revista criterio n 2420 - noviembre 2015

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CriterioFUNDADA EN 1928 - AÑO LXXXVII - Nº 2420

NOVIEMBRE 2015

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EDITORIAL. Desafíos para el próximo gobierno.

ECONOMÍA. Carta Abierta al equipo económico que vendrá.Juan Carlos de Pablo

IGLESIA. Los sueños americanos del papa Francisco.Peter Casarella (Indiana)

IGLESIA. Una mirada desde la isla. Gustavo Andujar (La Habana)

REFLEXIÓN. El papa, obispo de Roma. Gustavo Irrazábal

INTERNACIONAL. Canadá y Cuba, un ejemplo de relacionesparadojales. Pedro von Eyken

IGLESIA. Dorothy Day, una mujer citada por Francisco. Maria Clara Lucchetti Bingemer (Río de Janeiro)

FILOSOFÍA. La guerra del Big Bang. Pablo Capanna

POLÍTICA. Las transformaciones del liberalismo. Juan Negri

HISTORIA. Volver a pensar a Patrón Costas. Ignacio A. López

ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO. América latina, muy pocoinnovadora. Arturo Prins

BIBLIA. ¿El Dios de Israel tenía una esposa? Ariel Álvarez Valdés

TEOLOGÍA. Teólogos hacia las fronteras. Ignacio Pérez del Viso

LECTURAS. Una escocesa singular. Rosa Rubolino

CULTURA. A propósito de La sal de la tierra. Pablo Monat

TEATRO. Camaradería. Guillermina I. Costantini de López

ÓPERA. Singulares asimetrías. Pablo De Vita

CINE. Recordación de dos maestros. Daniel Sendrós

LIBROS

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DIRECTORJosé María Poirier

VICEDIRECTORESGustavo Irrazábal y Diego Botana

SECRETARIA DE REDACCIÓNRomina Ryan

CONSEJO DE REDACCIÓNEnrique Aguilar, Pedro Antonini, María Bestani, Carlos Chevallier Boutell,Vicente Espeche Gil, Jorge E. Fernández, Alejandro Frere, Elena Kiyamu, Eduardo López Rivarola, Luis D. Mendiola, Ricardo Murtagh, Juan G. Navarro Floria, Ernesto A. O’Connor, Pedro von Eyken, Norberto Padilla, Arturo Prins, Ángela Sannuti y Claudia Touris.

CONSULTORESMaria Clara Bingemer (Río de Janeiro), Antonio M. Battro, Natalio Botana, Rafael Braun, Pablo Capanna, Bruno Forte (Chieti-Vasto), Carlos M. Galli, Olegario G. de Cardedal (Salamanca), Víctor M. Fernández, Austen Ivereigh (Londres), Roberto Di Stefano, Santiago Kovadloff, Juan J. Llach, Marcelo Montserrat, Laura Moreno (Madrid) y Rafael Velasco.

DISEÑO, DIAGRAMACIÓN Y PRODUCCIÓN GRÁFICA:Juan Cordero Impresión: Latin Gráfica S.R.L.

Suscripciones para la Argentina:Precio de tapa $ 85Anual $ 940Semestral $ 470Débito mensual por tarjeta: $ 80Suscripciones anuales para exterior:Países limítrofes U$S 180Resto de América y del mundo U$S 260Cheques y Giros extendidos a la orden de Fundación Criterio.Está prohibida la reproducción total o parcial de la presente edición de CRITERIO amparada por la ley 11.723.Registro de Propiedad Intelectual Nº 672.062. ISSN 0011-1473.Impreso en la Argentina.

Es una publicación de Fundación Criterio.Tucumán 1438 - PB (C1050AAD) Buenos AiresTelefax: 4371-6889 / Tel.: 4371-6759comunicacion@revistacriterio.com.arwww.revistacriterio.com.arHorario de oficina: lunes a viernes de 10 a 16 hs.

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EDITORIAL

Desafíos para el próximo gobierno

Escribimos estas líneas apenas con-cluidas las elecciones del 25 de octu-bre, con su extraordinario y sorpre-sivo resultado. Al nuevo gobierno, sea cual fuere la definición en el ballotage, le esperan muchas graves tareas pendientes. No se nos escapa que el sistema electoral argentino tiene serias deficiencias y que no está asegurada la independencia de la Justicia. La inseguridad con-tinúa siendo un verdadero flagelo para la población, lo señalan todas las encuestas. No se combate la co-rrupción y el tema parece ya no sor-prender ni indignar como debiera a los ciudadanos. Además, el oscuro panorama que deja al descubierto el narcotráfico es peligrosísimo e hipoteca el futuro de varias gene-raciones. Por su parte, la situación económica del país es preocupante.

* * *

Los debates –pobres por cierto– de los candidatos en los últimos tres o cua-tro meses, se dieron en un escenario donde la economía, paradójicamente, pese a registrar muchas distorsiones, no fue el centro de la escena. Y esto no se debe a la ausencia de problemas. Probablemente se han combinado dos percepciones dife-rentes. Por un lado, la economía de las familias, con cierta “sensación” de bienestar, sin posibilidad de dis-tinguir si la actual situación es tran-sitoria o permanente. El bajo nivel de desempleo, sobre todo debido al reemplazo de desempleo privado por empleo público o planes, es cla-

ve. El mantenimiento del consumo es otro aspecto: paritarias cercanas a la inflación, salario mínimo, vital y móvil actualizado, el impacto en los ingresos de la Asignación Uni-versal por Hijo, nueve millones de jubilaciones y pensiones, planes de demanda varios como Ahora 12, Su-beneficio, los subsidios a energía y transporte en el AMBA, entre otros, son parte de la explicación.Por otro lado, empresarios, produc-tores y otros actores perciben los graves desequilibrios macroeconó-micos incrementados por estas me-didas desde 2011 a hoy que tienen impacto negativo en la rentabilidad empresaria y la creación de empleo: déficit gemelos, con un déficit fiscal que sin contar las transferencias del BCRA y la ANSeS sería de 8% del PIB; déficit comercial por drástica caída de exportaciones; gasto públi-co record de 45% del PIB; presión tributaria récord de 37%; inflación en el podio mundial y atraso cam-biario en un mundo donde todas las monedas se devalúan contra el dólar. La herencia será pesada, y no se es-tán tomando medidas para revertirla sino más bien para profundizarla, como las adoptadas sobre valuación de bonos de los fondos. Sin embargo, las oportunidades si-guen abiertas. La mala praxis, sobre todo desde 2011, ha sido tan intensa que con sólo dejar de realizar errores que pocos países cometen, el margen para mejorar es importante.El futuro cercano muestra un con-texto global poco favorable, pero se prevé que las principales amenazas

no empeorarán: las commodities pa-recen haber tocado su piso en cuan-to a precio. El dólar ha alcanzado un techo: si la Reserva Federal sube las tasas, lo hará muy despacio pues no tiene margen y corre riesgos de en-friar su propia economía. A China le cuesta generar más consumo y me-nos inversión y exportaciones, pero está empezando a lograrlo. Ha sido una de las pocas naciones relevantes a las que el FMI no bajó su pronósti-co de crecimiento desde abril a octu-bre. Europa crece, poco, pero crece. Con todo, la principal amenaza no resuelta para nuestro país es Brasil –en un contexto delicado para los países de América latina y el Caribe, única región del mundo donde caerá el PIB en 2015– y no sólo por su eco-nomía sino quizás, más aún, por la complejísima situación política. De todos modos, las oportunidades a partir del año próximo no serán “a granel” –es decir, commodities con precios en las nubes– sino más de-puradas; y, lo que es más exigente, endógenas: instituciones, buenas medidas tributarias, políticas sis-témicas de competitividad y valor agregado, adecuada y plena inser-ción internacional. En cuanto a la discusión sobre el “ajuste” o “correcciones macroeco-nómicas”, la estrategia no debe ser –como tristemente ocurrió durante la última dictadura militar– “achicar el Estado para agrandar la Nación”, sino agrandar la Nación para redu-cir el peso muerto del Estado. En ese marco, en tres años puede reducirse el déficit fiscal a un nivel financiable

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básica en contenidos y resultados, el falso debate inclusión vs calidad, y la salud, que ha tenido algunos pro-gresos (plan Remediar), pero sigue barranca abajo, serán muestras sufi-cientes. El país y la sociedad requie-ren nuevos desafíos en materia de integración social y desarrollo econó-mico y humano, que la economía, por sí sola, no puede proveer.

* * *

Lo que ciertamente se impone como urgente para nuestra sociedad es un salto cualitativo en la ética política, transparencia en la información de estadísticas, mayor conciencia fede-ral y republicana, control de los co-micios, previsibilidad económica y una apuesta por el bien común antes que por los intereses particulares o de grupo, aunque sean éstos funcionales a algunos partidos políticos, sindica-tos, asociaciones industriales, etc.

Luisa ValmaggiaAtando cabos

Lunes a Viernes

de 16 a 17.30

Radio Cooperativa AM 770

EDITORIAL

(algo menos de la mitad del actual). En definitiva, las principales dificul-tades provendrán no tanto de la eco-nomía como de la política.La alternativa extrema soñada en algunos círculos oficialistas –la pro-fundización del modelo, con una dependencia absoluta del financia-miento de China, en divisas y con acceso irrestricto y por licitación di-recta para su inversión extranjera–, no llevaría al crecimiento y menos al desarrollo. Por el contrario, derrum-baría la hoy magra tasa de inversión de 17% por el nulo ingreso de capita-les de otras latitudes, incluyendo los “argendólares” que no retornarían, y el país se encaminaría hacia un es-tancamiento de difícil pronóstico en el mediano plazo.

* * *

Habrá, finalmente, dos desafíos su-premos: el institucional y el cultu-

ral-social. El desafío institucional será gobernar con acuerdos. Es una materia que nunca hemos aprobado como sociedad, acostumbrados a regímenes presidencialistas fuertes y que terminaron su mandato, o a otros con dificultades que no pudie-ron culminarlos.El otro desafío supremo es cultural, y lleva a generar una nueva utopía, su-peradora, si se quiere, de la generada desde 2003. En esto, la cuestión social de la pobreza y las políticas para com-batirla serán clave. Pasar de planes sociales clientelistas a promover una cultura de la equidad y el trabajo será decisivo para distinguir si ingresamos simplemente en un nuevo ciclo ma-croeconómico de bonanza, o en una estrategia de desarrollo. Bastará ir mirando las políticas hacia la pobre-za y la formación de capital humano. El problema de la desnutrición (cla-ro diagnóstico de la Fundación CO-NIN), el deterioro de la educación

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Carta Abierta al equipo económico

del que vendráLas líneas que siguen, inspiradas en la recomendación formulada por Alfred Marshall de poner la cabeza fría al servicio del corazón caliente, tienen como destinatario al equipo económico que acompañe al próxi-mo presidente, a partir del 10 de di-ciembre de 2015.No sé todavía quienes lo integrarán, aunque muy probablemente los co-nozco. Cuentan con todo mi afecto, porque como dije en la dedicatoria de Esta vez, ¿será diferente? (El Ate-neo, 2015), “menuda tarea les es-pera”. A continuación listo algunos consejos que surgen de la historia política y económica de nuestro país.1. La campaña electoral termi-nó, estás en funciones. Focalizá tu atención. Tus modelos deben ser los médicos y los choferes del SAME, quienes primero actúan y después preguntan. Serás juzgado por tus resultados, no por tu habi-lidad oratoria. La historia tiene que servirte para orientar tu acción, no para paralizarte, porque te desig-naron para actuar. 2. La política económica nunca se plantea en el vacío, sino en un esce-nario internacional y en un contexto

político específicos. No importa lo que se diga en contrario, tené pre-sente que dependemos del mundo, pero que el mundo no depende de nosotros. Y que como clarificó Raúl Prebisch, la Argentina forma parte de la periferia, lo cual implica que en las relaciones internacionales tenés que ser el triple de talentoso, preparado y aplicado para que te crean la mitad.3. ¿Conocés bien al Presidente de la Nación del cual sos, simultánea-mente, subordinado, amigo y –en lo tuyo– profesor? En particular, ¿lleva “en la sangre” los principios econó-micos (como Carlos Saúl Menem) o, por el contrario, las cuestiones eco-nómicas “le irritan la piel” (Raúl Ri-cardo Alfonsín)? ¿Le cuesta horrores adoptar decisiones o, por el contra-rio, es un precipitado? Tené presente que, en todo caso, será aliado tuyo cuando entre en pánico y esté dis-puesto a apoyarte al tener que adop-tar decisiones desagradables.4. Tus colegas de Gabinete son tus adversarios naturales, porque se in-mortalizan por las mismas razones por las cuales vos fracasás. Es im-posible, para un Ministro de Salud,

pasar a la historia por haber cerra-do un hospital, o reducido el salario de las enfermeras. Ellos y vos tienen que entender que no se trata de algo personal, sino de roles. 5. Tanto tu Presidente como vos tie-nen que “creérsela”, pero no dema-siado. El resto de los partidos sigue existiendo, las elecciones se ganan y se pierden. No es posible hablar, en serio, de políticas de Estado, si pensás que sos el único dueño de la verdad.6. Ni el gobierno ni el conjunto del sistema político agotan la realidad de un país. Porque está la sociedad, más concretamente, cada uno de los seres humanos que viven, trabajan, ahorran, educan, se jubilan, etc., en el país, los cuales llevan dentro suyo una idiosincrasia, una historia, etc., que los hace particularmente sensi-bles. Los argentinos entendemos lo que hoy les ocurre a los griegos mu-cho más que los canadienses.7. La Argentina es un país poblado por ejecutores más o menos razo-nables, y fiscales severísimos. En los estadios de fútbol 22 muchachos con pantalones cortos corren detrás de una pelota, dos personas a los costa-dos les dan instrucciones y sugeren-

ECONOMÍA

Juan Carlos de PabloEconomista y director del newsletter Contexto

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mo gobierno no surgirá exclusiva-mente de un laboratorio, por más idóneo que sea el equipo económi-co, sino de la interacción entre las presiones de los sectores, las regio-nes, etc., y vos y los tuyos, que serán los “malos” de la película, porque habrá que decir qué sí, qué no, qué antes y qué después, dado que –so-bre todo cuando se han consumido los stocks, y hay que reponerlos– la suma de las pretensiones superará en mucho a las posibilidades.13. ¿Gradualismo o shock? Recordá que la campaña electoral terminó, y que los argentinos somos impacien-

tes. En nuestro país no existen antece-dentes de progra-mas antiinflaciona-rios exitosos, que se tomaron varios años para reducir la tasa de inflación de 25% anual a 9,9% anual. Todos los programas fun-cionan el primer día, pero no duran. ¿Qué hay que ha-cer para que du-

ren? Esta es la cuestión. La respuesta mezcla consideraciones técnicas y político-institucionales.14. Última, pero no menos importan-te. Tenés que pedir lo mismo que el papa Francisco: “¡Recen por mí!”

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Deciles que sí, pero no al precio de subestimar las consideraciones técnicas; aclarales que, en todo caso, para introducir restricciones políticas e institucionales, está el resto del gobierno.10. Como bien dice Guillermo Cal-vo, una misma medida de política económica genera resultados dife-rentes, dependiendo de la credibili-dad que la población tiene en el go-bierno. Si tenés la fortuna de formar parte de un gobierno que arranca con credibilidad, mejor, pero no abuses porque la credibilidad se evapora; si tenés la desgracia de in-tegrar un gobierno al que no le creen, recordá que tenés que esmerarte en demasía, para ver si te creen algo.11. Toda la políti-ca económica del próximo gobierno tiene que estar dise-ñada y cuantificada el 10 de diciembre de 2015. Lo que se haga en materia cambiaria, mone-taria, fiscal, de precios y salarios, etc., tiene que surgir de un esquema congruente y relevante. Si se anuncia todo el primer día o en etapas, es una cuestión táctica.12. La política económica del próxi-

cias, rodeados por varios miles de seres humanos, en las tribunas, ¡que creen saber todo! En el periodismo, como en la mesa de parientes y ami-gos, ocurre lo mismo. Por supuesto que si a algún “fiscal severísimo” le encargáramos que operara una piz-zería durante 72 horas, lo más pro-bable es que la fundiría. Pero tenés que saber que existen; no digo que los ignores pero sí que no te “engan-ches” con ellos.8. Tener a tu cargo un equipo quiere decir que su trabajo es básicamen-te gerencial. Cuando lo nombraron ministro de economía, Adalbert Krieger Vasena anotó nombres, no medidas. Porque no se preguntó qué había que hacer, sino con quién podía contar para enfrentar la ta-rea. Como buen gerente, tenés que ser exigente con los miembros de tu equipo, pero tenés que “dejarte ayu-dar”, es decir, inducir a que tu gente te diga lo que verdaderamente está pasando, antes de que recibas un ca-chetazo de la realidad. 9. Pedile a tu gente que se ocupe de los requerimientos técnicos de la po-lítica económica, su congruencia, su relevancia, la relación entre los obje-tivos y los instrumentos, etc. Claro que, participando de la elaboración y la implementación de una política económica, también intentarán in-cluir en el análisis las consideracio-nes políticas, institucionales, etc.

ECONOMÍA

La política económica del próximo gobierno no surgirá exclusivamente de un laboratorio, por más idóneo que sea el

equipo económico, sino de la interacción entre las presiones de los sectores,

las regiones, etc.

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Los sueños americanos del papa Francisco

Peter Casarella (Indiana)Profesor de Teología de la Universidad de Notre Dame

En el corazón del viaje del papa Francisco a Cuba y a los Estados Unidos hay un hilo conductor muy evidente y sumamente actual sobre el nuevo sueño americano. No es el típico de la asimilación del hispano-parlante a la cultura norteamericana. Por el contrario, es la versión bergo-gliana del mensaje solidario de Juan Pablo II en su exhortación apostólica de 1999 sobre el imaginario de una Ecclesia en America. El hilo se destaca primero en el en-cuentro con los jóvenes cubanos en el Centro Cultural Padre Félix Varela de La Habana. Cita (sin re-ferencia directa) al Premio Nobel guatemalteco Miguel Ángel Astu-rias, que en su obra El Señor Presi-dente mencionó un ojo de vidrio y otro de verdad (“Los que ven con mi ojo de vidrio ven porque sueñan, los que ven con mi ojo de verdad ven porque miran”). El Papa propone a los jóvenes que sueñen con los dos ojos. Tienen que realizar sus sueños

como individuos, como cristianos, y como pueblo de Dios utilizando el potencial máximo de los ojos de vidrio en la situación encarnada de su propio momento histórico, un destino nuevo que no pertenece ni a Raúl Castro ni a Barack Obama. Son palabras revolucionarias, pero de una revolución que comienza en su conversión personal más allá de todas las ideologías políticas. El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos países es un avance al que ha ayudado el Papa, pero el movimiento decisivo de los corazones de la juventud en la isla es más importante para alcanzar los gran cambios que él espera.El hilo continúa con la llegada a la Casa Blanca. El Papa reveló el per-fil de la visita entera diciendo en su original inglés que es “hijo de una familia de inmigrantes” y que és-tos construyeron “en gran medida a este país”. Con esas palabras fue evidente que quiso identificarse no

sólo como el diplomático interna-cional del Vaticano sino también como un latino peregrino que ocu-pa la sede de San Pedro. La disertación frente al Congreso estadounidense marcó un momen-to único e histórico. No tanto por ser la primera visita de un Papa al Congreso, sino por el aplauso entu-siasmado que recibió por parte de los dos partidos. Centró su men-saje en el recuerdo histórico de las palabras de Martin Luther King: “I have a dream”, que provienen de un momento clave en el desarrollo del progreso de los derechos humanos y civiles no sólo en los Estados Uni-dos sino en el mundo. Pero el sueño de Luther King en la visión del papa Bergoglio abraza tres testimonios complementarios: la voz de libertad de una figura que tiene un sentido histórico muy norteamericano, so-bre todo para los republicanos en el Congreso (Abraham Lincoln); el testimonio personal y a la vez social-

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La homilía de Madison Square Garden, “el lugar

emblemático de esta ciudad”, le permitió

desarrollar un tema muy cercano a su corazón:

“Dios vive en la ciudad”.

mente radical de una mujer laica ca-tólica (Dorothy Day); y las oracio-nes monásticas de un luchador por la paz internacional (el cisterciense Thomas Merton). La configuración de King, Lincoln, Day y Merton ofrece un cuadro pintado con colo-res norteamericanos pero con tintas muy católicas, tanto en el sentido religioso como en el social. De Washington fue a Nueva York. Además de la visita a la ONU y la Zona Cero, también allí tenía otro compromiso revelador de su propio estilo de soñar una nueva sociedad. La homilía de Madison Square Garden, “el lugar emblemá-tico de esta ciudad”, le permitió de-sarrollar un tema muy cercano a su corazón: “Dios vive en la ciudad”. La falta de contacto e intercambio personal en la zona metropolita-na de Nueva York es legendaria, pero la Sagrada Escritura de ese día decía que «El pueblo que ca-

minaba en tinieblas ha visto una gran luz.»1 La cercanía de Dios en la persona de Jesucristo, proclama el papa Francisco, nos ofrece una apertura personal dentro de la vida urbana: “Una esperanza que nos invita a ver en medio del smog la presencia de Dios que sigue ca-minando en nuestra ciudad.”2

Finalmente, en el Independence Mall en Filadelfia, pronunció un discurso sobre la libertad religiosa. El sitio es considerado la cuna de la independencia porque allí se firmó la Declaración de Independencia en 1776. Además, dio la charla con el mismo atril que utilizó el Presiden-te Lincoln en su famoso discurso de Gettysburg del 19 de noviembre de 1863, que concluyó la guerra civil. No es imaginable más simbología norteamericana. Sin embargo, ha entretejido dos temas que normal-mente no están conectados en mi país: la defensa de la plena libertad

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sus dones, no sólo encontrarán su lugar aquí, sino que ayudarán a re-novar la sociedad desde dentro”.3

Es decir, a partir de la memoria his-tórica comunicada por el Papa lati-noamericano, el destinatario prin-cipal del mensaje de la Declaración de Independencia es el más recien-temente llegado al país del llamado sueño americano. El futuro de los Estados Unidos, nos recuerda el Papa, depende de la realización de éstos y muchos otros nuevos sue-ños americanos.

religiosa no limitada al ejercicio del culto y la bendición de la presencia de los hispanos católicos para la cul-tura norteamericana. Hablando en español con acento argentino dijo a todos los inmigrantes recientemen-te llegados a los Estados Unidos:

“Les pido que no olviden que, al igual que los que llegaron aquí antes, ustedes traen muchos do-nes a esta nación. Por favor, no se avergüencen nunca de sus tra-diciones. No olviden las lecciones que aprendieron de sus mayores,

y que pueden enriquecer la vida de esta tierra americana. Repi-to, no se avergüencen de aquello que es parte esencial de ustedes. También están llamados a ser ciu-dadanos responsables y –como lo hicieron con tanta fortaleza los que vinieron antes– a contribuir provechosamente a la vida de las comunidades en que viven. Pien-so, en particular, en la vibrante fe que muchos de ustedes poseen, en el profundo sentido de la vida familiar y los demás valores que han heredado. Al contribuir con

1. Isaías 9,1. 2. Homilía del Santo Padre de Madison Square Garden del 25 de septiembre de 2015, disponible en la red: http://w2.vatican.va/content/fran-cesco/es/homilies/2015/documents/papa-francesco_20150925_usa-omelia-nyc.html. 3. Charla del Santo Padre de 26 de septiembre de 2015, Encuentro sobre la Libertad Religiosa con la Comunidad Hispana y Otros Inmigran-tes, disponible en la red: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2015/september/documents/papa-francesco_20150926_usa-liberta-religiosa.html.

Con la bandera papal flameando en la Casa Blanca, el papa Francisco dio su discurso frente al presidente Obama: “Debemos rechazar la injusticia y la discriminación”, dijo.

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Una mirada desde la isla

Gustavo Andujar (La Habana)

Si algo se puede afirmar rotunda-mente del papa Francisco es que no deja a nadie indiferente. Su radical vivencia de la humildad evangéli-ca, su accesibilidad y cercanía, su lenguaje claro y directo, han repre-sentado un cambio radical de esti-lo en relación con sus antecesores y han sorprendido a sus habituales audiencias que, acostumbradas a un lenguaje elaborado y cuidadoso, escuchan ahora a alguien que habla sin temor a ser mal interpretado, porque no teme dar explicaciones, reconocer que no usó la expresión más feliz, y aun pedir disculpas.Su reciente visita a Cuba, signada –¿cómo podría no estarlo?– con la impronta personalísima del Papa, ha sido objeto de numerosos análi-sis. Presento aquí mi enfoque muy personal, vivido y pensado desde Cuba, y lo hago desde la perspecti-va de algunos sectores de la socie-dad cubana.

Presidente de la Asociación Católica Mundial para la Comunicación (SIGNIS). Director del Centro Cultural Padre Félix Varela de la Arquidiócesis de La Habana y de la revista Espacio Laical.

La visita del papa Francisco a Cuba desde la

perspectiva local de uno de los testigos.

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hacia el mensaje de paz, justicia y reconciliación que trae el sucesor de Pedro. La visita de Francisco a Cuba como “misionero de la mi-sericordia” resultó ideal, porque nuestro pueblo, capaz de dar ge-nerosamente de lo poco que tiene ante el dolor del necesitado, entien-de el lenguaje de la misericordia y reconoce en él el mismo lenguaje de perdón y reconciliación que tan-to necesitamos todos.Una mención especial merece la alocución a los jóvenes reunidos ante el Centro Cultural Padre Fé-lix Varela. En una sociedad can-sada y desilusionada, muchos de cuyos jóvenes tienen como prin-cipal aspiración irse del país, el Papa les habló de la capacidad de soñar. Fue un discurso poderoso, que parte de una opción de fe pero puede sustentarse incluso para aquellos que no creen. El Papa les habló también de la capacidad de trabajar para construir lo que se sueña, lo que se espera, y los retó a ser capaces de dar vida alentan-do una esperanza. Fue impactan-te para quienes estábamos allí el modo en que los jóvenes presentes vibraron con este mensaje.

La IglesiaPara la Iglesia en Cuba la visita representó, en primer lugar, una oportunidad excepcional para evangelizar. Primero, durante la preparación, con la impresión y distribución de carteles, plegables informativos y toda la acostumbra-da gama de materiales publicitarios. Cuba es un país muy mayoritaria-mente creyente, con una fe de in-dudables raíces católicas, pero de-cenios de educación y propaganda ateísta han dejado un triste legado

El puebloEl pueblo cubano llegó a la visita con una imagen favorable del papa Francisco. Los medios cubanos, to-dos propiedad del Estado y bajo la férrea guía del Departamento Ideo-lógico del Partido Comunista, han dado una cobertura generalmen-te muy positiva al Papa argentino desde su elección, yendo sin dudas más allá de la habitualmente ami-gable cobertura noticiosa que se da a los asuntos vaticanos, en sintonía con el reconocido empeño del go-bierno por mantener las relaciones diplomáticas con la Santa Sede a un nivel muy alto.En su primer contacto directo des-pués del recibimiento protocolar, es decir, con la llegada del Papa a la Plaza de la Revolución de La Ha-bana, los cubanos fueron decidida-mente conquistados por este hom-bre que quiso tocarlos, abrazarlos, que descendió de su vehículo es-pecialmente para besar y consolar a los más pobres entre los pobres, resaltando la tantas veces ignorada pero esencial, irreductible, digni-dad personal de cada ser humano. Ya cerca del final de la visita, su diá-logo con las embarazadas durante el encuentro con las familias en la Catedral de Santiago de Cuba, pi-diéndoles que se tocaran el vientre (“la pancita”, les dijo) para que “aca-ricien al hijo que están esperando” mientras las bendecía, fue un her-moso y potente alegato pro-vida que, en un país donde nacen cada vez menos niños, tocó el corazón de muchísimas mujeres para ayudarlas a abrirse al milagro de la existencia.El enorme bien que hicieron las vi-sitas de Juan Pablo II y Benedicto XVI ya había demostrado que el pueblo cubano es muy receptivo

de ignorancia religiosa que se tuvo muy en cuenta al preparar los ma-teriales de divulgación, concebidos para que tuvieran también el mayor valor catequético posible. Después, ya inmediatamente antes de y du-rante la visita, la Iglesia pudo evan-gelizar directamente a través de los medios, el acceso a los cuales le está sumamente restringido. Durante la semana anterior a la visita, la TV nacional transmitió, a solicitud de la Iglesia, varios documentales so-bre el papa Francisco, uno de los cuales debió ser retransmitido por demanda de la audiencia.La visita fue cubierta en su totali-dad por la televisión, y durante esos días la población siguió atentamen-te cada celebración, cada encuentro, cada alocución. Las transmisiones contaron con los comentarios del padre Rolando Montes de Oca, un joven sacerdote diocesano misione-ro en Maisí, una muy pobre y apar-tada región de la diócesis de Guan-tánamo, en el extremo más oriental de la isla. El padre Rolando se reveló como un comunicador extraordina-rio, que cautivó a la audiencia –y a los locutores y comentaristas de la televisión que compartieron con él las transmisiones– con sus lúcidos comentarios, siempre informativos y formativos, llenos de sensatez y sabiduría, y hechos además con de-licadeza exquisita. Su participación dejó a muchos con deseo de más, preguntándose por qué la Iglesia no podría tener espacios en los medios donde se trataran los temas que el padre Montes de Oca aprovechó para abordar en sus comentarios: el valor insustituible de la familia, la importancia de una vida vivida en la verdad y para el bien, la dignidad de la persona humana y su primacía en todo ordenamiento social.

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El gobiernoDesde la misma ceremonia pro-tocolar de recibimiento en el ae-ropuerto, el Papa dejó en claro sus prioridades: en su discurso incluyó un saludo a Fidel Castro, pero lo hizo pidiéndole al presidente Raúl Castro “que trasmita mis sentimien-tos de especial consideración y res-peto a su hermano Fidel”. La men-ción del vínculo familiar enfatiza la relación con la persona antes que con el hombre público. Más tarde, en la visita que realizara a Fidel, le regalaría documentos y grabaciones del padre Amando Llorente, sacer-dote jesuita que fuera mentor de Fidel cuando éste hacía sus estudios secundarios en el Colegio de Belén. De nuevo hay un esfuerzo por llegar a la persona, ahora mediante la re-ferencia a su etapa juvenil, anterior a su transformación en el líder gue-rrillero enfrentado al imperio. El Papa sabe que la persona es siempre redimible, y a ella se dirige.Es significativo que en la ceremonia de bienvenida, inmediatamente des-pués de enviar su saludo a Fidel, el Papa saludara también “a todas aque-llas personas que, por diversos moti-vos, no podré encontrar y a todos los cubanos dispersos por el mundo”. En Cuba ésta es siempre una referencia ambivalente, porque “los cubanos dispersos por el mundo” se ubican en todas las zonas del espectro político cubano. La expresión fue empleada por el Papa, a mi entender, con toda intención, y fue una temprana mani-festación del espíritu conciliador que impregnó la visita.Es cierto que el Papa evitó tocar te-mas sensibles de la realidad política cubana, como las limitaciones exis-tentes al derecho a la libre expresión

IGLESIA

y a la libre asociación, pero la visita debe entenderse en un contexto in-ternacional complejo, lo más inme-diato del cual es el difícil proceso de normalización de relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. La Igle-sia ha desempeñado un activo papel en ese proceso, aún inconcluso, y debe continuar haciéndolo.Por otra parte, una característi-ca del papado de Francisco es que mientras usa a menudo un lengua-je duro para con los pastores de la Iglesia y al referirse a problemas globales, como las migraciones, el tráfico de armas y el deterioro de la naturaleza, cuando se refiere a go-biernos específicos es generalmente muy prudente, en especial cuando existen situaciones de crisis que po-drían complicarse aún más.

Los opositoresLa prensa internacional generó grandes expectativas sobre la ac-titud del Papa hacia los opositores al gobierno cubano. En el progra-ma de la visita no se había previsto ningún encuentro del Papa con re-presentantes de la oposición como tales. La nunciatura, no obstante, invitó personalmente a algunos de ellos, pero agentes de la Seguridad del Estado los interceptaron cuando se dirigían a la cita, los mantuvieron bajo arresto hasta que pasó la hora prevista para el encuentro (conce-bido como una audiencia con un amplio grupo de personas diversas) y los liberaron posteriormente, en una modalidad de arresto preventi-vo que las autoridades emplean con frecuencia para desarticular accio-nes opositoras.Los grupos opositores en Cuba, por otra parte, carecen de una base so-

cial y no parecen tener forma algu-na de lograr una presencia signifi-cativa en la sociedad, ante la cual el gobierno los desacredita como asa-lariados de gobiernos extranjeros, en especial de los Estados Unidos. Hay quienes quisieran que la Iglesia los apoyara explícitamente, pero eso sería ajeno a su misión. En una re-ciente entrevista, el cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, relató una conversación que tuvo con el entonces cardenal Bergoglio durante el cónclave en el que éste fue elegido Papa. Ortega le comentó a Bergoglio que el papa Benedicto XVI le había dicho en una ocasión: “La Iglesia no está para cambiar gobiernos, sino para cambiar el corazón de los hombres. Ellos se encargarán entonces de establecer gobiernos justos”. El cardenal Ber-goglio le respondió, entusiasmado: “Esa cita habría que ponerla en grandes pancartas a la entrada de todas las ciudades del mundo”.En su trato con el gobierno cubano, el Papa obró en consonancia con el estilo discreto, sin estridencias, que ha mantenido la Iglesia en Cuba, y al hacerlo, manifestó su aprecio y apoyo por ese estilo que, a dife-rencia de todos los empeños por presionar al gobierno cubano, ha mostrado un grado nada desprecia-ble de eficacia.

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El Papa,obispo de

Roma

REFLEXIÓN

Gustavo Irrazábal

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REFLEXIÓN

balmente saludable, sobre todo si se piensa lo contraproducente que es la alternativa de no permitir que ciertas posturas puedan expresarse.En resumen, en ciertos aspectos se está iniciando un movimiento ha-cia una mayor descentralización y participación, que revierte en buena medida lo sucedido en las décadas precedentes, y refleja más fielmente la idea del Concilio de concebir a la Iglesia como “misterio de comu-nión”, dotada de estructuras de co-munión y participación, como ense-ñaran los obispos latinoamericanos en los Documento de Puebla (1978) y Aparecida (2007).Cabe preguntarse, sin embargo, si este proceso es favorecido o no por la enorme visibilidad y la casi omnipre-sencia que ha adquirido la figura del Sumo Pontífice. El viaje de Francis-co a Cuba y a los Estados Unidos ha sido un éxito clamoroso. Ha abierto horizontes insospechados para la presencia y la labor misionera de la Iglesia en ambos países. El mensaje del cual el Papa ha sido portador, con un estilo claro, humilde y directo, ha resonado no sólo en el corazón de los católicos, sino en el de muchos cre-yentes de otras confesiones y perso-nas de buena voluntad.Pero este éxito tiene su costo. Los obispos de los Estados Unidos han optado en los últimos años por po-siciones muy firmes en el campo de la sexualidad, la ética de la vida y la libertad religiosa, frente a una actual administración que en estos cam-pos se ha mostrado desaprensiva, cuando no autoritaria. Difícilmente hayan quedado satisfechos con este aspecto de la visita, que no refuerza por cierto la autoridad de su prédi-ca. El encuentro con Fidel Castro puede ser un gesto de misericordia, y también una condición para al-canzar un objetivo de vital impor-tancia como es la apertura de Cuba al mundo. Pero deja en la penumbra el hecho de que Castro ha sido un

En aquella tarde inolvidable en que fue elegido Sumo Pontífice, Fran-cisco, asomándose al Balcón de las Bendiciones, sorprendió a todos al presentarse como “obispo de Roma”, toda una señal de su propósito de enfatizar la fraternidad y la colegia-lidad con los demás obispos de la Iglesia, y de dar a su primado el sen-tido auténtico de un “primado en la caridad” y en el servicio.Sin embargo, si fuera posible hacer una encuesta entre los fieles católi-cos de todo el mundo sobre el modo como entienden la relación entre el Papa y los obispos, probablemen-te la mayoría diría de una forma u otra que los obispos son delegados, o representantes o subordinados del Papa, y las Iglesias locales son algo así como sucursales o filiales de la Iglesia de Roma. Por otro lado, has-ta hace no mucho tiempo, no era infrecuente escuchar a obispos que en comentarios reservados se que-jaban por el modo como se sentían tratados por funcionarios de la Santa Sede cuando por diversos motivos eran convocados. Pero no era nece-sario que atravesaran esas situacio-nes para hacerlos tomar conciencia del modo en que la curia romana limitaba su autoridad y autonomía. Sorprendentemente, esto sigue suce-diendo a 50 años del Concilio Vati-cano II, que buscó dar a la Iglesia un perfil muy distinto: no el de una ins-titución vertical y centralista sino el de una comunión de iglesias locales, en las cuales se “encarna” y se hace visible la única Iglesia universal. Por eso ha sido tan oportuna la mención que hizo Francisco, en Evangelii gau-dium, de la necesidad, ya señalada por Juan Pablo II, de encontrar “una forma del ejercicio del primado que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva”. Y reconoce con franqueza que en este tema “hemos avanzado poco”. Por lo tanto, señala, “también el papado y las estructuras

centrales de la Iglesia universal nece-sitan escuchar el llamado a una con-versión pastoral”.Un aspecto que debe ser revisado es el de las Conferencias Episcopales, a las cuales el Concilio Vaticano II concebía como expresiones con-cretas de la colegialidad episcopal, pero cuyo rol, con posterioridad, se ha desdibujado. Es necesario, por lo tanto, explicitar el estatuto de estas estructuras de modo que se con-viertan en “sujetos de atribuciones concretas, incluyendo también algu-na auténtica autoridad doctrinal”. Y una razón muy importante para ello es que “una excesiva centralización, más que ayudar, complica la vida de la Iglesia y su dinámica misionera”. En los documentos de Francisco, las declaraciones de conferencias epis-copales locales son citadas abundan-temente. Y pone como ejemplo a los “hermanos ortodoxos” de los cuales “los católicos tenemos la posibilidad de aprender algo más sobre el senti-do de la colegialidad episcopal y so-bre su experiencia de la sinodalidad” (literalmente, de “caminar juntos”).Tanto el Sínodo extraordinario so-bre la Familia en octubre del 2014, como el Sínodo ordinario de octubre pasado mostraron un fruto concre-to de esta nueva actitud. Hasta ese momento, los sínodos de obispos convocados por la Santa Sede se li-mitaban a refrendar en términos ge-nerales los documentos preparados de antemano. Luego, el Papa pro-mulgaba una exhortación apostólica en la cual confirmaba o rechazaba sus conclusiones. En una palabra, los sínodos se habían convertido en es-tructuras débiles y sin ningún peso propio. En ambos Sínodos sobre la Familia, en cambio, hubo un verda-dero (y a veces, acalorado) debate; el Papa dio libertad para que las dife-rentes visiones de los temas, incluso los más espinosos y controvertidos, se ventilaran sin censura previa. El resultado se puede considerar glo-

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que el Sumo Pontífice se desplace en cuestión de horas a cualquier rincón de la tierra, y para que su imagen penetre en tiempo real en todos los hogares y sus palabras resuenen en todos los oídos, le reportan un pro-tagonismo que puede tornarse ex-cluyente, y que es capaz erosionar la autonomía de las iglesias locales así como la autoridad de sus pastores. Por supuesto que las respuestas a este problema no son fáciles. Lo importante es que, aún valorando la gracia del tiempo presente, no caigamos en el exitismo, sino que nos esforcemos en la búsqueda de nuevos equilibrios. Que los obispos no tengan que mirar a Roma a cada paso para saber lo que tienen que de-cir. Que haya instancias de auténtico ejercicio de la colegialidad episcopal. Que las iglesias locales puedan ser protagonistas de su propia vida. En una palabra, que logremos hacer de la Iglesia una comunidad de comu-nidades, que aun amando al Sumo Pontífice, necesite hablar de él rela-tivamente poco.

dictador despiadado, y que muchos presos políticos todavía languidecen en las cárceles cubanas sin ningu-na garantía legal. ¿Qué pensarán los obispos cubanos? La calurosa cordialidad con Evo Morales o con Correa en su viaje anterior produ-jo una indisimulable incomodidad en los respectivos episcopados, que vieron erosionada la firmeza de su posición frente al autoritarismo de ambos presidentes. Y a principios de año, en su viaje a Filipinas, la di-ferencia de enfoque en ciertas cues-tiones respecto del episcopado local fue manifiesta y embarazosa. Si no nos dejamos deslumbrar por los resultados de corto plazo, ejem-plos como éstos testimonian una dificultad. No bastan las buenas in-tenciones, y los propósitos de llevar adelante eventuales cambios de es-tructuras. Hay que reflexionar tam-bién sobre las consecuencias de un hecho, cuya magnitud y relevancia era difícil de prever algunas déca-das atrás: las posibilidades que dan las comunicaciones modernas para

En el Sínodo Extraordinario sobre la Familia hubo un verdadero debate; el Papa dio libertad para que las diferentes visiones de los temas se ventilaran sin

censura previa.

El encuentro de Francisco con Fidel Castro puede ser un gesto de mise-ricordia, pero deja en la penumbra el hecho de que Castro ha sido un dictador despiadado.

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POLÍTICA INTERNACIONAL

Canadá y Cuba, un ejemplo

de relaciones paradojales

Pedro von Eyken

temperamento. En su trabajo, el au-tor señala algunos conceptos claves y necesarios para entender la dinámi-ca de esa relación bilateral entre 1960 y 1994, de los que rescato dos, para mí fundamentales: a) el “pragmatis-mo diplomático y reconocimiento de un gobierno establecido, sea o no del agrado gobierno de Ottawa” (el subrayado es mío); b) la “determina-ción de coexistir con Cuba y, a veces, de buscar una relación bilateral mu-tuamente ventajosa”.2

Un análisis político estructurado podría conducirnos a la parado-ja emblemática en la relación con Cuba: la ubicación internacional de Canadá. El país es miembro del Commonwealth británico y estrecho aliado de los Estados Unidos. Tam-bién es miembro de la NATO3 desde 1949, socio del NAFTA4 desde 1994, e integra, desde 1976, el Grupo de los Ocho que forman los siete países más industrializados del mundo más

Una reciente estadía de vacaciones en los Estados Unidos y Canadá, en septiembre, coincidente con la visita del papa Francisco a Cuba y los Estados Unidos, me llevó a re-flexionar sobre la naturaleza de las relaciones bilaterales entre Canadá y Cuba desde 1959. Llamo paradojales a las relaciones entre Canadá y Cuba, como las de-nomina el académico canadiense John Kirk, de la Universidad Dal-houise de Halifax, un experto en la isla. En un artículo académico de 1994 Kirk cita las siguientes expre-siones del fallecido ex subsecretario de Estado de Asuntos Exteriores de Canadá, John Holmes, de 1970: “Una política exterior acertada debe basar-se en la aceptación de las paradojas. Ello vale para las grandes potencias, pero es especialmente válido para una potencia intermedia cuyo alcan-ce no debe sobrepasar lo que puede abarcar”.1 Difícil no coincidir con ese

Rusia. Es decir, se ubica definida-mente “en Occidente” como sistema económico y alianza militar. Todo lo opuesto de Cuba.Pero además del presente, la historia nos brinda algunos datos no tan co-nocidos. Cuba fue el primer país del Caribe en el que Canadá abrió una embajada, en 1945. Este año celebran 70 años de relaciones. Antes que eso, según un trabajo académico de Raúl Rodríguez, una de las primeras ofi-cinas comerciales canadienses en América latina se estableció en Cuba en 19095. Diez años antes, el primer banco extranjero instalado en Cuba fue el Royal Bank of Canada. El autor recuerda que, ya al comenzar el siglo XX, “en el plano geopolítico y de se-guridad, como elemento adicional, Estados Unidos manifestaba abier-tamente su oposición a que Canadá participara en asuntos del hemisferio occidental, por considerar a ese país agente de los intereses británicos”.6

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1. KIRK, John M. (1994), Descifrando la paradoja: la posición del Canadá respecto de Cuba. En: Revista de Estudios Internacionales, Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, Año 27, No. 107/108, Nro. especial: Cuba en el Sistema Internacional: Normalización y Reintegración (Julio-Septiembre/Octubre-Diciembre 1994), pp. 570-585.2. Ibídem3. Iniciales del pacto de seguridad North Atlantic Treaty Organization4. Iniciales del acuerdo comercial North American Free Trade Agreement5. RODRIGUEZ RODRIGUEZ, Raúl (2004), Las relaciones Cuba-Canadá, Breve reseña histórica. En. Revista Mexicana de Estudios cana-dienses (nueva época), junio, Nro. 007. Asociación Mexicana de Estudios sobre Canadá. Culiacán, México, pp. 63-80.6. Ibídem7. Ibídem8. Ibídem9. Hoy en día, el 40 % de los turistas extranjeros en Cuba son canadienses, más de un millón por año. La isla es el tercer destino más preferido por los canadienses, luego de EE.UU. y México.10. The Huffington Post, 4 de abril de 2015.

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cionales contemporáneas”.8

El mejor momento de la relación bilateral se dio con el gobierno del primer ministro Pierre Trudeau, político liberal que en 1976 visitó oficialmente la isla, convirtiéndo-se en el primer jefe de gobierno de un miembro de la NATO que visi-tó Cuba desde 1959. Fidel Castro visitó Canadá en 2000, a raíz del fallecimiento de Trudeau, e inte-gró el séquito de su funeral junto a Jimmy Carter. Las relaciones se enfriaron a causa de la entrada de tropas cubanas en Angola, en 1976, y en la década de 1980 con el gobierno conservador de Brian Mulroney. Al final de la Guerra Fría se inició una política de acercamiento constructivo del primer ministro liberal Jean Chre-tien, que impulsó un acercamiento con la isla. Canadá pasó a conver-tirse en el primer gran emisor de turistas hacia Cuba.9 Canadá ha expresado que desea para Cuba una democracia representati-va, respeto a los derechos individua-les y una economía de mercado. En todo caso, las relaciones económicas son muy buenas: Cuba es el princi-pal mercado de Canadá en el Caribe, mientras Canadá es el tercer mayor socio comercial de Cuba y una de las principales fuentes de inversión extranjera. El comercio bilateral supera los mil millones de dólares. Empresas canadienses poseen fuer-

En plena Guerra Fría, Canadá y Mé-xico fueron los únicos dos países americanos que no rompieron rela-ciones con la Cuba de Fidel Castro. El gobierno del Primer Ministro ca-nadiense John George Diefenbaker no se plegó a la decisión tomada en Punta del Este en enero de 1962. Tan estrecha era la relación de Die-fenbaker con Dwight Eisenhower como hostil con John F. Kennedy. Desde el primer momento de la Re-volución, Canadá mantuvo con fir-meza los principios que orientarían su relación con la isla durante los años siguientes. Para Rodríguez, Ca-nadá aceptaba “como regla de con-ducta internacional que las diferen-cias desde el punto de vista filosófico no justifican el rechazo a mantener relaciones normales con otro gobier-no”, que “las naciones son libres de mantener su propia forma de gobier-no y determinar sus propias políti-cas” y que la Doctrina Monroe, de los Estados Unidos, no estaba “am-parada por el derecho internacional y no es aplicable a Canadá”.7 Todos postulados con los que resulta difícil no coincidir. Como bien dice Ro-dríguez, “la negativa canadiense a sumarse al bloqueo en su totalidad, mantener relaciones diplomáticas y limitadas relaciones comerciales con Cuba ante las presiones de Estados Unidos”, constituía “una relación triangular y un capítulo sumamente interesante en las relaciones interna-

tes inversiones en los sectores mine-ro, petrolero, eléctrico, turístico y de agronegocios. El actual primer ministro, Stephen Harper, un conservador que enfren-ta elecciones a pocos días de escri-birse este artículo, no ha ocultado su oposición al sistema político de Cuba, con frases muy duras sobre el comunismo. Sin embargo, durante la última cumbre de Panamá, en abril pasado, la del histórico encuentro entre Barack Obama y Raúl Castro, aunque Harper señaló al periodismo “la falta de espacio democrático y los abusos a los derechos humanos” en la isla, reconoció que era apropiado “un enfoque diferente en este punto”, desechando el “continuo aislamien-to” de Cuba.10

Ni las autoridades electas en octubre (Justin Trudeau, del Partido Liberal, será el primer ministro) ni Barack Obama declinarán sus manifestacio-nes relativas a un cambio político en Cuba. Como muchos otros países, representan sistemas políticos clara-mente definidos en sus ordenamien-tos constitucionales, por los que han jurado sus cargos, que son opuestos al sistema cubano. Pero continuarán con las paradojas, que no deberían ser extrañas a una política exterior realista y pragmática. En definitiva, una política que “sirva al hombre y no a las ideologías”, como propuso Francisco durante su reciente gira por América latina.

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IGLESIA

Dorothy Day, una mujer citada por Francisco

Maria Clara Lucchetti Bingemer (Río de Janeiro)

el único órgano socialista de la ciu-dad. Después colaboró con la revista The Masses, opuesta a la intervención de los Estados Unidos en la guerra que acontecía en Europa en 1917. En noviembre de ese año, Dorothy Day fue una de las cuarenta mujeres que protestaron frente a la Casa Blanca por la exclusión femenina del voto. Fueron detenidas, tratadas con bru-talidad y finalmente liberadas por orden presidencial.Siempre en Nueva York, Day llevó una vida muy agitada y bohemia. Tuvo relación con un periodista, Lionel Moise, quedó embarazada y decidió abortar. Fue una experiencia muy dolorosa que la llevó a afirmar

En su discurso ante el Congreso estadounidense, el papa Francisco citó a cuatro ciudadanos de ese país como ejemplos de conducta ética y espiritual. Entre ellos, además de tres hombres (Abraham Lincoln, Martin L. King y Thomas Merton), una mujer: Dorothy Day. Alguien que había llamado la atención de Benedicto XVI en su última alocu-ción antes de la renuncia. Dorothy nació en Nueva York en 1897. Trascurrió la mayor parte de su infancia y juventud en Chicago y estudió en la Universidad de Illinois antes de regresar a Nueva York en 1916. Al mudarse, encontró trabajo como periodista del diario The Call,

que nunca más renunciaría a un hijo. Más adelante encontró a un hom-bre con el que viviría en una mayor estabilidad emocional y afectiva. Se llamaba Forster Batterham y era bo-tánico. Con él contrajo una unión civil estable. Se instalaron en Staten Island, en la rivera del mar. Aprendió con él a amar la naturaleza y tuvieron una hija. Su conversión al catolicis-mo fue posterior a ese nacimiento. Luego del bautismo, sufrió la ruptura de la relación porque él no aceptó esa opción religiosa. Tiempo después conoció a Peter Maurin, discípulo de Emmanuel Mounier, gran compañero de su vida espiritual y su trabajo apostólico.

Doctora en Teología. Ex decana de la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Río de Janeiro.

Un perfil de la activista norteamericana que fue militante de

izquierda y, luego de su conversión al catolicismo, sin renunciar a

sus ideas, creó un diario cristiano y se dedicó a servir a los pobres.

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En él encontró a un cristiano y un reformador con quien compartió una comunión de intelecto y senti-miento. En 1933 ambos iniciaron el movimiento Catholic Worker, que publicó un diario influyente y fundó una serie de casas de acogida para atender a personas sin techo. Mientras tanto, en los Estados Unidos se agravaban las consecuencias de la Gran Depresión posterior al crack de la Bolsa de Nueva York en 1929. Los centros de atención fueron una inmensa ayuda en ese contexto. Se trataba de albergues que conseguían aunar una actitud pro-gresista en la defensa de los derechos humanos, sociales y económicos, con un sentido ortodoxo y tradicio-nal de la moral y la piedad católicas. Al mismo tiempo, su devoción y la obediencia a la Iglesia seguían sien-do críticas. Por ejemplo, con su con-dena pública al líder español Fran-cisco Franco durante la Guerra Civil Española, lo que le valió la oposición de muchos católicos norteamerica-nos, clérigos o laicos. Se vio obligada a cambiar el nombre de su publica-ción, “porque la palabra ‘católico’ im-plicaba una conexión eclesial oficial cuando no era su caso”.1

Sus principales luchas fueron por la

justicia y la paz. Por ellas vivió y mu-rió. Su peregrinación en la tierra ter-minó en Maryhouse, Nueva York, el 29 de noviembre de 1980, en medio de los pobres.

Se trató de una mujer que amó y fue amada, que supo ganar segui-dores. Trabajó y entregó su vida con esfuerzo y va-lor. Estuvo siem-pre con todas sus potencialidades alertas y vigilan-tes. Fue alguien que se dejó afectar en lo más profun-

do de sí misma por el mundo que la rodeaba, por el resto de las personas, y que, por consiguiente, se constitu-yó en un canal abierto y profundo para la acción de Dios, a quien quiso entregar su vida. Varios aspectos de su sensibilidad llaman especialmen-te la atención.

Sensibilidad corporalDorothy Day fue siempre una mujer marcadamente femenina y conscien-te de su propio cuerpo. Desde su ju-ventud más de una vez se apasionó, gustaba del encuentro con las perso-nas del otro sexo, apreciaba el cariño, sabía querer y ser querida. El fracaso de su relación con Lionel Moise, que la llevó a decidir un aborto, le dejó

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una marcada sensibilidad de su vo-luntad humana y espiritual. Con ella puede experimentarse palpablemen-te la afirmación de san Pablo: “Don-de abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Romanos 5,20). Su relación amorosa con Batter-ham la llevó a vivir un momento particularmente bello y positivo en su vida. Tenían una sintonía poco común: “Nos encontrábamos jun-tos, caminábamos todos los días algunos kilómetros, nos reuníamos y estudiábamos, y todo un mundo se abría para mí, poco a poco. No hablábamos mucho, pero vivíamos juntos en el sentido más pleno de esta expresión”.2

Esta relación marcó definitivamen-te un giro copernicano en la vida de Dorothy, en el sentido de que se volvió apóstol de los más pobres y voz de los que no tienen voz, pala-dín de paz y de justicia gracias a su extrema sensibilidad femenina. Pero la experiencia más decididamente gratificante de su vida corporal fue la maternidad. Como consecuencia del aborto, y como secuela de su re-lación con Batterham, debió some-terse a una intervención quirúrgica del útero para que una futura con-cepción no fuera imposible. Había pensado que el aborto la dejaría es-téril. “Durante largo tiempo pensé que no podría tener otro bebé pero mi deseo seguía creciendo”, confía en su autobiografía. De la unión con Forster, Dorothy

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Dorothy Day se dejó afectar por el mundo que la rodeaba; por

consiguiente, se constituyó en un canal abierto y

profundo para la acción de Dios, a quien quiso

entregar su vida.

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IGLESIA

quedó embarazada y lo consideró casi un milagro. En julio de 1927 co-noció la mayor felicidad de su vida con el nacimiento de Tamar Teresa. Fue también un llamado a poner a Dios en el centro de su vida: “Nin-guna criatura humana podía recibir o contener tan inmenso caudal de amor y alegría como yo sentía des-pués del nacimiento de mi hija. Con ella llegó la necesidad de rezar, de adorar”. “Yo deseaba morir para vivir, despojarme del ‘hombre viejo’ para revestirme de Cristo. ¿Cómo podía Forster no entenderme?”, escribió.El llamado de Dios prevalece y Do-rothy no encuentra más que una inmensa gratitud que le ensancha el corazón y quiere bautizar a Teresa en la Iglesia católica. “Yo no quería que mi hija se debatiese y tropezara en la vida como a mí me había sucedido tantas veces. Quería creer y quería que mi hija creyese, y si pertenecer a la Iglesia le iba a dar una gracia tan inestimable como la fe en Dios y la amorosa compañía de los santos, entonces lo que había que hacer era bautizarla como católica”. Su deci-sión de bautizarla y de abrazar la fe católica comportó un enorme costo para Dorothy: el final de la relación con el hombre que amaba y la pérdi-da de varios amigos y compañeros.Las descripciones que hace de sus contactos amorosos con Forster hablan de la verdad y profundidad del amor que sentía por él: “En las noches de otoño leíamos mucho. A veces, si había marea baja y la luna estaba en lo alto, él salía a buscar cebo. Se quedaba pescando en el ma-lecón hasta tarde y llegaba oliendo a algas marinas y a sal; tras meterse en la cama, aterido de frío por el desa-pacible aire de noviembre, me estre-chaba silenciosamente en sus brazos. Yo lo quería de todas las maneras, como esposa, e incluso como ma-dre. Lo quería por todo lo que sabía, y lo compadecía por todo lo que no

sabía. Lo quería por todo lo que te-nía que sacar de los bolsillos de sus sweaters y por la arena y las conchi-llas que traía a casa con las pesca. Yo amaba su cuerpo flaco y frío, cuando se metía en la cama oliendo a mar, y amaba también su integridad y su obstinado orgullo”.En efecto, después de separados, Do-rothy le escribe cartas como testimo-nio del amor que siempre sintió por él y de la vocación católica que des-encadenó el nacimiento de la hija, cuando tuvo que elegir entre Dios y el hombre que amaba y entendió que debía escoger a Dios. Durante mucho tiempo ambos que-darán relacionados gracias a Tamar. Más tarde la visitará en el hospital. En los años finales de Dorothy, él la llamaba por teléfono a diario. Estu-vo presente en su funeral, en 1980, y más tarde en una misa celebrada en la catedral de St. Patrick.Ella era portadora de un cuerpo fe-menino, habitado por deseos, acos-tumbrado a estremecerse de placer por el efecto de las caricias del hom-bre amado; un cuerpo que generó y nutrió a la hija de ambos, que se-ría la luz de su vida; un cuerpo que ahora debía enfrentar el peso de su maternidad en una sociedad discri-minatoria para con la mujer y en una Iglesia marcada por el machismo. Al mismo tiempo, será ese cuerpo tam-bién el que vibrará de compasión y de solidaridad con todos los hom-bres y mujeres pobres e infelices que cruzará en su camino y la llevarán a experimentar como propios los do-lores del mundo y de la humanidad.

Sensibilidad estéticaEn los años de juventud, cuando Dorothy vivía en Chicago, ya se ad-vertían rasgos contemplativos en su personalidad. Por ejemplo, como se-ñala Jim Forest, uno de sus biógrafos, “tenía el don de encontrar la belleza

en medio de la desolación urbana. Calles monótonas eran transforma-das por los olores vivos de las plan-tas de geranio y de tomate, albahaca, aceite de oliva, torrefacción de café, pan y tortas de las panaderías. ‘Aquí, decía ella, hay suficiente belleza para satisfacerme’”. Más tarde, en los años compartidos con Forster Batterham en State Is-land, esa sensibilidad estética se fue abriendo a los misterios y las reve-laciones de la naturaleza. Tal como ella misma confiesa, extremadamen-te urbana en sus gustos y tendencias, Day fue aprendiendo, guiada por la mano de su amado, a descubrir la belleza existente lejos de las grandes ciudades, al rayo del sol y cerca del mar, en las plantas y los animales, en las conchillas y los moluscos de los que el paisaje era pródigo.Dorothy fue también, desde su más tierna infancia, una apasionada por el arte vital de la literatura. Las lectu-ras de su niñez y juventud influyeron mucho en su vida después de la con-versión. Lectora de grandes autores europeos como los rusos Fiodor Dostoievki y Leon Tolstoi, los fran-ceses Georges Bernanos, Francois Mauriac, y el no tan conocido Huys-mans, el inglés Charles Dickens, los norteamericanos Upton Sinclair y Jack London, entre otros, éstos fue-ron marcando su imaginación y su sensibilidad estética.El no poder vivir sin asimilar sus lecturas la ayudó a configurar lo que sería su mística y su particular teo-logía, su visión del mundo a través del Evangelio. La manera que tenía de cotejar incluso sus lecturas litera-rias con las bíblicas o con los relatos de los grandes místicos muestra una sensibilidad refinada para la críti-ca literaria, que sirve además como pedagogía para entender cómo fue madurando cada vez más radical-mente su opción de amor y servicio a los pobres.

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Por orientación de Peter Maurin, Dorothy realizó nuevas lecturas, donde el pensamiento social de la Iglesia tenía presencia obligatoria. Tomás de Aquino, Jacques Maritain, Hilaire Belloc, G.K. Chesterton, Eric Gill, Vincent McNabb, entre otros, se volverán lecturas habituales. Cul-tivada al principio por la visión de Maurin y realizando después su pro-pia síntesis cognitiva, Day fue descu-briendo su vocación.

Sensibilidad socialDorothy Day siempre tuvo una sen-sibilidad profundamente marcada por la injusticia económica y social que percibía a su alrededor. Esa he-rida la llevará a una respuesta que no será racional o intelectual, como le sucedió a muchos otros pensadores de su época, sino que se traducirá en una proximidad amorosa y apa-sionada por quienes están afectados por ese estado de cosas, y con los que ella se identifica en forma cre-ciente, en la medida en que se enca-mina hacia Dios.Mientras vivió en Chicago, durante su adolescencia, comenzó con lec-turas que afirmaron su conciencia social y el sentido de la justicia. La novela de Upton Sinclair La jungla fue inspiradora para ella. Realizaba largas caminatas por los barrios po-bres de la ciudad. Era el comienzo de una atracción por lo que muchas personas evitan: el deseo de estar cerca de los pobres. “Yo caminaba kilómetros, explorando intermina-bles calles grises, fascinantes en su sombría igualdad, yendo taberna tras taberna, donde imaginaba cenas como en las fiestas de polacos en la historia de Sinclair”, escribió.Ya a los 15 años observaba el mundo con los ojos muy abiertos y un cora-zón vulnerable que muchos podría-mos envidiarle. Reflexionando sobre la vida de las personas de aquellos

barrios oprimidos, víctimas de la in-justicia y de la pobreza, se daba una suerte de premonición de su futura vocación y no quería perder la rela-ción con esas personas, con sus inte-reses. Finalmente se comprometió a luchar por un orden social justo y se inscribió en el Partido Socialista.Después de su conversión, ese senti-miento de identificación, esa sensibi-lidad y ese deseo de proximidad con los pobres fue creciendo en la medi-da en que crecía su mística y su vo-cación cristiana. De adulta, referirá su experiencia en la cárcel. En efecto, el jesuita Daniel Izuzquiza escribe que el haber estado en prisión, en 1917, tuvo un pro-fundo efecto en su vida. Experimentó un doble proceso de conversión per-sonal: por un lado, “perdí todo el sen-timiento de mi pro-pia identidad”, pero al mismo tiempo se sintió fuertemen-te identificada con los otros presos: “Yo era aquella madre a cuyo hijo habían violado y asesinado”. Pierde su identidad previa y la recupera, re-novada, en la identificación con las compañeras detenidas. Cinco años más tarde fue encarcelada de nuevo, esta vez en Chicago. Y a este respec-to escribió: “Compartía, como nunca lo había hecho antes, la vida de los más pobres de los pobres, los culpa-bles, los desposeídos”. Y arrestada en 1956 durante una acción no-violen-ta, escribe: “Percibí una sensación de intensa cercanía de Dios. Un gran sentido de su amor, un amor por sus criaturas...”. Este proceso de encar-nación que experimentó Dorothy en la cárcel también se refleja, años más tarde, en el siguiente texto: “En la celda donde estábamos detenidas, había seis mujeres esperando juicio

por homicidio. Pero allí, mezclada con ellas, entre puertas abiertas y pasillos libres, éramos hermanas. Vimos en nosotras mismas nuestra propia capacidad para el pecado, la violencia o el odio”.La sensibilidad de Dorothy tiene as-pectos extremadamente actuales que hablan del nivel de conciencia frente a su tiempo. Sin presentar jamás una tendencia asistencialista o alienante en su amor por los pobres, para ella siempre queda claro que estar junto a ellos significa luchar incesantemente contra la pobreza. No era suficiente asistir a las víctimas de las injusti-cias sociales, sino que era necesario

al mismo tiempo trabajar para des-truir las causas del desorden social. Constatando que había guarderías a disposición de las trabajadoras donde podían dejar a sus hijos, se pregun-taba por qué los padres no ganaban lo suficiente como

para que ellas pudieran cuidar a los pequeños en la familia. La respuesta que encuentra es claramente evan-gélica: “¿Dónde están los santos para transformar el orden social? No para ser sólo ministros religio-sos de los esclavos, sino para acabar con la esclavitud”.La justicia y la transformación de las estructuras sociales eran considera-das ajenas por la Iglesia en su época juvenil, más atenta a una salvación individual independiente que a las responsabilidades para la organiza-ción del mundo. Pero no bastaba lu-char contra los efectos de la pobreza. Este mal debía ser extirpado. Debe transformarse la sociedad desde su raíz. Estas reflexiones muestran que Dorothy Day, en la vivencia de su fe, recibe de Dios inspiración y conoci-

La sensibilidad de Dorothy tiene aspectos

extremadamente actuales que hablan del nivel de conciencia frente a su

tiempo.

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por la justicia y la paz. El pacifismo es una de las características de su mi-litancia. Escribió importantes textos denunciando la guerra en todas sus formas y en contra de toda violencia, que está en contradicción con la raíz evangélica. Fue militante y activista, pero siempre buscando su fuente en el Evangelio de Jesús. En su etapa de madurez realizó mu-chos retiros espirituales y recalcó siempre la importancia de la ora-ción diaria y de la vida sacramental para un crecimiento consistente de la vida cristiana. Apasionada por el proyecto del Reino de Dios, anun-ciado y propuesto por Jesús de Na-zaret, Dorothy fue consciente desde el inicio de su conversión, de mane-ra cada vez más profunda, de vivir la justicia y la paz antes que nada en su corazón para intentar comuni-carlas a los demás.Su libro From Union Square to Rome está dirigido a sus hermanos y her-manas comunistas de credo y de praxis, que quedaron perplejos por su conversión. Ella, sin embargo, continuó sintiéndose muy cercana a ellos y defendiendo la primacía de lo espiritual sobre lo material. “Todos hemos conocido la larga soledad –es-cribía– y todos hemos aprendido que la única solución es el amor, y que el amor llega con la comunidad”, por-que así “nuestra fe es más fuerte que la muerte, nuestra filosofía es más fir-me que la carne, y la propagación del Reino de Dios sobre la tierra es más sublime y más convincente”.

Traducción de José María Poirier

miento como para ser considerada entre las católicas más avanzadas de su tiempo.Las reflexiones que se multiplican a través de sus escritos la presentan como pionera de los movimientos que surgirían posteriormente en la Iglesia. La conciencia del pecado so-cial y de la necesidad de soluciones estructurales en lugar de simples pa-liativos fragmentarios están presen-tes, por ejemplo, en la Teología de la liberación, que prendió con gran fuerza en Latinoamérica en los años ‘70. Más allá de la crítica aguda, con elementos marxistas, Dorothy siem-pre tuvo un profundo sentido de la gracia de Dios y de la gratuidad de su amor como origen de todo bien. Su sensibilidad social era inseparable de la espiritual.

Sensibilidad espiritualIncluso antes de su conversión y de su ingreso en la Iglesia católica, no puede decirse que Dorothy no tuvie-ra ya una profunda sensibilidad espi-ritual. Son conmovedores sus relatos de cómo siente el impulso interior de alabar a Dios, afirmando que la ala-banza es el acto más profundo y bello que un ser humano puede realizar.Pensaba que la única verdadera re-volución nacería de un corazón con-vertido por la gracia. En Catholic Worker llevó una vida de fidelidad a la revelación consignada en las Escri-turas, practicando la pobreza de ma-nera voluntaria y radical, dedicada a las obras de misericordia y a la lucha

1. Coles, Robert; Dorothy Day: a radical devotion; Cambridge; 1987.2. Day, Dorothy; La larga soledad.

IGLESIA

En su etapa de madurez realizó muchos retiros espirituales y recalcó

siempre la importancia de la oración diaria y de la

vida sacramental para un crecimiento consistente de

la vida cristiana.

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La guerra del Big Bang

Pablo Capanna

Física, metafísica e ideología en torno al origen y

el fin del universo.

Probablemente los físicos estarían dispuestos a creer en la creación, si no fuera porque la Biblia lo dijo hace tanto tiempo que parece anticuado.

George Thompson (Premio Nobel 1937)

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FILOSOFÍA

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Los materialistas se alzaron para re-pudiar no sólo este tipo de apologé-tica sino también a la muerte térmi-ca y a la propia termodinámica, que calificaron de especulación empírica (Vogt), superstición (Spencer) y ab-surda teoría (Engels). En defensa del universo infinito, que imaginaban amenazado por el clericalismo, se alzaron las voces de Haeckel, Nietzs-che y Haldane. Más tarde, en la Unión Soviética la entropía fue con-denada como una doctrina burguesa y se decidió que la astrofísica debía ocuparse del universo infinito.

El día sin ayerEl físico Philip Morrison decía que “ciencia” es algo que está más cer-ca del verbo que del sustantivo: algo que siempre se está haciendo y nunca deja de ser provisorio. Así fue como la ciencia siguió su camino, y la termo-dinámica llegó a ser una de las claves de la cosmovisión científica. También en la URSS: en una popular novela de Efremov (Cor Serpentis, 1958) a los astronautas se los invitaba a luchar contra la funesta entropía.Un paso decisivo fue descubrir que el universo estaba en expansión, cuando la espectroscopia nos mos-tró que el espectro de la luz que nos llega de las estrellas tiende a correrse hacia el rojo. Sabemos por el efecto Döppler que el ruido de un auto que se acerca se va haciendo más agudo, y más grave cuando se aleja. Del mis-mo modo, la luz de un foco que viene hacia nosotros tiende al azul, y la de una que se aleja, hacia el rojo.El corrimiento hacia el rojo del es-pectro lumínico, estudiado por Edwin Hubble, sugiere que todas las estrellas se alejan unas de otras. Hubble siempre se negó a reconocer la expansión del universo, pero de eso se trataba.Si el universo se expandía, se podía

indestructible. Cualquier alusión a un origen del universo parecía ser una concesión al antropomorfismo o al dogmatismo religioso.Sin embargo, nadie había podido explicar la paradoja que planteara en 1823 el astrónomo alemán Wil-helm Olbers. Si el universo fuera infinito, pensó Olbers, tendría que haber infinitas estrellas. ¿Por qué entonces el cielo nocturno es os-curo, si debería ser tan luminoso como el del mediodía?La paradoja de Olbers llevaba a pensar que el universo era finito, en cuanto al espacio. La termodinámi-ca se encargó de ponerle un fin en el tiempo. Apenas un año después de Olbers, el joven Sadi Carnot, que sólo se proponía mejorar el rendi-miento de las calderas de vapor, es-tudió la degradación de la energía, sobre cuya base Clausius formuló la Segunda Ley de la termodinámica. Cada vez que pasamos de una for-ma de energía a otra (cuando una dínamo convierte movimiento en electricidad o un ventilador trans-forma electricidad en movimiento) aparece la entropía: una parte de la energía se pierde, en forma de ca-lor. Si generalizamos esta tenden-cia, veremos que la entropía global no hace más que crecer, de modo que todos los procesos del univer-so acabarán por desembocar al fin en el equilibro térmico. Cuando el cosmos alcance una temperatura homogénea, dejará de haber movi-miento y así acabará todo.Esta nueva visión científica de un universo finito, despertó entusiasmo entre los creyentes e indignación en-tre los ateos. Algunos autores católi-cos alemanes, entre quienes estaban Franz Brentano y los jesuitas –pero no Pierre Duhem, el gran historiador de la ciencia– concibieron entonces un argumento entrópico destinado a probar la existencia de Dios.2

Una manera de entender la diferen-cia entre causalidad y finalidad es preguntarse por qué hierve el agua en la pava. “El agua hierve porque el calor hace mover cada vez más rápi-do sus moléculas, y éstas tienden a escapar por la superficie en forma de vapor” es una buena respuesta. Pero hay otra, no menos válida, y es: -Por-que me estoy por hacer un té.1

En la pregunta por el origen del universo están presentes ambos as-pectos. La ciencia está en condicio-nes de decirnos qué ocurrió en el Tiempo Cero, el instante de la doble expansión inflacionaria que dio co-mienzo a todo. Pero a la filosofía le cabe preguntar si ese despliegue cós-mico en el cual estamos incluidos, tiene o no sentido. Esto es, si existe o no un Dios creador.Hasta bien avanzado el siglo XX el origen del universo era considera-do un problema filosófico, fuera del alcance de la ciencia. Desde las pri-meras líneas, la Biblia proclamaba la creación del mundo por Dios, pero hasta Santo Tomás pensaba que esa era una cuestión de fe, no de ciencia. En 1842 Augusto Comte, el padre del positivismo, dictaminó que la cien-cia jamás podría llegar a conocer “la química y la mineralogía de las estre-llas”. Pero apenas tres años después, ya se estudiaba la física solar. La cosmología científica nació con los grandes telescopios ópticos de Wilson y Palomar y creció con la espectroscopia y la radioastrono-mía, que pusieron información donde antes sólo había especu-lación. Acabó de convertirse en ciencia hace apenas veinte años, con los telescopios espaciales, el descubrimiento de los planetas ex-trasolares y la exobiología.Desde hacía siglos parecía estar fue-ra de discusión que el universo era infinito en el tiempo y el espacio, y que la materia era tan eterna como

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FILOSOFÍA

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imaginar que hubo un momento a partir del cual había empezado a moverse. En ese instante inicial todo tenía que haber estado contenido en un punto de inconcebible densidad.A esta conclusión llegaron, por se-parado, el ruso Aleksander Fried-mann y el belga Georges Lemaître hace casi cien años. Friedmann mu-rió sin llegar a ser reconocido, pero Lemaître, que era físico, astrónomo y sacerdote católico, es considerado el padre del Big Bang.Lemaître lanzó la hipótesis de un “átomo primitivo”, de incalculable masa y energía, que había estallado en el “día sin ayer” del comienzo. No encontró mejor metáfora que hablar de “un espectáculo pirotécnico” a partir del cual comenzó el tiempo a correr y el universo a expandirse.En 1937, Einstein se entrevistó con

Lemaître en Mount Palomar y apo-yó públicamente su teoría. En un gesto de grandeza, reconoció que haber postulado una “constante cosmológica” había sido un error de su parte.Pero no todos estaban dispuestos a aceptar la idea de un universo que tuviera principio y fin, unos por razones científicas y otros por mo-tivos filosóficos o ideológicos. Para sostener la hipótesis del universo infinito, el británico Fred Hoyle y los austríacos Gold y Bondi ela-boraron la teoría del “estado esta-cionario”, que dieron a conocer en 1948. En este modelo, el universo seguía siendo infinito, aunque estu-viera expandiéndose, pero se hacía necesario postular que en los espa-cios interestelares se estaban crean-do átomos constantemente.En 1949, lleno de entusiasmo, Hoyle apareció en un programa de la BBC y descalificó “esa doctrina de la Gran Explosión (big bang) que remite a causas desconocidas para la ciencia”. Paradójicamente, ese día el poder de los medios hizo que esa expresión desdeñosa pasara a ser el nombre por el cual se conocería la doctrina de Friedmann y Lemaître.

Caseros 628 - C.P. X5000 AHM - Córdoba -Tel/Fax: 54-351- [email protected]

Ing. Olmos 194 - CP: X5186GJD - Alta Gracia -Tel/Fax: 54-3547 [email protected]

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Dr. Jorge Horacio Gentile

Dr. Enrique J. Saravia

Gustavo de Guernica

Francisco Castro Villagra

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Ignacio Javier Llarens

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Iván Jorge Gallardo

El físico Philip Morrison decía que “ciencia” es algo

que está más cercadel verbo que del

sustantivo: algo que siempre se está haciendo

y nunca deja de ser provisorio.

La teoría se fue precisando por obra de George Gamow, un físico ruso exiliado en los Estados Unidos quien, el mismo año que Hoyle, for-muló la hipótesis de un “Big Bang caliente”. De no haberse dado eleva-dísimas temperaturas en el comien-zo, la totalidad de los elementos sim-ples, como el hidrógeno y el helio, se hubieran combinado para formar elementos pesados: un proceso que recién ocurriría después, en el seno de las estrellas. También postuló que en alguna parte debía existir un eco de ese estallido; algo que recién pudo probarse diecisiete años más tarde.En la disputa de los astrofísicos hubo grandezas y bajezas como en cualquier otro gremio, pero el Big Bang desplazó al Estado Estacio-nario. La teoría de la nucleosíntesis estelar (1957), el descubrimiento de la radiación de fondo (1965), la formulación del modelo estándar y los datos aportados por los satélites COBE (1989) y WMAP (2001) aca-baron de consagrarlo.En cambio, donde el tema se cargó de violencia verbal, moral y hasta física fue en el campo ideológico,3

donde se lo quiso plantear como una guerra entre la ciencia y la religión.

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copia pero sólo para concluir con una meditación sobre la pequeñez del hombre y la grandeza del espíritu.Las desmesuradas reacciones pro-vocadas por el mensaje papal (que al fin y al cabo no era la proclama-ción de un dogma, sino sólo un dis-curso) recién empezaban. Gamow, siendo ateo, se sintió halagado, y citó al Papa en un paper sólo para provocar a sus pares Hoyle y Gold, quienes reaccionaron muy dura-mente contra él. Por un momento, la asociación del Big Bang con el Vaticano perjudicó a los astrofísi-cos, y no faltaron los paranoicos, como ese físico inglés que habló de una “conspiración cristiana”.

Moscú no cree en creacionesDe más está decir que si había un lugar donde las pruebas a favor del Big Bang eran vividas como “desti-tuyentes”, sin duda ese era el Kre-mlin. Stalin era el Papa de una gran Iglesia Atea y al igual que el Papa de Roma, pensaba que hablar de “crea-ción” implicaba admitir la existen-cia de un Creador. De tal modo, en la URSS, al Big Bang fue presentado como una decadente superchería occidental, a pesar de que Friedmann y Gamow eran ru-sos. Para el astrónomo oficialista V. E. Lov era una fábula que ataca-

La Creacióny el Big BangEl 22 de noviembre de 1951 el papa Pío XII habló del Big Bang ante la Academia Pontificia de Ciencias. El texto, presumiblemente redacta-do por su asesor, el padre Agostino Gemelli, hablaba de la entropía, elogiaba a Hubble y se hacía eco de Gamow. Si la ciencia probaba que el universo había tenido un co-mienzo, había que admitir la pre-sencia de un Creador, con lo cual el Big Bang probaba la existencia de Dios, dijo el Papa.La noticia le provocó un disgusto a Lemaître, a quien no le habían avi-sado que el Papa tocaría el tema. El sacerdote científico era muy estricto en cuanto a distinguir la física de la metafísica y en 1936 ya había dicho que “la actividad de la omnipresen-cia divina es esencialmente oculta. No se trata de reducir al Ser Supre-mo al nivel de una hipótesis científi-ca”. Lemaître se puso en contacto con Daniel O’Donnell, que dirigía el Ob-servatorio Vaticano, y juntos persua-dieron al Papa de que no insistiera en el tema. Pío XII les hizo caso y al año siguiente, cuando le tocó hablar ante el Congreso Mundial de Astronomía, mencionó a Shapley y a la espectros-

FILOSOFÍA

Georges Lemaître

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1. El ejemplo pertenece a Sir John Polkinghorne, que es físico, sacerdote anglicano, teólogo y escritor.2. Helge Krag. Entropic creation. Religious contexts of Thermodynamics and Cosmology. Ashgate E-book, 20083. Simon Singh, Big Bang. The origin of the Universe. Harper Collins E-book 2010

ba los cimientos del marxismo: un tumor canceroso, el principal enemigo de la ciencia materialista. Cuando Hoyle visitó Moscú, le pi-dieron que no hablara de la creación de átomos de hidrógeno sino de ori-gen o formación de materia, que era políticamente más correcto.En 1947 Andrei Zhdanov, el Gran Inquisidor soviético, tomó cartas en el asunto y se pronunció contra Le-maître, a quien calificó de reaccio-nario, idealista y seudocientífico. Su teoría era un cuento de hadas, y se hacía preciso denunciar a los agentes de Lemaître que se habían infiltrado en las filas de la ciencia rusa.No sólo se trataba de denunciar. An-tes de que el Big Bang llegara a ser admitido, sobre todo por obra del disidente Andrei Sajarov, tuvo sus mártires. El físico Matvei Bronstein fue fusilado como espía. Nikolai Kozyrev pasó diez años en el Gulag, después de que un pelotón se negara a fusilarlo, y Vsevolod Frederiks fue condenado a trabajos forzados. En China, no le fue mejor al físico Fang

Lizhi, quien defendía la hipótesis del Big Bang y desapareció durante la Revolución Cultural.Que sepa mos , ninguno de esos inspirados que jamás se olvidan de Bruno y Galileo se acordó jamás de estos mártires de la ciencia, ni tampoco de los genetistas rusos, que siguieron la misma suerte. En la ciencia –como irónicamente decía Max Planck– la verdad jamás

triunfa, pero con el tiempo se van muriendo sus adversarios. La teoría del Big Bang fue aceptada por la co-munidad científica, y como cualquier otra sigue expuesta a las refutaciones.

Lo que queda por entender es la violencia de las pasiones que pue-de llegar a despertar hasta una teo-ría científica. El Big Bang no podía afectar al poder, no servía para ga-nar batallas ni generaba ganancias. Pero las guerras metafísicas, esas donde lo que está en juego son las almas –o en todo caso el poder so-bre ellas– acaban por ser las más encarnizadas.

Antes de que el Big Bang llegara a ser admitido, sobre todo por obra del

disidente Andrei Sajarov, tuvo sus mártires. El físico

Matvei Bronstein fue fusilado como espía.

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Page 30: Revista Criterio N 2420 - Noviembre 2015

POLÍTICA

¿Por qué se asocia al liberalismo exclusivamente con

la economía e incluso se lo acusa de ser contrario a la

democracia?

Las transformaciones

del liberalismo

Juan Negri

no puede menos que considerarse como un avance para los sectores no representados y desprotegidos. Adicionalmente, pensar que el libe-ralismo es intrínsecamente opuesto a la democracia es desconocer que esta última solamente pudo surgir y consolidarse apoyada en los ideales defendidos por aquél. ¿Qué explica, entonces, la (supuesta) transformación de liberalismo? Argumento aquí que esta transfor-mación se debe a dos circunstancias históricas. En primer lugar, mencio-no el apoyo “logístico” que el libera-lismo le proveyó al capitalismo (que es, efectivamente, desigual por natu-raleza). En segundo lugar, el abando-no de los principios de autogobierno e igualdad por las contradicciones propias de la democracia represen-tativa, que profundizó cierto aban-dono del liberalismo de sus orígenes populares. Analizaré estos dos pun-tos a continuación.La ideología individualista que pro-puso el liberalismo no solamente

El debate ideológico en nuestro país parece estar signado por un consenso: el liberalismo es una doctrina opuesta a las mayorías populares, intrínseca-mente enemigo de la democracia y asociado a la disminución del rol del Estado. Aún más, el liberalismo es inmediatamente vinculado con una ideología económica antes que políti-ca. A este consenso no adhieren sola-mente los detractores del liberalismo sino a veces incluso los que se definen a sí mismos como tales. Esto es cuanto menos curioso. Aun-que es cierto que el liberalismo no es un cuerpo normativo ideológi-camente compacto, si exploramos cuidadosamente su surgimiento en-contramos que su origen es profun-damente popular (en el sentido de defender los intereses de los sectores desaventajados). Su énfasis en los derechos individuales, la libertad, la igualdad y el autogobierno, en un contexto histórico signado por los absolutismos estatales y la ausen-cia de derechos civiles y políticos,

sirvió de base para la extensión de los derechos civiles. También facili-tó la consolidación del capitalismo. Como describió Thomas Marshall en Ciudadanía y clase social (ensayo ya clásico de la sociología política), la extensión de derechos civiles eliminó las restricciones que pesaban sobre los individuos relativas a la posibili-dad de elegir su profesión (regulada en el Medioevo a través de guildas y corporaciones), mudarse y vender su trabajo en libertad a cambio de un salario. Estas nuevas libertades fueron fundamentales para la con-solidación del capitalismo y fueron, en realidad, el resultado de la presión que este último comenzó a ejercer en la sociedad alrededor del siglo XVIII. La posibilidad de emplear gente en las fábricas sin restricciones era lo que el capitalismo necesitaba, lo que el liberalismo defendía y lo que la ju-risprudencia inglesa comenzó a per-mitir. Desde entonces el capitalismo se apoya en las libertades que el libe-ralismo le otorgó y que le permitie-

Doctor en Ciencia Política por la University of Pitts-burgh. Docente de UNSaM y Universidad Torcuato Di Tella

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La democracia soñó con el autogobierno pero terminóconstruyendo instituciones

representativas que resultan en ciudadanos gobernados

por equipos de políticos seleccionados.

ron desarrollarse (no es casual, por lo tanto, la asociación de capitalismo con libertades individuales). El capitalismo reemplazó entonces la estructura rígida y estamentada del feudalismo por nuevas diferencias sociales: las clases. La promesa ini-ciática del liberalismo de sociedades basadas en la igualdad entre indi-viduos libres se vio opacada con el surgimiento de las clases ancladas en diferencias económicas: propietarios y trabajadores pasó a ser el clivaje in-eludible de las sociedades capitalistas. En segundo lugar, el liberalismo ayudó a expandir los derechos polí-ticos basándose en una tríada funda-mental: libertad, igualdad y autogo-bierno. Suponer que los individuos somos libres e iguales lleva inme-diatamente a reconocer que nadie es mejor juez de sus propios intereses que uno mismo. De allí a proponer el ideal del autogobierno de los indivi-duos hay solo un paso. Este ideal del autogobierno supone que los indivi-duos libres e iguales deben poder de-cidir en las cuestiones que los atañen. La libertad es un valor supremo que solamente puede alcanzarse cuando el individuo se somete a decisiones tomadas por él; es decir, se gobierna a sí mismo. Este era el ideal liberal del autogobierno que sentó las bases para la democracia moderna y que puede rastrearse en los escritos de Locke y Tocqueville.Pero el ideal que justificó la demo-

cracia contenía en su interior la contradicción que la tornaría im-practicable. Mientras la extensión de los derechos políticos que este ideal proponía ampliaba el demos (es de-cir, el número de individuos con de-recho a participar en el gobierno) fue cada vez más evidente que el ideal del autogobierno es irrealizable. Es imposible construir un sistema por el cual millones de ciudadanos parti-cipen directamente en las decisiones que los atañen. La democracia soñó con el autogobierno pero terminó construyendo instituciones repre-sentativas que resultan en ciudada-nos gobernados por equipos de po-líticos seleccionados. La igualdad se transformó solamente en negación política de las diferencias sociales: ellas no son relevantes para definir la pertenencia al demos, pero no son eliminadas; y se le agrega la diferen-cia fundamental entre ciudadanos y políticos. El liberalismo, por lo tanto, fun-damentó la exten-sión de derechos civiles y políticos en la libertad e igualdad de todos y promet iendo el autogobierno. Pero algunas de esas promesas no fueron manteni-

das. La concepción individualista de la sociedad dio paso a la persis-tencia de las oligarquías (políticas y económicas). Estas dos coyunturas sirven para explicar, creo yo, cómo hizo el libe-ralismo para transformarse de una ideología que defendió los intereses populares a ser asociado a la domi-nancia de grupos; como pasó de ser un cuerpo normativo preocupado por cuestiones políticas a que se lo vincule exclusivamente con la esfera de la economía. Sin embargo, al liberalismo le debe-mos el sistema de toma de decisiones colectivas que mejor refleja las prefe-rencias individuales y hace libre a la mayor cantidad de personas. Ese es su gran legado.

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Page 32: Revista Criterio N 2420 - Noviembre 2015

HISTORIA

Detrás de una figura pública asociada a la oligarquía del interior

del país, existen múltiples aspectos desconocidos sobre sus

actividades en la esfera política y la actividad privada.

Volver a pensar a

Patrón Costas

Ignacio A. López

provisional del Senado a fines de los años ’30, desde donde gestionó im-portantes conexiones y articuló apo-yos legislativos; o por haber sido un empresario exitoso, emprendedor y paternalista durante el período de entreguerras en su Salta natal, trans-formando una pequeña empresa en el ingenio azucarero más importante del Norte argentino.Si la figura de Patrón Costas ha quedado asociada a estas imágenes negativas ello obedece al consenso político-ideológico que comen-zó a gestarse desde los primeros tiempos de la revolución de 1943. El mismo Juan Domingo Perón en 1945 caracterizó a El Tabacal –su empresa– como un “verdadero feu-do” con moneda propia y policía particular, pese a tener simpatías iniciales hacia su política obrera. Los comunistas, tiempo después, emprendieron una cruzada que

El 24 de septiembre se cumplieron cincuenta años del fallecimiento de Robustiano Patrón Costas. Quizás la mayoría lo recuerde por haber sido el frustrado candidato presidencial en las elecciones de 1943, candida-tura que supuestamente fue la causa próxima de la revolución de ese año. Para otros –no son pocos– su figura probablemente traiga a la mente ad-jetivaciones peyorativas como “oli-garca”, “fraudulento” o “señor feu-dal”. Finalmente, una porción nada desdeñable tal vez ni siquiera sepa quién fue ese hombre público que actuó en la política nacional duran-te más de tres décadas. Su nombre, como el de tantos otros, anida en el arcón de los “no queridos”.Seguramente muy pocos lo recuer-den por haber sido primer goberna-dor de la provincia de Salta bajo el imperio de la ley Sáenz Peña; o por haber desempeñado la presidencia

tardaría en desmantelarse y creye-ron ver en el político-empresario el cúmulo de los males de un ciclo político que se cerraba en la Argen-tina: fue para ellos representante de la “oligarquía agropecuaria”, “agente de monopolios imperialistas y “se-ñor feudal del Norte”.En el debate intelectual sesentista, intelectuales de primera línea dentro del revisionismo y la izquierda na-cional consolidaron esas imágenes: ese “gran propietario azucarero del Norte” con intenciones rupturistas fue derrotado por el bonapartismo, escribió Jorge Abelardo Ramos. Para Rodolfo Puiggrós, Patrón Costas re-presentó “uno de los más notorios oligarcas y epígonos de los monopo-lios extranjeros” de cuya “negativi-dad” había salido el movimiento po-pular que encabezó el coronel Perón. Sentencias y lugares comunes que nunca se desterraron y que sepulta-

Profesor de Historia Argentina Contemporánea en la UCA y la Universidad del Salvador

32 REVISTA CRITERIO N° 2420

Page 33: Revista Criterio N 2420 - Noviembre 2015

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ban al notable salteño como genio y figura de la “década infame”.Uno de los puntos controvertidos y debatidos en la historiografía ha sido la posible postura del candidato respecto a la Segunda Guerra Mun-dial y eventuales realineamientos en materia de política exterior. Mario Rapoport, en un trabajo escrito en los años setenta, analizó exhaustiva-mente informes de diplomáticos es-tadounidenses e ingleses que coinci-dían en que el neutralismo de Patrón Costas era un “compromiso” que el candidato había mantenido con el presidente Ramón Castillo pero que sería eventualmente cambiado una vez iniciada su gestión. Algu-nas fuentes incluso lo colocaban más con simpatías pro-británicas que pro-norteamericanas –estamos acostumbrados a leer los intereses comerciales que unían al candidato con algunas firmas de este origen–, pero lo cierto es que, más allá de hacia dónde dirigiese sus afinidades ideológicas o comerciales, un dato parecería irrefutable: una direc-ción distinta en política exterior se hubiese impreso en los momentos iniciales de su presidencia. Ruptura respecto de la postura de Castillo, sí.

Eventuales realineamientos en ma-teria de inserción internacional, sin embargo, permanecen en el terreno de la especulación pura.Un segundo aspecto también discuti-do ha sido la consagración de su can-didatura y la imposición “unánime” de Castillo frente a las diversas co-rrientes internas dentro del arco con-servador. Su principal contrincante para obtener la nominación era el gobernador de Buenos Aires, Rodol-fo Moreno, que luego de amenazar con actos de rebeldía, se vio obligado a renunciar a la gobernación en abril de 1943. Las posibles fisuras en el frente conservador, sin embargo, me-recen ser revisadas. Una vez postula-do, su candidatura gozó del apoyo de barones del interior bonaerense y del conurbano como lo demuestran adhesiones de los prohombres de las seccionales de Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora, Banfield, La Plata pero también de General Alvear, Lu-ján, Mar del Plata, Necochea, entre otras tantas localidades.También gozó de la adhesión de los núcleos demócratas de Capital Federal, Tucumán, Entre Ríos, Co-rrientes, La Rioja, y grupos radica-les disidentes de Santa Fe, Mendoza

La visión negativa de Robustiano Patrón Costas comenzó a gestarse desde los comienzos de la revolución de 1943.

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HISTORIA

tante sociedad anónima que albergó a más de 15 mil personas en época de zafra anual. Era un complejo in-dustrial con aserradero, talleres, fun-diciones y doce colonias con grandes de unidades de vivienda. Una amplia red de caminos, ferrocarriles y red de regadío conectaba la zona con el res-to de la provincia, además de poseer escuelas, espacios religiosos, un com-plejo de cine y un hospital equipado con importante tecnología moderna. El senador Alfredo Palacios viajó en 1937 en el marco de una investiga-ción senatorial por los diversos in-genios del país y quedó sorprendi-do ante tamaña obra en la selva del

y Santiago del Estero, Salta, Buenos Aires y Jujuy; de federaciones uni-versitarias y de círculos obreros; de colectividades como la Israelita Ar-gentina o la Helénica de Buenos Ai-res; de intelectuales de fuste como Ricardo Levene; o de personalida-des que luego tendrían un rol pro-tagónico en el peronismo como Ra-món Carrillo u Oscar Ivanissevich. Un tercer aspecto que merece una nueva consideración es su actividad empresarial en El Tabacal, como lo vienen manifestando una serie de tra-bajos académicos novedosos. El in-genio San Martín, fundado en 1918, pasó a ser en dos décadas una impor-

Norte: “Imitemos la acción privada y los resultados serán proficuos”, se-ñaló ante la Cámara alta.Pasaron las décadas, las imágenes se cristalizaron, los consensos se reprodujeron y los libros repitie-ron. Sin embargo, como expresó Marc Bloch, los historiadores de-beríamos ser capaces de evitar un error fatal en la disciplina dado que de la “simulación pura y simple” al “error enteramente involuntario” existen muchos matices aunque “sólo sea en razón de la fácil me-tamorfosis con que el embuste más burdo y sincero se trueca (…) en mentira habitual”.

ESTUDIO JURÍDICO QUINODOZFUNDADO EN 1946

• Roberto Ramón Quinodoz +• Roberto Carlos Quinodoz• Esteban Pablo Quinodoz• Ángel Daniel Eugenio Quinodoz• Sebastián Marcos• Fernando Andrés Quinodoz• María Evangelina Quinodoz

AbogadosSan Martín 228 (E3100AAS) Paraná - Entre Ríos

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Referencias bibliográficasBloch, Marc, Introducción a la Historia, Buenos Aires, FCE, 1952.Girbal-Blacha, Noemí, “Poder político y acción privada en el agro argentino. La industria tabacalera (1900-1950)”, Estudios Avanzados, Universidad Nacional de Córdoba, No. 11, 2009.Honorable Cámara de Senadores de la Nación, Diario de sesiones, 22 de junio de 1937.Partido Comunista, Esbozo de Historia del Partido Comunista de la Argentina, Buenos Aires, Editorial Anteo, 1947.Perón, Juan Domingo, Yo, Juan Domingo Perón. Relato autobiográfico, Buenos Aires, Sudamericana, 1976.Puiggrós, Rodolfo, La democracia fraudulenta, Buenos Aires, Corregidor, 1974.Ramos, Jorge Abelardo, Historia política del Ejército argentino. De la Logia Lautaro a la industria pesada, Buenos Aires, Peña Lillo Editores, 1959.Rapoport, Mario, “Patrón Costas y la revolución de 1943”, Todo es Historia, Buenos Aires, No. 150, noviembre de 1979.Sweeney, Ernest y Domínguez Benavides, Alejandro, Robustiano Patrón Costas. Una leyenda argentina, Buenos Aires, Emecé, 1998.Valle Michel, Azucena y Burgos, Federico, “Agroindustria azucarera y sindicatos en la provincia de Salta (1943-1955)”, Revista Escuela de Historia, Universidad Nacional de Salta, Año 4, Vol. 1, No. 4, 2005.

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América latina, muy poco

innovadora

Arturo Prins

investigadores o técnicos capacitados.2) Pocos ingenieros: la ingeniería desempeña un papel principal en el progreso tecnológico. Es una profe-sión que está en el centro de las acti-vidades de innovación: la mayoría de los productos y servicios innovado-res surge de emprendimientos em-presariales promovidos por ingenie-ros. México, Colombia y Chile son una excepción en cuanto al número de ingenieros; la Argentina y Brasil, notablemente, están muy por debajo.3) Escasa inversión en Investiga-ción y Desarrollo (I+D): ALC apor-ta sólo el 3,5% del total mundial en I+D, esencial en la economía del conocimiento; Asia, el 36,1%. Las industrias latinoamericanas invier-ten poco; el mayor aporte lo hacen los gobiernos en universidades e instituciones públicas, que generan conocimientos pero no producen los bienes para crecer. En los países avanzados, en cambio, la mayor in-versión es empresaria y la transfe-rencia de conocimientos a la indus-tria desarrolla las economías.4) Pocas patentes: el conocimiento no se protege debidamente. En la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos (USPTO) la forma-lización de patentes de ALC crecía a una tasa anual promedio del 3%, muy inferior a la de los 34 países

En notas anteriores (Criterio N° 2414 a 2418) mostramos cómo Asia, históricamente el continente más pobre, superó esta situación tras implementar la economía del cono-cimiento. Con innovación, ciencia y tecnología, Japón, China, Corea del Sur, Singapur, Israel y otros países ubicaron sus economías entre las más avanzadas.La región de América latina y el Caribe (ALC), en cambio, tiene un histórico rezago que la ubica entre las más subdesarrolladas; son eco-nomías primarias. Una investigación del Banco Interamericano de Desa-rrollo (BID) indica que ello repre-senta un problema importante pues “la innovación es un componente fundamental para el desarrollo eco-nómico y factor clave para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos”. Cuatro razones explican la situación:1) Deficiente educación: las pruebas PISA muestran bajos resultados en la región, sobre todo en ciencias y ma-temáticas. Los alumnos que cursan la enseñanza primaria son mayormente pobres y habitan zonas rurales; sue-len abandonar los estudios por verse obligados a contribuir al sustento fa-miliar o porque viven en localidades sin escuelas secundarias. Ello afecta la disponibilidad de jóvenes prepa-rados, en condiciones de ser futuros

de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Econó-micos), del 7%; y a la del conjunto de países RIIC (Rusia, India, Indonesia y China), del 13%.En ALC, tres países concentran más del 90% del total invertido en I+D: Brasil (66%), México (16%) y la Argentina (10%); el resto invier-te el 8,8%. La región es muy poco innovadora: las exportaciones de manufacturas cayeron de 72,3% en 2000 a 58,6% en 2014. “Nos hemos vuelto demasiado dependientes de las materias primas”, decía el direc-tor de desarrollo económico de la CEPAL, Daniel Titelman. Un estu-dio de diciembre de 2014 indica que el 98% del valor de las exportaciones de Venezuela proviene de materias primas; el 86% en Ecuador, el 79% en Colombia, el 72% en Bolivia, el 70% en la Argentina y Perú, el 63% en Chile y el 52% en Brasil; la excep-ción es México, donde el 17% del va-lor exportado proviene de materias primas. Un informe del Banco Mun-dial dice: “La baja innovación de las empresas latinoamericanas hará que la región no pueda contar ya con sus exportaciones para crecer. Si Amé-rica latina sigue especializándose en los recursos naturales, quedará a la zaga, en la vieja economía de creci-miento más lento”.

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ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO

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¿El Dios de Israel tenía una esposa?

Ariel Álvarez Valdés

BIBLIA

¿Quién fue la diosa Asherá, venerada durante

siglos por los israelitas como a Yahvé?

Teólogo y biblista

Todos los dioses de la antigüedad tenían una esposa. En Egipto se adoraba a Amón y a su con sorte Mut. En Babilonia, a Marduk y a Sarpanitu. En Sumeria, a Enlil y a Ningal. En Grecia, a Zeus y a Hera. Y en Roma, a Júpiter y a Juno. El único Dios al que siempre se con-sideró célibe y soltero fue Yahvé, el Dios del pueblo de Israel.Según la Biblia, la adoración exclusi-va de Yahvé se remonta a Abraham, en el siglo XVIII a.C (Génesis 12). Los 10 mandamientos de Moisés refuerzan esta idea, ya que ordenan: “No tendrás otros dioses fuera de mí;

porque yo, Yahvé, soy un Dios celoso” (Deuteronomio 5,7-9).Sin embargo, esta convicción hoy se ha desmoronado. Los nuevos estudios bíblicos, apoyados por la arqueología, han comprobado que durante siglos Yahvé tuvo una espo-sa. Se llamaba As herá. Y los israeli-tas la veneraron tanto como a Yahvé. Pero en el siglo VII a.C. el culto a la diosa empezó a verse como un mal, se lo prohibió y se autorizó sólo el culto a Yahvé.¿Quién era la diosa perdida de los hebreos? ¿Por qué la desalojaron del panteón israelita?

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des tenían el mismo nivel de impor-tancia. La inscripción revelaba que la diosa Asherá, descubierta en Ras Shamra, era venerada en el siglo VIII a.C. entre los israelitas, y recibía el mismo culto que Yahvé.Pero la arqueología reveló otra sor-presa. En 1976, en Kuntillet Ajrud, en la península del Sinaí, aparecieron los restos de una antigua posada. Los peregrinos podían allí descansar, en-contrar agua y comida, y pasar la no-che. Afortunadamente, muchos de ellos dejaron oraciones escritas sobre tinajas, o en las paredes recubiertas de yeso, implorando a sus dioses la protección para el viaje.El descubrimiento más espectacu-lar es el de dos grandes tinajas para guardar líquidos o granos, de unos 90 centímetros de alto, con dibujos e inscripciones hebreas fechadas en torno al año 770 a.C. En una estaba escrito: “Yo los bendigo por Yahvé de Samaria y por su Asherá”. En la otra decía: “Te bendigo por Yahvé de Te-mán y por su Asherá; que él te ben-diga y te guarde, y esté con mi señor”.Esas antiguas oraciones revelaron que los israelitas solían venerar tanto a Yahvé como a su esposa Asherá.

El silencio de los grandesLos hallazgos arqueológicos llevaron a los estudiosos a releer la Biblia, y descubrieron que muchos pasajes re-velaban signos de un culto a la diosa Asherá aprobado por toda la socie-dad israelita: reyes, profetas, sacer-dotes y por el pueblo entero, tanto en el reino del Norte (de Israel) como en el del Sur (de Judá). Veamos algu-nos ejemplos.En el Reino del Norte, leemos que durante el siglo IX a.C. el rey Ajab (874-853 a.C.) “se había fabricado una Asherá”, es decir, una imagen de la diosa, para adorarla junto a Yahvé, en la capital del país, Samaria (1 Reyes 16,33).En esa misma época vemos que el

profeta Elías, defensor del yahvis-mo, se enfrentó a los profetas de los dioses cananeos para extirparlos del país. Subió al monte Carmelo y allí convocó “a los 450 profetas del dios Baal y a los 400 profetas de la diosa Asherá” (1 Reyes 18,19). Pero curio-samente, al empezar la disputa, Elías se enfrenta únicamente con los pro-fetas de Baal (1 Reyes 18, 22,25,40). Lo cual da a entender que el conflic-to era únicamente con ellos, y no con los profetas de Asherá, que parecen asistir al debate sólo como especta-dores. Y al terminar la disputa, Elías extermina sólo a los profetas de Baal, permitiendo que el culto a la diosa Asherá siga vigente en el país (1 Re-yes 18,40). Cuán importante habrá sido la diosa, como para tener 400 profetas propios.Cincuenta años más tarde, en tiem-pos del rey Joacaz de Israel (814-798 a.C.), el historiador bíblico vuelve a subrayar que la devoción a la diosa Asherá seguía fuertemente arraigada en Samaria (2 Reyes 13,6).Y cuando en el año 721 a.C., durante el gobierno del rey Oseas, el país es invadido y destruido por los asirios, la Biblia afirma que en todo el reino se veneraba la imagen de la diosa Asherá (2 Reyes 17,13), y se le daba culto postrándose ante ella (2 Reyes 17,16), algo que se venía haciendo desde varias generaciones atrás (2 Reyes 17,14).Un argumento aparte es el silencio de los grandes profetas de aquel tiempo. Ninguno de los que predi-caron durante aquellos años (Elías, Eliseo, Amós y Oseas) protesta ni levanta la voz contra la diosa. Al pa-recer, era una práctica normalmen-te aceptada.

El error de un horrorSi analizamos la situación del Reino del Sur, nos encontramos con idénti-co panorama. Cuando el rey Asá go-bernaba Jerusalén (911-870 a.C.), se enojó con su madre, la reina Maaká,

Por una vieja tumbaEl nombre de la diosa Asherá apa-rece 40 veces en el texto hebreo de la Biblia, pero hasta el siglo pasa-do no se sabía casi nada de ella. Se pensaba que “asherá” era un objeto sagrado, y la Biblia lo traducía por “cipo”, “poste”, “estela”, “árbol”. Pero en 1928 un campesino árabe descu-brió por casualidad la entrada a un viejo cementerio, en la localidad de Ras Shamra, al norte de Siria. Cuan-do los arqueólogos realizaron las primeras excavaciones descubrieron que el sitio correspondía a la antigua ciudad de Ugarit, un importantísi-mo puerto de Oriente, conocido por referencias pero que nunca había sido encontrado.Entre sus ruinas se hallaron cinco grandes bibliotecas, con textos es-critos sobre tabletas de arcilla, que se remontan al siglo XIV a.C. En ellos nos enteramos que la misteriosa pa-labra “Asherá” de la Biblia no se re-fería a un objeto sino a una diosa: la diosa madre de los cananeos. Y allí conocimos quién era, las funciones que desempeñaba y el culto que se le tributaba como divinidad principal de la región.Un segundo descubrimiento sen-sacional se produjo en 1967, en la antigua ciudad bíblica de Makedá (hoy Khirbet-el-Qom), 50 kilóme-tros al sudoeste de Jerusalén. Los arqueólogos localizaron un grupo de tumbas con inscripciones hebreas en las paredes. Entre ellas sobresalía una, fechada hacia el año 750 a.C. Tenía sólo seis líneas, y se podía leer: “Urías el rico escribió esto: / que Urías sea bendecido por Yahvé, / pues él lo ha librado de sus enemi-gos, por su Asherá”.

El grafito del pilarLos investigadores quedaron atóni-tos. Las frases “por Yahvé” y “por su Asherá” estaban en paralelismo, lo cual significa que ambas divinida-

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“(Manasés) construyó altares a Baal, se fabricó una Asherá... y colocó su imagen en el Templo” (2 Re 21,3.7). Cabe aclarar que Manasés no intro-dujo ninguna práctica desviada. Sólo volvía a lo que había sido el culto ofi-cial de los reyes y el pueblo durante siglos. En todo caso su padre Eze-quías fue quien se había desviado de la religión tradicional, al prohibirla.Finalmente en el año 622 a.C. llegó la desaparición definitiva de la diosa. El rey Josías emprendió una nueva reforma religiosa, esta vez irrever-sible. Deseaba unir políticamente el país, y para ello le era imprescindi-ble unificar también el Dios al que se adoraba. Decidió, pues, dejar a Yahvé como divinidad única y des-cartar para siempre a Asherá.

Adiós a la diosaEl texto bíblico que lo narra es im-presionante (2 Reyes 23,4-20) por-que muestra el fastuoso culto que recibía la diosa hasta ese momento en el país: “(Josías) ordenó sacar del Templo de Yahvé todos los objetos que habían fabricado para Baal, para As-herá, y para el ejército de los cielos, y los quemó fuera de Jerusalén” (v.4). Luego “sacó la Asherá de la Casa de Yahvé, fuera de Jerusalén, al torrente Cedrón; allí la quemó, la pulverizó, y arrojó las cenizas sobre las tumbas del pueblo” (v.6). A continuación “derribó las casas... donde las muje-res tejían velos para As herá” (v.7). “Rompió las estelas sagradas, arran-có las Asherá (que había en otras ciudades) y contaminó con huesos humanos los lugares donde estaban” (v.14). Finalmente “derribó el altar que había en Betel... quemó el lugar sagrado, lo redujo a polvo y quemó la Asherá” (v.16).El texto nos permite deducir varias cosas: que Asherá era adorada en el templo mismo de Jerusalén junto a Yahvé; que en otras ciudades del país también se le dedicaba altares; que un grupo de mujeres le tejía

velos; y que tenía una estatua que se revestía. De hecho en Palestina los arqueólogos han descubierto, a partir de 1920, numerosas estatui-llas de la diosa, de entre los siglos IX a VI a.C., quizás copias en mi-niatura de la Asherá que había en el Templo de Jerusalén. La revolución monoteísta de Josías convirtió a Yahvé en un Dios único y sin pareja. La diosa desapareció para siempre de la historia de Is-rael, y jamás volverá a ser nombra-da en la Biblia.

Un culto ocultoAños más tarde, los autores bíbli-cos decidieron escribir la historia de Israel (es decir, los libros de Josué, Jueces, Samuel y Reyes). El culto a Yahvé ya estaba afianzado y firme-mente establecido. Entonces dijeron que desde el principio los hebreos adoraron a un solo y único Dios: Yahvé. Agregaron que el pueblo ha-bía hecho una alianza con él, para servirlo con exclusividad, porque Yahvé era un Dios celoso que no admitía otros dioses a su lado. Eli-minaron del pasado casi todas las menciones a la diosa, y las pocas que quedaron fueron presentadas como un culto ocasional y desviado de al-gún rey impío, o de pequeños secto-res descarriados de la población. Es decir, pintaron como una excepción lo que había sido la regla.En otras palabras: los historiadores bíblicos (llamados deuteronomis-tas), en vez de contar la renovación religiosa de Josías como un acto in-novador, la contaron como una vuel-ta al monoteísmo primitivo y tradi-cional del que nunca tendrían que haber salido. Proyectaron hacia el pasado una situación que se acababa de inaugurar. Y para que no queda-ran dudas, le hicieron decir a Moi-sés (que vivió en el siglo XIII a.C.): “No plantarás una Asherá, ni nin-guna clase de árbol, junto al altar de Yahvé que construyas, porque es algo

“y le quitó el título de Gran Dama porque había hecho algo horroroso para Asherá; Asá arrancó ese horror y lo quemó en el torrente Cedrón” (1 Reyes 15,13). No sabemos qué hizo la reina Maaká. Quizás fabricó un objeto de culto, o una imagen de la diosa que molestó al monarca, y éste ordenó cortarla y quemarla. Este tex-to revela que la diosa Asherá era ve-nerada en la residencia real, y recibía el culto oficial del rey de Jerusalén. Más importante aún: aunque el rey destruyó el objeto hecho por su ma-dre, no se dice que eliminó el culto a Asherá, el cual siguió vigente en el palacio. Semejante devoción por la diosa no parece haber constituido un problema moral, ya que el autor bíblico alaba a Asá como hombre religioso y ejemplar (1 Reyes 15,14).Poco después, en tiempos del rey Ajaz (736-716 a.C.), el historiador bíblico vuelve a contar que en Jeru-salén se daba culto a la diosa Asherá como algo aceptado por la sociedad entera (2 Reyes 17,13.16).Vemos entonces que, a lo largo de toda la historia, los reyes de Israel y de Judá veneraron como algo nor-mal a Yahvé y a su esposa.

Reformar las reformasCuando el rey Ezequías subió al trono de Jerusalén (716-687 a.C.), se produjo el primer intento serio y profundo de reforma religiosa en el país. Ezequías “destruyó los lugares altos (es decir, los santuarios de los otros dioses), arrancó las imágenes, y rompió la Asherá”, o sea, la imagen de la diosa que estaba en el Templo de Jerusalén (2 Reyes 18,4).Con ello los ritos a la diosa quedaron suprimidos, y durante algunas dé-cadas dejaron de oírse en Jerusalén las plegarias de sus devotos. Pero la prohibición no duró mucho, porque cuando Ezequías murió y le sucedió su hijo Manasés (687-642 a.C.), vol-vió a autorizar lo que su padre había proscrito. Así lo afirma la Biblia:

BIBLIA

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Dios: “Yo estaba mudo... pero ahora grito como una parturienta, resoplo y jadeo entrecortadamente” (Is 42,14), conmovedora imagen tomada de una escena del parto. Más adelan-te, describe a Dios preguntándose: “¿Acaso olvida una mujer a su hijo de pecho, o al hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no te olvida-ré” (Is 49,15). Y también: “Como una madre consuela a un hijo, así yo los consolaré a ustedes” (Is 66,13).Estas imágenes, antes atribuidas a la diosa, hubo que atribuirlas a Yahvé. La nostalgia de Asherá terminó aflo-rando por todas partes.

Más que un padre, es una madreDurante siglos los israelitas venera-ron a la diosa Asherá. Su estatua de madera podía admirarse en el Tem-plo de Jerusalén. Las sacerdotisas le tejían vestidos. En los hogares había copias de su imagen. Y las madres hebreas le pedían ayuda para la con-cepción y el parto. Pero en el siglo VII a.C. el rey Josías promovió una revolución monoteísta, suprimió su culto y dejó a Yahvé como divinidad exclusiva. Fue una buena decisión, pues ayudó a subrayar la unidad y trascendencia divina. Pero a su vez dejó un enorme vacío, pues elimi-nó los rasgos femeninos de Dios. Es cierto que Dios no es varón ni mujer, y que está más allá de la sexualidad. Pero el tener que dirigirnos siempre hacia él como “Padre” ha condicio-nado nuestro modo de imaginar-lo, de creer y de rezar, exaltando su masculinidad en detrimento de sus valores femeninos.Quizás por eso nuestros países oc-cidentales, adoradores de un Dios masculino y guerrero, no tengan re-paros en gastar dinero para la gue-rra, mientras dejan que millones de niños vivan en la pobreza. Quizás por eso nuestras iglesias, adoradoras de un Dios Rey del cielo, se desvivan por gestionar la salvación eterna,

mientras en el presente muchos lle-van una existencia miserable, aferra-dos a la madre tierra. Quizás por eso nuestras religiones, adoradoras de un Dios justiciero, hayan priorizado el Derecho Canónico por encima del amor, la ternura y la compasión.Ya Jesús, consciente de esa limita-ción, se aplicó una imagen curiosa-mente materna, cuando se lamentó sobre Jerusalén diciendo: “Jerusalén, Jerusalén... cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una galli-na reúne a sus pollitos bajo las alas” (Mateo 23,37). Y en una parábola llegó a hacer algo que ningún rabino se habría atrevido jamás: comparó a Dios con una mujer (Lucas 15,8-10). También el Papa Juan Pablo I, en uno de los pocos discursos que alcanzó a pronunciar en 1978, dijo algo inau-dito para su época: “Dios, más que Padre es una Madre”. Y muchos teó-logos han empezado hoy a hablar del “Dios padre-madre”. Sería bueno comenzar a ver a Dios con rasgos femeninos. A sentirlo de vez en cuando como mujer que nos abraza con ternura, o como una madre que nos contiene y consuela con cariño. Tal vez así Dios, cuya ternura alguna vez fue adorada como Asherá, sonría complacido. O complacida.

que Yahvé detesta” (Deuteronomio 16,21). Estas palabras jamás podría haberlas dicho Moisés. Él no habría podido adivinar que siglos más tarde se iba a plantar una estatua de la dio-sa “junto al altar de Yahvé”. Son pala-bras de los historiadores reformistas, para atribuirle a Moisés el monoteís-mo creado por Josías.

Jadeando en medio del partoLa erradicación de Asherá dejó a los israelitas sin divinidad femenina. Sólo quedó el Dios masculino Yahvé. La carencia de una diosa hizo que, a partir de esta época, comenzaran a aplicarle a Yahvé ciertas imágenes maternales y expresiones femeninas, algo que nunca antes se había hecho.Así, leemos que durante la marcha por el desierto Moisés se queja a Dios por tener que cargar con el pueblo: “¿Acaso he concebido yo a este pue-blo? ¿Yo lo di a luz, para que me di-gas: «llévalo en tu seno, como la que amamanta lleva al niño que mama?»” (Nm 11,11-12). Moisés le recuerda a Dios que él es la madre del pueblo, y que lo ha dado a luz. Más adelante, el mismo Moisés recrimina al pue-blo: “Desprecias a la Roca que te dio el ser, olvidas al Dios que te engendró” (Dteuteronomio 32,18), claras imá-genes femeninas de Dios.En el libro de Job, Dios le pregunta a éste: “¿Quién engendra las gotas de rocío? ¿Quién ha parido el hielo? ¿Quién da a luz la escarcha del cielo?” (Job 38,28-29), sobreentiendo que es Yahvé quien, como una mujer, en-gendra constantemente al mundo. También el profeta Oseas describe a Dios con conductas maternales: “Cuando Israel era niño, yo le enseñé a caminar, y lo llevé en mis brazos. Yo era para ellos como quien alza a un niño hasta sus mejillas, y me agacha-ba para darle de comer” (Oseas 11,1-4). Pero es el Segundo Isaías quien contiene los ejemplos más osados de femineidad divina. Le hace decir a

Durante siglos los israelitas veneraron

a la diosa Asherá. Su estatua de madera

podía admirarse en el Templo de Jerusalén.

Las sacerdotisas le tejían vestidos. En los

hogares había copias de su imagen. Y las madres hebreas le pedían ayuda

para la concepcióny el parto.

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Unaescocesasingular

Rosa Rubolino

LECTURAS

Economía de estilo y transfiguración en La

plenitud de la señorita Brodie, de Muriel Spark.

Psicóloga y escritora

Había advertido Edgar Allan Poe en el siglo XIX que el cuento corto, el ensayo breve y el poema lírico están llamados a desalojar las produccio-nes de grandes dimensiones. Más allá de la preeminencia de los géne-ros, aun cuando el cuento se impu-so y fue elegido para expresarse por autores de la talla de Poe, Chesterton o Borges, la novela sigue ocupando una posición de privilegio en lo que a narrativa se refiere. Sin embargo, si el lector de nuestro tiempo se en-frenta a una novela de 400 páginas es posible que se desaliente, de manera que adhiero a la novela contempo-ránea, de menos extensión, y no por ello menos ambiciosa.Muriel Spark (1918-2006), prolífica y multipremiada, novelista escocesa, tuvo que conocer severas críticas por la brevedad de sus obras. Dice en su autobiografía: “Me encanta la prosa económica, siempre intento encon-

trar la forma más breve de expresar un significado”. El estilo conciso, como la precisión para reproducir las expresiones de la gente común, son influencia del caricaturista inglés Max Beerbohm. Las obras más cono-cidas de Spark: Memento mori, Las se-ñoritas de escasos medios, La plenitud de la señorita Brodie (Los mejores años de miss Brodie o La primavera de una solterona), entre otras. De padre judío y madre anglicana, fue educada con becas públicas. Se destacó en las letras desde muy jo-ven; en 1937 se casó con Sydney Oswald Spark, 13 años mayor, de quien se separó en 1944 aunque con-servó el apellido. Vivieron en Rhode-sia, y Muriel lo considera su primer exilio. Tuvieron un hijo, Robin. A su regreso a Londres pasó por diversos trabajos, como el contraespionaje en una repartición de la Inteligen-cia Británica. Ya divorciada se ini-

ció como escritora. Tomó distintos aspectos de la vida colonial africana para nutrir sus primeros relatos, que fueron crímenes racistas: negros ase-sinados por blancos, mujeres negras abandonadas por sus hombres blan-cos en cuanto llegaban a Inglaterra. Expresó su teoría sobre el mal en El único problema, donde afirma que el mal es el único problema: “Creo que el infierno está vacío y todos los de-monios están aquí”. En 1954 sufrió una crisis, en parte por el consumo de pastillas para adelgazar. Fue hos-pitalizada y recibió tratamiento psi-quiátrico. Se inició en el estudio de la obra del cardenal Newman, escritos que ejercieron gran influencia sobre ella y, como Graham Greene, se con-virtió al catolicismo. Greene la ayu-dó económicamente. En 1963 dejó Inglaterra para siem-pre; vivió primero en Nueva York, luego en Roma. En 1970 inició su re-

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lación con Penelope Jardine y se ins-talaron en Toscana hasta su muerte.La plenitud de la señorita Brodie fue publicada en 1961 y es su novela más exitosa, traducida a varios idiomas y adaptada al cine. Maggy Smith ganó el Oscar a la mejor actriz por su in-terpretación. La acción comienza en 1930, en una escuela de señori-tas de Edimburgo, donde Miss Bro-die es maestra y sus alumnas tienen diez años. Soltera de mediana edad, atractiva y de fuerte carácter, admi-radora de Mussolini y muy compro-metida con su rol. Abunda en sen-tencias: “Seguridad no es lo primero. La Bondad, la Verdad y la Belleza están antes”; “La palabra es plata pero el silencio es oro”. Su objetivo es que las niñas lleguen a ser la crème de la crème. Para lograrlo elige a seis chicas, cada una muy diferente de la otra, y les da clases extracurriculares: les habla de arte, ética, religión, polí-tica y de su vida privada. Gracias a su don de mundo y seducción, ejerce sobre ellas una fuerte influencia. Las invita a su casa a tomar el té, les hace confidencias sobre su vida amorosa y les promete que serán mujeres so-bresalientes si consiguen lo que ella sabe ahora de sí misma: reconocer el momento de apogeo de cada una. El relato es divertido e irónico, aun-que igualmente severo, con per-sonajes muy bien definidos y una técnica cuidada e inteligente. En 170 páginas despliega una inusitada complejidad. Apela a material auto-

biográfico, la escritura como interés desde la temprana juventud, la ex-presa admiración por la economía de estilo. Su personaje central, San-dy, bajo el dominio de Miss Brodie hace tareas de espía e informante, se interesa por la psicología y se con-vierte al catolicismo.La obra en cuestión es un trabajo sobre la ética. Muriel Spark tiene la habilidad de ubicar la acción en un momento histórico clave que susten-tará su hipótesis, pre y post Segun-da Guerra Mundial. La enseñanza de Miss Brodie sobre los secretos del amor y la sexualidad fue una de las faltas que las autoridades de la escuela hubieran querido probar para expulsarla, pero sus métodos desarrollaron en las chicas una sin-gular forma de lealtad y no son esas temáticas las que hacen al clímax de la obra. Inclusión y exclusión, deseo y renuncia, lealtad y traición son al-gunos de los ejes, y queda planteada la cuestión del bien y del mal como un conflicto que se impone. Como Hannah Arendt, Muriel parece decir que en realidad la señorita Brodie en su apogeo no se da cuenta de lo que hace. “Permaneceré en esta fábrica educativa. Tiene que haber levadura en la masa. Denme una niña en edad susceptible y será mía para toda la vida”, puede leerse. Y también: “Mientras estaban bajo su influencia, tanto ella como sus acciones se ha-llaban situadas fuera del contexto del bien y del mal”. “Así como un sentido

excesivo de culpabilidad puede lle-var a alguien a cometer demasías, así era llevada a ello la señorita Brodie por una desmesurada carencia de sentido de culpabilidad”. La trasgresión de Miss Brodie es a su función de maestra. Este es el plan-teo de la autora. Georges Bataille, en Literatura y el mal, nos permite esta discusión sobre ética y literatura. La literatura como vía de acceso, como una forma de indagación. Gracias a los artilugios de la escritura y del es-tilo, “imágenes crudas y nauseabun-das son posibles” (pienso en Lolita de Nabokov, Cumbres borrascosas de Bronte, o El señor de las moscas de Golding). La conmoción del lector es inevitable y no hay una respuesta única, pero esa conmoción no se al-canza sin arte y sin estilo.Miss Brodie elige a Sandy, su alum-na estrella, confidente e informante, pero un hecho trágico hace que San-dy reflexione y actúe en consecuen-cia. Es el principio de la transfigura-ción, del anhelo de cambio profundo y completo en diferentes aspectos de su personalidad. En mi opinión, la entrega de la au-tora a su nueva fe es la que le pro-porciona el cierre a este trabajo. En la adultez, Sandy, ya psicóloga, mon-ja católica y escritora, aferrada a las rejas del convento, puede hacer una revisión, y publica La transfiguración de lo trivial, que la pondrá de nuevo en contacto con sus compañeras de la adolescencia.

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A propósitode La sal de

la tierra

Pablo Monat

CULTURA

El documental sobre el fotógrafo de las guerras

silenciosas invita a repensar la potencia de las

imágenes más terribles sobre el dolor humano.

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¿Quién no se sintió aterrorizado y a la vez atraído por las imágenes tre-mendas del ataque a las Torres Ge-melas? ¿O por las filmaciones apo-calípticas de los hongos nucleares de Hiroshima y Nagasaki? ¿O las imá-genes terribilísimas de la “limpieza étnica” en la ex Yugoslavia? Cabe preguntarse entonces, ¿puede lo terrible, el espanto, referirnos a un sentimiento sagrado? ¿Puede tener incluso belleza? El teólogo protes-tante Rudolph Otto rescató la frase/intuición del mysterium tremendum et fascinans (el misterio terrible y fascinante). Tremendum proviene de “tremor” (temor) pero el mysterium tremendum se refiere según Otto al “temor que es más que temor” (natu-ral). Se referencia a lo “temible-des-asosegante” que se perfecciona con su sublimación. Otto dice: “El ‘espanto’ retorna la forma infinitamente enno-blecida de aquel íntimo y profundo estremecimiento y enmudecimiento del alma hasta sus últimas raíces”. Por ello la intuición humana es inmedia-tamente atraída hacia el otro polo: “lo fascinante”. En palabras de Otto: “Por otra parte, es al mismo tiempo evi-dentemente algo peculiar, atrayente, cautivante, fascinante, que aparece en una extraña mezcla de contraste y ar-monía con el momento distanciador de lo tremendum”. En ambos polos se revela una de las formas de lo sagra-do. Esta breve digresión sobre lo tre-mendo y lo fascinante (tal vez incluso lo bello) es motivada por el paso por las salas de cine argentinas del docu-mental sobre el influyente fotógrafo brasileño Sebastião Salgado. Salgado, un “fotógrafo social”, como se denomina a sí mismo, es mundial-mente conocido por su trabajo que algunos, entre los que me incluyo, considerarían como tremendum et fascinans. Salgado fotografió algunos de los dramas colectivos más desola-dores que azotaron a la humanidad

en el último cuarto del siglo XX y es un referente actual ineludible de los “fotógrafos de conciencia”, esa “especie” que cubre, con su lente im-placable, hambrunas, migraciones forzadas, poblaciones viviendo en la miseria extrema. Primos cercanos de los reporteros de guerra, su actividad y sus fotos son igualmente elogiadas y cuestionadas. Salgado añade a esto su particular percepción estética, que hace de sus exposiciones y li-bros verdaderos “acontecimientos de arte”, si es pertinente llamarlos así.

Salgado, la películaSin ser el único documental sobre Salgado, quizás por la fuerza espec-tacular de sus imágenes y por ser el más reciente (2014), La sal de la tierra sea el más conocido mun-dialmente. Respaldado por la co-dirección del reconocido cineasta alemán Wim Wenders (director de, entre otras, Pina, Las alas del deseo y Paris, Texas) y en colaboración con Juliano Ribeiro Salgado, el hijo de Sebastián, el film obtuvo el Premio Especial de la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes del 2014, entre otros reconocimientos. La película presenta un itinerario de la vida y obra del conocido fotógrafo, desde sus referencias biográficas, co-menzando en su niñez en la Fazenda Bulcão, en el interior del estado de Minas Gerais, a sus estudios de Eco-nomía, su matrimonio con Lélia (su mujer y hoy colaboradora impres-cindible) y su exilio en Francia, a su inicial carrera como economista del desarrollo para el África, y su descu-brimiento fortuito de la fotografía. Los caminos cruzados de la vida y la obra de Salgado se alternan. En el inicio de su carrera como “fotógrafo social” en los ’70, sus primeros traba-jos de envergadura cubrieron la trá-

gica sequía y consecuente hambruna de la región conocida como Sahel (el largo cinturón de 5000 km. que constituye la transición del Sahara a las sabanas del África Central). Con “terribilísimas” imágenes del hambre y la devastación, representó el “otro rostro” de América en la serie que daría lugar al libro Otras Américas, con fotos de su Brasil natal, o su con-trovertido proyecto Éxodos, donde su ojo paciente y alerta capta imáge-nes de migraciones forzadas. Vale la pena resaltar su giro en el si-glo XXI, tal vez como compensación emocional a los dramas humanos que presenció y retrató tantos años, con su último gran proyecto de lar-go aliento: Génesis. En él abandona su tradicional enfoque social y em-prende una peregrinación de ocho años por todos los continentes para registrar la mitad del mundo cuya naturaleza, bella e imponente, se en-cuentra casi intocada. Hielos gigan-tes y florestas, osos polares y tribus ignotas son las nuevas realidades que Salgado registra con maestría igualmente admirable. En este “giro” ecológico (que ocupa la última parte de la película) influyó notablemente el proyecto de reforestación de la fa-zenda de su infancia, que se encon-traba casi totalmente desertificada. Por idea de Lélia, sobre la tierra yer-ma de la antaño floreciente hacienda Bulcão, la familia Salgado emprende la tarea de replantar los árboles que la erosión y la ganadería habían de-vastado. La iniciativa fue tan exitosa que consiguió transformar la fazen-da en una reserva natural, sede ac-tual del Instituto Terra, orientado a recuperar la devastada “Mata Atlán-tica”, una floresta que se extendía un millón de km2 desde Rio Grande do Norte hasta el Paraguay. Estas luces (la serie de fotos de Génesis) alum-bran las terribles sombras que la pe-lícula muestra del drama humano.

“Ustedes son la sal de la tierra, y si la sal se vuelve desabrida¿con qué se le puede devolver el sabor?” (Mt 5,1)

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CULTURA

ca, con una camada de fotógrafos aventureros dispuestos a arriesgarse por una buena toma, retrataron los horrores de la guerra “moderna”. Tal vez como ícono de aquella época recordemos la famosa foto “Muerte de un soldado republicano” de Bob Capa de septiembre de 1936. Según Sontag, “el fotoperiodismo maduró a comienzos de los cuarenta, durante la guerra. El menos controvertido de los conflictos modernos, cuya justi-cia quedó confirmada con la plena revelación del mal nazi cuando con-cluía en 1945, ofreció a los fotoperio-distas una nueva legitimidad”. Relata que, como consecuencia, “Capa y algunos amigos (entre ellos David “Chim” Seymour y Henri Cartier-Bresson) formaron una cooperativa, la Magnum Photo Agency, en París, en 1947. El propósito inmediato de Magnum –la cual se convirtió muy pronto en el consorcio de fotoperio-distas más influyente y prestigioso– era práctico: representar a audaces fotógrafos autónomos ante las re-vistas ilustradas y periódicos que les asignaban un trabajo”. Por la cerca-nía temática (el sufrimiento) no es casualidad que reconocidos fotógra-fos de Magnum terminaran cubrien-do innumerables temas humanita-rios: Werner Bischof fotografió a las víctimas de la hambruna en la India en 1951 y Don McCullin inmortali-zó las imágenes de las víctimas de la guerra y la hambruna en Biafra. No casualmente Sebastián Salgado se unió a Magnum en 1979 para poste-riormente independizarse.Sontag también, y fundamental-mente, analiza los dilemas éticos y morales que de muy diversas aristas el tema “fotografía y dolor ajeno” proporciona (entre ellas las reitera-das críticas a su costado “mórbido”). Agudamente se balancea entre una posición crítica (especialmente a sus instrumentalizaciones, desde las más burdas a las más subconscientes) y cierta valoración mesurada del rol

Ante el dolor de los demásLa polémica sobre las imágenes de seres humanos sufrientes, heridos, agonizantes o directamente sin vida es casi tan antigua como la fotografía misma. Uno de los mejores escritos sobre este tema es el excepcional li-bro de la escritora e intelectual nor-teamericana Susan Sontag, Regar-ding the pain of others (Ante el dolor de los demás), donde problematiza el tema desde gran cantidad de pers-

pectivas y con referencias a materia-les icónicos de las “fotografías del dolor ajeno”. Inicialmente enfocado a las polémicas sobre la moralidad de la publicación de fotos de guerra, con una erudición apabullante (fru-to de sucesivas elaboraciones de un ensayo original) y una gran agudeza, Sontag hace la genealogía del fotope-riodismo de guerra. Sitúa el inicio real de este “género” en la Guerra Civil Española, donde la conjunción de las primeras máquinas fotográfi-cas portátiles, como la famosa Lei-

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de las mismas (bajo ciertas cualifica-ciones que no cesa de puntualizar). Ya cerca del final se pregunta “¿Cuál es el objeto de exponerlas? ¿Conci-tar la indignación? ¿Hacernos sentir ‘mal’, es decir, repugnancia y tristeza? ¿Para consolarnos en la aflicción? ¿Ver semejantes fotos es realmente necesario, dado que estos horrores yacen en un pasado lo bastante re-moto como para ser inalcanzables al castigo? ¿Somos mejores porque miramos estas imágenes? ¿En rea-lidad nos instruyen en algo? ¿No se trata más bien de que sólo confirman lo que ya sabemos (o queremos sa-ber)?” Las dudas son muchas y las certezas flaquean. Entonces ¿por qué ver esta pelí-cula, estas imágenes? Sontag deja claro que los efectos de las fotos “tremendas” no son unívocos ni deterministas. Pueden ser tanto llamados a la conciencia y aún más a la acción, como meras autocon-firmaciones de que estas cosas pa-san y que no se puede hacer nada por ellas (sobre todo en esos “mun-dos ajenos, exóticos y lejanos” don-de son irremediables).Refiriéndose al proyecto Éxodo de Salgado, Sontag señala: “Realizadas en 39 países, las fotos de migración de Salgado agrupan, bajo un úni-co encabezamiento, un conjunto de causas diversas y de clases de pesa-dumbre. Al hacer que el sufrimiento parezca más amplio, al globalizarlo, acaso lo vuelva acicate para que la gente sienta que ha de ‘importarle’ más. También incita a que sienta que los sufrimientos y los infortunios son demasiado vastos, demasiado irrevocables, demasiado épicos para que la intervención política local los altere de modo perceptible“. Pero a los cristianos (como a todo ser humano creyente o no) las imágenes deberían interpelarnos. En particu-lar, los cristianos deberíamos, en pa-labras de la Madre Teresa de Calcu-ta, recordar que “Dios cuida siempre

de sus criaturas, pero lo hace a través de los hombres. Si alguien muere de hambre o pena, no es que Dios no la haya cuidado; es que nosotros no hi-cimos nada por ayudarla, no fuimos instrumentos de su amor, no supi-mos reconocer a Cristo bajo la apa-riencia de ese hombre desamparado, de ese niño abandonado”. Lo sagra-do en el mysterium tremendum et fascinans que rescata Otto, debería no sólo llevarnos a reconocer la in-trínseca dignidad de los sufrientes, sino también la dimensión activa de la caridad: “Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfer-mo, y me visitaron; preso, y me vinie-ron a ver” (Mateo 25, 35-36).Tal vez la inmen-sidad de las trage-dias nos deje sin aliento, con una sensación de im-posibilidad, como señala Sontag. Sin embargo en el caso del documental La sal de la tierra es posible otra reflexión más pertinente y oportuna: que nuestro futuro puede estar en el pasado que nos muestra Salgado, abierto a dos opciones posibles. El cambio climá-tico nos interpela a cuidar “nuestra casa común” y a quienes la habita-mos como parte de ella. Como seña-la la encíclica Laudato Si: “El cam-bio climático está intrínsecamente vinculado a la salud pública, a la

seguridad del agua y de los alimen-tos, a los movimientos migratorios, a la paz y la seguridad”. En términos más crudos, a las epidemias, a las se-quías y hambrunas, las migraciones forzadas, las guerras. Todo lo que nos muestran las fotos más tremen-das de Salgado. Si no hacemos nada, y teniendo en cuenta que el cambio climático, como señala la encíclica, afectará fundamentalmente a los más pobres, los rostros sufrientes que muestra Salgado serán nuestro futuro como humanidad. Pero el documental, como Laudato Si, nos presenta otra alternativa: “cuidar la casa común” de la gran familia humana (como llama Salgado a la

humanidad): re-plantando sus ár-boles, evitando la deforestación y la degradación am-biental, reduciendo la contaminación de nuestros ríos, tierras, cielos y ma-res, erradicando la pobreza extrema,

promoviendo vidas humanas dig-nas. Reconciliarnos con nuestra “madre Tierra”, nuestra raíz bio-ecológica, como el gran proyecto fotográfico Génesis nos muestra, el Instituto Terra ejemplifica, y Lauda-to Si urge, nos reconciliará también como “familia humana” y aliviará los efectos “tremendísimos” que pueden afectarnos como humani-dad. Porque, en palabras de Wim Wenders, después de todo, los hom-bres son “la sal de la tierra”.

El documental, como Laudato Si, nos presenta una alternativa: “cuidar

la casa común” de la gran familia humana

(como llama Salgado a la humanidad).

ReferenciasSebastião Salgado, “Da minha terra a Terra” -Traducción de Julia Da Rosa Simões – 2014. EDITORA SCHWARCZ S.A. São Paulo

Susan Sontag, “Regarding the pain of others”- 2003, Picador© - Farrar, Straus & Giroux (Pan Books Limited). New York

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CamaraderíaGuillermina I. Costantini de López

TEATRO

La obra Camaradería, de Analía F. García,

basada en Los camaradas del dramaturgo

sueco August Strindberg, se presenta en el

teatro El portón de Sánchez.

Nuevamente August Strindberg nos interpela desde un escenario porte-ño con la adaptación realizada por Analía Fedra García, actriz y direc-tora de sólida y reconocida trayecto-ria, cuya versión de Greek de Steven Berkoff fue galardonada en el 2012

con tres premios ACE, uno de ellos a la puesta en escena. Los camaradas, nunca estrenada en Buenos Aires, fue escrita en 1886 con el título Merodeadoras, revisada dos años más tarde, pero estrenada recién en 1910 con poco éxito. Su

autor la consideraba el primero de sus dramas “de nuestro tiempo” y el segundo de una trilogía inacabada que abarcaría distintos momentos de la vida de Berta, su protagonista femenina. Es precisamente El padre, escrita dos años después, el texto

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que se remonta a la niñez de la jo-ven pintora, que aparece ya casada e instalada en París en el texto que nos ocupa. La pieza fue pensada inicialmente como comedia, pero a Strindberg le resultó imposible compatibilizar el tono ameno y li-gero con las cuestiones en discusión que generan el desarrollo del con-flicto y con los principios del natu-ralismo que procuraba comenzar a aplicar en su teatro. En plena controversia con el femi-nismo, el autor pretende examinar el rol de la mujer en un matrimonio de artistas, indagando sin tapujos la intimidad de los personajes. El tex-to, modificado como resultado de sus incidencias matrimoniales, ter-mina resultando una parodia de los principios feministas y, en particu-lar, del planteo de Casa de muñecas de su contemporáneo Henrik Ibsen. La indudable actualidad de muchos de sus planteos y cuestionamientos, más allá de la misoginia que trasluce, es lo que atrajo a Analía García para encarar su adaptación. La dramaturga elige, muy certera-mente, un fragmento de Casados –volumen de cuentos del propio autor que generó gran polémica– para enunciar –desde la voz del

marido que lo lee– el modelo de matrimonio que se han propuesto forjar ambos: una relación de “ca-maradas” que le permitirá a ella ser independiente económicamente y desarrollar sus propias inquietudes a la par de las de él, porque han con-venido ambos en que “la amistad es más duradera que el amor”. A poco andar la acción va desnudando, sin embargo, la fragilidad y complejidad de ese vínculo y también de los ro-les que cada uno acepta desempeñar. Los camaradas pasarán a ser enemi-gos: Axel descubrirá sus ocultas in-seguridades cuando se ve superado profesionalmente por Berta y ella, que pugna por su independencia pero apelando a su apoyo y también a su sometimiento, terminará nece-sitando ser doblegada físicamente por él para poder volver a amarlo, precisamente cuando él ya sólo ve en ella a una camarada y no a una esposa, porque ambos roles se le pre-sentan como incompatibles. García, además de modificar una circunstancia argumental que de-bilitaría la figura de Berta, suprime los personajes secundarios para con-

centrar el conflicto en la pareja y en un par de amigos –Abel y Gagá, mujer y hombre respecti-vamente– a través

de los cuales potencia una de las ideas formuladas en la obra y más novedosas para la época: la coexis-tencia de lo masculino y lo femenino en el ser humano. Para privilegiar el trabajo de los acto-res, la puesta en escena opta por una escenografía y utilería muy despoja-das y en clave simbólica, en contraste con el vestuario que ancla la acción en el siglo XIX. Yanina Gruden logra transmitir con solidez la duplicidad de su personaje que oscila entre la dureza y la fragilidad, entre la inge-nuidad y la madurez. Juan Pablo Sie-rra y, especialmente, Tamara Garzón construyen sólidamente personajes sinuosos marcados por la ambigüe-dad. A Walter Quiroz se lo ve menos consolidado en su rol de Axel pero se va afianzando con el correr del texto. El lirismo íntimo de los preludios de Schopin pauta las transiciones entre cada acto. En síntesis, una propuesta que rescata las preocupaciones del autor y las configura escénicamente con fuerza y rigor técnico.

En plena controversia con el feminismo, el autor pretende examinar el rol

de la mujer indagando sin tapujos la intimidad de los

personajes.

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Singulares asimetrías

Pablo De Vita

ÓPERA

Rusalka, ópera de Antonin Dvorak, subió a escena en el teatro

Avenida con notables voces y una régie para el olvido. Situación

inversa a la experimentada con la puesta de Don Carlo en el Teatro

Colón, donde la brillante labor del regisseur hizo olvidar a un

elenco que no se distinguió por su desempeño vocal.

50 REVISTA CRITERIO N° 2420REVISTA CRITERIO N° 2420

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Por diferentes razones eran dos obras muy esperadas, testimonia-do por ambos teatros con asistencia completa desde la platea al paraíso. Don Carlo pertenece a la madurez de su autor y es una de las cumbres de la ópera verdiana. Rusalka, inser-ta en la mitología eslava, también se inscribe en los años finales de su compositor, ya convertido en figura plena de honores en su patria natal. Ambas fueron presentadas dentro de la programación de cada teatro como uno de los acontecimientos de la temporada. Empero, algo quedó a mitad de camino. El caso de Rusalka quizás sea el más dramático porque fue absolutamen-te tergiversada en su puesta. Algu-nas anotaciones previas: la labor que realiza Buenos Aires Lírica merece aplaudirse por lo que significa su apuesta en tiempos adversos para la alta cultura. Su repertorio es cuidado, tal como la selección de los artistas, y en particular el programa de mano (que incluso supera en calidad y con-tenidos al que ofrece en esta tempo-rada nuestro primer coliseo). Dicho esto, asistimos con entusiasmo a una conferencia previa que los involucra-dos –y organizaciones vinculadas con la cultura eslava– brindaron en el Joc-key Club. Hasta allí todo era entusias-mo, y se remarcó esa noche la perte-nencia de la entonces Bohemia al aún poderoso Imperio Austrohúngaro. Parecía sólo un detalle de la historia.Al abrirse el telón del Avenida en la segunda función, el mundo feéri-co había abandonado al espectador por completo. En lugar del bosque, el lago y las ninfas, la acción pre-sentaba un prostíbulo, una tina y diversas meretrices que recibían y despedían a los clientes de sus ser-vicios. Rusalka canta su desdicha de amor por el apuesto príncipe pero,

claro, cuando consigue convertirse en “humana” (¿antes no lo era?) es porque implora a la bruja Ježibaba, que tampoco es una bruja –al menos en el sentido “encantado” del tér-mino– sino la déspota madama del lupanar. Quizás lo más hilarante o irritante haya sido cuando –en uno de los pasajes más bellos de la ópera– Rusalka canta el “Himno a la Luna”, y el astro es reemplazado por una lám-para redonda con detalles a tono con una escenografía Art-Noveau. Tal cambio de coordenadas trastoca la naturaleza del segundo acto, donde el palacio del Príncipe no luce con la correspondiente magnificencia y se limita a cuidar las formas para de-volver la acción en el tercero nueva-mente a la casa de citas. Si en la historia original Rusalka es una Princesa extranjera y el Prínci-pe (la obra original no menciona de dónde), puede intuirse austrohún-garo (por los colores rojo y blanco y por el Modernismo del prostíbulo, corriente que tuvo su apogeo en los años del estreno de la obra en Praga), ¿podría sindicarse que las prostitutas son checas ante la dominación aus-tríaca? Sería aventurado afirmarlo pero lo que sí es seguro es que, por desgracia, la nueva contextualiza-ción resignifica la historia transfor-mándola del romanticismo sensual a la pulsión sexual. Pero no todo fue un desaliento: la dirección mu-sical de Carlos Vieu fue inteligente, otorgándole a la ejecución de la par-titura el brillo y la gracia del cuento encantado que permitió que la obra, con sus leitmotiv y lied, adquiriera la imaginería robada visualmente. En tanto, Eric Herrero, Homero Pérez-Miranda y Elisabeth Canis cumplie-ron con corrección sus roles; y las sopranos Marina Silva, y en particu-lar la Rusalka de Daniela Tabernig,

fueron deslumbrantes. La labor de esta última por momentos acarició la memorable visita al personaje que hizo Renée Fleming. Así las cosas, Rusalka fue una plena labor musical para escuchar con los ojos cerrados.Por el contrario, donde hubo que te-nerlos bien abiertos fue en el Colón ante la destacada puesta de Eugenio Zanetti para Don Carlo de Verdi. Por lo pronto, todo aquel mundo acuático ausente en Rusalka se hizo presente en los cambios de escena de esta larga ópera y nos recuerda una sentencia de Bachelard cuando escribe: “Todo lo que el ser humano desea puede reducirse a la figura del agua”. Hon-do drama de amor y deseo durante el reinado de Felipe II de España hacia 1560, para Giuseppe Verdi significó la tercera labor a pedido de la Ópe-ra de París, luego de Gerusalemme y I Vespri siciliani. La versión original estrenada en 1867 constaba de cin-co actos y se consustanciaba con la suntuosidad del drama lírico francés. La presentada en el Colón se corres-ponde con la nueva versión del libre-to en cuatro actos, labor de Angelo Zanardini, si bien el propio Verdi le otorgó otras modificaciones luego de su estreno en la Scala en 1884. Ano-ta el experto Pierre Milza en su libro Verdi y su tiempo: “Aplaudieron a los intérpretes y a la orquesta, ovaciona-ron con cortesía al compositor, pero no hubo explosiones de entusiasmo. De todos modos, Don Carlo, se man-tuvo en cartel durante varios meses”, y añade: “Don Carlo desconcertó al público parisino porque era difícil de clasificar. No era ni una ‘gran ópera’ tradicional, ni una ‘opera lírica’ al es-tilo Gounod, pero tampoco era una clásica ‘ópera a la italiana’, ni un dra-ma musical de inspiración wagneria-na como sostenían algunos críticos”. Ampulosa como su orquestación

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Cerrito 866, 5° - C.A.B.A

fue la puesta de Zanetti, que ubicó la acción dentro de un majestuoso pa-lacio cuyas columnas se encuentran horadadas en la base, señal de la pro-gresiva decadencia del Imperio. El regisseur elige una escenografía que privilegia los dorados, proyecciones e incluso retoques digitales como el que efectúa al célebre Jardín de las delicias de El Bosco, permitiendo que algunos de sus personajes cami-nen dentro de la pintura que repre-senta el falso paraíso al que ha llega-do la humanidad. No casualmente esa pintura fue una de las favoritas de Felipe II, y el hincapié puesto en su presencia en Don Carlo permite reconocer en buena medida la ten-sión psicológica del rey, que de tal modo tiene mayor presencia a lo lar-go de la ópera. Conocedor como na-die de la dirección de arte en el cine, un singular juego de sombras frente a la obra de El Bosco, con un vestua-rio tan detallista como impactante, recuerda particularmente a La cons-piración de los Boyardos, de Sergei Eisenstein: “Por días y días habíamos luchado con ciertos trajes cortándo-los y drapeándolos para que tomasen aquel ritmo que había soñado cuan-do, cerrando por un instante los ojos con aquel brocado entre las manos,

he visto una procesión de Boyardos moverse lenta y pesadamente vesti-dos hacia la cámara del zar moribun-do… He estudiado atentamente cada movimiento de los personajes, de los más violentos a los más impercep-tibles. He analizado cierta posición característica de los dedos, en las pinturas del Greco”. Seguramente se recordará durante años esta puesta, que se sitúa junto a la que genios del cine desarrollaron en escena, como la de Franco Zefi-relli (Scala, 1992), o Luchino Vis-conti (Covent Garden, 1985; Sevilla 1998), y que por fortuna perduran gracias al registro en video.Si de asimetrías se trata, aquí las voces fueron menores. José Bros, Alexander Vinogradov y Tamar Ive-ri oscilaban entre la técnica vocal y el dramatismo que requiere tamaña obra. Fabián Veloz, como Rodrigo, pudo sacar buen partido del necesa-rio equilibrio. Mejor fortuna tuvie-ron Beatrice Uria Monzon, Alexei Tanovitski y –muy especialmente– el monje de Lucas Debevec Mayer. La dirección musical de Ira Levin fue trascendente. Pero pocas veces, tal como presenta esta larga reseña, la labor del regisseur ha despertado tan grandes pasiones.

ÓPERA

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Recordación de dos maestros

Daniel Sendrós

CINE

Simón FeldmanAlto, de mirada triste, nunca levan-taba la voz. Aceptaba el respeto de sus interlocutores (entonces todavía se respetaba a los mayores) y si por ahí quería que alguien lo tratara más de igual a igual, le preguntaba, usan-do un neologismo de invención pro-pia, “¿Cuándo vas a dejar de ‘uste-dearme’?” (tuvimos ese honor, pero igual lo seguimos tratando de usted). Maestro impagable y mal pagado, en 1959 abrió el camino de la llamada Generación del ‘60 con la singula-rísima sátira El negoción, sobre idea del humorista Oski, seguida por la melancólica historia de un amor que se frustra simplemente porque la plata no alcanza para vivir juntos, Los de la mesa 10, con música de Ho-racio Salgán, según pieza teatral de Osvaldo Dragún.Antes, Feldman editó la revista Cuadernos de cine y fundó el Se-minario de Cine de Buenos Aires y la Asociación de Realizadores de Corto Metraje. Más tarde escribió una serie de libros de difusión muy populares entre los aficionados (El director de cine. Técnicas y herra-mientas, Guión argumental, guión documental, etc.), libros decidida-mente claros y útiles, tan claros y útiles que lo terminaron odiando todos los sabihondos que hablan en difícil. Y poco más tarde fue el pri-

mer director de la carrera de Diseño de Imagen y Sonido en la UBA. Nacido el 12 de enero de 1922 en Buenos Aires, de chico trabajó como labrador de lápidas en una casa mortuoria, oficio que recorda-ba con buen humor. Tuvo después una etapa de estudiante bohemio en París, donde hizo pintura con André Lhote y cine en el Idhec, el Institute de Hautes Etudes Cinema-tographiques. De sus varios cortos se destacan Un teatro independiente, único registro de la actividad es-cénica que marcó los años ‘50; y el risueño y felicísimo Caraballo mató un gallo, animación con recortes de papel. Con otro sentido del humor, abstracto y amargo, Happy End, ins-pirado en Una modesta proposición, de Jonathan Swift. Eso fue en 1982, cuando una de sus hijas había sido definitivamente “desaparecida” –un dolor que llevaba dentro, sin volcar-lo jamás en sus alumnos–. Fallido, pero aún así valioso, su últi-mo largometraje: Memorias y olvidos (1987), irónica reflexión sobre las frustraciones argentinas y las diver-sas maneras de contar la historia na-cional. No pudo hacer otra película, pero empezó a recibir homenajes de las nuevas generaciones, y reconoci-mientos de sus pares. Había sembra-do bien. Retirado, nonagenario y con problemas respiratorios, murió el 16 de octubre, en paz consigo mismo.

Octubre nos reencontró con la memoria de un notable maestro

brasileño, y nos obligó a despedirnos de un

querido porteño. Uno, con bastante obra gracias

al productor que lo instigaba y al público que lo seguía. Otro, sufriendo

siempre por la falta de apoyo, sólo pudo hacer

unas pocas películas, pero en cambio dejó buena cantidad de libros de texto y horas al frente de las aulas. Ambos de

buen humor. Recordemos primero al nuestro.

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ÁNGEL I. GONZÁLEZ DEL CERROJORGE E. IVANCICH

ÁNGEL I. GONZÁLEZ DEL CERRO (h.)GONZALO P. SIFONE

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que ella y su productor terminaron: Últimas conversaciones. Pero ella no tocó para nada ese episodio. Cuanto mucho, decía “cuando él murió”, sin entrar en detalles ni quedarse en la angustia. Transcribimos una parte de nuestra conversación.

Con Jordana Berg-¿Cuándo conoció a Coutinho?-Mucho después de Cabra... Paradóji-camente, el suceso de esa obra lo dejó sin trabajo y sin plata. Cuando lo co-nocí se las estaba rebuscando. Un día quedó al frente de un proyecto, una serie documental televisiva sobre los pueblos del Nordeste. Nos dijo “Na-die va a ver una obra de campesinos hablando, pero la quiero hacer”. De la serie sólo se concretó Santo Forte, que se estrenó como película, con éxito de público y también de crítica. Ahí lo contactó Joao Moreira Salles, propietario de Videofilmes.

-Sí, el hijo de embajadores, hermano de un banquero y un director (Walter Salles, el de Estación Central), autor de Noticias de una guerra particular, sobre el narcotráfico carioca, produc-tor de cine, etc.-Joao lo impulsó a filmar Babilonia 2000 el 31 de diciembre de 1999, para ver qué esperaban del nuevo siglo los habitantes de una favela ubicada en la

ladera de un morro carioca. Coutin-ho fue subiendo hasta la punta, donde los pobres dominan la mejor vista de la bahía, y ahí festejó con ellos. Luego, con Edificio Master, entrevistando a los habitantes de un monobloc de Co-pacabana, Salles y él quedaron mega ultra amigos, como padre e hijo, sólo que el padre venía a ser el más joven, que lo impulsaba a trabajar.

-En sus últimas obras, Coutinho ya no iba a ningún lugar, sino que instalaba la cámara y venían los entrevistados. -Era muy fumador, empezó a enfer-marse y no podía viajar. Nos decía: “Aunque sea en silla de ruedas segui-ré filmando”. De a poco, creo que filo-sóficamente, fue haciendo obras cada vez más sencillas, se fue desligando de los escenarios naturales, la segun-da cámara, los inserts, la música, las ilustraciones. “La cara del entrevista-do es suficiente escenario”, decía.

-Sorprende Las canciones. Es sólo gente que se sienta, cuenta qué re-cuerdos le trae un determinado tema, y lo canta. ¡Todos cantan horrible! Pero casi todos emocionan.-En la selección final eligió a los que “desafinaban con sentimiento”. Esa era la regla. No quería lo perfecto, sino lo humano.

-¿Cómo hacía para que la gente con-tara y confesara tantas cosas frente a

Eduardo CoutinhoÉl también estudió en el Idhec de París, pero luego se volcó más al pe-riodismo, incluso al periodismo tele-visivo. En 1964 inició un documental sobre la muerte de un líder campesi-no, Joao Pedro Teixeira, trabajo que debió detenerse tras el golpe de Esta-do de ese año. Incluso le requisaron parte del material. Peor les fue a los hijos de ese líder. Perseguidos, debie-ron cambiar de nombre y desperdi-garse por todo el país. Veinte años más tarde, con la llegada de la demo-cracia, Coutinho no sólo recuperó su material, sino que logró encontrar y reunir a toda la familia Teixeira. La historia de esa familia, y del país in-terior de esos tiempos, la expuso en una obra al mismo tiempo íntima y enorme: Cabra marcado para morrer. A la que siguieron muchas otras, re-gistrando la voz de los humildes.Su muerte, el 3 de febrero del año pa-sado, a los 80 años, fue una sorpresa terrible. Lo apuñaló su propio hijo, un grandote esquizofrénico de 41 años. “Había decidido suicidarme y no quería dejar a mis padres solos”, explicó después, en el hospital neu-ropsiquiátrico donde aún sigue in-ternado por orden judicial. Días pa-sados estuvo entre nosotros Jordana Berg, editora de Coutinho durante los últimos 20 años. Vino a presentar la película que él dejó inconclusa, y

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siado. Cuénteme de Últimas conver-saciones, donde Coutinho charla con chicos de la secundaria.- En realidad él quería hacer una pelí-cula sobre niños de jardín, personitas que ignoran la maldad del mundo y dan explicaciones maravillosas de lo que no conocen. Pero los abogados de Videofilmes le advirtieron que algunas madres podían desautorizar a poste-riori la grabación y hasta harían recla-mos. Ahí alguien le sugirió entrevistar a chicos de la secundaria. El aceptó a regañadientes. Un día me llaman del estudio: “No es nuestro Coutinho. No pregunta con interés”. Aparecí al final del cuarto día de grabación. Me confe-só su fastidio ante chicos de pobre vo-cabulario, sin memoria, que sólo viven el presente: “Hay un abismo entre mis 80 años y sus 18”. Trabajá sobre ese abismo, le dije. Y le prometí que des-pués haríamos esa película con niños. Yo misma le llevaría dos pequeños, el último día de filmación.

-Es lo que se ve en la película.-El equipo, muy sensible, había de-jado todo encendido. Grabó toda la charla. De eso elegimos seis minu-tos, que están al comienzo, como un homenaje a su persona. Y al final, su entrevista con una nena que es toda luz, a diferencia de los adolescen-tes. Le llevé también un chico de 12 años pero no quedó porque le pa-reció “demasiado adultito”. Él murió muy poco después de terminado el rodaje. Sólo alcanzó a desgrabar las charlas con los chicos y dejar algu-nas indicaciones anotadas. Noso-tros seguimos esas indicaciones, creo haber hecho todo a su manera y me dicen que sí, que él está muy presente en la película. Sólo el co-mienzo y el final son decisiones nuestras. Y el título. No me gusta la palabra “últimas”, ni figurar como coautora. Hubiera preferido un mi-llón de veces que la firma fuera so-lamente suya.

la cámara? (una madre prostituta, un intento de asesinato, etc.)-Su primera pauta era: “Las personas necesitan ser escuchadas”. Luego, no mostraba juicio moral, no imponía su opinión, actuaba con humildad, como queriendo aprender del entre-vistado, estaba atento a los valores del otro. Y entonces los demás se abrían.

-¿Nunca lo invitaron a hacer lo mis-mo en televisión?-Muchas veces, pero siempre, ama-blemente, se negaba. La tele no hu-biera tolerado mucho tiempo sus planos largos, los silencios, dejar que los otros hablen sin interrumpirlos. La televisión exige cortes. Ya tuvo su experiencia cuando inventó, de jo-ven, el Globo Reporter.

-Acá sólo una persona se animó a hacer algo semejante, Hugo Guerre-ro Marthineitz, con su programa “A solas”. Pero es cierto, no duró dema-

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En la vieja Roma, un miembro ilustrado del colegio de los Arús-pices, debe haber acuñado la frase tradicional: Habent su fata libelli, los libros tienen su destino.¿Cuál será la suerte de éste, fruto del ingenio de Miguel de Asúa, en medio del auge de las pseudocien-cias y el olvido de las cuestiones que, alguna vez, fueron esenciales y que hoy se ahogan en el maras-mo de la modernidad líquida?Nos encontramos frente a una obra de riquísima complejidad que vertebra una exposición tri-ple: una sólida explicación cien-tífica sobre los fundamentos de la evolución, una pormenorizada descripción de las disputas filo-sóficas que plantea el fenómeno evolutivo, y en lo que conside-ramos el espacio intelectual más apasionante del libro, el análisis de las relaciones entre la ciencia biológica y la religión.El libro, que el autor plantea como una obra de alta divulgación, ex-cede esa categoría. Nada escapa al criterio analítico del texto, desde la doctrina de las “razones semi-nales” de San Agustín hasta la so-

ciobiología de Wilson, pasando por Santo Tomás y el polémico Teilhard de Chardin.Es difícil encontrar en nuestro idio-ma una obra que contenga tanta in-formación crítica y calidad expositi-va. El lector interesado descubrirá la riqueza de una teología de la evolu-ción expresada también en los docu-mentos eclesiales, tanto como en las opiniones certeras sobre la debilidad del recurso al “diseño inteligente”.El autor culmina su discurso con una pertinente alusión fílmica, aquella película que dirigió Stanley Kramer sobre el “Juicio del mono” celebrado en Dayton, Tennessee, en 1925 y que se recuerda, sobre todo, por la espléndida actuación de Spencer Tracy. La metáfora de los dos libros, la Biblia y el Origen de las especies reunidos por el actor, sintetiza la profunda intuición acer-ca de la falsedad de las opciones ra-dicales entre la ciencia y la religión, más allá de cualquier estratagema concordista.El libro es un desafío que un lector inteligente apreciará de seguro. En una cultura globalizada que tritura los infinitos matices de la realidad, la

obra alcanza con creces su objeti-vo central, el de plantear una de las preguntas más decisivas de la especie humana.Allá por los años setenta del siglo pasado un historiador un poco más joven que ahora a la búsque-da de las raíces biologistas de la idea del progreso en la Argentina, leía a Rahner, Overhage y a Haas, y los comentaba en esta revista. Permita el lector este recuerdo personal, que es también un ho-menaje a esta obra impar.

Marcelo Montserrat

PREGUNTAS DECISIVAS EN TORNO A LA EVOLUCIÓN

La evolución de la vida en la Tierra. (Ciencia, filosofía y religión)de Miguel de AsúaPilar- Rosario, Universidad Austral-Ediciones Logos, 2015

LIBROS

Science! true daughter of Old Time thou art!

Who alterest all things with thy peering eyes.

Edgar Allan PoeSonnet-to Science

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Para celebrar sus treinta años, el ASPEN publica este libro, cuyo valor se resume en la palabra que elige Natalio Botana: expe-riencia, que, sigue diciendo en el Prefacio, “se proyecta sobre el campo de la diplomacia ar-gentina y de aquellos que la han encarnado en circunstancias di-versas”. La mayoría de los autores egresó de lo que fue una creación visionaria de Carlos Muñiz, el Instituto del Servicio Exterior de la Nación; la otra, por cierto, fue el CARI. Recibieron a su vez la experiencia de figuras como la de Lucio García del Solar y Hugo Gobbi, a quienes recuerdan en el libro, respectivamente, la viuda y el hijo, diplomático él también. Agrego que diplomáticos como los que aquí están reunidos y otros debieran ser de permanen-te consulta de la Cancillería, lo que no siempre ocurre. Más aún, en los tiempos que corren se pre-fieren jóvenes sin formación di-plomática pero de seguro encua-dre en la línea oficial antes que a los que llevan adelante la carrera para la que el Estado ha puesto tiempo y esfuerzo. Los embaja-dores Vicente Espeche Gil y Es-tanislao Zawels, hijos y en el caso del primero, hermano de diplo-máticos, quienes también hacen su propio aporte. Entre los que no son de carrera, José O. Bor-

dón y quien fuera embajador ante la ONU Emilio Cárdenas, a los que se agrega José Remes Lenicov, exhiben las condiciones que hicieron tras-cendente su etapa de representantes diplomáticos.Bordón da un sabroso carácter testimonial a la historia de su mi-sión en Washington, donde lo de-signa Néstor Kirchner al comien-zo de su mandato. A medida que se avanza en la lectura uno queda sorprendido con la buena predis-posición del gobierno de Bush (h) y las posibilidades que, con tan competente embajador por cierto, se abrían para la Argentina, has-ta que cambia el rumbo de nues-tra política exterior, que conlleva también para Bordón el fin de misión. No es la única vez que el lector se queda con la sensación de una oportunidad perdida; ocurre con Guillermo Jacovella, embaja-dor en Madrid, que lleva adelante una importante gestión cultural, en especial la instalación de la Cá-tedra Sarmiento de Estudios Ar-gentinos que llega a abrupto final cuando el presidente Menem lo reemplaza por un empresario ami-go. O cuando Félix Cordova Mo-yano logra abrir un mercado para carnes argentinas en Guatemala, y cual una de las plagas de Egipto del gobierno de la Alianza, estalla el brote de aftosa. Con variedad de estilos y enfoques participan

también Jorge H. Herrera Vegas (con un completo análisis de las relaciones con Brasil), Horacio Wamba (que de Tejas pasó a Palestina, debiendo recordar-se que en el estado del Oeste, donde fue cónsul, impidió la ejecución de un argentino para quien obtuvo nuevas instancias judiciales y que ahora se debate en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos), Rober-to García Moritán, Tulio Sugasti y Sebastián Brugo Marcó. Ade-más de Miguel y Vicente Espe-che Gil, brindan testimonios de su carrera otros embajadores de alto prestigio, como Juan Car-los Beltramino, Raúl Ricardes y José Sanchis Muñoz. También hay testimonios de la vida fa-miliar, no siempre fácil, sujeta a cambios, traslados y demás avatares. Al pasar las páginas es muy alentador saber que la Argentina ha tenido y tiene en-tre sus reservas, personas de la calidad y capacidad de los que contribuyen a este libro.

Norberto Padilla

HISTORIAS Y REPRESENTANTES

Fin de misión. Entretelones de la Diplomacia ArgentinaEditores: Vicente Espeche Gil y Estanislao A. ZawelsBuenos Aires, Asociación Profesional del Servicio Exterior de la Nación, 2015

LIBROS

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Comunicado de prensaIGLESIA

En la sede de la revista La Civiltà Cattolica se ha realizado un

seminario de estudio sobre la reforma en la Iglesia

Del 28 septiembre al 2 de octubre se ha realizado en Roma, en la sede de la revista La Civiltà Cattolica, un seminario de estudio con 30 eclesió-logos, historiadores, ecumenistas, canonistas y expertos en pastoral provenientes de 13 países: Alemania, Argentina, Bélgica, Brasil, Canadá, Chile, España, Estados Unidos, Fili-pinas, Francia, Holanda, Italia y Re-pública Democrática del Congo.El tema del simposio –en el cincuen-tenario de la clausura del Concilio Vaticano II –ha sido «La reforma y las reformas en la Iglesia». La cues-tión de la Ecclesia semper reforman-da ha sido desarrollada a partir de la renovación propuesta por el Conci-lio Vaticano II en sus aspectos vitales y estructurales, considerando diver-sas enseñanzas de la doctrina de la Iglesia. Además de las respectivas conferencias, cada día ha incluido tres momentos de diálogo entre los participantes, lo que ha permitido un intercambio franco y realista.La finalidad de este encuentro ha sido ofrecer, con humildad y audacia, una contribución que pueda inspirar los procesos que la Iglesia está vi-viendo en este tiempo bajo la guía del Pontífice. En su Exhortación Evan-gelii gaudium él se ha dirigido «a los miembros de la Iglesia para movilizar un proceso de reforma misionera to-davía pendiente» (cf. Laudato si’, 3).

El seminario ha tenido un carácter no oficial porque ha sido una iniciativa de teólogos y teólogas, con la presen-cia de laicos, religiosos y ordenados. Fue organizado por la revista La Civil-tà Cattolica y dirigido por el p. Carlos María Galli, miembro de la Comisión Teológica Internacional, y el p. An-tonio Spadaro S.I., director de La Ci-viltà Cattolica. La realización de este acontecimiento, en formas sobrias y esenciales, ha sido posible gracias a la contribución de cuatro Fundaciones.Los temas afrontados han sido ricos y complejos. Después de las relaciones introductorias sobre la visión que el Papa Francisco tiene de la reforma de la Iglesia a la luz de su experiencia de jesuita y de hijo de la Iglesia latinoa-mericana, han seguido intervencio-nes sobre los siguientes temas: 1) La renovación de la Iglesia en el Concilio Vaticano II; 2) Las lecciones de la his-toria sobre la reforma de la Iglesia; 3) La comunión sinodal como clave de la vida y de la renovación del Pueblo de Dios; 4) Las reformas de la Iglesia universal y de las iglesias particula-res; 5) La unidad de los cristianos y la reforma de la Iglesia; 6) Indicacio-nes hacia una Iglesia más pobre, fra-terna e inculturada. El seminario ha incluído una reflexión sobre las fuen-tes permanentes de la renovación de la Iglesia con algunas indicaciones comunes sobre la forma de profun-

dizar e institucionalizar las reformas de la Iglesia. Además, se han recogido criterios de acción e hipótesis concre-tas. En un tiempo sucesivo todas las conferencias y las conclusiones de los trabajos realizados serán publicadas en un volumen y así podrán ser com-partidas por un público más amplio.Han participado en este seminario (en orden de intervención): Antonio Spadaro SI (Italia), Carlos María Ga-lli (Argentina), Hermann Pottmeyer (Alemania), John O’Malley SI (Esta-dos Unidos), Andrea Riccardi (Ita-lia), Giancarlo Pani SI (Italia), An-gelo Maffeis (Italia), Hervé Legrand OP (Francia), Dario Vitali (Italia), Alphonse Borras (Bélgica), Gilles Routhier (Canadá), Silvia Scatena (Italia), Severino Dianich (Italia), Sal-vador Pié-Ninot (España), Miriam Wijlens (Holanda), Massimo Faggioli (Estados Unidos), Carlos Schicken-dantz (Chile), William Henn OFM Cap. (Estados Unidos), Piero Coda (Italia), Joseph Famerée SCI (Bélgi-ca), Peter De Mey (Bélgica), Jorge Scampini OP (Argentina), Juan Car-los Scannone SI (Argentina), Diego Fares S.I. (Argentina), Serena Noceti (Italia), Mario de França Miranda SI (Brasil), Léonard Santedi Kinkupu (República Democrática del Congo), José Mario C. Francisco SI (Filipinas), Mary Melone (Italia), mons. Victor Manuel Fernández (Argentina).

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