recuerdos de malecon

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Cuento

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RECUERDOS DE MALECN

Cae Osvaldo Malecn y recuerda. Su cuerpo, sumido en un extrao estado de inconciencia, es una masa inertedesmoronndose, pero aun as su mente funciona. Percibe el silencioexpectante del pblico, el gusto salobre de la sangre inundndole la boca, el escozor que provoca el sudor invadindole los ojos. Cae Malecn y mientras tanto su memoria se llena de imgenes familiares.

Don Pepo, su padre, lo entrenaba en el patio de atrs de la pensin de la calle Ayacucho. Balvanera es un barrio bravo, le deca su viejo y le enseaba los rudimentos bsicos del boxeo para que el pibe pudiera defenderse en esas calles que, todava hoy, son peligrosas. El pugilato con el tiempo se le hizopasin y Osvaldo, decidido a convertirlo en sustento, le pidi a su padre que lo convirtiera en un campen. Y don Pepo, criado en la rudeza del campo, donde la nica caricia es la que da el Pampero cuando sopla, aplic en su hijo el rigor y la persistenciade aquel que exprime una piedra en busca de aceite y, contra todas las habladuras, lo consigue. Entonces suba don Pepo al balcn del segundo piso de la pensin y saltaba para caer de pie sobre el vientre de su hijo, que lo esperaba acostado sobre la vereda. Esos abdominales van a ser de hormign, lo consolaba tras los primeros intentos, cuando Osvaldo terminaba hecho un ovillo. Don Pepo se encarg tambin de conseguirle empleos que, con su exigencia, lo moldearan un Atlas: En una empresa de mudanzas, cargando muebles por las escaleras para tonificar brazos y piernas. En el zoolgico alimentando a los leones para agilizar los reflejos. En un teatro de la calle Corrientes para que el baile le aflojara la cintura y las piernas. Lo nico que no pudieron trabajar fue la mandbula, su punto dbil;un taln de Aquiles ubicado en la parte inferior del rostro, lugarpor demsextrao para un taln. La intencin era que masticara municiones y arandelas para endurecer el maxilar pero Osvaldo haba heredado de su padre la intolerancia al hierro, que a don Pepo le produca serios malestares hepticos cuando coma guiso de lentejas.Los brazos laxos son serpentinas movidas por el viento. El torso, en cambio, permanece rgido. Malecn cae como un tronco recin hachado, indefenso, sin reaccin para amortiguar el impacto. Est noqueado, duerme el sueo del que se encamina a la derrota inevitable, pero incluso as las imgenes siguen llegando a su mente una tras otra.

A doa Clota, su abuela, que viva con ellos en la pensin de la calle Ayacucho desde que la vida le quitara a su esposo y le robara los colores a sus vestidos, no le gustaba en lo ms mnimo la idea de que Osvaldo se calzara los guantes. "Que no me entere que peleas porque me vas a conocer", le adverta con tono de amenaza y la furia (la tanada, como deca su hijo) le pintaba la cara de un rojo intenso. Osvaldo le prometi que jams subira a un cuadriltero, pero en cuanto se enter que la Federacin de Box organizaba la Noche de los Amateurs la pasin pudo ms que lalealtad y fue corriendo a inscribirse. Para evitarle un disgusto y temeroso de la reaccin (tantas historias le haba contado don Pepo sobre el enojo fcil y los castigos contundentes de doa Clota) se lo ocult y continu dicindole a su abuela que jams peleara. Osvaldo era capaz de mentir con una facilidad pasmosa, un defecto heredado de su to Rolando.

El protector bucal es una sonrisa a punto de desprenderse de su boca. El rostro de Malecn posee una forma nueva, obra de un puo inmisericorde que lo convirti en un Guernica de piel y huesos rotos. No hay sensibilidad en ese cuerpo anestesiado de un trompazo. Solo su cabeza puede sentir en forma de recuerdos.

El pecho se le llen de felicidad el da que compr los pantalones de box(los primeros que tuviera en su vida) para la velada en la Federacin. La tela roja fulguraba bajo las luces y lo hacan ver como un demonio semidesnudo, con los msculos marcndose ante el mnimo movimiento y la expresin salvaje reflejndose en el espejo del probador. Complet el atuendo con unas botas negras, blandas, giles y ridculamente pequeas para un hombre de su corpulencia. Haba heredado el pie chico de la ta Beatriz.

Los ojos abiertos no ven, estn en blanco. El mismo blanco de la lona contra la que est a punto de impactar. A esa distancia ya podra percibir el aroma a transpiracin, a vaselina, a talco y a derrota inminente que impregnan la superficie del cuadriltero, pero Malecn no siente nada, solo recuerda.

El presentador lo anunci alargando las vocales y estirando la ene final de Malecn hasta el infinito. O al menos as le pareci a Osvaldo cuando subi al ring y salud al pblico que colmaba las tribunas de la Federacin con una sonrisa enorme y brillante, la sonrisa seductoraque heredara del to abuelo Herminio.Lo que Osvaldo no recuerda, pero sabe porque se lo contaron, es que mientras saludaba desde el centro del ring dando pequeos saltos para entrar en calor y para quitarse los nervios del cuerpo, la abuela Clota se abra paso a codazo limpio entre la gente que abarrotaba los pasillos y, con una agilidad felina impensada en una anciana de ms de ochenta aos, pasaba por arriba de los bacanes que ocupaban el ring-side para trepar al cuadriltero. Cuando Osvaldo gir paraver quien le tocaba el hombro doa Clota le calz un derechazo ascendente justo en el mentn, un uppercut que le sac la mandbula de lugar, le arranc unos cuantos dientes y le llen la cabeza de recuerdos hasta que golpe de cara contra la lona y su mente se apagMalecn despert en el hospital. Pas unas horas en observacin, algunos das de recuperacin y varias semanas alimentndose a base de licuados sorbidos conuna bombilla que introduca,con mucho cuidado,entre las varillas de metal del armaznque le mantena la mandbula en su lugar.En cuanto pudo hablar le jur a doa Clota que nunca ms se calzara los guantes, y esta vez se lo dijo en serio. Ya recuperado,volvi a la calle Corrientes. Con el entrenamiento le haba tomado el gustito a lastablas y gracias a su juego de cintura y a la movilidad electrizante de sus piernas se convirti en un bailarn de cierto renombre en el teatro de revista.Su padrenunca fue a verlo bailar, compungido por la malogradacarrera pugilstica de su hijo,truncajusto antes de comenzar. Osvaldito tena todo para ser campen, se lamentabadon Pepo casi a diario mientras mateabaen el patio de lapensin de la calle Ayacucho. El pibe haba heredado el gancho de derecha de la abuela Clota.