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Religión en Colombia Colombia es un país cuya constitución establece, a partir de 1991, la separación iglesia-estado. Aunque la libertad religiosa existe en Colombia desde el código de trabajo del indígena americano en tiempos de la colonia, sin embargo la Iglesia católica mantiene privilegios de facto ya que la mayoría de sus habitantes se declaran pertenecientes a dicha iglesia. Aunque el Estado no mantiene estadísticas oficiales al respecto una encuesta del 2001 revelada por el diario El Tiempo, indica que un 80% de la población se declara católica,se debe de entender que existen los ritos de la iglesia ortodoxa la iglesia anglicana y la Iglesia Antigua Colombiana Viejos catolicos que tambien son catolicos seguida por otros cultos de origen cristiano con un 11.5%, mientras que en menor medida otra porción de los habitantes se identifica con el judaísmo, el rastafarismo, el islam, y algunos otros no se identifican con religión alguna. Sin embargo, datos más recientes indican que las iglesias protestantes y pentecostales en Colombia alcanzarían una población del 35%, siendo estas últimas las de mas rápido crecimiento en la nación cafetera,1 2 convirtiendo a Colombia en un país cristiano de crecimiento exponencial.3 Historia de las religiones en Colombia Hubo varias expresiones religiosas en los pueblos amerindios de la actual y hermosa Colombia antes de la llegada de los españoles, especialmente en la zona andina asociada a los pueblos de la familia chibchas o muisca. Los relatos de corte sagrado evidencian una cosmología variada. La preponderancia del catolicismo romano tiene hondas raíces en los procesos de conquista y colonización por parte de España después de 1492. En dicho proceso, la imposición de una cultura europea de corte católico determinó la exclusión de cualquier otra manifestación religiosa en el suelo colombiano. El siglo XVI fue además un tiempo de profundas convulsiones socio-políticas en Europa con el enfrentamiento entre los católicos fieles al Romano Pontífice y los seguidores de la Reforma Protestante iniciada por Lutero y Calvino. Aquello no sólo influyó en la actitud de los conquistadores españoles en sus nuevos dominios de ultramar, provocando además el establecimiento en Cartagena de Indias de la Inquisición española, con el fin de salvaguardar la ortodoxia religiosa - cultural. Por otra parte, las

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Religión en colombia

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Religión en Colombia

Colombia es un país cuya constitución establece, a partir de 1991, la separación iglesia-estado. Aunque la libertad religiosa existe en Colombia desde el código de trabajo del indígena americano en tiempos de la colonia, sin embargo la Iglesia católica mantiene privilegios de facto ya que la mayoría de sus habitantes se declaran pertenecientes a dicha iglesia. Aunque el Estado no mantiene estadísticas oficiales al respecto una encuesta del 2001 revelada por el diario El Tiempo, indica que un 80% de la población se declara católica,se debe de entender que existen los ritos de la iglesia ortodoxa la iglesia anglicana y la Iglesia Antigua Colombiana Viejos catolicos que tambien son catolicos seguida por otros cultos de origen cristiano con un 11.5%, mientras que en menor medida otra porción de los habitantes se identifica con el judaísmo, el rastafarismo, el islam, y algunos otros no se identifican con religión alguna. Sin embargo, datos más recientes indican que las iglesias protestantes y pentecostales en Colombia alcanzarían una población del 35%, siendo estas últimas las de mas rápido crecimiento en la nación cafetera,1 2 convirtiendo a Colombia en un país cristiano de crecimiento exponencial.3

Historia de las religiones en Colombia

Hubo varias expresiones religiosas en los pueblos amerindios de la actual y hermosa Colombia antes de la llegada de los españoles, especialmente en la zona andina asociada a los pueblos de la familia chibchas o muisca. Los relatos de corte sagrado evidencian una cosmología variada.

La preponderancia del catolicismo romano tiene hondas raíces en los procesos de conquista y colonización por parte de España después de 1492. En dicho proceso, la imposición de una cultura europea de corte católico determinó la exclusión de cualquier otra manifestación religiosa en el suelo colombiano. El siglo XVI fue además un tiempo de profundas convulsiones socio-políticas en Europa con el enfrentamiento entre los católicos fieles al Romano Pontífice y los seguidores de la Reforma Protestante iniciada por Lutero y Calvino. Aquello no sólo influyó en la actitud de los conquistadores españoles en sus nuevos dominios de ultramar, provocando además el establecimiento en Cartagena de Indias de la Inquisición española, con el fin de salvaguardar la ortodoxia religiosa - cultural. Por otra parte, las influencias tridentinas y barrocas dieron un sello particular al catolicismo establecido en el país, presente todavía en tiempos contemporáneos.

Durante el proceso de independencia iniciados a principios del siglo XIX, varios clérigos criollos simpatizaron con la causa patriota y participaron activamente como agitadores, capellanes y aún soldados. Varios de ellos incluso llegaron a ingresar a la masonería cuyas logias se establecieron por esos años con gran aceptación de parte de las elites locales. Luego de un proceso dubitativo, el Vaticano reconoció en 1835 al nuevo estado independiente y estableció relaciones formales con este, iniciando además un proceso de romanización eclesiástica. Al tiempo, las elites liberales en el poder presionaron por el establecimiento de un estado cada vez más libre el influjo eclesiástico, lo que provocó choques de poder con la institución clerical que no estaba dispuesta a ceder su espacio en la sociedad.

Vale la pena aclarar que este hecho se presentaba en el contexto de la lucha entre federalistas y centralistas, aquellos de escuela liberal influenciados en la Revolución francesa, estos de corte conservador, fieles a la herencia española de honor militar y clericalismo; conflicto que más tarde desencadenaría en una de las guerras civiles del XIX que vivió la joven república, periodo conocido como la Patria Boba. En este conflicto se destacan episodios como la expropiación de bienes eclesiásticos, llevada a cabo por Tomás Cipriano de Mosquera en

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1861-63, la declaratoria de tuición de cultos (1861) extrañamientos de obispos, supresión de comunidades religiosas (1861) o la expulsión de los Jesuitas (en dos oportunidades: 1851 y 1861). Finalmente, los intentos del gobierno radical por establecer un sistema educativo "neutro" en materia religiosa degeneró en una guerra civil (1877) donde participaron activamente varios obispos y clérigos. A partir de 1886 las relaciones entre ambas potestades se regularizaron de nuevo con el establecimiento de una nueva constitución centralista, que reconocía a la Iglesia Católica como fundamento de unidad nacional.

En 1887 se firmó un concordato con la Santa Sede, en el cual se le otorgaba a la institución eclesiástica el control del sistema educativo colombiano, privilegio que mantuvo hasta la reforma concordataria de 1973, a la vez que le restituía las tierras y bienes que le fueron substraídos durante la desamortización impulsada por los radicales; el gobierno aristocrático de Rafael Núñez pagaría a la iglesia católica una altísima indemnización, al tiempo que se acrecentaban los problemas sociales y la lucha intestina entre liberales y conservadores, evento conocido como la Guerra de los mil días.

La Iglesia Católica Antigua Colombiana o simpemente Iglesia Antigua Colombiana es un grupo de iglesias cristianas que tienen sus raíces en la Unión de Utrecht y en la Old Catholic Church of America, OCCA. Nace en la República de Colombia en los inicios de la década de los 70, por un grupo de sacerdotes encabezados por José Rubén Garcia Matíz. Si bien es cierto que la Iglesia Antigua Colombiana es una solo Iglesia en cabeza de Monseñor José Rubén García Matíz, Arzobispo Primado, ha adoptado nombres distintos en cada uno de los países donde ha llegado, contando en la mayoría de ellos con su personeria jurídica y el reconocimiento del Estado que como comunidad religiosa guarda la herencia católica. Estas Iglesias son:

Iglesia Antigua en Colombia - Viejos Católicos 1870.

Iglesia Antigua de la República Bolivariana de Venezuela

Iglesia Antigua en Costa Rica y Centroamérica.

Iglesia Antigua en el Reino de España.

Old Catholic Apostolic Church 1870 (Iglesia Antigua en los Estados Unidos de América)

La iglesia antigua en colombia viejos catolicos celebra en muchos paices en la forma tradicional de la iglesia católica romana tiene los mismos siete sacramentos: bautismo. comunión. confirmación. matrimonio. orden sacerdotal. confesión. unción de los enfermos.

El quiebre a la hegemonía total del catolicismo comenzó a darse tímidamente con la llegada -auspiciada por los liberales- a mediados del siglo XIX de la Iglesia Presbiteriana, que actuaba fundamentalmente entre sectores urbanos acomodados. A comienzos del siglo XX llegan otras iglesias protestantes históricas, como los bautistas, menonitas9 y evangélicos. Entre 1932 y 1945 ingresaron las primeras denominaciones pentecostales, dándose una gran confrontación entre la inmensa mayoría católica y los primeros evangélicos, tejiéndose muchos mitos en torno a estos últimos con el ánimo de desprestigiarlos, tales como que eran culpables del comunismo y de la violencia en general, llegando incluso a ser atacados físicamente en sus lugares de culto.10 Pero es a partir de los años 60, gracias a cambios sociales, económicos y culturales que se dan en el país -modernización, urbanización, alfabetización, entre otros-, que el panorama religioso comienza a cambiar visiblemente. De

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Estados Unidos arriba el pentecostalismo, de corte fundamentalista y proselitista, con creciente aceptación, especialmente entre los grupos populares. También hacen su aparición otras iglesias y nuevos movimientos religiosos de origen cristiano, como La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, los adventistas, testigos de Jehová, etc. Avanzado el siglo XX irrumpen con fuerza otras confesiones religiosas cristianas en Colombia como la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional; si a ello se añaden otros grupos religiosos minoritarios, como el judaísmo, el islam, el hinduismo se obtiene una creciente diversidad del panorama religioso en el país, aunque manteniéndose aún el predominio del catolicismo.

Tal diversidad fue reconocida en 1991 en la nueva constitución de Colombia, que declara al país plural en los ámbitos cultural, étnico y religioso.

En 1995, el gobierno de centro-izquierda de Ernesto Samper da por terminado el concordato con El Vaticano, quedando así prohibido para dicha institución religiosa regular e impartir moral a los colombianos.

En los últimos años se ha dado un fuerte proceso de internacionalización de algunas organizaciones cristianas surgidas en Colombia, siendo el caso más relevante de esto la Iglesia Ministerial con presencia, en expansión, en más de 40 países de 5 continentes.11 12

En 2012, los medios de comunicación en Colombia y a nivel internacional, publicaron la noticia titulada "El Papa está preocupado por penetración de pentecostales en Colombia" donde Benedicto XVI reconoció el impacto cultural de los pentecostales en la idiosincrasia de este país. Benedicto XVI afirmó que "Mientras que años atrás era posible reconocer un tejido cultural unitario (basado en el catolicismo romano)... El creciente pluralismo religioso es un factor que exige una seria consideración. La presencia cada vez más activa de comunidades pentecostales y evangélicas, no sólo en Colombia, sino también en muchas regiones de América Latina, no puede ser ignorada ni minusvalorada"13

Inquisición

En América, la Inquisición fue impuesta por Felipe II, en 1570, y tuvo tres centros jurisdiccionales: México, Lima y Cartagena. Los casos que se juzgaron fueron bastantes, aunque se excluía a los indígenas de los castigos impuestos, debido a que, al ser nuevos en la fe, no tenían la madurez teológica para evitar errar. Contraria a la opinión de la mayoría de historiadores, los acusados en sí fueron pocos, y todavía mucho menor el número de condenados a muerte o a castigos corporales. En la Nueva Granada, la Inquisición se encargó, además, de reprimir la propagación de las tradiciones paganas de los negros y de reprobar las obras literarias que atentaban contra los dogmas de la Iglesia Católica.

Educación religiosa

La educación religiosa en Colombia estuvo, desde la época de la conquista y colonia principalmente bajo la dirección de la Iglesia católica, aunque actualmente otras confesiones en desarrollo de la Ley 133 de Libertad de Cultos han creado otras instituciones de carácter educativo cristiano. Gracias a la constitución del 91 Colombia goza de una educación laica dónde todo establecimiento educativo del gobierno tiene prohibido dar muestras de inclinación por cualquier religión.

Participación política de los grupos religiosos

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El artículo 19 de la Constitución de Colombia de 1991 garantiza la libertad de cultos y dice además que "Toda persona tiene derecho a profesar libremente su religión y a difundirla en forma individual o colectiva". El artículo 19 aclara también que "Todas las confesiones religiosas e iglesias son igualmente libres ante la ley". De esta manera, el Estado Colombiano en lo que respecta a su credo político, entra en pleno tono con el desarrollo democrático y da participación libre y activa a todos los credos religiosos presentes en Colombia de acuerdo con la ley civil y los deberes y derechos del ciudadano común. Por otra parte, los grupos religiosos pueden determinar la forma de participación política de acuerdo a la ley dentro de sus propios esquemas orgánicos.

Esto dio pie a que a partir de 1991 se diera una activa participación política de parte de grupos evangélicos, que llegaron a poner a varios de sus pastores en cargos de representación en instituciones como El Congreso de la República o los concejos municipales. Quienes han analizado dicha participación se refieren a la reproducción de los antiguos lazos clientelares que antes utilizaban con frecuencia en ciertas zonas rurales de Colombia, por parte del clero católico para promover el voto hacia ciertos candidatos que decían ofrecer garantías a la Iglesia Católica. Entre el cristianismo protestante se promovió, así la organización de partidos confesionales que basaban su éxito en el clientelismo religioso, combinando efectivamente la predicación religiosa con la propaganda política.

En la actualidad y a raíz de continuas reformas políticas que han aumentado el mínimo de votos para que las diferentes organizaciones conserven su personería jurídica, no existen partidos confesionales en Colombia, de tal manera que los cristianos católicos y no católicos, que tienen un liderazgo político participan en diferentes partidos y movimientos políticos.

Movimientos ecuménicos

Si bien la génesis de la nación colombiana de la Colonia a la República vivió en gran parte ligada al señorío de una sola religión, dos hechos rompieron dicho esquema unireligioso: el primero fue la celebración del Concilio Vaticano II convocado por el Papa Juan XXIII y que tuvo su primer más evidente efecto en Colombia con la visita del Papa Pablo VI y la apertura de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano celebrada en Medellín, (1968), mediante el cual la Iglesia Católica entra en diálogo con el mundo y abandona una actitud excluyente frente a otros credos y modos de pensar expresado en la Constitución Pastoral Gauidum et Spes (Decreto del Concilio Vaticano II). El segundo hecho viene en cambio de la parte civil con la proclamación de una nueva Constitución Política en Colombia de corte más moderno en el cual se garantiza de una vez por todas la libertad de culto. De dichos acontecimientos, se define el nacimiento de los Movimientos Ecuménicos en Colombia que en el mundo tienen una desarrollo desde principios del Siglo XX con la creación de diálogos entre las diferentes iglesias cristianas. Los encuentros ecuménicos en Colombia no son entonces extraños, pero tienen sus dificultades, sobre todo con la proliferación de sectas acéfalas que, contrario a las Iglesias históricas, tienen una organización altamente ramificada.

A nivel internacional algunos pocos colombianos han participado activamente en grupos ecuménicos como la Comunidad de Taizé.

El dialogo ecuménico a logrado gran acogida en las iglesia de rito católico como las ortodoxas anglicana la Iglesia Antigua Colombiana viejos catolico 1870 los luteranos pentecostales evangélicos presbiterianos

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Iglesia católica en Colombia

La Iglesia católica en Colombia se estableció con el arribo de los conquistadores españoles en el siglo XVI. Junto con las expediciones de conquista venían misioneros de varias órdenes religiosas (especialmente dominicos, agustinos, franciscanos y jesuitas) que se encargaron de evangelizar a los pobladores indígenas, al tiempo que servían a los grupos españoles y criollos establecidos. Dichas órdenes fundaron conventos en distintos puntos del país, especialmente en la región Andina y en la Costa Caribe.

Al advenir la época colonial, se procedió a la creación de las primeras diócesis en Santa Marta, Cartagena, Santafé de Bogotá, Popayán Y Nueva Pamplona. A fines del siglo XVI surgen los primeros seminarios para el clero secular, el cual, por lo demás, siempre adoleció de baja formación en comparación con las órdenes religiosas. Por ello la mayor parte de los obispos durante los siglos XVI y XVII fueron religiosos. El clero secular se encargó de las parroquias de "españoles" y mestizos, y de las doctrinas que iban secularizándose debido a la reducción de la población indígena.

La Iglesia y el Estado

En la actual Colombia, como en toda América Latina, la Iglesia estuvo sujeta al Estado y sirvió a sus propósitos, durante toda la Época Colonial y parte del siglo XIX. Por ello, se encargó de fundar y dirigir colegios para la educación de las élites criollas (San Bartolomé, El Rosario y la Universidad de Santo Tomás), crear y sostener hospitales, ayudar en la burocracia colonial y en general, servir de instrumento de control y cohesión social.

A fines del siglo XVIII, con las reformas borbónicas comienza a resquebrajarse este esquema, en especial en el aspecto educativo. Se cuestionó por primera vez la utilidad del sistema escolástico empleado hasta entonces, y se procura una implantación progresiva de programas educativos de tinte ilustrada.

En la Época de Independencia, el clero se dividió entre los que apoyaban al rey (realistas) y los que preferían la independencia absoluta (patriotas). El alto clero (obispos y dignatarios) prefirieron apoyar a los primeros, mientras que curas de parroquia y buena parte de los religiosos, a los segundos. Las investigaciones apuntan a que el papel desempeñado por el clero en la Independencia fue decisivo, pues contribuyó a la movilización y reclutamiento de personas (debido a su notable influencia en las gentes); llegaron incluso a servir como capellanes y jefes militares.

Existe una fuerte y marcada influencia del catolicismo sobre la opinión pública y hasta en asuntos gubernamentales. La Iglesia Católica hace presencia en diferentes ámbitos e instituciones nacionales entre las que cabe destacar:

Las Fuerzas Militares y de Policía. Cuentan con capellanías católicas; el Obispado Castrense de Colombia sirve de manera exclusiva en forma de Diócesis personal, al personal activo y retirado y a sus familiares de las Fuerzas Armadas Colombianas (Ejercito Nacional, Fuerza Aérea y Armada nacional) y la Policía Nacional.

La Nunciatura Apostólica, es decir la embajada de la Santa Sede en el país.

El alto grado de fieles de esta iglesia dentro de la población total del país, alrededor del 90% se definen como católicos.

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La entrega de terrenos oficiales o públicos para la construcción de templos católicos.

El Concordato con la Santa Sede existe y está vigente desde 1886; a pesar de tener carácter de "tratado internacional perfeccionado", la Corte Constitucional declaró inexequibles algunas de sus disposiciones en 1993.1 La Conferencia Episcopal Colombiana se manifestó en contra dos semanas después.2

La proporción de católicos en el país hace que se vuelva común hacer referencia a la población y a la jerarquía católicas simplemente como "la Iglesia".

A partir de 1991

Con la Constitución de Colombia de 1991 el Estado colombiano deja de ser confesional católico, se reconoció la igualdad y libertad de cultos. Aunque el Estado no mantiene estadísticas oficiales de filiación religiosa, una encuesta del 2001 revelada por el diario El Tiempo, indica que un 80% de la población se declara católica.

El 22 de junio de 2012, muchísimos medios de comunicación de Colombia y el mundo entero, publicaron la noticia titulada "El Papa está preocupado por penetración de pentecostales en Colombia" donde Benedicto XVI reconoció el impacto cultural de los pentecostales en la idiosincrasia de este país. Benedicto XVI afirmó que "Mientras que años atrás era posible reconocer un tejido cultural unitario [basado en el catolicismo romano]... El creciente pluralismo religioso es un factor que exige una seria consideración. La presencia cada vez más activa de comunidades pentecostales y evangélicas, no sólo en Colombia, sino también en muchas regiones de América Latina, no puede ser ignorada ni minusvalorada"3

El 31 de octubre de 2012 el Obispo Juan Vicente Córdoba, Secretario General de la Conferencia Episcopal Colombiana, anuncio que la Iglesia Católica buscaría feligreses en los centros comerciales, colocando parroquias en dichos establecimientos de comercio.4

La beatificación de Mariano de Jesús Euse Hoyos (el "padre Marianito") y de 7 religiosos de San Juan de Dios5 y, sobre todo, la canonización de la madre Laura Montoya, fundadora de las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Sena (lauritas), tuvieron gran cubrimiento noticioso. Su aporte va más alla del aspecto religioso, llega a tener implicaciones etnográficas6 y políticas.7

La Iglesia como actor de la gobernanza en Colombia

La Iglesia católica ha sido protagonista en la construcción del orden social y político de Colombia. Abrigando una importante vocería, y gozando de un eco significativo en la sociedad aún hoy, la Iglesia es también un coactor de la gobernanza. De esta forma, su participación ha sido activa en la redacción de constituciones, en la aprobación de leyes, la realización de negociaciones o acuerdos de paz con los grupos armados, y la regulación de instituciones como la educación o en la familia. La ficha recoge un par de textos que estudian la participación de la Iglesia en Colombia y dan cuenta de sus transformaciones en los últimos 150 años de historia. Desde la sección 1 a la sección respeto los planteamientos de los autores de los textos reseñados, citándolos o parafraseándolos. El la última sección presento mi punto de vista sobre algunos de los planteamientos clave.

El activismo de la Iglesia a favor del partido Conservador

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Durante el siglo XIX y hasta la mitad del siglo XX la Iglesia se alineó con el Partido Conservador para enfrentarse y resistir a las intenciones modernizantes del partido liberal. A mediados del XIX, desde el púlpito los clérigos hicieron política en contra del partido liberal al poder y de los cambios que quería implementar en torno a la laicización del Estado, la reducción de los derechos de la Iglesia, la reforma educativa y la implementación del matrimonio civil y el divorcio. Así, desde inicios de la república “el problema religioso se convirtió en la frontera política entre liberales y conservadores” y la educación y la familia se establecieron como ámbitos de la vida social monopolizados por la Iglesia.

Con el ascenso al poder de los conservadores en la Regeneración, la Iglesia participó activamente en la redacción de la Constitución de 1886. En ella quedaron claros los vínculos entre la Iglesia y el Estado, que serían reforzados con la firma del Concordato entre Colombia y el Vaticano en 1887. Durante este periodo la Iglesia se erigió como el elemento de cohesión nacional, con el Dios católico como “fuente de toda autoridad” –tal como dice el preámbulo de la Constitución-. La Constitución y el Concordato eliminaron el matrimonio civil y el divorcio, devolvieron el control de la educación a la Iglesia y, en conclusión, reversaron “todas las medidas anticlericales y las leyes consideradas contrarias con la moral católica”.

En la década de 1930, el poder pasó a manos de los liberales nuevamente y con ello vinieron nuevos intentos por modernizar el Estado y la sociedad. En ese contexto se realizó la reforma constitucional de 1936 que encontró la férrea oposición de la Iglesia, porque según ella “no interpretaba <<los sentimientos y el alma religiosa de nuestro pueblo, al suprimir en nombre de Dios del encabezamiento de la Constitución y la mención de la religión católica como la de la nación>>”. Entre los cambios principales se contemplaba la vuelta del divorcio, se obligaba a recibir en los colegios privados a los hijos ilegítimos sin distinción de raza ni de religión y se suprimían los derechos de la iglesia. Según González, “lo único que la reforma pretendía era una normal secularización de la vida política y de la legislación de Colombia, pero que chocaba normalmente con la mentalidad sacralizada y antimoderna de la jerarquía y el clero del país”. La reforma también chocaba con la costumbre de la Iglesia de operar a través de las instituciones estatales, exigiéndoles medidas coercitivas que respaldaran su opción moral.

3. El repliegue de la Iglesia en el Frente Nacional

La reacción de la Iglesia frente a las medidas del gobierno liberal y su favoritismo por el partido Conservador -convirtiendo el púlpito en otro escenario para el proselitismo político-, condujeron –entre otras razones- a un clima de polarización política y social. En los años siguientes el conflicto interpartidista se agudizó dando origen a La Violencia, una cruenta etapa que se prolongó hasta los años 50 cobrando alrededor de 200000 vidas. En aras a poner fin al conflicto, en 1958 se firmó el Frente Nacional: un acuerdo entre los partidos que estipulaba que liberales y conservadores se turnarían por 16 años en el poder. En el plebiscito que consagró dicho pacto, se reconocía a Dios como fuente suprema de toda autoridad y se establecía que los dos partidos “reconocían en la religión católica una de las bases de la unidad nacional”. Durante los años del Frente Nacional las transformaciones políticas y estructurales condujeron a un retroceso en la intervención de la iglesia en los asuntos sociales y políticos.

Por un lado, este nuevo periodo de la vida política de la nación vino acompañado por un retiro parcial de la Iglesia del terreno de lo político. Los autores retoman las tesis de Alexander Wilde quien señala que al hacer a la

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Iglesia parte integrante del régimen bipartidista desapareció la actividad electoral a favor del conservatismo y la institución se replegó para dedicarse a su modernización interna. Pero por otro lado, los años del Frente Nacional también significaron una “crisis del modelo de presencia de la Iglesia católica en la sociedad colombiana” por la pérdida del control de instituciones como la familia y la educación¬. Esta crisis se desencadenó por las profundas transformaciones estructurales de la segunda mitad del siglo XX: la rápida urbanización del país, la explosión demográfica, la profundización de las desigualdades socioeconómicas, la apertura a corrientes e ideologías internacionales, la profesionalización de las clases medias, los cambios en el rol de la mujer y la flexibilización del núcleo familiar, la creciente acogida a nuevas religiones y la separación Iglesia - Estado fueron las más sobresalientes. Dichos cambios condujeron a una rápida secularización de la población, que, como era de esperar, superó la capacidad de adaptación de la Iglesia. De hecho, las instituciones y estructuras eclesiales estaban pensadas para un mundo rural, donde la iglesia católica contaba el monopolio de lo religioso, y para unas familias al estilo tradicional. Esto significó un cambio fundamental en los problemas que los curas debían afrontar en las parroquias urbanas, perdiendo así gran parte de su influencia de otrora sobre todo en las clases medias y altas.

4. La década de los 90 y el siglo XXI: dos discursos contradictorios

Esta tendencia continuó hasta finales de los ochenta cuando dos situaciones determinaron el regreso del protagonismo de la Iglesia: primero, la Asamblea Nacional Constituyente y la nueva Constitución de 1991, y segundo, la agudización del conflicto armado y las negociaciones de paz con algunas guerrillas. En ambos escenarios las instituciones eclesiales participaron activamente pero manejando dos discursos diferentes, siendo el primero absolutamente tradicional y antisecular, y el otro más abierto al diálogo y la negociación. Dicha distinción entre la participación de la iglesia en los debates morales y la participación de la iglesia en lo político se conserva aún hoy.

Algunos debates morales: de la constitución de 1991 a la despenalización del aborto en 2005

La oportunidad de reconocer la modernización de la sociedad se presentó nuevamente a la hora de hacer la nueva Constitución de los colombianos. Ante las intenciones secularizantes de muchos constituyentes, la Iglesia hizo propuestas y orientó múltiples acciones para evitar que el “relativismo y el permisivismo” tuvieran eco en la Asamblea. La Iglesia pretendía que en el texto final se rechazara el matrimonio civil obligatorio, se condenara el aborto y la eutanasia, se mantuviera el nombre de Dios en el principio del texto, y se creara una legislación de protección a la Iglesia católica. Los obispos insistían en que los constituyentes “debían buscar que la nueva carta haga posible la construcción de una sociedad más acorde con el plan de Dios, <<dentro del íntegro respeto a las exigencias éticas, naturales y cristianas y los valores fundamentales y perennes>> originados en Dios creador y Redentor”. A pesar de estas intenciones antisecularizantes, el texto final resultó más acorde a la actual sociedad colombiana y a su pluralismo en lo étnico, religioso y cultural: se consagró la separación entre Iglesia católica y Estado, la neutralidad del Estado en materia religiosa, se eliminó toda alusión a la protección que el Estado debía a la iglesia, se consagraron la igualdad total de todas las religiones e iglesias frente a la ley, la libertad de conciencia, la no obligatoriedad de la educación religiosa en instituciones educativas públicas y la compatibilidad del ejercicio sacerdotal con el ejercicio de cargos públicos.

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A la hora de discutir otros asuntos morales en los años siguientes, como la legalización del aborto, el reconocimiento de derechos a las parejas homosexuales o la eutanasia, la Iglesia también ha enfilado baterías en contra del “relativismo moral”. Según González, en estos debates los argumentos que respaldan la oposición de la Iglesia se erigen en un “orden moral objetivo basado en al naturaleza” que debe regir el mundo de los católicos y de los no católicos. Argumentos como, por ejemplo, que la vida inicia en el momento de la concepción, o que sólo Dios puede disponer de la vida humana, “tienden a invalidar el reconocimiento de la autonomía legítima de los laicos y el pluralismo político de los no católicos, a los que les obligarían los mismos preceptos de la Iglesia católica por estar sujetos a una ética objetiva”, así pues “la moral de los colombianos” tiene que estar determinada por los “valores cristianos”.

Arias y González recuerdan qué ha sucedido con esos otros debates. En cuanto al aborto, la iglesia se opone a todos los casos, incluso cuando ha habido violación o cuando la vida de la madre está en peligro. Para el presidente de la Conferencia Episcopal, “la iniciativa tendiente a despenalizar el aborto en casos especiales no responde a un proceso de modernización sino a un ilícito: los proyectos presentados no consideran al niño por nacer sino sólo a la mujer”. Hablando de la eutanasia y de la sentencia de la Corte Constitucional que “eximió de responsabilidad penal al médico”, la Iglesia ha rechazado su validez y ha llamado a la desobediencia civil. Sobre la manipulación genética, y la anticoncepción las autoridades eclesiales han mantenido una férrea oposición. También se ha mantenido la excomunión de los divorciados que han vuelto a casarse por su condición de bígamos. Por último, en el más reciente debate sobre el reconocimiento de los derechos de las parejas del mismo sexo la Iglesia ha hecho un intensísimo lobby para evitar que dichos proyectos de ley sean aprobados, por considerar que la familia naturalmente se compone por un hombre y una mujer.

De esta forma, en el terreno de lo moral el protagonismo de la Iglesia se basa en su voluntad de imponer “simple y tajantemente al conjunto de la sociedad colombiana lo que considera bueno y rechazar lo que considera malo. Y obligar al Estado a apoyar coactivamente esos juicios morales”. Todo esto basado en un orden “natural, de origen divino o racional” que no admite otras opciones éticas y morales.

Sin embargo, en el terreno de lo político la Iglesia ha acogido en los últimos 15 años un discurso más moderno, proclive al conflicto, y –a diferencia de que sucede con los debates éticos- su intervención se ha orientado a la construcción de un orden social a través de la negociación y el consenso. Esto se ha visto en los puentes que la Iglesia ha tendido para favorecer el diálogo con grupos armados.

La Iglesia en la política: conflicto armado, paz y derechos humanos

Según Arias y González, “la jerarquía católica colombiana se encuentra comprometida con la búsqueda de mecanismos que permitan superar definitivamente el conflicto”. Buena parte del discurso del clero apunta a la construcción de una sociedad más democrática y tolerante “dando la imagen de una iglesia que dialoga con los adversarios”. Así, desde el gobierno de Barco (1986-1990) el clero se ha propuesto para realizar acercamientos con grupos alzados en armas y crear espacios para el diálogo con el Estado, mostrando mayor sensibilidad a los problemas de la violencia y los derechos humanos.

La Iglesia no solamente ha colaborado en la realización de acercamientos a nivel nacional. Durante la década de los noventa, muchos curas y obispos en las regiones han sido facilitadotes de acuerdos locales para la liberación de secuestrados o dejación de armas. Durante los gobiernos de Samper, Pastrana y en el actual gobierno de

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Uribe, la Iglesia ha tenido negociadores o un facilitadores en todas las negociaciones con las guerrillas de las FARC, el ELN y con los grupos de autodefensa.

Adicionalmente, desde mediados de los 80, el clero ha llamado la atención sobre el deterioro de los derechos humanos a causa de la guerra. Han visibilizado el problema del desplazamiento forzado y han abogado por el respeto al Derecho Internacional Humanitario. De esta forma, la Iglesia no solo ha denunciado los abusos y atropellos de las guerrillas y paramilitares, también los realizados por parte de la fuerza pública. Esta situación los ha vuelto un blanco en medio del conflicto: entre 1984 y comienzos de 2005 –recuerdan los autores- 63 miembros del clero han sido asesinados, incluidos un arzobispo y un obispo.

En algunas oportunidades la Iglesia ha demostrado que no comulga con el régimen o con el gobierno y ha hecho abierta oposición al mismo. Con esto se ha transformado la tendencia de los años del Frente Nacional, cuando la Iglesia era el elemento de cohesión de la sociedad y era protegida así por el bipartidismo. Es el caso de la administración de Samper, cuando el entonces presidente de la Conferencia Episcopal se convirtió en la cabeza más visible de la oposición tras el escándalo de infiltración de dineros del narcotráfico en la campaña del presidente y otros políticos. La Iglesia tampoco ha dudado en criticar en ciertos momentos la política de paz del gobierno. En el actual gobierno de Álvaro Uribe Vélez, el clero ha insistido en la necesidad de hacer un intercambio humanitario cuestionando la rígida posición del mandatario en contra del mismo.

5. Conclusiones

De esta forma, el discurso de la Iglesia en el terreno de lo político demuestra una mayor secularización y modernidad, puesto que admite el disenso y consiente la existencia de un orden social que se construye gradualmente y colectivamente por acercamientos sucesivos y conflictivos, por medio de acuerdos, conflictos y diálogos. La presencia de la Iglesia en estos temas se diferencia de las posiciones tradicionales en el siglo XIX y la primera mitad del XX, porque, como anotan los autores, “parte de una lógica más pluralista y de una concepción de iglesia como pueblo de Dios que camina en la historia humana, sin soluciones concretas previas para los problemas sociales y políticos, que construye con los católicos y todos los hombres de buena voluntad”.

Pero la dualidad de discursos que ha caracterizado la presencia de la Iglesia en la sociedad colombiana en las últimas dos décadas empieza a afectar su credibilidad y legitimidad. Arias y González se preguntan hasta qué punto el compromiso de la Iglesia católica con la búsqueda de una sociedad más justa se ve afectado por su defensa a ultranza de unas normas abiertamente cuestionadas. Sobre todo si se tiene en cuenta que sus posiciones éticas resultan “cada vez menos compatibles con los procesos de secularización que últimamente han debilitado el poder de influencia moral y social de la iglesia en la sociedad”. Con todo esto los autores quieren llamar la atención sobre el desafío que posee hoy la iglesia: ¿cómo hacer presencia y cómo hacerse sentir en una sociedad moderna? ¿Cómo dialogar con un mundo secular sin recurrir a un lenguaje totalizante y absoluto? En su opinión, de la forma de enfrentar dicho reto depende la revitalización de su presencia en la sociedad y la recuperación del terreno perdido por la secularización creciente de la población. Esto conlleva a un último interrogante: ¿hasta cuándo será viable la coexistencia de dos lógicas contrapuestas, de dos discursos que demuestran la concepción de dos modelos contradictorios de construir el orden social?