representaciones de nueva york - lautaro garcia candela
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Sobre The Crowd, de King Vidor.TRANSCRIPT
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Ensayo Guión II
Lautaro Garcia Candela
M2 2014
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Scranton tiene un apodo que la define y que, supongo, pesa sobre sus habitantes: la
ciudad eléctrica . Es quizás uno de los lemas más felices que pueden darse a una ciudad,
porque no pretende reconciliarse con la naturaleza, ni aboga por alguna idea estetizante
del mundo, ni se pone a favor de algún concepto moral. Es una apelación a la técnica; es
enfático como decir la ciudad ciudad .
Sergio Chefjec, Modo Linterna
Nymphlight (1957) de Joseph Cornell empieza con un plano que está casi todo obturado por
unas columnas, una estructura de hormigón que hace las veces de baranda de un balcón y
detrás de eso se puede ver a una chica pasando, vestida de amarillo y con un paraguas a tono.
La cámara, situada en (suponemos) un primer piso panea para seguir sus movimientos pero ella
está apurada y sale de cuadro. En el siguiente plano, la podemos ver hasta la cintura, de
espaldas, caminando para adelante. Luego la seguimos por dos planos más en los cuales ella se
vale de su paraguas para ocultar su cara, mientras sigue avanzando. Las imágenes que se
suceden, emplazadas en Central Park (dice Negroni sobre Cornell: Manhattan fue la patria de
con los rascacielos en el fondo, después de esta presentación, tienen más
protagonistas: se suman las palomas, que no parecen estar enteradas de la presencia de la
cámara. La chica en cuestión las corre, las espanta, juega con ellas. Hay una fuente también que
se cuela en el plano. Después las palomas se adueñan del encuadre en los planos siguientes, con
una lógica que trataremos de desentrañar.
En la segunda mitad del corto, las palomas se ven desplazadas por otras personas, personas en
las que nadie se fija: linyeras, los que limpian los tachos, niños, viejos que les dan de comer a las
palomas. La atención fluctuó, pero la mirada es la misma: ¿de quién es? ¿Es de esa chica
ingenua y juguetona que esto es una sobre-interpretación, no hay problema- trata de igual
manera a todo lo que tiene delante? Justamente por esa mirada lateral, virgen, poco influida, es
que captura cosas que pasan desapercibidas por otra gente. Y no con un ánimo reivindicativo,
como esas películas de minorías, sino porque simplemente no tiene en claro el deber-ser de la
mirada. No sabe qué es lo importante y lo que no, que podría servirle para articular una
narración. Es vital ese plano en el que una paloma u otra ave, disculpen mi ignorancia
ornitológica- parece estar posando su pico sobre un rascacielos: todo al mismo nivel sin que
ningún relato, nada verbal se ponga entre la cámara y su objeto. Si las palomas y los lúmpenes
son los capturados es porque ellos son los que más tiempo pasan en la plaza y no porque se sabe
que son menos importantes y se quiere resaltar.
La lógica que subyace a esa mirada, a ese devenir paloma, a esa selección y montaje de
imágenes-movimiento, es una entre tantas. Existen otras, que corresponden a otros
procedimientos cinematográficos, que también interactúan con la ciudad real o reconstruida-.
La tesis de Rafael Filipelli en La ciudad y el cine es muy útil para pensar esas lógicas: la
modernidad cinematográfica nace con una reconquista de la ciudad. No sólo en Europa sino
también en Nueva York, pero con una intención similar, la de salir a la calle, cruzarse con lo
real y dejar los estudios. Esos procedimientos, diferentes entre sí, son las huellas de discursos
sobre el mundo: varían según quien mira. Karl Rossman, el protagonista de Relaciones de Clase
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o Chantal Akerman en News from Home no tienen la misma mirada sobre la ciudad que los que
ya viven allí, como los personajes de The Crowd, The Fountainhead o The Naked City. Las
llegadas a la ciudad, los trenes y la arquitectura de los edificios me van a servir para pensar la
relación con la ciudad que tiene la puesta en escena. Todo estará más o menos mediado por
algo inherente a la representación cinematográfica, la condición documental. Como no tengo
ánimos epistemológicos mi curso no es tan claro: las películas deberían poder resistir las
categorizaciones. Aunque hay que hacer una salvedad para empezar: los films nativos son más
cercanos al paradigma de narración clásico, tanto por su proveniencia como por su fecha y las
películas extranjeras son de cineastas modernos sin lugar a dudas.
Empecemos por el principio, por la llegada a la ciudad. La llegada del protagonista de Viaje al
fin de la noche, Ferdinand Bardamu ya marca una posible puesta en escena:
Imagínese que estaba de pie, esa ciudad, absolutamente derecha. Nueva York es una
ciudad de pie. Ya habíamos visto nosotros ciudades por supuesto, y más lindas, y
puertos, incluso famosos. Pero por casa, no es verdad, están acostadas las ciudades, a
orillas del mar o sobre los ríos, se estiran sobre el paisaje, esperan al viajante, mientras
que ésta, la americana, ella no se emocionaba, no, se erguía bien rígida, ahí, para
nada acogedora, tan rígida que daba miedo.1
Entrar en Nueva York es diferente a las ciudades europeas porque implica un viaje (o una
huída: la diferencia que marca Deleuze en De la superioridad de la literatura angloamericana no
queda muy clara para la novela de Céline en la que el derrotero del protagonista no tiene las
características que describe para lo típicamente francés, el viaje). La mirada se puede
determinar: frontal, desde el mar, gris. El plano justo lo hizo Charlie Chapin en The Inmigrant:
una porción de mar, el horizonte en el tercio de abajo, neblina por arriba, pero la silueta de la
estatua de la libertad nítida y avasallante. se
repite pero ya como un tópico: consideremos que ya avanzamos en la historia del cine y que
estas películas no la ignoran, no hacen como si no existiera (Daney) podemos pensar que ya no
puede ser un plano inocente, que no lleve el peso de las primeras representaciones de la ciudad
y dialogue con ellas. Esa mirada de esperanza que tiene Chaplin que luego la misma película
desmentiría un poco luego- ya no existe en las películas subsiguientes. En la de Straub y
Huillet, Relaciones de Clase hay sólo dos escenas filmadas realmente en los Estados Unidos, la
llegada a EEUU con la visión en contrapicado de los rascacielos y la escena final, en donde el
protagonista parece encontrar una salida a su espiral descendente, todo el resto está filmado en
decorados en Alemania. La diferencia entre su plano y el plano de Chaplin es lo que enmarca la
estatua de la libertad: cuando Karl llega, ya ella está rodeada de los rascacielos. Símbolo
ineludible de lo moderno, forma parte de la concepción que tenía de la sociedad industrial
Kafka (el autor de Amerika, la novela adaptada, aunque si usamos la dicotomía propuesta por
Bazin en A Favor de un cine impuro tenemos que decir que la traduce, porque hay una voluntad
de forma), que en palabras de Jean Marie Straub sería: una civilización en la que la gente
1 Traducción de la cátedra.
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depende de su trabajo para sobrevivir. Es por ello que siente ese miedo permanente por perder su
puesto, que en él se encuentran las huellas de este temor, que en él se encuentre la miseria que aflora
y amenaza 2 . Minutos después de ver el plano de la llegada, vemos otro, un travelling a toda
velocidad por los frentes de las casas: esa es la velocidad que impone la ciudad aunque la
película no se vea afectada por ella (de hecho no se corresponde con el contra-plano que son
ellos caminando a una velocidad mucho menor) La sociedad industrial puede ser cruel con
quien no le sigue el ritmo y pueden dar fe de ello Ferdinand Bardamu, Chaplin o Karl
Rossman.3
Las películas de King Vidor son atravesadas por esa disyuntiva. John Sims, el protagonista de
The Crowd
mientras los mira y resalta un payaso haciendo malabares como un cartel publicitario. Sólo los
que viven en Nueva York hablan de masas de personas, como algo indiferenciado de lo que hay
que elevarse para triunfar y eso intenta todo el tiempo Sims. Parecería ser que es una cuestión
de velocidad: en los peores momentos de su vida, la muerte de su hijo, la pérdida de su empleo,
la ciudad lo atormenta con sus símbolos de velocidad, los trenes, los autos. Ningún rostro
individuado aparece en esos momentos.
Filipelli habla en su texto del par autoconsciencia-ciudad real, considerando que el primero es
condición del segundo. Esto es sorprendentemente correspondiente con el inicio de The Naked
City una película que abre con un plano aéreo de la ciudad de Nueva York con una voz en off
que dice: Señoras y señores, la película que ustedes van a ver se titula The Naked City. Me
llamo Mark Hellinger y soy quien la produjo. Sinceramente, se trata de algo
no ha sido rodada en estudio. Al contrario.
han interepretado sus papeles en las calles, los edificios, los rascacielos de Nueva
York. Con ellos, millares de neoyorquinos han interpretado su propio papel.
¿Cuán necesaria era esa aclaración, considerando la cantidad de películas que usan la ciudad
real sin tanto barullo? El gesto es más interesante que la propia película. Este inicio postula
cierta modernidad (que recuerda a los títulos leídos de Le Mépris) pero sólo como una
intención: esa disrupción no se mantiene durante el resto del metraje son más simpáticos los
gags también autoconscientes de Howard Hawks-. Si bien la condición documental es
innegable por lo ontológico de la imagen, todos los recorridos por las calles están regidos por
una lógica, la de la persecución (de ejemplo, la última escena) que hace que el comportamiento
y los ánimos de los otros millares de protagonistas anónimos sean los de un estado de
2 Entrevista de la Revista Lumiére, disponible aquí
http://www.elumiere.net/exclusivo_web/internacional_straub/textos/entrevista_jms_dh.php 3 Pero ninguno se dormía / ninguno quería ser el río / ninguno amaba las hojas grandes /
ninguno la lengua azul de la playa de Nueva York, en contraposición a la
vida de Walt Whitman.
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excepción. Están permitidas y justificadas todas las reacciones posibles porque hay una puesta
en escena que excede a la presencia de una cámara: reaccionarían igual tanto si estuviese como
si no. Entonces lo real es decir, lo imprevisto- está contemplado por la narración, incorporado
a su lógica. Y cuando asistimos a escenas de la vida cotidiana, como en el subte (ya volveremos
a él), el artificio es ostensible: no se puede entrar al vagón mismo (así como Kiéslowski decía
por los aires la supuesta condición documental pretendida. Es diferente la representación en
Pickup in South Street, de Samuel Fuller, que también empieza en un subte: a un plano general
probablemente filmado en un escenario real se le intercalan planos cerrados, claramente
reconstruidos, que le otorgan fluidez a la escena y reconociendo la impronta ficcional. Y en el
otro extremo se encuentra The Fountainhead: casi no hay exteriores reales, salvo algunas obras
en construcción. Pero lo arquitectónico, exacerbado, cobra más importancia y
paradójicamente- mayor realismo (más verdad que realidad, decía Bresson). La ciudad de
Nueva York, sus contradicciones y su porvenir se juegan en la película de King Vidor de
manera más compleja si nos abstraemos de que cada línea de diálogo es una declaración de
principios muy poco sutil. Lo arquitectónico más como excusa que como tema. La última
escena (gratuita para la narración y ese es uno de sus encantos) es paradigmática y muestra
nuevamente de la tesis de Filipelli: lleva a la planificación tradicional a sus límites buscando
representar consecuentemente las nuevas formas arquitectónicas. Cuando Patricia Neal sube a
ese montacargas se suceden planos y contraplanos de su reacción frente a lo que ve, que es la
ciudad de Nueva York, esplendorosa y naciente (gracias, en parte, al trabajo de su ahora
marido), acompañado de una música extática que remarca la situación. Luego vemos el plano
en contrapicado del rascacielos con una diferencia: ella está subiendo por él, no es una mirada
pasiva. Y ahí es cuando la misma angulación que le correspondía a edificios ahora le
corresponde a Gary Cooper, que es ya casi una institución, el creador de todo esto. Todo está
articulado de manera clásica (plano-contraplano) pero lo extremo del movimiento de cámara,
de la angulación, del encuadre, atentan contra la transparencia y por lo tanto llevan a la
representación un poco más adelante hacia la modernidad.
En News from home hay dos narraciones superpuestas. Por un lado hay planos la mayoría fijos,
poco intervenidos, de la ciudad de Nueva York, donde reside la directora, Chantal Akerman
que por otro lado lee en off las cartas de su madre traducidas al inglés. Los encuadres son más
bien estáticos o con paneos pero ya planificados de antemano, es decir que nada de lo que
suceda dentro puede cambiarlo. Entonces quedan enmarcadas ciertas cosas de manera poco
convencional, hay personas o cosas que cruzan la pantalla y desaparecen mientras el plano sigue
inmutable. Este registro podría llamársele observacional- no responde a una lógica de plano
subjetivo, es decir la mirada de alguien sino que simplemente son lugares que Akerman retrata
porque ha estado allí (si la mamá le pide detalles, ella se los da, diría Barthes: ). El
espacio determina la mirada porque es importante para alguien que no está acostumbrado, que
no automatizó su mirada. ¿Quién se detiene a mirar la ciudad en su forma? En Permanent
Vacation, de Jim Jarmusch, el protagonista, angustiado por la falta de novedad, intenta buscarla
en su propia ciudad sintiéndose de vacaciones y por eso se puede ver el plano contrapicado de
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los edificios no rascacielos-: sólo los turistas miran para arriba. En cambio Akerman mueve la
cámara de todas las maneras posibles salvo esa: panea, hace travellings con autos, pero nunca
tiltea para arriba, queriendo evitar ese encuadre que podría haber determinado una mirada.
Incluso en el plano final, en el que se aleja por el mar de la ciudad, era toda una tentación
porque se conseguía que entraran todos los edificios más rápido con un movimiento de cámara.
Deleuze en la conferencia antes citada decía que uno de los riesgos de viajar a la manera
francesa- es encontrarse a los padres en cada lugar: la película es una manera de dar el paso
adelante. La película como prueba de la integración en la vida de la ciudad que en ciertos
momentos logra su objetivo: cuando el ruido ambiente se sobrepone a la voz de su madre
(aunque el último plano contradiga eso).
Hay un elemento que surge y es fundamental en la condición documental: el subte como
elemento que permite medir el tiempo. Si en los planos anteriores no tenían forma de verificar
la intervención o no de las cosas que se ponían frente a cámara, en el subte hay una frecuencia,
la de las formaciones que llegan y se van, la de las estaciones que van pasando si uno está arriba,
que es imposible de interrumpir (o supongo que la escala de producción no lo permitió). Y ese
encuentro con algo mensurable e inevitable, con algo real, es algo que no existe en los demás
planos fijos, que tienen un registro un poco más ambiguo. Eso es con lo que se enfrenta la
puesta en escena, algo a lo que The Naked City escapa.
¿Por qué Nueva York y no otra ciudad? Así como Filipelli desliza que ciertos elementos
inherentes al neorrealismo italiano surgieron de situaciones contingentes, no podemos negar
que las representaciones de Nueva York no tengan esa característica también. Lo que pudimos
ver es que por sus pretenciones de modernidad en cuanto a su arquitectura quienes quisieran
filmar la ciudad se encontraban frente a un desafío. ¿Cómo filmar lo nuevo? ¿Y a los que se
quedan en lo viejo? ¿Qué implicaciones tiene eso? En las películas de King Vidor se puede ver
una evolución, claramente influido por su contexto: lo que al principio en The Crowd era una
mirada desconfiada de los cambios el crack de la bolsa en 1930 le dará la razón-, ya en The
Fountainhead hay una total entrega a los beneficios de del capitalismo, consecuente con el
clima triunfalista de la posguerra, post New Deal tambien. Allí se manejaban unas cuantas
verdades: hay unos pocos elegidos para triunfar, los demás son vidas de segunda mano (así se
iba a llamar la novela de Ayn Rand) y dejaba un compendio de premisas casi religiosas para
justificar las actitudes egoístas del personaje. En síntesis, un libertarismo que ha calado hondo.
Todo es discutible como ideología lo dejamos para otra ocasión- pero es innegable que ese
imaginario ubicó a Nueva York como una metrópolis fundamental para entender el siglo XX.
Las condiciones estructurales favorables problematizadas por Straub- permitieron que, por
ejemplo, Chantal Akerman puedan vivir allí y desarrollar su obra más allá de la preocupación
de su madre. Se puede pensar un recorrido lógico, necesario, en el que todas esas declamaciones
en extremo individualistas, esas celebraciones al capitalismo, fueron necesarias para que luego
viniese otra generación, más distanciada de su tradición en parte por su procedencia: Mekas,
Akerman, Casavettes, los ítalo-americanos (Coppola, Scorsese)- que no dejó que el peso de las
generaciones anteriores le aplastase para poder poner en perspectiva.