reflexión de una última etapa

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REFLEXIÓN DE UNA ÚLTIMA ETAPA, NO LA FINAL Por: Andrea León. Aún no ha amanecido, lo sé porque los murciélagos continúan con sus insoportables alas sujetos al madero de la parte de atrás de mi cabeza, me tranquiliza el hecho de poder respirar a esta hora, sé que más tarde el aire caliente me asfixiara hasta sumergirme en el agua espléndidamente clara… No estoy enferma, estoy cansada de no poder dormir en el mismo momento en el que la luna hace sombra de mi cuerpo mediocremente acostado, quiero volver hablar con el abuelo, reír con los niños, tomar café, esperar a que los Tsamani salgan a decorar el cielo de las dos de la madrugada; no he logrado acomodarme a este estilo de vida tan rápido como pensé, pues no basta estar físicamente bien y querer viajar, es necesario tener la mente vivamente abierta, no abyecta... Abro los ojos, me compenso al saber que esto no es como uno de esos guayabos insoportables y tristemente lamentables, esta experiencia es una alegoría que alimenta el espíritu y nutre la mente… La tarde estaba cansada y las energías de tres personas demasiado pesadas para ser medianamente azules me afectaron mi tranquilidad, sus bocas sonreían malévolamente incrédulas, sugieren que el pensamiento colectivo es algo que debe ser transformado, tal vez ignorado en esta ciudad donde los intereses individuales son nubes que andan un poquito más arriba de las mejillas…me acuerdo de la arrogancia europea, de la enseñanza afrancesada de cuatro años en la universidad pública bogotana… Mis palabras se cansaron de confesar la experiencia de mi espíritu con esas bocas tristes pero soberbias que susurraban a mi oído una verdad que creían suya, única, universal, mustiamente occidental… Ha llovido hasta el cansancio, el arcoíris se asoma de a poquitos, los mustios molinos impiden que mi cuerpo se caliente al menos por un instante debajo del nimio sol, veo los carros moverse igual de rápido a las personas, entre el afán y el miedo

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Page 1: Reflexión de una última etapa

REFLEXIÓN DE UNA ÚLTIMA ETAPA, NO LA FINAL

Por: Andrea León.

Aún no ha amanecido, lo sé porque los murciélagos continúan con sus insoportables alas sujetos al madero de la parte de atrás de mi cabeza, me tranquiliza el hecho de poder respirar a esta hora, sé que más tarde el aire caliente me asfixiara hasta sumergirme en el agua espléndidamente clara… No estoy enferma, estoy cansada de no poder dormir en el mismo momento en el que la luna hace sombra de mi cuerpo mediocremente acostado, quiero volver hablar con el abuelo, reír con los niños, tomar café, esperar a que los Tsamani salgan a decorar el cielo de las dos de la madrugada; no he logrado acomodarme a este estilo de vida tan rápido como pensé, pues no basta estar físicamente bien y querer viajar, es necesario tener la mente vivamente abierta, no abyecta... Abro los ojos, me compenso al saber que esto no es como uno de esos guayabos insoportables y tristemente lamentables, esta experiencia es una alegoría que alimenta el espíritu y nutre la mente…

La tarde estaba cansada y las energías de tres personas demasiado pesadas para ser medianamente azules me afectaron mi tranquilidad, sus bocas sonreían malévolamente incrédulas, sugieren que el pensamiento colectivo es algo que debe ser transformado, tal vez ignorado en esta ciudad donde los intereses individuales son nubes que andan un poquito más arriba de las mejillas…me acuerdo de la arrogancia europea, de la enseñanza afrancesada de cuatro años en la universidad pública bogotana… Mis palabras se cansaron de confesar la experiencia de mi espíritu con esas bocas tristes pero soberbias que susurraban a mi oído una verdad que creían suya, única, universal, mustiamente occidental…

Ha llovido hasta el cansancio, el arcoíris se asoma de a poquitos, los mustios molinos impiden que mi cuerpo se caliente al menos por un instante debajo del nimio sol, veo los carros moverse igual de rápido a las personas, entre el afán y el miedo se suceden, se ignoran, se empujan la existencia entre sí, el sol o la lluvia sólo afectan sus finos zapatos, ahora nosotros somos tecnológicos y eso no tiene importancia, ya nada nos importa1. Pienso en ellos, los de allá, los que entienden el mundo de una manera diferente a la de aquí, ellos tienen su percepción más enriquecedora que la nuestra, engrandecen su espíritu y su realidad mediante la oralidad en contraste con nosotros que somos una fusión de formas de vida que nos conducen a un mundo caótico y ansioso, con falta de valores y de respeto por la naturaleza, por el prójimo y por nosotros mismos2

Aquí nadie se detiene, los segundos son amos de un alma acelerada e individual, no es posible en esta ciudad - que intenta “desarrollarse” económica y culturalmente- la apreciación de la lectura que otras visiones hacen de la tierra, en esta avidez de

1 . Tomado del comentario que hizo Mónica León en el Blog el día 21 de noviembre de 2010.2 . Tomado del comentario final que hizo Patricia Gutiérrez en el Blog el día 18 de noviembre de 2010.

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“progreso” la mente se pega a la maquina y no concibe otros mundos de conocimiento diferentes al propio por tiempo y porque no decirlo, por pereza3, por el tiempo4, pareciera que el minutero se ha adueñado de una vida que merece no ser esclavizada, se ha adueñado del disfrute mismo de vivir. A La mentalidad de esta ciudad no le importa la de “allá”, no intentan descubrir que esta percepción del mundo enriquece al nuestro, nos muestra valores perdidos y nos hace ver cosas que por la modernidad hemos adquirido como la ansiedad, el aburrimiento, la doble moral entre otros5.

Esta noche no quiero seguir rogando un comentario, se que las lecturas son largas, las palabras diminutamente inentendibles, el diseño poco acertado para ser llamativo en este lugar invadido de anuncios fluorescentes y propagadas fácilmente llamativas… Sí, mis actividades se roban el tan preciado tiempo de los cuerpos que en su totalidad encuentro cansados; tal vez sea por el tema porque en estas calles de pasos individuales no se le haya sentido, productividad, ni utilidad a otras visiones de mundo, y más si son provenientes del saber ancestral.

Son las nueve y veinte, Roberto acaba de decirme que le alegra ver que la naturaleza le concedió ver la luna después de haber esperado ya casi dos meses en medio de nubes repletas de gris... Salí al balcón y no la puedo ver porque una torre me impide hacerlo… ya no tengo nada más que escribir, de todas maneras me alegra el hecho que tres personas – porque el tiempo de las otras tres no los dejo- de distinta edad y actividad se arriesgaron a pensar diferente, a desarrollar la competencia social y ciudadana desde la comprensión de la realidad social en que se vive, desde la valoración positiva de otras visiones de mundo y desde el acercamiento que se hace de ellas.

Me voy a la cama no sin antes pensar en posibles pericias para que las personas dejen de creer que su pensamiento y comportamiento es el único -porque es el que se acepta socialmente-, para que esta ciudad de colores fluorescentes encuentre en el otro la alegría de la diferencia,…Pero en estas calles ¿Habrá tiempo y espacio para reconocer concepciones de mundo ancestrales? ¿Es pertinente en una ciudad apoderada por la indiferencia y el consumo el acercamiento a otras cosmovisiones? ¿El tiempo limitado de estas almas les permitirá concebir y contemplar la naturaleza no para regalarla en escenas de parejas románticas sino para entenderla desde un lugar de enunciación diferente? Esperare que mañana este edificio permita que mi ser se llene de la fuerza natural que desde hace un mes no siento.

3 Tomado del comentario que hizo Mónica León en el Blog el día 09 de noviembre de 2010.4 . Tomado del comentario final que hizo Patricia Gutiérrez en el Blog el día 18 de noviembre de 20105 . Tomado del comentario final que hizo Patricia Gutiérrez en el Blog el día 18 de noviembre de 2010.