reporte de lectura de eric hobsbawm, historia del siglo xx
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En la lectura que yo realice de la primera parte del libro que consta de sietecapítulos, mi atención se dividió en dos niveles. El primero y más general fue elanálisis y explicación que hace Hobsbawm sobre los procesos sociales en los queestuvo inmerso el socialismo, el segundo nivel de análisis fue cómo presenta elanarquismo y qué importancia les concede en dichos movimientos.TRANSCRIPT
Adame Briseño Juan Ociel 10 de septiembre de 2015
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Reporte de Lectura de Eric Hobsbawm, Historia del siglo XX, tercera
reimpresión, Juan Fací, Jordi Ainaud y Carme Castells (traductores), Buenos
Aires, Critica. Biblioteca E. J. Hobsbawm de Historia Contemporánea.
En la lectura que yo realice de la primera parte del libro que consta de siete
capítulos, mi atención se dividió en dos niveles. El primero y más general fue el
análisis y explicación que hace Hobsbawm sobre los procesos sociales en los que
estuvo inmerso el socialismo, el segundo nivel de análisis fue cómo presenta el
anarquismo y qué importancia les concede en dichos movimientos.
Las observaciones forman parte de mi estudio del estado de la cuestión parte de mi
proyecto de tesis “El anarquismo en la historiografía del primer cuarto del siglo XX.
Las luchas de Emma Goldman”. Como parte de mi hipótesis postulo que la
historiografía del periodo al igual que los gobiernos, la comunidad académica, y la
opinión publica en general se han dedicado a desprestigiar, minimizar y/o
desparecer la influencia del anarquismo en los movimientos y luchas sociales del
primer cuarto del siglo XX (y desde el siglo XIX en general). Para el tema que me
atañe sostengo que dichos ataques se deben en parte al desconocimiento que hay
de la presencia del anarquismo. Dicha falta de información la atribuyó entre otras
cosas a las explicaciones y análisis más famosos y más consultados entre las que
destaca este libro. Para no dar más rodeos, comienzo con mi
análisis/observaciones.
A pesas de que el autor aclara que esta obra no está pensada para historiadores
sino para un público más amplio, es claro que la obra debe ser leída por un público
con nociones básicas del periodo y los contextos narrados. Además de que está
obra no es recomendable para un primer acercamiento al tema. A dicha observación
se añade el hecho de que Hobsbawm aclara que si bien toda investigación trae
inmersa juicios de valor, este libro en especial se nutre de las experiencias del autor,
lo que hace que sea más susceptible de una falta de neutralidad (si es que ésta es
posible en la realidad).
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Si bien Hobsbawm fue abiertamente un militante marxista, su militancia no desvirtua
(al menos en apariencia) otros socialismos que no sean el suyo, en especial del
anarquismo que en su momento (al explicar la guerra civil del 36) ubica en presencia
e importancia.
A mi parecer los juicios de Hobsbawm no dan la importancia que yo digo que tuvo
el anarquismo al influir los movimientos de resistencia y rebeldía. Si bien por ahora
mis prejuicios no están sustentados con argumentos o pruebas contundentes,
puedo adelantar en mi defensa, que está descripción del anarquismo es parte del
desvanecimiento que se le hace en la historia.
En el primer capítulo Hobsbawm explica el preludio de las hostilidades y el ambiente
que se vivía. Entendió la fase armada de las guerras mundiales (partes de lo que
él llamó “la era de las catástrofes”) como guerras totalizantes determinadas por
políticas nacionales de las potencias más que por la determinación de la suma de
las voluntades de los individuos (dejar hacer y dejar pasar). En este sentido, la
explicación vista desde las potencias y sus representantes me parece adecuada
para sintetizar la explicación, aunque reduce el curso de los hechos a la voluntad d
unos cuantos individuos. Matizar quién es quién o a qué sectores pertenecían es
una labor no sólo imposible, sino tediosa para el lector. Pero es en estás omisiones
donde se reduce la importancia de los anarquistas, qué como Emma Goldman
iniciaron importantes procesos de resistencia a la guerra.
Así mismo al finalizar la guerra, la importancia de los grupos anarquistas no sólo
como exiliados sino como organizadores para recibirlos, me parece importante para
señalar que hubo grupos que no esperaron el apoyo estatal para movilizarse,
inclusive antes de que la guerra alcanzará sus puntos más álgidos.
El segundo capítulo me parece más imparcial aún. Parece que la revolución rusa
se reduce a Lenin y los bolcheviques. No hay nada de la presencia anarquista, que
ya había empezado el trabajo con las bases campesinas. Sin embargo, Hobsbawm
es cauteloso y aclara la presencia de socialistas no bolcheviques, más no destaca
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en que consistió su participación. Aunque reconozco que cómo se dieron los
hechos, los anarquistas fueron desplazados después de la llegada de Lenin al
poder, específicamente después del incidente de Kronstadt (mismo que Hobsbawm
no menciona). Las únicas alusiones que Hobsbawm hace a este monopolio del
socialismo es la explicación que da para entender el empoderamiento de los
bolcheviques por medio de las purgas stalinstas. Este fenómeno también lo explica
por la influencia que adquirió el socialismo leninista y el interés que despertó en el
mundo. En lo particular acepto esta explicación de Hobsbawm, y agregaría que ni
la resistencia del 36 español (con reconocida presencia anarquista) despertó tantas
simpatías y militantes.
En el tercer capítulo Hobsbawm trata el tema de la crisis del 29. Su explicación
nuevamente me parece imparcial. Su análisis se centra más en las repercusiones
económicas y sociales. Este último aspecto no lo desarrolla. Explicar los
movimientos obreros y sindicalistas sin el socialismo y en particular el anarquismo
es obviar el origen del radicalismo de los movimientos.
En cuanto al capítulo cuarto, Hobsbawm es muy claro y sistemático en su
explicación. Encadena los sucesos mundiales que dieron origen al fascismo, los
motivos locales que ayudaron en su afianzamiento, y nuevamente remonta a la
repercusión en los acontecimientos globales. Esta forma discursiva
global/local/global me parece una forma eficiente de explicar y relacionar lo micro
con lo macro, los particulares con lo general. Pero nuevamente, la resistencia al
fascismo desde su surgimiento no fue considerada, y nuevamente se desvanece la
participación anarquista y su importancia en los acontecimientos globales.
El capítulo V, se centra en explicar cómo se dieron las alianzas para combatir a un
fascismo ya empoderado y amenazante. En dicha explicación, me agrada el balance
que hace Hobsbawm del fracaso de la república española. Su explicación considera
tres factores primordialmente la falta de unidad interna, la falta de un apoyo externo
oportuno y la superioridad y unión de la reacción. Nuevamente el peso del
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anarquismo se reduce a un papel secundario y se prioriza la participación
bolchevique. Además la mención a las brigadas internacionales de voluntarios, dan
una ligera luz de la presencia probables anarquistas y simpatizantes a lo largo del
mundo. Tras la conclusión de la guerra civil, Hobsbawm obvia la importancia de los
exiliados. Las olas de exiliados y exiliadas anarquistas dieron gran difusión y
estrecharon las relaciones del anarquismo hispánico e internacional.
El sexto capítulo abarca el arte durante el periodo de las catástrofes. Nuevamente
la explicación del uso del arte para fines militantes es obviada. Hobsbawm explica
que fue el periodo entre guerras y la posguerra la que dieron origen a nuevos fines,
formas y medios de comunicar. Estos últimos terminaron siendo transformados y
reconfigurados por el capitalismo como mercancías. Sería interesante investigar
cual fue el uso que los radicales (no sólo los anarquistas) hicieron de estos nuevos
medios y formas artísticas.
Finalmente el séptimo capítulo trata el tema de la descolonización. En este apartado
me parece interesante ver como describe Hobsbawm los mecanismos de
resistencia e independencia. Aunque no hace hincapié en cómo fueron los actos
violentos y no violentos de desobediencia civil y coacción del imperialismo hace
patente que la necesidad de éstos para motivar el reconocimiento de las
independencias. La forma en que argumenta la resistencia y los medios de los que
se valió, se adhieren a un discurso social y políticamente aceptado. Es decir, los
pueblos defendiéndose y avanzando con los medios que tienen a su alcance para
vencer un sistema injusto e ineficiente para los nativos. Analizar este discurso y
cambiar los actores me ayuda a exhibir que el desvanecimiento académico del
anarquismo se debe a una falta de conocimiento y a una manipulación discursiva
de los hechos.
Es decir, si el argumento es que los indios y los musulmanes se defendieron de
formas violentas (incluyendo el boicot de Gandhi, que en última instancia es
violencia económica) el lector lo aceptaría bien, porque la defensa es legítima y
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nadie la tacharía de utópica o caótica, sin embargo sí el actor cambia de indios y
musulmanes a anarquistas, el lector o lectora se predispondría a aceptar que los
medios son violentos e incluso salvajes.
Para concluir este pequeño reporte, quiero concluir que si juzgó a Hobsbawm por lo
que no ofrece más que por lo que no ofrece, es porque considero que es necesario
mostrar que la historia de la militancia en el primer cuarto del siglo XX se ha visto
mal interpretada y explicada de manera consciente e inconsciente.