el crecimiento de la industria por medio de la prostitución y la explotación cruel de los niños.

No señor, no es la industria que da trabajo remunerativo á muchos miles de habitantes aquí.

Otro aspecto de la cuestión trataré en el próximo artículo.

Germán A. LallemantAño 1896 - Mes: Julio - Número185 - Páginas 535 - 536

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LA INDUSTRIA NACIONAL

En el Boletín de la Unión Industrial Argentina, núm. 333, la redacción se muestra algo irritada por mis apreciaciones respecto de la industria nacional y el Museo de Productos Nacionales. Nunca he querido negar la utilidad del museo, pero con su último catálogo á la vista y mis anotaciones hechas en el mismo local del museo, no puedo llegar a persuadirme de que aquél sea la manifestación palpitante de un organismo industrial, pero sí de la fuerza vigorosa y de la producción siempre cre-ciente de nuestra ganadería y nuestra agricultura, cuyo desarrollo hubiera sido aún mucho mayor sin el funesto sistema proteccionista que pesa como un plomo sobre el país desde veinte años, que encarece la vida y nos ha llevado á la bancarrota ofi-cial que acaba de ser reglamentada por el Congreso con la ley de unificación de las deudas externas.

Cree la Unión Industrial Argentina que las pequeñas industrias de hoy pueden ser mañana hermanas gemelas en magnitud é importancia con las que nadie desco-noce (¿). Este mañana lo estamos esperando desde veinte años, y no llega aunque la población rural ha sido sacrificada en ese tiempo á esta ilusión sin miramientos.

Las bellas frases del diario L` Italia al Plata citadas por el Boletín de la Unión Industrial Argentina no me convence, pues no he visto absolutamente nada de la ponderada potencialidad de industrias que dice aquel diario que se están desenvol-viendo á lo largo de la costa del río Paraná.

He visto, sí, algunos comienzos de un desarrollo de nuestra ganadería y de nuestra agricultura en el sentido moderno, muy modestos y limitados, y me he dado cuenta de todo el atraso que el desenvolvimiento de estas inmensas fuentes de riqueza ha sufrido por nuestro funesto sistema económico y financiero.

La Unión Industrial Argentina habla de la desconfianza necesaria ante éstas pre-cocidades de desarrollo y actividad que se pretende posea el que recién nace á la vida.

Pero por acaso, ¿no vasta veinte años de encarecimiento insoportable de la vida, ó lo que es lo mismo, la explotación más despiadada de las grandes masas del pueblo trabajador, causa de su pobreza y atraso, por el sistema proteccionista, y el hecho de la bancarrota general, para convencernos que la tal industria favorecida sea una pura ilusión?

¿En qué datos estadísticos serios se puede fundar la redacción del Boletín de la Unión Industrial Argentina para asegurar la existencia de una industria que justi-fique la continuación del sistema proteccionista, sin el cual nuestra agricultura y ganadería pudieran producir mucho más barato y competir triunfalmente sobre el mercado universal?

¿Por qué la Unión Industrial Argentina representante genuina de la pequeña industria de la capital federal no publica datos estadísticos sobre la industria na-cional?

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De vez en cuando leemos en los grandes diarios descripciones floridas, escritas con el brillante estilo de los reporteres ad hoc, sobre fábricas determinadas y ciertas empresas industriales, hábiles reclamos llenos de alabanzas bombásticas para los dueños pequeños capitalistas.

Sin duda que tales ditirambos encomiásticos serán obras maestras de la litera-tura periodística. Pero mucho más seguro es que no tienen ningún valor desde el punto de vista de la economía industrial, y que involuntariamente hacen surgir en el lector la sospecha de que su real objeto no fuera tanto hacer conocer el estado flo-reciente de la industria, sino el de ocultar ó disculpar grandes y muy graves incon-venientes sociales que tales empresas acarrean consigo para el bienestar general.

Así, por ejemplo, La Nación hace poco publicó un extenso informe sobre una fábrica de chocolates y cafés torrados. Las condiciones económicas de esta indus-tria se callan en absoluto. No aprendemos nada por la lectura del informe sobre la situación y capacidad del mercado de este artículo y hasta qué punto influye la protección fiscal sobre la existencia de la fábrica.

Pero lo que resalta del informe con plena evidencia es que en la tal fábrica se explota el trabajo de los pobres niños de un modo inhumano y cruel, que se emplean medios de fuerza para concentrar la atención de estos pequeños esclavos durante el exceso de horas de trabajo y que se les paga un salario ínfimo. En el in-forme se trata de ocultar tales inhumanidades, pero al mismo tiempo se lee entre renglones con toda claridad lo que realmente sucede.

Pues tal fábrica é industria, no obstante el sistema proteccionista vigente, no puede existir sin esclavizar inhumanamente á muchos cientos de niños pobres y desgraciados sin protección.

La Sociedad de Beneficencia en sus famosas fiestas públicas en que se dis-tribuyen premio a la virtud ha llamado varias veces la atención sobre los salarios ínfimos que se pagan á las pobres costureras. En un informe de la comisión de da-mas se lanzó directamente á la cara de los patronos pequeños industriales la clase de los asociados de la Unión Industrial Argentina, la acusación de que obligaban á sus costureras á buscar los medios necesarios de subsistencia en la prostitución, es decir, que la industria correspondiente existían solamente gracias á la prostitución, por la cual sus obreras hallaban los medios de subsistencia.

La Unión Industrial Argentina, representante del gremio de estos pequeños industriales, no ha sabido contestar ninguna sola palabra en defensa de sus socios sobre acusación tan tremenda.

Una industria con protección gubernativa que necesita para existir valerse de medios tan brutales é inmorales, no puede ser sino una institución ficticia y sin vida. No merece protección.

La Unión Industrial Argentina pudiera prestar u inmenso servicio al pía y á la misma industria llevando una estadística permanente, en debida forma, sobre la marcha de la industria, tanto de la pequeña como de la grande, y publicando en sus boletines los datos más importantes sobre el movimiento industrial del país.

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Para decirlo francamente: no creo que la Unión Industrial Argentina aceptará esta proposición, y jamás publicaran en su boletín ejemplos exactos de contabilida-des, como lo ha hecho LA AGRICULTURA sobre explotaciones rurales.

Nuestros estancieros y agricultores pueden presentar con toda franqueza ante el público sus cuentas, en que no hay nada que ocultar.

No así la pequeña industria, que tiene mucho interés en que ni los consumido-res por un lado, ni la clase obrera por el otro lado, conozcan y se dan cuenta exacta del complicado mecanismo de su movimiento.

Lejos de mi está la intención de querer ofender á la respetabilísima clase de la petite bourgeoisie, cuyo miembro soy por nacimiento, pues puedo decir y digo con grande satisfacción á este respecto: Et in Arcadia ego!

Pero conozco todas las innumerables dificultades y escollos que se presentan sobre el camino del pequeño industrial y pequeño capitalista, cuya carrera es in-comparable más penosa y más peligrosa que la de los miembros de las otras clases sociales, y cuyo éxito depende sobre todo y ante todo hacer creer siempre que su solvencia y sus respectivas sean mucho mayores y mejores de lo que en realidad son, es decir, que toda su existencia depende puramente de apariencia.

Sobre este tema se pudiera escribir toda una obra sociológica.

Creo así mismo que tan ponderada industria nacional sostenida por la pequeña burguesía, protegida por el Estado, no existe sino gracias á apariencias; pero estaría muy contento si La Unión Industrial Argentina me persuadiera de lo contrario con registros estadísticos exactos y prolijos.

Con una exposición no se hará desaparecer la sospecha sobre apariencias. Muy por el contrario.

Germán A. LallemantAño 1896 - Mes: Julio - Número 186 - Páginas 552 - 553

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LAS MINAS DE LA CAROLINA EN SAN LUIS

La sociedad minera Argentine Concession acaba de paralizar sus trabajos, y aun-que el administrador pidió una prorroga de dos años al gobierno para buscar más capital, parece casi seguro que con el fracaso sufrido esta sociedad se liquidará de-finitivamente como sus predecesoras.

Las minas de La Carolina situadas sobre el faldeo occidental del Cerro Toma-lasta en la Sierra de San Luis, han dado antes mucho oro. Eso no se puede negar.

Sobre todo, el centro del mineral llamado El Cerro Rico, ha dado beneficios im-portantes. Según los títulos del campo y documentos existentes en el archivo gene-ral de la provincia, pertenecientes á los descendientes del General Luis Lucio Lucero á quien el Rey hizo merced de estas vastas regiones en el año 1691, se descubrió el oro en el Cerro Rico á fines del siglo pasado, pues según la cédula del gobernador Sobremonte fechada en Córdoba á 29 de Abril de 1786, se manda á los Lucero que no impidan á los mineros que trabajen, y que éstos paguen a Bartolomé Arias Ren-cel el uno por ciento del beneficio. Parece que el tal Rencel, ó Raenzel, hubiese sido un experto mandado por el gobierno en 1793 vino Sobremonte á visitar el famoso mineral y entonces estaban en plena explotación los tiros ó piques del Carmen, San Fermín, las Labores Blancas y el socavón del Sud y el del Cerro Rico.

Después el agua impidió la explotación y allá por los años 40 y tantos, Jiménez comenzó el socavón del Cerro Piñeiros y Olmos y rehabilitó el socavón del Cerro Rico. Después de estos, don Santiago Laborda habilitó las minas y vendió el oro en Chile, hasta que murió.

En 1864 se metió aquí de minero Antonio Schmidt, un carpintero traído por David Levington de Chile, habilitado por D. Antonio Alric, pero no pudo hacer nada, y el 1871 Lallemant abrió el socavón de Jiménez y limpió y examino la veta prin-cipal del Cerro Rico con grandes sacrificios, hallando en el tiro de San Fermín un regular beneficio, así que en el año siguiente se formó la compañía Euler, Lallemant y Schmidt.

En Enero de 1873 murió el capitalista Euler y su heredero Otton Mann formó la nueva compañía Schmidt-Trendelemburg y Ca con un fuerte capital, á la cual La-llemant vendió sus acciones y se retiró de la empresa.

El ingeniero A. Coger, traído de Inglaterra, dirigió los trabajos, pero el fracaso fue completo, y cuando todo el capital se había gastado, los acreedores hicieron rematar los enceres por una bicoca, adquiriéndolo junto con la mina E. Wileman, quien fundó Londres la campañía West Argentine Wogmining con 200.000 libras ester-linas de capital. Los ingenieros Harmann y Allam dirigieron los trabajos y sacaron tanto oro que se pudo pagar un dividendo de 62 mil libras; pero como el metal á los 100 metros de hondura broceaba completamente, la compañía liquido con grandes pérdidas y abandonó la mina.

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No obstante la experiencia que se había adquirido, se lanzó en 1894 la última compañía The Argentine concessions, dirigida por el ingeniero Deering, que hoy acaba de fracasar.

Puede haberse extraído en los últimos 30 años un valor de unos 320.000 pesos oro de la Carolina, y se han gastado allí capitales mucho más grandes, así que las pérdidas han sido enormes.

Esta historia de la minería en uno de los más ricos minerales que ha habido en La República –de esto no hay que dudar- es muy instructiva.

La grande riqueza de las vetas al sol merma rápidamente con la hondura, y el criadero brocea completamente á los pocos metros. En La Carolina el broceo se produce á una grande hondura, mientras en San Francisco, en donde ha habido al sol un beneficio de varios cientos de gramos por toneladas, la veta broceó á los 10 metros casi completamente.

Cuando los empresarios se retiraron arruinados por el broceo, los patrioteros gritaban que habían sido los dirigentes unos ignorantes y rutinarios, pero que el mineral era rico, riquísimo, y de este modo cayeron una tras otra las compañías y se perdieron los millones, y continuaban aquellos á cantar la alabanza de nuestras fabulosas riquezas minerales.

El único empresario que no perdió dinero en la famosa Carolina fue Lallemant; los demás enterraron allí muchas toneladas de oro

Pirquinero.Año 1896 - Mes: Julio - Número 186 - Página 575

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LA CRISIS PRESENTE SE VA

Es palabra que corre de boca en boca, aceptada por los más pesimistas, y que reanima el espíritu abatido en las gentes de negocios, después de soportar la prolon-gada vía crucis que engendraran la especulación y el abuso del crédito, las emisiones clandestinas, el lujo y descuento del porvenir.

El país, es decir, la clase productora, esa masa de trabajadores que se dispersa en orden abierto en nuestros campos, no para exterminarse, sino para arrancar del seno de la tierra el oro argentino, trigo, maíz, lino, formando prados artificiales, etc., ha demostrado su potencia productora con el esfuerzo propio y la poderosa ayuda del comercio importador.

Como los soldados de un ejército, esos humildes pero verdaderos factores del bienestar público, no dejan sus nombres gravados en el libro de la historia contem-poránea, no son tomados en cuenta cuando la crisis ha pasado para el país, es decir, para el Estado, que ve aumentadas sus rentas. Quedan solos, en la situación que la suerte les depara, para componérselas como puedan.

Se ve así este fenómeno en nuestro país: que siendo cada habitante trabajador el mejor obrero de la fortuna pública y privada, los gobiernos, con rarísimas excep-ciones, son los que disipan o consumen lo que obra exclusiva del trabajo –abando-nándolo después á ese agente de su bienestar.

El gobierno de los Estados Argentinos ha aprovechado así la savia de la cual surgió el oro fabricado por nuestros labradores y ganaderos.

Con esos recursos se ha formado el presupuesto federal, sus cuerpos de ejército, sus escuadras, y ha atendido á la primera movilización de la guardia nacional de 20 años. Todo ha pasado sin interrumpir la vida normal, sin afectar aparentemente el bienestar de la sociedad, y antes al contrario despertó el sentimiento patrio, como una esperanza fundada, para los días de prueba en los peligros del porvenir.

La crisis ha pasado, se dice, y en esta hipótesis bueno es recordar las causas que le dieron ser, entre otras la especulación y los derroches de malos gobernantes que aún subsisten en muchas provincias argentinas á donde bajo el nombre de derechos internos, verdaderas aduanas que absorben las economías de los colonos, han formado gabelas enormes que haces casi imposible la vida en épocas de escasez como la presente.

Si un gobierno, pues, no es el creador de la riqueza nacional, sino su guardián dando al país buena administración, justicia y seguridad individual; si este deber es desatendido y lejos de eso en todas partes se abandona el camino de los tribu-nales por ineficaz y dispendioso; si en vez de franquicias se aumentan cada día los impuestos para el sostenimiento de millares de parásitos que nada producen, pero que chupan el del árbol que otros cultivan con su sudor y sus desvelos; si en vez de ayudar al hombre de trabajo se le deprime, si se le sitia por exigencias hasta hacerle vender por vil precio de sus propiedades, se le exige el pago íntegro de una obliga-

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ción, mientras la influencia política se atraviesa para favorecer á un mal deudor; si todas estas cosas aún se ven, aunque no en la escala de otros tiempos pero se ven; si la prolijidad para favorecer á los agraciados llega hasta la creación de establecimien-tos de estudios científicos literarios en un país en el cual abunda el talento pero escasea el buen sentido; si para fundar otros de verdadero provecho no se estudia ni consulta la situación sino la opinión de un gobernador en vez de hacerlo á la de un gremio; si cuando con un cambio feliz en el orden nacional, como efectivamente se ha operado, no son aprovechados todos estos ejemplos del pasado para reaccio-nar y dar impulso á las fuerzas creadoras de progreso, será necesario reconocer con Alberdi <<que en nuestro país se trata al comercio y al productor como enemigo de muerte>>.

Hoy que las agitaciones políticas han si no desaparecido, calmádose tanto, re-conociéndose en la evolución la política menos mala del presente, conviene darse cuenta del camino recorrido por la crisis y señalar á las verdaderas víctimas en la lucha contra la misma, vencida, si, pero cuyas recaídas es preciso evitar. Esas vícti-mas son los hombres de trabajo, el colono, el agricultor, el hombre rural, seres des-heredados de todo derecho político en la mayor parte de las provincias argentinas; sin representación en los parlamentos para abogar por la supresión de esas aduanas internas, de esos impuestos odiosos con que se cubren los presupuestos que alimen-tan sanguijuelas politiqueras; para establecer la navegación franca de los ríos, que son las vías naturales para el transporte de nuestros productos, y para evitar que los beneficios del crédito sólo alcancen á los que menos producen, como el limosnero de profesión que explota la caridad pública; hay, finalmente, que atender á los que con voz suplicante han solicitado tantas veces, y que en otros países les daría el de-recho de exigirlo de los gobiernos, no permitir por más tiempo el obstruccionismo de un canal, el cual sarcásticamente se le destina á ser ensanchado por el roce de los buques, como sostuvo en su célebre informe cierto ingeniero nacional; no permitir la burla que hacen las empresas de ferrocarriles cobrando fletas á veces mayores que el valor real de la mercadería, y maltratando tanto á los animales destinados al consumo de las plazas del interior, que la municipalidad de Córdoba ha prohibido su introducción, desde que el ganado vaya por ferrocarril, lo que es un colmo.

La crisis se va, y es bueno pensar en el libre-cambio, para que nuestros produc-tos naturales valgan y no sostener un proteccionismo que los daña.

Nuestra riqueza está en producir mucho y con poco costo, mediante el trabajo de las máquinas perfeccionadas que no podemos construir, y las cuales representan en sustitución de los brazos caros de que necesitamos constantemente.

Se excomulgan las ideas emisionistas, sea; y en el estado moral, por decir así, de nuestras costumbres política, es indudablemente lo mejor de lo mejor no pen-sar en emisiones que estimules el apetito á los puestos públicos; esa carcoma que afemina á los hombres, convirtiéndoles en máquinas de costura desde las once de la mañana hasta las cuatro de la tarde… examínense las cuentas de ganancias y pérdidas de nuestros bancos oficiales, y se sabrá quiénes han pagado y quiénes

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han derrochado en viajes y farras los dineros que debieron aplicarse al desarrollo de nuestras industrias. Nada de emisiones, pues, si ellas han de volver á tomar el camino de las anteriores.

Se pide bien poco á los gobiernos; que al entonarse cánticos de paz, celebración de la crisis en fuga, consolidación del crédito por la producción nacional, sea ésta atendida con hechos y no con palabras bonitas, con discursos sonoros en las cáma-ras. <<Reducción de los impuestos internos, franquicias al transporte.>>

El país está dotado de todos los elementos que la civilización acumula. –Trabaja con inteligencia y produce; empieza á comprender que al trabajo debe acompañar la economía; no ahoguemos esa tendencia impulsándola y suprimiendo las gabelas que desgraciadamente aumentan en muchas secciones del interior.

Sobre todo, condenemos el solo amago de su reaparición á fatal especulación sobre terrenos, títulos, acciones y sociedades anónimas sin capital, basadas en el crédito de cada accionista, que es ni más ni menos que el juego al gana pierde.

La ley económica, si como tal puede llamarse la que se ha aplicado hasta ahora á la campaña, debe abolirse para siempre. <<La campaña sólo produce materias brutas, es necesario fundar fábricas y protegerlas>> dicen los proteccionistas.

<<La campaña engordará, sin derechos políticos>>, dijo otro hombre político- y así fue en efecto; peor la falta de participación en la confección de las leyes econó-micas, trajeron otras, creando los centros avícolas de marras.

Y nosotros, pobres chacareros que hemos aguantado muchas tormentas bajo el humilde techo de nuestros ranchos; que hemos visto caer piedra en abundancia; pasar magas de langosta, revoluciones, etc., sin agotar el manantial, creemos que la campaña, desdeñando un charlatanismo suicida (sino fuera incapaz de ahogar tanta riqueza), será la salvación para los que en ella viven y para los que desde el viejo mundo vengan á mojar sus labios en su inagotable vertiente.

Chacarero.Año 1896 - Mes: Agosto - Número 188 - Páginas. 585 - 586

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LA INDUSTRIA NACIONAL

En una frase guaranga, como él mismo se expresa, declara el Sr. Buyo en la pá-gina 560 de La Agricultura cortada su polémica conmigo, polémica á que él mismo me había provocado.

Extraño modo de querer convencer á los lectores de esta Revista de exactitud de sus aseveraciones con repetir tantas bellas frases –desplatitudes, las llama el mis-mo Sr. Buyo- sobre cuyo significado y sentido rehúsa dar explicaciones y entra en polémica.

Que el Sr. Buyo trate de ridiculizarme ente los lectores de La Agricultura como un teórico incomprensible para los espectaculares boquiabiertos (otra figura retórica del mismo Sr. Buyo), demuestra que dicho señor supone una muy pequeña capacidad intelectual en sus lectores, pues cero que no se precisa absolutamente poner en jue-go un mayor esfuerzo espiritual para comprender las simples definiciones que dí en mi artículo anterior de las palabras pueblo, enriquecimiento y libertad, usadas por el señor Buyo sin explicarlas.

El Sr. Buyo observa el mismo modo de proceder de cierta parte de la prensa, que hace la opinión pública haciendo uso de palabras retumbantes y frases sonoras que embriagan á la gente sin que ella se dé cuenta exacta del significado de tanta retórica florida, y cuya prensa hace mofa de aquellos que sujetan todo este palabreo convencional á un escrutinio lógico.

Dice el Sr. Buyo que hay verdades que basta enunciarlas, porque los axiomas no se demuestran, para persuadir de que lo son, y como un tal axioma produce su teoría sobre población é industria nacional.

Con esta teoría sobre el axioma se ha engañado á los hombres durante mucho siglo y sofocado en ellos la capacidad del pensamiento dialéctico. El desgraciado mé-todo de enseñanza que rige entre nosotros se funda precisamente sobre esta errónea y funesta idea de la verdad, que se supone fuese una verdad absoluta, inconmovible y eterna, verdad consistente en una colección de artículos dogmáticos, que una vez que hayan sido pronunciados no deben ser sujetos á un análisis critico ni pueden dar lugar á dudas, sino que se aprenden de memoria y se aceptan con fe ciega.

Del mismo modo que el Sr. Buyo cortó la polémica conmigo enarbolando su teoría sobre el axioma, así la iglesia suprimió durante 1900 años toda investigación científica haciendo valer el principio de Roma locuta, res judicata, y la filosofía escolás-tica tampoco admitía ninguna polémica sobre las teorías fundadas por Aristóteles, cortándola desde que comenzaba con el ominoso: autos epha, el mismo (Aristóteles), lo ha dicho; luego, que se calle el escéptico.

En fin, ¡qué le vamos a hacer!

El Sr. Buyo huye de la discusión planteando una axioma que es viejo: gobernar es poblar, y para poblar necesitamos proteger la industria para que la República Ar-gentina llega á a ser una gran nación rica, poderosa, libre é ilustrada.

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Estoy muy conforme con que nos empeñemos á todo transe en ser una nación rica.

Cuanto más elevado sea el grado de productividad de una sociedad, cuanto más se hayan perfeccionado los métodos de que ella se vale para producir, es decir, cuan-to mayor sea la cantidad de productos que en el menor lapso de tiempo produzca, tanto más rica y culta será, tanto más fácil le será llenar todas las necesidades ma-teriales de sus miembros, y tanto más posible le será á éstos ilustrarse.

Pero el grado de cultura alcanzado por una nación depende de que todos sus habitantes participen de las riquezas materiales y de la ilustración, y no una clase sola compuesta de un reducido número de miembros.

La industria creada artificialmente bajo el sistema del proteccionismo, no au-menta el grado de productividad de la nación, lo retarda más bien porque el pro-teccionismo es entre nosotros una rémora para el desarrollo de la agricultura que necesita hoy en día absolutamente de la mayor baratura posible de todos los medios de subsistencia para poder reducir el precio de costo de sus productos y salir triun-fante en la terrible lucha de competencia que tiene que sostener sobre el mercado universal.

Nuestra riqueza y el poderío, la libertad y la ilustración de la nación, como dice el Sr. Buyo, dependen de nuestra agricultura y nuestra ganadería salgan triunfantes de esta lucha internacional, y de ningún modo de que se pueblen nuestros campos con un mayor número de habitantes ignorantes y atrasados á cualquier costo.

Si así fuera y el axioma del Sr. Buyo sobre población fuese realmente irrefuta-ble, entonces no hubiéramos exterminado á los indios que antes poblaron nuestros campos, ó mandaríamos algunos vapores cada año á china para que nos traigan algunos miles de culis baratos de allí.

¿Por qué nos resistimos á la población India y China?

Porque sabemos bien que aunque muy trabajadora tal población, no aumen-taría el grado de nuestra productividad y por eso no levantaría nuestro grado de cultura.

La crisis agrícola que pesa actualmente sobre el país, es consecuencia de la falta de un grado de productividad más elevado de nuestra agricultura, y nace del atraso de nuestros agricultores y de la falta de capital para invertirlo en mejoras necesarias.

Que venga, pues, capitales y créditos, y que vengan inmigrantes inteligentes y hábiles, ó hagamos lo posible pata ilustrar á los que tenemos.

Pero bajo los sistemas económico y financiero vigente -el primer calculado para favorecer una pequeña industria ficticia, y el segundo para favorecer los politique-ros, empleados y especuladores- ni vendrán los capitales ni se restablecerá el crédito nacional.

Que se restablezca el crédito entonces vendrán, los capitales y tras de los capi-tales vendrán innumerables ejércitos de inmigrantes.

Y el crédito sería fácil de restablecer sin nuestros prohombres en el mando y en las legislaturas se mostrasen inteligentes y animados de principios inflexibles de

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justicia y de moral pública, si nuestros legisladores fueran el eco de la razón y nues-tros magistrados el eco de la ley, como á dicho el gran sabio de Croton.

Existe una ley que la división internacional del trabajo humano que está fun-dada sobre el carácter vital mismo del capitalismo reinante, del mismo modo como existe una ley de la división del trabajo que rige en la organización del trabajo den-tro del taller y de la fábrica, y como existe una ley de la división del trabajo social según la cual se arregla la actividad de cada hombre en la sociedad en que vive.

Según la ley de la división internacional del trabajo, aquella región favorecida principalmente por la naturaleza con los medios más ventajosos de subsistencia, es decir, fertilidad del suelo, pesca abundante etc., tienen que desarrollar principal-mente su agricultura (incluso la ganadería) para prever las regiones industriales dotadas con gran riqueza natural en medios de trabajo, es decir, carbón de piedra, metales, etc., con víveres y materia prima.

Crear una industria ficticia en un país agrícola por naturaleza, queriendo so-breponerse á la ley de la división del trabajo internacional, sería lo mismo que si los hombres quisiesen sobreponerse á la ley de la división social de trabajo ordenando que el abogado haga el trabajo del médico y el médico las veces del ingeniero, ó también los mismo que si en una fábrica se le antojara al jefe sobreponerse á la división del trabajo fabril, mandando al herrero que haga el trabajo del carpintero y al carpintero haga las veces del pintor.

A un jefe de fábrica que tal disposición tomase, se le encerraría inmediatamen-te en un manicomio y se declararían enseguida locos á hombres que quisiesen re-emplazar á un médico con un abogado. Pero á nuestros legisladores que pretenden por una ley proteccionista transformar un país agrícola por naturaleza en indus-trial, todo el mundo los tiene por cuerdos y aún por grandes sabios.

¡Parece fabuloso tanto atraso en materia económica!

¡Esta ignorancia ya cuesta á la Nación muchos miles de millones!

¡El Sr. Buyo llama á esta ignorancia un axioma!

Me quedo boquiabierto de asombro.

Germán A. LallemantAño 1896 - Mes: Agosto - Número 189 - Páginas 600 - 601

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Germán Avé - Lallemant

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LA CRISIS PRESENTE SE VA II

Decíamos en nuestro primer artículo como se ha visto surgir del manantial inagotable de la producción (materia prima) los recursos con que los gobierno cubren sus presupuestos, los medios de rehabilitación del crédito particular, abatido, casi aniquilado por la fiebre de la especulación.

Es satisfactorio ver en las actuales circunstancias el empeño de altas personali-dades en la política, propiciando pensamientos de verdadero interés público, como son las cuestiones sobre inmigración y exportación de ganado.

Bienvenidas sean tan autorizadas opiniones, ofreciéndonos, á los que seguimos á paso lento estas evoluciones de nuestra industria, la ocasión de dar nuestra hu-milde opinión apoyada en la práctica y el conocimiento adquirido.

Anotábamos como una necesidad imperiosa resolver la cuestión navegación en nuestros ríos para los vapores trasatlánticos, pensando precisamente que sin eso la exportación de ganado en pie no podría hacerse sino en reducida escala con los que produce la provincia de Buenos Aires en sus prados naturales.

Tratándose, pues, de un asunto de interés nacional, al hablar de buques apro-piados para la expedición de nuestros productos, debe tenerse presente que los ga-nados de los prados artificiales de la República necesitan puertos en el litoral para facilitar su embarque, á la vez que para trasladar la inmigración á los puntos en que deba con mayores economías ser recibida y repartida.

Son observaciones estas, por decir así, complementarias del pensamiento de la construcción de vapores, pero de la cuales surge desgraciadamente su impracticabi-lidad, á menos que desaparezcan las causas enunciadas en nuestro primer articulo <<Indiferencia de los gobiernos en asuntos que han sido reclamados desde hace muchos años, sin resolverse.>>

Para juzgar sobre la importancia que tienen los prados artificiales, emplazamos á los incrédulos para fines de Septiembre del presente año, en la exposición ó feria que prepara la Sociedad Rural Argentina.

Y si esos productos que recién empiezan á hacerse conocer; si la evolución que ya hace el colono sembrando alfalfa, preparando lecheras, etcétera, se encuentra obstaculizada `por los enormes gastos de ferrocarriles, falta de puertos y, por consi-guiente, de mercado en el litoral; desmejoramiento de la producción por mal trata-miento y horarios á voluntad de las empresas, etc., es necesario convenir que faltará el número de animales en condiciones de exportación; y en caso de pretender su-plirlos con bravíos ó ariscos, el resultado sería contraproducente y negativo.

Lo hemos dicho anteriormente y es necesario repetirlo. No tenemos el número suficiente de ganado mestizo para la exportación, y del que actualmente existe, una gran parte pierde su valor por la falta de puertos en el litoral.

Ayer no más veíamos un informe del subprefecto del puerto del Rosario, di-rigido á la administración de aduana, en el cual se dice que á pocos metros de los

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muelles nacionales sólo hay trece pies de agua, y hemos citado antes la opinión de un ingeniero nacional sobre la canalización de Martín García, diciendo que la natu-raleza se encargaría de profundizar su cauce.

Este último informe corresponde al número de las espontaneidades que es nece-sario combatir en nuestro país, afirmaciones más bien parecen una burla tratándo-se de asuntos tan serios.

¿De qué serviría la construcción de flotas destinadas al transporte de inmigran-tes y á la exportación de ganado, si en el puerto natural para la producción más perfeccionada, que es el engorde de alfalfa, no hay agua suficiente para un buque de mil toneladas?

Por lo demás, y en cuanto á la inmigración de pasajes de llamada, creemos que debe meditarse mucho la forma y reglamentación para que ella venga en las condi-ciones requeridas.

Entramos recién en la convalecencia, y una recaída seria de fatales consecuen-cias: estamos recuperando las fuerzas perdidas; necesitamos higienizar la casa; ape-nas salimos á la calle con bastón: cuidado con resbalarnos.

Tenemos centenares de colonos afligidos, sin saber qué hacer con el maíz y otros han quedado tecleando con el trigo.

El crédito restringido; los arrendamientos de campos centrales caros; en los territorios nacionales nada que pueda alagar á los nuevos pobladores: ¿á dónde vamos á colocar 300.000 colonos al año? ¿qué les ofrecemos?

La crisis se va, repitámoslo una vez más: pero…… no precipitemos las cosas, ellos vendrán, porque la base está de colonización es importantísima, y ya vendrán los hermanos ó parientes de los que luchan por la vida en estos momentos.

En otras partes las crisis económicas son difíciles de diagnosticar, ó proceden de la misma prosperidad industrial pero entre nosotros son hijas de nuestro exceso de vicio que también mata. No confundamos la industria con la producción.

Vamos, pues, piano, piano. No nos asuste la falta de oro.

Asústenos la enormidad de los impuestos, la falta de justicia pronta y barata, el obstruccionismo y la perspectiva del proteccionismo que amenaza á la producción.

Chacarero.Año 1896 - Mes: Agosto - Número 190 - Página 617

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NUEVA BANDERA

EL LIBRE CAMBIO

Todo pensamiento ó toda idea de progreso se esteriliza cuando no concurren la oportunidad y el esfuerzo común para su ejecución y beneficio.

Pero cuando se manifiesta en todas partes y bajo los auspicios de la paz un movimiento de opinión acogido en la prensa por hombres de representación social y política; cuando se cuenta con una administración honrada en los caudales pú-blicos de la Nación; cuando se palpan los resultados asombrosos de la agricultura, no obstante causas accidentales que la contrarían; cuando á pesar de una prolon-gada crisis, unida ha perturbaciones internas que felizmente van desapareciendo, la producción va dominándola; cuando con todo eso se ha recobrado el vigor, y una nueva vida se manifiesta en el organismo con el ambiente del trabajo, la oportuni-dad ha llegado para tomar en cuenta aquellas ideas que más puedan concurrir á la prosperidad general.

Sería acusar empobrecimiento de ideas en contradicción con el espíritu reaccio-nario de la época, si no se aprovecharan las ventajas de la paz en nuestro país, para confundirnos en esa corriente.

Existe una gran diferencia entre el viejo mundo y nosotros: allá sobra iniciati-va, pero falta lo que aquí sobra.

Allá se abona el terreno, aquí necesitamos contener la savia de una tierra vir-gen, para que no cunda la maciega.

Allá existe en todos los gremios ese resultado del progreso que se llama espíritu de asociación ordenado y productivo, mientras que aquí existe el espíritu de espe-culación que destruye en vez de producir.

II

Ha llegado el momento de mancomunar las fuerzas de las clases productoras, y ganaderos y agricultores debieran hacerlo tomando participación activa en la vida política, hoy que moderadas las pasiones puede medirse la responsabilidad de los que mandan y los que obedecen; pero garantidos todos por una carta que alguna vez será base de orden público y de bienestar general.

La influencia de esos gremios, al tomar su representación en los parlamentos, decidirá sin sacudimientos dolorosos el triunfo de los principios que se disputan el predominio, dibujándose con claros perfiles y buscando bases en la opinión los defensores del proteccionismo y los libres cambistas.

Los primeros han pegado primero, obteniendo premios sobre industrias como el azúcar, y preparando concursos para exponer sus elaboraciones: han intervenido en leyes aduaneras que limitan la importación, es decir, el libre cambio, con incuestio-nable perjuicio para el consumidor, y para la producción de la materia prima: para

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esa verdadera fuente de riqueza pública, agricultura y ganadería, sin cuyo eficaz concurso se ciegan todas las demás que deben depender y no imponerse.

La industria es hija de la producción; pero no puede revelarse, so pena de traer el desorden en la familia.

Crecerá á medida que el aumento de población y las necesidades del país lo demanden, pero no puede como ahora algunos piensan debe ser, la guía en vez de una fuerza concurrente y limitada.

III

Mientras al proteccionismo se le colma de beneficios, la producción nacional se encuentra agobiada bajo el peso de derechos aduaneros, de contribuciones enor-mes, y lo que es peor, de gabelas increíbles, allá por aquellas provincias argentinas, en donde el puesto público, la vida de corrillo político, es la oración cotidiana y el único móvil de los que gobiernan y decretan.

Téngase presente que hemos llegado á este hecho innegable: desacreditados, fundidos, y después de haber sido víctimas de la especulación, los hombres de tra-bajo, los productores han obligado á bajar el oro á 270, y bajará á 200 por cien segu-ramente, porque la corriente no se detiene aún.

Ofuscados por un falso espejismo, los especuladores dicen: todo va á subir, campos, acciones, títulos, etc., y los productores por su parte, creen algunos, al me-nos, que la baja el oro les perjudica.

Es preciso salirles al encuentro á los primeros y desvanecer los temores de los segundos.

La suba del oro no es lo que favorece á la producción: los que el importa es sostener el intercambio, bajar los derechos de aduana y buscar la baratura de la sisa en vez de su encarecimiento.

La baja del oro en esas condiciones es lo que todos necesitamos, para norma-lizar su pulso y matar la fiebre de la especulación con un método y vida arreglada.

Si los gremios productores se ponen al habla y forman un núcleo de opinión activa, su fuerza será incontrarrestable; pero esto no se obtendrá con la abstención y dejar que los políticos proteccionistas afirmen su bandera en el interior.

Es una hora de reacción, de oportunidad, para la unión de los gremios, y buscar la formación de gobiernos que representen una idea, un propósito levantado, y no el del vivir como los parásitos, atenidos al presupuesto, dejando á las colectividades libradas al acaso, y sin ideales para las nuevas generaciones que necesitarán otro campo de lucha, para desalojar el de las banderías políticas.

Chacarero.Año 1896 - Mes: Agosto - Número 191 - Página 634

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UN PROYECTO DE CANALIZACIÓN EN SAN LUIS

La legislatura de la provincia de san Luis acaba de sancionar una ley mandando practicar estudios para aumentar las aguas de la Laguna Bebedero, por medio de un canal que lleve las aguas del río Desaguadero á aquel gran lago de agua salada.

Este proyecto reviste gran importancia, no solamente para la provincia mencio-nada, sino también para la de Mendoza y el territorio de la Pampa Central.

La laguna Bebedero es el punto más bajo de la larga depresión de terreno lla-mado La Cañada, continuación de las Salinas de La Rioja, en que las aguas que ba-jan de los altos circunvecinos y también de una parte de la cordillera de los Andes han depositados durante una época geológica el contenido de sal y sulfatos que ha-bían disuelto al filtrar por las capas de las rocas sedimentarias y arrastrado consigo, hasta evaporar en la hoya cuya parte más baja ocupa todavía la laguna.

Esta hoya, ó esta depresión del terreno de unos 20 kilómetros de largo de Norte á Sud y unos 8 de Este á Oeste en la cual el agua ocupa hoy en día solamente algo como la décima parte en el centro, siendo el resto salina y guadalosa ó arena salífe-ra, forma una cuenca insular perteneciente a la formación terciaria ó pampeana, de piso araucano, caracterizado por la concha de una gasteropoda, la Chilina Lallemanti Doer, hasta de unos 20 milímetros de largo sobre 10 de ancho que allí se halla en la arena.

En sus orillas esta formación terciaria se pierde debajo de la formación de origen eólico (loss) de las formaciones pos-pampeanas, entrecortadas con fajas anchas de guijarros y arenas fluviales, que representa evidentemente una acumulación de hele-chos de ríos ó arroyos de épocas anteriores, cuando las moles primitivas de las sierras vecinas eran todavía más grandes y más importantes las precipitaciones meteóricas.

La laguna como toda la cañada representa una línea de dislocaciones y un eje de actividad eruptiva de las distintas épocas consecutivas, y ha sido primitivamente una hoya formada por hundimientos en la época cretácea ó pos-cretácea á la cual pertenecen probablemente las areniscas y conglomerados del Portezuelo (Alto Pen-coso), Gigante y Quijada.

En las antiguas cuencas de arroyos llenadas de guijarros y arenas permeables y cubiertas por capas de loss menos permeables, que bajan dentro de la formación eólica del lado del Este hacia la laguna y la cañada, y que á veces son apenas per-ceptibles en la superficie del terreno, se halla agua potable en forma de fuentes ó corrientes subterráneas, como lo indican los varios pozos allí cavados.

Sobre el faldeo del Oeste también se ha encontrado agua en iguales condicio-nes, pero salobre, pues ésta filtró por las capas de las areniscas arriba mencionadas y los extractos de yeso del Alto Pencoso, disolviendo grandes cantidades de sal y sulfato de calcio.

Al Este de la cañada dominan en las serranías el gneis laurentiano, granito y el pórfido cuarcífero (Varela), sin contenido de sales solubles que pudiesen echar

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á perder el agua de las fuentes subterráneas que desde ellas bajan á la gran hoya principal.

Unos 32 kilómetros al Oeste de la hoya de la laguna Bebedero, y separado de ella por la última prolongación del Alto Pencoso, se halla el talweg del río Desagua-dero, que ocupa una larga depresión de terreno que comienza en Catamarca en el famoso Cerro del Bonete y se extiende hacia el Sud por el Río de Vinchina, Bermejo, las lagunas de Guanacache, cuyo desagüe es el Desaguadero.

A este talweg, cuyo largo de Norte á Sud en línea recta pasa de 700 kilómetros, bajan las aguas de los deshielos primaverales en los Andes, y en años en que la cor-dillera ha nevado mucho, el Desaguadero trae un gran caudal de agua potable muy importante para las poblaciones que existen sobre sus orillas.

En tiempo de grandes sequías el río trae muy poca agua verdosa, muy salobre y á veces se seca del todo.

A 28 kilómetros, más ó menos, en la laguna Bebedero al Sud, se halla una planicie, la Pampa de Bravo, y el Desaguadero inunda esta basta área de bañados cuando trae mucha agua, tan presto abriéndose un cauce más al Este como más al Oeste, formando continuamente nuevas zanjas.

En la Pampa de Bravo, cuya altura media sobre el nivel del mar, según Lalle-mant, es de unos 420 metros, nacen dos ríos.

Al Norte baja el río Bebedero con un afluente, el Arroyo de los Tamascanes, y desemboca en la laguna Bebedero (350 metros sobre el nivel del mar), y hacia el Sud corre el Río Salado (el Chadileuvu), que luego recibe las aguas del Diamante y del Atuel; y se extiende por el territorio de la Pampa Central hasta el algo Urrelau-quen, cuyo desagüe va al Colorado.

Es este río que los Sres. Floro Costa y Ca se han propuesto canalizar y de cuyo proyecto hemos dado cuenta a nuestros lectores.

En los últimos años las aguas de Desaguadero se han abierto en cauce fuerte por el brazo llamado el Arroyo de Bruno en la Pampa de Bravo y van casi todas al Salado y muy pocas al Bebedero, así que la laguna de este nombre ha disminuido considerablemente de superficie, amenazando transformarse totalmente en una salina.

Los doctores puntanos, y sobre todo los señores legisladores, casi todos sin ex-cepción empleados, económicamente dependientes de S. E. el señor gobernador, que no hace nunca elegir para diputados sino á hombres de su entera confianza, la que no tiene relación alguna con la capacidad intelectual del honrado, atribuyen la causa de las grandes sequías que ha sufrido últimamente esta provincia al agota-miento de la laguna y creen que si volvieran las aguas de Desaguadero á entrar á la laguna, en lugar de irse al Salado, su evaporación causaría la caída de abundantes y benéficas lluvias en la provincia, cuya superficie total está en proporción á la de la laguna cuando está enteramente llena, como 500 á 1, más ó menos.

Se trata, pues, de abrir un canal por cual el agua del Desaguadero vaya desde la Pampa de Bravo á la laguna Bebedero y no más al río Salado.

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No será necesario explicar á nuestros lectores cuán estrambóticas son las ideas que sobre fenómenos meteorológicos abrigan los doctos y honorables Patres conscrip-ti de la benemérita Provincia de San Luis de la Punta.

Si realmente se llegase á llevar á cabo el magno proyecto, para cuya realización se pedirá, como siempre, una buena subvención al gobierno nacional, para tal vez después de haberla recibido no ejecutar la obra –como ya ha sucedido- se causaría un gran daño á los ribereños sobre el río Salado, quitándole el agua potable que les llega con las crecientes primaverales y se causaría mucho daño á los trabajadores que sacan la sal del Bebedero, pues se inundaría la salina, echándose, además, com-pletamente á perder el caudal de buena agua que entraría á la laguna, pues ésta se convertiría en una salmuera amarga como es el agua que actualmente se halla en la laguna. Los únicos que ganarían con el canal serían los tres ó cuatro estancieros que poseen los campos sobre las orillas del río Bebedero, cuyo largo total alcanza á unos 28 kilómetros.

¡Y todo esto por un falso concepto sobre fenómenos meteorológicos por parte de los mandones!

Es, además, bien dudoso si realmente merma la cantidad de precipitaciones acuosas en absoluto en la provincia de San Luis, ó si el fenómeno depende simple-mente de una porosidad que tiene su máxima y mínima.

Las únicas observaciones meteorológicas que se han hecho en San Luis, las hizo el Sr. Lallemant cuando fué profesor de física en el colegio nacional de 1873 á 1877. Desde entonces no se han vuelto á hacer observaciones allí, y los instrumentos se echaron a perder en el gabinete de física de aquel colegio.

Que haya llovido muy poco en 1895 y 96, es muy cierto; pero ya antes se han observado tan grandes sequías, variando las indicaciones anuales de pluviómetro entre 462 y 667 milímetros, siendo el promedio 554.

La causa del desastroso efecto de las sequías no la constituye precisamente la poquedad de agua que cae, sino la desigual distribución de las lluvias durante las estaciones diferentes y la extraordinaria permeabilidad del terreno.

PuntanoAño 1896 - Mes: Septiembre - Número 192 - Página 649

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LA INDUSTRIA NACIONAL

EL BUEN SENTIDO PRÁCTICO

Si me fuera posible hallar en el mar de palabras con que el Sr. Buyo inunda á sus lectores con su filípica á fojas 621 de LA AGRICULTURA una sola idea, la trataría de refutar ó la apoyaría; pero no hallo más en todo su artículo que la aseveración de ser él un hombre de buen sentido práctico, facultad que sus amigos le atribuyen, según dice, y una tremenda confusión de los términos más usuales de la economía polí-tica, de donde nace aquella olla podrida en que se confunden la productividad con la productibilidad, el proteccionismo con la agricultura, la protección á la industria con la educación, el cultivo con el rendimiento, la industria con la producción agrí-cola, los medios de manutención con los medios de subsistencia, la exportación con el cambio internacional forzoso de productos en la organización capitalista vigente, el gasto por transportes de mercaderías con la circulación del capital y sus gastos, sin la cual no puede haber producción y muchas otras cosas por el estilo.

En su otrosí el buen sentido práctico del señor Buyo, sin ciencia, le hace decla-rarse partidario del proyecto monstruoso del Sr. Dr. Eduardo Costa y de otro del Sr. Reid, que propone llevar el exceso de coolíes de la India á Sud América.

¡Cómo no! Los mismos coolíes que los yankees y australianos se empeñan en echar de su país, porque temen perder así el grado de cultura alcanzado, quiere traerlos el Sr. Buyo para que vengan á la Argentina á consumir los productos de la industria bonaerense que el buen sentido práctico del Sr. Buyo y de los pequeños capitalistas industriales no saben cómo vender con el lucro apetecido hoy en día.

Armonizarían, pues, los proyectos del doctor Costa y del Sr. Buyo, si los pobres coolíes de la India supiesen comer carne y fuesen solventes y se les pudiera llevar ganados de cuatro patas en boxes en cambio de ganados de dos patas.

El artículo del Sr. Buyo con su modo de raciocinar ad hoc et ab hac et ab illa, como se dice en la facultad de letras - perdóneme el Sr. Buyo si empleo términos que me han hecho conocer en el colegio de latinidad en que he sido educado, y que cualquier colegial le ha de poder traducir si no los comprendiese: infelizmente para mí mismo no he aprendido á hacer el papel de un Davus —digo que: el artículo del Sr. Buyo me hace una vez más conocer el modo de pensar de los hombres que tanto se envanecen de su buen sentido práctico.

¡El buen sentido práctico!

¡El common sense de los ingleses!

Como dice el filósofo Schopenhauer: cada idea histórica pasa por tres períodos. En el primero ella parece paradójica, extraña y pocos son los que la adoptan. En el segundo ella se hace respetar y adquiere popularidad y en la tercera al fin llega á ser común, trivial, es decir, se vuelve buen sentido práctico.

Ibsen expresa eso mejor que nadie, con las palabras que pone en boca del Dr. Stockmann en su grandioso drama social: Enemigo del pueblo, cuando dice: «¿Qué

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son, pues, estas verdades pregonadas por el buen sentido práctico sobre que suelen jurar las mayorías? Son siempre aquellas verdades tan antiguas y tan usadas que ya se han gastado y están en vísperas de volverse mentiras…...

Todas estas verdades de la mayoría, estas teorías sostenidas por la gran masa vulgar que no piensa, se parecen al tocino viejo y rancio. Ellas son como jamones mohosos, podridos y causan y crían todo este escorbuto moral que vemos desarro-llarse alrededor de nosotros en las grandes masas de que se compone la mayoría de la sociedad….

…Forman contraste con esta mayoría aquellos poquísimos hombres que se han sabido apropiar todas las verdades nuevas que recién han brotado sobre el camino de la evolución humana.

Tales hombres se hallan, digámoslo así, lejos, afuera, como centinelas en pues-tos tan avanzados, que la gran masa compacta no ha podido llegar todavía hasta allí, y allí luchan ellos por la verdad, por los principios nuevos, aún demasiado mo-dernos para que puedan ser comprendidos por la mayoría del mundo, aferrada en sus antiguas prevenciones, cuyo aferramiento llaman el buen sentido práctico…..»

Así es, efectivamente.

El buen sentido práctico, eso son las anticuadas verdades vetustas de la mayo-ría en cuyas manos se hallan concentrados los medios del poder.

El buen sentido práctico, son las ideas viejas y rancias de la clase dominante de la sociedad, y ellas no son otra cosa que el reflejo en la mente de los intereses económicos de una clase social que se impone, ya sea por medio de su dinero, ya sea por medio de su audacia.

El gran músico, filósofo y poeta Ricardo Wagner, ha escrito una crítica mucho más acerba todavía que la de Ibsen sobre buen sentido práctico que llama: El instin-to animal que no se da cuenta sino de lo que le sea útil por el momento, sin mirar más allá.

El buen sentido práctico es el instinto que no concibe sino su propio interés momentáneo sin tomar en consideración la felicidad de los otros, ni las modernas verdades reveladas por la ciencia.

Los antiguos griegos fueron los primeros que introdujeron la palabra práctico en la filosofía, pero en el sentido de obrar con energía guiado por motivos elevados, tanto morales como políticos ó cívicos.

Las ideas de los grandes maestros de la economía política clásica inglesa del si-glo pasado, llegaron á ser hoy en día common sense, es decir, buen sentido práctico, ó sea el principio práctico del hombre que no admite otro motivo para su actividad que el interés de su bolsillo propio y el de los bolsillos de sus compañeros de clase, sin acordarse del bienestar general y sin tomar en cuenta las verdades nuevas que la ciencia moderna ha descubierto.

Por eso tales utilitaristas como el Sr. Buyo vociferan contra la ciencia moderna y hacen befa tanto de ella como de aquellos que aceptan sus verdades.

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El tema se presta para muchas consideraciones más, sobre todo en este tiempo de las grandes huelgas de un lado y de la liga de los industriales bonaerenses del otro, liga cuyo programa importa un verdadero grito de guerra á muerte, y que sue-na como la misma amenaza apocalíptica ó como la terrible maldición del Manova-darmasastra lanzada por el Aria privilegiado del sabio legislador Manú de la India contra su hermano el maldito Paria Chandala.

Seguiré el asunto, si los Señores Directores de LA AGRICULTURA lo permiten, en un próximo artículo.

Germán A. LallemantAño 1896 - Mes: Septiembre - Número 192 - Página 658

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LA NUEVA BANDERA

LIBRE CAMBIO

PRODUCTORES UNIDOS

Decíamos en nuestro primer artículo que la presente era una hora de reacción, de oportunidad para los gremios productores y para buscar en la unión la formación de gobiernos que representen una nueva idea, en reemplazo de la ya tan gastada de hacer política, para la formación del presupuesto, conservación del puesto público y olvidar la práctica en el trabajo, del cual únicamente surge la riqueza de una Nación.

Sensible sería que por egoísmo, falta de buen sentido, ó por cualquier otra cau-sa, la opinión se entregara á la vida del mercader ambulante, olvidando una patria á la cual le debe sus esfuerzos para su mejoramiento moral y material; pero eso no sucederá por cierto.

Una generación de hombres patriotas empieza á desaparecer, á la cual se debe la fundación de la nacionalidad argentina, y nada queda por hacer, si no es observar la Constitución jurada por todos los pueblos después de Pavón.

Se ha hecho vida politiquera sin un principio levantado, y nada más que por el prurito de mandar.

Ahí están los hechos de veinte años atrás.

Cámbiese, pues, de móviles, y déjense á los viejos descansar.

Es á la juventud á quien está encomendado el porvenir del país, y ella debe ini-ciar las nuevas luchas cívicas, con el propósito de sostener una política económica bajo el doble punto de vista doctrinario y material.

Dada nuestra naturaleza y condiciones de vida, necesitamos de los cambios interprovinciales como un beneficio recíproco en nuestra existencia doméstica, por así decir, dándole á unos los productos que otros pueblos pueden devolvernos en pago. Así como Córdoba nos da su cal, sus maderas y azúcares Tucumán, suelas Sal-ta y San Luis, sus vinos Mendoza, sus metales La Rioja, sus harinas Santa Fe, etc., en cambio en las industrias implantadas sobre el Litoral y Capital Federal.

Pero démonos cuenta de lo que ahora mismo sucede con una de nuestras pro-ducciones principales: el maíz, por ejemplo.

El intercambio no puede hacerse, porque unas pocas fábricas de aguardiente que benefician á 5, privan á 95 de los beneficios del intercambio. Los derechos de aduana impiden la introducción del alcohol que el pueblo paga tan caro, y no tan bueno como lo importado.

El azúcar es otro artículo de primera necesidad, que está enriqueciendo á 3, para arruinar al productor de la caña en una proporción de 97 por 100, incluyen-do al consumidor que paga las dobles primas de la industria azucarera, y la rebaja

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en el precio de sus lanas, cueros, ganados, cereales, etc., por oposición lisa y llana que se hace al intercambio, con la protección á las industrias, que por el hecho de necesitarlas, dejan de ser industrias: porque la única y verdadera es la producción nacional: la materia prima, repitámoslo siempre.

Es inexplicable lo que actualmente sucede en nuestra bendita tierra.

Vemos á los proteccionistas más decididos cambiar de traje, y aparecen entu-siastas defensores del estímulo á la iniciativa particular. ¿Y cómo se estimula esa iniciativa particular?

¿Es acaso decretando primas á las fábricas y siembra de remolacha, café, etc., fomentando exposiciones industriales ó ayudando á la clase productora con im-puestos moderados, con libertad comunal, buena policía, nada de obstruccionismos y con amplia libertad electoral?

¿Es hablándonos del triunfo del porvenir del partido A ó B? ¿ó enseñando á respetar la libertad con el ejemplo?

¡La acción particular! Ella no necesita estímulos en pueblos como Santa Fe, por ejemplo, que á pesar de lo mejor de los mejor que se le ha dado en política, realiza prodigios en su desarrollo agrícola, favorecida por el esfuerzo colectivo, y nada más.

Y si eso sucede en Santa Fe, ¿qué extraño que en otras provincias como en Cór-doba, por ejemplo, acuda la inmigración, abandonando a la primera, por las gabelas y odiosos impuestos á los cereales?

El productor, el hombre de trabajo, necesita el estímulo de la libertad, tener la justicia, justicia y no vía crucis.

Hemos citado á Córdoba y justo es consignar de paso que la policía de campaña es, como la de Buenos Aires, una garantía a los habitantes de la campaña, desde que escuchando el pedido hecho por los vecindarios, fueron reemplazadas autorida-des que no llenaban su misión. Que su gobierno, lejos de aumentar los impuestos, los reglamenta para que no pesen directamente sobre el productor.

Eso es amparar la vida y los intereses, y por consecuencia alentar, estimular á la producción. Lo demás es declamar.

Volviendo al objeto que nos proponemos, debemos manifestar lo sensible que es la falta de constancia en la prensa, cuando inició la campaña contra el proteccio-nismo, particularmente La Nación, en su autorizada y eficaz cooperación.

No basta presentar ejemplos y combatir proyectos aisladamente, ó como si fue-ra una lucha sin base, en detalle.

Es necesario convencer á los incrédulos.

La crisis se va, porque la gran industria, es decir, la producción en grande es-cala, la ha dominado, y si de la lucha ha resultado paralización, por el exceso de producción, no lo atribuya nadie á un remedio peor que la enfermedad, si no que empezamos recién á ahorrar. Antes hemos tirado á la calle lo que nos dió el crédito, en la época del delirio.

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No incurramos en otras faltas, no abusemos de la convalecencia, echando en olvido el pasado.

Establezcamos como principio en política el libre cambio, en vez de literatura y música parlamentaria. Abramos canales, formemos puertos y así se verá caminar sola á la iniciativa particular.

Combatamos el proteccionismo, pues si este principio en economía, triunfara, las energías en el país más capaz de ser rico por sus propios esfuerzos se quebrará por ese principio, que excluye al poblador y agente de civilización europea, ha-ciéndole pagar impuestos para primas, subiendo derechos aduaneros para primas, estableciendo exposiciones industriales con primas, sembrando remolachas, café, etc., con primas. Y al maíz, lino, trigo, etc., impuesto al labrador, impuesto á las má-quinas, impuestos al exportador, impuesto al ganado, el cual se multiplica cuantas veces sea necesario cambiarlo de sitio, etc., y últimamente el impuesto de papel sellado que es la banderilla que hace brincar hasta á los escribanos. No, el esfuerzo colectivo es estéril si él no se desarrolla con fuerza inteligente, y esa fuerza cae pos-trada á los golpes del proteccionismo.

Seamos partidarios del producto, que como lo dice Smith, brota de la tierra, lo hace crecer el trabajo, lo fertiliza la naturaleza y lo aprovecha la industria.

Por eso hemos dicho que en países como el nuestro, debe distinguirse la pro-ducción de la industria. La primera le da el ser á la segunda; pero no ahoguemos el feto que recién toma formas en la República.

Un ChacareroAño 1896 - Mes: Septiembre - Número 193 - Páginas 666 - 667

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EFECTOS DEL PROTECCIONISMO

En Francia, en donde las cosechas prometen un buen resultado, el precio del trigo bajó á 35,50$ oro la tonelada. Como se cobra un derecho de importación de 14$, debía el precio correspondiente en los puertos ser de 21, 50$, pero en Amberes importe 27$. En Francia, pues, el trigo es 5, 50$ oro mas barato que en los países de comercio libre. Los agricultores están sumamente sorprendidos de este fenómeno y disputan sobre su causa con toda la presión que inspira siempre el mercado de los intereses de una clase entera.

Unos acusan á la depreciación de la moneda de plata y piden que se vuelva la tipo fijo del padrón doble (!!) y los otros vociferan contra la especulación bursátil.

Sin embargo, la estadística indica bien claro la causa del fenómeno, pues es la misma que, según lo prueba la estadística de los consumos en los Estados Unidos, produce la gran baja del precio de los chanchos, de que hemos hablado en la página 605 de La Agricultura, es decir, empobrecimiento de las grandes masas de la po-blación, la cual el jefe de la estadística francesa, Sr. Limousin, señala como conse-cuencia del sistema proteccionista, pero que en realidad nace del sistema capitalista vigente, y cuya organización ya no cuadra el modo moderno de producción.

Pues en Francia, cuya población siempre ha sido aquella que ha consumido la mayor cantidad relativa de trigo, el consumo de este cereal se va reduciendo cada vez más.

En 1893 los diez millones de familias existentes en Francia han consumido 109 millones de hectolitros (8.511.000 toneladas) de trigo á 31, 40 pesos oro la tonelada, y en 1894 solamente 88 millones de hectolitros (6,864.000 toneladas) á 28,80$ oro.

Cada familia francesa ha consumido durante el período de 1886 á 1890 11,78 hectolitros (919 Kilos) de trigo, y en 1894 solamente 10,96 hectolitros (856 Kilos), aunque el precio de este grano ha sido tan sumamente bajo en el último año. En el período 1886 á 1890 las familias francesas han gastado 49,48 $ oro para su consumo de pan. La creciente le ha obligado á reducir este gasto á 27,57 $ en 1893 y á 31,57$ en 1894.

Cada habitante francés ha tenido que restringir el consumo del alimento fun-damental de 10,12$ oro á 6,89$ oro en 1893 y en 7, 89 $ oro en 1894, es decir, á los 68% y 78%.

Leyendo estos números que la ciencia suministra, se comprende el por qué tan-to cunde en Francia el descontento, por qué engrosan tan rápidamente las filas del partido socialista y por qué al ministerio Méline (el padre del proteccionismo actual en Francia) lo llaman las clases bajas el ministro fanine, el ministro del hambre.

Demócrata.Año 1896 - Mes: Septiembre - Número 194 - Páginas 682 - 683

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LEY GENERAL DE TIERRAS

Inmigración y Agricultura

Cuando escribimos nuestro artículo sobre inmigración, no había aparecido to-davía el folleto que ahora se ha repartido á todos los diarios y que contiene el Men-saje del Poder Ejecutivo sobre el nuevo proyecto de Ley General de Tierras, Inmigra-ción y Agricultura.

Se ha elogiado mucho al Gobierno por este interesantísimo trabajo legislativo, y nos apresuramos á reconocer que realmente no puede menos que sorprender la cantidad de material empleado para confeccionar el proyecto de ley y el estudio concienzudo que se ha hecho de todas las disoluciones actualmente vigentes so-bre Tierras, Inmigración y Agricultura, que se caracterizan de contradictorias en el Mensaje.

Salvando, sin embargo, nuestro derecho periodístico, vamos á hacer unas cuantas observaciones criticas sobre el proyecto, que debían tomarse en cuenta si se quiere tener la convicción de haber creado una ley duradera y que no necesite ser reformada á poco andar.

Ante todo diremos que, como lo habrán observado el Poder Ejecutivo, el Con-greso, el Pueblo entero, será difícil que se evite con esta ley la repetición del hecho que señala el Poder Ejecutivo al decir que la legislación vigente es, en esta parte, muy contradictoria en sí. Las contradicciones que hasta imposibilitan en muchos casos la acción de los poderes públicos, se producirán en adelante con la misma facilidad hasta ahora las hemos visto introducirse en las leyes. Las causas de este fenómeno son varias y tan múltiples que tendríamos en espacio suficiente para enumerarlas todas ó hacer ver el modo como obran en conjunto. Recordemos que estando el país en su periodo de desarrollo, la situación general para la cual se da en un momento dado una ley determinada, cambia con una rapidez asombrosa, de modo que lo que hoy es cierto, mañana ya no lo es. Este estado de cosas, á la vez que dificulta la aplicación de las leyes, hace necesaria la constante revisión de las existentes ó la creación de nuevas.

O resultaría inconveniente alguno de esta circunstancia, si nuestros poderes legislativos –tanto los de la nación como los de la provincia- pudieran tomar la cos-tumbre de estudiar con más detención la legislación existente sobre una materia antes de sancionar una nueva ley. E aquí una de las principales razones por que son tan frecuentes las contradicciones en las disposiciones legislativas.

Además, influye en esto también la interpretación antojadiza dada á las leyes por tal ó cual empleado. Allí hay mucho pan que cortar y muchos deseos del público á satisfacer, lo que se podrá hacer el día en que se de á los empleados nacionales y provinciales aquella seguridad de que, dentro de su esfera, tienen un porvenir ase-gurado, como sucede en Alemania, Inglaterra y otros países.

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Para entrar en materia, ocupémonos primero de la organización general que se piensa dar al Departamento de Tierras, etc. Las secciones en que se quiere dividir este departamento, según el proyecto de ley del Poder Ejecutivo, son seis, á saber: Tierras y Colonización Geodesia, Agricultura, Inmigración, Inspección y Contabili-dad.

Llama la atención que no se piensa organizar una sección de ganadería. ¿Acaso todos los inmigrantes ó todas las familias que quieren ir á poblar unas comarcas hasta hoy desiertas se van á dedicar á la agricultura? ¿No merece, por otra parte, la ganadería la atención especial del legislador? ¿No es ella, en todos los pueblos, la base de la riqueza de un país, sin la cual no puede haber ni agricultura, ni comercio, ni industria? ¿Es preciso recordar aquí los hechos que la historia de la civilización registra en cada una de sus páginas asiendo ver qué rol importantísimo tiene la ga-nadería en los países más adelantados del mundo?

Que añada, pues, una sección de Ganadería ó que se subdivida de la Agricultu-ra, dándole el nombre: Sección de Ganadería y Agricultura.

No hemos podido explicarnos porque se ha creado una Sección de Geodesia en el Departamento de Tierras é Inmigración. Según nuestro parecer, la geodesia no tiene nada que ver ni con la agricultura ni con la ganadería ni con la colonización. Una oficina de geodesia estaría muy bien en el Departamento de minas y geologías. La sección que vendría bien en el Departamento de Tierras, sería la de Agrimenso-res. Así debía denominarse también, teniendo en cuenta que al público se le deben dar todas las facilidades para que pueda orientarse sin tropiezos en el organismo complicado de las oficinas. La denominación Sección de Geodesia podría también dar lugar á interpretaciones erróneas al sancionarse las leyes especiales de que ha-bla el proyecto del Poder Ejecutivo. Últimamente no comprendemos por qué se ha de encargar á aquella oficina la confección de un Mapa General de la República.

Muy buena idea es la de establecer oficinas auxiliares de agricultura –que lo deben ser también de ganadería- en los territorios nacionales y de poner bajo el amparo de la nueva ley las vastas zonas que poseen las provincias, que siempre que éstas quieran aprovechar de los beneficios que acordará la ley. Poco á poco se acabará también con los latifundios, puesto que el Departamento de Tierras se en-cargaría de poblar y colonizar los terrenos que sus propietarios ponen á disposición del gobierno. Los beneficazos serían naturalmente ellos.

La práctica será muy difícil ejecutar las disposiciones del artículo 92, que dice que no deben enajenarse islas y tierras que contengan depósitos de sal, minerales, hulla, etc.

En muchos casos, y por los conocimientos exiguos que se tiene de las tierras é islas en cuestión, el Poder Ejecutivo no sabrá –ni lo sabrán en la oficina correspon-diente tampoco- cuáles son aquellas islas que contienen las riquezas que se habla más arriba.

Una condición como la que acabamos de mencionar, no debía ser contenida en ley alguna, sencillamente porque su ejecución es imposible ó sólo dable cuando

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se hacen las restricciones necesarias diciendo, por ejemplo: no se enajenaran las islas, tierras, etc., de cuya riqueza en depósitos de sal, minerales, hulla, etc., el, Poder Ejecutivo ó la oficina tal y tal tiene conocimiento. Y si proponemos esta forma, es para evitar que se repita en lo futuro un hecho que o habla a favor de la legislación nacional ó provin-cial: nos referimos á la necesidad de recuperar para el fisco vastas zonas de terreno que por esta causa ó aquella se han enajenado indebidamente. Los perjuicios en este caso son sin duda, mayores que la pérdida de tiempo ocasionadas por una dis-cusión minuciosa y detenida de una ley.

Por falta de espacio no podemos recorrer uno por uno los capítulos del proyecto de ley en cuestión.

De algunos puntos muy importantes hemos de ocuparnos en un próximo ar-tículo; hablaremos especialmente de las disposiciones referente á la inmigración.

Marius.Año 1896 - Mes: Septiembre - Número 195 - Página 698

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NUESTRO CONGRESO

Se concluyó el período de las sesiones ordinarias de nuestro Parlamento, y, como siempre, hay que prolongarlas, porque no se ha hecho nada.

Verdad es que eso no importa una novedad, sucede todos los años; pero en vista de la difícil situación económica en que se hallan las clases productoras, esperába-mos que siquiera esta sola vez los señores representantes se hubiesen animado un poco y vencido el terrible instinto de pereza y de desidia que se hace sentir en todas nuestras instituciones públicas sean éstas dependiente del poder ejecutivo, legisla-tivo ó judicial.

Sin duda, nuestros legisladores son muy decididos partidarios del principio ci-ceroniano: Otium cum dignitate, y recomendamos este lema como muy propio para que sea grabado sobre el frontispicio del nuevo congreso que se va á edificar.

Lástima que nuestros dignísimos patres conscriptis no hayan aprendido el griego; entonces sabrían como Solón mandaba castigar la ociosidad (véase Demóstenes contra Eubúlides) y como en Atenas pagaban multas aquellos perezosos que no asistían á las asambleas del pueblo, que eran las legislaturas de aquellos tiempos (Cenofonte, Memorabilia, Sócrates III 7).

Nuestros legisladores son los parlamentarios mejor pagados en el mundo y los que menos trabajan.

Compárese la labor de nuestro Congreso con sus tres cortas sesiones semana-les, con la efectuada por el parlamento inglés, ó por el reichstag alemán!

No hacemos alusión á las ausencias con goces de dietas, que constituyen un privile-gio de que el 45 por ciento de nuestros legisladores saben hacer uso permanente, si no hablamos de la actitud del 55 por ciento de diputados laboriosos que asisten con puntualidad pundonorosa á las sesiones.

¿Qué han hecho en los cinco meses transcurridos desde la apertura del Congre-so en el período legislativo actual?

¿Creen estos caballeros que su dignidad y el respeto que pueden gozar en el público aumentan bajo este sistema?

Cada diputado y senador recibe por cada sesión á que asiste unos 77 pesos mo-neda nacional -¡ó sea por hora unos 27 pesos!- y aunque falte, siempre se le paga este honorario lo mismo.

El obrero que gana $ 0,30 por hora pierde su salario por cada minuto que falta al trabajo, y lo mismo la pobre costurera que gana apenas unos 10 centavos por hora, y si se repiten sus inasistencias, se les echa á la calle para que se mueran de hambre francamente, es un aspecto desconsolador en máximo grado el que ofrece nuestro Congreso al público observador y pensante y al patriota serio á quien no le es indife-rente la marcha de la cosa pública, el bienestar de las grandes masas de la población y el respeto de que goza la nación en los países civilizados; le tiene que doler en el alma tanta ineptitud y tanta desidia desplegadas por nuestros legisladores.

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Pero uno se explica fácilmente la causa y el origen de este estado de cosas.

Todo nace de que en realidad en el Congreso no está representada más que una sola clase social, la clase alta, rica, opulenta, dominante.

Ni la clase media, ni la baja ó proletaria cuentan con representación alguna de sus intereses en el Congreso.

Por eso todas las leyes que se sancionan, verdaderas leyes de clase, no llevan otra tendencia si no la de proteger y fomentar los intereses pecuniarios del momento de los miembros de la clase alta y del partido dominante.

Subrayamos las palabras del momento, porque lo que más asombra es la comple-ta falta de previsión, de miras elevadas y penetrantes, de conocimientos de materias económicas y sociales y de su evolución que nuestros congresales revelan en cada discusión, la falta de toda base científica moderna, de un sistema racional econó-mico, financiero y político.

Se legisla para el momento y para el caso especial en cuestión sin reflexionar sobre las consecuencias ni darse cuenta si la nueva ley cuadra ó no en el marco de la evolución rápida de las instituciones sociales, que se transforman hoy en día con tanta velocidad.

De ahí resulta el carácter más y más utopista que va adquiriendo nuestra legis-lación.

Convendría, por ejemplo, á los ricos propietarios de ciertos campos en regiones apartadas que se construya un cierto ferrocarril para especular con estas tierras, ¡y allá va la ley!

Si esta línea cuadra racionalmente en la red de vías de transporte proyectada, si tendrá vida propia, si podrá pagar sus costos, si podrá transportar los productos de la tierra á precios de tarifa que permitan el cultivo y la explotación en grande todo esto á los legisladores les importa poco.

Un ejemplo de legislación incalificable es el de la lotería. La filantropía de la clase alta pesaba demasiado sobre los bolsillos de sus miembros. Vino entonces la ley de lotería, de esta institución corruptora, dañina y oprobiosa para toda la na-ción, que difunde el vicio, la imprevisión, el derroche y la ruina, ley absurda y hasta criminal.

Y otras leyes más por el estilo podríamos enumerar, sancionadas todas á favor de los intereses momentáneos de los miembros de la clase alta en perjuicio de la gran mayoría. Las discusiones en nuestro Congreso se resienten á más de la tenden-cia a favorecer los intereses de la clase alta, de la influencia irresistible que ejerce la gran metrópoli, con su carácter pronunciadamente cosmopolita, sobre los ánimos de nuestros legisladores.

La capital es de hecho hoy un suburbio de París, y nuestra alta sociedad porteña piensa, siente y acciona como lo hace el molde cosmopolite del jockey-club, del cercle des Champs elysées, ó el mundo que se mueve en Cannes, Niza y Monte Carlo. Nada tiene ya de nacional ó argentino.

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Ante la sugestión metropolitana, no tienen importancia en la mente de nues-tros congresales las exigencias y los reclamos de la población rural.

Así se explica como los horrores de las sequías, de las mangas de langostas, de los altos fletes ferrocarrileros, del escandalosa administración de justicia en las pro-vincias y del régimen de la política electoral, que no se sienten en la capital, pasan en absoluto desapercibidos para nuestros legisladores, pues parece pifia cuando exabruptamente se vuelven á desenterrar los proyectos sobre embarcaderos, des-trucción de la langosta, tarifas ferrocarrileras, juicio por jurados ó elecciones, en la casa vieja de la calle Balcarce, para luego volver á la carpeta del secretario.

Nosotros los campesinos ya sabemos que nada, absolutamente nada tenemos que esperar de los habladores de la susodicha casa y menos aún de aquellos que, como dice el inglés, han crecido hasta ya no caber en sus zapatos y hablan para que les oigan los mandones y les den una palmadita sobre el hombro.

Habíamos esperado que con la entrada de algunos de los nuevos diputados al Congreso éste siquiera se hubiera movido un poco más pero hemos perdido ya toda ilusión y toda esperanza.

Plus çachange, plus c’est la mème chose!.

Del proyecto sobre cédulas hipotecarias

El gobierno presentó ya al Congreso el proyecto de cédulas hipotecarias.

La forma en que está redactada esta ley revela que el gobierno mismo tendría igual temor que hemos expresado en un artículo en la página 598 de LA AGRICULTU-RA, á saber: que la especulación se apoderará de estos valores ficticios que los deu-dores del banco harán bajar la cotización de ellos en la Bolsa, para pagar sus deudas con estos papeles depreciados, arruinando el banco de este modo el gobierno para conjurar estos peligros propone algunas medidas, que á nuestro modo de pensar, son puramente ilusorias.

Así desea que cese la emisión de cédulas nuevas y los préstamos en el momen-to en que la cotización de las emitidas halla bajado á 85 %, y que el banco pueda tomar medidas rigurosas contra los deudores, medidas irrealizables que restringen el libre dominio de éstos sobre sus propiedades; otorgándose al banco de este modo un privilegio inconstitucional que dará lugar á eternos pleitos que el banco perderá irremediablemente, como así perdió el Banco Hipotecario de la Provincia los pleitos contra sus deudores, que contrariando el tenor del artículo del reglamento que dis-ponía que las deudas con el banco se debían pagar en dinero, demandaban á éste que se resistía á recibir en pago las cédulas depreciadas.

Todas estas medidas de seguridad son completamente ilusorias, pues, ¿por aca-so ya se ha olvidado como la especulación ha sabido pasar por encima de las leyes y de los reglamentos del Banco Hipotecario de la Provincia?

Es preciso desconocer completamente el rol que la especulación juega en el complicado engranaje de la maquinaria capitalista, tanto en la producción como en

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la circulación del capital con sus miles y millones de detalles, vueltas y revueltas, para poder creer que tales disposiciones legales pudieran impedir á la especulación de aprovecharse de tales títulos sin valor real con el propósito de explotarlos en el sentido de arrancar su pequeños capitales ahorrados á la gente de la clase media y concentrarlos en manos de los grandes jugadores de la Bolsa.

Pues tal es el verdadero objeto de la especulación, su fin y su motivo de existen-cia, y para este objeto precisamente el Estado, el obediente guardián de la especu-lación y del juego bursátil, lanza toda clase de títulos de la deuda pública, cédulas y obligaciones de valor ficticio, como sebo que cubre el anzuelo con que los jugadores pillan a los incautos.

Toda disposición legal calculada para atenuar el efecto corruptor de la espe-culación es un absurdo, porque la especulación es más poderosa que cualquier ley que se pueda dictar, y por eso siempre halla medios de inutilizar las disposiciones legales que no le convienen.

La especulación y el juego en valores ficticios constituyen la esencia misma del capitalismo, son los grandes del grande capital, y la ley y el derecho no son más que la fórmula en que están revestidas las conveniencias sociales del capital, el que determina todo el carácter de las instituciones sociales, jurídicas, etc.

¿Qué le sucedió al Banco Hipotecario de la Provincia?¿Qué le valieron todos los artículos de su reglamento sancionados legalmente

con el objeto de garantir el establecimiento contra los efectos ruinosos de la espe-culación?

La misma justicia, el poder judicial, cediendo ante la presión ejercitada por los especuladores, cuyos apellidos – para usar una frase del doctor Ramos Mejía – significaban varias generaciones de pureza moral intachable y de pulcritud social acrisolada, declaró nulos y sin valor tales artículos y entregó el gran establecimiento bancario, en cuya bancarrota fué arrastrado el Estado, á la voracidad de la especu-lación, que dió en tierra con él.

No fué un acto de prevaricación ó de debilidad excepcional por parte del poder judicial proceder de este modo: fué necesidad fatal que lógicamente emanó de la naturaleza misma de las instituciones desde el momento en que se crearon las cé-dulas como valores ficticios, papeles aleatorios, como boletos de lotería. Lo mismo sucederá con las cédulas nacionales. Ya veremos más allá también.

DemocrataAño: 1896 - Mes: Octubre - Numero 196 - Páginas 712 - 714

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EL PROYECTO DE LEY GENERAL DE TIERRAS,COLONIZACIÓN, AGRICULTURA É INMIGRACIÓN

¡Cuán anticuadas y vetustas son las prescripciones de nuestra Constitución!

¡A cuántas anomalías y absurdos dan lugar!

¿Quién podrá dejar de asombrarse cuando lee el acta de la sesión de la Cámara de Diputados del 14 de agosto de 1896 en que se halla comprendido el proyecto de ley de tierras, colonización, agricultura é inmigración concebido por el señor Minis-tro de Justicia, Culto é Instrucción Pública?

¡Justicia y Tierras Públicas, culto y agricultura, explotación de bosques, inmi-gración, instrucción pública, caza y pesca y colonización y estadística, todo reunido en una sola mano, á cargo de una sola inteligencia dependiente de una sola volun-tad!

No habrá ni en el presente ni en el pasado un caso semejante, en que en un país civilizado de casi tres millones de kilómetros cuadrados de superficie, tantos y tan diversos ramos de la administración pública estén entregados á un solo Minis-tro, que si bien podrá tener la inteligencia suficiente para desplegar tan diferentes actividades, es imposible que disponga del tiempo necesario para dirigir todos los detalles de tantas secciones administrativas con pleno conocimiento de causa y con conciencia.

¿Qué dirían en Inglaterra si el Lord High Chancellor, el President of the Council for Education, el President of the Privy Council (jefe de las cuestiones del culto), el President of the Borrad of Agriculture y el Secretary for the Colonies estuviesen todos reunidos en una sola persona?

Es preciso reformar cuanto antes nuestra anticuada Constitución, para que desaparezcan estas y otras tantas anomalías, que importan verdaderos anacronismos.

Es preciso romper con toda la mar de antiguallas amontonadas en nuestra or-ganización pública, que impiden nuestro progreso y forman nuestra desgracia.

En necesario reformar, desde la Constitución abajo, todas nuestras leyes y nues-tros derechos que se contradicen con el grado de desarrollo económico que hemos alcanzado en los últimos diez años, y que se parecen á tocino rancio y podrido en un opíparo banquete.

El Dr. Bermejo ha elaborado una magna obra con su proyecto de ley de tierras, etc., verdadera ley de reforma social de muy serias consecuencias, si se sanciona tal como está redactada y si se cumple con ella en lo futuro, lo que mucho dudamos.

Es imposible dar en forma de un artículo de revista un análisis somero de los 108 artículos en que está dividida la ley; pero hemos de ocuparnos de una serie de trabajos subsiguientes de los principales tópicos de que trata, comenzando hoy con el tit. IV, que se refiere á los inmigrantes.

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Por el artículo 82 se reduce á 50 años la edad máxima para ser considerado in-migrante y poder acogerse á los beneficios de la ley. La medida es poco acertada, porque precisamente entre los agricultores hay muchos padres de familias que á esta y mayor edad son hombres muy útiles todavía, y generalmente disponen de más capital que los hombres de edad menos. Se ahuyentarán muchas familias agri-cultoras, y de las que demás fondos disponen por esta reducción de la edad, siendo además muy arbitraria é infundada.

Los beneficios de la ley se limitan á aquellos individuos cuya moralidad y cuyas aptitudes sean acreditadas por certificados legalizados por los cónsules ó agentes de la república en el exterior.

Esta disposición quedará letra muerta completamente y está por demás. ¿De qué modo averiguan los cónsules la moralidad y las aptitudes de los emigrantes? El único modo posible sería exigiéndole un pasaporte extendido por las autoridades de su procedencia, una medida restrictiva capaz de reducir la inmigración á estas playas á casi nada. Además, ¿cuál sería el standard con que se mide la moralidad del inmigrante? Tales prescripciones sobre moral son antiguallas hipócritas, que siempre quedan letra muerta, y es preciso que desaparezcan de nuestras leyes. El único efecto que pueden tener es que los cónsules extiendan certificados sin impor-tarles un bledo de la moralidad del solicitante, y con razón, pues no existe medio á su alcance para averiguarla, desde que los pasaportes ya no se usan en los países civilizados, con acepción de Rusia.

Respecto de los beneficios que la ley otorga á los inmigrantes, habíamos desea-do que éstos no se hubiesen limitado solamente á favor de los ya desembarcados, sino que la ley hubiera contenido rigurosas disposiciones respecto del tratamiento que se ha de dar á los inmigrantes durante la travesía á bordo de los vapores, que á menudo es malísimo á inhumano. En el periódico Vorwärts hemos leído á veces redacciones que horrorizan, escritas por inmigrantes.

*

* *

La ley promete ciertas franquicias á los buques que cumplen todas las reglas de higiene establecidas por las autoridades sanitarias de la República; pero estas últimas no garanten el buen tratamiento de los inmigrantes durante el viaje ni propenden á mantener ni la dignidad humana ni la moralidad á bordo de los bu-ques, en donde se peca á menudo del modo más cínico á este respecto. Nos parece una incongruencia chocante que la ley exija el testimonium morum del inmigrante al embarcarse, sin ofrecerle en seguida garantías algunas para conservar su valiosa moralidad. Mores hominis regioni respondent, dice Cicerón, quien ya conocía, pues, perfectamente bien la ley del medio ambiente, demostrad por Quételet en su esta-dística moral, ó físico-social.

Los artículos 89 hasta 91, que de un modo por demás sucinto tratan de las ofici-nas de recepción, alojamiento y colocación de los inmigrantes, dan lugar á grandes

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dudas, porque todo lo sujetan á las disposiciones reglamentarias, redactadas por empleados, es decir, á la arbitrariedad de la burocracia, y esta siempre es la más inepta organizadora en materias sociales, como así lo ha demostrado miles de veces tanto entre nosotros como en otras partes.

Las oficinas de colocación sobre todo han procedido á menudo con imperdona-ble ligereza, enviando inmigrantes á puntos donde no han hallado ni la ocupación ni el salario que les habían prometido. La mala gerencia de estas oficinas es la cul-pable en gran parte de que á menudo escaseen tanto los brazos en la campaña y que en las grandes ciudades, sobre todo el la capital, se acumule un número tan crecido de inmigrantes, que aumentan la ya muy formidable masa de los desocupados y de que la población urbana crezca tan rápidamente.

Las agencias particulares de colocación tal como existen entre nosotros, es-pecialmente en la capital, importan una de las llagas más repugnantes del cuerpo social, y una de las principales fuente de donde brota el descontento de la clase obrera.

Muy á menudo estas agencias no son otra cosa que verdaderas guaridas de estafadores, de saltimbanquis y ladrones, que saben arrancar á los pobres obreros desocupados sus últimos centavos prometiéndoles colocaciones que o existen. La prensa obrera hace años que viene denunciando esta odiosa explotación que las agencias de colocación llevan á cabo con los pobres y desesperados. Las columnas del Vorwärts y de El Obrero están llenas de casos concretos en este sentido, y la Fede-ración Obrera Argentina había dirigido una petición al Concejo Deliberante (véase El Obrero del 20 de Febrero 1892) en que se pide la instalación de una Bolsa del trabajo para impedir que las agencias sigan esquilmando á los desgraciados, petición que fue desatendida por el Concejo, como todas las peticiones de la clase proletaria han sido desatendidas por nuestras autoridades aferradas a negar la existencia de una cuestión social en la República.

La ocasión es propicia para que la discusión de esta ley en el Congreso se pro-ponga la ampliación del artículo 89 del proyecto, creando oficinas auxiliares de co-locación para todos aquellos que buscan ocupación, suprimiéndose al mismo tiem-po las agencias particulares. De este modo se evitara que la oficina nacional de los inmigrantes sufra un engaño dirigiendo á muchos inmigrantes hacia lugares en que hay superabundancia de brazos, como ha sucedido muchas veces, haciéndose involuntariamente un instrumento para engañar a los inmigrantes.

*

* *

La protección que el artículo 91 otorga á los inmigrantes que están por firmar su primer contrato de colocación, nos párese poco generoso. ¿Por qué protegerles en ocasión del primer contrato solamente, y después no? Muchas veces los inmigran-tes, sucedidos por los agentes de colocación en la ciudad en donde desembarcaron,

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se han ocupado en la ciudad de la cual más tarde hubieran salido de mil amores al campo para entregarse a las faenas de la agricultura.

Pero entonces ya la oficina nacional de colocación no los favorecía más, no los amparaba, y ellos quedaron en el centro urbano, aumentando el ya tan excesivo número de la población, que va tomando proporciones alarmantes.

Las oficinas nacionales de colocación proyectadas en la ley son de suma nece-sidad como instituto de distribución de la población en todo el país; pero herrarían su destino si se ocupasen solamente de los inmigrantes recién llegados, en lugar de ser el regulador distributivo de la fuerza de trabajo en todo el país. Si es cierto que por medio de ellas no se evitaría del todo el enorme crecimiento de la población urbana, que un efecto del sistema proteccionista, que asegura una mejor existencia á los obreros ocupados en las industrias artificiales concentradas en las ciudades que á los empleados en las faenas rurales, pueden, sin embargo, las oficinas nacionales de colocación, obrando todas bajo una dirección común, contribuir grandemente para que los grados de crecimiento de las poblaciones urbanas y rurales no sigan tan fuera de todo equilibrio, como sucede hoy en día.

El asunto es importantísimo y hemos de ampliar en otra ocasión.

Con suma curiosidad estamos esperando los debates que con motivo de tratar-se estos artículos se suscitarán en el Congreso.

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CAPITAL Y PROVINCIAS

ABSORCIÓN Y AUTONOMÍA

La capital federal ha llegado en estos días al número de 700.000 habitantes.

Desde el día del segundo censo aumentó el número en 36.146 cabezas en 17 me-ses, lo que corresponde á un aumento relativo de 38.44 por 1000 al año. Desde 1869 á 1895 el aumento fue de 99.5 por 1000, y de 1887 á 1895, 65 por 1000. La ciudad no aumentó, pues, en los últimos diez y siete meses tan rápidamente como lo había he-cho en épocas anteriores, por siempre pertenece á aquellas ciudades del mundo cuyo aumento es de los más rápidos, y con excepción de Viena, Nueva York, Dusseldorf, Stettin y Dortmund, no conocemos ciudad que crezca en tan elevado proporción.

Tomando por base el resultado de los dos últimos censos de 1887 y 1895 sobre el tipo del aumento vegetativo, que importa un 20% anual, tenemos que el aumento inmigratorio será más ó menos de un 18.5%.

Unos 13.000 inmigrantes quedaron por año en el capital, ó sea la tercera parte más ó menos del saldo de los inmigrantes radicados en el país.

El aumento total de la población del país se calcula por el mismo tiempo en un 26 por mil, así que la capital está aumentando cerca de un 50 por 100 más rápida-mente que el resto de la Nación.

Este número da que pensar seriamente, porque en ninguna parte del mundo sucede igual cosa, ni aún allí donde la capital de una nación es el emporio de la industria nacional, que trabaja para la exportación, y mucho menos en un país agrícola en que la riqueza nacional se crea por la población rural.

¿Cuál es la causa del rápido crecimiento de la población urbana?

No puede ser otra que las mayores ventajas económicas que se brindan en la capital á las grandes masas de la población trabajadora.

Gracias al sistema proteccionista vigente en el país, se está creando una indus-tria artificial en la capital, que puede pagar á los trabajadores salarios más elevados que aquellos que se gana en el campo.

De ahí resulta que se aglomera la población obrera en la capital, lo mismo que el pequeño capital en manos de los miembros de la clase media, que en lugar de colocar sus fondos en la producción agrícola y ganadera, prefiere medrar bajo el amparo del privilegio que el proteccionismo de hecho otorga á la pequeña indus-tria urbana, aumentando el número de los artesanos que viven y se enriquecen gracias al encarecimiento de los medios de subsistencia, y por consiguiente de la producción rural, que produce las materias primas con que el país se presenta en el mercado universal.

Debido, pues, al proteccionismo se concentra la población obrera y el pequeño capital en la metrópoli federal.

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El grande capital comercial siempre ha tenido su asiento en el puerto del país, desde que los ingleses han comenzado el gran contrabando, ante el cual ya el go-bernador Valdés Vanda se declaró impotente para hacer cumplir las leyes cuando en 1599 hizo su famosa presentación al rey Felipe III y á su ministro el conde de Lerma, en cuyo documento ya se trazó por primera vez en breves líneas la urgente necesidad que tenían estas tierras del sistema librecambista, para que pudiera venir lo necesario para el vivir humano, que los de aquí paguen con trigo, lana, cerdo, cueros.

Desde entonces han pasado trescientos años y siempre rige todavía el mono-polio, si bien no á favor de la casa de contratación y aduana de Cádiz y Sevilla, pero siempre en perjuicio del productor rural de los campos del Río de la Plata.

La riqueza de Buenos Aires ha sido siempre comercial, y reposada en el inter-cambio de las materias primas, que el país produce, ya sea que eso se pagaran en parte con oro (cuando el balance comercial era favorable como ahora), ya sea que se pagaran exclusivamente con mercancías europeas (cuando el balance comercial era desfavorable, como sucedió siempre hasta 1891).

El sistema prohibitivo que rigió en estas comarcas hasta 1809, ha tenido un efecto proteccionista muy pronunciado.

Las manufacturas internas, la industria textil, el zurrado, la vinería, la destile-ría, etc., todas continuación de la industria inca florecían de una modo notable, y producían tanto como para satisfacer las necesidades del consumo interno. Hasta 1880 hemos visto los telares inca trabajando en la sierra de Córdoba y San Luis, los noques de curtiembre al modo incano, los lagares á pisoteo como los utilizaban los súbditos de Capak Yupanqui, et. Bajo el sistema moderno proteccionista iniciado en 1876, ha desaparecido la antigua manufactura del interior, y lo necesario para el vivir humano fué importado de Europa, traído desde el puerto por los ferrocarriles, en cambio de la materia prima que en lugar de elaborarse aquí se comenzó á expor-ta. La manufactura del interior murió y la industria ficticia, artificial en la capital, principió á nacer.

Las provincias del interior desde entonces han empobrecido, y en la capital siguen amontonándose los millones de manos de una pequeña minoría y aumenta más la miseria y la pobreza de la grande masa de población.

La productibilidad manufacturera del país fue ahogada por el elevadísimo gra-do de productividad de la industria europea, á pesar del proteccionismo.

Más cuenta hace hoy en día al estanciero que en San Luis vende su lana para la exportación y comprar un poncho de paño tejido en Ruobayz que hacerlo tejer por su mujer á hijas, como se hacía antes, y mucho más cuenta le haría si no tubiece que pagar por ese poncho de paño un 80 ó 100% de derechos de importación que le quitan los fondos con que pudiera aumentar su majada y ahorrar dinero, sacando mayores beneficios de sus productos.

El proteccionismo vigente fomenta el rápido aumento del número de habitan-tes de la capital y concentra en ella los capitales, alejándolos de la agricultura.

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Las consecuencias de estas condiciones representan amenazadoras para el por-venir del país.

En la capital la aglomeración de gente es tan grande que ya es mayor que las necesidades de la pequeña industria. El número de desocupados crece, y se acentúa cada día más la cuestión de las habitaciones, cuya oferta queda muy abajo de la demanda, subiendo el importe de los alquileres á alturas insoportable para la pobla-ción no arraigada, dando lugar á huelgas y á la agravación de los fenómenos cuyo conjunto constituyen la cuestión social, y que más tarde ó más temprano influirá de un modo desastroso sobre el desarrollo económico de la nación.

La población cosmopolita de la capital crea intereses materiales, y, por con-siguiente, también principios morales é intelectuales muy diferentes de los de la población nacional del interior. Los grados de cultura tan diversos alcanzados por estos dos elementos constituyentes de la sociedad argentina darán lugar á conflic-tos, á anomalías y contradicciones que ya ahora comienzan á sentirse en la siempre creciente centralización de los poderes políticos en la capital, que de hecho ya ha puesto coto a la autonomía de las provincias y á su self goverment, de que no resta ya si no una apariencia completamente ilusoria y sin realidad. La política unitaria de 1826 llegó á ser un hecho, pero sin haberse realizado el régimen electoral sanciona-do por la ley fundamental del año 1825.

La enorme capital reina y manda, sus intereses predominan e absoluto.

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LIBRE CAMBIO

ESPÍRITU DE MORENO – OTRA VEZ LA BOLSA DE CEREALES – NUESTRO CONGRESO – CÉDULAS HIPOTECARIAS – LA LANGOSTA EN EL SENADO –

TRANSPORTES DE GANADOS POR FERROCARRIL.

El número 1896 de LA AGRICULTURA trae algunos artículos que son, puede de-cirse, como la guardia de la bandera en el regimiento. Lo mejor de lo mejor.

Hill presenta 65 millones de producción, contra tres que corresponden á la in-dustria protegida, y concluye su brillante artículo preguntando: ¿por qué la Sociedad Rural Argentina continúa guardando un silencio inexplicable? ¿por qué no exhibe ante el Congreso la imperiosa necesidad de pedir la rebaja de derechos aduaneros, por ejemplo?

Con sobrada razón se piensa en la Sociedad Rural Argentina, pero esas gestio-nes irían al Congreso adonde en el siguiente artículo de la redacción se dice «que todo nace de que en realidad no está representada más que una sola clase social, la clase rica, opulenta, dominante».

No pensamos que esto sea del todo exacto, pues eso de representación del capi-tal y de la opulencia, pase como excepción, lo demás corresponde á la dieta.

Nada sería esto, porque la riqueza no es condición indispensable para ser un buen legislador, ni siquiera necesaria.

El mal está en que el Congreso actual hay un elemento de existencia ya remota que vino á la vida pública en tiempos aparentemente felices, y encontró un presu-puesto pequeño, que era necesario nivelar con la importancia de los empréstitos, fuente de prosperidad nacional, y fundadora de la crisis de progreso. Se alimenta desde entonces aquel organismo con la opulencia si así quiere llamarse á lo que fué causa generatriz de nuestros males presentes, y que sólo la fuerza de la producción ha podido combatir con resultados satisfactorios.

Por eso decíamos en números anteriores, coincidiendo con las ideas de Hill, que se imponía la reducción de los derechos de aduana, la de los enormes fletes de ferrocarriles, y para combatir á éstos, las franquicias á la navegación de nuestros ríos, que sería la vía más económica, en particular para la exportación de ganados y forrajes, etc.; pero... ¿se escucharán los pedidos que hiciera la Sociedad Rural en tal sentido, agregados á los ya hechos por el comercio del litoral é interior?

Ojalá nos equivocáramos, pero mucho lo dudamos, cuando vemos como una manía esa tendencia de crear algo para aumentar impuestos, y nada que importe facilidades á la producción.

Se ha pedido con insistencia la canalización de Martín García, y después de muchos años y de tocarse el asunto en las cámaras, surge un proyecto para darle una profundidad menor de la que es necesaria.

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Bolsas de frutos, de gatos debió decirse, porque seguramente que allí con una libreta talonaria, se comprará y se venderá en descubierto el trigo, maíz, etc., lo mismo que el oro y se rematarán cargamentos de trigo, como se remata un caballo en el sport... á propósito, ya tenemos premios decretados para el que adivine qué caballo llegará primero, no por los dueños de hipódromos, sino en la prensa por publicaciones que estimulan tales cosas.

Por eso Demócrata dice con verdad que nuestra sociedad está montada á lo joc-key-club, monde cosmopolite, et Cércle des Champs Elisées, sin importársele un bledo ni los reclamos de la población rural, ni el cúmulo de iniquidades en las provincias del interior.

Volvamos pues, á lo que es preciso repetir siempre.

Las clases productoras deben mancomunar sus esfuerzos hasta obtener la re-presentación que necesitan. ¿No es posible eso? Pues nada se conseguirá con la-mentaciones, críticas, ni murmuraciones, porque es pedir peras al olmo hablar del libre cambio á los proteccionistas que precisan muchos impuestos y fuertes dere-chos para poder cortar tajada grande del presupuesto.

El país necesita, en vez de fábricas manufactureras, establecimientos agrícolas rurales; necesita, en vez de programas y discursos, despejar la incógnita, porque eso es vivir dentro del formulismo ampuloso, sin existir un sistema económico ajustado á los verdaderos intereses públicos.

¿Es necesario liquidar? pues hagámoslo bajo la base del sistema libre-cambista que el gobierno debe adoptar, y se verá entonces que este estímulo (no prima) á la reproducción traerá á la vez mayor confianza al capital extranjero, porque existirá un principio económico del cual surgirá esta necesidad también del momento. Su-primir gastos superfluos en la administración; crear hombres útiles y aptos para el trabajo en vez de tirar á la calle tanto dinero en institutos científicos, en cámaras y cortes de circuito, en declamación y música, cuando no hemos pagado lo que de-bemos.

Otro artículo «La langosta en el Congreso», nos hace recordar la frase de Avella-neda: «plegó mis labios una triste sonrisa!»

Hace seis años, un ex-ministro nacional nos hacía el honor de publicar nuestras ideas respecto de los medios que debían emplearse por los Gobiernos de Provincia y el Nacional, al solo amago en nuestras fronteras del insecto devastador. Fué enton-ces que un coronel diputado al Congreso, hoy general, decía, oponiéndose á la idea, «que era deprimente ocupar al soldado argentino en matar langosta».

Ha sido necesario que la producción, después de seis años, se vea agonizante; que la langosta se haya hecho conocer sobre los boulevares de la capital, para recién poner el grito en el cielo y... después del trueno, Santa Bárbara.

Citamos el hecho como una nueva demostración del abandono y de la indife-rencia de los legisladores y gobernantes, cuando se trata de algo que no sea la polí-tica, votar pensiones ó sueldos, ó inventar alguna oficina.

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Se encuentra una corriente artesiana, y apenas llega al Congreso la noticia, ya se presenta un proyecto para crear una oficina con personal y útiles necesarios, al estudio geológico, propiedades de las aguas, etc. Dejen por Dios á la acción particu-lar desenvolverse sola, manden un químico si se quiere á practicar análisis; pero no, señor, una nueva oficina....

Si la prosperidad existe por la producción, y desaparece por el derroche de la renta pública, por el prurito de alimentar puestos públicos; si tantos ejemplos se pueden presentar como el de langosta en la Avenida de Mayo, para recién despertar la atención de los legisladores y poderes públicos, ¿no es cierto que esto sólo puede provenir de la ausencia de ideas prácticas en el Congreso?

Si la Virgen de Luján, ó la del Valle de Catamarca (mi cura sostiene que la úl-tima es más milagrosa que la primera) hicieran desaparecer el inconveniente para acercarse á urnas limpias, seguramente que el país tendría en el Congreso instru-mentos de trabajo, en vez de fabricantes de otra especie de producción. No serían hábiles interventores, como no pudo serlo Olivera en Buenos Aires, pero serían del gusto de los chacareros que representan una rama sana del árbol purificador de nuestra atmósfera social; tendríamos buen sentido, sacado de las provincias y en particular de la de Buenos Aires, donde con más experiencia se podrían combatir plagas como la langosta, la empleomanía, el juego y la rutina.

Seguramente que este artículo nos merecerá algún duro calificativo si se digna-ra leerlo hasta el fin algún orador y partidario de las instituciones científicas. ¡Qué hacerle!

Nosotros no conocemos otro arte que bendecir á Dios en la contemplación de la naturaleza, amándolo tanto en el primer rayo de sol como en el último, que también alumbra horizontes infinitos; no escuchamos otra música que el canto del hornero, ó de la golondrina que nos despiertan, llamándonos al trabajo; otros bronces que de nuestros brazos, ó los de nuestros hijos en los cuales inclinamos nuestras frentes para descansar, ó recibir de los últimos las prendas del cariño en el hogar.

No conocemos, finalmente, otra educación, otro saber, que la buena conducta y el ahorro que también requiere escuela. No la alta escuela importada desde Europa, en el lujo, en los consumos elegantes y seductores, sino en esa fuente humilde, pero segura, de la tranquilidad y del placer, que consiste en trabajar y producir.

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LA SOCIEDAD RURAL

La Sociedad Rural podría hacer muchas y muy buenas cosas, dice Forward, pero no hace ni hará nada.

Para demostrarlo incurre lamentablemente en contradicciones, porque al tratar de defender los intereses agrícolo-ganaderos, condena la distribución de los estímu-los en las ferias, que contribuyen al mayor éxito de los negocios de unos pocos, llamándolas réclame de los potentados porteños ó cordobeses... y por el hecho de ser costeadas esas ferias con fondos de la Nación, despierta el celo de los habitantes de Jujuy, que no recibirán mayor beneficio de aquéllos...

Olvida Forward que las provincias productoras que ha citado, como Santa Fe y otras, forman el fondo común de donde sacan las subvenciones algunas otras que, como La Rioja y Jujuy, necesitan los subsidios de la Nación, tan justamente distri-buciones.

II

Si la Sociedad Rural Argentina no ha hecho todo lo que puede esperarse de una institución nacida por iniciativa de los hacendados de Buenos Aires, señálense en hora buena los medios de encaminarla para obtener resultados más en armonía con sus propósitos; critíquese el error, pero no se desconozcan los servicios prestados al país, y téngase presente que en las épocas tormentosas de la política, inmiscuirse en ella, cuando sus elementos de composición y de vida llevaban distinto color, creen-cias opuestas, hubiera sido disolverla, que es lo que sucedería actualmente sin la modificación de sus estatutos, que es el punto que debiera discutirse.

En efecto, hoy que las pasiones políticas se han calmado, y que un pensamiento político puede revelarse con un pensamiento económico, reclamado por los intere-ses del gremio productor, hoy, decíamos, sería el momento propicio para reaccionar, condensando en ese pensamiento las aspiraciones del libre-cambio, en contraposi-ción á las tendencias proteccionistas.

Y en este sentido, la Sociedad Rural Argentina, por intermedio de su presiden-te, invitaba á la Sociedad Rural de Santa Fe, en una nota que se dió á la publicidad, para formar una sola institución nacional, agro-pecuaria, cuyos intereses fuesen discutidos, y resueltos de común acuerdo y con el conocimiento de las necesidades de cada localidad.

Hay ahí un progreso, una iniciativa que basta ella sola para ir en su ayuda y no hacerle el vacío.

¡Que no es composición de hombres de ciencia los que dirigen la Sociedad Ru-ral, ni con la competencia necesaria para apreciar científicamente los progresos ó las nuevas necesidades de la producción moderna!

¿Y quiénes han elevado la ganadería argentina á la altura en que hoy se en-cuentra?

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¿Son los escritores de artículos de diario, ó los estancieros argentinos, retirados de la política (porque en nuestra tierra ya sabemos lo que por política se entiende), lo que han cooperado al refinamiento de las razas, á la plantación de prados, for-mación de montes artificiales, á la desaparición de abusos en la campaña, al perfec-cionamiento gradual en el cuidado, selección y alimentación del ganado, etc., etc.

Que ignoren muchas cosas, no es extraño. Que no se sientan con fuerzas para ir á elecciones, tampoco debe sorprendernos, si se tiene en cuenta que el que más el que menos habrá llevado un garrotazo, alguna pedrada, y algo más tal vez.

¿Acaso una ni dos generaciones alcanzan á realizar un programa dentro del cual se consulten los verdaderos intereses públicos?

No es a los estancieros cordobeses y porteños de la Sociedad Rural á los que se le debe culpar de abandono, ó sustracción á las luchas democráticas.

Es á los hombres todos de negocios, es á la juventud en general, á la que se debe predicar la liga del productor contra el vividor del presupuesto. Es á esa juventud que rebosa en los hipódromos, en las canchas de pelota, en las casa de sport, á quie-nes corresponde revelar la guardia de los que, desde 1854, han visto pasar muchas revoluciones, han actuado en muchas luchas cívicas, y...... cuando mejor han salido, se han encontrado en una cárcel, en un pontón, ó desterrados.

¡Qué extraño es, pues, optar por lo mejor de lo mejor, que es vivir en paz con to-dos, y ni envidiosos ni envidiados!

No: á los viejos de la Sociedad Rural debe respetárseles: que ocupen la casa los que con mejores aptitudes vengan á reemplazarles, es natural que esto suceda; pero sin deprimirlos, sin desconocer sus méritos, en relación á la época en que actuaron, ni su patriotismo hasta para soportar ciertas cosas.

Chacarero.Año 1896 - Mes: Octubre - Número 199 - Página 760

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EL PROYECTO DE LEY GENERAL DE TIERRAS, COLONIZACIÓN, AGRICULTURA É INMIGRACIÓN

II

El título II de la Ley trata de la mensura, subdivisión y clasificación de las tie-rras. Contiene 26 artículos, cuyas disposiciones draconianas contra los agrimenso-res que no practicasen personalmente y sobre terreno (!) la operación, ó que consig-nasen falsos informes, prueban que al P. E. le sucede algo parecido á lo que el héroe marino del padre Ovidio, de quien este dice: Tranquillas etiam naufragus horret aquas, lo que el fabulista Florian traduce por Chat échaudé craint l’eau froide.

En fin, siempre se tapa el pozo cuando la criatura se ha ahogado.

Francamente, nos parece que el P. E. no ha sacado de la mala experiencia por que ha pasado con los agrimensores diplomados en universidades nacionales y de reconocida competencia (Art. 15) toda la enseñanza que debía haber aprovechado, puesto que quiere seguir ocupándolos por contrato (Art. 16), no obstante la crea-ción de una sección de geodesia á que debe corresponder la ejecución de todos los trabajos relacionados con la topografía y aquélla (Título I, Cap. IV, Art. 8º).

Las mensuras, según este proyecto, no tienen, pues, que ver ni con la topo-grafía ni con la geodesia, ó parece como si el P. E. desconfiase desde luego de los empleados de la sección de geodesia á tal punto que no consiente que ellos hagan las mensuras, sino que éstas las contrate el departamento de tierras por cierta renu-meración con los particulares. ¿Para qué entonces la sección de geodesia?

A nosotros nos parece que debía abolirse del todo el sistema de las mensuras contratadas, y que el P. E. debía mandarlas hacer con los mismo ingenieros emplea-dos de la sección de geodesia.

Porque para levantar los planos de secciones grandes de tierras, con todos sus accidentes (Art. 14, inc. 4º), no debe procederse ya por el antiguo método del le-vantamiento de menor á mayor, midiendo líneas (Art. 17), según cuyas medidas se acordará la renumeración al agrimensor (Art. 17), para con estos detalles acumula-dos ir formando los planos. Este método es lerdo, inseguro y caro.

Hoy en día se levantan los planos procediendo de mayor á menor, es decir, mi-diendo y calculando primeramente una red de triángulos que cobre todo el terreno por medio de una base y los ángulos observados en muchos puntos marcados por señales visibles á lo lejos, y en seguida se determina la situación con aquellos pun-tos, con más ó menos exactitud, según el caso requiere.

Al agrimensor cuya renumeración se acuerda según medida lineal no le con-viene hacer una triangulación, que siempre se hará mucho mejor por los ingenieros empleados del Estado.

Los agrimensores contratados por licitación, al mínimo de renumeración á que su competencia les obligará aceptar el trabajo, siempre tratarán de hacer la men-

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sura en el mínimo de tiempo posible, y por tanto, la harán mal. Eso será inevitable bajo el sistema de las mensuras contratadas.

Tenemos como erróneo lo dispuesto sobre la trazas de secciones limitadas por restas perpendiculares y paralelas á un meridiano determinado. Tal división del terreno convendrá en algunos casos en la pampa llana, pero no alcanzamos á com-prender la utilidad que puede tener la traza rectilínea de secciones de 400 leguas divididas en distritos rectilíneos también de 100 leguas, subdivididos en fracciones ajustadas á los accidentes topográficos del terreno (Art. 14). El mejor y más seguro deslinde de la propiedad territorial es siempre aquel sujetado á los accidentes del terreno que resalte á la simple vista, y corresponde generalmente á las diferencias naturales del suelo, es decir, al grado de productibilidad de cada clase de tierra, ó sea á su valor.

Sobre el modo de informar respecto de la naturaleza de los terrenos (Art. 24) por parte del agrónomo comisionado á este respecto, hubiéramos deseado que el proyecto hubiese sido un poco más extenso, y hubiera fijado un esquema de clasi-ficación más terminante.

La clasificación en zonas adaptables á la agricultura, al pastoreo y á la fundación de pueblos, es algo vaga y no dará una idea ni aproximada sobre la productibilidad del terreno. Lo que se necesita es una clasificación mixta, geológico-económica del suelo, como se usa hoy en día en los países adelantados, y que se halla expuesta en todos los textos sobre tasación agrícola. La clasificación económica de nuestras tierras vírgenes se pudo hacer de un modo bastante exacto según las condiciones de su flora.

Por causa de la insuficiente clasificación de las tierras, el proyecto quedó in-completo en la parte que trata de la venta de tierras (Tít. II, capítulos II y III) que se divide en: ventas de tierras para pastoreo y ventas de tierras para agricultura. De las primeras no podrá ninguna persona ó sociedad adquirir más de 40.000 hectáreas en lotes continuos –disposición fácil de eludir- y de las segundas no más de 400 ni menos de 25 hectáreas.

Desearíamos saber si para la venta de tierras mixtas, en que lotes de terrenos adaptables á la agricultura quedan encerrados en terrenos de pastoreo –el caso más común- se tendrá que rematar estas fracciones por separado. Parece que así fuese la mente de la ley, lo que no es muy recomendable.

Aún en campo enteramente nuevo, se hallan lotes de tierra arable, y al lado de una loma cubierta de trébol y cardo, que indican una tierra de pan-llevar, se encuentra una planicie únicamente tapizada de gramilla que indica una tierra de calidad inferior, de grado bajo de productibilidad, y más allá en el bajo se muestran barriales en medio de plantas de duraznillo y de pasto duro y ralo, blanqueando el salitre, señales de tierra flaca de poca fuerza vegetal. Habrá que dividir este campo en un trebolar ó cardal para vender como tierra de agricultura y en un campo de pastos duros para vender como tierra de pastoreo. El precio del último sería tan bajo

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que la venta resultaría desastrosa para el gobierno. Para subsanar estas dudas, sería conveniente que la ley fuese más explícita sobre la clasificación de las tierras.

En el inciso 5º del art. 27 se determina que cada comprador está obligado á introducir un capital de 1000 $ moneda nacional en haciendas y poblaciones en el término de tres años por cada 2500 hectáreas de terreno de pastoreo. La obligación de invertir el mismo monto de capital en mejoras del terreno de clase inferior, como en clase superior, además de importar una grande injusticia, influirá funestamen-te para el gobierno sobre el precio de los terrenos de clase inferior, que fácilmente llegarán á ser invendibles de este modo. Debía haberse dispuesto más bien que el monto del capital invertido en mejoras debía guardar cierta proporción con el precio pagado por la tierra. De este modo no se hubiera gravado desde el principio la tierra de clase inferior con un peso mayor.

Esta proporcionalidad de gravamen se ha establecido para las tierras para agri-cultura, fijando la extensión del área que debe labrarse durante tres años en un 20 %. ¿Eso es justo? ¿Por qué no ha de valer el mismo principio de justicia para los compradores de tierras de pastoreo?

La misma injusticia la hace valer el art. 45 para con los arrendatarios, obligando á todos á introducir un capital de 500 $ en mejoras, cualesquiera que sea la clase de tierra que arriendan.

Sobre el aprovechamiento de bosques nacionales, la ley permite la explotación de concesiones de 5000 hectáreas durante diez años previo el pago de 10 % sobre el valor aprovechado, apreciado por el personal técnico nacional.

El concesionario tiene la obligación de reservar el número de árboles que se considere necesario para asegurar la repoblación, pero el proyecto no dispone nada sobre la plantación de las áreas desmontadas.

En el art. 57 se menciona un proyecto de código forestal que se formulará más tarde. Esperamos que este proyecto aparecerá pronto.

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INMIGRACIÓN

El decreto del Gobierno italiano prohibiendo la inmigración de súbditos ita-lianos al Brasil, y los sucesos ocurridos últimamente en aquella República dan un interés especial á la tan debatida cuestión de la inmigración. Cada uno debe saber lo que hace suele decirse, pero parece que el Brasil no se á dado cuenta de lo que hizo.

Antes de resolver de rechazo del protocolo ad referéndum sobre las indemni-zaciones que reclamaban los italianos residentes en el Brasil y damnificado en su propiedad por la revolución, el Congreso fluminense debía de haber considerado el asunto bajo los diversos puntos de vistas que ofrece.

Primero hay que confesar que de todos los países europeos es Italia el que ma-yor número de inmigrantes manda á la América del Sud. En segundo lugar no se puede negar que los italianos son inmigrantes muy útiles para países nuevos como el Brasil. Sobre esto no hay discusión posible. Últimamente, convendría darse cuen-ta de la mala impresión que producen resoluciones como la tomada por el Brasil en todos los países europeos, agravándose la situación por los hechos sangrientos ocurridos allí.

Las vinculaciones que ligan al inmigrante con su país de origen inducen natu-ralmente á los gobiernos europeos á tomar todas aquellas medidas con las cuales creen poder proteger á sus súbditos.

Entre estas medidas figura la de prohibir la inmigración á un país determinado. Vale la pena de darse cuenta de lo que significa esta medida, porque hodie mihi eras tibi es un refrán bastante antiguo y que le día menos pensado puede tener aplica-ción también á la República Argentina,

Al prohibirse la emigración no se dificulta solamente en lo posible la salida de inmigrante, sino que no se permite tampoco que funcionen las oficinas de emigra-ción ni que se inserten avisos al respecto en los diarios, ni que circulen los folletos que contienen datos sobre el país de inmigración. Además se ponen en vigencia una serie de medidas de policía que son tanto ó más eficaces que las medidas mencio-nadas.

Recorriendo la legislación sobre la emigración que se ha dado los diferentes países europeos se ve que Alemania, por ejemplo, carece hasta ahora de una ley sobre la materia. En la sesión del Reichstag de 1892-93, el Gobierno presentó un proyecto de ley que no obtuvo la aprobación del Parlamento á causas desiertas me-didas policiales que el Gobierno quiso mantener vigencia. Actualmente se trata allí de la sanción de otra ley de emigración que parece será más liberal. Pero no se per-mitirá, según los informes que tenemos á la vista, la formación ó de sociedades de emigración ni se favorecerá ésta con medidas que importen un estímulo para los inmigrantes. Es lo que se sabe ya.

En cuanto á los demás países europeos, sabido es cuáles son los puntos de vista determinan la actitud las autoridades respecto á emigración.

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Tomando en cuenta estos antecedentes se puede apreciar con imparcialidad qué efecto tendrá el decreto del Gobierno italiano sobre la emigración de Ultramar que se dirige á nuestras playas. Indudablemente habrá un aumento considerable en las cifras que la estadística nos presenta sobre el movimiento inmigratorio. Ven-drán más italianos, tanto de su país natal como también del Brasil, de donde van á emigrar probablemente en números considerables.

Siendo, además un hecho que en los primeros ocho meses del corriente año han venido 15.000 y tantos inmigrantes más que en igual período del año pasado tendremos un superávit aún mayor en la corriente inmigratoria.

Como nos comunica el telégrafo, el Gobierno italiano piensa nombrar inspec-tores para las colonias italianas existentes en los diferentes países. No vamos á discutir si esta medida tiene razón de ser; basta del hecho para preguntarse si un país de inmigración como el nuestro contrae acaso ciertos compromisos con los in-migrantes que llegan á sus playas.

Se sabe que el Gobierno se preocupa de esta cuestión y que hay un proyecto de ley presentado al Congreso, cuya discusión se verificará próximamente.

Resulta, pues, que nuestra autoridades reconocen, como siempre lo han reco-nocido, que hay que preocuparse de los inmigrantes. Creo, sin embargo, que las opiniones no se han uniformado aún sobre las medidas que habrá que tomar. Se da, por ejemplo, especial importancia á la llegada de agricultores, los cuales son aún más apreciados sin vienen con sus familias. Pero se sabe que esta gente tiene que desistir por lo general del plan que deseaba realizar al tomar la resolución de emigrar de su país natal.

A la mayor parte de estos agricultores no les queda otra posibilidad que trabajar como jornaleros en los grandes latifundios, sin tener la perspectiva de que se va á rea-lizar su sueño de poder cultivar su propio suelo. Otros muchos que también estarían mucho mejor en el campo, se ven obligado á quedarse en las ciudades, porque las condiciones bajo las cuales se ofrecen trabajo en el campo, son demasiado exiguas.

El problema á resolver por las autoridades estriba, pues, en la hábil aplicación de una ley que resulta todas estas dificultades. ¿Y cómo habrá que resolverlas? No falta quienes recomiendan remedios que consideran seguros pero una cosa es la teoría y otra la práctica. Dicen unos ¡que se abarate la vida! Este consejo es uno de los más refinados y sabios que hace muchos hemos oído. Sólo falta que aquellos que lo dan indiquen también el modo cómo se conseguirán esta maravilla.

La ingenuidad de algunos escritores llega hasta creer que los poderes públicos pueden tomar una intervención directa en la fijación de los precios de los artículos de consumo, por ejemplo. El único medio como se conseguiría quizás el abarata-miento de la vida, es la reducción de los impuestos. Y decimos quizá, porque es muy conocido aquello de que cuanto más tenga uno más quiere tener. ¿Quién nos garan-te que al reducirse los impuestos, al rebajar los derechos de importación y exporta-ción, no se produzca exactamente lo contrario de lo que se temía en vista? ¿Quién puede dar por probado que en este caso no se haría más cara la vida?

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Los que aconsejan la aplicación de este remedio –que para nosotros no es tal- olvidan también dos cosas: en primer lugar no habrán observado que los precios de ciertos artículos de primera necesidad se han abaratado en comparación con los precios que tuvieron en años anteriores.

En cuanto á los impuestos, habrá que confesar que mucho de éstos podrían ser rebajados, pero no se puede establecer una regla general al respecto.

Otra medida que se propone es la de vender en pequeños lotes fiscales, para que estén al alcance de todos los bolsillos. Sobre esto ya se puede discutir. Sería una medida muy acertada, por cierto. Sin embargo no vemos la manera como se solu-cionará el problema con la aplicación de esta medida si es que en la práctica fuera realizable. Las experiencias hechas hasta ahora no hacen creer que se alcanzará mucho con esto. ¿Y los grandes latifundios que se encuentran en manos de particu-lares y sobre los cuales la acción de los poderes públicos es casi nula?

No, para abordar estas cuestiones hay que ir al campo estudiar allí las necesi-dades actuales y futuras y fijarse en lo que en otros países han hecho. No vamos á mencionar aquí las disposiciones del nuevo proyecto de ley presentado al Honora-ble Congreso. Hasta ahora no se ha tratado este asunto en la Cámaras de Diputados, y falta saber que modificaciones se van á introducir en el proyecto. Sólo diremos que ha llamado la atención que en una misma ley se quiere tratar de la inmigración de seres humanos y de la exportación de cuadrúpedos.

Pues bien; si se recorren las dilatadas regiones en las cuales el arado del agricul-tor el trabajo no menos útil del ganadero, producen incesantemente los verdaderos y más importantes factores de la riqueza nacional, se oyen opiniones muy diferen-tes de las emitidas por algunos escritores.

La que más se oye repetir en los círculos que acabamos de hablar es: que se haga una emisión de cédulas hipotecarias para préstamos agrícolas. Ahí está la piedra filosofal y ahí también está la solución principal de la inmigración.

Aquí haremos una pequeña digresión antes de proseguir nuestro razonamien-to. Últimamente se ha dado á conocer una resolución de la Sección Agricultura del Departamento de Tierras, por la cual se dispone que los agricultores que lo soliciten pueden obtener semillas para hacer ensayos con el cultivo de nuevo árboles, arbus-tos y plantas. Medida excelente señor, pero que resultaría mucho más eficaz si se pudieran obtener sin mayores dificultades los tan anhelados préstamos agrícolas.

Esta medida se impone también bajo otro punto de vista. Para aquella parte de la inmigración que quiere dedicarse á los trabajos del campo -á la ganadería y agricultura- no se podría idear un modo más conveniente de darles ocupación y de obtener aquella fuerza diva un beneficio para el país.

¿Qué se ha hecho antes aquí para el desarrollo de nuestras principales fuentes de riquezas?

¿Qué se hace actualmente en los Estados Unidos?

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Aquí se habilitó al inmigrante y en los Estados Unidos se emitieron millones y millones de cédulas para préstamos agrícolas. Y si el momento actual no es propicio para la emisión de cédulas-á nosotros nos parece que lo es-teniendo como tenemos un Banco tan bien administrado como el Banco Hipotecario Nacional, entonces que se aguarde un poco más para la ejecución de este plan económico financiero. Pero que no se pierda de vista ésta idea fecunda que á los Estados Unidos ha dado los mejores resultados. Tómese en cuenta que á pesar de la enorme cantidad de cédulas hipotecarias aplicadas á préstamos agrícolas, los yankees no han tenido motivos de quejarse de lo que han hecho. Y otro punto más hay que hacer presente; se relacio-na con el mismo tema. Que se sancionen los títulos y que se simplifiquen el proce-dimiento para obtener préstamos agrícolas. Estos es lo que pide el hombre sencillo pero práctico que conoce las necesidades del campo mejor que el jurisconsulto, el médico ó el hombre de Estado.

Para las provincias donde existe el impuesto a los cereales será indispensable disminuir en lago este impuesto. ¿Por qué? Porque los precios de estos productos también ha bajado considerablemente.

Estamos seguros que un conjunto de medidas tan acertadas, cuya ejecución no corresponde á los poderes públicos de la Nación, sino también á los de las pro-vincias, ejercerá una influencia muy benéfica sobre la corriente inmigratoria, las fuentes de producción del país y el abaratamiento de la vida.

Marius.Año 1896 - Mes: Octubre - Número 199 - Páginas 763 - 764

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LEY DE TIERRAS

Colonización é Inmigración

II

Un capítulo muy importante en el proyecto de ley del Poder Ejecutivo es el que trata sobre el aprovechamiento de los bosques por parte de particulares. Tanto en los artículos donde se habla del arrendamiento de tierras fiscales como en la parte que trata de la explotación de los bosques, faltan, según nuestro parecer, las dispo-siciones penales para los infractores de la ley.

Merece ser elogiada la disposición de que los concesionarios que hubieren obte-nido el permiso correspondiente para la explotación de bosques, deben dejar reser-vado un plantel en el cual se cultivarán nuevos árboles en reemplazo de los corta-dos. Es la primera vez que los poderes públicos se ocupan de una cuestión tan grave como es la destrucción sistemática de nuestros bosques que durante una serie de años ha hecho estragos bastante considerables en una fuente inagotable de recur-sos para la población y para el Estado.

Las disposiciones referidas del proyecto de ley son sólo transitorias. Se piensa someter más tarde á la sanción del Congreso una ley especial sobre la materia. Pero quién sabe cuándo será este más tarde; porque, según confiesa el Poder Ejecutivo, falta hacer estudios especiales que se han confiado á la Sección de Agricultura. Es, pues, muy posible que pasarán dos ó más años antes que pueda ser sancionada la ley especial.

Por eso nos parece tan indispensable que la nueva ley de tierras, colonización é inmigración sea más explícita en esta parte. Así no se determina con bastante pre-cisión de qué modo los habitantes de solares urbanos pueden beneficiar los bosques que estuvieren cerca. Además, como ya hemos dicho más arriba, no se han formu-lado disposiciones penales para aquellos concesionarios que no cumplen con lo que establece la ley sobre explotación de bosques ó que dejaran de llenar los requisitos del contrato que han hecho con el gobierno. No está previsto tampoco el caso en que un concesionario no abone el precio estipulado. Eso es tanto más grave cuanto que en caso de no cumplir el concesionario con los compromisos que contrajo, no será sólo el gobierno el perjudicado, sino también el país. Dadas las dificultades que se oponen á que sea debidamente vigilado el cumplimiento de las disposiciones de la ley y de la contrata, es indispensable que se salven, en lo posible, los derechos del Estado, determinando la responsabilidad en que incurre el infractor de la ley.

Muy necesaria es también la reglamentación del procedimiento á observar, no por parte de los compradores ó arrendatarios de tierras fiscales, sino de los em-pleados que intervienen en la incertación de los títulos de propiedad y contratos de arrendamiento ó explotación de bosques en el registro de la oficina correspondien-te. No hay que olvidar que el espíritu de la ley es poner las tierras fiscales al alcance de los inmigrantes que llegan á nuestras playas. Si se quiere evitar que el resultado

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de la aplicación de la ley sea completamente ilusorio, habrá que decidirse por la adopción de dos medidas, á saber: encargar, por ejemplo, á la nueva oficina de que habla el proyecto, de la recepción, alojamiento y colocación de los inmigrantes, de la tramitación de la solicitudes que éstos piensan presentar para comparar, arrendar, etc., lotes de terreno y obligar á los empleados del Registro General de la Nación y á los de la Sección de Agricultura (Y Ganadería) á despachar cada solicitud dentro del término de tantos días después de haber sido presentada. Otra cuestión pri-mordial es la de saber –el proyecto de ley no dice nada al respecto- si se exigirá que la solicitud sea hecha, como hasta ahora, en un papel sellado de 500 pesos, ó qué disposiciones generales ó especiales deben regir en este caso.

Muy buenas son las disposiciones de los artículos 102 y 99, que no permiten las permutaciones, los cambios de ubicación, ni que la extensión de tierras que puede adquirir cada persona ó familia tenga, según dice el artículo 99, diferentes áreas de ubicación. ¡Ojalá que estas exposiciones no sean derogadas á la primera ocasión en que se trate de hacer un favor á Fulano ó Zutano!

Aplaudimos también la idea de reservar 40 mil hectáreas de las tierras fiscales de la Nación á los indígenas.

No será suficiente esta área, según todas las probabilidades; pero es de suponer que las provincias consentirán también en ceder cierto número de hectáreas á los indios que desean cambiar su estado primitivo de vida con uno que más se avenga con las costumbres de los tiempos modernos. Es de creer también que algunos par-ticulares seguirán el ejemplo de los gobiernos, la que dependerá, naturalmente, del éxito que tengan estas colonias indígenas, porque no se sabe aún si esta idea tan buena en la teoría dará igualmente resultados benéficos en la práctica.

No queda por decir unas cuantas palabras del capítulo más importante del pro-yecto. Nos referimos á las disposiciones sobre la inmigración.

Al leer lo que dicen los artículo 71, 82, 84 y 87, uno se pregunta involuntaria-mente si el gobierno piensa restablecer el sistema de los pasajes subsidiarios y si es su mente restringir en cierto sentido la libertad que nuestra carta fundamental concede á todos los hombres que desean habitar en territorio argentino.

En caso que este fuera en realidad el propósito de los poderes públicos, nos en-contraríamos en el imprescindible deber de protestar en nombre de los intereses del país contra estas ideas. No es probable que los pasajes subsidiarios sean en época alguna un sistema recomendable. La experiencia lo enseña con pruebas palpables.

En cuanto á las condiciones que se quieren imponer á los inmigrantes, nos parece que es muy cierto el hecho de que no todos los que llegan a nuestras playas se vuelven miembros útiles de la nueva sociedad á la cual desean pertenecer. Pero debería el caso de preguntar si para la República Argentina ya ha llegado la época en la cual la prudencia aconseja poner ciertas trabas á la corriente inmigratoria.

Á pesar de que no se sabe á ciencia cierta cuántos habitantes tenemos, más fe han merecido á muchos las apariciones que el Sr. Seeber hizo sobre este tópico, que

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no los datos publicados por la Comisión Directiva del Censo; sería más fácil probar que aún quedan muchas comarcas por poblar y el mismo proyecto del Poder Ejecu-tivo de que se preocupan estas líneas, lo atestigua suficientemente.

Pues bien, si no es el propósito del Poder Ejecutivo ver restablecido el sistema de los pasajes subsidiarios, ni poner trabas á los inmigrantes, no comprendemos cómo se han podido proponer artículos de la índole de los arriba citados, que dicen lo siguiente:

1. Ningún inmigrante debe tener más de 50 años de edad (art. 82). Esta dis-posición nos parece de una rigurosidad extraordinaria y hasta cierto punto injusta. Una persona sana de más de 50 años pude servir muy bien para el trabajo y hasta los ancianos pueden hacerse útiles en los quehaceres de la casa, sea en cuidar y reparar los niños y en mil otras emergencias de la vida. Además, hay esto: una familia, por ejemplo, alemana que tiene la intención de emigrar, no dirigirá segu-ramente sus pasos á la República Argentina cuando se le impide llevar también un padre, una madre que tenga más de 50 años.

2. Cada inmigrante debe tener un certificado expedido ó legalizado por el cón-sul argentino, en el cual conste su moralidad y su aptitud para cualquier industria (artículo 82).

Muy buena la idea de pedir á cada inmigrante que se provea de un certificado sobre su moralidad.

Pero, ¿acaso es ya tiempo de pedir este certificado al inmigrante, ó sea á aque-llos hombres que el país necesita aún y cuya llegada debe ser considerada ex ipso y ya por muchos años como un bien?

¿No es tan bien cierto que el hombre que una vez erró el camino cometiendo un delito, se esfuerce, en la mayor parte de los casos, por llevar mejor la vida y por reconquistarse la estimación de los demás?

A estas consideraciones podríamos añadir otras; lo dicho bastará, sin embargo, para exponer nuestro punto de vista.

En cuanto al certificado sobre la aptitud para cualquier industria, será nada más que una fórmula pausible, un requisito que debe llenarse para las autoridades sepan mejor qué destino dar á los inmigrantes una vez que llegan al país.

3. La persona que no quiere ser considerada como inmigrante, debe avisarlo al capitán del buque (artículo 84).

En vano no hemos preguntado cual es el alcance de esta disposición, que sólo tendría razón de ser si se trata de volver otra vez al sistema de los pasajes subsidia-rios, lo que no es creíble.

4. El inmigrante que no posea los certificados de que habla el artículo 82, ó esté atacado por una enfermedad contagiosa, debe ser reconducido al país de su origen á expensas del capitán del buque que lo traiga (artículo 87).

Nos explicaríamos perfectamente la disposición de que no puedan bajar á tie-rra inmigrantes afectados a una enfermedad contagiosa. Pero es exigir mucho a los

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capitanes de buques si se establece que deben reconducir á sus expensas á todos los inmigrantes que olvidaron de munirse de los certificados de que hable el artículo 82.

5. EL artículo 71 habla de una franquicia muy importante; que se acordaría gratis en un lote de terreno y un lote urbano á todo inmigrante jefe de una familia á lo menos de tres personas y que halla tomado carta de ciudadanía ó prometa to-marla después de estar dos años en el país. Dice el mismo artículo que el inmigrante beneficiado de esta manera queda con la obligación de poblar el terreno concedido y de cultivarlo durante cinco años consecutivos. La misma contare el que compra un lote ó lo arrienda.

Nos complacemos en poder anunciar propósitos tan dignos de aplausos. Sólo nos parece que aquellos de la promesa de que un inmigrante va á tomar carta de ciudadanía, sería mejor suprimirlo, debiendo permitirse á los agricultores y ganade-ros que puedan ser naturalizados enseguida que bajen á tierra si quieren acogerse á los beneficios de la futura ley de tierras. De todos modos se ganaría más con esta disposición más que con mil promesas de que se va á hacer esto y aquello.

Para concluir, repetiremos aquí lo que hemos dicho en nuestro artículo sobre inmigración: mientras no se habilite al inmigrante en el sentido de facilitar ó bien las semillas, herramientas, animales, materiales de construcción necesarios, ó bien el dinero con que pueda comprarlos –lo primero nos parece los más práctico y lo mejor desde el punto de vista de salvar debidamente los intereses del estado- no se obtendrán ni con esta ni con otra ley de tierras los beneficios que se tienen en vista.

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EL PROYECTO DE LEY GENERAL DE TIERRAS, COLONIZACIÓN,AGRICULTURA É INMIGRACIÓN

III

El titulo III de la ley, que en dos capítulos trata de las colonias nacionales y de las provinciales y particulares, es muy importante.

En las colonias nacionales hasta de 20.000 hectáreas de superficie, el P. E. con-cederá gratuitamente á toda familia argentina (pues los extranjeros que tienen que presentar la carta de ciudadanía al solicitar el lote dejan, así, de ser tales) una con-cesión de 100 hectáreas, obligándose á poblar el terreno y cultivarlo según las reglas de explotación y cultivo que establezca el P. E. en cada localidad. En cada colonia habrá una planta urbana y á cada familia se le dará allí un solar.

El P. E. organizará la administración y el orden interno de la colonia según los reglamentos que hará confeccionar por los empleados de la oficina de tierras.

Las mismas bases regirán para la colonización particular y provincial, que los interesados contratarán con el P. E.

Creemos que el P. E. debía haber sido más liberal cono los extranjeros y con-cederles aún sin la carta de ciudadanía, ó la promesa de sacarla en cierto plazo, los mismos derechos que á los argentinos.

La institución de la carta de ciudadanía es una antigualla ridícula en su país en que se pregona á cada paso como el principio fundamental político el lema: poblar es gobernar, porque en la forma como ella se aplica, en esta ley sobre todo, ella es una rémora para el crecimiento de la población.

Somos decididos partidarios de la más amplia facilidad para obtener la ciuda-danía concedida á los extranjeros, y quisiéramos ver bien pronto sancionada una ley que otorgara el derecho de ciudadanía á cada ser humano que viva por medio de su trabajo en la República sin restricción alguna, sobre todo á aquellos que con su sudor y fuerza transforma la tierra bruta y sin valor en campo cultivado, rico.

Revela mucha pequeñez y miras políticas muy estrechas esta restricción de la colonización á los argentinos y á aquellos que sacaran la carta de ciudadanaza, ó se comprometen á sacarla dentro de un cierto plazo. Es el espíritu del burocratismo nacido en la época de las leyes de Toro y de la Recopilación de Felipe II y que, no obstante nuestra constitución anglosajona, determina de hecho nuestra organización política, que se revela en este proyecto de ley como en toda nuestra vida pública.

Más aún resalta este espíritu en las disposiciones sobre la forma de administrar las colonias, establecidas en el art. 72.

Allí se dice que el P. E. establecerá la administración de cada colonia; que ésta se hará por el personal que aquel nombre, y que dependerá directamente de la ofi-cina de tierras.

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¡Eso es!Tenemos, pues, el empleo del corregidor de copa y espada del Fuero juzgo del siglo

VIII rehabilitado, ó más bien. Los correctores del tiempo de Imperio romano, cuan-do las provincias se gobernaban por los legati augusti pro pratore, de que dependían aquellos subalternos.

¡Todo se ha de hacer por empleados!¡Empleados y más empleados!Del self-government, del régimen municipal, de la libertad civil, que garante á

los ciudadanos la defensa propia de sus intereses individuales y comunales, ¡nada!Y, sin embargo, en la clase de instrucción cívica se enseña á la juventud que la

Constitución Americana ha servido de modelo á la nuestra, y que la Nación Argen-tina adopta para su gobierno la forma representativa republicana federal.

Es que la constitución no organiza la sociedad, ni hace las costumbres.Vicente F. López dice muy bien en su Manual de la Historia Argentina (1896)

I, 8 -<<aquí nos tenemos, pues, estrechamente emparentados por nuestro origen y por nuestra raza con los romanos, ese gran pueblo de la historia clásica>>- pala-bras cuya exactitud etnológica habrá que aceptar cum grano salis.

La administración de las colonias por empleados nombrados por el P. E. ha dado siempre malos resultados, pero no importa, se sigue el mismo sistema, porque si.

Las colonias se fundarán bajo el sistema de aldea, con un núcleo de población, en que cada familia poseerá su solar. Este sistema es de origen germánico y muy antiromano. Tiene grandes ventajas, pero es el más caro al principio y muy difícil de llevar á cabo en donde los lotes ó concesiones son tan grandes como en este caso. En los Estados Unidos fue imposible realizarlo y allí la población rural se arraigó conforme al sistema de las granjas aisladas, que fue aquel que se ha seguido también aquí en el país, con excepción de la colonización ruso-judía.

¡Qué resultados tendrá la colonización bajo la nueva ley!

Las colonias nacionales nuevas que se podrán fundar en el país hoy en día, estarán muy apartadas de la parte poblada, porque las tierras fiscales todavía dis-ponibles se hallan situadas en puntos lejanos de los centros civilizados. Los altos fletes que tendrían que pagar los colonos no les permitirían llevar sus productos al mercado universal.

Y la empresa capitalistas particulares deberán, según al art. 76, sujetar los con-tratos que sobre colonización celebrarán con el P. E. á las condiciones de un regla-mento especial que el P. E: establecerá; deberán admitir una administración por empleados nombrados por el P. E: y reembolsar todos los gastos hechos por el Estado.

Creemos muy difícil que nuestros grandes latifundarios celebren contratos de colonización con el P. E. bajo estas condiciones, porque para la división y explota-ción ó enajenación de buenas tierras en situación favorable, cuentan con otros me-dios mucho más provechosos, como lo hemos podido observar en la colonización de los terrenos del Banco Agrícola y Comercial del Río de la Plata en Córdoba.

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Después de haberse permitido á las provincias derrochar el enorme capital de tierras que poseían de la manera más perjudicial para la riqueza nacional que darse puede y dejado que se fundasen los grandes latifundios que constituyen uno de los caracteres económicos más resaltantes de este país, el P. E. no puede ya promover eficazmente la colonización, sin restringir el dominio ilimitado de la tierra.

Demócrata.Año 1896 - Mes: Noviembre - Número 201 - Página 795

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LA INDUSTRIA NACIONAL Y LAS HUELGAS

MÁS SOBRE EL PROYECTO DE MARRAS

Algunos miembros de la Unión Industrial Argentina se han lanzado con gran-des bríos á la lucha contra los obreros y contra todos aquellos que ocultan sus sim-patías con los pobres y desheredados. A los amigos de los obreros se les trata de: perturbadores del orden social y de revoltosos!

Al gran hacendado y estanciero señor don Leonardo Pereira, quien distribuyó gratis carne á las familias de los huelguistas, le ha caído el primer rayo estrepitoso que los caballeros de la U. I. A. lanzaron contra los perturbadores del orden social se le hechó un reto solemne por su falta de respeto á los sagrados privilegios de la clase pequeña burguesa, cuyos intereses defiende y representa la U. I. A.

Por traidor yo vos riepto,

Y á vuestros antepasados,

Y á los que traidores son

Los pongo en el mismo grado…

(Romancero del Cid, LXXIV.)

Se conoce, pues, que todavía hay un rasgo romántico en las cosas, y no todo ha de ser pura prosa vulgar en la existencia azarosa de los patrones.

Los mismos miembros de la U I. A. han hecho labrar una tesis por el Sr. Manual C. Chueco para concluir con el movimiento de los obreros, y no es poesía romántico de caballeros andantes la que resulta de los ocho artículos de este plan de campaña, sino ruido serio de implacable guerra.

Quiere el Sr. Chueco ante todo que los poderes los poderes públicos de la Na-ción sancionen una ley de extrañamiento de extranjeros, en virtud de la cual pue-den ser legalmente expulsados del país los anarquistas y perturbadores del orden social (es decir, los socialistas) arrojados de naciones extranjeras.

Según se ve, muchos atribuyen gran influencia sobre el movimiento obrero á los anarquistas y socialistas arrojados de otras naciones.

Preguntamos: ¿cuáles son, y en dónde se ocultan estos temibles perturbadores del orden social arrojados de otras naciones, contra quienes la U. I. A. quiere movi-lizar los poderes públicos?

Desde la anulación de la ley antisocialista (25 de enero de 1890) en Alemania, no hay una sola Nación en el mundo de la cual se arroje á los ciudadanos pertur-badores del orden social. Ni las leyes antianarquistas permiten el ostracismo de los ciudadanos, si bien en países políticamente atrasados se expulsan todavía a los ex-tranjeros cuyas opiniones políticas no son del agrado de los mandones. Así sucede, por ejemplo, en Alemania, Francia y Bélgica.

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*

* *

Una tal ley sancionada entre nosotros sería sumamente ridícula, porque no existen aquí tales arrojados de naciones extranjeras, y mucho menos que pudiesen perturbar el orden social, es decir, encabezar revueltas, ni aún huelgas y simples meetings.

Además el calificativo de perturbador del orden social es tan genérico que pue-de comprender tanto á los más célebres malhechores, como á los más ilustres va-rones á los cuales deben los pueblos y la humanidad entera sus mejores progresos.

Todos los 8 artículos planteados por el señor Chueco en su tesis antiobrera son exacta reproducción de las medidas coercitivas y de tutelaje que en otros países se habían tomado contra la clase obrera y que todas mantenido efectos tan contrapro-ducentes que fueros abolidas más tarde.

Se asemejan sobre todo al proyecto español presentado en Octubre de 1871 por el gabinete de Martínez Campos á las Cortes. Cautelar hizo en aquella ocasión su célebre discurso sobre libertad de coalición y asociación, cuya lectura recomen-damos á la U. I. A., la cual en el art. 2º de la tesis Chueco resuelve no aceptar los pedidos que los obreros hiciesen colectivamente.

¡Siempre los mismo errores con las mismas consecuencias!

Las medidas coercitivas contra la clase obrera han resultado siempre en pro-vecho del partido socialista que se ha querido extirpar, y tanto más cuanto más existencias individuales se han arruinado y herido de muerte por tales medidas completamente contraproducentes.

¡Los socialistas tienen una suerte ciega!

Entre nosotros el socialismo, por más esfuerzos que hayan hecho los cinco o seis pequeños burgueses ideológicos de 1878 se han empeñado en hacer la pro-paganda del nuevo evangelio, en realidad ha quedado restringido á los trescientos miembros del Club Vorwärts, y de estos mismos, ¿cuántos serán verdaderos socia-listas de convicción?

Los cinco ó seis propagandistas mencionados forman un grupo de nobles en-tusiastas llenos de fe y de abnegación, pero el leer sus producciones literarias uno no puede menos que admirar la policromía de sus doctrinas, pues, Marx y Spencer, Engels y Ferri, Lafargue y Loria, todo esto hierve en una misma olla, sin hacer men-ción de dogmas originales muy platenses y muy porteños.

La masa obrera ha quedado completamente alejada del socialismo y ha rehu-sado hasta aquí meter su cuchara en esta olla. Los poquísimos que se han plegado al nuevo evangelio son algunos descontentos, desilusionados del movimiento gre-mial, pero sin instrucción suficiente para poder comprender el socialismo.

Así sucedió en todas partes hasta que el furor ciego de los patrones, incapaces de calcular y prever las consecuencias de su envestida imprudente contra molinos de viento, vino á irritar á los obreros que bajo las amenazas y el peligro se alborota-

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ron y se replegaron con porfía precisamente del lado de que se les quería ahuyentar á todo trance, es decir, del lado de la bandera roja!

Así sucedió en Francia. El 28 de Mayo de 1871 escribió Thiers muy satisfecho de su grande obra; el socialismo ha muerto en Francia para siempre! Y tenía razón.

Muerto, bien muerto quedó, hasta que en consecuencia de algunas huelgas sin importancia, y á petición de los señores fabricantes se sancionó la ley draconiana antisocialista del 14 de Marzo de 1872 con que se pretendía echar una loza sepul-cral inamovible sobre el cadáver.

Lo contrario ha sucedido.

El cadáver resucitó, y surgió lleno de nueva vida! El socialismo penetró en la legislatura y se sentó en los consejos municipales. Ayer no más volteó al presidente Perder y quién sabe lo que será mañana.

Sin las violentas medidas coercitivas de Crispi, el socialismo italiano nunca en la vida hubiera salido del estado embrionario y confusión atolondrada en que yacía.

Y lo mismo sucederá entre nosotros.

No hay, en verdad, ni puede haber serios motivos de distanciamiento entre patrones y obreros, los cuales forman parte de un mismo organismo que es la in-dustria, y para evitar todo choque entre ellos, bastaría un poco de buena voluntad que suavizara las recíprocas relaciones en lugar de agriarlas con la intransigencia y la imposición.

El Sr. Chueco, cuando se dé cuenta de su obra podrá decir como el pobre mari confunda de Moliére:

Vous L’aves voulu; vous l’aves voulu George Dandin, vous l’aves voulu.

G. A. LallemantAño 1896 - Mes: Noviembre - Número 201 - Páginas 796 - 797

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EL AUMENTO DE LOS IMPUESTOS INTERNOS

El Dr. Romero, nuestro Ministro de Hacienda, presentó un proyecto de ley que tiene en vista otro aumento considerable de los impuestos internos, de la pesada sisa que pagan los consumidores sobre el precio de los artículos de primera necesi-dad.

El azúcar, el vino, la cerveza, etc., pagarán un derecho mucho más elevado del que se cobra ahora, y la vida, que ya es tan insoportablemente cara, costará todavía mucho más en el año venidero.

El sistema de contribuciones que nos rige es comparable á una de esas má-quinas para prensar aceitunas por medio de un tornillo sin fin. El gobierno le da vueltas y más vueltas al manubrio sin medir los efectos, y los consumidores, sobre todo la clase media, que es aquella que se estruja entre los filgenes sin piedad se esquilman hasta que quedan reducidos á orujo seco.

El sistema de los impuestos internos es el gran medio de que se hecha mano para empobrecer y arruinar al fin á las clases menos acomodadas, sobre todo á los agricultores, que de hecho son los que todo lo pagan al fin y al cabo.

Como no existen entre nosotros ni los primeros ensayos si quiera de una esta-dística financiera, es imposible que los gobiernos puedan formarse una idea ni aún aproximada sobre la capacidad contributiva de la Nación, y por esto creen que dan-do más vueltas al tornillo sin fin hace buen gobierno y sabia administración, desde que el balance comercial del país es positivo, favorable, y nadie se opone.

Las consecuencias funestas que este sistema acarrea y que se traducen en la ruina de la clase media, sobre todo la rural, no las ven ni quieren verlas los politi-queros, y, con todo, ellas se acentúan cada vez más y al fin tendrá que estallar el conflicto, porque ahora se trata de la existencia misma de la clase más numerosa de la Nación agobiada bajo un peso que ya no puede soportar más.

Lo que pasa entre nosotros en la actualidad ha sucedido muchas veces antes en forma análoga, y si quisieran nuestros gobernantes estudiar la historia, sabrían hacia dónde nos van arrastrando.

El aumento de los impuestos internos, como de todas las contribuciones indi-rectas, importa una real y verdadera expoliación de la clase media.

Un derecho de dos centavos cobrados sobre el precio del kilo de azúcar no lo sienten los miembros de la clase alta. Para un gran hacendado con una renta de unos 10.000 y más pesos, este derecho al fin y al cabo no será más que un miserable 0,07 % y menos de sus entradas. Para el pequeño burgués, empero, él será 0.4 por ciento más ó menos del importe de sus ganancias, y como el efecto de tales contri-buciones se siente, no en proporción al monto de ellas, sino en una relación progre-siva, puede decirse que este impuesto pesa unas 40 ó 50 veces más duramente sobre el ciudadano que no tiene más que 1000 pesos de entrada que sobre el que tiene una renta de 10.000 pesos.

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Pesará más duramente aún sobre el pobre asalariado, pero éste si quiera cuenta con medios de resistencia para descargar el gravamen sobre otros hombres, lo que no sucede con los miembros de la clase media, á quienes no queda otro medio de defensa sino el de la coalición para entrar en la lucha política abierta contra sus opresores, no ya como una fracción política cualesquiera, sino como una clase en angustia de muer-te contra el poder del Estado que ha perdido la medida de la justicia y de la razón.

El método de oprimir y de estrujar á toda la clase principal de una Nación por medio de contribuciones inconstitucionales, como sucede entre nosotros hasta lo insoportable, ha traído siempre las más funestas consecuencias para una sociedad.

El caso presente demuestra en muchos sentidos analogías interesantes con la época de la historia de Inglaterra que precedió al estallido de la revolución que llevó á Carlos I al cadalso.

La camarilla insaciable encabezada por Buchingham hacía cobrar al Rey im-puestos inconstitucionales é insoportables, á que nadie se atrevía á resistir durante largo tiempo, porque el mismo poder judicial estaba del lado de la corona.

Al fin fué la resistencia de un solo ciudadano enérgico, John Hampden, que arrastró consigo á la burguesía y tuvo las consabidas consecuencias.

No es posible hoy hacer resistencia directa al pago de los impuestos inconstitu-cionales, pero la clase media cuenta con otras armas muchos más poderosas de las que se valió John Hampden para oponerse á los impuestos injustos é inconstitucio-nales, siempre que quisiese animarse á defender sus intereses.

Dispone ella del arma de la asociación y del voto libre para enviar á sus repre-sentantes al Congreso para que la defiendan, y si los mandones quisiesen seguir arrebatándoles esta arma por medio de su guardia pretoriana, le quedarían otros recursos económicos que hemos de explicar oportunamente.

Lo que falta al país es un John Hampden; pero no desesperamos de que una personalidad enérgica como aquel héroe de las libertades inglesas, surgirá también entre nosotros en el momento oportuno.

Demócrata.

Año 1896 - Mes: Noviembre - Número 202 - Páginas 815 - 816

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LA CUESTIÓN AGRARIA EN EUROPA

En Buda-Pest, durante la fiesta del milenario húngaro, se celebró un congreso agrícola internacional en que estaban representadas todas las naciones principales del mundo civilizado.

Mucho se ha discutido en esta reunión internacional de grandes terratenientes, y muchos se han lamentado sobre todo aquellos de sus distinguidos miembros que pertenecen al último resto de la nobleza feudal, todavía ejerce tanta influencia en algunos de los países continentales europeos sobre la marcha de la cosa pública.

No se llegó á ninguna resolución definitiva.

No podía esperarse otra cosa tampoco.

Un gran número de oradores sustituían en sus discursos los intereses de la población agrícola con los de la nobleza, y elocuciones hubo que en cuanto á vehe-mencia contra el capital móvil, no dejaban nada que desear, pero que carecían tanto más de lógica y sana razón.

Hubo fuerte polémicas en pro y en contra el sistema proteccionista y de los derechos aduaneros elevados, tópico extraño para ser defendido calurosamente en un congreso internacional.

Se abogó en favor de la inmovilización de la propiedad raíz, es decir, de los fideicomisos, del rescate de los bienes hipotecados y de la abolición de la deuda hipotecaria, y también de la supresión del comercio intermediario.

Se declaró (R. Mayer – Viena, Levasseur – París, Timiriaseft – Moscú, etc.), que la teoría de la sobreproducción era falsa. Que no había tal sobreproducción y que la crisis agraria era consecuencia únicamente de la especulación, medio inventado por la funesta internacional aurea para arruinar la clase agraria. El Sr. Fhiel en vano de-mostró las razones en que se fundaba la teoría de la sobreproducción, refiriéndose a los daros suministrados por la estadística. Los señores varones, condes, y hidalgos y grandes latinfundiarios, seguían declarando guerra á muerte á la bolsa de comercio, á los judíos y al capital móvil, que era el que sostenía la especulación.

El sabio profesor Sering explicó como la gran perfección alcanzada en los últi-mos veinte años por los medios de transporte, influía poderosamente en la baja de los precios y permitía cultivar tierras lejanas en favorables condiciones de cultivos, dando lugar de este modo á una enorme sobreproducción; pero sus argumentos no valían nada para los congresales, representante de aquella clase social que por haber sido la más importante y poderosa durante muchos siglos, lucha desespera-damente para sostener sus privilegios y monopolios, aún en contra de las verdades de la ciencia moderna y de los rumbos de la evolución humana.

Sobre la decadencia de la agricultura, acaba de publicar el Sr. Sh. Rintoul, de la british association, un folleto muy interesante, que desmiente radicalmente las opiniones del congreso de Budapest.

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El autor explica cómo desde la Edad Media hasta Arkwright y Watt en el sexto y séptimo decenio del siglo pasado, la agricultura y la gran propiedad raíz domina-ban en Inglaterra. Cómo desde 1660 existían en aquel país derechos de importación sobre los cereales, los cuales en 1815, cuando la caída de Napoleón I facilitó al fin el comercio internacional, fueron abolidos por el sistema de absoluta prohibición, que duró hasta 1828 para dar lugar después de la primera gran crisis á un sistema de derechos muy altos. En 1838 principió el movimiento llamado Anti – Corn – Law – League contra los altos derechos proteccionistas á favor de la agricultura, que en-carecían los salarios y hacían temer á los industriales ingleses que la industria na-ciente sobre el continente europeo y en los Estados Unidos pudiera hacer ventajosa competencia á ellos. En 1846 triunfó el sistema libre cambista y se abolieron los derechos sobre todo los medios de subsistencia.

El gobierno inglés prestó en aquel tiempo 100 millones de pesos oro á los agri-cultores (Land Drainage Act.) para mejoras, sobre todo para el drenaje, y se inició el sistema intensivo de agricultura (high – farming), con inversión de grandes capita-les de aplicación de los nuevos métodos científicos que han desarrollado el cultivo de la tierra á su actual perfección en aquel país. La agricultura inglesa prosperó en aquellos tiempos como nunca.

Esto duró hasta 1872, cuando comenzaron á llegar las enormes cantidades de cereales americanos, gracias á la reducción notable que sufrieron los fletes por mar y por tierra, y comenzó la gran baja de los precios, pues sobre las bastas planicies del valle de Mississippi la naturaleza misma había ya preparado la tierra para el cultivo, así que necesita muy poca labranza, -lo mismo que en nuestras pampas,- y las moder-nas máquinas de sembrar, segar, atar y trillar abarataban la producción extraordina-riamente se desarrolló desde entonces una enorme sobreproducción de cereales en el mundo. La oferta subió extraordinariamente y los precios bajaron tanto que el cultivo inglés fué año por año reducido á menos área, pues los productores, los farmers, ya no pueden pagar la elevadísima renta que cobran los dueños de la tierra que la alquilan.

Así una gran parte de la población rural que ya no hallaba ocupación emigró á las ciudades y centros industriales, que prosperaban cada vez más y gracias a la baratura de los medios de subsistencia, podían los fabricantes bajar los precios de costo de sus productos, cuya exportación aumenta siempre.

Bajo estas condiciones sufre naturalmente la clase social de los grandes terra-tenientes, á quienes se reducen de año en año más sus rentas, y aprovechándose de la gran preponderancia que la tradición histórica da á su clase, ellos se empeñan desesperadamente en postergar su inhabitable ruina, creyendo lograr su objeto por medio de medidas proteccionistas que solicitan del Estado, fingiendo desconocer que la evolución económica tiende cada vez más y con mayor energía á la abolición de la renta y con ella á la supresión de la propiedad particular de la tierra.

Estos esfuerzos de la clase de los terratenientes halló recién una expresión interesante en el meeting de la asociación de los molineros ingleses celebrado en Southampton.

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Se adoptó una resolución en el sentido de que se considera deber imprescindi-ble del gobierno proteger y fomentar la producción nacional del trigo, teniendo en vista que de este fomento resultaban las ventajas siguientes: 1º Que moliéndose el trigo en el país mismo la ganadería contaba con el afrecho que le era indispensable. 2º Que la harina de que se hace el pan del pueblo sería de mejor clase. 3º Que en caso de guerra se contaba con una gran cantidad de alimento indispensable en el país mismo. 4º Que el fomento de la agricultura pondría coto á la fuerte emigración de la población rural hacia las ciudades, y devolvería la tierra al destino para que la creó la Providencia, á saber, el de producir pan para el pueblo.

Se deduce de esta resolución que el cant inglés, el utilitarismo de clase, oculto bajo en manto de la unción patética, que halla su nota más alta en los escritos in-sulsos del famoso Jeremías Bentham, inspira aún hoy en día á las grandes masas de la pequeña burguesía inglesa.

El eminente estadista Sir John Gorst declaró en contestación á ésta y otras elucubraciones parecidas, lanzadas por los agrarios, que los terratenientes ingleses hacían verdadera ostentación de aversión a todo progreso intelectual, rasgo carac-terístico de toda las aristocracias territoriales, y que un sistema perfeccionado de educación y de instrucción sería de mucho mayor eficacia para aliviar y atenuar los efectos de la crisis agraria, que el sistema proteccionista y el bimetalismo.

Esta crítica fué muy aplaudida en los diarios liberales y vituperada vehemente-mente en las revistas tories ó conservadoras.

Hoy por hoy no hay miras que las pretensiones de los agrarios hallen eco en los círculos gubernativos de Inglaterra, y de día en día decae la influencia y el prestigio del partido agrario en toda Europa. Los tiempos en que la propiedad territorial pre-dominaban, se han concluido y no volverán jamás.

Demócrata.Año 1896 - Mes: Noviembre - Número 203 - Página 843

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LA CONTRIBUCIÓN PROGRESIVA SOBRE LA RENTA

El torneo retórico Pellegrini-Romero en el Senado y las discusiones, más flori-das y brillantes que de importancia en el fondo, habidas en las Cámaras de Diputa-dos en ocasión de tratarse la ley de impuestos internos, han demostrado al país, que para salir del estado en que se encuentra la administración de la hacienda pública de la nación es necesario reformar de raíz el sistema de contribuciones sobre que se funda nuestra administración financiera.

¡Es preciso hacer renta!

¡Hagamos renta!

Tanto los señores senadores como los señores diputados y el señor ministro repetían este grito de guerra y declararon que el patriotismo sería la fuerza moviente que inducirá al pueblo trabajador para ofrecer los frutos de su trabajo en aras de la patria.

Sobre todo el Sr. Pellegrini, que siendo presidente fué quien suspendió los pa-gos de la Nación y declaró de hecho la bancarrota del Estado, parecía como si sin-tiera especial deleite al adornar las descripción de la tremenda situación financiera del país, con la ya tan gastada drapería embellecedora del patriotismo, palabra que como tantas otras semejantes, figuran en el conjunto de los viejos harapos ideoló-gicos con que los politiqueros saben encubrir sus especulaciones calculadas sobre la inocencia de las masas, para sangrarlas a su gusto.

«Cuanto más habla el árabe, más miente», dicen los Turcos, y un proverbio sueco asegura que jamás se descubre mejor un hombre que poco sabe que cuando mucho habla.

Pues nuestros congresales han hablado por los cuatro codos!

Y el resultado de tantas palabras ¿cuál será?

¡Ninguna idea nueva! ¡Nada entre dos platos! Hagamos rentas elevando los impuestos internos y contribuciones indirectas! Eso fué el alfa y el omega de la sa-biduría legislativa.

Como un sediento que acaba de estrujar una naranja vuelve á morder el casco rechupado y seco para sacarle otra gota que pudiera haber quedado todavía en ella, así vuelven nuestras sapientísimos legisladores á arrancar por mayores impuestos internos ó sisas el último centavo del bolsillo del pueblo trabajador al nombre del patriotismo, cuando tienen á su disposición una fuente inmensa, rica é inagotable de que pudieran hacer renta por medio de la contribución progresiva sobre la renta.

La renta ó las entradas de cada ciudadano ofrecen sin duda alguna al Estado la única medida exacta para conocer la capacidad con que cada uno puede contribuir á la renta fiscal.

La renta fiscal equitativa y justa no puede tener otra base sino las entradas de los contribuyentes, pues cada cual debería pagar una cierta cuota de sus entradas para llenar las necesidades del gobierno común.

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La capacidad contribuyente de los ciudadanos, empero, no es proporcional al monto de sus entradas.

Una contribución del 2 %, por ejemplo, cobrada sobre la entrada anual de 10,000 $, ó sean 200 $, no le pesan al contribuyente ni la siente siquiera, porque le quedan todavía 9800 $ para hacer frente á las necesidades de la vida.

Pero el 2 % de contribución cobrada sobre una entrada de 1000 $ anuales im-porta un impuesto de 20 $ que pesarían terriblemente sobre el contribuyente, que con los 980 $ restantes tal vez ya no pudiera sostener su familia.

Además las grandes entradas siempre provienen de intereses y beneficios arro-jados por una capital productivo; pero las chicas casi siempre son salarios, es decir, representan el pago por cierta cantidad de fuerza de trabajo gastado, de músculo ó ceso, cuya producción y reproducción cuesta, y cuya proporción por individuo es muy limitada cuando la masa de los intereses que produce al capital, aunque no sea ili-mitada, sin embargo, es incomparablemente más grande, y tanto más grande cuanto más elevada sea la proporción entre la supervalía y el monto del capital empleado.

De estas consideraciones muy lógicas nació la escala progresiva conque se fija la contribución sobre la renta, que desgraciadamente por la injusticia reinante de proteger siempre á la plutocracia, á menudo es en realidad regresiva, visto que las leyes generalmente fijan un tanto por ciento de la entrada como cantidad máxima ó normal, sujeta á la contribución; luego cargan las entradas menores según un tanto por ciento fijo, y eximen las ínfimas (que no pasan del mínimo necesario para la existencia) de la obligación de pagar la contribución.

Se determina el monto de la contribución que cada ciudadano debe pagar de dos modos. O cada contribuyente declara el mismo á cuánto suben sus entradas (sistema de declaración ó fassión, del latino fateor, confesar, ó se nombra en cada distrito una comisión de expertos que tasa el monto de la entrada de cada contri-buyente.

En el último caso, casi siempre resultan favorecidos los ciudadanos cuya entra-da es grande, y en este caso muchas veces se hace la determinación de las entradas según un sistema de clases, de donde proviene el nombre de contribución clasificada sobre la renta.

La contribución sobre las entradas ó la renta no debe confundirse con la contri-bución sobre los beneficios ó de que trataremos en otro artículo.

En los grandes países adelantados se adopta cada vez más el sistema de las con-tribuciones progresivas sobre la renta, único capaz de proveer á los Estados actuales con los enormes fondos necesarios para sostener el invariable Moloch moderno, llamado el militarismo.

Desde que la República se ha militarizado no le queda ya alternativa, tiene que adoptar forzosamente el sistema de las contribuciones progresivas sobre la renta, único que permite elevar la renta fiscal en la misma proporción en que va creciendo la riqueza nacional en manos de los particulares.

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La contribución sobre la renta nació en 1797 en Inglaterra bajo el ministerio Pitt y en la época de la primera coalición europea, la época de mayores apuros fi-nancieros por la cual la Gran Bretaña haya pasado, época de hambre y miseria, en que hasta el Banco de Inglaterra tuvo que suspender sus pagos.

Hoy en día también Italia, España, Suiza, Holanda y Austria han introducido en su sistema financiero la contribución sobre la renta, aunque solamente parcial é limitadamente. En Francia se está introduciéndola ahora y en los Estados alemanes ella rige generalmente, aunque no como contribución única.

En Prusia en donde este sistema se halla en el estado de mayor perfección, las entradas menores de 900 Marcos no pagan contribución; las de 900 hasta 1050 pagan 6 M. –las de 1050 hasta 1200 pagan 9M.- etc., -las de 1800 hasta 2100 M. pagan 31 M. –y siguiendo la serie, llega al fin á la cuota de 300 M. de las entradas de 9500 á 10500 M. las entradas más grandes pagan la contribución según una escala creciente, aumentando la cuota de grado en grado.

Los Estados alemanes se aseguran una renta fiscal elevadísima por medio de esta contribución.

En el estado actual á que ha llegado por un lado la evolución económica de este país tan rico, y por otro lado la situación tirante de la hacienda pública ya no es posible recuperar y sostener el crédito de la nación por medio de las contribuciones indirectas vigentes que arrancan una mísera renta fiscal de las clases bajas, cada vez más pobres. Toda apelación al patriotismo del pueblo y á otros sentimientos ideológicos por el estilo ya no tendrán el efecto que los politiqueros suponen en este sentido.

Apélase al sentimiento patriótico de las clases altas tan ricas, crease un sistema de contribuciones directas equitativo, fundado en la contribución progresiva sobre la renta, y la Nación no solamente podrá pagar los que debe facilísimamente, si no que cada año contará con una suparavít mayor, sin hacer presión sobre los contri-buyentes.

Todo depende de un poco de buena voluntad.

Demócrata.Año 1896 - Mes: Noviembre - Número 204 - Páginas 853 - 854

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IMPUESTOS INTERNOS É IMPORTACIÓN

ALGUNAS BREVES CONSIDERACIONES

De los últimos cuadros de la estadística nacional resulta una reducción del va-lor de los vinos comunes importados en 1896 de un 13% comparado con 1895, y un aumento de vinos finos y medianos de 6%. El consumo de Champagne aumentó en 27% y el consumo de Burdeos finos embotellaos en 174%.

Eso indica que nuestra clase alta está mejorando notablemente su standard of life y lleva una vida cada vez más lujosa y más alegre.

El vino común extranjero sede rápidamente ante el producto nacional, lo que no sucede con los vinos finos. El nuevo impuesto interno sobre el vino pasará, pues, enteramente sobre las clases bajas sin que los miembros de la clase alta lo sientan en lo más mínimo. Los derechos aduaneros graban el champagne y el Burdeos con un 25% (aforados á $1.00 el litro) y el vino común con 100% (aforados en litro en 0.10$ oro). El ciudadano de la clase baja paga, pues, cuatro veces más derechos por su vaso de vino que el rico, y ahora se trata de encarecérselo con un 10% más todavía.

¡Tal es la equidad y la justicia de las contribuciones indirectas!

El diputado por la docta Córdoba, el Sr. Alvarez, funda la equidad del impuesto sobre las bebidas en su grado de alcohol, en lugar de partir de su precio y calcular el impuesto según una escala progresiva, único modo de cargar los derechos equitati-vamente sobre las diferentes clases sociales.

No puede darse, pues, un gravamen más injusto que el nuevo impuesto interno sobre el vino.

La importación de cerveza fina embotellada aumentó de 1895 á 96 en un 39%, la ordinaria mermó en un 100%, es decir, cesó. La fina (aforada en 0.15$ el litro) paga un derecho de 80% y la ordinaria (aforada en 0.10$) un derecho de 90%. La última paga además un impuesto interno del 16% que se acaba de elevar á un 30%!

Los ricos pagarán en adelante por su chop el 80% de derechos y el pobre un 120%!

No reduciremos estos números á sus exactas proporciones según los precios verdaderos, de que los aforos oficiales distan mucho, pero aremos las consideracio-nes siguientes:

El rico con una entrada ó renta diaria de 30$ toma su botella de Burdeos por día y el pobre que gana 3 por día un litro de vino común. Aquel primero paga un derecho correspondiente al 2.5% y el último igual al 10% de su entrada, ó sea cuatro veces tanto como aquél. El derecho de 2.5% no le siente el rico, pues equivale á tan sólo 22.50$ de 900$ mensuales que tiene para gastar. Pero los 10%, ó sean 9$ men-suales sobre el 90$ de su entrada, equivale para el pobre á una prohibición de tomar vino y pesan sobre él, ya cuatro veces, pero tal vez unas 16 veces tanto como pesa sobre el rico del derecho que por su vino paga el Estado.

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Si reinara un principio de equidad en el sistema de contribuciones, debía el pobre pagar tan sólo digamos un 0.01% de impuestos sobre su entrada diaria de 3$ cuando el rico paga el 1% sobre su entrada en 30$. Según la misma estadística, la importación de las telas de ceda pura aumentó en un año en 48.5% pero en las telas de algodón mermó el 7.5%. el lujo cunde, pues, extraordinariamente en el país, y el consumo de la tela más común se reduce. La clase opulenta gasta en 1896 mucho más que en 1895 y la clase baja menos.

El Kilo de tela de seda está aforado en 16$ oro y paga un derecho de 6.40$, el de algodón en 0.83$ y paga un derecho de 0.21$. los precios están en proporción como 1:20 y los derechos como 1:32, lo que no es justo visto de que la seda es artículo de lujo, el algodón de necesidad e indispensable. Debía recargarse los derechos sobre la seda ó rebajarse los de algodón.

La importancia de pañuelos de seda aumentó en 71%, la de pañuelos de algo-dón mermó en un 63%, número que llama mucho la atención, pues indica grande aumento del lujo en las esferas altas y pobreza creciente en las capas bajas de la sociedad. El mismo fenómeno lo revelan los números de otras secciones de la esta-dística elocuentemente.

La importación de lubrificantes importa el 1266%, número extraordinario que indica que nuestros industriales han principiado á tratar sus maquinarias con ma-yor esmero, usando mejor material de conversación.

La importación de ácido sulfúrico aumentó en 25 %, debido probablemente al mal resultado que dan las fábricas nacionales.

Un enorme aumento de ácido tartárico sorprende a un país vinícola como el nuestro.

La importación de cola aumentó en casi 100%, tanto más ó menos como mermó la de estearina, aumentando la de bujías en un 20%.

La importación de sal fina importa un 120%, de la madera de pino un 55%, los pianos un 95% y la de duelas y cascos vacíos un 142%.

Estamos, pues, en plena época de prosperidad creciente, y del progreso tam-bién participa, aunque solamente en escala muy modesta, la vida intelectual, pues el aumento de importación de papel importa el 28% y de libros y folletos impresos menos de 7%; poco, pero es algo si quiera!

La importación de máquinas y utensilios de labranza va en merma muy fuerte, pues muestra una reducción de un 18%. La merma afecta principalmente el número de trilladoras, sembradoras y desgranadores, aumentando el número de arados en un 150%, el de las guadañas en 296%, el de los rastrillos en un 100%, y la de palas, picos y azadones casi se triplicó. Es decir, aumenta el número de herramientas y merma en de la maquinaria empleada en la agricultura, señal de que aumentan los pequeños cultivos con poco capital llevados adelante por métodos rutinarios y antiguos.

La importación de hierro y sus artefactos en general va aumentando extraor-dinariamente, pues el aumento importa un 50%, sobre todo el de alambre, hierro

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en bruto, rieles de acero, artículos de menaje, cuchillería y material para ferrocarri-les. El país sigue su marcha de desenvolvimiento económico satisfactoriamente, no cabe duda á este respecto. Desearíamos que el mayor bienestar fuese más general para todos, las cargas más justamente distribuidas y el desarrollo intelectual más pronunciado.

Demócrata.Año 1896 - Mes: Noviembre - Número 205 - Página 874

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POLÍTICA FINANCIERA

QUE INFLUENCIA PROBABLE DE LOS PROYECTOS FINANCIEROS

LA SITUACIÓN ECONÓMICA

Al escribir estas líneas corre el rumor de que el Ministro de Hacienda, Dr. Ro-mero, estaba resuelto á presentar su renuncia y que sólo esperaría la última batalla que se libraría en el Congreso al discutirse el presupuesto para 1897.

El Ministro seguiría, pues, porque cree que serán funestos para el país los pro-yectos financieros que, según se prevé, el Congreso sancionará. El Presidente de la República no está tampoco muy conforme con las ideas del Dr. Pellegrini, manifes-tando su opinión en la contestación á la carta que le dirigió el senador por Buenos Aires. Nuestros lectores estarán interesados sobre estos puntos.

Veamos cuáles son las partes del plan financiero que suscita objeciones y cuál será, según todas las probabilidades, la influencia que ejercerán sobre la situación económica del país en lo futuro.

El primer punto discutido á sido si conviene ó no la reanudación del pago in-terno del servicio de intereses de la deuda externa desde el 1º de julio de 1897 en adelante. A esta pregunta todo el mundo contestaría que sí, pero con la salvedad que hicieron los diputados Alvarado y Ceretti: en caso de haber recursos!

¿Habrá recursos para este servicio?

Creemos que no, aunque será preciso establecer ciertas reservas al respecto.

Los cálculos de la comisión de presupuesto sobre los recursos con que contará el Gobierno en año que viene son demasiado optimistas. Este año, que ha sido re-lativamente prospero y en el cual la crisis -de la que no hemos salido aún, se hizo sentir muy poco, los impuestos internos, por ejemplo, han dado (hasta fines de Noviembre) sólo 12 ½ millones de pesos, legando esta cifra el 31 de Diciembre probablemente á 14 millones cuando más. Mientras tanto, en el presupuesto para el corriente año se calculaba que estos impuestos indirectos darían 21 millones de pesos.

Fácil será probar lo mismo para otras rentas del Estado. Es, pues, de todo punto inverosímil que se pueda contar en 1897 con los recursos que figuran en el presu-puesto. Este cálculo pierda además su valor por no haberse tomado en cuenta los 70 y tantos millones de pesos que el Congreso ha votado ya por leyes especiales. En cuanto á las sumas que requerirá la construcción del puerto militar, se dice que el Congreso arbitrará recursos para cubrir este gasto. Pero como se puede decir casi con seguri-dad que la Cámara de Diputados ni el Senado no pensarán aceptar el único sistema rentístico que podría dar un resultado seguro, el impuesto sobre la renta, tampoco es creíble que aquellos recursos ingresaran en el erario en la forma que el presupuesto establece.

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¿Por qué los legisladores no renuncian, aunque fuera por pocos años, á la remu-neración de 1000$ mensuales como lo han ofrecido algunos en las sesiones secretas del año pasado? De este modo habría un aumento real en los recursos que en cuatro años no bajaría de 1 ½ x 4=6 millones de pesos!

En cuanto á los gastos, no creemos en las reducciones que la comisión de pre-supuestos propone, sencillamente porque se sabe muy bien que el Congreso no tendrá inconveniente alguno en votar éstos y otros gastos más.

Resultará, pues, que los gastos serán en mucho superiores á las entradas.

Sin embargo, diríamos que, á pesar de este desequilibrio del presupuesto, se podría hacer el servicio integro de la deuda externa desde el 1º de Julio de 1897 del modo siguiente: se haría el pago integro del servicio correspondiente con toda pun-tualidad, pero se dejaría de hacer otros gastos. Tertium non datur.

Es claro que el P. E. tendrá que luchar con serios inconvenientes, si debe supri-mir ciertos servicios ó si se ve en la imposibilidad de ejecutar ciertas mejores en la administración. Pero estos inconvenientes se podrán subsanar cono se ha hecho en otros años.

Lo que más preocupa á la opinión pública, dentro y fuera del país, es el bono que se dará al Banco Nacional en liquidación, la intensión del Dr. Pellegrini de hacer renovar la resolución del Congreso sobre la unificación de las deudas, la inseguri-dad que nace de allí sobre si no se dejará el arreglo de las deudas hasta las calendas griegas y el temor, no infundado por cierto, de que la política financiera se basara otra vez sobre empréstitos forzosos, ó sea emisiones de shinplasters, como dicen los ingleses.

¿Qué significa lo del bono que se dará al Banco Nacional en liquidación? Lisa y llanamente una emisión de títulos por valor de 15.000.000 de $ según la Comisión, siendo posible que el Congreso se muestre dispuesto á aumentar esta suma.

¡Aquí viene lo grave!

¿Cómo se quiere justificar, bajo el punto de vista jurídico, la emisión de títulos por un banco que ha tenido que cerrar sus puertas? ¿No es este caso un desquicio de los mayores que se puede cometer? ¿Cómo ha sido posible creer que el servicio de aquellos títulos sería suficientemente garantizado con las entradas que el Banco Nacional tendrá quizás en 1897? Y si, en vez de los 4 ½ millones de pesos calcula-dos, el Banco no recibe más que 450.000$?

¿Que recibirá más? Es muy problemático cualquier cálculo que se haga en este sentido. ¿Y cuál será la situación económica del país el año que viene? ¿Para quién es un secreto que la cosecha está perdida en gran parte, que si hoy el trigo se cotiza á casi 10$, el año que viene subirá más, creyendo no pocos comerciantes que lo ve-remos á 15 y á 20$? ¿Quién no ve en estos presagios, que infelizmente muy poco tie-nen de exagerado, un estado de cosas con que tendrá que contarse forzosamente?

¿Será tan increíble que el año 1897 tendremos una carestía? Siendo la agricul-tura la base de toda la vida económica de un país, todos los negocios irán mal cuan-

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do ella pasa por una crisis. Los informes publicados sobre la cosecha del trigo, maíz, etc., sobre el estado de los viñedos, sobre los saladeros y la exportación de ganado en pie. No dejan duda en cuanto á la situación difícil por la cual pasan las personas que se dedican á estas ocupaciones. ¿Y la industria azucarera? ¿Y las huelgas que indudablemente hacen más difícil la situación de los industriales en general?

Hasta aquí no hemos tomado en cuenta ni el aumento de impuestos indirectos ni la emisión de títulos y su influencia probable sobre la situación económica.

No hemos hablado tampoco de la influencia que tendrá el proteccionismo del nuevo presidente de Estados Unidos, M. Mackinley, sobre nuestro comercio de ex-portación.

Pues bien, los nuevos impuestos internos, etc., no harán más que obligar al que menos bienes posee –que es la gran mayoría- á que sufra nuevas privaciones. Sin ser profeta se puede prever que aquello tendrá dos consecuencias: se agravará la cues-tión social y se detendrá o disminuirá el movimiento inmigratorio que apenas ha tomado incremento en el último mes.

Como es natural, aquellos dos factores se harán sentir también en las altas es-feras sociales lo mismo que en la familia del obrero. De este lado vemos, pues, que la situación económica no mejora tampoco.

La emisión de títulos, ó sea el bono de 15 millones de pesos, se hará sentir en doble sentido: lo que más peligro encierra es la circunstancia de que AQUELLA OPE-RACIÓN DE CRÉDITO NO SE HARÁ NI CON LAS GARANTÍAS NECESARIAS, ni según los principios que establece la economía política al respecto, siendo, pues, más que probable que, como consecuencia inmediata, aquella operación hará que los bancos particulares y el comercio en general restrinjan el crédito; y, como no se puede saber á ciencia cierta si aquella emisión será la única ó si asistiremos á este espectáculo poco halagador de ver emitirse series y más series de títulos, la desconfianza se hará general en el comercio, subiendo el oro, retrayéndose los capitales de la circulación y prepa-rándose una nueva crisis antes de haber concluido lo anterior.

¡Ojalá que fuéramos demasiados pesimistas!

Pero, más que el famoso bono, nos hubiera gustado ver que se dejara en el pre-supuesto aquella partida: uso del crédito 25.000.000$ porque se sabe perfectamente que el P. E., siendo el Dr. Romero Ministro de Hacienda, hubiera hecho un uso muy prudente de la autorización correspondiente del Congreso y únicamente para pagar los armamentos. El negocio del bono no de garantía alguna en cuanto á la aplica-ción que se dará á los 15 millones de pesos.

Nos viene á la memoria lo que sucedió en los Estados Unidos de América del Norte al proclamarse los candidatos para la pasada elección de presidente. ¿Quién nos dice que en nuestra república, en la cual habrá que resolver pronto el problema de la elección presidencial, no se produzca un milagro semejante al que hemos visto en United States? ¿Acaso no se podría presentar el caso de que los electores de la república, temiendo la influencia funesta de una política financiera de emisiones

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que nos llevaría á un caos tremendo, diera por gran mayoría su voto al candidato que estuviera dispuesto á dar las suficientes garantías para creer que él haría todo lo que estuviera en su poder y tomaría todas aquellas medidas tendentes á regularizar nuestra situación finan-ciera y Á DARNOS UNA MONEDA SANA?

Para concluir, daremos el juicio emitido por un hombre competente, el Dr. Te-rry, en su libro La Crisis, sobre la política financiera del doctor Pellegrini: Dice el Dr. Terry: <<Su marcha (la del gobierno del Dr. Pellegrini), en cierta manera, adolece de los defectos del interinato y de la ignorancia de la situación del país, del mercado y de los bancos.>>

<<Gobierno de dos años, no adoptó resoluciones de aquellas que, respondien-do á un plan general, si bien mortifican en el presente, se justifican en lo porve-nir…... Hayan sus actos algo que revela al Gobierno que se apresura para terminar cuanto antes y por ceder el puesto al sucesor.>>

<<Llevan el sello de lo provisorio y transitorio……Se ve que el Gobierno no supo cumplir con su deber, y que, si bien en un principio repitió la frase aquella: econo-micemos sobre el hombre y la sed, PARA JUSTIFICAR LOS SACRIFICIOS INÚTILES Y SERIAMENTE PERJUDICIALES DE LA CONTINUACIÓN DEL SERVICIO DE LAS DEUDAS, en seguida no supo practicarlo en la propia causa.>>

No añadiremos nada á estas palabras del Dr. Terry. Se trata de proyectos que se pueden considerar desde ya como hechos. Lo único que cabe aún hacer es repetir aquella frase de Cicerón: CAVEANT CONSULES!.....

Marius.Año 1896 - Mes: Diciembre - Número 206 - Páginas 891 - 892

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LA CUESTIÓN FINANCIERA

Se está tratando en el Congreso si el pueblo argentino, el pueblo que vive de su trabajo y da con qué vivir a los que no trabajan, el pueblo que paga las deudas que él no ha contraído y de que otros se han aprovechado, si este pueblo ha de ser exprimido ó secado por medio de impuestos y más impuestos de fácil cobro, como dicen los diputados E. Mitre y J. J. Llovet, para que la Nación pueda reanudar el pago íntegro de la deuda externa.

Creen los legisladores que podemos pagar muy bien 89 millones anuales por el servicio administrativo, 18 para armamento y 53 para la deuda pública!

¡Total 160 millones!

¡O sean 40 $ m/n por habitante, sin incluir los gastos de los gobiernos provin-ciales y municipales!

¿A cuánto sube la entrada anual por término medio de cada argentino?

Este valor que forma la base sobre que debía descansar el sistema financiero de la nación no se conocen. No existe una estadística financiera.

No les importa tampoco á nuestros políticos tal menudencia. Ellos sancionan más y más contribuciones indirectas de fácil cobro, aunque deriven de puras ficcio-nes y de suposiciones fantásticas, y siguen apretando el tornillo sin fin de la prensa con que exprimen los impuestos de los ciudadanos.

Es una completa ficción la de creer que pueda la nación argentina soportar un presupuesto nacional de 160 millones de pesos.

Las rentas de la Nación en 1895 (con el oro á 344) se elevaron á 131.489.899 $ m/n. En aquel año quedó un déficit de unos 24 millones. El año corriente las entra-das subirán más ó menos á 141 millones, quedando un déficit de unos 25 millones, que pasará al ejercicio del próximo año.

Según el proyecto presentado por el senador Pellegrini, la Nación tendría que gastar en el año venidero, incluyendo el déficit de este año, además de 1 1/2 millón de pesos oro para el puerto militar, un millón para las obras del puerto Madero (que el Sr. Pellegrini menos que nadie a de consentir que se paralicen), el servicio de la deuda interna y municipal, etc., etc., algo como 200 millones de pesos monedas nacional!

¿De dónde vamos á secar bajo el régimen financiero vigente esta enorme suma que además no alcanzará sin que se hagan todas las economías que la comisión de hacienda indica y que nos parece muy difícil que se realicen?

Otra ficción nos parece que el Banco Nacional en liquidación, esta inmensa rui-na en bancarrota, pueda pagar al gobierno los 70 ú 80 millones que le debe.

El bono de 15 millones que el banco extenderá á favor del P. E., es un nuevo descuento hecho para el porvenir, una nueva deuda que habrá que pagar más tarde, y que se cotizará á un precio muy bajo en el comercio y en la Bolsa.

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El Banco de la Nación no puede renunciar á los beneficios enteros sobre los sie-te millones que le debe el Nacional; la comisión bien protestó contra todo gravamen en este sentido; así que el auxilio que las finanzas nacionales podrán esperar del Banco Nacional se reducen á un mínimo ilusorio.

Que el Banco Nacional haya recibido pesos 45.641.358 en 34 meses en efectivo, propiedades y títulos, podrá ser cierto; pero el público tiene sobrada razón para du-dar que las propiedades entregadas al banco por sus deudores representen el valor real por el cual el banco las ha recibido.

Según el informe que el Banco Nacional pasó al señor ministro Romero el 20 de Abril próximo pasado, el banco había perdido hasta el 29 de Febrero un 45, 76 % sobre las propiedades recibidas por deudores morosos y vendidas por su cuenta.

El estado floreciente que los señores partidarios del pago íntegro de la deuda nacional se empeñan en pregonar hoy en día, nos parece por eso que sea otra ficción con que se espera entusiasmar al país, y que traerá muy fatales consecuencias.

Se funda sobre ilusiones y quimeras el proyecto de pago de la deuda nacional, y no se podrá cumplir del modo como se pretende encarrilar el asunto actualmente.

La Nación podrá, sí, pagar fácilmente lo que debe cambiando de raíz su sis-tema financiero, adoptando como base las contribuciones directas; sobre todo la contribución progresiva sobre la renta ó sobre las entradas de los ciudadanos, y la contribución sobre las utilidades del capital.

Son contribuciones estas de tan fácil cobro como los nuevos impuestos internos sobre el azúcar, los licores, los aguardientes y los vinos que proponen los señores diputados Mitre y Llovet. Y son además equitativas y justas y no recargan las clases menesterosas á favor de la pudiente.

Estamos en momento solemne, y es el porvenir del país que se está jugando en estas discusiones financieras.

O se restablecerá el crédito de la Nación sobre una base sólida, ó se declarará el estado de bancarrota en permanencia.

DemócrataAño 1896 - Mes: Diciembre - Número 206 - Página 894

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CENSO E INVESTIGACIÓN NACIONAL

LOS PRIMEROS RESULTADOS

Nuestras previsiones confirmadas

La comisión del censo nacional de 1895 acaba de presentar al público los datos sobre ganadería, según, el plan de ejecución aprobado por la Cámara de Diputados para la investigación parlamentaria sobre agricultura y ganadería; los mismos datos del censo servirán de base para dicha investigación (capítulo I, pág. 10 del plan de ejecución). Revisten, pues, especial importancia tales datos en doble sentido.

Al principio de su informe dirigido al señor Ministro del Interior, la misma co-misión del censo expresa con harta ingenuidad su duda respecto de la exactitud y la veracidad de los números y datos arrojados por las operaciones censales, y aunque cree que el censo halla sido levantado en las mejores condiciones posibles (?), opina que las cifras que arroja el resumen son inferiores en un 20 % (!) á la verdad, y que los datos son también deficientes, debido á falsos conceptos de apreciación (?) de algunos propietarios.

A resultado, pues exactamente lo que LA AGRICULTURA pronosticó en 1894 (II, 544) cuando criticó con toda libertad la exposición de principios qué según los co-misionados, debían seguirse en la confección de los trabajos del censo.

Desde entonces hemos repetido a menudo que el plan de ejecución de la obra nos parecía enteramente errado y los mismos hemos declarado respecto de los tra-bajos de la investigación parlamentaria, previniendo á la comisión que la operación fracasaría y que remataría en puro flunkeyismo.

El censo de población levantados por empadronadores pagos, dió por resultado números fantásticos sobre los que también la misma comisión expresó sus dudas (véase LA AGRICULTURA, III 394), y ahora salimos con que el censo pecuario es mucho más imperfecto todavía, y por consiguiente, lo serán también los datos que reunirá la famosa investigación parlamentaria.

Los millones de pesos que se invirtieron en todas estas operaciones estadísticas extemporáneas han sido gastados inútilmente y no han servido sino para pagar sueldos y subvenciones y para desacreditarnos ante la opinión de la gente sensata é instruida.

Nada menos que en un 20 % aprecia la misma comisión del censo el error co-metido en la operación del censo pecuario.

¿Por qué en un 20 %, y no en un 30, 40 ó 50 ó cualesquier otra proporción? Ya que la comisión del censo recomienda que se tenga más fe en números que resultan de tanteo, que tantee con soltura y sin timidez como es propio del flunkeyismo.

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Aunque la misma comisión del censo declara erróneo sus datos pecuarios, he-mos de ver á la comisión de la investigación parlamentaria continuar y llevar á cabo sus operaciones sobre esta misma base falsa. ¡Es claro!

Hubiérase invertido tantos miles de pesos en la instalación de un departamen-to estadístico nacional, con sus sucursales en cada provincia, cada departamento ó partido y cada afección, bien organizado y servido por un personal competente, y se habría gastado mucho menos é iniciado una obra de inmensa utilidad para el país.

Podría haberse combinado con la oficina central de tal departamento, una es-cuela de estadística en que cada aspirante á un empleo en él estuviera obligado á estudiar durante algunos meses los ramos necesarios para el cumplimiento de sus funciones.

Pero no nos hagamos ilusiones. Estas pia desideria no se realizarán jamás inter rija el actual sistema de gobierno en la República, sistema fundado sobre la existen-cia de una burocracia privilegiada, cuyos miembros se nombran hoy en día entre los vencedores en las luchas electorales, cuya decisión depende totalmente del fraude y de engaños puestos en juego por la astucia de los politiqueros.

De la grave elección de tales hechos importan, no hemos de aprender nada y todo seguirá como antes. Se gobernará sin estadística, á ciegas como siempre, ex-primiendo las contribuciones de la población trabajadora sin medida, y derrochan-do el dinero de los contribuyentes sin plan ni sistema á favor de los vencedores en la lucha política.

Algún día la catástrofe de que habla el senador Pellegrini la tendremos encima, y después todos hemos de ser estadísticos.

Demócrata.

Año 1896 - Mes: Diciembre - Número 207 - Página 909

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¿QUE ES LA ESTADÍSTICA?

Acabamos de pasar por interesantes momentos de aprendizaje, que nos han proporcionado una basta materia de estudio y nos han revelado el fondo intrínseco de nuestra organización económica, financiera y política.

El fracaso del segundo censo nacional, la discusiones financieras en el Congre-so y la crisis agrícola por que pasamos, forman poderosísimos argumentos que nos facilitan más que nunca el conocimiento de nosotros mismos, y nos habilitan para resolver el famoso problema del Snothi seautón –del conócete á ti mismo- en cuanto se relaciona con nuestra entidad social y política.

Nadie nos negará que esta enseñanza importa una lección dura y terrible, y que la desilusión no podía haber sido más radical.

Con tal que resulte provechosa y sea de consecuencias benéficas para el bien general, no importa que haya sido terrible.

A nosotros nos parece que sobre todo debemos habernos persuadido en esta época, que lo que más nos hace falta es el fomento de las ciencias políticas y de adminis-tración, y de sus ramas auxiliares de la economía política teórica y práctica y de la estadística.

En momentos como los actuales en que muchos miles de productores se ven completamente arruinados, el comercio languidece y las filas del ejército de desocupados que no pueden hallar trabajo se engrosan rápidamente, nuestros legisladores y estadistas, tras de largas discusiones estériles, proceden á experimentos en extremo arriesgados, sin apoyarse sobre una base real y sólida que únicamente las ciencias mencionadas les pudieran haber proporcionado.

Las discusiones en el Congreso prueban que con la ley de reanudación del pago del servicio de la deuda emprendemos un salto á regiones oscuras, un salto mortal sin que nadie sepa á dónde llegaremos al fin. Creemos, pues, que lo que más urge actualmente es el fomento del estudio serio de la ciencias políticas y de adminis-tración.

Nuestros legisladores y prohombres carecen evidentemente de los conocimien-tos elementales indispensables que le faculten para hacer una política y una admi-nistración sabia.

Consideramos que el primer deber del patriotismo bien entendido no puede ser otro sino el de emanciparse de toda adulación, declarando cada uno su más íntima convicción cuando se trata del bien general.

En LA AGRICULTURA se discuten las opiniones más contrarias con el fin de arrojar por medio de la polémica cuanta luz se pueda sobre los grandes problemas de cuya solución depende la salud pública, que es la primera de todas las leyes, ó como se dice: ¡Salus republicae suprema lex esto!

En esta polémica la franca crítica expresada, sin ambajes de ningún género, debe ser el eje sobre el que gire la discusión.

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Sin intención de herir susceptibilidades personales, declaramos que somos una nación gobernada sin ciencia, lo que constituye el peor de los gobiernos.

Sobre todo carecemos de estadística y lo que es peor, nuestros prohombres ig-noran las leyes fundamentales que rigen esta ciencia. Si así no fuera, el Congreso habría reglamentado en 1894 estrictamente el levantamiento del censo y hubiera de este modo evitado el fracaso que la operación ha sufrido.

Levantar un censo sin apoyo de una oficina estadística bien organizada, es una operación sin base y tanto más cuanto más ignorantes sean los elementos improvi-sados del momento de que se tiene que valer el Estado para su ejecución.

Si la comisión del censo atribuye su fracaso á falsos conceptos de apreciación de algunos propietarios –como dice en su informe- se equivocan.

¿A esperado la comisión acaso encontrar á toda una clase de propietarios cuyos miembros todos se hayan dado cuanta del alcance de la operación del censo, de que apenas unos muy pocos de nuestros prohombres solamente han sabido apreciar su carácter verdadero?

Varios ciudadanos y no de los menos inteligentes en la materia, rehusaron el honor de tomar parte en los trabajos del censo. Tenían motivos poderosos para pro-ceder así, motivos que no eran desconocidos a la comisión, pero que ésta desestimó.

Lástima que nuestros congresales no hayan conocido la obra del viejo William Petty, con John Graunt, el padre de la moderna estadística y el primero de los gran-des patriarcas de la economía política clásica titulada: An essay of political arithmetics. La obra data de 1682, pero ha sido publicada en varias ediciones posteriores. La parte metódica de la moderna estadística ya se halla perfectamente trazada en este texto clásico, de tal modo que los primeros estadísticos prácticos, Halley y Süfz-milch, siguiendo el rumbo indicado por Petty, han creado la estadística en el sentido moderno, en oposición á la ciencia de igual nombre creada por Achenwall, sucesor de Conring, quien desarrolló la teoría de los sabios italianos Francesco Sansabi-no y Giovanni Botero, expuesta en la clásica obra: Respublicae Elseverianae. Lugdun. Batavor 1626, á los principios de la ciencia general sobre política y administración llamada más tarde Ciencia Cameralia.

El gran sucesor de Petty y de Süfzmilch es Quételet, autor de Sur l’homme de 1835 y descubridor de la Ley de los grandes números, que nos enseña como se debe fi-gurar y expresar toda clase de fenómenos observados en el movimiento de grandes masas, por medio del recuento, en números y fórmulas matemáticas que facilitan su comprensión y nos habilitan para tal vez más tarde dominar las fuerzas que los producen y los determinan.

Así, pues, la estadística llegó á ser la ciencia auxiliar indispensable de la induc-ción lógica.

La estadística forma, pues, una rama importante de la filosofía moderna y tiene su aplicación en todas las ciencias.

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Después de Quételet han sido Fowrier, Moser, Hermann, Becker, Knapp, Ze-uner, Lexis, Kuies, Jonak y otros, los que han aplicado la estadística á los fenóme-nos económicos y sociales, de tal modo de que ella forma hoy en día la base de las ciencias políticas y administrativas, sujetándola á las reglas de la pura lógica.

Desgraciadamente, no ha llegado todavía á nuestros establecimientos de edu-cación secundaria y superior esta moderna teoría filosófica, sobre las estadísticas, desarrollada por primera vez por Sigwart, y en nuestra facultad de ciencias sociales se machacan todavía los viejos rancios dogmas de la filosofía escolástica muy có-moda, porque dispensan á los profesores y á los alumnos del trabajo de pensar y reflexionar libremente.

De ahí nace el fracaso de todas nuestras instituciones políticas y gubernativas. Nuestros prohombres y estadistas carecen de ciencia, no saben cómo argumentar respecto de los fenómenos especiales sobre esencia general de las cosas, les falta la capacidad para inducción lógica, no conocen las leyes de la estadística, andan al tanteo y ofuscados, á ciegas.

Desgraciadamente, toda la Nación tendrá que pagar este ofuscamiento cara-mente, pues: Quicquid delirant reges, plectuntur Achivi! dice Horacio.

Demócrata.

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IMPUESTO PROGRESIVO A LA RENTA

El Sr. M. Gil, de Bell-Ville cada vez que toma la pluma para escribir LA AGRICUL-TURA, se lanza contra el socialismo, al que culpa de ser autor de todas las produc-ciones de su propia fecunda fantasía. Este método de lucha es muy común entre los pequeños burgueses, que no conocen otras ideas no otras verdades si no aquellas que convienen á los intereses de los miembros de su propia clase social.

Hoy hace el Sr. Gil al socialismo apetecer la destrucción del capital!

En su fantasía maravillosa se ha creado un terrible fantasma destructor del capital, y como no ha estudiado ni las leyes económicas que rigen el capital, ni los principios del socialismo, desea sin embargo, ceder al irresistible cacoëthes scribendi que parece le estuviera devorando, y atribuye al socialismo la paternidad del imagi-nario fantasma que tanto le aflige.

Lo mismo le pasa con el impuesto á la renta, que declara una panacea socialista, y condenado por una plena mayoría de eminentes economistas (¿cuáles serán?) como injusto, abusivo y contraproducente.

Ambas aseveraciones son puramente creaciones libres de la fantasía febril del Sr. M. Gil.

Mal pueden los socialistas declarar el impuesto á la renta una panacea para remediarlo todo, cuando el mismo Sr. Gil asegura pocos renglones más abajo que el socialismo apetece destruir el capital. ¿O concibe el Sr. Gil una renta sin capital, ó un capital sin renta?

Verdad es que, según lo declara el Sr. Gil, el socialismo del que habla él, es el socialismo de Proudhon, pues ya se halla consignada la famosa obra: Civitas solis del dominicano italiano Campanella que vivió en 1623, gran defensor del Catolicismo y del papismo, siendo así que la idea expresada en dicha frase es aún mucho más an-tigua, pues se halla claramente expuesta en la obra del canciller inglés Sir Thomas More: De optimo republicae statu de que nova insula Utopia. Lovanium 1516, y More no pretende haberla inventado tampoco.

Los conocimientos del Sr. Gil sobre el socialismo, al que se empeña combatir, son, pues, harto defectuosos, lo que no le impide escribir contra el socialismo vehe-mentes diatribas. ¡Es la moda!

En fin, ya Horacio decía de los autores de su tiempo: Scribimus indocti doctique. ¡Todos escribimos tanto los ignorantes como los sabios!

Ahora en cuanto al impuesto progresivo sobre la renta, agradeceríamos al Sr. Gil si quisiera citarnos los eminentes economistas que la condenan.

Que falta todavía mucho para que esta clase de contribución sea introducida en todas partes de un modo puro y perfecto, ya lo hemos dicho nosotros; pero su intro-ducción se está preparando en todos los países civilizados en donde no existe todavía.

Lo que dice el Sr. Gil del efecto desastroso que el sistema ocasionó en algunos cantones de Suiza, se funda en una apreciación tan vaga, que le agradeceríamos

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si quisiera explicar su aseveración indeterminada. En los cantones suizos, según sabemos, no ha habido nunca una mayor emigración de capital que hubiese obede-cido á causas puramente locales, como asegura el Sr. Gil. Le agradeceríamos si nos demostrase lo contrario.

En Inglaterra existe el impuesto sobre la renta en su forma actual desde 1876, y hoy se está estudiando una reforma para hacerlo más equitativo, gravándose más las rentas elevadas.

En Austria (1849) y Holanda (1893) existe el impuesto progresivo, ya sea sobre los sueldos, ya sea sobre la renta capitalista, y da muy buenos resultados. En Baden (1884) el gobierno saca su principal entrada de este impuesto, que desde 1894 se levanta por una escala de tipo progresiva, fundada en la declaración espontánea de los contribuyentes.

Lo mismo sucede en Sajonia, en Lippe, Oldemburgo, Hamburgo, Bremen, Lübeck, Hessen y Prusia (1851 y 1873). La ley Prusiana reformada de 1891 es en la que se haya sancionado el sistema en su forma más perfecta si el Sr. Gil quisiera estudiar la materia, le recomendamos las obras modernas de Meitzen, Fuisting y Walter, en que hallará mucho consuelo respecto de sus escrúpulos morales. Vería que los capitalistas no son tal esquivos y chúcaros como él supone cuando asegura que no habría que contar con la declaración espontánea del contribuyente y que el cobro se tiene que hacer según la delación de las comisiones investigadoras.

En los países alemanes, el impuesto progresivo sobre la renta da el mejor re-sultado, tanto á satisfacción del Estado como de los contribuyentes, y se piensa desarrollarlo más y darle al sistema una mayor amplitud.

Estudie, pues, el Sr. Gil los autores indicados y observe lo que pasa en las ad-ministraciones de finanzas más perfeccionadas que hoy existen; -y que no son so-cialistas, Sr. M. Gil!- para persuadirse que no se funda sobre una nueva forma de inquisición, ni se prestan á abusos, injusticias y patrañas; tampoco son grandes armas de la venganza y de la envidia.

Todas estas frases rimbombantes usadas por el Sr. Gil con la intención de ocul-tar su falta de conocimientos sobre la materia en discusión, no adelantan en nada la opinión del público sobre los medios á que debemos recurrir para salvar el país del estado de descrédito en que está hundido.

Su referencia á Proudhon y á los reverendos consejeros municipales en los pa-lacios Faresetti y Loredano, prueba cuán insubstancioso es su alegato.

G. A. L.Año 1896 - Mes: Diciembre - Número 208 - Página 930

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EL COMERCIO DE LOS HUEVOS EN EUROPA

Mucho hemos escrito en estas columnas respecto de la importancia de la in-dustria avícola tan descuidada por nuestros labradores, los cuales demuestran des-conocer en absoluto las ventajas que pudieran sacar ellas sin necesidad de mayores gastos ni sacrificios.

Continuaremos, sin embargo, en la campaña emprendida, aunque para ello tengamos que repetir cosas ya dichas, pues esperamos que á fuerza de machacar, hemos de conseguir algún resultado.

Pocos ó ningún país reúne las condiciones de nuestro para esta industria, y si examinamos los progresos que ésta ha alcanzado en países tan inferiores á la Argentina en climas y recursos naturales, como ser la Rusia, vergüenza nos da al establecer la comparación y encontramos merecido el título de haraganes con que se nos distingue.

La crianza de aves de corral ha alcanzado en estos últimos años un gran desa-rrollo en todos los países, y el comercio de huevos ha adquirido una importancia tan considerable, que pocos se han de dar cuenta de ella; pero felizmente ahí están las estadísticas para demostrarnos como las transacciones sobre este artículo progre-san de año en año de una manera asombrosa.

Inglaterra y Alemania son los países que ocupan los primeros puestos entre los demás países por el consumo de huevos importados del extranjero. Inglaterra ha importado en 1895, como ya lo hemos dicho, más de 1250 millones de huevos de un valor de 20 millones de pesos oro, calculándose que los huevos de origen extranje-ros representan apenas el 9 % del consumo total.

Alemania ha importado en el mismo año más de 80 millones de kilos de huevos que representaban un valor de 20 millones de pesos oro próximamente, siendo en su mayor parte procedentes de Rusia y Austria.

Es en Rusia donde la producción de huevos ha alcanzado los mayores progre-sos; así, en 1890, ese país había exportado únicamente 11 millones de huevos por la suma de 2.750.000 francos, mientras en 1895 exportó 1.250 millones cuyo valor ascendió á 51 millones de francos.

Lo más notable es que la mayor parte de los huevos destinados á la exporta-ción proceden de regiones situadas á 600 y hasta 2.500 kilómetros de la frontera. Pequeños comerciantes visitan las chacras tres veces por semana y compran todos los huevos disponibles, y los revenden enseguida á los exportadores que los acondi-cionan y los despachan á su destino. Todos estos exportadores, sin formar propia-mente un sindicato, obran siempre de acuerdo y tiene en sus manos el monopolio de este comercio.

Desde hace algún tiempo, una gran parte de los huevos procedentes de Rusia se exporta sin cáscaras en cajas de lata, especialmente cuando son destinados para hacer empleados en las grandes fábricas de artículos alimenticios.

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La exportación de Austria-Hungría ha aumentado también en proporciones considerables durante los últimos años y varía actualmente entre 90 y 95 millones de kilos por años, debiendo, sin embargo, advertir que una tercera parte es de pro-cedencia rusa que se exporta en tránsito por ese país.

Francia, Italia y otras naciones contribuyen también, aunque en menor escala, á este importante comercio, y los agricultores, diligentes y previsores encuentran en todas partes, en la agricultura lo mismo que en otras pequeñas industrias rurales, suficiente recursos para aminorar los efectos de las malas cosechas y para mejorar notablemente su subsistencia y la de sus familias.

Piensen nuestros colonos que el sistema que actualmente siguen de no dedicar-se sino á un solo cultivo es irracional y tiene que darles malos resultados, y empren-dan la explotación de las pequeñas industrias rurales, especialmente la avicultura, que es tan renumeradora cuando se lleva con tino.

Rústico.Año 1896 - Mes: Diciembre - Número 208 - Página 938

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LA EXPEDICIÓN CIENTÍFICA PROYECTADA CONTRA LA LANGOSTA

Nuestro Congreso se distingue entre todos los parlamentos del mundo por la facilidad y ligereza con que despacha los asuntos de importancia más vital para el país.

La sesión del 30 de Diciembre es una prueba de la verdad de nuestra asevera-ción.

En unas pocas horas la Cámara de Diputados sancionó en aquella sesión me-morable la ley de tarifas postales y telegráficas modificada por el Senado; las leyes sobre derechos de aduana, patentes é impuestos internos vigentes hasta el 15 de Enero; el presupuesto de gastos de la Facultad de filosofía y letras; de la Facultad de ciencias médicas; del Instituto microbiológico; del Hospital de Clínicas; de la Fa-cultad de ciencias exactas, físicas y naturales; de la Universidad de Córdoba; de la Academia nacional de ciencias; de los colegios nacionales; de las escuelas normales; de los jardines de infantes; de la instrucción primaria; de la escuela de minas; de las escuelas de comercio; de la de sordomudos; de la de pilotos; de la biblioteca na-cional; del museo nacional; del archivo general; de 37 ítems diversos; de pensiones y jubilaciones; del departamento de tierras, colonias, agricultura é inmigración; y de yapa sancionó una ley que autoriza al Poder Ejecutivo para gastar 400.000 $ en una expedición científica encargada de explorar la zona permanente de la langosta.

En la discusión habida sobre el último tópico, se ha tratado otra vez largamente sobre el deber de las autoridades de extinguir la langosta, y el señor Ministro Quir-no Costa dijo que en algunos libros que habían caído en sus manos había encontra-do, que este insecto una región donde permanentemente se producía.

Con esta vaga aseveración del señor Ministro, que no se funda en ninguna autoridad científica, ni en ningún hecho positivo, quedó indudable para nuestros legisladores que existía una zona permanente donde ponía la langosta sus huevos y sus fantasías florecientes luego se imaginaron que no habría más que ir allí y des-truir los huevos, aquellas montañas de huevos á plein air sobre las orillas de ciertas lagunas de que algunas tribus de indios dieron noticias al Sr. Janet, de ilustración vastísima como pocos la tienen, según el Sr. Demaría. El señor Diputado, si fuera pintor, sería, sin duda, entusiasta secuaz de la escuela del impresionismo moderno.

Y bajo la impresión del cuadro fantástico representando la zona permanente de la producción de la langosta en montañas huevos, la Cámara sancionó la ley que manda que á tout prixe se busque esta zona fabulosa, aunque sea en el Amazonas.

Hubo un tiempo en la historia en que los hombres buscaban la causa causarum allende las nubes. No se contentaban con la verdad tangible y visible que estaba á su alcance todos los días: sino querían otra verdad, una verdad celeste con que so-ñaban, una verdad independiente de sus sentidos físicos, una verdad que el ojo no veía, los dedos no palpaban, las narices no olfateaban, ni la lengua gustaba.

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Detrás de esta verdad sobrenatural, la humanidad ha estado luchando durante muchos siglos, sacrificando inútilmente incalculable cantidad de fuerzas y vidas, hasta que al fin dió con las nances sobre la verdad misma, que estaba manejando cada día sin conocerla y que era—la materia.

Supo entonces que no había tal natura naturaus en oposición á la natura natura-ta, que no había una causa creadora fuera de la naturaleza creada, tangible, y desde entonces el mundo progresó y se civilizó rápidamente.

Idéntica cosa pasa á nuestros ilustrados diputados.

¿No vemos los que vivimos en el campo, por acaso, con nuestros propios ojos, cómo y en dónde pone la langosta sus huevos?

¿No vemos que los entierra en cualesquier desplayado, de piso algo fofo, en unos cartuchitos que llevan unos 50 huevos cada uno más ó menos?

Lean nuestros diputados la descripción del Sr. Gainza de cómo se matan los huevos y las saltonas (La Agricultura, II, 754, 781 y 792), y verán que no hay tal zona permanente ni tales montañas de huevos á plein air.

Miles de mangas de langostas hemos visto volar desde el Río de la Plata hasta sobre los altos de la Cordillera, y siempre volaban con el viento, no como dijo un señor diputado en la cámara, siempre del Norte al Sud.

La tal expedición científica á la zona permanente será una expedición en busca de la piedra filosofal, una correría tras de la verdad trascendental celeste que no existe, ó mejor dicho, que tenemos en la mano y que todos conocemos sin gastar un centavo.

La zona permanente de la langosta es el país desde el Chaco hasta Patagones, desde el Río de la Plata hasta la Cordillera de los Andes.

Es allí en donde pone el terrible insecto sus huevos, y en donde remolinean sus inmensas mangas, según la dirección en que sopla el viento, allí es su verdadera patria.

En Algeria ha sucedido la misma cosa que entre nosotros. Según L. Werthei-mer, también allí se suponían zonas permanentes en que se producían las langostas en el interior desconocido del Sahara y del Sudán, aunque allí no se llegó á tanta superstición de suponer que existían montañas de huevos de langostas á plein air.

Pero en 1888 el Sr. Künckel d’Herculais, quien estudió prolijamente la langosta y su modo de vivir, probó que el voraz ortóptero no venía de tan lejos y descubrió allí mismo en las tierras sueltas del Tell, ó sea de la región del Atlas bajo compuesto de montañas pequeñas y planicies aluviales, desde Alger á Tlemsen, millones de viveros en que el insecto ponía en aquel año sus huevos. El gobierno movilizó inmediatamente 96.113 goums árabes, de la caballería indígena, repartidos en 850 Fercas ó campamen-tos, y pagó 0.75 francos á estos individuos por cada decalitro de huevos de langosta que entregaban á las autoridades. Se pagó al fin por este solo inciso 578.340 francos!!

Asimismo nació en aquella región extendida de unos 600 kilómetros de largo sobre unos 100 de ancho, una infinidad de saltonas.

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Las mangas de éstas fueron atajadas, como en Chipre, por barreras de lienzo, tendidas sobre estacas de 60 centímetros de largo, clavadas en el suelo y ribeteadas con una faja de hule enaceitado de 8 á l0 centímetros de ancho. Las larvas saltonas se resbalan sobre el hule y caen dentro de zanjas de un metro de ancho y de hondu-ra, sobre dos metros de largo, en donde son pisoteadas por muchachos.

Las zanjas son revestidas con planchas de zinc sobre las que los insectos resba-lan, de modo que no pueden salir de ellas.

En aquel año se calcula haberse muerto 400 mil hectolitros de saltona !!Se armaron en aquel año unos 40.000 metros de barreras de lienzo y hule sobre

100.000 estacas, con 40.000 metros de cuerda y se usaron 6.000 hojas de zinc.En los años siguientes se procedió del mismo modo y si no se logró extinguir

del todo la langosta, se nota, sin embargo, una disminución bien sensible en el nú-mero de las mangas invasoras.

¡Cuán infantil no aparecen al lado de los 96.113 gouns movilizados en Argelia los 200 hombres de infantería que el gobierno prestó generosamente á los colonos de Santa Fe para matar la langosta!

Si el sabio Dr. Berg, en su museo, declara al diputado Sr. Demaría que nada sa-bemos respecto de la zona permanente, de las lagunas de Janet y de sus montañas de huevos de langosta, cada gaucho y cada colono dirán á los señores diputados que todo aquello es un tremendo disparate. La zona permanente son nuestras catorce provincias, en cuyas pampas y en cuyos montes pone la langosta sus huevos allí en donde el viento las lleva y que las montañas de huevos á plein air existen solamente en la fantasía artística de ciertos impresionistas.

La ley sancionada sobre la expedición acridiológica que costará 400.000 $ hace poco honor á nuestro Congreso, pues importa un disparate.

Que se establezca, si se quiere proceder con energía, un departamento especial de extinción de langosta, que tenga todo preparado para el momento en que apa-rezca el enemigo en algún paraje.

Que se proceda entonces á la extinción del insecto como en Chipre y Argelia.Además, volvemos á insistir sobre la necesidad de crear un laboratorio ento-

mológico, como lo hemos recomendado en nuestros artículos titulados Epidemias artificiales (La Agricultura, IV, 685) y la langosta en el Senado (id. 714).

Que se traiga para esta tarea hombres competentes de que carecemos, no im-porta lo que cuesten. Si posible fuera llámese al mismo señor Küncknel d’Herculais y á su colaborador el Sr. Langlais que tanta experiencia ya han adquirido en el estu-dio sobre la langosta y el modo de combatirla.

Como el gobierno inglés contrató al Dr. Koch para que vaya á estudiar la Rin-derpest en África, contratemos hombres competentes que vengan á estudiar la pla-ga de la langosta aquí.

A la par de esta medida, créese el departamento de extinción, á cuyo frente pondríamos al Sr. Martín de Gainza, quien tanta experiencia tiene en la materia.

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Pero sobre todo rogamos á nuestros dignos legisladores de atenerse á los hechos y dejar de vagar á lejanas regiones desconocidas cuando el mal lo tenemos en casa.

Recordémonos siempre de la sentencia que Dickens pone en boca de uno de sus famosos personajes: Now what I want,is facts! (Ahora lo que necesita son rea-lidades.)

Vemos y palpamos continuamente cómo y en dónde la langosta pone sus hue-vos. Eso es la realidad.

¿Qué tenemos, pues, que buscar en Bolivia, ni en el Amazonas?

En la tal expedición científica á las montañas de huevos de langosta se tirará el dinero de los contribuyentes sin resultado alguno, sin ni siquiera una posibilidad de éxito.

Tanto valdría organizar una expedición á la luna.

Esperamos que el Senado opondrá su sana razón á este proyecto descabellado y hará que quede en nada por el honor de la legislatura nacional y del país entero.

G. A. L.Año 1897 - Mes: Enero- Número 210 - Páginas 3 - 4

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LOS AUXILIOS DE LA AGRICULTURA

La crisis agrícola actual va tomando un carácter muy serio, á tal punto, que nos parece que ya es demasiado tarde para esperar una mejoría de la situación por el simple otorgamiento de algunos pocos millones de pesos por vía de préstamos en la forma ordinaria á los colonos.

Con razón se acentúa la improcedencia del crédito hipotecario, por incondu-cente á los efectos que se persiguen en este caso, y se insiste sobre la necesidad de que el Gobierno Nacional intervenga con su crédito, por medio del Banco de la Nación Argentina.

No hay otro camino posible.

Se trata, pues, de que el Banco de la Nación Argentina haga préstamos á los agricultores que los necesitan.

Todo depende de la forma en que dicho banco ha de proceder, tanto para que los préstamos redunden efectivamente en beneficio de la agricultura como para que el ban-co esté lo más posiblemente garantido respecto del reembolso de las sumas prestadas.

Volvemos en esta ocasión sobre el proyecto que habíamos formulado en el tomo IV, página 597 de La Agricultura, en que proponíamos que con el fin de otorgar y abrir crédito á los agricultores por medio del Banco de la Nación, se constituyera en cada distrito agrícola una sociedad cooperativa de crédito y compras, formada por los colonos y chacareros del distrito, bajo los auspicios de dicho banco, al que corresponderían las atribuciones de síndico de todas las sociedades á efecto del articulo 340 del Código de Comercio, ínter la sociedad cooperativa respectiva no hubiera amortizado la suma prestada por el banco.

La sociedad cooperativa haría los préstamos á cada uno de sus miembros, bajo la responsabilidad in mancomún t insolidum de todos los socios para con el Banco, y éstos administrarían ellos mismos la sociedad, bajo la vigilancia del Banco.

Las sociedades cooperativas de crédito y compras harían todas las operaciones de los bancos locales de depósitos y giros, y todos los negocios de los almacenes rumies, y sus socios serían aconsejados en sus gestiones poruña inspección técnica local, sostenida por el Gobierno Nacional.

En la apremiante situación actual, se nos objetará que falta el tiempo material para realizar una obra de tanto aliento y una innovación tan radical, pues nuestros legisladores, corno siempre, han estado con los brazos cruzados dejando que el to-rrente avanzara y el agua nos llegara al cuello.

A esta objeción contestaremos que en momentos supremos como reputamos que son los actuales para la riqueza nacional, el crédito y el porvenir del país, es preciso que los hombres se muestren á la altura de la situación y sepan obrar por inspiración rápida y enérgicamente, si quieren evitar el naufragio del buque entre-gada á su mando.

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El país está en una situación comparable á la surgida después de una terrible derrota, como la Prusia después de Jena en 1800, ó la Francia después de Sedán en 1870, ó como la de la Inglaterra después de 1797, cuando la crisis económica y po-lítica, la más tremenda por la cual país alguno haya pasado jamás, afligió á aquella nación. Falta ahora que surjan los grandes hombres que nos salven de la catástrofe, los Pitt, Fox, etc.

Los préstamos en la forma ordinaria hecha por el banco a los colonos indivi-dualmente no darán por resultado el mejoramiento de la .agricultura por la cual se clama.

Supongamos que los diez millones acordados por el proyecto de ley llegasen efectivamente á manos de los agricultores para quienes nominalmente han sido destinados, lo que mucho dudamos.

Entonces se habrá apenas remediado una mínima parte de los apuros más apremiantes del momento, sin haberse prevenido nada para hacer frente á apuros y dificultades futuras.

Los subsidios que el Estado presta en esta ocasión á los agricultores, llevan el carácter pronunciado de una medida socialista-agraria.

Reputamos la medida auxiliar como inevitable por esta sola vez, pero insis-timos en que no se repita y que á los agricultores no se les acostumbre á esperar siempre que el Estado acuda en su ayuda, cuando sobrevenga una mala cosecha.

No temamos tampoco que eso suceda, porque no son precisamente tendencias socialista-agrarias las que prevalecen en nuestro mecanismo administrativo; muy por el contrario, dudamos seriamente que, fuera de un poco de semilla, lleguen otros auxilios á manos de aquellos agricultores que más los necesitan y merecen.

Por eso mismo, para que las sumas que el Banco de la Nación deberá prestar á los agricultores lleguen efectivamente á manos de éstos para organizarlos por me-dio de asociaciones de tal modo que no necesiten en años venideros recurrir otra vez al Estado en solicitud de auxilios, volvemos á proponer nuestro proyecto de funda-ción de sociedades cooperativas de crédito y compras constituidas bajo los auspicios del Banco de la Nación Argentina.

Nos damos perfectamente bien cuenta del cómo nuestro proyecto extrañará y sorprenderá á nuestros economistas y estadistas, pues mal cuadra en el régimen de los dogmas de la escuela económica que por desgracia hemos heredado de la España de Carlos V y de Felipe II, y que por más que se empeñen nuestros hombres públicos de ocultar bajo frases sonoras plagiadas del diccionario económico-político anglo-americano, rigen ‘en absoluto nuestras costumbres é instituciones.

Entre las primeras declaraciones proclamadas por nuestros libertadores políti-cos figura la del derecho de asociación, como una de las garantías más eficaces de la libertad civil y como el elemento más poderoso de progreso, protección mutua y eficiente actividad.

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Esta declaración pasó al artículo 14 de la Constitución del 53, pero no á las costumbres del pueblo, que como en el tiempo del régimen colonial, todo lo espera del gobierno, y tampoco á nuestro régimen administrativo, pues nuestros gobiernos siempre creen que deben controlar todas las cosas, quitando de este modo la con-fianza que el pueblo pudiera tener en sí mismo y que provocaría aquella iniciativa y energía indomable que tanto admiramos en los pueblos anglosajones, sobre todo en los yankees.

Los gobiernos argentinos no han hecho nunca nada para despertar en las masas de la población el espíritu de asociación, de la ayuda propia y del self-government, sin los cuales no hay pueblo libre, ni pueblo rico.

Ahora se presenta el momento más propicio para iniciar la educación práctica de las masas populares en el sentido indicado, socorriéndolas de modo que conoz-can el inmenso poder económico que encierra la asociación y la administración propia de los intereses comunes.

¿Nuestros legisladores y prohombres se darán cuenta del momento- supremo por que atravesamos?

¿Comprenderán que en la forma que ellos pretenden auxiliar á los agricultores por medio de pequeños préstamos, crean un precedente que puede ser de muy fu-nestas consecuencias tanto en el país como en el exterior?

1) En el país mismo, porque desde la doctrina de que el Gobierno deba socorrer la agricultura á la nacionalización de la tierra, ya sea por medio de la fiscalización de la renta, como quiere Henry George, ó por medio de la expropiación con indemni-zación inmediata, como propone Wallace ó gradual, como pretende Flürscheim, no hay más que un paso, y por este paso entraremos de lleno en condiciones sociales como aquellas que constituyen la cuestión irlandesa ó siciliana.

2) En el exterior, porque los agrarios de otros países, el día en que se aperciban de que nuestro Gobierno facilita á los agricultores de aquí la lucha de competencia sobre el mercado universal, por medio de subsidios fiscales, clamarán y conseguirán medidas proteccionistas en forma de derechos de retorsión, que podrían tener un efecto sobre nuestra producción y exportación, comparable solamente á un golpe de gracia.

Por ahora lo que más tememos es que los diez millones votados á favor de los agricultores vayan á los bolsillos de ciertos fabricantes de razones económicas y de verdades financieras, según el interés del partido político dominante y en beneficio de la causa electoral que defienden, hasta el punto de dejar á los agricultores á la luna de Valencia!

Es por eso que sometemos nuevamente nuestro proyecto sobre sociedades cooperativas de crédito y compra, bajo los auspicios del Banco de la Nación, á la consideración de nuestros legisladores, gobernantes, economistas y del público en general.

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Los resabios del régimen español-colonial, ¿estarán realmente tan encarnados en nuestras costumbres que nunca hemos de emanciparnos de sus dogmas anti-cuados?

DemócrataAño 1897 - Mes: Enero- Número 211 - Páginas 26 - 27 - 28

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LA AGRICULTURA

El 9 de Enero se sancionaron por el honorable Senado las tres leyes llamadas expedientes salvadores de la agricultura.

Lo que más nos ha sorprendido fué que no hubo discusión alguna, sino una breve exposición en extremo vulgar é insignificante por parte del miembro infor-mante de la comisión, el doctor Pellegrini, y. .. nada más.

Como el maitre de manége tiende el senador Pellegrini el bastón y. .. hop! hop!... pasan por encima de él todos los adiestrados saltadores... vivos, graciosos y prontos. . . la patria queda salvada, y baja el telón I Spectatore plauditeü

De este modo fué sancionada primeramente la ley sobre distribución de se-millas por valor de 700.000 pesos moneda nacional, que serán entregados á los gobiernos provinciales de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos. La suma alcanzará para comprar unas 7.000 toneladas de mala semilla no seleccionada, cantidad suficiente para sembrar apenas 100.000 hectáreas. En 1895 se sembraron en aquellas tres pro-vincias 2.593.000 hectáreas de trigo, y dada la fuerte inmigración habida en los últi-mos cuatro meses y la extensión de los cultivos en el año pasado, puede suponerse con razón que la labranza deberá abarcar en 1897 unos 2.800.000 hectáreas, tanto con el fin de dar ocupación á muchos brazos que la piden, como para corresponder á la demanda del mercado universal que se presenta bajo un aspecto sumamente favorable para los productores de trigo.

Si en el Senado hubiera habido un experto en la materia, habría protestado contra la miseria de la limosna de 7.000 toneladas de semilla otorgadas graciosa-mente á los colonos, cuando se necesitaban á lo menos unas 190.000 toneladas.

Esta donación graciosa de 7.000 toneladas de mala semilla á una población agrícola totalmente arruinada, y que necesita sembrar este año 2,8 millones de hec-táreas para ganarse los medios de subsistencia, importa un rasgo por demás carac-terístico de la competencia de nuestros venerables paires conscripta sobre todo del sabio y poderoso maitre de manege que les hizo sancionar la ley.

¡Y todavía, para colmar la sabiduría del acto, se encarga á los gobiernos provin-ciales la distribución de la limosna !

El señor senador Pellegrini parece temer que la donación caiga en manos no muy limpias, no entregándolas á los gobiernos de fama pulcra para que hagan buen, uso de ella:

<<....... ainsi que j`ai dessein

Pour la gloiré du ciel et le bien

du prochain.>>

como Molière hace decir á su inmortal Tartufo.

¡Pobres colonos! ¿Cuándo verán la tal semilla?

¡En la semana de los tres jueves!

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Aún mucho mayor gravedad reviste la segunda ley sobre las utilidades del Ban-co de la Nación, que ya no se han de quemar como dispone la ley que autorizó la emisión de los 50 millones con que se formó el Banco, sino que el directorio dispon-drá de estos fondos como de la reserva entera de éste, en la forma y oportunidad que considere conveniente.

El Sr. Pellegrini azucaró esta píldora amarga; que importa en el fondo remitir la valorización de nuestra moneda ad kalendas groecas y lanzar al Banco de la Nación en la misma vía en que naufragó el Banco Nacional con la promesa de que con es-tos fondos el directorio descontará á los comerciantes pagarés agrícolas al 9 % de interés y por un año, de tal modo q e estas utilidades y reservas del Banco quedarán destinadas exclusivamente á las necesidades de la agricultura.

A fe que tiene razón el viejo Juvenal cuando exclama: difficile est satiram non scribere! ¡Es difícil no escribir una sátira ante ciertas tartuferías!

El Sr. Irigoyen tuvo por un momento cierto escrúpulo respecto de esta movili-zación de las utilidades del Banco puestas á discreción del directorio, pero al fin.... saltó por el bastón del señor Pellegrini como sus demás colegas.

Todos los recuerdos funestos evocados por el mismo Sr. Pellegrini que se ligan á los fondos de los bancos del Estado, puestos á discreción de sus directorios, no han podido hacer que el Senado se detuviera ni un solo momento para reflexionar.

Se derrocó de hecho la ley del Banco de la Nación y se entregó esta institución sin capital real al arbitrio de sus directores.

El Sr. Pellegrini, hoy el jefe dirigente del P. A. N., tendió el bastón, ¡y no hubo quien chistase!

¡Así se juegan los destinos de la República!¡Así se resuelven los problemas más graves de que depende la existencia misma

y el porvenir de la Nación!

La crisis agrícola ha servido solamente de pretexto para librar las arcas de los Bancos de Estado á los politiqueros que se han metido en campaña para la próxima elección de presidente, exactamente como ha sucedido antes de la elección del 86.

La prueba que de esto se trata y de nada más se deduce de la sanción del tercer proyecto, sobre una nueva emisión de cédulas hipotecarias nacionales por valor de diez millones, no pudiendo cada préstamo exceder de diez mil pesos.

Esta nueva emisión de cédulas se hará al interés del 7 % y 1 % de amortización acumulativa, más 1 % de comisión.

Será, pues, una forma de préstamo muy favorable para el propietario de la tie-rra, para el colonizador, pero no para el colono á quien se pretende socorrer.

El Sr. Irigoyen expresó sus temores de que sucederá esta vez como en otras ocasiones, que las cédulas las aprovechará la especulación, pero no la agricultura, y esto es indudable que sucederá.

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El Sr. Pellegrini prometió en seguida al señor Guiñazú que se abrirá una nueva serie hipotecaria en que entrará toda la tierra cultivable, reservándose la actual á las tierras cultivadas.

Para el colono queda, pues, nominalmente reservado el préstamo del Banco de la Nación, que tiene que abonar al año íntegramente, y eso siempre que halle un comerciante que endose su pagaré al Banco.

Es obvio que el comerciante sabrá sacar un beneficio correspondiente para sí del negocio que tiene su riesgo; así que el colono tendrá que pagar un interés usure-ro para conseguir este pequeño préstamo, que acabará de hacer de él un verdadero esclavo-deudor del comerciante.

Analícense las tres leyes salvadoras de la agricultura del punto de vista que se quiera, no se dará ni con la más remota probabilidad de que la agricultura pueda sacar ventajas sensibles de ellas.

El comercio podrá mejorar su situación crítica durante un año por medio de los préstamos del Banco de la Nación, si el directorio del Banco considera conveniente prestarle sobre los pagarés agrícolas, lo que dudamos; pero aunque así sucediera, el año que viene se hallara en los mismos apuros, porque los colonos con los mezqui-nos auxilios nominales que se les brinda ahora, no serán capaces, ni con la mejor cosecha imaginable, de cumplir con las obligaciones contraídas á los intereses usu-rarios á que se les obliga ahora.

Se están preparando condiciones sociales como las irlandesas ó sicilianas en nuestras colonias por los expedientes salvadores de la agricultura, tal como el Se-nado las acaba de sancionar, y no solamente esto, sino se desacredita el país por la nueva emisión de cédulas y por la movilización de las utilidades del Banco de la Nación, que al fin y al cabo importan otra emisión de papel-moneda.

Ha llegado el día en que el pueblo argentino observe con asombro de qué modo se conspira en el Congreso contra su porvenir, y con tanto más despecho, cuanto más débiles y temerosos se muestran los hombres de la Casa Rosada ante las ma-niobras políticas puestas en juego en el Congreso por uno de los jefes de los partidos políticos en pugna.

Demócrata.Año 1897 - Mes: Enero- Número 212 - Páginas 41 - 42

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LA CRIANZA EN AUSTRALIA

Interesante Informe

El informe del Inspector General de estancias en New South Wales (Australia), Sr. Bruce, ha causado cierta sensación en todas partes donde se han conocido los datos que contiene.

En efecto, parece que la gran sequía que ha reinado en aquella colonia inglesa en los últimos meses del año pasado, ha producido una mortandad espantosa en el Uve stock de New South Wales y especialmente entre la raza ovina.

En el otoño se ha podido disponer para la cría de sólo 10.428.523 ovejas, ó sea 2.418.000 menos que en 1895. Un dato más alarmante aún es el siguiente: el 10 de Enero de 1896 había 9.359.583 ovejas menos que en igual fecha del año anterior, siendo el número de ovejas en 1894, 56.977.270 y en 1895 sólo 47.617.687.

Las crías para 1896 se estiman en 9.673.274 ovejas; se han esquilado en 1895, 40.806.377 ovejas y 4.879.280 corderos, siendo el valor de la lana esquilada de 237.969.743 libras esterlinas.

El número de caballos también ha disminuido, siendo 500.068 en 1894 y 482.459 en 1895. De éstos, eran caballos de tiro 150.617, de paseo 127.041 y de silla 204.201. Las dos terceras partes de estos animales estaban en estado de ser vendi-dos; cerca de 30.000 han sido exportados.

En la raza bovina ha habido una disminución de 266.344 animales, siendo su número en 1895 de 2.023.768. En cuanto á animales finos, la más numerosa raza era de Shorthorn, siguiendo los Hereford, Devon, Black-polled, Ayrshire, Alderney, Jersey, Red-polled, Highland, Holstein y Buífalo. Entre las cruzas, hay que mencio-nar, según su importancia, los Shorthorn-Hereford, Shorthorn-Devon, Hereford-Devon, Shorthorn-Blackpolled y Ayrshire-Shorthorn. Durante el año 1896 se han puesto en venta unos 485.721 animales.

El 1° de Enero de 1896 había 221.597 cerdos, es decir, 51.693 menos que en igual fecha de 1895.

No carece de interés el dato que encontramos en el mismo informe, indicando que en 1895 la Inspección de estancias en New South Wales pagó cerca de 46.000 libras esterlinas por los cueros de animales dañinos muertos por los colonos, como ser cangurús, opossums, perros cimarrones, zorros, etc., etc.

MariusAño 1897 - Mes: Enero- Número 212 - Páginas 44 - 45

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EL TRASTORNO FINANCIERO

El caos que reina en este momento en las finanzas nacionales ha llegado á tal punto, que es completamente imposible comprender qué es lo que sucede.

El Congreso, siguiendo la marcha que le indicó el senador Pellegrini, ha cha-puceado á tal punto la situación financiera, que nadie al fin se puede dar cuenta á cuánto sube el presupuesto y si se pagará ó no el servicio íntegro de la deuda externa.

¿Qué quiere decir eso que el Sr. Pellegrini asegura en su filípica contra la pren-sa, la alta banca y el comercio, que con 660.000 $ hemos de reanudar el pago íntegro del servicio de la deuda?

¿Quién es capaz de comprender tal jerigonza?Eso importa engañar al público de un modo ridículo.El arreglo Romero por el cual se suspendió el pago íntegro de la deuda según

convenio—pues de hecho ya existía esta suspensión desde la presidencia del Dr. Pe-llegrini—no afecta sino una parte de la deuda pública por el importe de 222.500,000 pesos oro, cuyo servicio exigía 11.081,000 $ oro al año, y por el cual no se paga sino 7.815,000 $, debiendo volverse al pago íntegro en Julio de 1898.

Ahora el Congreso sancionó que se vuelva al pago íntegro en Julio de 1897.Es, pues, evidente que hay que desembolsar 3.266,000 $ oro más de lo que he-

mos estado pagando solamente para volver al pago íntegro de la parte de la deuda sobre que el Dr. Romero se arregló con Rothschild y Ca.

Para el pago íntegro de toda la deuda nacional, habría que desembolsar anual-mente unos 14.259,000$ oro.

Se ha cuidado muy bien el Dr. Pellegrini de tocar este punto, y engaña al mun-do entero con un supuesto aumento de $ 660.000 sobre la suma á pagarse.

Queda, pues, evidenciado que no habrá tal pago íntegro, y que todo el Congreso ha servido de juguete á las intrigas políticas del senador mencionado.

¿Quién se admira entonces, después de esta farsa sangrienta, que el Congreso haya sancionado fantasmagorías como el bono del Banco Nacional en liquidación, impuestos internos imposibles, un nuevo empréstito municipal, emisiones de cé-dulas, premios de exportación sobre azúcar, auxilios á los colonos, subvenciones á iglesias y cofradías, al sindicato azucarero, etc, etc,.?

Todo esto nos va llevar al fin, á una situación idéntica, si no peor, que la de 1890 á 1892.

Entretanto nada se ha hecho para cubrir los enormes déficits de 1894-95, y ni uno solo de los señores congresales se da cuenta exacta de la verdadera situación financiera y del monto total á que asciende el presupuesto.

Esa situación es tremenda y única.

Demócrata.Año 1897 - Mes: Enero- Número 213 - Página 57

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LA LANGOSTA

Primer paso que debe darse para combatirla

Nuestra opinión es que se debe fijar inmediatamente un premio para la extin-ción, pagando los gobiernos locales por decálitro de huevos un precio regular, por ejemplo, $ 0,50 moneda nacional.

Lo mismo por hectolitro de saltonas muertas en zanjas cuyos volúmenes los meditan los comisarios á quienes se encargará este cometido, una cierta cantidad, por ejemplo, $ 0,50 y 0,60.

Debe precederse inmediatamente á realizar esta medida.

También debe encargarse en cada partido ó alcaldía de todas las provincias y te-rritorios á determinados individuos que telegrafíen inmediatamente á la autoridad central ad hoc la invasión de una manga, el rumbo que lleva y el del viento y el lugar en donde se asienta, si se procede á la extinción y los auxilios que para este objeto se necesitan.

Que el gobierno nacional cree un departamento de extinción de langosta, do-tado de inspectores que vayan inmediatamente al lugar de donde anuncien la inva-sión y dirijan las obras de extinción con el apoyo de las autoridades locales y paguen los premios.

Llevadas adelante estas operaciones con energía y decisión, se obtendrá en al-gunos años la extinción total del enemigo, y sabremos si viene del Chaco, ó de más acá ó de más allá. En el último y primer caso su extinción sería absolutamente im-posible hoy en día. Ni con 100 millones de pesos se ha de poder enviar un ejército suficiente á las planicies del Chaco argentino, boliviano, ó á Matto Grosso y Ama-zonas, para extinguir la langosta si allí nace y de allí viene.

Se fundan en fantasías estrambóticas tales proyectos.

El enemigo invade nuestros dominios, pues, aquí se debe combatir.

Lo que se ha podido hacer en Chipre sin ir á los desiertos de Siria y Arabia, y en Algeria, sin ir al Sahara y al Sudán, se ha de poder hacer aquí lo mismo.

Lo que se necesita es energía, buena voluntad y los premios!

No importa que se gasten dos ó tres millones por huevos y saltona muerta.

Esos capitales quedan en el país; van al comercio y á la producción, y son auxi-lios reales que se otorgan á los agricultores y ganaderos

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LA DEPRECIACIÓN DE NUESTRA MONEDA

El oro pasó de 310 y sigue firme.

El peso moneda nacional que en Diciembre valía todavía 36 centavos oro, ó 1.80 francos, ya no vale hoy más que 32, ó sean 1.60 francos.

El habitante que recibió en Diciembre 360 $ en pago de lo que se le debía, pier-de efectivamente 30 $ m/n si los ha guardado en su bolsillo desde entonces acá.

¿Cuál es la causa de este perjuicio, que en el transcurso de dos meses reduce el valor real de los 295 millones de medio fiduciario en circulación en un 81/2%?

Unos dicen que es la especulación bursátil, otros que la langosta que se comió las cosechas, no habiendo mercancía para exportar en cambio de oro, y otros culpan al gobierno y su mala administración financiera.

Por mi parte tomo un billete de esta moneda, y leo: República Argentina—La Nación pagará al portador y á la vista mi peso moneda nacional.

Como este billete es un papelucho sin valor intrínseco alguno, me voy, pues, en busca del librador, y lo presentó en la caja de la Nación, para ver si me lo cambian por su equivalente de valor real, ó sea en oro, el medio circulan-te universal con que puedo comprar en todas parte los productos del traba-jo humano, que necesito como miembro de la sociedad civilizada, lo mismo que ella necesita, ya sea de mi fuerza de trabajo, ya sea de mi capital, si lo tengo.

En la caja de la Nación, que asegura con tinta negra sobre blanco, en el billete que me dará un peso á la vista, me echan puertas afuera al presentar el pagaré y no me dan nada por él, y callado me voy por miedo de que por desacato no me manden á la cárcel.

¡Me chasqueé bonitamente! Si un particular me hiciera una tal jugada, ya sa-bría cómo llamarle, pero me cuidaré bien de hacer lo mismo con los señores de la casa rosada. ¡Dios me libre!

Salgo, pues, de la Casa Rosada, que representa la Nación, y veo á la derecha en la Plaza de Mayo, la Bolsa. Entro y ofrezco mi billete nacional con que me pagaran mi trabajo á razón de 1.80 francos.

Efectivamente allí me lo convierten á oro, pero me dan tan solamente 1.60 francos por él.

Pierdo el 81,2 %, ¡qué remedio!

El capitalista de la Bolsa que convierte una parte de los 295 millones del me-dio circulante nacional, parte tan grande como exigen las necesidades reales del comercio, en el momento que el oro está á 300, pues: 98 1/3 millones, debe segu-ramente poseer un medio poderoso, seguro para hacerse pagar por la Nación éste billete-pagaré, y la pruebo de esta mi opinión la hallo en la circunstancia de que veo á la misma Nación comprando oro en la Bolsa con sus billetes, que ella misma no recibe, sino en pago de contribuciones, es decir, en pago de servicios que ella ó su representante el Estado presta ó dice prestar á los ciudadanos que los pueden pagar.

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La soberanía de la Bolsa sobre la Nación queda, pues, bien visible.

El billete vale tanto cuanto la Bolsa, representante del capital internacional, quiera dar por él, es decir, tanto como valga el crédito de la Nación ante el capital, y ni un comino más.

Si el crédito de la Nación sube, sube el valor del billete y baja el precio del oro; y si baja el crédito de la Nación ó del Gobierno, su representante, sube el precio del oro.

El crédito de la Nación ó del Gobierno depende, como el de los particulares, de la confianza y de la fe que el acreedor tiene en el deudor.

Esta confianza depende siempre del modo como el deudor hace frente á sus obligaciones, y el modo como maneja los fondos y el capital que le han sido entre-gados.

Desgraciadamente, se sabe que el gobierno argentino desde hace siete años no cumple con las obligaciones pactadas con sus acreedores.

Pero su descrédito data desde doce años atrás cuando dejó de convertir su pa-pel-moneda.

Con todo, el crédito se estaba restableciendo notablemente, y con el crédito el movimiento productivo y comercial, que por más importantes que sean las fuentes naturales de que nacen las riquezas de una nación nueva, depende totalmente de la ayuda que le presta el capital, cuando ha venido de súbito la nueva suba del oro, sin toma seguro de que el capital desconfía, que se resiente por la mala administración financiera, que nace del desequilibrio existente entre el grado de desenvolvimiento económico alcanzado por la Nación, y sus instituciones políticas.

Hay quienes atribuyen el alza del agio ¿la falta de oro que nos amenaza por la falla casi completa de la cosecha y los pocos productos á exportar?.

No admitimos esta explicación inter no se pague por el oro existente en el país un precio más subido que por el que se puede obtener en Europa por letras de cam-bio.

En este último caso, que ha sucedido por nuestra desgracia en las épocas de las locuras que tan caramente hemos pagado, el precio del oro sería ficticio.

Pero no se trata de esto en los momentos actuales, pues si bien han mermado las cantidades de algunos productos á exportar en este año, sus precios han subi-do, y los valores de lo que se está exportando supera hasta aquí á los valores de lo exportado en igual fecha del año pasado, y los cambios no han sufrido tampoco variaciones de importancia.

¡No, señor! Las condiciones económicas de la Nación, si bien han sufrido ciertos percances, no han recibido un golpe tan recio que por él podamos explicar la fuerte depreciación que está sufriendo el medio fiduciario.

La desconfianza del soberano capital nace únicamente de las últimas manio-bras financieras, que carecen de lógica y de sentido común.

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El presupuesto de este año que se acaba de publicar, revela que nuestros legis-ladores no se dan cuenta del estado del país, y que creen haber vuelto á los tiempos de la locura, cuando se tiraban ingentes sumas de dinero prestado, ó en forma de emisiones en medio del torbellino de las luchas políticas, en que cayeron presa de los partidarios del unicato y del incondicionalismo.

El cálculo de la renta fiscal para el año que corre es tan exorbitante, tan teme-rario, que á nadie se le oculta, que no se funda en ningunos datos- estadísticos se-rios, que todo en él es pura quimera y fantasmagoría. Más aún: que si los gobiernos llevan á cabo el cobro de los impuestos exorbitantes que pesan sobre la población, tendrán forzosamente que echar mano de una parte del capital mismo invertido en la producción, y de este modo despojarán á la clase media de una parte de sus me-dios de trabajo, arruinando la fuente misma de la riqueza nacional.

De otro lado amenaza un enorme déficit de muchas decenas de millones, si la renta no se cobra íntegramente, y el Estado tendrá entonces que recurrir forzosa-mente á nuevos empréstitos, ó nuevas emisiones.

La situación no puede presentarse más triste en la actualidad, y nos parece que si no se presenta un Deus ex machina, ya veremos el oro repuntando al 400!

Las aguas de la política, es verdad, se presentan tan encalmadas y tranquilas actualmente, que por este lado la Bolsa no puede temer nada. El partido nacional detrás de sus baluartes inexpugnables, elevará á su César á la presidencia sin opo-sición seria, o que tal nombre merezca.

Pero en este cesarismo, y en este unitarismo exclusivista, que forma una com-pleta anomalía con los adelantos realizados por la organización económica del país, el capital reconoce precisamente una amenaza contra el afianzamiento de una po-lítica financiera sana y que inspire confianza.

La forma política única que responde á las miras y tendencias del capitalismo moderno, es un gobierno liberal-parlamentario en que tomen parte todas las dife-rentes fracciones que representan la diversidad de intereses económicos.

El exclusivismo y el cesarismo impiden el desarrollo de la producción capitalis-ta moderna, porque coartan la libre competencia entre las fuerzas económicas, de cuyo juego resulta precisamente el progreso y la evolución.

Las finanzas de una Nación forman, por así decirlo, el puente entre el Estado y su desarrollo económico y el adelanto alcanzado por sus instituciones políticas.

Una disparidad absoluta entre los dos puntos de apoyo interrumpe el equilibrio del puente intermediario, y así las finanzas que de un lado se fundan sobre una política anticuada como es la del unitarismo exclusivista con su orden burocrático medieval, y del otro sobre las potencias económicas da la joven Nación en pleno desarrollo, del proceso impetuoso de evolución, tienen que desequilibrarse y tras-tornarse, desconcertando á su vez los pilares sobre que están basados.

Por eso la calma política actual, que promete ser duradera, no contenta el ca-pital, no le inspira confianza: al contrario, él se altera, recela y restringe nuestro

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crédito, causa la depreciación de nuestro papel-moneda, en cuya consecuencia se limita inmediatamente el importe total de los negocios y de las transacciones co-merciales, estableciéndose la paralización y él entorpecimiento en todas las ramas del movimiento económico.

Son los prohombres del poderoso partido nacional, del inconmovible PAN los que podrían remediar el mal, restableciendo el equilibrio. Su voluntad bastaría para realizar las reformas necesarias.

¿Pero querrán? ¿Querrán sin que se les obligue?

Demócrata.Año 1897 - Mes: Febrero - Número 215 - Página 93

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LA AGRICULTURA EN LA SIERRA DE SAN LUIS

En alturas de más de 800 metros el cultivo del maíz no rinde en San Luis, por-que las heladas no dejan madurar el grano.

Pero se produce una excelente clase de trigo en los valles y la producción es bien lucrativa.

En el departamento Pringueles, Partido del Durazno, el cultivo del trigo se lleva á cabo del modo indicado en el cuadro siguiente:

El capital necesario:10 hectáreas de terreno de cañada.........................$ 30.00

1.400 metros de pirca á 20 y á 30...........................» 320.00

Troja de 5 X 4 X 2 1/2 m. de pelas y barro……..…» 30.00

1 arado del país, yugo y coyunda...........................» 11. £0

2 yuntas de bueyes..................................................»180.00

Palos para era 3 $, palas 1 1 /2 $, hoces 1 $,

lazo 6 $....................................................................» 40.00

Un carrito de media carga......................................» 150.00

Total….........................» 761.50

Gastos anuales:Compostura de pircas.............................................$ 3.20

Desgaste de arado y troja........................................» 5.87

Pérdida de bueyes..............„....................................» 18.C0

Desgaste de carrito y herramienta..........................» 4.00

1.420 kilos de semilla..............................................» 53.25

Total..............................» 84.32

Gastos de producción:Arar 2 rejas, 70 días de trabajo...............................$ 70.00

Sembrar á voleo 18 días, l peón y 1 niño................» 27.00

Rastrear 3 días (un muchacho)..............................» 1.50

Segar á hoz al tanto.................................................» 88.89

Alzar en parvas 30 días de trabajo..........................» 30.00

Trillar con 50 yeguas y 6 hombres 6 días................» 118.00

Aventar 17 días 2 hombres......................................» 34.00

Acomodar y embolsar, 2 hombres 5 días................» 10.00

Gastos por salarios...................................................» 379.39

Gastos gran total.....................................................$ 463.71

Producto 15.850 kilogramos...................................$ 594.37

Precio de coste = 29.26 $ m/n =8.78$ oro. ~ Beneficio, 130. 66 $, ó sean 11 .45 %.

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Si el estanciero contrata con un medianero, ahorra los 379.39 $ por salarios, y recibe la mitad del producto 7.925 kilogramos que le cuestan 84.32$ y le dejan una ganancia de $212.87, ó sean el 25.17 %.

El precio de costo de la tonelada se reduce en este caso á 10.64 $ m/n=3.19 $ oro.

La producción de trigo en la Sierra de San Luis es de gran importancia, porque aunque faltan molinos, el locro es el alimento principal de la población allí, y con la carne de cabra, casi el único, pues las vacas se cuidan para fabricar quesos que se venden á buenos precios (quesos de la Carolina), y los novillos se venden á los chilenos, que prefieren la hacienda serrana á toda otra, porque aunque chica raras veces, más pesada de 300 kilos las vacas y 400 los bueyes, se arrea muy fácilmente por la cordillera sin herrarla.

Se siembra el trigo en Junio y Julio, bastante tupido, 142 kilos por hectárea, para que con su sombra proteja la tierra para que no se seque muy rápidamente.

El modo de labranza es el antiguo, primitivo criollo, que conviene perfectamen-te á las condiciones sociales y del mercado. Brazos sobran y los estancieros siempre hallan medianeros cuando los necesitan.

Los salarios no pasan de 30 $ al mes, pero mucha peonada arraigada se concha-ba por 15 pesos y la comida, cuyo precio no suele subir de 10 $ por mes.

La provincia pudiera producir grandes cantidades de un trigo de superior cali-dad si hubiese mercado en donde venderlo. Pero la viabilidad se halla en pésimas condiciones, los fletes son excesivamente caros y los impuestos que se pagan tan enormes, que no puede desarrollarse el cultivo.

Los molinos que existen en la provincia apenas si trabajan de vez en cuando algunos días, por las mismas causas indicadas.

El enorme ejército de empleados que pesa sobre las arcas del Estado, no permi-te ningún desarrollo en cualquier sentido.

Hubo una época bajo el gobierno de D. Pablo Pruneda, de 1870 hasta 1873, en que la provincia de San Luis progresaba y se hicieron reformas muy radicales im-portantes. Desgraciadamente, vino después una reacción funesta y el retroceso que dura hasta ahora.

Si el gobierno nacional mandase construir el ferrocarril principiado de Villa Mer-cedes a Rio de los Sauces (266 kilómetros), de cuya línea está en explotación la pri-mera sección hasta La Toma (86 kilómetros), la agricultura tomaría un gran vuelo, pues este ferrocarril se extiende por el Valle de Cucarran entre las sierras de San Luis y Córdoba, que ofrece grandes ventajas para el cultivo. A más de ser regado por el Río de Conlara y sus afluentes, este gran valle es relativamente húmedo y el trigo, el al-falfa, la cebada, la vid, todas las frutas y el tabaco, se cultivan con grandes beneficios.

Grandes bosques de algarrobos se extienden por este valle y la palmera crece doquiera en grupos.

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Para más tarde estaría indicada la construcción del ferrocarril desde Río de los Sauces (en la provincia de Córdoba) por Quines y Lujan a Caucete y San Juan.

Esta línea traería grandes beneficios a los sanjuaninos, pues haría competencia al Gran Oeste Argentino, cuyas tarifas ten crecidas son la maldición de San Juan.

Pero al mismo tiempo la línea mencionada pondría en comunicación con los mercados del litoral los distritos agrícolas de Quines y Lujan, tal vez los mejores de la República pues todos los cultivos que se han emprendido allí han dado superiores resultados, hasta el algodonero, las naranjas y limones, y si no se produce mas hoy en día, es por falta de mercado.

La línea proyectada cruza por enormes bosques cuya explotación sola garanti-zaría un buen beneficio á la empresa.

Aquella zona forma la Baldería puntana. Allí se cría la hacienda á baldeo ó pozos. En tiempo de largas sequías se mueren miles de animales de hambre, re-sultando pérdidas enormes, las que por medio de un ferrocarril se podrían reducir notablemente.

La construcción de la línea La Toma á Río de los Sauces, es de la mayor necesi-dad para esta provincia.

PuntanoAño 1897 - Mes: Febrero - Número 215 - Páginas 103 - 104

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SAN LUIS

La langosta — Grandes perjuicios —Ejecuciones en grande— Malos gobiernos—Minas «Santa Bárbara»—Abandono

de las escuelas rurales.

San Luis, Febrero 13 de 1897.

Señor Director de La Agricultura:

La langosta voladora nos ha dejado como en pleno invierno: todo lo ha devo-rado, hasta la corteza de los árboles frutales. Después de haberse mejorado tanto los campos con la mucha lluvia, viene la langosta á comerse el pasto. Las chacras de maíz han sido devoradas completamente. Ruina y miseria por todas partes, y van ya tres años seguidos así. Nuestra población rural vive en la desesperación. Las haciendas están á buen precio. Se paga 20 pesos por vacas flacas, pero no hay para vender, pues la mayor parte se murieron.

Mucho ha llamado la atención el enorme número de juicios ejecutivos enta-blados después del feriado ante los juzgados de esta. La capital va quedando com-pletamente de propiedad del Banco Nacional, que malísimos negocios hace con los bienes raíces que le entregan sus deudores agraciados por la ley de liquidación, de dos ó tres prestamistas á intereses elevadísimos y de algunos tinterillos, abogados y procuradores. El Banco del Pueblo y el Monte Pío por el otro lado se queda con los bienes móviles á vil precio, la usura más cínica que darse puede.

El gobierno nacional auxilia á los agricultores de las provincias del litoral, pero de auxilios para nuestros agricultores nada se dice nunca. Somos los entenados de la Nación. Para nosotros son las intervenciones nacionales y los gobiernos del P. A. N. que desde la capital nos imponen. Nunca los gobiernos hasta aquí han construido ni un solo puente, ni un solo camino en la provincia. Agobian á la población rural con impuestos, pero nada, nada absolutamente han hecho jamás para favorecer á la clase productora.

Una comisión de ingenieros de minas encabezada por el Sr. Macgenies anda estudiando las minas de Santa Bárbara. Dice este señor que su compañía pondría un establecimiento de fundición de plomo y cobre allí, pero es preciso que el ferro-carril nacional de La Toma á Río de los Sauces se construya. Esta vía daría vida á la provincia en muchos sentidos. Tuviéramos siquiera escuelas en el campo. Pero las que como tales figuran en las planillas son una farsa sin igual, pues ni bancas, ni libros ni nada tienen, y á los maestros se deben ocho meses de sueldos, mientras los empleados superiores de la administración se sacan sus sueldos adelantados muchos meses.

Puntano.Año: 1897 - Mes: Febrero - Número 216 - Página: 119

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Germán Avé - Lallemant

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LA AGRICULTURA

La langosta y la ciencia natural

Los auxilios a la agricultura, que provocaron tantas discusiones en el Congreso, resultaron exactamente como las habíamos previsto, una comedia, y se reducen día por día más á un mínimo –á un poco de semilla que se prestará á unos cuantos– y nada más; pero, peor que este abandono de los agricultores entregados á sus pro-pias fuerzas, es la indiferencia en que esta cayendo la cuestión de la langosta.

Parece que las iniciativas tomadas con el objeto de proceder á la extinción de la plaga no se llevarán adelante con el entusiasmo y la actividad necesarias debido al parecer del sabio director del museo nacional, Dr. Berg, quien ha declarado que ya no es tiempo de hacer nada, y que hay que dejar obrar á la naturaleza y á la lombriz hospedada en el vientre de algunas langostas.

Consideramos el asunto de suma gravedad. Resulta que la ciencia natural que creíamos destinada á iniciar y fortalecer el dominio del nombre sobre las fuerzas de la naturaleza declara que nada podemos hacer; que hay que tirar el arma y estar de brazos cruzados, inactivos, dejando que la naturaleza nos arruine y agobie,

iNo! ¡Jamás!

No es el único objeto de las ciencias naturales el observar y clasificar los fenó-menos naturales metafísicamente, como los objetos expuestos en los escaparates de un museo.

¡No, y mil veces no!

El salvaje, el indio, también observan los fenómenos naturales, y á menudo con mucha más perspicacia que el hombre civilizado, sin exceptuar á los mismos sabios. Pero por eso no se les llama naturalistas, ni filósofos investigadores, ni sabios.

La observación y la clasificación de los fenómenos de la naturaleza recién lle-gan á considerarse como verdadera ciencia natural, que investiga los fenómenos naturales por medio de la inteligencia humana, cuando ellas nos prestan los medios y nos enseñan los métodos conque dominar la naturaleza.

El sabio se distingue del salvaje, no porque sepa observar y clasificar los fenó-menos naturales, sino porque se da cuenta de sus causas, de sus orígenes y de sus evoluciones, porque los analiza dialécticamente con el fin de dominarlos, es decir, de explotarlos en proyecto de la evolución social.

Para el salvaje, al contrario, los fenómenos naturales son misterios, ante los cuales cruza los brazos y tiembla sin empeñarse en dominarlos, ni aprovecharlos para los fines de su desarrollo individual y el de su especie.

La simple observación y la clasificación de los fenómenos naturales no nos permite conocer más que el cómo de ellos. La investigación filosófica del sabio prin-cipia recién al preguntar el por que y el para que.

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La Agricultura

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El hombre ha tenido que emanciparse hasta cierto punto de la naturaleza an-tes de poder estudiarla, y solamente después de haber la tecnología progresado un tanto, pudo seguirle la ciencia, pues sin microscopios, anteojos, balanzas, reactivos y otros instrumentos, los sabios nada hubieran descubierto.

Estos instrumentos son los medios poderosos para resolver los problemas cien-tíficos, pero al mismo tiempo ellos hacen nacer nuevos problemas que piden una resolución.

Son productos, pues, de la evolución económica aquellos instrumentos, y si ellos facilitan la resolución de problemas científicos, hacen nacer nuevos problemas cuya solución se pide para que la sociedad pueda dirigir y acelerar su evolución eco-nómica, no para que conste simplemente la observación y se haga la clasificación del fenómeno.

Los señores naturalistas clasificadores de los fenómenos pueden ejecutar hoy en día muchos trabajos y redactar obras voluminosas sobre sus observaciones, siem-pre que dispongan de los costosos instrumentos, libros y colecciones comparativas que para tales obras se necesitan, es decir, siempre que cuenten con los medios eco-nómicos para el trabajo, que es casi tan mecánico como el de un albañil que trabaja según un plano, como el de un cocinero que guisa según una receta, etc.

Para clasificar fenómenos naturales no se requiere ni mayor talento ni gran in-teligencia. Cualesquier individuo normal, de mediana capacidad intelectual, puede clasificar una planta, un animal ó un mineral, siempre que disponga de los libros é instrumentos para este objeto. En este caso los medios económicos hacen al sabio y no la inteligencia.

Estos sabios clasificadores son los detallistas de la ciencia, que aportan el mate-rial piedra por piedra, de que el verdadero sabio, el filósofo-naturalista, construye el gran edificio de la ciencia de la naturaleza, con el fin de que sirva de punto de apoyo para que la evolución económica pueda tomar nuevos rumbos y nuevas fuerzas, resolviendo antiguos problemas y planteándose nuevos, siempre con el objeto de robustecer el dominio del hombre sobre las fuerzas de la naturaleza.

El detallista observador y clasificador se olvida á menudo de este fin principal y único de la investigación científica.

El es puramente naturalista, sin adaptar sus investigaciones á los problemas económicos y sociales del momento, sin ser filósofo.

Es preciso no dejarse ofuscar por la aureola con que á menudo el vulgo suele glorificar la capacidad intelectual y las obras de los detallistas, observadores y clasi-ficadores insignes de fenómenos naturales, ensalzando su elevada capacidad inte-lectual y su talento como muy notables y muy elevados sobre el nivel de los demás hombres. No existe tal notable diferencia entre las capacidades intelectuales de los hombres.

Lo que vuelve tan distintos á los hombres, es la diferencia de su posición social, que les hace mirar las cosas desde puntos de vista tan variados, y les obliga á em-

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Germán Avé - Lallemant

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prender la resolución de los grandes problemas científicos, económicos y sociales de tan diversos lados y con medios tan sumamente diferentes.

Estas diferencias se acentúan tanto más cuanto más progresa la evolución eco-nómica.

La diferencia en las posiciones sociales de los hombres forma la causa verda-dera de la diferencia de sus capacidades intelectuales, de sus talentos, de su saber y sobre todo también de las tradiciones históricas de que nacen sus prevenciones, y de los intereses, tanto personales como de clase social, que los impulsan á formar sus opiniones y á obrar.

Si un sabio declara que ante la plaga de la langosta hay que cruzar los brazos y dejar que la naturaleza obre, y si los desgraciados agricultores perjudicados por la plaga contestan á este dictamen con una execración á la ciencia teórica que los entrega á la ruina económica y á la miseria que se acentuará más aún en el año venidero cuando la plaga vuelva al tiempo del crecimiento de la planta, se explica esto por la diferencia de las posiciones sociales diametralmente opuestas de los contrincantes.

¿Quién de los dos estará en lo cierto y se aproximará más á la verdad?

A esta pregunta contestaremos consultando la historia y en sus páginas ha-llaremos grabada la gran verdad tantas veces repetida, que aquellas clases sociales cuyos intereses se hallaban íntimamente ligados con la evolución económica de la época, han tenido siempre las opiniones y las ideas más acertadas y más próximas á la verdad. Es en este sentido únicamente que vale el adagio: vox populi vox Dei!

Al contrario, la historia nos enseña que tanto los individuos como las clases sociales cuyos intereses no son fomentados directamente por la marcha de la evo-lución del momento, generalmente se equivocan tanto más cuanto estos intereses se hallan en abierta contradicción y oposición con el rumbo que la evolución eco-nómica va tomando.

Excepción de esta regla la forman unos muy pocos individuos pensadores, ar-tistas y filósofos, que gracias á su capacidad dialéctica para observar y discernir han podido llegar á tanta altura, que se han librado de la influencia que sus intereses personales ó los de su clase y las prevenciones sociales suelen ejercer sobre sus opi-niones.

Aunque tales individuos se hallen dependientes, en cuanto á los medios de que disponen, de las condiciones sociales de su época, ellos eligen los problemas de cuya resolución se proponen ocuparse, el punto de vista de apreciarlos, el modo y la energía con que proceden á su resolución según su carácter individual hasta cierto punto independientemente de la evolución económica de la época.

Pero el número de tales individuos a quienes la humanidad debe importan-tes servicios, que pertenecen á la pequeña falange de los hombres verdaderamente grandes, es muy exiguo, muy reducido, y casi siempre ellos acaban por ser crucifi-cados.

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El sabio Dr. Berg ha causado, según nuestra opinión, un efecto sumamente perjudicial para la resolución del problema de la destrucción de la langosta. Es un error gravísimo asegurar que la lombriz, que tal vez hace estragos mayores en una ú otra manga, pero no afecta las inmensas masas del ortóptero, que van sanas y gordas á sus cuarteles de invierno para volver en la próxima primavera en mayores columnas, librará al país de la plaga.

Hemos deseado explicar los motivos de la citada opinión, que nos ha sorpren-dido profundamente.

Si nuestra exposición, que no acabamos de completar por falta de espacio, ha disgustado al lector, pedimos disculpa; pero se trata del problema más magno que forzosamente tenemos que resolver en la República, y consideramos un deber abor-darle con toda franqueza.

Demócrata.Año: 1897 - Mes: Marzo - Número 218 - Página: 135

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LA LANGOSTA

Efectos de la imprevisión

El terrible insecto se ha retirado del litoral, y se anuncia que ha invadido el centro y oeste del país, los valles de la cordillera mendocina, la Baldería puntana y los llanos de La Rioja. Todo aquello es una sola alfombra de langostas, que después de haber devorado todo, hasta la corteza de los árboles frutales, me han puesto á desovar.

Hacen calores excepcionalmente fuertes este año en aquellas regiones, y muy luego habrá nacido la larva, que una vez desarrollada, se levantará en mangas in-mensas, que revoloteando en los aires irá á caer enseguida Dios sabe en donde!

Y lo peor es que nada sabemos todavía sobre la vida y las costumbres de estas mangas.

Como dice el sabio Dr. Berg, nada sabemos a este respecto, nada se puede afir-mar.

No se puede perseguir ni los huevos ni las larvas de la langosta en el monte puntano y riojano, y asimismo se votan grandes sumas para mandar expediciones científicas á buscar el insecto en el desierto de Bolivia y el Brasil!

La langosta arruina nuestras poblaciones rurales en el interior del país, y la ciencia por boca de sus prohombres más encumbrados declara que no se debe hacer nada!

Y nada se hace, como nada se ha hecho en veinte años durante los que la plaga nos azota.

En Agosto de 1873 hubo una invasión terrible de langostas en Córdoba. Fué la primera después de la instalación de la Academia Nacional de Ciencias Exactas en aquella ciudad docta.

El profesor Dr. H. Weyenbergh se puso inmediatamente al estudio é hizo un lla-mado á todos los hombres que se interesaban por el progreso y el porvenir del país para que hicieran observaciones sobre las marchas de las mangas, el rumbo donde se dirigían para buscar á tiempo los medios de reparar el daño, sobre los lugares donde desovaban y otros pormenores más.

Este llamamiento fue publicado el 13 de Agosto de 1873 en los Anales de Agri-cultura número 17 y distribuido por el Departamento de Agricultura.

El 13 de Septiembre se publicó en los mismos anales otro llamamiento en que tomaba parte el Dr. Gould, y en el cual el Dr. Weyenbergh dió un formulario para sistematizar las observaciones que pedía.

Weyenbergh y Gould no opinaban como el sabio Berg que se dejase obrar á la naturaleza y que no debía hacerse nada contra el temible enemigo.

Al contrario, estaban de lado de los agricultores que comprendían instintiva-mente que toda guerra al terrible ortóptero era poca, y con el número 22 del año 1

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de los Anales de Agricultura del 15 de Noviembre de 1873, cuyo director era D, Er-nesto Oldendorff, Jefe de Departamento Nacional de Agricultura, repartió en todo el país una invitación para formar una Sociedad entomológica argentina.

Este llamamiento firmado por el Dr. H. Weyenbergh fué trascrito por la mayor parte de los periódicos del país, y efectivamente la sociedad se constituyó inmedia-tamente; así que en el mismo mes y año pudo ya la dirección directiva, compuesta de los Sres. Dr. Weyenbergh, Dr. A. Doering, E. Oldendorff y M. Arguello, redactar los estatutos, que fueron publicados en el número 1º del año II de los Anales men-cionados.

Como fines de la sociedad primaban en dichos estatutos la exploración de la fauna argentina y de la entomología… estimulando el gusto y la participación general de los amantes de las ciencias naturales en los trabajos de la sociedad, á fin de que resultasen en bien práctico y general de la ciencia y del país.

La sociedad cuyos gastos fueron sufragados casi en su totalidad por el Dr. We-yenbergh y su señora esposa la Sra. S. de Weyenbergh Goter, socia protectora, pu-blicó un periódico zoológico, que apareció hasta 1876.

Después, el ensayo de una asociación científica independiente de los poderes públicos, con miras de fomentar el bien práctico y general de la ciencia y del país, fracasó.

Los motivos de este fracaso forman una página muy interesante en la historia de la vida intelectual y espiritual de la República, pero que no nos es permitido ex-ponerla en esta ocasión.

En fin, la sociedad murió.Con ella murieron las tentativas de observar sistemáticamente las costumbres

de las langostas y las migraciones de las mangas, que hacían sus estragos principal-mente en las regiones desiertas del centro, Oeste y Norte del país.

En 1896 el acridio cayó sobre las mieses del litoral, cuyas condiciones econó-micas se habían desarrollado á una altura tal que ya no fué posible dejar obrar la naturaleza y cruzar los brazos.

El capital comercial, herido en sus intereses y en sus sentimientos más íntimos, emprendió la lucha contra el voraz insecto.

¡Cuánto hubiera importado ahora que la obra iniciada por el Dr. Weyenbergh no se hubiera abandonado, y que se hubiera estimulado el gusto y la participación general del público en los trabajos de entomología teórica y práctica!

¿Con quién cuenta ahora la benemérita Comisión Investigadora de la Langosta para que le conteste las preguntas de su cuestionario que se halla inserto en la pá-gina 121 de La Agricultura?

¿En donde están en la República los hombres amantes de las ciencias naturales y con la instrucción suficiente para dedicarse á las observaciones necesarias para poder contestar estas preguntas?

No los hallará la comisión.

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Entre nosotros, la observación de los fenómenos naturales forma un privilegio de los naturalistas de la ciencia oficial, que como los esotéricos de la escuela neo-platónica cuidan con especial empeño de que no sean infringidos sus privilegios por el vulgo exotérico.

De allí nace la completa farsa de lo que se llama entre nosotros la instrucción de las ciencias naturales.

Hace poco estuvimos presentes en los examenes de un colegio nacional del interior.

Allí hemos oído el diálogo siguiente:Profesor: Dígame, señor examinando, ¿Cómo se distinguen los metales de los

metaloides?Largo silencio.Profesor: ¡Fíjese, amigo!...., Los metales son buenos..... buenos.....buenos.....

conductores.....Alumno: Sí, señor. Son buenos conductores.Profesor: Buenos conductores de..... ¿de qué?.....¿de.....?El alumno, que había entendido mal lo que los compañeros le soplaban de

atrás, de súbito exclamó: de la luz.Profesor: Sí. -Laminándolos en hojas muy delgadas, se vuelven transparentes.

Bien. ¡Esta bien!Este profesor de química y física de un colegio nacional, es doctor en medicina

y fue ministro de gobierno.Ahora es diputado nacional y politiquero influyente en las filas del partido

dominante.En otro examen de botánica hemos oído declamar de memoria largos párrafos

del texto, confeccionado por el sabio Dr. Berg, un verdadero mare magnum de térmi-nos técnicos usuales en la clasificación. Cuando pedimos al alumno que nos mos-trase las partes de la flor y las relaciones de sus posiciones sobre que nos acababa de declamar largos trozos explicatorios, en los hermosísimos modelos que se hallaban allí sobre la mesa, el profesor; un doctor en leyes y miembro del superior tribunal de justicia de la provincia, otro grande politiquero, intervino y se nos contestó que para tanto no se había tenido tiempo.

Resulta, pues, que la instrucción que se da á la juventud en nuestros colegios es enteramente defectuosa.

Y peor, si cabe, es la instrucción que se da en las escuelas primarias.

No se despierta en el alumno el amor por las ciencias naturales y exactas.

Al contrario por los métodos mecánicos de enseñanza en vigencia, el alumno adquiere verdadero odio y repugnancia á estas ciencias, cuyo estudio además ofrece tan poco aliciente económico entre nosotros.

Por eso hemos abogado desde tiempo en La Agricultura por la enseñanza de la agricultura práctica en las escuelas primarias en el campo. Sería el único método de

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generalizar el amor para la naturaleza y para las ciencias naturales en las masas de la población.

Hoy por hoy no existe este amor, y la Comisión Investigadora de la langosta verá como fracasará completamente su obra, que ha iniciado con un cuestionario del que nadie hará caso.

El gobierno debería obligar á los profesores de historia natural en los colegios nacionales á hacer las observaciones. Pero en este caso las cátedras dejarían de ser gordas prebendas para rentar á los politiqueros partidarios de la situación, y esto es imposible!

Demócrata.Año: 1897 - Mes: Marzo - Número 219 - Páginas: 164 - 166

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DE LAS PROVINCIAS - SAN LUIS

Baja en los bienes raíces Falta de garantías para los propietarios — Pleitos seculares

San Luis, Marzo 15 de 1896.Señor Director de La Agricultura:Llaman la atención los precios bajísimos á que se están vendiendo los bienes

raíces en esta provincia y particularmente en esta ciudad.De las compra-ventas en los últimos dos meses anotamos, por ejemplo, los si-

guientes:Paula V. de Ávila á Lázaro Miranda, en La Capital, una huerta de árboles fru-

tales, con riego, 1.052 metros cuadrados, con ranchos, en 237,50 pesos moneda nacional.

Luis Satori á C. Xúñez, casa grande de azotea y 2.058 metros cuadrados, con parral y árboles frutales en el centro de la ciudad, en 12.000 pesos moneda nacional.

El Estado á Morales, en el pueblo de Santa Rosa, 6 hectáreas, 2.287 metros, terreno de regadío, en 173,20 pesos.

M. Ojeda á F. Gatica, buen terreno de pastoreo, sin agua, en Charloni, 134 hec-táreas, en 370 pesos.

W. Vila á A. Vila 674 hectáreas, en los Comedores (Tala), buen terreno de pas-toreo, en 1.600 pesos.

E. Barbeito á G. Hernández, un potrero alfado y de riego, en la ciudad, de 8.200 metros cuadrados, en 1,400 pesos.

F. Albornoz á J. Sanabria, id., id., 11.277 metros cuadrados, en 905 pesos.J. Gómez á J. Arguello la estancia Los Pedernales, en el Saladillo, con aguada,

650 hectáreas, en 1575 pesos.Sres. Fels por intermedio del Banco Hipotecario Nacional á M. Domínguez, una

estancia al Sud de Villa de Mercedes: 34.850 hectáreas, gran parte alfalfada, con sus enseres, en 101.818 pesos moneda nacional. (Esta estancia la tasan los expertos que la conocen en 250.000 pesos, á lo menos.)

Tales precios pagados por la tierra importan una ruina completa de los vende-dores y se explican solamente por el estado anormal por que pasa la provincia, pues los bancos de la Nación, Hipotecario Nacional y el de San Luis, están rematando muchos bienes que recibieron en garantía y por eso la oferta es enorme.

Pero la causa principal del bajo precio de la tierra debe buscarse en la ninguna garantía que el Estado presta á la propiedad raíz.

Comprar tierra aquí equivale á comprar una cantidad de pleitos, porque no existe un plano catastral y los límites y deslindes se hallan en un estado de la más espantosa confusión, en una anarquía completa, de cuya condición sacan pingüs beneficios los muchos procuradores y abogados que aquí existen.

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La provincia no posee más capital fijo que sus tierras. Y por ella se pelean los miembros de la clase alta.

La historia de San Luis es la historia de su propiedad raíz.

Hay pleitos pendientes sobre deslindes de tierras que datan desde el siglo XVIII, como el de Velázquez contra Barroso que data de 1726. Los hombres y las familias en el poder siempre se han aprovechado de sus prerrogativas para adquirir vas-tas tierras; de allí nacieron todas nuestras revoluciones, nuestras luchas políticas y nuestra miseria. No convenía á los mandones garantir la propiedad raíz por medio de un departamento catastral, porque temían que entonces no habrían de poder aumentar su capital, como lo habían hecho hasta ahora.

¡Cuántos actos de fuerza y arbitrariedades nos dientan los títulos de propiedad!

El fuerte despojó siempre al débil de lo suyo.

Los pleitos sobre deslindes, son innumerables aquí.

Don Darío David, propietario de La Toma, dicen que compró sus tierras ocho veces!

Por eso en los campos del Oeste, sobre la línea divisoria con Córdoba, las pro-piedades del lado cordobés se pagan á precios tres y más veces más elevados que los del lado puntano, siendo los campos exactamente de la misma calidad.

Si en vez de formar un Estado autónomo San Luis fuese un territorio nacional, estaría mucho más adelantado.

Puntano.Año: 1897 - Mes: Marzo - Número 220 - Página: 175

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POLÍTICA COMERCIAL

La Guerra de Tarifas

Es muy natural que todos los productores de lanas y los que tengan un interés directo en la exportación de este artículo estén disgustados y clamen por represa-lias, pidiendo que nuestro gobierno por su parte castigue la importación americana con derechos diferenciales, entablando de este modo la guerra comercial con aque-lla poderosa nación.

Pero medidas de esta naturaleza merecen prudente consideración y detenido examen antes de ponerse en práctica, pues las guerras aduaneras son espadas de doble filo muy peligrosas para quien las esgrime.

El derecho de 30 hasta 50 centavos que los yankees proyectan sobre la importación de las lanas, bien que favorecerá á los farmers, pues contribuirá á hacer subir la renta territorial, encarecerá notablemente la materia prima, de que necesita la industria lanera de aquel país, y por consiguiente, hará bajar el beneficio del capital industrial.

El derecho importa un 200 % más ó menos del precio término medio actual de las lanas, de que los Estados Unidos consumieron en el año pasado 503 millones de libras, siendo 231 millones próximamente importados de Rusia, Asia Menor é India Inglesa.

La industria lanera de los Estados Unidos ha tomado últimamente un incre-mento enorme. Los capitales invertidos en ella han aumentado (según North`s wool-book) de 68.866 millones pesos oro en 1860 á 338.231 millones en 1890 y se calculan en más de 360 millones en la actualidad.

Los treinta y tres millones de ovejas que existían el año pasado en los Estados Unidos valían apenas cincuenta y tres millones de pesos oro y daban tan sólo 272 millones de libras de lana, de un valor de 51.7 millones de pesos oro.

De estos números resalta evidentemente que si bien los nuevos derechos hallan el apoyo de los farmers, gravan pesadamente sobre la industria lanera, que está muy cerca de necesitar mercados extranjeros en que vender el exceso de sus pro-ductos, cuya cantidad ya supera la demanda interna.

Está próximo, pues, el momento en que allí estallará un grave conflicto entre los farmers y los manufactureros, organizados en un poderoso trust, que sabrá ha-cer valer sus intereses, íntimamente ligados con el libre cambio.

Creemos, pues, que los nuevos derechos tendrán poca duración, y tal vez por eso no vale la pena de tomar medidas de retorsión.

Pero sobre todo hay que meditar bien en qué forma pudiéramos tomar tales medidas sin causar irreparables daños á nuestra producción y á nuestra población productora.

Imponer derechos aduaneros sobre la maquinaria agrícola americana equival-dría á acabar con nuestra agricultura, pues en la situación desesperada en que se hallan nuestros colonos actualmente esta medida sería para ellos el golpe de gracia.

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Necesitamos absolutamente de la maquinaria americana, que para las condi-ciones de nuestra producción es la más conveniente en todo sentido.

Es muy bella la idea de favorecer la industria nacional con medidas proteccio-nistas de varios géneros; pero ¿cuántos años no pasarán hasta que esta industria sea capaz de proveer á nuestros agricultores con las maquinas que les hacen falta, principalmente considerando que no poseemos criaderos explotables ni de carbón ni de hierro?

No hay, pues, que pensar en derechos de importación sobre maquinaria agríco-la americana.

Nos queda, pues, el kerosene americano, sobre el que podríamos cobrar dere-chos de importación más elevados.

Pero, ¿qué mal resultaría á los americanos por esta medida?

Hemos importado las cantidades siguientes de kerosene:

Los 4.13 millones de habitantes de la República han consumido en el año pasa-do cada uno 7,57 litros de kerosene valor de 0.23 $ oro, y se ha cobrado 0.015 $ oro de derechos por litro, ó sea un 50 % sobre su valor.

De estos números se deduce que el kerosene se ha hecho un artículo de consu-mo de absoluta necesidad para la población del país, y que su encarecimiento im-portaría un nuevo gravísimo recargo para el consumidor, un castigo muy doloroso para las grandes masas de la población ya tan gravadas con impuestos.

Los americanos exportaron en 1895 por valor de 50.842.983 $ oro de kerosene, de cuya cantidad nosotros hemos importado tan sólo 929.858 pesos oro, ó sea un 1,82 por ciento, ó menos, es decir una fracción tan insignificante, que si fuera posi-ble reducirla á la nada, los americanos apenas lo sentirían.

Serían, pues, los habitantes de la República Argentina los que sufrirían dura-mente por la medida de retorsión y no los americanos.

Se abriga por parte de muchos buenos patriotas la esperanza de que dificultan-do la importación del kerosene se fomentaría la producción nacional, promoviendo la explotación de los criaderos de petróleo que existen en el territorio de a República y sobre los que tanto se ha escrito y hablado.

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Sobre el petróleo de Mendoza el geólogo doctor Zuber ha publicado una obra. Fué traído de Europa este señor para dirigir los trabajos de la sociedad de petróleo de Cacheuta, y declaró que había descubierto diez millones de metros cúbicos de este combustible.

También el Dr. Hauthal opinaba que había allí una gran riqueza, pero no se alcanzó á sacar ni cinco mil metros, cuando los pozos se agotaron y la empresa fra-casó.

Sobre los manantiales de Jujuy, el Dr. Brakebusch dió informes muy favorables, pero con estas cantidades inmensas de petróleo parece que sucede lo mismo que con las cantidades ilimitadas de carbón, que dicho sabio dijo había descubierto en La Rioja, donde las costosas perforaciones practicadas en los puntos indicados por el descubridor no dieron resultado alguno, exactamente como lo habían previsto los mineros conocedores de la formación geológica que se iba á perforar, y más aún del sistema de especulación á que obedecía la empresa.

En los tomos II, III y IV de La Agricultura se hallan varios artículos sobre este asunto.

Si existen ó no fuentes de petróleo explotables en el territorio de la República, no se sabe todavía. Aunque en Jujuy se descubriera la materia prima para producir el kerosene, ¿cuánto costaría éste puesto en el litoral en los puntos en que se con-sume?

Por medio de derechos prohibitivos de importación sobre el kerosene america-no no se causaría, pues, daño alguno á los yankees, pero sí un perjuicio enorme á las grandes masas de nuestra población nacional, encareciendo la vida y por eso mismo elevando más aun los precios de costo de los productos que exportamos.

Nos parece que la política comercial fundada sobre una guerra de tarifas con los Estados Unidos no responde á los verdaderos intereses del país en estos momentos, tanto más que las nuevas tarifas no nos perjudican tanto como á otras naciones, por ejemplo, á la Rusia, India y Turquía, que exportaron el año pasado, un valor en la-nas de 43.890.000 $ *o á los Estados Unidos, ó sea siete veces tanto como nosotros.

La vuelta á las tarifas de Mc’Kinley, por parte de los Estados Unidos, no dejará de producir un profundo electo en Europa, y provocará allí medidas enérgicas de retorsión. Es muy fácil que ahora reviva el proyecto de una liga aduanera centro europea en que, con excepción de Rusia, entren todos los estados del continente europeo, con Francia ó sin ella, cuya liga representaría una de las cuatro grandes divisiones económicas del mundo que hace tiempo se vienen preparando, siendo las otras tres: Rusia con sus dependencias asiáticas; Inglaterra con sus colonias, y los Estados Unidos con todos los países de la liga panamericana.

Qué actitud nos convenga adoptar en medio de esta grandiosa lucha económica que se está preparando, es un problema de importancia vital para nosotros.

Lo más peligroso en materia de política comercial, es dejarse arrastrar por las impresiones del momento.

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Los derechos de importación sobre lanas creados en los Estados Unidos, impor-tan un gravísimo error, que hallará su pronto correctivo tanto en aquel país mis-mo como por las represalias que todas las otras tres grandes regiones económicas del mundo: Inglaterra, Rusia y Europa central han de tomar inmediatamente, y la nueva fase en que entró la guerra internacional de tarifas, acelerará notablemente la formación de las grandes divisiones económicas, del mundo, ante las cuales se borrarán paulatinamente las divisiones nacionales tal como existen ahora.

No somos partidarios del panamericanismo incondicional.

- Muy lejos de esto.

Hemos de dedicar aún algunos artículos especiales al estudio del panamerica-nismo, uno de los nuevos elementos económicos más interesantes de la sociedad moderna.

Pero asimismo queremos levantar nuestra voz de alarma para que llegue á los oídos de nuestras autoridades llamadas á tomar la iniciativa en el asunto, hacién-doles ver que hoy en día, en materia de política comercial, hay que darse cuenta exacta de la evolución general económica que se está verificando en el; mundo entero rápidamente.

Detrás de las nuevas tarifas de Mc’Kimley se está levantando el grandioso pro-blema de la nueva división del mundo, en bien circunscriptas regiones económicas, que tal vez concluirá pronto con la división actual en nacionalidades que siguió á la división medieval por religiones, ya reformadas paulatinamente desde el nacimien-to de la sociedad burguesa en el siglo XVI, según los intereses de la producción de cada región.

¿Debemos en las luchas económicas que se están anunciando colocarnos sobre un punto neutral é independiente?

¿Podremos conservar esta neutralidad é independencia?

Y en el caso que así no sea, ¿á cuál de los cuatro grandes grupos económicos nos convendrá adherirnos?

Se ve, pues, que el problema es complejo y requiere un serio estudio.

Demócrata.Año: 1897 - Mes: Abril - Número 222 - Página: 191

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LAS SOCIEDADES DE AGRICULTURA EN LOS ESTADOS UNIDOS

Todo lo concerniente á los Estados Unidos es del mayor interés actualmente, porque la cuestión de las nuevas tarifas aduaneras de Mackinley no ejercen sola-mente gran influencia sobre nuestras relaciones comerciales con aquella Nación, sino que nos obliga á tomar posiciones bien definidas en el campo de la política comercial, movida por fuerzas que no podemos dominar sino hasta cierto punto solamente, y sobre cuyo carácter é intensidad es preciso que nos demos cuenta de un modo claro y positivo.

Sabido es que en los Estados Unidos los agricultores, ó farmers, exaltados por la baja de los precios de todos los productos del cultivo y de la ganadería, han entrado en un movimiento muy activo, con el fin de mejorar su situación dificilísima.

Este movimiento ofrece aspectos muy curiosos é interesantes del punto de vista sociológico, pues en él se refleja, más que en ningún otro, la desesperación de la clase media ó de la pequeña burguesía, ante los efectos desastrosos que para sus miembros tiene el rápido desarrollo del sistema y de la producción gran capitalista, que allí más que en ninguna otra parte está arruinando la pequeña propiedad, tanto más que, libre del todo de las trabas que las antiguas tradiciones históricas en Eu-ropa oponen al rápido desenvolvimiento del capitalismo moderno, el gran capital procede sin ambajes y sin necesidad de consideraciones humanitarias y morales de ningún género, sin necesidad de la hoja de vid, tras de la cual el capital europeo se ve obliga á ocultar hipócritamente sus acciones más feas, para no chocar abiertamente con las prescripciones antiguas del código de la moral burguesa.

Los farmers en los Estados Unidos forman todavía una clase social muy nume-rosa y poderosa, pues según el último censo su número importaba el 9,39 por ciento de la población total (contra 2,02 por ciento en Alemania); y ellos poseían los 24,57 por ciento de t da la riqueza nacional.

Los cuatro y medio millones de farmers propietarios en los Estados Unidos son muy activos en política, y si el éxito dependiera puramente del número de miembros que cuenta una clase social, los farmers dominarían allí, y sus intereses determinarían la marcha de la cosa pública en todo sentido; pero como sucede á los miembros de la pequeña burguesía en todas partes del mundo, ellos están divididos en un gran núme-ro de sociedades y de sectas que á menudo se hostilizan y odian, estando de un lado aquéllas que defienden los intereses de la gran propiedad rural y la explotación intensi-va gran capitalista, y del otro las demás que representan los intereses del pequeño cul-tivo y de la propiedad chica, que se halla actualmente en una situación muy precaria.

Los alcances de los miembros de esta clase en materia sociológica son extraor-dinariamente reducidos. Cada grupo y cada sociedad de éstos tiene su programa (platform), en que las ideas más reaccionarias, retrógradas y rancias, las utopias más descabelladas y fantásticas están representadas de mil modos diferentes. Na-turalmente, todos sostienen principios democráticos y republicanos, pero según cada sociedad se inclina más á defender las teorías radicales ó socialistas, ó propen-

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de más bien á entrar por los principios capitalistas puros; los ídolos políticos de esta gente: liberty, self-government, fregóte y peoples-right, etc., hallan las interpretaciones más contradictorias, según sean influenciados por la posición ó la clase social á que pertenecen los miembros de cada una de ellas.

Una particularidad americana son las sociedades secretas (Secretorders), que á más de los intereses de los farmers sostienen principios filantrópicos, muy inofensi-vos, amalgamados con algo de teorías económicas sobre armonía social,crédito real, cooperación y socorro mutuo.

Una sociedad muy importante es la Order of Patrons of Husbandry (orden de los protectores de la agricultura), generalmente llamada la granja (Grange), fundada en 1867, que en Noviembre de 1896 contaba con 153.120 miembros y marcha al frente del partido proteccionista y del padrón doble.

De la Northern Alliance se separó la Southern Ailiance porque aquella admitía gente de color en su seno y dejó de ser una orden secreta. Los farmers de color constituye-ron aparte la Colorea Farmers Alliance con un programa filantrópico y moralizador.

Todos los Alliance son partidarios de la libre emisión de billetes hasta la cantidad de 50 pesos oro por habitante y del crédito gubernativo en favor de los farmers. La Michigan Alliance pretende que este crédito sea exento de intereses, porque el Estado gana un 10 por ciento por la pérdida de billetes que nunca vuelven á presentarse para su conversión, y hasta un premio se pide que debía pagar el Estado á los farmers á quienes presta. Muy generalizada está la exigencia de que el Estado preste á los far-mers sobre productos y por warrants. Se ha presentado en el Congreso un proyecto de ley que determina que en cada condado que produce anualmente de 500.000 pesos oro arriba en cereales, algodón y tabaco, el gobierno nacional haga construir grandes mercados de frutos, ó elevadores, en que se hagan á los agricultores anticipos ó prés-tamos del 80 por ciento sobre el valor de los productos que en ellos vayan depositando para venderlos. Se calcula que si se sancionase este bill, tendría el gobierno que cons-truir unos 800 de tales mercados y emitir 320 millones de dollars en warrants.

El proyecto esta calcado evidentemente sobre la idea de la famosa Sociedad de la Exposición perpetua de P. I. Proudhon, socialista que entre muchos farmers americanos goza de vivas simpatías. Tiene mucha razón, pues, el arzobispo Irland, de Chicago, cuando declara que en un vasto círculo de la población americana está bien preparado el camino que lleva al anarquismo.

Todas las sociedades de farmers—con excepción de la Grange—piden la expro-piación de los ferrocarriles y su explotación por el Estado. Varias piden una ley que prohíba que los extranjeros puedan adquirir bienes raíces.

Contra los sindicatos (Trust), se va acentuando un movimiento hostil, y todas las Alliances piden que sea prohibida la especulación sobre los medios de subsisten-cia y los negocios á plazos (dealing in options and futures).

La mayor parte de las sociedades son partidarias nominales de la templanza ó lo han sido antes, pero no prohíben a sus socios tomar bebidas alcohólicas.

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En 1873 se fundó una liga de un gran numero de sociedades de farmers bajo el nombre de National Farmers Alliance, que en 1889 obtuvo mayor importancia, y defendía el libre cambio, pidiendo la abolición del sistema de los bancos nacio-nales, libre acuñación de la plata, etc. Esta liga se refundió en 1895 en la Peoples Party (partido popular), que adoptó el mismo programa, agregando la contribución progresiva sobre la renta; elección directa del presidente del vicepresidente y de los senadores y de expropiación de los ferrocarriles y telégrafos.

Este partido tomó parte por primera vez en las elecciones de electores de pre-sidente en 1892, reuniendo á favor de su candidato Weaver 1 millón 40.600 votos contra 5.172. 343 á favor del demócrata Cleveland.

El en último congreso este partido estaba representado por 10 diputados y 3 senadores.

En noviembre del año pasado, los populistas como llaman a los partidarios de del People`s Party, votaron a favor del candidato democrático y platista Bryan que consiguió 6.499.365 votos á su favor, contra 7.123.234 que se dieron á favor del re-publicano orista y proteccionista Mackinley.

Para ganarse el apoyo de los farmers y populistas, el nuevo presidente acaba de hacer votar el derecho de importación sobre las lanas. Pero logró su objeto tan sólo parcialmente, pues muchos populistas declaran que ningún beneficio resulta a los pequeños propietarios de la medida tomada, sino solamente á los grandes capita-listas. Se nota por eso una excisión en el partido, pues los elementos más radicales se inclinan á pasar más bien al campo de los socialistas cuyo candidato Matchett obtuvo 16.016 votos en Noviembre del año pasado, contra 5.916 en 1893.

La clase de los farmers en los Estados Unidos se halla en una situación muy difícil por la enorme cantidad de deudas hipotecarias que han contraído durante los últimos treinta años, y más aún por la gran baja que los precios sufrieron los últimos diez años.

Saben los farmers que la actual suba de los precios del trigo y de algunos otros productos más es puramente momentánea y que con la primera buena cosecha general tendrá que venir una reacción que agravará su situación de un modo muy funesto.

Las represalias que los países europeos tomarán contra la suba de la tarifa ame-ricana, obligará á los agricultores á abaratar más aún la producción y trabajar por menor salario, es decir, llevar una vida más pobre sacando menor beneficio de su trabajo.

La desesperación llevará al fin el partido de los pequeños farmers que forman la gran mayoría, á pasar del todo al campo de los librecambistas y tal vez luego á las filas del socialismo.

El arzobispo Sr. Irland ha escrito sobre este tema un importante artículo en forma de pastoral, en que expresa lo temores que á este objeto abriga.

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La evolución de los Estados Unidos se hace tan rápidamente, que en pocos años más las cosas habrán cambiado allí más de lo que la mayor parte de la gente cree posible. El número de habitantes aumentó en treinta años, en un 99 por ciento, pero es de los farmers en 123 por ciento, el de su fortuna en 100 por 100 y la produc-ción del 704 por ciento.

Mucho más rápidamente aumenta la industria sobre que trataremos en otro artículo.

La siempre creciente miseria del farmers americano es un argumento impor-tantísimo en la sociología moderna y de considerarse debidamente al fijar los rum-bos de nuestra política comercial.

DemócrataAño: 1897 - Mes: Abril - Número 223 - Página: 206

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LA INDUSTRIA EN ESTADOS UNIDOS

En momentos en que la República Argentina se prepara para tomar posiciones definitivas sobre el campo de las grandes luchas internacionales de política comer-cial, es menester conocer á fondo los diferentes partidos y las fuerzas económicas que accionan en esta lucha. Ya hemos dicho que se están formando cuatro grandes divisiones del mundo, determinadas por sus intereses económicos correspondien-tes, que son:

Rusia con una gran parte de la China.

Inglaterra con sus colonias y anexos.

Los estados del continente europeo Occidental.

Los Estados Unidos con sus tendencias panamericanas.

A estas habría que agregar por ahora:

El Japón.

La Agricultura ha publicado desde su fundación numerosos datos sobre el de-sarrollo de cada una de estas divisiones, y como el panamericanismo nos atañe di-rectamente, debemos estudiar con preferencia los movimientos y los adelantos que realizan los Estados Unidos.

Como Nación puramente agrícola y ganadera, nos hemos presentado en el mer-cado universal como competidores de los yankees, pues tanto ellos como nosotros hemos producido y estamos produciendo grandes cantidades de las mismas mer-cancías pastoriles y agrícolas para las cuales ni ellos ni nosotros contamos con con-sumidores suficientes en el país mismo, y ambos hemos tenido necesidad de cam-biar estas mercancías, materia prima para las industrias europeas, por los artefactos de las grande industria extranjera.

Hemos sido y somos, pues, todavía competidores, ó sea antagonistas, entre cuyos intereses materiales no existe solidaridad alguna entre los otros partidos, que representan nuestros clientes comunes.

Pero esta relación mutua entre nosotros y los yankees se va transformando rá-pida y radicalmente conforme se va estrechando la íntima unión del Norte á un país industrial, que diariamente consume más víveres y más materia prima, y produce mayor cantidad de artefactos, á tal punto, que la producción yankee conforme va hallando consumidores para sus mercancías agrícolas y pastoriles en el propio país, necesita de día en día más importar materia prima y exportar los artefactos de su industria, que esta tomando un vuelo gigantesco, jamás visto.

El aumento de la exportación de productos industriales americanos forma uno de los fenómenos más extraordinarios del siglo XIX, pues en él se expresa la enor-me energía de la evolución económica del mundo, que se efectúa de un modo tal, que se van desequilibrando completamente las potencias económicas que han sos-tenido, movido y animado el organismo social del mundo desde el principio de la sociedad burguesa.

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Con razón todas las naciones civilizadas se agitan ante el desarrollo de la in-dustria americana, y se alarman con cada medida nueva tomada por el gobierno en Washington para fomentar más aún esta producción de artefactos, que no sola-mente va emancipando a los Estados Unidos de la producción y del capital europeo, sino que le va disputando los mercados de la América Central y del Sud cada día con mayor éxito.

En 1892 se exportó un valor de 152.397.392 pesos oro en productos de la in-dustria, y en 1895 este valor había subido á 201.152.771$ oro. El aumento importa, pues, el 32 por ciento en tres años!

Ningún país á desarrollado su exportación tan rápidamente. Alemania, de cu-yos progresos se hace tantos elogios hoy en día, mucho más de lo que la cosa vale en realidad, aumentó en los mismos años la exportación de sus artefactos tan solo en 11,81 por ciento, y los demás países en mucho menos aún.

Según el estadístico W. C. Ford, la exportación de los principales artículos de la industria americana fué como sigue:

En los treinta años de 1800 hasta 1890 el valor de los artefactos producidos subió de 1.886 millones á 9.372 millones de pesos oro, es decir, en 397 por ciento, cuando la población aumento tan sólo en 99 por ciento.

El número de fábricas aumentó en este mismo tiempo en 153 por ciento y el importe del capital invertido en ella en 546 por ciento.

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En número de los obreros ocupados en la industria subió de 1.311.000 á 4.713.000, es decir, en 259 por ciento, y los salarios pagados de 379 millones á 2.283 millones, ó sea en 503 por ciento.

En la misma época la producción de hierro subió de 821 mil á 9.203 millones de toneladas, es decir, en 1.021 por ciento, y las de rieles aumentó en 930 por ciento.

El valor de los productos de la cerámica aumentó en 3.343 por ciento, el de la elaboración de la seda en 1.226 por ciento, el de los productos químicos en 1.161 por ciento y el de la tipografía en 787 por ciento.

Una clara idea de la asombrosa actividad de aquel pueblo se obtiene dividiendo la fuerza total empleada en la producción y el transporte de mercancías por el nú-mero de habitantes. Resulta entonces que en 1820 á cada yankee le tocaban 1.842 unidades de caballo (de 75 kilogramos-metros) y en 1895 este equivalente de la fuerza aplicada al trabajo había subido á la cantidad de 7.598 unidades de caballo!

No es lugar este para extendernos sobre el significado sociológico de estos nú-meros; no haremos más que llamar la atención del lector sobre ellos y agregaremos que en el último año los números correspondientes á los demás países, son: Gran Bretaña 6.070; Francia 3.758; Alemania 3.724; Austria 2.312; Italia 1,567 unidades de caballos.

El valor de los productos de la manufactura aumentó en treinta años tres veces más que el número de los habitantes.

El salario medio pagado á cada obrero subió en la misma época de 289 á 485 $ oro, es decir, aumentó en 67,81 por ciento, en cuya proporción aumentó el costo de vida de la clase obrera, y en general el de la población entera. Resulta, pues, que el valor de productos disponibles para ser exportados aumenta en término medio 9 por ciento por año, número que concuerda bastante bien con el de 32 por ciento en tres años deducidos de los datos de Mr. Ford.

La exportación americana aumenta, pues, tres veces tanto como la alemana.

Conociendo todos estos datos, se comprende que los yankees tienen forzosa-mente que asegurarse los mercados extranjeros para sus productos, y que no está lejos el momento en que tengan que presentarse en los mercados como comprado-res de materia prima en grande escala.

Necesitarán nuestros cueros, lanas, cerdas, nuestra semilla de lino, etc., ne-cesariamente; y nos pagarán con madera, aceites, máquinas, géneros, carbón etc., con cuyos artículos nos pueden proveer á precios muy cómodos; de modo que, su-poniendo que la organización actual de la producción y del comercio, sobre todo las condiciones de la competencia internacional, sigan subsistiendo aún durante muchos años, lo que parece probable, creemos seguro que hemos de entrar forzosa-mente en relaciones comerciales íntimas y muy activas con la gran Nación america-na, de la cual podemos aprender mucho.

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La cuestión actual de la tarifa tiene una importancia mínima para nosotros, comparada con las que pronto tendrán que adquirir nuestras relaciones comerciales con aquél país.

Una vez que los yankees necesiten de nosotros para vendernos los productos de sus industrias, buen cuidado tendrán de concedernos facilidades para la importa-ción de nuestros frutos á sus mercados.

Tiempo al tiempo.

Demócrata.Año: 1897 - Mes: Abril - Número 224 - Página: 220

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EL FERROCARRIL GRAN OESTE ARGENTINO

Sanjuaninos, mendocinos y puntanos, todos juntos, se han puesto en guerra abierta contra el ferrocarril Gran Oeste Argentino y atacan á esta importante com-pañía por causa de sus tarifas elevadas, que ocasionan tan enormes perjuicios al desarrollo económico de aquellas provincias, ó mejor dicho, que aplastan la produc-ción y el comercio de Cuyo, al punto de que el desenvolvimiento de las potencias productoras de aquellas lejanas comarcas es cosa casi imposible.

De año en año se van acentuando más las protestas que los cuyanos levantan contra ese ferrocarril, y vale la pena examinar las condiciones y la naturaleza del problema, para que el país se de cuenta de la necesidad de resolverlo.

El dicho ferrocarril fué trazado en 1871 por la empresa del Sr. Angel G. de Elia, y los trabajos fueron ejecutados por los ingenieros A. Huber, W.Hirnschrodt, A. Seels-trang. y A Fourmente, asistiendo á ellos el ingeniero nacional D. Carlos Stegmann.

Desde un principio se han levantado voces contra la traza tal como fué fijada entonces, y se hizo ver el inconveniente que había de dar la vuelta desde Villa de Mercedes por San Luis á La Paz con sus grandes pendientes, y muy considerables obras de tierra, pudiendo llevarse una línea casi recta, pasando al Sud de la laguna Bebedero sobre un terreno poco accidentado entre los dos puntos mencionados, á que San Luis se hubiese unido por un ramal.

La empresa mandó entonces en Agosto al ingeniero Carlos Christiernson, acompañado del ingeniero nacional Pedro Peterson, para rectificar y continuar los trabajos dé la traza; pero las modificaciones que se hicieron fueron insignificantes, y en Noviembre quedó la traza definitivamente fijada hasta San Juan.

Sobre la base de esta malhadada traza se funda la ley del 5 de Noviembre de 1872, que autoriza al P. E. para contratar la construcción de la línea desde -Río Cuarto á San Juan, presupuestada en 17 millones de pesos fuertes.

En 1875 quedó concluida la línea de Río Cuarto á Villa de Mercedes, construida por I. S. C. Rogers y Cia, bajo la dirección del ingeniero Federico Ritz, quien descu-brió las plantas fósiles de la Vizcachera de Lampacho, cuyo hallazgo dió lugar á la famosa perforación en busca de carbón de piedra en aquel punto. (Véase La Agri-cultura, II, 385.)

Una ley del 10 de Octubre de 1879 autorizó la prolongación á San Juan, trabajo llevado adelante por el ingeniero nacional G. Villanueva sobre el trazado de Elia, y la línea fué inaugurada el 25 de Abril de 1885, aunque la mayor parte de las obras eran provisorias y se ha tenido que gastar después ingentes sumas en la línea, que se hallaba en malísimo estado.

El 21 de Enero de 1887 el gobierno, convencido de las enormes dificultades de la explotación, vendió la línea en 12.312.000 pesos oro á I. E. Clark, quien la transfirió en 14 de Junio del mismo año á la sociedad actual, cuyo capital invertido asciende á 18.925.000 pesos.

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Las quejas del público sobre las tarifas son justificadas, pero hay que considerar las enormes dificultades que se oponen al tráfico, debido á las grandes pendientes y múltiples curvas en el trecho desde Villa Mercedes á La Paz para comprender que la sociedad actual no puede menos que cobrar fletes elevados para cubrir sus enormes costos.

La línea sube desde Villa Mercedes 159 metros á Fraga. De allí sube al Alto del Alambre y baja á la Estación del Alto Grande que está á 32 metros más bajo que Fraga.

De allí sube la línea 320 metros á la Cumbre del Alto Grande, para bajar en se-guida 240 á San Luis y otros 280 al Balde, subir 182 al Alto Pencoso y bajar otra vez 164 al Desaguadero, haciendo innumerables curvas en todo este trayecto.

Al observar el trabajo que efectúan las espléndidas locomotoras de Beyer, Pea-cock y Ca al arrastrar un simple tren de unos cuarenta ejes, ó sean unas 120 tone-ladas netas de carga desde el Balde al Alto Grande, elevando este peso 520 metros en la vertical, se comprende que es absolutamente imposible que esta línea pueda alguna vez satisfacer las exigencias del comercio y de la producción de Mendoza y San Juan, y que es una cuestión de vida ó muerte para estas provincias conseguir otra línea férrea para su servicio, línea nueva mejor trazada y mejor construida, cu-yos gastos sean menores que los de la actual.

Se ha objetado contra la construcción de una línea directa de La Paz á Villa Mercedes, pasando al Sud del Bebedero, sobre cuya traza no existen las dificultades y declives como sobre la línea actual por San Luis, que no se ha hallado agua pota-ble suficiente para las necesidades de la explotación.

Pero mientras tanto, ningún estudio formal se ha hecho en este sentido. Basta ver la situación topográfica de los Baldes en Fraga y el Alto Grande en donde se hicieron excavaciones de más de cien metros de hondo sin resultados, para com-prender qué clase de hidrógrafos han dirigido estas obras.

Convendría que el gobierno mandara hacer un estudio hidrográfico serio en la región del bajo Desaguadero, en La Esquina y sobre el terreno de allí al Este en bus-ca de fuentes subterráneas, con el fin de facilitar la construcción de una línea nueva directa de La Paz á Villa Mercedes, para por medio de ella dar vida y desahogo á la producción mendocina y sanjuanina.

Cada sacrificio hecho en este sentido sería bien retribuido por el desarrollo de aquellas provincias andinas, que bajo las condiciones actuales están condenadas á no progresar jamás, porque con los fletes actuales no pueden ya combatir con los vinos del litoral ó los importados á Buenos Aires.

En San Luis se opondrá un grupo de politiqueros y propietarios de tierras situa-das sobre la vía actual á un cambio de la línea.

Fué precisamente en consideración de que estos señores tenían sus quintas y tierras de regadío en la orilla Norte de la ciudad de San Luis, que se resolvió llevar la línea férrea por allí, pues tanto en 1871 al fijarse la traza, como en 1879 al iniciarse

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la construcción, fueron estos mezquinos intereses personales los que determinaron la construcción de las obras.

Bien dijo el general Roca en aquella época que él en su carácter de jefe de un partido político se consideraba como el gerente de una casa de comercio cuyos in-tereses tenía que cuidar.

Todas las razones técnicas y económicas que entonces se alegaban contra la traza y la construcción de la línea, no han podido influir en el ánimo de los gober-nantes á la par de los intereses particulares de cinco ó seis prohombres de la situa-ción social y política en San Luis, y los diarios mismos de la capital han rehusado publicar los artículos que en contra de la traza de Elia les fueron enviados en 1879.

Los ricachos de San Luis han perseguido á todos aquellos que se atrevían á opinar como no les convenía a ellos. La lucha actual es la consecuencia de aquella imposición político-social.

Cuyano.Año: 1897 - Mes: Abril - Número 225 - Página: 233

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EVOLUCIÓN INDUSTRIAL

La Fabricación de Rieles

La disolución del sindicato de los fabricantes de rieles en los Estados Unidos, está agitando el mundo entero por las circunstancias especiales que la acompañan.

Al frente de aquel sindicato se hallaba el famoso Cornegie, llamado el Rey del acero, dueño de los célebres talleres de Monongahela y otros más cerca de Pitts-burgh en Pennsylvania, cuyos obreros hicieron en 1894 aquella famosa huelga para cuya sofocación fue necesario movilizar todas las milicias del estado, y en que se derramó tanta sangre.

El sindicato abrazaba todas las grandes fábricas en los Estados Unidos y estaba vendiendo últimamente la tonelada de rieles en 28 pesos oro.

Ahora Cornegie se separó del sindicato y se asoció con el famoso Rockefeller, el Rey del petróleo, dueño de las mejores minas del mundo de mineral del hierro, y los dos unidos, aprovechándose de un nuevo invento hecho por un obrero de los talle-res de Cornegie, venden la tonelada de rieles de acero en 16 pesos oro.

El precio del costo se calcula en los Estados Unidos en 15 pesos, pero el nuevo invento permite á Cornegie fabricarlos por 12 pesos, de modo que nadie puede com-petir con él, y aún en Inglaterra y Alemania ofrece este artículo a precios tan bajos, que los laminadores de aquellos países no pueden ya luchar.

Sobre la cuestión de las mina de Rockefeller, La Tribuna de Chicago escribe lo siguiente: << Rockefeller, el presidente de Standard-Oil Trust, el hombre más rico en los Estados Unidos hoy día, compró primero las minas de hierro del Lago Superior y después el famoso criadero de Mesaba Range cerca de Duluth (véase La Agricultura, II, 529), en que el mineral de hierro en inmensa abundancia no se ne-cesita sacar completamente con palas de la superficie de la tierra y cargarlo en los vagones del ferrocarril.

Desde 1895 el mismo millonario se hizo dueño de una flotilla de buques que llevan el mineral de Duluct á los puertos del Lago Erie y á las grandes fundiciones y talleres de su socio Cornegie.

Tal es la abundancia y la baratura de las minas de Rockefeller, que muchas de las famosas minas de Michigan y Minnesota han tenido que suspender la explota-ción, quedando muchos miles de obreros sin trabajo.

Ahora está la nueva razón social Cornegie-Rockefeller extendiendo notable-mente sus talleres, y acaban de hacer fuertes contratos con el Japón y Australia para proveerles con los rieles que necesitan.

En Inglaterra hay una gran alarma entre los fabricantes de hierro y acero por estos motivos, y el sindicato respectivo en Alemania ha iniciado trabajos para hacer que el gobierno imperial grave aún más la importación de los susodichos artículos.

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De todos modos están los Estados Unidos en la actualidad provocando una revolución económica inmensa en el mundo, revolución que forzosamente tendrá que producir consecuencias de la mayor importancia y que se harán sentir en todas partes.

Al paso que vamos el siglo no se acabará sin que se haya transformado muy radicalmente el orden vigente.

Estamos en plena revolución económica, la más colosal que el mundo haya vis-to, y la corriente nos arrastrará a todos con vertiginosa velocidad a un nuevo orden de cosas y á una diferente organización social, á una síntesis superior económica y social, en que las potencias productoras del hombre serán centuplicadas.

DemócratraAño: 1897 - Mes: Abril - Número 225 - Páginas: 236 - 237

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LA RIQUEZA EN ESTADOS UNIDOS

SU DISTRIBUCIÓN

Según el censo de 1890, el total de la riqueza nacional de los Estados Unidos importa unos 66.000 millones de dollars.

En la revista Political Science Ruarterly, que se publica por el Colombia College, de Washington, esta riqueza está distribuida del modo siguiente:

I.) 71 por ciento de ella la poseen 1.096.265 familias ricas, de las 12.690.152 que existen en aquel país, es decir, 9 por ciento de todas las familias existentes son propietarias de 71 por ciento de toda la riqueza, ó sea de 46.860 millones de dollars.

II.) Entre este 9 por ciento de familias ricas hay 4.047 que poseen más de un millón de dollars cada una. Estas son, pues, familias millonarios, y juntas poseen 12.000 millones de dollars. Las familias millonarias representan, pues, tan sólo el 3 por ciento de la totalidad y poseen el 18,19 por ciento de toda la riqueza del país.

III.) 29 por ciento de la riqueza del país la poseen los 91 por ciento restantes de las familias o sean 11.593.887. Estas familias se dividen en 9 grupos, según su fortuna, á saber:

1° 1.400.000 familias de agricultores que poseen por término medio unos 150 dollars cada una. Estas poseen juntas unos 216 millones de dollars.

2° 752.700 familias de agricultores que poseen unos 5.000 dollars, pero deben más de la mitad de este valor. Poseen juntas unos 1.360 millones de dollars.

3° 1.756.440 familias de agricultores que no deben nada y poseen unos 8.000 dollars cada una, ó sean juntas 5.309 millones. Hay, pues, unos 3.309.140 familias de agricultores que poseen unos 6.885 millones de dollars, pero deben más de 2.250 millones.

A la población urbana pertenecen los grupos siguientes:

4o Viven alquilando habitaciones unos 5 millones 159.196 familias proletarias que poseen unos 500 dollars cada una, ó sean juntas 2.580 millones.

5° En casa propia viven 720.618 familias proletarias. Pero éstas deben tanto que toda su fortuna se reduce á 142 millones.

6º Hay, además, 1.764.273 familias que, sin deber, poseen unos 7.000 dollars cada una. Resulta, pues, que existen:

6.598.714 familias proletarias, ó sea el 52 por ciento;

4.995.173 familias de la clase media, ó sea el 30 por ciento;

Y 1.096.265 familias ricas de la clase alta, ó sea el 9 por ciento.

Estos resultados demuestran hasta qué punto ha llegado la concentración de las riquezas y de los capitales en los Estados Unidos.

La propiedad de la tierra se reparte del modo siguiente:

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4.369.527 familias, ó sea un 34 por ciento, poseen bienes raíces libre de deudas hipotecarias.

1.695.890 familias, ó sea el 14 por ciento, poseen bienes raíces hipotecados; y 6.623,735 familias, ó un 52 por ciento, no poseen bienes raíces ningunos y viven alquilando habitaciones ó tierras.

Considerando que de los 34 por ciento de propietarios que nada deben, tan sólo un 9 por ciento son familias ricas y 25 por ciento pertenecen á la clase media, se debe concluir que la situación de los propietarios de tierras, en general, no es satisfactoria, y que la proletarización de la clase media se va llevando á cabo con bastante rapidez.

El próximo censo lo mostrará así.

Demócrata.Año: 1897 - Mes: Mayo - Número 227 - Página: 274

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DE LAS PROVINCIAS - SAN LUIS

El bochinche puntano - La víctima de siempre - Los cuatreros en auge Pobreza, ruina é injusticia

San Luis, Mayo 15 de 1897.

Señor Director de La Agricultura:

Quicquid delirant reges, plectuntur Achivi!

«Cualquiera que sea la razón por que los reyes se enfurecen, siempre son los pueblos los que salen castigados», ha dicho Horacio, y los puntanos sienten ahora la verdad del dicho.

Nuestros políticos, que son los reyes y tiranos de ahora, se rompen mutuamen-te la crisma peleando por el botín, pero son los productores, los que trabajan, los que pagan los platos rotos y la boda entera.

Los trastornos políticos los aprovechan los cuatreros para saquear las estancias y las autoridades nada hacen para contenerlos; al contrario, son ellas mismas las que dan carta blanca á los bandidos para que hagan de las suyas, como se despren-de de las notas cambiadas entre el estanciero Sr. Cleofes Domínguez y el juez del crimen.

La provincia de San Luis ha tenido siempre fama como guarida de cuatreros.

El famoso Guayama vivió durante más de veinte años en su puesto del Mo-llarcito, en el departamento de Ayacucho, de donde salía dando sus malones hasta Córdoba, San Juan y Mendoza. Fué un cuatrero audaz; después se hizo asesino y salteador, y en 1874, cuando el gobierno de D. Lindor Quiroga se alzó contra el gobierno nacional y se marchó á Mendoza, sitió á Quines, cuyos ciudadanos, en-cabezados por D. Abelardo Figueroa, le opusieron una valiente resistencia y lo de-rrotaron,—la primera vez que al valiente gaucho, el Fra Diavolo legendario de los llanos, le sucedió tal desgracia. Se retiró á las quebradas de la Sierra de Contantal, y de allí se fué, llamado por D. Agustín Gómez, un buen patriota, á San Juan, donde le sorprendieron y fusilaron.

Famosos han sido también los grandes cuatreros, hermanos Cruz y Lucas Men-doza, que tenían sus guaridas en los péncales de Guacanalles y Gualtaran, al pie de la Sierra de las Quijadas. Estos arreaban cada año á Chile lo que querían de hacien-das, pasando á Mendoza por Massa Cruz y cortando de allí el campo á Acequión, de donde cruzaban la Sierra del Tontal por la Quebrada de Santa Clara, tomando rumbo á Yalguaraz, de donde pasaban la Cordillera del Tigre y el Espinillo hasta el Valle de Putaendo.

A estos cuatreros en Mendoza los atacó D. Pedro Heredia en las Ramaditas, con veinte soldados de policía, pero fué derrotado y quedó por muerto en el campo. Después salió el comandante Concha con una expedición y atacó á la banda de los Mendoza en los corrales de Chipiscú, pero fué derrotado también, y los gauchos

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quedaron dueños absolutos de todo el partido de Las Salinas, hasta que los señores Molina, en Liebres, convidaron á los hermanos Mendoza á una aguaitada, y cuando los gauchos descuidados estaban dentro de la ensenada, los hicieron acribillar á balazos.

Hubo tres cuatreros famosos en los últimos veinte años, como el minero Bravo, Gatica, Pedernera y otros, con quienes concluyó el coronel Ayala.

Ahora están otra vez los gauchos haciendo de las suyas. El clamoreo se levanta en toda la provincia, pero las autoridades nada hacen y si del campo mandan los ladrones presos á la capital, allí los largan, y más aún: en las acusaciones que la cá-mara legislativa levantó contra el gobernador Berrondo, figura un artículo en que se tacha á este empleado de haber nombrado á varios cuatreros conocidos y acusados como tales, para desempeñar cargos públicos, como Jueces de Paz y de Alzada.

Desde que llegó el interventor nacional con las fuerzas de línea, que cuidan so-lamente que los politiqueros no se trompeen, el cuatrerismo ha ido de mal en peor, y no hay un potrero en que no se abran portillos y desaparezca la hacienda.

Me encontraba no hace mucho en una pulpería en el campo. Estaban allí unos gauchos cantando y tocando la guitarra. Llegó un francés muy enojado, porque en un potrero en que había puesto á guarda treinta vacas con cría, no halló más, des-pués de algunos meses, sino cinco vacas y ni un solo ternero.

El hombrecito se desahogaba con improperios, cuando el payador allí presente comenzó á cantar unas coplas en que se hacía burla del gringo cuyas vacas nunca parían, cuando las vacas del comandante no parían sino mellizos y las vacas de la mujer del comandante parían de á tres terneros cada año.

Aquello fué tina risa como para reventar.

Pobreza, ruina é injusticia, es lo que reina aquí por todas partes. La situación no puede ser peor.

¿Hasta cuándo?

Saluda al señor Director,

Puntano.Año: 1897 - Mes: Mayo - Número 229 - Página: 274

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SALARIOS Y CONSUMOS

Informe del Sr. Buchanan

En el boletín sobre <<dinero y precios>>, Vol. XIV, part. II del Departamento de Estadística de los Estados Unidos, se publica un informe que el ministro ame-ricano en Buenos Aires, el Sr. W. Buchanan, presentó a su gobierno respecto de los salarios y papel-moneda, los precios de los artículos de subsistencia y los consumos en la República Argentina, durante el decenio de 1886 hasta 1896.

Este interesantísimo estudio sociológico concuerda en general con las publica-ciones de G. Avé-Lallemant, aparecidas en los tomos XIII y en XIV de la revista ale-mana Die Neue Zeit, editada en Stuttgart, y con los datos que el periódico Vorwarts viene trayendo desde el año 1886 sobre las condiciones de la clase obrera en la República.

También La Agricultura se ha ocupado de esta parte importantísima de la esta-dística social, de un modo somero, y ha llegado á resultados análogos á los del Sr. Buchanan, quien estudia principalmente los efectos que el papel-moneda inconver-tible ejerce sobre los salarios y el Standard-of-life de la clase obrera.

Llega el Sr. Buchanan al mismo resultado final que se halla expresado en el tomo II, página 512 de La Agricultura, es decir, usando las mismas palabras del Sr. Buchanan: que la inconversión del papel-moneda importa una infame contribución que se cobra á la clase obrera, y una maldición terrible para las grandes masas de la población.

Lo que nos ha sorprendido tanto, es que un hombre de la posición social como la que ocupa el Sr. Buchanan, haya tenido el valor de decir tanta verdad sin arriba-jes, y más aún, decirla á un gobierno, y que este gobierno haya dado este informe á la publicidad.

En los Estados Unidos reina, pues, realmente la libertad del pensamiento y de la palabra.

No se ha proscrito al Sr. Buchanan de la sociedad americana, como ha sucedido á otros autores en ciertas otras sociedades, por la misma causa.

¿Existe acaso la libertad del pensamiento solamente para los miembros de la clase alta?

Del inmenso material estadístico reunido por el Sr. Buchanan, no podemos sino reproducir una pequeña parte.

La idea fundamental del informe es la siguiente:

El precio del oro varió en termino medio del modo siguiente:

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Años 1886 1890 1892 1894 1896

Oro: 139 251 332 357 296

Valía, pues, un peso papel en $ oro:

0.71 0.40 0.30 0.28 0.34

La depreciación importaba, pues:

29% 60% 70% 72 % 66%

Para que los salarios en los diferentes años hubiesen quedado los mismos, debían haber aumentado, pues, en la proporción de: 100, 180.58, 238.85, 256.84, 212.96.

Pero en realidad han sido aumentados en una proporción mucho menor.

Así, por ejemplo, el salario de los carpinteros aumentó del modo siguiente:

1886 1890 1892 1894 1896

$m/n 2.50 3.00 3.25 3.50 3.50

$ oro 1.80 1.19 0.97 0.98 1.19

Expresados, pues, en papel-moneda, los salarios han subido aparentemente, cuando en realidad, reducidos á oro, han bajado.

Debido á la depreciación de la moneda, y no obstante de haberse nominalmen-te aumentado el salario en un 20 %, 30 %, 40 % y 40 %, en realidad ha bajado en 32,60 %, 45,49 %’ y 33,15%

Así, por ejemplo, el salario de los panaderos muestra la oscilación siguiente:

Años 1886 1890 1892 1894 1896

$ m/n 4.00 4.75 5.00 5.50 5.50

Oro 2.88 1.90 1.50 1.54 1.79

El aumento aparente en moneda nacional importa, pues: 18,75 %, 25%, 37,5 %, 37,5 %, pero en realidad hubo una reducción del salario en la proporción de 34,00 %, 47,92% 46,54 o/0 y 37,80 %

Estos números explican bien la magia del papel inconvertible y el grande be-neficio del agio!

Esta inconvertibilidad del papel-moneda obra para la clase capitalista del mis-mo modo que la transustanciación del pan y el vino en manos del sacerdote. Aquí la transustanciación del pan y del vino en carne verdadera y sangre verdadera del Todopoderoso, y allí la transustanciación del aumento tangible del salario á papel, en reducción tangible del salario á oro!

Ambos casos son misterios admirables!

Hace constar el Sr. Buchanan en unos registros largos cuánto han subido los salarios á papel, mejor dicho, cuánto han bajado los mismos á oro en estos años.

En el tomo IV, página 536 de La Agricultura, hallará el lector una lista de sala-rios, en que consta la proporción de la baja.

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Muy interesante es el capítulo en que el señor Buchanan trata de los consumos.

No podemos reproducir aquí ni siquiera lo más importante de este estudio, pero transcribiremos siquiera someramente los dos presupuestos de gastos anuales en la capital federal que el Sr. Buchanan publica. El primero es de una familia de obrero de 5 miembros, y el segundo de una familia de un empleado, petit-bourgeois de la clase media, de 4 miembros.

Total: $ m/n 1119.00 3190.00

En La Agricultura, IV, Pág. 670, hemos publicado el presupuesto de la familia de un obrero, compuesta de tres miembros, que concuerda en la manutención exacta-mente con el del Sr. Buchanan (514 $). En los demás incisos variamos, pues el Sr. Bu-chanan calcula que el obrero gasta un mínimo de 3.06 $ por día y nosotros calculamos 3.90 $. Es que el Sr. Buchanan nada acuerda al obrero para el lavado, y demasiado poco para ropa, calzado, alumbrado, medicinas, etc. No comprendemos por qué la familia del empleado, siendo tanto menor, ha de gastar tanto más en esos ítems.

Que el Sr. Buchanan no acuerde nada al obrero para tabaco, diversiones, lectu-ra, etc., en que el burgués gasta 150 $, no nos parece justo.

En fin, el Sr. Buchanan calcula que el obrero necesita ganar á lo menos 3.50 $ m/n por día para poder vivir, número excesivamente bajo á nuestro modo de ver, y el empleado unos 9 $ m/n.

De la lista de salarios resulta que son muchas las profesiones en que los obreros no ganan este mínimo. Entonces trabaja toda la familia en el taller, ó en la fábrica, ó en la terrible industria domiciliaria, los niños á 0.60 $ m/n, las mujeres á 0.70 ó 0.80 $ tal vez algo más á veces, solamente para seguir viviendo y trabajando, sin esperanzas de poder ahorrar algo ó mejorar de suerte.

Sobre las condiciones de la población rural, el Sr. Buchanan publica los gastos de nueve familias italianas, vascas y suizas en las colonias de Santa Fe, sin incluir

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los gastos de maquinaria y de los artículos de subsistencia que ellos mismos produ-cen. Los niños menores de 7 años no están incluidos en el cálculo.

Algunas de estas familias explotan la propiedad propia, otras arriendan el cam-po á razón de 12 hasta 15 $ m/n por hectárea, otros son medianeros que entregan de 10 á 20 % de la cosecha al propietario.

En término medio 5.73 $ por hectárea. El Sr. R. Salazar nos ha dado unos breves datos sobre el consumo de un colono arrendatario en el partido de Pehuajó (véase La Agricultura, II, 479). Según estos datos, dos personas gastan en su consumo in-dividual unos 60 pesos al mes.

En Entre Ríos una familia de 6 miembros (véase La Agricultura, IV, 175) gasta por manutención 443.30 $ y en vestir 137.26 $ ó sea un total de 580,56 $ m/n

Sobre los salarios en el campo nada nos dice el Sr. Buchanan: 35 $ m/n suele ser la mensualidad de un peón permanente, más la comida á 15 $; 20 $ gana un boyerito.

No es solamente la inconvertibilidad del billete y la variación del agio que tanto daño causan á la clase proletaria. Es también la irregularidad del pago. Es costum-bre general que el patrón deba al peón uno, dos, tres ó más meses. Y á menudo rige el sistema del trueque es decir, que en lugar de pagar en dinero, el patrón paga en mercancías, ó en vales que el peón cambia en el próximo almacén por artículos de consumo.

Son bien desconsoladoras estas condiciones del trabajo que el Sr. Buchanan pinta en su notable estudio. Pero son las mismas que rigen en todos los países que se hallan en el período de formación del capital propio, época de la acumulación primitiva del capital nacional, con sus empréstitos enormes, impuestos internos, sistema proteccionista, papel-moneda inconvertible, etc., todos medios que descan-san sobre el empleo de la fuerza y en la explotación del Estado para formar capital, arrancando una supervalía inmensa de la clase trabajadora.

Demócrata.Año: 1897 - Mes: Junio - Número 231 - Páginas: 317 - 318

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LA CRISIS AZUCARERA

El congreso de fabricantes de azúcar que celebró su primera sesión el día 24 próximo pasado bajo la presidencia del Dr. Pellegrini, y el fracaso completo que resultó de aquella reunión, son acontecimientos que reputamos de grande impor-tancia para la vida económica de la República.

Los 40 capitalistas que han invertido sus caudales en ingenios, y en la refinería del Rosario, y de los cuales dependen unos 200 cañeros y unos 280.000 peones, se agitan mucho y meten mucho ruido.

Razón tienen.

Ellos se encontrarán pronto con un stock de 240.000 toneladas, ante un con-sumo interno que no alcanza á 90.000 y con la imposibilidad absoluta de exportar el sobrante con provecho, ni aún con la prima de 12 centavos por kilo que la ley les otorga.

El dilema es realmente serio.

Se trata, pues, de un caso interesante de sobreproducción enorme, podíamos decir, de una sobreproducción absurda, fomentada por el sistema proteccionista á outrance.

Durante veintiún año el gobierno ha protejido la empresa de 40 capitalistas por medio del encarecimiento del pan del pobre, como dice el Dr. Pellegrini irónica-mente en su famoso discurso en el congreso azucarero, imponiendo derechos que alcanzan á unos 300 por ciento sobre el azúcar, para que al fin y al cabo los 40 fa-bricantes amenazados por una ruina inevitable vengan á pedir aún más protección, más sacrificios, á imponerse sobre la gran masa de contribuyentes, agobiada ya bajo un impuesto de unos 50 $ m/n por cabeza, ó sea de un 16 por ciento de la renta total de la población de la República.

Los 40 se han puesto bajo la tutela del doctor Pellegrini, á quien hace tiempo hemos comparado con un omnipotente maítre de manege que dirige toda la función desde el centro del circo, y cuyo largo látigo alcanza á todas partes.

El maitre de manege ha correspondido perfectamente á la ruidosa exhibición de los apuros de los 40 fabricantes.

Los recibió como graciosa majestad y director absoluto de la orquesta, con una pieza de admirable retórica, en que una vez más ha hecho profesión de fe económi-ca, tocando el bombo á toda furia en honor del proteccionismo.

Y de qué fina lógica se ha valido para demostrar lo absurdo de la frase encarecer el pan del pobre, frase obligada que se presenta siempre, lo pueden juzgar los lec-tores por el ingenioso silogismo siguiente que él sentó, adornado con una gran pro-fusión de palabras rimbombantes, tendente á ocultar lo fino del sofisma, á saber:

«Hace veinte años, cuando el país no producía trigo, iniciábamos Vicente Fidel López y otros, en el congreso, leyes protectoras de la agricultura nacional, y ahora el

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país produce más trigo barato de lo que necesita.....por eso, pues, como la industria azucarera produce ahora el doble de azúcar que pueda vender, protegérnosla para que se explote las condiciones naturales de nuestra tierra, prestando á las indus-trias nacionales (¡¡aunque produzcan mucho más de lo que pueden vender!!) aque-lla protección que les es indispensable para luchar.....»

¡Magnífica política económica!

¡No producimos!.....

¡Que vengan leyes protectoras!

¡Producimos en exceso!

¡Que vengan las mismas leyes protectoras!

¡Esa es la lógica del Dr. Pellegrini.

¡Pends-toi Fígaro Tú no hubieras sido capaz de inventar tan sagaz expediente político!

Aristóteles ha quedado anonadado con sus proposiciones mayores y menores. El modo categórico pellegrínico de raciocinar, ha sobrepasado la famosa silogística del gran estagirita.

Los beneméritos industriófilos del país y proteccionistas debían estudiar con atención esté caso significativo.

Es muy fácil encarecer el pan del pobre, de que el Dr. Pellegrini habla con tanto desdén, por medio de enormes derechos y sisas con el fin de crear una industria ar-tificial, para cuyos productos después de unos pocos años no hay mercados ni com-pradores; pero el apuro vendrá luego respecto del mejor modo como deshacerse de la sobreproducción, cuyas consecuencias fatales las tendrá que soportar en seguida la población entera para que se agrave más el mal, que no tiene otro remedio sino reducir la producción á las necesidades del consumo.

Cada medida proteccionista que el gobierno ponga en juego hoy en día para salvar los apuros de los 40 fabricantes de azúcar, á más de aumentar las cargas bajo que gime la población, tendrá efectos enteramente contraproducentes, agravará la catástrofe para más tarde y la volverá tanto más funesta para los fabricantes mis-mos.

No hay más que dejar que el proceso siga su curso natural é inevitable.

¡Caiga quien haya de caer!

No hay remedio posible para salvar á los capitalistas más débiles de ser hundi-dos y tragados por los más fuertes.

Eso es el curso natural de la evolución del capitalismo que se ha fomentado con tanto afán entre nosotros por medio del proteccionismo y de los empréstitos. En otros ramos de la industria nacional, en los de la producción de vino, tabaco, alco-holes, etc., etc., sucederá exactamente lo mismo: todos ellos pasarán por el camino que principia con el proteccionismo para pasar por un desarrollo rápido á la sobre-producción y á la falta de mercado, crisis y ruina de los capitalistas débiles, para que

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los capitalistas más fuertes después dominen la situación y exploten la grande masa de los consumidores á su antojo.

El gobierno es absolutamente impotente para impedir que las cosas sucedan de otro modo, por más que se empeñe el poderoso político, el maitre de manege, en dominar la situación é imprimir rumbos diferentes á la marcha de las cosas, por más que haga ruido con los chasquidos de su gran látigo. La catástrofe que hoy se lograre postergar artificialmente hasta mañana, será aún más intensiva y ruinosa y arrastrará aún más víctimas de las que hoy se ven amenazadas.

Los pobres cuyo pan se ha encarecido desde veinte años acá de un modo in-considerado, pueden contemplar hoy cómo el sistema impuesto sin previsión y sin conocimiento de la marcha de las cosas económicas, comienza á dar sus frutos y resultados fatales.

Y estamos todavía en los primeros comienzos. Lo más gordo está todavía para llegar, y la crisis industrial que ahora no apreta más que á los 40 azucareros, se hará extensiva á un círculo mucho más vasto de capitalistas.

Los pequeños sucumbirán, los grandes sobre-vivirán y dominarán.

Así es el mundo.

Demócrata.Año: 1897 - Mes: Junio - Número 232 - Páginas: 331 - 332

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EL PROYECTO DE LEY SOBRE LANGOSTA

Su Ineficacia

No es malo el proyecto, pero vulgar.El ministro Dr. Bermejo, que lo redactó, demuestra que el principio fundamen-

tal á que somete todos sus actos como hombre público, es el del aequam momento (lo mismo en todos los tiempos).

Todos los espíritus conservadores se someten á este principio y lo acatan.A todos ellos recomendamos la lectura del estudio crítico que Maculay, el his-

toriador burgués por excelencia, dedica en su Critical and historical essays á Warren Hastings, cuyo lema fue el mencionado.

Hubo un tiempo en que los progresos que la humanidad realizaba durante la época que duraba la vida de una generación entera eran tan pequeños, que queda-ban casi imperceptibles. El hoy fué como el ayer. La estagnación era la orden del día.

Aquellos fueron los tiempos de la levain sco-lastique, como dice Pascal, de la reli-quia escolástica, y se comprende como entonces los sabios pudieron hallar la suma de toda la sabiduría en el refrán del aequam momento.

Pero sería incomprensible que en la época del naciente dominio de la elec-tricidad, cuando la evolución humana sacude hasta los mismos cimientos sobre que se apoya la sociedad en uno ó dos decenios, puedan los hombres ilustrados persistir en sostener doctrinas, teorías, costumbres é instituciones tan antiguas como las venerables reliquias escolásticas, si no tuviésemos ocasión de observar el hecho cada día entre nosotros.

Al examinar el .proyecto de ley sobre tierras, colonización, agricultura é inmi-gración, también redactado por el mismo señor Ministro, hemos llamado la aten-ción sobre el espíritu de burocratismo de capa y espada por el estilo del Fuero juzgo del siglo VIII, que aparecía y se revelaba en cada renglón del proyecto. (Véase La Agricultura. IV, 795.)

No concibe el Dr. Bermejo la posibilidad de crear una institución de salud pú-blica que no esté rigurosamente regenteada por empleados públicos, debidamente facultados por diplomas universitarios y académicos y colocados en el escalafón de la jerarquía oficial. Más aún: por empleados que no formaran en el círculo de la ciencia oficial de la capital, aunque á este círculo el país no debe realmente ninguno de los progresos realizados hasta la fecha.

El señor Ministro, evidentemente no se preocupa de lo que sucede más allá del estrecho círculo oficial de la capital que le rodea y está tan imbuido del espíritu bu-rocrático que favorece á todo trance la centralización más absoluta del poder.

En su nuevo proyecto de ley contra la langosta, el señor Ministro dispone que se cree una comisión anexa á la oficina nacional de agricultura y compuesta por el director de dicha oficina y los directores del museo nacional y del jardín zoológico.

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Sean ó no estos señores directores competentes para los puestos que ocupan, nos parece una verdadera anomalía que se les obligue, á más de cumplir con sus deberes, á ocuparse del exterminio de la langosta.

El señor Ministro ó debe creer que dichos directores nada tienen que hacer, ó que la exterminación de la langosta no reviste gran importancia, de modo que baste el dedicarle los momentos de descanso.

¡Están de parabienes las langostas!

El director del museo, el sabio Dr. Berg, ya declaró que no había más que hacer sino dejar obrar á la naturaleza y cruzarse de brazos, pues de la destrucción de la langosta está encargada una lombriz, de la cual se está esperando la salvación desde veinticuatro años. (Véase La Agricultura, V, 135.)

El mesías-lombriz, empero, no aparece, y la langosta nos está arruinando.

El director de la oficina nacional de agricultura es partidario de la zona perma-nente y sub-permanente de la langosta, allá lejos, en los desiertos desconocidos que nadie ha visto ni pisado todavía, casi tan lejanos y tan desiertos como los bancos de hielo recorridos por Nansen y Johansen, y cree que allí debe exterminarse el insecto dañino que se escapó de la persecución en Santa Fe el año pasado.

El director del jardín zoológico no se ocupa del langosticidio, ni cuida langostas ni lombrices langosticidas en las jaulas de Palermo. Escribe novelas como Nelly, imitando con éxito perfecto el género literario del famoso escritor alemán Clauren.

Están, pues, de parabienes las langostas si se sanciona el proyecto de ley, tanto más que los gobiernos provinciales de que dependerán las subcomisio-nes obligatorias y gratuitas sabrán bien aprovecharse de éstas para sus riñes po-líticos y de la movilización de los guardias nacionales para objetos electorales. Vá á haber una disparada de ciudadanos, y los 500.000 pesos anuales que se invertirán en la adquisición de huevos y larvas de langostas irán adonde han ido los empréstitos.

No se ordena desde la capital el modo como se han de defender los estancieros en los llanos de La Rioja ó en Entre Ríos contra la langosta.

¿Por qué no dejar á los ciudadanos en cada localidad la libertad de organizarse para la guerra contra la langosta como mejor les parezca?

¿Por qué someterlos al capricho de los gobiernos provinciales, es decir, á la vo-luntad y á la explotación de los politiqueros?

¿Por qué no se aprovecha el momento oportuno para fomentar en la población el espíritu de asociación, de la ayuda propia y del self-government?

El señor Ministro parece que no pudiera concebir la idea de una institución pública que no fuese bajo la tutela directa de la burocracia.

Los efectos de esa ley serán negativos y por más que se amenace con multas y prisión á los infractores, nada se conseguirá con ella.

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El estado gastará el dinero pour le roi de Prusse y la langosta nos invadirá des-pués, como ahora y como antes.

No es por medio de una comisión ad honorem y de los gobiernos provinciales que se exterminará la langosta.

Consulte el señor Ministro al profesor Bruner, y haga lo que éste le aconseje.

Demócrata.Año: 1897 - Mes: Junio - Número 233 - Página: 345

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DE LAS PROVINCIAS - SAN LUIS

El Centro Comercial — Sus laudables propósitos - Huyendo de la titulada justicia

San Luis, Junio 12 de 1897.

Señor Director de La Agricultura:

El 4 del corriente quedó instalado en su hermoso local del antiguo Liceo Artístico el nuevo Centro Comercial, cuyo objeto, según los estatutos, es ofrecer un punto de reunión á sus socios; dar representación y personería ante las autoridades del país á la comunidad comercial é industrial y velar por los intereses del gremio mercantil en general; gestionar ante quien corresponda los reclamos contra las empresas de ferrocarriles y demás agencias de transportes por los retardos injustificados de las cargas y las pérdidas ó averías ocasionadas por dolo ú negligencia de las empresas; tratar de uniformaren lo posible los usos comerciales en aquellos casos no estableci-dos por las disposiciones del Código de Comercio; estudiar las cuestiones económi-cas que puedan influir en el desarrollo del comercio de esta provincia; facilitar á los socios la lectura de los diarios y revistas nacionales y extranjeras que tengan interés comercial, artístico é industrial.

En los artículos II y III se establece lo siguiente:

«Art. II. La junta directiva podrá llenar las funciones de junta arbitral y con-ciliadora que dirima lisa y llanamente sin gastos, costas ni demora las diferencias que en las transacciones comerciales llegasen á tener los socios del centro entre sí.

Para que la junta directiva tome consideración un asunto de esta naturaleza, deberá previamente mediar entre las partes un compromiso firmado que expresará lo siguiente:

1º Que las partes disidentes se someterán al laudo de la comisión sin entablar después sobre él demanda, pleito ó apelación, pudiendo la comisión expulsar al socio que no hubiere acatado su resolución y anotar su nombre por tres días en la pizarra.

2° Que será permitido á las partes disidentes recusar, sin expresar causa, uno ó dos miembros de la comisión si así le conviniere, debiendo en este caso solicitarlo por escrito á lo menos con 24 horas de anticipación. Serán también recusables dos suplentes.

Art. III. El juicio será breve y sumario, debiendo presentar las partes una ex-posición, de las que se les dará vista recíprocamente, y después de un juicio verbal, en que se escucharán á dichas partes y sus testigos, la comisión dará su fallo por escrito, sin expresar las causas de su resolución.»

Puede decirse que todo el comercio de alguna importancia de esta provincia se ha asociado al centro, y un buen número de estancieros también, de modo que la asociación ya representa un cuerpo de no pequeña importancia en la organización social de la provincia.

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La Agricultura que, desde su fundación, ha venido haciendo una propaganda tan asidua á favor de las asociaciones libres é independientes de los ciudadanos, y que tanto se agita para hacer conocer los efectos progresistas del principio de aso-ciación, ha de recibir con entusiasmo la noticia de este nuevo triunfo del espíritu de solidaridad, que por lo visto va cundiendo en la República.

Digo espíritu de solidaridad, porque efectivamente es el que ha inspirado á los fundadores, como se conoce por las líneas de los estatutos que acabo de reproducir.

El comercio de San Luis ha dado una prueba elocuente de sus alcances en materia económica, cuando ha declarado la solidaridad de los miembros de la co-munidad comercial é industrial, abriendo las puertas de su centro también para los estancieros, que forman la clase productora en estos pagos, y que—preciso es decirlo—nada, absolutamente nada han hecho hasta hoy día para favorecer y elevar el grado de productividad de las industrias rurales, esperándolo todo del gobierno, como dones gratuitos que les deberían venir de arriba, como premios á su ignoran-cia y á su dejadez.

Cuantos esfuerzos se hayan hecho para asociar á los estancieros puntanos du-rante los últimos treinta años con fines útiles, han fracasado, y cuando se haya escrito la historia económica de la provincia, estos señores entonces conocerán y sabrán cuánta culpa les toca de las tantas desgracias por que ha pasado esta provin-cia, y cómo ellos son los únicos responsables del estado deplorable de vergonzoso atraso en que se halla sumida la región puntana.

Me refiero precisamente á la parte descollante del gremio de nuestros estancie-ros, que constituye nuestro high life, imitando las exterioridades del gran mundo porteño y cosmopolita, dándose tanta parure y de tan poco fondo.

Desde 1810 hasta hace poco, la historia económica de la República, y sobre todo la de esta provincia, la caracteriza la guerra sin cuartel que el capital comercial, ubi-cado en las ciudades, ha hecho al capital productivo rural, precisamente por causa del bajo grado de productividad en que ye conservaba el último.

Esta guerra es el mismo fenómeno social que Sarmiento llamó: Lucha entre civilización y barbarie, y que Alberdi tituló como guerra militar y de exterminio con-tra el modo de ser de nuestras poblaciones pastoras. (Véase Alberdi, IV, 12 y 481.)

Felizmente los tiempos cambiaron. Él espíritu de solidaridad comenzó á apode-rarse de la población argentina.

En Buenos Aires el comercio se constituyó en una sociedad para exterminar la langosta con el fin de favorecer al gremio de los productores rurales, y en San Luis el comercio instala un centro invitando á los estancieros para que vayan á estudiar las cuestiones económicas que interesan á la provincia.

¡Son bellas iniciativas!

No diré mas que dos palabras sobre la trascendental importancia que tienen para nuestra vida económica y política las disposiciones de los artículos II y III de los estatutos del centro.

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En estos artículos se refleja la desesperación que la administración de justicia y los manejos de los abogados y de los procuradores han creado en la población ente-ra de la provincia, que sufre de estos males como de una horrible tiriasis.

Lejos dé mi mente acusar al tan debatido gobierno actual de tener la culpa de que la administración de justicia sea tan desacreditada. Los que acusan al Sr. Berrondo de esta corrupción son precisamente aquellos que nos han gobernado durante los últimos años sin reformar nada, ni haber hecho nada, absolutamente nada para el progreso de las instituciones y que concluyeron con acusarse mutua-mente de prevaricato, soborno y peculado, con un courage de légout realmente digno de mejor causa.

No, el esfuerzo emprendido por el centro comercial para emancipar á sus miem-bros de la explotación forense de que son víctimas, nada tiene que ver con la política local. Nace de la convicción de que todo contacto con la justicia trae irremediable-mente la ruina y la desesperación tanto para el que gana como para el que pierde el pleito y que la fortuna pública hoy en día está á disposición de la buena ó mala voluntad de los abogados y procuradores.

Por eso debe saludarse con entusiasmo la instalación de una junta arbitral y conciliadora y desearse que el ejemplo cunda en otras partes.

Saluda atentamente.

PuntanoAño: 1897 - Mes: Junio - Número 233 - Página: 357

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LA OBRA DEL PROFESOR BRUNER

Objeciones Infundadas

En la página 248 de La Agricultura hemos concluido un articulito sobre el Sr. Bruner con las palabras siguientes:

<<Ahora falta la ayuda material y mora á los trabajos de dicho profesor por parte de los hombres de buena voluntad en el país, porque tanto las dificultades como las resistencias que se opondrán á la obra, no serán pequeñas. >>

Eso publicamos el 29 de abril, y el 11 de Junio, apenas el ilustre entomólogo hubo comunicado a los reporters sus opiniones sobre el plan de campaña que pen-saba seguir para llegar á la extinción de la langosta, ya un diario grande comenzó la campaña de resistencia tratando de desvirtuar las palabras del profesor americano, y declarando ser sus aseveraciones fantasías sin base seria y de verdad científica.

El citado diario produce las opiniones del Sr. Huergo, jefe de la oficina nacional de agricultura, y uno dé los tres comisionados nombrados por el Ministro de Justi-cia, Culto é Instrucción Pública con el objeto de dirigir la campaña oficial contra la langosta, de modo que la oposición al Sr. Bruner reviste cierto carácter oficial, ó á lo menos parece surgir de los círculos superiores de la ciencia oficial.

Habíamos previsto este acontecimiento exactamente tal como se produce.

Conocemos bien el carácter y las tendencias que reinan en nuestros diferentes gremios, y cuando hicimos mención de las resistencias que se iban á oponer á los trabajos del profesor Bruner, teníamos en vista precisamente á los círculos dé la ciencia oficial, que esta vez, como siempre, obran en concordancia con sus tradicio-nes y costumbres inveteradas.

La comisión oficial acaba, pues, de declararse en pugna abierta con el Sr. Bru-ner, porque el Sr. Huergo debe dirigirla, pues el Dr. Berg abandonó el país precisa-mente en los momentos más críticos en que la nación entera reclamaba sus luces y sus conocimientos.; y al Dr. Holmberg no se le ha visto tomar parte hasta aquí en la guerra contra la langosta.

Declara, pues, el Sr. Huergo que son ilusorios los proyectos del Sr. Bruner sobre extirpación de la langosta por medio de epidemias artificiales posibles de desarro-llar entre las mangas, porque nada sabemos todavía sobre las enfermedades conta-giosas que pueden ó no atacar á este insecto.

Tiene razón el Sr. Huergo cuando asegura que nada sabemos sobre la patología acridia.

Sabemos tan poco de esta ciencia como de las costumbres y de las peregrinacio-nes y demás detalles de la vida del temible enemigo de nuestra producción.

Es lo que el Sr. Bruner con tanta modestia como prudencia dice: nada sabemos; por eso hay que estudiar largo rato antes de poder proceder con acierto.

¡Nada sabemos!

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Nuestros sabios no se han ocupado de estudiar la vida del animal.

Toda su actividad se ha reducido á coleccionar, á formar museos y á clasificar trabajos mecánicos de los detallistas de la ciencia.

Tenemos museos costosísimos en la Academia nacional da ciencias exactas en Córdoba, en la Escuela de minas de San Juan, en el Museo nacional y la universi-dad de la Capital Federal, en el Departamento nacional de minas, en Paraná y en Corrientes, etc., etc.

Pero pregúntese qué bien ha resultado á la producción, á la agricultu-ra, á la ganadería, á la minería, á las industrias, ó á la instrucción de la juven-tud y de la población en general de la República de estos establecimientos. ¿Qué hemos adelantado con estos institutos científicos?

Y la ciencia misma, ¿qué progresos, qué adelantos debe á nuestra ciencia ofi-cial, excepto los trabajos de clasificación? ¿Qué idea, qué teoría nueva debe á ella?

No hay una sola empresa de utilidad pública que haya nacido de nuestros sa-bios ni haya sido realizada por miembros del círculo de la ciencia oficial. No hay una sola mata de pasto en nuestros campos cuya existencia se deba á la ciencia oficial, ni se ha extraído jamás una piedra de nuestras minas por iniciativa de aquéllas, ni existe una sola obra pública que dé buenos resultados y sea bien ejecutada, que haya sido dirigida por elementos de la ciencia oficial.

En realidad no puede darse una esterilidad más grande que la de nuestros Tris-sotin y Vadius.

La misma esterilidad se siente respecto de la acción de nuestros entomólogos ante el peligro de la langosta.

Ni siquiera se conocen todavía todas las especies de que se componen las dife-rentes mangas que invaden nuestros campos.

La prudencia y la discreción del Sr. Bruner le obligaron á callar todo esto.¿Qué pudiera haber dicho más?Nada sabemos. Es preciso estudiar. Sapienti sai!Si el Sr. Huergo declara, pues, que nada sabemos de las enfermedades conta-

giosas de nuestras langostas, tiene razón; pero se equivoca cuando generaliza esta aseveración y dice que ni en los Estados Unidos ni en otra parte alguna se haya llegado á obtener resultados prácticos con las epidemias artificiales para extinguir la langosta ú otros insectos dañinos.

Antes de desmentir tan categóricamente las palabras del profesor Bruner, el señor director de la oficina de agricultura debía haberse informado mejor.

No tenemos á la mano la literatura científica correspondiente para citar las obras especiales en que se trata el asunto; pero citaremos la carta del Dr. Antonio F. Piñero que se publicó en La Nación del 4 de Mayo, en que, hablando de epidemias artificiales, dice:

«En Rusia, siguiendo las instrucciones de Metschnikoff (célebre bacteriólogo) se sirvieron de ciertos hongos entomófitos para destruir un insecto que atacaba á

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la remolacha, con éxito completo; é igual procedimiento han aplicado en aquel país para combatir la variedad de langosta llamada acridium, etc., etc.

Transmite además el Dr. Piñero las opiniones de los sabios Metschnikoff y Künckel d’Herculais, que coinciden exactamente con las del profesor Bruner.

También tenemos á la vista un interesantísimo artículo publicado en la Berliner Volkszeitung del 27 de Julio de 1896 en que se da cuenta de los notables trabajos y estudios del profesor C. V. Riley, quien libró las plantaciones del Mississipí de le-giones de insectos dañinos por medio de una epidemia artificial! creada en algunos centenares de estos terribles enemigos de la agricultura valiéndose de un Microcor-cus, un bacterio, que se les inoculó.

El profesor Bruner viene á este país por recomendación del profesor Riley.

Los experimentos sobre epidemias artificiales son modernos; datan recién des-de el año 1895. Por eso no se hallan mencionados todavía en los: textos oficiales.

Pero se han hecho, y con pleno éxito.

El profesor Bruner sabe lo que dice, y lo que dice es verdad, y tenemos absoluta fe en que él extinguirá más tarde ó más temprano, previo los estudios del caso, la maldita plaga que nos tiene agobiados y llenos de zozobra.

Solamente el amor propio mal entendido puede oponer resistencia á su obra.

Que el público no se deje ofuscar en su fe por la oposición de nuestros know-nothings de la ciencia oficial y de cierta prensa

Demócrata.Año: 1897 - Mes: Junio - Número 234 - Páginas: 359 - 360

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LA LANGOSTA

La Teoría y La Práctica

I

Las publicaciones hechas por La Agricultura6, bastan como elementos de juicio para elegir los medios más prácticos de destrucción de la langosta, estando todos conformes con que lo peor sería cruzarse de brazos.

Para llegar á resultados satisfactorios, es ante todo darse cuenta de las dife-rentes opiniones, analizándolas con criterio práctico, dejando á la ciencia, lo que sus representantes solicitan: <<el tiempo necesario para los estudios previos que han de hacer, á fin de encontrar el medio de producir una epidemia artificial en la langosta. >>

Pero mientras tanto, no hay más que una lamentable confusión de ideas, en momentos en que el gobierno nacional presenta un proyecto aún no discutido ni sancionado, atacándolo, como lo hace La Agricultura en su último número fecha 17 del corriente, considerándolo ineficaz.

Veamos lo que esta ilustrada publicación registra en los números 226, 228, 229, 230, 232 y 233.

II

Empieza un labrador presentándonos al profesor Sr. Lorenzo Bruner como el entomólogo que desde 15 años se ocupa del estudio especial de la langosta y de los métodos de extinguirla; dice que ha recorrido la América Británica y Méjico; agrega que la comisión que le confiara el Departamento de Entomología de Washington, dirigido por Riley, dió por resultado «una serie de publicaciones interesantísimas que aparecieron en el Boletín de Agricultura de 1891 y 1892».

Finalmente, que dirigió los estudios entomológicos en la Universidad de Ne-braska, etc.

6. Siguiendo la línea de conducta que nos hemos impuesto siempre que de cuestiones de interés público se trata, damos cabida de nuestras columnas el artículo que nos envía nuestro antiguo y distinguido colaborador que firma con el pseudo de Chacarero. En una cuestión tan complicada é importante como la extinción de la plaga de langostas, sería antipatriótico y pueril no admitir la discusión más amplia, y La Agricultura renegaría de su pasado si tal cosa hiciera. Nosotros tenemos opinión formada y la hemos expresado con la habitual franqueza. Creemos que se debe alentar al profesor Brunner en sus estudios y tenemos fe en que él encontrará la solución radical del problema; pero, mientras esto sucede, no debemos ahorrar medio de combatir la plaga para aminorar sus estragos, y en este concepto, acep-tamos todos los medios que conduzcan á este fin con mayor o menor éxito. Lo que si reclamamos unión y dirección inteligente en los trabajos que se van á emprender. (N. de la R.)

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Casi al mismo tiempo el Diario del Comercio hacía un reportaje al sabio Bru-ner, quien dijo más ó menos lo mismo en cuanto á que creía posible encontrar el medio de producir la peste en la langosta; pero téngase presente que hasta ahora sus estudios de 25 años no han encontrado aún la solución apetecida, ó al menos, no lo ha demostrado en sus citas el Sr. Bruner.

En el número 228, La Agricultura recuerda la publicación hecha en La Nación de una interesante carta del Dr. Antonio F. Piñero, distinguido compatriota que de-dica su tiempo á asuntos de interés para su país, en la cual coinciden sus ideas con las del Dr. Bruner, por haber sido aplicado un procedimiento semejante en Rusia para combatir la langosta.

No dice la carta si fué total ó parcialmente destruida la langosta, sino que fué combatida en Rusia; pero más adelante indica que Kunckel de Herculais había ob-tenido en Argelia un completo éxito en los trabajos que dirigió el año 1888.

A estar, pues, á estas informaciones de tan buen origen, sería posible que el Sr. Bruner diera con el insecto, mosca ó gusano, destructor de la langosta ; pero ténga-se siempre presente que se pide un año de plazo para los estudios, y que la langosta está ya á la vista, puede decirse, de nuestras colonias del Norte.

III

Al mismo tiempo y en el número 228, en que se publicó la carta del Sr. Piñero, viene un informe del ministro argentino en Estados Unidos, Sr. García Mérou, que hemos leído detenidamente.

En ese documento afirma el ministro argentino haberse empapado en publica-ciones oficiales; haber consultado personas entendidas en la materia, sobre los me-dios más eficaces empleados en aquel país para combatir y mitigar en lo posible los perjuicios de la langosta. Agrega el Sr. García Mérou que se dirigió al Ministerio de Agricultura Norteamericano, del cual obtuvo la Memoria Anual del Departamento correspondiente á 1877. Se le mostró igualmente el primero y segundo informe de la comisión entomológica de Estados Unidos, conteniendo los resúmenes de los es-tudios á propósito del locusto de las Montañas Rocallosas, publicación que nuestro ministro aconsejaba al gobierno nacional hacerla traducir, pues en ella se hace la descripción de las especies más perjudiciales, enumerando los mejores medios de destruirlas. Se refiere á una época no lejana, ó sea los inviernos de 1889 en New Hampshire, California en 1888, Texas en 1877 y sobre Idaho en 1890.

Menciona la circunstancia de no mantener el informe ninguna materia téc-nica, para que así el chacarero pueda reconocer fácilmente las diferentes especies, por medio de láminas que acompañan la descripción de cada una, y finalmente, se refiere á la parte destinada á remedios ó procedimientos de exterminio, aunque calculados para el locusto de las Montañas Rocallosas.

Las especies devastadoras de nuestro país, por otra parte, dice el ministro ar-gentino, son perfectamente conocidas y han sido estudiadas y descriptas por auto-

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ridades competentes en la materia. Sigue luego enumerando los remedios y planes puestos en práctica para la destrucción de la langosta.

Hemos leído, como decíamos, aquel interesante informe que abarca todo el período de las grandes invasiones en Norte América, y en ninguna parte encontra-mos que la peste artificial se haya producido en aquel país, no obstante existir en él las especies que aquí nos invaden y de los estudios practicados por entomólogos afamados, en cuyo número se encuentra el Sr. Bruner.

Basta con lo expuesto para deducir que no es desatinado el propósito del, mi-nistro Bermejo y que lejos de sembrar el desaliento porque á un sabio se le ocurra decir que á palos y latigazos no se obtendrán resultados de importancia, se debe impulsar la acción de los poderes públicos.

Creemos más que siendo una calamidad pública, á la que todos están en el de-ber de combatir, el gobierno debe ser inexorable ‘en la aplicación de las penas á los que desobedezcan sus resoluciones.

En nuestra tierra sobra ilustración jurídica y falta el criterio práctico; por eso el gobierno no se animará á dictar una medida más propia á las circunstancias. La persona que no cumpla ó haga cumplir la obligación de combatir la langosta, sufrirá una multa, si es industrial, empleado, jornalero, etc.; pero si es propietario debería pagar la contribución directa con un recargo de un 50 % sobre su avaluación.

(Continuará.)

Chacarero.Año: 1897 - Mes: Junio - Número 234 - Páginas: 361 - 362-

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HISTORIA ECONÓMICA DE LA REPÚBLICA

Estudios que se imponen

La historia y la estadística deben formar la base de la economía política, y sobre las leyes deducidas de la última de estas ciencias, debe apoyarse la administración y el gobierno de una nación, si pretende ser realmente un gobierno democrático y científico, y no un mecanismo caprichoso sin rumbos fijos no principios elevados.

Un gobierno sabio se empeñará con afán para que la dirección que imprime á la marcha de las cosas públicas concuerde siempre con los rumbos de la evolución humana, y estos rumbos se pueden conocer únicamente estudiando la historia y la estadística con detención.

Todos los gobiernos de los países civilizados reconocen esta verdad y los gober-nantes y los estadistas saben perfectamente bien que el arte de gobernar y admi-nistrar no tiene otra norma fundamental sino las ciencias de la estadística y de la historia, ó sea, para explicarlo más exactamente: que no hay tal arte de gobierno, sino que el gobierno honrado y racional consiste en la consecuente aplicación de las reglas que la economía política deduce lógicamente de la estadística y de la historia.

La democracia moderna exige por eso ante todo que se enseñe á cada ciudada-no la estadística, la historia y la economía política, para que cada ciudadano pueda tomar parte en el gobierno y para que conozca el arte de gobernar, ó sea la política, sus principios, su objeto y sus fines.

Sobre esta política democrática de las masas de la población, instruidas en los elementos generales de la historia, de la estadística y de la economía política, se funda el gobierno propio, ó sea el self-government tal como lo entienden los pue-blos de raza anglo-sajona, cuyo gobierno propio equivale á la idea moderna de la libertad civil.

Sin la educación popular fundada sobre la base de la enseñanza histórica y estadística, no existe ni la libertad civil, ni el gobierno propio, ni democracia, y allí donde este sistema de educación no forma el cimiento de las instituciones políticas y sociales, allí reina el despotismo en una ú otra de sus formas conocidas.

Desgraciadamente, es lo que sucede entre nosotros.

Ni los elementos de la estadística ni los de la economía política se enseña en nuestras escuelas, y en cuanto á la enseñanza histórica que se da á los niños en la forma de un mecánico ejercicio de memoria en que se les hace aprender un inmen-so caos de nombres y fechas, todas relacionadas con la historia política, esta fable convenue escrita por los forjadores de leyendas al servicio de los partidos ó de las clases triunfantes, porque ya se sabe que los vencidos nunca tienen historia, mejor sería suprimirla más bien que concretarla á ese colmo de falsedades convenciona-les, inventadas para servir de poderosa arma para la opresión social.

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Y aún la pequeña parte verídica que se enseña de la historia política, está tan engalanada con frases patrióticas vulgares, carece tan completamente de una expo-sición clara de las causas y motivos de los hechos y de la explicación de la estructura social y económica bajo la que se llevaron á cabo, como asimismo de los efectos y de las consecuencias sociales que han tenido, que ninguna utilidad aporta esta en-señanza para el desarrollo intelectual del alumno ni para instruirle en principios de política ó ideas sobre la evolución humana, ideas y principios que como ciudadano le serían tan indispensables en la vida.

De ahí nace esta falta completa de carácter político en las grandes masas de nuestra población, que se dejan llevar por las artimañas de los politiqueros, como las majadas que se arrean á voluntad de sus dueños.

Se habla y se discute tanto sobre la falta de la educación política del pueblo, y mientras tanto, aquellos que más deploran esta falta no se empeñan en descubrir la causa del mal, ó á lo menos la ocultan empeñosamente.

La verdad es que no sólo no existe la educación política entre nosotros, sino que se corrompe el carácter político del pueblo torpemente por medio de la enseñanza histórica.

Esta corrupción conviene en grado superlativo á todos los politiqueros y sus secuaces que viven de la explotación de la cosa pública.

El medio para remediar el mal paulatinamente es el más sencillo que dar se pueda.

Consiste en reformar la enseñanza de la historia económica y de la cultura hu-mana, agregando la enseñanza de los elementos de la estadística y las deducciones que de ambas ciencias hace la economía política.

No se ha escrito todavía la historia económica de la República Argentina y mu-cho menos la de las provincias.

Sería una de las tareas más gratas y más interesantes á que se puede entregar un historiador, sacar de los archivos y de los cabildos, de los expedientes judiciales y de otras fuentes los datos necesarios para este trabajo y compilar los resultados en un texto, confeccionado según el método clásico de Buckale (History of civilization in England) que Samprecht sobre todo ha sabido aplicar con tanto talento en sus obras, como en la famosa «Historia económica alemana durante la Edad Media» (Deutsches Wirttschatsleben in Mittelalter) y en los Etudes sur Petaí Économique de la France pendant la premüre partie du moyen age.»

No dudamos de que la lectura de estas tres obras, en que la idea lanzada por primera vez por Voltaire (Essair sur l`histoire genérale et sur les maeurs et l`esprit des nations 1756) á la publicidad se halla aplicado en conformidad con los resul-tados modernos de las ciencias exactas y filosóficas, influirá poderosamente para que al fin también entre nosotros se inicien estudios y ensayos para vulgarizar la historia económica de la República.

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¡Cuántas contradicciones contenidas en la historia política argentina no que-darán explicadas por el estudio de la historia económica y cuántos sucesos políticos cuyas causas y motivos nos son desconocidos hoy en día no se volverán compren-sibles y nos harán modificar nuestras opiniones sobre sus efectos y sus alcances que tanto notamos en la organización social de la actualidad y en las instituciones existentes!

En cada provincia debían recorrerse los archivos con el fin indicado y en el sen-tido que dejamos expuesto.

En los títulos de la propiedad raíz, en los expedientes judiciales que sobre ellos se han llevado, se halla un gran número de datos interesantes á este respecto, y se-ría realmente digno que nuestras sociedades científicas fomentasen el estudio y la publicación de estos datos, que nos harían conocer de qué modo se han venido de-sarrollando y progresando las diferentes comunidades que constituyen el conjunto de nuestra nacionalidad.

Conocida así la marcha de nuestra evolución hasta aquí, se deducirían de la larga serie de causas y efectos que el cuadro completo nos revelaría, las leyes á que han obedecido los acontecimientos, y el conocimiento de éstas nos facultaría para gobernarnos sabiamente y dirigir los destinos de la patria con plena conciencia, lo que no sucede actualmente.

DemócrataAño: 1897 - Mes: Julio - Número 235 - Página: 373-

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CUESTIONES DE LA AGRICULTURA

En primer desarrollo de las plantas jóvenes de cereales

MÉTODO RACIONAL DEL CULTIVO

La competencia que se nos hace en el mercado universal, como así mismo el temor que el acridio voraz, que tanto daño ha hecho, pudiera también este año des-truir parte de nuestra cosecha, obligan á nuestros agricultores á encarar con toda seriedad el problema de sacar el mayor provecho posible de sus campos cultivados con cereales y de mejorar, por consiguiente, los métodos que se emplean en su cul-tivo.

Un célebre fisiólogo inglés ha dicho que un campo cultivado con cereales, del cual salen las primeras tiernas plantas, es el más grande milagro que el espíritu hu-mano puede imaginar. Si la palabra <<milagro>> se toma en el sentido de que no nos es dado hasta ahora conocer cuál es la causa primordial de la germinación del grano que se ha depositado en la tierra, reduciéndose todo nuestro saber á la mera indicación de que se trata de un procedimiento fisiológico, entonces aquella frase del sabio inglés es perfectamente aplicable al objeto de que habla.

Lo que conocemos, sin embargo, es el desarrollo que toma más tarde la joven planta, es decir, después de haber sido iniciada la germinación. Sabemos que du-rante este segundo período de la germinación para llamarlo así —se trata de la influencia de factores fisiológicos y químicos. Conocemos también las condiciones que son favorables ó contrarias á este doble proceso.

Lo que falta hasta ahora es que los agricultores posean estos conocimientos y observen, según las consecuencias que lógicamente hay que sacar de ello, un méto-do racional de cultivar los cereales. Veamos, pues, cuál será este método y cómo se podrán sacar las bases del mismo de la observación del proceso químico y fisiológico que tiene lugar durante el segundo período de la germinación.

Cada grano de cereal se compone de tres partes principales: 1º) de la vainita ó cáscara que envuelve el grano y es muy higrométrica (la cebada y avena tienen, además, el zurrón que es menos higrométrico); 2º) de la sustancia harinosa y muy glutinosa que se encuentra en forma de una capa delgada debajo de la vainita y que, siendo también muy higrométrica, sirve de primer alimento á la joven planta; 3º) el germen ó la yema.

Si se toma un grano de semilla que ha estado cierto tiempo en el agua y se le mira bajo el microscopio, se observa que el germen ó la yema tiene las siguientes partes: la raíz en la parte inferior y un botón en la parte superior, de cuyo botón sale más tarde el tallo. Además, hay un botón de menores dimensiones al lado del primero. Entre la raíz y los botones está el tallo en miniatura con la yema y al lado de ésta una especie de escudo que cubre la sustancia harinosa.

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Más arriba de la yema se ve una membrana delgada destinada á chupar el lí-quido que está á su alcance y que está en contacto con una capa ya disuelta de la sustancia harinosa. De allí recibe la raíz tierna su primer alimento ya preparado.

Sustancias químicas encontramos cinco ó seis veces más que ázoe en el grano de semilla. Las que contienen ázoe, existen en la materia glutinosa entre las mem-branas de la sustancia harinosa y en las de la yema (donde hay también .mucha grasa) y en las del escudito.

En todas las partes del grano de semilla hay sustancias minerales, aire atmos-férico y agua. El aire está unido ó suspendido en el agua y ambos reciben ciertos grados de calor del suelo existiendo unos microorganismos en el suelo que sirve de lecho á la semilla.

Aire, agua, calor y microorganismos, son las condiciones vitales para que el proceso de la germinación se desarrolle regularmente.

Un grano de semilla necesita, según la clase de cereal á que pertenece, disponer de 44 á 60 por ciento de su peso de agua.

Una vez que haya penetrado esta cantidad de agua en su interior, no sólo se hinchará, con lo cual principia el período de la germinación, sino que se desarrolla también otro proceso: el de la endosmosis y exosmosis de los diferentes líquidos y sustancias contenidas en las células de las semillas cuyo intercambio ó filtración sigue efectuándose hasta que todas las células contengan la misma sustancia.

La joven planta necesita para su germinación el aire, porque el oxígeno que contiene este último descompone químicamente las sustancias contenidas en la semilla, produciéndose así cierto grado de calor. Las materias azoadas de aquellas sustancias producen en unión con el agua y calor las condiciones bajo las cuales la sustancia harinosa, el almidón, se transforma en alimento que la planta puede utilizar y crea la fermentación necesaria para suministrar el ázoe y el carbón (de las partes no azoadas de que se compone la semilla) que la planta precisa.

El grado de calor que las diferentes clases de cereales necesitan, es el siguiente: trigo y cebada 3 á 4 grados, centeno 1 grado, avena 4 á 5 grados y maíz 8 á 10 grados centígrados, cuyas temperaturas las debe tener el suelo.

Siempre que existan estas condiciones preliminares en el suelo, el proceso de la germinación se desarrollará del modo siguiente:

Absorbiendo cierta cantidad de agua, se hinchará la yema y la raicecilla de sueite que ésta última rompe la membrana reblandecida que envuelve el grano de semilla, penetrando poco á poco la raíz principal en el suelo.

Las otras ramificaciones de la raíz saldrán también paulatinamente de la mem-brana ya preparada; su número varia con la planta y la clase de cereales de que se trata, pero no suele pasar de seis. Algún tiempo más tarde se abrirá también el tallo su camino á través de la membrana, hacia arriba naturalmente. La parte más importante de la raíz, las hebrillas que tienen la forma de tubos y crecen con gran rapidez, penetran lateralmente en el suelo y, si la raíz se ha desarrollado más, se

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cubre ésta en su parte inferior con nuevas hebrillas, secándose la primera hasta que la raíz misma de la yema deja de funcionar y es sustituida por un sistema de nuevas raíces que forman á veces varios grupos ó nudos colocados los unos encima de los otros. Según las últimas observaciones hechas, se cree que las ramificaciones de la raíz que penetran á mayores profundidades del suelo y casi siempre siguiendo los caminos hechos por unos gusanos, sólo tienen por objeto procurar á la planta el agua que posiblemente no encuentra en las capas superiores del suelo. Una vez concluido el desarrollo de las raíces, empieza el crecimiento del tallo principal, y el de los varios accesorios cuyo número y fuerza dependerá, en primer lugar, de la cantidad de luz que pueda penetrar hasta ellos, siendo, pues, una condición favora-ble para este desarrollo la existencia del espacio suficiente entre una y otra planta.

De estas observaciones experimentales, se desprende que será conveniente aceptar en la práctica y para el cultivo de los cereales los siguientes principios gene-rales que se pueden dividir en dos grupos: los que se refieren á la labranza y los que tratan de la semilla y de su tratamiento.

He aquí los que se refieren á la labranza:

1º Se dejará en los campos como capa superior el humus que, por tener un color más oscuro que las capas que siguen más abajo, absorbe también más calor.

2º Se evitará en lo posible revolver el suelo en una profundidad tal que el hu-mos quede con su capa superior dado vuelta hacia abajo.

La desventaja que traería el revolver demasiado el suelo, es que la humedad natural del humus se pierde así fácilmente combinándose también las cualidades químicas de las sustancias que están disueltas en el liquido contenido en el humus y que acumuladas durante el tiempo que queda entre la cosecha y la siembra, sirven de alimento á los cereales y son fácilmente asimilables para las plantas en la forma como la naturaleza las ha preparado en la capa superior del suelo.

3º Se emplearán máquinas agrícolas apropiadas para una labranza racional del suelo, es decir, que puedan dar la porosidad necesaria al humus y subsuelo, pro-curando así que los tallos puedan perforar fácilmente el suelo y que las raíces no encuentren mayor dificultad para abrirse camino, conservándose al mismo tiempo la humedad del suelo.

No conduce a nada práctico el método de labranza empleado hasta ahora en muchas partes y que consiste en pulverizar la capa superior del humus.

Empleando el método indicado más arriba y haciendo trabajar en este sentido los poderosos arados á vapor, se obtendrá á la vez una economía considerable en los gastos que ocasiona la labranza de los campos.

Como ejemplo práctico que prueba lo expuesto, puede citarse el hecho de que el cultivo de los cereales ha mejorado considerablemente en aquellas comarcas eu-ropeas donde grandes extensiones de campo han sido labradas con el arado á vapor en el sentido indicado.

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4° El abono se hará enterrar en el suelo, en una profundidad tal que las hebri-llas de la raicecilla, la cual necesita, como es sabido, un cuidado especial, puedan sacar del abono las sustancias que necesitan para su desarrollo.

Con respecto á la clase de semilla y el tratamiento de la misma, habrá que ob-servar lo que sigue:

1º Se empleará para la siembra sólo una semilla completamente sana que no esté averiada y que posea una fuerte cantidad de sustancia harinosa en su interior para que la joven planta que ya se encuentra en la semilla pueda alimentarse con-venientemente durante la época en que sus raicecillas ya no efectúan ninguna de las, funciones que le son propias.

2° Se sembrará lo más temprano posible para aprovechar la humedad natural del suelo adquirida durante el tiempo que ha transcurrido entre la época de la cose-cha y la de la siembra. Se comprende que el suelo debe tener el mínimo de tempe-ratura arriba apuntado para poder empezar la siembra.

3º Se sembrará en líneas para dar á la planta la luz y el aire necesario.

4º La semilla se pondrá en el suelo á una profundidad tal que el aire atmosféri-co no pueda llegar hasta ella.

Marius.Año: 1897 - Mes: Julio - Número 235 - Páginas: 376 - 377-

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LA REFORMA MUNICIPAL

UN PROYECTO RETRÓGRADO

Consideramos un juego muy peligroso el que está entablando actualmente el gobierno nacional contra la libertad y las instituciones republicanas y el self-gover-nment de las comunas y de las provincias.

Es cierto que el poder central, apoyado en el ejército y en la escuadra, puede sostenerse muchos años desafiando impunemente opinión pública y las tendencias de igualdad y del régimen democrático que inspiran á las grandes masas de la po-blación. Pero la historia nos enseña que el día en que los elementos de fuerza sufren un revés—y ¿cuántas veces no ha sucedido así y sucederá todavía?—los oprimidos suelen alzarse y tomar revanchas terribles, más que todo cuando se trata de tiranías que les arrebataron el gobierno municipal propio, ó el self-government.

Napoleón III gobernó como un César. Suprimió de hecho las libertades y el self-government del pueblo francés, apoyándose en el militarismo. Pero vino Sedan, y le siguió la Comuna de París.

Y del régimen del segundo imperio francés nos hace acordar la mayor parte de las medidas que nuestro gobierno nacional está tomando actualmente, sobre todo su proyecto de ley destinado á reformar la organización del régimen municipal de la Capital.

Nuestro régimen municipal es puramente plutocrático. La inmensa mayoría de los habitantes está excluida de la participación en el gobierno comunal por ser pobre y no pagar el mínimo de las contribuciones que la ley determina para poder gozar de los derechos pasivos y activos de la ciudadanía, aunque se le arranca á cada uno de los habitantes pobres una cuota crecidísima, cerca de .20 $ por año por cabe-za, en forma de impuestos indirectos para sostener el gobierno comunal.

Pocas ciudades del mundo llevan tan visiblemente el carácter del régimen plu-tocrático reinante como Buenos Aires.

Tenemos un centro y un barrio high-life suntuosísimos, lujosos y grandiosos como pocos.

Pero sálgase más allá del Boulevard Callao, Entre Ríos y Estados Unidos, ¡que diferencia! También-París tiene sus arrodisements de Montmartre, des Buttes Chaumont y Menilmontaut. Londres tiene su Islington, Dalstan, White- Chapel, Stepney, Poplar, etc., y nuestras parroquias populares no son tal vez de aspecto tan lúgubre como el Eastend londinés, pero aquí nos parece mucho más hiriente la gran diferencia que se nota entre el barrio elegante; y los populares.

La discordia existente actualmente entre el intendente Sr. Alcobendas y el Con-cejo Municipal nace del pedido de los representantes de las parroquias populares de que se adoquinen 300 cuadras situadas en aquéllas.

El intendente, fiel á las tradiciones plutocráticas, se opone á esta pretensión de gastar tanto dinero para mejoras en los barrios populares.

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Y por primera vez en la historia de nuestra capital y de la República entera, tenemos que el Concejo, obedeciendo á tendencias democráticas, insiste enérgi-camente y defiende los intereses del pueblo contra el representante del gobierno central y de la plutocracia, como un acto de justicia.

Si el gobierno comprendiera los síntomas de efervescencia sorda y reprimida en las masas, sostendría al Concejo.

Pero sucede justamente lo contrario.

El gobierno, por intermedio del Ministerio del Interior, presentó al Congreso un proyecto de ley cuya sanción daría como resultado restringir aún .más los coartados derechos políticos de los habitantes de la Capital en los asuntos municipales, con el pro-pósito de ampliar y ensanchar los poderes del intendente, es decir, del gobierno central.

Proyecta el señor ministro disminuir el número de concejales, aunque el núme-ro de habitantes haya crecido tanto y siga creciendo rápidamente.

Luego, y este punto nos parece el más grave, quiere que se reemplace las elec-ciones por cuarteles ó distritos, por el escrutinio por listas.

Al fin propone que las elecciones dejen de ser directas para reemplazarlas, por elecciones indirectas, y que se suprima el derecho de la iniciativa que acompañaba al Concejo hasta aquí.

A fe que no conocemos ni en la historia rusa ni en la turca un proyecto de ley más antidemocrático y reaccionario.

Un gobierno de una República en cuya constitución se halla prescripta la forma representativa republicana federal, el derecho del pueblo de deliberar y gobernarse por medio de sus representantes, que presenta al Congreso un proyecto de ley en tales términos!

Efectivamente hemos decaído tristemente y hemos llegado al colmo del régi-men absoluto.

Ya no es posible imaginarse una claudicación mayor de los principios que el pueblo de Mayo y el Congreso de Tucumán han proclamado.

El escrutinio por listas se propone para que los cuarteles populares de la Capital tengan menos representación aún de sus intereses, y las elecciones indirectas para que les quede mas mano libre á los politiqueros para sus intrigas que nos han de llevar á la creación de un verdadero Tammany-Hall.

Que el gobierno tenga el valor de presentar este proyecto al congreso, prueba hasta que punto ha decaído el espíritu político de las masas y cómo se han extirpa-do de raíz los principios democráticos en nuestra legislatura.

El proyecto está calcado sobre la ley municipal que el gobierno imperial de Diciembre hizo sancionar para la ciudad de París, en donde también el Conseil mu-nicipal fué sujeto al Prefet de la Seine (nuestro intendente) y al Préfet de la Police.

Esta ley municipal fué la verdadera causa de la revolución de la famosa Comu-na en 1871. (Véase: Lissagaray: Histoire de la commune de 1871)

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Si ahora treinta ó cuarenta años atrás el cesarismo pudo dictar una ley tan an-tidemocrática y de consecuencias tan funestas, mucho más grave parece el asunto hoy en día con el grado inmenso de adelanto que la evolución humana ha alcanza-do.

Vivimos precisamente en el principio del régimen municipal.

Es en Inglaterra principalmente, en el país más democrático y más adelantado del mundo entero, en donde esta transformación se ha principiado á realizar y va tomando cuerpo el movimiento.

La tendencia á que se responde, es la de independizar á las comunas ó muni-cipios de los empresarios capitalistas y transformarlos en colectividades que pro-duzcan ellas mismas, por medio de sus representados, electos por el sufragio libre, directo y secreto, los artículos de que necesitan como ser: el gas, el agua, los medios transportes y de comunicación, etc., etc.

Se proyecta aún ir más lejos y hacer lo que hacen las sociedades cooperativas de consumo, es decir, facultar á los consejos municipales para hacer fabricar y vender el pan y los otros medios de subsistencia.

Se discute sobre el mejor modo como fiscalizar todo el servicio higiénico y mé-dico como se fiscaliza la educación por medio de los consejos municipales y sobre otras reformas radicales en el mismo sentido.

A los que se interesan por el asunto les recomendamos la obra: Stadteverwaltung und Municipal socialismus in England 1870, por C. Hugo.

Desde la ley de 1835 se eligen en Inglaterra los consejos municipales por elec-ciones directas.

La ley sobre consejos municipales (county council) de 1888 amplió largamente la esfera de la acción de estos consejos, y la evolución desde entonces ha fortalecido su poder constantemente.

También en Francia se siente cada vez más la tendencia de desarrollar la esfera de la acción municipal. Allí faltan las instituciones democráticas inglesas, y por eso suceden choque más ó menos vehementes que se van repitiendo.

Ante tales progresos que el régimen municipal va tomando en los países ci-vilizados, indigna realmente la lectura del proyecto que nuestro gobierno pasó al congreso.

Francamente, importa un verdadero insulto á los habitantes de la Capital de un país libre y republicano exigir del congreso su opresión como se hace en este proyecto.

¡Hasta donde hemos retrocedido y decaído, que este proyecto no ha sublevado ni provocado una general protesta de indignación!

DemócrataAño: 1897 - Mes: Julio - Número 236 - Página: 390

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¡LANGOSTA!

La teoría y la práctica

(Conclusión—Véase el número 234)Si hemos considerado poco acertada la idea de nombrar jefe de la repartición

encargada de combatir la langosta al Sr. Bruner, por la sola razón de que sus traba-jos deben ir por cuerda separada, siendo otra su idea y sus medios de extinguirla, menos acertada nos parece la resolución de anexar á la oficina Nacional de Agri-cultura, á los directores del Museo y Jardín Zoológico para los trabajos de defensa. Seguramente que si se le preguntara al inteligente Doctor Halemberg cuál es su pensamiento al respecto, contestaría: obedecer al superior, pero de langosta no en-tiendo gran cosa.

Más puesto en razón habría estado el Gobierno, recabando de la Sociedad Ru-ral Argentina una terna de personas competentes, con actividad y conocedores del país, para colaborar en un plan general que todavía no se ha confeccionado, y que se encuadra con los elementos y recursos creados por el Gobierno, en su proyecto, aún no conocido.

Es efectivamente un error la costumbre establecida de buscar dentro del perso-nal rentado por la Nación los elementos que deben responder á los propósitos que se persiguen en cuestiones prácticas.

La buena voluntad y el interés inmediato de un agricultor ó estanciero práctico, podrá indudablemente mucho más que la de un empleado sacado de la oficina lle-vándolo á terreno desconocido, sin vinculaciones para hacerse escuchar y obedecer.

Y no se diga que faltan hombres, porque los hay suficientemente aptos, tanto en el litoral como en el interior, cuyos servicios podrían ser aprovechados, dejándo-les independencia para obrar.

Bueno hubiera sido publicar el proyecto, y el distinguido Dr. Bermejo, que tan buena voluntad parece tener, debe tomar en cuenta opiniones mal formula-das quizá, porque se resentirán de las asperezas del guedeja una herramienta para tomar la pluma, pero dictadas con buena intención y conocimiento de la materia.

Mientras se encuentra el remedio radical buscado por la ciencia, hagamos lo que sea posible para contener las invasiones del Norte, así como los antiguos pobla-dores peleaban con los indios, hasta que el remington acabó con ellos.

Lo repetimos: á los refractarios y mañeros, multas y aumento de la Contribu-ción Directa. Nuestros legisladores tan hábiles para buscarle la vuelta á las inter-venciones, ¿por qué no procuran dictar una ley de circunstancias para crear recur-sos extraordinarios y medios eficaces para resistir al invasor de nuestras colonias y establecimientos rurales?

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Si una de las causas principales del malestar general ha sido la langosta, lláme-sele por su nombre: calamidad pública, y para combatirla todos los medios serán buenos, empleados con energía, contra los remolones y egoístas. Lo peor de todo será detenerse á medio camino.

Un Chacarero.Año: 1897 - Mes: Julio - Número 236 - Página: 393

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LOS GRANDES PROBLEMAS ECONÓMICOS

El Valor

Tratándose de cuestiones económicas, es muy común por parte de ciertos polí-ticos y periodistas entre nosotros, esquivar la discusión con el pretexto de que en ta-les cuestiones se trata de teorías abstractas que no hallan aplicación entre nosotros.

Precisamente en el movimiento político actual ninguno de los partidos militan-tes ha planteado un programa económico preciso y bien definido como si temiesen declarar con franqueza sus propósitos principales, y preguntando á los politiqueros á este respecto no contestan, ó nada saben decir sobre el particular.

Alguno políticos, prudentemente, ocultan los móviles económicos que determi-nan su acción política y otros se dejan arrastrar por ellos inconscientemente.

Las grandes masas de población no saben nada de economía política, cuya cien-cia se les oculta rigurosamente para poderlas llevar y arrear siempre sin mayores dificultades en las luchas políticas.

Para que el ciudadano pueda darse cuenta, como ser consciente de sus actos, del movimiento político en que S9 ve enredado, es preciso conocer siquiera los prin-cipios fundamentales de la ciencia económica.

El primero de estos principios es el que trata sobre el valor de las cosas.

Según la economía política vulgar, moderna, encabezada principalmente, por Bastiat, el valor es la proporción existente entre dos servicios que se prestan los hombres recíprocamente.

La economía política clásica inglesa partió de la teoría del gran filósofo inglés John Locke, padre del empirismo y sensualismo, sobre los que se funda toda la ciencia exacta y filosófica moderna, y demostró que en cada cosa útil para satisfacer necesidades humanas debe distinguirse dos especies de valor, á saber:

1º El valor de uso que se le infiere á la cosa y su utilidad, en cuanto depende de sus cualidades naturales, cuya utilidad aparece en su uso ó en su consumo; y

2º El valor de cambio que le confiere á la cosa la posibilidad de poder ser cam-biada en proporción variable por otras cosas útiles de especie diferente.

Adam Smith desarrolló antes que nadie la teoría de John Locke sobre el valor, y demostró cómo cosas que tienen un gran valor de uso, por ejemplo, el agua, pue-den carecer completamente de valor de- cambio, y cómo cosas que tienen un muy elevado valor de cambio, por ejemplo, el diamante, pueden tener un valor de uso muy limitado.

David Ricardo dió un paso más adelante. Examinando los principios funda-mentales del cambio, por ejemplo, de 100 kilogramos de hierro por 75 de trigo, de-mostró que el cambio de estas especies diferentes era posible solamente porque en ambos había un algo común, un algo que no era una propiedad natural, ni dependía

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de su utilidad respectiva, pues al cambiar dos cosas ó mercancías, se considera tan sólo la cantidad de ambas y no sus calidades, y que este algo común no podía ser otra cosa que el de productos del trabajo, ó sea de fuerza humana de trabajo, es de-cir, de desgaste del organismo del hombre hecho al producir las cosas.

Ricardo, pues, declaró que la sustancia del valor era el trabajo, y que la medida de la cantidad del valor de cambio de una cosa era la cantidad de trabajo invertido en su producción, y que esta cantidad de trabajo se medía por la duración, es decir, por el tiempo de trabajo.

100 kilos de hierro pueden cambiarse, pues, por 75 kilos de trigo, porque el valor de ambos es igual, es decir, porque la misma cantidad de trabajo se invierte en la producción de 100 kilos de hierro como en la producción de 75 kilos de trigo.

Esta teoría de Ricardo ha dado lugar á muchas controversias, porque las opi-niones variaban sobre la interpretación que se debía dar á las palabras tiempo de trabajo necesario para producir una mercancía cambiable por otra.

Carlos Marx, al fin, determinó este tiempo como el término medio requerido para un trabajo ejecutado con el grado medio de habilidad y de intensidad y en las condiciones ordinarias de la época.

El tiempo medio para producir una mercancía varía con cada modificación de los procedimientos de la producción, y según las condiciones naturales. Es esto lo que se llama productividad del trabajo.

Con la productividad del trabajo varía, pues, el valor de cambio de los produc-tos. Cuanto mayor es aquélla, tanto menor es el término medio del tiempo necesa-rio para producir una mercancía, ó sea el tiempo socialmente necesario para produ-cirla, y tanto menor su valor de cambio, é inversamente.

Tratándose del valor se considera el trabajo humano como trabajo simple, es decir, como gasto de simple fuerza física que todo el hombre posee en su organis-mo, sin educación especial. Si el trabajo para producir cierto artículo supone cierto grado de educación ó instrucción, se le llama trabajo superior, ó sea una cantidad mayor trabajo de simple.

Todas las mercancías de igual valor de cambio pueden ser cambiadas las unas por las otras, por ejemplo: 100 kilos de hierro por 75 kilos de trigo, por 6 metros de paño, por 10 gramos de oro, etc.

Hay un objeto especial único, adoptado por tradición histórica como forma ofi-cial de los valores de cambio que sirve como el equivalente general de los valores de las mercancías cambiables: el oro.

Actualmente los cambios de productos se verifican exclusivamente por la me-diación del oro, y como las demás mercancías expresan su valor en éste, él ha sido convertido en moneda ó dinero.

El oro es, pues, la mercancía convencional, medida de los valores de cambio, y como tal la encarnación del trabajo humano, cuya medida efectiva es el tiempo de trabajo, arriba explicado.

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La expresión en oro de la magnitud del valor de cambio de una mercancía se llama su precio.

Una cierta cantidad de oro se determina por la ley, como unidad de la medida de los valores.

Así en la República Argentina la ley del 5 de Noviembre de 1881 fija la unidad monetaria como el peso de oro de 1,6129 gramos de oro de título de 900 milésimos de fino.

Este peso desempeña, pues, dos funciones:

1) Transforma los valores de las mercancías en supuestas cantidades de oro, ó lo que es lo mismo expresa sus precios; y

2) Refiere estas cantidades de oro á los 1,6123 gramos de oro indicados en la ley.

Los precios, pues, indican:

1) La magnitud del valor de las mercancías; y

2) El número de pesos oro por el cual son cambiables.

De este doble carácter del precio resulta que puede existir una diferencia cuan-titativa entre el precio y el valor de cambio de una mercancía, porque el cambio se efectúa bajo circunstancias accidentales, que pueden hacer variar el número de pesos oro por los cuales es cambiable la mercancía sin alterar su valor, ó sea el equi-valente en oro del tiempo de trabajo mientras fué producida.

La fuerza del trabajo humano también no es más que una mercancía, cambiable sobre el mercado, como cualquier otra, una mercancía que posee la especial virtud de ser fuente de valor cambiable al emplearla, y tener su valor propio como todas las demás mercancías, regido por la misma ley del trabajo descubierta por Ricardo.

Estas relaciones entre el valor de cambio, el trabajo y el oro, forman la base de la economía política. De ellas derivan todas las demás teorías de esta ciencia, que lejos de importar ideas abstractas, como dicen los politiqueros, constituyen las leyes que determinan la organización de nuestro cuerpo social y el movimiento de nues-tra vida política y económica, que nos quedarían enteramente incomprensibles, sin el conocimiento de aquellas leyes y teorías.

Si hemos de proceder como seres racionales en política, no podemos menos que guiarnos por las verdades que las ciencias sociales nos revelan, ciencias que se fundan sobre la teoría del valor.

Demócrata.Año: 1897 - Mes: Julio - Número 239 - Páginas: 429 - 430

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EL CENTRO DEL COMERCIO Y LAS CÁMARAS GREMIALES

La comisión nombrada por el Centro del Comercio, encargada de estudiar las causas de la crisis actual, y de proponer los medios que considere más eficaces para combatirla, nos ha dejado completamente en ayunas en lo que se refiere á la prime-ra parte de su cometido.

Estábamos esperando algo como una investigación detallada de la situación del comercio de la Capital y de las provincias, ó del campo, como se expresa la co-misión; un estudio que arrojará luz sobre los grandes problemas económicos de la actualidad, pero nos hemos chasqueado.

El informe declara que la crisis no tiene la gravedad y trascendencia que se le ha atribuido. Sin embargo, cita las causas conocidas y más visibles á que desde hace tiempo todo el mundo atribuye el actual malestar, á saber: la fluctuación del valor de la moneda; la especulación sobre el agio del oro; la falta de crédito otorgado por parte de los bancos tan sólo al comercio mayorista de la capital, que á su vez presta á intereses elevados al comercio minorista, quien por su parte explota en la campa-ña á la producción agrícola; la excesiva importación de artefactos; la competencia ruinosa y la excesiva producción de alguna industria nacional.

Todas estas causas hace tiempo que se han acusado como fuentes de la parali-zación comercial y como causas de la crisis, y no era, pues, preciso que se nombrara una comisión para que repitiera lo que todo el mundo ya sabía y había dicho.

Interesante es que la comisión declare que no se ha notado de una manera muy marcada la influencia de la crisis agrícola.....aunque la agricultura haya adquirido mayor desarrollo, sin sujetarse á los principios fundamentales que debieran regirla.

Es decir, la agricultura ha faltado, según la comisión, en dos conceptos:1) por no haber dividido y variado los plantíos, para distribuir los riegos; y2) por no haber evitado el encarecimiento del jornal en la época de la cosecha única.

¡Divídanse, pues, y varíenselos plantíos! Pero, ¿Cómo?Hemos tratado á menudo en La Agricultura sobre este asunto, y hemos demos-

trado la conveniencia que hay en tal división y variación de los plantíos, que exigen la combinación racional de la ganadería con la agricultura, como sucede en el siste-ma de la triple rotación (the three-fielet system) en los Estados Unidos. (Véase Pág. 410.)

Pero la comisión del Centro del Comercio repite lo que hemos dicho ya muchas veces á los agricultores, sin indicarles el medio para proveerse de los capitales que tal intensificación de la explotación de la tierra, pues de esto se trata, exige.

Se necesita capital, y bastante capital, para transformar una concesión de tierra cultivada hasta aquí tan sólo con trigo en tres parcelas: una con trigo, una con maíz y una con pastos guadañables destinada á mantener ovejas para la exportación, ó vacas lecheras, etc.

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La misma comisión lo critica y lo señala como una de las causas de la crisis, que el crédito bancario se haya centralizado en la Capital, y dispensado tan sólo á los agricultores, mayoristas y consignatarios, que tienen que hacer partícipe de él á una tasa de interés elevada al comercio minorista, que á su vez, subiendo naturalmente más aún esta tasa, lo distribuye en la campaña á la producción agrícola.

La comisión del Centro de Comercio se olvida decirnos de qué modo los agricul-tores podrán dividir y variar sus plantíos, con una tasa del interés de unos 18 ó 24 por ciento anual, si es que el comercio minorista les presta el capital suficiente de que necesitan á esta tasa, lo que dudamos muchos.

Los agricultores variarían con gusto los plantíos, y bien saben cuánto este siste-ma les favorecería, pero les falta el capital necesario para ponerlo en práctica.

Además con el capital á la tasa elevada de interés á que el comercio minorista en la campaña abre crédito á los agricultores, ya sea en mercancías ó en numerario—y este último caso no sucede excepcionalmente—jamás pueden pensar en introducir mejoras que no les dejarían á ellos mismos beneficio alguno, ni siquiera tanto como para renumerarles su trabajo propio con un ínfimo salario de peón.

La comisión, si se hubiera dado cuenta del alcance de su dura reprobación del sistema de cosecha única, como rige en nuestra agricultura, habría profundizado más su estudio sobre economía rural, y entonces hubiera hecho suyo nuestro pro-yecto de la formación de sociedades cooperativas de compra y venta bajo los aus-picios del Banco de la Nación Argentina del modo como hemos abogado por ella desde hace tiempo.

(Véase La Agricultura, IV,597, V, 26, 276, etc.)

La comisión ha pasado con mucha ligereza sobre la influencia que la crisis agrícola tiene en el malestar general que se siente, en el país, y ha caído en una con-tradicción chocante al negar esta influencia, y en seguida al aseverar que la agricul-tura, nuestra principal fuente de producción, haya adquirido inmenso desarrollo.

La crisis de una rama de la producción en un país que casi no cuenta con otra, ó que se desarrolla inmensamente, tiene por fuerza que notarse de una manera muy marcada sobre la marcha del comercio, que vive por medio de ella.

Eso no es más que lógico.

La otra reprobación que la comisión lanza contra la agricultura, la de no haber evitado el encarecimiento del jornal, carece de fundamento como la primera.

¿De qué manera pudiera haberse evitado este encarecimiento, si es que real-mente se ha producido bajo las condiciones económicas actuales de la agricultura?

La comisión propuso, como medio más eficaz para combatir la crisis, la forma-ción de cámaras comerciales, que se establecerán con el objeto de consultar los inte-reses generales de cada gremio, ligadas todas las cámaras á una institución comer-cial única, quedando expresamente prohibido que se constituyan en sindicatos que tengan por objeto el monopolio de la mercadería que forme el comercio del gremio.

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Francamente, no creemos que por la formación de tales cámaras se combatirá la crisis, porque no divisamos la relación que pudiera existir entre las causas de la crisis, que se enumeran en el informe, y las funciones de los gremios.

Somos de opinión que lo único que realmente puede sacarnos de la crisis ac-tual! es el fomento de la producción de la ganadería y de la agricultura, mejorando la calidad de los productos y bajando el precio de costo.

El comercio nada conseguirá con defender sus intereses puramente gremiales.

El comercio depende de la producción.

Prosperando ésta, prosperará también el comercio y la industria nacional, por-que la capacidad de consumir del país depende del estado en que se halla la agricul-tura y la ganadería que son las fuentes de nuestra riqueza.

Son tan múltiples y tan tenaces los elementos opositores al desarrollo vigoroso de nuestra agricultura y ganadería, que la lucha contra ellos reclama una cantidad enorme de energía y de voluntad.

Las páginas de La Agricultura están llenas de estudios y críticas á este respecto.

Serias reformas políticas, económicas, financieras, jurídicas y sociales reclama el país con el fin de poder desarrollar las fuentes de su riqueza material.

La raíz de las crisis está en nuestras instituciones vetustas que impiden nuestro progreso en la medida necesaria, para ponernos á la altura de los países más civili-zados.

La comisión obró superficialmente al redactar su informe. De lo contrario se hubiera dado cuenta de todo esto.

Demócrata.Año: 1897 - Mes: Agosto - Número 240 - Páginas: 443 - 444

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¿SERMÓN PERDIDO?

Será asunto á la orden día combatir á un enemigo de la situación, pero no de la situación política, sino de todos.

Y como tal enemigo, no bastarán los esfuerzos del Gobierno, de sus comisiones, porque es obra de cada uno.

Nos excusamos nombrarlo.

El Gobierno Nacional, el Congreso, el alto comercio, la provincia de Buenos Ai-res por sí sola, todos estos elementos considerables en poder material y capacidad intelectual, han creado leyes, votado millones y puesto en movimiento centenares de personas á la obra de destrucción de la langosta.

Han venido tarde, pero han venido al fin, y falta, á pesar de tantos esfuerzos, el elemento concurrente principal, que es la acción particular.

Doloroso es decirlo, pero estamos presenciando la devastación de una inmensa zona de campos, á donde á pesar de esas leyes y disposiciones, no se hace nada en relación á la magnitud de la invasión.

¿Por qué no se compele á los grandes propietarios á combatir la langosta, mien-tras algunos de limitados recursos dan el ejemplo y demuestran la practicabilidad de trabajos eficaces y económicos?

La quemazón de los rastrojos y áreas de campos con pastos altos, es fácil, te-niéndose las precauciones de rodear las parvas con surcos abiertos por el arado, operación rápida con los elementos del colono que haya cortado su trigo.

Un solo hombre puede hacer el trabajo de doscientos ó más y extinguir millo-nes de millones de langosta.

El enemigo peor es la falta de concurrencia en los vecindarios. Entre los comer-ciantes, mucho jarabe de pico, como en los corresponsales de diario; pero créalo, Sr. Director, se necesitan en estos casos como en aquellos otros.....hechos y no palabras.

Es necesario ayudar con las manos y los brazos al Gobierno y á las comisiones.

Y esto se hace dando cada uno el ejemplo, con la acción, para combatir como hemos dicho al enemigo de la industria agrícolo-ganadera y de la salud pública.

Dentro de un mes tendremos las aguadas artificiales putrefactas, y la epidemia de tristeza en los ganados.

Un Chacarero.Año: 1897 - Mes: Diciembre - Número 259 - Página: 701

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LA POBLACIÓN ARGENTINA. SU CRECIMIENTO.

Transcurrirá tiempo hasta que se levante otro censo, y por eso es de importan-cia conocer el coeficiente del crecimiento relativo de nuestra población con alguna exactitud, para por medio de el calcular con mayor aproximación en adelante para cualquier año el número absoluto de habitantes.

En la página 19 del Tomo II del censo de 1895 calcula el Dr. Carrasco este coefi-ciente y lo fija en 46 por mil anual, y en la página 20 y en el cuadro anexo lo apunta en 49,8.

Si hacemos el cálculo correspondiente valiéndonos de la fórmula debida, halla-remos un resultado diferente.

a = c nP

+

1001

La letra a es en este caso el número de habitantes en el año del segundo cen-so, es decir 3,954,911; c el número de habitantes del primer censo (1869), ó sean 1.737.076; n el tiempo transcurrido entre ambos censos = 25,66 años; p es el coefi-ciente por ciento anual del crecimiento.

Efectuado el cálculo resulta:

P = 3,26 por ciento.

El modo de división del crecimiento absoluto por el número de años que aplica el Sr. Carrasco en la página 19 para hallar el coeficiente es inadmisible, como se puede leer en todos los buenos textos sobre estadística o economía política.

Del error del cálculo cometido por el Sr. Carrasco resulta la condición extraordi-naria y excepcional que él otorga al crecimiento de nuestra población. Los coeficien-tes de crecimiento de otros países con que compara el nuestro fueron calculados del modo como nosotros lo indicamos, y no como lo hace el Sr. Carrasco cuyo patriotis-mo le habrá tal vez extraviado un tanto.

Los coeficientes anuales de crecimiento relativo de las diferentes provincias son, pues los siguientes:

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Este cuadrito falta en el censo. Por él se puede apreciar la proporción exacta en que las diferentes poblaciones provinciales han aumentado de año en año, desde 1869 hasta 1895, y aplicada la fórmula arriba citada, puede saberse el número de habitantes habidos en cualquier época en las diferentes provincias.

¿Continuará la población aumentando en esta proporción?

Malthus, á quien se debe la aplicación de la progresión geométrica al cálculo del aumento de la población, nos contestaría que sí, sin restricción, y tendría razón si el hombre fuese un autómata que obrase puramente movido por su propia fuerza interna, o si fuese nada más que un número, susceptible de ser elevado, a tal o cual potencia ó multiplicado, etc.

Pero lo mismo que sucede con el famoso problema del interés compuesto, el aumento de una población, lo mismo que de un capital depende enteramente de las condiciones de la producción y del trabajo.

Mientras que las condiciones de la producción y del trabajo en el país no sufran transformaciones esenciales, podemos aplicar los coeficientes de crecimiento deri-vados de los resultados de los censos de 1869 y 1895, tal como lo acabamos de hacer. Pero como el grado de la productividad del trabajo humano va en rápido aumento, sobre todo en los países esencialmente industriales, la época durante la cual estos coeficientes revisten la exactitud deseable, es tan solo reducida, y por eso es nece-sario, volver a un nuevo recuento a cada tantos años con más frecuencia en un país industrial que en un país todavía agrícola y ganadero como el nuestro.

Sucede con el crecimiento de la población semejante cosa que con la tasa de in-terés. Cuanto más aumenta el capital acumulado con el grado de productividad del trabajo humano, tanto más baja la tasa del interés. Y lo mismo cuanto más inten-siva sea la explotación de los medios de producción tanto menor será el coeficiente del crecimiento anual de la población.

Un coeficiente elevado de crecimiento de la población no indica desde luego un mayor grado de bienestar de los habitantes, como parece que lo supone así el Sr. Carrasco, sino indica una explotación todavía un poco más extensiva de los medios naturales de producción, y en general un grado atrasado de la productividad del trabajo humano.

Sobre el valor endemonológico que se atribuye en el tomo II del censo con tanta insistencia al elevado coeficiente de crecimiento de la población, hay que observar lo siguiente:

Puede este coeficiente resultar de varios modos.

El crecimiento vegetativo de 20 por mil, por ejemplo puede resultar de un co-eficiente de natalidad muy elevado, por ejemplo, 45 por mil, substrayendo un co-eficiente también muy elevado de mortalidad, por ejemplo 25. Pero el mismo co-eficiente de crecimiento vegetativo resulta también substrayendo de un coeficiente más bajo de nacimiento, por ejemplo 38 por mil, un coeficiente más bajo de morta-lidad, en este caso 18 por mil.

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Es evidente que el último caso es preferible, pues un coeficiente bajo de mor-talidad indica siempre la existencia de condiciones favorables, tanto económicas como endemonológicas de la población.

Pero el censo mismo nada nos enseña sobre el movimiento anual de la pobla-ción, y por eso es preciso buscar tales datos en los anuarios estadísticos que comple-tan los datos del censo, para poder formar nuestro criterio sobre el valor eudemo-nológico real del coeficiente de crecimiento de la población.

Este tema se presta aún a otras consideraciones interesantes que hemos de ex-plicar en un segundo artículo, y que son oportunas en esta ocasión en que, gracias al tomo II del censo, la discusión del crecimiento de la población está a la orden del día.

Germán A. Lallemant.Año: 1899 - Mes: Enero - Número 312 - Página: 43

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RIQUEZA Y TRABAJO. 1897-1898.

No puede recordarse con dureza al año que ha terminado, porque seria cometer una injusticia, comparándolo con su antecesor, en el acrecentamiento del bienestar y de la riqueza pública.

La Capital de la República ha adelantado en todo sentido mejorando sus con-diciones higiénicas, su población sigue un aumento sorprendente y sus elementos sociales se traslucen en las crónicas diarias de la prensa.

El gobierno nacional ha administrado honradamente los caudales públicos.

Ha mantenido en los diferentes ramos de la administración el equilibrio in-dispensable de sus gastos para llegar al cumplimiento de sus obligaciones en el exterior y probablemente terminará su período acompañado del respeto de propios y extraños.

La provincia de Buenos Aires, bajo el período de su gobernación ilustrada, ha demostrado como es posible la existencia del sistema representativo, en sustitución de los de fuerza y opresión, que dilatan en otros el resurgimiento de la vida insti-tucional.

Corrientes acaba de dar un testimonio elocuente en igual sentido, recibien-do en sus brazos al bajar al gobernante honrado y laborioso, que supo mejorar su administración, mantener la autonomía de la provincia sin molestias al gobierno general, e impulsarla en el camino del progreso, en paz y sin odiosas persecuciones.

En una y otra a pesar de circunstancias desfavorables, se ha progresado, com-batiéndose la larga crisis que agobia a todo el país, con la aplicación en las fuerzas en los trabajos agrícolas, rurales, especialmente.

Santa Fe y Córdoba dejan bien marcadas las huellas del progreso y no han sido estériles los auxilios prestados por el gobierno general a las clases productoras.

Un solo departamento de la segunda de las provincias nombradas, Córdoba, arroja este año en la balanza comercial diez y ocho millones en solo trigo y lino.

Se llama Marcos Juárez.

Mendoza, San Luis y San Juan aumentan sus medios de vida propia, con sus incomparables viñedos y hermosos invernaderos.

Tucumán resiste a la mala y accidental situación de su producción principal, el azúcar, dando ocupación a millares de trabajadores en la explotación de sus bos-ques y cañaverales.

Salta, La Rioja y Jujuy, esperan su cuarto de hora, que no les tardará en llegar, porque tienen sobrados elementos de vida propia, una vez que los ferrocarriles mo-difiquen las tarifas y tengan puertos en el litoral, suprimiendo trescientos kilóme-tros de diferencia, entre exportar sus productos por el Rosario o Buenos Aires.

Catamarca adormecida en medio de sus fértiles valles, recibirá la impulsión natural del elemento extranjero, que encontrará en sus minas, y al pie de sus ce-

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rros, riquezas inexploradas, preciosas quebradas para el cultivo del tabaco, el arroz, huertas y frutales que envidiarán los alrededores de Buenos Aires.

Santiago del Estero, productora de brazos y buenos trabajadores, tiene valiosos campos, montes vírgenes que darán caudal o elementos de prosperidad agrícolo-ganadera.

Entre Ríos disputa a todos sus hermanos la superioridad, de sus granos y sus inagotables arroyos, que cortan montes y colinas, contribuyen a fertilizar sus cam-pos apagando la sed a millones de animales vacunos y lanares.

Este pueblo guerrero ha cambiado de fisonomía, dejando descansar la lanza libertadora de Caseros por el arado y la segadora que transforman las costumbres primitivas.

En todas partes se sienten los movimientos regeneradores del trabajo, y con invasiones de langosta, sequías, sin crédito, la población productora se revela: su aliento se extiende lo mismo en los centros poblados y favorecidos por los ferroca-rriles, como en los territorios nacionales.

En la codiciada Patagonia, en la Pampa Central, en el Chaco, y hasta en la Tierra del Fuego, a donde apenas salpica el riego de la civilización, es digno de notarse que este avance no es ficticio, como lo era en la época de la especulación.

Entonces los Bancos descontaban a las buenas firmas, es decir, a las que se clasificaban así, por contar con influencias poderosas destinando el importe de las emisiones o empréstitos, a los viajes de placer, a la fundación de pueblos imagina-rios y a la explotación del Tartagal, con un ferrocarril hasta la luna.

Hoy las clases productoras, tampoco gozan de los beneficios del crédito, pero en cambio la necesidad del trabajo, y del abuso ha muerto la idea de la especulación, que como la fiebre infecciosa había dañado al organismo entero de nuestra socie-dad.

La restricción del crédito (y lo decimos sabiendo que se nos tratará de retrógra-dos) es tal vez la causa principal del aumento de nuestra producción.

Antes se encontraban dos personas por la calle que hacia tiempo no se veían y se preguntaban-¿Adónde está? En la Bolsa.- Y yo también. Tal era la profesión y el medio único de vida, que irá abandonándose poco a poco, porque los Bancos que han alimentado el juego, van midiendo los resultados.

El trabajo irá restableciendo la confianza: se gastará menos y se producirá más.

El año nuevo se inicia bajo los mejores auspicios, debido pura y exclusivamente al aumento de nuestra producción.

Trazada la ruta que debemos seguir sin abandonarla, falta despejarla de los obstáculos que pudieran entorpecerla.

El peor de los obstáculos, en su concepto, es el egoísmo que engendra la espe-culación y el monopolio.

Es como en política la fuerza bruta, que se sobrepone al derecho.

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Es la absorción de la savia poderosa que debe circular en todo el organismo, absorbida por la avaricia de la Capital.

Hemos visto así casos en que los sacrificios y privaciones después de largos años de labor y de lucha, han servido para colmar la ambición de una asechanza, sobre valiosas fuentes de producción.

Falta para combatir este enemigo armado de elementos poderosos, y que se ocultan muchas veces, con rara habilidad, la liga entre las clases productoras, cuya indiferencia y abandono minan la base de su propio bienestar.

Tenemos a los bancos, oficiales y particulares, que no siempre responden á las exigencias de la producción, y que en muchos casos prestan un servicio aparente, cuando en realidad precipitan las operaciones y hacen fallar los cálculos mejor com-binados.

Tenemos las tarifas de los ferrocarriles, sociedades formadas con capital extran-jero, que nos llevan las utilidades y nos hacen pagar tan caros sus servicios.

Tenemos la gran arteria fluvial de nuestras vías, abandonada al capricho de sus corrientes.

Tenemos las pestes en los ganados, las invasiones de la langosta, y contra todos estos enemigos nada de esto se ha hecho.

El egoísmo se encierra en sus cálculos, en sus altas tarifas, ó intereses usura-rios, mientras que el productor vegeta esperando todo del Gobierno, cuando debería buscarlo en el espíritu de asociación y dentro de sus propias fuerzas.

Ningún título, ninguna acción estaría, más solidamente garantida que las de Sociedades que facilitaran con su capital la libre navegación de nuestros ríos, por ejemplo.

¿Cuántos años hace ya que el comercio del Rosario, por sí, y en representación de los intereses del interior, vinculados a los de aquella plaza, está pidiendo, la ca-nalización de los pasos de Martín García y limpieza de nuestros ríos?

No ha existido un ministro nacional que no haya prometido la ejecución de esos trabajos, que no serían para beneficiar a una localidad, sino a la Nación toda, y solo se han conseguido unas chatas viejas, y tragaderas incompletas, que levanten arenas para edificar media docena de casas, pero dejando subsistentes los mismos obstáculos o creando otros nuevos.

He ahí un asunto de cuya solución depende en gran parte el porvenir de la ganadería en la parte mejor preparada para elevarla a la altura a la que no llegarán nunca nuestros rivales de producción porque los alfalfares de Santa Fe, Córdoba y N. Oeste de Buenos Aires estarán vacíos, mientras no desaparezcan las tarifas de los ferrocarriles que rigen actualmente, y el enorme recargo de gastos, intermediarios, etc, de los productos que puedan ser exportados con una diferencia de 80 a 100 leguas kilométricas.

Y al hablar de exportación nos referimos al trigo, al maíz, lino, lana, suelas, harina, forrajes al Brasil, etc.

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Falta aún en medio de tan halagadoras perspectivas, combatir y separar obstá-culos del camino.

Será tarea digna de órganos de publicidad como La Agricultura, combatir la causa del atraso en que vivimos y del aislamiento como colectividad.

La indolencia y el egoísmo, son vicios que una vez arraigados en las costumbres de un pueblo, lo convierte en víctima del indiferentismo, en lo que de más cerca le interesa.

El sistema es alarmante.

Se prefieren actualmente en nuestros centros de población las expansiones fu-gitivas que halagan la vanidad y que al fin producen hastío, y afeminamiento: la ostentación de lo que no se tiene, a la satisfacción permanente del deber cumplido.

He ahí un peligro para nuestro porvenir, no solo en lo que se relaciona con los adelantos materiales, sino también con los deberes de ciudadanía que cuando de-jan de cumplirse preparan los desastres, peligrando el honor y la vergüenza de los pueblos.

Chacarero.Año: 1898 - Mes: Enero - Número 262

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12 DE OCTUBRE. PASADO, PRESENTE Y PORVENIR.

No nos corresponde como órgano de intereses ajenos a la política activa interna del país, ni aún siquiera bosquejar ni hacer apreciaciones sobre las condiciones y el carácter de la persona que en esta fecha memorable, y por segunda vez viene a regir los destinos de la Nación Argentina. Pero podemos asociarnos al sentimiento nacional, que anhela una época de verdadera regeneración, en la cual los gremios productores puedan obtener lo que tan legítimamente les corresponde, en vez de ser patrimonio exclusivo de los que no han hecho otros méritos que falsear durante 25 años el sistema republicano, después de bajar la presidencia el General Mitre, cuyo gobierno debió servir de molde a las demás administraciones.

Para que el nuevo gobierno pueda llenar un programa que satisfaga las aspi-raciones que caben en la capacidad de un pueblo que levanta doscientos millones de pesos oro, debe empezar por estimular al elemento consciente, para que busque, amparado por la legalidad y sus propias leyes, la designación de los mandatarios;

Ese estimulo debe nacer de la política de una libertad electoral amplia, para no volver a incurrir en el error de pesar las condiciones de los funcionarios públicos en la balanza fraudulenta y gastada de los parásitos del presupuesto.

Los abogados tan necesarios para la redacción de las Leyes y para entender en su interpretación y aplicación, han invadido tanto el terreno que en los pueblos más civilizados del mundo se reserva al educador práctico, conocedor de la ganadería, la agricultura o industrias extractivas, que son una verdadera plaga, en un país que, más que los legisladores, necesita un criterio nutrido en los conocimientos de la práctica, y adquirido como en Suiza, para aplicarlo con ideas basadas en el estudio sobre determinadas zonas, apreciando los resultados de las escuelas regionales, por ejemplo, al revés de lo que se hace actualmente entre nosotros. Llevemos los cole-gios de enseñanza agrícola a Córdoba, que dará iguales resultados como la funda-ción de una Universidad en el centro de una colonia.

Si la nueva presidencia, inspirándose en tan nobles propósitos como los mani-festados, busca moldes uniformes, que sirvan para todas las provincias y queda esta-blecido el sufragio libre;

Si lleva a los puestos públicos hombres nuevos, pero que sean una garantía, como administradores, podrá evitarse muchas vergüenzas, como la de escuchar a la prensa extranjera, en tono insolente a veces, apreciaciones apasionadas contra el espíritu liberal que predomina en su favor, y que se refleja en nuestra Constitución acaparando a todas las aspiraciones legítimas, a todos los propósitos honrados.

Nuestros votos son, pues, que el gobierno del General Roca, imitando a la libre Inglaterra, y a los Estados Unidos de América del Norte, realice una política educa-dora del pueblo, para que este responda en su porvenir al desagravio del pasado, en el cual fundan sus cargos las generaciones presentes.

Chacarero.Año: 1898 - Mes: Octubre - Número 302 - Página: 600

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CORRESPONDENCIAS RURALES.

Chacra de «Mal Abrigo», Octubre 25 de 1898.

Señor Director de LA AGRICULTURA.

Estimado Director:

Inicio nuestra interrumpida correspondencia, porque, como V. lo dice discreta-mente, es necesario impulsar á nuestras industrias llevándolas por caminos rectos á su perfeccionamiento, y aprovechando la era de paz que se garante por el arreglo del viejo pleito internacional.

Lo difícil es llegar á armonizar las palabras con los hechos, mi estimado Direc-tor.

En eso hasta los sabios se equivocan, como aquel que llegó á nuestras playas diciendo que la langosta no se mataba á palos y rebencazos, resultando después de dos años de estudios sobre el acridium que no había otro mejor que ese medio ú otros parecidos. El sabio demostró buen sentido, confesando noblemente su error: si así quisiéramos siempre, ¡cuánto no adelantaríamos por el camino de la práctica, tanto en el orden industrial, como en el político y social!

Así, por ejemplo, ¿de qué sirven leyes sobre economía política, si en vez de esti-mular el ahorro, se fomenta el juego de la lotería que arranca seis millones de pesos de las cajas de ahorro del jornalero?

¿De qué sirven los codigos rurales, si las policías de campaña no tienen la base firme, inconmovible de la idoneidad, que mal puede avenirse con la miseria?

Cierto gobernador de provincia, contestando al pedido de recursos que le hacía un jefe político por serle imposible atender con 20 $ mensuales á los gastos de su oficina y comisarías, le contestaba: «Su prima V. algunos soldados en la planilla, porque el presupuesto no asigna otra cosa. No puede el gobierno usar de preferen-cias, porque los demás departamentos no se quejan».

¿De qué sirven las leyes sobre educación, si los maestros no se pagan, y de la necesidad se forma la costumbre de no pagar? – Si de la pobreza nace el vicio y la relajación, ¿á dónde con mayor empeño debía evitarse su propagación?

Por eso decíamos al principiar que la dificultad está en que los hechos corres-pondan a las palabras.

Eso sucederá en esta tierra mientras los gobernantes sean políticos y no admi-nistradores.

Veamos nomás, echando una mirada á lo que ha sucedido de 25 años á esta parte. ¿Cuántos son los gobernadores de provincia que han hecho un reconocimien-to práctico sobre el terreno?

Recordamos en primer término á don Emilio Castro, que inauguró personalmen-te el primer puente sobre el Arroyo del Medio, como eslabón que unía á dos pro-vincias hermanas después de Pavón y Cepeda para que pasarán por él los trigos,

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las lanas, etc., en vez de las tropillas de potros arrebatados por los Birnichunos, Hormiga Negra, Chirengos, etc.

Después vinieron otros que lago hicieron también; pero la política empezó á infiltrarse en las costumbres, y los asuntos comunales degeneraron en pugilatos sobre conveniencias de partido.

Don Guillermo Udaondo (le quitamos el doctor, porque queda mejor así), dejó marcada la huella de honrada administración, no obstante los obstáculos creados por administraciones anteriores. Y pare V. de contar.

Desgraciadamente, tenemos que hacer uso de la palabra: la política es siempre la incubadora descompuesta que hace malograr los propósitos encerrados en cada programa, que son como los huevos de la gallina: esperanzas de tener buenos pollos.

Nuestra campaña es la víctima propiciatoria de cada nuevo gobierno: porque las Cámaras funcionan ó no, tienen su dieta; los jueces, sus emolumentos; pero al habitante de la campaña se le niega una buena policía; no se inspeccionan sus escuelas, y se le aumentan los impuestos de guías, papel sellado, derechos de piso, tránsito de máquinas, de cereales, del limpieza, de todo, y quedamos con guías que aprovechan los cuatreros por la falta de control y organización. Sin policía. Porque carece de elementos hasta de movilidad, á menos que los mostrencos no suplan la falta, y porque los jefes políticos se ocupan con preferencia de hacer política, más que de administrar.

Antes, pues, de entrar á darle noticias del estado de los trigos, de las vacas, de las lecherías y de lo que más falta hace ahora por estos mundos señaló como causa principal del malestar en la campaña la falta de administración.

Nuestro actual gobernador prometió mucho, y como pocos, recibió felicitacio-nes del alto y del bajo comercio, si se nos permite la palabra: estamos en actitud contemplativa, mirando cómo se eleva el globo, según la frase de Sarmiento, sin saber adónde puede caer.

Le prometo en mi próxima ocuparme del estado de la agricultura y de la gana-dería en relación con las exigencias de la época, no en relación de las nubes, la cual es poco cordial: muchos vientos, tierra y poca agua.

Chacarero.

Año: 1898 - Mes: Noviembre - Número 305 - Página: 647

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CARTAS RURALES

Chacra del «Mal Abrigo», Octubre 29 de 1898.

Señor Director:

En mi anterior he prometido ocuparme del estado de la agricultura y la gana-dería, en relación con las exigencias de la época.

Hace algunos años que publicamos en LA AGRICULTURA lo siguiente:

«Se abre á la especulación la Bolsa de Comercio por un decreto. ¿Y no podrá abrirse el canal de Martín García para la fácil exportación del trigo, maíz, lino, la-nas, cueros, forrajes, animales en pie y demás productos del litoral é interior de la república?»

La comisión iniciadora del Centro Comercial del Rosario se cansó de golpear las puertas de los ministerios, y aún cuando todas se habría para hacer una promesa y envolverla en cortesías palaciegas, y no se consiguió otra cosa que el envío de unas bragas, cuyo resultado está debatiéndose actualmente ante los tribunales del cri-men. En cuanto al canal de Martín García, niente.

He ahí una de las principales necesidades para la agricultura y la ganadería: «Suprimir los obstáculos para la navegación en el Río Paraná».

Los únicos que podrían oponerse son las compañías de ferrocarriles o los due-ños-empresarios del puerto de la Capital.

Pero se trata de esto precisamente. Poner remedio á la incurable propensión de que los capitales extranjeros absorban el jugo de las industrias nacionales, con menos cabos de los legítimos intereses de las mismas.

¿Cómo queremos fomentar la producción, si les cerramos todas las puertas? No tiene en cuenta los hombres públicos que la inmigración espontánea es la única que conviene al país. ¿Y cómo quieren que ella venga, si á los que pueden establecer esa corriente, que son los colonos viejos, le cortamos las alas con fletes usurarios, con crédito inaceptable (25 % de amortización y 8 % de interés), con derechos y gabelas interprovinciales, etc.?

Demos al menos facilidad en los transportes y formemos nuevos mercados para evitar lo que ya se clasifica de monopolio, desde que no existe nada que justifique la imperdonable indiferencia de los poderes públicos, ante los que, más que súplicas, debiera hacer justas exigencias el comercio del interior y litoral de la república.

Se trata efectivamente del cumplimiento de un deber, de un pedido más aten-dible que el de cualquier partido ó agrupación por numerosa y selecta que sea: se trata de la producción é industria nacional.

Esto beneficiaría á localidades que mueren anémicas, como San Nicolás de los Arroyos, pueblo viril y de trabajo, al Rosario, emporio de actividad comercial, á las provincias de Corrientes y Entre Ríos y á las mediterráneas, cuyas producciones funden en fletes de ferrocarriles y demoras en le transporte.

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Los hacendados recibirían un estímulo, pues podrían embarcar sus ganados gordos y descansados, con una disminución de 8 á 10 % entre los fletes que ahora pagan y lo que cuesta el arreo.

Un invernador acaba de pagar $ 891 de flete desde Marcos Juárez al gran dock central por 86 novillos de exportación: ¡12 % sobre el valor de un animal!

Las obras del canal de Martín García, tantas veces prometidas, deben ser siem-pre reclamadas por ser de suma necesidad para el desarrollo de la producción.

Chacarero.Año 1898 - Mes: Noviembre - Número 306 - Página 666

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LA LEY SOBRE EL CUATRERISMO

Córdoba, Diciembre 25 de 1898.

Señor Director de LA AGRICULTURA.

La noticia de haber sido sancionada por la Cámara de Diputados de la Nación la reforma del Código Penal relativa al abigeato, producirá indudablemente una im-presión favorable en todos los que anhelan una época de mejoramiento en nuestras industrias y de garantía á la producción nacional.

Era lamentable que los esfuerzos hechos para combatir el cuatrerismo se estre-llaran contra esa barrera, dejando impunes los delitos garantidos por la ley misma al conceder la fianza carcelera para los delincuentes.

Falta aún entrar en lleno en el buen camino, haciendo de lado las chicanas de leguleyos que buscan siempre una interpretación torcida á los sanos propósitos, estimulados por el lucro á expensas de la gente trabajadora.

Examinando el convenio sobre policía con la provincia de Santa Fe, se encuen-tran deficiencias y falta de precisión en sus disposiciones que sentimos tener que impugnar dado los propósitos que ambos gobiernos han tenido en vista al sancio-narlo.

Aún será tiempo se subsanarlas, desde que él deberá ser sometido a la aproba-ción de la Legislatura de las respectivas provincias.

«El art. 5º dispone que la autoridad del departamento en el cual debe practi-carse la pesquisa, acompañará á la comisión encargada de realizarla, encabezándola y procedera á tomar todas las disposiciones é indagaciones previas, etc. Si no con-curriese á acompañar a la referida comisión, ésta podrá por sí sola practicar las diligencias necesarias, etc.».

Es necesario un desconocimiento completo del estado actual de nuestra cam-paña, para dejar establecido que sólo en el caso de no concurrir la autoridad del paraje invadido, puede la otra proceder á la pesquisa.

Sería necesario dotar precisamente á la campaña de distintas autoridades de la que generalmente tienen (véase las declaraciones del Ministro de Gobierno en la Cámara de Diputados de Córdoba) para esperar algo práctico con semejante proce-dimiento.

Encabezar ó tener el mando las autoridades de Santa Fe, y viceversa, tiene incon-venientes que resaltan al buen sentido de los que conozcan la campaña.

Limitar la facultad del jefe ó autoridad que penetre de una provincia á otra, previo aviso, está bien, estableciéndose penas severas para los que ultrapasen esa facultad; pero despojarles del comando de la fuerza y dirección de una pesquisa es hacer ilusorio el convenio, y hasta peligroso para los resultados que se buscan.

Por el artículo 9º fijarán los Gobiernos los puntos de tránsito de las haciendas y los puntos de tablada; está bien; pero establecer el decomiso para las haciendas

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ó frutos, sin ni siquiera establecer un plazo para el ensayo de esta disposición, es simplemente un atentado contra la propiedad y un peligro constante por los abusos á que se presta en su ejecución: todavía multas, pero decomiso, como si se tratara de una aduana nacional, es simplemente absurdo.

Sin desconocer la necesidad de establecer un convenio que no presente trabas en su ejecución, y la oportunidad de implantarlo, hacemos estas observaciones para que sean tomadas en cuenta por los que pueden modificarlo, sin que altere en la práctica los propósitos que se tienen en vista.

Chacarero.Año 1898 - Mes: Diciembre - Número 309 - Página 725

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DIE NEUE ZEIT

(EL NUEVO TIEMPO)

Germán Avé Lallemant, publicó sus escritos científicos en numerosas publicaciones como La Vanguardia, El Obrero, el semanario Vorwârts, la Revista Entomológica, La Re-forma de San Luis, La Plata Monatsschrift, Actas de la Academia Nacional de Ciencias Exactas de la Universidad de Córdoba, etc.

Proporcionamos al lector de ésta obra algunos artículos publicados por nuestro cien-tífico alemán, en el Die Neue Zeit, estos abarcan desde 1894 a 1909, incluendo la repro-ducción de los artículos originales escritos en alemán, lengua nativa de Don Germán Ave Lallemant.

Recordemos que el Die Neue Zeit, fue el diario oficial de la socialdemocracia alema-na, partido político que ve la luz, a partir de 1875. Publicado entre 1883 y 1923, fundado por los principales políticos socialistas y teóricos, editado por Kart Kaustky y Wurm Em-manuel, hasta su retirada del partido socialista en 1917.

Lallemant escribió allí hasta casi el año de su muerte, explicando la situación políti-co-económico de nuestro país, así como la participación y organización del movimiento obrero, siendo uno de los pioneros en expresarnos las peculiaridades de las luchas obreras en Argentina.

Marisa Requiere

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DE LA ARGENTINA

San Luis, 10 de noviembre de 1894.

El desarrollo económico de la Argentina y la presión que ejerce el constante aumento de las exportaciones de sus productos sobre los precios en el mercado mundial, constituyen factores que justifican plenamente el hecho de que Die Neue Zeit también se ocupe de este país colonial.

El desarrollo económico de la Argentina es solo de fecha reciente; sin embargo, el país ya desde fines del siglo pasado ha tenido su importancia como exportador de cueros, lanas y sebo.

Durante la dependencia de España, que duró hasta 1809, el comercio con otras naciones estuvo prohibido por la metrópoli. Con todo, los ingleses mantuvieron durante el siglo pasado un comercio de contrabando de gran envergadura con la colonia.

Los armadores de Liverpool realizaban un intercambio de productos manufac-turados ingleses y de esclavos provenientes de África contra cueros y en 1791 les fue concedido legalmente el derecho de abrir un mercado de esclavos en Buenos Aires. Sin embargo, no se limitaron a la venta de negros, sino que mantuvieron un comercio muy activo intercambiando mercaderías inglesas contra cueros.

El florecimiento del comercio dio auge al crecimiento de una clase de terrate-nientes españoles de la nobleza, los mandones, que gozaban de una cantidad de privilegios y ocupaban todos los cargos importantes; paralelamente, se desarrolló una clase de comerciantes y artesanos que se llamaban los patriotas, esta clase se enriqueció con rapidez, exigiendo pronto derechos políticos y eso principalmente para anular los antiguos privilegios de comercio que usufructuaban los comercian-tes de Cádiz y Sevilla desde la conquista.

La clase dominante de terratenientes se oponía a esta corriente en forma enér-gica, extendiendo en aquel entonces (1790 a 1810) sus propiedades de modo ex-traordinario, adquiriendo del gobierno virreinal grandes parcelas a precios irriso-rios. En 1976, una de nuestras familias de terratenientes de origen español compró 40 leguas cuadradas (108.800 hectáreas) por 80 pesos (320 marcos), y en 1803, en los alrededores de Buenos Aires, la legua cuadrada (2.700 hectáreas) costaba solo 20 pesos (80 marcos)

Los terratenientes nobles aumentaron de esta manera sus propiedades inmue-bles, mientras que los comerciantes urbanos se enriquecieron rápidamente me-diante transacciones con mercaderías inglesas.

En 1797, Sir Home Popham presentó al gobierno inglés un proyecto que con-templaba la conquista de la colonia española del Río de la Plata y en 1806 y 1807 Inglaterra intentó realmente la conquista de estos países. Empero, este intento fra-casó; las tropas inglesas fueron derrotadas, lo que no impidió, sin embargo, que los armadores de Liverpool confirieran a su negocio de contrabando un auge tal que

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el Virrey Cisneros, en 1809, concedió a los barcos ingleses plenos derechos de co-mercio para mayor ventaja del tesoro público. Durante ese año la demanda inglesa superó la capacidad de producción de los estancieros terratenientes, la exportación de cueros aumentó tanto como para inducir a los comerciantes patriotas, airados por la falta de productos que podrían haber vendido con enorme ganancia, a armar la revolución contra la madre patria proclamando la independencia.

Los terratenientes eran concientes de que, debido a la desesperada situación en que se encontraba en esos momentos (18101), la madre patria, no podría propor-cionarles ayuda alguna; por lo tanto, en la mayoría de los casos hicieron de tripas corazón adhiriendo a los patriotas, pero no sin intentar una y otra vez reconquistar los privilegios pedidos. Cuando esta esperanza hubo desaparecido por completo, fueron los burgueses el capital de comercio, quienes pasaron al ataque posesio-nándose, mediante una larga cadena de engaños y golpes de fuerza, de grandes y valiosas extensiones de tierra que dedicaron a la ganadería.

Esta lucha entre el capital del comercio y los terratenientes ha continuado en las provincias occidentales internas hasta nuestros tiempos, mientras que en los Estados orientales de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, quedó decidida con la caída de Rosas (1852).

Desde aquel entonces el desarrollo económico del país ha tomado un magnífi-co impulso, al principio lentamente, luego aumentando en progresión geométrica hasta llegar a la importancia actual que le asegura a la Argentina un notable lugar en el mercado mundial.

Los elementos naturales de producción de este territorio de una extensión de 2.894.257 Km2, poblado en la actualidad por aproximadamente 4,5 millones de habitantes (1,55 habitantes por Km2), están constituidos en parte por tierras muy fértiles, un clima por regla general excelente y, en la parte oriental del país, una extensa red de ríos navegables.

Carbón no se encuentra en el país, hay bosques en la parte septentrional y occi-dental, en condiciones poco propicias para su explotación, y existen minerales sólo en cantidades muy insignificantes que no pueden merecer consideración especial.

Una parte muy grande de la superficie del país no es apta para ser cultivada y pertenecen a esta zona las regiones del centro y del oeste, desprovistas de agua, donde las lluvias caen muy raramente y, si bien las cantidades anuales de lluvia oscilan entre 65 y 600 mm, las precipitaciones se reparten en forma irregular en las distintas estaciones del año, de modo que meses de absoluta sequía son seguidos por una única lluvia violenta de pocas horas o incluso pocos minutos de duración.

Existen, sin embargo, en esta región tierras cultivadas por irrigación, especial-mente en los valles y al pie de las montañas, donde desbordan los torrentes alimen-

1. Justamente en ese momento los Borbones españoles habían sido destronados temporariamente y José Bona-parte, hermano de Napoleón, era rey de España. Esta circunstancia y las intrigas inglesas contribuyeron a mucho a que las posesiones española en América se desligaran de la madre patria que las explotaba e impedía su desarrollo.

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tados por los deshielos de las altas cumbres, de hasta 7.000 m sobre el nivel del mar y con mesetas de muchos miles de leguas cuadradas de extensión, para sumirse después de un breve trayecto en tierras anegadas y sueltas.

Esta irrigación se remonta al tiempo de los Incas.

Pero estos cultivos andinos que se limitan a la vid, frutas y alfalfa, no poseen importancia para el mercado mundial. Para este último entran en consideración únicamente los productos de la ganadería y de la agricultura de las provincias orien-tales, donde cantidades suficientes de lluvia posibilitan el cultivo del suelo.

Luego de haber concluido en lo esencial la lucha por la tierra, tras la cual tam-bién en este país adquirió validez la frase característica de la terminación de una gran etapa cultural: “Nulle sans saigneur”, empezó “el enajenamiento del Estado”.

Las deudas estables de elevaron al máximo, cientos de miles de millones se tomaron prestados del capital europeo en forma de empréstitos nacionales, provin-ciales y municipales y luego de repartir estos fondos entre los miembros del partido reinante, el de los terratenientes, se declaró la insolvencia general y la bancarrota estatal del gobierno nacional y de los 14 gobiernos provinciales.

Simultáneamente se amplió el sistema de los impuestos indirectos. Los de-rechos de aduana son del orden del 300 por ciento de su valor declarado y bajo este sistema, a partir de 1876, se ha desarrollado una industria artificial que puede existir únicamente mediante la triplicación o cuadruplicación de los precios y cuyos productos, como ser el alcohol, la cerveza, el azúcar, el tabaco, los fósforos, etc., se hallan sometido a un impuestos a un impuesto. Lo caro que se hace vivir en tales condiciones es fácilmente comprensible.

A fin de 1893, los Estados argentinos eran deudores de un capital de 561.605.750 pesos (2.246.423.000 marcos), a lo cual hay que agregar además los intereses no abonados durante varios años. La circulación del papel moneda es de orden de 306.743.505 pesos y la cotización del oro oscila entre 300 y 450, de modo que el peso papel, tiene a veces el valor de 1, 33 marcos y otras veces de 0,88 marcos. El obrero asalariado contratado en un momento de cotización baja del oro pierde por lo tanto en cada peso de su salario 0,45 marcos cuando el oro ha llegado a su cotización más alta.

La exportación de los productos argentinos desde 1870, cuando por primera vez se implantó una estadística, ha sido, en millones de pesos, del orden de:

1870, 29; 1876, 47; 1880, 54; 1885, 76; 1889, 122; 1893, 92.

Hasta 1889 los valores de los productos exportados aumentaron siempre y en forma rápida, pero a partir de ese año el aumento de la cantidad de artículos expor-tados no ha sido capaz de compensar la desvalorización.

El artículo de exportación más importante de la Argentina es la lana. Los pre-cios de este artículo cayeron en los últimos años del siguiente modo; en 1889 la exportación cobraba todavía 399,99 pesos por tonelada métrica; en I890, solamente 299,99 pesos; en 1891, 279,99 pesos; en 1892, 286,99 pesos; en 1893, 203,08 pesos, y

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el precio en la actualidad es de aproximadamente 154 pesos con tendencia a la baja y sin demanda, indicándose el resultado del esquileo del presente año en 150.000 toneladas contra 123.300 del año próximo pasado.

El segundo artículo en orden de importancia es el trigo. En 1876 empezó la ex-portación de este artículo con 20.868 Kg. En 1891, la Argentina exportó 390.794.714 Kg; 1892, 470.110.000; en 1893, 1.008.137.000 Kg y la cosecha que se levantará el próximo mes promete una cantidad disponible para la exportación de por lo menos 1.150.000 Kg.

En contra posición con estas cantidades en continuo aumento, el precio para el trigo en Buenos Aires alcanzó su máximo en 1889 con 69,99 pesos por tonelada. Bajó en 1890 a 29,99 pesos, en 1891 a 39,99 pesos, en 1892 a 31,26 pesos, en 1883 a 23,26 pesos y se halla hoy en día en 18 pesos con marcada tendencia a la baja. Es explicable que estas circunstancias hayan comenzado a inquietar mucho a nuestros productores, quienes, sin embargo, no desesperan todavía. La Argentina puede pro-ducir aun a precios más bajos que los que rigen en la actualidad.

Los productores de lana y cueros de carne, etc., en suma, nuestros ganaderos más importantes, son terratenientes que producen con un gran capital y con muy pocos obreros asalariados, mayormente peones que trabajan de acuerdo con el sis-tema de partición en las ganancias, la aparcería, la mezzadria italiana y el metayage francés. Ningún sistema de retribución en el mundo se presta mejor a la explota-ción de la fuerza de trabajo humana.

En Sicilia y Andalucía esto se manifiesta en forma por demás evidente.

El periódico, La Agricultura, de Buenos Aires, hace poco publicó un extracto de la contaduría de una estancia que trabajó, en 1887 con un valor en tierras de 2.000.000 de pesos papel y un capital (animales productores, maquinaria, etc.) de 230.000 pesos. Los gastos anuales fueron del orden de 18.000 pesos, de los cuales 15.800 correspondieron al renglón sueldos y asalariados. La ganancia neta fue de 133.000 pesos. Por cada 100 pesos que se gastaron en fuerza de trabajo, el estancie-ro embolsó una ganancia neta de 854,42 pesos. La cotización del oro se hallaba en aquel entonces solamente en 130, pero hoy en día está en 350; esta diferencia por si sola le ha permitido al estanciero compensar la baja de los precios experimenta-da por sus productos, hecho que el doctor Sering tildó hace poco de “competencia desleal de la producción argentina”; se trata realmente de un caso de “maudite con-currente déloyale”, cuyos gastos pagan los aparceros (los peones a participación) en las estancias argentinas y del cual se consideran víctimas los latifundistas de la margen oriental del río Elba.

El mismo periódico La Agricultura señala que el estanciero de su ejemplo em-bolsó aquel año, por cada 100 pesos pagados a los aparceros en concepto de sueldo, hasta 1.400 pesos de ganancia neta.

En el corriente año muchos estancieros importaron maquinas esquiladoras, con lo que han podido ahorrar trabajo en un 50 % y obtener un rendimiento de lana incrementado en un 8 %. Además los muy elevados precios de la carne permiten a

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nuestros estancieros compensar una parte de la pérdida experimentada con la lana; en lo principal, sin embargo, se están resarciendo mediante la rebaja de los sueldos de los peones.

Nuestros terratenientes no son agricultores. A lo sumo están sembrando el maíz y la alfalfa necesarios para la cría del ganado. Siempre han sostenido que la agricultura no es rentable para todos aquellos estancieros que tienen que pagar sueldos.

Por esta razón, la agricultura se encuentra por completo en manos de los colo-nos inmigrados, en su mayoría italianos, agricultores que cultivan una finca propia, llamada concesión.

Este paisanaje con sueldo propio, que se desarrolló con rapidez en los últimos veinte años, especialmente en la provincia de Santa Fe -y que a causa de la actual crisis agrícola, que se hace sentir cada día con más peso, está sufriendo mucho-, constituye un interesante fenómeno social.

Nuestros grandes terratenientes, propietarios de campos inmensos –hace poco Diego Alvear dejó a sus herederos más de 27.000 Km2, extensión casi tan grande como el reino de Bélgica–, ha hecho lo imposible para aprovechar estas posesiones. En 1856 empezaron a dividir sus grandes haciendas improductivas, que no daban renta alguna, y a venderlas en parcelas a agricultores europeos inmigrados, mayor-mente contra pago en cuotas; también pusieron a disposición de los compradores subsidios víveres, útiles, simientes, etc., a crédito hasta la primera cosecha, hacién-dose luego pagar, sin embargo con una parte de la cosecha. Cada concesión tiene generalmente una extensión de 25 Ha.

Este sistema de fraccionamiento o parcelación de latifundios y de colonización —aquí cada campesino que cultiva su parcela se llama colono – ha cobrado auge especialmente en los últimos veinte años con la construcción de los ferrocarriles, de modo que en la actualidad los terratenientes están concertando contratos con em-presarios, contratos que permiten a los primeros desentenderse de todo lo que sig-nifica esfuerzo y preocupación por el negocio, mientras que los segundos son paga-dos mediante una prima por el trabajo desempeñado en la dirección de la empresa.

Ahora bien, los colonos están pagando por sus concesiones precios despropor-cionadamente elevados, sobre todo cuando el pago no se realiza en efectivo sino en cuotas. En la colonización que en estos momentos tiene lugar en el sur de Córdoba, la tierra, que cuando se trata de fracciones grandes se paga a 15 pesos (papel) por hectárea, se vende al colono en forma de concesión por 5 pesos (papel) en efectivo y el saldo de hasta 30 pesos por hectárea, en cuotas trienales con intereses del 9% anual, lo que finalmente totaliza un precio de 34,50 pesos por hectárea.

Si se examina este negocio de colonización con más detenimiento, resulta que está basado en la extraordinaria baratura del trabajo del colono y de sus familia-res, que realizan un esfuerzo sumamente penoso. El colono ni piensa en lograr una renta real de su finca. Se contenta con un sueldo y un derecho de posesión. Produce mucho más barato que un obrero asalariado y por restringir siempre más sus nece-

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sidades, por sufrir siempre más hambre y por trabajar siempre más, está disminu-yendo constantemente los costos de producción. Por esta razón puede pagar por su reducida parcela más que el agricultor que se propone explotar su tierra en forma capitalista; por mucho que bajen los precios, el colono y los suyos, padeciendo un poco más de hambre y trabajando más, ganarán con todo un sueldo, y por mise-rable que éste sea se sentirán muy felices por creerse propietarios independientes.

En 1884, el Departamento de Agricultura calculaba los costos de producción de una tonelada de trigo en 34 pesos (136 marcos). Para ese mismo año, el precio de costo del trigo del colono se indica en 12,56 pesos por tonelada (50,24 marcos).

En otros tiempos, muchos suizos inmigraban como colonos; hoy en día los que llegan son casi todos italianos, pueblo tan acostumbrado a la suciedad, miseria y hambre, tan falto de necesidades que incluso el culí hindú no competiría con él. Este colono italiano vive en un rancho (choza) miserable, construcción de adobes con techo de barro. Este rancho en realidad sirve tan sólo como despensa, la familia vive al aire libre y duerme en el suelo, sobre algunos cueros de oveja; la vestimenta consiste en unos pocos andrajos –el clima permite en este sentido las mayores li-bertades- y la familia se alimenta de maíz, cebollas, ajo y sacrifica de vez en cuando una oveja.

Siempre que dure la emigración desde el paraíso de Crispi, la Argentina podrá producir trigo a un precio todavía más bajo que el actual.

Hace poco se comenzó a emplear el sistema de la aparcería o mediería también en la agricultura. Para este fin los terratenientes no venden las parcelas, sino que las arriendan a aparceros o medieros por un tiempo determinado, a cambio de una parte de la cosecha. Esta clase de explotación agrícola va unida a la ganadería y el engorde de vacunos destinados a la exportación y permite un cultivo más intensivo que la colonización. En base a este sistema se están formando poco a poco grandes, ricas y prósperas estancias. Por ejemplo, la compañía Curumalan, que produce con un capital de 2 millones de libras esterlinas y tiene bajo el arado 40.000 hectáreas, posee incluso sus propios barcos para la exportación de ganado en pie y se ocupa de la cría ovina de calidad, corderos para frigoríficos exportadores que ya hoy en día embarcan 2 millones de animales por año. Se dedica también a la destilación de aguardiente, etc. Haciendas como ésta, hay en el país entre 15 y 18.

Además de trigo, la Argentina produce cebada, maíz, lino, alpiste, maní y al-falfa.

El departamento de Agricultura calcula la superficie apta para el cultivo de tri-go en 95 millones de hectáreas. Este dato oficial probablemente es exagerado, dado que comprende una parte de la zona carente de lluvias. Parece que este año han sido cultivadas realmente 21/2 millones de hectáreas. En todo caso, el cultivo de trigo es susceptible de aumentar aun mucho más, pero hay que notar que en las colonias más antiguas surgen ya síntomas de agotamiento de suelo, especialmente allí don-de se ha sembrado lino durante muchos años. Tales parcelas, dedicadas entonces durante algunos años al pastoreo, recuperan pronto su capacidad de producción.

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Como ya se ha dicho, el aumento del cultivo depende aquí principalmente de que la inmigración de grandes masas de italianos pobres y desprovistos de necesi-dades no se detenga.

En tanto Crispi continúe empobreciendo a la población del país que domina, obligándola a emigrar, en la Argentina no abrigamos temor alguno que el desarrollo de nuestra agricultura pueda sufrir una merma; tampoco tememos la competencia en el mercado triguero mundial: incluso si los precios a causa de la oferta rebajaran hasta el máximo, nuestros colonos no podrán ser vencidos.

Ahora bien, ¿qué resultará finalmente de este paisanaje de origen italiano que afronta forzosamente el peligro de degenerar a causa de la desnutrición y del exceso de trabajo? Este problema es, sin lugar a duda, de difícil solución. Las mujeres de este colono son, de acuerdo con los datos del último censo, extraordinariamente prolíficas y en Santa Fe cada familia tiene en promedio 5 1/2 hijos. Precisamente en estos momentos, la inmigración de colonos italianos está aumentando de modo extraordinario, no obstante el descalabro que reina en la Argentina en cuanto a las condiciones políticas, el reinado de ladrones en la administración y el despotismo en auge. Pero en Italia la población rural se encuentra aun peor y está emigrando en masa.

El año próximo, la Argentina colocará casi 2.000 millones de kilogramos en el mercado mundial, producimos un precio de costo de 10 pesos (40 marcos) por to-nelada. En esto nos ayudara Crispi, el hombre de “hierro” y “sangre” tan agradable al corazón de los latifundistas de la margen oriental del río Elba, quien al mismo tiempo arruinará cada vez más a esos mismos latifundistas.

Die Neue Zeit, t. 11894-1895.

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LA CUENCA DEL PLATA

En la cuenca del Plata, el régimen de tenencia capitalista de la tierra se está de-sarrollando con creciente rapidez. Sociedades anónimas inglesas y belgas dedicadas a la ganadería, se están fundando una tras otra. Hace poco, la Compañía Productos Cibils, mediante un préstamo de prioridad de 91/2 millones de francos, se ha pro-curado el capital para ensanchar su empresa. Esta compañía existe desde 1882 y explota 7 ½ millones de hectáreas ubicadas en Mato Grosso (Brasil), entre los ríos Paraguay. Gran Ceniche, Jauru y el lago Oberabu. Sus 11.000 acciones primitivas de prioridad de 250 francos cada una, se cotizan a 500, y además se han emitido otras 14.000 acciones. Se dedica a la cría, engorde, compra y venta de ganado, a la elabo-ración de extracto de carne, carne salada, conservas de carne, sebo, peptonas, jabón, etc., y a la exportación de cueros. Para la cría está empleado hasta ahora 175.000 vacas que anualmente dan de 25 a 27.000 vacunos. Para el engorde, la compañía ha preparado campos de pastoreo alambrados, cada uno de una extensión de 25.000 hectáreas. Sus grandes mataderos en Descalpados, a orillas del Paraguay, se hallan provistos de los últimos adelantos de la técnica. Es de mencionar especialmente el frigorífico, instalado según el sistema Raoul Pietct. En una segunda localidad, Coa Grande, los empleados y obreros, los primeros en su mayoría belgas, los segundos de cualquier nacionalidad, encuentran en grandes almacenes todo lo que necesitan y desean comprar; hay también dos iglesias, escuelas, hoteles, un teatro, un hospi-tal, y todo iluminado eléctricamente. En 1882, la compañía faenó 10.000 vacunos; en 1894. 20.000. Actualmente, los establecimientos se están ensanchando de modo de permitir en 1897 la faena de 47 a 50.000 vacunos. Dos potentes remolcadores y toda una flotilla de barcos fluviales de hierro llevan los productos a Buenos Aires, donde son cargados con destino a W. Schoele y Cía., en Amberes. En 1882 fueron exportados 35.408 kilogramos, pero ya en 1889 la suma se elevó a 184.000 y el año pasado a 200.000. En los últimos tres años la compañía obtuvo una ganancia neta de 600.000 francos que se utilizaron para el ensanchamiento de la empresa.

También en la Argentina surgen una tras otra estancias gigantes como esa, deteniéndose en cambio la colonización cada vez más. La pequeña empresa aquí no puede competir ya frente al notable perfeccionamiento de las nuevas máquinas agrícolas, inaccesibles para ella por sus elevados precios. No obstante, el sistema de participación se desarrolla constantemente. Están surgiendo verdaderas estancias modelo, lo más perfecto que la agricultura puede ostentar. Un ejemplo es la estancia Las Isletas, de J. Luro, que explota 175.000 hectáreas son irrigadas por canales de 137 kilómetros de largo (abiertos por máquinas excavadoras Austin-Chicago). Se cultiva maíz, alfalfa, vid, trigo, etc., 40.000 vacas de distintas razas, 280.000 ovejas Lincoln y 6.000 yeguas forman el núcleo ganadero. La exportación de ganado a Eu-ropa aumenta en proporción realmente extraordinaria y muy pronto se hará sentir la superproducción igual como en los casos de la lana, el maíz y el trigo. Esta super-producción de tan enorme crecimiento debe hacer tambalear, tarde o temprano, las condiciones sociales.

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Nota:

Mientras que hace algunos años la Argentina no había desempeñado todavía papel alguno como país explotador de granos, en 1894 abasteció el mercado alemán en un 30% de la importación total alemana de trigo (346.000 toneladas). Con res-pecto de la exportación total de la Argentina, los Vierteljahrshefte zur Statistik des deutschen Reiches (1895, 2º cuaderno), dan los siguientes datos.

La exportación de trigo ascendía a:

1890………………………………… 327.000 toneladas

1891………………………………… 395.600 “ “

1892………………………………… 470.100 “ “

1893………………………………… 1.081.100 “ “

1894………………………………… 1.608.200 “ “

La exportación total se quintuplicó en breve lapso de cinco años. Por el contra-rio, la exportación argentina de maíz ha disminuido a:

1890………………………………… 707.300 toneladas

1891………………………………… 65.900 “ “

1892………………………………… 445.900 “ “

1893………………………………… 84.500 “ “

1894………………………………… 54.900 “ “

Con respecto a las esperanzas de los latifundistas alemanes de eliminar me-diante una guerra arancelaria con la Argentina la competencia de este país, hay que decir que esta opinión se basa en un completo desconocimiento de los principios modernos de economía. Porque la Argentina, evidentemente, exportaría a Inglate-rra la misma cantidad que había exportado directamente a Alemania, ejerciendo de este modo la misma influencia que antes sobre la formación de los precios.

Die Neue Zeit, t. 21894- 1895.

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Die Neue Zeit

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EL DESARROLLO DE LOS LATIFUNDIOS EN LA ARGENTINA

La evolución del derecho de propiedades de tierras, como en todas partes, tam-bién en la Argentina ha pasado por una serie de etapas; estas etapas, sin embargo, se han sucedido aquí con tal rapidez que nos permiten exponer un concepto claro de esa sucesión mediante el panorama que nos proporciona un período histórico relativamente corto.

En la Argentina, la expansión del sistema capitalista ha tenido origen en el este.

Don Pedro de Mendoza desembarcó en 1535, en el lugar donde se levanta el Buenos Aires actual trayendo 100 yeguas y 100 caballos sementales. Si bien los indios querandíes destruyeron la primera población, ahuyentando a los españoles, entre aquellos quedaron muchos soldados y marinos en calidad de prisioneros que deben ser considerados los primeros gauchos, y bajo cuya protección contra pumas, jaguares, buitres y otros enemigos la tropilla inicial aumentó muy pronto, empe-zando así a fertilizar el suelo pues, en su constitución primitiva, el suelo de la pam-pa argentina constaba de “loess” arenoso (“campo nuevo”) cubierto por esparto (“pasto duro”) y era una región completamente árida. Recién la bosta, las pisadas de las tropillas y la difusión de especies forrajeras introducidas desde la Europa me-ridional (“pasto blando”) convirtieron esta planicie en buenas tierras de pastoreo (“pasto hecho”) y finalmente en tierra laborable (“campo de pan llevar”).

En 1580, la segunda expedición española, bajo Juan de Garay, desembarcó en Buenos Aires y los conquistadores ahuyentaron a los gauchos en dirección al oeste, al campo nuevo, que a su vez fertilizaron nuevamente las tropillas mientras que los oficiales españoles se hicieron regalar la tierra buena por su rey. Este proceso de mejoramiento del suelo y la expulsión progresiva de los gauchos e indios hacia el oeste duró hasta 1879, año en que los últimos grupos de gauchos e indios libres fueron casi aniquilados al pie de los Andes, con gran derramamiento de sangre y mucha crueldad.

La tierra mejorada había sido regalada por el rey a sus caballeros, los hidalgos, que en la mayoría de los casos contrajeron matrimonio con mujeres indígenas a cuyos parientes varones mataron o esclavizaron.

Los descendientes de aquellos caballeros habitaron dichas grandes extensio-nes, las mercedes reales; éstas constituyeron, sin experimentar divisiones, gran-des comunidades rurales, emparentadas con algunas que hace treinta años todavía existían en las regiones centrales del país.

Estos nobles -que aun hoy se titulan Dones (caballeros)- constituían un muy agotado grupo de ganaderos pobres cuando, durante el siglo pasado, comerciantes ingleses se dedicaron a un formidable contrabando y al comercio clandestino en las regiones costeras intercambiando esclavos africanos y productos manufacturados ingleses por cueros y sebo, a pesar de que el derecho español, mediante patente real, concedía a los comerciantes de Cádiz y Sevilla el monopolio del comercio. Ese

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comercio de permuta adquirió proporciones tanto mayores cuanto más disminuyó el poder marítimo de España, permitiendo, sin embargo, la cual se dedicó principal-mente al comercio interno explotando al máximo a los terratenientes productores.

El gobierno se dió cuenta finalmente de que tales condiciones no podían man-tenerse, hacia fines de 1809 proclamó un edicto de libre comercio cuyas ventajas volvieron a beneficiar únicamente al capital mercantil.

Los terratenientes se sublevaron y en 1810 expulsaron a las autoridades espa-ñolas, declarando la independencia, es decir, colocaron en lugar de las autoridades españolas a los representantes de sus propios intereses. Pero, un año después ya estallaron las guerras civiles que J. B. Alberdi, clarividente economista argentino, ha denominado guerra entre la ciudad y el campo y que en el fondo no fue otra cosa que la lucha por la propiedad territorial, la lucha del capital mercantil contra los terratenientes perezosos que no producían lo suficiente y que se oponían a la explotación de que el comercio los nacía objeto, expropiándolos y proletarizándolos.

Durante esas guerras civiles, que duraron ochenta años, desaparecieron las an-tiguas mercedes reales, y casi todos sus propietarios –muchos, herederos de los primeros Dones o hidalgos; otros, generales victoriosos y ricos advenedizos– se repartieron entre ellos la propiedad rural. Este proceso de expropiación también avanzó de este a oeste. Indicaba el comienzo del progreso y del mejoramiento de la ganadería.

La codicia de los nuevos terratenientes los empujó a partir de 1856 a vender una parte de sus extensos latifundios en lotes a colonos emigrados. Así nació la agricultura y, en 1876, la exportación del trigo. Los precios de las tierras han au-mentado exorbitantemente y ahora los terratenientes del este entregan las suyas solamente en arriendo, por lo general base a un contrato de medianería; los campe-sinos, a partir de la última cosecha malograda están uniendo sus parcelas en nuevos latifundios de estilo capitalista, contribuyendo la crisis de la agricultura una ayuda extraordinariamente grande para ellos.

El Estado, que aprieta siempre más la tuerca de los impuestos y cuyo afán consiste meramente en acrecentar la exportación de productos agropecuarios, favo-rece en todas las formas imaginables la mala administración en beneficio del gran capital, para hacer subir la cotización de las obligaciones del Estado y aumentar la importación del oro. Hoy en día se levantan voces de alarma que alertan sobre el hecho de que el país está exportando ya más ganado del que está criando.

Pero tales voces se esfuman en la loca danza alrededor del becerro de oro y en el contexto económico la Argentina se está acercando con rapidez a una situación de tipo ruso.

Die Neue Zeit, t.21895-1896

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LA SITUACIÓN LABORAL EN LA ARGENTINA

La Argentina comprende un territorio que abarca 34 grados de latitud. Su ex-tensión desde el Norte hasta el Sur es por lo tanto igual a la distancia que va del cabo Norte a Messina y sus condiciones climáticas son tan variadas como para crear condiciones de producción y trabajo muy distintas.

En el territorio de Misiones, igual que en el cercano Paraguay y en la provincia brasileña de Paraná, de clima subtropical, el núcleo de la población trabajadora lo forman indios y mestizos descendientes de aquellos guaraníes que fueron civili-zados y sometidos a la explotación capitalista por los jesuitas en las comunidades comunistas antaño tan florecientes de las Misiones del Paraguay, cuyas extrañas ruinas aún hoy causan admiración.

Allí, miles de estos seres de piel morena, hombres y mujeres, trabajan desde la más tierna infancia, explotados horriblemente, al servicio de arrendatarios que, a cambio de una renta usuraria, adquieren de los latifundistas, que viven en Buenos Aires, el derecho de cosechar la yerba –el té de Paraguay-, talar los bosques y ela-borar la madera en los obrajes o aserraderos del Paraná para trasportarla río abajo, o plantar caña de azúcar, tabaco, maíz, mandioca o naranja; también pueden dedi-carse a la ganadería en el campo abierto que se encuentra en ciertas comarcas del bosque virgen.

Obreros blancos de origen europeo no pueden competir con estos mestizos que en su mayoría sólo hablan el guaraní, poco portugués y menos aun español, y las tentativas de colonización hechas hasta ahora han fracasado casi todas a causa de las atroces condiciones sociales imperiales, de la corrupción administrativa y del despotismo de los latifundistas, no obstante el hecho de que la tierra es sumamente fértil, salubre y muy hermosa.

La situación de los obreros en los yerbales es la peor; estos bosques de té se en-cuentran dispersos en medio de los bosques vírgenes y tienen que ser descubiertos con muchos riesgos por los explotadores, siendo necesario abrir angostas picadas para hacerlos accesibles, todo ello antes de poder pensar en la cosecha y en emba-laje de la hojas y ramas.

Los yerbateros trabajan generalmente a destajo y ganan en este caso hasta 1,50 pesos papel (1.50 á 2 marcos, según el cambio) por día, ó 1 peso como jornal. Este jornal es, sin embargo puramente nominal dado que reina el más desenfrenado sis-tema de pago de la mano de obra en especies, que no permite que el obrero se halle jamás libre de deudas para con su patrón (dador de trabajo), excepto en el caso de poder escaparse, lo que es casi imposible en el bosque virgen. Los capataces, por su parte, se distinguen por las estafas que realizan en perjuicio de los obreros.

Como vivienda sirve la sombra de los árboles o una ramada, techo confeccio-nado con las hojas de la palmera pindo, montado sobre cuatro postes, bajo el cual se acuestan promiscuamente seres humanos andrajosos de ambos sexos y de toda edad. El alimento principal lo constituyen el maíz y la mandioca. Se trabaja desde

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la salida hasta la puesta del sol y el látigo trenzado del capataz, de sólido cuero de capibara, mantiene el sagrado “orden yerbal”

Los peores enemigos del yerbatero son el hambre, la tiña y los mosquitos. Tam-bién aparecen con frecuencia el escorbuto y la pelagra. El yerbatero adora la caña y así como en estado sobrio es un peón dócil y obediente, durante la borrachera se torna en salvaje y desenfrenado. Como todos los indios de Misiones, tiene una gran musicalidad innata y el guitarrero y el payador (cantor de canciones improvisadas) gozan del mayor prestigio. El folklore canta principalmente la gesta heroica del guaraní Andresito, jefe de la última rebelión indígena, 1818 y 1819.

Muy poco mejor es la situación de los mestizos ocupados en las plantaciones y fábricas de azúcar. También ellos son esclavos y su jornal es sólo nominalmente del orden de 0,50 a 1 peso. Hace algunos años, lo tobas y matacos ocupados en la fábrica de azúcar de propiedad del multimillonario hermano del presidente, gene-ral Roca, que gobierna de hecho como dictador del país desde hace quince años, se rebelaron; fueron cazados por tropas regulares, muertos a balazos o tirados al río. En esa oportunidad tomaron estado público informes más detallados sobre el trata-miento cruel infligido a los peones y las torturas que sufren a manos de capataces borrachos y sanguinarios. Por supuesto, la prensa oficial negó después rotunda-mente los hechos.

En el Gran Chaco, tierra boscosa asolada por sequías y otras veces por grandes inundaciones, por lo general también trabajan mestizos en los obrajes. Mayormen-te, se trata de paraguayos. Los piques constituyen en esta región la mayor plaga para el hombre que trabaja. Un buen obrajero ganas hasta 2 pesos por día y la alimentación se compone, igual que en el resto de la Argentina, de carne y maíz. La colonización europea ha tenido aquí poco éxito. En Tucumán, antaño el paraíso de la Argentina, antes de que fueran talados sus magníficos bosques, se desarrolló especialmente la industria del azúcar, el cultivo del tabaco y el talado del quebracho en enorme proporción. El trabajo de las plantaciones se halla totalmente en manos de mestizos. El cultivo de la caña de azúcar en todo el mundo ha constituido el medio para practicar la más desmedida e inhumana explotación esclavista, fuera del amparo de las leyes. Se torna triplemente inhumana allí donde la producción de azúcar, como en Tucumán, es fomentada de modo artificial mediante aranceles exagerados y con capital prestado a intereses usurarios, y donde las rentas de las fincas es elevada por medio de un desarrollo forzado. El año pasado se levantó un clamor de indignación cuando el literario y viajero italiano Annibale Latino (A. Ce-ppi) trazó en el diario de los latifundistas, La Nación, un bosquejo de la situación de los 600.000 obreros ocupados en las industrias azucarera de Tucumán. Nadie, sin embargo, se atrevió a intentar una refutación. En realidad hay que trasladarse a Tucumán si se quiere ver en que se convierte el latifundista a sí mismo y en que convierte al obrero, allí donde se le permite transformar el mundo según sus ideas sin que se le opongan frenos. En Tucumán con frecuencia se presenta la fiebre pa-lúdica –el chuco–, pero los mestizos trabajan a pleno sol o bajo el chubasco, igual

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que con el calor de las calderas y recipientes, desde muy temprano hasta muy tarde, en forma ininterrumpida, con la inconsciencia de animales de trabajos carentes de razonamientos que se satisfacen con sólo tener apenas para comer. La resistencia de esta gente es sorprendente y más todavía su falta de necesidades. Apáticos e in-dolentes, silenciosos, sin alzar nunca la voz, charlando raras veces, apenas vestidos, hombre, mujer y niños se arrastran a lo largo de su existencia. En el orden sexual reina el más absoluto libertinaje, que llega hasta el incesto, libertinaje favorecido intencionadamente por los patrones mediante las condiciones muy primitivas de las viviendas. La alimentación consiste en maíz, porotos y carne. Con 15 y 16 ho-ras trabajo, el salario durante la cosecha asciende a 0,50-0,80 pesos papel diarios. Se trata, empero, de un salario nominal dado que impera el sistema del pago de la mano de obra en especie, estafa contra la cual los peones nunca se atreven a pro-testar dada la disciplina férrea que mantienen los capataces. La legislación relativa a la servidumbre (ley de conchabos) que rige en Tucumán marca al peón con el sello de un esclavo total que no tiene derecho de atravesar la estacada que cerca la plantación de su patrón.

En la ancha pampa, el inmenso mar de pasto, reinan condiciones completa-mente diferentes. No más de veinte o treinta años atrás, apenas se podía hablar de agricultura en esta región. El gaucho apacentaba las numerosas tropas cuyos excre-mentos y pataleo recién confirieron su actual capacidad de producción a las tierras primitivamente estériles. El gaucho apacentaba sus propios animales, o los de su patrón a participación, y vivía con holgura con este estado de cosas. Pero, desde que las propiedades han sido cercadas con alambrados y la inmigración de muchos gringos (extranjeros) ha traído método de ganaderías completamente distintas, la situación del gaucho ha estado empeorando continuamente. En la moderna poesía argentina asoma con frecuencia la queja cerca de la perdida magnificencia gau-chesca.

El peón de estancia, además de la comida, que se compone de carne, galletas, maíz, porotos, fideos o arroz y yerba, y que se valúa en 0,30 a 0,50 pesos por día, re-cibe de 40 a 50 pesos por mes, pero tiene que utilizar sus propios caballos durante el trabajo. Desconoce una vivienda verdadera. Duerme por lo general en la intemperie, sobre el recado, o en un cobertizo sobre bolsas vacías. Los más jóvenes (boyeritos) ganan solamente 20 pesos. La cría de oveja se realiza en puestos con tropas de 1.000 hasta 3.000 cabezas. El puestero se vincula en dependencia mediante un contrato mediante aparcero o mediero, a participación. Antes, lo peones se enriquecían con este sistema, especialmente los irlandeses, pero esto ha cambiado por completo y, además, ya no llegan más irlandeses al país. En la actualidad, la mayoría de los que trabajan como puesteros vienen de Italia; calabreses y sicilianos, los culíes europeos, que se caracterizan por una extraordinaria falta de necesidades que nuestros estan-cieros saben convertir en elevadas ganancias. Antes, un esquilador podía ganar 3 ó 4 pesos diarios por 100 ovejas esquiladas. En la actualidad, la lana de toda clase de vellón tiene que ser entregada clasificada, alcanzando el esquilador a cumplir su trabajo en 60 ovejas únicamente. Por lo general, hoy en día se importan máquinas

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de esquileo que duplican la cantidad de animales que antes esquilaba un peón; es-tas máquinas son debidamente manejadas por mujeres y jóvenes que ganan de 1,50 a 2 pesos. Continuamente se forman equipos migratorios (cuadrillas), compuesto de 20 a 30 esquiladores y esquiladoras, bajo el mando de un capataz esquilador que en la época de esquileo alquila el equipo a los estancieros, trasladándose de estancia a estancia. El capataz es algo así como un “espoleador” y las consecuencias pueden imaginarse.

La agricultura en la pampa se lleva a cabo de estos modos: el propietario, me-diante contrato de aparcería, emplea a participación a empresarios, o bien arrienda la tierra, o el colono trabaja su parcela comprada a elevado precio, mayormente crédito.

Durante el periodo de gran prosperidad, desde 1882 hasta 1889, en noviembre y diciembre llegaban para la cosecha miles de inmigrantes suizos e italianos, que ganaban hasta 80 y 100 pesos (en aquel entonces 220 y 300 marcos) por mes y que regresaban en mayo y junio para la cosecha europea. Después de la baja del precio del trigo, las cosas han cambiado. Antes un colono lograba con facilidad comprar una parcela propia. Se transformaba entonces con rapidez de obrero o peón en mediero, arrendatario o colono; o con trabajar sólo durante dos o tres años en la época de la cosecha en el país y en Europa, adquiría su parcela en la pampa. Esto se está haciendo cada vez más difícil. El precio de la tierra ha aumentado, y si las máquinas agrícolas mejoran con el paso de los años, también aumenta el precio de las mismas. Cientos de florecientes colonias agrícolas surgieron rápidamente en las provincias del este, pero en la actualidad el sistema que se extiende cada vez más es el de aparcería y los que llegan son únicamente agricultores italianos.

Un peón de labranza gana actualmente, además del alimento, hasta 35 pesos mensuales, y un peón con la mitad de obligaciones 20 pesos, siendo el “standard of life” terriblemente bajo. El conductor de una máquina agrícola recibe en tiempo de cosecha 4 pesos diarios por una jornada de 15 horas, aunque por lo general sólo cobra 2 pesos; trabaja bajo un sol abrasador, ingiere un agua salobre fuertemente mezclada con aguardiente, y se producen casos frecuentes de insolación.

En la región occidental, montuosa, pobre de lluvias, que se asemeja a tierra de maleza, trabajan mestizos en las estancias y en los alfalfares ubicados al pie de las montañas e irrigados artificialmente; también son mestizos los que trabajan en los

maizales y viñedos. Estos peones, que carecen de necesidades, viven de carne y maíz, ración que vale 0,23 pesos, y ganan de 12 a 20 pesos por mes. Estos des-cendientes de los comechingones, huarpes y concaranes, constituyen una raza más fuerte que los guaraníes y chaqueños en el norte, son excelentes soldados y también son mucho más inteligentes que aquéllos.

En las cordilleras, mestizos descendientes de los calchaquíes que antaño per-tenecieron al imperio de los Incas, se dedican a la ganadería hasta una altura de 3000 metros y a la minería en su forma más primitiva hasta 4000 metros y más. Allí trabajan también muchos chilenos. Estos mineros constituyen el tope en lo que a

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falta de necesidades se refiere; su pesado trabajo es bien conocido. Chinos traídos del Perú y de Chile no han podido competir con el trabajo de los arpires locales (cargadores). Con un trabajo de doce horas a destajo, los peones ganan de 20 a 30 pesos, pero esto es puramente nominal porque mediante el sistema de pago en especie el patrón los estafa de la peor manera. Los pirquineros, que trabajan junto con sus mujeres e hijos para vender sus minerales a los comerciantes, constituyen un fenómeno social extraño. En general, la Argentina es muy pobre en yacimientos mineros dignos de ser explotados y no posee clase alguna de yacimientos carboní-feros, cuya existencia es sostenida solamente por arribistas ambiciosos, estafadores que quieren hacer aparecer al país en el extranjero más rico de lo que en realidad es, con miras a la obtención de préstamos.

En la gran capital, Buenos Aires, se ha formado el principio de una industria favorecida por elevados aranceles proteccionistas y en las pequeñas ciudades del interior la industria se halla mayormente en manos de artesanos italianos. Según el censo capitalino de 1887, en Buenos Aires eran ocupados 34.982 obreros en 4.723 talleres y fábricas, y 389 de estas últimas empleaban fuerza de vapor, 46 motores a gas y 77 malacates.

Desde aquel entonces la industria ha progresado. Los resultados del censo de fin del 10 de mayo del año corriente todavía no se han hecho públicos. La situación de los obreros ha ido empeorando de día en día como resulta de la siguiente lista de salarios mensuales reducidos en peso oro a 4 marcos; con un tiempo trabajado de 10 y generalmente 12 horas (los panaderos 15 horas), ganaban:

1855 1887 1895

Armeros 25.00 54.00 35.00Carpinteros 36.00 54.00 30.00Herreros 30.00 54.00 33.00Talabarteros 18.00 45.00 26.00Encuadernadores 18.00 45.00 33.00Zapateros 30.00 54.00 26.00Panaderos 16.00 33.00 26.00Pintores 24.00 54.00 19.50Litógrafos 40.00 68.00 39.00Modistas 24.00 33.00 19.50Costureras 18.00 22.00 5.75Hojalateros 36.00 45.00 26.00Tapiceros 21.00 68.00 27.00Colchoneros 15.00 33.00 19.50Plateros 20.00 30.00 33.00Impresores 40.00 54.00 39.00Estibadores 32.25Obreros portuarios 19.50

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El principal alimento, la carne, costó por kilo en dichos años 5, 8 y 10 centavos oro, y los alquileres han subido en forma tan extraordinaria que muchas veces la mitad del salario se va para el alquiler. Los conventillos y casas de inquilinato son conglomerados atroces donde la mortalidad infantil ascendía en 1887 al 67 por mil (de los niños de hasta 5 años de edad), mientras que la mortalidad general sólo llegaba al 27,4 por mil

Es improbable que en parte alguna del mundo las mujeres del proletariado se encuentren en una situación más miserable que en Buenos Aires. En la fabricación de fósforos de cera, las mujeres ganan 0,35 pesos oro por un trabajo de 12 horas diarias. En la sastrería militar (industria casera), un trabajo de 15 horas diarias le rinde a una costurera 0,23 pesos oro y a una costurera de camisas 0,12 pesos oro. Se explota en forma general el trabajo infantil por 0,06 a 0,15 pesos oro. En la peni-tenciaría se hallan alojados, de acuerdo con informes oficiales, niños de 5 años para arriba que vendían en la calle billetes de lotería prohibidos.

En 1822 se promulgó una ley sobre el descanso dominical, anulada en 1882. Esa fue la única ley de protección del obrero. La desocupación en Buenos Aires es muy elevada.

El movimiento obrero empezó con la fundación de la asociación “Vorwarts” el 1 de enero de 1882, sin adelantar mayormente a causa de los diferentes idiomas y el distinto grado de instrucción de los proletarios. En 1888 se produjo la primera huelga de importancia de los trabajadores ferroviarios, interviniendo como siempre la policía en forma violenta. El 1 de mayo de 1890, 2.500 obreros organizaron una asamblea y fundaron una federación obrera que en la actualidad se compone de 36 gremios. Gran cantidad de anarquistas italianos y españoles que acostumbraban convertir todas las asambleas obreras en escándalos, saben darse maña para que la policía en cada oportunidad ataque a los obreros con rebenques de cuero crudo y desbande las asambleas. En 1886, se fundó la publicación socialista Vorwarts. En 1891 y 1892, apareció El Obrero, editado por compañeros alemanes. A partir de 1894 aparece el semanario socialista La Vanguardia. Los anarquistas editan desde hace cinco años El perseguido y varias publicaciones locales menores. Existen las siguientes asociaciones socialistas: Asociación “Vorwárts” (Buenos Aires), Asocia-ción “Vorwárts” (Rosario), Centro Socialista Obrero (Buenos Aires) con pequeñas ramificaciones en Barracas, Santa Fe y Córdoba, “Fascio dei Lavoratori” (Buenos Aires) y la asociación estudiantil “Centro socialista universitario” (Buenos Aires).

La cantidad de huelgas aumentó en los últimos años pero muy pocas veces se gana una huelga, puesto que se moviliza la policía, e incluso el ejército, para disper-sar todas las asambleas de los huelguistas.

Los compañeros se están empeñando en desarrollar la propaganda socialista.

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EL MOVIMIENTO OBRERO EN LA ARGENTINA

El reducido partido socialista obrero argentino, que está compuesto de elemen-tos multilingües y se halla en sus años mozos, adoleciendo por lo tanto de varias enfermedades infantiles, ha participado este año, por primera vez, en las elecciones de diputados para el Congreso, desplegando en esta oportunidad una agitación muy enérgica.

La aparición de este partido ha causado gran sensación en los círculos oficiales provocando la ira de la prensa burguesa. El día de las elecciones, los socialistas, en la mayoría de los distritos, no fueron admitidos en las urnas, evidenciando la misma conducta tanto el partido gobernante como la oposición; no obstante, mu-chos de nuestros compañeros entregaron sus papeletas, pero las mismas no fueron tomadas en cuenta y por consiguiente no fueron registradas. Se puede hablar del factor suerte para explicar que ninguno de los nuestros haya perecido en el tiroteo que se entabló en el día de las elecciones. La oposición tomó las armas a causa del fraude cometido por los funcionarios, pero por supuesto, fue dominada inmedia-tamente. Estos hechos se observan siempre durante las elecciones. Siempre hay muertos y heridos y siempre los candidatos del gobierno salen electos.

Después la prensa burguesa se burló de los socialistas, ocupando el primer lu-gar, en este sentido, el órgano del comercio alemán, el Deutsche La Plata-Zeitung, probablemente porque los socialistas alemanes se habían distinguido de modo es-pecial en el terreno de la propaganda y dos de los candidatos socialistas eran ale-manes de nacimiento.

Coincidió con la agitación preelectoral el triunfo obtenido por los carroceros, que luchaban por una jornada laboral de ocho horas. Los carroceros constituyen un gremio fuerte. Por primera vez los obreros vencieron en una huelga de importancia. A la asociación alemana “Vorwarts” le corresponden especiales alabanzas por su ac-titud para con los huelguistas, quienes de no contar con ella, difícilmente hubieran obtenido la victoria. La ira de la prensa burguesa fue inmensa, así como su campaña difamante de los socialistas.

La agitación socialista se desarrolla, en el terreno práctico, en forma satisfacto-ria. Distintas son las cosas cuando se trata de la instrucción teórica de los miembros. Aquí el elemento estudiantil resulta ser muy perjudicial para la causa. Nuestros estudiantes, con pocas excepciones, constituyen una masa de jóvenes totalmen-te inculta e ignorante, caracterizada además por un delirio de grandeza de origen español. Una editorial regida por compañeros ha hecho de la traducción española del libro de Ferri socialismo y ciencia positiva la biblia de los socialistas locales. La misma editorial publicó también la obrita de un estudiante que rebosa de ignoran-cia y absurdos. En la misma se adjudica a Marx la teoría del “plus-sueldo”, por el cual el “consumidor paga al empresario”. En el Vorwarts, compañeros alemanes han combatido contra este absurdo, dado que La vanguardia socialista en idioma español no admite discusión sobre este asunto, probablemente para no perjudicar

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a la editorial. Se incluyen frecuentemente traducciones de artículos de Ferri y de Lorio sin el menor criterio selectivo.

Resulta sumamente difícil ganar a los obreros italianos y españoles, que for-man la gran mayoría, para la causa del socialismo. Se encuentran, en lo que a su formación cultural se refiere, en un nivel extremadamente bajo. Los que saben leer son los menos. Y estos pocos que a causa de su descontento se sienten atraídos por la agitación, carecen en tal medida de criterio que pueden caer en la red de cual-quier sectario.

Sin los compañeros alemanes la totalidad de los obreros habría caído en los brazos del anarquismo. Gracias al órgano periodístico El Obrero, editado por los compañeros alemanes entre 1891 y 1892 sin omitir sacrificios, muchos obreros se han salvado del anarquismo, pese a cual este movimiento sigue siendo aquí todavía muy fuerte. Ahora bien, el movimiento sindicalista avanza de manera bastante sa-tisfactoria. La gran victoria de los carroceros ha tenido un efecto elocuente, al miso tiempo que ha acrecentado la confianza de los obreros en sus propias fuerzas.

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EL FIN DE LA PLAGA DE LA LANGOSTA EN LA ARGENTINA

San Luis, noviembre de 1897.

Una graciosa casualidad quiere que un descubrimiento hecho por el gran Goethe se convierta en motivo para acelerar la quiebra de los latifundistas al este del Elba, eliminando así uno de los más enconados adversarios del socialismo. Y esta hermosa historia tiene el siguiente desarrollo:

Como se sabe, Goethe fue el que descubrió el hongo llamado “matamoscas”, perteneciente a la familia de las “entomophtoreae (es decir, matadores de insectos), luego descrito, en 1855, por el botánico F. J. Cohn, de Breslau 2 , junto con Iebert, y apropiadamente denominado “empusa muscae”. Este hongo hace vida parásita en las moscas domesticas y su “micelio”, es decir, su parte vegetativa, en forma de largos hilos, similares a telarañas, se expande en el interior del cuerpo de la mosca creando esporos, células reproductoras que son eliminadas durante la procreación y, cuando encuentran insectos sanos de la misma especie, germinan y empujan hilos de micelio en el interior del animal.

El hongo origina en su huésped una enfermedad a causa de la cual perece rá-pidamente y esta enfermedad parece ser muy infecciosa, puesto que la cantidad de esporos de 0,01 mm de largo que se desarrolla en cada insecto es tan grande que su cuerpo parece hallarse totalmente cubierto por una capa de moho, formándose además alrededor del cadáver, en una extensión de 20 a 25 mm de diámetro, un área blanca de esporos eliminados que el viento se encarga de desparramar.

El profesor Riley, entomólogo norteamericano, fue el primero en estudiar las en-fermedades producidas por hongos de los insectos perjudiciales para las plantas de cultivo en su patria; llegó a cultivar esos hongos mortíferos y a difundirlos de modo que los agricultores pueden ahora lanzar los insectos infectados por los esporos en sus campos. Se origina una epidemia entre los individuos de la misma especie que mata a millones, de modo que el perjuicio que los insectos acarreaban a las plantas dismi-nuye considerablemente. Así se calcula que un gasto anual de 2.000 dólares ha pro-ducido un suplemento de ingresos de 200.000 dólares en la cosecha de maíz de 1895, en Wisconsin, por la aplicación de un hongo cultivado por el instituto entomológico local, el cual destruyó el pernicioso pulgón del maíz. El profesor Lorenz Bruner logró resultados aun más sorprendentes en Nebraska con un hongo esporotrico (Sporotri-chum globuliforum). En ese estado norteamericano, la langosta y grillos comunes causaban un inmenso perjuicio a las plantas de cultivo. Después de difundir de modo artificial el hongo mencionado, el rendimiento anual de los campos casi se ha dupli-cado. Las langostas desaparecieron casi del todo y los grillos están extinguiéndose.

Desde el año pasado, también en el jardín botánico de Berlín se ha procedido a destruir con brillantes resultados las orugas de la mariposa “Goldafter”, tan per-judicial para los bosques. Se empleó el hongo microscópico Entomophtora Aulicae Rich. El agente infeccioso es disponible en forma constante.

2. Breslau, hoy Wroclaw (Polonia). (Ed.)

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En marzo del año en curso, el director del instituto bacteriológico de Grahams-town (Colonia del Cabo), profesor Edington, consiguió resultados sobresalientes en el terreno de la exterminación de la langosta mediante aplicación de un hongo que mata, 48 horas después de haberse producido la infección, del 85 al 90% de una manga de estos voraces insectos, que con frecuencia cubre muchas millas cuadra-das de tierra.

El año pasado, cuando la langosta destruyó la totalidad de la cosecha en la Ar-gentina, la revista independiente La agricultura, de Buenos Aires, emprendió una enérgica campaña en favor de los agricultores, exigiendo la fundación de un ins-tituto entomológico para cuyo funcionamiento habría que contratar especialistas extranjeros. Los científicos locales, profesores, etc., que no rinden absolutamente nada pero que siempre se están alabando mutuamente, tal como Moliére lo repre-senta en su deliciosa comedia Las mujeres sabias, se opusieron violentamente a esta idea. Los Trissotins y Badius que deben sus cátedras, cargos y honores al favoritismo local, declararon absurda esa exigencia y el gobierno, en efecto, rehusó emprender cualquier paso en el mencionado sentido. No obstante, otorgó 400.000 pesos para financiar grandes expediciones científico-militares a los desiertos del Gran Chaco, donde las langostas presuntamente depositaban sus huevos en sitios permanentes de incubación, en grandes montones al sol, siendo que en realidad los huevos son depositados en la tierra. Pese a las protestas de la prensa independiente, estas ex-pediciones marcharon a la tierra fabulosa de los montones de huevos de langostas, costaron un platal que desapareció en los conocidos bolsillos de los funcionarios y permanecieron un año entero en el Chaco sin haber visto siquiera una sola langos-ta, en tanto que inmensas mangas cubrían la parte habitada del país.

Entonces el comercio, que el año pasado habría sufrido pérdidas de ventas de entre 70 y 80 millones de pesos a causa de la plaga, formó una asociación inde-pendiente, hizo venir de Nebraska al profesor Bruner y le proporcionó abundantes medios para realizar sus estudios y trabajos sin tomar en cuenta la oposición de los científicos y funcionarios argentinos que no podían sobreponerse al dolor de haber perdido el apetitoso bocado. En efecto Bruner, lamentablemente un poco tarde para la cosecha actual, descubrió un hongo del género Empusa que tanto a la región seca como en la húmeda del país destruye las langostas en forma segura y rápida y que puede ser cultivado, conservado y distribuido con facilidad.

Es evidente que este descubrimiento ha de tener gran importancia para la agri-cultura de la Argentina. El año pasado, las langostas han originado una pérdida aproximadamente 1.200.000 toneladas de trigo, sin hablar del lino, maíz, maní, vid, alfalfa, y otras clases de plantas.

La Empusa de Bruner es muy semejante el “matamoscas” europeo cubierto por Goethe. Igual que éste, envuelve el cadáver del insecto con una capa de esporos que tiene aspecto de moho y son repartidos por el viento entre los insectos, difundiendo muerte y destrucción en las mangas.

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Lamentablemente, las voraces langostas han tenido tiempo durante el corrien-te año de destruir un 40% de la cosecha de trigo aproximadamente y la cosecha de maíz ofrece muy malas perspectivas, no obstante los 4 millones de pesos que el gobierno nacional ha otorgado con destino a la destrucción de huevos y larvas. A través de las comisiones instituidas, el gobierno paga a inspectores y subinspectores 10 pesos por tonelada de huevos desenterrados de las tierras de pan llevar.

La lucha para destruir el terrible enemigo, organizada estrictamente según el estilo burocrático español, da lugar –como todas las instituciones públicas locales, adaptadas siempre al estilo de las ampulosas ordenanzas de los tiempos de Carlos V y Felipe II de España- a enormes gastos en sueldos para funcionarios y emolu-mentos eventuales.

La asociación de comerciantes que, no obstante la resistencia opuesta por el gobierno y la todopoderosa burocracia, supo proceder en el asunto de la destrucción de la langosta en forma independiente, constituye un fenómeno totalmente nuevo en nuestra vida pública, donde generalmente todo se desarrolla estrictamente se-gún la pauta que los intereses del gobierno y los caprichos de los funcionarios están dictando.

La ira de los patrioteros y de la burocracia contra los gringos (nombre despec-tivo con que se honra aquí a los extranjeros) no conoce, por lo tanto, límites; sin embargo, los dardos del orgullo español y de la palabrería española rebotan en la coraza científica con que la necesidad de los hechos económicos ha revestido la obra de los comerciantes extranjeros.

La empusa de Bruner hará innecesarios en el futuro muchos puestos públicos. En lugar de ello, la agricultura argentina empezará a desarrollarse, sin lugar a du-das, después de la destrucción de su peor enemigo, con un empuje extraordinario y los 1 ½ millones de hectáreas, de trigo se convertirán poco a poco en 40 millones que en gran parte todavía están esperando, como pampa sin cultivar, el arado para llevar al mercado mundial mucho millones de toneladas de trigo baratísimo. En Santa Fe la producción de una tonelada de trigo cuesta solamente de 4,16 pesos oro a 14,08 pesos oro (16,64 a 42,32) y los fletes están disminuyendo continuamente.

La empresa de Bruner contribuirá a acentuar la competencia de los alimentos de ultramar para la agricultura europea.

El descubrimiento de Goethe del “matamoscas” constituye por lo tanto el pun-to de partida de toda una serie de problemas y estudios científicos pletóricos de importantísimas consecuencias para el desarrollo social.

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CHILE Y LA ARGENTINA

San Luis, agosto de 1898

Entre los países más poderosos de Sudamérica cuyos productos mineros y agrí-colas se tornan en cada vez más importantes para el mercado mundial, existe la amenaza de una guerra que sin lugar a dudas entrañaría consecuencias importan-tes para la política mundial.

Las causas que impulsarían a ambas naciones a resolver sus litigios mediante el uso de las armas, de ninguna manera pueden ser encontradas en las disputas fronterizas cordilleranas, de secundaria importancia, que han sido exageradas por la prensa burguesa y constituyen únicamente un pretexto traído por los pelos, sino se hallan mucho más profundamente arraigadas.

En la época de la dominación colonial española, estos países constituían en un principio varias gobernaciones del virreinato del Perú, a saber, la Gobernación de Chile, que además de Chile comprendía todavía las provincias de Cuyo –hoy San Juan, Mendoza y San Luis- y la Patagonia entera; la Gobernación de Tucumán, que abarcaba las provincias actuales de Córdoba, Santiago del Estero, La Rioja, Cata-marca, Salta, Jujuy y grandes partes de Bolivia, en especial Tarija; la Gobernación del Paraguay, que se componía de este país de reducida extensión, el Chaco y Misio-nes (incluida la parte actualmente brasileña del antiguo reino de los jesuitas), y la Gobernación del Río de la Plata, que incluía las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y la Banda Oriental o Uruguay.

En 1776, el gobierno de Madrid suspendió esta primitiva división administrati-va de la colonia, dominada en forma arbitraria y tiránica, y, sin consultar el interés económico de los diferentes distritos, formó con las gobernaciones de Tucumán, Paraguay y Río de la Plata, con su capital de Buenos Aires, cuyos habitantes son llamados porteños.

Chile, con su magnífica minería, fue limitado a la larga franja de tierra entre la cordillera y el océano Pacífico, no obstante sus protestas que se fundan en el he-cho de que sus habitantes necesitaban imperiosamente de las amplias superficies de pastoreo y caminos de ganados de Cuyo y de la Patagonia, de donde aun en la actualidad los chilenos obtienen la totalidad de sus reses de matadero y de sus animales de carga, de modo que los intereses económicos de ambos territorios son idénticos.

En contraposición a esto, los porteños pretendían que su hinterland natural debía extenderse hasta las cordilleras, argumento al cual convirtieron en realidad con la ayuda de los armadores de Liverpool, que en Buenos Aires se dedicaban al intercambio de los cueros que proporcionaban estos territorios por esclavos negros y productos manufacturados ingleses.

Cuando el capital mercantil emprendió en 1810 la revolución contra los latifun-distas de la ciudad de Buenos Aires, arrancándoles el gobierno, y esto únicamente para poder satisfacer la gran demanda de cueros de los comerciantes ingleses, el Vi-

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rreinato del Plata se disgregó en una cantidad de provincias autónomas que recién después de larga lucha pudieron ser reconquistadas por los porteños o, mejor dicho, obligadas a integrar una confederación por el dictador Manuel Rosas, el más impor-tante político de los porteños y fundador de la Nación Argentina, con la excepción de Tarija, Paraguay, Misiones y Uruguay, que se perdieron.

Esta pérdida aún duele sensiblemente a los porteños y el pensamiento político básico que los empuja es el del equilibrio sudamericano, que tiene por fundamento el estado territorial del año 1810. El secretario del comité revolucionario, Mariano Moreno, expresó este pensamiento por primera vez en 1810, en artículos de prensa, y en base a estos se formó el llamado Programa de Moreno, que para los porteños tiene aproximadamente el mismo significado que el supuesto testamento de Pedro el Grande para los rusos.

Sobre todo duele a los porteños la pérdida del Uruguay, que se encuentra ante sus puertas, algunos kilómetros allende el río, tanto más cuanto que la Argentina no posee un solo puerto natural mientras que el Uruguay dispone de los magníficos puertos de Montevideo y Maldonado, cuya estratégica importancia marítima como llave dé toda la cuenca del Plata ya había sido reconocida por España y Portugal y por cuya posesión habían librado combates a partir de 1678.

Por esta razón aun en la actualidad los porteños impiden el tranquilo desarrollo del Uruguay, al que mantuvieron conquistado entre 1825 y 1828, provocando con-tinuamente agitación y revoluciones en este país dotado de tantas riquezas por la naturaleza, con la esperanza de someterlo mediante procedimientos ilícitos y poder anexarlo sin oposición.

Para lograr esta meta la Argentina debe poseer en Sudamérica la supremacía, o -como los porteños lo expresan, al igual que los prusianos en Alemania, que todo lo hacen y deshacen- ejercer la hegemonía.

Al paso de este propósito se les está, atravesando el Brasil y Chile. La importan-cia del primero de estos países ha menguado últimamente de manera muy conside-rable, pero el segundo está a adelantando mucho.

Chile también se levantó contra la madre patria en 1810, pero volvió a caer en 1814 bajo el dominio español, del cual pudo librarse recién en 1817con la ayuda de la Argentina.

Chile, en aquel entonces, deseaba para su territorio las fronteras de antes de 1776, pretensión a la cual los porteños hacían oídos sordos; desde entonces, en la costa occidental surgen siempre nuevos planes de conquista con la mira puesta en Cuyo y la Patagonia, planes que la astuta política de los porteños ha sabido hasta ahora desviar hacia el territorio del Perú y Bolivia.

Por lo tanto, se trata prácticamente de las fronteras de 1776 contra las de 1810; y la línea fronteriza de la cordillera, que Chile pretende sea determinada para la Patagonia igual como lo está en el norte desde 1776, es decir, por la divisoria de las aguas, y que los argentinos quieren determinar mucho más hacia el oeste, por

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líneas aéreas establecidas de montaña a montaña, totalmente imaginarias, consti-tuye solamente un pretexto para ocultar el núcleo del problema.

Ambos Estados se están armando hasta agotar por completo sus posibilidades financieras.

En estas circunstancias, Chile quiere poner de inmediato todo el litigio en ma-nos del árbitro convenido (Inglaterra), mientras que la Argentina sólo se halla dis-puesta a aceptar una incumbencia limitada del árbitro.

Totalmente arruinadas sus finanzas y administrada del modo más miserable, la Argentina espera en las próximas dos semanas la entrega de dos nuevos cruceros blindados que le asegurarían la victoria en el mar. Chile es más poderoso a causa de su mejor administración.

Sea quien fuera el vencedor, ambos tienen que permanecer armados y en am-bos países la soldadesca, que ya está gobernando en forma dictatorial, continuará agitando su cetro.

A los adversarios del militarismo únicamente se les presenta una lejana espe-ranza: la posible intervención de Estados Unidos. El desarrollo liberal Burgués de Sudamérica, su liberación del sistema de violencia dominante de las oligarquías que todo lo absorben, será posible únicamente cuando el panamericano extienda sus alas en este continente.

La oligarquía que es un enemigo a muerte del panamericanismo.

Los dos pequeños partidos socialistas, tanto en Santiago como en Buenos Aires, han protestado en asambleas públicas contra las intrigas de los partidos belicistas chileno y argentino. Pero sus voces siguen sin ser escuchadas, como la voz del pre-dicador en el desierto. Las amenazas de guerra predominan por sobre todo.

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PROGRESOS EN LA ARGENTINA

La exposición industrial inaugurada en diciembre en Buenos Aires, ha mostra-do cómo es posible, mediante la aplicación de elevados aranceles proteccionistas y de modo especial mediante la liquidación de sueldos en papel moneda desvalo-rizado, cultivar una “planta de invernadero industrial” atrayendo para esos fines capitales extranjeros al país.

La Argentina no posee yacimientos carboníferos explotables, como tampoco minerales de hierro. A pesar de que el gobierno ha instituido hace muchos años premios al descubrimiento de carbón y minerales de hierro y confiado a numerosos geólogos bien remunerados la tarea de investigar el país, y de que a su vez muchos de estos técnicos hayan afirmado haber descubierto yacimientos inmensos de am-bos minerales, lo que en todos los casos, luego de costosas perforaciones y estudios, resultó ser un engaño, no se ha encontrado el apetecido combustible ni tampoco el mineral.

Como consecuencia de este estado de cosas, la industria se ha visto obligada a consumir únicamente el carbón importado, de origen inglés, y es por esta razón que la gran industria se ha desarrollado casi en su totalidad en la ciudad portuaria de Buenos Aires, por lo menos en un 95 %, según datos oficiales.

En la actualidad, Buenos Aires se encarga de suministrar a todo el país pro-ductos alimenticios, de la industria textil y del vestido, cuero, vidrio, artículos de bazar y también de metal y máquinas, disminuyendo cada año la importación de los mismos.

La comparación de los resultados de los censos de 1869 y 1895 muestra los pro-fundos cambios que el país ha experimentado en 25 años.

Por de pronto, llama nuestra atención el progreso que se puede observar en el terreno de la ganadería y la agricultura, cuyo potencial se estima en mil millones de dólares en tierras, 382 millones en ganado y 158 millones en aperos de labranza.

Abocados a tareas ganaderas, en 1895 se hallaban trabajando en forma esta-ble sólo 40.712 propietarios menores (estancieros), 5.614 administradores y 28.724 peones, en total 75.050 personas, o sea el 4,56% de todos los ocupados, que tenían que criar a 21 % millones de vacunos, 74 1/3 millones de ovejas, 4 1/2 millones de caballos, 653.000 cerdos, 176.000 ñandúes y 8 millones de pollos.

Hay que agregar a estos ganaderos, los 40.362 latifundistas que se posesionan de los grandes beneficios y dominan el país a su albedrío, formando así una oli-garquía todopoderosa a pesar de que por su número es únicamente el 1,02 % de la población total.

Los agricultores, colonos, arrendatarios y peones estables ascendían a 261.453, o sea el 15,89% de todos los ocupados. Pero hay que agregar a estos ganaderos y agricultores el 90% de los 342.493 jornaleros sin ocupación fija, trabajadores “go-londrinas” cuyo número asciende al 20,81 % de todos los ocupados y que en la épo-ca de la cosecha y de la esquila, desde setiembre hasta mayo, encuentran trabajo

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para luego permanecer, en su mayor parte, desocupados durante el resto del año. Su número ha aumentado en 25 años en un 108,85% mientras que la cantidad de habitantes en el mismo período ha crecido en un 127,7%. El rápido crecimiento de este proletariado migratorio del agro, del cual se recluta el siempre creciente ejército de cuatreros y bandoleros, preocupa mucho a las autoridades. Se compone en su mayoría de italianos inmigrados y sus descendientes.

Según el censo de 1895, la cantidad de personas ocupadas en la industria y oficios ascendió a 366.087, o sea al 23,24% de todos los asalariados mayores de 14 años.

Según los datos proporcionados por los fabricantes en diciembre de 1898, la industria capitalina en el curso de diez años había aumentado de 6.500 fábricas y talleres con 42.000 obreros a 24.000 fábricas con 215.000 obreros, y el capital de inversión ascendía a 471 millones de pesos papel, unos 235 millones de dólares aproximadamente. Según el censo, la industria ocupaba a 180.730 mujeres, o sea el 42,37 % de todas las personas ocupadas en la industria y oficios.

Sobre el trabajo de los niños, el censo no dice nada. Sin embargo, el trabajo de niños se halla extraordinariamente extendido, como se infiere del censo escolar según el cual en todo el país 498.862, o sea el 58,80 % de todos los niños en edad escolar, no asisten a los cursos de enseñanza; las cifras correspondientes para la capital son 23.828, o sea el 20,30%. Es de notar que la gran mayoría de los niños indicados como asistentes a la enseñanza escolar, figuran como tales únicamente sobre el papel, como no puede ser de otro modo en un país donde a los maestros se les adeuda el sueldo correspondiente a períodos de entre dos y veinte meses y las cajas públicas son vergonzosamente robadas.

Aranceles proteccionistas, papel moneda inconvertible y trabajo de mujeres y niños han demostrado en la reciente exposición industrial los enormes progresos que está haciendo la Industria capitalina después de que, junto con el desarrollo de la red ferroviaria, las antiguas manufacturas de las provincias, especialmente la tejeduría manual, la curtiembre, la talabartería, etc., fueron destruidas por la com-petencia y esto en medida tal que, por ejemplo, el número de tejedores, no obstante las nuevas fábricas del algodón y de lana en la capital, ha bajado entre 1869 y 1895 de 94.032 personas (todas mujeres) a solamente 39.380.

Puesto que los ingresos por aranceles de importación han bajado muy sensi-blemente a partir de 1891, el gobierno en quiebra ha recurrido a la aplicación de impuestos a la fabricación, por ejemplo del alcohol, la cerveza, el vino, los fósforo, tabaco, el aceite, los naipes, el azúcar, las gorras, los sombreros (este último impues-to constituye un verdadero impuesto personal que para el pobre asciende al 100 % pero para el rico sólo al 10%).En el presupuesto del corriente año, estos impuestos han sido valuados en 38,450 millones de papel moneda (aproximadamente 20 mi-llones de dólares).

En estos momentos, el capital europeo y norteamericano demuestra interés por los cultivos de algodón y por la industria. En septiembre, se exporto la primera

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muestra de algodón en rama que fue equiparada en Manchester a la fibra larga de Georgia. En Córdoba, una compañía norteamericana construye una impotente hi-landería de algodón basada en fuerza hidráulica y transmisión de fuerza eléctrica y un fabricante belga está levantando una fábrica similar a orillas del río Paraná.

Por supuesto que esta actividad en rápido desarrollo se basa en la explotación prácticamente ilimitada de las fuerzas de trabajo. No existen restricciones de clase alguna que puedan frenar la avidez de beneficio de los señores fabricantes, ley al-guna de policía de salubridad, de seguridad o correccional que opongan al frenesí de explotación del capital una valla. Y la resistencia de los obreros mismos todavía es muy débil, su organización sindical muy poco desarrollada.

El partido socialista obrero de la capital que en 1806 había obtenido para sus candidatos a diputados del congreso solamente 89 votos, pudo aumentar en 1897 la cantidad de votos. Esta cifra representa una cantidad de votos todavía muy reduci-da para una ciudad tan grande como lo es Buenos Aires. Lo satisfactorio en el movi-miento local es el hecho de que los que más activamente participan en la agitación, son argentinos de nacimiento y en menor medida extranjeros.

La amenaza de guerra con Chile ha sido eliminada a última hora gracias a la intervención de la diplomacia inglesa y norteamericana. Se les aclaró a los señores sudamericanos que se les permite gastar cientos de millones en la compra de armas

y barcos en Europa y en Estados Unidos, pero que no es lícito emplear estos artículos para resolver sus rivalidades. A lo sumo estas armas pueden usarse para matar a tiros a sus conciudadanos, cosa que podemos observar en estos momentos en Ecuador, Bolivia y, Uruguay, país al que los argentinos no dejan vivir en paz.

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IMPERIALISMO EUROPEO EN AMÉRICA DEL SUR

Era de preveer que la compulsiva cobranza germano-británica de sus créditos y empréstitos vencidos en Venezuela, hiciera gran impacto en Sudamérica. Los go-biernos de repúblicas atrasadas hasta ahora, siempre habían confiado firmemente en la Doctrina Monroe y en la ingerencia de EE.UU. en todos aquellos casos en que se produjeran diferencias entre Estados europeos y sudamericanos.

Quien más acusó el impacto fue la Argentina, cuya desesperante situación fi-nanciera avanza irremediablemente hacia una catástrofe.

A raíz de ello, el gobierno de Buenos Aires dirigió en diciembre último una nota al secretario de Estado de Washington, preguntando hasta que punto podrían confiar los Estados sudamericanos en las promesas contenidas en el mensaje de Monroe, del 2 de diciembre de 1823, en aquellos casos en que se vieran amenazados por sus acreedores europeos.

En respuesta Mr. Hays fue asaz breve. Decía que Norteamérica –que es como los sudamericanos llaman a EE.UU.- ni siquiera pensaría en intervenir, en tanto los Estados europeos no intentasen establecer conquistas territoriales permanentes en América del Sur.

Esta comprensible negativa ha causado gran impresión en Buenos Aires, ya que la situación financiera es insostenible, a tal punto que pronto será inevitable la cesación de pagos.

La deuda consolidada a fines de 1902 era de:

Externa 1.565.127.745 marcos Interna 232.033.669 “ TOTAL 1.797.161.414 “

La deuda flotante era de 130.840.592 “ GRAN TOTAL 1.928.002.006 “

Pero aún deben adicionarse las deudas individuales de las provincias y muni-cipios, como las siguientes, por las cuales ya hace doce años que no se pagan los intereses:

Córdoba y Santa Fe 21.582.145 marcos Intereses acumulados 14.519.254 “ Cédulas Buenos Aires 323.982.996 “

TOTAL 360.084.395 “ Total general 2.288.086.400 marcos

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Cabe agregar deudas adicionales de las provincias, sobre las cuales no se dis-pone de datos oficiales, de manera que es lícito estimar la deuda pública a fines de 1902 en por lo menos unos 2.300 millones de marcos.

Considerando que la ablación oficialmente estimada es de sólo 4736.800 habi-tantes, probablemente una cifra demasiado alta, la deuda per cápita se elevaría a 485,57 marcos.

Solo la deuda portuguesa es mayor, es decir de 510 marcos per cápita; incluso Francia, con 450 marcos, se encuentra en mejor situación.

Pero la situación del país resulta aun más precaria si se contempla el servicio de la deuda.

El presupuesto para 1903, que totaliza 299.370.000 marcos, indica los intereses para la deuda consolidad y flotante del gobierno central en 147.911.000 marcos, o sea en un 49,4% de los ingresos.

Ningún Estado del mundo ha llegado todavía a tales extremos ya que incluso la desdichada España indica para el rubro sólo 45,9% siguiéndola Francia con 36,7% etc.

A la deuda pública hay que agregar, por otra parte, la privada, debida a la alta finanza europea, cuya composición es la siguiente según publicaciones inglesas de 1900:

Bancos 143.109.600 marcos Ferrocarriles 1.924.244.000 “ Tranvías 121.378.470 “ Colonizaciones 98.143.640 “ Luz 47.207.200 “ Industrias 142.032.200 “

Total 2.476.115.110 marcos

Lógicamente, se paga por un año un gran importe en intereses a la alta finanza británica que ha invertido este capital en la Argentina. Algunos ferrocarriles distri-buyen dividendos del 7%. Para hacerse una idea de la importancia del tributo que la Argentina paga a Europa, especialmente a Inglaterra, cabe revisar su balanza comercial.

La balanza se desarrolla desde 1894, aparénteme en forma siempre favorable, creciendo de año en año la explotación de productos agrarios, mientras decrece la importación y disminuye el poder adquisitivo de la población, vale decir que ésta se pauperiza. El crecimiento de la población es del 27 por mil anual.

La balanza de pagos, en millones de marcos, es la siguiente:

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Importación Exportación Saldo

1894 375,52 410,06 + 34,541895 384,15 481,70 + 97,551896 454,23 473,03 + 18,801897 398,06 409,73 + 11,671898 435,05 542,00 + 106,951899 473,23 748,91 + 275,681900 459,57 626,13 + 166,561901 461,34 725,25 + 217,721902 416,34 725,25 + 308,91Total 3857,68 5096,06 + 1238,38

Luego de la magnífica cosecha de 1902/3, se estima ahora que el saldo para 1903 se elevará unos 480 millones.

En promedio, pues, la Argentina ha pagado anualmente unos 137 millones de marcos en intereses y dividendos al capital europeo, principalmente inglés, o sea alrededor del 8% del valor total del trabajo acumulado en un año. Esto representa una cifra per cápita anual de 29,28 marcos.

De las Indias Orientales, Inglaterra extrae unos 500 millones de marcos por año, o sea 1,72 marcos per cápita.

Sin conquistas políticas, sin barcos ni cañones, el capital inglés exprime, pues, de la Argentina, en valor relativo, 17 veces más de los que extrae sus súbditos indios.

Lo terrible es que el tributo argentino a Inglaterra crezca tan rápidamente. En 1902 se elevaba ya a 65,73 marcos per capita.

Y para peor, cinco o seis banqueros de Londres –Rothschild, Baring, Morgan y Greenwood- ordenan al gobierno de Buenos Aires, a través del embajador argenti-no, qué debe hacer y qué debe dejar de hacer.

Pero, además del tributo a la finanza inglesa el agricultor o criador tiene que cos-tear todavía las grandes ganancias de los exportadores, además de 92 2/3 millones de marcos anuales que el Estado paga a empleados públicos, jubilados y soldados.

Es, pues, fácil de comprender que la explotación del proletariado prácticamente no conozca límites, que cese la inmigración y que tome cada vez mayor incremento la emigración. Pobreza y miseria crecen hasta el infinito. El país ya no soporta la carga y se hunde bajo el peso del imperialismo británico y de su propia administra-ción irresponsable.

Ya en 1891 cesó el pago de su servicio de deudas, recomenzándolo en gran parte en 1901; pero, a la próxima cosecha mala o mediocre, es inevitable la insolvencia.

¿Procederá entonces Inglaterra contra la Argentina como lo hace con Venezue-la? Este interrogante es ya ahora materia de discusiones y se lo vincula con planes alemanes, relacionados con el sur del Brasil.

Die Neue Zeit, t. 1.1902-1903

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LA POLÍTICA EXPANSIONISTA DE ESTADOS UNIDOS

EN AMÉRICA LATINA

Hace cuatro meses la República de Bolivia celebró un acuerdo con un gran consorcio de capitalistas norteamericanos, según el cual este Estado habitado por cholos y mestizos, cede la explotación de la totalidad de la provincia de Acre a esos representantes del gran capital, concediéndoles al mismo tiempo la administración de una inmensa área boscosa.

Bolivia, que por el tratado de paz de 1884 tuvo que ceder la totalidad de su región costera a Chile consiste de dos territorios completamente distintos, a saber: la sierra o altiplano, que ocupa un tercio de la superficie total, y el llano, de uno 890.000 kilómetros cuadrados de extensión; esta última parte forma el sector orien-tal del país, ubicado en los cursos superiores de los grandes afluentes de los ríos Amazonas y Paraguay.

El altiplano es el terreno más cultivado; el llano es habitado por el indio majo y chiquito y prácticamente sustraído a la influencia del gobierno, puesto que es di-fícilmente accesible desde el occidente y tiene sus comunicaciones naturales con el océano Atlántico en los grandes ríos.

Ya el año pasado Bolivia había otorgado a capitalistas belgas que representaban a la “Societé Africaine”, una concesión para la construcción de una línea ferroviaria que deberá partir del puerto Bahía Negra, en el Paraguay superior, y llegar hasta Santa Cruz, Sucre, y Potosí, con una longitud de 986 kilómetros; al mismo tiempo se cedió también el derecho de explotación y colonización de las regiones adyacen-tes y de navegación en las partes superiores de los afluentes del Madeira.

Inmediatamente después, la cañonera norteamericana Wilmington remontó el Amazonas, el Purus y el Acre hasta adentrarse profundamente en territorio bolivia-no, y ahora Bolivia celebró con los capitalistas norteamericanos el contrato de Acre que equivale a un virtual feudo, dado que se cedió a la compañía todos los derechos de soberanía. Nominalmente el territorio seguirá siendo boliviano, pero en la prác-tica cae bajo el absoluto dominio de la compañía.

La región de Acre comprende más de 200.000 kilómetros cuadrados, sin incluir la parte perteneciente al Brasil. Su riqueza es enorme y consiste de bosques de árboles gomeros que proporcionan el mejor caucho del mundo, el caucho de Pará. Los indios lo obtienen del jugo lácteo de la Siphonia elástica y lo intercambian por productos europeos de variada índole. Se exporta por Pará. Esta exportación ha au-mentado, según el Monthly Bulletin, como se especifica a continuación:

1860 2.400 toneladas 1882 9.753 “ 1887 13.350 “ 1892 18.761 “ 1897 22.216 “

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En este último año, 9.848 toneladas fueron exportadas a Estados Unidos. Des-de entonces la exportación ha aumentado considerablemente.

En el río Acre, traficantes brasileños han fundado una cantidad de factorías entre las cuales Porto Alonso es la más importante. Hace dos años intentaron in-dependizarse de Bolivia, lo que fracasó a pesar de que las tropas gubernamentales sufrieron extraordinarias pérdidas por la malaria y el beriberi, dado que el territorio de Acre es extremadamente insalubre.

Los brasileños han protestado con vehemencia contra el tratado de Acre porque ellos reclaman una parte del territorio como perteneciente al Estado de Amazonas. El gobierno de Río de Janeiro ha solicitado últimamente la opinión de las restan-tes repúblicas sudamericanas en cuanto a la penetración de los yanquis en el más profundo corazón de Sudamérica y ha querido inducir sobre todo a la Argentina y a Chile a proceder en forma conjunta. Entretanto, Mr. Roosevelt ha enviado al diplo-mático William Buchanan, que durante mucho tiempo fuera embajador en Buenos Aires y se esforzara intensamente en fortalecer la influencia de Estados Unidos en Sudamérica, al Río de la Plata. Este mensaje extraordinario tendrá, en todo caso, consecuencias importantes y los brasileños pensarán bien antes de concretar su amenaza de bloquear todos los ríos para todos los barcos destinados a Acre.

En todo caso, el capitalista norteamericano ha dado un golpe maestro con la adquisición de Acre y, no obstante todas las protestas, es presumible que la bandera estrellada flameará pronto sobre una parte de este continente; los destinos de estas miserables repúblicas que son incapaces de gobernarse a sí mismas, serán entonces determinados por la Casa Blanca en Washington. Cuanto antes esto suceda tanto mejor, porque únicamente de esta manera es posible pensar que Sudamérica pueda alguna vez ser abierta a la cultura y a la civilización.

Mr. Roosevelt, en su reciente e importante discurso sobre la Doctrina Monroe, ha definido la política de expansión de Estados Unidos como una consecuencia de aquella doctrina y ha prometido fortalecerla mediante una flota poderosa. Con esta última en todo caso quiere únicamente frenar a los competidores europeos; en Sudamérica es suficiente con el “almigthy dollar”, sin barcos ni cañones, porque aquí todo puede ser comprado y una gran parte de la población se halla tan cansa-da de la mala administración como para saludar con alegría cualquier cambio del orden existente.

Die Neue Zeit, t. 1.1902-1903

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LA GRAN CACERÍA DE OBREROS EN LA ARGENTINA

Nuevamente, los acontecimientos de los últimos dos meses han demostrado en qué medida la Argentina se halla todavía sumergida en la antigua barbarie hispa-no-indiana, no obstante la gran exportación de productos agrícolas que aumenta anualmente en varios millones. La recolección de lana ha dado brillantes resultados y lo mismo acontece con la cosecha de productos agrícolas, que representa la mayor cosecha jamás vista en el país.

En un comienzo se abrigaba el temor de que faltaban brazos para recolectar los productos: no solo había disminuido extraordinariamente la inmigración sino que la emigración había adquirido dimensiones tales que la cifra de hombres que huían de la miseria y desocupación reinantes superaba holgadamente a la de los inmigrantes.

Las clases dominantes percibían muy bien el descontento popular, la ira y amar-gura por la presión fiscal, la carestía de la vida y la desocupación.

En octubre, el parlamentario socialista italiano Rhondani visitó la Argentina y dio conferencias en todas las poblaciones importantes, expresándose oralmente y por escrito muy libremente sobre la miserable y desamparada situación de los obre-ros en el país, de tal manera que hizo poner el grito en el cielo a los patrioteros de la prensa que exigieron la inmediata expulsión de este agitador malicioso, cosa que, sin embargo, no pudo llevarse a cabo en ese momento por vías legales.

A todo esto se agrega la efervescencia en la política interna. El año próximo tendrá lugar la elección presidencial y el general Roca tiene que entregar el mando a un sucesor. Roca está finalizando su segunda presidencia y anhela la tercera, la cual, sin embargo, de acuerdo con la Constitución, le puede ser entregada recién después de una presidencia intermedia.

Prácticamente está gobernando a partir de 1878 en forma autocrática y dictato-rial en el país que él y su partido han explotado financieramente hasta la inevitable quiebra; su régimen arbitrario y despótico está encontrando también en las capas sociales altas una marcada oposición, de modo que se habla en forma muy genera-lizada de una revolución que estallaría en oportunidad de las próximas elecciones presidenciales. Se ha formado ya un poderoso partido de oposición, el número de cuyos afiliados está aumentando rápidamente y cuyo programa radical, dirigido contra la inaudita corrupción y la mala administración, pregona abiertamente la fuerza de las armas como argumento inevitable para la próxima elección.

Así, ya en el mes de noviembre, una pesada atmósfera de malestar reinaba en el país cuando estalló la tormenta en el momento en que cantidades incalculables de productos destinados a la exportación empezaban a llegar a los puertos.

Los corredores del comercio de frutos del país, exportadores y compradores -estos últimos llamados “barraqueros”— forman una poderosa corporación, exce-lentemente organizada bajo la dirección de la “Cámara Mercantil”, cuyo presidente

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desde hace años, el alemán C. Lix-KlETT, goza de considerable fama como estadís-tico y economista. Los miembros de esta asociación se apoderan de la parte más importante del beneficio que proporciona anualmente la producción del país, lo que explica que puertos como Buenos Aires, Rosario y Bahía Blanca estén convir-tiéndose rápidamente en grandes ciudades, importantes y ricas, mientras que el interior del país se empobrece cada vez más y va quedando reducido a la miseria, no obstante el aumento de los cultivos.

Miles de estibadores de los diques fueron los primeros que en noviembre se de-clararon en huelga. Exigían un muy moderado aumento de sus salarios reducción de las 12 horas de trabajo y, especialmente, el establecimiento de reglas respecto al peso de los fardos de lana y bolsas de trigo. El trabajo a destajo se cumplía sobre la base de que el fardo pesara aproximadamente 400 kilogramos y la bolsa de trigo 70, y de este modo se calculaba el salario por fardo y por bolsa. Con el correr del tiempo, los señores barraqueros se las arreglaron para aumentar estos pesos; los fardos se prensaban como para pesar 20 y 30 kilogramos más y el peso de las bolsas aumentó a 90 y 100 kilogramos, mientras que para los obreros el fardo seguía siendo fardo y la bolsa, bolsa.

Los estibadores exigían, por lo tanto, que el fardo pesara como antes 400 ki-logramos y las bolsas 70 kilogramos, declarando de esta manera que no querían levantar pesos mayores.

Adhirieron los obreros de las barracas o almacenes de productos y los carre-teros, quienes también tenían que sufrir, por supuesto, el astuto aumento de los pesos.

La vida comercial en los puertos se detuvo por completo y los señores de la asociación naturalmente se enfurecieron, y apelaron a la ayuda del gobierno, que no perdió la oportunidad para desempeñar el papel de “salvador de la sociedad”. Se puso en marcha un inmenso aparato militar y fueron movilizados regimientos enteros, que ocuparon muelles, barracas y estaciones de ferrocarril.

El gran público, sin embargo, se mantenía decididamente del lado de los huel-guistas y éstos probablemente hubieran conseguido la victoria si los fatales elemen-tos anarquistas, con sus frases vacías y su táctica errónea y violenta no se hubieran entrometido.

La Federación obrera anárquica proclamó la huelga general, amenaza que, por supuesto, atemorizó intensamente a toda la pequeña burguesía. Entre los obreros socialistas y anarquistas estallaron luchas sangrientas en las cuales se interpuso el ejército. Es probable que muchos “agents provocateurs” bien pagados hayan des-plegado, como generalmente sucede en oportunidades de esta índole, sus sucias actividades. Aumentaron los desórdenes y el gobierno declaró el estado de sitio mientras que el Congreso proclamó una ley mediante la cual otorgaba al gobierno plenos poderes para deportar sin más a todos los extranjeros susceptibles de ame-nazas la paz del país.

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Una denuncia era suficiente para arrestar a obreros. Cualquiera que protestara hasta en forma muy modesta se exponía a ser molido a palos. Todas las publicacio-nes obreras y también las socialistas que habían desaconsejado la huelga, fueron suprimidas. Cada telegrama relacionado con la política o la huelga fue confiscado. Todas las asambleas fueron prohibidas o anuladas. Un grupo de obreros supuesta-mente anarquistas y también algunos socialistas fueron llevados a bordo de barcos y deportados por la fuerza.

De manera que la huelga fracasó. La asociación de comercio triunfó en toda línea. Proclamó un manifiesto dirigido a las fuerzas armadas, donde hizo el elogio del heroísmo y la disciplina mediante los cuales aquellas habían sabido restablecer en formas tan enérgicas la libertad de comercio. Los “pobres trabajadores”, dice el manifiesto, habían sido inducidos a la huelga únicamente por la agitación foránea.

Ahora la asociación quiere fundar también una asociación de “protección al obrero”, la cual se propondría mejorar la situación de los “pobres obreros irreflexi-vos seducidos por doctrinas erróneas”.

El general Roca salvó una vez más a la patria y fortaleció su influencia.

La propaganda socialista ha experimentado un severo golpe, pero los compañe-ros no se dejan descorazonar.

Son los peones, sin embargo, los que han sufrido las consecuencias más grave del estado de sitio. En el campo, el peón se halla completamente a merced de los funcionarios de la policía. Allí reina el látigo y ay del desafortunado que se atreva a pronunciar una palabra a favor del mejoramiento de los sueldos. De este modo la cosecha fue recolectada a muy bajo costo y la ganancia de los empresarios, especial-mente de los señores barraqueros, es este año bastante considerable.

Para el 1 de enero, el estado de sitio fue levantado pero la ley de deportación es aun utilizada en la práctica y aplicada antojadizamente por el gobierno.

Dios guarde al extranjero que ha perdido el fervor personal del comisario de policía del barrio donde vive. A la sombra de la noche es embarcado y deportado igual que en Rusia.

Entre tanto, nuevos y mayores impuestos se están aplicando durante el pre-sente año. En este terreno las cosas siguen en la forma más absurda. El ejército y la marina son reforzados siempre más, si bien el litigio con Chile por el problema fronterizo ha sido resuelto por el veredicto de Inglaterra.

Todo queda en lo mismo: pobreza y miseria continúan creciendo.

Nuestros gobernantes son totalmente ciegos.

“Aprés nous le déluge” es el lema local y un hermoso día de la catástrofe caerá sobre el país.

Die Neue Zeit, t. 2.1903-1904

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EL PRIMER DIPUTADO SOCIALISTA EN EL PARLAMENTO ARGENTINO

La nueva ley electoral por primera vez se aplicó en la Argentina el 13 de abril del corriente año, en oportunidad de renovarse la mitad de los diputados del Congreso.

Esta ley establece el sufragio universal, directo pero público, que se garantiza a todos los ciudadanos varones sin limitación alguna.

Cada distrito electoral elige un diputa o y cada elector tiene que presentar su libreta electoral donde los tres comisarios anotan “ha votado” y registran la fecha.

Se pensó que la nueva ley originaría un considerable mejoramiento del acto electoral y que no se producirían tantos fraudes como antes.

Pero, con la excepción do tres distritos electorales capitalinos, el resultado ha sido negativo. Solamente un 47% de todos los distritos ha ejercido su derecho pues-to que los ciudadanos temían represalias por parte del gobierno.

A muchos ciudadanos no se les entregaron sus libretas y muchos otros fueron obligados mediante amenazas y presión policial a votar por los candidatos del go-bierno.

Estas elecciones se caracterizaron en modo especial por el comercio con las libretas, dado que son éstas las que dan el derecho de votar. Tales libretas se re-mataron en la plaza pública al que mas ofrecía e incluso se establecieron agencias especiales que comerciaban exitosamente con ellas.

De esta manera el gobierno ganó nuevamente casi todas las elecciones y todo queda como antes. El dictador presidente Roca sigue siendo el soberano todopode-roso como durante los últimos treinta años y el 10 de junio nombrará, mediante otra comedia electoral, sucesor suyo en el sillón presidencial a su devoto servidor.

Los socialistas de la capital habían presentado con fines de agitación candida-tos propios en tres distritos electorales, desplegando una propaganda muy activa, especialmente en el perímetro del puerto donde hace poco fracasó una importante huelga de los estibadores y maquinistas luego de la intervención violenta de la po-licía y el ejército.

Pero el milagro se produjo y de 1356 votos entregados el candidato socialista, el abogado Dr. Palacios obtuvo 850, resultando electo.

Por él votaron muchos de los comerciantes, artesanos, también portuarios y carreros, etc.

El 1 de mayo, el diputado socialista se presentó por primera vez en el Congre-so. El mismo día socialistas y anarquistas festejaron en forma separada la fiesta de Mayo. Mientras que la demostración socialista se desarrolló en perfecto orden y tranquilidad, con gran participación del pueblo, entre los anarquistas y la policía se produjo una verdadera batalla callejera, quedando de ambos lados muertos y heridos.

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Como siempre, la policía procedió con mucha brutalidad y prohibió para aquel día todas las reuniones obreras, cerrando los clubes obreros, tanto socialistas como anarquistas.

Esto dió la oportunidad al diputado Dr. Palacios de interpelar al ministro del Interior y de protestar ante el congreso pleno contra el arbitrario régimen policial. El ministro contestó en forma violenta, provocando una verdadera tempestad que tuvo eco en todo el país al afirmar que la Constitución no garantizaba a los ciudada-nos el libre derecho de reunión sobre el cual únicamente el gobierno podía decidir a su completo albedrío.

Esta interpelación le ha conferido al diputado socialista una inmensa popu-laridad y la audaz réplica del ministro ha causado un revuelo que podría originar consecuencias duraderas.

El socialismo ahora se está poniendo de moda en círculos ideológicos y el go-bierno le comunicó al Congreso su intención de presentar una cantidad de leyes de protección del obrero, proyectos para la redacción de los cuales ha convocado también a algunos socialistas. El dictador Roca, que está provocando una profunda amargura en amplios círculos de la población, cree poder compensar ahora a los obreros por los terribles latigazos aplicados, mediante unas miserables concesiones.

En qué medida podrá lograrlo, lo enseñará el futuro. Hay considerable eferves-cencia en el país.

San luiS (aRGEnTina), mayo dE 1904.

Die Neue Zeit, t. 2.1903-1904.

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CAPITALISMO Y SOCIALISMO EN LA ARGENTINA

El desarrollo de la Argentina como país agropecuario probablemente no tiene parangón en el mundo.

La superficie cultivada en 1904, según cifras oficiales, fue de 9.500.000 hectá-reas en contraste con 5.000.000 Ha en 1895. De igual modo se ha desarrollado la exportación, subiendo de 400 millones de marcos a 1.056 millones y superando el valor de las importaciones en 308 millones. El saldo positivo de la inmigración frente a la emigración ha aumentado también en forma constante: subió de 46.517 personas en el año 1900, a 86.791 en 1904. La cantidad de habitantes subió de 4.000.000 (1895) a 5.000.000.

También la red ferroviaria se ha desarrollado intensamente y comprende ahora 19.238 kilómetros (1895:14.000), con un capital de 2.292 millones de marcos, capi-tal de origen inglés que da un dividendo promedio del 5,42%. Con todo, la situación financiera del Estado ha empeorado porque, no obstante el hecho de que las entra-das desde el año pasado han aumentado en 20.000.000, la deuda estatal ha crecido en 28 millones.

La situación general, por lo tanto, puede ser resumida de la siguiente manera: un gran aumento del trabajo productivo cuyo mayor rendimiento va a parar a ma-nos del capital extranjero, especialmente del capital inglés, y un simultáneo dete-rioro constante del presupuesto general de la nación.

El crecimiento de la riqueza de lo más granado de la sociedad se manifiesta en el incremento de la importación de artículos suntuarios y el continuo aumento de familias argentinas que viven en París y otras grandes ciudades europeas. Hace poco, la prensa liberal del país exigió que el gobierno contrarrestara este ausentis-mo en constante aumento mediante un elevado impuesto especial, dado que las familias que andan por el extranjero por motivos de diversión están gastando allá más de 100 millones de marcos anuales. Con todo, los anhelos y añoranzas de cada advenedizo del dinero apuntan a la realización del deseo de pasearse por los bule-vares de París como rastaquouere (ridículo derrocador de dinero).

Ahora bien, ¿cuál es la situación de la clase trabajadora?

Desde la subida del nuevo gobierno en el mes de octubre del año pasado y el principio de la cosecha estallaron numerosas huelgas en todo el país. El éxodo ru-ral de los peones a las grandes ciudades tomó proporciones tales que amenazó con perjudicar la cosecha por falta de brazos mientras que la desocupación crecía en las ciudades.

En todas las partes, el gobierno intervino con policía y ejército tomando parti-do contra los huelguistas, de modo que surgieron graves desórdenes y luchas, con muertos y heridos en ambos bandos. La tensión en los círculos obreros llegó al pun-to culminante cuando el 4 de febrero, en las cinco ciudades más grandes estalló una sublevación militar, produciéndose combates sangrientos de los cuales el gobierno, sin embargo, salió victorioso.

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Se proclamó el estado de sitio y los culpables fueron gravemente castigados con deportaciones a las colonias de trabajo forzado de Tierra del Fuego. Con los obreros el gobierno se ensañó de modo especial, no obstante el hecho de que éstos no habían participado de modo alguno en la rebelión. Todos los círculos obreros fueron clausurados, los diarios suprimidos, las reuniones prohibidas y 50 extranje-ros deportados por la vía administrativa sin investigación judicial previa. Cuando se cumplió la primera fecha del vencimiento del estado sitio, el mismo se prorrogó con el pretexto de que eran de temer importantes huelgas que podrían perjudicar gravemente la cosecha y las exportaciones.

Es natural que en condiciones tales el movimiento obrero se halle paralizado por completo. Y eso tanto más cuanto una intranquilidad constante predomina aún hoy en las mentes, causada por el constante temor del gobierno al eventual estallido de una sublevación cuyo aplastamiento prepara mediante concentraciones milita-res y medidas policiales de toda clase.

Por supuesto, el reducido partido socialista también ha sufrido gravemente, si bien su actuación difícilmente pueda ser más tranquila y cautelosa. Los jefes han pasado casi sin excepción al campo de Turatí, tal como se manifestó ya tan lla-mativamente en el Congreso de Amsterdam. Esto le ha reportado pocas simpatías por parte de los obreros locales, si bien difícilmente se puede hablar de perjuicio concreto. Porque nuestros obreros, con pocas excepciones, permanecen ajenos al socialismo, incluso en gran parte ocupan una posición hostil frente al mismo, y los elementos propulsores del partido socialista son ideólogos burgueses que no están dispuestos a cruzar un determinado Rubicón, en realidad no pueden estar dispues-tos a hacerlo. De ahí su turatismo.

Los anarquistas, por el contrario, tienen hoy día una cantidad considerable de partidarios, cuya mayor parte, sin embargo, no sabe qué es lo que significa el anar-quismo. Esto no impide que se entusiasmen violentamente por las fases pujantes y el ruido que hacen sus agitadores, sin hallarse dispuestos, empero, a convertirlas en hecho. Los españoles e italianos componen el contingente principal de la actividad anarquistas y abundante inmigración provenientes de ambos países provee a esta agrupación de nuevos miembros, lo que induce al gobierno a proceder contra todos los obreros en forma más severa y malintencionada.

De este modo, la etapa capitalista se desarrolla en forma cada vez más rápida en la Argentina. El orden político reinante, una verdadera autocracia sin limitaciones al servicio de la alta finanza inglesa, favorece a más no poder este proceso.

Así, la Argentina se acerca cada vez más a las condiciones rusas. Esto se mani-fiesta con nitidez en las instituciones estatales y sociales, en la instrucción pública, en las instituciones religiosas, en la administración en el resto de los asuntos pú-blicos.

Die Neue Zeit, t. 2.1908-1909

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PRIMERO DE MAYO SANGRIENTO EN BUENOS AIRES

El desarrollo económico de la Argentina ha adoptado un ritmo tan rápido como nunca pudo se observado anteriormente, ni siquiera en Estados Unidos.

El capital europeo invertido en la agricultura y ganadería está produciendo rea-les milagros y por su influencia mágica las anchas y desiertas pampas se convierten, mediante el sudor y el trabajo de centenares de miles de colonos, es su mayoría italianos y españoles que arriban tras el capital, en llanuras fructíferas cuyos pro-ductos, exportados a Europa, producen pingues ganancias. Sin lugar a dudas tales rápidos progresos tienen que ejercer una influencia drástica sobre la organización económica de toda la sociedad.

Según datos oficiales, el cultivo de trigo ha ascendido en 1908 a 6.068.100 hec-táreas (2.050.000 en 1895), de los 40.000.000 susceptibles de ser cultivadas (!), con una producción anual de 5.238.700 toneladas y una exportación de 3.802.619 to-neladas, la Argentina se encuentra en el quinto lugar mundial entre los países que producen trigo, cubriendo el 6,2% de las necesidades mundiales.

Por primera vez se han embarcado desde aquí 77.000 toneladas de avena y ce-bada a Estados Unidos, lo que anuncia el comienzo de acentuadas variaciones en el “status quo” del comercio mundial de granos.

Rasgos todavía más dinámicos está adquiriendo la ganadería, lo que se ma-nifiesta sobre todo en el aumento de la superficie cultivada de alfalfa a más de 4.000.000 de hectáreas (713.000 en 1895). El cultivo de alfalfa permite conseguir el mejoramiento de las razas de ganado y la triplicación de las existencias del mismo.

El comercio exterior de la Argentina alcanzó un monto de 2.560.000 marcos (1.408 millones en 1903).

Se halla funcionando ferrocarriles en una extensión de 24.763 kilómetros (16.703 en 1904), 6.500 kilómetros se hallan en construcción y han sido adjudica-das concesiones para la construcción de otros 10.000 kilómetros. El capital ferrovia-rio inglés, que consta de 3.360 millones de marcos (2.294 en 1894), proporciona un dividendo promedio del 8%. Las grandes compañías ferroviarias son en realidad los verdaderos dueños del país.

En los últimos años inmigraron 255.710 personas y emigraron 85.412. Debido a los bajos precios de los pasajes, llegan millones de proletarios rurales españoles e italianos que se proponen volver después de las cosechas a sus patrias, donde harán el mismo trabajo para retornar nuevamente a la Argentina y así repetir el mismo ciclo.

A causa de los elevados aranceles proteccionistas, se están formando centros industriales en las ciudades portuarias de Buenos Aires, Rosario y Bahía Blanca, donde hasta el carbón inglés se consigue a bajos precios. No obstante todo lo que científicos oficialmente remunerados han enunciado, no se han descubierto aun en el país yacimientos de carbón de piedra dignos de ser explotados.

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Especialmente Buenos Aires, ciudad de 1 ¼ millones de habitantes, existe un proletario industrial numeroso que, frente a la desconcertante acumulación de ca-pital y al increíble lujo de los latifundistas, es explotado en forma inaudita.

La mayoría de los obreros no se encuentran aún organizados y los que sí están organizados se hallan divididos en dos asociaciones que se combaten entre sí: la Fe-deración Obrera, anarcosindicalista, y la Unión Obrera, socialista revisionista, esta última con muchos partidarios de extracción radical pequeñoburguesa.

Ambas asociaciones habían decidido celebrar el 1 de Mayo en forma separada con dos manifestaciones callejeras.

Ya desde el primer momento se produjo entre los anarquistas y la policía mon-tada una verdadera batalla callejera. La última disparó y cargó sobre la multitud, que se desbandó presa de pánico, dejando en el empedrado muchos muertos y he-ridos bajo los cascos de los caballos.

Cuando muchos de los anarquistas en fuga se acercaron a la pacífica mani-festación de la Unión Obrera informando a los participantes de la misma sobre el asalto de la policía, una indignación general se apoderó de los presentes y los jefes declararon inmediatamente la huelga general, a la cual también adhirió la Federa-ción Obrera.

Durante cinco días se produjeron choques entre la policía y los huelguistas.

El tráfico en las calles y en el puerto se paralizó parcialmente y la burguesía se encerró en sus casas, presa del terror.

Fue entonces que en una de las calles de más movimiento estalló una bomba escondida en un canasto de verduras, hiriendo gravemente a unas veinte personas, luego de lo cual los jefes de la Unión dieron por terminada la huelga y la mancomu-nidad con la Federación.

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Gran cantidad de obreros fueron arrestados y tanto la Bosa como la burgue-sía están pidiendo venganza, de modo que el gobierno presentará al Congreso un proyecto de ley extraordinaria destinada a privar a los obreros de los últimos restos de sus derechos ciudadanos. En el Congreso los obreros no tienen representante alguno de sus intereses. En marzo del año pasado los candidatos del partido socia-lista, los Dres. Palacios y Justo, fueron derrotados con 7.462 votos sobre un total de 25.283 votos entregados 3.

Las grandes masas mantienen todavía una actitud indiferente hacia el derecho electoral y la vida política en general. De ahí también al final es la inaudita corrup-ción de los funcionarios. En las elecciones rige el lema: “A aquél loar debemos cuyo pan comemos” y con la papeleta se realiza un negocio lucrativo.

Días difíciles esperan todavía a los obreros hasta que del rápido desarrollo eco-nómico surjan las fuerzas que inicien su liberación.

Die Neue Zeit, t. 2.1908-1909

3. Según los informes de la Oficina Internacional el partido en elecciones anteriores obtuvo los siguientes votos:

1896 100 Votos

1902 204 “

1904 1254 “

1906 3500 “

En 1904 fue elegido el doctor Palacios.

La Redacción.

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DIE NEUE ZEITFragmentos de documentos auténticos

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ÍNDICE

Revista “La Agricultura”

Prólogo Pág. 11

Año 1894 “ 15

Año 1895 “ 65

Año 1896 “ 163

Año 1897 “ 319

Año 1898 “ 413

Periódico “Die Neue Zeit”

Die Neue Zeit (El Nuevo Tiempo) Pág. 429

Fragmentos de documentos originales “ 475

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Editorial El TabaquilloAvenida Mitre 1696

[email protected] Mercedes | San Luis | Argentina

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