razon e ilusion trascendental en kant

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  • Razn e ilusin transcendental en Kant:Miseria y grandeza de la Jinitud humana

    (CoMENTARIO A LA INflODUCCIN DE LA DIALCTICATRANSCENDENTAL A 293, B 349; A 309, B 366)

    El espritu y el propsito de estas reuniones reside en un comen-tario a la Crtica de la Razn Pura. Si no linealmente, en todos susapartados, si al menos de aquellos puntos esenciales. Y ello con elfin de que los comentarios ayuden a su comprensin y, segn hemospodido comprobar, dada la funesta mana de pensar que nos carac-teriza, a re-pensar los problemas que plantean.

    Pues bien, les rogara que creyeran en la sinceridad de mis pala-bras con la confianza de que no encierran ms que lo que dicen:me he planteado con una enorme modestia mi tarea. Sin duda hayotras formas ms naturales y menos sdicas de cultivar mi ego queel convertirla en una ocasin de lucimiento personal. Tan slo preten-do aportar algunas explicaciones y algunas ideas que ayuden a lacomprensin del texto que nos va a ocupar y a explicitar su signifi-cacin en la obra de Kant,

    Me corresponde comentar la Introduccin a la Dialctica Trans-cendental con sus dos panes, breves pero cargadas de contenido: y La Razn Pura como sede de la ilu-sin transcendental. Ya en su misma foritulacin se muestra lanecesaria e interna relacin que se establece o reconoce entre raznpura e ilusin, necesaria y natural conexin que intentaremos subra-yar, y en la que centraremos deliberadamente la atencin en estecomentano.

    1 El presente articulo es transcripcin casi literal de la comunicacin presen-tada por el autor en el Seminario sobre la Crtica de la Razn Pura, llevadoa cabo durante el curso 1980-81 en el Departamento de Historia de la Filosoflade la Universidad Complutense (sesin del da 13 de mano).

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    Entre el texto comentado el da anterior- por e Dr.-Jos LuisMolinuevo sobre la refutacin kantiana del idali~rno.yel que hoynos ocupa, se encuentra todo el teicer captulo de la Analtica delos Principios, donde Kant tdesarrolla la distinci- entre fenmeno ynomeno, incluido su Apndice sobre la Anfibologl de los concep-tos y la distincin entre uso emprico y uso transcedental del enten-dimiento. A nadie se le oculta que nos introducimos en un parte oterritorio nuevo de la Crtica de la Razn Pura. Y ella tanto si la con-traponemos a la Analtica (la otra parte de la Lgica Transcendental)o bien conjuntamente a la Esttica y la Analtica en funcin- del muydistinto resultado de validez objetiva que nos brinda la conjuncin -de sensibilidad y entendimiento en el conocimiento terico frente asu imposibilidad en la razn pura.

    A nadie se le oculta tampoco la importancia tantb ubjetiva, otor-gada por el propio Kant, como objetiva de la Dialctica, aunque escierto que la significacin que se le concede ha comportado y com-porta toda una interpretacin, lectura comose dice hy,~de la Cr-tica de la Razn Pura. As, resulta eVidente el empobrecimiento- y lafalta de justicia histrica que se comete en toda itrpretacin pre-dominantemente epistemolgica o simplemente lgica- de: Kant, redu-ciendo su sentido a una legitimacin, terica de las ciencias de laNaturaleza. Sin embargo, -recordemos. que no -abuMan en nuestrosiglo grandes comentarios a esta prte d la Crtid? de la -Raz~Pu-ra. Obras tanfundamentales como las de PATON o la de DE VLEEsCHAU-WE? no se ocupan. de la Dialctica, La muy hnportate excepcin laconstituyeel comentario de H- HrnMsonH; publicado n 19662,

    Comenzar recordando qu se propuso : hacer Kant en la Dialc-tica y ~q.relacin guarda con el resto de su

    La Didctica Transcendental en Kant.

    Para su determinacin vamos a-- reeu-rir a las primeras pginasd la Lgica,> donde Kant establece la dist~ncin entte-Aaltica.y Dia-lctida (A $7 Ss.; B 82 ss.). En ellas se remonta al ~i~n~ficcin tr~gada por los antiguos de lgica dela ajar1~ida, de la ilusin> paramostrar qu l :igual que la lgica - gen&rl se transformaba en da-lctica aindo se pretenda emplrla no como un ann, sino: comoun Organon. hacerd ella un us material de sus principios estricta-mente formales, tambin en el caso de la Lgica Transcendental se

    2 HmMsonTH,-:Heinz, Transzendental Diatektik. Em Kommentar ni KantsKritik der reinen Vernunft. Betln.Walter de

  • Razn e Ilusin trascendental en Kant 161

    puede apreciar el peligro, la en el Tratadode los -Elementos es llevado a cabo por la Dialctica y es completada,en el Tratado del Mtodo, por la Disciplina de la Razn Pura (A 712,B 740).

    Henos ya aqu ante un punto que nos interesa destacar: la ne-cesidad y la posibilidad de una autocrtica de la razn consigo mis-ma. -Una razn que lleva en s la tendencia-tentacin a extralimitarseen uno de sus usos, pero que lleva tambin en si misma la posibili-dad de reconocer tal tentacin y no ceder a ella. La posibilidad deser juez y reo, de sentarse en el banquillo de los acusados y de dictarsentencia est en la misma raz del proyecto de la Crtica de la RaznPura.

    Tarea no slo posible, sino necesaria. Y ello porque: a) suponeacabar con el lamentable espectculo de las disputas metafsicas;b) pero, adems, y es lo que me importa subrayar, porque en ellava a mostrarse la intima unidad que recorre no slo las distintaspartes de la Crtica de la Razn Pura, sino la estrechisna relacinque guarda sta con la Crtica de la Razn Prctica; en fin, la con-cepcin unitaria que Kant tena de la razn y del hombre.

    kecuerden el conocido texto del prlogo a la segunda edicin: as como la res-triccin del uso legtimo de las categoras a los fenmenos abre lapuerta, posibilita el uso prctico de la razn y, muy en especial, elreconocimiento de la validez objetiva, posibilidad real de la libertad.Lleva razn DILTHEY cuando, en su clebre sueo, incluye a Kanten el grupo de los pensadores del idealismo de la libertad: sern lasofrecidas por Pedro Ribas en la edicin castellana de dicha obra de la Edit. Alfa-guara. Madrid, 1978.

  • 162 Pedro Chacn Fuertes

    lismo de la libertd a conciencia crtica y lo habla reconciliado ascon las ciencias empricas

    Si ello es lo que pretende llevar a cabo y con esa intencin lohace, iniciemos el comentario a la Introduccin a dicha DialcticaTranscendental. Su contenido fundamental quedar; a mi juicio, ade-cuadamente explicitado en el anlisis de los siguientes puntos:

    a) La nocin de

  • Razn e Ilusin trascendental en Kant 163

    2) Se trata de una razn -nica en varios sentidos: No afectada en sus caractersticas esenciales por la his-

    toricidad. Intersubjetiva, genrica, superadora de las diferencias in-

    dividuales. Unitaria, orgnica, dotada de una unidad y sistematicidad

    interna.

    3) Se trata de una razn natural, con todas las ventajas otor-gadas en la Ilustracin a todo lo que es per natura: algo con sen-tido y teleolgicamente ordenado. Incluso su desarrollo, como el delhombre, es entendido a modo orgnico-natural como el de un germen.

    4) Se trata de una razn limitada, en la que el autorreconoi-miento de su origen y de sus lmites resulta posible y necesario. Ra-zn que necesita ser aclarada tambin con respecto a los obstcu-los que la entorpecen. La Ilustracin constituye una cierta restitu-cin, restauracin, en la que la razn se recupera a s misma frentea los prejuicios, la tradicin o cualquier tipo de autoridad que le seaexterna. Todo ello basado en su capacidad autocorrectora y en laconfianza en dos medios: la tolerancia y la libertad de crtica.

    5) Y, en fin, cabra decir, con CAssa~R, que la razn ilustradatiene un carcter distinto a la del siglo xvii, cargada de contenidos ydeductiva. En el xviii es concebida, ms bien, como rgano, comoinstrumento y como algo no tanto ya dado como ganable, concepcinbien expresada en la sentencia de LEssNc, segn la cual la fuerzade la razn no est en la posesin de la verdad> sino en su conquista ~.

    Tras este recuerdo de algunos caracteres de la nocin de razn delsiglo xvii que ms eco hallaron en Kant, vayamos a la precisin delos usos del trmino en la Crtica de la Razn Pura, y, especialmente>en la Dialctica.

    Encontramos, en primer lugar, una concepcin amplia de larazn (que incluira, a la vez, al entendimiento y a la rAzn en sen-tido estricto) y que est formulada por Kant en A 835, B 863: Porrazn entiendo aqu toda la facultad cognoscitiva superior y, consi-guientemente, contrapongo lo racional a lo emprico. Es la facultadde todo conocimiento a priori, el juez que emite sentencia y puedeautoanalizaise y justificarse a si misma, as como negarse validez ensus pretensiones transcendentes dialcticas.

    5 Cfr. CssIRER, E., La filosofa de Za Ilustracin. Trad. E. Imaz. 3.. edie., 1972.Mxico. F.C. E., pp. 28 y 29

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    En segudo lugar; la ecntrmos cotrapue~ta~ en n sentidoms restringido, al ehtndimiento, y ello bajo varias formas:

    a) As, en su importante Introduccin a la Crtica del Juicio,Kant alude a las tres ciacidades humanas qe n se dejan reducira una base comn: la de conocer, la de sentir placer y dolor y la dedesear A cada ua de estas- capaidades le crresponde ua facultadcon principios constitutivos, legisladores: a la de conocer, el enten-dimienito; a la de sentir placer o dolor, el Juicio; a l de desear, larazon. Recordemos cmo el primero, el entendiiento, fnda la po-sibilidd de sus objetos en los conceptos de naturlez y la razne- el concepto de la libertad. Ello~ es lo que, en ltima instancia,justifica la divisin de l filosofa en filosofa de la natraleza y filo-sofa moral, en filosofa terica-y filosofa~ptcticav Ambas tienen unmismo -territorio, pero no pueden interferirse ni contradecirse, porser diferentes sus legislaciones y estarfundados. en -distintos princi-pios. Una csa les st a ambas prohibido, Pata algo no hay capacidadhumana: el conocimiento terico de lo suprasensible.6 b> En fin, la eticontramos y -est es el sentido en que es obje-

    de crtica en la dialctica como facultad cognoscitiva superior299, 8 355), ltimo estadio del proceso de sonocimiento tras la

    sensibilidad y el ni~ndiffiientd.El texto que nos cdp se centra, justamente, en dilucidar esta

    nocin d razn y sUs dos usos psibles, lgico y pur o real> en es-trecho jiatalelismo-opskin al entndiiriinto. As> en el primero, enel Us lgico, l tzn hara abstracin d todo contenido d cono-cimieto, es la tacultad d establecer raciocinios, inferencias media-ta (f?ht ala inftencia del ntndiiinti c~u s iiddiata) y enla qu y se mestra cm la tzn tind pr iu ptopia nturaleza tducit al mnor nmto de principi l variedad de cnocimiento~itptcionada uior el ntedimiento (A 30S, E 361).

    Pero> fundamentalmente, interesa en la Dialctica Transcendentalel problma d la poibilidad d un uso sode la razn en- -cuantofacultad o capacidad d elabrar conocimintos objtivos por si sola.En est pto establece la contraposicin ntre entendimiento comofacultad de las reglas y razn como factiltd de los--principios, y sub-raya que la unidad pretendida por l raz se refiere slo directamen-t a los juicios del entendimiento y no a los -objetos. Lemoslo: Si elentendimiento es l facultad de la unidad de los fenmenos mediantereglas, la razn es la facultad de. la unidad de las reglas del entendi-miento bajo principios. La razn nunca se refiere, pues, directamentea -la experiencia o a algn objeto, sino al entendimiento, a fin de darunidad a priori, mediante conceptos, a los diversos ;conocimientos

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    de ste. Tal unidad puede llamarse unidad de la razn, y es de ndoletotalmente distinta de la que es capaz de producir el entendinxien-tos (A 302, E 359).

    Una importante consecuencia se deduce de toda la aclarcin dela nocin de razn en sentido estricto llevada a cabo por Kant y quees importante retener: si bien todo el proceso cognoscitivo es unproceso de sntesis, de unificacin, la tarea realizada por la razn esdistinta de la del entendimiento: pues su labor no se refiere nuncadirectamente sobre los objetos, sino sobre el entendimiento. Labor deunidad, pues, que se ejerce no sobre la diversidad y multiplicidad dela intuicin, sino sobre la diversidad de las reglas del entendimiento.

    La cuestin queda establecida en analizar el uso puro de la razny comprobar si como tal facultad aislada puede confiarse que susprincipios y conceptos tienen, en un uso terico, validez objetiva, sisu pretensin de unidad en la bsqueda de la incondicionado, ademsde ser una legtima exigencia subjetiva, puede transcendentalrnentepostularse de los objetos.

    E) La nocin de ilusin transcendental

    Analicemos ahora el significado del trmino ilusin transcenden-tal para poder vincularlo al de razn tal como ha sido expuesto,mostrar su natural e inevitable conexin y la significacin profundaque tal hecho tiene en el pensamiento de Kant.

    Pues bien, tras recordarnos, una vez ms> la enorme distancia en-tre Erscheinung y Scl-zein, entre fenmeno y apariencia o ilusin,Kant se adhiere a la doctrina tradicional de que en los sentidos, comotales, no hay error> del mismo modo que no hay verdad. Verdad yerror son propiedades del juicio, se establecen en la relacin del ob-jeto con nuestro entendimiento. Pero tan1poco existen en el enten-dimiento por si solo, en la medida en que concuerde con sus propiasleyes. El error, digmoslo con Kant, slo es producido por el inad-vertido influjo de la sensibilidad sobre el entendimiento (A 294,E 350). Del mismo modo, no se puede hablar propiamente de ideasdialcticas de la razn, sino de uso dialctico de dichas ideas.

    Kant va a distinguir y contraponer la ilusin transcendental inhe-rente a la razn a ilusin emprica y a ilusin lgica. Las ilusionesempricas, cuyos ejemplos ms caractersticos son las ilusiones p-ticas> derivan de la influencia de la Einbitdung>, de la imaginacino fantasa, y puede el hombre no dejarse arrastrar por ellas con unrecto uso del entendimiento. Las ilusiones lgicas, por otro lado, son

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    artificiales y slo pueden seducir por la faltas de atencin a las reglasformales de la lgica general. -

    Muy otro es el caso de la ilusin transcendentaN: consiste enun espejismo de ampliacin de nuestros propios lmites; en un usono, emprico, sino transcendental de las- categoras. Y ello en base ala existencia en la -propia razn de principios transcendentes que nostientan diablicamente con un querer ser como dioses, con un irms all y sobrepasar los limites infranqueables.- El -error~ -va a ser siempre el mismo: en las -ilusiones empricasotorgamos lo determinado por nuestra sensibilidad a los objetos queen ella se nos presentan. En la ilusin transcendental consistir enla confusin de legtimas necesidades subjetivas, con una necesidadobjetiva: La razn de esto se halla en que hay en nuestra razn(considerada subjetivamente -como una facultad cognoscitiva del hom-bre) reglas bsicas y mximas para aplicarla- que,tienen todo el as-pecto de principios - objetivos. Debido a xales, principios se toma lanecesidad subjetiva de cierta conexin, favorabie al entendimiento,de nuestros conceptos por una necesidad objetiva de determinacinde las cosas en s mismas (A 297, E 353).

    Y as, a diferencia de una ilusin lgica, se tratar de una ilusininevitable, permanente en sus cantos de sirena, y tod ello por sernatural en el sentido de tener su fundamento en la naturaleza

    6(esentia) de nuestra razn . - -Si ello es as,- el pasado filosfico cargado de disputas metafsi-cas resulta comprendido en la misma. teoti qe projSugna su defintiva superacin. Tales disputawno lh sido por azar ni por merascausas accidentales. Segn Kant, su persistencia y el continuo atrac-tivo que durnt siglos suscitaron en las mntes humanas tienen suraz en la permaente estructuras de la rzn, ju=tamenteen aquelloque constituye ms radialmente el ser del hombre. -

    La Dialtica deber probar, mstrndola, W necesidad, la natu-ralidad de tal ilusin, y, a la vez, sil carcter de-ilusin> que se fun-damenta en prncijijos de la raz6n mismaiEs st quie lleva en ~lel iffipuls que le insta apretender ir ms all de s misma-, pero,puesto que es natural, no slo contendr lbs medios para no dejarsearrastrar por ella, sino que ~er posible mostrar las ventajs que laNaturaleza pretende y obtiene de aquella incapacidad (la utilidadpositiva de la dialctica) e incluso la teleologa de ese anhelo perpe-tuamente frstrado de un uso terico puro de. nuestra razn. Elloes, justamente, lo que debemos analizar ahora, como tercer puntode nuestro comentario, al que se encaminaban los anteriores.

    6 HEIMsoETH, H., o. e., Torno 1, p. 5.

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    C) Necesidad y Significacin de la relacin entre ilusin y raznpura en su uso terico

    En el pargrafo 45 de los Prolegmenos a toda Metafsica futu-ra, Kant menciona dos razones, motivos explicativos, de la ilusintranscendental:

    12 Al ser las categoras conceptos puros y carecer de origen em-prico, pueden inducir a la razn a extender su uso ms all de laexperiencia, a los nomenos u objetos del entendimiento puro.

    2.0 Pero> prosigue advirtindonos, no se dejara arrastrar-el en-tendimiento de no ser forzado por principios que no derivan de lmismo, sino de la razn. Surge as la inclinacin a confundir el finregulativo natural que nos impulsa a perseguir la aipliacin de nues-tros conocimientos con un fin constitutivo. Y ello en base al prmci-pio de la razn: Encontrar lo incondicionado del conocimiento con-dicionado del entendimiento, aquello con lo que la unidad de stequeda completada (A 307, E 366). En esa bsqueda de unidad, de latotalidad de las condiciones> reside lo caracterstico de la razn, comonos dice en A 322, E 379. Ya en el Prlogo a la segunda edicin seocupaba de declararnos que es, justamente, lo incondicionado lo quenos impulsa a traspasar los lmites (E XX).

    Kant insistir en que no hay que confundir esa legtima necesidadsubjetiva con una necesidad objetiva y en que la unidad contenidaen las Ideas de la razn nunca es aplicable directamente a los ob-jetos, sino al entendimiento. Volver a subrayarlo en el Apndicea la Dialctica Transcendental: En efecto, no es la idea en s misma,sino su uso lo que puede o bien traspasar toda la experiencia posible(uso transcendente) o bien respetar los lmites de sta (uso inmanen-te), segn que la idea sea aplicada directamente a un objeto que sesupone corresponderle o slo al uso del entendimiento respecto delos objetos de los que trata (A 643, E 671).

    Pero la dialctica no slo nos muestra la existencia de la estrecharelacin entre el uso puro de la razn en sentido estricto e ilusintranscendental. Muestra tambin las enormes ventajas de que ello seaas, aunque su plena explicitacin se encuentre en las pginas de lafilosofa moral.

    Como es bien sabido, Kant pone nfasis en hacer notar el dobleresultado negativo y positivo de la Crtica de la Razn Pura: la limi-tacin de nuestro conocimiento al mbito de los fenmenos, de laexperiencia posible, es compensada con mucho, a sus ojos,

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    por haber podido mostrar, segn principios, la imposibilidadde las tareas metafsicas como ciencia y poder evitar que el hombresiga cometiendo desatinos de tal tipo;

    y por haber - puesto a buen resguardo las pretensiones autn-ticamente importantes del hombre y que hubieran peligrado, rejor,se hubieran inevitablemente arruinado de otro modo. Ejemplo, eluso transcendental como mal uso de las categoras consiste en tomarprincipios inmanentes> que ha tratado la Analtica en. cuanto doctri-na y teora de la verdad, como transcendentes. As, aplicar el princi-pio de razn suficiente a las cosas en s supondra inevitablementeel fatalismo spinozista, la negacin de la realidad de la libertad; staquedra reducida a la ignorancia de las causas. La limitacin de laraz&salva a la libertad y slo en vistas a esta preocupcin puedecompr>enderse al Kant histrico y al espritu kantiano.

    An hay algo que me interesa subrayar con igual fuena y queva en la lnea de mostrar la estrecha unidad existente entre las dosCrtics y la significacin que, en esta perspectiva, alcanza la Dialc-tica Transcendental y,, en concreto, sus primeras pginas, de las qunos ocupmos. Pues no debe olvidarse nunca esa unidad de fondode la razn reconocida explcitamente por Kant: Po+que al fin pue-de ~er una y la misma razn, que slo deba distinguirse en su utili-zacin ~5rgrafo 8 de la Fundamentacin de la Metafsica de lascostumbres).

    La Naturaleza tiene para Kant, como lo tena para la Ilustracin,un carcter armnico y teleolgico. Y as, el hombre y su razn, encuanto forman parte de ella, no son una pasin intil. Los anhelosfrt.strados tericamente han de -tener un sentido, no slo una expli-cacin, han de gozar de una justificacin de su propia existencia;tiene.que tener un sentido la propia frustracin terica; Y para mos-trarlo, nada mejor que recordar las palabras de Kant en el Canonde -la Razn-Pura al hablarnos del fin ltimo del uso puro de nuestrarazn. Si sta, en su uso transcendental y sus objetos las ideas,no tiene ninguna utilidad para la ampliacin de nuestro conocimientoy, srn embargo, nos son insistentemente recomendadas por la razn,su importancia slo afectar, en realidad, a lo prctico (A 799-800.B827-828). Y un poco ms adelante: -El objetivo ltimo de una na-turalza que- nos ha dotado sabiamente al constiuir nuestra raznno apunta en realidad a otra cosa que al aspecto moral (A 801,B,829).

    Olgmoslo una vez ms hasta convencemos de que estamos anteconviccin profundamente arraigada en Kant, la del optimismo

    tarali~t ren nuestra razn, que incluso puede justificar su propialimitacin y tendencia a engaarse: Todo cuanto la naturaleza dis-

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    pone es bueno para algn fin... Es la misma naturaleza de la raznla que plantea las objeiones contra sus persuasiones y presuncio-nes. Estas deben, pues, tener un destino y un propsito de los queno podemos -desentendernos sin ms (A 743> E 771).

    Si existe tal anhelo de lo incondicionado insatisfecho tericamen-te es para algo; si hay imposibilidad de un conocimiento terico delas cosas en s, de lo suprasensible, es para algo. Si el anhelo no esllenado aqu lo ser en otro lugar de la misma razn, del mismo hom-bre. Salta a la vista la existencia en Kant de una falacia de corte in-verso a la naturalista denunciada por Hume y que tanta tinta hahecho correr entre los neopositivistas: en lugar de un paso del esal debe, un paso del debe al es. La primaca de la razn prcticaest ntimamente ligada a la defensa, opcin por la realidad objetivade la libertad y la consideracin del hombre como animal moral yno slo ni primordialmente como sujeto de juicios cientficos.

    Para terminar, unas palabras en torno al sentido del titulo bajoel que se incriba este comentario a la Introduccin de la DialcticaTranscendental. He insistido en Kant como un filsofo dominadopor el pathos de la libertad; quisiera subrayar ahora su carcter defilsofo de la grandeza de la finitud humana, de la real, en el sentidode realeza, miseria de nuestra razn.

    La Crtica de la Razn Pura y la Dialctica en particular nos mues-tran que la razn no est hecha para colmar nuestros deseos. Paraello, como nos dice en el Prlogo a la primera edicin, haran faltapoderes mgicos (A XIII). A partir del instante en que el hombrecomi de la manzana del conocimiento, en el deseo de ser como dio-ses y en su imposibilidad est, a la vez, la fuente de nuestra insatis-faccin, pero tambin de nuestro progreso.

    Ciertamente en la reflexin transiendental de la razn consigomisma, ocupada de la crtica de sus conceptos y principios a priori,se nos muestra su propia limitacin infranqueable y su propia fmi-tud. Pero en Kant recurdese siempre que el escepticismo y lomismo podramos decir del pesimismo es una posada de descanso,pero no una morada para residir. -Cul ser, en cambio, nuestro caso,qu pasar cuando, como en nosotros> se ha puesto en duda la orde-nacin teleolgica de la naturaleza, cuando sta no goza de los pri-vilegios que la Ilustracin le otorgaba como heredera secularizadade Dios, revestida an con los restos de un reino divino acorde connuestros deseos?- Para Kant la esencial finitud del hombre y de su razn tiene sugrandeza: recurdese el comienzo de la Metkodenlekre, nuestra casaaqu en la tierra es ciertamente espaciosa aunque nunca podr con-siderarse como una torre que se eleve al cielo, O por recordar otro

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    texto famoso: sin duda las condiciones esenciales y la naturaleza denuestro ser y de nuestra razn nos impiden volar, pero, sin dudatambin, esa- pobre razn que tiene el privilegio de reconocer y asu-mir sus propios lmites nos ayuda- y posibilita andar un buen caminopor la tierra; eso s,. mirando hacia lo alto.

    Pues, al fin y -al cabo, la filosofa-consiste en conocer los propioslmites (eben darin Philosophie bestel-zt: seine Grenzen su, kennenA 727, E 755). Como intento ser filsofo, me adelanto a reconocer to-dos los que -este comentario ha tenido.

    * * *

    Tras la lectura de la comunicacin se plante, al igual que enlas - restantes sesiones del -Seminario dedicadas al comentario de laCrtica de la Razn Pura, un -dilogo, objetivo fundamental preten-dido en ellas. Creo, por tanto,- conveniente recoger aqu, al menos,algunas de las reflexiones en l aportadas: el Dr. Market hizo notarque en el comentario se haba prestado poca atencin a la dimensinpositiva de la razn en su uso lgico, as como a la raz en la tradi-cin, concretamente aristotlica, de la razn como facultad de losprincipios. Isidoro Reguera insisti, por su parte, que, partiendo deuna. consideracin-de la Crt-ica de la Razn Pura como Lgica, latesis mantenida en la exposicin- y eltdrama de la finitud del Logoshumano deban de aplicarse contemporneamente no dnde lo situa-ba Kant, en -la imposibilidad de un uso transcendente de las cate-goras y en la ilusin transcendental- que muestra la Dialctica> sinoen la propia Analtica, en la propia limitacin de la labor categorialdel entendimiento. En fin> alejndose del comentario estricto, el de-bate coma participacin de gran parte de los miembros del Departa-mento se centr en cules pudieron ser los motivos para. el profundocambio que sufri la, nocin de Dialctica en los pensadores del idea-lismo alemn inmediatamente posteriores a Kant.

    PEDRO CHACN FunrrEs