radioteatro mitos y leyendas

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LINCOLN INTERNATIONAL ACADEMY DEPARTAMENTO DE LENGUAJE Y COMUNICACIÓN ASIGNATURA: CASTELLANO PROF.: FRANCISCA CALDERÓN / M° JOSÉ MERY / M° PAZ MONTERO Los dioses de la luz (Leyenda Mapuche) Antes de que los Mapuches descubrieran cómo hacer el fuego, vivían en grutas de la montaña a las que llamaban "casas de piedra". Temerosos de las erupciones volcánicas y de los cataclismos, sus dioses y sus demonios eran luminosos. Entre estos, el poderoso Cheruve. Cuando se enojaba, llovían piedras y ríos de lava. A veces el Cheruve caía del cielo en forma de aerolito. Los Mapuches creían que sus antepasados revivían en la bóveda del cielo nocturno. Cada estrella era un antiguo abuelo iluminado que cazaba avestruces entre las galaxias. El Sol y la Luna daban vida a la Tierra como dioses buenos. Los llamaban Padre y Madre. Cada vez que salía el Sol, los saludaban. La Luna, al parecer cada veintiocho días, dividía el tiempo en meses. Al no tener fuego, porque no sabían encenderlo, devoraban crudos sus alimentos; para abrigarse en tiempo frío, se apiñaban en las noches con sus animales, perros salvajes y llamas que habían domesticado. Tenían horror a la oscuridad, pues era signo de enfermedad y muerte. Se imaginaban cosas terribles. En una de esas grutas vivía una familia: Caleu, el padre, Mallén, la madre y Licán, la hijita. Una noche, Caleu se atrevió a mirar el cielo de sus antepasados y vio un signo nuevo, extraño, en el poniente: una enorme estrella con una cabellera dorada. Preocupado, no dijo nada a su mujer y tampoco a los indios que vivían en las grutas cercanas. Aquella luz celestial se parecía a la de los volcanes, ¿traería desgracias?, ¿quemaría los bosques?. Aunque Caleu guardó silencio, no tardaron en verla los demás indios. Hicieron reuniones para discutir qué podría significar el hermosos signo del cielo. Decidieron vigilar por turno junto a sus grutas. El verano estaba llegando a su fin y las mujeres subieron una mañana muy temprano a buscar frutos de los bosques para tener comida en el tiempo frío. Mallén y su hijita Licán treparon también a la montaña. -Traeremos piñones dorados -dijo Mallén. -Traeremos raíces y pepinos del copihue -agregó Licán La niña acompaño otras veces a su madre en estas excursiones y se sentía feliz. -Vuelvan antes de que caiga la noche -les advirtió Caleu. -Si nos sorprende la noche, nos refugiaremos en una gruta que hay allá arriba, en los bosques -lo tranquilizó Mallén. Las mujeres llevaban canastos tejidos con enredaderas. Parecía una procesión de choroyes, conversando y riendo todo el camino. Allá arriba había gigantescas araucarias que dejaban caer lluvias de piñones. Y los avellanos lucían sus frutas redondas, pequeñas, rojas unas, color violeta y negras otras, según iban madurando. No supieron cómo pasaron las horas. El Sol empezó a bajar y cuando se dieron cuenta, estaba por ocultarse. Asustadas, las mujeres se echaron los canastos a la espalda y tomaron a sus niños. -¡Bajemos, bajemos! -se gritaban unas a otras. -No tendremos tiempo. Nos pillará la noche y en la oscuridad nos perderemos para siempre -advirtió Mallén. -¿Qué haremos entonces? -dijo la abuela Collalla, que no por ser la más vieja, era la más valiente. -Yo sé donde hay una gruta por aquí cerca, no tenga miedo, abuela -dijo Mallén. Guió a las mujeres con sus niños por un sendero rocoso. Sin embargo, al llegar a la gruta, ya era de noche. Vieron en el cielo del poniente la gran estrella con su cola dorada. La abuela Collalla se asustó mucho. -Esa estrella nos trae un mensaje de nuestros antepasados que viven en la bóveda del cielo -exclamó. Licán se aferró a las faldas de su madre y lo mismo hicieron los demás niños. -Vamos, entremos a la gruta y dormiremos bien juntas para que se nos pase el miedo -dijo Mallén. -Eso sería lo mejor, murmuró Collalla, temblorosa. Ella conocía viejas historias, había visto reventarse volcanes, derrumbarse montañas, inundaciones, incendios de bosques enteros.

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Radioteatro de mitos y leyendas

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LINCOLN INTERNATIONAL ACADEMYDEPARTAMENTO DE LENGUAJE Y COMUNICACINASIGNATURA: CASTELLANOPROF.: FRANCISCA CALDERN / M JOS MERY / M PAZ MONTERO

Los dioses de la luz(Leyenda Mapuche)

Antes de que los Mapuches descubrieran cmo hacer el fuego, vivan en grutas de la montaa a las que llamaban "casas de piedra". Temerosos de las erupciones volcnicas y de los cataclismos, sus dioses y sus demonios eran luminosos. Entre estos, el poderoso Cheruve. Cuando se enojaba, llovan piedras y ros de lava. A veces el Cheruve caa del cielo en forma de aerolito. Los Mapuches crean que sus antepasados revivan en la bveda del cielo nocturno. Cada estrella era un antiguo abuelo iluminado que cazaba avestruces entre las galaxias. El Sol y la Luna daban vida a la Tierra como dioses buenos. Los llamaban Padre y Madre. Cada vez que sala el Sol, los saludaban. La Luna, al parecer cada veintiocho das, divida el tiempo en meses. Al no tener fuego, porque no saban encenderlo, devoraban crudos sus alimentos; para abrigarse en tiempo fro, se apiaban en las noches con sus animales, perros salvajes y llamas que haban domesticado. Tenan horror a la oscuridad, pues era signo de enfermedad y muerte. Se imaginaban cosas terribles. En una de esas grutas viva una familia: Caleu, el padre, Malln, la madre y Licn, la hijita. Una noche, Caleu se atrevi a mirar el cielo de sus antepasados y vio un signo nuevo, extrao, en el poniente: una enorme estrella con una cabellera dorada. Preocupado, no dijo nada a su mujer y tampoco a los indios que vivan en las grutas cercanas. Aquella luz celestial se pareca a la de los volcanes, traera desgracias?, quemara los bosques?. Aunque Caleu guard silencio, no tardaron en verla los dems indios. Hicieron reuniones para discutir qu podra significar el hermosos signo del cielo. Decidieron vigilar por turno junto a sus grutas. El verano estaba llegando a su fin y las mujeres subieron una maana muy temprano a buscar frutos de los bosques para tener comida en el tiempo fro. Malln y su hijita Licn treparon tambin a la montaa. -Traeremos piones dorados -dijo Malln. -Traeremos races y pepinos del copihue -agreg Licn La nia acompao otras veces a su madre en estas excursiones y se senta feliz. -Vuelvan antes de que caiga la noche -les advirti Caleu. -Si nos sorprende la noche, nos refugiaremos en una gruta que hay all arriba, en los bosques -lo tranquiliz Malln. Las mujeres llevaban canastos tejidos con enredaderas. Pareca una procesin de choroyes, conversando y riendo todo el camino. All arriba haba gigantescas araucarias que dejaban caer lluvias de piones. Y los avellanos lucan sus frutas redondas, pequeas, rojas unas, color violeta y negras otras, segn iban madurando. No supieron cmo pasaron las horas. El Sol empez a bajar y cuando se dieron cuenta, estaba por ocultarse. Asustadas, las mujeres se echaron los canastos a la espalda y tomaron a sus nios. -Bajemos, bajemos! -se gritaban unas a otras. -No tendremos tiempo. Nos pillar la noche y en la oscuridad nos perderemos para siempre -advirti Malln. -Qu haremos entonces? -dijo la abuela Collalla, que no por ser la ms vieja, era la ms valiente. -Yo s donde hay una gruta por aqu cerca, no tenga miedo, abuela -dijo Malln. Gui a las mujeres con sus nios por un sendero rocoso. Sin embargo, al llegar a la gruta, ya era de noche. Vieron en el cielo del poniente la gran estrella con su cola dorada. La abuela Collalla se asust mucho. -Esa estrella nos trae un mensaje de nuestros antepasados que viven en la bveda del cielo -exclam. Licn se aferr a las faldas de su madre y lo mismo hicieron los dems nios. -Vamos, entremos a la gruta y dormiremos bien juntas para que se nos pase el miedo -dijo Malln. -Eso sera lo mejor, murmur Collalla, temblorosa. Ella conoca viejas historias, haba visto reventarse volcanes, derrumbarse montaas, inundaciones, incendios de bosques enteros. No bien entraron a la gruta, un profundo ruido subterrneo las hizo abrazarse invocando al Sol y la Luna, sus espritus protectores. Al ruido sigui un espantoso temblor que hizo caer cascajos del techo de la gruta. El grupo se arrincon, aterrorizado. Cuando pas el terremoto, la montaa sigui estremecindose como el cuerpo de un animal nervioso. Las mujeres palparon a sus hijos. Nadie estaba herido. Respiraron un poco y miraron hacia la boca blanquecina de la gruta: por delante de ella cay una lluvia de piedras que al chocar echaban chispas. -Miren! -grit Collalla. Piedras de luz! Nuestros antepasados nos mandan este regalo. Cmo lucirnagas de un instante, las piedras rodaron cerro abajo y con sus chispas encendieron un enorme coihue seco que se ergua al fondo de una quebrada. El fuego ilumin la noche y las mujeres se tranquilizaron al ver la luz. -La estrella con su espritu protector mand el fuego para que no tengamos miedo -dijo la abuela Collalla riendo. Nios y mujeres tambin rieron, aplaudiendo el fuego. El grupo silencioso contempl las llamas como si fuera el mismo Padre Sol que hubiera venido a acompaarlas. Se sentaron junto a la gruta, oyendo crepitar las llamas como msica desconocida. Al rato, llegaron los hombres desafiando las tinieblas por buscar a sus nios y mujeres. Caleu se acerc al incendio y cogi una llama ardiente; los otros lo imitaron y una procesin centelleante baj de los cerros hasta sus casas. Por el camino iban encendiendo otras ramas para guiarse. Al otro da, oyendo el relato de las piedras que lanzaban chispas, los indios subieron a recogerlas y al frotarlas junto a ramas secas, lograron encender pequeas fogatas. Haban descubierto el pedernal. Haban descubierto cmo hacer el fuego. Desde entonces, los Mapuches tuvieron fuego para alumbrar sus noches, calentarse y cocer sus alimentos.

Los colosos de Tierra del Fuego(Leyenda Ona de Chile y Argentina) Kens un enorme coloso de treinta y ocho metros pis por primera vez el planeta cuando la tierra era tan joven, que sobre ella no exista nada ms que una grande, inmensa y desolada pampa. Temaukel, su padre, y padre de todo el universo lo envi a dar forma y vida sobre la superficie del mundo. Al tiempo de estar habitando en la soledad, necesit alguien para compartir y entretenerse, un amigo. Mir hacia el cielo; Temaukel escuch su lamento, dndole entonces la capacidad para crear otros dioses grandes y semejantes a l. Puso manos a la obra, y pronto cont Kens con tres hermanos gigantes; ellos fueron Cenuque, Coj y Taiyn, junto a quienes recorri de arriba a abajo y de un lado para otro poniendo las montaas donde no existan, las nieves en sus cumbres, los bosques, los animales grandes y pequeos, los que viven de da y los de la noche. Crearon las plantas, entre ellas las que tienen races para afirmarse por s solas y aquellas que cuelgan largas voladoras desde un rbol. Todos, cada uno de los seres y cosas que dan vida y forman la tierra fueron establecidas por Kens, Cenuque, Coj y Taiyn. Las largas travesas agotaron el cuerpo de Kens, quien un da sintindose viejo llam a sus tres compaeros para avisarles que haba llegado su tiempo de morir. Les pidi lo acompaaran hacia el Sur, pues mirando al Sur mueren los guerreros. Cuando llegaron al lugar elegido les indic como deban sepultarlo a tres pisos bajo el suelo mirando a Temaukel. Viendo a sus tres hermanos ancianos y cansados les dijo: -Todas las formas tiene su tiempo, esperen y vern. Poco debieron aguardar los colosos, quienes con gran alegra, a las tres semanas vieron a Kens pararse en sus pies. Era maravilloso ser inmortales y cada cierta cantidad de aos volver a ser jvenes; luego comprenderan algo ms sobre la vida y la muerte. Largos siglos vivieron estos gigantes de Tierra del Fuego transformando la enorme pampa original, en el mundo que hoy conocemos con sus infinitos senderos y colores. La tarea estaba tocando a su fin cuando Coj el ms enrgico y puro, se acerc a Kens dicindole: -Amigo, nuevamente ha llegado mi hora del reposo, pero esta vez no deseo volver a renacer. Mi cuerpo est cansado y mi caspi anhela su sitio final junto a Temaukel nuestro creador. Lo mir Kens con tristeza sabiendo que su naturaleza como inmortales no poda aspirar a estar eternamente junto a Temaukel, sino que deba permanecer por toda la eternidad cumpliendo una misin para El, y para las obras de su creacin. Le hizo saber a Coj que el reposo de su caspi slo encontrara su lugar definitivo aqu en la tierra o en el espacio csmico de las estrellas siendo una ms entre todas. Nada supo decir Coj. Se haba equivocado. Ms bien, no haba comprendido el significado de ser inmortal. Muy triste se retir a llorar su pena. Camin hacia el este, solitario, derramando torrentes de lgrimas. Los gruesos goterones que rodaron por sus pmulos cayeron sobre la tierra cubrindola de agua salada de amargura, agua que no alcanz a secar el calor del sol. Su llanto aneg profundas quebradas y valles por el oriente, rebasando los lmites de las altas cumbres hundindolas con su peso. Tanta y tan enorme fue su pena, que cuando se detuvo y mir hacia el oeste pensando en regresar junto a Kens, su mirada no divis los territorios caminados en su peregrinar. Las lgrimas formaban enormes lagos los cuales seran llenados posteriormente por el agua de las nieves y glaciares que cubrieron la superficie terrestre con su blanca capa de hielos, cuando el norte se enoj con el sur. Vio Coj el resultado de su ltimo trabajo comprendiendo cual era el destino final de su caspi; entonces reclinando su cuerpo, bes por ltima vez la roca seca y se sumergi.

Las orejas del conejo(Leyendas infantil)Una vez, hace miles de aos, el conejo tena las orejas muy pequeas, tan pequeas como las orejas de un gatito. El conejo estaba contento con sus orejas, pero no con el tamao de su cuerpo. l quera ser grande, tan grande como el lobo o el coyote o el len. Un da cuando iba saltando por los campos, el conejo vio al len, rey de los animales, cerca del bosque.-Qu grande y hermoso es!- dijo el conejo. -y yo soy tan pequeo y feo.El conejo estaba tan triste que se sent debajo de un rbol y comenz a llorar amargamente.-Qu tienes, conejito? Por qu lloras?- pregunt la lechuza que viva en el rbol.-Lloro porque quiero ser grande, muy grande- dijo el conejito.La lechuza era un ave sabia. Cerr los ojos por dos o tres minutos para pensar en el problema y luego dijo:-Conejito, debes visitar al dios de los animales. Creo que l puede hacerte ms grande.-Mil gracias, lechuza sabia. Voy a visitarlo ahora respondi el conejo. Y fue saltando hacia la colina donde viva el dios.-Buenos das. Cmo ests?- dijo el dios de los animales cuando vio al conejito.-Buenos das, seor. Estoy triste porque soy tan pequeo.Su majestad, podra hacerme grande, muy grande?-Por qu quieres ser grande?- pregunt el dios con una sonrisa.-Si soy grande, algn da yo, en vez del len, puedo ser rey de los animales.-Muy bien, pero primero tienes que hacer tres cosas difciles. Entonces voy a decidir si debo hacerte ms grande o no.- Qu tengo que hacer?-Maana tienes que traerme la piel de un cocodrilo, de un mono y de una culebra.-Muy bien, seor. Hasta maana.El conejo estaba alegre. Fue saltando, saltando hacia el ro. Aqu vio a su amigo, el pequeo cocodrilo.-Amigo cocodrilo, podras prestarme tu piel elegante hasta maana? La necesito para ...-Para una fiesta, no?- dijo el cocodrilo antes de que el conejo pudiera decir la verdad.-S, S- respondi rpidamente el conejo.-Ay, qu gran honor para m! Aqu la tienes.Con la piel del cocodrilo, el conejo visit al mono y a la culebra. Cada amigo le dio al conejo su piel para la fiesta.Muy temprano a la maana siguiente, el conejo fue despacio, muy despacio, con las pieles pesadas ante el dios de los animales.-Aqu estoy con las pieles- grit felizmente el pequeo conejo.El dios estaba sorprendido. Pens: Qu astuto es este conejito! Pero en voz alta dijo:-Si te hago ms grande, puede ser que hagas dao a los otros animales sin quererlo. Por eso voy a hacer grandes solamente tus orejas. As puedes or mejor y eso es muy til cuando tus enemigos estn cerca.El dios toc las pequeas orejas del conejo y, como por arte de magia, se le hicieron ms grandes. El conejo no tuvo tiempo de decir nada, ni una palabra.-Mil gracias, buen dios. Usted es sabio y amable. Ahora estoy muy feliz- dijo el conejo. Y fue saltando, saltando por los campos con las pieles que devolvi a sus amigos con gratitud.Al da siguiente vio al len que estaba visitando a la lechuza.La lechuza le dijo al conejo:-Buenos das, amigo mo. Eres muy hermoso. Y para ti es mejor tener las orejas grandes que el cuerpo grande.Con mucha dignidad, el len dijo: La lechuza tiene razn. Y desde aquel da el conejo vivi muy contento con su cuerpo pequeo y sus orejas grandes.

La seora del salto mortal.(Leyenda mexicana)

Cuando Mxico se hallaba todava bajo el dominio de Espaa, resida en aquella capital un rico comerciante, retirado ya de sus negocios, llamado don Mendo Quiroga y Surez. No obstante su gran fortuna, por todos envidiada, su vida era triste y solitaria y sus tesoros no fueron nunca bastantes, con ser inmensos, como para comprarle un amor que endulzara su amarga ancianidad.Para mitigar sus penas envi a buscar a una hija de su difunta hermana, que deba acompaarlo en su soledad. La joven era hermosa, vana, egosta y muy coqueta. Aunque se mostraba extremadamente agradecida y satisfecha por el lujo y comodidades que le prodigaba su to, no por eso lleg a quererlo ni se esforz en hacerle la vida ms agradable. Vistiendo trajes de riqusimos encajes y terciopelos, distraa sus ocios pasendose en el coche de su to, luciendo orgullosamente su riqueza y hermosura, que bien pronto sedujo a ms de cuatro enamorados mancebos. Pero doa Paz reciba despectivamente cuantas atenciones le prodigaban sus rendidos admiradores, en la certeza de que, al morir su to, sera ella la mujer ms rica de Mxico.Y as fue, efectivamente, aunque bajo ciertas condiciones que hirieron su orgullo en lo ms vivo. En el largo testamento en que don Mendo la llamaba siempre mi querida sobrina, le legaba todas sus propiedades; pero al final del documento se insert una clusula, que deba indispensablemente cumplirse antes de que doa Paz pudiera disponer de un centavo de la cuantiosa herencia.El testamento deca as:Y la condicin que ahora impongo a mi querida sobrina es la siguiente: Ataviada con su mejor traje de baile y luciendo sus joyas ms preciadas, se encaminar en coche abierto y en pleno medioda a la plaza Mayor. All descender del carruaje y se situar en el centro de la plaza, inclinando humildemente al suelo la cabeza, y en esta posicin deber dar un salto mortal. Y es mi voluntad, que si mi querida sobrina Paz no cumple precisamente con esta condicin dentro de los seis meses del da en que yo fallezca, no perciba ni un solo centavo de mi herencia. Esta condicin la impongo a mi querida sobrina Paz, para que, en la amargura de su vergenza, considere las angustias que yo sufr por sus crueldades durante mis ltimos aos.Herido tan vivamente su orgullo por esta imposicin testamentaria de su to, doa Paz en encerr en las habitaciones de su palacio y nada se supo de ella durante los seis primeros meses, que transcurrieron desde la muerte de don Menda: Y, el mismo da en que finaba el plazo impuesto en el testamento, la gente de la ciudad contempl llena de asombro cmo las hermosas puertas de hierro fundido de don Menda, girando lentamente sobre sus goznes, abran paso al majestuoso carruaje en cuyo interior luca esplendorosamente doa Paz su ms rico traje de baile y sus valiosas alhajas.En su plido rostro, los hermosos ojos, entornados los prpados, miraban humildes. De este modo la orgullosa mujer march a la plaza Mayor, luciendo su gentileza y rico atavo por las calles ms cntricas de la capital, atestadas de gente. En llegando al trmino de su viaje, se ape del coche, y precedida de sus criados, que cuidaron de abrirle paso entre la compacta muchedumbre, avanz hacia el centro de la plaza, donde sus servidores haban colocado una mullida alfombra sobre las baldosas. All en el mismo centro y en presencia de todos, dio el salto mortal que exiga el testamento de su to y hered su fortuna, despus de haber humillado, amarga y vergonzosamente, su indomable orgullo.

http://www.encuentos.com/leyendas/la-senora-del-salto-mortal-leyendas-de-mexico-leyendas-mexicanas-leyendas-cortas-mitos-leyendas/

Akira(Leyenda china)Akira cultivaba un campo de arroz en las laderas de la montaa nevada, con sus pequeos pies siempre metidos en el agua.Sembrando y recogiendo la cosecha, da a da ao tras ao.Encerrada junto a otras muchachas; vivan confinadas durante la noche y las dejaban en libertad al salir el sol. Apenas recordaba a sus padres, su imagen se le iba desdibujando con el pasar del tiempo.Haba llorado tanto! Cuando la separaron de su familia y se la llevaron tan lejos.Si algn da la dejaran en libre, nunca podra encontrar su pueblo, no sabra llegar.Akira suplicaba y rogaba en sus oraciones, que las liberaran de triste destino.Y sucedi que un atardecer, el sol se fue ocultando poco a poco hasta abrazar a la luna, que se convirti en un gran anillo de luz.El mundo se oscureci y, de las tinieblas surgi un gran dragn que surc el espacio; en sus garras llevaba un pequeo junco, que deposit en el campo de arroz.Despus abri sus enormes fauces y el fuego devor la casa donde vivan los carceleros.Akira y las dems jvenes se escondieron dentro del junco.El dragn derrib la gigantesca roca que contena las aguas del lago en la cima de la montaa, stas se precipitaron derramndose por todo el valle.El dragn desapareci volviendo de nuevo la luz.As fue cmo naci el ro que recorre toda China, el ro Yangtz.El pequeo junco se lo llev la corriente recorriendo kilmetros y kilmetros, hasta quedar varado en lo que pareca un gran palacio de color rojo.Las muchachas se abrazaban llorando de alegra, al reconocer el lugar en donde haban nacido.Y desde aquellos tiempos remotos se cuenta, que la luna escuch los ruegos de Akira y compadecindose de la joven, envi a su hijo convertido en dragn para darle la libertad.Desde entonces todos los aos se celebra La Fiesta del Dragn.La noche se ilumina y la gente sale a festejar, en la calle un dragn serpentea tomando vida de nuevo en la tierra.

Copos blancos (Leyenda guaran)En un territorio llamado El Gran Chaco habitaba una tribu de indios llamados Tobas. Vivan en una eterna primavera, pues el clima siempre era clido y los das soleados.Las flores crecan felices y los pjaros cantaban sin cesar. Su cacique, llamado Nakti era un hombre bueno y justo que pensaba siempre en el bien de su pueblo.No muy lejos de donde vivan los Tobas, exista otra aldea cuyo cacique era un indio malo y envidioso. Nau, as se llamaba el cacique, no haca feliz a su gente y por eso cada vez ms indios se iban a vivir a la aldea de Nakti, donde reinaba la armona. Me dejan solo! Ya vern, ya vern! amenazaba el cacique malo cada vez que un indio abandonaba su territorio.Un buen da, Nau se encontr prcticamente slo en su aldea, ni siquiera los animalitos se haban quedado. Cansados de ser maltratados, todos los indios, se haban ido a vivir a la aldea de Nakti, quien los recibi muy feliz.El nico que segua a su lado, era un hechicero quien se qued no por gusto, sino porque le dio pena.Nau estaba furioso con su pueblo y pens en castigarlos. Ya vern cmo volvern conmigo. Se arrepentirn de haberme abandonado. La primavera eterna terminar y debern volver a estas tierras gritaba el cacique enojado.El hechicero escuchaba las quejas de Nau, preguntndose de qu manera se vengara el cacique. Pronto lo supo. Hechicero quiero que hagas caer el invierno en el Gran Chaco. Que el fro penetre en cada uno de los rboles, flores, animales y sobre todo en cada uno de los indios orden Nau. No puedo hacer eso gran jefe, sufrirn mucho. La naturaleza se ver afectada y los hombres y mujeres no estn preparados para bajas temperaturas respondi el hechicero. Por eso mismo, cuando empiecen a caer copos blancos, volvern, no les quedarn otro remedio sentenci Nau.El hechicero dudaba en cumplir las rdenes del cacique, pero saba que si no hacia caer copos blancos sobre la aldea de los tobas, sera castigado l tambin.Slo por miedo a Nau, el hechicero puso manos a la obra. Pronto en la aldea comenz a bajar la temperatura y las consecuencias comenzaron a sentirse. Los hojas de los rboles se cubrieron de escarcha, muchas flores se marchitaron por el fro y los todos los indios se resfriaron.El cacique Natki estaba muy preocupado y decidi pedir ayuda a sus mejores amigos: el palo borracho, un picaflor, la planta del patito y una flor llamada viudita.Los cuatro amigos, entre estornudos y toces, fueron a hablar con el hechicero. Tanto amor y preocupacin demostraron el palito borracho, el picaflor, la planta del patito y la viudita, que el hechicero se conmovi. Yo me compromet con el gran jefe a hacer caer copos blancos, y eso har, pero no se preocupen que nada malo ocurrir les dijo.Los cuatro amigos volvieron a la aldea esperanzados. Al da siguiente, el sol asom como todos los das, pero un espectculo nuevo maravill a todos.Blancos capullos caan del cielo, suaves y tibios. Esto no es nieve gritaban de alegra algunos indios. Son son flores? se preguntaban otros.Los capullos seguan cayendo y pronto cubrieron toda la aldea, al tomarlos tocarlos, los indios percibieron su calidez y suavidad. Todos estaban felices, el fro haba desaparecido para dejar lugar a la lluvia clida de capullos blancos que segua cayendo.Al tomarlos en sus manos, los indios vieron que se deshacan fcilmente en finos hilos y comenzaron a trenzarlos para hacer mantos para cubrirse, muchos ms suaves que los de carpincho que hasta ese da haban usado.El cacique Nau, molesto con el hechicero, prefiri quedarse en su aldea como nico habitante. Vivi solo el resto de su vida y con el fro que da la falta de amor. En cambio, el hechicero aprendi que el calor del corazn no puede congelarse y feliz se fue a vivir con los tobas.El sol sigui brillando como siempre en la aldea, el calor jams abandon a los indios que ahora vestan prendas ms suaves y blancas. As naci el capullo de algodn, suave y tibio como el corazn de los cuatro amigos que se preocuparon por los suyos.

Caray(Leyenda argentina)En la provincia de Corrientes, ms precisamente cerquita de la laguna del Ibera, viva un indiecito muy inquieto y un poco miedoso.Le gustaba recorrer los montes, trepar a los rboles y chapotear en la laguna. Sin embargo, muchas veces Caray se quedaba con las ganas de divertirse pues tena temor de encontrarse con algunas fieras como el yaguaret, el gato monts o el aguar.No le era fcil trepar a los rboles, pues sus piernas no eran largas, pero practicaba todos los das pensando en que cunto ms alto trepara, menos posibilidad tendra de toparse con alguno de las fieras.- Si tan solo pudiera trepar alto y saltar de rbol en rbol, qu feliz sera! pensaba el pequeo.Los dems indiecitos a veces se burlaban de sus temores. Esta situacin preocupaba mucho al pequeo, quien soaba con vencer sus miedos, pero no saba cmo.Caray tena la piel de color oscuro y usaba una larga trenza. No le gustaba el fro y por las noches dorma hecho un bollito para sentirse ms tibio. Prefera comer frutos y hojas de higuera mucho ms que la comida de su mam, cosa que a ella la enojaba mucho.Era un indiecito especial que amaba su tierra, pero senta que no poda disfrutarla como quera debido a sus temores.- Quisiera ser diferente .pensaba el nio ms de una vez seguramente si fuese un monito mi vida sera ms fcil, podra comer lo que quisiera y vivir de rbol en rbol.Caray no se senta del todo a gusto con su vida de indiecito y ms de una persona no comprenda su manera de ser.El pequeo sinti que algo deba hacer con su vida. No quera seguir padeciendo las burlas de sus amiguitos y temiendo toparse con alguno animal feroz.Fue entonces cuando decidi ir a hablar con el anciano ms sabio de la tribu y le cont su deseo:- Quisiera ser un monito sera eso posible? pregunt en forma inocente el pequeo.- Un monito? Y por qu un monito? Eres un lindo indiecito y tal vez si te cortars esa larga trenza que llevas, seras ms lindo an respondi confundido el anciano.Caray explic lo que le suceda, le cont acerca de sus temores, de las burlas de los otros nios, de los frutos que quera comer y de una vida que no lo haca feliz.- Esto jams me ha sucedido dijo el sabio pensativo un nio que desea ser un monito, es verdaderamente extrao, no s si deba ayudarte.El indiecito explic una vez ms su situacin al sabio. Era evidente que sufra y que su deseo era real.Sin embargo, el anciano no estaba convencido de acceder al pedido del pequeo. Mientras conversaban, un gato monts se les acerc y el indio pudo ver el temor en los ojos de Caray, quien sali corriendo dispuesto a treparse en el primer rbol que encontrarse.Cuando el gato monts se alej y el indiecito baj del rbol, el anciano se le acerc y le dijo:- No temas pequeo, te ayudar a cumplir tu deseo y ya no tendrs que escapar de las burlas, ni de las fieras.Entonces, el sabio tom hojas de hierbas y de tabaco y pronunciando unas palabras que Caray no entendi las quem.Mientras el humo suba al cielo, el pequeo poco a poco- iba cambiando su aspecto. Su trenza, pas a ser una larga cola. El color de su piel se volvi an ms oscuro y para cuando el humo termin de llegar a las nubes, Caray se haba convertido en un monito hermoso y feliz.A partir de ese da caray fue el monito ms feliz de la laguna del Iber. Ahora s poda trepar a los rboles, sin importar su altura. Ya nadie se burlaba de l y coma cuanto fruto encontraba. Como si esto fuera poco, se hizo amigo de varios gatos monteses y algn que otro yaguaret. Segua siendo un poquito friolento y por eso, an siendo monito dorma hecho un bollito, ahora arriba de un rbol.Caray fue el primer monito de su tipo y tal vez el ms especial, pues si bien ahora hay muchos, l fue el nico que conserv su corazn de nio.