ralph 124c 41+ (romance y aventuras proféticas en el año 2660)

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Les presento a RALPH 124C 41+, mitad Thomas Alva Edison y mitad Mr. Músculo, genial y corpulento científico del año 2660 (no queda claro el porqué tiene que ser corpulento, pero acaso sea una convención épica de los tiempos en que fue escrita la novela —hacia 1911—, de manera que TODOS los héroes de ese lapso tenían que serlo, si no me creen, consideren a Buck Rogers, John Carter o Tarzán, por ejemplo).Bué, como les decía, este fortachón inventor del siglo XXVII vivirá experiencias rematadamente prodigiosas al conocer —debido a un desperfecto en su Telephot, (especie de videófono)— a Alice 212B 423, una joven y piernuda helvética que le robará el Cuore, y por la que tendrá que poner las barbas en remojo. (Si los epónimos protagonistas de ese período de preguerra debían ser forzudos, parece justo y proverbial que sus contrapartes femeninas fuesen piernudas).Tal es la excusa argumental para que en el ínterin, conozcamos como será vivir en la Gran Manzana dentro de unos 650 años, energía solar, máquinas que permiten la inoculación onírica de textos, idiomas y novelas, además de ciudadelas que flotan en el aire y todas aquellas maravillas que imaginábamos cuando éramos chicos al ver películas como la Guarra de las Galicias, y que nos engrupieron que iban a ocurrir justo ahora, en el 2014. (De veras, el futuro siempre nos quedará debiendo una: ¡El auto volador, aunque más no sea!)Su autor, un inmigrante luxemburgués llamado 1884 -Hugo Gernsback- 1967 —el mismo tipo que después inventó las revistas de Cientificción, mezcla de Mecánica Popular y Para ti, cuyo ejemplo más notorio es Amazing Stories—, desnudará con este relato la efervescencia industrial y el patriotero orgullo de la putativa nación que no lo parió, pero que sí lo adoptó a principios del siglo pasado. Sin embargo, no se equivoquen, pues no empleará un higiénico sarcasmo al hacerlo, todo lo contrario: festejará y aplaudirá a rabiar ese engreimiento, por medio de unas —a no dudarlo, realmente asombrosas— predicciones: el Radar, el desfibrilador, la Internet, los teleteatros, el Scalectric tamaño baño, las tarjetas de crédito y otros inventos para beneficio de grandes, chicos y por qué no lactántricos.

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  • RALPH 124C 41+ HUGO GERNSBACK

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    RRRAAALLLPPPHHH 111222444CCC 444111+++

    HHUUGGOO GGEERRNNSSBBAACCKK Ningn texto en dos generaciones, ninguno escrito desde Julio Verne, ha alcanzado lo que tan notablemente vislumbr Hugo Gernsback en este libro Este autor ha sido dotado con una abier-ta percepcin, y se ha comprometido con el futuro al conseguir ex-presar en forma novelstica las ms sobresalientes y extraordina-rias profecas

    Lee De Forest (1873-1961)

    Precursor de la radiofona moderna

    The Stratford Company Copyright MCMXI FAWCETT WORLD LIBRARY

    West 44th Street, New York 36, New York

    Traduccin y Arte by Alex Mayo 2014 [email protected]

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    AVALANCHA Cuando las vibraciones cesaron en su laboratorio, el hombrn se incorpor de su silla de cristal de roca y observ satisfecho la complicada parafernalia y los dems dispositivos sobre su mesa. Estaban completos hasta el ltimo detalle. El da de maana 3 de septiembre del ao 2660, sera la jornada ms ocupada y extenuante de los ltimos tres aos, pues se concretara la fase final de su experimento ms decisivo; bostez y se desperez hasta alcanzar su estura completa, revelando un fsico ms imponente que el del hombre promedio de su poca, pero que apenas se acercaba al de los enormes Mar-cianos. Su superioridad fsica, sin embargo, no era nada si se la comparaba a su des-collante inteligencia. Se llamaba Ralph 124C 41+, y era uno de los cientficos ms clebres, adems de pertenecer al grupo de los nicos diez cerebros en todo el planeta autorizados a usar el signo (Ms) anexado al final de su de-nominacin. Se acerc al Telephot adosado a la pared y presion un grupo de botones. Al cabo de unos segundos, el rostrovisor en forma de plato del Telephot se ilu-min, mostrando las facciones de un pulcro treintaero, de un talante agra-dable pero serio. Tan pronto como ste reconoci la cara de Ralph en su Telephot, sonri y lo salud. Hola Ralph Hola Edward; mira, quisiera saber si podras venir al laboratorio maana por la tarde; me gustara que estuvieses presente para atestiguar el aconte-cimiento Echa un vistazo! Se movi a un lado para que su amigo pudiera ver la mesa ubicada a unos tres metros del Telephot. Edward se acerc a su rostrovisor. Esplndido, desde aqu se ve muy bien! exclam. Pero se supone En ese momento, la voz ces abruptamente y el rostrovisor de Ralph perdi la imagen. Algo en alguna parte del sistema de la Compaa Central de Teleser-vicio haba interrumpido la conexin. Despus de varios e infructuosos esfuerzos por restaurar el contacto, y en el momento en que Ralph estuvo a punto de darse por vencido y alejarse, sbi-tamente el instrumento comenz a resplandecer otra vez; pero en lugar de la cara de su amigo apareci el de una bella y avispada triguea. Estaba atavia-da con ropas muy abrigadas, y detrs de ella se distingua un living rural y rudimentario, escasamente iluminado. Alarmada al ver la cara de un absoluto desconocido, un inconsciente Oh! escap de sus labios, al cual Ralph contest rpidamente: Perdneme musit, abochornado, pero creo que Central ha cometi-do otro error; ciertamente tendr que elevar una queja acerca del servicio

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    De inmediato entendi que el error de "Central" era bastante fuera de lo co-mn, cuando ella contest: Pardon monsieur, je ne comprends pas! Entonces Ralph hizo girar el pequeo disco del Rectificador de Idiomas en su instrumento hasta que el puntero se detuvo en "FRANCS". Si, los errores del servicio son muy molestos le oy decir a ella en per-fecta traduccin; sin embargo, not que esa muchacha no pareca verse im-portunada con el agradable desconocido que la estaba escuchando. Todo lo contrario. Al ver que Ralph segua sofocndose, agreg: Pero algunas veces estos errores de Central pueden ser perdonados, si consiguen ponernos en contacto con personas interesantes y educadas en cualquier otro lugar del mundo Coqueta y amable, pens Ralph. Se inclin de modo respetuoso, aceptando ese bonito discurso conciliador. Ahora ella estaba ms cerca del rostrovisor y vislumbraba con ojos curiosos los detalles del laboratorio, uno de lo ms asombrosos del mundo. Qu lugar tan extrao! y dnde est usted, se puede saber? pregunt, forzando cierto inters. En Nueva York Eso dista un poco de aqu dijo, sonriendo. Me pregunto si usted es ca-paz de adivinar donde estoy Podra hacer una suposicin bastante sagaz replic Ralph. Para empe-zar, antes de rectificar mi Telephot usted hablaba en francs, por lo tanto us-ted es francesa. En segundo lugar, tiene usted una Radialamp encendida en su sala aunque son las cuatro de la tarde aqu en Nueva York. Adems, trae puesto un traje abrigado, y puesto que el reloj de la repisa seala las nueve, dira con total seguridad que usted se encuentra en Francia, dado que nuestra diferencia horaria es de cinco horas Brillante, pero no tanto; no soy francesa ni vivo en Francia. Soy suiza. Y el horario de Suiza, como usted bien debe saber, es casi similar al horario francs Ambos se rieron. Repentinamente, ella solt: Su rostro me resulta familiar, pero no recuerdo donde lo he visto antes Eso es posible admiti, algo avergonzado. Quiz me haya visto en al-gn diario Por supuesto, tonta de m! exclam. Usted es el famoso inventor Ralph 124C 41+ sonri nuevamente y continu: Qu afortunada soy al conocerlo de esta manera! Ralph 124C 41+, que siempre se oculta de su pro-pia notoriedad Vacil y luego recuper su impulsividad: Me pregunto si sera demasiado atrevimiento pedirle su autgrafo A pesar de su habitual renuencia, Ralph accedi a la peticin. Acostumbraba despachar a las mujeres caza-autgrafos con una brusca negativa. Desde luego contest, pero sera justo si supiese a quin estoy dn-dolo

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    Ah dijo ella, sonrojndose un poco; y luego, con los ojos danzantes, le pregunt: Por qu? Porque replic Ralph, sorprendindose de su propia audacia, no qui-siera verme obligado a llamar a toda Suiza para contactarla otra vez Pues bien, si lo pone de ese modo dijo ella, mientras el calor quemaba sus mejillas supongo que debo; soy Alice 212B 423, de Valais, Suiza. Entonces Ralph conect el Teleautgrafo al Telephot mientras la chica haca lo mismo. Cuando ambos instrumentos se sincronizaron, el gigantn firm en el teleplato y el autgrafo apareci simultneamente en la mquina en Suiza. Muchsimas gracias! exclam, y luego agreg: me enorgullezco real-mente de tener su autgrafo, sabiendo de odas que nunca accede a darlo; de manera que ste es el primero que concede en mucho tiempo, estoy en lo cierto? Aj, es cierto Qu lindura dijo, sostenindolo a la altura de la vista. Nunca haba visto una firma original con el +, sabiendo que slo hay diez hombres como usted en todo el planeta! El brillo y la admiracin en sus ojos oscuros comenzaron a hacerlo sentir un poco incmodo. Ella lo advirti, y su voz se torn menos elogiosa. Bueno, no debera hacerle perder su tiempo de esta manera sigui ella, pero como usted podr colegir, hace muchos das que no hablo con ningn ser viviente; y francamente me mora por hacerlo. Caramba y por qu vive usted tan aislada? Vea, mi padre y yo vivimos en nuestra villa a mitad de camino a Monte Rosa, y en los ltimos das sufrimos una ventisca tan terrible que la casa que-d enteramente sepultada bajo la nieve. Tan grande fue la tormenta, que nin-gn aeromvil pudo acercarse a la casa; nunca he visto algo similar. Hace cinco das mi padre y mi hermano salieron con destino a Pars, teniendo la in-tencin de regresar esa misma tarde, pero tuvieron un accidente en el cual mi hermano se disloc una rodilla; por consiguiente, se vieron obligados a aterri-zar en alguna parte cerca de Pars, mientras arreciara la ventisca. El Teleser-vicio permanece desconectado desde entonces, y usted es la primera persona con la que hablo en todo este tiempo. Sin embargo, cmo diantre vine a li-garme con Nueva York, es un verdadero misterio! Y qu pas con la radio? inquiri Ralph. El mstil de energa y el Communicon fueron derribados ese mismo da, y as me qued aislada del todo; pero me di maa para izar el mstil auxiliar de magnesio en una posicin temporal y llamar a la Central, para pedirles algo de energa y alguna informacin; en ese momento la seal se cort y ense-guida nuestras comunicaciones se ligaron S, me di cuenta que algo podra andar mal cuando vi esa arcaica Radia-lamp en su sala, y realmente no lo pude entender dijo el cientfico. Creo que debera asegurarse de probar la energa ahora; probablemente la hayan restaurado recin, mientras hablbamos. De todas maneras, el Luminor ya debera estar trabajando

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    Bueno, tal vez titube ella, y alz la voz agudamente: LUX, ahora! El delicado mecanismo detectfono del Luminor respondi instantneamente a su orden, y el cuarto fue inundado de inmediato con una potente luminosidad que emanaba de un delgado alambre que bordeaba los cuatro lados de la sa-la, debajo del blanco cielo raso. Esa luz, sin embargo, era blanca, fra y demasiado intensa, por lo que ella gri-t rectificando: LUX MENOS! y el mecanismo volvi a responder, atenuando la potencia del alambre Luminor hacia un acogedor resplandor sonrosado. Ahora est mejor ri ella. El calefactor tambin empieza a funcionar; Estaba realmente congelada! y, sabe qu? Algunas veces envidio a nues-tros antepasados, que tenan estufas en sus casas, quemando esas extraas piedras negras y pedazos de rbol en ellas! Debe haber sido una espantosa experiencia! dijo Ralph; aislada del mundo entero, en estos tiempos de control del clima; sin embargo, no puedo entender que fenmeno pudo haber provocado semejante ventisca Segn s, nuestro gobernador tuvo problemas con los cuatro Ingenieros Climticos de nuestro distrito. Primero hicieron una huelga, afirmando que no estaban percibiendo un estipendio acorde a su rango; entonces, cuando sus demandas fueron rehusadas, encendieron simultneamente el depresor de las cuatro Torres Meteorolgicas y se marcharon, as como si nada, mientras se consuma una tasa tremenda de energa. Como esto sucedi por la tarde, al llegar la medianoche, todo nuestro permetro habitacional definido por esas cuatro MeteoroTowers, ya se haba cubierto con medio metro de nieve. Por eso se volvi imposible acercarse a las Torres antes de que pasaran cuatro das y no hubo ms remedio que apagar la Energa General, cortando todos los otros servicios. Y las Torres auxiliares creo que ya es hora, deberan empezar a producir un rea de baja presin sobre toda la jurisdiccin; pero al estar lejos de esta villa, probablemente se requerir todo un da para generar bastante calor y derretir toda esa nieve Pero qu caso tan disparatado! exclam Ralph. Ella abri su boca como para decir algo ms, pero en ese momento una chi-charra elctrica comenz a timbrar furiosamente, tan fuerte que vibr incluso en el laboratorio de Ralph, a cinco mil kilmetros de distancia. Inmediatamente el semblante de la joven cambi, y la sonrisa dej paso a una apariencia de terror. Qu pasa? pregunt Ralph, petrificado. Una avalancha! Acaba de empezar! Y ahora que hago por favor, qu har! Me alcanzar en unos quince minutos y estoy absolutamente indefensa! La mente del cientfico reaccion instantneamente. Contsteme rpido! ladr. Contina izado su mstil de energa? S, pero?! No importa. Su longitud de onda? Punto 629. Frecuencia?

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    491 punto 211. Lo puede dirigir usted? S. Puede adjuntarle un pedazo de diez metros de su mstil Communicon a la base de la antena de Poder? Ciertamente; es de Alomagnesium y es muy liviano. Muy bien! Ahora, acte rpido! Suba corriendo al techo y conecte el Communicon con la base misma del mstil de Poder, y apntela hacia la ava-lancha. Luego mueva el directoscopio exactamente al Sureste, y apunte la an-tena del mstil de Poder al Nordeste. Muvase, yo har el resto! l se qued viendo como ella brincaba y se alejaba rpidamente del Telephot; luego, se lanz escaleras arriba hacia la terraza de su laboratorio, y orient su gran antena a fin de que apuntara hacia el Noroeste. Inmediatamente, ajust su directoscopio con los datos que le dio la chica has-ta que una campanilla comenz a timbrar; eso significaba que ambos mstiles haban alcanzado una perfecta sincrona. Hasta ahora, todo va bien suspir con satisfaccin. Y ahora, a conec-tar la energa! Baj al laboratorio y accion un interruptor. Luego pis un pedal, y tuvo que cubrir sus orejas con sus manos enguantadas en caucho, debido al ensorde-cedor estrpito que se oy, mientras el entero edificio cimbraba. Era la sirena preventiva encima de su casa, la cual poda orse dentro de un radio de se-senta kilmetros, que adverta al resto de los habitantes mantenerse alejados y aislados de cualquier estructura metlica. Hizo sonar la sirena dos veces ms por diez segundos; esto significaba que mantendra encendido el Ultragenerador por los prximos veinte minutos, y todo el mundo deba permanecer aislado todo ese tiempo. Antes que la atronadora sirena se detuviese, alcanz a ver a Alice en el Te-lephot, hacindole seas que todo estaba listo. l le grit que se aislara cuanto antes, y la vio acurrucarse en una gran silla de cristal donde permaneci mortalmente quieta. Vio como sus manos cubrie-ron sus odos y entendi que ella deba estar tratando de ahogar el estrpito que producira la avalancha. Ralph subi corriendo por su escalera de cristal, y al llegar al Ultragenerador, comenz a girar con todas sus fuerzas su gran rueda de vidrio. Por primera vez mir el reloj. Observ que haban pasado slo nueve minutos despus de que hubiera sonado la chicharra y sonri, framente. Estaba con el tiempo justo. Un bramido aterrador se produjo tan pronto como comenz a girar la rueda. Era como si un milln de diablos hubieran gritado al unsono. Las chispas vo-laban por todas partes. Serpentinas de llamas azules brotaron de todos los objetos afilados que no estaban cubiertos de plomo, mientras que los objetos esfricos resplandecieron con una aureola blanca. Los pedazos voluminosos de hierro se volvieron fuertemente magnticos y los pequeos objetos ferrosos volaron para adherirse a los ms grandes, acrecen-

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    tando su tamao. La pretina metlica del reloj de Ralph se calent tanto que tuvo que quitrselo apresuradamente. Continu girando la rueda de grueso cristal ambarino, y el rugido se convirti en un insoportable fragor hasta que el tono del Ultragenerador alcanz el pico de frecuencia que coincida con la resonancia fundamental del edificio, forjado en Steelonium, considerado el nuevo sustituto del acero. Repentinamente el edificio entero canturre con un chillido tan penetrante que poda ser odo a veinte kilmetros de distancia. Otros edificios, cuyas resonancias fundamentales eran parecidas, comenzaron a tararear a su turno, tal como un diapasn produce sonidos acompasados en otro diapasn distante y similar. Algunas revoluciones ms de la rueda y el "canturreo" se detuvo, siendo sus-tituido por un creciente zumbido aguzado y ms afinado, alto y ms alto, has-ta que la resonancia se volvi insoportable. Y luego, repentinamente, todo sonido call bruscamente; la frecuencia haba superado ya los veinte mil pulsos, tornndose inaudible a la percepcin humana. Ralph hizo girar la maciza y cerlea rueda algunas veces ms y lue-go se detuvo. Excepto por las piezas voladoras de hierro que cayeron al suelo al cesar el magnetismo, no hubo sonido. Hasta la mirada de chispas brincando aqu y all se volvieron silenciosas, incluyendo el siseo de llamitas ionizadas ema-nando de la puntas afiladas de los metales. Volvi a mirar el reloj. Haban transcurrido exactamente diez minutos despus de la primera adver-tencia de la chicharra. Gir la rueda una vez ms y el recinto entero pareci sumergirse instantneamente en una espesa oscuridad como el azabache. Para alguien poco familiarizado con la tremenda fuerza que acababa de des-atar en su terraza Ralph 124C 41+, por ejemplo, cualquier observador bien aislado con caucho y cristal ubicado en un techo no muy lejos del laborato-rio, habra presenciado los siguientes fenmenos notables: tan pronto como Ralph activ el Ultragenerador en la antena, una especie de nube de plasma azulada comenz a emanar de ella rumbo al Noroeste. Mientras se engendraba ms y ms poder, los fogonazos de la nube se fueron hilvanando y hacindose ms finos y largos. Los gruesos alambres de Iridium del gran mstil de la antena se tornaron primero en blanco abrasador y luego en deslumbrante amarillo incandescente. Y si dicho observador hubiera podido resistir el zumbido de semejante emisin de energa, se hubiera pasmado al contemplar un paisaje diurno que abruptamente se desplomaba bajo un man-to de penumbra sobrenatural. Este observador probablemente se preguntara: Qu habra sido todo ese extrao espectculo? La antena encima del laboratorio de Ralph haba adqui-rido una frecuencia tan colosalmente alta, que haba desalojado al ter1 como lo hara una bomba de vaco sobre el aire; puesto que las ondas luminosas no

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    pueden viajar por el espacio sin que intermedie el ter, necesariamente el rea entera en la cual el tremendo flujo de la antena se desplaz qued sumi-da en las tinieblas. Entonces, nuestro audaz observador habra sido testigo de un hueco etreo, tambin llamado remolino negativo, experimentando una peculiar sensacin de entumecimiento y pasividad con la consecuente prdida de discernimiento sobre el calor o el fro. Algo as como si se hubiera parado en el ojo de un tornado, soportando el vaco parcial del vrtice creado alrededor de l, pero en medio de una perfecta oscuridad. El padre de Alice, quien haba escuchado sobre la huelga de los operadores de las MeteoroTowers y haba adivinado los contratiempos de su hija, volvi de-prisa de Pars en su aeromvil. Haba forzado la marcha de su mquina hasta ms no poder, olfateando el desastre inminente casi por instinto. Cuando fi-nalmente su casa de campo apareci en el horizonte, su sangre se congel en sus venas y su corazn comenz a galopar en su pecho. Desde esa altura, pudo contemplar una avalancha inmensa barriendo total-mente las laderas del Monte Rosa y la casa, que albergaba a su hija, se en-contraba directamente en el camino del alud. Al acercarse, percibi el rugido de la avalancha y supo tambin que nunca podra alcanzar la casa a tiempo. Pero en medio de ese inminente desastre, el milagro se produjo ante sus ojos. En vuelo estacionario, alcanz a vislumbrar el mstil de Poder en lo alto de su casa. Pudo ver como los alambres de la antena de Iridium repentinamente se pusieron al rojo vivo; luego amarillos, luego incandescentes; en ese momento consider que algn enorme disturbio etreo se haba establecido, mientras que las chispas ionizadas saltaban de todas las partes metlicas de su vehcu-lo. Cuando volvi a mirar, advirti que un nuevo pedazo del mstil Communicon, que aparentemente haba cado en la base del mstil de Poder, y que ahora apuntaba directamente a la avalancha, estaba irradiando una lluvia azulada de energa. Entonces contempl lo increble. A unos quinientos metros adelante de su casa, el inmenso alud de nieve em-pez a derretirse, mientras se desviaba del camino de la pequea villa. Un vasto caudal de vaporosa agua caliente que baj rpidamente por los laterales montaosos fue todo lo que qued del alud; y mientras que el to-rrente produjo algn que otro dao, se pudo considerar insignificante. Por algunos minutos ms despus del derretimiento, algunos relmpagos azu-lados continuaron emanando de la antena, hasta que se disiparon. En Nueva York, Ralph 124C 41+, distante a casi cinco mil kilmetros, haba desactivado el poder de su Ultragenerador. Baj las escaleras de grueso y verdoso slice; se acerc al Telephot, y se en-contr con la cara de Alice en el rostrovisor.

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    Ella mir al hombretn sonriente en el plato circular del Telephot, casi estupe-facta por una emocin que bien poda ser admiracin. La voz que sali de su garganta temblaba mientras se empeaba en articular un discurso coherente. Todo todo termin balbuce ella, casi sin aliento; Qu fue lo que hizo usted? Simplemente, la vaporic Vaporizar! As de fcil? Antes de que pudiera continuar, una puerta se abri violentamente y un azo-rado hombre entrecano se precipit hacia adentro. Alice vol a sus brazos, llorando. Oh, pap! Con absoluta discrecin, Ralph apag su Telephot. 1: Hacia finales del siglo XIX, James Clerk Maxwell (1831-1879) haba propuesto que la luz era una onda transversal. Como pareca difcilmente concebible que una onda se propagase en el vaco sin ningn medio material que hiciera de soporte se postul que la luz podra estar propagndose realmente sobre una hipottica sustancia material, para la que se us el nom-bre de ter (debido a algunas similitudes superficiales con la hipottica sustancia de la fsica aristotlica). Aunque los experimentos de Albert Abraham Michelson (1852-1931) y Edward Morley (1838-1923) y posteriormente la Teora de la Relatividad demostraron la inexis-tencia del ter, este concepto se mantuvo firme hasta bien entrado el siglo XX, donde se lo sigui mencionando al ser usado como sinnimo potico al referirse a las ondas radiofnicas.

    Nota del traductor

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    DOS ROSTROS Apremiado por la necesidad de un poco de aire fresco y quietud despus de la tensin de la ltima media hora, Ralph subi a la terraza del laboratorio y se dej caer en un silln bajo la antena giratoria. El trajn de la gran ciudad le lleg dbilmente desde abajo; arriba, los aero-mviles surcaban el cielo con una reverberacin apenas audible, y de vez en cuando, los formidables y espaciosos aerodinos transcontinentales de lnea regular movindose en altitudes superiores se perdan entre las nubes. A veces, un gran dirigible se aproximaba dentro de los cien metros quizs para que los pasajeros se asomaran a fisgonear desde lo alto su "casa," si es que se poda llamar as a un rascacielos cilndrico de medio kilmetro de altu-ra, y veinte metros de dimetro, construido enteramente con ladrillos de cris-tal y Steelonium. Si bien era algo molesto para l, tena que soportar que el edificio fuese una obligada visita turstica de la ciudad; tiempo atrs, habiendo reconocido su genio y su compromiso con la Humanidad, una agradecida Nue-va York le haba erigido esa gran torre donde, muchos siglos antes, se haba situado Union Square. En los pisos superiores de la torre se localizaba su laboratorio de investiga-cin, famoso en todo el orbe; un elevador electromagntico tubular transitaba por el borde exterior del edificio, y todos los departamentos eran de seccin circular. Cmodamente sentado, cavilaba sobre los recientes acontecimientos; era in-capaz de borrar de su mente el rostro de la joven cuya vida acababa de poner a salvo. Las melodiosas entonaciones de su voz continuaban en sus odos. Hasta ahora, su absorta existencia haba girado alrededor de su trabajo: la Ciencia era su compaera y su laboratorio, un hogar. Y hoy, en el exiguo intervalo de una media hora cualquiera, el mundo entero se haba convertido en un lugar nuevo. Un par de ojos pardos, unos fascinan-tes labios y una adorable y dulce voz, vinieron para resquebrajar su inaltera-ble Ralph se estremeci. Eran sensaciones completamente nuevas. Nunca haba meditado sobre estas cosas, se dijo a s mismo. Siempre haba sido slo un instrumento, una herramienta para perfeccionar el mundo: para el beneficio de la Humanidad. No se perteneca a si mismo, sino al Gobierno; a ese Gobierno, quien lo ali-ment y lo arrop, y a todos aquellos doctores que velaban por su salud a ca-da momento. Ese era el precio que deba pagar por llevar un + en su denominacin; poda tener todo lo que quisiera su deseo sola ser ley mientras esos anhelos no interfirieran con su trabajo. Hubo momentos cuando se le hizo imposible soportar tanta atemperacin en que trat de escapar de sus vigilantes doctores, fumndose algn tabaco

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    prohibido y hasta permitirse simples gustos, esos insignificantes vicios que atenuaban la monotona existencial del individuo comn. Ah, esos momentos en que deseaba apasionadamente ser un tipo cualquiera Y desde luego, no tena permiso del Gobierno para hacer experimentos que pusieran en peligro su invaluable vida; por lo general, se le provea de algn reo bajo pena de muerte que hara las veces de conejillo de Indias. Si el cri-minal era eliminado durante el experimento, nada se perda; caso contrario, se le conmutaba la condena a cadena perpetua, con accesorias legales. Pero siendo como era un cientfico verdadero, Ralph deseaba hacer personal-mente sus propios experimentos peligrosos, porque esa era la sal de la vida para l; as que en algunas ocasiones se rebel, llamando al Gobernador Pla-netario, al mismsimo lder de quince mil millones de seres humanos, exigin-dole ser relevado de su trabajo. YA NO PUEDO AGUANTARLO! protestaba. Estas restricciones que me veo forzado a tolerar me enloquecen, y considero que obstaculizan mi tra-bajo! El Gobernador, un hombre sabio y a veces amigable, a menudo lo atenda en persona tratando de ser razonable con l. NO SOY UN PRISIONERO! clamaba Ralph. Claro que no; pero es usted un gran inventor se complaca el Goberna-dor, y un tremendo factor de prosperidad para todos, por lo tanto, es irreemplazable Ese era el tenor de casi todas las diplomticas intervenciones del Gobernador; convencerlo de que a expensas de su propio ego, el futuro del mundo era su gran recompensa. Seor, tiene una llamada entrante en la Sala de Comunicaciones la voz de su asistente cort el hilo de sus cavilaciones. Quin es? pregunt Ralph, fastidiado. Eh Unas cuantas personas, que quieren verlo personalmente Gracias, ah voy contest cansadamente el inventor mientras se incor-poraba, y ambos se subieron al elevador electromagntico. El mayordomo presion uno de los 280 botones de marfil y la acerada cpsula se dispar hacia abajo, sin ruido ni friccin. Tampoco tena cables o guas; se propulsaba a fuerza de magnetismo. En el piso 22 el vehculo se detuvo, y Ralph entr en el gran recinto. Un aplauso ensordecedor de centenares de miles de personas lo salud, vin-dose forzado a amortiguar el sonido con sus manos; sin embargo, el cuarto de Comunicaciones estaba enteramente vaco. Vaco era un decir. Cada metro cuadrado de las paredes del recinto estaba cubierto con Telep-hots de gran tamao y dispositivos altavoces!

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    Centurias atrs, cuando las personas se reunan para ofrecer una ovacin, so-lan concentrarse en algn atrio o gran vestbulo, obligando a la celebridad a aparecer en persona; caso contrario, no tendra sentido esa ovacin y ver-daderamente, era una manera muy torpe de festejar a alguien; tambin, en esos aos, las personas separadas por las distancias, rara vez se enteraban cabalmente de lo que aconteca alrededor del planeta. La ovacin para Ralph fue consecuencia del noticiero instantneo vespertino, que urgi a sus usuarios a conectarse con l a las cinco de la tarde; y natu-ralmente, todos aquellos que encontraron tiempo para llamar al Teleservicio y acoplarse a la lnea interurbana del inventor, lo hicieron; ste fue el resultado. Ralph 124C 41+ camin hasta la mitad del recinto y se inclin en repetidas reverencias a los cuatro puntos cardinales, para que todos pudieran verlo per-fectamente. La aclamacin ensordeca, y slo disminuy el volumen cuando l, con gesto suplicante, junt sus manos. Segundos despus, los aplausos y los chiflidos cesaron y una vocecita llorique: Que hable! Speech! Speech! Ralph solt algunas palabras agradeciendo a la audiencia por su inters, y ro-zando apenas el asunto del rescate de la joven de Suiza, rog a los telepre-sentes recordar que en ningn momento su vida estuvo en riesgo y por eso era injusto llamarlo hroe; pero los copiosos aullidos de No, no, le decan que nadie comparta esa humilde opinin suya. Fue en ese momento cuando la atencin de Ralph se enfoc en dos personas de la audiencia. Haba tantos miles de rostros en cada pantalla que casi todos los semblantes se vean borrosos, debido a sus constantes movimientos. En cambio, Ralph era percibido claramente por ellos, debido a que los televi-dentes haban conectado sus "Reversores", posibilitando ver slo el objeto al final de la lnea; de toda maneras, el aburrimiento del homenajeado no era advertido, dado que haba aprendido a disimularlo eficazmente, considerando que no era la primera vez que acuda a recibir las gracias de la multitud por algn servicio inusual o alguna sorprendente hazaa cientfica. En particular, nunca se haba interesado en el gento, colectiva o individual-mente, y la cantidad de caras exultantes en cada ocasin y en cada rostrovi-sor le haban parecido siempre la misma. Pero esta vez era diferente. Esas dos caras fugaces que aparecieron entre los numerosos Telephots atraje-ron sus ojos una y otra vez. Momentneamente, cada una ocup todo un ros-trovisor respectivo y aunque las dos era dismiles en apariencia, ambas se pa-recan notablemente en la expresin; las dos tenan un gesto examinador, como si estuviesen estudindolo, poniendo empeo en memorizar sus movi-mientos. Al principio, Ralph no abrig animosidad por sus estticas y casi hipnticas miradas, pero pronto se sinti desnudo bajo un microscopio.

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    Una de esa caras era la de un hombre joven; un rostro de casi treinta aos, bien parecido, y sin embargo, sus ojos y su boca dejaban traslucir astucia y un rictus de crueldad. El otro, de ningn modo podra pasar por Terrcola; era un visitante Marciano. Su semblante era inconfundible, incluso entre la multitud; sus grandes y aza-baches ojos de caballo en su larga y melanclica cara, sin contar con sus alar-gadas y ligeramente picudas orejas, eran rasgos concluyentes; no obstante, los visitantes Marcianos en Nueva York nunca haban sido lo suficientemente raros como para despertar comentarios en particular. Y aunque muchos de ellos haban hecho de la ciudad su hogar permanente, la nueva legislacin Te-rrcola, as como la de Marte, prohiban el matrimonio entre ambas culturas, para evitar las excesivas corrientes migratorias interplanetarias. Al fin, al concluir la ceremonia laudatoria, el incidente de los dos pares de ojos escrutadores dej de existir de sus pensamientos. Pero en su ego subcons-ciente, ese maravilloso mecanismo que no olvida nada, los haba fotografiado imborrablemente. Mientras los aplausos del gento se apagaban, se inclin por ltima vez y abandon el cuarto. Se subi al elevador y junto con su criado, se lanzaron raudos directamente a su biblioteca, donde pidi leer las noticias de la tarde. El mayordomo le entreg una bandeja en la cual yaca un pedazo cuadrado de material flexible, de unos tres centmetros de lado, tan transparente como el celuloide. Qu edicin es sta? pregunt. Es la edicin vespertina del New York News, seor. Ralph tom la platina flexible y la desliz por un sujetador metlico que for-maba parte de la puerta de una pequea cajita; al cerrar la puerta del dispo-sitivo, encendi un interruptor que se encontraba al costado de la caja. Inme-diatamente, una pgina de doce columnas del New York News se proyect en la blanca pared opuesta del cuarto, mientras el cientfico se reclinaba en su silla dispuesto a leerla. El peridico plstico era simplemente una impresin reducida de una publica-cin cualquiera diario o revista, la cual, al proyectarse a travs de una lente y una fuente de luz, se haca explcitamente visible. Cada publicacin constaba de unas ochenta pginas, en folios separados, co-mo se estilaba antao, y el proceso de estampado era electroltico, sin la mo-lesta necesidad de tinta o papel. Este proceso haba sido inventado en 1910 en Inglaterra, y perfeccionado en el 2131. Las impresiones resultantes se hacan visibles en sus colores naturales, incluyendo las fotografas; adems, con este mtodo se poda editar un diario casi diez veces ms voluminoso que en el siglo XXI, en un trozo de celuloide y del tamao de un sello de correos.

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    Ralph not como los encabezados le otorgaban un espacio considerable al asunto de la avalancha, ni hablar de las fotos instantneas del paisaje alpino que un arriesgado corresponsal haba tomado mientras se produca el desas-tre; estas fotos haban sido prontamente enviadas por Teleradigrafo y ya se haban impreso en todos sus portentosos colores naturales, veinte minutos despus de que Ralph hubo desactivado el Ultragenerador en Nueva York. Cuando perdi todo inters en la primera plana, hizo girar la pantalla para cambiar de carilla y pasar a la seccin tcnica del diario, ese suplemento que siempre consider el ms interesante de toda la publicacin. Al rato, saciada ya toda su vespertina curiosidad, se dispuso a aprovechar el tiempo que le quedaba antes de cenar, escribiendo su propio artculo publica-ble:

    PROLONGACIN DE LA VIDA ANIMAL USANDO RAYOS (Pi). As que se ajust una cincha de cuero a su cabeza, la cual costaba de sendos discos de metal presionados sobre sus sienes. De cada disco sala un cable conectado a una pequea caja cuadrada: el Mnemgrafo, o escritor mental. Luego presion un botn y un grave zumbido pudo orse; simultneamente, dos pequeas bombillas comenzaron a resplandecer con una verde luz fluo-rescente, y mientras asa un control conectado a un cordn flexible al Mne-mgrafo, se reclin en su silla. Despus de algunos minutos en que hubo meditado su artculo, presion el botn, y sobre una estrecha banda rodante de una malla dctil o tape, se transcribieron en forma mecnica los pensamientos traducidos a palabra es-crita. La banda se mova rpidamente, desenrollndose en un carrete y enrollndo-se en otro. De manera que de tanto en tanto, cada vez que el inventor desea-ba "escribir" sus pensamientos, echaba a andar el mecanismo trazador, as como tambin los carretes registradores, donde cada interrupcin era el co-mienzo o el final de cada palabra. El Mnemgrafo haba sido una de las ms tempranas y geniales invenciones de Ralph, que, al popularizarse, reemplaz rpidamente a la pluma y al lpiz; con slo presionar un botn, las ideas podan ser grabadas, escritas y publi-cadas, lo que dio inicio a un nuevo repertorio de modos y tendencias litera-rias, que algunos comenzaron a aclamar como Encefalogramtica. En lugar de escribir una carta, se sola enviar un Mnemotape registrado, y puesto que el Mnemoalfabeto era de carcter universal y pasible de ser ledo por cualquiera, esta invencin fue considerada uno de sus mximos regalos a la Humanidad. Con su ayuda, se pudo incrementar la velocidad de escritura unas veinte ve-ces ms que con las mquinas tipogrficas que, ya pasadas de moda, fueron desapareciendo.

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    Ms tarde, despus de haber cenado, se qued trabajando hasta la mediano-che en su laboratorio; luego se retir a sus aposentos, donde antes de dor-mirse, se ajust a su cabeza un artefacto muy similar al Mnemgrafo. Llam a su criado, Peter, y le orden que le trajera La Odisea, de Homero, para pasar la noche. Peter baj a la Mnemoteca en el piso 15, y de un anaquel retir un objeto oblongo, rotulado:

    LA ODISEA HOMERO Este objeto contena un carretel grande pero delgado, en el cual estaba enro-llado un largo tape de color violceo, atravesado en toda su longitud por un blanco trazo encefalogramtico. Peter regres al dormitorio y coloc el carrete en el Hipnobiscopo; este ma-ravilloso artilugio tambin creacin de Ralph transmita los impulsos de la cinta directamente al cerebro del receptor que se hallaba dormido, quien po-da as "soar" las legendarias andanzas de Ulises y su tripulacin. Se daba por sabido desde haca siglos que el cerebro era susceptible de ser afectado durante el sueo por ciertos procesos; de modo que para Ralph, fue simple advertir que el procedimiento inverso al Mnemgrafo con algunas variaciones le permitira crear un artilugio capaz de inocular sueos prees-critos en los cerebros durmientes, incluso permitindoles recordar con todo detalle esas ensoaciones a la maana siguiente. As, mientras yaca sumida en un estado pasivo, la mente absorba las impre-siones de cualquier cuento o historia en forma ms vvida y realista, que si hubiese usado los ojos para leer esos textos mientras permaneca en estado consciente. Y para la Humanidad, que durante miles de aos haba desaprovechado un tercio de su vida durmiendo, todo esta existencia en negativo cambi. Ya no habra noches despilfarradas por la inactividad; si las condiciones eran posi-bles, cualquier hijo de vecino tena a su alcance las mejores obras de las ms exquisitas bibliotecas, mientras las lea yaciendo placidamente en su cama. Desde ese entonces, la mayor parte de los estudios universitarios pudieron realizarse mientras se descansaba por las noches, y el significado de Escuela Nocturna empez a tomar otro cariz. Algunas personas aprendieron a domi-nar con maestra diez idiomas con los ojos cerrados; y algunos nios conside-rados revoltosos o con problemas de atencin que se resistan a ser ilustrados en la escuela convencional, se convirtieron en afanosos estudiantes cuando las lecciones se les impartieron durante el sueo. Pero fue gracias a los fanticos del Hipnobiscopo que los diarios empezaron a transmitir las noticias matutinas a sus dormidos suscriptores a las cinco de la madrugada.

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    Las grandes empresas periodsticas, notificadas por cada suscriptor sobre sus gustos personales, despachaban titulares encefalogramticos. Consecuente-mente, cuando el destinatario se despertaba y se dispona a desayunar, ya tena en su cabeza las ltimas crnicas para discutirlas con su bostezante fa-milia.

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    VIVO O MUERTO? A travs del pasillo de entrada al laboratorio, reverber una tos que imploraba atencin. Eran casi las dos menos cuarto de la tarde del 3 de septiembre. Varios segundos ms tarde el carraspeo se repiti, irritando al enfrascado cientfico, quien haba dejado rdenes de no ser interrumpido bajo ninguna circunstancia. Al tercer EJEM!, levant bruscamente su cabeza y clav fijamente los ojos en su sirviente, quien jams haba recibido de su ilustre jefe una mirada ms atrabiliaria. Peter se adentr, con unos pasos recelosos. DE ACUERDO, qu pasa? el vozarrn atron desde el interior del recin-to. Peter retrocedi titubeando, como un nio que ha cometido una trapisonda. Le pido disculpas, seor, pero hay alguien No quiero ver a nadie!! Pero seor, es una seorita No ves que estoy ocupado? VETE YA!! Peter trag saliva. Es aquella joven de En ese momento Ralph presion un botn activando un electroimn, cuyo efecto hizo descender un pesado portn que casi por milmetros cepill el pasmado y tristn semblante de Peter, cortando de raz esa efmera conversa-cin. Habindose asegurado ya contra cualquier interrupcin, Ralph regres al gran receptculo de cristal sobre el cual haba estado trabajando; en su interior, burbujeaban verdosos vapores sobre el laxo cuerpo de un perro, cuyo corazn se encontraba conectado a un dispositivo que le insuflaba una sustancia, una especie de lquido metlico. Esa sustancia era conocida como Radio-K. El Radio, descubierto por los esposos Curie en 1898, tena la curiosa propie-dad de irradiar calor2 durante aos sin desintegrarse y aparentemente, sin in-tercambiar energa con cualquier fuente exterior. En el 2309, Anatole M610 B9, el gran fsico francs, se encontr con que el Radio obtena toda su energa a partir del ter del espacio, demostrando que era una de las pocas sustancias con la cual ste posea una afinidad muy fuer-te; ms adelante, prob tambin que el Radio perda sus propiedades si se lo aislaba en un espacio carente de ter, actuando como si fuera un pedazo de metal comn.

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    Sin embargo, el que estaba usando Ralph no era puro, sino una emulsin de Radio con Argonium. Esta mezcla exhiba todos los fenmenos usuales del Radio puro y produca calor extremo, pero no ulceraba ni ocasionaba quemaduras en el tejido fino animal; as que poda ser manipulada libremente y sin peligro. El perro yaciente en la caja de grueso cristal haba estado muerto durante los ltimos tres aos. En aquel entonces, al principio de su experimento, y en presencia de veinte prestigiosos cientficos, Ralph haba anestesiado al perro y haba procedido a drenar toda su sangre hasta que su corazn hubo dejado de latir. Acto seguido insufl en los vacos vasos sanguneos del animal una dbil solu-cin de bromuro de Radio-K, y luego sutur la arteria a travs de la cual bom-be la solucin. Despus, ados el recipiente que contena el Radio-K al corazn del perro, cuyo nico propsito era mantener la temperatura del can en un punto fijo. Inmediatamente, el interior de la campana cristalina fue prontamente nebuli-zado con Permagatol, un gas verdoso cuya propiedad ms sobresaliente es la de conservar tejido celular permanente e indefinidamente. Los cientficos all presentes acordaron regresar despus de tres aos para atestiguar la abertura de la campana, previa rotura de sus sellos hermticos. Los delicados instrumentos que velaron al animal durante los ltimos 1100 das, fueron vigilados por Ralph, quien los inspeccionaba dos veces cada jor-nada; y durante todo ese lapso, el perro naturalmente nunca haba movi-do un msculo. Su temperatura no haba variado ni la centsima parte de un grado y sus funciones respiratorias no haban dado ninguna seal; para todo propsito, el perro estuvo legalmente muerto durante esos tres aos. Cuando enfrent a sus asociados en la primera etapa de este experimento, los aturdi anunciando que lo regresara a la vida como si el perro slo hubiese tomado una siesta. Por ese motivo, algunos escpticos propusieron estar presentes cuando ese momento llegara; y Ralph, que lo consideraba su mxima prueba, acept gus-toso el desafo, que termin siendo la excluyente comidilla de innumerables artculos y discusiones. Ahora haba llegado ese da tan esperado, no slo por la Ciencia, sino por ca-da uno de los seres humanos de este planeta. Si tena xito, significaba que tendra el poder de prolongar la vida humana ms all de lo que alguna vez hubiera sido posible. Significaba que la muerte podra ser derrotada; exceptuando, desde luego, a la producida por acciden-tes. Tendr xito? Me estar metiendo en berenjenales ticos vedados para el Hombre? Estoy desafiando a Natura solo por vanidad? Estos pensamientos repiquetearon en su mente desde los ltimos preparati-vos de la tarde.

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    Dren el Permagatol de la campana hasta que el vapor verde se hubo esfu-mado completamente, y con cautela infinita bombe un poco de oxgeno en su interior. Los instrumentos que registraban la accin de los rganos respira-torios indicaron que el oxgeno haba alcanzado los pulmones del perro y se haba estimulado la respiracin. Y dadas las circunstancias, esto era todo lo que poda hacer por el momento. Suspir, y presion un botn para llamar a su criado. El mayordomo, luciendo una melancola ms acentuada que la usual, respon-di de inmediato. Pues bien, muchacho dijo alborozado Ralph, esta etapa ya est com-pletamente lista para el gran final; pero no se te ve feliz, Peter. Qu es lo que atormenta a mi estimado y viejo amigo? Peter, cuyos sentimientos haban sido evidentemente lacerados cuando la puerta se cerr en su narices, contest con una forzada dignidad: Le pido perdn, seor, pero la seorita todava lo est esperando Qu seorita? inquiri Ralph. La seorita de Suiza, seor, y tambin su padre; han estado esperando casi una hora. Si una bomba hubiera explotado en ese momento, el inventor no podra haber quedado ms aturdido. Ella est aqu y no me avisaste, Peter? Viejo, hay veces en que estoy tentado de arrojarte por la ventana Le suplico disculpas, seor contest Peter firmemente: pero cuando le avis hace un rato, me atrev a dar por supuesto que usted podra no estar interesado en la llegada de la seorita, y presum que Pero su jefe ya se haba ido, despojndose de su guardapolvo a la carrera. Peter, recogi algunos pedazos de su dignidad junto con el guardapolvo tirado en el suelo, mientras alcanzaba a ver como el elevador se disparaba edificio abajo. En el tubo transparente, Ralph senta como su corazn galopaba como nunca antes lo haba hecho; comenz a alisarse el pelo, guindose por el reflejo que le devolva la bruida superficie de la cpsula, mientras consultaba ansiosa-mente el tablero indicador de pisos, cuyos valores descendan vertiginosa-mente. Al alcanzar el nivel de la Sala de Recepciones, se enjug la frente con un pauelo, y se apresur a entrar. Sentados cerca de un ventanal estaban Alice 212B 423 y su padre. Ambos gi-raron su cabeza al verlo entrar, y la chica se incorpor mientras que con un gesto encantador le tendi ambas manos. Simplemente, tuvimos que venir dijo ella distinguidamente, con un re-cin perfeccionado acento encefalogramtico; y como no encontramos la oportunidad para agradecerle ayer, consideramos que hacerlo va Telephot no

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    era del todo apropiado. As que mon pre pens que debamos venir perso-nalmente y bien sr, yo tambin quera verlo en persona Se interrumpi al borde del bochorno, al darse cuenta de la implicacin de sus palabras; luego prosigui, atolondradamente: Digo, para agradecerle, usted sabe Bueno, fue maravilloso de su parte declar el hombretn, sujetando enrgicamente sus delicadas manos, completamente ajeno al hecho de que ella estaba forcejeando amablemente tratando de desasirse; ciertamente, en ese momento no tena conciencia de nada o nadie exceptuando a ella, hasta que la voz de su padre lo puso en evidencia de que haba alguien ms en el saln. Creo que no necesitaremos introducciones dijo el caballero, pero mi nombre es Thierry 212B 422 y deber dispensar nuestra intromisin sabiendo que es un hombre atareado; pero como ya le dijo Alice, no podamos menos que venir personalmente. Ella es ma seule fille, monsieur, y la amo Puedo entender eso contest Ralph, mientras soltaba asombrado a la muchacha, quien comenz a sonrerse llamativamente. Me temo, cher papa dijo ella, que ya le hemos quitamos mucho tiem-po y volvindose hacia Ralph, agreg: creo que est en medio de ese gran experimento del que empez a hablar todo el mundo Ocupado? Pero no, de ninguna manera minti Ralph, amablemente. Ustedes no deberan haberme esperado ni un minuto, y en realidad estoy muy indignado con mi valet Peter; a veces creo que es medio tarambana, porque no derrib la puerta para avisarme. Debera haber sabido, cuando los vio, que ustedes tenan prioridad para verme Oh, no lo regae por nosotros, s'il vous plat dijo la chica, y Ralph conti-nu: Pero, cmo llegaron tan pronto? El Aerotransatlntico de la tarde no puede viajar tan rpido, y apenas pasaron unas veinticuatro horas desde la avalancha Es que tuvimos el honor de ser de los primeros pasajeros en usar el nue-vo Tren Subatlntico dijo Thierry. Como usted bien debe saber, el servicio normal para los pasajeros se inicia la semana prxima, pero como soy uno de los ingenieros consultores del nuevo tubo electromagntico, a mi hija y a m se nos permiti inaugurar el primer tramo hacia Amrica, aunque algunas secciones todava no hayan sido completadas; y como puede advertir, hasta tuvimos tiempo de aprender el idioma, usando ese fantstico dispositivo su-yo As que es ingeniero contest entusiasmado Ralph, no pudiendo conte-ner su natural curiosidad; por favor, hbleme de este nuevo Tubo. No he podido seguir su progreso Saba que le iba a interesar! dijo Thierry; mire, all en Europa, lo consideramos todo un logro en la ingeniera elctrica. El Tubo corre entre Nueva York y Brest, Francia. Si corriera directamente bordeando a lo largo del fondo del ocano, la distancia entre los dos puntos sera de unos 5876 kilme-

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    tros debido a la curvatura de la Tierra. Por esta razn, el Tubo se construy en lnea recta por debajo del lecho ocenico, haciendo que la distancia sea slo de 4580 kilmetros! Y cmo resolvieron el problema del calor que se incrementa al acercarse al centro del planeta? inquiri Ralph. Le grand problme ocurre a mitad del recorrido, dado que ese punto dista a slo mil kilmetros del centro de la Tierra; as que hubo que instalar gran-des plantas de aire lquido en algunos sectores para reducir el calor, y hasta ahora, parece funcionar trs bien. Alice empez a dar muestras de aburrimiento, y se dedic a mirar por los am-plios ventanales, mientras ambos hombres continuaron platicando, abusando de su cacareo tecnolgico. Thierry prosigui exaltado: As que ayer a la medianoche abordamos el coche ms espacioso, muy parecido a un cigarro grueso, premire classe, all en Brest, para llegar a la terminal de Nueva York hoy, al medioda. Hubo slo una petit interrupcin, debido a un simple cortocircuito, pero nada dangereux; los electromagnetos que propulsan las cpsulas funcionan como los que usan los elevadores, pero en este caso se han colocado separados entre s a unos 300 kilmetros; y despus de atravesar 25 de ellos, el Tren alcanza su mxima aceleracin, que se mantendr constante hasta el final del recorrido Es estupendo! Creo que esto revolucionar el viaje intercontinental; y convertir a esos tediosos aeroviajes de veinticuatro horas en algo eh como se dice dmod dijo Ralph sonriente, arriesgando algo de francs. Bueno, no haba mucho que ver porque no tena ventanas recalc Alice, por decir algo; pero es fascinante estar aqu por primera vez, en La Gran Manzana! Papa me tena prometido este viaje desde hace aos, y Tuvo que caerme una avalancha en la cabeza para que se decidiera a traerme! Oui, reconozco que he sido un padre desobligado, pero estas vacaciones acaso servirn para enmendarme terci Thierry. Adems, prometen ser doblemente interesantes, porque creo que llegamos justo a tiempo para ver el final del experimento de le chien mort; por eso es que no conseguamos hotel; deben estar abarrotados de cientficos En un hotel? Pero No, de ninguna manera puedo permitirles pasar sus das aqu en un hotel protest Ralph. Desde ya, les suplico a ambos que sean mis invitados. Padre e hija intercambiaron miradas; y cuando estuvieron a punto de poner reparos, Ralph continu: No puedo aceptarles una negativa. Cuento con mostrarles Nueva York, y me dar sumo placer el tenerlos presentes en mi laboratorio esta tarde a las cuatro Sin mediar respuesta, presion un botn en la pared. Mi mayordomo les mostrar sus habitaciones, y enviar a alguien a bus-car sus equipajes

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    Esto es algo inesperado, monsieur dijo Thierry, pero sin embargo, fascinante; si nuestra presencia no es una molestia para usted, asistir a su laboratorio esta tarde ser todo un honor, que apreciar profundamente. En ese momento, Peter sali del elevador. Ralph le orden llevar a sus invitados hasta los niveles residenciales y luego le dio instrucciones para retirar sus maletas. Se excus atentamente y los escol-t hasta la puerta del ascensor. Acto seguido, regres al laboratorio, a culmi-nar los preparativos. Eran las cuatro menos diez de la tarde. Ralph salud a la notable tropa de colegas cientficos, quienes haban venido de todos los sectores del planeta, para atestiguar la finalizacin de lo que la prensa haba dado en llamar EL CURIOSO CASO DEL PERRO MUERTO-VIVO. Una marea de reporteros se alineaba sobre las paredes del amplio redondel del recinto. Alice y su padre estaban sentados en una segunda fila. Algunos de los veinte sabios que haban presenciado el comienzo del experi-mento tres aos atrs, contemplaban dubitativamente el dispositivo de la campana de cristal; y casi nadie de la cohorte de periodistas, sin impresionar-se siquiera por la presencia de las eminentes lumbreras que abarrotaban ese lugar siete de los cuales eran hombres + o Plus-Men, como se los sola lla-mar en el ambiente pareca encontrarle a todo ese asunto mayor diversin o aporte reseable. Finalmente, cuando todos los preparativos fueron completados y dos asisten-tes de Ralph se situaron cada uno al lado de la campana transparente, el cor-pulento inventor dio por iniciada la reunin. DAMAS Y CABALLEROS prorrumpi, estn aqu para presenciar la eta-pa final de mi experimento. Las fases preliminares que se observaron 1100 das atrs, se custodiaron al pie de la letra; los sellos de seguridad que se ins-talaron estn intactos, y como podrn ver por ustedes mismos, nada se ha modificado Algunas carrasperas. Ralph prosigui: Como bien les expliqu en ese entonces, mi hallazgo sobre la utilizacin del raro gas conocido como Permagatol, y sobre sus efectos combinados con el bromuro de Radio-K, usado como sal de antisptico, permitiran la conser-vacin y preservacin de cualquier tejido celular incorrupto por largos aos; ahora, estoy en condiciones de demostrarlo Alarg el brazo haciendo seales a sus asistentes; y con su ayuda, fueron rompiendo los precintos alrededor de la base del dispositivo. Finalmente, en-tre todos, levantaron cuidadosamente la campana de cristal. Un profundo silencio prevaleci. Cada ojo estaba enfocado en el cuerpo exnime del perro y algunos encontra-ron muy difcil el quedarse sentados.

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    Ralph, serena y deliberadamente, libr al perro de sus vendajes y sus cables anexos y lo coloc sobre una blanca mesa de operaciones. A partir de ese ins-tante, l y sus asistentes comenzaron a moverse con celeridad; primero, sec-cionaron una arteria del animal para drenar la solucin de bromuro de Radio-K; luego, la sangre de una recin sacrificada cabra fue bombeada escrupulo-samente en el exange torrente sanguneo del perro, el cual, al cabo de unos minutos, haba sido restaurado en su totalidad. Inmediatamente, los esfuer-zos sucesivos se concentraron en resucitar al pequeo sujeto de prueba. El oxgeno fue libremente administrado con una mascarilla adaptada a la for-ma del hocico y el corazn fue artificialmente excitado por medio de un apara-to vibratorio3 elctrico. Acto siguiente, uno de los asistentes apunt un tubo de vaco a la cabeza del perro y desde su ctodo irradi una dosis de rayos F-9 al cerebro del animal. Los minutos pasaron y la tribuna pareca inquietarse. A pedido de Ralph, se descarg otra dosis de rayos F-9, conocidos en la medi-cina moderna por ser los ms poderosos estimulantes menngeos. Unas gotitas de sudor fro comenzaron a rodar por las mejillas del inventor, quien ya haba empezado a mirar de reojo a la impaciente y murmurante au-diencia. Despus de unos insufribles cinco minutos que a Ralph se le antojaron eter-nos, el animal comenz a mostrar dbiles signos de vida. Los murmullos cesaron. Una de las patas traseras se movi en una enfermiza patada; luego le sigui un apenas perceptible movimiento pectoral, acompaado por un precario intento por respirar. Segundos ms tarde el cuerpo pareci contraerse y un temblor lo atraves de la cabeza hasta el rabo. La respiracin se hizo ms profunda, casi como si roncara, y el perrito abri sus ojos como si despertase de una larga siesta. Al rato, ya se encontraba echado en su edredn lamiendo de un comedero un preparado de leche mezclada con algunos minerales. Ralph se volvi hacia la muchedumbre y solt: Caballeros, el experimento est concluido y considero que la condicin del animal en este momento es suficiente prueba de mi hallazgo. Cuando los reporteros se precipitaron ansiosamente a los Telephots ms prximos para comunicarle al mundo las buenas nuevas, los cientficos se re-unieron alrededor de Ralph; y uno de ellos, un vejestorio de cabellos blancos considerado por algunos como el decano de los Plus-Men, se crey en la nece-sidad de expresar el sentimiento del grupo entero: Muchacho, ste es uno de los mximos regalos que la ciencia haya trado para la Humanidad. Lo que has hecho con un perro, bien puede que le sirva a las personas Ralph lo mir algo ceudo; slo lamento que no hayas vivido y logrado este triunfo en mis tiempos, cuando era yo un joven, para haberlo aprovechado en m mismo. Y creo que a partir de ahora, el estado de hiber-

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    nacin de siglo en siglo y de generacin en generacin ya no ser un sueo imposible Posteriormente a esa inopinada alocucin, la erudita y deslumbrada audiencia, luego de felicitarlo y saludarlo efusivamente, comenz a abandonar el recinto con sus afiebradas mentes concentradas en las consecuencias inmediatas de ese descubrimiento. Exhaustos por la tensin nerviosa de esa tarde, el jubiloso equipo encabezado por el inventor se retir a descansar. Al llegar a su recmara, Ralph se acost, dispuesto a dormir hasta el otro da; pero al cerrar sus ojos, le lleg el vvido retrato de un par de clidos ojos, radiantes de admiracin, confianza y algo ms, que despert en l un sinfn de emociones como nunca antes hubo ex-perimentado. 2: Se refiere a la radioactividad. En aquella poca, todava no se conocan sus peligrosos efectos. La misma Madame Curie fue una de sus primeras vctimas. 3: Principio terico del desfibrilador. Recordar que esta novela fue escrita hacia 1911.

    Notas del traductor

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    FERNAND La maana siguiente, encontr a Ralph desayunando a solas. Despus de enviar a su criado a buscar a sus invitados, se sorprendi de ver entrar a Thierry al comedor, un momento despus de que Peter hubo salido. Veo que usted tambin gusta de levantarse tempranito dijo el hombre-tn, despus de intercambiar saludos matutinos. Y Alice tambin, cuando se encuentra en casa; pero el viaje y nuestro ex-citante da de ayer, al parecer la han cansado sabe qu? Creo que desayu-nar algo con usted, y luego acudir a una cita con uno de los ingenieros en jefe del Tubo Subatlntico. Desde luego. Hace un segundo, envi a Peter por ustedes Oiga, le gus-tara acompaarnos despus a dar una vuelta por la ciudad? Oui, pero creo se excus Thierry, creo que un par de jvenes como ustedes bien podran divertirse mejor sin m. Ah, lo siento fingi cortsmente Ralph; en realidad, su corazn se rego-cijaba al saber que podra pasar el da a solas con alguien quien, al cabo de unas pocas horas, lo haba cautivado de esa manera. Quizs algo de eso pen-samiento se reflej en su cara, porque Thierry 212B 422 se sonri para s mismo. El mayordomo regres y encontr a los dos hombres departiendo alegremente en la mesa. Casi al final del desayuno, el padre de Alice, dejando de lado su servilleta, le lanz un vacilante y raro comentario: Antes de irme, tengo algo que decirle un peu trange, que quizs usted deba tener en cuenta titube. Desde hace un tiempo, me encuentro un poco preocupado por Alice. Un joven, de nombre Fernand 60 10, al principio ha estado bueno, yo no dira acosndola, sino ponindose pesado; ha inten-tado visitarla, y ha llegado incluso a proponerle matrimonio un cierto nmero de veces. Y naturalmente, ella se ha rehusado; as que ha redoblado esfuer-zos tratando de imponer sus atenciones a la fuerza, rozando casi la persecu-cin Ralph lo escuchaba atentamente; de hecho, creo que cuatro das atrs, se pas de la raya: ella no quiso explicarme, pero estoy seguro de que la amenaz de alguna forma. Exactamente no sabra decirle, monsieur, pero desde ese entonces, ella anda con miedo. De manera que todo este affaire me tiene un poco nervioso. Adems, me enter que cuando dejamos Valais, este tipo anduvo merodeando por el pueblo, pero no creo que se haya animado a seguirnos hasta aqu Aj. Y qu aspecto tiene este Fernand? inquiri Ralph. Oh, exteriormente, es un beau garon; al menos, las mujeres creen que s. Personalmente, a m no me lo parece; es alto y morocho, y tiene ese tipo de temperamento que parece solazarse contradiciendo todas las palabras que

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    escucha. Tiene una expresin casi fnebre, y su boca transmite un cierto ma-tiz, como de violencia contenida. Escuchando hablar a Thierry, un cuadro se plasm en la mente de Ralph; vio otra vez esa cara, en el centro de un Telephot, confundida entre las masas de aplaudidores. Si era se el frustrado festejante de Alice, entonces no era de sorprender que hubiese exhibido ms que un inters pasajero en l, el hombre que la haba rescatado de una muerte segura, y a quien quizs empezaba a considerar como un posible rival. Despus de relatarle este parecer al padre de Alice, ambos concordaron en que era muy probable que se tratase del mismo hombre. De acuerdo, monsieur dijo Thierry, levantndose de la mesa con el as-pecto de haberse quitado un lastre de encima. Creo que es hora de que me retire; me esperan en la subestacin del Tubo A eso del medioda apareci Alice, con los ojos inyectados y brillantes. Se dis-culp con un gesto de sonriente letargo y le dio los buenos das. Buenos das? Ja! Buenas tardes, querrs decir! salud el anfitrin, mientras haca preparativos para salir, dejndole varios recados a su sirvien-te: Fjate le sonri, filosofando con gesto jocoso, nosotros los neoyor-quinos somos aves muy extraas; slo nos gusta nuestra ciudad cuando es-tamos muy distantes de ella, o cuando tenemos la oportunidad de mostrarle a algn forastero las maravillas de sus calles; el autntico y acrrimo neoyor-quino, en realidad, odia esta ciudad, y slo permanece en ella porque le han echado un maleficio sobre su cabeza y no puede escapar Desayun mi pap? dijo ella, soolienta, sin haberle prestado la mni-ma atencin al ltimo comentario autoreferencial de Ralph. S, hace como tres horas! respondi el cientfico, jocosamente mordaz; luego prosigui: Te gustara salir a almorzar en alguna parte? Almorzar? Oh, oui, Desde luego! Al momento de llegar al nivel de la acera, Ralph le pidi a Alice que se sentara en una silla del vestbulo. Presion dos veces un botn, y un criado trajo un par de artefactos de locomocin que tenan toda la apariencia de ser patinetas sobre ruedas. Y en realidad, lo eran de cierto modo. Tenan forma de plato, y estaban hechas de Alomagnesium. Cada una pesaba medio kilo y posea tres pequeas ruedas, recubiertas de caucho, una al fren-te y dos en la parte trasera. Entre las ruedas operaba un diminuto motor elc-trico del tamao de un limn que obtena su energa de un flujo de co-rriente de alta frecuencia; y a pesar de su nfimo tamao, cada uno de esos motorcitos poda entregar casi un cuarto de caballo de fuerza.

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    Ralph se tom unos minutos para explicarle a la pueblerina Alice los rudimen-tos de su uso en la ciudad; y, despus de colocrselos por medio de un inge-nioso y rpido amarre en los zapatos, salieron a la calle. Debajo de cada plato rodante sobresala una disimulada antenita, de unos quince centmetros de largo, cuya nica tarea consista en absorber por decirlo as la electricidad de alta frecuencia y transmitirla al motorcito. Para controlar la velocidad de la patineta, el usuario deba simplemente levan-tar el frente, para separar la rueda delantera del piso; esta accin no cortaba totalmente la corriente, pero automticamente frenaba las dos ruedas tras-eras. Mientras ambos se deslizaban rolleando sin inconvenientes, Alice hizo una ob-servacin sobre la esplndida condicin de esas calles. Vers el cientfico hizo unos pomposos visajes con aires didcticos, y se dispuso a explicarle: por siglos, esta ciudad tuvo que contentarse con pavi-mentos temporales; pero un da, hace alrededor de unos cincuenta aos, sus calles despertaron felizmente cubiertas con Steelonium; seguramente, habrs notado que no existen grietas, baches o fisuras, porque el Steelonium no pierde elasticidad, ni se oxida y es diez veces ms fuerte que el anticuado acero. Desde aquel da, pavimentamos nuestras calles con planchas de ese metal, de unos veinte centmetros de ancho; y despus de que se acomodan en su lugar, se las suelda elctricamente entre s, y el resultado es ste: una calle perfecta, una hoja uniforme de metal sin fallas o interrupciones; ni hablar de mugre o grmenes que puedan adherirse a tus zapatos. Y en lo que respecta a las aceras, se las fabrica de la misma manera; de hecho, la inven-cin de estos Tele-Motor-Coasters fue posible gracias a estas calles metlicas, que pueden irradiar energa Pero, de dnde sale esa corriente? inquiri la muchacha. Bueno, quizs hayas notado esos delgados pilotes blancos en el borde de la acera, y en sus aisladores con forma de paraguas que tienen en el extremo superior. Dentro de ellos, hay un emisor de alta frecuencia que irradia una alfombra de energa que cruza la calle de acera a acera, de unos diez cent-metros de espesor por encima de la cuneta, alimentando silenciosamente no slo a nuestras patinetas, sino a cualquier vehculo que puedas ver deslizn-dose por las calles. Por otro rato siguieron rolleando, mientras pasaban a cientos de peatones a una velocidad de casi veinte kilmetros por hora, sin contar a los otros pati-nadores, casi tan rpidos como ellos. Las calles bullan a gran velocidad, con el peculiar zumbido producido por los miles de motores, un sonido para nada molesto ni peligroso. Porque desde haca ya mucho tiempo, los tranvas, co-lectivos, automviles y todo vehculo propulsado por combustin interna se haba vuelto obsoleto.

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    Slo los electromviles llevaban pasajeros o carga; y por regla general, las ruedas de todos los vehculos urbanos estaban recubiertas con caucho. Esto lograba dos propsitos: uno, era mantener aislado el vehculo de la calle metlica; el otro, minimizar el ruido durante las grandes extensiones. Y aunque Alice viva en una poca de maravillas cientficas, Nueva York segua provocndole sorpresas, como lo haba hecho durante siglos con cualquier fo-rastero que la visitara. La eterna escena se repeta continuamente: el recin llegado disparaba sus preguntas, mientras que su paciente compaa le expli-caba todo, con ese representativo regodeo del neoyorquino que ama su ciu-dad. Y para qu sirven esos raros alambres en espiral en todas las bocacalles? Fue una de esas tantas preguntas. Son candilejas de Luminor fue la respuesta. Son espirales de alambre de Iridium, de aproximadamente diez metros de dimetro, colgando a cuaren-ta metros de altura, que proveen una intensidad de medio milln de candelas en cada interseccin de todas nuestras calles; esta noche, vers cmo res-plandecen con una luz tan parecida a la del sol, que casi no notars la dife-rencia. Al cruzar la MeteoroTower N 26, del sptimo distrito, Ralph se anticip a la pregunta de la chica. Mientras que en otros pases tienen un buen servicio de control climtico, nosotros en Nueva York carraspe presumimos de tener el mejor clima de cualquier ciudad en este hemisferio; como podrs suponer, nuestros Ingenie-ros del Clima siempre tienen el trabajo ms arduo, a causa de la forma distin-tiva de la ciudad, fsica y geogrficamente. Me estoy refiriendo a los rascacie-los, y a otros edificios que provocan que las corrientes de aire se vuelvan su-mamente errticas, y las temperaturas se tornen muy difciles de regular. En la actualidad, contamos con sesenta y ocho MeteoroTowers, que se esparcen sobre un radio de noventa kilmetros alrededor del edificio del Gobernador, que controlan el clima y la temperatura para doscientos millones de ciudada-nos Doscientos millones? S! Puedes consultar un termmetro a cualquier hora durante todo el ao, y lo encontrars sealando invariablemente veintitrs grados Celsius. Adems, nunca hay un exceso de humedad en nuestro aire o grmenes. Y la lluvia y la nieve? De la nieve, ni hablar; y en cuanto a la lluvia, hacemos llover dos o tres veces por semana, durante una hora, para refrescar el aire y librarlo de polvi-llo y suciedad. Es toda la lluvia que conoce Nueva York, y creemos que es su-ficiente para cualquier propsito; el resto del ao, permanece soleado

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    Finalmente, arribaron a un lujoso establecimiento. En el cartel de su fachada se lea:

    CIENTIFICAF

    Este es uno de nuestros mejores restaurantes solt el hombrn, mien-tras ambos se desembarazaban de sus rollers, y creo que lo preferirs a aquellos lugares pasados de moda que eligen los turistas Cuando entraron, una deliciosa y extraamente vigorizante fragancia los salu-d. Se dirigieron de inmediato hacia el Refectorium un gran sector hermtica-mente cerrado donde varios centenares de personas se hallaban sentadas, leyendo o charlando. Algo cansados, los dos se dejaron caer en sendos sillones tapizados de cuero; y all se quedaron por un rato, viendo una revista de actualidad que alguien proyectaba en una pared blanca. Las pginas se sucedieron lentas, muy de vez en cuando. Pasados unos minutos, Alice expres: Antes de entrar, casi no tena apetito; ahora, me muero de hambre. Qu'est-ce qui se passe? Ja! Pasa que estamos en el Refectorium exclam Ralph, rindose. El aire aqu dentro es vigorizante; lo cargan con varios gases inofensivos con el objeto de provocar el apetito antes de comer. De all viene su nombre! Se levantaron y caminaron hacia el recinto principal donde las mesas aguar-daban. El saln circular estaba bellamente decorado con detalles blancos y dorados. No haba mozos, camareros o asistentes, y una amortiguada msica pareca fluir de todas partes y desde ningn lado. Se sentaron en una mesa dotada con tableros de instrumentos, en los cuales se apiaban complicados utensilios y extraos botones plateados. Haba uno de estos tableros a la derecha de cada comensal, de cuya parte su-perior surga un tubo flexible rematado por una boquilla de plata. El men es-taba grabado en el tablero, correspondiendo a cada manjar un botn que ser-va para seleccionarlos, y un puntero que bloqueaba las preferencias de espe-cias y sabores. Luego, la boquilla de plata se colocaba en la boca y se presio-naba un botn rojo, para que la comida lquida preseleccionada pudiera con-fluir hacia sta; la velocidad del flujo era controlada, desde luego, por el bo-tn rojo. Otro botn controlaba su temperatura. As era que las carnes, las verduras y otros comestibles eran licuados y se preparaban con habilidad extrema para conseguir que el menjunje resultante fuera sabroso; y si se deseaba cambiar de una comida a otra, el tubo flexible, incluyendo la boquilla, se enjuagaba con agua caliente, y todo el dispositivo permaneca obturado mientras el proceso de lavado se ejecutaba. Al comer, se reclinaron confortablemente en sus butacas tapizadas de cuero.

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    Ya no era necesario usar cuchillo y tenedor, como era costumbre de antao; ahora, el simple acto de alimentarse se haba convertido en un verdadero pla-cer saludable. Pero la Humanidad, que haba estado masticando su comida durante miles de aos, encontr que vencer ese hbito ancestral era muy dif-cil. Ah, tom tiempo dijo Ralph, al quitarse la boquilla de sus fauces. Se requiri casi una generacin para que la gente aceptara esta clase de restau-rantes; sin embargo, creo personalmente que esta forma de nutrirse es la mejor posible; pinsalo: este sistema hace que la comida sea ms digerible, adems de alejar los males del estmago, incluyendo la dispepsia. Y hasta se sabe que muchos de sus usuarios comenzaron a ponerse ms fuertes y vigo-rosos explic, sin ruborizarse, en clara referencia hacia s mismo. Alice lo escuchaba muy atenta, mientras succionaba vidamente su tubo. Al principio sigui reflexionando Ralph, las personas no se sintieron atradas por la idea de un nuevo mtodo para comer porque bueno, admito que no parece tan higinico y esttico como lo anterior, pero de acuerdo, quiz pensaron que limitara los placeres de la buena mesa; no soy muy ver-sado en Historia Antigua, pero creo que pas algo similar con el europeo del siglo XX, cuando observ por primera vez a un chino usando sus palillos. Esta aversin, sin embargo, pronto se olvid cuando las personas se acostumbra-ron como siempre pasa al ver y popularizarse las nuevas costumbres; y personalmente, creo que para fin de este siglo, los restaurantes donde se mastica la comida sern olvidados Alice se sac el tubo de la boca y reconoci: Creo que estoy de acuerdo; adems, cette nourriture est dlicieuse No obstante prosigui el corpulento inventor, habrs notado que la comida no es absolutamente lquida. Algunos ingredientes, especialmente las carnes, se han preparado de tal manera que cierto grado de masticacin se hace necesario Y supongo que con eso, se elimina la monotona de tragar lquidos todo el tiempo, Incluyendo las bebidas! Despus del almuerzo, Ralph y Alice salieron a patinar por el Centro. Al pasar por la esquina de Broadway y la calle 389, en una plazoleta octogo-nal, la estatua de un animal se encumbraba enhiesta en su pedestal. La joven disminuy su marcha y se acerc, presta a leer la inscripcin, graba-da en la piedra:

    a la memoria de

    ROSCO LTIMO CABALLO DE CARGA DE NUEVA YORK

    MUERTO EN ESTE SITIO JUNIO 19, 2096 ANNO DOMINI

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    Oh, mon dieu pauvre, pauvre inocent dijo, que cosa ms triste, verdad? Pensar que alguna vez obligamos a estas pobres criaturas a traba-jar! Ralph no pudo menos que sonrerse frente a un comentario tan femenino. Cuando empezaron a alejarse de la plazoleta, lo vieron venir. Se mova a toda velocidad, por la 389. Era un hombre alto, un poco ms joven que el cientfico, y rolleaba hacia ellos en un Tele-Motor-Coaster. El recin llegado se desliz impertinentemente hacia Alice, ignorando comple-tamente la presencia de Ralph. As que ests aqu, disfrutando de un paseo por Nueva York le espet, a falta de un mejor saludo, con una desagradable sonrisa en sus labios. S dijo ella framente y no sin sorpresa, disfrutando muchsimo El tipo se mordi su labio inferior con una mueca infatuada, y el rubor comen-z a inflamar su rostro. Te dije que te seguira si te escapabas le contest, remachando las pa-labras. Ralph, que entrevi una creciente amenaza en los gestos de ese tipo, no supo como reaccionar; as que slo atin a dar un paso adelante de Alice. Ella le correspondi poniendo su mano en su brazo. Y cul es nuestra prxima parada, Ralph? pregunt ella, con una voz ms que felina, mientras tironeaba su mueca en una clara seal de avanzar. Como si Fernand no existiera, ambos empezaron a deslizarse, Alice con su mano todava en el brazo de Ralph. Cincuenta metros adelante, el hombrn gir sobre sus ruedas, como si hubie-ra olvidado algo. Oh, no, no, s'il vous plat se quej Alice cuando l se neg a moverse. Creo que la cara de ese hombre necesitaba un puetazo mascull Ralph salvajemente. Oh, no hagas una escena chill implorando, no lo podra soportar Se qued mirando el suelo, al borde del llanto. Lo siento dijo l, quedamente, sonando como un nio apenado. Estoy tan avergonzada! contest patticamente. Las cosas que esta-rs pensando de m! Lo que de veras estoy pensando es que debera volver all y arrancarle la cabeza solt Ralph; pero ya que me lo pides, no lo har. Supongo que ese tipo era el tal Fernand no es as? Ella lo mir asombrada. Cmo cmo lo conoces? Tu padre me cont algunas cosas. Oh contest, preocupada; mon pre no debera haber hecho eso. Pero supongo que tuvo razn al anticipar un encuentro como el que acabamos de tener Por cunto tiempo ha estado persiguindote?

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    Parece que desde siempre No. En realidad, cerca de un ao. Nunca me gust l, pero ltimamente, acta en una forma tan amenazadora ya lo has visto. No puedo entender por qu alguien se tomara la molestia de acosar a quien le ha manifestado tan claramente su desprecio; pero ya, olvidmoslo Hemos tenido un da tan maravilloso que no quiero echarlo a perder. Y entonces, tmidamente y con los ojos abatidos, continu: Es que al verme a tu lado, contigo, quise que l pensara Se interrumpi sbitamente, visiblemente confundida; luego, su alegra natu-ral lleg al rescate: Sacr ciel Cuanto ms hablo, ms la embarro? Te son muy mal lo que dije? A mi me son muy bien dijo Ralph, empardndose con su estado de nimo, y espero que no tengamos que volver a verlo. Giraron sobre sus ruedas y se alejaron riendo, rumbo al Norte.

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    NUEVA YORK, AO 2660 Muy interesada en los deportes desde nia, Alice quiso saber cmo hacan los modernos neoyorquinos para mantenerse en forma, dado que la obsit nun-ca podra vencerse slo con una comida licuada. Por toda respuesta, Ralph la condujo por la Avenida Lexington, donde hicieron una parada en un edificio medianamente alto, con una terraza plana. Se quitaron las patinetas y entraron a la cpsula de un elevador electromag-ntico, que los dispar cincuenta pisos arriba en pocos segundos. All, encon-traron una amplia azotea, en la cual se apiaban docenas de aerotaxis de to-dos los tamaos. Bulla un incesante alboroto de mquinas voladoras, despe-gando o aterrizando, y de personas abordndolas o descendiendo. Tan pronto como Alice y Ralph aparecieron en la terraza, una docena de voces comenzaron a llamarlos: AEROTAXI, seor Aerotaxi, seorita Aerotaxi, por aqu, por favor! Ralph, ignorndolos a todos, camin en lnea recta hacia un pequeo aerodino de dos butacas y asisti a su compaera a subir; luego se sent, y lacnica-mente orden: Conductor, al Campo Nacional de Juegos La ligera mquina elctrica ascendi rpidamente, tomando luego una direc-cin hacia el Nordeste, a setecientos kilmetros por hora. Desde esa gran altitud por la que se desplazaban, no era difcil vislumbrar en conjunto las estructuras ms interesantes de la City; estas torres, esas aveni-das y aquellos puentes, sin contar con las otras no menos admirables edifica-ciones modernas, estimadas imposibles de construir varios siglos atrs. Y en menos de diez minutos, haban arribado al Campo Nacional de Juegos, donde se apearon en una inmensa plataforma en voladizo. Ralph, conducien-do a Alice a la barandilla de uno de los bordes desde la cual se podan avis-tar los campos enteros le explic: Estos Campos se establecieron creo recordar hacia el 2490, aqu en el extremo Este de lo que sola ser Long Island, a unos pocos kilmetros de Montauk; hasta donde puedes llegar a ver, hectreas y hectreas de terreno municipal se acondicionaron para permitir toda clase de deportes, terrestres, acuticos y areos. Y por lo que s modestia aparte son los mejores de este mundo y representan uno de los mximos logros de Nueva York. La Al-calda suministr toda la parafernalia deportiva, y cada ciudadano tiene el de-recho de usarlos. Ah, merde Hay campos de juego para todos; para la gente joven, y tambin para los viejos. Hay centenares de estadios de bisbol, miles de canchas de tenis y de ftbol, sin contar con el sereno campo de golf; nunca llueve, nunca hace de-masiado calor, y nunca hace demasiado fro. Estn siempre disponibles, todos los das del ao creo que desde las siete de la maana hasta las veintitrs

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    y despus del atardecer, todo esto se alumbra por esas miles de espirales de Iridium las seal con el dedo, igualitas a las que vimos en Broadway, pa-ra los que vienen de noche Alice suspir. Y de hecho, todos los grandes certmenes de bisbol, tenis y ftbol se celebran despus de la puesta del sol. La razn es evidente; durante el da, hay siempre un equipo que tiene ventaja sobre el otro, debido al sol brillndo-le en los ojos; por la noche, en cambio, con esa luz estacionaria en lo alto, cada equipo tiene las mismas chances Despus de un rato de silenciosa contemplacin a lontananza, Alice y Ralph se pasearon por los alrededores de las canchas de tenis, antes de que ella confe-sara su pasin por ese deporte. Te gustara le pregunt el cientfico. Desde luego! Se metieron en los vestidores, donde Ralph guardaba su propio equipo, y un conserje le consigui a la muchacha un par de zapatillas. Luego, a paso veloz, descendieron por las graderas directo hasta la primera cancha de csped que hallaron desocupada. Aunque Ralph no era lo que se dice un experto en tenis, estaba demasiado fascinado por esa chica como para prestarle atencin a su juego, y, conse-cuentemente, fue masacrado de principio a fin; simplemente, no vea la pelo-ta, y apenas not la red. Su mirada estuvo todo el tiempo sobre Alice, que, ciertamente, era el centro de un bello y milagroso sueo. Pero ella, entusiasta en su juego, se mova como una verdadera amazona, de modo que el inventor no necesit ningn esfuerzo por dejarse ganar Su hermoso rostro se mantuvo ruborizado durante todo el partido, y su cabe-llo se rizaba con cada devolucin, para volver a recostarse contra su cuello y mejillas. Sus ojos, siempre chispeantes, eran estrellas que Ralph nunca haba estudiado Bajo todo ese bombardeo de encantos, estaba perplejo, jugando torpe y mecnicamente, como si estuviera bajo el agua. Y al fin comprendi, en el medio de ese marco de verde frescura y sudor, que estaba simple y francamente enamorado, y que a partir de ahora, le importara un cuerno lo que dijera el Gobernador Planetario, y que esa bendita Ciudad que siempre lo aplauda, podra irse un poco de ahora en adelante, le importara Alice y na-da ms que Alice, y que la vida sin ella ya no tendra importancia para l. Gan! Viva! Oh, claro dijo l, soltando la raqueta. Gustosamente habra perdido cien, mil partidos, para escuchar eternamente todo ese feliz jolgorio en sus odos

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    No jugaste tan mal, Ralph, pero creo que en los ltimos sets me estuviste dejando ganar puchere ella. Eh! Eso no justo de tu parte Es que nunca fui bueno en fin, en estos asuntos y agreg, impulsivamente: Es que no sabes lo bella que te veas all, jugando Ms bella de lo que alguna vez son que alguien pudiera ser Frente a sus ojos ardientes, ella retrocedi un poco; medio contenta, medio asustada, y no poco confundida. Palpitando la patente vergenza de la muchacha, Ralph inmediatamente vol-vi a refugiarse en su acostumbrado pragmatismo. De acuerdo Puff balbuce, qu tal si ahora vamos a ver la Fuente de Poder de la City? Algunos minutos ms tarde, despus de cambiarse, fueron hasta la platafor-ma de aerotaxis y emprendieron un viaje de veinte minutos que los llev hacia un sector que alguna vez fue conocido como Queens. Se apearon en una inmensa llanura en la cual seis monstruosas MeteoroTo-wers, cada una de setecientos cincuenta metros de altura, formaban un hex-gono; en su centro, aislados entre paredes de grueso vidrio verdeazulado, se hallaban los Heliodinamforos, o mejor llamados Generadores de Poder Solar. A decir verdad, toda la gran extensin entera de terreno, de casi veinte kil-metros de lado, estaba cubierta de cristal vidriado. All debajo se encontraban todos los elementos fotoelctricos que transformaban el calor directo de sol en energa elctrica. Estos elementos en forma de clulas unas cuatrocientas por metro cuadra-do descansaban sobre colosales tarimas mviles en forma de plato, conte-niendo unas mil seiscientas unidades fotoelctricas cada una. La razn de su movilidad se explica claramente: ofrecer mayor superficie al sol para aprovechar cada rayo desde el amanecer al ocaso; adems, todos se haban alineado de una manera suficientemente espaciada entre s para que el de atrs no tuviera que soportar la sombra que produce el de adelante. Una hora despus de la salida del sol, la planta alcanza su mxima capacidad; al medioda, todos los platos se colocan en una posicin horizontal, y, acer-cndose el crepsculo, permanecen casi verticales en la direccin opuesta. Cada una de estas clulas genera aproximadamente ciento veinte kilovatios por hora, y de aqu se concibe lo fenomenal que es la demanda de la ciudad entera. En cambio, durante la noche, el servicio es brindado por los acumula-dores qumicos de gas. En 1909, un inventor de Massachusetts cre un pequeo acumulador solar termoelctrico que poda entregar unos diez voltios y seis amperios, o sea la sexagsima parte de un kilovatio en un espacio de cuarenta centmetros cua-drados. Desde ese da, inventores de todo el mundo se ocuparon de perfec-cionar los as llamados generadores solares.

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    Pero no fue sino hasta el ao 2469 en que un italiano, Giuseppe 63A 1243, descubri la clula fotoelctrica que vino a revolucionar la entera industria de la generacin de energa. Este nativo de Lucca advirti que los derivados del Radio-M, aleados con el Telurio y el Arcturium, aprovechaban toda la radia-cin ultravioleta de una forma nunca antes vista, transformando el calor directo en electricidad sin experimentar prdidas de ninguna clase. Despus de observar todo ese predio por un rato, Alice coment: En mis tierras tambin tenemos de stas, pero nunca vi una con tanta ca-pacidad pero, por qu le da al cielo ese tinte oscuro tan particular? Eso es para que las clulas no sufran grandes prdidas debido a las per-turbaciones atmosfricas le explic Ralph. Las seis Torres Meteorolgicas que protegen al complejo estn trabajando a mximo poder para evitar que las nubes tapen al sol; este efecto lo producen al crear un vaco parcial y por consiguiente el aire a esas altitudes se torna muy delgado; y como el aire or-dinariamente absorbe una inmensa cantidad de calor, la masa de aire sobre los Heliodinamforos se hace ms pesada, obteniendo stos una cantidad ex-tra de poder. Por la maana las torres dirigen su energa hacia el Este para aclarar la atmsfera hasta cierto punto, y en la tarde su energa se dirige hacia el Oeste para conseguir el mismo propsito. De esta forma, este com-plejo puede entregar un treinta por ciento ms de energa que otros que care-cen de las torres. Y a medida que fue cayendo la tarde, se quedaron tratando de discernir el imperceptible girar de los platos colectores, como si fueran las agujas de un reloj. Media hora despus, regresaron al edificio de Ralph. El padre de Alice arrib casi al mismo t