resumen grafico de la historia del arte
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Portada: Estatua en piedra de la isla de Pascua.
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Printed in México — Impreso en MéxicoT.S.B.N. 968-6085-10-6
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A A O-
Impreso en:
La Impresora Azteca, S A. de C.V.
Poniente 140 No. 181-1. Col.
Industrial Vallejo , M éx., D.f-
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La edición consta de 12.000 ejemplares.
El «Castillo», maya. Chlcherí-Itzá. Siglo x-xi.
P R Ó L O G O
Q ue el conocimiento de la historia de las Artes plásticas sea útilísimo, cuando no necesario, a toda
persona medianamente culta, es verdad tantas veces inculcada que huelga repetirla aquí. De lo que no podemos excusarnos es de dar dazón a este Resum en g rá f ic o de i.a H is to r ia PEI, A rte : ciertamente que no tiene la pretensión de enseñar nada nuevo a los que están iniciados en la materia, sino que únicamente se propone vulgarizar las ideas más fundamentales, señalando sintéticamente lo característico de cada agrupación de arte, el nacimiento y desarrollo de los diversos estilos, así como la influencia que han tenido unos en otros.
Aunque juzgamos contrarias a la verdad histórica las limitaciones cronológicas y por lo tanto convencionales las divisiones por períodos que suelen hacerse al estudiar el desarrollo de las civilizaciones, aceptamos no obstante las ya establecidas y consagradas, en obsequio a la claridad y
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sencillez, con tal de que no se prescinda de las mutuas influencias de pueblos y épocas.
Dirigidos por este criterio, adoptamos el siguiente plan: Después de estudiar por vía de introducción el arte del
período prehistórico, examinaremos las dos grandes civilizaciones de Oriente, a saber: la egipcia y la caldeo-asiria, y como consecuencia natural, la de los pueblos vecinos, como Judea, Fenicia y Persia, que, por no haber tenido arte propio, no hicieron sino copiar de diversos modos el de aquellos pueblos. Después, damos una rápida ojeada sobre un grupo de civilizaciones que han tenido escasa influencia en Europa, como las de la India, China, Japón y América.
Siguen luego Grecia, Etruria, Roma, orígenes y formación del arte cristiano en sus dos ramas, arte latino occidental y arte oriental, o sea bizantino. En éste nos detendremos de un modo particular (y por extensión, en el arte árabe) por la influencia que tuvo en el arte románico.
Expondremos después la formación del arte gótico, el carácter con que se introduce en España, hasta su más glorioso apogeo, el Renacimiento, que produjo en nuestro país núcleos bien caracterizados, que serán también objeto de particular atención, y las épocas ulteriores hasta el presente.
Mmiimi.Ii I Ii i (ti |i;i li'.nrm llil, M n d r id .
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F ig . 1. Bisonte. Cueva de Altamira, Santander.
PREHISTORIA
E l A rte de la s c iv il iza c io n e s r u d im e n t a r ia s
Bajo este título resumiremos dos grupos estudiados muy brevemente y a guisa de introducción. — I. El arte del período llamado prehistórico, el anterior a las noticias que los escritores griegos y romanos de la Antigüedad nos han transmitido de los pueblos del norte y occidente de Europa. — II. El de aquellos pueblos así antiguos como modernos, que, por permanecer estacionados en su civilización, como viviendo en pleno período prehistórico,
han repetido constantemente sus procedimientos constructivos y artísticos.
Prescindiendo de las d ivisiones que generalmente se establecen para el estudio de la Prehistoria, nos fijaremos de un modo especial en las manifestaciones de arte de los dos grupos mencionados.
Primitivamente el hombre vivía al abrigo de los árboles y de los resaltos de las peñas, ocupando comarcas limitadas y sin extender sus correrías. De ahí las llama-
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F ig . 2. Cueva artificial en Champaña.
das estaciones al aire libre,o sea, determinadas localidades en donde la abundancia de fragmentos labrados (ge
n o . 5. Menhir do Cardón».
F ig . 3. Cueva artificial en Son Covas. Mallorca.
neralmente sílex y otras piedras toscamente talladas) que en ellas se hallan esparcidos, denotan que sirvieron de morada al hombre en remotos tiempos.
En España es notable la estación de San Isidro del Campo cerca del Manzanares, en el término de Madrid. No han quedado restos de templos ni de tumbas propiamente tales.
F ig . 6. Alineaciones de Carnac. Francia.
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Más adelante se observa que el hombre mora en las cavernas (cuevas de varias cámaras) y grutas (cuevas de una sola cámara), se dedica a la caza y se hace nómada; aparecen en esta época las primeras manifestaciones de arte con la representación rudimentaria de seres vivos en sus útiles e instrumentos, y adorna las cuevas que habita
F ig . 8. Dolmen. Stennis. Oreadas.
con pinturas y relieves a menudo de extraordinario mérito artístico a pesar de la pobreza de medios empleados (/¿Sí- 1)-
Después el hombre se hace sedentario, se dedica a la agricultura; se observan ya útiles de piedra pulimentada y aparecen los primeros dibujos de líneas geométricas que decoran sus instrumentos, ya más perfeccionados.
Finalmente aparece la A r q u ite c tu ra en su acepción propia, pues presenta ya los
F ig . 7. Cromlech de Stonehen- ge. Inglaterra.
p r in c ip a le s elementos de construcción.
C o n s t r u c c io n e s pr im it iv a s
I. C O N S T R U C C IO N E S SU B TER R Á N EA S.— No sólo utilizaba el hombre las gru: tas y cavernas naturales, sino que las abría él mismo en sitios a propósito; de ahí las Cuevas a r t i f ic ia le s , primitivo modelo de vivienda a imitación de la naturaleza ( f i guras 2-3).
F ig . 9. Cabaña. H imalaya.
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F ig . 10. Cabaña. India.
II. TÚ M U LO S Y OTRAS C O N S T R U C C IO N E S DE TIERRA. — Son montecillos do tierra o piedra o bien de ambas cosas a la vez, que servían de sepultura a uno o varios cadáveres.
En España se encuentran los llamados castros, en Galicia, especie de parapetos de
Fig. 12. Cabaña en 111 copa do un árbol.
tierra que debían de ser fortificaciones (fig . 4).
III. C O NSTRUCCIONES M E G A LÍT IC A S . — Son construcciones hechas con grandes bloques, como indica su etimología (grande y piedra).
M e n u ir (piedra-larga, pe- rafita). Es una piedra gran-
F ig . 11. Palafito sobre pilotes.
de sin labrar, implantada en el suelo (fig . 5).
A lineac iones. Son grupos de menhires formando líneas (fig . 6).
C kom lechs (círcu los). Son grupos de menhires formando círculo (fig . 7).
Dolmen. Piedra horizontal colocada sobre otras verti
ca les (fig. 8).
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í 'ig . 13. Tienda. Asia.
IV. CO NSTRUC CIO NES DE M AD E RA . — Es el material de construcción y tipo de morada que ha pasado por todas las épocas hasta nuestros días, cultivándose en casi todas las latitudes.
Véanse como ejemplo las siguientes: Cabañas. Las hay de varias clases (figs. 9-10- 12). — P a la f it o s o cabañas lacustres sobre pilotes, de Suiza, Saboya, etc. (fig . 11).
F ig . 15. Máscara tshokwé. África. Museo de Leopoldville.
F ig . 14. Puente. India.
T iendas (fig. 13). — P u en tes
(fig- 14).
A r t e a fricano . — Como culturas rudimentarias hemos de destacar las africanas, poco estudiadas aún, pero que nos ofrecen obras tan importantes como las adjuntas (figs. 15 y 16). El arte africano sobresale en la talla.
F ig . 1C. Retrato de un rey del Benin. África occidental.
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F ig . 17. Escritura jeroglífica egipcia. Estela de Pambc. Museo Arqueológico de Florencia.
EGIPTO
Una de las más antiguas civilizaciones históricas, si no la más antigua, es la egipcia: se la ha llamado la abuela de las naciones cultas. El Egipto está situado al norte de África y se extiende a lo largo del N ilo y su delta hasta su desembocadura en el Mediterráneo (fig . 18).
ÉI’OCAS de l a r te egipcio. — P u e d e n señalarse cuatro grandes períodos en el desenvolvimiento de la historia política del antiguo Egipto, que se relacionan de una ma- nerfi bastante exacta con las evoluciones de su historia.
I. P eríod o M e n fita (capital M en lis). — II. P e río d o Te- hanO (capital Tebas). — III. P k k ío d o Saíta (supremacía de Sai¡¡ y otras ciudades del delta).— IV. Pkkíodo de dominación GRIEGA.
La nota culminante del carácter nacional de los egipcios fue la religiosidad.
A rq u ite c tu ra . — En el período Menfita es notable el arte egipcio por sus monu
mentos funerarios: los templos han desaparecido. En los períodos Tebano y Saíta son
y la gran pirámide de Cheops.F ig . 19. La Esfinge
F ig . 20. Sección longitudinal de la gran pirámide.
igualmente interesantes las tumbas; los templos revisten toda la importancia que pierden más tarde.
Prescindiendo de la división política citada, estudiaremos el arte egipcio según el método establecido en el plan general de esta obra.
A rq u it e c tu ra fu n e r a r ia .— El egipcio creía que su vida eterna quedaba asegurada con la duración indefinida del cadáver; por esto dio tan grande importancia a su arquitectura funeraria.
Pirám ides. Son túmulos regios del período Menfita, sepulturas de monarcas de la
F ig . 21. Campo de mastabas.
cuarta dinastía. La de Cheops, que es la más grande (figu ra 19), alcanza 137 metros de altura. En su construcción trabajaron 100 000 hombres, que se relevaban cada tres meses, durante treinta años.
Los corredores que se ven en la sección de la pirámide (fig . 20), tienen por objeto desorientar a los que quisiesen violar la cámara sepulcral, colocada en el centro de la construcción. La verdadera entrada está situada en la cara norte, oculta por el revestimiento exterior. El corredor que aparece debajo de la línea de tierra, es el cami-
F ig . 23. Estela funeraria egipcia del faraón Uto.
F ig . 22. Puerta de una mastaba.
no que siguieren los operarios, después de depositar los sarcófagos y de tapar el corredor de entrada.
M astabas. Son sepulturas de los particulares de Menfis, cuya necrópolis estaba situada cerca de las pirámides. De construcción maciza y planta rectangular, sus paredes se inclinan simétricamente hacia el centro común (fig . 21).
Constan de una cámara accesible al público, el serdabo cámara donde se guardaban las estatuas imagen del
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F ig . 24. Hipogeos de Beni-Hasán. F ig . 25. Planta de un hipogeo.
F ig . 26. Momia F igs. 27 y 28. Relieve tumbal y ataúdegipcia. Envoltura. egipcios.
muerto, y de una cueva funeraria, donde descansa el sarcófago que guarda la momia, y a la que se desciende por un pozo (fig. 22).
Estei.as. Son losas o tablas de piedra u otras ma-
Fic. 30. Canopes.
tenas con inscripciones en pintura o relieve ( f ig . 23). Generalmente forman parte de una tumba y ostentan la filiación del difunto. Algunas veces constituyen por sí solas un monumento votivo.
La estela ha perdurado en todas las épocas y países, liasta nuestros días. Püede considerarse, en parte, como mi desarrollo culto del men- lili prehistórico.
I I i I'imikon. Son tumbas ex- I'HVH'Iiim en ln roca. Pertene- n li ni 111 i |i ulo Tel>ano. Los |il|iM|ii'ini mili'N llenen Icm-pln ti........ Im exterior, deli|ii> i ii 111111 |im liIpnm'OH par- 1 ll l i l i l í l I l l l l l l l lllll lli I I r l l l 1 1 .iiiñ li H h i N)
Los hipogeos constan de ur, vestíbulo con dos columnas; de una o varias cámaras, en una de las cuales está situado el pozo que conduce a la cueva del sarcófago, y finalmente de una cámara posterior, que guarda la estatua retrato del difunto (fig. 25).
A c c e s o r io s de l a s tum bas. S a rc ó fa g o , en el que se encierra el ataúd que guarda
• • • •
• • c • •• • • •• • • •
Fio. 31. Planta del templo de Karnak.
F ig . 32. Avenida de esfinges del templo de Karnak.
la momia. Generalmente es de granito o de basalto ( f i gura 27).
A taúd , contiene la momia. Suele ser de madera y ricamente decorado y colorido (fig . 28), lo mismo que el envoltorio de cartón que protege el cadáver (fig . 26).
M esa de o fren das , para los sacrificios. Es de piedra con relieves que representan panes de ofrenda, vasos, etc. (fig . 29).
Canope, vasija de tierra. Suele haber cuatro en cada tumba, y guardan las vísce- xas del cadáver, extraídas al embalsamarlo (fig . 30).
A rq u it e c tu ra re lig io sa . — Del período Menfita apenas tenemos datos.
El llamado templo de la esfinge, cerca de las pirámides (véase página 9), parece, según antiguas inscripciones que a él hacen referencia, pertenecer a una época remotísima.
La esfinge tallada en la roca parece simbolizar la síntesis de los elementos; es de grandes proporciones (su nariz mide dos metros).
El templo que la acompañaba no presenta restos de pintura ni inscripción alguna.
Del período Tebano poseemos datos precisos.
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F ig . 33. Pilonos del templo de Medinet-Habu.
Tomaremos por tipo un templo del grupo de construcciones religiosas de Kar- nak, y en líneas generales daremos idea de su disposición y estructura basándonos en la planta de la figura 31.
El templo egipcio es un monumento que la piedad del Faraón erige para alcanzar el favor de los dioses; en él no tiene acceso el público para orar; solamente el rey y los sacerdotes penetran en el templo.
Está siempre rodeado de un espacio o recinto sagrado con pequeños lagos para las barcas sagradas, y cercado por un muro.
Sus principales elementos son: A. Avenida orillada de esfinges, algunas veces de
Fig. 34. Obelisco dr JlalnlicpRul, firan extensión (fig. 32). La Karríak, de Karnak alcanza hasta dos
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F ig . 35. Reconstitución de la sala hipóstila del templo de Amón, Karnak.
kilómetros. — B. Varios pilo- nos o puertas monumentales, dando uno de ellos entrada al recinto sagrado (fig . 33). — C. Sala hipetra o patio por- ticado. — D. Sala hipóstila o de techo sostenido por columnas. — E. Cámara del ídolo y cámaras accesorias para el culto interno.
F ig . 36. Baris.
Junto al pilono de entrada y a cada lado de la puerta levántanse obeliscos (fig . 34), piedras monolíticas (de un solo bloque) de carácter decorativo ; llevan inscripcio
nes en elogio del Faraón. Los patios y las salas solían repetirse y algunos templos ocupaban grandes extensiones (fig . 35). El de Karnak mide en conjunto 365 metros de longitud; las columnas de la
F ig . 37. Nao.
sala hipóstila alcanzan 23 metros de altura.
A cceso rio s de lo s tem p lo s . — N ao o ta be r n á c u lo ,
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F ig . 39. Diversos capiteles egipcios.
capillita de piedra que encierra la imagen (fig . 37).— B a r is , barca sagrada, que flotaba en las lagunas del recinto sagrado en las grandes fiestas (fig . 36). — A l t a r , especie de p ila ; de las piezas materiales del culto era la más importante (fig . 38).
T ipos de capite les eg ip cios. — La disposición y las proporciones de los pilares, columnas y capiteles de los templos presentan variados tipos, dando lugar a clasificaciones que no detallaremos.
inspirados en el sol y la luna. Durante la dominación de los
F ig . 38. Altar.
Toiomeos, la influencia griega hizo perder el carácter a las construcciones egipcias, como se observa en el grupo
I ,(ni en ji l l ó le s es tán in sp irados l lo i i on i lm e i i t e <>n la f lora lo- cnl ( lu lo , pup i lo , etc.) .
liOH )>rlnclpule» (fig . 39), 11 * * 11 tljioii illreclou ol L o lifo r- iiir ( I ") y el ( 'tnnjHinifonncI 1 1 ), ,v como Il|>oi; liccuiidn- i Ion 11 iti i IvmiIom . 1 < 'n itfrifor-lio t.'l"), i I Oiir/lln/m m e ('1") y 1 1 i|i ( 'ii ni /mi mi lili i l la ( l i")I I ii y Iih iiIiIi o Ion 1 1 ii 11 mi Ion jillio oii O hI ilu ro ((I") c /«luco,
de edificios de la isla de Filé, que desde la construcción, en 1902, de la gran presa de Asuán permanece nueve meses del año sumergida en aguas del N ilo ; al vaciarse en junio el embalse, la isla reaparece, y puede visitarse durante el verano (fig . 33).
A rq u it e c tu r a c iv il. — L a casa. Del estudio de las pinturas y relieves que decoran
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F ig . 40. Edfú. Templo de Horus.
los templos y las tumbas, que representan viviendas de par-
F ig . 41. Casa de campo egipcia. Reconstitución de Cnipiez.
ticulares, podemos deducir algunos datos. Las casas acomodadas estaban emplazadas en el centro de jardines, aislándose así de la vía pública (fig . 41) ; en las casas modestas se encuentra siempre un patio que era el centro de la vida de fam ilia; las habitaciones de la planta baja estaban destinadas para corrales, granero, bodega y cocina, y el piso alto para vivienda.
El palacio. Edificio destinado al recreo, no tenía el carácter de perpetuidad de los templos: no quedan restos de esta clase de edificios. Se componían de múltiples cons-
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trucciones para alojamiento de la inmensa servidumbre del Faraón y su familia.
E sc u ltu ra . — En el período Menfita conviene fijarse en las estatuas halladas en las tumbas y que generalmente se tallaban en madera o piedra ; son verdaderos retratos del muerto ejecutados con sumo arte y de un realismo sorprendente (fig . 42).
Esta perfección es debida en gran parte a las creencias religiosas de este pueblo, pues si el egipcio creía que su vida eterna quedaba asegurada con la conservación del cadáver, como hemos dicho anteriormente, tenia la misma seguridad de alcanzar reposo eterno si se conservaba el retrato fiel del muerto, en el caso de que la momia fuese destruida.
Los bajorrelieves que decoran las salas de las mastabas presentan escenas de la vida del difunto. Son, como todos los egipcios, de poca profundidad en el modelado a causa de la dureza de la pied ra : siempre policromados a tonos planos y de un valor artístico inferior al de las estatuas antes citadas.
Las inscripciones jeroglíficas que necesariamente acompañaban a los bajorrelieves,
F ig . 42. La reina Nefertit, esposa de Ejnaton.
Museo de Wiesbaden.
al par que servían de decoración, explicaban la historia del personaje glorificado.
En el período Tebano la escultura pierde los caracteres que la avaloraban en el anterior, pues abandonando la observación del natural para dar más esbeltez a las figuras, cae en el convencionalismo.
El arte se hace más nacional ; se pone al servicio de la arquitectura y decora las paredes de los templos enalteciendo y celebrando sus divinidades y reyes (fig . 44).
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F ig . 43. Escribas. Relieve de Tell el Amarna. Museo Arqueológico de Florencia.
Los hipogeos estaban decorados igual que las mastabas.
En el período Saíta, el arte siente la influencia del griego y pierde su carácter.
P in tu ra . — Es inferior a la escultura ; trata asuntos religiosos, históricos y de género.
Son interesantísimos los de este último grupo, que deco
F ig , 44. Cacería del faraón Ramsés III. Relieve de un pilono de Medinet-Habu.
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F ig . 45. Friso de la tumba de Huy.
ran las tumbas y representan escenas de la vida del difunto.
Obsérvese que los egipcios dibujan la cabeza y los pies de perfil, aunque la figura esté de frente y que representan siempre la figura humana en su juventud (fig . 45).
D ibu jo .— Se han conservado. también dibujos egipcios, sobre hojas de papiro.
El papiro es una planta muy abundante en las orillas del Nilo. De sus largos tallos se formaban láminas u hojas asimismo llamadas papiros. Sobre ellas se podía escribir y dibujar. Se usaron mucho en la antigüedad y aun durante la Edad Media, hasta que los árabes introdujeron el papel en Europa (fig . 46).
F ig . 46. El ju icio d<‘l alma, l ’ apiro funerario hallado en Tebas.
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F ig . 47. Escritura cuneiforme. Código de Hammurabi. Detalle. Museo del Louvre.
CALDEA Y ASIRIA
En el terreno, llamado en la antigüedad Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Éufra- tes, se desarrollaron las civilizaciones de dos poderosos
F ig . 49. Estela de Hammurabi. Museo del Louvre.
F ig . 48. Mesopotamia.
pueblos. C aldea al sur, junto al golfo Pérsico, con su capital Babilonia, y A s i r í a más al norte con N ínive como centro más importante (fig . 48).
A pesar de confundirse sus civilizaciones, Caldea fue la que influyó más poderosamente en Asiría. Era su religión lúgubre, llena de ritos
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terrib les; éstos y su carácter guerrero y conquistador dio origen a un arte de expresión dura y violenta. Su ciencia favorita fue la astronomía.
Sus construcciones son de ladrillo y adobes (ladrillos secados al so l); hacían poco uso de la piedra, de ahí la poca solidez de sus edificios.
Caracteriza su arquitectura el empleo de la bóveda como sistema de construcción.
A r q u it e c tu r a fu n e r a r ia .— No tiene la importancia de la egipcia. Las tumbas que se conocen son de escaso interés artístico.
A r q u it e c tu r a re lig io sa . — El templo se reduce en su forma general a una torre escalonada llamada zigurat, a la que dan acceso rampas exteriores (fig . 50). Han quedado escasos restos de ellos. Parece que constaban, generalmente, de ocho pisos y que
F ig . 51. A l tur.
F ig . 50. Zigurat mesopotámico (templo-pirámide).
servían también de observatorios astronómicos.
Hacia la mitad de la altura del templo había una cámara para descanso de los que subían al santuario situado en la torre superior y en el que no había estatua alguna, según datos de antiguos historiadores.
En otros templos existía también un santuario en la parte baja, con la estatua del dios.
A cce so r io s de lo s templos. Poseían los caldeos y asirios varios objetos de culto y símbolos religiosos:
El altar, de mármol o piedra común, de varias formas (fig . 51).
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F ig . 52. Globo alado.
El globo alado, que significaba el dios solar protector del r e y : en él se ve la influencia egipcia (fig . 52).
El ÁRBOL SAGRADO. No Se conoce de una m anera cierta su significado: se encuentra repetido m uy a m enudo ( f igura 53).
Nos han dejado también estelas para perpetuar hechos notables, generalmente guerreros, y obeliscos con igual objeto que las estelas, pero de menos importancia que los egipcios (fig . 49).
A rq u it e c tu ra c iv il. — La casa. Según se desprende de los bajorrelieves de la época, la casa caldea y asiría puede resumirse en dos tipos constructivos: casas de cubierta
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con terraza sobre vigas, y casas de cubierta en forma de cúpula (f ig 54).
El palacio. — Es más conocido que el templo gracias a las recientes exploraciones, que han puesto al descubierto múltiples ruinas, y a los
Fig . 54. Los dos tipos de casa mesopotámica, según aparecen
en bajorrelieves.
F ig . 53. Árbol simbólico, con genio alado.
modernos estudios que han facilitado el conocimiento de la cultura caldeo-asiria con la interpretación de su escritura cuneiforme (de forma de cuña) (fig . 47).
Generalmente cada monarca levanta un palacio, extensa sucesión de patios y salas con un sinfín de habitaciones para su servidumbre. En el palacio de Sargón, en Kor-
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F ig . 55, Palacio de Sargón en Korsabad. Reconstitución.
F ig . 56. Portada del palacio rea l de Korsabad.
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.lUau, empezado en el ano 772 antes de J. C. (fig . 55).. lian podido observarse hasta m.is de treinta patios y doscientas habitaciones, siendo mis muros de gran espesor, por causa de la flojedad del material empleado, lo que daba al edificio un aspecto
Kig. 57. Relieve asirio. Toma de Nínive (I milenio a. J.C.).
de robustez que realmente no poseía: de ahí sus mal conservados restos.
En la reconstitución de di- eho palacio puede verse el vasto patio de entrada, er uno de cuyos lados se abren Jas comunicaciones con el exterior, alrededor de los otros tres se desarrollan los grandes departamentos del palacio, para habitación del rey,
satas ae recepción, cuadras, depósitos de víveres, talleres, armerías, cuarteles, etc.
E sc u ltu ra . — La escultura en esos pueblos es de un gran valor histórico, pues está dedicada generalmente a perpetuar las hazañas de sus monarcas, decorando mediante grandes bajorrelieves los muros de los palacios. Trata también asuntos de género.
Sus bajorrelieves se diferencian de los egipcios por la acentuación del modelado debido quizás, en parte, al empleo de materiales generalmente mucho más blandos.
Presenta escasa variedad en los movimientos y expresión de sus figuras, en cuya rudeza se observa la gran importancia que este pueblo daba a la fuerza física.
F ig . 58. Toro alado del palacio de Korsabad. Museo del Louvre.
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Fie. 59. Leona herida. Relieve asirio. British Museum.
En cambio, en la represen- fielmente la forma, sobre to-tación de animales llegan a do en algunas especies, comogran altura, reproduciendo el león, en que la vida es ex-
Fic. 60. Ninive. Deportación de gentes. Relieve asirio.
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liMJtda con enérgica maes- iritt (fa s . 59 ).
Son notables y típicos los lortix alados con cabeza hu- iimiiu, generalmente tallados i ii un solo bloque de grandes dimensiones, que decoran las puertas en el exterior de los |)Mlucios (figs. 56 y 58).
Como en Egipto, policro- nuibnn también los ba jorre-" lleves. arte que pasó a Persia.
Pintura. — Su principal manifestación se revela en Ion ladrillos esmaltados, d e
tiran brillantez en el colorido, quo servían de revestimiento m lits paredes.
Sus asuntos están tratados «■ii tonos planos (azul y ama
r illo generalmente) acentuados por un perfil oscuro. Representan escenas de la v ida ordinaria o actos de la corte, ceremonias religiosas,o asuntos puramente decorativos.
Las cualidades de coloristas que poseían los caldeos y asirios. las empleaban también en la fábrica de tapices, muy conocidos y apreciados en todas las grandes metrópolis de la época, donde los introducían los mercaderes asirios, al par que sus monarcas hacían sentir el peso de sus conquistas. En la Roma de Augusto se codiciaban todavía las telas de Asiría.
F ig . 61. P intura mural. Palacio asirio de T e l Barsib.
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F ig . 62. Friso de terracota esmaltada. Korsabad.
FENICIA, JUDEA Y PEKSIA
FENICIA . — Situada en el Asia, en la estrecha zona comprendida entre el Mediterráneo y el monte Líbano, tuvo centros importantes de civilización, como Sidón, T iro, etc. (fig . 63).
Pueblo positivista, activo, comerciante y colonizador, carece de amor propio político y acepta todos los gobiernos con tal que favorezcan sus intereses. A l extender su comercio per el Mediterráneo, fundó colonias como Cartago al norte de África, en la isla de Chipre, Gades (Cádiz) al sur de España, Ibiza en las Baleares, etc.
Los fenicios son los inventores de la escritura alfabética.
Su E s c u lt u r a se limita a las estatuas de divinidades que fabrican para el comercio, imitando el arte egipcio
y el caldeo-asirio, como después imitaron el griego, mezclando sus elementos (f ig u ra 64).
JUDEA. — No florecieron las bellas arles, principalmente la escultura, porque la ley mosaica le puso limitación a fin de evitar que el pueblo escogido cayese en la idolatría de las regiones comarcanas.
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F ig . 64. Figura púnica de barro. Madrid. Museo Arqueológico.
El templo que Salomón levantó en Jerusalén en el siglo x i antes de J. C„ fue debido a artistas fenicios. A pesar de haber sido destruido por Tito, se ha podido determinar algo de su aspecto y proporciones por lo que de él refiere la Biblia y por el estudio de sus restos
PERSIA .—Su arte es la última manifestación del genio antiguo de Oriente, pues conservaba todavía su esplendor cuando el arte griego había influido ya en Egipto y Cal- dea-Asiria (siglo iv y v antes de J. C.).
No obstante ser el arte per-
F ig . 65. Relieve. Escalinata de Persépolis.
2 - M.D.D. 29
F ig . 66. Capitel. Persépolis. Museo de Teherán.
F ig . 67. Cabeza. Persépolis. Museo de Teherán.
sa reflejo de aquellas dos poderosas civilizaciones que hemos estudiado, desarrolla algunos elementos propios como la típica forma de capitel con elementos de dos animales unidos y dispuestos para sostener dos jácenas ( f i gura. 66).
En su E s c u ltu ra se observa tam bién la m ezcla de las in fluencias citadas. E s m enos
exage rada que la asiría en su m odelado (fig . 67).
Durante la dominación de los Sasánidas (siglo m después de J. C.). Persia tuvo una época brillante. Más tarde influyó en el arte sirio y bizantino.
Conservó elementos del arte indígena, al par que sufrió la influencia griega y romana ; descúbrese esta mezcla de estilos en casi todas las obras de este período, pero se observa de una manera manifiesta en los famosos relieves tallados en la roca que representan asuntos varios.
Forman también parte de este grupo varios pueblos del Asia Menor, como los hititas. y les monumentos conocidos con el nombre de nuragas y talayots en las islas de Cerde- ña y Menorca, templos de Malta, etc.
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F ig . 68. Bronces rituales chinos. Siglos x i-m a. J.C.
PUEBLOS CUYO ARTE HA TENIDO ESCASA INFLUENCIA EN EUROPA
IN D IA . — (Indostán, Indochina, Ceilán, etc.).
A rq u it e c tu r a .— Los monumentos más antiguos que conocemos. probablemente no
son anteriores a nuestra era. Domina en ellos la exageración de líneas de decoración, prolija y tumultuosa (figu ras 70-71-72).
F ig . 69. Stupa, o re licario-ed ific io de Sanchi, India.
31
F ig . 70. Escultura simbólico- decorativa. India.
F ig . 71. Tempo de Adinatha. Abu. Siglo x i i .
F ig . 72. Siva danzante Siglos xm -xiv. India.
F ig . 73. Detalle de un fresco. Ajanta. Siglo vn. India.
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E sc u ltu ra . — Toma por asuntos escenas de la mitología brahmánica y budista; composiciones recargadas, de líneas amaneradas y blando moldeado (figs. 70-72).
P in tu ra . — De características semejantes a la escultura y dedicada principalmente al retrato. Se conserva casi exclusivamente en frescos murales y en miniaturas ( fig. 73).
F ig . 74. Puerta de la tumba de Wang. Modelo en piedra. Dinastía Han (siglo i i i a. J.C. - siglo i i i d. J.C.).
CHINA. — El arte chino es muy distinto de los anteriormente reseñados. En los primeros siglos de nuestra era fue influenciada por el arte persa y el hindú, pero conservó su carácter propio.
Se distingue por la extraordinaria fantasía y complicación de los motivos ornamentales, por la estilización (interpertación convencional de un objeto, que hace resaltar sus rasgos más característicos), y por la importancia dada al arte suntuario (objetos de lujo).
A rq u ite c tu ra . — Recuerda la de la India. Construyen ca
si siempre con entramado de madera y dan gran importancia a la cubierta (figs. 74 y 76). En arquitectura militar, es famosa la Gran Muralla, que defendía la China septentrional de las invasiones tártaras; mide 2000 km de longitud ; fue construida hacia el siglo i i i antes de J. C. ( f i gura 75).
A r t e su n tu a rio . — La pintura y la escultura propiamente dichas (figs. 78 y 79), son importantes. Pero sobre todo, adquieren un extraordinario esplendor aplicadas a la elaboración de objetos de cerámica, de porcelana (que
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F ig . 75. L a Gran Muralla china vista desde el interior.
F ig . 76. Templo del Cielo. F ig . 77. Bronce chino de laPekín. China. dinastía Shang.
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ai parecer lúe inventada por ellos) y bronce (fig . 77). Merecen especial mención las joyas y vasijas esculpidas en jade y ágata (piedras muy duras, de colotes diversos) y los muebles, cajas y objetos de adorno, recubiertos de laca (barniz duro y brillante hecho con la resina de ciertos árboles de Oriente).
Los chinos fueron muy hábiles en la pintura sobre madera, seda y porcelana, y en la confección de tejidos artísticos.
JAPÓN.—La historia de su arte es más conocida que la «le la China. Éste está forma-
F ig . 78. Pintura de Chao Ju. Col. Freer. Washington.
do esencialmente de elementos chinos, y también de ele-
I' tu Vil KHcultura china. T uiiiIiun de IVkfn.
F ig . 80. Torre de Yahushiyi. Japón.
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F ig . 81. Buda. Período Heian. Kioto.
mentos indios y persas, pero presenta un carácter especial, por el uso de la madera como material favorito de construcción (fig . 80).
E sc u ltu ra . — Se manifiesta principalmente en objetos de bronce modelados con gran arte (fig . 81).
P in tu ra . — Es interesantísima: han existido varias escuelas, hasta que en el siglo xvn, siglo de oro del arte japonés, nace una escuela naturalista por excelencia que lleva a gran altura la perfección de la línea. Fue su fundador el celebrado maestro Hokusai (fig . 82).
Fig. 82. El monte Fuji, por Hokusai.
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]■'!<;. 83. El Chac Mool, del templo de Chichen-ltzfi. Musco Nacional de MóS’ico.
ARTE ABORIGEN AMERICANO
l'!n América es difícil fijar el dricen de la arquitectura nnlerior a la época de los des- nilprliiiientos, si bien puede lilli imirsc cine sus monumen- 11 iliiliin, sólo, de cuatro sillín: miles de la conquista; m observa en ellos marcada IliIIiletieiii asiática.
I iii ruinas existentes ocu- l"iii mui |ie(|ueñn extensión, l'ili hiiliimenle en Méjico y I i m i eiieimlrumos restos de• lliin
M ILICO 1.11 arquitectura un |li mili e exulleíante y ri
ca. Recuerda la de la India. El uso de la piedra blanda, muy abundante en aquel país, contribuye sin duda a las complicadas formas de su decoración, al revés de lo que acontece en el Perú, como luego veremos.
La forma corriente de sus construcciones es apiramidada ; emplean la columna sin capitel, que suplen por una especie de abaco de forma circular o cuadrada.
Escultuiw. — Alcanzó una extraordinaria perfección ( fi -
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38
F ig . 86. Atlante tolteca. P irá mide de Quetzalcoatl. Tula.
Siglo xi.
Ijuras 83-86). Las reproducciones de animales y las más- curas funerarias esculpidas en piedras muy duras y a menudo pintadas o recubiertas ilo mosaico son de una sorprendente belleza.
Los relieves, de asuntos re-I ihIohos, tratados simbólicam e n t e , recuerdan los de la Imlli) (figs. 85-88), así como I>i escultura decorativa, que nnli'iiln «ran variedad de for- niHM «eométricas, recuerda las• I' 1 'lilnrt y Japón ( fig. 85).
l ’ lNTtJHA. -También en este mi le fueron muy diestros los mujlrniioii, tanto en la pintu- Ki ni frenco, que decoraba li tupín i (mínelos y sepulcros,
F ig . 87. Piedra del Sol. Azteca. Bloque de pórfido de 6,70 m de diámetro y 0,91 m de espesor.
Museo Nacional de Méjico.
F ig . 88. Relieve con un príncipe maya. Procede de Palenque.
Museo Arqueológico Nacional, Madrid.
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A rq u it e c tu r a re lig io sa . — Sus teocalis o templos son construcciones apiramidadas, de planta cuadrilateral y perfectamente orientadas a los cuatro puntos cardinales ( f i gura 84).
Tienen anexas edificaciones para viviendas de los sacerdotes y dependencias del culto.
A rq u it e c tu ra c iv il. — E l
palacio. Inmensa serie de habitaciones, algunas de gran capacidad, que se desarrollan alrededor de patios, y de las
F ig . 90. Puerta del Sol. Tiahuanaco. Bolivia.
F ig . 89. Miniatura de estilo precolombino. Méjico.
como en las miniaturas de los códices (fig . 89).
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Fio. 91. Relieve de un monolito del Museo de Lima.
Sus templos ocupaban gran extensión y tenían edificios anexos para el alojamiento de los peregrinos.
E s c u lt u r a y p in tu ra . — De caracteres semejantes a las de Méjico, especialmente en las estilizaciones geométricas empleadas como motivo de decoración (fig . 91).
La manifestación más importante del refinado sentimiento artístico de los indios peruanos la encontraremos en las vasijas de barro pintadas, verdaderas esculturas policromadas que alcanzan, a menudo, un grado de realismo impresionante (fig . 92). Hay otras muy estilizadas.
cuales las inmediatas a la i'iilrada sirven para la vida oficial, y las interiores para l<i familia. Las fachadas se de i oran, generalmente, con n>l leves geométricos profusamente aplicados.
I'KKÜ. — Su arquitectura i") de carácter sencillo, sin lii> exuberancias de la meji-i mui, niu duda por'e l uso de (ili iluí de «ran dureza; tan m I ii m ii I ni i l e en aquella regiónI Un 1)0 ). F ig . 92. Retrato en arcilla.
Cultura mochica. Perú.
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F ig . 93. Frontón occidental del Partenón. Atenas. Reconstitución.
GRECIA
o de arte modificado por las influencias de Asia y Egipto. De esta época son los poemas «La Ilíada» y «La Odisea». En la cerámica domina el llamado estilo geométrico.
Época A rc a ic a (del siglo vn hasta principios del v antes de J. C.), período de elaboración de la gran arquitectura griega.
Época c lásica (siglo de Pe- ricles, v antes de J. C.), la más brillante del arte griego.
Época H e len íst ica (del siglo iv a la conquista de Egipto por los romanos, año 31 antes de J. C.).
En la época Arcaica' empieza, pues, el esplendor del arte. Dieron los griegos forma artística exterior a la construcción; de ahí resultan los conjuntos arquitectónicos llamados órdenes o sea la resolución artística del p rob lf-
Fig. 94. Puerta de las Leonas. ma de sostener una cubierta Micenas. Siglo x v i i a. J.C. sobre columnas.
ÉPOCAS DE SU A R T E .— Pueden señalarse cinco:
JÉpoca M icénica, llamada así por haberse hallado en Micenas sus principales monumentos. (fig . 94).
Época hom érica (del siglo x i al vn antes de J. C.)
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F ig . 95. Orden dórico.
Se desarrollaron según el estudio que vamos a hacer de olios seguidamente.
En los órdenes se distinguen dos elementos: el sustentante, constituido por la columna: base, fuste, capitel.
h i. mi Iv.tudo actual del Parte- ItAh, Acrópolis de Atenas.
El sostenido o entablamento, compuesto de arquitrabe, f r i so y cornisa (fig . 95).
Los órdenes son: el Dórico, el Jónico y el Corintio.
El orden D ó r ic o es robusto y sencillo: la columna carece de base, pues arranca directamente del zócalo, y el fuste es acanalado a arista viva.
El friso consta de dos partes que van repitiéndose, me- topa y tr ig lifo y el capitel está reducido a una moldura llamada equino, de extremada belleza (figs. 95-96-97).
El orden Jónico es esbelto y gracioso. Su columna tiene base y las canales del fuste están separadas por planos. Él arquitrabe presenta casi siempre tres planos con un ligero saliente del uno sobre el otro. E l capitel es de volutas (curva en espiral) ( f i guras 98-99-102).
El o rden C o r in t io se distingue del anterior por el ca-
F ig . 97. Capitel dórico.
F ig . 99. Capitel jónico.
tituidas por unas figuras de mujer llamadas cariátides ¡(figuras 103-104).
F ig . 100. Capitel corintio. Olimpeión. Atenas. F ig . 101. Capitel corintio.
F ig . 98. Templo de la Victoria Áptera, Acrópolis de Atenas.
pitel compuesto con hojas de acanto (figs. 100-101).
En el Erecteion de Atenas, templo de orden jónico, existe una galería o templete en que las columnas fueron sus-
A rq u it e c tu r a re lig io s a . — El templo griego es, generalmente, un edificio cuadran- gular con cubierta de dos vertientes, y un pórtico que puede estar solamente en la fachada principal y sostenido por dos columnas (templo in antis, fig. 105) o rodeando todo el edificio (fig . 107) en cuyo caso recibe los nombres de tetrástilo, hexástilo, oc- tástilo, etc., según el número de columnas que tiene en la fachada principal. Las columnas de los pórticos y los entablamentos corresponden
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F ig . 102. Orden jónico.
a los órdenes descritos. En las fachadas anterior y posterior, entre la cornisa horizontal y las dos inclinadas del tejado, queda un espacio triangular, el frontón, adornado con grupos escultóricos (fig - 93).
La disposición interior del templo se explica en la figu ra 106.
A rq u it e c tu r a fu n e ra r ia . — Una gran variedad se observa en las sepulturas del pueblo griego, desde el simple montón de tierra y la tumba excavada en la roca, hasta la construida ex profeso (figu ra 108). Existe también gran
| ii, |{i:i. Tribuna de las cariátides del F ig . 104. Copia roma-Erecteión, Atenas. na de una cariátide.
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Fig. 105. Templo in antis. Tesoro de los atenienses, Delfos.
número de estelas de piedra con retratos u objetos alusivos al muerto, o con decoraciones de hojas de acanto, palmeras, etc. (fig . 109).
A rq u it e c tu ra c iv il. — L a casa. D ifíc il es sujetar la casa griega a un tipo uniform e; como en todas las épocas y localidades, refleja la posición social y económica de sus moradores. Hasta el siglo v fue muy sencilla; la casa suntuosa de este siglo puede considerarse dividida en dos partes: andrón o habitaciones destinadas a los hombres y gineceo, habitaciones de vida íntima y de las mujeres.
Los p a l a c i o s helénicos eran de gran suntuosidad. Se ig
nora el destino y carácter de sus compartimientos.
C on stru cc ion es para r e u n iones públicas. — La importancia que se daba a la vida de relación, hizo que se desarrollaran construcciones especiales, como:
El Agora, especie de plaza pública y centro de vida de la ciudad, donde además de celebrarse los mercados, tenían lugar reuniones públicas o consejos para tratar asuntos locales. Eran de planta cuadrada y rodeadas de pórticos dobles y de suntuosos edificios. La torre llamada de Andrónico o de los vientos, formaba parte de la de Atenas y en ella había un reloj público (fig . 112).
A. Pronaos
o vestíbulo.
B Naos
C. Epistho-
domos
donde se guarda
divinidad.
F ig . 106. Planta de un templo griego.
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47
F ig . 109. Estela sepulcral ática del cementerio de Erídanos.
Atenas.
El g im nasio era el terreno o edificio en que se realizaban los ejercicios corporales tales como carrera, salto, lanzamiento de peso, de disco y de jabalina.
La p a le s t ra , parte del gimnasio en que se celebraban el pugilato y la lucha, era un edificio cubierto y perfectamente acondicionado. Generalmente ocupaba el centro del gimnasio y se consideraba la sección más importante del mismo (fig. 111).
En los h ipódrom os se hacían las carreras de caballos y en los estad ios las carreras a pie.
El t e a t r o , lugar de reunión el más importante, no tanto por su carácter de diversión como por celebrar el pueblo en él sus asambleas. Era el edificio de más suntuosidad (fig. 113-114-115).
Lo constituían tres partes esenciales: la gradería (cu - nei) para los espectadores; la orquesta, de planta semicircular, en medio de la cual se elevaba una ara, y la escena, de planta rectangular y de poca profundidad, con tres puertas en el muro del fondo. Los llamados Odeonex se destinaban solamente ;i audiciones musicales y se di
F ig . 110. Escultura decorativa del teatro de Dionisio, Atenas.
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ferenciaban de los teatros en que carecían de orquesta.
E s c u l t u r a . — La representación más primitiva de la escultura helénica es una imperfecta imitación del natural : figuras envaradas, sin expresión, las extremidades pegadas al cuerpo formando
i r T T T T T T n• • 1 • P I» w •
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: U2iL-LJLl.J_JLJ
„ 112 Torre de AndrónicobiG. 111. Planta de un gimnasio. Fig. i i ¿- vientos Atenas.
P, palestra. o
F ig . 113. Teatro de Delfos. Grecia.
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una sola pieza: se denominan xoana (en singular xoanon)(fig . 116).
El gran escultor Dédalo se separa del modelo de los xoana y fijándose en la naturaleza da más vida a sus figuras. Desde entonces es constante el progreso de la escultura griega pudiendo señalar tres escuelas principales como centros de arte que se fundieron para formar una sola durante el siglo v. Son las siguientes:
E scuela Jó nica de A s ia . — Se caracteriza por la riqueza y gracia de sus composiciones.
F ig . 114. Planta de un teatro griego.
E s cuela ática . Más sequedad de contornos y más duro modelado (fig . 118).
E sc u e la D ó ric a . Superior a las anteriores; robustez en la ejecución y constante observación de la realidad (figu ra 119).
F ig . 115. Reconstitución del escenario de un teatro griego.
50
i'iG. 116. Hera de Samos, posi ble copia de un «xoanon».
Así fue perfeccionándose la escultura, llegando a su apogeo en el siglo v antes de J. C., o sea el llamado siglo de Pericles.
De esta época son los fr isos del Partenón obra de Fi- dias, y la Dem eter (Ceres) de Gnido (B ritish Museum) ( f i guras 120-121). Se explica que este pueblo llegara a tan alto grado de perfección en la representación plástica del cuerpo humano, al considerar que a la fina percepción de lo bello que le era propia, unía la constante visión del modelo vivo en baños, gimnasios, etc.
P in tu ra . — Los escritores de la Antigüedad ensalzaron
Fie. 117. Gorgona. Templo de Corcira. Hacia 580 a. J.C. Museo Arqueológico de Corfú.
51
F ig . 118. Figura arcaica. Museo de la Acrópolis. Atenas.
más a los pintores griegos que a los escultores y a los arquitectos. Todo hace suponer que fue en la pintura donde el genio artístico de Grecia alcanzó su máxima perfección, pero, desgraciadamente, no se ha conservado ni una sola obra, y todo cuanto sabemos de ella es lo que dejaron escrito los historiadores y los literatos coetáneos. Podemos, sin embargo, hacer
nos una idea de qué serían viendo los frescos que se descubrieron en Pompeya que seguramente fueron influidas por modelos helénicos, y los retratos hallados en Egipto, pintados sobre tabla, que siguen, pero menos, lo griego.
Por fortuna han llegado hasta nosotros vasos pintados, siendo esta decoración, al principio, muy imperfecta en el siglo vi antes de J. C. con la representación de figuras negras sobre fondo rojo. Pero en el siglo v antes de J. C., así como el arte griego en general, llegó a una gran perfección (figs. 122-123). Cam-
F ig . 119. Hércules del frontón oriental del templo de Afalii Egina. Gliptoteca de Munich,
52
F ig . 120. Friso occidental del Partenón. British-Museum.
Im 121. Demeter de Gnido. British Museum.
bia y mejora la técnica, las figuras son rojas sobre fondo negro, el dibujo es más delicado y de trazo más hábil. Los ceramistas reproducen los temas de las pinturas más célebres e imitan a los pintores. En el siglo iv aparecen vasos pintados en colores sobre fondo blanco; la cerámica griega alcanza en ellos su mejor momento. Hacia el año 300 a. de J. C. cesa la fabricación de cerámica pintada y se producen solamente vasijas sin ornamentación, señalando la etapa final de un gran arte y de una gran cultura.
53
F ig . 122. Pintura de figuras negras sobre fondo claro. Siglo vi a. J.C. De un vaso procedente de Vulci.
.íMiiáítóí
FIG. 123. Eufronio. Efebo a caballo. Fondo de una copa. Hacia 500 a. J.C.
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Fig. 124. Los «toros» de Guisando. El Tiemblo. Ávila.
ARTE IBÉRICO
Ya en los tiempos históricos, pero antes de que los ro- nianos conquistaran España, Ion primitivos pueblos que ocupaban la península produjeron obras de arte muy dignas de consideración.
Los monumentos más antiguos del arte indígena son, (.('juramente, los verracos, f iguras de cerdos rudamente esculpidas por los celtas que poblaban la Meseta Central y (¡alicia. Se ignora el significado y aplicación de estas ex- Iruñas esculturas que suelen hallarse agrupadas (fig . 124).
En Andalucía y en Levante se han hallado curiosas estatuas con cuerpo de toro en actitud de reposo y cabeza de hombre barbado, que, según la opinión de muchos arqueó
logos, demuestran la influencia del arte mesopotámico en el ibérico, influencia que habría llegado a través de los fenicios o de los egeos (figu ra 125).
Se han encontrado en esta misma región numerosas esculturas que revelan una influencia del arte griego del siglo vi antes de J. C. Entre ellas, resaltan por su gran valor artístico las representaciones humanas de los santuarios ibéricos del Cerro de los Santos y del Llano de la Consolación, ambos cercanos al pueblo de Montealegre, en la provincia de Albacete, y sobre todo la famosa Dama de Elche, actual arquetipo del arte iberogriego (fig . 127), obra de gran belleza.
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F ig . 125. La «Bicha» de Bala- F ig . 126. Cabeza del Llano de la zote. Museo Arqueológico Nació- Consolación. Museo Arqueológi-
nal, Madrid. co, Barcelona.
F ig . 127. La Dama de Elche. Museo del Prado.
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Fig. 128. Tapa de sepulcro etrusco.
ETRURIA
H1 pueblo etrusco, cuyo origen es aún difícil de precisar, forma en el siglo x antes de .1, C. una poderosa confederación en el centro de Italia y se extiende por el norte y Niir, donde funda varias ciudades. Su arte, influido por el arlo griego y el oriental, ejerció gran influencia sobre el in te romano. Como característica de su sistema constructivo hay que hacer notar id empleo del arco y la bóveda de piedra.
A h q u itec tu ra r e l ig io s a . — Sus templos, de planta casi cuadrada, eran de madera y con pórticos solamente en la fucilada principal, lo que los
distingue de los templos griegos. Estaban profusamente adornados con cerámica de colores.
A r q u it ec t u r a f u n e r a r ia . — Sus tumbas están excavadas en la tierra o en la roca ; algunas de ellas tienen torres exteriores cónicas, otras presentan colinas artificiales en forma de túmulo (fig . 129).
E s c u l t u r a . — Los etruscos usaron preferentemente el barro cocido y el bronce como material escultórico. Sus figuras de dioses, de grandes personajes o de animales reales o fabulosos, tienen una expresión de vida muy peculiar. Son muy característicos
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F ig . 129. Tumba etrusca en forma de túmulo.
los grupos escultóricos que se hallan en las tapas de los sarcófagos, de tendencia realista (figs. 128-130).
P in t u r a . — Muy influida
por la griega, tanto en los temas como en los procedimientos. Las obras conservadas son frescos hallados en las tumbas (fig . 131).
F ig . 130. Escultura etrusca. F ig . 131. Pintura etrusca.Hacia 500 a. J.C. Siglo vi a. J.C.
Museo del Louvre.
. )
I'K; 132. La loba de Capitolio. Bronce etrusco. Roma. (Los niños son del Renacimiento.)
ROMA
El pueblo romano, de carácter eminentemente práctico, poca importancia dio al nrlo en las primeras épocas ilo su historia, de influencia puramente etrusca. A l conquistar Grecia (siglo n an- I os de J. C.) tomó afición a lai iillura helénica y protegió a los artistas griegos, llamadosii liorna, al propio tiempo que infinidad de jóvenes romanos no afanaban en el estudio del arte importado por aquéllos, naciendo hacia el fin de la Itopública un arte que adopta dol etrusco el principio de ci instrucción en bóvedas de
hormigón (no de piedra, como hemos dicho de Etruria), con el objeto de ser fácilmente empleado en todas las localidades de sus extensas conquistas. Esta modificación da por resultado un sistema propio de construcción que decora con elementos griegos; alcanza su pleno desarrollo en los siglos i y i i del Imperio," mostrándose rico y fastuoso, pero menos delicado que el griego. Comienza a decaer en el siglo i i i .
A r q u it e c t u r a . — C arácter y épocas . — El carácter general de la arquitectura roma-
59
F ig 133. Reconstitución del templo etrusco de Faleria. Museo de
la Villa Julia, Roma.
na es de grandiosidad, robustez y riqueza, unidas a un sentido a la vez teatral y marcadamente utilitario.
En la historia de su Arquitectura y en general de su arte, pueden considerarse tres épocas que corresponden a sus divisiones políticas: Monarquía, República e Imperio.
I. M on arqu ía . Domina el arte de influencia etrusca ( f i gura 133).
II. República. Ostenta un arte de imitación griega. Desarrolla el orden corintio y crea el orden compuesto con elementos del capitel jónico y del corintio (figs. 134-135).
-III. Imperio. El arte de esta época es síntesis de las dos
influencias, etrusca y griega, elevado al más alto grado de perfección constructiva en grandes dimensiones (figu ra 136).
La decadencia empieza a notarse en las célebres ruinas de Palm ira y de Baal- beck (fig . 137).
A rq u it e c tu r a re lig io sa . — El templo romano es derivación directa del templo griego con modificaciones'que se deben a las necesidades del culto y a las formas nuevas de construcción, unidas a las tendencias artísticas de la época. Así vemos que introducen la bóveda y la cúpula para cubrir los templos circulares, y en lugar de la gradería que rodea el templo
F ig . 134. Orden compuesto.
griego, se valen de un zócalo con escaleras sólo en la parte anterior (podium ).
Los hay de planta rectangular como los de Nimes y Vienne (fig . 138).
Y de planta circular como el de Vesta (figs. 139-140).
60A
A r q u itec tu r a f u n e r a r ia .— Los enterramientos en Roma se verificaban por inhumación, guardando el cadáver en sarcófagos (fig . 141), o por incineración (cremación del cadáver), depositando las cenizas en las llamadas urnas cinerarias de cerámica, metal, etc.
Ambos se encerraban en tumbas de diferentes formas, de influencia etrusca y griega, como los llamados columbarios (por presentar el aspecto interior de palomares), en los que se guardaban las urnas en nichos sobrepuestos en hileras (fig . 142).
Fio. 13(>. El Panteón de Agripa. Roma.
61
F ig . 135. Templo romano de planta redonda. Tívoli.
Otras, en forma de túmulo o de templo, como el mauso-
F ig . 137. Columnata del templo F ig . 138. Templo romano de de Baalbek. Siria. Augusto y Livia. Vienne, Francia
a menudo los sepulcros en forma de torre cuadrada. En Tarragona tenemos un buen ejemplo de los mismos (figu ra 144).
La idea de estela griega se continúa en Roma con el nombre de cipo.
La llamada pira era el monumento formado de maderas y otras materias combusti-
F ig . 140. Planta del templo de Vesta.
leo de Adriano en Roma (hoy castillo de San Angelo) y el de Augusto (fig . 143), con influencia etrusca.
Durante el Imperio se usan
F ig . 139. Templo de Vesta. Roma.
62
bles que se quemaban con el cadáver.
A r q u it ec t u r a c iv il . — En . ella se ostenta la verdadera
importancia de la arquitectura romana con todo su esplendor y riqueza. Sus monumentos conmemorativos: la
F ig . 141. Sarcófago do Escipión Barbado. Vaticano.
fc'ia. 142. Columbario romano. Vía Apia. Roma.
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F ig . 143. Mausoleo de Augusto. Reconstitución.
columna de honor para glorificar la memoria de personajes célebres (fig . 145) y los arcos del triunfo para perpetuar la memoria de grandes hechos son de gran valor artístico (figs. 146-147). Unos y
F ig . 145. Pormenor de la Columna de M. Aurelio. Roma.
otros suelen aparecer recubiertos de hermosos relieves de carácter narrativo y alegórico.
Edificac iones p ara re u n io nes públicas. — E l fo ro . Viene a ser el agora griega, mer-
F ig . 144. Sepulcro llamado «Torre de los Escipiones»
Tarragona.
cado público al par que centro político y social de la ciudad (fig . 148).
L a B a s íl ic a . Edificio para reunirse los comerciantes, como las lonjas de la Edad Media, y donde se celebraban las asambleas populares. Su estudio es interesante, porque su estructura dio origen a la disposición de la basílica cristiana (figs. 149-150).
64
F ig . 148. Vista del Foro de Roma. Reconstitución.
L a s t e r m a s . Edificios destinados a baños y ejercicios de natación: también había en ellas gimnasio, pero con carácter secundario ( figura 151). A l desarrollarse la cultura romana, las termas fue-
ron un lugar de reunión y de vida intelectual. Las de Cara- calla en Roma son el verdadero tipo, como se ve por la adjunta planta de gran su-
F ig . 149. Ruinas de la basílica de Pompeya.
F ig . 150. Planta d<> una basílica rorranu,
66
F ig . 151. Termas de Caracalla, según reconstitución de Viollet le Duc.
perficie, en las que se levantan importantes cuerpos de edificio para los servicios de hombres y mujeres (fig . 152).
Las principales dependencias eran el tepidarium o salas tibias, baños calientes, piscinas, salas de masajes y perfu-
67
F ig . 153. Sección del anfiteatro Flavio, de Roma.
mes, etc., y tam bién salas de conversación, de con feren cias, b ib liotecas, etc.
E l an fite a tro . E s e l edificio esencialm ente rom ano, de p lan ta ova lada y com plicada construcción, pues ha de disponer de locales p ara las
F ig . 154. Planta del anfiteatro Flavio, de Roma.
fieras destinadas a las lu chas, p a ra los g lad iadores, canalizaciones con el ob je to de convertir la pista en piscina en las fiestas navales, etc. (figs. 153 a 156)
E l te a tro , así como el c i r co, el hipódrom o y el estadio,
F ig . 155. Anfiteatro Flavio, llamado el Coliseo. Vista exterior. Roma.
68
F ig . 156. El Coliseo. Roma. Vista del interior.
son edificaciones del mismo Upo que las de igual clase que se levantan en G recia ; se observan algunas ligeras variantes constructivas que no afectan a su estructura general, más suntuosa.
El teatro, principalmente, era decorado con más riqueza y complejidad que el teatro griego.
La casa . Las¡ casas romanas primitivas estaban separadas unas de otras por medio de andronas, y constaban solamente de un patio (atriurn), ya abierto, ya con cubierta a dos vertientes que arrojaban las aguas al exterior; alrededor de este patio
se desarrollaban las habitaciones. Más tarde, se suprimió la androna, y las aguas de la cubierta sé vertieron en el interior (im p lu v iu m ). En Pompeya tenemos todos los tipos de casa romana, desde
F ig . 157. Casa romana. Pompeya. Reconstitución.
69
F ig . 158. Peristilo. Casa do Vetio. Pompeya.
/
Fig . 159. Acueducto romano de Segovia.
70
F ig . 1()0. Cabeza en bronce de J. Bruto. Museo de Roma.
las más sencillas a las más opulentas (figs. 157-158).
P u e n t e s , a cueducto s y calzadas . Los romanos fueron grandes ingenieros. Construyeres larguísimas calzadas (caminos espaciosos, empedrados) por las que Roma se comunicaba con las poblaciones más importantes de su dilatado imperio. Los puentes que levantaron eran sólidos y bellos; muchos se han conservado hasta nuestros días. Para llevar el agua a las poblaciones que carecían de ella, edificaron monumentales acueductos; el de Segovia es
F ig . 161. Livia como la diosa Fortuna. Vaticano.
uno de los más importantes (fig . 159), como también el de Tarragona y el Pont du Gard.
E s c u l t u r a . — La escultura romana sufrió las influencias etrusca y helenística, pero algunos escultores adquieren originalidad, inspirándose en el natural, que reproducen con realismo.
Este carácter se manifiesta en las estatuas y bustos históricos que hoy admiramos en los museos (figs. 160-161). Trata también la escultura romana los asuntos políticos contemporáneos, en bajorrelieves conmemorativos de las
71
F ig . 162. Pintura arquitectónica. Boscorcale. Siglo i. /
numerosas conquistas de este pueblo (fig. 145).
P in t u r a . — Es más conocida que la griega, gracias a los descubrimientos moder
F ig . 163. Cabeza de muchacha. Procede de Herculano. Museo de
Nápoles.
nos en Roma, y sobre todo en Pompeya. Generalmente al fresco da sensación de v id a ; fue ejecutada algunas veces por artistas griegos romaniza-
B’ig . 164. Mosaico de la batalla de Alejandro y Darío. Musco de Nápoles.
72
<|oh. Llena como elemento de- i unitivo el interior de los edificios públicos y casas particulares, aun las poco acomodadas. En general trata asuntos mitológicos, escenas de amorcillos trabajando en diferentes oficios, o representa construcciones de fantasía, etc. (figura 162).
En Egipto, en las sepulturas de la época romana, se han encontrado, junto a las momias, magníficos retratos pintados (e l busto solamente), al parecer de autores gre- colatinos (fig . 165).
M o saic o s . — Emplearon los romanos frecuentemente el mosaico, conocido ya de los
griegos, de un modo especial en los pavimentos; casi siemb re con dibujos de pura ornamentación pero algunas veces desarrollaron grandes composiciones, como en el que se representa la batalla de Alejandro contra Darío (figu ra 164).v. D ecadencia r o m a n a . — La unidad del imperio romano, que, por estar formado de elementos tan heterogéneos, era más bien política, cayó al impulso de varias causas, que no son de este lugar, siendo la principal el cambio radical experimentado en el espíritu de la sociedad pagana, decadente al nacer el cristianismo.
F ig . 165. Retrato de mujer egipcio-romano. Fayum.
73
F ig . 166. Sarcófago paleocristiano. San Francisco de Rávena.
ARTE CRISTIANO
Es la expresión del espíritu nuevo sobre la forma antigua.Tosca imitación en sus comienzos del arte romano, se desarrolla y da origen a una verdadera regeneración artística.
P e río do de fo r m ació n del arte c r ist ia n o
I. E l de las catacum bas (del siglo I I al IV ).
II. E l df, las basílicas
III. E l de la in f l u e n c ia b iz a n t in a (del siglo V I al X ) en que queda completamente formado el arte románico.
Estudiaremos ahora los dos primeros períodos y dejare
mos el tercero para cuando veamos el arte románico.
I. P eríodo df. fo r m a c ió n del arte c r is t ia n o : C atac u m b a s . — El cristianismo, du-
Fic. 167. Planta parcial do un piso de las catacumbas do Calixto. Roma. A, ambulacro; B, lócu
lo; C, cubículo; I), cátedra.
74
F ig . 168. Catacumba de Domitila, Roma.
rante los tres primeros siglos de su existencia, oprimido por las persecuciones, no pudo pensar en las manifestaciones artísticas y, por otra parte, perduraba todavía la influencia de la ley mosaica que había puesto limitaciones a la práctica de las bellas artes, por las razones expuestas anteriormente, y los cristianos miraban como objeto de idolatría las obras del arte pagano. No obstante, el arte cristiano se desarrolla paulatinamente porque el sentimiento popular lo favorece y la Iglesia apoya este senti
miento porque gusta de ver representados bajo formas sensibles los misterios y objetos de su culto.
Éste se practicaba en lugares escondidos, de ahí las catacumbas, que es donde hay que estudiar el arte cristiano en este primer período. Las catacumbas son necrópolis subterráneas destinadas a sepultura de todos los que profesan la religión de Jesucristo. Las hay en diferentes partes del Imperio, pero las más importantes son las de Roma.
Las de Calixto (fig . 167).
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F ig . 169. Orfeo. Atenas.Museo Bizantino.
ocupan un área de mucha extensión y constan de tres planos o pisos horizontales superpuestos casi paralelos, comunicados por rampas o escaleras formando infinidad de corredores (ambulacros) donde se abren los nichos ( lo cu li), y las cámaras (cu - bícula) (fig . 168), destinadas a una familia o a sepulturas de Papas, que son de planta
rectangular. Algunas de estas cámaras están destinadas al culto y en ellas se encuentra una cátedra. Hay además los arcosolium, nichos abiertos en la roca, cuya parte superior forma una bóveda.
D ecoración de las catacum bas. — Fácilmente se comprenderá las dificultades con que tuvieron que luchar los primitivos cristianos para desarrollar el arte, por la continua vigilancia y constantes persecuciones de que eran objeto. Protegidos únicamente por la ley general romana que prescribía respeto a las tumbas, pudieron a su amparo realizar la decoración de las catacumbas.
La P in t u r a , en general, se reduce a una imitación de los asuntos paganos, con el simple cambio de la significación de sus escenas: así Orfeoamansando a las fieras con su música, representa la acción benéfica de Cristo (fig . 169). Domina siempre el carácter simbólico y alegórico en sus composiciones. Tratan tam-
76
I>ién asuntos del Antiguo y Nuevo Testamento con igual carácter y factura, pero es preciso hacer constar que, a pesar de esta imitación del arte pagano, el cristianismo ostenta desde el principio concepciones artísticas propias, que paulatinamente se van desarrollando.
La E s c u l t u r a se practica •lún con mayores dificultades que la pintura. D ifíc il era la introducción de grandes bloques en las catacumbas y más difícil ejecutar las obras en el interior.
Existen algunos bajorrelieves esculpidos en sarcófagos, de mármol o pórfido (figura 166), que representan asuntos idénticos a los ejecutados en pintura y pertenecientes a los primeros tiempos. Aumentan en los siglos iv y v.
Fió 171. El Buen Pastor. Relieve del siglo v. Iglesia de la Santa
Cruz, Écija. Sevilla.
Es frecuente hallar en ellos el anagrama de Cristo, com-
F ig . 172. Sección transversal de la basílica de San Pablo Extramuros. Roma.
77
F ig . 173. Basílica de San Pablo Extramuros. Roma.
puesto de una X y de una P, forma de que se valían para indicar el nombre de Cristo en (griego X p is t o s ), y las letras alfa y omega, primera y última del abecedario griego, para significar el principio y el fin de todas las cosas (figs. 166-170).
Las estatuas (hay muy pocas), y relieves, representan casi exclusivamente al Buen Pastor (fig . 171).
Obsérvese que, a pesar de manifestarse en todas las obras la influencia de Jesucristo y su doctrina, no representan nunca asuntos de
la sagrada Pasión, ni nada que haga referencia a los tormentos de los mártires.
II. P e r ío d o de form aciónDEL ARTE CRISTIANO: L a BASÍLICA. — La libertad de la Iglesia, obtenida por el edicto de Milán (año 313) hace cambiar los destinos de la sociedad e influye poderosamente en el arte.
El culto se practica ya en público: por el momento se aprovechan las construcciones romanas para las ceremonias religiosas, y así vemos que la basílica pagana (véase página 66) se convierte en
78
F ig . 174. Basílica de San Apollinare in Classe. Rávena.
cristiana y que su planta es la adoptada para las nuevas iglesias que empiezan a construirse en gran número (el papa Silvestre funda más de veinte), como la Lateranense, la Vaticana, etc., y lo mismo sucede en Roma que en el resto de Italia, España y sur de Europa en general.
La imitación de la basílica pagana es tan completa, que en algunos casos toma el carácter de verdadera reproducción ; tal sucede, por ejemplo, con la grandiosa basílica de San Pablo Extramuros, de
Roma, que en sus dimensiones, disposición de la planta, número de columnas, etc., copia fielmente la basílica U lpia (fig . 172).
La cubierta de la basílica, generalmente, está sostenida, por armaduras de madera a dos vertientes; la nave central suele ser de mayor elevación para iluminarla con las ventanas abiertas en el muro que domina las vertientes laterales.
Se modifica, en la basílica, la disposición del capitel, ya que, en vez de sostener el ar-
79
F ig . 175. Planta de la basílica de San Clemente. Roma.
quitrabe, como en Grecia y Roma (véase página 43), sostiene el arco.
El altar era de reducidas dimensiones, y detrás de él, en el fondo del ábside, estaba situada la cátedra, sitial, de piedra generalmente, para el oficiante.
Ésta es la disposición ge
neral de la basílica latina, disposición que, a pesar de haberse ido transformando de siglo en siglo, ha llegado hasta nuestros días con escasas variantes.
Los tipos de basílicas pueden reducirse a dos más comunes :
I. Basílica de cinco naves, como la de San Pablo Extramuros, de Roma, que fue empezada en el año 386 y se terminó en tiempos del emperador Honorio a principios del siglo v ; es uno de los templos latinos de mayores dimensiones que se conocen (figuras 172-173).
II. Busílicas de tres naves, como las de San Clemente y Santa María la Mayor, ambas también en Roma.
Las basílicas solían tener adosado un baptisterio, capilla de planta poligonal o circular que contenía la piscina para verificar el bautizo por inmersión según la práctica de la época.
E s c u l t u r a y p in t u r a de este
SEGUNDO PERÍODO. — DECORACIÓN de la s basílicas. — Continuando la tradición del arte de las catacumbas, la escultura de este período es una imitación del arte pagano, como se observa en los capite
80
F ig . 176. Friso decorativo copto. Siglo v.
les de esos templos, que derivan del tipo corintio.
En las pinturas murales de las basílicas se reproducen, en los primeros tiempos, los asuntos de las catacumbas; ya en el siglo iv aparecen las primeras representaciones gráficas de Jesús, qué van perfeccionándose hasta ofrecer entre los siglos v y vn f iguras que son un precedente de lo románico por el espíritu y el estilo.
En los siglos v iii y ix se observan ya crucifijos y v írgenes precedentes de los románicos asimismo.
La más antigua representación de la crucifixión de Jesucristo se encuentr.a en un manuscrito siríaco guardado en la Biblioteca Laurentina de Florencia; se remonta al año 586. Pertenece al arte bizantino (fig . 177).
Se usa el mosaico para decorar muros y ábsides y en los sarcófagos, que recuerdan
F ig . 177. Crucifixión. Evangeliario de Rabula. Siria. Biblioteca
Laurenciana. Florencia.
el estilo romano, se desarrollan asuntos de la vida de Jesucristo y del Antiguo Testamento, etc.
81
F ig . 178. Antepecho bárbaro de la catedral de Coire (Chuz). Suiza.
ARTE BARBARO
Mientras se desarrolla el arte cristiano primitivo, hacia fines del siglo v, empieza a manifestarse con caracteres propios el arte bárbaro, llamado así porque es el de los pueblos invasores del imperio romano. En él vemos la perpetuación de temas artísticos de la última Edad del Bronce, con influencias me- sopotámicas y romanas. Son características de este arte las ornamentaciones y estilizaciones caligráficas de símbolos religiosos o guerreros a los que más tarde vienen a juntarse los cristianos, formando complicadas lacerías de difícil interpretación que se desarrollan en los relieves (fig . 178), en las miniaturas de códices (fig . 181) y en la orfebrería (fig . 180-182), artes en que los bárbaros demostraron más aptitud y afi
ción. Los restos arquitectónicos son escasísimos y de poco valor artístico; el más importante es sin duda la Tumba
— -de Teodorico (fig . 179).Este arte, influyó en el ro
mánico, en el que persisten algunos de sus motivos ornamentales.
F ig . 179. Tumba de Teodorico. Rávena.
82
ujnoucen
F ig . 180. A ra del siglo x-xi. Plata. Museo diocesano de
Gerona.
F ig . 181. Miniatura del Libro de Kells. Museo de Dublín, Irlanda.
F ig . 182. Fíbulas irlandesas. Museo de Dublín, Irlanda.
83
F ig . 183. Símbolos cristianos de un sarcófago di'l siglo v. S. Apollinaire, Rávena.
ARTK B IZAN TIN O
A r t e b i z a n t in o . — A medida que va desapareciendo el imperio de Occidente, ostenta su brillo el de Oriente, de cuya civilización fue centro Constantinopla, dondci. nació el arte bizantino. Éste creó un nuevo sistema constructivo con bóveda, consistente en cubrir los espacios por medio de cúpulas cuyas presiones se contrarrestan mutuamente. La decoración se inspira en los elementos del arte oriental, principalmente del persa; dio por resultado un tipo del todo original.
A r q u it ec t u r a r e l ig io s a . — Los templos bizantinos se clasifican en varios grupos por la disposición de su planta, que afecta distintas formas según sea la estructura de la cubierta.
No nos detendremos en este estudio, demasiado técnico, y nos fijaremos en el tipo característico y que es el más complicado, o sea el de cúpula sobre planta cuadrada, solución que aparece en el siglo vi.
F ig . 184. Planta de Santa Sofía. Constantinopla.
84
I»!n modelo Santa Sofía de Cuntí,mtinopla, templo edifi- i iitlo por Justiniano en 532, i|iio tanto por su interior, de esplendorosa riqueza, con l'ijvestimientos de mármol, mosaicos, etc., como por su jupccto exterior (la cúpula, construcción a trev id ís im a, mide 31 metros de diámetro), de austera grandeza puede considerarse como el arquetipo de- los templos bizantinos (figs. 184-185-186).
Posteriormente aumenta el número de cúpulas, como en San Marcos de Venecia, que tiene cinco (figs. 187-188).
F ig . 186. In terior de Santa Sofía de Constantinopla.
85
F ig . 185. Santa Sofía de Constantinopla, hoy convertida en
mezquita.
F ig . 187. Basílica de San-Márcos. Vcnccia.
F ig . 188. In terior de San Marcos. Vcnecia.
86
Kig . 189. Catedral de la Dormi- ción. Moscú. Siglo xvi.
En Rusia, cristianizada por los bizantinos, perduró este arte, con características propias, hasta bien entrada la Edad Moderna (fig . 189).
A rq u it e c tu r a c iv il : E l palacio . — Quedan poquísimos vestigios arqueológicos, pero por descripciones de escritores medievales se sabe que los palacios bizantinos ostentaban una ornamentación fastuosa de mosaicos, oro, mármoles y joyas en profusión no igualada. Se cree que su estructura arquitectónica era semejante a la de los templos, con las variaciones exigidas por su función de v ivienda, y que abundaban en ellos los patios y jardines.
L a casa. Era de planta muy elemental, que se repetía en
los edificios de mayores dimensiones. La fachada está protegida por un pórtico, del que arranca la escalera ( f i gura 190).
La e s c u l t u r a . — La estatuaria ocupa un lugar secundario en el arte bizantino. En cambio en los relieves, especialmente en los dípticos y polípticos de marfil, y en las arquillas que servían de relicarios, sobrevive la tradición helenística (figs. 183-191). En la escultura ornamental de capiteles, frisos, etc., se realizan complicadas estilizaciones de temas vegetales que más parecen obra de orfebre que de escultor.
P in tu r a s y mosaicos. — Las pinturas más antiguas que decoraban las paredes de los templos, han desaparecido. Quedan, afortunadamente, los mosaicos, cuyos asuntos, tomados generalmente de los libros santos, son una repetición de los tratados por
87
F ig . 191. Tríptico bizantino llamado de Harbaville.
F ig . 192. Mosaico bizantino (siglo vi). Rávena, Italia.
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F ig . 193. Tela de las Brujas. Sicilia. Hacia 1200.
la pintura. Los mosaicos destacan sus composiciones sobre fondo de oro o azul oscuro, y, un perfil negro recorta las figuras, en las que el artista evita el escorzo, así como la perspectiva, y tiende siempre a la simetría (fig . 192).
P o l ic r o m ía de l ib r o s . — Las miniaturas de los manuscritos tienen verdadera importancia artística; con mucha frecuencia vienen a ser como una reducción de la gran pintura, así como en las iniciales adornadas se repiten
los motivos de la escultura ornamental.
T ejido s . — Los tejidos bizantinos alcanzaron grande y justificada fama, y, durante la Edad Media, fueron enviados muchos a Occidente. Los dos temas principales que se hallan en los mismos son: escenas de caza o reproducción de animales, en que se manifiesta una fuerte influencia persa y mesopotámica, y temas religiosos, en los que se continúa la tradición pictórica (fig . 193).
89
F ig . 194. Tablero decorativo de la Aljafería. Zaragoza.
ARTE ARABE
La Arabia es la extensa península bañada por el mar Rojo, el mar de Omán y el golfo Pérsico.
F ig . 195. Nimbar de la mezquita de Alá-Eddin. Konia.
Los árabes, al extender rápidamente sus conquistas, lejos de rechazar las civ ilizaciones extranjeras, las estudiaban, y, no poseyendo un arte original, se dejaron influir notablemente por los pueblos que habían conquistado. Efectivamente, el arte árabe nace de la influencia bizantina y persa. A estos pueblos piden los árabes artistas para construir y decorar sus edificios.
En España, al construir Abderramán la mezquita de Córdoba en el siglo vm, se vale de les elementos suministrados por el imperio bizantino.
Prescindiremos de la clasificación por escuelas de los diferentes grupos arquitectónicos y solamente diremos que a pesar de presentar un carácter general uniforme en
90
F i g . 196. El patio de la gran mezquita de Damasco.
todas sus construcciones se observan algunas diferencias por las circunstancias de localidad y época.
En todas partes se manifiesta por el uso de la cúpula bizantina, que modifica, dando lugar a características soluciones propias de su arte. Emplea la arcada y con preferencia los arcos lobulados y de herradura, así como la columna con capiteles de distintas formas: todo materialmente calado con rica y exuberante decoración.
A r q u i t e c t u r a r e l i g i o s a . —
La m e z q u i t a . No es la morada de Dios, sino solamente un edificio destinado a la oración.
Los elementos esenciales de
toda mezquita son: el mirhab, nicho de grandes proporciones que señala a los fieles la dirección de La Meca, ciudad
F i g . 197. Mihrab. Detalle. Mezquita de Córdoba.
91
F ig . 198. Mezquita de Mohammed-Alí. E) Cairo.
santa de los seguidores de Mahoma; en las grandes mezquitas el mirhab se sustituye por una especie de capilla abovedada y separada del
resto del templo por una valla : es la maksura; sólo está permitida la entrada a este recinto al príncipe o jefe supremo de la nación; el
F i g . 199. Mezquita de Ornar, en Jerusalén.
92
F ig . 200. Tumbas de los sultanes mamelucos. E l Cairo. Siglo xv
nimbar (fig . 195), colocado junto al mirhab, es como un púlpito, desde el cual un sacerdote lee al pueblo versos del Corán, libro sagrado de los mahometanos; la piscina de las abluciones, situada en el centro de un patio, donde se cumple el rito de lavarse antes de la oración; el minarete, lugar elevado desde donde un sacerdote anuncia, a gritos, la hora de la plegaria.
Las mezquitas, de un modo general, pueden clasificarse en dos tipos:
I. Formado por un patio cuadrangular limitado por cuatro pórticos; uno de ellos, generalmente más profundo y más alto cobija el mirhab o
la maksura, y puede formar un cuerpo de edificio. A este tipo pertenecen la mezquita de Córdoba, y la Mayor de Damasco (figs. 196-197).
II. Cuyo conjunto parece una iglesia bizantina, conteniendo, en el centro, el patio con la piscina de las abluciones. Los pórticos han sido convertidos en naves; la planta suele ser cruciforme. Este tipo es el más corriente en las mezquitas egipcias (fig . 198).
Hay asimismo mezquitas conmemorativas o funerarias, de planta poligonal o circular, como la de Ornar en Je- rusalén (fig . 199).
Es frecuente que, adosados a la mezquita, haya una escuela y un hospital.
93
F ig . 201. El Taj Mahal. Agrá. India.
A r q u it ec t u r a f u n e r a r ia .- - Los enterramientos de califas y grandes personajes ya hemos dicho que se verificaban en las llamadas mezquitas sepulcrales (figs. 200-201).
Las sepulturas comunes tienen muy poca importancia: las acompaña a menudo una estela.
A r q u it ec t u r a c iv il . — L a casa . A pesar de variar notablemente la distribución de la planta en la casa árabe, según las circunstancias de lugar y época, se observan en ella, como carácter general dos partes esenciales: la destinada a la vida íntima, que
podemos llamar interior, y laí exterior, para recibimiento de’ los forasteros, formada casi exclusivamente por el patio,] que tiene gran importancia en la vida árabe; en él se recibe y se trabaja. Lo tienen hasta las casas más modestas. Están provistos de aljibes y plantas de adorno.
Los árabes procuran reducir en lo posible la comunicación con el exterior, y aun ésta la velan con espesas celosías.
Los res ta n tes compartimientos están destinados a la
F ig . 202. Planta de una casa de Damasco. A , pórtico; B, patio;C, mandaran, habitación situada al fondo del patio, generalmente decorada con riqueza y con surtidor de agua, sirve de recibidor;D, dependencias secundarias: cocina, horno, etc.; E, sala y habi
taciones varias.
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F ig . 203. Patio de los Arrayanes. Alhambra. Granada.
v id a ín tim a y a usos diversos(fia. 202).
Los palacios. El con junto de edificios que constituyen el palac io carece de sim etría en su p lan ta : de sencillo aspecto exterio r, ostenta g ran
r iqueza en la p ro fu sa decoración de sus habitaciones, patios y salas.
El palacio musulmán más antiguo que se conoce es el de Ammán, en Siria, del que sólo se conserva una pequeña parte del patio.
E l más antiguo de España de que se conserva memoria es el de Medina Azzahra en Córdoba, y como muy notable el de la A lja fería en Zaragoza. Sobrepuja a todos el de
la Alhambra de Granada ( f i gura 203).
Tienen los árabes varios edificios destinados a servicios públicos, tales como la enseñanza, la beneficencia, el comercio y la h ig iene; los caravanserrallos, especie de posadas situadas en los caminos que conducen a las grandes ciudades; baños, que han tenido siempre una especial importancia en los países de civilización musulmana; existen aún muchos. Hospitales: en el s. x i i eran numerosos; hoy casi han desaparecido por completo. Los llamados madrizas, colegios públicos, a los que suele acompañar una mezquita y un hospital.
95
F ig . 204. Castillo de Coca (Segovia). Detalle.
En ellos además se atendía a la manutención y gastos de estudio de los educandos. Su
arquitectura ofrece los caracteres generales que ya hemos descrito.
F ig . 205. Arquilla árabe (siglo x i -x ii ). Museo de Burgos.
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Algunas de las construc- rimics militares presentan un r.niii aspecto arquitectónico, como puede observarse en el rastillo de Coca, en España (fábrica de ladrillos) y cuyas formas recuerdan las de la arquitectura persa (fig . 204).
P i n t u r a y e s c u l t u r a . — La religión mahometana prohíbe la representación plástica de personas y animales; ello explica que el arte árabe no cuente con escultura y pintura propiamente dichas. Ésta se reduce a las miniaturas de los libros, y de aquélla tenemos poquísimos ejemplos.
A r t e s i n d u s t r i a l e s . — La capacidad artística de los árabes se aplicó sobre todo a las artes industriales. La decoración a base de complicadas figuras geométricas enlazadas con temas vegetales, que se conocen con el nombre de arabescos, es característica y dominante: la hallamos en el estuco pintado o atau- rique y en los azulejos (ladrillos vidriados de varios colores) que revisten los muros de las viviendas; en las cerámicas, bronces, marfiles, ar- tesonados, muebles, esmaltes, joyas, telas y tapices. En las artes menores destacaron los árabes (figs. 194-205).
ARTE MUDEJAR
Es el que se produce por influencia musulmana en las regiones cristianas de España, durante los siglos ix-xv.
Esta influencia alcanza una gran importancia *en Castilla y Andalucía, donde la imaginación árabe fantasea sobre el arte bizantino y da por resultado las más ricas muestras de este arte, como en Santa María la Blanca, de Toledo (fig . 206). En arquitectura se usa siempre el arco de herradura.
F ig . 206. Interior de la Sinagoga de Sta. María la Blanca (Toledo).
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F ig . 207. Dintel de Saint-Genis-les-Fonts. Rosellón. Francia.
AR TE ROM ANICO
Vistos los dos primeros períodos de formación del arte cristiano (Catacambas-Basíli- cas) y conociendo también el arte bizantino, pasemos a estudiar el tercer período, o sea el de injlue.nc.ia bizantina sobre el arte latino occidental, del siglo vi al x, época en que se forma el arte románico.
Varias fueron las causas que obraron sobre el decadente arte occidental; influyeron sobre todo el oriente y el norte de Europa, y de un modo especial el arte bizantino.
I n f l u e n c ia b iz a n t in a . Fue grande en tiempo de Car- lomagno, quien, deseoso de reconstruir el imperio de Occidente y de regenerar las artes, mandó traer artistas de Bizancio, que hicieron obras completamente influidas por el gusto bizantino. Es la más notable la capilla de Santa
F i g . 208. Planta de la capilla de Santa María de Aquisgrán.
F ig . 209. Capilla de Aquisgrán. Interior.
María del palacio del Emperador en Aquisgrán, cuya disposición recuerda San Marcos de Venecia (figs. 208-209).
En Francia y en la Marca Hispánica, hoy Cataluña, se encuentran también restos de arquitectura precarolingia y carolingia (fig . 210) como se observa en las iglesias de San Pedro y San Miguel de Tarrasa, y San Pedro de las Puellas, en Barcelona.
No haremos el estudio de los diferentes grupos y escuelas de arte románico y de las mutuas influencias de unos núcleos sobre otros, por ser ajeno a nuestro propósito; di
remos solamente que el arte románico iniciado en el siglo x llegó a su apogeo en el siglo x n y que en el siglo xm siente ya la influencia del arte gótico, iniciándose así el período llamado de transición.
A r q u it e c t u r a . — La construcción románica se deriva de la construcción romana, acomodada a las necesidades de la época, que obligaron a economizar los materiales. Usa como forma exterior definitiva la que nace de su estructura.
Las piezas fundamentales de la construcción románica son los arcos y las bóvedas
F ig . 210. Baptisterio de San M iguel de Tarrasa.
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llamadas de canon seguido (figura 212) que llevan las presiones a lo largó de los muros, y las cúpulas (figu ra 211), construidas sobre planta cuadrada, en el encuentro de nave y crucero.
F ig . 211. Cúpula románica.
A r q u it ec t u r a f u n e r a r ia .— Siguiendo la tradición de las catacumbas, el monumento funerario típico del período románico es el sarcófago em-
F ig . 212. Bóveda de cañón.
plazado en los claustros y en los pórticos de las iglesias.
En el siglo x i i se colocan en los muros interiores de las iglesias (fig . 213).— A rq u it e c tu r a re lig io sa . — En los monasterios, centros de civilización de la Edad Media, es donde debemos fijar nuestra atención al estudiar las grandes obras de arquitectura religiosa románica.
La iglesia románica es hija
F ig . 213. Monumento funerario. Siglo xii- Basilica de San Vicente, Ávila.
Dos naves (Taxó d’Avall)
F ig . 214. Plantas de cruz latina.
Una nave (S . Benito de Bages)
de la antigua basílica latina, transformada por la influencia bizantina y acomodada a las necesidades de la época. Vemos desarrollarse los dos brazos transversales (tran- septo) entre el presbiterio y la nave, para separar a los monjes del pueblo, y dar a la planta la forma de cruz; las
torres, hoy llamadas campanarios, para el acecho y la defensa; el cimborio sobre el crucero, y finalmente el empleo de la bóveda en vez de la cubierta de madera de las basílicas latinas.
Desde el punto de vista de su planta puede establecerse la siguiente clasificación:
F ig . 215. Plantas radiales.
101
F ig . 216. Á b s id es d e l m on a sterio c lu n iacen se de P a ra y - le -M o n ia l.
I. Ig l es ia s de c r u z la t in a : (eje longitudinal más largo que el transversal) de cinco,
F ig . 218. Cripta de San Isidoro de León.
de tres, de dos (rarísimas) y de una nave (fig. 214) con ábsides (fig . 216).-^
II. Igl es ia s r a d ia l e s : de cruz griega, cuadrilobuladas, trilobuladas, circulares y poligonales (fig . 215).
F ig . 217. Nártex de la iglesia de Queralps (Gerona).
A ccesorios de las ig l e s ia s . Pueden considerarse como accesorios :
L a c r ipt a . Pequeña iglesia inferior, recuerdo de las catacumbas.
E l n á r t e x . Se conserva de la basílica latina: es una especie de pórtico ante la fachada principal (fig . 217).
L as to rr es c a m p a n a r io s . Su forma y emplazamiento
102
F ig . 219. Catedral de Worms, Alemania. Siglo x i i .
varían según las épocas y lugares. Se levantan en la fachada, a un lado o a ambos lados de la iglesia, en su parte posterior, etc. (figs. 219 y 220).
E l c la u s t r o . Patio portica- do como el de las primitivas mezquitas y como los pórticos que precedían a las basílicas latinas. Es el lazo de unión entre la iglesia y otras construcciones (fig . 222).
E l altar y el retablo . Los primitivos altares solían ser huecos como los sarcófagos o dispuestos en forma de mesa sostenida por un pilar o va
rias columnas, o por ambos elementos a la vez (fig . 223). El retablo acompañó al a ltar: era generalmente de pequeñas dimensiones.
La pila b a u t is m a l . Nace en el siglo vi al abolirse el bautismo por inmersión.
L a cátedra e pisc o pal . Silla monumental de piedra que ocupaba el obispo; estaba situada detrás del altar que en las catedrales se alzaba, aislado, en el centro del presbiterio (fig . 224).
M o n a s t e r io s . — Las tradiciones romanas de la planta se conservan también en los monasterios, ya que desarrollan una serie de edificios
F ig . 220. San Clemente de Tahull.
103
F ig . 221. Las murallas de Ávila.
alrededor de uno o varios pa- ces de mucha extensión y notios (claustros). presentan simetría alguna en
Su conjunto es algunas ve- sus construcciones, en las que
Fie. 222. Claustro del monasterio de S. Stefano, Bolonia.
104
F ig . 223. Baldaquino de Tosas F ig . 224. Trono episcopal de la(siglo xm ). Museo de Arte de catedral de Bari, Italia.
Cataluña.
F ig . 225. Puerta Real. Monasterio de Pob let (Tarragona).
105
se atendía principalmente a la comodidad y buena orientación. Los monasterios se levantan generalmente lejos de las ciudades y eran, no sólo focos de cultura, sino verdaderos centros agrícolas e industriales, amurallados (figu ras 225-226) como ciudades ( figura 221).
En las construcciones cis- tercienses de nuestro país se observa a menudo el uso del arco apuntado, llamado o jiva, de modo que esta forma, que tardó aún en desarrollarse en otras localidades, era
F ig . 226. Planta del monasterio de Silos: A, iglesia; B, sala capitular; C, claustro; D, depen
dencias monacales..
aquí conocida, como en Francia, en el siglo xn.
Fie. 227. La «Pahería». Lérida.
106
A rq u itectu ra c iv il . — Son Iiiii pocos los edificios civi- It ii románicos que han subsis- I li lo hasta nuestros días, y tan dUpersos, que no podemos hacernos una idea clara de lo que fueron la casa y el palacio románicos. En Francia y Alemania, Italia y España se conservan algunos edificios públicos y casas privadas, de los cuales sólo las fachadas sí* han salvado de la ruina o de las reformas. En España son dignos de mención un palacio en Estella (Navarra), la casa comunal de Lérida ('finura 227) y una casa en Tá- rrega.
F ig . 228. Fortificaciones de Carcassonne. Detalle.
F ig . 229. Pórtico de la Gloria. F ig . 230. Templo de Ripoll.Catedral de Santiago de Detalle de la portada, siglo xn.
Compostela.
107
F ig s . 231 y 232. El rey Salomón y la reina de Saba. Museo del Louvre.
F ig . 233. La Santa Cena. Arca de San Félix. Siglo xi. San Millán de la Cogolla (Logroño).
108
F ig . 234. Arquivoltas de la portada del siglo x i i i de la catedral de Valencia.
E l c a s t il l o . Puede considerarse en él dos partes: la destinada a la habitación y la parte fortificada para la defensa ; domina el conjunto la torre llamada del homenaje, último refugio en caso de apuro (fig . 228).
E s c u l t u r a ,— Aunque la escultura románica tiene dos aspectos, el de los altos y bajos relieves, y el de las estatuas, hay que estudiarlos en conjunto, porque se funden en una sola obra artística, ya que muchas veces la estatua reemplaza el fuste de una columna, se mezcla con los elementos decorativos ornamentales y está a menudo sujeta a la decoración arquitectónica (fig . 229 a 233).
La escultura de imágenes,F ig . 235. Pintura mural románica. Museo de Arte de Cataluña.
109
F ig . 236. Pavimento de mosaico. Santa María de Riooll (Gerona).
y aun los relieves de retablos, etcétera, suelen ser policromados.
Su carácter general es de síntesis del gusto romano y oriental, y como no podía copiar la escultura en grande del arte bizantino por no haberla éste practicado, según hemos dicho ya en su lugar, copió las figuras y ornamentos reproducidos en los marfiles, en los bellos y numerosos mosaicos, piezas de orfebrería y miniaturas.
La ornamentación escultórica está inspirada en elementos geométricos y en la fauna y la flora (animales y plantas).
Los ELEMENTOS GEOMÉTRICOS son abundantísimos: dientes de sierra, escamas,
polígonos, y círculos entrelazados, cuerdas y trenzados, etcétera (fig . 234).
La fa u n a es numerosa; así vemos animales apocalípticos como símbolo de los Evangelistas ; representación de animales reales como el león, el perro, el ciervo, e imaginarios como sirenas, grifos, etc. ( f i gura 234).
L a flo ra es, en general, imitación de la romana (figu ra 234), pero con nuevo estilo.
P in t u r a . — P in t u r a m u r a l . La vemos empleada en los monumentos del arte románico que no contienen decoración escultórica. Se pintan muros, bóvedas y a veces incluso la fachada. Es muy influenciada por las pin-
110
Fie. 237. Frontal románico (pintura sobre tabla) de la Seo de Urgel.
turas, mosaicos y miniaturas bizantinas (fig . 235).
El carácter general de la ornamentación románica consiste en representar los elementos de la naturaleza combinados fantásticamente.
El mosaico presenta también influencias orientales y romanas (fig . 236).
P in t u r a sobre tabla . — Puede estudiarse muy bien en los frontales pintados, cuyos caracteres generales son los mismos que hemos citado al hablar de la pintura mural (fig . 237). Lo mismo podemos decir de la miniatura (fig . 238).
Fig. 238. Fernando I. Miniatura del «Libro de Estampas (s. x i i ).
Catedral de León.
111
F ig . 239. Miniaturas de las «Cantigas de Santa María» de Alfonso X. El Escorial (Madrid).
ARTE GÓTICO
Entre los acontecimientos políticos que influyeron en el desarrollo de las artes de los siglos x i i y x m fue el m ás importante el cambio experimentado en el modo de ser de las ciudades al libertarse del poder feudal. Desarrollóse entonces la vida municipal por el nacimiento de corporaciones obreras y mercantiles que, con gran intensidad de vida propia, fueron el alma de la sociedad de esta época.
De ahí que la catedral, que es el monumento más importante del arte gótico y como su construcción típica, reúna el doble carácter, religioso y civil, ya que sirve para las
ceremonias del culto y para reunirse las corporaciones a discutir sus intereses, para la celebración de fiestas de carácter popular, representación de misterios, etc. Se comprende, pues, el entusiasmo con que las poblaciones contribuían con su dinero y su trabajo a la construcción de las catedrales.
A r q u it ec t u r a gótica . — Su estructura es derivación de la románica y por tanto también de la romana. Obedece a la necesidad de cubrir grandes naves e iluminarlas. Se inicia a mediados del siglo xn, en el dominio real francés de la Isla de Francia. El monumen-
112 V
ti) característico más antiguo de data cierta es la iglesia de la abadía de Saint-Denis ti 137 a 1144) (fig . 240).
Los elementos constitutivos de la arquitectura gótica son, casi todos ellos, más antiguos (lúe ella misma, ya que no es la presencia de un elemento lo que caracteriza una arquitectura, sino su empleo artístico. El arco apuntado se había usado ya en Oriente, el arbotante y batarel en edificios de la Borgoña y la bóveda ojival tiene precedentes en Roma y en Siria (véase el final de la pág. 106).
El principio fundamental de la construcción gótica es la bóveda sobre un crucero de arcos ojivos o bóveda de crucería (fig. 241), de tal modo que las presiones de ésta se dirigen a los ángulos de
F ig . 240. Interior del templo de Saint-Denis (1144).
cada entramado, contrarrestadas por un contrafuerte o botarel (fig . 242 B ), y el uso del arbotante (fig . 242 C ) en el exterior para contrarres-
F ig . 241. Bóveda de crucería.
113
F ig . 242. Contrafuerte y arbotante.
F ig . 243. Fachada lateral de Nuestra Señora de París (véanse los contrafuertes y arbotantes).
F ig . 244. Fachada principa) do Nuestra Señora de París.
F ig . 245. Catedral de Reims. Siglo x i i i .
114
I*r el empuje de la nave central, más alta que las latera- Ioh (fig . 243).
Períodos del arte g ó tic o .—Se pueden señalar tres etapas principales en la evolución de este estilo.
Período p rim itivo y de foiL- mación (siglos x i i y xm ). Se caracteriza por la rohustez-y pesadez de sus macizas construcciones que recuerdan, en cierto modo, las románicas (fig . 244).
Período de plenitud (siglos x m y xiv). Formas*esbeltas, ligeras y elegantes, mayor riqueza de ornamen- F ig . 246. Palacio de Justicia
tación (fig.H45).------------------- de Rouen' Francia'Período de d ecadencia ,
también llamado dér gótico flamígero (siglo xv). Se sobrecarga la ornamentación; las construcciones pierden la grandiosa armonía que caracterizaba las del período anterior (fig . 246).
A l igual de lo que hemos dicho del arte románico, no nos detendremos en el estudio de las diferentes escuelas e influencias que se observan en el arte gótico, y nos fijaremos únicamente en España, donde existen dos grupos bien determinados.
I. _ E l castellan o . — Comprende Castilla, Andalucía. Fig. 247. Catedral de León.
115
flechas afiligranadas, parquedad en la ornamentación, aberturas pequeñas en los muros que aparecen severos y macizos, poco uso de los arbotantes; los campanarios suelen ser de planta octogonal, de paredes lisas y terminados en terraza. Las bóvedas de crucería, sencillísimas, corresponden al tono sobrio de este estilo (fig . 249). En conjunto, el estilo gótico catalán es una notable adaptación de las fórmulas gene
F ig . 248. Fachada del Colegio de San Gregorio, Valladolid.
Galicia, Vascongadas y Navarra. Se caracteriza por la adopción de los elementos y formas típicas del gótico francés, que en el período de apogeo se ofrecen en toda su pureza (fig . 247). En la decadencia el gótico castellano influido por la fastuosidad del arte árabe, adquiere una fuerte personalidad, y es una anticipación del plateresco que aparecerá en el Renaciviiento (fig . 248).
II. E l , c a t 4 I,ÁI'I. — -Comprende Cataluña, Valencia, Islas Baleares y Murcia. Se caracteriza por su sobriedad, carencia de terminaciones en
F ig . 249. Portal gótico. Iglesia del Pino. Barcelona,
116
F ig . 250. Sepulcros góticos. Metropolitan Museum y Monasterio de Pedralbes.
rales de este arte a las condiciones climáticas y circunstancias ambientales del país, muy tradicionalista.
A rq u it ec t u r a f u n e r a r ia .— Se observan tumbas de varias formas; una de las más comunes es la de sarcófago que recuerda el lecho mortuorio con la estatua yacente del personaje enterrado. Están colocados en nichos abiertos en los muros de los claustros (fig . 250).
También los hay formando templete aislado en el interior de la iglesia (fig . 251). Existen también capillas funerarias en algunos cementerios'.
L a u d a s s epu l c r a le s . Son losas esculpidas que cubren la tumba ( fig. 252).
C ru c e s te rm in a le s y fu - NERARiAS, éstas en recuerdo de alguna desgracia o muerte (fig . 253).
A r q u it ec t u r a r e l ig io sa . — Las iglesias góticas se han clasificado en varios grupos atendiendo a su estructura y disposición. No las detallaremos por referirse más a la forma constructiva que a su carácter artístico. Su planta es varia según el número de naves, las hay de una, de tres, de cinco y de siete (poco comunes). Las hay también
117
F ig . 251. Sepulcro del rey Pedro el Grande. Santes Creus.
Tarragona.
con diferencias dentro de una misma planta, como la de Gerona, que, teniendo el presbiterio tres naves, el resto es de una sola (figs..254-255).
En la catedral gótica desaparece el nártex (véase página 10 2 ) de la basílica latina y que conservó la románica, pues participando la catedral del carácter civil, se avenía mejor con éste la comunicación directa con el exterior.
En esta época nace la ig le
sia parroquial, generalmente de una sola nave y un solo altar.
C o n s t r u c c i o n e s accesor ia s . — Los c la u s t r o s . Son de igual disposición que los románicos, con variantes en sus formas constructivas.
En ellos se ve perfectamente la transformación de las formas románicas en góticas, suprimiéndose los macizos y abriéndose paulatinamente
F ig . 252. Lauda del siglo xiv. Museo provincial de Lérida.
118
los calados, como puede verse Kig. 253. Cruz de tér- en los del ala antigua de Po-mino. Noya. La Coruña. blet, y en el de Santes Creus
(figs. 256-257).Los c a m p a n a r i o s . Los hay
aislados (en algunas iglesias
F ig . 256. Claustro. Monasterio F ig . 257. Claustro. Monasteriode Poblet. Tarragona. de Santes Creus. Tarragona.
(En torno a 1200.) (Hacia 1400.)
119
italianas) o adosados a la construcción general.
Varía su número y su forma así como su mayor o menor complejidad y remate (figuras 244-245-258).
En el interior merecen citarse :
E l c o r o . Recinto cerrado para los canónigos y beneficiados (jigs. 259-260).
L a c r ipt a . Se construye en esta época, generalmente, debajo del presbiterio.
E l a lt a r . Adopta definitivamente la forma de retablo.
F ig . 258. Campanarios de San Félix, Gerona (piramidal), y de Sta. Coloma de Queralt (remate
plano).
La cátedra episc o pal . Hállase situada detrás del altar,
como en las iglesias románicas.
F ig . 259. Sillería de coro. Catedral de Ávila. Siglo xvi.
120
F ig . 260. Escultura. Siena F ig . 261. Escalera de la biblio- (1284-1297). teca de la catedral de Rouen.
M o n a st er io s . — El orden siglo x i i (v . pág. 112) modi-político que imperaba en el ficó las instituciones monás-
F ig . 262. El monasterio del M ont-Saint-M ichel, Francia.
121
ticas. Los monasterios ya no se levantan en el campo, sino que se construyen, generalmente, dentro o cerca de las ciudades, por lo que pierden su carácter rural.
La vida militar influye también en la vida monástica: los abades se transforman en señores feudales, y esta circunstancia da a los monasterios el aspecto de fortalezas(fig. 262).'
A r q u it ec t u r a c iv il . — La casa . La planta y alzado de la casa gótica son variadísimos según los distintos países en que se levantan, pero
F ig . 263. El Palazzo Vecchio, Florencia (1298).
F ig . 264. El Palacio de los Dux. Venecia (siglo x iv ).
122
iiiir.ürvan siempre las características fundamentales del en! lio. Pueden reducirse a dos Mi upos, según que el material• le construcción empleado sea itutilera o piedra (fig . 266)
Rl palacio . En los prime- tos tiempos del arte gótico, el Imlucio no se encuentra en las i ludades; puede decirse que ritá representado por los castillos, residencia de los señores. El palacio episcopal es el único que en esta época vemos erigirse en las ciudades.
Kn el siglo x iv empiezan a construirse palacios en el interior de las poblaciones, costumbre que se propaga rápi-. damente. Suelen tener varias
F ig . 266. Casa de la Ciudad. Barcelona.
F ig . 265. Casa consistorial de Lovaina. Bélgica. 1448.
form as; ya estén aislados entre jardines, ya separados de la calle por un patio, etcétera (fig . 264).
C asas C o n s is t o r ia le s . A l desarrollarse la vida municipal se hizo necesaria la existencia de un edificio para celebrar los representantes del pueblo sus asambleas, que antes tenían lugar en las catedrales, como hemos visto anteriormente (véase página 1 1 2 ), quedando éstas reducidas a su carácter relig ioso; de aquí nace la casa consistoria l (figs. 263-265-266).
123
F ig . 267. Interior de la Lonja. Palma de Mallorca.
L o n ja s . Edificios destinados a centros de contrata
ción ; aunque generalmente forman parte de las casas comunales, se hallan algunas, en los países meridionales, con carácter independiente (fig . 267).
E l c a s t il lo . E s una evolución del castillo románico. De acuerdo con las costumbres menos belicosas y más ciudadanas de la época, se hace más confortable, y sirve a la vez de fortaleza y de palacio. Aumenta el número y el tamaño de las ventanas; las torres, antes cuadradas, son ahora octogonales o cilindricas, y las construcciones de defensa (murallas, fosos, puertas, puentes, etc.), son más sólidas y más perfeccionadas desde el punto de vista militar (fig . 268).
F ig . 268. Castillo de Sucinio. Bretaña. Francia.
124
Arte prehistórico. Toro. Rotonda de Lascaux. Francia.
Arte egipcio. Sarcófago de Tutankamon. Madera recubierta de hoja de oro; incrustaciones de pasta vitrea. Dinastía XV III.
Museo del Cairo.
Diego Rivera. Los yaros. Colección particular.
Arte barroco.Rembrandt.
j novia judía Rijksmuseum. Amsterdam.
Pablo Picasso. Plorante. Col. Roland Penrose, Londres.
Arte griego. Cabeza de Koré. A„rte carolingio. Miniatura de unMuseo de la Acrópolis, Atenas. Evangeliario. P. Morgan Lib.,
Nueva York.
de la reina Matilde. Bayeux.Arte románico. Tapiz. Museo
Arte del Darién, Colombia. Pinjante de oro. Col. R. Wood Bliss,
Washington.
Vrte maya. Dignatario. Terracota policromada. Museo Nacional.
Méjico.
LAMINA IV
Arte olmeca. Máscara funeraria de piedra. Museo Nacional.
Méjico.
F ig . 269. Tímpano de la fachada lateral de Nuestra Señora de París, Francia.
Es c u l t u r a . — Su carácter «oneral es el desarrollo pro- Kresivo de la tendencia a la Imitación de la^naturalezaT y lu pérdida paulatina de la 1'lnidez románico-bizantina.
Un el siglo x m la escultura tilcnnza gran esplendor, realizando en las grandes catedrales elevados ideales con relativa sencillez de formas.
La obra escultórica no es Independiente de las formas constructivas, antes bien se amolda completamente a ella, llegando el caso, observado a menudo en la estatuaria, de que se fuerce el movimiento de la figura para ajustarla a ln linea arquitectónica.
F ig . 270. La Virgen Blanca. Detalle. Portada de la catedral de
León.
M.D.D.
F ig . 271. Sepulcro de Isabel de Portugal, por Gil de Siloé. Cartuja de Miradores, Burgos.
Por lo que se refiere a España, pocos y dudosos datos
F ig . 272. Sepulcro del infante Alfonso por Gil de Siloé. Cartuja
de Miradores. Burgos.
tenemos de los escultores que trabajaron durante los si-
F ig . 273. San Jorge, relieve, por Pere Johan. Diputación de
Barcelona.
126
FlC. 274. Nicola Pisano. La Epifanía. Pulpito del Baptisterio de Pisa. Detalle.
«los xm y xiv. No obstante, puede decirse que ellos fueron los precursores de la brillante escultura que se desarrolló en el siglo xv, en la que se revela la esplendorosa
riqueza de la época (figs. 269 a 275).
En Italia, la escuela pisana (de Pisa) iniciada por los escultores Nicolás Pisano ( f i gura 274) y por su hijo Juan
F ig . 275. R e lieve decorativo de una ventana. Palacio Rea l de Poblet.
127
F ig . 276. Cimabue. La Virgen de F ig . 277. Dante, por Giotto. los franciscanos de Pisa (detalle). Museo Bargello, Florencia.
Louvre.
Pisano, durante el siglo x i i i , produce una escultura nueva, gótica aún pero con las especiales características que le imprime el hecho de que los artistas se proponen una imitación más fiel de la naturaleza, estudian los modelos de la antigüedad clásica e imitan los procedimientos de los escultores griegos y romanos. Estamos en un momento importantísimo de la Historia del Arte, puesto que en esta escuela tiene principio, por lo que a la escultura se refiere, el Renacimiento.
E s c u l t u r a o r n a m e n t a l . — La misma tendencia a la estilización de la naturaleza se observa en la escultura ornamental. Se inspira en la figura humana y en motivos proporcionados por la fauna y flora de cada localidad, preferentemente (fig . 275).
P in t u r a . — Durante el período gótico, la pintura mural casi desaparece en todos los países europeos, excepto en Italia, donde sigue cultivándose con éxito. Los pintores de esta época prefieren pintar sobre tablas.
128
I'»"!• miif. d ivid ir la pintura M ili « tres grandes regióte* hulla, F landes (con el jilliilM ili> Francia, A lem ania y PlH M'iiUi) .v Península Ibérica.
I l ai i a Ya en el siglo x i i i dos grandes escuo-
Imi Iii Toscana y la de Sie- iiH Kti ambas se observa un puulut liio apartamiento de las IHH'Iimn y modelos tradiciona- Im«. y un afán de estilizar H|An belmente la naturaleza V lu realidad. Todos los más ilimlarados representantes de «•Mi nr» dos escuelas contribu- yt'mn con sus obras a decorar lu famosa basílica de San (•'runcisco, en Asís, que encierra la mejor colección de pinturas de esta época.
K scuela T o sc a n a . — Tuvo NU centro en Florencia. Sus pintores rehuyen decididamente la influencia bizantina y se esfuerzan en imprimir a las figuras naturalidad en el gesto y en la expresión. Cimabue (fig - 276) (1240-1302) que se considera el iniciador de esa escuela, y Ca- vullini, su contemporáneo, <iue trabajó casi siempre en Ruma, fueron los predecesores de Giotto.
G io tto . — Es el más importante de los pintores italianos de la primera mitad del
F ig . 278. La Anunciación (detalle).
Gallería degli Uffizi, Florencia.
s. xiv. Rompe definitivamente con las formas anteriores
F ig . 279. La Anunciación, por Fray Angélico. Museo del Prado.
129
y, estudiando la naturaleza, nos ha legado en su obra la expresión exacta de la vida de su época. Representa un papel como el de la escuela de Pisa en la escultura. Pintó en Roma (Vaticano y Le- trán), en Florencia y en Pa- dua, pero es en Asís en donde se conservan sus mejores obras, el tema de las cuales es la vida de San Francisco (fig . 277).
L a esc uela de s ie n a . — A fines del siglo x m y principios del x iv había en Siena un grupo de pintores que se hicieron famosos por toda Italia debido a la sencillez y
F ig . 280. Margarita, la esposa del pintor. Por Jan van Eyck.
perfección de sus producciones. Observan las normas tradicionales bizantinas, pintan con abundancia de oro, y tan delicado y exquisito es su trabajo que sus obras parecen salidas del taller de un orfebre. Simone Martini y los hermanos Lorenzetti son los artistas más destacados de esta escuela (fig . 278).
L a p in t u r a to scana . — A partir de la segunda mitad del siglo x iv los pintores de las dos escuelas anteriormente citadas se influyen mutuamente de tal manera que se funden en un solo grupo llamado toscano porque fue Florencia el centro de más actividad artística de la época. A este grupo pertenecen Taddeo Gaddi, ahijado de Giotto, Orcagna, Massaccio, Fray Angélico, etc.
F ray A n g é lic o de F ieso le . Es el último de los grandes pintores góticos italianos que siguen la tendencia tradicio- nalista. Se le considera como el mejor pintor de temas religiosos de todos los tiempos. Trabajó principalmente en Florencia y en Roma y su producción es copiosísima ( f igura 279).
F land es . — Durante los siglos x m y x iv hay una in
130
Kic. 281. Van der Weyden. Descendimiento. Museo del Prado.
tensa producción pictórica en los países de esta región. Los principales centros artísticos son París y Colonia. Los pintores son a la vez miniaturistas, y en la pintura sobre tabla de la época se observa claramente la influencia de la miniatura.
H uberto y J u a n v a n E yc k . Dos grandes genios de la pintura, que ejercieron una influencia decisiva en el desarrollo posterior de este arte en toda Europa; trabajaron durante la primera mitad del
siglo xv. Su estilo no tiene precedentes y se separa por completo de la tradición medieval; representa un notable progreso en cuanto se refiere al colorido, al dibujo y a la perspectiva. Un concienzudo estudio de la naturaleza se hace patente en todas las obras de los Van Eyck, que, sin embargo, siguen siendo góticas por su concepción y por el espíritu que las anima, así como por la época y lugar en que fueron ejecutadas.
Hasta que murió Huberto,
131
F ig . 282. Pintura (siglo xiv).
los dos hermanos trabajan) frecuentemente en colabori ción; su obra maestra es li «Adoración del Cordero». D| Juan se conservan numerosa tablas de tema religioso, ¡ retratos de gran valor (figu ra. 280). |
Con sus discípulos e iml tadores forman la llamada escuela flamenca primitiva, cuyos principales representantes son: Roger van der Weyden, que da un profundo sentido trágico a sus obras (fig . 281) ; el Maestro de la Flemalle, de delicado realis- | m o ; Hans Memling, gran re-
F ig . 283. Luis Dalmau. La Virgen «deis Consellers» (detalle). Museo de Arte de Cataluña.
132
►'ni 2114. Jaime Huguet. Los san- ¡iio Alidón y Senén. Santa María
de Tarrasa.
(rutista; Quentin Metsys, y el I lim oso Brueghel el V ie jo q :i» pliiunó en sus cuadros escenas costumbristas populares ron una gracia insuperable.
P e n ín s u l a Ib ér ic a . — Durante los siglos x iv y xv, la pintura se inspira en la de las dos regiones antes citadas. La Influencia italiana, que llega («ir el Mediterráneo, aparece primeramente en Mallor- ea, Cataluña, Valencia y Andalucía. La de las regiones del norte de Europa llega por Tíavarra y se percibe más in
tensa en Castilla y Portugal.La pintura de cada uno de
los reinos peninsulares, adquiere muy pronto caracteres distintos y peculiares.
R e in o de A r a g ó n . — La influencia de la escuela de Siena es dominante hasta muy avanzado el siglo x iv ; las pinturas murales de Ferrer Bassa en el Monasterio de Pedralbes (Barcelona) y el tríptico anónimo de la Cartuja de Porta Coeli (Valencia) son las obras más representativas de este período.
Más tarde se aprecian la influencia francesa y alemana en las obras de Pedro y Jai-
F ig . 285. Bartolomé Bermejo. La Piedad (detalle). Catedral
de Barcelona.
133
F ig . 286. Ayne Bru. San Jorge (detalle). Museo de Arte de Cataluña.
me Serra, Luis Borrasá y Bernardo Martorell. Ya en el siglo xv, Luis Dalmau (figu ra 283) y Jacomart Bassó señalan el apogeo de la influencia flamenca. Más tarde Jaime Huguet muestra en sus numerosas producciones ( f i gura 284) la plena madurez de la pintura gótica en esta región, junto con los Vergós.
R e in o de C a st il la . — Se observa en la pintura de esta zona la influencia sucesiva de la miniatura y la escultura francesa^, de las escuelas italianas y de la escuela flamenca que es preponderante.
Salamanca y Córdoba son los principales centros artísticos. Los mejores pintores: Fernando Gallegos, ^salman-
134
Illin. y Bartolomé Bermejo,.ni.Inlii/. (fig. 285). Destaca en i <• l ii I ti ña, hacia 1500, Ayne1(1 il (Hü 286).V HIRIERAS DK c o lo r es . — Se
(iliMluccn en gran cantidad y muy bellas (fig . 287).
M iniatura.—Este arte per-• luí ■ aún durante la época Mui irn con todo su esplendor f)h/ 88). La invención de la Imprenta lo llevará a una rá- Itiilii decadencia que termina• •■i mi desaparición.
F ig . 287. Detalle de vidriera. Catedral de Chartres.
Miniatura en el estilo de Jean Pucelle. Biblioteca Real. Bruselas.
135
F ig . 289. Brunelleschi. Interior de la Iglesia de San Lorenzo. Florencia. Italia.
EL RENACIM IENTO
El proceso evolutivo hacia el naturalismo en las artes plásticas que hemos observado en toda Europa a fines del período gótico, la apasionada afición al estudio de la antigüedad griega y romana que se produjo al comenzar la Edad Moderna, la llegada a Florencia del último emperador bizantino con su corte de sabios y artistas griegos después que los turcos tomaron Constantinopla y asolaron el Imperio Cristiano de Oriente, y la presencia en la Tosca-
na de artistas geniales, originaron en Italia un poderoso movimiento artístico que empieza a principios del siglo xv y es conocido con el nombre de Renacimiento.
Puede decirse que nació en Florencia, ciudad próspera y culta, y centro artístico el más importante de Italia. Durante el siglo xv i se extendió por toda la Europa occidental y adquirió caracteres propios en cada país.
El arte del Renacimiento se caracteriza por el estudio
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y perfecta asimilación de las formas clásicas grecorroma- jlMM, por la gran importan- rlii que se da al hombre y a |n humano en detrimento de Ion Ideales predominantemente religiosos de las épocas «interiores (humanismo) y por un sentido de superación y perfección que valora lo científico: anatomía, geometría, perpectiva.
EL RE NACIM IENTO EN IT A L IA
A rq u ite c tu ra . — Además lie las influencias fundamen- lules que hemos señalado, podemos añadir, por lo que rc refiere a la arquitectura y como elemento secundario, la reacción contra el excesivo adelgazamiento de los miembros sustentantes y el deseo de libertarse de la complicación de formas de la arquitectura gótica.
El principal centro de esta gran renovación es la Tosca- na, donde se levantan numerosas construcciones siguiendo el nuevo estilo, como la cúpula de la catedral de Florencia, obra de Brunelleschi (fig. 290), mientras que en España, Francia, etc., está en apogeo el gótico, y aun éste 4 ha de desarrollar su último período, o sea e l flamígero.
F ig 290. Brunelleschi. Cúpula de la catedral de Florencia.
Italia.
Desde Florencia se propaga el nuevo estilo por toda Italia. A ello coopera la evolución política de la época con la creación de pequeñas repúblicas independientes y ricas, que protegen el arte.
Roma es la última en adoptar la nueva forma, hecho que coincide con la vuelta de los Papas después de su cautividad en Aviñón. Ellos son, desde entonces, los grandes protectores del a rte ; fomentan las excavaciones, fundan museos, etc.
F e l ip e B r u n e l l e s c h i (1377- 1446) adopta decididamente las formas clásicas en la capilla de los Pazzi en el ce
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F ig . 291. Patio del Alcázar de Toledo.
menterio de Santa Cruz de Florencia y en sus demás obras.
Así como en las obras del arquitecto Brunelleschi se encarna el que puede llamarse primer período del Renacimiento, las de Bramante (1444-1514) sintetizan el segundo período, en el que el arte adquiere gran libertad, llegando a su apogeo en el siglo xvi, llamado siglo de León X (papa florentino de la familia de los Médicis).
EL RE NACIM IENTO FU ERA DE IT A L IA
A r q u itec tu r a
En los países no italianos el Renacimiento se introduce
lentamente. Es un arte importado por artistas italianos, imitado más tarde, que se combina con elementos góticos, y presenta notables diferencias según los países en que florece.
E l R e n ac im ien to e n E spa ñ a . — Ofrece tres diferentes aspectos por lo que se refiere a las regiones centrales, que es donde se desarrolló en mayor escala.
I. E l it a l ian o s e n c illo : se caracteriza por sus galerías abiertas (logg ie ), esbeltas arcadas y sobrio empleo de relieves, como en el patio del Alcázar de Toledo, obra de Alfonso de Covarrubias (fig . 291).
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I i, P la t er esc o : estilo in- 111m lucido por el desarrollo de Im’ artes suntuarias.
Kn él se ve la influencia de I.. Irabajos de orfebrería (cá- ||(i s. custodias, etc.) tan en linca en la época, principal- mi nte desde el advenimiento i|i la casa de Austria, y por lu abundancia de metales procedentes del Nuevo Mundo.
Tal es el Hospital de la Santa Cruz de Toledo (figu ro 292).
III. E l g r e c o r r o m a n o : desprovisto de ornamentos, muy M.'Vero, cifra su belleza en las proporciones artísticas de los ordenes clásicos. A este estilo pertenece el Monasterio de San Lorenzo del Escorial, de los arquitectos Juan de Toledo y Juan de Herrera ( f i gura 293 y pág. 2.*).
En Portugal el Renamicien- to se manifiesta con una escuela característica que corresponde al plateresco castellano ; el llamado estilo vxanuelino (de la época del rey Manuel, 1495 a 1528). Sirva de ejemplo el claustro de Belem (fig . 294).
A rq u it ec t u r a f u n e r a r ia .— Conserva las formas de la gótica.
En esta época se inicia la forma de monumentos con-
F ig . 292. Portal del Hospital de la Santa Cruz, Toledo.
F ig . 293. Monasterio del Escorial. Patio de los Evangelistas.
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F ig . 295. Castillo de Chambord. Francia.
F ig . 294. Claustro del monasterio de Belem. Portugal.
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F ig . 296. Escalera de la Biblioteca Laurenciana, en Florencia, por Miguel Ángel.
memorativos que ha llegado hasta nosotros, o sea la de estatuas sobre pedestales.
A r q u it ec t u r a r e l ig io s a . — Su elemento característico en la época del Renacimiento es una gran cúpula sobre el crucero. San Pedro de Roma es el tipo del templo católico en esta época.
Nicolás V encargó el proyecto al arquitecto Rosellino en 1450; después se sucedieron varios arquitectos bajo distintos pontificados en la dirección de las obras, como Bramante, M iguel Ángel, Ra
fael, etc., hasta Maderna, autor de la nave, última obra, en el siglo x v ii ( f i g . 297).
A r q u it ec t u r a c iv il . — E l pal ac io . Se caracteriza, en
SM .1 JÜ N f
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F ig . 297. Planta de San Pedro de Roma.
141
F ig . 299. San Jorge, de Dona- F ig . 300. Colleoni, por Verroc- tello (detalle). Or San Michele, chio (detalle). Monumento en
Florencia. Venecia. Italia.
F ig . 298. Puerta del Paraíso (detalle), por Ghiberti. Florencia.
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ESCU LTU RA Y P IN TU R A DEL RENACIM IENTO
Italia
Así como hemos dicho que en el arte románico y gótico la escultura forma parte integrante de la arquitectura, con la cual confunde a menudo sus elementos, en la época del Renacimiento se acentúa el empleo de la estatua aislada.
ESCUELA FLO R E NTINA
(S ig l o x v )
E s c u l t u r a . — G h i b e r t i
(1378-1445). Entusiasta coleccionador de obras anti-
Kig . 301. Lucca della Robbia.( antoría. Bajorrelieve de barro cocido. Catedral de Florencia.
Italia.
general, por la sucesión de salas alrededor de patios, lo que le comunica cierta suntuosidad en el interior. En cambio, su aspecto exterior puede parecer algo monótono, por presentar una serie de aberturas iguales, pero la acertada distribución de las masas le da un aspecto severo, noble y característico (fig . 296).
E l palacio fr an c és es como una continuación del palacio ojival y ofrece el aspecto de una aglomeración de pabellones (fig . 295).
F i g . 302. Botticelli. El nacimiento de Venus (detalle). Gallería
degli Uffizi. Florencia. Italia.
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F ig . 303. Ghirlandajo. Fresco en Santa Trinidad. Detalle. Florencia.
guas, principalmente griegas, las estudia sin copiarlas; es el autor de las celebradas puertas de bronce del Baptisterio de Florencia, en las que desarrolla diez composiciones con asuntos del Antiguo Testamento, encuadradas por ricas ornamentaciones de un delicado naturalismo (figu ra 298).
D onatello (¿1386? - 1466). Es un realista que se entusiasma por el gusto de la observación y que ejecuta con una fineza extremada. Su afición al estudio de la Antigüedad no influye en lo más mínimo en la originalidad de sus obras (fig . 299).
V e rro c c h io (1435 - 1488). Uno de los mejores discípulos de Donatello; su obra más importante es la gallarda estatua ecuestre de Colleone (Ye- necia), de enérgico modelado (fig . 300). Fue también pintor, maestro de Leonardo de Vinci.
L u c a y A n drea della R ob- bia (1440-1482). Sus asuntos están llenos de vida y naturalidad : son célebres susbajorrelieves en barro esmaltado, procedimiento cultivado por sus descendientes durante varias generaciones (figu ra 301).
Otros muchos escultores trabajaron en este período,
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F ig . 304. Leonardo de Vinci. La Cena (detalle). Milán, Italia.
pero nos hemos propuesto citar solamente los grandes maestros.
P in t u r a . — En esta época la pintura se separa de las tradiciones de Giotto. Estudia
F ig . 305. Miguel Ángel.L a Noche (detalle). Capilla de
los Médicis. Florencia.
F ig . 306. Miguel Ángel. Figura de la Capilla Sixtina (detalle).
Roma.
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F ig . 307. Perugino. El arcángel san Miguel. Detalle del altar de
la Virgen. Uffizi.
F ig . 308. Rafael. Camino del Calvario. Detalle. Prado.
la perspectiva y tiende en general hacia el verdadero realismo y detenida observación de la vida.
B o t t i c e l l i (1446-1510). Pintor elegante, gracioso, deliciosamente amanerado, supo dar a sus figuras un particular encanto que le distingue entre los demás pintores de su época. Trató con el mismo acierto temas mitológicos y religiosos. Fue un excelente retratista y un grabador notable (fig . 302).
D o m e n i c o G h ir la n d a jo (1449-1494). Llevado de su afición al naturalismo, viste los personajes bíblicos con trajes del siglo xv. D e esta misma época son también los tipos y detalles (fig . 303).
Por este tiempo brilla el arte italiano en escuelas que podríamos llamar secundarias, como la u m b r ia n a , la de P a d u a , la ven e c ia n a , que omitimos por no separarnos de nuestro propósito.
APOGEO DEL ARTE IT A L IA N O
(F in de s ig l o x v y s ig l o x v i )
Multiplícanse los artistas en toda Italia, y, como en otro tiempo en la Grecia clásica, todas las clases sociales se interesan por las obras de
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m íe. Florecen sus más granillo genios.
1 jEONARDO de V inci (1452- 1513), discípulo de Verroc- Chlo. De vastos conocimientos, trabajó como pintor, es- rnitor, ingeniero, arquitecto, mecánico, físico, botánico, mineralogista, geólogo, pen- Niidor y poeta, y fue figura principalísima en todas estas actividades. Se le considera uno de los hombres más inteligentes que han existido, lina de sus obras más importantes es La Cena, que decora una de las paredes de Santa María de las Gracias en M ilán (fig . 304).
M ig u e l á n g e l B u o n a r r o t i
(1475 - 1564), discípulo de (¡hirlandajo, posee una poderosa fuerza en la concepción y gran vigor en la ejecución. Fue escultor, pintor, arquitecto y poeta.
Proyecta el sepulcro de Julio I I y en ella la hermosa ligura de Moisés.
Más tarde el propio Papa le encarga la decoración de la capilla Sixtina. En todas sus composiciones palpita su genio extraordinario (figs. 305- 306).
R afael S a n z io (1483-1520). Nació en Urbino y tuvo por
F ig . 309. Rafael. Retrato de un cardenal. Museo del Prado.
FlG. 310. Correggio. Noli me tangere. Museo del Prado.
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F ig . 311. Ticiano. Lavinia. Kaiser Friedrich Museum, Berlín.
m aestro a P e r u g in o (figu ra 307), cuya in fluencia se nota en sus p rim eras obras.
Más tarde se aficiona al estudio de la antigüedad y de los grandes maestros florentinos, principalmente Leonardo de Vinci.
En 1508, época en que llegó a la plenitud de su talento, Julio I I le encarga la decoración de varias salas y logias (galerías) del Vaticano. El gran artista pintó, además, maravillosos retratos (figu ra 309).
Trabajó también para particulares infinidad de asuntos mitológicos y religiosos de
extraordinaria belleza (figu ra 308), siendo notables entre estos últimos las Madonas.
Era natural que tan grandes genios ejercieran poderosa influencia en los artistas contemporáneos y sucesores, pero el arte no podía mantenerse por mucho tiempo a tanta altura. La decadencia se inició con los imitadores, que por el afán de copiar el estilo olvidan la observación del natural: así se desarrollan el convencionalismo y el amaneramiento. No obstante, en Parma brilló un gran talento :
F ig , 312. Tintoretto. Traslado del cuerpo de san Marcos. Escuela
de San Marcos, Venocia.
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Kig. 313. Veronés. La familia Cuccina. Museo de Dresde, Alemania
A i.le g r i , llamado E l C o - h regg io (1494 - 1534), que posee un brillante colorido y suave modelado, cualidad que dom ina en todas sus obras y de un modo singular, en las de carácter religioso, notables adem ás por la expresión de g ran ternura y poesía que en e llas se observa (fig . 310).
L a e sc uela v en e c ia n a . — Se caracteriza principalmente por su riqueza de color y un gran sentimiento del natural, unido al gusto por el lujo.
T ic ia n o (1477-1576). Es el maestro por excelencia de la escuela veneciana. Los grandes príncipes se disputan sus obras y quieren atraerle a sus cortes. Permanece en Vene-
F ig . 314. Durero. Autorretrato. Museo del Prado.
cia, donde trabaja hasta su muerte (fig . 311).
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Después de esta época la pintura decae en Venecia y en general en toda Italia.
ESCULTURA Y P IN T U R A DEL RENAC IM IENTO FU ERA DE IT A L IA
En los países del norte y oeste de Europa el Renacimiento se manifiesta por una gran observación de la naturaleza más que por el estudio de la Antigüedad. De ahí que su arte sea realista por excelencia y que dé tan gran importancia al retrato. No por
F ig . 315. Hans Holbein. Jane Seymour (detalle). Museo de
Viena.
E l T into r etto (Jacobo Ro- busti, 1519 - 1594). Seguidor de Ticiano; en sus figuras aparece ya una agitación precursora del arte barroco. Pintó grandes composiciones murales, y sus retratos, muy abundantes, son de carácter realista (fig . 312).
E l V e r o n é s (Pablo Ca- gliari, 1528-1588). Entre los numerosos discípulos e imitadores de Ticiano, El Veronés es otro gran artista de esta escuela y el maestro por excelencia de las grandes com- posicicnes ( fig. 313).
F ig . 316. Juan de Juanes. El Salvador. Museo del Prado.
150
F ig . 317. Luis de Morales. Piedad. Academia de San Fernando.
Madrid.
esto queda del todo abandonada la tradición de la Edad Media, sino que son tratados asimismo asuntos religiosos llenos de fe y de inspiración.
No practican estos pintores las grandes decoraciones murales como en Italia, y atienden principalmente al cuadro.
E sc u e la alem an a . — La escultura se practica menos y es inferior a la pintura. A l comenzar el siglo xvi, la influencia de Italia hace perder carácter a esta escuela.
La escuela flamenca influyó en Alemania, donde se desarrollaron centros de arte en las grandes poblaciones comerciales (Colonia, Nurem- berg, etc.).
Como en Flandes, el carácter de esta escuela es la
tendencia al realismo, sin preocuparse de la antigüedad clásica.
A. D u r e r o (1471 - 1528). Nació en Nuremberg. Sus cuadros son numerosos, pero es conocido también por sus dibujos y grabados, de carácter, en general, sombrío y fantástico, ejecutados con gran realismo (fig . 314).
H a n s H o lb e in (1497-1543). Aunque natural de Augsbur- go, se trasladó a Inglaterra, donde gozó del favor de Enrique V III. Retratista famoso,
F ig . 318. Pantoja de la Cruz Retrato de Isabel de Valois.
Musec del Prado.
151
F ig . 319. Tudela. Trascoro de la Seo de Zaragoza.
ejecuta sus obras con pasmosa verdad (fig . 315). Trató también asuntos religiosos y ha dejado bastantes dibujos y grabados.
P IN TU R A Y ESCULTURA DEL RENACIM IENTO
EN ESPAÑA
P in t u r a . — Parece que fue en Valencia donde tuvo origen el Renacimiento en España, a consecuencia de haber llamado el cabildo catedral a artistas italianos para ejecutar la pintura de un retablo.
Ju a n de Ju a n e s (Juan Ma- cip, Valencia; ¿ 1523?-1579), quien después de estudiar en Italia regresó a Valencia completamente influido por Rafael. Domina en sus obras una gran unción cristiana (figu ra 316).
Luís de M o rales (llamado el Divino). Nació en Badajoz. En el sentimiento que imprime a sus obras se manifiesta la ardiente piedad de su época. Posee cierta elegancia en el dibujo, aun dentro de la tendencia a formas escuálidas y secas (fig . 317).
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F i g . 320. Juni. Santa Ana. Museo de Valladolid.
C o e llo (Alonso Sánchez; 1515-1590) y P an to ja de i.a C ru z (Juan ; 1551 -1609), su discípulo, reproducen en sus obras toda la aparatosa rig idez de los personajes de la co rte (fig . 318).
E sc u ltu ra . — En el sig lo xv empieza el período de m a y o r brillantez. Son muchos los escultores españoles que pasan a Italia a estudiar el Renacimiento al mismo tiempo que son llamados aquí extranjeros. Sobresalen entre ellos:
Tudela, autor del trascoro de la Seo de Zaragoza (figu ra 319). %
Ju a n de Ju n i , francés de
origen que trabajó en León, Salamanca y Valladolid ( f i gura 320).
A lo n s o B e r r u g u e t e (1481- 1559). Nació en Paredes de Nava. En Florencia fue discípulo de Miguel Ángel. Se le considera como el primer escultor español del Renacimiento. Entre sus obra.s se destacan el sepulcro del cardenal Tavera y la sillería del coro de la catedral de Toledo (fig . 321).
F ig . 321. Berruguete. El apóstol san Pedro, Valladolid.
153
F ig . 322. Maderna y Bcrnini. Fachada y pórtico de San Pedro, Roma
EL ARTE BARROCO
Durante el siglo xvu se impone a toda Europa el estilo barroco, derivado del Renacimiento ; se originó en Italia a fines del siglo anterior.
En arquitectura se distingue por el predominio de los elementos decorativos sobre los constructivos.
En las lachadas, la disposición en distintos planos de las columnas, frisos, entabla- mientos, cornisas, frontones, etcétera, formando acentuados entrantes y salientes, da por resultado un elemento nuevo y de los más característicos de este estilo: el juego de luces y de sombras en visible contraste, comparable al claroscuro pictórico, intensificado a menudo por el
uso de piedras o mármoles di distintos colores.
En los interiores se procuré evitar las superficies lisas; las paredes y techos se decoran con profusión de dorados pinturas, relieves, espejos etcétera, a fin de que produzcan la impresión de una gran suntuosidad.
E s c u l t u r a . — Las figuras se agitan en movimientos extremados; la ampulosidad de los pliegues y lo forzado de los gestos da a las composiciones un aspecto de vibrante movilidad que contrasta grandemente con las actitudes serenas y estáticas de la escultura del Renacimiento.
L a P in t u r a . — Se hace menos detallista, se buscan efec-
tos de luz y de sombra, y las lisuras participan en la agitación que hemos señalado en la escultura.
Las artes industriales (cerámica, muebles, joyas, etc.) que florecen esplendorosamente durante este período, se mantienen dentro de las normas de las artes plásticas.
EL BARROCO EN IT A L IA
A r q u it e c t u r a . — Miguel Ángel como arquitecto fue el iniciador de este estilo, que con Bernini, Borromini y Ma- derna alcanza la plenitud. Maderna acabó la basílica de San Pedro, y Bernini construyó la columnata de la plaza de San Pedro (fig . 322).
ESCULTURA
B e r n in i (1598-1680). Además de arquitecto fue un gran escultor. Sus obras poseen en sumo grado todos los caracteres que hemos indicado antes como propios de la escultura barroca. Trabajó en Francia durante algún tiempo e influyó en los escultores franceses (fig . 323).
P IN TU R A
En el siglo xvn aparecen dos grandes escuelas de pintura : la Ecléctica o Boloñesa,
F ig . 323. La beata Luisa A lber- toni (detalle). San Francisco
Ripa. Roma.
que se afana por asimilarse las brillantes cualidades de los grandes maestros del siglo xv i (C a rra cc i, Guido Reni, El Domenichino, etc.); y la Naturalista, que tiende a buscar la inspiración en la realidad (M. A. Caravaggio, Salvator Rosa, etc.).
Con estas escuelas, faltas de genios, comienza la decadencia de la pintura italiana.
T ié po lo . De Venecia. Citamos a este maestro porque continuó la tendencia de la escuela veneciana en las grandes decoraciones que ejecutó con ampulosidad de estilo en su país y en Madrid (fig . 324).
155
Justicia y Fortaleza. Pintura alegórica de Tiépolo. Scuola del Carmine, Venecia.
F ig . 325. J. Churriguera. Trascoro de la catedral nueva.
Salamanca.
F ig . 326. Figueroa. Portada principal del palacio de
San Telmo, Sevilla.
156
tamiento de Salamanca. Sus hijos Jerónimo y Nicolás, y nieto Alberto, fueron también famosos arquitectos. De aquí que el estilo barroco haya tomado en España, indebidamente, el nombre de churrigueresco. La arquitectura churrigueresca se impuso rápidamente en todas las regiones y produjo notables monumentos (figs. 325 a 328).
En la e s c u l t u r a se asimilan las enseñanzas de Bernini, pero se añade de ellas la tradición gótica de las tallas policromadas. El resultado es maravilloso. La escultura es-
F ig . 327. Portada de la iglesia de Caldas de Montbuy. Barcelona.
EL BARROCO EN ESPAÑA
A rq u it ec t u r a . — Aunque adopta las fórmulas constructivas italianas, adquiere un carácter propio por ser una evolución del plateresco renacentista.
Jo sé C h u r r ig u e r a (1650- 1723). El más representativo de los arquitectos españoles de este período (fig . 325).
„ Una de sus obras más famosas es la fachada del Ayun
F ig . 328. Escalera de la Casa Dalmases. Barcelona.
6 - M.D.D.157
F ig . 329. Pedro de Mena. San Francisco. Catedral de Toledo.
pañola en este período alcanza una gran perfección, y no tiene parangón en toda Europa. Los grandes escultores son numerosísimos, citaremos tan sólo los más famosos: Gregorio Hernández (1560- 1636), Martínez Montañés (1568), Juan Solís, Alonso Cano (1601-1667), Pedro de Mena (1628-1693) (fig. 329), Luisa Roldán, llamada «La Roldana» (1666-1704), Luis Bonifac (1683- 1765) y Fran
cisco Salzillo (1707 - 1783) (fig . 330).
P i n t u r a . — Alcanza en este período su máximo esplendor, ya desde fines del siglo X V I.
E l G r e c o (Domenico Theo- tocópuli). Nació en la isla de Candía (Grecia) en 1541; joven aún se trasladó a Venecia donde estudió el arte de Ticiano, y el de los grandes maestros italianos en Roma (1570). En 1579 estaba ya en Toledo donde murió en 1614. Su arte es personalísimo y de
F i g . 330. Salzillo. Oración en Huerto. Iglesia de Jesús. Murcia.
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F ig . 331. El entierro del conde de Orgaz (detalle). Iglesia de Santo Tomé, Toledo.
mucho vigor. En la pintura religiosa, es de un gran misticismo; comunica a las figuras un aspecto ultraterreno inimitable. Su obra cumbre es «E l entierro del conde de Orgaz,> (fig . 331).
R ibera (José d e ; 1588 -1656). H ijo de Játiva pasó muy joven a Italia donde le llamaron el Spagnoleto. Los grandes maestros que estudió allí poco influyeron en él. pues fijóse de un modo especial en la escuela naturalista
Su pincelada es vigorosa y de un realismo absoluto. Predominan en sus obras asuntos de martirios e imágenes de santos (fig . 332).
Z u r b a r á n (Francisco; 1598- 1663). Natural de Extremadura ; su vida artística se desarrolla en Sevilla. La na-
F ig . 332. Ribera. Martirio de san Bartolomé. Museo del Prado.
i59
F ig . 333. Zurbarán. Visión de San Pedro Nolasco. Museo del Prado.
turaleza es su maestro, de la que resulta habilísimo observador. Son sus asuntos favoritos escenas de frailes y santos que trata con atractiva realidad (fig . 333).
V e lázq u ez (Diego de Silva ; 1599 - 1660). Sevillano. Trabajó en su juventud en el taller de Pacheco, y pronto se dio a conocer como un artista excepcional. Fue durante casi toda su vida, pintor de la corte de Felipe IV , quien le permitió que instalara su taller en el mismo palacio real. Estuvo por dos veces en Ita-
F ig . 334. Velázquez. La corona- ción de la Virgen (detalle).
Museo del Prado. *
160
F ig . 335. Velázquez. «Las lanzas» o La rendición de Breda.
lia, donde estudió las obras de los grandes pintores italianos, especialmente los venecianos; conocia también a los grandes artistas flamencos.
Velázquez, figura principalísima en la historia del arte pictórico, se distingue por la elegancia y firmeza de su dibujo y la sobriedad de su colorido, por el vigor y realismo con que supo interpretar la naturaleza, y porque logró plasmar maravillosamente en el lienzo, el ambiente, el aire
que rodea a sus personajes y que separa unos objetos de otros; cualidades, estas dos últimas, en las que no ha sido aún aventajado por ningún otro pintor (figs. 334-335).
M u r il l o (Bartolomé Esteban; 1618-1682). Nació en Sevilla. En las obras de su primera época a la que pertenecen las del claustro pequeño de San Francisco en Sevilla, dice Madrazo «que se combina el colorido de las escuelas veneciana y flamenca,
161
F ig . 336. Murillo. Dos mucha- F ig . 337. Carreño de Miranda,chos. Alte Pinakothek. Munich. Carlos II. Museo del Prado.
F ig . 338. Viladomat. Nacimiento de San Francisco. Museo de Arte de Cataluña.
162
h'ir.. 339. Rubens. El duque de Lerma. Museo del Prado.
F i g . 340. Anthony Van D y c k . Carlos X (detalle). Museo del
Louvre.
F ig . 341. W. C. Heda. Bodegón de la mesa provista. Haarlem. Frans Hals Museum.
163
F ig . 342. Rembrandt. David y Saúl. La Haya.
y el dibujo detenido y seguro de casta florentina».
Más tarde se modifica su estilo, y ávido de verdad pinta más francamente inspirado en el natural. De esta época son sus obras maestras (figu ra 336).
C oello (Claudio). Nació en Madrid. Es la última manifestación de la que podemos llamar escuela nacional con C ar r eñ o de M ir a n d a , pintores ambos de Carlos I I ( fig. 337).
V ilado m at (A n ton io; 1678). Nació en Barcelona. Reúne cualidades de discreto obser
vador del natural, siendo notable su labor por cuanto no salió de su ciudad nativa, por lo que no recibió influencias de ninguna escuela (fig . 338).
FLAND E S
La arquitectura y la escultura adoptan las fórmulas dadas en Italia sin que se produzcan obras de gran trascendencia. En cambio la pintura alcanza un amplio desarrollo. Son muchos y muy buenos los pintores flamencos de esta época. Citaremos
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F ig . 343. El palacio de Versalles. Acabado en 1678 por Hardouin-Mansart.
aquí, solamente a los más Importantes.
R u b e n s (1577 - 1640). Representa el arte flamenco en su apogeo. Su vida fue un continuo triunfo y su producción es cuantiosísima. Gran maestro del color y de una ejecución franca y segura, muestra marcada tendencia a la exuberancia de formas ( f i gura 339).
V a n D y c k (1599-1641). Discípulo de Rubens. Establecióse en Inglaterra, donde fue nombrado pintor de Carlos I. Es hábil retratista y ostenta gran finura y característica distinción (fig . 340).
T e n i e r s (1599 - 1690). Sus obras, de composición exube
rante e ingeniosas agrupaciones, tratan la vida flamenca
F i g . 344. Puget. Milón de Crotona. Louvre.
165
166
F ig . 347. Watteau. Escena de amor. Palacio Real. Madrid.
ile la época, principalmente i>n asuntos populares, ejecutados con gran delicadeza deoolor.
H O LA ND A
En arquitectura y escultura, el barroco tarda en establecerse, y tiene una impor- lancia secundaria. La pintura florece esplendorosamente como en Flandes. El artista más destacado es:
K k m br an d t (1607- 1669). De imaginación soñadora y potente, pero sombría, que re- fleja en sus cuadros, de difícil interpretación. Gusta de los contrastes violentos de luz. que reproduce fielmente ( f i gura 342).
Los restantes pintores de esta escuela son principalmente retratistas y paisajistas. Decae en el siglo xvm a causa de la influencia francesa.
EL BARROCO EN F R A N C IA
El período barroco coincide con los.reinados de Luis X IV y Luis XV, durante los cuales, se desarrolló una gran afición al estudio de la antigüedad clásica y de un modo especial del arte italiano.
A r q u it e c t u r a . — En la época de Luis X IV se caracteriza por la sobriedad y robustez de las construcciones, de aspecto más severo que las italianas y españolas de la misma época.
J. H a r d o u in M a nsar d (1646- 1708). Fue arquitecto real, y tuvo una parte muy principal en la construcción de Versa- lles (fig . 343).
En la época de Luis XV , el estilo se hace más ligero y amable.
E s c u l t u r a . — Los escultores se inspiran en Bernini y
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F ig . 348. Regreso del mercado, por Chardin.
Le B r u n (1619-1690), pin-1 tor de Luis X IV . Asume la suprema dirección de todos los
artistas de la corte. Se distingue por la aparatosa com posición de sus obras (fig . 346).
En el siglo x v i i i el arte se libra de las fórmulas y disciplina del siglo anterior.
W atteau (1684-1721), que presenta en sus cuadros esplendorosas perspectivas que
sirven como fondo a escenas pintorescas donde se retrata la vida placentera y frívola de la sociedad de su época (fig . 347).
se ocupan principalmente en la decoración de palacios y parques reales. Puget, Girar- don y Desjardins son los más destacados (fig . 344).
P in t u r a . — Hasta Watteau, se imita a los italianos; con este gran artista se independiza la pintura francesa y adquiere carácter nacional.
N ico lás P o u s s in (1594 - 1665), residió durante mucho tiempo en Italia y adoptó los procedimientos artísticos que enseñaban los Carracci en su academia de Bolonia. Se puede decir en su honor que el discípulo superó a los maestros (fig . 345).
Fig . 349. Hogarth. La vendedora de camarones. National Gallery,
Londres.
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í C iia r d in (1699-1779). Su pintura es sencilla y sobria,
temas domésticos generalmente, y de una gran intensi- tlud de expresión (fig . 348).
IN G LATE R R A
Kn Inglaterra el gótico perduró hasta muy entrado el si- f ió xvn. Desde principios de •Ntc siglo se inicia el arte barroco, que en escultura y arquitectura sigue a Italia.
P in t u r a . — En este arte, la presencia en Inglaterra de Hans Holbein y especialmen-
F ig . 351. T. Lawrence. Retrato de Lieven. Tate Gallery. Londres.
F ig . 350. Reynolds. Lord Heath- field (detalle). National Gallery,
Londres.
te de Van Dyck como pintores de la corte, determinó un notable florecimiento.
W il l ia m H o garth (1697- 1764). Es el primer pintor inglés que se independiza de la escuela flamenca. Grabador fam oso; se distingue por la gracia de sus cuadros costumbristas (fig . 349).
Jo s u é R eyno lds (1723-1792). Pintor elegante y delicado; hizo bellos retratos de los personajes de la Corte y de la aristocracia inglesa (f. 350).
T h o m as L a w r e n c e (1769- 1825). Su colorido amable y discreto y sus cualidades de retratista, le hicieron el pintor de moda, en su tiempo.
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F ig . 352. La catedral de Méjico. Comenzada en 1532.
ARTE COLONIAL
Importancia suma posee el arte latinoamericano, en especial en determinados países, habiendo destruido terribles terremotos muchas obras de otros. La primera fundación española es la iglesia, aun gótico-renaciente, de San Nicolás de Bari (1503-1508), en la República Dominicana.
Domina por su importancia el arte colonial de Méjico, iniciado poco después de la llegada de los españoles (en 1521), ya que la catedral de la capital de ese país se comenzó en 1532, continuándose en los tiempos siguientes.
Desempeñaron gran papel las órdenes religiosas, que dieron características a sus edificios; así se destaca la suntuosidad de los agustinos, la riqueza del estilo franciscano y la relativa austeridad de los dominicos. Obra importante es el monasterio de Tepotzotlán, comenzado en 1559, y la iglesia de Santo Domingo de Oaxaca, con su rica ornamentación interior. Retablos dorados de gran belleza, imágenes, decoración arquitectónica, sillerías de coro, etc., son fruto de la fusión de la influencia del ba-
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t roco andaluz y del espíritu Indígena. Este arte conoció nu apogeo en e l siglo xvm , destacando asimismo en otros pulses como Brasil, con arquitectos como Manuel Fr. I.lsboa y escultores como Aleijadinho.
En Colombia floreció la escultura y también la pintura, destacando especialmente en <•1 siglo x v h Gregorio Vás- quez. En e l Ecuador, la escuela de Quito se distingue por la abundancia de sus obras, que en el siglo x v i i i
llegaron a una especie de primitivismo muy característico e ingenuo. Entre los escultores de ese país destaca Bernardo de Lagarda. En Perú sobresale la escuela de Cuzco.
Más al sur encontramos pocas obras realmente importantes, debiéndose aludir a la influencia de la compañía de Jesús y las misiones guaraníes. En Argentina, sobresale la catedral de' Córdoba. En Chile, las pérdidas causadas por los terremotos fueron grandes y como el último importante data de 1730, las obras conservadas son posteriores. En 1780, el arquitecto Joaquín Toesca introdujo el estilo neoclásico. Quedan, no obstante, en Chile casas solariegas de arte colonial.
Ornamentalismo, ingenuis-
F ig . 353. Iglesia de Tepozotlán. Méjico.
F i g . 354. Portada de la iglesia de Atlixco (detalle). Méjico.
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Fig. 355. Estuco policromado. Bóveda de S. Domingo de Oaxa-
ca. Siglo x v i i .
mo, pero también fuerza y monumentalidad son los rasgos dominantes del arte colonial.
Sin embargo sería erróneo confinar en esos límites las cualidades de un arte que sobresale por su fuerza y v igor popular, por ser la expresión de una adaptación a condiciones nuevas de ciertos principios aportados por España y Portugal, pero sobre todo vitalizados por el espíritu de los países donde ese arte floreció.
De tal modo que el arte colonial, aunque tenga obras sobresalientes, en especial en arquitectura y artes industriales, más bien tendemos a verlo en la actualidad como un soberbio puente lanzado
entre el arte de las culturas precolombinas, que se estudiaron antes, en el capítulo correspondiente, y el que se desarrolla en la actualidad, partiendo de la primera mitad del siglo x ix pero alcanzando en el presente sus mejores frutos. En este sentido, puede decirse que el arte colonial fue la premisa necesaria para las artes con espíritu nacional, y a la vez — casi siem pre— eminentemente social, que han prosperado y siguen avanzando en los diversos pueblos de la América Latina. La obra de pintores como Torres García, Portinari, del Prete, es la consecuencia de esa fase de integración entre el espíritu aportado a fin de cuentas por la cultura europea y la vibrante fuerza de las tribus indígenas de América.
También el presente es testimonio de unas artesanías ricas y vivas, desde Méjico a Sudamérica, sobre todo en la cerámica, platería, estampa popular. Si bien es ésta una forma de arte menor, no deja de ser hondamente representativa y, además, posee el valor de una intemporalidad que contribuye también, como antes decíamos, a traer hacia el presente esencias remotas del pasado ame
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Vásquez Ceballos. Boda mística de santa Catalina. Museo de Bogotá.
ricano. Muchas formas de arte colonial popular perviven sin modificaciones apenas en la actualidad. Esto se debe a que las generaciones de artesanos que decoraron los exteriores e interiores de los templos y conventos dirigidos por arquitectos hispanos o a veces de otros orígenes, en los siglos xv i a x v i i i , mantuvieron en plena vigencia las tradiciones heredadas de sus mayores y las continuaron hasta hoy, para fecundar un mañana, que parece abierto — en las formas de arte m ayor— a corrientes más internacionales, pero que no deja de poseer marcados acentos propios, maridando indigenismo a universalidad, con un sen
tido del ritmo, de la forma y, sobre todo, del color impresionantemente vigoroso.
F ig . 357. Talla de B. de Lagar da. Convento de San Francisco
Quito.
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F ig . 358. Juan de Villanueva. Museo del Prado. Fachada principal. Madrid.
ESTILO NEOCLASICO
Se inicia simultáneamente en Francia e Italia a mediados del siglo x v i i i como reacción contra las excesivas complicaciones ornamentales del último período del barroco y como resultado de los estudios sobre la antigüedad clásica realizados durante la primera mitad del siglo. La protección dispensada por Napoleón a los artistas más representativos de este estilo contribuyó en mucho a su difusión.
Se caracteriza el neoclásico, por la imitación del arte griego y romano.
A rq u it e c tu r a . — Los arquitectos, cansados de las
fantasías del barroco, imitan las formas de Grecia y Roma, y dan a sus obras un aspecto sobrio y grandioso (fig. 358).
E s c u l t u r a . — Se imitan los temas y procedimientos de la antigüedad.
C a n o va (1757-1822). Escultor italiano que gozó de universal renombre. Trabajó en la corte de los papas y en la de Napoleón. Esculpió en mármol con rara perfección, pero sus obras son poco emotivas, de una belleza fría y puramente formal (fig. 359).
P in t u r a . — Se abandonan los temas bucólicos y cortesanos, propios del último perío-
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F i g 359. Canova. Autorretrato. F i g . 360. David. Autorretrato.Louvre.
F i g . 361. Ingres. Mme. de Sen- F i g . 362. Vicente López. Retrato nones. Museo de Nantes. Francia. de Goya. Museo del Prado.
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F ig . 363. Francisco Goya: La gallina ciega. Museo del Prado.
do del barroco, y se prefieren los mitológicos y de historia antigua.
Lu is D avid (1748 - 1825). Francés. Iniciador de la pintura neoclásica, intérprete fiel
F ig . 364. Turner. Dido edifica Cartago. National Gallery, Londres.
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de las teorías estéticas introducidas por la Revolución Francesa (fig. 360).
In g r e s (1778-1867), Francés. Discípulo de David, estudió en Italia las obras de los grandes pintores del Renacimiento, sobre todo de Rafael. Gran dibujante y pintor ( f i gura 361).
G oya (1746-1828). — Español. Uno de los más geniales pintores de todos los tiempos. Aunque lo estudiamos aquí porque pintó durante este período, su arte, personalí- simo, no puede incluirse en
F i g . 365. Palacio Real. Plaza d e la Armería. Madrid.
ninguna escuela. Su estilo empieza-y acaba con él, aunque ha tenido gran influencia en el desarrollo de la pintura moderna. En el grabado alcanzó tanta perfección como en la pintura (fig . 363). A continuación de Goya cabe citar a Vicente López (1771- 1852, fig . 362).
T u r n e r (1775-1851). Famoso pintor inglés que se dedicó casi exclusivamente al paisaje (fig . 364).
C a m pen y (1771-1855). Puede considerarse el m ejor escultor neoclásico español ( figu ra 366).
F ig . 366. Lucrecia. Escultura de Campeny. Barcelona.
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Fie. 307. Charles Garnier. La ópera de París.
EL SIGLO XIX
La ciudad de París se convierte en la capital artística del mundo. La pintura es el arle que adquiere mayor desarrollo y el más digno de mención. Durante esta centuria existieron tres tendencias o estilos importantes: Romanticismo, Naturalismo e Impresionismo; los estudiaremos separadamente para mayor claridad.
RO M ANTIC ISM O
Este movimiento artístico, surgido como protesta contra el frío y amanerado arte neo
clásico, rompe con las reglas de las academias y repudia la imitación de los clásicos.
El romanticismo se presenta en dos formas muy distintas: I. Idealista e individualista, que originó una literatura enfermiza y apasionada y en las artes plásticas produjo solamente obras mediocres que no vale la pena mencionar. II. Histórico , que revalorizó los temas medievales y tuvo su manifestación literaria en la novela, el drama y el poema de asunto histórico.
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El romanticismo histórico en a r q u it e c t u r a dio lugar al estilo llamado neogótico en que se adaptaron las fórmulas góticas a las exigencias de las construcciones modernas con más o menos acierto. El Parlamento de Budapest, el de Londres y la Opera de París son de los edificios más característicos (fig. 367).
La p in t u ra tuvo una espléndida floración y los temas históricos y orientales gozaron del favor del público.
F ig . 368. L a Libertad guiando al pueblo. Museo del Louvre.
D e l a c r o i x (1795 - 1863). Francés. Excelente pintor de lienzos históricos y de tema oriental. Fue también notable retratista (fig. 368).
Fortu ny (1838-1874). La vida de este pintor nacido en Reus (Tarragona) es de una intensidad y eficiencia raras veces igualada. Murió a los 36 años, y dejó una gran cantidad de cuadros al óleo y a la acuarela, aguafuertes y dibujos que le acreditan de maestro en su arte. Pintó preferentemente escenas históricas y de ambiente marroquí (fig . 369).
NATURALISMO
_ ... . . ..__ __ Fig. 369. Fortuny. Autorretrato.Como estilo artístico, se Museo de Arte Moderno,
aparta tanto del academ icis- Barcelona.
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El Pensamiento. Museo del Louvre.
mo neoclásico como del ro manticismo idealista. Se basa
en la reproducción fiel de la naturaleza.
A ugusto Rodin (1840-1917). Este gran escultor francés rompe con la tradición escultórica de su país e influye con su arte personalísimo en casi todos los escultores posteriores. Poseía una prodigiosa habilidad técnica y supo comunicar a sus esculturas una fuerte espiritualidad nueva y única (fig . 370).
Corot (1796- 1875). Se dedicó preferentemente al paisaje y procuró captar en sus telas no sólo los colores y las formas de la naturaleza, sino también el ambiente. Se le considera, justamente, como
F ig . 371. Corot. Paisaje urbano de Venecia. Museo Pushkin. Moscú.
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F i g . 373. Manet. El bar del Folies Bergéres. Inst. Courtauld. Londres.
181
F ig . 374. Monet. La catedral de Rouen. Museo del Impresionismo.
París.
el primer gran paisajista francés (fig . 371).
M il l e t (1814 - 1874). Francés. H ijo de labradores, trabajó como labrador hasta la edad de 21 años. Acostumbraba a incluir en sus paisajes figuras de campesinos vestidos con las sencillas y toscas ropas de trabajo. Esto y la originalidad de su pintura provocaron las iras de los críticos parisienses que le atacaron duramente. V ivió en la mayor miseria y casi todos sus cuadros (que figuran hoy en los principales museos del mundo) le fueron pagados a precios irrisorios (fig . 372).
M anet (1832-1883). Es el precursor del impresionismo. Espíritu inquieto y audaz, nunca se sometió a las reglas en uso. Por esta razón cada una de sus exposiciones levantó contra él los más acerbos comentarios de los críticos que no le comprendían. Hasta dos años antes de su muerte no fue reconocido el extraordinario mérito de sus obras (fig . 373).
IM PRESIONISM O
Los propulsores del impresionismo tuvieron que luchar arduamente contra las opi-
F ig . 375. Degas. Bailarina ajustándose una zapatilla. Museo del
Louvre.
182
ilíones adversas de críticos y público durante mucho tiempo. Se defendieron y justificaron su manera de pintar con los argumentos que damos aquí resumidos:
En la pintura, la luz es el elemento esencial, pues influye decididamente en la forma y el color de los objetos. La forma y el color de un modelo cualquiera, sea figura o paisaje, no son fijos, y propios de cada objeto como se creía antes, sino que varían según la calidad y la intensidad de la luz que reciben y según el color de los objetos próximos. Algunos pintores demostraron lo dicho pintan-
F ig . 377. Whistler. Retrato de Carlyle. Museo de Glasgow.
F ig . 376. Renoir. Bañista (detalle). Col. Durand-Ruel. París.
do un mismo paisaje a diversas horas del día; realmente, cada cuadro resultaba muy distinto de los demás.
La realización práctica de estos principios y de otros que no nos es dado señalar aquí, dio lugar a un pintura en la que se había suprimido el color negro y que tenía que mirarse desde lejos, pues de cerca se veía solamente una confusa mezcla de colores. Ahora ya estamos acostumbrados a mirar los cuadros desde una cierta distancia, o con los ojos semicerrados (con lo que se puede lograr el mismo efecto que con la
183
F ig . 378. Cézanne. La montaña Sainte-Victoire. Kunsthaus, Zuricb.
visión distante), y ya no es ninguna sorpresa para nosotros tener que hacerlo, pero cuando los primeros impresionistas expusieron sus cuadros, al público ]e parecía muy extraño, y protestaba, no siempre de una manera correcta. Sin embargo, el impresionismo se impuso al fin, y con tanto éxito que ha influido mucho en la pintura moderna; puede decirse sin faltar a -la verdad que la técnica pictórica impresionista, más o menos evolucionada,
es la que usan la mayor parte de los pintores actuales.
Monet (1840-1926). S tf*e& pecializó en la pintura d(^paisa jes, en los que consiguió efectos de luz extraordinarios. Del título de uno de sus cuadros: «Impresión, sol naciente», se originó la palabra impresionismo ( fig. 374 ).
Degas (1834 - 1917). Francés. Es, tal vez, el mejor de los pintores impresionistas. Su conocimiento del dibujo y de la técnica del aguafuerte se trasluce en sus pinturas, en
.184
las que la captación del movimiento de las figuras alcanza un alto grado de perfección. Sus temas preferidos fueron las bailarinas de los teatros parisienses y las escenas hípicas (fig . 375).
R e n o ir (1841-1919). Francés. Fue tan hábil en el retrato como en el paisaje y en el género (fig . 376).
W h ist l e r (1834-1903). Norteamericano. Residió en Inglaterra; adoptando los procedimientos impresionistas, con excelentes resultados ( f i gura 377).
C é z a n n e (1839 -1906), V an G o g h (1853-1891) y G a u g u in abren el camino al arte contemporáneo en la pintura, especialmente los dos primeros. De Cézanne se alaba el sentido estructural de la imagen, la valoración de la pincelada por sí misma (fig . 378) y de Van Gogh el inspirado expresionismo.
G a u d í (1852 -1926), G en ia l arqu itecto español, cuyo arte se caracteriza po r la audaz disposición de la s estructuras sustentantes y la o rig ina lidad de sus construcciones (figu ra 379).
F ig . 379. Gaudí. Templo de la F ig . 380. Pablo Picasso. Figura. Sagrada Familia. Barcelona.
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Fig . 38], Le Corbusier. Notre Dame du Haut, Ronchamp. Francia.
EL SIGLO XX
El arle contemporáneo se distingue, en general, por el cultivo sistemático de un aspecto de la realidad, por ejemplo, la expresión en el expresionismo, la forma geométrica en el cubismo. Se inicia con una nueva libertad formal. En arquitectura valora el uso de nuevos materiales (acero, hormigón) y decreta que la forma sigue a la función. Destacan los arquitectos Le Corbusier (fig . 381), Mies van der Rohe (fig . 384), Gropius. En escultura, se busca la forma simple y pura, F ig . 382. Jacobsen. Escultura.
186
F ig . 383. Tapies. Pintura. 1964.
llevada a un rigor geométrico por el holandés M o n d r ia n
(1872-1944). Este arte prescinde de toda figuración y se funda sólo en sus propias leyes. Pintores españoles han destacado en el surrealismo ; Ju a n M ir ó (1893) y S alvador
D a l í (1904); y en la pintura de materia, tratada a modo de relieve por A n t o n io T ap ie s (1923), cuya obra se desarrolla a partir de 1945, habiendo contribuido a la renovación de la pintura española actual (fig . 383).
en volumen cerrado, como en la obra de Brancusi, o abierto, cual en González, Jacob- sen (fig . 382) o Calder. Domina la pintura contemporánea P ablo P icasso (1881), formado a fin del x ix en Barcelona y establecido en París desde 1904, que, con el cubismo, abrió paso a los modos radicales del arte actual y a la abstracción. Sus obras características esquematizan la realidad (fig . 380) y ponen la forma y el color por encima de la representación estricta. Este principio se lleva al máximo en la abstracción, iniciada por el ruso K a n - d in s k y (1866-1944) en 1910 y
F ig . 384. Mies van der Rohe. Rascacielos en Chicago.
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F ig . 385. Diego Rivera. Feria del Día de Muertos (detalle). Méjico.
MÉJICOCONTEM PORANEO
Aun aceptando principios de carácter internacional, el arte contemporáneo de M éjico, de marcada tendencia social, se distingue por su voluntad de arraigar en la cultura anterior a la llegada de los españoles y de establecer así una suerte de continuidad con las más lejanas épocas del país.
En pintura y dibujo es tal vez donde los mejicanos han conseguido mayor fama mundial. Tras el precursor José Guadalupe Posada (1852-1913) hay que destacar la ingente obra de los tres grandes muralistas mejicanos: Diego R i
vera (1886-1957), José Clemente Orozco (1883-1949) y A lfaro Siqueiros (n. 1896), que hán creado un tipo de arte muy característico, grandioso y colorista, en el que la temática no destruye los valores plásticos. A ellos hay que añadir el pintor Rufino Tamayo (n. 1899), de orientación más libre y surreali- zante.
En la arquitectura sobresalen Carlos Mérida, Juan O ’Gorman, el español que trabaja en ese país Félix Candela. Célebre en todo el mundo es la Ciudad Universitaria de Méjico (1949-1952),
F ig . 386. Ramírez Vázquez. Estadio azteca.
cuyos planos se deben a Mario Pañi y Enrique del Moral. Entre las obras de último período sobresale el Estadio azteca, debido a Ramírez Vázquez. En esta última obra vemos un predominio de la estructura, mientras que en la citada Ciudad Universitaria, especialmente en el edificio de la Biblioteca, predomina un ornamentalismo que no se puede dudar entronca con e l espíritu indigenista y colonial.
La integración de los conceptos abstractos en el proceso eminentemente nacional que revela la trayectoria del arte del siglo x x en Méjico muestra signos de alcanzar una primera madurez.
Es evidente que ciertas aportaciones ajenas, no ya a la nación mejicana, sino a sus componentes esenciales, cual la del escultor-arquitec
to Mathias Goeritz, radicado en Méjico desde hace lustros, son ejemplo e indicio de cómo puede el espíritu de la nación mejicana admitir y asimilar influencias foráneas sin perder un ápice de su personalidad. Así se advierte también en las jóvenes generaciones de pintores del país.
F ig . 387. José Clemente Orozco.Detalle de pintura mural.
(Escuela Nacional Preparatoria. Méjico.)
189
F ig . 388. Giráldez, López Iñigo y Subías. Facultad de Derecho, Barcelona.
I N D I C E
Prehistoria. El arte de las civilizaciones rudimentarias . 3
E g ip to ............................................................................................... 8A rq u it e c tu r a ........................................... .............................. 8Escultura . . . . .......................................... 17P in t u r a .................................................................................... 19D i b u j o .................................................................................... 20
Caldea y A s ir ia ...................................................... , . . . . 21Arquitectura............................................................................. 22E s c u l t u r a .............................................................................. 25P i n t u r a ................................... .................................... 27
Fenicia, Judea y P e r s i a ............................................................ 28
Pueblos cuyo arte ha tenido escasa influencia en Europa. 31In d ia ..................................................... ........................ 31C h in a ..................................................... ........................ 33Japón ......................................................................................... 35
Arte aborigen a m e r ic a n o ............................................................ 37Méjico . ............................................................................... 37Perú .......................................................................................... 41
190
Grecia .Arquitectura Escultura Pintura Cerámica .
Arte ibérico
Etruria.
Roma .Arquitectura Escultura Pintura Mosaicos .
Arte c r i s t i a n o ........................I Período: las Catacumbas
II Período: la Basílica
Arte bárbaro
Arte bizantinoArquitectura . . EsculturaPintura y mosaicos Policromía de libros Tejidos . . . .
• Arte árabe . . . .Arquitectura . . Pintura y escultura Artes industriales .
Arte mudéjar
Arte románicoInfluencia bizantina Arquitectura . .EsculturaPintura . . . .
Arte g ó t i c o ..............................A rquitectura.......................E s c u l t u r a ........................Pintura: Italia
Flandes . Península Ibérica
Miniatura . v . . .
4242495152
55
57
5959717173
747578
82
848487878989
90909797
97
989899
109110
112112125129130133135
191
El Renacim iento.............................Arquitectura: Italia
España . Escultura y pintura: Italia .
Alemania España .
El arte barroco ..............................I t a l i a ....................................España .............................. .F la n S e s ....................................H o la n d a ...................................Francia .....................................I n g la t e r r a ..............................
Arte colonial ................................
Estilo neoclásico
El siglo X IXRomanticismo Naturalismo . Impresionismo .
El siglo XX
Méjico contemporáneo
LAM INAS I, II, III y IV . . . . entre págs. 124 y
Fig . 389. M iró. Grabado. 1953.
136137138143151152
154155157164167167168
170
174
178178179182
186
188
125
192
A. ToussaintResumen gráfico de Jjla historia de! arte ÉjjJen México Í181
i jÁk * / 4 »
Resumen gráfico de la historia del arte en México
A. ToussaintPrólogo de Paul Gendrop
212 páginas de 20 X 13 cm. con 400 ilustraciones en blanco y negro y 29 a color ISBN: 968-887-006-4
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Junto a obras fundamentales en numerosos volúmenes de alto precio y de paciente lectura, que han visto la luz con motivo del 75 aniversario de la Revolución Mexicana, hay que agradecer al Dr. Rodríguez Lapuente, director de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guadalajara, la realización de esta breve historia esencial que tan eficaz papel puede jugar en las aulas de la educación media y superior, y en la promoción de cultura política nacional de tantos lectores interesados en los fundamentos de la historia contemporánea de México.
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edición,/ampliada, 9.a tirada, 1446 pjígmas, de 24 x 1 7 crh. iBN: 84-252-0126-8 y
'¡te «Diccionario ideotógico^_ponsta de tres partfes: I. Parte flóptica. Comprende cp-jían general de clasificacjóa-del lé- co correspondiente a la totalidad de los cooocwwentíos huma- ds , distribuKjo^en 38 grandes clases, subdivididas ' f e q 2000 '»*P©s~=^'Parte analógica. Constituida por 200 000 voces y icuciones de la lengua reunidas en los 2000grupos catalo- )dos en l^—prarte sinóptica, puestos por orden alfabético y Deprendiendo ceH^ üjjcr'de ellos los vocablos conceptual- ínte homogéne</sr^adar~ong^deests%,»2600 grupos reúne jdas las expresiones —sinónimos, partas de la oración,^locu- /ínes, tráse§\y refranes— directamente relacionados con la ía expresada por la palabra que les sirve de enumerado, que :.eden am pliars^aotablernente cqn las llamadas de referencia tercaladas, que reñwteíTa otros grupos más o menos afines. >mpleta esfa parte un aoend ;e de nom5res~gé"ntiiicips,'cons- ,'Jida ^ór más de 7500 palabras, correspondientes a la mayo- « de las poblaciones de España y de las m/s importantes de fes países. III. Parte alfabética. Verdadera índice alfabético, ion n& correspondiente definición en todas sus acepciones de
\ls palabras clasificadas en'1á” pa rte^p a lógica. La parte.$ica. ydpmás de fac.litar el sign ificado exacto de cadIbs ^ocablos clasificados para que, en todo momento
i lectoÍÑaolicarlos en sITfusta acepóión, le remite, me J sencillísmig^sistema de referencia —un asterisco o un \ia- , al grupo'SHp^pos de la’ segunda parte que cóntie Verido vocablo y lüljs^ne en relación con todas las pal