representaciones de topofilia

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Revisitar la noción de topofilia, desde la experiencia con la fotografía. Autora: Maya Corredor. Este texto presenta una de las elaboraciones que un grupo de niños, niñas y jóvenes hizo en torno al término “topofilia”, en el marco de una exploración conjunta, desarrollada entre los años 2009 y 2012, que tomó elementos de la investigación acción participativa. Tal exploración vinculó la práctica fotografía como un elemento fundamental para construir conocimiento. Para dar un panorama más amplio del contexto donde se gestaron estas reflexiones, es importante resaltar que el grupo investigador estuvo conformado por 15 participantes con edades entre 9 y 18 años, todos habitantes del barrio El Progreso (Imagen 1), ubicado en la zona de Altos de Cazucá (Colombia). Este territorio es uno de los más reconocidos cinturones de miseria del país, con serias problemáticas de orden medioambiental, social y político. El proceso de indagación inicialmente se basó en interpelar al entorno desde el aprendizaje y la exploración de la fotografía, posteriormente, se encontraron rasgos en común con la lógica de la investigación acción participativa, lo cual dio seguridad al grupo para trabajar de manera autónoma y creativa, y para tomar decisiones en cuanto a los intereses, los métodos y las estrategias de exploración. En un punto de este proceso, nos encontramos con un término que se convirtió en el horizonte de la búsqueda grupal: la topofilia. Topofilia es un concepto acuñado por el francés Gastón Bachelard en su libro La Poética del Espacio, que se pregunta por la significación de los espacios. El autor propone entender las relaciones con el entorno desde la examinación de imágenes muy sencillas, que nombra como “las imágenes del espacio feliz”, es decir, las imágenes de los espacios apropiados, protegidos, amados, ensalzados. Topofilia sugiere revisar el valor humano de esos espacios, de emergencia poética cotidiana, donde la imaginación es la fuerza que permitirá sustraer a nuestros lugares de la tiranía de la indiferencia, de la planeación geométrica.

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Articulo para revista COLETIVA. Br.

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Page 1: Representaciones de topofilia

Revisitar la noción de topofilia, desde la experiencia con la fotografía.Autora: Maya Corredor.

Este texto presenta una de las elaboraciones que un grupo de niños, niñas y jóvenes hizo en torno al término “topofilia”, en el marco de una exploración conjunta, desarrollada entre los años 2009 y 2012, que tomó elementos de la investigación acción participativa. Tal exploración vinculó la práctica fotografía como un elemento fundamental para construir conocimiento.

Para dar un panorama más amplio del contexto donde se gestaron estas reflexiones, es importante resaltar que el grupo investigador estuvo conformado por 15 participantes con edades entre 9 y 18 años, todos habitantes del barrio El Progreso (Imagen 1), ubicado en la zona de Altos de Cazucá (Colombia). Este territorio es uno de los más reconocidos cinturones de miseria del país, con serias problemáticas de orden medioambiental, social y político. El proceso de indagación inicialmente se basó en interpelar al entorno desde el aprendizaje y la exploración de la fotografía, posteriormente, se encontraron rasgos en común con la lógica de la investigación acción participativa, lo cual dio seguridad al grupo para trabajar de manera autónoma y creativa, y para tomar decisiones en cuanto a los intereses, los métodos y las estrategias de exploración. En un punto de este proceso, nos encontramos con un término que se convirtió en el horizonte de la búsqueda grupal: la topofilia.

Topofilia es un concepto acuñado por el francés Gastón Bachelard en su libro La Poética del Espacio, que se pregunta por la significación de los espacios. El autor propone entender las relaciones con el entorno desde la examinación de imágenes muy sencillas, que nombra como “las imágenes del espacio feliz”, es decir, las imágenes de los espacios apropiados, protegidos, amados, ensalzados. Topofilia sugiere revisar el valor humano de esos espacios, de emergencia poética cotidiana, donde la imaginación es la fuerza que permitirá sustraer a nuestros lugares de la tiranía de la indiferencia, de la planeación geométrica. Topofilia tiene su origen en los lugares de la infancia, que permean las ensoñaciones más antiguas de la experiencia de cada sujeto; donde permanecen los rincones, las luces, los ambientes, los olores, a través de nuestras ficciones y recuerdos.

Conocer este concepto confirmó en el grupo intuiciones y pálpitos que se estaban sugiriendo en la práctica con la imagen. Entendimos que las relaciones que cada quien entabla con los espacios merecen ser reconocidas en la creación de poéticas sobre la propia vida, donde la imaginación se despliega de manera importante. La pregunta por el lugar que habitan los participantes fue siempre la primera cuestión que surgió en el diálogo, al situarse en un territorio conflictivo que hace parte de la historia de desplazamiento forzado y exclusión de la mayoría de sus familias.

Topofilia también recibe el aporte del geógrafo chino Yi-Fu Tuan, quien explora el fenómeno de la percepción sensorial en los espacios. La mirada de Yi-Fu Tuan amplía el concepto al desanclarlo del hogar e incluirlo en el lugar. Para el autor, topofilia es el lazo afectivo entre las personas y el lugar o el ambiente circundante. Podría decir que es la relación entre cada persona y eso que considera su lugar. Como concepto es difuso, pero es fácilmente incorporado en nuestra experiencia de vida.

Las emociones y los afectos producidos en la vivencia cotidiana también pueden

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constituir, según Tuan, otros tipos de relación con el lugar, como la Topofobia, la Topolatría, e incluso de Toponegligencia, ésta última sería, por ejemplo, la ausencia de vínculos o compromisos con el lugar.

El último autor a destacar aquí es el arquitecto colombiano Carlos Mario Yory. Para Yory, el espacio es en sí una acción inherente al ser humano, en contraposición a la idea del espacio preexistente, el cual ocupamos a través de la emoción. Según Yory, topofilia tiene un fuerte inclinación a la proactividad, donde el acto de habitar en sí mismo supone una espaciación, una construcción del espacio. En este sentido, topofilia es el acto de co-apropiación entre el hombre y el mundo, donde el mundo existe en la apertura que de él hace el hombre. Aquí puede interpretarse que el espacio, que nace del el acto de habitar, es un lugar de acción, de transformación y de realización del hombre. Yory nos convida una definición del espacio como una construcción histórica y social cargada de sentido, que no puede establecerse como algo existente para ser ocupado, sino como algo que se construye a través de la relación del sujeto con el mundo.

El colectivo de niños y jóvenes centró la experimentación fotográfica en la pregunta por sus relaciones de topofilia, y se desvinculó del uso documental de la fotografía, explorando otro tipo de lenguajes, más asociados al problema de la Imagen. Los retos metodológicos provocaron que el grupo hiciera tránsitos entre la imagen bidimensional, la tridimensional (Imagen 2), la imagen en movimiento y las acciones con el cuerpo. A medida que el colectivo se comprometía con los dispositivos de indagación, éstos fueron exigiendo una disposición a la acción, lo que provocó una dinámica de discusiones prolongadas, disensos y consensos, entrevistas e interpelaciones a habitantes del sector, caminatas por el barrio, realización de grabaciones de audio y video, de mapas, de textos y de gráficos (Imagen 3). También generó espacios donde se facilitó entrar en silencios, diálogos y revisiones consigo mismos, traer recuerdos y narrar sus vidas a través de la imagen (Imágenes 4 y 5). La extensa duración de este proceso, al igual que la ausencia de condicionamientos externos para el trabajo en común, permitió que cada quien identificara sus propias vías de elaboración de determinadas sensaciones y emociones que tomaron materialidad en el trayecto.

Así, entre otros caminos y hallazgos de este recorrido, los jóvenes establecieron correspondencias entre el concepto topofilia y sus propias experiencias de hábitat. Tomaron relieve historias y expresiones que tenían una fuerte base emocional y afectiva, relacionadas con la vida en sus hogares y el territorio. “Topofilia” se fue revistiendo de otros matices y connotaciones, en la materialización de las emociones a través de la exploración con la imagen. Traeré como ejemplo las palabras de Liliana Rodríguez, de 17 años en el 2011, cuyos aportes dieron un giro impredecible a la conceptualización colectiva.

“¿Mi lugar? mi lugar soy yo misma, porque este cuerpo -o mi topofilia- lo puedo llevar a todas partes, y en cada parte me siento cómoda ¿por qué? Porque he tenido digamos que ... una identidad, y si uno tiene identidad, se va a sentir bien en todas partes! (....) si uno no tiene una identidad definida, uno nunca va a estar bien y va a querer ser como lo otros donde llega, si uno tiene identidad puede conocer personas que me hagan sentir bien y protegida (...) mi topofilia soy yo misma con las personas que me rodean, yo me siento muy bien a donde voy, porque uno es y donde quiera que esté es el mismo y así uno consigue amigos. Topofilia es mi identidad, mi propio yo (...) si me voy de mi casa, de mi cuarto, a donde quiera que llegue sé que me voy a sentir bien porque me siento

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acompañada conmigo misma, siento esa identidad de que “soy yo y soy yo”, y nadie va a cambiar mi mentalidad porque eso fue lo que aprendí de mi mamá, de mis profesores, del taller, de todas esas cosas, entonces eso es lo que le queda a uno también. Pero ¿qué pasa si yo la topofilia la tengo en mi casa? ¿Qué hace allá? Allá está mi parte segura, pero si la topofilia es la que me da seguridad, pues yo la tengo que llevar para otros lados (...) si topofilia es el sentimiento de seguridad, de confort y de afecto por el lugar, ¿por qué entonces no puedo yo misma ser mi lugar?”.

De lo anterior, opto por resaltar algunos aspectos de su testimonio que son significativos:

El mas evidente es el vínculo que establece entre la topofilia y su propio cuerpo, donde éste último desplaza la necesidad de una conexión con el “exterior”, como condicionante de su sensación de bienestar. Al incorporar la topofilia, sugiere la necesidad de una autocontención emocional, donde sensaciones como la comodidad, el bienestar y la seguridad se hacen presentes. Cuando Liliana enunció la posibilidad de entender la topofilia en su cuerpo, dio un giro a la manera como el grupo estaba percibiendo tal relación y abrió una puerta nueva en la búsqueda colectiva.

En la contención descrita por la participante, se hace claro cómo el pálpito de su subjetividad la hace aproximarse a su propia construcción de identidad. Igualmente, esta identidad como contención, se evidencia como necesaria teniendo en cuenta los retos y riesgos de su entorno. El vínculo social en unas condiciones de hábitat surcadas por la inseguridad va determinando maneras de articular sus percepciones, emociones y afectos, en este caso como estrategias de autocuidado y protección. Que son manifestadas, en el caso de Liliana, en forma de su cuerpo como expresión de lo bueno, lo único y lo reconfortante que necesita ser puesto en la acción de habitar y relacionarse con los otros.

Camilo Bonilla, de 13 años, dice: “Mi lugar es todo el barrio, pero sobre todo aquí en mi casa, porque yo me siento aquí con ellos y siento que puedo hacer lo que quiera aquí en mi casa (…) pero también el barrio es mi lugar porque uno puede salir con los amigos, uno conoce las calles, se conoce, porque yo vivo aquí desde chiquito, yo conozco este barrio desde chiquito, conozco hasta todos los perritos que viven aquí y todo, si fuera un desconocido no tendría la posibilidad de meterme acá porque no conocería las calles… ese es el barrio donde yo nací, donde yo crecí, donde me crié, porque yo desde chiquito madrugaba pa´ la calle, entonces por eso yo digo que es mi santuario y que está en mí (...). Topofilia es el amor o lo que uno siente por la tierra de uno, lo que uno lleva adentro con el barrio, con el proceso de uno, lo que uno siente cuando toca algo, cuando toque tierra, cuando uno diga “yo aquí nací” “yo siento lo que aquí viví”… para mí es eso! Yo acá siento que soy parte del barrio, que todo el mundo conoce quien soy yo, cierto? Yo siento que el barrio es mío porque si yo no me pusiera en lugar del barrio pues el barrio ya estaría muy acabado, ya estuviera muerto!, pues por eso yo llevo el barrio dentro de mí, para cuidarlo, respetarlo, quererlo, para hacer respetar al propio barrio, entonces por eso digo que lo llevo dentro de mí, para que él y yo seamos como uno solo..... yo antes veía al barrio como una cosa sucia, veía una porquería, pero ahora lo veo como… como mi santuario, o sea, como si yo fuera parte de él, como si él estuviera dentro de mí”

Las experiencias con la fotografía -que se constituyó como una práctica relacional- requirieron otro tipo de disposición espacial y corporal en los jóvenes, que generó a su

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vez otras sensibilidades y sensorialidades. Si bien Liliana da una direccionalidad específica a su sentir topofílico, cuyo centro es su corporeidad, Camilo describe un movimiento recíproco y holístico entre el y su entorno, donde se posiciona socialmente por medio del reconocimiento, la interacción, el aprendizaje, el vínculo, el “hacer parte de” este lugar.

Para finalizar y en la misma vía de la incorporación observada anteriormente, en el transcurso de la experiencia con la fotografía los participantes apropiaron esta práctica y crearon una definición donde el mecanismo técnico se entrelaza con las emociones y el funcionamiento del cuerpo.“La fotografía no es la cámara, la cámara es el instrumento (...) pero para mí la fotografía son los sentimientos y los ojos (...) mis ojos y mi cerebro están conectados, y hay tanta conexión que se conectan a mis sentimientos y pensamientos, todo se conecta que mi cabeza se vuelve una máquina fotográfica, yo juego con la luz, y uno va caminando y va tomando fotos.” (Ver diagrama en Imagen 6)

Referencias Bibliográficas.

Bachelard, G. (1986) La poética del espacio. Breviarios del Fondo de Cultura

Económica. México. Tuan, T. (2007) Topofilia, un estudio de las percepciones, actitudes y valores sobre el

entorno. Ed. Melusina. España. Yory García, C. M. (2003) Topofilia, ciudad y territorio: Una Estrategia pedagógica de

desarrollo urbano participativo condimensión sustentable para las grandes metrópolis de América latina en el contexto de la Globalización. “El caso de la ciudad de Bogotá”. U. Complutense de Madrid. Madrid.