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Resolucion 50

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Érase una vez un mercader que te-nía varias hijas. De todas ellas la que más brillaba era la hija más pequeña, que además de bella tenía el corazón enormemente noble. A diferencia de las demás, jamás solicitaba a su padre ningún objeto ni mercancía de ningu-no de los lugares lejanos que visitaba, y se conformaba con esperarle y verle de vuelta sano y salvo. Sin embargo, ante la insistencia de su adorado padre, Be-lla (que así la llamaban) decidió pedir-le una humilde rosa en su último viaje.

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De este modo, todo se sucedía con mu-cha tranquilidad y sus hijas esperaban una vez más la llegada de su padre, pero nada ocurrió como de cos-tumbre, y el merca-der a su regreso, se vio envuelto en una fuerte tormenta que le desviaba una y otra vez del camino.

Presuroso, corrió junto a su caballo en busca de algún refugio que pudie-se apaciguarle de la lluvia y del aire gélido que le calaba los huesos. Y así, casi sin saber cómo había llega-do, ni dónde estaba, el mercader de pronto se encontró frente a la gran puerta de un extraño castillo. Cansa-do, y al ver que nadie le escuchaba ni abría la puerta, decidió adentrarse

en él. La puerta se encontraba abier-ta, y tras ella, todo parecía perfecta-mente dispuesto: la mesa iluminada y repleta de comida para cenar; las habitaciones ambientadas con leña fresca y colchones bien mullidos...Y el mercader no pudo resistirse a to-dos aquellos placeres, tan hambrien-to y fatigado como estaba.

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De modo que cenó, durmió caliente, e incluso desayunó mientras seguía sin responder nadie a sus llamadas ni recibirle en ninguna estancia. Repuesto, el mercader salió al jardín con la es-peranza de encontrar al fin al dueño de aque-lla casa, y poder agradecerle así antes de su partida tantísima hospitalidad. Pero también el jardín se encontraba vacío y silencioso, de manera que el mercader decidió volver a casa.

Justo cuando estaba a punto de salir de aquel extraño lu-gar, el mercader recordó la petición de su joven hija Be-lla, casi hipnotizado por el fuerte y maravilloso perfume que desprendían los rosales de aquel jardín.

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Eligió la rosa que más resaltaba y bri-llaba de todas y la cortó. En aquel mo-mento, la tranquilidad y el silencio del jardín se vieron interrumpidos por una gran fiera que se lanzó sobre el mercader, atacándole con amenazas e insultos por no haberse comportado como un buen y agradecido invita-

do, robándole las flores de su jardín.El pobre mercader intentó explicar-se, hablándole a aquella Bestia de su hija pequeña y de su humilde pro-mesa. Sin embargo, las palabras del mercader no ablandaban a la Bestia que quería encerrar al mercader para siempre en su castillo como castigo.

– Te perdona-ré la vida si en tu lugar, traes a tu hija Bella para que me acompañe en el cas-tillo. El mercader, tras aquella horrible propuesta, acudió a casa nervioso y muy asustado. Una vez en casa y más tran-quilo, el mercader pudo relatar todo lo que había sucedido a sus hijas, y Bella, serenándole con un beso, le dijo:

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Disney/ La Bella y la Bestia 2007 Disney Enterprices, Inc.Fecha de publicación: octubre de 2007Edición en español preparada por Alquimia Ediciones, S.A. Publicado por bubok editorial S.A.Hegel 153-101. Col. Polanco, México, D.E C.P. 11570www.bubok.com.mxImpreso en Copipunto Paragauy.