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Revista Galega de Economía Vol. 25-3 (2016)

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REFLEXIONES SOBRE RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL, RESPONSABILIDAD PÚBLICA Y LA SOSTENIBILIDAD MEDIOAMBIENTAL

Elena Inglada Galiana ([email protected]) José Manuel Sastre Centeno ([email protected])

Departamento de Economía Financiera y Contabilidad. Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, Universidad de Valladolid (España)

Resumen. El artículo expone la problemática que supone promover la sostenibilidad por medio de la responsabilidad social y la responsabilidad pública. Ambas adoptan una ética ciudadana que enlaza el humanismo, la protección al medio ambiente y el desarrollo económico necesario para proporcionar los elementos materiales que garanticen un nivel de vida digno. La problemática estriba en que los dos términos de la ecuación sean compatibles para que lleguen a una solución. La responsabilidad social y la social empresarial son dos factores necesarios para establecer un marco social dinámico y sostenible dentro de una estructura capitalista, lo cual obliga a ciudadanos y empresas a un consumo responsable y a una inversión responsable y sostenible. La responsabilidad de los poderes públicos es procurar las medidas coercitivas necesarias para mantener el equilibrio. Y la de los tres factores, ciudadanos, empresas y poderes públicos, será luchar por una sostenibilidad posible. Palabras clave : Responsabilidad, sociedad, sostenibilidad, inversión, precio justo, humanismo. CLAVES ECONLIT: M140, O130, O440 Reflections on social responsibility, accountability and sustainability Abstract. The article discusses the problems posed by the promotion of sustainability through social responsibility and public accountability. Both adopt a citizen ethic linking with humanism, environmental protection and the economic development needed to provide the material elements that ensure a decent standard of living. The problem is that the two terms of the equation need to be consistent to find a solution. Social responsibility and corporate social are two factors needed to establish a dynamic and sustainable social framework within a capitalist structure, which requires citizens and companies to develop responsible consumer habits and responsible and sustainable investment strategies. The responsibility of government is to ensure the enforcement measures necessary to maintain the balance. And the three factors, citizens, businesses and public authorities, to fight for a potential sustainability. Keywords: Responsibility, partnership, sustainability, investment, fair price, humanism 1. INTRODUCCIÓN. Aun cuando la eclosión de la responsabilidad social y pública asociada a la sostenibilidad es un concepto que parece muy moderno, tiene un largo recorrido en la sociedad en general y en el sector empresarial en particular. Cierto que no siempre ha sido denominada así, pero el proceso que ha conducido al actual concepto se inició en la primera revolución social y fue considerada por economistas tan clásicos como Adam Smith, quién advirtió sobre la necesidad de


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que la sociedad respaldase y controlase las actividades de los promotores de negocios dado que la ética ciudadana no podía ser ignorada por ellos. Tanto los socialistas utópicos, el caso de Robert Owen en New Lanark un proyecto fundado en 1785 y que duró hasta 1968, o los desarrollos cooperativistas de los socialistas cristianos, sin olvidar los precursores que se pueden clasificar más dentro del humanismo, como el caso de Peter Corneluis Plockboy (1659) o John Bellers (1695), encuentran en el cooperativismo una manera de asumir la responsabilidad social, la pública y un factor de sostenibilidad. Incluso podemos encontrar la responsabilidad, tanto la social como la pública, en obras como La República de Platón (428-347 a. de C.), la Utopía de Tomás Moro (1480-1535), La Nueva Atlántida de Francis Bacon (1561-1626) o El Viaje a Icaria de Etienne Cabet (1788-1856), que revelan un fuerte interés en organizar una sociedad más justa, equitativa, fraternal, que suprima las desigualdades y preserve el patrimonio común de la humanidad. La Revolución Industrial (1750-1850) cambió el panorama productivo pasando del trabajo manual, la manufactura, a la producción maquinizada, la fabril. Lo cual tuvo amplias consecuencias en la industria y la economía, pero más aún en la sociedad y, consecuencia de esta incidencia en lo social, se produjo la formación de dos clases que devinieron en fundamentales en el siglo XIX y XX: la burguesía y el proletariado. No fueron las únicas consecuencias. Si bien el estadio anterior, identificado con el Antiguo Régimen, no era ni mucho menos un paraíso en la Tierra, las nuevas relaciones entre los individuos que conformaban las dos clases entraron en conflicto prácticamente de inmediato. El capitalismo salvaje por una parte y el Estado en manos de la clase burguesa, provocó que las clases obreras, durante este primer periodo de la Revolución Industrial, se viera abocadas al hambre y a la explotación. Las onerosas condiciones de trabajo se sumaron a un deterioro del medio ambiente, especialmente el medio ambiente en el que vivían los proletarios, sin que existiesen instituciones interesadas tanto en el bienestar de la mayor parte de la población como en los efectos de la industrialización sobre dicho medio ambiente. Gráfico 1º.- Índice de Desarrollo Humano y el nivel de consumo de un país medido según la huella ecológica.


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La Gráfica evalúa el Índice de Desarrollo Humano y el nivel de consumo de un país medido según la huella ecológica. (Fuente New East Foundation, 2009). El gráfico anterior muestra la huella ecológica, siendo éste un indicador del impacto ambiental generado por la demanda humana que se hace de los recursos existentes en los ecosistemas del planeta, relacionándola con la capacidad ecológica de la Tierra de generar sus recursos, New East Foundation( 2009). En este contexto aparecen los primeros intentos de promover alternativas a la situación existente, desde unos iniciales atisbos de responsabilidad social que, enlazando con etapas anteriores, fueron el sustrato de los desarrollos futuros. Los planteamientos cooperativos son la primera de las propuestas para una oposición activa, no tanto a la Revolución Industrial como a sus consecuencias sociales y medio ambientales. Estas proposiciones están dentro de una segunda revolución que se desarrolla paralelamente a la Revolución Industrial y, en buena parte, es consecuencia de esta. Se trata de la Revolución Liberal que partiendo de las convulsiones, especialmente las intelectuales, del siglo de las Luces llevan hacia finales del siglo siguiente, el XIX y el XX, a una nueva concepción de la economía, la industria, la sociedad y, de manera especial, la introducción de la variable del medio ambiente. 2.- La introducción del concepto responsabilidad. El concepto de responsabilidad social en el siglo XIX y principios del XX se expresa a través de donaciones de tipo filantrópico por parte de las grandes corporaciones, las empresas en general y algunos magnates, que se canalizan a través de instituciones como las Universidades o entidades dedicadas a las obras sociales. Esta situación se mantiene hasta el crack de 1929, en el que se produce una amplia controversia sobre la responsabilidad social de las empresas y, más concretamente, de sus directivos. La cuestión debatida se centraba en si la responsabilidad de las empresas era para con sus accionistas o con la comunidad. En 1953 aparece un libro titulado Social Responsibilities of the Businessmen de Bowen en el que se habla, por primera vez, de las responsabilidades sociales de los empresarios y de sus actuaciones respecto a los objetivos y necesidades de los entornos sociales en los que están asentadas. A partir de este momento, la expansión del concepto y, lo que es más importante, de la concienciación de amplios sectores empresariales en la necesidad de una nueva política de colaboración con la sociedad, consecuencia del reconocimiento de las corporaciones de su responsabilidad, cambió la concepción de la empresa y la percepción por la sociedad de dicha empresa como un organismo, cuando menos, indiferente con los avatares sociales o, en ocasiones, francamente enfrentada a su entorno. Sin embargo, en la década de los ochenta, hay un cierto retroceso en la asunción de responsabilidades sociales por las empresas a consecuencia del neo liberalismo que, comenzando por los EE.UU., se extendió por todo el mundo. Fue, de momento, la última reacción del capitalismo y la libre empresa, seguramente consecuencia de la desaparición de la URSS. Los años noventa y primeros del siglo XXI recuperaron el pulso sobre la responsabilidad social de las empresas de manera paralela a varios


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grandes escándalos, que se denunciaron en estos años en los que grandes corporaciones vulneraron los derechos de los ciudadanos1. Pero también se asoció este rebrote de la responsabilidad de las empresas a una fuerte preocupación de todo el mundo por los deterioros del medio ambiente que comenzaron a evidenciarse como altamente preocupantes. En la actualidad, la responsabilidad social, junto con la política se enmarca en un movimiento global que incluye la responsabilidad medioambiental, la ética empresarial, la ética ciudadana y la responsabilidad política que, en conjunto, conforman una nueva ideología humanista, cuyos objetivos son aumentar el nivel de vida pero más especialmente la calidad de la misma en todo el mundo. 2.1.- Definiciones La Responsabilidad Social es una estrategia de vida y también una ética. Quijano (1998: 172) considera que es necesario “…asumir la responsabilidad social como el locus para desarrollar y ejercer la integridad ética, la formación para el entendimiento social, la sensibilidad estética, la idoneidad profesional, la solidaridad social y la conciencia ambiental”. No existe, en la doctrina, un consenso sobre una definición de la responsabilidad social empresarial ya que, en buena parte, esta depende de la perspectiva desde la que se aborda la cuestión. El Libro Verde la Unión Europea sobre RSE, la define como: “Integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y en sus relaciones con sus interlocutores”. Una definición más amplia es la del Foro de Expertos del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (2005), que dice es: “…además del cumplimiento estricto de las obligaciones legales vigentes, la integración voluntaria en su gobierno y su gestión, en su estrategia política y procedimientos, de las preocupaciones sociales, laborales, medioambientales y de respeto de los derechos humanos que surgen de la relación y el diálogo transparentes con sus grupos de interés, responsabilizándose así de las consecuencias y los impactos que se derivan de sus acciones. Una empresa es socialmente responsable cuando responde satisfactoriamente a las expectativas que sobre su funcionamiento tienen los distintos grupos de interés”. Para Moneva (2005: 43) la RSE es “introducir elementos de dirección y de gestión orientados a innovar y mejorar el impacto de las empresas, de forma que generen externalidades socialmente responsables”. Aldo Olcese (2014), liga la RSE con la sostenibilidad de las empresas a largo plazo y dice que “…el mundo de la empresa puede y debe construir una propuesta de valor frente al conjunto de la ciudadanía, mediante la que se pueda garantizar mejor la sostenibilidad de las empresas a largo plazo, tanto en rentabilidades como en su impacto positivo en la sociedad en su conjunto” Un grupo de especialistas en la materia opina que la primera responsabilidad social de una empresa es ofrecer buenos productos, a un precio adecuado y realizar beneficios. Entre ellos está Drucker quién dice sobre la RSE: “Sabemos que su primera responsabilidad sociales hacer su trabajo. Sabemos que, en segundo lugar,

1 Como los escándalos de la WorldCom por un multimillonario fraude contable; Enron que provocó la caída de Arthur Andersen o Tyco que se trata más bien de una estafa o simple robo, eso sí, multimillonario también.


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son responsables de su impacto sobre las personas, y la comunidad en general. Y sabemos, finalmente, que actúan de modo irresponsable si van más allá de lo necesario para realizar su tarea, sea ésta cuidar enfermos, producir bienes o promover enseñanza.” 2.2.- La responsabilidad pública. El problema de la responsabilidad pública de las empresas también depende de la perspectiva desde la que se analice. Una empresa puede ser muy responsable socialmente y contribuir al bienestar de su entorno social e, incluso, a promover la calidad de vida de los ciudadanos, incluida la sostenibilidad de la propia empresa, del medio local y del medioambiente general, pero si el producto es antisocial ¿puede dicha empresa considerar que cumple con sus compromisos sociales?

Gráfico 2º.- Consumo de combustibles fósiles.

Consumo de combustibles fósiles. El problema de los combustibles fósiles es que sus emisiones de CO2 atacan a la sostenibilidad del medio ambiente y favorecen el efecto invernadero. Pero, por otra parte, el es un recurso con un alto poder calorífico (Fuente: Síntesis del MEM, 2012. CNEA) El ejemplo más paradigmático son las que producen y venden tabaco. Si la responsabilidad social de la empresa se limita a “hacer su trabajo” la tabacalera cumple con los requisitos, y aun puede cumplirlos excelentemente. Pero si la empresa debe ser “responsable de su impacto sobre las personas”, la tabacalera, los fabricantes de armas, o de bebidas alcohólicas, no cumplen con su responsabilidad pública dado que sus productos afectan negativamente a la sociedad. Por cuanto la responsabilidad no es un valor que queda cerrado dentro del ámbito individual, sino que trasciende hacia los demás, hacia la sociedad. La responsabilidad, o no responsabilidad, de una empresa se proyecta sobre la sociedad en la que estar inserta2. Toda la actuación pública de la empresa, y los productos que produce, son la mayor de sus exposiciones públicas, incide en la

2 Marrero (1999, p. 124-125) dice al respecto: “Todo acto humano acarrea consecuencias sociales, por lo tanto, ninguna acción personal debe acometerse con prescindencia de sus consecuencias en los otros. Por lo contrario, la edificación del bien común demanda de cada actuación individual la consideración política de las consecuencias o repercusiones sociales, y obliga entonces a enderezar, en todo caso, los logros del interés particular en función social, en orden al bien común”.


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sociedad y las consecuencias que provoca en la misma no sólo son públicas sino también políticas. La responsabilidad pública de las empresas está en lo que producen, pero también en cómo lo produce. Las empresas son responsables de sus sistemas de producción como lo son de los impactos que el producto puede ocasionar en la sociedad. Esta responsabilidad es tanto social como pública por cuanto internaliza la responsabilidad, pero también la externaliza. Hay dos formas de ver estas responsabilidades: dejarlas en manos de los valores que pueda tener la propia empresa y sus conceptos de responsabilidad o establecer controles sobre las empresas. En la práctica coexisten las dos formas, las empresas están interesadas en preservar el medio ambiente y los poderes públicos lo están aún más. Lo cual implica una colaboración, no siempre llena de buena voluntad, no siempre efectiva, pero necesaria. En este contexto, la responsabilidad pública de la empresa se enfrenta directamente con la problemática de la sostenibilidad, el tercero de los factores que nos hemos propuesto enlazar en el concepto general de la responsabilidad empresaria. 2.3.- La sostenibilidad. El desarrollo sostenible, para Harlem Brundtland (1987) es “aquel que garantiza las necesidades del presente sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”3. La sociedad actual tiene un problema grave para compaginar la economía globalizada, la necesidad de aumentar los beneficios de las empresas, la demanda de calidad de vida, la presión demográfica, el consumo de energías no renovables y la demanda de la sociedad de medidas que protejan el medio ambiente y promuevan el desarrollo humano sostenible . El problema está en la capacidad de la humanidad para compaginar todas estas variables. En las últimas décadas el concepto de desarrollo humano ha sido objeto de profundos análisis y de acciones de las más importantes instituciones mundiales, especialmente de las Naciones Unidas a través de su programa para la Población y el Desarrollo (PNUD). Las inversiones en estos programas se han centrado, de manera más concreta, en la ayuda a grupos necesitados para un aumento de la calidad de vida y proporcionarles un futuro que les permita satisfacer sus necesidades básicas. Al concepto de desarrollo humano se asocian valores sociales como la libertad, la democracia, los derechos humanos, y el derecho a las oportunidades de mejorar la vida. En este aspecto hay una casi unanimidad en la doctrina sobre la necesidad de reducir las diferencias entre los diversos estamentos sociales en el aspecto económico y educativo. Moreno et al. (2010) entienden que desde esta perspectiva el crecimiento económico sería entonces un componente más del proceso de expansión de derechos y capacidades. Lo cual está muy bien planteado, pero sigue el problema sin encontrar una solución clara. La sostenibilidad es tan importante para la sociedad como para las propias empresas. Estas últimas se enfrentan con dos tipos de sostenibilidad, la de la

3 En su informe a las NN.UU. Our Common Future.


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sociedad de la que forman parte y la de la propia empresa. No son dos posiciones incompatibles, pero por lo general están en un difícil equilibrio que, como ya hemos dicho, predijo Drücker hace más de treinta años.

Gráfico 3º.- Consumo de Energía

(Fuente BP Annual Report, 2011)

Definiciones de sostenibilidad hay muchas y, como respecto a las definiciones de las responsabilidades, depende del punto de vista desde el que se analicen. En síntesis la sostenibilidad es cubrir las necesidades de la humanidad en la actualidad sin hipotecar la disponibilidad de recursos de las generaciones futuras. Para ello debe encontrarse un equilibrio entre el gasto de recursos y su capacidad de renovación. Difícilmente pueden encontrarse recursos que sean inagotables. Y los pocos que existen llegan del exterior: el calor solar, por ejemplo. El resto son recursos con limitaciones. Cierto que los hay más limitados y otros menos, también los hay que están más expuestos a desaparecer, como las energías fósiles, y otros que se vislumbran como menos problemáticos, como el agua. En cualquier caso, los recursos naturales con los que contamos son, a la corta o a la larga, limitados. Sin embargo, el desarrollo sostenible implica una serie de factores y objetivos con dificultades para compaginarlos con un medio ambiente limpio y unas energías renovables. El desarrollo sostenible es, en principio, desarrollo o sea mayor consumo de energías, sean estas cuales sean. Es también desarrollo económico, lo cual implica mayor consumo de energías por cuanto dicho desarrollo implica una mejor calidad de vida y mayor bienestar social lo cual se traduce en mayor gasto de energías, Regueiro Ferreira (2013). Cierto que el reto es lograr todo esto sin agotar los recursos, permitiendo su renovación, manteniendo el medio ambiente y asegurando los recursos para las futuras generaciones. La cuestión es la posibilidad o no de alcanzar estos objetivos4.

4 El informe Brundtland es crítico con el actual desarrollo económico que si bien proporciona un buen desarrollo económico y aumenta la calidad de vida, lo consigue sobre la base de un alto coste medioambiental. En este informe de 1987 elaborado para las NN.UU., se utiliza por primera vez el concepto desarrollo sostenible que el informe define como: “se entiende por desarrollo sostenible el que conduzca al crecimiento económico, a la elevación de la calidad de vida y al bienestar social, sin agotar la base de los recursos naturales renovables en que se sustenta ni deteriorar el medio ambiente o el derecho de las generaciones futuras a utilizarlo para la satisfacción de sus propias necesidades”.


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2.4.- ¿Cuáles son los nuevos paradigmas?

La Responsabilidad social se plantea como una ética sobre lo común, lo público. Significa realizar una valoración de la realidad que nos circunda sobre la base de los criterios de democracia, justicia y equidad. Es verdad que las éticas están directamente relacionadas con las sociedades y además son coyunturales. Por lo que los valores que predominan en la entrada al tercer milenio con propios de la sociedad que nos rodea: la del conocimiento y la información. Esto implica que estos valores tiene un fuerte componente comunicacional, se transmiten rápidamente y su incidencia en la sociedad es a través de redes que se construyen continuamente. Son valores comunes y compartidos, pero también son valores que se construyen, como las redes, continuamente y son asimismo criticados continuamente. Por lo que debemos considerar la responsabilidad social como un principio válido para la sociedad occidental del siglo XXI, que pretende, la dicha sociedad, establecer una civilización basada en los principios y valores de las declaraciones universales de derechos y, a la vez, respetar los derechos de las futuras generaciones a las que se quiere legar una Tierra que pueda dar una vida de calidad. Gráfico 4º.- Previsiones de la producción de petróleo y gas entre 1950 y 2050

(Fuente: Jean Laherrere, Comments on BP Statistical, 2013). En esta misma ética y con estos mismos valores, la Responsabilidad social empresarial se centra en la generación de empleo, la construcción de riqueza, la innovación tecnológica, y el cumplimiento de sus obligaciones para con el Estado. Estos objetivos pueden alcanzarse según los modelos clásicos buscando el mayor beneficio en el mejor espacio de tiempo posible o desde una perspectiva de responsabilidad social (Moreno et al., 2010) Cada vez más empresas entienden que es compatible una actuación socialmente responsable frente a sus empleados y frente a la sociedad, con sus beneficios a medio o largo plazo. Es más, una decidida acción de responsabilidad social puede aumentar sus beneficios y posicionar a la empresa en un lugar de liderazgo en el mercado. La aplicación de normas de responsabilidad social en la empresa es ya un valor añadido que puede publicitarse en el mercado.


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Es el caso de las normas ISO 26000, que definen la responsabilidad social5 de una organización frente a los impactos de la misma en la sociedad y en el medio ambiente “mediante un comportamiento ético y transparente”, que respete la legislación y las normativas internacionales sobre las relaciones de las industrias con las sociedad y el medio ambiente y que contribuya al desarrollo sostenible, entre otros valores que considera, la norma, debe la empresa defender y adoptar. Gráfico 5º.- Diferencias entre las emisiones de CO2 relacionadas con las emisiones per cápita.

Fuente:( División de Estadísticas de la ONU y Almanaque Mundial, 2009). La globalización ha cambiado los modelos de relaciones entre la empresa y la sociedad y, consecuentemente, han cambiado los paradigmas que se desarrollaron a lo largo de la revolución Industrial y los siglos siguientes. Cierto que la sostenibilidad sólo es uno de ellos, quizás el más importante en determinados contextos, pero uno de ellos. Otros como la trasparencia, la legalidad, el rechazo de la explotación y de los beneficios desmesurados, son ahora preocupaciones de los ciudadanos. Especialmente, estos últimos han descubierto lo poderosa que es la sociedad cuando actúa en conjunto. Puede hundir una empresa si se niega a comprar sus productos y esta negativa no tiene, en ciertos casos, nada que ver con la calidad o el precio del producto, sino con el comportamiento ético de la empresa y su falta de responsabilidad social empresarial.

5 ISO 26000 define la responsabilidad social como la “responsabilidad de una organización ante los impactos que sus decisiones y actividades ocasionan en la sociedad y en el medio ambiente, mediante un comportamiento ético y transparente que contribuya al desarrollo sostenible, incluyendo la salud y el bienestar de la sociedad; tome en consideración las expectativas de las partes interesadas; cumpla con la legislación aplicable y sea coherente con la normativa internacional de comportamiento, y esté integrada en toda la organización y se lleva a la práctica en sus relaciones”


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3.- La empresa ante una sociedad que ha tomado el mando.

Las empresas, en los comienzos del siglo XX, están a la defensiva frente a los consumidores. La proliferación de entidades privadas de control de las empresas y de defensa de los consumidores, ha significado una nueva relación entre empresa y consumidor, entre empresa y sociedad. La sociedad exige a la empresa un compromiso social que va más allá de ofrecer un buen producto garantizado y a un precio aceptable.

Gráfico 6º.- Componentes de la huella del carbono.

(Fuente: Carboon footprint Press). En la actualidad exige que el producto sea manufacturado por productores que no sean explotados en remotos lugares del mundo, que en su producción no se atente contra el medio ambiente, que la empresa sea solidaria con las necesidades de los más desfavorecidos y coopere con las instituciones en el aumento de la calidad de vida de los ciudadanos. Por otra parte, la responsabilidad social de las empresas también significa la responsabilidad en las inversiones de la empresa, por ejemplo en una innovación responsable que, como importante factor de competitividad, está sometida a presión para alcanzar mayor productividad. Y la productividad lograda sobre la base de innovaciones en muchos casos traspasa los límites éticos de la sociedad. Aunque no sólo la empresa debe ser responsable ante la sociedad, también el ciudadano tiene su cuota de responsabilidad social, por ejemplo respecto al consumo responsable. Los ciudadanos deben actuar responsablemente al consumir productos porque para fabricar productos es necesario el consumo de energía y materias primas, en muchos casos, no renovables. El consumo responsable es la aportación del ciudadano a la sostenibilidad. En el Anexo A3 incluimos unos comentarios complementarios sobre el consumo de energía y los actores de la responsabilidad social empresarial. Destacamos en este sentido el papel de las empresas, el Estado y los ciudadanos.


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4.- El comercio justo como ejemplo de responsabilidad social ciudadana y responsabilidad social de una empresa. En el Anexo A4 incluimos algunas reflexiones sobre el comercio justo, relacionadas con la responsabilidad ciudadana, la inversión empresarial socialmente responsable, la economía sostenible y el papel del Consejo Estatal de Responsabilidad Social de las Empresas (CERSE). En la Ley 3/2011 se dice en el preámbulo que la Estrategia para una economía Sostenible aprobada por el Consejo de Ministros en noviembre de 2009, y que es en buena parte el contenido de la Ley, pretende “servir a un nuevo crecimiento, a un crecimiento equilibrado, duradero: sostenible. Sostenible en tres sentidos: económicamente, esto es, cada vez más sólido, asentado en la mejora de la competitividad, en la innovación y en la formación; medioambientalmente, que haga de la imprescindible gestión racional de los medios naturales también una oportunidad para impulsar nuevas actividades y nuevos empleos; y sostenible socialmente, en cuanto promotor y garante de la igualdad de oportunidades y de la cohesión social”, que resume la intencionalidad de dicha Ley.

5. Conclusiones. La responsabilidad social en general, la responsabilidad social empresarial y la pública son factores esenciales tanto en la construcción de la sociedad del conocimiento y de la información- en realidad de cualquier sociedad- y también en la sostenibilidad de dicha sociedad. Esto es, que la sociedad tenga un futuro en nuestros descendientes. Hemos dicho que se trata en esencia de un problema ético, y lo es, pero esta interrelacionado con un problema de supervivencia. La sostenibilidad ya no es un factor que puede ser objeto de debates teóricos, sino que se presenta como un problema para las próximas generaciones, no las lejanas, sino las inmediatas. El problema planteado por los atentados contra el medioambiente, tanto en su destrucción por contaminación como por su consumo no renovable, puede tener una solución en la responsabilidad social que incida en la actuación tanto de los poderes públicos como de las empresas y, posiblemente, se hallara una solución a medio plazo. Sin embargo, cuando se habla de responsabilidad social se introducen otras variables como la calidad de vida y el acceso a las ventajas materiales que proporcionan los bienes de consumo, que no son más que la expresión material de la calidad de vida, el acceso a la educación, o la ampliación de las expectativas de vida, que en algunos países son muy reducidas. A todo ello tiene derecho cualquier ser humano. Pero plantean un problema, la capacidad de la Tierra a producir los bienes necesarios para ello. Es más, con toda seguridad las energías no renovables y las materias primas que tampoco lo sean se agotarán antes o después, no son energías que puedan eternizarse. Lo cual obliga a la búsqueda de energías renovables y al uso consciente de las materias primas, reutilizándolas. La verdadera responsabilidad social está, en primer término, en lograr un equilibrio entre el gasto individual, social y de toda la humanidad y la capacidad de producción del planeta y, en segundo término, en un reparto equitativo de lo producido. Otra cosa son los criterios de equidad que no son objeto de este trabajo.


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Bibliografía.

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Anexo

A3. Consumo de energía y actores de la responsabilidad social empresarial.

3.1.- Consumo de energía.

La empresa, pues, está en un proceso de transformación para adaptarse a la sociedad que la sustenta y a la que se dirige. Este proceso significa a la vez una reestructuración de la formación empresarial y de los valores que, hasta finales del siglo XX, se habían mantenido más o menos estables. La empresa, en general, está probando formas novedosas de organización que puedan satisfacer las demandas de la sociedad y a la vez preservar los intereses de los accionistas. Lo cual no deja de ser problemático. Cierto que, como hemos dicho, la empresa, e incluso las grandes corporaciones, han perdido en buena parte la iniciativa aun cuando el ciudadano común sea bombardeado por comunicaciones de las empresas, campañas de imagen y elementos publicitarios en general. Es más el hecho de que las empresas necesiten bombardear al ciudadano con sus comunicaciones, es la demostración de su pérdida de influencia entre dichos ciudadanos. Muchas empresas, preocupadas por su imagen, centran las campañas en resaltar sus valores de cooperación con las instituciones o las organizaciones dedicadas a defender causas de destacado contenido social. Es la sociedad, en este momento, quien impone sus condiciones y orienta su consumo, no tanto por una selección de productos, sino por una depuración de las empresas que no cumplen con la responsabilidad social y la responsabilidad pública. La responsabilidad social empresarial es y será el conjunto de responsabilidades que la sociedad exige de la empresa que, como hemos dicho, son coyunturales y cambian según los avatares de la propia sociedad, pero es una ética no una normativa. 3.2.- Los actores de la responsabilidad social empresarial. La estructura de una sociedad se organiza en tres grupos claramente definidos: el sector empresarial, el sector público y los ciudadanos, las interrelaciones entre los tres conforman todo el entramado social, político y económico. No son grupos estancos ni castas cerradas y cualquier ciudadano puede pertenecer a los tres, a dos o a uno, aun cuando lo normal es que pertenezca a más de uno. Lo cual implica que entre ellos se produzcan sinergias pero también enfrentamientos. Sin embargo, los límites de cada uno de los grupos están marcados y son bastante estáticos, no respecto a los individuos que los conforman pero sí respecto a sus funciones y actuaciones. Los grupos empresariales son organizaciones que deben actuar en buena parte condicionadas por su estructura accionarial. Pero están formadas por una organización y unos profesionales que la controlan y activan. Se trata de un grupo esencial para la economía del país, lo que implica que lo es para el grupo del sector público y para los ciudadanos. Aun cuando es, a la vez, un grupo con una estructura asimétrica, dado que si bien los análisis sobre la responsabilidad social y la incidencia medioambiental se realizan sobre las grandes empresas, la mayor parte del sector está formado por pymes. La responsabilidad social de las pymes debe adaptarse, es lógico, a sus estructuras y a su incidencia en el deterioro del medio ambiente, si lo hay, debe considerarse proporcionalmente.


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Como agente de la responsabilidad social, el sector ocupa una posición difícil ya que, en la actualidad, se presenta como el elemento peligroso tanto en su incidencia más o menos negativa en la sociedad como en la destrucción del medio ambiente. Además es el consumidor primero de las energías y las materias primas y, desde luego, el agente que más puede hacer para la adopción de medidas positivas en estos ámbitos. El Estado, en tanto que sector público, es el agente encargado de fijar los límites de los otros actores y determinan su funcionamiento por medio de legislación y actuaciones que potencien las responsabilidades sociales de los otros dos agentes. La tendencia de los poderes públicos es el control de dicho poder y, para ello, sus actuaciones serán, en una democracia, aquellas que les proporcione poder, Gil y Barcellos (2010). En este entendimiento, las políticas en relación a la responsabilidad social empresarial estarán limitadas en función de variables exógenas, por ejemplo la necesidad de reducir el paro lo que implica una política de apoyo a la expansión de las empresas o la fundación de nuevas. La responsabilidad social empresarial para el poder es un arma de dos filos. Puede ser un factor que reduzca la capacidad de producción del país y también una exigencia de la sociedad, el tercer grupo y, con mucho, el más numeroso. El Estado equilibra los dos factores y esto es una parte de lo que se conoce como política. El tercer agente de la responsabilidad social son los ciudadanos. Cierto que son los más influenciables y dirigibles, pero al ser los más numerosos son los más incontrolados. La tendencia de las empresas y los poderes sería mantener siempre los mismos presupuestos de la responsabilidad social, y de cualquier otro valor. Pero es la sociedad, los ciudadanos, los que marcan las líneas maestras de la ética y los valores sociales, en la mayor parte de los casos. Entendiendo que los intelectuales, filósofos, sociólogos o religiosos que organizan y fundamentan la ética y los valores, forman parte de la sociedad y no del poder ni de las empresas. La sociedad ejerce su responsabilidad a través de instituciones que crea en su seno, desde movimientos sociales hasta ONGs especializadas en determinados campos, pasando por organizaciones vecinales, feministas, ecologistas, pacifistas, y un largo etc. Estas organizaciones son la expresión de las voluntades de la sociedad civil y sus actividades comportan una toma de posición de dicha sociedad frente a los poderes públicos, pero también frente al sector empresarial. Estas organizaciones canalizan los deseos de los ciudadanos, son también los agentes del cambio ya que implementan dichos cambios y, por último, son asimismo la expresión de la responsabilidad social de los ciudadanos. Dentro de este sector ciudadano aparecen otros factores que configuran la idiosincrasia de la sociedad actual. No son instituciones sino tendencias, por ejemplo el comercio justo o el ya citado consumo responsable. A4.- El comercio justo como ejemplo de responsabilidad social ciudadana y responsabilidad social de una empresa.

El comercio justo se fundamenta en la ausencia del llamado ánimo de lucro. Desde luego no significa que no se quiera obtener una retribución por el trabajo realizado, sino que esta sea justa y solidaria. Tres son los agentes que intervienen, en teoría, en el proceso: los productores, intermediarios y consumidores. Los tres aportan en sus relaciones la responsabilidad social y, desde luego, también la responsabilidad social empresarial, por cuanto los consumidores están dispuestos a pagar algo más y los intermediarios a ganar algo menos para que el productor, el eslabón más débil


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de la cadena, pueda recibir un precio justo por el trabajo realizado, independientemente del precio del producto en el mercado nacional o internacional. El precio está relacionado con el trabajo y sus necesidades, no con el mercado. No es la primera vez en la historia que se promueven actividades de este tipo. Por ejemplo hasta el Renacimiento en el siglo XV, existían instituciones, antecesoras de los Montes de Piedad, que prestaban dinero, semillas o trigo, a los pobres sin interés. El establecimiento de relaciones directas entre el productor y el consumidor, o un intermediación a bajo coste, ha sido una de las constantes en las relaciones entre los dos polos del comercio, cuyo objetivo final era una mayor rentabilidad para el productor y un menor coste para el consumidor. En este nuevo planteamiento, el consumidor sacrifica parte de su poder adquisitivo en beneficio del productor, aun cuando debido a la organización social actual el intermediario no puede obviarse. El planteamiento funciona relativamente bien a nivel local e incluso regional, aun cuando en muchos casos escondido tras ofertas ecológicas o de productos de proximidad. Aun que no queda muy claro si la cadena intermediaria se ha reducido o ampliado con las cooperativas, que como manipuladores del producto actúan como intermediarios, pero sin embargo adoptan una función de defensa de los intereses de los productores. Funcionan especialmente en los sectores primarios y que logren coordinar las dos funciones, de distribuidores y de defensores de los intereses de los socios, depende más de la gerencia de las cooperativas, de cómo funcionen, que de los principios teóricos y objetivos generales. A nivel globalizado es más difícil establecer un sistema de responsabilidad social referente a las relaciones entre consumidor y productor, con los intermediarios como herramienta de contacto y comunicación dadas las distancias. Por otra parte en el comercio internacional entran en juego otros intereses, como los estatales y la propia producción de los países tercermundistas que suelen sustentarse en los monocultivos y las exportaciones de materias primas, productos que entran en otras dinámicas como la potencia de los mercados internacionales para fijar precios, no ya dentro de los factores clásicos de la oferta y demanda, sino de otros procedimientos como acaparar productos y retenerlos hasta que el precio se considere interesante. Romper este sistema que condena a la pobreza a los países subdesarrollados y produce grandes beneficios a los conglomerados empresariales de los países desarrollados es, en la actualidad, prácticamente imposible. El control del mercado desde su origen está en manos de especuladores que intervienen la producción- comprando las cosechas por anticipado o sobre el terreno, por ejemplo- y la distribución. Y aún así, los tres productos estrella del comercio justo son el café, el cacao y el chocolate, que han sido objeto de fuertes especulaciones. También lo es la artesanía, pero mientras el comercio justo no entre en los productos de primera necesidad no será más que una apuesta ética sin muchas posibilidades de éxito. El porcentaje que los productos destinados a precio justo en el comercio mundial es irrelevante, algo, muy poco, más significa el precio justo de proximidad en mercados locales, pero no pasa de una curiosidad. Por lo general los costes de los productos incluidos en el precio justo son de un diez a un quince por ciento más alto que el resto de los productos del mercado,


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especialmente de los mercados internacionales. Es el coste para el consumidor final de su responsabilidad social. Lo que no está calculado es el coste que supone para el intermediario a nivel mundial. A nivel local los intermediarios no suelen contribuir en demasiado al precio justo para los productores, generalmente nada porque es difícil que lo quieran absorber, por lo que todo el coste es para el consumidor final. Ejercer la responsabilidad social del ciudadano por medio del precio justo es una anécdota, en este momento, teniendo en cuenta el volumen del comercio no ya internacional sino también local y la incidencia del precio justo en el conjunto, pero indica una tendencia de la sociedad. No hay que olvidar que muchas iniciativas que comenzaron sin muchas posibilidades hoy día están implantadas en todo el mundo. 3.1.- La inversión empresarial socialmente responsable. Moreno et al (2010: 109) definen la inversión socialmente responsable como “…aquella que incorpora, en la toma de decisiones de los agentes inversores (empresariales, institucionales o particulares), criterios medioambientales, sociales y de gobernanza empresarial, junto a los estrictamente económicos-financieros de rentabilidad y riesgo”. En general la inversión socialmente responsable implica un respeto por el medioambiente que excluye cualquier actividad que pueda afectarlo y un cumplimiento de las normas mejor que las propias normas. También transparencia y equidad en la gestión de la empresa, lo cual quiere decir que no se permitan diferencias, por ejemplo de salarios, por sexo o raza y se establezca un código que incluya el respeto en el trato a los empleados de manera que se eviten completamente las vejaciones. Cumplir con los compromisos adquiridos con los consumidores referentes a las calidades y garantías de los productos. Y, por último, participar activamente en las comunidades sociales en que estén radicadas. Desde luego, son principios a alcanzar ya que difícilmente se encuentran empresas que los cumplan. Como tampoco se cumplen los criterios de exclusión que se supone deben tener las inversiones socialmente responsables en empresas. El concepto aparece en los años ochenta y es consecuencia de las problemáticas sociales derivadas de la guerra de Vietnam y los sucesos provocados por el apartheid en Sudáfrica, que llevaron a una reconsideración ética de los principios sobre los que se asentaban las sociedades occidentales. Las empresas que habían participado activamente en estos dos hechos y en otros parecidos, sufrieron fuertes críticas que se concretaron en la producción y comercialización de armas a las que se sumaron las que producían tabaco, alcohol o pornografía. Otro grupo de empresas estigmatizadas fueron las que violaban los derechos humanos, explotaban mujeres y niños, violaban las normas de seguridad y salud, eran corruptas o tenían tratos con regímenes que violentaban los derechos humanos. Todas estas empresas quedan fuera de las inversiones socialmente responsables. Sin embargo, hay factores que hacen difícil el ser inversor socialmente responsable. En primer lugar muchas de estas empresas pertenecen a conglomerados industriales interrelacionadas, lo cual implica que una inversión en una de ellas afecta, de cerca o de lejos, a todas. Por otra parte, las empresas de este tipo suelen ser rentables, ya que producen productos de gran demanda o al no cumplir con la legislación logran posicionamientos más ventajosos dado que pueden vender a menor precio.


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La idea de la inversión socialmente responsable corresponde a una sociedad superior muy interesada en promover una ética ciudadana cuyos valores provienen de conceptos humanísticos. Es más, de llevarse a cabo ampliamente es una manera muy eficaz de erradicar empresas que trafiquen con productos letales para una sociedad, sean armas o drogas más o menos legales. En los últimos años, la fuerza de esta ética ha llegado hasta las bolsas, en las que se han introducido índices que agrupan a las empresas que son socialmente responsables y siguen la ética ciudadana. Existen fondos de IRS que han firmado compromisos éticos que incluye intercambio de información y cooperación en actividades para promover la inversión responsable. En España también las hay6. Incluir un criterio de responsabilidad social empresarial en las inversiones es un valor en sí mismo ya que implica un concepto de la empresa, por una parte, y de la responsabilidad de la misma frente a la sociedad, por los mismos accionistas, que sólo puede darse en sociedades que han superado, o están en trace de ello, la etapa salvaje del capitalismo para entrar en la del capitalismo social. 3.2.- La economía sostenible y el Consejo Estatal de la Responsabilidad Social de las empresas (CERSE). El Real Decreto 221/2008, de 15 de febrero por el que se crea y regula el Consejo Estatal de Responsabilidad social de las Empresas y la Ley 3/2011 de 4 de marzo, de Economía Sostenible, marcan la actuación política en el tema que nos planteamos. En el artículo 35 de la Ley 3/2011 se establecen las obligaciones con respecto a la responsabilidad social empresarial y pública de las sociedades mercantiles estatales y las entidades públicas empresariales adscritas a la Administración del Estado, que las obliga a “b.-Revisar sus procesos de producción de bienes y servicios aplicando criterios de gestión medioambiental orientados al cumplimiento de las normas del sistema comunitario de gestión y auditoría medioambiental”. También propone favorecer la adopción de principios y prácticas “de responsabilidad social empresarial a sus proveedores” que se centran en la promoción de la mujer, que incluye la igualdad con los hombres en todos los aspectos laborales y la integración de las personas con discapacidades, entre otras acciones dentro de la responsabilidad social. El artículo, en su apartado 3º, insta a los departamentos u organismos a los que se adscriban los grupos empresariales públicos, a elaborar un plan de sostenibilidad y establecer los controles necesarios para llevarlo a cabo. El artículo 35 de la Ley de Economía Sostenible es una normativa muy clara respecto al compromiso de la Administración Pública tanto con la responsabilidad social como con la sostenibilidad, que es la consecuencia lógica de aquella. El CERSE actúa como un órgano asesor de la Administración, en concreto del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, respecto al “impulso y fomento de las políticas de Responsabilidad Social de las empresas”. El artículo 3º del Decreto establece los objetivos del Consejo que se centran en constituir un foro de debate

6 Entre otras, BBVA Fondo de Empleo, Futurcaval FP y Pensiones Caixa 30 FP.


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en el que confluyan, empresas, sindicatos, administraciones públicas y todas las organizaciones vinculadas en el tema7. La relación entre el Decreto de 15 de febrero y la Ley de Economía Sostenible es íntima, y las dos están conectados a través de Grupos de Trabajo especialmente dedicados a la promoción de la responsabilidad social empresarial, transparencia de los fondos de pensiones individuales y productos financieros y la gestión del Consejo, entre otros. También incluye la elaboración del Plan Nacional de Responsabilidad social empresarial. Todas estas actuaciones construyen un bloque de iniciativas, si bien la mayoría de las cuales aun están en proceso de elaboración y otras no se han aplicado en toda su extensión, principalmente por no haber sido redactados desarrollos normativos, que en conjunto y siguiendo las instrucciones en la materia que indican la Unión Europea, configuran un buen futuro en la responsabilidad social empresarial, pública y, consecuentemente, un avance hacia la sostenibilidad que es el objetivo último del proceso. En la Ley 3/2011 se dice en el preámbulo que la Estrategia para una economía Sostenible aprobada por el Consejo de Ministros en noviembre de 2009, y que es en buena parte el contenido de la Ley, pretende “servir a un nuevo crecimiento, a un crecimiento equilibrado, duradero: sostenible. Sostenible en tres sentidos: económicamente, esto es, cada vez más sólido, asentado en la mejora de la competitividad, en la innovación y en la formación; medioambientalmente, que haga de la imprescindible gestión racional de los medios naturales también una oportunidad para impulsar nuevas actividades y nuevos empleos; y sostenible socialmente, en cuanto promotor y garante de la igualdad de oportunidades y de la cohesión social”, que resume la intencionalidad de dicha Ley.

7 a) Constituir un foro de debate sobre Responsabilidad Social de las Empresas entre las Organizaciones Empresariales y Sindicales más representativas, Administraciones públicas y otras organizaciones e instituciones de reconocida representatividad en al ámbito de la Responsabilidad Social de las Empresas que sirva como marco de referencia para el desarrollo de la Responsabilidad Social de las Empresas en España.

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