renacimiento y naturaleza humana · 2020. 11. 30. · renacimiento y naturaleza humana: "la...

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Este País 89 Agosto 1998 1 Renacimiento y naturaleza humana: "la dignidad del hombre" de Pico STEFANO DOMINIONI La fama de Giovanni Pico della Mirandola como uno de los grandes filósofos del Renacimiento italiano descansa en su famosa Oración sobre la dignidad del hombre, considerada por muchos estudiosos uno de los testimonios más auténticos del Renacimiento. Hay algo totalmente revolucionario en la doctrina de Pico que consiste en una nueva teoría sobre la naturaleza humana, que se dirige a su dignidad, libertad y a su naturaleza creadora en un sentido radicalmente nuevo. El abordaje de Pico pasa a ser revolucionario por el impulso tremendamente espiritual que le da al conocimiento humano y al alma. "No se ha visto nada más maravilloso que el hombre" (Pico della Mirandola, Oration on the Dignity of Man, p. 3), dice Pico. El hombre de la Edad Media estaba bajo el temor del castigo de Dios, siempre consciente de la debilidad de su alma y de la miseria de su existencia mundana. Por contraste, Pico expresa completamente cuán maravillosa y perfecta creatura es el hombre: "el hombre es, considerado y llamado, con perfecta justicia, una gran milagro y un ser digno de toda la admiración (Pico, Oration..., p. 5)", exclama Pico en las páginas introductorias de su Oración. Para Pico, el hombre del Renacimiento tiene dentro de sí mismo el poder, único entre todas las criaturas, de tanto perfeccionarse a sí mismo como de ascender espiritualmente al reino de Dios. En la tradición medieval la mutabilidad humana significaba corrupción e imperfección humana. Ahora, con Pico y el movimiento filosófico renacentista, esta actitud hacia el mundo se vuelve la base de la dignidad del hombre. Aquí, el nuevo concepto de naturaleza humana cobra vida estableciendo una nueva relación con el género humano, Dios y el mundo, otorgando al hombre –con sus poderes creativos– una posición predominante en el mundo. La idea central de Pico es que "la dignidad del hombre" reside en su libertad de convertirse cada vez más' en lo que es capaz de ser. La habilidad más importante del hombre es este poder de transformarse a sí mismo de acuerdo con su función creativa, deseos y aspiraciones. Con Pico lo singular e individual deja de tener un lugar específico y estático en la jerarquía organizada del orden cósmico. Pico cree que cada realidad existente está determinada por su propia naturaleza, y que, por lo tanto, su carácter es limitado, pero toda realidad existente excepto el hombre. El hombre es el único que no tiene una naturaleza que lo determine a priori: "El hombre es una criatura de imagen indeterminada..." (Oration..., p. 6), afirma Pico. La única condición del género humano es que está sujeto a la condición de que no hay ninguna condición. Está visión está lejos de eliminar las que abrazaron otros filósofos del Renacimiento, incluyendo al propio mentor de Pico, Marsilio Ficino, líder de la influyente Academia Platónica Florentina. Para Ficino la idea de la naturaleza de la dignidad del hombre reside en que el hombre es el punto nodal y la unión del Universo: el hombre entendido como un "microcosmos". Para Pico, en lugar de ser el hombre un microcosmos, él pone la naturaleza humana completamente aparte de cualquier jerarquía y considera que el hombre puede ocupar, de acuerdo con su deseo, cualquier nivel de vida: del más bajo al más alto. Dice Pico: "En el hombre, en el momento de su creación, Dios colocó semillas preñadas con todas las posibilidades, los gérmenes de cada forma de vida. Cualquiera de éstas que el hombre cul- tivara, madurará y dará fruto en él... Dejemos que nuestras almas sean invadidas por la

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    Renacimiento y naturaleza humana: "la dignidad del hombre" de Pico STEFANO DOMINIONI La fama de Giovanni Pico della Mirandola como uno de los grandes filósofos del Renacimiento italiano descansa en su famosa Oración sobre la dignidad del hombre, considerada por muchos estudiosos uno de los testimonios más auténticos del Renacimiento. Hay algo totalmente revolucionario en la doctrina de Pico que consiste en una nueva teoría sobre la naturaleza humana, que se dirige a su dignidad, libertad y a su naturaleza creadora en un sentido radicalmente nuevo. El abordaje de Pico pasa a ser revolucionario por el impulso tremendamente espiritual que le da al conocimiento humano y al alma. "No se ha visto nada más maravilloso que el hombre" (Pico della Mirandola, Oration on the Dignity of Man, p. 3), dice Pico. El hombre de la Edad Media estaba bajo el temor del castigo de Dios, siempre consciente de la debilidad de su alma y de la miseria de su existencia mundana. Por contraste, Pico expresa completamente cuán maravillosa y perfecta creatura es el hombre: "el hombre es, considerado y llamado, con perfecta justicia, una gran milagro y un ser digno de toda la admiración (Pico, Oration..., p. 5)", exclama Pico en las páginas introductorias de su Oración. Para Pico, el hombre del Renacimiento tiene dentro de sí mismo el poder, único entre todas las criaturas, de tanto perfeccionarse a sí mismo como de ascender espiritualmente al reino de Dios. En la tradición medieval la mutabilidad humana significaba corrupción e imperfección humana. Ahora, con Pico y el movimiento filosófico renacentista, esta actitud hacia el mundo se vuelve la base de la dignidad del hombre. Aquí, el nuevo concepto de naturaleza humana cobra vida estableciendo una nueva relación con el género humano, Dios y el mundo, otorgando al hombre –con sus poderes creativos– una posición predominante en el mundo. La idea central de Pico es que "la dignidad del hombre" reside en su libertad de convertirse cada vez más' en lo que es capaz de ser. La habilidad más importante del hombre es este poder de transformarse a sí mismo de acuerdo con su función creativa, deseos y aspiraciones. Con Pico lo singular e individual deja de tener un lugar específico y estático en la jerarquía organizada del orden cósmico. Pico cree que cada realidad existente está determinada por su propia naturaleza, y que, por lo tanto, su carácter es limitado, pero toda realidad existente excepto el hombre. El hombre es el único que no tiene una naturaleza que lo determine a priori: "El hombre es una criatura de imagen indeterminada..." (Oration..., p. 6), afirma Pico. La única condición del género humano es que está sujeto a la condición de que no hay ninguna condición. Está visión está lejos de eliminar las que abrazaron otros filósofos del Renacimiento, incluyendo al propio mentor de Pico, Marsilio Ficino, líder de la influyente Academia Platónica Florentina. Para Ficino la idea de la naturaleza de la dignidad del hombre reside en que el hombre es el punto nodal y la unión del Universo: el hombre entendido como un "microcosmos". Para Pico, en lugar de ser el hombre un microcosmos, él pone la naturaleza humana completamente aparte de cualquier jerarquía y considera que el hombre puede ocupar, de acuerdo con su deseo, cualquier nivel de vida: del más bajo al más alto. Dice Pico: "En el hombre, en el momento de su creación, Dios colocó semillas preñadas con todas las posibilidades, los gérmenes de cada forma de vida. Cualquiera de éstas que el hombre cul-tivara, madurará y dará fruto en él... Dejemos que nuestras almas sean invadidas por la

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    fuerza de cierta ambición de manera que, impacientes por la mediocridad, palpitemos ante las cosas más altas y (como lo haremos, podemos) empeñemos todos nuestros esfuerzos para alcanzarlas... Pero ¿cuál es el propósito de todo esto?: que debemos entender –puesto que hemos nacido en esta condición de ser lo que elijamos– que podemos estar seguros, por encima de cualquier cosa, de que nunca se dirá en contra nuestra, que nacimos en una alta posición, que fallamos en apreciarla y que entonces caímos en el estado de las bestias (Pico, Oration..., p. 9-12)." Al final de la Edad Media, Nicholas de Cusa ya había transferido, de Dios al Universo, la metáfora de la esfera infinita, cuyo centro está en cualquier parte y cuya circunferencia en ninguna, preparando el camino para la nueva astronomía del siglo XVI. Pico lleva la revo-lución de De Cusa en la cosmología a su total completud humanística. Para Pico el hombre pasa a ser algo como la esfera metafórica infinita, sin ningún lugar fijo en el mundo y con la libertad de alcanzar cualquier condición: el individuo está ahora "en ninguna y en todas partes", escribe Pico en uno de los pasajes más famosos de su Oración: "No te hemos dado, ¡oh Adán!, ningún rostro específico, ningún atributo que te sea propio, para que en cualquier lugar, de cualquier manera y con cualquier don, que puedas elegir con premeditación, elijas; esto hará que te parezca que lo que tienes y posees es por tu propio juicio y decisión... Te he colocado en el centro mismo del mundo, por lo que desde este punto de ventaja tú puedes echar una gran mirada tranquila a ti mismo y a lo que el mundo contiene (Pico, Oration, p. 7)." El género humano llega a ser "la medida de todas las cosas", y es al mismo tiempo el final de éstas, el objeto más alto de la jerarquía y, al mismo tiempo algo colocado más allá, fuera de ella. Por lo tanto, la naturaleza del hombre no tiene ninguna esencia clara y determinada. La naturaleza humana no es celestial, ni terrenal, ni inmortal, ni mortal. Por el contrario, el Creador le ha otorgado al hombre el germen de cada tipo de vida, el hombre puede ser todas esas cosas. A partir de ese momento el individuo singular puede llegar realmente a ser "quien es", trazando él mismo los lineamientos de su propia identidad. Las criaturas de Dios no tienen un lugar asignado en la Tierra, ninguna forma determinada, ninguna naturaleza limitada: hay libertad de escoger para todos los seres humanos. Exclama Pico: "¡Qué maravillosa e insuperable es la felicidad del hombre, para quien está garantizado tener lo que elige, ser lo que quiere ser (Pico, Oration..., p. 8)!" El hombre puede llegar a ser lo todo que quiera o nada: él crea su propia naturaleza, dando vida a su forma de ser, su propia perspectiva. Este mismo concepto de la creatividad del hombre invade por entero el Renacimiento italiano, e influye profundamente en grandes genios como Leon Battista Alberti y Niccolo Machiavelli. Con los descubrimientos de Alberti de las leyes de la óptica y de la perspectiva en el arte, el mundo físico se vuelve concebible como un reino ordenado de acuerdo con principios matemáticos. Asimismo, con la nueva comprensión de Machiavelli de las leyes que gobiernan la naturaleza, el mundo político cae bajo el control del "Príncipe". Esta visión y la estrategia política se convierten en conceptos relativos que dependen del sujeto individual; se vuelven su propia (de ella o de él) creación. Al introducir el concepto de perspectiva, estos pensadores del Renacimiento ponen –corno Pico– al hombre y su libertad de elección en el centro de todas las artes, ya sea la de la pintura como la de la guerra. Con Alberti, Machiavelli y Pico, los

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    seres humanos entran en un nuevo reino de individuación, libertad y creatividad personal que nunca habían logrado antes. Dado que al individuo no se le había asignado ninguna propiedad especial, puede elegir la propia. El individuo no recibe su naturaleza como algo definitivo, sino que ésta se forma por virtud de su libre voluntad, que naturalmente excluye cualquier determinación que no sea la de él. El hombre es un demiurgo, escribe Pico: "Te hemos hecho una criatura no celestial, ni terrenal y tampoco inmortal, para que tú puedas, como libre y orgulloso cons-tructor de tu propio ser, moldearte a ti mismo de la manera en que tú prefieras. Está en tu poder descender a las más bajas, bestiales formas de vida; tú podrás mediante tu propia decisión, ascender de nuevo a los órdenes superiores en los que la vida es divina (Pico, Oration..., p. 8)." El hombre, la única excepción en el orden del cosmos, se convierte en creador: se convierte en El creador. "La naturaleza de todas las criaturas es definida y restringida dentro de leyes que hemos derribado; tú, en comparación, no impedido por ninguna restricción, puedes, por tu libre voluntad, tomarlas en custodia. Te hemos designado para que traces por ti mismo los lineamientos de tu propia naturaleza (Pico, Oration..., p. 7)." Por lo tanto Dios da a sus criaturas grandes poderes, y por encima de todo, les da libre voluntad. El individuo de Pico es el hombre prometeico, con el agitado espíritu del Fausto de Goethe. Pico propone la autonomía de la voluntad, junto con el ensalzamiento de la excelencia humana y de las potencialidades del hombre.' Como dice acertadamente un comentarista: "Para Pico lo principal no es probar la similitud sustancial del hombre con el mundo; es más bien, señalar, precisamente dentro de esa singularidad (y sin prejuzgarla en lo absoluto), la diferencia, que confiere al hombre su excepcionalidad y su conciencia de posición privilegiada, no sólo frente al mundo natural sino al espiritual. Esta es la posición privilegiada del hombre; corno ninguna otra criatura debe su carácter moral a sí mismo. Esto es lo que lo hace de sí mismo y que resulten de él los pasos que dé (E. Cassirer, Giovanni Pico della Mirandola. A Study in the History of Renaissance ideas, p. 34)." Por lo tanto, parece que la teoría tradicional de los dos mundos de la teología cristiana, es decir, la oposición entre el mundo más bajo y terreno de los sentidos y el reino perfecto de la espiritualidad después de la vida, es vencida por la concentración de Pico en las potencias creativas presentes y en la perfectibilidad espiritual inherente a la naturaleza humana. La tesis escolástica de inmutabilidad de la naturaleza o esencia de las cosas, Essentiae rerum sunt immutabiles, no se sostiene para la esencia real del hombre. El hombre de Pico es un camaleón y un hombre mutante que viene a ser la propia base de la dignidad humana. Pico cree en la libertad de ser del hombre, en la plasticidad de sus poderes creativos. Al adquirir nuevas y distintas formas y existencias a lo largo de su vida, el individuo participa activamente en el cosmos. Los pensadores del Medioevo tardío como el Maestro Eckhart enfatizaron la centralidad de experiencias muy distintas, como la contemplación (en la que el alma se retira de todas las cosas sensibles para sumergirse en sus propias profundidades) y la unión ascética mística con Dios. Paralelamente, los pensadores del Renacimiento, como Ficino, se centraron en el concepto del descanso ("la mente hace mayores progresos

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    en el descanso que en el movimiento", dice Ficino, p. 198), y en la contemplación religiosa, en una suerte de actitud trascendental de renuncia a la vida. En comparación con estas doctrinas, según Pico, la característica más peculiar del hombre reside en la acción. Su valor sólo puede juzgarse en su dinamismo. El intelecto humano no tiene una naturaleza determinada, excepto por tener en potencia la capacidad de transformarse en todas las cosas. Por lo tanto, Pico apoya una visión dinámica del hombre en la que éste es potencialmente todo. Su héroe del Renacimiento nunca es demasiado creativo, o rico, o famoso o feliz. En On Being and Unity (Sobre el ser y la unidad), Pico desarrolla —de nuevo— su fe en la capacidad del hombre para transformarse a sí mismo. Pico escribe: "¿Cómo sería feliz quien está íntegro sin ser? Sin embargo, el bien que ellos adquieren con su ser no les es suficiente; ellos desean alcanzar también todos los otros bienes que completan y adornan el bien primario. Sólo así, podemos decir, entonces, correctamente que al lado del primer bien, deseamos los otros bienes, pues una cosa es ser feliz y otra es ser un hombre (Pico, On Being and Unity, p. 31)." Para Pico la criatura de Dios es libre de elegir su propio destino, y un mundo de descubrimientos y posibilidades permanecen abiertos para él. Es verdad que Pico no está todavía interesado en la transformación del orden natural por el hombre, y que para él el centro de interés del hombre es él mismo. Sin embargo, no hay duda de que este nuevo concepto de creatividad personal e inventiva inspirará y jugará un papel crucial en la Edad moderna, que avanzará en un nuevo concepto de ciencia y en un nuevo modelo de Estado. No es nada asombroso que el manifiesto de Pico sobre la libre voluntad fuera escuchado, años después, por hombres como Galileo Galilei y René Descartes,3 que aplicarían el con-cepto de la perfectibilidad humana al reino de la naturaleza, entendido desde ese entonces como un reino de descubrimientos y de intervención humana. Y no es de asombrarse por qué el énfasis de Pico en la dignidad del hombre llegaría a ser uno de los fundamentos sobre los que se desarrollaría la idea absolutamente revolucionaria de "los derechos inalienables del hombre", postulados siglos después por John Locke. Con Pico aparece por primera vez el concepto de sujeto individual entendido como un proceso; una idea filosófica que sería más desarrollada por filósofos como Descartes, Hegel y Kant. Sin embargo, junto con la libertad del hombre viene su responsabilidad. Desde ahora a las criaturas de Dios se les niega un lugar destinado en el cosmos jerárquicamente ordenado. Por lo tanto, cualquier seguridad es negada. El hombre debe buscar y elegir para siempre su propio camino. Pico asume que el hombre es libre para buscar su propio destino, lo que, no obstante, implica que debe procurar el bien, la felicidad, la creatividad y la propia realización. A partir de ahora la libertad individual y la responsabilidad personal se volverán inseparables. Como nunca el hombre es libre de elegir, es también responsable de su elección ante Dios, pero también (lo que es más importante), ante sí mismo. La idea de libertad de Pico no sólo hace posible, sino que demanda, una nueva forma de "individualismo". Esta se sostiene no sólo para la humanidad como un todo, sino para cada individuo singular, que para él no tiene una posición asignada, fija o determinada en el reino del espíritu; éste debe buscar independientemente su posición. Esta búsqueda no es sólo su derecho, sino su deber (Cassirer, Giovanni Pico..., p. 42).

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    Si para Pico el hombre es su propia creación y realización, éste se convierte automáticamente en algo que apenas se distingue de Dios. El hombre, el demiurgo, se convierte en algo semejante a Dios. Este paralelo entre el hombre y la naturaleza divina es algo que Pico hereda de pensadores como el Maestro Eckhart y Nicholas de Cusa, ambos precursores del espíritu del Renacimiento. De acuerdo con Eckhart, el lado espiritual del hombre —lo que el llama "el hombre interior"—tiene cualidades divinas: "no hay almaracional sin Dios; la semilla de Dios está en nosotros" dice (p. 241). En correspondencia, De Cusa escribe en un poderoso latín que el hombre en todas sus potencialidades —aunque no completamente pues sigue siendo un hombre— es Dios. El hombre es Dios en una forma humana: "horno enim Deus est, sed non absolute, quoniam homo. Humanitas est igitur Deus. Homo etiam mundus est, sed non contracte omnia, quoniam homo".4 Los variados elementos de la doctrina del hombre de Pico que aquí ilustramos parecen sugerir que la nueva confianza del hombre en sus poderes autónomos elimina la necesidad de Dios. Al parecer la exaltación de las facultades del hombre, inteligencia y libertad, apenas le deja espacio a Dios. Por su libertad creativa el hombre alcanza la divinidad; su propia divinidad. Con sus potencias creativas, que lo encaminan a alcanzar la propia per-fección de Dios, parece convertirse en algo semejante a Dios. Dice Pico: "Al hombre, en el momento de su creación, Dios le otorgó semillas preñadas de todas las posibilidades, los gérmenes de todas las formas de vida. Cualquiera de éstas, que el hombre cultivara, madurará y dará fruto en él. Si fuera vegetal se convertirá en una planta; si fuera sensorial, se convertirá en una bestia; si fuera racional, él se revelará a sí mismo como un ser celestial; si fuera intelectual, él será un ángel y el hijo de Dios (Pico, Oration..., p. 9)." La idea de progreso espiritual surge bastante naturalmente de la idea de semejanza con Dios. Según Pico, si Dios es perfecto, sus criaturas deben encaminarse hacia la perfección, con todas sus capacidades. El ideal renacentista de la espiritualidad individual perfectible tiene su origen en el misticismo del Maestro Eckhart, quien postula la idea del hombre que intenta emular la perfección divina. Un Dios que concede a sus criaturas la naturaleza divina. Por lo tanto, se introduce un elemento de infinitud; ésta se origina en la libre voluntad del hombre. Aunque el poder de la voluntad del hombre es limitado, el hecho de que se le haya concedido la libertad lo pone a él en el mismo nivel que a Dios.5 ¿Pero la criatura de Pico verdaderamente alcanza la libertad completa y una naturaleza divina total? Independientemente del cambio en la plasticidad de la libertad humana, es claro que para Pico la naturaleza humana nunca podrá alcanzar la naturaleza divina. El hombre es el escultor, es verdad, pero está dotado por Dios. Para alcanzar sus logros en la Tierra, los individuos necesitan la gracia de Dios y su intervención. La dignidad, el libre albedrío, y la perfectibilidad de la naturaleza humana son todavía, desde el punto de vista de Pico, un don de Dios. La dignidad humana no proviene del hombre mismo; para que ésta exista, debe haber un Maestro que le posibilite al hombre elevarse sobre sí mismo en el orden natural. El hombre es limitado: él sólo crea utilizando la creación de Dios. Al individuo sólo le es posible alcanzar su libertad utilizando la libertad que Dios le dio. Por lo tanto, el abordaje revolucionario de Pico, centrado en la dignidad, la creatividad y la inventiva humana no debería nunca exagerarse.6

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    Por lo tanto, Dios es el Creador real y el único, el principium de todas las cosas. Dios es, utilizando las propias palabras de Pico, el supremo hacedor omnipotente. El hombre creado por Dios es sólo su medium. Por lo tanto, independientemente de todas las ideas innovadoras de Pico, encontramos todavía una distinción radical entre Dios —creador y creador de sí mismo— y el hombre —él mismo creador— que sin embargo es criatura divina. Dice Pico: "Dios el Padre, el Supremo Arquitecto, ya hizo surgir, según los preceptos de su misteriosa sabiduría, este mundo que vemos, la morada cósmica de la divinidad... Cuando, consecuentemente, todo lo demás fue completado en primer lugar, El se pensó a sí mismo para dar a luz al hombre (Pico, Oration, 13- 5)." e, Sin embargo, es evidente que la evaluación que Pico hace de la vida es optimista y afirmativa. La doctrina de Pico expresa una actitud orientada hacia el mundo, en contraste con un énfasis más medieval en la renuncia a la vida y en la contemplación espiritual. Pero Pico no aboga por una vida dedicada al goce de los sentidos. Bastante al contrario, él argumenta a favor de un ascetismo terreno que considera la mejor y más feliz forma de vida. Toda la libertad y creatividad, que Dios da a sus criaturas, debe ser utilizada para ascender a un reino espiritual más alto. Es cierto que para Pico el progreso concreto del hombre es su meta más natural, sin embargo, éste es completamente espiritual. Es una "ascensión" hacia Dios, hacia una forma de vida angélica. Pico utiliza la metáfora de la escala de Jacob que simboliza una ascenso espiritual en tres etapas: el hombre debe primero entrenarse en filosofía moral, entonces desarrollar herramientas de filosofía natural y al final concentrarse en la teología, donde puede alcanzar completamente "la felicidad última de Dios" (Pico, Oration, p. 19). Por lo tanto, el hombre del Renacimiento de Pico es en cierta medida, todavía medieval; y es claro que la doctrina de Pico, independientemente de su concepción de la libertad y la creatividad del hombre, está todavía fijada al marco tradicional religioso medieval. No debemos olvidar, que junto con el "descubrimiento" revolucionario de Pico de la dignidad del hombre, que es un humanista neoplatónico. Para él la última finalidad terrena es espiritual: la paz que sólo se puede encontrar en Dios. Y es muy claro en la Oración, cuando Pico escribe que "ésta es la paz que Dios estableció en los altos lugares del Cielo; de ella los ángeles descienden a la Tierra, anunciándole a los hombres de buena voluntad que si ascendemos a través de esta paz al Cielo, quizá nos convirtamos en ángeles (Pico Oration..., p. 22)". Una vida de sabiduría vivida en libertad y en creatividad espiritual es sólo un medio para el ascenso a la contemplación de Dios. La libertad humana es un medio, nunca un fin en sí mismo. La filosofía sólo se justifica a sí misma como preparación para la teología, el último reino para la búsqueda de la paz eterna. Conceder esa paz es sobre todo privilegio y función de la reina de las ciencias, la más sagrada teología. La filosofia natural nos señalará el camino hacia la teología e incluso nos acompañará a lo largo del camino vigilando desde lejos nuestra aproximación a ella, nos impulsará (Pico, Oration..., p. 21).

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    En conclusión, el nuevo concepto del hombre de Pico es todavía totalmente un mundo moral, en el que la propia creación, la libre voluntad y la autotransformación aún conciernen al reino ético de la existencia del hombre. La idea de que Pico podría muy bien ser considerado como uno de los representantes más influyentes del Renacimiento, específicamente porque 61 se sitúa a sí mismo en el cruce entre la Edad Media y la Modernidad, constituye una de sus características más relevantes. Pico todavía está lejos del concepto moderno del hombre y su fundamental interés en la manipulación y en la transformación de la naturaleza. Sin embargo, las semillas están indudablemente ahí. Será tarea de los seguidores de Pico el cambio de un mundo moral a uno natural, aplicando su brillante penetración en la naturaleza humana al nuevo mundo de los descubrimientos científicos. Artículo publicado originalmente en Contemporary Philosophy, vol. XVIII, núm. 2 y 3. Reproducido en Este País con permiso del autor y de la publicación. El autor es investigador de Boston College. Notas 1 Para una revisión amplia de la creencia de Pico en el poder del hombre de transformarse, ver Cassirer, E., The Individual and the Cosmos in the Renaissence Philosophy, University of Pennsylvania Press, 1963, pp. 83-88. 2 Este concepto de libertad lo encontrarnos también profundamente arraigado en el pensamiento político de Maquiavelo. En El Principe, Maquiavelo escribe: "Por lo tanto un príncipe prudente debe perseguir una tercera vía, escogiendo a los hombres sensatos de su Estado y garantizando que sólo ellos le digan la verdad y sólo en lo concerniente a las materias sobre las que él pregunte, y no sobre otras. Si les preguntara acerca de otras materias, debe escuchar sus opiniones, y entonces decidir por sí mismo lo que desee... El resto debes hacerlo M. Dios está dispuesto a hacer todo para no privamos de nuestra libre voluntad y de la porción de la gloria que nos pertenece (Machiavelli, N., The Prince, Bantam, Nueva York, 1981, p. 88)." 3 R. Descartes, "Meditations on First Philosophy", en S. Cahn (ed.), Classics on Western Philosophy, Hackett, Indianapolis, 1977. 4 Nicholas de Cusa, De conjecturis II, cfr. en Cassirer, E., "Giovanni Pico delta Mirandola. A Study in the History of Renaissence Ideas", en Paul Oscar Kristeller y Philip P. Wiener (eds.), Renaissence Essays, Harper, Nueva York, 1965, p. 87. 5 Este es un concepto que encontraremos en Descartes, el "primero" entre los filósofos mo-dernos. En la cuarta Meditación Descartes escribe: "Observo que la voluntad o la libertad de elección es tan grande en mí que no concibo la idea de algo mayor, hasta tal punto que la voluntad es la base principal de mi entendimiento de que yo genere una imagen y una apariencia de Dios. Aunque ésta esté en Dios mucho más que en mi... tomada formalmente, precisamente

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    como tal, no parece tan grande." Descartes, R. "Meditations on First Philosophy", en, S. Caba (ed.), Classics on Western Philosophy, Hacke Indianapolis, 1977, p. 430. 6 Cassirer, entre otros comentadores, probable. mente sobrestima este lado de la doctrina de Pico. Véanse Cassirer E., The Individual and the Cosmos in the Renaissence Philosophy, Uni. versity of Pennsylvania Press, 1963, pp. 80-90 Cassirer, E., "Giovanni Pico della Mirandola. A Study in the History of Renaissence Ideas", ea Paul Oscar Kristeller y Philip P. Wiener (eds.) Renaissence Essays, Harper, Nueva York, 1965 parte 11. Bibliografía Burckhard, J., The Civilization of the Renae ssance in Italy, Random House, Nueva York, 1954. Eckhart, M., Sermons and Treaties, Shaftesbu Rockport, 1987. Ficino, M., "Five Questions Concerning the Mind", en E. Cassirer (ed.), The Renaissance Philosophy of Mind, University of Pennsylvania Press, Philadelphia, 1963. Garin, E., Giovanni Pico della Mirandola. Vita e doctrina, Felice Le Monnier editore, Flores' cia, 1936. Kristeller, P., O., The Philosophy of Marcilto Ficino, Peter Smith, Glouchester, 1964. Eight Philosophers of' the Italian Renaissence, Stanford University Press, Stan-' ford, 1964. Petrarca, F., "The Ascent of Mount Ventoux", en E. Cassirer E., The Renaissance Philosophy of Man, The University of Chicago Press, Chicago, 1948. Pico delta Mirandola, G., Oration on the Dignity of Man, Gateway, Chicago, 1956. Of Being and Unit, Marquette University Press, Milwaukee, 1943. Roulier F., Jean Pic de la Mirandole (1436. 1494), humaniste, philosophe et theologian, Editions Slatkine, Génova, 1989. Traducción: AGB. Raza y racismo I Tolerancia

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    Raza y racismo II Tolerancia

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