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Crisis y contraofensiva imperialista de Estados Unidos en América Latina Versión para impresoraEnviar a un amigo Autor(es): Vega Cantor, Renán Vega Cantor, RenánVega Cantor, Renán. Historiador. Profesor titular de la Universidad Pedagógica Nacional de Bogotá, Colombia. Doctor de la Universidad de París VIII. Diplomado de la Universidad de París I, en Historia de América Latina. Autor y compilador de los libros Marx y el siglo XXI (2 volúmenes), Editorial Pensamiento Crítico, Bogotá, 1998-1999; El Caos Planetario, Ediciones Herramienta, 1999; Gente muy Rebelde (4 volúmenes), Editorial Pensamiento Crítico, Bogotá, 2002; Neoliberalismo: mito y realidad; Entre sus últimos trabajos podemos mencionar: Los economistas neoliberales, nuevos criminales de guerra: El genocidio económico y social del capitalismo contemporáneo (2010). La República Bolivariana de Venezuela le entregó en 2008 el Premio Libertador por su obra Un mundo incierto, un mundo para aprender y enseñar. Dirige la revista CEPA (Centro Estratégico de Pensamiento Alternativo). Es integrante del Consejo Asesor de la Revista Herramienta, en la que ha publicado varios de sus trabajos.. “Para controlar a Venezuela es necesario ocupar militarmente a Colombia” Paul Coverdale, Senador Republicano de los Estados Unidos, Primer ponente del Plan Colombia en el Senado de los Estados Unidos, 1998.

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Crisis y contraofensiva imperialista de Estados Unidos en Amrica LatinaVersin para impresoraEnviar a un amigoAutor(es): Vega Cantor, RennVega Cantor, RennVega Cantor, Renn. Historiador. Profesor titular de la Universidad Pedaggica Nacional de Bogot, Colombia. Doctor de la Universidad de Pars VIII. Diplomado de la Universidad de Pars I, en Historia de Amrica Latina. Autor y compilador de los libros Marx y el siglo XXI (2 volmenes), Editorial Pensamiento Crtico, Bogot, 1998-1999; El Caos Planetario, Ediciones Herramienta, 1999; Gente muy Rebelde (4 volmenes), Editorial Pensamiento Crtico, Bogot, 2002; Neoliberalismo: mito y realidad; Entre sus ltimos trabajos podemos mencionar: Los economistas neoliberales, nuevos criminales de guerra: El genocidio econmico y social del capitalismo contemporneo (2010). La Repblica Bolivariana de Venezuela le entreg en 2008 el Premio Libertador por su obra Un mundo incierto, un mundo para aprender y ensear. Dirige la revista CEPA (Centro Estratgico de Pensamiento Alternativo). Es integrante del Consejo Asesor de la Revista Herramienta, en la que ha publicado varios de sus trabajos..

Para controlar a Venezuela es necesario ocupar militarmente a ColombiaPaul Coverdale,Senador Republicano de los Estados Unidos,Primer ponente del Plan Colombia en el Senado de los Estados Unidos, 1998. Aunque muchos ciudadanos teman otro Vietnam, resulta necesario, porque Venezuela tiene petrleo. Venezuela tiene animadversin por Estados Unidos, ste debe intervenir en Colombia para dominar a Venezuela. Y puesto, que Ecuador tambin resulta vital, y los indios de all son peligrosos, los Estados Unidos, tambin tienen que intervenir ese pas. () Si mi pas est librando una guerra civilizadora en el remoto Irak, seguro estoy que tambin puede hacerlo en Colombia, y dominarla a ella y a sus vecinos: Venezuela y Ecuador.Paul Coverdale, 10 de abril de 2000.

La vergonzosa entrega de la soberana colombiana a los Estados Unidos, rubricada con el establecimiento de siete bases militares en nuestro territorio, hace parte de una estrategia ms amplia de la primera potencia mundial por asegurarse el control de su patio trasero latinoamericano por las prximas dcadas, en un momento en que su hegemona mundial est seriamente resquebrajada. Dicha crisis de hegemona se manifiesta en dos circunstancias complementarias: la crisis econmica que los carcome desde dentro, y la derrota estratgica que sufre en Irak y en Afganistn, la cual se desarrolla en cmara lenta y se rubrica con la pretensin fallida de darle un vuelco a la situacin con el envo de 30 mil soldados adicionales al frente de guerra afgano por parte de Barak Obama, flamante Premio Nobel de la Paz (sic). Sin embargo, para contrarrestar esa prdida de hegemona en el mundo, Estados Unidos refuerza su intromisin en Amrica Latina, donde lleva a cabo una contraofensiva, como lo sustentamos en este artculo.

Estados Unidos: la crisis interna se acenta En los ltimos meses se ha convertido en un pasatiempo popular, practicado por los principales voceros del capitalismo a nivel mundial, anunciar el fin de la recesin y el comienzo de una imparable recuperacin. Estos vaticinios poco tienen que ver con la realidad del capitalismo actual, como se demuestra al evocar la magnitud de la crisis econmica en los Estados Unidos, la cual se ha prolongado ms all de lo previsto por los analistas del establecimiento. En efecto, y ste es el primer elemento a destacar, la crisis ya lleva ms de dos aos, si recordamos que se inici en junio de 2007 cuando se declararon en quiebra algunos fondos especulativos en los Estados Unidos y se constat que el Brea Sterms, el tercer banco en importancia de ese pas, se encontraba en serias dificultades. Ese fue el comienzo cronolgico, en el corto plazo, de la actual crisis econmica y financiera en Estados Unidos, que de manera inmediata repercuti en el resto del mundo.A pesar de la poltica de salvataje financiero y empresarial, impulsada por las administraciones Bush y Obama, la crisis no ha podido ser superada y antes por el contrario se ha inflado una nueva burbuja especulativa, la del dinero del salvataje, que est creciendo de manera vertiginosa, y que es muy probable que estalle en el momento menos pensado. A la par, han continuado las quiebras de entidades financieras, lo que ha originado fusiones y adquisiciones bancarias que han concentrado an ms al sector financiero, tpico por lo dems de la lgica capitalista que se expresa en las mximas el pez grande se come al chico y slvese quien pueda. As, desde comienzos del 2009 se anunci que tres bancos de los Estados Unidos: Bank of America, Wells Fargo y PNC Financial Services Group adquirieron a sus antiguos competidores Merrill Lynch, Wachovia y National City respectivamente. De esta manera, estos bancos aumentaron sus activos y el nmero de sus oficinas en todo el pas y, como no poda faltar, estas fusiones ocasionaron miles de trabajadores despedidos.Como suele suceder en el capitalismo, el peso de la crisis recae sobre los sectores ms pobres y sobre los trabajadores, como se evidencia con los efectos ms negativos de la actual recesin. As, el nmero de personas sin techo (homeless) ha aumentado en el ltimo ao, incorporando ahora a una mayor cantidad de familias jvenes que no ha podido cumplir con los pagos de las hipotecas. En todo Estados Unidos aument en un 10 % el porcentaje de homeless, pero en algunas regiones de ese pas creci hasta un 56 %. As mismo, como consecuencia de la crisis, en el 2010 unos ocho millones de nios alcanzarn el estado de extrema pobreza y aumentarn los suicidios y acciones delincuenciales de que sern vctimas o protagonistas esos infantes. La situacin de los ms pobres ya es tan precaria que Ruby Takanashi, presidenta de la Fundacin para el Desarrollo del Nio, ha afirmado que actualmente, los nios son una especie amenazada en la sociedad estadounidense. As mismo, todos los das se hunden literalmente en la pobreza miles de estadounidenses al quedar desempleados y perder en forma automtica su cobertura mdica. Los datos son indicativos, puesto que cada semana en la Florida pierden esa cobertura mdica 3.500 personas, en Nueva York 2.500, en Georgia 1.600 y en Michigan unas 1.000.En el mismo sentido negativo para los trabajadores, la tasa de desempleo alcanz el 10.2 % en el mes octubre de 2009, la cifra ms elevada de los ltimos 27 aos, slo superado por el 10,8 al que subi el desempleo en el invierno de 1982. De igual forma, se alcanzaron los mximos histricos en el tiempo que tarda un desempleado en reengancharse, que ahora es de siete meses y medio. Si hablamos de un desempleo del 10%, de una fuerza laboral compuesta por 154 millones de personas, existen un poco ms de 15 millones de personas desocupadas. Esta cifra adquiere mayor relieve si se compara con la de 7 millones y medio de desempleados existentes en diciembre de 2007. Por supuesto, quienes mantienen su empleo o los que luego de varios meses consiguen algn trabajo, deben soportar la precarizacin laboral, esto es, peores salarios, e intensidad laboral ms severa, como se evidencia en el incremento en el nmero de horas por hombre/mujer ocupados: en noviembre de 2009 los trabajadores laboraron un 5 % ms de horas semanales con respecto al mismo mes de 2007.Como expresin macroeconmica de todos los aspectos mencionados, el dficit presupuestario del gobierno de los Estados Unidos alcanz el record histrico de 1.400 billones de dlares, acentuado tanto por la cada en la recaudacin de impuestos (los ingresos gubernamentales cayeron en un 16,6 % en el 2009 con respecto al ao anterior) como por el gasto colosal de la administracin para estabilizar el sistema financiero, salvar bancos y empresas y estimular la economa interna, lo que increment en un 18,2 % esos gastos. La cada en los ingresos se explica por el aumento del desempleo, por la reduccin de los salarios, y por una poltica tributaria laxa con los capitalistas y los especuladores.Literalmente, hay regiones de los Estados Unidos que se han hundido en la tercermundizacin, si por ello se entiende que los Estados federales no cuentan con recursos para garantizar el funcionamiento del aparato burocrtico, ni pagar al personal administrativo, y han tenido que cerrar escuelas, hospitales y abandonar obras de infraestructura, todo lo cual ha aumentado la pobreza. El caso ms emblemtico, aunque no el nico, es el del Estado de California, catalogado como la octava economa del mundo y visto siempre como una de las joyas de la corona de los Estados Unidos. En el ao 2009 entr en quiebra ante la drstica reduccin de sus ingresos fiscales, y para poder conseguir recursos anunci la venta y/o arrendamiento de plazas y parques pblicos, y el gobernador Arnold Schwarzenegger, el antiguo Terminator, decidi disminuir los sueldos de los empleados pblicos, de los maestros, de los policas y de los bomberos, pero ni aun as les pudo pagar a tiempo.Adicionalmente, el gobierno estatal de California decidi, previo acuerdo con el Congreso, disminuir en 14 mil millones de dlares su presupuesto y los recortes se aplicaron en los servicios destinados a los pobres, a los ancianos y a los discapacitados. As mismo, se aprob conceder tres das mensuales de vacaciones extras y sin pago alguno a los funcionarios estatales, para disminuir gastos. Incluso, se habl de liberar 27 mil presos y de cerrar algunas crceles. Se ha dado el caso que grupos de ciudadanos de ese Estado han propuesto la legalizacin de la marihuana, medida que reportara ingresos al fisco de ese Estado. Para impulsar esa legalizacin se ha hecho un comercial de televisin, que es defendido por su protagonista en estos trminos: El gobernador ignora a miles de californianos que quieren pagar ms tasas. Somos consumidores de marihuana y los impuestos derivados de su legalizacin podran pagar el salario de 20.000 profesores. En cuanto a los nios, ya son los ms afectados porque en California se ha anunciado que al ao escolar se le recortar una semana, con la perspectiva de ahorrar 5.300 millones de dlares en los rubros de docentes y mantenimiento de los centros educativos.Por todos los elementos mencionados de manera panormica, las perspectivas inmediatas de recuperacin de la economa estadounidense son poco halageas, en la lgica misma del sistema capitalista, esto es de una economa que funciona a partir de la capacidad de compra de la poblacin para que se vendan las mercancas producidas, lo que slo se garantiza si una porcin significativa tiene empleo para poder consumir a granel y esto estimula el funcionamiento de la produccin capitalista, aunque no sea en los Estados Unidos, que ya produce muy pocas cosas, sino en el exterior, en las mal llamadas economas emergentes, principalmente en China. Al respecto, es bueno recordar que hasta hace pocos meses el consumo interno en Estados Unidos originaba el 60 % del crecimiento de la economa mundial, estando lo primero basado en el endeudamiento de las familias estadounidenses. La pregunta central que se deriva de ello es esta: Quin en estos momentos puede sustituir a los voraces consumidores de Estados Unidos, cuando aumenta su desempleo y caen los salarios reales de los trabajadores ocupados y ya no hay perspectivas consistentes de proseguir con el endeudamiento forzado por la quiebra del sistema hipotecario? Contraofensiva imperialista En la historia de los Estados Unidos en particular y de los pases imperialistas en general, no es la primera vez que la crisis interna que soporta el sistema intente ser paliada en el exterior y mediante la guerra. Eso es lo que sucede hoy en diversos lugares del mundo: en Irak y Afganistn, donde la presencia de los Estados Unidos cumple varios aos, y en el ltimo pas se acenta la presencia militar del imperialismo estadounidense, a pesar de la derrota estratgica que soporta en estos momentos; en otros lugares del Oriente Prximo, en los cuales con intermediacin israelita masacra a palestinos y amenaza con desencadenar una agresin contra Irn, que ya algunos propagandistas del Estado sionista anuncian para mediados de 2010; en Amrica Latina, donde el golpe en Honduras, el establecimiento de bases militares en Colombia y Panam, la reactivacin de la Cuarta Flota y la guerra de cuarta generacin hacen parte de una estrategia de control de su patio trasero.Esa estrategia blica se manifiesta de manera directa en el terreno econmico, puesto que el presupuesto militar de Estados Unidos correspondiente a 2010 ha sido el ms alto de toda su historia, con un monto de 680 mil millones de dlares, una cifra superior a todo el gasto militar del resto del mundo. Este dato adquiere sentido si se compara con el presupuesto militar de Estados Unidos en el 2000, cuando fue de 280 mil millones de dlares, lo que indica un crecimiento de ms del cien por ciento en menos de una dcada. Al mismo tiempo, el anuncio reciente de enviar otros 30 mil soldados a Afganistn representa un costo adicional de un milln de dlares anual por cada soldado enviado al frente. Los que se frotan las manos con estos gastos son los industriales de la guerra, los empresarios del petrleo y de diversos sectores econmicos que ven un gran negocio, y un salvavidas interno, en azuzar la guerra fuera de las fronteras de los Estados Unidos. En este contexto, examinemos de forma sucinta la situacin de nuestro continente. La importancia geoeconmica y geopoltica de Amrica Latina A la par de la crisis econmica y financiera, Estados Unidos, as como el conjunto de grandes potencias capitalistas, viejas y nuevas, soporta otra crisis paralela, que tiene un condicionamiento material directo: el agotamiento de los recursos y la energa que han posibilitado el actual nivel de opulencia y despilfarro que se vive en los pases capitalistas centrales.Esto es un resultado apenas elemental de la expansin mundial del capitalismo en las dos ltimas dcadas, lo cual ha venido acompaado de sus formas de produccin y consumo, que requieren de cantidades ingentes de recursos y energa, indispensables para producir autos, computadores, celulares, generalizar la comida chatarra y garantizar la permanente innovacin tecnolgica. En trminos globales, Estados Unidos, que tiene slo el 5 % de la poblacin del mundo, consume el 30 % de petrleo y el 25 % de todos los recursos no renovables, que van desde la A, de almina, hasta la Z, de zinc.Recientes estudios del Mineral Information Institute,citados por el investigador mexicano John Saxe-Fernndez, presentan informacin detallada sobre los problemas de autosuficiencia por parte de Estados Unidos en materiales prioritarios, que se encuentran en el exterior. Por ejemplo, depende del ciento por ciento del arsnico, columbo, grafito, manganeso, mica, estroncio, talantium, y ttrium; del 99 % de la bauxita y almina; del 98 % de piedras preciosas; del 95 % de diamantes industriales y asbestos; del 94 % del tungsteno; del 91 % del grupo de metales del platino; del 84 % del estao; del 79 % del cobalto; del 75 % del cromo; del 66 % del nquel; del 88 % del flor; del 86 % de tntalo; del 82 % de barita; del 74 % de potasio; del 62 % de antimonio; del 50 % de cadmio. A esto debe agregarse la dependencia de petrleo y gas natural, ya que Estados Unidos necesita traer del exterior ms de la mitad de los hidrocarburos que en este momento consume.Esto explica que se libre hoy una brutal, y no declarada, guerra mundial por el control de los recursos que an le quedan a nuestro planeta, en el que participan como protagonistas principales Estados Unidos, China, Alemania, Francia, Japn y Rusia, entre las potencias principales.Las declaraciones de polticos, militares y empresarios de los Estados Unidos sirven para sopesar la magnitud de la guerra por el control de los recursos. Slo a manera de ilustracin citemos a algunos de ellos. Segn Spencer Abraham, uno de los secretarios de Energa del gobierno de Bush, su pas enfrenta una crisis de suministro de energa mayor durante las prximas dos dcadas. El fracaso para encarar este desafo amenazar la prosperidad econmica de nuestra nacin, comprometer nuestra seguridad nacional y literalmente alterar la forma en que nosotros llevamos nuestras vidas.Por su parte, Ralph Peters, mayor retirado del Ejrcito de los Estados Unidos, afirm en Armed Forces Journal, (una revista mensual para oficiales y dirigentes de la comunidad militar de USA.) en agosto de 2006: No habr paz. En cualquier momento dado durante el resto de nuestras vidas, habr mltiples conflictos en formas mutantes en todo el globo. Los conflictos violentos dominarn los titulares, pero las luchas culturales y econmicas sern ms constantes y, en ltima instancia, ms decisivas. El rol de facto de las fuerzas armadas de USA ser mantener la seguridad del mundo para nuestra economa y que se mantenga abierta a nuestro ataque cultural. Con esos objetivos, mataremos una cantidad considerable de gente.En el escenario de esa guerra mundial por los recursos, uno de los principales campos de batalla, aparte del Oriente Medio, es Amrica Latina, que tradicionalmente ha sido dominado por los Estados Unidos y que hoy adquiere una renovada importancia porque suministra el 25 % de todos los recursos naturales y energticos que necesita el imperio del norte. Adems, los pueblos de la Amrica Latina y caribea habitan un territorio en el que se encuentra el 25 % de los bosques y el 40 % de la biodiversidad del globo. Casi un tercio de las reservas mundiales de cobre, bauxita y plata son parte de sus riquezas, y guarda en sus entraas el 27 % del carbn, el 24 % del petrleo, el 8 % del gas y el 5 % del uranio. Y sus cuencas acuferas contienen el 35 % de la potencia hidroenergtica mundial.En cuanto a petrleo y gas se refiere, Mxico cuenta con un potencial de petrleo, extrable con la tecnologa vigente, hasta el ao 2012; Venezuela tiene 30 aos de reservas para seguir explotando, pero posee petrleo asfltico, lo cual aumenta sus reservas; Bolivia tiene importantes recursos de gas, 27 trillones de pies cbicos, que alcanzara para exportar hasta 2024; adems, pueden existir grandes reservas de hidrocarburos en Guatemala, Costa Rica y Ecuador, entre otros pases de la regin.En lo que respecta a la Amazona, la selva ms biodiversa de la Tierra, con una extensin de 7 millones 160 mil kilmetros cuadrados, alberga la mayor extensin de bosques tropicales del planeta (56 %) y posee una gran variedad biolgica de ecosistemas, especies y recursos genticos. All se encuentra un milln y medio de especies conocidas y se estima que puede albergar ms de diez millones. Un somero inventario indica la presencia de 50.000 variedades de mamferos; 20.000 de reptiles, anfibios y aves; 21.000 de peces; 140.000 de vertebrados; 90.000 de invertebrados y artrpodos; 90.000 de plantas inferiores; 270.000 de plantas superiores y 55.000 de microorganismos. Por el Amazonas y sus ms de 7.000 tributarios corren 6.000 billones de metros cbicos de agua por segundo. Adicionalmente, es la zona que ms oxgeno provee (40 % del oxgeno del mundo) y la que absorbe una mayor cantidad de carbono, en razn de lo cual, y con sobrados mritos, se le denomina el pulmn del planeta.Con estos datos queda claro que Amrica Latina no es poca cosa en la lucha mundial por los recursos y de ah la prioridad estratgica de los Estados Unidos por asegurarse su control, cosa que hoy se ha tornado algo complicada por la emergencia de ciertos gobiernos nacionalistas, que configuran lo que los idelogos de Washington denominan el eje del mal, o el arco de la inestabilidad regional.Para reafirmar la importancia de Amrica Latina para el decadente imperialismo estadounidense, valga sealar que en el documento Santaf IV, publicado en el 2000 y soporte doctrinario de George Bush jnior, se sostiene que el hemisferio ha sido bendecido con recursos naturales y un clima que lo convierte en un paraso nico y virtual para quienes usen sabiamente tales recursos. Por su parte, el antiguo secretario de Estado, Colin Powell, a propsito del ALCA sostuvo: Nuestro objetivo es garantizar para las empresas estadounidenses el control de un territorio que se extiende desde el rtico hasta la Antrtica y el libre acceso sin ninguna clase de obstculo de nuestros productos, servicios, tecnologas y capitales por todo el hemisferio. Nuevos golpes de Estado: el caso de Honduras En su proyecto de asegurarse el control de esta vasta zona del planeta, rica en recursos, agua y biodiversidad, el decadente imperialismo estadounidense no ha dudado en acudir a todo tipo de acciones para mantener su dominio en la regin. En los ltimos tiempos, y con independencia del partido que gobierne en Estados Unidos, el imperialismo ha decidido revertir la correlacin de fuerzas desfavorable y para eso ha impulsado la desestabilizacin y, si es el caso, el derrocamiento de aquellos gobiernos que no sean proclives a sus intereses o que desempeen algn papel medianamente independiente. El ejemplo actual ms emblemtico es el de Honduras, donde el 28 de junio de 2009 se efectu un golpe de Estado militar, aunque con careta civil, que ha sido respaldado por el gobierno de Barack Obama.Este golpe de Estado puede denominarse como la implementacin en nuestra Amrica del modelo afgano, ilustrado por la forma burda como ha sido elegido y reelegido el ttere yanqui Hamid Karsai, cuyo respaldo fundamental y nico lo proporcionan las fuerzas de ocupacin, junto con unas cuantas fracciones de los llamados seores de la guerra.En Amrica Latina, antes de Honduras, en 2002 se intent, sin xito, efectuar un golpe de Estado similar en Venezuela, que fue un rotundo fracaso. En Hait, en 2004, se realiz un golpe de Estado, cuando fue derrocado, por una coalicin de los sectores ms retrgrados de ese pas, manejada y financiada por Francia y Estados Unidos y vergonzosamente avalada por fuerzas de ocupacin de la ONU, el presidente constitucional Jean Bertrand Aristide, que fue expatriado por la fuerza y conducido a frica. En este sentido, lo sucedido en Honduras no es muy nuevo, sino que es el hecho ms reciente y ha contado con una mayor difusin y rechazo, debido en gran medida a la labor de denuncia y oposicin interna y la repulsa de la casi totalidad de los pases de Amrica Latina.En trminos estratgicos, lo sucedido en Honduras ha significado un golpe a la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra Amrica (ALBA) y al proyecto boliviariano, encabezado por Venezuela, y ha sido una advertencia para todos los gobiernos de la regin, en el sentido que si no se pliegan a las disposiciones imperialistas de los Estados Unidos y sus empresas, en el futuro inmediato van a correr la misma suerte del presidente Zelaya.En el golpe de Honduras han confluido un cmulo muy diverso de circunstancias, que pone de presente lo que est en juego: impedir, como ya se dijo, la consolidacin del ALBA; revertir la negativa del gobierno de Zelaya de privatizar la empresa Hondutel y cederla a capital transnacional; echarle tierra a la pretensin de Zelaya de suprimir la base militar estadounidense de Palmerola para convertirla en la sede del aeropuerto principal de Tegucigalpa; suprimir el acuerdo firmado con Cuba, encaminado a comprarle medicamentos genricos a bajo precio, lo que enfureci a las multinacionales farmacuticas que terminaron respaldando el golpe.Estados Unidos estaba interesado en sacar a Zelaya, y su derrocamiento se hizo con la participacin de sus mandos polticos y militares, si se tiene en cuenta que el Ejrcito hondureo ha sido incondicional a aquel pas desde hace dcadas y el Comando Sur estadounidense en forma peridica realiza ejercicios con el Ejrcito hondureo y los cuerpos de elite de este ltimo han sido formados y entrenados por la CIA y el FBI y comparten sus tradicionales valores anticomunistas y antipopulares.El golpe de Honduras deja una cosa clara: al margen de la retrica seudo democratera del Premio Nobel de la Paz (sic), Estados Unidos retoma de manera directa su vieja prctica de apoyar a los regimenes ms autoritarios y antipopulares, con tal que le sean incondicionales. Y en esto, pese a su crisis de hegemona en el terreno mundial, lo que est haciendo Estados Unidos es aferrarse con ms fuerza al control de su patio trasero y advertir a todos los gobiernos nacionalistas de la regin sobre lo que les espera si no se someten a sus intereses y que no dudar en utilizar los medios que sean necesarios para alcanzar sus objetivos, incluyendo el uso directo de la fuerza.Mediante una poltica de desgaste, Estados Unidos dio su apoyo tcito, aunque tuviera un discurso de aparente rechazo, a los golpistas hasta llegar a legitimarlos en unas elecciones amaadas y espurias que se realizaron a finales de noviembre de 2009, lo cual cont adems con el respaldo vergonzoso de los gobiernos ms abyectos de la regin, como los de Colombia, Per, Panam y Costa Rica.Como para que no queden dudas de las fuerzas internacionales que respaldan el golpe en Honduras, baste mencionar que empresarios estadounidenses anunciaron, a travs de Lloyd Davidson, un asesor de empresas en materia tecnolgica, que remover a Zelaya fue lo correcto porque con l no habra futuro. En la misma direccin se expresaron los senadores republicanos que aplaudieron la decisin del gobierno de Obama de reconocer las elecciones del 29 de noviembre, con lo cual se legitimaba el golpe. Las bases militares Como parte de la guerra mundial por los recursos, Estados Unidos ha decidido reforzar su presencia militar en Amrica Latina, y para ello ha implementado diversas medidas, en las cuales se destacan el impulso a la IV Flota para reposicionarse en los ocanos del continente, la realizacin de maniobras conjuntas con ejrcitos de la regin, y, sobre todo, el establecimiento de bases militares, como se ha hecho oficialmente en Colombia, y se proyecta hacer tambin en Panam.Este ltimo hecho es de tal relieve que nunca antes un territorio sudamericano haba alcanzado tal grado de ingerencia militar de los Estados Unidos, ni siquiera en plena Guerra Fra, en la segunda mitad del siglo XX. Pero esa presencia militar tambin es indirecta mediante el procedimiento de armar y sostener al incondicional rgimen colombiano, para replicar el papel que Israel desempea en el Oriente Medio. En Amrica Latina se combina una doble estrategia militar: de un lado, obtener bases para efectuar operaciones militares de gran calado que permitan el control territorial de todo el continente latinoamericano y el despliegue rpido hasta Cabo de Hornos, disponiendo de la utilizacin de lo ms avanzado en tecnologa blica (como aviones no tripulados, radares de gran alcance, sistemas satelitales de espionaje, etc.); de otro lado, el no usar las bases militares como en el pasado, con una gran presencia de tropas propias, sino acudir a los ejrcitos locales (v.g. el colombiano) y a grupos de mercenarios y asesinos a sueldo, bautizados con el inocente apelativo de contratistas. Eso ha quedado claramente establecido en una de las clusulas del vergonzoso acuerdo que firm el ilegal rgimen uribista con sus amos estadounidenses el 30 de octubre de 2009, en el cual se les concede impunidad absoluta a los militares y mercenarios militares y administrativos que se desplieguen por el territorio colombiano (artculo VIII).Con ese pacto, aparte de haber endosado por completo la soberana territorial de Colombia a los Estados Unidos, se ha establecido en la prctica un protectorado militar por medio del cual las autoridades de Colombia, sin cobro de alquiler ni costos parecidos, permitirn a Estados Unidos el acceso y uso de las instalaciones y ubicaciones convenidas (artculo IV), junto con el empleo de los aeropuertos del pas, sin que las aeronaves y los buques de Estados Unidos tengan que pagar tarifa alguna y no se sometern a abordaje e inspeccin (artculo VI).Por supuesto que la conversin de Colombia en el portaaviones terrestre de los Estados Unidos le concede un inusitado dominio militar sobre todo el continente latinoamericano, e incluso con posibilidades reales de llegar hasta el occidente de frica, si no se peca de la pretendida ingenuidad que muestra el gobierno de Obama, los voceros del rgimen uribista y los testaferros intelectuales, acadmicos y periodsticos del imperialismo, que nos han querido vender la idea que las bases se han establecido en beneficio del todo el continente y con el pretexto de enfrentar el narcotrfico y el movimiento insurgente. Aunque a este ltimo, en efecto, se le va a combatir, no se pone en marcha operaciones de tal magnitud ni se invierten tantos dlares (en la base de Palenquero el presupuesto de Estados Unidos para 2010 consagr 46 millones de dlares para remodelarla y adecuarla a las necesidades del Ejrcito yanqui) slo para un asunto puramente domstico en Colombia. El objetivo es otro: se trata de contar con un dispositivo que permita acceder a territorios estratgicos en donde hay recursos (como Venezuela, Bolivia, Ecuador, Paraguay, la selva amaznica, entre otros). Esto lo reconoce sin tapujos un documento de la Fuerza Area de los Estados Unidos, fechado en mayo de 2009, en el cual se dice que con la base de Palenquero se busca mejorar la capacidad de Estados Unidos para responder rpidamente a una crisis y asegurar el acceso regional y la presencia estadounidense para garantizar el acceso a todo el continente de Sudamrica con la excepcin de Cabo de Hornos. Con esto, se tendr una oportunidad nica para las operaciones de espectro completo en una sub-regin crtica en nuestro hemisferio, donde la seguridad y estabilidad estn bajo amenaza constante de las insurgencias terroristas financiadas por el narcotrfico, los gobiernos anti-estadounidenses, la pobreza endmica y los frecuentes desastres naturales.Esto simplemente confirma lo dicho por el Comando Sur del Pentgono con relacin a Venezuela en 2007: Tres naciones, Canad, Mxico y Venezuela, forman parte del grupo de los cuatro principales suministradores de energa a Estados Unidos, los tres localizados dentro del hemisferio occidental. De acuerdo con la Coalition for Affordable and Reliable Energy, en las prximas dos dcadas Estados Unidos requerir 31 % ms de produccin de petrleo y 62 % ms de gas natural, y Amrica Latina se est transformando en un lder mundial energtico con sus vastas reservas petroleras y de produccin de gas y petrleo. La guerra contra Venezuela empez hace tiempo, es de cuarta generacin Con todos los elementos antes sealados en este ensayo, no es difcil concluir que el objetivo prioritario de los Estados Unidos es Venezuela porque rene dos condiciones tentadoras: poseer una de las mayores reservas de petrleo del mundo y contar con un gobierno dscolo, que ha demostrado tener una poltica nacionalista y fuertemente antiimperialista, como se demuestra, entre otros hechos, con su papel en el renacimiento de la OPEP, su postura crtica ante los crmenes del Estado de Israel (como aconteci con la criminal accin de Plomo Fundido, a fines de 2008 y comienzos de 2009), su impulso al ALBA, su protagonismo en la configuracin de UNASUR, su poltica de solidaridad petrolera con diversos pases y su acercamiento a Cuba.En contra de los lugares comunes, que se han tornado dominantes en Colombia, sobre el supuesto peligro que representa Venezuela para la paz regional y como el principal impulsor del rearme en Sudamrica, debe decirse que el verdadero peligro lo representa el rgimen uribista o, para ser ms exactos, Estados Unidos que es el titiritero mayor que opera a travs de su marioneta colombiana. Los datos ms elementales lo ponen de presente: Colombia es hoy por hoy uno de los tres pases ms militarizados del mundo, junto con Israel y Burundi; el PIB destinado a la guerra por el rgimen uribista asciende al 6.8 %, mientras que el de Venezuela es del 1,2 %; en Colombia se consume casi el 15 % del presupuesto en gasto militar, mientras que en Venezuela es el 4 %; el ejrcito que ms ha crecido en el continente es el de Colombia que, junto con el de Brasil, en el ms grande de toda la regin; el nico pas sudamericano que en las ltimas dcadas ha lanzado un ataque militar contra otro es Colombia, en marzo de 2008, cuando fue atacado Ecuador y fueron asesinadas 26 personas, entre ellas un ecuatoriano, cuatro mexicanos y 21 colombianos, en una accin en la que, como lo acaba de comprobar una comisin ecuatoriana, particip Estados Unidos desde la base de Manta.Pero no slo se trata de constatar el verdadero peligro para la estabilidad regional, sino aadir que la guerra no se va a librar en un futuro inmediato, pues ya se est llevando a cabo desde hace varios aos contra Venezuela. Porque no estamos hablando de una guerra convencional, a la cual puede llegarse, es una posibilidad que no puede descartarse, sino de otro tipo de guerra, lo que los tericos militares de los Estados Unidos han denominado guerra de cuarta generacin. Este tipo de guerra, no convencional, se viene implementando por lo menos desde 2002 contra el gobierno de Hugo Chvez, si tomamos como punto de partida el fallido golpe de Estado de abril de ese ao. Luego hay que considerar todo el despliegue propio de este tipo de guerra, en la que se recurre a las acciones de baja intensidad, al saboteo permanente, a la guerra meditica, al desprestigio sistemtico del gobierno bolivariano, entre otras estrategias.El trmino guerra de cuarta generacin se empez a usar en 1989, cuando William Lind, junto con cuatro oficiales del Ejrcito y del Cuerpo de Infantera de Marina de los Estados Unidos, public un documento con el ttulo: El rostro cambiante de la guerra: hacia la cuarta generacin. La esencia de esta doctrina militar, y del tipo de guerra que se libra en la prctica, es la de desarrollar una confrontacin irregular nunca declarada de manera oficial, de tipo contrainsurgente, en la que se combina la accin de grupos operativos descentralizados, expertos en contrainsurgencia, con la accin de grupos irregulares de tipo paramilitar, en acciones de sabotaje y de desgaste. Estas acciones se complementan con la guerra meditica y sicolgica, impulsada por grandes grupos de propaganda (como CNN, a nivel mundial, y RCN Y CARACOL, a escala local en Colombia, o los canales privados en la misma Venezuela). La manipulacin informativa, las mentiras programadas y la desinformacin son parte fundamental de los dispositivos de la guerra de cuarta generacin. Tambin como parte de esta guerra se libra una ofensiva diplomtica, en la que tambin se acude a la mentira y a la desinformacin, como lo hace hoy el gobierno de los Estados Unidos y el de Colombia con Venezuela, propalando calumnias como aquella que el principal peligro para la seguridad del continente es el gobierno de Chvez, que habra convertido a su pas en un santuario del narcotrfico y del terrorismo y es una dictadura que cierra los medios de comunicacin y limita la libertad de expresin.En conclusin, en este tipo de guerra irregular y no reconocida, similar a la que despleg Estados Unidos contra Nicaragua en la dcada de 1980, el imperialismo del norte se vale de uno de sus testaferros locales, el abyecto gobierno uribista, partiendo del supuesto divide y vencers y contando con el apoyo incondicional de la oligarqua colombiana, que aspira a ganar unas cuantas migajas por su incondicional postracin, entre ellas la aprobacin de un Tratado de Libre Comercio, el cual viene aorando desde hace algunos aos, as como el reforzamiento de su modelo rentista primario exportador ligado en forma prioritaria a empresas multinacionales de Estados Unidos. Por supuesto, el elemento esencial que explica la guerra contra Venezuela, agenciada por la oligarqua colombiana, est referido al odio y miedo que suscita la revolucin bolivariana al imperialismo estadounidense y a sus corifeos, por proponer la necesidad de construir un modelo diferente de organizacin social, en la cual se reivindica la redistribucin de la riqueza, el mejoramiento de las condiciones de vida de la mayora de la poblacin y esboza otro tipo de relaciones internacionales y un manejo soberano de sus recursos naturales.Por lo dems, en lo que es tpico de la guerra de baja intensidad, el rgimen uribista de victimario y agresor que es se muestra como la vctima que sufre los embates de los que son presentados como enemigos de la nacin colombiana, pretendidamente representada por los vendepatrias ms viles que hemos tenido en nuestra trgica historia de dependencia. Estos acaban de entregar, de manera abyecta, en bandeja de plata a los Estados Unidos la poca soberana que nos quedaba, para convertirnos, como Puerto Rico, en otro Estado libre asociado, un eufemismo para referirse a una nueva forma de colonialismo, al que hemos regresado dos siglos despus de la proclamacin de nuestra primera independencia de Espaa. Razn de sobra tena Jos Mart cuando afirm que nuestro continente necesitaba una segunda independencia y que Bolvar tena todava mucho que hacer en estas tierras. Conclusin Que el rgimen uribista haya convertido a Colombia en una quinta columna de la dominacin imperialista de los Estados Unidos, lo cual se expresa en la entrega de nuestra soberana territorial y en la cesin de nuestros principales recursos econmicos a empresas multinacionales, no slo es una afrenta sino un hecho que va en contrava de los procesos nacionalistas que se desarrollan en diversos lugares de Amrica Latina, como Venezuela, Bolivia y Ecuador. Pero esto no es ni mucho menos una fatalidad ni algo irreversible, porque eso genera nuevas condiciones para retomar en Colombia un proceso de independencia nacional y de recuperacin de nuestra soberana por parte de todos aquellos que no aceptamos convertirnos en un protectorado yanqui, al estilo de Puerto Rico, y que nos negamos a ser sometidos a la brutalidad de los morfinmanos rubios, como hace dcadas denomin Augusto Csar Sandino a los invasores estadounidenses.En esta direccin, la renovada dominacin imperialista en Colombia se convierte en una oportunidad para recuperar un sentimiento de identidad nacional antiimperialista en defensa de nuestro territorio y de nuestros recursos, en concordancia con la lucha que se debe librar en forma paralela contra el capitalismo gansteril que se ha implantado en nuestro suelo. Dicho capitalismo narcotraqueto, que es apoyado tambin por el poder imperialista, ha dejado miles de muertos, desaparecidos, desterrados, exiliados y presos y ha aumentado la miseria, la desigualdad de la poblacin colombiana. En contrava, es necesario seguir buscando la construccin de otro tipo de pas, que se hermane, como hace doscientos aos, con los otros pases de la regin que ahora buscan otro destino, independiente, justo y soberano, tal y como lo soaron Simn Bolvar, Jos Mart, Francisco Morazn y el Che Guevara.

Crisis CivilizatoriaVersin para impresoraEnviar a un amigoAutor(es): Vega Cantor, RennVega Cantor, RennVega Cantor, Renn. Historiador. Profesor titular de la Universidad Pedaggica Nacional de Bogot, Colombia. Doctor de la Universidad de Pars VIII. Diplomado de la Universidad de Pars I, en Historia de Amrica Latina. Autor y compilador de los libros Marx y el siglo XXI (2 volmenes), Editorial Pensamiento Crtico, Bogot, 1998-1999; El Caos Planetario, Ediciones Herramienta, 1999; Gente muy Rebelde (4 volmenes), Editorial Pensamiento Crtico, Bogot, 2002; Neoliberalismo: mito y realidad; Entre sus ltimos trabajos podemos mencionar: Los economistas neoliberales, nuevos criminales de guerra: El genocidio econmico y social del capitalismo contemporneo (2010). La Repblica Bolivariana de Venezuela le entreg en 2008 el Premio Libertador por su obra Un mundo incierto, un mundo para aprender y ensear. Dirige la revista CEPA (Centro Estratgico de Pensamiento Alternativo). Es integrante del Consejo Asesor de la Revista Herramienta, en la que ha publicado varios de sus trabajos..

En estos momentos se desenvuelve otra crisis que, a primera vista, hace parte del recurrente ciclo capitalista que en forma peridica desemboca en una cada drstica en todos los rdenes de la vida econmica. Pero si se mira con algn cuidado, la crisis actual tiene unas caractersticas diferentes a todas las anteriores ya que hace parte de un quiebre civilizatorio de carcter integral, que incluye factores ambientales, climticos, energticos, hdricos y alimenticios. La nocin de crisis civilizatoria es importante porque con ella se quiere enfatizar que estamos asistiendo al agotamiento de un modelo de organizacin econmica, productiva y social, con sus respectivas expresiones en el mbito ideolgico, simblico y cultural. Esta crisis seala las terribles consecuencias de la produccin de mercancas, que se ha hecho universal en los ltimos 25 aos, con el objetivo de acumular ganancias para los capitalistas de todo el mundo y que slo es posible con el gasto exacerbado de materiales y energa.

1. Crisis energtica: el comienzo del fin del petrleo

La civilizacin industrial capitalista consolidada durante los dos ltimos siglos, un breve lapso de la historia humana, se ha sustentado en la extraccin intensiva de combustibles fsiles (carbn, gas y, de manera primordial, petrleo). Las transformaciones tecnolgicas que se han producido desde la Revolucin Industrial en Inglaterra, a finales del siglo XVIII, han sido posibles por el uso de estos combustibles, a los cuales estn asociados la maquina de vapor, el ferrocarril, el avin, el televisor, el tanque de guerra, el automvil, el computador, el telfono celular y en la prctica casi cualquier artefacto que se nos ocurra. El uso de esos combustibles ha permitido al capitalismo extenderse por todo el mundo ya que los medios de transporte han aumentado su velocidad, tamao y alcance, con lo cual la produccin de mercancas ha rebasado el mbito local y se ha desplegado por el orbe entero.La utilizacin de petrleo a vasta escala ha urbanizado el mundo, como nunca haba sucedido en la historia humana, hasta el punto que hoy por primera vez habita en las ciudades un poco ms del 50 por ciento de la poblacin mundial, una tendencia que se incrementar en los aos por venir, marcando la desruralizacin del planeta. En las ciudades se reproduce a escala planetaria la diferenciacin social, entre una minora opulenta que reproduce el American Way of Life y una mayora que vive en la ms espantosa pobreza, sin tener acceso a los servicios pblicos fundamentales, apiados en tugurios y sin contar con lo bsico para vivir en forma digna, constituyendo las ciudades de la miseria .[1]Aun ms, la expansin mundial del capitalismo, que tanto se aplaude, no habra sido posible sin el petrleo, ya que la produccin de China o India, que vincula a millones de personas al mercado capitalista como productores (en las maquilas y fbricas de la muerte) y consumidores (va uso de automviles o celulares, para indicar los conos de este sistema), se ha logrado con la reproduccin de la lgica depredadora del capitalismo y el uso a vasta escala de combustibles fsiles. En ese sentido, no resulta extrao que China sea el segundo productor mundial de CO2 y necesite para mantener su irracional sistema de produccin capitalista, concentrado en la zona norte del pas, de ingentes cantidades de agua, madera, minerales y toda clase de materiales.Pero el petrleo tiene un problema, es un recurso no renovable, y en estos momentos nos encontramos en un punto de inflexin, cuando ha comenzado su agotamiento irreversible. Esto se explica por el hecho elemental que la cantidad de combustibles fsiles existentes es fija y en la medida en que sean extrados a una mayor velocidad, ms rpido se acabarn. Y eso es lo que est sucediendo hoy como consecuencia de la generalizacin de la lgica capitalista de produccin y consumo a todo el mundo, puesto que las clases dominantes replican el modelo estadounidensepor doquier.Esto ha conducido al aumento del consumo diario de petrleo para garantizar que se incremente la produccin de cualquier tipo de mercancas que se consumen a vasta escala en las cuatro esquinas del planeta, as como para permitir la construccin de infraestructura que posibilite el transporte de esas mercancas, con nuevas ciudades, carreteras, puertos, viaductos y aeropuertos.Dado el aumento de la poblacin vinculada al mercado capitalista, y del consumo que de all se deriva, no hay duda que nos encontramos en el cnit no solamente de la produccin de petrleo y de carbn sino de los principales recursos minerales que posibilitan el funcionamiento de la civilizacin capitalista. Para recalcar la importancia crucial de la crisis energtica valga recordar que desde hace algunos aos ciertos investigadores vienen estudiando el pico del petrleo, a partir de los descubrimientos del ingeniero estadounidense King Hubber, y vaticinaron que ese pico se alcanzara entre el 2000 y el 2010, momento en el que nos encontramos, y que coincide en forma milimtrica con el estallido de la actual crisis econmica. En rigor, las dos no estn desconectadas porque la sobreproduccin capitalista el origen fundamental de la crisis econmica ha sido posible por la incorporacin de nuevos territorios a la produccin mercantil, con lo cual se incrementa el gasto de energa y de materiales. GRAFICA No. 1 Curva de la produccin de petrleo de ASPOFUENTE: Fernando Bulln Mir, El mundo ante el cenit del petrleo, en www.crisisenergetica.org/.../El_mundo_ante_el_cenit_del_petroleo.htm -. Al respecto resulta necesario referirse a la Teora de Olduvai del ingeniero Richard Duncan, quien sostiene que la poca del petrleo va a durar, casi en forma exacta, slo un siglo, puesto que su despegue se present en la dcada de 1930 y se proyectar hasta comienzos de la dcada de 2030. Basndose en mltiples clculos, Duncan considera que el eclipse del petrleo se consumar en las prximas dos dcadas, lo cual implica un cambio radical en la forma de vida que nosotros conocemos, incluyendo una disminucin de la poblacin, una reduccin del tamao las ciudades y una desaparicin de los grandes sistemas de transporte hoy existentes. Uno de los esquemas elaborados por Duncan ilustra el alcance de su anlisis: GRAFICA No. 2EL PICO DEL PETROLEO

FUENTE: Richard Duncan, La cima de la produccin mundial de petrleo y el camino a la garganta de Olduvai, en www.crisisenergetica.org/staticpages/index.php?... Segn Duncan, la poca del petrleo puede considerarse como una fiesta de corta duracin que va a durar slo un siglo y al cabo de la cual terminar el derroche energtico emprendido por el capitalismo, a lo que se llegar en escasas dos dcadas, cuando se retorne a otra era, en la cual ya no habr petrleo, que puede catalogarse como el regreso a Olduvai. Este nombre es significativo, si se recuerda que as se ha denominado a una de las grutas, localizada en Tanzania (frica), en las que se encontraron algunos de los restos humanos ms antiguos, y cuya sociedad no conoca la luz artificial.[2]Aunque sean difciles de admitir a primera vista, las predicciones de este ingeniero se estn volviendo realidad, a partir del hecho indiscutible de la llegada al pico de petrleo mundial, en el cual ya hemos entrado, y que segn algunos autores se alcanz en julio de 2008, cuando se logr la cota mxima de produccin de petrleo de todos los tiempos.[3] En estas condiciones, entre ms aumente la produccin y consumo de energa fsil, esta ltima se acabar ms rpido de lo previsto, y tal carencia provocar el regreso a las crisis precapitalistas de subproduccin por la imposibilidad de mantener los ritmos frenticos de despilfarro de petrleo en el mundo actual, como una expresin de la decadencia y parasitismo ya sealados. Por supuesto, esto tambin acarrea el aumento de guerras por el control de los ltimos reductos de hidrocarburos, como ya se aprecia con los diversos conflictos que asolan a los territorios que tienen la desgracia de poseer petrleo (Irak), que estn cerca de las fuentes de petrleo o de gas (Afganistn) o se ubican en lugares estratgicos de la circulacin mundial de mercancas (Somalia y el cuerno africano).Pero la reduccin acelerada no es slo del petrleo, puesto que los ms recientes estudios indican que el carbn del que hasta hace poco se anunciaba que iba a durar por varios siglos- tambin se acerca a su pico mximo, al cual se llegar en las prximas dos dcadas. Lo mismo acontece con otros minerales estratgicos, cuyo agotamiento est prximo: uranio, 40 aos; antinomio y plata entre 15 y 20 aos; tantalio y zinc entre 20 y 30 aos; indio entre 5 y 10 aos; platino, 15 aos; hafnio, menos de 10 aos.[4] Lo verdaderamente crtico radica en que el pico del petrleo ser un punto de inflexin histrico, cuyo impacto mundial sobrepasar todo cuanto se ha visto hasta ahora, y eso pasar en la vida de la mayora de las personas que viven hoy en el planeta[5]. 2. Crisis alimenticia: el regreso de los motines de subsistencia El capitalismo es una fbrica simultnea de riqueza y de miseria, productor constante de injusticia y desigualdad, en razn de lo cual la polarizacin de clase es una de sus caractersticas intrnsecas. Eso se manifiesta en los ms diversos tpicos de la vida social, como sucede con la produccin de alimentos. Que el capitalismo produzca hambrientos no es nuevo, puesto que su expansin mundial ha generado, de manera invariable, hambre a vasta escala, como resultado de la destruccin de las economas locales, sometidas a nuevas exigencias para que se adapten a los requerimientos del mercado mundial, como reza la formula de los economistas ortodoxos.En la prctica, la mundializacin del capital ha dado origen a una realidad profundamente injusta en trminos alimenticios, porque al mismo tiempo unos pocos consumen hasta el hartazgo (como puede apreciarse en los esbeltos cuerpos de millones de estadounidenses, mofletudos y regordetes, que no pueden ni andar de tanto ingerir comida basura), mientras que en todos los continentes millones de seres humanos soportan la desnutricin o mueren de hambre. En tal sentido, el hambre y la desnutricin actuales son un resultado directo de la destruccin de las economas campesinas por parte de las empresas agroindustriales, que monopolizan las mejores tierras, imponen costosos paquetes tecnolgicos y controlan la produccin de alimentos y materias primas de origen agrcola. Esto ha venido acompaado del despojo y expulsin de los campesinos e indgenas de sus territorios ancestrales por compaas transnacionales y empresarios locales, con lo que la produccin agrcola y pecuaria es dominada por pocos pases, unas cuantas empresas y algunos terratenientes, habindose liquidado la soberana alimenticia de territorios antao autosuficientes, en los cuales se siembran productos comerciales en sustitucin de alimentos esenciales. Ese proceso anticampesino se fortalece con la llamada revolucin gentica, que pretende convertir, en el mejor de los casos, a algunos pequeos productores en empleados de las multinacionales para la produccin de materias primas que forman parte de cadenas productivas, desde la generacin de semillas hasta la venta de productos elaborados en los supermercados, que son controladas por esas empresas, proceso en el cual los alimentos ya no son la base de la produccin agrcola. Justamente, la conversin de los alimentos en mercancas y la aplicacin de los principios criminales del libre comercio destruyen los mecanismos de produccin, distribucin, comercializacin y consumo que posibilitan la supervivencia de los pueblos de la periferia, entre los cuales sobresalan la ayuda mutua, la solidaridad, el don y la reciprocidad, mecanismos todos arrasados por el librecambio, que ha asesinado a millones de personas de inanicin.Las grandes empresas han despojado a los pequeos agricultores basndose en la retrica del libre comercio, falacia con la cual justifican la eliminacin de los subsidios y los mecanismos proteccionistas por parte de los Estados, obligan a los pases dependientes a especializarse en la produccin de gneros agrcolas para el mercado mundial (los de siempre, caf, banano, azcar, o los nuevos, como palma aceitera, soja, colza o frutas exticas), impulsan la conversin de las mejores tierras en zonas ganaderas, de cultivos forestales y, ltimamente, las destinan a la siembra de cultivos de los que se extraen necrocombustibles (combustibles de la muerte es su verdadero nombre, pues el de biocombustibles que se emplea frecuentemente es un embuste). Todo esto ha ocasionado la prdida de la seguridad alimenticia en los pases pobres, en los cuales ya no se producen los alimentos bsicos, que deben ser comprados en el mercado mundial, a los precios que fijen las empresas multinacionales y los pases imperialistas.Este modelo agrcola capitalista es el responsable del hambre que se extiende por el mundo y que afecta a millones de seres humanos- se calcula que 1.200 millones de personas soportarn hambre crnica de aqu a 2025-, y que ha vuelto cotidianas las escenas de muerte de nios por inanicin en Sudn, Argentina, Hait, Colombia y muchos otros pases y tambin en todos ellos han reaparecido los motines de subsistencia en pocas de capitalismo posmoderno, cuando se supona estaba solucionado el problema del hambre. En realidad, para el capitalismo actual la mejor forma de solucionar el problema del hambre es devorando a los pobres, como lo sugera Jonathan Swift en Una modesta proposicin (1729), cuando en forma satrica propona que los irlandeses pobres devoraran a sus propios hijos, con lo cual aparte de evitar la hambruna, le ahorraran a los nios ms sufrimientos; o, como grficamente, lo deca un graffiti en la ciudad de Buenos Aires: Combata el hambre y la pobreza! Cmase a un pobre!. Eso es lo que efectivamente sucede cuando el maz o la caa se siembran para producir gasolina. Cuando a un automvil se le est suministrando combustible, originado en los alimentos, se est devorando a un pobre, porque, por un antinatural metabolismo que slo puede ser resultado del capitalismo, el alimento ya no tiene por destino saciar el hambre de los seres humanos sino el de las voraces mquinas de cuatro ruedas, la mxima expresin del modo americano de muerte.Por otro lado, la crisis alimenticia se conecta con la crisis energtica por mltiples vas: la industrializacin de la agricultura la hace petrodependiente en todos los mbitos, por el uso de fertilizantes, abonos y fungicidas y por la utilizacin de medios de transporte que requieren de combustibles fsiles para funcionar; el aumento en los precios del petrleo, una tendencia que cobrar ms fuerza a medida que se agote el crudo, incide en la produccin agrcola; los intentos de sustituir petrleo por agrocombustibles, originan un proceso de concentracin de tierras para sembrar productos destinados a alimentar carros y aviones y no seres humanos y aumenta tambin los precios de los alimentos. As, el arroz, azcar, maz, papa y otros productos esenciales se estn convirtiendo en biomasa para producir combustibles y no para satisfacer las necesidades nutricionales de millones de seres humanos que viven en la periferia.De igual forma, la crisis alimenticia est vinculada con las modificaciones climticas en marcha puesto que estas ltimas inciden en forma directa en la disminucin de las cosechas, sobre todo en las zonas ms pobres del mundo. As, por los cambios en la temperatura y en el volumen de precipitaciones se calcula que en los prximos aos caern los rendimientos de los principales productos alimenticios en diversos lugares del mundo: la caa de azcar en un 3 por ciento en los Andes; el arroz en un 10 por ciento en Asia Meridional; el maz en un 47 por ciento en el sur de frica; el trigo en un 3 por ciento en Asia oriental.[6] 3. Crisis hdrica: secando la fuente de la vida A la par de la crisis alimenticia discurre otra relacionada con la destruccin de los reservorios de agua, el agotamiento del agua dulce y la contaminacin de ros, lagos y mares, junto al arrasamiento de los humedales. Hasta no hace mucho tiempo se supona que el agua era un recurso inagotable y no haba ningn problema en garantizar su suministro de manera permanente. Hoy se sabe que el agua dulce es limitada y su agotamiento y escasez corre en paralelo al aumento demogrfico, al crecimiento urbano, a la industrializacin de la agricultura, a las modificaciones climticas y a su derroche en la produccin de mercancas. En esta direccin, la crisis hdrica es un resultado de la expansin mundial del capitalismo porque el agua misma se ha convertido en una mercanca y ha dejado de ser un bien comn y pblico, ya que conglomerados transnacionales (como Coca-Cola, Danone y otros) la han convertido en un nicho de mercado, con el que obtienen cuantiosas ganancias por diversos medios: la produccin de agua embotellada, la privatizacin de los servicios de acueducto y cloacas y la apropiacin de ros y lagos por empresarios capitalistas.A esto debe aadrsele que la urbanizacin acelerada necesita de importantes cantidades de agua, aunque su distribucin y calidad sigan los parmetros de clase propios del capitalismo, puesto que en las grandes urbes slo una parte de la poblacin tiene acceso a agua potable y suficiente, mientras que la mayora no la disfruta y tampoco cuenta con redes cloacales. De la misma manera, los procesos tecnolgicos ms sofisticados requieren cantidades ingentes de agua, como la que precisa la produccin de automviles, computadores, celulares y televisores. Igual acontece con la produccin de determinado tipo de cultivos, como las flores, que consumen enormes volmenes de agua.A la par con todo lo anterior, los procesos de industrializacin, la urbanizacin desaforada, la agricultura industrial, los megaproyectos y la explotacin de recursos minerales y energticos han contaminado las ms importantes fuentes de agua en el mundo. No sorprende que, casi sin excepcin, junto a una gran ciudad se encuentre un ro convertido en una fuente de aguas ftidas y malolientes, al lado del cual malviven los sectores ms empobrecidos.Tanto a nivel interno en los pases como en el plano mundial existe una distribucin injusta y desigual del agua, porque mientras sectores minoritarios tienen a su disposicin agua de calidad que despilfarran sin vergenza (para lavar autos, regar campos de golf, o surtir su propia piscina), la mayor parte de la sociedad carece del vital liquido, lo cual ocasiona la muerte diaria de miles de personas por problemas estomacales y produce la enfermedad de millones de ellos por consumir agua no potable. Esta desigual apropiacin del agua tambin existe en el terreno mundial, ya que algunos pases cuentan con importantes reservas hdricas o por su poder econmico, militar y poltico pueden apropiarse del agua de sus vecinos, a los que dejan exhaustos y murindose de sed (el caso de Israel con los palestinos es emblemtico al respecto), con lo cual se avizora una de las contradicciones determinantes de los conflictos del futuro inmediato que va a ocasionar guerras por el agua, con la misma frecuencia que las actuales guerras por el petrleo. Entre otras cosas, valga recordar, para mostrar las interrelaciones entre la explotacin de hidrocarburos y el agua, que la extraccin de los primeros conlleva siempre despilfarro de la segunda de mltiples formas: para extraer un barril de petrleo o de gas se precisan cientos o miles de barriles de agua; con todas las labores propias de la industria petrolera se contaminan las fuentes de agua; los derrames de crudo llegan inexorablemente a los cursos de agua, como nos lo recuerdan las tragedias de contaminacin hdrica que han generado los numerosos accidentes de grandes buques petroleros en los mares del mundo. Y el otro aspecto que debe mencionarse es el relativo a los nexos directos entre el trastorno climtico y la crisis hdrica. As, el trastorno climtico se manifiesta en primera instancia con un aumento de la temperatura en diversos sitios del planeta, lo que ocasiona transformaciones bruscas e inesperadas: se producir, y se est produciendo ya, el deshielo de glaciares, con lo que se reducir la oferta hdrica en muchos pases, pues las principales reservas de agua dulce estn en los nevados y en los paramos. Al mismo tiempo, y como consecuencia de lo anterior, aumentara el caudal de muchos ros mientras que otros se secarn, lo cual afectar a las poblaciones que viven gracias a esos cursos de agua. Esto generar inundaciones y sequas a un ritmo antes no conocido, como ya se evidencia en algunos continentes, como Europa, donde se han presentado en los ltimos aos inviernos ms lluviosos y veranos ms calidos. De la misma manera, la transformacin climtica influye en el cambio de la cantidad y la calidad del agua disponible, ya que al aumentar la temperatura del aire se altera la temperatura del agua, con lo cual se reduce su contenido de oxigeno, se afecta la distribucin de los organismos acuticos y se altera el ciclo de los nutrientes, entre otras muchas consecuencias nefastas. Igualmente, las modificaciones climticas ocasionan la mezcla de agua salada con aguas dulces en los acuferos litorales, afectando otra importante reserva de agua dulce en muchos lugares del planeta.Adicionalmente, en la medida en que cambia el clima mundial se altera el rgimen de lluvias en ciertas zonas del planeta lo que produce la sequa, la desertificacin y la hambruna y genera las migraciones hdricas, cuando la gente huye de sus terrenos ancestrales, convertidos en lugares yermos y sin vida, donde han desaparecido las fuentes de agua que les posibilitaban la subsistencia, como es el caso de algunos pases del Sahel en frica. 4. Crisis ambiental: la destruccin de las condiciones de produccin y de vida Junto con todas las crisis antes nombradas, y como sntesis de las mismas, hay que considerar la crisis ambiental, hoy generalizada a todo el planeta. Son numerosos los componentes de la degradacin medioambiental que hoy soportamos, en la que deben incluirse la destruccin de fuentes de agua, la desaparicin de tierras y suelos aptos para la agricultura, el arrasamiento de selvas y bosques, la reduccin de recursos pesqueros, la disminucin de la biodiversidad, la extincin de especies animales y vegetales, la generalizacin de distintos tipos de contaminacin, la reduccin de la capa de ozono y la destruccin de ecosistemas.Todos estos componentes de la catstrofe ambiental que ponen en riesgo la misma continuidad de la especie humana, se han originado en la lgica depredadora del capitalismo con su concepcin arrogante de mercantilizar todo lo existente y de dominar la naturaleza a su antojo. Pretendiendo eludir los lmites naturales, la expansin mundial del capitalismo ha transformado los paisajes del planeta, sometiendo a los recursos y a las especies a la frula de la valorizacin del capital, dando por sentado, en forma optimista, que la naturaleza es una externalidad que no tiene costo y que, al no contabilizarse en trminos econmicos, se puede destruir impunemente, y adems es posible regenerarla muy rpido o sustituirla de manera artificial.El resultado no poda ser ms terrible, si se considera que nunca antes se haba asistido a una situacin como la actual con su cmulo de desastres pretendidamente naturales, de lo cual tienen muy poco, como huracanes, tifones, inundaciones, maremotos, avalanchas, tsunamis y terremotos que ao a ao matan a miles de personas y hunden en mayor pobreza a los miserables del mundo. Esta es una clara manifestacin del precio que debe pagarse por haber sometido a una transformacin acelerada a la naturaleza, como parte del uso intensivo de combustibles fsiles y del uso descomunal de materiales y de recursos naturales para obtener ganancias. Esto se ha acentuado en las ltimas dcadas por el incremento en el consumo mundial de mercancas y por la apropiacin subsecuente de los bienes naturales, considerados ahora como propiedad privada.Nada tiene de raro, en esa perspectiva, que se libre una guerra mundial por parte de los pases imperialistas y sus compaas multinacionales para apoderarse de los recursos energticos, naturales, forestales e hdricos en aquellas zonas que todava los tienen, como se evidencia en el Congo, en Colombia, en Brasil, en Mxico, en Indonesia y otros pases. El consumo a vasta escala de ciertos artefactos electrnicos, viene acompaado del arrasamiento de ecosistemas y de guerras locales en pases africanos, por ejemplo, para satisfacer la necesidad de suministrar materias primas (metales y minerales) a las empresas transnacionales que financian ejrcitos estatales y privados con el fin de asegurarse el abastecimiento de esas materias primas y mantener la oferta de sofisticados instrumentos tecnolgicos.[7]De otra parte, una de las expresiones ms crticas de la situacin ambiental est relacionada con la reduccin de la biodiversidad y con la extincin de especies, un fenmeno que ha alcanzado una escala nunca antes vista. En efecto, ahora se est presentando la sexta extincin de especies, provocada no por causas naturales sino econmicas y sociales, por accin de la lgica capitalista, si recordamos que la quinta extincin se present hace 65 millones de aos, cuando desaparecieron los dinosaurios y gran parte de la vida existente en la tierra, por obra de un meteorito que se estrell contra nuestro planeta. La extincin actual es producida de manera directa e indirecta por el capitalismo, al generalizar la mercantilizacin de la vida, lo que ha conducido a considerar a los animales y plantas como una fuente ms de ganancia, sin importar su impacto destructor, como puede verse con el trfico mundial de especies (la segunda actividad ilcita en el mundo por las ganancias econmicas que genera) y la conversin de los animales en factoras de leche, carne o grasa, que ha desencadenado enfermedades como las de la vaca loca, la gripa aviar o la gripe porcina, tan de moda en estos das.Algunos datos elementales son indicativos de las prdidas de especies en curso: el ndice de Planeta Viviente, que pretende medir el estado de la biodiversidad mundial, muestra que se ha presentado un declive promedio del 30 por ciento entre 1970 y 2005 entre 3.309 poblaciones de 1.235 especies y ese mismo ndice pero aplicado a los trpicos constata que all el declive ha sido ms dramtico, alcanzando un 51 por ciento en ese mismo perodo al considerar 1.333 poblaciones de 185 especies. De la misma manera, nuestra huella ecolgica con la que se establece la cantidad de recursos de la tierra y el mar, medido en hectreas, que cada uno de nosotros necesita para vivir, incluyendo la destinada a absorber nuestros desechos- seala que la demanda humana sobre la biosfera aument ms del doble entre 1961 y 2005, lo que indica en trminos ms concretos que en la actualidad, al ritmo de poblacin y consumo existentes, es necesario algo as como 1,2 planetas tierra para vivir y que en el 2030 se necesitaran dos planetas, algo insostenible por supuesto. Como es obvio, la huella ecolgica de todos los pases y todos los seres humanos no es similar, puesto que el nivel de consumo de los pases capitalistas del centro es sensiblemente mayor que la del resto del mundo, ya que Estados Unidos es el pas que tiene una mayor huella ecolgica, que de lejos supera su capacidad de carga. As, esa huella es de un promedio de una hectrea en los pases ms pobres, mientras que en los Estados Unidos ce acerca a las 10 hectreas y en promedio para toda la poblacin humana es de 2.1 hectreas[8]. Eso puede apreciarse en la grfica siguiente: GRAFICA No. 4

FUENTE: Federico G. Martn, Desarrollo sostenible y huella ecolgica, en books.google.com.co/books?isbn=8497450809 Asmismo, la desaparicin de las selvas y bosques para extraer maderas y otros recursos o como parte de la expansin de la frontera agrcola para soportar el crecimiento demogrfico y la concentracin de suelos productivos en pocas manos, les reduce el espacio indispensable para subsistir a muchas especies animales y vegetales. De la misma forma, el modelo exportador, como mecanismo de vinculacin al capitalismo mundial por parte de las clases dominantes de los pases perifricos, destruye los ecosistemas para cumplir con las exigencias de los conglomerados multinacionales de extraer todos los recursos exigidos en zonas ecolgicamente frgiles, como sucede en la Amazonia o en la costa pacfica colombiana. Esta ltima se ha convertido en una tierra de megaproyectos para explotar oro, maderas, platino o sembrar cultivos como el caucho o la palma aceitera, o para disear represas que garanticen el funcionamiento energtico de tales engendros del capitalismo mundial.Al final, sin embargo, la crisis ambiental influye sobre el funcionamiento econmico del capitalismo, as ste intente escamotearla, en razn de que este sistema no puede eludir las leyes fsicas de la materia y la energa y no puede producir a partir de la nada y tampoco lograr que los desechos, cada vez ms abundantes, desaparezcan como por arte de magia. Como no es posible construir un capitalismo posmaterial (una de las falacias de los cultores de la informacin), la expansin mundial del modo de produccin capitalista requiere, como un Dios devorador, de cantidades ingentes de recursos y energa. Sin embargo, como estos recursos son finitos (salvo el sol en trminos de la temporalidad humana, pues va a existir durante otros cinco mil millones de aos), el capitalismo tiene que enfrentar la dura realidad de estar sometido a ese lmite, el del agotamiento y carcter finito de los combustibles fsiles y la reduccin acelerada de los recursos naturales, as estos sean renovables. No es posible conciliar, en ltima instancia, una lgica de crecimiento ilimitado, propia del capitalismo, con la existencia limitada de recursos energticos y materiales, si tenemos en cuenta que la tierra es un sistema cerrado en trminos de materia. 5. Trastorno climtico por el uso intensivo de combustibles fsiles Para completar el crculo perverso, todos los elementos anteriores influyen en otra modificacin de dimensiones imprevisibles, como es el trastorno climtico. Utilizamos este nombre para enfatizar que no puede seguir considerndose como un simple cambio, porque con ello se estara indicando que es algo gradual y puramente natural. Aunque a lo largo de la historia del planeta tierra se hayan presentado incontables modificaciones climticas, con bruscos cambios hacia pocas glaciales o calidas, todas las modificaciones anteriores tenan un origen natural. Ahora, existe un trastorno climtico asociado de manera directa al uso de combustibles fsiles, especialmente del petrleo. No por casualidad, en la medida en que se llegaba al pico del petrleo han aumentado en forma proporcional las emisiones de CO2 y su concentracin en la atmosfera, como se observa en la grfica adjunta. GRAFICA No. 4Evolucin aproximada del porcentaje de reservas de petrleo y de las concentraciones de anhdrido carbnico (CO2) en la atmsfera a lo largo del siglo XX. FUENTE: Fernando Bulln Mir, El mundo ante el cnit del petrleo, en www.crisisenergetica.org/.../El_mundo_ante_el_cenit_del_petroleo.htm - Algunos cientficos han establecido que el clima es uno de los factores fundamentales para explicar la extraordinaria biodiversidad y, por lo mismo, sus modificaciones tienen efectos devastadores sobre variadas formas de vida. Aunque entre los climatlogos no exista consenso sobre la magnitud que tendr el trastorno climtico, muy pocos dudan que estamos asistiendo a una transformacin brusca que es resultado de la accin antropica, ligada a la constitucin de la moderna sociedad industrial desde finales del siglo XVIII. Esa transformacin climtica ya ha tenido sus primeras manifestaciones desde hace unos cuarenta aos, cuando se detect la destruccin de la capa de ozono en algunos lugares de la Antrtida. En tiempos ms recientes se ha incrementado el nmero de huracanes, cada vez ms destructivos, en el Mar Caribe por el aumento de la temperatura del agua del ocano, debido al efecto invernadero. Incluso, hace poco tiempo se present un primer huracn que azoto a las costas de Espaa, un fenmeno nunca antes visto. En general durante el siglo XX la temperatura promedio del mundo se modific en 0.6 grados centgrados, como consecuencia del uso de combustibles fsiles y de la produccin de otros gases de efecto invernadero. Como no hay perspectivas reales en la actualidad de una reduccin del empleo de esos combustibles pese a su agotamiento irreversible-, puede predecirse con toda seguridad un aumento an mayor de la temperatura del planeta, lo cual va a originar una catstrofe climtica con efectos desastrosos, como ya se comienza a observar a nuestro alrededor.[9]Eso se constata con los anuncios preocupantes sobre la desaparicin de los pramos en Colombia, el deshielo de grandes nevados en diversos lugares de Amrica del Sur (Argentina, Chile, Bolivia, entre otros) y el descongelamiento del casquete polar que cubre al rtico. Hasta hace poco se predeca que este ltimo suceso podra acontecer en 50 100 aos, pero los ltimos estudios han indicado que eso puede ser posible en los prximos 5 10 aos, con devastadoras consecuencias no slo para diferentes especies, empezando por el oso polar, sino para grandes comunidades humanas, porque el deshielo aumenta la cantidad de agua y el nivel del mar que de inmediato repercutir en las zonas costeras habitadas, del norte de Amrica. Al respecto, ciertos estudios anuncian que en un lapso de 50 aos desaparecern, como resultado de las modificaciones climticas, unas 450 mil especies animales y vegetales, algo as como el 30 por ciento de todas las especies vivas actualmente existentes.Como para sopesar el inters y las preocupaciones que esta transformacin climtica suscita en el capitalismo, ya hay quienes -en Estados Unidos, Rusia, Canad y otros pases- piensan que el descongelamiento del polo norte es una buena noticia porque propiciar negocios y nuevas oportunidades de obtener dividendos, al dejar un espacio libre para que por all circulen embarcaciones y se acorte la distancia entre ciertos lugares del norte (por ejemplo, se afirma que la distancia entre Rtterdam y Yokohama se podra reducir en un 42 por ciento), al tiempo que ser ms barato realizar prospecciones petroleras y extraer los hidrocarburos que se encuentran en el subsuelo de esa zona rtica, congelada durante miles de aos.[10] Finalmente, este optimismo cnico se sustenta en la falacia de que la economa puede crecer sin lmites y superar todos los obstculos que encuentre a su paso, incluyendo, las modificaciones climticas. 6. El capitalismo y sus lmites Como acabamos de mostrar, la actual crisis es completamente distinta a todas las anteriores, en virtud de la sincrona de diversos factores, que hacen de la presente una crisis civilizatoria, que marca la frontera de una poca histrica en la que se ha puesto en peligro la misma permanencia de la especie humana, conducida al abismo por un sistema ecocida y genocida, regido por el afn de lucro.Sin embargo, el capitalismo pretende en forma arrogante que no existen ningn tipo de lmite que impida su funcionamiento hacia el futuro inmediato, y por ello sus voceros ms emblemticos (jefes de Estado, banqueros, empresarios, economistas) proponen como recuperacin de la economa ms de lo mismo, es decir, un regreso a las pautas de crecimiento econmico existente antes de que comenzara la crisis, esto es, ms produccin en gran escala de mercancas, con derroche de materia y energa, para que se sigan consumiendo y se reactive la economa en su conjunto. Efectivamente, el capitalismo no va a desaparecer en esta crisis, por la sencilla razn que, por lo menos por ahora, no se dibuja en el horizonte una fuerza alternativa que lo derrote, pero esto no quiere decir que vaya a seguir funcionando armnicamente como antes, porque debe afrontar lmites infranqueables, que como nunca antes la crisis civilizatoria actual ha puesto al orden del da y no pueden eludirse. Entre dichos lmites debe mencionarse los siguientes: el lmite energtico, relacionado con el agotamiento del petrleo, el gas y el carbn y cuando no emerge a la vista una alternativa real a esos combustibles fsiles, lo cual indica que la sociedad del automvil y de las ciudades iluminadas no tiene perspectivas de mantenerse en el largo plazo, aunque de seguro se va extender en los prximos aos, con lo cual se estar metido con plena certeza, para usar una metfora del mismo medio automovilstico, en un carro de alto cilindraje pero sin combustible para andar; el lmite cientfico y tecnolgico, que en la prctica supone reconocer el carcter restringido y relativo de cualquier solucin basada en los desarrollos de la ciencia y la tecnologa como panacea que va a solucionar cualquiera de los problemas creados por la sociedad capitalista, los cuales incluso, en muchos casos, son causados y agravados por los mismos inventos tecnolgicos o los descubrimientos cientficos, lo que se ejemplifica con el caso del automvil, considerado hoy, con toda razn, como uno de los peores inventos de todos los tiempos; el lmite ambiental, que resulta del hecho comprobado que los recursos naturales se encuentran en un momento crtico, en razn del ritmo desenfrenado de explotacin a que han sido sometidos en los ltimos decenios, junto con la extincin de miles de especies, y aunque esto ltimo no parece preocupar al capitalismo, ste si debe enfrentar la perspectiva poco halagadora de mantener unos irracionales ritmos de produccin y consumo que no pueden ser satisfechos ante la disminucin real de los recursos materiales que posibilitan la produccin; el lmite demogrfico, como producto del crecimiento de la poblacin, que se apia en grandes urbes de miseria, y cuya mayora soporta deplorables condiciones de vida mientras recibe mensajes ideolgicos y propagandsticos de que las cosas van a mejorar para los exitosos y triunfadores y que deben luchar por participar en la reparticin de un pedazo de la tarta, cada vez ms concentrada en pocas manos, hace que tarde o temprano el capitalismo busque la reduccin de poblacin y para eso, como est demostrado hasta la saciedad, empezar por eliminar a los ms pobres, como se ejemplifica hoy con las epidemias, hambrunas, guerras y otros mecanismos maltusianos de control demogrfico; lmites sociales y laborales, porque con la crisis se acentan las diferencias de clases, la explotacin y diversas formas de opresin que, de seguro, originarn resistencias, rebeliones, revoluciones y estallidos sociales, de los cuales no sabremos hacia donde conduzcan, pero si podemos decir que estarn presentes ante la confluencia de todas las crisis sealadas en este escrito.En forma sinttica el problema de los lmites reales para el capitalismo puede expresarse con una formula elemental: I = C x T x P(Impacto sobre la tierra = Consumo x Tecnologa x Poblacin).[11] Aunque en teora existiran varias posibilidades por parte del capitalismo para contrarrestar su impacto sobre la tierra y alargar su permanencia, en la prctica se est impulsando la reduccin de la poblacin ms pobre del planeta, mientras se incrementan los niveles de consumo y el desarrollo tecnolgico. Valga recordar los diferentes instrumentos de reduccin demogrfica en marcha en estos momentos, como las guerras, las epidemias, las nuevas enfermedades, la privatizacin de los servicios mdicos y sanitarios, la conversin del agua en una mercanca, todos los cuales pueden considerarse como mecanismos neomalthusianos.Con respecto a todos los elementos antes esbozados, el pensador brasileo Leonardo Boff ha entendido bien el sentido de los lmites al capitalismo, resaltando la importancia decisiva de los aspectos ecolgicos: Una naturaleza devastada y un tejido social mundial desgarrado por el hambre y por la exclusin anulan las condiciones para reproducir el proyecto del capital dentro de un nuevo ciclo. Todo indica que los lmites de la Tierra son los lmites terminales de este sistema que ha imperado durante varios siglos.El camino ms corto hacia el fracaso de todas las iniciativas que buscan salir de la crisis sistmica es esta desconsideracin del factor ecolgico. No es una externalidad que se pueda tolerar por ser inevitable. O lo situamos en el centro de cualquier solucin posible o tendremos que aceptar el eventual fracaso de la especie humana. La bomba ecolgica es ms peligrosa que todas las bombas letales ya construidas y almacenadas.[12] Esta situacin plantea la pregunta sobre la posibilidad de colapso de la civilizacin capitalista y con ella de la humanidad, pero esta ltima perspectiva slo si no se admite la existencia de alternativas revolucionarias, imprescindibles para evitarlo. Como dira Walter Benjamin hoy la revolucin es ms actual que nunca para colocar los frenos de emergencia que detengan la cada rauda en el abismo e impida que el capital nos hunda en la locura mercantil que nos conduce hacia la muerte como especie y a la desaparicin de diversas formas de vida.[13]Ahora bien, la posibilidad de un colapso para el sistema capitalista no quiere decir que los capitalistas del mundo vayan a renunciar a seguirlo siendo y vayan a optar por otra forma de organizacin social, pues est demostrado a travs de la historia que el capitalismo no va a desaparecer gracias a sus propias crisis, sino por accin de sujetos colectivos, conscientes de la necesidad de superar esta forma de organizacin social y que actan en consecuencia, como sucedi al estallar los procesos revolucionarios que se presentaron durante el siglo XX. Y, en ese sentido, la actual crisis no es diferente, puesto que, como modo de produccin, el capitalismo va a reactivar el crecimiento por un breve tiempo, pero eso va a agravar tanto las condiciones de reproduccin del sistema como la vida de la mayor parte de la poblacin mundial. Estas dos circunstancias son las que indican que la crisis actual, en la que confluyen todos los aspectos mencionados en este ensayo, no es otra ms, pasajera y circunstancial, sino de repercusiones de largo plazo, porque su costo humano y ambiental va a incidir en la vida de millones de seres humanos, lo cual puede conducir o a un cambio revolucionario o a que se acenten las tendencias ms destructivas y criminales del capitalismo, cuyo funcionamiento se enfrenta a un lmite insuperable, el fin del petrleo y el agotamiento de los recursos.De igual forma, con la crisis civilizatoria ya no se presenta slo un desplome econmico al que sigue una rpida recuperacin, sino que por el contrario se asiste, como ahora, a un deterioro incontrolable de las condiciones naturales y sociales de la produccin, motivado por la accin del mismo capitalismo, aunque eso no impida que en el cortsimo plazo algunas fracciones del capital alcancen ganancias extraordinarias, como resultado del acaparamiento, la especulacin o la inversin en actividades relacionadas con la misma crisis, tal como la compra de empresas petroleras o de automviles. En pocas palabras, la crisis civilizatoria es silenciosa persistente, caladora y su sorda devastacin se prolonga por lustros o dcadas, marcados por estallidos a veces intensos, pero no definitivos, que en la perspectiva de la cuenta larga configuran un periodo de crisis epocal.[14] Y este carcter insoluble de la crisis civilizatoria plantea la urgencia de un cambio revolucionario para sustituir al capitalismo si es que la humanidad quiere tener un maana. Esto exige la construccin de otra civilizacin distinta al capitalismo que recobre los valores de la justicia, la igualdad, el valor de uso, la solidaridad, la fraternidad y otro tipo de relaciones con la naturaleza y que rompa con el culto al consumo, a la mercanca y al dinero. Eso supone reconocer la existencia de lmites de diversa clase para los seres humanos: naturales, materiales, energticos, econmicos, tecnolgicos y sociales que tornan imposible un crecimiento ilimitado, como el postulado por el capitalismo realmente existente, y que hoy se exalta como el milagro salvador que va a sacar al capitalismo de la crisis, y que pretende estar por encima de cualquier tipo de condicionamiento para sostener que no hay ningn tipo de barrera, ni natural ni social, que pueda impedir una expansin incontenible de la acumulacin de capital.Un movimiento anticapitalista en las actuales circunstancias de crisis civilizatoria debe plantearse una estrategia doble, que es complementaria y no antagnica: uno, impulsar todas las medidas indispensables para mejorar las condiciones de vida de la poblacin pobre mediante la redistribucin mundial y nacional de la riqueza que permitan romper con la injusticia y la desigualdad de clase, sin que esto se de por la rbita mercantil que privilegia el afn de lucro sino mediante la recuperacin del valor de uso, la solidaridad y la fraternidad, todo lo cual slo puede hacerse con una revolucin que posibilite el control de los medios de produccin por los productores asociados que, por supuesto, requiere como condicin fundamental la expropiacin de los expropiadores; y dos, replantear en forma radical la nocin de progreso tecnolgico, proponiendo un programa poltico y econmico que cuestione la produccin mercantil y todos sus efectos ambientales y energticos.Esto, desde luego, supone todo un reto ideolgico y poltico para afrontar la crisis porque implica que las izquierdas histricas deben romper con su inveterado culto al progreso, a las fuerzas productivas y a los artefactos tecnolgicos generados por el capitalismo, lo cual requiere de un nuevo tipo de educacin y politizacin, porque es imprescindible refundar un movimiento comunista rojo-verde, que ponga en el centro de su actividad poltica las medidas ambientalistas radicales.[15] En esta direccin, hoy ante la crisis civilizatoria se precisa complementar dos tipos de crtica, la de Marx a la explotacin de los trabajadores y otra, ms reciente del ecologismo anticapitalista, a la destruccin de las condiciones que permiten la reproduccin de la vida. Y esta doble crtica debera recobrar la indignacin, aquella que Marx mostr cuando denunci que la bsqueda insaciable de plusvala por parte de los capitalistas degrada las relaciones humanas y esa misma indignacin se requiere para enfrentar las consecuencias de la crisis ambiental y la transformacin climtica, ya que frente a esta posibilidad de una gran perturbacin que pondra en peligro la base material de la reproduccin social, los sectores dominantes de la burguesa han cado an ms bajo, en una degradacin moral sin precedentes, que pone en peligro el futuro de la humanidad en su temerario intento de continuar las prcticas productivas que han creado esta situacin.[16]Con relacin a esta decadencia moral e histrica de las clases dominantes que representan a un rgimen econmico y social que puede catalogarse como un capitalismo senil, es imprescindible reivindicar otra tica, la de los lmites y la de la autocontencin, que deben llevar a plantear la urgencia del decrecimiento en algunos lugares del mundo (en los pases altamente industrializados), junto con la redistribucin econmica all y en el sur del mundo, como resultado de una modificacin revolucionaria en las relaciones de propiedad, como un proyecto poltico, colectivo y urgente, que claramente reivindique la superacin del capitalismo porque solamente una ruptura con su culto al crecimiento, su consumismo exacerbado y su productivismo sin lmites, puede evitar la catstrofe. Porque, en pocas palabras, la dinmica del capitalismo de consumo masivo desemboca en la aberracin de un planeta para usar y tirar. Frente a esto el ecologismo es insurgente: la Tierra no es desechable!.[17] Por ello, como dicen Adolfo Gilly y Rhina Roux en el mundo de hoy, razonar con lucidez y obrar con justicia conduce a la indignacin, el fervor y la ira, all donde se nutren los espritus de la revuelta. Pues el presente estado del mundo es intolerable; y si la historia algo nos dice es que, a su debido tiempo, no ser ms tolerado.[18]En efecto, la historia est abierta y que se consolide otra forma de sociedad depende, en ltima instancia, de la capacidad de refundar un proyecto anticapitalista de tipo ecosocialista por todos los sujetos que creen que otro mundo es posible y necesario, y que tal vez podra expresarse de manera sinttica en la actualizacin de una clebre mxima revolucionaria, de esta manera: Ecosocialismo o barbarie tecnofascista.

Artculo enviado por el autor para su publicacin en Herramienta.

[1] Mike Davis, Planeta de ciudades de la miseria, Madrid, Editorial Foca, 2007.[2] Richard C. Duncan, La teora de Olduvai. El declive final es inminente, en www.crisisenergetica.org/ ficheros/TeoriaOlduvaiFeb2007.pdf [3] Juan Jess Bermdez, Julio de 2008, cenit del petrleo en Rebelin, junio 22 de 2009. [4] Pedro Prieto y Manuel Talens, Michael Moore y el caso de la General Motors: Se avecina el fin del capitalismo?, en Rebelin, junio 12 de 2009.[5] Richard Duncan citado en Ramn Fernndez Durn, El crepsculo de la era trgica del petrleo, copia a mquina, pg. 1.[6] Joel K. Bourne, El fin de la abundancia. La crisis alimentaria mundial, en National Geographic en Espaol, junio de 2009, pgs. 44-45.[7] Michael Klare, Planeta sediento, recursos menguantes. La nueva geopoltica de la energa, Barcelona, Ediciones Urano, 2008, pgs. 207 y ss.[8]. Fondo Mundial por la Naturaleza, Informe de Planeta Vivo, 2006 y 2008, pgs. 2-3; Edward O. Wilson, El futuro de la vida, Barcelona, 2002, Crculo de Lectores, pg. 54.[9]. Federico Velsquez de Castro, 25 preguntas sobre el cambio climtico. Conceptos bsicos del efecto invernadero y del cambio climtico, Le Monde Diplomatique, Buenos Aires, 2008.[10]. Ver al respecto Mckenzie Funk, El rtico en conflicto, en National Geographic en Espaol, mayo de 2009, pgs. 30 y ss.[11]. Susan George, El informe Lugano, Barcelona, Editorial Icaria, 2002. [12] Leonardo Boff, El camino ms corto hacia el fracaso, Rebelin, abril 26 de 2009.[13]. Cf. Jared Diamond, Colapso, Editorial Debate, Madrid, 2005, y Franz J. Broswimmer, Ecocidio. Breve historia de la extincin en masa de las especies, Pamplona, Laetoli, 2005.[14]. Armando Bartra, Achicando la crisis. De la crisis mltiple a la recesin, La Jornada, junio 28 de 2009.[15]. Mauricio Schoijet, Lmites del crecimiento y cambio climtico, Mxico, Siglo XXI Editores, 2008, pg. 344.[16]. Ibd., pg. 341.[17]. Jorge Riechmann, Gente que no quiere viajar a Marte. Ensayos sobre ecologa, tica y autolimitacin, Madrid, Ediciones La Catarata, 2004. pg. 113.[18]. Adolfo Gilly y Riox, Capitales, tecnologas