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reseña crítica de la película "East is East" de Damien O'Donnell desde el punto de vista de los estudios poscoloniales.TRANSCRIPT
Laura A. Gallego Cantarero
Literaturas poscoloniales
Título: East is east
Dirección: Damien O’Donnell
Screenplay: Ayub Khan-Din
Año: 1999
País de producción: Reino Unido
La familia de East is East, producto diaspórico
En la era poscolonial, una parte de la población india y pakistaní deja su país natal para emigrar
a la metrópolis, Reino Unido, en busca de nuevas oportunidades y aprovechando la posibilidad
de nacionalización. Esta parte de la población es la llamada diáspora.
En el film East is East podemos ver cómo se manifiestan y viven su día a día los hijos de la
diáspora, tanto por el discurso generado por el propio guionista, Ayub Khan-Din, nacido en
Gran Bretaña pero hijo de un emigrante pakistaní y de una madre británica, como con el
modelo de familia que recrea en East is East, que, del mismo modo, no se sabe hasta qué
punto autobiográfico, se trata una familia conformada por un padre de Pakistán, y por tanto,
musulmán y una madre inglesa y católica que regentan una establecimiento de Fish and Chips
en Manchester.
Cómico y crudo: el choque cultural en East is East
Nada más empezar la película, ya vemos una confrontación entre las dos nacionalidades, la
pakistaní y la británica, y las dos religiones, musulmana y católica: una procesión festiva y
católica tiene lugar en Manchester. Sus estandartes y vírgenes son llevados, en parte, por los
hijos “híbridos” de este matrimonio mixto: éstos tienen que salir corriendo a esconderse
cuando su padre vuelve de la mezquita, iniciando así una procesión en paralelo y un cómico
juego de escondite.
El resto de la película trata de manera cómica pero cruda el mismo tira y afloja: la obcecación
del padre por tal de que sus hijos sigan la tradición musulmana (los obliga a frecuentar la
mezquita y a que aprendan urdu, les intenta arreglar matrimonios, quiere que la hija se ponga
el velo…) y el deseo de sus hijos por ser totalmente ingleses y dejar de lado todo el bagaje
cultural familiar pakistaní, burlando su autoridad con numerosas tácticas (a excepción de uno
de ellos, que parece seguir la tradición musulmana).
El choque más entrañable lo encontramos cuando el padre de familia descubre que su hijo
pequeño, Sajid, no está circuncidado. Éste se esconde, pero su padre le intenta convencer con
el siguiente discurso: “You can have this thing. It not belong to you, not our religión, see?”.
Aquí se ponen de manifiesto, aunque de manera burlesca, cuestiones esenciales a la hora de
diferenciar una religión de la otra y de sentirse perteneciente y acorde con ella, como que los
hombres tengan o no prepucio. Finalmente operan al pobre Sajid ante su incomprensión y la
constante burla de sus hermanos.
Bradford o Bradistán, el Pakistán británico
Durante todo el film, el padre, obsesionado con que sus hijos no vayan a contracorriente y
sigan el islam, se pregunta si no se tendrían que haber mudado a Bradford, una ciudad con
más tradición y población Pakistaní que Manchster (Vemos, en un viaje que hacen a Bradford,
como en el cartel de entrada está tachado Ford y reza: “Welcome to Bradistan”) y así disminuir
el ansia y el deseo de sus hijos de ser ingleses para que pasen a estar más integrados en la
comunidad musulmana.
En Bradford encontramos un ejemplo de lo que puede suponer una gran cantidad de
población diaspórica concentrada en un punto de la antigua metrópolis. En estas comunidades
concentradas (en grandes ciudades pueden dar lugar a ghettos) los inmigrantes encuentran su
manera de mitigar el choque cultural y el hecho de vivir en una cultura ajena a ellos. Es por eso
que se fabrican sus propios territorios en los que viven acorde con un modelo económico
occidental pero un modelo cultural oriental. En el film encontramos presente parte de la
cultura asiática, no solo por las costumbres pakistaníes, sino por la presencia del cine de
boollywood (o quizás sea Lollywood, la versión pakistaní de ese tipo de industria
cinematográfica): la hija baila y canta como las actrices de bollywood mientras limpia el patio
donde cortan el pescado y en Bradford van a un cine a ver una de esas películas.
Querer repatriar a tu propio padre: burla a la autoridad paterna
Quizás uno de los instantes más amargos, pero aun así tratado de modo cómico del film es el
momento en que escuchan un discurso político conservador sobre la repatriación de los
inmigrantes (“…and no less for those among the immigrants 'whose future does lie here, 'of
that policy of assisted repatriation, resettlement...') y uno de los hijos dice entre risas: “We
could have a whip-round and get Dad repatriated”. En este tipo de comentarios vemos patente
la idea de que los hijos no se sienten de ningún modo asiáticos o parte/consecuencia de una
inmigración o diáspora. No son conscientes de que, de algún modo, lo son un 50%. Para ellos,
su padre es inmigrante musulmán, ellos no lo son y no lo quieren ser. No son conscientes de
que quizás ellos también tengan futuros problemas y que la sociedad británica les considere
inmigrantes y no 100% británicos, como veremos más adelante.
A pesar de estos momentos agridulces, encontramos tantas otras escenas de comedia de
enredo, de sainete, donde, lo que se pretende, es burlar la autoridad paterna: se escapan de
casa para ir a la discoteca, uno de ellos se besa con chicas inglesas, otro estudia en la escuela
de arte y hace escultura de vaginas, el mayor se da a la fuga y se va a vivir con un hombre que
tiene una tienda de sombreros de alta costura; comen bacon y tratan de disimular el olor con
sprays… todos ellos se protegen los unos a los otros para que el padre no les pegue. La madre,
en multitud de ocasiones, los encubre, consintiendo así, ese modo de vida elegido.
La hibridación de los hijos
Detrás de todas estas triquiñuelas encontramos un retrato de un problema más grave: cuando
se nace en medio de dos nacionalidades y dos comunidades religiosas, el sujeto puede sentirse
híbrido y tener problemas complejos de identidad, ya que son una mezcla de dos mundos. A
los llamados “híbridos” les cuesta mucho desentrañar lo que quieren ser, a cuál de los mundos
quieren pertenecer (si no se puede ser las dos a la vez) y, después, llegar a lo que realmente
quieren ser, siguiendo un modelo posmetafísico de la identidad, un modelo de construcción y
de infinitas posibilidades no marcadas por lo que te viene dado al nacer.
Metrópolis y colonia, roles invertidos por el género
El padre, en este film, puede a priori representar la colonia, puesto que es pakistaní y, la
madre, representaría la metrópolis, puesto que es británica, pero del género (y también un
poco de la religión) se invierten los roles de poder: lo británico femenino y católico queda
subyugado al poder pakistaní, musulmán y masculino.
Los hijos son apenas víctimas de esta tensión entre los dos polos opuestos: la tradición de su
padre, anclada en el pasado, y el presente británico y modo de vida occidental que ellos
prefieren por entrañar políticas sociales más liberales. Uno de los diálogos donde más queda
demostrada esta confrontación entre padre e hijo, religión musulmana y modo de vida
británico es el siguiente (después de que uno de sus hijos rechace un matrimonio concertado):
Dad: Pakistani son always shows respect.
Son: Dad, I'm not Pakistani. I was born here. I speak English, not Urdu.
Dad: You no English. English people never accepting you. In Islam everyone equal, see? No black man, no white man. All Muslim, special community.
(..)
Son: If English women are so bad, why did you marry me mam?
(…)
Son: I'll do what you want. I will get married to a Pakistani.
Dad: Good!
Son: And you know what I'll do then? I'll marry a fucking English woman as well. Just like my dad.
A pesar de la rebelión de su hijo, en parte, puede que el padre tenga razón y que en la
comunidad británica nunca lo lleguen a aceptar como un británico puro, al 100%.
Influencia de la metrópolis
Como podemos leer en Culture and imperialism (Said, 1993), las relaciones de influencia y de
poder (él lo llama imperialismo), tanto económico como cultural, de la metrópolis hacia la
colonia, no acaba tras el proceso de descolonización: “El imperialismo no terminó, no se convirtió
repentinamente en algo pasado, una vez que la descolonización empezó a hacer efectivo el
desmantelamiento de los imperios clásicos. Todo un legado de relaciones une todavía a países como
Argelia e India con Francia y Gran Bretaña respectivamente. Una extensa y nueva población de
musulmanes, africanos y antillanos originarios de los antiguos territorios coloniales reside en la
actualidad en la Europa metropolitana”. En East is east vemos cómo la influencia económica, pero
sobre todo cultural, es muy fuerte en los hijos de la familia (como ya hemos indicado, fruto de
esa nueva población de musulmanes residentes en Europa), que se han dejado llevar por el
discurso de los mass media occidentales, en especial por la televisión y la pop culture en
general y creen en la mitificada visión de libertad de elección en el mundo occidental, así como
de la expresión libre y de la diversión.
God Bless you or Salaam-alacumm, it doesn’t matter
El rayito de esperanza naíf lo perpetran lo más pequeños, dotados, como siempre, de la más
pura inocencia: Sajid y su amigo pelirrojo seguirán jugando en la calle sin importarles sus
condiciones y herencias familiares: lo mismo se saludan con un “God bless you” que un
“Salaam-alacum!” sin ningún tipo de complejo.
El film no dispone de conclusión absoluta y cerrada. Las cosas siguen su transcurso: los padres
seguirán estando juntos a pesar de la subyugación de la mujer y de los malos tratos hacia ella y
a sus hijos y éstos intentarán por todos los medios integrarse en la comunidad y llegar a ser lo
que quieren ser: británicos.