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Contenido Entrevista a Héctor Ayala Velázquez César A. Carrascoza Venegas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 Negociar el lugar de su autonomía en personas migrantes en Francia y México. Elementos para una antropopsicología de los mundos contemporáneos de la miseria urbana Daniel Maffiolo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 Patrones y nociones de la salud de profesionales de medicina: una comparación entre géneros José Salvador Sapién López, Rosario Espinosa Salcido, Estela del Valle Guerrero y Laura Ruth Treviño Lozano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 Significados de satisfacción sexual en hombres y mujeres de la zona metropolitana María del Pilar Valdés Rodríguez, José Salvador Sapién López y Diana Isela Córdoba Basulto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34 Síntomas psicopatológicos en adultos urbanos María Martina Casullo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 Revisores invitados: Raúl Ortega, Adrián Cuevas, Ofelia de Satnick, Mónica T. González Ramírez, Javier Aguilar Villalobos, Jesús Vargas, Ernesto Arenas, Xóchitl López Aguilar, Karina Franco Paredes, Conrado Ruíz y Luz de Lourdes Eguiluz.

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Entrevista a Héctor Ayala VelázquezCésar A. Carrascoza Venegas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3

Negociar el lugar de su autonomía en personas migrantes en Francia y México.Elementos para una antropopsicología de los mundos contemporáneosde la miseria urbanaDaniel Maffiolo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8

Patrones y nociones de la salud de profesionales de medicina:una comparación entre génerosJosé Salvador Sapién López, Rosario Espinosa Salcido,Estela del Valle Guerrero y Laura Ruth Treviño Lozano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22

Significados de satisfacción sexual en hombres y mujeresde la zona metropolitanaMaría del Pilar Valdés Rodríguez, José Salvador Sapién Lópezy Diana Isela Córdoba Basulto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34

Síntomas psicopatológicos en adultos urbanosMaría Martina Casullo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

Revisores invitados: Raúl Ortega, Adrián Cuevas, Ofelia de Satnick, Mónica T. González Ramírez, JavierAguilar Villalobos, Jesús Vargas, Ernesto Arenas, Xóchitl López Aguilar, Karina Franco Paredes, ConradoRuíz y Luz de Lourdes Eguiluz.

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Doctor Ayala, quisiera que empezáramos porplaticar algunas de las experiencias que usted hatenido como parte fundamental del desarrollo dela psicología experimental en México y delconductismo en particular; así que podemos em-pezar por un relato de su trayectoria desde suformación como estudiante hasta profesional;cómo ha ido desarrollándose dentro de la facul-tad, cuál ha sido su papel en el proceso evolutivode la psicología experimental. En fin, se trata deredondear una visión más amplia de su participa-ción en este proceso histórico.

Tuve una exposición de la psicología norteame-ricana un poco antes de llegar a la facultad, en1963 o 1964, porque cursé la preparatoria en elColegio Americano de la Ciudad de México, y entrelas materias cursé Psicología. La concepción depsicología en el contexto de la secundaria delColegio Americano era una visión de una cienciamuy influida por el pensamiento de Skinner,Watson y toda la corriente norteamericana. Estafue una de las razones por las que me interesó lapsicología norteamericana, porque, viniendo deuna familia y un padre con una tradición cientí-

Héctor Ayala Velázquez(1946 – 2001)

CÉSAR A. CARRASCOZA V.

El doctor Héctor Ayala Velázquez murió, inesperadamente, el 21 de diciembre de 2002, dejándonos con una gran zozobraa los que lo conocimos y pudimos trabajar cerca de él. Siempre controversial, pero siempre reconocido por su innegablecalidad académica, deja tras de sí una estela difícil de alcanzar. Con este trabajo se pretende dar una imagen de suformación, trayectoria e impacto en la institucionalización del Análisis de la Conducta en México, así como reflejar algunosaspectos de su vida personal y profesional, en sus propias palabras. Valga como tributo.Previamente, sin embargo, debe mencionarse que, habiéndose graduado en la Facultad de Psicología de la UNAM, cursóestudios de posgrado en la Universidad de Kansas, en Psicología infantil y del Desarrollo, desde la perspectiva del Análisisde la Conducta. Las áreas abordadas principalmente fueron las de la conducta agresiva en niños y las conductas antisocialesen adolescentes. El estudio y rehabilitación de las conductas adictivas fue también campo de su interés, por lo que fundóla Residencia en Adicciones de la Maestría en Psicología en la UNAM, de la cual fue responsable hasta su muerte. Estableció,en ese mismo campo, convenios internacionales para la investigación de las adicciones, así como programas de investigacióny tratamiento de problemas adictivos en instituciones nacionales de salud pública. Su obra, pues, habla por él.El relato que se presenta a continuación es un fragmento de una extensa entrevista que se le realizó tiempo antes de sufallecimiento. Este relato narra aspectos relacionados con su biografía, con su formación como psicólogo, con el procesohistórico que llevó al Colegio de Psicología a separarse de la Facultad de Filosofía y Letras, de su involucramiento en elmovimiento político-estudiantil de 1968, de sus ideas políticas y su impacto en su formación como psicólogo, así como suingreso como docente a la, en ese entonces, recién inaugurada Facultad de Psicología de la UNAM. Los aspectos anterioresson relevantes para la reconstrucción de la historia de la psicología experimental en nuestro país, en ello yace su valor.

fica, me atrajo la noción de que se pudiera hablarde una ciencia de la psicología o del comporta-miento.

Tenía mucho interés en la parte de la biología,la cual había sido una de mis materias preferidasdentro de la secundaria, y realmente estaba en-tre dos opciones terminales: una era Medicina yla otra era Psicología.

Desafortunadamente, un primo que estaba enla Facultad de Medicina, un poco mayor que yo,me llevó a la clase de anatomía, donde tuvimosacceso a los cadáveres y eso me hizo decidir queno me interesaba tanto la parte de adentro de losorganismos, más bien la de afuera.

Entonces ingresé a la facultad, que en ese tiem-po era el Colegio de Psicología de la Facultad deFilosofía y Letras y, en términos generales, la co-rriente prevaleciente era psicodinámica, un pocofilosófica, pero había una serie de maestros den-tro de la carrera que nos dieron clases sobre algu-nas nociones más empíricas o cuantitativas de lapsicología. Uno de ellos fue el doctor Héctor Ma-nuel Capello, que nos dio un curso sobre elabo-ración de escalas multidimensionales. La maestra

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María Luisa Morales daba un curso sobre psico-metría y construcción de instrumentos de medi-ción y había un curso de psicología experimentala cargo del doctor Díaz Guerrero. Estas eran delas pocas materias dentro del currículo que ha-blaban de aspectos relacionados con los que yotenía de esa vieja noción acerca de que la psico-logía era un disciplina científica, dirigida funda-mentalmente a hacer investigación.

A la vez que conocí estas materias y que es-tuve con compañeros especialmente interesadospor esas materias, que eran las más difíciles, ya quetenían más requerimientos en términos de estu-dio y de trabajo, conocí a un grupo de estudiantesque después pasarían a formar parte importantede la facultad y del desarrollo de la psicología. Erande un año anterior: Arturo Bouzas, Francisco Mon-tes, y uno un poco más viejo que ellos: GustavoFernández. Daban parte de la materia de psicolo-gía experimental porque el doctor Díaz Guerreroviajaba mucho.

Además, las clases que ellos daban eran “one-rosas”: eran particularmente agresivos, cáusticoscon los comentarios que los alumnos hacían. Losexámenes eran verdaderamente difíciles, porejemplo: ¿qué dijo tal gente en la página N a lamitad del primer párrafo? Eran de memorística (sic)pero también de desarrollar una investigación conbase en un principio que habíamos visto o cómodeberíamos emplear un diseño experimental.

¿Ellos ya eran conductistas?Eran conductistas. Arturo (Bouzas) era hullia-

no. Los alumnos que pudimos pasar sus exáme-nes fuimos invitados por ellos al cine o al café,para lanzarnos el rollo de la psicología empírica,de los problemas con la facultad, con el colegio,con el predominio de licenciados (abogados) ypsiquiatras como instructores, de la importanciade leer y de mantenerse al día. Nos enseñaronalgunos libros, como los de Hull, y las clases ver-saban sobre eso. Después hicieron algunos semi-narios para los alumnos que habíamos pasado suscursos y se desarrolló un grupo social o grupo deestudio, donde fundamentalmente ellos preconi-zaban una visión de la psicología. Arturo (Bouzas),hulliano; Francisco, particularmente skinneriano,y Fernández, entre conductista y experimental ge-neral. Realmente era un privilegio pertenecer aese grupo, teníamos que ganar el honor prestan-do el coche para llevarlos a cenar, dispararles elcine, etcétera.

Una persona que también era amigo de ellos yque era más gentil, más buena gente, era Ely Rayek,quien se preocupaba un poco más por el bienes-

tar de los alumnos que pertenecían a este grupode estudio. Organizó una serie de conferenciaspara las que nos pidió a los alumnos destacadosde estas materias nuestra primera presentación.Entre ellos estaba Jorge Molina, Héctor Ayala, Jorgedel Valle y Jesús Figueroa. Obviamente participa-ban Bouzas, Montes y Gustavo. Esto ha de ser en1966 o principios de 1967.

En este momento lo que está pasando es que seestá incrementando la conciencia de que el de-partamento, el Colegio de Psicología, tiene pocosrecursos: no teníamos fotocopias, acceso a libros;los maestros eran malos. Este grupo empieza aconfrontar a los maestros de psicología genética ydesarrollo del niño, a algunos de los profesorespsicoanalistas que no asisten, a los maestros quedan fisiología, como Alberto Cuevas, demandandoque cubran el programa, debatiendo las posturas.

En 1967 este grupo ya no es el de Arturo yellos, porque ellos tienen una misión más que nadade preparación y desarrollo, y empiezan a coque-tear con la idea de irse a Jalapa. Viene en ese añoun grupo de personas, incluyéndome a mí, a Jorgedel Valle, a Gabriel Vásquez, Jesús Figueroa y otrosmás, que retomamos esta idea de la inconformi-dad con las materias y hacemos una huelga, for-zamos a Curiel a negociar con los estudiantes y aplantear la realidad de un autogobierno de losestudiantes, presionamos a las autoridades y des-tituyen a Curiel. En el transcurso de este proceso,en la designación de un nuevo coordinador, estegrupo de estudiantes toma puestos de la adminis-tración. Me acuerdo que yo era el Coordinadorde Investigación en esa época y aprobábamos losproyectos. Tenía que venir el doctor Díaz Gue-rrero a presentar su proyecto a ver si se lo íbamosa aprobar. Otros estaban encargados de otras co-sas. Esto dura como tres meses. Hay un procesode reacción, las autoridades nos confrontan y de-signan un Coordinador del Colegio, que es San-tiago Ramírez. En la Facultad de Filosofía y Letrasera Director el doctor Leopoldo Zea.

Después, este grupo político participa en elmovimiento estudiantil de 1967, previo al del 68,para elegir la sociedad de alumnos de la Facultadde Filosofía y Letras. Se llama la “planilla azul”.Estaban la “planilla negra”, la “planilla azul” y la“planilla blanca”. Ésta era la planilla del Opus Deicon Germán Dehesa, Concepción Christlieb y elgrupo de los nice de Filosofía. La planilla negra eraRoberto Escudero y Luis González de Alba, losizquierdozos, y había el grupo de los académicos,de los comprometidos, que eran la planilla azul.Ahí estaba Bouzas y todos ellos.

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Vamos al proceso de la elección. Hay un de-bate entre las planillas y la azul realmente teníaposibilidades. Una cosa que yo nunca supe: sehace una negociación en la cúpula, no me acuer-do quién fue, pero alguno de los líderes de la pla-nilla azul, que no nos informaron, hace unanegociación con la planilla negra y se retira la azulde la participación. Entonces la sociedad de alum-nos es fundamentalmente de Escudero y ellos.

Se viene el movimiento del 68 y todo el grupoparticipa activamente en pintas. Para esto Gusta-vo se va a Austin a estudiar a la Universidad deTexas; Francisco y Arturo se van a Jalapa, dondeestá Emilio (Ribes). Yo no recuerdo muy bien enese tiempo a Emilio; es de unas generacionesanteriores, incluso a la de Gustavo, él es tal vezel más viejo... Se van a Jalapa y en ese tiempo seempiezan a incorporar para trabajar con noso-tros, yo me quedo.

Una de las cosas que pasan en 1967 es que,muy influidos por Ely (que no se va a Jalapa),tenemos acceso por primera vez al Journal ofApplied Behavior Analysis, JABA, que salió en el68. Teníamos algunos artículos sobre economíade fichas, y la oportunidad de un escenario paraprobar algunas de estas cosas en una escuela deeducación especial, propiedad de las hermanasde Jorge Molina. Ahí desarrollamos los primerostrabajos de modificación de conducta, antes delos reportados en Jalapa. Esa es una de las cosasque le peleo a Emilio.

En 1967 establecimos una economía de fichas,trabajamos con niños con retardo, hicimos progra-mas de intervención sobre desarrollo de lenguajeen niños, sobre conducta de autodestrucción, et-cétera. Vamos de visita a Jalapa a los congresosque hay en ese año, tenemos la posibilidad de ira trabajar allá con ellos. Vienen en ese tiempoalgunas personas como Patterson, Dorothy Sus-kind y algunos de los terapeutas conductuales tra-dicionales, como Lazarus; algunos de los que estánen sensibilización, y también viene Bijou. Él estáen Jalapa y lo llevan a México, precisamente alcentro donde nosotros estamos trabajando. Ade-más tenemos los primeros alumnos y, para esetiempo, ya somos instructores de materias; yoestoy empezando a dar Aprendizaje y Memoria,Motivación y Emoción. Muchos del grupo de no-sotros se vuelven instructores de prácticas.

Una de las cosas que nos hace y nos jala y nosquita lo religioso en ese momento es que en 1968empieza a surgir la posibilidad de algunas plazasde laboratoristas en las prepas. Nosotros somos losque tomamos esas plazas. Ya estamos más com-

prometidos con la parte académica. Ya nos coptóel sistema, en el sentido de que tenemos unaplaza. Jalapa se está desarrollando, nosotros tene-mos un escenario, viene Bijou, ve el trabajo queestamos haciendo con los estudiantes y ya hay todoun problema en el 68 en términos de acceso a lafacultad y a la universidad, por lo que mucho deltrabajo que hacemos se realiza en el Centro deEducación Especial.

Empiezan a participar con nosotros otros es-tudiantes destacados como Jorge Peralta y Benja-mín Domínguez, por 1968 o 1969, y en este añohay un Congreso Interamericano sobre RetardoMental, auspiciado por el IMSS. Nos invitan a pre-sentar el trabajo que estamos haciendo, a JorgeMolina, a mí, a Benjamín, a Peralta.

Daba la causalidad que a ese congreso vieneun grupo de profesores de la Universidad deKansas a presentar el trabajo que están desarro-llando, uno de ellos es Ross Kouplan, y se quedanmuy impresionados con lo que estamos hacien-do. Van a visitar la escuela. A mí me invitan a hacerla solicitud para la Universidad de Kansas. En 1969Arturo hace la solicitud y se va a Stonybrook,Francisco se va también a la Universidad de Kansasy Jaime Herman se va a Chicago.

Muchas cosas están pasando, la facultad siguecon Santiago Ramírez, que cambia en 1969 y Cuelise vuelve el coordinador del colegio. Una de lascosas que pasa en este año es que del trabajo queestamos haciendo con niños con retardo, en par-ticular con niños autistas en el desarrollo de len-guaje, se hace una película. Un productor de cine,que después hace una serie de películas impor-tantes, como Reed: México Insurgente, Luis Barran-co, amigo de la familia de mi mujer en ese tiempo,se interesa por lo que estamos haciendo. Haceun cortometraje de 16 mm, con banda sonora,sobre el trabajo con los niños autistas y se presentaen 1969, en el Congreso Mundial de Londres. Te-níamos que presentar el trabajo en inglés. Paramí no era problema, pero Jorge Molina se teníaque aprender los parlamentos de memoria.

Entonces, yo me voy a la Universidad de Kan-sas y la primera persona con la que llego es conVance Hall. Hago mi trabajo de maestría en unproyecto que es un programa de intervencióncomunitaria en una zona pobre y me toca trabajaren lo que se llama Responsive teaching, la aplica-ción de principios y procedimientos derivados delanálisis experimental de la conducta a problemasde tipo educativo, fundamentalmente el diseñode economías de fichas, la investigación sobre elmanejo de problemas de conducta en niños, al

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diseño de estrategias de tecnología educacionalconductual con poblaciones de niños preescola-res, de primaria y secundaria. Es un proyecto fi-nanciado federalmente con dinero de los EstadosUnidos, donde se dan recursos y desarrollan pro-gramas para mejorar las escuelas y los servicioseducativos. Se genera una gran cantidad de tra-bajo que después se publica en JABA sobre el efec-to de la atención del maestro sobre la conductade estudiar de los niños.

Ahí entro en contacto con Todd Risley y sugrupo. Para ese tiempo, Francisco también estáen la Universidad de Kansas trabajando con Risleyen educación preescolar. Yo hago mi tesis sobrelos efectos de una economía de fichas en la con-ducta de producción académica, en la conductade estudiar en niños en escuelas públicas.

Aunque me interesa mucho la parte educati-va, tengo la oportunidad de conocer a MonteroseWolf y el trabajo que ellos están haciendo enAchievement Place, que es en casas hogar paraniños delincuentes. Entonces, hablo con Mont yle digo que yo quisiera cambiarme para hacer laparte del doctorado con él. Termino la maestríaen 1972. A Kansas voy becado por la OEA. Meaceptan y me dan un equivalente a asistente deinvestigación en la Universidad de Kansas y for-mo parte del grupo de The Teaching Family Modely trabajo fundamentalmente en problemas de re-habilitación de delincuentes.

Al año de estar ahí, me invitan a volverme“padre-maestro”, que son los padres que viven enlas casas hogar. Me toca estar en la primera casahogar que se desarrolla para niñas, basado en elmodelo de Achievement Place. Para esto, ya cam-bié de esposa y tengo una esposa norteamericana.Estoy dos años cumpliendo el requerimiento, par-te haciendo mi tesis de doctorado, parte admi-nistrando el programa y parte cumpliendo uno delos requerimientos del grado de doctor, que es unaresidencia práctica en el escenario aplicado.

Hago mi trabajo fundamentalmente sobre elanálisis y establecimiento de conductas prevoca-cionales y vocacionales en niños delincuentes, queda pie a las investigaciones sobre los problemasde generalización en escenarios naturales. Tam-bién es la primera vez que dentro del reporte deun trabajo de investigación se introducen medi-das de valoración subjetiva en la evaluación de lasatisfacción de los usuarios del programa (lo quees la validación social).

También trabajo sobre el desarrollo de siste-mas de autogobierno como parte de dar partici-pación e influencia a los propios usuarios del

programa en la toma de decisiones. En 1974 merecibo y en 1975 se empieza a expandir el mo-delo de la Familia Enseñante; me hacen una ofer-ta en Texas, en la Universidad de Houston, parairme como profesor y para difundir el programa.Estoy en Houston hasta 1977 y establezco seis pro-gramas, dos casas hogar para mujeres delincuen-tes, tres para adolescentes que han regresado dela correccional y un programa residencial paraciegos con retardo, todos basados en el modelode la Familia Enseñante. Conseguimos un presu-puesto federal para un estudio sobre los efectosde institucionalización en el desarrollo del ado-lescente en las instituciones de Texas. Todo va muybien hasta que viene un quiebre en mi matrimo-nio con la segunda, la gringa, y entonces me entrala añoranza por México. Le hablo a Luis Lara que,para ese tiempo ya es director, la escuela ya esfacultad y le digo: Oye, ya me quiero regresar aMéxico. ¿Me vas a dar chamba? Sí, aquí tenemosuna plaza para ti. Llego y, en efecto, hay una plazade tiempo completo para mí y de asociado.

Regreso a la facultad en 1977. Estuve siete añosfuera. Es más, mi español se había deteriorado atal grado que ya nada más sabía hablar con gro-serías y regreso justo en el tiempo en que estáfraguándose el cambio en la dirección: la posiblereelección de Luis Lara.

Durante 1968 se perdió mucho tiempo. Ten-go que acabar la carrera. Ellos ya acabaron la ca-rrera. Y nos involucramos en el movimientoestudiantil acá. Ya fue una predilección de tipopersonal. Nos toca estar en Tlatelolco. Nos im-pacta profundamente. El hermano de mi esposa,Roberto Chávez, de Arquitectura, era en ese tiem-po líder del Comité de Huelga. Yo lo acompañéen esa ocasión. Nos salvamos. Nos tocó la balaceratirados en el suelo en uno de los departamentos.Salimos al otro día en la madrugada, escurriéndo-nos por los edificios.

Me da la impresión de que usted tiene unamilitancia más académica que política. No hayuna referencia a las cuestiones políticas que es-taban dándose dentro de la facultad, en términosde cómo se componían y descomponían grupospara lograr la independencia del colegio.

Lo que pasa es que en 1972 yo estaba fuera.Yo me fui a Kansas en 1970. La independencia segesta entre 1971 y 1972. Por ese entonces yo es-taba acabando la maestría. Sí tenía el contacto delo que estaba pasando, pero no estaba muy arti-culado en ese proceso. Yo sí participé en el mo-vimiento que tira a Curiel. Participamos en ungrupo activo. Viene el 68 y todos nos quedamos

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muy atosigados de andar en esas cosas de lasmilitancias y buscamos la forma de salir del paísa seguir formándonos. Obviamente hay un grupoque sigue, que es integrado por Molina, el mismogrupo de Díaz Guerrero, Graciela Rodríguez, et-cétera, que se quedan y trabajan más en ese sen-tido. Aunque nosotros no participamos en la parteactiva de ese proceso, somos parte de los artíficesque dieron pie a eso y después parte de las per-sonas que participan en el proyecto de transfor-mación de la facultad.

¿Ese tipo de acontecimientos políticos no in-fluían de alguna manera en la expectativa queusted tenía de la psicología?

Mi papá fue el primer secretario del CNTE, entiempos de Lombardo Toledano, era del PartidoComunista Mexicano. A él no lo dejaban entrara Estados Unidos. Yo era muy reactivo a todo eso,porque mi madre es Velázquez pero de Atlaco-mulco, prima de Fidel Velázquez. Mi madre siem-pre me dijo que viera a mi padre y todo lo maloque le había pasado en la vida había sido porqueera comunista. Cosas de ese tipo. Por eso yo siem-pre fui muy reactivo a eso, aunque en 1968 yosí participé, pero no participé ideológicamente,tanto en el sentido que entendía todo ese rollo,sino que lo hice fundamentalmente por la injus-ticia con los alumnos, por la violación de la auto-nomía en la prepa, y participé en las marchas conel rector Barros Sierra, en la del silencio. Te lodigo de manera general, yo nunca estuve muypolitizado en términos de la concepción marxis-ta, de la dialéctica. A la mejor fui muy reactivo ala influencia de mi padre, pero también en el sen-tido de que yo realmente desde chiquito teníauna fascinación muy diferente por las cosas. Si yohubiera tenido la oportunidad de redefinir mivida, si yo no hubiera estudiado psicología hu-biera estudiado biología marina o del comporta-miento de las especies. No sé de donde vieneeso. Puede venir de mi padre mismo o de miabuelo que también fue biólogo. Es más, muchasde las personas que me conocen han de decir,pinche Ayala ha de ser del PRI o del PAN. Pues no,yo soy del PRD desde que se formó y he estado

participando. Mi familia, mis sobrinas y mi papáson miembros activos del PRD, pero yo particular-mente no le he dedicado mucho esfuerzo a esaparte. No me arrepiento porque creo que mehubiera confundido mucho.

Me parece muy rico lo que me está platicandode su experiencia, porque, por un lado, ubica unainfluencia que es definitiva con respecto a su for-mación naturalista en la ciencias, y, por otro lado,una reacción debida a la historia de su papá, a lamilitancia política. Eso lo lleva a elegir este tipode psicología.

Yo nací en 1946. Mi papá, después de todo esteproceso de su militancia en los años cuarenta, lografinalmente que le revoquen la restricción y consi-gue una chamba en la embajada de México enWashington. Así que yo nazco en Virginia, des-pués de la guerra. Tengo la ciudadanía norteame-ricana, aunque soy registrado en la embajadamexicana, lo cual me permite tener la ciudadaníamexicana. Pero mi papá se preocupa mucho poresa parte de la herencia, entonces repetidamen-te a lo largo de mi desarrollo regreso a EstadosUnidos. La escuela secundaria la curso en unaescuela jesuita, en Nueva Jersey y estoy ahí duran-te tres años, yendo a la escuela con saco y corbata.

Cuando me regresan finalmente aquí, voy alColegio Americano, pero entonces mi padre de-cide que yo conozca lo que es la patria y regresoa la UNAM. Aquí es donde conozco a los cuates, ytodos me dicen el jector, ya que era pocho, peroera el único que leía inglés y además escribía. Locual me ha servido en mi vida, porque me per-mitió estudiar, establecer contacto con los grin-gos. Por eso es que creo que también tengo lainfluencia gringa, tanto católica, aunque no soypracticante de nada, y de mi madre, de quien mipadre siempre dice que es la representación dela burguesía mexicana en su más alto nivel. Perodigo, como tú sabes, la influencia de las madresen México es fundamental, además ella es la quetiene los recursos económicos importantes en lafamilia. Yo creo que es por eso. Ahora, yo tengosobrinos totalmente panistas y una sobrina que esrepresentante del PRD ante el IFE.

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Negociar el lugar de su autonomía en personasmigrantes en Francia y México. Elementospara una antropopsicología de los mundos

contemporáneos de la miseria urbana1

DANIEL MAFFIOLO*

A la memoria de J.La distancia del investigador al objeto de la investigación no es un prejuicio

al que se podría escapar sino una obligación/restricción que hay que negociarpara poder hacer de ella un método.

Augé (1994:73).

Nosotros hicimos la comprobación de que hay que ser muchospara luchar contra la vergüenza, que hay que reunirse para ponerse

en pie y reivindicar su dignidad de ser humano.Grupo de Investigación Universidad Cuarto Mundo (1999:72).

Aceptado: septiembre de 2003

ResumenLa problemática de las capacidades de autonomía cognoscitiva de las personas en situación de miseria se sitúa aquí en elmarco general de una antropología de los mundos contemporáneos. A partir del planteamiento de algunos hitos concep-tuales vinculados a la sobremodernidad urbana y a los soportes sociales y culturales indispensables para el desarrollo deun pensar y de un actuar sobre y por sí mismo, se describen las condiciones de precariedad de las dos poblaciones inves-tigadas: personas sin casa en Francia, indígenas en México. Se propone luego un análisis interpretativo transversal en trespuntos – la itinerancia, la negociación del lugar propio, el cuidado del otro – orientado a esclarecer mejor estas poblacionesdiferentes, pensándolas en conjunto.Palabras clave. Autonomía cognoscitiva, miseria urbana, análisis interpretativo, mundos contemporáneos.

AbstractThe issue of the abilities for cognitive autonomy of people living under misery conditions is located within the generalframe of the anthropology of contemporary worlds. After setting up some conceptual landmarks related to the urban latemodernity and the social and cultural supports essential for the development of thinking and acting on and for oneself,the precarious living conditions of the two researched groups (homeless in France, Indigenous people in Mexico) aredescribed. An interpretive transversal analysis guided by three conceptual lines – itinerancy, the negotiation of a place foroneself, and care for the other – aims to a better understanding of these different populations by thinking them together.Keywords. Cognitive autonomy, urban misery, interpretive analysis, contemporary worlds.

1 Los datos de campo respecto de los indígenas en situación de precariedad en México se recogieron durante el año 1997en el marco de una estancia de investigación en México, financiada por la beca postdoctoral en antropología concedida por laFundación Fyssen. Además del apoyo económico de la fundación, este trabajo se benefició con la acogida de mis colegas de la FES

Iztacala de la UNAM, en el Estado de México: Elvia Taracena y el equipo de psicología cultural del Proyecto DPAF, particularmentecon la colaboración en el terreno etnográfico de mi colega y amigo Juan José Yoseff. (Traducción realizada por Gilberto PérezCampos.)

* Grupo de Estudio de las Relaciones Asimétricas, Universidad de Lyon II.

Este texto intenta poner en relación pertinentelos datos recogidos con personas que vivían, enmundos socioculturales diferentes, situaciones degran precariedad. Unas, indígenas campesinos quehabían migrado de sus poblados hacia una de lasciudades más grandes del mundo, el Distrito Fe-deral de México. Las otras, hombres o mujeresen la calle en una pequeña ciudad en el sureste

de Francia. Mencionemos algunas palabras de estalínea de análisis intercultural para situarla en elplano de los conceptos y del método.

Se trata de contribuir a la antropología de losmundos contemporáneos de la que habla Augé(1994): antropología cuya dificultad y especifici-dad responden justamente a la “necesidad decombinar muchos de esos mundos para constituir

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un objeto”. Para intentar comprender mejor lassituaciones de miseria urbana y la manera en queson actuadas y pensadas por quienes ahí se en-cuentran socialmente asignados esbozaré unanálisis de las relaciones que articulan los mundosde la miseria en México y en Francia, el mundoindígena y el mundo occidental, el mundo de laspersonas en precariedad y el del investigador queentra en relación con ellas. No se trata de una“comparación intercultural”: no se invoca ningúncriterio universal de referencia, y las poblacionesestudiadas no se toman como “representativas” dela diversidad de situaciones de miseria existentesen los dos países. Se buscará sobre todo delimitarlas identidades de estas poblaciones a través delas relaciones que se perfilan entre unas y otras.

Esta aproximación de psicología antropológicase sitúa en el cuadro de una antropología reflexi-va (Ghasarian, 2002) e involucra una metodologíaespecífica. Primera especificidad: la construccióndel objeto de investigación se hace en el campo.La problemática se elabora en forma progresiva,no prefijada por un plan inicial, una vez elegidoslugares y poblaciones, al hilo de las observacio-nes y las entrevistas, ambos elementos constituti-vos de la investigación etnográfica. No fue sinopoco a poco, preparando este estudio, cuando lainvestigación entablada con una persona que men-digaba desde hacía muchos meses en las callesde la ciudad donde vivo desde que regresé deMéxico, y con la que había tomado la costumbrede intercambiar algunas palabras –ésta (la vida)generando aquélla (la investigación)– parecióaclarar de manera significativa ese trabajo en vistade los datos etnográficos recogidos cuatro añosantes con indígenas migrantes en México(Maffiolo, 1996-1997).

Segunda especificidad: los datos de la inves-tigación etnográfica –y esto vale para todo méto-do de recolección de datos en ciencias humanas(Maffiolo, 2001)– son producidos siempre en elmarco de situaciones de comunicación que ponenen relación al investigador, sus sujetos y al contex-to sociocultural en el seno del cual se desarrollanestas situaciones y encuentran su inteligibilidad. Lasnegociaciones y relaciones sociales suscitadas porla situación de investigación, el sentido y los lími-tes que les confieren las personas interrogadas sonparte integral del material sobre el cual debe des-cansar el análisis interpretativo (Augé, 1994).

Tercera especificidad: la aproximación del tra-bajo es comprensiva. En el nivel práctico de lapostura de escuchar al sujeto: se buscará siemprecomprender sus palabras colocándose intelectual-

mente desde el punto de vista del investigado, ysituándolas en la lógica de su propia posición so-cial (Bourdieu, 1993). Pero también en el niveldel trabajo científico de “comprensión antropo-lógica” de los materiales recogidos, que apunta aponer en relación pertinente las prácticas y lasexperiencias locales de los investigados con losconceptos transversales de alcance general(Geertz, 1984).

En el análisis se pondrán en concurso dos se-ries de conceptos. Una tiene que ver con las con-diciones contemporáneas de la sobremodernidady algunas de las figuras recurrentes que están li-gadas con ella: la ciudad, la miseria social y la in-terculturalidad. La otra dirige el análisis hacia unaproblematización más específicamente psicológi-ca relativa a los efectos de estas configuracionesurbanas contemporáneas sobre las capacidades delos individuos para construir una autonomía cog-noscitiva, para desplegar estrategias propias a par-tir de los recursos socioculturales constitutivos desus mundos respectivos (Maffiolo, 2001).

Sobremodernidad urbana, precariedade interculturalidad

La sobremodernidad remite, para Augé (1992), atres figuras de exceso que atraviesan nuestras so-ciedades contemporáneas: exceso de tiempo,exceso de espacio y exceso de sentido.

El tiempo y la historia: en el mundo sobremo-derno, la historia se acelera, los acontecimientoshistóricos de alcance internacional son muy abun-dantes y saturan nuestros radios y televisores. Depronto, los grandes relatos míticos que nos asegu-raban un sentido único de la historia y nos garan-tizaban la marcha inexorable del progreso hancaído, dando lugar a un relativismo posmodernoque admite la diversidad de las historias y de lasinterpretaciones posibles.

El espacio y la contemporaneidad: el mundosobremoderno es abierto, las distancias se acor-tan, los medios de transporte y de comunicaciónse multiplican, y todos tendemos a convertirnos,próximos o lejanos, en contemporáneos unos deotros. En contraparte, el espacio planetario estáatravesado por no-lugares –vías y medios de trans-porte, centros comerciales, superficies de tránsi-to–, espacios de soledad culturalmente uniformesy desocializantes.

El sentido y su individualización: en un mun-do hecho cada vez más del entrecruce de mun-dos, cada uno debe construir su propio itinerario,

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elaborar su propia interpretación de la diversidadcontemporánea. Si las referencias aparecen asícada vez más individualizadas, la atención delsujeto en contraparte está cada vez más centradasobre sí mismo y su trabajo de construcción desentido. Puesto artificialmente a distancia de suscompañeros sociales por la pantalla despersonali-zada de las instituciones y de los medios (taquillasautomáticas, correos administrativos, informacio-nes de prensa) el individuo es cada vez más fre-cuentemente devuelto a sí mismo y sus vínculossociales se desrealizan.

Para Augé (1994), la ciudad es el espacio pri-vilegiado de lo contemporáneo: ahí se cruzan yse atraviesan la diversidad de los mundos, se creany deshacen las relaciones entre lugares y no-luga-res, modernidad y sobremodernidad. Riqueza ymiseria también. En el centro histórico de Méxi-co, los indios mendigan y venden en la vía públi-ca sin autorización en aceras en las que sesuceden joyerías y boutiques internacionales demarcas de lujo. En la ciudad donde vivo, en lacercanía de los supermercados, del mercado defrutas y legumbres, los rechazados del crecimien-to tienden la mano para sobrevivir. Yuxtaposiciónsobremoderna de los signos de la abundancia yde las condiciones de la miseria.

Señalando la puesta en interrelación de losmundos contemporáneos, la reflexión acerca dela sobremodernidad ayuda a retomar de maneracrítica la noción de exclusión para reubicar a laspersonas en situación de miseria en el juego com-plejo de las interdependencias sociales, vinculán-dolos con los no excluidos. Las situaciones deprecariedad son, en efecto, los productos de laslógicas sociales que se instituyen por encima deellas: en el mundo del trabajo, las políticas insti-tucionales de empleo y desempleo de las empre-sas y de los Estados (Castel & Haroche, 2001;Roche, 2001). Y aquellos a quienes se les dice“excluidos” no quedan menos atrapados en estejuego social, en el que continúan participando.Participación práctica de una población “super-numeraria” que pesa sobre las condiciones detrabajo y de remuneración ofrecidas a quienestienen la “oportunidad” de no estar en la calle(Mauger, 2001). Pero también participación en elorden del sentido y de la imagen, cada vez queson leídos como la exposición pública de cuerposhomicidas y culpables –hombres-mal-ejemplo ycadáveres, estigmas de una incapacidad de so-portar de pie el orden impuesto colectivamente(Farge & Laé, 2000; GRQM-U, 1999).

La sobremodernidad no designa, entonces, unestado generalizado y homogéneamente compar-

tido por la humanidad contemporánea: configuradiferencialmente las experiencias que puedentener de ella los individuos y los grupos según losmundos que habitan. Este carácter diferencialpuede reenviar así a las diferencias de posicioneshistóricas. Augé (1994) recuerda que los puebloscolonizados han vivido la experiencia subversivade la sobremodernidad mucho más temprano quelos pueblos colonizadores. Esta experiencia fue,entre otras, la del México precolombino confron-tado hace cinco siglos mediante la prueba de laconquista con la triple figura del exceso sobremo-derno: la intromisión española rompe en efectolos relatos culturales locales, pone en estado debrusca contemporaneidad dos mundos geográfica-mente distantes que hasta entonces se ignoraban,para generar una formidable individualización delas trayectorias posibles –mestizajes y vías de cir-culación múltiples de un mundo a otro (Bernard& Gruzinski, 1991-1993). Ahora bien, para lospueblos indios dominados que sufrían muy prontola prueba del choque y del rápido entrecruce delos mundos y de las referencias culturales, la pro-fundidad histórica es una ventaja objetiva: ella abreun espacio de muchos siglos donde los individuosvan a aprender a circular y a combinar los mundos,inventar y transmitir unas estrategias de resisten-cia a la miseria y a la dominación social (Bonfil,1991; Certeau, 1990).

Los militantes de ATD Cuarto Mundo subrayanel papel fundamental de esta herencia históricade los “pueblos de la miseria”. Ella constituye unrecurso de gran importancia que ofrece a los máspobres las capacidades de autonomía individual apartir de las cuales pueden sobrepasar la vergüenzade la estigmatización y desarrollar sus estrategias(GRQM-U, 1999).

Soportes y autonomías, tácticasy estrategias

El sociólogo Robert Castel (Castel & Haroche,2001) recuerda la importancia que tiene trabajaren los márgenes sociales para aclarar mejor lalógica de conjunto de una sociedad y deshacerlos sesgos de las aclaraciones locales. Como el psi-cólogo que soy, trabajar para descubrir y analizaren esos mismos márgenes las capacidades y límitesde la autonomía de aquellos que nuestras socie-dades estigmatizan como dependientes, asistidose inadaptados sociales incapaces de autonomía yde hacerse responsables (Lenoir, 1974), es tantomás esencial que la ideología liberal dominante

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recurra sistemáticamente a una forma de psico-logización abusiva que apunta a “individualizarlas desigualdades sociales”, haciendo portar a losmás desposeídos la carencia psicológica de sufracaso (Castel y Haroche, 2001).

Sociología y psicología son así complementa-rias. Al menos si se tiene cuidado de inscribirlasen un cuadro antropológico transversal, el de unaantropología política de lo metacognoscitivo; esdecir, de la construcción social y cultural del pen-sar y del actuar sobre y por sí mismo (Maffiolo,2001). Para preparar el análisis de los datos, arti-cularé tres desarrollos conceptuales.

El primero es un préstamo de Castel (Castel &Haroche, 2001): para que un individuo exista demanera consistente, teniendo la capacidad dehacer elecciones y de desarrollar estrategias per-sonales, hace falta que disponga de soportes socia-les y culturales –vínculos familiares, derechos,recursos, saberes. La fuente inicial de estos so-portes no es psicológica e individual. Es productohistórico de las condiciones sociales de organiza-ción de las sociedades: en Francia, antes deladvenimiento de la propiedad social (sistema delos derechos sociales que aseguran luego de 1945una protección mínima para todos) sólo los propie-tarios privados disponían de los medios para serindividuos actuantes y consistentes, mientras quelos no-propietarios no tenían otros soportes estra-tégicos que sus cuerpos y su fuerza de trabajo,antes de que la enfermedad y la vejez les llevaranal fin. Las personas en situación de precariedadhoy en día son aquellas que perdieron ese sopor-te de los derechos asegurados por la propiedadsocial, para caer en el mundo de la ayuda y laasistencia sociales. Su propio cuerpo se conviertecon frecuencia en su último soporte estratégico(Farge & Laé, 2000; Roche, 1997).

El antropólogo mexicano Bonfil Batalla (1991),en su análisis intercultural del control social enjuego entre pueblos dominantes y dominados,invita a distinguir dos cosas. Por una parte loselementos culturales propios y aquellos que vie-nen del otro. Por otra, distinguir los productos cul-turales mismos de sus modos de uso y técnicas deproducción-reproducción. Si se cruzan estas dis-tinciones, colocándose en el punto de vista delgrupo dominado, se obtienen cuatro casos posi-bles. Una práctica cultural es plenamente autó-noma cuando se controlan en ella los elementosconstitutivos y las técnicas de producción y mo-dos de utilización. Es impuesta por el grupo domi-nante cuando es éste el que controla los elementosculturales utilizados, sus usos y monopoliza los

medios de producción. Entre estos dos casosextremos, Bonfil habla de cultura apropiada en elcaso en que un elemento de la cultura dominan-te es desviado de sus usos y los dominados aca-pararon la capacidad de producirlo: en México,numerosos elementos del catolicismo español sereinterpretaron y reprodujeron desde el punto devista de las culturas amerindias (Certeau, 1990; Gru-zinski, 1996). Finalmente, Bonfil habla, a la inver-sa, de cultura manipulada cuando un elementocultural propio del grupo dominado es capturadopara unos usos y un modo de producción propiosde los dominantes: la presentación de las culturasindígenas en los museos de antropología de Méxi-co captura los objetos, vestimenta, esculturas eimágenes, extraídos todos de los contextos de usoamerindios para ser sometidos a las lógicas occi-dentales de exposición (científica, turística, esté-tica).

Sobre el problema de la autonomía individualy de sus soportes sociales y culturales, se plantea-rán entonces dos cosas: 1) para dar lugar al desa-rrollo de un proyecto estratégico individual, estossoportes deben ser efectivamente dominables entérminos de producción y de uso por las personas;2) Es abusivo hablar de autonomía mientras quelos soportes y las modalidades de uso estratégicosean producidos e impuestos desde el exterior alindividuo.2

Tercer y último elemento conceptual tomadodel historiador Michel de Certeau (1990): la pro-pia noción de estrategia lleva a adoptar el puntode vista de la cultura dominante sobre la inteli-gencia, dejando en la sombra ciertas capacida-des cognoscitivas de resistencia interpretativadesarrolladas por los dominados frente a la culturaimpuesta. Certeau descubre y analiza la existen-cia de un registro cognoscitivo popular distintodel registro estratégico oficial, el de la astucia y delas tácticas. El despliegue de una estrategia supo-ne en efecto un lugar propio y un dominio deltiempo por quien la pone en acción. Estos doselementos constituyen los soportes indispensablesdel estratega para calcular y organizar sus mediosy sus fines. Mas, ¿qué es de quienes no disponen,momentáneamente o en forma más duradera, de

2 La prescripción institucional de “proyectos de inser-ción” a las personas en dificultad, por ejemplo, les demandaplegarse a categorías y lógicas que no solamente les sonextrañas casi siempre (GRQM-U, 1999; Soustrenon, 2001),sino que son con frecuencia las propias lógicas que unoencuentra en la fuente de sus dificultades, como la lógica dela flexibilidad empresarial que el desempleado en periodode prueba se encarga de hacer suya (Mauger, 2001).

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lugar propio? Ellos pueden, nos dice de Certeau,como lo han hecho los indios luego de la con-quista, aprender a manejar el tiempo en el inte-rior del lugar de los otros: improvisar, atrapar alvuelo las ocasiones tácticas en el momento mis-mo en que se presentan, para habitar el espaciode los otros inventando sus maneras propias derecorrerlo e interpretarlo. Se ve que el táctico esun poco al estratega lo que el locatario es al pro-pietario: no es menos individuo y constructor desentido, pero despliega su identidad y su inteli-gencia en un tiempo corto y un espacio ajeno,no teniendo los recursos de la propiedad privaday del tiempo largo, que son monopolizados porsu arrendador.

Vivir en situación de precariedad es, en pri-mer lugar, encontrarse en situación de continuarsiendo un individuo con poco o nada de soportesni de lugares propios para hacerlo. Es estar res-tringido a habitar el lugar del otro: sus calles, susinmuebles abandonados o su caridad. Como lodijo una de las personas participantes en la inves-tigación: “uno depende de los regalos de laspersonas”.

Las condiciones de la miseria:dos contextos, dos mundos

Las personas estudiadas tienen en común el vivirpor debajo del umbral de la pobreza y de encon-trar en la calle lo esencial de sus recursos econó-micos. Pero los mundos en los que viven estamiseria, y los contextos donde duermen, comeny dialogaron conmigo, son muy diferentes.

Para Francia, me apoyaré en los datos de unaentrevista realizada en marzo de 2001 en el do-micilio de L,3 completada con intercambios in-formales con la misma persona y con otras en lamisma situación. L y los otros viven en una ciu-dad de 60 mil habitantes, situada al borde del maren el sureste del país. En 1999, la tasa de desem-pleo en porcentaje de la población activa era de23% en el ayuntamiento contra 18.2% en el de-partamento, con relación a una tasa nacional de11.7%.4 Una pauperización sensible se desarro-lló a mitad de los años ochenta, después del cie-rre de un importante sitio industrial, principalfuente de empleo de la ciudad. Desde la mitad

de los años noventa, la presencia de personas enla calle se hizo visible y se generalizó. Ellas vie-nen con frecuencia de otras regiones o países, enparticular del norte y del este de Europa, mendi-gan en el centro de la ciudad frente a los super-mercados, la oficina de correo, el mercado defrutas y legumbres, o lavan en los cruces de lascalles los cristales de los automovilistas a la entra-da de la ciudad.

L tiene 33 años. Ella llegó al ayuntamiento hacealrededor de dos años. Le gusta el lugar (el sol, elclima, la ciudad) y le gustaría quedarse. Es extran-jera, viene de un país del norte de Europa y no tienemás que una visa de estancia provisional. Por estarazón, no recibe el salario mínimo de inserción. Paraobtener una autorización definitiva de permanenciaen Francia debe tener una carta de trabajo que déconstancia de una cuota suficiente de horas decla-radas. Pero es difícil encontrar trabajo para una in-migrante de la calle con documentos provisionales.

L vive desde hace unos meses en un cuarto con sucompañero, de la misma nacionalidad, y su perro,un pastor de dos años: “¡él nació aquí, es francés!”.El cuarto pertenece a una asociación local de bene-ficencia social. El domicilio de la pareja ha sido ren-tado por seis meses. ¿Después?, “tal vez una vezmás por seis meses”.L y su compañero tienen una grave enfermedad yestán obligados a un régimen. Él puede morir en unfuturo cercano; ahora está muy débil para mendi-gar. Los análisis de L son mejores. Ella realiza treshoras de quehaceres domésticos declarados a lasemana en el socorro católico, a veces va al mer-cado de pulgas con las cosas ofrecidas por unos uotros; en ocasiones mendiga abajo del mercado.El cuarto es elegante y muy limpio, remodelado conuna pequeña cocina integral y baño. Los muebleslucen en buen estado (estantes, mesa, sillas, sofácama, televisión) y los muros blancos, con una ala-cena barnizada, forman un ambiente exiguo, perocaluroso y acogedor.

Para México, me apoyaré en una serie de se-cuencias y de entrevistas etnográficas realizadascon J.J. Yoseff, de febrero a mayo de 1997, en unavecindad (grupo de inmuebles que una vez fue-ron edificios públicos y cuyo destino ha cambia-do) del centro de la ciudad de México, ocupadaen su mayoría por inmigrantes de la etnia maza-hua, entre ellos una joven pareja de residentes,Ernesto y Claudia.

El contexto mexicano conjuga dos lógicas pro-ductoras de miseria y de desigualdad social (Tara-cena, 2001). Primera lógica: históricamente, conun Partido Revolucionario Institucional (PRI) violen-

3 Para preservar el anonimato de las personas entrevis-tadas, no se precisan los nombres locales, y los nombres depila (México) o iniciales (Francia) se modificaron.

4 Fuentes: INSEE, Censo 1999 y BIT, Francoscopie 2001.

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to y corrupto, mantenido en el poder desde la re-volución hasta su caída reciente en la eleccionesde julio de 2000, el Estado mexicano nunca estu-vo dotado de una gran propiedad social: ni segurode desempleo, ni subsidio familiar y una educa-ción primaria con un costo difícil de soportar (porlos libros y el uniforme obligatorio) para los máspobres. Segunda lógica: la adopción por los dosúltimos gobiernos del PRI del modelo neoliberal,línea económica confirmada con el acceso al po-der del presidente Fox, candidato del partido deoposición de la derecha liberal (PAN), ha agravadolas distancias entre ricos y pobres desarrollando laeconomía mexicana de acuerdo con los interesesnorteamericanos (se firma en 1994 un tratado delibre intercambio) y los de una minoría nacional,en detrimento de los intereses de la mayoría: po-bres y clase media. El resultado: a pesar de un PIB

que lo colocaba en 1998 en 13° lugar mundialcon el mejor crecimiento económico de Améri-ca Latina, México cuenta con 28.7% de pobres,y las ganancias de las 24 familias más ricas del paísiguala las de los 25 millones de mexicanos máspobres.

En este contexto, los pueblos indígenas, queagrupan decenas de diferentes etnias, cuentancon alrededor de nueve millones de personas, osea 10% de la población, entre la más pobre delpaís (Ramonet, 2001). Durante mucho tiempo en-cerrados en los espacios rurales por la sociedadcolonial y empujadas por la descomposición de laeconomía campesina en la segunda mitad del sigloveinte, las poblaciones indígenas migran cada vezmás hacia las oportunidades de la ciudad moder-na (Arizpe, 1985). En particular, las ciudades de lafrontera con Estados Unidos y el Distrito Federal,donde viven hoy entre 20 y 25 de los 90 millonesde mexicanos (Gruzinski, 1996; Pérez, 1993). Losindígenas llegan a la ciudad poco o nadaescolarizados y deben enfrentar los prejuicios dela ideología oficial, que ve en el indio un compo-nente nacional histórico, valorado en los museoscomo un esplendor del pasado por todo lo queseñalan las huellas de las grandes civilizacionesprecolombinas, pero interpretado como un obs-táculo a la modernidad contemporánea. Los indí-genas reales sobreviven en las vecindades o lasciudades perdidas de la capital; éstos se encuen-tran frecuentemente relegados a los empleos másprecarios y menos remunerados ofrecidos por elespacio urbano (trabajadores no calificados, ven-dedores ambulantes).

Situada a algunas decenas de metros de una esta-ción del metro del centro de la ciudad de México

y unida a una calle populosa por un pasaje oscuro,la vecindad se organiza alrededor de un patio inte-rior, grande y rodeado por cuatro fachadas de in-muebles deteriorados. El que está frente a la entradaamenaza derrumbarse y no está habitado. Las otrasfachadas se extienden por tres pisos. Muchos aparta-mentos son ocupados por familias, principalmentemazahuas. Una de ellas dice vivir ahí desde los añossesenta. Otras están ahí desde hace pocos años omeses.Ernesto y Claudia, de una veintena de años y doshijos pequeños, viven en la azotea de uno de losinmuebles, donde se encuentran los lavaderos uti-lizados por turno por los residentes. Otra pareja viveigualmente en la azotea en un cuarto hecho controzos de cartón, de madera y láminas de metal.Fuertemente deteriorados y de tamaño reducido,los alojamientos tienen a veces una televisión.En el patio se encuentra un grifo, única fuente deagua corriente donde los residentes vienen por turnoa llenar sus cubos. A veces, dos o tres niños peque-ños, sucios, juegan en el suelo de tierra aplanada.Los niños más grandes juegan al balón contra la puertametálica de un garaje donde unos empleados delbarrio estacionan sus autos. En la mañana, los quetrabajan en la calle salen de la vecindad: unos hom-bres salen a vender sus chicharrones o “palanquetas”,preparados más temprano sobre unos braseros. Mástarde, algunas mujeres se reúnen bajo la saliente deun techo de lámina, para abrigarse del sol, a discutirlas decisiones acerca de la comunidad. Una chiqui-lla que acaba de regresar de la escuela está sentadaen los escalones de la escalera, absorta en un librode clase. Arrojadas por los chavos, unas palomasmuertas atadas con agujetas cuelgan de los cableseléctricos que atraviesan el patio.Una vecindad es en México casi el equivalente delo que en Europa se denomina squat: una habita-ción de una construcción pública que ha cambiadode destino, situada en la ciudad y ocupada porpersonas que de otra manera no tendrían techo.Los ocupantes pueden conectarse al agua de laciudad y piratear la electricidad, mediando una ren-ta “congelada” de algunos pesos, que les vale latolerancia de las autoridades.

Itinerancia y desafiliación

El proceso de precarización social que conducea las condiciones de vida que se acaban de des-cribir pasa, para unos y otros, por un recorrido deitinerancia hecho de rupturas, voluntarias e invo-luntarias, con una cierta cantidad de soportes afi-liativos: familia, lengua, territorio, grupo social.Sin embargo, recorridos y rupturas no tienen aquíy allá el mismo sentido. Y en los dos mundos laspérdidas sufridas en materia de recursos sociales

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rara vez van sin la compensación de devolucio-nes tácticas.

A través de su narración, el itinerario de Laparece punteado de las siguientes rupturas:

• Salida de un medio burgués de felices co-merciantes herederos de un capital familiar,ella deja su familia por primera vez para ir ala India, donde vive un año en un ashram, yluego regresa a su casa.

• En un torpe episodio, sus padres la destitu-yen de sus derechos cívicos para internarlaen un hospital psiquiátrico, con motivo, diceella, de que les parecía “demasiado exigen-te” y que su actitud, que no corresponde asus expectativas sociales (ashram, retiro delmundo), es interpretada como locura. Ellapermanece ahí un año, bajo camisa de fuer-za química (necesitará más de seis meses paradormir de nuevo sin medicamentos).

• Después de haber escapado varias veces delhospital, logra salir del país y llega a Francia. Seinstala en la comuna donde mendiga y encuen-tra sustento junto al párroco y al socorro cató-lico, pero sobre todo, junto a su compañero.

La ruptura con la familia está en el centro desu narración. Farge y Laé (2000) han subrayado laimportancia de la desafiliación familiar en el pro-ceso de precarización que conduce a la calle. Porun lado, la familia es, con el trabajo, el pivote legalalrededor del cual se organiza el derecho a lasprotecciones sociales en nuestras sociedades.Combinada con el no-trabajo, la ruptura de losvínculos con los padres priva al individuo de losderechos y solidaridades universales de base. Porotro lado, la familia es también ese lugar simétri-co donde puede ejercerse el poder del rechazoy del retiro de esas mismas solidaridades, el de las“tiranías que empujan a desaparecer”. La itine-rancia que separa del vínculo familiar debe enton-ces leerse en un doble sentido: desposeimientode los soportes de base en la autonomía indivi-dual, pero también una vía de emancipacióncuando el vínculo con los padres se convierte,como aquí, en el instrumento de un encierro yde un desposeimiento de sí. La pareja formadacon su compañero es así una manera para L dereconstituir un nuevo soporte familiar, donde elcuidado recíproco del otro, igualmente débil yenfermo, igualmente miserable y exiliado, hasustituido a la tiranía de los padres.

Alrededor de esta ruptura central se organi-zan otras tres rupturas. Primero, aquella con el

grupo social de origen y sus soportes económi-cos. El episodio del ashram traduce la voluntadinicial de deshacerse de aquél, momentáneamen-te y en parte. Las palabras recogidas en entrevis-ta, no obstante, no plantean nunca el despojoextremo de la vida en la calle como un objetivoestratégico que habría apuntado hacia la ascesis,sino más bien como el resultado de una serie deelecciones tácticas defensivas (evasión, cruce dela frontera, economía de sobrevivencia) puestasen operación contra la tiranía familiar.

La ruptura táctica con el territorio de origen setraduce en la pérdida de una parte de los dere-chos que conlleva, sin que la entrada en el nuevoterritorio se traduzca en un acceso directo a losderechos y protecciones sociales correspondien-tes (salario mínimo de inserción, derecho de es-tancia).

Finalmente, esta itinerancia fuera del territo-rio es también una itinerancia fuera del lugarpropio de la lengua materna. Ya iniciada con oca-sión del viaje a la India, donde tuvo que apren-der el inglés, esta salida de la lengua de origen esvivida por L como una pérdida de autonomía,quien dice no dominar suficientemente el fran-cés y consiguió llevar un curso de perfecciona-miento una vez a la semana. Me parece que estaitinerancia es crucial y merece ser subrayada, puescomo lo señalan Farge y Laé (2000), es en el lugarpropio de la palabra y de su organización que la per-sona en la calle continúa pensándose comopersona situada en el espacio y el tiempo. La iti-nerancia y el aislamiento, al separar progresiva-mente a las personas en precariedad de losinterlocutores posibles, llevan el riesgo de condu-cirlos a la pérdida de ese lugar propio y de la or-ganización del pensar en sí mismo que el hablapermite. El migrante en la calle, exiliado de suterritorio de lenguaje, amplifica ese riesgo. Al mo-mento de la entrevista, L parece ser capaz de darla vuelta tácticamente al riesgo. Gracias a la pre-sencia de su compañero, ella continúa habitandocotidianamente el lugar de su lengua de origen,dándose los medios para apropiarse del lugar dela lengua de acogida: ella se involucra fácilmenteen conversación con los transeúntes y estudia elfrancés una vez por semana.

Para los residentes de la vecindad como Ernes-to y Claudia, aunque el contexto pueda parecermás degradado, la itinerancia es menos una rup-tura que una continuidad histórica, menos unriesgo que una oportunidad de mejorar las con-diciones de vida de sus hijos.

Hay que recordar, en efecto, que las prácticasmigratorias y las relaciones interculturales, comer-

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ciales o guerreras, son muy frecuentes entre losamerindios antes de la llegada de los europeos(Bonfil, 1991; Bueno, 1994; Bernard & Gruzins-ki, 1991-1993). Para los mazahuas, cuya regiónse extiende al noroeste de la ciudad de México,la migración es parte de los recursos de un pueblocampesino que tuvo que sufrir las invasiones porparte de los grupos vecinos, y la dominación delos propietarios de haciendas, para quienes tra-bajaban como agricultores o granjeros (Soustelle,1967, 1993). Con la revolución de 1910-1920, unaparte de los terrenos agrícolas se redistribuyó alos pequeños campesinos y los mazahuas pudie-ron cultivar y criar ganado en sus propios campos.Durante este periodo (Arizpe, 1985), los hombresemprendían migraciones estacionales hacia Méxi-co, aprovechando las pausas en el trabajo delcampo para completar los recursos laborando enla ciudad; solamente algunos migran en formaduradera y se instalan en el espacio urbano, don-de constituirán los primeros relevos sociales delos nuevos migrantes. Desde los años sesenta ysetenta, los salarios agrícolas se pulverizan y losterrenos familiares, muy reducidos por las heren-cias sucesivas, ya no son suficientes para dotar atodos los hijos de una familia. Las migraciones seintensifican y se extienden hacia la frontera nor-teamericana, involucrando a familias enteras. Enel momento de la investigación, en 1997, una ge-neración mazahua nacida en el Distrito Federalcomienza a cohabitar con los nuevos migrantes.

Para los residentes de la vecindad, las ganan-cias de la itinerancia hacia la ciudad de Méxicoson consecuentes. Han dejado algunos pueblospobres en las alturas, donde la infraestructuraescolar es muy débil, las condiciones climáticasson extremas (frío, viento y lluvias intensos) y elriesgo sanitario es elevado: agua no potable, des-nutrición que alcanza el 50% de los menores decuatro años, tasa de mortalidad infantil (entre lasmás altas del país) por enfermedades gastrointes-tinales e infecciones de las vías respiratorias (Yo-seff, Pérez y Ortega, 1994). La hondonada de lameseta de México, a 2300 metros de altura, lesasegura ciertamente un aire entre los más conta-minados del planeta, pero también un clima tem-plado (de 20° a 30°C), la posibilidad de compraragua potable, la proximidad de los servicios sani-tarios y sociales, una oferta escolar amplia (deljardín de niños a la universidad) y el vasto campode la economía informal de la calle (Taracena,2001).

Los elementos de las narraciones recogidas conErnesto y su esposa muestran cómo, sin planifica-

ción estratégica precisa, la pareja juega táctica-mente con las oportunidades de este contextourbano a medida que se presentan, para eman-ciparse de situaciones que se juzgan insatisfacto-rias y para mejorar sus condiciones de vida:

• Al principio del matrimonio la pareja vivecon los padres del marido. Durante dos años,Ernesto trabaja en la ciudad como obrero nocalificado en obras de construcción, comien-do y durmiendo en el mismo lugar, mientrasque Claudia se queda sola en el pueblo consu familia política.

• La cohabitación con la familia de su esposo,más aún con el nacimiento de su primer hijo,es fuente de conflictos. Por su parte, Ernestotoma clara conciencia de la peligrosidad desu trabajo en las obras, con ocasión de unaccidente en el que su compañero de trabajomuere sepultado bajo un muro. Este elementose agrega a sus quejas contra los capataces,quienes se rehúsan a transmitir su saber-ha-cer, el magro salario, las restricciones cotidia-nas (sumisión a la jerarquía, a los horarios) yla separación de su esposa.

• Por medio de una persona conocida la pare-ja se entera de la existencia de la vecindad.Se instalan ahí cuando se libera un lugar.Ernesto deja el trabajo en las obras y empie-za a vender chicharrones y “palanquetas” enlas calles, preparados por la mañana junto conClaudia. Tienen a su segundo hijo, otro niño.

• En el momento de la investigación, Ernesto,que ha entrado en relación con un provee-dor, se instala después de algunos días en laventa ambulante de productos cosméticos;aún cuando la policía ahuyenta a los vende-dores y de vez en cuando les impide desple-gar sus mercancías. Por el momento lograganarse la vida netamente mejor que cuan-do era obrero, con unas condiciones de viday de trabajo que su esposa y él aprecianmucho más.

Se encuentra, en esta segunda narración de laitinerancia, la ruptura comprobada con el gruposocial de origen, la huida de las pequeñas tiraníasfamiliares y la entrada en la economía informalde la calle. Pero estos elementos están moduladosen sentidos diferentes, vinculados al contextohistórico-cultural del diálogo conflictivo que ligaa México con sus indígenas.

Tradicionalmente, los mazahuas se organizanen sociedades agrícolas patrilineales y patriloca-

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les (Soustelle, 1967, 1993): los nuevos esposos seinstalan en la residencia de la familia del maridoy heredan del padre una parte del terreno en elque construyen un hogar independiente. La ins-talación de las relaciones de dominación colonialy postcolonial (despojo de las tierras, sometimientoa los grandes propietarios, sumisión de la econo-mía agrícola local a un sistema internacional) des-hace la coherencia de esta organización social ygenera la itinerancia migratoria. La falta de tie-rras, una vez servida la primogenitura, prolongaanormalmente la cohabitación con los suegros,abriendo el juego de los conflictos entre esposajoven y suegra, las tiranías familiares grandes ypequeñas, referidas con frecuencia en la inves-tigación. La partida hacia la ciudad permite a lavez escapar del encierro en un espacio familiarque aliena la autonomía de las parejas jóvenes, yde abrir el campo de los mercados económicos.

La itinerancia de L tiene por origen la huidade una tiranía familiar violenta. Y esta huida laconduce a la caída en la economía de sobreviven-cia de la calle y a romper con los recursos de sumundo social de origen. En la itinerancia de Clau-dia y Ernesto, la llegada a la vecindad y la entradaen la economía informal de la venta en la calleofrecen a la pareja los medios conjuntos de unatoma de distancia de una tiranía familiar muchomás suave y de una mejoría sensible de las con-diciones de vida.

Si el recorrido de la joven pareja mazahua esentonces más bien ascendente, no se debe per-der de vista su contrapartida en términos de de-safiliación al grupo sociocultural de origen. Todaslas madres entrevistadas subrayan la mayor peli-grosidad para los niños del ambiente urbano, adiferencia del pueblo que ofrece un sentimientode seguridad. Los indígenas que migran a la ciu-dad de México dicen sufrir frecuentemente de dis-criminación y tienden a disimular en el espaciopúblico los signos de su pertenencia étnica, len-guaje y vestimenta de origen (Bueno, 1994). Delregreso al pueblo, a la inversa, se les reprochanlos signos de su aculturación al modo de vida ur-bano (Pérez, 1993). Finalmente, educados desdela infancia para los trabajos del campo y el gana-do, deben iniciarse y apropiarse de los oficios ur-banos que involucran saberes prácticos muydiferentes.

A pesar de esto, el relato de la pareja iluminatambién la preservación de una red colectiva desolidaridad indígena por la cual transitan, entrenuevos y viejos migrantes, soportes tácticos parala autonomización: encontrar un alojamiento, una

opción económica. Para L, el acceso a los mismossoportes tácticos pasa, al contrario, por la identi-ficación de una nueva red de solidaridad social(el sacerdote, el socorro católico) que suple la pér-dida de los apoyos de origen.

Pensar su precariedad/negociar el lugarde su autonomía

Los relatos de las personas en precariedad tien-den frecuentemente a enfocarse en el corto tiem-po de la urgencia, en ese registro famoso detácticas que buscan arreglar lo mejor posiblecondiciones de vida difíciles e inciertas (GRQM-U, 1999). ¿Es porque la posición social padecidaya no deja a estas personas los soportes suficientespara desarrollar un actuar y un pensar estratégi-cos que se extiendan en el tiempo? ¿O que la si-tuación de la investigación conduce al investigadora poner fuera del campo ciertos recursos estraté-gicos poseídos por estas personas?

Diré que una manera de volver visible al me-nos uno de los lugares propios de la autonomíade la que disponen estas personas consiste justa-mente en incluir en el campo de los datos produ-cidos por la investigación el trabajo de negociaciónsocial a través del cual ellas han planteado lascondiciones, el sentido y los límites de su impli-cación en esta investigación. Si uno realiza estainversión epistemológica, aparece: 1) que todasestas personas tienen un lugar propio en el queestán en condiciones de ejercer un control estra-tégico fuerte, pero no obstante abierto al diálogo;2) que ese lugar propio difiere radicalmente deun mundo al otro.

Así, en la relación de investigación estableci-da con los residentes mazahuas de la vecindad, ellugar de la autonomía –el que provee el objetode la negociación, el que los investigados nosproponen explícitamente abrir pero reservándo-se el derecho de cerrárnoslo–, ese lugar propio,es el lugar colectivo y político de la identidad in-dígena urbanizada en sus relaciones estratégicasde lucha social con los procesos de dominaciónen marcha en la sociedad mexicana contempo-ránea.

La necesidad de negociar un derecho de entrada yde trabajo con los residentes se planteó como unaobligación previa explícita desde nuestra primeravisita a la vecindad por el señor Juan, un mazahuaque preside una asociación de la calle. De golpe, seinstituyó un marco de discusión formalizada: se nosinvita a regresar con una constancia oficial de nues-

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tra universidad y a exponer nuestras intenciones enla asamblea de representantes mazahuas de la Fe-deración de Barrios, la cual tomará la decisión finalde aceptar o rechazar nuestra presencia. Nutridasde materiales heterogéneos –quejas contra la ex-plotación de las experiencias indígenas hechas porlos antropólogos para su provecho, demanda de acla-ración de los objetivos perseguidos por la investiga-ción, demanda de pequeños servicios (ayudar a unjoven a inscribirse en la universidad, ayudar a unaadolescente epiléptica)– las negociaciones se con-tinuaron finalmente durante los cuatro meses deltrabajo de campo, sin que los indígenas formulensu cierre oficial por un rechazo o una aceptación.A pesar de esta ausencia de aceptación explícita denuestra presencia, unos representantes nos hicie-ron entender que podíamos hacer contacto indivi-dualmente con los residentes y encargaron a unaresidente el presentarme personalmente al conjun-to de las familias. De hecho, se realizaron algunasentrevistas. Individualmente, la involucración en lainvestigación nunca dio lugar a negociaciones, lo-grándose siempre el acuerdo rápidamente sobre lasola base de una coordinación práctica de la dispo-nibilidad y horarios del investigado y el investigador.

Uno ve que los negociadores dominan aquídos elementos estratégicos importantes. El pri-mero es el dominio del tiempo propio: no ce-rrar oficialmente la negociación permite a losresidentes conservar el control último del inter-cambio, reservándose el derecho eventual deromper la relación comprometida, dejando acada residente el control individual de su propiocompromiso con el investigador. El segundo esla apropiación de los instrumentos de mediacióninstitucional: manteniendo abierto un campo deinterlocución institucional donde se encaran los“universitarios” y los “responsables de las aso-ciaciones indígenas”, los negociadores instauranla presencia de un lugar de referencia que igua-la las condiciones, pudiendo invocarse en casode abuso de poder. Siguiendo a Lévinas (1991),diría que ese lugar de referencia colectivo fun-ciona como el tercer mediador de los encuen-tros cara-a-cara interindividuales implicados porla relación de investigación: aquél toma la res-ponsabilidad de garantizar el buen desarrolloético.

La relación de investigación no hace más queiluminar unas capacidades estratégicas que regu-larmente se ponen en operación fuera de ella.Estas negociaciones se desarrollaron donde se lle-vaban a cabo habitualmente las juntas –asambleasdonde los residentes exponen regularmente losproblemas de la comunidad y discuten las decisio-

nes a tomar. Las dos asociaciones mazahuas direc-tamente involucradas estaban al mismo tiempo enrelación de coordinación con otras asociacionesindígenas y en relación de negociación con lasautoridades mexicanas. Bonfil (1991) subraya laaparición en el México de los años ochenta deorganizaciones de este tipo, que atestiguan unaapropiación de los espacios y de los instrumentosde la cultura política dominante. Una apropiaciónvinculada al surgimiento de una población deindios que ha tenido la experiencia de una vidaurbana y de una mejor escolarización. Se deberesaltar que el trabajo estratégico de estos colec-tivos no está dirigido hacia el pasado y a la defen-sa de una cultura indígena encerrada en sí misma,sino, al contrario, hacia su plena integración a ladefinición del futuro del país: como dicen los in-dios rebeldes zapatistas, que constituyen la franjamás radical y la más mediática de este movimien-to social, “en tanto que Indios, queremos tener laposibilidad de construir en el seno de la naciónmexicana nuestra propia realidad diferenciada”(Ramonet, 2001: 50).

Situando públicamente el lugar de la autono-mía y de la negociación en el espacio colectivoy exteriorizado de la condición indígena en el me-dio urbano, los mazahuas de la vecindad tienenéxito para inscribir su identidad más allá de lassituaciones individuales de miseria sobre las cua-les no tienen más que aprehensiones tácticas, esdecir, locales y temporales. Por este medio, ellosse dan acceso al tiempo largo de la cultura colec-tiva: el de las herencias transmitidas y de las es-trategias de lucha social.

En contraste, es en el movimiento inverso dela interiorización y de la personalización que senegocia la relación de investigación con L. Su lugarpropio –aquél en el que acepta o rechaza expo-nerse conservando a lo largo del intercambio elpoder complementario de abrir y cerrar el cues-tionamiento del investigador–, ese lugar propioes planteado por la investigación como el de unyo herido que apela simétricamente a la intimi-dad de un trabajo de reconstrucción de sí.

La petición y el acuerdo previos de participar en unaentrevista alrededor de las condiciones de vida depersonas en la calle y de sus recorridos, se planteany precisan en el curso de muchos intercambios in-formales en la calle. Es L quien fija el lugar, el cuartoen el que se alberga por algunos meses, así comoel momento y la presencia de su compañero que lareconforta.Llegó un poco antes del fin de una comida. L mehace sentar a la mesa de la sala y me ofrece café.

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los azares incontrolables del tiempo social de lamiseria. Definirse y negociarse socialmente jun-to a otros, en primer lugar como una persona encrisis espiritual, es inscribirse en una comunidadhumana universal que trasciende la reparticiónen categorías sociales estigmatizadas: pobre, loco,mendigo, enfermo, inmigrante, vago.

He avanzado más allá de la definición y lanegociación sociales de un lugar de identidadcolectiva que provee a los residentes indígenasde la vecindad un soporte estratégico de resisten-cia a las condiciones de precariedad que enfren-tan individualmente. En un movimiento inverso, Lencuentra en la construcción y protección nego-ciadas de su propia intimidad psíquica en proce-so, un recurso estratégico para tender hacia unproyecto de reconstrucción de sí a través del queella trasciende las miserias y las urgencias de laprecariedad.

La divergencia que se dibuja aquí entre el so-porte del colectivo y el de la intimidad individualme parece tener un sentido histórico y políticoque intentaré explicar para concluir. Pero antesde ello, deseo matizar esta oposición dual muysimple citando un último elemento de la entre-vista con L que me permitirá recordar, con Lévi-nas, que entre el sí y lo colectivo se sitúa el espaciointermedio del cara-a-cara interindividual y de laresponsabilidad ética del uno hacia el otro queéste implica.

La preocupación por el otroy la reapropiación del tiempo largo

La fundación de su propia familia, el cuidado y laeducación dados a sus hijos son con frecuenciapara las personas en situación de miseria, los úni-cos medios de construir un lugar propio dondetienen éxito los proyectos de emancipación deltiempo corto de la urgencia, para desplegarseen el tiempo largo de una responsabilidad con-traída para toda una vida junto a un hijo o unahija (GRQM-U, 1999).

Gravemente enfermos, L y su compañero notienen hijos. Pero, como muchas personas en lacalle, tienen un perro. Para L, su perro es en primerlugar “su sustituto”, “su hijo”, la única cosa de laque se “siente responsable”. Es su compañeroquien le asignó esta responsabilidad, porque es unamanera para él de asumir la responsabilidad desu propia preocupación por el devenir de L, y dehacerlo más allá de su propia muerte: él le dio elperro en el momento de su llegada a la comuna,

diciéndole que era su perro y sería cosa de ellacuidarlo. Ella dice que aceptando ese regalo ellaestá “comprometida por 10 o 12 años”. Y ellamide el sentido y el alcance de tal regalo: “sé queno moriré antes de 10 años por eso”. Ofrecién-dole el perro, su compañero ofrece a L un accesoal tiempo largo. Encargándole explícitamente laresponsabilidad del animal como si fuera la deun niño, él le da estratégicamente los medios deformular y emprender proyectos a largo plazo,sobre todo el de la reconstrucción de sí analizadoarriba. Intimidad consigo misma que se volvióposible por ese doble encuadramiento del cuida-do que ella debe tener al perro, en respuesta alcuidado extremo que el otro le tiene ofreciéndo-le el perro.

Para Lévinas (1991), la cultura, en tanto que hu-manidad, no empieza con las artes y las ciencias,sino con la responsabilidad ética que contraigoante el rostro del otro y su debilidad: responsabi-lidad tomada fraternalmente de mi compromisoa no dejarlo solo hasta en la muerte. Esta figura dela responsabilidad ética –y la manera en que sabecontraerla uno más desposeído, exiliado, misera-ble y enfermo ante quien él tiene la preocupaciónestratégica de ayudar a estar más allá de su propiadesaparición–, pone a plena luz, me parece, elcarácter inhumano de un modelo económico neo-liberal fundado inversamente en la búsqueda delmáximo provecho individual y en la instrumenta-lización estratégica de todos los otros posibles.

En México como en Francia, las personas en-trevistadas se muestran capaces de habitar activa-mente las condiciones de miseria en las que viven,desarrollando diferentes inteligencias estratégicasy tácticas. Estas personas no tienen, hablando ri-gurosamente y contrariamente a ciertos prejui-cios bien anclados en los medios y las institucionescontemporáneas, problemas de autonomía psico-lógica: como todos nosotros, improvisan, negociany organizan proyectos en el tiempo, pero debenhacerlo con una inteligencia tanto más afilada einventiva cuanto que no tienen más que muypocos medios a su disposición y, a la inversa,muchos obstáculos a vencer.

Si la autonomía de las personas en situaciónde precariedad es un problema, no lo es enton-ces en el plano cognoscitivo sino en el plano po-lítico. Y es ahí donde puede aparecer el interésespecífico del análisis intercultural practicado.

Para Castoriadis (2000), el individuo plenamen-te autónomo es el que puede desplazarse libre-mente en el seno de los tres espacios socialesconstitutivos de toda democracia verdadera: el

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espacio íntimo y privado de la vida del hogar(casa, familia), el espacio a la vez público y priva-do de la vida civil donde los ciudadanos se en-cuentran y se asocian (empresa, teatro, asociación,etc.), y el espacio exclusivamente público dondese ejerce el poder político. El equilibrio demo-crático es aquel que garantiza la autonomía decada ciudadano instituyendo cada uno de los tresespacios como un lugar propio autónomo, perono obstante vinculado y abierto a los otros dos.

Ahora bien, lo que muestra ampliamente elanálisis intercultural es que las familias indígenasde la vecindad, a pesar de las condiciones de granprecariedad material, poseen soportes histórico-culturales que les permiten establecer el lugar deuna sociedad civil desde donde pueden intentarnegociar ante el poder político. Incluso si la so-ciedad mexicana tiene que hacer serios progre-sos en materia de democratización (Ramonet,2001), e incluso si las relaciones que así se insti-tuyen permanecen fuertemente inscritas en unasrelaciones de dominación social, no puede ne-garse sin embargo que las poblaciones pobrespueden ligar estratégicamente con éxito los tresespacios participando activamente en ellos. Encontraste, el hogar formado por L, su compañeroy su perro, aparece como el espacio social haciael que converge y se vuelve a cerrar lo esencialde sus movimientos tácticos y estratégicos. Ellosno tienen, en el momento de la investigación,ningún acceso positivo y activo ni al espacio civil(no son más que los deudores de los regalos quequieran hacerles las personas) ni al espacio polí-tico (su estatuto legal de migrantes provisionalesles impide incluso el voto). Y el caso no es aisla-do. Se sabe que el repliegue de cada vez máspobres en el espacio del hogar y de la intimidadindividual, responde en Francia a la vez a loscriterios de acceso a la ayuda social y a una seriede transformaciones históricas que conducen,desde hace 10 o 20 años, a la descomposición delas colectividades sociales y al desmantelamientode sus recursos histórico-culturales en materia deresistencia a la dominación –hundimiento de lasculturas obreras, criminalización de la miseria yde la rebelión social (Beaud & Pialoux, 2001;Bonelli, 2001; Bourdieu, 1993; Collovald, 2001;Wacquant, 1999).

A pesar de estos obstáculos, estos últimos añoshan visto desarrollarse en Francia nuevos movi-mientos sociales donde los más desposeídos –sindocumentos, sin casa, sin empleo– son parte di-rectamente involucrada (Sommier, 2001). Estetipo de movilización colectiva es esencial para

permitir a los actores volver del revés los estigmassociales (GRQM-U, 1999) y darles los soportes deuna “salida de sí” involucrándolos propiamente enel tiempo largo de la historia cultural de las socie-dades (Clot, 2001). Tal movilización es esencialmás ampliamente para el conjunto de los ciuda-danos, militantes, investigadores o trabajadoressociales que buscan contribuir a la construcciónde una sociedad verdaderamente democrática.Pues es solamente por nuestra capacidad ciuda-dana para pasar del campo ético de la indigna-ción necesaria frente a lo intolerable (Ricoeur,1996) al campo político de una acción colectivamediatizada, que se puede trabajar, como losindios mazahuas de la vecindad, para una trans-formación crítica de los mundos contemporáneosy de sus lógicas (Maffiolo, 2001). Y, en primer lugar,a desconstruir la lógica propiamente intolerablede una economía sobremoderna que asegura al20% de los más ricos el 82.7% de la renta mun-dial y no deja al 20% de los más pobres más queel 1.4% de ella.5

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Patrones y nociones de la salud de profesionalesde medicina: una comparación entre géneros

Patterns and notions about health of medicine professionals:A gender comparison

JOSÉ SALVADOR SAPIÉN LÓPEZ, ROSARIO ESPINOSA SALCIDO,ESTELA DEL VALLE GUERRERO Y LAURA RUTH TREVIÑO LOZANO

Aceptado: febrero de 2003

ResumenEl objetivo fue comparar patrones y nociones de salud en médicos de ambos géneros. Se aplicaron instrumentos a 90hombres y 40 mujeres. Se encontró que muchos profesionales reportaron sentirse saludables, aunque algunos padecíanalguna enfermedad crónica (diabetes, gastritis, asma, gota, migraña). Más mujeres que hombres se enfermaron recientemen-te de gripe o del aparato digestivo. Ellos buscaron menos atención médica y tomaron menos medidas preventivas que ellas.Ambos prefieren el servicio sanitario privado, pero ellas usaron más servicios públicos. Más hombres que mujeres se de-clararon competentes profesionalmente. Fue novedoso hallar mayor consumo de alcohol en mujeres. Los dos génerosasocian el significado de salud al disfrute social y familiar, a la posibilidad de trabajar y a la necesidad de distracción. Ambosrequieren mayor apoyo social del que disponen. Por último, más mujeres que hombres declararon una vida sexual insa-tisfactoria. Estos hallazgos indican cierta prevalencia de roles genéricos masculinos y femeninos en profesionales de medicina.Palabras clave: patrones, nociones, salud, género, médicos.

AbstractThe purpose was compare patterns and notions about health of doctors of different gender. Instruments were aplied to90 men and 40 women. It was found that many professionals reported wellfeeling although some suffrered a chronicdisease (diabetes, gastritis, asthma, gout, migrain). More women than men recently had had flu or stomach illnes. Mensearched escarcely for medical care and they were less cautious than women. Both of them prefered the private healthservice, but men used it more than women. It was surprising to find higher alcohol consumption in women. The meaningof health for two genders was related to social and family enjoyment, being in good conditions to work, and fun necessity.Men and women asked for higher social support than they had. Finally, more women than men reported to have an unsatisfactorysexual life. The results suggest that some masculine and femenine gender roles still prevail in medicine professionals.Key words: patterns, notions, health, gender, phisicians.

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El presente reporte incluye resultados parcialesde una investigación diagnóstica sobre riesgos desalud en integrantes de la comunidad de la Facul-tad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, la cual sellevó a cabo en el 2001.

Inicialmente un equipo de psicólogos realizóuna indagación sobre la salud de todos los secto-res de la comunidad (estudiantes, trabajadores ad-ministrativos y trabajadores académicos). Seesperaba que los resultados que se obtuvieran ental investigación diagnóstica permitirían ubicar, je-rarquizar e identificar factores que propician, fa-vorecen u obstaculizan una vida sana en losintegrantes de toda la comunidad. Sin embargo,para el presente reporte se seleccionaron única-mente los datos obtenidos con académicos de lacarrera de medicina, quienes por antonomasia sonconsiderados como los profesionales encargados

de investigar, comprender, promover o atender ala población en lo que corresponde a salud.

Nos pareció relevante explorar de maneraparticular los riesgos de salud a que son expuestoslos propios profesionales de la medicina, conoceralgunos aspectos y condiciones que se relacionancon tales riesgos e indagar sobre sus opiniones ynociones alrededor de la salud, porque podríasuponerse que ellos se encuentran en una situa-ción privilegiada, en cuanto a recursos ideológi-cos y prácticos para la preservación de su salud ybienestar.

Podría esperarse que la enseñanza y la prác-tica médicas homologan relativamente en estosprofesionales sus nociones de salud y sus recursospara proporcionarse cuidados. No obstante, elpresente estudio pretende hacer una compara-ción entre los resultados que se obtuvieron con

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profesionales de género masculino y los obteni-dos con los de género femenino, con respecto asus condiciones, nociones y opiniones sobre sa-lud, dada la hipótesis, congruente con una pers-pectiva de género (De Beauvoir, 1997; De Keijser,1995a, 1995b; Katchadourian, Steven y Kamin,1993; Lagarde, 1996; Lamas, 1996; Lewontin,1991; Rubin, 1991; Scott, 1996), que las diferen-cias entre los roles masculinos y femeninos y ladesigualdad intergenérica, características de nues-tra cultura, se relacionan con diferencias en laconstrucción, percepción, vivencias, cuidados yconcepciones de la salud y enfermedad, más alláde la formación y práctica profesional en el áreamédica.

De acuerdo con otros trabajos que analizanlas numerosas diferencias y desigualdades en sa-lud entre hombres y mujeres, como las planteadaspor Campero-Cuenca (1996) y las documentadasen España por Bosch y Ferrer (2001), podríanencontrarse diferencias e inequidades también en-tre médicos y médicas en los aspectos de saludmencionados. Por ello, el objetivo de este escritoes identificar diferencias e inequidades interge-néricas en profesionales de la medicina con re-lación a: riesgos y enfermedades, significadosatribuidos a la salud, apoyo emocional y causasde estrés. La inclusión de la variable género esimportante porque permite evitar sesgos y plan-teamientos androcéntricos acerca de esta proble-mática de la salud.

Método

Sujetos. Fueron encuestados 90 hombres y 40mujeres con estudios de medicina, quienes cons-tituyen muestras de los trabajadores docentes yde investigación de ambos sexos, en la FES Iztaca-la, en los turnos matutino, vespertino y mixto. Eltamaño de la muestra se determinó con el méto-do estadístico propio para poblaciones finitas. Elmuestreo fue no probabilístico por cuotas. La edadpromedio de los varones fue de 43 años (con unadesviación estándar de 10) y la de las mujeres de39 años (con una desviación estándar de 6). Unnúmero considerable de los hombres contabancon estudios de postgrado (47 de ellos) y los res-tantes tenían licenciatura; por su parte, la mayo-ría de las mujeres habían cursado licenciaturaaunque algunas tenían además estudios de post-grado (13 de ellas).

Instrumentos: La batería que se aplicó constade tres instrumentos que permiten recoger infor-mación sobre salud:

1. Guía diagnóstica para la medición de riesgosy enfermedades. Cédula auto-aplicable de 82reactivos dicotómicos que evalúan 10 áreas:condición física, historia familiar, autocuida-do y cuidado médico, hábitos alimenticios,consumo de alcohol, tabaco y otras drogas,accidentes, valores, estrés y apoyo social,medio ambiente y sexualidad.

2. Inventario sobre significados y creencias ensalud. Consta de una parte que incluye 18enunciados para ser seleccionados por lossujetos como conceptos de salud, y de otraque incluye tres viñetas y tres preguntas encada una sobre el estado de salud y las posi-bles acciones a desarrollar.

3. Cuestionario para la evaluación de apoyosocial y del estrés. Contiene 6 reactivos deopción múltiple para calcular el apoyo social,y 27 enunciados sobre la ocurrencia o no dediferentes eventos que pueden provocar es-trés.

Esta batería fue aportada originalmente por laprofesora Treviño Lozano, una de las autoras deeste manuscrito. Antes de aplicar la batería, éstafue sometida a un proceso de validación por partedel equipo de investigación, para facilitar unamejor comprensión de los ítems.

Procedimiento de aplicación de instrumentos:A cada uno de los profesionales encuestados seles pidió individualmente que respondieran unabatería de instrumentos. Algunas cédulas fueroncontestadas inmediatamente y recogidas ensegui-da; otras se proporcionaron para que los sujetoslas llenaran en cuanto les fuera posible y se com-pilaron al día siguiente o en una fecha próxima,acordada con ellos.

Procesamiento de la información: La informa-ción fue capturada y analizada mediante el pa-quete estadístico SPSS. Las tablas de datos seelaboraron con los paquetes Excel y Word. Lavariable género fue utilizada de manera funda-mental para diferenciar, agrupar y comparar da-tos correspondientes a varones y a mujeres. Lasrespuestas presentadas por los sujetos en las dife-rentes variables fueron contabilizadas para obte-ner datos de frecuencia y porcentaje. Por últimose aplicó el método estadístico de comparaciónde proporciones, a fin de determinar si las dife-rencias entre grupos eran o no significativas es-tadísticamente. Mientras que los valores de Z≤-1.96 y ≥1.96 indican diferencias significativascon un nivel de confianza de 95; los de Z ≤-2.58y ≥2.58 indican diferencias significativas con unnivel de confianza de 99.

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Condiciones y actividades físicas: Se encontrócierta similitud entre las actividades y condicio-nes físicas de médicos y médicas. Las diferenciasmás notorias entre ambos consisten en lo siguien-te: a) los hombres reportan un peso más adecua-do a su estatura, b) ellos manifiestan una mayorsatisfacción en cuanto a su nivel de energía, y c)

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Tabla 3. Frecuencia y porcentajede médicos y médicas con determinados

antecedentes en salud*

Médicos (90) Médicas (40)Antecedentes en salud Frec % Frec %

Abuelo que haya tenido 55 61.1 34 85.0ataque al corazón(Z=-3.13)Abuelo que haya tenido 60 66.7 23 57.5presión sanguínea altaAbuelo que haya 44 48.9 15 37.5desarrollado diabetesAbuelo que haya 62 68.9 36 90.0desarrollado glaucoma(Z=-3.1)Abuelo que haya 59 65.6 37 92.5desarrollado gota(Z=-4.59)Abuela que haya 59 65.6 33 82.5desarrollado cáncer demama (Z=-2.16)Total 339 62.8 178 74.2

* Se indica el valor de Z en variables donde hay diferenciasignificativa entre hombres y mujeres

ricos en fibras. Otra diferencia, la cual sí es signi-ficativa estadísticamente, consiste en que ellostienen alimentos especiales y favoritos. Ambosdatos parecen indicar una desventaja en la ali-mentación de los médicos con respecto a la delas médicas (ver tabla 5).

Tabla 4. Frecuencia y porcentajede médicos y médicas que realizandeterminadas prácticas de cuidado

y autocuidado*

Prácticas de cuidado y Hombres (90) Mujeres (40)autocuidado Frec. % Frec. %

Lavarse los dientes 87 96.7 39 97.5diariamenteEfectuarse una revisión 77 85.6 32 80.0dentalUso de bloqueadores 45 50.0 21 52.5solaresExaminarse mamas — — 33 82.5Examinarse testículos 63 70.0 — —Usualmente sabe qué hacer 84 93.3 35 87.5en caso de enfermedadEvitación de rayos x 77 85.6 36 90.0innecesariosDormir lo suficiente 40 44.4 20 50.0normalmenteMedirse la presión 65 72.2 32 80.0sanguínea en último añoHacerse prueba citológica — — 20 50.0Prueba de glaucoma 18 40.0 7 38.9(mayor de 40 años)Examen de sangre oculta 20 44.4 5 27.8(mayor de 40 años)(Z=1.97)Examen endoscópico 9 47.4 0 0.0(mayor de 50 años)(Z=9.01)

* Se indica el valor de Z en variables donde hay diferenciasignificativa entre hombres y mujeres.

Tabla 5. Frecuencia y porcentaje de médi-cos y médicas que exhiben determinados

hábitos de alimentación*

Aspectos Hombres (90) Mujeres (40)de la alimentación Frec. % Frec. %

Bebe suficientes líquidos 65 72.2 30 75.0para que su orina sea claraTiene alimentos especiales 33 36.7 8 20.0o favoritos (Z=2.06)Añade sal a las comidas 52 57.8 21 52.5Mantiene en un mínimo 63 70.0 25 62.5el consumo de dulcesSu dieta está bien 58 64.4 29 72.5balanceadaLimita su consumo 58 64.4 26 65.0de grasas saturadasLimita su consumo 60 66.7 28 70.0de colesterolCome aves y pescado 50 55.6 24 60.0frecuentementeCome alimentos altos 56 62.2 30 75.0en fibra

* Se indica el valor de Z en variables donde hay diferenciasignificativa entre hombres y mujeres.

Fumar y beber alcohol: Médicos y médicasreportaron que fuman y beben alcohol conside-rablemente. Sin embargo, el consumo de alcoholtiene una incidencia ligeramente mayor en ellas.En la mayoría de las variables las diferencias entreambos grupos son significativas. En muchas de lasocasiones el alcohol se ingiere ante situacionesque provocan angustia (tabla 6).

Accidentes: Contra lo esperado, las médicasrealizan o presentan significativamente, más quelos médicos, actividades y actitudes que implicanriesgos para la salud: conducir bajo el estado delalcohol u otra droga y fumar en la cama. En cam-bio, en actividades hogareñas ellas parecieron demanera significativa más prudentes, por ejemplo,no usan productos o sustancias hasta que leen concuidado las instrucciones, y no salen de casa sincerrar las llaves de gas o prevenir incendios en lacocina. Por su parte, los hombres parecen másarriesgados que las mujeres cuando beben alco-hol y en el uso de maquinaria peligrosa; aunqueesta diferencia no es significativa (ver tabla 7).

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26 Valores de la vida: La menor satisfacción eneste rubro, tanto de médicos como de médicas,es sobre el tiempo para recreación y entreteni-miento. En su mayoría, ambos disfrutan las activi-dades que realizan y se interesan por la vidapolítica y social. La única diferencia intergenéri-ca que resultó significativa fue la menor toleran-cia de las médicas hacia las actitudes y estilos devida de personas diferentes (ver tabla 8).

Situación personal, apoyo social y estrés: Unporcentaje considerable de médicos y médicasestán conformes con los estímulos que recibenen su vida (80% y 70%, respectivamente), les esfácil reír (81% y 87.5%), toman decisiones confacilidad (73.3% y 62.5%), pueden dormir con

frecuencia (75.6% y 67.5%), despiertan descan-sados (67.8% y 72.5%), tienen con quien conver-sar (88.9% y 87.5%), se sienten respetados yadmirados (82.2% y 80%), pueden disponer deayuda económica (90% y 80%) y apoyan congusto a los demás (84.4% y 80%). Una diferencianotable entre médicos y médicas fue que ellasdisponen de menos tiempo que ellos para rela-jarse. Sin embargo, las diferencias significativasconsistieron en que las médicas han sufrido másalteraciones en sus hábitos de comer y dormir, yhan experimentado más sentimientos de culpa oautocastigo que los médicos (ver tabla 9).

Ambiente de trabajo y relación con éste: Losmédicos trabajan ligeramente más en ambientes

Tabla 6. Frecuencia y porcentaje de médicos y médicas que consumen tabaco y alcohol*

Aspectos del consumo de tabaco y alcohol Hombres (90) Mujeres (40)Frec. % Frec. %

Fuma cigarrillos, tabaco... 48 53.3 24 60.0Consume a lo sumo dos tragos al día (Z=-2.55) 45 50.0 29 72.5Ha oído críticas sobre sus hábitos alcohólicos (Z=-4.76) 47 52.2 35 87.5Le ha ocurrido alguna vez que ha perdido la memoria 54 60.0 37 92.5(Z=-4.90)Consume alcohol cuando se enfrenta a situaciones 58 64.4 36 90.0de angustia (Z=-3.69)Lee y sigue las instrucciones cuando utiliza 77 85.6 40 100.0algún medicamento (Z=-3.89)

* Se indica el valor de Z en variables donde hay diferencia significativa entre hombres y mujeres.

Tabla 7. Frecuencia y porcentaje de médicos y médicas que realizan determinadasactividades que implican riesgos para la salud*

Actividades y actitudes que implican riesgos Hombres (90) Mujeres (40)Frec. % Frec. %

Maneja bajo efectos del alcohol u otras drogas 69 76.7 39 97.5(Z=-4.09)Observa las reglas de tránsito 83 92.2 36 90.0Opera maquinarias peligrosas bajo efectos del alcohol 13 14.4 3 7.5u otras drogasObserva las medidas de seguridad en su local 82 91.1 36 90.0o centro de trabajoFuma en la cama (Z=-2.57) 56 62.2 33 82.5Se asegura de tener claras las instrucciones cuando usa 72 80.0 40 100.0productos o sustancias (Z=-4.74)Se asegura de cerrar las llaves del gas o tiene 77 85.6 39 97.5precaución con combustibles usados en la cocina(Z=-2.67)

* Se indica el valor de Z en variables donde hay diferencia significativa entre hombres y mujeres.

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Tabla 9. Frecuencia y porcentaje de médicos y médicas que presentandeterminada situación personal, apoyo social y estrés*

Situación personal, apoyo social y estrés Hombres (90) Mujeres (40)Frec. % Frec. %

Se siente satisfecho con la cantidad de estímulos 72 80.0 28 70.0en su vidaEs fácil para usted reírse 73 81.1 35 87.5Reprime sus sentimientos de disgusto sin expresarlos 49 54.4 22 55.0Puede tomar decisiones con un mínimo de atención 66 73.3 25 62.5y frustraciónIncluye en su rutina diaria un tiempo para relajarse 42 46.7 14 35.0Se prepara para eventos desagradables que pueden 42 46.7 16 40.0producirle estrésHa tenido que hacer ajustes importantes en su hogar 46 51.1 24 60.0o en el trabajo en el pasado recienteHa tenido algún familiar o amigo muerto, herido 51 56.7 26 65.0o gravemente enfermo en los último tiemposTiene sentimiento de culpa o autocastigo por algo 54 60.0 31 77.5que le preocupa mucho (Z=-2.09)Ha cambiado sus hábitos de comer o dormir 49 54.4 29 72.5por alguna situación de estrés o incidenteen el pasado reciente (Z=-2.06)Puede dormir frecuentemente, sin despertarse 68 75.6 27 67.5toda la nocheSe despierta descansado 61 67.8 29 72.5Tiene una o más personas con las que pueda 80 88.9 35 87.5conversar problemas íntimos y personalesSe siente respetado y admirado por los demás 74 82.2 32 80.0Tiene alguien a quien pueda pedir ayuda económica 81 90.0 32 80.0en calidad de préstamo si fuera necesarioEstá satisfecho con el apoyo que brinda a los demás 76 84.4 32 80.0

* Se indica el valor de Z en variables donde hay diferencia significativa entre hombres y mujeres.

Tabla 8. Frecuencia y porcentaje de médicos y médicas que presentan determinados valoressobre la vida, la esfera espiritual e intelectual*

Valores Hombres (90) Mujeres (40)Frec. % Frec. %

Se interesa por eventos relacionados con la vida 66 73.3 28 70.0política y socialSe siente satisfecho con el tiempo libre para recreación 35 38.9 14 35.0y entretenimientoEs creativo o disfruta con las actividades que realiza 79 87.8 34 85.0Se siente satisfecho al corresponder el trabajo que 82 91.1 33 82.5realiza con sus valores y motivacionesSe siente satisfecho al corresponder las actividades 77 85.6 34 85.0que realiza con sus valores o motivacionesTiene dificultad para aceptar los valores, actitudes 55 61.1 31 77.5y estilos de vida de otras personas diferentesa usted (Z=-1.96)Esta satisfecho con su vida espiritual 70 77.8 33 82.5

* Se indica el valor de Z en variables donde hay diferencia significativa entre hombres y mujeres.

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Tabla 10. Frecuencia y porcentaje de médicos y médicas que presentan determinadassituaciones en su trabajo profesional*

Situaciones en su trabajo Hombres (90) Mujeres (40)Frec. % Frec. %

Vive o trabaja en un ambiente de contaminación, 54 60.0 19 47.5de aire y de ruidoEstá expuesto a menudo a cloruro de vinilo, asbesto 64 71.1 36 90.0u otras toxinas (Z=-2.81)Ha extrañado su trabajo cuando lo ha dejado por 43 47.8 13 32.5alguna enfermedad o siente nostalgia por regresar a élPermanece sentado por periodos de una hora 44 48.9 13 32.5o más tiempoSe siente satisfecho con sus habilidades para realizar 85 94.4 37 92.5sus actividades de trabajoCree que recibe justa y adecuadamente 63 70.0 16 40.0el reconocimiento por las actividadesque realiza (Z=3.29)Esta satisfecho con la flexibilidad de tiempo entre 46 51.1 21 52.5sus actividades de trabajo y el tiempo libre

* Se indica el valor de Z en variables donde hay diferencia significativa entre hombres y mujeres.

Tabla 11. Frecuencia y porcentaje de médicos y médicas que reportan determinadasopiniones acerca de su vida sexual*

Satisfacción sexual Hombres (90) Mujeres (40)Frec. % Frec. %

Está satisfecho con su actividad sexual (Z=2.27) 70 77.8 23 57.5Esta satisfecho con sus relaciones sexuales 70 77.8 27 67.5Esta satisfecho con usar (o no usar) anticonceptivos 70 77.8 31 77.5Está satisfecho al realizar (o no realizar) 76 84.8 32 80.0prácticas sexuales

* Se indica el valor de Z en variables donde hay diferencia significativa entre hombres y mujeres.

ruidosos y con peor aire que las médicas. Sin em-bargo, ellas laboran significativamente más queellos en lugares donde el cloruro de vinilo, el as-besto y otras toxinas son abundantes. Los médi-cos desempeñan su trabajo permaneciendo mástiempo sentados que las médicas. En general,ambos se consideran con aptitud para desempe-ñar su trabajo. Los médicos perciben un mejorreconocimiento por su trabajo que las médicas.Sólo aproximadamente la mitad de hombres ymujeres están conformes con la flexibilidad deltiempo entre actividades laborales y recreativas(ver tabla 10).

Sexualidad: El hallazgo más significativo esque son menos médicas que médicos quienes

reportan satisfacción con su actividad sexual (vertabla 11).

b) Significados y creencias en saludLos significados más comunes que médicos y

médicas atribuyen a la salud implican un conte-nido social y personal: 1. Disfrutar cuando se estácon la familia, 2. Disfrutar con el trabajo y ser capazde realizarlo sin demasiada tensión y esfuerzo, 3.Tener cada parte del cuerpo en perfecto estadopara trabajar, 4. Disfrutar de alguna forma de re-lajación o distracción, 5. Sentir la alegría de viviral levantarse y 6. Ser capaz de adaptarse fácilmentea los cambios de la vida. Algunos significados desalud, un tanto menos frecuentes, se relaciona-ron con aspectos fisiológicos: 1. Nunca padecer

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de nada que no sea un leve resfriado o un dolorde estómago, 2. Comer el alimento adecuado y3. Tener el peso ideal.

Las diferencias entre géneros de mayor re-lieve consistieron en que a las mujeres les pre-ocupa más que a los hombres: a) el problemadel peso, b) la apariencia en piel, mirada y ca-bello, c) la adaptabilidad a los cambios de vida,d) la necesidad de relajarse y divertirse, y e) lasvisitas al médico. Sin embargo, ninguna de estasdiferencias fue significativa estadísticamente (vertabla 12).

c) Apoyo socialLa mayoría de médicos y médicas comunican

a otras personas sus problemas, las apoyan o apo-yarían con alimentos, de ser necesario; recibeny gustan de recibir en casa visitas de sus familia-res y amigos, y participan o les gustaría participaren grupos. Muchos médicos y médicas son casa-dos (48% y 46%, respectivamente) o tienen unapareja permanente (24% y 23.1%). Un númeroconsiderable de médicos y médicas carecen de

pareja (24.4% y 28.2%) y prácticamente ningunode ellos ni de ellas tienen varios compañeros (sólo3.3% y 2.6%). Las diferencias más marcadas en-tre ambos géneros son las siguientes: a) a loshombres les gustaría comunicar menos sus riñasque a las mujeres, b) las mujeres brindan másapoyo que los hombres y aún les gustaría dar másapoyo del que suelen prestar, c) aunque a muje-res y hombres les agradaría recibir visitas de fa-miliares y amigos más a menudo, ellas suelen sermás visitadas que ellos, d) las mujeres expresanmayor disposición que los hombres a comunicarsus problemas, y e) las mujeres están dispuestas aparticipar en grupos con mayor frecuencia quelos hombres (ver tabla 13).

d) Causas de estrésLos principales sucesos causantes de estrés en

médicos y médicas se relacionan con la familia:1) discusiones o problemas en la familia, 2) lamuerte de algún familiar o amigo íntimo, 3) pade-cimientos de heridas o enfermedades, 4) dificulta-des en la educación de los hijos, 5) matrimonio

Tabla 12. Frecuencia y porcentaje de médicos y médicas que asignaron diferentessignificados al término salud

Significados del término salud Hombres (90) Mujeres (40)Frec. % Frec. %

Disfrutar cuando estoy con mi familia 80 88.9 38 95.0Vivir muchos años 55 61.1 23 57.5Ser capaz de correr para alcanzar un autobús 26 28.9 10 25.0sin que se me acabe el aireCasi nunca tomar pastillas ni medicamentos 54 60.0 25 62.5Tener el peso ideal 51 56.7 27 67.5Tomar parte en muchos juegos y deportes 34 37.8 18 45.0Tener la piel limpia, la mirada viva 44 48.9 23 57.5y el cabello sedosoNunca padecer de nada que no sea un leve resfriado 62 68.9 30 75.0o un dolor de estómagoSer capaz de adaptarme fácilmente a los cambios 52 57.8 28 70.0de vidaSentir la alegría de vivir cuando me levanto 63 70.0 26 65.0Ser capaz de tocar con los dedos las puntas 26 28.9 15 37.5de mis pies sin flexionar las rodillasDisfrutar mi trabajo y ser capaz de realizarlo 74 82.2 34 85.0sin demasiada tensión o esfuerzoTener cada parte de mi cuerpo en perfecto estado 63 70.0 31 77.5 para trabajarComer el alimento adecuado 59 65.6 29 72.5Disfrutar de alguna forma de relajación o distracción 59 65.6 31 77.5Nunca fumar 44 48.9 21 52.5Casi nunca ir con el médico 33 36.7 19 47.5Beber sólo en cantidades moderadas 41 45.6 17 42.5

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y 6) compra de casa o departamento. Siguen enimportancia, por su impacto, algunos eventos quese vinculan con la actividad profesional: 7) ascen-so en el trabajo y 8) problemas con compañerosde trabajo, en este orden. Comparativamente, enlas mujeres producen mayor impacto: las discu-siones o problemas familiares, los problemas desalud en ellas mismas o en la familia, y las dificul-tades en la educación de los hijos. En cambio, loshombres se sienten más afectados por peleas quelas mujeres. Sin embargo, la diferencia más signi-ficativa entre ambos géneros se reportó con re-lación a la separación y reconciliación: a ellas lasafecta de manera más negativa (ver tabla 14).

Discusión y conclusiones

Las similitudes que se encontraron entre médicosy médicas en cuanto a enfermedades padecidas,

condiciones físicas, prácticas de cuidado y autocui-dado, alimentación, disfrute en el trabajo, interéspor la vida social, estímulos, toma de decisiones,reposo, comunicación, autoestima y apoyo reci-bido y proporcionado, coinciden con las mencio-nadas por Bosch y Ferrer (2001) en España, dondecomienzan a cerrarse algunas brechas que sepa-ran a los roles genéricos de hombres y mujeres ylos estilos de vida de unos y otras.

Por su parte, las diferencias intergenéricas quesiguen siendo favorables a los hombres, como sonun peso más satisfactorio, mejor percepción de lacompetencia profesional, más tiempo para rela-jarse, menos alteraciones en sus hábitos alimen-ticios y de sueño, menos sentimientos de culpa oautocastigo, más alto reconocimiento por su tra-bajo y mayor satisfacción en la vida sexual, con-firman el mantenimiento de otras inequidades encontra de las mujeres, las cuales son característi-cas de la cultura de dominación masculina. La for-

Tabla 14. Frecuencia y porcentaje de médicos y médicas que padecen estréspor diferentes causas o eventos*

Causas o eventos relacionados con estrés Hombres (90) Mujeres (40)Frec. % Frec. %

Sufrir heridas graves o padecer alguna enfermedad 23 25.6 16 40.0Problemas emocionales con las drogas o alcohol 6 6.7 3 7.5Matrimonio 32 35.6 13 32.5Muerte de un familiar o amigo íntimo 37 41.1 13 32.5Problemas con sus amigos o vecinos 19 21.1 9 22.5Exámenes 14 15.6 7 17.5Aborto 1 1.1 1 2.5Dificultades sexuales 13 14.4 6 15.0Situación de violencia física 9 10.0 5 12.5Problema legal grave 4 4.4 1 2.5Complicación en alguna pelea 11 12.2 2 5.0Pérdida de trabajo o retiro laboral 13 14.4 7 17.5Compra o venta de alguna casa o departamento 27 30.0 14 35.0Ascenso en el trabajo o en el sueldo 25 27.8 13 32.5Problemas con compañeros de trabajo 30 33.3 10 25.0Problemas con su jefe 20 22.2 7 17.5Muerte de su cónyuge 9 10.0 3 7.5Divorcio 7 7.8 4 10.0Separación o reconciliación (Z=-1.95) 11 12.2 11 27.5Discusiones familiares o problemas con la familia política 35 38.9 22 55.0Ida o retorno a casa de sus hijos o familiares 9 10.0 5 12.5Parientes que se han trasladado a su casa a vivir 8 8.9 5 12.5Embarazo o nacimiento en la familia 13 14.4 4 10.0Traslado a una nueva casa 14 15.6 5 12.5Dificultades en la educación de sus hijos 22 24.4 15 37.5Enfermedad seria o herida de algún miembro de la familia 16 17.8 12 30.0Gastos excesivos para vacaciones 22 24.4 12 30.0

* Se indica el valor de Z en variables donde hay diferencia significativa entre hombres y mujeres.

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mación profesional de las mujeres en áreas de lasalud ha sido insuficiente para desterrar varias des-igualdades.

Fue novedoso el mayor consumo de tabaco yalcohol en las mujeres y la realización de activi-dades y presentación de actitudes de mayor ries-go para la salud cuando consumen estas drogas.El mayor consumo de tabaco y alcohol por partede las médicas así como su “audacia” y “atrevi-miento” no implican necesariamente una reivin-dicación del género femenino. Quizá más bienrepresentan la adopción de prácticas y hábitos delos hombres, que ahora también las perjudicanen su salud. Probablemente se trata de una se-mejanza en estilos de vida de médicos y médicasque son perjudiciales para la salud. Como repor-tan Reynoso y Seligson (2002), los expertos ensalud consideran los estilos de vida como factoresque influyen en la salud; las enfermedades y lamanera de morir se relacionan con el modo devida personal.

Algunas diferencias intergenéricas fueron favo-rables para las mujeres, por ejemplo, el uso deescaleras en vez de elevadores, el examen de senosde manera preventiva, el consumo de más ali-mentos ricos en fibra, la mayor prudencia en larealización de actividades hogareñas de riesgo,su mayor tolerancia a la diversidad, y el trabajarmenos tiempo sentadas. Estas prácticas y actitu-des benéficas pueden derivarse de una especiede suma o amalgama de su experiencia genéricacomo mujeres encargadas socialmente del cui-dado de la salud y bienestar de los otros, y de suexperiencia profesional en la medicina.

Un hallazgo interesante fue que tanto médi-cos como médicas asignan al término salud en suvida cotidiana prioritariamente significados socia-les y personales, en los que los contextos familia-res y laborales tienen un valor positivo, ocupandouna posición central. En los significados atribui-dos a la salud pueden reconocerse las preocupa-ciones que los encuestados se han construidocomo adultos en general, y hombres o mujeresen particular. Sus preocupaciones son expresio-nes de sus roles y estereotipos sociales, donde lafamilia, el trabajo, la crianza, la amistad, la saludy la enfermedad, la belleza, lo masculino y lofemenino, entre otros, son conceptos, realidadesy valores primordiales.

Las preocupaciones de las mujeres por su peso,apariencia física, relajamiento y visitas al médico,las cuales pueden identificarse en sus significadosde salud, aparentemente corresponden con cier-

tos estereotipos femeninos de élite en la culturaurbana mexicana: una mujer delgada, atractiva yresponsable del cuidado familiar y doméstico. Es-tereotipos como éstos permanecen en el imagina-rio, o mentalidad, de médicos y médicas, aúndespués de que ambos han tenido una formaciónprofesional, en la que presumiblemente se desa-rrollan nociones y prácticas homogéneas en la aten-ción sanitaria para todos los agentes o partícipes.

Caballo y Anguiano (2002) plantean que el es-trés y los estilos de comportamiento son factoresque se relacionan de muchas maneras con pro-blemas biológicos y psicológicos. De manera se-mejante Bazán (2002) reconoce que la detecciónde la relación entre enfermedad y estilos de vida,la identificación del papel del estrés en la salud,el descubrimiento de la importancia que tiene larepresentación en la gente en cuanto a su estadode salud, entre otros, han sido elementos centra-les en la participación del psicólogo dentro delcampo de la salud. Al explorar en el presenteestudio los significados atribuidos por los sujetosde ambos géneros a la salud, los eventos queprovocan más a menudo estrés tienen que vercon conflictos o crisis en la vida familiar y laboral.Sin embargo, el estado desfavorable de la saludde las médicas es particularmente sensible a lasproblemáticas que se presentan en la conviven-cia familiar, en la educación y salud de los hijos.Probablemente, varias médicas representan ca-sos típicos en nuestro país, donde al cumplimientoo juego de los roles de madre-esposa por partede las mujeres se agregan, como estresores, lasresponsabilidades que tienen como empleadasprofesionales.

De cualquier manera, es necesario realizar másestudios acerca de las diferencias e inequidadesde género en los patrones y nociones de salud deprofesionales de la medicina y de otras áreas, uti-lizando metodologías que permitan analizarlas conmayor detalle y profundidad. Es preciso tambiénconsiderar los presentes hallazgos, y otros, desdeuna perspectiva de género, para que la sociedadpueda tomarlos como referentes y avanzar haciauna mejor calidad de vida de hombres y muje-res, sean profesionales o se dediquen a cualquieractividad.

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Significados de satisfacción sexual en hombresy mujeres de la zona metropolitanaMeanings of sexual satisfaction in men and women

of the metropolitan zone

MARÍA DEL PILAR VALDÉS RODRÍGUEZ

JOSÉ SALVADOR SAPIÉN LÓPEZ

DIANA ISELA CÓRDOBA BASULTO

Aceptado: octubre de 2003

ResumenEl propósito fue determinar y comparar las significaciones que la satisfacción sexual tiene para mujeres y hombres. Se entre-vistaron a cuatro hombres y tres mujeres de 22 a 35 años de edad, con experiencia en relaciones heterosexuales. Los hombresreportaron alcanzar siempre el orgasmo, al que igualan con la eyaculación, meta central en sus relaciones sexuales. Para ellosla experiencia orgásmica fue buen indicador de su satisfacción sexual. La sexualidad masculina fue prácticamente genital. Paralas mujeres el orgasmo fue importante en sus relaciones sexuales, pero conceptos como amor, caricias, ternura y estabilidadde la relación de pareja también les dieron satisfacción. El conocimiento y estimulación sensual y emocional de su cuerpo,la experiencia de libertad en la relación sexual, el tomar iniciativa en el contacto erótico, la disociación factible entre amory sexo, el interés sentido por la sexualidad, y la autoestima positiva, permiten a las mujeres disfrute sexual. Mujeres que siguenun rol sexual más estereotipado reportaron menos orgasmos, baja autoestima, desinterés ante el conocimiento de la sexualidad,menos masturbación y mayor dependencia de la pareja. Su erotismo se da en función de la aprobación del compañero. Seconcluye que hombres y mujeres del estudio dan significados diferentes a la satisfacción sexual e involucran distintos aspectosen su búsqueda y experimentación. Esto se relaciona con el aprendizaje de ser hombres o mujeres como hechos culturalesy psicológicos en transformación, que ocurren en contextos socioculturales de inequidad intergenérica.Palabras clave: satisfacción sexual, significación, género, hombres y mujeres.

AbstractThe purpose was to stablish and compare the meanings that men and women atribute to sexual satisfaction. Four men andthree women, from 22 to 35 years old, and with heterosexual experiences, were interviewed. Men reported to reach alwaysthe orgasm, thought as eyaculation, which they considered the main goal of sexual relationships. They said that an orgasmicexperience is a good indicator of sexual satisfaction. Masculine sexuality was almost purely genital. For women, the orgasmwas important in their sexual relationships, however, love, caresses, tenderness, and stability in their couple relationships, alsoproduced sexual satisfaction to them. The knowledge of the body, so as the sensual and emotional stimulation of the same,the experience of freedom in their sexual relationships, giving the first step in the erotic contact, the feasible dissociationbetween love and sex, the interest felt towards sexuality, and the positive self-esteem, allowed women to have sexual pleasure.Women performing a more stereotyped role reported less orgasms, low self-esteem, lack of interest about sexuality knowledge,a reduced practice of masturbation, and high couple dependence. Their erotism depends on the partner approval. Concluding,men and women of the study assigned different meanings to sexual satisfaction and envolved distinct aspects in their sexualresearch and experimentation. This fact is related to the learning of being men or women, as cultural and psychological factsin transformation, which take place in sociocultural contexts of intergenerical unequality. Key words: sexual satisfaction, meanings, gender, men and women.

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Introducción

La sexualidad merece ser estudiada como cual-quier otro aspecto del comportamiento humano(Gagnon, 1980). Ésta se relaciona con el género,entendido como un sistema de relaciones socia-les y culturales entre los sexos, como una cons-trucción simbólica establecida sobre los datos

biológicos de la diferencia sexual. El género con-diciona, limita, estereotipa patrones comporta-mentales, relaciones, deseos y potencialidadessexuales de manera distinta e inequitativa paramujeres y hombres (Barragán, 1998; Galindo,1995; Lagarde, 1992, 1997; Lamas, 2000).

Las diferencias y desigualdades entre mujeresy hombres pueden tener un impacto en la forma

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como se relacionan sexualmente entre sí y expe-rimentan la satisfacción sexual. Algunas pregun-tas relevantes son: ¿qué es la satisfacción sexualpara ambos?, ¿qué piensan y sienten de ella?,¿buscan únicamente placer y orgasmo?, ¿cómoes permitida y aceptada la satisfacción sexual paraunos y otras?, ¿es considerada sólo como mediode procreación para las mujeres?, ¿cómo apren-dieron esas ideas?

Estas interrogantes guían nuestra búsqueda delos significados que la satisfacción sexual tiene parahombres y mujeres. Esta búsqueda es congruentecon una perspectiva cualitativa y fenomenológi-ca, cuya realidad importante es aquello que laspersonas consideran, sienten y piensan como tal(Amuchástegui, 1996; Taylor y Bogdan, 1996). Laspreguntas implican un interés por identificar loque para mujeres y hombres es la satisfacciónsexual. Esto se aplica tanto a los sujetos de las in-vestigaciones como a los mismos investigadoressobre el tema.

Es crucial considerar que la satisfacción sexualpuede abarcar múltiples significados para las per-sonas, dependiendo de sus experiencias vividasy su subjetividad. Para Álvarez-Gayou (citado enRomo, 1989), la satisfacción sexual involucra unaevaluación subjetiva de la actitud de contenta-mientos que resulta de determinadas conductassexuales propias de la pareja.

Para Polanco (1998), la satisfacción sexual serelaciona con la flexibilidad de roles dentro dela relación de pareja y con la congruencia en-tre los roles ideal y actual en la relación sexual.Para lograr una vida sexual satisfactoria los hom-bres necesitan lo mismo que las mujeres: auto-conocimiento, opciones, técnica, honestidad yamor (Gindi, 1987).

Por su parte, Sánchez (1993) señala que labúsqueda del placer posee dimensiones sociales,políticas e ideológicas. La experiencia sensual ysexual se vive a través de las categorías de undiscurso del deseo; discurso que es dominanteen algunas sociedades, y que se encuentra deter-minado por los requerimientos económicos delmodo de producción. El placer sexual tiene doscomponentes principales: uno orgánico o somá-tico, relacionado con la anatomía y fisiología cor-poral; otro psíquico o psicológico, producto de lacultura y del medio espacial y temporal donde lapersona se ha desarrollado (Toro, 1986).

Según Martínez (2002), la satisfacción sexuales un término multifactorial, y aún existen incon-sistencias sobre lo que es la satisfacción sexual. Lamayoría de las personas, incluidas las que poseen

conocimientos vastos sobre sexualidad, suponenque el orgasmo es per se placentero y que estegozo es equivalente a la satisfacción sexual. Estono siempre es así. Sea como fuere, según argu-menta Ehrenfeld (1989), el núcleo de las discu-siones sobre el placer lo constituye la experienciaorgásmica.

La investigación realizada en México estimaque la anorgasmia se presenta entre el 40 y el45% de las mujeres, y que su satisfacción sexualse vincula con su percepción de rasgos positivosen la pareja: comunicación, confianza y amor(Álvarez-Gayou, 2001).

Lerer (1995) señala que el orgasmo es saluda-ble. La falta de orgasmos con frecuencia afectanegativamente la salud física y psíquica de lasmujeres. Por ello, deben entender que el com-portamiento sexual no se produce de forma ins-tintiva o natural; deben disponer de información,formación y práctica, y darse cuenta de que lamayoría de los varones tienen conocimientos li-mitados sobre sexo. Así, para alcanzar el orgasmolas mujeres deben “tomar conciencia” y adoptaractitudes prácticas al respecto.

El famoso estudio de Hite (1986), sobre la rea-lidad de la sexualidad femenina estadounidense,mostró que las mujeres no siempre experimenta-ban orgasmos con los hombres. Este resultado fueduramente criticado por feministas: la anorgas-mia de las mujeres corroboraba el deterioro desus relaciones con los hombres. Pero, la anorgas-mia femenina no representaba, para las feminis-tas, una situación estructural que excluyera, deentrada y para siempre, la posibilidad de satisfac-ción erótica heterosexual para las mujeres. Aun-que las feministas estaban contra la masculinizaciónde las relaciones sexuales, vividas por muchasmujeres como coercitivas y objetivantes, acepta-ban las relaciones con los hombres. Cuestiona-ban la concepción del acto sexual sólo comopenetración, pero no pretendían prescindir total-mente de ella. Se trataba que las mujeres amplia-ran y enriquecieran su erotismo, incursionaran ennuevas vías, fueran más allá de la genitalidad y,sobre todo, dejaran de ser objetos sexuales paraconvertirse en sujetos sexuales (Ponce, 1992).

La misma Hite había descubierto que el 70%de las mujeres lograban su orgasmo a través delcoito, pero que casi todas lo obtenían por mediode la masturbación. Asimismo, Uddenberg (cita-do en Polanco, 1998) encontró que el 52% de lasmujeres, que siempre o usualmente experimen-tan orgasmo, reportan haber dedicado 10 minutoso más en preámbulos o juegos sexuales. Al con-

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funciona, y el semen pasa a la vejiga en vez desalir por el pene. No es de peligro, pero el hombreque la experimenta no siente toda la fuerza de suorgasmo. Lo relevante de este caso es que brindaotra evidencia de la eventual falta de conexiónentre emisión de semen y orgasmo masculino.

Por ello, como Olivares (2003) sostiene, la eya-culación es una cosa y el orgasmo otra. Si bienalgunos sexólogos modernos lo saben, el públicolo ignora. El hombre común desorbita los ojoscuando escucha que al menos el 90% de los va-rones desconocen el orgasmo. Debido a que laeyaculación y los pocos segundos que la prece-den son la culminación de su experiencia sexual,muchos hombres están convencidos de que elorgasmo masculino es eso.

Al contrario, desde una visión tántrica, la eya-culación aparta al hombre del orgasmo más in-tenso, del éxtasis sexual; es la que para en secola experiencia orgásmica, tanto para él como paraella. En congruencia con esto, el hecho de queun alto porcentaje de mujeres no experimentenel orgasmo ha de relacionarse con el hecho deque un porcentaje tan alto de hombres sean eya-culadores precoces.

La comprensión de otros aspectos del erotis-mo juega un papel trascendental en el estudio dela satisfacción sexual tanto de mujeres como devarones. Para Guerrero (1999) el erotismo serefiere a la capacidad de las personas para el gocesexual, a la expresión de la sexualidad separadade la reproducción. Remite a una relación afec-tivo-sensual con otro(a), concebida ésta como unaconstrucción y resultado de las relaciones inter-personales moldeadas culturalmente.

Erotismo y sexo son diferentes. En tanto que elsexo es el mismo, el erotismo en cambio se ma-nifiesta de tantas maneras como lo permitan lacreatividad y sensibilidad de la persona. Ésta nu-tre su sexualidad mediante su erotismo, inventa-do y manejado a su antojo, con el cual fantaseay concretiza sus encuentros (Paz, citado en Gue-rrero, 1999).

Para Alberoni (1986) el erotismo masculino esun ansia egoísta de goce. Los hombres buscan ladiscontinuidad, se esfuerzan por excluir el amor,el compromiso, los deberes e incluso la vida social.En cambio, el erotismo femenino siente profun-damente la influencia del éxito, del reconoci-miento social, del aplauso, del rol. Según el autor,si las mujeres no se sienten deseadas, amadas, suesfuerzo renovado de seducción sufre una decep-ción y viene entonces una sensación de vacío,inutilidad y desesperación.

trario, el 34% de las que tienen orgasmos ocasio-nales rara vez o nunca pasan cerca de 10 minu-tos en juegos sexuales. Además, la satisfacciónsexual femenina no estuvo relacionada con nin-guna característica demográfica en especial: ocu-pación o nivel socioeconómico o experiencias enuna niñez temprana. En cambio, su satisfacciónsexual sí se relacionó con la satisfacción percibidacon la relación de pareja, la salud mental, la fre-cuencia sexual y la consistencia orgásmica.

Farley (citado en Guerrero, 1999) analizó larelación que existe entre la masturbación y la sa-tisfacción sexual y marital en mujeres casadas conmilitares. Encontró que a diferencia de las que nose masturban, las que lo hacían mostraron mayorautoestima, satisfacción sexual y marital, deseosexual, y necesitaron menos tiempo para excitar-se. Eran capaces de experimentar más orgasmos ymayor variación de éstos. Además, la masturbaciónera una práctica usada en su relación de pareja.

En su estudio sobre respuesta sexual, Jaramillo(1986), con una muestra de 220 mujeres, encon-tró que 141 de ellas nunca se habían masturbado.Descubrió también que el hombre es quien casisiempre inicia las relaciones sexuales, y al hacer-lo se enfoca en la penetración, estimulando esca-samente el clítoris. Supuso que esto puede incidiren los altos índices de anorgasmia femenina.

Toro (1986) mostró que sólo 40 de 100 muje-res encuestadas llevaba a cabo prácticas mastur-batorias. Esto le sugirió que las mujeres vinculansu sexualidad mucho más con sus compañeros,es decir, más con el “otro” que consigo mismas,limitando así su capacidad de producirse placer.No descartó que las mujeres negaran que se mas-turban por sentimiento de culpa o por temor alrechazo social. Dedujo que a las mujeres se lesha educado para que complazcan y den placer,y no para que experimenten su propio placer osean complacidas.

Lo dicho hace referencia al orgasmo en lasmujeres, mas ¿qué sucede con el orgasmo mascu-lino? Se tiene un menor conocimiento objetivo deéste, aunque se sabe que la fase que sigue a laexcitación sexual de los hombres es el orgasmo,el cual a menudo va acompañado de la eyacula-ción. Sin embargo, ¿hay diferencia entre orgasmoy eyaculación? Esta es una cuestión interesante,dada la creencia popular de que vienen juntos.

Un hombre puede experimentar orgasmos múl-tiples sin eyacular, es decir, no todo orgasmo mas-culino necesita ser acompañado por eyaculación.Asimismo, en la eyaculación retrógrada, el selloentre la vejiga y los conductos eyaculatorios no

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De esta forma, los hombres se muestran capa-ces de desligar el sexo, como acto placentero, delamor. En contraste, las mujeres necesitan más sen-tirse amadas para poder tener relaciones sexuales(López, 2002). Prueba de ello es el resultado deuna encuesta realizada en la ciudad de Kennedy(Toro, 1986), en la que se encontró que de 100mujeres sólo una puede sostener relacionessexuales sin amor; el 38% a veces y el 61% nun-ca. Respecto a la satisfacción sexual, un 18% se-ñala que no la ha experimentado y un 82% quesí. También se encontró que el 30% tienen orgas-mo siempre, el 34% con frecuencia, el 27% aveces y el 9% nunca. Esto significa que para lasmujeres es mucho más importante tener relacio-nes sexuales con amor que experimentar el mis-mo orgasmo.

Pero, ¿cómo explicar las diferencias entremujeres y hombres descritas por Alberoni, Lópezy Toro? No ha de ser de manera esencialista.

Por su parte, Gutiérrez (2001) argumenta quela conformación y formación de las estructurasmentales que determinan la experiencia eróticason procesos cambiantes durante toda la vida. Elerotismo puede tomar formas múltiples, de las quese deriva mayor o menor satisfacción. El autoco-nocimiento crítico con uno mismo y los procesoscreativos permitirán experimentarlo con libertad,flexibilidad, autonomía y responsabilidad.

Woodman, Shinoda y Eisler (1992) realizaronun muestreo informal en la ciudad de México yencontraron que los criterios expresados por lamayoría de las jóvenes se rigen por la lógica delámbito familiar y, en buena proporción, por lareligión católica. Pudieron apreciar que, pese ala expansión de movimientos sexo-políticos en losúltimos años y a pesar de los avances científicosy tecnológicos aplicados a la vida sexual, la nega-ción y la condena cotidiana, amparadas en ladesinformación, siguen caracterizando a la sexua-lidad femenina.

Sprecher (2002) reportó que entre los factoresde la satisfacción sexual para mujeres y hombresestán la relación de pareja, el amor, el compro-miso y la estabilidad. Como este estudio fue lon-gitudinal se halló también que a falta de estoselementos decrementaba la satisfacción sexual. Asu vez, la satisfacción sexual permite la perma-nencia de la pareja, resultando que satisfacciónsexual y satisfacción de pareja varían.

No obstante, el término de satisfacción sexualsigue siendo controversial en instituciones socia-les interesadas abiertamente en la sexualidad. Porejemplo, en un artículo publicado en el diario La

Jornada (13 de marzo, 2000, p. 3) –provenientede una revista llamada Desde la fe (órgano infor-mativo de la Arquidiócesis de México, que loanuncia como nota principal en primera plana)–aparece la afirmación sorprendente de que lasmujeres religiosas son las más satisfechas en térmi-nos sexuales. Análogamente, en extractos de larevista USA Today, con base en supuestas tesis deinvestigadores de la Universidad de Chicago, seafirma, increíblemente, que las mujeres que asis-ten a los templos y los hombres que duermen conellas son las personas más satisfechas en el planosexual. Sin embargo, ¿qué se entiende por satis-facción sexual en estos textos?, ¿cómo se confor-maron las muestras estudiadas?, ¿qué caracterizabaa estas mujeres y a estos hombres?

Es preciso plantear que algunas posibles dife-rencias entre mujeres y hombres, con respecto alos significados de la satisfacción sexual, la impor-tancia del orgasmo, y el papel del amor en lasrelaciones sexuales, no son intrínsecas, esencia-les, sino construidas en los procesos de socializa-ción con que cuenta la familia y el medio dondeson educados y formados como tales unas y otros.Lo mismo puede decirse con respecto a las simi-litudes entre ambos.

Finalmente, consideramos que todavía es ne-cesario ampliar los conocimientos existentes so-bre los diversos significados asignados por algunasmujeres y algunos hombres a la satisfacción sexualy a la experiencia del orgasmo. La obtención decifras previas sobre la ocurrencia de orgasmos ode anorgasmia sólo es parte de esta indagación.Por ello, en el presente estudio se pretende unacercamiento comparativo al conocimiento de lasexperiencias personales y significados de la satis-facción sexual de mujeres y hombres, averiguarsobre la forma como ambos sienten y viven susrelaciones sexuales, y qué estereotipos sociales yculturales restringen y coartan su comportamientosexual. Para esta finalidad, el enfoque de género(Lagarde, 1992, 1997; Lamas, 2000) y la metodo-logía cualitativa de corte fenomenológico (Taylory Bogdan, 1996; Rivas, 1996) son fundamentales.

Metodología

La investigación cualitativa consiste en la búsque-da de sentidos y significados de los actos y discur-sos con relación a un fenómeno, problema o tópico,mediante actividades de exploración, elaboracióny sistematización. Pretende: a) lograr una mejorcomprensión de un problema conceptual, empí-

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rico o de valor; b) evaluar un programa, organi-zación, actuación o material; y c) analizar la in-tención, implementación o experiencia respectoa diversas opciones políticas (Wiesenfeld, 2001).

Como señalan Taylor y Bogdan señalan, un es-tudio cualitativo no es un análisis impresionista,informal, basado en una mirada superficial deescenarios o personas. Es una pieza de investiga-ción sistemática conducida con procedimientosrigurosos, aunque no necesariamente estandari-zados, los cuales son sensibles a los efectos quelos investigadores mismos causan sobre las perso-nas que son objeto de su estudio, y viceversa,agregaríamos.

Este tipo de investigación echa mano de di-versas técnicas, como herramientas, entre las quese encuentran la observación y la entrevista. Enel presente estudio se utilizó la entrevista semies-tructurada, esto es, aquélla en que se sigue, concierta flexibilidad, una secuencia de preguntasabiertas establecidas de antemano con respectoa uno o más tópicos. Siguiendo a Rivas (1996),insistimos en que las entrevistas se identifiquencomo dispositivos de intervención, porque almismo tiempo que complementan y constituyenparte de la estrategia metodológica general, creanefectos en el campo investigativo, susceptibles ycon la necesidad de ser analizados. Así, la entre-vista ha de ser entendida: a) como una más de lastácticas de investigación, que teje sus hilos demanera consecuente dentro de una formulacióngeneral de conocimiento y comprensión de losfenómenos; b) no sólo como una técnica de re-colección de información exterior a la relaciónentrevistador e informante; y c) como un espacioen donde se expresan la dinámica generada enla relación sujeto-objeto de conocimiento y losefectos sobre el propio proceso de investigación.

Participantes. Fueron siete adultos: cuatrohombres y tres mujeres, con las características quese presentan en el siguiente cuadro:

El criterio para incluirlos en el estudio reque-ría que contaran con experiencia en relacionescoitales heterosexuales. Todos fueron amigos o co-nocidos de la investigadora principal.

Lugares. Las entrevistas se realizaron en dis-tintos lugares, situaciones y horarios: algún par-que, la casa de la autora principal, el salón de unaescuela primaria y una jardinera de la FES Iztacala,en tiempos variables acordados.

Instrumento. Se utilizó un guión temático pararealizar la entrevista semiestructurada. Este con-tenía preguntas para obtener información sobre:1) datos generales, 2) ideas y opiniones acerca decuestiones de género (por ejemplo, qué es unhombre y una mujer, qué opina sobre el machis-mo, el feminismo, las preferencias sexuales), y 3)aspectos diversos de su sexualidad (ver anexo alfinal del artículo).

Procedimiento de entrevista. El contacto direc-to con los participantes fue a través de la autoraprincipal del estudio, por el conocimiento previoque tenía de ellos, y por contar con su aproba-ción e interés con respecto a la temática central.Los participantes fueron entrevistados individual-mente en un solo encuentro de alrededor de doshoras y media, hasta agotar los tópicos estableci-dos. Se buscó que la entrevista tuviera la formade una conversación. Las entrevistas fueron re-gistradas por medio de una grabadora de sonido.

Transcripción de las entrevistas. Cada entre-vista fue transcrita antes de realizar la siguiente.La finalidad de la transcripción fue recuperar losdiscursos íntegros de los participantes.

Codificación de la información. Se revisaronlas transcripciones de cada entrevista a fin deidentificar las experiencias y los significados quelos participantes asignaban a distintos temas oeventos relacionados con su sexualidad: 1) orgas-mo y satisfacción sexual, 2) recurso de la prácticade la masturbación, 3) relación entre amor y sexo,4) iniciativa en el contacto sexual, 5) relevanciaasignada al cuerpo como fuente de placer, 6) co-

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Nombre Edad Estado Útimo grado Ocupación Religión(pseudónimo) (años) civil escolarManuel 28 Soltero Preparatoria Auxiliar de almacén Cree en DiosMary 26 Soltera Lic. en Derecho Asistente ejecutivo CatólicaArtemisia 25 Soltera Lic. en Psicología Elaboración de tesis Cree en DiosAbraham 25 Soltero Lic. en Informática Programador analista Cree en DiosAlfredo 37 Casado Preparatoria Auxiliar de oficina CatólicaNancy 27 Soltera Carrera comercial Secretaria Testigo de JehováCarlos 22 Soltero Lic. en Psicología Elaboración de tesis Católica

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nocimiento e interés por la sexualidad, 7) papeldel erotismo en la satisfacción sexual, 8) visión delas diferencias genéricas en el contacto sexual y9) educación sexual recibida en la familia.

Se seleccionaron fragmentos literales y no lite-rales de los discursos generados por los partici-pantes y se clasificaron en cada tópico. A partirde tales fragmentos de discurso se redactaron losdiferentes hallazgos, haciendo comparaciones in-tergenéricas (mujeres versus hombres) e intrage-néricas (entre hombres y entre mujeres).

Por último, los hallazgos principales sobre cadatópico fueron analizados, considerando concep-tos y nociones de autores interesados en la temá-tica abordada.

Para la transcripción de las entrevistas, el pro-cesamiento de la información y la elaboración detodos los textos se utilizó computadora personal yprocesador de texto de Word.

Se consideró que los hallazgos obtenidos en elestudio se circunscriben de principio a los partici-pantes entrevistados, y que éstos constituyen casosparticulares de personas de su propio género, yde condición sociocultural y psicológica análoga.

Resultados y análisis

A continuación se presentan y analizan, por tópi-cos, los principales hallazgos.

Orgasmo y satisfacción sexual. Los hombresdieron gran importancia al orgasmo como refe-rente de su satisfacción sexual. Si no lo experimen-taran, la relación sexual no sería satisfactoria. Lovieron como la eyaculación misma. Es lo quebuscan en una relación sexual. Así, su sexualidadestá localizada en su órgano sexual. Como afirmaVidal (1991), los hombres viven su sexualidad deforma focalizada en sus órganos sexuales, en lapenetración. Esta característica hace pensar enuna “genitalización” de la sexualidad masculina,ya que los hombres se concentran totalmente enel pene, en una especie de separación respectodel resto del cuerpo (Red de Masculinidad, FLAC-SO, en Chile, 2002).

Reportaron que el tiempo que tardan paraeyacular en una relación sexual depende de lasemociones experimentadas, para algunos, y delas cualidades físicas y estéticas de la mujer (“siestá buena”), para otros. Entre las emociones queinfluyen para obtener la eyaculación se encon-traron: el entorno ambiental del contacto íntimo(lluvia, lugares inesperados), la experimentaciónde las caricias, cualidad de la comunicación, besos,

frases, sensación de armonía, la felicidad del mo-mento y el estar sintonizados con lo que piensany sienten. Sólo uno de los participantes mencio-nó al amor –aunque en último lugar– comoemoción relevante.

Coincidieron en que la afectividad está implí-cita en las relaciones sexuales, pero como unmedio para llegar al orgasmo, no como un fin.Cuando se les cuestionó si tuvieron orgasmo entodas sus relaciones sexuales, afirmaron, sin du-das, que éste siempre se ha presentado.

A menudo falta comunicación en una relaciónsexual: dos de los hombres dijeron no saber si supareja presentaba orgasmos. Como refiere Saha-gún (1993), el varón en su psicología de superio-ridad y en su derecho de sentir a la mujer comoobjeto procura su satisfacción, pero no la de lamujer, que con frecuencia es frígida.

Por su parte, las mujeres también reconocie-ron que el orgasmo propio es valioso por el placerque les brinda y para que una relación sexual lesparezca satisfactoria. Sin embargo, dos de ellasreportaron que pueden disfrutar de una relaciónsexual aún sin orgasmo, siempre que existan ca-ricias, besos, ternura; si se sienten a gusto y tran-quilas y toda su atención está en el momentovivido; si sienten atracción hacia el compañero ysi no tienen pensamientos perturbadores como“me va a embarazar”.

Observamos, como Kaplan (citada en Lerer,1995), que para ellas el placer y el orgasmo noson sinónimos. Pudieron obtener el primero aun-que no llegaran al segundo. Como señalan Lerer(1995), Toro (1986), Guerrero (1999), Ponce(1992), López (2002), Marsellach (2002) y Polanco(1998), pudieron gozar sin alcanzar el orgasmo.El orgasmo fue un medio para enmarcar el gocey liberar la tensión acumulada, pero para lasmujeres, en sus relaciones sexuales, la afectivi-dad fue más importante. De esta forma, califica-ron su satisfacción sexual independientemente delos orgasmos que han tenido. Su satisfacción seligó a la calidad de la relación con el compañero,al amor, al afecto, a la ternura, a la compresión, ala seguridad, al ambiente tranquilo, a las caricias.No obstante, los orgasmos fueron consideradosimportantes por una de las participantes, quienha tratado de alcanzarlos, no siempre con éxito.

Los estímulos sensuales, recibidos en las rela-ciones sexuales centradas en la penetración, fue-ron percibidos por las mujeres como insuficientespara experimentar el orgasmo. Al respecto, nopocos autores han afirmado que la sensibilidadsexual de las mujeres se encuentra difusa por todo

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su cuerpo. Este hallazgo concuerda con los descu-brimientos de Hite (1986) sobre mujeres estado-unidenses: muchas no logran su orgasmo a travésdel coito, pero casi todas lo obtienen masturbán-dose. El punto es que la experiencia sexual de lasmujeres se ha vinculado con su participación enrelaciones eróticas desiguales.

Sería valioso indagar sobre los estímulos quelas mujeres necesitan realmente para experimen-tar las relaciones sexuales más satisfactorias. Ca-rece de fundamento el criticar a las mujeres porno lograr un orgasmo. Álvarez-Gayou (citado enRomo, 1989) reconoce la existencia de la inequi-dad sexual entre géneros. Señala que si la anor-gasmia fuera tan frecuente en el hombre como loes en la mujer, en la sociedad mexicana, segura-mente la terapia sexual sería un hecho cotidianoy tal vez institucionalizado.

Las mujeres reconocieron haber fingido orgas-mos ante los hombres. Esto pudiera deberse a quela cultura reprime sus impulsos y deseos sexuales,y les exige amoldarse a los deseos y prácticassexuales de los hombres. Por ello, como argumen-tan Gómez y Suárez (1986), a las mujeres hapodido parecerles correcto fingir que gozan antesus amantes. Falta indagar los motivos personalesaducidos por las mujeres para este fingimiento,¿implica culpa, conmiseración por la pareja, o algodiferente?

Se encontraron algunas tendencias en los hom-bres: Actúan con el supuesto de que la forma deestimular sexualmente a las mujeres consiste sóloen “meter y sacar” (introducir y sacar repetida-mente el pene de la vagina), y que esto les gustaa ellas tanto como a ellos. No percibieron ni su-pieron si su pareja presentó orgasmos. Dijeronmostrarse más abiertos y dispuestos sexualmenteque sus parejas. Reportaron lo que les gustaría ob-servar en su(s) pareja(s), pero siendo ellos los re-ferentes de ellas, sin cuestionarse los cambios quetendrían que hacer en sí mismos para un disfrutemás compartido.

Por su parte, las mujeres fueron más indife-rentes a la obtención de orgasmos. Expresaron lacreencia de que los hombres saben más sobre sexoy que sabrán cómo hacerlas gozar. No pidieronni demandaron nada. Han sido más pasivas en labúsqueda de su disfrute. Aunque han buscado sermás libres e independientes en sus prácticassexuales, han actuado para satisfacerlos, como lodenotaron los orgasmos fingidos, la necesidad deser queridas, el acceder a tener relaciones sexua-les sin desearlas, y el uso de estimulantes como elalcohol u otra droga, para poder desinhibirsedentro del contacto erótico.

Ellas pudieron decir lo que sienten y piensan,fueron más explícitas en sus discursos sobre susemociones, malestares, intereses e inquietudes.Ellos fueron muy breves, concretos, racionales,fríos y calculadores en sus discursos sobre su sexua-lidad, particularmente sobre su satisfacción sexual.Mostraron silencios, pausas, gestos de sorpresa,titubeos o evasiones (“no sé”).

¿Qué hay en estas actitudes, qué necesitanpara externar sus emociones? ¿Por qué se debecreer que ellos disfrutan siempre? ¿Ocultan algo?Quizá estas actitudes resultaron parcialmente dela diferencia de género con la entrevistadora, ladiferencia que pudo haber impedido la conver-sación reflexiva sobre cuestiones de sexualidad.Probablemente se trató de ocultamientos parcia-les, ya que, como reporta Gindi (1987), los pro-blemas sexuales masculinos constituyen más del70% de la consulta sexológica en los centros es-pecializados de todo el mundo. Se requiere másinvestigación de la sexualidad masculina.

Recurso de la práctica de la masturbación. Lapráctica de la masturbación de los hombres co-menzó entre los 12 y 17 años, antes de experi-mentar las relaciones coitales. Algunos de ellosfueron animados a practicar la masturbación porinfluencia de sus amigos. De hecho, relataron quela masturbación llegó a tomar lugar en la convi-vencia de amigos, durante la adolescencia. Porejemplo, uno se reunía con un amigo en la casade éste, cuando los padres estaban ausentes, paraver películas, comer pizzas, y eventualmente re-tirarse al baño para masturbarse.

Los hombres asignaron distinta significación ala masturbación: 1) poca importancia, 2) muchoplacer (“¡Ay güey, me gustó!”), 3) experiencianueva y placentera, 4) un derroche de energía,algo obsceno que al final no lleva a nada bueno.Dos hombres dijeron que la experiencia de lasrelaciones sexuales, cuando llegaron, superarona las de las masturbación. A uno le pareció insu-perable la sensación, en el pene, del calor de lavagina. Con la llegada de las relaciones coitales,la masturbación pasó a segundo término.

De las mujeres, dos reportaron no masturbar-se: 1) “No, nunca (ríe) ¿cómo crees? Sí me hellegado a tocar y no me espanta, pero no me lla-ma la atención, por eso no lo hago. Además paraqué si tengo relaciones con mi pareja ¿no?”; y 2)“No, porque no soy muy temperamental, no, esalgo que no necesito... no tengo ni la necesidadni la curiosidad”. La tercera mujer dijo mastur-barse desde que estuvo en primero de primaria(como a los 6 o 7 años). Desde entonces, “por su

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cuenta”, experimentó lo que a los 18 años supoque era el orgasmo. Ella, para alcanzar el orgas-mo, estimula su clítoris y se concentra en las sen-saciones que esto le produce. A veces tambiénrecrea imágenes para alcanzarlo.

Al comparar a hombres y mujeres del presen-te estudio, se encontró que ellos practican más lamasturbación. Ellas, menos interesadas en su pro-pio placer, y autoconsideradas menos sexuales,excepto una, le asignan menos valor a la mastur-bación.

Podríamos decir que con la masturbación loshombres desarrollan, en su sexualidad, la “depen-dencia penil”, característica de nuestra cultura.El pene simboliza poder y orgullo entre amigos.

Las mujeres que no practican la masturbaciónpresentaron escasos orgasmos en sus relacionessexuales. La mujer que reportó masturbarse tuvoexperiencias más variadas en sus orgasmos y ma-yor número de éstos. Fue la que expresó habertenido mayor disfrute sexual. Esto coincide conlos hallazgos de Farley (citado en Guerrero, 1999),que analizó la relación que existe entre la mas-turbación y la satisfacción sexual y marital enmujeres casadas con militares, ya que encontróque aquellas mujeres que se masturban son lasque mostraron mayor autoestima, satisfacciónsexual y marital, deseo sexual, y menos tiempopara excitarse.

La automanipulación sensual permitiría a lasmujeres el conocimiento de su cuerpo y la bús-queda del placer por sí mismo, para reencontrar-lo posteriormente con el compañero. El recursode la automanipulación implica buscar y viven-ciar el propio placer, no sólo esperarlo a partir del“otro”; implica no depender del reconocimientode su pareja.

Relación entre amor y sexo. Se encontró quepara los hombres fue más sencillo separar el sen-timiento de amor del sexo. Experimentaron lasrelaciones sexuales como satisfactorias, involucra-ran o no al amor, aunque coincidieron en que esmejor tenerlas cuando existe este ingrediente, elcual las hace todavía más placenteras. De hecho,contaron que el tiempo que tardan para eyacularen esta situación se reduce considerablemente,por la excitación que experimentan.

Si bien las mujeres diferenciaron entre rela-ciones sexuales con amor y relaciones sexualessin amor, para sentirse satisfechas ha sido nece-sario que exista amor en la relación de pareja.Las dos mujeres que han seguido un rol “tradi-cional”, que son más pasivas, reportaron sermenos capaces de hacer esta disociación, a dife-

rencia de la que ha intentado tomar decisionescon más autonomía y actuar con mayor equidadante los hombres. Esta última planteó que a pesarde establecer relaciones paralelas (con otros no-vios o con amantes), aún sigue buscando esecontacto afectivo. Ha pretendido lograrlo, perono siempre ha tenido éxito.

El hallazgo es congruente con lo planteado re-cientemente por López (2002) quien señaló que,a diferencia de las mujeres, para los hombres esmás común desligar el amor respecto del sexocomo acto placentero. Aparentemente esta dife-rencia se relaciona con el lugar desigual que lasociedad reserva para ambos.

Iniciativa en el contacto sexual. Los hombresreportaron que siempre han tomado la iniciativaen la realización y desarrollo in situ de la relaciónsexual. Sin embargo, tres de ellos al paso del tiem-po empezaron a actuar de manera más receptivapara que ellas ocasionalmente tomaran la inicia-tiva. El cuarto hombre aceptaría que una mujermayor y más experimentada que él tomara lainiciativa, pero le molestaría que lo hiciera otramujer de su edad, porque la vería como prosti-tuta.

Para las mujeres el asunto fue distinto. Para dosde ellas la iniciativa para el contacto sexual es nula.Una de éstas dice que “siempre es por parte deellos”. Cuando ha tenido relaciones sexuales hasido para complacer el deseo de él. Manifestó lacreencia de que los hombres son más carnales,que les interesa más el sexo que a las mujeres.Suele esperar que sean los hombres quienes lahagan sentir. La segunda dijo casi lo mismo: “Siem-pre son ellos, la verdad, porque no es algo que amí me interese”. La tercera de las mujeres repor-tó que en sus primeras relaciones sexuales eranlos hombres quienes habían tomado la iniciativa,pero que con las experiencias sexuales que hatenido ahora ella o su pareja toman la iniciativa,de manera indistinta. Ya no piensa sólo en darplacer, sino también en lograr el propio, ser másegoísta.

La suposición, desde el sentido común, de quelas mujeres podrían obtener mayor satisfacciónsexual si fueran más propositivas en la construc-ción y desenvolvimiento de las relaciones sexua-les se confirma con el caso de esta tercera mujer.

Relevancia asignada al cuerpo como fuente deplacer. Los hombres pudieron dividirse por la im-portancia que asignaron al cuerpo dentro de lasrelaciones sexuales. Un par de ellos sostuvieronque el cuerpo es secundario o ha llegado a serloa través de la experiencia sexual. Uno ha tenido

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relaciones sexuales con “chavas que no tienenpompas, ni busto” y con “una pareja exuberan-te” y con todas le han parecido igualmente pla-centeras (“me da igual”). Dijo ser feo y que antesse desnudaba rápidamente para que no le mira-ran los dedos de los pies, que no le gustaban. Peroque ahora le gusta que lo miren. Dijo que “no esnecesario el físico, lo más importante es ser uno”.Al otro hombre el cuerpo le pareció irrelevantepara llevar una vida sexual plena y para tenerrelaciones sexuales satisfactorias. A su parecer elmejor afrodisiaco es la pareja.

El otro par de hombres considera que el cuer-po es muy importante para obtener placer sexual.Para el primero, lo que más recuerda un hombrede sus “hazañas de batalla” es “echarse al plato ala mujer más buena”. Esto es motivo de orgullopropio y de envidia para los otros hombres, “loscuates”. Con cuerpos así, afirmó, se echa a volarla imaginación. Fue extremista: “Cuando tu eya-culas sobre un cuerpo hermoso no es la mismasensación que si eyacularas en una viejita desetenta años, el tocar su piel, todo eso juega unpapel enorme en tu imaginación y eso hace queeyacules más rápido”. Al segundo le importó locorporal por otros motivos: le atraen los cuerposde mujeres que no sean delgadas ni gordas, y quesean higiénicas.

Tres hombres reportaron haber tenido parejassexuales que, desde su punto de vista, se aver-gonzaban de ser vistas desnudas. Les pedían a ellosque la relación sexual fuera con la luz apagada.Este hecho provocó en ellos distintas reacciones:lástima, pues es un gusto ver el cuerpo desnudo deuna mujer; resignación, ya que a la mujer le causapena desnudarse; satisfacción, porque la actitudreservada hace más atractivas a las mujeres.

En el caso de las mujeres, todas le dieronimportancia al cuerpo propio y de la pareja. Unadijo que lo estético, pues así entiende lo corpo-ral, no le importa; no ha buscado un modelo niha tenido un ideal de cuerpo con respecto a loshombres. En cambio, se ha apenado, atemoriza-do, aterrado, por mostrar su busto durante lasrelaciones sexuales, pues los considera pequeños,sabiendo que a los hombres “les gustan bustonas”.Esto le ha impedido disfrutar la relación sexual,pues no se concentra por el deseo constante deagradar a los hombres, que “sólo piensan en uncuerpo bonito, no ven los sentimientos, lo prime-ro que ven es el molde y ya”.

Otra expresó la idea de que en el cuerpo ocu-rre todo. Para ella su sobrepeso ha sido un incon-veniente, porque le gustaría ser perfecta para su

pareja. Sus relaciones no le han resultado satis-factorias: durante éstas se ha sentido preocupaday limitada para agradarle. Al bajar de peso regre-só su sentimiento de seguridad, y ya se pudomostrar desnuda en la recámara, en el baño. Dijo:“Ya no tengo broncas por mostrar mi cuerpo ymás porque sé que a ellos les gusta”.

La tercera consideró el cuerpo como lo másimportante, porque es fuente de placer y sensa-ciones. Le importa que los cuerpos de sus com-pañeros sean estéticos: delgados y de buenosaromas, si no es así, entonces “le baja la libido”.Reconoció en las mujeres, y en ella, la necesidadde ser aprobadas por el otro. A pesar de su aper-tura a la sexualidad, ha sentido pena de que lavean desnuda, ya sea porque hubiera transcurri-do tiempo de no ver a su pareja y de convivirsexualmente con él o por haber subido algo depeso. No le gusta que vean su cuerpo como demás edad de la que tiene. Ha logrado reponersede comentarios que pudieran desvalorizar sucuerpo en estos sentidos.

Las tres mujeres coincidieron en no haber vistoque los hombres se preocuparan o se intimidaranpor enseñar su cuerpo: 1) “a los hombres no lesgenera angustia mostrar su cuerpo, son más libresen esto”, 2) “dos de mis parejas no son muy es-téticas, son un poco llenitos, pero no observé quetuvieran broncas en esto, yo creo que eso nosafecta más a nosotras porque somos pudorosas”,y 3) “en ellos el cuerpo no es importante, hastael dicho lo dice: feo, fuerte y formal, no he vistoa ninguno de ellos inhibirse por su cuerpo”.

Brevemente, en las mujeres se registró mayordesvalorización de su cuerpo y un propósito per-manente, no siempre exitoso, de agradar y satis-facer sexualmente a los hombres. En los hechos,los cuerpos masculinos aparecieron como másaceptados, al menos en lo estético y en las rela-ciones sexuales, que los cuerpos de las mujeres.Presumiblemente esto ha repercutido de maneradiferencial en la experimentación de la satisfac-ción sexual por parte de ambos géneros.

Conocimiento e interés por la sexualidad. Loshombres mostraron mayor interés que las mujeresrespecto a la temática de la sexualidad. Sin embar-go, fue una mujer, que aspira a ser sexóloga, quienha profundizado más en una búsqueda activa deconocimientos, habilidades y experiencias sexua-les. Las otras mujeres declararon tener poco inte-rés en la sexualidad o en aprender más de lasrelaciones sexuales. Una de ellas se siente apta paracomplacer sexualmente a los hombres con quie-nes se ha relacionado sexualmente, comportándo-

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se de manera natural, sin tener que aprender ohacer más de lo habitual.

Esta diferencia intergenérica es congruentecon las expectativas culturales sobre las actitudesy comportamientos de las personas de cada sexo.La mujer que reportó adoptar un papel más ac-tivo en su vida sexual se ha documentado parcial-mente en la literatura feminista sobre sexualidad.En general, lo que hombres y mujeres saben acer-ca de sexualidad lo han aprendido en gran mediday puesto en práctica en sus relaciones sexuales.Quizá, como afirmó Lerer (1995), habría más ele-mentos para disfrutar la sexualidad si se tuvieranmás conocimientos al respecto, mayor curiosidadpor explorar y conocer el cuerpo propio, o mástodavía, si se desarrollaran competencias amato-rias, en el sentido planteado por Fromm. Los datosobtenidos con todos los varones y con una de lasmujeres parecen coincidir con esta última idea.

Papel del erotismo en la satisfacción sexual.Desde la visión de los hombres el erotismo es ca-chondeo antes y durante la relación coital, preám-bulo y conducción en la relación sexual, actuaciónsexual con imaginación, sensibilidad, experimen-tación, desinhibición, estimulación osada y varia-da del cuerpo y sus sentidos, manejo intencionadode la apariencia corporal y atuendos de la pareja,provocación experta de la excitación propia y dela pareja, entre otras. En este sentido, considera-ron el erotismo como fundamental para la satis-facción sexual propia, pero también para la pareja.

Para las mujeres el erotismo fue un tanto dis-tinto. Para una de ellas no era claro en qué con-sistía; se declaró desconocedora de esto. Para otrafue sentir placer, satisfacción, acariciarse, besar-se, sin lo cual no habría disfrute sexual. Para unatercera, el erotismo implicó variedad, más allá dela penetración, dejarse llevar por el placer, fanta-sear, conversar, realizar actos placenteros aunquea la sociedad le parezcan raros e insanos, y usarobjetos sexuales, como vibradores. Placer y ex-perimentación libre. En consecuencia, los signi-ficados e importancia que las mujeres asignan alerotismo son variados.

Todos los hombres y una de las mujeres se re-conocieron activos en el erotismo, el cual consi-deraron crucial para su satisfacción sexual. Parauna de las mujeres el erotismo fue importante,aunque no reconoció su papel para construirlo.Otra desconoce el sentido del término y/o se com-porta pasivamente en las relaciones sexuales.

Visión de las diferencias genéricas en el con-tacto sexual. Los hombres vieron a las mujeresde distintas formas, en cuanto a su comportamien-

to sexual: 1) como demasiado pasivas (“Hay cha-vas que no se mueven, no acarician, una vez unapuso las manos al costado, abrió las piernas y cerrólos ojos, sólo lo hizo para ver qué sentía, y eso amí no me gusta”), deberían actuar sin barreras niinhibiciones, con la mente y no sólo con el cuer-po; 2) de generación en generación, le dan másvalor a las emociones, al amor, que al sexo (“lacalentura”); antes que nada son sumisas, servicia-les, maternales; 3) deberían mostrarse dispuestasa todo lo que sugiera el varón; y 4) deberían mo-dernizarse, ser más activas, agresivas y buscar loque quieren, ser más libres sexualmente.

De sí mismos comentaron que: 1) no debieranllevar un récord o tomar a juego la sexualidad; nocompetir por las mujeres; deberían comprendera la mujer, no considerarlas unas cualquiera, y noser machistas; 2) debieran tratar de darle importan-cia a las emociones, como las mujeres, ser menosegoístas, ”aunque me muevo más por la calentu-ra”; no pensar que las mujeres pierden más con lasrelaciones sexuales, pues ambos ganan; 3) debenproponer, sugerir, jamás mostrar sumisión, en lacama, “porque a fin de cuentas uno es el quetiene el poder”; y 4) debieran ser más liberalesen sexualidad, no pensar “que haya libertadsexual, menos para la que será mi mujer y lasmujeres de mi familia”.

Las mujeres coincidieron en que hay diferen-cias con los hombres en el comportamiento sexualy afectivo. Consideraron que ellos buscan más sexoque amor. Son menos sensibles. Son “más sexua-les”, muy egoístas. Dijo una de ellas: “Un hom-bre te está tocando y uno piensa ¡Ay, qué tierno!,mientras el otro ya te está buscando el seno, laspompas. Al menos con los que yo he estado, bus-cas ese contacto tierno, pero éste ya está pensan-do en cogerte ¿no? Hay momentos como paraestar salvaje y otros para estar tiernos, pero loshombres como que se niegan esa parte, se remi-ten más a lo genital”. También reportaron que ellostratan o prometen protegerlas, cuidarlas, amarlas.

En contraparte, las mujeres se percibieroncomo más cariñosas y maternales con las parejas;más preocupadas por ellos. Suelen hacer sacrifi-cios por ellos (dejan de hacer cosas planeadas odeberes). Tratan de complacerlos. Buscan el amor,no el sexo. Sin embargo, una mujer vio semejan-zas entre ella y los hombres en cuanto al interéspor el sexo.

Lo anterior indica simultáneamente la preva-lencia de la cultura tradicional de las diferenciasy equidades entre los géneros, y la falta de unaconformidad plena en ambos con los comporta-

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cación sexual más amplia, abierta y libre. Así lomanifiestan en su discurso. Lo que reportaronhaber vivido en sus relaciones sexuales se vincu-la con los aprendizajes adquiridos en su familia.Sólo una de las mujeres tomó la iniciativa de in-formarse sobre sexualidad y experimentarla porsu propia cuenta.

Este hallazgo, y los mencionados más arriba,documentan la mayoría de planteamientos for-mulados en la literatura que analiza la diferenciaintergenérica, de subordinación femenina en ge-neral y en las relaciones sexuales en particular.

Conclusiones

La técnica de investigación utilizada —la entre-vista semiestructurada— permitió establecer em-patía entre la entrevistadora y los participantes dela investigación. Fue propicia también para recu-perar el punto de vista de los participantes, lossignificados que ellos le atribuyen a aspectos desu sexualidad y a la propia satisfacción sexual. Laobtención de relatos de los participantes de am-bos sexos dio la posibilidad de identificar diferen-cias intergenéricas en los significados asignados ala satisfacción sexual, tal como se pretendió eneste estudio. También dio la ocasión para encon-trar similitudes entre géneros, y diferencias intra-género, con respecto a los significados de lasatisfacción en las relaciones sexuales.

Entre las diferencias intergenéricas encontradasentre nuestros participantes tenemos las siguien-tes: 1) los hombres asignaron mayor importanciaque las mujeres al orgasmo en la percepción deuna relación sexual como satisfactoria; 2) las mu-jeres recurrieron y valoraron menos a la masturba-ción que los hombres, y esto pareció relacionarsecon un menor disfrute de las relaciones sexualespor parte de ellas; 3) las mujeres señalaron mayorimportancia que los hombres al amor, a fin de ex-perimentar una relación sexual como satisfacto-ria; 4) los hombres y las mujeres expresaron laidea de que, por lo general, a los hombres co-rresponde tomar la iniciativa en las relacionesíntimas y que a las mujeres toca colaborar en ellas;5) los hombres atribuyeron mayor importanciaque las mujeres a las características estéticas delcuerpo de la pareja; 6) los hombres se mostraronmás interesados que las mujeres en obtener co-nocimientos y experiencias sexuales que lasmujeres; 7) los hombres dijeron tener un com-portamiento erótico más atrevido y activo que lasmujeres, para obtener una mayor satisfacción

sexual; 8) los hombres son más sexuales y lasmujeres más complacientes en las relacionessexuales, desde el punto de vista de ambos; 9) laeducación sexual que hombres y mujeres hanrecibido de sus familias son congruentes con laproducción de las diferencias intergenéricasmencionadas.

Sin embargo, las actitudes y comportamientossexuales de algunos hombres y de algunas muje-res fueron distintos a lo estipulado para el cumpli-miento de los roles sexuales de unos y otras, porejemplo, mientras un hombre planteó como idealel ser más amoroso y comprensivo, una mujer seidentificó como activa en la búsqueda del placersexual, esto es, muy parecida a los hombres. Laeducación escolarizada y las lecturas sobre sexua-lidad emprendidas por algún(a) participante pa-recen haber coadyuvado un tanto para tener unavisión y una práctica sexual más igualitaria, máscentrada en la propia individualidad.

Conceptos y nociones de interés, que se pu-dieron derivar de los relatos de los participantes,y que podían someterse a posterior investigación,fueron: a) los hombres son sujetos sexuales, b) lasmujeres son sujetos con poco interés en el placersexual, pero interesadas en dárselo o permitírseloa los hombres, c) los hombres son sujetos compe-tentes y manipuladores en el logro y conducciónde las relaciones sexuales, d) la tradición culturaly religiosa es restrictiva de la sexualidad de lasmujeres, pero también de los hombres, e) la tra-dición clasifica a las mujeres en recatadas e inde-centes en el ejercicio de su sexualidad, f) existenrespuestas sexuales selectivas de los hombres anteuna estética impuesta a los cuerpos de las muje-res, g) la escuela y la producción científica sonfuentes apropiadas para liberar a mujeres y hom-bres de algunas restricciones sexuales no susten-tables, y h) hay una necesidad de cambio personaly social para mejorar la vida sexual de hombresy mujeres.

Por último, se debe proseguir en el futuro enla obtención de hallazgos relacionados con la sa-tisfacción sexual experimentada por las personasde diferente sexo en sus relaciones sexuales y enla indagación de los hechos comportamentalesque se vinculan con los conceptos y nociones co-tidianos mencionados.

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Anexo

Guión temático de la entrevista semiestructurada

Datos Generales:

• Nombre• Edad• Ocupación• Estado civil• Personas con las que vive actualmente• Descripción del panorama escolar• Colonias en que ha vivido• Cantidad de hermanos(as)• Religión que profesa• Preferencia sexual

Respecto al género:

• Las figuras materna y paterna: la más cerca-na, la más determinante

• Platícame ¿qué es una mujer?• Platícame ¿qué es un hombre?• ¿De dónde formaste esas ideas?• Experiencias eróticas observadas en sus pa-

dres (caricias, besos, etc.)• Juegos infantiles, juegos sexuales, juegos de

roles• Opinión sobre el machismo• Opinión sobre el feminismo• Opinión sobre la homosexualidad• Preferencia sexual• Ideas sobre lo que debe ser una pareja (qué

características debe cubrir, cómo debe com-portarse, qué se espera de él o ella)

Respecto a la sexualidad:

• Educación y obtención en cuanto a la temá-tica de la sexualidad

• Tiempo que se toma para leer o conocer sobretemas sexuales

• Interés por adquirir, buscar o explorar sobretemas sexuales

• Opinión frente a la sexualidad• Expectativas en una relación sexual• Ideas sobre lo que espera de una pareja• Comportamientos observados en una mujer

en una relación sexual• Comportamientos observados en un hombre

en una relación sexual• Importancia del amor para establecer una

relación sexual• ¿Piensas que mujer y hombre aman de for-

ma semejante o que hay comportamientosamorosos diferentes en cada género?

• ¿Puedes disociar el sexo del amor?• Vivencias sobre la satisfacción sexual• Búsqueda de la satisfacción sexual• Sentimientos y pensamientos en una relación

sexual• ¿Alguna vez se ha sentido mal por haber

hecho algún contacto sexual? ¿Cuál? Senti-mientos frente a esto

• Opinión sobre lo que debe ser un acto sexual• Importancia de la satisfacción sexual• Experiencias vividas en la obtención del or-

gasmo• Definición del orgasmo• Opinión frente al orgasmo• Vivencias frente al orgasmo• Primera experiencia de orgasmo• Última experiencia de orgasmo• Opinión sobre el placer• Vivencias sobre el placer• Opinión sobre la excitación• Experiencias en cuanto a la excitación• ¿Piensas que hay cosas que no se deben hacer

en el contacto erótico? ¿Qué cosas?• Duración de una relación sexual• Parejas sexuales• Diversidad en prácticas sexuales• ¿Con cuáles prácticas se ha obtenido mayor

satisfacción?• Iniciativa ante una relación sexual• ¿Qué te inhibe en el contacto con el (la)

otro(a)?• Importancia del cuerpo para la sexualidad• ¿Qué te gusta más de tu cuerpo?• Conocimiento y funcionamiento del cuerpo

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• Importancia de la masturbación• Experiencia ante la obtención del placer a

través de la masturbación• Factores alrededor de tu más placentera ex-

periencia sexual• Opinión sobre las fantasías sexuales• Narración de una fantasía sexual

• Importancia del erotismo• Aspectos que son importantes para que se

lleve a cabo el juego erótico• Contextos en los que ha obtenido informa-

ción sobre su sexualidad• Recomendaciones para ellos(as) para experi-

mentar una vida sexual más plena

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Introducción

La gestión de políticas de salud mental que con-templen las necesidades de los actores socialesnecesita apoyarse en resultados de estudios epi-demiológicos serios que muestren tasas reales deprevalencia e incidencia de una psicopatología.La salud y la enfermedad son estados diferentesde adaptación al contexto; según sea el entornoambiental variará el concepto de bienestar físicoy psíquico, permanentemente alterados por loscambios abusivos que el ser humano incorporaen su hábitat concreto de residencia. Las trans-formaciones externas son interiorizadas por lossujetos dando origen a factores psicosocialesnocivos que pueden afectar los comportamientosbiológico y psicológico sanos (Editorial, 1991). La

epidemiología emerge como un método de in-vestigación inapreciable para obtener una visiónglobal de la problemática salud-enfermedad yconocer las necesidades individuales y sociales afin de racionalizar y humanizar el sistema sanitario(Martí Tusquets y Murcia Grau, 1988). Estudiosdiversos realizados en el campo de las cienciassociales y de la salud han mostrado que existe unarealidad biológica (el organismo vivo), una reali-dad epidemiológica (natural o artificialmente seconstata la presencia de factores de riesgo ligadosal ambiente social y a las formas de vida) y unarealidad social y cultural que condicionan diferen-cias en la población frente a la salud, la enferme-dad y la muerte. Abordar seria y científicamentelos problemas de salud mental exige la dimensiónepidemiológica (Casullo y Quesada, 2003).

Síntomas psicopatológicos en adultos urbanosPsychopathological symptoms in urban adults

MARÍA MARTINA CASULLO*

Aceptado: junio de 2004

ResumenSe presentan datos sobre síntomas psicopatológicos obtenidos mediante la administración de la versión en español dellistado de síntomas SCL-90-R (Derogatis, 1994) a muestras de adultos de población general (760) con edades entre 25 y60 años. El objetivo central del presente trabajo es estudiar los síntomas psicopatológicos en adultos que residen en ámbitosurbanos mediante la administración de la versión en español del listado de síntomas SCL-90-R, a fin de poder aplicar latécnica mencionada en estudios epidemiológicos. No se han encontrado diferencias estadísticas significativas, según sexos,para las dimensiones hostilidad, psicoticismo e ideaciones paranoides. Si se tiene en cuenta la variable edad, entre las mujeresmayores (44 a 60 años) es más elevado el Índice de Malestares Positivos que entre los varones de ese grupo etario, entanto que los varones más jóvenes (25 a 36 años) revelan valores promedios más altos que las mujeres de la misma edaden obsesiones y compulsiones.Palabras clave: Adultos. Epidemiología. SCL-90-R.

AbstractA Spanish version of SCL-90-R (Derogatis, 1994) was administered to a sample of adults who live in Buenos Aires city andits suburban area. The aim of the study was to obtain local data on psychopathological symptoms administering the SCL-90-R in order to be able to use it in epidemiological studies. The checklist was answered by 760 adults aging 25 to 60years old (general population). We found statistical significant gender differences in most of the psychopathological dimensionsassessed but there were not found for the dimensions hostility, paranoid ideations and psychoticism. When analyzing thevariable age, we found that the Positive Disorder Index is higher among older women (44 to 60 years old) and thatobsessive-compulsive symptoms are higher in younger men (25 to 36 years old).Key words: Adults. Epidemiology. SCL-90-R.

* Doctora en Psicología, profesora titular de la Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires; investigadora delCONICET y directora del Doctorado en Psicología en la Universidad de Palermo. Tucumán 2162. 8vo. A. (1050), ciudad deBuenos Aires, Argentina. E-mail: [email protected]

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En los estudios epidemiológicos pueden seña-larse diferentes etapas. Una de tipo descriptivo,que se ocupa de identificar los problemas y loscasos importantes. En la analítica se formulan lashipótesis vinculadas con las etiologías posibles, enla experimental se verifican esas hipótesis pormedio de la observación e investigación y en lacuarta o interpretativa se evalúan y discuten losresultados. La epidemiología, como disciplina delcampo de la salud humana, requiere del uso detécnicas válidas y confiables para hacer diagnós-ticos a nivel poblacional o comunitario. La aplica-ción adecuada de ellas permitirá conocer losfactores asociados con el surgimiento de la es-tructura patológica en contextos colectivos, asícomo evaluar los programas preventivos y derehabilitación que se lleven a cabo.

Algunos autores proponen métodos alternativosa fin de poder comprender y determinar la po-sibilidad de su aplicación. Los denominados estu-dios descriptivos tienen por objetivo estimar tasasde prevalencia e incidencia de un trastorno, asícomo las tasas de mortalidad. Los estudios llama-dos analíticos intentan explicar la conformación dela enfermedad, su construcción. Los trabajos detipo descriptivo establecen relaciones entre unapatología y variables sociales y culturales comosexo, nivel de posición social, edad, etnia o cultu-ra, estado civil y región geográfica donde habitanlos sujetos estudiados (Beaglehole, Bonita y Kjells-trom, 1994; Friedman, 1975).

Cuando se trata de estudiar la dimensión epi-demiológica de los procesos psicológicos (cogni-tivos, afectivos y psicosociales) el gran desafío pasapor la definición tanto conceptual como operacio-nal de los constituyentes del denominado procesosalud/enfermedad. ¿Cómo puede caracterizarseuna conducta o comportamiento psicológicamen-te sano? ¿Existe cierto consenso para analizar lasformas posibles de las psicopatologías? Hablar deconsenso supone poder analizar tanto constructosuniversales –éticos– como aquellos que son cultu-ralmente específicos –émicos– (Díaz Loving, 1998).El gran desafío es poder concretar psicodiagnós-ticos válidos y confiables a nivel comunitario.

En este trabajo se presentan y analizan datosargentinos obtenidos mediante la administraciónde un listado de síntomas (SCL-90-R) que puedeser utilizado en estudios epidemiológicos a fin dedetectar poblaciones en riesgo (screening). Nu-merosos artículos publicados analizan este listadode síntomas. Vassend y Skrondal (1999) estudianla estructura factorial de la prueba y señalan algu-nas inconsistencias en las nueve dimensiones que

evalúa; un trabajo llevado a cabo en Noruega conpacientes psiquiátricos internados constata que losautoinformes arrojan puntuaciones más bajas quelas evaluaciones realizadas por profesionales uti-lizando la misma lista de síntomas (Bjorkly, 2002).Estudios realizados sobre la estructura interna dellistado mediante la técnica de análisis de compo-nentes principales, rotando los factores medianteprocedimientos proclusters y varimax permitieronconstatar cierta superposición entre las dimen-siones ansiedad y ansiedad fóbica, así como di-visiones entre algunos ítemes de la dimensiónpsicoticismo. La validez convergente fue estudia-da correlacionando las puntuaciones del SCL-90-R con el MMPI; se encontraron altos coeficientesen todas las dimensiones salvo con la escala depsicastenia del MMPI (Derogatis, 1994). Estudiosrealizados mediante la técnica test-retest enmuestras de pacientes derivados para asistenciapsiquiátrica antes de iniciar el tratamiento a losquince días posteriores a su implementación,encontraron coeficientes de correlación entre0.80 y 0.90, datos que indican la confiabilidaddel instrumento (Casullo, Castro y Solano, 1999).Por otro lado, cuando se piensa en la evaluaciónpsicológica de grandes cantidades de personas,en tanto miembros de un colectivo social a serestudiado, en general se recurre, en un primermomento, a cuestionarios o inventarios auto-administrables. Como hace ya muchos años loexpresara Woodworth (1918), hay que saberaprovechar la capacidad del ser humano de po-der entrevistarse a sí mismo.

El objetivo central del presente trabajo es es-tudiar los síntomas psicopatológicos en adultos queresiden en ámbitos urbanos mediante la adminis-tración de la versión en español del listado de sín-tomas SCL-90-R, a fin de poder aplicar la técnicamencionada en estudios epidemiológicos.

Método

El tipo de estudio fue descriptivo-correlacional.Participantes: sujetos adultos residentes en el

área urbana de la ciudad de Buenos Aires y elconurbano bonaerense. La participación en lainvestigación fue voluntaria y anónima.

Descripción de la muestra

Total de la muestra: 760 sujetos, 379 varones y381 mujeres. Lugar de residencia: 51% reside enla ciudad de Buenos Aires; 42% en el Conurbano

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Bonaerense; 5% en la provincia de Buenos Ai-res; 2% no contesta.

Interesa destacar que del total de residentesen el Conurbano sólo el 24% informa que nacióen esa región, mientras que para la ciudad deBuenos Aires el porcentaje de nacidos y residen-tes es prácticamente el mismo (51% y 50% res-pectivamente). En el Conurbano Bonaerense elmayor porcentaje de residentes actuales, notable-mente mayor a los nacidos allí puede ser inter-pretado como resultado de migraciones: 9%nacidos en la provincia de Buenos Aires, 11% enel resto del país y 2% de países limítrofes.

La muestra está integrada por los grupos deedades siguientes:

Edades N %25 a 36 años 272 35.837 a 43 años 235 30.944 a 60 años 253 33.3

Técnica para la obtención de datose instrumento

Se ha trabajado con el listado de síntomas diseña-do por Derogatis (1994) conocido como Symp-tom Check List-90-Revisado o SCL-90-R. En estaoportunidad se han relevado datos en poblaciónadulta, ya que en los últimos años se ha trabajadosólo con muestras de adolescentes (Casullo yCastro Solano, 1999; Casullo y Fernández Lipora-ce, 2001; Casullo, Cruz, González y Maganto,2003). La técnica evalúa síntomas que el sujetoque responde experimenta en ese momento oha vivenciado hace poco tiempo (una semana);no se propone evaluar la personalidad ni sus tras-tornos. Requiere un nivel mínimo de compren-sión lectora que, en caso de ser muy bajo, sereemplaza por la lectura de cada ítem a cargo delprofesional evaluador. La respuesta a ser marcadaen la hoja correspondiente ofrece cinco opciones,sobre la base de una escala tipo Likert. El SCL-90-R puede administrarse en la forma de cuaderni-llo/hoja de respuesta o en una edición especialpor computadora (PC) que se responde informá-ticamente. El Listado de Síntomas SCL-90-R desa-rrollado por Derogatis permite evaluar patrones oclusters de síntomas presentes en un sujeto; pue-de utilizarse tanto en tareas epidemiológicas, co-munitarias y de diagnóstico clínico individual.

Está integrado por 90 ítemes que se respon-den con base en una escala de cinco puntos (0-4). El sujeto marca su respuesta teniendo en cuenta

lo que ha sentido y pensado durante la última se-mana y tiene cinco opciones: nunca, muy poco,poco, bastante, mucho.

Es aplicable a personas entre 13 y 65 años deedad.

Las respuestas son evaluadas en función denueve dimensiones primarias y tres índices glo-bales de malestar psicológico. Estas dimensionesfueron definidas sobre la base de criterios clíni-cos, racionales y empíricos.

1. Somatizaciones: evalúa la presencia de ma-lestares que la persona percibe relacionados condiferentes disfunciones corporales (cardiovascu-lares, respiratorias y gastrointestinales).

2. Obsesiones y compulsiones: incluye sínto-mas que se identifican con el síndrome clínicodel mismo nombre: pensamientos, acciones e im-pulsos que son vivenciados como imposibles deevitar o no deseados.

3. Sensibilidad interpersonal: detecta la pre-sencia de sentimientos de inferioridad e inade-cuación, en especial cuando la persona se comparacon sus semejantes.

4. Depresión: los ítemes son una muestra re-presentativa de las principales manifestaciones clí-nicas de un trastorno de tipo depresivo: estado deánimo disfórico, falta de motivación, poca energíavital, sentimientos de desesperanza e ideacionessuicidas.

5. Ansiedad: evalúa la presencia de signos ge-nerales de ansiedad tales como el nerviosismo,tensión, ataques de pánico y miedos.

6. Hostilidad: se hace referencia a pensamien-tos, sentimientos y acciones característicos de lapresencia de afectos negativos relacionados conel enojo.

7. Ansiedad fóbica: este malestar alude a unarespuesta persistente de miedo (a personas espe-cíficas, lugares, objetos y situaciones) que es ensí misma irracional y desproporcionada con el es-tímulo que la provoca.

8. Ideación paranoide: evalúa trastornos delpensamiento, tales como pensamientos proyecti-vos, suspicacia y, temor a la pérdida de autonomía.

9. Psicoticismo: incluye síntomas relacionadoscon sentimientos de soledad, estilo de vida esqui-zoide, alucinaciones y control del pensamiento.

Ítemes adicionales

Estos siete ítemes no se incorporan a las nuevedimensiones pero tienen relevancia clínica: 19 (po-co apetito), 44 (problemas para dormir), 59 (pen-samientos sobre la muerte o morirse), 60 (comer

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en exceso), 64 (despertarse muy temprano), 66(sueño intranquilo) y 89 (sentimientos de culpa).

Índices globales

Índice de severidad global (IGS): es un buen indi-cador del nivel actual de la gravedad del malestar.Combina el número de síntomas reconocidoscomo presentes con la intensidad del malestarpercibido.

Se calcula sumando las puntuaciones obteni-das en las nueve dimensiones y en los ítemes adi-cionales.

Total de síntomas positivos (STP): se lo estimacontando el total de ítemes que tienen una res-puesta mayor que cero.

En sujetos de población general, puntuacionesbrutas o inferiores a tres en varones o a cuatro enmujeres, son consideras indicadores de un inten-to consciente de la persona de mostrarse mejorde lo que realmente está (imagen positiva).

Puntuaciones brutas superiores a 50 en varo-nes y a 60 en mujeres indican tendencia a exa-gerar la presencia de patologías.

Indice de malestar positivo (PSDI): pretendeevaluar el estilo de respuesta indicando si la per-sona tiende a exagerar o a minimizar los males-tares que la aquejan. Se calcula dividiendo la sumatotal de las respuestas dadas a los ítemes por elvalor obtenido en Síntomas Totales Positivos (STP).

Puntuaciones extremas en este índice tambiénsugieren patrones de respuestas que deben ana-lizarse en términos de actitudes de fingimiento.

Numerosos estudios han permitido constatarla invariancia factorial de la técnica y su validezdiscriminante, así también como su consistenciainterna y confiabilidad test-retest, como ya ha sidoseñalado.

El Inventario se evalúa e interpreta de acuer-do a los siguientes criterios:

1. Se calculan las puntuaciones directas o bru-tas para cada una de las nueve dimensionesy los tres índices.

2. Se suman los valores asignados a cada ítem yse divide ese total por el número de ítemesrespondidos.

3. Se convierten esas puntuaciones directas enpuntuaciones T (Media = 50 y D.T. = 10).También se puede trabajar con percentiles.

4. Se considera indicativa de una persona ENRIESGO toda puntuación T superior a 63.

5. Indica presencia de patología severa toda pun-tuación igual o superior a T 75 (percentil 98).

6. Existen baremos diferenciados según la va-riable sexo.

Procedimiento

La técnica fue administrada a personas de pobla-ción general por alumnos que cursaron la asignatu-ra Teoría y Técnicas de Exploración y Diagnóstico,Módulo 1, Cátedra 2 (Facultad de Psicología, UBA)en el segundo cuatrimestre del año 2003. Esta tareaformó parte de las actividades prácticas obligato-rias de la materia. La participación de las perso-nas que conformaron la muestra fue anónima yvoluntaria. Del total de casos relevados se eligie-ron al azar aquellos que integraron cada uno delos tres grupos de edades. Los participantes mar-caron sus respuestas en versiones impresas de latécnica.

Resultados

En la tabla siguiente se consignan los valores pro-medio y de dispersión para el total de la muestrateniendo en cuenta la diferenciación entre las sub-muestras masculina y femenina. Dado que la téc-nica usa una escala tipo Likert con cinco opcionesde respuesta, respetando la propuesta original del

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Tabla 1. Valores promedio y de dispersión.Comparaciones según sexos

Mujeres VaronesSíntomas N: 381 N: 379

M d.t. M d.t. «t»Somatizaciones 0.85 0.62 0.57 0.48 *Obsesiones, 1.12 0.70 1.0 0.69 *CompulsionesSensibilidad 0.85 0.63 0.69 0.59 *interpersonalDepresión 1.05 0.69 0.81 0.59 *Ansiedad 0.96 0.64 0.74 0.56 *Hostilidad 0.80 0.66 0.78 0.65Ansiedad fóbica 0.41 0.51 0.29 0.39 *Ideaciones 0.90 0.78 0.85 0.71paranoidesPsicoticismo 0.52 0.49 0.46 0.47Índice Severidad 0.16 0.09 0.13 0.07 *GlobalTotal de 38.78 16.71 33.82 17.05 *síntomas PositivosÍndice de 1.90 0.48 1.81 0.45 *malestar Positivo

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Tabla 2. Promedio de las puntuacionesmás altas obtenidas para hombres

y mujeres

Varones Mujeres1) Obsesiones 1) Obsesiones

y compulsiones y compulsiones2) Ideas paranoides 2) Depresión3) Depresión 3) Ansiedad4) Hostilidad 4) Ideas paranoides

autor, se procedió a hacer un análisis paramétri-co de los datos.

En la comparación entre géneros, NO se en-contraron diferencias estadísticas significativas entres de las dimensiones evaluadas: hostilidad,ideación paranoide y psicoticismo (prueba t deStudent).

De las nueve dimensiones psicopatológicasque analiza esta escala, los valores promedio másaltos obtenidos, para cada sexo, correspondierona las siguientes:

Cabe afirmar que, en términos globales, lossentimientos de ansiedad y hostilidad son los quemás diferencias presentan entre géneros: los va-rones admiten sentirse más hostiles (agresivos) ylas mujeres más tristes y deprimidas.

Se procedió a realizar un análisis de las respues-tas a cada uno de los 90 ítemes que integran la listade síntomas. En la consigna se pidió a los sujetosque marcaran cada uno de tales ítemes pensandoen cómo se habían sentido durante la última se-mana, en qué medida ese problema les habíapreocupado o molestado. Se analizaron solamentelas respuestas a las opciones bastante y mucho conporcentajes superiores al 20% (ver tablas 3 y 4).

Tabla 3. Ítemes con porcentaje superioral 20% en varones

Varones43% Me preocupo demasiado por lo que pasa.34% Nerviosismo.29% Comer demasiado.23% Sentir que algo anda mal en mi cuerpo.22% Dolores en la espalda.22% Estar inquieto; no poder estar sentado

sin moverme.21% Sentir que todo me cuesta mucho

esfuerzo.

Tabla 4. Ítemes con porcentaje superioral 20% en mujeres

Mujeres52% Me preocupo demasiado por lo que pasa.38% Dolores en la espalda.30% Sentir que todo me cuesta mucho

esfuerzo.26% Sentirme muy nerviosa, agitada.26% Comer demasiado.25% Sentirme triste.25% Sentir que algo anda mal en mi cuerpo.23% No poder terminar las cosas que empecé

a hacer.23% Dormir con problemas, muy inquieta.22% Tener dificultades para tomar decisiones.21% Sentirme herida en mis sentimientos.21% Nauseas o dolor de estómago.21% Sentir que no me valoran como merezco.

El 1% de las mujeres consignó como respuestabastante o mucho el haber pensado en quitarsela vida.

Aunque existen problemáticas en común, comopuede inferirse de la lectura de los porcentajesenunciados, es posible pensar que en las mujerespredominaron sentimientos de inseguridad fren-te a la toma de decisiones, tristeza, dolor y elsentirse poco valoradas a pesar de los esfuerzos,mientras que en la muestra masculina aparecenseñalados con más frecuencia síntomas relacio-nados con el nerviosismo y la falta de calma, lainestabilidad psicomotora. Las personas de am-bos sexos reconocieron como síntomas principa-les el preocuparse demasiado por lo que lessucedía y el sentir que hacer las cosas cotidianasrequería mucho esfuerzo que se experimentabaprincipalmente a nivel corporal, sobre todo entrelos varones.

También se estudió la probable existencia dediferencias estadísticas significativas entre hom-bres y mujeres en los valores promedio de lasnueve dimensiones e índices globales según lavariable edad. Sólo se encontraron diferencias concierta significación estadística (t de Student), re-codificando la categorización de las edades, enel Índice Positivo de Malestar (PSDI), siendo leve-mente más alto para el grupo de mujeres deedades entre 48 y 60 años (p = < 0,03) en com-paración con los hombres. En el Índice de Seve-ridad, también para este grupo etario, se observóuna diferencia marginal (p = < 0,06). A partir de

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estos datos puede decirse que a mayor edad,pareciera que existe cierta tendencia a exageraro fingir la gravedad de los malestares que se pa-decen a la vez que, simultáneamente, se recono-ce la presencia de más malestares que entre lasmujeres más jóvenes.

En la tabla 5 se indican las puntuaciones direc-tas o brutas correspondientes a los puntajes trans-formados T 50 ( promedio), T 63 ( síntomas consignificación clínica moderada) y T 75 ( severidadclínica).

Si se considera la variable edad según los tresgrupos, 25 a 36 años, 37 a 43 años y 44 a 60 años,se verifica, para el total de la muestra, que no hubodiferencias estadísticas significativas entre losvalores promedios de las dimensiones evaluadaspor el listado SCL-90-R.

Si se tienen en cuenta esos tres grupos deedades y la variable género (masculino y femeni-no), se constata que al calcular la significación dela diferencia entre valores promedios con la prue-ba t, sólo se encontró una diferencia con signifi-cación estadística (p =< 0.01) en el Índice Positivode Malestar, siendo éste mayor entre las mujeresde 48 a 60 años. En la muestra total de varonestambién se ha encontrado una sola diferencia es-tadística significativa (p = < 0.01) en la dimen-sión que evalúa síntomas obsesivos-compulsivos.Los valores promedios fueron más altos para elgrupo que tiene entre 25 a 36 años, los más jó-venes.

Del total de sujetos evaluados con edades entre25 y 36 años, fueron las mujeres las que recono-

cieron mayor presencia de somatizaciones, inse-guridad social, depresión y ansiedad. Las mujerescon edades entre 37-43 años revelaron tambiénmayores somatizaciones y sintomatología depre-siva que los varones. Entre las mujeres de 44 a 60años se encontró mayor presencia de somatiza-ciones, obsesiones y compulsiones, inseguridad,depresión, ansiedad, fobias, psicoticismo, el índi-ce de severidad global y el de malestares positi-vos así como el total de síntomas positivos, queentre los varones de esa misma edad. Los indica-dores de hostilidad e ideaciones paranoides nose diferenciaron según sexo en este grupo depersonas mayores.

Discusión y Conclusiones

El estudio realizado permite contar con datos ar-gentinos correspondientes a adultos urbanos, ela-borados a partir de la administración de unatécnica de evaluación de síntomas psicopatoló-gicos.

La información obtenida indica que sólo entres del total de las dimensiones estudiadas no haydiferencias según sexos: hostilidad, ideacionesparanoides y psicoticismo, salvo entre las muje-res de edades más avanzadas donde el nivel másalto de síntomas psicóticos las diferencia de losvarones de su misma edad y entre varones de 25a 36 años donde los síntomas obsesivos compul-sivos son más elevados. También se comprueba

Tabla 5. Distribución de las puntuaciones directas según puntajes transformadosT para ambos sexos

Mujeres VaronesSíntomas N: 381 N: 379

T50 T63 T75 T50 T63 T75Somatizaciones 0.85 1.65 2.40 0.57 1.20 1.78Obsesiones, compulsiones 1.11 2.02 2.87 1.0 1.89 2.72Sensibilidad interpersonal 0.85 1.67 2.43 0.69 1.46 2.17Depresión 1.05 1.94 2.76 0.81 1.58 2.29Ansiedad 0.96 1.78 2.55 0.74 1.47 2.14Hostilidad 0.80 1.67 2.46 0.78 1.62 2.40Ansiedad fóbica 0.41 1.08 1.70 0.29 0.80 1.27Ideaciones paranoides 0.90 1.92 2.85 0.85 1.76 2.61Psicoticismo 0.53 1.17 1.76 0.46 1.07 1.63Índice Severidad Global 0.16 0.27 0.38 0.13 0.23 0.31Total de Síntomas Positivos 38.78 60.49 80.57 33.8 55.98 76.46Índice de Malestar Positivo 1.90 2.52 3.09 1.81 2.39 2.93

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que los valores promedio son mayores en lamuestra de mujeres.

Los datos presentados deben ser interpretadosteniendo en cuenta que los problemas psicopa-tológicos humanos tienen una naturaleza sistémi-ca, no lineal. La cuantificación de un fenómenoo proceso psicológico está siempre basada en ope-raciones que subyacen en distinciones primariasde tipo cualitativo. Al interpretar los datos que sehan presentado es necesario tener en considera-ción las dimensiones sociales y culturales queguían a los sujetos a responder un inventario ocuestionario de una manera determinada (Mat-sumoto, 2003). Las dimensiones psicopatológicasevaluadas reflejan tanto variaciones subjetivascomo interindividuales. Como todo proceso psi-cológico requieren diferentes niveles de análisisy deben ser estudiadas desde algún modelo teó-rico.

Como bien señala Valsiner (2004) es posiblediferenciar dos funciones implícitas en todas lasteorías psicológicas:

1. Son herramientas que permiten mirar de unamanera novedosa los datos que se analizancon la finalidad de poder comprenderlos yexplicarlos o,

2. Reflejan posiciones mentales (y socio-ideo-lógicas) que se sostienen por la simple razónde adherir al mercado epistémico hegemó-nico.

En el quehacer científico es preferible quepredomine la primera de las posiciones mencio-nadas, aunque la historia del surgimiento y man-tenimiento de las teorías psicológicas pone enevidencia que algunos sistemas teóricos como elconductismo, el psicoanálisis o la psicometría –amodo de ejemplos– han llegado a convertirse enortodoxias en momentos históricos específicos.

La investigación empírica es esencial para laconstrucción de un sistema teórico; es esa cons-trucción la que conforma el conocimiento cien-tífico y no la mera acumulación de datos.

Los géneros sexuales se conforman en elcontexto de valores que orientan las construccio-nes de identidades. La masculinidad y la feminei-dad aparecen asociadas con formas diferentes demanifestar algunos malestares psicológicos y físi-cos. En los últimos veinte años se han concretadoestudios que ponen de manifiesto diferenciassignificativas en la forma de enfermar y morirentre hombres y mujeres. Otro factor importantees la edad: las mujeres adultas de 45 a 65 años

que son únicamente amas de casa manifiestantener más síntomas negativos de salud física (do-lores de cabeza, reuma, insomnio y gripe) y en-tre quienes realizan trabajos fuera del hogaraparecen síntomas de depresión, tristeza, abati-miento y soledad. Las mujeres reconocen tenermás problemas de salud, pero viven más que loshombres (Sánchez López, 2003).

Es necesario crear una perspectiva teóricaenriquecedora desde la cual se analicen e inter-preten los datos presentados y evitar simplemen-te seleccionar una muy establecida o consolidada.Constituye todo un desafío dejar de ser meros con-sumidores de modelos teóricos vigentes y sercapaces de transformarlos o recrearlos, a fin deinterpretar y aplicar la información obtenida demaneras cultural y socialmente válidas. Como yase ha señalado, las diferencias más importantesencontradas en el estudio realizado se dan entrelos sexos y pocas según la edad cronológica. Si setoma como punto de referencia la puntuacióntransformada T 63 (tabla 5) que indica presenciade patología moderada, para somatizaciones, ob-sesiones y compulsiones, sensibilidad interperso-nal, depresión, ansiedad, ansiedad fóbica, índicede severidad global, total de síntomas positivos eíndice de malestar positivo, siempre el valor esmás alto en la población femenina. Los datos con-signados en la tabla 1 muestran que las mujeresreconocen mayor presencia de síntomas en nue-ve de las doce dimensiones evaluadas. Posible-mente ese mayor reconocimiento obedezca a laexistencia de normativas culturales vigentes queasocian ciertos tipos de malestares psicológicoscon la identidad femenina o a que el padecimien-to de esos malestares forman parte de la cons-trucción de tal identidad y no de la masculina.Por otra parte, el análisis de porcentajes de res-puestas con mayor valoración en el listado desíntomas por sexos revela que tanto hombres comomujeres señalan con más frecuencia preocupa-ción por lo que está sucediendo, pero a conti-nuación y tomando porcentajes decrecientes, lasmujeres señalan dolores de espalda, tener queesforzarse demasiado en sus quehaceres cotidia-nos y sentirse muy nerviosas y agitadas, en tantoque los hombres ubican el nerviosismo, comerdemasiado y preocupaciones por la salud corpo-ral. Es importante tener en cuenta que el 1% delas mujeres argentinas evaluadas admitió haberpensado en quitarse la vida, respuesta que no seregistra en las respuestas masculinas. Los datosfueron relevados durante el año 2003, época enque Argentina empezó a intentar recuperarse de

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Política editorial y evaluación de manuscritos

La política editorial de la revista es publicar artículos sobre temas relevantes de la psico-logía como ciencia y profesión, que sean de interés y tengan impacto en la disciplina.

La revista acepta para su publicación artículos de investigación sobre las principales áreas(psicología de la salud, psicología clínica, psicología política, psicología experimental,psicología del género, psicología comunitaria, etc.) que proporcionen un avance en ladisciplina.

Excepcionalmente se aceptarán trabajos teóricos; éstos deberán significar una contribu-ción sobre el estado actual de un tópico de la psicología contemporánea. Dentro de suproceso de revisión por pares (doble-ciego) cuenta con la participación de investigadoresde alto nivel y probada calidad científica y metodológica para la crítica editorial de losmanuscritos que recibe.

La crítica editorial de la Revista Psicología y Ciencia Social cumple dos finalidades: porun lado, hacer una recomendación debidamente fundamentada sobre la pertinencia deun manuscrito, y por otro, retroalimentar a los autores sobre la calidad del trabajo, indi-cando no sólo aciertos y fallas, sino describiendo al autor, cuando se trate de fallas, lospasos que debería seguir para corregirlas.

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Instrucciones para los autores

1. Los manuscritos deberán entregarse en original y tres copias a:

Revista Psicología y Ciencia SocialUniversidad Nacional Autónoma de México, FES-Iztacala

Av. de los Barrios núm. 1, C.P. 54090Tlalnepantla, Edo. de México

Proyecto de investigación en nutrición, División de investigación y posgrado de la FES-Iztacala,fax: 5390 7604, tel.: 5623 1298, ext.: 410 y 409

2. Los trabajos deberán seguir, en todas sus secciones, los lineamientos del Manual de publicaciones de la American PsychologicalAssociation (1983).

3. El título, tanto en inglés como en español, autor(es) y afiliación(es) deberán aparecer en una hoja independiente.4. Todo trabajo deberá contener un resumen, tanto en español como en inglés, que conste de 100 a 150 palabras, me-

canografiado en una hoja independiente, así como una lista de 2 a 5 palabras clave, en español e inglés.5. Los artículos regulares tendrán una extensión mínima de diez y máxima de veinte cuartillas a doble espacio, 70 caracteres

por renglón incluyendo referencias.6. Se aceptarán excepcionalmente comunicaciones breves, mismas que tendrán una extensión máxima de 9 cuartillas.7. Las figuras e imágenes deberán entregarse en impresión de alta calidad, señalando su lugar en el texto.8. En el caso de gráficos de datos, se presentarán en formato de HARVARD GRAPHICS o EXCEL; para tablas de datos,

además de estos formatos, también se podrá utilizar el formato WORD 6.0. Todos los elementos de las figuras deberánser lo suficientemente grandes para ser legibles cuando se haga la reducción a un ancho de 8.5 cms.

9. Anexar una carta en la que el autor asegure que el manuscrito no se está sometiendo a consideración en otra publicacióny que no se ha publicado anteriormente. Dicha carta deberá incluir nombre(s), domicilio(s), afiliación(es), teléfono(s) ytítulo del trabajo.

10. En caso de aceptación y atendidas las sugerencias de los revisores, se presentará en un disquete el archivo correspondienteen procesador Winword 6.0 sin ningún tipo de formato (No se aceptan trabajos en formato de Macintoch). El trabajoeditorial sobre textos enviados en disquete reduce el número de errores y el tiempo de proceso de edición. Las figurase imágenes deberán agregarse en un archivo en el disquete con formato .pcx; .bmp o .tif, indicando el nombre del archivocorrespondiente a cada figura, tabla o gráfico.

11. Los autores de trabajos de investigación deberán conservar los datos crudos durante los cinco años siguientes a la pu-blicación del trabajo.

12. Cada artículo se someterá a la consideración de tres revisores o más de nuestro Consejo Editorial, en forma anónima.13. La Revista Psicología y Ciencia Social ofrecerá un ejemplar de la revista al autor. Si el autor requiere un número mayor,

podrá adquirirlas en la Gerencia de la Revista.

Estilo para citas en el texto y listado de referencias

No citar a pie de páginasEjemplos para citar en texto:De acuerdo a Blundell (1981), toda conducta tiene lugar en contexto de actividad cerebral continua...

...la norfenfluramina ha mostrado inhibir la alimentación (Grinker, Marinescu & Leibowitz, 1982; Leibowitz & Shor-Posner,1986; Levitsky & Troyano, 1992).

Las referencias deben ir en orden alfabético y en el siguiente estilo:

Artículo de revistaFletcher, P. J. & Coscina, D. V. (1993). Injecting 5-HT into the PVN does not prevent feeding induced by injecting 8-OH-

DPAT into the raphe. Pharmacology Biochemistry and Behaviour, 46(1), 487-491.

LibroHernández, S. R., Fernández, C. & Baptista, L. P. (1991). Metodología de la Investigación. México: McGraw Hill.

Capítulo de libroGarattini, S., Mennini, T., Bedetti, C., Invernizi, R. & Samanin, R. (1986). Neurochemical mechanism of action of drugs

which modifity feeding via the serotonergic system. En S. Nicoladis (Ed.). Serotonergic System Feeding and Body Weight Regulation(pp. 15-38). Londres: Academic Press.

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