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integralidad Revista Digital del CEMAA La columna del Director Asociado 2 Teología Bíblica Luces y sombras en “los hechos del espíritu santo” Martín Ocaña Flores 5 Evangelio y cultura en el nuevo testamento Tito Paredes 13 Misiología Casa, camino y comunidad: un enfoque sociocultural de la misión apostólica en hechos de los apóstoles Pedro Robledo 21 Filosofía de la Religión La urgente necesidad de la filosofía de la religión en la teología evangélica latinoamericana Rafael Pola 31 CEMAA Centro Evangélico de Misiología Andino- Amazónica Jr. Las Monjas 140 Urb. Santa Felicia La Molina. Lima 12- Perú www.cemaa.org Tel. (511) 349-9088 [email protected] [email protected] [email protected] Director: Rubén (Tito) Paredes Integralidad Revista Digital del CEMAA [email protected] Director Asociado: Marcos Paredes Sadler Consejo Editorial: Tito Paredes, Marcos Paredes Sadler, Joy de Paredes, Liliana Cóndor y Elsa Apaza. AÑO 11 EDICIÓN 23 Mayo - 2017

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Page 1: Revista Digital del CEMAA Revista Digital del CEMAA La columna del Director Asociado 2 Teología Bíblica Luces y sombras en “los hechos del espíritu santo” Martín Ocaña Flores

integralidad Revista Digital del CEMAA

La columna del Director Asociado

2

Teología Bíblica Luces y sombras en “los hechos del espíritu santo”

Martín Ocaña Flores

5 Evangelio y cultura en el nuevo testamento

Tito Paredes

13

Misiología Casa, camino y comunidad: un enfoque sociocultural

de la misión apostólica en hechos de los apóstoles

Pedro Robledo

21

Filosofía de la Religión

La urgente necesidad de la filosofía de la religión en la

teología evangélica latinoamericana

Rafael Pola

31

CEMAA Centro Evangélico de Misiología Andino-

Amazónica

Jr. Las Monjas 140 Urb. Santa Felicia

La Molina. Lima 12- Perú

www.cemaa.org

Tel. (511) 349-9088

[email protected]

[email protected]

[email protected]

Director: Rubén (Tito) Paredes

Integralidad

Revista Digital del CEMAA

[email protected]

Director Asociado: Marcos Paredes Sadler

Consejo Editorial: Tito Paredes, Marcos

Paredes Sadler, Joy de Paredes, Liliana Cóndor

y Elsa Apaza.

AÑO 11 EDICIÓN 23

Mayo - 2017

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integralidad 2

Contentos estamos de presentarles una nueva

edición de la revista digital Integralidad. En

esta edición contamos con cinco artículos que

esperamos sean de beneficio a su reflexión

pastoral y teológica, además de para su

ministerio. En el primer artículo, Martin Ocaña

observa la gran manifestación del Espíritu

Santo en América Latina e intenta interpretar

este hecho a la luz del libro de Hechos. El autor

trabaja con la llegada del Espíritu Santo en el

pentecostés. Además, considera algunas

dificultades al evangelio en esa época así como

en nuestros tiempos de hoy. Ocaña concluye

reconociendo el aporte del movimiento

pentecostal y levantando unas preguntas de

reflexión. En el segundo artículo, Tito Paredes,

Director de nuestra revista, nos presenta un

capítulo extraído de su libro El Evangelio: un

tesoro en vasijas de barro. En este artículo el

autor analiza las relaciones interculturales en

algunos eventos del Nuevo Testamento.

Incluye choques culturales entre los judíos y los

gentiles con todo lo que esto conlleva. El autor

concluye con una aproximación bíblica a las

relaciones interculturales dentro del pueblo de

Dios. El tercer artículo, de Pedro Robledo,

consiste en aportes que las ciencias sociales han

brindado al estudio y desarrollo de la teología

de la misión. Entre estos aportes encontramos

los diferentes modelos antropológicos y

sociológicos que nos ayudan a acercarnos a

culturas y realidades sociales tan distintas de la

cultura occidental. El autor concluye

arguyendo que el uso de las ciencias sociales es

importante para el quehacer misionero del día

de hoy pues nos permite comprender la

sumamente compleja realidad actual para así

poder comunicar el evangelio de forma

adecuada. En el cuarto artículo, Rafael Pola

revisa algunos textos sobre la filosofía de la

religión. El autor argumenta que es necesario

rechazar lo que observa como una tradición en

la teología evangélica de América Latina de

desestimar el uso de la filosofía y la teología

sistemática para la reflexión teología. El

artículo busca estimular la investigación de la

filosofía con breves valiosos comentarios a

libros importantes y recientes en la filosofía de

la religión. Con esto, Pola espera que crezca el

interés de teólogos latinoamericanos a dialogar

con la filosofía de la religión.

Gracias y Dios los bendiga.

Marcos Paredes

Director Asociado

| LA COLUMNA DEL DIRECTOR |

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LOS ARTICULOS SON ESCRITOS DENTRO DEL MARCO DE PLENA

LIBERTAD DE LA COMUNIDAD DEL CEMAA Y NO

NECESARIAMENTE EXPRESAN LA OPINIÓN OFICIAL DE LA

INSTITUCION.

Centro Evangélico de Misiología Andino-Amazónica (CEMAA)

Es un Centro Evangélico que promueve la misión integral de la Iglesia dentro del contexto de los países e

iglesias de la zona andina. CEMAA busca incentivar la reflexión, capacitación y acción para la misión

integral acompañando a la Iglesia dentro y desde su contexto socio-religioso y político. CEMAA surgió

dentro del fermento de reflexión de la Fraternidad Teológica Latinoamericana en la Consulta de Itaicí, Brasil

en 1977. En aquella oportunidad se formó una comisión de trabajo sobre la comunicación transcultural del

Evangelio. Esta comisión organizó la Consulta Bolivariana de Huampaní en Noviembre de 1977, donde

surgió el Centro Misiológico Andino; éste llegó a formalizarse el 10 de Abril de 1981. Desde 1983 CEMAA

está afiliado al Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP). En 1990 iniciamos lo que podría

denominarse la segunda fase de CEMAA con la implementación de nuevos programas:

CEMAA–FEOC: FACULTAD EVANGELICA “ORLANDO E. COSTAS”

El propósito de este programa es ofrecer entrenamiento a nivel de post-grado a pastores y líderes cristianos

(varones y mujeres) de experiencia en el área de Misiología, ofreciendo el grado de Licenciatura y Maestría a

nivel de post-grado. Para la Maestría tenemos convenio con el South African Theological Seminary.

También tenemos vínculos con el Programa Doctoral Latinoamericano (PRODOLA) para el Doctorado en

Misiología.

PROMOCION DE LA MUJER “FEBE”

Se ha formado para brindar apoyo y estímulo a los esfuerzos de las mujeres líderes evangélicas en el desafío

de vivir y comunicar el Evangelio en nuestra sociedad. Asimismo, promueve la participación de la mujer en

el hogar, Iglesia y comunidad, incentivando a los líderes a la oración y el estudio de la Palabra de Dios,

fortaleciendo la capacitación y edificación para un ministerio eficaz de la mujer.

COOPERACION EN LA MISION (COMI)

Este programa tiene como propósito apoyar a la Iglesia e instituciones afines en proyectos de misión; en el

pasado CEMAA ha colaborado con TAWA, el Seminario Evangélico de Lima, etc. Recientemente CEMAA

colabora con instituciones teológicas en la enseñanza de misiología, y con entidades como el CONEP y

PRODOLA.

DOCUMENTACIÓN, INVESTIGACIÓN Y ESTUDIOS SOCIO-RELIGIOSOS – PRODIES

Este programa está dividido en dos partes: El Área de Documentación, que tiene como objetivo brindar

información, tanto bibliográfica, hemorográfica y archivística a los alumnos del programa de la Facultad y a

investigadores en general; y el Área de Investigación, que tiene como propósito promover y realizar

investigaciones interdisciplinarias sobre la realidad misiológica de la Iglesia.

Se busca que los programas funcionen integradamente y complementariamente dentro de la visión de misión

integral de CEMAA que podría sintetizarse bajo el lema del CLADE III “Todo el evangelio para todos los

pueblos en y desde América Latina”.

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El 08 de marzo tuvimos una reunión de confraternidad e información sobre el año

académico 2017 con todos los profesores de la Facultad Evangélica Orlando E. Costas del

CEMAA, fue un placer compartir y dialogar juntos sobre nuestros planes.

El 11 de marzo se tuvo un desayuno de confraternidad y dialogo con amigos de la FTL y

CEMAA, agradecemos a todos por su participación.

Los sábados 01 – 08 – 15 y 22 de abril del 2017, se realizó el primer módulo de maestría:

«Antropología, Teología y Misión en América Latina», dictado por el Dr. Rubén (Tito)

Paredes.

Los sábados 29 de abril – 06 – 13 y 27 de mayo del 2017, se llevará a cabo el segundo

módulo de maestría: «Misión en el Antiguo Testamento – Con énfasis especial en el libro de

Isaías – Reflexiones Teológicas y Exegéticas», el curso es dictado por el Mg. Dirk

Poganatz.

| NOTICIAS |

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integralidad 5

Luces y sombras en “los hechos del espíritu

santo”

El principal actor en la misión histórica de la iglesia

cristiana es el Espíritu Santo. Él es el director de

toda la empresa. La misión consiste en cosas que él

está haciendo en el mundo. De un modo especial

consiste en la luz que él enfoca sobre la persona de

Jesucristo.

John Taylor (The go-between God. The Holy Spirit and Christian Missions. Fortress, USA: 1973, p. 196, citado en: Samuel Escobar. Cómo comprender la misión. Buenos

Aires: Certeza Unida, 2007, p. 147).

Planteamiento del tema

En América Latina están sucediendo diversos

hechos que sólo se pueden explicar de una manera:

el Espíritu Santo hoy está actuando de una manera

tan poderosa como evidente. El Espíritu está

transformando no sólo a las iglesias sino también

está renovando nuestra forma de entender las cosas,

y en fe esperamos ser testigos de una gran

transformación social en la perspectiva del Reino de

Dios.

Esta actuación del Espíritu, sin embargo, no viene

tan sólo del último siglo ni de las últimas décadas.

Dios ha estado actuando a lo largo de la historia por

medio de sus “dos manos”: el Verbo (Cristo) y el

Espíritu Santo. “Las dos manos son iguales en

fuerza y en valor. Las dos manos actúan

conjuntamente. No son idénticas. Una produce una

acción diferente, pero las dos se complementan y de

ellas procede un resultado final”1.

El propósito de este ensayo es delimitado y puntual.

1 José Comblin. El Espíritu Santo y la liberación. Madrid: Paulinas, 1987, p. 185. La expresión “las dos manos de Dios” proviene de San Ireneo, siglo II d.C., un apologeta cristiano contra el gnosticismo de su tiempo. En esa misma línea dice Leonardo Boff: “La comunidad de los seguidores de Jesús está construida sobre dos columnas: el Señor resucitado y el Espíritu”. La trinidad, la sociedad y la liberación. Madrid: Paulinas, 1987, p. 238.

Pretende aportar criterios bíblicos, basado en el

libro de Hechos, para una apropiada lectura y

evaluación de lo que somos testigos agradecidos en

América Latina: el avivamiento del Espíritu. Pero

éste, para ser honestos con lo real, se presenta –

como ha sido una constante a lo largo de la

historia– con sus luces y sus sombras. Y esto no

nos debe asombrar pues todavía no estamos en la

plenitud del Espíritu (como sostienen algunos

optimistas), ni mucho menos ha ocurrido la Parusía.

Leemos el libro de los Hechos –tan citado hoy por

pastores, misiólogos y teólogos– buscando la

dirección y el consejo de nuestro trino Dios. Y de

hecho, estamos convencidos que este libro de Lucas

nos permitirá comprender de forma más completa

tanto el actuar de Dios como conocer sus

requerimientos a las iglesias en el momento

presente de América Latina.

Latinoamérica ¿en llamas?

Existe todavía la tendencia a dejarse impresionar

por lo que sucede en algunas iglesias de las grandes

ciudades (aparición de ministerios quíntuples,

masivos eventos musicales, el fenómeno de las

mega-iglesias, cadenas de radio y televisión

cristianas, evangelismo explosivo, etc.), olvidando

que el Espíritu tiene otras muchas formas de

manifestarse. Se ha llegado a decir, incluso, que

| TEOLOGÍA | Por Martín Ocaña Flores

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América Latina está “en llamas”, refiriéndose a un

gran avivamiento espiritual que se estaría dando en

todo el continente.

Esta forma de leer los acontecimientos se ha visto

reforzado por diversas teorías como la de las “tres

olas” del Espíritu Santo en el siglo XX (aunque

algunos hablan de hasta cinco o más “olas”, como

Morris Cerullo). Así, se sostiene que cada ola

predomina sobre la anterior, pues es

cualitativamente superior, y trae con ello nuevas

formas de actuación del Espíritu Santo. En todo

esto –se sugiere reiteradamente– que el criterio más

importante para evaluar lo que hace el Espíritu tiene

que ver con lo numérico2.

Estas lecturas, sin embargo, no son tan nuevas pues

tienen un largo recorrido y variadas expresiones. El

historiador Justo González nos lo recuerda en estos

términos:

Hay un error harto difundido, según el cual la

revelación de Dios tiene lugar en tres etapas

sucesivas, cada una superior a la anterior, de

modo que cada una sobrepasa a la otra. Según

esa opinión, primero vino la revelación del

Padre, en el Antiguo Testamento; luego la de

Jesús, en los Evangelios; y por último la del

Espíritu, en la iglesia después de la ascensión de

Jesús. Ese error no es nuevo, pues lo

sostuvieron en el siglo 2 los montanistas, y en la

Edad Media los seguidores de Joaquín de Fiore3.

Lejos está de nosotros sugerir que algunas lecturas

contemporáneas son neo-montanistas. La pregunta

es más bien ¿Qué criterios usaremos para evaluar

los hechos de los cuales somos testigos? Incluso

John White sostiene que hay que ser cautelosos4, y

de seguro le sobran razones. Una de las

convicciones evangélicas, con la que crecimos

2 Dos ejemplos de ello: “Para el fin del Siglo (XX), más de quinientos millones de personas participaban de este avivamiento que continua su crecimiento masivo en el nuevo milenio”. Vinson Synan, edit., El siglo del Espíritu Santo. Buenos Aires: Peniel, 2006, p. 7 (Prefacio). Y en la misma obra: “Los pentecostales conforman el setenta y cinco por ciento de la población evangélica de América Latina. En algunos países esto significa el noventa por ciento de la población no católica. Los números crecen a velocidad explosiva”. (P. Deiros & E. Wilson “Pentecostalismo hispano en los Estados Unidos y en América Latina”, p. 385.). 3 Justo González. Hechos de los apóstoles. Introducción y comentario. Buenos Aires: Kairós, 2000, p. 40. 4 John White. Cuando el Espíritu Santo llega con poder. Lima: Puma, 1995, p. 18.

muchos, es que así como no existe oposición entre

las dos manos de Dios, tampoco existe oposición

entre la Palabra y el Espíritu. Ya Juan Calvino lo

señaló tiempo atrás con firmeza:

Porque cuando Dios nos comunicó su Palabra,

no quiso que ella nos sirviese de señal por algún

tiempo para luego destruirla con la venida de su

Espíritu; sino, al contrario, envió luego al

Espíritu mismo, por cuya virtud la había antes

otorgado, para perfeccionar su obra, con la

confirmación eficaz de su Palabra5.

Los “hechos del espíritu santo”

y nosotros

Desde un inicio hay que señalar que “Hechos de los

apóstoles” no es el título que le puso Lucas a su

segundo libro (su primer escrito fue el tercer

Evangelio). De hecho, se trata de un título de

inicios del siglo III, y posiblemente así signado con

la intención de corregir la perspectiva y práctica de

los sobrevivientes del montanismo6.

Lo cierto es que, observando el contenido del libro,

en Hechos no se habla de todos los apóstoles. Por

el contrario, descontando a Pedro y particularmente

a Pablo, aparecen más bien testigos como Esteban,

Felipe, Bernabé y Silas, entre otros. Pero en todos

los casos se pone de manifiesto el consuelo, la voz,

la fortaleza y la dirección del Espíritu. Por lo que,

como algunos han sugerido, “Hechos de los

apóstoles” bien debería llamarse “Hechos del

Espíritu Santo”7.

Pero este énfasis en la tercera persona de la trinidad

en el libro de Hechos no es para relegar a un

5 Juan Calvino. Institución de la religión cristiana. Libro I, Capítulo IX, 3,b. 6 “El título de Hechos de los Apóstoles revela la influencia de la tradición literaria de los griegos. Entre ellos existía un tipo de escritos que narraban las hazañas de grandes y famosos personajes. Eran una especie de biografías noveladas cuyo objeto era mostrar el origen divino de la misión del ‘héroe”. Santiago Guijarro y otros. El evangelio del Espíritu. Navarra: Verbo Divino, 1998, p. 27. 7 A esto se le puede añadir que “Los Hechos de los apóstoles forman el quinto Evangelio y sólo pueden entenderse debidamente en relación, no sólo con el relato previo de Lucas, sino los otros tres Evangelios que le preceden”. Arthur Pierson. Los Hechos del Espíritu Santo. Barcelona: CLIE, 1984, p. 7.

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segundo plano a Jesucristo, ni para minimizar la

participación de los actores evangelizadores, tal

cual lo narra Lucas. Implica, más bien, reconocer la

soberanía del Espíritu en la misión emprendida por

la comunidad cristiana en obediencia a su Señor.

Hendrikus Berkhof observó bien la relación misión-

iglesia-Espíritu:

La misión es más que un instrumento práctico

necesario para la misión de la iglesia. La

misión no está a disposición de la iglesia; ambas

están a disposición del Espíritu. Esta

convicción lleva a preguntarnos si no debemos

invertir la tesis y decir que la iglesia no es más

que el instrumento, o un instrumento, de la gran

misión del Espíritu8.

Ese parece ser justamente la perspectiva que Lucas

quiere comunicar a sus lectores. En Hechos el

Espíritu es el soberano, el jefe de la misión, el que

da las instrucciones precisas y empodera, el que

derrama sus dones, el que provee los recursos para

cumplir con la misión, el que llama a los que quiere

utilizar en la extensión del Reino. Como bien lo

puntualiza Eldin Villafañe:

En tal narración Lucas nos recuerda que a cada

paso del avance del Evangelio el Espíritu Santo

está presente para escoger (Hch 1:1-2; 2:38-39;

6:1-7; 11:15-18; 13:1-2; 20:28; 28:25-28),

enviar (Hch 1:8; 5:27-32; 8:29,39; 10:19-20;

11:12; 13:4; 16:6-10; 20:22-23), y equipar (Hch

1:8; 2:4; 4:29-33; 10:38; 13:6-12) su Iglesia.

El poder del Espíritu Santo se manifiesta en

múltiples sanidades, señales y prodigios (Hch

2:1-13, 42-47; 3:6-8; 4:33-37; 5:12, 15, 16, 19;

6:8; 8:39-40; 9:32-43; 11:27-28; 12:7; 13:9-12;

14:3; 15:12; 16:25-26; 19:11-12; 21:10-11;

28:1-10) que dan «testimonio del evangelio de

la gracia de Dios» (Hch 20:24), por medio de

nuestro Señor Jesucristo. Al mismo tiempo es

importante notar que a cada paso del avance del

Evangelio los testigos de Jesucristo tienen que

confrontar «poderes» que se oponen (Hch 4:1-3;

5:1-10, 17, 18; 6:9-10; 7:51-53; 8:1, 9-24; 12:1-

5; 13:50-52; 16:19-21; 18:9-10; 19:23-41;

21:27-36; 23:12-22)9.

Pero una lectura de Hechos necesariamente tiene

que considerar una visión de conjunto10. Sugerimos

8 Hendrikus Berkhof. La doctrina del Espíritu Santo. Buenos Aires: La Aurora, 1969, p. 42. 9 Eldin Villafañe. La mentalidad cristiana y la postmodernidad. República Dominicana: Iglesia de Dios de la Profecía, 2006, pp. 52-53. 10 Equipo «Cahiers Evangile». Los Hechos de los apóstoles.

la siguiente:

I. Desde los orígenes en Jerusalén al concilio de

Jerusalén (1:1 – 15:35)

Comunidad de Jerusalén (1:12 – 5:42)

Hacia una iglesia abierta (6:1 – 15:35)

Actividad misionera de los Helenistas

Actividad misionera de Pedro

Actividad misionera de la Iglesia de Antioquía

II. Pablo lleva la buena nueva hasta Roma

(15:36 – 28:31)

De las diversas propuestas que se han hecho para

leer Hechos, ésta nos ayuda a enfocar el desarrollo

de la misión del Espíritu considerando a los

instrumentos que él va eligiendo y guiando: la

comunidad de Jerusalén, los helenistas, el apóstol

Pedro, la comunidad de Antioquía y el apóstol

Pablo. Todos estos sujetos pertenecen a diversos

trasfondos culturales y experiencias de vida, y nos

heredan magníficos modelos de cómo se debe llevar

a cabo la misión, pero también nos advierten de

aquello que debemos evitar en lo posible.

Hechos 1:8 es un texto fundamental. Realmente es

el programa del Espíritu que Jesús resucitado

anuncia: “pero recibiréis poder, cuando haya venido

sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis

testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y

hasta lo último de la tierra”. En ese versículo cada

palabra tiene un profundo significado y que

debemos tomar en cuenta. El Espíritu es el

dinamizador que empodera a su pueblo para que

den testimonio en todo lugar, comenzando desde

Jerusalén11.

Sin embargo, hay que recordar, que el libro de

Hechos no comienza en el capítulo 2 –como

algunos parecen sugerir– sino en el capítulo 1. Para

Lucas, por eso, es muy importante señalar en el

Prólogo (1:1-11) lo que hizo Jesucristo, el mensaje

Navarra: Verbo Divino, 1991, p. 14. Para mayores datos introductorios, cf. Odile Flichy. La obra de Lucas. El evangelio y los Hechos de los apóstoles. Navarra: Verbo Divino, 2003. 11 Como dice Roger Greenway: “El Espíritu Santo crea en el creyente la disposición a obedecer el mandato misionero de Cristo. La obediencia que nace en el Espíritu puede llevarnos hasta los extremos de la tierra y hacer que soportemos las más difíciles condiciones de vida”. (¡Vayan y hagan discípulos a las naciones! Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2004, p. 62.)

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que proclamó (el Reino de Dios), la promesa del

Espíritu Santo y su ascensión, todos ellos

vinculados íntimamente. Al parecer, para Lucas las

dos manos de Dios se toman fuertemente para

sostener a su pueblo que pronto va a recibir el poder

que necesita para testificar.

Incluso, nos parece que así como en el Evangelio la

encarnación de Jesús inicia su misión12, en Hechos

es su ascensión (1:9) la que está en el inicio de la

misión de la comunidad en Jerusalén, quienes

pronto comienzan a organizarse (1:12-26) para dar

testimonio. Es importante observar cómo Lucas

resalta la perseverancia en la oración (1:14,24), la

unanimidad de la comunidad (1:14) y el respeto por

la Sagrada Escritura (1:16,20). Es en ese contexto

que Dios va a cumplir su promesa y va a revestir a

su pueblo con su Espíritu (cf. 2:1-4 con 1:5).

Modelo a seguir en tiempos de

avivamiento

En su comentario al libro de los Hechos, Pablo

Richard ofrece valiosas pistas a tomar en cuenta.

Nos dice que “Lucas reflexiona sobre el período de

los orígenes del Cristianismo que va del año 30 al

60 d.C., es decir, el período después de la

Resurrección de Jesús y antes de la

institucionalización de la Iglesia, que es posterior a

los años 70 d.C.”13.

Se trata, sin duda, de una observación importante,

pues, efectivamente, el cristianismo originario –

según Hechos– no nació como “institución” sino

como un “movimiento” y con tres notorias

características: (1) un movimiento del Espíritu; (2)

un movimiento misionero; y (3) un movimiento

articulado en pequeñas comunidades domésticas

(las casas).

Si Hechos fue escrito entre 80-90 d.C., como

sostienen la mayoría de los estudiosos, y da cuenta

de un periodo eclesial específico: del 30 (la

resurrección de Jesús) al 58-60 (los dos años de

Pablo en Roma), es posible que Lucas esté

12 Notemos cómo Lucas –en su Evangelio- antes que nazca Jesús subraya su realeza y reinado (1:33), su mesianismo (1:35), su señorío (1:43,76) y su obra redentora (1:69). 13 Pablo Richard. El movimiento de Jesús antes de la iglesia. Santander: Sal Terrae, 2000. Las cursivas son del autor.

queriendo recordar a sus lectores –que ya conocen

de pluralidades eclesiales y variadas formas de

organización14– la importancia de tener un modelo

de comunidad cristiana al que hay que volver una y

otra vez. Modelo con virtudes pero también con

imperfecciones, con sombras, pero que jamás pierde

su esencia: el Espíritu, la misión y la dimensión

comunitaria15. Es la concordancia de estas

características la que nos permite identificar

cuándo y dónde una comunidad está

experimentando el avivamiento de Dios.

Dicho de otra manera, Hechos del Espíritu corrige

algunas de nuestras eclesiales “visiones” y

“misiones” que muchas veces enfatizan o

sobredimensionan los números, la institucionalidad

y el poder económico. ¿Una iglesia en

avivamiento? ¡Una iglesia donde abundan los

dones! (sobre todo los “espectaculares”). ¿Una

iglesia con poder? ¡La que mueve miles y hasta

millones de dólares! ¿Una iglesia misionera? ¡La

que crece a imagen y semejanza de las mega-

iglesias! ¿Y qué hacemos con las miles de

congregaciones en poblaciones pequeñas, en

barriadas populares donde los fieles son apenas 40 ó

50 y a veces hasta menos? ¿O es que el Espíritu ha

excluido a éstos de su accionar?

Cuando la institución eclesial se olvida de la

centralidad de Cristo en su testimonio (2:22-24,30-

31,36-38; 3;6,13-16; 4:2,10,18, 26,30-31,33;

5:30,41; 7:52; 8:5; 9:5,34; 10:39, etc.), cuando

relega o menosprecia a los pobres (2:45; 3:1-

10;4:32-37;6:1-7;20:35, etc.) y cuando evita el

testimonio profético con tal de evadir posibles

problemas ante las autoridades (4:1-3;17-22; 5:17-

42, etc.), entonces el Espíritu está apagado y la

misión se ha convertido en algo inofensivo y que ya

no transforma ni trastorna nada (17:6). La iglesia

llega a ser, tal vez, una institución poderosa en

prestigio social, pero niega sus marcas

fundacionales: el Espíritu que trae vida nueva, la

14 Cf. el importante estudio de David Wenham “Unidad y diversidad en el Nuevo Testamento”, en: George Ladd. Teología del Nuevo Testamento. Barcelona: CLIE, 2002, pp. 829-872. 15 Como bien observan unos estudiosos españoles: “Lucas ha contemplado aquellos primeros años como el modelo de lo que debe ser siempre la Iglesia y ha subrayado su vivencia comunitaria, la presencia constante del Espíritu y su impulso misionero”. Eduardo Carrasco y otros. El impulso del Espíritu. Navarra: Verbo Divino, 1998, p. 17. Las cursivas son mías.

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misión liberadora y la dimensión comunitaria que

afecta profundamente la totalidad de la vida.

Ciertamente vivimos en otras épocas y en

sociedades más complejas que las que conoció

Lucas. Con el transcurrir del tiempo los

movimientos eclesiales se transformaron en

comunidades organizadas y luego se

institucionalizaron. Algunas, incluso, han crecido

de una forma sorprendente y vigorosa. ¿Qué diría

Lucas de estas experiencias? Pues que el Espíritu

Santo siga siendo el dinamizador de la misión y de

la vida en comunidad.

Las comunidades cristianas se caracterizaron por

estar llenas de vida. Así lo señalan los “sumarios”

de Hechos, es decir los resúmenes intercalados que

retratan la vida comunitaria de los primeros

cristianos: 2:42-47; 4:32-35; 5:12-16; 6:7; 9:31;

12:24. Si bien es cierto, estos sumarios retratan

momentos específicos de las comunidades

cristianas, Lucas nunca pretendió idealizarlas, como

veremos a continuación.

Luces y sombras que nos

desafían hoy

Una rápida mirada a Hechos del Espíritu nos

muestra que el libro está dividido en dos grandes

secciones: “Desde los orígenes en Jerusalén al

concilio de Jerusalén” (1:1 – 15:35) y “Pablo lleva

la buena nueva hasta Roma” (15:36 – 28:31).

Veamos sus contenidos.

La sección 1:12 – 5:42 es una descripción de la

comunidad de Jerusalén. La llegada del Espíritu a

la comunidad cristiana y el testimonio de las

maravillas de Dios en diversas lenguas (2:1-13),

anticipa lo que será la misión: el poder de Dios

actuando y hablando en dirección a todas las

naciones. Y aunque muchas veces hay “una

tendencia general entre los cristianos evangélicos a

interpretar pentecostés desde una perspectiva

fenomenológica (de eventos observables) e

individualista”16, lo cierto es que se trata de un

evento comunitario, donde el Espíritu no excluye a

nadie. ¡Todos y todas fueron llenos del Espíritu,

16 Juan Driver. El Espíritu Santo en la comunidad mesiánica. Bogotá: Clara – Semilla, 1992, p. 49.

confirmando así la profecía de Joel 2:28-32!

En 2:41 Lucas señala que, después de la predicación

cristológica de Pedro, como tres mil personas se

añadieron a la comunidad cristiana en Jerusalén.

Esa experiencia más el sumario (2:42-47) es algo

que hoy, sin duda alguna, llamaríamos

“avivamiento”. Espíritu, predicación, conversión,

vida en comunidad, testimonio ante el pueblo son

las marcas de la iglesia.

En pleno fervor espiritual, pronto los apóstoles se

van a enfrentar a una nueva situación: la presencia

de los pobres que no eran de la comunidad cristiana.

Pedro y Juan no evaden al mendigo que está en la

puerta del templo y lo sanan por el poder de Dios

(3:1-6). Y una vez más, el testimonio crece entre el

pueblo (3:11). Es interesante observar como la

primera comunidad cristiana vio con naturalidad

que servir a los necesitados era parte de su vida

espiritual. Y es que, como dice Emilio Núñez,

“vivir el Evangelio significa en una manera muy

especial servir a nuestros semejantes, especialmente

a aquellos que están destituidos espiritual y

materialmente, los pobres de la tierra”17.

Es en ese momento que los primeros cristianos se

van a topar con algo que ya habían experimentado

cuando Jesús fue arrestado y ajusticiado: la

presencia del poder religioso-político (4:1-22).

Pero nada detendrá a la comunidad del Espíritu.

Ante las amenazas la iglesia se hace más fuerte por

medio de la oración (4:29). Y Dios les regala un

nuevo pentecostés (4:31), confirmando que Él

realmente controla todo y nada escapa a su señorío.

Lucas, a continuación, cuenta dos historias

antagónicas. Bernabé (4:36-37) y Ananías y Safira

(5:1-11). Éstos pecan contra el Espíritu Santo y

caen muertos. Se trata de una historia sombría que

nos recuerda que la avaricia y la mentira a veces

conviven en la comunidad cristiana, por más que

ésta rebose del Espíritu. Lo interesante es que ese

pecado no detiene a la iglesia, pues continúan las

señales y prodigios (5:12-16).

Finaliza esta sección con un nuevo enfrentamiento

con los poderes locales (5:17-42). Los apóstoles

padecen a causa de su testimonio, y el Espíritu los

sigue fortaleciendo y renovando: “Y todos los días,

17 Emilio Núñez. Teología y misión: Perspectivas desde América Latina. San José: Visión Mundial, 1995, p. 256.

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integralidad 10

en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar

y predicar a Jesucristo” (5:42).

La sección 6:1 – 15:35 ha sido titulada Hacia una

iglesia abierta. La razón estriba en que allí

encontramos la actividad misionera de los

Helenistas, de Pedro y de la Iglesia de Antioquía

abierta a los gentiles. Pero esta actividad comienza

con una nueva sombra: la injusticia de los

“hebreos” contra las viudas de los “griegos” al

desatenderlas en la distribución diaria. Todo esto

provocó murmuración (6:1). Este hecho es más

grave de lo que a primera vista parece. Por detrás

hay un evidente conflicto cultural: los judíos de

“habla aramea” y los de “habla griega” (como

traduce la Nueva Versión Internacional).

Cuando una comunidad cristiana crece

numéricamente también crece en posibilidades de

confrontar nuevas situaciones (viudas, judíos de

habla griega, etc.). Sin embargo, los apóstoles

tuvieron la capacidad de dar solución a un

problema. Los judíos de habla griega eligieron a

sus propios servidores –quienes estaban llenos del

Espíritu Santo– en una asamblea al parecer

“democrática”. Pero, sin proponérselo tal vez, los

apóstoles delegaron autoridad a los que iban a estar

en la vanguardia de las misiones a los gentiles como

es el caso de Felipe (8:5-40). Judea y Samaria iban

a escuchar el evangelio de Jesucristo.

El relato del martirio de Esteban (7:1-60) y la

persecución de la iglesia (8:1-3) anteceden a la

conversión de Saulo, el apóstol a los gentiles (9:1-

9,15), y a la conversión del gentil Cornelio (10:1-

48). Este último relato da cuenta de la labor

misionera de Pedro en tierras gentiles, y quien a su

vez tiene una segunda “conversión” cuando Dios le

enseña que no hay misión posible si no se superan

las sombras del prejuicio cultural, del etnocentrismo

y del racismo. Al final de ese relato ocurre un

nuevo pentecostés, gentil esta vez, pero similar al

que ocurrió en el aposento alto (11:15). El Espíritu

quiebra todas las barreras culturales creadas por los

seres humanos, porque él quiere que toda la

creación llegue al conocimiento del Salvador.

Avanza esta sección con la historia de la iglesia en

Antioquía (13:1-3). En esta comunidad no sólo hay

diversos ministerios (profetas y maestros), sino

creyentes de distintos trasfondos culturales

(Bernabé, Simón “el negro”, Lucio de Cirene,

Manaén y Saulo). ¿Puede haber acaso mejor

ejemplo de lo que es el respeto mutuo y la

convivencia intercultural? Y mientras estaban en el

culto, ayunando, el Espíritu habló y llamó a

Bernabé a Saulo a la tarea misionera. Finaliza ese

breve relato con el respaldo eclesial respectivo: “les

impusieron las manos y los despidieron”.

Luego vendría la misión concreta en tierra gentil

(Iconio, Listra, Panfilia, Atalía) con la conocida

estrategia paulina de ir a las sinagogas (14:1). A

pesar de las piedras y persecuciones se reconoce

que Dios “había abierto la puerta a los gentiles”

(14:27). Esto no sólo disgustó a los cristianos de

origen judío sino que llevó a que la iglesia celebre

su primer concilio en Jerusalén (15:1-29), donde se

toma la sabia decisión de no cerrar las puertas a

nadie. Finaliza la sección en 15:35 diciendo que

“Pablo y Bernabé continuaron en Antioquía,

enseñando la palabra del Señor y anunciando el

evangelio con otros muchos”. El evangelio, sin

duda, se abrió al mundo gentil, pero esto fue porque

el Espíritu abrió los corazones y el entendimiento

de la comunidad cristiana.

En la sección 15:36 – 28:31 vemos a Pablo

llevando la buena nueva hasta Roma. Al igual que

en la sección anterior, una fricción, una

desavenencia entre Bernabé y Saulo (¡Otra sombra!

¡Y todo por llevar a Juan Marcos a quien el Espíritu

Santo no había llamado!, 15:36-41), va a estar en

los orígenes de los nuevos periplos misioneros en

tierras gentiles. Sin embargo este hecho triste no

desalentó a Pablo, más bien todo lo contrario.

Rápidamente Pablo va a recomponer su equipo

misionero. Silas (15:40), Timoteo (16:3), e incluso

Lucas se van a sumar al equipo (16:12) y pronto

verían las diversas conversiones al Señor Jesucristo:

Lidia (16:15); el carcelero de Filipos (16:33);

grupos de nuevos conversos en Tesalónica (17:4),

Corinto (18:8), Efeso (18:27), etc. “Cree en el Señor

Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa” era el mensaje

poderoso de Pablo. Pero todo esto fue posible

porque el Espíritu estaba guiando a estos siervos de

Dios.

En 16:6-7 encontramos que el Espíritu Santo no

sólo le prohibió a Pablo y sus compañeros hablar la

palabra en Asia, sino que les impidió que llegasen a

Bitinia. Para algunos este relato es algo enigmático.

Pero nunca debemos olvidar que el jefe máximo de

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integralidad 11

la misión –según Hechos– es el Espíritu Santo. El

mismo que llamó a Pablo y Bernabé mencionando

sus nombres, es el mismo que prohíbe hablar e ir en

tal dirección. El Espíritu es el estratega mayor y

jamás se equivoca. Pero hay que tener oídos para

oírle.

Pero, por otro lado, el Señor tenía planes para

Pablo. Diversas “circunstancias” permitieron que

Pablo llegase a Roma. Ciertamente hubo

calumnias, persecuciones en su contra (19:23-41) y

hasta intentos de asesinato (23:12-22). Pero la

mano de Dios estaba con Pablo, y cada vez que

pudo testificó de su fe en Jesucristo (22:6-15;

26:12-18).

Es interesante observar que esta sección –todo el

libro, en realidad– termina con la llegada de Pablo a

Roma. Lucas es cuidadoso en recordar a sus

lectores que lo que hace Pablo es un cumplimiento

de lo que escribió en el Prólogo (1:1-11). Al igual

que el Señor Jesucristo, Pablo testifica del reino de

Dios (cf. 28:23,31 con 1:3). Pablo, además, hace

saber a sus interlocutores judíos (28:17) que el

evangelio se ha abierto a los gentiles: “a los gentiles

es enviada esta salvación de Dios” (28:28). Roma,

ciertamente, se cuenta entre las naciones gentiles, y

allí predica “acerca del Señor Jesucristo,

abiertamente y sin impedimentos”. Pablo ha

llegado “hasta lo último de la tierra” (1:8). Pero

¿misión cumplida?

Hay diversas teorías acerca de por qué Lucas no

cuenta más, no da más detalles o no añade nuevos

capítulos a su libro. Incluso hay quienes sostienen

que Lucas tenía en mente un tercer volumen. Pero

todo es mera especulación. Lo más razonable

parece ser que Hechos del Espíritu

Es un libro que no tiene en realidad punto final,

porque espera que se añadan nuevos capítulos a

medida que el pueblo de Dios vaya restaurando

el bendito Espíritu a su lugar santo de control.

Él va a ocupar su trono con tal que no le sea

disputado y no tenga que ejercer una soberanía a

medias18.

La misión, sublime tarea de la iglesia, está aún

inconclusa. Y la iglesia hoy, que goza de la

presencia del Espíritu Santo, está en inmejorables

condiciones de llevar el evangelio de Jesucristo a

toda criatura en toda la tierra habitada.

18 Arthur Pierson, Op. Cit., p. 96.

El poder del espíritu santo

¿qué significa hoy?

Una lectura atenta de Hechos nos muestra que en

los inicios de la iglesia la presencia del Espíritu no

fue objeto de especulaciones, sino una realidad

intensamente vivida19. Los ejemplos vistos nos

indican que la iglesia, cuando está llena del poder

de Dios, se pone de pie para cumplir con la misión

encomendada: ser testigos “hasta lo último de la

tierra”, quebrando así toda oposición externa y toda

barrera levantada por los hombres.

Pero la tarea misionera nunca ha sido fácil.

Siempre hubo diversos padecimientos. Y se sufre a

causa de los enemigos del evangelio (autoridades

político-religiosas, idolatrías diversas, etc.), pero

también a causa de la misma iglesia (abusos, luchas

de poder, prejuicios diversos, pecados escandalosos,

etc.). Lo maravilloso en todo esto es que nada

detiene que Dios siga derramando su Espíritu. Las

sombras no pueden opacar las luces, el avivamiento

del Espíritu. ¿Por qué? Porque la iglesia hoy, al

igual que en Hechos, es una comunidad que vive

por la presencia del Espíritu Santo.

Al presente, de esta realidad somos más conscientes

que, digamos, varias décadas atrás. Y en esto hay

que darle los créditos, sin mezquindad alguna, al

movimiento pentecostal en sus diversas

expresiones. Le sobran razones a Eldin Villafañe

cuando señala que ha habido en las iglesias del

continente un “redescubrimiento” de la persona, de

la obra y del legado del Espíritu Santo.

Es un legado que subraya la urgencia del poder

del Espíritu Liberador en favor de una

espiritualidad y misión integral del reino de

Dios. También es un legado cuyas raíces se

extienden a la historia de la acción del Espíritu

Santo como el singular factor en la vida y

misión de la Iglesia Primitiva, según el libro de

Los Hechos20.

Y esta espiritualidad, para ser fiel al modelo que

nos presenta Hechos, tiene que llevarnos a

reconocer –entre otras cosas– los diversos modelos

de liderazgo, los diversos tipos de organización

eclesial y los diversos métodos misioneros

19 Jesús Espeja. Creer en el Espíritu Santo. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1998, p. 9. 20 Villafañe, Op. Cit. Las cursivas son mías.

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integralidad 12

contemporáneos. Así fue en Hechos del Espíritu

Santo y en el resto del Nuevo Testamento.

Hablando metafóricamente, los “judíos de habla

aramea” de hoy tienen que ayudar a los de “habla

griega” a que se organicen y hagan misión.

¿Qué significa el poder del Espíritu Santo hoy?

Significa lo mismo que en Hechos del Espíritu.

Significa la manifestación del poder de Dios en toda

criatura, en todo lugar y en todo orden llevando

vida en abundancia.

Sobre el Autor: Martín Ocaña Flores (Peruano), Pastor de la Iglesia Evangélica Bautista de Moquegua - Iglesia

Central. Magíster en Ciencias Teológicas (UBL, Costa Rica). Actualmente es estudiante del Programa

Doctoral Latinoamericano en Teología (PRODOLA). Es docente del CEMAA así como de diversos

centros y seminarios teológicos.

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integralidad 13

Evangelio y cultura en el nuevo testamento Tomado de: PAREDES, Tito (2000). El Evangelio: un tesoro en vasijas de barro. Buenos Aires, Ediciones

Kairós, Colección FTL N°5-6. Pp. 83 – 96.

La diversidad cultural es una de sus marcas

sobresalientes de mundo del Nuevo Testamento.

En él convergen, conviven y entran en conflicto las

culturas judía, greco-romana, semitas, etc. Pero

este fenómeno no es nuevo: ya en el Antiguo

Testamento se planteaba el dilema de la relación

entre el pueblo judío y los pueblos gentiles. Una

marca de la fidelidad a Dios por parte del pueblo

hebreo en el Antiguo Testamento era el mantenerse

puro, sin mezclarse con los llamados paganos en

medio de los cuales el pueblo judío vivía.

En el Nuevo Testamento, a medida que crece el

cristianismo entre los gentiles, los judíos cristianos

enfrentan el desafío de vivir la fe cristiana ya no

sólo en un contexto judío monocultural, sino

también en un contexto greco-romano, etc., es decir

en un contexto pluricultural.

El propósito de este capítulo es explorar la dinámica

de la relación entre el evangelio y las culturas en el

mundo del Nuevo Testamento, con especial

atención a las relaciones entre judíos y gentiles,

particularmente las culturas greco-romanas. Nos

centraremos en el análisis de Hechos 10 y 11 (las

visiones de Pedro y Cornelio), Hechos 15 (el

Concilio de Jerusalén y el gran debate sobre la

circuncisión de los gentiles) y luego analizaremos el

acercamiento de Pablo a la cultura griega (Hch. 17).

Del examen de estos pasajes intentaré resumir y

concluir lo que a mi parecer sería una visión más

bíblica de la relación entre evangelio y cultura, y su

consecuencia práctica para la vida en un mundo

pluricultural y plurilingüístico.

I. Relación entre los judíos

cristianos y los gentiles

El antagonismo profundo entre los judíos y gentiles

en el Nuevo Testamento tiene un largo recorrido

histórico que se remonta prácticamente a todo el

Antiguo Testamento. El pueblo judío se percibía

como el único pueblo escogido por Dios. Moisés

en Deuteronomio les recuerda:

Porque eres pueblo santo a Jehová, tu Dios, y

Jehová te ha escogido para que le seas un

pueblo único entre todos los pueblos que están

sobre la tierra. (Dt. 14.2 RV1960).

El hecho que los judíos fueran escogidos por Dios

para hacer de ellos un pueblo propio y convertir a

Israel en una nación grande les hizo olvidar que

Dios los había seleccionado a ellos no por mérito

propio, sino por su decisión soberana. Dios, en su

soberanía, hubiera podido escoger cualquier otro

pueblo. Esto no dependía de los escogidos, sino del

Dios soberano de la historia.

Los judíos habían desarrollado una visión de sí

mismo que los separaba y excluía del resto de la

humanidad. Las exhortaciones bíblicas dirigidas a

los judíos, particularmente en el Antiguo

Testamento, para que no se mezclaran en los planos

matrimonial, social y religioso con los pueblos

paganos de la tierra prometida ahondó más el

sentido de superioridad judía. De igual manera,

observamos que en la historia de la conquista de

Canaán es evidente que los judíos entendieron que

Dios les pidió que los pueblos conquistados debían

ser destruidos y expulsados de los territorios.

Parece ser que la desobediencia de los judíos que

dejaron con vida y convivieron con los gentiles fue

la causa de su infortunio y de la opresión recibida

por parte de algunos pueblos (ver el libro de

Jueces). Este marco histórico de relaciones entre

judíos y gentiles en el Antiguo Testamento también

afectó a los cristianos del Nuevo Testamento

quienes, como veremos en este pasaje de Hechos

10, tenían dificultades para relacionarse con los

gentiles. Incluso Pedro, discípulo de Jesús, también

tenía un fuerte prejuicio hacia los gentiles.

| TEOLOGÍA | Por Rubén (Tito) Paredes

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integralidad 14

II. La segunda conversión de

Pedro: hechos 10

Cornelio era un centurión romano, es decir, un

gentil asignado a Cesarea, centro del gobierno

palestino. La organización militar romana tenía la

siguiente estructura: la legión (similar a una

división) estaba compuesta por 6,000 hombres; ésta

a su vez estaba dividida en 10 cohortes1. Cada

cohorte estaba compuesta por 600 hombres, es

decir, la décima parte de una legión2, cada cohorte

se dividía en 6 centurios, que eran grupos de 100

hombres similares a una compañía, y cada centuria

tenía un centurión como jefe.

Hechos nos dice que Cornelio era piadoso y

temeroso de Dios. Este calificativo de piadoso era

aplicado en los tiempos del Nuevo Testamento a los

gentiles que habían aceptado la religión judía sin

aceptar la circuncisión y sus leyes. Asistían a las

sinagogas y creían en el Dios y la ética judía.

Cornelio era un gentil piadoso que estaba buscando

a Dios3. Era un hombre dadivoso de mucha

oración4.

Los judíos estrictos no querían saber nada de los

gentiles, pensaban que el favor de Dios sólo se

extendía a los judíos. Pedro tenía que desprenderse

de esta manera de ver a los gentiles; estaba

hospedado en la casa de Simón, un curtidor de

pieles. El oficio de curtidor implicaba el contacto

con los cueros de animales muertos (Nm. 19: 11-

13); un judío rígido no habría aceptado la

hospitalidad de un curtidor de pieles. Pedro estaba

en camino.

Los judíos tenían unas leyes estrictas de

alimentación que podemos encontrar en

Deuteronomio 12 y Levítico 11. Sólo podían comer

carne de animales que rumiaban (bolo de alimento a

medio mascar) y que sus pezuñas o uñas fueran

hundidas; cualquier otro animal no era limpio para

ellos.

A través de la visión de Hechos 10, Dios estaba

preparando a Pedro para no llamar “inmundos” a

1 Pequeño Larousse Ilustrado, Larousse, París, 1984. 2 Ibid. 3 William Barclay, Acts of the Apostles, The Saint Andrew Press, Edimburgo, 1955, pp. 83-84. 4 Ibid., p. 84-85.

los gentiles, para encontrarse con Cornelio y

reconocer que lo que Dios limpió no debía

rechazarlo ni llamarlo común5. Los judíos creían

que eran el pueblo escogido y exclusivo de Dios.

Los judíos estrictos no tenían contacto con los

gentiles, ni aun con los judíos que no observaban la

ley. Un judío estricto no hospedaba a los gentiles

tampoco se hospedaba con alguien que era gentil.

El hospedaje que Pedro dio a los emisarios de

Cornelio demuestra que Pedro comenzaba a

escuchar la voz de Dios y que las barreras

comenzaban a romperse.

El relato continúa diciendo que al día siguiente

Pedro se fue con sus visitantes a Cesarea donde

Cornelio los estaba esperando, juntamente con sus

parientes y amigos a quienes había invitado.

Cuando se encontraron, Pedro le manifestó a

Cornelio:

Ustedes saben que a un judío le prohíbe su

religión tener tratos con extranjeros o entrar en

sus casas. Pero Dios me ha enseñado que no

debo llamar profano o impuro a nadie. (Hch.

10.28, Dios habla Hoy)

Luego Cornelio también le relata a Pedro la visión

que él tuvo, y afirma que están listos para escuchar

“todo lo que el Señor te ha mandado a decirnos”

(Hch. 10.33).

Al comenzar a hablar, Pedro confiesa su gran

descubrimiento, el motivo de su segunda

conversión:

Ahora entiendo que de veras Dios no hace

diferencia entre una persona y otra, sino que en

cualquier nación acepta a los que lo reverencian

y hacen lo bueno. (Hch. 10.34-35, Dios habla

Hoy).

El resto de la historia es conocido: no sólo Cornelio

recibe el mensaje del evangelio, sino que también

Pedro es testigo de que el Espíritu Santo vino sobre

los no judíos mientras escuchaban ese mensaje.

Los creyentes judíos que acompañaron a Pedro en

esta visita se quedaron admirados de que el Espíritu

Santo también fuera dado a los no judíos. Luego

Pedro mandó que se bautizaran. El mensaje es

claro: Dios no hace acepción de personas y quiere

que todos se arrepientan y vengan a un

conocimiento pleno de él en sus vidas y sus

5 Ibid., p. 85-86.

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integralidad 15

culturas.

III. El concilio de Jerusalén:

los gentiles pueden ser

cristianos sin hacerse judíos,

hechos 15.1-35

Examinaremos ahora el pasaje de Hechos 15 en

torno al llamado Concilio de Jerusalén, en el que la

Iglesia del siglo 1 se enfrentó con un problema muy

real y controversial: si era necesario, como

sostenían los llamados judaizantes, que los gentiles

se hicieran judíos para ser verdaderos cristianos.

1. No se puede ser salvo sin hacerse

judío (hechos 15.1-5)

En Hechos 15 vemos que un grupo de cristianos

que habían ido de Judea a Antioquía sostenían y

enseñaban que los gentiles no podían salvarse si no

se sometían al rito de la circuncisión y no

guardaban la ley de Moisés (15.1-5). Pablo y

Bernabé, que estaban en Antioquía, tuvieron una

fuerte discusión con ellos. Frente a este hecho los

hermanos de Antioquía decidieron nombrar a Pablo,

Bernabé, y otros, para ir a Jerusalén y tratar el

asunto con los apóstoles y ancianos de la iglesia

allí.

Estos judaizantes consideraban que, “puesto que el

cristianismo era el cumplimiento de las promesas

hechas a Israel, los no judíos tenían que hacerse

judíos para salvarse”6.

Esta enseñanza también implicaba que la fe en

Jesucristo no era suficiente para la salvación. A la

fe hay que añadirle la circuncisión y el

cumplimiento de la ley de Moisés. Este era un

asunto de fondo, de crucial importancia, que debía

resolverse.

La circuncisión era la señal dada por Dios para

indicar el pacto entre él y su pueblo Israel. Los

judaizantes no sólo enfatizaron esto sino que lo

6 La Biblia de estudio, Dios Habla Hoy, SBU, 1994, p. 1669, nota de 15:1.

hacían una condición para la salvación en Cristo7.

En el libro de Gálatas 2.11-14 encontramos que

estos judaizantes influenciaron la vida de Pedro,

quien ya había aceptado a los gentiles como tales

(en el encuentro con Cornelio, Hch. 10.11). Pedro

comía y se relacionaba con los no judíos, pero

cuando llegaron los judaizantes se apartó de ellos

hipócritamente porque tenía miedo de los fanáticos

de la circuncisión (2.12). Otros creyentes judíos

siguieron el ejemplo hipócrita de Pedro, incluso

Bernabé (2.13).

Por esta razón Pablo confrontó a Pedro

públicamente (2.14), y gracias a Dios tanto Pedro

como Bernabé reaccionaron y reconocieron su

hipocresía, y finalmente defendieron la

evangelización de los gentiles basada sólo en la fe

en Jesucristo.

Al pasar pro Fenicia y Samaria camino a Jerusalén,

Pablo y Bernabé contaron cómo los no judíos

habían dejado sus antiguas creencias para seguir a

Dios. Esto producía alegría entre los hermanos. Al

llegar a Jerusalén también contaron todo lo

ocurrido. El cristianismo que se había iniciado

entre los judíos comenzaba a ser recibido

significativamente entre los gentiles. Muchos de

ellos se convertían al cristianismo. Podemos

imaginar el gozo, emoción u alegría por estos

hechos.

En la reunión de Jerusalén, algunos fariseos que

había creído insistieron que los gentiles debían

circuncidarse y guardar la ley de Moisés, es decir,

hacerse judíos para ser aceptados por Dios. Pablo

se refirió a los judaizantes como perturbadores

(entre quienes había fariseos y grupos religiosos que

promovían y exigían el estricto cumplimiento de la

ley mosaica; cf. Gl. 1.7).

2. La salvación de los gentiles es sólo

por la fe en Jesucristo

Cuando Pedro, Pablo y Bernabé hablaron ante el

Concilio sostuvieron que no había necesidad de

hacerse judío para ser salvo (Hch. 15.6-21).

7 John Stott, The Message of Acts, Inter-Varsity Press, Leicester, 1990, p. 242.

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integralidad 16

El testimonio de Pedro (15:7-11)

Pedro dice que Dios lo escogió entre los judíos para

anunciar el evangelio a los no judíos (v.7); Dios

aceptó a los no judíos igual que a los judíos, ya que

les dio también el Espíritu Santo (v.8); él no hace

diferencia entre los judíos y los no judíos, pues ha

purificado a ambos por medio de la fe en Jesucristo

(v.9); Pedro pregunta por qué darles a los no judíos

cargas que ni los propios judíos habían podido

llevar, y termina diciendo que sólo somos salvos

por la gracia gratuita en Jesucristo (vs. 10-11).

El testimonio de Bernabé y Pablo (15.12)

Ellos contaron a toda la multitud cuán grandes

señales y maravillas había hecho Dios por medio de

ellos entre los gentiles.

El comentario de Santiago (15.13-21)

Luego de escuchar a Pedro, Pablo y Bernabé,

Santiago también reconoce que Dios incluye a los

gentiles como parte de su pueblo, y fundamenta esto

haciendo referencia a pasajes del Antiguo

Testamento.

Sugiere que “no se inquiete a los gentiles que se

convierten a Dios, sino que se les escriba que se

aparten de las contaminaciones de los ídolos de

fornicación, de ahogado y de sangre” (v.19).

3. La decisión del concilio y la carta a

los no judíos (hch. 15.22-29)

Los apóstoles y ancianos en el Concilio de

Jerusalén decidieron no insistir en que los gentiles

debían circuncidarse y guardar la ley de Moisés; es

decir, acordaron y determinaron que los gentiles no

tenían que hacerse judíos para ser salvos. También

decidieron escribir una carta a los gentiles que fuera

llevada personalmente por varios hermanos, entre

ellos Pablo, Bernabé, Judas y Silas (v.22). En la

carta se aclaraba que los judaizantes que los

perturbaban no tenían su autorización (23-24).

También se hacía referencia a los emisarios que

fueron nombrados para hablar del asunto con ellos

(25-27), y, finalmente, se concluía: “Ha parecido

bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponeros

ninguna carga más que estas cosas necesarias: que

os abstengáis de los sacrificado a ídolos, de sangre,

de ahogado y de fornicación” (vs. 28-29).

4. Las decisiones del concilio de

Jerusalén: implicaciones para nuestros

días

Del análisis de las decisiones del Concilio de

Jerusalén podemos derivar las siguientes

conclusiones:

a. La salvación es sólo por la fe en Jesucristo.

b. La salvación no requiere de obras o alguna

carga adicional (circuncisión, guardar la ley,

etc.).

c. Cuando comunicamos el evangelio a otros

pueblos a menudo lo hacemos imponiendo

consciente o inconsciente nuestra cultura o

ciertas tradiciones que nada tienen que ver

con el evangelio.

d. No debemos comunicar el evangelio con

nuestro ropaje cultural y menos forzarlo sobre

los evangelizados.

e. Debemos romper nuestra maceta cultural y

“sólo” sembrar la semilla del evangelio en el

suelo del pueblo o cultura donde llevamos el

evangelio.

f. La expresión del evangelio debe reflejar los

aspectos positivos de la cultura de los pueblos

evangelizados.

g. El evangelio afirma los aspectos positivos de

nuestras culturas y transforma los aspectos

negativos: “Examinadlo todo y retened lo

bueno” (1 Ts. 5.21).

h. Si los no judíos en el Nuevo Testamento

podían llegar a ser cristianos sin hacerse

judíos, entonces:

i. Los quechuas, shipibos pueden ser

cristianos plenos sin hacerse mestizos,

criollos o españoles.

ii. Los peruanos, bolivianos y colombianos

pueden ser cristianos plenos sin hacerse

europeos, ingleses, norteamericanos o

coreanos.

iii. Los pueblos evangelizados pueden ser

cristianos sin adoptar la cultura del

misionero.

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integralidad 17

IV. Pablo y la cultura griega

Otro modelo paradigmático que provee el Nuevo

Testamento para acercarse a la relación entre el

evangelio y la cultura lo encontramos en la manera

en que el Apóstol Pablo se inserta y relaciona con la

cultura griega. Basamos este acercamiento en el

pasaje de Hechos 17.16-34.

Pablo se encontraba en Atenas esperando a Silas y

Timoteo. Una de las cosas que le llamó mucho la

atención, al punto de indignarlo, fue el hecho que la

ciudad estaba llena de ídolos (v.16). La actual

capital de Grecia, Atenas,

Fue en la antigüedad el centro más importante

del arte, la filosofía y la literatura. Ya en los

tiempos de Pablo su importancia comercial y

política había disminuido, aunque seguía siendo

un importante centro cultural e intelectual8.

Es importante notar que Pablo discutía en las plazas

con los atenienses y en las sinagogas con los judíos

y piadosos; esta era la estrategia usual de Pablo, es

decir, al llegar a una ciudad buscaba y asistía a la

sinagoga de los judíos y los piadosos9.

Pablo presentaba y discutía el evangelio de

Jesucristo con algunos filósofos epicúreos y

estoicos; éstos lo tildaron de palabrero y

propagandista de nuevos dioses (v.18) y lo llevaron

al Areópago (v.19), a fin de escuchar el mensaje

que traía. Según Dunn10, el epicureísmo era una

filosofía práctica cuyo objetivo era asegurar una

vida feliz y maximizar la experiencia del placer;

entre otras cosas enseñaba que el alma muere con el

cuerpo (evitando el temor a lo sobrenatural). Por su

parte, el estoicismo enseñaba que el objetivo del

filósofo debía ser vivir en armonía con la

naturaleza, guiado por la razón, a la que

identificaban con Dios y manifiesta en la

providencia y la razón humana. Por lo tanto, vivir

en armonía con esta razón era lo único bueno; todo

lo demás era indiferente11.

Una de las características culturales de los

8 Santa Biblia, Reina-Valera, S.B.U., 1995, Edición de estudio, nota sobre Hechos 17.16., p.1429. 9 James D. G. Dunn, The Acts of the Apostles, Trinity Press International, Pensilvania, 1996, p.230. 10 Ibid., p.233. 11 Ibid.

atenienses era ocuparse de oír y comentar las

últimas novedades; era gente muy curiosa e

inquieta. Ellos dijeron a Pablo:

¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza

de que hablas?, pues traes a nuestros oídos cosas

extrañas. Queremos, pues, saber qué quiere

decir esto. Porque todos los atenienses y los

extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa

se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo

(vs. 19-21)

A esto se debió la libertad con que Pablo compartió

el mensaje del evangelio tanto en plazas como en el

Areópago12.

La prédica de Pablo intenta encontrar puntos

comunes entre el estoicismo griego y el

monoteísmo judío. Es interesante observa que

Pablo al empezar su discurso en el Areópago usa un

calificativo moderado y hasta positivo al referirse a

los atenienses como gente muy religiosa13, en vez

de llamarlos idólatras (v.22). Esto demuestra que

Pablo intentaba hablar la verdad en amor. Si

hubiera empezado su discurso llamándolos

idólatras, en vez de abrir la posibilidad para que lo

escucharan, habría ocurrido todo lo contrario ya que

habría ofendido a la gente quizás innecesariamente.

Por otro lado, al decir que esa gente era muy

religiosa, básicamente, les estaba diciendo lo que

sentía, que ellos eran idólatras, pero de una forma

más diplomática. De esta manera podía ser

escuchado. Los atenienses eran verdaderamente

gente muy religiosa, tenían todo tipo de dioses y

aún tenían un altar para el Dios “no conocido”

(v.23). Eran tan religiosos, que querían ofrecer

respeto y adoración a todos los dioses posibles.

Desde su punto de vista, si había un dios que ellos

no conocían, éste debía ser merecedor de su respeto,

por lo cual le hicieron un altar. Este Dios “no

conocido” de la cultura ateniense se constituyó en

un puente de comunicación y un elemento cultura

12 “Areópago: término que significa colina de Ares (nombre griego del Dios de la guerra, llamado Marte entre los romanos). En la colina de este nombre se reunía, en sus inicios, el consejo de Atenas; después, el nombre se aplicó al consejo mismo, que en tiempos de Pablo probablemente celebraba sus sesiones en un edificio junto a la plaza principal”. Santa Biblia, Reina Valera, S.B.U., 1995, Edición de estudio, nota de Hechos 17.19., p.1429. 13 “Muy religiosos: quizás hay un toque de ironía en estas palabras; algunos han traducido muy supersticiosos, pero esta traducción es menos probable”. Ibid., nota de Hechos 17.22., p.1430.

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integralidad 18

ateniense que le permitió a Pablo introducir el

mensaje del evangelio y presentar al verdadero Dios

encarnado en Jesucristo.

Atenas era una gran ciudad universitaria y una

ciudad de muchos dioses. Según Willian Barclay

“se decía que había más estatuas de dioses en

Atenas que en todo el resto de Grecia, y que

también en Atenas era más fácil encontrarse con un

dios que con un hombre”14. Por eso Pablo les dice a

los atenienses que ese dios que ellos adoran sin

conocer es de quien él les habla (v.24). Como dice

Dunn: “La estrategia incluía la disposición para

empezar donde está la audiencia y construir un

terreno común lo más que se pueda”15.

Pablo comienza a construir la visión bíblica de Dios

(Hch. 17.24-34):

- Dios hizo el mundo y todas las cosas que en

él hay (v.24);

- Dios es Señor del cielo y de la tierra (v.24);

- Dios no habita en templos hechos por manos

humanas (v.24);

- Dios sustenta su creación, “da a todos vida,

aliento y todas las cosas” (v.25);

- Dios ha creado a todos los hombres de una

sola sangre para que habiten sobre la faz de la

tierra (v.26);

- Dios ha prefijado el orden de los tiempos y

los límites de su habitación (v.26);

- Dios ha creado a los seres humanos para que

lo busquen, es decir, con hambre de Dios

(v.27).

Esta experiencia de Pablo en Atenas nos muestra

que en las distintas culturas es posible encontrar

puentes de comunicación y elementos que puedan

ser apreciados y utilizados para presentar el

evangelio más adecuadamente. Por ejemplo, en el

Perú antiguo había una creencia generalizada en el

dios creador, quien era denominado Tunupa entre

los aymaras, y Wiracocha y Pachacamac entre los

incas. Por lo tanto, la idea de un dios creador del

universo, aunque limitada y un tanto distorsionada,

puede ser de todas maneras un punto de partida y

encuentro entre el evangelio y las culturas de

nuestros pueblos indígenas. A partir de este

concepto del dios creador andino podemos

presentar y construir la visión del Dios creador y

sustentador de la vida.

14 Barclay, op. cit., p.141 15 Dunn, op. cit., p.233.

Precisamente Pablo encuentra el concepto del dios

“no conocido” e introduce al Dios conocido de la

Biblia: menciona entonces que este es el Dios que

hizo el mundo y todas las cosas que hay en él; que

es el Señor del cielo y de la tierra, que no vive en

templos hechos por los hombres y que no necesita

que nadie haga algo por él. Por el contrario, él nos

da el aire, la vida y todas las cosas (v.24). Pablo

comienza a dar contenido y enseñanza acerca del

Dios de la Biblia a partir de este dios “no

conocido”.

Al introducir Pablo al dios “no conocido” lo

presenta según la creencia tradicional judía de Dios

como creador de todo, distinto de su creación, que

no depende de nadie ni de nada y de quien, por el

contrario, la humanidad y la creación dependen

totalmente en todo desde el primer soplo de vida.

Por lo tanto, la humanidad puede buscarlo, palparlo

y hallarlo, “ya que no está muy lejos de cada uno de

nosotros”. Esto enfatiza el hecho de que Dios nos

ha creado de tal menera que los seres humanos

busquemos a Dios, es decir, tengamos hambre y sed

de Dios.

Pero Pablo no se queda en el Dios creador y

sustentador sino que anuncia que Dios, habiendo

pasado por alto los tiempos de ignorancia de los

hombres, ahora manda que todos se arrepientan

(v.30) y que ha establecido un día en el cual él

juzgará al mundo con justicia por medio de

Jesucristo, a quien resucitó de los muertos (v.31).

Es evidente que Pablo tiene conocimiento de la

cultura griega; él hizo referencia a dos de los poetas

griegos para apoyar su argumentación acerca del

verdadero Dios. En Hechos 17.28 dice:

Porque en él vivimos, nos movemos y somos;

como algunos de vuestros propios poetas

también han dicho: “Porque linaje suyo somos”.

Siendo pues linaje de Dios…

Según Dunn, la primera cita no tiene una fuente

conocida, pero la segunda cita “en el vivimos y nos

movemos…” es una cita derivada del poeta estoico

Aratus16.

Pablo presentó, pues, todo el mensaje del evangelio,

incluyendo la resurrección de los muertos. Esta

16 Aratus, Phaenomena 5, citado en James Dunn, op. cit., 1996, p.236.

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integralidad 19

última no fue bien recibida por los griegos.

Algunos de ellos se burlaron y otros dijeron que ya

lo oirían hablar de eso en otra ocasión (v.32). Pablo

predicó todo el evangelio a pesar de encontrar burla

por parte de los atenienses. En este pasaje de

Hechos 17 apreciamos una especial sensibilidad

cultural en Pablo hacia los atenienses. También

apreciamos su conocimiento profundo de la cultura

griega al igual que su esfuerzo constante por

comunicar el mensaje del evangelio

contextualmente, en forma y contenido, buscando

fidelidad a la Palabra de Dios y sensibilidad al

contexto.

La manera en que Pablo se acerca a la

evangelización en Atenas ilustra su modo de

comunicar el evangelio: toma elementos propios y

naturales de la cultura y religiosidad ateniense y

busca comunicar el evangelio desde esa matriz

cultural. Esto es lo que algunos católicos llaman

una evangelización “inculturada”17. Según Agenor

Brighenti,

En la Biblia acontece la primera y fundamental

inculturación –la helenización del cristianismo,

el discurso de San Pablo en el Areópago de

Atenas, es un ejemplo de la relación entre

evangelio y cultura y de cómo predicar el

evangelio en otra cultura18.

Los creyentes de hoy en día, que hemos sido

llamados también para vivir y comunicar todo el

evangelio a todos los pueblos, debemos seguir el

ejemplo de Pablo: conocer nuestra cultura y las

culturas en las cuales hemos sido llamados a ser

testigos de Jesucristo. Debemos ser sensibles a la

cultura buscando puentes de comunicación que

hagan el mensaje del evangelio más entendible y

claramente aceptado, todo esto sin dejar de ser

fieles al evangelio.

La sensibilidad cultural y el conocimiento de la

cultura no garantiza la aceptación del evangelio,

pero es un esfuerzo que busca ser fiel al Señor de la

mies cuando nos invita a conocerlo mejor a él,

como también al campo, la gente y la mies a la cual

nos ha llamado a servir. Por lo tanto, es importante

conocernos a nosotros mismos, nuestra cultura, al

Señor y su Palabra, el campo, el pueblo y la cultura

donde el Señor nos ha llamado a vivir y comunicar

17 Agenor Brighenti, Por una evangelización inculturada, Ediciones Paulinas, 1997, p.120. 18 Ibid., p.16.

su santo evangelio.

Conclusión

Hemos podido ver cómo los judíos cristianos del

primer siglo, inclusive algunos de los discípulos de

Jesús como Pedro, tenían una visión exclusivista y

llena de prejuicios hacia los no judíos.

Especialmente los judíos cristianos conocidos como

judaizantes pensaban que los gentiles tenían que

hacerse culturalmente judíos para poder ser salvos.

Pedro finalmente comprendió, a través de la visión

que recibió, que Dios no hace diferencia entre las

personas, que él quiere que todos lleguen a un

conocimiento pleno de la luz del evangelio, que

todos encuentren la salvación en su propio contexto

sociocultural, y que no espera que todos se “hagan”

judíos. El Concilio de Jerusalén dio su veredicto en

relación esto. El pueblo escogido por Dios no es

solamente el pueblo judío del Antiguo Testamento

y Nuevo Testamento, sino también el nuevo Israel,

es decir, los gentiles que han aceptado a Jesucristo

como Señor y Salvador. Para Dios no hay personas

o pueblos sobre la faz de la tierra que no sean

dignos de su gracia, su misericordia y su amor. Por

ello Juan 3.16 sigue teniendo un significado

profundo:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que

nos dio a su Hijo unigénito para que todo aquel

que en él cree no se pierda, sino que tenga vida

eterna.

Los cristianos latinoamericanos en los umbrales del

siglo 21 deben desarrollar una profunda convicción

que el prejuicio y la exclusión de personas sobre la

base de su filiación étnica, cultura, de clase social o

poder económico no son aceptables ante los ojos de

Dios. Él quiere que dentro de sus propios contextos

culturales, dejando que esos contextos sean

transformados por Dios. Que la corrección que

ofrece su Palabra sea el eje para la transformación

de aquello que es pecaminoso en sus culturas y sea

también una afirmación de lo que tienen de bueno y

rescatable. Concluimos con una pertinente cita de

Juan Stam:

Nuestro tema [evangelio y cultura] nació con el

mismo evangelio. Desde que el eterno Logos,

Hijo de Dios, se “contextualizó” en carne

humana y asumió como suya propia la cultura

judía del primer siglo, los cristianos se han

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integralidad 20

encontrado ante el desafío de un cristianismo

culturalmente cooptado. En su encarnación

Jesucristo nos dio para siempre el paradigma de

un evangelio culturalmente encarnado. (Juan

Stam, “Evangelio, cultura y pluralismo

religioso”, en Boletín Teológico, n°67, julio-

setiembre, 1997, FTL, Buenos Aires.).

Sobre el Autor: Rubén (Tito) Paredes Alfaro, Ph.D. en Antropología, UCLA; M.Div, Fuller Theological Seminary, es

Director de la Facultad Evangélica Orlando Costas del CEMAA. También es profesor y Decano en

PRODOLA (Programa Doctoral Latinoamericano). Está casado con Joy y tiene tres hijos: Tania,

Miguel y Marcos. Radica en Lima (Perú).

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integralidad 21

Casa, camino y comunidad: un enfoque

sociocultural de la misión apostólica en hechos

de los apóstoles

Introducción

El plan soberano de Dios revelado en las Santas

Escrituras es experimentado en la comunidad de

fieles por la acción del Espíritu Santo. Las

consecuencias sociopolíticas de la acción salvadora

de Dios por medio de Cristo se han manifestado a lo

largo de la historia. Es por eso que Tito Paredes al

tener en cuenta que la Biblia contempla una visión

total de la realidad socio-cultural, física y espiritual

del ser humano, dice que “la realidad sociocultural

debe ser entendida dentro de su propio marco de

referencia y no juzgada desde el punto de vista de

otras realidades”. (Tito Paredes, en Boletín

Teológico No. 31, 1988, p. 228).

Con sus inicios claramente campesino y rural, el

anuncio de Jesucristo por parte de los primeros

cristianos se extendió sobre todo en ambientes

urbanos y así fue ganando espacios poco a poco en

la geografía del mundo del primer siglo. Después

de convertirse en la religión oficial del imperio

romano, sus estructuras eclesiásticas se fueron

implicando con las estructuras de la administración

imperial. Del movimiento de Jesús se pasó al

movimiento cristiano que se fortaleció con la

inculturación del evangelio en el mundo helenista,

no obstante las persecuciones que se vivieron por

parte de la gente judía y también del imperio

romano.

El cristianismo emergió de diversas identidades

religiosas y socioculturales que fueron provocadas

por las relaciones de reciprocidad y de conflictos de

los judíos y no judíos, griegos, romanos y gentes de

otros pueblos, en el marco e influencia de la

coyuntura o contexto nacional de Palestina como en

el internacional en toda la extensión del imperio

romano.

El contexto social y cultural de la Palestina del

primer siglo, tanto antes como después de la

guerra judía, era altamente conflictivo. La

presencia del dominio romano y las líneas

políticas y religiosas oficiales del judaísmo

entraban en tensión con las tradiciones y

expectativas populares. La presencia del

Imperio Romano no sólo tiene consecuencias

políticas significativas, sino que afecta

decisivamente los planos económico y social,

modifica la demografía de la región, y genera un

marco cultural distinto. (Néstor O., Miguez en

RIBLA No. 22, 1995:3, pp. 21-22).

De un tiempo a la fecha, en las ciencias bíblicas ha

habido interés en el estudio del entorno social y

cultural en el cual se formaron los textos del

Antiguo y Nuevo Testamento. Por lo que tanto en

Estados Unidos como en Europa, se han hecho

contribuciones al estudio de la Biblia desde las

ciencias sociales (1). En el caso de nuestro

continente latinoamericano (2), las contribuciones

tienden a rescatar el movimiento de Jesús, los

cristianismos originarios y la diversidad de los

orígenes del cristianismo, en el marco del contexto

sociocultural que prevaleció en Palestina durante la

presencia del imperio greco romano.

El objetivo del presente artículo es revisar algunos

de los principales aportes que las ciencias sociales,

han hecho en el desarrollo de la teología de la

misión. Tanto la antropología cultural, en un

primer momento, como posteriormente la

sociología, en su esfuerzo por comprender las

dinámicas que las diversas sociedades, han ofrecido

a la teología de la misión elementos teóricos, a la

luz de los cuales ésta replantea constantemente sus

estrategias misioneras. La cuestión de la relevancia

de las ciencias sociales se desplazó hacia la

antropología cultural que está en la base de la

problemática de la inculturación, del sincretismo y

| MISIOLOGÍA | Por Pedro Robledo

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integralidad 22

del diálogo entre religiones.

Carlos Van Engen al decir que la Biblia es como un

tapis de la misión de Dios, la cual se realiza en la

narrativa textual en una variedad de temas, de

tiempos, lugares y culturas, se refiere a la relación

de la teología de la misión con las ciencias sociales

en los siguientes términos:

La teología de la misión es multidisciplinaria.

La misiología es un conjunto unido. La

misiología es una disciplina en sí, centrada en

Jesucristo y su misión. Al unirse a la misión de

Jesucristo, la iglesia participa en la misión de

Dios en el mundo creado por Dios, en el poder

del Espíritu Santo. La misiología busca

entender las intenciones de Dios en la misión,

examinar las teorías históricas y prácticas de la

participación de la iglesia en la misión de Dios,

y utilizar todas las ciencias sociales a su

disposición para entender los contextos en los

cuales la misión de la iglesia ocurre. (Carlos

Van Engen, 2011, p. 60).

Este trabajo trata de dos secciones: Mientras en la

primera se aborda la importancia acerca de que la

hermenéutica misiológica se enriquezca con los

aportes de las ciencias sociales, para hacer un

análisis y búsqueda de una transformación de la

realidad humana; en la segunda se pone importancia

en el estudio sociocultural de la misión apostólica

en Hechos de los apóstoles en el marco de la

extensión y consecuencias del dominio del imperio

romano, en donde se hizo palpable el testimonio y

anuncio de Jesucristo, el Salvador y Señor y la

iglesia como comunidad de resistencia y alternativa

evangélica, mostró una dimensión comunitaria de la

fe cristiana y del reino de Dios. Para terminar, se

comparten implicaciones para la vida y misión de la

iglesia que como pueblo de Dios, habita, camina y

vive comunitariamente en los pueblos y ciudades de

nuestro continente americano, en donde viven

personas originarias, anglosajonas, mestizas e

hispanas.

1. Aportes de las ciencias

sociales a la hermenéutica

misiológica

La sociología contemporánea nos ayuda a

comprender la dinámica social cultural global

contemporánea. Con todas sus disciplinas como la

antropología socio-cultural, las ciencias sociales

tienen como objetivo conocer a la humanidad en su

entorno. En forma especial, el tema de la cultura es

el que ha sido considerado en el aporte que la

antropología ha hecho a la misiología. Es por eso

que ante el pluralismo y complejidad existente, se

requieren hacer diversos análisis socioculturales y

también religiosos que tiendan a la transformación

social en un ambiente rural o urbano. Y es que el

entorno cultural de una comunidad se construye con

la interrelación de las dinámicas sociales que se

manifiestan.

Las ciencias sociales también son útiles porque

nos ayudan a analizar los diferentes mecanismos

sociales e institucionales así como los tipos de

relación social que se establecen en el proceso

de expansión del cristianismo. (Samuel

Escobar, 1999, p. 20).

Las ciencias sociales son indispensables para la

elaboración de propuestas de acción misionera

responsable en nuestro contexto

latinoamericano. La contextualización de la

reflexión teológica implica que el conocimiento

de la realidad social, económica y política debe

informar la producción teológica que se precie

de ser fiel a dicha prioridad misionera. (Juan D.

Rogers, en B. T., No. 50, 1993, p. 110).

Aunque el desarrollo de la evangelización en el

primer siglo se hizo con la interacción entre

diversos actores y contextos socioculturales, el

contenido kerigmático siempre fue el mismo con las

metodologías hermenéuticas y las respectivas

implicaciones teológicas y socioculturales para la

misión.

La sociología está interesada en el estudio de las

estructuras, los procesos y las relaciones, y

busca comprender estos elementos en el texto

bíblico con el objeto de detectar su presencia y

las interrelaciones que existan, para así entender

mejor la interacción grupal y el desarrollo

institucional que se encuentra en la Biblia: la

familia, la economía, sistema de gobierno y

sistemas legales, los ritos y las creencias

religiosas. (Humberto Lagos S. y Arturo

Chacón H., en Boletín Teológico, No. 31, 1988,

p. 207).

El aporte de las ciencias sociales enriquece la tarea

hermenéutica y da más luz para comprender mejor

el significado de textos bíblicos. De manera que el

trabajo hermenéutico trata de colocar los textos

bíblicos en un contexto cultural concreto, en donde

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integralidad 23

el significado del mensaje bíblico tiene que ser el

mismo al actualizarlo en la cultura. Es así, que el

contexto cultural del mundo bíblico, debe conducir

a la búsqueda de los modelos culturales que inciden

en la conducta de los personajes y las comunidades

que se describen en los relatos bíblicos, con quienes

tenemos que dialogar desde nuestra cultura actual.

Al nacer en una situación de vida específica, el

texto bíblico produce sentido para actualizarse en

una realidad actual. En forma específica, la

hermenéutica teológica y misiológica se hace a la

luz de los nuevos contextos socioculturales,

considerando que la realidad socio-cultural deber

ser entendida dentro de su propio marco de

referencia y que lo intercultural e interreligioso de

hecho transforma la práctica evangelizadora.

Míguez Bonino, para quien es importante la

verificabilidad del cristianismo en su función

histórica, dice que las exégesis científicas e

históricas como las socio-analíticas, han contribuido

mediante una circularidad hermenéutica, a liberar

los textos bíblicos para una nueva y creativa

obediencia.

“El significado de la fe cristiana y del

testimonio bíblico no puede abstraerse de su

impacto histórico. El criterio de verificabilidad

histórica y la crítica del concepto clásico de

verdad demandan, a su vez, nuevas formas e

instrumentos hermenéuticos”. (José Míguez

Bonino, 1977, p. 119).

Al considerar el contexto histórico del mensaje

bíblico, Tito Paredes al referirse al testimonio

evangélico en hechos y palabras de las primeras

comunidades cristianas y hacer un análisis de cuatro

narrativas de misión en el libro de los Hechos,

señala la interesante relación que debe existir entre

evangelio y cultura y de ahí por consiguiente extrae

algunas implicaciones que son prácticas para la vida

y misión de la iglesia en un mundo diverso ética,

cultural y lingüísticamente.

“En el Nuevo Testamento, a medida que crece

el cristianismo entre los gentiles, los judíos

cristianos enfrentan el desafío de vivir la fe

cristiana ya no sólo en un contexto judío

monocultural, sino también en un contexto

greco-romano, etc., es decir en un contexto

pluricultural”. (Tito Paredes, 2000, p. 83).

Como los textos son parte y se han formado y

transmitido en una cultura y una realidad social, es

por eso que es muy necesario encontrar la relación

que existe entre ambos. Se trata pues de que la

iglesia como comunidad hermenéutica y

misiológica se empeñe en conocer el marco social y

cultural que vivieron las primeras comunidades

cristianas en todas sus dinámicas sociales. Las

ciencias sociales han contribuido para comprender y

conocer mejor el trasfondo histórico y la vida

cotidiana de las personas de los diferentes pueblos

del mundo bíblico, por lo que es muy importante

ubicar las narrativas de la Biblia en su respectivo

contexto social y cultural, propios del antiguo

cercano oriente y en el mediterráneo oriental hasta

el siglo primero.

“La necesidad de reconstruir el mundo

referencial del texto implica saber la

significación cultural de ciertas actitudes,

expresiones, condiciones de vida. En ese

sentido, el estudio de la Biblia y los datos de las

ciencias sociales interactúan”. (Néstor O.

Míguez, 2006, p. 311).

Ahora es muy oportuno de que el estudio y difusión

de la significación cultural y antropológica del texto

bíblico sea asumida como parte esencial de su

comprensión, lo cual, permite apreciar y proclamar

la riqueza cultural que los textos bíblicos manejan,

la cual nos ayuda para descubrir y caminar hacia

nuevos horizontes. El estudio de los componentes

del texto a partir de su propio entorno cultural, es

decir que el análisis del mundo del texto y del

mundo del lector, deben ir siempre de la mano.

“En tanto portadores de una tradición viva y

viviente, los textos bíblicos están involucrados

en la conformación de identidades,

instituciones, roles sociales ritualidades,

moralidades, sistemas políticos. Es, por tanto,

prometedor poner tales fuentes en diálogo con

algunas indagaciones de las ciencias sociales,

que pueden hacer más audaz nuestra lectura de

la Biblia, a la vez que comprender y cuestionar

ciertos sistemas de significación y prácticas

vigentes en nuestras sociedades

contemporáneas”. (Andrea Hojman,

Suplemento de Revista Bíblica, Buenos Aires,

2015, p. 131).

Es mediante el encuentro y el diálogo con el texto

bíblico que se pueden extraer claves de lectura para

comprender, actualizar y apropiarse el sentido de su

mensaje. Luego podemos enriquecer los saberes y

renovar las miradas nuestras desde la situación en

vida en que nos encontremos. Los textos bíblicos

nos ofrecen aspectos y experiencias de la vida

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integralidad 24

humana misma que tienen que ver con la

incorporación de los usos y costumbres de los

habitantes, sus modos culturales, sus diversidades,

sus formas de organización social o comunitaria,

sus formas de intercambio comercial.

2. El estudio sociocultural de

hechos

En el caso de mi tesis sobre Hechos 1-15 que tratará

sobre la hermenéutica que explica y actualiza la

práctica misiológica apostólica con una perspectiva

universalista, consideraré los hechos sociales y el

conocimiento de lo social que permearon el entorno

de la vida humana de las primeras comunidades

cristianas, haciendo una descripción de los hechos

sociales del cristianismo y su ubicación en su

contexto social como también explicar en qué

consistió y cómo se produjo la primera

evangelización, en forma intercultural,

contracultural y contra hegemónica en las

sociedades del primer siglo. De modo que el

mundo social descrito en Hechos, permite encontrar

modelos de interpretación bíblica y práctica

misiológica, desde el paradigma de Jesús de

Nazaret, el Cristo.

“El movimiento de Jesús, después de su

Resurrección y antes de la institucionalización

de la Iglesia, se estructura en pequeñas

comunidades domésticas. Todo el libro tiene

una dinámica que parte del Templo y llega a la

casa. La formación de pequeñas comunidades

es lo que permite que la Palabra se haga

presente en las ciudades y en las culturas”.

(Pablo Richard, 1998, p. 18).

Al hacer un análisis del contexto literario y el

contexto sociopolítico que permearon los discursos

y las secuencias narrativas de los relatos, se

analizarán las formas en que durante la

proclamación del evangelio y el testimonio cristiano

y dentro del proceso de la conversión a Dios y la

invocación de Jesucristo como Salvador y Señor, se

pasaba con la ayuda del Espíritu Santo, para incidir

mediante acciones concretas, en el interior y fuera

de la comunidad cristiana para promover cada día,

la transformación, el bienestar y el desarrollo

integral de la vida de las personas seguidoras del

nuevo camino de salvación.

La buena nueva y todas las cosas acerca de que

Jesucristo como autor de la vida, había venido a dar

sanidad y salvación integral a la humanidad (y que

había sido resucitado por su Padre celestial

conforme a las Escrituras), se anunciaba ferviente y

cotidianamente en dos lugares que eran de mucho

significado: el Templo y las casas. En tanto el

primero ya no era controlado religiosa y

económicamente por el sanedrín judío, el segundo

se convirtió en un espacio de encuentro, en donde

se perseveraba en aquello que el Señor había

recomendado. Un tercero es el camino. Cada uno

de estos tres espacios, tienen un fuerte significado

misiológico con una carga socio-cultural con una

dimensión comunitaria en la obra de Lucas-Hechos.

La persecución de los primeros cristianos y la

expansión del cristianismo hacen que el Templo ya

no sea el ámbito fundamental del culto cristiano.

Samuel Escobar habla acerca de la acción misionera

de Dios en la historia, la cual propicia procesos de

significación social, ya que el anuncio del evangelio

y la transformación social, van de la mano. De

manera que la presencia misionera de Dios en el

mundo puede crear una comunidad alternativa. Las

comunidades cristianas se componían tanto de

judíos como de gentiles que llegaron a formar parte

de una sola familia, cuyo nombre provenía del

mismo Dios Trino y uno, cuya gracia se manifiesta

en la cultura de los seres humanos y en toda su

creación.

“Me parece especialmente significativa la

familiaridad que muestra el estilo de Lucas-

Hechos con las estructuras sociales y los

momentos históricos del mundo antiguo que

influyeron en el desarrollo de la misión

cristiana, y al mismo tiempo la certeza de que lo

que mueve la acción misionera es el poder del

Espíritu. Es evidente que el nuevo siglo

requiere de un regreso a los modelos bíblicos de

misión. Atravesamos una época de cambios

radicales en la cultura, la política y la

economía”. (Samuel Escobar, 1999, p. 21).

El camino llega a convertirse en un lugar de

encuentro en donde se comparten historias y

experiencias transformadoras de vida cotidiana y

del buen vivir que nos proponen las culturas

originarias. De acuerdo a las narrativas de Lucas,

es tanto en la casa como en el camino, donde el

pueblo reunido posibilita y celebra la vida en

comunidad, y en donde Jesucristo resucitado se

aparece a sus seguidores y su pueblo, para

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integralidad 25

acompañarles y realizar delante de sus ojos, su tarea

hermenéutica al abrirles las Escrituras del Antiguo

Testamento y hacerles comprender su significado y

cumplimiento, para luego entonces animarles para

que al obedecerlas con la ayuda del Espíritu Santo,

dieran testimonio acerca del camino del nuevo

estilo de vida mostrado por el Padre por medio de

su Hijo Jesucristo a la humanidad.

En su libro: Del movimiento de Jesús a la iglesia

cristiana, Rafael Aguirre dice que el sorprendente

crecimiento del movimiento cristiano tiene que ver

con la adopción de la casa, como estructura básica y

referente de la sociedad mediterránea del siglo I.

Como la estructura social antigua dependía del

paterfamilias, a una posible ruptura de la armonía

familia a causa del evangelio, se presenta la

comunidad cristiana como alternativa a la casa de

procedencia, donde se da lugar a una

resocialización en los valores del reino.

“La etapa de los años 40 hasta 70 d. C. es el

período de lenta y difícil transición de Oriente

para Occidente, de Palestina para Asia Menor,

Grecia e Italia, del mundo cultural judío para el

mundo cosmopolita de cultura griega, de una

realidad de mundo rural para una realidad de

mundo urbano, de comunidades que surgieron

alrededor de las sinagogas, esparcidas por

Palestina y Siria, hacia comunidades más

organizadas que surgieron alrededor de la casa

(oikos) en las periferias de las grandes ciudades

de Asia y de Europa”. (Carlos Mesters y

Francisco Orofino, en RIBLA 22, 1996, p. 37).

Así como Jesús, los apóstoles buscaron una

alternativa al orden imperial romano establecido en

las ciudades, por lo que usaron formas ocultas de

resistencia y estrategias misioneras enfatizando la

relación entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe.

Lo que más impresiona y llama la atención en los

primeros cuarenta años de la historia de las

comunidades cristianas, es la diversidad de grupos,

movimientos, tendencias y doctrinas, en donde los

cristianos vivieron la situación de una pequeña

minoría sin ninguna influencia política.

“Dentro de las condiciones históricas de la

iglesia primitiva, el ejercicio concreto de esa

nueva comprensión de superioridad y

subordinación al dominio de Cristo, solamente

podría ilustrarse dentro de la vida de la

comunidad”. (José Míguez Bonino, 2013, p.

150).

Conforme se daba la expansión del Imperio

Romano en Oriente Medio, hubo condiciones del

conflicto social bajo el gobierno romano en

Palestina, se estableció una comunidad fraterna y de

cooperación para sanar los efectos del imperialismo,

expulsando a las fuerzas ocupantes extranjeras,

contrarrestando la desintegración social y actuando

en las comunidades rurales.

Con la manifestación de Jesús de Nazaret como el

Hijo de Dios en la historia y el Cristo resucitado por

Dios, se hace posible la concepción de la visión de

un nuevo mundo y un nuevo estilo de vida,

mostrado mediante ser una comunidad de bienes,

para lo cual se sigue el criterio de dar a cada quien,

según sus necesidades, y que también fue un reflejo

de imágenes jubilares propias que se anunciaron en

el Antiguo Testamento y que Jesús mismo tuvo

presente durante su práctica evangelizadora, desde

una dimensión particular a una universal de la

misión de Dios en el mundo y que ahora continua

por medio de su pueblo con el acompañamiento del

Espíritu Santo.

“Lucas, en su relato del avance misionero de la

comunidad de discípulos en el mundo pluralista

greco romano del primer siglo, caracterizado

por la presencia de un amplio abanico de

culturas y religiones, va indicando cómo estos

primeros misioneros respondieron a las diversas

necesidades humanas y dialogando

creativamente con las particularidades culturales

y las expresiones religiosas con las que se

fueron cruzando en el camino. Sin renunciar en

ningún momento a su vocación misionera, en la

encrucijada pluralista religiosa y cultural del

primer siglo, los discípulos no dejaron de

proclamar a todos los públicos humanos en

todos los espacios culturales en los que

transitaron que Jesús de Nazaret, un predicador

ambulante judío crucificado por el poder

imperial, era Cristo y Señor”. (Darío López,

2010, p. 85).

Al igual que Jesús, el grupo de personas creyentes

en él, en su caminar misionero tuvieron diversos

encuentros con personas de otras culturas con todos

sus usos y costumbres propias, a las que les

anunciaron el mensaje de salvación y vida eterna

aprovechando toda circunstancia y oportunidad que

se les presentaron, confirmando por las Escrituras

que Jesús quién había sido crucificado y que había

resucitado, ahora estaba sentado a la diestra del

Padre celestial como Señor.

La práctica evangelizadora apostólica y de las

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integralidad 26

comunidades cristianas fue realizada en forma

ferviente, itinerante y austera, resaltando la

dimensión comunitaria del pueblo creyente y del

reino de Dios, acompañándola de acciones

encaminadas a generar cambios comunitarios, que

se mostraban mediante la solidaridad y la

perseverancia en todos los aspectos del estilo de

vida humana y cristiana. Con esto se rescata el

componente político-social de la fe y el testimonio

de las primeras comunidades cristianas, en su tarea

de contextualizar la evangelización. Aunque ahora,

hay quienes hablan ya no tanto de inculturación o

de contextualización, sino la encarnación del

evangelio y de diálogo interreligioso, como

estrategia misionera para dar testimonio de Dios y

propiciar la expansión del cristianismo en diferentes

escenarios socioculturales.

“Los conceptos sobre el debate sobre las

culturas, las religiones y las sociedades

contemporáneas, apuntan a las categorías

histórico-antropológicas de gran relevancia y

pertinencia para el campo de las ciencias

bíblicas y para el ámbito de la historia y de su

campo hermenéutico. Los sujetos

socioculturales se articulan e interactúan en las

fronteras geográficas, así como en las fronteras

étnicas, en función de las necesidades naturales

o las exigencias socioculturales de movilidad

física, como es el caso de la diáspora judía

antigua y de la cristiana, que forjarán y

constituirán los componentes socio-

antropológicos y los valores que van a

caracterizar sus identidades, y también a

diferenciarlas de los demás”. (José Luíz

Izidoro, en RIBLA 69, 2011-2, p. 7).

Según Antonio González que habla de la relevancia

social de la fe cristiana auténtica y su pertinencia en

la actualidad con perspectiva universal, la acción

cristiana tiene que concretizarse siempre en

situaciones históricas y culturales diversas que es

preciso reconocer y analizar:

“El testimonio de las primeras comunidades

cristianas sobre Jesús y sobre su reinado nos

puede dar luces sobre los límites de algunas

opciones tomadas en el pasado reciente. Y,

sobre todo, nos puede abrir los ojos sobre las

enormes posibilidades de liberación que para la

fe cristiana se abren en el presente”. (Antonio

González, 2003, p. 16).

La iglesia siendo la comunidad del Espíritu Santo,

está integrada por personas que tienen que

fraternizarse para fomentar la ayuda mutua y el

respeto mutuo, y de ahí proyectarse al mundo para

impactarlo con el poder del evangelio de Jesucristo.

Mediante todo un proceso de discipulado de una

espiritualidad profunda y una vocación de servicio,

la realidad prevaleciente una vez que se analice,

podrá ser construida o transformada socialmente.

Solamente así, el reino de Dios y el mensaje sobre

Jesús de Nazaret, el Cristo, podrá ser encarnado en

el caminar comunitario de nuestros pueblos y

ciudades con los valores de justicia, solidaridad y

así contribuir a la promoción, defensa y

conservación de la vida.

La evangelización en la diáspora fue un fenómeno

complejo que utilizó el marco del imperio romano

en el que aparecen diferentes prácticas misioneras

que terminan por interactuar unas veces pacífica y

otras conflictivamente. De tal manera que la

conversión que se producía principalmente por la

acción del Espíritu Santo, después de escuchar el

mensaje, era también retroalimentado con el

contacto personal con los misioneros mediante

estructuras tan importantes como la casa, el camino

o las redes sociales que integraban al pueblo

creyente en comunidades y así interactuar con el

mundo y su realidad, articulando las diferentes

relaciones con los grupos, actores, condiciones y

dinámicas sociales que existen en el mundo, para

analizar y transformar la experiencia, realidad y

cultura del ser humano.

En su Palabra, Dios ha dado a conocer su propósito

enfocado a las naciones, el cual con la ayuda del

Espíritu Santo, debe ser comprendido por su pueblo

inmerso en su experiencia y realidad humana con

todos sus factores sociales y culturales.

“Sólo una teología que –con humildad, respeto,

interdisciplinar y horizontes abiertos– se

construya desde la comunidad de fe, en diálogo

permanente con la realidad social, política,

económica y cultural de nuestros pueblos, puede

ser instrumento en las manos de Dios para el

servicio del mundo. Sólo una teología que es

fiel al Evangelio de Jesucristo puede ser la

portadora del mensaje del Reino de justicia y

paz, recreadora de la esperanza para un mundo

en el que impera el desencanto”. (Alberto F.

Roldán, 1999, p. 213).

La proclamación del evangelio de Jesucristo y del

reino de Dios, al tener respeto por la dignidad y la

cultura humana, debe promover la plenitud de la

vida en todos los aspectos de la sociedad, con

alternativas históricas de transformación social,

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integralidad 27

económica y cultura, como también el

ordenamiento de la vida social para responder a las

necesidades humanas que tiendan a abrir un camino

hacia el cambio social y para crear condiciones

histórico-culturales favorables a toda persona y ser

viviente.

3. Implicaciones para la misión

de la iglesia hoy

Nuestra evangelización y discipulado, deben

propiciar mediante un diálogo con las ciencias

sociales, una transformación económica, espiritual,

social y cultural. Esto significa integrar los aportes

de las diferentes ciencias sociales con toda su

unidad metodológica al quehacer misionero de la

iglesia. Todo, con el entendido que solamente el

fundamento de las Escrituras, el poder del Espíritu

Santo y el sometimiento al Señorío de Jesucristo,

son ejes orientadores del mensaje cristiano para

abordar la experiencia humana en forma integral,

mediante una fe y obediencia como muestra de un

discipulado comprometido con la realidad. Pensar

hoy la misión a la luz de estas nuevas referencias

socioculturales, supone replantearse a fondo esa

vocación universalista de la proclamación del

evangelio del reino de Jesucristo.

“Los cristianos latinoamericanos en los

umbrales del siglo 21 deben desarrollar una

profunda convicción que el prejuicio y la

exclusión de personas sobre la base de su

filiación étnica, cultural, de clase social o poder

económico no son aceptables ante los ojos de

Dios”. (Tito Paredes, 2000, p. 96).

Como modelo transcultural de práctica

evangelizadora, Jesús viene a hacer realidad la

presencia del reino de Dios en la vida cotidiana del

pueblo con todos sus beneficios y requerimientos.

Es en Jesucristo, que todos los pueblos son un

pueblo multirracial y pluri étnico-cultural delante de

Dios. Por consiguiente, es necesario estar

consciente de que en una sociedad donde el

pluralismo se globaliza, el camino no puede ser otro

que el del diálogo interreligioso que, a la luz de los

aportes de las ciencias sociales, implica un

profundo respeto y valoración de las religiones y las

culturas de todos los pueblos, y la comprensión

teológica de que Dios ama profundamente la

cultura, y que ella es precisamente una expresión de

vida humana como don divino.

“Vivimos en una época caracterizada, entre

otras cosas, por el conflicto de interpretaciones

de la fe cristiana y de la tarea de la iglesia en el

mundo. En este contexto se hace imperativo

reconsiderar la una y la otra a la luz de la

Palabra de Dios, en diálogo abierto con la

realidad socioeconómica y política, y con miras

a la obediencia al Señor de la iglesia y del

mundo. Para ello se precisa reconocer la

importancia de que la teología profundice sus

raíces en la vida y vaya acompañada por las

ciencias humanas”. (Presentación del editor del

Boletín Teológico No. 56, Año 26, Diciembre

de 1994. Fraternidad Teológica

Latinoamericana. Buenos Aires).

Integrada e inspirada en la Missio Dei, la iglesia

como pueblo de Dios, se convierte en una

comunidad de bienes y de testimonio viviente en la

sociedad. En relación con esto, en el libro de los

Hechos de los Apóstoles se da una concentración y

actualización del mensaje del Antiguo Testamento

que habla del Jubileo, el Shalom y Reinado de Dios

con todos sus beneficios y requerimientos, mismos

que al fundirse en Jesucristo y hacerse realidad en la

historia con todas sus implicaciones culturales

socioeconómicas y políticas, en una dimensión

vertical y horizontal, pueden posibilitar con el poder

y guía del Espíritu Santo, la práctica de la

misericordia, justicia social y fidelidad total, todo lo

cual y de acuerdo a la metodología de la teología

bíblica, ha sido también expresado en los conceptos

de transformación y misión integral.

Al abordar la dimensión histórica de la misión

evangelizadora de la iglesia y señalar que el

testimonio de la fe evangélica, ahora tiene que

enfocarse de una manera pertinente en la realidad

actual, Orlando Costas dice:

“La Iglesia cristiana hizo tanto impacto en el

mundo grecorromano porque predicó un

mensaje apropiado al problema de las masas: un

mensaje de esperanza y perdón para una época

desesperanzada, llena de culpa y carente de

propósito y sentido. Dado el caso de que las

necesidades básicas del hombre de hoy son

esencialmente las mismas que las del hombre de

ayer, el evangelio puede tener el mismo impacto

en el mundo del siglo actual que tuvo en los

primeros trescientos años después de Cristo”.

(Orlando E. Costas, 1971, p. 95).

Se trata pues de rescatar con la contribución de

distintas escuelas dentro de las ciencias sociales, el

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integralidad 28

significado de cultura en toda la extensión de la

palabra, y que conduce al proceso de revalorización

de las culturas originarias de nuestro continente

latinoamericano y caribeño, con toda su riqueza de

cosmogonía y cosmovisión. No solamente hace

falta hacer misión usando medios contextuales, sino

que es muy importarse abrirse a un diálogo

interreligioso y también intercultural que sea más

profundo y que sea un medio para expresar

cotidianamente “los tiempos de refrigerio” de Dios

y del buen vivir en nuestra casa, el camino y

nuestras comunidades, y así al fortalecer la

identidad comunitaria y étnica para transformar

pacíficamente el presente y construir personas más

integrales que no separen de si su cultura, su

religiosidad y su espiritualidad.

“Para que nuestra misión sea auténticamente

intercultural y encarnada en las culturas de

nuestros pueblos, las comunidades evangélicas

necesitan realizar la misma tarea realizada por

las primeras comunidades: identificar las huellas

de la revelación de Dios en nuestras culturas y

cómo las mismas apuntan a la redención en

Cristo”. (Declaración de Aranjuez 2008: Por

una misión intercultural, en Lourdes Cordero y

Marcelo Vargas (Editores), 2010, p. 223).

De acuerdo al modelo enseñado por Jesús, la tarea

misionera de la iglesia debe contemplar el alcanzar

con el mensaje del evangelio, a las multitudes de

gentes que están cercanas como lejanas geográfica o

culturalmente, es decir en la periferia de los pueblos

y ciudades. En palabras de Costas, quien habla del

ambiente personal y social de la fe cristiana y la

nueva vida en Cristo como un nuevo estilo de vida

comunitario como distintivo del reino de Dios y

como transformación del Espíritu Santo,

“evangelizar a las multitudes es anunciar las buenas

nuevas de la acción de Dios en Jesucristo para

cambiar radicalmente una existencia humana frágil,

injusta y condenada a muerte, y crear un nuevo

orden mundial”. (Orlando E. Costas, 1986, p. 63).

En el transcurso de la revelación progresiva de Dios

en la historia de la salvación y las realizaciones

históricas del reino de Dios, se han dado

motivaciones y problemas sociopolíticos y

antropológicos. Es en este sentido que el evangelio

posee un significado político y social en el mundo

actual, donde la voluntad de Dios es que se cree una

nueva comunidad que actúe para contribuir a una

nueva creación y una nueva humanidad. El

carácter, la acción y presencia redentora de Dios, se

hacen palpables en el devenir histórico de la

humanidad, como testimonio de la plenitud de la

vida en los seres humanos.

Ante el desafío de realizar un proyecto sociopolítico

con un estilo de vida alternativo, la iglesia en

diáspora que vive proceso de urbanización y

descolonización en diferentes condiciones

culturales y sociológicas, es llamada para mostrar

su testimonio y compromiso cristiano mediante

acciones concretas de fe, esperanza y amor para con

todo ser viviente, y así como muestra de la

presencia del reino de Dios, generar cambios en las

estructuras socio antropológicas en la experiencia y

existencia humanas.

Entre los judíos de las comunidades de Palestina y

de la diáspora, había posibilidad de aislarse de la

influencia del helenismo para delimitar las fronteras

etno-culturales y religiosas. De lo que se trataba,

era que las diferencias socioculturales y étnicas y

otras situaciones, no debían generar ni provocar

desigualdades sociales o etno-céntricas en el

proceso de formación y crecimiento de las

comunidades cristianas. Es por eso que la

responsabilidad apostólica fue dar orientaciones

para el comportamiento social y religioso de las

comunidades cristianas que se reunían y testificaban

sobre su fe en Jesús resucitado, lo cual podría

contribuir para guardar un equilibrio en las

distenciones que se dan entre lo institucional o

aristocrático y lo comunitario o doméstico de la

iglesia.

Como la explicación y descripción de la realidad

que hacen las ciencias sociales tienen su límite, la fe

cristiana debe entender los factores que tienen que

ver con el comportamiento humano y hacer

propuestas de cambio en procesos de

transformación comunitaria, que se desprenden del

creer y seguir a Jesús, para regular así con nuestro

testimonio evangélico de una manera integral, las

relaciones y situaciones humanas en todas las

dimensiones de la vida social.

Ante la diversidad y cambios de la realidad cultural,

social y política que vivimos a todo nivel en el

presente siglo, la postura de la fe evangélica debe

ser la de evaluar las teorías científicas y asumir una

responsabilidad cristiana para que con un

discernimiento con base a los principios bíblicos y

la acción humana, pueda entender la cultura y

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integralidad 29

transformar la realidad y la estructura social. Hay

que saber identificar y analizar los

condicionamientos y las influencias de los actores

locales para determinar en qué medida son

accesibles, pertinentes o viables a la acción

tendiente a lograr cambios en la situación o realidad

histórica del momento.

Tanto Tito Paredes, Samuel Escobar y C. René

Padilla coinciden en que ante la necesidad de hacer

una reflexión socio-antropológico-teológica

pertinente a la realidad, problemática y

comportamiento humano existe la tarea de hacer un

adecuado y más enraizado cuestionamiento y

discernimiento a la luz de la Palabra y la guía del

Espíritu y que nos permita valorar el aporte de las

ciencias sociales que nos ayudan a entender mejor

la realidad socio-cultural en donde realizamos

nuestra misión.

“En cierto sentido, la encarnación de Cristo en

su dimensión socio-cultural viene a ser el ideal

de la observación participativa de la

antropología. La antropología puede proveerle

al cristiano herramientas prácticas para encarnar

el evangelio más adecuadamente en el lugar y

entre la gente donde el Señor lo ha llamado a

servir. La antropología nos puede ayudar a

revalorizar los elementos positivos de nuestras

culturas, y a verlos en su propio marco

referencial y como parte de su sistema cultural”.

(Tito Paredes, en Boletín Teológico Año 20,

No. 31, 1988, p. 224-225).

Es desde la casa, en el camino y en el templo, tanto

en el entrar como en el salir, andar, comer,

descansar y adorar, que el evangelio de Jesucristo se

debe vivir y compartir solidaria y respetuosamente

con un enfoque sociocultural para la transformación

de todo ser humano y su realidad. La

evangelización transcultural en nuestros pueblos y

ciudades, se hace con la intervención dinámica de la

Trinidad y con el uso de estrategias misioneras.

“En el contexto de un poderoso imperio (como

el de Roma), entonces y ahora, que siembra su

Pax por medios violentos y brutales a partir de

las relaciones domésticas, de la casa como

núcleo social fundamental, se opta por una

estrategia de penetración social que hace de las

familias cristianas su unidad de avanzada más

poderosa para construir la Pax cristiana que la fe

en Jesús es capaz de crear”. (Mariano Ávila.

Arteaga, 2008, p. 14).

La cultura llega a convertirse como una casa más

amplia en donde viven y conviven familias, mismas

que hacen posible la construcción social de la

comunidad. He ahí que la identidad de las personas

depende de su pertenencia y su aceptación en la

familia. En cierto sentido, tanto la familia y la

creación como casas comunes de la humanidad,

representan todo un desafío para ministrar con el

poder del evangelio de Jesucristo.

El propósito de Dios es la formación, integración y

proyección de comunidades de su reino que estén

preparadas para que al encarnarse en la realidad y la

cultura, comuniquen el evangelio, dando testimonio

acerca de la acción creadora, y redentora de Dios,

en donde él toma la iniciativa para acercarnos a su

vida por medio de su Hijo Jesucristo y al mismo

tiempo crear comunidad en el poder del Espíritu

Santo y así comisionarnos para hacernos participar

en su misión de extender su reino entre las

naciones.

“La misión de la iglesia, inserta en la misio Dei,

requiere hoy, como siempre ha sido, el manejo

de las mejores herramientas a nuestro alcance.

Únicamente la iglesia que considere que para

colaborar con la misio Dei en el mundo precisa

de todas las herramientas del conocimiento,

podrá crear un pensamiento que no sólo sea

escuchado dentro de las paredes de los templos

sino también en los ámbitos culturales, sociales

y políticos a los cuales está llamada a dar

testimonio de Jesucristo”. (Alberto F. Roldán,

2015, p. 222).

En el día a día de su caminar, la práctica misionera

de la iglesia se seguirá realizando en medio de los

dinamismos históricos y socioculturales más

amplios. Después de todo, el anuncio del evangelio

no puede prescindir de la comunidad y de la

fortaleza de la vida familiar, la cual es el núcleo

fundamental de la sociedad y la cultura, en donde se

compartirá en la mesa y en los encuentros humanos,

la gracia redentora y restauradora de Dios.

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Sobre el autor: Pedro Robledo Ramírez (Mexicano), nació en Tapachula, Chiapas; México; Presbiteriano. Estudio la Licenciatura en Teología en el Seminario Teológico Presbiteriano de México, el posgrado en Biblia en la Universidad Bíblica Latinoamericana, estudiante del cuarto año de PRODOLA. Ha sido docente e investigador en las áreas de Teología Bíblica del Antiguo y Nuevo Testamento. Hermenéutica, Narrativa y Estructuralismo. Es fundador del Centro de Estudios Teológicos y Humanísticos "Yobel", con sede en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas; en donde escribe y facilita talleres y cursos de Biblia.

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integralidad 31

La urgente necesidad de la filosofía de la religión

en la teología evangélica latinoamericana

Hay una lamentable tradición en la teología

evangélica en América Latina, que consiste en

rechazar el lugar de la filosofía y de la teología

sistemática en la reflexión teológica. El interés casi

absoluto en la praxis, en la misión, en el activismo

social ha debilitado la reflexión teológica y hoy

vivimos las consecuencias. Es urgente la necesidad

de que las generaciones teológicas actuales y las

que vienen emergiendo tengan una sólida formación

en estas disciplinas, como en otras, y superen el

prejuicio que recibieron como herencia. El

necesario encuentro con la filosofía y la teología

sistemática requerirán un gran esfuerzo de

actualización, ya que estas disciplinas han ido

cambiando con el tiempo. En general, nos

encontramos con una producción filosófica más

humilde, sin pretensiones de someter a la teología y

al pensamiento religioso y con el ánimo de respetar

su autonomía.

Una de las razones por las que es necesario que el

teólogo esté informado y mejor aún, formado, en

filosofía es la influencia que tiene la filosofía en las

principales corrientes tanto teóricas como prácticas

de la actualidad. Conocer el trasfondo filosófico de

ellas le permitirá ejercitar su juicio y estar en

condiciones de “retener lo bueno” y “desechar lo

malo” del pensamiento que se ve reflejado en la

sociedad actual. Por otro lado, el uso cada días más

común de las ciencias sociales o de las ciencias

humanas en general, en las tareas teológicas y

pastorales, demandan del teólogo conocer los

presupuestos ontológicos y epistemológicos, así

como las implicaciones éticas y teológicas, por

supuesto, de ellas. Las investigaciones teológicas

cualitativas o cuantitativas, las aplicaciones en la

teología práctica y en la administración de la iglesia

requieren un juicio suficientemente informado que

evite repetir sin asimilar, o asimilar sin evaluar.

En este trabajo pretendo dar cuenta de algunas

lecturas de filosofía de la religión que pertenecen a

corrientes vivas e influyentes con el propósito de

estimular la investigación.

1. Más allá del agnosticismo

El primer libro que comentaré es el del filósofo

mexicano Guillermo Hurtado, fue publicado por el

Fondo de Cultura Económica en México,

recientemente en el año 2016. Dialéctica del

naufragio, consta de ocho capítulos. Es un texto

que no aleja a los lectores poco versados en la

complejidad de la llamada “filosofía científica”, ya

que es una colección de ensayos. Su tono es

personal. Hurtado es un filósofo formado en la

influyente corriente de la filosofía analítica,

doctorado en Oxford, fue Director del reconocido

Instituto de Investigaciones Filosóficas de la

UNAM. El primer capítulo: “La vida y sus

sentidos”, repasa los principales argumentos en

contra de la legitimidad de la pregunta sobre el

sentido de la vida, y argumenta a favor de su

plausibilidad a partir de tres distinciones: el sentido

personal y el sentido trascendental, el sentido y el

valor de la vida y la vida como un absurdo o la vida

como un misterio. El segundo capítulo: “¿De qué

hablamos cuando hablamos de Dios?”, se ocupa de

la interpretación de L. Wittgenstein sobre el

lenguaje religioso, (un discurso que no versa sobre

hechos) y argumenta a favor de la importancia de la

verdad o falsedad del mismo: “A pesar de todo,

queremos vivir con la verdad. La falsedad nos

hiere”. (Loc. 577). El tercer capítulo: “La crisis de

mi ateísmo”, es el ensayo mas personal, en el que

describe la transición que vivió desde su formación

atea a su situación, digámoslo de esta manera, post-

agnóstica, tras la muerte de su abuela. Cito:

Yo no tengo fe, no sé dónde está la fuente, ando

sin rumbo a la mitad de la noche. Quizá no

existe la fuente. Quizá no hay nada que saber…

O quizá sí existe. Quizá estoy dentro de ella y

| RESEÑA BIBLIOGRÁFICA | Por Rafael Pola

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me niego a aceptar que su agua tibia corre por

mis venas. (Loc. 778).

El capítulo, “El diálogo como aventura”, aborda el

pantanosos asunto del diálogo entre ateos y

creyentes, y argumenta a favor de un diálogo que en

el contexto del postsecularismo vaya un paso más

allá de la tolerancia y la confrontación, por un

diálogo profundo sobre los problemas del mundo

contemporáneo y de la condición humana, en donde

más que coincidencias, se llegue a descubrimientos,

a una aventura compartida. En el quinto capítulo,

“Una arqueología de la esperanza”, abona por la

recuperación de la virtud peculiar de la esperanza, a

partir de la crisis compartida entre creyente y no

creyentes y de aquello que más allá de diferencias,

se constituye en lo que más importa, la esperanza de

vivir mejor. Para ello, dice Hurtado, se requiere la

paciencia y la humildad, la firmeza y la

perseverancia, una esperanza sin la pesada carga de

las utopías, una virtud sencilla. El sexto y último

capítulo, “Viejas virtudes para una democracia

renovada”, se refiere a la libertad, la igualdad y la

fraternidad y llama la atención sobre la necesidad

de construir una teología política de la democracia,

ya que una respuesta postsecularista en la

democracia occidental se puede beneficiar al

recuperar algunas virtudes propugnadas por la

teología cristiana.

En resumen, de las muchas virtudes que se pueden

encontrar en el libro de Hurtado es sobresaliente su

planteamiento dentro de la llamada cultura

postsecular, su tono personal y auténtico y que más

que información, el lector encuentra lo que el

propio autor llamó cavilaciones, es decir, sus

reflexiones personales sobre el tema del sentido de

la vida. Hurtado, Guillermo. Dialéctica del

naufragio, Fondo de Cultura Económica, México:

2016, 1351 pos. (Edición electrónica).

2. Un naturalista recupera su

tradición judía

El segundo libro que me gustaría comentar es el de

Hilary Putnam, también filósofo perteneciente a la

escuela analítica, fue profesor de Lógica

matemática en Harvard y uno de los grandes

filósofos de la ciencia y del lenguaje del Siglo XX.

En La filosofía judía: una guía para la vida, da

cuenta de tres grandes filósofos judíos del siglo XX

y uno más: Martín Buber, Emmanuel Levinas,

Franz Rosenzweig y Ludwig Wittgenstein.

(Putnam, H., La filosofía judía, una guía para la

vida, Alpha Decay, pp. 192, Barcelona: 2011).

Desde la Introducción, Putnam nos aclara el tono de

su investigación, dice: “la religión también debe ser

un asunto personal; de lo contrario, no es nada”. (p.

13). Así que se trata de la introducción al

pensamiento de tres grandes filósofos judíos, como

el mismo Putnam, y uno perteneciente a la tradición

protestante, Wittgenstein. Son pensadores que han

suscitado su interés y con los que bregará sobre la

religión en el contexto de la modernidad.

Putnam representa al filósofo que sin empacho se

asume como naturalista en ciencia; pero a su vez,

religioso y rechaza el intento teológico o filosófico

por teorizar acerca de Dios, es decir, lo que se ha

denominado desde Heidegger, la ontoteología.

Putnam señala algunas características de lo que

Rosenzweig llamó un nuevo pensamiento, es decir,

un pensamiento hablado, en el que se toma en

cuenta al otro, una teología humanizada. El

propósito de Rosenzweig era fomentar el

renacimiento de un judaísmo pluralista y libre de

todo dogmatismo, a partir del único mandamiento

de amar a Dios.

En el primer capítulo, aborda una cierta similitud

que él descubre entre el pensamiento de

Wittgenstein y el de Rosenzweig. Para

Wittgenstein la confusión fundamental consiste en

la tentación de hacer de la religión una teoría y no

entenderla como una forma de vida profunda, una

transformación interior de la vida del creyente.

Putnam se ocupará de dos libros de Rosenzweig: El

libro del sentido común sano y enfermo y La

Estrella de la redención. En el primero rechaza la

tentación de sustituir una forma de vida religiosa

por palabras, las que no presentan una relación

interna con una vida religiosa genuina. Otra

similitud entre Wittgenstein y Rosenzweig es su

rechazo a la búsqueda metafísica de una explicación

que de cuenta de la esencia de las cosas. Su

rechazo a toda pretensión científica de abordar la

religión, se expresa en su concepción narrativa, se

trata de una relación de amor en la que esa relación

se hace auténtica en la imitatio dei. El amor de

Dios es una dirección abierta a otros seres humanos.

Para Rosenzweig el único sentido de la vida

humana es la revelación y el único contenido de la

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revelación es el amor que culmina en redención. (p.

88).

En el capítulo 3 Putnam se introduce en el

pensamiento de Martin Buber. Su propósito es

aclarar algunos malentendidos en la lectura de

Buber, particularmente de su libro Yo y tú. El

objetivo de la filosofía de Buber, dice Putnam, es

enseñarnos que la experiencia de la divinidad no es

un fin en sí mismo. (p. 101). El verdadero fin es la

transformación de la vida en el mundo a través del

efecto transformador de la recurrente relación Yo-

Tú, (el la que Tú puede ser Dios), relación que

Buber piensa como la que se da entre amigos

fraternos. Para Putnam la teología de Buber se

puede resumir en dos oraciones: es imposible

describir a Dios; pero si se puede hablar a Dios, en

una relación Yo-Tú.

En el capítulo 4 Putnam introduce al lector en el

pensamiento de uno de los filósofos judíos más

conocido del siglo XX, Emanuel Levinas. En el

mismo horizonte que Buber Levinas sigue una

estrategia que lo aleja de la metafísica y la

epistemología, optando por el camino de la ética, a

partir del lugar que le da al “otro” en todo su

pensamiento y, como señala Putnam, un “otro” que

describe con las categorías de lo divino. Para

Levinas la ética se basa en la obligación para con el

otro y no en una semejanza empírica o metafísica

entre el yo y el otro, una obligación fundamental

que es asimétrica. A decir de Putnam, Levinas

recupera tres grandes verdades del Antiguo

Testamento como centrales en su pensamiento:

“todo ser humano debería experimentar en su propia

persona el mandamiento de estar abierto al estado

de necesidad, al sufrimiento y a la vulnerabilidad

del otro”; “Uno puede […] saber que este

mandamiento se le impone sin que pueda explicase

en términos filosóficos” y “Mi conocimiento de que

yo mismo he recibido un mandamiento divino no

sólo carece de un fundamento metafísico, sino que

además tampoco está basado en una epifanía

personal ni nada parecido.” (p. 134). Para Levinas

Dios o “el Infinito” no se pueden tematizar, pero no

quiere decir que la noción carezca de contenido, el

tal es ético. Para Levinas la ética se basa en la

percepción de personas y no de abstracciones, la

percepción ética debe respetar la alteridad hasta las

últimas consecuencias.

3. Concepto y problema de

Dios

El tercer libro que he escogido para comentar es

Concepto y problema de Dios: una reflexión

filosófica, fruto de un Seminario internacional e

interdisciplinario auspiciado por la Universidad

Autónoma Metropolitana en la Ciudad de México

en el año 2000 y editado por Francisco Piñón

Gaytán, Elisa Mora Ledesma, Óscar Perea García y

Verónica Correa Meléndez. El propósito del

seminario y del texto es desentrañar el significado,

destino, y fundamentación del concepto y la idea de

Dios, por medio del lenguaje religioso.

Entendiendo que el concepto y el problema de Dios

es también el concepto y la praxis del propio

hombre, la búsqueda del sentido de la existencia

humana. El texto está atravesado por preguntas del

tipo, cómo formulamos hoy un discurso sobre Dios

en un tiempo sin religión y en una forma secular,

con el asombro del regreso de las religiones en el

Siglo XXI, y la acuciante y muy largo debate sobre

el Dios de las religiones y el de la filosofía. Dado el

número y profundidad de los ensayo que integran el

texto, sólo podremos enlistarlos y hacer algún breve

comentario sobre alguno de ellos. Francois Houtart

escribe sobre el enfoque sociológico del concepto

de Dios, en el que aventura algunas hipótesis sobre

la relación entre los sistemas sociales y los

conceptos de Dios; Bruno Gelati en El factor

religioso y la vida, aborda el problema clásico entre

fe y razón; Gustavo Leyva en La teología inversa

de Walter Benjamín, investiga el concepto de

religión en Walter Benjamín y su lugar en un

mundo secularizado; en Modernidad,

secularización y silencio de Dios, Francisco Piñón,

rastrea el concepto de Dios en la literatura griega,

en el binomio secularización y racionalización, la

manera como se historizó en el cristianismo, y

finalmente su problematización en el renacimiento.

Por su parte, Mauricio Beuchot escribe sobre la

posibilidad del lenguaje analógico para hablar de

Dios en respuesta al ensayo de Alejandro Tomasini

Basols, Presencia y ausencia de Dios, en el que

parte de una discusión sobre los conceptos y

particularmente el concepto de Dios. Por su parte,

Enrique Dussel se ocupa de El momento negativo:

el ateísmo de los profetas y de Marx, en el que

analiza a los profetas en contra del fetiche, del

ídolo. Dulce María Granja, analiza a Kant y el

argumento ontológico. Analizando el concepto

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kantiano de Dios, es decir, filosófico y su crítica al

argumento ontológico. En su artículo: “Dios como

problema” Luis Ramos reflexiona sobre el

problema de la razón en el lenguaje sobre Dios. Por

otra parte, Jesús Óscar Perea García expone a

Heidegger y el retorno de lo sagrado, enfatizando la

idea del Dios del porvenir, en el contexto de lo que

se ha llamado el retorno de lo sagrado, no ya dentro

de los cánones de la metafísica tradicional, sino de

lo sagrado en el horizonte de la diferencia y de

aquello que ha sido impensado, del porvenir que

está marcado por la poesía, el lenguaje primordial,

un nombrar que ya no es metafísica. Fernando

Saneen Contreras se ocupa en su ensayo de

distinguir lo más claramente posible dos diferentes

conceptos de Dios, el de los filósofos y el de los

creyentes. Finalmente se incluye un ensayo del

filósofo mexicano Luis Villoro que borda sobre una

frase de Wittgenstein, en la que el concepto de Dios

conduce a la pregunta sobre el sentido de la vida.

4. Religión y posmodernidad

En este breve repaso sobre textos relacionados con

la filosofía de la religión es conveniente señalar el

libro compilado por Santiago Zabala con artículos y

entrevistas de Richard Rorty y Gianni Vattimo, El

futuro de la religión, solidaridad, caridad e ironía.

Rorty escribe sobre anticlericalismo y ateísmo y

Vattimo sobre la edad de la interpretación. La

entrevista, por otra parte, sigue la pregunta sobre el

futuro de la religión después de la metafísica. Y

también el libro en solitario de Vattimo: Creer que

se cree, en tono personal y en el que expone su

concepción de la religión para el mundo

contemporáneo, basada en lo que para él constituye

un concepto central, kenosis, lo que llama un

cristianismo trágico y la norma escatológica de la

libertad. (Rorty, Richard., Gianni Vattimo, Zavala,

Santiago (comp.)., El futuro de la religión,

solidaridad, caridad, ironía, Tr. Teresa Oñate,

Paidós, Barcelona: 2006 y Gianni Vattimo, Creer

que se cree, Tr. Carmen Revilla, Paidós, Buenos

Aires: 1996).

5. Un texto introductorio

Jean Grondin, el filósofo canadiense, publicó en

2009: Filosofía de la religión, en siete capítulos

hace una revisión en dos campos, el conceptual o

sistemático y el histórico. Señala que el ámbito de

la filosofía de la religión es el del sentido de la vida.

En los primeros tres capítulos, se ubica en el

contexto de la relación entre religión y ciencia

moderna, y su concepto del culto como esencia de

la religión. En los capítulos 4 y 5 revisa el concepto

latino y griego de la religión y en los dos últimos

capítulos se refieren a la religión en el mundo

medieval o moderno.

6. Filosofía de la religión y

hermenéutica

Enseguida, me refiero a un libro de Paul Ricoeur,

que es una recopilación en español de sus ensayos

sobre fe y filosofía. Es un texto que, también en la

línea hermenéutica, incluye textos fundamentales en

el pensamiento del filósofo francés de tradición

protestante. El libro contiene una extensa

introducción de Néstor Corona en la que expone las

etapas en el pensamiento hermenéutico de Ricoeur.

El libro tiene seis capítulos y un epílogo. El

primero se ocupa de la filosofía y la especificidad

del lenguaje religioso. En el segundo,

manifestación y proclamación, busca una mediación

entre la fenomenología de lo sagrado y la

hermenéutica del lenguaje religioso. El tercer

capítulo aborda el tema clásico de nombrar a Dios,

abonando por una comprensión del nombrar desde

una polifonía bíblica. El cuarto capítulo aborda el

tema de la hermenéutica del testimonio en la que la

cuestión del absoluto es vista desde el concepto de

testimonio, que supera los de ejemplo y símbolo.

El quinto capítulo es una hermenéutica de la

revelación, en el que hace una crítica al tradicional

psicologismo con el que se le ha visto a lo largo de

la historia y lo ubican en los géneros del texto

bíblico. En el sexto capítulo aborda el problema del

mal, visto como un desafío tanto para la filosofía

como para la teología y termina con un epílogo en

el que da cuenta de la trayectoria y propósito de su

investigación en lo que él mismo llamó, la

inteligencia de la fe. (Ricoeur, Paul., Fe y filosofía,

problemas del lenguaje religioso, Tr. Néstor a

Corona, et al., UCA, Prometeo Libros, Buenos

Aires: 1992.)

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7. Filosofía de la religión para

nuestro tiempo desde américa

latina.

Finalmente, me refiero al texto de Juan Carlos

Scannone: Religión y nuevo pensamiento: hacia

una filosofía de la religión para nuestro tiempo

desde América Latina, el autor nos recuerda que la

filosofía de la religión, aunque universal, es también

un pensamiento situado, por lo que la filosofía de la

religión es un filosofar inculturado e intercultural,

con pretensiones transculturales (analógicas), que

reflexiona la religión. Un pensamiento que se da

después del giro lingüístico y pragmático, desde las

víctimas. La obra consiste de cinco partes, en la

primera expone su comprensión de la metafísica y

la religión, en la segunda, propone diferentes vías

de acceso a religión y Dios. En el tercera parte

reflexiona sobre el lenguaje religioso. En la cuarta

parte hace una relectura de los atributos divinos. En

la última parte mira hacia el futuro, al inicio del

tercer milenio. Se trata de una filosofía de la

religión inculturada aunque en diálogo intercultural.

(Scannone, Juan Carlos. Religión y nuevo

pensamiento: hacia una filosofía de la religión para

nuestro tiempo desde América Latina, Anthropos,

Universidad Autónoma Metropolitana, versión

electrónica.)

Sin duda que hay muchos otros y muy valiosos

textos que valdría la pena comentar, basten los

anteriores para ofrecer algunos títulos que dan un

panorama de corrientes vivas dentro de la filosofía

contemporánea y que requieren de lectura

cuidadosa, reflexión pausada y discernimiento.

Sobre el autor: Rafael Pola (Mexicano), Pastor Bautista, Doctor en Filosofía por al Universidad Nacional Autónoma

de México y candidato doctoral en Teología en PRODOLA. Es miembro dela Comisión de Educación

Teológica de la Alianza Bautista Mundial. Escritor y profesor de filosofía. Reside en la Ciudad de

México y es padre de dos hijos y abuelo de dos nietos.

www.cemaa.org