reflexiones sobre lo clasico

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El pasado imaginado: reflexiones sobre la imagen de lo clásico y su rol en la democracia liberal contemporánea. Felipe Morales Barrera. Los sistemas políticos como estructuras de dominación y de control social se han valido de múltiples justificaciones a lo largo de la historia. Estas justificaciones se expresan, de tal forma, que los integrantes del mismo conozcan y comprendan la legitimidad de éste y actúen socialmente de acuerdo a los límites que el sistema impone, respetando una serie de principios que le dan coherencia al accionar de los sujetos dentro de la estructura política. En los tiempos antiguos, el mito, constituía la principal justificación del orden social, y es que éste no debe entenderse solamente como un texto literario que cuenta los orígenes de un pueblo determinado, sino que como justificación del orden social imperante en el mismo. Es el mito, bajo este punto de vista, el repositorio de gran parte de los aspectos culturales, sociales y religiosos de una cultura, cuya transmisión entre los miembros de la misma lo perpetúa en el tiempo, haciendo que su realidad no sea ya una imaginería fuera de los tiempos históricos, sino que la vida social misma de quienes los practicaban y aprendían. En los tiempos modernos de la democracia liberal contemporánea, sin embargo, donde las pretensiones

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Page 1: Reflexiones sobre lo clasico

El pasado imaginado: reflexiones sobre la imagen de lo clásico y su rol en la

democracia liberal contemporánea.

Felipe Morales Barrera.

Los sistemas políticos como estructuras de dominación y de control social se han

valido de múltiples justificaciones a lo largo de la historia. Estas justificaciones se

expresan, de tal forma, que los integrantes del mismo conozcan y comprendan la

legitimidad de éste y actúen socialmente de acuerdo a los límites que el sistema

impone, respetando una serie de principios que le dan coherencia al accionar de

los sujetos dentro de la estructura política.

En los tiempos antiguos, el mito, constituía la principal justificación del orden

social, y es que éste no debe entenderse solamente como un texto literario que

cuenta los orígenes de un pueblo determinado, sino que como justificación del

orden social imperante en el mismo. Es el mito, bajo este punto de vista, el

repositorio de gran parte de los aspectos culturales, sociales y religiosos de una

cultura, cuya transmisión entre los miembros de la misma lo perpetúa en el tiempo,

haciendo que su realidad no sea ya una imaginería fuera de los tiempos históricos,

sino que la vida social misma de quienes los practicaban y aprendían.

En los tiempos modernos de la democracia liberal contemporánea, sin embargo,

donde las pretensiones racionalistas y seculares intentan borrar el rastro de la

religión y el mito de la sociedad, es necesario buscar otras formas de legitimar los

gobiernos y sus aparatajes institucionales. No obstante, como veremos a lo largo

de este ensayo, es interesante constatar que a pesar de plantearse formalmente

con un lenguaje que no corresponde a lo mítico, en realidad hay un gran

componente mítico en la manera cómo son vistos los orígenes de los sistemas

políticos preponderantes en occidente y, por consiguiente, en cuanto a su

transmisión a los nuevos integrantes del cuerpo social.

La democracia griega, es vista como el principal antecedente de los sistemas

políticos contemporáneos de occidente, si bien éstas se fundan sobre derechos

Page 2: Reflexiones sobre lo clasico

inalienables con los que supuestamente todos los hombres nacen1. Este sistema,

es la piedra angular de la ideología liberal, que de la crisálida del renacentismo

moderno, nace a mediados del siglo XVIII de la mano de diversos pensadores –

principalmente anglosajones- que plantearon y difundieron sus ideas sobre el

gobierno civil, los derechos de propiedad y los límites del Estado en su relación

con el individuo. Esta ideología, que se constituye en el sistema político por

excelencia del occidente europeo hacia mediados del siglo XIX y de la mano de

las revoluciones burguesas del mismo período, se transmite no sólo a través de

las prolíficas obras de sus pensadores más destacados, sino que gracias a la

acción de diversas instituciones consolidadas de la mano del Estado y en virtud de

las cuales alcanzan un carácter universal en gran parte de la población, devenida

en ciudadanía. La más preponderante en esta labor fue –es y seguirá siendo- la

escuela.

Aun cuando, por su origen, podríamos circunscribir a la esfera territorial occidental

la ideología liberal-democrática (a saber, Estados Unidos y los países de Europa),

los países latinoamericanos también han sido parte de estos procesos. Aunque

por las características históricas de los mismos han revestido ciertas

particularidades, el anteriormente mencionado sistema ideológico ha tenido una

preponderancia capital, sobre todo en la escuela.

Esto, se evidencia en la siguiente cita de Gabriela Mistral, donde aboga por

hacerle honor a nuestra herencia:

“Puestos por la Providencia [los americanos] a vivir en territorios desatados,

favorecidos así con un inmenso hogar físico, nuestra faena ha sido primero la de

tomar posesión de la tierra leonina, luego la de obtener en el suelo domado esa

suma de bienestar colectivo que las democracias honestas se prometen y se

cumplen a sí mismas, y es hoy la de crearnos una costumbre espiritual digna de

nuestras herencias raciales y de nuestra fortuna geográfica. (…) Hijos del Viejo

Mundo, e hijos de dos culturas indígenas indudables, buscamos trascender a

1 Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, 1789.

Page 3: Reflexiones sobre lo clasico

Europa y a los imperios aborígenes con una democracia cabal y con el concepto

más rico de la libertad humano”2

Cuando se plantea, primeramente el concepto de democracia, como un gobierno

que “merece” el pueblo americano y, en segundo lugar como “hijos del viejo

mundo”, está identificándose con la herencia europea. La frase final, cuando

invoca una “democracia cabal y con el concepto más rico de la libertad humano”,

se puede ligar a una visión donde el mentado sistema de gobierno constituye la

forma político-administrativa ideal que debe aplicar un Estado.

Prosiguiendo con esta idea, un sistema particular –con sus falencias y sus

ventajas- como la democracia deja de ser una alternativa y pasa a un estadio

superior, el de constituirse como una forma hegemónica de gobernar. En este

caso, una forma cultural determinada, a saber los principios de la democracia

liberal, toma superioridad respecto a la otra. Todo esto, considerando que en la

citada fuente, la autora está enviando un mensaje a la juventud americana. Esta

sociedad mestiza y con herencias profundas que son propias de esta tierra en

primer lugar, no tienen por qué considerar la democracia y los valores históricos

de ésta como la forma de gobierno que “merecen”, los supuestos de la autora se

tornan en imperativos y constatan –además del contexto histórico en que las

mismas palabras fueron dichas- el estado de supremacía casi incuestionable de

las democracias liberales en el pensamiento latinoamericano.

Otra de las formas en que se ve que la hegemonía de los valores occidentales con

raíces en la grecia clásica, lo constituyen los textos escolares. Si bien la cita

anterior se encuentra en una revista educación, los textos escolares mismos

hacían referencia al pasado clásico como un entorno ideal, en el que la vida

transcurría de manera tranquila y civilizada:

“Los griegos llegaron a establecer una convivencia armoniosa con la naturaleza,

haciendo de ella un mundo a su medida, en el que daba gusto vivir, así, en la

2 Mistral, Gabriela. Voto de la juventud escolar en el día de las Américas. Revista de Educación. Ministerio de Educación pública. N° 49, Abril de 1934, Santiago de Chile. P. 51-52.

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política, la ciudad-estado pasa a ser el ámbito ideal para que todos los ciudadanos

puedan expresar su opinión y ejercer el gobierno directamente; (…) así, en la

filosofía, va el pensamiento despojándose de trabas y prejuicios para formular

doctrinas que afirman la posibilidad de ser, gracias a la razón y a la virtud, feliz”3

Como podemos ver en el fragmento anterior, este pasado se construye de tal

forma que se puede considerar “libre de pecado”. Dicho período histórico, toma

por tanto la forma de un mito, un tiempo anterior al nuestro –del que somos

descendientes- y al que debemos nuestra realidad. No es casualidad que el

pasado griego sea configurado de tal forma que sea un ejemplo poseedor de toda

virtud.

Sin embargo, el pasado clásico dista mucho de ser lo perfecto que es relatado, por

cuanto como señalan algunas fuentes, “la Acrópolis, una ciudad fea y sucia, que

además, tenía mucho mayor número de esclavos que de hombres libres, y más

hombres libres sin derechos políticos que ciudadanos”4.

Aun, más el sistema democrático antiguo distó mucho de los gobiernos

democráticos modernos, por cuanto la volubilidad que tomaban las decisiones

multitudinarias, la falta de un ejecutivo que garantizara estabilidad y el difuso límite

en el cumplimiento de la ley y la voluntad popular espontánea5.

Tenemos, por lo tanto, la creación y difusión de un relato que se plantea como

real, pero que carece de todo fundamento histórico, y que se posiciona en la

sociedad como verdadero y dominante sobre otros valores, en otros términos,

hegemónicamente.

Desde un punto de vista histórico, los dos primeros textos citados: el de Gabriela

Mistral y Hector Herrera, si bien revelan un sentido similar, refieren a autores con 3 Herrera Cajas, Héctor; Giagnoni, Olga y Franco, Eliana. Historia y geografía I. Primer año de Educación media. Ediciones pedagógicas chilenas, Librería francesa. Santiago de Chile, 1983. P. 43.

4 Hernández, Santiago. Primer Curso de Historia Universal. Editorial Esfinge, México D.F., 1950. P. 246.

5 Sancho, Laura. Filosofía y democracia en la Grecia Antigua. Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 2009. P. 242.

Page 5: Reflexiones sobre lo clasico

ideas completamente diferentes y que plantearon dichas ideas en momentos

absolutamente disímiles. No obstante, cabe señalar que ambos, al estar dirigidos

a diferentes miembros del sistema escolar, guardan propósito ulterior de plantear

como la mejor alternativa un sistema democrático basado en valores clásicos del

cual, se considera, somos herederos. Éste es, mantener la hegemonía de la

república y la estructura de poder estatal que impera en Chile, manteniendo

inalterables ciertos valores fundadores sobre los que se desarrolla la vida social en

el territorio nacional.

Finalmente, cabe preguntarse ¿Qué hacer con este pasado imaginado? ¿Es

posible construir una visión del pasado que no sea del todo imaginado, donde la

evidencia y lo verosímil primer por sobre la ideológica consideración de aquello

que no es más conveniente? Ambas interrogantes, podrían ser objeto de un

ensayo en sí mismas, sin embargo, lo que es necesario decir para terminar es que

no podemos tener un sistema verdaderamente legítimo, cuando no somos

capaces de ver objetivamente sus orígenes y evaluar sus perspectivas de manera

realista, no atados a un tiempo pretérito que es más cómodo, pero menos real.