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Retos y perspectivas de la educación ambiental en la educación básica1
Armando Sánchez Martínez
En este escrito se presentan primero los antecedentes curriculares y después los
de formación y capacitación docente de la educación ambiental en la educación
básica, a partir de la reforma educativa de 19932. Posteriormente, se esboza un
balance de lo realizado a la fecha, con énfasis en los resultados educativos, no
relacionados con la educación ambiental porque para esta no existen datos, pero
sí con base en los aprendizajes esperados que han reportado Enlace y Excale, así
como las conclusiones de la evaluación del Programa Nacional de Actualización
Permanente de Maestros de Educación Básica en Servicio (PRONAP) y de
algunos expertos sobre el impacto de la educación ambiental en la ciudadanía. Al
final se presentan los retos y perspectivas de la educación ambiental en la
educación básica, pero en un contexto social amplio ya que no será solo labor de
la educación formal alcanzar las transformaciones que no se han logrado.
Antecedentes curriculares
En la asignaturas de Ciencias Naturales y de Geografía hay contenidos explícitos
relacionados con la educación ambiental desde el Plan y programas de 1993
(SEP, 1993a y b), tanto en primaria como secundaria, así como en la posterior
asignatura de Formación Cívica y Ética que comenzó en el ciclo escolar 1999–
2000 en secundaria (DOF, 1999) y después en primaria (DOF, 2008a). Por otro
lado, desde 1993 algunas de las asignaturas estatales están relacionadas con la
educación ambiental y, a partir de 2008, en unas se incluye el complemento “para
la sustentabilidad”.
1 Texto basado en la ponencia presentada en el Conversatorio “La educación ambiental en la educación básica” en el III Foro Nacional de Educación Ambiental, ciudad de Veracruz 21 de octubre de 2012. La versión original se pueden descargar en las memorias del Foro, en www.fneas.buap.mx/. 2 Para una revisión más detallada de lo realizado de 1993 a 2002 se sugiere consultar Sánchez (2002).
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En los planes y programas de estudio de educación secundaria de 2006
(SEP, 2006) y de educación primaria 2009 (SEP, 2009) se planteó a la educación
ambiental como uno de los contenidos transversales de relevancia social.
En el Plan y programas de estudio de educación secundaria 2006 se hace
referencia explícita a “que los egresados de educación básica:
Ø “Comprendan la evolución conjunta y la interacción de los seres humanos
con la naturaleza, desde una visión que les permita asumirse como parte
del ambiente, y valoren las consecuencias de sus actividades en el plano
local, nacional y mundial.
Ø “Comprendan que su comportamiento respetuoso, el consumo responsable
y la participación solidaria contribuyen a mantener o restablecer el equilibrio
del ambiente, y favorecen su calidad de vida presente y futura” (SEP, 2006,
p. 21).
En el Acuerdo número 592 por el que se establece la Articulación de la
Educación Básica, se retoma lo anterior y se aclara que “estos temas favorecen
aprendizajes relacionados con valores y actitudes sin dejar de lado conocimientos
y habilidades” (SEP, 2011b, p. 28). Por otro lado, el rasgo h) del perfil de egreso
plantea que el alumno “Promueve y asume el cuidado de la salud y del ambiente
como condiciones que favorecen un estilo de vida activo y saludable” (SEP,
2011b, p. 32), lo cual tiene su antecedente en el Plan y programas de estudio de
educación secundaria 2006. Lo importante de este acuerdo es que homogeneiza
el tratamiento de la educación ambiental en los tres niveles educativos: preescolar,
primaria y secundaria. En especial es más relevante lo anterior para preescolar ya
que en el Programa de estudios 2004 solo se hacía referencia, como parte del
campo formativo Exploración y conocimiento del mundo, a la siguiente
competencia: “Participa en la conservación del medio natural y propone medidas
para su preservación” (SEP, 2004a, p. 86).
Lo anterior se amplió a la educación media superior (EMS) desde 2008 con
la llamada reforma integral de este nivel educativo, al definirse el último rasgo de
su perfil de egreso de la siguiente manera: “Contribuye al desarrollo sustentable
de manera crítica, con acciones responsables”, con los siguientes atributos:
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Ø “Asume una actitud que favorece la solución de problemas ambientales en
los ámbitos local, nacional e internacional.
Ø “Reconoce y comprende las implicaciones biológicas, económicas, políticas
y sociales del daño ambiental en un contexto global interdependiente.
Ø “Contribuye al alcance de un equilibrio entre los intereses de corto y largo
plazo con relación al ambiente” (DOF, 2008b).
Por cierto, en este nivel educativo el perfil de egreso son “las competencias
genéricas que han de articular y dar identidad a la EMS”, en total son once
agrupadas en seis categorías generales: Se autodetermina y cuida de sí, Se
expresa y comunica, Piensa crítica y reflexivamente, Aprende en forma autónoma,
Trabaja en forma colaborativa y Participa con una conciencia cívica y ética. Cada
competencia tiene varios atributos y la competencia o rasgo del perfil de egreso
relacionado con la educación ambiental es la tercera de la última categoría.
De esta manera se puede concluir que al menos un esquema común está
planteado para la educación ambiental en los tres niveles de la educación básica y
en la educación media superior, todos con un enfoque común por competencias.
Formación inicial y continua De 1997 a 2000 se publicaron los libros para el maestro de Ciencias Naturales de
tercero, cuarto, quinto y sexto grados, en los que se incluyeron recomendaciones
didácticas vinculadas con la educación ambiental. En cada una de estas
recomendaciones se presentaba un texto sobre la relevancia del tema, una
secuencia de actividades para favorecer el aprendizaje y el desarrollo de
habilidades y actitudes en los alumnos, así como algunas ideas comunes de los
niños respecto a los contenidos a tratar e información específica.
Lo anterior se reforzó en 2001 con el curso La enseñanza de las Ciencias
Naturales en la escuela primaria (SEP, 2001a y b), en el cual se revisaba la
propuesta de educación ambiental de los libros de texto de dicha asignatura.
Además, se ofreció el taller breve El uso eficiente del agua desde las escuelas
primarias (SEP, 2000a) para desarrollar una cultura del agua, vinculada también
con los libros de texto, el cual fue elaborado con la colaboración del Instituto
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Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA) y la Comisión Nacional del Agua
(CONAGUA). Este taller, a partir de 2003 fue parte del tercer módulo del Curso
General de Actualización (CGA) La problemática ambiental desde la escuela y el
salón de clases (SEP, 2004 b, c y d); este curso en total estaba estimado para 50
horas de estudio y se elaboró en colaboración con el Centro de Educación y
Capacitación para el Desarrollo Sustentable (CECADESU) y para el módulo II con
la Comisión Nacional para el Ahorro de Energía (CONAE).
Por otro lado, con anterioridad también se ofreció el curso nacional
Educación Ambiental en la Escuela Secundaria (SEP, 1999a, b y c) cuyos
materiales se elaboraron con el CECADESU, como parte de un convenio de
colaboración suscrito por la Secretaría de Educación Pública y la entonces
denominada Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca. Todos
estos cursos formaron parte del Programa Nacional de Actualización Permanente
de Maestros de Educación Básica en Servicio (PRONAP).
El enfoque de la educación ambiental del Plan y programas de 1993 se
incorporó en la nueva licenciatura en Educación Primaria a partir de 1999, en las
asignaturas Ciencias Naturales y su enseñanza I y II (SEP, 1999d y e). En la
especialidad de biología del Plan de la licenciatura en Educación Secundaria
(SEP, 1999f) se incluyó la asignatura Educación ambiental y para la salud, para
ofrecer el sustento teórico básico de los temas de estos campos de estudio,
incorporados de manera transversal a lo largo de esta licenciatura.
Con los cambios curriculares de 2004 a 2009 se fue trasformando la
formación continua, principalmente se fueron cerrando gradualmente los cursos
nacionales del PRONAP; se convocó a los docentes a presentar los Exámenes
Nacionales de Actualización de los Maestros de Educación Básica en Servicio
(ENAMS), sin necesidad de cursos; y las autoridades educativas estatales
integraron catálogos con diferentes opciones de formación a partir de la
participación de muchas instituciones educativas de todo el país, con base en los
Programas Rectores Estatales de Formación Continua (PREFC).
Por ejemplo, el Catálogo Nacional de Formación Continua y Superación
Profesional para Maestros de Educación Básica en Servicio, Ciclo Escolar 2011-
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2012. Examen de Preparación Profesional de Docentes en Primaria Regular,
ofreció para la educación ambiental las siguientes opciones:
Ø 2 cursos de formación (40 hrs.) en Yucatán y Sonora.
Ø 6 diplomados (120 a 180 hrs.) en Guerrero, Quintana Roo, Michoacán, Baja
California Sur, Tlaxcala y Morelos.
Ø 2 especialidades en Veracruz y Sinaloa.
Ø 1 maestría en Nuevo León.
Balance A pesar de los esfuerzos sostenidos desde 1996, año en que empezaron a usarse
los primeros libros de texto en educación primaria relacionados con la educación
ambiental producto de la reforma de 1993, así como de las futuras acciones que
han tenido continuidad hasta la actualidad, se considera que el impacto no ha sido
relevante (González, 2012). Para empezar, la evaluación de los aprendizajes
promedio de los alumnos ha mostrado resultados deficientes. La tabla 8 de la
página 21 mostró los altos porcentajes de alumnos a nivel nacional de Enlace
2011 con resultados insuficientes en Español y Matemáticas para primaria y
secundaria.
En 2008 que se aplicó por primera vez Enlace a las asignaturas de Ciencias
Naturales y los resultados fueron también desalentadores: 38% de los alumnos de
nivel primaria obtuvieron resultados insuficientes y 41% elemental; en secundaria
los porcentajes fueron 20% y 61% respectivamente.
Los resultados de Excale 2008 de Biología en 3º de secundaria muestran que el
24% de los alumnos estuvo por debajo del nivel básico, 63% en el nivel básico,
11% en el medio y solo 2% en el avanzado (INEE, 2009).
Por otro lado, la evaluación del PRONAP realizada por la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales da cuenta de que no se obtuvieron las
mejoras esperadas para superar por parte de los docentes los “elementos teórico
metodológicos insuficientes para ejercer su función adecuadamente” (FLACSO,
2008, p. 8). Aunque se involucró a las entidades federativas en el diseño de sus
Programas Rectores Estatales de Formación Continua (PREFC), el informe
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concluye que “se registra que este cambio ha sido débilmente acompañado de
una estrategia de evaluación sistemática que permita valorar la efectividad del
Programa” (FLACSO, 2008, p. 122). También se señala que una tarea pendiente
es la focalización, por ejemplo, en este caso para saber el impacto de las
diferentes opciones de educación ambiental que se han ofrecido de 1999 a la
fecha (FLACSO, 2008, p. 122).
Aunque no existen evaluaciones que reporten el impacto de la educación
ambiental en los alumnos de cualquier nivel educativo ni en la ciudadanía, análisis
como el realizado por la Academia Nacional de Educación Ambiental (ANEA), en
el Foro Tbilisi +31, (Súcar, 2011) y el de Gutiérrez-Pérez y Perales-Palacios
(2012), proporcionan indicadores interesantes. Como parte del primero
mencionaremos las contribuciones de tres de sus participantes como ejemplo para
sustentar el bajo impacto que se ha logrado a la fecha en general. Romero (2011,
p. 68) apunta que a pesar de los esfuerzos realizados, tanto curriculares como en
la formación docente, e incluso en involucrar a la “población en la conservación y
defensa de los ecosistemas (…) podemos afirmar que (…) no se han alcanzado
los propósitos de que el deterioro de los ecosistemas se haya detenido o revertido,
sino, por el contrario, pareciera ser, que este ha alcanzado en muchos casos
niveles alarmantes…”. Galano (2011, p.115) dice que “Nunca antes como ahora,
la especie humana ha corrido riesgo de la extinción, tal como escribe GEO 2000,3
quien manifiesta que de no mediar un cambio radical lo que llegará es el No
Futuro”. Finalmente Reyes (2011, p. 353) señala que “Las sociedades modernas
han evidenciado su estado crítico, pero no lo han reconocido del todo y, en mucha
menor medida se han transformado hacia modelos sustentables (…) Bajo estos
referentes, la crisis transita por espacios más amplios que la Educación Ambiental,
pero esta tiene un papel imprescindible en su comprensión y abordaje”.
Gutiérrez-Pérez y Perales-Palacios (2012, p. 6 y 8) coinciden en el
diagnóstico anterior y subrayan la importancia de replantear el currículo de la
educación ambiental, “como un conjunto de razones y argumentos controvertidos
3 Global Environment Outlook de la ONU. Existe la versión en español, Panorama General. Perspectivas del Medio Ambiente Mundial 2000 del PNUMA que se puede consultar en: http://www.unep.org/Geo2000/ov-es.pdf
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que presionan y estimulan la crítica continuada, el desarrollo social y científico, la
innovación, el progreso y la dignidad humana” e integrar en los programas de
formación docente “armoniosamente dimensiones importantes que están en la
base del problema tales como las experiencias previas, las variables actitudinales,
la ideología ambiental y la ideología política propiamente” 4.
Retos y perspectivas Estamos lejos de que la concepción de la educación ambiental “como acción
emancipadora y de trasformación social” (Febres-Cordero y Floriani, 2002) sea
una realidad, sobre todo en términos de haber logrado un impacto para revertir la
pobreza extrema de países como México, generar opciones de desarrollo
sustentable para la mayoría de la población, así como en mostrar una cultura
ambiental por parte de la población en general. Para trabajar por una
alfabetización ambiental, uno de los sentidos del concepto de la cultura ambiental,
hay que tomar en cuenta lo que dice González (2001) sobre este concepto, o sea,
[Que] está orientado a la adquisición de representaciones, actitudes, hábitos,
comportamientos y valores tendientes a propiciar esa mejor relación cultural con el
medio [y] se asocia con aquellos esfuerzos para articular la educación ambiental
con la educación cívica, con la formación de una ciudadanía ambientalmente
correcta e incluso se encuentra presente en las nuevas vinculaciones que se
promueven de la educación ambiental para el desarrollo sustentable.
Así pues, la alfabetización ambiental, dice el autor antes mencionado, es
parte del corpus pedagógico, se articula con lo político y lo ético y no está
restringida a lo escolar y menos al área de las ciencias naturales. Por lo mismo se
puede ligar a una formación de ciudadanos democráticos, que es el eje central de
este libro; además, en este caso porque la gente no se ha convencido de la
necesidad de salvar al mundo “para el hombre y la mujer común y para sus hijos y
los de sus hijos” (González, 2001), lo cual va más allá de reciclar residuos o
sembrar árboles, como parte de cruzadas en defensa del ambiente.
4 Para mayor información consultar el índice de la monografía “Ambientalización curricular y sostenibilidad: nuevos retos de profesionalización docente”, número 16(2) de Profesorado. Revista de currículum y formación del profesorado en: http://www.ugr.es/~recfpro/?p=1055.
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Lo anterior requiere de una política de Estado con un involucramiento
profundo de la población, tanto en el diseño y planeación, como en la ejecución,
para revertir la práctica común de ser meramente operadora de las políticas
gubernamentales dictadas desde arriba. Estamos lejos de lograr acciones
concertadas entre distintos actores clave de la educación formal, no formal e
informal, y no quedarnos nada más en las trasformaciones curriculares o de
formación de los docentes, importantes pero no suficientes, como se ha
pretendido demostrar. Lo que la educación formal y en especial la escuela traten
de hacer para generar una cultura ambiental transformadora no tendrá éxito si las
familias, los medios de comunicación, los empresarios, diferentes organismos
sociales y el mismo gobierno en sus diferentes niveles no se suman a tal proyecto.
Así pues, el trabajo con la sociedad civil debe intensificarse pero con el
convencimiento de que es lo suficientemente madura para dejar de lado la acción
paternalista que ha caracterizado a los gobiernos mexicanos.
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