reflexiones recordando la fábula de la zorra y las uvas

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REFLEXIONES RECORDANDO LA FÁBULA DE LA ZORRA Y LAS UVAS Acabando de cumplir un año más de vida agitada y super llena en vivencias mayormente buenas y felices, a alturas donde el miedo a muchas cosas se ha desvanecido pues la sabiduría de los años y sobre todo la experiencia y caminos recorridos enseñan tanto, se percibe mejor que alrededor de uno hay personas –lastimosamente con mayor frecuencia que antes- que con sus actitudes y conductas en vez de dar respeto o temor dan mucha risa, pena o ambos sentimientos a la vez. Mi suerte, siempre lo sostendré y con mucha gratitud, es que trabajar con adolescentes ( maravilloso universo!!) me ha permitido conocer mejor los aspectos psicopatológicos de los comportamientos de esas personas, y analizar sus motivaciones, sus formas de actuar; y si cuando fui más joven me enojaban, ahora solo como quien estudia en el microscopio un tejido los miro, remiro y pienso en qué dramas internos, vivencias, dolores o pérdidas dieron origen a esa forma de ser tan extraña y penosa. Deben haber historias de carencias afectivas tremendas, sentimientos de soledad y baja autoestima que hacen que tengan temor, resentimiento y rabia de que otros hayan logrado destacar y muestren ser superiores de alguna manera y los sobrepasen- aun sea a costa de su propio esfuerzo y trabajo, peor pues se sienten menos aptos-; por eso la necesidad casi obsesiva por figurar, de recibir aplausos aunque sean inmerecidos, ficticios, de inventarse historias que se caen de absurdas solitas y buscan opacar al resto que sea para ellos una competencia –aunque sea en buena lid- o sea en algo mejor pues los altera y perturba tanto en su homeostasis fracturada y parchada, que se van al límite de buscar por todos los medios de hacer daño sin medir consecuencias ni mirar a quien perjudican con una impulsividad, conducta irrespetuosa, falta de autocontrol y madurez dignas de niño a quien mamá le negó el juguete que quería conseguir, aunque sea a la mala y haciendo la pataleta del siglo.

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REFLEXIONES RECORDANDO LA FÁBULA DE LA ZORRA Y LAS UVAS

Acabando de cumplir un año más de vida agitada y super llena en vivencias mayormente buenas y felices, a alturas donde el miedo a muchas cosas se ha desvanecido pues la sabiduría de los años y sobre todo la experiencia y caminos recorridos enseñan tanto, se percibe mejor que alrededor de uno hay personas –lastimosamente con mayor frecuencia que antes- que con sus actitudes y conductas en vez de dar respeto o temor dan mucha risa, pena o ambos sentimientos a la vez.

Mi suerte, siempre lo sostendré y con mucha gratitud, es que trabajar con adolescentes ( maravilloso universo!!) me ha permitido conocer mejor los aspectos psicopatológicos de los comportamientos de esas personas, y analizar sus motivaciones, sus formas de actuar; y si cuando fui más joven me enojaban, ahora solo como quien estudia en el microscopio un tejido los miro, remiro y pienso en qué dramas internos, vivencias, dolores o pérdidas dieron origen a esa forma de ser tan extraña y penosa.

Deben haber historias de carencias afectivas tremendas, sentimientos de soledad y baja autoestima que hacen que tengan temor, resentimiento y rabia de que otros hayan logrado destacar y muestren ser superiores de alguna manera y los sobrepasen- aun sea a costa de su propio esfuerzo y trabajo, peor pues se sienten menos aptos-; por eso la necesidad casi obsesiva por figurar, de recibir aplausos aunque sean inmerecidos, ficticios, de inventarse historias que se caen de absurdas solitas y buscan opacar al resto que sea para ellos una competencia –aunque sea en buena lid- o sea en algo mejor pues los altera y perturba tanto en su homeostasis fracturada y parchada, que se van al límite de buscar por todos los medios de hacer daño sin medir consecuencias ni mirar a quien perjudican con una impulsividad, conducta irrespetuosa, falta de autocontrol y madurez dignas de niño a quien mamá le negó el juguete que quería conseguir, aunque sea a la mala y haciendo la pataleta del siglo.

Hoy sí que me he reído y mucho, comprobando como la fábula de la zorra y las uvas se hacía realidad en un pobre papel-producto de un pobre árbol talado-, y recordaba como la pobre zorra que desde su incapacidad y falta de solución a su problema trataba de creerse ella misma el cuento que su mente elaboraba sobre que no están maduras las uvas, solo para sentirse menos infeliz por su lamentable realidad y limitaciones personales.

El cerebro es una preciosa obra de ingeniería, por eso me apena ver como una herramienta tan valiosa se utiliza de manera torpe, a lo bruto, sin más argumento racional, lógico, normal, o peor aún parece que ni se utiliza- pero eso es cuestión personal, si desean hacerlo o no, - y en el país menos mal hay todavía libertades y derechos irrestrictos, y no usar el neo-cortex es también un derecho, aunque algunos ya lo hayan hecho más un deporte y forma de vida.

Y ahora, con una taza humeante de café caliente, viendo la noche a través de la ventana por un instante imagino a la zorra mirando las uvas pero esta vez mordisqueando furiosa, enajenada a la vid tratando de arrancarla de raíz solo porque no pudo comer unos granos pues la vid estaba muy muy alta, mientras las

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uvas analizan las motivaciones tristes que llevan a un pobre animalito a actuar con tan poca inteligencia y absoluto descontrol.

Que se hace pues, para algunos no usar el neocortex y dejar a la amígdala suelta es su modus vivendi … y decidir entre usar o no su cerebro ¡he ahí su enorme dilema!!

Iliana Romero Giraldo

CMP 27837

Pediatra INSN