res ñ a martin mondragon prad era

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Memoria de Masonite, 2013 Martín Mondragón Caemos dentro de un cristal de jade Y los ojos piensan una danza Jorge Arzate Nosotros nos salvamos de la muerte. ¿Por qué? Todas las noches nos salvamos. Quedamos juntos, en nuestros brazos, y yo empiezo a crecer como el día. Jaime Sabines Estimado Jorge ¿Por qué la memoria estorba en el devenir del poema? ¿Cuánta soledad encontramos en la necedad del verso? ¿Hacia dónde vamos cuando nos alcanza el grito del crepúsculo? ¿Para qué dejar que las voces de poetas, escritores, de poemas arredren en cada línea de la vida? ¿Es mejor vivir que contemplar la existencia? Nadie deja conversar en el silencio poético de la humanidad toda. Pocos deseos aparecen en la verdad del corazón del que sueña. Y viene la diatriba, el cómo acercarse a las respuestas cuando contemplas un poemario cuyo inicio es una metáfora oximorínica. Dos elementos contrarios y contradictorios: pradera de masonite. Encuentro del plano imaginario y la realidad supina. Cómo acercarse a las respuestas, insisto, cuando la gran voz de Becerra anida en tu poesía; dónde acomodar el sinsentido de la historia cuando el verso desaliñado de Sabines incendia tu voz poética. Y cómo olvidar a Ungaretti: ese tenor rampante que jugó con todo el simbolismo de la poesía, su verso pausado, detenido, irreverente, musicalmente infinito en la soledad de los hombres.

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  • Memoria de Masonite, 2013

    Martn Mondragn

    Caemos dentro de un cristal de jade

    Y los ojos piensan una danza

    Jorge Arzate

    Nosotros nos salvamos de la muerte. Por qu? Todas las noches nos salvamos.

    Quedamos juntos, en nuestros brazos, y yo empiezo a crecer como el da.

    Jaime Sabines

    Estimado Jorge

    Por qu la memoria estorba en el devenir del poema? Cunta soledad

    encontramos en la necedad del verso? Hacia dnde vamos cuando nos

    alcanza el grito del crepsculo? Para qu dejar que las voces de poetas,

    escritores, de poemas arredren en cada lnea de la vida? Es mejor vivir que

    contemplar la existencia? Nadie deja conversar en el silencio potico de la

    humanidad toda. Pocos deseos aparecen en la verdad del corazn del que

    suea. Y viene la diatriba, el cmo acercarse a las respuestas cuando

    contemplas un poemario cuyo inicio es una metfora oximornica. Dos

    elementos contrarios y contradictorios: pradera de masonite. Encuentro del

    plano imaginario y la realidad supina.

    Cmo acercarse a las respuestas, insisto, cuando la gran voz de Becerra anida

    en tu poesa; dnde acomodar el sinsentido de la historia cuando el verso

    desaliado de Sabines incendia tu voz potica. Y cmo olvidar a Ungaretti: ese

    tenor rampante que jug con todo el simbolismo de la poesa, su verso

    pausado, detenido, irreverente, musicalmente infinito en la soledad de los

    hombres.

  • Pradera de masonite (2010, Bonobos), metfora incendiaria de la necedad y

    necesidad del verso; alegora incapaz de despertar del fuego de la vida sin que

    lastime la voz del poeta, el primigenio amor del pramo verdecido en el ocano

    de la noche.

    Adn, Eva, Carmina, Dalia, el pirata ausente, el deseo de sentir en cada pgina

    en blanco, en cada lnea del libro el dolor de la ausencia, el sufrimiento del

    alejamiento, el ansia de cubrir el prado verde y fresco, pero inmutable, la

    soledad de la humanidad del poeta, de la voz que canta y anda por vericuetos y

    caminos azarosos de la vida y de la realidad que imagina.

    Y poeta, tu soledad en la escritura deviene en la necesidad de la existencia que

    recicla la vieja voz de la metfora infinita. Infinita parsimonia de los que creen

    que la palabra todava dice algo en esta sandez de la historia y que a los

    lectores les infunde nuevas posibilidades de imaginacin potica.

    Imaginacin, receptculo merliniano que hurga en cada precisin silbica y en

    cada verso que ya no es diatriba sino punzn envenenado que deja inerte a

    sus lectores, que los deja sin asidero porque ya no saben distinguir entre la

    furia del deseo y el amor de los cuerpos.

    Y eso te sirve para conformar el smbolo de la vida. Ave antittica que vuela por

    el vaco de la existencia. Anttesis de amor y muerte, retrucano del sonido del

    paraso. Ora como sustantivo ora como adjetivo ora como verbo. Porque

    Masonite no slo es la superficie plana, sin vida, sino la metfora que recula en

    cada intersticios de las palabras.

    Pradera de masonite es la tipologa del poeta: es animal, pero animal que

    incendia, que se trasforma, que suea y desea quedarse en el centro del

    vientre, antropfago que se mira contemplando las vocales de su nombre que

    le dicen hambre. Hambre de cuerpos, de pasiones, de infinitas imgenes que

    desguindan su piel y la incendian. Cuerpo indeleble, pero quebradizo cuando

  • no sabe cmo nombrar al mundo y cuando la memoria le traiciona al no poder

    alejar el canto ajeno.

    Como en el epgrafe: una metfora da pie a una hiplage, es decir, el plano de

    la realidad y la imaginacin incitan al poeta a darle atributos extraos a las

    cosas. Los ojos no piensan, miran, pero el poeta desea pensar con los ojos,

    escrutar la realidad para hacerla apetecible a los hombres a travs de la

    imaginacin potica. Porque tu palabra es definicin del tiempo en mil acordes,

    signo vaco posedo por la circunstancia/ los demonios del sueo y la vigilia,

    como el masonite.

    Por eso el libro inicia con el primer movimiento: Foucu: con pasin, con dolor,

    con fuego, con el acto y el placer de dormir, pero sin soar. En un mundo

    plano, insensible: un mundo de masonite. Y el tigre inicia su canto. Porque es

    animal voraz, furioso, tenaz, como el hombre tiene hambre, pero es un apetito

    irracional, como el deseo de la piel, como el deseo del sexo. Es la ciudad

    contemplada por los ojos de un nio poeta que se ha cansado de vagar y

    decide regresar a mirarla, pero se encuentra con la soledad de la piedra, con la

    necedad de la memoria que recuerda los rboles, los ros, el canto, la alegra,

    pero sabe que ante ellos, los ojos, la realidad es otra: cansa, fatiga, hiere,

    muerde, acaba con la meloda de la existencia. Y la voz potica llora por los

    idos, por la voces que ya no son trueno, por las voces que ya no dicen y callan,

    por las voces inertes de quienes han muerto sin dejar la sangre en la batalla de

    las iniquidades, las injusticias de la vida y de la realidad supina. Esa

    Arqueologa de Adn y su musa hecha ceniza.

    Por ello, en el segundo movimiento, Amoroso, Eva aparece. Es una mujer de

    carne, irredenta, deseosa y deseante. Una mujer que arrebata la sangre, que

    no deja dudas de su libertad y de su hambre. Todas las Evas son una tinta

    indeleble, afirmas, un tintero que dejar huella en lo hondo de la existencia.

    Eva es infinita, anda por el porvenir sin preguntarse qu es, no le importa. Ella

    sabe del amor, pero no le interesa definirlo, s, sentirlo. Ser como el sol que

    abraza, cobija, pero quema. Por ello, debe desaparecer de la existencia del

  • poeta. ste lo sabe, pero amorosamente, como el movimiento del alma y el

    devenir de las palabras, como la suavidad del agua y la solacidad de los mares.

    Eva es todo el sexo del mundo, toda ella es una meloda de la sangre que

    arranca acordes infinitos en metforas sedientas de existencia. Ecos de

    Sabines: Adn y Eva sern comidos por gusanos, desaparecern como

    cualquier mortal, sern carne putrefacta, amorosa carne que emerger en la

    paradera para darle vida a la voz potica. Pero l siempre la tendr, el segundo

    movimiento refracta el acto amoroso en esencia a travs de los ojos de

    masonita de Eva: la dureza de la piedra que sacia el deseo de la vida.

    Y el poeta regresa a la tierra, a la realidad que no suea, a la vida sin

    existencia. De lo sublime pasa a lo menesteroso: Adn errante que ya no sabe

    del deseo de la carne.

    Porque tu libro es el paraso de los sentidos, el juego metafrico de los

    humanos seres, el ciempis del deseo que anida en tu bajo vientre e ilumina el

    verso. Verso entre cortado encabalgado y agnico, verso inalcanzable de la

    pgina en blanco, versos irredento del encuentro del sexo.

    Deseo, aprensin de la tarde en cada opsculo de masonite. Meloda que calla

    el sentido de la muerte, el deseo de cantar para saciar la sed de poeta. Hurgas,

    como dije, en la memoria para aprehender de la vida. Y vida se lee en Pradera

    de Masonite. Esa metfora sostenida en los contrarios, como la existencia, no

    slo la vida: Movimiento/quietud, escndalo/ silencio, petrificacin/orga.

    Tu tierra es la vida, tu panorama la piedra o, mejor dicho, el rbol petrificado

    que se usa en la vida cotidiana, en la necesidad de la oficina. Tierra que incita

    al sueo, a la bsqueda de pan de los que suean. Pradera de Masonite es un

    gran sueo, un devenir onrico que descubre tu autntica voz potica. Ya

    designando una cosa con el nombre de otra y proponiendo una relacin de

    existencia metonimia o con la descripcin de los das, de la noche, del

    deseo, de dormir sin soar.

  • Msica que incendia la vida, intensidad abrumante de la meloda del corazn y

    de la muerte, aterradora soledad de la nota que hace hincapi en cada

    tipologa del deseo. Porque masonite es mundo, playa, tiempo, das, sueos,

    camino, reconstruccin. Reconstruccin no slo del paraso, sino de sus

    habitantes, de sus primigenios deseos de la carne, de esa naturalidad que da

    los sentidos. No slo Eva se busca, Adn se conforta en la piedra y la palabra

    incendia el mundo.

    Al final, Pradera de Masonite es un gran homenaje a tus poetas, tus fantasmas,

    tu voz potica que anda, siempre anda por el deseo y el mar.

    Toluca de Lerdo, 15-16 de noviembre de 2011.

    martn mondragn arriaga

    PD. Podemos los seres humanos zaherir la palabra Amor, ms an, descubrir

    nuestra soledad en la ausencia del paraso?