reavivamiento del discipulado

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Capítulo

La Gran Comisióni 4 "T " OS O NCE D ISC ÍPU LO S fueron a Galilea, a la mon­

taña que Jesús les había indicado. Cuando lo vieron, ~ M _ ^ lo adoraron; pero algunos dudaban. Jesús se acercó

entonces a ellos y les dijo: Se me ha dado toda autoridad en encie­lo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he man­dado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, has­ta el fin del mundo” .1

De esta manera terminó la ministerio terrenal de nuestro Señor, según i-l registro de Mateo. En la declaración final de Cristo se encuentra la co­misión a sus discípulos. Aquí, Jesús pone las bases para todo lo que toda­vía habría de suceder en la incipiente iglesia que había establecido.

1 .a Gran Comisión de Jesús sigue siendo la “Carta Magna” de la igle­sia cristiana; es la razón de su existencia. Es llamada de esa manera por la magnitud de lo que se encomendó en ella. Lo engloba todo.

“ Frederick Bruner señala cinco “ todos” que, en algunas ver­siones de lengua inglesa, conforman la Gran Comisión. “Toda

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autoridad” , “todas las naciones” , “en el nombre [del todo de Dios]” , “todo los que les he mandado” , “con ustedes todos los días” .2

“Es el impac tan te alcance de los, ‘todos’ lo que le ha mereci­do el calificativo ‘gran* a esta comisión” .'

La escena sobre la ladera de la montaña evoca una escena similar que ocurrió unos quince siglos antes, cuando Jehová en el Monte Sinaí trans­formó a los esclavos recientemente liberados en una nación. A llí, Dios habló y comisionó a Israel para que fuera su pueblo y obedeciera su ley. Ahora, Jesús está comisionando al nuevo Israel.

En el “ monte de la comisión” , el Jesús resucitado apareció a sus dis­cípulos, al igual que, según el registro de Mateo, se les había aparecido a las mujeres. No aparece necesariamente con el propósito de probar que había resucitado de los muertos, sino más bien con la intención de reve­lar que su estado “ resucitado” le daba la autoridad para promulgar la en­comienda que estaba por expresar (Mat. 28: 18). E l hecho de que Jesús había resucitado de los muertos le otorgaba un poder inmenso a la comi­sión que estaba por impartir a sus discípulos dubitativos.

Los que dudan y la Gran ComisiónLa nueva visión de un Jesús lleno de autoridad hizo que los discípu­

los se inclinaran para adorarlo. Pero, asombrosamente, en Mateo 28: 17 hay evidencias de que entre los discípulos aún había algunos que duda­ban. No todos estaban preparados para adorarlo. Es un hecho que no fue Tomás el único que puso en duda la resurrección de su Señor; otros entre los once aún dudaban el mismo día en que recibieron la Gran Comisión. Sin embargo, sus vacilaciones no impidieron que Jesús compartiera aquel importante mandato con ellos. De hecholel texto indica que la orden fue expresada especialmente para aquellos que dudaban.

Aunque algunos de nosotros podamos abrigar alguna inseguridad res­pecto a la persona de Jesús, se nos ordena ir y hacer discípulos. Cuando

La Gran Comisión 15

lo hacemos, esas dudas se disipan. Aquí nuevamente, y quizá en forma indirecta, Jesús sugiere que la mejor manera de eliminar nuestros titubeos es participar en la tarea de hacer discípulos.

Cuando Jesús se le apareció al grupo de discípulos que lo adoraban, así como a los que dudaban, no pasó por alto a estos últimos, sino que los me luyó en sus instrucciones. E l versículo 18 declara que se acercó a ellos »•ii la condición en que se hallaban. Nuestras dudas no necesitan ser com- I'lelamente resueltas. Jesús quiere que nos acerquemos, adoremos y haga­m os discípulos a pesar de nuestras dudas, pues nuestras vacilaciones se- i.ni resueltas a través del compromiso con la misión de Cristo.

No todos sus discípulos habían alcanzado la madurez en la fe. Estos discípulos comprendían quién era Jesús. Incluso pueden haberse inclina- i lt i en adoración. Pero su fe aún se encontraba en estado embrionario, em- I targada por las dudas. Sin embargo, Jesús no los excluyó de la comunión di- los discípulos, ni los excluyó de la responsabilidad de cumplir la Gran i 'omisión. Jesús verdaderamente encargó la tarea de evangelizar a cada uno de los once discípulos, no solamente a los que lo adoraban sin abri­gar ningún tipo de recelos.

Aprendemos rápidamente que uno puede llegar a ser discípulo de Ic s i is y aún dudar. E l discipulado, entonces, no es solo para los que han Unido éxito” . Esto incluye a los que tienen un compromiso básico con

< nsio pero están tratando de resolver sus perplejidades. Posteriormente, i \ ploraremos más de lleno el significado del término discípulo, pero en i ‘,ic momento deseamos señalar que no significa que algún discípulo no pueda sentirse perplejo respecto a Jesús.

I ,n máxima autoridad del universoI liego de ver al Señor resucitado, los discípulos escucharon fascina­

dos sus palabras casi increíbles: “ Se me ha dado toda autoridad en el cielo v en la Iierra” (Mat. 28: 18). Jesús ya no interpelaba a sus discípulos con la pregunta: “ ¿Quién dice la gente que es el I lijo del hombre?” (M ;i i l(i:

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13). Ahora declara tener absoluta y total autoridad sobre el cielo y la tie­rra. No poseía ahora una autoridad parcial; su autoridad era total. Como Frederick Bruner ha señalado con agudeza, Jesús aquí afirma ser el direc­tor ejecutivo de todo el universo.4 Esta es la declaración más contunden­te que Jesús haya hecho. Es sorprendente, imperativa y todopoderosa. Ya no es manso y humilde. Se trata de Uno que posee toda autoridad. ¡Qué tremenda afirmación!

En el Monte Sinaí, Dios primero se reveló a Israel acompañado de truenos con el fin de acentuar su autoridad y poder. Jesús ahora vuelve a representar esta escena en la entrega de su encomienda a la iglesia del Nuevo Testamento. Quien promulga la Gran Comisión no es simplemen­te Jesús, sino el Jesús colmado de autoridad. De ahí en adelante, en las Escrituras Jesús se presenta de una manera contundente en el contexto de la Gran Comisión. Esto basta para concederle un fuerte énfasis a su man­dato. No puede ser tomado a la ligera. No es una orden más entre las mu­chas que dio Jesús; sino que, en cierto sentido, es el mandato de Jesús, puesto que abarca todos los demás mandamientos. Ser fiel a este manda­to significa ser fiel a todos los demás que Jesús manifestó. Ser infiel a esta comisión es ser infiel al Jesús colmado de autoridad: a la máxima autoridad del universo. No nos atrevamos a desobedecer la encomienda de este Jesús que posee una autoridad total, completa y definitiva.

Los adventistas profesan ser la iglesia remanente que guarda los man­damientos de Dios y tiene la fe de Jesús (Apoc. 12: 17). Esta es una de­claración contundente que implica más que guardar el sábado. También debe significar que somos obedientes a la Gran Comisión. Sería impo­sible ser la iglesia remanente y guardar los mandamientos de Dios, si no guardamos el más categórico de los mandamientos de Jesús: la Gran Co­misión.

Después de haberse declarado como el único poseedor de la autoridad definitiva, Jesús pasa a emitir la Gran Comisión: “Por tanto, vayan y ha­gan discípulos de todas las naciones” (Mat. 28: 19). El mandamiento es sorprendente. ¿Cómo podría un grupito de once discípulos pobres, medio

La Gran Comisión I

( l eyentes y medio escépticos, cumplir con tan grandioso proyecto: hacer discípulos de todas las naciones? La única manera en que esto podría lo­grarse es mediante el poder de un Jesús que posee toda autoridad.

Este mandamiento debe de haber abrumado a aquellos primeros discí­pulos. ¿Cómo podrían crear discípulos a escala internacional? La tarea pa­rece inmensa incluso para la iglesia de nuestra época, después de 2.000 unos. Sin embargo, el mandamiento está vinculado inseparablemente con la autoridad de Jesús. Este mandamiento puede cumplirse únicamente mediante su autoridad. Por ser Jesús la máxima autoridad del universo, los discípulos pueden ser exhortados a salir al mundo para declarar el mensaje de un Cristo resucitado y para que hagan discípulos entre todas las naciones.

Por esta razón, los fundamentos de la misión están enraizados profun- <1.miente en la divinidad de Jesucristo como Señor absoluto del cielo y de la i ierra. La razón para la misión cristiana a las naciones puede ser enten­dida únicamente en el contexto de un Jesús resucitado que ha conquista­do la muerte. Como fundamento de esa comisión, se encuentra la irrefu- Inhle idea de que este mismo Jesús les proveerá el poder y los medios l'tiia cumplir la encomienda que les ha dado. Por lo tanto, como colofón •iI mandato evangelizador, asegura que estará con ellos hasta el fin del mundo (vers. 20). Su presencia y compañía tienen su razón de ser en las mu iones que necesitan ser alcanzadas. Su presencia no es una seguridad Incondicional, sino una declaración acentuada de que él estará con ellos ni la misión. Nuevamente, Bruner ha señalado:

“ En su contexto inmediato, la afirmación de Jesús de ‘estar con ellos’ fue dada principalmente para aquellos que se dedican a hacer discípulos. No sería justo para la Gran Comisión de Mateo decir que la presencia de Jesús fue prometida a todos y cada uno de lo s que se llaman cristianos; tampoco fue dada, como a veces decimos, ‘incondicionalmente’. Fue dada condicionalmente; a los misioneros cristianos” .1'

18 Reavivamiento del discipulado

Los discípulos habrían de ir a las naciones “por una causa” . Cristo es el poseedor de plena autoridad sobre las naciones. Por esto no habrían de proseguir esta misión sin la presencia de Aquel que posee toda autoridad. Inherente en el llamado de la Gran Comisión está la promesa del Espíritu, que habría de manifestarse durante el Pentecostés.

Señales y milagros como señales de autenticidadLos demás escritores de los Evangelios sinópticos también presentan la

Gran Comisión al final de sus libros, lo que demuestra un marcado énfasis en el hecho de que la presencia del Espíritu Santo se manifestará a los dis­cípulos cuando traten de cumplir la misión encomendada por Cristo. En el Evangelio de Marcos, Jesús reprende a los vacilantes discípulos, y luego los comisiona para predicar las Buenas Nuevas a toda la creación. En vez de consignar que él tiene toda la autoridad, como se cita en el Evangelio de Mateo, Marcos presenta a Jesús declarando que los discípulos tendrán un ministerio autorizado por las señales que los acompañarán. En el relato de Marcos se entiende que la misma presencia de Jesús estará con sus discí­pulos, capacitándolos para cumplir su misión por medio de su poder y autoridad, no con el poder humano.

Los adventistas hemos sido un poco temerosos de las señales y los mi­lagros. Somos muy conscientes de que el diablo es capaz de imitar a Dios en este sentido. No obstante, no podemos ignorar el hecho de que los mi­lagros, las señales y los prodigios acompañarán la predicación de la Palabra de Dios. Jesús dejó esto muy claro en el Evangelio de Marcos. Elena G. de White también afirma que las señales y los milagros estarán a la orden del día cuando la lluvia tardía sea derramada sobre el pueblo de Dios.6

No podemos ignorar lo prodigioso. No hemos de depender demasiado de los milagros, pero debemos ser cuidadosos de no ignorar la presencia de las señales y las maravillas como autenticación del Espíritu Santo que obra en la iglesia de Dios. No es una cuestión de “ exactitud doctrinal” contra las señales y los milagros. Si tenemos todas las doctrinas correctas pero dejamos de tener al Espíritu, entonces el adventismo no es la iglesia ver­

La Gran Comisión 1

i ladera de Jesús. Las iglesias que manifiestan señales y milagros, pero que limen una doctrina incorrecta tampoco son iglesias verdaderas. Lo que nnlcntica a la verdadera iglesia es la presencia de señales, milagros y el |m iilrr del Espíritu, en unión a las doctrinas bíblicas correctas. ¡Ojalá que la Iglesia Adventista pueda manifestar ambas cosas!

lil relato de Lucas también incluye la promesa: “Ahora voy a enviar- li ■ lo que ha prometido mi Padre; pero ustedes quédense en la ciudad hasta que sean revestidos del poder de lo alto” (Luc. 24: 49). Cada uno de los Evangelios sinópticos relata la misma idea como parte de la enco­mienda de la Gran Comisión: el poder del Espíritu Santo para hacer posi- Mi el cumplimiento de la misión del Señor resucitado. De hecho, el poder■ i' l I Espíritu era tan esencial para el cumplimiento de esta misión, que l> mis les ordenó a sus discípulos que esperaran hasta recibir este poder miles de que pudieran ir a las naciones (Luc. 24: 49).

I ii organización de la iglesia del Nuevo Testamentol I mandato en este caso es muy diferente del que se le dio a Israel, que

luc comisionado para crear una comunidad solidaria que reflejara al Dios \ eidadero. Fue colocado en la encrucijada de las civilizaciones, donde to- ilns las naciones vendrían a ellos y oirían del Dios verdadero. En contras­te t on quienes vendrían a Israel, Cristo comisiona a su iglesia para que va­ya a las naciones. Esto revela una diferencia misiológica importante entrel aael y la iglesia. La iglesia de Jesús no ha de organizarse según el patrón* leI Antiguo Testamento, sino que debe estar basada en un orden comple­tamente nuevo. Habría de organizarse a fin de cumplir con la misión de i i islo, que consiste en hacer discípulos entre todas las naciones. Las igle- miis, por lo tanto, deben asegurarse que tienen una organización encami­nada racionalmente a cumplir la misión de Cristo. Esto requiere una auto- evaluación continua, porque muchas veces los esfuerzos realizados ini- i mímente en favor de dicha misión fracasan al no llevarse a cabo la misma.

Muchas iglesias contemporáneas ofrecen programas en sus templos v esperan que la gente se acerque a ellas en busca de instrucción. Este es

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un paradigma del Antiguo Testamento. La iglesia no debe ser meramen­te la comunidad reunida que permanece como un testigo de Cristo. Jesús, dotado de la plenitud de la autoridad, comisionó a su iglesia para “ ir” . Solo cuando la iglesia se disperse, como la sal en el mundo, llegará a ser verdaderamente una “ iglesia de la Gran Comisión” . Muchas iglesias ad­ventistas entienden bien cómo opera una iglesia congregada, pero hemos hecho poco por educar a nuestros miembros para ser una iglesia disemi­nada. Entendemos la imagen de la “ ciudadela” , pero distamos de com­prender la imagen de la “ sal” según se la aplica a la iglesia. Esto no quie­re decir que no necesitemos que la iglesia sea una entidad “ congregada” , sino que no necesariamente significa que se cumpla la Gran Comisión por el mero acto de congregarse. Necesitamos ser la iglesia que ha sido dispersada por todo el mundo.

Muchos adventistas comprenden cómo funciona una iglesia congrega­da. Invitan a sus amigos a las reuniones de la iglesia, o a las de evangeli- zación y a otras actividades de la congregación local. Eso está bien, pero no es el cuadro completo que Jesús presentó. La iglesia no es el edificio, sino los miembros. Por lo tanto, dondequiera que estén ellos, allí estará la iglesia. E l lunes, la iglesia puede estar en la oficina, en la fábrica o en la reunión de salud. Cuando los miembros se relacionan con el mundo en sus transacciones y recreaciones, están actuando como la iglesia dis­persada. Las iglesias de la Gran Comisión necesitan educar a sus miem­bros para ser una “ iglesia” en sus trabajos y en su tiempo libre.

Durante demasiado tiempo hemos divorciado nuestro trabajo y nues­tra recreación del ámbito de la iglesia. Es tiempo de integrarlos de una vez por todas. No hay por qué seguir viviendo el modelo del Antiguo Testamento. No podemos esperar que la gente venga a nosotros. E l man­damiento de Jesús es radicalmente diferente del paradigma del Antiguo Testamento: hemos sido llamados a ir a todo el mundo y hacer discípu­los. En la actualidad, las iglesias están cimentadas más en el paradigma del Antiguo Testamento que en el modelo de la Gran Comisión. Es tiem­po de que las iglesias se organicen con una cimentación neotestanwntaria.

La Gran Comisión 21

Alpinos han sugerido que el énfasis debería estar en “ hacer discípu­lo . v no tanto en “ ir” . Esto suena bien, si no fuera porque el texto bíbli- i o paiece enfatizar más el “ ir” que el “ hacer discípulos” . Esto no minimi-

la linea de hacer discípulos como objetivo; sin embargo, la misma de- I" m i llevada a cabo en el proceso de “ ir” , más bien que en el de esperar• |ii< l,i frente se allegue a la iglesia, como sucedía en el paradigma del An- ||(iiio Testamento.

I .i presente obra intenta dejar muy en claro que nuestro primordial o|i|i iivo en la tarea de la Gran Comisión es hacer discípulos. Sin embar­co l.i iglesia no puede sentarse cómodamente a esperar que las personas■ . onviertan en discípulos. E l llamado de Jesús es inconfundible: la igle-

•«iii ilrlu* “ ir” , y en el proceso tiene que hacer discípulos.I I mandato de la Gran Comisión es la creación de una iglesia que, en

10 liuidainental, se encuentre “ diseminada” por el mundo, no la situación innl en la que la predomina la iglesia “congregada” . Esto no significa

i|nr no necesitamos a las “ congregaciones” , sino que esa no debe ser laloiiii.i primaria de iglesia. La iglesia verdadera de la Gran Comisión es tu que se dispersa como sal en una comunidad. En el proceso de disper­sión. I.i iglesia debe ser llamada a hacer discípulos de esa comunidad.

I .i iglesia siempre se ha inclinado a contentarse con lo que ha logra­do v ha dejado de avanzar. Jesús no podría haber utilizado un imperati- .......as poderoso que el “ id” de la Gran Comisión. Les ordena a sus discí­pulos que vayan. Este poderoso mandato es utilizado tres veces en Evan­gelio de Marcos (Marcos 2: 8; 11:4; 28: 7). En cada caso, se lo utiliza l"tiii ordenar que las personas se trasladen físicamente a algún lado. Así, poili la ser bien traducido como “muévanse” .7 Dado que Cristo es nuestro ‘•i n« ii resucitado, como discípulos debemos movernos hacia la sociedad v i ni miliar formas de permanecer en contacto con quienes no están en11 mínelo con Jesús.

I .le no es un mandamiento que los discípulos de Jesús estuvieran en i ondlciones de ignorar. No se les pide que vayan a las naciones; se les or- ili nii que vayan, y lia de existir una urgencia vinculada a su marcha. Otros

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pasajes indican que ellos debían esperar a recibir poder, pero esto debía limitarse a diez días. Después llegó el Pentecostés, y el Espíritu Santo des­cendió, dándole poder a la iglesia para cumplir su misión. Ya no había necesidad de esperar. E l poder que descendió en el Pentecostés está ahora totalmente disponible para los discípulos. Por lo tanto, la urgencia de la Gran Comisión obliga a la iglesia a participar en la misión de Cristo ahora.

La triple misión de Cristo¿Cuál es la misión de Cristo? De acuerdo con la Comisión, es hacer

discípulos, bautizarlos y enseñarles todo lo que Jesús mandó. La misión descrita en este mandato se concentra en estas tres actividades: hacer dis­cípulos, bautizar y enseñar. En un capítulo posterior examinaremos lo que incluye este proceso. En este punto, sencillamente mencionaremos que la misión incluye llevar a cabo estas tres cosas. La tarea, por lo tanto, no esta­rá completa hasta que estas tres tareas hayan sido llevadas a cabo.

La orden de Cristo, entonces, está enraizada y fundamentada en esta función básica de la misión: hacer discípulos, bautizar y enseñar. Solo cuando la iglesia siga esta triple fórmula podrá afirmar que ha cumplido la comisión evangélica. Las tres deben ser llevadas a cabo en el proceso de “ ir” . Cuando la iglesia crea una presencia en el mundo por virtud de ser la iglesia en dispersión, también hace discípulos, bautiza y enseña. Así, si una iglesia bautiza a los creyentes sin hacerlos discípulos ni instruirlos, desobedece a Cristo. Y si una iglesia hace discípulos de las personas y no las bautiza, también desobedece, lo mismo que si les enseña los manda­mientos de Cristo pero no hace discípulos de ellas ni las bautiza. Incluso si una iglesia hace discípulos de las personas y las bautiza, pero no con­tinúa enseñándoles los mandamientos de Jesús, no obedece a Cristo. El mandamiento de nuestro Señor parece demasiado claro; sin embargo, es uno de los mandatos que más a menudo se malinterpreta en el cristianis­mo moderno. La iglesia no ha fracasado en el cumplimiento de la Gran Comisión por no haber sido fiel en proclamar y bautizar, sino porque no ha reconocido la absoluta necesidad de garantizar las lies acciones.

La Gran Comisión 23

. A lo largo de la historia del cristianismo, la iglesia en diferentes mo- m< n io s ha resaltado una de las tres dimensiones de la misión, pero rara ve/ le ha dedicado igual atención a las tres. En muchos casos, el énfasis in< luso ha degenerado hasta convertirse en un juego de números, en el i|iir iodo el énfasis está en bautizar, dedicando poca atención al discípu­lo l<> y a la enseñanza. Solo un énfasis igual sobre las tres tareas, hacer <h\< tpulos, bautizar y enseñar, puede darle un cumplimiento satisfacto- tlu ¡i la Gran Comisión de nuestro Señor.

I l I spíritu Santo: el que da poder a la misióni a misión de la iglesia, por consiguiente, es la Gran Comisión; un

t 'i ni o enraizado y cimentado en el Cristo que resucitó. E l poder para esa im ion ha de venir de quien Jesús envió para facultar a la iglesia para lle- \ ni i ab o su misión: el Espíritu Santo.

I a obra del Espíritu Santo es dar testimonio de Cristo. Por lo tanto, el I |>u iiu capacita lo que Cristo ya ha establecido. Inherente a la entrega ili la ( iian Comisión está la promesa del Espíritu como agente capacita-■ l"t I I Pentecostés fue el cumplimiento inicial del derramamiento del Es- l’ii un, con el objetivo de llevar a cabo la misión de Cristo. Por esa mis- iii.11 a/.ón, el Espíritu Santo continúa siendo derramado hoy sobre la igle­sia de Dios.

I I fundamento de la misión de Cristo, por lo tanto, está en la Gran i omisión, no en el derramamiento del Espíritu en el Pentecostés, como m Alimentan nuestros hermanos pentecostales.8 La obra del Pentecostés nI i i la autoridad de la Gran Comisión perdería su significado. La tarea de ln if le s ia como pueblo misionero de Dios está cimentada en la Gran Co­mí.ion A su vez, el poder de la iglesia para cumplir la Gran Comisión es- lit Imidamcntado en el Espíritu prometido, un poder que fue inicialmente >l< mimado en el Pentecostés.

l n conclusión, en este capítulo hemos considerado la supremacía de ln < liiiii Comisión como origen de la misión en la iglesia cristiana. Este manilaio está enrai/.ado en la autoridad del ( ’listo resucitado, que exige

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a sus seguidores que hagan discípulos entre todas las naciones, que los bauticen y que los instruyan continuamente. A fin de cumplir con ese objetivo, prometió acompañar a los discípulos en esta empresa misione­ra, y luego les concedió el Espíritu en Pentecostés. Así, el Pentecostés está vinculado a la Gran Comisión y capacita a la iglesia para cumplir es­ta tarea. La Gran Comisión es el propósito, el Pentecostés es el medio ins­trumental.

En este sentido, los adventistas del séptimo día nunca podrán ser pen- tecostales. E l Espíritu Santo es derramado para el cumplimiento de la Gran Comisión, aunque no es un fin en sí mismo, ya que sirve al Cristo resucitado, y capacita a al cuerpo de creyentes para cumplir la Gran Co­misión. E l Espíritu nunca puede sustituir a Cristo, o a la Palabra; solo puede dar testimonio de él.

E l propósito de este análisis no es restarle importancia al Espíritu Santo; solo intentamos colocarlo en el sitial apropiado. Uno de los peli­gros que actualmente afronta el adventismo es el intento de permitir que el Espíritu verifique lo que es correcto en la misión y en la práctica. E l riesgo es que en este caso pudiera estar obrando un espíritu falso. Debe­mos evaluar la actividad del Espíritu por la Palabra eterna. Solo podemos estar a salvo cuando sometamos continuamente nuestra teología y prácti­ca a la prueba de fuego de la Palabra revelada. Gracias a que el Espíritu es convalidado por la Palabra de Dios, puede facultar a la iglesia contem­poránea para cumplir con la misión de Cristo, según se la describe en la Gran Comisión.

Por lo tanto, la verdadera iglesia de Jesús para nuestro tiempo debe ser una iglesia comprometida con la Gran Comisión y que tome en serio el cumplimiento de la propia ordenanza de Jesús. Si el origen de la iglesia está en la Gran Comisión, entonces su vida y práctica debe girar en torno del cumplimiento de ese mandato como la razón de su existencia. Debido a todo ello, la iglesia de Jesús de nuestros días debe convertirse en el ver­dadero pueblo misionero de Dios para beneficio de las naciones.

La Gran Comisión 25

Mui 'M l(> ’().imI. ,i. k Diik- Bruner, Matthew, t. 2, The Churchbook, M atthew 13“28 (Dallas: Word, 1990), • Hl'Mhltlti IMI» i |> I0‘)4. tiim i» i |» 1106.Ii im <. «le White, El conflicto de los siglos, p. 670.

t u m i i . |* H ) % ,

' -w AimIcis«»ii. en su libro Ministry on the Fireline [E l m in ster*° en frente batalla] argu- m. nin i|ii> el Pentecostés es el origen de la iglesia y no la O vm Comisión. E l resultado final de la i* nit.yhi .1«- Aiulerson es hacer que el Espíritu autorice lo qi>e es correcto en misión, y no Cristo ymi l'uliiliiii

¿Qué es un discípulo?TOMANDO EN CUENTA que el mandato de la Gran Comisión

constituye la razón de la existencia de la iglesia, y considerando que la comisión le ordena a la iglesia que haga discípulos, es esen-

i i.il que tengamos una idea clara de lo que la Biblia considera un discípu­lo. Se dan muchas definiciones de este concepto en la literatura relaciona-il.i con el crecimiento de la iglesia. No obstante, parece ser que las mismas se plasmaron por razones misiológicas, ya que no se ajustan estrictamen­te ;i la definición bíblica. Algo tan crucial para el cumplimiento de la Gran< omisión como el acto de hacer discípulos requiere que comprendamos i Lilamente esta tarea según Jesús la entendía. E l Señor habría tenido en mente la misma definición cuando le ordenó a sus seguidores que fueran ,i hacer discípulos.

Hacer discípulos en contraposición con perfeccionarUna de las grandes contribuciones del movimiento actual de cre-

i ¡miento de la iglesia ha sido el énfasis en hacer discípulos. De hecho, Donald McGavran, fundador del movimiento moderno de crecimiento de

28 Reavivamiento del discipulado

la iglesia, se adentró en un terreno nuevo cuando comenzó a poner más énfasis en hacer discípulos, que en la conservación de los miembros exis-

' tentes.1 McGavran distinguió dos etapas en la tarea de hacer discípulos: la propiamente dicha de hacer discípulos (el acercamiento inicial a Cristo) y la de perfeccionar (crecimiento en la fe). Esta división no es bíblica y ocasiona confusión en el producto final de la misión de Cristo. El resulta­do inevitable es la desvalorización del discipulado. En la definición de hacer discípulos de McGavran, incluso la conversión forzada de los pa­ganos por parte de Constantino era aceptable, porque facilitaba que sus descendientes fueran cristianos. La definición y el énfasis de McGavran en el acercamiento inicial a Cristo es encomiable, pero el cristianismo es más que acudir a Cristo. Debemos cuidar que la influencia de McGavran, que es fuerte en los círculos adventistas, no nos conduzca a una falsa misión que se aparte de las fuentes bíblicas.

E l problema es que McGavran creó una definición artificial para dis­cípulo, en lugar de utilizar la definición bíblica. Si en un acercamiento inicial a Cristo se puede llegar a ser discípulo sin una comprensión cabal de sus enseñanzas, entonces el que no está realmente convertido al seño­río de Jesucristo podría entrar a una iglesia cristiana. Esta definición in­correcta de discípulo más tarde llevó a McGavran a su teoría del “ movi­miento popular” [people movement] en el que grupos enteros pueden en­trar al cristianismo al por mayor, aun con poca instrucción y bajo la supo­sición de que pueden ser “perfeccionados” más tarde.

Indudablemente, debe haber un crecimiento en la vida cristiana, y el nuevo cristiano tendrá mucho terreno para crecer. Aquí no estamos abo­gando por algún tipo de perfeccionismo como un requisito para que al­guien se convierta en miembro de iglesia; sino más bien porque exista una clara introducción al discipulado como algo básico para unirse a la iglesia de Jesús. Hay mucho por aprender después del bautismo. Lo que queremos destacar en este capítulo es que, bíblicamente, este discipulado implica más de lo que afirmaba McGavran; más que un acercamiento ini­cial a Cristo. La pregunta que necesita ser respondida en csiji coyuntura

¿Qué es un discípulo? 29

i's: ¿Qué conocimientos respecto a Cristo deben tener las personas antes• l<- ser llamadas con propiedad “ discípulos” ? Las implicaciones de esta definición afectan nuestra práctica de la evangelización. Si uno compara la definición de “discípulo” de McGavran, entonces nuestra estrategia de evangelización debería girar en torno a la idea de llevar gente a Cristo. Mas larde ya nos preocuparíamos de instruirlos apropiadamente. Sin em­bargo, si la definición bíblica de discípulo implica más que el reconoci­miento inicial de Cristo, entonces nuestra estrategia evangelizadora nece-• 11 a brindar suficiente información para guiar al nuevo converso al disci­pulado como Jesús lo entendía.

Aceptar la definición de McGavran de discipulado implicaría que la Iglesia Adventista debería desarrollar una metodología evangelizadora mular a la de B illy Graham y otros evangélicos, quienes creen que su mi- inn es llevar a la gente a Cristo. Sin embargo, los adventistas siempre han

i onsiderado que su misión va más lejos. Indiscutiblemente, la gente debe m i llevada a Cristo antes que nada, pero ese no es el fin de nuestro proce- Mi evangelizados Nuestra orientación bíblica siempre ha hecho que consi­gnemos el discipulado de una forma mucho más profunda que McGavran.

I a definición de discípulo de McGavran, que en su lado positivo ha i < tincado un mayor énfasis en llevar a la gente a Cristo, ha creado algo negativo: una justificación para llevar a la iglesia a personas que son muy di'liiles como cristianas. Por lo tanto, esta parte del maegavranismo ha si­do puesta en entredicho, especialmente por personas, como los adventis- Imn. en cuyo entorno se enfatiza la santidad. Algunos de ellos han formu­lado preguntas muy perspicaces:

“Si usted esta tratando de hacerle las cosas fáciles a la gente que pretende decir “ sí” al mensaje de su grupo, ¿cómo evitará la aprobación tácita ile la incredulidad de ellos, así como ser infiel a los principios del evangelio por su forma de actuar al respecto?”2

“Si la Inquisición bautizaba a un judío a la fuerza, ¿consistía eso en e v u i i j ’oli/iii V Algunos anabaptistas dirían que no. Evidente-

Reavivamiento del discipulado

mente, McGavran diría que sí, porque luego existía la oportunidad de instruir al nuevo converso. Esta sería una forma extrema de aplicar el concepto que afirma que “es mejor tenerlos en un terre­no dudoso, que no tener acceso a ellos” .3

“ Si bien McGavran señala que ‘cuanto más espiritual sea el mo­tivo, mejor’, su propuesta en favor de la práctica de bautizar y reci­bir con los brazos abiertos a cualquiera que lo acepte, por la razón que sea, suscita el problema teológico de divorciar a la feligresía de la conversión. Asimismo abre la puerta a la manipulación de per­sonas sencillas por medio de donaciones de arroz, materiales de lectura u otras recompensas, si tan solo consienten en escuchar al misionero y hacer algunas de las cosas que él les indica” . 4

Especialmente en los últimos años, me he sentido incómodo por el sentimiento de que, cuando el Dr. McGavran habla de hom­bres que llegan a ser cristianos, quiere decir otra cosa diferente de la abarcante reestructuración personal en tomo al señorío de Cristo. Esto es a lo que creo que el Nuevo Testamento se refiere cuando habla de convertirse en un hombre nuevo en Cristo.5

“ Si rebajamos las demandas éticas del evangelio y el grado previo de comprensión que se requiere antes que una persona pueda unirse a la iglesia, estamos propiciando un cristianismo nominal sobre el que construir una “ iglesia congregacional” .6

“Uno también encuentra en McGavran y en los demás movi­mientos un interés en bautizar al creyente casi inmediatamente después de la confesión de fe, pasando por alto el período cate­quístico requerido por la mayoría de las iglesias misioneras más antiguas” .7

“Es decir, al impartirles una forma debilitada de evangelio, podría impedirse que más adelante captaran lo verdadero del mismo” .8

¿Qué es un discípulo? 31

Al haber estado expuestos al maegavranismo en años recientes, los •ti I \ t ul islas han comenzado a analizar la idea de separar el bautismo de la l. Iii'n-sía. En otras palabras, se ha sugerido que solamente deberíamos Imiili/.ar a las personas en Cristo basándonos en una confesión de fe y no IMi i 11 uparnos por su feligresía en la Iglesia hasta más tarde. Esto es el re- xilllmlo directo del maegavranismo y supone un serio peligro a la singu­lto iilad adventista.

I i >s críticos del maegavranismo antes citados se hacen eco de una pre- Mi iipación adventista. La visión de McGavran de un discípulo es conse- i tu tu ia de su definición no bíblica del término. Quizá en su intenso de- m ii ilc ver a más personas acudir a Cristo, McGavran ha rebajado las nor- iini'. Su preocupación por hallar a los perdidos es encomiable y válida, I>i m ruando estas personas son encontradas, ¿a qué clase de fe son con- iIih nías? Es imperativo entender el concepto bíblico de discípulo si he- Mii > Je comprender plenamente el mandato de Cristo de hacer discípulos.

Si bien los críticos han disparado con armas de grueso calibre contra h definición de McGavran, no han podido llegar a un concepto bíblico di discípulo. Incluso los adventistas han compartido algo de culpa al res- p i lo No hemos articulado claramente lo que significa ser un discípulo i n el sentido que Jesús lo entendió. Para muchos adventistas, el discipu- Itidn sencillamente significa suscribir las veintiocho creencias fundamen- lules ile la Iglesia. Pero ¿es esto realmente el discipulado? Debemos in- h niai crear una definición bíblica de este concepto. Nuestra comprensión di I discipulado debe surgir de los Evangelios y de lo que quiso dar a H ile iider Jesús cuando comisionó a su iglesia a ir y hacer discípulos. Solo i Hundo entendamos lo que Jesús quiso decir podremos comprender total- niniUe la misión que Cristo le ha encargado a su iglesia.

I o que Jesús entendía por discípuloI a palabra española discípulo es una traducción de la palabra griega

iiiiilhrles. Se originó en Grecia. Se refiere a un estudiante que estre- i li.mienie ligndo a un maestro con el objetivo de adquirir conocimientos

32 Reavivamiento del discipulado

teóricos y prácticos.9 Es utilizado en el Nuevo Testamento para indicar un apego total a alguien.10 Ser un discípulo, en el uso que el Nuevo Testa­mento hace de la palabra, es vivir en una relación con la persona que está haciendo de uno un discípulo. En esta relación, uno debe aprender más de esa persona en una forma constante, mientras que al mismo tiempo vive en sujeción a ella. La palabra no sugiere una rápida conversión de la persona, sino un lento proceso mediante el cual uno se transforma en dis­cípulo.

Esta definición de la palabra discípulo, tal como era utilizada en los tiempos del Nuevo Testamento, nos ayuda a entender mejor las palabras de la Gran Comisión: hacer discípulos, bautizar, enseñar. E l discipulado incluye primariamente un compromiso con una persona: vivir en sumi­sión a su autoridad, con el fin de poder ser instruido. La persona bajo dis­cipulado nunca acabará completamente ese proceso de discipulado, sino que siempre permanece en dicho proceso. Por lo tanto, lo que se requiere antes que una persona sea bautizada es que entre en una total sumisión a la autoridad de Cristo, que manifieste la intención de vivir en sujeción a él, y aprenda de él mientras vive bajo su gobierno.

La palabra discípulo describe a estudiantes que se sientan alrededor de un maestro, no a penitentes que se arrodillan ante un altar. Es más un pro­ceso educativo que una crisis emocional, una escuela más que un reaviva­miento. E l carácter prosaico de la palabra se suaviza y dice en efecto: “Re­laciónate con otras personas dentro de un proceso educativo con el pro­pósito de enseñarles de Jesús” . Solo el Creador puede hacer grandes cosas como convertir, ganar, llevar al arrepentimiento, o conducir a una persona a la decisión; toda la autoridad es suya solamente. Pero los discípulos pue­den, deben y harán la menor parte en el proceso de hacer discípulos; esto es, le dedicarán bastante tiempo a la gente confiando en que, tarde o tem­prano, el Creador la inducirá a tomar la decisión de bautizarse.11

La definición que hace Bruner de la palabra discípulo conlleva una fuerte implicación evangelizadora. Si, como él sugiere, acercarse a Cristo es un acto de Dios, entonces los seres humanos no pueden llevar a nadie

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n la fe en Jesús. Todo lo que pueden hacer es crear un ambiente instruc- n vo que los conduzca a Cristo y a su Palabra, en ese mismo ambiente dis- > ipular. Sin embargo, deben hacerlo desde una posición sólida cimentada cu las enseñanzas de Cristo, y no desde una comprensión superficial• l< lo que significa ser cristiano. Esta definición de la palabra discípulo se• >| «< >ne a la práctica de llevar a una persona a Cristo motivada por el estí­mulo del momento sin un adecuado proceso educativo.

Bruner posteriormente elabora lo que significa ser un discípulo al dis- imj'.uir entre la tarea discipular que conduce al bautismo y la continua- 1 1011 de la tarea posterior al bautismo. Todo ello está más en armonía con i I perfeccionar” de McGavran. Sin embargo, Bruner ve una mayor am- l'liiud en el concepto inicial de discipulado que McGavran:

‘“ Hacer discípulos’ (matheteusate en el imperativo aoristo) es el verbo abarcante que resume todas las responsabilidades misioneras. Entonces, los dos participios presentes coordinados, "bautizar” y “ enseñar” (note la similaridad en la estructura: bapti- i mtes y didascontes), hacen que los dos objetivos prácticos del

discipulado sean especialmente atractivos: el bautismo, el obje­t iv o de la evangelización; y la enseñanza, los medios de la educa- eion... Disciplinar alcanza su primer objetivo ‘en el acto de una ve/, por todas del bautismo y [se continúa con el discipulado] por medio de la continua actividad de la enseñanza...’ Así, la Gran ( 'omisión le hace ver a los cristianos tanto los medios de inicia- i ion (bautismo) como los medios de continuación (la enseñanza de Jesús).” 12

I >e acuerdo con estas evidencias, parecería que hacer discípulos es M ulo una obra primaria como de continuación en la vida de la persona que ••Nía sometida a discipulado. El asunto que nos preocupa ahora es: ¿Cuál• l.i obra inicial de discipulado que debe ser realizada antes que una per- hniin sea bautizada? Según la Gran Comisión, las personas se convierten, luejjo son bautizadas y posteriormente se les proporciona instrucción

34 Reavivamiento del discipulado

adicional. Los cristianos en general, incluyendo a los adventistas, coinci­den en que los nuevos creyentes necesitan ser enseñados de forma conti­nua después del bautismo. E l desacuerdo radica en lo que debe ser ense­ñado antes del bautismo.

Cómo convertirse en discípuloLo esencial de la Gran Comisión es que el objetivo de Jesús es hacer

discípulos. Tenemos el discipulado inicial requerido para el bautismo; y el discipulado continuo necesario para la enseñanza. Las personas han de ser bautizadas cuando han alcanzado la etapa de discipulado inicial. En ese punto, son discípulos, aunque no totalmente maduros. Por esto Jesús sugiere que “bauticemos” a estos discípulos iniciales y que continuemos enseñándolos en un modelo continuo de discipulado. Con esta idea en mente, deseamos examinar las declaraciones de Jesús respecto a ser un discípulo. Es probable que Jesús haya tenido esas mismas declaraciones en mente cuando ordenó a sus seguidores que fueran a hacer discípulos. Las declaraciones que examinaremos aquí son las que Jesús señaló como necesarias para convertirse en discípulo. De esta manera, Jesús está tra­tando aquí con el discipulado inicial que se necesita antes del bautismo más que con el discipulado continuo que se recibe después del bautismo. E l primer texto que especifica el significado de ser un discípulo de Jesús se encuentra en Mateo 10: 24, 25:

“E l discípulo [mathetai] no es superior a su maestro, ni el sier­vo superior a su amo. Basta con que el discípulo sea como su maestro, y el siervo como su amo. Si al jefe de la casa lo han lla­mado Beelzebú, ¡cuánto más a los de su familia!”

Estos versículos indican que quien llega a convertirse en discípulo en tra en una relación de aprendizaje con el Maestro. E l discípulo es el que tiene deseos de aprender; por lo tanto, él o ella podrán ser instruidos. Eslo espíritu de aprendizaje es un requisito ineludible para los que han de sel bautizados como discípulos de Jesús.

¿Qué es un discípulo? 35

Este pasaje también sugiere que aquellos que se han convertido en dis­cípulos deben esperar ser tratados como lo fue Jesús, sufriendo prejuicios v persecución. Cuando alguien se allega a la fe en Cristo, le es difícil re- isiir las circunstancias que prueban su fe. Si, como sugiere este texto, un

discípulo es capaz de resistir esos ataques, será una muestra de haber lie- yudo a un nivel básico de madurez en la fe en Cristo, y esto es un paso l'tcvio para el discipulado. Por lo tanto, parte de este proceso de evange- ll/ación y de hacer de alguien un discípulo es ayudar a dicha persona a dr .arrollar una fe lo suficientemente madura como para resistir la perse- i ni ión o el ridículo. Esto se aplicó especialmente a los primeros cristia- 11« •••. quienes muchas veces perdían la vida tan pronto se comprometíanII MI ( 'listo.

I I discipulado, por lo tanto, requiere un fuerte compromiso con Cristo, <il ij'iial que un espíritu de aprendizaje. Esto generalmente no sucede cuan- >1" il)'.iiien hace su primera oración de arrepentimiento, sino que es el re- llilimln de un crecimiento inicial en la fe cristiana, de manera que la per- mmim no solo se somete a Cristo, sino que verdaderamente comienza a iIiiim ’ cuenta que puede confiar en Cristo.

I I segundo texto de importancia respecto a lo que Jesús quiso decir i .....lo se refirió a convertirse en discípulo se encuentra en Lucas 14: 26,) i n

"S i alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus herma­nas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que ni> carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo [...]. De ln misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos mis bienes, no puede ser mi discípulo” .

\i|ui piulemos leer que grandes multitudes seguían a Jesús (vers. 25). i I* ii creía en las reuniones multitudinarias de inconversos que se alle-

..‘tii ii la Ir, entonces dio una respuesta inapropiada y desanimadora en•ti • I-1 l.iiai ión. Seguir a Jesús tiene un precio. vA no desea seguidores a

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medias; desea individuos que estén totalmente comprometidos. Los que deciden convertirse en discípulos deben estar dispuestos a abandonarlo todo, incluso el hogar, la familia, los allegados, la salud y la posición so­cial para seguir a Jesús.

De acuerdo con McGavran, Jesús debería haber recibido a toda la mul­titud y no preocuparse por el grado de su entrega; eso podría abordarse más tarde. Pero este no fue el enfoque del Señor. Incluso cuando el joven rico se acercó a él, Jesús lo desanimó al demandar un compromiso total antes de aceptarlo como discípulo. Según la teología de McGavran, el jo­ven rico podría haber sido aceptado tal como estaba, y esperar que el com­promiso llegara posteriormente. Sin embargo, ese no fue el patrón que si­guió Jesús. Para Jesús, el requisito previo para el discipulado era una completa entrega y la disposición a abandonarlo todo para seguirlo a él.

Jesús afirma que para llegar a ser discípulo suyo hay que estar dis­puesto a cargar “ su cruz” . Note que no es “mi cruz” , sino “ su cruz” . De bido a que los crucificados generalmente eran esclavos, o criminales con­victos por los más terribles delitos, el reo a menudo cargaba su propia cruz hasta el lugar de crucifixión. Con frecuencia recibían el menospre ció y el odio de la sociedad. Por lo tanto, cargar la cruz es hacer exacta mente lo que Jesús hizo cuando cargó la suya: soportar, sin quejas ni la mentos, el ceño fruncido de amigos y parientes, y soportar los reproche con paciencia y humildad. Para llegar a ser discípulo de Jesús, uno deb estar dispuesto a cargar “ su cruz” . E l discípulo, entonces, tendrá un su premo compañerismo con Cristo en sus sufrimientos. No puede haht i mayor honor para persona alguna.

La religión que Cristo ofrece, cuando invita a la gente a convertirse cu sus discípulos, no tiene que ver con la comodidad ni la indulgencia pro pia, sino con cargar su cruz. Esto no significa que el cristiano vaya poi I vida malhumorado y sin alegría; significa que, si alguien se ha convertí do en discípulo del Maestro, encontrará gozo en la aflicción y en las prní bas causadas por su fidelidad a Cristo, considerando que es un privilegi sufrir con él. Cristo no nos promete comodidades ni placeres en c.l

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mundo, pero nos promete paz interior y felicidad. Para obtener esto, el tlr.i ipulo de Jesús lleva “ su cruz” alegremente.

I .sla declaración de Jesús respecto al discipulado inicial enfatiza más el..... promiso que el “conocimiento intelectual” . E l discipulado incluyet i i mu promi so total y absoluto con la persona de Cristo, más que la mera tu rpiación de un conjunto de doctrinas. Esto no quiere decir que la com-....... básica de la doctrina no sea una preparación esencial para el bau-....... sino que debe tener el propósito de ayudar a la gente a entregarsecompletamente a la persona de Cristo. Uno no se compromete con una 1*1 '.una a la que no conoce. La comprensión de la doctrina en el contexto ili i '.ir lexto debería ayudar a los nuevos cristianos a aprender de Jesús de luí muñera, que se sientan cómodos al entrar en un compromiso radical y «tu ieservas con él.

I I tercer texto que aborda lo que significa convertirse en discípulo de Iiim I*. se encuentra en Juan 8: 31, 32:

'.lesús se dirigió entonces a los judíos que habían creído en rl. y les dijo: Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán real- inenle mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” .

I n esle pasaje, Jesús se dirige a quienes ya creían en él. Si Jesús hu- blHn neeplado la definición de discípulo presentada por McGavran, sus ■tniir . v;i deberían haber sido considerados como discípulos. Sin embar- m" i. ,ns declara que no basta creer en él. Ser discípulo suyo significa ‘.I. M i"«’ continuamente a sus enseñanzas. Esto podría sugerir, como ya MHh 11 • > Hmner, que ser discípulo incluye un proceso más extenso que va nuil nllu.I e un simple acercamiento inicial a Cristo.

Ii m i . prometió que el resultado de mantenerse continuamente fiel a sus M I., II m i/lis sería el conocimiento de la verdad. Juan posteriormente men- PHllii que Jesús mismo era la verdad (Juan 14: 6). La persona que se con- tln ii i n discípulo de Jesús, entonces, será aquella que realmente recono- ►i< ti lt u . como la verdad central de su vida. Para hacer que esto suceda

38 Reavivamiento del discipulado

desde el punto de vista evangélico, el neófito debe ser instruido en las enseñanzas básicas cristianas antes de que concluya su discipulado. Es más, la Nueva Versión Internacional sugiere que un discípulo es aquel que se mantiene fiel a las enseñanzas de Jesús y vive de acuerdo a ellas. Un discípulo es obediente a lo que el Señor dice, y está dispuesto a guardar sus mandamientos. Obviamente, los guarda por amor a Cristo, y no porque él se lo exija, o por obligación. Esto, una vez más, sugiere que la base del dis­cipulado implica un fuerte vínculo con Jesús, y que la obediencia a sus enseñanzas es un fruto externo de ese vínculo. La ausencia de dicho fruto, por otro lado, indica que la acción del discipulado no se ha efectuado.

Un discípulo es aquel que oye el llamado de Jesús y se une a él. En el contexto judío, esto significaba mucho más que en la Grecia secular. Para los griegos, significaba convertirse en estudiante, pupilo o aprendiz. En el Nuevo Testamento, significa fidelidad total. Esto se refleja en el énfa­sis que se pone en la enseñanza y en la tarea de hacer discípulos.13

E l siguiente texto donde se habla del discipulado es uno bastante bre­ve que se encuentra en Juan 13: 34: “ Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros” .

E l amor debe ser la prueba absoluta e infalible del discipulado. Se puedo decir que una persona ha llegado a convertirse en un discípulo cuando ama como Jesús amó: de manera incondicional. Esto no significa que el amor deba ser del todo perfecto, sino que el amor ágape de Jesús debería encon­trarse, al menos en forma embrionaria, en la vida de quien se ha converti­do en su discípulo. Nuevamente, Jesús está dándonos una prueba de disci­pulado. La Gran Comisión nos manda a hacer discípulos; sin embargo, sus citar creyentes a los que llamamos cristianos, pero que no tienen el am< >r de Cristo en su corazón, es interpretar mal el evangelio de Cristo.

E l prodigioso éxito de la iglesia primitiva no se debió tanto a su meló dología correcta como al testimonio consistente en mostrar en su vida las claras señales de discipulado que Jesús había modelado para beneficio de ellos. Es una tragedia cuando las “ masas” son llevadas a la feligresía

¿Qué es un discípulo? 39

ilt l.i ij'lesia sin estas claras evidencias de discipulado. Esto destruye el !»>Mmionio natural de la iglesia y debilita el cristianismo. La instrucción ih l' m is para hacer discípulos, considerándola como la principal tarea de l'i iplesia, parece estar diseñada para prevenir el desarrollo de una iglesia i|in iiciida a comprometer su testimonio. Jesús está interesado en alcan- <m .1 las masas, pero desea alcanzarlas con “ lo verdadero” , no con un mi ii.mismo artificial.

I l icxto final en el que Jesús se refiere a la tarea de hacer discípulos hi lii.m 15: 8:

Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos” .

I .i.ii conectado con Cristo significa dar frutos. Este es el resultado Illt \ ii.ihle de una unión tal. Dado que es algo inevitable, si no hay frutos, militemos que el discipulado no ocurrió. Aquí Jesús nos da otra prueba |itn la (|iic la iglesia puede medir si una persona se ha convertido en discí­pulo o no: debe producir frutos. ¿Cuáles son esos frutos? Alguien podría Mt|M ni que Jesús tenía en mente el fruto del Espíritu anunciado por el iprtulol Pablo en el libro de Gálatas. Sin embargo, Jesús habla mucho an- !**■• i|iir Pablo. En el contexto de este pasaje, Jesús se está refiriendo a sí Mil iino como la vid y a sus seguidores como los pámpanos. E l trabajo delint p....panos es producir fruto como consecuencia de vivir conectadosi mi la vid. De otra manera, serán cortados por no ser productivos.

I odo el contexto de este pasaje parece centrarse en comprender el sig- Hllli ndo de la misión. E l cristiano que no se reproduce creando otros dis- i Ipiilns no es realmente un discípulo. Es imposible, entonces, ser un se- glildoi de Jesús y no compartirlo. Los discípulos no solo deben compartir •ti" i leencias, sino también hacer discípulos; de otra manera, ellos mismos IIh p o d ían ser considerados discípulos. E l discipulado de Jesús invita a los >ii . ules a hacer discípulos durante toda su vida. Jesús desea que pro- tilisi am os mucho li nio; y esto no significa una conversión casual que per- iIiim toda una vida.

40 Reavivamiento del discipulado

El discipulado y el evangelismoEsta definición de discipulado tiene fuertes connotaciones para el pro­

ceso de evangelización, puesto que sugiere que como parte de la forma­ción para llegar a ser discípulos, se debe recibir una formación para ser ganadores de almas. Si ganar a otros para Jesús forma una parte tan in­trínseca del discipulado, ¿cómo puede el proceso evangelizador pasar por alto la formación para la ganancia de almas? De otra manera, la gente entrará a la iglesia gracias a su compromiso personal con Cristo, pero lue­go dedicará el resto de su vida cristiana a servirse a sí misma y no a los demás. Implementar plenamente este concepto significa que la iglesia de­be poner a los recién convertidos en un programa de formación, de tal manera que puedan ser ubicados de inmediato en algún tipo de ministe­rio, según sus dones espirituales.

Para poner todo esto en marcha en la iglesia local, se requiere la es­tructura que mencionamos en Revolución en la iglesia. Significa que quienes se unen a la iglesia ya han descubierto sus dones, e identificado algún ministerio en la misma. La tragedia del adventismo actual es que hemos erigido una iglesia repleta de numerosos miembros que no han pasado por el discipulado. Por lo tanto, pocos participan en algún tipo de ministerio. Reeducar a los miembros puede ser una tarea difícil. Quizá sea mucho más fácil comenzar con los nuevos conversos, mediante un cambio en el proceso de evangelización. E l objetivo será que todos los que se unan a la iglesia lo hagan con el entendimiento de que deben iden­tificar su lugar en el ministerio.

Inherente al llamado a convertirse en discípulos de Jesús se encuentra el llamado a ser cristianos que producen frutos. En este sentido, Jesús está declarando que el discipulado cristiano no puede existir a menos que la persona se comprometa con la tarea de hacer discípulos. Tal como hemos visto, esto concuerda con la Gran Comisión en la orden expresada por Jesús de ir a hacer discípulos.

Cada cristiano debería crecer hasta la madurez del discipulado y luego reproducirse en otros discípulos. Cada miembro ele la iglesia debería ser un

¿Qué es un discípulo? 41

(milir espiritual para el crecimiento de quienes se encuentran en el proceso de i icci miento, luego debería ser un abuelo y posteriormente un bisabuelo.14

< .ida verdadero discípulo nace en el reino de Dios como misionero.15I .1 conversión, en este sentido, es el cambio de los que “ no eran un

pueblo” para convertirse en el pueblo de Dios que ministra, en el activo v M tvicial cuerpo de Cristo.16

I >c hecho, se podría afirmar que la conversión completa y total, en el mi ululo bíblico, es un proceso de tres partes que incluye:

I I ,a dedicación a Dios en Jesucristo.’ I dedicación a la iglesia, el cuerpo de Cristo.' I ,a dedicación a ministrar ante el mundo, a favor de aquellos por

quienes Cristo murió.17I '.lo sugiere que en nuestra metodología de evangelización y prepara-

i Ion para la feligresía en la Iglesia, al nuevo discípulo se le debería dar -i111< lente instrucción, y permitirle que adquiera suficiente experiencia mhiio para comenzar el proceso de engendrar discípulos. Este proceso ne-11 a la convertirse en parte integral del llamado inicial a ser cristiano. Uno nuiii a debería ser llamado al discipulado sin experimentar previamente el Humado a formar discípulos. Esto sugiere un proceso que conduce a la i mi\cisión más que una respuesta rápida a un llamado a aceptar a CristoV '<ci bautizado.

liu examen de los textos que tratan acerca del discipulado ha revela­do lo siguiente, todo relacionado con lo que Jesús enseñó sobre el tema:

I El discípulo está dispuesto a sufrir persecución y ser ridiculizado por causa de Cristo. Un discípulo mantendrá una actitud de apren­dizaje, preparado siempre a recibir instrucción.

’ I I discípulo vive en total obediencia a la voluntad de Cristo y está dispuesto a renunciar a todo, incluyendo propiedades, familia, ami­b o s , por causa de Cristo.

'■ I I discípulo comprende y guarda las enseñanzas básicas de Jesús.I El discípulo da evidencias de que el amor ágape se encuentra en su

vida por su conexión con Cristo.

42 Reavivamiento del discipulado

5. E l discípulo da frutos al crear otros discípulos.Si los cinco puntos anteriores son lo que Jesús quiso dar a entender por

medio del término discípulo, podemos llegar a una importante conclusión. Significa que su mandamiento en la Gran Comisión de hacer discípulos incluye la idea de que la metodología que ha de ser empleada por sus se­guidores formará personas que ejemplifican en su vida dichos cinco pun­tos. Esto es muy diferente de la comprensión de McGavran de discípulo como el “acercamiento inicial a Cristo” . Ha de haber un sólido desarrollo en la fe por parte de aquellos que se convierten en discípulos. Un cambio en la fe así no se da de la noche a la mañana. Requiere un proceso, y esta es la idea sugerida por el propio uso del término discípulo para describir lo que Jesús deseó que su iglesia llevara a cabo.

E l mandato del Maestro a la iglesia cristiana está claramente descrito en Mateo 28: 19. Demanda un desarrollo en la fe que conducirá a los cre­yentes a un punto en el que muestren claramente las características del discipulado que han sido enumeradas anteriormente. Toda metodología evangelizadora que no vaya en esta dirección es defectuosa. La gente no puede ser ganada en masa, apoyándose quizá en que un líder tribal diga que deben convertirse en cristianos, o adventistas. Ese líder podrá tener una gran influencia como para llevar a su tribu a Cristo, pero los miem­bros de la misma deben ser conducidos individualmente al discipulado, mediante una atención personalizada, acorde con el llamado del Maestro en la Gran Comisión. Esa instrucción individual solo podrá lograrse cuando todos los discípulos actuales se vean a sí mismos como hacedo­res de discípulos. Si hemos de confiar en el clero para proveer esa ins­trucción, esta nunca ocurrirá. Afortunadamente, en el Nuevo Testamento todos los cristianos son ministros y formadores de discípulos.

Incluso McGavran reconoce que los adventistas, que aplican un pro­ceso prebautismal, conservan mejor a sus conversos que los grupos que solo enseñan lo que está en armonía con su propia teología del discipula- do.18 ¿Porqué motivo los adventistas de hoy querríamos abandonar lo que nos ha ayudado a conservar a nuestros conversos, con mejores resultados

¿Qué es un discípulo? 43

«|iie las demás iglesias? Sería por demás extraño que abandonáramos este modelo y copiáramos el modelo popular protestante, cuando los propios l’ioiestantes están hablando de copiar el modelo adventista, aunque el mismo necesite ser reforzado. Pero por buen trabajo que hayamos hecho, lindemos hacerlo mejor si nos concentramos más en el discipulado tal i niño Jesús lo entendió, en lugar de solo instruir a la gente en las creen- i us de la Iglesia. Esto no significa que no debamos enseñar y esperar ni .iiamiento a nuestras doctrinas, sino que debemos estar igualmente pre-.... pados por producir la clase de discípulos que Jesús nos ordenó queIH edujéramos. De hecho, como mostraremos posteriormente en este li- luo, nuestras doctrinas son de especial ayuda al producir esta clase de dis- 1 1 |míos. Nuestra tragedia es que las hemos utilizado solo como doctrinas \ no las hemos considerado como elementos útiles para crear discípulos■ I' lesús. Esto debe cambiar.

I l discipulado y el bautismoI >i- acuerdo con la comisión de Jesús, las personas primero son con-

ilin idas a un discipulado inicial, tal como hemos mencionado. Luego son Imiiti/adas en el cuerpo de Cristo, al que el Nuevo Testamento define cla- llímenle como la iglesia de Jesús (1 Corintios 12: 1). En este sentido, es

isihle ser bautizado sin llegar a ser miembro de la iglesia. E l requisi- I»i |iiovio para la feligresía es el discipulado inicial, tal como lo define Ih'.iis. algo que provee una clara base teológica para el bautismo del cre- llh le Así, los bautizados saben que han entrado con Jesús en una rela- i Ion do discípulos.

Peí o posponer el bautismo hasta que las evidencias del discipulado Inii mi sean patentes en la vida es contrario a la mayoría de los planes de Un mnenlo actuales. Sin embargo, sería mejor experimentar el sólido• ti i límenlo que liene como consecuencia la tarea de hacer discípulos, en liii'iu del crecimiento barato que podría resultar de otros planes. La igle- "in debo recordar que el objetivo de la Gran Comisión es hacer discípu­lo v no tanto alcanzar un número do miembros. Por otra parle, si la iglo

44 Reavivamiento del discipulado

sia ha de serie fiel a la Gran Comisión, los que se convierten en discípu­los deben ser bautizados inmediatamente. Muchos ejemplos de bautis­mos del Nuevo Testamento indican que los creyentes son bautizados tan pronto entran en ese discipulado radical que hace de Jesús el Señor ver­dadero y total de sus vidas. Dos ejemplos son los del etíope eunuco,19 y el carcelero de Filipos.20 Estos ejemplos indican que el bautismo no es cuestión de tiempo, sino de una conversión completa a Jesús como Señor.

No estamos abogando porque se imponga un límite de tiempo antes que las alguien pueda ser bautizado. No creemos que las nadie tenga que ser completamente perfecto antes de ser bautizado. Tampoco estamos a favor de bautizar a las personas prematuramente, sin que hayan sido conducidas a un discipulado inicial. En lugar de ello, este capítulo reafirma la idea que la misión de Cristo se cumple cuando la iglesia sigue las indicaciones de Aquel que nos ordenó ir a hacer discípulos. Esto significa que aquellos que hemos bautizado deben reunir los requisitos del discipulado inicial, tal como fueron bosquejados por Jesús y enumerados en este capítulo.

E l bautismo necesita ser considerado más como un símbolo de perdón de los pecados. Es verdad que este último es un elemento que forma parte integral del bautismo, pero en las Escrituras se lo considera algo más ex­tenso. Existen fuertes evidencias en el Nuevo Testamento de que el bau­tismo también contiene el símbolo de la ordenación al ministerio de todos los creyentes. He analizado esto en mi libro Revolución en la iglesia. En el capítulo 7 del mismo, he señalado que el Nuevo Testamento nos brin­da sólidas evidencias que vinculan al bautismo con la imposición de las manos, para de esa forma indicar la iniciación al ministerio de cada nue­vo creyente. Para estar en armonía con la teología de la misión del Nuevo Testamento, la iglesia necesita recobrar esta ordenación al sacerdocio de todos los creyentes, para que forme parte de la iniciación personal al cris­tianismo. Si el bautismo simboliza, como lo hizo el bautismo de Jesús, la entrada al ministerio, entonces la tarea de hacer discípulos que tiene lugar antes de esta ceremonia debe preparar a los creyentes para entrar en el ministerio de Cristo. Esto, por sí mismo, excluye un rápido bautismo des-

¿Qué es un discípulo? 45

Imíos de haber reconocido a Cristo como Salvador. Cuando alguien se I',mi iza debe estar preparado para entrar en el ministerio del Señor, tal i «uno ocurre con los creyentes que ya se reúnen en la iglesia. E l teólogo >1«- c recimiento de la iglesia Charles Van Engen equipara el bautismo a la «mlenación:

“Cuando las congregaciones misioneras sean consideradas co­mo el pueblo legítimo de Dios, quizá tengan que cambiar su de­finición del rito de ordenación. Cuando los discípulos de Jesús son confirmados como miembros del cuerpo de Cristo, deben re­conocer que en esa confirmación hay un mandato para el minis- lerio tanto en la iglesia como ante el mundo. La ordenación se convierte en la designación por parte de todo el pueblo, de los que equiparán, motivarán y movilizarán a los miembros para el mi­nisterio y la misión. De alguna forma, la ordenación separa a los «|iie ayudarán a los miembros, y los llama a confirmar su llama­do como pueblo misionero de Dios” .21

l is inás, según la Gran Comisión, la iglesia no tan solo ha de hacer dis- ' l| ii ilo s y bautizar, sino también continuar el proceso de enseñanza des- |iiu‘s «le la conversión y el bautismo. Es obvio que las iglesias a menudo 'li ••cuidan este elemento final, puesto que tan pronto como los candida- I iin son bautizados, a menudo se los relega a un plano de olvido. Parte del i iini|iliiniento de la Gran Comisión es poner a los nuevos creyentes en un mulliente de aprendizaje en el que pueden aprender todas las enseñanzas «1« li-siís y continuar creciendo en su relación con él.

Si bien yo creo firmemente que los adventistas debemos dedicar más llrmpo a incorporar racionalmente a los miembros a nuestras iglesias, PNloy igualmente convencido, basándome en las Escrituras, que no debe- iii*»s ni podemos descuidar la enseñanza doctrinal respecto a Cristo. Este un usaje cognoscitivo forma parte de la Gran Comisión. Jesús enfatiza la lili lí «le producir discípulos que guarden sus mandamientos. Así, la prue- i'ii «I«- luego «le (|iiienes hay» recibido la instrucción de discípulos y hayan

46 Reavivamiento del discipulado

sido bautizados está en su continua obediencia a las enseñanzas de Jesús. Las vidas cambiadas se evidenciarán en los que han pasado por el disci­pulado y el bautismo. Serán diferentes.

En este capítulo hemos articulado una comprensión bíblica de lo que significa llegar a ser un discípulo. Es esta comprensión bíblica, enuncia­da por el Jesús histórico, la que él le dio como mandato a su iglesia, cuan­do la comisionó a una existencia que tiene el propósito de engendrar dis­cípulos, bautizarlos y mantenerlos continuamente fieles a sus enseñanzas. Solamente cuando la iglesia regrese a esta visión bíblica del discipulado podrá obedecer la Gran Comisión de una manera adecuada y fiel.

Para los adventistas, que profesamos ser una iglesia que guarda los mandamientos, es imperativo que continuamente intentemos ser mejores observadores de este gran mandamiento de Jesús: la Gran Comisión.

1. Donald McGavran, Understanding Church Growth [Entender el concepto del crecimiento de la iglesia], C. Peter Wagner, ed. (Grand Rapids: Eerdmans, 1990), p. 123.

2. John H. Yoder, The Challenge o f Church Growth [E l desafío del crecimiento de la iglesia], Wilbert R. Shenk, ed. (Scottdale: Herald Press, 1973), p. 40.

3. Ibid., p. 43.4. Allen H. Howe, The Challenge o f Church Growth [E l desafío del crecimiento de la iglesia], p. 55.5. Robert L . Ramseyer, The Challenge o f Church Growth [E l desafío del crecimiento de la iglesia],

p. 65.6. Ibid., p. 81.7. Ibid., p. 102.8. Ibid.9. Colin Brown, Dictionary o f New Testament Theology [Diccionario de teología neotestamentaria],

t. 1, p. 484.10. Ibid., p. 486.11. Bruner, p. 1097.12. Ibid., p. 1102.13. Eddie Gibbs, I Believe in Church Growth [Creo en el crecimiento de la iglesia], Michael Green, ed.

(Londres: Hodder & Stoughton, 1992), p. 135.14. Kent R . Hunter, Foundations for Church Growth: Biblical Basics for the Local Church [La base del

crecimiento de la iglesia: Principios bíblicos para la iglesia local] (Corunna, Indiana: Church Growth Center, 1994), p. 85.

15. Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes, p. 166.16. Charles Van Engen, God’s Missionary People: Rethinking the Purpose o f the Local Church [E l pue­

blo misionero de Dios: Replanteamiento del propósito de la iglesia local] (Grand Rapids: Baker Book House, 1991), p. 152.

17. Ibid.18. McGavran, p. 132.19. Hechos 8: 26-40.20. Hechos 16: 22-34.21. Vim En)[cn, p. 156

La misión en el Nuevo Testamento

LA ER A D EL N U EVO TESTAM EN TO comienza con el desafío presentado por la Gran Comisión todavía resonando en los oídos de los discípulos de Jesús. Ansiosos por cumplir con la misma, se

•I>m'Miraron a obedecer las instrucciones del Maestro. Los diez días alimentes fueron dedicados a una espera anhelante del cumplimiento de lii promesa del derramamiento del Espíritu. Algo que los capacitaría para nii linea. Su espera no sería en vano. Diez días más tarde tuvo lugar el y i mi evento del Pentecostés, y la iglesia comenzó el proceso de cumplir lii < ¡rail Comisión.

lesiís había instruido a los discípulos para que esperaran hasta recibir• I poder del Espíritu Santo. Algunos han sugerido que la iglesia de hoy in ■ i M ía esperar ese mismo poder antes de continuar con su misión. E l re- milludo es que muchas iglesias están dedicando todo su tiempo a esperar,V no van a las naciones de la tierra. La espera mencionada por Jesús, sin rmhargo, fue algo que ocurrió una sola vez y fue realizada por los discí­pulos. Esa espera fue recompensada por el Pentecostés. Ya no hay necesi-• IniI de seguir esperando. Ahora estamos viviendo en la dispensación del

48 Reavivamiento del discipulado

Espíritu, que ya ha sido derramado. Ese derramamiento está disponible actualmente para todos los creyentes. Una vez que las personas llegan al discipulado en Cristo, el poder del Espíritu Santo está disponible para ayu­darlos a compartir su fe con los demás.

A veces, quizá exista la necesidad de que la iglesia espere la llegada del Espíritu, pero solo porque nos hemos apartado del propio Espíritu enlo tocante a la capacitación para el ministerio. Quizá necesitemos tiempo para recuperar la receptividad al Espíritu con tales fines. Sin embargo, no es porque Dios no esté dispuesto a enviarnos el Espíritu para el ministe­rio, sino porque no estamos dispuestos a permitir que el Espíritu Santo nos utilice en un ministerio dirigido por él.

La lluvia temprana y la tardíaComo adventistas, estamos familiarizados con la expresión, “ lluvia

temprana y tardía” . Se deriva del acontecer agrícola de Palestina. La llu­via temprana cae en octubre y en noviembre y prepara la reseca tierra para la siembra de los cultivos de invierno. La lluvia tardía cae en marzo y abril, una lluvia abundante que acelera el proceso de maduración del grano. Sin embargo, lo que muchos adventistas han olvidado en esta ana­logía es lo relacionado con la estación de lluvias, porque es un hecho que continúa lloviendo en el período intermedio. Por lo tanto, si entendemos la analogía correctamente, nos daremos cuenta que vivimos en la tempo­rada de lluvias del Espíritu Santo. E l Espíritu está constantemente dispo­nible para nosotros en la medida que nos comprometemos con la misión de Cristo. Por lo tanto, no necesitamos esperar el derramamiento del Es­píritu Santo de la misma forma que los discípulos. E l Espíritu ya ha sido derramado. Todo lo que tenemos que hacer para llevar a otros a los pies de Jesús es estar disponibles como canales para que el Espíritu Santo ac­túe en y a través de nosotros.

E l resultado del derramamiento del Espíritu sobre la iglesia del apo­sento alto fue la proclamación inmediata del mensaje de Jesús para hacer discípulos. Los resultados tangibles se vieron en los tres mil que fueron

La misión en el Nuevo Testamento 49

Umlizados aquel mismo día.1 Sin duda alguna, este fue el resultado deli....isterio de instrucción de Jesús durante sus tres años y medio de labo-irs. Ahora, bajo la influencia del Espíritu Santo, estas semillas producían m is frutos.

El Pentecostés también dio como resultado el otorgamiento de los do­nes del Espíritu; especialmente el don de lenguas. Este don capacitó a la iglesia primitiva para que comenzara el proceso de hacer discípulos entre las varias nacionalidades representadas en Jerusalén en aquella ocasión. I o s dones del Espíritu solo pueden ser adecuadamente entendidos en el contexto de los acontecimientos del Pentecostés, y el Pentecostés a su vez podrá ser interpretado únicamente en el contexto de la Gran Comisión. I’or lo tanto, los dones del Espíritu, y especialmente el don de lenguas, les .011 concedidos a la iglesia con el propósito de cumplir la Gran Comisión v la tarea de hacer discípulos. Utilizar los dones del Espíritu con cualquier olio propósito es hacer un mal uso de ellos.

I ;i persecución y el cumplimiento de la misiónJesús había indicado que el proceso de hacer discípulos debía comen­

zar en Jerusalén y luego extenderse a todas las naciones. Los discípulos siguieron este patrón durante unos pocos años. Luego surgió el peligro de que la incipiente iglesia se convirtiera en otra secta judía, y no compar- licra su mensaje universal con todas las naciones. Con una sólida base ya establecida en Jerusalén, el Espíritu Santo debía conducirlos a las nacio­nes para hacer discípulos:

“La persecución que sobrevino a la iglesia de Jerusalén dio gran impulso a la obra del Evangelio. E l éxito había acompañado la ministración de la palabra en ese lugar, y existía el peligro de que los discípulos permanecieran demasiado tiempo allí, desa­tendiendo la comisión del Salvador de ir a todo el mundo. O lvi­dando que la fuerza para resistir al mal se obtiene mejor mediante el servicio agresivo, comenzaron a pensar que no tenían ninguna

50 Reavivamiento del discipulado

obra tan importante como la de proteger a la iglesia de Jerusalén de los ataques del enemigo. En vez de enseñar a los nuevos con­versos a llevar el Evangelio a aquellos que no lo habían oído, co­rrían el peligro de adoptar una actitud que indujera a todos a sen­tirse satisfechos con lo que habían realizado. Para dispersar a sus representantes donde pudieran trabajar para otros, Dios permitió que fueran perseguidos. Ahuyentados de Jerusalén, los creyentes ‘iban por todas partes anunciando la palabra’” .2

La persecución en Jerusalén trajo como resultado la rápida disemina­ción del cristianismo entre las naciones. E l notable ministerio del apóstol Pablo rápidamente produjo la internacionalización del cristianismo. An­tes de examinar el ministerio de Pablo a las naciones, hagamos una obser­vación general respecto a la iglesia del Nuevo Testamento. Esta iglesia parecía consumida por un solo propósito: cumplir la Gran Comisión. Na­da podía desviarlos de su gran objetivo:

“Cada cristiano vio en su hermano la semejanza divina de la benevolencia y el amor. Prevalecía un solo interés. Un objeto era el que predominaba sobre todos los demás. Todos los corazones latían armoniosamente. La única ambición de los creyentes era revelar la semejanza del carácter de Cristo, y trabajar por el engrandecimiento de su reino” .3

La razón para la existencia de la iglesiaEsta unidad de propósitos en favor de la misión revela que la iglesia

del Nuevo Testamento comprendió claramente que la razón de su existen­cia estaba en la tarea de hacer discípulos de todas las naciones. La prio­ridad de la misión fue el propósito sobresaliente de esta iglesia primitiva. De hecho, la iglesia primitiva no puede ser comprendida si no se tiene en cuenta esta conciencia misionera. Abarcaba todo lo que hacían, puesto que la iglesia existía únicamente para cumplir la Gran Comisión de Jesús, su Señor: hacer discípulos de entre todas las naciones.

La misión en el Nuevo Testamento 51

No cabe sino preguntarse cómo puede afirmar una Iglesia en esta era serl,i iglesia de Jesucristo si no está comprometida con la misión de Cristo, ni)’,o que Jesús mismo definió rigurosamente como la tarea de hacer discí­pulos. Cuando la iglesia ha perdido la razón de su existencia, puede con- wiiirse en un club social, pero nunca será la iglesia de Jesucristo. Solo una iglesia vigorosamente comprometida con el proceso de hacer discípulos puede pretender ser la iglesia que Jesús fundó con el expreso propósito de hacer discípulos.

“Todo el que conoce a Jesucristo como su Señor y Salvador debe desear fervientemente que los demás compartan ese cono­cimiento y debe regocijarse cuando el número de los que lo ha­cen se multiplica. Donde están ausentes este deseo y este rego­cijo, debemos preguntarnos si algo no anda mal en el centro mis­mo de la vida de la iglesia” .4

Dado que muchas iglesias adventistas contemporáneas ya no muestran las características misioneras de la iglesia primitiva, algo debe de andar seriamente mal. Lo que anda mal es la ausencia de una actitud misionera.I íste énfasis en la misión debe ser captado nuevamente por la iglesia de hoy si ha de ser fiel a la tarea que le ha sido encomendada por el Maestro mismo. La iglesia de hoy debe, una vez más, concentrarse en la tarea de hacer discípulos. Esto significa que la iglesia debe evaluar todo lo que ha- ee desde la perspectiva del cumplimiento de la misión de Cristo. E l men­saje de Van Engen es muy apropiado para las congregaciones adventistas actuales:

“Lo que la iglesia hace internamente sin ninguna intención de impactar al mundo externo no es en sí mismo parte de misión” .5

“Sin embargo, lo que muy a menudo olvidamos es que no tiene senti­do que la proclamación evangelizadora sea realizada por discípulos de ( Visto solo para los discípulos de Cristo dentro de los confines de la igle­sia local. La proclamación es kerigmática únicamente cuando está dirigi­da intcncionalmcntc a los que no han aceptado a Jesús como Señor” .6

52 Reavivamiento del discipulado

“ La iglesia no puede ser plenamente el cuerpo de Cristo, el pueblo de Dios, a menos que ministre en el mundo” .7

La iglesia en el mundoMuchas congregaciones adventistas dedican hoy la mayor parte de su

tiempo a ministrar a los que ya forman parte del cuerpo de Cristo y que deberían haber sido objeto de discipulado hace años. Dado que muchos miembros no han pasado por el discipulado, no están preparados para ir al mundo y hacer discípulos de otros, y demuestran una aguda dicotomía en- tre el mundo de la iglesia y el mundo en el que trabajan y viven. Sin em­bargo, para la iglesia primitiva, estos dos mundos se mezclaban, porque no veían a la “congregación” como la esencia de la iglesia. En lugar de ello, percibían que la esencia de la iglesia consistía en estar diseminada por el mundo, en ser la “ sal” , una entidad que buscaba a otros discípulos.

La iglesia del Nuevo Testamento, centrada en su misión, estaba orga-<4— inizada con propósitos misioneros. En cambio, la iglesia de hoy general­mente parece estar más organizada para la preservación de los santos. E l resultado es que muchas iglesias dedican la mayor parte de su tiempo, energías, talentos y dinero tan solo para intentar sobrevivir^ No obstante, esta no es la visión de Dios para la iglesia. La visión de Dios es una de constante expansión, de un continuo movimiento más allá de sus muros protectores hacia el mundo que necesita desesperadamente escuchar el mensaje salvador del discipulado en Jesús. E l llamado de Jesús es un lla­mado para salir de la zona donde nos sentimos a gusto, y a salir de los seguros y protectores muros de nuestras iglesias para buscar y alcanzar a los que no conocen a Jesucristo. A l igual que Jesús abandonó la protec­ción y la seguridad del cielo para salvarnos, como discípulos somos lla­mados a dejar el seguro refugio de nuestras cómodas iglesias y llevar a Cristo al mundo real, más allá de los límites de las mismas.

No obstante, parece que ha consumido a la iglesia una mentalidad de gueto. Consecuentemente, nuestros miembros están satisfechos con “ju ­gar a la iglesia” mientras Roma arde. Los cristianos viven cu un ambien-

i> eclesiástico. Todos sus amigos están “ seguros” en la iglesia. Sus activi- 'I.H les están centradas en la iglesia, y presencian programas en las instala- i n mes de la iglesia. De alguna manera, el “discípulo” contemporáneo ha divorciado su trabajo en el mundo de su trabajo para Cristo. Por lo tanto,1 1 11 istiano promedio parece no tener actividades misioneras en su vida linea” durante la semana.

< ¡lacias a este divorcio entre el mundo laboral y el mundo eclesial, los i n .líanos tienen muy poco impacto en el medio que los rodea. Y los de Minera consideran a la iglesia como enajenada de la sociedad moderna, i oí no una reliquia del pasado. Este es el resultado natural del descuido de ln misión de Cristo por parte de la iglesia actual. Las iglesias, que debe- iinii haberse centrado en la misión, están centradas en sí mismas, y están i ii riendo poco. Como Kent Hunter ha observado:

“Cuando el crecimiento no se lleva a cabo, la culpa no está en el compromiso de Dios. Está en la omisión de los creyentes. Siempre que el organismo viviente, la iglesia, no se encuentra sa­no y en crecimiento, es por causa de la gente que no ha seguido al Señor. Han descuidado obedecer la voluntad del Maestro... Afortunadamente, existe el arrepentimiento. E l crecimiento de la iglesia ocurre cuando el pueblo de Dios se aparta de la omisión y sigue la comisión de Dios” .8

I liui iglesia obedienteI a Iglesia Adventista siempre ha afirmado que es la iglesia remanen-

le tle Dios, porque guarda los mandamientos divinos. ¿Debería una igle- Nia afirmar que es la remanente si no obedece la Gran Comisión de• 'l isto? Para ser el remanente de Dios, la iglesia debe respetar la Gran< omisión, que demanda hacer discípulos, como objetivo primario de la misión de la iglesia. Una iglesia que no esté llevando a cabo esta enco­mienda no puede afirmar ser el remanente.

Una iglesia desobediente necesitará arrepentirse de su omisión, de n fracaso en el cumplimiento de la Gran Comisión. ¿No ha llegado el

La misión en el Nuevo Testamento 531

54 Reavivamiento del discipulado

momento en que las iglesias adventistas en Norteamérica y alrededor del mundo se pregunten seriamente si están siendo fieles o no al mandato de Cristo? Y si acaso no lo están, ¿no deberían arrepentirse de su desobe­diencia? La hora es demasiado avanzada como para permitir que la igle­sia continúe en su indiferencia laodicense mientras el mundo perece. Es hora de arrepentimos profundamente por el pecado de omitir, de no cum­plir, el más ferviente deseo de Jesús: que hagamos discípulos entre todos los pueblos.

La necesidad de la iglesia hoy día es recobrar el sentido de misión que condujo a la iglesia primitiva a hacer discípulos, la misión centrada en el cumplimiento de la Gran Comisión. La iglesia hoy no debe desarrollar I una teología que se concentre en buscar sencillamente a los perdidos, si­no una que se dedique a hacer discípulos. La tarea de la iglesia no es úni­camente proclamar las buenas nuevas, sino también llevar a los perdidos a Cristo; una tarea que incluye convertirlos en discípulos en el sentido bíblico más exacto. La iglesia primitiva no solo buscaba a los perdidos; los encontraba. La iglesia creció a pasos agigantados porque vio que su gran responsabilidad era encontrar a los perdidos y convertirlos en dis-1 cípulos.

La internacionalización de la iglesiaE l propósito del Maestro de hacer discípulos debe ser cumplido en to­

das las naciones. Si los discípulos debían ser buscados en ellas, significa que el cristianismo no debía estar localizado en el judaismo, sino ser trans­formado en una iglesia internacional. La internacionalización de la iglesia ocurrió rápidamente en el cristianismo primitivo. En el lapso de la vida de los primeros apóstoles, el cristianismo ya había dejado de ser una secta judía para convertirse en una iglesia internacional que atraía a todos los i

linajes culturales.La internacionalización de la iglesia no se habría llevado a cabo de no

ser porque el cristianismo llegó a ser culturalmcnte relevante ante las dis- linlas naciones. Si la iglesia hubiera insistido en que la práctica del cris- l

La misión en el Nuevo Testamento 55

i.... sino se conformara a las costumbres judías, el mandato de Cristo deliiu er discípulos a todas las naciones habría sido difícil de cumplir.

I ii iglesia y la culturaI a primera vislumbre de diferencias culturales aparece en Hechos 6,

I m » 11 después del Pentecostés, cuando los cristianos judíos de origen grie- |in se quejaron de que la comunidad que hablaba arameo descuidaba a sus \ nulas en la distribución diaria.9 Es interesante que no fue la comunidad mímica la que se quejó, sino la comunidad griega. ¿Por qué? La comuni-• I nd a ramea había sido el grupo original de cristianos; la comunidad grie- |iii i i a el grupo más nuevo. Aunque ambos eran de origen judío, había di- li-i« ncias culturales que debían ser abordadas.

I I ejemplo más contundente de que la iglesia primitiva llegó a amol- i luí se culturalmente a los grupos que eran evangelizados se echa de ver* n el Concilio de Jerusalén (Hechos 15). La rápida expansión del cristia­nismo más allá de sus raíces judías, gracias a los esfuerzos del apóstol 1‘nlilo y su ministerio a los gentiles, había tenido como resultado el esta- Met imiento de muchas iglesias cristianas entre personas que no tenían un imslondo judío. ¿Debían imponerse las costumbres judías a los creyentes |n niiles? En otras palabras, ¿debían convertirse los gentiles primero en (lidlos para luego llegar a ser cristianos?

I ’ara poder responder esta pregunta tan fundamental, la iglesia tuvo que delmir qué era en esencia el cristianismo, y cuánto había de cultural en la •»*presión de ese movimiento. Una de las cosas más difíciles para una igle- niii es separar la cultura de su esencia. Hechos 15 revela que la iglesia primi- 11vii lúe capaz de hacerlo. Sin embargo, se les hizo muy difícil amoldarse a lir. distintas expresiones culturales y no considerarlas como apostasías. E l lesullado fue que los conversos se multiplicaron a lo largo y ancho del mun­do romano, y el cristianismo dejó de ser meramente una secta judía, pues-lo que pronto los gentiles conversos sobrepasaron con mucho a los judíos.

De la misma manera, el adventismo ha experimentado la internacio­nal i/neión de su iglesia. Con nuestros orígenes en la Norteamérica del

56 Reavivamiento del discipulado

siglo X IX , era fácil imponer el bagaje cultural norteamericano al desa­rrollo del adventismo alrededor del mundo. No obstante, como adventis­mo internacionalizado, varias expresiones culturales de nuestra fe se han I desarrollado en varias regiones del planeta, al igual que dentro de algu-1 nos países. Se le ha hecho difícil a los norteamericanos comprender las I diferencias culturales entre los adventistas de diferentes partes del mun-1 do. Queremos que actúen igual que nosotros. Durante gran parte de la historia de la Iglesia Adventista, los dirigentes norteamericanos controla- { ron la Iglesia y, por lo tanto, su diversidad cultural. Sin embargo, dado que la Iglesia ha crecido hasta el punto en que los norteamericanos repre­sentan tan solo uno de cada diez adventistas, Norteamérica ya no puede controlar a la Iglesia. Esto se hizo bastante evidente en el Congreso de la Asociación General en Utrecht.

Donde el adventismo se adaptó a la cultura local, y el liderazgo local asumió la dirección, la Iglesia creció mucho más rápido que bajo el con­trol norteamericano. E l mismo fenómeno que se había dado en la iglesia primitiva se manifestó en el adventismo, revelándose nuevamente que la iglesia crece mejor cuando es dirigida por líderes locales, y cuando se ex-1 presa en la cultura local.

E l desafío de la Iglesia Adventista al entrar en el siglo X X I ya no es si los norteamericanos permitirán diferentes expresiones culturales de fe en el resto del mundo, sino, más bien, si el resto del mundo intentará impo­ner su cultura a Norteamérica e impedirá que ella tenga una fe que apele a su cultura. Se espera que la Iglesia actual no cometerá el mismo errorj en que incurrió la Iglesia de Norteamérica inicialmente, cuando trató de! imponer su expresión cultural de fe en otros países.

A medida que el adventismo se ha adaptado a las diferentes culturas, se han desarrollado distintas expresiones culturales del mismo alrededor del mundo. La adoración, especialmente, es distinta en muchas iglesias fuera de Norteamérica, e incluso en la propia Norteamérica. Esto es perturbador para muchos adventistas norteamericanos, que perciben esta diversidad como una apostasía. líl problema que afrontan es muy similar al experi*

La misión en el Nuevo Testamento 57

n un lado por el cristianismo primitivo. Es necesario aprender a separar ln i iillura de la esencia de su fe, puesto que pasar por alto esta distinción iilmj'aria el crecimiento de la iglesia de Dios. E l desafío más grande que nimtula la Iglesia Adventista es si ha de permitir diferentes expresiones i iiliurales dentro de la propia Norteamérica.

I inicamente cuando la iglesia del Nuevo Testamento aceptó diferentes •"ipiesiones culturales del cristianismo pudo convertirse verdaderamente i ii una iglesia internacional que hacía discípulos en todas las naciones.I .las distintas expresiones culturales son absolutamente necesarias paraI I > umplimiento de la Gran Comisión. No obstante, al manifestarse el i n'.nanismo dentro de una cultura, la iglesia no debe aceptar ni seguir los ii' l'i ríos negativos de dicha cultura. Dado que todas las culturas, inclusol.i anglosajona norteamericana, son entidades decadentes, a veces es difí- t d para una iglesia determinar qué es aceptable dentro de la misma cul- iin i v qué no lo es. La actitud de muchos cristianos debe ser determinar ln ai eptable, según se define en las normas predominantes. Sin embargo, liiMu ámente, solo la Palabra de Dios debe determinar lo que es correcto.I a i nllura solo puede ser confirmada o negada sobre la base de su apego n Ins principios de las Escrituras.

I >ebe haber una norma o un estándar para medir la cultura y determi- n.ii si es correcta o está equivocada. Para los adventistas, esa norma es la llililia. No obstante, aun las Escrituras las conocemos a través de la cul- Ini a del antiguo Oriente Medio. Por esta razón uno debe identificar los principios bíblicos cuando desea determinar lo que pertenece a la cultu- i a Debemos recordar que todas las culturas, incluyendo la norteameri- i i i i i i i y la del Cercano Oriente, están en plena decadencia. La iglesia que liuii nina bien dentro de una determinada cultura es capaz de separar la i’Hpresión cultural de la esencia de las Escrituras.

listo significa que la iglesia culturalmente correcta no cambiará el mensaje básico de las Escrituras, o del adventismo, sino que presentarái sr mensaje de una manera que sea significativa para las personas que• la (rulando de alcanzar. Por ejemplo, el adventismo de finales del siglo

58 Reavivamiento del discipulado

X X no utilizaba el mismo diagrama profètico que usaban los milleritas y los primeros adventistas. Aquellos cuadros en blanco y negro, y con mu­chas imágenes, ya no tienen sentido para nuestra sociedad actual. En lu­gar de ello, usamos videos, computadoras y diapositivas, métodos que sirven para comunicar el mensaje a la sociedad contemporánea. Al usar esas técnicas modernas, esperamos que nuestra presentación sea cultural­mente aceptable para la sociedad de hoy.

Sin embargo, algunas iglesias se apegan a una única manera de hacer las cosas. Quieren continuar utilizando el diagrama original y consideran que utilizar cualquier otro método que no haya sido empleado por los pio­neros es apostatar. Obviamente, ninguna iglesia actual afirmaría tal cosa respecto a un diagrama profètico. En este caso es fácil distinguir la apli­cación cultural, pero las iglesias actuales tienen problemas con otras for­mas de expresión que se han salido del área de la metodología para con­vertirse en una prueba de ortodoxia. Esa posición impedirá que estas igle­sias alcancen la sociedad contemporánea. E l mensaje que nunca debe cam­biar es el evangelio eterno, pero la manera en que se presenta debe adap­tarse constantemente a los diferentes grupos que estamos tratando de alcan­zar. Esto es lo que significa ser una ser una iglesia que funciona bien den­tro de su cultura. E l apóstol Pablo dejó muy en claro que la iglesia debe funcionar dentro de la cultura si ha de alcanzar eficazmente a las personas de todos los distintos grupos étnicos de la tierra:

“Aunque soy libre respecto a todos, de todos me he hecho es­clavo para ganar a tantos como sea posible. Entre los judíos me volví judío, a fin de ganarlos a ellos. Entre los que viven bajo la ley me volví como los que están sometidos a ella (aunque yo mis­mo no vivo bajo la ley), a fin de ganar a estos. Entre los que no tienen la ley me volví como los que están sin ley (aunque no es­toy libre de la ley de Dios sino comprometido con la ley de Cristo), a fin de ganar a los que están sin ley. Entre los débiles me hice débil, a lin de ganar a los débiles. Me hice todo para todos,

La misión en el Nuevo Testamento 59

a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles. Todo estolo hago por causa del evangelio, para participar de sus frutos” .10

( laramente, la estrategia de Pablo fue que el evangelio fuera relevan­te desde el punto de vista cultural para todos los grupos que intentaba al- i nnzar. Pablo fue capaz de variar su metodología sin cambiar su mensa- |e l’ablo no puso en peligro lo que él creía que era el cristianismo bási-i u meramente para alcanzar a las personas, pero comprendió con nitidez i|iie elementos eran culturalmente neutrales, y por lo tanto adaptó sus pre- •' nlaciones para satisfacer la mente de las personas en la cultura en que v man. Según Pablo, toda estrategia que no comprometa el evangelio bá- mi o puede y debe ser usada con el fin de alcanzar a los perdidos.

Sería mucho más fácil para la iglesia de hoy si tuviera un discemimien- ln pmíético de lo que constituye una práctica culturalmente aceptable del11 i*.i lanismo. En su lugar, la iglesia debe lidiar continuamente con este asun- ln, y al mismo tiempo intentar estar a tono con las culturas que busca pene- n ai I isla es la parte difícil. Es este temor de debilitar la fe por medio de la n amilación cultural lo que lleva a una iglesia a ser ineficaz dentro de la cul-ii a a l’or lo tanto, la iglesia debe esforzarse por funcionar dentro del medio i uliiiial sin poner en peligro su fe.

I lena G. de White y la innovaciónI lena G. de White le presenta a la iglesia de hoy el mismo desafío que

i I apóstol Pablo lanzara en sus días. Si bien fue inflexible respecto a la ln\ nrlabilidad del evangelio, ella alentó continuamente a la iglesia a bus-i tu nuevos métodos para alcanzar a la gente. Observemos algunas de sus Mandas declaraciones:

“ En las ciudades actuales, con tantas actividades que atraen y agradan, no es posible interesar a la gente mediante presentacio­nes y actividades comunes [...]. Encontrarán que es necesario lle­var a cabo esfuerzos extraordinarios para captar la atención de las imiltitlides |... |. Deben utilizar todos los recursos que sea posible

60 Reavivamiento del discipulado

idear para lograr que la verdad se destaque con claridad y defi­nición.

“Los métodos y los medios por los que logramos ciertos fines no son siempre los mismos. [...] Debe haber uso de razón y cri­terio [...]. Diferentes métodos de labor han de ser empleados para salvar a personas distintas. Los métodos distintos de trabajo son realmente esenciales. Se deben introducir nuevos métodos.

“A medida que territorio tras territorio es penetrado, nuevos métodos y nuevos planes surgirán de nuevas circunstancias. Ven­drán nuevos puntos de vista con los nuevos obreros que se entre­gan a la obra. A medida que busquen la ayuda del Señor, él se co­municará con ellos. Recibirán planes ideados por el Señor mismo.

La organización de la iglesia [...] no ha de prescribir la mane­ra exacta en la que se debería trabajar [...]. No debe haber reglas fijas. Nuestra obra es progresiva; por lo tanto, hay que dejar lu­gar para que los métodos sean mejorados.

“ En esta obra se utilizarán algunos métodos que serán dife­rentes de los empleados en el pasado, pero ninguna persona, a causa de esto, bloquee el camino mediante la crítica. No debe ha­ber críticas crueles ni destructivas hacia el trabajo de otros” ."

La señora de White dice claramente que la iglesia ha de utilizar una variedad de métodos. E lla incluso parece anticiparse a la oposición de al­gunos miembros a los nuevos esfuerzos y les aconseja que no se interpon­gan en el camino de los métodos renovados para alcanzar a la gente. Fue capaz de distinguir en forma clara entre el mensaje y los métodos, en una forma mejor de lo que son capaces de hacerlo hoy muchas iglesias. Al mismo tiempo que sostuvo tenazmente la esencia del adventismo, apre­mió a la iglesia a desarrollar medios innovadores para alcanzar a la gente. ¿Puede la iglesia continuar rechazando sus consejos al entrar en el siglo X X I?

La misión en el Nuevo Testamento 61

No obstante, al mismo tiempo, las iglesias necesitan ser cuidadosas l'iu.i no comprometer su fe. Las iglesias que se esfuerzan por asimilarse al nirtlio cultural, acabarán pareciéndose tanto al mundo que las rodea que no kr ni liarán las diferencias. Estas iglesias luego dejan de crecer, porque no le hIi eren ventajas a los que se unen a ellas. De la misma manera, las iglesias i|iir buscan acentuar las diferencias que existen entre la iglesia y el mundo II* )mu a ser tan diferentes que también fracasan en su crecimiento. Los.... sejos de la Biblia y de Elena G. de White animan al adventismo con-li mporáneo a mantenerse entre estos dos extremos. E l adventismo debe innlinuar sosteniendo sus fuertes convicciones bíblicas, y, al mismo tiem­po, apelar a la cultura de los grupos que está tratando de alcanzar.

Algo de lo que tiene que protegerse la iglesia al buscar que su mensa- |t '.ra culturalmente relevante es la tendencia a adaptarse a la cultura sim- plnnente porque “ funciona” . Nuestras razones para apelar a la cultura de- Im ii desprenderse de la conciencia misionera de la iglesia primitiva y de la ( liiin Comisión. Cumplir la Gran Comisión yendo “a las naciones” de- ni,inda una iglesia internacional que esté a tono con las diferentes cultu- i ir, La iglesia no debe adaptarse al medio sencillamente para ser relevan- lr ¡míe la sociedad. Debe adaptarse motivada por la misión de Cristo. Gran Imu le de la actual asimilación a la cultura forma parte del mandato misio- iirio. La sensibilidad cultural solo es significativa en el contexto de la mi-ii ni de Cristo, tal como está trazada en la Gran Comisión.

I a Gran Comisión y el enfoque misionero de la iglesia primitiva de- mimdan hoy una iglesia que apele a la cultura. La iglesia de hoy debe i onstruir su fundamento teológico sobre el mismo terreno sólido, tal co­mo lo enunció el apóstol Pablo en su teología sensible a la cultura que i' kpresa en 1 Corintios 9.

Discípulos que no dependen del cleroI .a iglesia primitiva no solo desarrolló un enfoque atento a la cultura

I» pique deseaba cumplir la Gran Comisión, sino que también desarrolló una rsimlegia de crecimiento basándose en el concepto de hacer discípulos, en

62 Reavivamiento del discipulado

vez de conversos, que dependen de los clérigos. E l interés de la iglesia pri­mitiva estaba en la tarea de hacer discípulos, de tal manera que las per­sonas objeto de discipulado llegaran a ser independientes y estuvieran en condiciones de llevarles el evangelio a los demás.

Este era el concepto que impulsaba la estrategia de Pablo al establecer iglesias, y que explica el crecimiento del cristianismo durante los tiempos del Nuevo Testamento. La estrategia de Pablo consistía en sembrar una nueva iglesia en cada grupo cultural que visitaba. Solía permanecer en la misma el tiempo suficiente como para asegurarse de que se instruyera a los discípulos, se formara a los dirigentes, y los nuevos discípulos se ocu­paran en formar otros discípulos. Luego, los dejaba para establecer otra nueva iglesia. No permitía que aquellas nuevas congregaciones dependie­ran de él, o de los otros apóstoles. Una vez que habían recibido el evan­gelio, se les concedía toda autoridad para predicar el evangelio en todo su territorio y aún más allá. De esta manera, la iglesia primitiva crecía.

Si la iglesia del primer siglo hubiera intentado plantar congregaciones como lo hacemos hoy [en Norteamérica], designando un pastor para que supervise cada nuevo grupo, el resultado habría sido iglesias débiles, compuestas por cristianos inmaduros que no eran discípulos. Ese no fue su método. Jesús había especificado cómo llevar a cabo la obra de hacer discípulos. Aquellos creyentes no eran conversos tibios, sino discípulos en el sentido más pleno de la palabra, tal como Jesús lo entendía. Para ser discípulo, uno debe ser autosuficiente, no dependerá de otros cristianos para permanecer vivo espiritualmente. Los cristianos del Nuevo Testa­mento mantenían su espiritualidad al hacer discípulos continuamente de otros. Solo así podían mantener viva su fe. Según señaló Roland Alien:

“Cuando las iglesias son ayudadas demasiado, se vuelven dé­biles, sin vida, e impotentes” .12

“Nada es tan debilitante como el hábito de depender de los demás para aquellas cosas que deberíamos suministrarnos noso­tros mismos’’."

La misión en el Nuevo Testamento 63

La iglesia del Nuevo Testamento, y especialmente Pablo, comprendió claramente la preocupación expresada por Alien respecto al hecho que la dependencia produce cristianos débiles. Sin embargo, la mayoría de las iglesias opera bajo el modelo de la dependencia. Muchos administrado­res son reacios a desarrollar nuevas iglesias simplemente porque no hay dinero para proveerle un pastor a la nueva congregación. La iglesia del Nuevo Testamento no estaba preocupada por estos asuntos, dado que no proveía pastores para las congregaciones locales. En las nuevas congre­gaciones, se escogían líderes a los que formaban. Pero estos líderes no cían homólogos de nuestros pastores actuales dedicados a sostener la iglesia. Eran laicos. La iglesia local operaba sin la presencia de pastores establecidos y asalariados. Si la iglesia del Nuevo Testamento hubiera aprobado un sistema de pastores asalariados para las congregaciones, su crecimiento habría sido nulo.14

El modelo de la iglesia cristiana primitiva fue adoptado por los prime-11 >s adventistas, al emplear un grupo de pastores que eran primordialmen- le evangelistas y sembradores de iglesias. Durante los primeros cincuenta anos de la organización adventista, no hubo pastores en las congregacio­nes. Los ancianos locales del lugar dirigían la iglesia para que cuidara de ■a misma y evangelizara su propio territorio. Los pastores de los primeros anos estaban así en libertad para evangelizar nuevos territorios y sembrar nuevas iglesias en diferentes regiones. Una vez que los adventistas adop­taron el “modelo de dependencia” , y establecieron pastores en las iglesias locales, el crecimiento de la iglesia menguó. Uno de los factores más sor­prendentes en el desarrollo del adventismo es las partes del mundo donde la iglesia no crece mucho (incluyendo a Norteamérica), consiste en que se lia adoptado el modelo de dependencia. Las regiones que aún operan bajo el modelo de los primeros tiempos del adventismo, donde los pastores tie­nen veinte o más iglesias a su cargo y se desempeñan principalmente co­m o evangelistas, son las que muestran la tasa más elevada de crecimien­to ¿Podría haber una correlación entre la falta de crecimiento y la adop­c ió n del modelo que depende del pastorado?

64 Reavivamiento del discipulado

Es fácil calmar nuestra conciencia respecto a la falta de crecimiento en Norteamérica al decir que las diferencias se deben a la cultura más que a nuestra adopción de un modelo extrabíblico. No obstante, yo creo firme­mente que hay una fuerte relación entre el crecimiento y el modelo de in­dependencia de la iglesia cristiana primitiva. Es verdad que existen dife­rencias culturales, pero, en mi experiencia, cuando la iglesia funciona bajo el modelo bíblico, en el que el pastor es formador y capacitador, y está li­bre para evangelizar, crecerá tan bien [en Norteamérica] como las iglesias de los países en vías de desarrollo. En lugar de acallar nuestra conciencia al apelar a la cultura, necesitamos arrepentimos de haber fracasado en nuestro intento por formar discípulos genuinos para Jesús. En su lugar, hemos creado discípulos que son dependientes del pastorado para su sos­tén espiritual.

Por otro lado, hemos ahogado el crecimiento de las nuevas iglesias al colocar sobre ellas pastores extraños. No importa lo sinceros que puedan ser los pastores, no se amoldarán a una congregación de surgimiento re­ciente, ni la comprenderán. Por lo tanto, de inmediato se preparan para asumir el control y poner a los nuevos miembros en una relación de de­pendencia. Esto ahoga a la nueva iglesia e impide el desarrollo del disci­pulado real, creando así otra congregación estancada y dependiente.

Colocar un pastor extraño sobre la congregación recientemente esta­blecida es admitir que no hemos realizado la obra de la Gran Comisión; que no hemos hecho discípulos de estos nuevos miembros. En conse­cuencia, requiere que se los cuide como a niños. Por otro lado, si hemos llevado a cabo la labor de hacer discípulos, como Jesús demanda en la Gran Comisión, la nueva iglesia debería ser capaz de existir por sí misma. Veamos cómo lo explica Alien:

“Si en el momento en que descubrimos que alguien no hace nada espontáneamente, enviamos una persona asalariada para quelo haga por él, detendremos su obra e impediremos que otros pue- dan seguir el buen ejemplo” .15

La misión en el Nuevo Testamento 65

“ Si queremos ver una expansión espontánea, debemos esta­blecer iglesias nativas libres de control” .16

I ■ s lo no significa caer en el congregacionalismo, donde cada iglesia lince lo que bien le parece. Más bien significa que debemos confiar en la n ina que hemos realizado al hacer discípulos en la nueva iglesia. Hemos ilc confiar hasta tal punto que pondremos el cuidado y la futura expan- nhni de la misma en las manos del liderazgo laico local que hemos for­m ado. No debemos importar desde fuera a un extraño para que gobierne ln iglesia. Una vez establecida, la nueva congregación debería cuidar de mi misma. Si creemos que se necesita nombrar a un pastor permanente, se- m una señal de que no hemos concluido nuestra obra de hacer discípulos d. los nuevos conversos.

I orinemos discípulos genuinosI I apóstol Pablo, y los que siguieron su ejemplo, pasaban un tiempo

i misidcrable en una iglesia, haciendo discípulos y formando a los líderes Incales. No enviaban a los dirigentes a otro lugar para ser instruidos; los Ini maban en su propio ambiente. E l apóstol Pablo utilizó el método for­mal ivo de Cristo:

“ Formaba a unos pocos con los que tenía una relación más estrecha; nosotros formamos a muchos haciéndolos pasar por nuestras escuelas, con la mente en exámenes y una oferta de em­pico. Cristo formó a sus dirigentes en medio de su propio pueblo, de lal manera que la intimidad de su relación con su propio pue­blo no fuese destruida y ellos pudieran moverse libremente entre ellos como uno de ellos mismos; nosotros formamos a nuestros líderes en un invernadero, y su intimidad con su propio pueblo se destruye de tal manera que nunca más pueden vivir como uno de ellos, o compartir su mentalidad” .17

Algunos líderes eclesiásticos se preocupan ante un plan semejante. Te­men que, si no ejercemos un estricto control pastoral sobre las iglesias,

66 Reavivamiento del discipulado

nos rodearán las herejías. Sin embargo, la iglesia que depende de un pas­tor tampoco es inmune a las herejías. También ocurren apostasías. De he­cho, las herejías son más propensas a surgir entre las iglesias que no están comprometidas con el mandato misionero de Cristo. Alien responde su­cintamente a esta crítica:

“ Las grandes herejías en la iglesia primitiva no surgieron de una rápida expansión que trajera como consecuencia la obra de algunos maestros desconocidos; sino que aparecieron en las iglesias que llevaban establecidas mucho tiempo, y en las que los cristianos no estaban tan ocupados en convertir a los no creyen­tes que los rodeaban” .18

Así, desde una base teológica y misiológica, la iglesia del Nuevo Tes­tamento hizo surgir iglesias que no dependían de un pastor. La base era la Gran Comisión. Esta nos ordena hacer discípulos. Hacer discípulos, según Jesús empleó la expresión, incluía la tarea de hacer creyentes que continuamente hacen discípulos de otros y que no requieren un cuidado constante, ni supervisión. En otras palabras, la misión de crear iglesias que no dependieran de un pastor surgía de su manera de entender el man­dato de la Gran Comisión de hacer discípulos reales y comprometidos.

También inherente a la teología de la Gran Comisión está la estrategia práctica de la iglesia primitiva de crear iglesias en todos los centros po- blacionales y étnicos. La Gran Comisión no solo ordena hacer discípulos, sino que especifica que deben ser formados en todas las naciones. Tan solo mediante una sólida estrategia de crecimiento de la iglesia podrá esto llevarse a cabo. La tarea de Pablo de llevar el evangelio al mundo roma­no, y hacer discípulos allí, surge de la teología de la Gran Comisión.

La Gran Comisión y el desarrollo de nuevas iglesiasJesús ordenó que se hagan discípulos de todas las etnias (étimos). Este

término tiene un significado mucho más amplio que sencillamente “ na­ciones de la tierra” . Brown define ethnos de esta manera:

La misión en el Nuevo Testamento 67

“Ethnos se deriva de ethos, costumbre, hábito. Significa un gru­po que está unido por costumbres: un clan; una multitud, un grupo, un pueblo. La palabra llega a ser usada en el sentido derogatorio de gente común” .19

Por lo tanto, la Gran Comisión demanda que se hagan discípulos en ca­da subgrupo de los moradores del planeta, especialmente entre la gente común. Una iglesia que trabaja en una nación o poblado no alcanzará a todos los grupos que allí existen. Por lo tanto, la iglesia que es fiel a la Gran Comisión deberá estar creando nuevas iglesias entre todos los grupos étnicos hasta que Jesús venga. Las iglesias antiguas se marchitanv mueren. Las nuevas iglesias son frescas y vivas. Por lo tanto, si como denominación tomamos en serio el cumplimiento de la Gran Comisión, debemos también tomar en serio la tarea de crear nuevas iglesias. Bob l ogan , notable autoridad en el establecimiento de iglesias o crecimiento de la iglesia, observa:

“ Por sobre todo esto está el hecho de que nunca cumpliremos la Gran Comisión sin que haya una multiplicación en las igle­sias” .20

I )e hecho, el desarrollo de nuevas iglesias es el objetivo primario de inda estrategia misionera. Sembrar una nueva iglesia debería ser el blan- i tu le cada congregación. Tan solo cuando se restablezca la prioridad de M-mbrar iglesias en nuestro medio, y a medida que las mismas estén sien­do establecidas en diferentes grupos étnicos y sociales, podremos ver ese* i i-cimiento prodigioso previsto en la Gran Comisión. Sin embargo, estas Iglesias no deben ser establecidas bajo el modelo actual de dependencia del pastor, o crearemos una pesadilla financiera en la Iglesia Adventista. Nc necesita una estrategia de crecimiento de la iglesia completamente nueva; basada en la Gran Comisión, que haga discípulos capaces de cre-■ 11 sin un pastor que los sostenga. Bob Logan resume el crecimiento que '.r debería esperar de una estrategia agresiva de desarrollo:

68 Reavivamiento del discipulado

“Consideremos, por ejemplo, un manzano. Normalmente acep­tamos que el fruto de un manzano son manzanas, pero esto es solo una parte del cuadro completo. La manzana es solo un envase de semillas que tiene la intención de lograr el objetivo final: más manzanos. E l cuerpo de Cristo es igual al manzano: debe produ­cir discípulos individuales y más congregaciones” .21

Con demasiada frecuencia en la evangelización nos preocupamos mayormente por cosechar discípulos individuales. En su lugar, de acuer do con Logan, debemos ver en cada discípulo potencial la semilla de mu­chos otros discípulos. De hecho, cada nuevo converso podría ser el nú­cleo de una nueva congregación. Lo que estamos sugiriendo es el aban dono de la visión miope de nuestra evangelización para darnos cuenta que hemos de centrarnos en la tarea de hacer discípulos que se reprodn cirán por sí mismos. Cada nuevo discípulo encierra el potencial de cien tos de nuevos discípulos.

Discípulos independientesLa iglesia primitiva invirtió todos sus recursos en el cumplimiento

de su misión: hacer discípulos por medio del establecimiento de nuevih iglesias en nuevos grupos poblacionales o étnicos. Cada creyente de Itt iglesia primitiva era un “ formador” de discípulos. Hacer discípulos no ein algo que estaba limitado a los pastores; era una actividad laica. La iy.li' sia primitiva no creció gracias a las habilidades de los pastores, sino puf el sentido de compromiso de los laicos que se habían convertido en di» cípulos genuinos de Jesús. Este discipulado radical incluía principalmni te la idea de trabajar para cumplir la misión de Cristo. Dado que las i)¿l«i sias y los discípulos eran formados con la idea de que fueran indcprü dientes del pastorado, toda la formación que los pastores les daban M los nuevos creyentes, o a la nueva iglesia, era con la idea de que el gt upü pronto pudiera sostenerse por sí mismo. Educaban para la independen! ím. mientras que hoy educamos al laicado para que dependa del pnsloritdn

La misión en el Nuevo Testamento 69

lin aquel entonces, una parte integral de la comprensión teológica de ln iglesia primitiva era el concepto de que cada cristiano estaba compro- nu lido con el ministerio. Esta comprensión surgió de la Gran Comisión, i|iic hacía indispensable que cada discípulo se convirtiera en un formador il< oíros discípulos. En lugar de crear una iglesia dominada por el pastor, los cristianos del Nuevo Testamento, en obediencia a la Gran Comisión, i iraron una iglesia dominada por los laicos. Los pastores asalariados •»«ni inuamente expandían la iglesia en nuevas áreas, pero la responsabi­lidad de expandirla en las áreas donde la iglesia ya estaba establecida i> adía en los laicos.

I »tirante casi doscientos años después que la iglesia cristiana fuera PMablecida, no hubo edificios de iglesia. En su lugar, los creyentes primi-II vos se reunían en los hogares como grupos pequeños. No empleaban su i!Inri o y sus recursos en el mantenimiento de edificios y propiedades. Envi / dr ello, todos sus recursos estaban destinados a la terminación de la iiln a tío Cristo. Las iglesias eran pequeñas por el hecho de que se reunían **n los hogares. E l líder de cada iglesia doméstica era un laico, no un pas- im a sueldo. Esta estructura inherentemente laica que poseía la iglesia |HIniiliv a fue una de las principales razones de su rápida expansión y su un i miento fenomenal.

H< Minien

I n csle capítulo hemos examinado varias estrategias del Nuevo Tes- M lirnlo que surgieron en la iglesia primitiva, a partir de su comprensión •ti la < irán Comisión. Estas estrategias incluían lo siguiente:

I I a misión de la iglesia era algo prioritario.' I I objetivo era formar nuevas iglesias.' I il mensaje era presentado en el contexto de la cultura, diseñado pa-

ia implantar el cristianismo en determinado grupo cultural.• lia un modelo de iglesia local, independiente de pastores fijos.< l ia imii iglesia que crecía básicamente gracias a los esfuerzos de

los laicos.

70 Reavivamiento del discipulado

La misión de la iglesia primitiva era clara. La Gran Comisión era la característica central de la misión de la iglesia primitiva. Sus estrategias se desarrollaron a partir de su conciencia de la Gran Comisión. El resul­tado fue la rápida expansión del cristianismo por todo el mundo conoci­do. Solo cuando la iglesia actual regrese a sus raíces neotestamentarias podrá ser fiel al Señor. Si profesamos ser el pueblo que guarda los man­damientos de Dios, ¿cómo podemos continuar desobedeciendo la Gran Comisión? Bob Logan nos desafía:

“Por lo tanto, obedecer la Gran Comisión sencillamente no será algo que haremos sin importar el beneficio que pensemos traerá para nuestra iglesia. Incuestionablemente, abordaremos la tarea simplemente porque Dios nos la ordenó” .22

1. Hechos 2: 41.2. Elena G. de White, Los hechos de los apóstoles, pp. 87, 88.3. Elena G. de White, Palabras de vida del gran Maestro, p. 91.4. James E. Lesslie Newbigin, The Open Secret: Sketches fo r a Missionary Theology [E l secreto al

descubierto: Apuntes para una teología misionera] (Grand Rapids: Eerdmans, 1978), citado en VanEngen, p. 142.

5. VanEngen, p. 70.6. Ibíd., p. 94.7. Ibíd., p. 126.8. Kent Hunter, p. 48.9. Hechos 6: 1-4.

10. 1 Corintios 9: 19-23.11. Elena G. de White, Manuscript Release N ° 145, hecho público en noviembre de 1962 (Fundación

White).12. Alien, p. 354.13. Ibíd.14. Para una discusión del papel del pastor en los tiempos del Nuevo Testamento como fundador de

iglesias y evangelista, y no como pastor local, vea el estudio del autor: “ A Study of the Biblical Terms for Clergy and Their Historical Development in Christianity and Adventism” [Un estudio de los conceptos bíblicos para el clero y su desarrollo histórico en el cristianismo y el adventismo |. Puede ser adquirido en N A D EI, 9047-3, US 31 N., Berrien Springs, M I 49103.

15. Alien, p. 38.16. Ibíd., p. 5.17. Alien, p. 21.18. Ibíd., p. 48.19. Brown, t. 2, p. 790.20. Logan, p. 194.21. Ibíd., p. 193.22. Logan, p. 192.

Capítulo

¿Qué debemos hacer?DESA R R O LLA R U N A TEO LO G ÍA de la misión es una cosa; po­

ner esa teología en práctica es algo enteramente diferente. Hasta aquí, hemos examinado en detalle la Gran Comisión de Jesús

expresada en Mateo 28: 16-20. En los capítulos siguientes de este libro, nuestra intención es desarrollar una aplicación práctica de la teología• le la Gran Comisión. Debemos tener ideas concretas para implementar la teología de la misión dentro de la Iglesia Adventista.

Hemos examinado en detalle la Gran Comisión de Jesús. Se ha mos- irado que esta Gran Comisión fue la razón para la organización de la igle­sia cristiana. Descubrimos que ella es el factor principal detrás de toda estrategia organizativa que puso de manifiesto la iglesia primitiva. La ia/,ón para la existencia de la iglesia únicamente puede explicarse en el eontexto de la comisión que Jesús le ha dado. Para el cumplimiento de esa misión, la iglesia ha sido “ llamada a salir” del mundo y a entrar en una relación salvadora con Cristo.

I ,a Gran Comisión es el mandamiento dado a la iglesia por el Señor uiNiieitado. Sin embargo, ella indica claramente que no puede ser cum­plida mediante esfuerzos humanos. A través del Espíritu Santo, el Señor

72 Reavivamiento del discipulado

resucitado está presente en la misión de su iglesia. E l Señor se hizo pre­sente en el Pentecostés, y desde entonces jamás retiró su presencia de la iglesia. E l mismo Espíritu que estuvo presente el día de Pentecostés aún constriñe a la iglesia a cumplir su misión de ir a todas las naciones. E l mandamiento requería que la iglesia pusiera en práctica una estrategia que la capacitara para hacer discípulos en todas las naciones. La Gran Comisión no significa predicar únicamente el mensaje del Señor resuci­tado a todas las naciones, sino que también ordena hacer discípulos en to­das ellas. Los primeros discípulos no estaban en la iglesia sencillamente para tomar decisiones y luego poner a la gente bajo su control; su misión era hacer discípulos que, a su vez, ayudarían a formar otros más. Solo así podría crecer la iglesia por un efecto de multiplicación y no de suma.

Discípulo es el que está dispuesto a soportar el ridículo y la persecu­ción por causa de Jesús. Es el que vive en total fidelidad al señorío de Cristo en su vida, abandonando todo por causa del Maestro. Es el que en­tiende y guarda las enseñanzas básicas de Jesús, al igual que expresa su amor de tipo ágape. Por último, un discípulo es el que forma a otros dis­cípulos.

La comisión de hacer discípulos y el bautismoDebido a que esta definición de discípulo fue claramente entendida

por la iglesia primitiva, ella fue capaz de crear una teología y una prácti­ca que le permitió cumplir la Gran Comisión. La iglesia primitiva no asu­mió el concepto de McGavran de un discipulado barato, de un “ acerca­miento inicial a Cristo” . En vez de ello, consideraron el discipulado como una vida completamente comprometida con Cristo y que reflejara sus enseñanzas; una comprensión de las enseñanzas básicas del Maestro, especialmente aquellas concernientes a la tarea de hacer otros discípulos. Una vez que la persona entendía este concepto básico de discipulado, era bautizada en Cristo e ingresaba a la iglesia. En los tiempos bíblicos, era imposible ser bautizado sin llegar a formar parte del cuerpo de Cristo, la iglesia. ¿Por qué? Porque el bautismo no significaba únicamente el

¿Qué debemos hacer? 73

perdón de los pecados individuales; más bien, significaba la entrada del cristiano recién convertido al ministerio de Cristo. En el Nuevo Testa­mento, todo ministerio era realizado por medio del cuerpo de creyentes, no independientemente de él. Por lo tanto, todos los nuevos conversos eran ordenados al ministerio por virtud de su bautismo.

Los primeros creyentes cristianos unificaron el bautismo y la partici­pación en el ministerio de la iglesia. Mediante esta clara conjunción teo­lógica, no podrían haber siquiera imaginado lo que hoy proponen al­gunos, incluso en la Iglesia Adventista: que uno puede ser bautizado sin unirse a una iglesia. Unirse con Cristo a través del bautismo es el testi­monio público del deseo de ser un discípulo para cumplir la Gran Comi­sión. Por esta razón, los primeros cristianos no bautizaban simplemente a sus conversos, sino que los bautizaban en el cuerpo de Cristo: “Todos fui­mos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo — ya seamos judíos o gentiles, esclavos o libres— , y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu” .1

Los creyentes, tan pronto son bautizados, son adoptados en el cuerpo de la iglesia. ¿Con qué propósito? En el resto de este capítulo se presen- la una de las mayores exposiciones que hacen las Escrituras de los dones espirituales. Las Escrituras ordenan bautizar “ en el cuerpo de Cristo” con el propósito de que los creyentes sean capacitados con dones espirituales a fin de que participen en el ministerio de su Salvador. Es evidente que, para los primeros cristianos, el bautismo estaba intrínsecamente unido a la participación del creyente en el cumplimiento de la misión de Cristo:I lacer discípulos en todas las naciones.

Bautizar a los creyentes para luego colocarlos en un ministerio de acuerdo con sus dones espirituales es interpretar mal la relación íntima que la iglesia primitiva y el apóstol Pablo vieron entre el bautismo y la misión. Las personas solo pueden desarrollar sus dones espirituales en conexión con la iglesia, que es el cuerpo de Cristo. Por esto, en 1 Corin-l ios 12, Pablo une el bautismo con la integración “ al cuerpo” . Dios no nos ha llevado a Cristo para ser independientes unos de otros. Hemos sido

74 Reavivamiento del discipulado

reunidos en un cuerpo con el propósito de ayudar a los demás a desarro­llar sus dones espirituales. E l objetivo es que, colectivamente, la iglesia pueda cumplir la misión de Cristo.

La certeza de la misiónDe la conciencia de la Gran Comisión que tenía la iglesia primitiva

surgió un mandato misionero que los seguidores de Cristo implementa- ron. Este mandato misionero obliga a que se le brinde la más alta priori­dad a la misión en la iglesia. Todas las actividades eran evaluadas sobre la base de la Gran Comisión. Ningún otro interés cautivaba tanto las men­tes de los primeros cristianos como el de hacer discípulos. Elena G. de White lo describe gráficamente:

“ Prevalecía un solo interés. Un objetivo era el que predomi­naba sobre todos los demás. Todos los corazones latían armonio­samente. La única ambición de los creyentes era revelar la seme­janza del carácter de Cristo, y trabajar por el engrandecimiento de su reino” .2

En aquella comunidad de creyentes, que demostraba una urgencia por cumplir la misión, Pablo estableció iglesias que florecieron entre todos los grupos étnicos del Imperio Romano; y así cumplió los designios de la Gran Comisión. Pablo no solamente establecía iglesias, sino que las hacía autosuficientes, independientes de él mismo y de otros líderes cristianos. La razón de Pablo para crear un modelo de iglesia con un laicado inde­pendiente provenía de la definición de discípulo que Jesús había dado a sus primeros seguidores antes de entregarles la Gran Comisión. Si Pablo hubiera sido macgavranita, habría creado modelos de iglesias depen­dientes. Sin embargo, Pablo fundó iglesias que no dependían de un pas­tor; eran iglesias compuestas por discípulos vivientes que ganaban a otros discípulos.

Si la Iglesia Adventista espera ser la genuina iglesia de Jesucristo en estos últimos días, debe regresar al modelo bíblico. Nuevamente debe

¿Qué debemos hacer? 75

convertirse en una iglesia que depende de la Gran Comisión. Esto signi­fica que el objetivo de nuestra evangelización debe ser copiado del mode­lo bíblico, no de los populares modelos protestantes. Nuestro objetivo será hacer discípulos, no sencillamente llevar a la gente a declarar que creen en Cristo. Acercarse a Jesús es el primer paso, pero el objetivo de nuestro Señor es que la gente se convierta en sus discípulos.

Es más, el mandato misionero debe impulsarnos a poner de nuevo la< irán Comisión en el centro de todas nuestras actividades, desde la igle­sia local hasta la Asociación General. Debe forzarnos a llegar a compro­meternos con la tarea de sembrar congregaciones, que es la meta princi­pal de la misión de la iglesia: crear más “manzanos” . Ya hemos produci­do “ manzanas” durante suficiente tiempo. Es tiempo de la multiplicación «le iglesias a través de nuevos “manzanos” . Estas nuevas iglesias no de- ln-n ser reproducciones al carbón de los modelos antiguos, sino que deben m i erigidas sobre un nuevo paradigma que no dependa del pastor, porque las personas ganadas para esa iglesia han sido convertidas en discípulos v no solamente en miembros de iglesia. La Iglesia Adventista, una vez mas, debe convertirse verdaderamente en un movimiento laico.

A continuación abordaremos una metodología práctica de cómo llevar lodo esto a cabo en las iglesias adventistas. La estrategia que sugeriremos cslá en total armonía con el objetivo de la Gran Comisión. Por lo tanto, Incluirá hacer discípulos, bautizarlos en el ministerio de Cristo, y ense­narlos continuamente, a medida que ellos mismos participen en la tarea tic hacer otros discípulos.

I I Corintios 12: 13.Hiena G. de W hite, Palabras de vida del gran Maestro, p. 91.

La base de la misión adventistaEN LO S CAPÍTULO S A N TER IO RES hemos presentado una teo­

logía bíblica de la misión de la iglesia, cimentada en la Gran Co­misión, que tiene su origen en la mismísima autoridad de Jesús,

lisa misión, facultada por el Espíritu Santo, capacitó a la iglesia del pri­m er siglo para sembrar, en una generación, el mensaje del Señor resuci­tado por todo el Imperio Romano. Se centró en la tarea de hacer discí­pu los entre todos los grupos poblacionales. Para realizar este objetivo, la iglesia, sin cambiar su mensaje básico, se adaptó continuamente a las dis- imías culturas que encontró a su paso. Mediante este énfasis en hacer discípulos, su sentido estuvo centrado en establecer iglesias locales que no tenían pastores fijos. En vez de ello, estas iglesias eran dirigidas por laicos, que, a su vez, hacían discípulos a otros residentes en el área en que la nueva iglesia había sido establecida.

Uc^reso a los principios bíblicoslil adventismo profesa ser un movimiento bíblico. Afirmamos que

la Hiblia es nuestra única norma de fe y práctica. Si es así, entonces el adventismo debe tener una teología y una práctica misioneras que estén

78 Reavivamiento del discipulado

en completa armonía con el modelo del Nuevo Testamento. Si el adven­tismo no está centrado en el cumplimiento de la Gran Comisión, su afir­mación de ser una iglesia del Nuevo Testamento no puede ser creíble.

No estamos abogando a favor de un rígido literalismo, que quizá pres­cribiría que la iglesia tuviera doce discípulos, porque la iglesia primitiva los tenía. Más bien estamos proponiendo la creación de una estructura eclesiástica, así como estrategias de evangelización que estén en armonía con los principios del Nuevo Testamento. Estos claros principios que hemos trazado hasta aquí incluyen una prioridad en el cumplimiento de la misión de Cristo, y la formación de discípulos por medio del cre­cimiento de la iglesia que no dependan de un pastor. La manera en que hemos de implementar todo esto puede ser diferente de la práctica del Nuevo Testamento, porque nuestra cultura es distinta, pero el princi­pio será invariable. Esta diferencia en la aplicación del principio es tam­bién inherente al propio Nuevo Testamento, donde se aboga por la rele­vancia cultural, sin cambiar los principios básicos del mensaje de Jesús resucitado.

E l adventismo primitivo estaba claramente motivado por el deseo de cumplir la Gran Comisión. Las estrategias evangelizadoras que los primeros adventistas desarrollaron, similares a las de la iglesia del Nuevo Testamento, casi se han perdido en el adventismo norteamericano con­temporáneo. No solo deberíamos preocuparnos por recobrar el espíritu de los primeros adventistas, sino también por recobrar el espíritu del cris­tianismo primitivo.

No deseamos pasar por alto la labor de los pioneros adventistas, pues ellos nos iniciaron en el camino correcto, y extrajeron la idea de una igle­sia misionera del propio Nuevo Testamento. Más que contentarnos con una interpretación de segunda mano, haríamos bien en copiar su ejemplo al desarrollar una estrategia evangelizadora con la misma conciencia misionera que se manifestó en la iglesia del Nuevo Testamento. La mi­sión adventista se ha nutrido más de Mateo 24: 14 que de la Gran Co­misión de Mateo 2K: 16-20. I .a Iglesia no ha ignorado la Gran Comisión,

La base de la misión adventista 79

pero se ha centrado en Mateo 24: 14: “ Y este evangelio del reino se pre­dicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y enton­ces vendrá el fin” .

I II cumplimiento de la misión y la segunda venida de CristoEn el corazón de la misión adventista ha estado la predicación del

mensaje de Cristo a todas las naciones, a fin de acelerar la venida de nuestro Señor. La segunda venida de Cristo ha sido la chispa que ha ali­mentado el fuego de la misión adventista durante más de ciento cincuen- i.i años. Algunas veces, la motivación primaria de la misión ha sido con­cluir la obra de Cristo para que él venga, en lugar de la salvación de los perdidos. Este último motivo no es que fuera olvidado; sencillamente no t onformó la principal motivación en la mente de la mayoría de los miem­bros. E l resultado ha sido que hemos desarrollado un concepto muy egoís- la ile la misión. Hemos llegado a estar más preocupados por alcanzar a los perdidos con la finalidad de ir al cielo, que alcanzarlos por amor al Señor V a ellos mismos.

Sin embargo, como se ha señalado en los capítulos anteriores, la pre­ocupación de Jesús respecto a la misión tiene que ver más con la salva- i ion de las personas perdidas que con acelerar su venida. No obstante, la esperanza del regreso de nuestro Señor, cuando se la utiliza adecua­damente, puede ser un estímulo poderoso para ayudar a la iglesia a cen- liarse en la responsabilidad de su misión. Si, como lo creemos los adven­idlas, el fin del tiempo de prueba y la venida de Cristo están cerca, enton- i es es esencial que se hagan discípulos rápidamente en todo el mundo. , lesús está a las puertas! ¡Quienes no sean discípulos, se perderán! Esta Itlea es insoportable, especialmente si las personas son conocidas. Por lo Innlo, la iglesia colectivamente, y cada uno de nosotros individualmente, debemos estar comprometidos con la tarea de hacer discípulos en el tiem­po del fin. La motivación de los últimos días debiera ser alcanzar a los perdidos porque Jesús está por llegar, no solamente realizar una tarea conI I fin de que pueda venir y llevarnos al hogar.

80 Reavivamiento del discipulado

No obstante, la misión adventista puede ser adecuadamente compren­dida solo en el contexto de nuestra esperanza en el regreso del Señor. Consideramos que nuestra iglesia fue llamada por Dios para proclamar un mensaje especial y singular a todo el mundo. Ese mensaje no es tan solo el anuncio de las “buenas nuevas” de salvación en Cristo, ¡sino tam­bién las “buenas nuevas” de que nuestro Redentor está a punto de regre­sar! E l mensaje del adventismo ha sido dado por Dios a fin de preparar un pueblo que estará listo para reunirse con el Rey que regresa; un pue­blo que ha pasado verdaderamente por el discipulado. E l mensaje de pre­paración del adventismo se ajusta bien a la descripción de lo que es un discípulo realizada por Jesús. La definición de discípulo mencionada pre­viamente es lo que los adventistas debemos manifestar cuando declara­mos que la gente debe estar preparada para la venida de Cristo.

Con demasiada frecuencia, algunos miembros bien intencionados de nuestra iglesia, han desarrollado una lista de cotejo de carácter legalista, especificando las cosas que uno necesita hacer con el fin de estar prepa­rado para la venida de Cristo. Dependiendo de con quién se hable, dicha lista puede incluirlo todo, desde no comer queso hasta usar tirantes. Esto no significa que debamos rechazar cualquiera de los consejos que se nos han dado, sobre salud o vestimenta. La cuestión aquí es que Dios no nos ha dado una lista de requisitos como preparación para la eternidad. Sin embar­go, nos ha ordenado hacer discípulos, a quienes Jesús define más por el compromiso con su persona que por un listado especial. Algunas veces, parece más fácil acomodarse a una declaración tal que vivir una vida que demuestre al mundo que Jesús es el gobernante supremo de nuestra vida. Sin embargo, de esto se trata el discipulado.

Si la función de la Iglesia Adventista en estos últimos días es produ­cir discípulos que estén listos para encontrarse con Jesús en su segunda venida, entonces la obra de la misma es idéntica a la de los primeros cris­tianos que salieron a hacer discípulos. Sencillamente, la tarea se ha vuel­to más urgente hoy por la cercanía del regreso de Cristo. Hl teólogo Orlando Costas articula adecuadamente la misión adventista:

La base de la misión adventista 81

“E l objetivo de la evangelización no es sencillamente promover el cre­cimiento de la iglesia, o simplemente ayudar a la gente a acceder a la sal­vación. Más bien, el objetivo totalmente abarcante de la evangelización es dar a conocer el reino de Dios tal como fue encarnado en Jesucristo y hecho realidad por medio del Espíritu Santo. A l obrar así, la evangeliza­ción prepara el camino para la revelación del reino de gloria” .1

El mensaje de los tres ángelesE l segundo texto clave en el proceso de explicar la misión adventista

es Apocalipsis 14: 6-12. Este pasaje describe el mensaje especial de los tres ángeles, que está destinado a preparar a un pueblo para la venida de Cristo. Dicho mensaje ha llegado a ser el corazón del adventismo, hasta el punto de que incluso usamos una figura de estos tres ángeles como el logotipo de nuestra iglesia. La forma adventista de entender la tarea de misión no puede ser separada del mensaje de los tres ángeles. Si bien en Mateo 24: 14 encontramos nuestro plan de batalla, Apocalipsis 14: 6-12 nos ha provisto el mensaje para cumplir dicha comisión:

“ Luego vi a otro ángel que volaba en medio del cielo, y que llevaba el evangelio eterno para anunciarlo a los que viven en la tierra, a toda nación, raza, lengua y pueblo. Gritaba a gran voz: Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manan­tiales’.

“ Lo a un segundo ángel que gritaba:‘¡Ya cayó! Ya cayó la gran Babilonia, la que hizo que todas las naciones bebieran el excitante vino de su adulterio’ .

“ I ,os seguía un tercer ángel que clamaba a grandes voces: ‘Si alguien adora a la bestia y a su imagen, y se deja poner en la líente o en la mano la marca de la bestia, beberá también el vino del liiror de Dios, que en la copa de su ira está puro, no diluido.

82 Reavivamiento del discipulado

Será atormentado con fuego y azufre, en presencia de los santos ángeles y del Cordero. E l humo de ese tormento sube por los siglos de los siglos. No habrá descanso ni de día ni de noche para el que adore a la bestia y su imagen, ni para quien se deje poner la marca de su nombre’.

“ ¡En esto consiste la perseverancia de los santos, aquellos que obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles a Jesús!”2

En otro capítulo examinaremos este pasaje más detalladamente, al concentrarnos en las presentaciones de la doctrina adventista como parle de nuestra misión. En este capítulo, deseamos considerar el texto anterioi como una extensión de Mateo 24: 14 y de Mateo 28: 16-20. De hecho, el mismo texto realmente combina la perspectiva de las dos grandes decía raciones misioneras de Jesús.

Si los adventistas nos concentráramos exclusivamente en Mateo 24: 14, nuestra comprensión de la misión estaría puesta principalmente en d acto relacionado con la proclamación del mensaje. En este sentido, tan pronto como el evangelio sea proclamado, sin importar si es rechazado o aceptado, la misión estaría terminada. No obstante, Mateo 24: 14 no pnc de ser aislado del objetivo de la Gran Comisión de Mateo 28: 19, es decii. el hacer discípulos. La belleza del mensaje de los tres ángeles de Apo calipsis 14 es que unifica en un todo los elementos de los dos textos ile Mateo. Aquí está la proclamación mundial del evangelio eterno. Esta pro clamación produce resultados: la paciencia de los santos que guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús. A l igual que la Gran Co misión de Jesús encontrada en Mateo, el objetivo del mensaje de los trefl ángeles es lograr que haya más personas que guarden los mandamiento* de Dios. Es claramente un pasaje que se refiere a hacer discípulos.

Además del objetivo de este pasaje de hacer discípulos, se incluye lit urgencia expresada en Mateo 24: 14. Este es un mensaje especial qiu' afirma que el evangelio eterno debe ser proclamado considerando la

La base de la misión adventista 83

inminencia del advenimiento. Sus advertencias apocalípticas son utiliza- tías para imprimirle una mayor urgencia a la tarea de preparar un pueblo i|iic guarda los mandamientos de Dios y permanece fiel a Jesús.

Tomando en cuenta que la visión de la misión adventista ha estado en i'l cumplimiento del mensaje de los tres ángeles, hemos abrigado la ten­dencia de considerar este texto desde el punto de vista de la proclamación del evangelio. Como resultado, nos hemos concentrado en dar al mundo mi mensaje intelectual, no fundado en una vivencia; un mensaje que pue­de ser aceptado o rechazado. En vez de ello, necesitamos considerar este lexio y su gran mensaje como una herramienta para preparar a las perso­nas para la venida de Cristo. Comunicar el mensaje no es el objetivo de nuestra misión, sino hacer discípulos que estén listos para reunirse con lesiis cuando él venga. Solamente cuando comencemos a enfocarnos en1 1 desarrollo de las personas podremos ver la importancia del mensaje i|iie Dios nos ha encomendado proclamar al mundo.

listos elementos siempre han estado presentes en los esfuerzos de evangelización adventista. Sin embargo, hemos actuado como si nuestra misión fuera sencillamente dar un testimonio para proclamar verdades in­telectuales, teóricas. No hemos podido utilizar estas verdades para ayu- dai a la gente a desarrollar una espiritualidad que les permitirá convertir­le en cristianos maduros. Nuestra preocupación es que cambiemos el en- liu|ue del uso que hacemos de la verdad, de tal manera que dichos pre- i opios tengan realmente como resultado el desarrollo de discípulos, en luf.ar de personas que simplemente crean en un conjunto de doctrinas.

I I adventismo, por lo tanto, debe ver el texto de Apocalipsis 14: 6-12 i umo el fundamento de su misión. Sin embargo, el mensaje de los tres lindeles puede ser adecuadamente comprendido únicamente en el contex­to de la Gran Comisión. Apocalipsis 14 debe ser considerado como una i ntensión del comentario de Juan de la Gran Comisión, tal como debe ser llevada a cabo en los últimos días de la historia humana. E l objetivo del mensaje de los tres ángeles es idéntico al objetivo de la Gran Comisión: haeei discípulos que guarden los mandamientos de Dios y permanezcan

84 Reavivamiento del discipulado

fieles a Jesús. Estas personas se habrán desarrollado espiritualmente; serán cristianos maduros que estarán, en su sentido más pleno, listos para encontrarse con Jesús cuando él regrese.

1. Orlando Costas, Liberating News: A Theology o f Contextual Evangelization [Noticias liberado­ras: una teología de la evangelización contextual] (Grand Rapids: Eerdmans, 1989), p. 82.

2. Apocalipsis 14: 6-12.

Capítulo

El objetivo de la misión adventistaLA M IS IÓ N A D V EN T ISTA está enraizada y cimentada en la es^

geran^a de la segunda venida de Jesucristo. L a base de su misión ha sido, y debe seguir siendo, la predicación del mensaje de los

lies ángeles de Apocalipsis 14, a fin de preparar a un pueblo para la veni­lla tlel Señor. Esta comprensión de la misión imprime urgencia y direc- i ion a la Iglesia Adventista.

I «os 144.000I a iglesia no solo debe comprender lo que impulsa su sentido de

misión, sino también entender que debe realizarla como resultado de la i'iin lamación del mensaje de los tres ángeles. En los capítulos anteriores Miyeiirnos que el objetivo de nuestra misión debe ser la preparación de un pueblo cuyos integrantes sean discípulos y que estén listos para reu- II11 si* con Jesús cuando él venga. E l producto final es inherente al propio un usa je angélico. Apocalipsis 14: 12 declara que estos mensajes tienenII mío resultado un pueblo que guarda los mandamientos de Dios y per- miimh'iv fiel a Jesús.

86 Reavivamiento del discipulado

En este capítulo deseamos mostrar que este es el objetivo de la misión adventista, y que se desprende de Apocalipsis 14. Los adventistas también hemos observado una conexión entre la predicación de este mensaje y los 144.000 mencionados en los primeros versículos de Apocalipsis 14:

“ Luego miré, y apareció el Cordero. Estaba de pie sobre el monte Sion, en compañía de ciento cuarenta y cuatro mil perso­nas que llevaban escrito en la frente el nombre del Cordero y de su Padre. O í un sonido que venía del cielo, como el estruendo de una catarata y el retumbar de un gran trueno. E l sonido se pa­recía al de músicos que tañen sus arpas. Y cantaban un himno nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Nadie podía aprender aquel himno, aparte de los ciento cuarenta y cuatro mil que habían sido rescatados de la tierra. Estos se mantuvieron puros, sin contaminarse con ritos sexuales. Son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Fueron rescatados como los primeros frutos de la humanidad para Dios y el Cordero. No se encontró mentira alguna en su bo­ca, pues son intachables” .1

En la teología adventista, los 144.000 simbolizan al pueblo que está listo para reunirse con Jesús en el momento de la segunda venida. Este grupo no es exclusivo, más bien incluye personas de todas las naciones de la tierra que están listos para reunirse con su Rey. Los adventistas comprendemos que la predicación del mensaje de los tres ángeles tiene la intención de producir el pueblo descrito en estos versículos. Por lo tanto, la herramienta de hacer discípulos debe estar ligada al mensaje de los tres ángeles. Si el mensaje produce este tipo de personas, entonces el mensa­je está creando discípulos. Por lo tanto, el objetivo-deja misión adven- tista es hacer discípulos del tipo simbolizado por los 144.000 como una h i ic to-perfecc ion ada-de. red i m i dos, que están listos' para la segunda ven i da de Jesús. Note las características de estas personas que están prepara­das para el advenimiento, tal como Juan las describe:

El objetivo de la misión adventista 87

1. Tienen el nombre del Padre escrito en sus frentes (vers. 1). Están viviendo en un compromiso total con Dios; por lo tanto, el Padre puede colocar su nombre en ellos, dando a entender que les perte­necen totalmente. Solo lo que le pertenece completamente a al­guien pueden llevar el nombre de esa persona escrito en su cuerpo. Ya que se afirma esto de dichas personas, debemos asumir que es­tán totalmente comprometidas con el señorío de Cristo en su vida.

2. Han sido redimidos (vers. 3). Pertenecen a Dios, porque han sido comprados con la sangre del Calvario. Solo los pecadores compra­dos por su sangre pueden estar listos para reunirse con Jesús. E l lla­mamiento del Maestro no es solo para los discípulos en general, si­no para los discípulos que forman a otros discípulos. Este es el fun­damento de nuestro discipulado.

3. Poseen una fe pura. En contraste con los que recibieron el vino de Babilonia y se entregaron a su adulterio, estas personas no están contaminadas por Babilonia la grande. No han compartido el vino de ella, ni han cometido adulterio con ella. A pesar de la abruma­dora apostasía de los últimos días, que las Escrituras declaran que podría engañar a los escogidos (Mateo 24: 24), estas personas han guardado la fe pura de Jesús. Esta lealtad absoluta a las enseñanzas del Señor se desprende de su total compromiso con él.

4. Siguen a Jesús a donde quiera que va. En contraste con los que si­guen a la bestia y a su imagen, Apocalipsis describe a quienes siguen a Jesús. Lo siguen sin reservas. No solo han sido instruidos, sino que obedecen todo lo que Jesús ordenó. La obediencia es una parte vital de su vida, porque son discípulos que viven en total compromiso con el señorío de Jesús. La obediencia no es un “viaje de negocios” para ellos. La obediencia es el resultado de entrar en un discipulado radical con Jesús.

5. Están sin mancha ante el trono de Dios, sin mancha ante su vista. No lo están gracias a su propia justicia, sino que son santos porque

88 Reavivamiento del discipulado

han sido redimidos, como antes se señaló. Han sido cubiertos con la justicia de Cristo; por lo tanto, el juicio los ha vindicado como indi­viduos que están listos para reunirse con Jesús y entrar en el cielo. Ellos no “ fingen” ser discípulos; son discípulos reales de Jesús, per­sonas que han hecho de Jesucristo la principal prioridad de sus vidas.

Las cinco características de los santos genuinos que están listos para encontrarse con el Señor nos recuerdan las cualidades de los verdaderos discípulos mencionadas por Jesús en los Evangelios. Son personas que vi­ven en un compromiso total con Cristo y lo siguen en completa obedien­cia. Todo lo que especifica la Gran Comisión está mencionado aquí en mayor detalle.

Discípulos radicales en el tiempo del finE l mensaje adventista, resumido y centrado en Apocalipsis 14, ha sido

singularmente elaborado por Dios con el fin de capacitar a su iglesia para que tome en serio la Gran Comisión. Apocalipsis 14 nos ha dado una comprensión detallada del discipulado. Ya no es únicamente un término indefinido; se nos ha hecho real. No hay excusas en estos últimos días para ser ambiguos respecto a nuestra misión. Apocalipsis 14 nos ha acla­rado lo que es el discipulado en estos últimos días.

E l costo del discipulado en el tiempo del fin no es diferente al de cual­quier otro período en la historia humana. Dios espera que sus discípulos produzcan otros discípulos sinceros, y que estén totalmente comprometi­dos con cada aspecto de la iglesia. Esto es especialmente cierto en el tiempo del fin, cuando Dios lleva la misión de Cristo a su consumación final, en el momento de su segunda venida. De todos los grupos cristia­nos preocupados por hacer discípulos, los adventistas deberían estar a la cabeza, a causa de su profunda visión de lo que comprende la Gran Co­misión, tal como está detallada en el mensaje de los tres ángeles.

Si el objetivo de la misión adventista es producir el pueblo descrito en Apocalipsis 14: 1-5, entonces nuestra estrategia de evangelización debe

El objetivo de la misión adventista 89

seguir el patrón de Apocalipsis 14: 6-12. Debemos predicar este mensaje singular en el contexto del pronto regreso de Cristo. Nuestro mandato evangelizador, que se origina en la Gran Comisión y es elaborado en el mensaje distintivo de Apocalipsis 14, debe ser la pauta para el cumpli­miento de nuestra misión. Por eso, el adventismo nunca puede contentar­se con llevar a los creyentes a Cristo, sino que debe llevarlos a un disci­pulado pleno. La misión adventista solo puede ser comprendida en el trasfondo de Apocalipsis 14 y en el contexto del mandato de la Gran Comisión para hacer discípulos.

En este sentido, la metodología de la evangelización adventista debe coincidir con la propia tarea de hacer discípulos. Debido a que muchas iglesias se concentran hoy en ganar miembros, y reciben en su medio a personas que solo han aceptado a Jesús como su Salvador, no hacen dis­cípulos. Los adventistas, por lo tanto, no pueden seguir las estrategias de evangelización populares que están más centradas en el contacto inicial con Cristo. E l llamado que Dios le ha dado a su iglesia no es únicamen- le para llevar a otros a Jesús, sino conducirlos a un discipulado radical. Si esto desaparece de nuestra evangelización, estamos fallando y no nos diferenciaremos de muchas otras iglesias. Lo que hace singular al adven- lismo es su comprensión del discipulado.

Discipulado y bautismoDurante los últimos años, la filosofía de crecimiento de la iglesia de

McGavran ha tenido una significativa influencia en los círculos adven- listas. Nos ha ayudado a concentrarnos en la misión nuevamente. Por es- lo, podemos estarle sinceramente agradecidos. Sin embargo, hay un as­pecto del pensamiento de McGavran que ha tenido un resultado negati­vo, y es su definición de discípulo como el acercamiento inicial de una persona a Cristo.

Como resultado de esta definición incorrecta, muchos adventistas sugieren que el objetivo de la misión es sencillamente llevar a otras per­sonas a la l’c en Cristo, en vez de c|ue se integren como miembros a la

90 Reavivamiento del discipulado

iglesia. Sugieren que los dos objetivos deben ser separados: Afirman que, primeramente, deberíamos conducir a las personas a Cristo y bautizarlas; y luego, a medida que son instruidas en el mensaje del adventismo, pue­den llegar a ser miembros si lo desean. Este divorcio entre el discipulado radical y los requerimientos del bautismo conducirá finalmente a una práctica de misión débil e imperfecta en el adventismo.

E l bautismo separado de la aceptación como miembro de la iglesia es no tan solo extraño, sino contrario al Nuevo Testamento, donde se une al bautismo con el rito de iniciación en la feligresía.2 También es extraño y contrario a la instrucción de Cristo de Mateo 28: 19, donde ordena a sus seguidores que vayan y hagan discípulos. Esto fue definido por el Señor como algo diferente de aceptarlo a él mismo. Jesús declaró que esta tarea de hacer discípulos debe ser realizada antes del bautismo; no después. Una vez que alguien ha llegado a ser discípulo, debe ser continuamente instruido en la forma de vivir fielmente, de tal manera que pueda produ­cir otros discípulos.

La manera en que McGavran entiende la tarea de hacer discípulos también ha provocado que los adventistas pierdan de vista el texto de Apocalipsis 14: 1-12 como el objetivo principal y el mensaje fundamen­tal del adventismo. Si el objetivo fuera sencillamente llevar a la gente a una fe en Cristo, en un estado embrionario, entonces nuestra metodolo­gía evangelizadora no necesita enfatizar el pronto regreso de Jesús y nuestra preparación para ese gran acontecimiento. La iglesia puede sen­cillamente llevar a las personas a una fe en Cristo separada de su com­promiso pleno, y esperar que en determinado momento se incorporen a un discipulado total. Esto es contrario a la Gran Comisión, que requiere hacer discípulos como un requisito previo para el bautismo. La entrada de cristianos débiles en la iglesia, individuos que no han entrado en un discipulado radical con Jesús, será el resultado final de una estrategia evangelizadora que únicamente enfatice la aceptación de Cristo como Salvador, y no el compromiso hacia él como Señor. Estos cristianos débi­les finalmente diluirán el testimonio viviente de la iglesia.

El objetivo de la misión adventista 91

Wesley y WhitfieldHoy, el adventismo debe regresar a sus raíces wesleyanas. Wesley y

Whitfield predicaron en la misma época. Ambos fueron evangelistas de éxito. Sin embargo, muchos de los conversos de Whitfield no permane­cían en la fe, mientras que los de John Wesley prosperaban. La diferen­cia yacía en sus metodologías de evangelización. Whitfield conducía a sus oyentes solo a una aceptación de Cristo, mientras que John Wesley se aseguraba que los conversos participaran en clases mediante las cuales podrían ser convertidos en discípulos:

“Casi nunca (o nunca) invitaba a las personas a aceptar a Cristo y a hacerse cristianos en el acto [...]. La mayor parte de las veces, invitaba a las personas a unirse a las clases; a veces, una clase que se reuniría esa misma tarde” .3

Ya que Wesley se concentraba en hacer discípulos, su método estaba más en armonía con la Gran Comisión que el de Whitfield. E l concepto adventista de misión está mucho más en armonía con Wesley que con Whitfield. Esta es la razón del marcado crecimiento del adventismo. A lo largo de los años, hemos enfatizado el discipulado como la base para la feligresía, y no tan solo la aceptación de Cristo. Por eso hemos sido más capaces de mantener la cosecha que Dios nos ha dado, que las iglesias que no han enfatizado el discipulado. Sin embargo, cada vez estamos siendo más amenazados por la pérdida de conversos. Mientras más énfa­sis pongamos en la aceptación de Cristo como la base de la feligresía y menos énfasis pongamos en el discipulado radical, mayor será el núme­ro de personas que no permanecerán en la iglesia. Este es el resultado di­recto de la actual metodología adventista de evangelización, algo que po­ne menos énfasis en la tarea de hacer discípulos. Hemos comenzado a seguir el camino de Whitfield más que el de Wesley:

“ Mi hermano Wesley actuó sabiamente. Las almas que eran despertadas bajo su ministerio se unían a las clases, y así preser­

92 Reavivamiento del discipulado

vaba el fruto de sus labores. Yo descuidé esto, y mis conversos son como un puñado de arena” (citado en Ayling, 1979, p. 201 ).4

Respecto a su comprensión de la práctica evangelizadora, el adventis­mo es wesleyano. La tendencia actual es descuidar nuestras raíces wesle- yanas y movernos hacia la comprensión calvinista de la evangelización que tenía Whitfield. Debido a su teología calvinista, Whitfield creyó que, una vez que las personas aceptaban a Cristo, estaban predestinadas a ser salvas. Por lo tanto, había poco lugar para hacer discípulos, dado que ya formaban parte de los redimidos. No debemos copiar esta teología. So­lamente cuando nos aboquemos a hacer discípulos radicales, podremos cumplir verdaderamente la misión de Cristo dada a los primeros discípu­los, y posteriormente elaborada en el mensaje especial de los tres ángeles de Apocalipsis 14.

Es imperativo que la Iglesia Adventista regrese a un modelo de creci­miento centrado en hacer discípulos, si es que desea tomar en serio el cumplimiento de la misión tal como está delineada en Apocalipsis 14: 1-12 y en Mateo 28: 16-20. E l siguiente capítulo examinará la forma en que la presentación de la doctrina adventista, tal como aparece en el men­saje de los tres ángeles de Apocalipsis 14, prepara a las personas para el discipulado.

1. Apocalipsis 14: 1-5.2. 1 Corintios 12: 13.3. George G. Hunter III, To Spread the Power: Church Growth in the Wesleyan Spirit [Diseminar

el poder: Crecimiento de iglesia en el espíritu wesleyano] (Nashville: Abingdon Press, 1991). pp. 56, 57.

4. George Hunter, p. 126.

Capítulo

Las doctrinas producen discípulos

EN LO S CAPÍTULO S anteriores hemos examinado el concepto de que el fundamento de la misión adventista es cumplir la Gran Co­misión, dentro del contexto del pronto regreso de Jesús. También liemos observado que el objetivo de la misión adventista es producir discí­pulos genuinos que estén preparados para el regreso de Jesús. Esta com­

prensión de la misión se ha desarrollado a partir de la interpretación adven- lista de Apocalipsis 14: 1-12. Creemos que el cumplimiento de este pasaje es una especial responsabilidad de la Iglesia Adventista.

En los capítulos anteriores, mencionamos que Apocalipsis 14: 1-5 describe a un pueblo que está listo para el advenimiento, y que los ver­sículos 6-12 describen el mensaje que debe ser dado para gestar un pue­blo tal.|\hora deseamos examinar Apocalipsis 14: 6-12, en un intento de descubrir cómo las doctrinas proclamadas en el mensaje de los tres ánge­les producen el pueblo objeto de discipulado de Apocalipsis 14: 1- 0

E l primer ángel comienza su mensaje con la proclamación del evan­gelio eterno:

“ Luego vi a otro ángel que volaba en medio del cielo, y que llevaba el evangelio eterno para anunciarlo a los que viven en la (ierra, a toda nación, raza, lengua y pueblo” .1

94 Reavivamiento del discipulado

E l lenguaje utilizado aquí evoca el de la Gran Comisión. Esto podría indicar que el mensaje de los tres ángeles es una ampliación de esa comi­sión, tal como debe ser cumplida en los últimos días. E l mensaje comien­za con el anuncio del evangelio eterno; el mismo mensaje evangélico que ha sido proclamado desde el comienzo del tiempo. E l evangelio no cam­bia. E l mensaje indica que, en el tiempo del fin, precisamente antes del ad­venimiento, el mismo evangelio que fue predicado en los primeros años del cristianismo habrá de ser predicado con poder.

E l adventismo, por encima de cualquier otra tarea, tiene un mensaje evangélico que dar al mundo. A pesar del énfasis de este libro en el disci­pulado como requisito previo para el bautismo, esta no es la base de nues­tra salvación. Solo Cristo es nuestra salvación. Lo que estamos propo­niendo aquí no es cambiar la base de la salvación, sino la metodología de la evangelización, de tal manera que la propia metodología esté más orien­tada al discipulado, y no se base en simplemente invitar a la gente a una aceptación inicial de Cristo. E l evangelio que proclamamos debe incluir el compromiso con Cristo como Salvador y Señor. Debemos pedirle a los nuevos conversos que entren en un discipulado radical con aquel que han aceptado como Salvador.

E l evangelio es las “ buenas nuevas” de que Jesús perdona los pecados en virtud de su muerte en el monte Gólgota. Estas son muy buenas noli cias. Los seres humanos no pueden hacer nada para obtener el perdón de sus pecados; solo el sacrificio de Cristo hace esto. Los pecadores no son justificados por las obras que hayan realizado, sino solamente por la san gre derramada de Cristo.

Los adventistas no deben predicar un nuevo evangelio. Si hemos dr cumplir Apocalipsis 14: 6-12, entonces tendremos que predicar el evan gelio eterno de salvación que se alcanza tan solo por gracia. Podeino» hacerlo en el contexto del pronto regreso de Cristo, pero no debemos ni siquiera atrevernos a agregar nada a la salvación, que se logra tan solo mediante la fe en Cristo. E l discipulado no debe ser considerado como ln base de la salvación, sino como un fruto de ella.

Las doctrinas producen discípulos 95

E l primer paso para preparar a un pueblo que esté listo para el regre­so de Cristo es conducirlo al pie de la cruz y a la completa aceptación de Jesús, quien nos viste con la hermosa vestimenta de su inmaculada justi­cia para salvarnos del pecado. Adquirimos esta justicia no mediante méri­tos humanos, sino tan solo por medio de la gracia de Dios.

Una vez que los creyentes han sido llevados a una relación de salva­ción con Jesús deben ser objeto de discipulado. La primera parte de la ta­rea de hacer discípulos incluye el compromiso del nuevo cristiano de en­trar en una vida de discipulado, actividad que implica la restauración de la imagen de Dios. Los seres humanos fueron creados física, mental y espi­ritualmente a la imagen de Dios.2 No obstante, esa imagen ha sido des­truida por el pecado. En Génesis 3: 6 se nos dice que los seres humanos pecaron incluso antes de que compartieran el fruto prohibido:

“ Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. Que tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes, y so­bre todos los reptiles que se arrastran por el suelo” .

El pecado se originó en la mente de Eva antes que realizara el acto fí­sico. Comer del fruto fue el resultado natural de su naturaleza caída. Así, la humanidad, que había sido creada a la imagen de Dios, se apartó física, mental y espiritualmente de esa imagen. Físicamente, Eva vio que el árbol era bueno para comer; espiritualmente, concluyó que el árbol era agrada­ble a sus ojos (los ojos son un símbolo de la naturaleza espiritual3); y, men­ta luiente, asumió que el árbol era deseable para obtener sabiduría. La i a ida de nuestros primeros padres fue completa: física, mental y espiri- lualmente se habían apartado de la imagen divina. Las tentaciones exter­nas ahora encontraban una respuesta sensible en el corazón humano, y sus p irs se desviaban imperceptiblemente hacia el mal. E l resultado de todo aquello fue el pecado.

I I plan de discipulado que Jesús desea implementar abarca la com­pleta restauración de los seres humanos a la imagen de Dios a través de

96 Reavivamiento del discipulado

la obra redentora realizada en el Calvario. Jesús se incorporó a la histo­ria humana como el ejemplo perfecto. Sus anhelos para la humanidad no son nada menos que la restauración total de la imagen de Dios. Sin em­bargo, esta no es una restauración orientada hacia las “ obras” , sino una restauración posibilitada solamente por la victoria del propio Jesús.

En la tentación del desierto, Jesús se colocó en el mismo terreno en que nuestros primeros padres fracasaron, y logró una victoria total y completa sobre el enemigo. A l vencer la primera tentación, convertir las piedras en pan, obtuvo una victoria física. Puesto que la humanidad había caído por el apetito pervertido, Jesús ahora ganaba la victoria sobre el pervertido apetito de la raza humana. A l aceptar su victoria, podemos ser físicamen­te restaurados a la imagen de Dios.

En la segunda tentación, en la que Jesús rechazó arrojarse del pinácu lo del templo, obtuvo una victoria intelectual para la humanidad. Resistió la tentación del orgullo presuntuoso, que es la esencia misma de esta ten tación. Realizar un acto milagroso para que las personas lo proclamaran como el Mesías, tan solo para beneficiar su orgullo personal, podría haln i sido exactamente la actitud opuesta de alguien cuya mente ha sido total mente restaurada a la imagen de Dios. A l compartir su victoria, tamhu'n podemos ser mentalmente restaurados a la imagen de Dios.

En la tercera tentación, Jesús obtuvo la victoria espiritual al recha/.ai la falsa adoración. La esencia del pecado se centra en la exaltación del yo, el sentimiento que fue el eje de la rebelión de Lucifer. Constantemente, él deseaba exaltarse a sí mismo.4 A l aceptar la victoria de Jesús sobre t»l orgullo espiritual, podemos ser liberados de la adoración a lo creado pain verdaderamente experimentar la adoración al Creador.

La victoria de Jesús fue completa en todos sus componentes: I'ínícOÉmentales y espirituales. Todo lo que Adán perdió con el pecado fue c....pletamente restaurado en Cristo. Le ofrece su victoria a los que acepliiil el evangelio eterno. Tiene el derecho de ofrecérnosla a causa del < ah a rio. De esta forma, la victoria de Cristo deja de ser meramente la luí lirt fine una persona libró hace dos mil anos contra el pecado. Caila uullvl

Las doctrinas producen discípulos 97

dúo que acepta a Jesús tiene el inmenso privilegio de entrar en un d isc i­pulado radical con él y reclamar la victoria como propia.

E l propósito del evangelio eterno es implantar la victoria de Cristo en la vida de los que lo han aceptado como Salvador. Este es el primer paso cu el proceso de discipulado para aquellos que han sido restaurados a la relación original de un pacto con Dios. A l aceptar a Jesús, los nuevos conversos necesitan ser dirigidos a la victoria por medio de la cual Cristo desea restaurarlos a su imagen divina. Jesús no desea sencillamente sal­varnos de nuestros pecados; prevé la victoria completa sobre el pecado para su pueblo a través de su poder triunfador. Apocalipsis 14: 7 señala la restauración a la imagen divina como resultado de la proclamación del evangelio eterno del versículo 6:

“Gritaba a gran voz: ‘Teman a Dios, y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales” .

I .os tres mandatos de este versículo: “ teman a Dios” , “ denle gloria” y mloren” , transmiten un mensaje de restauración predicado en el contex­

to del evangelio eterno en preparación para el regreso de Cristo. E l 11a-.....lo a temer a Dios de este pasaje evoca la definición dada por el ;sabioSiilomón: “E l temor del Señor es el principio del conocimiento” .5 E l 11a-

I llimlo a temer a Dios abarca la restauración mental del pueblo redimido a ti imagen de Dios. Llama a los redimidos a convertirse en discípulos me- ■ tilinte la purificación de sus mentes; pensando únicamente en lo que es v fidadero, honesto, justo, puro amable y admirable.6 En una época esca-

[ (nlófúoa, cuando imperan los pensamientos contaminados, el llamaido al di • ipulaclo requiere que los que han respondido al evangelio purifiquen "ii Míenles al espaciarse en los aspectos nobles de su Señor. A l pre:parar

i h lii■. personas para la venida del Señor, no podemos descuidar la momia tyllMiuiia de santidad mental.

I I adventismo siempre ha aboyado por una alta norma en este aspecto, l" i" i '* importante que la misma sea presentada como una parte vital de la

98 Reavivamiento del discipulado

obra que necesita llevarse a cabo con el fin de preparar a los fieles para 1¡i

venida de Cristo. En esta era en que Hollywood hace todo lo posible poi llamar la atención hacia toda clase de vicios y pensamientos impuros, do heríamos recalcar la necesidad de mantener limpia nuestra mente, en lugai de simplemente intentar que la gente no vea películas. Purificar la menú­es una tarea primordial en una sociedad que intenta, mediante el uso do todo medio audiovisual, captar nuestra atención. Debe ser descartado todo lo que podría apartar nuestros pensamientos de Cristo. De esta manera, la norma de reformar la mente se convierte en un asunto mucho más impor tante que el hecho de ver o no películas.

Cuando estos principios son defendidos, muchas personas comen zarán de inmediato el proceso de reformar su mente. En el momento do escribir esto, estoy llevando a cabo una serie de reuniones de evango lización. Estamos proponiendo los principios de una reforma menlal desde la primerísima noche. Precisamente esta mañana, una de las visi tas mencionó que había decidido eliminar los canales H BO y Cinema* de su contrato de televisión por cable. No habíamos mencionado nada do estos canales, pero cuando estas personas comenzaron a reconocer quo Jesús debe tener el control total de sus pensamientos, decidieron elimi narlos.

Lo que estoy proponiendo aquí no es una rebaja, sino una elevación de nuestras normas. En lugar de sencillamente mostrar las doctrinas co mo una fría lista de cosas que se pueden hacer y otras que no se deben, presentemos los grandes principios de la Palabra de Dios y permitamos que la gente utilice la mente que Dios le ha dado para tomar las decisio nes correctas, en el contexto de que somos discípulos radicales de Jesús en vía de ser restaurados mentalmente a la imagen de Dios.

E l segundo mandato de Apocalipsis 14: 7 llama a todos los que escu chan a darle gloria a Dios. Si bien hay muchas formas en que los crislin nos pueden glorificar a Dios, el apóstol Pablo menciona una que no debo ría ser descuidada:

Las doctrinas producen discípulos 99

“ ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Us­tedes no son sus propios dueños” .7

E l llamado a glorificar a Dios es claramente identificado con la res­tauración física de la humanidad, porque el cuerpo es el templo de Dios. Notemos que el concepto de que el cuerpo es el templo divino alcanza su• ignificado pleno entre las personas redimidas, compradas por el precio del Calvario. Cristo ha encontrado una morada permanente en el cuerpo de los rescatados. Estas personas redimidas respetan su cuerpo como el lugar en que Dios habita. Muestran su respeto al cuidar su templo corpo ral, mientras se abstienen de toda inmoralidad sexual.

En este contexto deben abogar los adventistas por la filosofía de la salud: cuidar el templo corporal mediante la abstención de lo que es per judicial, y el uso moderado de lo que es bueno. Esto se considera como parte de la restauración física a la imagen de Dios. Nuevamente, nunca lia de ser presentado como un medio de salvación, puesto que las Escri mras afirman claramente que el cuidado del templo del cuerpo les es dado solo a las personas redimidas.

Cuando las personas escogen convertirse en discípulos de Jesús y lo aceptan como su salvador personal, el paso inicial en el discipulado es comenzar el proceso de reconstruir la imagen de Dios. Una parte de ese proceso es la restauración física. En este contexto debemos presentar nuestro mensaje de salud. Esta es la razón por la que le pedimos a la gente (|ue deje de usar tabaco antes de ser bautizada. Los redimidos, cuyos cuerpos le pertenecen a Dios, deben demostrar que Cristo controla total mente su ser entero. Esto es parte del discipulado inicial. Si una persona continúa utilizando tabaco después de aceptar a Jesús, será una indica ción de que no le ha entregado el control total de su vida al Señor.

Darle a Jesús el control total de la vida es la esencia de lo que enten demos debe ser nuestra relación de discipulado con el Maestro. Cuando el joven rico se acercó a Jesús, el Señor le pidió que abandonara lo que

100 Reavivamiento del discipulado

estaba gobernando su vida: sus riquezas. Puesto que el joven rico n rehusó obedecer a Jesús, no pudo convertirse en discípulo. Esto no signifiofica « todos los que tienen riquezas deben entregarlas, sino que debemoios estar dispuestos a rendir todo a Dios si queremos ser discípulos de Crisisto.la prueba para muchos es el tabaco. E l deseo de abandonarlo y permi i-itir que Jesús les conceda la victoria sobre ese vicio es una prueba como la queie expe­rimentó el joven rico. Jesús reclamó una soberanía total y absoluta de s la vi de aquellos que deseaban llegar a ser sus discípulos. El mensaje de ss aluden estos últimos días es una muestra de que deseamos que Jesús teengael control total de nuestro cuerpo.

E l tercer mandato de Apocalipsis 14:7 es “ adorarlo” . Este llam flamien- to se refiere a la restauración espiritual a la imagen de Dios. Leos redi­midos por medio del evangelio eterno no son llamados sirnplenmentea adorar, sino a adorar “a aquel que hizo el cielo y la tierra” . Los rectümidos son llamados a volver a una relación con su Creador. Esta parte dJe Apo­calipsis 14:7 es una cita directa del cuarto mandamiento del Decálogo: “Adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales” .88

“Acuérdate de que en seis días hizo el Señor los cielos y / la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y que descansó el s-ép- timo día. Por eso el Señor bendijo y consagró el día de reposoo” .9

E l mensaje adventista que invita a guardar el sábado es visto aquí co­mo parte del mensaje de los tres ángeles. Los redimidos son restaurados a la imagen de Dios cuando santifican el séptimo día, el sábado de la crea­ción. Guardar el sábado, al igual que otros aspectos de la restauración, no debe ser considerado como un medio de salvación, sino como un a. activi­dad llevada a cabo por los redimidos, que están buscando llegar a un dis­cipulado pleno con Jesús.

E l sábado no le fue concedido a la raza humana como un símbolo del descanso de la humanidad, sino del descanso de Dios.10 Los redimidos son invitados a entrar en el descanso de Dios por medio del santo día de reposo. El propósito de este descanso so puede percibir en el olorgamien-

Las doctrinas producen discípulos 101

to del sábado en el Edén a los primeros seres humanos, que no habían pecado. De acuerdo con el registro de la creación en el Génesis, Adán y Eva fueron creados el sexto día de la semana de la creación. Su primer día completo sobre el planeta fue el sábado. No necesitaban descansar, puesto que aún no habían trabajado. En su lugar, fueron invitados a entrar en la celebración del descanso de Dios; un tiempo para que se familiari­zaran mejor con su Creador. Las Escrituras definen la función del sábado como la oportunidad de apartar un tiempo para el desarrollo de una rela­ción con Dios.

Los cristianos que se están preparando para el regreso de Cristo deben entrar en el descanso de Dios. Por lo tanto, interrumpen su trabajo físico el séptimo día con el fin de dedicar tiempo a desarrollar una mejor rela­ción con su Creador. E l sábado tiene mucho más que ver con relaciones que con cualquier otra cosa. La historia humana ha alcanzado el punto en que se hace absolutamente necesario, para que se confirme el discipulado, que las personas dediquen más tiempo para desarrollar su relación con Dios. El sábado otorga ese respiro: veinticuatro horas cada semana, en las que las personas se liberan de sus objetivos mundanales y pueden dedicar un tiempo apropiado para conocer a Dios.

Presentar el sábado bajo esta luz nos da mucho más poder que mera­mente mostrarlo como uno de los mandamientos de Dios. Las personas que son llevadas a reconocer este requisito como un paso para llegar a ser discípulos de Jesús, restaurados a la imagen de Dios, deben dedicar tiem­po para estar con su Dios. Esta es la función del descanso sabático. Nues­tras presentaciones evangelizadoras respecto al sábado se han basado mayormente en que el sábado es el séptimo día. Como resultado, hemos traído a la iglesia a mucha gente que “ guarda” el día adecuado pero no conoce cuál es su papel. Cuando la verdad del sábado sea contemplada desde la perspectiva de Cristo, se mostrará un mayor poder en la procla­mación evangelizadora. Las personas comenzarán a ver la necesidad vital del sábado como una conexión con el discipulado más que como un medio (lo nuIvih ion ( ¡uardan el sábado porque quieren pasar liempo (.011

Dios y saben que una relación con Dios es lo más importante en el mundo en estos últimos días.

Guardar el sábado ha sido convertido por el adventismo en un requisi to previo para el bautismo; y esto es correcto, dado que la observancia apropiada del mismo es un testimonio de que Dios es quien controla núes tro tiempo y que deseamos ser restaurados espiritualmente a su imagen ¿Cómo podríamos bautizar a creyentes que no desean dedicarle a Jesús el tiempo que él les pide? Rehusarse a guardar el sábado es rechazar la en trada a un discipulado con Jesús. Si las personas no vinculan al sábado con Jesús, no percibirán la importancia del mandamiento. Pero cuando lo hagan, llegarán a ser los más fervientes observadores del sábado de Dios. En este sentido, guardar el sábado llega a ser una emocionante vn dad para quienes se inician en el acercamiento a Cristo. Comienzan n ver a Dios como un ser que desea entrar en una relación íntima con el I o n

cada sábado.E l llamado del primer ángel declara que el evangelio eterno redimo u

las personas para Cristo e inicia la obra de la restauración. Llama a uiui triple restauración a la imagen de Dios, algo que consiste en la purili cación de la mente, el cuidado del cuerpo y la dedicación del tiempo » Jesús, particularmente el sábado. Así, el mensaje del primer ángel es bási camente lo mismo que el llamado para entrar en un discipulado con él, indicando que él es Señor de sus vidas.

Existe un aspecto final de Apocalipsis 14: 7 que necesita ser aborda do: la razón para la invitación a un discipulado restaurador, expresado en la frase “ la hora de su juicio ha llegado” ." E l juicio mencionado aquí yn ha comenzado. Entendemos que, basados en la profecía de Daniel 8: I I de los 2.300 días, el juicio previo al advenimiento comenzó en 1844. I )r manera interesante, la declaración del ángel respecto a que el juicio lia comenzado ha sido incluida como parte del evangelio eterno. En odas palabras, el juicio de Apocalipsis no es incompatible con el evangelio. I )e hecho, es el evangelio. Son las “ buenas nuevas” de que Dios está siendo vindicado de las acusaciones de Satanás.

102 Reavivamiento del discipulado

Las doctrinas producen discípulos 103

Hay algunos entre nosotros a quienes les gustaría divorciar el juicio del evangelio; pero el mensaje de los tres ángeles ha unido irrevocable­mente estos dos conceptos. No se puede predicar correctamente el evan­gelio sin predicar respecto al juicio. Sin embargo, los adventistas hemos divorciado estos conceptos en nuestras presentaciones del evangelio. Presentamos el evangelio en una noche, y a la siguiente retrocedemos para colocar a los oyentes bajo el juicio, privándolos de su seguridad de salvación. E l mensaje de los tres ángeles, en su contexto, llama a predi­car el juicio como parte del evangelio. Por lo tanto, Dios nos llama a reu- bicar el juicio dentro del evangelio y a colocar de nuevo al evangelio en el juicio.

E l mensaje del juicio debe ser presentado a los nuevos conversos a la fe en Cristo. Comprender el juicio bíblico forma parte del discipulado inicial. Estas “buenas nuevas” ayudan a los creyentes a comprender el ministerio de Cristo en el santuario celestial, en el que Jesús presenta los nombres de los redimidos ante los ángeles del cielo precisamente antes de regresar a la tierra. Esta presentación en el juicio no determina quién se salva y quién se pierde: Dios ya lo sabe. E l propósito de este juicio es vindicar a los justos de los ataques de Satanás ante los seres no caídos del universo. No debería provocar temor en los justos, sino regocijo, puesto que tienen la seguridad de que Cristo, su Abogado, los ha vindicado ante el trono del cielo. La comprensión adventista de este juicio previo al advenimiento debería otorgarle a los que recientemente se han allegado a la fe en Cristo la seguridad de su victoria final en él.

En las Escrituras, el juicio siempre es presentado como un momento de gran regocijo. Algunas de las más grandes manifestaciones de alaban­zas a Dios en el Apocalipsis, y en todas las Escrituras, giran alrededor del juicio de Dios. La razón para esto es que, en los tiempos bíblicos, el ju i­cio era entendido no como algo para ser temido, sino como una oportu­nidad de vindicación. Dios es justificado ante el universo por medio del juicio previo al advenimiento, y reivindica a su pueblo; por lo tanto, ellos se regocijan, ya que conocen el resultado del juicio.

104 Reavivamiento del discipulado

Esta visión adventista del juicio previo al advenimiento debería darle a los que se inician en la fe en Cristo la confianza en su victoria final en el Señor, y de la seguridad de la vida eterna. Después de haber presenta­do el juicio en este contexto en las reuniones de evangelización, he visto a personas recién convertidas salir de ellas señalando que, por primera vez en sus vidas, han comprendido y se han sentido seguras en Cristo. Así es como el juicio forma parte del discipulado y del evangelio del mensa­je de los tres ángeles.

E l mensaje del segundo ángel advierte a la gente respecto a Babilonia y a su fornicación, o sea, la falsificación del evangelio. Babilonia, en últi­ma instancia, simboliza a todos los que colocan las obras y los méritos humanos en lugar del evangelio de la gracia divina. Babilonia también simboliza a los que abaratan el evangelio al no llamar a un discipulado riguroso, según lo requiere el mensaje del primer ángel. La tragedia es que la mayor parte del mundo se ha embriagado con el vino de Babilonia. Por lo tanto, Dios extiende su invitación al pueblo redimido a salir de ella.12 E l llamado de Apocalipsis 14: 8, es sencillamente una extensión del llamado de Apocalipsis 14: 7, a entrar en un discipulado genuino, y no en uno falso.

En lugar de centrarnos en la apostasía del romanismo y del protestan­tismo al presentar a Babilonia, necesitamos concentrarnos en lo que des­truye el evangelio. Debemos hacer que las personas conozcan, en estos últimos días, que Dios está preocupado porque la gente se convierta en discípulos verdaderos. Babilonia dice que se puede ser un seguidor de Jesús sin entrar en un discipulado radical con el Señor. E l mensaje del segundo ángel dice que es imposible. Fracasar en allegarse a un discipu lado verdadero es formar parte de Babilonia, y Dios está llamando a su pueblo a salir de Babilonia.

E l tercer ángel emite una advertencia incluso más fuerte contra la bes ­tia, su número y su marca. Cada uno de lós que respondieron al mensaje del primer ángel lleva el nombre del Padre, que Apocalipsis 7: 3 se alir

' .......... ¡i/A «n uii frente. Ambos conceptos indican que

Las doctrinas producen discípulos 1

los creyentes pertenecen a Dios en un legítimo discipulado. En cambio, el tercer ángel advierte respecto al falso discipulado, que se centra en la bestia y en su marca. Tener la marca de la bestia es vivir en discipulado con la bestia, al igual que tener la señal o marca de Dios es vivir en dis­cipulado con el Cordero.

La advertencia para rechazar la marca de la bestia no solo se refiere a la observancia del domingo. Si el sábado es considerado como el tiempo para una relación con Dios, entonces el mismo adquiere un fuerte signi­ficado escatológico, porque una relación con Jesús llega a ser extrema­damente importante a medida que nos acercamos al fin de la historia hu­mana. Muchas personas creen que igualar la marca de la bestia con dejar de observar el sábado de Dios es lo mismo que elevar el sábado a una es­cala superior. Pero si la función del sábado es ayudarnos a desarrollar una relación con Dios, entonces guardar el sábado llega a ser incluso más im­portante. No guardar el sábado significa no desarrollar una relación con Dios.

No es sorprendente que Dios diga que aquellos que reciben la marca de la bestia beberán el vino de la ira de Dios. E l asunto está de veras rela­cionado con el discipulado, con el hecho de tener una estrecha relación con Jesús. No es tan solo algo relacionado con un día específico. Sustituir el domingo, con su “momento de adoración” , por el sábado de Dios es declarar que no se necesitan veinticuatro horas con Dios cada semana. E l resultado final es entrar en una relación con el mundo y con su religión apóstata. Esto no niega el hecho de que el papado cambió el sábado y que es un signo de lealtad a la Santa Sede. Esto tan solo le agrega una dimen­sión adicional a la marca de la bestia.

E l resultado de la proclamación de estros tres mensajes especiales en el contexto del tiempo del fin es el surgimiento de un pueblo que está conformado por verdaderos discípulos de Jesús. Lo siguen por donde­quiera que va.13 Guardan los mandamientos de Dios y permanecen fieles a Jesús.14 Son discípulos en el sentido más estricto de la palabra, debido a que realmente hacen lo que Jesús previó en la Gran Comisión: Han sido

106 Reavivamiento del discipulado

instruidos y hacen todo lo que Jesús les ordenó. Su observancia di luí mandamientos no es legalista, sino una relación de fe que surge a pmlli de una dependencia continua de Jesús, alimentada por el estudio diai 10 ■ li­la Biblia, la oración cotidiana y la observancia semanal del sábado

E l propósito de este capítulo ha sido mostrar que la visión advenir.in de la verdad bíblica que se encuentra en el mensaje de los tres ángeles <U Apocalipsis 14 prepara a un pueblo para el verdadero discipulado. I I nu n saje adventista del evangelio de la gracia inmerecida, acompañado drl discipulado que restaura a las personas a la imagen de Dios a través de ln purificación de la mente, una vida saludable y de la observancia del srtlm do, edifica una relación con Cristo y conduce al discipulado total l I mensaje del juicio previo al advenimiento está diseñado para provecí l< ni creyente la seguridad de la victoria final de Cristo y de sus discípulos, mediante su obra final en el santuario celestial. Este mensaje debe m<i presentado en el contexto apocalíptico del tiempo del fin, a fin de preptt rar a un pueblo para el regreso de Cristo. Las advertencias contra Hahl lonia y la bestia deben ser consideradas como ayudas para conducii a lo gente a apartarse del falso discipulado y a entrar en el discipulado gnml no. Todo esto debe ser llevado a cabo entre todas las naciones, en el con texto del pronto regreso de Jesús. Esta es nuestra misión adventista.

1. Apocalipsis 14: 6.2. Génesis 1: 26.3. Apocalipsis 3: 18.4. Isaías 14: 13.5. Proverbios 1: 7.6. Filipenses 4: 8.7. 1 Corintios 6: 19, 20.8. Apocalipsis 14: 7.9. Éxodo 20: 11.

10. Génesis 2: 1,2.11. Apocalipsis 14: 7.12. Apocalipsis 18: 1-4.13. Apocalipsis 14: 4.14. Apocalipsis 14: 12.

Capítulo

La estrategia adventista de evangelizaciónA LO LA RG O D E E ST E L IB R O hemos examinado el discipula­

do desde la perspectiva de la iglesia primitiva y del adventismo. La iglesia primitiva intentó hacer discípulos que vivieran en

absoluta obediencia al señorío de Cristo. E l mandato adventista también< le manda un alto nivel de discipulado, algo que se centra en una relación no solo con el Cristo resucitado, sino también en la esperanza del Cristo próximo a regresar.

Por lo tanto, la metodología adventista de evangelización debe centrar- si- en formar el tipo de discípulos que requiere la Gran Comisión y el men­saje de los tres ángeles. Esta metodología requiere más tiempo que el que el protestantismo ha considerado necesario para el proceso de evangeliza- ción. La preparación para el bautismo y la feligresía en la Iglesia Adven­tista debe estar en armonía con el llamado de Jesús a que las personas sean convertidas en discípulos y luego bautizadas. Después del bautismo, de­ben continuar siendo instruidas, de tal manera que sean autosuficientes en su villa espiritual y que no dependan de un pastor asalariado para su sos­tenimiento espiritual.

108 Reavivamiento del discipulado

Este llamado al discipulado no es un alegato a la perfección, sino a un compromiso con el señorío de Cristo. Jesús debe reinar de forma supre­ma en la vida de los que son sus discípulos. La tragedia que enfrenta hoy el adventismo es que muchos de los miembros de la iglesia no viven en un total compromiso con Cristo. Es difícil llevar a los nuevos creyentes a esta clase de discipulado cuando la feligresía actual no lo está vivien­do. Sin embargo, se debe comenzar en algún lugar.ISi queremos iglesias revolucionarias que produzcan discípulos en lugar de simples miembros, debemos comenzar por el grupo más fácil para hacer discípulos de ellos: los nuevos conversos, i

Con esta comprensión del discipulado, sería poco probable que al­guien entrara por el pasillo, profesara seguir a Cristo y fuera bautizado el mismo día. E l discipulado implica un proceso de gestación. Una persona puede experimentar un rápido crecimiento espiritual, pero el discipulado implica enseñanzas básicas de la Biblia como preparación para el bautis­mo. La metodología adventista de evangelización debe reservar el tiem­po suficiente para que una persona desarrolle la relación necesaria para que pueda convertirse en discípulo de Jesús.

Sin embargo, no estamos tampoco proponiendo un período específico. Algunos sugieren que necesitamos hacer esperar a los candidatos dos años antes de bautizarlos. No se encuentra un límite de tiempo en las Escrituras, y no deberíamos fabricar uno. Todas las evidencias bíblicas indican que el tiempo para decidir en cuanto al bautismo era relativa­mente corto. E l énfasis no estaba en el tiempo, sino en el compromiso total con el señorío de Cristo en la vida. Tan pronto como las personas demuestren su deseo de que Cristo sea el Señor de sus vidas, deberían ser bautizadas.

La comprensión adventista de la evangelización como parte del pro­ceso de discipulado es propiamente enunciado por Elena G. de White cuando coloca los cimientos de la “Carta Magna” de la metodología ad­ventista de evangelización, que consiste en conducir al discipulado:

La estrategia adventista de evangelización 1

“E l mundo necesita hoy lo que necesitaba mil novecientos años atrás, esto es, una revelación de Cristo. Se requiere una gran obra de reforma, y solo mediante la gracia de Cristo podrá llevar­se a cabo esa obra de restauración física, mental y espiritual. So­lamente el método de Cristo tendrá éxito al alcanzar la gente. El Salvador trataba con los hombres como quien deseaba hacerles bien. Les mostraba simpatía, atendía a sus necesidades y se gana­ba su confianza. Entonces les decía: ‘Seguidme’.

“ Es necesario acercarse a la gente por medio de un esfuerzo personal. Si se dedicara menos tiempo a sermonear y más al ser­vicio personal, se conseguirían mayores resultados. Hay que ali­viar a los pobres, atender a los enfermos, consolar a los afligidos y dolientes, instruir a los ignorantes y aconsejar a los inexpertos. Hemos de llorar con los que lloran y regocijarnos con los que se regocijan. Acompañada del poder de persuasión, del poder de la oración, del poder del amor de Dios, esta obra no será ni puede ser infructuosa” .1

Elena G. de White establece aquí lo que a lo largo de los años ha sido la base de la metodología adventista de evangelización. Si bien ha de pre­dicar un mensaje de restauración en el tiempo del fin, la iglesia no debe descuidar su ministerio a los que tienen necesidades físicas. Este no sería un evangelio social; sino un evangelio que surge como resultado de sa­tisfacer las necesidades de los no creyentes, con el propósito de ganar su confianza y el derecho a compartir las Buenas Nuevas de salvación con ellos.

Con el fin de llevar a cabo el tipo de ministerio que Elena G. de White previo para la iglesia de Dios, la mayor parte de sus miembros debe estar comprometida con el mismo. Esta aproximación no funcionará con el in- volucramiento de tan solo un puñado de miembros. Nuestro mandato evangelizador está cimentado en los laicos que comparten amorosamen­te a Cristo en su ambiente de trabajo durante la semana. Por lo tanto,

10 Reavivamiento del discipulado

necesitamos desesperadamente llevar a la iglesia a quienes son verda­deros discípulos e inmediatamente instruirlos para que puedan evangeli­zar de acuerdo con el método de Cristo, tal como está señalado en la cita anterior.

E l evangelio, de acuerdo con Elena G. de White, no debe ser compar­tido fuera de una relación personal. Por lo tanto, la iglesia necesita poner más énfasis en satisfacer las necesidades de quienes la rodean. Los ad­ventistas han intentado hacerlo, pero, en el intento, aparentemente lo que han logrado es conseguir más “pecadores sanos” que cualquier otra igle­sia. Muchas veces nos hemos ganado la confianza de la gente, pero no hemos podido compartir el evangelio con ellas en el contexto de esa rela­ción de amistad. Tememos falsamente que vamos a dañar una relación de amistad si compartimos a Cristo. Una de las mayores necesidades es en­señarle a nuestro pueblo a compartir a Cristo en el ambiente de una rela­ción social.

Con demasiada frecuencia las personas que entran en nuestra iglesia, entusiasmadas por todas las nuevas verdades que han descubierto, de in­mediato “ se olvidan” de sus amigos y familiares. Como resultado, mu­chos de esos amigos y familiares se “desconectan” , y les tomará varios años restaurar las relaciones perdidas. Por lo tanto, es imperativo que ayudemos a los nuevos conversos a utilizar una metodología efectiva pa­ra compartir el evangelio con sus amigos y familiares. Muchas veces esa ayuda necesita ser impartida incluso antes del fin de una serie de evan­gelización, y necesariamente dentro de los primeros meses en que la per­sona pasa en la iglesia. Los que entran en la iglesia desean aprender a compartir a Cristo con sus amigos.

A veces hemos separado el proceso de evangelización de las activida­des para satisfacer las necesidades de la gente. Más bien necesitamos uti­lizar una para alimentar a la otra. Tan pronto como se satisfagan las nece­sidades de los conversos, podrán ser familiarizados con las técnicas para proclamar el evangelio, así como ser llevados a iniciarse en el discipula­do. Debemos recordar que aquellos que aiin no conocen a Jesús no

La estrategia adventista de evangelización 111

podrán ser objeto de discipulado. Por lo tanto, después de satisfacer sus necesidades, es necesario que ellos conozcan a Jesús antes que los pro­pios detalles del discipulado.

Sin embargo, es imposible conducir a la gente al discipulado si no po­demos aprovechar la confianza ganada al ministrar a sus necesidades rea­les. Satisfacer meramente dichas necesidades y no brindarles una oportu­nidad para que aprendan de Jesús ha sido un grave fallo en nuestra meto­dología. Si no podemos presentarles a Cristo a partir de las necesidades que experimentan, sencillamente nos hemos apropiado de un evangelio social. Los problemas básicos de la sociedad no pueden ser resueltos co­piando la labor de los grupos de ayuda propia, sino presentándole a la gente la respuesta real a los problemas de la sociedad: Jesucristo. Tal co­mo dijo George Hunter:

“Realmente, es probable que más personas hayan sido libera­das de algunas condiciones opresivas y perjudiciales por medio del discipulado, que a través de las campañas de reforma social” .2

En otras palabras, la iglesia está llamada a ser una extensión de la en­carnación de su Señor, que se conmueve compasivamente ante las nece­sidades de los que están heridos.3

La sociedad no cambia únicamente en virtud de la creación de leyes apropiadas; en última instancia cambiará tan solo cuando la gente entre al verdadero discipulado con Jesús. Seguir al Señor nos llevará, en últi­ma instancia, a toda clase de cambios sociales. La iglesia no debería que­darse entrampada tratando de resolver los problemas de la sociedad por métodos tomados de la sociología, las ciencias de la salud, o por cual­quier otro medio; sino que debería utilizar estos recursos para presentar­le la solución definitiva a sus problemas: Jesucristo.

Los adventistas también deben cuidar que su evangelización no dege­nere en simplemente satisfacer las necesidades de la gente. Llegará el mo­mento en que debemos comenzar el proceso de discipulado. De otra for­ma, no seríamos fieles a la Gran Comisión:

12 Reavivamiento del discipulado

“Necesitamos cuidarnos que un día ‘la misión de la iglesia’ no sea reducida a un simple diálogo, a los proyectos de servicio, o a la lucha por la justicia social. No estamos negando lo adecuado de cualquiera de estos valiosos programas. Reconocemos que son plenamente necesarios para la verdadera y esencial obra del evan­gelio. Pero no son sustitutos para difundir la experiencia de la sal­vación y de la incorporación en la comunión de quienes han ex­perimentado la redención” .4

Elena G. de White indica que los que suplen las necesidades reales de la gente estarán dedicándole a este proyecto mucho más tiempo que el que se emplea para presentar un sermón. Es más importante construir re­laciones sólidas con la gente que predicar, o dar estudios bíblicos sin cul­tivar relaciones personales.

Ella no excluye la presentación intelectual de la verdad, pero dicha pre­sentación del evangelio debe ser llevada a cabo tan solo en el contexto de una relación amistosa con la persona que se está intentando hacer discípu­los. Por eso, ella declara que “ acompañada del poder de persuasión, del poder de la oración, del poder del amor de Dios” , la obra de quien hace dis­cípulos no será infructuosa. Esto sugiere una metodología personal, en la que las personas son amadas y aceptadas, al igual que una presentación de verdades intelectuales que persuade a la gente a convertirse en discípulos.

Esta declaración también sugiere que la oración por los inconversos debe ser parte esencial de la metodología adventista de evangelización. No se puede lograr nada por medio del esfuerzo humano sin oración. Sin embargo, es fácil que los adventistas dependamos de las grandes metodo­logías humanas que hemos ideado para compartir el evangelio y descui­demos lo que es más esencial: el poder del Espíritu Santo para convencer y convertir, algo que es puesto en marcha por medio de las oraciones del pueblo de Dios.

Cuando se estudian las historias paradigmáticas de aquellas iglesias que crecen, hay un factor recurrente: todas son iglesias que oran.’

La estrategia adventista de evangelización 11

La presentación intelectual del mensaje de salvación y del discipula­do siempre debe permanecer como un aspecto sobresaliente de la meto­dología adventista de evangelización. Este mensaje cognoscitivo, que he­mos sido llamados a presentar con el propósito de llevar a los creyentes a un discipulado con Jesucristo, debe incluir lo siguiente:

1. La salvación únicamente por gracia.2. La aceptación de Jesús como Salvador y Señor.3. La seguridad de la salvación y la victoria definitiva por medio de

la obra final de Cristo en el santuario celestial.4. Un mensaje de restauración total: física, mental y espiritual, lleva­

da a cabo por medio del llamado a purificar la mente, a conservar el cuerpo sano y a desarrollar una estrecha relación con Jesús me­diante la observancia del sábado.

5. Una comprensión de la verdad profètica, tal como está ilustrada en las profecías de Daniel y Apocalipsis. Factores que crean una ur­gencia por entrar en el discipulado a fin de prepararse para el regre­so de Cristo.

Si comparamos los cinco puntos anteriores con el concepto de discí­pulo transmitido por Jesús y detallado en el mensaje de los tres ángeles, se pone de manifiesto que el mensaje adventista está singularmente dise­ñado para producir la clase de discípulos que Jesús tuvo en mente.

Sin embargo, estas grandes realidades no deben ser presentadas senci­llamente como “verdades” , sino que tienen que ser expresadas para ayu­dar a los fieles a entrar en un discipulado radical con Jesús. Presentar la “ verdad” aparte del discipulado trae como resultado el legalismo. ¡Dios nos libre del mismo!

Precisamente después de asimilar estos cinco conceptos básicos, los creyentes deben ser bautizados para que formen parte de la Iglesia Ad­ventista. La aceptación de los puntos anteriores indica claramente que los candidatos toman en serio la idea de convertirse en discípulos, que reco­nocen a Jesús como el Señor de su vida y que están dispuestos a abando­narlo lodo para ir con él.

114 Reavivamiento del discipulado

De esta forma se le pide a la gente que guarde el sábado. Esto indica que está dispuesta a dejar que Jesús sea el Señor de su vida y de su tiem­po. Se le pedirá que se sobreponga a las drogas, al alcohol y al tabaco, para dar evidencias del deseo que Cristo sea el Señor de su cuerpo. Se le pedirá que seleccione su lectura y lo que ve en la televisión para demos­trar que está dispuesta a que Cristo sea el Señor de su mente. Se le invi­tará para que comience a diezmar, porque el diezmo indica que ha hecho de Jesús el Señor de su dinero. Se le podrá invitar a que participe en el ministerio a favor de los demás, porque esto indica que Jesús es el Señor de su servicio. Todas nuestras doctrinas deben ser consideradas en rela­ción con el hecho de que Cristo debe ser el Señor de nuestra vida. Sin esa conexión, nuestras doctrinas pierden su significado.

Con el fin de que los creyentes estén totalmente expuestos al concep­to de que Cristo debe ser el Señor de cada aspecto de su vida, es necesa­rio incluir las enseñanzas básicas de la Biblia y no hacer tan solo una rá­pida presentación del evangelio. Nuestras tradicionales series de evange­lización desempeñan bien esta función al educar en el discipulado a las personas que ya han desarrollado una relación básica con Jesús. Nuestros programas públicos de evangelización poseen más la función de hacer discípulos de la gente y no de llevarla a Cristo. No hemos descuidado in vitar a los asistentes a estas reuniones a acudir a Cristo; sin embargo, nos hemos centrado más en la formación para el discipulado. Esta perspecli va, que incluye tanto el llamado inicial para entregarse a Cristo como la educación en el discipulado básico, está en armonía con la comprensión bíblica de discípulo, tal como ha sido descrita previamente en esta obra.

Sin embargo, este es solo el comienzo del proceso para hacer discípu los. A estas alturas, los creyentes pueden ser bautizados, pero ahora debe rán entrar en una vida de constante instrucción a fin de aprender de Jesús, que es la parte final de la Gran Comisión. Deben aprender todo lo que Jesús nos ha mandado, para que puedan llegar a ser independientes y en paces de hacer discípulos de otros. La metodología adventista ha Iraní sado en este aspecto en Norteamérica.

La estrategia adventista de evangelización 11

Hemos hecho muy buena labor en la puerta de entrada a la iglesia. Miles de personas se incorporan a la iglesia cada año, pero muchos no pro­gresan en su discipulado más allá de la instrucción prebautismal. Por lo tanto, la iglesia necesita desarrollar una estrategia continua para asegurar­se que las personas sean objeto de discipulado después del bautismo. Esta instrucción debería abarcar varios aspectos. Los nuevos creyentes:

1. Deben ser puestos de inmediato en grupos pequeños que se preo­cupen por ellos. Si no se han unido ya a un grupo pequeño, esta debería ser una acción prioritaria. Solamente en este contexto pue­de llevarse a cabo el discipulado verdadero. E l discipulado, tal co­mo fue previsto por Jesús, no se logra por medio de la instrucción en masa, sino por una atención mucho más personalizada. E l am­biente del grupo pequeño es el mejor lugar para nutrir ese disci­pulado. He llegado a un punto en mi práctica pastoral que no ce­lebro una reunión de evangelización en una iglesia que no esté dispuesta a organizarse en grupos pequeños. Sin grupos pequeños, el discipulado real no ocurre. Es categóricamente la prioridad nú­mero uno.

2. Deben ser ordenados al ministerio en el momento de su bautismo por medio de la imposición de manos, tal como se enseña en el Nuevo Testamento.6 Deben entrar en la iglesia con el entendimien­to de que los cristianos han sido llamados al ministerio. Deben con­siderar su bautismo como una ordenación al ministerio, y no tan solo como un símbolo del perdón de sus pecados. E l ministerio a favor de Cristo no debe ser considerado como una opción, sino como un requisito para ser miembro de la iglesia. Es imposible ser discípulo de Jesús y no participar del ministerio.

3. Deben ser ayudados a descubrir sus dones espirituales. Luego, de­ben ser colocados en un ministerio en armonía con esos dones. La oportunidad de ministrar no debe estar restringida a los ministros de la iglesia. El ministerio es tarea legítima de todo cristiano. Toda la vida u isiiana debe ser considerada como un ministerio.

16 Reavivamiento del discipulado

4. Deben ser ayudados de inmediato a identificar a su familia extendi­da y a comenzar el proceso de hacer discípulos dentro de la red de re­laciones que se le ha abierto por su acercamiento a Cristo. Este pro­ceso no debe esperar; ha de comenzar inmediatamente. Los miem­bros del grupo pequeño deberían ser capaces de ayudar a los nuevos conversos a identificar rápidamente a las personas más receptivas entre sus allegados, y luego ayudarlos a desarrollar un plan de disci­pulado para alcanzarlos de la manera más apropiada. El grupo peque­ño puede convertirse en un grupo de apoyo para los nuevos creyen­tes a medida que trabajan por aquellos con quienes se vinculan.

5. Deben ser instruidos para no depender de la visitación o de los ser­mones de un pastor ordenado y asalariado como fuente de su vida espiritual. Deben ser instruidos para desarrollar su propio progra ma de estudio. Si hemos de tomar en serio la implementación del ministerio del laicado y el crecimiento de la iglesia que son inde­pendientes del cuidado pastoral, entonces los nuevos conversos tie­nen que aprender que los adventistas siguen un patrón bíblico de ayuda y cuidado pastoral. En ese patrón, el cuidado es provisto mu­tuamente entre los creyentes, no por un ministro ordenado. Esta la­bor se manifiesta mejor en un grupo pequeño.

Si hemos de tomar en serio el hecho que cada nuevo converso se debe transformar en un ministro para Jesucristo, entonces nuestro programa de discipulado necesita ser revisado drásticamente. En el pasado, hemos buscado asimilar los nuevos conversos simplemente desde la perspectiva doctrinal, o tratando de hacer que conozcan a los demás miembros de la iglesia. Sin embargo, la verdadera asimilación bíblica requiere que los creyentes se comprometan en el ministerio y sean capaces de subsistir por sí mismos sin que un pastor ordenado esté cuidando de ellos. Por lo tanto, más que únicamente enseñar a la gente lo que Cristo le enseñó, necesita mos mostrarle cómo estudiar por sí misma.

Entiendo que hay otros autores que están intentando producir un ma nual para hacer discípulos con el fin de ayudar a la iglesia local en la tarea

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de hacer discípulos de los nuevos miembros. Espero que se incluyan los aspectos que hemos sugerido aquí. Pero hablar de hacer discípulos radi­cales no es suficiente, si bien esto tiene que ser lo primero. Ahora es el momento de comenzar a formar discípulos “ radicales” en obediencia a la Gran Comisión. La Iglesia Adventista del Séptimo Día necesita asumir tan en serio la tarea de hacer discípulos como toma la tarea de proveer educación para nuestros hijos, que es también una manera de hacer dis­cípulos. ¿Cómo es que podemos hacer discípulos de nuestros hijos y no podemos hacer discípulos de los que recientemente han llegado a la fe? ¡Hagamos discípulos ahora!

Además de este acercamiento personal a la evangelización, la Iglesia Adventista, que es fiel a la Gran Comisión y al mensaje de los tres ánge­les, también participará en las siguientes actividades:

1. Intentará alcanzar a los miembros de diferentes grupos étnicos al modificar su enfoque, haciendo todo lo posible para llevarlos a Cristo. Siguiendo los pasos de Wesley, hará cosas que quizá sean incómodas, con el fin de alcanzar a estas personas. Esto no com­prometerá su fe; sin embargo, permitirá establecer una relación única con diferentes clases de personas.Charles era un poeta culto y un músico con un fino gusto por la estética en la iglesia, pero olvidó sus preferencias, ¡y condescendió a escribir himnos con la melodía de las canciones que se escucha­ban en los bares de Inglaterra! Y John, después de treinta y tres años de predicarle al aire libre a quienes no pertenecían a ninguna iglesia, confesó que, “he llegado al punto en que predicar al aire libre es una cruz para mí. Pero sé cuál es mi mandato y no puedo considerar otra forma de ‘predicar el evangelio a toda criatura’” .7

2. La Iglesia tendrá como prioridad la tarea de hacer discípulos. Esa prioridad se manifestará en el presupuesto, en la agenda del pastor y la de sus miembros.La Iglesia debe ser la iglesia de Cristo. Y si es la iglesia de Cristo, entonces deberá ser la iglesia de todos. Por lo tanto, debe haber

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dentro de ella una pasión por los que están afuera. Nunca dirá nin gún miembro: “ Ya somos demasiados” . La cuestión no es lo agra­dable que sea “ nuestra” comunión, sino lo bien que estemos cum­pliendo la misión para la que hemos sido llamados. E l “ movimien­to y la magnificencia” no son nuestros, sino suyos.8 Wesley hizo que el clero sirviera a la misión apostólica de la igle­sia. Es más, se persigue que toda la organización de la Iglesia tra­baje a favor de esa misión. Además, Wesley nos recordaría que, cuando el metodismo era un movimiento contagioso, los predica­dores eran estratégicamente ordenados para hacer avanzar el obje­tivo evangélico del movimiento, y no esencialmente para ser re­compensados por medio de ascensos o mejores distritos.9

3. La iglesia que toma en serio el cumplimiento de la Gran Comisión también tendrá como prioridad el desarrollo de nuevas iglesias. El mandamiento de Jesús impele a la iglesia a plantar de manera con tinua nuevas iglesias entre nuevos grupos poblacionales. La Gran Comisión y el mensaje de los tres ángeles así lo requieren. Tomar esto en serio significa que cada iglesia debería ser considerada in­fiel a su tarea si no se ha reproducido al menos una vez cada diez años. La única excepción debería darse en pequeñas áreas rurales donde no hay un gran número de habitantes.

4. Las iglesias que crecen, que son fieles a la Gran Comisión y que verdaderamente cumplen la tarea de hacer discípulos ya no insistí rán en tener un pastor fijo asalariado para que lleve a cabo el minis­terio de cuidar de los miembros. Regresarán al modelo del Nuevo Testamento de cuidado mutuo entre los miembros, antes que solici­tar una persona que provea gran parte del cuidado de la feligresía. Las congregaciones que se han movido en esta dirección y han sido suficientemente formadas para no depender de pastores a sueldo le conceden mayor libertad a su pastor para fundar nuevas congrega­ciones y acelerar así la proclamación del evangelio al mundo. Los pastores de estas congregaciones de la Gran Comisión habrán l'or

La estrategia adventista de evangelización 11

mado a sus laicos tan bien, que los pastores preferirían quedarse sin trabajo antes que tener iglesias que dependan continuamente de pastores asalariados. Habrán reconocido la declaración del Dr. D. James Kennedy, de Fort Lauderdale, Florida: “ Es más importante formar a un ganador de almas que ganar un alma” .10

Si verdaderamente creemos que nuestra teología de la misión adven­tista es preparar a un pueblo para la venida del Señor, un pueblo que está compuesto por discípulos verdaderos, nuestra metodología incluirá los aspectos mencionados en este capítulo. Incorporar solo algunos de ellos implica una falta de fidelidad a la Gran Comisión. Puede haber varias ma­neras para que estos aspectos sean implementados por distintas iglesias, pero ningún elemento debe ser dejado fuera si es que dicha iglesia ha de cumplir con el propósito de Dios en estos días finales de la historia de la tierra.

E l adventismo es un movimiento misionero. Está fundado, cimentado y nutrido en una base misionera. Dado que la Iglesia ha crecido y madu­rado, está en peligro de perder esa mentalidad misionera. Esto sería de­sastroso para ella. Dios no nos ha llamado a fracasar; nos ha llamado a cumplir fielmente su misión.

Las imágenes de la iglesia del Nuevo Testamento no se oponen a la estructura, a la organización o a los edificios. Estas imágenes resaltan, sin embargo, el hecho de que la iglesia es más que todo eso. Es un organis­mo vivo. Puede estar sano o enfermo. Puede morir. Tiene un Señor v i­viente que la cuida. E l crecimiento y la reproducción son funciones per­manentes de un organismo. E l crecimiento de la iglesia es algo natural, y a la vez sobrenatural. ¡La iglesia está viva!"

La Iglesia está viva. Está viva y sana a principios del siglo X X I, pero necesita algunos readaptaciones para permanecer así. Jamás debe apar­tarse de su teología de la misión si ha de seguir siendo una iglesia diná­mica. Siempre debe recordar que su tarea es hacer discípulos. No debería permilir que nada consuma el tiempo y la atención de la iglesia de Dios. La inminencia del advenimiento de nuestro Señor llama a la iglesia a la

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fidelidad en esta, su hora final. ¡Que Dios nos ayude a todos a ser fieles en este mandato teológico de la Iglesia Adventista: hacer discípulos que estén listos para la venida de Jesús!

1. Elena G. de White, El ministerio de curación (Buenos Aires: A C ES, 1975), p. 102.2. George Hunter, p. 83.3. Ibid., p. 137.4. Alan R. Tippett, Church Growth and the Word o f God [E l crecimiento de la iglesia y la Palabra de

Dios] (Gran Rapids: Eerdmands, 1970), p. 12.5. Eddie Gibbs, / Believe in Church Growth [Creo en el crecimiento de la iglesia] (Londres: Hodder

& Stoughton, 1992), p. 130.6. Para una discusión más amplia de la imposición de manos a los creyentes en el momento del bau­

tismo, vea mi libro Revolución en la iglesia.7. George Hunter, p. 45.8. C. Wayne Zunkel, Church Growth under Fire [E l crecimiento de la iglesia en el punto de mira|

(Scottdale, Pennsylvania: Herald Press, 1987), p. 173.9. George Hunter, pp. 60, 61.

10. Kent R. Hunter, Foundations fo r the Church Growth: Biblical Basics fo r the Local Church [La base del crecimiento de la iglesia: Principios bíblicos para la iglesia local] (Corunna, Indiana: Church Growth Center, 1994), p. 81 (citado por el Dr. Kennedy).

11. Ibíd., p. 60.

Epílogo? ISC ÍPU LO S RA D IC A LES para iglesias revolucionarias! Sue-| I In a extraño, y, sin embargo, es lo que uno esperaría del Maes-

1 tro, aquel que comenzó su ministerio llamando a personas a un discipulado radical. No debería ser nada extraordinario que sus seguido­res, al cierre de la civilización humana, extiendan el mismo llamado para entrar a un discipulado radical. La gente está cansada de la superficiali­dad. Necesita urgentemente y desea algo “ real” . En estos días, en que se falsifica todo lo que existe bajo el sol, el evangelio de Jesucristo debe ser un modelo de autenticidad.

En este libro hemos intentado definir claramente la misión de la igle­sia antes del regreso de Jesús. Dicha misión está enraizada en la Gran Comisión y en el mensaje de los tres ángeles. La misma consiste en pro­ducir discípulos que estén listos para encontrarse con Jesús cuando él venga. Esta idea de un discipulado radical no está definida por la acepta­ción de las 28 creencias fundamentales, sino por un compromiso básico con el señorío de Cristo en nuestra vida. Las doctrinas no han de ser presentadas o aceptadas sobre una simple base intelectual. Ellas son importantes, como hemos visto, porque capacitan a la gente para poner a

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prueba el señorío de Cristo en su vida. De ahí que la observancia del sábado demuestre que Cristo es el Señor de nuestro tiempo; la victoria sobre las adicciones prueba que Cristo es el Señor de nuestro cuerpo; la creencia en las normas cristianas afirma que Cristo es el Señor de nues­tra recreación; las normas en cuanto a la vestimenta señalan que Cristo es el Señor de nuestro atuendo; diezmar comprueba que Cristo es el Señor de nuestro dinero. Todas nuestras doctrinas deben ser consideradas en re­lación con el hecho de que Cristo es el Señor de nuestra vida. Esta es la prueba final de un discípulo radical. Los que a él se allegan, ¿estarán dis­puestos a que Cristo sea lo supremo en sus vidas? ¿Es el compromiso con Cristo absoluto y total? Cristo debe ser la principal prioridad en nuestras vidas. Este es el discipulado radical que ha sido mostrado en la presente obra.

E l problema de la Iglesia Adventista actual es que demasiados miem­bros creen en las doctrinas, pero en verdad nunca se han entregado en una total obediencia al señorío de Cristo. Crear discípulos radicales en las iglesias revolucionarias que deseamos contemplar significa que tendre­mos que ayudar a nuestra feligresía a entrar en un verdadero discipulado con Jesús.

Esto puede plantear la parte más difícil del proceso. Sin embargo, mu­chos de nuestros miembros actuales comenzarán a sumarse al discipulado radical a medida que vean a los nuevos miembros entrar a la iglesia sobre esta base. Como hemos sugerido anteriormente en este libro, la mejor ma­nera de comenzar es con los nuevos conversos. Los miembros actuales pueden ayudarles a entender esto. Además, a medida que los miembros más viejos lleguen a estar comprometidos con la tarea de ayudar a los nue­vos a convertirse en discípulos radicales, muchos de ellos mismos entra­rán por primera vez en el discipulado radical.

Es tiempo de poner manos a la obra en la tarea de hacer discípulos. Ya hemos captado demasiados “miembros” . Ahora debemos ir y hacer discí­pulos; personas que han entrado en un compromiso radical para haccr de Jesús el máximo, supremo y único Señor de su vida.

Epílogo 1

Querido lector, sal ahora y haz discípulos, y en el proceso entra tú mis­mo en un discipulado real. Solo entonces estarás listo para escuchar las pisadas de nuestro Señor, que se aproxima, quien nos preguntará cuando regrese: ¿Has hecho lo que le ordené? ¿De verdad hiciste discípulos para mí?

¡Ve ahora, y haz discípulos!