revista el archivo nº22 - octubre 2009

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NOTA DE TAPA / HISTORIA ORAL / NOVEDADES ANASTASIO RAMIREZ Una publicación del Archivo Histórico Municipal Año IX - Nº 22 - Octubre 2009 DISTRIBUCIÓN GRATUITA www.archivodepunta.com.ar

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Epidemia en Punta Alta, viruela negra 1936 Historia Oral: Anastasio Ramirez

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Page 1: Revista el Archivo Nº22 - Octubre 2009

nota de tapa / historia oral / novedades

anastasio ramirez

Una publicacióndel archivo histórico municipalaño iX - nº 22 - octubre 2009DISTRIBUCIÓN GRATUITAwww.archivodepunta.com.ar

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autoridadesIng. Néstor Hugo StarcINteNdeNte MuNIcIpal

Fernando QuirogadIRectOR de cultuRa

equipo de trabajocoordinación general prof. luciano Izarra

investigación y textoprof. Romina amarfil

entrevistaslic. lucia Bianco

colaboradoreslic. Gustavo chalier

prof. Fernanda Martelarq. Graciela Britos

prof. Guillermo Bertinatlic. Sergio Solerlorenzo Ramos

Sebastián cortésdiagramación y diseño d.G. Mauricio Rossello

impresiónMultigráfica

Municipalidad de cnel. de Marina leonardo Rosales

punta altadirección de cultura

Contra lo que el común de la gente cree, el estudio de la historia no es refugiarse en el pasado para ignorar el presente. Esa, ha dicho con ironía Marc Bloch, es la labor del anticuario. El historiador, en cambio, interroga al pasado desde el presente. Lo inquieta su época y busca en los años pretéritos, entender su hoy; revuelve en el baúl de Clío hasta hallar respuestas a problemas que lo aquejan, en tanto ciudadano comprometido con su tiempo. Por eso, un viejo adagio entre los historiadores dice que el principal libro de historia es el diario de hoy: de ahí debe arrancar toda investigación que tenga sentido. Porque el presente condiciona (y en buena hora que lo hace) la escritura del pasado, de modo que cada generación de hombres reescribe su historia de manera distinta. Este número de El Archivo es una muestra de este fenómeno. Estamos en una época signada por epidemias y pandemias: a los temores por el SIDA que ya tiene unas décadas, se le suman las más explosivas de gripe aviar, y de gripe A. Es en estos días cuando nos dimos cuenta cuánto y de qué modo puede un virus trastocar a la sociedad, hacerle cambiar hábitos y remarcar solidaridades y miserias propias de los colectivos humanos: altruismo, prejuicio, desinterés y egoísmo son capaces de convivir al unísono. Entonces, decidimos indagar en el pasado puntaltense y observar qué pasó en la ciudad cuando llegó otra epidemia, surgida desde el horror de los campos de batalla de la Guerra del Chaco: la tan temida viruela. El análisis de la nota de tapa permite establecer similitudes y diferencias con los sucesos que vivimos meses atrás y trazar una perspectiva esperanzadora. Los virus, como las crisis, pasan y, pese a dejar secuelas más o menos profundas, caen en el olvido, porque conviven con el hombre desde principios de los tiempos y son, podría decirse, connaturales a él. Solamente resta agradecer como siempre a todos los que acompañan este proyecto de difusión de la historia local, ya próximo a cumplir una década. Sin su apoyo y aliento, sería imposible para el Archivo Histórico Municipal emprender esta tarea que, afortunadamente, fue comprendida y hecha suya por toda la comunidad puntaltense.

Esta revista ha sido declarada de «Interés Legislativo» por la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires - Resolución N° D/2030/04-05, por el Honorable Concejo Deliberante de Cnel. Rosales - Decreto Nº 45/04 y de «Interés Provincial Cultural» por el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, resolución Nº 191/05.

editorial

sumario

www.archivodepunta.com.aremail: [email protected] 1

Nota de Tapa | epidemia en punta alta Viruela Negra en 1936

Entrevista | Anastasio Ramirez

Nuestro pasado en imágenes | Un verano en el Club Náutico

Novedades

Foto de Tapa: Hospital Naval, Sala de Operaciones, 1900.

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por Romina Amarfil

epIdeMIa eN puNta alta.VIRUELA NEGRA EN 1936.

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Epidemia, pandemia, términos que hoy en día son muy escuchados dados los casos que se fueron presentando en el mundo del virus gripe A H1N1 que tuvo su origen en México y que rápidamente se fue extendiendo a un nú-mero importante de países.

Ante esta situación se presentaron miles de interrogantes referentes al accionar, ya sea del Estado, las instituciones sociales, como así también la población misma.

Se puso un importante énfasis en la pre-vención como medio más eficaz para combatir ese nuevo virus que azota a la humanidad.

Ante este suceso se hurgó en la historia de Punta Alta con la idea de dar a conocer hechos de similares características, y se encontraron datos interesantes desde los inicios de nuestro pequeño e incipiente poblado, y cómo la acción de los facultativos de ese momento lograron superar los inconvenientes acaecidos en la sa-lud pública de nuestra comunidad.

Un hecho que preocupó a la población y a las autoridades de nuestro medio fue la apa-rición de la viruela, enfermedad temida y con-siderada una verdadera peste, dada su alta capacidad de contagio a través del contacto entre las personas.

“La viruela se transmite de persona a per-sona en forma de aerosoles o de gotas prove-nientes de la mucosa respiratoria de la persona infectada. La ropa o las sábanas contaminadas

son fuente de diseminación por lo que la ropa de los pacientes debe ser autoclavada. (…) Los brotes de viruela crean graves problemas por-que el virus se disemina rápidamente entre la población a menos que se aísle a los pacien-tes y a sus contactos cercanos.(…) Al tercero o cuarto día de la aparición de la fiebre el pa-ciente se cubre de pequeñas manchas rojas que se convierten en pápulas (…) luego de dos días más las pápulas se convierten en vesícu-las. Las vesículas evolucionan a pústulas que están llenas de pus, son dolorosas, densas, re-dondas y están muy inmersas en la dermis. (…) Es una enfermedad deformante que deja sus huellas para toda la vida. Las marcas de virue-la se observan en el 65-80 % de los sobrevi-vientes siendo las lesiones en el rostro las que prevalecen por la tendencia a la infección de las glándulas sebáceas”. 1

La viruela es una enfermedad que ya su-frían los seres humanos de la antigüedad. Se piensa que pudo originarse en Asia, desde donde se extendió a Europa, siendo posible su llegada por dos vías, la invasión de los pueblos bárbaros (los Hunos) y las Cruzadas. La prime-ra prueba aparente de la existencia de la virue-la provino de momias egipcias pertenecientes a la XVIII dinastía (1580-1350 a.C) y la del Fa-raón Ramsés V (1157 a.C.).

El término viruela procede del latín “vario-lae” que significa pintado, manchado, en alu-

“UNA ENFERMEDAD CONTAGIOSA, DEBE ENCARARSE COMO UN ASUNTO DE PúBLICO NOTORIEDAD E IMPORTANCIA y qUE POR CONSIGUIENTE INTERESA A LA COLECTIVIDAD SU SOLUCIóN INMEDIATA”.

Dr. Mario Cornero: “ Profilaxia de las enfermedades infecciosas en la Armada Nacional.”, en Congreso

Científico Internacional Americano. 1910. Primer Director del Hospital Naval.

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Representación azteca de enfermos de viruela. México 1538

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sión a los signos de la enfermedad y fue acu-ñado por el Obispo de Avenches para referirse a la epidemia que asolaba las Galias en el año 570.

El virus de la viruela es el agente infeccioso que a lo largo de la historia ha causado un ma-yor número de muertes humanas. A finales del siglo XVIII mataba a más de 400.000 europeos cada año; un tercio de los sobrevivientes que-daban ciegos. No menos de cinco reyes murie-ron de viruela en el siglo XVIII, enfermedad que alteró la línea de sucesión de los Habsburgo cuatro veces.

Se convirtió en una de las enfermedades más temidas, dado que podía atacar en cual-quier lugar y no existía un tratamiento efectivo. A diferencia de otras enfermedades infecto-contagiosas, la viruela no requería de un vec-tor, y podían desatarse epidemias en cualquier momento, independientemente de la estación del año.

En América la enfermedad llegó con el descubrimiento y la conquista por parte de los españoles. Mientras que en Europa y Asia la enfermedad era endémica , y sus habitantes habían adquirido en forma parcial cierta inmu-nidad, los nativos de nuestro continente se vie-ron indefensos ante este nuevo virus, que junto con otras enfermedades epidémicas aniquiló un 70 % de la población nativa. ya para 1558

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con la viruela habían perecido 400.000 natura-les. Exterminó a gran parte de la primitiva po-blación de Santo Domingo, que al ser reducida en poblados por los religiosos facilitó su propa-gación, flageló a los aztecas en Tenochtitlan y se extendió luego a Guatemala, Centroamérica y Sudamérica. Llegó al Imperio Inca antes que Pizarro y entre sus víctimas se contó la misma persona del Inca Huayna Cápac (1524), padre de Atahualpa y Huáscar. Los incas la denomi-naron los granos de los dioses.

La lucha contra la viruela comienza cuando en 1796 Edward Jenner, médico rural británico, descubre la vacuna contra la viruela y finaliza el 8 de mayo 1980, fecha en que la Organiza-ción Mundial de la Salud la declara erradica-da, gracias a la instauración desde 1967 del Programa Intensificado de Erradicación de la Viruela. Finalmente se suprimió la vacunación en todo el mundo siendo la primera enferme-dad en ser erradicada del planeta.

la apaRIcIóN de la vIRuelaA fines de diciembre de 1905 se reportan

casos de viruela. Por ese entonces, según cen-so municipal de 1906, Punta Alta y alrededores contaba con una población de 7500 personas, la mayoría concentrada en torno a las vías de ferrocarril Sud.

Las víctimas de la viruela fueron seis per-sonas, pertenecientes a dos familias proce-dentes de Brasil; a los pocos días de instalados en el pueblo comenzaron con los síntomas. Corrido el comentario por el vecindario, las autoridades municipales de Bahía Blanca (de quien se dependía por ese entonces), ordena-ron el inmediato aislamiento de los infectados en un paraje alejado del núcleo más poblado. Fueron ubicados en una precaria construcción en la zona de Ciudad Atlántida.

Por entonces la asistencia sanitaria de la población civil estaba a cargo de dos médicos de Bahía Blanca, Sixto Laspiur y Adrián Veres, que concurrían sólo una vez por semana. Los casos diarios y más comunes eran atendidos por el farmacéutico del vecindario, don Aquili-no del Álamo. Fue él quien asumió el cuidado de los infectados de viruela visitándolos, sumi-nistrándole los remedios necesarios y obser-vando su evolución.

La medida adoptada por el estado munici-pal despertó la indignación del diario La Nueva Provincia, que en una nota del 11 de enero de 1906, transcripta por una publicación local, ex-presa su indignación por la falta de colabora-ción, despreocupándose como autoridad de un tema tan alarmante para toda la sociedad.

“Cuadros de miseria. Dos familias enfer-mas y abandonadas a su suerte.

El caso podría haber sucedido en algún rin-cón de los territorios nacionales y tendría una explicación, aunque jamás una justificación. En la soledad de los campos desiertos, lejos de todo auxilio humano, sin recursos, sin au-toridades protectoras, puede creerse que una familia se extinga devorada por la miseria y la peste sin que una mano caritativa lleve hasta su miserable hogar el consuelo de un reme-dio, la presencia de un médico, la precaución higiénica de una autoridad, pero increíble que tal cuadro de horror y desesperación aparezca en un sitio poblado lleno de recursos y a dos horas de Bahía Blanca.

(…) las dos familias que vivían en una sola casa. Fueron pues trasladadas a una casa abandonada, casi una vieja tapera y situada a una legua del pueblo. Allí se les dejó entre-gadas a su desgracia. Ni un médico, ni un en-fermero, ni un representante de la autoridad se llega hasta el rancho para llevar auxilio de su ciencia o el socorro humanitario. Tan sólo el boticario de Punta Alta se acerca cada dos o tres días por semana para enterarse del estado de los enfermos y llevarles algunos medicamentos”2

Los enfermos se recuperaron satisfacto-riamente, sin lamentar víctimas fatales retor-nando el pueblo a su calma habitual.

Pero esa calma volvió a ser alterada 31 años después, cuando se presentaron nueva-mente casos de viruela hemorrágica.

ORIGeN del FOcOCorría febrero de 1936 cuando un marino

de la Armada fue diagnosticado con dicha en-fermedad.

Según relatan las crónicas locales el foco de este virus procedía de la Guerra del Chaco, librada entre 1932 y 1935 entre Bolivia y Para-guay por el control de la región del Chaco Bo-real. En este conflicto se sucedieron infinidad de enfermedades que diezmaron a las tropas de ambos bandos, entre ellas la viruela. Una vez terminada la guerra, se establece el canje de prisioneros en La quiaca llevando consigo el virus, que se disemina por Santiago del Es-tero y donde aparecen los primeros casos de viruela. Es en el hospital de esa localidad don-de este marino, Victorio Monticelli, contrae la enfermedad y durante el período de incubación arribó a nuestra ciudad a visitar a familiares. A los días, la enfermedad comenzó a manifes-tarse. De inmediato fue aislado en una sala de infecciosos en el Hospital Naval.

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don aquilino del Álamo, farmacéutico de la ciudad.

la línea punteada indica el recorrido del atacado de viruela en 1936, desde la Quiaca hasta la ciudad de punta alta.

Pinturas

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Las autoridades municipales dispusieron como medida preventiva la vacunación obli-gatoria de toda la población. y por orden del Intendente Municipal se dispuso personal, del Departamento Provincial de Higiene, para re-forzar el existente en la Sala de Primeros Auxi-lios y vacunar a domicilio a aquellos que no respetaran dicha disposición. A ellos se sumó el Dr. Juan Carlos Aguirre para vacunar gratis en su consultorio. Para finales de febrero ha-bía 5.000 personas vacunadas, en una pobla-ción total que rondaba las 15.000 almas.

Monticelli se recuperó, y las medidas fue-ron dejadas de lado.

laS víctIMaSEn abril vuelven a aparecer nuevos casos,

la primera víctima fatal fue Isabel Pérez de Sabattini, el 12 de abril, a quien le siguió Juan García. Las familias afectadas fueron Martínez, Ramírez, Caparelli y Menacho. Pertenecían to-dos a un mismo sector de la ciudad entre 25 de Mayo y Paso, Villanueva y Alberdi; foco que se traslada luego a Irigoyen al 700 donde estaba instalada la Sala de Primeros Auxilios, provo-cando el contagio a la familia Ramírez, vecina de la misma.

“La Oficina Municipal ha elevado una nota a la Superioridad solicitando la clausura y desalojo de la propiedad situada en la calle Passo y Alberdi, perteneciente a los deudos del difunto Rafael Capparelli, cuyo estado de higie-ne es realmente deficiente. en ese inquilinato fue donde se registró el caso de viruela último. El vecindario en general tiene el deber de co-operar a ésta labor de las autoridades comuna-les denunciando todo lugar donde se violen las ordenanzas de higiene a fectos de ir tomando las medidas de profilaxis que corresponda”3

Los infectados ascendieron a un total de 20, señal que las medidas profilácticas no ha-bían proseguido. Ello llevo a tomar medidas aún más drásticas.

“(…) Las sabias disposiciones de la Ley Nacional N° 4202 que hace obligatoria la va-cunación antivariólica fueron desatendidas por los unos y por los otros y llegamos a la triste situación de que la epidemia se mantiene en potencia, para determinar recién lo que se de-bería haber hecho desde un principio, bajo los dictados de quien tiene en sus manos el con-trol sanitario de la población.

El Director General de la Asistencia Públi-ca, por tal circunstancia ha dictado la siguiente resolución:

“Visto los casos de viruela producidos en la vecina localidad de Punta Alta, y no habiendo

el público concurrido a vacunarse en la Asis-tencia Pública y Salas de Primeros Auxilios de las distintas localidades (…) personal técnico a partir desde la fecha recorrerán la ciudad va-cunando a domicilio (…)

También se hace saber que el señor Inten-dente ha dispuesto que a partir del día de hoy se exigirá, en los distintos caminos que da acceso a la localidad de Punta Alta, el certificado de vacuna expedido por la autoridad competente, a toda persona que viaje de y para Punta Alta, sin cuyo requisito no podrá trasladarse de una parte a otra, igual temperamento se seguirá en las estaciones de ferrocarriles”4

Este cordón sanitario, que se efectuaba con la intención de impedir la propagación de la enfermedad, provocó gran rechazo en la po-blación, pues a ello se le sumaba la negativa por parte de las autoridades de derivar a los infectados al Policlínico de Bahía Blanca, jus-tificando a través del periódico El Regional una vez más la necesidad de autonomía para poder tomar nuestras propias decisiones.

“Somos o no somos, de Bahía Blanca?La desgracia de haberse producido siete u

ocho casos de viruela en nuestra localidad que cuenta con más de 15.000 habitantes, ha servi-do para poner una vez más en evidencia, la for-ma en que se nos aprecia por Bahía Blanca.

Como destacado favor, se trató desde el primer momento de aislarnos, cerrándonos los hospitales a que tenemos derechos por la elevada contribución con que concurrimos (…)

Se nos ha establecido un cordón en toda regla, controlando en los ómnibus y trenes el paso de cualquiera de nuestros habitantes, te-merosos de que se introduzca el flagelo (…)”5 A ello se le sumó la escasa colaboración pres-tada por la población de Bahía Blanca con una incipiente colecta realizada.

“La colecta efectuada altruistamente por el Cuerpo de Boys Scouts en la populosa ciudad de Bahía Blanca, ha alcanzado a la suma de $ 111, 47, miserable cantidad que desdice en ab-soluto el elevado concepto de humanidad y al-truismo que teníamos formado de la población bahiense. Es este un hecho que debe recordar Punta Alta y tener en cuenta todo aquel vecino que favorece al comercio de aquella ciudad, con sus compras. Por otra parte, es lo que se esperaba, de una población agena a nuestros sentimientos e inquietudes”6

Las críticas periodísticas estaban centra-das en que no se habían tomado con seriedad las medidas sanitarias necesarias desde el inicio del primer caso. Se aisló a los enfer-mos en sus propias casas, no se realizaron

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doctor enrique Bianco. Jefe de la Sala de primeros auxilios, encargado del lazareto.

Hermanas Sor evarista y Sor luz, de la congregación Siervas de Jesús, en uno de los pabellones internos del lazareto.

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las desinfecciones de las viviendas en tiempo determinado, el primer fallecido fue sepulta-do al día siguiente, cuando lo aconsejable era hacerlo en forma inmediata para evitar un do-ble foco infeccioso. Desde un primer momento se reclamó la instalación de un lazareto en las afueras de la ciudad para alojar a los convale-cientes, ya que se había habilitado la Sala de Primeros Auxilios como lugar de aislamientos, provocando gran preocupación dado que ésta se ubicaba en el centro del pueblo y porque no reunía las comodidades más elementales para la recuperación de los enfermos.

La Sociedad de Fomento remite una nota al señor Gobernador de la provincia, Dr Manuel Fresco, describiéndole la precariedad de la si-tuación.

“Esta Sociedad, velando por los altos inte-reses de la salud pública, se permite (…) solici-tando respetuosamente tome intervención que corresponda a fin de que si se produce otro caso, habiliten un pabellón en el Policlínico de este Partido.

Entiende esta Sociedad, que la construc-ción del Policlínico ha sido para instalar en él a los enfermos infecto contagioso, (…) los enfer-mos de Punta Alta, los primeros casos fueron aislados en la misma casa que se enfermaron, y los segundos en la pequeña Sala de Primeros Auxilios, (…); la autoridad sanitaria de Bahía Blanca dispuso pues la habilitación de la Sala para aislar a los enfermos atacados de viruela, de los cuales han fallecido dos y uno de la pri-mer familia atacada (…)

La Sala carece de las comodidades más elementales que sirva de sala de aislamiento, en consecuencia los enfermos no reciben los cuidados que aconseja la ciencia (…)

Las ropas y útiles de cama de los tres fa-llecidos y enfermos que han abandonado sus viviendas depositadas en la habitación de la Sala con el consiguiente peligro para los veci-nos que viven alrededor de la Sala de Primeros Auxilios”7

cRuzada pOpulaRAnte el incremento de afectados la comuni-

dad se puso la enfermedad al hombro, y realizó una cruzada en la que médicos y vecinos for-maron la Unión Vecinal Pro Defensa Sanitaria de Punta Alta. La propuesta surge a instancias del doctor Juan Carlos Aguirre, que promueve una reunión en la Biblioteca Alberdi, a la que concurre un centenar de vecinos preocupados por la situación. Tras deliberar se propone la creación de la citada unión vecinal dividida en dos comisiones, una de médicos y otra de veci-

nos. Ambas oficializadas por decreto del Poder Ejecutivo Municipal de Bahía Blanca del 17 de mayo de 1936.

La comisión de vecinos, tenía como fun-ción suministrar los fondos necesarios en la lucha contra la viruela y estaba integrada por: Presidente, Rogelio Muñiz; secretario, Antonio Liberatore; tesorero, Florentino Rubio y voca-les Ángel Casas, Juan Mugione, Juan yulita, Veremundo Álvarez, Francisco Fuster y Benito Nieto.

El cuerpo médico encargado de tomar las medidas necesarias para combatirla, estaba constituido por doctor Enrique Bianco, que era el director de la Sala de Primeros Auxilios y a quien se le asignó la dirección del Lazareto a instalarse en Arroyo Pareja.

Como jefe de desinfecciones, estaba el doc-tor León Silbering secundado por el suboficial enfermero, José Santizo.

El doctor Ramón Ayala Torales se integró como jefe de propaganda e instrucciones sa-nitarias.

Jefe de vacunación era doctor Juan Carlos Aguirre, con más de 20 vacunadores bajo su dirección.

Finalmente como jefe sanitario estaba el doctor Enrique Marseillán, con un cuerpo de 12 personas a sus órdenes, que hacían de poli-cía sanitaria y que recibían las denuncias sobre irregularidades.

“Se acuerda comunicar al Dr Marseillán que el padre de los chicos atacados de virue-la que encontrábanse en la Sala de Primeros Auxilios, anda paseando por el pueblo, a fin de que se tomen las medidas convenientes”8

Como propuestas más urgentes elevadas por la comisión de facultativos estaba en pri-mer término el aislamiento de los enfermos y en segundo, aislar a los allegados en contac-to con los mismos. Para lo primero instaron a instituir un lazareto en un local existente en la zona de Arroyo Pareja, apartado de la po-blación.9 Para lo segundo, los allegados a los virulentos, debían ser estrictamente aislados en sus domicilios y quedaban sujetos a las medidas profilácticas, la vivienda de éstos era declarada en cuarentena, por lo que de ella no podía salir ni entrar nadie sin el control policial que se apostaba en la puerta.

Se colocaron urnas en los comercios para recaudar fondos, se recibía leche, pan y ropa para los damnificados, dado que sus pertenen-cias eran incineradas; se solicitó la desinfec-ción de comercios e inquilinatos.

Por su parte, la Base Naval igualmente adoptó medidas para evitar la expansión de

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este mal, por ello también creó un estricto cordón sanitario y aplicó medidas profilácticas necesarias.

“La jefatura de la Base Naval y de la es-cuadra han tomado medidas enérgicas ante el avance de la epidemia. El personal en servicio no podrá bajar a Punta Alta hasta nuevo aviso habiendose puesto en práctica severos siste-mas de desinfección en buques, dependencias, etc. El cordón sanitario es severisimo”10

A éstas medidas se le suman aquellas dic-tadas por el Intendente a través de un decreto del día 17 de mayo por el que se paralizaban las actividades de la ciudad, que decía:

“Artículo 1°- Apruébese todas las medidas sanitarias y profilácticas cuya adopción acon-seja la dirección de la Asistencia Pública, ase-sorada por el Cuerpo médico de esta ciudad y de Punta Alta.

Artículo 2°- Clausúrense de inmediato y por tiempo indeterminado los teatros, cinema-tógrafos, campos de deportes en general, can-chas de Foot Ball, y la casa de tolerancia de la localidad de Punta Alta.

Artículo 3°- Prohíbese desde la fecha la realización de todo espectáculo público, en esa localidad, (…)

Artículo 4°- Los negocios de bar, café, con-

fiterías, etc, cerrarán sus puertas, indefecti-blemente a las veintitrés y treinta horas (…) la clausura temporaria de las Escuelas (…) que funcionan en Punta Alta.”11

Días después por otro decreto se establece que también bares, confiterías y cafés debían cerrar sus puertas por tiempo indeterminado.

Igual decisión fue tomada por Monseñor Leandro Astelarra, quien ordenó la suspensión de todo oficio religioso hasta que la autoridad municipal lo considerara necesario.

A instancias del director de Asistencia Pú-blica de Bahía Blanca, Dr. Perriere se dispu-so de partidas para acondicionar el inmueble para albergar a los enfermos, se envío per-sonal municipal para realizar los trabajos, y una vez con agua, energía eléctrica, calefac-ción y teléfono, el lazareto fue inaugurado el 25 de mayo de 1936, en un edificio construido en 1929, en cercanías a Arroyo Pareja, por la entidad de Obras Sociales de la Juventud, para veraneo de sus asociados y que contaba con las comodidades suficientes como para cua-renta camas.

Los enfermos fueron asistidos por el doc-tor Bianco, dos enfermeras de la Congregación Siervas de Jesús, Sor Evarista y Sor Luz, un cabo enfermero, Julio Echegoy y personal de

Sr. Rogelio Muniz, presidente de la unión vecinal pro defensa Sanitaria de punta alta.

Sr. antonio liberatore Secretario de la unión vecinal pro defensa Sanitaria de punta alta.

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servicio para la cocina y la limpieza. Los víve-res y medicamentos eran proporcionados por la Unión Pro Defensa Sanitaria, encargada de conseguir los fondos para mantener las nece-sidades que se requerían en el lazareto.

“Ante las dificultades que encontraban las autoridades con el personal sanitario para ciu-dar dichos enfermos, el 21 de mayo se pre-sentaron en las Siervas tres médicos: Dr. Vian-co, Dr Pérez y Dr. Iosa, pidiéndoles Hermanas para atender el Lazareto (…)

Nuestras amadas Hermanas permanecie-ron en el Lazareto de Punta Alta desde el 21 de mayo hasta el 30 de junio, ejercitando los actos más heroicos de caridad cristiana, ya que por amor de nuestro Señor expusieron su vida al atender a los apestados que nadie, ni pagando, ni en sus casas, ni en el mismo Lazareto, que-rían acercarse a ellos”12

ya para principios de junio el estado sani-tario de la población tendía a normalizarse, de los infectados que llegaron a 25, fallecieron cuatro: Isabel Pérez de Sabattini, Juan García, Teodoro Martínez y Guillermo Hans; el resto se fue recuperando y finalmente todos fueron dados de alta.

“Felizmente, como la situación tiende a normalizarse no existe ya motivo de alarma. Solo cabe esperar que todos los pacientes curen rápido de esta maligna enfermedad y con ello desaparezcan todos los focos de

infección”13

En julio se dispone el cierre del lazareto y la ciudad vuelve a su vida habitual. La Liga Comercial decide interceder ante la autoridad para retomar con la actividad comercial que perjudicó en demasía a los propietarios de los diferentes negocios.

“(…) tratar, de conseguir de las autoridades correspondientes, la apertura del comercio, que por decreto del Señor Intendente Muni-cipal de Bahía Blanca se encontraba cerrado, decreto que dio motivo por la epidemia de vi-ruela que esta población fue atacada; pero que en vista de haber desaparecido “al parecer” el peligro de dicha enfermedad, sería convenien-te la apertura del comercio por estar perjudi-cando grandemente sus intereses y los de esta población”14

El Municipio, por medio de un préstamo de $ 6.977, reintegra el dinero a aquellos que co-laboraron para solucionar este flagelo que tuvo en vilo a la población durante varios meses.

Una vez más vemos como en situaciones que la comunidad se ve amenazada, se gene-ra un espíritu solidario y un firme compromiso por superar en forma mancomunada las difi-cultades, sabiendo que el trabajo en conjunto de todos los estamentos de la sociedad y la prevención son el arma fundamental para en-frentar el avance de una enfermedad con ca-racterísticas epidémicas.

ambulancia frente al edificio de la Sala de primeros auxilios de punta alta, 1941.

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NOtaS1 Celia E.Coto: “La viruela: peste del pasado, amenaza del presente”, en Revista química Viva, volumen 1, número 1, diciembre 2002 http://www.quimicaviva.qb.fcen.uba.ar Revista2 “Hace treinta y un año hubo viruela en Punta Alta”, en Revista Punta Alta, año III, n° 47, mayo 9 de 1936.3 “Desinfección de casas”, en La Nueva Comuna, año VIII nº 748, 28 de abril de 1936.4 “Es obligatorio la vacunación. Diversas medidas adoptadas por las autoridades”, en La Nueva Comuna, año VIII N° 744, martes 14 de abril de 1936.5 “Somos o no somos, de Bahía Blanca?”, en El Regional N° 1083, 24 de Abril de 1936.6 “La Colecta en Bahía Blanca”, en El Regional N° 1092, 28 de mayo de 1936.7 “Sociedad de Fomento. Remisión de nota al Señor Gobernador”, en El Regional N° 1086, 7 de Mayo de 1936.8 El Regional N° 1091, 24 de mayo de 19369 Este edificio se encuentra en el camino a Baterías, frente al Hípico de Suboficiales.Actualmente funciona allí el Casino de Policía de Establecimientos Navales.10 “En la zona naval”, en La Nueva Comuna, año VIII nº 754, 19 de Mayo de 193611 Boletín Municipal de Bahía Blanca, año 1936. Decreto del 17 de mayo de 1936.

12 Ana María Zabaleta: Historia de las fundaciones de la Provincia de San José, Edición de las Hermanas Siervas de Jesús de la Caridad, Buenos Aires, 1997.13 “Estado de los enfermos”, en La Nueva Comuna. Año VIII, n° 756, 29 de mayo de 1936.14 Acta n° 58, 16 de junio de 1936, en Libro de Actas de la Liga de Defensa Comercial e Industrial de Punta Alta, 1930 a 1945.

BIBlIOGRaFía-La viruela en la historia de América,en http://www.biodiversidadla.org -La viruela: peste del pasado, amenaza del presente, en http://www.quimicaviva.qb.fcen.uba.ar -La viruela, historia de la vacuna, en http://www.fcq.unc.edu.ar-La Nueva Comuna, año 1936.-El Regional, año 1936.-Revista Punta Alta, año1936.-Boletín Municipal de Bahía Blanca, año 1936.-Paola Centurión: “Orígenes de la salud pública en Punta Alta”, en revista El Archivo. año , N° 12, -Lucía Bianco: última epidemia de viruela en Punta Alta, UNS, Bahía Blanca, 1999.-Ana María Zabaleta: Historia de las fundaciones de la Provincia de San José, Edición de las Hermanas Siervas de Jesús de la Caridad, Buenos Aires, 1997.-Liga de Defensa Comercial e Industrial de Punta Alta: Libro de Actas 1930-1945.

eStudIO INTEGRALTEL. 02932-427968 · BROWN 67

Julio amayaABOGADO

Sebastián amayaABOGADO

Germán amayaINGENIERO ELECTRÓNICO

Guatavo arandaARQUITECTO

carolina lascanoLIC. PSICOLOGÍAana Marcos

TRADUCTORA P. DE INGLÉSJuliana tomassiniCONTADORA PÚBLICA

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En sus días de esplendor, en las décadas de 1930 y 1940, la zona de Arroyo Pareja albergaba, además de un activo puerto cerealero, una serie de atractivos lugares para la recrea-ción, principalmente en días estiva-les. Al conocido y recordado balnea-rio, con sus casillas de madera sobre el mar, se le sumaba el llamado Club Náutico, sobre el mismo arroyo Pa-reja, frente a la isla Cantarelli. Inau-gurado en 1934, allí se practicaban actividades que tenían que ver con la navegación en lanchas y botes de remos y la pesca deportiva, además de paseos costeros. Una casilla era sede y confitería y un muelle de ma-dera servía como embarcadero y de una suerte de pequeña rambla con

bancos para sentarse.Esta zona costera atraía a numerosos turistas, no so-

lamente de Punta Alta y Bahía Blanca, sino de la zona circundante. El ferrocarril Rosario Puerto Belgrano acer-caba a numerosos veraneantes de Coronel Suárez, de Coronel Pringles y aún de Rosario, dispuestos a aplacar el calor veraniego. También se accedía con vehículos, e incluso había servicios de colectivos.

Uno de estos turistas bahienses era Víctor Hugo Ribas, quien, con su familia, disfrutaba de las instalaciones del balneario y del Club Náutico. En una serie de fotos que tuvo la gentileza de permitir copiar al Archivo Histórico Municipal, se aprecian parte de las instalaciones de este último lugar.

En una de ellas, puede verse a la hermana de Ribas, a su novio de entonces y una tía, sentados en el muelle. El arroyo se destaca en el fondo y, a la derecha, se recorta la silueta del puerto Comercial, con su hilera de galpones, sus grúas y medios de elevación de granos.

Un verano en el club Náutico

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tema: Viruela en Punta Alta en 1936lugar: Punta Alta Fecha de entrevista: junio 1999La entrevista fue realizada por Lucía Bianco y tiene una duración de 60 min.

Anastasio Ramírez[…] Deliraba la criatura. Mi hermana creo

que tenía diez años…Todas son más chicas que yo, yo soy el mayor.

y ahí vino el doctor y ahí nomás diagnosticó que era producto de la viruela. Porque vivíamos en frente a la sala de primeros auxilios nosotros, donde está el asilo de ancianos en aquel tiempo estaba la sala de primeros auxilios. y ya hicieron el cordón sanitario, ya el que entraba no salía de ahí adentro.

Sí, enfrente estaban, había internados ahí. No se sabe, parece que como quemaban ropa, parece que... y estuvimos unos días ahí adentro, con la policía en la puerta y los doctores a cada rato, Bianco y Solari eran los que venían. y mi papá cayó con mucha fiebre también, lo mandaron a la cama. y un día de esos, no me acuerdo bien cómo fue el asunto, hubo que salir de ahí, hubo que ir al Lazaretto. En Arroyo Pareja. […]

Nosotros éramos seis de familia, los Menacho eran dos, los Martínez eran cinco, esos eran los internados. y después había personal de servicio, estaba María Sueriche, que era la cocinera. y Justo Luis Losta que era el ayudante. y había un enfermero que vino y se enfermó enseguida también. No fue tampoco la viruela que le agarró, sino una infección en el dedo y andaba con la mano acá. … pero después creo que también le agarró pero él no estaba… Después las dos monjitas. Recién llegadas de España, más buenas que el pan, en todo sentido. Sor Luz y Sor Evarista. La Evaristra una señora ya grande era, y como persona grande medio inquieta, más con nosotros que éramos chicos. Era muy buena, y la otra también, las dos eran buenas, una mejor que la otra. Mirá, mi mamá era una mujer de 80 kilos, y ella tenía mucha escoriación, entonces la tenían que agarrar entre las dos de las sábanas y meterla a bañar, todos los días la bañaban, en un agua azul, no sé lo que sería el líquido, el desinfectante ese,

los bañaban a todos. Todos en la cama con la fiebre no se puede estar levantado. Mi papá enseguida se curó de la fiebre y Menacho también, eran todos militares que tenían un cuerpo grande a lo militares. El que tuvo mucha fiebre era yo, el hijo de Menacho también tuvo mucha fiebre. Mi papá y Menacho se levantaron enseguida, y ayudaban, si había que hacer algo lo hacía. Las monjas dormían una noche por medio, esta noche dormía una y la otra estuvo toda la noche de guardia y le pegaba todo el día, recién mañana a las diez iba a dormir ¡Eran terriblemente buenas! yo siempre me acuerdo que vive acá en calle Irigoyen venían un día las dos, y yo y Menacho había pasado poquito, un año, estábamos en la calle. “Mirá quién viene ahí” dice Menacho ¡Nos colgamos de las dos! […] Ahí nos abrazamos con las monjas. Salimos corriendo, él agarró a la sor Evarista y yo a la sor Luz, nos dimos un abrazo ¡y las viejas más contentas! Estuvieron un rato en casa y después se fueron a lo de Menacho y después nos juntamos todos en lo de Menacho. y no, no se podían quedar porque no sé qué compromiso tenían, cada tanto venían a vernos. Después perdí contacto, la otra vuelta conversando digo ¿qué será de las monjas esas? y me dice Sor Luz largó los hábitos a la mierda! Pero la sor Luz era tremenda, era jovencita. La otra no, no sé qué pasó con esa ¡Pero que buenas que eran!

Hay otras más con la viruela. Estoy yo, la flaca, que le decimos, a Elsa, Elsa Martínez. Está la Elsa viva, está la “Pichi”(¿) que le dicen también, esas dos hermanas . La Elsa no fue al Lazareto, se quedó acá porque no estaba tan embromada, quedó en la sala. quedó ella, la madre y una bebita. Ramón falleció, estaba mal Ramón, estaba muy mal, tenía la cara, una máscara era, todo un grano. y el padre deliraba. yo era pibe, entonces habíamos puesto la camas: Mi papá acá, yo acá, Ramón ahí, y el padre allá. Sentíamos que deliraba, todo el tiempo, pobre

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viejo, de esos gringos un gato era….. Después, con la fiebre que tenía… era del campo el hombre, trabajaba con los animales, se ponía la manta acá, la cobija, y salía afuera y echaba a las vacas, echaba a las vacas… después le hicieron tomar un poco de vino pero ¿qué le iba a hacer? si estaba acostumbrado a tomar le daban un vasito chiquito así …

Era temporada escolar, no me acuerdo. Fue hace muchos años. No, volví, quedé un poco atrasado. Ese año me cambiaron de escuela me parece, porque íbamos a la escuela la 27, y después fuimos a la escuela de la Base, un año más y falleció mi vieja.

(Me llevaron al lazareto) En la ambulancia. y cuando vinimos de vuelta habían quemado todo, la ropa toda. Las camas no, las camas estaban afuera. y adentro no se podía entrar del olor a desinfectante que había. La municipalidad había desinfectado la casa. y bueno, los muebles quedaron, pero la ropa quemaron todo. Después le dieron un vale a mi papá para que fuera a la tienda de Álvarez a sacar ropa. […] en Irigoyen y Paso.

Ahí estaba la tienda de Álvarez, y ahí le dieron los vales a mi papá para que pudiera sacar la ropa y eso. Tuvo que buscar de todo el viejo, si quemaron todo.

yo tenía en la mano, me agarró en la mano y en la rodilla.

(Si le dolía) yo de eso ni me acuerdo. Pero no podía usar la mano, comer me tenían que dar la comida en la boca, todos los días. La comida, la fruta, todo. Esas monjas son inolvidables, perdí contacto. Después vos le decías a sor Luz, era la más joven, “Hermana, tengo hambre” no se podía comer a cualquier hora. y entre los hábitos de ella se escondía y traía algo.

(Comíamos) toda comida liviana. (Los médicos) ellos veían te agarraban, te

miraban la boca, te tocaban el pecho. En casa el último en caer fui yo. Un día, yo me levantaba a la mañana, la vieja no dejaba a nadie en la cama, la madrastra era. Pero no porque fuera madrastra, ella también se levantaba. yo me levantaba temprano y hacía fuego en la cocina, haciendo leña ¡una humareda!. Un día cayó Solari “¿Nene qué estás haciendo que estás levantado?”– “No, estoy prendiendo el fuego”. – “¿Para qué el fuego?” – “Voy a hacerles la leche” Les hacía la leche a los otros que estaban todos en la cama. – “¡A la cama!” me mandó a la cama ahí nomás. ya de ahí partimos para el Lazareto. Había mucha fiebre había.

Pero la que más fiebre tuvo fue mi madrastra, mi mamá… y mi papá y la Linda.

Tenía una hermana que le decíamos Linda, porque de chica era una muñeca.

En el lazareto allá había una pieza para las mujeres, había un pasillo que pusieron biombo acá, de un lado estaban las mujeres y del otro los hombres. Antes era otra cosa, viste, no como ahora que... La atención, tanto de los médicos como de las monjas… y la cocinera era una vieja medio agria ¡pero tan buena! era buena. El enfermero, era de un hospital de Bahía, porque no venía a Punta Alta todos los días. Era partido de Bahía Blanca, entonces los médicos eran de Bahía, venía el doctor yonsa y otro más que no me acuerdo. y ni entraban adentro, yo me acuerdo bien de eso. Pero venían… acá había una tranquera y acá empezaba la casa, nosotros teníamos todo acá y hablaban con él, pero ellos no entraban. No es que quiera despreciarlos ellos, son buenos médicos y demasiado, estoy tan contento de ellos como de los otros, pero que estos se jugaban el cuero y aquellos no entraban adentro de la casa. Pero a lo mejor no era porque tenían miedo o porque no eran más médicos que los otros, pero pasa que estos nos trataban como si fueran de ellos, Solari y Bianco. Venían en cualquier momento, a cualquier hora llegaban a la casa.

Cuando entraba un gato lo tenían que matar los policías, entraba un animal y lo tenían que matar.

Acá. En mi casa, estaba el policía en la puerta, no podía pasar nadie. Si venían amigos de mi papá, amigos de la familia y afuera tenían que estar. No dejaban entrar a nadie. A lo primero estaban la vieja en cama, la Linda en cama y mi viejo. yo y mi hermana más chica estábamos levantados. y si entraba un gato a la cocina tenías que matarlo, un perro y tenías que matarlo. Después como te conté… lo de los cajones. A (nombre poco claro) y a Menacho le pusieron para ellos los cajones (ataúdes), los habían llevado por si acaso.

Siguiendo la casa así acá había un galpón y acá había un depósito, y estaban los cajones. Después, mi papá se los pasaba a Menacho arriba y Menacho arriba los hacía bolsa a los cajones. De arriba del techo, de la casilla, del depósito ese que tenía. Se cagaban de risa.

(De la viruela) Murió una persona acá en la sala. No sé si era Sabatín... el apellido no me acuerdo. Pero fueron los que trajeron la viruela, la atrajeron en un barco, me parece, uno que andaba, no sé, de afuera. La trajo ese Sabatín que murió en la sala, pero no, no, bien no me acuerdo, yo era muchacho, yo tenía 11 años ya.

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archivo Histórico MunicipalMitre 101 - (02932) [email protected] de lunes a viernes de 7:00 a 19:00.

Museo de ciencias NaturalesUrquiza 123 (02932) 432063 lunes de 8.30 a 13.30de martes a viernes; de 8:30 a 17:30. sábados y domingos de 15:00 a 18:00.

Museo Navalde lunes a viernes de 8:00 a 15:00; sábados y domingos de 15:00 a 18:00. Para consultas, llame al (02932) 487104.

Museo Histórico Infanteria de Marinade lunes a jueves de 8:00 a 13:00 y viernes de 8:00 a 11:00.Para consultas, llame al (02932) 488325.

Novedades

corredor Museológico.

Siguiendo con esta nueva iniciativa en el terreno audiovisual, Archivo Histórico Municipal, junto a Punta Alta Visión y la Productora De Raíz, realiza este programa que tiene por intención presentar al televidente el rico, y muchas veces desconocido acervo existente en los museos del sudoeste provincial. Se recorren los museos del partido y de la región para generar y mostrar un circuito de turismo cultural. Cada emisión presenta un museo diferente, con su ubicación, su historia y donde se desarrolla su temática a través de una visita guiada virtual, realizada por personal de la institución huésped. Si bien cada museo posee su guión definido, la sumatoria de los programas van a conformar un único guión para toda la zona, que de cuenta de las singularidades históricas, naturales, artísticas y culturales que posee su patrimonio, como pocos existentes en la provincia. Se emite por Canal 4 de Punta Alta Visión.

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Museo HistóricoHumberto I 285, (02932) 428261.de lunes a viernes de 8:00 a 12:00.

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TV - DVDel archivo, historia para ver.

Este año el Archivo Histórico Municipal inició el ciclo televisivo así titulado y que es una realización conjunta con Punta Alta Visión y la Productora De Raíz. Tiene por intención presentar al televidente el rico, y muchas veces desconocido, acervo documental que se atesora en el edificio de Mitre 101, sus actividades y propuestas. Reproduce el formato y la temática de los números que mayor interés la revista El Archivo. Para ello el programa aprovecha el lenguaje audiovisual para generar un producto acorde con los tiempos y que está en la línea de lo que el Archivo Histórico Municipal realiza desde sus comienzos: afianzar el conocimiento del pasado puntaltense para ayudar a forjar una identidad y permitir un desarrollo futuro. Se emite por Canal 4 de Punta Alta Visión.