resumen el poder psiquiátrico, m. foucault - d. opazo

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 Michel Foucault, El Poder Psiquiátrico Daniel Opazo Villegas Para dar inicio a la clase, se realizará una descripción de un asilo, hecha por Fodéré, en la que se da cuenta de que impera ante todo un orden, en el sencillo sentido de una regulación perpetua y permanente de los tiempos, las actividades, los gestos; un orden que moldea los cuerpos y los penetra. Cierto orden, cierta disciplina, cierta regularidad aplicada incluso al interior del cuerpo son necesarias para dos cosas: para el saer médico, la oservación e!acta, y, para la curación permanente. "a condición, entonces, de la relación con el o#eto y de la o#etividad del conocimiento médico, y la condic ión de operac ión terapéutic a, son iguales: el orden disciplinario. $sa instancia la interior del asilo está dotada al mismo tiempo de un poder ilimitado al que nada puede ni dee resistirse. $ste orden es siempre derivado de una relación no rec%proca de poder. Por tanto, la instancia médica &unciona como poder mucho antes de &uncionar como saer. Pues, 'cómo dee ser este médico( )eg*n Fodéré, este dee tener +un hermoso &%sico, nole y varonil -, esto es indispensale, sore todo, &rente a los locos, para imponérseles/. $s decir, el médico impone una relación disimétrica de poder desde el primer momento, desde la primera mirada. $l poder toma su &orma en el cuerpo mismo del médico. )in emargo, el poder no pertenece ni a una persona ni a un grupo; sólo hay poder porque hay disper sión, relevos, redes, apoyos rec%proc os, di&erencias de potenc ial. $n consec uencia , alrededor del médico tenemos una serie de relevos, de los cuales los principales son: los vigilantes y los sirvientes. )eg*n Fodéré, los vigilantes reservan la tardea de in&ormar sore los en&ermos, de ser la mirada o#etiva del propio psiquiatra. 0een ser de +conte!tura corporal ien proporcionada, m*sculos llenos de &uerza y vigor -, y de una docilidad asoluta a las órdenes del médico/. $n la *ltima capa de poder, incluso por dea#o de los en&ermos, están los sirvientes. $stos no deen ponerse tanto al servicio de los vigilantes como de los propios en&ermos, sin emargo, no deen hacer más que el simulacro de dicho servicio. "os sirvientes oservarán al en&ermo en su cotidianeidad, en los deseos que tienen, en su voluntad, e in&ormarán de las cosas importantes al vigilante, quien in&ormará a su vez al médico. )eg*n Fodéré, los sirvientes deen ser +altos, &uertes, %ntegros, inteligentes, limpios en su persona y vest imenta - , convendr á que estos apar ezc an como sus dost icos y no sus guardianes./ $s toda esta disposición táctica la que permite el e#ercici o del poder. Para que el poder se despliegue de tal manera, con tanta astucia, dee ser porque e!iste un poder amenazante que es preciso dominar o vencer. 1 quien dee dominarse, es, por supuesto, al loco. "o que caracteriza al loco, el elemento por el que se le comienza a encerrar a comienzos del siglo 232, es la insurrección de la &uerza, no dominada o indomale, que adopta cuatro grandes &ormas: la &uerza pura del individuo 4furioso5; la &uerza en cuanto se aplica a instintos y pasiones, la &uerza de esas pasiones sin l%mites 4manía sin delirio5; la locura que se adosa a las ideas mismas, volviéndolas incoherentes 4manía 5; y la &uerza de las ideas que se e#erce sore una idea espec%&ica que encuentra un re&uerzo inde&inido y va a inscriirse en el comportamiento, el discurso, el esp%ritu del en&ermo 4melan colía o monomanía 5. "o importante de esta distriución, es que la psiquiatr%a se ha centrado no en reconocer el error del loco, sino en situar el punto en que la &uerza del loco lanza su insurrección. "a táctica que aplicará el médico a determinado en&ermo se a#ustará a la localización de esa &uerza. )eg*n Pinel, la terapéutica de la locura será el +arte/ de suyugar y domesticar al alienado, poniéndolo a#o estricta dependencia de un homre que por sus cualidades &%sicas y morales tiene la capacidad de e#ercer sore él un in&lu#o irresistile y mod i&i car el enc ade namien to vici oso de sus ideas . $n de&ini tiva , en esta  protopráctica terapéutica encontramos escenas y una atalla como acto terapéutico &undamental. $n la psiquiatria de la época, se distinguen dos tipos de intervenciones: la médica o medicamentosa, y el +t rata mi ento moral/ . $ste +t ratami ento moral/ , esta operacn tera ut ica, es una escena de en&rentamientos. $sta escena asume dos aspectos: el primero 4 incompleto) es como una operación de desgaste, no llevada a cao por el médico, sino por el vigilante. $ste *ltimo se acerca sigilosamente al alienado &urioso, lo distrae, y logra que con una se6al todos los sirvientes se lancen sore el en&ermo y lo reduzc an. $sta escena imper& ecta consist e en quera r la &uerz a desatada del alienado median te una especie de violencia astuta y repentina.

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Resumen texto El Poder Psiquiátrico Michel Foucault

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Michel Foucault, El Poder Psiquitrico

Michel Foucault, El Poder Psiquitrico

Daniel Opazo Villegas

Para dar inicio a la clase, se realizar una descripcin de un asilo, hecha por Fodr, en la que se da cuenta de que impera ante todo un orden, en el sencillo sentido de una regulacin perpetua y permanente de los tiempos, las actividades, los gestos; un orden que moldea los cuerpos y los penetra.

Cierto orden, cierta disciplina, cierta regularidad aplicada incluso al interior del cuerpo son necesarias para dos cosas: para el saber mdico, la observacin exacta, y, para la curacin permanente. La condicin, entonces, de la relacin con el objeto y de la objetividad del conocimiento mdico, y la condicin de operacin teraputica, son iguales: el orden disciplinario. Esa instancia la interior del asilo est dotada al mismo tiempo de un poder ilimitado al que nada puede ni debe resistirse. Este orden es siempre derivado de una relacin no recproca de poder. Por tanto, la instancia mdica funciona como poder mucho antes de funcionar como saber.

Pues, cmo debe ser este mdico? Segn Fodr, este debe tener un hermoso fsico, noble y varonil [], esto es indispensable, sobre todo, frente a los locos, para imponrseles. Es decir, el mdico impone una relacin disimtrica de poder desde el primer momento, desde la primera mirada. El poder toma su forma en el cuerpo mismo del mdico.

Sin embargo, el poder no pertenece ni a una persona ni a un grupo; slo hay poder porque hay dispersin, relevos, redes, apoyos recprocos, diferencias de potencial. En consecuencia, alrededor del mdico tenemos una serie de relevos, de los cuales los principales son: los vigilantes y los sirvientes.

Segn Fodr, los vigilantes reservan la tardea de informar sobre los enfermos, de ser la mirada objetiva del propio psiquiatra. Deben ser de contextura corporal bien proporcionada, msculos llenos de fuerza y vigor [], y de una docilidad absoluta a las rdenes del mdico.

En la ltima capa de poder, incluso por debajo de los enfermos, estn los sirvientes. Estos no deben ponerse tanto al servicio de los vigilantes como de los propios enfermos, sin embargo, no deben hacer ms que el simulacro de dicho servicio. Los sirvientes observarn al enfermo en su cotidianeidad, en los deseos que tienen, en su voluntad, e informarn de las cosas importantes al vigilante, quien informar a su vez al mdico. Segn Fodr, los sirvientes deben ser altos, fuertes, ntegros, inteligentes, limpios en su persona y vestimenta [], convendr que estos aparezcan como sus domsticos y no sus guardianes.

Es toda esta disposicin tctica la que permite el ejercicio del poder.

Para que el poder se despliegue de tal manera, con tanta astucia, debe ser porque existe un poder amenazante que es preciso dominar o vencer. A quien debe dominarse, es, por supuesto, al loco. Lo que caracteriza al loco, el elemento por el que se le comienza a encerrar a comienzos del siglo XIX, es la insurreccin de la fuerza, no dominada o indomable, que adopta cuatro grandes formas: la fuerza pura del individuo (furioso); la fuerza en cuanto se aplica a instintos y pasiones, la fuerza de esas pasiones sin lmites (mana sin delirio); la locura que se adosa a las ideas mismas, volvindolas incoherentes (mana); y la fuerza de las ideas que se ejerce sobre una idea especfica que encuentra un refuerzo indefinido y va a inscribirse en el comportamiento, el discurso, el espritu del enfermo (melancola o monomana).

Lo importante de esta distribucin, es que la psiquiatra se ha centrado no en reconocer el error del loco, sino en situar el punto en que la fuerza del loco lanza su insurreccin. La tctica que aplicar el mdico a determinado enfermo se ajustar a la localizacin de esa fuerza. Segn Pinel, la teraputica de la locura ser el arte de subyugar y domesticar al alienado, ponindolo bajo estricta dependencia de un hombre que por sus cualidades fsicas y morales tiene la capacidad de ejercer sobre l un influjo irresistible y modificar el encadenamiento vicioso de sus ideas. En definitiva, en esta protoprctica teraputica encontramos escenas y una batalla como acto teraputico fundamental.

En la psiquiatria de la poca, se distinguen dos tipos de intervenciones: la mdica o medicamentosa, y el tratamiento moral. Este tratamiento moral, esta operacin teraputica, es una escena de enfrentamientos. Esta escena asume dos aspectos: el primero (incompleto) es como una operacin de desgaste, no llevada a cabo por el mdico, sino por el vigilante. Este ltimo se acerca sigilosamente al alienado furioso, lo distrae, y logra que con una seal todos los sirvientes se lancen sobre el enfermo y lo reduzcan. Esta escena imperfecta consiste en quebrar la fuerza desatada del alienado mediante una especie de violencia astuta y repentina.

Sin embargo, esta no es la escena de curacin. La escena de curacin es mucho ms compleja. Primero, la terapia no pasa en modo alguno por encontrar las causas de la enfermedad, es decir, el mdico no requiere de ningn trabajo de diagnstico. Segundo, no se trata de aplicar ninguna tcnica mdica a algo que se considera como comportamiento patolgico, sino que se trata del enfrentamiento de la voluntad del mdico, por un lado, y la del enfermo, por el otro. Se establece una relacin de fuerza determinada. Tercero, se establece una segunda relacin de fuerza dentro del mismo enfermo, entre la idea fija a la cual esta aferrado y el temor al castigo. Cuarto, lo importante de esta escena es que sobreviene un momento en que la verdad sale a la luz: el enfermo cede, reconoce su error, y confiesa que ha atravesado una serie de fluctuaciones, vacilaciones, tormentos, etc. Y quinto, cuando esa verdad se ha alcanzado, pero por conducto de la confesin y no a travs de un saber mdico, en el momento mismo de la confesin se sella el proceso de curacin.

Como se observa, la operacin mdica que llevan a cabo cuando curan no tiene nada que ver con lo que est entonces en proceso de convertirse en la experiencia, la observacin, la actividad diagnstica y el proceso teraputico de la medicina.

Por otro lado, y a modo de autocrtica, la Historia de la Locura (obra anterior de Foucault) se ha centrado en el anlisis de las representaciones, de las percepciones de la locura. Lo que ahora se quiere hacer es un anlisis de los dispositivos de poder como instancia productora de la prctica discursiva. Es decir, dnde se forma la prctica discursiva.

Adems, se ha recurrido, implcita o explcitamente, a tres nociones erradas: violencia, instituciones y familia.

En primer lugar, a la nocin de violencia siempre se le otorga una especie de connotacin relacionada con el poder fsico, un poder irregular, pasional. Al entenderlo as, se podra pensar que existe un poder bueno, no atravesado por la violencia. Sin embargo, se debe entender, que el poder ataca siempre, en ltima instancia, al cuerpo. Todo poder es fsico. Tambin, se cae en el error de pensar que un despliegue de fuerza fsica desequilibrada implica un accionar que no es ni racional, ni calculado, ni manejado por el ejercicio del poder. Sin embargo, todo el accionar del poder descrito anteriormente demuestra lo contrario. El poder es fsico y, por eso mismo, violento, en cuanto es perfectamente irregular; no en el sentido de ser desatado, sino, al contrario, de obedecer a todas las disposiciones de una especie de microfsica de los cuerpos.

Respecto a las instituciones, se hace preciso indicar que lo esencial no es la institucin con sus regularidades y reglas, sino justamente esos desequilibrios de poder sobre los cuales se falseaban y al mismo tiempo hacan funcionar la regularidad del asilo. Por tanto, lo importante no son las regularidades, sino las disposiciones de poder, los relevos, las redes, diferencias de potencial que caracterizan una forma de poder. Entonces, antes de hablar sobre las instituciones, se hace preciso ocuparse de las relaciones de fuerza en esas disposiciones tcticas que atraviesan las instituciones.

Tercero, se haba dicho que la violencia de Pinel o Esquirol haba consistido en introducir el modelo familiar en la institucin asilar. Sin embargo, el uso tanto de las nociones de violencia como el de institucin estn errados, y ni siquiera se debe hablar de familia, ya que tanto en Fodr, como Pinel y Esquirol se encuentran muy pocos ejemplos de utilizacin de ese modelo familiar.

Por tanto, para analizar las relaciones de poder propias de las prcticas psiquitricas, en lugar de hablar de violencia hablaremos de microfsica del poder, en lugar de institucin trataremos de ver cules son las tcticas puestas en accin en esas prcticas que se enfrentan, y en lugar de hablar de modelo familiar o de aparato del Estado, intentaremos ver la estrategia de esas relaciones de poder y esos enfrentamientos que se despliegan en la prctica psiquitrica.