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Quo Vadis Una Historia de la Época de Nerón Por Henryk Sienkiewicz

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Page 1: Quo Vadis Una Historia de la Época de Nerón Por Henryk ......Henryk Sienkiewicz PRIMERA PARTE I Despertó Petronio cerca de mediodía y, como de costumbre, muy cansado. El día anterior

QuoVadisUnaHistoriadelaÉpocadeNerón

Por

HenrykSienkiewicz

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PRIMERAPARTE

I

DespertóPetroniocercademediodíay,comodecostumbre,muycansado.El día anterior había asistido a un banquete ofrecido por Nerón, que seprolongóhastabienentradalanoche.

Desdehacíaciertotiemponogozabadetanbuenasaludcomoantes.Porlasmañanas se despertaba con un sopor que le imposibilitaba concentrarse.Pero el baño matutino y un concienzudo masaje, efectuado por esclavosespecializados, aceleraban la circulación de su sangre, le despertaban y ledevolvíanlasfuerzas.Demodoquealsalirdeloleothesium,queeraelúltimodepartamentodesusbaños,aparecíacomonuevo,conlosojoschispeantesdeingenio y de alegría, rejuvenecido, rebosante de vida, elegante y tandistinguido,queelpropioOtónnohubierapodidocompararseconél,yaquerealmentemerecíaeltítuloqueselehabíadadodeArbiterElegantiarum.

Petronio no solía frecuentar los baños públicos, excepto cuando sepresentaba en ellos algún orador digno de interés, del que se hablara en laciudad, o cuando en los ephebias se ejecutaban juegos excepcionalmenteinteresantes.

Verdadesquesupropiainsulateníabañosprivados,ampliados,arregladosy reparadoscon tanbuengustoporCéler, el famosocolaboradordeSevero,queelpropioNerónreconocíaqueeransuperioresalosimperiales,aunsiendoéstosmuchomásvastosydeunaextraordinariariqueza.

Petronio,despuésdeesebanquete,enelqueseaburrióconlasbufonadasdeVatinio, había tomado parte, junto conNerón, Lucano y Séneca, en unadiatribaacercadesilamujerteníaalma.

Habiéndose levantado tarde, fue a tomar su baño acostumbrado. Dosenormes balneatores le tendieron sobre unamesa de ciprés cubierta con unlienzoegipciodeníveablancura,yconlasmanosuntadasenaceitedeolivaaromáticocomenzarona frotarlesubienformadocuerpo.Entretanto,él,conlosojoscerrados,aguardabaqueelcalordellaconicumyeldelasmanosdelosbalneatorespenetraranensucuerpoydesalojarandeélelcansancio.

Pasadosunosinstantes,preguntóporeltiempoquehacía;después,porlasalhajasqueeljoyeroIdomeneohabíaprometidoenviarleparaquelasviera.Lecontestaronqueeltiempoeraespléndido,quesoplabaunaligerabrisadelascolinas de Alba y que las alhajas no habían llegado aún. Petronio volvió acerrar los ojos y dio la orden de que le trasladaran al tepidarium. En aquel

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momentoseasomóentrelascortinaselnomenclatoranunciandoqueeljovenMarcoVinicio,reciénllegadodeAsiaMenor,habíavenidoavisitarle.

Petronioordenóque introdujeranalvisitanteenel tepidarium,adondesetrasladóélmismo.EraVinicioelhijodesuhermanamayor,casadaconMarcoVinicio,cónsuldelaépocadeTiberio.Eljovenluchabacontralospartos,bajolasórdenesdeCorbulón,y trasel finaldeaquellaguerravolvíaa laciudad.Petronioteníaciertadebilidadporél,lindandoconlasimpatía,yaqueMarco,además de ser un joven de formas atléticas y hermosas, conservaba ciertaformaestéticadentrodesudepravación,yesoPetronioloapreciabamásquenada.

—¡Salud,Petronio!—exclamóel joven,entrandoconpasoelásticoeneltepidarium—.Quetodoslosdiosesteseanpropicios,yenparticularAsclepioy Ciprida, ya que bajo su doble protección no puede ocurrirte desgraciaalguna.

—BienvenidoaRoma,yqueeldescansoteseagratodespuésdelaguerra—contestóPetronio,sacandolamanodeentrelosplieguesdelasuaveteladecarbassoenque sehallabaenvuelto—.¿Qué sediceenArmenia?YyaqueestuvisteenAsia,¿notedetuvisteenBitinia?

En otros tiempos había sido Petronio gobernador de Bitinia, y, cosanotable, había gobernado con justicia y energía. Constituía esto un extrañocontrasteconsucarácter,tandadoalamolicieyamantedelosplaceres.Porelloleagradabarecordaraquellostiempos,queconstituíanlapruebadeloquehabíasidoydeloquepodíaser,dehaberlegustado.

—Estuve en Heraclea—contestó Vinicio—.Me envió allí Corbulón enbuscaderefuerzos.

—¡Ah, Heraclea! Conocí allí a una doncella de la Cólquida a quien nohabríacambiadopor todas lasdivorciadasde laciudad, sinexcluir aPopea.Pero éstas son cosas pasadas.Más vale queme hables de lo que ocurre dellado de los partos. En verdad, me aburren todos esos vologesos, tirdates ydemásbárbaros,que,segúntestimoniodeArulenoelJoven,andanensucasaacuatropatasyse lasdandepersonas tansólocuandoestánentrenosotros.PeroahoraenRomasehablamuchodeellos,aunquesóloseaporlopeligrosoqueresultahablardeotracosa.

—La guerra va mal, y si no fuera por Corbulón podría convertirse enderrota.

—¡Corbulón! ¡PorBaco!Heaquíaundiosde laguerra, aunverdaderoMarte y a un gran caudillo, a la vez impetuoso, recto y necio. Le quiero,aunquenoseamásqueporqueNerónleteme.

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—Corbulónnoesunhombrenecio.

—Puedequetengasrazón;pero,afindecuentas,dalomismo.ComodicePirrón,lanecedadnoespeorquelasabiduría,yennadasediferenciadeella.

Entonces Vinicio empezó a hablar de la guerra; pero cuando Petronioentornólosojos,observóeljovensurostrodesmejoradoydemacrado,porloque,cambiandodetema,lepreguntóconciertaintranquilidadporelestadodesusalud.Petronioabriódenuevolosojos.¿Susalud?…No,noseencontrababien.AunquenohabíallegadoalestadodeljovenSissena,quehabíaperdidohasta tal punto la facultad de sentir, que cuando le llevaban al baño por lamañanapreguntaba:«¿Estoysentadoodepie?».

PeroPetronionoseencontrababien.AcababaViniciodecolocarlebajolaproteccióndeAsclepioydeCiprida,ynisiquierasesabíadequiénerahijoeseAsclepio,sideArsinoeodeCoronida,yalnosabersequiénerasumadre,¿quépodríadecirsedelpadre?¡Enestos tiemposnosepodíaestarseguronidelpropio!

AquísesonrióPetronio,ycontinuó:

—VerdadesquehacedosañosenviéaEpidaurotresdocenasdemirlosyunacopadeoro.Pero¿sabesporqué?Puesporquemedije:«Aunqueignorosiestomevaaayudar,sépor lomenosquenomeperjudica».Si todavía lagentecontinúahaciendoofrendasa losdiosesesporque todosrazonan igualque yo, absolutamente todos, excepto los muleros que se ocupan de losviajerosjuntoalaPuertaCapena.Además,nosólohetenidoquehabérmelasconAsclepio,sinotambiénconsussacerdotes,quienes,cuandoelañopasadopadecí de la vejiga,me hicieron una especie de incubación. Sabía que eranunos embaucadores, pero al mismo tiempo me decía: «Y eso, ¿en qué meperjudica?».Elmundosebasaenelengaño,ylavidaesunailusión.Tambiénel alma es ilusión. Hay que tener la suficiente comprensión para saberdistinguir las ilusionesagradablesde lasdesagradables.Hedispuestoqueenmihipocaustumquemenmaderadecedrorociadaconámbar,porquemientrasvivaprefierolosperfumesaloshedores.EncuantoaVenus,alaquetambiénmehas recomendado,conocí suprotecciónbajo la formadeunospunzantesdolores en la pierna derecha. Pero, por lo demás, es una buena diosa. Mefiguro que tú, tarde o temprano, habrás de llevar a su altar unas blancaspalomasenofrenda.

—Es cierto —contestó Vinicio—. Las flechas de los partos no mealcanzaron,peroundardodelAmormehaherido inesperadamente,apocosestadiosdeunadelaspuertasdelaciudad.

—¡PorlasblancasrodillasdelasGracias!Esomelotienesquecontarmásdespacio—dijoPetronio.

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—Precisamenteveníaapedirteconsejo—lecontestóMarco.

Pero en aquel instante entraron los epilatores, que se hicieron cargo dePetronio,mientrasqueMarco,despojándosedelatúnica,penetrabaenelbañodeaguatibia,alquePetroniolehabíainvitado.

—¡Ah! Ni siquiera te pregunto si hay reciprocidad —dijo Petronio,contemplando las juveniles formas de Vinicio, que parecían talladas enmármol—.SitehubieravistoLisipo,serviríasahoradeornamentoalapuertaqueconducealPalatino,comounaestatuadeHérculesensujuventud.

El joven sonrió con satisfaccióny se sumergió en el baño, salpicando elmosaico,querepresentabaaHeroenelmomentoenqueimplorabaalSueñoque adormeciera a Zeus. Entretanto, Petronio le contemplaba con lamiradasatisfechadelartista.

Cuando acabó el baño,Vinicio se entregó enmanos de los epilatores.Acontinuaciónpenetróellectorconunacajadebronce,queapoyabacontraelpecho,llenadefajosdepapeles.

—¿Teinteresaescuchar?—preguntóPetronio.

—Si se trata de una obra tuya, con mucho gusto—contestó Vinicio—;pero,denoserasí,prefieroconversar.Hoydía,lospoetassededicanacazargenteenlasesquinasdetodaslascalles.

—Yalocreo;nosepuedepasardelantedeunabasílica,delastermas,deuna biblioteca o de una librería, sin ver a un poeta gesticulando como unmono.CuandoAgripavolviódeOrientelostomóporlocos.Peroahora…,asísonlostiempos.ElCésarhaceversos,ytodossiguensushuellas.Únicamenteno está permitido hacerlosmejores que los suyos, y por eso abrigo temoresrespectoaLucano.Peroyoescriboenprosa,conlaquenomeobsequioamímismonialosdemás.LoqueellectornosibaaleereranunoscodicillideesepobreFabricioVeyento.

—¿Porquépobre?

—PorqueselehahechosaberquedebepermanecerenOdesaynovolvera su hogar hasta nueva orden. Esta odisea le serámás leve que aUlises lasuya,yaquesumujernoesningunaPenélope.Creo inútildecirtequesehahechounatontería;peroaquísólosemiranlascosassuperficialmente.Setratade un libro bastantemalo y aburrido, que la gente ha empezado a leer coninterésdesdequesuautorhasidodesterrado.Ahoraseoyeclamarportodaspartes: «¡Qué escándalo, qué escándalo!», y es posible que Fabricio hayainventadoalgunascosas;peroyo,queconozcolaciudad,anuestrospatresyanuestrasmujeres, teaseguroque todoello resultapálidofrentea la realidad.Entretanto,cadaunosebuscaenellibroasímismocontemor,yalosdemás,

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confruición.EnlalibreríadeAvirnohaycienescribientescopiandoaldictadoellibro,cuyoéxitoestáyaasegurado.

—¿Detusasuntillosnohabla?

—Sí,peroelautorseequivoca,porquesoyalavezpeorymenossencillodeloquemepinta.Mira:aquíyahacetiempoquesehaperdidolanocióndelobuenoydelomalo,yamímismomeparecequenoexistetaldiferencia,apesar de que Séneca, Musonio y Tráseas pretenden verla. Sin embargo, heconservadounasuperioridad,yesquesédistinguirlofeodelobello,cosaquenuestropoetaBarbasdeCobre,yalavezaurigaycantor,bailarínehistrión,nocomprende.

—Sinembargo,medalástimadeFabricio.Esunbuencompañero.

—Leperdiósuamorpropio.Todossospechabandeél,peronadieestababieninformado.Sinembargo,nofuedueñodereprimirseyrevelóelsecretoatodos,bajoreservas.¿HasoídolahistoriadeRufino?

—No.

—Pues pasemos al frigidarium, donde nos refrescaremos, y allí te lacontaré.

Pasaronalfrigidarium,enelcentrodelcualsehallabaunafuentedecolorderosaclaro,quedespedíaperfumedevioletas.Sesentaronensendosnichoscubiertosdesedaysedispusieronarefrescarsuscuerpos.

Durantealgunosminutosreinóuncompletosilencio.Viniciocontemplabapensativo a un fauno de bronce que, atrayendo a una ninfa por el hombro,buscabaansiososuboca.

—¡Éstesíquetienerazón!Eslomejorquehayenlavida.

—Puede que sí. Pero tú, además, amas la guerra, que amí nome atrae,porque bajo la tienda de campaña se rompen las uñas y pierden su tintesonrosado.Además,cadacualtienesusgustos:BarbasdeCobreamaelcanto,en particular el suyo, y el viejo Escauro tiene tal predilección por su vasocorintio,quepor lasnoches locoloca juntoa su lechoy lobesadurante lashorasdeinsomnio.Lohabesadohastaelpuntodedesgastarsusbordes.Dime:¿túnohacesversos?

—No;nuncahesidocapazdecomponerniunhexámetro.

—¿Notocaslalira,nicantas?

—No.

—¿Nisabesconduciruncarro?

—ToméparteunavezenunascarrerasenAntioquía,perosinéxito.

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—Entoncesestoytranquilo.¿Aquépartidopertenecesenelhipódromo?

—Aldelosverdes.

—Ahora sí que estoy completamente tranquilo, teniendo en cuenta,además,queposeesunagranfortuna,apesardenosertanricocomoPalasoSéneca.Porque,mira,enlaactualidadestábiencomponerversos,tocarlalira,declamar y luchar en el circo; pero aún mejor y mucho menos peligrosoresultanohacerversos,notocar,nocantarynolucharenelcirco.LomejorquesepuedehaceresadmirarloqueBarbasdeCobreadmira.Eresunapuestojoven; así pues, corres el peligro de que Popea se enamore de ti. Pero no,posee demasiada experiencia. Quedó harta del amor de sus dos primerosmaridos, y respecto al tercero, abriga otras miras, y no es precisamente deamor de lo que tratan. ¿No sabes que el necio de Otón sigue locamenteenamoradodeella?Andavagandoporlosriscosespañolesysuspirando,hastael punto de haber perdido sus antiguas costumbres de tal forma, que parapeinarselebastantreshorasdiarias.¿QuiénhubierapodidoesperarsemejantecosadeOtón?

—Le comprendo —dijo Vinicio—; pero en su lugar habría hecho otracosa.

—¿Puedesabersequé?

—Reclutaría legiones de fieles montañeses de aquel país. Son fuertessoldadosesosiberos.

—¡Vinicio! ¡Vinicio! Casi me dan ganas de decirte que no te resultaríamuy fácil. ¿Y sabes por qué? Pues porque tales cosas pueden hacerse, peronunca se habla de ellas, ni siquiera condicionalmente. En cuanto a mí, siestuviera en su lugar,me reiría dePopea y deBarbas deCobre, y formaríaparamíunas legiones,node iberos, sinode iberas,y lomásqueharíaseríaescribir epigramas, que por cierto no leería a nadie, como hizo el pobreRufino.

—Ibasacontarmesuhistoria.

—Telacontaréenelunctuarium.

PeroenelunctuariumfijóViniciolaatenciónenotrosobjetos,talescomolas maravillosas esclavas que allí los aguardaban. Dos de ellas, africanas,semejantes a dos admirables estatuas de ébano, les frotaron el cuerpo condelicadosperfumesdeArabia;otras,frigias,hábilespeinadoras,sosteníanconsus manos, blandas y flexibles como serpientes, peines y espejos de acerobruñido, y, finalmente, dos doncellas griegas de Cos, bellas como diosas,aguardaban,encalidaddevestiplicae,elmomentodemarcarlosplieguesalastogasdesusseñores.

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—¡Por Júpiter Tonante!—exclamó Vinicio—. ¡Vaya una colección quetienesentucasa!

—Prefierolacalidadalacantidad—contestóPetronio—.Todamifamilianopasadecuatrocientascabezas,ycreoquesóloparaelserviciopersonallosadvenedizosnecesitanmásgente.

—¡NielpropioBarbasdeCobreposeecuerposmáshermosos!—exclamóVinicio,entantoqueseledilatabanlasaletasdelanariz.

AloquePetroniocontestóconamistosaindiferencia:

—Eres pariente mío, y no soy tan misántropo como Bassus ni tanintolerantecomoAuloPlaucio.

Aloírestenombre,VinicioseolvidódeprontodelasesclavasdeCos,eirguiendovivamentelacabeza,preguntó:

—¿Cómose tehaocurridonombrar aAuloPlaucio?¿Sabesquecuandome rompí lamano, en las afueras de la ciudad, pasé unos días en su casa?Plaucio pasaba en el momento de ocurrir el accidente, y al ver que sufríamuchomellevóasucasa,dondeunesclavosuyo,elmédicoMerión,mecuró.Precisamentequeríahablartedeello.

—¿Porqué?¿NotehabrásenamoradoporcasualidaddePomponia?Siesasí, te compadezco. Ya no es joven, y para colmo, virtuosa. No puedoimaginarunacombinaciónpeor.

—NoestoyenamoradodePomponia—respondióVinicio.

—¿Dequién,entonces?

—¡Si yo mismo supiera de quién! Pero ni siquiera conozco su nombrecomo es debido.En la casa la llamanLigia, porqueprocede del país de losligios; pero su nombre bárbaro es Calina. Es una extraña casa la de losPlaucio. Hay en ella muchas personas, pero es silenciosa como losbosquecillosdeSubiaco.Porespaciodealgunosdías ignoréquehabitaraenellaunadeidad,hastaqueunavez,alamanecer,lavibañándoseenlafuentedeljardín.Ytejuro,porlaespumadedondebrotóVenus,quelosrayosdelsolatravesabansucuerpo.Creíquealsalirelsolsedesvaneceríaenlaluzcomosedesvaneceelcrepúsculomatutino.Desdeentonceslahevistodosveces,yheperdidolatranquilidad;notengootrosdeseos,niquieroconocercuantolaciudad pueda ofrecerme; no quieromujeres, ni oro, ni bronces corintios, niámbar, ni perlas, ni vino; sólo quiero a Ligia. Te lo digo sinceramente,Petronio: siento por ella una nostalgia tan grande como la que sentía eseMorfeo, representado en losmosaicos de tu tepidarium, por Pasitea durantedíasynoches.

—Siesunaesclava,cómprala.

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—Noesunaesclava.

—¿Quées,pues?¿AlgunalibertadePlaucio?

—Nohabiendosidonuncaesclava,nopuedeserliberta.

—Entonces,¿quées?

—Nolosé;hijadeunreyoalgoporelestilo.

—Meintrigas,Vinicio.

—Simeprestasatención,prontopodrésatisfacertucuriosidad.Lahistorianoeslarga.TúquizáconocieraspersonalmenteaVanio,elreydelossuevos,que,expulsadodesupaís,pasólargotiempoenRoma,dondeinclusoadquiriócierta celebridad como jugador afortunado de dados y buen auriga. CésarDruso le colocó de nuevo en el trono, y Vanio, que era hombre enérgico,gobernóbienalprincipioyalcanzóéxitosenlaguerra;mástardeseconvirtióenazote,nosólodesusvecinos,sinodelospropiossuevos.Envistadeesto,VangioySidón,dossobrinossuyos,hijosdeVibilio,reydeloshermanduros,decidieronobligarleavolverdenuevoaRoma…yaseguirprobandofortunaconlosdados.

—Recuerdo;sucediónohacemucho,enlaépocadeClaudio.

—Sí;entoncesestalló laguerra.Vanio llamóensuayudaa losyasgos,ysusqueridos sobrinos llamarona suvez a los ligios.Éstos, quehabíanoídohablar de las riquezas de Vanio, y acuciados por la esperanza del botín,acudieronentalnúmero,queelmismoCésarClaudioempezóatemerporlatranquilidaddesusfronteras.Claudio,comonoqueríaintervenirenunaguerradebárbaros,escribióaAtelioHister,quemandabalas legionesdelDanubio,encargándolequevigilaradecercaelcursodelasoperacionesynopermitieraturbarnuestrapaz.Histerexigióalosligiosqueprometierannoatravesarlasfronteras,yellosnosóloaccedieronatalpetición,sinoquedejaronrehenes,entrelosqueseencontrabanlaesposaylahijadesucaudillo.Yasabesquelosbárbaros tienen la costumbre de llevar a la guerra a sus esposas e hijos, yprecisamenteLigiaeslahijadeesecaudillo.

—¿Dedóndesabestodoeso?

—MelocontóelpropioAuloPlaucio.Losligiosnoatravesaronentoncesla frontera, pero esos bárbaros van y vienen como la tempestad. De igualforma desaparecieron los ligios, junto con los cuernos de buey con queadornabansuscabezas.DerrotaronalossuevosdeVanioyalosyasgos,cayósurey,yellosdesaparecieronconelbotín,quedandolosrehenesenmanosdeHister. Lamadre de Ligiamurió al poco tiempo, y no sabiendoHister quéhacerconlaniña,selaenvióaPomponio,gobernadordetodaGermania.Este,cuandoterminólaguerraconloscatos,regresóaRoma,donde,comosabes,

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Claudio permitió que celebrara el triunfo. En aquella ocasión, la doncellamarchaba tras el carro del conquistador. Mas cuando acabó la ceremonia,teniendoencuentaquenosepodíaconsideraralosrehenescomocautivos,nosabiendoPomponioquéhacerconella,selaentregóasuhermanaPomponiaGrecina, lamujerdePlaucio.Enesacasa(dondetodos,comenzandoporlosseñores y acabando por las gallinas del corral, son virtuosos) creció Ligiahasta hacerse una Jovencita, por desgracia tan virtuosa como la propiaGrecina,ytanbella,queasuladolamismaPopeapareceríaunhigodeotoñocomparadoconunamanzanadelasHespérides.

—Y¿quémás?

—Te repito que desde elmomento en que vi junto a la fuente cómo losrayosdelsolatravesabansucuerpo,meenamorédeellalocamente.

—¿Es, pues, tan transparente como una lamprea o una sardina reciénnacida?

—Nobromees,Petronio.Y si te decepciona la llaneza conque te hablo,sabe que bajo atavíos brillantes pueden ocultarse heridas profundas. He dedecirte tambiénque cuandovolví deAsiadormíunanoche en el templodeMopsoparatenerunsueñoprofético.Puesbien:ensueñossemeaparecióelpropioMopsoymepredijoque,mercedalamor,mividaexperimentaríauncambioprofundo.

—HeoídodeciraPlinioquenocreíaenlosdioses,perosíenlossueños,yquizátengarazón.Misbromasnomeimpidenpensaravecesqueenrealidadhayuna soladivinidad, eterna, todopoderosa, creadora:VenusGenitrix.Ellaune las almas, los cuerposy las cosas.Eroshizoque elmundo surgieradelcaos.Siobróbienomal,yaesotroasunto;peroyaquelohizo,esforzosoquereconozcamossupoder,aunquenolobendigamos.

—¡Ay,Petronio!Enestemundoesmásfácilencontrarunfilósofoqueunbuenconsejero.

—¿Quéesloquerealmentedeseas?

—Deseoposeer aLigia; deseoquemis brazos, que ahora sólopalpan elaire, puedan abrazarla y estrecharla contrami pecho; quiero respirar con sualiento.Si fuerauna esclava, daríapor ella aPlaucio ciendoncellas con lospies blanqueados con cal, en señal de que eran vendidas por primera vez.Quiero tenerlaenmicasahastaquemicabeza seponga tanblancacomo lacumbredelSoratoenelinvierno.

—No es una esclava, pero puede considerársela como perteneciente a lafamilia de Plaucio, y, además, como alumna, por ser huérfana. Si Plaucioquisiera,podríacedértela.

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—Parece,porlovisto,quenoconocesaPomponiaGrecina.Además,losdossehanencariñadotantoconellacomosifuerasupropiahija.

—Conozco a Pomponia. Es un verdadero ciprés; si no fuera esposa deAulo,podríaservirdeplañideraalquilada.DesdelamuertedeJulianosehaquitadoeltrajeoscuro,yparececomosianduvieraenvidaporelpradodelosasfódelos.Además, es univira, y entre nuestras damas, divorciadas cuatro ycincoveces,resultaunaespeciedefénix.Apropósito:¿hasoídodecirqueenel alto Egipto el fénix ha renacido de sus cenizas, cosa que ocurre una vezcadaquinientosaños?

—Petronio,Petronio,yahablaremosdelfénixenotraocasión.

—Una cosa te voy a decir, Marco mío: conozco a Aulo Plaucio, que,aunquenoapruebemiformadevivir,tienepormíciertadebilidad,yquizámeapreciamásqueotroporquesabequenunca fuidelator,como,porejemplo,DomicioAferoTigelinoy toda lacuadrilladeamigosdeAhenobarbus.Sindármelasdeestoico,nomehangustadociertosactosdeNerónqueSénecayBurromiraban haciendo como que no veían. Si crees que puedo conseguiralgodeAulo,estoyatudisposición.

—Creo que sí puedes; tienes influencia sobre él y, además, tu ingenioposee recursos inesperados. ¡Si tú quisieras hacerte cargo de la situación yhablarconPlaucio!…

—Tienesunconceptomuyelevadodemiinfluenciaeingenio;perosisólodeesosetrata,hablaréconPlauciotanprontocomoregresedelaciudad.

—Regresóhacedosdías.

—Entoncesvamosaltriclinium,dondenosesperaeldesayuno,y,unavezrepuestaslasfuerzas,nosharemosconduciracasadeAuloPlaucio.

—Siempre tehequerido—exclamóefusivamenteel joven—;peroahoramandaré colocar tu estatua entremis lares, una tan bella como ésta, y haréofrendasanteella.

Yal hablar así sevolvióhaciadonde estaban las estatuas, queocupabantodaunapareddelaperfumadaestancia,señalandoconlamanolaestatuadePetronio, que le representaba como Mercurio con el caduceo en la mano.Luegoañadió:

—¡Por la luz de Helios! Si el divino Alejandro se pareciese a ti,comprenderíaaHelena.

Enestaexclamaciónhabíatantasinceridadcomolisonja.Petronio,aunquedemásedadydecontexturamenosatlética,eramáshermosoqueVinicio.LasmujeresdeRomanosóloadmirabansuagudoingenioysubuengusto,quelehabían hecho merecedor del título de Árbitro de la Elegancia, sino que

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también admiraban su cuerpo. Admiración que se traslucía incluso en losrostrosde lasdoncellasdeCos,quea la sazóncolocaban losplieguesdesutoga.Unadeellas, llamadaEunice,queleamabaensecreto, lemirabaa losojos con sumisión y arrobamiento. Pero Petronio ni se fijó en ello, ysonriéndose recordó la frase de Séneca referente a las mujeres: Animalimpudens… Y a continuación, cogiéndole por los hombros, le condujo altriclinium.

En el unctuarium las dos doncellas griegas, las frigias y las dos etíopesempezaronaordenarlosvasosdeperfumes;peroenaquelmomentoasomaronentre las cortinasdel frigidarium las cabezasde losbalneatoresy seoyóunsuave«¡psst!».Aestallamada,unadelasgriegas,lasfrigiasylasdosetíopessaltaronvivamente,yenunabrirycerrardeojosdesaparecierondetrásdelacortina.

En los baños comenzaba la hora de licencia y alegría, sin que el propioinspector hiciera nada por impedirla, ya que amenudo solía tomar parte enalgunas orgías. Petronio se figuraba que sucedían estas cosas; pero comohombreprudenteyenemigodecastigar,fingíaignorarlo.

Eunice quedó sola en el unctuarium. Durante algún tiempo escuchó lasvoces y risas que iban alejándose poco a poco en dirección al laconicum;luego, cogiendo el taburete incrustado en ámbar y marfil en que hacía unmomento había estado sentado Petronio, lo llevó cuidadosamente junto a laestatua.Elunctuariumestaballenodelucesycolores,quesereflejabanenlosmármoles que recubrían las paredes. Eunice se subió al banquillo, y alencontrarse a la altura de la estatua de Petronio abrazó su cuello, y luego,echandohacia atrás sudorada cabelleray acercando su sonrosado cuerpo alblancomármol,oprimióextasiadaconsubocalosfríoslabiosdelaestatuadePetronio.

II

Despuésdetomarelrefrigerio, losdosamigos,alahoraenqueyahacíalargo rato que los simples mortales habían terminado su prandium delmediodía,seecharonadormirunacortasiesta.SegúnPetronio,erademasiadotempranoparahacervisitas.

—En verdad —dijo—, hay personas que comienzan a visitar a susconocidosdesdelasalidadelsol.

Esto,aunqueeraunaantiguacostumbreromana,aPetronioleparecíamásbienbárbara;lashorasdelatardeeranlasmásapropiadas,peronoantesque

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elsolpasaseendirecciónaltemplodeJúpiterCapitolinoycomenzaraamiraroblicuamente hacia el Foro. En otoño todavía hacía calor y la genteacostumbrabaadormirdespuésdecomer.Almismotiemporesultabagratooírelmurmullo de la fuente en el atrium y, después de losmil pasos de rigor,adormecersebajo la luzrojizaquese filtrabaa travésdelpurpúreovelariummedioalzado.

AVinicioleparecieronrazonablesestaspalabras.Asípues,comenzaronapasearhablandodeloquesedecíaenelPalatinoyenlaciudad,yfilosofandoun poco acerca de la vida. Luego, Petronio se retiró al cubiculum, pero nodurmió mucho: salió al cabo de media hora, mandando que le trajesenverbena; después, aspirando su perfume, se frotó con ella las sienes y lasmanos.

—No puedes figurarte —dijo— cuánto refresca y reanima esto. Ahoraestoyatudisposición.

La litera hacía tiempoque les aguardaba; se sentaron en ella, yPetroniodiolaordendequeloscondujeranalVicusPatricius,acasadeAuloPlaucio.

La insula de Petronio estaba situada al sur del Palatino, cerca del barriollamado de lasCarenas; así que el caminomás corto convenía tomarlomásabajo del Foro. Mas como Petronio quería detenerse en casa del joyeroIdomeneo,diolaordendequeloscondujeranporelVicusApollinisyelForoendirecciónalVicusSceleratus,encuyasesquinashabíanumerosastabernasde todas clases. Negros gigantescos levantaban la litera y la conducíanprecedidos de esclavos llamados pedisequi. Petronio, pasados unos instantesdesilencio,sellevóalanarizlaspalmasdesusmanosperfumadasdeverbenaypareciómeditar.

—Se me ocurre —dijo luego— que si tu diosa de los bosques no esesclava, podría abandonar la casa de los Plaucio y trasladarse a la tuya. Larodearíasdecariñoylacolmaríasderiquezas,comohagoyoconCrisotemis,dequientediré,hablandoentrenosotros,queestoycasitanhartocomoellaloestádemí.

Marcohizounademánconlacabeza.

—¿Qué te parece? —preguntó Petronio—. En el peor de los casos, elCésar tomaríacartasenelasunto,ypuedesestarsegurodequegraciasamiinfluencianuestroBarbasdeCobreestaríaatufavor.

—NoconocesaLigia—replicóVinicio.

—Entonces,permítemequetepreguntesilaconocestúdeotraformaqueno sea la simplemente visual. ¿Has hablado con ella? ¿Le has declarado tuamor?

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—Laviporprimeravezjuntoalafuente;ydespuésmelaheencontradodosveces.RecuerdaquedurantemiestanciaencasadeAulohabitabayoenuna villa aparte, destinada a los huéspedes, y como tenía rota la mano, nopodía sentarme en la mesa común. Solamente la víspera del día que teníaanunciadami partidame encontré con Ligia durante la cena; pero no pudedecirleniunapalabra; tuvequeescucharaAuloyel relatodesusvictorias,obtenidas en Britania, y de la ruina de los pequeños estados de Italia, queLicinioEstolohabíaprocuradoimpedir.Engeneral,nosésiAuloescapazdehablardeotracosa,ynohaymediode librarsedesushistoriasdeguerra,amenos que se quiera oír hablar del relajamiento de las costumbres en lostiemposactuales.Tienefaisanesensusgallineros,peronoloscomenporqueparten del principio de que cada faisán comido apresura el fin del poderromano.Laencontréporsegundavezjuntoalafuentedeljardín;teníaenlamanounmimbrereciénarrancadoquemetíaysacabaenelagua,salpicandolosirisquecrecíanalrededor.Fíjateenmisrodillas.PorelescudodeHérculeste digo que no temblaron cuando sobre nuestros manipulos caían rugientesnubesdepartos;perometemblaronjuntoalafuente,yentonces,confundidocomo unmuchacho que todavía lleva la bulla al cuello, imploré compasiónconlosojos,sinpoderdurantelargoratopronunciarunapalabra.

Petroniolecontemplóconenvidia.

—Feliz tú—dijo—.Aunqueelmundoy lavida fueranpeoresde loqueson,siemprehabráenellosunacosaeternamentebuena:¡lajuventud!

Y,pasadosunosinstantes,preguntó:

—¿Ynolehablaste?

—EncuantoreaccionéledijequehabíaregresadodeAsia,quemehabíadislocadoelbrazoalentraren laciudady sufríacruelmente;peroqueenelmomentodeabandonartanhospitalariacasacomprendíaqueelsufrimientoenella era mejor que el placer en otro sitio, y que la enfermedad allí erapreferible a la salud en otra parte. Ella escuchaba mis palabras tambiénturbadayconlacabezainclinada,mientrasqueconelmimbredibujabaalgoen la arena amarillenta. Luego alzó los ojos, volvió amirar los signos quehabía trazado, y tornó a mirarme como si quisiera preguntarme algo.Finalmente,huyócomounahamadríadaperseguidaporunfaunoestúpido.

—Susojosdebendeserpreciosos.

—Son como elmar, y como en elmar,me he hundido en ellos. Puedescreerme:elarchipiélagoesmenosazul.PocotiempodespuésvinoelpequeñoPlaucioyquisopreguntarmealgo,masnocomprendíloquemedecía.

—¡Oh,Minerva!—exclamóPetronio—.QuítaleaestemuchacholavendadelosojosquelehapuestoEros,porque,deotraforma,seromperálacabeza

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contralascolumnasdeltemplodeVenus.

Yluego,dirigiéndoseaVinicio,agregó:

—¡Oh,tú,botónprimaveraldelárboldelavida,primerretoñodelavid!EnvezdellevarteacasadePlauciodeberíaconducirtealadeGelocio,dondehayunaescuelaparajóvenesinexpertos.

—¿Quéquieresdecirconeso?

—¿Quéesloquedibujóenlaarena?¿NoseríaelnombredeEros,obienun corazón atravesado por una flecha, o algo que indujera a creer que lossátiros lehabíansusurradoaestaninfa,aloído,algunode lossecretosde lavida?¿Cómopudistenorepararenaquellossignos?

—Mepuse la togadehombrehacemás tiempodelquea ti teparece—contestó Vinicio—. Antes que el pequeño Aulo se acercase a mí, examinécuidadosamente esos signos, porque sé que las doncellas deGrecia yRomaescriben en la arena la confesión que sus labios no se atreven a pronunciar.Puesbien:adivinaloquedibujó.

—Sinosetratadeloquesupongo,noadivinaré.

—Unpez.

—¿Cómodices?

—Digoqueunpez.Acasoquisodarmeaentenderqueporsusvenascorrefríalasangre.Nolosé.Perotú,queantesmellamabasbotónprimaveraldelárboldelavida,seguramentecomprenderásmejorqueyoelsignificadodeeseemblema.

—Pero,carissime,unacosaasípregúntaselaaPlinio;élentiendedepeces.SielviejoApiciovivieratodavía,quizápodríadecirtealgoalrespecto,puesdurantetodasuvidacomiómáspescadodelquecabeenelgolfonapolitano.

Aquí se interrumpió la conversación. Entraban en calles de muchomovimiento, y les molestaba el ruido de la gente. Por el Vicus ApollinistorcieronhaciaelForumRomanum,dondeconelbuentiemposeagrupabanlosociosos,antesdelapuestadelsol,parapasearseentrelascolumnas,daryrecogernoticias,verdesfilarlasliterasconpersonajesnotablesy,finalmente,contemplar las joyerías, las librerías, las tiendasdondesecambiabamoneda,las tiendasdesedas,debroncesyotrasmuchasque llenaban lascasasen lapartedelmercadosituadafrentealCapitolio.

LamitaddelForoquesehallabadebajodelarocadelCapitolioestabayainundadaporlasombra;perolascolumnasdelostemplosqueseelevabanamayoralturaparecíandeoroenelcielobrillanteyazul.Lasquesealzabananivel más bajo proyectaban su prolongada sombra sobre el marmóreo

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pavimento.Tanpobladosehallabadeellasaquelsitio,quelavistaseperdíacomo a través de un bosque. Los edificios y las columnas parecían estarrealmentehacinados;éstasseescalonabanunassobreotras,seextendíanaladerechayalaizquierda,searrimabanalasmurallasdelpalacio,yunasjuntoaotrasparecíanblancosydoradostroncosdeárboles.Ensuscapitelesseabríanlas hojas del acanto, se enroscaba el cuerno jónico o se hallaba el sencillorectángulo dórico. Sobre aquel bosque de columnas brillaban triglifos decolores;desde los tímpanos se asomaban las estatuasde losdioses,y en losápicesdoradoscuadrigasaladasparecíanquereremprenderelvuelo,atravésdel espacio, por la bóveda azul que se extendía serena sobre aquella ciudadcuajadadetemplos.

Porelcentroyporlosladosdelmercadofluíaunríohumano.Unosgruposse paseaban bajo los arcos de la basílica de Julio César; otros permanecíansentadosenlasgradasdeCástoryPóluxodabanvueltasalrededordeltemplodeVesta, como enjambresmulticolores demariposas o escarabajos ante unenormefondodemármol.

Enloalto,porlasextensasgaleríaslateralesdeltemploconsagradoaJoviOptimo Máximo, afluían nuevas oleadas de gente; ante las rostra se oíanalgunos oradores improvisados; aquí y allá se escuchaba el vocear de losvendedores de frutas, de vino o agua mezclada con zumo de higos; a losembaucadores, recetando medicinas maravillosas; a los adivinos,descubridoresdeocultostesoros,yalosintérpretesdesueños.

Por todaspartes,mezclados con el rumorde las conversacionesyde losgritos, sonaban los sistros, los sacabuches egipcios y las flautas griegas. Seveíanenfermos,devotosydesgraciadosquellevabanofrendasalostemplos.Enmediodelamultitud,sobrelapiedradelpavimento,seagrupaban,ávidasde los granos que les arrojaban, bandadas de palomas, semejandomanchasoscurasdevariados colores, que tanpronto levantaban el vuelo con ruidosobatirdealas,comoveníanaposarseenlosclarosquelamuchedumbredejabalibresenelsuelo.

Decuandoencuandoseabríanpasoentrelamultitudlasliteras,encuyointeriorseveíanmujeresconrostrosllenosdeafectación,senadoresopatriciosde rasgosajadospor lavida licenciosa.Lamultitudpolíglota repetía envozaltasusnombres,añadiendoburlas,motesoalabanzas.Decuandoencuando,conpasomesurado,atravesabanlosheterogéneosgrupospatrullasdesoldadosoguardiasencargadosdemantenerelordenenlascalles.Portodaspartesseoíahablargriegotantocomolatín.

Vinicio,ausentedeRomadurantemucho tiempo,contemplabaconciertacuriosidadaquelenjambrehumanoyaquelForumRomanum,quealavezquedominabaa lagente seveía invadidoporellaPetronio,quehabíaadivinado

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los pensamientos de su acompañante, lo calificó de nido de quirites sinquirites.En realidad, el elemento localpasaba casi inadvertido entre aquellamasa de hombres compuesta de todas las razas y naciones. Allí se veíanetíopes, gigantes rubios procedentes del lejano Norte, britanos, galos ygermanos;habitantesdeSericum,deojosrasgados;hombresdelÉufratesydelIndo, con las barbas teñidas de color ladrillo; sirios de las márgenes delOrontes, de ojos negros y de dulce mirar; habitantes de los desiertos deArabia,secoscomohuesos;judíosdepechohundido,egipciosconsueternaeindiferente sonrisa en los labios, numidiosy africanos, griegosde laHéladeque,juntoconlosromanos,eranlosdueñosdelaciudad,dondeimperabanporsu sabiduría, su arte, su inteligencia y sus engaños; griegos de las islas, delAsiaMenor,deEgipto,deItaliaydelaGalianarbonense.

Entrelamuchedumbredeesclavosdeorejasagujereadasnofaltabagentelibre y desocupada a la que el César divertía, mantenía e incluso vestía,forasteroslibresatraídosalagranurbeporlavidafácilyporlaesperanzadehacerfortuna.

Tampoco faltaban los corrompidos sacerdotes de Serapis, con ramas depalmera en la mano, y sacerdotes de Isis, en cuyos altares se hacían másofrendas que en el de JúpiterCapitolino; sacerdotes con doradas espigas dearrozenlamano,sacerdotesdelasdivinidadesnómadas,bailarinasorientalescon sus brillantes mitras, vendedores de amuletos y encantadores deserpientes,magosdeCaldeay,enfin,vagossinoficioqueacudíantodaslassemanasalosgranerossituadossobreelTíberendemandadecereales,quesepeleabanenloscircosporlosbilletesdeloteríayquepasabanlasnochesenlascasasmedioderruidasdelosbarriostranstiberinos,ylosdíascalurososyde sol bajo los pórticos cubiertos o en los sucios figones del Suburra, en elpuenteMilvio, o ante las insulas de losmagnates, donde algunas veces lesechabanlassobrasdelasmesasdelosesclavos.

Petronio era muy conocido de la muchedumbre. A los oídos de ViniciollegabanrepetidosgritosdeHicest!(¡Esél!).Eraqueridoporsugenerosidad,y su popularidad había aumentado desde que se supo que en presencia delCésar se habíamanifestado opuesto a la sentencia demuerte dictada contratoda la familia del prefectoPedanio, sindistinciónde edadni de sexos, porhaber asesinado uno de sus esclavos a aquel monstruo en un acceso dedesesperación.

CiertoesquePetroniodecíapúblicamentequeelasuntoleeraindiferenteyquehabíahabladodeelloalCésarúnicamentecomoArbiterElegantiarum,cuyosentidoestéticoserebelabaantesemejantehecho,dignodebárbarosodeescitas, pero no de romanos. Por eso el pueblo, a quien tal cosa habíaindignado,amabadesdeentoncesaPetronio.

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Pero eso a él no le interesaba; recordaba que la plebe también habíaqueridoaBritánico,quefueenvenenadoporNerón;aAgripina,aquienéstemandó asesinar, y aOctavia, quemurió ahogada en Pandataria, después dehaberle abierto las venas en vapor hirviendo, y a Rubelio Plauto, que fuedesterrado,yaTráseas,quecadadíaesperabasusentenciademuerte.Elamordelaplebepodíaconsiderarsecomodemalpresagio,yPetronioeraalavezescépticoysupersticioso.Despreciabadoblementealaplebe,comoaristócrataycomoartista; aquellasgentes, con suolor ahabas tostadasyque, además,estabansiempreroncasysudorosasdejugaralamorraenlasesquinasdelascalles y en los peristilos, no merecían, a sus ojos, el calificativo de sereshumanos.

Sinresponderenabsolutoalosaplausosyalosbesosqueleeranenviados,refirióaMarcoel casodePedanio, indignándosecontra lavolubilidadde laplebe, que a la mañana siguiente de una amenazadora agitación aplaudió aNerónaldirigirseéstealtemplodeJúpiterEstator.

Al llegar frente a la librería de Avirnomandó parar la litera, se apeó ycompróunlujosomanuscrito,queentregóaVinicio.

—Esunregaloparati—ledijo.

—Gracias—contestóVinicio.

Ydespuésdeleereltítulo,preguntó:

—¿Satiricón?¿Esalgonuevo?¿Quiéneselautor?

—Soy yo; pero no quiero correr la suerte de Rufino, cuya historia heofrecidocontarte,niladeFabricioVeyento;peroesonadielosabe,yteruegoquenohablesanadiedeello.

—Pero me dijiste que no escribías versos —dijo Vinicio, hojeando elmanuscrito—, y, sin embargo, veo aquí que la prosa alterna a menudo conellos.

—CuandololeasfíjateenlafiestadeTrimalción.Encuantoalosversos,merepugnandesdequeNeróncomponepoemasépicos.Vitelio,cuandoquieredevolver,utilizaunasbarritasdemarfilqueseintroduceenlagarganta;otrosse sirven de plumas de flamenco empapadas en aceite de oliva o en uncocimientodetomillosilvestre.AmímebastaconleerlosversosdeNerón,yelresultadoesinmediato:alinstantemeencuentroendisposicióndealabarlos,sinoconlaconcienciatranquila,porlomenosconelestómagolimpio.

Al acabardedecir estohizodetenerdenuevo la litera ante la tiendadeljoyero Idomeneo, y dejando arreglado el asunto de las piedras preciosas,ordenóquelosllevarandirectamenteacasadeAulo.

—PorelcaminotecontarélahistoriadeRufino,paraqueveashastadónde

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puedellegarlavanidaddeunautor—ledijo.

Pero antes de comenzar el relato torcieron por el Vicus Patricius y depronto se encontraron ante la casa de Aulo. Un joven y fornido janitor lesabriólapuertaquedabaaccesoalostium,yunaurracaencerradaenunajauladiolabienvenidachillandoruidosamente:«Salve».

EneltrayectodelostiumalatriumdijoVinicio:

—¿Hasobservadoqueelporterodeestacasanollevacadena?

—Es una casa muy extraña —contestó Petronio en voz baja—.SeguramentenoignorasquesesospechaquePomponiaGrecinaseentregaauncultoorientalqueconsisteenrendirhomenajeauntalChrestos.Creoquela acusó Crispinilla, que no puede perdonar a Pomponia que le baste unmarido para toda la vida. ¡Ser univira!Hoydía resultamás fácil procurarseunafuentedesetasdeNorco.Fuejuzgadaporuntribunaldoméstico…

—Tienesrazón:esunacasaextraña.Yatereferirémástardeloqueaquíhevistoyoído.

Mientras tanto, llegaron al atrium. El esclavo que allí estaba, llamadoatriensis, envióunnomenclatorparaqueanunciasea losvisitantes,mientrasque los criados les colocaban sillas y banquillos para los pies. Petronio seimaginabaqueenaquellacasareinabaunaeternatristeza;nuncahabíaestadoenella,ahoramirabaasualrededorconciertasorpresayconunasensacióndedecepción,yaqueelatriumproducíaunagrataimpresión.Poreltechoabiertopenetraba un rayo de luz clara que se quebraba en mil destellos sobre unafuente,cuyatazacuadrada,llamadacompluvium,estabadestinadaarecibirlalluviaquecaía,cuandohacíamal tiempo,por laaberturadel techo,yestabarodeadadeanémonasydelirios.Éstasdebíandeserlasflorespreferidasdelacasa, pues se veían grandes grupos de lirios blancos y rojos, además degladiolos zafirinos, que parecían plateados por las gotitas de agua. En elhúmedomusgo,debajodelcualsehallabanocultasmacetasdelirios,yentreramosdehojasseveíanestatuillasdebroncequerepresentabanniñosyavesacuáticas; en un rincón, un cervatillo joven de bronce inclinaba su verdosacabeza, blanqueada por la humedad, en actitud de beber. El pavimento delatrium era demosaico; las paredes estaban revestidas, en parte, demármolrojo,yenparte,demadera,enlaquehabíapintadospeces,avesygrifosqueatraíanlamiradaporsusarmoniososjuegosdecolores.

Laspuertasquedabana lashabitaciones laterales estabanadornadasconconchae inclusoconmarfil.Entre laspuertassehallaban lasestatuasde losantepasados deAulo.Todo daba una sensación de holgura y bienestar,muydistantedellujo,perodecorosayseguradesí.

Petronio,quevivíaconmayor lujoy refinamiento,nopudodescubrir en

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aquel lugar nadaqueofendiera subuengusto. Iba adirigirse aVinicioparacomunicarle esta observación, cuando un esclavo, el velarius, descorrió lacortinaqueseparabaelatriumdeltablinum,desdeelquesevioelinteriordelacasayaAuloPlaucioqueacudíapresuroso.

Eraésteunhombrequeseaproximabaalocasodelavida,conlacabezablanqueadaporlascanas,peroconelrostroenérgico,másbienancho,yquerecordabalacabezadeunáguila.Ensucarasepintabaelasombroeinclusoeltemorqueleproducíalainesperadavisitadelcompañero,amigoyconsejerodeNerón.

Petronioerademasiadoperspicazyhombredemundoparanorepararenello; así que, después de los primeros saludos, le manifestó, con toda ladesenvoltura y facilidad de palabra que le eran peculiares, que venía aexpresarle suagradecimientopor loscuidadosqueenaquellacasa lehabíansidoprodigadosalhijodesuhermana,siendoúnicamentelagratitudelmotivodeaquellavisita,paralaquetambiénlehabíaanimadolaantiguaamistadqueleuníaaPlaucio.

Aulo,asuvez,leaseguróqueensucasaeraunhuéspedbienvenido,yquetocanteagratitud,tambiénseladebíaélaPetronio,aunqueésteseguramenteno adivinaría la causa. Efectivamente, Petronio ni la sospechaba; en vanoelevaba sus pardos ojos queriendo recordar el más leve servicio prestado aAulo o a cualquier otro; no acudía ninguno a su mente, a no ser el queintentaba prestar aVinicio en aquelmomento.De haber hecho algún favor,habríasidoinvoluntariamente.

—QuieroyestimomuchoaVespasiano—dijoAulo—,cuyavidasalvastecuandotuvoladesgraciadedormirsemientrasescuchabalosversosdeNerón.

—Tuvo la suerte —dijo Petronio— de no oírlos, aunque ello hubierapodidoterminarconunadesgracia,puesBarbasdeCobrequeríaatodacostaenviarleuncenturiónconlaamistosaordendequeseabrieralasvenas.

—Perotú,Petronio,teburlastedeél.

—Asífue,o,mejordicho,alrevés;ledijequesiOrfeolograbaadormecerconsucantoalasfieras,eléxitoalcanzadoporéleraparecido,yaquehabíaconseguidohacer lomismoconVespasiano.ABarbasdeCobre se lepuedecensurar,siemprequelapequeñacríticavayaenvueltaenunagranalabanza.YestodemasiadobienlosabenuestragraciosaAugusta.

—Desgraciadamente, así son nuestros tiempos —exclamó Aulo—. Mefaltandosincisivos,quemerompióunapiedraarrojadaporunbritano;elloesla causa de que silbe al hablar; y, sin embargo, reconozco que los díasmásfelicesdemividalospaséenBritania.

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—Porqueentonceseraselvencedor—dijoVinicio.

MasPetronio,temerosodequeelancianocaudillocomenzaraelrelatodesuscampañas,cambiódeconversación.

—En los alrededores de Praeneste —dijo—, los aldeanos han halladomuerto un lobezno con dos cabezas, y en los mismos días el rayo de unatempestad ha arrancado una esquina al templo de la Luna, lo que, dado loavanzadodelotoño,esunhechoextraordinario.UntalCottaeselquelohacontado. Con este motivo, los sacerdotes de dicho templo han augurado ladecadenciade la ciudad, o, por lomenos, la ruinade algunapoderosa casa,queúnicamentepodríaevitarseconsacrificiosexpiatorios.

Aulo,alescucharelrelato,opinóquetalesavisosnodebíandesatenderse,yaquelosdiosespodríanencolerizarsesilamaldadcolmabalamedida;estonoteníanadadeextraño,yantetalcontingenciaeramuynaturallaofrendadelossacrificiosexpiatorios.

AloquePetroniocontestó:

—Tucasa,Plaucio,noesmuygrande,peroalbergaaungranhombre;lamíaresultaenverdaddemasiadoampliaparataninsignificantedueño,aunqueesigualmentepequeña.Massisetratadelaruinadeunagrancasa,como,porejemplo,laDomusTransitoria,¿valdríalapenapresentarofrendasparaevitardicharuina?

NocontestóPlaucio a estapregunta,y su reserva impresionóaPetronio,que,apesardesu faltadeaptitudparadistinguirelbiendelmal,nunca fuedelatorysepodíahablarconéltranquilamente.Anteesto,cambiónuevamentedetemayempezóaelogiarlamoradadePlaucioyelbuengustoqueenellaimperaba.

—Micasaesunacasavieja—dijoPlaucio—,enlaquenadahacambiadodesdequelaheredé.

Despuésdecorrerlacortinaqueseparabaelatriumdeltablinum,quedóaldescubierto la casa de un extremo al otro, de forma que la mirada podíaatravesarla;acontinuacióndel tablinumsehallabanelperistiloyeloecus,ymásalláeljardín,quebrillabadesdelejoscomouncuadroluminosobordeadoporunoscuromarco.Desdeélllegabanhastaelatriumalegresrisasinfantiles.

—¡Oh, caudillo!—exclamó Petronio—. Permítenos que escuchemos decercaesasrisassinceras,tanpocofrecuentesenestosdías.

—Conmuchogusto—contestóPlaucio, levantándose—.SonLigiaymipequeño Aulo, que están jugando a la pelota. Pero tocante a la risa, creo,Petronio,quedebespasarlavidariendo.

—La vida sólo merece risa, y por eso me río—repuso Petronio—; sin

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embargo,aquílarisasuenadeotramanera.

—Petronio—añadióVinicio— pasa los días enteros sin reírse; pero, encambio,sepasalasnochesriendo.

Hablando de esta manera recorrieron toda la casa y llegaron al jardín,dondeLigiayelpequeñoAulo jugabanconunaspelotasqueunosesclavos,llamados sphaeristae, especialmente designados para ese juego, recogían delsueloyselasentregaban.

Petronio examinó con rápidamirada a Ligia. El pequeñoAulo, al ver aVinicio,saliócorriendoasuencuentroparasaludarle;peroésteseaproximó,inclinandolacabeza,alahermosadoncella,quesehallabaenpieconlapelotaenlamanoyelcabelloendesorden,unpocoagitadayencendidoelrostro.

En el triclinium del jardín, sombreado por la hiedra y lamadreselva, sehallaba Pomponia Grecina, y se acercaron a saludarla. Petronio, aunque nofrecuentabalacasadePlaucio,laconocíaporhaberlavistoencasadeAntistia—hijadeRubelioPlauto—,enladeSénecayenladePolión;masnopudodisimularlasorpresaqueleprodujoelrostrotristeyapacible,lanoblezadesucontinente,desusademanesydesuspalabras.Pomponiamodificabahastatalpuntoelconceptoque teníade lasmujeres,queapesardeestarcorrompidohastalaméduladeloshuesosysegurodesímismocomoelquemásentodaRoma, no sólo le inspiraba respeto, sino que incluso le hacía perder laseguridadensímismo.

Y ahora, al darle las gracias por los cuidados prestados a Vinicio,introducíacasiinvoluntariamenteundomina,cosaquenolehubierasucedidonunca hablando, por ejemplo, con Calvia Crispinilla, con Escribonia, conValeriaoconSolinayotrasmujeresdelgranmundo.

Después de los saludos y de los agradecimientos de rigor, comenzó alamentarse de lo poco que Pomponia se dejaba ver en el circo o en elanfiteatro,aloqueéstareplicóreposadamente,colocandounamanoenladesuesposo:

—Nosvamoshaciendoviejos,yaambosnosgustacadadíamáslapazdelhogar.

QuisoargüirPetronio;peroAuloPlaucioagregóconvozsilbante:

—Cadadíanossentimosmásextrañosentregentequehastadesignaalasdivinidadesromanasconnombresgriegos.

—Hace ya algún tiempo que los dioses se han convertido en simplesfigurasretóricas—replicóPetronioconnegligencia—,ycomolosgriegosnoshanenseñadolaretórica,amímismomeresultamásfácildecir,porejemplo,HeraqueJuno.

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Diciendo esto, miró a Pomponia como para darle a entender que en supresencia no podía acordarse de otra divinidad, y a continuación se puso arebatirloqueellahabíadichoacercadelavejez:

—Es cierto que las personas envejecen rápidamente; pero las hay quellevanunavidadiferentedeladelosdemás,ydecuyosrostrosSaturnoparecehaberseolvidado.

Esto lo dijoPetronio con cierta sinceridad, ya quePomponiaGrecina, sibieneradeedadmadura,conservabauncutisdefrescurapococomún,ycomotenía la cabeza pequeña y las facciones menudas, en algunos momentosparecía,apesardesutrajeoscuro,unamujercompletamentejoven.

Entretanto,elpequeñoAulo,quedurantelaestanciadeVinicioenlacasasehabíahechogranamigosuyo,seacercóaélinvitándoleajugaralapelota.Asuvez,Ligiaentróeneltricliniumdetrásdelniño.Bajolacortinadehiedray,conlucecitasvacilantesenelrostro,leparecióaPetroniomáshermosaquealprimergolpedevista.Verdaderamente,semejabaunaninfa.

Como hasta entonces no le había hablado, se levantó, inclinándose anteella, y en vez de dirigirle las palabras usuales de saludo, citó las siguientespalabras,conlasqueUliseshabíasaludadoaNausicaa:

—«Yo te imploro, ¡oh reina!, seas diosa o mortal. Si eres una de lasdeidadesquehabitanelampliocielo,seguramenteserásDiana,hijadeJúpiter,ajuzgarportubelleza,majestadyencantos;ysinacistedeloshombresquemoran en la tierra, dichosos mil veces tu padre, tu venerada madre y tushermanos».

HastaparalamismaPomponiaresultógratalaexquisitacortesíadeaquelhombredemundo.EncuantoaLigia, leescuchóruborosayconfundida,sinatreverse a levantar los ojos; pero gradualmente se fue dibujando en lascomisurasdesuslabiosunalevesonrisaysurostroexpresólaluchaentrelajuvenil timidez de la doncella y el deseo de contestar; se conoce que éstetriunfófinalmente,porque,mirandodeprontoaPetronio, lecontestóconlasmismas palabras deNausicaa, pronunciándolas sin tomar aliento y un pococomounalecciónaprendidadememoria:

—«Extranjero,noparecesderazavil,ninecio…».

Alacabardedecirlashuyócomounpajarilloasustado.Petroniosequedósorprendido, ya que no esperaba oír versos de Homero en boca de unadoncella cuyo origen bárbaro le había sido revelado por Vinicio. Dirigió aPomponiaunamirada interrogativa;peroéstanopudocontestarleporqueenaquelmomentomiraba sonriente el orgullo que se reflejaba en el rostro delancianoAulo.Éstenoeracapazdeocultarlo:enprimerlugar,porqueamabaaLigia como a su propia hija, y después, porque, a pesar de sus conceptos

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anticuadosque lehacían tronarcontra todo logriegoy sugeneralización, leparecía aquél el pináculo de la cultura social. Nunca había conseguidoaprenderlo bien, lo que le mortificaba, y por eso le complacía que hubieracontestado en la lengua y con los versos de Homero a aquel hombre tandistinguidoyalaveztanculto,quehabíaestadoapuntodecreerquesuhogareraunacasadebárbaros.

—Tenemosencasaunpedagogo,ungriego—dijo,dirigiéndoseaPetronio—,queenseñaanuestrohijo,ylaniñaescuchalaslecciones.Esunapajaritade las nieves, pero una dulce pajarita, a la que ambos nos hemosacostumbrado.

Petroniomiraba,atravésdelasramasdemadreselva,alostresjugadores.Viniciosehabíadespojadodelatoga,conservandosólolatúnica,ytirabaenaquelmomentolapelotaaloalto;Ligia,enpiefrenteaél,intentabarecibirlaconlosbrazoslevantados.

A primera vista, la doncella no le había producido gran impresión aPetronio; le pareció demasiado delgada. Pero desde el momento en que lacontemplódecercaeneltriclinium,pensóquesólolaAurorapodríatenereseaspecto,ycomoentendidoenlamateria,reconocióquenohabíaenellanadaqueresultaravulgar.Todolocontemplóytodoloapreció:elrostrosonrosadoytransparente,losfrescoslabioshechosparaelbeso,losojosazulescomoelmar, la frente alabastrina, la opulencia de la oscura cabellera, cuyas ondastenían reflejosdeámbarodebroncecorintio; sudelicadocuelloy ladivinacurva de los hombros, y toda su figura flexible, esbelta, con la frescura demayoydelasfloresreciénabiertas.EnPetroniosedespertaronelartistayeladoradordelabelleza,ypensóquealpiedelaestatuadeladoncellapodríaescribirse la palabra Primavera. El recuerdo de Crisotemis acudió a sumemoria y prorrumpió en una sonora carcajada. Con el cabello cubierto depolvo de oro y con las cejas oscurecidas, parecía tremendamente mustia,semejanteaunarosacuyospétalosamarillentosestabanprontosadeshojarse.Y, sin embargo, toda Roma continuaba envidiando a Crisotemis. Luego seacordódePopea,yestacelebérrimaPopealeparecióunamáscaradecerasinalma.

Esa muchacha de formas de estatua de Tanagra no sólo parecía laencarnación de la Primavera, sino que a través de su cuerpo de rosas seadivinaban los destellos de Psique, como se percibe la luz a través de unalámpara.

«Vinicio tiene razón—pensó—, ymiCrisotemis es vieja…, vieja comoTroya».

YdirigiéndoseaPomponiaGrecinaeindicandoeljardín,dijo:

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—Ahora comprendo que teniendo una pareja así, prefiráis la casa a lasfiestasdelcircoydelPalatino.

—Asíes—contestóPomponia,mirandoendirecciónalpequeñoAuloyaLigia.

Entonces,elancianocaudilloempezóacontarlahistoriadeladoncellayloquehacíaaños lehabía referidoAtelioHisteracercadelpueblo ligioquevivíaenelbrumosoNorte.

Eneljardín,losjugadoreshabíanterminadoyaysepaseabanporlaarenadel mismo, destacándose sus figuras sobre el oscuro fondo de mirtos ycipreses como oscuras estatuas. Ligia llevaba de lamano al pequeñoAulo.Despuésdepasearseunratosesentaronenunbanco,juntoalestanquedelospeces,emplazadoenelcentrodeljardín.Auloseapartódeellosalospocosinstantes,paraasustaralospecesquehabíaenelaguatransparente.

Viniciocontinuólaconversacióncomenzadaduranteelpaseo:

—Sí—decíaconvozbajaytemblorosa—,apenassalídelaadolescenciacuandome enviaron a las legiones de Asia. No conocía las ciudades, ni lavida,nielamor.SédememoriaunpocodeAnacreonteydeHoracio;peronopodría, como Petronio, recitar versos cuando la razón, embargada por laadmiración,esincapazdeencontrarpalabrasapropiadasparaexpresarloquesiente. De niño asistí a la escuela deMusonio, quien nos explicaba que lafelicidadconsisteenquererloquequierenlosdioses,yque,porconsiguiente,depende de nuestra voluntad. Creo, sin embargo, que existe algomás, másgrandeydemayorvalor,quenodependedenuestravoluntad;algoquesóloelamorpuededarnos;hastalosmismosdiosesbuscanesafelicidad.Naturales,¡ohLigia!,quesigasushuellasyo,quehastaahoranoheconocidoloqueesamor,yquebusquealaquequieradarmeesafelicidad.

Aquí guardó silencio, y por espacio de algunos instantes no se oyómásruidoqueelquehacíaelpequeñoAuloalarrojarpiedrecitasparaasustaralospeces.

Trasunacortapausa,Viniciocontinuóenvozbaja:

—QuizáconozcasaTito,elhijodeVespasiano.DicenqueapenassalidodelaadolescenciaseenamoródetalformadeBerenice,quepocofaltóparaquelanostalgialequitaralavida.Yotambiénpodríaamarasí,¡oh,Ligia!Lariqueza, lagloria, el poder, sonhumoyvanidad.El rico encontrará siempreotromás ricoque él; al glorioso le eclipsaráunagloriamayor; unpoderososucumbiráanteotroqueloseamásqueél.Pero¿puedeacasoelmismoCésaroalgunodelosdiosessentirmayordichaomásfelicidadqueunsimplemortalen elmomento en que siente sobre su pecho el aliento del pecho amado, ocuando besa los labios que adora? ¡Ligia, el amor nos hace iguales a los

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dioses!

Ella le escuchaba turbada, con asombro y al mismo tiempo como siresonaran en sus oídos las notas de una flauta griega o de una cítara. LeparecíaavecesqueVinicioentonabaunaextrañacanciónque,alpenetrarensusoídos,agitabasusangreeinundabasucorazóndetemor,llevandohastaélunasensacióndedesmayoyunadelectaciónhastaentoncesnuncasentida.Leparecía queVinicio le decía algo presentido, pero de lo que no podía darsecuenta.Comprendíaquedespertabaensualmaalgoquehastaentonceshabíaestadoadormecido,yqueenaquelmomentoelsueñonebulosoadquiríacadavezformasmásdefinidas,agradablesyhermosas.

El sol, entretanto, hacía tiempo que había pasado más allá del Tíber ydescendía tras la colina del Janículo. Su luz rojiza caía sobre los inmóvilescipreses, y todo el ambiente estaba impregnado de ella. Ligia alzó sus ojosazulesmirandoaViniciocomosidespertaradeunsueño,yalverleinclinadoanteella, en los reflejosde la tarde,conexpresiónsuplicanteen losojos, lepareció el más hermoso de todos los hombres, más hermoso que todos losdioses griegos y romanos, cuyas estatuas había visto en las fachadas de lostemplos.Viniciooprimióligeramenteconlosdedossubrazo,másarribadelamuñeca,ylepreguntó:

—Ligia,¿noadivinasporquétehabloasí?

—No—murmuróenvoztanbajaqueVinicioapenaslogróoírla.

Masélno locreyó,yoprimiéndole lamanocadavezconmás fuerza, lahubieraatraídosobresucorazón,quelatíaamartillazosbajolainfluenciadeldeseoquedespertaba en él lamaravillosadoncella, y le hubiera dirigidountorrentedepalabrasardientes,siporelsenderobordeadodemirtosnohubieseaparecidoelancianoAulo,que,acercándoseaellos,lesdijo:

—Elsolsepone,yconvienepreservarsedelfrescodelatarde.NohayquebromearconLibitina.

—No—contestóVinicio—;apesardeestarsin toganohesentidohastaahorafríoalguno.

—Mirad—dijoAulo—:Apenasseveahoralamitaddeldiscosolardetrásdelacolina.EstomerecuerdalotempladoqueeselclimadeSicilia,dondelagentesereúnealponerseelsolenlasplazasparadespedircantandoencoroalFeboponiente.

Y olvidándose de que pocosmomentos antes élmismo los había estadoponiendoenguardiacontraLibitina,comenzóahablardeSicilia,dondeteníasuspropiedadesyunagrancasadelabor,alaqueteníamuchoapego.

RecordótambiénquehabíapensadovariasvecestrasladarseaSiciliapara

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terminarallíapaciblementesusdías.

—Alosquelanievedelosañosnoshablanqueadolacabeza—dijo—noscansanyalasescarchasinvernales.Todavíalashojasnosehandesprendidodelosárboles,ysobrelaciudadelsolparecesonreíramoroso;perocuandolashojasdelavidempiecenaponerseamarillas,caigalanievesobrelosmontesAlbanosy losdiosesenvíena laCampaniaunvientecillopenetrante, ¡quiénsabesientoncesnometrasladarécontodamifamiliaamiapacibleresidenciadecampo!

—¿Te gustaría marcharte de Roma, Plaucio? —preguntó Vinicio consúbitainquietud.

—Hacemuchotiempoquelodeseo—contestóAulo—,porqueallíseestámástranquiloymásseguro.

Yempezódenuevoaelogiarsusjardines,susganados,sucasaocultaenlaverdura, rodeada de colinas cubiertas de tomillo y de ajedrea, en las quezumbaban enjambres de abejas. PeroVinicio no prestaba atención a la notabucólica,ypensandoúnicamentequepodríaperderaLigia,mirabaaPetroniocomosideéldependierasusalvación.

Petronio, entretanto, sentado cerca de Pomponia, se extasiabacontemplandoelespectáculodelsolponiente,deljardínydelaspersonasquesehallabanjuntoalestanque;susblancasvestidurasresaltabansobreeloscurofondodelosmirtos,iluminadasporeloroquedespedíanlosúltimosrayosdesol.El cielo se teñíadepúrpurayvioleta con reflejosopalinos.Lasoscurassiluetasdeloscipresesserecortabanconmayorclaridadqueenplenodía.Enlaspersonas,enlosárbolesyeneljardíntodoreinólapazdelatarde.

APetronioleimpresionóestacalma,singularmenteenloquesereferíaalaspersonas.LosrostrosdePomponia,delancianoAulo,delmuchachoydeLigia reflejaban algo que no estaba habituado a ver en los rostros de laspersonas que le rodeaban todos los días, o, mejor dicho, todas las noches.Habíaenellosciertaluz,ciertacalma,reveladoradeunreposoproducidoporlavidaqueaquellos seres llevaban.Yconcierto asombropensóquepodíanexistirunabellezayunadulzuraqueélnohabía logradoconocer todavía, apesardequesuvidatranscurríaacechandoladulzuraylabelleza.

Nolefueposiblereservarseestepensamiento,ydirigiéndoseaPomponia,dijo:

—EstoyexaminandodesdeelfondodemialmalodiferentequeesvuestromundodelmundoquegobiernaNerón.

Ella alzó su rostro de rasgos menudos hacia el crepúsculo y replicósencillamente:

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—NoesNerón,sinoDios,quiengobiernaelmundo.

Sucedióunmomentodesilencio.Cercadeltricliniumresonaronlospasosdel anciano caudillo. Vinicio, Ligia y el pequeñoAulo le seguían. Petroniovolvióapreguntar:

—Segúneso,¿túnocreesenlosdioses,Pomponia?

—Creo en unDios único, justo y todopoderoso—contestó la esposa deAuloPlaucio.

III

—Cree en un Dios único, todopoderoso y justo —repitió Petronio, alencontrarse de nuevo en la litera a solas con Vinicio—. Si su Dios estodopoderoso,tambiéndisponedelavidaydelamuerte,ysiesjusto,envíajustamentelamuerte.¿Porqué,entonces,Pomponiallevalutoporsuhija?Alllorar a Julia culpa a su Dios. Tengo que exponerle este razonamiento anuestromonoBarbasdeCobre; creoque endialécticapuedo compararmeaSócrates. En cuanto a las mujeres, estoy conforme con que posean tres ocuatro almas, pero ninguna de ellas es racional. ¡QuePomponiamedite conSéneca o con Cornuto lo que es un gran Logos, que juntos evoquen lassombras de Jenófanes, Parménides, Zenón y Platón, que seguramente seestaránaburriendoenlasregionesdeCimeriacomojilguerosenjaulados!PeroyoqueríahablarconPlaucioyconelladeotracosa.¡PorelsagradovientredeIsis!Si leshubiera reveladode repenteelmotivodenuestravisita, supongoque su virtud hubiera resonado comoun escudo de bronce golpeado por unbastón.¡Ynomeheatrevido!¿Querráscreer,Vinicio,quenomeheatrevido?Lospavosrealessonavesmuyhermosas,perosusgritossonmuymolestos.Yyomeasustédeellos.Sinembargo,deboelogiartuelección.EsunaverdaderaAurora de rosados dedos. ¿Sabes lo que principalmente me recordaba? Laprimavera;peronolanuestradeItalia,dondeelmanzanoapenasserecubredeflores y los olivares se tornan cenicientos, sino la primavera que conocí enHelvecia, joven, frescayverde. ¡PoresapálidaSelene!,nomesorprende tudeseo! Pero ten presente que te has enamorado de Diana, y que Aulo yPomponiasoncapacesdedespedazarte,comoenotrostiemposlohicieronconActeónsuspropiosperros.

Vinicio guardó silencio durante unos instantes, sin levantar la cabeza.Luegohablóconlavozquebradaporlapasión:

—Siantes ladeseaba, ladeseoahoramuchomás.Cuandocogísumano,meabrasabaelfuego…Hadesermía.SiyofueraZeus,laenvolveríaenuna

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nube, como envolvió a Io, o caería sobre ella convertido en lluvia, como lohizoconDánae.¡Quisierabesarsuslabioshastaquemedolieranlosmíosdetanto besar! ¡Quisiera oírla gemir entre mis brazos! ¡Matar a Aulo y aPomponia,yaellaarrancarladesuhogaryllevármelaamicasa!Estanocheno dormiré. Daré orden de azotar a uno de mis esclavos y escucharé susalaridos…

—¡Cálmate!—dijoPetronio—.TienesdeseosdignosdeuncarpinterodelSuburra.

—Esomeesindiferente.HedeteneraLigia.Acudíatienbuscadeayuda;perosinomelaprestas,laencontraréyosolo.SiAuloconsideraaLigiacomohijasuya,¿porquéhabríadeconsiderarlayocomoesclava?Asíque,comonohayotroremedio,quevengaaadornar lapuertademicasa,que launtecongrasadeloboysesientecomoesposajuntoamihogar.

—¡Cálmate, insensato descendiente de cónsules! No traemos a losbárbarosatadosdetrásdenuestroscarrosparacasarnosconsushijas.Guárdatede las exageraciones. Agota los medios naturales y decorosos, y déjanostiempo para pensar. En otro tiempo me parecía Crisotemis hija del propioJúpiter, y, sin embargo, no me casé con ella. Nerón tampoco se casó conActea,aunquelallamabanhijadelreyAtalo.¡Tranquilízate!Piensaquesiellaquiere abandonar la casa de Plaucio por tu amor, aquél no tiene derecho adetenerla.Debessaberquenosólotúardes;enellatambiénEroshaencendidounahoguera.Yolohevisto,puedesestarseguro.Tenpaciencia.Paratodohayarreglo.Perohoyyahepensadodemasiado,yestomecansa.Encambio, teprometoquemañanapensaréentuamor,yPetroniodejaríadeserPetroniosinohallaraalgúnremedio.

Denuevocallaronambos.Porúltimo,Viniciodijo,yamástranquilo:

—TedoylasgraciasyquelaFortunaseagenerosacontigo.

—Tenpaciencia.

—¿Adóndehasordenadoqueteconduzcan?

—AcasadeCrisotemis.

—Feliztú,queposeesalaqueamas.

—¿Yo?¿SabesloquemediviertedeCrisotemis?Puesquemeengañaconunodemispropioslibertos,elflautistaTeocles,ycreequeyonoloveo.Enuntiempo la amé; pero ahora me divierten sus embustes y su necedad. Venconmigoasucasa.Cuandoempieceacoquetearcontigoyaescribirsobrelamesaconeldedomojadoenvino,tenporseguroquenoestaréceloso.

Albajardelalitera,PetronioapoyóunamanoenelhombrodeVinicioydijo:

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—Espera,meparecequeheencontradounplan.

—¡Quetodoslosdiosesterecompensen!

—Sí,meparecequeelplanesinmejorable.¿Sabesunacosa,Marco?

—Teescucho,miAtenea.

—Dentrodepocosdías,ladivinaLigiacompartiráentuhogarelgranodeDemeter.

—¡EresmásgrandequeelCésar!—exclamóVinicioconentusiasmo.

IV

En efecto, Petronio cumplió su promesa. Al día siguiente de su visita aCrisotemisdurmiódurantetodoeldía,peroalanochecersehizoconduciralPalatinoytuvoconNerónunaconversaciónconfidencial,cuyoresultadofuequealtercerdíasepresentóantelacasadePlauciouncenturiónalacabezadeunpelotóndesoldadospretorianos.

Enaquellaépocareinabanlaincertidumbreyelterror,ylosmensajerosdeesta índole eran frecuentementemensajeros demuerte. Cuando el centuriónllamóalapuertadeAuloyelvigilantedelatriumanuncióqueenelpasillosehallaban soldados, el pánico invadió toda la casa. Toda la familia rodeó alviejo caudillo, ya que nadie dudaba de que el peligro era ante todo para él.Pomponia,abrazadaasucuello,leestrechabacontodassusfuerzas,mientrasquesusamoratadoslabiossemovíandiciendofrasesahogadas.Ligia,conelrostropálidocomolacera,besabasumano;elpequeñoAuloseasíaasutoga;deloscorredoresycuartossituadosenelpisoydestinadosalaservidumbre,delosbaños,delasviviendassituadasenlaparteinferior,salieronenjambresdeesclavasyesclavos.Seoyerongritosde:«¡Ay!¡Ay!¡Míserodemí!».Lasmujeresllorabanruidosamente,algunassearañabanlasmejillasosecubríanconpañueloslacabeza.

Tan sólo el anciano jefe, acostumbrado durante largos años a mirar lamuerte cara a cara, permanecía sereno, y su ancho rostro de águila parecíatallado en piedra.Luego, acallando los gritos y ordenando a la servidumbrequeseretirase,dijo:

—Déjame marchar, Pomponia; si ha llegado mi hora, aún tendremostiempoparadespedirnos.

Ylaapartósuavemente.

—¡QuieraDiosquetusuertesealamía!—exclamóPomponia.

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Ypostrándose de hinojos, se puso a rezar con el fervor que únicamentepuedeinfundireltemordeperderalseramado.

Aulosedirigióalatrium,dondeleesperabaelcenturión.ÉsteeraelviejoCayoAsta,antiguosubordinadosuyoycompañerodelasguerrasdeBritania.

—¡Salud,jefe!—ledijo—.TetraigounaordenyunsaludodelCésar.Heaquílastablillasyelselloquedemuestranquevengodesuparte.

—AgradezcoalCésarsusaludoycumplirésuorden—respondióAulo—.¡Salud,Asta!Ycomunícamequéobjetotetrae.

—AuloPlaucio—comenzóAsta—,elCésarhasabidoquesealojaentucasalahijadelreydelosligios,quefueentregadapordichorey,envidadeldivinoClaudio, a los romanos,como rehénen señaldeque los ligiosnuncaviolaríanlasfronterasdelImperio.EldivinoNerónteagradece,¡oh,jefe!,lahospitalidad que le has dado durante tantos años; pero no queriendo seguirgravándotepormás tiempo,yconsiderando,además,que ladoncella,porsucalidadderehén,debehallarsebajolacustodiadelpropioCésarydelSenado,temandaquemelaentregues.

Aulo era demasiado soldado y estaba demasiado curtido para dar riendasuelta a su dolor con palabras vanas y quejas. Sin embargo, en su frente sedibujóuna arrugaque expresaba sudolory enfado.Ante aquel ceñohabíantembladoenotrostiemposlaslegionesbritanas,einclusoenaquelmomentoeltemorsereflejóenelrostrodeAsta.Peroahora,antelaorden,AuloPlauciosesentíaimpotente.Durantealgúntiempomirólastablillasyelsello,yluego,alzandolosojosymirandoalviejocenturión,dijotranquilamente:

—Aguardaenelatriumhastaqueelrehénteseaentregado.

Ypronunciadasestaspalabras, sedirigióalotroextremode la casa, a lasala llamada oecus, donde Pomponia Grecina, Ligia y el pequeño Aulo leaguardabanimpacientesyalarmados.

—Nadieestáamenazadodemuertenideserdesterradoalejanasislas—dijo—.Y, sinembargo,elmensajerodelCésaresportadorde infortunio.Setratadeti,Ligia.

—¡DeLigia!—exclamóPomponiaconasombro.

—Sí—respondióAulo,yvolviéndosealadoncella,dijo—:Ligia,hassidoeducadaennuestracasacomosifuerasnuestrahija,ycomoataltequeremosPomponia y yo. Pero ya sabes que no eres nuestra hija. Eres un rehénentregado por tu pueblo a Roma, y al César le corresponde custodiarte. YahoraelCésartesacadenuestracasa.

Elcaudillohablótranquilamente,peroconunaextrañaeinsólitainflexiónenlavoz.Ligialeescuchabaparpadeandoycomosinocomprendieradequé

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setrataba;Pomponiapalideció,yenlaspuertasqueconducíandelcorredoraloecuscomenzaronamostrarselosrostrosatemorizadosdelosesclavos.

—HadecumplirselavoluntaddelCésar—dijoAulo.

—¡Aulo!—exclamóPomponia,abrazandoalamuchachacomosiquisieraprotegerla—.Máslevaldríamorir.

Ligia,refugiándoseensupecho,repetía:

—¡Madre,madre!—sinpoderhallarotraspalabrasentresussollozos.

ElrostrodeAuloexpresódenuevolairayeldolor.

—Siestuvierasoloenelmundo—dijosombríamente—,nolaentregaríaviva,ymisparientesenesedíapodríanpresentarpormísusofrendasaJúpiterLiberator; perono tengoderecho aperderte a ti y anuestrohijo, quepuedellegar a conocer tiempos mejores. Hoy mismome presentaré al César y lerogaré que revoque la orden. ¿Me escuchará? Lo ignoro. Entretanto, adiós,Ligia,y tenpresentequePomponiayyobendecimoseldíaenquevinisteanuestrohogar.

Alpronunciarestaspalabras,colocólamanosobresucabeza,yapesardelosesfuerzosquehacíaporconservarlacalma,cuandoLigialemiróconlosojos empañados de lágrimas y comenzó a besar su mano, tembló su voz,agitadoporundolorprofundo,paternal:

—¡Adiós,alegríayluzdenuestrosojos!—dijo.

Ysevolviópresurosoalatriumparanodejarsedominarpor laemoción,indignadeunromanoydeunjefe.

Entretanto, Pomponia condujo a Ligia al cubiculum y procurótranquilizarla,consolarlaydarleánimos,diciendopalabrasqueresonabandeunmodoextrañoenaquellacasa,encuyacapillaexistíaaúnellarariumyelaltarendondeAuloPlaucio, fiela lasantiguascostumbres,hacíaofrendasalosdioseslares.

—Entiempospasados—ledecíaPomponia—,VirgiliohabíaatravesadoelpechodesuhijaparasalvarladelasmanosdeApio,yaúnantesLucreciapagóconlavidasudeshonor.LacasadelCésareraunantrodeinfamia,maldadycrimen. Pero nosotros, Ligia —añadió—, sabemos por qué no tenemosderechoadisponerdenuestrasvidas…¡Sí!La leyquenosgobiernaesotramás grande y más sagrada, que nos permite defendernos del mal y deldeshonor, aunque haya que pagar esa defensa con la vida y el martirio. Esmayor el mérito del que salga limpio de la morada de la corrupción; pero,afortunadamente, lavidanoesmásqueunparpadeo fugazy la resurrecciónsólocomienzacon lamuerteymásalládeéstayano imperaNerón,sino lamisericordia;enlugardedolorhayalegría,yenlugardelágrimas,goces.

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Luegosepusoahablardesímisma.¡Sí!Parecíaqueestabatranquila,peroensucorazónhabíaheridasdolorosas.UnavendacubríaaúnlosojosdeAulo,ytodavíanolehabíainundadolafuentedeluz;asíquenopodíaeducarasuhijoenlaVerdad.Yalpensarquelascosaspodíancontinuarasíhastaelfinaldesusdías,yquepodría llegarelmomentode la separaciónespiritual,cienveces más dolorosa y terrible que la temporal, por la que ahora ambassufrían…No,eracapazdeconcebirdequémanerapodríagozarenelcielodela felicidad. Había pasado muchas horas llorando y pidiendo gracia ymisericordia. Pomponia ofrecía a Dios sus dolores, y en Él esperaba yconfiaba. Ahora, al recibir otro nuevo golpe, cuando la orden del tirano learrebataba a su querida niña, a la queAulo había llamado luz de sus ojos,seguía creyendo que existía una fuerza superior a la de Nerón y unamisericordiamásfuertequesumaldad.

Yestrechóaúnconmásfuerzalacabezadelamuchachacontrasupecho.Ligia se acercó a sus rodillas y, ocultando su rostro entre los pliegues delpeplumdePomponia,sequedóasí,ensilencio,durantelargorato.Cuandoalfinselevantó,ensucaraseadvertíayaciertaserenidad.

—Meaflijoporti,madre,pormipadreypormihermano;peroséquelaresistencianoserviríaparanadayosperderíaatodos.TejuroqueencasadelCésarnuncaolvidarétuspalabras.

Leechódenuevolosbrazosalcuello,ycuandoambassalieronaloecus,sedespidiódelpequeñoAulo,delancianogriegoquehabíasidosumaestro,de su camarera, que en otros tiempos había sido su aya, y de todos losesclavos.

Unodeéstos,unligioaltoyfornido,llamadoUrso,queenunióndeotrossirvientes había acompañado a Ligia y a su madre al campamento de losromanos,searrodillóasuspies,yluego,postrándoseantePomponia,dijo:

—¡Ohdomina!Permítemeque acompañe ami señorayvelepor ella encasadelCésar.

—No eres siervo nuestro, sino de Ligia—replicó Pomponia Grecina—;pero¿creesquetedejarántraspasarlosumbralesdelacasadelCésar?

—No lo sé, domina; sólo puedo decirte que el hierro se quiebra enmismanoscomosifueramadera.

Aulo Plaucio, que entraba en aquel momento, al enterarse de lo que setrataba,nosolamentenoseopusoaldeseodeUrso,sinoquemanifestóquenoteníanderechoaretenerle.AldevolveraLigiacomounrehénreclamadoporelCésar,estabantambiénobligadosadevolversuséquito,quejuntoconellaquedababajo laproteccióndelCésar.Yenvozbaja ledijoaPomponiaquecon el pretexto del séquito podían agregar los esclavos que creyeran

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oportunos,pueselcenturiónnopodíanegarsearecibirlos.

ALigia esto le proporcionaba cierto consuelo, y aPomponia le alegrabapensarquepodríarodearlaconservidumbredesuelección.Asíque,ademásde Urso, designó para que la acompañaran a su antigua camarera, dosdoncellasdeChipre,hábilespeinadoras,ydosgermanasquelaservíanenlosbaños.Suelecciónrecaíaprincipalmentesobrelosadictosalanuevafe,queelpropio Urso profesaba desde hacía años. Pomponia podía contar con lafidelidaddeestossirvientes,yalavezsealegrabaalpensarquesembraríanlasimientedelaVerdadenlacasadelCésar.

Además escribió a Actea, liberta de Nerón, recomendándole a Ligia.Pomponianolahabíavistonuncaenlasreunionesdelosadeptosdelanuevadoctrina,perohabíaoídodecirqueActea jamásleshabíanegadounfavoryqueleíaconavidezlascartasdePablodeTarso.Sabíatambiénquela jovenliberta vivía en una continua tristeza y que era totalmente diferente de lasdemásmujeresdeNerón.Era,ensuma,elbuenespíritudelpalacio.

Asta se ofreció a entregar personalmente la carta a Actea. También lepareciómuynaturalquelahijadeunreyllevaraconsigosuséquito;asíquenoopusolamenordificultadparallevarlosalPalatino,extrañándoseúnicamentedeloreducidodelcortejo.Encambio,lesrogóquesedieranprisa,portemoraquepudieratachárseledefaltadeceloenelcumplimientodelasórdenes.

Llegó lahorade la separación.APomponiay aLigia se les llenarondenuevolosojosdelágrimas;Aulovolvióacolocarlamanosobresucabeza.Acontinuación salieron los soldados, llevándose a Ligia a casa del César,seguidos por los gritos del pequeño Aulo, que en defensa de su hermanaamenazabaaloscenturionesconsuspequeñospuños.

El viejo caudillo mandó que le preparasen la litera, y entretanto,encerrándoseconPomponiaenlapinacoteca,situadajuntoaloecus,ledijo:

—Escúchame,Pomponia:voyaveralCésar,aunquecreoqueinútilmente,yapesardequelaspalabrasdeSénecayanadasignificanparaél,iréaveraSéneca.HoydíatienenmásinfluenciaSofonio,TigelinooVatinio.EncuantoalCésar,puedequenohayaoídohablarensuvidadelpueblo ligio,ysihaordenado laentregadeLigiacomorehén, lohahecho inducidoporalguien.Fácilesadivinarquiénpudohacerlo.

—¿Petronio?

—Elmismo—trasunabrevepausa,prosiguióelcaudillo—:Heaquí lasconsecuenciasde recibir ennuestra casa agente sinhonory sin conciencia.¡MalditoseaelmomentoenqueViniciotraspasóestosumbrales!ÉlintrodujoaPetronio ennuestra casa. ¡PobreLigia, nobuscan en ella el rehén, sino laconcubina!

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Ysuvozsehizomássilbantequedecostumbre,aconsecuenciadelairaimpotenteydeldolorquesentíaporsuhijaadoptiva.Únicamente lospuñosapretadosrevelabanladurabatallaqueenélseestabalibrando.

—Hastaahorahetenidofeenlosdioses—dijo—;peroahorapiensoqueellos no gobiernan el mundo, y que sólo existe uno, loco, monstruoso ymalvado,llamadoNerón.

—¡Aulo—exclamóPomponia—,NerónnoesmásqueunpuñadoinfectodepolvoanteDios!

PeroAuloempezóadargrandespasossobreelmosaicodelapinacoteca.Suvidaestaba llenadegrandeshechos,peronodegrandes infortunios.Asíquenoestabaacostumbradoaellos.ElviejosoldadoqueríaaLigiamásdeloqueélmismosospechaba,ynopodía familiarizarsecon la ideadeperderla.Además, se sentíahumillado: sentía elpesodeunamanoquedespreciabayantecuyopoderelsuyonadasignificaba.

Cuandoporfinlogródominarlacóleraqueletrastornabalasideas,dijo:

—NocreoquePetronionoslahayaarrebatadoparallevárselaalCésar;noquerría ofender a Popea. Así que la quiere para él o para Vinicio… Hoymismomeenteraré.

YalpocotiempolecondujolaliteraendirecciónalPalatino.

CuandoPomponia se quedó sola se reunió con el pequeñoAulo, quenocesabadellorarporsuhermananideamenazaralCésar.

V

Aulo no andaba descaminado al suponer que no sería admitido enpresencia de Nerón. Le respondieron que el César se hallaba ocupadocantando con el tocador de laúd Terpnos, y que en general sólo recibía aaquellas personas que había mandado llamar. Lo que significaba que en losucesivonodebíaintentarverle.

Encambio,Séneca,aunqueenfermoconfiebres, recibióalviejocaudillocon ladebidaconsideración;masdespuésdeoírde loquese trataba, sonrióamargamenteydijo:

—Sólounserviciopuedoprestarte,noblePlaucio,yesnomostrarnuncaalCésarquemicorazóncompartetudoloryquequisieraayudarte,porquesialCésarllegaralamenorobservaciónenesesentido,lomásprobableesquenote devolviera a Ligia, sin tener para ello más motivos que el placer de

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mortificarme.

TampocoleaconsejóquefueraaveraTigelino,niaVatinio,niaVitelio.Talvezcondineroconsiguieraalgodeellos,talvezlohicieranparamolestaraPetronio con objeto de destruir su influencia. Pero lomás seguro es que letraicionarananteelCésar,diciéndoleelafectoquePlaucioprofesabaaLigia,yelCésarporesomismonoseladevolvería.

Yelancianosabiocomenzóahablarconmordienteironía,dirigiéndoseasímismo:

—Hasestadosilencioso,Plaucio;silenciosodurantelargosaños,yalCésarno le gustan los que callan. ¿Cómo no te has extasiado ante su belleza, suvirtud,suscantos,susdeclamaciones,suformadeguiarysusversos?¿Cómono has celebrado la muerte de Británico, ni has hecho el panegírico delmatricida,nipresentadotusfelicitacionesconmotivodehaberhechoahogaraOctavia?Tefaltaprevisión,Aulo;nosotros,losquevivimosenelPalatino,laposeemosengradoadecuado.

Sénecacogióunvasitoquellevabacolgadodelcinturón,lollenóconaguadelafuentedelimpluvium,refrescósusardienteslabiosydijo:

—Pero,esosí,Nerónesagradecido.TequiereporquehasservidoaRomayhashecho famososunombrehasta losconfinesdelmundo.Amí tambiénmequiereporquehesidoelmaestrodesujuventud.Poresoestoysegurodequeestaaguanoestáenvenenadaylabebotranquilo.Elvinoenmicasanomerece tantaconfianza.Perosi tienessed,bebé tranquilamenteestaagua; latraen los acueductos desde los montes Albanos, y si quisieran envenenarlatendríanqueenvenenartodaslasfuentesdeRoma.Comoves, todavíapuedeuno considerarse seguro en este mundo y tener una vejez tranquila.Ciertamenteestoyenfermo,peromásbienesmialmalaqueestáenferma,nomicuerpo.

Así era, en efecto. Séneca carecía de la entereza de alma que poseíanCornutoyTráseas,porejemplo,yaquesuvidaeraunaseriedeconcesionesanteloscrímenescometidosporelCésar.Elmismosedabacuentadeello,ycomprendíaqueelpropagadordelosprincipiosdeZenóndeZitiodebíaseguirotrosderroteros.Yestolehacíasufrirmásqueeltemoralamuerte.

Aulointerrumpiósusmordacesreflexiones.

—NobleAnneo—dijo—,noignorocómotepagaelCésarloscuidadosdequelehicisteobjetoensusañosjuveniles;peroelquenosarrebatóanuestrahijaesPetronio.Indícamelosmediosylasinfluenciasaquesehallasujeto,yempleaconéltodalaelocuenciaquenuestraantiguaamistadpuedainspirarte.

—Petronio y yo —contestó Séneca— militamos en campos opuestos.

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Ignorolosmediosquepodemosemplear,yséquenocedeantelainfluenciadenadie.Acaso,contodasudepravación,valemásquetodosesosbribonesdequeNerón se rodea. Pero demostrarle que ha cometido unamala acción esperder el tiempo. Petronio hace mucho que ya no posee la facultad dedistinguir el bien del mal. Demuéstrale que ha cometido una acción fea, yentoncesseavergonzará.Cuandolevealediré:«Elactoquehasejecutadoesdignodeunliberto».Ysiconestonosesolucionaelasunto,nosesolucionaconnada.

—Graciastambiénporeso—respondióelancianojefe.

AcontinuaciónmandóquelecondujeranacasadeVinicio,alqueencontróhaciendo tranquilamente ejercicios de esgrima con su maestro particular. AAulo, el espectáculo del joven entregado tranquilamente a sus ejercicioscuandosehabíaperpetradoaquelatentadocontraLigialellenódeunacóleraterrible,queestalló,apenascayólacortinadetrásdelmaestrodeesgrima,enamargosinsultosyreproches.MasalenterarseViniciodequeLigiahabíasidoarrebatada, palideció tan terriblemente, queni porun instantedudóAulodequeViniciohubieraintervenidoenelatentado.Lafrentedeljovenseinundódesudor,ylasangrequeporunmomentolehabíaafluidoalcorazón,volvióagolpearsurostroconunaoleadacaliente.Susojosdespidieronchispas,ysuslabiosformularonpreguntasdesordenadas.Loscelosylacóleraseapoderabanalternativamente de él, sacudiéndole como una tempestad. Creía que Ligia,una vez pisados los umbrales de la casa del César, estaba irremisiblementeperdidaparaél.YcuandoAulopronuncióelnombredePetronio,cruzócomounrayoporlamentedeljovensoldadolasospechadequePetroniosehabíaburladodeélyquecon laentregadeLigiaqueríaconseguirnuevos favoresdelCésaroguardarlaparasí.No lecabíaen lacabezaquesepudieseveraLigiasindesearla.

La impetuosidad, rasgo distintivo de su familia, le arrastraba como a unpotroindómito,haciéndoleperdersupresenciadeánimo.

—Jefe—dijoconvozentrecortada—,vuelveatucasaytenpresentequeaunque Petronio fuese mi padre vengaría en él el agravio inferido a Ligia.Vuelve a tu casa y espérame.Ligia no será ni dePetronio ni delCésar—yapretandolospuños,seencaróconlasfigurasdeceraquehabíaenelatriumyexclamó en un estallido—: ¡Por esas máscaras mortales, juro que antes lamataríayluegomedaríalamuerte!

Diciendo estas palabras, y repitiendo una vezmás a Aulo: «Espérame»,salió corriendo como un loco del atrium, dirigiéndose a casa de Petronio, ydandoempellonesalostranseúntesquehallabaenelcamino.

Aulo regresó a su casa algo más tranquilo. Creía que si Petronio habíainducidoalCésaraquereclamaraaLigiaparaentregárselaaVinicio,éstela

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devolveríaasucasa.Tambiénleservíadeconsuelopensarque,aunenelcasodequeLigianopudiera ser salvada, seríavengaday lamuerte laprotegeríadel ultraje. Confiaba en queVinicio cumpliría cuanto había ofrecido.Habíapresenciadosucólerayconocíalairritabilidadpeculiardeaquellafamilia.Elmismo,aunqueamabaaLigiacomosifuerasupropiahija,hubierapreferidomatarlaantesqueentregárselaalCésar,yasílohubieraejecutado,anoserporconsideración hacia su hijo, último descendiente de su estirpe. Aulo era unsoldado, y apenas había oído hablar de los estoicos; pero su carácter no sehallabamuyalejadodeellosydesusconceptos.Parasuorgullo,lamuerteerapreferiblealadeshonra.

Cuando llegó a su casa tranquilizó a Pomponia y le comunicó susesperanzas,yambosaguardaronnoticiasdeVinicio.Cadavezqueenelatriumresonaban pasos de algunos de los esclavos, creían que quizá fueraVinicio,que venía a devolverles a su hija, y se preparaban a bendecirle con toda elalma.Peroeltiempopasabaynollegabanoticiaalguna.Porfin,alanochecer,sesintióunaldabonazoenlapuerta.

Alpoco tiempoentróun esclavoy entregó aAulouna carta.El ancianojefe,aquienlegustabamostrarelmayordominiosobresímismo,latomóconmanotemblorosaylaleyócontantaansiedadcomosisetrataradelasuertedetodalacasa.

Deprontoseoscureciósusemblantecomoporlasombradeunanube.

—Lee—dijo,dirigiéndoseaPomponiaGrecina.

TomóPomponiaGrecinalacartayleyólosiguiente:

Marco Vinicio a Aulo Plaucio: salud. Lo que ha ocurrido ha sido porvoluntad del César, ante el cual debéis inclinar vuestras cabezas, comohacemosPomponioyyo.

Acontinuaciónsobrevinounlargosilencio.

VI

Petroniosehallabaensucasa.ElporteronoseatrevióadeteneraVinicio,quepenetrócomouna tromba.Alenterarsedequeeldueñosehallabaen labiblioteca,penetróenellaconelmismoímpetu.AlveraPetronioescribiendo,learrancólaplumadelamano,lahizoañicos,lapisoteóy,agarrándoleporloshombrosyacercandosurostroaldeél,preguntóconvozronca:

—¿Quéhashechodeella?¿Dóndeestá?

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Entonces sucedió una cosa sorprendente. El elegante y atildadoPetroniodesasió la mano con que el joven atleta le oprimía el hombro; luego,cogiéndolelaotraysujetandoambasenunasuyacomounastenazasdehierro,dijo:

—Únicamente por las mañanas me siento algo débil; por las tardesrecupero mi antigua flexibilidad. Trata de soltarte. La gimnasia debe dehabértelaenseñadoalgúntejedor,ylosmodales,unherrero.

Surostronodenotabaenfado,peroensusojosbrillabandestellosdevaloryenergía.LuegosoltólasmanosdeVinicio,quesehallabaanteélhumillado,avergonzadoyrabioso.

—Tumanoesdeacero—dijo—;peroportodaslasdivinidadesinfernalestejuroque,simehastraicionado,teclavaréunpuñalenelpecho,aunquetehallesenlashabitacionesdelCésar.

—Hablemosconcalma—contestóPetronio—.Comoves,elaceroesmásfuertequeelhierro,yapesardequedeunodetusbrazospuedenhacersedosmíos, no tengo por qué temerte. En cambio, me apena tu grosería, y si laingratitudhumanaaúnpudierasorprenderme,mesorprenderíatuingratitud.

—¿DóndeestáLigia?

—Enellupanar,esdecir,encasadeCésar.

—¡Petronio!

—Tranquilízateytomaasiento.HepedidoalCésardoscosas,quemehaconcedido: la primera, sacar a Ligia de la casa de Aulo, y la segunda,entregártela.¿Nollevasalgúncuchilloentrelosplieguesdelatoga?Aversimeloclavasahora.Peroteaconsejoqueesperesunosdías,porquetellevaríanalaprisiónyentretantoLigiaseaburriríasolaentucasa.

Amboscallaron.ViniciomirabaatónitoaPetronio.

—Perdóname—dijo—.Laamo,yelamormetrastorna.

—Admírame,Marco;anteayerledijealCésar:«MisobrinoViniciosehaenamoradodeunajovencitaescuálida,quehabitaencasadeAulo,yconsussuspirostieneconvertidasucasaenunverdaderobañodevapor.Nitú,César,ni yo, que sabemos lo que es la verdadera belleza, daríamos por ella nimilsestercios; pero ese muchacho ha sido siempre más tonto que un trípode yahoraacabadeatontarsedeltodo».

—¡Petronio!

—Si no comprendes que dije esto para asegurar a Ligia,me obligarás acreer que dije la verdad. Convencí a Barbas de Cobre, que es tan granconocedor de la estética, que no puede considerar como una belleza a esa

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muchacha.YNerón, que hasta ahora no se atreve amirarmás que pormisojos,noveráenellabellezaalguna,yalnoverla,noladeseará.Eranecesarioponerseenguardiacontraesemonoyatarleconunacuerda.Noseráélquienaprecie la hermosura de Ligia, sino Popea, que se apresurará a despedirlacuantoantesdelpalacio.Además,ledijeaBarbasdeCobreconnegligencia:«ApodératedeLigiayentrégaselaaVinicio;tienesderechoahacerloporqueestá como rehén, y si eso haces, agraviarás aPlaucio».Y accedió.No teníaninguna razón para no hacerlo, ya que le proporcionaba la ocasión demortificaragenteshonradas.Teconvertirásenelguardiánoficialdel rehén,entregarán en tus manos al tesoro ligio, y tú, como amigo de los valientesligios, no sólo no derrocharás nada del tesoro, sino que te esforzarás enmultiplicarlo.Parasalvarlasapariencias,elCésarlatendráunoscuantosdíasensucasa,paraenviártelaluegoatuinsula.¡Hombreafortunado!

—¿Es verdad eso? Entonces, ¿no corre ningún peligro en la casa delCésar?

—Si tuviera que vivir allí siempre, Popea hablaría de ella con Locusta;pero,paraunosdías,nocorreelmenorpeligro.EnelpalaciodelCésarvivendiezmilpersonas,yesposiblequeNerónnisiquieralavea.Mehaconfiadodetalmaneraelasunto,quehaceunmomentosehapresentadoenmicasauncenturiónconlanoticiadequehabíaconducidoa ladoncellaalpalacioy lahabía entregado enmanos deActea. Es una buena alma esaActea; por esodispuse que se la entregaran. Al parecer, Pomponia Grecina comparte miopinión, porque también le ha escrito.Mañana daNerón una fiesta, y te hereservadounsitiojuntoaLigia.

—Perdóname,Cayo,miarrebato—dijoVinicio—.CreíquelaqueríasparatioparaelCésar.

—Tu arrebato puedo perdonarlo, mas no así tus ademanes groseros, tusgritosytuvozordinaria.Merecordabaaladelosjugadoresdemorra.Esonomegusta,Marco,ydeellodebesguardarte.Hasdesaberqueelproveedordelas aventuras amorosasdelCésar esTigelino,ydebes saber tambiénque, siquisiera a lamuchacha, te diría,mirándote cara a cara: «Vinicio, te quito aLigia,ymequedoconellahastaquemecanse».

Diciendo esto, fijaba sus pardos ojos en los de Vinicio con tan serenoatrevimiento,queterminódeturbarporcompletoaljoven.

—Laculpaesmía—dijo—.Eresbuenoy lealy teestoyagradecidocontodaelalma.Permítemequetehagaunapreguntamás:¿porquénomandastequellevaranaLigiadirectamenteamicasa?

—PorqueelCésarquiereguardar lasapariencias.LagentediráenRomaque hemos arrebatado a Ligia, siendo ésta un rehén. Mientras duren los

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comentarios permanecerá en el palacio del César. Luego te la enviarán sinruidoatucasaytodohabráterminado.Nerónesunperrocobarde.Sabequesupodernotienelímites,y,sinembargo,tratadedarunaaparienciadecenteacadaunodesusactos.¿Tehasserenadolobastanteparaquefilosofemosunpoco? Más de una vez me ha venido a la mente la idea de por qué undelincuente,aunsiendo tanpoderosocomoelCésaryhallándose tansegurocomoéldelaimpunidad,buscasiemprelaaparienciadelderecho,lajusticiaylavirtudensusactos.¿Porquésetomaesamolestia?Meparecequemataralhermano, a la madre o la esposa son actos dignos de cualquier reyezueloasiático,masnodelCésardelosromanos;perosiyomehallaraensulugar,tenporseguroquenoescribiríaalSenadocartasjustificativas…,comoNerónescribe. Nerón quiere salvar las apariencias porque es un cobarde. Tiberio,aunquenoeracobarde, tambiéntratabade justificarcualquieratentado.¿Porqué sucede así? ¿Qué extraño e involuntario homenaje rinde el crimen a lavirtud?¿Ysabesloquemeparece?Queesosucedeporqueelcrimenesfeoylavirtudesbella.Ergo,elverdaderoestetaesunhombrevirtuoso.«Ergo,yosoyunhombrevirtuoso.HoylibaréenhonordelassombrasdeProtágorasyGorgias».Heaquídequémaneralossofistaspuedenserútiles.Escuchaloquedigo a continuación.Lehe arrebatadoLigia aPlauciopara entregártela a ti.Bueno.PeroLisipohabríahechoconvosotrosungrupomaravilloso.Ambossoishermosos,luegomiacciónesbellatambién,yalserbella,nopuedesermala. Mira, Marco. Ante ti se halla la virtud encarnada en Petronio. SiArístidesviviera,tendríaqueveniramicasayofrecermecienminasporunalecciónsobrelavirtud.

PeroVinicio,máspreocupadoporlarealidadqueporlostratadossobrelavirtud,dijo:

—MañanaveréaLigia,yluegolatendrétodoslosdíasamilado,siempre,hastalamuerte.

—TútendrásaLigiayyotendréaPlaucioencima.Invocaráensuauxilioatodaslasdivinidadesinfernalesparaquecaigasobremísuvenganza.¡Ysiporlomenos el animal tomara antes clases de declamación! Perome insultará,comohacíamianteriorporteroconmisclientes,yaquienfinalmentetuvequeenviaraunaprisiónrural.

—Auloestuvoenmicasa.PrometídarlenoticiasdeLigia.

—Escríbele que la voluntad del divino César es ley suprema y que tuprimerhijosellamaráAulo.Hayqueprocurarlealgúnconsueloalviejo.SoycapazdepedirleaBarbasdeCobrequeleinvitemañanaalfestín,paraqueteveaeneltricliniumalladodeLigia.

—No hagas tal cosa —replicó Vinicio—; siento pena por ellos, enparticularporPomponiaGrecina.

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Y se sentó para escribir la carta que le hizo perder al viejo jefe lasesperanzasquelequedaban.

VII

Hubo un tiempo en que las más altas cabezas se inclinaban delante deActea, la antigua amante deNerón.Pero ella ni aun entonces había queridointervenirenlosasuntospúblicos,ycuandoalgunavezempleabasuinfluenciaconel jovenCésar, era tan sóloconobjetodepedir clemenciaparaalguien.Silenciosa y sumisa, supo granjearse la gratitud demuchos y nunca se creóenemigos.NisiquieraOctaviaconsiguióodiarla.Alosenvidiososlesparecíapoco peligrosa. Sabido era de todos que seguía queriendo a Nerón con unamorresignadoytriste,quenosenutríadeesperanzas,sinoderecuerdosdeaquellosdíasenqueNerónnosóloeramásjovenylaamaba,sinotambiéneramejor.Sabidoeraquenopodíaarrancardesupensamientoaquellosrecuerdos.Peroyanadaesperaba.NohabíalamenoresperanzadequeelCésarretornaraaella.Selaconsiderabacomoaunserindefenso;yporesoladejabanenpaz.Popea la trataba como a una sirvienta silenciosa, hasta tal punto inofensiva,quenisiquieraselehabíaocurridoecharladelpalacio.

ComoelCésarlahabíaqueridoenotrostiemposylahabíaapartadodesulado sinviolencias,másbiendeunamaneraamistosa, la tratabanconciertaconsideración. Nerón, al libertarla, la había alojado en el palacio, en unavivienda con un cubiculum individual y un puñado de esclavos para suservicio.AligualquePalasyNarciso,queapesardeserlibertosdeClaudio,no sólo se sentaban junto a él en las fiestas, sino que, como poderososministros, ocupaban los sitios destacados, así a ella la invitaban a veces acompartir la mesa del César. Quizá lo hicieran porque su hermosura era elornatodeaquellosbanquetes,aunqueNerónhacíatiempoquehabíadejadodepreocuparsedelasaparienciasenlaeleccióndesusinvitados.Ensumesasecongregabalamásheterogéneamezcladepersonasdetodaclaseycondición.

Habíaentreellossenadores,perosobretodoaquellosquealmismotiemposeresignabanahacerdebufones.Habíapatriciosjóvenesyviejossedientosdeplacer, lujos y excesos. Había matronas que, aunque ostentaban grandesnombres, no tenían reparo alguno enponersepor las noches la peluca rubiapara lanzarse en busca de aventuras por oscuras callejuelas. Se veía a altosempleados, sacerdotes, quienes ante unas copas llenas se burlaban de suspropios dioses, y al lado de ellos gentuza de todas clases, cantores,mimos,músicos, bailarines y bailarinas, poetas quemientras declamaban calculabanlos sestercios que les producirían sus alabanzas a los versos del César;

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filósofos famélicos, cuyos ojos se iban detrás de los platos que servían.Nofaltaban tampoco célebres aurigas, charlatanes, hechiceros, narradores,bufones y lamás variada colección de vagabundos, cuya juventud o locurahabían puesto demoda durante un día.Entre ellos no faltaban algunos que,con sus largos cabellos, ocultaban los agujeros que tenían en las orejas enseñaldeesclavitud.

Los más notables se sentaban a la mesa, mientras que los de menorimportanciadivertíana losdemásdurante lacomida,esperandoelmomentoenquelossirvienteslespermitieranabalanzarsesobrelosrestosdelasviandasy las bebidas. Tigelino, Vatinio y Vitelio, que eran los encargados desuministrar a los convidados de esta calaña, se veían obligados a veces aproporcionarlesropaadecuadaparapresentarseenlosaposentosdelCésar,alqueagradabaesacompañíaporsentirseenellamáslibre.Elfaustodelacortelo doraba todo y todo lo tapaba con su esplendor. Grandes y pequeños,descendientes de nobles familias, gentecilla de la calle, artistas de fama ydespreciablesescoriasdeltalentocorríanpresurososalpalacioparasaciarsusdeslumbradosojosconunlujonuncavistoyacercarsealdispensadordetantamerced, riqueza y bien, que con una solamirada podía hundir a cualquiera,perotambiénpodíaelevarlemásalládetodolímite.

Aqueldía,Ligiaibaatomarparteenunodeesosbanquetes.Elmiedo,laincertidumbreyelatontamiento,nadaextrañosaraízdetanrepentinocambio,luchabanensuinteriorconeldeseodenoasistir.TemíaalCésar,alagenteyal palacio, cuyo continuo movimiento la sacaba de sus casillas. Temía lasfiestas,decuyalicenciahabíaoídohablaraAuloyPomponiayasusamigos.Aunsiendounamuchachajovennoeraingenua,yaqueenaquellostiemposelconocimiento del mal llegaba pronto, aun a los oídos de los niños. Noignorabaqueenaquelpalacioleamenazabalaruina;Pomponiayaselohabíaadvertidoenelmomentodelaseparación.Perodotadadeunalmaignorantedelmalyposeídade la fe sublimequesumadreadoptiva le inculcaraenelalma, había jurado defenderse contra dicha pérdida ante sí misma, ante sumadreyanteeldivinoMaestro,enelcualnosólocreía,sinoalqueamabacontodo su juvenil corazón por la dulzura de su doctrina, la amargura de sumuerteylagloriadesuresurrección.

Tenía la seguridad de que ahora ni Aulo ni Pomponia Grecina eran yaresponsables de sus actos. Así que pensó si no sería mejor oponerse y noasistiralbanquete.

Deunlado,eltemorylazozobraanidabanensualma;porotrosurgíaenella el deseo de mostrar su valor, su resistencia al arrostrar la muerte y elmartirio, ya que el divinoMaestro así lo habíamandado y Élmismo habíadado el ejemplo. Pomponia le había dicho que losmás fervientes prosélitosdeseabanpasarporestapruebayrezabanporella.

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CuandotodavíaestabaLigiaencasadeAulosesentíaavecesdominadaporestedeseo.Seveíayamártir,conheridasenpiesymanos,blancacomolanieve,conunabellezasobrenatural,llevadaalcieloenalasdeángelestambiénblancos. Su imaginación gozaba con esos sueños. En ello había muchosensueños juveniles y algo de cierta complacencia consigo misma, quePomponiaGrecinahabíaintentadoreprimir.Ahora,cuandolaresistenciaalavoluntad del César podía provocar algún horrible castigo y las torturasimaginadasensueñospodíanconvertirseen realidad,a lasbellasvisiones,alascomplacenciasseuníaciertacuriosidad,mezcladadeespanto,porconocerlaformaenquelacastigaríanylastorturasqueinventaríanparaella.

Ydeestamanerafluctuabasualmacasiinfantilentredoscorrientes.

Mas cuandoActea se enteró de tales vacilaciones, lamiró con asombro,creyéndolapresadefiebres.¿OponersealavoluntaddelCésar?¿Provocarsucóleradesdeelprimer instante?Para ellonecesitaba serunacriaturaquenosabía lo quedecía.De las palabras deLigia se deducía que, en realidad, noestabaenrehenes,sinomásbienolvidadaporsupropiopueblo.Ningunaleyde las naciones la protegía;mas, aunque así fuera, el César era lo bastantepoderoso para pisotearla en un momento de enfado. El César la habíareclamado, y desde entonces dispondría de ella. Se hallaba sometida a suvoluntad,queeralasupremaleydelmundo.

—Asíes—siguióhablando—.YotambiénheleídolascartasdePablodeTarso y sé que más allá de la Tierra hay un Dios y un Hijo de Dios queresucitó de entre los muertos; pero en la Tierra sólo impera el César.Recuérdalo,Ligia.Sabestambiénquetudoctrinateprohíbeserloqueyohesido, y que vosotros, al igual que los estoicos, de los cualesme ha habladoEpicteto,cuandollegaelmomentodeescogerentre ladeshonraylamuerte,únicamentepodéisescogerésta.¿Peropuedesadivinarqueseaeldeshonorynolamuerteloqueteespera?¿NohasoídohablardelahijadeSejano,queaun siendo una niña pequeña, para cumplir con el decreto de Trajano, queprohíbelapenacapitalalasvírgenes,fuevioladaantesdeejecutada?¡Ligia!¡Ligia! ¡NoprovoquesalCésar!Cuando llegueelmomentodecisivoenquedebas elegir entre el deshonor y la muerte actuarás tal como tu doctrinaordena;peroentretantonoprovoquesvoluntariamente tupérdidayno irritesporunmotivonimioaestediosterrenalycruel.

HablabaActea con gran compasión y hasta con fuego, y como era algocortadevista,acercabasudulcerostroaldeLigia,comoqueriendoobservarelefectoquesuspalabrasproducían.

Ligia,enunarrebatodeinfantilconfianza,leechólosbrazosalcuelloyledijo:

—¡Québuenaeres,Actea!

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Actea, lisonjeada por el elogio y la confianza, la estrechó contra sucorazón,yluego,librándosedelabrazodelamuchacha,contestó:

—La felicidadhapasadoparamí, ymi alegría hamuerto; peromalanosoy—y recorriendo con rápidos pasos la habitación y como hablando condesconsolación consigo misma, dijo—: No; él tampoco era malo. Entoncescreíaqueerabuenoydeseabaserlo.Yolosémejorquenadie.Todoestovinoluego,cuandodejódeamar…Otroshicierondeélloqueahoraes,otros…yPopea.

Yaldeciresto,susojosseempañarondelágrimas.Ligialaseguíaconlamiradadesusojosazules,yporúltimopreguntó:

—¿Teinspiralástima,Actea?

—Sí—contestóconvozsordalagriega.

Y volvió a pasearse con lasmanos contraídas de dolor y una expresióndesesperadaenelrostro.

Ligialepreguntótímidamente:

—¿Leamasaún?

—Sí,leamo—yluegoañadió—:Noleamanadiemásqueyo…

Siguióunmomentodesilencio,duranteelcualprocuróActeaserenarsuánimo, turbado por los recuerdos. Cuando su rostro recobró su habitualexpresióndesilenciosatristeza,dijo:

—Hablemosdeti,Ligia.NopiensesenoponertealavoluntaddelCésar.Seríaunalocura.ConozcobienestacasaycreoqueporpartedelCésarnoteamenaza peligro alguno. Si Nerón te hubiera traído para sí no te hubierallevadoalPalatino.AquígobiernaPopea,ydesdequeéstalediounahijaestáaún más bajo su influencia… No. Nerón ha ordenado que asistieras albanquete; pero hasta ahora no te ha visto ni ha preguntado por ti, lo quesignifica que no le interesas.Quizá te haya apartado del lado deAulo y dePomponia Grecina simplemente porque los odia… Petronio me ha escritopidiendoquemeocuparade ti,y lomismohahechoPomponiaGrecina,asíquequizásehayanpuestodeacuerdo.Puedeserquelohayahechoapeticiónde ella. Si es así, y a instancias de Pomponia, Petronio te tomara bajo suprotección, ningún peligro te amenaza, y quién sabe si a petición de él tedevuelvaNerónacasadeAulo.NosésiNerónlequieremucho,peroséqueraravezseatreveasostenerunaopinióncontrariaaladeél.

—Pero,Actea—contestóLigia—,Petronio estuvoen casa antesquemellevaran,ymimadreestabaconvencidadequeNerónmehabíareclamadoporinstigacióndeél.

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—Esoseríaunacosa fea—dijoActea;y reflexionando trasbrevepausa,continuó—:QuizáPetroniosehayaidodelalenguaanteNeróndurantealgúnbanquetediciendoquehabíavistoencasadeAuloun rehénde los ligios,yNerón, celoso de su poder, te ha reclamado únicamente porque los rehenespertenecen al César. Además, no quiere a Aulo ni a Pomponia… ¡No!Meparece que si Petronio hubiera querido sacarte de la casa deAulo le habríarepugnado semejante recurso. No sé si Petronio es mejor que los demásindividuos que rodean al César; pero en todo caso es diferente… Por otraparte,quizáencuentresaalguien,ademásdePetronio,quequieraprotegerte.¿NohasconocidoencasadeAuloaalgunosdelosamigosdelCésar?

—HevistoaVespasianoyaTito.

—ElCésarnolosquiere.

—YaSéneca.

—Bastaría que Séneca le aconsejara algo para que Nerón hiciera locontrario.

ElluminosorostrodeLigiasecubrióderubor.

—YaVinicio.

—Noleconozco.

—EsunparientedePetronioquehacepocoharegresadodeArmenia…

—¿CreesqueNerónleveráconagrado?

—AViniciolequierentodos.

Acteasesonriódulcementeydijo:

—Entoncesleverásseguramenteenelfestín.Tienesqueasistiraélporqueno te queda más remedio. Sólo una criatura como tú podía pensar de otramanera.Además,siquieresvolveracasadeAulohallarásallí laocasiónderogaraVinicioyaPetronioqueconsiganconsuinfluenciaquevuelvasatuhogar. Si ambos estuvieran aquí te dirían lo mismo que yo: que sería unalocura y tu ruina intentar resistir. El César podría no darse cuenta de tuausencia; pero si ésta no le pasara inadvertida y pensara que habías osadooponerte a su voluntad, no habría para ti salvación posible.Ven, Ligia: ¿nooyesel rumorqueseescuchaen lacasa?Elsolestádescendiendo,yprontoempezaránallegarlosinvitados.

—Tienesrazón,Actea—contestóLigia—;seguirétuconsejo.

Probablemente,LigianopodríadarsecuentacómoinfluíanenellaeldeseodeveraVinicioyaPetronio,lacuriosidadfemeninadeverunavezenlavidasemejante fiesta,yenellaalCésar,a lacorteya la famosaPopeayaotras

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beldades, y admirar aquel inusitado esplendor del cual tanto se hablaba enRoma.PeroActeateníarazón,yLigiasedabaperfectacuentadeello.Habíaque ir, y cuando vio que la necesidad y el sentido común ayudaban a latentaciónlatentedejódevacilar.

Actealacondujoasupropiounctuariumparaungirlayvestirla.Ycomoenla casa delCésar el número de esclavos no era pequeño,Actea disponía demuchosparasuserviciopersonal.Porlacompasiónqueleinspirabalajoven,cuya inocencia y belleza habían cautivado su corazón, decidió vestirla ellamisma, y pronto quedó demostrado que en la joven griega, a pesar de sutristezaydelalecturadelascartasdePablodeTarso,quedabaaúnmuchodelantiguoespírituhelénico,alque labellezadelcuerpo impresionabamásquecualquier otra cosa.Al desnudar aLigia no fue dueñaActea de reprimir ungritodeentusiasmoanteaquellasformas,alavezmenudasyllenas,comosiestuvieranhechasdenácar,yalejándoseunpocodelajoven,mirócondeleiteaquelcuerposinpardeprimavera.

—Ligia—exclamóalfin—,erescienvecesmáshermosaquePopea.

Pero la doncella, quehabía sido educada en la severa casadePomponiaGrecina,donde lasmujeresguardabanelmayor recatoaunestandosolas, semanteníacomounsueñohermoso,armoniosacomounaobradePraxitelesocomo un canto, pero turbada y ruborosa por la vergüenza, con las rodillasapretadas,lasmanostapandoelpechoylosojosbajos.Porúltimo,levantandolosbrazos,soltólashorquillasquelesujetabansuscabellos,sacudiólacabeza,yalinstantequedóenvueltaenelloscomoenunmanto.

Acteaseacercóaellay,tocandosusoscurascrenchas,exclamó:

—¡Quécabellostienes!Nolossalpicaréconpolvosdeoro,yaquetienenreflejosdorados en lasondas; lesdaréúnicamente algunos toquesde reflejodorado,peroligeramente,muyligeramente,comosilosiluminaraunrayodesol… Maravillosa debe de ser vuestra tierra, Ligia; donde nacen talescriaturas.

—No la recuerdo —contestó Ligia—. Urso me decía que hay en ellabosques,bosquesymásbosques.

—Peroenlosbosquesbrotanflores—dijoActea,sumergiendolasmanosen un recipiente lleno de verbena y humedeciendo con ella los cabellos deLigia.

Hecho esto le ungió el cuerpo ligeramente con perfumados aceites deArabia,yacontinuación la revistióconuna túnicasinmangascolordeoro,sobre la cual había de colocarse el níveo peplo. Pero como antes había quepeinarla, la envolvió en una especie de amplio ropaje llamado synthesis y,haciéndolasentarenlasilla,lapusoenmanosdedosesclavasparaapreciarde

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lejoselefectodelpeinado.OtrasdosesclavascalzaronlospiesdeLigiaconsandaliasblancasbordadasdepúrpura,sujetándolasasustobillosdealabastrocon cordones de oro cruzados. Cuando terminó el peinado le colocaron elpeploconsuavesyartísticospliegues.Luego,Actealeciñóalcuellouncollarde perlas y, empolvando ligeramente con polvo de oro las ondas de suscabellos,ordenóquelavistieran,sindejardemirardurante todoel tiempoaLigiaconojoscomplacientes.

No tardó en estar arreglada, y cuando empezaron a llegar las literas a lapuertaprincipalentraronellasenelpórticointeriorlateral,desdeelqueseveíala puerta principal, las galerías interiores y el patio, rodeado por unaespléndidacolumnatademármoldeNumidia.

Pocoapoco iba llegandomásgente,quepasababajoel elevadoarcodeentrada, encimadel cual lamagníficacuadrigadeLisiasparecíaconducir alespacio a Diana y a Apolo. Los ojos de Ligia se asombraron con estamaravillosavista,delaquelamodestacasadeAulonohabíapodidodarlelamenoridea.

Caíalatarde,ylosúltimosrayosdesolsequebrabansobreelamarillentomármolnumídicodelascolumnas,quedespedíareflejosdoradosyalavezsetornabadecolorderosa.Entrelascolumnas,juntoalasblancasestatuasdelasdanaides y otras que representaban dioses o héroes, fluía unamuchedumbrecompuestadehombresymujeressemejantesaestatuasporestarenvueltosensustogas,peplosymantos,quecaíangraciosamenteconsuavespliegueshastaelsuelo,iluminadosporlosúltimosdestellosdelsol.UngigantescoHércules,con lacabezaaún iluminadayelpechosumergidoen lasombra,proyectadaporunacolumna,contemplabadesdeloaltoalamuchedumbre.

ActeaibaseñalandoaLigiasenadorescontogasdeanchosbordes,túnicasmulticolores y medias lunas en las sandalias; patricios y artistas afamados,damas romanas vestidas al estilo romano o griego o bien con fantásticosvestidosorientalesdrapeados,conpeinadosenformadetorreodepirámideoimitando las estatuas de las diosas, pegados a la cabeza y adornados conflores. Actea llamaba por sus nombres a muchos de aquellos hombres ymujeres,uniendoaéstoscortasyavecesespantosashistorias,quellenabanaLigiadeterror,asombroyadmiración.Eraparaellaaquélunmundoextraño,cuya belleza la deslumbraba, pero cuyos contrastes no podía comprender sujuvenilentendimiento.

En aquel crepúsculo, aquellas hileras de columnas inmóviles que seperdíanen ladistanciayaquellaspersonassemejantesaestatuassehallabanrodeadasdeunagrancalma.Parecíaqueenmediodeaquellosmármolesdelíneas puras debían de vivir semidioses, libres de toda preocupación,tranquilosyfelices.

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Entretanto, con apagada voz, Actea iba descubriendo uno a uno losterriblessecretosdeaquelpalacioydeaquellasgentes.Desdelejosseveíaelpórtico cubierto, cuyas columnas y pavimento conservaban aún las rojasmanchasdelasangreconqueCalígulasalpicóelblancomármolcuandocayóbajo el cuchillo de Casio Queroneo. Allí asesinaron a su mujer, más alláestrellaron a su hijo contra una piedra. En aquella ala del edificio estabasituadalamazmorradondeelmenordelosDrusos,atenazadoporelhambre,se comió sus propiasmanos; allí fue envenenadoDruso elMayor,más allárugiódeterrorGemelo,yClaudioseretorcióenlasúltimasconvulsiones,yenaquelsitioperecióGermánico.

Por todaspartes, esosmuroshabíanoído losgemidosy los estertoresdelosmoribundos.Peroaquellasgentesqueahoraseapresurabanaacudira lafiestaenvueltosensustogas,consustúnicasdecolores,cubiertosdefloresydejoyasseríanquizáloscondenadosdemañana.Enmásdeunsemblanteseocultaba, trasunasonrisa,el terror, la intranquilidadylainseguridadquelesproducíaelmañana;lafiebre,laavaricia,laenvidiaroíanenaquellosprecisosmomentosloscorazones,aparentementetantranquilos,deaquellossemidiosescoronados.

LosterroríficospensamientosdeLigiasesucedíanconmásrapidezquelaspalabras de Actea, y al mismo tiempo que el espectáculo de aquel mundomaravillosolaatraíacadavezmás,sucorazónsecontraíaporelmiedo,yensu alma se iba haciendo cada vez mayor la añoranza de ver a su amadaPomponiaGrecinaydevolveralapaciblehogardeAulo,enelquereinabaelamorynoelcrimen.

Entretanto,desdeelVicusApollinisafluíannuevasoleadasdeinvitados,ydesdeelinteriorseoíanelruidoylasvocesdeloscriadosqueacompañabanasusdueños.El patioy las columnatas sehallaban llenosdeunamultituddeesclavos del César, esclavas, niños pequeños y soldados pretorianos quehacíanlaguardia.Acáyallá,entrelossoldadosderostromoreno,aparecíaelnegrosemblantedeunnumidio,consuyelmoadornadodeplumas,ygrandesaretesdeoroenlasorejas.Llevabanlaúdes,cítaras,ramosdeflorescultivadasartificialmente,apesardeloavanzadodelotoño,ylámparasdemanodeplata,deoroodecobre.

El zumbidocrecientede las conversaciones semezclabaconel chapoteodel agua de la fuente, que caía desde lo alto sobre elmármol, quebrándosecomounsollozo.

Acteadejódehablar,peroLigiacontinuabamirandolamultitudcomosisetrataradehallaraalguienenmediodeella.Deprontosurostrosecubrióderubor. Entre las columnas habían aparecido Vinicio y Petronio dirigiéndosehacia el gran triclinium, hermosos, serenos como dioses, envueltos en sus

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blancas togas. Ligia, al ver dos caras conocidas y amigas entre aquellamultituddegenteextraña,y sobre todoalmirar aVinicio, leparecióque lequitaban un peso enorme del corazón. La añoranza que hacía un momentosentíaporPomponiaylacasadeAulodejódeserpunzante.EldeseodeveraVinicioydehablarleapagóenellaotrasvoces.

Envanotratabadeevocarelrecuerdodetodolomaloquehabíaoídodecirde la casa del César, las palabras deActea y las advertencias de PomponiaGrecina; mas, a pesar de todas aquellas advertencias y palabras, tuvo lasensacióndequenosólodebía ira la fiesta, sinoque lodeseaba.Alpensarqueprontoibaaescuchardenuevoaquellagrataydulcevozquelehablabadeamorydeunafelicidaddignadedioses,yqueaúnresonabaensusoídos,sucorazónsellenabadealegría.Perodeprontoleinfundiómiedosualegría.Leparecía que en aquelmomento hacía traición a las puras enseñanzas en quehabíasidoeducada,aPomponiaGrecinayasímisma.Unacosaeracederalaviolencia,yotraalegrarsedeella.Sedesesperóyleentraronganasdellorar.Sihubieraestadosolasehabríaarrodilladoy,golpeándoseelpecho,hubieraexclamado:Meaculpa!Meaculpa!

Pero, entonces,Actea, cogiéndolade lamano, la condujoa travésde lashabitacionesinterioresalgrantriclinium,endondedebíacelebrarseelfestín.Se lenubló lavista, losoídos lezumbabana impulsosde laemociónque laposeía,y los latidosdesucorazónle impedíanrespirar.Viocomoensueñosmillares de lámparas centelleantes en las mesas y en las paredes; como ensueñosoyólasexclamacionesconquesaludabanalCésar,yvioaéstecomoatravésdeunadensaniebla.Lasaclamacioneslaaturdían,elbrillolaofuscaba,losperfumes laahogaban,y,perdiendocasielconocimiento,apenas lograbareconoceraActea,quelahizocolocarseenlamesa,ocupandoellamismaelsitiodeallado.

Pocodespués,unavozvaronilyconocidallegóaella:

—¡Saluda lavirgenmáshermosade laTierra,a laestrellamáshermosadelcielo!¡Saludati,divinaCalina!

Ligia,volviendoalgoensí,miró;juntoaellasehallabaVinicio.

Estabasin toga,yaque lacomodidady lacostumbreasí lomandabanenlas fiestas. Una túnica escarlata sinmangas y bordada con palmas de platacubríasucuerpo.Llevabalosbrazosdesnudosyadornadosalamodaoriental,con dos anchos brazales de oro sujetos por encima del codo. Sus brazosestaban escrupulosamente depilados, lisos, pero musculosos, verdaderosbrazosdesoldado,hechosparalaespadayelescudo.Enlacabezallevabaunaguirnaldaderosas.Consuspobladascejas,quesejuntabanenelentrecejo,sushermososojosysutezmorenaparecíalaencarnacióndela juventudydelafuerza.ALigialepareciótanhermosoque,aunqueyahabíapasadolaprimera

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impresión,apenasacertóacontestar:

—¡Salud,Marco!

—Dichososmis ojos que te ven—repuso él—.Dichososmis oídos queescuchantuvoz,paramímásgrataqueelsonidodelasflautasydelascítaras.SimedieranaelegirentreVenusytú,Ligia,cuáldelasdosquisierayoqueestuvieraamiladoenestafiesta,teelegiríaati,¡oh,divina!

Ysepusoamirarlacomosiquisiera saturarseconsucontemplación.Sumirada la abrasaba deslizándose desde su rostro al cuello y a sus desnudosbrazos, deleitándose en sus exquisitas formas. Se deleitaba con ella, ladevoraba;perojuntoconeldeseobrillabanensusojoslafelicidad,elamoryunéxtasissinlímites.

—SabíaquetehallaríaencasadelCésar—continuó—,y,sinembargo,alvertehainvadidomialmaunaalegríatangrandecomosimehubierasalidoalencuentrounafelicidadcompletamenteinesperada.

Ligia,repuestaya,ycomprendiendoqueentreaquellamuchedumbreyensemejante lugar eraVinicio la única persona allegada, entabló conversaciónconélyempezóapreguntarleacercadetodasaquellascosasincomprensiblespara ella y que le causabanmiedo. ¿Cómo sabía que la hallaría en casa delCésar?¿PorquéelCésar lahabíaarrancadodel ladodePomponiaGrecina?Teníamiedo y quería volver a su lado.Moriría de pena y de zozobra si noabrigaralaesperanzadequePetronioyélintercederíanporellaanteelCésar.

Vinicio le explicó que el propio Aulo le había informado de su rapto.Ignorabaporquéseencontrabaallí.ElCésarnuncadabacuentadelporquédesusórdenesydecretos.Peronodebíaabrigar temoralguno.Vinicioestabaasuladoyasuladopermanecería.Preferiríaperderlosojosantesquedejardeverla,perder lavidaqueabandonarla.Ellaera sualma,poreso laguardaríacomoasualmamisma.Leerigiríaunaltarensucasa,comoasudivinidad,yenélofreceríamirrayáloes,yenprimaveraanémonasyflordemanzano…Pero,puestoqueleinfundíatemorlamansióndelCésar,élleprometíaqueallínosequedaría.

A pesar de que fingía al hablar e incluso a veces mentía, en su vozpalpitaba la verdad, ya que sus sentimientos eran sinceros. También leinspiraba verdadera compasión, y las palabras de la joven penetraban de talforma en su alma que, cuando comenzó a darle gracias y a asegurarle quePomponiaGrecina le queríamuchomás por su bondady que ella le estaríaagradecidatodalavida,nopudodominarsuemociónycomprendióquenuncaseríacapazdeoponerseaunasúplicadeLigia.

Su corazón se enternecía cada vezmás. La hermosura de la doncella leofuscabalospensamientos;ladeseaba,peroalmismotiempocomprendíaque

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laamabamuchoyquepodríaadorarlacomoaunadiosaysentíalanecesidadirresistible de hablarle de su belleza y de la adoración que sentía por ella.Comoelruidodelfestínibaenaumento,acercándoseaellacadavezmáslemurmuraba palabras buenas y dulces, que brotaban del fondo de su alma,sonoras como la música y embriagadoras como el vino. Yen verdad laembriagaban.Rodeadadepersonasextrañas,sentíaquecadavezleencontrabamás cerca,más amante,más fiel y consagrado a ella con toda su alma. Latranquilizó, prometió sacarla de la casa del César, no abandonarla y sersiempresuesclavo.Además,antes,encasadeAulo,habíahabladodelamory,engeneral,delafelicidadqueéstepodíatraerconsigo;peroahoraledecíasinrebozoquelaamabayqueeraloquemásqueríayapreciaba…

Ligia oía por vez primera tales palabras de labios de un hombre, y amedidaquelasescuchabasentíaquedentrodesuserdespertabaalgocomodeunsueño,apoderándosedeellaunafelicidadenlaqueseentremezclabanunaalegría inmensa junto a una inmensa inquietud. Le ardían las mejillas, sucorazónlatíayentreabríaloslabiosconexpresióndeasombro.Sesobrecogíadetemoraloírtalesfrases,peronoqueríaperderunasílabadeellaspornadadelmundo.Tanprontobajabalosojoscomoloslevantaba,fijandoenViniciounalímpidamirada,alaveztímidayescudriñadora,comosiquisieradecirle:¡prosigue!

Prontocomenzóasentirlosefectosdelamúsica,delaroma,delasfloresydelosperfumesdeArabia.Eracostumbreromanareclinarseenlosbanquetes.En su casa, Ligia ocupaba un lugar entre Pomponia Grecina y el pequeñoAulo.AhorateníaaVinicioreclinadojuntoaellarebosandojuventud,amorypasión.Sentía el calor que de él emanabay, a la vez, placer y alegría en elcorazón.Seapoderabadeellaunaespeciedelasitud,deimpotenciayolvido,comosielsueñolafueseganando.

La proximidad de la joven había comenzado a influir sobre Vinicio. Surostropalidecióyseledilataronlasnaricescomoauncorcelárabe.Seveíaellatir acelerado de su corazón bajo la túnica escarlata, su respiración se hizoafanosa, suspalabrassehacíanentrecortadas.Porprimeravezseencontrabatan próximo a Ligia, que sus ideas comenzaban a perturbarse, la sangre lehervíaenlasvenas,yenvanointentabaapagarsuardorconelvino.Notantoelvinocomosumaravillosorostro,susdesnudosbrazos,susenovirginal,queseagitababajoladoradatúnica,ysusformasveladasporlosblancosplieguesdelpeploleenardecíancadavezmás.Finalmente,oprimiéndoleelbrazoporencimadelamuñeca,comociertodíahicieraencasadeAulo,yatrayéndolahaciasí,murmurócontrémuloslabios:

—Tequiero,Calina.¡Diosamía!

—Déjame,Marco—replicóLigia.

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Masélseguíahablandoconlamiradaturbia:

—¡Diosamía,ámame!

Mas en aquel instante, Actea, que se hallaba reclinada del otro lado deLigia,dijo:

—ElCésarosestámirando.

Vinicio tuvo un súbito movimiento de enfado contra el César y contraActea.Suspalabrasveníanadeshacerelencanto.Enaquelmomentohastalavozdeunamigolehubieraparecidomolesta;además,creíaqueActeaqueríadeliberadamente interrumpir su coloquio con Ligia. Así pues, alzando lacabezaymirandoalajovenlibertaporencimadelhombrodeLigia,dijoconrabia:

—Yapasaron,lostiempos,Actea,enqueenlosbanquetestereclinabasalladodelCésar,ycomodicenqueteamenazalaceguera,¿cómopuedesverle?

Yellacontestócontristeza:

—Leveo, sinembargo.Él tambiénescortodevistayosestámirandoatravésdesuesmeralda.

TodocuantoNerónhacíadespertabalaatenciónhastadesusmásíntimos,así que Vinicio, alarmado, se recobró inmediatamente y empezó a mirardisimuladamentealCésar.Ligia,quealprincipiarelbanqueteseturbóviendoaNeróncomoatravésdeunanube,yluego,entretenidaporlapresenciaylaconversacióndeVinicio,nolehabíamirado,leobservóahoraconojosllenosdecuriosidadymiedo.

Acteadecíalaverdad.ElCésarlosobservaba,inclinadosobrelamesa,conunojoentornadoysosteniendoconlosdedosdelantedelotrounaesmeraldaredonda y pulimentada. Por un momento, su mirada se encontró con la deLigia, y el corazónde ladoncella seoprimióde terror.Siendoniña, cuandohabitabaunahaciendadeAuloenSicilia,unaviejaesclavaegipcialereferíahistorias de dragones que habitaban en las cavernas de las montañas, y depronto le pareció que la estaba mirando el ojo verdoso de uno de aquellosmonstruos. Como un chiquillo asustado agarró con su mano la mano deVinicio,porsucabezacruzaronconfusasyrápidasimpresiones.¡Asíqueeraél!¡Elterribleyeltodopoderoso!Nuncalehabíavistohastaaquelmomento,pero se lo imaginabademaneramuydistinta.Le imaginabahorrible, con lamaldad petrificada en el rostro, y ahora veía una enorme cabeza sobre ungruesocuello.Cabezaterrible,esverdad,peroqueresultabagrotesca,yaquede lejos parecía la cabeza de un niño. Una túnica de color amatista, colorprohibido a los simples mortales, despedía un reflejo algo lívido sobre suanchoy corto rostro.Tenía oscuros los cabellos y divididos en cuatro rizos,

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segúnlacostumbreintroducidaporOtón.Nollevababarba,porquehacíapocotiempolahabíasacrificadoaJúpiter,porloqueRomaenteralehabíatributadohomenaje de gratitud, si bien en voz baja se murmuraba que la habíasacrificado por tenerla roja, como todos los miembros de su familia. En lafrente,yproyectándoseporencimadelascejas,habíaalgodeolímpico.Enelceño fruncido se advertía la conciencia del poder supremo. Pero debajo deaquellafrentedesemidióssehallabaelrostrodeunmono,deunborracho,deunfatuo,pletóricodedeseosy,apesardesuspocosaños,infladodegorduray,sinembargo,enfermizoyrepugnante.

A Ligia le pareció siniestro y, ante todo, repulsivo. Al cabo de unmomento,Neróndejó su esmeraldaynomirómás a la doncella.Éstapudoentonces ver sus ojos azules y saltones, entornados por el exceso de luz,vidriososyvacíoscomolosdeunmuerto.

Nerón,dirigiéndosehaciaPetronio,ledijo:

—¿EsaquéllalamuchacharehéndelaqueestáenamoradoVinicio?

—Sí;ellaes—contestóPetronio.

—¿Cómosellamasupueblo?

—Elpuebloligio.

—¿YaVinicioleparecehermosa?

—SiaVinicioleenseñasuntroncosecodeolivovestidoconunpeplodemujer le parecerá hermosísimo. Pero en tu rostro, ¡oh conocedor sin rival!,estoy leyendo el fallo.No esmenester que lo pronuncies. Sí; es demasiadosecaydelgada,comolacabezadeunaadormideraenloaltodeunfrágiltallo;pero tú, ¡oh divino esteta!, estimas en la mujer el tallo y tienes mil vecesrazón.Elrostrosolonadasignifica.Muchoheaprendidoa tu lado,peroaúnnotengoungolpedevistatancertero…YestoydispuestoaapostarleaTulioSeneciosuqueridaque,aunquetodasestánrecostadas,resultadifíciljuzgarelcuerpoentero;pero túyahas llegadoa la siguienteconclusión:«Demasiadoestrechadecaderas».

—Demasiadoestrechadecaderas—repitióNerón,entornandolosojos.

En los labiosdePetroniosedibujóuna imperceptiblesonrisa;peroTulioSenecio,quehastaentonceshabíaestadohablandoconVestinio,burlándosedelossueñosenloscualesVestiniocreía,sevolvióhaciaPetronioy,sintenerlamenorideadeloqueestabanhablando,dijo:

—Teequivocas,estoydepartedelCésar.

—Bien —exclamó Petronio—, precisamente trataba de demostrar quetienesalgunosdestellosdeinteligencia,yelCésarasegurabaqueeresunasno

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completo.

—Habet—dijoNerónriéndoseyvolviendohaciaabajoelpulgar,queeralaseñalquesehacíaenelcircocuandoungladiadorrecibíaungolpeydebíamorir.

MasVestinio,creyendoquelaconversacióntratabatodavíadelossueños,exclamó:

—Puesyocreoen los sueños,ySénecamedijounavezqueél tambiéncreía.

—Anoche soñé que me habían hecho vestal —dijo Calvia Crispinilla,inclinándosesobrelamesa.

Nerón aplaudió la ocurrencia, los demás le imitaron, y pronto estallaronaplausos por todas partes, ya que Crispinilla, que se había divorciadomuchísimasveces,eraconocidaporsuvidaextraordinariamentelicenciosaentodaRoma.

Peroella,sindesconcertarseenmodoalguno,dijo:

—¿Yqué?Todasellassonviejasyfeas.LaúnicaquepareceunapersonaesRubria,yasíseríamosdos,aunqueRubriasevuelvepecosaenelverano.

—Permíteme que te diga, purísima Calvia —dijo Petronio—, que túúnicamentepuedesservestalensueños.

—¿YsielCésarloordenara?

—Entoncescreeríaquepuedenrealizarselossueñosmásinverosímiles.

—Puesserealizan—dijoVestinio—;comprendoalagentequenocreeenlosdioses,pero¿cómoesposiblenocreerenlossueños?

—¿Y en las predicciones?—preguntó Nerón—.Me predijeron una vezqueRomadejaríadeexistiryqueyodominaríatodoelOriente.

—Lasprediccionesylossueñosvienenaserlomismo—dijoVestinio—.Enciertaocasión,unprocónsulmuyincréduloenvióunesclavoaltemplodeMopsoconunacartaselladaprohibiendoquelaabrieranparacomprobarsieldiospodíacontestaralapreguntaquelaepístolaencerraba.Elesclavopasólanocheenel temploa finde tenerunsueñoprofético,ycuandoregresódijo:«Hevistoensueñosaunadolescentequebrillabacomoelsol,quepronuncióunasolapalabra:"Negro"».Palidecióelprocónsulaloírestoy,dirigiéndoseasushuéspedes,queerantanincréduloscomoél,dijo:«¿Sabéisloquedecíalacarta?».

Alllegaraestepunto,Vestinioseinterrumpió,levantósucopadevinoycomenzóabeber.

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—¿Quédecíalacarta?—preguntóSenecio.

—Enlacartasehallabaestapregunta:«¿Quétorohedesacrificar:elnegrooelblanco?».

PeroVitelio interrumpió el interés inspirado por el relato prorrumpiendosinmotivoalgunoeninsensatascarcajadas.

—¿Dequéseríeestebarrildesebo?—preguntóNerón.

—Larisadistinguealhombrede lasbestias—dijoPetronio—,yéstenotieneotramaneradeprobarnosquenoesuncerdo.

Dejó de reír Vitelio y, después de chasquear los labios, relucientes desalsasymanteca,miróaloscircunstantescontantoasombrocomosilosvieraporprimeravez.Luego,levantandosusmanos,queparecíanalmohadas,dijoconvozronca:

—Elanillodecaballeroqueheredédemipadresemehacaídodeldedo.

—Detupadre,quefuezapatero—añadióNerón.

Vitelio lanzóuna carcajada inesperaday sepuso abuscar el anillo en elpeplodeCalviaCrispinilla.

Entretanto, Vestinio se puso a imitar los gritos de una mujer asustada.Entonces,Nigidia,unaamigadeCalvia,unaviuditajovenconcaradeniñayojosdemujerliviana,exclamóenvozalta:

—Buscaloquenohaperdido.

—Y que, además, de nada le serviría si lo encontrara—añadió el poetaLucano.

La fiesta se volvía cada vez más alegre. Numerosos esclavos repartíanincesantementenuevosmanjares;delinteriordegrandesvasosllenosdenievey adornados con hiedra extraían a cada momento copas con los vinos másvariados.Todosestabanrepletos.Desdeeltechocaíasobrelosinvitadosylasmesasunalluviaderosas.

PetroniorogóaNerónquesolemnizaralafiestaconuncantoantesqueloscomensalesestuvieranborrachos.

Un coro de voces apoyó su ruego, peroNerón empezó por negarse. Nosólosetratabadevalor,quesiemprelefaltaba.Únicamentelosdiosessabíancuánto le costaban esta clase de ejercicios… Sin embargo, no los rehuía,porque comprendía que debía hacerlo por el arte; además, Apolo le habíaotorgadoeldondelavozynopodíadesaprovecharundontandivino.Estaba,incluso,persuadidodequeeraundeberparaconelEstado.Peroaqueldíasesentíaverdaderamenteronco.Porlanochesehabíacolocadopesadosabrigos

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sobre el pecho, pero inútilmente. Pensaba, incluso, emprender un viaje aAncioconelfinderespirarairesmarinos.

Entonces, Lucano le rogó que lo hiciera en nombre del arte y laHumanidad. Todos sabían que el divino poeta y cantor había compuesto unnuevohimnoaVenus,alladodelcualeldeLucrecioeraigualalaullidodeunlobezno. Que la fiesta fuera una verdadera fiesta. Un gobernante tanbondadosonodebíaimponertorturastancruelesasussúbditos:¡OhCésar,noseascruel!

—¡OhCésar,noseascruel!—repitieronloscomensalesmáscercanos.

Nerónextendiólasmanos.Entodoslosrostrosaparecióunaexpresióndegratitud,ytodoslosojossevolvieronhaciaél.PeroantesmandóqueavisaranaPopeaqueibaacantarymanifestóalosconcurrentesquenohabíaasistidoal banquete por no encontrarse bien de salud; pero comopara ella no habíamejormedicinaqueoírlecantar,ledabapenaprivarladeesaoportunidad.

Popea no tardó en presentarse. Hasta entonces había dominado a Neróncomosifueraunsúbditosuyo;sinembargo,sabíaquecuandosetratabadesuvanidad de cantante, de auriga o de poeta era peligroso provocar su enojo.Entróhermosacomounadivinidad,vestidacomoNerón,conuntrajedecoloramatistayuncollardegruesasperlas,queenotrotiempolehabíasidorobadoaMassinisa. Era rubia, dulce y, aunque divorciada de dosmaridos, tenía elrostroyelaspectodeunavirgen.

Fue recibida con aclamaciones y gritos de «¡DivinaAugusta!».Ligia nohabíavistoenlavidaunamujermásbellaynopodíadarcréditoasusojos,yaquenoignorabaquePopeaSabinaeraunadelasmujeresmásinfamesdelaTierra.PorPomponiasabíaquehabíainducidoalCésaramatarasumadreyasumujer.La conocía por los relatos de los huéspedesyde los sirvientes deAulo;habíaoídohablarde los letreros,cuyosautoreserancondenadosa lasmás terriblespenas,yque, sin embargo, aparecían todas lasmañanasen losmurosdelaciudad.Sinembargo,alverahoraalacélebrePopea,consideradaporlosqueprofesabanladoctrinadeCristocomolaencarnacióndelamaldady el crimen, le pareció que sólo podía compararse con los ángeles o losespírituscelestiales.Nopodíaapartarlosojosdeella,ydesuslabiosbrotólapregunta:

—Marco,¿esestoposible?…

Peroéste,excitadoporelvinoe impacienteporquetantascosasveníanadistraersuatenciónylaapartabandeélydesuspalabras,dijo:

—Enefecto,eshermosa,pero tú loerescienvecesmás.Túno losabes,porque si no, te enamorarías de timisma, comoNarciso…Ella se baña enlechedeburras,peroVenustebañóatiensupropialeche.Túnoentiendesde

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eso,ocellemii!.Nolamiresaella.Fijaenmílamirada,ocellemii!…Tocacontuslabioselbordedeestacopadevino,yluegoyoapoyarélosmíosenelmismositio.

Y se iba acercando cada vezmás aLigia, en tanto que ésta se apartaba,aproximándoseaActea.

Peroenaquelmomentoles impusieronsilencio,yaqueelCésarsehabíapuestoenpie.ElcantanteDiodoroleentregóunlaúddelosllamadosdelta,yTerpnos, que debía acompañarle a tocar, se acercó llevando un instrumentollamadonablium.Nerónapoyóeldeltaenlamesa,levantólosojos,yentoncesse hizo un silencio profundo, interrumpido tan sólo por el tenue rumor queproducían las rosas que seguían cayendo desde el techo. Empezó Nerón acantar,másbien a recitar rítmicay cadenciosamente, secundadopor losdoslaúdes,suhimnoaVenus.Nisuvoz,aunquealgovelada,eradesagradable,nisus versos eran malos, de modo que la pobre Ligia tuvo nuevamenteescrúpulos de conciencia. El mismo himno, aunque en honor de la impuraVenus, le pareció demasiado hermoso, y elmismoCésar, con su corona delaurel sobre la frente y los ojos levantados, más noble y menos terrible yrepulsivodeloqueleparecieraalcomenzarlafiesta.

Laconcurrenciaprorrumpióenestruendososaplausos.Lasexclamacionesde«¡Ohvozcelestial!»seoíanportodaspartes.Algunasmujereslevantaronlasmanos,manteniéndolasenaltoenseñaldearrobamiento,aundespuésdehaberseacabadoelcanto;otrasseenjugabanlaslágrimas;lavastasalabullíacomounacolmena.Popea,inclinandosudoradacabeza,sellevóaloslabioslamanodeNeróny la retuvo largoratoensilencio.Pitágoras, jovengriegodemaravillosa belleza, con quien pasado el tiempo, ya con el juicio mediotrastornado,Nerón ordenó que le casaran los flamines observando todas lasceremoniasqueprescribíaelritual,searrodillóantesuspies.

Pero Nerón miraba mucho a Petronio, cuyos elogios eran siempresolicitados.

Finalmente,éstedijo:

—Sise tratade lamúsica,convengamosqueOrfeodebedeestarenesteinstante más amarillo de envidia que el propio Lucano aquí presente, y encuanto a los versos, lamento que no sean peores, porque, entonces podríaencontrarpalabrasadecuadasparaalabarlos.

PeroLucanonoletomóamalelhaberlellamadoenvidioso,alcontrario,lemiróconagradecimientoymurmuró,confingidomalhumor:

—¡MalditoFatumquemeobligaasercontemporáneodesemejantepoeta!PodríatenerunsitioreservadoenlamemoriadeloshombresyenelParnaso,mientrasqueasímeapagarécomoseapagaelfarolilloantelaluzdelsol.

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Petronio, queposeíaunamemoriaprodigiosa, comenzó a recitar algunosversos, trozosdelhimno,arepetirversossueltosyaencomiaryanalizar lasmásbellasexpresiones.Lucano,haciendocomosilosencantosdelapoesíalehicieranolvidar laenvidia,uniósuadmiracióna laspalabrasdePetronio.ElrostrodeNerónreflejabaunasatisfacciónyunavanidadquenosólorayabancon la estupidez, sino que podía confundirse con ella perfectamente. Señalólosversosqueasujuicioeranmáshermososy,finalmente,sepusoaconsolara Lucano, diciéndole que no se desanimara, porque el artista nace y no sehace,yquelaadoraciónquelagenterindeaJúpiternoexcluyelaadoracióndelosotrosdioses.

Luego se levantó para acompañar a Popea, que realmente se hallabaenferma y deseaba retirarse. Sin embargo, ordenó a los comensales queocuparan de nuevo sus puestos y prometió volver. En efecto, volvió pocodespuésparacontinuarmareándoseconelhumodelinciensoycontemplarelrestodelespectáculoqueelmismoPetronioyTigelinohabíanpreparadoparalafiesta.

Se leyeron de nuevo versos y se escucharon diálogos en los cuales laextravaganciareemplazabaal ingenio.Despuésdeesto,Paris,célebremimo,representólasaventurasdeÍo,hijadeÍnaco.Alosinvitadosque,comoLigia,noestabanfamiliarizadosconsemejantesespectáculoslesparecíaloqueveíanmilagrosyencantamientos.Parisexpresabaconmovimientosdelasmanosydelcuerpocosasqueparecíanimposiblesdeexpresarconladanza.Susmanosagitaban el aire creando una nube luminosa, animada, llena de vidavoluptuosa, que contenía las formas medio esfumadas de una doncellapalpitantedeplacer.Másquedanzaeraestopintura,unapinturaexpresivaenla que se revelaban los secretos del amor, encantador y desvergonzado a lavez;y,cuandoalterminarentraronloscoribantesycomenzaron,acompañadosdemuchachas sirias, sudanzabáquica al sonde cítaras, flautas, tambores ycímbalos, danza llena de gritos desenfrenados y de no menos desenfrenadalicencia,Ligiacreyómorirdevergüenzaysintióquedebíacaerunrayosobreaquellacasaodesplomarseeltechosobrelascabezasdeloscomensales.

Peroenvezdeesto,desde ladorada redcolocadabajoel techonocaíanmásquerosas,yVinicio,casiebrio,ledecía:

—Te vi en casa de Aulo junto a la fuente, y desde entonces te amo.Amanecíaycreíasquenadieteveía,peroteveíayo…,yahorateveoconlaimaginacióncomoentonces,aunqueelpeplomeloimpide.Quítatelocomohahecho Crispinilla.Mira, los dioses y los hombres sólo piden amor. No haynada en elmundo comoél.Reclina tu cabeza sobremipechoy entorna losojos.

ALigia la sangre le golpeabapesadamente en las venas, las sienesy las

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manos.Seapoderabadeellalasensacióndequecorríaasuperdición,yqueVinicio,aquienantesconsiderabatandignodeconfianza,laempujabaaella,enlugardesalvarla.Tuvolástimadeél.Ynuevamentetuvomiedodelafiesta,deljovenydesímisma.UnavozparecidaaladePomponialedecíadesdeelfondodesualma:«¡Sálvate,Ligia!»;peroalmismotiempoledecíaqueyaeratarde,quelapersonaquesehallabaabrasadaporsemejantefuegoyquehabíapresenciado lo que en aquel festín sucedía y que sentía latir su corazón alescuchar las palabras deVinicio, la que al aproximársele éste se estremecíaconlamismasacudidaqueélexperimentaba,estabairremisiblementeperdida.Se sintió mal. Tuvo la sensación de perder el conocimiento y que acontinuaciónibaapasarlealgoterrible.SabíaquenadiedebíalevantarsedelamesaantesqueelCésar,sopenadeincurrirenlacóleradeéste;peroaunqueasínofuera,yanoteníaparaellofuerzas.

Aúnfaltabamuchoparael finaldel festín; losesclavosseguían trayendonuevosplatosyllenabansincesarlascopasdevino.Antelamesa,colocadasobreunaplataformaabiertaporunlado,sepresentarondosatletasparadaralosinvitadosunespectáculodelucha.

Comenzaron a luchar.Los dos fornidos cuerpos, relucientes de aceite deoliva,formaronunosolo.Crujíanloshuesosbajolapresióndeaquellosbrazosdehierro;de lasmandíbulas contraídas seoía el rechinarde losdientes.Deprontosonabanunosrápidosysordosgolpesqueproducíansuspiessobreeltablado cubierto de azafrán, luego se quedaban de nuevo inmóviles. Losasistentes creían tener ante sí un grupo tallado en piedra. Los romanosobservaban con verdadero deleite el tremendo esfuerzo de aquellos brazos,músculosyespaldas.Perolaluchanofuelarga.Crotón,maestroydirectordeuna escuela de gladiadores, no en balde era reputado como el hombremásforzudodelImperio.Suadversarioempezóarespirarafanosamente,seoyóunronco estertor, luego se le congestionó el rostro y, por último, arrojó unabocanadadesangreycayódesplomado.

Elfinaldelaluchafueacogidoconruidososaplausos.Crotónpusounpieen la espalda de su adversario, cruzó sobre el pecho sus enormes brazos ypaseóporlasalaunamiradadetriunfo.

Acontinuaciónentraronlosimitadoresdelosmovimientosygritosdelosanimales, losbufonesylosprestidigitadores,perocasinadiereparóenellos.Lafiestafuedegenerandogradualmenteenborracheraylicenciosaorgía.Lasmuchachas sirias que habían bailado antes los bailes báquicos semezclaronconlaconcurrencia.Lamúsicaseconvirtióenunruidosalvajeydesordenadode cítaras, laúdes, címbalos armenios, sistros egipcios, cuernos y trompetas.Algunosconvidadosqueríanseguirconversandoygritabanalosmúsicosquesefueran.Elaire,saturadodelperfumedelasfloresydelosaceitesconquehermosos mancebos rociaban los pies de los invitados durante la fiesta e

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impregnado de azafrán y de las emanaciones humanas, se volvió sofocante.Las lámparas lucían con llama débil, las guirnaldas comenzaban a ladearsesobrelasfrentes,losrostrosestabanpálidosyrecubiertosdegotasdesudor.

Viteliosederrumbódebajode lamesa.Nigidia,desnudahasta lacintura,apoyaba su infantil y ebria cabeza sobre el pecho de Lucano, que, tambiénborracho,lesoplabaensuscabellos,aventandoelpolvodeoroqueloscubría,yalzabaluegolavistaconexpresióndeinmensaalegría.Vestiniorepetíapordécimavez,conla terquedaddelborracho, lacontestaciónqueMopsohabíadadoalacartaselladadelprocónsul.Tulio,queseburlabadelosdioses,dijoconlenguatorpeyvozentrecortadaporelhipo:

—Si laesferadeJenófaneses redonda, figuraosconquéfacilidadpodríaempujarseaundiossemejanteyhacerlerodarcomosifueraunbarril.

Pero Domicio Afer, criminal y delator endurecido, se sublevó ante talconversación, y su indignación le hizo derramar sobre su túnica el vino deFalerno.Elseguíacreyendoenlosdioses.Habíagente—dijo—quepretendíaque Roma perecería, y hasta quien aseguraba que se estaba perdiendo ya.Seguramente.Perositalcosaocurríaeraporquelajuventudnoteníafe,ysinfenohabíavirtudposible.Habíanolvidadolasseverascostumbresdeantaño,y a nadie se le ocurre que los epicúreos no pueden sobreponerse a losbárbaros.Perotodocuantodecíaeraenvano.Deplorabaladesgraciadehaberalcanzadosemejanteépocayteníaquebuscaralegríasparadefendersedelosdisgustos,que,delocontrario,prontoacabaríanconél.

Dichoestoatrajohaciasíaunabailarinasiriaysepusoabesarleconsudesdentadabocaloshombrosyelcuello.Alverle,elcónsulMemmioRégulosoltó la carcajada, y levantando su calva cabeza con la guirnalda ladeadaexclamó:

—¿QuiéndicequeRomaestáperdida?…¡Quédisparate!…Yo,cónsul,losémejor que nadie…Videant consules! ¡Treinta legiones velan por nuestrapaxromana!…

Ylevantandolospuñosalaalturadelassienessepusoaexclamaravozengrito:

—¡Treinta legiones!¡Treinta legiones!Desde laBritaniahasta lafronteradelospartos.

Derepenterecapacitóy,poniéndoseeldedoenlafrente,dijo:

—Quizáhayatreintaydos…

Cayó debajo de lamesa, donde empezó a arrojar lenguas de flamencos,níscalos,setasescarchadas,langostasconmiel,pescadosycarneytodocuantohabíacomidoobebido.

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Sin embargo, aDomiciono le tranquilizaron lasnumerosas legionesquevelabanporlapazdeRoma.¡No,no!Romadebepereceryeslástima,porquelavidaesagradable,elCésarclementeyelvinobueno.¡Ah!¡Quélástima!Yescondiendolacabezaenelhombrodeunabacantesiria,seechóallorar.

—¿Qué es la vida futura?—decía—.Aquiles tenía razón:más valía sercriadoenelmundoquesehallabajoelsolquereinarenregionesquiméricas.Yencuantoa lapreguntaacercadesiexistíanotrosdioses,comoimplicabaincredulidad,estabadestruyendoalajuventud.

Lucano,entretanto,habíaconseguidoaventarporcompletoelpolvodeorode los cabellos de Nigidia, que, embriagada, se había quedado dormida, yluego,tomandounaguirnaldadehiedradelvasoquesehallabaanteél,selapuso a Nigidia. Hecho esto miró a los circunstantes con una miradainterrogadoraysatisfecha.

Luegoseadornóasímismoconhiedra,repitiendoconacentodeprofundaconvicción:

—Yonosoyunhombre,soyunfauno.

Petronio no estaba borracho; pero Nerón, que había bebido poco alprincipio en consideración a su voz celestial, al final vació copa tras copahasta emborracharse. Intentó cantar unos versos suyos en griego, pero se leolvidaron, y cantó, por equivocación, una oda de Anacreonte. Pitágoras,DiodoroyTerpnos le acompañaban, sin conseguir llevar el compás,y al finguardaronsilencio.Nerónseentusiasmabacon labellezadePitágorascomocrítico y como esteta, y en un arrebato de admiración empezó a besarle lasmanos.

¿Dónde había visto unas manos tan hermosas como las de Pitágoras?Llevándoselamanoalasudorosafrentetratóderecordar.Surostroreflejóeltemor.

—¡Lasmanosdemimadre,lasdeAgripina!

Seapoderarondeéltétricasvisiones.

—Dicenquevagaerrante,alaluzdelaluna,sobreelmar,cercadeBayayde Bauli… Anda, anda como si buscara algo, y cuando al acercarse a lasbarcasmiraysemarcha,elpescadoraquienhamiradosemuere—continuó.

—Bonitotema—exclamóPetronio.

Vestinio,estirandoelcuellocomounagrulla,susurróconairemisterioso:

—Nocreoenlosdioses,perosíenlosespíritus…

PeroNerónnohizocasoyprosiguiódiciendo:

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—Pero si he celebrado la lemuria. No quiero verla. ¡Han pasado cincoaños!Tuve,tuvequecondenarla:enviócontramíunasesino.Sinolahubieraganadoporlamanonooiríaishoymicanto…

—¡Gracias, César, en nombre de la ciudad y del mundo! —exclamóDomicianoAfer.

—¡Vino!¡Másvino!Yquesuenenlostímpanos.

El estrépito empezó de nuevo. Lucano, cubierto de hiedra y tratando dedominarconsuvozlavozdeDomiciano,selevantóexclamando:

—Nosoyunhombre,soyunfaunoyvivoenelbosque…Ecooo…

Por fin se emborrachó el César y se emborracharon también hombres ymujeres.Vinicionoestabamenosborrachoque losdemás,yeldeseoque leembargaba le impulsaba a reñir, lo que le ocurría siempre que se excedíabebiendo.

Surostromorenosevolvióaúnmáspálido,mientrasque,trabándoselelalengua,decíaconvozaltaeimperiosa:

—Dame tus labios. ¿Quémás da hoyomañana? ¡Basta de aguardar!ElCésar te sacó para mí de casa de Aulo Plaucio, ¿comprendes? Mañana, alatardecer,mandaréabuscarte,¿comprendes?¡Hasdesermía!…Bésame,noquieroaguardaramañana…;bésamepronto.

Ytratódeabrazarla.Acteaintentódefenderlayellamismasedefendíaconlas pocas fuerzas que le quedaban, porque sentía que estaba a punto deperecer;envanointentabalibrarseconambasmanosdesusdepiladosbrazos,envanolesuplicabaconvoztrémulaporelmiedoyporlapena,lerogabaqueno fuera así y que tuviera piedad de ella. El cada vez notabamás cerca sualiento,ysurostroseacercabaalsuyo.Yanoeraparaellaelhéroebuenoyquerido que antes conociera, no eramás que un sátiromalvado y borracho,queleinspirabarepulsiónyhorror.

Sinembargo,lasfuerzaslaabandonabancadavezmás;envanoinclinabael cuerpo y esquivaba el rostro para sustraerse a sus besos. Se levantó, laabrazó, y atrayendo su cabeza hacia su pecho, oprimió anhelante con suslabioslospálidoslabiosdeladoncella.

Derepente,unafuerzaterribleapartólosbrazosdeViniciodelcuellodelajovenconlamismafacilidadquesihubieransidolosdeunniño,yletiróaunladocomosifueraunaramasecaounahojamarchita.¿Quéhabíasucedido?Viniciosefrotó losojos llenosdeasombroyvioantesí lagigantescafiguradelligio,llamadoUrso,quehabíaconocidoencasadeAulo.

Elligiosehallabaenpieysereno,clavandoenéllamiradadesusazulesojos con una expresión tan extraña, que al joven se le heló la sangre en las

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venas.Luego,cogiendoenbrazosasureinayconpasotranquiloymesurado,saliódeltriclinium.

Actealesiguió.

Vinicioquedó,depronto,comopetrificado,masenseguidasepusoenpieyechóacorrerhacialapuerta.

—¡Ligia!¡Ligia!

Peroeldeseo, el asombro, la cólerayelvinohicieronque laspiernas leflaqueasen.Setambaleóvariasveces,yagarrándosealdesnudobrazodeunabacante,lepreguntóentornandolosojos:

—¿Quéhaocurrido?

Ella,cogiendounacopadevino,se laofreció,sonriendoconunamiradaturbia:

—Bebe—dijo.

Viniciobebióysedesplomó.

Lamitaddelosasistentesdormíanyadebajodelasmesas;otrosandabanconpasovacilanteporeltriclinium;otrosdormíansobrelasmesas,roncandoodevolviendoensueñoselvinosobrante.

Deladoradaredcolocadajuntoaltechocaíasininterrupciónunalluviaderosas sobre aquellos cónsules y senadores, borrachos patricios, poetas,filósofos; sobre las damas y bacantes embriagadas, sobre toda aquellasociedadaúntodopoderosa,peroyasinalma,coronadadeflores,corrompidayagonizante.

Fuera,elalbacomenzabaaclarear.

VIII

Nadie detuvo a Urso, ni siquiera le preguntaron lo que hacía. Losconvidados, queyacíanbajo lasmesas, no se ocupabanya de sus sitios, asíque los esclavos, al ver a un gigante llevando en brazos a una convidada,creían que se trataba de algún sirviente que llevaba a su ama embriagada.Además, Actea los acompañaba y su presencia hacía desvanecer todasospecha.

Deestamanerasalierondeltriclinium,llegandoalacolumnatacontiguaydeallíalagaleríaqueconducíaalosaposentosdeActea.

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ALigialaabandonaronlasfuerzasdetalformaqueibaenbrazosdeUrsocomouncuerpoinerte.Masalsentir labrisamañanerapurayfría,abriólosojos.Cadavezse ibahaciendomásdedía.Siguiendolacolumnatacruzaronporunpórticolateralquenodabaalpatio,sinoalosjardinesdelpalacio,endonde los albores matutinos coloreaban las copas de los pinos y de loscipreses.Aquellapartedeledificioestabavacíaylosecosdelamúsicaylosgritosdelfestínllegabancadavezmásamortiguados.ALigialeparecíaquelahabían arrancado del infierno, transportándola al mundo luminoso de Dios.Habíaalgomásalládeeserepugnantetriclinium.Estabaelcielo,laaurora,laluzyelsilencio…Ligiarompiódeprontoallorar,ycobijándoseenlosbrazosdelgigante,repitiósollozando:

—Vámonosacasa,Urso,acasadeAulo.

—Iremos—lecontestóUrso.

En aquel instante estaban en el pequeño atrium perteneciente a lashabitacionesdeActea.UrsosentóaLigiaenunbancodemármolcercanoalafuente.Acteaprocurótranquilizarla,invitándolaalreposoyasegurándolequeporelmomentonoexistíaelmenorpeligro,puescuandoseacabaraelfestínlosinvitados,borrachos,dormiríanhastalatarde.DurantelargoratoLigianologró tranquilizarse, y apretándose las sienes con las manos no cesaba derepetir,conlatenacidaddeunniño:

—Acasa,acasadeAulo…

Urso estaba dispuesto a complacerla. Verdad es que en la puerta habíapretorianos, pero él pasaría de todas formas.Los soldadosnodetenían a laspersonasquequeríansalir.Anteelarcosehallabannumerosísimasliteras.Losinvitadossalíanyaentropel.Nadielosdetendría.Saldríancontodalagenteyse irían directamente a casa. Y, además, él nada tenía que decir. ¡Como sureinamandara,asíteníaqueser!Paraesoestabaélallí.

YLigiarepetía:

—Sí,Urso,vámonos.

Pero Actea tenía que pensar por los dos. Claro que saldrían; nadie losdetendría.PerodecasadelCésarnodebíahuir,yelqueasílohacíaofendíaasu majestad. Saldrían, pero por la tarde; un centurión, a la cabeza de unpelotóndesoldados,iríaallevarlasentenciademuerteaAuloyaPomponiaGrecina.Ligia sería de nuevo conducida al palacio y ya no habría para ellasalvación posible. Si Aulo la acogía bajo su techo le esperaba la muertesegura.

Ligiadejócaer losbrazoscondesaliento. ¡Nohabíaotro remedio!TeníaqueescogerentresuruinayladePlaucio.Antesdeiralbanquetehabíatenido

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la esperanza de que Vinicio y Petronio la rescatarían y la devolverían aPomponia, pero ya sabía que habían sido ellos los que indujeron alCésar asacarla de casa de Aulo. No había otra solución. Sólo un milagro podríasalvarladelaruina…UnmilagroyelpoderdeDios.

—Actea—dijocondesesperación—,¿leoístedeciraVinicioqueelCésarme había regalado a él y que esta tarde enviaría esclavos para que mecondujeranasucasa?

—Sí,looí—contestóActea.

LadesesperaciónconquehablabaLigianohallabaecoensucorazón.Ellamisma había sido amante de Nerón. Su corazón, aunque bueno, no podíaapreciar lo vergonzoso de semejantes relaciones. Como antigua esclava, sehabía familiarizado con la esclavitud, y, además, aún amaba a Nerón. Si elCésar quisiera volver con ella, le tendería las manos como a la felicidad.Persuadida de que Ligia tendría que convertirse en concubina del joven yhermosoViniciooexponeraPlaucioyaPomponiaalaruina,nocomprendíacómolamuchachapodíavacilar.

Pasadounmomento,dijo:

—LacasadelCésarnoesmenospeligrosaqueladeVinicio.

Ynosediocuentaque,aunquedecíalaverdad,suspalabrassignificaban:«Confórmate con tu suerte y sé la concubina de Vinicio». Pero Ligia, quetodavía sentía en los labios sus besos llenos de deseos brutales y ardientescomoelfuego,enrojeciódevergüenzasóloalevocarsurecuerdo.

—¡Nunca!—gritó en un arrebato—.Nime quedaré aquí, ni en casa deVinicio.¡Nunca!

AActealeextrañódichoarrebato.

—¿OdiastantoaVinicio?—lepreguntó.

PeroLigianopudocontestarleporquelaahogabadenuevoelllanto.Acteala estrechó contra su pecho y trató de tranquilizarla. Urso respirabapenosamente y apretaba sus gigantescos puños; amaba a su reina con lafidelidad de un perro y no podía soportar la visión de sus lágrimas. En sucorazónde ligio semi-salvajeexperimentabaeldeseodevolvera la sala,deestrangular aVinicio y, en caso de necesidad, alCésar, pero temía con elloexponerasuama,y,además,noestabasegurodequeunactodeestaíndole,que en un principio le parecíamuy sencillo, fuera propio de un adepto a ladoctrinadelCorderocrucificado.

Actea,tranquilizandoaLigia,lepreguntódenuevo:

—¿TantoodiasaVinicio?

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—No—contestóLigia—.Nodeboodiarleporquesoycristiana.

—Losé,Ligia,ysétambiénporlascartasdePablodeTarsoquenoosestápermitidoperderlahonranitenerlemásmiedoalamuertequealpecado.Perodime:¿tudoctrinapermitematar?

—No.

—Entonces,¿porquéquieresatraer lacóleradelCésarsobreelhogardeAulo?

Siguió unmomento de silencio.Un abismo sin fondo se abría de nuevoanteLigia.

Maslajovenlibertarepuso:

—TelopreguntoporquetantotúcomolabondadosaPomponia,Auloysuhijomeinspiráiscompasión.HacetiempoquevivoenestacasayséloqueeslacóleradelCésar.¡No!Nopodéisescapardeaquí.Sólotequedaunmedio,yesrogarleaVinicioquetedevuelvaacasadePomponia.

Ligiacayóderodillascomoparaimploraraotrapersona.Ursosearrodillótambién,yambosrezaronalaluzdelalbaenlacasadelCésar.

Actea por primera vez presenciaba una oración semejante y no podíaapartarlosojosdeLigia,que,vueltadeperfilaella,conlasmanosylacabezalevantadas,mirabaalcielo,comoesperandodeéllasalvación.Laclaridaddelalbailuminósusoscuroscabellos;sublancopeplosereflejóensuspupilas,ytodaenvueltaenellaparecíalaencarnacióndelaluz.Ensupálidorostro,ensus labios entreabiertos, en las manos y los ojos levantados había unentusiasmosobrehumano.YActeacomprendióporquéLigianopodríaserlaconcubinadenadie.AntelaantiguaamantedeNerónselevantabaunapuntadel velo que ocultaba un mundo completamente distinto al que estabaacostumbrada.Leasombrabaaquellaplegariaqueseelevabadesdelamansióndelcrimenydelainfamia.UnmomentoantesleparecíaqueyanohabíaparaLigiasalvaciónposible,peroahoracomenzabaacreerquepodíasucederalgoextraordinario, que llegaría algún auxilio tan poderoso, que elmismoCésarseríaincapazderesistir;quebajaríadelcielounalegiónaladaparaayudaralamuchacha,queel sol la enlazaríacon sus rayos llevándoselaconsigo.Habíaoído decir que entre los cristianos se realizaban muchos milagros, y ahoracreíaquetodoeracierto,puestoqueLigiaorabadeesamanera.

Cuandoselevantóladoncella,surostroestabaradiantedeesperanza.Ursose puso en pie también, y colocándose junto al banco miró a su ama,esperandosusórdenes.

Susojosseenturbiaronydosgruesaslágrimasresbalaronlentamenteporsusmejillas.

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—DiosbendigaaPlaucioyaPomponia—exclamó—.Nohedelabrarsuruina,asíquenolosverénuncamás.

Luego,volviéndosehaciaUrso,ledijoqueélsololequedabaenelmundoyquedebíaserparaellaunpadreyunprotector.Nopodíanbuscarrefugioencasa deAulo porque atraerían sobre ellos la cólera delCésar. Pero que ellatampoco podía permanecer ni en la casa del César ni en la deVinicio. Asípues,queUrsolacondujerafueradelaciudadyquelaocultaraenalgúnlugardondenopudierandescubrirlaniVinicionisuscriados.Ellaleseguiríaatodaspartes,alotroladodelmar,másalládelasmontañas,alpaísdelosbárbaros,adonde no oyera ni el nombre deRoma, y donde no alcanzara el poder delCésar.Quelacogieraylasalvara,puessóloaélteníayaenelmundo.

Elligioestabadispuesto,y,enseñaldeobediencia,abrazósuspies.

EnelrostrodeActea,queaguardabaunmilagro,sereflejóladecepción.Eraesotodocuantohabíaconseguidolaoración.HuirdelacasadelCésareracometerundelitodelesamajestad,queseríavengado.YaunqueLigialograraesconderse, el César se vengaría en la familia de Aulo Plaucio. Si queríaescaparse, que lo hiciera desde la casa de Vinicio; entonces el César, pocoaficionado a mezclarse en asuntos ajenos, probablemente no ayudaría aVinicioensupersecución,y,en talcaso, la fuganoconstituiríaundelitodelesamajestad.

Eso mismo pensaba Ligia. Ni Aulo ni Pomponia sabrían nunca dóndeestaba.Huiría,nodecasadeVinicio,sinoenelcamino.Lehabíaanunciadoestandoborrachoqueporlatardeenviaríasusesclavosabuscarla,ydecíalaverdad, cosa que no habría hecho de estar sereno. Probablemente él solo, oacompañado de Petronio, habían visto al César antes del festín, y habíanobtenido de él la promesa de que la entregarían a la tarde siguiente. Si seolvidabanhoy,volveríanmañanaporella.PeroUrsolasalvaría.Lasacaríadelaliteracomolasacódeltriclinium,yamboshuiríanalaaventura.NadieseatreveríaaoponerseaUrso.Nisiquieraelterribleatletaquehabíaluchadolanoche anterior en el triclinium. Como era posible que Vinicio enviaranumerosos esclavos, Urso iría a pedir ayuda y consejo al obispo Lino. Elobisposecompadeceríadeella,noladejaríaenmanosdeVinicio,yenviaríacristianosparaqueayudasenaUrsoasalvarla.Larescataríanyselallevarían,yhechoestoUrsopodríasacarladelaciudadysustraerlaalpoderdeRoma.

Dispuestoesto,alrostrodeLigiavolvieronelcolorylasonrisa.Tuvodenuevoesperanza,comosisalvarsefuerayaunarealidad.DerepenteabrazóaActea,yacercandoalamejilladeéstasuspreciososlabios,lesusurró:

—Nonostraicionarás,Actea,¿verdad?

—Porlasombrademimadre—contestólaliberta—,noostraicionaré,y

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sólopidoatuDiosqueUrsoconsigasalvarte.

Perolosazuleseinfantilesojosdelsirvientebrillabanllenosdefelicidad.Apesarderomperselacabezanolograbanadadeprovecho;encambio,unacosaasíeracapazdellevarlaacabo,fueradedíaodenoche.Ledabaigual…Iríaaveralobispoporqueésteleíaenelcieloloquedebíahacerseyloqueno.Podría reunir algunos cristianos. ¡No tenía él pocos conocimientos entrelosesclavosylosgladiadores,loshombreslibres,enelSuburraymásalládelos puentes! Juntaríamil e incluso dosmil individuos.Rescataría a su ama,conseguiríasacarladeRomayseiríaconella.Seiríanalfindelmundo,hastasupropiopaís,endondenadiehabíaoídohablardeRoma.

Y fijó la mirada en el espacio, como si quisiera ver cosas pasadas einmensamentelejanas.

—¿Albosque?—dijo—.¡Québosques!¡Québosques!

Pero al cabo de unmomento, desechando estas visiones, dijo que se ibaenseguidaacasadelobispo,yqueporlatarde,acompañadodeuncentenardehombres,acecharíaelpasodelalitera.Yaunquenosólofueranesclavos,sinopretorianos,losquelacondujeran,¡máslesvalíanoponersealalcancedesumano,aunllevandoarmaduradehierro!…¿Acasoeraelhierrotanfuerteparaél?Sigolpeabalaarmadura,lacabezaqueestuvieradentronoloresistiría.

PeroLigia,alzandoelíndice,conseriedadinfantil,dijo:

—Urso,nomatarás.

Éste se llevó la mano, semejante a una porra, al cuello, y con airepreocupadocomenzóarascarseyahablarentredientes.Teníaquesalvara«suluz»…Ellamisma le había dichoque había llegado su turno…;procuraríahacerlo lo mejor posible. Pero ¿y si sucediera sin querer…? ¡Ya que debíasalvarla!Pero si así sucediera, haría de tal formapenitenciaypediría de talmanera perdón al Cordero crucificado, que Este se compadecería del pobrepecador…ÉlnoqueríaofenderalCordero.¡Peroerantanpesadassusmanos!

Y su rostro expresaba una gran tortura, mas deseando disimularla, seinclinóydijo:

—Mevoyacasadelsantoobispo.

ActeaabrazóaLigiayrompióallorar.

Unavezmáscomprendíaqueexistíaunmundoenelcual,aunenmediodelossufrimientos,habíamásfelicidadqueentodoslosexcesosyplaceresdelacasadelCésar.Unavezmásleparecióqueseentreabríaunapuertaalaluz,mascomprendió,asimismo,queeraindignadetraspasarsusumbrales.

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IX

ALigia le daba pena de PomponiaGrecina, a quien amaba con toda sualma, y sentía perder el hogar de Aulo. Sin embargo, su desconsuelo eramenor porque experimentaba cierta dulzura al considerar que sacrificaba enarasdesuVerdadelbienestarylacomodidad,yqueibaaemprenderunavidaerranteydesconocida.

Quizáhabíaenelloalgodeinfantilcuriosidadacercadecómoseríalavidaenaquellos lejanospaíses, entrebárbarosy animales salvajes, peromásquenadaeraelconvencimientoprofundodequeobrandoasícumplíaloordenadopor el divino Maestro, y desde entonces Él la protegería como a una hijaobediente y buena. Y, en ese caso, nada tenía que temer. Todos lossufrimientos que le aguardaban los aceptaría por Él. Y si llegaba lamuerteinesperadamente,ÉllallamaríaaSí,ycuandoPomponiamurierasereuniríanlasdosparatodalaeternidad.Algunasveces,cuandoestabaencasadeAulo,se atormentabapensandoquenadapodíahacer por elCrucificado, dequienUrsohablabacontangranternura.Peroahorahabíallegadoelmomento.Ligiase consideraba casi dichosa y hablaba aActea de una felicidad que ésta nopodía comprender. Abandonarlo todo, la casa, el bienestar, la ciudad, losjardines,lostemplos,lospórticos;todocuantoerabello;abandonarelpaísdelsolyalosseresamados.¿Porqué?Porhuirdelamordeunjovenyhermosopatricio.

Estas cosas no le cabían a Actea en la cabeza. A veces creía que teníarazón, que podía haber una enorme felicidad oculta, pero no lograba darsecuenta claramente de ello, sobre todo pensando que a Ligia le esperabanpeligroseinclusopodíaperderlavida.Acteaeradeíndolemedrosaypensabacon temor en los acontecimientos que habían de verificarse en la nochepróxima.PeronoqueríahablaraLigiadesustemores;comoerayaplenodíayelsolseasomabaalatrium,tratódeconvencerlaparaquedescansara,yaquelonecesitabadespuésdehaberpasadolanochesindormir.

Ligia no opuso resistencia y ambas penetraron en el cubiculum, que eraamplioyestabalujosamenteamueblado,comoconsecuenciadelasanterioresrelaciones deActea con elCésar. Se recostaron una al lado de la otra,masActea, a pesar del cansancio que sentía, no pudo conciliar el sueño. Desdehacía tiempo se sentía triste y desgraciada, pero ahora experimentaba ciertazozobraantesnuncasentida.Hastaentonceslehabíaparecidosuvidatristeysinhorizontes;peroahora,depronto,leparecíainfame.

Ensucabezateníaunverdaderocaos.Laspuertasdelaluzaintervalosseabrían y se cerraban para ella. Pero al abrirse, la luz la deslumbraba de tal

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forma, que no conseguía ver nada con claridad.Más bien adivinaba que seencontrabaenaquellaclaridadunafelicidadsinlímites, juntoalacual todaslasfelicidadeseranmezquinas,hastaelpuntodequesi,porejemplo,elCésarabandonaraaPopeaylaamaradenuevo,ellonoseríamásquevanidad.DeprontolevinolaideadequeelCésar,aquienamabayalque,apesarsuyo,consideraba como un semidiós, era tan ruin como cualquier esclavo; aquelpalacio,consuscolumnasdemármoldeNumidia,noeramásqueunmontóndepiedras.Pero todos aquellos sentimientos, de losqueno acertaba adarsecuenta, comenzaron a cansarla. Quiso dormir; pero, atormentada por lainquietud,nopudo.

Finalmente, creyendo que Ligia, amenazada por tantos peligros eincertidumbres,tampocohabíapodidoconciliarelsueño,sevolvióhaciaellaparahablarledesupróximafuga.

PeroLigiadormíaplácidamente.Atravésdelacortina,quenoestabaporcompletocorrida,sedeslizabaalfondodeloscurocubiculumunhazderayosdesol,conelqueseagitabaundoradopolvo.AsuclaridadcontemplóActeaeldelicadorostrodelajoven,apoyadoeneldesnudobrazo,cerradoslosojosyentreabiertosloslabios.Surespiracióneraregular,comoladequienduerme.

«Duerme…¡Puededormir!…—pensóActea—.Esaúnunaniña».

Pero enseguida acudió a su mente que aquella niña prefería huir aconvertirseen laconcubinadeVinicio;prefería lamiseriaa lavergüenza, lavidaerrantealalujosamansióndelbarriodelasCarenas,alostrajes,yalasjoyas,alasfiestasyalsonidodeloslaúdesylascítaras.

«¿Porqué?».

YmiróaLigia,comoqueriendohallar larespuestaensurostrodormido.Miraba su frentepura, el arco serenode suscejas, susoscuraspestañas, suslabiosentreabiertos,supechomovidoporlatranquilarespiración,yvolvióapensar:

«¡Quédiferentessomos!».

Ligia leparecióunprodigio,unavisióncelestial,unserpredilectodelosdioses,cienvecesmáshermosaquetodaslasfloresdeljardíndelCésaryquetodas las estatuas de su palacio. Pero en el corazón de la griega no habíaenvidia.Ante lospeligrosque acechaban a lamuchacha sentía una inmensacompasión.Ensucorazónsehabíadespertadounaespeciedeamormaternal.Ligianosóloseleaparecíabella,comounhermososueño,sinocomounsermuyquerido,yacercandoloslabiosasusoscuroscabellossepusoabesarla.

Ligia dormía tranquilamente, como si estuviera en su hogar, bajo laprotección de Pomponia Grecina. Durmió durante largo rato. Era más de

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mediodíacuandoabriólosazulesojosysepusoamirarelcubiculumcongranextrañeza.

LeextrañabanoencontrarseencasadeAulo.

—¿Erestú,Actea?—dijoalfin,cuandovioaparecerenlasemioscuridadelrostrodelagriega.

—Sí,Ligia.

—¿Esyalatarde?

—No,hijamía;peroelmediodíayapasó.

—¿Ursonohavuelto?

—Ursonodijoquevolvería,sinoqueporlatardesepondríaalacechodelaliteraconotroscristianos.

—Esverdad.

Salieron del cubiculum y entraron en el baño, donde Actea, después debañaraLigia,lallevóatomarelalmuerzoyalosjardinesdelpalaciodespués,donde no tenían que preocuparse de ningún encuentro peligroso, ya que elCésar y sus principales cortesanos dormían aún. Ligia contemplaba por vezprimera aquellos magníficos jardines, poblados de cipreses, pinos, robles,olivosymirtos,entrelosqueblanqueabatodaunamuchedumbredeestatuas.Brillabanlostranquilosespejosdelosestanques,florecíanfrondososrosales,salpicados por las gotas de las fuentes; aquí y allá había grutas encantadas,cuyasentradasestabancubiertasdehiedraydevid;cisnesdeplatasurcabanlasaguas,yentreárbolesyestatuasandabangacelasdomesticadas,traídasdelos desiertos deÁfrica, y aves devistosos colores, procedentes de todos lospaíses conocidos de la tierra. Los jardines estaban desiertos; acá y allátrabajaban,azadaenmano,algunosesclavos,cantandocancionesamediavoz;otros,disfrutandodeunmomentodedescanso,estabansentadosalaorilladelosestanquesoalasombradelasfrondosasencinas,dondelosrayosdelsol,penetrandoentrelashojas,hacíanaparecerunaslucecitastemblorosas;otros,enfin,regabanlosrosalesylaspálidasfloresdeazafrán.

ActeayLigiaanduvieronlargoratocontemplandotodaslasmaravillasdeaquellos jardines, y aunque a Ligia le faltaba tranquilidad de espíritu, erademasiado niña para no dejarse llevar por la curiosidad, la admiración y lasorpresa.

Pensaba, incluso, que si el César fuera bueno, en aquellos jardines y enaquelpalaciopodríavivirmuyfeliz.

Porfinsesentaronenunbancomedioocultoentrelosespesoscipresesysepusieronahablarde loquemás lespreocupaba:de la fugadeLigia,que

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aquellamismatardedebíaverificarse.ActeanoconfiabatantocomoLigiaeneléxitodelafuga.Habíamomentosenqueleparecíaunalocurairrealizable.Ligia le inspiraba cada vez más compasión. Pensaba que sería cien vecesmenos peligroso convencer aVinicio.Luego le preguntó que cuánto tiempohacía que conocía a Vinicio y si creía posible que se dejara doblegar y ladevolvieraaPomponia.

PeroLigiamoviótristementesuoscuracabeza.

—No.EncasadeAulo,Vinicioeradeotramanera,muybueno;perodesdeelfestíndeayerletengomiedo,yprefierohuiralpaísdelosligios.

Acteasiguióinterrogándola:

—Sinembargo,¿encasadePomponiateresultabaagradable?

—Sí—contestóLigia,bajandolacabeza.

Acteareflexionóuninstante,yluegodijo:

—Tú no eres esclava como lo fui yo.Vinicio podría casarse contigo, tedejaroncomo rehényeres lahijadel reyde los ligios.AuloyPomponia tequierencomosifuerassuhija,yestoyseguraqueestándispuestosaadoptartecomohija.Viniciopodríacasarsecontigo.

Peroellacontestóenvozbaja,yaúnconmayortristeza:

—Prefierohuiralpaísdelosligios.

—Ligia,¿quieresquevayaahoraacasadeVinicio,ledespierte,siduerme,yleinformedeloqueacabodedecirteahoramismo?Sí,queridamía,iréylediréqueereslahijadeunreyyalmismotiempolaniñaqueridadelfamosoAulo;quesiteamatedevuelvaaellosyluegotetomeporesposa.

Pero la doncella repitió con tan apagado acento, que apenas logró oírlaActea:

—Prefieroirmealpaísdelosligios…

Ydoslágrimassedeslizaronpordebajodesuspestañas.

Pero la conversación fue interrumpida por un rumor de pasos que seacercaban,yantesdequeActeatuvieratiempodeverquiénseaproximaba,sepresentóPopeaacompañadadeunpequeñoséquitodeesclavas.Dosdeéstassosteníansobresucabezaunoshacesdeplumasdeavestruzsujetosporunosalambresdeoro,conlosquelaabanicabansuavementeylaprotegíandelsolaúnardientedelotoño.Delantedeella,unaetíope,negracomoelébano,conel seno turgente como si estuviera repletode leche, llevaba enbrazos aunacriatura,envueltaenpúrpuraconfranjasdeoro.ActeayLigiaselevantaron,creyendoquePopeapasaríaadelantesinrepararenellas;peroéstasedetuvoy

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dijo:

—Actea, los cascabeles que llevaba lamuñeca que enviaste estabanmalcosidos;lacriaturaarrancóunoyselollevóalaboca;afortunadamente,Lilithlovioatiempo.

—Perdón,divina—contestóActea,cruzando losbrazossobreelpechoeinclinandolacabeza.

PopeasepusoamiraraLigia.

—¿Quiénesestaesclava?—preguntóalcabodeunmomento.

—Noesesclava,divinaAugusta,sinohijaadoptivadePomponiaGrecina,ehijadelreydelosligios,queladejóaRomacomorehén.

—¿Havenidoavisitarte?

—No,Augusta;desdeanteayerviveenelpalacio.

—¿Asistióalafiestadeanoche?

—Sí,Augusta.

—¿Porordendequién?

—DelCésar…

PopeaexaminóaLigiaconmayoratención.Éstasehallabaenpieanteellacon la cabeza inclinada, tan pronto levantando con curiosidad sus brillantesojos como bajando de nuevo los párpados. De pronto, apareció una arrugaentrelascejasdePopea.Celosadesubellezaydesupoder,vivíaenperpetuaalarma,coneltemordequeunarivalafortunadalaperdieraaella,comoellahabía perdido a Octavia. Por eso, cualquier rostro hermoso que viera en elpalacio despertaba sus recelos. Con ojo experto apreció de una solamiradatodaslasformasdelaligia,apreciótodoslosdetallesdesurostro,yseasustó:

«Esunaverdaderaninfa—sedijo—,nacidadelamismaVenus».

Y de pronto pensó lo que hasta entonces nunca había pensado ante lapresenciadeunabeldad:queeradebastantemásedad.Vibrósuamorpropioherido,seadueñódeellalainquietud.Miltemorescomenzaronadarvueltasensucabeza.QuizáNerónno lahabíavisto todavíao,habiéndolamiradoatravés de su esmeralda, no la había apreciado. Pero ¿qué sucedería si él lavieradedía,aplenosol,tanmaravillosa?…Además,noeraesclava,sinohijadeunrey,deunreybárbaro,esverdad;perohijaderey,alfinyalcabo.

«¡Dioses inmortales! —exclamó para sí—. ¡Es tan bella como yo, yademásjoven!».

Frunció aún más el ceño, y sus ojos brillaron con frío fulgor bajo las

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pestañasdoradas.

MasvolviéndoseaLigialepreguntóconaparentetranquilidad:

—¿HashabladoconelCésar?

—No,Augusta.

—¿PorquéprefieresestaraquíavivirencasadeAulo?

—Noloprefiero,señora.PetronioindujoalCésaraquemesacaradecasadePomponia;peroestoyaquíencontrademivoluntad,¡ohseñora!

—¿QuisierasvolveracasadePomponia?

Popealedirigióestapreguntaconvozsuaveybondadosa,asíqueenLigiavolviódenuevoaalentarlaesperanza.

—Señora —le dijo, tendiendo hacia ella sus manos—, el César haprometidoentregarmecomoesclavaaVinicio;perointercedepormíyhazquemedevuelvanacasadePomponia.

—¿Así quePetronio ha instigado alCésar para que te sacara de casa deAuloyteentregaraaVinicio?

—Sí,señora.YhoyVinicioenviaráabuscarme.Perotú,queeresbuena,apiádatedemí.

Y diciendo esto, se inclinó, y cogiendo el borde del vestido de Popea,esperólarespuestaconelcorazónpalpitante.Popealacontemplóduranteuninstanteconelrostroiluminadoporunamalvadasonrisa,yluegodijo:

—TeprometoquehoymismoteconvertirásenlaesclavadeVinicio.

Ysealejócomounavisiónhermosaperomaligna.AlosoídosdeLigiayActea llegaronúnicamente losgemidosde lacriatura,que sin saberporquécomenzóallorar.LosojosdeLigiasellenarondelágrimas,yluego,cogiendoaActeadelamano,dijo:

—Volvamos.SólosepuedeesperarayudadeAquelquelapuedeprestar.

Y volvieron al atrium, que ya no abandonaron hasta la tarde. Cuandooscureció y los esclavos trajeron lamparillas cuádruples que despedían vivaclaridad,ambasestabanmuypálidas.Suconversaciónse interrumpíaacadamomento.Ambassehallabanpendientesporversialguienseacercaba.LigianocesabaderepetirqueaunquesentíamuchosepararsedeActea,comoUrsodebíaestaryaesperándolaenlaoscuridad,preferíaquetodosucedieraaquellanoche.Sin embargo, la emociónvolvió su respiraciónmás rápiday ruidosa.Actea recogió febrilmente las joyas que pudo, y atándolas en una punta delpeplo de Ligia, le rogó que aceptara aquel don y medio de huida. Luegosobrevino un sordo silencio preñado de ilusiones auditivas. A ambas les

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parecióoírunsusurrotraslacortina,unlejanollantodeniñoyelladridodelosperros.Depronto,seapartólacortinadelvestíbulosinruidoyaparecióenelatrium,comounfantasma,unhombrealto,moreno,conlacarapicadadeviruelas.AlinstanteLigiareconocióaAtacino,unlibertodeVinicioquehabíaidovariasvecesacasadeAulo.

Acteadioungrito,yAtacino,haciendounaprofundareverencia,dijo:

—DivinaLigia,tesaludoennombredeMarcoVinicio,queteesperaconunafiestaensucasatodaengalanadaconverde.Loslabiosdeladoncellasetornaroncompletamenteblancos.

—Voy—dijo.

YsedespidiódeActea,echándolelosbrazosalcuello.

X

Enefecto, lacasadeVinicioestabaengalanadaconelverdordelmirtoyde la hiedra, y con ellos habían hecho adornos en las paredes y sobre laspuertas. Guirnaldas de pámpanos rodeaban las columnas. En el atrium laaberturaestabacubiertaconuntoldodeteladepúrpura,yhabíaluzcomoenpleno día. Se veían lámparas de ocho y doce luces en forma de vasos, deárboles,deanimales,depájarosodeestatuassosteniendolámparasllenasdeaceitedeoliva.Laslámparassehallabanesculpidasenalabastro,enmármoloendoradobroncecorintio, aunquenoeran tanmaravillosas comoel célebrecandelabrodeltemplodeApolo,queutilizabaNerón;peroeranmuyhermosasy obras de célebres maestros. Algunas de las luces estaban veladas porcristalesdeAlejandríaotelastransparentesdemásalládelIndo,decolorrojo,azul, amarillo y violeta, de forma que el atrium se hallaba lleno de lucesmulticolores. Por todas partes se esparcía el olor a nardos, al que se habíaaficionadoVinicio durante su estancia enOriente. En el interior de la casa,muyiluminadotambién,andabanpresurososesclavosyesclavas.

Eneltricliniumlamesaestabapreparadaparacuatropersonas,yaquealafiesta,ademásdeVinicioyLigia,ibanaasistirtambiénPetronioyCrisotemis.

Vinicio se guiaba en todo de las indicaciones de Petronio, que le habíaaconsejadoquenofueraabuscaraLigia,sinoqueenviaraaAtacinoprovistodelpermisodelCésar,yquelarecibieraélmismoensucasa,amistosamenteeinclusoconmuestrasdeveneración.

—Ayerestabasborracho—ledijo—.Tevi.TeportasteconellacomounpicapedrerodelosmontesdeAlba.Noseasinoportunoyrecuerdaqueelbuen

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vinosebebedespacio.Tenpresentequesidulceesdesear,másdulceaúnesserdeseado.

Crisotemis tenía sobre ello una opinión personal completamente distinta;pero Petronio, llamándola su vestal y su paloma, comenzó a explicarle ladiferencia que existía entre un diestro auriga de circo y el joven que porprimeravezguíaunacuadriga.Luego,volviéndosehaciaVinicio,agregó:

—Granjéate su confianza; anímala, muéstrate generoso con ella. Noquisiera presenciar una fiesta triste. Y júrale hasta por el Hades que ladevolverás a Pomponia; luego dependerá de ti solamente el que al díasiguiente prefiera volver o quedarse a tu lado —luego, mostrando aCrisotemis,añadió—:Desdehacecincoañosvengopracticandoestesistemaconestapalomatorcazynopuedoquejarmedesuesquivez…

Crisotemis replicó, al tiempoque ledabaungolpecitoconel abanicodeplumasdepavo:

—¿Acasoteopuseresistencia?,¡ohsátiro!

—Porconsideraciónamiantecesor…

—¿Acasonotepostrasteamispies?

—Sí,paraponerteanillosenlosdedos.

Crisotemis miró involuntariamente sus pies, en cuyos dedos lanzabandestelloslasjoyas,yamboslanzaronunacarcajada.PeroVinicionoprestabala menor atención a su escarceo. Su corazón latía ansiosamente bajo laestampadatúnicadesacerdotesirioquesehabíapuestopararecibiraLigia.

—Yahabránsalidodelpalacio—dijo,comohablandoconsigomismo.

—Seguramente—contestó Petronio—.Mientras tanto, te hablaré de lasprediccionesdeApoloniodeTiana,otecontarélahistoriadeRufino,quenorecuerdoporquénoterminédecontarte.

Pero a Vinicio le importaba la historia de Apolonio de Tiana tan pococomolahistoriadeRufino.SólopensabaenLigia,yaunquesedabacuentadeque eramejor recibirla en su casa que ir por ella al palacio, en el papel deesbirro, lamentaba a veces no haber ido, aunque sólo fuera por ver antes aLigiaysentarseasulado,enlapenumbradelaliteradoble.

Entretanto,entraronvariosesclavosportadoresdetrípodesadornadosconcabezas de morueco, fuentes de bronce con carbones, sobre los queespolvoreabanpequeñasbriznasdemirraynardos.

—AhoraestarándandolavueltaalasCarenas.

—Novaapoderresistirlo,vaasalircorriendoasuencuentro,yescapaz

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denodarconellos—exclamóCrisotemis.Viniciosesonrióinvoluntariamenteycontestó:

—Sí,resistiré.

Peroalmismo tiempocomenzarona temblarle lasaletasde lanarizysurespiraciónsehizoanhelante.

Viéndolo,Petronioseencogiódehombros,ydijo:

—No tiene de filósofo ni un sestercio; nunca podré hacer un hombre deestehijodeMarte.

PeroVinicionisiquieraleoyó.

—YaestánenlasCarenas…

Y, en efecto, en aquelmomento ya estaban torciendo hacia las Carenas.Losesclavosllamadoslampadariiabríanlamarcha;otrosllamadospedisequiiban a ambos lados de la litera, y detrás de todos iba Atacino cerrando lamarcha.

Pero avanzaban lentamente, ya que las antorchas en una ciudad siniluminaralumbrabanmalelcamino.Lascallescercanasalpalacioestabancasidesiertas; sólo se veía en ellas algún transeúnte que otro, linterna enmano;pero más adelante se advertía una extraordinaria animación. De las callesinmediatas desembocaban grupos de tres y cuatro personas, todos sinantorchas y envueltos en oscuros mantos. Algunos iban agregándose a lacomitiva,mezclándoseconlosesclavos;otros,engruposmayores,llegabanendirección opuesta; algunos se tambaleaban como si estuvieran borrachos.Había momentos en que el avance se hacía tan penoso que los lampadariicomenzaronagritar:

—¡PasoalnobletribunoMarcoVinicio!

Ligia veía a través de las cortinillas entreabiertas aquellos grupossombríos,ysepusoatemblardeemoción.Tanprontosesentíadominadaporeltemorcomoporlaesperanza.

—Esél.EsUrso con los cristianos.Ahorava a suceder—murmuróconlabiostrémulos—.¡OhCristo,ayúdame!¡OhCristo,sálvame!

PeroAtacino,quealprincipionosehabíadadocuentadelaextraordinariaanimacióndelacalle,comenzóaintranquilizarse.Habíaenelloalgoraro.Loslampadariisevieronobligadosarepetircadavezconmásfrecuencia:

—Pasoalaliteradelnobletribuno…

Gentedesconocidaempujabade tal forma la literaqueAtacinoordenóalosesclavosqueseabrieranpasoconbastones.

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Deprontoseoyóungritoenlapartededelantedelacomitiva,yenaquelmomento se apagaron todas las luces. Alrededor de la litera se produjo unremolinoycomenzóeltumultoylalucha.

Atacinocomprendióquesetratabadeunataqueentodaregla.

Y al convencerse de ello, se estremeció de terror.Nadie ignoraba que elCésardabafrecuentesasaltosencompañíadeaugustanosparadivertirseenelSuburra y en otros barrios de la ciudad; también era sabido que traía deaquellasaventurasnocturnasalgunoschichonesycardenales,yqueaquelqueopusieraresistenciaibaderechoalamuerte,auncuandofueraunsenador.Lacasadelosguardiasqueteníanlamisióndevelarporelordendelaciudadnoestaba lejos; pero en tales casos se volvían los guardias sordos y ciegos.Mientrastanto,labatallaentornoalaliterasehallabaensupuntoculminante.Loshombres comenzabanabatirse,derribarseypisotearse.Por lamentedeAtacinoatravesócomounrayolaideadequeantetododebíasalvaraLigiayasímismoydejaralosdemásentregadosasusuerte.Sacándoladelalitera,lacogióenbrazosytratódefugarseenlaoscuridad.

MasLigiacomenzóagritar:

—¡Urso!¡Urso!

Como iba vestida de blanco, era fácil distinguirla. Atacino trató con lamanoquelequedabalibredecubrirlaatodacostaconsumanto,cuandounastenazas terribles le sujetaronpor el cuelloy almismo tiempocayó sobre sucabeza una mole aplastante, desplomándose al instante como un bueyderribadoporelhachaanteelaltardeJúpiter.

Lamayorpartedelosesclavosyacíanportierraohuían,dispersándoseenlagranoscuridadyarrimándosealasparedes.Allísóloquedólaliterahechaañicosduranteelcombate.UrsosellevóaLigiaalSuburra;suscompañeroslesiguieron,separándosepocoapocoporelcamino.

LosesclavossereunieronparadeliberardelantedelacasadeVinicio.Noseatrevíanaentrar.Despuésdeunacortadiscusión,acordaronvolverallugardelsuceso,dondeencontraronalgunoscadáveres,yentreellosaAtacino.Ésteseagitabaaún,ydespuésdeunaviolentaconvulsiónquedórígidoeinmóvil.

Cargaron con él y se detuvieron de nuevo ante el portal de la casa. Eraprecisodarcuentaasuamodeloocurrido.

—Que se lo anuncie Gulo —murmuraron algunos—. Tiene el rostroensangrentado como nosotros y el amo le quiere.Gulo corremenos peligroquecualquierotro.

Gulo, antiguo esclavo germano, que había criado a Vinicio, y que éstehabíaheredadodesumadre,lahermanadePetronio,dijo:

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—Yo se lo diré; pero acompañadme todos. Que su cólera no caigasolamentesobremicabeza.

Mientras tanto, Vinicio no podía dominar su impaciencia. Petronio yCrisotemis se reíande él, pero él se paseaba conpaso rápidopor el atrium,repitiendo:

—¡Yadebíanestaraquí!…¡Yadebíanestaraquí!…,Yquiso salir,peroPetronio y Crisotemis se lo impidieron. De repente resonaron pasos en laentrada y los esclavos se precipitaron en el atrium, se tiraron al suelo ylevantaronlosbrazos,repitiendoconvozlastimera:

—¡Aaah!¡Aah!…

Vinicio,deunsalto,seplantóanteellos.

—¿DóndeestáLigia?—gritóconvozterriblementealterada.

—¡Aah!…

Gulo se adelantó entonces con el rostro ensangrentado, y dijoprecipitadamente,conacentolastimero:

—Miranuestrasangre,señor.¡Hemosluchado!Miranuestrasangre,miranuestrasangre…

Pero no pudo terminar, porque Vinicio, agarrando un candelabro debronce,deungolpe ledeshizoel cráneo,y luego,cogiéndose lacabezaconambasmanos,semesóloscabellos,repitiendoconvozronca:

—Memiserum!Memiserum!…

Surostrosepusoamoratado,selehundieronlosojosylesalióespumadelaboca.

—Ellátigo—rugióalfinconvozinhumana.

—¡Piedad,señor!¡Aah!…—gimieronlosesclavos.

Petroniosepusoenpie,yconexpresiónderepugnanciaenelrostrodijo:

—Vámonos, Crisotemis; si te agrada contemplar la carne, mandaré queabranlatiendadeuncarnicerodelasCarenas.Ysaliódelatrium.

Entodaaquellacasaadornadaconverdehiedraypreparadaparalafiestasóloseoyerongemidosyelsilbidodellátigohastaelamanecer.

XI

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Vinicionoseacostóentodalanoche.CuandoPetroniosehubomarchado,pasado algún tiempo, viendo que los gemidos de los esclavos azotados nocalmabansudolornidisipabansucólera,reunióentoncesunpuñadodeotrosservidoresy,poniéndosealfrentedeellos,salió,avanzadalanoche,enbuscade Ligia. Recorrió el barrio del Esquilin, el Suburra, el Vicus Sceleratus ytodaslascallesinmediatas.DespuésdedarlavueltaalCapitolioatravésdelpuente de Fabricio, se dirigió a la isla y recorrió parte de la ciudadtranstiberina.Mas era aquello unabúsqueda sin objeto, yaque élmismonotenía esperanzas de encontrar a Ligia, y principalmente lo hacía para llenarconalgoaquella terriblenoche.Regresóa sucasaal amanecer, a lahoraenque por la ciudad empezaban a aparecer los carros y los mulos de losverduleros, y cuando los panaderos abrían sus tiendas.Al volver a su casa,ordenóquesellevaranelcadáverdeGulo,quenadiesehabíaatrevidoatocar,yluegoalosesclavosalosqueleshabíasidoarrebatadaLigialesenvióalasprisionesrurales,castigoquealgunasveceseramásterriblequelamuerte.Ypor último, echándose sobre un sofá acolchonado del atrium, se puso adiscurrirlamaneradehallaryrecuperaraLigia.

Renunciar a ella, perderla, no verla más, le parecía materialmenteimposible,yelmerohechodepensarlolevolvíaloco.

Lanaturaleza independientedel jovensoldadoencontraba resistenciaporprimera vez en su vida, y no concebía que fuera posible que alguien seopusieraasusdeseos.Viniciohubierapreferidoqueelmundoylaciudadsedesplomaranantesdenoconseguirloquequería.Lehabíanarrebatadodelabocaelencantodelplacer,asíqueleparecíaquehabíasucedidoalgoinauditoquereclamabalavenganzadelosdiosesydeloshombres.

Pero,antetodo,nopodíaresignarseconsusuerte,yaqueeraLigialoquemás deseaba en el mundo. La vida le parecía imposible sin ella. No seexplicabacómopodríaseguirviviendoenlosdíassucesivos.Habíamomentosenque se adueñabade él una rabia rayana en la locura.Quería tenerla parapegarla,arrastrarladeloscabellosalcubiculumyallímaltratarla.Masluegose apoderaba de él una terrible nostalgia de oír de nuevo su voz, de ver sufigura y sus ojos, y se sentía dispuesto a echarse a sus pies.La llamaba, semordíalosdedosysesujetabalacabezaconlasmanos.Tratabadeobligarseatodacostaapensarserenamenteelmododerecuperarla,peronopudo.

Asucabezaacudíanmilesdemediosyformas,peroacualmáslocos.Porúltimo, cruzó por su mente como un rayo la idea de que Aulo se la habíaarrebatadoydequeéstesabríadóndeseocultabaladoncella.

SelevantóparaircorriendoacasadeAulo.Sinoselaentregaban,sinoseintimidabanantesusamenazas,recurriríaalCésaracusandoalancianojefededesobediencia y obtendría contra él una sentencia de muerte; sin embargo,

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antes conseguiría de ellos la confesión de dónde se ocultaba Ligia. Peroaunque se la entregaran voluntariamente; también se vengaría. Aquel únicoultraje bastaba para desligarle de todo agradecimiento. Su alma vengativa yencarnizadasepusoagozarconelsufrimientoqueexperimentaríaPomponiaGrecinacuandoelcenturiónleentregaraaAulolasentenciademuerte.Estabacasi seguro de que la obtendría. Para ello le ayudaría Petronio. Además, elCésarnolesnegabanadaalosamigosaugustanos,amenosquelemovieraaellolaaversiónpersonalolaavidez.

Deprontosintióqueelcorazónseleparabaenelpechobajolainfluenciadeunasuposiciónterrible:

«¿YsielpropioCésarfueraelraptordeLigia?».

Todos sabían que Nerón, para entretener sus ocios, a veces emprendíaaventuras nocturnas. El mismo Petronio tomaba algunas veces parte enaquellosjuegos.Suobjetoprincipaleraapoderarsedemujeresymantearlasenelmantodeun soldadohastaque sedesmayaban.Aveces, elmismoNerónllamabaatalesexpediciones«cazadeperlas»,porqueavecesocurríaqueenalgúnbarrioapartadopopulosodegentemiserablepescabanalgunaperladejuventudydegracia.Entonceselsagatio,queasísellamabaelmanteamientoenunacapadesoldado,setransformabaenunrapto,ylaperlaeraenviadaalPalatinooaalgunadelasinnumerablesquintasqueelCésarposeía,siéstenocedíaelhallazgoaalgunodesusíntimos.

EsopodíahaberlesucedidoaLigia.ElCésar lahabríamiradoduranteelbanquete,yVinicionodudabaporunmomentoquelehabríaparecidolamáshermosa de lasmujeres que hasta entonces había visto. No era posible quehubiera sucedido de otra forma.Verdad es queNerón la había tenido en elPalatino y hubiera podido quedarse con ella abiertamente; pero como decíaPetronio, con razón, carecía del valor necesario para perpetrar un crimen ypreferíahacerlascosasensecreto.Tambiénpodíahaberlohechoporeltemorque le inspiraba Popea. Vinicio se dio cuenta también de que Aulo no sehubiera atrevido a raptar violentamente a una muchacha que le había sidoregaladaporelCésar.

¿Quién,pues,sehubieraatrevidoahacerlo?¿Acasoaquelgiganteligiodeojosazules,quesehabíaatrevidoaentrareneltricliniumylahabíasacadodela fiesta en brazos? Pero ¿dónde podría ocultarse? ¿Adónde la habríaconducido? ¡No!Unesclavonosehubieraatrevidoa tanto.TalcosasóloelCésarpodríahaberlahecho.

Antesemejantepensamiento,seleoscureciólavistaysufrentesellenódegotasdesudor.

Enesecaso,Ligiaestabaperdidaparasiempre;podríaarrancarlademanos

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decualquierotro,peronodelasdelCésar.Ahorasíquepodíarepetirconmásrazónqueantes:Vaemiseromihi!

SeimaginabaaLigiaenbrazosdeNerón,ycomprendióporprimeravezensuvidaquehaypensamientosqueelhombrenopuedesoportar.Ahorasedabacuentadeloquelaamaba.Ydelmismomodoqueporlaimaginacióndelmoribundo desfila como un relámpago la vida pasada, así se sucedieron losrecuerdos que tenía de Ligia. La veía y oía cada una de sus palabras; lacontemplaba junto a la fuente, en casa deAulo, y en el festín; la sentía denuevo junto a él, aspiraba el perfume de sus cabellos, sentía el calor de sucuerpo y el placer que experimentó durante la fiesta cuando estrujó susinocenteslabios.Leparecíacienvecesmáshermosa,másdeseable,másdulce,ymásquenuncalaconsiderabacomolaúnicaelegidaentretodoslosmortalesylasdivinidades.Yalpensarquetodoaquelloqueselehabíagrabadodetalformaenelcorazónyquesehabíaconvertidoensusangreysuvidapodíaposeerlo Nerón, se apoderaba de él un dolor físico tan terrible, queexperimentabaeldeseoderomperse lacabezacontra lasparedesdelatrium.Temía volverse loco, y si no le hubiera sostenido el pensamiento de lavenganza, habría perdido seguramente la razón. Pero de igual manera queantes le parecía imposible vivir si no recuperaba a Ligia, ahora le parecíaimposiblemorirsinvengarla.Sóloaquelpensamientoleproporcionabaciertoalivio.«SerétuCasioQueroneo»,sedecíapensandoenNerón.Ycogiendounpuñadode tierra de una de lasmacetas que había en el impluvium, hizo unterriblevotodevenganzaaErebo,aHécateyasuspropioslares.Entoncessetranquilizóunpoco.Suvida teníayaunobjetoypodría llenarconalgo susdíasysusnoches.Después,desechandolaideadeiracasadeAulo,sehizoconduciralPalatino.

Porelcamino ibapensandoquesino le recibíaelCésaro le registrabanparaversillevabaarmas,seríaésalaseñaldequeLigiahabíasidoraptadaporNerón.Sinembargo,nollevóarmasconsigo.Habíaperdidolanocióndetodo;pero como suele suceder con las personas obsesionadas por una sola idea,conservaba la presencia de espíritu en lo que concernía a su venganza. Noqueríaqueéstaselemalograra.

Antetodo,deseabaveraActea,puespensabaqueporellaseenteraríadelaverdad.

Por momentos relampagueaba en su cerebro la esperanza de que quizávieraaLigia,yaestasolaideaseponíaatemblar.Masalmomentodesechóesa suposición. Si se la hubieran querido devolver lo hubieran hecho ayer.Acteaeralaúnicapersonaquepodíaexplicarlo,yteníaqueverlaantesqueanadie.

Adquirida ya esta convicción, ordenó a los esclavos que apresurasen el

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paso,yduranteelcaminofuepensandodesordenadamente,yaenLigia,yaenlavenganza.

Había oído decir que los sacerdotes egipcios de la diosa Phtah tenían elpoderdeenviarenfermedadesaquienquisieran,ydecidióaveriguarporelloslaformadehacerlo.EnOrientehabíaoídodecirquelosjudíosconocíanunaclase de encantamientos, por virtud de los cuales se cubrían de úlceras loscuerposdesusenemigos.Entresusesclavosteníaciertonúmerodejudíos,yseprometióqueasuregresolosharíatorturarhastaquerevelaransusecreto.Sinembargo,pensabaconmayorgustoenlaespadaromanacorta,quehacíabrotarun torrentede sangre, comoelquehabíabrotadodeCayoCalígulayhabía dejado manchas imborrables en las columnas del pórtico. Se hallabadispuestoamataraRomaentera,y si losdiosesde lavenganza lehubieranprometidoquetodoelmundomoriríaexceptoélyLigia,hubieraaceptadotalproposición.

Anteelarcodelpalaciorecobrótodasupresenciadeánimo,yalavistadelguardiapretorianopensóquesileoponíalamenordificultadenlaentrada,eraelloseñaldequeLigiasehallabaenelpalacioporlavoluntaddelCésar.Peroelprimercenturiónlesonrióamistosamentey,dandoalgunospasoshaciaél,dijo:

—Salud, noble tribuno; si vienes a presentar tus homenajes al César,vienesenunmalmomento,ynosésipodrásverle.

—¿Quéhasucedido?—preguntóVinicio.

—La divina pequeña Augusta cayó ayer inesperadamente enferma, elCésarylaAugustaPopeaestánconellajuntoconlosmédicos,quehansidollamadosdetodalaciudad.

Eraésteunsucesoimportante.CuandoalCésarlenacióestahijasevolvióloco de alegría y la había recibido con extra humanum gaudium.Anteriormente, el Senado había encomendado a los dioses solemnemente elvientre de Popea. Se hicieron ofrendas votivas y se celebraron fiestasespléndidasenAncio,dondetuvolugarelalumbramiento;además,fueerigidountemploalasdosFortunas.Nerón,quenuncafuemoderadoencosaalguna,amósinmedidaaaquellacriatura.Popeatambiénlaqueríaconmayormotivo,yaqueconsolidabasusituaciónyhacíairresistiblesuinfluencia.

DelasaludylavidadelapequeñaAugustapodíadependereldestinodetodoel Imperio,masVinicio sehallaba tanpreocupadoconsigomismo,consusasuntosysuamor,quesinprestarcasiatenciónalasnoticiasqueledioelcenturióncontestó:

—DeseoúnicamenteveraActea.

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Yentró.PeroActeasehallabatambiénocupadajuntoallechodelaniñaytuvoqueaguardarmucho tiempo.Acteavolviócercadelmediodía,pálidoycansadoelrostro,yalavistadeViniciopalideciómásaún.

—¡Actea!—exclamóVinicio,tomándoladelamanoyllevándolahastaelcentrodelatrium—.¿DóndeestáLigia?

—Queríapreguntarteesomismoati—contestódirigiéndoleunamiradadereproche.

Pero él, aun cuando se había prometido interrogarla con calma, volvió aoprimirse la cabeza con ambasmanos y dijo con el rostro contraído por eldolorylacólera:

—Hadesaparecido.¡Melaraptaronenelcamino!Alcabodeunmomentose dominó y, acercando su rostro al de Actea, le habló con los dientesapretados:

—¡Actea!Siapreciastuvidaynoquieressercausantededesgracias,quenopuedesnisiquieraimaginar,dimelaverdad.¿LaraptóelCésar?

—ElCésarnosalióayerdelpalacio.

—Por la sombra de tumadre, por todos los dioses, dime: ¿no está en elpalacio?

—Por la sombra de mi madre, ni está en el palacio ni el César la haraptado. La pequeñaAugusta enfermó ayer yNerón no se ha alejado de sucuna.

Viniciorespiró.Loquelehabíaparecidomásterribleyanoeradetemer.

—Asípues—dijo,sentándoseenunbancoyapretandolospuños—,laharaptadoAulo.Enesecaso,¡pobredeél!

—Aulo Plaucio estuvo aquí estamañana. No pudo encontrarme, ya queestaba ocupada con la niña; pero preguntó por Ligia a Epafrodito y a otrossirvientesdelCésar,yluegolesdijoquevolveríaparaverme.

—Quiso alejar de sí las sospechas. Si no hubiera sabido lo que le habíasucedidoaLigiahabríaidoabuscarlaamicasa.

—Dejóescritasunascuantaspalabrasenunatablilla.Porellaverásquealhaber sido sacada de su casa, a petición tuya y de Petronio, por el César,esperabaquetehubierasidoenviada,yestamañanaestuvoentucasa,dondeledijeronloquehabíasucedido.

Y habiendo dicho esto, se dirigió al cubiculum, de donde volvió con latablillaquelehabíadejadoAulo.

Vinicio la leyó y quedó silencioso. Entretanto Actea pareció leer los

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pensamientosqueseocultabantrassurostrosombrío,yaquedijopasadounmomento:

—No,Marco;hasucedidoloquelapropiaLigiadeseaba.

—¿Túsabíasqueellaqueríahuir?—prorrumpióVinicio.

Peroellalemiróseveramenteconsusojosturbios.

—Sabíaquenoqueríasertuconcubina.

—Ytú…,¿quéhassidodurantetodatuvida?

—Antetodofuiesclava.

PeroestonocalmólacóleradeVinicio.ElCésarleregalabaaLigiaynoteníaporquépreguntar loquehabíasidoantes.Laencontraríaaunquefueradebajo de la tierra y haría con ella lo que quisiera. ¡Eso es! ¡Sería suconcubina! Mandaría que la azotaran cuantas veces quisiera. Y cuando secansaradeella, se laentregaríaalúltimodesusesclavoso laenviaríaadarvueltas a un molino de sus posesiones de África. La buscaría y la hallaríaaunquenofueramásqueparapisotearla,aplastarlayhumillarla.

Yexcitándosecadavezmás,perdióeldominiodesímismo,hastaelpuntodequelamismaActeasediocuentaqueprometíamásdeloqueeracapazdecumplir, impulsado por la cólera y el dolor. Ante el dolor se hubieracompadecido,mascomoyahabíacolmadolamedidayagotadosupaciencia,lepreguntóaquéhabíavenido.

Por lo pronto Vinicio no encontró una respuesta. Había venido a verla,porquecreíaquepodríadarlealgunasnoticias;peroenrealidadhabíapasadoaverlaporquehabiendoidoaveralCésarnolehabíaencontrado.Ligiaalhuirse había opuesto a la voluntad del César; así, pues, solicitaría de él queordenarabuscarla en toda la ciudadyenel Imperio, aunque fueranecesarioparaelloemplearlaslegionesyallanarunaporunatodaslascasas.Petronioapoyaríasuruegoylabúsquedacomenzaríaaquelmismodía.

AestorepusoActea:

—Tencuidado,novayasaperderlapara siemprecuandopordisposicióndelCésarlaencuentren.

Viniciofruncióelceñoypreguntó:

—¿Quésignificaesto?

—Escúchame,Marco;ayermehallabaconLigiaenestosjardines,cuandoencontramosaPopea,conlapequeñaAugusta,queeraconducidaporlanegraLilith.Porlatardecayóenfermalaniña,yLilithaseguraquefuehechizada,yque la autora del encantamiento había sido la extranjera con quien se

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encontraronenlosjardines.Silaniñasecuraquedarátodoolvidado,peroenelcasocontrarioPopeaserálaprimeraendenunciaraLigiacomohechicera,yentoncesdondequieraquelahallarennohabríasalvaciónparaella.

Sobrevinouninstantedesilencio.LuegoViniciodijo:

—Esposiblequelahayahechizado;tambiénmehahechizadoamí.

—Lilithrepitequelaniñaseechóallorarnadamáspasarjuntoanosotras.Yesverdad,seechóallorar.Seguramentecuandolasacaronalosjardinesyaestabaenferma.Marco,búscalasolo,dondequieras;peromientraslapequeñaAugustanosane,nohablesdeLigiaalCésar,sinoquieresatraersobreellalavenganzadePopea.Bastantehanlloradosusojosporti.¡Quetodoslosdiosesprotejansupobrecabeza!

—¿Túlaquieres,Actea?—preguntóViniciotristemente.

Yenlosojosdelalibertabrillaronlágrimas.

—Sí,meheencariñadoconella.

—Porquenotehapagadotucariñoconodio,comoamí.

Actealemiróduranteunmomentocomosiestuvieravacilandooquisieratantearsihablabasinceramente,yluegorepuso:

—¡Hombreciegoyapasionado!¡Ah!¡Ellateamaba!

Aloírestaspalabras,Viniciodiounsaltocomosifueraunposeso.¡Esonoeracierto!¡Leodiaba!¿CómopodíasaberloActea?Despuésdeunsolodíadetrato,¿lehabríahechoaActealaconfesióndesussentimientos?¿Quéclasedecariño era aquel que prefería la vida errante, la vergüenza de la pobreza, laincertidumbre del futuro y hasta una muerte miserable quizá, a una casaengalanada con guirnaldas en la que la esperaba con una fiesta un amante?Más levalíanooírcosassemejantes,porquesevolvería loco.Hubieradadoporaquellamuchachatodoslostesorosdelpalacio,yellahabíahuido.¿Quécariñoeraaquelquehuíadeladichaybuscabaeldolor?¿Quiéneracapazdecomprender aquello? ¿Quién podría concebirlo? Si no fuera porque aúnconservaba laesperanzadeencontrarla,hundiríaensupechounaespada.Elamorseentrega,peronohuye.HubomomentosencasadeAuloenquehabíacreído en una felicidad cercana; pero ahora sabía que ella le había odiadoentonces,leodiabaahoraymoriríaconelcorazónllenodeodio.

PeroActea,deordinario tímidayapacible,prorrumpióenexclamacionesindignadas. ¿Cómo había tratado él de conquistar a Ligia? En lugar deinclinarse anteAuloyPomponiaparaobtenerla, leshabía arrebatado lahijavaliéndose de astucias. Quería convertir, no en su esposa, sino en suconcubina,aunadoncellaeducadaenunacasahonradayqueerahijaderey.

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Lahabía introducidoenaquel lugarde crimenydeoprobio,manchandosus inocentes ojos con el espectáculo de una fiesta vergonzosa; se habíaconducidoconellacomoconunamujerlibre.¿Sehabíaolvidadoacasodeloque era la casa de Aulo y de quién era Pomponia Grecina, la que habíaeducadoaLigia?¿NoteníasuficienteentendimientoparadarsecuentadequeeranmujeresdiferentesdeNigidia,deCalviaCrispinilla,dePopeaydetodasaquellasconqueseencontrabaencasadelCésar?AlveraLigia,¿nohabíacomprendidoenseguidaqueeraunadoncellapura,queprefería lamuertealdeshonor? ¿Sabía él acaso qué dioses adoraba y si no eran más puros ymejores que la corrompida Venus o Isis, a quien adoraban las mujereslibertinas deRoma? ¡No!Ligia no le había hecho confesión alguna; pero lehabía dicho que esperaba de él, de Vinicio, su salvación, y que teníaesperanzas de que pediría al César que la dejara retornar a su casa y ladevolveríaaPomponia.Yalhablardeeso,seruborizabacomounavirgenqueama y confía. Su corazón latía para él, pero él la había asustado, ofendido,indignado.AhoraquelabuscaraconlaayudadelossoldadosdelCésar;peroquetuvierabienpresentequesilahijadePopeallegabaamorir,lassospechasrecaeríansobreellaysupérdidaseríainevitable.

EntrelacólerayeldolordeViniciocomenzóaabrirsepasolaemoción.LanoticiadequeLigia leamaba lehabía llegadoa lomáshondodelalma.Larecordaba cuando en el jardín deAulo escuchaba sus palabras con el rostrocubiertoderuboryTosojosllenosdeluz.Leparecíaqueentoncesellahabíacomenzadorealmenteaamarle,ydepronto,alpensarlo,seadueñódeélunasensacióndefelicidadcienvecesmayorquelaquehabíadeseado.Pensóqueahorapodíaposeerlacomplacienteyamante.Entonceshubieraadornadosuspuertasylahubieraungidocongrasadelobo.Entonceshubieraescuchadodesus labios las palabras sacramentales de: «Donde tú estás, Cayo, allí estoy,Caya»,yhubierasidoparasiempresuya.

¿Porquénohabríaobradoasí?Habíaestadodispuestoaelloalprincipio.Pero ahora había desaparecido y ya no podía hallarla, y de hacerlo podíacausar su ruina,yaunqueno lacausara,yano lequerríanniellaniAuloniPomponia.Ydenuevolacólerahizoqueseleerizaranloscabellossobresucabeza: pero esta vezno sevolvía contraAuloyPomponiani contraLigia,sinocontraPetronio.Élteníalaculpadetodo.Sinofueraporél,Ligianosehubiera visto obligada a vagar errante, sería su prometida y ningún peligroamenazaría su amada cabeza. Pero ahora había sucedido todo esto y erademasiadotardepararepararundañoqueyanoteníaremedio.

—¡Demasiadotarde!

Y le pareció que a sus pies se había abierto un abismo.No sabía cómoempezar, qué hacer y adónde ir. Actea repitió como un eco las palabras:«Demasiadotarde»,que,pronunciadasporotroslabios,resonaronensusoídos

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comounasentenciademuerte.Sólosedabacuentadeunacosa,yesqueteníaquehablaraLigia,puesdelocontrariolesucederíaunadesgracia.

Y envolviéndose maquinalmente en su toga iba a partir sin despedirsesiquieradeActea,cuandoenaquelinstanteseabriólacortinaqueseparabaelvestíbulo del atrium y vio ante sí el triste rostro de Pomponia Grecina.Probablemente también estaba informada de la desaparición de Ligia, ypensandoqueleseríamásfácilqueaAuloveraActea,habíavenidoenbuscadenoticias.

MasalveraViniciovolvióhaciaélsupálidoydelicadorostroyalcabodeunmomentodijo:

—Marco,queDios teperdoneeldañoquenoshashechoanosotrosyaLigia.

Élsemantuvoenpie,conlafrentebaja,dominadoporunsentimientodeculpabilidadeinfortunio,sincomprenderqueDiosdebíaypodíaperdonarle,niporquéPomponiahablabadeperdóncuandodebíahablardevenganza.

Y,porfin,salióperplejo,conlacabezallenadepensamientossombríos,deenormetristezaydeasombro.

Enel patio, ydebajode lagalería, sehallabangruposdegente inquieta.Entre los esclavos de palacio se veían caballeros y senadores, que habíanvenidoainformarsesobrelasaluddelapequeñaAugustay,almismotiempo,adejarseveryadarmuestradesusolicitud,auncuandotansólofueraalosesclavosdeNerón.

La noticia de la enfermedad de la divina se había esparcido conmucharapidez;acadamomentoaparecíanenlapuertarostrosnuevos,y,atravésdelarco,seveíaunagranmuchedumbre.Algunosdelosreciénllegados,viendoque Vinicio salía del palacio, le asaltaron en demanda de noticias, mas élapresuróelpaso,sincontestaranadie,hastaquePetronio,quetambiénhabíavenidopornoticias,casiseestrellócontrasupechoyledetuvo.

VinicioseguramentesehabríapuestofueradesíalavistadePetronioysehubieraentregadoa cualquier actodeviolenciaenelpalaciodelCésar si alsalirdelosaposentosdeActeanosehallaradominadoporundolortangrandeysesintieratanagotadoyhundidoquehastasuingénitairascibilidadlehabíaabandonadomomentáneamente.ApartóaPetronioaunladoeintentóseguir,masaquélledetuvocasiporlafuerza.

—¿Cómoseencuentraladivina?—preguntó.

PeroaquelloviolentóaVinicioyenuninstanteleirritódenuevo.

—¡Queselalleveeldiabloaellayatodaestacasa!—contestó,apretandolosdientes.

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—¡Calla, desgraciado!—dijo Petronio, ymirando a su alrededor agregóprecipitadamente—:SiquieressaberalgodeLigia,venconmigo. ¡No!,aquínotedirénada.Síguemeytehablarédemisconjeturasenlalitera.

Ypasandoelbrazoporloshombrosdeljoven,lesacódelpalaciolomásrápidamenteposible.

Esoeraloquemásleimportaba,yaquenoteníanoticiaalgunaquedarle.Massiendocomoeraunhombre ingeniosoyapesardeldisgustoquehabíatenido el día anterior, Vinicio le inspiraba mucha compasión, y se sentíaresponsable de todo cuanto había ocurrido; así pues, ya había tomado unaresolución,ycuandopenetraronenlaliteradijo:

—Heapostadoenlosportalesamisesclavosparaquevigilen.LeshedadounadescripcióndetalladadeladoncellaydelgigantequedurantelafiestalasacódelacasadelCésar,yaquenohaydudadequeéllaraptó.¡Escúchame!EsposiblequeAuloyPomponiaquieranocultarlaenalgunadesusposesionesruralesy,entalcaso,sabremoshaciaquédirecciónlahanconducido.Sinolavenpasarporningunadelaspuertasesoseráseñaldequesehaquedadoenlaciudad,yhoymismocomenzaremoslabúsqueda.

—AuloyPomponianosabendóndeestá—contestóVinicio.

—¿Estássegurodeello?

—HevistoaPomponia.Ellostambiénlaestánbuscando.

—Ayernopudohabersalidodelaciudadporquelaspuertassecierrandenoche.Dosdemishombressehallanapostadosencadapuerta.UnodeellosseguiráaLigiayalgiganteyotrovolveráalaciudadparadármeloaconocer.Siestánenlaciudad,laencontraremos,porqueaeseligioesfácilreconocerloporsuestaturaysusespaldas.HasidounasuertequeelCésarnolaraptara;deesopuedesestarseguro,porqueenelPalatinonohaysecretosparamí.

MasVinicioprorrumpió enquejas conmásdolor que enfado, y convozentrecortadaporlaangustiacomenzóarelatarleloquelehabíacontadoActeaycuáleseran losnuevospeligrosquesecerníansobre lacabezadeLigia,yéstos eran tan terriblesque aunhallandoa los fugitivoshabríaqueocultarlacuidadosamentealosojosdePopea.LuegoreprochóaPetronioamargamentelos consejos que le había dado.Denohaber sido por él, las cosas hubieranmarchadodemuydiferentemanera.LigiaestaríaencasadeAuloyélpodríavisitarladiariamenteysesentiríamásfelizqueelmismoCésar.

Ydejándosearrastrarcadavezmásporsurelato,fueemocionándosehastaquedesusojoscomenzaronabrotarlágrimasdedolorydecólera.

Petronio, que no se imaginaba ni aun remotamente que el joven fueracapazdeamarydedesearhastaesepunto,sedijoconciertoasombro,alver

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aquellaslágrimasdedesesperación:

—¡OhpoderosaseñoradeChipre:túsolareinassobreloshombresysobrelosdioses!

XII

Cuando bajaron frente a la casa de Petronio, el jefe del atrium lescomunicóqueaúnnohabíavueltoningunodelosesclavosenviadosavigilarlaspuertas.Elatriensishabíaordenadoquelesfueranenviadosalimentosylescomunicóelnuevomandatodevigilar,sopenadeazotes,atodapersonaquesalieradelaciudad.

—¿Ves?—dijoPetronio—.Nohaydudadequesiguenaúnenlaciudad,y,deserasí,losencontraremos.Ordenatútambiénatushombresquevigilenlaspuertas,yenparticularenvíaalosmismosquefueronabuscaraLigia,porquelareconoceránfácilmente.

—He ordenado que los llevaran a las prisiones rurales, pero revocaré laordenylosenviaréalaspuertas.

EscribióunaspalabrassobreunatablillacubiertadecerayselaentregóaPetronio,quelahizoremitiralpuntoacasadeVinicio.

Luego pasaron al pórtico interior, y allí, sentándose en un banco demármol,sepusieronaconversar.

Eunice,ladeloscabellosdeoro,eIrascolocaronbajosuspiesescabelesdebronce,yacontinuación, acercandounamesitaalbanco, les escanciaroncopas de vino, contenido en jarras de cuello estrecho, traídas de Volterra yCecina.

—¿Hayalguienentretugentequeconozcaaesegiganteligio?

—LeconocíanAtacinoyGulo,peroAtacinocayóayerjuntoalaliterayaGulolematéyo.

—Quélástima—dijoPetronio—;nosóloati,sinoamítambiénmellevóensusbrazos.

—Quería inclusomanumitirle—respondióVinicio—, pero eso ahora noimporta.HablemosdeLigia.Romaesunmar…

—En el mar, precisamente, se pescan las perlas… Por supuesto no laencontraremos ni hoy ni mañana, pero acabaremos encontrándola,seguramente.Tú,ahora,meculpasdehabertedadoeseconsejo:elconsejoen

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síerabuenoyseconvirtióenmalocuandoseechóaperder.Sinembargo,túmismoleoístedeciraAuloqueteníalaintencióndetrasladarseaSicilia.Enesecasolajoventambiénsehallaríalejosdeti.

—Leshabríaseguido—contestóVinicio—,y,entodocaso,noestaríaenpeligro. Pero ahora, si aquella criatura muere, Popea creerá ella misma, yconvencerádeelloalCésar,quehamuertoporculpadeLigia.

—Asíes.Amíesotambiénmeinquieta.Peroesposiblequeesapequeñasesalve.Ysimuriese,yaencontraríamosentoncesunmediodeescapar.

Aquí,Petroniomeditóunosinstantesyluegoagregó:

—DicenquePopeapracticalareligióndelosjudíosycreeenlosespíritusmalignos.ElCésar es supersticioso.Si hacemos correr la noticia deque losespíritushanraptadoaLigia,esanoticiaserácreída,sobretodosabiendoqueni el César ni Aulo Plaucio la han raptado. Ha desaparecido de un modorealmentemisterioso.El ligionopuedehaberloefectuadoél solo.Ha tenidoquerecibirayuda,pero¿cómohapodidounesclavoreuniratantagenteenunsolodía?

—LosesclavosseayudanmutuamenteentodaRoma.

—Sí,más de uno lo ha pagado con su sangre.Cierto es que se apoyan,peronounoscontraotros.Enesecasoerasabidoquerecaeríaelcastigoylaresponsabilidadsobrelostuyos.¿Ysi lessugiriesesatusesclavoslaideadelosespíritusmalignos?;aseguraránhaberlosvistoconsuspropiosojos,porqueeso les justificaráante ti.Comoprueba,preguntaacualquieradeellos sinoviocómosellevabanporlosairesaLigia:juraríaporelescudodeZeusqueasíhabíasucedido.

Vinicio, que también era supersticioso, miró a Petronio con súbitaexpresióndeenormeterror.

—SiUrsonodispusodegentequeleayudara,ynopudoraptarlaélsolo,¿quiénhabrásidocapazdehacerlo?

Petronioseechóareír.

—Ves—dijo—; lo creerían, yaque túmismocasi has llegadoa creerlo.Así es nuestra sociedad, la que se ríe de los dioses. Se lo creerán y ya noseguiránbuscándola.Entretanto,nosotros la llevaremos lejosde laciudad,acualquiercasadecampo,tuyaomía.

—Pero¿quiénhapodidoayudarla?

—Suscorreligionarios—contestóPetronio.

—¿Quiénesson?¿Cuálesladeidadqueellaadora?Debierasaberlomejorquetú.

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—CadamujerdeRomaadoraaunadeidaddiferente.EscosaseguraquePomponialahaeducadoenlafedeladeidadqueellamismaadora,perocuáles ésta lo ignoro. Una cosa hay cierta, y es que nadie la ha visto ofrecersacrificiosalosdiosesenningunodenuestrostemplos.Inclusofueacusadadecristiana,peroesoesimposible.Untribunaldomésticolaabsolvió.Sedicedeloscristianosquenosóloadoranlacabezadeunasno,sinoque,además,sonlosenemigosdelgénerohumanoyperpetranloscrímenesmásinfames.Segúneso,Pomponianopuedesercristiana,porquesuvirtudesnotoria,y,además,unaenemigadelarazahumananoseportaríaconlosesclavoscomoellaseporta.

—EnningunacasalostratancomoenladeAulo—interrumpióVinicio.

—Yaves.PomponiamehablóunavezdeunDiosúnico,todopoderosoyclemente.Dóndehaenterradoalasdemásdeidadesescosasuya;bastesaberqueeseLogosnodebedesermuypoderoso;másbiendebede serunDiosmuypobre,yaquenotienemásquedosadoradoras:PomponiayLigiayUrso,porañadidura.Amenosqueexistanmásadeptosyéstoshayansido losqueayudaronaLigiaafugarse.

—Su religión prescribe el perdón —dijo Vinicio—. Me encontré conPomponiaenlosaposentosdeActeaymedijo:«QueDiosteperdoneeldañoquenoshashechoanosotrosyaLigia».

—SeconocequesuDiosesunaespeciedecuratormuybondadoso.¡Ah!,puesqueteperdone,y,parademostrártelo,tedevuelvaaladoncella.

—Leofreceríamañanaunahecatombe.Noquiero comer, ni bañarme,nidormir. Cogeré un manto y vagaré por la ciudad. Acaso la encuentre bajoalgúndisfraz.¡Estoyenfermo!

Petronio lemiró con aire compasivo.En efecto, teníaojeras; suspupilasbrillabanfebrilmente;labarba,sinafeitardesdelamañana,subrayabaconunafajasombríasusmandíbulasenérgicamentepronunciadas; teníaelcabelloendesorden,yrealmentepresentabaelaspectodeunhombreenfermo.

IrasyEunice,ladeloscabellosdeoro,tambiénlemirabanconpena,masélparecíanoverlas.Enverdad,niélniPetronioprestabanmásatenciónalasesclavasqueaunosperrosqueestuvierandandovueltasalrededordeellos.

—Lafiebretedevora—dijoPetronio.

—Asíes.

—Entonces, escúchame… No sé lo que te hubiera prescrito el médico,perosécómomecomportaríaentulugar.MientrasapareceLigia,trataríadellenarconotraelvacíoquetehadejado.Hevistoentucasadecampomujeresdecuerposespléndidos.Nomecontradigas…Sé loqueeselamoryséque

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cuando se desea una mujer no se la puede sustituir por otra. Pero en unahermosaesclavaquizápuedashallarunadistracciónmomentánea.

—Noquiero—contestóVinicio.

Mas Petronio, que tenía por él verdadera debilidad y que deseabarealmente suavizar sus sufrimientos, se puso a pensar la manera deconseguirlo.

—Quizálastuyasnotenganparatielencantodelanovedad—dijoalcabodeunmomento.

Y entonces se puso a examinar alternativamente a Iras y a Eunice, y,finalmente,colocandosumanosobrelacaderadelagriegadeloscabellosdeoro,dijo:

—Mira bien esta Gracia. Hace unos días Fonteyo Capiton el joven meofreció a cambio de ella tres maravillosos mancebos de Clazomene. Ni elpropio Escopas ha esculpido cuerpo más bello que el suyo. Ni yo mismocomprendocómohepermanecidoindiferentehastaahoraanteella.NomeharetenidoelpensamientodeCrisotemis.Puesbien:telaregalo,¡llévatelaparati!

Mas cuando la rubia Eunice hubo escuchado esas palabras palidecióinstantáneamente, se volvió blanca como el papel, ymirando aVinicio conojos asustados pareció aguardar casi sin aliento su respuesta. Mas éste,irguiéndose de pronto y apretándose las sienes con las manos, comenzó ahablarrápidamente,comounhombreconsumidoporunaenfermedadquenoquiereoírhablardeotracosa:

—¡No!¡No!¡Nolaquiero!¡Niquieroaotras!…Teloagradezco,peronoacepto;voyabuscaraLigiaportodalaciudad.Hazquemetraiganunacapagálicaconcapucha.IrémásalládelTíber…¡SiconsiguieraveraUrso!…

Ysaliórápidamente.

Petronio,dándosecuentadequeleeraimposibleestarsequieto,nointentódetenerle. Mas tomando la negativa de Vinicio por una repulsión temporalhacialasmujeresaexcepcióndeLigia,ynoqueriendoquesumagnanimidadresultarainútil,volviéndosealaesclavadijo:

—Tebañarás,ungirásyvestirásyluegoirásacasadeVinicio.

Masellacayóderodillasasuspiesyconlasmanosjuntaslerogóquenolaalejarade lacasa.EllanoiríaacasadeVinicio.PreferíacuidardelfuegodelhipocaustoencasadePetronio,aserallí laprimeradelassirvientas.Noquería. ¡No podía! Y le imploraba que tuviera compasión de ella. Que lahiciera azotar diariamente con tal de no mandarla fuera de la casa. Ytemblandocomounahojaporeltemorylaemociónletendíalasmanos.

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Petronio laescuchabaconasombro.Queunaesclavaseatrevieraapedirquelaeximierandecumplirunaordenydijera:«Noquieroynopuedo»,eraalgotaninsólitoenRomaquePetronio,alprincipio,nopodíadarcréditoasusoídos.Finalmentefruncióelceño.Erademasiadorefinadoparasercruel.Susesclavos,durantelosmomentosdediversión,gozabandemayorlibertadqueotros,bajolacondicióndeservirleydecumplirsuvoluntadcomosifueralade Dios. Pero en caso de desobediencia a estas dos obligaciones, no lesescatimabaloscastigos,quelacostumbregeneralimponíaentalescasos.Mascomo no soportaba oposición alguna ni nada que turbara su tranquilidad,contemplóuninstantealaarrodilladamuchachayluegodijo:

—LlamaaTeresiasyvuelveconél.

Euniceselevantótemblorosa,conlágrimasenlosojos,ysalió,volviendoalcabodeunratoconeljefedelatrium,elcretenseTeresias.

—Llévate a Eunice —le dijo Petronio— y dale veinticinco azotes demaneratalquenolemaltrateslapiel.

Y dicho esto pasó a la biblioteca, y sentándose delante de unamesa demármolrosaempezóatrabajarsobresuFestíndeTrimalción.

Pero la fuga de Ligia y la enfermedad de la pequeña Augusta distraíandemasiado su atención, así que no pudo trabajar durante mucho tiempo.Además, la enfermedad revestía especial importancia en este caso. PensabaPetronioquesielCésarllegabaacreerqueLigiahabíahechizadoalapequeñaAugusta, la responsabilidadpodía recaer tambiénsobreél,yaqueapeticiónsuyahabíasidollevadaladoncellaalpalacio.Confiaba,sinembargo,enquealaprimeraentrevistaquetuvieraconelCésarsabríademostrarleloabsurdodeaquella suposición; y también contaba algo con cierta debilidad que por élsentíaPopea,aunquelaocultabacuidadosamente,peronotantoquePetroniono hubiera llegado a adivinarla.Mas luego se encogió de hombros ante sustemores,decidióbajaraltricliniumparatomarunrefrigerio,ydespuésordenóque le condujeran de nuevo a palacio y más tarde al campo de Marte, y,finalmente,acasadeCrisotemis.

Peroa supasoendirecciónal triclinium,y juntoa laentradadelpasillodestinado a los sirvientes, vio en pie, junto a la pared, la delicada figura deEunice en medio de otros esclavos, y olvidándose de que no había dado aTeresiasmásordenquelareferentealosazotes,frunciódenuevoelceñoylebuscóconlamirada.

AlnohallarleentrelossirvientessevolvióaEuniceylepreguntó:

—¿Recibistelosazotes?

Ellaseechóasuspiesporsegundavez,llevóasuslabioselbordedesu

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toga,yluegocontestó:

—¡Oh!Sí,señor;losherecibido.¡Oh!Sí,señor.

Su voz sonaba llena de alegría y agradecimiento. Era evidente queconsideraba que los azotes sustituirían lamarcha de la casa y que ahora yapodíaquedarse.Petronioasílocomprendió,yadmirólavehementeresistenciade la esclava. Pero era demasiado hábil conocedor de la naturaleza humanapara no adivinar que sólo el amor podía ser la causa de una resistenciasemejante.

—¿Tienesalgúnamanteenestacasa?—preguntó.

Y ella, alzando hacia él sus ojos azules llenos de lágrimas, contestó tanquedamentequeapenasselaoía:

—Sí,señor…

Yconaquellosojos, conaquel cabellodeoro echadohacia atrás, coneltemor y la esperanza pintados en el rostro, le miraba con expresión tansuplicante, que Petronio, que como filósofo había proclamado el poder delamorycomoestetaadorabatodoloqueerabelleza,sintióporellaunaespeciedecompasión.

—¿Cuáldeellosestuamante?—preguntóseñalandoalossirvientesconlacabeza.

No hubo contestación a esta pregunta. Eunice inclinó el rostro hasta lospiesdesuamoypermanecióinmóvil.

Petroniomiróa losesclavos,entre losquehabíadosjóveneshermososybuenos mozos, mas nada pudo leer en ninguno de los semblantes; por elcontrario, todos tenían una extraña sonrisa; luego miró un instante más aEunice,queseguíapostradaasuspies,ysemarchóensilencioaltriclinium.

Después del refrigerio ordenó que le condujeran a palacio, y acontinuación a casa de Crisotemis, donde permaneció hastamuy entrada lanoche.AsuvueltamandóllamaraTeresias.

—¿RecibióEunicelosazotes?—lepreguntó.

—Sí,señor;peronomepermitistequelemaltrataralapiel.

—¿Notediconrespectoaellaalgunaotraorden?

—No,señor—respondióalarmadoeljefedelatrium.

—Estábien.¿Cuáldelosesclavosessuamante?

—Ninguno,señor.

—¿Quésabesdeella?

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Teresiassepusoahablarconvozinsegura:

—EunicenuncaabandonaporlanocheelcubiculumdondeduermeconlaancianaAcrisonaycon Ifida.Despuésde tubañonuncapermaneceallí conlosdemásesclavos,queseburlandeellaylallamanDiana.

—Basta—dijoPetronio—.MiparienteVinicio, a quien se la ofrecí hoypor lamañana,nohaqueridoaceptarla.Asíque sequedaráencasa.Puedesretirarte.

—¿PermitesquetedigaaúnalgomássobreEunice?

—Teheordenadoquemedigastodocuantosepas.

—Toda la familia, señor, habla de la fuga de la doncella que debía ir ahabitarlacasadelnobleVinicio.DespuésdetupartidavinoEuniceavermeymedijoqueconocíaaunhombrequeseríacapazdeencontrarla.

—¡Ah!—dijoPetronio—.¿Quéclasedehombreesése?

—Noleconozco,señor,perohecreídomideberinformarte.

—Está bien. Que ese hombre espere mañana en mi casa la llegada deltribuno, a quien rogarás en mi nombre que venga a verme mañana por lamañana.

Eljefedelatriumseinclinóysalió.

PeroPetronio,involuntariamente,sepusoapensarenEunice.Alprincipiole pareció completamente claro que la joven esclava deseaba que ViniciorecuperaraaLigiaporlasolarazóndenotenerqueirasustituirla.Luegolevino a la cabeza la idea de que el hombre que recomendaba Eunice bienpudierasersuamante,ydepronto,esaidealeresultódesagradable.Ciertoesquehabíaunamanerabien sencillade enterarsede laverdad,que erahacerveniraEunice.Masyaeratarde.

PetroniosesentíacansadodespuésdesulargavisitaaCrisotemis,yteníaprisapordormir.Sin embargo,mientras sedirigía al cubiculum recordó, sinsaberporqué,queCrisotemisteníapatasdegalloenlosojos.PensótambiénquesubellezateníamásfamaenRomadeloquesemerecía,yqueFonteyoCapiton,elquelehabíaofrecidotresmuchachosdeClazomeneacambiodeEunice,pretendíaefectuarunacompramuybarata.

XIII

Al día siguiente, apenas acababa de vestirse Petronio en el unctuarium,

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cuandollegóVinicio,quehabíasidollamadoporTeresias.Sabíaquenohabíallegado novedad alguna de las puertas, y esta noticia, en vez de alegrarle,comopruebadequeLigiaseencontrabaaúnenlaciudad,lehundióaúnmás,ya que comenzaba a sospechar que Urso podía haberla sacado fuera de laciudad inmediatamente después del rapto y antes, por tanto, de que losesclavosdePetroniosepusieranavigilarlaspuertas.Ciertoesqueenotoño,cuando los días eranmás cortos, se cerraban las puertas bastante temprano,pero también las iban abriendo a las personas que salían, cuyo número eraconsiderable.Asimismosepodíasalirdelaciudadporotrosmediosqueeranbienconocidosdelosesclavosquequeríanhuirdelaciudad.

Viniciohabíaenviadoasushombresatodosloscaminosqueconducíanalasprovinciasyhabíahechosabera losguardianesde lospueblosdemenorimportancia que se otorgaría una recompensa por la captura de un par deesclavos fugitivos, para lo cual hizounadescripcióndetalladadeUrsoydeLigia. Era dudoso que fuera posible alcanzarlos, pero, aunque así fuera, erapocoprobablequelasautoridadeslocalessecreyeranautorizadasaefectuarladetencióndelosfugitivos tansóloenvirtuddeunaordendeVinicioquenovinieraapoyadaporelpretor.Masyaeratardeparaobtenerdicharatificación.Durante todo el día anterior, Vinicio, disfrazado de esclavo, había estadobuscandoaLigiaportodaslascallejasdelaciudad,masnologródescubrirelmásleveindicionilamásligerahuelladeella.HabíavistoagentedelacasadeAulo,masellos tambiénparecíanbuscaralgo, loque leconfirmabaen lacreenciadequeAulonolahabíaraptadoeignorabaigualmenteloquehabíasidodeella.

Así pues, cuando Teresias le anunció que había un hombre dispuesto aencontrarla,seapresuróaencaminarsealacasadePetronio,yapenaslehubosaludadocomenzóahacerlepreguntassobreelhombreencuestión.

—Ahora le vamos a ver—dijo Petronio—; se trata de un conocido deEunice,queahoramismovaaveniracolocar losplieguesdemi togaynosdarásobreélinformesmásprecisos.

—¿Laqueayerqueríasregalarme?

—Sí, la que ayer rechazaste, por lo que te estoy agradecido, pues es lamejorvestiplicadetodalaciudad.

Apenasdichoesto,enefecto,llególavestiplica,ycogiendolatoga,quesehallabadobladasobreunasillaconincrustacionesdemarfil,ladesplegóparaecharlasobreloshombrosdePetronio.Teníaelrostroluminoso,apacible,yensus ojos brillaba la alegría. Petronio la observó y le pareció muy bella.Después de algunos instantes, cuando le cubrió con la toga y empezó acolocársela,inclinándosealgunasvecesparaalargarlospliegues,sediocuentade que sus brazos poseían unmaravilloso color rosa pálido y su senoy sus

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hombrosreflejosdenácarodealabastro.

—Eunice—dijo—,¿estáaquíelhombredequienhablasteayeraTeresias?

—Está,señor.

—¿Cómosellama?

—QuilónQuilónides,señor.

—¿Quiénes?

—Unmédico,unsabioyunadivinoquepredice losdestinoshumanosyvaticinaelporvenir.

—¿Tehaadivinadoelporvenir?

—Sí,señor.

—¿Yquétehapredicho?

—Queeldolorylafelicidadmesaldríanalencuentro.

—Ayerhallasteeldolor,enmanosdeTeresias,yahoradeberíallegartelafelicidad.

—Yahallegado,señor.

—¿Cómo?

Ellamurmuróenvozbaja:

—Mehequedado.

Petroniocolocósumanosobresudoradacabeza.

—Hoy me has colocado muy bien los pliegues y estoy contento de ti,Eunice.

Alsentirellasucontacto,susojossecubrierondeunaniebladefelicidadysupechocomenzóaagitarserápidamente.

Petronio y Vinicio pasaron al atrium, donde los aguardaba QuilónQuilónides, que al verlos les hizo una profunda reverencia. A los labios dePetronioasomóunasonrisaalpensarenlasuposiciónquehabíaefectuadoeldíaanterior,dequepudieraseraquelhombreelamantedeEunice.

Elindividuoquesehallabaanteellosnopodíaserelamantedenadie.Enaquellaextrañafigurasehallabanentremezcladoslorepugnanteylogrotesco.Noeraviejo:en su suciabarbay supelo rizadoseadvertíanalgunascanas.Teníahundidoelvientreyeracargadodehombros,demaneraquealprimergolpedevistaparecíajorobado.Sobreaquellaespeciedejorobasealzabaunacabezagrandeconunrostroalavezdemonoyzorroydemiradapenetrante.Sutezamarillentaestabasalpicadadegranos,ysunariz, totalmentecubierta

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deellos,parecíaindicarunaaficiónespecialalabotella.Sudescuidadotraje,compuesto de una oscura túnica tejida con lana de cabra, y unmanto de lomismo lleno de agujeros eran indicio de una pobreza real o simulada.A suvista, acudióa lamentedePetronioel recuerdodelTersitesdeHomero:asípues,contestandoconunmovimientodelamanoasusaludo,dijo:

—Salud, divinoTersites. ¿Qué tal los chichones con losque te obsequióUlisesenTroya,yquéhaceélahoraenlosCamposElíseos?

—Noble señor —contestó Quilón Quilónides—, el más sabio de losmuertosenvíapormiconductounsaludoyunruegoalmássabiodelosvivos,yesquerecubramischichonesconunmantonuevo.

—¡Por Hécate Triformis! —exclamó Petronio—. Esta respuesta bienmereceunmanto…

Mas Vinicio interrumpió impaciente esta conversación, preguntandobruscamente:

—¿Sabesconexactituddeloquetevasaencargar?

—CuandodosfamiliasdedosnoblescasasnohablandeotracosayRomaenterarepitelanoticia,noesdifícilsaberla—contestóQuilón—.Ayerporlanochefue raptadaunadoncellaquehabíasidocriadaencasadeAulo,cuyonombre es Ligia, mejor dicho, Calina, y que tus esclavos conducían delpalaciodelCésaratuinsula.Yo,encambio,mecomprometoahallarlaenlaciudad,yenelcasopocoprobabledequehubierasalidodeella,aindicarte,nobletribuno,adóndehahuidoyenquélugarseoculta.

—Bueno—dijoVinicio,aquienagradó laprecisióndeesta respuesta—.¿Quémediosposeesparaello?

Quilónsonrióastutamente.

—Los medios los posees tú, señor; yo sólo tengo el ingenio. Petroniosonriótambién,yaqueestabaplenamentesatisfechodesuhuésped.

«Estehombreescapazdeencontraralajoven»,pensó.Entretanto,Viniciofruncióelceñoydijo:

—Desgraciado,sillegasaengañarmeporcodicia,ordenaréquetematenapalos.

—Soy filósofo, señor, y un filósofo no puede desear la recompensa quecontalmagnanimidadacabasdeprometerme.

—¡Ah!¿Eresfilósofo?—preguntóPetronio—.Eunicemehabíadichoqueerasmédicoyadivino.¿DedóndeconocesaEunice?

—Acudióendemandademiconsejo,porquemifamahabíallegadoasus

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oídos.

—¿Quéremediobuscaba?

—Paraelamor,señor;queríacurarsedeunamornocorrespondido.

—¿Yconseguistecurarla?

—Hice algo más, señor, ya que le entregué el amuleto que asegura lareciprocidad. En Pafos, enChipre, hay un templo, ¡oh señor!, en el cual seconserva un cinturón de Venus. Le he dado dos hilos procedentes de esecinturónencerradosenunacáscaradealmendra.

—¿Ytehicistepagarbienporello?

—Lareciprocidadenelamor jamássepagasuficientemente,yyo,comocarezcodededosenmimanoderecha,estoyjuntandodineroparacomprarunesclavoqueescribamispensamientosyseconserveasímisabiduríapara laHumanidad.

—¿Aquéescuelaperteneces,divinosabio?

—Señor, soy cínico porque llevo un manto agujereado; estoico, porquesoportolapobrezaconpaciencia,yperipatético,porquealnoposeerliteravoyapiedeuna tiendadevinosaotra,yenelcaminoenseñoa todoaquelqueprometepagarmeconunjarrodevino.

—Yanteeljarro,¿tevuelvesretórico?

—Heráclitodijo:«Todoesfluido».¿Yacasopodríastúnegar,señor,queelvinoesfluido?

—Y declaró también que el fuego era una divinidad, luego la divinidadirradiadetunariz.

—PeroeldivinoDiógenesdeApoloniaproclamabaque laesenciade lascosaseselaire,luegocuantomástempladoseaelaire,másperfectovuelvealosseres,ydelosmáscalientesprocedenlasalmasdelossabios.Ycomolosotoñosson fríos,unsabio legítimodeberíacalentarsualmaenvino.Porquetampocopuedesnegar,señor,queunjarro,auncuandoestuvierallenodeljugoqueseproduceenCapuaoTelesia,escapazdellevarcaloratodosloshuesosdelperecederocuerpohumano.

—QuilónQuilónides,¿cuálestupatria?

—NacíenelPontoEuxino.ProcedodeMesembría.

—¡OhQuilón,eresgrande!

—Ydesconocido—añadióelgriegomelancólicamente.

Mas Vinicio se impacientaba de nuevo ante la esperanza que otra vez

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brotaba en su alma. Hubiera querido que Quilón se hubiese puestoinmediatamentemanosalaobra.Todalaconversaciónleparecíaunapérdidadetiemposinsentido,yestabafuriosoconPetronio.

—¿Cuando vas a comenzar la búsqueda? —preguntó, dirigiéndose algriego.

—Yalahecomenzado—respondióQuilón—.Yaunqueahoraestoyaquícontestando a tus amables preguntas, prosigo la investigación. Sólo te pidoque tengas confianza, respetable tribuno; debes saber que si se te hubieraperdidoelcordóndetusandaliaseríacapazdehallaresecordónoalapersonaquelohubierarecogidoenlacalle.

—¿Te has prestado ya anteriormente para servicios de ese género? —preguntóPetronio.

Elgriegoalzólosojos.

—Hoydíaestimantanpocolavirtudylasabiduría,quehastaunfilósofoseveobligadoabuscarotrosmediosdesubsistencia.

—¿Cuálessonlostuyos?

—Saberlotodoyproporcionarnoticiasaaquellosquelodeseen.

—¿Yquiéntepagaporello?

—¡Ahseñor!,necesitocomprarmeunescriba.Deotramaneramisabiduríaperecerájuntoconmigo.

—Si hasta ahora no has logrado reunir la cantidad suficiente paracomprarteunmantonuevo,tusserviciosnodebendesertanextraordinarios.

—Mimodestiameimpidesacarlosarelucir.Perotenpresente,señor,queyanoexistenaquellosbienhechoresquetantoabundabanenotrostiempos,aquienes lesresultaba igualdeagradable llenardeoroaquien lesprestaraunservicio, que tragarse una ostra de Puzol. No es que mis servicios seanpequeños, sino que la gratitud de los hombres es pequeña. En ocasiones,cuandoseescapaunesclavodevalor, ¿quiéneselque le encuentra, sinoelúnicohijodemipadre?SisobrelasmurallasapareceninscripcionessobreladivinaPopea,¿quiéneselqueseñalaalosautoresdeellas?¿Quiéneselquedenuncialoquesediceencasadeloscaballerosydelossenadores?¿Quiéneselquellevalascartasquenosequierenconfiaralosesclavos?¿Quiéneselqueseenteradeloquesehablaenlaspuertasdelasbarberías,yparaquiennotienen secretos los taberneros y los panaderos, y en quien confían losesclavos?¿Quiéneselqueconoceafondocadacasadesdeelatriumhastaeljardín? ¿Quién es el que sabe dónde están todas las calles y conoce cadacallejaycadaescondrijo?¿Quiéneselqueestáalcorrientedeloquesediceen los baños, en el circo, en elmercado, en las escuelas de esgrima, en las

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feriasdeesclavosyhastaenlasarenas?

—Por los dioses. ¡Basta ya, noble sabio!—exclamó Petronio—, porquevamos a ahogarnos en tus servicios, en tus virtudes, en tu sabiduría yelocuencia.¡Basta!Sóloqueríamossaberquiénerasyyalosabemos.

PeroVinicioestabasatisfecho,puespensabaqueaquelhombre,igualqueun sabueso puesto sobre la pista, no se detendría hasta haber descubierto elescondite.

—Bueno—dijo—,¿nonecesitasalgunaindicación?

—Necesitoarmas.

—¿Quéclasedearmas?—preguntó,asombrado,Vinicio.

Elgriegoextendióunamanoyconlaotrahizoelademándecontardinero.

—Asísonlostiempos,señor—dijo,suspirando.

—Entonces,ereselasnoquequiereconquistarlafortalezaconlaayudadesacosllenosdeoro.

—Yosoytansólounpobrefilósofo,señor—respondióhumildemente—;elorolotenéisvosotros.

Viniciolearrojóunabolsa,queelgriegocogióalvuelo,apesardefaltarlerealmentedosdedosdelamanoderecha.Luego,levantandolacabeza,dijo:

—Señor,sémásdeloquetúteimaginas.Nohevenidoaquíconlasmanosvacías.SéqueladoncellanofueraptadaporAulo,porqueyahehabladoconsussirvientes.SéquenoseencuentraenelPalatino,porqueallí todosestánocupadosconlaenfermedaddelapequeñaAugusta.Yesposiblequeadivineporquéparabuscaralamuchacharecurresamisserviciosynoalosdelosguardianes y los soldados del César. Sé que le facilitó la huida un esclavoprocedente del mismo país que ella. No pudo encontrar ayuda entre losesclavos, porque todos ellos semantienen unidos y no le hubieran prestadoayudacontratusesclavos.Solamentesuscorreligionariospudieronayudarla.

—Escucha, Vinicio —interrumpió Petronio—. ¿No es eso, palabra porpalabra,lomismoqueyotehedicho?

—Eseesunhonorparamí—dijoQuilón;yluego,dirigiéndosedenuevoaVinicio, prosiguió—: Sin duda la doncella rinde culto a lamisma divinidadquelamásvirtuosadelasromanas,laverdaderamatrona,Pomponia.Tambiénhe sabido que Pomponia Grecina fue juzgada en su propia casa por rendirculto a una especie de dios extranjero, mas no he logrado enterarme, pormedio de sus esclavos, qué clase de dios era ése, y cómo se llamaban susadeptos. Si consiguiera saberlome iría con ellos, me convertiría en el másdevotode todosymeganaría suconfianza.Mas tú, señor,quecomoséhas

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pasado unos días en casa del nobleAulo, puedes darme algún informemássobreeseparticular.

—Nopuedo—dijoVinicio.

—Mehabéisinterrogadolargotiemposobrevariascosas,noblesseñores,yyohecontestadoavuestraspreguntas;permitidmeahoraqueyo,amivez,oshagauna.¿Nohasvisto,honorabletribuno,ningunapequeñaestatua,ningunaofrenda,ningúnsignoniningúnamuletoquellevaranatudivinaLigia?¿Noleshasvistodibujaralgunossignoscomprensiblesparaellassolas?

—¿Signos?…Aguarda…¡Sí!UnavezviaLigiadibujarunpezsobre laarena.

—¿Unpez?¡Ah!¡Oh!¿Lohizounasolavezovariasveces?

—Unasolavez.

—¿Yestásseguro,señor,dequefueunpezloquedibujó?¡Oh!

—Asíes—contestóinteresadoVinicio—.¿Adivinasloquesignifica?

—¿Que si adivino? —exclamó Quilón, e inclinándose en señal dedespedida, añadió—: ¡Que laFortunaderrame igualmente sobre ambos todaclasedepresentes,dignosseñores!

—Manda que te entreguen un manto —le dijo Petronio cuando semarchaba.

—UlisestedalasgraciasennombredeTersites—contestóelgriego.

Einclinándoseporsegundavezsalió.

—¿Quédicesdeestenoblesabio?—preguntóPetronioaVinicio.

—Digo que encontrará a Ligia —exclamó Vinicio con alegría—; perotambiéndigoquesiexistieraunreinodepícaros,podríasersusoberano.

—Sin duda alguna. He de intimar más de cerca con ese estoico. Peroentretantoordenaréqueperfumenelatrio.

QuilónQuilónides,mientras,seenvolvíaensunuevomantoyoprimíaconlamanodebajodelospliegueslabolsarecibidadeVinicioyserecreabaconsupesoysuretintín.AtravesóelpórticodeLivia,yalllegaralaesquinadeClivusVirbiustorcióendirecciónalSuburra.

«Debo ir a casa de Esporo—se dijo— y escanciar un poco de vino enhonordelaFortuna.Hehalladoalfinloquedurantetantotiempohebuscado.Es joven, apasionado, espléndido como las minas de Chipre y dispuesto aentregarlamitaddesufortunaporaquelpardilloligio.Sinembargo,hayqueserprecavido,porquesuceñonomeauguranadabueno.¡Ah!Hoygobiernan

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elmundoestoscachorrosdelobo.EsePetroniomeinspiramenostemor.¡Ohdioses!,hoydíaesmásprovechosalaterceríaquelavirtud.¡Ah!¿Conquetedibujóunpez sobre la arena?Si sé loque significa, quemeahogueconuntrozodequesodecabra.Peroya lo sabré.Como lospecesvivendebajodelagua,ybuscardebajodelaguaesmásdifícilquebuscarsobrelatierra,ergotendrá que pagarme el pez separadamente. Con otra bolsa como ésta podréarrojar estos andrajos de mendigo y comprarme un esclavo. ¿Mas qué medirías,Quilón,siteaconsejaraquecomprarasunaesclavaynounesclavo?…¡Te conozco! ¡Sé que consentirás!… Si fuera tan hermosa como Eunice, túmismo te rejuveneceríasa su lado,yalmismo tiempo teproporcionaríaunarentahonradaysegura.LehevendidoalapobreEunicedoshilosdemimantoviejo. Es algo tonta; pero si Petronio me la ofreciera, la aceptaría… Sí, sí,Quilón, hijo de Quilón… Has perdido a tu padre y a tu madre… Ereshuérfano; así que para tu consuelo cómprate siquiera una esclava. Comotendráquevivirenalgunaparte,Viniciolealquilaráunaviviendaendondetútambiénhallarásabrigo;tendráquevestirse,asíqueViniciopagarásuvestido,ycomotambiéntienequealimentarse,pagarásusustento.¡Oh!¡Quépesadaeslavida!¿Dóndeestánlostiemposenqueporunóbolosepodíaconseguirtodaslashabascontocinoquesepudieraabarcarconambasmanos,ountrozodetripadecabra,llenodesangre,tanlargocomoelbrazodeunmuchachodedoceaños?…MasheahíaeseladróndeEsporo.Enlatabernaserámásfácilenterarsedealgo».

Diciendoestoentróenlatabernaypidióunjarrodetinto,masreparandoenlamiradadedesconfianzaqueledirigíaelpatrón,sacóunamonedadeorodelabolsay,poniéndolasobrelamesa,dijo:

—Esporo, he trabajado hoy con Séneca desde el amanecer hasta elmediodíayheaquíconloquemehaobsequiadomiamigoparaelcamino.

LosredondosojosdeEsporoseredondearonmásaúnalavistadeloroeinmediatamente estuvo el vino delante de Quilón. Éste, mojando en él undedo,dibujóunpezsobrelamesaydijo:

—¿Sabesloquesignificaesto?

—¿Unpez?Puesunpezes…unpez.

—Eres tonto, a pesar de que añades tanta agua al vino, que podríasencontrarunpezenél.EstoesunsímboloqueenellenguajedelosfilósofossignificalasonrisadelaFortuna.Silohubierasadivinadotútambiénhabríaspodidohacerunafortuna.Respetalafilosofía,tedigo,porquesinocambiarédetaberna,comodesdehacealgúntiempomevienerecomendandomiíntimoamigoPetronio.

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XIV

DespuésdeaquellaentrevistatranscurrieronvariosdíassinqueQuilónsedejaraverenpartealguna.Vinicio,desdeelmomentoenqueporActeasupoque Ligia le amaba, sintió que su deseo de encontrarla aumentó cien vecesmás. Comenzó las pesquisas personalmente, ya que no quería solicitar laayuda del César, que estaba sumido en la mayor incertidumbre por laenfermedaddelapequeñaAugusta.

No sirvieron de nada los sacrificios efectuados en los templos, ni lasplegarias, ni los ofrecimientos, ni la ciencia de los médicos, ni todos losremediosdeloshechiceros,alosquesehabíaacudidocomorecursoextremo.La criatura murió al cabo de una semana. Roma entera y la corte tomaronparteenelduelo.ElCésar,quecuandoelnacimientodelaniñasevolviólocodealegría,enloquecíaahoradedesesperación.Seencerróensushabitacionesdurante dos días sin tomar alimento alguno.Y, a pesar de que en el palaciopululabaunamuchedumbrede senadoresyaugustanosqueseapresurabanamostrarsupenaysuadhesión,elCésarnoquisorecibiranadie.

El Senado se reunió en sesión extraordinaria, durante la cual la niñafallecida fue proclamada divina; se acordó erigirle un templo y nombrar unsacerdoteespecialparaella.Enotrostemplosseofrecieronnuevossacrificiosenhonordelamuerta,sefundieronestatuassuyasconmetalespreciosos.Elentierroconstituyóunasolemnidadenorme,durantelacualelpuebloadmirólas ilimitadas muestras de dolor del César. Le acompañó en sus lágrimas,extendiólasmanospararecibirlosregalosysedivirtióconaquelespectáculoextraordinario.

Petroniosealarmóconaquellamuerte.YatodaRomasabíaquePopealaatribuíaaunhechizo.Conellalorepetíanlosmédicos,quedeaquellamanerajustificaban la inutilidad de sus esfuerzos; los sacerdotes, cuyos sacrificioshabían resultado impotentes; los hechiceros, que temblaban por sus vidas, ytambiénelpueblo.

PetroniosealegrabadequeLigiahubierahuido,yaquenodeseabaningúnmalalafamiliadeAulo,ydeseabatodoelbienposibleparasíyparaVinicio.Poreso,cuandoquitaronelciprésquehabíanplantadodelantedelPalatinoenseñal de duelo, acudió a la recepción destinada a los senadores y a losaugustanos,paradarsecuentadehastaquépuntoNerónhabíaprestadooídosalosrumoresquecorríansobrelosmaleficiosyprevenirlasconsecuenciasquepudieraacarrearaquello.

Como conocía a Nerón, suponía que éste, a pesar de no creer en loshechizos,aparentaríaahoraquecreíaparaengañarasíasupropiodolor,parapodervengarsedealguien,y,finalmente,parasaliralpasoalasuposiciónde

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quelosdiosesempezabanacastigarleyaporsuscrímenes.PetronionopodíacreerqueNerónamaraverdaderayprofundamenteniaunasupropiahija,yaunquelaamaraapasionadamenteestabasegurodequeexagerabasudolor.Yno estaba equivocado. Nerón escuchaba con rostro de piedra, los ojoshundidos fijos en un punto, y era evidente que, aunque realmente sufría,pensaba al mismo tiempo cuál era el efecto que su dolor causaba en laspersonaspresentes.AlmismotiempohacíaelpapeldeNíobeyunaverdaderaexhibición de dolor paternal, como lo hubiera hecho un actor en la escena.Mascomoeraincapazdemantenerseenlaactituddedolorsilencioso,aveceshacía el ademán de arrojar sobre su cabeza un puñado de polvo, o gemíasordamente.MasalveraPetroniodiounsaltoy,convoztrágica,exclamódemaneraquetodospudieranoírle:

—¡Ay!…¡Túereselculpabledesusuerte!Portusconsejosatravesóestosmurosunespíritumaligno,queconunamiradaarrebatólavidadesupecho.¡Pobredemí!PreferiríaquemisojosnohubiesenvistojamáslaluzdeHelios.¡Pobredemí!…¡Ay!…¡Ay!…

Yalelevarcadavezmás lavoz,éstasequebróenungritodesesperado.MasPetroniodecidióenaquelinstantejugárselotodoenungolpededados,y,extendiendo lamano, arrancó del cuello deNerón un pañuelo de seda, quesiempresolíallevar,ylocolocósobresuboca.

—Señor—dijo solemnemente—. Quema Roma y el mundo entero paracalmartudolor,masconsérvanostuvoz.

Seasombraron lospresentesy se sorprendióelmismoNerónduranteuninstante; sólo Petronio permaneció impasible. Demasiado bien sabía lo quehacía.RecordabaqueTerpnosyDiodoroteníanlaordendecerrarlabocadelCésarcadavezqueéstelevantarademasiadolavozylapusieraenpeligro.

—César—siguiódiciendoconlamismaseriedadypesar—:Hemostenidounapérdidainconmensurable.Déjanosquequedeestetesorocomoconsuelo.

ElrostrodeNerónseestremecióydesusojosbrotaronlágrimas;luego,depronto,apoyandosusmanoscontraloshombrosdePetronioydejandocaerlacabezasobresupecho,empezóarepetirentresollozos:

—Sólotúentretodoshaspensadoenesto.¡Sólotú,Petronio,sólotú!

Tigelinosepusoamarillodeenvidia.

MasPetronioprosiguió:

—¡MárchateaAncio!Allívinoellaalmundo,allíteinundólaalegría,allírecobraráslacalma.Dejaquelabrisadelmarrefresquetudivinagargantayquetupechoaspireelairesalino.Nosotros, tusfieles, teseguiremosa todaspartes,ycuandohayamosmitigadotusufrimientoconnuestraamistad,túnos

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tranquilizaráscontucanto.

—¡Sí!—contestóNeróncontristeza—.Escribiréunhimnoensuhonorycompondrésumúsica.

—YluegosaldrásenbuscadelcálidosoldeBaya.

—Ydespués,delolvidoenGrecia.

—Lapatriadelapoesíaydelcanto.

Y gradualmente, la expresión sombría y pétrea de su rostro fuemodificándose, al igual que las nubes se disipan después de haber estadocubriendoelsol.E,inmediatamente,seentablóunaconversación,sibienaúnllenadetristeza,tambiénllenadeplanesparaelfuturo,quetratabadeviajes,de exhibiciones artísticas e incluso de recepciones que exigía la anunciadavisitadeTyrdato,reydeArmenia.

Cierto es que Tigelino intentó poner sobre el tapete el tema de loshechizos.MasPetronio,seguroyadesuvictoria,aceptósinvacilarelreto.

—Tigelino—dijo—, ¿crees tú que los hechizos pueden perjudicar a losdioses?

—ElmismoCésarhahabladodeellos—contestóelcortesano.

—EldoloreraquienhacíahablaralCésar;pero¿quéopinióntienestúdeellos?

—Losdiosessondemasiadopoderososparaestarsujetosalosmaleficios.

—¿AcasopretenderíasnegarladivinidaddelCésarysufamilia?

—Peractumest!—murmuróEprioMarcelo,quesehallabaalladodeellos,repitiendo el grito que profería el pueblo cuando un gladiador en la arenahabíarecibidoungolpetal,queyanoeranecesariorematarle.

Tigelinosetragósupropioenfado.DesdehacíatiempomediabaentreélyPetronio una gran rivalidad en lo que se refería aNerón.Tigelino poseía lasuperioridad de que en presencia de Nerón apenas, o mejor dicho, no secohibía nada. Sin embargo, hasta entonces, en cuantos encuentros habíantenido,lehabíavencidoPetronioconsuinteligenciaeingenio.

Asíhabía sucedido estavez.Tigelino se callóy se limitó agrabar en sumenteaaquellossenadoresycaballerosque,alretirarsePetronioalfondodela sala, le habían rodeado inmediatamente, suponiendo que después de losucedido,sería,sindudaalguna,elfavoritodelCésar.

CuandoPetroniosaliódelpalaciosedirigióacasadeVinicio,ydespuésdehaberlereferidolosucedidoconelCésaryTigelino,dijo:

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—NosolamenteheapartadoelpeligrodeAulo,dePomponiaGrecinaydenosotros,sinohastadeLigia,aquienyanobuscaránmás,aunquenoseamásqueporqueheconvencidoaaquelmonoconbarbasdecobredequehagaunviajeaAncioydesdeallípaseaBayaoaNápoles.Y lohará.SéquehastaahoranosehaatrevidoaexhibirsepúblicamenteenelteatroyquedesdehacetiempopiensahacerloenNápoles.LuegosueñaconGrecia,dondeseproponecantaren lasprincipalesciudades,ymás tarde,con todas lascoronasque levayanaofrecerlosGraeculi,hacerunaentradatriunfalenRoma.Duranteesetiempo podremos buscar a Ligia con tranquilidad y esconderla en un lugarseguro.Pero¿cómoloharemos?¿Nuestronoblefilósofonohavueltotodavía?

—Tunoble filósofoesunpícaro. ¡No!Aúnnohavueltonisehadejadover,nisedejarávermás.

—Pero yo tengo un mejor concepto, si no de su honradez, de suinteligencia. Ya ha efectuado una vez una sangría en tu bolsa, y volverá,aunquenoseamásqueparahacerteunasegunda.

—Quetengacuidado,novayaahacerleyounasangríaaél.

—Nohagas tal cosa; tenpacienciaconélhastaque tehayasconvencidoclaramente de su engaño. No le des más dinero; prométele una espléndidarecompensa si te trae noticias ciertas. ¿Sigues investigando algopersonalmente?

—Dosdemis libertos,NinfidioyDemas,a lacabezadesesentaycincohombres,laestánbuscando.Alesclavoquelaencuentreletengoprometidalalibertad.Además,heenviadoespecialmenteatodosloscaminosquellevanaRomaparaquepreguntenen todas lasposadasporel ligioy ladoncella.Yomismosigo recorriendo la ciudaddedíaydenochecon la esperanzadeunencuentrocasual.

—Cuandosepasalgocomunícamelo,pueshedemarcharmeaAncio.

—Asíloharé.

—Pero si una mañana, al despertarte, se te ocurre pensar que por unamuchachanovale lapenapasar tantossufrimientosyhacer tantasgestiones,venteaAncio.Allínofaltannimujeresnientretenimientos.

Vinicio sepusoadarpaseosagitadospor lahabitación.Petronio lemiródurantealgunosinstantesy,alfin,dijo:

—Dimeconsinceridad,nocomounapasionadoquesemeteunacosaenlacabezayseexcitaasímismo,sinocomounhombresensatoquerespondeasuamigo:¿tesigueimportandotantoLigia?

ViniciosedetuvouninstanteymiróaPetroniocomosinolehubieravistoantes,yluegoprosiguiósuspaseos.Eraevidentequeseesforzabaporreprimir

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unestallido.Masluego,comoconsecuenciadeunsentimientodeimpotencia,de dolor, de cólera y una invencible nostalgia, brotaron de sus ojos doslágrimas,quedieron la respuestaaPetronioconmásfuerzaque laspalabrasmáselocuentes.

Reflexionóuninstanteyluegodijo:

—NoesAtlas quien lleva elmundo sobre sus hombros, sinounamujer,queavecesjuegaconélcomoconunapelota.

—Asíes—dijoVinicio.

E iban a despedirse cuando, en aquelmomento, un esclavo anunció queQuilón Quilónides aguardaba en el vestíbulo y rogaba ser admitido enpresenciadelseñor.

Vinicio ordenó que le hicieran pasar inmediatamente, mas Petronio dijoentonces:

—¡Ah! ¿No te lo decía yo? Pero, porHércules, conserva tu sangre fría,pues,deotramanera,vaamanejarteélatiynotúaél.

—Saludyhonoralnobletribunodelejércitoyati,señor—dijoQuilónalentrar—. Que vuestra suerte alcance la altura de vuestra fama, y que éstarecorraelmundoenterodesdelascolumnasdeHérculeshastamásalládelasfronterasdelosArsácidas.

—Salud,legisladordelavirtudydelasabiduría—contestóPetronio.

MasViniciopreguntóconafectadacalma:

—¿Quéesloquetraes?

—La primera vez, señor, te traje la esperanza, y ahora te traigo laseguridaddequeladoncellaseráhallada.

—Loquesignificaquehastaahoranolahasencontrado.

—No,señor,perohedescubierto loquesignificaelsignoquetehizo;séquiénes son los hombres que la raptaron, y sé cuál es el dios entre cuyosadoradoreshayquebuscarla.

ViniciohubieraqueridosaltardelasillasobrelaqueestabasentadodenohaberlecolocadoPetroniounamanosobreelhombro,yvolviéndoseaQuilóndijo:

—Continúa.

—¿Estás completamente seguro, señor, de que la doncella trazó un pezsobrelaarena?

—Sí—prorrumpióVinicio.

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—Entoncesescristiana,yfueronloscristianosquieneslahanraptado.

Sobrevinounmomentodesilencio.

—Escucha,Quilón—dijo al finPetronio—.Mipariente tehadesignadouna suma considerable de dinero para que busques a la doncella, pero tedestinaunacantidadnomenosrespetabledeazotesenelcasodequequisierasengañarle.Enelprimerodeloscasospodráscomprartenosólouno,sinotresescribientes;peroenelsegundocaso,lafilosofíadelossietesabios,unidaalatuyapropia,noseránsuficientesparaservirtedeungüento.

—Ladoncellaescristiana,señor—exclamóelgriego.

—Reflexiona un momento, Quilón. Tú no eres un necio. Sé que JuniaSilana, junto con Calvia Crispinilla, acusaron a Pomponia Grecina de seradeptaalasupersticióncristiana,massétambiénqueeltribunaldomésticolaabsolvió de aquella acusación. ¿Intentas, acaso, volver a levantarla? ¿AcasoquieresconvencernosdequePomponiaGrecinayLigiapertenecenalgrupodelosenemigosdelarazahumana,alosenvenenadoresdefuentesypozos,alosadoradoresdeunacabezadeasno,alagentequemartirizaalosniñosyseentrega al libertinajemás repugnante? Considera, QuilónQuilónides, si esatesis que ahora estás desarrollando no corre peligro de rebotar en forma deantítesissobretuespalda.

Quilón extendió los brazos con un ademán como queriendo decir que laculpanoerasuya,yluegodijo:

—Señor,pronunciaengriegolasiguientefrase:«Jesucristo,hijodeDios,Salvador».

—Bien,yalohehecho…¿Yahoraqué?

—Toma ahora la primera letra de cada una de estas palabras y júntalasformandoconellasunasolapalabra.

—¡Pez!—exclamóPetronioconasombro.

—Heaquíporquéelpezsehaconvertidoenelemblemadeloscristianos—replicóQuilónorgullosamente.

Siguióunmomentodesilencio.Enlasdeduccionesdelgriegohabíaalgotanimpresionante,quelosdosamigosnopodíancontenersuasombro.

—Vinicio —preguntó Petronio—, ¿no te habrás equivocado? ¿Dibujó,realmente,Ligiaunpez?

—¡Portodoslosdiosesinfernales!¡Estoesparavolverseloco!—exclamóarrebatadoramenteeljoven—;sihubieratrazadounpájarohubieradichoqueeraunpájaro.

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—Luegoescristiana—repitióQuilón.

—Lo que significa —dijo Petronio— que Pomponia Grecina y Ligiaenvenenan las fuentes, asesinan a los niños que roban en las calles y seentreganallibertinaje.¡Esunaestupidez!Tú,Vinicio,estuvistedurantealgúntiempo en su casa; pero yo, aunque he estado allí poco tiempo, conozco losuficiente aAulo y a PomponiaGrecina e incluso conozco bastante aLigiapara repetir de nuevo: eso es una calumnia y una estupidez. Si el pez es elemblema de los cristianos (lo que realmente es difícil negar), y si ellas soncristianas,entonces,¡porProserpina!,seguramentenosonloscristianosloqueanosotrosnosparecen.

—Hablas igual que Sócrates, señor —contestó Quilón—. ¿Quién haexaminadoaun cristiano? ¿Quiénconoce sudoctrina?CuandoviajabahacetresañosdesdeNápolesaRoma(¿porquénomehabríaquedadoallí?)seunióamíunhombre,unmédicollamadoGlauco,dequiendecíanqueeracristiano;apesardelocual,meconvenciódequeeraunhombrebuenoyvirtuoso.

—¿Nohabrásidoaquelhombrevirtuosoelque teha informadosobreelsignificadodelpez?

—Desgraciadamente,no,señor.Enunafondadelcamino,alguienapuñalóaaquelhonradoanciano;asumujerehijosselosllevaronunosmercaderesdeesclavos,ypor tratardedefenderlosperdíestosdosdedos.Mascomodicenqueentre los cristianosno escasean losmilagros, tengo la esperanzadequevuelvanacrecermeotrosdedosnuevos.

—¡Cómo!¿Tehashechocristiano?

—Desde ayer, señor, ¡desde ayer! Lo ha efectuado el pez. Fíjate en elpoderquetiene.Ydentrodealgunosdíasseréelmásfervientedelosdevotosparaquemeinicienentodossussecretos,ycuandolohayanhecho,entoncessabré dónde se esconde la doncella. Quizá el cristianismo me sea másprovechoso que mi filosofía. También he hecho un voto a Mercurio deofrecerledosternerasdelamismaedadydelmismotamaño,alasquedoraréloscuernos,simeprestaayudaparaencontraraladoncella.

—¿DemaneraquetucristianismodeayerytuantiguafilosofíatepermitencreerenMercurio?

—Creo siempre en aquello que necesito creer; ésta es mi filosofía, quedebieraseragradableaMercurio.Pordesgracia,yasabéis,noblesseñores,losuspicaz que es este dios. No confía ni siquiera en las promesas de losfilósofosíntegrosyprefiererecibirlasternerasporadelantado,peroestoesungastoenorme.NotodossonSéneca,ynotengodineroparaesto;sinembargo,si quisiera el noble Vinicio darme algo a cuenta de la suma que me haprometido…

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—Ni un óbolo, Quilón —dijo Petronio—. La generosidad de Viniciosobrepasarátusesperanzas,perosiempreycuandoLigiahayasidohallada,osea cuando nos indiques el lugar donde se oculta.Mercurio tiene que dartecrédito por las dos terneras, aunque nome extraña que no tenga deseos dehacerlo,enloquereconozcosuinteligencia.

—Escuchadme, nobles señores. El descubrimiento que he efectuado esgrande y, aunque hasta ahora no he hallado a la doncella, he descubierto lamaneraconvenientedebuscarla.Vosotroshabéisenviadolibertosyesclavosatodalaciudadylaprovincia.¿Habéisrecibidohastaahoradealgunodeellosla menor indicación? ¡No! Sólo yo os la he dado. Y aún diré más. Entrevuestros esclavos es posible que haya algunos cristianos; cosa que ignoráis,porqueesasupersticiónsehaextendidoportodaspartes,yestosesclavos,enlugar de ayudaros, os traicionarán. Incluso no es conveniente que me veanaquí,y,portanto,tú,noblePetronio,impónsilencioaEunice,yencuantoati,nomenosnobleVinicio,hazsaberquevengoatucasaavenderteunungüentoparaloscaballos,quelesasegurarálavictoriaenelcirco…Yolabuscarésolo,y solo hallaré a los fugitivos. Vosotros tened confianza en mí y sabed quecuantodinerorecibaporadelantadosóloseráparamíunestímulo,puesellome dará una certidumbremayor de que la prometida recompensa no semeescaparádelasmanos.¡Ah!Sí,comofilósofo,desprecioeldinero,apesardeque ni Séneca, ni siquieraMusonio niCornuto lo desprecian, aun sin haberperdidolosdedosenladefensadenadie,ysiendocapacesdeescribirporsísolos sus nombres y legarlos a la posteridad. Pero, además del esclavo quequiero comprar y deMercurio, a quien he ofrecido las dos terneritas, y yasabéisloquehasubidoelganado,lainvestigaciónpropiamentedichaimponemuchísimosgastos.Masescuchadmeconpaciencia.Desdehacealgunosdíastengo heridas en los pies de tanto caminar.He entrado en las tabernas paraconversarconlagente,enlaspanaderías,enlascarnicerías,enlastiendasdelosvendedoresdeaceitunasyenlascasasdelospescaderos;heestadoenlosescondrijos de los esclavos fugitivos, he estado en los lavaderos; en lossecaderos,en los figones;hevistoa losmulerosya los tallistas,heperdidocercadecienasesjugandoalamorra,hecharladoconlosvendedoresdehigossecos,he idoa loscementerios.¿Sabéisporqué?Puesparadibujaren todasparteselpez,miraralagenteenlosojosyescucharloquedijeranalavistadeestesigno.Durantelargotiemponoconseguíaveriguarnada,hastaqueundíavi aunviejo esclavo junto auna fuente, de laque estaba sacandocubosdeagua,yllorando…Entonces,acercándomeaél,lepreguntécuáleralacausadesuslágrimas.Unavezquenoshubimossentadoenunescalóndelafuenteme contestó que durante toda su vida había estado reuniendo sestercio trassesterciopararescatarasuamadohijo;peroqueunseñor,untalPansa,cadavezqueleveíaeldineroseloquitabayconservabaasuhijoenlaesclavitud.«Y por eso lloro—decía el viejo—. Por mucho que me digo: "Hágase la

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voluntad de Dios", yo, pobre pecador, no puedo contener mis lágrimas».Entonces, comosimehubiera asaltadounpresentimiento,mojandoundedoen el cubo de agua, le dibujé un pez.A lo que contestó: «Tengo puestamiesperanzaenCristo».Ylepregunté:«¿Mehasreconocidoporelsigno?».«Sí—mecontestó—,yque lapazseacontigo».Entoncesempecéa tirarlede lalengua,yelbuenhombremelocontótodo.Suamo,esePansa,esunlibertodelgranPansayseocupadelacarreodepiedrasparaRoma,queseefectúaatravés del Tíber, y allí los esclavos y jornaleros las descargan de lasembarcacionesylastransportanalpiedelosedificiosenconstrucciónporlasnoches,paranoobstruireltráficoenlascallesduranteeldía.Entreelloshaymuchoscristianos,yunodeellosessuhijo;perocomoeltrabajoerasuperiora sus fuerzas, por esoquería supadre rescatarle.MasPansahabía preferidoquedarse con el dinero y con el esclavo.Y al decir esto se puso a llorar denuevo, y yo, ami vez,mezclémis lágrimas con las suyas. Éstas acudieronfácilmenteamisojos,acausadelobondadosodemicorazónydelomuchoquemedolíanlospiesporhaberandadodemasiado.Entoncesempecétambiéna lamentarme porque, según dije, habiendo llegado hacía unos días deNápoles, no conocía a ninguno de los hermanos y no sabía en qué lugar sereunían a orar juntos.Él se extrañóde que los cristianos deNápoles nomehubierandadocartasparasushermanosdeRoma,peroleexpliquéquemelashabíanrobadoporelcamino.Entoncesmedijoquefueraalríoporlanocheyquemepondríaencontactoconloshermanos.Estos,asuvez,mellevaríanalas casas de oración y con losmás ancianos que gobernaban la comunidadcristiana. Cuando hube escuchado estome alegré de tal forma, que le di lasumanecesariapararescatarasuhijo,conlaesperanzadequeelespléndidoViniciomedevolveríadobladaesasuma…

—Quilón—interrumpióPetronio—,enturelato,lamentiraflotasobrelasuperficie de la verdad como el aceite sobre el agua. Has traído noticiasimportantes,noloniego.Aúnmás:llegohastaconvenirenquesehadadoungranpasoenelrumboqueconducealdescubrimientodelparaderodeLigia;pero no vengas a mezclar con falsedades tus noticias. ¿Cómo se llama eseviejoporquienhassabidoqueloscristianossereconocenentresívaliéndosedeunpezcomosigno?

—Euricio.¡Unpobrehombre,undesgraciado!MehizorecordaraGlauco,aquelaquiendefendídelosasesinos,ymecompadecídeél,principalmenteporesasemejanza.

—Creo que, en efecto, has visto a ese hombre y podrás servirte de tusrelacionesconél,peronolehasdadoningúndinero.Nolehasentregadonisiquieraunas,¿meentiendes?

—Peroleayudéasubirelcubodeaguaylehablédesuhijoconlamáscordial simpatía. Sí, señor. ¿Qué puede escapar a la sagacidad de Petronio?

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Pues bien: yo no le he dado dinero,mejor dicho, sí se lo he dado, pero enespíritu,enintención, loquesihubierasidoélunverdaderofilósofodeberíahaberle bastado. Se lo di porque comprendí que semejante acto eraindispensableyútil;porquepiensa,señor,cómoconesteactomeheganadolavoluntad de todos los cristianos, me he franqueado el acceso a ellos y heconseguidosuconfianza.

—Escierto—dijoPetronio—yera tudeberhacerloasí.—Precisamenteporestarazónhevenidoaprocurarmelosmediosparaello.

PetroniosevolvióhaciaVinicio:

—Puedes ordenar que le cuenten cinco mil sestercios; pero sólo enespíritu,enintención.

—Te daré un joven—dijo Vinicio—, que irá contigo llevando la sumanecesaria;dirásaEuricioqueesejovenestuesclavo,yentregarásalviejo,enpresencia del mismo joven, el dinero. Y puesto que has traído nuevas deimportancia,recibirásparatiunasumaigual.Hoy,alanochecer,volverásporeljovenyporeldinero.

—¡Tú eres un verdaderoCésar!—exclamóQuilón—. Permíteme, señor,dedicartemitrabajo;peropermíteme,asimismo,queestanochevuelvayotansólo por el dinero, pues Euricio me ha dicho que todas las embarcacioneshabíansido,yadescargadasynovendríanotrasdeOstiasinopasadosalgunosdías. ¡Que la paz sea con vosotros! Así se despiden los cristianos. Yo mecompraréunaesclava,quierodecirunesclavo.Alospescadosseloscogeconanzuelo,yaloscristianos,conunpez.Paxvobiscum!Pax,pax!

XV

PETRONIOAVINICIO

Conunesclavodeconfianzateenvío,desdeAncio,estacarta.Esperoqueme contestarás sin tardanza, por el mismomensajero, aunque tumano estémáshabituadaamanejar laespaday la jabalinaque lapluma.Tedejésobreunabuenapistayllenodeesperanza;pienso,pues,queyahabráscalmadotupasiónentrelosbrazosdeLigia,obienquelacalmarásantesqueelsoplodelinviernodesciendade lascimasdelSoractosobre laCampania. ¡MiqueridoVinicio, que la dorada diosa de Chipre te dirija, y sé tú el maestro de esaauroraligiaqueescapadelantedelsoldelamor!Acuérdatedequeelmármol,aunelmásprecioso,nadaesporsímismoynoadquierevalorsinocuandolamano del estatuario lo ha transformado en una obra maestra. Sé tú esteestatuario,amigomío.Laplebetambién,yhastalosanimales,experimentanel

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placer; pero el hombre verdadero se distingue de ellos precisamente por suaptitudparamudareseplacerenunartellenodenoblezayapreciarlocomoundon divino; así pues, no sólo su cuerpo, sino también su alma. Amenudo,cuando pienso en la vanidad, en la incertidumbre, en el fastidio de nuestravida,mepreguntosinohaselegidotúlamejorparte,ysilaguerrayelamorsonúnicamentelasdossolascosasparalascualesvalgalapenahabernacido.

En la guerra, tú has sido afortunado, selo igualmente en el amor, y sisientescuriosidadporsaberloqueocurreenlacortedelCésar,teinformarédecuandoencuando.

Henos,pues,instaladosenAncio,cuidandonuestracelestevozysintiendosiempreigualodioporRoma,hastaelpuntodequeformamoselproyectodepasar el invierno en Baya y de aparecer en público en Nápoles, cuyoshabitantes, por su calidad de griegos, saben apreciarmejor nuestrosméritosque las tribus salvajes de la ribera del Tíber. Llegarán gentes de Baya, dePompeya,dePutiola, deCumas, deEstabies.Nonos faltaránni aplausosnicoronas:estonosanimaráparanuestroviajeaGrecia.

¿Y el recuerdo de la pequeña Augusta? Sí, aún la lloramos. Cantamoshimnos de nuestra composición, y tan maravillosamente, que, celosas lassirenas,sehanocultadoenlomásprofundodelosabismosdeAnfitrite.Losdelfines,porelcontrario,nosescucharíanconagradosilosrugidosdelmarnoseloimpidiesen.Nuestrodolornosehacalmadoaúnypodemosexhibirloentodaslasactitudesqueenseñalaescultura.¡Ah,querido!Moriremosmetidosenpielesdebufonesocomediantes.

Todos los augustanos están aquí, lomismoque todas las augustanas, sincontarquinientasburras,encuyalechesebañaPopea,ydiezmilservidores.Lucano dio un bofetón a Nigidia, movido por la sospecha de que tengarelaciones con un gladiador. Esporo jugó a su esposa a los dados conSenecio… y la perdió. Torcuato Silano me ha ofrecido por Eunice cuatrocaballos castaños, que sin duda han de alcanzar este año el premio. ¡No hequerido aceptar! Gracias a ti también porque no la aceptaste. En cuanto aTorcuato Silano, el pobre ni siquiera sospecha que, al presente,más que unhombre,esunasombra.¿Ysabestúcuálessucrimen?EsbisnietodeldivinoAugusto.Nohay,pues,salvaciónparaél.¡Talesnuestromundo!

Como no ignoras, hemos estado esperando aquí a Tirdato; y, entretanto,Vologesiohaescritounacartaofensiva.PorquehaconquistadoArmeniapideque la cedan para Tirdato; de lo contrario, no la entregará en caso alguno.¡Pura comedia!Así, pues, noshemosdecididopor la guerra.ACorbulón leseránotorgadospoderestanconsiderablescomolosqueseotorgóaPompeyoMagnoenlasguerrasconlospiratas.Hubo,sinembargo,unmomentoenqueNerón semostró vacilante. Parecía abrigar temores por la gloria que ha de

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alcanzarCorbulónencasodevictoria.Sepensóhastaenofrecerelmandoenjefe a nuestroAulo.Pero a esto seopusoPopea, a quien es evidenteque lavirtuddePomponialehaceelefectodeungranodesalenelojo.

Nos ha hablado Vatinio de una notable lucha de gladiadores que ha deverificarse en Benevento. Mira hasta dónde alcanzan los zapaterosremendonesennuestros tiempos, apesardedecir:Ne sutorultracrepidam!.Vitelio es el descendiente, peroVatinio es el hijo de un zapatero remendón.¡Acasoélmismohabrámachacadosuelaenotrostiempos!

ElactorAliturorepresentóayeradmirablementeelEdipo.Lepedíquemecontestara, como judío que es, si los cristianos y los judíos son unamismacosa. Me respondió que los judíos tienen una religión eterna, pero que loscristianosformanunanuevasectaquesehalevantadorecientementeenJudea;que en tiempo de Tiberio, los judíos crucificaron a cierto hombre, cuyosprosélitosaumentandedíaendía,yaquienloscristianosmirancomoDios.Parecequesenieganareconocerotrosdioses,yespecialmentealosnuestros.Noséenquélesperjudicaríaelhacerlo.

Tigelino me demuestra ahora una abierta enemistad. Hasta aquí, lacompetencia para él es desigual; perome aventaja en dos cosas: tienemásapegoqueyoalaviday,almismotiempo,esunpícaromayor,circunstanciaesta última que le aproxima a Ahenobarbus. Ellos se entenderán tarde otemprano,yentoncessoyhombreperdido.¿Cuándo?Nosénada;pero,puestoque eso puede llegar, poco importa la fecha. Entretanto es preciso que nosdivirtamos.Lavida,porsímisma,nomeseríamuydesagradablesinofuesepor nuestro Barbas de Cobre. Comparo la adquisición de sus favores acualquier carrera del circo o a un juego, a una lucha, en la cual la victoriahalagaelamorpropio…Sinembargo,avecesmeparecequesoyunaespeciede Quilón, ni más ni menos. Cuando éste no te sea útil envíamelo, le hetomado gusto a su conversación sugestiva. Presentamis saludos a tu divinacristiana, o, mejor dicho, ruégale enmi nombre que no sea un pez para ti.Háblamede tu salud, háblamede tu amor, sabe amar, enséñale lo que es elamor,ysalud.

VinicioaPetronio

Nada de Ligia hasta este momento. Si no fuese por la esperanza deencontrarla bien pronto no recibirías esta carta, porque cuando la vida nosdisgustanosesientendeseosdeescribir.HequeridocomprobarsiQuilónnome engañaba, y por la noche, que vino a buscar dinero para Euricio, meenvolvíenuncapotemilitaryleseguísigilosamenteaélyalmuchachoquelehabíadado.Cuando llegaronal lugar indicado,mepuseaespiarlosde lejos,ocultotrasunpilardelpuerto,ypudeconvencermedequeEuricionoeraunpersonaje imaginario.En la ribera,cercadel río,unasdocenasde individuos

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descargaban,a la luzde lasantorchas,unasenormespiedrasquesacabandeunabalsa.ViqueQuilónseaproximabaaellos,entablandoconversaciónconunviejoqueseechóasuspies;losotroslerodearondandogritosdesorpresa.Amivista,mijovenesclavoentrególabolsadedineroaEuricio,quesepusoa orar con las manos extendidas hacia arriba, en tanto que a su lado habíaarrodilladaunapersona,suhijoevidentemente.Quilóndijoalgoquenopudeoírybendijoalosdosindividuosqueestabanderodillas,comoigualmentealosdemás,haciendoenelairealgunossignosenformadecruz;signosque,alparecer, aquéllos reverencian, pues todos se arrodillaron. Me sobrevino eldeseo de reunirme con ellos y prometer tres bolsas iguales a la que habíarecibidoEuricio,destinadasalapersonaqueentregaseaLigia;peroalpuntome acometió el temor de malograr el trabajo de Quilón, y, después dereflexionarunmomento,medirigíacasa.Estosucedióporlomenosdocedíasdespués de tu partida. Desde entonces, Quilón ha estado conmigo muchasveces; dice que se ha conquistado gran prestigio entre los cristianos; que sihastaahoranohapodidoencontraraLigiaellosedebeaqueloscristianosenRoma son innumerables; de ahí el que no todos conozcan a cada uno de lacomunidadynopuedanestarenconocimientodeloqueenellasehaga.Sontambiénmuycautelososy,porlogeneral,reticentes.Measeguró,noobstante,quecuandollegueaintimarconlosmásancianos,llamadospresbíteros,podráquedar iniciado en todos sus secretos. Ya tiene establecidas relaciones conalgunos y ha empezado las averiguaciones entre ellos, si bien con muchaprudencia, a fin de no despertar sospechas al poner en práctica unprocedimiento precipitado que haría entonces más difícil el trabajo. Y auncuandoesduroesperartanto,presientoquetienerazónyespero.

TambiénhadescubiertoQuilónqueloscristianostienenciertoslugaresdereunión,endondesecongreganaorar,lugaresfrecuentementeelegidosfuerade la ciudad, en casas vacías y hasta en los arenales. Allí adoran a Cristo,entonan himnos y celebran fiestas. Y hay muchos lugares de este género.Quilón supone que Ligia asiste intencionadamente a los que no frecuentaPomponia,afindequeésta,encasodecualesquierainformacionesjudiciales,pueda jurar en conciencia que nada sabe acerca del sitio en donde Ligia seoculta.Esposiblequelospresbíteroslehayanrecomendadoelmayorsigilo.Cuando Quilón llegue a descubrir esos sitios iré con él; y si los diosespermitenquevuelvaaveraLigia,tejuroporJúpiterquenoseescaparáestavezdemismanos.

Piensocontinuamenteenesoslugaresdeoración.Quilónquierequeyonovayaconél;tienemiedo.Peromeseráimposiblepermanecerencasa.Porqueestoy seguro de conocer a Ligia inmediatamente, aun cuando vaya cubiertaconunvelouocultaconundisfraz.Séquesereúnenpor lanoche:masyo,aunentre las sombrasde lanoche, la reconocería. Irédisfrazado, examinaréunaporuna todas laspersonasqueentrenysalgan.Piensoenella todos los

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instantesyhededescubrirla.Quilónvendrámañanaeiremosjuntos.Llevaréarmas.Algunosdelosesclavosquemandéalasprovinciashanvueltoconlasmanosvacías.Peroahoraestoyciertodequesehallaenlaciudad,yacasonomuy lejos de mí. Yo mismo he visitado muchas casas so pretexto dealquilarlas. Ella vivirá a mi lado cien veces mejor. Donde actualmente seencuentravivenlegionesdegentesdesvalidas.Además,nadahedeomitirensuobsequio.Meescribesquehehechounaelecciónacertada.Ya loves:heelegidoelsufrimientoyeldolor.Iremosprimeroalascasassituadasdentrodela ciudad; después saldremos fuera de las puertas. La esperanza se cifra enalgonuevocadamañana,deotramaneraseharíaimposiblelaexistencia.Medices que es necesario saber amar.Bien supe yo describir a Ligiami amor.Peroahorasólosépensarenella;nohagootracosaquemantenermeenesperadeQuilón.Laexistenciasemehaceimposibleenmipropiacasa.¡Adiós!

XVI

PeroQuilón tardó algún tiempo enpresentarse, hasta el extremodeque,por fin,Vinicio no supo a qué atribuir su ausencia. En vano se repetía a símismo que las pesquisas, para que pudieran alcanzar un éxito cierto yafortunado,deberíanserlentas.Susangreysuíndoleimpulsivaserebelabancontra la voz de la razón.No hacer nada, esperar constantemente sentado yconlosbrazoscruzadoseraalgotanopuestoasumaneradeser,quenopodíareconciliarse con semejante situación. Recorrer las calles de la ciudaddisfrazadoconunoscuromantodeesclavohabíallegadoaseryaunrecursoinútily se lepresentaba tan sólocomounsimplepretextoparadisimular supropia impotencia y, por tanto, no podía satisfacerle. Sus libertos, hombresexperimentados a quienes había confiado el encargo de hacer pesquisasaisladamente,habíanresultadocienvecesmenoshábilesqueQuilón.

Y,entretanto,selevantabadentrodesualma,juntoasuamorporLigia,laobstinacióndeljugadorresueltoaganarlapartida.Viniciohabíasidosiempreasí.Desdesuprimerajuventudhabíallevadoacabocuantoemprendieraconel apasionamiento de quien no conoce las contrariedades de la derrota niconcibe que se pueda renunciar a nada. Por espacio de algún tiempo, ladisciplinamilitar había puesto límites a su voluntad; pero, asimismo, habíaafirmado en él la convicción de que toda orden que se diese a sussubordinadosdebíasercumplida.SuprolongadapermanenciaenOriente,enmediodegentessumisasyhabituadasalaobediencia,habíaconfirmadoensuánimolafedequenoeraposibleoponerasu«quiero»fronteraalguna.Y,alpresente,además,suvanidadheridasangrabadolorosamente.Había,porotraparte, algo incomprensible en la oposición y resistencia de Ligia y en su

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mismafuga.Ylasolucióndeesteenigmaturbabahorriblementesucerebro.

PresentíaqueActeahabíadicholaverdad,yqueLigianoeraindiferenteasu amor. Pero, si esto era cierto, ¿por qué había preferido una existenciamiserable y errante a su amor, a su ternura y a la vida en una espléndidamansión? No hallaba contestación a tal pregunta, llegando tan sólo a unaespeciedevagainteligenciadequeentreélyLigia,entrelasideasdeambos,entreelmundoenquevivíanélyPetronioyelmundodeLigiayPomponiaexistía una incompatibilidad tan honda como un abismo, que nadie podíasalvar.Yentonces leparecíaqueno le restabasinorenunciaraLigia;yestepensamientolehacíaperderlosrestosdelaserenidadenquePetroniodeseabaquemantuvierasuespíritu.HabíamomentosenlosqueyanosabíasiamabaaLigia o la odiaba; únicamente comprendía que no tenía que recuperarla ypreferíaqueseletragaralatierraantesquenopoderhallarlayhacerlasuya.

Mediante el poder de su imaginación veía a la joven, en ocasiones, contantanitidezcomosi la tuvieseantesusojos.Recordabaunaaunatodas laspalabrasquelehabíadirigido,ytodaslasquehabíaescuchadodesuslabios.La sentía cercade sí, sobre supecho, en susbrazos,y entonces, eldeseo leenvolvíacomounallamaabrasadora.Laamabaylanombrabacontinuamente.Y cuando pensaba en que era correspondido y en que podía ella calmarvoluntariamentesusmásardientesanhelos,unaangustiacruelysintérminoseapoderaba de él, y una especie de ternura inenarrable rebosaba en su pechocomounaondapoderosa.

Perohabía tambiénmomentosenquepalidecíadecóleray segozabaendiscurrirmaneras de humillacióny de tormentoparaLigia cuando llegase aencontrarla.Entoncessólopensabaenposeerla,serelamoverdaderodeunaesclavaquemaltrataríaasuantojo.YluegosedecíaquesiledieranaelegirentreserélesclavodeLigiaynovolveraverlajamásenlavidapreferiríasersuesclavo.

Había días en que pensaba en las rojas huellas que el látigo habría demarcar en su carne sonrosada, y al mismo tiempo le sobrevenía un deseoavasalladordebesaresascruelesmarcas.Por instantes leasaltaba la ideadequealmatarlasesentiríadichoso.Enestasalternativasdetortura,cavilación,incertidumbre y sufrimiento iba perdiendo la salud y hasta su varonilhermosura.Sehizounamocruele incomprensivo.Susesclavos,yhastasuslibertos, se acercaban a él temblando; y como ahora caían sobre ellosinmerecidos castigos —tan despiadados como injustificables—, empezaronsecretamenteaodiarle,entantoqueél,comprendiendoestoysintiéndosemásymásaislado,sevengabaenellos.SeconteníatansóloconQuilón,temerosodequepudieraésteinterrumpirsuspesquisas.Yelgriego,quelonotó,fue,demodo paulatino, ganando sobre él dominio y tornándose cada vez másexigente.

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Alprincipio,encadaunadesusvisitas,asegurabaaVinicioqueelasuntose llevaría a efecto de unamanera fácil y rápida; luego empezó a descubrirobstáculos, y aun cuando continuó dándole seguridad acerca del éxito no leocultabaahoraelhechodeque laspesquisasdebíancontinuarse todavíaporbastantetiempo.Porúltimo,despuésdelargosdíasdeexpectativa,llegóunoenqueQuilónsepresentóaljovenconelsemblantetansombrío,queaquél,alverle, se puso pálido y, saltando de su asiento, apenas tuvo fuerza parapreguntar:

—¿Noestáellaentreloscristianos?

—Síestá,señor—contestóQuilón—;perotambiénhehalladoaGlauco,elmédico,entreellos.

—¿Dequéestáshablando,yquiénesése?

—Hasolvidado,señor,aloqueparece,alviejoconquienviajédeNápolesaRoma, y en cuya defensa perdí estos dos dedos,mutilación queme tieneimposibilitadoparaescribir.Losladronesquelearrebataronsumujerysuhijolehirieronconunpuñal.YoledejéagonizanteenunafondadeMiturnaylehabíalloradopormuertodurantemuchotiempo.Mas,¡ay!,desgraciadamenteestoyahoraconvencidodequeviveaúnypertenecealacomunidadcristianadeRoma.

Vinicio,quenopodíacomprenderdequésetrataba,sospechótansóloqueGlaucoempezabaaserunaespeciedeobstáculoaldescubrimientodeLigia.Asípues,reprimiólacóleraqueempezabaaagitarleydijo:

—Siledefendistedebieraélestarteagradecidoyayudarteahora.

—¡Ah digno tribuno! Los dioses mismos no suelen ser siempreagradecidos,¿quépodráentoncesaguardarsedeloshombres?Efectivamente,Glaucohadebidosentirreconocimientohaciamí.Pordesgraciaeshombreyaviejo,decerebrodébil,quehanoscurecidolaedadylasvicisitudes,razónporlacualnosólonomeconservaningunagratitud,sinoque,segúnhesabidoporboca de sus correligionarios, me acusa de complicidad con los ladronesaquellos y me considera el causante de sus infortunios. ¡Así me paga lapérdidademisdedos!

—¡Bribón!Estoy segurodeque lascosaspasaroncomo las refiereél—dijoVinicio.

—Entonces sabes más que él mismo, señor, porque Glauco solamenteabriga sospechasdequeasí aconteció; locual, sinembargo,no le impediríacongregaraloscristianosyvengarsedemícruelmente.Yanodudarlohabríahechoesoyencontraríaquienesleayudaran;peroafortunadamentenosabeminombre, y en el oratorio en que nos encontramos no reparó en mí. Sin

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embargo,yolereconocíalpunto,yenelprimermomentoestuvetentadodeecharlelosbrazosalcuello.Sinembargo, laprudenciayelhábitoquetengode pensar cada paso que doy me impidieron hacerlo. Así pues, al salir deloratorio,toméinformesdeéldeconocidossuyos,quienesmedeclararonqueera el hombre que había sido traicionado por su compañero de viaje desdeNápoles a Roma… De otra manera no habría sabido yo que él cuentasemejantehistoria.

—¿Yquémeimportaamítodoeso?Dimequévisteeneseoratorio.

—Cierto es, señor, que a ti esto no te importa; pero amíme conciernetanto como mi propia vida. Como deseo que mi sabiduría me sobreviva,preferiríarenunciaralarecompensaquemehasofrecidoantesqueexponerlaporelvano lucro,sinnecesidaddelcualyo,comoverdaderofilósofo,podrésiemprevivirenpersecucióndeladivinasabiduría.

PeroVinicioseleacercóentoncesconexpresiónsiniestraenelrostroyledijoconacentodemalreprimidacólera:

—¿Quién te ha dichoque podrías recibir lamuerte demanos deGlaucoantesquedelasmías?¿Quésabestú,perro,sinomevieneeldeseodehacerteenterrarenelactoenmijardín?

Quilón,queerauncobarde,miróaVinicio,yenunabrirycerrardeojoscomprendióqueunasolaindiscretapalabramáspodríaperderlesinremisión.Yentonces,conpresurosoacento,exclamó:

—¡Labuscaré,señor,ylaencontraré!

Sucedióunbrevesilencio,duranteelcualpudoescucharse la respiraciónagitada deVinicio y el distante cantar de los esclavos que trabajaban en eljardín.

Sólo después de algunos instantes, cuando hubo notado que el jovenpatriciosehabíacalmadountanto,elgriegoprosiguió:

—La muerte ha pasado rozándome, pero la he contemplado con laserenidad de Sócrates. No, señor; yo no te he dicho que renuncio a seguirbuscandoaladoncella;simplementedeseabacomunicartequemispesquisassehallanenlaactualidadrelacionadasconungranpeligroquemeamenaza.Un tiempo dudaste que existiera en el mundo el tal Euricio, y aun cuandohubistedeconvencerteportuspropiosojosdequeelhijodemipadretehabíadicholaverdad, tieneshoysospechasdequehaya inventadoaGlauco. ¡Ah!¡Ojalá fuera ésta una simple ficción y pudiera yo mezclarme entre loscristianosconlaseguridadmáscompleta,comohastahacepoco,yacambiodeellohastadaríaesapobreesclavaviejaquehacetresdíascompréparaquecuidaraenmisúltimosdíasdemienfermizapersona!PeroGlaucovive,señor,

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ysihubieseélreparadoenmíunaveztansiquiera,nomehabríasvueltoavertú,yenesecaso,¿quiénpodríaencontraraladoncella?—aquívolvióacallary empezó a enjugar sus lágrimas—. Y mientras viva Glauco —prosiguiódiciendo—,¿cómohabrédeseguirbuscándola?Porquepuedotropezarconélencualquierpasoquedé,ysileencuentrohedeperecer,yconmividahandeterminarmispesquisas.

—¿Quéremediohay?¿Quéhacer?—lepreguntóVinicio.

—Aristótelesnosenseña,señor,quelascosasmenoresdebensacrificarsealasmayores, y el rey Príamo decía frecuentemente que la vejez era pesadacarga. Y en verdad, la carga de la vejez y del infortunio pesa desde hacemucho tiemposobreGlauco,y tanpesadamente,que lamuerte seríaparaéluna obra de caridad.Y, además, ¿qué es lamuerte, según Séneca, sino unaliberación?

—¡Deja esas bufonadas para usarlas con Petronio, no conmigo! Diabiertamenteloquedeseas.

—Si lavirtudesbufonadapermitan losdiosesmeconviertaenunbufónparasiempre.Loquedeseo,señor,esapartaraGlauco,puesmientrasélviva,miexistenciaymispesquisascorrenincesantepeligro.

—Alquilahombresparaquelematenapalos;yolespagaré.

—Te robarán, señor, y después se aprovecharán del secreto en provechopropio.HayenRoma tantosmalhechorescomoenel circogranosdearena;maspareceincreíblelocarosquesoncuandounhombrehonradonecesitadesuvilconcurso.¡No,dignotribuno!¿Ysi losguardianessorprendieranalosasesinos in fraganti? Confesarían, sin lugar a duda, quién los mandaba, yentonces tendrías dificultades. A mí no me señalarían, porque no daré minombre. Mal haces al no confiar en mi perspicacia. Recuerdo que tengoasimismo en mira otras dos cosas: mi vida y la recompensa que me hasprometido.

—¿Cuántonecesitas?

—Mil sestercios, porque fija tu atención en esto: yo debo buscar unosmalhechoreshonrados,esdecir,individuosque,unavezatrapadounanticipodedinero,nosehaganhumoconél sindejarhuella. ¡Abuen trabajo,buenarecompensa!Algotambiénpodríaagregarseenmiobsequioparaenjugar laslágrimasdedolorquederramaréporlamuertedeGlauco.Pongoalosdiosespor testigosde lomuchoqueleamo.Sihoyrecibomilsestercios,dentrodedos días su alma estará en el Hades, y entonces, si las almas conservanmemoriayelprivilegiodelpensamiento,sabráporprimeravezcuánto leheamado.PuedoencontrargenteyadvertirlesdequelesrebajaréciensesterciosdesdemañanaporlatardeporcadadíadelavidadeGlauco.Porotraparte,se

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meocurreunaideaquemepareceinfalible.

Vinicio leprometió lasumadeseada,prohibiéndolealmismotiempoquevolviese a mencionarle el nombre de Glauco. Le pidió enseguida otrasnoticias,ordenándolealavezqueledieracuentadecómohabíaempleadosutiempoyde loquehastaentonceshabíavistoydescubierto.PeroQuilónnoteníamuchoquecontar.Habíaestadoendosoratoriosmás,habíaobservadoconminuciosidad cada uno de sus asistentes, en especial a lasmujeres, sinencontrar ninguna que se asemejara a Ligia. En cambio, los cristianos lemirabancomoaunodelossuyos,ydesdeeldíaenquehabíarescatadoalhijodeEuriciolehonrabancomoahombrequeseguíalashuellasdeCristo.

Tambiénhabíasabidoporellosqueungran legisladordesudoctrina,untal Pablo de Tarso, se hallaba en Roma, encarcelado por causa de algunasacusacionespresentadasporlosjudíos,yhabíaresueltoconoceraesehombre.Peroloqueleteníamáscomplacidoeralanoticiadequeelsumosacerdotedetoda la secta, el que había sido discípulo de Cristo, y al cual Este habíaconfiadolajerarquíasupremaenelmundodeloscristianos,llegaríaaRomadeunmomentoaotro.Eraevidentequetodosloscristianosdeseabanverleyescucharsusenseñanzas.Seibanasucederunaseriedegrandesreuniones,alascualesél,Quilón,asistiría;yloquevalíamás,comoerafácilocultarseenmediodelamultitud,llevaríaaVinicioasusreuniones.

YentonceseraseguroqueLigiaseríaencontrada.YsisehacíaaunladoaGlauco,estaempresanoenvolveríagrandespeligros.Encuantoavenganzas,también los cristianos las practicaban; pero, en general, parecían ser gentespacíficas.Yaquí,Quilónempezóareferircómohabíanotado,nosinsorpresa,queesasgentesnoseentregabanaprácticas licenciosas,nienvenenaban lospozosni las fuentes, ni eran enemigosde la razahumana, ni adoraban a unasno,nicomíancarnedeniño.No,nadadeesohabíavistoél.Porcierto,creíaque bien pudiese haber entre ellos individuos que estuvieran dispuestos asecuestrar a Glauco por dinero; mas, en cuanto a su religión, por ahora yasabíadeellaquenosólonoincitabaalcrimen,sinoqueprescribíaelperdóndelasofensas.

Vinicio recordó entonces lo que Pomponia Grecina le había dicho enpresencia de Actea, y en general escuchó complacido estos informes deQuilón.AuncuandosussentimientosparaconLigiatomabanenocasioneselsemblante del odio, sentía una especie de alivio cuando oía decir que lareligiónqueellayPomponiaGrecinaconfesabannoeracriminalnirepulsiva.Peroalpropiotiemposurgíaensualmaunaespeciedeindefiniblesentimientode que precisamente era el amor reverencial a ese Cristo desconocido ymisteriosoelquehabíaalzadounavallaentreélyLigia.Yentoncesempezóalavezatemeryaodiaresareligión.

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XVII

ParaQuilónera,enrealidad,asuntodeimportanciaelsuprimiraGlauco,quien, aunque avanzado en años, enmodo algunopodía conceptuarse comohombredecrépito.HabíamuchaverdadenlonarradoaVinicio.Quilón,enuntiempo, había conocido a Glauco, le había traicionado y vendido a unosladrones, privándole de su familia y hacienda y entregándole como buenapresade asesinos.El recuerdode su traiciónno lepesabademasiado.Yeranaturalque tuvierapresentesestossucesos,porquehabíasidoélquienhabíaabandonado agonizante al moribundo, no en una fonda, sino en un campocercano a Miturna. Mas no había previsto una cosa: que Glauco lograríacurarsedesusheridasyquellegaríahastaRoma.Demaneraquecuandolevioen el oratorio quedó verdaderamente sobrecogido de terror, y en el primermomentoabrigóelpropósitodeabandonarsuspesquisasreferentesaLigia.

PeroVinicio,porotraparte,leinfundíaaúnmástemor.ComprendíaqueleeraforzosoelegirentresumiedoaGlaucoylapersecuciónyvenganzadeunpoderosopatricio,encuyoauxiliohabríadevenir sindudaotropatricioaúnmás poderoso y grande: Petronio. En vista de lo cual, Quilón cesó en susvacilaciones. Creyó preferible tener pequeños a grandes enemigos, y auncuandosu índolecobardehacíaque temblaseunpocoante laperspectivadelosmétodossangrientos,reconocíalanecesidaddemataraGlaucosecundadoporotrasmanos.

A la sazón, lo único que le preocupaba era la elección de la genteapropiadaparaelcaso.YestoeraloqueacababadecomunicaraVinicio.

Comopasabalanochelasmásdelasvecesenlastiendasdevino,dondesehospedabaamenudo,alternandoconhombressinhogar,sinfenihonor,podíafácilmenteencontrarpersonasdispuestasaencargarsedecualquiervil faena;peroeramásfácilaúnqueseencontraraconotrasque,alcolumbrardineroensu persona, darían comienzo a su ruin agencia, y al recibir un anticipoexigirían luego la suma entera, con la amenaza de entregarle a la justicia.Además,aQuilón,desdehacíaalgúntiempo,lerepugnabanelpopulacho,lagente sórdida y las terribles cataduras que tenían sus guaridas en las casassospechosasdelSuburraoelTranstíber.

Midiendotodaslascosasporelpropioraseroynohabiendoprofundizadosuficientemente a los cristianos ni a su religión, juzgaba que también entreellos le sería fácil hallar instrumentos pasivos. Y como le parecían máshonradosquelosotros,sedecidióautilizarlosconesefin,presentándolesdetal manera el asunto, que se aviniesen a tomarlo a su cargo no sólo por eldinero,sinotambiénporunmóvilmístico.

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Por la tarde fue a ver a Euricio, de cuya adhesión cordial a su personaestabaseguroyqueharíatodoporayudarle.Cautelosopornaturaleza,Quilónnisiquierasoñóendescubrirlesusverdaderasintenciones,lascuales,porotraparte, de serle conocidas, se presentarían en abierta oposición a la fe que elanciano tenía en la piedad, en la virtudy en el espíritu religiosodeQuilón.Estedeseabaencontrargentesdispuestasatodoypresentarleselasuntodeunamaneraque,porconsideraciónasímismas,loreservaríanparasiemprecomounsecreto.

El viejo Euricio, después del rescate de su hijo, arrendó uno de esosnumerosostenduchosquepululanenlasinmediacionesdelCircoMáximo,enlos cuales vendía a los espectadores que acudían a las carreras aceitunas,judías, pastas sin levadura e hidromiel. Le encontró Quilón en la tiendaarreglando sus efectos, y apenas le hubo saludado en nombre de Cristoempezó a tratar del asunto que le llevaba. Puesto que les había prestado unservicio, encontraba natural que le correspondieran con gratitud. Dijo quenecesitabadosotreshombresfuertesyvalientesparaevitarunpeligroqueleamenazabanosóloaél,sinoatodosloscristianos.Élerapobre,yaquehabíadadoaEuricio casi todo loqueposeía;masestabadispuesto apagar a esoshombres sus servicios, si ellos, por su parte, confiaban en él y llevaban aefectofielmenteloqueselesordenara.

Euricio y su hijo, Cuarto, escuchaban a su bienhechor casi de rodillas.Luegodeclararonambosquesehallabandispuestosahacercuantolespidiera,creyendo por cierto que un hombre tan santo no podía aconsejarles nadacontrarioaladoctrinadeCristo.

ContestóQuilónque realmenteasí eray, alzando luego losojosal cielo,pareció estar orando.En efecto, se hallaba a la sazónmeditando si no seríamás conveniente la decisión de Euricio y Cuarto, que bien podríaeconomizarle el gasto de losmil sestercios. Pero, después de unmomento,rechazó la idea. Euricio era hombre viejo y gastado, acasomás que por losaños, por los trabajos y las enfermedades. Cuarto sólo tenía dieciséis años.Quilónnecesitabahombresdiestros,ysobretodorobustos.Encuantoalosmilsestercioscreíaque,graciasalplanquehabíadiscurrido,podríaeconomizarlosengranparte.

Euricio yCuarto insistieron por algún tiempo en ofrecerle sus servicios,masenvistadesurotundanegativahubierondeceder.

—Yo conozco al panadero Demas, señor —dijo Cuarto—, en cuyosmolinos tiene ocupados a muchos esclavos y trabajadores. Uno de estosúltimosestanfuertequenovalepordos,sinoporcuatrohombres.Yomismole he visto alzar del suelo piedras que cuatro hombres no habían podido nisiquieramover.

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—SieshombrellenodetemordeDiosydispuestoasacrificarseporsushermanosponmeenrelaciónconél—dijoQuilón.

—Es cristiano, señor —respondió Cuarto—. La mayoría de los quetrabajan en casa de Demas son cristianos. Tiene trabajadores de día y denoche; este hombre es de los últimos. Si fuésemos ahora al molino, losencontraríamoscenandoypodríashablarlibrementeconél.DemasvivecercadelEmporium.

Quilónconsintiódemuybuenagana.ElEmporiumsehallabaa lospiesdelAventino y, por tanto, nomuy lejos delCircoMáximo.Era posible, sinnecesidadderodearelmonte,pasaralolargodelrío,porelPórticoEmiliano,conloqueseacortaríaconsiderablementeelcamino.

—Como soy viejo —dijo Quilón, cuando se hallaban ya debajo de lacolumnata—, sufro a veces pérdida de memoria. Sí, nuestro Cristo fuetraicionado por uno de sus discípulos;mas en estemomento no recuerdo elnombredeltraidor…

—Judasfue,señor;elqueseahorcó—contestóCuarto,aquiennodejódeparecerleuntantoextrañoelquefueraposibleolvidaresenombre.

—¡Oh,sí…,Judas!Gracias—dijoQuilón.

Y prosiguieron en silencio su camino durante algún tiempo. CuandohubieronllegadoalEmporium,queestabacerradoya,pasarondelantedelosalmacenes en los cuales se hacía la distribución de granos a la plebe ytorcieronluegoalaizquierda,frentealascasasqueseextendíanalolargodelaVíaOstiensishastaelmonteTestaceusyelForumPistorium.

Allí se detuvieron delante de un edificio demadera desde el interior delcualseoíaelruidodelaspiedrasdemolino.Cuartoentró,yentretanto,Quilón—que no deseaba dejarse ver ante muchas personas, pues le asaltabaincesantemente el temor de que alguna fatal coincidencia pudiera ponerledelantedeGlauco,elmédico—sequedófuera.

«TengocuriosidadporsaberquéclasedeindividuoseráeseHérculesquetrabaja como molinero —se dijo, alzando la vista a la hermosa luna, quebrillabaconluminosofulgor—.Siesunpícaroyalmismotiempounhombreavisado,algomecostará;siesuncristianovirtuosoytontoharácuantoyolepidagratuitamente».

EnestasmeditacionesfueinterrumpidoporelregresodeCuarto,quesaliódeledificioencompañíadeotrohombre,quienllevabapuestasolamenteunatúnicallamadaexomis,cortadadetalmaneraquedejabadescubiertoselbrazoy el costadoderechos.Esos vestidos, quepermitían unaperfecta libertad demovimiento, eran usados especialmente por los trabajadores. Quilón, al

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reparar en el hombre que se le acercaba, dejó escapar un suspiro desatisfacción, pues no había visto en su vida unos brazos ni un pechosemejantes.

—Aquítienes,señor—dijoCuarto—,alhermanoaquiendeseabasver.

—¡LapazdeCristoseacontigo!—exclamóQuilón—.Ytú,Cuarto,diaestehermanosi soydignode feydeconfianza,yenseguida,ennombredelSeñor, vuelve a tu casa, pues no hay necesidad de que tu encanecido padrepermanezcasolo.

—Éste es un santo varón —dijo Cuarto—, que dio cuanto poseía porrescatarme de la esclavitud, a mí, a un hombre que no conocía. ¡Que elSalvador,NuestroSeñor,leotorgueporellounacelestialrecompensa!

Aloíresto,elgigantescoobreroseinclinóybesólamanodeQuilón.

—¿Cómotellamas,hermano?—preguntóelgriego.

—Padre, en el santo bautismome dieron el nombre de Urbano.—Puesbien, Urbano, hermano mío: ¿tienes ahora tiempo para que hablemostranquilamente?

—Eltrabajodaprincipioamedianoche,yahoraempiezanaprepararnoslacena.

—Entonces hay tiempo suficiente. Vámonos a la orilla del río; allíescucharásmispalabras.

Así lo hicieron, sentándose luego en el borde de piedra de la ribera, enmediodeunsilenciointerrumpidotansóloporelsonidolejanodelaspiedrasdelmolinoyelrumordelacorrientedelrío.

Quilón miró a la cara del obrero, quien, no obstante la expresión algosevera y triste que de ordinario se advertía en los semblantes de todos losbárbaros residentes en Roma, le pareció bondadosa. «Eso es—se dijo a símismo—,ésteesunhombrebonachónytontoquemataráaGlaucosininterésalguno».

Luegolepreguntó:

—Urbano,¿amasaCristo?

—Leamocontodoelcorazón—dijoelobrero.

—¿YatushermanosyhermanasyalosquetehanenseñadolaverdadylafeenelSeñor?

—Tambiénlosamo,padre.

—Entonces,¡quelapazseacontigo!

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—¡Ycontigo,padre!

Quilón permaneció algunos instantes con la vista fija en el astro de lanoche, mientras con voz baja y reprimida iba rememorando la muerte deCristo.ParecíanoestarhablandoaUrbano,sinocomohaciéndoseasímismoelrecuerdodelosepisodiosdeesamuerte,ocualsiestuvieradescubriendoyconfiandosusecretoaaquellaciudaddormida.

Y había en esta escena algo a la vez impresionante, solemne yconmovedor. El obrero lloraba, y cuando Quilón empezó a gemir y alamentarsedequeenelmomentodelamuertedelSalvadornohubiesehabidohombrealgunodispuestoadefenderlesinodelacrucifixión,porlomenosdelos denuestos de judíos y soldados, los puños gigantescos del bárbaro secrisparonaimpulsosdelacompasiónydeunamalreprimidacólera.SesintióhondamenteconmovidoantelapatéticapinturadelamuertedeCristo;peroalpensarenlacanallaquedirigíasusultrajesalCorderoenclavadoenlacruz,sualmasencillasellenódeindignación,yalmismotiemposeadueñódeélunsalvajedeseodevenganza.

—Urbano,¿sabesquiéneraJudas?—preguntóderepenteQuilón.

—¡Sí,losé!¡Sí,losé!…¡PeroJudasseahorcó!—exclamóelobrero.

Yeneltonodesuvozseadvirtióunaespeciedecontrariedadantelaideade que el traidor se hubiese aplicado a símismo el castigo y no fuera, portanto,posiblequeéllehicieraperecerentresusbrazos.

—Pero y si no se hubiese ahorcado —continuó Quilón—, y si algúncristianohubieradeencontrarseconél,entierraoenmar,¿noseríadeberdeese cristiano tomar venganza por el tormento, la sangre y la muerte delSalvador?

—¿Yquiénpodríaserelquenotomaraesavenganza,padre?

—¡Que la paz sea contigo, fiel siervo del Cordero! Cierto, es permitidoolvidarlasofensasquesenosinfieran;pero¿quiéntienederechoaperdonaruna ofensa hecha a Dios? Y así como la serpiente engendra otra serpiente,comodelmalsóloelmalderivarsepuede,ydelatraiciónlatraición,asídelaponzoñadeJudashanacidootrotraidor,ycomoaquélentregóelSalvadoralosjudíosyalossoldadosdeRoma,asíestehombre,queviveentrenosotros,intentaentregarlasovejasdeCristoaloslobos,ysinadielograanticiparseala traición,sinadieaplastaa tiempolacabezadelaserpiente, ladestrucciónnosaguardaatodosnosotros,yconnosotrospereceráladoctrinadelCordero.

El obrero miró a Quilón con aire de inmensa alarma y como si nocomprendiese lo que acababa de escuchar. Pero el griego, cubriéndose lacabezaconunextremodesumanto,empezóarepetirconvozcavernosaque

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parecíavenirdeultratumba:

—¡Aydevosotros,siervosdelverdaderoDios!¡Aydevosotros,cristianosycristianas!

Ydenuevosobrevinoelsilencio,denuevoseescuchótansóloelruidodelas piedras del molino, los rumores de los cantos de los molineros y elmurmullodelrío.

—Padre—preguntóalfinelobrero—,¿quéclasedetraidoresése?Quilónbajólacabeza.

—¿Qué clase de traidor? Un hijo de Judas, un hijo de su ponzoña, unhombrequepretendesercristianoyacudealascasasdeoracióntansóloconobjeto de llevar al César quejas contra la hermandad, declarando que loscristianosnoreconocenalCésarcomodios,queenvenenanfuentes,asesinanniños y deseandestruir la ciudadhasta nodejar en ella piedra sobre piedra.¡Mira! Dentro de pocos días se dará orden a los pretorianos de encarcelarancianos,mujeresyniñosy llevarlos luegoalsuplicio, talcomosehizoconlosesclavosdePedanioSegundo.TodoestoesobradeesenuevoJudas.Perosinadiecastigóalprimer traidor, sinadie tomóvenganzaenél, sinadie fuecapaz de ofender a Cristo en la boca del tormento, ¿quién se encargará decastigaraéste?¿QuiénaplastarálaserpienteantesqueelCésarlepresteoído?¿Quiénleaniquilará?¿QuiéndefenderádelexterminioanuestroshermanosyalafedeCristo?

Urbano, que hasta aquel instante había permanecido sentado sobre unapiedra,selevantódesúbitoydijo:

—¡Yo,padre!

Quilónsealzó también, fijóunmomento lavistaenel rostrodelobrero,que iluminaba los rayosde la luna, y enseguida, extendiendo el brazo, pasólentamentelamanosobrelacabezadeUrbanoyledijoconacentosolemne:

—¡Veareunirteconloscristianos,acudealascasasdeoraciónypreguntaa loshermanosporGlaucoelmédico,ycuandote lohayanseñaladomátaleenseguida,ennombredeCristo!

—¿Glauco? —repitió el obrero, cual si deseara fijar ese nombre en lamemoria.

—¿Leconoces?

—No.HaymilesdecristianosenRoma,yno todos se conocenentre sí.Pero mañana por la noche se reunirán en Ostrianum nuestros hermanos ynuestras hermanas, sin excepción alguna, porque ha llegado un apóstol deCristoquevieneapredicar.Allí,loshermanosmeseñalaránaGlauco.

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—¿EnOstrianum?—repitióQuilón—.¡Peroesoestáfueradelaspuertasdelaciudad!Loshermanos…,¿todaslashermanas?…¿Porlanoche?Fueradelaspuertasdelaciudad,¡enOstrianum!

—Sí,padre;éseesnuestrocementerioyestásituadoentrelasVíasSalariayNomentana.¿Acasonosabíasqueelgranapóstoliráallíapredicar?

—Heestadofueradecasadosdías,porestonoherecibidosuepístola,yno sé dónde está Ostrianum, pues no hace mucho tiempo que llegué aquíprocedente de Corinto, donde me hallo encargado de la dirección de unacomunidadcristiana.Pero,comobiendices,allíencontrarásaGlaucoentreloshermanosylematarásenelcaminoderegresoalaciudad.Porelloteseránperdonadostodostuspecados.¡Yahora,quelapazseacontigo!

—Padre…

—Teescucho,siervodelCordero.

En el semblante del obrero se advertía una expresiónde perplejidad.Nohacía mucho tiempo había él matado a un hombre, acaso a dos; pero ladoctrina de Cristo prescribe no matar. Él no los había matado en defensapropia, porque hasta eso estaba prohibido. No los había matado, ¡no lopermitieraDios!,porlucro…Elmismoobispolehabíasuministradoalgunoshermanosparaque leayudaran,pero sinpermitirmatarle.Habíamatado sinquerer,contrasuvoluntad, inadvertidamente,porqueDios lehabíacastigadoaldotarledetantafuerzafísica,yahoraloestabaexpiandoduramente…Otrosobreros cantaban en el molino; pero él, hombre pecador y desgraciado, sepasabalashoraspensandoensudelitoyenlaofensaqueconélhabíainferidoalCordero…¡Cuántohabíaorado!¡CuántasveceshabíaimploradoelperdóndelCordero!Yparecíaquetodavíanohabíahechoendescargodesuculpalapenitencia proporcionada a ella. Ahora acababa de prometer nuevamentemataraltraidor…¡yhabíahechobien!Sóloselehabíaprescritoperdonarlasofensas que a élmismo le hicieran; sí, pues,mataría aGlauco, aun cuandofuese ante los ojos de todos los hermanos y hermanas que se hallaran enOstrianum al día siguiente. Pero desearía que Glauco fuese previamentecondenado por los hermanos más ancianos, por el obispo o por el apóstol.Matar no era para él una gran cosa, y matar a un traidor le parecía tanagradable como matar a un oso o a un lobo. Mas ¿y si Glauco perecíainocentemente? ¿Cómo gravar su conciencia con un nuevo asesinato, unnuevopecado,unanuevaofensacontraelCordero?

—Nohaytiempoparaabrirunjuicio,hijomío—respondióQuilón—.Eltraidor se apresurará a encaminarse directamente desde Ostrianum hastaAncio, donde se halla elCésar, o se ocultará en la casa de cierto patricio aquiensirve.Tedaréunsigno;sitepresentasdespuésdelamuertedeGlauco,elobispoyelgranapóstolbendecirántuacción.

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Yaldecirestosacódesubolsillounapequeñamonedayempezóabuscarensucinturónuncuchillo.Conlapuntadeéstegrabóenelsesterciolaseñaldelacruz.Entregóestamonedaalobreroyledijo:

—Ésta es la sentencia de Glauco y el signo para ti. Si lo presentas alobispodespuésdelamuertedeltraidorseteperdonarátambiénelotrocrimenquecometistecontratudeseo.

Elobreroextendióinvoluntariamentelamanopararecibirlamoneda;pero,comoconservabamuyfrescoenlamemoriasuprimerasesinato,experimentóunasensacióndeterrorydijoconvozcasisuplicante:

—Padre,¿tomarástúestehechosobretuconciencia?¿HasoídotúmismoaGlaucotraicionarasushermanos?

Quilóncomprendióqueleeranecesariodarpruebas,mencionarnombres,puesdeotramaneraladudapodríaintroducirseenelánimodelgigante.Ycasirepentinamente, un pensamiento oportuno cruzó por su cerebro como unrelámpago.

—Escucha,Urbano—dijo—.YovivoenCorinto,peroprocedodeCos,yaquí, en Roma, instruyo en la religión de Cristo a una doncella demi paísllamadaEunice.Ésta sirve en calidaddevestiplica en casadeun amigodelCésar, un tal Petronio. En esa casa he sabido cómo Glauco se hacomprometido a traicionar a todos los cristianos y, además, ha prometido aVinicio,queesotrodelosconfidentesdequesesirveelCésar,encontrarentreloscristianosyentregarleaunaciertadoncella.

Aquí se detuvo y miró con sorpresa al obrero, cuyos ojos chispearonrepentinamente,comosifueranlosdeunafiera,entantoqueensurostrosepintabaunaexpresióndeirasalvajeydeamenaza.

—¿Quétesucede?—preguntóQuilón,aterrorizado.

—Nada,padre;mañanamataréaGlauco.

Elgriegoguardósilencio.Unmomentodespuéstomódelbrazoalobrero,le hizo volverse demanera que la luna diera de lleno en su semblante y leexaminóconcuidado.

Evidentemente se estaba librando en su interior una lucha acerca de sillevaríamásadelantesuspreguntasyharíaplenaluzenelasunto,osiporelmomentosemostrabasatisfechoconloquehabíaoídoysospechado.

Por finprevaleció su ingénitaprudencia.Respiróhondamenteunayotravez, y luego, volviendo a colocar su mano sobre la cabeza del obrero, lepreguntóconvozenfáticaysolemne:

—¿EnelsantobautismotedieronelnombredeUrbano?

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—Sí,padre.

—Entonces,Urbano,¡quelapazseacontigo!

XVIII

PETRONIOAVINICIO

Tucasoesmalo,carissime.SeconocequeVenushaperturbadotusideasytehaprivadodelarazónylamemoria,comotambiéndelafacultaddepensarenotracosaqueenelamor.Leealgunaveztucontestaciónymicartayveráscuán indiferente se muestra tu espíritu a todo lo que no sea Ligia, cuánexclusivamente se halla ocupado en ella, cómo a ella vuelve siempre y semantieneydavueltasa sualrededor, comounhalcónsobre lapresaquehaelegido.¡PorPólux!Encuéntralapronto,porquesino,lapartedetuserqueelfuegonohaya reducidoa cenizas se transformará en la esfinge egipciaque,enamorada, según se dice, de la pálida Isis, se volvió indiferente y sorda atodo,limitándosetansóloaesperarlasnochesparapoderenellasmirarasuamadaconsusojosdepiedra.

Recorredisfrazadolaciudadenlasnoches,vesiquierestambiénahonrarcontupresencialosoratoriosdetufilósofo.Todocuantosirveparaalimentarlasesperanzasymatareltiempoesdignodeencomio.Perosiestimasenalgomiamistad,enobsequioaellatenpresenteesto:Urso,elesclavodeLigia,esevidentementeunhombrede fuerzanocomún.Asípues, alquilaaCrotónyhaced las excursiones juntos los tres; será esomás razonable ymás seguro.PuestoquePomponiaGrecinayLigia se hallan entre los cristianos, es cosaciertaqueéstosnohandeserlospícarosqueimaginanlamayorpartedelasgentes.Perocuandosetratedeunaovejadesurebañonobromean,comolodemostraronalarrebatarteaLigia.Cuandolleguestúaveraésta,sémuybienquenopodrásdominarteytratarásdellevártelaenelmomentomismo.Pero¿cómo podréis hacerlo tú y Quilónides? Crotón sería un auxiliar útil, auncuando diez ligios como Urso la protegieran. No permitas que Quilón seaproveche de ti, pero tampoco economices dinero tratándose deCrotón.Detodoslosconsejosquepudieradarte,ésteeselmejor.

Aquí han dejado ya de hablar de la pequeñaAugusta o de sostener quepereció por causa delmaleficio. Popea lo recuerda a veces todavía; pero elánimodelCésar sehalla comoocupadoenotras cosas.Porotraparte, si esciertoqueladivinaAugustahavueltoaquedarembarazada,lamemoriadelaniñaseborrarásindejarhuella.

Llevamos ya algunos días en Nápoles; mejor dicho, en Baya Si eres

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todavíacapazdepensar,estoyciertodequeatusoídoshabránllegadoecosdelavidaqueaquí llevamos,porquees seguroqueenRomanohandehablarhoydeotracosa.NostrasladamosdirectamenteaBaya,endondealprincipionosvimosinvadidosporlosrecuerdosdelamadreylosremordimientosdelaconciencia.

Pero ¿sabes tú hasta dónde ha llegadoAhenobarbus ya? Pues hasta eso:queaunelasesinatodesumadreseleantojóhoytansólountemaparahacerversos y un motivo para escenas trágicobufas. Anteriormente sentíaverdaderos remordimientos y los gemía, como cobarde que es. Pero ahora,cuandosehallaconvencidodequelatierrasiguecomoantesbajosuspies,yde que ningún dios se ha vengado, finge esos remordimientos tan sólo paraconmoveralasgentesporsusuerte.Aveces,porlanoche,saltadesucamadeclarando que las Furias le persiguen; nos despierta, mira a su alrededor,tomalasactitudesdelmalcomediante,declamaversosgriegosynosobservapara ver si le admiramos.Y le admiramos, al parecer, y en vez de gritarle:«¡Vete a dormir, bufón!», nos elevamos también hasta el diapasón de latragediaynos consagramosaproteger al gran artista contra lasFurias. ¡PorCástor!Alomenosestanoticiahabrállegadoatusoídos,quesehapresentadoal público de Nápoles y de los alrededores. Trajeron de la ciudad y de laspoblaciones de los alrededores a todos los truhanes griegos que pudieronencontrar,loscualesllenaronelrecintodelaarenacontaninfameolorasudory ajos, que doy gracias a los dioses porque en vez de sentarme con losaugustanos en las primeras filas, me quedé acompañando a Ahenobarbusdetrásdelaescena.¿Yquerráscreerqueteníamiedo?¡Miedodeverdad!Metomó la mano y la colocó sobre su corazón, que latía realmente conpulsacionesaceleradas;surespiraciónsehizomáscorta,yenelmomentoenquedebíapresentarseenescena,sepusotanpálidocomounpergaminoysufrentesecubriódegruesasgotasdesudor.Y,sinembargo,estabaviendoqueencadafiladeasientoshabíapretorianosarmadosdebastonesydispuestosaprovocarelentusiasmo,sillegabaasernecesario.Masnofuenecesarioapelara ese recurso. Ningún hato demonos de los alrededores de Cartago podríahaberaulladomásymejorque todaesacanalla.Te repitoqueeloloraajostrascendió hasta la escena; pero Nerón saludaba, se llevaba la mano alcorazón, enviaba besos a la concurrencia y derramaba lágrimas. Enseguidacorrió, tambaleándose como un ebrio, hacia nosotros, que le aguardábamosdetrásdelaescena,yexclamó:«¿Quésonlosdemástriunfoscomparadosconestetriunfomío?».Perolacanallaseguía,entretanto,aullandoyaplaudiendo,ciertacomosehallabadequeloaplaudidoporellasetraduciríaenfavoresyenbanquetesydonativosobilletesde loteríayenunanuevaexhibicióndelCésar-bufón.

Ynomeextrañaronsusaplausos,porquesemejanteespectáculonohabíasidovistoantesdeaquellaocasión.YacadamomentoNerónrepetía:«¡Mira

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loquesonlosgriegos!¡Mira loquesonlosgriegos!».Desdeesanoche,meparece que ha ido aumentando su odio a Roma. Entretanto, se enviaronapresuradamente correos especiales a la capital para anunciar el triunfo, yestamos esperando recibir uno de estos días la acción de gracias que ha detributarnoselSenado.Inmediatamente,despuésdelarepresentacióndeNerón,ocurrió aquí un extraño suceso. El teatro se desplomó de súbito, perojustamente después que toda la concurrencia se había retirado. Me hallépresenteentoncesypudeverqueniunsolocadáverfueextraídodelasruinas.Muchos,aunentre losgriegos,creenverenesteacontecimiento lacóleradelos dioses por haber sido degradada la dignidad del César; éste, por elcontrario, encuentra en él demanifiesto el favor de los dioses, quienes hantomadoevidentementebajo suprotecciónel canto suyoya todos losque leescuchaban.De aquí han resultado ofrendas en todos los templos y grandesaccionesdegracias.PeroNerónahora tienegrandesdeseosdeemprenderelviajehaciaAcaya.Noobstante,hacealgunosdíasmedijoqueteníasusdudasacercadeloquediríaelpuebloromano;quebienpodríasublevarseporamoraély,además,portemordequellegaranafaltarleslosacostumbradosjuegosydistribucionesdecerealesencasodeunaausenciamayordelCésar.

»Vamos, sin embargo, a Benevento a presenciar la magnificenciachapucera de la exhibición que Vatinio nos tiene preparada, y de allíseguiremosaGrecia,bajo laprotecciónde losdivinoshermanosdeHelena.Porloqueamírespecta,henotadounacosa:quecuandounhombresehallaentrelocos,sevuelvelocoélmismoyencuentraciertoencantoenlaslocurasdelosinsanos.Greciayelviajeenmilnaves;unaespeciedeentradatriunfalde Baco entre ninfas y bacantes coronadas de mirtos, pámpanos ymadreselvas; carros tirados por tigres; flores, tirsos, guirnaldas, gritos deEvohé!,música,poesíayaplausosaHellas.Todoestomeparecebien,peronosotros acariciamos además algunos proyectos de mayor atrevimiento.DeseamoscrearunaespeciedeOrientalImperium,unimperiodepalmeras,desol,depoesía,derealidadconvertidaensueño,yderealidadquetiendasóloaldisfrute de las delicias del vivir. Deseamos olvidar a Roma, fijar el eje delmundoenalgúnpuntosituadoentreGrecia,elAsiayEgipto;vivirnolavidadeloshombres,sinolavidadelosdioses;nosaberquécosaeslavulgaridad;vagar en doradas galeras bajo la sombra de velas de púrpura a lo largo delarchipiélago;seralavezApolo,OsirisyBaalenunapersona;serrosadoconlaaurora,doradoconel sol,plateadocon la luna;mandar, cantar, soñar. ¿Yquerrás creer que aunque poseo un sestercio de sentido común y un as dejuicio,medejoseducirportalesfantasías,que,aunqueimposibles,sonporlodemásgrandesyextraordinarias?…Seríaunimperiodeensueño,quepasadoslossiglospareceríaunaleyenda.AmenosqueVenustomaralaaparienciadeunaLigiaopor lomenosdeunaesclavacomoEunicey lavidaseadornaraconelarte,éstaresultaríavacíaytomaríalamayoríadelasveceslaapariencia

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delrostrodeunmono.

PeroBarbasdeCobrenolograrállevaracabosusplanes,siquieraseaporestacausa:queensufabulosoreinadodepoesíaydeorientalpoderíonohaysitio para la traición, la vileza y la muerte, y porque en él y por entre susactitudesdepoetaseadviertealdetestablecómico,altorpeaurigayalfrívolotirano.Entretanto, estamos ahogando a todo aquel que en alguna forma noscausadesagrado.

ElpobreTorcuatoSilanoyanoeshoysinounasombra:seabriólasvenashacepocosdías.LecanioyLicinioaceptancon terrorelconsulado.ElviejoTráseasnohadeescapara lamuerte,porque tiene laosadíadeserhonrado.Tigelinotodavíanohaconseguidoquemedenlaordendeabrirmelasvenas.Menecesitan aún, y no tan sólo cómoel árbitro de la elegancia, sino comohombresincuyoconsejoybuengustopodríafracasarlaexpedicióndeAcaya.Sinembargo,másdeunavezpiensoqueestohadeconcluirporabrirme,enefecto,lasvenas;¿ysabestúquéseráentoncesloúnicoquemepreocupe?ElqueBarbasdeCobrenoseapoderedemicopa,laquetúconocesyadmiras.Sitehallarascercademíenelmomentodemimuerte,sabesqueteladaría;siestuvierasdistante,laharépedazos.Peroentretantoaúntengoenperspectivael Benevento de los zapateros remendones y la Grecia Olímpica; tengotambién el Fatum, el cual, impenetrable e imprevisto, señala a cada uno elcamino.

Consérvate bien y alquila a Crotón; de otra manera te arrebatarán porsegunda vez a Ligia. Cuando Quilónides no te sea útil por más tiempo,envíamelo a donde yome encuentre.Acaso haga de él un segundoVatinio,ante el cual tiemblen los cónsules y senadores, como temblaban ante aquelcaballerode laLezna.Valdría lapenavivirparaver talespectáculo.CuandohayasencontradoaLigiaházmelosaberafindequepuedaofreceraambosunpardecisnesyunpardepalomasaquí,enel templocirculardeVenus.UnavezhevistoensueñosaLigiasentadasobretusrodillas,buscandotusbesos.Tratadequetalsueñoresulteprofético.¡Quenohayanubesentucielo,y,silas hay, que tengan el color y el aroma de las rosas! ¡Consérvate bueno, yadiós!

XIX

Apenas había terminado Vinicio la lectura de esta carta, cuando Quilónpenetró en su biblioteca, sin haber sido anunciado, pues tenían orden lossirvientesdeadmitirloacualquierhoradeldíaodelanoche.

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—¡Cólmete de favores la divina madre de tu magnánimo antepasadoEneas,cualconmigolohahechoelhijodeMaya!

—¿Qué quieres decir?—preguntóVinicio saltando del asiento donde sehallaba,juntoalamesa.

Quilónalzólacabezaydijo:

—Eureka!

El joven patricio se hallaba tan excitado que por largo tiempo no pudoarticularpalabra.

—¿Lahasvisto?—preguntó,porfin.

—HevistoaUrsoyhehabladoconél.

—¿Sabes,entonces,dóndesehallanocultos?

—No,señor.Otrohombre,porvanidad,hubierahechosaberal ligioquehabía adivinadoquién era; obienhubiera intentado averiguardóndevivíayhubierarecibidoentoncesunpuñetazo,despuésdelcualtodoslosasuntosdela tierrahabríancesadode interesarle,ohabríadespertado las sospechasdelgigante consiguiendo que, acaso en esa misma noche, se hallara la jovenocultaenotroescondrijo.Yonoheobradoasí.Mebasta,porahora,saberqueUrso trabaja cerca del Emporium al servicio de un molinero, que se llamaDemas,comounodetuslibertos.Yahora,cualquieresclavodetuconfianzapuedeirporlamañana,seguirsupistaydescubrirellugardondeseesconden.Asípues,tetraigosimplementelaseguridaddeque,hallándoseaquíUrso,ladivinaLigiatambiénestáenRoma.LasegundanoticiadequesoyportadoresquelajoveniráestanocheaOstrianum,contodaseguridad…

—¿AOstrianum?¿Dóndeeseso?—dijoViniciointerrumpiendo,yconunademánque, evidentemente, demostraba su deseode correr al punto al sitioindicado.

—Unantiguohypogeum,situadoentrelasVíasSalariayNomentana.Esepontífice máximo de los cristianos, de quien ya te he hablado, y al queesperaban, ha llegado, y esta noche predicará y bautizará en el cementerioindicado.Loscristianosejecutanocultamentesusprácticasreligiosas,porque,auncuandotodavíanosehanpronunciadoedictosquelasprohíban,elpueblolosodiay,portanto,sevenobligadosatomartodaclasedeprecauciones.ElmismoUrsomeha dicho que todos, hasta el últimode ellos, acudirían estanocheaOstrianum,porquenohayunoquenodeseeveryoír alque fueelprimer discípulo deCristo, y a quien llaman el apóstol.Y puesto que entreellos, tanto los hombres como las mujeres asisten a estas predicaciones, esposible que de las últimas tan sólo PomponiaGrecina no se halle presente,porque no podría explicar demodo satisfactorio a Plaucio, adorador de los

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antiguosdioses,suausenciadelhogardurantelanoche.PeroLigia,señor,quese halla bajo la custodia de Urso y de los ancianos de la comunidad,indudablementehadeasistirenunióndeotrasmujeres.

Vinicio,quehastaentonceshabíavividoenunestadofebrilpermanenteyalentado,pordecirlo así, tan sólopor la esperanza, ahoraque esa esperanzaparecíarealizarse,seviosúbitamenteinvadidoporladebilidadquesienteunhombredespuésdehechaunajornadasuperiorasusfuerzas.Quilónadvirtióestoyresolvióaprovecharsedeello.

—Cierto es —dijo— que las puertas se hallan vigiladas por tu gente,circunstanciaquehadeserconocidadeloscristianos.Peroéstosnonecesitanpuertas.ElTíber tampoco lasnecesita;yauncuandodesdeel ríohastaesoscaminoshaymuchadistancia,valelapenahacerunalargacaminataparaveralgranapóstol.Porotraparte,naturalesquetenganmilmanerasdesalvarlasmurallas,yséquelastienen.EnOstrianumencontrarásaLigia,señor,y,enelcaso de que no estuviese allí la joven, Urso acudirá sin falta, porque haprometidomataraGlauco.Mehadichoélmismoqueiríaylomataría.¿Hasoído, noble tribuno? Puedes seguir a Urso y descubrir dóndemora Ligia uordenaratugentequeseapoderendeélcomoasesino;yunavezquelotengasentusmanos,leharásconfesardóndehaocultadoalajoven.¡Hehecho,pues,todo lo posible! Otro, ¡oh señor!, te habría dicho que se había bebido diezcántarosdelmejorvinoencompañíadeUrsoantesdesonsacarlesusecreto,ote habría afirmado que había perdido con él mil sestercios al scriptaeduodecim;oquehabíacompradoesasnoticiaspordosmilsestercios,yyoséquetúmedevolveríasdobladasesassumas;yapesardetodo,siquieraunavezenmivida,quierodecirahoracomodurantemividaentera,hedeserhonrado,porquecreo,comolohadichoelmagnánimoPetronio,quetugenerosidadhadesersuperioratodasmisesperanzas.

Vinicio,que,comosoldado, tenía lacostumbredeobedecer tansóloasupropiodictamenentodocasoydeobrarenconsecuencia,seviodominadoporunadebilidadmomentánea,ydijo:

—Noteverásdefraudadoentuapreciaciónacercademiliberalidad,pero,antetodo,hasdeirconmigoaOstrianum.

—¿Yo a Ostrianum?—preguntó Quilón, a quien no le asistía el menordeseo de ir a ese lugar—. Noble tribuno, te he prometido indicarte el sitiodondeLigiaseoculta,masnosacarladeesesitioyentregártela…Piensatansólo, señor, lo que podría sucederme si ese oso ligio, una vez que hubiesedestrozadoaGlauco,seconvencierapositivamentedequesuacciónnohabíasidodeltodojusta…¿Nomeacusaríaamí,ciertamentequesinrazón,comoel instigadordelasesinatoyaperpetrado?Recuerda,señor,quemientrasmásfilósofoesunhombre,másdifícil espara él contestar satisfactoriamente las

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neciaspreguntasdelvulgo.¿YquécontestaciónhabríayodedarleentoncessimepreguntaseporquéhabíacalumniadoaGlauco?Sisospechasqueteestoyengañando,págamesólocuandotehayaseñaladolacasaendondeviveLigia.Yahora,demuéstramesiquieraunapartedetugenerosidad,porsitú,señor,loque todos los dioses juntos no han de permitir, sucumbes víctima de algúnaccidente,novayaaquedaryosinrecompensaalguna,yaquetucorazónnoseríacapazdesoportarsemejantedesgracia.

Vinicio se acercó a una caja llamada «arca» colocada sobre un pie demármoly,sacandodeellaunabolsa,selaarrojóaQuilón.

—Éstos son scrupula; cuandoLigia se encuentre enmi casa—le dijo—recibiráslamismabolsallenadeaurei.

—¡PorJúpiter!—exclamóQuilón.

PerofruncióelceñoVinicioyagregó:

—Aquí comerás y a continuación descansarás. No te moverás de aquíhastaelanochecer,ycuandocaigalanocheirásconmigoaOstrianum.

Eltemorylavacilaciónsepintaronenelsemblantedelgriego.Enseguidasetranquilizóunpocoydijo:

—¡Quiénpuedeoponerseatuvoluntad,señor!,yrecibemispalabrascomounfelizaugurio,igualquenuestrogranhéroeacogiópalabrassemejanteseneltemplo de Amón. En cuanto a mí —agregó sacudiendo la bolsa—, estos«escrúpulos»hansobrepujadoalosmíos,yestosinmencionartuamistad,queparamírepresentaunasuerteyunplacer.

Vinicio le interrumpió con impaciencia y le pidió detalles de suconversaciónconUrso.DeellosresultabaclaramentequesedescubriríaenlamismanocheelsitiodondeseocultabaLigiaopodríaVinicioapoderarsedeella en el camino, al regreso de Ostrianum. Y sólo al pensar esto se sentíaViniciotransportadodelocaalegría.

Teniendo ahora la certidumbre de hallar a Ligia, se desvanecía casi porcompletosucóleraysuresentimientocontraella.Acambiodelayacercanafelicidad, perdonaba toda ofensa. Pensaba en ella como en un ser amado ydeseadoyexperimentabalasensacióncomosihubieradevolvertrasunlargoviaje.Hastaleasaltabandeseosdereuniratodossusesclavosyordenarlesquedecorasenlacasaconfloresyguirnaldas.Entalhoranoconservabarencornisiquiera almismoUrso.Estabapronto aperdonar todo a todo elmundo.Elpropio Quilón, quien, a pesar de sus servicios, le había inspirado hastaentonces una especie de repulsión, se le presentaba ahora, por primera vez,como una persona entretenida y exenta de vulgaridad. Vio su casa másluminosa, le brillaron los ojos y su rostro parecía aclararse. Sus anteriores

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melancolíasydoloresnolehabíandadotodavía lamedidacabaldesuamorpor Ligia. Todo esto lo comprendía ahora cuando esperaba recobrarla denuevo. Sus anhelos despertaban en él, como la tierra, calentada por el sol,despiertaenprimavera;peroestavezeransusdeseosmenosciegosysalvajesymásregocijadosytiernos.Sesentía,asimismo,ahora,interiormente,poseídodeunaenergíasinlímites,yabrigabaunaespeciedecertidumbredequevieraélporsuspropiosojosaLigiaynitodosloscristianosdelatierrajuntos,nielmismoCésar,podríanestavezarrebatársela.

Quilón,animadoporel júbiloquesepintabaenel semblantedeVinicio,recobró su verbosidad y empezó a dar consejos. En su opinión, no podíaconsiderarseelasuntocomoganadocompletamente,yeranecesariotomarlasmayores precauciones, sin el auxilio de las cuales todo el trabajo hechopudieraresultarnulo.RogóaVinicioquenoarrebataseaLigiadeOstrianum.Deberían ambos ir allí con las cabezas cubiertas por caperuzas y oculto elsemblante, y limitarse a observar a lospresentesdesde algún rincónoscuro.Cuando vieran a Ligia sería lo más prudente seguirla a cierta distancia,observarenquécasaentraba,rodearéstaalamanecerporungrannúmerodeesclavos y llevársela a plena luz del día. Como era un rehén y pertenecíaespecialmentealCésar,bienpodríanhacerlosintemoralgunoalaley.

EncasodenohallarlaenOstrianumpodríanseguiraUrsoconelmismoresultado. Ir al cementerio con una turba de acompañantes no era práctico,porqueatraeríanfácilmentelaatenciónhaciaellos,yentoncesaloscristianoslesbastaríatansóloconapagarlasluces,comolohicieroncuandoLigiafueraptada,ysediseminaríanenlaoscuridadyendoaescondrijosquesóloellosconocían. Pero sería prudente que Vinicio y él fueran armados, y todavíamejorquellevaranconsigounpardehombresfuertesysegurosparaquelosdefendiesenencasonecesario.

Vinicio reconoció la conveniencia de todas aquellas indicaciones, y,recordandoalmismo tiempoelconsejodePetronio,envióasusesclavosenbuscadeCrotón,cuyassobrehumanasfuerzashabíaadmiradoyamásdeunavezenlaarena.Quilón,queconocíaatodoelmundoenRoma,sesintiómuytranquilizado cuando oyó el nombre del famoso atleta, y declaró que iría aOstrianum.

La bolsa llena de grandes áureos le parecía ahoramás fácil de alcanzarmediante la ayuda deCrotón.Así, pues, se encontraba demuybuen talantecuando se sentó a lamesa, adondedespuésde algunosminutos fue llamadoporeljefedelatrio.

Mientrascomíadijoa losesclavosquehabíaconseguidoparasuamounmaravilloso ungüento. El peor de los caballos al que se frotase con eseungüento los cascos dejaría atrás cualquier otro.Agregó que un cristiano le

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habíaenseñadoaprepararlo,pueslosjefesdeloscristianoseranmuchomásperitosenlosencantamientosymilagrosquelosmismoshabitantesdeTesalia,apesardeserTesalia famosapor sushechiceros.Loscristianos teníanenélinmensa confianza porque, era natural, cualquiera podía fácilmentecomprender lo que significabapez.YQuilón,mientras decía estas palabras,mirabaconfijezaalacaradelosesclavos,conlaesperanzadeencontrarentreéstosalgúncristianoydepoderinformardeelloaVinicio.Mascuandoseviodefraudado, se puso a comer y beber en cantidades desmesuradas, sineconomizarlasalabanzasalcocinero,ydeclarando,alavez,queibaahacerloposibleparacomprárseloaVinicio.

SualegríaseveíaperturbadatansóloporlaideadequealanochehabíadeencaminarseaOstrianum.Setranquilizaba,noobstante,alpensarqueiríadisfrazado,quesedisimularíaenlaoscuridadyleacompañaríandoshombres,uno de los cuales era, por su fuerza física, el ídolo de Roma, y el otro unpatricio y personaje de alta dignidad en el ejército. «Aun cuando lleguen aconoceraVinicio—sedijoasímismo—,noseatreveránalevantarunamanosobreél:yencuantoamí,trabajolesdoysilogranvermesiquieralapuntadelanariz».Luegoempezóarecordarlosdetallesdesuentrevistaconelobrero,yellolellenódesatisfacción.Noleasistíalamenordudadequeeseobreroera Urso. Conocía su fuerza extraordinaria por lo que le habían contadoVinicioylosesclavosquecondujeronaLigiadesdeelpalaciodelCésar.

CuandohabíapreguntadoaEuriciosiconocíaalgunoshombresdefuerzaexcepcional,noera,pues,extrañoqueaquélhubieraindicadoaUrso.Luego,laconfusiónyrabiaquesehabíanapoderadodelobreroalasimplemencióndeVinicioyLigia,noledejabalamenordudaacercadequeesaspersonassehallaban relacionadas particularmente con él; también el obrero había hechoalusión a la penitencia que estaba observando por su delito de matar a unhombre —y Urso había matado a Atacino—; finalmente, su aspectocorrespondíademaneraperfectaalretratoquedel ligiohabíahechoVinicio.Elcambiodenombreeraloúnicoquepodíasuscitaralgunaduda,peroQuilónnoignorabaqueconfrecuencialoscristianosadoptabannombresnuevosenlapilabautismal.

»LomejorseríaqueUrsomataraaGlauco—pensóQuilón—;perosinolomataraquedaríademostradocuándifícileselasesinatoparaloscristianos.Yopinté como un verdadero hijo de Judas a Glauco; estuve tan elocuente quehasta una piedra se habría conmovido, y, sin embargo, con ello conseguí aduraspenasqueeseosoligioasomaralagarra.Estuvovacilanteyhablódesupenitencia y de su arrepentimiento. Evidentemente, el asesinato no es cosaordinaria entre los cristianos.Hayqueperdonar lasofensaspropiasyde lasajenasnohayquevengarsedemasiado.Ergo,detente,Quilón,apensar;¿quépuedeamenazarte?AGlauconoleestápermitidovengarsedeti.SiUrsono

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mataaGlaucoencastigodeuncrimentangrandecomoestraicionaratodosloscristianos,muchomenoshadepodermatarteatiporlapequeñaofensadehaber traicionado a un solo cristiano. Además, inmediatamente que hayaindicadoaesteardorosopalomotorcazelnidodesutortolilla,melavarélasmanos de todo y trasladaré aNápolesmi persona. Los cristianos hablan deeso,deunaespeciedelavadodemanos;evidentemente,setratadeunnuevométodomercedalcualsiunhombretienealgúnnegociopendienteconellos,lo termina en definitiva con sólo recurrir a él. ¡Qué buenas gentes son esoscristianosycómoloscalumnianlosmalos!¡OhDios!¡Taleslajusticiadeloshombresenestemundo!

»Peroyoamoahoraesa religión,puestoqueprohíbematar;y siprohíbematar,porciertotampocopermiterobar,mentirylevantarfalsostestimonios;en consecuencia, no puedo declarar que, por ese lado, sea una religióncómoda.Esevidentequenosóloprescribe,comoenseñan losestoicos,bienmorir,sinotambiénvivirhonradamente.Sialgunavezllegoatenerfortunayuna casa como ésta y tantos esclavos como tiene Vinicio, acaso me hagacristianoportodoeltiempoquemeconvenga.Porqueunhombrericopuedepermitirsetodaclasedelibertades:hastaladeservirtuoso…¡Sí!Estaesunareligión de ricos; así pues, no comprendo cómo puede haber tantos pobresentresusprosélitos.¿Quéventajaspuedeacarrearles,yporquésedejanatarlasmanosporlavirtud?Hedeponermeameditarestoalgunavez.

»Entretanto,¡honorati,Hermes,porelauxilioquemehasprestadoparaeldescubrimientodeeseanimalote…!Pero,sitalhashechoporelinterésdelasdosblancasterneritasdelmismotiempoconcuernosdorados,noteconozco.¡Avergüénzate,asesinodeArgos!Undiostansabiocomotú,¿esposiblequenohayaprevistodesdearribaquenadarecibiría?Teofrecerémigratitud;ysiaellaprefieresdosbestias,túseráslabestiatercera,yentonces,enelmejordeloscasos,debierasconvertirteenpastorynoenDios.Ytencuidado,noseaque yo, como filósofo, pruebe a los hombres que tú no existes, y entoncestodoscesarándepresentarteofrendas.Teconviene,detodosmodos,estarenbuenasrelacionesconlosfilósofos».

Mientras así hablaba consigo mismo y con Hermes, se tendió sobre elbanco,pusobajosucabezaelmantoydormíaprofundamentecuandovinieronlosesclavosarecogerlamesa.

Despertó—mejordicho,ledespertaron—sóloalallegadadeCrotón.Sedirigió entonces al atrium y empezó a examinar, lleno de complacencia, lasformas de aquel maestro, ex gladiador, que parecía llenar todo con suinmensidad.Crotón acababade estipular el preciode la expedición, y ahoraconversabaconVinicio.

—¡PorHércules!—decía—.Ha sidomuyoportunoquemehayashecho

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hoy tu llamamiento, señor, porquemañana debo partir aBenevento, adondemereclamaelnobleVatinio,afindequeenpresenciadelCésarmeenfrenteconuntalSifax,elnegromásforzudoquehastahoyhaproducidoÁfrica.Yateimaginarás,señor,cómocrujirásuespinadorsalentremismanos,ycómo,además,lehedequebrarlanegraquijadaconelpuño.

—¡Por Pólux! Estoy seguro, Crotón, de que así lo harás —contestóVinicio.

—Y obrarás muy bien —agregó Quilón—. ¡Sí, rómpele, además, laquijada! Esa es una buena idea y a la vez un actomuy propio de ti. Estoydispuestoaapostarquelequebraráslamandíbula.Peroahora,Hérculesmío,debes frotarte las manos con aceite de oliva y ceñirte bien, porque, debessaberlo,posibleesque teencuentresconunverdaderoCaco.ElhombrequecustodiaalajovenporquienseinteresaeldignoViniciotiene,alparecer,unafuerzaexcepcional.

Quilón,aldecirestaspalabras,seproponíaestimularaCrotón.

—Cierto es—dijo Vinicio—; yo no le he visto, perome dicen que esehombrepuedesujetarauntoroporloscuernosyllevarlodondequiera.

—¡Ay!—exclamóQuilón,quiennohabríacreídoquelasfuerzasdeUrsollegaranhastaesepunto.

PeroCrotónriodesdeñosamente,ydijo:

—Dignoseñor,mecomprometoaarrebatarconestebrazoalapersonaquemeindiques,adefendermeconesteotrocontrasietedeesosligiosyatraerteladoncellaa tucasa,auncuandohubierandevenirenmipersecución todoslos cristianos de Roma como lobos de Calabria. Si así no fuese, que meapaleenaquímismo,enesteimpluvium.

—¡Señor,nopermitaseso!—exclamóQuilón—.Nosarrojaríanpiedras,yentonces¿dequénosserviríanlasfuerzasdeCrotón?¿Noesmejorsacaralaniñadelacasaynoexponerlaaella,oati,aunainnecesariadestrucción?

—Escierto,Crotón—dijoVinicio.

—Comorecibotudinero,¡hagotuvoluntad!Perotenpresente,señor,quemañanahedeiraBenevento.

—Tengoquinientosesclavosenlaciudad—contestóVinicio.

Enseguidahizoque,aunaseñalsuya,seretirasenambos;seencaminóalabibliotecay,sentándoseensuescritorio,dirigióaPetronioestaspocaslíneas:«El ligio acaba de ser encontrado por Quilón. Esta noche voy con éste yCrotónaOstrianumysacaréaLigiadesucasahoymismoomañana.¡Quelosdiosesteseanentodopropicios!Consérvatebien,¡ohcarissime!Laalegríano

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mepermiteescribirtemás».

Ydejandoentoncesaunladolapluma,empezóadarprecipitadospaseosporlaestancia.Yesque,ademásdelplacerquellenabasualma,ledevorabalafiebre.SedecíaquealdíasiguienteLigiaestaríaensucasa.Nosabíaporelmomentocómoconducirseconella,perosedecíaquesiellaleamara,élseríasusiervo.Traíaasumenteel recuerdode lasseguridadesque lehabíadadoActeaacercadelamorquelajovenleprofesaba,yestoleconmovíahastalomás íntimo de su ser. Siendo ello así, bastaría vencer enLigia las naturalesresistenciasqueoponeelpudordeunadoncellayllevaracumplimientotaleso cuales ceremonias que, evidentemente, prescribían las doctrinas delcristianismo.Ysisuamoreracierto,Ligia,unavezqueseencontraraensucasa,habríadecederalapersuasiónoalafuerzasuperiorydecirse:«¡Yaestáconsumado!», y con ello todo concluiría y tornaría la joven a mostrarseamanteycariñosa.EnesteinstantevinoQuilónainterrumpirelcursodetanoptimistaspensamientos.

—Señor—dijoelgriego—,acabadeocurrírsemeunaidea.¿Notienenloscristianosunossignoso«palabrasdepase»,sinlascualesesposiblequenosepermitaanadielaentradaenOstrianum?Yoséquetalsucedeenlosoratorios,y, en cada caso, he recibido ese santo y seña de Euricio. Permite, señor,entonces, que vaya a ver al viejo y le pida las instrucciones precisas y lossignosqueseannecesarios.

—Bien, noble sabio—contestó.Vinicio con regocijado acento—; hablascomounhombreprevisoryporelloeresdignodetodoelogio.Irás,pues,alacasa de Euricio o a cualquier otra casa que sea de tu agrado, pero, comogarantíadetuoportunoregreso,dejarássobreestamesalabolsadedineroquedemimanorecibistehacepoco.

Quilón,quenuncaseseparabadeldinerodebuenagana,sintióunaespeciede hormigueo en el cuerpo, mas obedeció y se puso en camino. Desde lasCarenas al Circo, en las inmediaciones del cual se hallaba el tenducho deEuricio, no había gran distancia; de manera que regresó mucho antes dellegadalanoche.

—Señor,tetraigoelsantoyseña,sinelcualnohabríamossidoadmitidos.Hetomado,además,minuciososdatosacercadelcamino.DijeaEuricioquenecesitaba ese santo y seña sólo paramis amigos, que yo no iría porque sehallabaelsitiomuydistanteparamiavanzadaedad;yque,entodocaso,yovería mañana personalmente al gran Apóstol, de cuyos labios podría oírentonceslarepeticióndelospárrafosmásselectosdesupredicación.

—¡Cómo!¿Túnoirás?¡Túdebesir!—exclamóVinicio.

—Ya sé que debo ir, pero tendré la precaución de presentarme allí

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perfectamenteencapuchado,yosaconsejoquehagáislomismosinoqueréisqueespantemosalospájaros.

Enefecto,empezaronenseguidaaprepararse,puesyaestabaoscureciendo.Sepusieroncapasgálicasconcapuchasyseproveyerondelinternas.Viniciosearmóyarmóasuscompañerosconpuñalescortosycorvos.Quilónsepuso,además, una peluca que se había procurado en el camino, al regresar de latiendadeEuricio.Porúltimo,emprendierontodoslamarchaapasorápido,afindesalirdelaciudadantesquecerraranladistantePuertaNomentana.

XX

EcharonaandarporelbarriodelosPatricios,alolargodelViminal,queconducíaalaantiguapuertadeestenombre,cercadelallanurasobrelacualhizoDiocleciano levantar después unos baños espléndidos. Pasaron frente alas ruinasde lamuralladeServioTulioypor sitioscadavezmásdesiertos,hastallegaralaVíaNomentana.Deallí,torcieronalaizquierdacondirecciónalaVíaSalaria,ysehallaronluegoenmediodecerrosllenosdearenales.Atrechos se encontraba también algún que otro cementerio. Entretanto, habíaoscurecidoporcompleto,ycomonosedejabaveraúnlaluna,leshabríasidodifícil dar con el camino de no habérselo indicando los mismos cristianos,segúnlohabíaprevistoQuilón.

En efecto, a la derecha, a la izquierda y delante de ellos se ibandistinguiendo las oscuras siluetas de otros tantos individuos que caminabancautelosamente por los arenales. Algunos de esos individuos llevabanlinternas,cubiertasenloposibleconlosmantos;otros,losqueconocíanmejorel camino, iban a oscuras. El experimentado ojo militar de Vinicio ibadistinguiendo, por sus movimientos, a los jóvenes de los viejos —que searrastraban—ydelasmujeres,queibancuidadosamenteenvueltasenlargosmantos.Evidentemente,lospocostranseúntesylosaldeanosquesalíandelaciudadendireccióna sushogares tomaríanaesoscaminantesnocturnosporobreros que se dirigían a los arenales, o por comunidades de sepultureros,cuyosmiembrosibandurantelanocheatomarparteenciertoságapesrituales.

Pero,amedidaqueavanzabaeljovenpatricioenunióndesuscompañeros,se veían brillar más y más linternas, y el número de caminantes se hacíamayor.AlgunosdeellosentonabanenvozbajaunoscánticosqueaVinicioleparecieronimpregnadosdenostalgia.

A intervalos llegaba a su oído alguna palabra o frase suelta de esoscánticos, como, por ejemplo: «Despierta tú que duermes», o «Levántate de

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entrelosmuertos»,yenotros,elnombredeCristoerarepetidoporbocasdehombresymujeres.PeroVinicioprestabapocaatenciónaestaspalabras,puesdurante todoel tiempo tenía fija en lamente la ideadequeunadeaquellasoscurasformaspodíaserLigia.

Alguien,alpasarcercadeél,decía:«¡Quelapazseacontigo!»«¡Alabadosea Cristo!», y él, entretanto, se sentía lleno de inquietud y el corazón lepalpitabaconfuerzaalimaginarsequeunadeesasvocesfueralavozdeLigia.A cada momento creía notar en medio de la oscuridad formas o ademanesparecidos a los de la joven, y sólo cuando se convenció de las repetidasequivocacionesqueibasufriendo,empezóadudardeltestimoniodesusojos.

Elcaminolepareciólargo.Conocíabienlasinmediaciones,masnopodíaprecisarconfijezaloslugaresenmediodelaoscuridad.Acadamomentoseencontrabaconpasosestrechos,restosdemurosoedificiosquenorecordabahabervistoanteriormenteenlosalrededoresdelaciudad.Finalmente,elbordedelalunasedejóverdetrásdeunamasadenubeseiluminóelcaminomejorque las tenues luces de las linternas. Por último, también se vio brillar a lolejos algo como una fogata o la llama de una antorcha.Vinicio se volvió aQuilónylepreguntó:

—¿EsOstrianum?

Quilón, en cuyo ánimo la noche, la distancia de la ciudad y la visiónincesante de aquellas sombras caminantes que semejaban fantasmas habíanhechounaprofundaimpresión,contestóconvozuntantoinsegura:

—Nolosé,señor;nuncaheestadoenOstrianum,perobienpodríanoraraDiosenalgúnsitiomáscercanodelaciudad.

Ydespuésdeunmomento,sintiendolanecesidaddeunaconversaciónquevinieseaaumentarsuvalor,agregó:

—Se congregan como asesinos; y, sin embargo, no les está permitidoasesinar,amenosqueeseligiomehayaengañadomiserablemente.

Vinicio,queentoncespensabaenLigia,sehallabatambiénsorprendidoalobservarlasprecaucionesyelmisterioconqueloscorreligionariosdelajovensereuníanparaescucharasupontífice;asípues,dijo:

—Comotodaslasreligiones,tieneéstasusprosélitosenelsenodenuestropueblo; pero los cristianos constituyen una secta judía. ¿Por qué, entonces,vienenacongregarseaquí, cuandoenelTranstíberhay templosa loscualesllevanlosjudíossusofrendasalaluzdeldía?

—Señor,losjudíossonsuspeoresenemigos.Heoídodecirqueantesdelreinado del César actual casi se llegó a la guerra entre judíos y cristianos.ClaudioCésar,aburridodeestosdesórdenes,expulsóatodoslosjudíos;mas

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ahora se ha abolido tal edicto.No obstante, los cristianos se ocultan de losjudíos y del populacho, el cual, como sabes, les imputa crímenes y losaborrece.

Siguieron después caminando en silencio por algún tiempo, hasta queQuilón,cuyomiedoaumentabaamedidaqueseibanalejandodelaspuertasdelaciudad,repuso:

—A mi vuelta de la tienda de Euricio pedí prestada una peluca a unbarbero y me he puesto dos habas en las fosas nasales. No han dereconocerme;ysitalsucediere,nomematarán.¡Nosongentesmalas!Hastaloscreomuyhonrados.Yolosestimoylosamo.

—Notratesdeganártelosconalabanzasprematuras—replicóVinicio.

Penetraronluegoenunahondonadaestrechaycerradaasuscostadospordoszanjas,sobrelascualespasabaunacueducto.Lalunasedespojóentoncesdesumantodenubesyalextremodelahondonadapudoverseunamurallacubiertaporunaespesacapadehiedraqueplateabanlosrayosdelaluna.EraOstrianum.ElcorazóndeVinicioempezóalatiraceleradamente.

Enlapuerta,doscavadoresdelascanterasrecibieronelsantoyseña.Unmomento después, el joven y sus acompañantes se encontraban en unespacioso sitio, amurallado por todos los costados. Aquí y allá habíamonumentosaisladosyenelcentrosehallabalaentradaalhypogeumocriptapropiamentedicha;enlaparteinferiordeestacripta,debajodelatierra,habíasepulturas, y a la entrada se veía una fuente.Mas era seguro que no podíacaberenelhypogeumgrannúmerodepersonas,porloqueViniciodedujosindificultadquelaceremoniahabríadeverificarseacielodescubierto,enelsitioamurallado,endondeprontoestuvoreunidaunaconcurrencianumerosa.

Hastadondepodía alcanzar lavistabrillaban las linternas,unas cercadelas otras, pero tambiénmuchos de los concurrentes habían venido sin traerconsigo luces. A excepción de algunos que se hallaban con la cabezadescubierta,losdemásteníanlacaperuzapuesta,unosportemoraunatraiciónyotrosporresguardarsedelfrío.Eljovenpatriciopensó,nosinalarma,quesihubierandepermanecerasínolesseríaposiblereconoceraLigiaenmediodelamultitudyaltenuefulgordeaquellasmortecinasluces.Pero,desúbito,ydemanera simultánea, fueron encendidas algunas antorchas de resina,formándoseconellasunapequeñahoguera.Pudoentoncesverseconclaridad.

Al cabo de algunos momentos, la multitud empezó a entonar un himnoextraño,primeroconvozreprimidayluegomásymásalto.Vinicionohabíaescuchado jamás un canto parecido. La misma inflexión de nostalgia quenotara en las plegarias entonadas por los que había encontrado camino delcementerio se advertía también en este himno, pero con más intensidad y

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relieve,llegandoporúltimosusacentosatomarproporcionestansolemnesyconmovedoras, como si a la par que los concurrentes al cementerio, lascolinas,lashondonadasytodaaquellaregión,ensuma,hubieranprorrumpidoen un lamento unísono de honda y patética plegaria de salvación. Vueltoshaciaarriba losojosyextendidas lasmanos,parecían loscircunstantesestarcontemplandoaquiendesdeelcielopudierabajarasullamamiento.

Cuando terminó el himno, sucedió un momento de silencio tanemocionante,queVinicioysuscompañerosmiraroninvoluntariamentehacialas estrellas, cual si aguardasen,medrosos,unprodigioo comosi realmentehubieradebajaralguien.ViniciohabíavisitadounamultituddetemplosenelAsia Menor, en Egipto y en la misma Roma; se había familiarizado conmuchas religionesdediversa índoley escuchadovariosde sushimnos;masaquíveíaporprimeravezquetaleshimnoseranunaespeciedellamamientohechoaDiospor susadoradores,noconelpropósitode llevara efectounaceremonia prescrita en algún ritual, sino que nacía de lo más hondo delcorazón y con acentos semejantes a los de un hijo que se dirigiese conañoranza a su padre o a sumadre.Necesario era ser ciego para no ver queaquellasgentesnosólorendíanhomenajeaDios,sinoquetambiénleamabancon todasualma.Vinicionohabíasidoespectadordecosasemejante,hastaentonces, en comarca alguna, en ninguna ceremonia, ni dentro de ningúnsantuario, pues tanto en Roma como en Grecia los que todavía seguíanhonrandoalosdioseslohacíantansóloafindeobtenerayudaparasímismosomovidosporelmiedo,perosinpensarquefueraposibleamarlos.

A pesar de tener lamente ocupada por Ligia y la atención pendiente debuscarla entre la gente, no dejó de advertir aquellas cosas raras yextraordinariasqueallíestabansucediendo.

Entretanto, arrojaron algunas antorchas más a la hoguera, la cual llenóahora el cementerio de una luz viva, a cuyo fulgor se apagaron los tenuesdestellosde las linternas.Enestemomento,unancianoquevestíaunmantoconcapucha,perollevabadescubiertalacabeza,pareciósurgirdelhypogeumysubirsobreunapiedraquehabíacercadelfuego.Lamultitudseinclinabaasu paso. Voces próximas a Vinicio dijeron muy quedo: «¡Pedro! ¡Pedro!».Algunossearrodillaban,otrosextendíanlasmanoshaciaél.

Sucedió un silencio tan profundo, que podía escucharse hasta el chirridoespecial que producían los fragmentos de resina al ir consumiéndose en lasantorchas,eldistantecrujirderodadurasenlaVíaNomentanayelsilbidodelviento al soplar sobre los escasos pinos que se alzaban inmediatos alcementerio.QuilónseinclinóhaciaVinicioyledijoenvozbaja:

—¡Éseesél!¡ElprimerdiscípulodeCristo:unpescador!

Elancianoalzólamanoy,haciendoconellalaseñaldelacruz,bendijoa

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los presentes, quienes, simultáneamente, cayeron de rodillas. Vinicio y suscompañeros,portemoratraicionarseasímismos,siguieronelejemplodelosdemás.Eljovennopudo,porelmomento,reunirtodaslasimpresionesqueensumente se agolpaban, pues le parecía que la forma humana que allí teníadelanterevestíaalavezeldoblecarácterdelosencilloydeloextraordinario,y,loqueeramáspeculiar, losobresalienteenaquelhombreparecíaprovenirprecisamente de su propia sencillez. No llevaba aquel anciano mitra en lacabeza,niguirnaldadehojasderoblesobrelassienes,nipalmasenlamano,nitablilladeorosobreelpecho,niblancatúnicabordadadeestrellas;enunapalabra, no se veía sobre él ninguna de las insignias que solían ostentar lossacerdotesorientales,egipcios,griegoso los fláminesromanos.YViniciosesorprendióalnotardenuevoelcontrastequehabíaadvertidoalescucharloshimnoscristianos.

Porqueaquelpescadorlehizoelefectonodeunelevadopontífice,versadoenlosceremonialesdeunrito,sinomásbiendeuntestigosencillo,anciano,queinfundíaunainmensaveneración,queacababadehacerdesdemuylejosunajornadaconelfindedivulgarunaverdadporélvistaypalpada,verdadenlaque creía comocreía en su existencia, yverdadque amaba, precisamenteporquecreíaenella.Había,porconsiguiente,enlaexpresióndesurostrotodoelpoderpersuasivoydeconvicciónquesóloenlaverdadreside.YVinicio,que había sido escéptico, que no deseaba ceder a la influencia de aquelanciano, hubo de rendirse, no obstante, a una especie de curiosidad febril,cuyo objetivo era saber qué argumentos brotarían de los labios de aquelcompañerodelmisterioso«Cristo»ycuáleseranlascreenciasqueprofesabanLigiayPomponiaGrecina.

Entretanto, Pedro empezó a hablar y lo hizo desde el principio comounpadrequeinstruyeasushijosylesenseñalamaneradevivir.Lesprescribióque renunciaran a los excesos y al placer, que amasen la pobreza, la vidahonesta y la verdad; que soportaran con paciencia las injusticias ypersecuciones,queobedecieranasusjefesyautoridades,queseguardasendela traición, del engaño y de la calumnia, y, por último, que en su propiasociedad se dieranmutuamente buenos ejemplos y los dieran también a lospaganos.

Vinicio, para quien su concepto del bien consistía en estimar como talcuanto pudiera contribuir a devolverle a Ligia, y como unmal todo lo queconstituyese una barrera entre ambos, se sintió aludido por alguno de estosconsejos,loscuales,portanto,leirritaron.Leparecíaquealrecomendarunavidapuray en lucha incesante con los deseos, el ancianoosabano tan sólocondenarsuamor,sino,asimismo,incitaraLigiacontraélyconfirmarlaenlaoposición. Comprendía que si la joven se hallaba en aquella reuniónescuchandotalesexhortacionesyhacíacasodeellas,debíaconsiderarlecomo

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unenemigodeestasenseñanzas.Yla indignaciónseapoderódeélanteestaidea.

«¿Qué ha dicho de nuevo ese hombre? —pensó—. ¿Es ésta la nuevadoctrina desconocida? Todo el mundo sabe eso: todo el mundo lo haescuchadoantes.Loscínicoshanrecomendadolapobrezaylarestriccióndelasnecesidades;Sócrateshaprescritolavirtudcomounacosaantiguabuena;elprimer estoico aquienunoencuentra, si bien sea el propioSéneca—quetiene quinientas mesas de madera de limonero—, ensalza la continencia,recomienda la verdad, la paciencia en las adversidades, la fortaleza en elinfortunio;ytodoesoescomoel trigoviejo,quesecomenlosratones,peroquelagenterechazaporquehuelemal».

Y,ademásde lacólera, se sentíaposeídoporunaespeciededesencanto,pues había esperado llegar al descubrimiento de secretos desconocidos ymisteriososycreídoqueporlomenosescucharíaaunretóricodesorprendenteelocuencia.Entretanto,habíanllegadotansóloasusoídospalabrasllenasdesencillezydesprovistasdetodoadorno.Asípues, loúnicoquelesorprendíaeraelsilencioyelrecogimientoconqueaquellamultitudescuchaba.

El anciano seguía dirigiéndose a aquellas gentes llenas de silenciosaatención, y las exhortaba a que fuesen buenas, humildes, pacíficas, justas,pobres, puras, no para disfrutar de tranquilidad durante el curso de suexistencia, sino para después de su muerte vivir en unión de Cristoeternamente, llenas de felicidad, gloria, alegría y goces tales, que no seríaposible encontrarles paralelo en el mundo. Y aquí Vinicio, aunque yadesfavorablemente predispuesto, no pudo por menos de notar la diferenciaexistente entre estas enseñanzas del anciano y las de los cínicos, estoicos yotros filósofos. Estos últimos proclamaban el bien y la virtud como cosasrazonables, las únicas verdaderamente prácticas que en la vida existían;mientras que Pedro prometía la inmortalidad, y no inmortalidad del Hades,llena de aburrimiento y vacío, sino una vida rodeada de magnificencia ycomparabletansóloalavidadelosdioses.

Pedro hablaba, entretanto, de esa vida como de una cosa perfectamentecierta;demaneraque,envistadesemejantefe,lavirtudllegabaaalcanzarunvalor sin límites y los infortunios de esta existencia se volvían asimismoincomparablemente llevaderos. Sufrir momentáneamente, en espera de unafelicidadsintérmino,escosatotalmentedistintaasufrirporquetaleselordende laNaturaleza.Yelancianocontinuabadiciendoque lavirtudy laverdaddebían ser amadas por sí solas, por su propio valor, puesto que eraDios lasuprema bondad, y la eterna virtud, que había existido en todo tiempo; asípues,quienamabaelbienylavirtudamabaaDios,yporesemismohecho,llegabaaserunhijopredilecto.

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Vinicio no comprendía bien todo esto, pero desde antes sabía, por laspalabras que Pomponia Grecina había dicho a Petronio, que, según lascreencias de los cristianos, Dios era uno y todopoderoso. De manera quecuandoahoraoyódecirque tambiénera infinitamentebuenoy justo, pensó,involuntariamente,queenpresenciadesemejantedemiurgo,Júpiter,Saturno,Apolo,Juno,VestayVenusapareceríancomounagentuzavanaybulliciosa,ya que se reunían para jugarmalas pasadas a los humanos, sin perjuicio dehacerlocadaunoporseparado.PeroloquemássorpresacausóaViniciofueoír ladeclaracióndelancianodequeDiosera tambiénelamoruniversal;deahíquetodoelqueamaraasussemejantes,cumplíaelmandatosupremodeDios. Y no bastaba amar a los habitantes de la propia nación, porque elHombre-Dios había derramado su sangre por todos y encontrado entre lospaganosservidorestanescogidosdesudoctrinacomoCornelio,elcenturión;tampocobastabaamarsóloalosquenoshicieronelbien,porqueCristohabíaperdonadoalosjudíosqueledieronmuerte,yalossoldadosromanosqueleclavaronenlacruz.

Así pues, debíamos no sólo perdonar, sino también amar a los que nosofendieron,yvolverlesbienpormal;nobastabaentoncesamaralosbuenos:eradebernuestroamarasimismoalosmalos,puessólomedianteelamornosseríaposibledesterrardeelloslamaldad.

Quilón,alescucharestaspalabras,pensóquesehabíamalogradotodosutrabajo,quejamásenelmundoseatreveríaUrsoamataraGlauconiaquellanoche ni en otra alguna. Pero se alegró, al mismo tiempo, con otraconsecuenciaquededujodelasenseñanzasdelanciano:quetampocoGlauco,auncuandoledescubrierayreconociera,podríamatarle.

Vinicioyanoopinabaahoraqueen laspalabrasdePedronohabíanadanuevo;porelcontrario,sepreguntóconasombro:

—¿QuéclasedeDioseséste,quéclasedereligiónyquéclasedegentessonéstas?

Porque todo cuanto acababa de oír no podía hallar cabida en su cabeza.Para él, todo aquello eran increíbles conceptos nuevos. Sentía que si, porejemplo, él deseaba seguir tales enseñanzas, tendría que arrojar a una piratodossuspensamientosycostumbres, sucarácterysu índole toda, talcomohabíansidohastaaquelinstante,reducirlosacenizasyluegollenarsuserdeunavidatotalmentedistintayforjarseunalmaenteramentenueva.

La doctrina que le ordenaba amar a los partos, sirios, griegos, egipcios,galos o britanos, perdonar a los enemigos, devolverles bien por mal y aunamarlosse leantojabauna locura.Y, sinembargo,almismo tiempo tenía laintuicióndequealgohabíaenestamismalocuramáspoderosoquetodoslossistemas filosóficos hasta entonces conocidos. Pensaba que a causa de su

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locuraesareligióneraimpracticable;peroacausadesumismadificultad,eratambiéndivina.

Yensualmalarechazaba;perosentíaalhacerloasícomosiseapartaradeunapraderadefloresimpregnadadeembriagadorperfume,yquecuandosehaaspiradounavez—comoocurreenlatierradeloslotófagos—seolvidabadetodaslasdemáscosasparasiempreysentíanostalgiaporesatierra.Leparecíaque en ella no había nada de real, y al mismo tiempo comparada con larealidaderaalgo tandespreciablequenomerecía lapenaque sepensaraenella.

Seviorodeadodevastosespaciosantesnisospechados,yalavezquelaintuicióndelainmensidadsentíalasnubesdelaincertidumbre.

Aquelcementeriocomenzabatambiénacausarlelaimpresión,alaparqueunareunióndelocos,deunsitiollenodemisterioydepavor,enelcual,comosi fuera tomando formadentrodeunacunamística, estabaapuntodenaceralgo que hasta aquel momento no había existido en el mundo. Y Viniciorecordó todo lo que desde el principio de su predicación había dicho elancianoacercadelavida,delaverdad,delamorydeDios,ysentíaquetodasaquellasideasledeslumbrabaninteriormenteconsusfulgores,alamaneraquedeslumbra la vista y ciega el fulgor de los relámpagos que iluminan elhorizonte en sucesión incesante.Y como sucede siempre a las personas quehanconcentradosuexistenciaenunasolapasión,Viniciopensabaen todoatravés de su amor por Ligia, y a la luz de esos destellos se le presentabaclaramente una idea: que si Ligia estaba allí, si confesaba y sentía aquellareligión,jamásseconvertiríaensuamante.

Por primera vez entonces, desde el día en que la conociera en casa deAulo,comprendióque,auncuandoahoraencontrasealajoven,nollegaríaaposeerla.Nuncahabíapensadonadasemejante;peroahora,aunquenosabíadarse cuenta de ello, por tratarse deun sentimiento indefinidoypoco claro,presentíaalgunadesgraciaounapérdida irreparable.Yentoncesbrotóensuespírituunsentimientodealarmaqueprontofueasumiendolasproporcionesde una tempestad iracunda contra los cristianos en general y contra aquelancianoenparticular.Aquelpescador,queasimplevistalehabíaparecidounaldeano, ahora casi le aterrorizaba, pues se le antojaba como unmisteriosofatum que iba como a decidir de su suerte inexorable, y al mismo tiempotrágicamente.

Denuevoloscavadoresagregaron,sinsernotados,nuevocombustiblealahoguera.Elvientocesódesilbarentre lospinosy la llamase irguió rectaycomo dirigiendo su delgado vértice hacia las estrellas, que brillaban en unfirmamentodiáfano.

YhabiendohechomencióndelamuertedeCristo,elancianoseconcretóa

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hablartansólodeÉl.Todossusoyentesconteníanelalientoenmediodeunsilencioahoramásprofundoqueelanterior,hastaelpuntodequehubierasidoposible escuchar el latido de los corazones. ¡Aquel hombre había visto! Ynarraba los hechos de que fuera testigo, como quien tiene en la memoriagrabadocadaepisodio,cadamomento,cadaparpadeo,demaneratal,queauncerrandolosojosloveíatodo.Lesdijo,pues,cómoasuvueltadelpiedelacruz,élyJuanhabíanpermanecidosentadosenelcenáculoporespaciodedosdías y dos noches, sin comer ni dormir, embargados por el sufrimiento, eldolor, la alarmay la duda, oculta la cabeza entre lasmanos y pensando tansóloqueÉlhabíamuerto.¡Ay,aquellosíquefueduro,muyduro!

Había amanecido el tercer día, reflejando su luz en las murallas yencontrandoaJuanyaél sentados juntoa lapared.Cuando los torturabaeldeseodeentregarsealsueño—nohabíandormidodesdelanocheanterioralaPasión—, se levantaban y volvían a lamentarse. Mas apenas salido el sol,María de Magdala, jadeante, desmelenado el cabello, se había precipitadodentrodelaestanciaexclamando:

—¡SehanllevadoalSeñor!

OídolocualporélyporJuan,sehabíanlevantadobruscamenteycorridohaciaelsepulcro.Juan,queeramásjoven,habíallegadoelprimero;vioaquelrecinto vacío y no se atrevió a entrar. Sólo cuando se hubieron reunidoaquellastrespersonasalaentrada,él,Pedro,habíapenetradoenelsepulcroyencontradosobrelalosaunlienzoyunsudario;peroniseñalesdelcuerpodeCristo.

El temor se había apoderado entonces de ellos ante la idea de que lossacerdotes se hubieran llevado a Cristo, y ambos apóstoles habían vuelto,poseídosahoradelamásintensaamargura.

Otros de los discípulos se les habían reunido más tarde y elevado unaplegaria,yajuntos,afindequeelSeñordelosejércitospudieraescucharloscon mayor benevolencia, ya separados, y uno después de otro. Sintieronentonces el alma angustiada, pues habían esperado que el divino Maestroredimiesea Israel,yhabía transcurridoyael tercerdíadesde sumuerte.Nocomprendían,pues,porquéelPadrehabíaabandonadoalHijo;preferíannoverlaluzdeldía:¡tantremendoeraelpesoquegravitabasobresusalmas!Yaunenaquellosmomentos,elrecuerdodetanterriblesescenasarrancabaalosojosdelancianodosgruesas lágrimas,quesehicieronvisiblesa la luzde lahoguera y rodaron luego por su encanecida barba. Temblaba su calva yvenerablecabeza,ymoríanensupecholosdolientesacentosdesuvoz.

«Esehombredicelaverdadylloraporquesiente»,sedijoViniciodesdeelfondodesualma.

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Y, entretanto, el dolor anudaba también la garganta de los creyentes dealma sencilla. Más de una vez habían oído hablar de los sufrimientos deCristo,yeraporellossabidoasimismoquelaalegríaseguiríaaldolor,peroalescucharlanarracióndelapóstolquetodoaquellopresenciara,seretorcíanlasmanosaimpulsosdelacongoja,sollozandoogolpeándoseelpecho.

Masluegosetranquilizaronanteeldeseodeseguirescuchandoalapóstol.Elancianocerróentonceslosojos,cualsiquisieradeesemodoconcentrarensualmalavisiónclaradeescenasdistantes,yprosiguióasí:

—Mientras los discípulos estaban lamentándose y orando, María deMagdalapenetróporsegundavezenlaestancia,exclamandoquehabíavistoalSeñor,nohabiéndolereconocidoalprincipioporelbrilloquelerodeabaylehabíaconfundidoconeljardinero.Ellahabíallamado«¡María!»,alocualhabíaexclamadoella:Rabboni!,postrándoseasuspies.Élentoncesleordenóque reuniera a sus discípulos, y enseguida desapareció. Pero ellos, losdiscípulos,nohabíandadocréditoaMaría,yalverlallorardealegría,unoslareconvinieronyotrosjuzgaronqueeldolorlehabíaperturbadoeljuicio,puesdijotambiénquehabíavistoángelesenelsepulcro;masellosacudieronaélpor segundavezy lo encontrarondesierto.Por la tarde se presentóCleofás,quienhabíavenidoconotrohombredesdeEmmaús,yambosvolvieronprontodiciendo:«¡ElSeñorharesucitado!».Ysepusieronadiscutirelcasoapuertacerrada,por temora los judíos.Y,entretanto,Él sedejóverentreellos, auncuandonosehabíasentidoabrirlapuerta,ycuandoellosdemostrarontemor,lesdijo:«¡Quelapazseaconvosotros!».

»Yyolevi,comolevierontodos;yÉleradiáfanocomolaluzycomoladichaquesintieronnuestroscorazones,puesentoncescreíamosquesehabíalevantadodeentrelosmuertosyquelosmaressesecaríanylasmontañassereduciríanapolvo;perosuglorianopereceríajamás.

»Despuésde transcurridosochodías,TomásDídimopusoeldedoen lasheridasdelSeñoryletocóelcostado;entonces,cayendopostradoasuspies,exclamó:"¡MiDiosymiSeñor!"."Porquemehasvisto,hascreído;¡benditosseanlosquenohanvistoyhancreído!",dijoelSeñor.Ynosotrosescuchamosesas palabras, y nuestros ojos le vieron, porque se hallaba en medio denosotros.

Viniciohabíaseguidoescuchando,yalgoextrañosehabíaoperadoensualma.Porunmomentoseolvidódelsitioendondeestaba;empezóaperderlasensacióndelamedida,eldiscernimientodeljuicio.Sehallaba,enefecto,enpresenciadedosimposibilidades.Nopodíacreerloqueelancianodecía,yalpropiotiempoparecíaqueeramenesterestarciego,orenunciaraltestimoniode la propia razón, para admitir que estuvieramintiendo aquel hombre quedecía:«Yolevi».Porquealgohabíaensusademanes,ensuslágrimas,ensu

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aspecto y en los detalles de los acontecimientos por él narrados que hacíaimposible todasospecha.Pormomentosse imaginabaVinicioestarsoñando.Pero a su alrededor veía a la silenciosamultitud, hería suolfato el olor quedespedíanlaslinternas,yallado,ysobrelapiedravecinaalacripta,sealzabaun anciano de cabeza temblorosa, a quien esperaba pronto la tumba, quien,actuandocomotestigo,repetía:

—Yolevi.

Y Pedro refirió luego a sus oyentes todos los demás episodios, hasta laascensiónalcielo.Avecestomabaalgúndescanso,puessunarracióneramuydetallada;maspodíaobservarsequehastaelmínimodetalleselehabíafijadoenlamemoria,comosefijaenunapiedraloquehasidograbadoenella.

Los que le escuchaban parecían embargados por una especie de éxtasis.Habíanechadohaciaatrássuscapuchasafindeoírmejorynoperderniunasola de aquellas palabras que para ellos no tenían precio. Les parecía quealgúnpodersobrehumanoloshabíatransportadoaGalilea;quesepaseabanenunióndelosdiscípulosporaquellasarboledasysurcabanaquellasaguas;queaquelcementeriosehabíatransformadoenellagoTiberíades;queasuorilla,ydestacándoseenmediodelastinieblasdelamañana,veíanaCristo,enpie,talcualsehallaracuandoJuan,divisándoledesdeelbote,habíadicho:«EselSeñor»; y Pedro se había arrojado a nado, a fin de llegar más pronto apostrarseasusadoradospies.

Enlossemblantesdelosoyentesseadvertíaunéxtasisilimitado,unolvidode la vida, un transporte y un amor inconmensurables. Era evidente quedurante laprolongadanarracióndePedroalgunosdeellos sehabían sentidocomobajoelinflujodevisionesextraterrenas.

YcuandoempezóareferircómoenelmomentodelaascensiónlasnubessehabíancerradobajolospiesdelSalvadorylehabíancubierto,ocultándoleluegoalavistadelosapóstoles,todaslascabezassealzaroninstintivamentehacia el cielo, sucediéndose un momento de expectativa, como si todasaquellas gentes esperasen ver allí al Señor o presenciar su descenso de lasregiones etéreas para ser testigo de cómo el anciano apóstol apacentaba lasovejasquelehabíansidoconfiadasyparabendecirleaélyasurebaño.Romanoexistíapara aquellamultitud, ni el locoCésar; ni existían los templosdediosespaganos; sólohabíaparaellosCristo,Cristoque llenaba la tierra, losmares,loscielosyelorbeentero.

Yentretanto,enlaslejanascasasesparcidasaquíyallá,alolargodelaVíaNomentana,cantabanlosgallosanunciandolamedianoche.Enaquelinstante,QuilóntiródeunextremodelmantodeVinicioydijoasuoído:

—Señor,allí,nolejosdelanciano,veoaUrbano;conélsehallaunajoven.

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Viniciosesacudiócomosisetrataradesalirdeunsueño,yvolviendolavistaenladirecciónseñaladaporelgriego,vioaLigia.

XXI

Alavistadelajoventemblóhastalaúltimafibradelpatricio.Seolvidódelamultitud,delanciano,desupropiasorpresaantelasincomprensiblescosasqueacababadeescuchar:sólomirabaaLigia.¡Porfin,despuésdetodossusesfuerzos, después de tan largos días de intranquilidad, tribulación ysufrimiento la había encontrado! Por primera vez comprendió que el júbilotambién podía abalanzarse sobre el corazón como un animal salvaje yoprimirlo,estrujarlohastadejarlosinaliento.

El, que hasta hacía poco se había imaginado que la Fortuna se habíaimpuestounaespeciedeobligacióndecumplirtodossusdeseos,ahoraapenasprestabacréditoasuspropiosojosnisedabacuentadesupropiafelicidad.Ano ser por ese recogimiento de incredulidad o de estupor, quién sabe si suíndole impulsiva y apasionada no le hubiera precipitado a dar algún pasoimprudente. Pero deseaba asegurarse antes de que aquello no era unacontinuacióndelosprodigiosquellenabansucabeza;necesitabaestarsegurodequenoeraunsueño.Masnopudocaberle lamenorduda:veíaaLigiaysólounadistanciadepocospasosleseparabadeella.Sehallabaaplenaluz,demaneraquepodíagozarseensuvistacuantoquisiera.

Lacapuchahabíacaídodesucabezayhabíadespeinadosuscabellos;teníaloslabiosligeramenteentreabiertos,alzabalavistahaciaelapóstol,elrostropendiente de sus palabras, que parecían tenerla como en éxtasis. Vestía unoscuromantodelana,comounahijadelpueblo.Vinicionuncalahabíavistotan bella, y a pesar de la verdadera confusión de sentimientos e ideas quebullía en su interior, le impuso el contraste de la nobleza y distinción deaquellaadmirablecabezapatriciaconsutraje,quepodíahabersidoeldeunaesclava.

Suantiguoamorleenvolvióahoracomounainmensallamamezcladoconunextrañosentimientodenostalgia,homenaje,admiraciónyfervienteanhelo.Sucontemplaciónleproducíaplacer,ysesaciabaconellacomoconelaguavivificantedespuésdeunalargased.

Enpiealladodelgigantescoligioleparecióahorademenorestaturaqueantes, casi una niña; notó, además, que había adelgazado; su cutis se habíavueltocasitransparente,yenconjuntoleproducíalaimpresióndeunaflor,oun espíritu. Pero todo aquello le hacía desear aúnmás a aquellamujer, tan

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diferentede todas lasmujeresquehabía conocido antes, oque anteshabíansidosuyasenOrienteyenRoma.SedecíaqueporellalashabríadadoatodasyaRomayalmundoentero,porañadidura.

Así, habría llegado a ensimismarse por completo y a olvidarse de todocuantolerodeabaanoserporQuilón,quientirónuevamentedelbordedesumanto, lleno de temor ante la idea de que hiciese algo que pudieradenunciarlos.Entretanto, los cristianos volvieron a sus cánticos y oraciones.LuegoatronólosaireselMaranatha,yenseguidaelapóstolbautizóconaguade la fuente a aquellos que los presbíteros presentaban preparados ya pararecibirelbautismo.

LeparecíaaVinicioqueaquellanochenoibaa terminar jamás.DeseabaahoraseguiraLigiacuantoantesyapoderarsedeellaenelcaminoderegresoasucasa.

Por último, empezaron algunos a salir del cementerio, y Quilón dijoentoncesaloídodeVinicio:

—Salgamoshasta lapuerta,señor;nonoshemosquitadolacapuchaylagentenosobserva.

Yasíera,enefecto,puesenelcursodelapredicacióndelapóstoltodossehabían echado hacia atrás las capuchas para escucharmejor, y ellos, por suparte, nohabían seguido este ejemplo.Demaneraque el consejodeQuilónpareció prudente aVinicio.Deteniéndose delante de la puerta podrían ver atodoslosquesalieran,yencuantoaUrso,erafácilreconocerleporsusformasysuestatura.

—Losseguiremos—dijoQuilón—yveremosaquécasavan.Ymañana,omejordichohoy,podrásrodearconesclavoslasentradasyllevártela.

—¡No!—dijoVinicio.

—¿Quépretendeshacer,señor?

—La seguiremos hasta su casa y la llevaremos ahora mismo si quieresencargartedelaempresa,Crotón.

—Perfectamente—contestóelatleta—,ymecomprometoaentregarmeaticomoesclavosinorompoelespinazodelbisontequelacustodia.

Pero Quilón se consagró a la tarea de persuadirlos y de suplicarles portodoslosdiosesquenohicierantalcosa.Crotónhabíasidollevadotansóloafin de que los defendiera contra cualquier ataque en el caso de que fuesenreconocidos y no para arrebatar a la joven. Llevarla, cuando eran sólo dos,equivalíaaexponersealamuerte,yloquepudieraserpeor,habíaquepreverlaposibilidaddequelograseescapárselesdelasmanosyentoncesseocultaríaenotrositioosaldríadeRoma.Yllegadoesecaso,¿quéharían?¿Porquéno

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obrar sobre seguro? ¿Por qué exponerse ellos a la destrucción y toda laempresaalfracaso?

Aun cuando Vinicio necesitó recurrir a toda su fuerza de voluntad paracontenerelímpetudeabalanzarsesobreLigia,apoderarsedeellaallímismo,en el cementerio, y tomarla en sus brazos, comprendió que el griego teníarazón,yacasohubieraprestadooídoasusindicaciones,anoserporCrotón,paraquienloprincipaleraganarsecuantoanteslarecompensapactada.

—Señor—dijoéste—,hazquecalleesemoruecoviejo,opermitequeledé un puñetazo en la cabeza. Una vez en Bugento, adonde fui llevado porLucioSaturninoparatomarparteenunosfestejos,sietegladiadoresborrachosse echaron sobre mí en una fonda y ni uno solo de ellos escapó con lascostillas en buen estado. No te digo yo que arrebates ahora mismo a lamuchacha entre la multitud, porque podrían apedrearnos; pero una vez quehaya llegadoasucasa,meapoderarédeellay laconduciréacualquiersitioquemeindiques.

Viniciosealegróalescucharaquellaspalabrasycontestó:

—¡Asísea,porHércules!Mañanaquizáno laencontraremosensucasa,porquesilossorprendemos,seguramentelallevaránaotraparte.

—¡Ese ligio tiene aspecto de hombre tremendamente fuerte! —gimióQuilón.

—Nadietepidequevayasasujetarsusmanos—respondióCrotón.

Perotuvieronqueaguardaraúnlargotiempo.LosgalloshabíanempezadoacantaralacercarseyalaauroracuandovieronaUrsoquesalvabaelumbraldelapuertaytrasélaLigia.Losacompañabanalgunaspersonasmás.Quilóncreyóreconocerentreellosalgranapóstol.Juntoaélibaotroancianodemásbaja estatura, dos mujeres que ya no eran jóvenes y un muchacho quealumbraba el camino con una linterna. A continuación de ese puñado deindividuos seguía un grupo como de doscientas personas.Vinicio,Quilón yCrotónseincorporaronaestegrupo.

—Sí, señor—dijoQuilón—; tudoncella seencuentrabajounapoderosaprotección.Esequelaacompañaeselgranapóstol:miracómolosquepasandelantedeélsearrodillan.

Y, en realidad, se arrodillaban a su paso las gentes; peroVinicio no losmiraba. No perdió de vista a Ligia ni un instante; un solo pensamiento ledominabaporcompleto:llevársela;yhabiendoadquiridoenlaguerraelhábitode las estratagemas de todo género, disponía mentalmente con precisiónmilitartodoelplandesuproyectadorapto.Presentíaqueeraatrevidoelpasoqueestabaresueltoadar;peroasimismosabíamuybienquesongeneralmente

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losataquesmásaudaceslosqueprocuranmejorestriunfos.

Sin embargo, el camino era largo; de ahí que de cuando en cuando sedetuvieraapensarenelabismoqueesaextrañareligiónhabíaabiertoentreély Ligia Comprendía ahora todo cuanto había acontecido en el pasado, y sedabacuentadeporquéhabíasucedido.NohabíaconocidorealmenteaLigiahastaentonces.Sólohabíavistoenellaaunajovendemaravillosahermosura,no comparable a ninguna otra; una doncella hacia la cual le arrastraban sussentidos. Pero ahora veía que la religión de esa doncella la diferenciabaprofundamentede las demásmujeres; sabía también ahoraqueno eranparaellasinoilusiónvanaydespreciablelossentimientos,lasedderiquezasyelplacerqueélantesjuzgaraquepodíanservirledeincentivo.Comprendía,porúltimo, lo que ni Petronio ni él habían comprendido antes: que esa nuevareligión infiltraba en el alma un algo desconocido para elmundo en que élvivía,yqueLigia,auncuandoleamase,nohabríadesacrificarenobsequiodeélningunade lasverdadescristianasque lehabíansido inculcadas;yquesiparaellaexistíaelplacer,eraunplacertotalmentedistintodelqueperseguíanél,PetronioytodalacortedelCésar,Romaentera.

Cualquierotramujerde lasqueélconocíapodría llegarasersuamante;pero aquella cristiana llegaría tan sólo a convertirse en víctima suya. Y alpensar esto, montaba en cólera y luego le dominaba una profunda pena,porquepresentíaqueesacólerasuyaeradeltodoimpotente.

Arrebatar a Ligia le parecía empresa posible; estaba casi convencido dequelograríallevarsealajoven;peroasimismoleasistíalacertidumbredequeen presencia de la religión de Ligia, élmismo, con toda su intrepidez y suvirilidad,nadasignificaba,nuloerasupoderyqueconélnadaconseguiríadecuantoambicionaba.Así,pues,aqueltribunomilitardeRomaveíaahoraporprimeravezensuvidaquemásalládelafuerzadelaespadaydelpuñalquese habían hecho dueños del mundo bien podía existir otra cosa, y sepreguntabaconasombroasímismoquépodríasereso.

Por su mente cruzaban las escenas del cementerio: veía a la multitudreverentementeagrupada,ycontemplabaaLigiaescuchando,contodaelalmapendientedeloslabiosdelanciano,laspalabrasconqueéstehabíanarradolapasiónymuerte y la resurreccióndelHombre-Dios,Redentor delmundo, yhabía prometido la felicidad a la otra orilla de la laguna Estigia. Cuandopensabaentodoesto,seconvertíasucabezaenuncaos.Deestecaosvinierona sacarle lasquejasdeQuilón,quienempezóa lamentarsede sudesdichadasuerte.ÉlhabíaprometidoencontraraLigia.Lahabíabuscadoconpeligrodesu vida y había indicado ya el sitio donde se hallaba. ¿Qué más podíaexigírseleahora?¿Porventurahabíaélofrecidoraptartambiénaladoncella?¿Quiénintentaríapediralgosemejanteaunhombremutilado,aquienfaltabandosdedos,aunhombreviejo,consagradoalameditación,alacienciayala

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virtud? ¿Qué sucedería si a un caballero de tan alta dignidad comoViniciohubieradeocurrirlealgúncontratiempoalllevarsealadoncella?

Ciertoeraquealosdiosesincumbíaelvelarporlasuertedesuselegidos;pero ¿acaso no habían acontecidomás de una vez accidentes desgraciados,comosienesosinstantessehallarandistraídoslosdiosesenvezdevigilarconojo atento lo que en el mundo iba pasando? La Fortuna es ciega; todos losaben,y,portanto,sinovededía,¿cómoibaaverdenoche?Ysialgogravesucedía,ysieseosoligioarrojabaunapiedrademolinoalacabezadelnobleVinicio,oletirabaunbarrildevino—oloqueseríatodavíapeor—deagua,¿quién podría asegurar que en vez de una recompensa recaería laresponsabilidaddelosucedidosobrelacabezadelinfortunadoQuilón?

Él,elpobresabio,sehabíasentidoatraídohaciaelnobleVinicio,comolofueAristótelesporAlejandrodeMacedonia.SielnobleVinicioquisieradarlesiquieraaquellabolsaquehabíapuestoensucinturóndelantedeél,antesdesalir de casa, algo habría al menos con que pedir auxilio en caso de gravenecesidad o con que poder influir sobre los cristianos. ¡Oh! ¿Por qué no seescuchabanlosconsejosdeunviejo,consejosdictadosporlaexperienciaylasabiduría? Vinicio, que le había oído, sacó de su cinturón la bolsa y,arrojándolaaQuilón,replicó:

—Yalatienes,y¡cállate!

Elgriegopulsó labolsa,vioqueeraextraordinariamentepesadaycobróánimo.

—Toda mi esperanza se cifra en esto —dijo—: Que Hércules y Teseollevaronacabohazañastodavíamásdifíciles;¿yquéesCrotón,esteíntimoyqueridoamigopersonalmío,sinounHércules?Ati,dignoseñor,notehedellamarunsemidiós,porquetúerestodoundios,yestoysegurodeque,enlofuturo,noteolvidarásdeestepobre,perofielsiervotuyo,acuyasnecesidadesmenester será proveer de tiempo en tiempo; pues él, una vez que se haengolfado en sus libros, no se preocupa de las demás cosas. Unos pocosestadiosdetierracultivadayunacasitaconpórtico,auncuandoseapequeñita,pararesguardarsedelcalorenelverano,seríaobsequiodignodetaldonador.Entretanto—prosiguió—,admirarédesdelejostusheroicasproezaseinvocaréa Júpiter para que sea contigo benigno, y siempre que sucediera algo metendrásdispuestoalevantartalclamorquepondríaenpieyprontaparavenirentuayudaalamitaddeRoma.¡Quécaminomásmaloydesigual!Elaceitede oliva de la linterna se ha concluido; y siCrotón, que es tan noble comofuerte,me llevaraenbrazoshasta lapuerta,sedaríacabalcuenta,enprimerlugar,desipodíaconducirdeigualmodoyconfacilidadaladoncella,yensegundo,ejecutaríaunactosemejantealdeEneasysepropiciaríaatodoslosbuenosdioses,detalmanera,queporlotocantealresultadodesuempresayo

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mehallaríadeltodotranquilo.

—Preferiríallevarenmisbrazosauncarneroquehubieramuertodesarnaelmespasado—contestóelgladiador—;perodame,siquieres,esabolsaquehacepocotehaarrojadoelnobletribunoytellevaréhastalapuerta.

—¡Quetecortenanteseldedogordodelpie!—replicóelgriego—.¿Quéprovecho has alcanzado, entonces, de las enseñanzas de aquel dignísimoancianoquehacepoconospintabalapobrezaylacaridadcomolasvirtudesprincipales? ¿No te ordenó expresamente queme amaras?Ya veo con penaquejamáslograréhacerdetinisiquierauncristianomediocre;leseríaalsolmásfácilatravesarconsusrayoslosmurosdelaprisiónMamertina,quealaverdadintroducirseatravésdetucráneodehipopótamo.

—¡No tengascuidado!—dijo,Crotón,quien,dotadode la fuerzadeunabestia, carecía de sentimientos humanos—. ¡No seré jamás cristiano! ¡Noquieroperdermipan!

—Pero,siconocieras,porlomenos,losrudimentosdelafilosofía,sabríasqueeloronoesmásquevanidad.

—¡Venmeamícontusfilosofías!¡Tedaréunacabezadaenelestómagoyveremosentoncesquiéngana!

—LomismopudohaberdichounbueyaAristóteles—replicóQuilón.

Empezaban,entretanto,adisiparselastinieblasdelanoche;laaurora,conpálidaluz,envolvíalosperfilesdelasmurallas.Losárbolesquesealzabanalolargodelcamino,losedificiosylaslosassepulcralesesparcidasaquíyallá,empezabanaemergerdeentrelassombras.Elsenderoyanoseveíadesierto.Los verduleros se movían en dirección a las puertas, conduciendo asnos ymulascargadosdeverdura;igualcaminohacíaalgunacrujidoracarretadelasqueconducíanaves.Sobrelavíayacadaunodesusladosselevantabadesdela tierra una ligera niebla precursora de buen tiempo. Las gentes, vistas adistancia,parecíansurgirdeentreaquellanieblacomoapariciones.

Vinicio seguía con los ojos fijos en las delicadas formas de Ligia, queaparecíancomoenvueltasenunargentinonimboamedidaqueaumentabalaluz.

—Señor —dijo Quilón—, te ofendería yo si me pusiera a hacerdeduccionesacercadellímiteaquehandellegartusbondades;poreso,ahoraquemehaspagado,nocreoquesospechesquehabloinspiradotansólopormiinteréspersonal.Unavezmásteaconsejoquetedirijasatucasaenbuscadeesclavosyunalitera,inmediatamentequesepasdóndehabitaladivinaLigia.Noescuchesa ese trompadeelefantedeCrotón,que se empeñaen llevarseahoraaladoncellaconelsoloobjetodeestrujartubolsillocualsifuerauna

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bolsaderequesón.

—Tengolistoparatiunpuñetazoquevoyadarteentreloshombros;yestosignificaquevasaperecer.

—Yo,para ti, tengo listounbarril devinodeCefalonia, y esto significaquevoyasentirmebien—contestóelgriego.

Vinicionadareplicó,porqueenestemomento,alacercarsealapuerta,sepresentó a su vista una escena prodigiosa. Dos soldados se arrodillaron alpasardelantedeelloselapóstol;Pedrocolocó,porespaciodeuninstante,lamanosobresusyelmosdehierroy,acontinuación,lesdiosubendición.

Antesdeaquelmomento jamás se lehabíaocurridoa aquelpatricioquepudiese haber cristianos en el ejército; ahora pensaba, con asombro, que asícomoenunaciudadincendiadaelfuegovapocoapocodevorandomásymásedificios,así,ajuzgarportodaslasapariencias,aquelladoctrinaibadedíaendía infiltrándose enmayor número de almas y propagándose por encima detodaslascreenciashumanas.Yestolellamóparticularmentelaatenciónenloreferente a Ligia, pues pudo ahora también convencerse de que, si hubieraquerido huir de la ciudad, no le habrían faltado guardianes dispuestos afacilitarsufuga.Y,entonces,diograciasatodoslosdiosesporquetalcosanohabíasucedido.

Después de haber pasado por varios sitios sin construir, cerca de lasmurallas, loscristianosempezaronadiseminarseendistintasdirecciones.Sehacía,pues,ahoranecesarioseguiraLigiadesdemayordistanciayconmásprecauciones, a fin de no llamar la atención.Quilón, entretanto, comenzó aquejarse de sus heridas y de dolores en las piernas, y fue quedándoserezagado. Vinicio no hizo objeción alguna, juzgando que ya no le seríanecesarioaquelgriegoinútilycobarde.YhastalehubierapermitidopartirsiQuilóninsistiera;peroeldignosabio,alparecer,seveíadetenidopormotivosdeprudencia.Evidentemente,lacuriosidaderaunodesusmóviles,puestoqueseguíadetrásypormomentosalcanzabaaVinicioyseleaproximabaconelfinderepetirlealgunadesusanterioresindicaciones.Pensabatambiénqueelanciano que acompañaba al apóstol bien pudiera serGlauco; pero esta ideaatemorizadoraleabandonóalrepararenqueaquélerademásbajaestatura.

Porespaciodebastantetiempomarcharonasí;antesdellegaralTranstíber,estandopróximoasalirelsol,sedispersóelgrupoquerodeabaaLigia.

Elapóstol,acompañadodeunaancianaydeunmuchacho,sedirigió ríoarriba; el anciano de menor estatura, Urso y Ligia entraron en una calleestrecha,enlaque,despuésdeavanzarcomounoscienpasos,penetraronenunacasaenquehabíadostiendas:unadestinadaalaventadeaceitunasyotraa la de aves de corral.Quilón, que venía como a cincuenta pasos detrás de

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VinicioyCrotón,sedetuvoalpunto,comosiestuvieraclavadoenelsuelo.Ydespués, adosado a la muralla, empezó a llamarlos a silbidos para quevolviesen.Asílohicieron,porquenecesitabantomarconsejo.

—Ve,Quilón—dijoVinicio—,yobservasiesacasatienealgunafachadaquedéalaotracalle.

Quilón, aun cuando sehabíaquejadode tenerheridas en lospies, corriópresuroso,comosituvieseahoralasalasdeMercurioenlostobillos,yvolvióenuninstante.

—No,señor—dijo—,sólohayunaentrada.

Yluego,juntandolasmanos,agregó:

—Teimploro,señor,porJúpiter,Apolo,Vesta,Cibeles,Isis,Osiris,Mitra,Baal y todos los dioses de Oriente y Occidente, que abandones este plan.Escúchame…

PeroaquísedetuvoporquevioqueelsemblantedeVinicioestabapálidoporlaemoción,yquesusojosbrillabancomolosdeunlobo.Bastabamirarleparapersuadirsedequenadaenelmundoleharíadesistirdeaquellaempresa.

Crotón empezó a insuflar aire a sus hercúleos pulmones, y a mover sutoscacabezadeunladoaotro,comohacenlosososquesehallanaprisionadosenunajaula;peroensusemblantenoseadvirtióelmenorindiciodetemor.

—Yoentraréelprimero—dijo.

—Túmeseguirás—dijoVinicioconvozdemando.

Y, al cabo de un instante, ambos desaparecieron por la oscura puerta deentrada.Quilón,entretanto,corrióhasta laesquinade lacallemáscercanayallísequedóacechando,enesperadeloqueibaasuceder.

XXII

Sólo cuando se encontraron en el interior comprendió Vinicio todas lasdificultadesdelaempresa.

Lacasaeraespaciosa,devariospisos,delgénerodelasinnumerablesquehabía en Roma, edificadas sólo con el propósito de percibir lamayor rentaposible. De ahí que, por lo general, fueran construidas tan precipitada ydefectuosamentequeapenaspasabaañosinquealgunassedesplomaransobrelas cabezas de sus ocupantes. Verdaderas colmenas, demasiado altas yestrechas,llenasdehabitacionesydecuchitriles,enellasvivíalagentepobre,

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agrupadaennúmeroexcesivo.

Enunaciudadendondemuchascallescarecíandenombres,aquellascasascarecían, a suvez, denúmeros.Lospropietarios encargabanel cobrode losarrendamientosaesclavos,quienes,noestandoobligadosporelgobiernodelaciudadadarlosnombresdelosocupantes,confrecuencialoignorabanhastaellosmismos.Asípues,encontrarensemejantescasasaunodesushabitantes,valiéndosede la simple indicaciónde sus nombres, amenudo se hacíamuydifícil,especialmentecuandoenellasnohabíaportero.

VinicioyCrotón,pasandoporunvestíbuloparecidoaunpasillo,llegaronaunpatioestrechoformandounaespeciedeatriumcomúnparatodalacasa,con una fuente en el centro, de la cual brotaba el agua, yendo a caer en unpilóndepiedraincrustadoenelsuelo.Desdelasmurallasarrancabanhaciaelinteriorescalerasdepiedraydemadera,queconducíanasendasgalerías,enlas cuales se hallaban las entradas a las habitaciones. Estas también sehallaban en el piso bajo, provistas unas de puertas de madera, y separadasotras del patio solamente por unas cortinas de lana. Y estas últimas, en sumayorparte,estabangastadas,rotasollenasderemiendos.

Eramuytempranalahoraynoseveíaanadieenelpatio.Evidentementedormían todos en aquella casa, a excepción de aquellos que acababan deregresardeOstrianum.

—¿Quéharemos,señor?—preguntóCrotóndeteniéndose.

—Aguardemosaquí;alguienpuedevenirdeunmomentoaotro—contestóVinicio—.Nodebiéramosdejarnosverenelpatio.

YseleocurrióqueelprocedimientoaconsejadoporQuilónhabríasidoelmás práctico. De haber tenido entonces algunas docenas de esclavos a susórdenes le habría sido fácil ocupar la puerta, que era, al parecer, la únicasalida,registrarsimultáneamentetodaslashabitacionesyllegarasíhastaladeLigia; de otra manera, los cristianos, que seguramente no escasearían enaquellacasa,podríandaraviso.Envistadeestascircunstanciaserapeligrosotomar informes de los ocupantes de la casa. Y Vinicio se paró entonces apensarsinoseríamásconvenienteencaminarseenbuscadesusesclavos.

Enaquelinstante,dedetrásdeunbiomboqueocultabaalavistaunadelashabitacionessituadasenelextremomáslejanodelpatio,salióunhombrequellevabaenlamanouncedazoyseaproximabaalafuente.AlprimergolpedevistaeljoventribunoreconocióenélaUrso.

—¡Éseeselligio!—murmuróVinicio.

—¿Queréisquelerompaloshuesosahoramismo?

—¡Aguardauninstante!

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Ursonoreparóenaquellosdoshombres,quesehallabanprotegidosporlapenumbrade la entrada; y empezó, tranquilamente, a enjugar en el agua laslegumbres que llenaban el cedazo. Era evidente que después de toda unanochepasadaenelcementerio,seaprestabaahoraaprepararunacomida.

Transcurridosalgunosinstantesyterminadoellavadodelaslegumbressellevóconsigoelcedazomojadoydesapareciódetrásdelbiombo.

CrotónyViniciolesiguieron,creyendoqueibaapenetrardirectamenteenlas habitaciones de Ligia. Pero su asombro fue grande cuando vieron queaquelbiombonoseparabadelpatiohabitaciones,sinootrooscuropasillo,encuyo extremo había un pequeño jardín, en el cual se alzaban unos cuantoscipresesy algunasmatasdemirto.Yen el fondo seveíaunapequeña casa,edificadacontralamuralla,sinventanas,deotroedificiodepiedracontiguo.

Amboscomprendieronal puntoque ésta erapara ellosuna circunstanciapropicia.Enelpatiohabríanpodidoreunirsetodoslosarrendatarios,entantoqueelaislamientoenquesehallabalacasitafacilitabalaempresa.Prontosedesharían de los defensores, mejor dicho, de Urso, y saldrían a la callellevándoseaLigia.Unavez fuera, sedefenderían.Noeraprobable,porotraparte,quefueranatacados,ysitalocurría,diríaquellevabanaunrehénquesehabíafugado,sustrayéndosealacustodiadelCésar.Enúltimocaso,Viniciosedaríaaconoceralosguardiasyhastapediríasucooperación.

Urso iba a entrar ya en la casita cuando el ruido de pasos llamó suatención. Se detuvo entonces, y, al ver acercarse a dos personas, puso elcedazoenlabalaustraday,volviéndosehaciaellos,preguntó:

—¿Québuscáisaquí?

—¡A ti!—contestó Vinicio. Y, dirigiéndose a Crotón, le ordenó en vozbajayprecipitada—:¡Mátale!

CrotónseabalanzósobreUrsocomountigre,y,enuninstante,antesqueel ligio tuviera tiempodepensarode reconocer a sus enemigos, el atleta lehabíacogidoentresusbrazosdeacero.

Vinicio tenía demasiada confianza en las sobrehumanas fuerzas de aquelhombreparadetenerseapresenciarelfinaldelalucha.Asípues,pasódelantede loscombatientes,deunsalto llegóa lapuertade lacasita, laabriódeunempujóny se encontró enun aposento algooscuro,medio iluminadopor elfuego que ardía en la chimenea. Ligia recibía directamente en el rostrodestellosdeesefuego.Unasegundapersona,quesehallabasentadaalladodelachimenea,eraelancianoquehabíaacompañadoa la jovenyaUrsoenelcaminoderegresodesdeOstrianum.

Vinicio penetró tan repentinamente que, aun antes que Ligia le

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reconociera, la había cogido por la cintura, y, alzándola en sus brazos, seabalanzódenuevohacialapuerta.Elancianoquisointerceptarleelpaso;peroVinicio,estrechandoalajovenconunbrazocontrasupecho,leempujóaunladoconelqueconservabalibre.

Cayó entonces la capucha de la cabeza del joven, y a la vista de aquelrostroconocido,peroenaquelmomentoterrible,sehelólasangreenlasvenasdeLigia, ymurió la voz en sugarganta.Quisopedir auxilio, peronopudo.Igualmentevanofuesudeseodeaferrarsealmarcodelapuertayderesistir.Seresbalaronporlapiedrasusdedos,ysehabríadesvanecidoanoserporelterriblecuadroquesepresentóasuvistacuandollegóViniciohastaeljardín.

Ursollevabaensusbrazosuncuerpocompletamentedobladohaciaatrás,colgándolelacabezayllenadesangrelaboca.Alverelgrupoquesalíadelacasita,elgigantediounnuevopuñetazoaCrotónenlacabezay,enunabrirycerrardeojos,saltósobreViniciocomounaenfurecidabestiasalvaje.

«¡Lamuerte!»,pensóeljovenpatricio.

Yentoncesllegóasuoído,comosisoñara,elgritodeLigia:

—¡Nolemates!

Luego sintió algoque, comoun rayo, abrió losbrazos enque sostenía aLigia;latierracomenzóadarvueltasasualrededorymurióensusojoslaluzdeldía…

Quilón,disimulándosedetrásdelángulodelacasadelaesquinapróxima,aguardaba el curso de los acontecimientos, pues en su interior luchaban lacuriosidadyelmiedo.PensabaquesiseobteníabuenéxitoenlaempresadellevarseaLigia,seríamuybientratadoencasadeVinicio.DeUrbanoyanosepreocupaba, pues estaba seguro de que Crotón le mataría. Y se decía que,apenasempezara lagente a agruparseen las calles,hasta ahoradesiertas, esdecirqueloscristianosuotraclasedegentesseaprestaranaresistiraVinicio,él les hablaría como representante de la autoridad, como ejecutor de lavoluntaddelCésar,y,enúltimocaso,llamaríaalosguardiasparaquevinieranen auxilio del joven patricio y contra la chusma callejera, con lo cual seconquistaríaméritosadicionalesalosojosdeVinicio.

En su interior seguía creyendo que el plan del joven tribuno había sidoimprudente;pero,teniendoencuentalasterriblesfuerzasdelatleta,conveníaenquebienpudieratriunfar,ypensabaquesielasuntollegabaapresentarunaspecto difícil, Vinicio podría llevarse a la joven, y Crotón, entretanto, irleabriendo paso por entre las gentes que se hubiesen reunido. Pero en elintervalo, la espera se le hacía larga y el silencio que seguía rodeando laentradadelacasa,quedesdelejosobservaba,leteníayaintranquilo.

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«Sinodanconsuesconditeypromuevenunalboroto,asustaránalaniña»,sedijo.

Mas no le fue desagradable semejante idea, porque comprendió que, enaquel caso, volvería el joven a necesitar sus servicios, y entonces seguiríasacandobuenascantidadesdesestercios.

«Haganloquequieran—sedijo—,handetrabajarparamí,sibiennadiesehadadoaúncuentadeello.¡Dioses,dioses!,permitidmetansólo…».

Peroaquísedetuvorepentinamente,puesleparecióquealguienasomabala cabeza por la puerta de entrada. Y, apretándose contra la pared, observóconteniendolarespiración.

No se engañaba, pues, efectivamente, una cabeza se había asomado a lapuerta,mirandoenderredorydesaparecióluego.«ÉseesViniciooCrotón—pensóQuilón—.Perosiyaharaptadoalamuchacha,¿porquénogritayporquémirahacialacalle?Detodasmanerashandeencontrargente,puesantesque lleguena lasCarenashabráyamovimientoen laciudad…Mas¿quéeseso?¡Portodoslosdiosesinmortales!».

Ydesúbitoseleerizaronlospocoscabellosquelequedaban.EnlapuertadelacasahabíaaparecidoUrsollevandoacuestaselcuerpodeCrotón.Miróelligiounavezmásasualrededoryactoseguidoempezóacorrerporlacalledesiertaconsucargaendirecciónalrío.

Quilónsepegótantoalamuralla,queparecióincrustarseenella.

«¡Estoyperdidosimeve!»,pensó.

PeroUrsopasóporlaesquinarápidamenteydesaparecióluego.

Quilón, sinaguardarmás,castañeteándole losdientesa influjodel terror,echó a correr con una velocidad que aun tratándose de un joven hubieracausadoadmiración.

«Simevealavuelta,aunqueseadelejos,mealcanzaráymematará—sedijo—.¡Sálvame,Zeus;sálvame,Apolo;Mercurio,sálvame!¡OhDiosdeloscristianos,sálvame!¡SaldrédeRoma,volveréaMesembria;perosálvamedelasmanosdeesedemonio!».

YelligioquehabíamatadoaCrotónleparecióenesteinstanteunaespeciedesersobrenatural.

Mientrasibacorriendo,pensabaenquebienpudieraseraquélundiosquehabíatomadolasformasdeunbárbaro.Yentalmomentocreíaentodoslosdiosesdelmundoyentodoslosmitosdequehabitualmenteseburlaba.Veníatambién a su imaginación la idea de que hubiera sido el propioDios de loscristianos el quematara aCrotón, y de nuevo se le erizaron los cabellos al

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pensarquepudieraélencontrarseenconflictoconunDiostanpoderoso.

Sólo después de haber atravesado corriendo varias callejas logrótranquilizarse un poco al ver venir hacia él a cierta distancia unos cuantosobreros. Le faltaba ya el aliento; así que se vio obligado a sentarse en elumbraldeunapuertayempezóalimpiarseconlamanoelsudorquelecorríaporlafrente.

«Soyviejoynecesitotranquilidad»,sedijo…

Losobrerosqueveníanhaciaéltorcieronluego,siguiendosucaminoporunapequeñacallelateralydenuevotodoseviodesierto.

Laciudadaúndormía.PorlasmañanasempezabaelmovimientotempranoenloscentrosmásopulentosdeRoma,dondelosesclavosseveíanobligadosalevantarseantesdelallegadadelaaurora;peroenlosbarrioshabitadosporlapoblaciónlibre,sostenidaaexpensasdelEstado,yporconsiguienteociosa,lasgentesdespertabantarde,especialmenteeninvierno.

Quilón, después de haber permanecido algún tiempo sentado en aquelumbral,sintióunfríopenetrante.Selevantóentonces,ydespuésdecerciorarsedequenohabíaperdidolabolsarecibidadeVinicio,echóaandar,conpasomuchomáslento,endirecciónalrío.

«Puede que vea en alguna parte el cadáver de Crotón—se dijo—. ¡Ohdioses!,eseligio,siesunhombre,podríaganarsemillonesdesesterciosporaño;porquesihapodidoahogaraCrotóncomoauncachorro,¿quiénpodríaresistirle?Ledarían,estoycierto,porcadavezquesepresentaraenlaarena,tanto oro como pesa.Guarda a esa doncellamejor queCerbero el infierno.¡Asíselotragueelinfierno!Nadaquieroconél.Pero¿cómohedeprocederenestecaso?Haocurridounterriblesuceso.Siharotoloshuesosdeunatletacomo Crotón, no me cabe duda de que el alma de Vinicio se halla ahorapiandosobreesamalditacasa,enesperadesuentierro.¡PorCástor!Peroélespatricio, amigo del César, pariente de Petronio y hombre conocido en todaRoma;esuntribunomilitar.Sumuertenopuedequedarsincastigo.¿Sifueseyoacasadelpretoromedirigiesealosguardiasdelaciudad?».

Yaquísedetuvouninstanteameditar.Masluegoexclamó:

—¡Mísero de mí! ¿Quién le llevó a esa casa sino yo? Sus libertos yesclavossabenqueyofuiasumorada,yalgunosnoignoranconquéobjeto.¿Quésucederásilleganasospecharqueheidointencionadamenteaseñalarlela casa en que ha encontrado la muerte? Aun cuando quedara comprobadodespués, durante el juicio, que no había deseado su muerte, dirían que fuicausantedeella.Porotraparte,élespatricio;deahíqueenningúncasopuedaescaparyoalcastigo.YsidejoRomaocultamenteymevoylejosdeaquí,noconseguiréconellosinohacermetodavíamássospechoso.

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Elasuntopresentabamalaspectoentodocaso.Nolequedaba,pues,otro,arbitrioqueescogerdeentremuchosfinaleselmenor.Romaerainmensa;masleparecíaaQuilónquepodríallegaraserparaélenextremoreducida.

Cualquierotrapersonahubiera idodirectamentea lacasadelprefectodelos guardias de la ciudad, le hubiese informadodel sucesoy aguardado contranquilidad el éxito de la denuncia, aun cuando pudieran recaer sobre eldenunciantealgunassospechas.PeroelpasadodeQuilóneradetalíndolequeuna aproximación cualquiera al prefecto de la ciudad o al prefecto de losguardiasnoeraimprobablequellegaseaocasionarleseriosdisgustos.

Huir, por otra parte, equivalía a confirmar a Petronio en la idea de queVinicio había sido víctima de una traición y asesinado por virtud de unacuerdo.Petronioerahombredegraninfluencia,quepodríadarórdenesalosguardiasdetodoelImperio,yquien,fueradeduda,sepropondríadescubriralosculpableshastaenlosconfinesdelatierra.Poresomismo,Quilónpensóentonces acudir a él directamente y referirle cuanto había ocurrido. ¡Sí!Aquello era lo más conveniente. Petronio era un hombre sereno, y Quilónpodía tener la seguridaddeque escucharía su relatohasta el final. Petronio,como conocía el asunto desde el principio, creería más fácilmente en lainocenciadeQuilónquelosprefectos.

Pero para ir a su casa tenía que saber antes lo que le había ocurrido aVinicio.YQuilónloignoraba.Habíavistoalligioacercarsesigilosamentealrío con el cuerpo de Crotón. Pero eso era todo cuanto sabía. Vinicio bienpudiera estar muerto; pero de igual manera sólo herido o detenidosimplemente.

Yenelmismoinstanteenquepensabaesto,seleocurrióporprimeravezaQuilón que ciertamente no se habrían atrevido los cristianos a matar a unhombretanpoderoso—amigodelCésaryaltofuncionariomilitar—,puesunactosemejanteacasolestrajeracomoconsecuenciaunapersecucióngeneral.Másprobableeraquesehallaradetenidoalafuerza,conelfindedartiempoaLigiaparaocultarseporsegundavez.

YestaideallenóaQuilóndeesperanza.

«Siesedragónligionolehahechopedazosenlaprimeraembestida,estarávivo,y siestávivo,élmismoserá testigodequeyono lehe traicionado;yentoncesno sólonadameamenaza, sinoque, ¡ohMercurio, cuentaotravezconvaquillas!,sepresentaunnuevocampodeacción.Puedoasimismodaraconoceraunodesuslibertoselsitiodondedebabuscarasuseñor;ybiensedirijaentoncesalprefectoono,seráesteasuntodesuincumbencia:loesenciales que yo no vaya… Puedo también ir a ver a Petronio y contar con unarecompensa…HeencontradoaLigia;faltaencontrarahoraaVinicio,yluegoaLigiaotravez…Pero, ante todo, esmenesterque sepamos siVinicio está

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vivoomuerto».

YpensóentoncesquepodríaveralanochealpanaderoDemasypreguntarallíporUrso.Perocasiinmediatamenterechazólaidea.PreferíanotenernadamásqueverconUrso.Suponíamuyacertadamentequesielgigantenohabíamatado aún a Glauco, era evidente que alguno de los jefes a quien habríaconfesadosudesignioselohabíaimpedido,haciéndoleverqueeraunasuntopoco limpio, al que intentaba arrastrarle un traidor. En todo caso, al simplerecuerdodeUrso,untemblornerviosorecorría todoelcuerpodeQuilón.Sedijo que por la nochemandaría a Euricio en busca de noticias a la casa endondehabíaocurridoaquelsuceso.

Entretantonecesitabaunrefrigerio,unbañoyunpocodereposo.Lanocheque había pasado en vela, el viaje a Ostrianum y la carrera hecha desde elTranstíberlehabíanfatigadoexcesivamente.

Mas algo había que le confortaba en granmanera. Llevaba consigo dosbolsas:laqueViniciolehabíadadoensucasaylaquelehabíaarrojadoenelcaminoderegresodelcementerio.

En vista de tan feliz circunstancia y de todas las emociones por las queacababadepasar,decidiócomerabundantementeybeberunvinomejorqueelacostumbrado. Y cuando llegó por fin la hora de que abriesen la tienda devino,cumpliótanalpiedelaletraesteprogramaqueseolvidódelbaño.

Deseabaahoradormirantetodo,yelsueñoledominabadetalmanera,quehubodeencaminarseconpasovacilanteasudomiciliodelSuburra,dondelaaguardabalaesclavacompradaconeldineroqueViniciolediera.

Apenas hubo entrado en su dormitorio, tan oscuro como la cueva de unzorro, se echó sobre la cama y en un instante se quedó profundamentedormido.

Hasta el anochecer no se despertó, mejor dicho, fue despertado por laesclava, quien le llamó para decirle que una persona preguntaba por él ydeseaba verle con urgencia. El cauteloso Quilón volvió en sí al punto, secubrióapresuradamenteconsuencapuchadomanto,yordenandoalaesclavaque se hiciese a un lado,miró con sigilo hacia afuera.Y quedó petrificado.DelantedelapuertadeldormitoriosealzabalagigantescafiguradeUrso.

Asuvistasintióenlospiesyenlacabezaunfríoglacial;cesódelatirsucorazón en el pecho y le acometieron unos temblores hormigueantes por laespalda. Por espacio de algunos momentos le fue imposible articular unapalabra;enseguida,castañeteándolelosdientes,dijo,omejordicho,gimió:

—Sira…,noestoyencasa…;noconozcoaese…buenhombre.

—Lehedichoyaqueestabasencasa,perodurmiendo,señor—contestóla

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muchacha—,ymehadichoquetedespertara.

—¡Ohdioses!…Teordenoque…

PeroUrso,comosileimpacientaraaguardarmástiempo,seaproximóalapuertadeldormitorioeinclinándose,asomólacabeza.

—¡OhQuilónQuilónides!—dijo.

—Pax tecum! Pax, pax! —contestó Quilón—. ¡Oh tú el mejor de loscristianos! Sí, soy Quilón; pero ésta es una equivocación…; ¡yo no teconozco!

—Quilón Quilónides —repitió Urso—, tu señor Vinicio te ordena quevengasconmigoadondeélseencuentra.

XXIII

Undolor punzante hizo queVinicio recobrara el sentido…En el primermomentonosupodarsecuentadelsitioendondesehallabaniexplicarse loque había ocurrido. Sentía un ruido en la cabeza y tenía los ojos comorecubiertos de niebla. No obstante, fue volviéndole de modo paulatino elconocimientoypudo,porúltimo,a travésdeaquellaniebla,distinguira trespersonasqueseinclinabanhaciaél.Reconocióadosdeellas:unaeraUrsoylaotraelancianoaquienhabíadadounempellóncuandollevabaenbrazosaLigia.Eltercero,queleeracompletamentedesconocido,lesosteníaelbrazoyleestaba tentandodesdeelcodohastaelomóplato.Estocausaba tan terribledolor a Vinicio, que se imaginó que estaban tomando en él esa especie devenganza,ydijoconlosdientesapretados:

—¡Matadmepronto!

Pero ellos, al parecer, no hicieron caso de sus palabras, como si no lashubieranoídoolastomasencomolamentos,propiosdelquesufrealgúngrandolor.

Urso,consusemblantealaveztranquiloyamenazador,debárbaro,teníaenlamanounenvoltoriodelienzoblancodespedazadoenlargastiras.

El anciano, dirigiéndose a la persona que apretaba el brazo de Vinicio,dijo:

—Glauco,¿estássegurodequelaheridadelacabezanoesmortal?

—Sí, digno Crispo —contestó Glauco—. Hallándome al servicio de laEscuadraencalidaddeesclavoydespués,durantemiresidenciaenNápoles,

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curé muchas heridas, y con lo que en esa ocupación gané pude, por fin,rescatarmeamímismoyalosmíos.Laheridadelacabezaesleve.

—Cuando este hombre —agregó, indicando a Urso con un ademán—arrebatóalaniñadelosbrazosdeljoven,empujócontralamuralla.Eljovenentonces,alcaer,extendióelbrazo,evidentementepara resguardarseconél;asífuecomoselofracturóydesarticuló;perodeesamaneratambiénsalvólacabezaylavida.

—Tútienesbajotucustodiaamásdeunodenuestroshermanos—añadióCrispo—y gozas de la reputación de hábilmédico; por eso envié aUrso abuscarte.

—Sí,Urso,quienmeconfesóenelcaminoqueayerhabíaestadodispuestoamatarme.

—Élmehabíacomunicadoantesamísuintención.Yyo,queteconozcoyconozcotambiéntuamoraCristo,leexpliquéoportunamentequetúnoeraseltraidor, sinoelmismodesconocidoquehabía tratadode inducirle a cometereseasesinato.

—¡Eraunespíritumaligno,yyoletoméporunángel!—respondióUrso,dandounsuspiro.

—Enotraocasiónmehablarásdeeso;ahoradebemospensarenelherido.

Y hablando así, Glauco comenzó a reducir la fractura del brazo. AuncuandoCrisporociabaconaguael rostrodeVinicio,éstesedesmayóporeldolor varias veces, lo cual era una circunstancia favorable, puesto queentonces no sentía el sufrimiento causado por la operación de entablillar elbrazo.Glaucofijóelmiembrorotoentredostablillas,queaseguróconrapidezy firmeza, a fin de mantenerlo inmóvil. Terminada la operación, ViniciorecobródenuevoelconocimientoyviodelantedesíaLigia.

Estaba la joven en pie a su cabecera, sosteniendo en las manos unapalanganade cobre, en la cualGlauco,de tiempoen tiempo, introducíaunaesponjayconellaibahumedeciendolacabezadesupaciente.

Viniciomiraba,sindarcréditoasusojos.Loqueveíaleparecíaunsueñoprimeroyluegolaamadavisiónproducidaporlafiebre.Sólodespuésdelargoratopudodecirenvozbaja:

—¡Ligia!

La palangana tembló en las manos de la joven al escuchar estellamamiento;dirigióhaciaéllosojos,enlosquehabíaunahondaexpresióndetristeza,ycontestóenvozbaja:

—¡Quelapazseacontigo!

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Y permaneció allí en pie, con lasmanos extendidas y el rostro lleno decompasiónydepena.

Viniciolacontemplaba,deseandosaturarseconsuvista,afindeque,aundespués de cerrados sus ojos, quedara como grabado en ellos su retrato.Deteníalosojosenaquelrostro,máspálidoymásreducidoahoraqueantes;enlashermosastrenzasdesusnegroscabellos,ensupobretrajedeobrera,ylamiraba de tan intensamanera, que la nívea frente de la joven empezó asonrojarse.

YVinicio, entretanto, pensabaprimeroque siempre la amaría, y que esapalidezdelajovenyesapobrezaenquelaveíaeranobrasuya;quehabíasidoélquienlaarrancódeunacasadondelaamabanylarodeabandebienestarydecomodidadesparaarrojarlaa aquellamíseraestanciayvestirlaconaquelpobre traje de lana oscura.MasVinicio, que hubiera deseado envolverla enbrocadoycubrirlaconlasjoyasmásvaliosasdelmundo,sesintiódominadodetalformaporlasorpresa,laalarmaylacompasión,quesehubieraarrojadoasuspies,dehaberpodidomoverse.

—Ligia—ledijo—,túnopermitistequememataran.

—QuieraDiosdevolvertelasalud—contestóellacondulzura.

ParaVinicio, que tenía presentes los agravios que había inferido antes aLigia y los que había deseado inferirle hacía poco, aquellas palabras suyasconstituíanunaespeciedebálsamo.Asípues,olvidóenaquelmomentoqueellasbienpudieransertansólofrutodelasenseñanzascristianas:sólopensóen que las decía unamujer amada y que en ellas había inflexiones de unaternurasingular,deunabondadsobrehumanaquelellegóhastalomásíntimodel alma.Y si pocosmomentos antes el dolor le había debilitado, se sentíaahoradesfallecerporlaemoción.Unaespeciedelanguidezprofunda,alaparqueinefable,parecióapoderarsedetodosuser.Experimentólasensacióndelquesevahundiendoenunprecipicioy,sintiendoalavez,alcaerenél,queseencuentra a gasto y lleno de una gran felicidad. Pensó en aquel instante dedesvanecimientoque,sehallabaenpresenciadeunadeidad.

Entretanto, Glauco había lavado ya la herida de la cabeza y le habíaaplicadounungüentocurativo.Ursocogiólapalanganadecobredelasmanosde Ligia, quien tomó enseguida una copa de agua mezclada con vino, quehabía dispuesto sobre lamesa, y la llevó a los labios del herido.Este bebióansiosamente, y luego experimentó un alivio muy grande. Su dolor habíapasadoya;despuésdehechalaoperación,laheridaylacontusiónmejoraban.Empezabaarecobrarlaplenituddesusfacultades.

—Dameotravezdebeber—dijo.

Ligiasefueconlacopavacíaalaposentocontiguo.

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LuegoCrispo,despuésdehabercambiadoalgunaspalabrasconGlauco,seaproximóallechoydijo:

—Dios no te ha permitido, Vinicio, ejecutar una mala acción y te haconservadolavidaafindequevuelvassobretuspasos.Aquelantequienelhombre sólo es un grano de polvo te entregó indefenso en nuestrasmanos;peroCristo,enquiencreemos,noshaordenadoamaranuestrosenemigos.Poresohemoscuradotusheridas,ycomoLigiatehadicho,imploraremosaDiosparaquetedevuelvalasalud;masnopodemospermanecerpormuchotiempoconsagrados a tu cuidado.Vuelva, pues, a tu ánimo la calma ymedita bienacercadesiesdignodeticontinuartupersecucióncontraLigia,aquienhasdejadosinprotecciónysintecho,ycontranosotros,quetedevolvemosbienpormal.

—¿Vaisacasoaabandonarme?—preguntóVinicio.

—Deseamos abandonar esta casa, hasta la cual pudiera llegar contranosotros la persecución del prefecto de la ciudad. Tu compañeromurió; tú,queerespoderosoentrelostuyos,estásherido.Todoestonohaocurridoporculpanuestra;perobienpudieracaersobrenosotroslacóleradelaley…

—Notemáisqueospersigan—contestóVinicio—;yoosprotegeré.

Crisponoqueríadecirleque,conrespectoaellos,nosetratabatansólodelprefecto y de la policía, sino del propio Vinicio, en quien no confiaban;deseabanponeraLigiadenuevoacubiertodeulteriorespersecuciones.

—Señor—repuso—, tubrazoderechoestábueno.Aquí tienes tablillasyunstylus;escribeatussirvientes,afindequetetraiganestanocheunaliterayteconduzcanatucasa,endondedisfrutarásdemayorescomodidadesqueenmediodenuestraescasez.Vivimosaquíconunapobreviuda,quenotardaráen llegar acompañada de su hijo; este muchacho podrá llevar tu carta. Encuantoanosotros,tendremosquebuscarotrositioendondeocultarnos.

Vinicio se puso pálido, porque comprendió que deseaban separarle deLigia, y que si ahora la perdía nuevamente, acaso novolvería a verla en suvida.SedabacuentadequeentreélyLigiahabíansucedidocosasyquepararecuperarla de nuevo tenía que hallar nuevos caminos en los que ahora nopodíapensar.Comprendíaquecualesquieradelasseguridadesquedieseaesasgentes, y aun cuando les jurase que se proponía restituir a Ligia a casa dePomponia Grecina, ellos no le creerían, y era natural que así sucediera.Además, bien pudo él haber hecho eso antes. Si en vez de dedicarse aperseguiraLigiasehubieradirigidoaPomponiaGrecinaylehubierajuradoque renunciaba a sus asechanzas, acaso lamisma PomponiaGrecina habríaencontradoaLigiaylahabríallevadodenuevoasucasa.No;élcomprendíabien que tales promesas de su boca no impedirían a los cristianos llevar

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adelantesupropósitodeabandonarle,quenoleaceptaríanjuramentosolemnealguno,contantamayorrazóncuantoque,nosiendoélcristiano,comoellos,sólo podría jurar por los dioses inmortales, en los que él mismo no creíamucho,yaquienesellosconsiderabancomoespíritusmalignos.

Experimentaba deseos desesperantes de convencer a Ligia y a susguardianes en alguna forma; pero necesitaba para ello disponer de algúntiempo.Loesencialeraverla,gozardesupresencia,aunquefuesetansóloporespaciodealgunosdías.Asícomoparaelnáufragounfragmentocualquierade tabla o de remo se le antoja instrumento de salvación, así a Vinicio leparecíaqueeneltranscursodeunoscuantosdíaspasadosjuntoaLigiapodríadecirle algo que a la joven le atrajese; podría discurrir algo favorable a suspropósitos,o,mejoraún,algopudierasucederquelefuerapropicio.

Deahíque,reuniendosusideas,dijo:

—Escuchadme, cristianos. Estuve ayer entre vosotros, en Ostrianum, yescuché vuestras predicaciones; y aun cuando antes me erais desconocidos,vuestroshechosmehanconvencidodequesoisgentesbuenasyhonradas.Aesa viuda que ocupa esta casa pedidle que permanezca en ella; quedaosvosotros, y dejad que yo también os acompañe. Este hombre, que es unmédico—aquímiróaGlauco—,oporlomenosentendidoenlacuracióndeheridas,osdirásiesposiblequemetrasladehoyfueradeaquí.Estoyenfermo,tengo un brazo roto, que ha de permanecer inmóvil siquiera por espacio dealgunosdías.Porconsiguiente,osdeclaroquenosaldrédeestacasa,amenosquemesaquéisdeellaporlafuerza.

Aquísedetuvoporquelefaltabaasupechoheridolarespiración.Crispoledijoentonces:

—No hemos de emplear ningún género de violencia contra ti, señor;deseamostansólosalvarnuestrascabezas.

A estas palabras, el joven, que no estaba habituado a las objeciones,fruncióelceñoydijo:

—Permitidme tomar aliento—y después de algunos instantes repuso—:Por Crotón, a quien mató Urso, nadie ha de preguntar. Debía ir hoy aBenevento,adondehabíasidollamadoporVatinio;porconsiguiente,creerántodosquehapartido.CuandoentréenestacasaencompañíadeCrotón,nadienosvio,aexcepcióndeungriegoqueconnosotrosestuvoenOstrianum.Osindicaré dónde vive ese hombre; hacedle venir aquí; le haré callar; es unhombre a quien pago. Comunicaré por carta a mi casa que yo también hepartido para Benevento. Si el griego hubiese dado algún aviso al prefectodeclararéquefuiyoquienmatóaCrotón,yélquienmerompióelbrazo.Estoharé,oslojuroporlassombrasdemipadreydemimadre.Podéispermanecer

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aquíconlaseguridaddequenosetocaráunsolocabellodevuestrascabezas.Haced, pues, que aquí venga, y pronto, ese griego, cuyo nombre esQuilónQuilónides.

—Entonces,Glaucosequedarácontigo—dijoCrispo—yteatenderájuntoconlaviuda.

—Fíjate, anciano, en loqueestoydiciendo—replicóVinicio, frunciendoaúnmáselceño—.Yotedebogratitud,ytúmeparecesbuenoyhonrado,masnomedicesloquehayenelfondodetualma.TienesmiedodequeyohagaveniramisesclavosylesordenequesellevenaLigia.¿Noesverdad?

—Sí—dijoCrispoconciertadureza.

—Entoncestenpresenteesto:hablaréaQuilóndelantedetodosvosotrosyescribiré a casa una carta en que anunciemi viaje aBenevento.De aquí enadelante, sólovosotros seréismismensajeros.Tenedeso en cuentaynomeirritéismás.

Esto ya lo dijo indignado y el rostro contraído por la cólera. Luegoprosiguióconexaltadoacento:

—¿Haspensadoquenegaríayoquedeseopermaneceraquíparaverla?Esolo hubiese adivinado hasta un necio, aun cuando yo lo negara. Pero ya novolveré a intentar llevármela por la fuerza. Más te diré: si ella se niega apermaneceraquíharépedazos,conestamanoquetengosana,losvendajesquehabéispuestosobremibrazoroto,notomaréalimentosnibebidasydejaréquemimuertecaigasobretiytushermanos.¿Paraquémehasatendidoentonces?¿Porquénohasdadoordendequemematen?

Yaldecirestasúltimaspalabraspalideciódeiraydeagotamiento.

Ligia, que todo lo había escuchado desde el aposento inmediato y queestaba segura de que Vinicio habría de cumplir lo que ofrecía, se sintióanonadada ante la amenaza contenida en las postreras frases del joven. Pornadaqueríaellaquemuriese.Indefensoyherido,yanodespertabaenlajoventemor,sinocompasión.Ycomodesdeeldíadesufugahabíavividoenuniónde gentes llenas de fervor religioso, ocupado su pensamiento sólo ensacrificios y ofrendas y en el ejercicio de una caridad sin límites, todo estohabíallegadoareemplazarsuantiguohogar,sufamiliaylafelicidadperdida,convirtiéndolaenunadeesasvírgenescristianasqueañosmástardetuvieronlavirtuddecambiarelalmadelmundo.

Viniciohabíaejercidoensusuerteunainfluenciademasiadotrascendental,había intervenido demasiado en su vida para que pudiera olvidarle. Díasenteroshabíapensadoenéle imploradomásdeunavezaDiosqueledieraunaoportunidadmercedalacual,ysiguiendolasinspiracionesdesureligión,

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pudiese ella devolverle bien por el mal que de él recibiera, perdón ymisericordia a cambio de sus persecuciones, ablandándole así el alma,ganándoselo para la causa de Cristo y procurándole la eterna salvación. Yahora le parecía que precisamente ese momento llegaba por fin y que susplegariashabíansidoatendidas.

Se acercó, pues, a Crispo con un semblante que parecía el de unailuminaday,señalandoaVinicio,hablóconunavozquenoparecíabrotardesuslabios:

—Permanezca él entre nosotros, Crispo; se quedará hasta que Cristo lehayadevueltolasalud.

Elancianopresbítero,habituadoabuscarentodaslascosaslainspiracióndeDios,aladvertirlaexaltacióndeladoncella,pensóalpuntoqueacasounpoder más alto hablaba por su boca y, lleno de temor religioso, inclinó lacabezaydijo:

—Seacomotúdices.

Vinicio, que en todo ese tiempo no había apartado la vista de la joven,sintióqueesta incondicionalobedienciadeCrispo le causabauna impresiónextraordinaria y avasalladora. Ligia se le representaba ahora entre loscristianos como una especie de sibila o sacerdotisa a quien rodeaban dehomenajesyobedecían.Yélsehallabatambiénsubyugadoyprontoarendirleesos mismos homenajes. Al cariño que sentía por ella se unía ahora ciertotemor,anteelcualelamorsetransformabaenalgorealmenteaudaz.

No conseguía familiarizarse con la idea de que las relaciones de amboshabíansufridounamodificación;queahoranodependíaelladesuvoluntad,sinoéldelavoluntaddeLigia;queélsehallabaenaquelsitioquebrantadoyenfermo y había dejado de ser una fuerza ofensiva y conquistadora paraconvertirseenunniñoindefenso,entregadoporcompletoalamercedyaloscuidados de la joven. Para su índole altiva y dominadora, semejantesrelaciones respecto de cualquier otra persona las hubiera conceptuadohumillantes; y sin embargo, ahora no solamente no experimentabahumillación, sino reconocimiento hacia Ligia, considerándola como unaespeciedesoberana.

Enéleranestosnuevossentimientosalgoinsólito,algoqueeldíaanteriorhabríaconceptuadocomoabsolutamente incomprensible,yqueahoramismole hubiese llenado de admiración de poder darse cuenta de ello claramente.Masenestosinstantesnosedetuvoapensarelporquédetalcosa,comosisusituación fuera perfectamente natural: se sentía feliz porque se quedaba. Ydeseabamanifestarle sugratituddesde el fondodel corazón,movidoporuníntimo sentimiento inexplicablepara él, de talmanera, quenohabría sabido

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quénombredarle,pueserasimplementeunsentimientodesumisión.

La anterior excitación le había extenuado de tal forma, que no le eraposible hablar ahora; le agradeció, pues, tan sólo con los ojos, radiantes dejúbilo,porque ibaapermanecera su lado,porquepodríaverla…,verlahoy,mañana,aldíasiguiente,acasoporespaciodelargotiempo…Yesejúbilosevio atenuado tan sólo por el temor de perder más tarde lo que acababa deconquistarporfin.

Talesproporcionesfueasumiendoestetemor,quecuandoLigiaseacercóporsegundavezaofrecerleaguaylesobrevinoeldeseodecogerleunamanosedetuvoatemorizado.¡Atemorizadoél,Vinicio,queenlafiestadelCésarlehabíabesado los labios a la fuerza! ¡Él,Vinicio, que, despuésde la fugadeLigia, se había prometido a sí mismo arrastrarla de los cabellos hasta elcubiculumyordenarasusesclavosqueazotaransucuerpo!

XXIV

Peroempezótambiénatemerquealgunaayudainoportunavinieseaturbarsudicha.BienpodíaQuilónhaberdadonoticiadesudesapariciónalprefectodeRomaohabérselacomunicadoensucasaa los libertos,yen talcasoeraprobableunainvasióndeaquelsitioporlosguardiasdelaciudad.

Ciertoesquehabíamomentosenqueatravesabaporsucerebrolaideadeque,llegadatalcontingencia,bienpodíaordenarqueseapoderasendeLigiaylaencerraranensucasa;peroluegosedecíaquenodebíahacertalcosaynoseconceptuabaahoracapazdellevarlaacabo.

Eratiránico,insolenteybastantecorrompido;encasonecesario,hastaerainexorable;masnoeraTigelinoniNerón.Lavidamilitarhabíadejadoensualmaciertos resabiosde justicia,dereligiónydeconcienciasuficientesparadiscernirqueunhechodetallinajehabríasidomonstruosamenteruin.Yacasohubiera sidocapazdeperpetrar tanbaja acciónenunaccesodecóleray enplenaposesióndesusfuerzas;peroenaquellosmomentossesentíadominadoporunaternurainsólitayestabaenfermo.LacuestióncapitalparaVinicioeraquenadievinieseainterponerseentreélyLigia.

Advirtió,asimismo,conasombro,que,desdeelmomentoenqueLigiasehabía puesto de su parte, ni ella ni Crispo le habían pedido seguridades deningúngénero,comosilesasistieralaconfianzadeque,encasodenecesidadextrema,losdefenderíaalgúnpodersobrenatural.Yeljoventribuno,encuyoespírituladistinciónentreloposibleyloimposiblehabíaidodebilitándoseycomoenvolviéndoseentrenubesdesdequeescucharaalapóstolenOstrianum,

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no estaba ahora lejos de creer que bien pudiera acontecer aquello. Mas,volviendoluegoaconsiderarcondetenimientolascosas,recordóloquehabíadichoacercadelgriegoyrogónuevamentequeenviasenabuscarle.

CrispoconvinoenelloydecidieronmandaraUrso.

Vinicio, que hacía pocos días, antes de su visita a Ostrianum, habíaenviado con frecuencia esclavos a Quilón sin resultado alguno, dio al ligiodetalles precisos acerca del domicilio del filósofo. A continuación escribióunascuantaspalabrasenunatablillaydijo,volviéndoseaCrispo:

—Envío una tablilla porque ese hombre es suspicaz y astuto. Confrecuencia, cuando le he llamado, hahecho contestar amis esclavosquenoestaba en casa. Siempre ha obrado así cuando, por no tener noticias buenasquedarme,temíaincurrirenmidesagrado.

—Sileencuentro,hedetraerle,quieraonoquiera—dijoUrso.

Luego,tomósumantoysalióapresuradamente.

En Roma encontrar una persona no era cosa fácil, aun llevando, comollevaba Urso, datos precisos acerca del domicilio de Quilón. Pero, en estecaso, el instinto del hombre del bosque ayudó al ligio, como asimismo elconocimiento que de la ciudad tenía.Así, pues, al cabo de algún tiempo sehallófrentealdomiciliodeQuilón.Peronolereconoció.Lehabíavistoantessolamenteunavezensuvidaydenoche.Porotraparte,elpastorsolemneyllenodeunciónquelehabíapersuadidodelanecesidaddeasesinaraGlaucoeratandiferentedeestegriego,aquienelterrorteníadobladocomounarco,quenadiehabríapodidoimaginarquefuesenambosunsoloindividuo.

Al notarQuilónqueUrso lemiraba comoa unapersona completamentedesconocidaserepusoylogródominarsumiedo.Lavistadelatablillaescritade puño y letra de Vinicio le tranquilizó más. Por lo menos, ya no podíaperturbar suánimo la ideadeque le llevasenaunaemboscadadispuestadeantemano. Pensó, además, que si Vinicio no había muerto era porque,evidentemente,nohabríanosadoloscristianosalzarlamanosobretannotablepersonaje.

«Y,entonces,Viniciomehadeprotegerenalgúncasoextremo—sedijo—. Porque es indudable que no ha de mandar por mí para llevarme a lamuerte».

Asípues,llamandoensuauxiliotodaslasreservasdesuescasovalor,dijo:

—Buen hombre, dime: ¿no hamandadomi amigo el noble Vinicio unalitera?Tengolospieshinchados;nopuedoirapieatanlargadistancia.

—Nohamandado literaalguna—contestóUrso—;haremoselcaminoapie.

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—¿Ysiyomeniegoaello?

—Nolohagas;porquetendrásqueirdetodosmodos.—Eiré,sí;peropormi voluntad. Nadie puede obligarme a ello, porque soy un hombre libre y,además, amigo del prefecto de la ciudad. Como sabio, poseo también losmedios apropiados para sobreponerme a los demás, y merced a mi cienciapuedoconvertiralasgentesenárbolesybestiasferoces.Peroiré,sí,señor,iré.Sóloquehedeponermeunmantounpocomásabrigadoyunacapucha,portemor de que los esclavos de este barriome reconozcan, pues entonces nosdetendránacadainstanteparabesarmelasmanos.

Y así diciendo se colocó unmanto y se cubrió con una amplia capuchagálica,pormiedodequeUrsopudierareconocersusfaccionesalllegaraunsitiomejoralumbrado.

—¿Adóndevasaconducirme?—lepreguntócuandoibanyaencamino.

—AlTranstíber.

—HacepocotiempoquelleguéaRoma,ynuncaheestadoenesebarrio.Supongoqueallítambiénhandevivirpersonasqueamenlavirtud.

Pero Urso, que era hombre sencillo y había oído a Vinicio decir que elgriegohabíaestadoconélenOstrianumylehabíavistoentrarconCrotónenlacasaenquevivíaLigia,secontuvouninstanteydijoenseguida:

—No faltes a la verdad, anciano, porque hoy estuviste con Vinicio enOstrianumyllegastehastalapuertadenuestracasa.

—¡Ah! —dijo Quilón—. Entonces, ¿tu casa se halla en el Transtíber?Comonoheestadomucho tiempoenRoma, ignoroquénombres tienensusdiferentesbarrios.Ciertoesloquehasdicho,amigo;lleguéhastatupuertaeimploréaVinicio,ennombredelavirtud,quenoentrara.Estuve,asimismo,en Ostrianum, ¿y sabes tú por qué? Desde hace algún tiempo he venidotrabajandoporlaconversióndeVinicioydeseabaqueescuchaselapalabradelpríncipede losapóstoles. ¡Ojaláque la luzpenetreensualmayen la tuya!Pero tú eres cristiano y, por serlo, deseas que la verdad impere sobre lamentira.

—Ciertoes—contestóUrsoconhumildad.

ElvalorvolvióentoncesporcompletoalalmadeQuilón.

—Vinicio es un señormuy poderoso—dijo—y amigo delCésar. Sueletodavía escuchar amenudo las sugestiones del espíritu delmal; pero si tansólo uno de sus cabellos cayera de su cabeza, el César tomaría de ellovenganzaentodosloscristianos.

—Unpodermásaltonosprotege.

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—¡Ciertamente! ¡Ciertamente! ¿Mas qué intentáis vosotros hacer deVinicio?—preguntóQuilón,quehabíavueltoaalarmarse.

—Nolosé.Cristoordenaperdonar.

—Hascontestadoperfectamente.Piensasiempreasí,puesdeotramanerairásafreírteenelinfiernocomounasalchichaenunasartén.

SuspiróUrso, yQuilón pensó entonces que podría siempre hacer cuantoquisiera de aquel hombre, tan terrible en su primer arranque. Así pues,deseandosaberquéfinhabíatenidoelnuevointentodeapoderarsedeLigia,siguióinterpelandoalgigante,ahoraconelseveroacentodeunjuez:

—¿QuéhashechodeCrotón?Hablaynoinventes.

SuspiróporsegundavezUrsoyledijo:

—PregúntaseloaVinicio.

—Eso quiere decir que le heriste con un puñal o lemataste a palos.—Estabadesarmado.

El griego no pudo reprimir un movimiento de admiración ante lasobrehumanafuerzadelbárbaro.

—¡QuePlutón…!—dijo—.Esdecir,¡queDiosteperdone!

Y continuaron por algún tiempo caminando en silencio. Luego, Quilónrepuso:

—Yonohede traicionarte;pero tencuidadocon losguardias.—TemoaCristo,noalosguardias.

—Eso está muy bien. Pero no hay crimen más atroz que el asesinato.Rogaré aDios por ti;mas no sé simis oraciones llegarán a ser eficaces, amenosquetúhagasvotodenovolveratocaranadieniconlapuntadeldedo.

—Adecirverdad,yonohematadodeliberadamente—contestóUrso.

Mas Quilón, que deseaba estar perfectamente a cubierto en todo caso,siguiófulminandoanatemascontraelasesinatoeinstandoaUrsoparaque,deuna vez por todas, formulase aquel voto de abstinencia. Le hizo tambiéninsistentes preguntas acerca de Vinicio; pero el ligio contestaba de malavoluntad a todas sus averiguaciones, repitiendo siempre que de boca deViniciosabríatodoloquedeseaba.

EntretantohabíanrecorridoyaellargocaminoqueseparabadelTranstíbereldomiciliodelgriegoyseencontraronporfinfrentealacasa.Elcorazóndelgriego empezó de nuevo a palpitar aceleradamente. Elmiedo le hacía creerahoraqueUrsoleestabamirandoconunaexpresióndelobohambriento.

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«Exiguoconsueloseríaparamí—dijohablandoconsigomismo—queestebárbarofueseahoraamatarmesindeliberaciónocontrasuvoluntad.Prefiero,entodocaso,quelesobrevengaunataquedeparálisis,aélyatodoslosdemásligios,locual,¡ohZeus!,tepidopermitasquesuceda,sideelloerescapaz».

Yseenvolvióaúnmásensumantogálico,repitiendoqueeraportemoralfrío. Finalmente, cuando hubieron salvado la entrada y el primer patio y seencontraron en el corredor que conducía al jardín de la casita, se detuvorepentinamenteydijo:

—Déjame tomar alientos, pues de otramanerame será imposible hablarconVinicioydarlemissaludablesconsejos.

E hizo alto; pues, aunque pensaba que no le amenazaba ningún peligroinmediato, le temblaban laspiernas ante la ideade encontrarse enmediodeesasmisteriosasgentesquevieraenOstrianum.Entretantollegóalosoídosdeambosunhimno,cuyosecosprocedíandelacasita.

—¿Quéeseso?—preguntóQuilón.

—Dices que eres cristiano y no sabes que es costumbre entre nosotros,después de cada comida, glorificar a nuestro Salvador cantando himnos deagradecimiento—contestóUrso—.Deben de haber llegado yaMiriamy suhijo,yacasoestéconelloselapóstol,quienvisitaalaviudayaCrispotodoslosdías.

—LlévameinmediatamentedondeestáVinicio.

—Vinicioseencuentraenelmismoaposentocontodos,porqueeselúnicoespacioso;losdemássoncuartospequeños,aloscualesnosretiramostansóloalashorasdedormir.Entrayallídescansarás.

Yentraron.

Elaposentosehallabaenvueltoenunasemioscuridad,pueslatardeestabanublada y fría, no alcanzando las luces de unas cuantas velas a disipar porcompleto lapenumbra.Vinicio adivinómásbienque reconocióaQuilónenaquelhombreencapuchado.ElgriegovioenunextremodelaposentounlechoyaVinicioacostadoenél.Seleacercósinmiraraningunodelospresentes,comosileasistieselaconviccióndequeestaríamásseguroasulado.

—¡Oh señor! ¿Por qué no has querido seguirmis consejos?—exclamó,juntandolasmanos.

—¡Silencio—dijoVinicio—yescucha!

Ymiró aQuilón con fijeza; y enseguida, demanera enérgicaypausada,como queriendo significar al griego que cada una de sus palabras era unaorden,afindequelasgrabaseenlamemoria,lehablóasí:

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—Crotón se arrojó sobre mí con ánimo de asesinarme y robarme,¿entiendes?Yo,entonces, lematé,yestasgenteshancurado lasheridasquerecibíenlalucha.

Quilón comprendió al punto que si Vinicio hablaba de ese modo, ellodebieraserenvirtuddealgúnarreglohechoconloscristianosyque,siendoasí, deseaba que todos dieran crédito a lo que estaba diciendo. Leyó estomismo en la expresión de su semblante; así, pues, sin demostrar duda niasombro,levantólosojosalcieloyexclamó:

—¡Pérfidomalhechor,señor!Peroyateadvertíquedesconfiarasdeél;hasderecordarquemisenseñanzasrebotabanensuobtusacabezacomoguisantesarrojadoscontraunapared.Nohayentodoslosinfiernostormentosbastantesparaelcastigodesucrimen.Yesqueelhombre,incapazdehonradez,hadeser siempre unpícaro. ¿Podrá haber cosamásdifícil para unpícaro que serhombre honrado? Pero ¡caer sobre un bienhechor, sobre un señor tanmagnánimo!…¡Ohdioses!…

Mas,recordandoenaquelmomentoqueenelcaminosehabíapresentadoaUrsocomocristiano,secalló.

—Anohabersidopor lasicaqueconmigotraía,mehabríaasesinado—dijoVinicio.

—Bendigo el momento en que te aconsejé que llevaras siquiera uncuchillo.

Viniciodirigióalgriegounamiradainquisitivaypreguntó:

—¿Quéhashechohoy?

—¿Cómo?…¡Qué!…¿Notedije,señor,quehicemivotoportusalud?

—¿Ynadamás?

—Me preparaba para venir a visitarte, cuando este buen hombre llegó acasaymedijoquetúenviabaspormí.

—Aquítienesunatablilla.Conellairásamicasa,buscarásamilibertoyselaentregarás.EnesatablillacomunicoquehepartidoparaBenevento.DetupartedirásaDemasquemefuiestamañana,llamadoporunacartaurgentedePetronio.

Yaquírepitió,recalcando:

—HeidoaBenevento,¿entiendes?

—Tehasido,señor.EstamañanatedespedíenlaPuertaCapena,ydesdeelmomentodetupartidaseapoderódemítaltristeza,quesitumagnanimidadnovieneaendulzarlahedellorarhastamorir,comolacuitadaesposadeCeto,

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inconsolableporlapérdidadeItilio.

Vinicio,aunqueenfermoyhabituadoa lasartimañasdelgriego,nopudoreprimir una sonrisa; estaba contento, además, de que Quilón le hubiesecomprendidoinmediatamente.Asíqueledijo:

—Entoncesañadiréqueteenjuguenlaslágrimas.Damelavela.

Quilón,completamenteserenado,se levantóy,dandounoscuantospasoshacialachimenea,tomóunadelasvelasquejuntoalaparedardían.

Peromientrasestohacíaselecayódelacabezaelcapuchón,ylaluzdiodellenoensusemblante.

Saltó al puntoGlauco de su asiento y, acercándose al griego, se le pusodelanteylepreguntó:

—Cefas,¿nomereconoces?

Yensuvozhabíaunaentonacióntanterrible,queunestremecimientoseapoderódetodoslospresentes.

Quilónalzólavela,ycasialmismotiempoladejócaeralsuelo;enseguidasedoblócasiporcompletoyempezóagemir:

—¡Yonosoy!…¡Yonosoy!…¡Compasión!…

Glaucosevolvióaloscristianosallíreunidosylesdijo:

—Heaquíelhombrequemetraicionó,quenosarruinóamíyamifamilia.

La historia era sabida de todos los cristianos y deVinicio, el cual, si noidentificó desde el primer momento a Glauco, fue solamente por habersedesmayado varias veces como consecuencia del dolor mientras le estabancurandolaherida,debiéndoseaesacircunstanciaelquenoleoyerallamarporsu nombre.Mas, paraUrso, las palabras deGlauco en aquel breve instantefueron como los destellos de un relámpago en medio de la oscuridad.Habiendo reconocido al punto a Quilón, se puso de un salto a su lado, seapoderódesubrazo,seloechóhaciaatrásyexclamó:

—¡EsteeselhombrequemepersuadiódequedebíamataraGlauco!

—¡Perdón! —gimió Quilón—. Te devolveré… Señor —exclamó,volviéndosehaciaVinicio—,¡sálvame!Yoheconfiadoen ti;ponteahorademiparte.Tucarta…,yolaentregaré.¡Señor!¡Señor!

PeroVinicio,queveíacuantoestabapasandoconmayorindiferenciaquenadie,enprimerlugarporquetodoslosasuntosdelgriegoleeranconocidos,ysegundoporquesucorazónnoconocíalacompasión,dijo:

—Enterradleeneljardín;otropuedellevarlacarta.

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LeparecióaQuilónqueestaspalabraseran su sentenciacapital.CrujíansushuesosenlasterriblesmanosdeUrso,yeldolorinundabadelágrimassusojos.

—¡PorvuestroDios,tenedpiedaddemí!—exclamó—.¡Yosoycristiano,y si no lo creéis bautizadme de nuevo, bautizadme dos, tres, diez veces!¡Glauco,éstaesunaequivocación!…¡Nomematéis!…¡Tenedmelástima!…

Suvoz,quesofocabaelsufrimiento,ibadebilitándosemásymás,cuandoel apóstol Pedro se levantó de la mesa. En el breve espacio de un instantemovióprimerolablancacabezaylainclinóluegosobreelpecho,entantoqueentornabalosojos.Losabriódespuésydijo,enmediodeunsolemnesilencio:

—ElSalvadornoshadicho:«Situhermanohapecadocontrati,castígale;pero si se arrepiente, perdónale.Y si te ha ofendido siete veces al día y havuelto a ti los ojos otras siete veces, diciendo: "¡Ten piedad de mí!",perdónale».

Sobrevino un silencio todavía más profundo. Glauco permaneció largotiempoconelrostroocultoentrelasmanos.Lodescubrióporfiny,dijo:

—Cefas,¡quieraDiosperdonartusofensascomoyotelasperdono!

YUrso,dejandocaerasuvezlosbrazosdelgriego,agregó:

—¡QueelSalvadortengapiedaddeti,asícomoyotambiénteperdono!

Quilónsedesplomóenelsueloy,apoyándoseenélconlasmanos,volvióatodosladoslacabezacomounabestiaferozaquienhancogidoenunlazoymiraasualrededorparaverdequéladovienelamuerte.Leeraimposibledarcréditoasusojosyasusoídosynoseatrevíaaesperarelperdón.Lentamentefuerecobrandolaposesión,desusfacultades;suslabios,cárdenos,temblabanaúnaimpulsosdelterror.

—Veteenpaz—ledijoelapóstol.

Quilónselevantó,masnopudoarticularunapalabra.Seaproximóallechode Vinicio, como si todavía quisiera hallar protección junto a él. No habíapodido aún reunir sus ideas lo bastante para detenerse a pensar que aquelhombre, después de haber utilizado sus servicios y cuando todavía era sucómplice,acababadecondenarle,entantoqueleperdonabantodosaquellosaquienes había ofendido. Esa idea acudiría más tarde a su mente. Por elmomento, sus miradas tan sólo denunciaban incredulidad y asombro. Auncuandoestabaviendoqueleperdonaban,deseabaahorasustraercuantoantessu cabeza del poder de aquellas incomprensibles gentes, cuya bondad leaterrorizaba casi tanto como le hubiese aterrorizado su crueldad. Le parecíaquepermaneciendoallípormástiempo,algoinesperadopodríasucederle.Así,pues,apenassehallóenpiedelantedeVinicio,dijoconvozquebrantada:

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—¡Damelacarta,señor!…¡Damelacarta!

Y,apoderándosedelacartaqueViniciolealargó,hizounareverenciaaloscristianos,sefuedeslizandomedrosamentepegadoalamurallayseapresuróasalvarelumbraldelapuerta.Cuandoseencontróeneljardín,envueltoentrelassombrasdelanoche,denuevoleerizóloscabelloselmiedo,puesestabaahorasegurodequeUrsoseabalanzaríafueraparaperseguirleylemataríaenmediodelaoscuridad.

Demuybuengradohubieraechadoacorrer;pero,enelprimermomento,laspiernasno leobedecieronyno tardóenperderpor completo el dominiosobreellas.EraqueUrsosehallabaefectivamenteasulado.

Quilóncayóconelrostroentierrayempezóagemir:

—¡Urbano!¡EnelnombredeCristo!

PeroUrbanoledijo:

—Notemas.Elapóstolmemandaqueteacompañehastamásalládelaspuertasdelaciudad,portemordequepuedasextraviarteenlaoscuridad.Meha dicho también que, si te llegan a faltar las fuerzas, te conduzca hasta tucasa.

—¿Quédices?—preguntóQuilón,levantandolacabeza—.¡Qué!¿Nomematarás?

—No; y si al cogerte por los brazos estuve contigo brusco y te hemagulladoalgúnmiembrodetucuerpoperdóname.

—Ayúdame a levantarme —dijo el griego—. Entonces, ¿no me vas amatar?¿Noloharás?Llévamehastalacalle:deallímeirésolo.

Ursolealzócomopudierahacerloconunaplumaylehizoponerseenpie;enseguida le condujo a través del oscuro corredor hasta el segundo patio.Desdeallíatravesaronelpasajequehabíaalaentradayllegaronhastalacalle.En su tránsito del patio al corredor iba Quilón repitiendo interiormente:«¡Todohaconcluidoparamí!».Sólocuandosevioenlacallelogró,porfin,reponerseuntantoydecir:

—Puedoseguirsolomicamino.

—Quelapazseacontigo—dijoentoncesUrso,alsepararsedeél.

—¡Ycontigo!¡Ycontigo!¡Déjametomaraliento!

Ydespués queUrsohubo regresado a la casa empezóQuilón, por fin, arespiraraplenopulmón.Setocólacinturaylascaderasparaconvencersedeque aún existía. Enseguida empezó a andar presurosamente. Tras habermarchadounospasos,separóydijo:

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—Pero¿porquénomemataron?

YapesardetodassusconferenciasconEuricioacercadelasenseñanzasdel cristianismo, a pesar de la conversación que a la orilla del río tuvo enOstrianum,nohallóunarespuestasatisfactoriaparaaquellapregunta.

XXV

NitampocoViniciopudodescubrirlacausadeloquehabíasucedido,yenelfondodesualmasehallabacasitanasombradocomoQuilón.

Que aquellas gentes le hubieran tratado de aquellamanera, y en vez detomarvenganzaporelatropelloqueefectuóensucasalehubierancuradoconsolicitudsusheridasse loexplicabaatribuyéndoloenpartea ladoctrinaqueconfesabanyenpartemayoraLigia,y,además,porlaimportanciaqueteníaélcomotribunomilitar.

Pero la conducta observada por los mismos con respecto a Quilón sehallaba fueradel alcancede su comprensiónacercadel límite aquepudierallegar lamagnanimidadde loshombres.Yasuespírituvenía,con tenacidadno satisfecha, esta pregunta: «¿Por qué no mataron al griego?». Habríanpodidohacerloconabsolutaimpunidad.UrsolehabríaenterradoeneljardínollevadoenmediodelassombrasdelanochehastaelTíber,queduranteaquelperiodo de asesinatos nocturnos, cometidos hasta por el propio César enpersona, arrojaba por lamañana cuerpos humanos con tanta frecuencia, quenadiesepreocupabayaenaveriguardedóndeprocedían.Ensuconcepto,aloscristianoslesasistíanosóloelpoder,sinoelderechodemataraQuilón.

Porciertoquenoeralacompasióncosadeltodoextrañaalmundoaquepertenecía el joven patricio. Los atenienses habían erigido un altar a laMisericordia, y por espacio de mucho tiempo se habían opuesto a laintroducciónenAtenasde loscombatesdegladiadores.En lamismaRoma,losvencidoslograbanenocasionesalcanzarelperdón,comohabíasucedido,porejemplo,aCalícrato,reydelosbritanos,hechoprisioneroenlaépocadeClaudio. El vencedor, además de haber ordenado que se atendiese congenerosidad a las necesidades del prisionero, le había permitido vivirlibrementeenlaciudad.PerolavenganzadeunaofensapersonalleparecíaaVinicio,comoatodos,nosólonatural,sinotambiénperfectamentejustificada.

Elabandonodetalderechoeracosainconciliableconsumaneradepensar.Cierto es que enOstrianum había oído él al apóstol prescribir que se debíaamaraunalosenemigos;peroconsiderabaqueésaeratansólounaespeciedeteoríadeimposibleaplicaciónenlavida.

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Luegocruzóporsucabezaestaconjetura:talveznohabíandadomuerteaQuilón por ser aquel día el de una de las festividades rituales o hallarsecomprendido dentro de alguna de las fases de la luna, durante las cualesestuvieravedadoaloscristianosmataraunhombre.Habíaoídodecirqueenciertasnacioneshaydíasenloscualesnoespermitido:nisiquieradeclararoaceptar la guerra. Pero entonces, si tal era el caso, ¿por qué no habíanentregadoalgriegoalajusticia?¿Porquédecíaelapóstolquesiunhombrepecabasieteveceseramenesterperdonarlesieteveces,yporquéGlaucohabíadichoaQuilón«QueDiosteperdonecomoyoteperdono»?

Quilónlehabíainferidoelmásterribleagravioqueunhombrepuedehaceraotro.AlsolopensamientodecómohabríaéldeobrarrespectoaunhombrequemataseaLigia,porejemplo,elcorazóndeVinicioparecíabullirleenelpechocomoelaguahirviendo:¡nohabríatormentoquenofueraélcapazdeaplicarensatisfaccióndesuvenganza!PeroGlaucohabíaperdonado;tambiénhabía perdonadoUrso;Urso, que era capaz dematar enRoma con perfectaimpunidadaquienquisiera,pueslebastabaparaellotansólodarmuertealreydelasselvasdeNemeayocuparsupuesto.¿Acasoelgladiadorqueocupabasupuesto—alquehabía llegadotansólodespuésdemataralreyanterior—seríacapazderesistiralhombreaquienCrotónnohabíapodidovencer?

Sólohabíaunarespuestaquedaratodasestaspreguntas:loscristianosnomatabanporunabondadtangrande,quenoteníaprecedenteenelmundo,yporunamorsinlímitesasussemejantes,amorquelesordenabaolvidarsedesí mismos, de las ofensas recibidas, de la propia felicidad y del propioinfortunioyvivir tansólopara losdemás.EnOstrianum,Viniciohabíaoídohacermencióndelpremioquehabríadeconquistarsecon talconducta;peronolocomprendía.Estimabaquelavidaterrena,relacionadaconlaobligaciónde renunciar a todo loque esbuenoy agradable enprovechode losdemás,debíadeserunavidamiserable.Asípues,enelconceptoqueseibaformandoacercade loscristianoshabía,ademásdelmayorasombro,mucha lástimay,comosidijéramos,ciertoasomodedesdén.

Leparecíanunasovejasque,tardeotemprano,habríandeversedevoradaspor los lobos, y su índole romana era incapaz de prestarse a reconocerpersonalidad a gentes que se ofrecían como presa para ser devoradas. Sinembargo,unacosalesorprendió:que,despuésdelapartidadeQuilón,enlossemblantesdetodosparecíaresplandecerunaespeciedeíntimaalegría.

ElapóstolseaproximóaGlauco,lepusolamanosobrelacabezaydijo:

—¡Cristohavencidoenti!

Glaucoalzóentonceslosojos,llenosdeesperanzaeiluminadosdejúbilo,comosiacabaradefavorecerleunagrandeeinesperadaventura.Vinicio,quesólo conocía el placer o la satisfacciónnacidosde la venganza cumplida, le

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contemplóconojosagrandadospor la fiebre,comoquienmiraaun loco.Yvioluego,nosinhondaindignaciónsecreta,que,acontinuación,Ligiaposabasuslabiosdereinasobrelamanodeaquelhombrequeteníaelaspectodeunesclavo,yleparecióqueelordendelmundoestabatotalmentetrastocado.

Enseguida,UrsorefiriócómohabíaacompañadoaQuilónhastalacalleycómo allí le había pedido que le perdonara si le había hecho algún daño altomarlerudamenteporlosbrazos.Poresto,elapóstollebendijootravez.

Crispo declaró que era aquél un día de grandes victorias, y al oír esto,Vinicioperdióporcompletolailacióndesuspensamientos.PerocuandoLigiavinodenuevoaofrecerleunabebidarefrescante,retuvosumanoduranteunosinstantesydijo:

—Entonces,¿tútambiénmehasperdonado?

—A nosotros, los cristianos, no nos está permitido guardar rencor ennuestroscorazones.

—Ligia—dijoeljoven—,quienquieraqueseatuDios,lerindohomenaje,sóloporqueestuDios.

—Lerendiráshomenajeentucorazóncuandohayasaprendidoaamarle.

—SóloporqueestuDios—repitióVinicioconvozdesfallecida.

Enseguidacerrólosojos,puesladebilidadsehabíadenuevoapoderadodeél.Ligiasalióentonces,perovolvióunpocomástarde,yse inclinóhaciaeljovenparaversidormía.

Vinicio,presintiendoquesehallabaellapróxima,abriólosojosysonrió.Ligia pasó lamano levemente sobre ellos, como para incitarle al sueño. Sehalló entonces Vinicio dominado por una sensación de dulcísimo bienestar;peroluegosesintiómáspenosamenteenfermo,yasíerarealmente.Lanochehabía llegado,yconellauna fiebremásviolenta.VinicionopodíadormiryseguíaconlavistaaLigiadondequieraqueéstafuese.

Pormomentoscaíaenunaespeciedesopor,duranteelcualveíayoíatodocuanto pasaba a su alrededor, pero en el que también la realidad se hallabamezclada con febriles delirios. Entonces le parecía que en un antiguo ydesiertocementeriosealzabauntemploenformadetorre,yenelqueLigiaeralasacerdotisa.Yélnoquitabalosojosdelajovenylaveíaenlacúspidedelatorreconunlaúdenlasmanos,destacándoseenplenaluz,comoaquellassacerdotisasqueenlashorasdelanochecantabanhimnosenhonordelalunayaquienesvieraélenelOriente.

Élmismoibaascendiendocongranesfuerzoporunaescaleradecaracol,afindellegarhastalacúspideyllevarseconsigoalajoven.DetrásveníaQuilóncomo arrastrándose, castañeteándole por el terror los dientes y repitiendo:

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«Señor, no hagas eso; ella es una sacerdotisa, y Él ha de tomar venganza».VinicionosabíaquiéneraÉl;perocomprendíaqueibaacometerunsacrilegioy empezaba también a sentir un terror sin límites. Pero al acercarse a labalaustrada que rodeaba la cúspide de la torre, el apóstol, con su barbaplateada, apareció junto a Ligia y dijo: «No alcéis la mano sobre ella. Mepertenece». Y luego siguió adelante con la joven, yendo por un caminoformadoporrayosdeluna,comosifueraelsenderoqueconducíaalcielo.Elextendió entonces las manos hacia ellos y les pidió que le llevaran en sucompañía.

Aquí despertó, recobró el sentido y miró en derredor suyo. El fuegobrillabaahoramásdébilmente,dando,sinembargo,bastanteclaridad.

Todos se hallaban calentándose junto a él, pues la noche era fría ydesabrigada la estancia. Vinicio veía cómo de los labios de todos salía elaliento en formade tenuevapor.Enmediode ellos estaba el apóstol.A suspies, y sobre un escabel, hallábase Ligia; a continuación, Glauco, Crispo yMiriam.Alextremo,enunlado,Urso,yenelotro,elhijodeMiriam,Nazario,muchacho de rostro hermoso y de cabellos negros y largos que le llegabanhastaloshombros.Ligiaescuchabaconlosojosfijosenelapóstol,ytodoslossemblantesestabanvueltoshaciaél.Pedroleshablabaenvozbaja.

Vinicio miró a Pedro con una especie de temor supersticioso, casicomparablealquehabíasentidoenelcursodesudelirio febril.Asumentevenía la idea de que aquel sueño era un trasunto de la realidad; que aquelhombredecabellocano, recién llegadode lejanasplayas, le iba realmenteaarrebataraLigiayallevárselaporsenderosdesconocidos.

Abrigabaasimismolacertidumbredequeelancianoestabahablandodeél,acasodisponiendoelplanpara separarledeLigia,pues leparecía imposiblequepudiesealguientratardeotracosa.Asípues,llamandoensuauxiliotodasu presencia de ánimo, concentró la atención para escuchar las palabras dePedro.Perosehabíaequivocado,pueselapóstolestabaotravezhablandodeCristo.

«Vivensóloinvocandoesenombre»,pensóVinicio.

El anciano refería en aquel momento cómo se habían apoderado delSalvador.

—Vinounacompañía—dijo—yalgunossiervosdelsacerdoteconelfinde apoderarse de Él. Cuando el Salvador preguntó a quién buscaban, elloscontestaron:«AJesúsdeNazaret».PerocuandoÉllesdijo:«Yosoy»,cayeronalsuelo,noatreviéndoseaponersobreÉllasmanos.SolamentedespuésdelasegundainterpelaciónseapoderarondeÉl.

Yaquí,elapóstolsedetuvo,extendiólasmanoshaciaelfuegoyprosiguió:

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—Lanocheestabafría,comoésta;peroelcorazónmesaltabadentrodelpecho.Asípues,sacandounaespadaparadefenderle,cortélaorejaalsirvientedel Sumo Sacerdote.Y le habría seguido defendiendomás que ami propiavida,siÉlnomehubiesedicho:«Pontuespadaenlavaina;simiPadremeenvíaestecáliz,¿nohabrédeapurarlo?».YenseguidaseapoderarondeÉlyleataron.

Dichasestaspalabras,Pedro se llevó lasmanosa la frenteypermaneciósilenciosoalgunos instantes,deseando,antesdeproseguir,ponerenorden lamultitud de recuerdos que se agolpaban en su imaginación. Pero entretanto,Urso,incapazdecontenerse,sepusoenpie,diomásluzalalámpara,reanimóel fuego con el atizadorhastaque las doradas chispasbrotaron en formadelluvia dorada y el resplandor se hizo más vivo, y entonces, volviéndose asentar,exclamó:

—Noimportaloquehubierasucedido.Yo…

Yhubode callarse al punto, porqueLigia acababade colocarse undedosobre los labios. Pero el ligio respiraba con fuerza y era evidente que unatempestadrugíaensualma;yauncuandoestabaen todomomentoprontoabesarlospiesdelapóstol,laescenaqueacababaéstedenarrareraparaéldeltodoinaceptable.Sialguienhubieraensupresencialevantadolamanosobreel Redentor, si él hubiese estado cerca del Redentor… ¡Ah! ¡Trizas habríahecho de los soldados, de los siervos, de los sacerdotes y de los oficiales!Brotabanlágrimasdesusojossóloalpensarenestoyacausadesupenaporlaluchamentalqueestabasosteniendo.DeunapartepensabaquenotansólohabríadefendidoalRedentorcon todassus fuerzas, sinoquehabría llamadoen su auxilio a los ligios, excelentesmuchachos, y de la otra, que con ellohabría desobedecido al Redentor y a lo mejor habría hecho más difícil lasalvacióndelhombre.Porestarazónleeraimposiblecontenerlaslágrimas.

UnsoporfebrilseapoderónuevamentedeVinicio,elcualempezóasoñarsemidespierto. Lo que estaba escuchando ahora se relacionaba en suimaginación con lo que el apóstol había dicho la noche anterior en elOstrianumacercadeldíaenqueCristohabíaaparecidoen la riberadelmarTiberíades.Veíaunasábanadeaguaqueseextendíaantesusojos;sobreella,elbotedeunpescador,yenelbote,aPedroyLigia.El,Vinicio,nadabacontodas sus fuerzas en dirección de aquel bote, pero le impedía alcanzarlo eldolorque sentíaenelbrazo roto.Elvientoazotaba lasolascontra susojos;empezabaahundirseyapedirauxilioconvozsuplicante.

Ligia entonces se arrodillaba ante el apóstol, quien hacía virar laembarcación y le alargaba un remo, del queVinicio se apoderaba, y con laayudadeambossubíaalboteycaíaextenuadoenelfondo.

Y luegoparecía que se ponía en pie y había unamultitud de gentes que

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nadaba siguiendo la embarcación. Las olas cubrían de blanca espuma suscabezas,yenmediodeltorbellinosólopodíanverselasmanosdeunospocos,levantadas en alto. Pero Pedro iba salvando de tiempo en tiempo a los queestabanapuntodeahogarseylosibarecogiendoenelbote,elcualseibaalavez agrandando como por milagro. Y pronto fueron llenando aquellaembarcación grupos tan numerosos como los que se habían reunido en elOstrianum, grupos que iban por momentos tomando proporciones deverdaderasmultitudes. Vinicio veíamaravillado cómo todas aquellas gentesibanhallandocabidaenlaembarcaciónytemíaquetodosfueranahundirsederepente. Pero Ligia le tranquilizaba señalándole una luz que brillaba en ladistanteriberayhacialacualseencaminaban.

AquíseentremezclabandenuevosussueñosconlasdescripcionesqueenOstrianum había escuchado de labios del apóstol acerca de cómo Cristo sehabía presentado sobre el lago.Y ahora veía, a los reflejos de una luz, unaformahumanahacialacualremabaPedro,yamedidaqueaellaseacercabanseibacalmandoelviento, tranquilizándoselasaguasysedilatabala luz.Lamultitudempezabaahoraaentonartiernoshimnos;elaireestabaimpregnadodelaromadelnardo;en lasuperficiedelaguaemergíaunhermosoarco iris,comosidesdeelfondodellagosurgiesenliriosyrosas,y,porúltimo,elboteencalló en la arena. Ligia le tomó entonces la mano y dijo: «¡Ven, yo teconduciré!»,ylellevóhastalaregióndelarealidad.

Vinicio sedespertódenuevo,pero sus sueños sedisipaban lentamenteytardabaenrecobrarse.Lepareciótodavía,porespaciodebrevesinstantes,quesehallabaenellago,rodeadoporlasmultitudes,entrelascuales,ignorabaporquérazón,empezóabuscaraPetronio,sorprendiéndosealnohallarle.

Labrillanteluzprocedentedelachimenea,cercadelacualnohabíaahoraninguna persona, le hizo que se despejara por completo. Trozos de leña deolivoseibanconsumiendobajolasrosadascenizas;perolasastillasdepino,que evidentemente habían sido puestas allí sólo algunos momentos antes,daban una llama brillante, a cuya luz pudo Vinicio ver a Ligia, que estabasentadanolejosdesulecho.Lavistadelajovenleconmovióhastaelfondodelalma.RecordóqueellahabíapasadolaveladaanteriorenOstrianum,quedurante el día entero se había ocupado en atenderle, y ahora, cuando todosacababanderetirarseadescansar,ellaeralaúnicaquevelabaasucabecera.

Era fácil adivinar su cansancio. Se hallaba sentada, inmóvil, y tenía losojoscerrados.Vinicio sepreguntósiestaríadormidaosolamente sumidaensus pensamientos. Contempló su perfil, sus pestañas bajadas, sus manospuestas sobre las rodillas, y en su cabeza pagana empezó a tomar forma, sibien con dificultad, la idea de que al lado de la belleza desnuda, serena yengreídaexistíaenelmundootrabellezanueva,impecable,dentrodelacualmorabaunalma.Masnosedecidíaa llamarlacristiana,aunquealpensaren

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Ligianopodíasepararladeladoctrinaqueprofesaba.

Aúnmás: comprendíaque si todos sehabían retirado adescansary sóloellapermanecíaenvela,ellaaquienélhabíaofendido,eraporquesureligiónasí se lo prescribía. Pero ese pensamiento que causaba admiración alrelacionarlo con la religión de Ligia, le era al mismo tiempo desagradable.Habríapreferidoquelajovenobraraasítansóloporamoraél,asurostro,asus ojos, a sus formas estatuarias; enunapalabra, por todas aquellas causasquemás de una vez habían hecho que rodearan su cuello brazos griegos yromanosblancoscomolanieve.Sinembargo,pensóquesiLigiahubieradesercomolasdemásmujereslefaltaríaalgo.

YViniciosesentíamaravilladoantetalesideasynosabíaquéfenómenosseibanapoderandoensuseríntimo;perocomprendíaquesentimientosdeunaíndole nueva e insólita empezaban a nacer en su alma, y con ellos, gustosnuevosyextrañosalmundoenquehastaentonceshabíavivido.

AbrióLigiaenaquelinstantelosojosy,notandoqueVinicioteníaenellafijoslossuyos,seleacercóyledijo:

—Estoycontigo.

—Yyohevistotualmaenmissueños—contestóél.

XXVI

A la mañana siguiente despertó débil, pero con la cabeza fresca y sinfiebre. Le parecía que el susurró de una conversación en voz baja le habíadespertado;perocuandoabriólosojos,Ligiayanosehallabajuntoaél.

Urso,inclinadosobrelachimenea,removíalalumbreapartandolacenizayjuntando los carbones encendidos que debajo de ella había. Hecha estaoperaciónempezóasoplar,yalsentirlonosehubieracreídoqueparaelloseservíadelaboca,sinodelosfuellesdeunaherrería.Vinicio,alrecordarcómoaquel hombrehabía destrozado aCrotón el día anterior, se puso a examinarcon atención, propia de un aficionado a las luchas de circo, sus gigantescasespaldas, semejantes a las de un cíclope, y susmiembros, fuertes y sólidoscomocolumnas.

«¡Gracias a Mercurio no me ha desnucado! —pensó Vinicio—. ¡PorPólux!,silosdemásligiossoncomoéste,algúndíatendránlabormuypesadalaslegionesdelDanubio».

Luegodijoenvozalta:

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—¡Eh!¡Esclavo!

Ursosacólacabezafueradelachimeneay,sonriendoconexpresióncasiamistosa,dijo:

—Que Dios te dé buenos días, señor, y mejor salud; pero yo soy unhombrelibre,nounesclavo.

Pero aVinicio, que deseaba interrogar aUrso acerca del lugar en dondeLigia había nacido, estas palabras le produjeron una impresión favorable,porque el hablar con un hombre libre, aun cuando fuese rústico, eramenosdesagradableparasuorgullodeciudadanoromanoydepatricioquealternarconunesclavo,alcualnilaleynilacostumbreatribuíaníndolehumana.

—Entonces,¿túnopertenecesaPlaucio?—preguntó.

—No, señor; sirvo a Calina, como servía a su madre, por mi propiavoluntad.

Yaquídenuevointrodujolacabezaenlachimeneaparasoplarelfuego,alque acababa de agregar algunos trozos de leña. Cuando terminó se irguiónuevamenteyrepuso:

—Entrenosotrosnohayesclavos.

—¿DóndeestáLigia?—preguntóVinicio.

—Acabadesalir,yyovoyahacertelacomida.Ellateestuvovelandotodalanoche.

—¿Yporquénolarelevastetú?

—Porqueellaquisovelara tu lado,ymideberesobedecerla—luegoseadvirtióensusojosunaexpresiónsombríay,despuésdeunmomento,dijo—:Silahubieradesobedecido,túnoestaríashoyvivo,señor.

—Entonces,¿tehallaspesarosopornohabermedadomuerte?

—No,señor;Cristonosmandanomatar.

—¿PeroyAtacinoyCrotón?

—Nopudehacerotracosa—murmuróUrso.

Ydirigióunamiradaentristecidaasusmanos,queevidentementehabíanpermanecido paganas, aun cuando hubiera él, desde lo íntimo de su alma,abrazadolacruz.

Enseguida colocó una olla sobre la rejilla y se quedó en cuclillascontemplandoelfuegoconmiradapensativa.

—Tuya fue la culpa, señor —dijo por fin—. ¿Por qué alzaste la mano

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contraella,contralahijadeunrey?

Una oleada de orgullo se adueñó de Vinicio al ver que un rústico y unbárbaro se permitiera no sólo hablarle familiarmente, sino que hasta osararecriminarle. Así venía esto a juntarse a todas las cosas insólitas einverosímiles que desde el día anterior le estaban sucediendo.Mas como seencontraba débil y sin esclavos a quienes llamar en su ayuda, trató desobreponerse, especialmente porque predominaba en él ahora el deseo deconoceralgunosdetallesdelavidaanteriordeLigia.

Demaneraque,cuandosehubocalmadoun tanto,pidióal ligioalgunosdatosacercadelaguerradelosligioscontraVanioylossuevos.

AUrsoleagradabaconversar,masnopudoagregarmuchodenuevoaloqueensutiempoAuloPlauciohabíareferidoaVinicio.Ursonohabíatomadoparteenlaguerra,pueslehabíatocadolamisióndeacompañaralosrehenesal campamento de Atelio Hister. Sólo sabía, pues, que los ligios habíanderrotadoalossuevosyyazigos;peroquesucaudilloyreyhabíasucumbidobajo las flechasdeunyazigo. Inmediatamentedespuésderecibida lanoticiade que los semnones habían prendido fuego a los bosques situados en susfronteras, los ligioshabíanvueltoprecipitadamente a vengar aquel atentado:entretantohabíanpermanecidocomorehenesenpoderdeAtelioHister,quienalprincipioordenóqueselestributasenhonoresreales.

Después habíamuerto lamadre deLigia.El jefe romano se encontró ensituacióndenosaberquéhacerconlaniña.Ursoquisovolverasupaís,peroelcaminoeradifícilacausadelasfierasydelastribussalvajes.

Cuando se recibió la noticia de que una embajada de ligios había ido avisitaraPomponioyaofrecerleelapoyodesupaíscontralosmarcómanos,Atelio Hister le había mandado con Ligia a ver a Pomponio. Pero cuandollegaron se enteraron de que los embajadores no se habían presentado, y enesascircunstanciaspermanecieronenelcampamento,desdedondePomponioselosllevóaRoma,yunavezalcanzadalavictoria,entregóalahijadelreyligioaPomponiaGrecina.

Aun cuando sólo algunos ligeros detalles de esta narración eran nuevospara Vinicio, éste los escuchó todos con agrado, pues sentía lisonjeado suorgullodefamiliaalrecibirdebocadeuntestigoocularlaconfirmacióndellinajerealdeLigia.Comohijadeunrey,bienpudieraellaocuparenlacortedelCésarunaposiciónigualaladelashijasdelasprimerasfamiliasromanas,contantomayormotivocuantoquelanaciónquegobernarasupadrenohabíatenido hasta entonces ninguna guerra con Roma, y aunque bárbara, podíallegaraserunenemigoterrible,puesdeserciertoslosinformesdadosporelpropio Atelio Hister, poseía una fuerza inmensa por la intrepidez de sushombresdeguerra.YUrsoconfirmóplenamenteestaopinión.

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—Vivimosen losbosques—dijo,contestandoaunapreguntadeVinicio—;peroposeemos tal extensiónde territorio,quenohayquienpueda saberdóndesehallaellímite;enesteterritoriohabitaunpueblonumerosísimo.Haytambiénciudades,todasconedificiosdemadera,enmediodelosbosques,yenellasreinalaabundancia,porqueelbotínconquevuelvencargadosdesusexcursiones los cuados, semnones, marcómanos y vándalos se lo quitamosnosotros.Ynoseatrevenaatacarnos;perocuandosoplaelvientodelladodeellosnosincendiannuestrosbosques.Nosotrosnolostememos,niaellosnialmismoCésarromano.

—Los dioses han dado a Roma el dominio del mundo —dijo Viniciosecamente.

—Los dioses son espíritus malignos—contestó Urso con sencillez—, ydondenohayromanosnohaysupremacíadeningúngénero—yaquítornóaavivarelfuegodelachimenea,yenseguidarepuso,comosihablaraconsigomismo—:CuandoelCésarsellevóaCalinaapalacio,yyopenséquepodíasobrevenirlealgunadesgraciaquiseencaminarmealosbosquesyhacerveniralosligiosenauxiliodelahijadenuestrorey.Ylosligiossehabríanmovidohacia el Danubio, porque forman un pueblo virtuoso, aunque son paganos.Peroallíhabría idoyotambiéna llevarles«labuenanueva».Noobstante,sialgunavezCalinavuelve a la casadePomponiaGrecina, le pediré permisoparairmeconellos;porqueCristonacióentierrasmuylejanas,yellostodavíano han oído hablar de Él…Él sabía, por ciertomejor que yo, dónde debíanacer;perosihubieravenidoalmundoentrenosotros,en losbosques,no lehabríamos torturado:deesoestoybienseguro.HabríamoshechodelHijoelobjeto de nuestra solicitud; le habríamos cuidado y atendido demanera quejamáslefaltaranlasaves,nilassetas,nilaspielesdecastor,nielámbar.YelbotínquehubiéramosquitadoalossuevosybohemiosselohabríamosdadoaÉl,afindequedisfrutasedecomodidades,abundanciaybienestar.

Ymientrasestodecía,colocódenuevoenelfuegolaollaqueconteníalacomida de Vinicio y enseguida guardó silencio. Su pensamiento,evidentemente,continuóvagandotodavíaporespaciodealgunos instantes,atravésdelasselvasligias,hastaqueempezóahervirelcontenidodelavasija.Unpocomástardelavacióenunplatograndey,despuésdehaberloenfriadounpoco,dijo:

—Glaucoteaconseja,señor,quemuevaselbrazosanolomenosposible;Calinamehaordenadoquetesirvadecomer.

¡Ligia ordenaba!No había, pues, lamenor objeción que hacer.No se lehabríaocurridoaViniciooponerseniporuninstanteasuvoluntad,comosisetratara de la hija del César o de una diosa. Así que no contestó una solapalabra.SesentóUrsojuntoalacama,vacióellíquidoenunapequeñatazay

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lollevóaloslabiosdeljoven.

E iba haciendo aquello con tal solicitud y tan afable sonrisa en elsemblante,queVinicionopodíadarcréditoasusojosnipensarqueeraésteeltitán terrible que el día anterior había aniquilado a Crotón y a élmismo lehabríahechotrizasanoserporlacompasivaintervencióndeLigia.Yeljovenpatricio, por primera vez en su vida, empezó a preguntarse con airemeditabundo qué fenómenos estarían a la sazón operándose en el alma deaquelhombretansencillo,quenoeramásqueunbárbaroyunsirviente.

PeroUrsodemostróserunenfermerotandesmañadocomosolícito;latazaseperdíademaneratancompletaaltomarlaélentresushercúleosdedos,quenoquedaba en ella sitio algunopara labocadel enfermo.Así, pues, trasdealgunosesfuerzosinfructuosos,elgigantesehallógrandementeconfundido,ydijo:

—¡Ay!¡Creoquemeseríamuchomásfácilcogerunuroporloscuernos!

LaconfusióndelligiodivertíaaVinicio;peroestaúltimaobservaciónsuyano le interesómenos.Había visto en los circos al terrible uro, traído de lasselvasdelNorteyhaciaelcualibanllenosdetemorlosmásosadosbestiarii,porserunafieraquesóloaloselefantescedíaentamañoyfuerza.

—¿Acasohasintentadotúcogerasemejantesbestiasporloscuernos?—preguntóasombrado.

—Hasta mi vigésimo invierno les tuve miedo —contestó Urso—; perodespuéslohice—ysiguiódandodecomeraVinicioconmayortorpezaqueantes, hasta el punto de que al cabo de unosmomentos dijo—: Tendré quellamaraMiriamoaNazario.

Peroenaquel instantesedejóverdetrásde lacortinaelpálido rostrodeLigia,yseoyósuvozquedecía:

—Ahoravoyaayudar.

Efectivamente, vino del cubiculum, en el cual parece que había estadopreparándoseparaentregarsealsueño,puesvestíatansólounatúnicacerrada,quelosantiguosllamabancapitium,yquelecubríatotalmenteelpecho.Teníasueltoelcabello.

Vinicio,quesintióacelerarloslatidosdesucorazónalavistadelajoven,ledijoquecómonosehabíaacostadoaún,yellarespondiórisueñamente:

—Mepreparabaparadormir;peroantesesmenesterquereleveaUrso.

Y tomóensusmanos la taza,ysentándosealbordedel lecho,empezóadar de comer aVinicio, quien se sintió a la vez rendido y gozoso. CuandoLigiaseinclinabahaciaél,llegabahastaVinicioelsuavecalordesucuerpoy

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caían sobre su pecho los cabellos sueltos de la joven. Estaba pálido por laemoción; comprendía que por encima de todos los encantos estaba su seramadosobretodaslascosas,ysuperioratodo,acuyoladonadasignificabaelmundoentero.

Alprincipio,tansólohabíadeseadoaLigia;yahorasentíaqueempezabaaamarla con todo su corazón. Antes, como generalmente sucede en lossentimientosyenlascosasdelavida,élhabíasido,comotodaslasgentesdesuépoca,unegoístainsensibleyciego,quesólopensabaensímismo;ahoracomenzabayaapensarenella.Asípues, transcurridosalgunos instantes,noquisotomarmásalimento,yauncuandolacompañíadelajovenysuvistalecausabanunacomplacenciasinlímites,ledijo:

—Bastaya.Veteadescansar,divinamía.

—Nome llamesdeesemodo—respondióLigia—.Noespropioqueyoescuchedetubocatalespalabras.

Sin embargo, enseguida lemiró con rostro sonriente y le dijo queya notenía sueño ni fatiga, y que no se retiraría a descansar hasta que llegaraGlauco.

Eloíalaspalabrasdelajovencomosifuerandulcemúsica,ysucorazónseensanchabaainflujodeunaalegríaygratitudcrecientes,ysuimaginacióntratabadehallar laformadedemostrarleeseagradecimientoalajovendelamaneramásadecuada.

—Ligia—le dijo después de algunosmomentos de silencio—, yo no tehabíaconocidoantes.Sóloahoramehedadocuentadequedeseabaalcanzartepor medios reprobables. Así, pues, te digo: vuelve a casa de PomponiaGrecinaydescansa,en laseguridaddeque,enadelante,nohabránadiequelevantelamanocontrati.

Elrostrodeladoncellaseentristeciódepronto,ycontestó:

—Dichosame sentiría si llegase a verla, aun cuando sólo fuese a ciertadistancia;masyonopuedovolverasucasa.

—¿Porqué?—preguntóVinicioconasombro.

—Los cristianos sabemos, por intermedio deActea, lo que sucede en elPalatino.¿AcasonohallegadoatuconocimientoqueelCésar,pocodespuésde mi fuga y antes de su partida para Nápoles, hizo comparecer en supresencia a Pomponia Grecina y a Plaucio, y creyendo que me habíansecundado, los amenazó con su cólera? Por fortuna, pudo Aulo decirle:«Señor:biensabesqueunamentirajamáshamanchadomislabios;puesbien,yotejuroquenosotrosnolahemosayudadoensufugaeignoramos,comotúloignoras,lasuertequehacorrido».ElCésarlecreyóyolvidó.Porconsejo

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de nuestros superiores, jamás he escrito a mi madre comunicándole miparadero, a fin de que en cualquier momento pueda a plena concienciasostener bajo juramento, si fueramenester, que ignora dóndeme encuentro.Acaso túnocomprendasesto,Vinicio;perohasde saberqueentrenosotrosestáprohibidalamentiraaunquelavidaestéenjuego.Éstaeslareligiónalaquedebemosadaptarnuestroscorazones;porconsiguiente,nohevistonihedebido ver a PomponiaGrecina desde la hora en que dejé su casa. Sólo decuandoencuandoecoslejanoslleganconfusamentehastaellaylehacensaberqueestoyvivayquenomeamenazaningúnpeligro.

Ymientras decía estas palabras, pareció que un hondo anhelo agitaba elalma deLigia, pues las lágrimas humedecieron sus ojos;mas se tranquilizóprontamente,ydijo:

—Sé que también Pomponia Grecina languidece a causa de nuestraseparación;peronosotrosdisponemosdeconsuelosqueotrosnoconocen.

—Sí —contestó Vinicio—. Cristo es vuestro consuelo; mas yo nocomprendoeso.

—¡Mira!,paranosotrosnohayseparaciones,doloresnisufrimientos.Ysisobrevienen, se transforman luegoengoces.Lamuertemisma,quevosotrosconsideráiscomoeltérminodelavida,sóloesparanosotrossucomienzo;latransmutación de una felicidadmezquina en una felicidadmás alta; de unadicha insegura en otra dicha serena y duradera. Considera de qué índoleaugustaseráunareligiónquenosordenaamarhastaanuestrosenemigos,queprohíbelamentira,purificanuestrasalmas,desterrandodeellaselodio,ynosprometeunafelicidadinagotableparadespuésdelamuerte.

—FuitestigodeesasenseñanzasenOstrianumyhevistocómooshabéisportadoconmigoyconQuilón…Cuandopiensoenellomeparecequeesunsueño,ymeimaginoquenodebieradarcréditoamisoídosniamisojos.Perocontéstameaestapregunta:¿eresfeliz?

—Losoy—replicóLigia—.Todoelque tiene feenCristonopuede serdesgraciado.

Viniciofijólavistaenlajovenconunaireenqueseadvertíalaconviccióndequetodoaquellosalvabaellímitedelacomprensiónhumana.

—¿Yno tienesdeseosdevolver a casadePomponiaGrecina?—repusoenseguida.

—Con toda mi alma lo anhelo, y he de volver algún día, si tal es lavoluntaddeDios.

—Pues entonces yo te digo: vuelve, y te juro por mis lares que jamásalzaréunamanocontrati.

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Ligiameditóporespaciodebrevesinstantesycontestóenseguida:

—No;meesimposibleexponeralpeligroalosqueseencuentrancercademí.ElCésarnoquierealosPlaucio.Siyovolviese,yyasabesquéprontoseextenderíaportodaRomaunanoticiacualquieraporbocadelosesclavos,miregresoalhogarharíaruidoenlaciudad.NerónlosabríaseguramenteporsusesclavosycastigaríaaPlaucioyaPomponiaGrecinao,porlomenos,volveríaaarrancarmedesulado.

—Ciertoes—contestóVinicio,frunciendoelceño—,esopodríasuceder.Y lo haría, aunque sólo fuera para demostrar que sus mandatos deben serobedecidos.Verdadesqueúnicamenteteolvidóporquetufuganohabíasidopérdidasuya,sinomía.Yacasoentonces,siélvolvieraasacartedelacasadeAuloyPomponiaGrecina,seríaparamandartealamía,yenesaeventualidadyopodríadevolvertealadeellos.

—Vinicio, ¿querrás tú verme de nuevo en el Palatino? —preguntótristementeLigia.

Eljovenapretólosdientesycontestó:

—No.Tienesrazón.Hehabladocomounnecio.¡No!

Einstantáneamentevioantesíunaespeciedeabismosinfondo.Éleraunpatricio,untribunomilitar,unpotentado;perosobretodoslospotentadosdelmundo a que pertenecía estaba un loco cuyos caprichos y cuyamalignidaderan imposibles de prever. Solamente los cristianos podían prescindir enabsolutodeNerón,odejarde temerle, porque erangentesparaquienes estemundo, con sus separacionesy lamuertenada significaba.Todos losdemástenían que temblar en presencia del tirano. Las torturas de la época en quevivía se le aparecían a Vinicio ahora en toda sumonstruosamagnitud. Asípues,nopodíadevolver aLigiaa la casadeAuloyPomponiaGrecina,portemordequeelmonstruolarecordaraydescargasesobreellasucólera.Porlamismarazón,sihubieradehacerlasuesposa,expondríaaellayaPlaucioyseexpondríaasímismo.Unmomentodemalhumorbastabaparacausarlaruinade todos.YViniciopensó, por primeravez en suvida, que elmundodebíasufrirunatransformaciónolaexistenciallegaríaaserleimposible.

Y comprendió también algoqueunmomento antes le había parecidounenigma:queentalestiempossolamenteloscristianospodíanserfelices.Pero,sobre todo esto, una honda pena se apoderó de él, porque se convenció almismotiempodequehabíasidoélquiensehabíacomplicadosupropiavidayladeLigia.Ybajoesaimpresióndedolor,hablóasí:

—¿Sabesquetúeresmásfelizqueyo?Túestásenlapobrezaviviendoenesteúnicoaposento,enmediodegentessencillas;mastienestureligiónytuCristo.Peroyosólotetengoati,ycuandohuistedemiladomequedécomo

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un mendigo, sin techo que me cobijase, ni pan. Tú eres más querida a micorazónquetodoelrestodelmundo.Yotebusqué,porquenopodíavivirsinti. No anhelaba placeres ni fiestas y me mostraba rebelde al sueño. De nohabersidoporlaesperanzadeencontrarte,mehabríaclavadomiespada.Perotemí lamuerte,porquemuriendoyanopodíavolveraverte.Digo laverdadpuracuandoafirmoquenopodrévivirsinti.Hastaahorasólohevividoconlaesperanzadeencontrarteyverte.¿RecuerdasnuestrasconversacionesencasadeAulo?Undía trazasteunpezen laarena,yentoncesnosupecuálerasusignificado.¿Recuerdasque jugamosa lapelota?Yoteamabayamásqueami vida. Y tú entonces habías empezado a adivinar mi amor. Aulo vino,interrumpiónuestra conversaciónynos asustó conLibitina.YPomponia, alsepararnos, dijo a Petronio que Dios era uno, justo y todopoderoso; masentoncesniporasomosemeocurrióqueCristoerasuDiosyeltuyo.QuetuDiostedevuelvaamíyleamaré,aunquemeparecequesóloesunDiosdeesclavos, extranjeros y mendigos. Tú estás sentada cerca de mí, y, sinembargo,sóloenElpiensas.Piensaenmí,sinoquieresqueleaborrezca.Paramí, tú, y sólo tú, eres una divinidad. ¡Benditos sean tu padre y tu madre;bendita la tierra donde viste la luz! ¡Quisiera poder rodear tus pies conmisbrazos, y elevar a ti mis plegarias, y rendirte todo honor, y presentarteofrendas y homenajes a ti,mujer tres veces divina! ¡No, tú no sabes, tú nopuedessabercómoteamo!

Ydiciendoesto,sellevólamanoasupálidafrenteyentornólosojos.

Sunaturalezajamáshabíareconocidolímites,nienelamornienelodio.

Hablaba con apasionamiento, como un hombre que habiendo perdido eldominiodesímismonotienevoluntadparasometerarestricciónalgunasusfrasesni sus sentimientos.Massuspalabrasemanabandel fondodelalmayhablaba con sinceridad. Podía verse al oírle que la amargura, el éxtasis, losanhelos, la adoración acumulados y confundidos por mucho tiempo en supechosehabíandesbordadoalfinenuntorrenteirresistibledepalabras.ParaLigia, algunas de éstas tenían algo de blasfemia; sin embargo, su corazónempezóapalpitaranhelante,comosiquisieraromperlatúnicaquecubríasusenovirginal.Nopodíasustraersealacompasiónporaquelhombreyporsussufrimientos.Sentíayestabaconmovidaporlaveneraciónconquesedirigíaaella.

Se sentía también amada y adorada hasta lo ilimitado; sentía que aquelhombrepeligrosoeindomablelepertenecíaahoraencuerpoyalma,eracomounesclavosuyo,yesaconcienciadelasumisióndeélydelpoderdeellalainundabadefelicidad.

Revivieronenuninstantelosrecuerdosdeotrosdías.

ÉlhabíavueltoaserparaellaaquelespléndidoVinicio,hermosocomoun

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diospagano.Elmismocuyosbesosaúnlequemabanloslabios,queenlacasadeAulolehabíahabladodeamorydespertadocomodeunsueñosucorazóncasi infantilentonces;pero tambiénelmismodecuyosbrazosUrso lahabíaarrancado en el Palatino, como si la arrancase del incendio de una enormellama envolvente. Y ahora que se veían pintados en su rostro de águila eléxtasisyalmismotiempoeldolor,ahoraqueyacíaenaquellecho,pálidalafrenteyexpresiónsuplicanteen losojos—herido,quebrantadoporelamor,rendido y dispuesto a la sumisión y al homenaje—, se le presentó a Ligiacomoelhombrequeellahabríadeseadoquefuerayalquehubieraamadocontodasualma.

YdesúbitocomprendiótambiénquepudierallegarelmomentoenqueeseamordeVinicio lograseapoderarsedeella,dominarlayarrastrarlacomountorbellino.Yalpensarenesto,tuvolamismasensaciónquepocoanteshabíatenidoViniciodehallarsealbordedeunprecipicio.

¿Para esto había dejado la casa de Aulo? ¿Para esto había huidorecurriendo a la fuga? ¿Para esto había vivido oculta en los barrios másmiserablesde laciudad?¿QuiéneraVinicio?¡Unaugustano,unsoldado,uncortesanodeNerón!Además,erapartícipedesusdesenfrenosylocuras,comohabíademostradoenesafiestaquenopodíaellaolvidar.Élibatambién,comolosdemás, a los templosdelpaganismoypresentabaofrendasa esosdiosesviles, en los cuales acaso él mismo no creía, y, no obstante, les tributabaoficialmentesushomenajes.Aúnmás:lahabíaperseguidoconelpropósitodehacerla su esclava y su amante y para arrojarla al mismo tiempo en aquelhorriblemundodemolicieyexceso,decrimenydeshonra;enesemundoqueprovocabalacóleraylavenganzadeDios.

Ciertoqueparecíahabersemodificadosuíndole;peroacababatambiéndedecirle que si ella pensaba más en Cristo que en él, estaba dispuesto aaborreceraCristo.YleparecíaaLigiaquelasolaideadecualquierotroamorquenofueseelamordeCristoeraunpecadocontraÉlycontralareligiónqueconfesaba.Así,pues,cuandosediocuentadequedespertabanenelfondodesu alma otros sentimientos y deseos, se apoderó de ella el temor por elporveniryporsupropiocorazón.

Enestecríticomomentodeluchainterior,sepresentóGlauco,queveníaainformarsede la saluddesupacienteyseguiratendiéndole.YenunabrirycerrardeojospudieronversereflejadasenelsemblantedeViniciolacólerayla impaciencia.Le irritóver allí interrumpida su conversación conLigia, demanera que cuando Glauco le interrogó por su estado la respuesta fue casidesdeñosa.

Cierto es que prontamente se contuvo; pero si Ligia había concebidoalguna ilusiónacercadeque lasenseñanzasescuchadasporélenOstrianum

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pudieran haber ejercitado alguna influencia sobre su índole irrefrenable,necesarioerarenunciaraesailusión.Élhabíacambiadosolamenteenloqueaella se refería; pero fuera de ese único sentimiento seguía alentando en supechoaquelmismocorazóndeantes,duroyegoísta;corazónverdaderamentede romano y de lobo, incapaz no sólo de las elevadas concepciones queafluyendelasenseñanzascristianas,sinotambiénincapazdegratitud.

Ligia se retiró, por fin, con el alma llena de disgusto y ansiedad.AnteshabíaofrecidoaCristoensusoracionesuncorazóntranquiloyrealmentepuroycristianocomouna lágrima.Ahora esa tranquilidadhabía sidoperturbada.En el interior de la flor se había introducido un insecto ponzoñoso y habíaempezadoallíazumbar.

Ni el sueño—a pesar de las dos noches anteriores de vigilia— vino atraerle el reposo. Soñó que veía en Ostrianum a Nerón, a la cabeza de suséquito de augustanos, bacantes, coribantes y gladiadores. Allí el Césaraplastabamultitudes de cristianos bajo su carro adornado con guirnaldas derosas, y Vinicio la cogía por el brazo, la arrastraba hasta la cuadriga y,estrechándolacontrasupecho,ledecíaaloído:«Venconnosotros».

XXVII

Desdeaquelmomento,Ligiasedejóvermásde tardeen tardeen lasalacomún,yseaproximóconmenosfrecuenciaallechodelenfermo.Perolapaznotornabaasualma.ObservabaqueViniciolaseguíaconmiradasuplicante,vivíapendientedecadapalabrasuya,comosisetrataradeunfavor;quesufríaynoosabaquejarse,portemordealejarlaconellodesulado;queparaélsóloellaeralafelicidadylasalud.Yentoncesseleabríaelpechoalacompasiónmáshonda.

Pronto reparó en quemientrasmás se afanaba por evitar su proximidadmás le compadecía, y que se iban despertando en ella la compasión ysentimientos de mayor y más intensa ternura. Y la paz pareció entoncesabandonarlaporcompleto.

Enocasionessedecíaquesudeberprimordialeraestarsiempreasulado;enprimerlugar,porquelareligióndeCristoprescribedevolverbienpormal;y luego,porqueacasoen sus frecuentesconversacionesconél,bienpudieseatraerle a su fe. Pero, almismo tiempo, su conciencia le advertía de que seengañabaasímisma;queloqueleatraíahaciaélnoeraotracosaquesuamoryelencantoqueposeía.YestohacíaviviraLigiaenmediodeunaincesantelucha,quededíaendíaseibahaciendomásintensa.

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A veces le parecía que la rodeaba una especie de red y que al intentarromperlaparaabrirsepasoseenvolvíaenellamásymás.

Leeraforzosotambiénconfesarquelavistadel jovenseleibahaciendomásnecesaria a diario y su vozmás agradable, y que se veía en el caso derecurriratodoelesfuerzodesuvoluntadsiemprequeluchabacontraeldeseodesentarsejuntoasucabecera.CadavezqueaéstaseacercabayveíairradiarenelrostrodeViniciolaalegría,sucorazónseinundabadegozo.

Undíanotóenlosojosdeljovenhuellasdehaberllorado,yporprimeravezensuvidaseleocurrióelpensamientodequepudieraellaenjugarlasconsusbesos.Yluego,horrorizadaporesaidea,llenadedesprecioporsímisma,llorótodalanochesiguiente.

Encuantoaél,sehabíavueltotansufridocomosihubierahechovotodepaciencia. Cuando, por momentos, iluminaba sus ojos algún relámpago decólera,vanidadoimpaciencia,reprimíaprontamenteesosímpetusydirigíaalajovenunamiradallenadealarma,miradaenlacualseadvertíaelanhelodeser perdonado. Nunca, pues, había experimentado ella como ahora lacertidumbredesermuyamada;poreso,alsentirseobjetodetanvivoafecto,seconsiderabaalavezdichosayculpable.

Vinicio también había cambiado mucho. En sus conversaciones conGlaucoseadvertíayamenosorgullo.Leocurríaahoraconfrecuencialaideadequeteníantambiénpersonalidadhumanahastaaquelpobremédicoesclavo,aquella mujer extranjera, la vieja Miriam, que le rodeaba de cuidados, yCrispo, aquienveíacontinuamenteengolfadoen susoraciones.Yesta idea,quelecausabaasombro,venía,enocasiones,asucerebro.

Y al cabode algún tiempo llegó a cobrar afecto aUrso, con quien solíaconversardíasenteros,porqueenesasconversacionespodía,incesantemente,mezclar el nombredeLigia.Elgigante, por suparte, eradeunaverbosidadinagotable para las narraciones, y en tanto que desempeñaba al lado delenfermolosmáshumildesservicios,leibademostrandociertaadhesión.

ViniciopensabasiempreenLigiacomoenunserdeunordendistintoylacolocaba a cien veces mayor altura que todas las demás personas que larodeaban.Habíaempezadotambiénafijarsuatenciónenlasgentespobresysencillas—cosaenquejamáshubierapensadoantes—,descubriendoenellasalgunosrasgoscuyaexistencianuncahabíasospechadohastaentonces.

Sin embargo, no podía soportar a Nazario, porque le parecía que esemuchacho se había atrevido a poner los ojos en Ligia. Por largo tiempo secontuvoparanodemostrarlelaaversiónqueelmanceboleinspiraba,peroundíaéste trajoa la jovendoscodornicescompradasporélenelmercadocondineroganadoconsutrabajo.

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Y entonces, por boca de Vinicio, habló el descendiente de los Quirites,paraquienes todoadvenedizoprocedentedepaísesextranjerosera tenidoenpocomenosqueungusanovil.Aloír,pues,queLigialedabalasgracias,sepuso terriblementepálido,ycuandoNazario salióenbuscadeaguapara lascodornices,ledijo:

—Ligia, ¿cómo puedes permitir que ese muchacho te haga obsequios?¿Ignoras, acaso, que los griegos llaman a las gentes de su nación perrosjudíos?

—Yo no sé cómo los llaman los griegos —respondió—, sólo sé queNazarioescristianoy,portanto,hermanomío.

Ydichas estas palabrasmiró aVinicio con asombroypena, puesya ibaperdiendolacostumbredeescuchardesuslabiosestallidossemejantes.

Yél,entonces,apretólosdientes,paranoverseobligadoadecirleque,asemejante hermano, demuy buena gana le habría hecho apalear o le habríaenviadoencalidaddecompeditusacavarsu tierraen losviñedossicilianos.Se reprimió, sin embargo; sofocó en su pecho la ira, y sólo después de unmomentopudoreplicar:

—Perdóname, Ligia. Paramí tú eres siempre la hija de un rey y la hijaadoptivadeAuloPlaucio.

Y se dominó hasta el grado de que, cuandoNazario volvió al aposento,prometió obsequiarle, apenas volviese a su casa de campo, con un par depavosrealesodeflamencos,deloscualesteníallenounjardín.

Ligia comprendía que estas victorias sobre sí mismo debían de costarleconsiderableesfuerzo,ymientrasmásamenudolasalcanzabadeVinicio,másseinclinabaelcorazóndelajovenhaciaél.

PeroelméritodeaquellalucharespectoaNazarioera,enrealidad,inferioral de lo que Ligia había supuesto. Porque Vinicio bien pudo haber estadoindignado contra el muchacho por el breve espacio de un momento, perojamáscelosodeél.Enrealidad,asusojos,elhijodeMiriamnosignificabamuchomásqueunperro;además,eratodavíaunniñoque,siamabaaLigia,laamabatansólodeunamanerainconscienteyservil.Mayoresymásdifícilesluchashubodemantener el tribunoconsigomismohasta alcanzar supropiosilencioso vencimiento, para someterse a los homenajes de que entre estasgentesserodeabaalnombredeCristoyasureligión.Enesepunto,se ibanproduciendoadmirablesfenómenosenelalmadeVinicio.

Ésaera,entodocaso,unareligiónenlacualcreíaLigia;porconsiguiente,bastabaesasola razónparaqueélestuviesedispuestoaacatarla.Después,amedidaqueibavolviendoalasalud,máshondamenteseleibangrabandoen

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lamemorialaseriedeacontecimientosocurridos,ylamultituddeideasqueensucerebrohabíahalladocabidadesdeaquellanochedeOstrianum,ycadavezle maravillaba más el poder sobrehumano de aquella religión que tenía lavirtudde transformar radicalmenteelalmade loshombres.Comprendíaqueenellahabíaalgodeextraordinario,algoquenohabíasidoconocidoantesenlaTierra,ypresentíaquesi llegaraaextenderseporelorbe,a infiltraren laconcienciadelmundosusmáximasdeamorydecaridad,noeraimprobableeladvenimientodeunaerarememorativadeaquellaenquenohabíagobernadoJúpiter,sinoSaturno.

YahoraniseatrevíatampocoadudardelorigensobrenaturaldeCristo,nide su resurrección, ni de los demás milagros. Los testigos oculares que deelloshablabanerahartofidedignos,ydesdeñabandemasiadolamentiraparaque pudiese él suponer que estuvieran refiriendo sucesos que no habíanocurrido.

Finalmente, el escepticismo romano permitía dudar de los dioses, perocreía en los milagros. Vinicio, en consecuencia, se hallaba delante de unaespeciedeextrañoenigmaqueleresultabaimposiblederesolver.

Por otra parte, sin embargo, esa religión le parecía opuesta al estado decosasexistente, imposibledepracticar,ymásinsensataquetodaslasdemás.Segúnél,lasgentesdeRomaydetodoelmundobienpodíansermalas,peroerabuenoelordendecosasreinante.SielCésar,porejemplo,hubierasidounhombre honrado; si el Senado se hallara compuesto no de libertinosinsignificantes, sinode individuoscomoTráseas, ¿quémáspodríadesearse?No; el orden y la supremacía deRoma eran buenos, y justa y apropiada ladistincióndeclasesentreloshombres.

Y esa religión, según el concepto de Vinicio, iría a destruir todo orden,toda supremacía, todadistinción. ¿Qué sucedería entonces con el dominioyseñoríodeRoma?¿Podrían,acaso, losromanosdejardegobernar,ohabríanellos de reconocer a todo un hato de naciones conquistadas como a susiguales?

Eranéstospensamientosquenolograbanhallarcabidaenlacabezadeunpatricio.

Y,porloqueaéltocabapersonalmente,esareligiónseoponíaatodassusideasycostumbres,asucarácteryasuconceptodelavida.Nisiquierapodíacreerqueélmismosobreviviesedespuésdehaberlaaceptado.La temíay laadmirabaalavez;pero,encuantoaaceptarla,sentíacomosiaesasolaideaseestremecieratodosuser.YcomprendíaqueellaeraelúnicoobstáculoqueleseparabadeLigia;ycuandosedeteníaapensarenesto,aborrecíaesareligióncontodaslasfuerzasdesualma.

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Sin embargo, se veía obligado a confesarse a sí mismo que esa mismareligiónhabíaadornadoaLigiaconesabellezaexcepcionaleinexplicablequeenéldespertara,juntoalamor,elrespeto;juntoaldeseo,elhomenaje,yhabíahechodeLigiaunserqueridoparaélsobretodoslosdemásquehabitabanenla tierra. Y, entonces, de nuevo se sentía inclinado a amar a Cristo.Comprendíadistintamentequeleeranecesarioamarleoaborrecerle:nopodíapermanecerindiferente.

Entretanto, sesentíaarrastradopordoscorrientesopuestas;vacilabayseperdía en un conflicto de ideas y sentimientos, y no sabía por qué caminooptar.PeroterminabaporinclinarlacabezaanteeseDiosquenocomprendía,ylerendíasilenciosohomenajeporlaúnicarazóndeserelDiosdeLigia.

La joven iba observando la evolución que se operaba en el espíritu deVinicio. Y veía cómo luchaba él consigo mismo, y cómo en su interiorrechazabaesareligión;yauncuandoestolamortificabahondamente,sesentíadominadaporlacompasión,lasimpatíaylagratitudmássincerasalreparar,ala vez, en el silencioso respeto que demostraba él hacia Cristo. Y ellocontribuía a que cada día su corazón se inclinase hacia el joven con másirresistible fuerza.Entonces se acordaba dePomponiaGrecina yAulo. ParaPomponia Grecina era una fuente de inextinguible pesar y lágrimas nuncaenjugadaselpensamientodequemásalládelatumbanovolveríaareunirsecon Aulo. Ligia empezaba ahora a comprender mejor ese tormento, esaamargura.Ellatambiénhabíaencontradounserquerido,ysobresucabezasecernía la amenaza de verse eternamente separada de él. Cierto que enocasionestratabadeengañarseasímismaypensabaqueelalmadeVinicioseabriría a la verdad de Cristo; pero esas fusiones no podían durar. Ella lecomprendíay leconocíademasiadobien. ¡Viniciocristiano!Estasdos ideas,porcontradictorias,noencontraban sitio juntasen sucabeza inexperta.Si elprudenteyreflexivoAulonohabíallegadoaconvertirsealcristianismobajola influencia de la virtuosa y perfecta Pomponia Grecina, ¿cómo podríaconvertirseVinicio?Aestapreguntanoencontrabaellaunarespuesta;mejordicho, sólo encontraba una: que para él no había ni esperanza ni salvación.PeroLigiasediocuentaconterrordequelaeternacondenaciónquesobreélpesaba, en lugardevolverle repugnantea susojos,por la compasiónque leinspiraba,lehacíaaúnmásquerido.

Por momentos se apoderaba de ella el deseo de hablarle de su oscuroporvenir,peroundíaqueestabasentadacercadeélyledecíaquefueradelasverdadescristianaslavidanoexistía,Vinicio,queentoncesestabamásfuerte,seincorporóapoyándoseenelbrazosanoy,demanerainesperada,reclinólacabezasobrelasrodillasdelajoven,diciéndole:

—¡Túereslavida!

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Enaquel instante aLigia le faltó el aliento, le abandonó supresenciadeánimo, y una especie de escalofrío de placer recorrió su cuerpo de pies acabeza.Tomando con lasmanos por las sienes aVinicio intentó levantar sucabeza, inclinándose entretanto hasta el punto de que sus labios rozaron loscabellosdeljoven.Yporunmomentoambossesintierondominadosporunadulceembriaguezyporelamorquelosempujabaelunohaciaelotro…

Ligia se levantó al fin y huyó presurosa, sintiendo que por sus venascirculabafuego,entantoquelacabezaledabavueltas.Eraéstayalagotaquehabíavenidoahacerrebosarlacopallenahastalosbordes.

Vinicio no pudo adivinar entonces cuán caro habría de pagar aqueldeliciosomomento;peroLigiacomprendióquealfinhabíallegadolahoradeponerseasalvo.

Toda lanochesiguiente fueparaelladevigilia,de lágrimasyoraciones.Tenía lasensacióndeser indignaydequeal rezarsusoracionesyanoeranescuchadas.Alamañanasiguientesaliótempranodelcubiculum,yllamandoaCrispoalaglorietadeljardín—cubiertadehiedraysecossarmientosdevid— le abrió su alma y le imploró, al mismo tiempo, que le permitieseabandonarlacasadeMiriam,yaquenopodríapormástiemposeguirteniendoconfianza en sí misma, ni sofocar en su corazón el amor que sentía porVinicio.

Crispo,ancianosevero,quevivíasiemprellenodefervorreligioso,aprobóelplandeabandonarlacasadeMiriam,peronotuvopalabrasdeperdónparaeseamor,queconsiderabaculpable.

LellenabadeindignaciónelsolopensamientodequeLigia,aquienhabíaprotegido desde el día de su fuga, a quien había amado, a quien habíaconfirmadoenlafeyaquienmirabacomounaespeciedelirioblancobrotadoenelcampodelascristianasenseñanzas,sinquejamásprofanarasucandorniel más leve soplo impuro, hubiera podido hallar en su alma sitio para otraclasedeamorqueelamordivino.HabíacreídohastaaqueldíaqueenningunapartedelmundolatíaotrocorazónmásexclusivamenteconsagradoalagloriadeCristo.HubieraqueridoofrecérselaaÉlcomounaperla,una joyacreadaporél.Deaquíqueeldesencantoqueacababadesufrirlellenaradepesarydeasombro.

—Ve a pedir a Dios que te perdone tu falta—dijo a la joven con airesombrío—. Huye antes que el mal espíritu instigador te lleve a tu ruinacompleta,y antesque tus actos seoponganabiertamente a losdesigniosdelSalvador.Diosmurióen lacruzpara redimir tualmaconsusangrey túhaspreferidoamaralquequisohacertesuconcubina.Diostesalvóporvirtuddeunmilagrosuyo,ytúhasabiertoelcorazónadeseosimpuros,yhasamadoalhijodelastinieblas.¿Quiénesél?¡ElamigoyelservidordelAnticristoysu

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compañeroenelcrimenyeneldesenfreno!¿Adóndepodráconducirtesinoaeseabismo,aesaSodomaenqueserebulle,yqueDioshadedestruirconlasllamasdesucólera?Yyotedigo:¡Preferiblemilvecesquehubierasmuerto,quelasparedesdeestacasasedesplomaransobretucabeza,antesqueentupecho se hubiera deslizado esa serpiente y destilado en él la ponzoña de lainiquidad!

YCrispo se dejó arrastrarmás ymás en su vehemente arrebato, pues lafaltadeLigia,alaparquedeindignación,lellenabadehastíoydesprecioporla naturaleza humana en general y en particular por la mujer, a quien nisiquieraladoctrinacristianateníapodersuficienteparasustraeraladebilidadqueperdióaEva.

Paraélnadasignificabaqueestadoncellasehubieseconservadopura,quedesearahuirdeaquelamor,quelohubieraconfesadollenadearrepentimientoycompunción.Crispohabíadeseadotransformarlaenunángel,elevarlaalasregionesendondesóloexistíaelamordeCristo;yellasehabíaenamoradodeunaugustano.

Este pensamiento llevaba a su corazón el horror, el desencanto y ladesilusión.

No,no;élnopodíaperdonarla.

Las palabras de condenación le quemaban sus labios, candentes cualcarbones encendidos. Y luchaba consigo mismo para no pronunciarlas, entantoquemovíanerviosamentelasenflaquecidasmanossobrelacabezadelaaterrorizadaniña.

Ligia se había sentido culpable,mas no hasta tal punto.Aúnmás: habíajuzgadoquesupartidadelacasadeMiriamseríasumayorvictoriasobrelatentación y una verdadera expiación de su falta. Pero Crispo, con susrecriminaciones,lahabíaabatidohastaelpolvoylehabíademostradoquesualma se hallaba en un estado tal de ruindad ymiseria que ella no había niremotamente sospechado. Por el contrario, la joven creyó, al dirigirse alanciano presbítero—quien desde elmomento de su fuga del Palatino habíasidoparaellacomounpadre—,queenestetrancedemostraríaélunpocodecompasión,laconsolaríayleinfundiríavaloryfortaleza.

—Yo ofrezco mi dolor y mi decepción a Dios—dijo él—; pero tú hasengañado también al Salvador, pues has ido a sumergirte en un lodazal queconsusmiasmashaenvenenadotualma.YéstadebistehabérselaofrecidoaCristocomounpreciosocálizydecirle:«Llénalodetugracia,¡ohDiosmío!».Encambio,haspreferidoentregarlaalservidordelgeniodelmal.QueDiosteperdone y tenga piedad de ti; porque mientras no hayas arrojado lejos laserpiente,yo,queteconsiderésiempreelegida…

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Yaquíinterrumpiórepentinamentesudiscurso,puesacababadenotarquenoestabansolos.Atravésdelossecossarmientosdelavidydelahiedra—quesemanteníanverdesenveranocomoen invierno—,vioadoshombres,uno de los cuales era el apóstol Pedro. Al otro no pudo reconocerleinmediatamente, pues un manto de burda tela de lona llamada cilicium leocultaba una parte del semblante. Por un momento creyó Crispo que eraQuilón.

Al haber llegado a los oídos de ellos la voz de Crispo, que éste habíalevantadoenmediodesuexaltación,entraronenlaglorietaysesentaronenunbancodepiedra.

El compañero de Pedro tenía el rostro demacrado; su cabeza, queempezaba a volverse calva, estaba cubierta por los lados de cabellosensortijados; tenía enrojecidos los párpados y la nariz corva; y en susemblante, feo, pero al propio tiempo inspirado, Crispo reconoció lasfaccionesdePablodeTarso.

Ligia, poniéndose de rodillas, abrazó los pies de Pedro, llena dedesesperación y, ocultando su atormentada cabeza entre los pliegues de sumanto,permanecióasíensilencio.

YPedrodijo:

—¡Pazavuestrasalmas!

Yviendoasuspiesalaniña,preguntóquéhabíaocurrido.

CrispoempezóentoncesanarrartodocuantoLigialehabíaconfesado—suamorculpable,sudeseodehuirdelacasadeMiriam—,yelpesarqueélsentíaalverqueunalmaquehabíapensadoofreceraCristo,puracomounalágrima, se hubiera manchado con afectos terrenales hacia un cómplice detodos los crímenes en que se hallaba encenagado el mundo pagano y queclamabalavenganzadeDios.

Ligia,mientrasCrispohablaba,abrazabaconcrecientefuerzalospiesdelapóstol,comosidesearaencontrarun refugiocercadeellos,y tambiénparapedirconfervorunpocodecompasión.

Elapóstol,cuandohuboescuchadoelcasohastaelfin,seinclinóyposósuarrugada diestra sobre la cabeza de la niña; luego, alzando la vista hacia elancianopresbítero,ledijo:

—Crispo:¿nohasoídodecirquenuestroamadoMaestroestuvoenCanaánenunasbodasybendijoelamorentreelhombreylamujer?

Crispo dejó caer las manos y miró al apóstol con asombro, sin poderarticularpalabra.

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Despuésdeunmomentodesilencio,Pedrovolvióapreguntar:

—Crispo,¿creestúqueCristo,quepermitióaMaríadeMagdalapostrarsea sus pies y que perdonó a la pecadora pública, apartaría los ojos de estavirgen,queespuracomounliriodeloscampos?

Ligia se estrechó más a los pies de Pedro, sacudida por los sollozos ycomprendiendoquenoenvanohabíabuscadoenélsurefugio.

Elapóstollevantóelrostrodelajoven,inundadodelágrimas,yledijo:

—Mientraslosojosdelhombreaquienamasnosehayanabiertoalaluzde laverdad,huyedeél,no tevayaa induciralpecado;mas ruegaporélysabequenohaydelitoentuamor.Ypuestoquetudeseoesevitarlatentación,teseráellotomadoencuentacomounmerecimiento.Ynosufrasynollores,porqueenverdad tedigoque lagraciadelRedentorno teabandonaráyquetusplegarias te serán escuchadas; despuésdeldolor, vendránpara ti díasdealegría.

Dichoesto,pusoambasmanossobrelacabezadelajoveny,alzandolosojosalcielo, labendijo.Y,enaquel instante, irradiabasurostrounabondadsobrehumana.

Arrepentido,Crispoempezóhumildementeadisculparse.

—Hepecadocontralamisericordia—dijo—;masyopenséqueella,porelhecho de dar albergue en su corazón a un amor terrenal, había negado aCristo…

—Yo le negué tres veces —replicó Pedro—. Y, sin embargo, Él meperdonóymedejóelencargodeapacentarsusovejas.

—Y,además—continuódiciendoCrispo—,Vinicioesunaugustano.

—Cristo ablandó corazones más endurecidos que el suyo —contestóPedro.

Entonces, Pablo de Tarso, que había guardado silencio hasta aquelmomento,llevóelíndiceasupecho,yseñalándoseasímismo,dijo:

—Yo soy quien persiguió y apresuró la muerte de muchos siervos deCristo;yo,elquedurantelalapidacióndeEstebanguardabalosvestidosdelosque le apedreaban; yo, el queme esforcépara arrancar de raíz la verdad entodoelmundohabitado,y, sinembargo,elSeñormepredestinóparaque laproclamasepor todaspartes.YlaheproclamadoenJudea,enGrecia,en lasislasyenestaciudadatea,en lacualmiprimeramorada fueunaprisión.Yahora, llamado por Pedro, mi superior, vengo a esta casa con la misión dedoblegarunaaltivacabezaeinclinarlahastalospiesdeCristo,dearrojarungrano de la simiente del bien en ese terreno pedregoso que el Señor ha de

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fertilizar,afindequerindaunacosechaabundante.

Yselevantó.

ACrispo,aqueldiminutojorobadoleparecióenaquelmomentoloqueeraen realidad:ungigantequedebía sacudir el orbedesde sus cimientosyqueuniríadiferentespueblosynaciones.

XXVIII

PETRONIOAVINICIO

Porfavor,carissime,noimitesentuscartasaloslacedemonios,oaJulioCésar.Sipudieras,porlomenos,escribircomoJulio:Veni,vidi,vici,entoncescomprendería tu laconismo. Mas tu carta significa simplemente Veni, vidi,fugi. Y puesto que semejante desenlace del asunto se halla en completaoposiciónatuíndoleymedicesqueestuvisteheridoytehansucedidocosasextraordinarias,tucartanecesitaunaaclaración.Nomefueposibledarcréditoamisojoscuando leíqueesegigante ligiohabíamatadoaCrotóncon tantafacilidadcomopodíamatarunperrocaledonioaunloboenlosdesfiladerosdeHibernia Ese hombre vale tanto oro como, pesa, y de él sólo depende quellegueaserfavoritodelCésar.

Cuandovuelvayo a la ciudadhede conocermásde cerca a ese ligio, yharé fundir una estatua suya. Ahenobarbus ha de reventar de curiosidadcuando yo le diga que es tomada del natural. Los cuerpos verdaderamenteatléticos están haciéndose cada día más raros en Italia y en Grecia, y delOrientenohayparaquéhablar;losalemanes,aunquecorpulentos,tienenlosmúsculoscubiertosdegrasaysuvolumenessuperiorasusfuerzas.Preguntaalligiosiélesunaexcepción,osiensupaísexistenmáshombrescomoél;por si alguna vez llega el caso de que tú y yo tengamos que organizaroficialmentealgunosjuegospúblicos,seríaconvenientesaberdóndepodemosencontrarcuerposmásfornidos.

Pero da gracias a los dioses deOriente y deOccidente por haber salidovivodetalesmanos.Tehassalvado,ciertamente,porqueerespatricioehijodeun cónsul; mas todo cuanto ha sucedidome sorprende en sumo grado: esecementeriodondeestuvisteenmediode loscristianos, ellosmismos,ély lamanera de portarse contigo, la fuga de Ligia, y, finalmente, el estado deinquietudymelancolíaquedeja traslucir tu lacónicamisiva.Explícate,pueshaymuchascosasquenoentiendo,ysideseasquetediga laverdad, tediréabiertamentequenocomprendoaloscristianos,niteentiendoati,niaLigia.

Ynoteextrañequeyo,quedebienpocascosasmepreocupoenelmundo,

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exceptodemipersona,tepidaahoracontantointerésestosinformes.Esquecomo he intervenido en todo este asunto tuyo, de ahí el que hasta hoy loconsiderecomounasuntomío.

Escribepronto,puesnopuedoanticiparconcertezacuándovolveremosaencontrarnos.En lacabezadeBarbasdeCobre losproyectoscambiancomolos vientos de primavera. En la actualidad,mientras se halla enBenevento,abrigaelpropósitodeencaminarsedirectamenteaGrecia,sinvolveraRoma.

Tigelino,sinembargo,leaconsejaquehagaunavisitaalaciudadsiquierasea por poco tiempo, ya que el pueblo, anhelante más de lo usual de supersona(léase«depanyjuegos»),puedesublevarse.Así,pues,ignoroloquevaasuceder.SiAcayallegaapesarmásenlabalanza,esposiblequedespuésdeseemosvisitarEgipto.Yoinsistiríacontodasmisfuerzasenquetúvinieses,pues considero que en el estado de tu espíritu los viajes y nuestrosentretenimientosseríanparatiunaespeciedemedicina,peroesprobablequenonosencontrarasya.

Considera, entonces, si en tal caso no sería preferible para ti, a lapermanenciaenRoma,unatemporadadereposoentuspropiedadesdeSicilia.

Escríbemedetalladamentetodoloqueteconcierne,yadiós.

Noagregoamicartaningúndeseoespecial,exceptoeldetusalud,porque,¡porPólux!,nosénisiquieraquéesloquedeseas.

Al recibir esta carta, Vinicio tuvo en principio la intención de nocontestarla.Pensó,entonces,queerainnecesariatalcontestación,porqueéstanobeneficiaríaanadieenmaneraalguna,ninada tampocopodríaaclararniresolver.

Eldesalientosehabíaapoderadodeél,yledominabaalmismotiempounconceptopesimistaacercadelavanidaddelascosashumanas.Juzgó,porotraparte, que Petronio era incapaz de comprenderle y que había sucedido algoquetendíaasepararloselunodelotro.Nisiquieralograbatodavíaponersedeacuerdoconsigomismo.

Cuando volvió del Transtíber a su espléndida insula de las Carenas sehallaba extenuado, y durante los primeros días encontró una especie desatisfacción en el descanso, en las comodidades y en la abundancia que lerodeaban.

Peroesebienestardurómuypocotiempo.Prontopudoconvencersedequellevabaunavidavanaydequetodocuantohabíaconstituidohastaentonceselinterés de su existencia había dejado de valer para él, o había quedadoreducidoaproporcionescasiimperceptibles.

Sentíacomosiensualmasehubieran roto los lazosqueantes lehabían

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ligadoalavida,sinqueviniesenotrosaocuparsulugar.YlaideadequebienpodíaencaminarseaBeneventoydeallíaAcayaysumergirseenunavidademolicieydelocodesenfrenoledejabatansólounaimpresióndevacío.

—¿Paraqué?—decía—.¿Quéganaréconello?

Éstas fueron las primeras preguntas que pasaron por su cabeza. Y porprimera vez pensó, asimismo, que si se fuera a Benevento, hasta laconversación de Petronio, su ingenio y su esmerada selección de las frasespropiasparaexpresarcadapensamientollegarían,acaso,afastidiarle.

Pero la soledad también había empezado a hacérsele tediosa. Todos susconocidos se divertían con el César en Benevento; de modo que le eranecesarioquedarseamenudoencasa,conlamentellenadeideasyelcorazónrebosandosentimientosqueeraincapazdeanalizar.

Había, sin embargo, momentos en que juzgaba que si le fuera posibleconversar con alguna persona acerca de todo cuanto pasaba en su interior,acaso sería capaz de abarcarlo mejor, de ponerlo en orden y darse mejorcuentadeello.Bajoelinflujodeestaesperanza,ydespuésdealgunosdíasdevacilación,seresolvió,porfin,aescribiraPetronio,yauncuandonoestabadecididoaenviarlelacartasedirigióaélenlostérminossiguientes:

Estudeseoqueteescribademodomásminucioso:convenido.Nopuedoasegurarte,sinembargo,quemeseaposiblehacerlotambiénconmásclaridad,porqueexistenalgunosnudosqueyomismonosécómopodríadesatarlos.

Te he contado yami permanencia entre los cristianos y lamanera comotratanasusenemigos,entreloscualesteníanelderechodecontarnosaQuilónyamí.Tehehabladotambiéndelabondadconquemeatendieronduranteeltiempoqueestuvepostrado,y,finalmente,yatehereferidoladesaparicióndeLigia.

No, querido, no me respetaron porque fuera hijo de cónsul. Esascondiciones carecen de peso entre ellos, puesto que perdonaron aQuilón, apesardequelosinstéyomismoparaqueleenterraraneneljardín.Songentescomo no se han visto en el mundo hasta ahora, y de igual modo susenseñanzas son desconocidas para nosotros. Nada más puedo agregar alrespectosobreestepuntoyquienpretendamedirlospornuestropropioraseroseequivoca.

Te aseguro que si yo me hubiera encontrado en mi casa postrado en ellecho con un brazo roto y atendido por los míos, aun cuando fueran losmiembros de mi propia familia, por supuesto habría disfrutado de mayorescomodidades, pero nomehabrían hechoobjeto de lamitad de los cuidadosqueloscristianosmeprodigaron.Sabetambiénesto:Ligiaescomotodoslosdemás.Sihubierasidomihermanaomiesposanopodríahabermeatendido

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conmayorafecto.

Entonceslaalegríainundabamialma,porquejuzguéquesóloelamoreracapazdeinspirarunaternurasemejante.Másdeunavezadvertíeseamorensusojosyensurostro,¿ylocreerás?,enmediodeaquellasgentessencillas,enaquelpobreaposentoquehacía lasvecesdecocinay triclinio,me sentíamás feliz que en ninguna otra época de mi vida. No; yo no era para ellaindiferente,yaúnhoymismomepareceabsurdopensardeotraforma.Y,sinembargo, esa misma Ligia abandonó en secreto, por causa mía, la casa deMiriam.Yahorayopermanezcosentadodíasenterosconlacabezaentrelasmanos,preguntándomeamímismo:«¿Porquéobroasí?».

¿TeheescritoqueleofrecíespontáneamentedevolverlaalacasadeAulo?Ciertamente,ellamedeclaróqueenlaactualidaderaimposible,porqueAuloy PomponiaGrecina habían partido para Sicilia, y porque, de regresar a suhogar,esanoticia,transmitidaporlosesclavosdecasaencasa,llegaríahastaelPalatino.ElCésar,entonces,podríanuevamentearrancarladecasadeAulo.¡Esoeracierto!

Pero Ligia sabía que yo no volvería a perseguirla; que ya no había deviolentarlamás;que,incapazderenunciarasuamorodevivirsinella,estabadispuestoallevarlaamicasaatravésdelapuertaadornadaconguirnaldasysentarlaenmihogar,sobrelapielsagrada.¡Y,sinembargo,huyó!¿Porqué?Ningún peligro la amenaza. Si no me amara, me habría rechazado. El díaprecedentealdesufugaconocíaunhombreadmirable,aunciertoPablodeTarso, que me habló de Cristo y de sus enseñanzas con tal poder deelocuencia, que cada una de sus palabras, sin quererlo él mismo, reducía apolvohastalosfundamentosdenuestrasociedad.

Esemismohombremevisitódespuésde la fugadeLigiaymedijo:«SiDios abre tus ojos a la luz y aparta de ellos la nube, como de losmíos laapartó, comprenderás que ella ha obrado bien, y entonces, acaso vuelvas aencontrarla».Yahorameestoydevanandolossesosporllegarhastaelfondode esas palabras, como si las hubiera escuchado de boca de la Pitonisa deDelfos.

A veces me parece que algo comprendo de su significado. Aunque loscristianos aman a sus semejantes, abominan nuestra vida, nuestros dioses ynuestros crímenes. De ahí el que huyera ella de mí, de un hombre quepertenece a nuestra sociedad y con quien habría de compartir una vidaconceptuadacomocriminalporsuscorreligionarios.Dirásque,pudiendoellarechazarmispretensiones,noteníanecesidaddealejarsedemí.Pero¿ysimeamaba? En este caso deseaba huir del amor. Cuando pienso en ello meacometeeldeseodeenviaresclavosatodaslascallejasdeRomaconlaordende gritar dentro de todas las casas: «Ligia, vuelve». Pero no acierto a

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comprenderporquéhuyó.NolehabríaimpedidoyoquecreyeraensuCristo.Yomismolehabríalevantadounaltarenelatrium.¿Quédañopodíahacermeotro dios? ¿Por qué no creer en Él, ya que no creomucho en los antiguosdioses?

Sé, a punto fijo, que los cristianos no mienten, y ellos afirman que Élresucitó de entre los muertos. Pues bien: un hombre no puede resucitar deentrelosmuertos.

Ese Pablo de Tarso, que es ciudadano romano, pero quien, como judío,conoce las antiguas escrituras hebreas,meha dichoque la venida deCristohabíasidoanunciadaporlosprofetasdesdehacíamilesdeaños.

¡Todas éstas son cosas extraordinarias!; pero ¿acaso lo extraordinario nonos rodea por todas partes? Las gentes no han cesado aún de hablar deApoloniodeTiana.LaafirmacióndePablodeTarsodequesólohayunDiosynounaverdaderaasambleadedioses,meparecerazonable.TalvezSénecaseadeestamismaopinión,yantesqueélmuchosotros.

Cristovivió,seentregóparaquelecrucificaranporlasalvacióndelmundoyresucitódeentrelosmuertos.Todoestoesperfectamentecierto.Ynoveo,enconsecuencia,porquérazónhubierayodeaferrarmealaopinióncontraria,ni por qué no habría de levantar a eseDios un altar, si he de alzarle uno aSerapis,porejemplo.Yhastacreoquenomeseríadifícilaunelrenunciaralos demás dioses, puesto que ningún espíritu razonador cree actualmente enellos.Peroseconocequeniauntodoestosatisfacealoscristianos.Nobasta,dicen,honraraCristo,menesterestambiénvivirconarregloasusenseñanzas;y he aquí que estoy a la orilla de un océano que, según sus mandatos, esnecesarioatravesarapie.Ysiyo lesprometiesehacerlo,comprenderíanquetal promesa eraun simple conjuntodepalabrasvacías.Pablome lodijo asíabiertamente.

TúsabescuántoamoaLigiayquenadahayquenohicieraporella.Sinembargo,auncuandoellalodeseara,nopodríayoalzarsobremishombrosalSoractooalVesubio,nicolocarenelhuecodelamanoellagoTrasimeno,nihacer quemis ojos, de negros que son, se volvieran azules como los de losligios.Deseándoloella,lodesearíatambiényo;masnoporesoestaríaenmismanos el poder hacerlo.No soy filósofo,mas tampoco soy tan necio comoacasohepodidoparecertemásdeunavez.

Pues bien, te digo lo siguiente: no sé cómo los cristianos se las arreglanparavivir,peroséquedondeprincipiasureligiónconcluyeelpoderdeRoma,concluye la misma Roma, concluye nuestro sistema de vida y concluye ladistinción entre vencidos y vencedores, entre ricos y pobres, señores yesclavos;concluyeelgobierno,concluyeelCésar,concluyelaley,yelordendelmundoconcluye.Y,sobretodoesto,surgeCristollenodeunamisericordia

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jamásconocidaydeunabondadcontrariaalosinstintosromanos.Enrealidad,LigiameinteresamásquetodaRomajuntoconsupoder,yojalásehundieraelmundocontaldepoderlatenerenmicasa.Peroésteyaesotroasunto.Paraloscristianosnobastaestardeacuerdoconellos tansóloconpalabras, sinohayque sentir con todael almaque laverdadestáde suparte.Peroyo—ytomoa losdiosespor testigos—nopuedohacerlo.¿Tedascuentade loqueestosignifica?Hayalgoenminaturalezaqueseestremeceanteesadoctrina.Yaunquemislabioslaglorifiquen,ymeamoldeasusmandamientos,elalmaylarazónmediríanquelohagoporamoraLigia,yquesinofueraporellanoexistiríanadaenelmundomásopuestoamimaneradeser.YesextrañoqueunhombrecomoPablodeTarsolocomprenda.YquesedécuentadeelloelviejoteurgoPedro,elmásimportantedeellosyquefuediscípulodeCristo,apesardetodasusencillezydesubajoorigen.

¿Ysabesloquehacen?Rezarypedirparamíesoqueellosllamangracia,pero yo sólo me siento dominado por la inquietud y por una nostalgiacrecienteconrespectoaLigia.

TehecontadoyaqueLigiasemarchóensecreto,peroalirsemedejóunacruzqueellamismahabíaformadodevarillasdemaderadeboj.Aldespertarlaencontréjuntoamilecho.Laconservoalpresenteenmilarariumytodavía,cuandomeacercoaella,nosabríaporqué,meparececomosituviesealgodedivino y lamiro con temor y reverencia. La amo, porque lamano deLigiaunió las piezas de que se forma, y la aborrezco porque ella es quien nossepara.

Semefigura,enocasiones,queentodoesteasuntoobranencantamientosde algún género y que el teurgo Pedro, aunque dice que no esmás que unsimplepescador,esmásgrandequeApolonioytodossuspredecesoresyquenostieneenvueltosatodos—aLigia,PomponiaGrecinayamí—enlareddesusencantamientos.

Me has escrito que en mi carta anterior se traslucían la inquietud y lamelancolía.Melancolía necesariamente debe de haber, porque he perdido aLigia otra vez; y hay inquietud porque en mí se ha verificado unatransformación. Sinceramente te digo que nada es más contrario a minaturaleza que esa religión, y, sin embargo, ya nome reconozco desde quetropecéconella.¿Esencantamientooamor?Circe transformaba loscuerposdeloshombresaltocarlos,peroenmíeselalmaloquehacambiado.YnadiehapodidooperarestemilagrosinoLigia,o,mejordicho,Ligiapormediodeesaextrañareligiónqueprofesa.

Cuando volví a mi casa después de haber estado con ellos, nadie meaguardaba. Los esclavos creían que estaba en Benevento, y no habría deregresartanpronto;deahíquetodosehallaraenelmayordesorden.Encontré

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borrachosalosesclavos,quienesestabandándoseasímismosunafiestaenmitriclinio.Antesqueamí,habríanesperadovera lamuerte,y teaseguroqueéstaleshabríainfundidomenosterrorquemipresencia.Noignorasquedirijomicasaconmanomuyfirme;así,pues, todos losqueenellasehallabansepostraron de rodillas y algunos, incluso, se desmayaron de terror. ¿Y sabescómoprocedí?Enelprimermomentoquisepedir látigosyvarillasdehierrocandentes; mas casi inmediatamente se apoderó de mí una especie devergüenzay—¿locreerás?—delástimaporesosseresmiserables.Entreelloshayesclavosviejos,aquienesmiabueloMarcoViniciotrajodesdeelRinentiemposdeAugusto.Meencerré,pues,soloenlabibliotecayallívinieronamicerebroextrañospensamientos:quedespuésdeloqueentreloscristianoshabíavistoyoído,noerapropioqueobraseyoconlosesclavoscomohastaentonces:quetambiénelloseranpersonas.Porespaciodedosdíasestuvieronllenosdemortal terror,en lacreenciadequeyohabía retardadoel tormentoconelpropósitodedarme tiempoparadiscurrir elmás refinadamentecruel;peronoloscastiguéporquemesentíincapazdeello.Losllaméaltercerdíayles dije: Os perdono: tratad ahora, con un servicio esmerado, de repararvuestra falta. Y cayeron de rodillas a mis pies, llorosos los semblantes,extendiendohaciamílasmanosentreahogadosgemidos,ymellamaronseñorypadre;yyo—convergüenzateescriboesto—mesentítambiénconmovido.Meparecíaque,enaquelinstante,veíaeldulcerostrodeLigiayqueconlosojosllenosdelágrimasmeagradecíaaquelacto.

Y,prohpudor!,sentíalavezquemispárpadossehumedecían…¿Sabesloquevoyaconfesarte?Esto:quenopuedoyavivirsinella,quenosoportoestasoledad,quemesientomuydesgraciadoyquemitristezaesmuchomayordeloquepudierastúimaginar.

Yencuantoamisesclavos,hayalgoquemeha llamado laatención.Elperdónque lesotorguénosólono losvolvió insolentes,sinoquenisiquieraperturbóladisciplina.

Una cosa he podido comprobar: que jamás el terror les hizo prestarserviciomásesmeradoqueelquehaseguidoalagratitud.Ahora,nosólomesirvenbien,sinoqueparecenrivalizarentreellosaquiénadivinaprimeromisdeseos.

Ytehagomencióndeestacircunstanciaporque,cuandoeldíaanterioramipartidade lacasade loscristianosdijeaPabloque su religióndaríaporresultadoelquelasociedadsedesplomaracomosedesplomaunbarrilalquesequitanlosaros,mecontestó:«Elamoresunaromássólidoqueelterror».Yahoraveoque,enciertoscasos,suopiniónpuedeserlaverdadera.

Hetenido,asimismo,ocasióndecomprobarloenlorelativoalosclientes,quienes,alsabermiregreso,acudieronpresurososasaludarme.

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Túsabesque jamáshesido tacañoconellos;peromipadresemostraba,por principio, altanero con los clientes y me enseñó a tratarlos de igualmanera.Masahora,cuandovisusraídosmantosysussemblantesfamélicos,experimenté un sentimiento semejante a la compasión. Les hice traeralimentos y hasta conversé con ellos —llamando por su nombre a unos ypreguntandoaotrosporsusmujeresyporsushijos—,ydenuevoenlosojosdemuchosvi lágrimas,yotravezmeparecióqueLigiaestabapresenciandoaquello,yqueloaprobabasintiéndosealavezdichosa.¿Esqueeljuiciomeestaráflaqueando,oqueelamor turbamispensamientos?Nosabríadecirlo.Massí,estoysegurodeesto.Atodashorasmeimaginoqueellamevedesdelejos;ytemoejecutarcualquieractoque,pudieraafligirlauofenderla.

¡Sí, Cayo! Se ha operado un cambio en mi alma, y a veces creo habermejorado con ese cambio. Pero en otras me atormenta, pues temo que mivirilidadymienergíamehayanabandonado,dejándomeinútil,nosóloparaelconsejo,paraeldiscernimientoyparalasfiestas,sinotambiénparalaguerra.¡Éstosson,evidentemente,verdaderosencantamientos!

Hasta tal puntome hallo transformado, que he de confesarte también loquevinoamimenteenlosdíasenqueyacíaheridoenellecho:quesiLigiaseparecieseaNigidia,aPopea,aCrispinillaoanuestrasmujeresdivorciadas,sifuese tanvil, tanhumana, tan liviana comoellas, nopodría amarla comoalpresente la amo…Y puesto que la amo de talmanera, precisamente por lomismoquenossepara,yaadivinarástúquécaosestáformándoseenmialma,cuáleslaoscuridadquemerodea,porquémotivonoalcanzoadivisaralgunodeloscaminosqueamivistasepresentanyquédistantemehallodesaberpordónde he de empezar. Si la vida pudiera compararse conunmanantial diríaque, en lugar de agua del río, del mío fluía incertidumbre. Vivo con laesperanzadeverla,yavecesmeparecequeasítienequesuceder…Dicesquéserádemídentrodeunañoodos.¡Noloséynopuedoadivinarlo!

No saldré de Roma. Me sería insoportable ahora la sociedad de losaugustanos; y, además, el único solaz en medio de mi pena y de midesasosiego es la esperanza de que me hallo cerca de Ligia y de que porconductodeGlauco,elmédico,quienhaprometidovisitarme,opormediodePablo de Tarso, he de tener noticias suyas de tiempo en tiempo.No; yo nosaldríadeRomaahora,aunquemeofrecieraiselgobiernodeEgipto.

SabetambiénqueheordenadoalescultorquemehagaunmonumentodepiedraenmemoriadeGulo,aquienmatéenunarranquede ira.Demasiadotarde he pensado en que fue él quienme llevó de niño en sus brazos ymeenseñóaponerunaflechaenunarco.Noséporquécadavezquesurgeenmimentesurecuerdotomalasformasdelpesarydelremordimiento.

Si todo lo que antecede te sorprende, te digo que amí nome sorprende

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menos,peroteescribolapuraverdad.Adiós.

XXIX

Vinicio no obtuvo respuesta a esta carta. Petronio no escribía, sin duda,creyendoevidentequedeundía aotropodría elCésarordenar el regresoaRoma.Y,enefecto,lanoticiadelavueltadelviajeroimperialseextendióporla ciudad con gran contento de la plebe, ansiosa de juegos y de la obligadadistribucióndecerealesyaceitunasque,encantidadesenormes,habíanestadoacumulándoseyaenOstia.

Helio, el liberto de Nerón, anunció, por fin, al Senado el regreso delemperador. Pero, habiéndose embarcado Nerón con su corte en Miceno,efectuósuviajelentamente,haciendoescalaenlasciudadesdelacosta,conelfindetomardescansoydeexhibirseenlosteatros.

Permaneció cerca de veinte días en Miturna y hasta pensó en volver aNápolesyaguardarallí laprimavera,queenesaciudaderamás tempranaycálida.

DurantetodoestetiempoViniciovivióencerradoensucasa,pensandoenLigia y en todos esos nuevos fenómenos que le ocupaban ahora el alma yhacíanafluiraellaideasysentimientosqueanteslehabíanparecidoabsurdos.De cuando en cuando, solamente recibía a Glauco, el médico, cada una decuyas visitas le llenaba de íntima alegría, porque en ellas podía hablar deLigia.

Glauco ignoraba, realmente, dónde había encontrado albergue la joven,peroasegurabaaVinicioqueLigiasehallababajolasolícitaproteccióndelosjefes. Un día, también conmovido por la melancolía de Vinicio, Glauco lerefirióquePedrohabíareprochadoaCrispolaseveridadconqueésteechabaencaraaLigiasuamorterreno.

Vinicio, al escuchar esto, palideció de emoción. Más de una vez habíapensadoqueLigianoera indiferentea suamor;peroamenudo leasaltabandudasytemores.

Ahora, por primera vez, recibía la confirmación de sus anhelos yesperanzasdelabiosextrañosy,además,cristianos.

EnelprimerimpulsodegratitudquisovolaralapresenciadePedro.Mascuando supo que el apóstol no se hallaba en la ciudad, pues estabadesempeñandosumisióndepropagandaenlosalrededores,imploróaGlaucoquelellevasehastaélprometiéndoleacambiohacerespléndidosobsequiosa

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los pobres de la comunidad cristiana. Le parecía también que si Ligia leamaba,yanopodríahaberobstáculoalgunoque losseparara,puesélestabadispuesto a rendir homenaje aCristo en cualquiermomento.YGlauco, auncuandotratabadeconvencerleparaquesebautizara,noseaventuróalmismotiempoadarleseguridaddeque,consóloesto,conquistaríainmediatamenteaLigia, y ledecíaque eramenesterdesear la religiónpor sí sola, por amor aCristoynoconotrosfines.

—Esnecesariotambiéntenerunalmacristiana—agregaba.

YauncuandoaVinicioleirritabasiempretodoobstáculo,habíaempezadoacomprenderqueGlauco,comocristiano,decía loquedebía.Nosedabaélmismo cuenta de que uno de los mayores cambios que había sufrido sunaturaleza consistía en que antes medía las cosas y las personas según supropioegoísmo.Masahora,pocoapoco,iba,comprendiendoquehabíaojosqueveían,corazonesquesentíandedistintamanera,deotra forma,yque larazónnosignificabalomismoqueelprovechopersonal.

A menudo sentía deseos de ver a Pablo de Tarso, cuyos discursosdespertaban su interés y le llenaban de inquietud. En su mente concertabaargumentos encaminados a la refutación de sus enseñanzas, y se resistíainteriormente.Sinembargo,deseabaverleyescucharle.PeroPablo sehabíamarchado a Aricia, y como las visitas de Glauco eran cada vez más raras,Vinicioseconsumíaenunasoledadpermanente.

De nuevo empezó a recorrer las callejas inmediatas al Suburra y lasestrechasdelTranstíber,conelsecretoanhelodeveraLigia;siquierafueseadistancia. Y cuando perdió hasta esta esperanza, el tedio y la impacienciaempezaronamorderleelcorazón.

Porúltimo,llegóunmomentoenquesedejósentirenélsuíndoleanterior,conlapujantefuerzadelaola,quedespuésderetrocederselanzaimpetuosanuevamentehaciaelbordedelaplaya.Leparecíaquehabíasidounnecio,sinprovechoalguno,al llenarse lacabezade ideasquesólocausabanpesares,yquedebíaaceptardelavidaloqueéstaleofreciera.YresolvióolvidaraLigia,o,por lomenos,buscarelplaceryeldisfrutedeotrassatisfaccionesquenopodíaellaprocurarle.

Sedabacuentadequeestapruebahabríadeserfinalydecisiva;poresoseentregó a ella con la energía ciega e impulsiva que le era peculiar. La vidamismaleimpelíaaello.

Laciudad,adormecidaydespobladaenelinvierno,empezóarevivirantela esperanza del ya próximo regreso del César.Un solemne recibimiento leaguardaba.

Y,entretanto,había llegado laprimaveraysehabíaderretido lanievede

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las cumbres de losmontes Albanos al soplo de los vientos del África. Loscéspedes de los jardines se hallaban cubiertos de violetas. Las plazas y elCampo deMarte se veían a diario llenos de gente que tomaba el sol, cuyocalor iba en aumento. A lo largo de la Vía Appia, sitio habitual paraexcursiones en coches a las afueras de la ciudad, había empezado elmovimiento de carros ricamente ornamentados. Se hacían ya paseos a losmontesAlbanos.Lasmujeresjóvenes,conelpretextodeiraadoraraJunoenLanuviumoaDianaenAricia,salíandesuscasaseibanfueradelaciudadenbuscadeaventurasycompañía.

UndíaViniciovioentreloscarrosdeloscaballerosunoespléndido:eldeCrisotemis,laamigadePetronio,precedidopordosmolosos.Ibanrodeandoalahermosagruposdejóvenesytambiéndeancianossenadores,cuyocargoloshabíaretenidoenRoma.

LapropiaCrisotemisguiabaelcarro,llevandolasriendasdecuatrojacasdeCórcegaydistribuyendosonrisasasualrededoryligeroschasquidosconsulátigodeoro.AlveraViniciorefrenósuscaballos,lehizosubirasucarroylellevóasucasa,endondehubounafiestaquedurólanocheentera.Allíbebiótantoeljoven,quenosupocuándolehabíanconducidoderegresoasuhogar.Recordaba, sin embargo, que al hacer Crisotemis mención de Ligia en supresenciaélsehabíasentidoherido,y,hallándoseyaebrio, lehabíavaciadounvasodeFalernoenlacabeza.Peroaldíasiguiente,Crisotemis,quien,porlovisto,habíaolvidadomuyprontoaquellainjuria,vinoavisitarleylellevóporsegundavezalaVíaAppia.LuegosequedóacenarencasadeVinicioyle confesó que desde hacía tiempo la tenía hastiada, no sólo Petronio, sinohastasumismotocadordelaúd,yquesucorazónsehallaba,porfin,libre.

Durante una semana se los vio juntos, pero aquellas relaciones noprometíanserduraderas.

Después del incidente del vaso de vino de Falerno jamás volvió apronunciarse entre ellos el nombre de Ligia, pero a Vinicio se le hacíaimposiblesustraersealrecuerdodelajoven.Teníacontinuamentelasensacióndequesusazulesojosleestabanobservando.Seindignabaconsigomismo,yaquenopodíasepararsedelaideadequeentristecíaaLigia,nidelapenaqueestospensamientosprovocabanenél.

A raíz de la primera escena de celos conCrisotemis, que ésta provocarapor haber comprado Vinicio dos jovencitas sirias, la despidió de bruscamanera.

Mas no puso por ello término a su vida licenciosa y de placer, a la queparecíaseguirentregándosetansóloporeldespechoquelecausabalamarchadeLigia.

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Finalmente,seconvenciódequeelrecuerdodelajovennoleabandonabauninstante;dequeeraellalaúnicacausa,tantodesusactosbuenoscomodelosmalos,ydeque,verdaderamente,nadahabíaenelmundoqueocuparasualmasinoella.

Elplaceracabóporhastiarledejándolesóloremordimientos.Porúltimo,leabandonaronelalbedríoylaconfianzaensímismo,ycayóenunaespeciedesopordelcualnopudieronarrancarlenisiquieralasnoticiasdelallegadadelCésar.

Nada le impresionabaya;ynisiquierafueavisitaraPetronio,hastaqueéstelemandóasucasaunainvitaciónysupropialitera.Alverasutío,queleacogió con agrado, contestó de mala gana a sus preguntas, pero sussentimientos y sus ideas, contenidos durante tanto tiempo, estallaron al fin,brotandodesuslabiosenuntorrentedepalabras.

UnavezmáscontóaPetroniodetalladamentelahistoriadesuspesquisasenbuscadeLigia,desuvidaentreloscristianos,detodocuantohabíavistoyoído allí, de lo que había pasado por su cerebro y por su corazón, y,finalmente,confesó,conamargura,quesehallabasumergidoenuncaos,enmediodelcualcomprendíaquehabíaperdidoyatodaecuanimidadyhastaeldondediscernirydejuzgarloshechos.Nadaleatraía,nadaleagradabaynosabíaquéhacer,niaquédedicarse.

Se hallaba dispuesto a honrar y, al mismo tiempo a perseguir a Cristo;comprendía la grandeza de sus enseñanzas, mas, al mismo tiempo, leinspiraban una repugnancia irresistible. Comprendía que, aunque llegase aposeeraLigia, jamáspodríahaberenellaposesióncompleta:Cristovendríatambiénacompartirla.Finalmente,vivíacomosinoviviera:sinesperanza,sinmañana,sincreerenlafelicidad.Rodeadodetinieblas,enmediodelascualesbuscaba,desorientadoya tientas,una salida,que sehallaba incapacitadodeencontrar.

MientrashacíaViniciosunarración,Petroniohabíaestadoobservandosudemudado rostro y susmanos, que, al hablar, extendía hacia delante de unamanera extraña, como si luchara por abrirse un camino a través de lassombras.Ypermaneciómeditabundoporespaciodealgunosinstantes.Luegose levantó repentinamente y, acercándose a Vinicio, le tomó con los dedosalgunoscabelloscercanoslaoreja,diciéndole:

—¿Sabesqueyaempiezanaversecanasentussienes?

—Esmuy posible—contestóVinicio—.Nome extrañaría verme prontoconlacabezatotalmenteblanca.

Sesucedióunbrevesilencio.

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Petronioerahombredesólidocriterioymásdeunavezsehabíapuestoameditar acerca del alma y de la vida del hombre. Pensaba que la vida, engeneral,enmediodeaquellasociedaddequeambosformabanparte,podíaserexteriormentefelizodesgraciada,perointeriormentepermanecíatranquila.Delamismamanera que un terremoto o un rayo podían derribar un templo, elinfortunio, a su vez, podía aniquilar una vida. Ésta, sin embargo, estabaformadaporlíneassencillasyarmoniosas,exentasdetodacomplicación.

Sinembargo,delaspalabrasdeViniciosedesprendíaalgomás,yPetroniose encontró por primera vez delante de una serie de problemaspsicológicosquenadiehabía logrado resolverhastaentonces.Yerahombredesuficienteraciocinio para apreciar su importancia, pero aun con toda su habitualsagacidad, se sentía ahora incapaz de dar una solución a las cuestionespropuestas.Asípues,alcabodeunlargosilencio,dijo,porfin:

—Esosdebendeserencantamientos.

—Yotambiénlohecreídoasí—contestóVinicio—.Másdeunavezmehaparecidoquenoshanembrujadoalosdos.

—¿Y si te dirigieras, por ejemplo, a los sacerdotes de Serapis? —dijoPetronio—. Entre ellos, como sucede siempre entre los sacerdotes, existenembaucadores, pero los hay también que han llegado a descubrir secretosadmirables.

Estolodijosinelmenorasomodeconvicciónyconvozinsegura,porqueélmismocomprendíacuánvanoyhastaridículodebíadeparecereseconsejoensuslabios.

Viniciosepasólamanoporlafrente,ydijo:

—¡Encantamientos!Yoheconocidohechicerosqueapelabanalinflujodepoderesdesconocidosysubterráneos,ensuprovechopersonal,yloshevisto,asimismo, emplear esas armas en perjuicio de sus enemigos; pero estoscristianosvivenenlapobreza,perdonanasuscontrarios,predicanlasumisión,la virtud y la misericordia; ¿qué provecho podrían, pues, reportarles losencantamientosyparaquéhabríanderecurriraellos…?

APetroniolecontrariabavisiblementeeltenerqueconfesarseasímismoque, con toda su inteligencia, no tenía respuesta alguna que dar a estapregunta.Ynoqueriendoreconocerlo,dijo,porcontestaralgo:

—Esunasectanueva.

Y,unmomentodespués,agregó:

—¡PorladivinamoradoradelosbosquecillosdePafos,cómoacabaconlavidatodoesto!Túadmiraslabondadylavirtuddeesasgentes;masyotedigoquesonmalos,porquesonenemigosdelavida,aligualdelasenfermedadesy

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lamuerte.Bastantesenemigostenemosya;nonecesitamos,pues,quevenganajuntarseaellosloscristianos.Ponteacontarlos:lasenfermedades,elCésar,Tigelino, la poesía cesárea, zapateros remendones que gobiernan sobre losdescendientes de los antiguos quirites, libertos que ocupan un asiento en elSenado…¡PorCástor! ¡Tenemosyabastante!Ésaesunasectadestructorayabominable… ¿Has intentado sacudir tu tristeza volviendo a disfrutar de lavida?

—Loheintentado—contestóVinicio.

—¡Ah traidor! —dijo Petronio riendo—, las noticias se extienden conmucharapidezentrelosesclavos;túmehasseducidoaCrisotemis.

Viniciohizoconlamanounademándisplicente.

—De todosmodos te lo agradezco—dijoPetronio—.Voy a enviarle unpardechinelasbordadasconperlas.Enmilenguajeamatorioesoquieredecir:«Vete». Y a ti debo quedarte doblemente agradecido. Primero, porque noquisiste aceptar a Eunice; segundo, porque me has librado de Crisotemis.¡Escúchame!Tienesdelantedetiaunhombrequesehalevantadotemprano,quehadisfrutadodelosrefinamientostermales,poseídoaCrisotemis,escritosátiras y, en ocasiones, hasta entremezclado la prosa y el verso, pero quetambién ha solido sentirse tan hastiado como el mismo César y a menudoincapazdesustraersea lospensamientosmássombríos.¿Ysabescuálera lacausa?El haber estado buscando lejos lo que tenía cerca.Unamujer bonitavale siempre lo que pesa en oro; pero si ama, por añadidura, llega a serinestimable.TesorosemejantenopodráscomprarnicontodaslasriquezasdeVerres.Yyomedigoahora:hede llenarmividadefelicidadcomose llenauna copa con el más exquisito vino que haya producido la tierra, y he deapuraresacopahastaquesemeparalicelamanoypalidezcanmislabios.Loquesobrevengamañananomeimporta;heaquímifilosofíaactual.

—Túlahasproclamadosiempre;nadanuevohayenella.

—Sí,haylapartesustancial,queantesmefaltaba.

Y, al decir esto, llamó a Eunice, quien hizo su entrada exquisitamentevestidadeblanco.Yanoera laantiguaesclavasinounadiosadelamory lafelicidad.

Petronioleabriólosbrazosyledijo:

—Ven.

CorrióEuniceentonceshaciaély,sentándosesobresusrodillas, lerodeóelcuelloconlosbrazosyreclinósobresupechosuhermosacabeza.YViniciovio subir a susmejillas reflejospurpúreosy cubrir susojosuna leveniebla.Asíformabanambosunarmoniosogruposimbólicodeladichayelamor.

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Petronioextendiólamanohaciaunampliovasocolocadosobreunamesaquehabíapróximay,tomandodeélunpuñadodevioletas,lasesparcióporlacabeza, el seno y el manto de Eunice; y luego, apartando hacia un lado latúnicaquecubríalosbrazosdelajoven,dijo:

—¡Dichoso quien, como yo, ha encontrado el amor envuelto en formassemejantes!Meparece,aveces,quesomosunpardedioses.¡Mira,Vinicio!¿HancreadolíneasmásmaravillosasPraxiteles,MirónoEscopas,oelmismoLisias? ¿Oexistirá enParos, o en elPentélico, unmármol comoéste: tibio,rosadoypalpitantedeamor?Haygentesqueencuentranplacerenbesar losbordes de los vasos; mas yo prefiero buscar el placer allí donde residerealmente.

Y empezó a acariciar con sus labios los hombros y el cuello de Eunice,cuyocuerposeestremecía,entantoqueabríaycerrabalosojosconexpresióndedichainenarrable.

Petronio levantó la primorosa cabeza de la joven y dijo, volviéndose aVinicio:

—Pero piensa y dime ahora: ¿qué son esos tétricos cristianos encomparaciónconesto?Ysinoerescapazdeapreciar ladiferencia,veteconellos.Esteespectáculotecurará.

Se le dilataron a Vinicio las aletas de la nariz, aspiró el aroma de lasvioletasquellenabatodalaestanciaypalidecióalpensarquesipudierapaseardeigualmanerasuslabiosporloshombrosdeLigiaseríaparaélaquellocomouna especie de inmensa delectación sacrílega, tras de la cual bien pudieraderrumbarse el mundo. Y habituado ahora a una rápida percepción de losfenómenos internos que en él se operaban, notó que, en aquel instante, enLigia,sóloenLigia,pensaba.

—Eunice,divinamía—dijoPetronio—,hayqueprepararguirnaldasparanuestrascabezas,yunrefrigerio.

Ycuandolajovenhubosalido,repuso,dirigiéndoseaVinicio:

—Leofrecídarle la libertad,¿ysabesquémecontestó?«¡Prefieroser tuesclava, antes que mujer del César!». Y no la aceptó. Hube, entonces, deconcedérsela sin conocimiento suyo. El pretor me dispensó del trámite deexigirsupresencia.Yellanosabequehoyes libre,y,asimismo, ignoraqueesta casa y todas mis joyas, con excepción de las gemas, le perteneceráncuandolleguemimuerte.

Luegoselevantó,dioalgunospaseosporlaestanciayrepuso:

—El amor es causa de transformacionesmás radicales en unos hombresqueenotros,yhastaenmíhaoperadocambios.Antesmegustabaelaromade

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laverbena,perocomoEuniceprefiere lasvioletas,megustanhoymáséstasquetodaslasdemásflores,ydesdelallegadadelaprimaveravivimostansóloesperandoelperfumedelasvioletas.

YaquísedetuvodelantedeVinicioylepreguntó:

—Yati,¿continúagustándoteelnardo?

—Déjameenpaz—contestóeljoven.

—Hedeseadoqueveas aEunicey te hevuelto a hacermenciónde ellaporqueacaso tú tambiénestésbuscando lejos loque sehalla cercade ti.Esposiblequeahoramismo,enalgunosde losaposentosde tusesclavas,hayaalgúncorazóningenuoylealqueteestéconsagrandosuslatidos.¿Porquénohabríasdeaplicaresebálsamoa tusheridas?¿DicesqueLigia teama?Bienpuedeser.Mas,¿quéclasedeamoresesequerenunciaaamar?¿Nosignificaellomás bien que hay otra fuerzamás poderosa que su amor?No, querido,LigianoesEunice.

AloqueViniciocontestó:

—Y todo ello no es paramí sino un solo y único tormento. Te observécuandobesabasenloshombrosaEuniceysemeocurrióentoncesquesiLigiame presentara alguna vez sus hombros desnudos no me importaría que,enseguida,seabrieselatierrabajonuestrospies.Perotambién,anteesasolaidea, se apoderó de mí una especie de sobrecogimiento medroso, como siacabasedeofenderaunavestalointentaraprofanaraunadeidad.LigianoesEunice,masyonoaprecio ladiferenciade igualmaneraque tú.Elamorhacambiado tus órganos olfatorios y prefieres hoy las violetas a las verbenas;peroenmíhacambiadoelalma;yasíescomo,apesardemiestadoanhelanteymiserable,prefieroqueLigiasigasiendo loquees,aqueseparezcaa lasdemásmujeres.

Petronioseencogiódehombros.

—Enesecaso,nopuedesconsiderarteagraviado.Peronolocomprendo.

—¡Cierto! ¡Cierto!—contestóVinicio con acento febril—. ¡Nosotros nopodemosyaentendernos!

Sesucedióotrointervalodesilencio.Petronioexclamó,porfin:

—¡OjaláelHadessetragaraatuscristianos!Tehanllenadodezozobrayhananiquiladotuconceptodelavida.¡QueelHadeslosdevore!Estásenunerroralcreerquesureligiónesbuena;porqueelbienestodoloqueprocuraalhombrelafelicidad,asaber:labelleza,elamor,elpoder;aestollamanellosvanidad,y te equivocasal creerque son justos;porque sipagamosbienpormal,¿quéhabremosdepagarporelbien?Y,además,si la recompensaes lamisma para una cosa como para otra, ¿por qué tomarse la molestia de ser

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bueno?

—No,larecompensanoeslamisma,y,segúnsusenseñanzas,empiezaenunavidafutura,cuyaduraciónnotienelímites.

—Noentroenesacuestiónporqueestimoqueesoyaloveremossi,acaso,esposibleversinojos.Entretanto,consideroqueesoscristianosnosirvenparanada.UrsoestrangulóaCrotónporqueUrsotienemúsculosdebronce,yesoseve;perolosotrossonunosestúpidosyelporvenirnopuedeperteneceralosestúpidos.

—Paraellos,lavidaempiezaconlamuerte.

—Que es como si dijéramos: «El día empieza con la noche». ¿Tienes laintencióndevolveraarrebatarlesaLigia?

—No,porquenopuedopagarlemalporbien,yhejuradoquenoloharía.

—¿EntoncesteproponesabrazarlareligióndeCristo?

—Deseohacerlo,perominaturalezanolosoporta.

—Pero¿podríasolvidaraLigia?

—No.

—Entonces,viaja.

En este momento anunciaron los esclavos que estaba dispuesto elrefrigerio; pero Petronio, creyendo que había tenido una buena idea, dijocuandoseencaminabanaltriclinium:

—Túhasrecorridounapartedelmundo,perosólocomounsoldadoquesedirigepresurosoasudestino,sindetenerseenelcamino.VenconnosotrosaAcaya. El César no ha renunciado a esa excursión. Y se detendrá en todaspartesensucamino,ycantará,yrecibirácoronas,saquearátemplosyvolverátriunfanteaItalia.Esto,enciertomodo,simularáunviajehechoporBacoyApolo en una misma persona. Habrá augustanos, augustanas y miles decítaras.¡PorCástor!,valdrálapenapresenciarelespectáculo,cuyoigualnohavistohastalafechaelmundoentero.

Luegosecolocóenel triclinio,delantedelamesayal ladodeEunice,ycuandounesclavolecolocóenlacabezaunaguirnaldadeanemones,continuóasí:

—¿Qué has visto tú al servicio de Corbulón? Nada. ¿Has recorridominuciosamentelostemplosgriegoscomoyo,queempleémásdedosañosenello,pasandodeunguíaaotro?¿HasestadoenRodasyrecorridolossitiosendondesealzabaelcoloso?¿HasvistoenPanope,enlaFócida,laarcillaconlaquePrometeocreabahombres;oenEspartaloshuevosdeLeda;oenAtenas

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lafamosaarmadurasármatahechadecascosdecaballo;oenEubeaelcascode Agamenón; o la copa a la que sirvió de modelo el seno izquierdo deHelena? ¿Has visitado Alejandría, Menfis, las Pirámides? ¿Has visto loscabellosque Isis se arrancóde la cabezaa impulsosde sudolorporOsiris?¿HasoídolasvocesdeMemnón?Amplioeselmundoynotodoconcluyeenel Transtíber. Yo voy a acompañar al César, y en el viaje de regreso mesepararé de él para ir a Chipre, porque es el deseo de esta diosa mía decabellosdeoroquevayamosaofrendarjuntosunaspalomasaladivinidaddePafos;yhasdesaberquetodocuantoelladeseasecumple.

—Soytuesclava—dijoEunice.

Petronio reclinó la cabeza coronada de guirnaldas sobre el pecho de lajovenydijoconunasonrisa:

—Entonces yo soy el esclavo de una esclava. ¡Sabe, divinamía, que teadmirodesdelospiesalacabeza!

Yluego,dirigiéndoseaVinicio,continuó:

—VenconnosotrosaChipre.PerotenpresentequeesmenesterqueveasantesalCésar.Maloesquetodavíanotehayaspresentado,yTigelino,yalosabes,hadeestarprontoparautilizarestacircunstanciaentuperjuicio.Ciertoquenoabrigapersonalmenteodiohaciati:masnopuedeamarteaunquesóloseaporqueeresmisobrino…Diremosquehasestadoenfermo.Yesnecesarioquemeditemosbienloquehasdecontestar,siéltepreguntasealgoacercadeLigia.Lomejor seráhacerun ademándesdeñosoydecir que la tuviste a tuladohastacansartedeella.Élcomprenderáesoperfectamente.Dile tambiénquelaenfermedadteharetenidoencasa;quetufiebreaumentóenproporciónatudesconsuelopornohaberpodidoiraNápolesaescucharsucanto,yquelograste al fin mejoría estimulado por la esperanza de volver a oírle. Y notemasenincurrirenexageraciones.TigelinohaanunciadoqueinventaráparaelCésar algoverdaderamentegrandey sorprendente…Tengomiedodequemevayaaperder…Temotambiéntuestadodeánimo…

—¿Sabes tú—dijo Vinicio— que hay gentes que no temen al César yviventranquilasenelmundocomosiélnoexistiera?

—Yaséaquiénesterefieres:aloscristianos.

—Sí,solamenteaellos.Y,entretanto,nuestravida…,¿quéesnuestravida,sinouncontinuoterror?

—Déjameenpazcontuscristianos.NotemenalCésar,porqueéltalveznisiquierahaoídohablardeellos,y,entodocaso,losignora,yleimportantantocomounmontóndehojassecas.Peroyotedigoqueesasgentessonineptas.Tú mismo te has dado cuenta de esto: si sus enseñanzas repugnan a tu

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naturaleza es porque presientes que son unos pobres de espíritu. Tú ereshombredeotra clasede arcilla; asípues, en adelante,no temolestes, nimemolestesamíporsucausa.Nosotrossabemosvivirymorir;encuantoaellos,nosesabeloquesoncapacesdehacer.

EstaspalabrashicieronimpresiónenelánimodeVinicio;yalvolverasucasaseleocurriópensarque,verdaderamente,labondadylaíndolecaritativade loscristianoseraunapruebadesupobrezadeespíritu.Porque leparecíaquegentesanimadasdefuerzaydotadasdecarácternopodríanperdonardeesamanera.Yvinoasucerebrolaideadequeéstadebíadeserlacausarealde la repulsión que en su alma de romano sentía por sus enseñanzas.«¡Nosotrossabemosvivirymorir!»,habíadichoPetronio.Encuantoaellos,sólo sabían perdonar y no comprendían ni el verdadero amor, ni el odioverdadero.

XXX

ElCésar,alregresaraRoma,sesintióirritadoporhabervuelto,yalcabodealgunosdíasledominódenuevoeldeseodevisitarlaAcaya.Hastallegóapublicarunedictoenelquedeclarabaquesuausenciaseríadecortaduración,yquelosnegociospúblicosnosufriríandetrimentoalgunoporcausadeella.

En compañía de los augustanos, entre los cuales se hallaba Vinicio, seencaminó al Capitolio y presentó allí ofrendas, a fin de hacer el viaje bajofelices auspicios. Pero al segundo día, cuando visitaba el templo de Vesta,ocurrióunsucesoquelehizomodificartodossusplanes.

Temía Nerón a los dioses, aun cuando no creyera en ellos; temíaespecialmentealamisteriosaVesta,quienahoraleinfundiótalpavor,quealavista de la divinidad y en presencia del fuego sacro se le erizaronrepentinamente los cabellos; castañetearon sus dientes, un estremecimientogeneral recorrió todos sus miembros y cayó aterrorizado en los brazos deVinicio,quesehallabadetrásdeélenaquelmomento.

Inmediatamente fue sacado del templo y conducido al Palatino, dondepronto se repuso;perono abandonóel lechoen esedía.Ydeclaró, además,congranasombrodelospresentes,queseveíaenelcasodediferirsuviaje,pues la divinidad le había prevenido secretamente en contra de todaprecipitación.

UnahoradespuésseanunciabaportodaRomaque,habiendoreparadoelCésar en la tristeza que se advertía en los semblantes de los ciudadanos deRoma,ymovidoporelamorqueles tenía,comoeldeunpadreasushijos,

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habíadispuestopermanecera su ladoycompartirconellos sudestinoysusplaceres.Elpueblo,regocijadoante talresoluciónyseguroasimismodequeno habrían de faltarle juegos y una distribución de trigo, se reunió en grannúmerodelantede laspuertasdelPalatinoyprorrumpióenvítoresenhonordeldivinoCésar.Éstesehallabaenaquelmomentoentretenidoenjugaralosdadosconalgunosaugustanos.Interrumpiendoeljuego,dijo:

—Sí, era necesario aplazar el viaje. Egipto y la dominación sobre elOriente, según las predicciones, no pueden escapárseme, y de esta maneratampoco perderemos la Acaya. Daré orden de abrir el istmo de Corinto ylevantaré en Egipto monumentos tales que las pirámides a su lado han deparecerjuguetesparaniños;haréconstruirunaesfingesietevecesmayorquelaquemiraaldesiertofueradeMenfis;perohededarordendequeleponganmi cabeza. Y las edades futuras no hablarán de otra cosa que de esemonumentoydemí.

—Con tus versos ya te has levantado a ti mismo un monumento nosolamentesieteveces,sinoveintiunavecesmayorque lapirámidedeKeops—dijoPetronio.

—¿Yconmicanto?—preguntóNerón.

—¡Ah!¡SitansólofueradadoaloshombreserigirteunaestatuacomoladeMemnón, de la cual emergiera tu voz a la salida del sol! ¡Por todos lossiglos venideros los mares que rodean a Egipto se verían cubiertos de unenjambredebarcos,enloscualesmultitudesinmensas,procedentesdelastrespartesdelmundo,vendríanaescuchartucanto!

—¡Desgraciadamente,nadiepodríarealizaresto!—dijoNerón.

—Pero,encambio,puedeshacertallarenbasaltounmonumentoenquetúfiguresdirigiendounacuadriga.

—¡Cierto!¡Hedehacerlo!

—YasídispensarásunnuevodonalaHumanidad.

—EnEgiptomedesposaréconlaluna,quehoyestaviuda,yseréentoncesunverdaderodios.

—Y nos darás estrellas por esposas, y haremos una nueva constelación,que se llamará la constelación deNerón. Pero has de casar aVitelio con elNilo,afindequepuedaengendrarhipopótamos.YaTigelinodaleeldesierto;enélseráreydeloschacales.

—¿Yamíquémepredestinas?—preguntóVatinio.

—¡QueApistebendiga!DispusistejuegostanespléndidosenBenevento,quenomeesposibledeseartenadamalo.Hazunpardebotasparalaesfinge,

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cuyas garras han de entumecerse con el relente; después de eso podríasfabricarlessendosparesdesandaliasaloscolososqueformancalledelantedelos templos. Todos han de encontrar allí una ocupación adecuada a susaptitudes.DomicioAfer,porejemplo,seráeltesorero,yaquetanpenetradosestamosdesuhonradez.Plácemesobremanera,César,quesueñesconEgipto;peromeapenaquehayasdiferidotusrecientesproyectosdeviaje.

—Tusojosmortalesnadavieron,porqueladeidadsehaceinvisiblealoshombrescuandolevieneendeseo—repusoNerón—.Sabequeestandoyoenel templo deVesta seme aproximó la diosa yme dijo al oído: «Aplaza tuviaje».Yocurrióellotaninesperadamente,quemeinfundiópavor,auncuandodebieraestaragradecidoalosdiosesporlanotoriasolicitudconquesobremívelan.

—Todosnosotrosnosaterrorizamos—dijoTigelino—,ylavestalRubriasedesmayó.

—¡Rubria—dijoNerón—:Quéníveocuelloposee!

—YnotésuturbaciónalavistadeldivinoCésar.

—¡Cierto!Yomismoreparéenello.Esoesadmirable.Hayalgodivinoencada una de las vestales, y Rubria es muy bella. Decidme—repuso luego,despuésdeunmomentodemeditación—:¿PorquétemenlasgentesaVestamás que a los otros dioses? ¿Qué significa esto?Aun cuando soy el SumoSacerdote,elmiedoseapoderódemíporcompleto.Solamenterecuerdoquemecaíadeespaldas,yhabríadadoconmicuerpoentierrasialguiennomehubierasostenido.¿Quiénfue?

—Yo—contestóVinicio.

—¡Ohtú,«fornidoMarte»!¿PorquénofuisteaBenevento?Medicenquehas estado enfermo, y por cierto realmente tienes demudado el semblante.TambiénheoídoqueCrotóntequisomatar.¿Esesocierto?

—Asíes,ymerompióunbrazo;masyomedefendí.

—¿Conunbrazoroto?

—Unciertobárbarovinoenmiauxilio;eramásfuertequeCrotón.

Nerónlemiróconasombroyledijo:

—¿Más fuerte queCrotón? ¿Acaso estás bromeando?Crotón era elmáshercúleodeloshombres;peroahora,tenemosaSiphax,deEtiopía.

—Tedigo,César,queyolehevistoconmispropiosojos.

—¿Dóndeestáesaperla?¿NolehanhechoyareydeNemea?

—Nopodríadecírtelo,César.Leheperdidodevista.

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—¿Ynisiquierasabesdequépuebloesoriundo?

—Comotuveunbrazoroto,nomefueposiblepreguntarquiénera.

—Búscameleyencuéntramele.

AloqueTigelinodijo:

—Yomeencargarédeello.

PeroNerónsiguióhablandoaVinicio:

—Teagradezco—ledijo—quemehayassostenido,porquedecaer,bienhubierapodido romperme la cabeza.Hubouna época enque fuisteunbuencompañero;perolascampañasyelservicioalasórdenesdeCorbulóntehanvueltountantohuraño;rarasvecesteveo…Yapropósito—agregóalcabodeun momento—, ¿cómo está esa doncella tan estrecha de caderas de quienestuvisteenamoradoyquehicesacarparatidecasadeAulo?…

Vinicio se sintió confundidoante estapregunta,masPetroniovinoen suayudaalinstante,ydijo:

—Señor: apostaría yo que la ha olvidado ya. ¿No has reparado en suconfusión? Pregúntale más bien cuántas han venido sucesivamente areemplazarladesdeentonces,yno te aseguroquepuedadarteuna respuestaprecisa.LosViniciosonbuenossoldados,peroaúnmejoresgallos;gustandelasavesporbandadas.Castígale,señor,poresonoinvitándolealafiestaquehaprometidoTigelinodisponerentuhonorenelestanquedeAgripa.

—No haré tal cosa. Y confío, Tigelino, en que allí no han de faltarbandadasdebeldades.

—¿Podrían estar las Gracias ausentes del sitio donde se halla presenteAmor?—repusoTigelino.

—Eltediomemartiriza—dijoNerón—.MehequedadoenRomapor lavoluntad de la diosa; pero la ciudadme es insoportable. Partiré paraAncio.Me ahogo en estas estrechas calles, con sus casas que parecen próximas adesplomarse, y enmedio de esas raquíticas arboledas. El aire viciado llegahastami palacio y se infiltra a través demis jardines. ¡Oh, si un terremotodestruyese a Roma! ¡Si un dios irritado quisiera arrasarla hasta el nivel delsuelo! ¡Yodemostraría entonces almundocómohade construirse la ciudadqueeslacabezadelorbeymicapital!

—César —contestó Tigelino—, tú has dicho: «¡Si algún dios irritadoquisieradestruirlaciudad!»,¿noesasí?

—¡Justamente!¿Yqué?

—Pero¿noerestúdios?

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Nerónhizounademándehastío,ydijo:

—Veremos loquenospreparasenelestanquedeAgripa.Despuéshedepartir para Ancio. Vosotros sois pequeños: por eso no comprendéis que yonecesitocosasinmensas.

Y cerró los ojos, dando así a entender que necesitaba descanso. Losaugustanos empezaron entonces a retirarse. Petronio salió también,acompañadodeVinicio,yledijo:

—Estás,pues,invitadoatomarparteenlafiesta.BarbasdeCobrerenunciaasuviajeporelmomento,yesoserámotivoparaquehagamáslocurasquenunca;seestableceahoraenlaciudadcomoensupropiacasa.Esnecesario,por tanto, que tú también trates de hallar en las locuras que se preparandistracción y olvido. Hemos conquistado el mundo y tenemos derecho adivertirnos. Tú,Marco, eres un apuesto mozo y a ello en parte atribuyo lainclinaciónquesientohaciati.¡PorDianadeEfeso!,sipudiesesvertuscejasunidasytusemblante,enelqueseadviertelaantiguasangredelosquirites.Atu lado, los demásparecen libertos, y si no fuera por esa religión insensata,Ligiaestaríaentucasahoydía.Intentaunavezmásdemostrarmequenosonesos cristianos los enemigos de la vida y de laHumanidad. Se han portadobiencontigo,deahíelqueseconcibatuagradecimiento;peroyoentulugardetestaría esa religión y buscaría el placer dondequiera que pudieseencontrarlo.Lorepito:eresunapuestomozoyenRomaexisteunverdaderoenjambredemujeresdivorciadas.

—Loquemesorprendeesquetodavíanotehayascansadodetodoesto.

—¿Quién tehadicho lo contrario?Desdehacemucho tiempomecansa,pero yo no tengo tus años. Además, tengo otros gustos, de que tú careces.Amo los libros, que para ti no presentan el menor atractivo; me agrada lapoesía,quea ti te aburre;meplacen losobjetosde cerámica, laspiedrasdevalorymultituddecosasenquetúnisiquieradetieneslavista;tengoundolorenlaespalda,queatinoteaqueja,y,finalmente,poseoaEunice,mientrasquetú no has encontrado nada que se le parezca. Para mí es agradable lapermanencia en el hogar, en medio de mis obras maestras; de ti jamásconseguiréhacerunhombredeverdaderosentidoestético.Séqueenlavidanunca he de encontrar ya nada superior a lo que actualmente poseo; y encuantoati,nisiquierasabesenquéconsisteloqueincesantementeesperasybuscas.Silamuertehubiesedeveniravisitarteahora,contodatumelancolíay todo tu valor, morirías lleno de asombro al convencerte de que te eranecesario abandonar estemundo; en cuanto amí, aceptaría lamuerte comounanecesidadlógicayconlaconviccióndequenoexisteenestesuelofrutoque no haya gustado. No quiere esto decir queme apresure a llegar al fin,tampoco he de intentar retardarlo si viene: trataré simplemente de que sea

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agradable.Hayenelmundoescépticosalegres.Paramí,losestoicossonunosnecios;peroelestoicismocurtealoshombresporlomenos,entantoquetuscristianostraenalmundolamelancolía,queesalavidaloquelalluviaalaNaturaleza. ¿Sabes la última noticia? Que durante los festejos de cuyoprogramasehallaencargadoTigelinoyquevanaverificarseenelestanquedeAgripa,habrá lupanaresyenellossereuniránlasmujeresdelasmásnoblescasas de Roma. ¿No crees poder descubrir entre éstas alguna siquierasuficientemente hermosa y capaz de aliviar tus penas? Y habrá tambiéndoncellasquesepresentaránporprimeravezensociedadcomoninfas.¡EsteesnuestromundocesáreoenRoma!Empiezaahacercalor;labrisameridianacalientalasaguasysalpicaloscuerposdesnudos.Ytú,¡ohNarciso!,sabequenohabrámujeralgunaquepuedaresistirte;¡ninguna,aunquefueseunavirgenvestal!

Vinicio se llevó lamanoa la frente, comounhombre alucinadoporunaideafija,ycontestó:

—Quésuertetendríasitalcosaencontrara.

—¿Yquiéntehapuestoeneseestadosinoloscristianos?Perolasgentescuyadivisaesunacruznopuedenserdeotraforma.Escúchame:Greciafuehermosa y creó la sabiduría; nosotros creamos el poder; ¿qué es capaz decrear, en tu concepto, su doctrina? Si lo sabes, explícamelo, porque, ¡porPólux!,nosabríaadivinarlo…

—Parececomosiabrigaraseltemordequellegueyoahacermecristiano—dijoVinicio,encogiéndosedehombros.

—Loquetemoesquearruinestuvida.Sinopuedessergriego,séromano:posee y goza.Nuestras locuras tienen cierto juicio, porque hay en ellas unaespeciedeamoranosotrosmismos.DesprecioaBarbasdeCobre,porqueesun bufón griego. Si él quisiera seguir siendo romano, reconocería que tienerazónalpermitirsetodassuslocuras.Yahoraprométemequesiteencuentrasalgún cristiano al volver a tu casa, le sacarás la lengua. Si es Glauco, elmédico,nohadeextrañareso.Yadiós,hastaquevolvamosaencontrarnosenelestanquedeAgripa.

XXXI

Lospretorianos rodeaban lasarboledasquecrecían juntoa lasorillasdelestanque de Agripa, a fin de que las multitudes de espectadores no seagolpasenennúmeroexcesivomolestandoalCésaryasushuéspedes.YtodocuantohabíaenRomadenotableporsuriqueza,hermosuraytalentopensaba

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asistiralafiesta,quenohabíatenidoantesigualenlahistoriadelaciudad.

TigelinoquisocompensarasíalCésarlacontrariedadsufridaaldiferirsuviajealaAcaya,superaratodoslosanterioresfestejantesdeNerónyprobarquenadieeracapazdedivertirletanto.

Teniendo en cuenta ese objeto, y aun desde los días en que se hallabaacompañandoalCésarenNápoles,ydespuésdeBenevento,habíainiciadosuspreparativosydespachadolasórdenesoportunasparaquedelasmásremotasregionesdelatierraenviasenfieras,pájaros,pecesrarosyplantas,sinomitirlavajillaylosmanteles,queporsuriquezadebíanrealzarelesplendordelafiesta.Lasrentasdeprovinciasenterasseconsumíanenlarealizacióndeestosinsensatos proyectos, mas el poderoso favorito, tratándose de ellos, novacilaba. Su influencia aumentaba de día en día. Y no era porque NerónquisieramásaTigelinoquea losotros,sinoporquesehacíacadadíamásymásindispensable.

Petroniolesuperabainfinitamenteencultura,intelectoybuenjuicio,yenla conversación conocía la mejor manera de entretener al César; mas, pordesgraciasuya,superabaensutalentoalCésarmismo,despertandoconellolaenvidiade éste.Porotraparte, nopodía ser un sumiso instrumento suyo enmaterias de buen gusto. En cambio, cuando se hallaba Nerón delante deTigelino, jamás sentía el menor recelo. El mismo título de ArbiterElegantiarum,quesehabíaconferidoaPetronio,mortificabaelamorpropiodeNerón, porque ¿era posible que alguien tuviese, delante de él, derecho allevartalcalificativo?

Tigelino poseía bastante buen sentido para conocer sus propiasdeficiencias,ycomprendiendoquenopodíacompetirconPetronio,Lucanouotrosde los augustanosque sedistinguíanpor su alcurnia, sus talentoso suciencia, decidió eclipsarlos por medio de la flexibilidad en sus servicios, ysobre todo por una magnificencia capaz de sorprender aun a la exaltadaimaginacióndeNerón.

Dispuso,enconsecuencia,darlafiestaenunagigantescabalsaconstruidacon vigas doradas. Los bordes de esta balsa habían sido decorados conespléndidasconchasdelmarRojoydelocéanoÍndico,brillantes,conreflejosperlados e irisados. Cubrían las orillas de la piscina grupos de palmeras,arboladosdelotoyrosalesenplenaflorescencia.Habíaocultasenmediodeéstos, de trecho en trecho, fuentes de agua perfumada, estatuas de dioses ydiosas,y jaulasdeoroydeplata, llenasdeavesdemúltiplescolores.Enelcentro de la balsa se elevaba una inmensa tienda, omejor dicho—para noocultaralosfestejadosalasmiradasdelosdemás—,sóloelpabellóndeunatienda, hecho de púrpura siria, y que descansaba sobre columnas de plata.Debajo de él se veían, brillando como soles, lasmesas preparadas para los

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invitados,llenasdecristaleríadeAlejandría,yostentandounavajilladevalorinestimable,botínrecogidoenItalia,GreciayAsiaMenor.

A labalsa,que,por lagranacumulacióndeplantasquesobreellahabía,semejabaalavezunaislayunjardín,sehallabanamarradosconcuerdasdepúrpurayorosendosbotesqueadoptabanlaformadecisnes,peces,gaviotasyflamencos,ydentrode losquehabíasentados, juntoa lospintadosremos,desnudos bogadores de uno y otro sexo, cuyas facciones y formas eran demaravillosahermosurayquellevabanelpeinadoalestiloorientalorecogidoenredesdeoro.

Cuando Nerón llegó a la balsa principal, acompañado de Popea y losaugustanos,apenassehubosentadobajoelpabellónpurpúreodelatienda,sesoltaronlascuerdasdeoro,ylabalsa,contodoslosinvitadosdentro,empezóamoverseyadescribircírculosenelestanque.

Otrosboteslarodearon,ytambiénotrasbalsasdemenortamaño,llenasdemujeresquepulsabanarpasycítaras,ycuyosrosadoscuerpos,queteníanpormarco el horizonte azul del firmamento y de las aguas y los reflejos de losáureos instrumentos, parecían absorber ese azul y esos reflejos abriéndosecomoflores.

En los árboles de las riberas y desde el interior de fantásticos edificioslevantados expresamente para ese día y ocultos entre los bosquecillos, seescuchabanmúsicasycantos.Elecoesparciólossonesdeloscuernosydelastrompetas,queresonabanenlosalrededoresyenlosbosquecillos.

El César mismo, con Popea a un lado y Pitágoras al otro, se hallabagratamentesorprendido,yespecialmentealversurgirentrelosbotesajóvenesesclavas ataviadas como sirenas, con mallas verdes que imitaban escamas,prorrumpiendoenalabanzasalorganizadordelafiesta.Peroalmismotiempo,por la fuerzadelhábito, dirigió lavistahaciaPetronio, deseandoconocer laopinión del «árbitro», quien se mostró obstinadamente impasible, y sólocuandoelCésarlepidiódemaneraconcretasuopinióndijo:

—Juzgo,señor,quediezmilmujeresdesnudashacenmenosimpresiónqueunasola.

PerolafiestaflotantedejócomplacidoalCésarporsunovedad.

Asimismo se sirvieron tan exquisitos manjares, que la imaginación deApicio habría flaqueado a su vista, y vinos de tantas clases, que el mismoOtón, quien acostumbrara servir hasta ochenta, habría ido a ocultar bajo lasaguassuvergüenzasihubiesesidotestigodetalmagnificencia.

Ademásdelasmujeres,sesentaronalamesalosaugustanos,entrelosqueVinicio sobresalía eclipsandoa todospor suhermosura.Enotro tiempo, sus

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formas y su rostro denotaban con demasiado relieve al soldado profesional.Peroahora,ydebidoasuspadecimientosmentalesyalosdoloresfísicosporqueacababadepasar,sedestacabancomocinceladassus facciones,comosihubierapasadosobreellaslainspiradamanodeunmaestroescultor.Sucutishabía perdido su anterior tinte moreno, conservando, sin embargo, el lustreamarillentodelmármoldeNumidia.Ensusojos,agrandados,seadvertíaunaexpresión melancólica. Únicamente su cuerpo, que parecía creado para laarmadura,conservabasuspoderososcontornoshabituales;perosobreeltorsodeunlegionariosealzabalacabezadeundiosgriegoo,porlomenos,deunpatriciorefinadoyalavezflexibleysoberbiamentehermoso.

Petronio,alafirmarqueningunadelasaugustanasquerríaopodríaresistiraVinicio,habíahabladocomohombredeexperiencia.Todasellas,enefecto,lemiraban,sinexceptuaraPopeaniaRubria,lavestal,aquienelCésarhabíadeseadoverenlafiesta.

Los vinos, helados en montecillos de nieve, pronto empezaron a llevarcaloraloscorazonesyalascabezasdeloscomensales.Deentrelaespesuradelaorillaaparecíanacadainstantebotesqueteníanlaformadecigarrasodemariposas.Y luego, la superficie azuldel estanque sevioasípobladadeunenjambredemariposas.Aquíyallá,sobrelosbotes,revoloteabanpalomasyotrasavesdelaIndiaydelÁfrica,sujetasporcordelitosazulesoporhilosdeplata.

Elsolhabíarecorridoyalamayorpartedelfirmamento;perohacíaundíacaluroso,aunqueeraaprincipiosdemayo.

Lasuperficiedelestanqueseondulabaalgolpedelosremosqueazotabanelaguasiguiendoelcompásdelamúsica;peroenelairenoseadvertíaelmásleve soplo; los árboles se mantenían inmóviles, mudos y embelesadosespectadores de lo que sucedía sobre las aguas.Y la balsa proseguía dandovueltas en el estanque, conduciendo su carga de invitados, cada vez másborrachosyestrepitosos.

Nohabía llegado la fiestaa lamitaddesucursoaún,cuandodejóyadeobservarseelordenenquesehallabantodossentadosalamesa.ElCésardioel ejemplo, levantándose y ordenando a Vinicio que dejara el asiento queocupaba al lado de Rubria. Nerón lo ocupó entonces y aproximándose a lavestalempezóahablarlealoído.

Vinicio llegóasíaencontrarsepróximoaPopea,quienextendióelbrazohacia el joven y le pidió que asegurara el brazalete que se le habíadesprendido.YalhacerloasíVinicio,conmanountantotemblorosa,dejócaerPopeasobreél,entresuslargaspestañas,unamiradafingidamentepudorosaymoviólagentilcabezarubiaconmudoademánderesistencia.

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Entretanto el sol había aumentado y enrojecido, hundiéndose lentamentepor detrás de las copas de los árboles. Los invitados, en sumayor parte, sehallabanyaebrios.Lagranbalsaefectuabaahorasusvueltasaproximándosecadavezmásalaorilla,enlaque,porentrelosarbustosylasflores,seveíangruposdeindividuos,disfrazadosdefaunososátiros,tocandoflautas,gaitasytambores,juntoaotrosgruposdedoncellasquerepresentabanninfas,dríadasyhamadríadas.

Laoscuridadllegóporfin,entrelosgritosylasaclamacionesqueenhonorde laLunaprocedíande la tienda.Almismo tiempo, la luzdeunmillar delámparassedifundióporlosarbolados.Desdeloslupanaresesparcidossobrela ribera irradiabaa lavezotroenjambrede innumerables luces,y sobre lasazoteassedestacabannuevosgruposformadospor lasesposasy lashijasdelasmásnoblescasasromanas.

Y con voces y ademanes libres incitaban a los hombres a que fuesen areunirseconellas.

La balsa, por fin, se aproximó a la orilla. El César y los augustanosdesaparecieronporentrelosarbolados,sediseminaronenlupanaresytiendasocultas entre los bosques y en grutas artificialmente dispuestas en laproximidad de fuentes ymanantiales. La locura se apoderó de todos; nadiesabía adónde había ido el César; nadie podía distinguir, enmedio de aqueldesorden,aunsenadordeuncaballero,deundanzanteodeunmúsico.

Lossátirosylosfaunosdabancazaalasninfasylasllamabanavoces.Ygolpeabanlaslámparasconsustirsosafindeapagarlas.Reinabayaatrechoslaoscuridadentrelosárboles.Yportodaspartesseoíaelrumorderisas,degritosysusurrosorespiracionesanhelantes.

En una palabra, Roma, hasta ese día, jamás había presenciado escenassemejantes.

Vinicio no estaba ebrio, como el día de la fiesta dada en el palacio delCésar,ya laque tambiénhabíaconcurridoLigia;perosehallabaexaltadoyllegó a sentirse embriagado por la vista de cuanto a su alrededor ibaocurriendo.Porúltimoseapoderódeéltambiénlafiebredelplacer.

Yentoncesseprecipitóalbosquey,acompañadodeotros, tratódeelegirentre las dríadas la más hermosa. Y bandadas de éstas, renovadasincesantemente, pasaban y pasaban por delante de él corriendo, gritando ycantando, perseguidas por faunos, sátiros, senadores y caballeros y por lossonesdealegresmúsicas.

Viendo, por fin, un grupo de doncellas conducidas por una ataviada entraje deDiana, se precipitó hacia ella con el propósito de examinarmás decercaaladiosa.Yenaquelmomentosintióqueelcorazónseleoprimía.Le

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parecióqueenaquelladeidad,conlalunasobresucabeza,seveíanretratadaslasfaccionesdeLigia.LasmuchachascercaronaVinicioyempezaronadarvertiginosasvueltasasualrededor.Luego,queriendoevidentementeincitarleaque corriese tras ellas, huyeron cual manada de ciervas. Pero el jovenpermaneciócomoenclavadoenaquelsitio,palpitanteelcorazón,sinaliento;porque,aunquesehabíadadocuentadequeDiananoeraLigiaydeque,vistadecerca,niseleparecía,laimpresióndemasiadofuertequeacababadesufrirlehabíadejadosinfuerzas.

Y de pronto se halló dominado por un anhelo vehemente, profundo,insuperable,comonohabíasentidoenlavida.YelamordeLigiainvadiósupecho comouna ola inmensa. Jamás la joven le había parecidomás amada,más pura y digna de adoración que enmedio de aquel bosque de rebosantelocuraysalvajedesenfreno.

Un momento antes había deseado beber también en aquella copa. Peroahoraledominabaunaimpresióndeinvencibledisgustoyrepugnancia.Sentíaque leasfixiabaaquelambientede infamia;supechoansiabarespirarelairepuro,ysusojosverlasestrellasqueenaquelmomentoocultabalaespesuradeaquelsiniestroarbolado…Yresolvióhuirdeallí;masapenashabíaempezadoaponerenprácticasupropósitocuandonotóquedelantedeélsealzabaunafigura con el rostro oculto tras un velo que le puso las manos sobre loshombrosyledijoaloído,entantoquealrostrodeViniciollegabacomounaoleadadefuegosualientoabrasador:

—¡Teamo!¡Ven!Nadienosconocerá;¡apresúrate!

AVinicioleparecióquedespertabadeunsueñoydijo:

—¿Quiéneres?

Ellareclinóelpechosobreélyrepuso,insistiendo:

—¡Pronto!¡Miracuánsolitarioesesesitio…,yyoteamo!¡Ven!

—¿Quiéneres?—repitió.

—¡Adivínalo!

YaldecirestojuntófebrilmentesuslabiosaloslabiosdeVinicioatravésdelvelo,atrayendohaciasíalmismotiempo lacabezadel joven,hastaque,por fin,pareció faltar el alientoa lamujery,nerviosamente, apartódeél surostro.

—¡Noche de amor! ¡Noche de locura! —dijo, insuflando ansiosa yrápidamenteaireasuspulmones—.¡Hoyestamoslibres!¡Hoysoytuya!

Este discurso enardeció a Vinicio y le llenó de zozobra. Su alma y sucorazón se hallaban en otra parte; en todo el mundo, nada existía para él,

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exceptoLigia.Asípues,empujandosuavementehaciaatrás laveladafigura,dijo:

—Quienquieraqueseas,amoaotra;¡notequiero!

—Quítameelvelo—dijoella,inclinandohaciaeljovenlacabeza.

Enesemomentosesintióun leveroceporentre lashojasdemirto.Y lamujerveladasedesvaneciócomounavisión;peroalolejospudooírsesurisaextrañaysiniestra.

PetroniosehallabajuntoaVinicio.

—Heoídoyhevisto—dijo.

—Vámonosdeaquí…

Así lo hicieron. Sucesivamente fueron dejando atrás los lupanaresprofusamente iluminados, las arboledas y la línea de pretorianosmontados,hastallegaralpuntoendondeaguardabanlasliteras.

—Yoteacompañaré—dijoPetronio.

Ysesentaronjuntosenlalitera.

Durante todo el camino se mantuvieron silenciosos, y sólo cuando sehallaronenelatriumdelacasadeViniciopreguntóPetronio:

—¿Sabestúquiéneraella?

—¿Rubriaacaso?—preguntóVinicio,disgustadoantelasolaideadequeRubriafueseunavestal.

—No.

—¿Entoncesquién?

Petroniobajólavozydijo:

—ElfuegodeVestahasidoprofanado,porqueRubriaestuvoconelCésar.Perolaqueseacercóati—yaquícallóuninstante—fueladivinaAugusta—siguióunmomentodesilencio,yluegorepusoPetronio—:NopudoelCésarocultaraPopeasu inclinaciónhaciaRubria:deaquíqueaquéllaquisiera talvez tomar por ello venganza. Pero llegué yo a estorbarlo. Si hubierasreconocidoalaemperatrizyrehusadoaccederasussolicitaciones,tehabríasperdidoirremediablemente,ynosóloati,sinoaLigia,yacasoamítambién.

—¡Estoy harto de Roma, del César, de sus fiestas, de la Augusta, deTigelinoyde todosvosotros!—prorrumpióVinicio—.¡Meestoyahogando!¡Yonopuedoyaseguirviviendoasí,nopuedo!¿Meentiendes?

—¡Vinicio,estásperdiendoelsentido,eljuicio,lamoderación!

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—¡Sóloaellaamoenelmundo!

—¿Yqué?

—Eso: que no deseo ningún otro amor. No quiero ni vuestra vida, nivuestrasfiestas,nivuestrasimpudicias,nivuestroscrímenes.

—¿Quétesucede?¿Acasotehasvueltocristiano?Eljovenseoprimiólacabezaconambasmanosyrepitiócondesesperadoacento:

—¡Todavíano!¡Todavíano!

XXXII

Petronioseencaminóasucasaencogiéndosedehombrosygrandementedisgustado.LeparecíaevidenteahoraqueentreélyVinicionopodríaexistiryainteligenciaposibledesdequesusalmassehabíanseparadoporcompleto.Hubo un tiempo en quePetronio ejercía un gran ascendiente sobre el jovensoldado.Habíasidoparaélunmodeloentodo,yconfrecuenciaunascuantaspalabras irónicas suyas bastaban para refrenar a Vinicio o para inducirle atomarunaresolucióncualquiera.

Ahora,nadaquedabade todoeso,y tan trascendental erael cambio,quePetronioni siquiera intentóponerenpráctica susantiguosmedios, sintiendoyaquesuironíaysuingeniohabríanderesbalarsobrelosnuevosprincipiosqueelamoryelcontactoconelincomprensiblemundodeloscristianoshabíainculcado en el alma de Vinicio. Comprendió aquel veterano escéptico quehabíaperdidolallavedeesaalma.Yestolellenódecontrariedadyhastadetemor,elcualllegóalcolmoalreflexionaracercadelosepisodiossucedidosestanoche.

«SidepartedelaAugustanohasidoésteunfugazdevaneo,sinoundeseomás duradero—pensó Petronio—, ha de suceder una de estas dos cosas: oVinicio no se le resistirá, y en este caso puede sobrevenir su ruina aconsecuenciadecualquieraccidente,o,loquesehallaenarmoníaensuactualdisposicióndeánimo,se le resistirá,yentoncessu ruinaserácierta,yacasotambiénlamía,precisamenteporquesoyyosupariente,yporquelaAugusta,envolviendoensuodioatodalafamiliapondríadelladodeTigelinoelpesode su influencia. Por cualquiera de ambos rumbos, el asunto presenta malaspecto».

Petronio erahombrevalerosoyno teníamiedoa lamuerte; peroyaqueéstanadaleofrecía,nosentíaelmenordeseodeprovocarla.

Así pues, al cabo de largasmeditaciones decidió, por fin, que seríamás

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conveniente y más seguro hacer que Vinicio emprendiese un viajemarchándose de Roma. ¡Ah! Y si, además, pudiera darle a Ligia para elcamino, lo haría con la mayor satisfacción. Suponía que no resultaría muydifícilconvenceraVinicio.YextenderíaentoncesporelPalatinolanoticiadeunanuevaenfermedaddeVinicio,alejandoasíelpeligrode lacabezadesusobrinoydelasuya.

LaAugusta ignoraba si había sido reconocida porVinicio; probable era,pues,quesupieraquenohabíasidodescubierta,yentalcasonohabríasufridosuvanidadgrancosahastaentonces.Perolasituaciónpodríamodificarseenelporveniryeranecesarioevitarelpeligro.

Petroniodeseaba,ante todo,ganar tiempo,comprendiendoque,apenaselCésarhubierapartidopara laAcaya,Tigelino,quenoeranadaentendidoenmaterias de arte, vendría a quedar allí en segundo lugar y perdería suinfluencia.EnGrecia,Petronioestabasegurodetriunfarsobrecualquierotrorival.EntretantodecidióvelarsobreVinicioeinteresarleenelviaje.

Durantevariosdíasestuvo,además,pensandoquesillegaseaobtenerdelCésar un edicto por el cual se hiciera salir de Roma a los cristianos, Ligiaabandonaría laciudadenuniónde losdemásconfesoresdeCristo,y trasdeellosiríatambiénVinicio.Yentoncesnohabríanecesidaddeconvencerle.Enefecto, no hacía todavía mucho tiempo, y con motivo de perturbacionessuscitadas por el odio de los judíos a los cristianos, Claudio, en laimposibilidad de distinguir a los unos de los otros, había perseguido a losjudíos.¿PorquénoharíaNerónlomismoconloscristianos?Sinelloshabríamásespacio,mástranquilidadenRoma.

Después de aquella fiesta flotante, Petronio vio todos los días a Nerón,tantoenelPalatinocomoenotrascasas.Sugerirlelamedidaideadaerafácil,porqueelCésarjamásrechazabaindicaciónalgunaquepudieratraerperjuicioo ruina a los demás. Tras de mucha deliberación, Petronio dispusominuciosamente los detalles de su plan. Prepararía una fiesta en su propiacasa, y enmedio de ella persuadiría alCésar a que promulgara el edicto, yhasta tenía la esperanza, en modo alguno infundada, de que el César leconfiaría la ejecuciónde ese edicto.Enviaría, por ejemplo, aLigia aBayas,con todas las consideracionesdebidasa la amantedeVinicio, suministrandoasía losjóveneslaoportunidaddequeallíseamaranyseentretuvieranconsusprácticascristianastodoeltiempoquequisieran.

Entretanto,visitabaconfrecuenciaaVinicio;primero,porque,apesardetodosuegoísmoromano,leeraimposibleprescindirdesuinclinaciónhaciaeljoventribuno,ysegundo,porquedeseabapersuadirledequehicieraelviaje.

ViniciosefingióenfermoynosedejóverenelPalatino,dondecadadíaseproyectabannuevosplanes.

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Porúltimo,PetronioescuchódelosmismoslabiosdelCésarquedentrodetresdíaspartiríasinfaltaparaAncio.

Alamañanasiguiente,aprimerahora,fueadarnoticiadeelloaVinicio,quienlemostróunalistadelaspersonasenviadasaAncio,listaquelehabíatraídoaquellamañanaunodeloslibertosdelCésar.

—Minombre figura en ella, y tambiénel tuyo—dijoVinicio—.Hasdeencontrarestamismalistaentucasaaturegreso.

—Sinoestuvieseyoentrelosinvitados—contestóPetronio—significaríaquemehabíallegadoyalahorademorir,ynoesperoquetalsucedaantesdelviajea laAcaya.TodavíahedeserhartoútilaNerón.Apenasacabamosdellegar aRoma—agregó, recorriendo la lista—,yyanosvemosobligados apartirdenuevo,ahacerelcaminodeAncio.Peroesnecesarioir,porqueéstanoestansólounainvitación;es,asimismo,unaorden…

—¿Ysialguiensenegaseaobedecer?

—Se le invitaría de otra forma a emprender un viaje notablemente máslargo,elviajededondenosevuelve.¡EsunalástimaquenohayasseguidomiconsejoysalidodeRomaatiempo!AhoratendrásqueiraAncio.

—Ahora tengoque ir aAncio. ¡Considera en qué tiempovivimos y quévilesesclavossomos!

—Sóloahoratedascuentadeello.

—No.Mastúmehasdemostradoquelasenseñanzascristianasconstituyenuno de los enemigos de la vida, puesto que la encadenan. Pero ¿podrán seresas cadenas más fuertes que las que llevamos nosotros? Tú has dicho:«Grecia ha creado la sabiduría y la belleza, y Roma, el poder». ¿Querrásdecirmeahoradóndeestáesepoder?

—Llama a Quilón y discute con él. Hoy no tengo ningún deseo defilosofar. ¡Por Hércules! No he sido yo el creador de estos tiempos y, portanto, no me incumbe responsabilidad alguna en ello. Hablemos de Ancio.Debessaberqueteesperaungranpeligro,yqueparatiseríapreferiblequizámedir tus fuerzas con Urso, el que aplastó a Crotón, antes que ir allí. Sinembargo,nopuedesprescindirdehacerlo.

Viniciohizounademánnegligenteconlamanoydijo:

—¡Peligro! Todos nosotros llevamos una vida errante por entre lassombrasde lanocheynopasamomentosinquealgunacabezasehundaenella.

—¿Hedeenumerartea todos losquehantenidounpocodejuicioy,porconsiguiente, a despecho de los tiempos de Tiberio, Calígula, Claudio y

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Nerón, han llegado a vivir ochenta y noventa años? Sírvate, entre otro, deejemplo hasta un hombre como Domicio Africano. Ha visto llegartranquilamentelavejez,auncuandoentodasuvidanohayasidootracosaqueuncriminalyunvillano.

—¡Acaso por eso! ¡Acaso por esa misma razón ha vivido! —contestóVinicio;acontinuaciónempezóarecorrerlalistayleyó—:Tigelino,Vatinio,Sexto, Afer, Aquilino Régulo, Suilio Nerulino, Eprio Marcelo, y asísucesivamente.¡Quéasambleademalhechoresydepícaros!¡Ydecirquesonéstosquienesgobiernanelmundo!¿Nolesvendríamejordedicarseaexhibirpor pueblos y aldeas una divinidad egipcia o siria, al son de los sistros, yganarseelpandiciendolabuenaventuraobailando?

—Oexhibiendomonos sabios, perros calculadoreso algún asno flautista—agregó Petronio—. Todo eso es cierto; pero hablemos de algo másimportante.Préstame toda tuatenciónyescucha.YohedichoenelPalatinoqueestásenfermo,imposibilitadoparasalirdecasa,y,sinembargo,tunombrefiguraenlalista,locualpruebaqueenpalaciohayalguienquenodacréditoamis consejosyqueha tomadoparticipación en esto expresamente.ANerónbienpocoleimportaelasunto,puestoquetúeressimplementeunsoldadosinnociones de poesía ni de música y con el que sólo se puede hablar de lascarrerasdelCirco.DemaneraquehabrásidoPopeaquienhahechofigurarallítunombre,yesosignificaqueeldeseoquehaciatilaimpulsónohasidouncaprichopasajeroyquepersisteenhacertuconquista.

—EsunaintrépidaAugusta.

—Loesrealmente,porqueellopuedesercausadeturuinairreparable.Sinembargo,ojaláVenusleinspirecuantoantesalgúnotroamor;peroentretanto,puestoquelaemperatriztedesea,debesobservarlamayorcautela.BarbasdeCobre ha empezado a cansarse ya de ella: prefiere al presente aRubria o aPitágoras; pero, por consideración a sí mismo, bien podría descargar sobrevosotroslamásterriblevenganza.

—Cuando nos hallamos bajo aquellos árboles no supe yo quién mehablaba; pero tú alcanzaste a escuchar nuestra conversación. Yo dije queamabaaotraynolaqueríaaella.Esoyabienlosabes.

—Teimploro,portodoslosdiosesinfernales,quenopierdaslosrestosdejuicioquetehayandejadoloscristianos.¿Cómoesposiblevacilarcuandosetrata de elegir entre una ruina probable y una ruina cierta? ¿Acasono te hedicho ya que si hubieras herido la vanidad de la Augusta no habría para tisalvación?¡PorelHades!Silaexistenciateesalpresenteodiosaábretedeunavez las venas o clávate la espada, porque si llegas a ofender a Popea, bienpudiera estarte reservadaunamuertemuchomenos cómoda.Enotro tiempoeramásagradableconversarcontigo.¿Dequésetrata?¿Quépuedesucederte?

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¿Acaso esta aventura podría ocasionarte pérdida alguna o privarte de seguiramandoaLigia?Tenpresente,además,quePopealavioenelPalatino.Noleseríadifíciladivinarcuáleslacausadequetúrechacesfavortaneminenteyes capaz de buscar y encontrar a esa joven aun debajo de la tierra. Serás elcausante no sólo de tu propia ruina, sino también de la ruina de Ligia.¿Entiendes?

Vinicio,entretanto,escuchabaconairedistraído,comosipensaraenotracosa,y,porúltimo,dijo:

—Necesitoverla.

—¿Aquién?¿ALigia?

—Sí,aLigia.

—¿Sabesdóndeseencuentra?

—No.

—¿Entonces te propones dar de nuevo comienzo a tus pesquisas enantiguoscementeriosyhastamásalládelTíber?

—Nolosé;peronecesitoverla.

—Bien;aunquecristiana,esposiblequetengamásjuicioquetú,yasíhade ser indudablemente, a menos que desee tu ruina. Vinicio se encogió dehombrosydijo:

—EllamesalvódelasmanosdeUrso.

—Entonces apresúrate, porque Barbas de Cobre no ha de aplazar supartida.YlassentenciasdemuertepuedentambiéndictarseenAncio.

Pero Vinicio ya no oía. Un solo pensamiento le preocupaba: tener unaentrevista con Ligia; de ahí que se pusiera a pensar sobre la manera deconseguirlo.

Entretantoocurrióunsucesoqueeliminaríasobreesteparticulartodaclasededificultades.Quilónvolviódemanerainesperadaaldíasiguienteasucasa.Iba andrajoso y miserable, había señales de hambre y de pobreza en sudemacrado rostro y en su raído traje; pero los sirvientes, que no habíanolvidadolaordenanteriordeadmitirleatodashorasdeldíaodelanoche,noseatrevieronadetenerle.Asípues, fuedirectamentealatriumy,poniéndosedelantedeVinicio,ledijo:

—¡Quelosdioses tedenla inmortalidadycompartancontigoeldominiodelmundo!

Vinicio tuvo en el primermomento el deseo de ordenar que le arrojasenfuera; pero casi inmediatamente después pensó que quizá el griego supiera

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algoconrespectoalparaderodeLigia,ylacuriosidadsesobrepusoenélalarepulsiónqueaquelhombrelecausaba.

—¿Erestú?—preguntó—.¿Quétehasucedido?

—¡Desgracias, oh hijo de Júpiter! —contestó Quilón—. La verdaderavirtudesungéneroquenadiepideenlaactualidad,yunsabiogenuinodebeconformarse incluso con la idea de que ni siquiera una vez cada cinco díaspuedeteneralgoconquecompraralcarniceroyllevarasucobijounacabezadecarnero,yallíroerlaregándolaconsuslágrimas.¡Ahseñor!LoquetúmedistelopaguéporlibrosdeAtracto,ydespuésmerobaronymearruinaron.Elesclavoquedebíahaberescritomisenseñanzasparalaposteridadhuyóconelresto de lo que tu generosidad se dignó concederme. Estoy en la mayormiseria;peromehedicho:«¿Aquiénpuedorecurrirsinoati,¡ohSerapis!,aquienamoyadoroyporquienexpusehastamivida?».

—¿Aquéhasvenidoyquétraes?

—Hevenido endemandade auxilio, ¡ohBaal!, y traigomimiseria,mislágrimas,miamory,finalmente, lasnoticiasqueporafectoa tiherecogido.Señor,¿recuerdasqueunaveztereferícómohabíadadoyoaunaesclavadeldivinoPetroniounhilodelcinturóndelaVenusdePafos?Hesabidoqueesehilo fue para ella benéfico, y tú, ¡oh descendiente del sol!, que te hallas alcorrientedecuantoocurreenesacasa,noignorastampococuálesallí,enlaactualidad,lasituacióndeEunice.Puesbienahoraestoyenposesióndeotrodeesoshilos,ylohereservadoparati,señor.

YaquísedetuvoalnotarquelacóleraseibaacumulandoentrelascejasdeVinicioyagregóprecipitadamente,afindeanticiparsealestallido:

—SédóndeviveladivinaLigiaypuedoseñalartelacalleylacasa.

Vinicioreprimiólavivaemociónqueestanoticialeprodujoydijo:

—¿Dóndeestáella?

—En casa de Lino, el anciano sacerdote de los cristianos. Allí está conUrso,quientrabaja,comoantes,enlosmolinosdeDemas,quesellamacomotumayordomo…¡Sí,Demas!…Ursotrabajaporlasnoches;demaneraque,sitú tambiénpor la noche rodeas la casa, no encontrarás al gigante…Lino esviejo…,y,ademásdeél,sóloacompañanaLigiadosmujeresdeedad.

—¿Cómohasllegadoasabertodoeso?

—Habrásderecordar,señor,queloscristianosmetuvieronensupoderymeperdonaronlavida.CiertoesqueGlaucoestabaequivocadoalpensarquefuerayolacausadesus infortunios;peroelbuenhombrelocreía,y todavíasigue creyéndolo. Sin embargo, me perdonaron. Entonces no te extrañará,señor, el que mi corazón se llenara de gratitud. Yo soy un hombre de otra

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época, de una época mejor. Y éste fue mi pensamiento: «¿Habré yo deabandonaramisamigosybienhechores?¿Noseríademipartepruebadeunverdaderoendurecimientoelnopreguntarporellos,elnoinformarmeacercadeloquelespasa,delestadodesusaludydesudomicilio?».¡PorlaCibelesdePesinunte!¡Nosoycapazdesemejanteconducta!Alprincipiomeretuvoeltemor de que dieran ellos a mis deseos una interpretación errónea. Mas elcariño que yo les tengo pudo más que mi miedo, y la facilidad con queperdonanlasofensasmeinfundióespecialvalor.Pero,sobretodo,pensabaenti, señor. Nuestra última tentativa terminó con una derrota, mas ¿cómo esposible que un hijo de la Fortuna, como tú, llegue a reconciliarse con estepensamiento?Asípues,hepreparadoparatilavictoria.Lacasasehallaenunsitioaislado.Puedesordenaratusesclavosquelarodeendemaneratal,quedeellanoescapenisiquieraunratón.Señormío:detisólodepende,pues,elquetengasestamismanocheentucasayatuladoalamagnánimaprincesa.Ysitalsucedenoolvidesquelacausadeelloseráestepobreyhambrientohijodemipadre.

Afluyó la sangre de Vinicio a su cabeza, y la tentación se apoderónuevamente de todo su ser. Sí, éste era elmedio acertado, y en esa ocasiónseguro.Una vez que llegara él a tener aLigia en su casa, ¿quién habría dearrebatársela? Una vez que la hubiera hecho su amante, ¿qué otro remedioquedaríaalajovensinoresignarseparasiempreaesacondición?¡Y,entonces,bien podían perecer todas las religiones! ¿Qué significarían para él ya loscristianos con su misericordia y con su fe prohibitiva? ¿No era tiempo desacudirsedetodoaquello?¿Noeratiempodevivircomovivíantodos?¿QuéharíaLigiadespués, cómoconciliar su suertecon la religiónqueprofesaba?Eraestounacuestiónde importancia secundaria.Primero,y antesque todo,Ligiaseríasuya,yestohoymismo.Ytambiénquedabaporversiesareligiónlograríasuperarensualmaalnuevoambientequeibaarodearlayalplaceryalasemocionesqueibaaexperimentar.

Ytodoaquellopodíasucederesemismodía.LebastabatansólodeteneraQuilónydarlasórdenesdelcasoapenasoscureciera.¡Y,enseguida,unmundosinfindedelicias!

«¿Qué ha sido hasta hoymi vida?—pensaba Vinicio—. Un cúmulo desufrimientos, de anhelos no satisfechos y una interminable sucesión depreguntassinrespuesta.Deestamanerapodrázanjarsetodorápidamente».

Cierto es que acudía por instantes a sumente el recuerdode la promesaque había hecho de no levantar unamano en contra de la joven.Mas ¿porquiénhabíajurado?Noporlosdioses,porquenocreíaenellos,niporCristo,porquetampococreíaenElaún.

«Y,porúltimo—agregaba—,siellasesienteofendida,secasaríaconella

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yquedaríaasíreparadoelagravio».

Sí,aellosesentíaobligado,porqueledebía lavida.Entoncesrecordóeldía en que con Crotón había atacado el hogar en donde Ligia se hallabarefugiada;yrecordóelmomentoenqueviosobresucabezaelpuñodelligio,ytodoloquedespuéshabíasucedido.Viodenuevoalajoven,inclinadasobresu lecho de herido, vestida como una esclava, hermosa como una diosabienhechoraydignadeadoración.

E, instintivamente,dirigiólavistahaciael lararium,endondefigurabalapequeñacruzqueellalehabíadejadoantesdepartir.¿Ibaélacorresponderatodoesoconunnuevoataque?¿Persistiríaenarrastrarlaporelcabellocomoaunaesclavahastaelcubiculum?¿Ycómopodríaélhacertalcosa,cuandonosóloladeseaba,sinoquelaamaba,ylaamabaprecisamenteporsercomoera?Yentoncescomprendióquenolebastaríatenerlaensucasa,quenolebastaríaatraerla a susbrazos solamentepor la fuerza; sintióque su amorpedía algomás,quepedíasuconsentimiento,suafectoysualma.

¡Bendito sería aquel techo si viniera ella a colocarse a su amparopor suvoluntad;ybenditoelmomentoenquelohiciera,ybenditoeldíaybenditasupropia existencia, porque entonces, la felicidad de ambos sería tan inmensacomoelOcéanoycomoelSol!Peroarrancarlanuevamentede suasilopormedio de la violencia equivaldría a destruir para siempre esa felicidad y, almismo tiempo, destruir y profanar lo que había demás preciado y lo únicodeseableenlavida.

Unasensacióndeterrorseapoderódeélaestasolaidea.

Miró a Quilón, quien, al mismo tiempo que le observaba, se habíaintroducido lasmanos entre los harapos que cubrían su cuerpo y se rascabanerviosamente.

Eneste instantedominóaViniciouna repulsión indecibleyundeseodeaplastara suantiguoauxiliarcomopudierahacerloconungusanovilounaserpiente ponzoñosa y tomó en aquel momento una determinación. Pero,incapazdecontenersedentrodeloslímitesdelamoderaciónysiguiendolosimpulsosdesuimplacableíndoleromana,sevolvióaQuilónyledijo:

—Noharéloquemeaconsejas;pero,afindequenotealejesdeaquísintener recompensa, voy a ordenar que te den trescientos azotes en la prisióndoméstica.

Quilón sepusopálido.Seadvertíauna resolución tan fría enelhermososemblantedeVinicio,quenopodíaengañarseasímismoniporunmomentoconlaesperanzadequelaprometidarecompensanofueraotracosaqueunabromacruel.

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Asípues,cayóderodillasy,doblandosucuerpoendos,empezóagemirconvozquebrada:

—¿Cómo?, ¡oh rey de Persia! ¿Por qué?… ¡Oh pirámide de bondad!¡Colosodemisericordia!¿Porqué?…Soyviejo,desgraciado,tengohambre…Teheservido…¿Deestamaneramepagas?

—Comotúpagastealoscristianos—dijoVinicio.

Y llamóalmayordomo.PeroQuilón,deunsalto, secolocóasuspiesy,abrazándolosconvulsivamente,exclamóconel semblantecubiertodemortalpalidez.

—¡Oh señor! ¡Oh señor! ¡Soy viejo! ¡Cincuenta, no trescientos!¡Cincuentabastan!¡Ciento,notrescientos!¡Ohcompasión,compasión!

Viniciolearrojólejosdesíconelpieydiolaorden.Enunabrirycerrarde ojos, dos fornidos criados siguieron almayordomo y, cogiendo aQuilónpor los escasos mechones de sus cabellos, le ataron sus propios haraposalrededordelcuello,yasílearrastraronalaprisión.

—¡EnnombredeCristo!—exclamóelgriegoalasalidayadelcorredor.Vinicio quedó solo. La orden dada le reanimó, llenándole de bríos. Intentóreunir sus dispersas ideas y ponerlas en orden. Sentía un gran alivio y lecolmabadesatisfaccióneltriunfoquesobresímismoacababadealcanzar.SedecíaquehabíadadoungranpasohaciaLigiaysehabíahechoacreedordeunarecompensamuyalta.

En el primer momento ni siquiera se le ocurrió pensar que acababa decometerunagran injusticia con respecto aQuilón, aquienhoy flagelaba encastigodelosmismosactosporloscualeslehabíarecompensadoayer.Yauncuandollegaseapensarenello,prontosetranquilizaríasuconcienciaantelaconsideracióndequeobrababienalordenarelcastigodeunmiserable.

AhorapensabaenLigiayledecía:

«Notehedepagarmalporbien;ycuandosepascómoprocedíconquienosóincitarmeaquealzaralamanocontrati,meestarásagradecida».

Sin embargo, luego se detuvo ante la idea de si la forma en que habíatratado a Quilón merecería la aprobación de Ligia. La religión que ellaprofesaba prescribía el perdón. Y no sólo eso: los cristianos se lo habíanotorgadoaestemiserable,auncuando teníanmayoresmotivosdevenganza.Y,entonces,porvezprimera,repercutióensualmaelgrito:«¡EnnombredeCristo!».

RecordóqueQuilónsehabíalibradodelasmanosdeUrsoconesegritoysedijo,entonces,quedebíaperdonarleelrestodelcastigoquelehabíahechoimponer.Conesteobjetoibaallamaralmayordomo,cuandoéstesepresentó

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yledijo:

—Elviejoacabadedesmayarseyacasoestémuerto.¿Deboordenarquelesiganazotando?

—Reanimadloytraédmelo.

El jefedelatriumdesapareciódetrásde lascortinas,masnodebiódeserfácil tarea la de reanimar al filósofo, porque Vinicio esperó largo tiempo.Empezaba ya a impacientarse cuando los esclavos trajeron a Quilón,retirándoseluegoaunaseñaldeljoven.

Quilón estaba pálido como un lienzo, y a lo largo de sus piernas sedeslizabanhilosdesangrecayendosobreelpavimentodemosaicodelatrium.Noobstante,habíarecobradolossentidosy,poniéndosederodillas,empezóahablarasíconlasmanosextendidas:

—Graciasteseandadas,señor.¡Túeresgrandeymisericordioso!

—Perro—dijoVinicio—,¡sabequeteheperdonadosóloporeseCristoaquiendebolavida!

—¡Ohseñor!LeserviréaÉlyati.

—Callayescucha.¡Levántate!IrásconmigoaseñalarmelacasaendondeviveLigia.

Quilón se puso inmediatamente en pie;mas, apenas lo hubo hecho, unapalideztodavíamásmortalcubriósurostroydijoconvozdesfalleciente:

—Señor, estoy realmente hambriento. ¡Iré, señor, iré! Perome faltan lasfuerzas.Ordena queme den aun cuando sean los restos de la comida de tuperro,yenseguidamepondrécontigoencamino.

Vinicioordenóqueledieranalimento,unapiezadeoroyunmanto.

Pero Quilón, aunque debilitado por los azotes y el hambre, no pudoresolverseacomer,pueselterrorleerizabaloscabellos,ytemíaqueViniciofueseatomarsudesfallecimientoporterquedadylehicieraflagelardenuevo.

—Denme tan sólo un poco de vino para reanimarme —dijo,castañeteándolelosdientes—ypodréirenseguida,auncuandoseaalaMagnaGrecia…

Despuésdealgúntiemporecuperópartedesusfuerzas,yambossalieron.Elcaminofuelargo,porque,comolamayorpartedeloscristianos,LinovivíaenelTranstíber,no lejosde lacasadeMiriam.Porúltimo,QuilónmostróaVinicio una casa aislada rodeada por un muro completamente cubierto dehiedrayledijo:

—Señor,aquíes.

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—Bien—dijoVinicio—;ahoratepuedesmarchar;mas,antetodo,escuchaloque te voy adecir.Olvidaquehas estado ami servicio; olvida endondehabitanMiriam,PedroyGlauco;olvida tambiénestaviviendaya todos loscristianos. Irás todos losmesesamicasa,dondemi libertoDemas tepagarádospiezasdeoro.Pero si siguesespiandoa loscristianos,darénuevamenteordendeflagelarteoteharéentregarenmanosdelprefectodelaciudad.

Quilónseinclinóydijo:

—Olvidaré.

PerocuandoViniciovolvió laesquinaydesapareció,extendió lasmanoshaciaély,amenazándoleconlospuñosapretados,exclamó:

—¡PorAteylasFurias!¡Noolvidaré!

Ysedesmayódenuevo.

XXXIII

El joven tribuno se encaminó directamente a la casa en donde vivíaMiriam.DelantedelapuertaencontróaNazario,quiensemostróconfundidoalverle, peroVinicio le saludócordialmentey sehizo conducir por él a lashabitacionesdesumadre.

Vinicio encontró allí, además de a Miriam, a Pedro, Glauco, Crispo yPablodeTarso,quienhabíaregresadorecientementedeFregelas.

Alavistadel joven tribunosepintóelasombroen todos lossemblantes;peroéldijo:

—OssaludoennombredeCristo,aquienvosotroshonráis.

—¡Sea su nombre glorificado por los siglos de los siglos!—contestaronellos.

—He sido testigo de vuestras virtudes y objeto de vuestra bondad;permitidme,pues,quemeacerqueavosotroscomoamigo.

—Y nosotros te damos también la bienvenida como amigo —contestóPedro—.Siéntate,pues,señor,ycompartenuestracomidacomohuésped.

—Mesentaréycompartirévuestracomida;pero,antetodo,escúchametú,Pedro,ytú,PablodeTarso,afindequeosconvenzáisdemisinceridad.YosédóndeviveLigia.AcabodepasarpordelantedelacasadeLino,quesehallacerca de aquí. Tengo sobre Ligia el derecho de posesión que me ha sidootorgado por el César. Dispongo, en mis casas de la ciudad, de cerca de

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quinientosesclavos.Podría,pues,rodearelsitiodondeseocultayapoderarmedeella;sinembargo,nolohehecho,ytampocoloharé.

—Por eso, la bendición del Señor caerá sobre ti y se verá purificado tucorazón—dijoPedro.

—Graciastedoy.Peroescuchadmetodavía.Nohehechoeso,aunquevivoasediado por la pena y el sufrimiento. Antes de conoceros me habría,indudablemente, apoderado de ella y la habría retenido por la fuerza; perovuestravirtudyvuestra religión, si bienyono la profeso, han efectuadouncambioenmialmaquemeapartadelaviolencia.Yomismonosécuáleslacausadeesto,peroasíes.Deahíqueacudahoyavosotros,quealpresentehacéis lasvecesdelpadreyde lamadredeLigia,yosdiga:«Dádmelaporesposa,yosjuroquenosólonolehedeprohibirlafeenCristo,sinoqueyomismoempezaréainiciarmeenlosmisteriosdesureligión».

Viniciohablabaconfirmeacento,erguidalacabeza;noobstante,sesentíaconmovido,ylaspiernasletemblabanbajoelmanto.Comosuspalabraseranescuchadasensilencio,seapresuróacontinuar,comosiquisieraanticiparseaunacontestacióndesfavorable:

—Conozcolosobstáculosqueaelloseoponen,masyolaamocomoamisojos,yauncuandotodavíanomecuentoentrelosprosélitosdelcristianismo,no soyni enemigovuestroni contrario aCristo.Esmideseo inalterable serconvosotrossincero,afindequeconfiéisenmí.Estosmomentossondevidaodemuerte:osdigo,pues, laverdad.Otro,quizá,osdiría:«¡Bautizadme!»;yo, tan sólo os digo: «¡Dadme luz!». Creo que Cristo resucitó de entre losmuertos,porqueloheoídodeciragentesqueamanlaverdadyquelevierondespuésdelamuerte.Ycreo,porquemisojoshanvistoquevuestrareligióndafrutosdevirtud,dejusticiaydeperdónynolaafeanloscrímenesqueseossuelen imputar.Mas no tengo, hasta el presente, nociones cabales acerca deesa religión. Algunas he recibido de vosotros, otras he tomado de vuestrostrabajos,algomehainculcadoLigia,yalgotambiénheasimiladoennuestrasconversaciones.Yosrepitoqueellohainfluidoparaqueenmíseoperaseunatransformación.Ayertratabayoamissirvientesconmanodehierro;ahoranopuedo hacerlo.No conocía la compasión; la conozco ahora.Gustaba de losplaceres;laotranochehuidelestanquedeAgripa,puesencontréquemialmaseasfixiabaenesaatmósfera.Antescreíaenlasupremacíadelafuerza,yhoymehallodespojadodetalconvicción.Sabedque,alpresente,medesconozco.Medisgustanlasfiestas,elvino,elcanto, lascítaras, lasguirnaldas, lacortedelCésar, loscuerposdesnudosy loscrímenes.CuandopiensoqueLigiaesblancaypuracomolanievedelasmontañassientocrecermiamorporella;ycuandopiensoqueellaesasíporvirtuddevuestrareligiónamoydeseoesareligión.Pero,puestoquenolacomprendoaún,puestoqueignorosimeseráposiblevivir sujetoa susenseñanzas,o sipodrámi índoleamoldarseaello,

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me encuentro dominado por una incertidumbre y martirizado por unsufrimientosemejantealqueexperimentaríaquiensehallaraencerradoenuncalabozo.

Y sus cejas se contrajeron de dolor y afluyó la sangre a susmejillas; acontinuaciónprosiguióconcrecientevehemenciayfebrilprecipitación:

—Ved, la incertidumbre y el amor me tienen sometido a un verdaderotormento.Mehabíandichoqueenlareligiónvuestranohaysitioparalavida,niparalaalegríahumana,niparalafelicidad,laley,elorden,laautoridadoladominación de Roma. ¿Es esto cierto?Me habían dicho también que eraisunos locos;masdecidmevosotrosquées loque traéis. ¿Especadoamar, especadosentiralegría,especadoansiarlafelicidad?¿Soisvosotros,enverdad,los enemigos de la vida? ¿Debe, acaso, un cristiano llevar una existenciamiserable? ¿He de renunciar yo a Ligia? ¿Qué hay de verdad en vuestrospropósitos?Vuestroshechosypalabrasseasemejanalatersasuperficiedeunremansotransparente;masdecidme:¿quéhaybajoesasuperficie?Yaveisquesoysincero.Disipadmistinieblas.Tambiénmehandichoesto:«Greciacreólasabiduríay labelleza,Romacreóelpoder;peroellos, loscristianos…,¿quéhancreado?,¿qué traen?».Decidme,pues, ¿quées loque traéis?Sihay luzdetrásdevuestraspuertas,¡abrídmelas!

—Traemoselamor—dijoPedro.

YPablodeTarsoagregó:

—Si yo hablara con la lengua de los hombres y la de los ángeles y notuvieraamor,mivoznoseríaotracosaqueunsonorobronce.

Entretanto, el corazón del anciano apóstol se conmovió a la vista deaquella almadoliente que, comoave enjaulada, pugnabapor abrirse caminohaciaelespacioendemandadeaireydesol;así,pues,extendiendolamanohaciaVinicio,ledijo:

—«Llamad y os abrirán». El favor y la gracia de Dios han descendidosobreti;porestarazón,yotebendigo,ybendigotualmaytuamorennombredelRedentordelaHumanidad.

Vinicio,queensudiscursohabíallegadohastaloslímitesdelentusiasmoydelavehemencia,saltóimpulsivamentehaciaPedroalescucharsubendición,yenaquelinstantepudopresenciarseunaescenainsólita.Aqueldescendientedelosquirites,quehastahacíapocosehabíaresistidoareconocerprivilegiosdehombreaunextranjero,seapoderóahoradelamanodelancianogalileoyselallevó,llenodegratitud,aloslabios.

Pedrosesintiócomplacidoalverquesusimientecaíaentierrapropiciayqueensureddepescadoracababadeentrarunalmanueva.Ylospresentes,

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no menos regocijados ante aquella notoria manifestación de homenaje alapóstoldeDios,exclamaronalunísono:

—¡GloriaalSeñorenlasalturas!

Vinicio,entonces,selevantóconelrostroradiantedealegríaydijo:

—Ahora veoque la felicidadpuedemorar enmediode vosotros, puestoque yo me siento feliz y creo también que, de igual modo, llegaréis aconvencerme de algunas otras verdades. Pero debo agregar que esto, por elmomento,noesposiblerealizarloenRoma.ElCésarvaapartirparaAncioynecesitoacompañarle,porqueherecibidolaordencorrespondiente.Yvosotrossabéis que no obedecerle equivale a la muerte.Mas si he logrado alcanzarfavoravuestrosojos,idconmigoparaenseñarmevuestraverdad.Estaréisallímássegurosqueyomismo.Aunenmediodeaquellamultituddegentesyenplenacortecesáreapodréisproclamarlaverdad.DicenqueActeaescristiana,ycristianoshayhastaentrelospretorianos,puesyomismohevistosoldadosquesearrodillabana tupaso,Pedro, en laPuertaNomentana.EnAncio,yotengounacasadecampo,endondepodremosreunirnos,apocospasosdelamoradadeNerón.GlaucomehadichoquevosotrosestáisdispuestoallegarhastalosconfinesdelaTierraparasalvarunalma;asípues,hacedenmifavorloquehabéishechoenfavordeaquellosporquieneshabéisvenidohastaaquídesdeJudea;hacedlo,ynoabandonéismialma.

Al escuchar estas palabras se pusieron a tomar consejo los cristianos,pensando, llenos de complacencia, en el triunfo de su religión y en lo quesignificaría para el mundo pagano la conversión de un augustano comoVinicio, descendiente de una de las más antiguas familias romanas.Ciertamente estaban dispuestos para llegar hasta el fin del mundo por lasalvacióndeunalmahumana,y,enrealidad,nohabíanhechootracosadesdelamuertedelMaestro,demaneraqueniporuninstantevinoasuimaginaciónla idea de una respuesta negativa. Pedro era el pastor de lasmultitudes; asípues,nopodíamarchar;masPablodeTarso,quenohacíamuchoquehabíavenido de Aricia y de Fregelas y que se estaba preparando ahora paraemprenderun largoviajeaOriente,consintióenacompañaral joven tribunohastaAncio.AllíseríafáciltomarunbuquecondestinoaGrecia.

Vinicio, aunque sentía grandemente que Pedro, a quien tanto debía, nopudiese partir para Ancio, le demostró toda su gratitud, y a continuaciónformulósuúltimasúplica,enestostérminos:

—SiéndomeconocidoeldomiciliodeLigia,habríapodidodirigirmeaellaypreguntarle,comoesderigor,siestaríadispuestaarecibirmeporesposoencasodeconvertirsemialmaalcristianismo;perohepreferidohacerteatiestapetición,¡ohapóstol!Permíteme,pues,queyolaveaocondúcemehastaella.IgnorocuántotiempohabrédepermanecerenAncio;yrecuerdatambiénque,

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al ladodelCésar,nadieestásegurodelmañana…ElmismoPetroniomehadichoqueallí nomehallaríayoabsolutamentea salvo.Déjame,pues,verlaantesdepartir;déjamesaciarmeconsuvistaypreguntarlesiestádispuestaaperdonarmeelmalquelehehechoyacompartirconmigoelbien.

Pedrosonrióbondadosamenteydijo:

—¿Quiénpuedenegarte,hijomío,unalegítimaalegría?VinicioseinclinódenuevoybesólasmanosdePedro,incapazahoradereprimirlostransportesdejúbilodesucorazón.Elapóstolletocólassienesydijo:

—No temas alCésar, pues en verdad te digo que no ha de caer un solocabellodetucabeza.

Y envió aMiriam en busca de Ligia, encargándole que no dijese quiénestabaconellosparadarunamayoralegríaalamuchacha.Lacasanoestabalejosdeallí,demaneraque,alcabodepocosinstantes,laspersonaspresentesenlaestanciapudieronverentrelosmirtosdeljardínaMiriam,quetraíadelamanoaLigia.

ElprimerimpulsodeViniciofuecorrerasuencuentro;mas,alavistadelas amadas formas de la joven, la felicidad pareció privarle hasta de susenergías, y permaneció inmóvil, palpitante el corazón, sin aliento, pudiendoapenasmantenerseenpie,cienvecesmásemocionadoqueeldíaenqueporprimeravezescucharazumbarjuntoasucabezalasflechasdelospartos.

Ellapenetrópresurosaenelaposento,deltodoajenaaloqueallípasaba;mas,alavistadeljoven,sedetuvoyquedófijaenelsuelo.Susemblantesecubrió de rubor, y luego, de una inmensa palidez,miró a los presentes conatónitos y atemorizados ojos. Pero a su alrededor no vio sino semblantesapaciblesyllenosdebondad.ElapóstolPedroseacercóaellaypreguntó:

—Ligia,¿leamasahoracomosiempre?

Sucedió un instante de silencio. Los labios de la joven empezaron atemblar como los de un niño que está a punto de prorrumpir en llanto y sesienteculpable,mascomprendequedebeconfesarsufalta.

—Contesta—dijoelapóstol.

Entonces,llenadehumildad,sumisiónytemor,dijolajovenenvozbaja,arrodillándosedelantedePedro:

—Sí;leamo.

Enaquelinstante,Viniciosepusotambiénderodillasasulado.

Pedro colocó entonces lasmanos sobre las cabezas de ambos jóvenes ydijo:

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—Amaos en el Señor y para su gloria, pues no hay pecado en vuestroamor.

XXXIV

Paseándose con Ligia por el jardín, Vinicio hizo a la joven una somerareseña,conpalabrasnacidasdelomáshondodesucorazón,deloquepocosmomentosantescomunicaraalosapóstoles,laalarmaquesehabíaapoderadode su alma, los cambios verificados en su naturaleza, y, por fin, el inmensoanheloquehabíavenidoaoscurecersuexistenciadesdeelmomentoenqueabandonara ella lamorada deMiriam.Confesó a Ligia que había intentadoolvidarla, pero inútilmente.Habíapensadoenellanochesydías enteros.Lapequeña cruz de boj que le había dejado mantenía constantemente vivo surecuerdo, y él la había colocado en su lararium y la había reverenciadoinvoluntariamente,comosituviesealgodivino.

Yhabía languidecidomásporqueel amor sehabía adueñadode sualmadesdeeldíaenquelavioencasadeAulo.LasParcasdevanabanelhilodelaexistencia de los demás; el amor, la nostalgia, la melancolía habían estadodevanando el suyo. Sus acciones habían sidomalas, pero habían tenido pormóvil el amor. Él la había amado cuando estaba en casa de Aulo y en elPalatino, cuando la vio en Ostrianum escuchando las palabras de Pedro,cuando fue, acompañado de Crotón, con el propósito de robarla, cuandovelabaellaenlacabeceradesulechoy,porfin,cuandolehabíaabandonado.

LuegohabíavenidoQuilónaparticiparlequehabíadescubiertoelnuevoalojamientoenqueellaseencontrabayainsinuarleunsegundorapto;peroélhabía optado por castigar a Quilón y dirigirse a los apóstoles en busca deverdad y en busca de ella. Y bendecía el momento en que obedeció talinspiración,puessehallabaahora,porfin,asulado,yellayanohuiríadeél,comolohabíahecholaúltimavezencasadeMiriam.

—Yonohuideti—dijoLigia.

—Yentonces,¿porquétealejastedemilado?

Ella alzó hacia él sus ojos, en que había reflejos irisados, e, inclinandoluegosuavergonzadacabeza,dijo:

—Túlosabes…

Vinicio permaneció un momento silencioso, como embargado por lafelicidad que desbordaba en su alma. Luego prosiguió refiriendo a la jovencómosusojossehabíanidogradualmenteabriendoalaconviccióndequeella

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eradel tododiferentea lasdemásmujeresdeRoma,y tan sólo separecíaaPomponiaGrecina.Además—yestonopodíaexplicarloconclaridadaLigia,pues él mismo no lograba definírselo aún satisfactoriamente—, que en ellavenía almundounabellezadeotra índole, nueva, ideal, unabellezaquenohabíaexistidoenélantes:bellezaquenosóloconsistíaenelcuerpo,sinoenelalma. Y le dijo también algo que llenó de júbilo a la joven: que la amabamuchomásprecisamente porquehabía huidode él, y que en su hogar seríasagradaparaél.

Y luego le tomó una mano, y ya no pudo continuar; se limitó acontemplarlaenajenado,comosivieraenella la felicidadenteradesuvida,que acababa de conquistar, y repitió una y otra vez su nombre, como siquisiera convencerse de que, realmente, la había encontrado por fin y sehallabapróximoaella:

—¡OhLigia,Ligia…!

Por último empezó a preguntarle, a su vez, cuáles habían sido susimpresionesrespectoaél,ylajovenconfesóqueleamabadesdeeldíaenqueambossevieronencasade losPlaucio,quesiVinicio lahubiesedevueltoaellos desde el Palatino les habría confesado su amor y hubiera intentadoapaciguarlacóleraquehaciaéldebíandesentir.

—Tejuro—dijoVinicio—quenisiquieraporun instantehabíapensadoenarrebatartede lacasadeAulo.Algúndía te referiráPetroniocómoyo leconfesécuántoteamabayquedeseabacasarmecontigo.«Vengaellaacubrirdegrasadelobolapuertademicasayvengaacompartirmihogar»,ledije.PeroélseburlódemíeinsinuóalCésarlaideadepedirtecomounrehénquelepertenecíaydedarteamí.¡Cuántasveces,enmediodemidolor,nolehemaldecido! Mas, acaso, el Destino así lo dispuso, pues de otra manera nohabríaconocidoaloscristianosnillegadoacomprenderte…

—Créeme, Marco—replicó Ligia—; Cristo ha sido quien, en sus altosdesignios,teatrajoaSí.

Vinicioalzólacabeza,comosorprendido,yrepusoluegoconanimación:

—¡Cierto! Pareció combinarse todo de admirable manera para que, albuscarte a ti, me encontrase a los cristianos. En Ostrianum escuchémaravillado al apóstol, pues no había oído jamás conceptos semejantes.¿Rogasteallípormí?

—Sí—contestóLigia.

Sehallabanenaquelmomentodelantedelaglorietacubiertadeunaespesacapa de hiedra y se aproximaban al sitio donde Urso, después de haberestranguladoaCrotón,sehabíaarrojadosobreVinicio.

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—Aquí—dijoeljoven—habríaperecidoanoserporti.

—Nomehablesmásdeeso—dijoLigia—ynoselorecuerdestampocoaUrso.

—¿Podría, acaso, haberme vengado de él porque te defendiera?Muy alcontrario: de haber sido él esclavo, le habría concedido inmediatamente lamanumisión.

—De haber sido él esclavo,Aulo le habría dado la libertad hacemuchotiempo.

—¿Recuerdas—preguntóVinicio—quequisedevolvertedenuevoacasade Aulo, y tú temiste que llegara a saberlo el César y tomara por ellovenganza?Puesbien:ahorapodrásverlostanamenudocomoteplazca.

—¿Porqué,Marco?

—Te digo que «ahora», y creo que no habrá para ti peligro alguno enverloscuandoseasmía.PorquesialsaberloelCésarmepreguntasequéhabíahechodelrehénqueélmehabíadado,lecontestaría:«Meheunidoaellaenmatrimonio,yahoravisitalacasadeAuloconmiconsentimiento».NohadepermanecerlargotiempoenAncioyaquedeseahacerunviajealaAcaya,demodoque,auncuandoallípermaneciera,nomeseránecesarioverletodoslosdías. Apenas Pablo de Tarso me haya iniciado en los misterios de tu fe,recibiréelbautismo,regresaréaquí,meganarédenuevolaamistaddeAuloyPomponia Grecina, quienes para entonces habrán vuelto a la ciudad, y, noexistiendoyaobstáculosdeningúngénero,irásaocupartusitioenmihogar.¡Ohcarissima,carissima!

Yextendiólamanocualsiquisieraponeralcieloportestigodesuamor.YLigia,alzandohaciaélsuslímpidosojos,dijo:

—Yentoncesdiré:«Dondetúestás,Cayo,allíestoyyo,Caya».

—Sí,Ligiamía—exclamóVinicio—.Y te juro que jamásmujer algunahabrásidoreverenciadaenelhogardesuesposocomotú.

Y siguieron paseándose en silencio durante algún tiempo, pareciéndolesaúnqueeraimposiblequepudieracontenersetamañafelicidadensuspechosllenosde amor el unopara el otro, semejantes aunaparejadedioses, y tanhermososcomosilaprimaveraloshubiesedadoaluzjuntoconlasflores.

Finalmentesedetuvieronbajoelciprésquesealzabapróximoalapuertade la casa. Ligia se apoyaba contra el pecho de Vinicio, y éste le rogó,entonces,convoztemblorosa:

—OrdenaaUrsoquevayaacasadeAuloenbuscadetumobiliarioydetusjuguetesdeniñayquelostrasladeamicasa.

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Masella,cubiertaslasmejillasderubor,parecidaaunarosaoalaaurora,contestó:

—Lacostumbreordenaotracosa…

—Losé.Deordinario,lapronubaconduceesosobjetosdetrásdelanovia;pero tú querrás hacer esto por mí. Yo los llevaré a mi casa de campo, enAncio,yseránotrostantosrecuerdosquedetimehablen.

Yaquíjuntólasmanosyrepitió,comounniñoquepidealgo:

—Transcurrirán algunos días antes que Pomponia Grecina regrese; asípues,concédemeesto,diva,¡concédemelo!

—Que Pomponia Grecina haga como guste —contestó Ligia, quien sehabíaruborizadomásintensamentealoírnombraralapronuba.

Ydenuevocallaronambos,sintiendoalavez,ainflujosdelapasión,queselescortabalarespiraciónenelpecho.

Ligiasehallabaenpie,apoyadalaespaldasobreelciprésydestacándoseenlasombralablancuradesurostro,comounaflor,bajolosojos,palpitanteelseno.ElrostrodeViniciosehabíatransfiguradoyhabíapalidecido.

Enelsilenciodeaquellaplácidatardesóloescuchabanelrítmicolatirdesus corazones, y en medio del éxtasis que los embargaba, ese ciprés y losmirtosy lahiedrade laglorietase transformabanasusojosenun jardíndeamor.

PeroMiriamaparecióenelumbraldelapuertaylosinvitóalrefrigeriodela tarde. Se sentaron ambos jóvenes entre los apóstoles. Éstos loscontemplabanconexpresiónregocijada,comoalosrepresentantesdelanuevageneración, quienes, despuésde sumuerte, habríande seguir esparciendo lasimientedelanuevafe.Pedropartióybendijoelpan.

Reinabaunaapacibleserenidaden todos lossemblantes,yunaatmósferadeinmensadichaparecíaextendersesobreaquellugar.

—Yahora—dijo, por fin,Pablo, volviéndose aVinicio—dime: ¿somosnosotroslosenemigosdelavidaydelafelicidad?

—Ahora lo comprendoperfectamente—contestó el joven—;puesnuncamehesentidotandichosocomoentrevosotros.

XXXV

Alanochecerdeesedía,yendoVinicioderegresoasucasaporelForum,

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vioalaentradadelVicusTuscusladoradaliteradePetronio,conducidaporfornidosbitinios,y,deteniéndoleconunademán,seaproximóalascortinas.

—¡Espero que hayas tenido un sueño agradable y feliz! —exclamó,sonriendo,alverquedentrodelaliteraPetroniodormitaba.

—¡Ah! ¿Eres tú?—dijo el árbitro, abriendo los ojos—. Sí; acababa dequedarme dormido, pues pasé la noche en el Palatino.He salido a compraralgunoslibrosparaleerenelcaminodeAncio.¿Quénoticiastienes?

—¿Estásrecorriendolibrerías?—preguntóVinicio.

—Sí,nomeagradaintroducirenmibibliotecaelmásligerodesorden,asíque estoy haciendo una provisión especial para el viaje. Es probable quetengamos ya algunas cosas nuevas de Musonio y Séneca. Estoy buscandotambién aPersioyuna edición especial de lasÉglogas, deVirgilio, quemehace falta. ¡Oh, qué cansado estoy, y cómo me duelen las manos de tantoexaminarlibros!Porque,apenassehallaunodentrodeunalibrería,ledominalacuriosidadyeldeseoderegistrarlotodo.FuialatiendadeAvirnoyaladeAtracto,enelbarrioArgileto,yacasadelosSocios,enelVicusSandalarius.¡PorCástor!¡Quéganastengodedormir!

—¿EstuvisteenelPalatino?Entoncespodráscontarmeloqueallísedice.Omejor: ¿quieres enviar la litera y los libros a tu casa y venirte a lamía?HablaremosallídeAncioydealgúnotroasunto.

—Bien —contestó Petronio, bajando de la litera—. Y, a propósito, yasabrásque,pasadomañana,partimosparaAncio.

—¿Ycómohabríadesaberlo?

—¿En qué mundo estás viviendo? Pues bien: he de ser, entonces, elprimeroque te anuncie lanoticia.Sí; esprecisoque estéspreparadopasadomañana por la mañana. Han sido inútiles los guisantes en aceite de oliva,como ha sido inútil que se pusiera un paño alrededor de su gordo cuello:Barbas de Cobre está ronco. En vista de lo cual no se debe pensar en unaplazamiento.ÉlmaldiceaRoma,yasuatmósfera,yatodocuantolarodea;laveríagustosoarrasadahastaelniveldelsueloodestruidaporlasllamas;ydeseallegarcuantoantesaorillasdelmar.Dicequelosoloresqueelvientoletraedesdelascallesestrechasleestánempujandohacialatumba.Hoyfueronofrecidosentodoslostemplosgrandessacrificiosafindequerecobrelavoz;y¡aydeRoma,yespecialmentedelSenado,sinoserestablecepronto!

—Entonces,¿yanohabríamotivoparaefectuarelviajeaAcaya?

—Pero¿acasoeséseelúnicotalentoqueposeenuestrodivinoCésar?—preguntóPetronio, sonriendo—.Preséntese él en los juegosolímpicos comopoeta,consuIncendiodeTroya;comoauriga,comomúsico,comoatleta;yno

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sólo eso, aun hasta como danzante, y recibirá en cada ocasión todas lascoronas destinadas a los vencedores. ¿Sabes por qué ha quedado ronco esemono?SeempeñóayerenigualaranuestroPariscomodanzarínysepusoabailarnos las aventuras deLeda.Durante el baile sudó y se ha resfriado. Sehallaba tanmojadoy resbaladizo comoanguila que acabade salir del agua.Cambiódemáscaraunayotravez,diomásvueltasqueunhusoymanoteócomounmarinoborracho,hastaqueelmásprofundodisgustoseapoderódemí ante el espectáculo continuamente grotesco de un gran abdomen y susdelgadas piernas pataleantes. Paris le estuvo enseñando por espacio de dossemanas; pero ya puedes tú imaginarte a Ahenobarbus de Leda o de Cisnedivino.¡Eraunperfectoganso!Yahoraquierepresentarseanteelpúblicoenesapantomima,primeroenAncioydespuésenRoma.

—Ya con haber cantado en público escandalizó a mucha gente. ¡Pensarahora que hemos de ver a un César romano en el papel demimo!No;mefiguroquenilamismaRomaquerrásoportarlo.

—Miqueridoamigo:Romahadesoportarlotodo,yelSenadotributaráunvotodegraciasal«Padredelapatria»—dijoPetronio.Yluegoañadió—:YyaverásalaplebeorgullosaalveralCésarconvertidoenunbufón.

—Masdimetúmismo:¿esposiblellegaramayorenvilecimiento?

Petronioseencogiódehombrosydijo:

—Como tú vives encerrado en tu casa, embebido en tus meditacionesacercadeLigiaodeloscristianos,acasonosabesloqueocurrióhaceapenasdos días. Nerón se unió públicamente en matrimonio con Pitágoras, quellevabauntrajedenovia.Estoparecíahabercolmadoloslímitesdelalocura,¿noesverdad?Puesbien:sellamóalosflámines,queacudieronycelebraronla ceremonia con toda solemnidad. Estuve presente en ella. Soy de muchoaguante;sinembargo,entoncessemeocurrió, loconfieso,que losdioses,sialgunos existiesen, debieron allímismo haber dadomuestras de su poder…PeroelCésarnocreeenlosdiosesytienerazón.

—De manera que Nerón es, entonces, en una persona, sumo sacerdote,diosyateo—dijoVinicio.

—Cierto—repusoPetronio,riendo—.Esonomehabíavenidoalamente,peroformaunamezclacomonosehavistoantesotraigualenelmundo.

Luego,despuésdeunmomentodesilencio,agregó:

—Y sería menester añadir que ese Sumo Pontífice, que no cree en losdiosesylosdesdeñaaunsiendoateo,losteme.

—YpruebadeelloesloqueacontecióeneltemplodeVesta.

—¡Quésociedad!

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—Atalsociedad,talCésar.Peroestonohadedurarmucho.

AsíconversandoentraronencasadeVinicio,quien,conregocijadoacento,pidiólacena,y,acontinuación,volviéndoseaPetronio,repuso:

—No,querido;lasociedadnecesitaunarenovación.

—Renovaciónquenoharemosnosotros—contestóPetronio—,aunquenoseamásqueporesto:enlosactualestiemposdeNerón,elhombreessólounamariposaqueviveelcortoespaciodeundíaalaluzdelsoldelfavorcesáreo,y,alprimercierzohelado,perece.¡PorelhijodeMaya!Másdeunavezmehehecho esta pregunta: ¿en virtud de qué milagro un hombre como LucioSaturninohapodidollegarhastalaedaddenoventaytresaños,ysobreviviraTiberio,aCalígulayClaudio?Mashablemosdeotracosa.¿QuierespermitirquemandetuliteraenbuscadeEunice?Semehapasadoelsueñoydesearíapasaralgunosmomentosagradables.Ordenaquedurantelacenanosrecreeneloídoalgunoscitaristas,ydespuéshablaremosdeAncio.Esnecesariopensarenello,especialmenteenloqueteconcierne.

Viniciomandó a buscar a Eunice, pero declaró a su tío que no deseabatorturarsucabezaconelpensamientodesupróximapermanenciaenAncio.

—Háganloaquellosquenopuedenvivirdeotramaneraquealcalordelosrayos del favor delCésar—agregó—.Elmundo no termina en el Palatino,especialmenteparalosquetienenalgomásensuscorazonesyensusalmas.

Dijoestaspalabrasconacento tandespreocupadoya lavez tan llenodeanimación y de alegría, que todo esto sorprendió a Petronioextraordinariamente.Deahíqueéste,despuésdemirarlecondetenimiento,lepreguntase:

—¿Quétepasa?Hoyteencuentrocomoenlosdíasquellevasatucuellolabulladeoro.

—Mesientofeliz—contestóVinicio—.Yteheinvitadoexpresamenteconelfindeparticipártelo.

—¿Quéhasucedido?

—AlgoqueyonocambiaríaportodoelImperioromano.

Luego se sentó, se apoyó en el brazo de la silla, reclinó la cabeza en lamanoyhablóconelrostrorisueñoylamiradaluminosa:

—¿RecuerdasaqueldíaenquefuimosacasadeAuloPlaucioyallívistepor primera vez a unadivina doncella, a quien túmismo llamasteAurora yPrimavera? ¿Recuerdas a esa Psique incomparable, a lamás bella de todasvuestrasvírgenesydetodasvuestrasdiosas?

Petronio le miró con tal asombro que parecía dudar acerca del estado

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mentaldesusobrino.

—¿Dequiénhablas?—preguntóporfin—.Enefecto,recuerdoaLigia.

—Soysuprometidoesposo.

—¡Qué!

PeroViniciosepusoenpiedeunsaltoy,llamandoasumayordomo,dijo:

—¡Que todos los esclavos acudan ahora mismo a mi presencia, sinexceptuaraninguno!

—¿Túeressuprometidoesposo?—repitióPetronio.

Yantesquesehubierarepuestodesuasombro,el inmensoatriumsevioinvadido por un numeroso enjambre de gente. Había entre ellos ancianostrémulos,hombresentodoelvigordelaedad,mujeres,muchachosyniñas.Acada momento se iba llenando más y más el atrium; en los corredores,denominados fauces, se oían voces que hacían llamamientos en diversosidiomas. Todos ocuparon, finalmente, sus respectivos puestos, en filas a lolargodelosmurosyporentrelascolumnas.

Vinicio, en pie cerca del impluvium, se volvió entonces a Demas, elliberto,ydijo:

—Todoslosquehayanservidoveinteañosenmicasadeberánpresentarsemañanaanteelpretorafindequeselesotorguelalibertad;losquenohayancumplidoese tiemporecibirán trespiezasdeorocadaunoydobles racionespor espacio de una semana. Enviarás a las prisiones rurales una orden deindulto general; caigan los grillos de los pies de los presos y que se les désuficiente alimento. Sabed todos que el día de hoy es para mí un día defelicidad,yquieroquereinelaalegríaenmicasa.

Porespaciodeunmomento, losesclavosguardaronsilencio,comosinodiesen crédito a sus oídos; luego se alzaron todos los brazos y exclamarontodaslasbocas:

—¡Aha!¡Señor!¡Aha!

Vinicio los despidió entonces con un ademán.Y aunque todos, a porfía,deseaban manifestarle su gratitud postrándose a sus pies, se alejaronapresuradamente llenando la casa entera, del sótano al techado, de rumoresjubilosos.

—Mañana—dijoenseguidaVinicio—mandaréquesereúnandenuevoeneljardínyhaganlossignosquequieranenelsuelo.Ligiadarálalibertad,asuvez,atodoslosquetracenunpez.

Petronio, quenunca se admirabade cosa algunapormucho tiempo, dijo

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conaireindiferente:

—¿Unpez?¡Ah,sí!…SegúnQuilón,éseeselemblemadeloscristianos.

YalargandoluegolamanoaVinicio,prosiguió:

—La felicidad se encuentra siempre allí donde un hombre la descubre.Quiera Flora sembrar de flores tu camino por largos años. Cree que para tideseocuantotúmismopuedasanhelar.

—Teloagradezco,puesmeimaginabaquetrataríasdedisuadirme,yeso,yalovesmuybien,seríatiempoperdido.

—¿Yo?¿Disuadirte?Deningúnmodo.Porelcontrario,tedigoqueobrasperfectamente.

—¡Ahinconstante!—contestóVinicioriendo—.¿Hasolvidadoloquemedijisteunavez,cuandosalimosdecasadePomponiaGrecina?

—No—contestóPetronioconsangrefría—;perohecambiadodeparecer.Queridomío—agregó unmomento después—, en Roma todo cambia. Losmaridos cambian de esposas; las esposas cambian de maridos, ¿por qué,entonces, no podría yo cambiar de opinión? Faltó poco para que Nerón secasaraconActea,alacual,porhalagaralCésar,hallaronunorigenreal.Puesbien, si esto hubiese llegado a realizarse habríamos tenido: él, una esposahonrada, y nosotros, una honrada Augusta. ¡Por Prometeo y sus inmensosespacios desiertos del mar! ¡Cambiaré de opinión tan a menudo como meplazcaomeconvenga!Y,encuantoaLigia,sudescendenciarealesmásciertaqueladeActea.SóloteprevengoqueenAncioestésmuyalertaconPopea,queesvengativa.

—No abrigo temor alguno. EnAncio no caerá ni un solo cabello demicabeza.

—Sipiensasquehedeasombrarmepor segundavez, te equivocas;mas,dime:¿dedóndeprocedelacertidumbrequeabrigas?

—ElapóstolPedromelohadicho.

—¡Ah,telohadichoelapóstolPedro!Contraesonohayargumentoquevalga;permíteme,sinembargo,quetomealgunasmedidasdeprecauciónparaqueelapóstolnoresulteunfalsoprofeta;porquesiseequivocaraelapóstol,por ventura dejaría demerecer tu confianza, la cual, por cierto, ha de serlemuyútilenelporvenir.

—Hazloqueteplazca;perosipiensasquehasdevolvermeencontrasuyarepitiéndomesunombreirónicamente,sufresunaequivocación.

—Unapreguntamás,tansólo:¿tehashechocristiano?

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—Todavíano;peroPablodeTarsoviajaráconmigoafindeexplicarmelasenseñanzasdeCristo,ydespuésmepropongorecibirelbautismo;porqueesinexactalaafirmacióntuyadequeloscristianossonenemigosdelavidaylafelicidad.

—Tanto mejor para ti y para Ligia —contestó Petronio. Y luego,encogiéndosedehombros,agregó,comosihablaseconsigomismo:

—No deja de ser admirable la habilidad de esas gentes para ganarseprosélitosyelmododeextendersesusecta.

—Sí —contestó Vinicio con tanta vehemencia como si ya estuvierabautizado—;existenmilesydecenasdemilesenRoma,entodaslasciudadesde Italia, en Grecia y en Asia. Cristianos hay en las legiones y entre lospretorianos,yloshayenelpropiopalaciodelCésar.Esclavosyciudadanos,ricos y pobres, plebeyos y patricios confiesan la nueva fe. ¿No sabes quealgunosCornelios son cristianos, que es cristianaPomponiaGrecina, que lofue,probablemente,Octavia,yqueActealoes?Sí,esasenseñanzasprontoseextenderán por el mundo entero, y son, acaso, las únicas capaces deregenerarlo.Ynoteencojasdehombros,porque¿cómosabessi,alcabodeunmesoalcabodeunaño,noquerrástambiéntúrecibirlas?

—¿Yo?—dijo Petronio—. ¡No, por el hijo deLeto!No he de recibirlasaunque contuviesen ellas la verdad y la sabiduría de todos los dioses y detodos loshombres.Eso requiere trabajo,yamínomegusta trabajarporqueexige renunciar, y yo no quiero negarme amímismonada.Dada tu índole,comparablealfuegoyalaguahirviente,bienpuedestú,enocasiones,sentirteinclinadoaello.¿Peroyo?Yotengomisgemas,miscamafeos,misvasos,miEunice. No creo en el Olimpo, pero me he arreglado uno para mi usoparticularenla tierra;yhedeseguirprosperandoenélhastaquelasflechasdeldivinoarquerovenganaherirme,ohastaqueelCésarordenequemeabralasvenas.Amodemasiadoelaromadelasvioletasy lamoliciedel triclinio.Amoaúnanuestrosdiosescomofigurasretóricas,yamolaAcaya,adondemepreparo a encaminarme en compañía de nuestro grueso, perniflaco,incomparable,divinoCésar,elAugustoHércules,elPeriodonicesoNerón.

Y no pudiendo reprimir su buen humor ante la sola suposición de quepudierallegaraamoldarsealasenseñanzasdelpescadordeGalilea,empezóacantaramediavoz:

Y ornaré de verde mirto mi brillante espada, siguiendo las huellas deHarmodioyAristogitón.

Pero aquí se detuvo, pues en aquel momento anunciaron la llegada deEunice. Se sirvió inmediatamente la cena, durante la cual ejecutaron loscitaristas algunas canciones. Vinicio refirió entonces a Petronio la visita de

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Quilónycómoéste lehabía sugerido la ideadedirigirsedirectamentea losapóstoles,ideaquevinoasumentemientrasestabanflagelandoalgriego.Aloírle, Petronio, que empezaba a sentir sueño, se llevó lamano a la frente ydijo:

—Laideafuebuena,puestoqueerabuenoelobjetivo.EncuantoaQuilón,yoentulugarlehabríadadocincopiezasdeoro.Masyaquetuvoluntadfueflagelarle, bien flagelado quedó, aun cuando es posible que cualquier díalleguea recibir, a suvez, loshomenajesde los senadores,comohoydía losrecibenuestrocaballeroremendónVatinio.Buenasnoches.

Y quitándose la guirnalda que rodeaba su sien se preparó a retirarse enunión de Eunice. Una vez que hubieron partido, Vinicio se dirigió a subibliotecayescribióaLigialaslíneassiguientes:

Cuando abras tus lindos ojos, ¡oh divina!, deseo que te dé esta carta losbuenosdías.Poreso laescribo,aunque tehedevermañana.ElCésarpartepasado mañana para Ancio, y yo, ¡ay de mí!, debo acompañarle. Ya te hedichoquenoobedecerequivaleajugarselavida;yahoranopodríateneryoelvalordeabandonarla.Perosideseastúquenovaya,escribeunasolapalabraymequedaré.YPetronioyatratará,conundiscurso,deapartardemicabezaelpeligro.

Hoy,díademifelicidad,hegratificadoa todosmisesclavos,ya losquehancumplidoenmicasaveinteañosdeservicios los llevarémañanaanteelpretor para otorgarles la manumisión. Tú, querida mía, creo que has deaplaudirmeporello,puestoqueestaacción,ami juicio,sehallaenarmoníacon esa benigna religión tuya; y, porque al obrar así, lo he hecho por ti.Mañanaesoslibertosteagradeceránsulibertad.

Encuantoamí,meofrezcolafelicidadyaticomocautivo.YDiosquieraquenuncaconozcalalibertad.

¡Maldito seaAncio y los viajes deAhenobarbus!Yme considero tres ycuatrovecesdichosoporquenoposeolasabiduríadePetronio;silaposeyera,quizámevieraobligadoairaGreciaenseguida.

Entretanto,enlosmomentosdeseparaciónmeentregaréalosmásdulcesrecuerdos tuyos.Y cuandome sea posible escapar, tomaré un caballo ymelanzaréhaciaRoma,deseosoderecrearmisojoscontemplándoteymisoídosescuchandotudulcevoz.Cuandonopuedavenirmandaréunesclavoconunacartayenbuscadetusnoticias.

Te saludo, divina mía, y me postro a tus pies. No te enfades porque tellamedivina.Simeloprohíbesteobedeceré,mashoynomeesposibledarteotronombre.

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Contodamialmatesaludodesdetufuturohogar.

****

SEGUNDAPARTE

I

ErasabidoenRomaqueelCésardeseabapasarporOstiaensuviaje,o,mejor dicho, que había dispuesto ver allí el barcomayor delmundo reciénllegado de Alejandría con un cargamento de trigo, y de Ostia seguir hastaAnciopor la rutadel litoral.Lasórdeneshabíansidoexpedidasconmuchosdías de anticipación; así pues, en laPortaOstiensis, desde el amanecer, unamultitud, formada por toda la plebe del lugar y por todas las naciones delmundo,sehabíaagolpadoafinderecrearsusojosconlavistadelséquitodelCésar,nuncasuficientementecontempladoporelpopulachodeRoma.

El camino de Ancio no era accidentado ni largo. En la ciudad misma,compuesta de palacios y casas de campo, construidas y amuebladassuntuosamente,seencontrabatodocuantopodíaexigirseparalavidacómoday aun la satisfacción de los más exquisitos refinamientos de la época. Noobstante, elCésar tenía la costumbre de llevar consigo, en cada uno de susviajes, todos aquellos objetos que le agradaban, empezando por losinstrumentos musicales y los muebles domésticos y terminando por lasestatuas y los mosaicos, que se colocaban, aunque se detuviera por pocotiempoenelcaminoadescansaroatomaralgúnalimento.Conestemotivoleacompañaban en cada expedición legiones de sirvientes, sin contar losguardias pretorianos y los augustanos. Cada uno de estos últimos tenía suséquitopersonaldeesclavos.

Muy temprano, en la mañana de aquel día, grupos de pastores de laCampania,decaras tostadasporelsol,vestidosconpielesdecabraatadasalaspiernas,conducíanquinientasburrasfueradelaspuertas,anticipándosealviajedelacomitivaimperial,afindequePopea,enlamañanadesullegadaaAncio,tuviesepreparadosuhabitualbañoconlechedeaquellosanimales.

La plebe miraba entre risas y bromas las largas orejas de las burrasviajeras,queéstasibanmoviendoentrenubesdepolvo,yescuchabarecogidaloschasquidosdeloslatigazosyelvoceríoaguijoneadordelospastores.Unavezquepasaronlasburras,numerososgruposdemuchachosseprecipitaronalcamino,lobarrieronesmeradamenteylocubrierondefloresyagujasdepino.Entreaquellamultitudsedecíanalgunosaloído,conairedeorgullo,quetodo

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el camino hasta Ancio estaría alfombrado así de flores procedentes de losjardines privados de los alrededores o compradas a elevado precio a losmercaderesdelaPortaMugionis.

A medida que transcurrían las horas de la mañana, la muchedumbreaumentabapormomentos.Algunoshabíanvenidocontodoslosmiembrosdesusfamilias,yparaquenoseleshicierademasiadolargalaesperaextendíansus provisiones sobre las piedras destinadas a servir de cimiento al nuevotemplodeCeres,ytomabansuprandiumalairelibre.Aquíyalláseformabangrupos en los que llevaban la voz cantante los individuos ya versados enviajes,yhablabandelqueibaahacerahoraelCésar,ydesusviajesfuturos,y,engeneral,explotabanesetemadeactualidad.Marinerosysoldadosveteranosreferían, a su vez, maravillas acerca de lo que en sus campañas a regionesremotasoyerandecirdepaísesquenohabíansidoaúnholladosporelpiedeun romano.Y las gentes deRomaque jamás habían idomás allá de laVíaAppiaescuchabanconatónitacuriosidadnarracionesdelaIndia,delaArabia,ydelosarchipiélagosquerodeabanlaBritania,enunadecuyasislasBriarioató al dormido Saturno, y en las que moraban las almas. Y escuchabantambiénhistoriasdelasregioneshiperbóreas,dondehabíamareshelados,ydelos silbidosy rumoresque seoían en las aguasdelocéanocuandoel sol sehundía en ellas como si fuera a tomar subaño.Y los relatosde estegéneroeranfácilmentecreídosporlaplebe,loquenoeradeextrañar,puestoqueloscreíanhombrescomoPlinioyTácito.

Hablaban, asimismo, del barco que deseaba conocer el César y que eraportadordeuncargamentodetrigoencantidadsuficienteparaelconsumodedos años, sin contar a cuatrocientos pasajeros, otros tantos soldados y unamultituddebestiasferocesdestinadasalosjuegosestivales.Estoproducía,engeneral, una impresión favorable a Nerón, que no sólo se preocupaba dealimentar alpueblo, sino tambiéndedivertirlo.Deahíque le aguardaraunaacogidallenadeentusiasmo.

Entretanto, se presentó un destacamento de caballería númida,perteneciente a la guardia pretoriana. Llevaban uniformes amarillos, fajasrojas y grandes aretes, que daban reflejos dorados a sus caras negras. Laspuntasdesus lanzasdebambúdestellabanal solcomo llamas.Unavezquehubieronpasado,comenzóundesfilesemejanteaunaprocesión.Lamultitudse estrechó vivamente para verle más de cerca; pero se encontraron condivisionesdepretorianos apie, quienes, formando filas a ambos ladosde lapuerta,impedíanelaccesoalcamino.

Se pusieron primero en movimiento innumerables carros que conteníantiendasdecolordepúrpura,rojoyvioletaydefinolienzoegipcio, tejidodehilo blanquísimo como la nieve, recamadas con oro, y tapices orientales,mesas demadera de cedro, piezas demosaico y utensilios de cocina, jaulas

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conavesprocedentesdeOriente,delNorteyOccidente, avescuyos sesosylenguasestabandestinadosalamesadelCésar,yvasijasdevino,ycanastasde fruta. Pero los objetos que no debían ser expuestos a los golpes oquebradurasquepudieransufriryendoenaquellosvehículoseran llevadosamano por esclavos. De ahí que se viese a centenares de individuos a piellevando vasos y estatuas de bronce corintio. Había compañías de hombresexpresamentedesignadosparaeltransportedelosvasosetruscos;otros,paralos griegos; otros, para los vasos de oro y de plata o los de cristal deAlejandría.Estascompañíasibancustodiadasporpequeñosdestacamentosdeinfanteríaycaballeríapretorianas.Dirigiendocadadivisióndeesclavos ibancapatacesqueempuñabanlátigos,encuyoextremohabíapedazosdeplomoodehierroenvezdechasqueadores.

El cortejo formado por hombres portadores de diversos objetos, quellevaban con gran atención y cuidado, tenía cierto aspecto de solemneprocesiónreligiosa,yaquellasemejanzaresaltóaúnmáscuandoempezaronapasarlosinstrumentosmusicalesdelCésarydeloscortesanos.Allíseveíanarpas, laúdes griegos, hebreos y egipcios, liras, formingas, cítaras, flautas,largosy torcidoscuernosdebúfaloycímbalos.Alcontemplaraquelmardeinstrumentos, que daban al sol sus reflejos de oro, bronce, perlas y piedraspreciosas,habríapodidoimaginarsequeApoloyBacoacababandeemprenderunviajeporelmundo.Despuésdelosinstrumentosveníanricoscarrosllenosdeacróbatas,danzantesybailarines,queformabangruposartísticosyllevabanpalmas en las manos. Seguían una multitud de esclavas, destinadas, no alservicio,sinoalaostentación;muchosniñosyniñasdecortaedad,escogidosen Grecia y en Asia Menor, con largas cabelleras y con hermosos rizosaprisionadosen redesdeoro,niñossemejantesaCupidospor lamaravillosahermosura de sus rostros, que llevaban cubiertos de una espesa capa decosméticoafinderesguardarsudelicadocutiscontralosrigoresdelvientodelaCampania.

Ydenuevoaparecióunacohortepretorianadegigantessicambros,deojosazules, de caras barbudas y cabellos rubios o rojos.A la cabeza de ella, laságuilas romanas eran conducidasporportaestandartes, e iban también tablascon inscripciones, estatuas de dioses germanos y de Roma, guerreros, y,finalmente,bustosyestatuasdelCésar.Pordebajodelaspielesylaarmaduradelsoldadosurgíanmiembrosreciosyatezadosqueparecían,porsuaspecto,verdaderasmáquinasmilitares,capacesdemanejar laspesadasarmasdequeiban provistos los guardias de esa clase. La tierra parecía doblegarse a sumesurado y potente paso. Como si tuvieran conciencia de su fuerza, quepodíanemplearauncontraelmismoCésar,mirabancondespreciolosgruposde la gente callejera, olvidando, evidentemente,muchosde ellos quehabíanllegado a la ciudad encadenados. Pero eran insignificantes por su número,pues la fuerza pretoriana había quedado acampada especialmente, a fin de

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custodiarlaciudadyguardarenellaelordendentrodeciertoslímites.

Pasadaesacohorte,aparecieronlosconductoresdelosencadenadosleonesytigresdeNerón.YlosllevabanporsialCésarleveníaeldeseodeimitaraDionisio y uncirlos a sus carros.Eran conducidos con cadenasde aceroporárabes o hindúes, pero esas cadenas iban de tal manera entrelazadas conguirnaldas,quelasfierasparecíanconducidasentreflores.Losleonesytigres,amansados por hábiles domadores,miraban a lamuchedumbre con sus ojosverdososycomosoñolientos;pero,aveces,alzabansuscabezasgigantescasyaspiraban, dilatando ruidosamente las narices con potentes resoplidos, lasemanacionesdelamultitud,relamiéndosealavezconsusásperaslenguasloshocicos.

A continuación venían los vehículos y literas del César, grandes ypequeños,deoroodepúrpura,incrustadosdemarfilodeperlas,oreluciendoenelloslasjoyas;y,acontinuación,otradiminutacohortedepretorianosconarmadurasromanas,pretorianosqueeranexclusivamentevoluntariosdeItalia;luego,unamultituddeesclavos,sirvientes,hombres,mujeresyniños;y,porúltimo,elCésarmismo,cuyallegadafuesaludadadesdelejosporlosgritosdemillaresdeindividuos.

EntrelamuchedumbresehallabaelapóstolPedro,quienhabíadeseadoveral César siquiera una vez en su vida. Le acompañaban Ligia, con el rostroocultotrasunespesovelo,yUrso,cuyasfuerzasconstituíanparalajovenlamásseguradefensaenmediodeaquellaheterogéneayturbulentamultitud.Elligio había cogido entre sus manos una de las piedras destinadas a laconstrucción del templo y la había colocado cerca del apóstol, a fin de quesubiendoéstesobreellapudiesepresenciarelactoconmáscomodidadquelosdemás.

EntrelamultitudsedejóoírunmurmulloalapartarUrsoalagentecomounbuque lasondasque surca;perocuando levieronalzar lapiedra,quenopodían levantar cuatrode loshombresmás fornidos, aquelmurmullo fuedeadmiración y a su alrededor se escucharon ahora gritos de Macte: «¡Bien!¡Muybien!».

Entretanto, elCésar se hallaba a la vista.Venía sentado en un carro quetirabanseishermososcaballosdeIdumea,blancos,conherradurasdeoro.Elcarroteníalaformadeunatienda,abiertaexpresamenteporloscostadosafindequelasmultitudespudieranveralCésar.Y,porloespacioso,bienpudieranhabercabidoenaquelvehículomuchaspersonas;peroNerón,deseosodequelaatenciónpública seconcentraraenélexclusivamente,cruzópor laciudadsolo,llevandoasuspies,comoacompañantesúnicos,adosenanosdeformes.Vestíaunatúnicablancayunatogadecoloramatista,quedabatintesazuladosasurostro.Sobresucabezalucíaunacoronadelaurel.

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DesdesupartidadeNápoleshabíaengordadonotablemente.Surostroselehabía ensanchado y bajo su mandíbula inferior pendía una doble barba,mercedalacualsuboca,siempredemasiadocercanaalanariz,parecíatocarahora sus ventanillas.Comode ordinario, tenía protegido el abultado cuelloporunpañuelodeseda,queajustabacontinuamenteconunamanoblancaygorda,cubiertadevellorojo,queformabaunamanchadecolordesangre.Ynopermitíaquelosdepiladoresleextirparanestevello,pueslehabíandichoque, de hacerlo, se volverían temblorosos sus dedos y esto perjudicaría suhabilidad para tocar el laúd. Y una vanidad inconmensurable se retrataba,comodecostumbre,ensusemblante,yconellaunairedeaburrimientoydedolor. En conjunto, aquel rostro resultaba, a la vez, terrible y burlesco.Mientrasavanzaba, ibavolviendo lacabezaaun ladoyotro,entornando losojos por instantes y prestando atención a las manifestaciones con que leacogían.

Lamultitudprorrumpió,asuvista,enunatempestaddeaplausos.

—¡Salve, divino César! —exclamaban—. ¡Salve, conquistador! ¡Salve,incomparable!¡HijodeApolo,Apolomismo!

Al escuchar estas aclamaciones sonreía;mas pormomentos se diría quevelabaunanubesusemblante,porquelapleberomanaerasatíricaymordazen sus manifestaciones y se daban casos en que había llegado hasta hacerblancodesuspunzantescríticasaunalosgrandestriunfadoresyahombresaquienes amaba y respetaba. Era sabido que una vez habían gritado cuandoentraba Julio César en Roma: «¡Ciudadanos, ocultad vuestras esposas, quevieneelcalvolibertino!».

PerolamonstruosavanidaddeNerónnosoportabalamenorincrepaciónocrítica; y, entretanto, en medio de aquella multitud y mezclados con lasaclamaciones, solían escucharse gritos como éstos: «¡Barbas de Cobre!¡BarbasdeCobre!¿Quéhicistede tu llameantebarba?¿Temes,acaso,pegarconellafuegoaRoma?».Ylosquedabantalesgritosnosabíanqueenaquellaburlaseencerrabaunatremendaprofecía.

Pero esos gritos no irritabanmucho al César, quien no llevaba la barbaporque desde hacíamucho tiempo la había ofrecido en un estuche de oro aJúpiterCapitolino.Noobstante,otraspersonas,ocultasdetrásdemontonesdepiedras,oenlosángulosdelostemplos,legritaban:

—¡Matricida!¡Nerón!¡Orestes!¡Alcmeón!

Ytodavíaotrosexclamaban:

—¿DóndeestáOctavia?¡Entregalapúrpura!

APopea, quevenía detrás de él, le gritaban: «Flava coma!», epíteto con

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quesedenominabaalasmujereslibertinas.

Al oído musical del César llegaban también esas exclamaciones ylevantabahastalosojossuesmeraldapulimentada,afindeverygrabarenlamemoria las fisonomías de quienes las pronunciaban.Mientras tal hacía, sumirada se detuvo en el apóstol, que se hallaba en pie sobre la piedra. Yaquellosdoshombressecontemplaronporespaciodebrevesmomentos.

Y a ninguno de los individuos de aquel brillante séquito, ni de los quecomponían la inmensamultitud allí agrupada,pudoocurrírseleque en aquelinstantesemirabanfrenteafrentedospoderesdelatierra,unodeloscualessedesvanecería en breve, como un sueño sangriento, y el otro, envuelto enaquellosmodestos vestidos, iba pronto a conquistar la posesión eterna de laciudadydelmundo.

Entretanto, el César había pasado ya; e, inmediatamente después de él,ocho africanos conducían una litera, dentro de la cual iba sentadaPopea, laemperatrizaborrecidadelpueblo.VestidacomoNerón,contrajedecolordeamatista y llevando en el rostro una espesa capa de cosmético, inmóvil,indiferente, pensativa, tenía el aspecto de una hermosa y maligna deidadllevadaenprocesión.La seguía todoun séquitode servidoresdeunoyotrosexo; y, a continuación, una hilera de carros ocupados por todo género deobjetosdeusoyprendasdevestir.

Hacía ratoquehabíadescendidodelmeridianoel sol, cuandoempezóeldesfile de los augustanos, que formaban una espléndida y brillante línea,semejanteaunaserpienteinterminable.

El indolentePetronio, a quien lamuchedumbre acogió con aclamacionesdesimpatía,habíadispuestoserconducidoenunaliteraenunióndesuesclavaEunice,bellacomounadiosa.

Tigelinoibaenuncarrotiradoporjacasadornadasconplumasblancasypurpúreas. Se le veía levantarse repetidas veces y alargar el cuello paraobservarsielCésarsepreparabaahacerleseñasdequepasaraasucarro.

Entre otros, la multitud recibió a Liciniano con aplausos; a Vitelio, conrisas; aVitinio, con silbidos.Con los cónsules Licinio yLecanio semostróindiferente,peroaTulioSenecioleprobóqueleamaba,sinsaberseporqué,yaVestinioleaplaudiótambién.

Elcortejoerainnumerable.ParecíaquetodocuantohabíaenRomademásnotable,demásopulentoydemásbrillanteibaemigrandohaciaAncio.Nerónsiempre viajaba seguido por centenares de vehículos, y la sociedad que leacompañabaexcedíaalnúmerodesoldadosqueformabanunalegión.

Luego pudo verse a Domicio Afer y al decrépito Lucio Saturnino, y a

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Vespasiano, que aún no había partido para Judea, de la que volvería pararecibir la corona deCésar, y a sus hijos, al jovenNerva, a Lucano, aAnioGalo,aQuincioyaunamultituddemujeresrenombradasporsuriqueza,suhermosura,sulujoysusvicios.

Losojosdelamultitudpasabanincesantementedelosarnesesaloscarros,a loscaballosya lasextrañas libreasde lossirvientes,oriundosde todas lasregionesdelatierra.

Enaquellaprocesióndelujoydegrandeza,difícilerasaberdóndeposarlavista, y no solamente la vista, sino el espíritu, se sentía deslumbrado por elbrillo del oro, de la púrpura, de la violeta, por los destellos de las piedraspreciosasyelbrillodelbrocado,delnácarydelmarfil.Parecíaquehastalospropios rayos del sol se desvanecían en aquel desbordamiento deincomparablebrillo.Yauncuandoenmediodeaquellainmensamultitudnofaltabanlosdesheredadosdetodaslasriquezasydetodoslosgoces,aunquehabíainfelicesdeestómagoshundidosyencuyosojossereflejabaelhambre,aquelespectáculonosólodespertabaenelloslaenvidiayelansiadedisfrutardetodoaquellodequecarecían,sinoquealavezlosllenabadesatisfacciónydeorgullo,porquedabaunaideadelpoderdeRomainvencible,deRomadequienelmundoeratributarioyantequientodosseinclinaban.

Y,enverdad,nohabíaentoncesen la tierraquienseaventuraseapensarqueesepodernohubieradeperduraratravésdelasedadesydesobreviviratodaslasnaciones,oquepudieraexistiralgocapazdeoponérsele.

Vinicio,queveníaentrelosúltimosdelséquitoimperial,saltódesucarroalavistadelapóstolydeLigia,vistainesperadaparaél,ysaludándolosconelrostro radiante de placer, así habló con el acento apresurado de quien nodisponedetiempo:

—¿Hasvenido?Nosécómoagradecértelo,¡ohLigia!¡Diosnohapodidoenviarmeunauguriomásdichoso!Tesaludo,aunqueseaparadecirteadiós,peronoadióspor largo tiempo.Tendrépreparadasconcaballospostasenelcaminoyvendréavertecadavezquedispongadeundíalibre,hastaquemeseaposibleregresar.¡Salud!

—¡Salud,Marco!—respondióLigia,yañadióluegoenvozbaja—:¡QueCristoteacompañeyabratualmaalapalabradePablo!

VinicioexperimentóunplacerindeciblealnotarqueLigiasepreocupabadeverlecuantoantesconvertidoalcristianismo,yledijo:

—Ocelle mii! Sea como tú quieras. Pablo ha preferido viajar con losindividuos de mi séquito; pero está conmigo y será para mí a la vez uncompañeroyunmaestro.Alzaunmomentoeseveloypermítemequeteveaunavezmásantesdeseguirmiviaje.¿Porquéteocultasasí?

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Levantóla jovenelvelo,descubriendoaViniciosuanimadorostroysusmaravillososojossonrientes,ylepreguntó:

—¿Estámal?

Y en la sonrisa de Ligia había algo de púdica resistencia virginal; peroVinicio,entantoquelacontemplabaenajenado,dijo:

—Sí,malparamisojos,quequisierannomirarhastalamuerteotracosaquetudivinorostro—yvolviéndosealligio,dijo—:Urso,guárdalacomoalaluzdetusojos,puesellaesmidominaalavezquelatuya.

Dichoesto,seapoderódeunamanodelajovenylallevóasuslabios,congran asombrode la turbaque los rodeabaypara la cual era incomprensibleaquella manifestación de homenaje por parte del brillante augustano a unadoncellatanhumildementevestidaqueparecíaunaesclava.

—¡Salud!…—dijoporúltimavezVinicio.

Ypartiópresuroso,porquetodalacomitivadelCésarsehabíaadelantadoyaconsiderablemente.El apóstolPedro lebendijohaciéndole ligeramente laseñal de la cruz, y el buen Urso prorrumpió a la vez en unas calurosasalabanzas, satisfechoalverque su joven señora escuchabaconanhelo estoselogiosylosagradecía.

La comitiva había continuado su marcha entretanto, perdiéndose luegoentre nubes de polvo dorado; Pedro, Ligia y Urso la siguieron con la vistadurante largo tiempo. Luego, se aproximó a ellos Demas, el molinero paraquientrabajabaUrsoporlanoche.Cuandohubobesadolamanodelapóstol,lerogóqueleacompañaraasucasa,situadaenlaproximidaddelmercado,atomar un refrigerio, agregando que era natural que tuviesen apetito ycansancio después de haber estado la mayor parte del día cerca de aquellapuerta.

Todos le siguieron, y después de haber descansado y tomado algúnalimentoensucasa,volvieronalTranstíbercuandocaíayalatarde.Comoerasu intención atravesar el río por el puente Emilio, pasaron por el ClivusPublicus,subiendoalmonteAventino,entrelostemplosdeDianayMercurio.Desdeaquellaalturacontemplóelapóstollosedificiosqueseextendíanasualrededor y los que se desvanecían a lo lejos. Absorto en silenciosasmeditaciones,pensabaenlainmensidadyenelpoderíodeaquellametrópoli,a la que había venido a anunciar la palabra divina. Hasta entonces ladominación de Roma y sus legiones se le había hecho sensible en variospuntosdelatierraquehabíarecorrido,yquenoeransinomerosfragmentosdel poder que por primera vez acababa de contemplar personificado en lafiguradeNerón.

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Aquellaciudadinmensa,depravada,rapaz,desenfrenada,corrompidahastalaméduladeloshuesoseinabordableensupodersobrehumano,yaquelCésarfratricida,matricida, asesinode sumujer, arrastraba tras de sí un séquito desangrientosespectros,no inferiorennúmeroalde los individuosde lacorteimperial. Aquel libertino, aquel bufón que a la vez era señor de treintalegionesymedianteellas señordelmundo; aquelloscortesanoscubiertosdeoro y escarlata, llenos de las incertidumbres del mañana, pero hoy máspoderososquereyes;todoestoreunidoleparecíacomounaespeciedeinfernalreinadodelamaldadylainjusticia.SucorazónsencillosemaravillabadequeDios pudiera dar tan inconcebible omnipotencia a Satanás, que hubieraconsentido en cederle el dominio de la tierra para que pudiese amasarla,revolverlaypisotearla;exprimirdeellasangreylágrimas,aventarlacomountorbellino,arremolinarlacomounatempestadyconsumirlacomounallama.Ysu corazón de apóstol se sentía perturbado por estos pensamientos, y asíhablabaalMaestrodesdeloíntimodesualma:

«¡OhSeñor!¿Cómohadeempezarmi tareaenestaciudad,a laquemehasenviado?¡Deellason losmaresy las tierras,esdueñadeotros reinosyciudades y de treinta legiones que la guardan, y yo, Señor, soy tan sólo unhumildepescador!¿Pordóndehedeempezar,ycómohabrédesobreponermeatantamaldad?».

Yhablandoasí,levantóalcielosublancaytemblorosacabeza,invocandodesdeel fondodesualmaelauxiliodesudivinoMaestro, llenoa lavezdetristezaydetemor.

EnestemomentosuplegariafueinterrumpidaporLigia,quienledijo:

—Parececomositodalaciudadestuvieraardiendo.

Yenverdadestabaponiéndoseelsoldeunamaneraextraña.Lamitaddesu inmenso disco se había hundido ya detrás de Janículo y por toda laextensióndelcielosedifundíaunrojofulgor.

Desdeelsitioendondesehallabaenpie,lamiradadePedroabarcabaunhorizontevasto.UnpocoaladerechaseveíanlasextensasmurallasdelCircoMáximo;sobreellasseescalonabanlospalaciosdelPalatinoy,frenteaéstos,másalládelForumBoariumydelVelabrum,lacúspidedelCapitolio,coneltemplodeJúpiter.Ylasmurallas,ylascolumnasylascimasdelostemplosseveíancomoenvueltasenlosreflejosdeoroydepúrpura.Yporelrío,enlostrechos visibles a lo lejos, se veía correr el agua como si fuera sangre.Y amedidaqueibadesapareciendoelsoldetrásdelmonte,irradiabaresplandoresmás y más rojizos, semejantes a los que despide un incendio. Crecían yaumentaban hasta abarcar, por último, las siete colinas, y desde ellas sedifundieronportodoelhorizonte.

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—¡Parece como si toda la ciudad estuviera ardiendo! —repitió Ligia.Pedrosepusolamanodelantedelosojosydijo:

—¡LairadeDioshacaídosobreella!

II

VINICIOALIGIA

ElesclavoFlegón,conquienteenvíoestacarta,escristiano;asípues,sehallaenelnúmerodelosquerecibiránlalibertaddetusmanos,amadamía.Esunantiguoservidordenuestracasa,demaneraquepuedoescribircontodaconfianzaysintemordequemicartallegueaotrasmanosquelastuyas.TeescribodesdeLaurento,endondenoshemosdetenidoacausadelcalor.

Otónposeíaaquíunaespléndidacasadecampoqueenotrostiemposhabíaregalado aPopea, quien, aunque divorciada de él, creyó oportuno conservartanmagníficopresente.Cuandopiensoenlasmujeresqueenlaactualidadmerodeanyenti,meimaginoquedelaspiedrasarrojadasporDeucalióndebendehaberbrotadogentesdediversasespecies,enteramentedistintaslasunasdelasotras,ytúpertenecesaaquellasquenacierondelcristal.

Teadmiroyteamocontodamialma,ysóloquisierahablardeti;deahíelquedebaviolentarmeparaescribirteacercadenuestroviajeydeloqueamímesucede,ydartenoticiasdelacorte.

Puesbien:elCésar fueaquíelhuéspeddePopea,quienhabíapreparadosecretamenteparaélunarecepciónsoberbia.Ellatansóloinvitóaunospocosaugustanos;peroPetronioyyoestábamosentreéstos…

Despuésdelacomidafuimosenbotesdoradosadarunpaseoporelmar,quesehallabatantranquilocomosidurmiera,y tanazulcomotusojos,¡ohdivinamía!Bogamosnosotrosmismos, porque evidentemente halagaba a laAugusta el que hombres de dignidad consular, o hijos de éstos, fueranremandoenhomenajeaella.

ElCésar,sentadojuntoaltimónyvestidoconunatogapurpúrea,cantóunhimnoenhonoralmar,himnoquehabíaescritolanocheanterioryparaelquehabíacompuestomúsicaenunióndeDiodoro.

En otros botes le acompañaban esclavos de la India, que tocaban enconchas marinas, en tanto que a nuestro alrededor se veían numerososdelfines, como si en realidad la música los hubiese atraído desde lasprofundidadesdeAnfitrite.

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¿Ysabesloquehacíayo?Pensabaentiylanguidecíaportuausencia.Yme decía que bien quisiera poder abarcar todo aquel Océano, toda aquellaapacible calma y las armonías todas de aquellamúsica y depositarlas a tuspies.

¿Quieres,Augustamía, quevayamos a vivir a orillas delmar y lejos deRoma?YoposeotierrasenSicilia,enlasquehayunbosquedealmendrosquedan flores de color de rosa en primavera.Y este bosque desciende hasta laorilla delmar, hasta el punto de que las ramas de sus árboles casi tocan lasuperficiedelagua.

Allíme consagraré a amarte y a honrar las enseñanzasdePablo, porqueahoraséquenoseoponennialafelicidadnialamor.¿Loquierestúasí?

Pero antes de recibir la respuesta de tus adorados labios, he de seguirterefiriendoloquepasóenelbote.

Notardamosenperderdevistalaribera.Yvimosdelantedenosotrosunavelaadistancia,einmediatamentesesuscitóunadiscusiónacercadesiaquéleraunsimplebotedepescadoresoungranbarcoprocedentedeOstia.

Yofuielprimeroendescubrirloqueera,yentonceslaAugustadijoqueevidentementenadahabía oculto paramis ojos, y dejandodepronto caer elvelosobresusemblante,mepreguntósipodríareconocerlaasí.

Petroniocontestóinmediatamentequehastaelmismosolsehacíainvisibledetrás de una nube; mas ella dijo, riéndose, que solamente el amor podríacegarunamiradatanpenetrantecomolamía,yponiéndoseluegoanombrarsucesivamente a varias augustanas, empezó a preguntarme, intentandodescubriralavezcuáldeellaseraelobjetodemiamor.

Yolecontestéconcalma,peroporfinmencionótunombre.

Yalhablardetisedescubriódenuevoelrostroymedirigióunamiradainquisidorayaviesa.

EstoyrealmenteagradecidoaPetronio,quienhizoenaquel instantevirarel bote, con lo que apartó de mí la atención general, porque si en aquelmomentohubieraescuchadoalgunafrasehostilodesdeñosaparati,mehabríavisto en la imposibilidad de ocultar mi cólera y en lucha con el deseo deromper la cabeza con mi remo a esa mujer perversa y ruin. Recordarás,referenteaesto,elincidenteocurridoenelestanquedeAgripayquetereferíencasadeLinolavísperademipartida.

Petronio se halla alarmado por mi causa, y hoy me ha imploradonuevamente que no ofenda la vanidad de la Augusta. Pero Petronio nomecomprendenisedacuentadeque,fueradeti,noexistenparamíniplacer,nihermosura,niamor,yqueporPopeasólosientoaversiónydesprecio.

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Tú has transformado mi alma tanto y tan sensiblemente, que no sabríavolveramividaanterior.Peronotemasqueaquímeamenacealgúnpeligro.Popeanomeama,porquenoescapazdeamaranadie,ysudeseoloformanúnicamente la cóleray el despechoque sientehacia elCésar, quien sehallaaúnbajosuinfluenciayquizálaamatodavía;peronoguardaescrúpulosconella,nileocultasusinfidelidades,nisuimpudor.

Tereferiré,además,algoque te tranquilizará.PedromedijoalpartirquenotemiesealCésar,puesniunsolocabellocaeríademicabeza,yyolecreo.Dentrodemialmaunavozmeafirmaquetodassusprediccioneshandeversecumplidas; que habiendo bendecido él nuestro amor, ni el César, ni todo elpoderdelHades,nilapredestinaciónmismapodríanarrancartedemilado,¡ohLigia!Cuandopiensoenesto,meconsiderotanfelizcomosimehallaraenelCielo, única morada de tranquilidad y de ventura. Mas quizá a ti, comocristiana, te extrañe lo que digo del Cielo y del Destino. En ese casoperdóname,porquepecosinquerer.ElbautismoaúnnomehapurificadoymicorazónescomounacopavacíaquePablodeTarsohadellenarconvuestradulcedoctrina,aúnmásdulceparamíporsertuya.

Considera como un mérito, ¡oh divina!, que haya vaciado la copa dellíquido que la contenía y que no la retiro, sino que la presento como unhombresedientoquesehallajuntoaunapurafuente.Ojaláencuentregraciaatusojos.

EnAnciopasarélosdíasylasnochesescuchandolasenseñanzasdePablo,quedesdeelprincipiodenuestroviajehaadquiridotalascendientesobrelosindividuosdemiséquito,quelerodeanatodashoras,viendoenélnosólountaumaturgo,sinocasiunsersobrenatural.

Ayernotéensurostrounairecomplacido,yalpreguntarlequéhacía,mecontestó:«Estoysembrando».

Petroniosabequeélsehallaentre losmíosydeseaverle,comotambiénSéneca,quienhaoídoaGalohablardeél.Peroyalasestrellaspalidecen,¡ohLigia!,yellucerodelamañanaempiezaabrillarconmayorfulgor.Prontolaauroravendráacolorearlasondasdelmar.Tododuermeamialrededor;peroyosóloteamo,piensoentiymeconsagroatuamor.

Salve,pues,ati,enunióndelaauroradeestamañana,sponsamea.

III

VINICIOALIGIA

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¿HasestadoalgunavezenAncio,únicoamormío,conAuloyPomponiaGrecina? En caso contrario, me conceptuaré dichoso el día en que puedamostrarteestaciudad.

Entodoelcamino,desdeLaurento,hayunaseriedecasasdecampoalolargo de la ribera del mar, y el mismo Ancio está formado por unainterminablesucesióndepalaciosydepórticos,cuyascolumnas,cuandohacebuentiempo,sereflejanenelagua.

Yomismoposeoaquíunamoradaquedaalmar,conunhuertodeolivosyunbosquedecipresesquehaydetrásdelacasa,ycuandopiensoquetodoestoalgúndíahadesertuyo,meparecenmásblancosestosmármoles,másgratalasombradeestasarboledasyestecielomásazul.¡OhLigiamía,cuánbelloesviviryamar!

ElviejoMenicles,quesehallaacargodelacasa,haplantadoliriosdebajodelosmirtos,yalverlosvinoamimenteelrecuerdodelacasadeAulo,delimpluviumydeljardínenelcualestuvesentadojuntoati.Yestosliriostehandetraeratitambiénreminiscenciasdelhogarenquehaspasadotuniñez;poreso,estoysegurodequeAncioyestacasadecampoteagradarán.

Apenas llegados a la ciudad, conversé largamente con Pablo durante lacomida. Hablamos de ti y después dio él principio a sus enseñanzas y leescuchéconatenciónbastante tiempo,y tedigoqueaunque supieseescribircomoPetronio,nopodríaexpresarteloquehapasadopormimenteypormialma.

Jamás había llegado ni siquiera a sospechar que pudiera existir en elmundo una felicidad, una belleza y una paz semejantes y hasta hoydesconocidasdelasgentes.Peromereservotodoestoparahablarlocontigo,puesenelprimermomentolibredequedispongaestaréenRoma.

¿Cómopuedehaberen la tierra sitioa lavezparaelapóstolPedro,paraPablodeTarsoyparaelCésar?Dímelotú.Tepreguntoesto,porquelanochesiguientealadenuestraconferenciaconPabloestuveconNerón,y¿sabesloque allí escuché? Pues bien: en primer lugar, nos leyó su poema sobre ladestrucción de Troya y lamentó no haber podido jamás presenciar elespectáculodelincendiodeunaciudad.

Y envidiaba a Príamo y le consideraba afortunado por haber asistido alincendioyalaruinadesupueblonatal.

YentoncesledijoTigelino:«Pronunciatansólounapalabra,¡ohdivino!,ytomaréenmismanosunaantorchayantesquehayaterminadolanocheverásarderAncio».

PeroelCésarlellamónecio.«¿Yadóndeentonces—agregó—podríaira

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respirarlasbrisasmarinasyaprotegermivoz,estedondelosdioses,queloshombresdicenquedeboconservarparabiendelaHumanidad?¿NoesRomalaquemehacedaño;nosonesasagobiantesexhalacionesdelSuburraydelEsquilinolasqueaumentanmironquera?¿YelincendiodeRomanoofreceríaunespectáculocienvecesmástrágicoygrandiosoqueeldeAncio?».

Y aquí todos comenzaron a comentar esta eventualidad, previendo quéterrible cuadro constituiría una ciudad como ésta envuelta en llamas, unaciudadquehabíaconquistadoelmundoconvertidaenunmontóndecenizas.

ElCésardeclaróentoncesquellegadaesaemergenciasupoemasuperaríaaloscantosdeHomero,yempezóadarunaideadecómoreconstruiríaéllaciudad y cómo las edades venideras habrían de admirar sus hazañas, enpresencia de las cuales toda otra obra humana aparecería mezquina ydeleznable.«¡Hazlo!¡Hazlo!»,exclamaronloscomensales,borrachos.«Seriamenesterpara elloque tuvierayoamigosmás fielesy abnegados», contestóNerón.

Teconfiesoqueme sentí llenodeunaprofundaalarmaal escuchar estaspalabras,porqueenRomatehallastú,carissima.

Y al presente me río de tales temores y me parece que el César y susamigos,porinsensatosquesean,nuncaosaríanpermitirlocurasemejante.Sinembargo,vecómoelamorhacetemerososaloshombres;ahorapreferiríayoquenoestuviera lacasadeLinoenesaestrechacalledelTranstíberyenunbarrio ocupado por gentes extranjeras, con quienes se guardan menosconsideraciones en tales casos. Paramí, ni los propios palacios del Palatinoseríanmoradasdignasdeti;poresto,quisierayoque,dehoyenadelante,notehicierafaltaningunodelosatavíosycomodidadesalosquedesdelaniñezhasestadoacostumbrada.

Ve, pues, a casa de Aulo, Ligia mía. Mucho he meditado ya estadeterminación.Si estuvieraNerónenRoma, lanoticiade tu regresopudierallegarhastaelPalatinoporconductodelosesclavos,yrecayendonuevamentesobre ti la atención, acaso fueras objeto de persecuciones por haber osadocontravenirlavoluntaddelCésar.PeroélhadepermanecermuchotiempoenAncio,yantesquehayavuelto,losesclavoshabráncesadoyadehablardeti.

LinoyUrsopodríanhabitarcontigo.

Y además vivo con la esperanza de que antes que vuelva al Palatino elCésarestarástúya,diosamía,ocupandotupropiacasaenlasCarenas.

Bendigo desde ahora el día, la hora y el minuto en que atravieses losumbralesdemicasa,ysiestomeconcedeCristo,encuyadoctrinameestoyalpresente instruyendo para abrazarla enseguida, sea también su nombrebendecido. He de servirle y consagrar mi sangre y mi vida, digo mal: le

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serviremosambos,mientrasseconserveelhilodenuestraexistencia.

Teamoytesaludocontodamialma.

IV

EstabaUrso sacando agua en la cisterna tirando con una cuerda de unadoble ánfora mientras cantaba a media voz una extraña canción ligia, y almismo tiempo alzaba la vista de cuando en cuando para observar lleno decomplacencia, por entre los cipreses, el grupo que en el jardín de LinoformabanLigiayVinicio,apareciendoenladistanciacomounpardeblancasestatuas.Nilamáslevebrisaagitabasusvestidos.

Descendía sobreelmundoelcrepúsculo,deoroyvioleta,mientrasellosconversabancogidosdelamanoenmediodelaplacidezdeaquellatarde.

—¿No te sobrevendrá, Marco, ninguna desgracia por haber salido deAnciosinpermisodelCésar?—preguntóLigia.

—No, amada mía—contestó Vinicio—. El César anunció que se iba aencerrar durante dos días con Terpnos y a dedicarse en ese tiempo a lacomposicióndenuevoscantos.Yestolohaceamenudo,yentalesocasionesnosepreocupadenadanidenadaseacuerda.Yademás,¿quésignificaparamí el César, cuando me encuentro cerca de ti y me miro en tus ojos?Demasiado he sentido la nostalgia de ellos, y en las últimas nochesme haperseguidoelinsomnio.Másdeunavez,alcaer,porlafatiga,enunaespeciede sopor, he despertado de pronto perseguido por el temor de que algúnpeligropendierasobretucabeza.Avecessoñabatambiénquemehabíansidorobadas laspostasquedebían traermedeAncioaRomaymerceda lasquehiceelcaminoconmayorrapidezquecualquieradeloscorreosdelCésar.Y,además, no podía ya permanecer lejos de ti por más tiempo: te amodemasiado,vidamía.

—Yyoestabaseguradequetúvendrías.DosvecescorrióUrso,aruegomío,alasCarenasypreguntóportientucasa;esohacíareíraLinoyaUrso.

Yeraevidentequelajovenlehabíaestadoaguardando,porque,envezdeltrajeoscuroquehabitualmentellevaba,vestíaahoraunablancaestoladetelasuavísima,porentrecuyoshermososplieguesemergíansucabezaysusbrazoscomo unas primaveras brotando de la nieve, y algunas anémonas rojasadornabansuscabellos.

Viniciooprimiósuslabiossobrelamanodeladoncella;sesentaronluegoenunbancodepiedra,enmediodepámpanossilvestresy,aproximándoseel

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unoalotro,permanecieronsilenciosos,contemplandolaslucesdelcrepúsculo,cuyospostrerosdestellossereflejabanensusojos.Elencantodeaquellatardeapacibleseibaadueñandopocoapocodeellos.

—¡Cuántapazhayaquíyquébelloeselmundo!—dijoVinicioconvozleve, como un susurro—.Y la noche habrá de ser aúnmás admirablementehermosa.Me sientomás feliz que nunca.Dime, Ligia: ¿qué es esto?Antessiemprecreíqueelamorerasimplementeundeseoyunallamaqueenardecíala sangre, y ahora veo, por primera vez, que es posible amar hasta con laúltima gota de la propia sangre y hasta con el postrer aliento del pecho; ysiento, por ello, una tranquilidad tan dulce e inconmensurable, como si elsueño y la muerte se hubieran adueñado de mi alma. Para mí esto es algocompletamentenuevo.ContemploestacalmadelaNaturalezaquenosrodeaymepareceque la sientodentrodemí.Ycomprendo, asimismo,porprimeravez,quepuedeexistirunafelicidadhastahoyignoradademuchasgentes.Yahora empiezo también a comprender por qué tú y Pomponia Grecinadisfrutáisdeesapaz…¡Sí,Cristoesquienlabrinda!…

Eneste instanteapoyóLigiasuhermosorostroenelhombrodel jovenydijo:

—¡MiqueridoMarco…!

Masnopudocontinuar.Laalegría,lagratitudylaconcienciadequealfinle era permitido amar la dejaron sin voz y llenaron sus ojos de lágrimas deemoción.

Vinicio,oprimiendoconelbrazo ladelicada figurade la joven, la atrajohaciasíyledijo:

—¡Ligia!¡Bendigoelmomentoenqueporvezprimeratunombrellegóamisoídos!

—¡Teamo,Marco!—dijoellaconvozapagada.

Yambosvolvieronaguardarsilencio,incapacessuslabiosdearticularlaspalabrasquerebosabansuspechos,oprimidosporlaemoción.

Los últimos reflejos violáceos del crepúsculo acababan de desvanecerseporentreloscipreses,yeljardínparecíaplateadoporlaluna.

Despuésdeunbrevesilencio,Viniciodijo:

—Lo sé. Y apenas entré aquí, apenas besé tus amadas manos, leí,asimismo,entusojosunapregunta:siprofesabayaladivinadoctrinaquetúconfiesas,simehabíabautizado.No, todavíanoherecibidoelbautismo,¿ysabesporqué,flormía?Pablomehadicho:«TeheconvencidoyadequeDiosvinoalmundoysehizocrucificarporlasalvacióndeloshombres;peroseaPedro quien te bañe en la fuente de la gracia, ya que también él fue quien

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primeroextendióhaciatilasmanosyelprimeroquetebendijo».Yyo,amadamía, he deseado que te hallaras presente enmi bautismo, y quiero que seaPomponiaGrecinamimadrina.Éstaeslarazónporlaquenomehebautizadoaún,sibiencreoenelSalvadoryensusenseñanzas.Pablomehaconvencido,mehaconvertido.¿Ycómopodríaserdeotramanera?¿Cómonohabríayodecreer que Cristo vino al mundo, puesto que lo ha dicho aquel que fue sudiscípuloylohadichoPablo,aquienÉlseapareció?¿CómonocreerleDios,sabiendoqueselevantódeentrelosmuertos?Otroslevieronenlaciudad,yen el lago, y sobre lamontaña, y le vieron gentes cuyos labios nomanchónuncalamentira.YestomismoempecéyoacreerdesdelaprimeravezqueescuchéaPedroenOstrianum,porqueentoncesmedije:«Entodoelmundo,cualquierotrohombrepodríamentirmenoséste,quedice:"Yo levi"».Perotemía vuestra doctrina.Meparecía que te alejabademí.Meparecía que enellanohabíanibelleza,nisabiduría,nifelicidad.Peroahoraquelaconozco,¿quéclasedehombreseríayosinoquisieraqueenelmundoreinaralaverdady no lamentira, el amor y no el odio, la bondad en lugar de lamaldad, lalealtad en lugar de la deslealtad, la piedad y no la venganza? ¿Quién seríaaquelquenoansiara tal cosa?Yesto es loquehacevuestradoctrina.Otrastambién buscan la justicia, pero solo ésta vuelve justos los corazoneshumanos.Y,además,lostornalimpiosyfielescomoeltuyoyeldePomponiaGrecina.Estaríaciegosinoloviera.Ysi,además,CristoDioshaprometidolavida eterna y una felicidad tan exquisita como sólo el poder deDios puedeproporcionar,¿quémáspuededesearunhombre?SiyotuvieraquepreguntaraSénecaporquéenaltecelavirtud,puestoqueelvicioprocuramásbienestarqueella,estoysegurodequenosabríadarmeunarespuestaconvincente.Peroahora yo sé que debo ser virtuoso, porque la virtud y el amor emanan deCristo,yporquecuandolamuertemecierrelosojos,hedeabrirlosluegoalavidayalafelicidad;yhedeencontrarmejuntoati.Yopensabaquetucredoseoponíaalafelicidadterrena;masPablomehaconvencidodequenosólonoladestruye,sinoquenoslabrinda.Ahoramismoacabasdedecirme:«Yoteamo», y estoy seguro de que pormedio de la violencia no hubiera logradoarrancarde tus labiosesaspalabras,niauncon todoelpoderdeRoma. ¡OhLigia!La razón demuestra que ésta es una religión divina; que es lamejor,presienteelcorazón:¿quiénpodrájamásresistiradospotenciassemejantes?

Ligiaescuchaba,entretanto,fijosenélsusojosazules,que,alfulgordelaluna,semejabandosmísticasfloresperladasderocío.

—¡Sí,Marco;esoescierto!—dijoella,reclinandoconmayorconfianzalacabezaenelhombrodeVinicio.

Y, en aquel instante, se sintieron ambos inmensamente felices, puescomprendían que, fuera del amor, los unía otro poder, a la vez tierno eirresistible, merced al cual el amor mismo se hacía infinito e inaccesible a

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cambios,engañosnitraiciones,invulnerablehastaparalamismamuerte.

Viniciosentíatambiénqueeseamornoeratansóloprofundoypuro,sinoenteramentenuevo:unamornoconocidohastaentoncesenelmundoyqueelmundo no podría dar jamás. Y en su alma todo iba a confundirse, acondensarseenaquelamor:Ligia,lasenseñanzasdeCristo,elsuavefulgordelalunabrillandoplácidamentesobreloscipreses,latranquilanoche;así,paraél,todoeluniversoparecíaestarimpregnadoypalpitantedeeseamor.Alcabodealgunosinstantesledijoamediavozyconacentoconmovido:

—Tú serás el alma de mi alma y el ser más amado en el mundo. ¡Ohamadamía! Vivir unidos, tributar unidos nuestro tierno homenaje a Dios ysaber que cuando venga la muerte volverán a abrirse nuestros ojos, comodespués de un agradable sueño, a una nueva luz; ¿qué cosa más bella ysublimepodría imaginarse?Sólomesorprendenohaberadivinado todoestoantes. ¿Y sabes lo que ahora me parece? Pues que nadie se opondrá a esadoctrina.Dentrodedoscientosotrescientosañosseráaceptadaporelmundoentero; lasgentesolvidarán a Júpiter.NohabrámásDiosqueCristonimástemplosqueloscristianos.¿Quiénnodeseasupropiafelicidad?¡Ah!Heoídola conversación de Pablo con Petronio. ¿Sabes lo que Petronio acabódiciendo?«Estonoesparamí»,ynosuporesponderotracosa.

—RepítemelaspalabrasdePablo—dijoLigia.

—Ocurrió en mi casa, por la tarde. Petronio se puso a hablarsuperficialmente y a bromear, como de costumbre. Entonces, Pablo le dijo:«¿Cómopuedes, sabioPetronio,negarqueCristo existióy resucitóde entrelosmuertos,sientoncesnohabíasnacido?PedroyJuanlevieron.Yotambiénlevi en el caminodeDamasco.Ante todo, tu sabiduríadebedemostrarquesomosmentirosos, y entoncespodrásoponerte a nuestros testimonios».MasPetroniorespondióquenopensabaoponerse,puessabíaqueexistíanmuchascosasinconcebiblesquepersonasdignasdecréditoatestiguaban.Perodijoqueuna cosa era el descubrimiento de un nuevo Dios extranjero y otra laaceptación de su doctrina. «No quiero —dijo— conocer nada que puedaestropear la vida, ni destruir su belleza. No tiene importancia que nuestrosdiosesnoseanverdaderos.Sonbellos,conellosestamoscontentosyvivimossinpreocupaciones».Entonces,Pablorepuso:«Rechazasladoctrinadelamor,lajusticiaylacaridadportemoralaspreocupacionesdelavida.Peropiensa,Petronio,sivuestravidaestárealmentelibredeellas.Nitú,niningunodelosmásricosymáspoderososseñoressabéis,alacostaron,sinodespertaréisconvuestrasentenciademuerte.Perodime:sielCésarprofesaraladoctrinaqueprescribeelamorylajusticia,¿noseríamásseguratusuerte?Temesportusalegrías,¿peronosería,entonces,tuvidamásalegre?Yencuantoaladornoyla belleza de la vida, si habéis construido tantos maravillosos templos yestatuas para honrar deidadesmalas, vengativas, adúlteras y falsas, ¿qué no

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haríaisparahonraralúnicoDiosdelAmoryde laVerdad?Tealegrasde tusuerteporqueerespoderosoyvivesenelplacer;y,apesardeprocederdeunagran familia, podrías haber sido pobre y abandonado: ¿no te iría, entonces,mejorenelmundosiloshombresprofesaranladoctrinadeCristo?Envuestraciudad,algunospadres,inclusopoderosos,paranocomplicarselavidaconlaeducacióndeloshijoslosechanfrecuentementedesuscasas.Aestosniñosselosllamaalumnos.Ytú,señor,tambiénpodríasserunodeesosalumnos.Perosi tuspadresvivieransiguiendonuestrasenseñanzas,entoncesesonopodríasucederte.Cuandollegarasaserhombreytecasarasconlamujerqueamaraspreferiríasque te fuera fielhasta lamuerte.Pero,entretanto, fíjateen loquesucedeentrevosotros:¡cuántainfamia,cuántavergüenzaycuántoengañoenla fematrimonial!Vosotrosmismososextrañáiscuandoexisteunamujerdelasquellamáisunivira.PeroyotedigoqueaquellasquellevanaCristoensucorazón, no quebrantarán la fe de sus maridos al igual que los maridospermaneceránfielesasusmujeres.Vosotrosnoestáissegurosnidevuestroscaudillos,nidevuestrospadres,nidevuestrasmujeresehijos,nidevuestrossirvientes.Elmundo tiemblaantevosotrosyvosotros tembláisantevuestrosesclavos, porque sabéis que en cualquiermomentopueden levantarse contravuestradominaciónenunaguerraterrible,comohanhechootrasveces.Eresrico,masno sabes simañana tedespojaránde tus riquezas; eres joven,masquizá debas morir mañana. Amas, pero te acecha la traición. Te gustan lascasas y las estatuas, aunque mañana puedes ser desterrado a la desiertaPandataria;tienesmilesdesirvientesymañanapuedensacartelasangre.Ysiestoesasí,¿cómopodéisestartranquilosyfelicesyvivirconalegría?Poresoyo proclamo el amor y la doctrina que ordena a los jefes amar a sussubordinados,alosseñoresamarasusesclavos;yaéstos,servirconamor,serjustos y caritativos. Y, finalmente, promete una felicidad inmensa como unmar sin fin. Entonces, ¿cómo puedes decir, ¡oh Petronio!, que esta doctrinaestropealavida,siloquehaceesarreglarla?Túmismoseríasmuchomásfelizytesentiríasmássegurosiseadueñaradelmundo,comolohahechovuestropoderío romano».Así hablóPablo, ¡ohLigia!, y, entonces, Petronio repuso:«Esonoesparamí»,y,haciéndoseelsoñoliento,saliódiciendo:«PrefieromiEunice a tu doctrina, pequeño judío; pero no quisiera luchar contigo en latribuna».Sin embargo, yo escuché sus palabras con toda el alma.Y cuandohablódenuestrasmujeresadoréde todocorazónesadoctrinade lacualhasbrotado tú como brotan las azucenas entre los matorrales. Entonces pensé:«Popea abandonó a dos maridos por Nerón; Calvia Crispinilla y Nigidia ycuantasmujeresconozco,aexcepcióndePomponia,hancomerciadoconlafey los juramentos, y sólomiLigia no abandonaráni dejará que se apague elfuego del hogar a pesar de queme falle yme abandone todo en lo que hepuesto la fe».Entonces te hablé enmi interior: «¿Conqué agradecerte todoeso, sino con amor y veneración? ¿No has presentido que desde Ancio te

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hablaba continuamente, como si estuvieras ami lado? ¡Y te amocienvecesmásporquehuistedemíenlacasadelCésar!NomeimportayatodalacasadelCésar;nadaquieroyadesuspompasnidesusfiestas;sólotequieroati.PronunciaunapalabraydejaréaRomaynosretiraremosaviviraunaregiónlejana».

Sin levantar la cabeza del hombro de Vinicio, Ligia alzó la miradapensativahastalasaltascopasdeloscipreses,queplateabalaluzdelaluna,ycontestó:

—Bien,Marco.MehashabladodeSicilia,endondeAulodeseapasarlosúltimosañosdesuvejez…

Viniciolainterrumpióllenodealegría:

—¡Sí, amadamía!Nuestraspropiedades son colindantes.Aquélla es unacostadeliciosa.SuclimaesmássuaveysusnochesmásbellasquelasmismasnochesdeRoma,perfumadasyserenas.Allílavidaylafelicidadsoncasiunamismacosa.

Y,acontinuación,sepusoasoñarplaneandoelporvenir:

—Allíolvidaremosnuestrasamarguras.Porentrelasarboledasylosolivosnospasearemosydescansaremosasusombra.¡OhLigia!¡Quévidalanuestraentonces,consagradasolamentealamor,alacontemplacióndelaNaturaleza:lasflores,elmar,elfirmamento;alaadoracióndeDiosyalaprácticadelaverdadyelbien!

Yambos,silenciosos,sepusieronasoñarenelporvenir,mientrasVinicioatraíamásestrechamentehaciasíalajoven,y,alhacerlo,brillabasudoradoanillodecaballeroalosrayosdelaluna.

En el barrio habitado por gente pobre y obrera todo dormía y no seescuchabaelmenorsusurro.

—¿MepermitirásveraPomponiaGrecina?—preguntóLigia.

—Sí, amadamía. Los invitaremos a nuestra casa e iremos nosotros a lasuya.Silodeseas,llevaremostambiénaPedro,elapóstol.Pablonosvisitará,asimismo, y ha de convertir a Plaucio. Y así como los soldados romanosfundaron colonias en territorios distantes, así nosotros fundaremos tambiénunacoloniadecristianos.

Ligialetomóunamanoyquisollevárselaasuslabios;masVinicioledijomuy quedo, como si temiera que el más leve rumor pudiera ahuyentar lafelicidad:

—¡No, Ligia, no! Yo soy quien debe rendirte homenaje de amor yadoración;dametusmanos.

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—¡Marco,yoteamo!

YeljovenllevóasuslabioslasmanosdeLigia,blancascomojazmines.Ypor espaciode algunosmomentos ambos escucharon tan sólo el latir de susamantes corazones. En la atmósfera no se advertía elmás leve soplo, y loscipreses, inmóviles, parecían también seres animados que mantenían ensuspensión sus alientos… De pronto fue interrumpido el silencio por unaespeciedetruenosordoyronco,comosibrotaradelaprofundidaddelatierra.YunescalofríorecorrióelcuerpodeLigia.

SelevantóVinicio,ydijo:

—Sonlosleonesquerugenenelvivarium.

Ypusieronamboseloídoatento.

Alprimerbramidocomode truenorespondióunsegundoyun tercero,yluego, por todos los ámbitos de la ciudad se escucharon los rugidos de lasfieras.

En Roma se conservaban enjaulados varios miles de leones en diversasarenasdelaciudad,loscuales,frecuentementeporlanoche,seaproximabanalas rejas de sus cárceles y, apoyando contra ellas sus gigantescas cabezas,rugíanclamandoporlalibertadperdidaylaselva.Eraloqueentoncesocurría,y,enmediodelsilenciodelanoche,poblarontodalaciudadconsusrugidosaterradores. Había en ello algo tan indescriptiblemente horrendo y lúgubre,que Ligia, cuyas apacibles y hermosas visiones del futuro se vieron asíbruscamente perturbadas, escuchaba ahora aquellos bramidos, el pechooprimido por una extraña sensación de temor y de tristeza. Pero Vinicio,rodeándoleeltalle,ledijo:

—Nada temas, amada mía. Es que los juegos se hallan próximos y losvivariaestánllenos.

Y ambos entraron entonces en casa deLino, acompañados por el tétricorugirdelosleones,quepormomentosseibahaciendomásymásestruendosoyresonante.

V

Entretanto, Petronio, en Ancio, obtenía casi diariamente nuevos triunfossobrelosdemáscortesanosqueconélsedisputabanelfavordelCésar.

La influenciadeTigelinohabíadecaídoporcompleto.EnRomasehacíaindispensablecuandosepresentaba laocasióndehaceraun ladoahombres

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queparecíanpeligrosos,desaquearsuspropiedades,ofallarjuiciospolíticos,dedarespectáculossorprendentesporsupompaysumalgusto,desatisfacer,ensuma,losmonstruososcaprichosdelCésar.PeroenAncio,ydentrodelospalaciosqueenelmarazul reflejaban sus fachadas,Nerón llevabaunavidahelénica.De lamañanaa la tardesedeclamabanversos,discurriendoacercade su estructura y sus bellezas, recreándose con los giros elegantes,ocupándose de música, de teatros; en una palabra: se consagraba el díaexclusivamente a las creaciones del género griego que habían venido ahermosearlavida.

En estas condiciones, Petronio, de un refinamiento incomparablementesuperioraldeTigelinoyaldelosdemáscortesanos,elocuente,sutil,llenodeingenio y buen gusto, alcanzaba allí la preeminencia. El César buscabaentoncessucompañía,semostrabadeferenteasusopiniones,lepedíaconsejoenlacomposiciónpoéticay ledemostrabaunaamistadmásdecididaqueencualquierotracircunstancia.Envistadelocual,parecióaloscortesanosquelainfluenciadePetroniohabíaobtenido,porfin,untriunfosupremo,yquelaamistad entre el César y él entraba en un periodo de firmeza en que semantendríaatravésdelosaños.Yhastaaquellosqueanteshicieronpatentessus antipatías al exquisito epicúreo empezaron ahora a agruparse a sualrededoryadisputarsesufavor.

Y más de uno se alegraba interiormente, con sinceridad, ante lapreponderancia de un hombre capaz en todo instante de emitir un cabal eilustrado concepto acerca de cualquier persona y que recibía con escépticasonrisalasadulacionesdesusenemigosdelavíspera;pero,seaporindolenciao por elegancia, no era vengativo, pues nunca empleaba su poder endetrimentooparalaruinadelosdemás.PorquehabíahabidoocasionesenquedesuvoluntaddependióeldestruiraunalmismoTigelino;perosecontentabaconridiculizarleyponerderelievesuvulgaridadyfaltadepulimento.

EnRoma,elSenadorespirabaahora,puesdesdehacíamesymedionosehabíaexpedidoningunasentenciademuerte.CiertoesqueenAncioyen lacapitaldecíanlasgentescosasextraordinariasdelosrefinamientosaquehabíallegado la licencia del emperador y de su favorito; mas todos preferían unCésar extremadamente sibarita a un tirano embrutecido en las manos deTigelino.

ElmismoTigelinosesintiódesconcertadoyempezóavacilaracercadesihabríayadedarseporvencido,pueselCésarhabíarepetidoqueentodaRomayentretodossuscortesanossólohabíadosespírituscapacesdecomprenderse,dosverdaderosespíritushelénicos:élyPetronio.

La admirable habilidad de este último confirmaba a las gentes en laconviccióndequesuinfluenciahabríadesobrevivira ladetodoslosdemás

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cortesanos. Porque no veían cómo podría elCésar pasarse sin él. ¿Con quéotroconversaríaacercadepoesía,demúsica,dearte?¿Enquéotrosojosleeríasisuscreacioneseranrealmenteperfectas?

YPetronio, con su indiferenciahabitual,parecíanodar importanciaa suposición. Como de ordinario, se mostraba indolente, perezoso, escéptico ylleno de ingenio. Con frecuencia producía, en quienes le rodeaban, laimpresióndeunhombrequeseestuvieraburlandodeellos,desímismo,delCésarydelmundoentero.

Aveceshasta seatrevíaacriticaraNerónen supresencia,ycuando losdemás creían que había llegado ya demasiado lejos o estaba preparando supropia ruina, tenía tal habilidad para transformar de súbito la crítica de talmanera, que venía, en definitiva, a redundar en provecho propio y aconvertirse en alabanza. En esos torneos de ingenio y sutileza llenaba deadmiraciónalosaugustanospresentesyensuánimodejabaelconvencimientodequenohabríadificultadesquenolograravencerairosamente.

UnasemanadespuésdehaberregresadoViniciodeRoma,elCésarleyóenun pequeño círculo de íntimos algunos extractos de su canto al Incendio deTroya. Terminada la lectura y los ruidosos transportes de admiración de losoyentes,Petronio,aquieninterrogóelCésarconlamirada,respondió:

—Malosversos;sólosonbuenosparaelfuego.

Lospresentessintieronqueelterrorsuspendíaloslatidosdesuscorazones.Jamás,desdelosdíasdesuniñez,habíaescuchadoNeróndehombrealgunounasentenciasemejante.

El rostro de Tigelino irradiaba felicidad. Pero Vinicio se había puestopálido,creyendoquePetronio,aquienhastaentoncesjamáshabíavistoebrio,sehabíaembriagadoestavezporcompleto.

Nerón, sin embargo, preguntó con voz melosa, en la que temblaba unainflexióndevanidadhondamenteherida:

—¿Quédefectoslesencuentras?

—No les creas —dijo Petronio, encarándose con él y señalando a lospresentes—;ésosnadacomprenden.Mehaspreguntadoquédefectoshayentus versos. Si deseas escuchar la verdad, voy a decírtela. Tus versos sonbuenos para Virgilio, Ovidio, el mismo Homero; pero no son dignos de ti.Estás a mayor altura que ellos. El incendio por ti descrito no ardesuficientemente: tu fuegonoquema lobastante.Noescuches las lisonjasdeLucano.Sihubieraescritoélesosversos,ledeclararíayoungenio;pero,entucaso, es ya diferente. ¿Y sabes por qué? Tú eresmás grande que ellos. Depersonatanprivilegiadacomotúporlosdioses,justoesaguardarmás.Perotú

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eres perezoso, prefieres dormir después de la comida en vez de sentarte atrabajar.Erescapazdeproducirunaobrasuperioracuantashayaconocidoelmundo hasta nuestros días; de ahí el que yo ahora diga en tu presencia:¡escribemejor!

Petroniodijoestaspalabrasconairenegligenteyenelque,alavez,ibanconfundidoslaburlayelreproche;mas,porlosojosdelCésarpasócomounaligeraniebladesatisfacción.

—Losdiosesmehandotadodeunpocodetalento—dijo—,peromehanconcedido también algo más valioso: un amigo leal y un crítico justiciero,únicohombrecapazdedecirmelaverdad.

Yextendiósugruesamano,cubiertade rojizovello,hastauncandelabrodeoroqueestabapróximoyquehabíasidosaqueadoeneltemplodeDelfos,comosifueraenélaquemarlosversos.

Pero Petronio se apoderó de ellos antes que la llama hubiera tocado elpapel,ydijo:

—¡No,no!AuntalescomosonpertenecenalaHumanidad.Déjamelos.

—Permite, entonces, que te los mande en un cilindro de mi propiainvención—dijoNerón,abrazandoaPetronio—.Ciertamente,tienesrazón—repuso al cabo de un instante—. Mi incendio de Troya no ardesuficientemente,mifuegonoquemalobastante.Peroyoestabasatisfechoconllegar hasta la altura de Homero. Siempre me he visto cohibido por unaespeciede timidezyunaapreciaciónmodestademis facultades.Pero túmehas abierto los ojos. ¿Y sabes por qué es cierto lo que afirmas?Cuando unescultor talla laestatuadeundios,buscasiempreunmodelo;yyonunca lotuve. Jamás he visto el incendio de una ciudad; de ahí que mi descripciónadolezcadefaltadeverdad.

—Porlocual,tedigoquesóloungranartistaescapazdecomprenderesto.

SepusopensativoNerón,y,alcabodeuninstante,dijo:

—Contéstameaunapregunta,Petronio:¿sientestúelincendiodeTroya?

—¿Quesilosiento?No,afemía,¡porellisiadoconsortedeVenus!Ytediré por qué razón. Troya no habría sido destruida si Prometeo no hubiesedado el fuego a los hombres y si los griegos no hubieran hecho la guerra aPríamo; y Esquilo no habría escrito su Prometeo de no existir el fuego; asícomosin laguerradeTroyaHomeronohabríaescrito la Ilíada.Creo,pues,preferible la existencia dePrometeo y de la Ilíada a la conservación de unaciudadpequeñaydespreciable,que,amijuicio,era,además,suciayruin,yenlaque,alosumo,existiríahoyunmagistradoqueteestaríafastidiandoconlasdisputasdelareópagolocal.

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—Estoesloquesellamahablarconrazón—dijoelCésar—.Porelarteyla poesía no sólo es lícito, sino que es justo y necesario sacrificarlo todo.¡Dichosos losdeAcaya,quesuministraronaHomeroel temade la Ilíada,ydichosoPríamo,quepudo contemplar la destrucciónde supueblonatal!Encuantoamí,jamáshevistounaciudadenvueltaenllamas…

Sesucedióuninstantedesilencio,quefueinterrumpidoalfinporTigelinoconestaspalabras:

—Siya te lohedicho,César:ordenaypondréfuegoaAncio.Obien,sisientesladestruccióndeestospalaciosycasasdecampo,puedodarlaordendequeincendienlosbuquesancladosenOstia,oedificarparatienlosmontesAlbanosunaciudaddemadera,alaquetúmismopondríasfuego.¿Quieres?

—¿Hedeponermeacontemplarel incendiodeunascuantasbarracasdemadera?—dijoNerón,dirigiéndoleunadesdeñosamirada—.Estásperdiendolainiciativa,Tigelino;yveo,además,quenoatribuyesgranvaloramitalento,nialméritodemiIncendiodeTroya,sijuzgasquecualquiersacrificioestaríaamayoralturaqueél.

Esta respuesta dejó confundido a Tigelino. PeroNerón, como si desearacambiareltema,repusodespuésdeunmomento:

—Estápasandoyaelverano…¡QuémalosoloreshabráahoraenRoma…!Y, sin embargo, es necesario que volvamos allá, para asistir a las fiestasestivales.

Tigelinodijoentonces:

—Cuandosehayanretiradolosaugustanos,permitequehablecontigounmomentoasolas.

Una hora después, yendo Vinicio con Petronio de vuelta de la casa delCésar,dijoVinicioalárbitro:

—Estuveunmomento llenodealarmapor tu causa.Penséque tehabíasembriagado y te vi próximo a una irremisible pérdida. Recuerda que estásjugandoconlamuerte.

—Ésa es mi arena —contestó Petronio con aire negligente—, y mecomplace sentir que soy en ella el mejor gladiador. Ya ves cómo concluyóaquello.Miinfluenciahaaumentadomuchomásdesdeestanoche.Meenviarásusversosenuncilindro,queestoydispuestoaapostarmecontigoquehadeser inmensamente rico, y, a la vez, de un gusto inmensamente malo. Ymandaré a mi médico que guarde en él los purgantes. Tengo, además, otrarazón.Tigelino, al ver el éxito que alcanzan estas sutilezas, estoy segurodequetratarádeimitarmeyyameimaginoloquesucederácuandosepongaamanejar conceptos. Será como si un oso de los Pirineos se pusiera a bailar

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sobreunacuerda.ReirécomoDemócrito.SiquisierapodríacausarlaruinadeTigelino,sustituirleenelcargodeprefectodelospretorianosyteneralpropioAhenobarbusenmipoder.Perosoyindolente;prefieromiactualvida,yaunlosversosdelCésar,atomarmelamenormolestia.

—¡Quéhabilidad la tuyaal transformar la críticaenalabanza!Pero¿sontanmalos,realmente,esosversos?Yodeesonoentiendonada.

—Nosonpeoresquelosdemás.CiertoesqueLucanotienemástalentoenunosolodesusdedos;peroenBarbasdeCobrehayalgo.Tiene,sobretodo,un inmenso amor por la poesía y por la música. Dentro de dos días nosreuniremosconélafindeescucharlamúsicadesuhimnoaVenusAfrodita,que dejará concluido hoy o mañana. Estaremos en un limitado círculo deíntimos:solamentetú,TulioSenecio,eljovenNervayyo.Peroencuantoaloque una vez dije acerca de los versos deNerón, que lo uso después de lasfiestas como Vitelio las plumas de flamenco, no es cierto; porque, enocasiones, rozan los límites de la elocuencia Así, por ejemplo, sonconmovedoras las palabras de Hécuba. Se queja de las torturas delalumbramiento, y en dicho pasaje Nerón ha sido capaz de encontrarexpresionesfelices,acasoporestarazón:queelalumbramientodecadaversole cueste, a su vez, torturas. Hay ocasiones en que le tengo lástima. ¡PorPólux! ¡Qué admirablemezcla! A Calígula le faltaba algo en la cabeza; noobstante,nuncallevóacabocosastanextrañas.

—¿Quién podrá prever hasta qué punto habrán de llegar las locuras deAhenobarbus?—dijoVinicio.

—Nadie lo sabe. Es posible que todavía ocurran cosas que de sólopensarlasseleserizaríanloscabellosaloshombresenlossiglosfuturos.Peroesoes,precisamente, loqueamíme interesa;yaunquemásdeunavezmeaburro como Júpiter Amón en el desierto, creo que bajo el reinado de otroCésarmeaburriríacienvecesmás.Pablo,tupequeñojudío,eselocuente;esoleconcedo,ysiotrasgentescomoélproclamanesareligiónserámenesterquenuestrosdiosessedefiendanseriamente,pues,de locontrario,conel tiempopuedencaerprisioneros.CiertoesquesielCésar,porejemplo,fuesecristiano,nos sentiríamos todosmás seguros.Pero tuprofetadeTarso, al presentarmesus pruebas, no pensaba, lo vesmuy bien, que yo, en estas incertidumbres,encuentroelencantodelavida.Quiennojuegaalosdados,noperderádinero;y,apesardeeso, lasgentespersistenenjugar.Hayenellounciertodeleite,unaespeciedeolvidodelpresente.Yoheconocidoasenadoresyahijosdecaballerosquesehanhechogladiadoresespontáneamente.Yojuegolavida,túlohasdicho,yesoescierto;maslajuegoporqueenelloencuentrounplacer;entantoquelasvirtudescristianasmellenaríandehastíodesdeelprimerdía,comomepasaconlosdiscursosdeSéneca.ÉsaeslacausaporlaquePabloderrocha en vano conmigo su elocuencia. Él debería comprender que los

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hombres como yo no han de aceptar jamás su religión. En cuanto a ti, esdiferente, dada tu disposición de ánimo; podrías, o bien llegar hasta elaborrecimientodelnombredecristiano,obienconvertirteinmediatamentealcristianismo.Yolesdoylarazón,entrebostezos.Somosunosinsensatos.Nosencaminamos directamente al precipicio; algo desconocido viene hacianosotros como perspectiva del futuro; hay algo, asimismo, que se estádesmoronandodetrásdenosotros,y,porúltimo,algohaytambiénquemuereanuestro alrededor; convenido. Pero sabremosmorir a tiempo.Entretanto, nonosasisteelmenordeseodehacergravosalavidaydeservirnosdelmanjardelamuerteantesqueéstavengahacianosotros.Lavidaexisteporsímismatansólo,ynoparalamuerte.

—¡Tecompadezco,Petronio!

—No más de lo que me compadezco yo mismo. Antes pasabas túagradablemente la vida entre nosotros, y cuando hacías tus campañas deArmeniaansiabasvolveraRoma.

—Ahorameocurrelomismo.

—Cierto, porque estás enamorado de una vestal cristiana que vive en elTranstíber.Nimesorprendeestoniporellotehagouncargo.Meadmiro,sí,deque,apesardeunareligiónquetúmehasdescritocomofuenteinagotablede felicidad, y a pesar de un amor que pronto ha de tener su anheladacoronación, de tu semblante no haya desaparecido tu aire habitual demelancolía.PomponiaGrecinasehallaba,asimismo,eternamentepensativa;ydesde la época en que te hiciste cristiano tú has cesado de sonreír. Y nointentespersuadirmedequeenestareligióntienesitiolaalegría.Tú,deRoma,hasvueltomástristequenunca.Siloscristianosamandeestamanera,tejuroporlosbrillantesrizosdeBacoquenohedeimitarlos.

—Esoesotracosa—contestóVinicio—.Puedojurarte,amivez,noporlosrizosdeBaco,sinoporelalmademipadre,quejamáspudeenelpasadoni siquiera imaginar una felicidad semejante a la que hoy disfruto. Pero, almismotiempo,experimentounanostalgiaprofunda,y,loqueesmásextraño,cuandomehallolejosdeLigiameparecequealgúnpeligrolaamenaza.Ynoséenquéconsisteesepeligro,nidedóndeviene;maslosientovenircomosesienteaproximarseunatempestad.

—Dentro de dos días trataré de obtener permiso para que puedas dejarAnciopor todoel tiempoque teplazca.Popeasehallaalpresentealgomástranquila,yhastadondemeesposiblesaberlo,ningúnpeligroosamenazaniatiniaLigia.

—Hoy mismo me preguntó la Augusta qué había estado haciendo enRoma,yesoquepartísecretamente.

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—Es posible que haya enviado espías para seguirte. Mas, ahora, esnecesarioqueellatambiéncuenteconmigo.

—Pablo me ha dicho—repuso Vinicio— que a veces nos manda Diosavisos, pero no nos permite creer en los presagios; de ahí que yo viva enguardia contra este pensamiento; con todo, me es imposible alejarlo de miánimo.Y,afindequitarmeunpesodelcorazón,voyareferirtealgoquemehasucedido.Ligiayyoestábamossentadoselunoalladodelotro,enunanochetan tranquila como ésta, e ideando planes para el futuro. Sería posible queintentaradescribirtelatranquilidadyeléxtasisdichosodeaquellosmomentos.Desúbitoseoyóelrugidodelosleones.EsoocurrefrecuentementeenRoma,pero, desde aquel instante, nohequedado tranquilo.Mepareceque en esosrugidos ibaenvueltaunaamenazaounaespeciedepresagiode infortunio…Bien sabes tú que es difícil que me domine el miedo; y, sin embargo, enaquellanocheydespuésdeaquelsuceso,elterrorseadueñódemícontodalaoscuridaddelanoche.Vinoaquellodemaneratanextrañaeinesperada,quehastaestemomento sientoenmioídoesos rugidosyenmipechoun temorincesantecomosiLigiaestuvieraenpeligroydeseandomiproteccióncontraalgoterrible,acasocontraesospropiosleones.Ysufro.EsnecesarioquemeobtengasunpermisoparasalirdeAncio,pues,delocontrario,partirédeaquísinél.Nomeesposiblepermanecermástiempo;telorepito:¡nopuedo!

—Todavía no son enviados a la arena los hijos de los cónsules ni susesposas —dijo Petronio riendo—. Así pues, cualquier otra muerte puedeaguardarteantesqueésa.Por lodemás,¿quiéndicequeésos fueron leones?Los bisontes germanos mugen con no menos dulzura que los leones. Encuantoamí,meríode lospresagiosyde lospresentimientos.Anochehacíacalorypresenciéunalluviadeestrellas.Haymuchoshombresqueconsiderande mal agüero espectáculo semejante, pero yo pensé esto: «Si entre esasestrellasseencuentratambiénlamía,porlomenosalláarribalacompañíanohadehacermefalta».

Luegoguardósilencioyagregó,despuésdeunmomentodemeditación:

—SivuestroCristoseha levantadodeentre losmuertos,acasoÉlpuedatambiénprotegerosavosotroscontralamuerte…

—Esposible—contestóVinicio,alzandolavistahaciaelcielo,cubiertodeestrellas.

VI

ElCésarsehallabatocandoycantandoenhonordela«SeñoradeChipre»

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unhimnocuyosversosymúsicahabíacompuestoélmismo.Aqueldíaestabaenvozycomprendíaquesumúsica,enrealidad,cautivabaasusoyentes.Esaconvicciónagregabatalfuerzaalossonidosqueproducíayexaltabatantosualma,queparecíainspirado.

Y, al finalizar el canto, se hallaba pálido, porque se sentía realmenteconmovido.Enestaocasión,acasoporprimeravez,notuvoelmenordeseodeescucharloselogiosdelosdemás.Asípues,sesentóporespaciodealgunosinstantes con las manos sobre la cítara y la cabeza inclinada. Luego,levantándoserepentinamente,dijo:

—Estoyfatigadoynecesitoaire.Entretanto,afinadlascítaras.

Luegoseenvolvióelcuelloconunpañuelodesedaydijo,volviéndoseaPetronioyVinicio,quesehallabansentadosenunextremodelasala:

—Acompañadme. Dame tu brazo, Vinicio, pues las fuerzas me faltan.Petronio,entretanto,mehablarádemúsica.

Ysalieronalaazotea,cuyopavimentoeradealabastroysobreelquesehabíanesparcidohojasdeazafrán.

—Aquí se respiramejor—dijoNerón—.Mi alma se halla conmovidaytriste, si bien ahora estoy persuadido de que con lo que acabo de cantarte,comoensayo,puedopresentarmeenpúblicoyalcanzaruntriunfocomohastalafechanolohaobtenidoigualningúnromano.

—Puedespresentarteaquí,yenRoma,yenAcaya.Teadmirocontodomicorazónycontodomiespíritu,divinidad—contestóPetronio.

—Losé.Eresdemasiadoindolenteparaqueseaposibleprodigaralabanzashaciéndoteviolenciaa timismo.Yte juzgotansincerocomoTulioSenecio;perotútienesmásconocimientoqueél.Dime:¿cuálestuconceptoacercadelamúsica?

—Cuandoescuchodeclamarunosversos,cuandoteveoenelcircodirigiruna cuadriga, cuando miro una estatua, un templo o un cuadro hermoso,comprendoperfectamente loqueveoyescucho,yasimilo todas lasbellezasqueenestasobras residen.Perocuandoamioído llegan lasarmoníasde lamúsica y especialmente de la música tuya, nuevos primores y deleites sepresentanacadainstanteenmiespíritu.Yolospersigoytratodeapoderarmede ellos; pero antes que logre asimilármelos por completo, afluyen otros yotros, como las ondas delmar, en sucesión interminable.De aquí el que yoconsidere, como ya te he dicho, que la música puede bien compararse alOcéano.Contemplamos desde una orilla el horizonte inmenso, pero sin quenosseaposibleabarcarconlamiradalaotraorilla.

—¡Quéprofundoconocimientotienesenlamateria!—exclamóNerón.

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Y siguieron paseándose durante algunos momentos en silencio, que erainterrumpidotansóloporel leverocedelashojasdeazafránalserholladasporsuspies.

—Túhasdadoexpresiónexactaamispropiasideas—dijo,porfin,Nerón—.Deahíqueahoratediga,yterepitasiempre,queenRomatúereselúnicohombrecapazdecomprenderme.Asíes,enrealidad;miconceptoacercadelamúsicasehallaenperfectaarmoníaconeltuyo.Cuandotocoycuandocantoexperimentolavisióndecosasqueantesnisiquierasospechabaqueexistieranen mis dominios, o en el mundo. Soy el César y el mundo es mío. Puedohacerlo todo. Pero la música me abre nuevos horizontes, nuevos reinos,montañasymares,deliciasparamíantesnoconocidas.Consumafrecuencianomeesposibleaplicarlesunnombreynisiquieradarmecuentadelaformaquetoman;tansóloséquelassiento.Sientoalosdioses,veoelOlimpo.Unaespeciedebrisaultraterrenaparecellegarhastamí,yentreveo,comoenmediodeunanieblasutil,ciertagrandezainconmensurable,perotranquilaybrillantecomolosrayosdelsol.Parececomosiamialrededorgirasetodoelsistemaplanetario, y te lo declaro—aquí la voz del César se volvió temblorosa ainflujos de una sincera emoción—: Yo, César y dios, me siento en talesocasionescomoungranodearena.¿Locreerás?

—Sí.Solamentelosgrandesartistastienenlafacultaddesentirsepequeñosenpresenciadelarte.

—Estaesunanochedesinceridad;asípues,voyaabrirtemialmacomoaunamigo,ytedirémás:¿piensastúquesoyhombreciegoofaltodejuicio?¿Piensasquemehalloignorantedeestehecho:queelpueblodeRomaescribeenlasmurallasinsultoscontramíymellamaasesinodemimujerymatricida,ymeconsidera comounmonstruoyun tirano,porqueTigelinohaobtenidounas cuantas sentencias de muerte en contra de mis enemigos? Sí, queridomío,me consideran como unmonstruo; yo lo sé…Y han hablado tanto decrueldadrefiriéndoseamí,que,enocasiones,mehagolapregunta:«¿Nosoy,en efecto, cruel?». Pues ellos no comprenden esto: que a veces pueden loshechosdeunhombresercruelessinqueélmismolosea.¡Ah!¡Nadiecreerá,yniacasotúmismo,queridomío,queenlosmomentosenquelamúsicameacariciaelalmamesientotanbuenoeinofensivocomounniñoenlacuna!Yojuroporesasestrellasquesobrenosotrosbrillanqueteestoydiciendolapuraverdad.¡Lagentenosabecuántanoblezaanidaenestecorazón,niquétesorosdebondadenéldescubrocuandolamúsicaleabreasuscelestesarmonías!

Petronio, que no dudaba ni un momento de que el César estuviesehablandoconsinceridadeneste instanteydeque lamúsicapudiera tener lavirtud de despertar en su alma algunas nobles inclinaciones, que dormíanabrumadaspormontañasdeegoísmo,desenfrenoycrimen,dijo:

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—Los hombres debieran conocerte tan profundamente como yo; jamásRomahasidocapazdeapreciarteentujustomérito.

ElCésarseapoyómáspesadamentesobreelbrazodeVinicio,comosisesintieraabrumadoporlagravosacargadelainjusticia,ycontestó:

—MehacontadoTigelinoqueenelSenadosedicenaloídoqueDiodoroyTerpnostocanlacítaramejorqueyo.¡Hastaesoquierennegarme!Perodime,túqueeressiempresincero:¿tocanellosmejorqueyoo tansóloestánamialtura?

—Deningunamanera.Tútocasconmásdulzuraymayorintensidad.Entise advierte con palmaria evidencia al artista; en ellos, al ejecutanteexperimentado. Y el hombre que los escucha primero a ellos, comprendemejorquiénerestú.

—¡Si ello es así, que vivan! Nunca podrán imaginar qué importanteservicio acabas de prestarles en estemomento. Por otra parte, si yo hubieracondenado a esos dos, me hallaría en la necesidad de tomar otros que lossustituyeran.

—Y las gentes, además, dirían que por amor a la música destruías lamúsicaentusdominios.Nuncamateselarteporelarte,¡ohdivino!

—¡CuándiferenteeresdeTigelino!—exclamóNerón—.Peroya loves:soyartistaentodo,ypuestoquelamúsicameabrehorizontescuyaexistenciayoantesignoraba,dominiosquenoposeo,gocesydichasquenoconcibo,noes posible que lleve una vida vulgar. La música dice a mi alma que losobrenaturalexiste;así,pues,yolobuscocontodoelpoderytodoeldominioque los dioses han puesto enmismanos. En ocasionesme parece que paraalcanzaresosmundosdelOlimpo,esmenesterquehagaalgoquehastaahoraningúnhombrehayarealizado;quedebosuperarlaestaturadelhombre,enelbienyenelmal.Séquelasgentesmellamanloco.Masnoestoyloco;¡estoysólobuscando!Ysimevuelvolocoesdeaburrimientoalnohallarnada.¿Meentiendes?¡Y,portanto,mianheloessermásgrandequeelhombre,porquesolamentedeesamanerallegaréaserelmásgrandedelosartistas!—yaquíbajólavoz,afindequeVinicionoleoyera,yacercandolabocaaloídodePetronio,ledijomuyquedo—:¿Sabesqueyocondenéamuerteamimadreyamiesposaprincipalmenteporquedeseabapresentarantelosumbralesdeunmundodesconocido elmayor sacrificio queunhombrepudiera ofrecer allí?Penséquedespuésdeesoalgosucedería,quesemeabriríanlaspuertasdeesemundo ignoto, a travésde las cualesveía loquehasta esemomentomeeradesconocido.¡Seaelloterribleoadmirable,noimporta,contalquesuperelaconcepción humana y lo vea yo grande y exento de vulgaridad! Pero esesacrificionofuebastante.Evidenteesqueparaabrirlaspuertasdelempíreosenecesitaalgomásgrandeaún.¡Seaello,pues,así,yaqueelDestinoloquiere!

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—¿Quéintentashacer?

—Loverás,ymásprontodeloqueteimaginas.Entretantotenporciertoque existen dosNerones; uno, que el pueblo conoce; el otro, un artista quesólodetiesconocido,que,sidestruyecomolamuerte,osevedominadoporel frenesí,comoBaco,essóloporque la trivialidady lasmiseriasde lavidaordinarialeahoganyquisieraaniquilarla,auncuandoparaellofueramenesterhacer uso del hierro o del fuego. ¡Oh, qué vulgar tornará a ser estemundocuando yo haya desaparecido de él! Todavía ningún hombre, ni siquiera túmismo, querido, ha llegado a tener una concepción exacta de mitemperamentoartístico.Yprecisamenteacausadeestoyosufro,ytedigoconsinceridad que el alma se halla tan melancólica dentro de mí como esoscipresesqueallí sealzanfrenteanosotros.Esmuygravosoparaunhombrecargaralavezconelpesodelsupremopoderydelmayortalento.

—Simpatizoprofundamentecontigo,¡ohCésar!,yenellomeacompañanlatierraylosmares,sincontaraVinicio,quetedeificadesdeelfondodesualma.

—Éltambiénmehasidosiempregrato—dijoelCésar—,aunquesirveaMarteynoalasMusas.

—Sirveante todoaAfrodita—contestóPetronio,yenelmismoinstanteresolvió decidir el asunto de su sobrino de un solo golpe y alejar almismotiempocualquierpeligroquepudieraamenazarle;asípues,agregó—:SehallaenamoradocomoloestuvoTroilodeClessida.Permítele,señor,quevuelvaaRoma,sinoquieresquemueraaquíamilado.¿SabesqueeserehénligioquetúledistehasidoencontradoyqueVinicio,alpartirparaAncio,lehadejadoa cargo de un tal Lino? No te he hablado antes de eso porque te hallabasocupadoenlacomposicióndetuhimnoyesoeramásimportantequeningunaotra cosa. Vinicio había querido hacer de ella su amante; pero como haresultado ser tanvirtuosacomoLucrecia, esavirtud lehacautivadoyahoradeseaunirseaellaenmatrimonio.Comoeslahijadeunrey,nohabráentreambosdiferenciadecondición.MasVinicioes,antetodo,unsoldado.Deahíque aunque pase la vida mustio y entre gemidos y suspiros, nada hará sinobteneranteselpermisodesuImperator.

—El Imperator no elige las esposas para sus soldados. ¿De qué serviríaentoncesmipermisoaVinicio?

—Yatehedicho,¡ohseñor!,queéltedeifica.

—Tantomásseguropuedeestarentoncesdealcanzarmipermiso.Sí,ésaes una doncella bien parecida; pero muy estrecha de caderas. La AugustaPopeasehaquejadodequeellahizounmaleficioanuestrahijaenlosjardinesdelPalatinoqueprodujosumuerte.

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—Peroyo dije entonces aTigelino que los dioses no se hallan sujetos amalos encantamientos. Y recordarás, divinidad, su confusión, y cómo túexclamaste:Habet!

—Sí,yalorecuerdo—yvolviéndoseaVinicio,lepreguntó—:¿EsciertoquelaamascomodicePetronio?

—Asílaamo,señor—contestóVinicio.

—Entonces teordenoquepartasmañanaparaRomaaunirteconellaenmatrimonio.Ynotepresentesdenuevoantemivistasinelanillonupcial.

—¡Graciastedoy,señor,contodomicorazónytodamialma!

—¡Oh! ¡Cuán grato es hacer felices a las gentes! —exclamó Nerón—.¡Quisieranohacerotracosaentodamivida!

—Concédenosunfavormás,¡ohdivinidad!—dijoPetronio—;declaratuvoluntadrespectoaesteasuntodelantedelaAugusta.Vinicionoosaríajamásunirse en matrimonio a una mujer que no fuese grata a la emperatriz. Túpuedes, ¡oh señor!, desvanecer su prevención con sólo una palabra,manifestandoquehasordenadoqueseefectúeesematrimonio.

—Asíloharé—dijoelCésar—.NadapodríarehusarosatioaVinicio.

Yvolviéndose,emprendióelcaminoderegreso.

Ambos le siguieron. Inundaba sus corazones la felicidad por la victoriaalcanzada, y Vinicio tenía que contenerse para no echarse al cuello dePetronio,puesahoraleparecíaquehabíaquedadoalejadotodopeligroytodoobstáculo.

En el atrio del palacio que ocupaba el César, el joven Nerva y TulioSenecio estaban conversando con la Augusta. Terpnos y Diodoro afinabanentretantosuscítaras.

EntróelCésarysesentóenunsillónincrustadodecarey,dijoalgoaloídode un esclavo griego que había cerca y esperó. Pronto volvió el esclavotrayendounestuchedeoro.Nerónloabrióyextrajodeéluncollardegrandesópalos.

—Estassonjoyasdignasdelanoche—dijo.

—Se diría que las luces de la aurora brillan en ellas—observó Popea,convencidadequeibaasersuyoaquelcollar.

El César, alzando y bajando alternativamente aquella rica joya, hizoresaltarporbrevesinstanteselbrillodesusirisadaspiedras,ydijoporfin:

—Vinicio,darásdemiparteestecollaralamujeraquienordenoteunasenmatrimonio;alahijadelreyligio.

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La mirada de Popea, llena de ira y asombro, pasó del César a Vinicio,quedando por último fija en Petronio. Pero éste, apoyado negligentementesobreelbrazodelasillaqueocupaba,recorríaenaquelmomentoconlamanoeldorsodeunarpaquehabíacercana,comosiquisieraestudiar su formayfijarlaensumente.

Vinicio dio al César las gracias por el obsequio, y luego, acercándose aPetronio,lepreguntóenvozbaja:

—¿Cómohedeagradecerteloquehoyhashechopormí?

—SacrificaunpardecisnesaEuterpe,ensalzaloscantosdelCésaryríetedelospresentimientos.Yconfíoenquedeahoraenadelanteelrugidodelosleonesnohabrádeperturbarnuevamentetusueñonieldeesaazucenaligia.

—No—dijoVinicio—;yaestoydeltodotranquilo.

—¡QueteseapropicialaFortuna!,mastencuidadoahora,porqueelCésaracaba de tomar en sus manos el laúd. Suspende el aliento y prepárate aderramarlágrimas.

Enefecto, elCésar tomabaeneste instante el laúdy alzaba losojos.Enaquel recinto se hizo el más profundo silencio y todos los presentes semantuvieron inmóviles y como petrificados en sus asientos. SóloTerpnos yDiodoro,quedebíanacompañaralCésar,sehallabanalerta,mirándoseelunoalotro,ypendientesdeloslabiosdelCésar,enesperadelasprimerasnotasdesucanto.

Seoyódeprontounruidoenlaentrada,yenseguidaFaonte,ellibertodelCésar, se dejó ver detrás de la cortina. Le seguía inmediatamente el cónsulLecanio.Nerónfruncióelentrecejo.

—¡Perdón, divino Imperator—dijo el liberto con voz jadeante—; hay unincendioenRoma!Lamayorpartedelaciudadsehallapresadelasllamas.

Aloírestanoticia,todoslospresentessaltarondesusasientos.

—¡Ohdioses!PorfinhedeverunaciudadincendiadaypodréterminarmicantoaTroya—exclamóNerón,dejandoaunladosulaúd,yluegosevolvióhacia el cónsul—: Si partiera inmediatamente, ¿llegaría a presenciar elincendio?

—Señor—contestóLecanio, pálido comoun lienzo—, toda la ciudad sehallaconvertidaenunocéanodellamas;elhumoahogaasushabitantes,lasgentes se desmayan o se arrojan al fuego presas del delirio. Roma estápereciendo,¡ohCésar!

Se sucedió un momento de silencio, que fue interrumpido por estaexclamacióndeVinicio:

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—Vaemiseromihi!

Y el joven, arrojando a un lado la toga, se precipitó fuera del palacio,llevandosolamentelatúnica.

Nerónalzólasmanosalcieloyexclamó:

—¡Aydeti,sagradaciudaddePríamo!

VII

Viniciotuvoapenaseltiemponecesarioparaordenaraunoscuantosdesusesclavos que le siguieran; luego, saltando sobre un caballo se lanzó a granvelocidadenmediodeaquellaavanzadanoche,porentre lasdesiertascallesdeAnciocondirecciónaLaurento.

La tremendanoticia habíaproducido en su ánimouna especiede frenesírayanoenlalocura.Pormomentosnisiquierasedabacuentadeloqueensuánimoestabapasando;sentíasimplementequeelinfortuniosehallabajuntoaél,sobreaquelcaballo,sentadoalagrupa,ygritandoasuoído:«Romaestáardiendo», y que al mismo tiempo les azotaba a él y a su caballo,empujándoloshaciaellugardelincendio.

Inclinada su desnuda cabeza sobre el cuello del animal, cabalgaba a laventura,solo,vestidosimplementeconsutúnica,sinmiraradelantenirepararen los obstáculos contra los que podía estrellarse. En el silencio de aquellatranquila noche, caballo y caballero, fugazmente iluminados en su rápidacarreraporlosrayosdelaluna,parecíanunavisiónfantasmagórica.

ElpotrodeIdumea,caídas lasorejasyextendidoelcuello,pasabacomounaflechaporentre los inmóvilescipresesy losblancospalaciosentreellosocultos.El ruidode loscascossobre lasbaldosasdelpavimentoprovocabanaquíyallálosladridosdelosperros,queacompañabanalaextrañavisiónensu carrera fantástica; y luego, excitados por aquel brusco despertar, seguíanaullandovueltosloshocicosalaluna.

Los esclavos, que a gran prisa corrían tras de Vinicio, pronto fueronquedandorezagados,porserinferioresalsuyoloscaballosquemontaban.

Unavezquehubopasadocomouna tempestadpor ladormidapoblacióndeLaurento,torcióhaciaArdea,enlaque,comoenBovillasyUstrino,habíadejado postas desde el día de su partida paraAncio, a fin de recorrer en elmenor tiempo la distancia entre este pueblo y Roma. Y como sabía que leaguardabanesoscaballosderepuesto,ibareventandoelquemontaba.

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Más allá deArdea le pareció que el firmamento, hacia el lado nordeste,mostrabaunosrosadosreflejos.Bienpodíanserésaslasprimeraslucesdelaaurora, pues se hallaba ya muy avanzada la noche, y en el mes de julioamanece temprano. Pero Vinicio no pudo reprimir un alarido de rabia ydesesperación,porqueseleantojaronaquélloslossiniestrosresplandoresdelincendio.

Recordólaspalabrasdelcónsul:«Todalaciudadsehallaconvertidaenunocéanodellamas»,yporespaciodealgunosinstantesleparecióqueestabaapunto de volverse loco en realidad, pues había perdido por completo laesperanzadesalvaraLigiayaundellegaraRomaantesqueéstasehallaraconvertida enunmontónde cenizas.Sus terribles pensamientos se sucedíanahora en su cerebro con mayor rapidez que la loca carrera de su potro, yvolaban como bandada de aves negras y monstruosas, que ponían pavor ydesesperaciónensualma.

Era cierto que ignoraba por qué punto de la ciudad había empezado elincendio;perosuponíaqueelbarriodeTranstíber,llenocomoestabadecasashacinadas, almacenes y cobertizos demadera que servían para las ferias deesclavos,bienpodíanhabersidodesdeelprincipiopastodelasllamas.

En Roma eranmuy frecuentes los incendios, y durante ellos, a menudotambién se perpetraban actos de violencia y de robo, especialmente en lospuntos ocupados por la población menesterosa y semibárbara. ¿Qué podíasucederentoncesenunbarriocomoelTranstíberqueservíadealbergueaunagentuzaprocedentedetodaspartesdelmundo?

PorunmomentovinoalcerebrodeViniciocomounrelámpagolaideadeUrsoysusfuerzassobrehumanas;pero¿quépodíahacerunhombre,aunquefuerauntitán,contraladestructorafuerzadelasllamas?

Por espacio de muchos años, Roma había tenido sobre sí como unapesadilla la amenaza y el temor de una rebelión de esclavos. Se decía quecentenaresdemilesdeéstosvivíansoñandoconlostiemposdeEspartacoyala expectativa de un momento propicio para tomar las armas contra losopresores y contra Roma. ¡Probablemente había llegado la horade estarebelión!¡Acasoelcombateylamatanzaestabanasolandolaciudadalaparque el fuego!Yhasta era posible que los pretorianos se hubieran lanzado adegüellosobreRomaporordendelCésar.

Y en aquelmomento el terror erizó los cabellos deVinicio.Yvino a sumenteelrecuerdodetodaslasconversacionesacercadeciudadesincendiadas,que por espacio de algún tiempo se habían venido repitiendo en la corte deNerón con extraña persistencia, y de las dolientes quejas delCésar al verseobligado a hacer la descripción de una ciudad consumida por las llamas sinhabervistojamásunincendioreal.Recordóasimismoladesdeñosarespuesta

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quehabíadadoaTigelinocuandoésteleofrecieraincendiaraAncioohacerpastode las llamasaunaciudadartificial construidademadera;porúltimo,recordó también las lamentaciones de Nerón contra Roma y las callejasmalolientesdelSuburra.¡Sí,elCésarhabíaordenadoelincendiodelaciudad!Sóloélpodíadarunaorden semejante, así comosóloTigelinoera capazdellevarlaacabo.

Pero si Roma se incendiaba por mandato del César, ¿quién podía estarsegurodeque lapoblaciónnoestuviera siendo tambiénasesinadaporordensuya? El monstruo era muy capaz de todo eso. Incendio, sublevación deesclavos, asesinato en masa. ¡Qué terrible caos, qué desbordamiento defuerzasdestructorasydefrenesíhumano!

¡YenmediodetodoesosehallabaLigia!

Los lamentosdeVinicioseconfundíanahoracon los resoplidosy jadeosde su caballo, que galopando sin descansar por un camino ascendente en ladireccióndeAricia,estabayapróximoareventar.

—¿Quién la arrancará de la ciudad incendiada? ¿Quién la salvará? —exclamabaVinicio.

Ymesándose loscabellosyabalanzándosefebrilmentehaciaelcuellodesucabalgadura,estuvoapuntodemorderloenunaccesodedolorimpotente.

En aquelmomento se cruzó con él, en dirección contraria, un jinete quetambiéncorríacomountorbellinohaciaAncio,ygritóalpasarjuntoaél:

—¡Romaestáperdida!

Ycontinuósucarrera.

AlosoídosdeViniciohabíanllegado,además,dospalabraspronunciadaspor el jinete: «¡Oh dioses!», las restantes fueron sofocadas por el ruidoensordecedor de los cascos de su caballo. Pero esta exclamación: «¡Ohdioses!», logró calmar un tanto al joven. Y alzó de súbito la cabeza yextendiendo los brazos hacia el cielo poblado de estrellas, le dirigió unaplegaria:

—No os imploro a vosotros, dioses —dijo—, cuyos templos estánardiendo ahora, sino a Ti, ¡ohDiosmío! Tú también sufriste. Sólo Tú eresmisericordioso.SóloTúhaspodidocomprendereldolordeloshombres.¡SierescomodicenPedroyPablo,salvaaLigia;tómalaentusbrazosyarráncaladelasllamas!¡Devuélvemelaytomamisangre!Ysinoloquiereshacerpormí, hazlopor ella.Ella te amay confía enTi.Túprometesviday felicidaddespués de lamuerte, y aunque la felicidad perdure en elmás allá, ella noquieremorir todavía. Déjala vivir. ¡Haz que viva! ¡Tómala en tus brazos ycondúcelafueradeRoma!¡Túpuedeshacerlosiasíloquieres!

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Y aquí se detuvo, porque le pareció que su oración corría el riesgo deconvertirseenamenaza,y temióofendera laDivinidaden losmomentosenquemásnecesitabadesuauxilioydesumisericordia.Yseaterrorizóanteesasolaidea,yafindenodarcabidaensumentenialamáslevesombradetalamenaza, empezó de nuevo a azotar a su cabalgadura, especialmente desdequedivisóalaclaridaddelalunalasblancasmurallasdeAricia,puebloqueseencontrabaamitaddecaminodeRoma.

YalcabodepocosmomentosatravesóatodocorrerdelantedeltemplodeMercurio,quesedestacabaporentreunaarboledacercanaaesaciudad.Eraevidentequeenelpuebloteníanyanoticiasdelacatástrofe,porqueseadvertíaunmovimientoinusitadofrentealtemplo.

Asupaso,Viniciopudoveraunamultituddeindividuosagrupadossobrelas gradas y entre las columnas. Estas gentes, que habían acudido conantorchasen lasmanos, seapresurabanacolocarsebajoel amparodeldios.Además,elcaminoyanosehallabatandesiertocomoelquehabíarecorridodesdeArdea.Grupos de personas venían apresuradamente en dirección a laarboledaporsenderoslaterales;peroenelcaminoprincipalseveíantambiénotrosgruposquemarchabanconpremurayquesehacíanaunladoparadejarpasoalvelozjinete.Ydesdelaciudadveníaunconfusorumordevoces.

ViniciopenetróenAriciacomountorbellino,atropellandoyaplastandoavariosindividuosasupaso.Yprontopudoescuchargritosasualrededorde«¡Romaseincendia!¡Laciudadestáardiendo!¡ProtejanlosdiosesaRoma!».

Elcaballotropezóyestuvoapuntodecaer;perorefrenadoatiempoporlamanoférreadeVinicio,sealzódenuevosobresusancas,justamentedelantede la posada en donde el joven tenía un caballo de repuesto. Los esclavos,comosiestuvieranaguardandolallegadadesuamo,estabanenlapuertadelaposada, y al verle, y por orden suya, corrieron uno tras otro en busca delcaballoderefresco.

Vinicio vio aproximarse un destacamento de diez pretorianos montados,que evidentemente se dirigían al pueblo de Ancio llevando noticias, ycorriendohaciaellos,preguntó:

—¿Quépartedelaciudadabarcaelincendio?

—¿Quiénerestú?—preguntóeldecurión.

—Vinicio,tribunodelejércitoyaugustano.¡Respondesobretucabeza!

—El incendio estalló en las tiendas cercanas al Circo Máximo. En losmomentosenquefuimosdespachados,elcentrodelaciudadestabaardiendo.

—¿YelTranstíber?

—Elfuegonohallegadoallítodavía;peroacadamomentoabarcanuevos

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barriosconunafuerzaquenadapuedecontener.Lagentemueresofocadaporelcaloryelhumo.Todasalvaciónesimposible.

Enestemomentoletrajeronelnuevocaballoyeljoventribunosaltósobreélyprosiguiósuvertiginosamarcha.CorríaahoraenladireccióndeAlbano,dejandoaladerechaAlbaLongaysuespléndidolago.

El camino hasta Aricia se extendía desde el pie de la montaña, queocultabaporcompletoelhorizonte.YAlbanosehallabaprecisamentedelotrolado. Pero Vinicio sabía que al llegar a la cumbre vería desde allí no sóloBovillasyUstrino,dondeleaguardabannuevaspostas,sinotambiénlamismaRoma,puesmásalládeAlbanolallanuradelaCampania,situadaamásbajonivel, se extendía por ambos lados de la Vía Appia, a lo largo de la quesolamentelosarcosdelosacueductossealzabanendireccióndelaciudad,nohabiendonadaquepudieraobstruirlavista.

«Desde la altura podré ver las llamas», se dijo, y empezó nuevamente afustigarsucaballo.

Peroaunantesdealcanzarlacumbredelmonte,elvientoqueledabaenelrostrolehizollegarhastaélunfuerteolorahumo,yalmismotiempoadvirtióenlacumbreunosreflejosdorados.

«¡Elincendio!»,pensóVinicio.

Lassombrasdelanochesehabíandisipadodesdehacíaalgúntiempo,elalba había dado paso a la luz y en las alturas más cercanas empezaban anotarseunosdestellosdeoroyrosa,quebienpodíanprovenirdelincendiodeRomaodelacrecienteclaridaddeldía.

Viniciollegóporfinalacumbreyuncuadrohorribleseextendióantesuvista.Todalapartebajasehallabacubiertadehumoysecreeríaqueformabauna sola nube gigantesca apegada a la tierra. En medio de esta nubedesaparecíanciudades,acueductos,casasdecampoyárboles;peromásalládeestaaterradorayenormemasagris,laciudadardíaenlascolinas.Elincendionoteníalaformadeunacolumnadefuego,comosucedecuandoestáardiendounsoloedificio,aunqueseadelasmásvastasdimensiones.Aquélparecíamásbienunalargafajasemejantealaaurora.

Sobre aquel vasto cinturón se alzaba una muralla de humo, en algunossitiosenteramentenegro,enotrosdecolorderosa,enotrosdecolordesangre.Habíalugaresenqueelhumoseretorcíacomoenespirales,enotrossevolvíadensoyenlosmáslejanosseestrechabayretorcíasemejanteaunaserpienteque se extiende y se contrae. Y esa monstruosa ola humeante parecía pormomentos cubrir el cinturón de fuego, que entonces se volvía tan estrechocomouna cinta; pero pormomentos iluminaba el humo en la parte inferior,transformandosusvolutasenondas llameantes.Humoy llamasseextendían

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deunextremodelfirmamentoalotro,cubriéndoloenpartecomounacadenade bosques que ocultaran el horizonte. Los montes Sabinos habíandesaparecidoporcompleto.

Laprimera impresióndeVinicio fuequenosóloestabaardiendo toda laciudad,sinoelmundoentero,yquenohabríaservivientequepudierasalvarsedeaquelocéanodellamasydehumo.Elvientosoplabaconcrecientefuerzadesdelazonadelfuego,trayendohaciaeljoveneloloraquemadoylanieblaqueempezabaaocultarhastalosobjetosmáscercanos.

Era ya de día claro y los rayos del sol iluminaban las cumbres de lascolinasquerodeabanel lagodeAlba.Perolosbrillantesrayosdelamañanaaparecíanrojizosypálidosatravésdelaniebla.

Vinicio,aldescenderenladireccióndeAlbano,penetróenunaregiónenqueelhumosehacíacadavezmenostransparente.Todoaquelpuebloestabaenvueltoenélporcompletoysusalarmadoshabitanteshabíansalidodesuscasas.

AterrabapensarloquesucederíaenRomacuandoyaeradifícilrespirarenAlbano.

LadesesperaciónseapoderónuevamentedeVinicioyelterrorleerizóotravezloscabellos.Peroenseguidaintentódarseánimosasímismo.

«Esimposible—pensaba—queunaciudadempieceaquemarseportodaspartesalavez.ElvientosopladelNorteyempujaelhumoenestadirección.Delotroladonohaynada.YentodocasobastaráqueUrsosalgaporlapuertadelJanículoconLigiaparasalvarlaysalvarse.Eraigualmenteimposiblequetodaunapoblaciónperecieseyque laciudadquegobernabaelmundofueraborrada de la faz de la tierra con todos sus habitantes. Aun en los pueblosvencidos y tomados al asalto entre los horrores del incendio y la matanza,siempre había gentes que sobrevivían; ¿por qué entonces habría de morirLigia?Diosvelabaporella;elmismoDiosquetriunfódelamuerte».

Ydespuésdehaberdiscurridoasí,empezódenuevoaorar;ycediendoauna costumbre inveterada, hizo grandes votos a Cristo, mezclados conpromesasdedonacionesysacrificios.

Una vez que hubo recorrido velozmente la ciudad de Albano, cuyoshabitantes casi todos estaban en los tejados y subidos a los árboles paracontemplarmejorelespectáculodelincendio,setranquilizóalgoyrecobrósusangre fría.Recordó tambiénqueLigia sehallabaprotegidano tan sóloporUrso y Lino, sino asimismo por el apóstol Pedro, y ante esa nueva ideaconsoladora sintió más confortado el corazón. Para él, Pedro era un serincomprensible,casisobrenatural.DesdelanocheenqueleoyóenOstrianumhabíaquedadograbadaensuánimolaextrañaimpresiónqueyahabíadescrito

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en sus cartas a Ligia al principio de su estancia en Ancio, de que hasta laúltimade laspalabraspronunciadaspor el ancianoera cierta,y el tiempo laconfirmaría.

Yelconocimientomásíntimoquedurantesuenfermedadhabíaadquiridodelapóstollehabíaafirmadoenaquellaopinión,quellegóaconvertirseluegoen fe indestructible. Puesto que Pedro había bendecido su amor y le habíaprometido a Ligia, no podía ella perecer entre las llamas. Aunque Romaardiese hasta los cimientos, ni una chispa del incendio caería sobre losvestidosdelajoven.

Bajo la influencia de una noche de insomnio, de aquel galopardesenfrenadoydelasviolentasimpresionesdequeerapresaeljoventribuno,se hallaba ahora poseído de una extraordinaria exaltación, y en este estado,todoleparecíaposible.

Pedrohablaríaalasllamas;aunapalabrasuya,éstasleabriríanpaso,yelapóstol,Ligiaysusacompañantessalvaríanilesosladoblemuralladefuego.Además, Pedro leía en el futuro; era indudable que había previsto aquelincendio, y en ese caso, ¿cómo admitir que no hubiera prevenido a loscristianosyloshubieraconducidofueradelaciudad,yentreellosaLigia,aquien amaba como a una hija? Y la esperanza, que a cada momento sefortalecíamásymás,fuepenetrandoenelcorazóndeVinicio.

SihabíanhuidodelaciudaderaposiblequelosencontraraenBovillaoenelcamino.

Encualquiermomento,elrostroamadopodíaaparecerentreelhumo,quecadavezseextendíamásporlaCampania.

Le parecía esto aúnmás probable desde elmomento en que comenzó aencontrarenelcaminocadavezmáspersonasque,abandonandolaciudad,sedirigíanalosmontesAlbanosparalibrarsedelfuegoyalejarsedelhumo.

Antesde llegar aUstrino sevioobligado adisminuir la velocidadde sucabalgaduraacausadelaaglomeraciónenelcamino.Ademásdelaspersonasquehuíanapie,conlíosalaespalda,seibaencontrandoconcaballos,mulasyvehículoscargadosdeefectos,y,finalmente,hastaconliterasconducidasporesclavos,quellevabanalosciudadanosmásricos.

Ustrino estaba completamente invadido por tal multitud de fugitivos deRoma,queeradifícilpasarporentrelosapiñadosgrupos.Habíaunverdaderoenjambre de individuos en la plaza del Mercado, bajo los pórticos de lostemplosyentodaslascalles.Unoslevantabantiendasdestinadasadarabrigoafamiliasenteras,otrosacampabanalaire libreygritabanyclamabana losdiosesymaldecíanalDestino.

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En medio de tanta confusión era difícil averiguar cosa alguna. Laspersonas a quienes se dirigió el joven o no respondían o, con la miradaenloquecidaporelterror,exclamabanquehabíasonadolahorapostreraparalaciudadyparaelmundo.

Ynuevosgruposdehombres,mujeresyniñoscontinuabanllegandoacadainstantedeRoma,yconellosaumentabaeldesordenyeltumultodelamentosydegritos.

Algunos, perdidos en medio de aquella desatentada multitud, buscabandesesperadamentealossuyos;otrossedisputabanentresíabrazopartidounsitio en donde acampar. Grupos de pastores semibárbaros de la Campaniahabíanvenidotambiénalaciudadyseacercabanenbuscadenoticiasodeunbotínfácildeadquirirenmediodeaquellaconfusión.

Aquíyallá,multituddegladiadoresydeesclavosdetodasnacionalidadesseentregabanalsaqueodelascasasdelaciudadyalataquedelossoldadosqueacudíanendefensadelosciudadanos.

ElsenadorJunio,aquienhallóViniciofrentealaposadaconungrupodeesclavosbátavosquelerodeaban,fuelaprimerapersonaqueledioal jovennoticiasmásdetalladasacercadel incendio.El fuegohabíacomenzadoenelCirco Máximo, en la parte colindante con el Palatino y el monte Celio,extendiéndose con incomprensible rapidez y abarcando todo el centro de laciudad. Jamás, desde la época de Breno, había caído sobre Roma unacatástrofemástremenda.

—El Circo ha quedado completamente destruido —agregó Junio—, asícomo todas las tiendas y casas vecinas; los montes Aventino y Celio estánardiendo.LasllamasquerodeanelPalatinohanllegadohastalasCarenas.

Y Junio, que poseía en este último barrio unamagnífica insula, llena deobrasdeartequeestimabamucho,tomódelsuelounpuñadodepolvosucioy,arrojándolo sobre su cabeza, empezó a llenar el aire con sus desesperadaslamentaciones.Viniciolepusounamanosobreelhombroyledijo:

—Yo también tengo una casa en las Carenas; pero cuando todo perece,¿quéimportaqueperezcaellatambién?—yrecordandoluegoqueacasoLigiapudierahabersetrasladado,siguiendosuconsejo,alacasadeAulo,preguntó—:¿YelVicusPatricius?

—¡Destruidoporelfuego!—replicóJunio.

—¿YelTranstíber?

El senador le miró sorprendido y dijo, oprimiéndose las sienes con lasmanos:

—¿QuénosimportaelTranstíber?

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—¡El Transtíber me importa a mí más que todo el resto del Roma!—exclamóVinicioconvehemencia.

—PuedesllegarhastaallíporlaVíaPortuensis,cercadelAventino;perotesofocaráelhumo.EncuantoalbarriodelTranstíber,nolosé.Amisalida,elfuegono lo alcanzaba todavía; lo que haya sucedido hasta estemomento losabensolamentelosdioses—Juniotitubeóluegoporespaciodeuninstante,yenseguida repuso en voz baja—: Como estoy cierto de que no me has detraicionar,tediréqueéstenoesunincendiocasual.CuandoestabaardiendoelCirconosepermitióalpuebloacudirasalvarlooaextinguirelfuego.Amispropiosoídosllegó,enmediodelincendio,elecodeunmillardevocesquegritaban:«¡Muertealqueintentesalvar!».Yhabíaindividuosquecorríanporlaciudadentodasdireccionesaplicandoantorchasencendidasalosedificios.Y, por otra parte, el pueblo se está sublevando y se oyen gritos de que elincendiodeRomahasidodecretado.Nadamáspuedodecir.¡Aydelaciudad,ay de todos nosotros y ay de mí! ¡Imposible es que la lengua del hombredescribaloqueallíestásucediendo!Lagentepereceentrelasllamasosemataenmediodel tumulto.¡HallegadoparaRomasudíapostrero!—ydenuevorepitió—:¡Ay!¡Aydelaciudadyaydenosotros!

PeroViniciosaltóalcaballoyvolvióaemprenderlacarreraalolargodela Vía Appia. Mas ahora se le hacía muy difícil, sin una verdadera lucha,abrirsepasoatravésdelaoleadadegenteydelamultituddevehículosqueafluíandelaciudad.

Roma,devoradaporunincendiomonstruoso,aparecióantelosespantadosojosdeltribuno.Deaquelmardefuegoydehumoveníauncalorhorrendo,yelrumorclamorosodelosgritosdelasvíctimas,quenoalcanzabaadominarelchirridocrepitantedelasllamas.

VIII

AmedidaqueVinicioseaproximabaa lasmurallaspudoconvencersedequeerayamuchomásfácilllegarhastaRoma,queintroducirseenelcentrodelaciudad.

Resultaba sumamente difícil recorrer la Vía Appia a causa de losnumerososgruposqueobstruíanelpaso.

Casas, campos, cementerios, jardines y templos, todo cuanto había aambosladosdeesavíasehallabaconvertidoencampamentos.Enel templodeMarte,quesealzabacercadelaPuertaAppia,lamultitudhabíaderribadolaspuertasafinderefugiarseenelinteriordurantelanoche.Enelcementerio

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seapoderabandelosmonumentosfunerariosmásgrandesyselibrabanporsuposesiónverdaderasbatallas,llevadashastaelderramamientodesangre.

Ustrino, con su desorden, daba apenas una pálida idea de lo que estabaocurriendodentrodelosmurosdelacapital.Habíacesadotodaconsideraciónpor el derecho de la ley, por los lazos de la familia, por la diferencia deposición.Seveíanesclavosapaleandoalosciudadanos.

GladiadoresembriagadosconelvinosaqueadoenelEmporiumsereuníanen cuadrillas y recorrían dando salvajes gritos las plazas vecinas, formandotumultos y dispersando a la gente para maltratarla y robarle. Grupos debárbaros, destinados a ser vendidos en la ciudad, se habían escapado de lasbarracas en donde se los exhibía. Para ellos, con el incendio y la ruina deRoma, terminabasuesclavitudysonabaa lavez lahoradesuvenganza;demanera que cuando los ciudadanos quehabíanperdido en la catástrofe todocuantoposeíanextendíandesesperadoslosbrazosalosdiosesendemandadeauxilio,estosesclavos,dandoalaridosdeferozalegría,disolvíanaempelloneslos grupos, despojaban de sus vestidos a las personas y arrancaban,robándolas,a lasmujeres jóvenes.Seuníanaellosmultituddeesclavosquehabían servido desde hacía tiempo en la ciudad, desharrapados que nadallevaban encima, excepto unos ceñidores de lana; siniestras cataduras decallejuelayencrucijada,que rarasveces sedejabanver enplenodíapor lascallesycuyaexistenciaenRomanoerafáciladivinar.

Loshombresdeestaturba,germanos,griegos,asiáticos,africanos,tracios,britanos, vociferaban en todas las lenguas de la tierra y desahogaban su irabrutalcreyendoporfinllegadalahoraenqueseveríanlibresyensituacióndetomarvenganzaporsuslargosañosdemiseriaysufrimientos.

Enmediodeaquellaembravecidatropa,alaluzdeldíayalossiniestrosfulgores del incendio, brillaban los yelmos de los pretorianos bajo cuyoamparo se habían colocado los habitantes pacíficos, y quienes, en constanteluchacuerpoacuerpo, seveíanobligadosa rechazarenmuchospuntosa lamultitudfuriosa.

Vinicio había estado presente en asaltos y tomas de pueblos;mas nuncahabían contemplado sus ojos un espectáculo semejante, en el que ladesesperación, las lágrimas y los alaridos de dolor, los gritos de salvajealegría,delocura,elfuroryundesenfrenadodesbordamientosemezclabanyconfundíanenelmásinconmensurablecaos.

Y sobre esta multitud enloquecida y jadeante crepitaba el fuego,extendiéndosedevoradorhastalacumbredelascolinasdelamayorciudaddelorbe,envolviendoasusarremolinadosydespavoridoshabitantesensuhálitode infierno y cubriéndolos de un humo espeso que oscurecía el azul delfirmamento.

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El joven tribuno, gracias a un supremo esfuerzo y exponiendo su vida acada instante, logró al fin llegar hasta la PuertaAppia; pero allí vio que nopodíapenetrarenlaciudadatravésdelaPuertaCapena,nosolamenteporlaobstrucción de las turbas, sino también a causa del terrible calor de laatmósfera dentro de la Puerta. Además, el puente situado en la PuertaTrigémina, frenteal templode laBonaeDeae,yanoexistía,demaneraquetodo aquel que intentase atravesar el Tíber se vería obligado a abrirse pasohasta el puente Sublicio, esto es, rodear elmonteAventino a través de unapartedelaciudadcubiertaporunmardellamas.Yesoeradeltodoimposible.

Vinicio comprendió que le era necesario retroceder hastaUstrino, volverdesde laVíaAppia,atravesarel ríomásabajode laciudady llegarhasta laVíaPortuense,queconducíadirectamentealTranstíber.Yesonoera fácil acausadeldesordenreinanteenlaVíaAppia.

Ibaaserlemenesterabrirsecaminoporallíespadaenmano.YVinicionollevabaarmas.HabíasalidodeAncio talcomoleencontraronen lacasadelCésarlasnoticiasdelincendio.PeroenlafuentedeMercurioseencontróconuncenturiónaquienconocía.

Estehombresehallabaal frentedeunascuantasdecuriasdefendiendoelrecintodeltemplo.Eljovenleordenóquelesiguiera.Yhabiendoreconocidoelcenturiónenélauntribunoyunaugustano,noseatrevióadesobedecerestaorden. Vinicio tomó en persona el mando de aquel destacamento y,olvidándoseenaquellosinstantesdelasenseñanzasdePabloenloreferentealamoralprójimo,empezóaabrirseviolentamentepasoenlínearectaporentrelamultitudconunafebrilprecipitación,funestaparamuchosquenopudieronoportunamentehacerseaunlado.

Él y sus hombres eran seguidos por una lluvia de imprecaciones y depedradas, de todo lo cual no hacíaVinicio elmenor caso, esforzándose tansóloenllegarcuantoantesaespaciomáslibre.Noobstante,avanzabapocoyconlasmayoresdificultades.

Las gentes que había acampadas no tenían voluntad de moverse, y losatropelladoresnohallabanensucaminootracosaqueinjuriasymaldicionescontraelCésarylospretorianos.Lamultitudpresentabaenalgunospuntosunaspectoamenazador.ViniciooíaacadamomentovocesqueacusabanaNerónde haber incendiado la ciudad. Y se amenazaba abiertamente de muerte alCésaryaPopea.Asualrededorseescuchabanlosgritosde«Sannio!,Histrio!¡Matricida!». Algunos clamaban que había llegado la hora de arrojarle alTíber;otros,queRomahabíaagotadolapaciencia.

Porciertoque,deencontrarseuncaudillo,estasamenazashabríanpodidollegar a convertirse en abierta rebelión, pronta a estallar en cualquiermomento.

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Entretanto, larabiayladesesperacióndelpueblosevolvíanencontradelospretorianos,quedifícilmentelograbanabrirsepasoentrelamuchedumbre,acausadequeelcaminosehallabainterceptadoporlamultitud,defardosallíacumuladosdesdeelprincipiodelincendio,decajas,barrilesdeprovisiones,costososmuebles,cunas,camas,carretones,líosderopayotrosefectos.Aquíy allá era necesario luchar cuerpo a cuerpo; pero los pretorianos vencíanfácilmentealamultitudindefensa.

Despuésdehaberatravesadoconmil tropiezoslasVíasLatina,Numidia,Ardea, Lavinia y Ostia, pasando por delante de casas de campo, jardines,cementerios y templos, Vinicio llegó por fin a una aldea llamada VicusAlexandri, pasada la cual cruzó el Tíber. En este sitio había más espacioabiertoymenoshumo.

Por algunos fugitivos, que ni siquiera allí escaseaban, supo que el fuegohabía alcanzado solamente a unas pocas calles del Transtíber; pero que,evidentemente, nada podría resistir a la voracidad del incendio, puesto quehabíagentesqueloextendíanyalimentabanintencionadamente,sinpermitiranadieapagarlo,declarandoqueteníanordendeprocederasí.

El joven tribuno ya no pudo entonces abrigar la menor duda de que elCésarhabíadecretadoelincendiodeRoma,ylepareció,porconsiguiente,queera justaymerecida lavenganzaque reclamabaelpueblo.¿Quémáspodríahaber hecho Mitrídates o cualquiera de los mayores enemigos de Roma?Estabacolmadalamedida;lalocuradeNerónllegabaasermonstruosa,ylaexistencia del pueblo era ya punto menos que imposible a causa de loscriminalescaprichosdeltirano.YViniciocreyótambiénquelahorapostrerade Nerón había sonado, que aquellas ruinas que ya estaban envolviendo laciudad debían necesariamente aplastar al bufón monstruoso, junto con suscrímenes.Bastabatansóloparaelloencontrarunhombredesuficientevalorque se pusiera a la cabeza de aquel pueblo desesperado, y entonces podríasucederaquelloenunaspocashoras.

Yaquíempezaronabullirensucabeza ideasvengativasyaudaces.¿Porqué no sería él ese hombre? La casa de Vinicio, que hasta una épocamuyrecientehabíacontadoconunaseriedecónsules,eraconocidaportodaRoma.

Lasmultitudessólonecesitabanunhombre.Unavez,eldíaenquefueronsentenciados cuatrocientos esclavos del prefecto Pedanio Segundo, habíaestado laciudadalbordede la rebeliónyde laguerracivil. ¿QuésucederíaahoraenpresenciadeunacalamidadhorrendaquesuperabacasiatodocuantohabíatenidoRomaquesufrireneltranscursodeochosiglos?

«Quienquiera que llame a los quirites a las armas —pensó Vinicio—,indudablemente,podráderribaraNerónyvestirasuvezlapúrpura».

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¿Yporquénoharíaélesto?Éleravalienteymásactivoyjovenqueotrosaugustanos… Nerón mandaba treinta legiones, estacionadas hasta en losconfinesdelImperio;¿peronoselevantaríanesaslegionesysusjefesantelanoticiadelincendiodeRomaysustemplos?Yentalcaso,¿Vinicionopodríallegar a ser César? Hasta se decía en secreto entre los augustanos que unadivinohabíapronosticadoqueOtónllegaríaavestirlapúrpura.¿Yenquéeraél inferior a Otón? Por ventura, el mismo Cristo le asistirla con su divinopoder.AcasodeElmismoprocedíaentalmomentoesainspiración.

«¡Ojaláfueseasí!»,exclamóViniciomentalmente.

AsítomaríavenganzadeNerónporlospeligrosquehabíacorridoLigiayporsuspropiostemores;daríaprincipioalreinadodelaverdadydelajusticia;difundiríalareligióndeCristodesdeelÉufrateshastalasnebulosasplayasdeBritaniaycompartiríalapúrpuraconLigia,aquienharíaseñoradelmundo.

Peroestospensamientos,quehabíanbrotadoensucerebrocomobrotaunhaz de chispas de una casa incendiada, se apagaron como éstas. Antes quetodoeranecesariosalvaraLigia.Viniciopudocontemplarahoradecerca lacatástrofe,yentoncesnuevamenteseapoderódesualmaelterror,yanteaquelocéanodehumoydellamas,yantelatremendarealidadmurióporcompletoensupecholafeconqueantescreyeraquePablovendríaenauxiliodeLigia.

La desesperación le dominó por segunda vez al llegar hasta la VíaPortuense,queconducíadirectamentealTranstíber.No logró reponerse sinocuando se hubo encontrado frente a la puerta y escuchado allí de labios demuchosloqueantesledijeranalgunosdelosfugitivos,quelamayorpartedeaquelbarriodelaciudadnohabíasidoalcanzadoaúnporlasllamas;peroqueelfuegohabíaatravesadoelríopordistintospuntos.

ElTranstíberestaballenodehumo,ylosgruposdefugitivosdificultabanelacceso,porquehabiendodispuestolasgentesdeaquelbarriodemástiempopara el salvamento, habían logrado sustraer a las llamas cantidades másconsiderables de efectos. La misma calle principal se hallaba en muchospuntosobstruidaporcompleto,yalrededordelaNaumaquiaAugustaseveíangrandeshacinamientosdebultos.Encuantoalascallesestrechas,enlasqueelhumosedeteníaysevolvíamásdenso,estabandeltodointransitables.

Losmoradoresdeaquelbarriohuíanpormillares.EnsucaminofuetestigoVinicio de escenas aterradoras. En más de una ocasión, dos corrientes deindividuos que escapaban en opuestas direcciones chocaron en un pasajeestrecho, se atropellaron y lucharon a muerte, hiriéndose y pisoteándose.Habíafamiliasqueenmediodeaquel tumultoperdíanaunoovariosdesusmiembros,ymadresquellamabandesesperadamenteasushijos.

Se le erizaron los cabellos al joven tribuno ante la sola idea de lo que

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estaríasucediendoenlospuntosmáscercanosalosfocosdelincendio.

Entreaquelensordecedorestrépitodegritosyalaridoseracasi imposiblehacerpreguntaalgunaoescucharalgunacontestación.

Pormomentos, nuevas columnas de humo, procedentes de la ribera, losrodeaban:yeraunhumonegroytanpesado,quesearrastrabahastaelsuelo,sustrayendo a la vista casas, gentes y objetos, como entre tinieblas de unanochelóbrega.

Perolasráfagasdevientoquealentabanelincendiodisiparonelhumo,ypudoentoncesVinicioalcanzar trasmuchoesfuerzolacalleendondeestabasituadalacasadeLino.

Elcalordeundíadejulio,aumentadointensamenteporelquedabanlasllamasdel incendio, llegóahacerseinsoportable.Elhumoirritabalosojosycegaba;secortabaelaliento.

Aun aquellos de los habitantes que, en la esperanza de que el fuego noatravesaríaelrío,habíanpermanecidohastaentoncesensuscasasempezabanaabandonarlas,yestohacíaqueacadamomentolosgruposaumentaranmásymás.

LospretorianosqueacompañabanaViniciofueronquedándoseatrás.

Enmediodeltumulto,alguienhirióconunmartilloelcaballodeljoven.Elanimal,entonces,echóhaciaatráslaensangrentadacabeza,seencabritóynoquisoseguirasujinete.

Alguno de entre la multitud reconoció poco después en Vinicio a unaugustano,einmediatamenteasualrededorseescuchóelgritode:

—¡MuerteaNerónysusincendiarios!

Estefueunmomentodetremendopeligro;centenaresdebrazossealzaronhacia Vinicio; pero su espantado caballo le arrancó de allí violentamente,pisoteando a su paso a quienes encontraba delante; y unmomento después,una nueva oleada de humo denso penetraba en la calle haciendo en ella laoscuridad.Viendoeljovenqueleeraimposibleproseguirlamarchaacaballo,abandonó su cabalgadura y continuó a pie, deslizándose a lo largo de lasmurallasydeteniéndosepormomentosparadejarpasoalafugitivamultitud.

En su interior iba diciéndose que aquéllos eran esfuerzos vanos.Probablemente,Ligianoestaríaenlaciudadysehabríasalvadorecurriendoalafuga.Seríamásfácilencontrarunalfileralaorilladelmarquealajovenenmediodeaqueltumultoydetanhorriblecaos.

No obstante, quería llegar hasta la casa de Lino, aunque le hubiera decostarlavida.

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Pormomentos se detenía para restregarse los ojos. Luego, rompiendo elbordedesutúnica,learrancóunpedazo,cubriéndoseconéllanarizylaboca,y prosiguió su camino. Amedida que se acercaba a la orilla del río sentíaaumentarlaintensidaddelcalor.

Sabiendo que el fuego había empezado en el Circo Máximo, pensó, alprincipio, que ese calor procedía de sus escombros ardientes, así como delForumBoariumyelVelabrium,que,porhallarsetambiéncercanos,debíandeestaryaconsumidosporlasllamas.

Peroelcalorsehacíayainsoportable.

Unviejoquehuíapenosamenteapoyadoensusmuletasyquefueelúltimoaquienvioeljoven,exclamó:

—¡NoteaproximesalpuentedeCestio!¡Todalaislasehallaenvueltaenlasllamas!

Y,enverdad,eraimposiblehacerseilusionespormástiempo.

AlaentradadelVicusJudeorum,dondeestabasituadalacasadeLino,eljoven tribunovio salir llamasdeentrenubesdehumo.No solamente la islaestabaardiendo,sinotambiénelTranstíber,oporlomenoselotroextremodelacallejaenquevivíaLigia.

RecordóVinicio que la casa deLino estaba rodeada por un jardín; entreeste jardíny elTranstíberhabíaunerialdepocaextensión.Esta idea lediovalor.Porque,probablemente,elfuegosedetendríaenaquellugardesierto.

Alentadoporestaesperanzacontinuósucarrera,sibienahoracadaráfagadeairenosólotraíaconsigonuevasoleadasdehumo,sinomillaresdechispas,queencualquiermomentopodríanpegarfuegoalotroextremode lacalleycortarleasílaretirada.

Porúltimodistinguió,atravésdeaquellacortinadehumo,loscipresesdeljardíndeLino.Lascasasqueseguíanacontinuacióndelerialardíanyacomohacesdeleña,perolapequeñainsuladeLinosehallabatodavíaintacta.

Vinicio dirigió al cielo una mirada de reconocimiento y corrió hacia lacasa,aunqueelairesoloyaquemaba.

La puerta estaba cerrada, pero la abrió de un empellón y se precipitó alinterior.Nohabíaunalmaeneljardín,ylacasaparecíaestarcompletamentedesierta.

«Tal vez se habrán desmayado a causa del humo y del calor», pensóVinicio.

Yempezóallamar:

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—¡Ligia!¡Ligia!

Nohubomásrespuestaqueelsilencio.Hastaallínollegabanotrosruidosquelosdeldistanteincendio.

—¡Ligia!

Desúbitoescuchó losmismos lúgubressonidosqueantesoyera llenodepavorenaqueljardín.Eraevidentequeelfuegohabíallegadohastaellugar,próximoal templodeEsculapio, en la cercana isla, donde se encerraban lasfieras,queempezaronarugirllenasdeterror.Vinicioseestremeciódepiesacabeza.

Por segunda vez, en un momento en que todo su espíritu se hallabaconcentrado en Ligia, le contestaban esas horrendas voces como unaprediccióndeinfortunioycomoextrañospresagiosdeunnefastoporvenir.

Pero esta impresión fue breve, porque el estruendo de las llamas, másterribleaúnquelosrugidosdelasbestiasferoces,leobligaronanodesviarsuspensamientos.Ligianocontestabaasusllamamientos,perobienpodríaestardesvanecidaoasfixiadaenaqueledificioamenazadodetaninminentepeligro.

Vinicioseprecipitóalinterior.Elpequeñoatriumestabadesiertoyllenodehumo.Alllegaralapuertaqueconducíaalosdormitoriosdistinguiólallamadeunapequeñalámparay,acercándoseaella,vioellararium,enelquehabíaunacruzenvezdelares.Debajodeellaardíauncirio.Porlacabezadeljovencatecúmenoatravesó,conlarapidezdeunrelámpago,elpensamientodequeaquella cruz le había enviado el cirio, a favor de cuya luz acaso pudieraencontraraLigia.Asípues,locogióysedirigióalosdormitorios.

Llegóalprimero, separó las cortinasy, conservandoel cirio en lamano,miróasualrededor.

Allí tampocohabíanadie.PeroVinicioestabasegurodequeaquéleraeldormitoriodeLigia,porquesusvestidossehallabancolgadosenclavosdelosmurosysobreel lechohabíauncapitium,opiezaajustadadevestir,quelasmujeres llevaban directamente sobre la piel. Vinicio se apoderó de ella, lallevóasuslabiosy,colocándolasobresubrazo,continuósuspesquisas.

Lacasaerapequeña,demaneraqueenpocosinstantespudorecorrertodossusaposentosyaunlabodegamisma.Enningunaparteencontróunalma.EraevidentequeLigia,LinoyUrso,contodoslosdemáshabitantesdeesetrozodecalle,sehabíanpuestoasalvorecurriendoalafuga.

«Es necesario que los busque entre la multitud que ya ha salvado laspuertasdelaciudad»,pensóVinicio.

No le sorprendió el no haberlos encontrado en laVía Portuense, porquebien podrían haber huido del Transtíber por el lado opuesto, a lo largo del

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monteVaticano.Entodocaso,porlomenos,sehabríanlibradodelfuego.

Leparecióqueselequitabadeencimaungranpeso.

Ciertamente comprendía el terrible peligro que habría rodeado a la fuga,peroleconsolabaelpensarenlasfuerzassobrehumanasdeUrso.

«Esmenester—sedijo—quemepongaasalvoylleguehastalosjardinesdeAgripina,pasandopor losdeDomicio,endondelosencontraré.ElhumonoserátandensoallíacausadelvientoquesopladesdeelmonteSabino».

Y,enverdad,erayatiempodequepensaraensupropiasalvación,pueselrío de fuego afluía cada vezmás hacia aquel punto desde la isla, y nuevasoleadasdehumocubríanahoralacallecasiporcompleto.Elciriodequesehabía servido para alumbrarse en el interior de la casa fue apagadopor unacorrientedeaire.

Vinicioseprecipitóhacia lacalleycorriócon todassus fuerzasa laVíaPortuense,pordondehabíavenido.Elfuegoparecíaperseguirleconsuhálitoabrasador,envolviéndoleennuevasnubesdehumo,ocubriéndoledechispas,que caían sobre sus cabellos, su cuello y sus vestidos. La túnica empezó aquemársele por varios puntos, de lo que no se preocupaba, sino que seguíacorriendo por temor a que le sofocara el humo. Sentía un sabor a humo yhollínyteníalagargantaylospulmonescomosiestuvieranabrasadosporelfuego.Selehabíasubidolasangrealacabeza,ypormomentosveíatodoslosobjetos,hastaelmismohumo,decolordefuego.

Luego pensó: «¡Esto es fuego vivo! ¡Sería preferible queme arrojase alsueloymedejasemorir!».

Aquella carrera le fatigaba cada vez más. Su cabeza, cuello y hombrosestaban inundados de sudor, que le abrasaba como agua hirviendo. De nohaber sido por el nombre de Ligia, que repetía en pensamiento, y por sucapitium, que llevaba atado alrededor de la boca, habría caído al suelo.Algunos momentos después no pudo ni conocer la calle por donde ibacorriendo.El sentido le ibaabandonandopaulatinamente; recordaba tan sóloqueeranecesariocorrer,porqueenelcampoabierto,situadoaltérminodesucarrera,leaguardabaLigia,quelehabíasidoprometidaporelapóstolPedro.

Y,de súbito, seapoderódeélunaespeciedeprodigiosaconvicción,quecasiteníaloscaracteresdeundeliriofebrilyseasemejabaaunavisióndelasqueprecedenalamuerte.Sedecía,asimismo,queteníaqueverla,casarseconellayluegomorir.Yseguíacorriendocomounebrioytambaleándosedeunladodelacalleaotro.

Entretantoseverificóuncambioenaquelmonstruosoincendioquehabíaabrasado la ciudad gigantesca. Lo que hasta entonces había sido sólo un

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conatodefuegoparecióestallarvisiblementeyconvertirseenunsolomardellamas;elvientohabíacesadoyadetraerconsigonubesdehumo,ylasquesehabían acumulado en las calles fueron arrebatadas por un loco torbellinodeaire asfixiante. Este torbellino arrastraba consigo millones de chispas, demaneraqueVinicioibacorriendocomoenvueltoenunanubedefuego.Peroellolepermitíavermejorsucamino,yunmomentodespués,casicuandoyaestaba próximo a caer, divisó cercana la esquina de la calle. Dobló estaesquina y se encontró en una calle que conducía a la Vía Portuense y alCampoCodetano.

Las chispas dejaron ahora de rodearle y comprendió que si podía llegarhastalaVíaPortuensesehallaríaasalvo,auncuandosedesmayaraenseguida.Al extremo de la calle distinguió una nueva nube de humo que, a primeravista,cerrabaallíelcamino.

«Siesoeshumo—pensó—nopodrépasar».

Yprosiguiósucarreraconloquelequedabadefuerzas.

En el camino arrojó su túnica (que, quemada por las chispas, le estabaabrasando,comolatúnicadeNeso)yconservótansóloelcapitiumdeLigiaalrededordesucabezaysobrelaboca.Cuandohuboavanzadounpocomáslejospudoverqueloquehabíatomadoporhumoeraunanubedepolvo,deentrelaqueselevantabauntumultodevocesydegritos.

«La canalla se está entregando al saqueo», pensó Vinicio; pero siguiócorriendohaciaelpuntodedondeprocedíanlasvoces.

Entodocaso,allíhabríagentequepudierasocorrerle.

Y,alentadoporestaesperanza,pidióauxiliocontodassusfuerzasantesdellegarhastaellos.Peroéstefuesuúltimoysupremoesfuerzo.Sintióqueunanuberojapasabapordelantedesusojos;faltóaireasuspulmonesyvigorasus músculos y cayó al suelo. Pero le habían oído, mejor dicho, le habíanvisto.

Doshombresacudieronllevandoenlasmanossendascalabazasllenasdeagua.Vinicio,quehabíacaídoalsuelodesfallecidoporagotamiento,perosinperder los sentidos, se apoderó con ambasmanosde unade las calabazas yvaciólamitaddesucontenido.

—Gracias—dijo enseguida—; ponedme tan sólo en pie y podré seguircaminando.

El otro obrero le bañó la cabeza, y ambos le alzaron del suelo y lecondujeron hacia los demás, que le rodearon preguntándole qué tenía. EstasolicitudsorprendióaVinicioypreguntó:

—¿Quiénessois?

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—Estamosaquíderribandocasasparadetenerelfuego,impidiendoasíquealcancelaVíaPortuense—contestóunodelosobreros.

—Habéisvenidoenmiauxiliocuandomefaltabanyalasfuerzas.Osdoyporellolasgracias.

—Nonosestápermitidonegarnuestraayuda—contestaronmuchasvoces.

Vinicio,queaquellamañana,desdemuytemprano,sólohabíaencontradoen su camino brutales turbas saqueadoras y asesinas, contempló con másatenciónlossemblantesdelaspersonasquelerodeabanydijo:

—Queospremie…Cristo.

—¡Alabadoseasunombre!—exclamótodouncorodevoces.

—¿Lino…?—preguntóVinicio.

Pero no le fue posible terminar su pregunta ni escuchar la contestación,porque,enseguida,sedesmayóacausadelasemocionesexperimentadasydelagotamiento de fuerzas. Sólo volvió en sí en el CampoCodetano, y allí seencontróenunjardín,rodeadodealgunoshombresymujeres.

Lasprimeraspalabrasquedijofueron:

—¿DóndeestáLino?

Porespaciodealgunosmomentosnohuborespuesta; luego,unavozqueVinicioconocíadijoderepente:

—SefuehacedosdíasaOstrianumporlaPuertaNomentana.¡Quelapazseacontigo,ohreydePersia!

VinicioseincorporóentoncesyvioaQuilónantesusojos.

—Tucasasehabráincendiadociertamente,¡ohseñor!—dijoelgriego—;porqueelbarriodelasCarenassehallaenvueltoporlasllamas;perotúserássiempretanpoderosocomoMidas.¡Oh,quédesgracia!Loscristianos,¡ohhijodeSerapis!,hanpredichodesdehace largo tiempoqueel fuegodestruiría laciudad.PeroLino, acompañadode lahijade Júpiter, sehalla enOstrianum.¡Oh,quédesventuraparaestaciudad!

Eljovensesintiódesfallecernuevamente.Luegopreguntó:

—¿Loshasvistotú?

—Sí, señor. Doy gracias a Cristo y a todos los dioses por habermeconcedidoelpodercorresponderatusbeneficiosconestabuenanoticia.Pero¡ohOsiris!,hedepagarteaúnmejor,lojuroporestaRomaincendiada.

La tarde iba cayendo; pero en el jardín se veía como de día, pues elincendio había seguido en aumento. Parecía ya que no sólo se estaba

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quemando la ciudad en diversos puntos, sino en toda su extensión. Elfirmamentoestabainflamadoentodoslospuntosquelavistapodíaalcanzar;ysobreelmundoreinólanocheroja.

IX

Laluzprocedentedelamonstruosallamaqueenvolvíalaciudadllenabaelhorizontehastadondepodíaabarcarlamirada.Lalunasealzógrandeyllenadetrásde lascolinasyparecía inflamada tambiénporel fuego rojizo,que laasemejabaaunaascuadebronce.Parecíaestarcontemplandoatónitalagranruinadelaciudadquehabíagobernadoelmundo.

En la inmensa bóveda del cielo, quemostraba un tinte de color de rosa,brillabanencendidas lasestrellas;pero, contra loque sucedíahabitualmente,ahoralatierraostentabafulgoresmásvivosquelosfulgoresdelcielo.

Roma,semejanteaunapiragigantesca,iluminabatodalaCampania.Alosresplandoresdeaquellaluzdecolordesangreseveíanalolejoslosmontesylospueblos,lascasasdecampo,lostemplosymonumentosylosacueductosque se extendían hacia la ciudad desde las colinas adyacentes; sobre losacueductos había verdaderos enjambres de gente que habían encontrado susalvaciónoacudidoacontemplarelincendio.

Entretanto, el terrible elemento seguía abarcando nuevos barrios de laciudad.

Era imposible abrigar dudas acerca del hecho de que había manoscriminales encargadas de propagar el fuego, puesto que a cada instanteestallaban nuevos incendios, aun en puntos situados a remota distancia delfocoprincipal.

Desde las alturas sobre las que se hallaba Roma edificada afluían lasllamas como olas delmar hacia los valles, densamente ocupados por casas,edificiosdecincoyseispisosllenosdetiendas,barracas,anfiteatrosportátilesde madera destinados a representaciones de diverso carácter; y, finalmente,almacenesde leña, aceitunas, granos, nueces, piñones (fruto esteúltimoqueservíaparalaalimentacióndelamayorpartedelapoblaciónmenesterosa)yvestidos,que,por favordelCésar, se repartíande tiempoen tiempoentre laplebehacinadaenlasbarracasdelascallesestrechas.Habiendoencontradoelfuegoenesossitiosabundanciademateriasinflamables,produjounaseriedeexplosioneseinvadiócallesenterasconincreíblerapidez.

La gente acampada en las afueras de la ciudad o sobre los acueductospodía distinguir, por el color de la llama, lo que se estaba quemando. La

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furiosa violencia del viento arrastraba fuera de aquel ígneo golfomillares ymillonesdecáscarasdenuecesenrojecidasporelfuego,ydealmendras,que,lanzadas de súbito al aire como innumerables bandadas de brillantesmariposas,estallabanruidosamenteenelaire,obien,arrastradasporelviento,iban a caer sobre otros barrios y sobre los acueductos y campiñas querodeabanaRoma.

Toda idea de salvamento parecía imposible; aumentaba la confusión deinstante en instante, porque,mientras por una parte la población salía de laciudadescapandopor todas laspuertas,porotra, el incendiohabíaatraídoamillares de individuos de las inmediaciones, habitantes de los pueblospequeños,campesinosypastoressemisalvajesdelaCampania,atraídosporlaideadelpillaje,lamultitudnocesabadegritar:«¡Romaperece!».Laruinadelaciudadparecíahaberpuestofinatodogobiernoyrelajadolosvínculosquehastaentonceshabíanunidoalpuebloenunsolocuerpo.

Laplebe,entrelaqueabundabanmáslosesclavosylosextranjeros,nosepreocupabaenabsolutodelseñoríodeRoma.Solamenteladestruccióndelaciudadpodíalibertarlos:deahíqueselosvieraenactitudamenazadora.Ylosactos de violencia, de robo y de saqueo se propagaban por todas partes yparecíaqueelespectáculodeaquellaciudadqueelfuegoibadevorandoeraloúnicoquereteníalaatenciónpública,impidiendoporelmomentoelestallidoasesino, que habría de empezar tan pronto como la metrópoli quedaraconvertidaenunmontónderuinas.

Centenares de miles de esclavos, olvidando que Roma, además de sustemplosydesusmurallas,poseíaalgunasdecenasdelegionesentodaspartesdel mundo, parecían estar tan sólo esperando una palabra de orden y uncaudillo.EntreelpuebloempezabanarecordaraEspartaco,peroEspartacoyanoexistía;y,entretanto,losciudadanossereuníanysearmabandecualquiermanera.Lasnoticiasmásmonstruosasibancirculandoportodaslaspuertas.

DeclarabanalgunosqueVulcano,porordendeJúpiter,estabadestruyendolaciudadconfuegoemanadodelinteriordelatierra;otros,queVestaestabaasí vengando a Rubria. Los individuos imbuidos en estas creencias no sepreocupaban de salvar nada, sino que, tomando por asalto los templos,implorabanenelloslacompasióndelosdioses.PeroloquemásgeneralmentecirculabaeralaversióndequeelCésarhabíadadoordendequemarRomaafinde librarsede losoloresqueproveníandelbarriodelSuburrayconstruirunanuevaciudadconelnombredeNeronia.

Yunaviolenta ira se apoderabadelpopulachoante esta idea;demaneraque si, como lo había pensado Vinicio, cualquier caudillo hubiera queridoaprovecharse de esa explosión de odio, la hora postrera deNerón se habríaanticipadoalgunosaños.

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Sedecía,también,porotros,queelCésarsehabíavueltolocoyqueprontovendríaunaordensuyadadaalospretorianosygladiadoresparaquecayesensobreelpuebloehiciesenunamatanzageneral.Otrosjurabanporlosdiosesque,porordendeBarbasdeCobre,sehabíanabiertoalasfieraslaspuertasdetodoslosvivariadelaciudad.Yhabíahombresqueafirmabanhabervistoporlas calles a leones con las melenas encendidas, y a elefantes y bisontesenfurecidosaplastandoalaaterrorizadamultitud.

Algunaverdadhabíaenestos rumores,porqueeraciertoque,enalgunospuntos de la ciudad, los elefantes, a la vista del fuego que se aproximaba,habían forzado las puertas de los vivaria y recobrado su libertad,precipitándosefueradelazonadelfuego,llenosdelocoterror,arrasandotodoasupasocomounatempestad.

Los rumores circulantes calculaban en decenas de miles el número devíctimassacrificadasenaquelincendio.Yenverdadquelasvíctimashabíansidonumerosas.Muchaspersonas,despuésdehaberperdidotodoslosbienes,ovistopereceralosseresmásqueridos,searrojabanalasllamasdominadasporladesesperación.Otrosmoríanasfixiadosporelhumo.

En el centro de la ciudad, en elCapitolio, por un lado, y elQuirinal, elViminalyelEsquilmo,porelotro,comotambiénentreelPalatinoyelmonteCelio,endondelascallessehallabanocupadasporunapoblaciónmásdensa,elfuegohabíaempezadoentantospuntosalavez,quemultituddepersonas,al huir en una dirección, se encontraban inesperadamente detenidas por unanuevamuralladefuegoquelescerrabaelpasoymoríandemuertehorribleenmediodeuncírculodellamas.

Dominadaporelterror,laperturbaciónyelfrenesí,lagentenosabíahaciadóndeescapar.Lascallessehallabanobstruidasporlasmercancíasyefectos,que en los lugares estrechos las cerraban por completo. Los que se habíanrefugiado en los mercados y plazas de la ciudad, donde se alzó después elanfiteatrodeFlavio,cercadeltemplodelaTierra,delPórticodeSilvia,ymásarriba,enlostemplosdeJunoydeLucina,entreelClivusVirbuisylaantiguapuerta Esquilina, perecieron abrasados por unmar de fuego. En los lugaresque aún no habían sido alcanzados por las llamas se encontraronmás tardecientosdecuerposcarbonizados,apesardequealgunosdeestosdesgraciadoshabían tratado de preservarse del fuego arrancando piedras del suelo yenterrándosehastamediocuerpo.

Casi ninguna de las familias que habitaban en el centro de la ciudadsobreviviócontodossusmiembrosalnefastosuceso;deahíquealolargodelasmurallas,enlaspuertasyportodosloscaminosseoyeranlosdesesperadosalaridos de lasmujeres que llamaban con tiernos nombres a los que habíanperecidoatropelladosporlamultitudodevoradosporelfuego.Yasí,entanto

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que algunos imploraban a los dioses, otros blasfemaban a causa de laespantosacatástrofe.YseveíanancianosqueveníanhaciaeltemplodeJúpiterLiberator,alzabanlosbrazosyexclamaban:

—¡EresLibertador,salvatualtarysalvalaciudad!

Pero la desesperación imprecatoria del pueblo se volvía principalmentehacia los antiguos dioses romanos, que, en opinión del populacho, estabanobligados a velar por la ciudad con más solicitud que los otros. Habíanresultado impotentes; de ahí que sobre ellos llovieran las injurias. Por otraparte había sucedido en laVíaAsinaria que, almostrarse una compañía desacerdotesegipciosconduciendolaestatuadeIsis,queacababandesalvardeuntemplocercanoalaPuertaCelimontana,unamultituddegenteseprecipitóhacia ellos, se unió al carro y lo condujo hacia la Puerta Appia y,apoderándosede la estatua, la colocó en el templodeMarte, atropellandoyderribando a los sacerdotes de esta deidad que se atrevieron a oponerleresistencia.

Enotros puntos, el pueblo invocaba aSerapis, aBaal o a Jehová, cuyosadeptos, salidos de todas las callejuelas situadas en las inmediaciones delSuburraydelTranstíber,ensordecíanconsusgritos lascampiñascercanasalos muros. En medio de estos gritos se oían exclamaciones de triunfo, ycuandoalgunosdelosciudadanosvinieronaunirseaestecoroyaglorificaral«Señor delmundo», otros, indignados ante estas voces de júbilo, intentabansofocarlaspormediodelaviolencia.

Aquíyalláseescuchabantambiénalgunoshimnoscantadosporhombresqueestabanen la florde lavida,porancianos,pormujeresyniños;himnosadmirablesysolemnes,cuyosignificadonocomprendíanlosdemás;peroenlosqueserepetíanlaspalabrassiguientes:«¡HeaquíquevieneelJuezeneldíadelairaydeldesastre!».

Y todas estas inquietas y desveladas multitudes rodeaban la ciudadincendiadacomounocéanoagitadoenplenatempestad.

Peronisudesesperación,nisusblasfemias,nisushimnosdabanresultadoalguno.Eldesastreparecíatanirresistible,completo,implacableyfatalcomoelDestino.CercadelanfiteatrodePompeyo,elfuegoalcanzóunosdepósitosdecáñamoydecuerdasque seempleabanen loscircosyarenas, juntocontodaslasmaquinariasdequehacíanusoenlos juegospúblicos,yaaquellosedificiosadyacentesen losquesealmacenabanbarrilesdepezparaembrearlascuerdas.

Alcabodeunaspocashoras,todaaquellapartedelaciudadsituadadetrásdelCampodeMarteseiluminóconunagranllamarojatanbrillante,quepormomentosparecióalosespectadores,casi inconscientesporel terror,queen

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medio de aquella universal ruina se había trastornado hasta el orden de laNaturaleza,sehabíavueltolanochedía,yqueesefulgorextrañoeralaluzdelsol.Perounpocodespués,unmonstruosoresplandorsangrientodominótodoslosdemásfulgoresdelasllamaspolícromas.

Desde aquel mar de fuego se lanzaban hacia la incendiada atmósferagigantescasfuentesycolumnasígneas,quesefraccionabanensuscúspidesyseextendíanformandocaprichosamenteunasramasoplumasdefantásticosymúltiplesaspectos.Elvientoselasllevabaenseguidatransformadasencintas,hilosychispasdeoro,barriéndolasluegosobrelaCampaniayendirecciónalosmontesAlbanos.

Lanochesehizomásclara;elairemismoparecíacomoimpregnadodelafulgurante diafanidad de la luz y del intenso calor de las llamas. El Tíberparecíaarrastrarensusaguasfuegovivo.Ladesventuradaciudadseahallabaconvertidaenunverdaderoinfierno.

Y el incendio seguía propagándose más y más; tomaba los montes porasalto,inundabalasllanuras,cubríalosvallesyseenfurecía,rugíayatronaba.

X

Macrino, un tejedor a cuya casa fue trasladadoVinicio, le bañó y le diovestidos y alimentos. Cuando el joven recobró por completo las fuerzasdeclaró que se proponía seguir buscando a Lino aquella misma noche. Eltejedor,queeracristiano,confirmólasnoticiasdeQuilónydijoaVinicioqueLinosehabíaidoenunióndeClemente,elpreladosuperior,aOstrianum,endondePedrodebíabautizaraunamultituddeseguidoresdelanuevafe.

En este barrio de la ciudad se sabía, por los cristianos, que Lino habíadejado desde hacía dos días su morada a cargo de un cierto Gayo. ParaVinicio,éstaeraunapruebadequeniLigianiUrsohabíanquedadoenlacasa,ydequeellostambiénhabíanpartidoparaOstrianum.Yestaidealeconfortósobremanera.

Linoeraunancianoparaquien seríadifícil caminardiariamentehasta ladistante Puerta Nomentana y luego regresar al Transtíber; de ahí que fueraprobablequeduranteesosdíassehospedasefueradelasmurallas,encasadealgún correligionario, y en compañía de Ligia y de Urso. Y así habríanescapado del incendio, que, en general, no había alcanzado aún la laderaopuestadelEsquilino.

VinicioveíaentodoestolamanoprovidencialdeCristovelandosobreél,y su corazón rebosabamásquenunca amorygratitud.Yprometíadesde lo

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íntimodesualmaquesabríapagar,auncuandofueseconlapropiavida,tanevidentes señales de protección. Pero eso le impelía con mayor premura adirigirseaOstrianum.

EstabasegurodehallaraLigia,aLinoyaPedro;yse los llevaría lejos,muylejos,aunadesuspropiedades;aSiciliasifueraposible.

QuesequemaraRomaentretanto;alcabodeunoscuantosdíasnoseríalaciudadmásqueunmontóndeescombros.¿Aquépermanecer,entonces,comoespectadoresdeldesastreyenmediodeunpopulachoenfurecido?

En sus tierras, multitud de esclavos obedientes los rodearían y seencontraríanenmediodelatranquilidaddelcampoyviviendoenpazbajoelaladeCristoylabendicióndePedro.«¡Oh,sipudierahallarlosahora!».

Peronoeraéstaunaempresafácil.RecordabaViniciolasdificultadesqueselehabíanpresentadoparallegardesdelaVíaAppiaalTranstíber,ycómosehabíavistoenlanecesidaddehacerunrodeoparaalcanzarlaVíaPortuense.Sedecidió,portanto,arodeartambiénahoralaciudadendireccióncontrariaala que había tomado antes.Yendo por laVía Triumphatoris le sería posiblellegarhastaelpuenteEmilio,seguiralolargodelrío,pasardeallíalmontePincio,todoelCampodeMarte(porfueradelosjardinesdePompeyo,Lúculoy Salustio) y abalanzarse, por fin, aun cuando fuese a empellones, a laVíaNomentana. Sería éste el itinerario más corto; pero Quilón y Macrino leaconsejaronquenolosiguiera.

Ciertamente, el fuego no había devorado aún aquella parte de la ciudad;pero era posible que todas las plazas, los mercados y calles estuvierancompletamenteobstruidosporlaplebeyporlosefectosymercancíasenellosamontonados.

QuilónfuedeopiniónqueemprendieramásbiensucaminoporelCampoVaticano hasta la Puerta Flaminia, cruzara el río en ese punto y prosiguiesedesdeallí,por fuerade lasmurallas,másalláde los jardinesdeAcilio, a laPuertaSalaria.Vinicio,despuésdeunmomentodevacilación,asintióaesteconsejo.

A Macrino le era imposible acompañarle, pues debía permanecer alcuidadode su casa; pero le proporcionódosmulas, que también habrían deserviraLigiaenunviajeulterior.Quisocederle,asimismo,unesclavo;masVinicionoloaceptó,creyendoqueelprimerdestacamentodepretorianosqueencontraraensucaminohabríadeponerseasusórdenes.

Pronto, él y Quilón se pusieron en marcha, atravesando el PagusJaniculensisparallegarhastalaVíaTriunfal.Allíhabíatambiénvehículosenlos sitios abiertos; pero lograronpasar a través de ellos conpocadificultad,pues lamayor parte de los habitantes había huido por laVía Portuense con

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direcciónalmar.

MásadelantedelaPuertaSeptimiasiguieronentreelríoylosespléndidosjardinesdeDomicio;losaltoscipresesestabanallíenrojecidosporelincendio,como si los iluminara el fulgor del crepúsculo. Luego fue haciéndose elcaminomásymásdespejado,ypormomentossóloteníanambosjinetesquelucharcontralacorrientedecampesinosqueveníanensentidoopuesto.

Vinicio espoleaba incesantemente a su mula, mientras Quilón, que leseguíamuydecerca,ibacasitodoeltiempohablandoconsigomismo.Yasídiscurría:

«Bien;yahemosdejadoatráselfuego,queahoranosvienecalentandolasespaldas.Jamáshaestadomejoralumbradoestecaminodurantelanoche.¡OhZeus!Si no envías pronto sobre ese fuego torrentes de lluvia será necesarioconfesarqueyanotienesamoraRoma.Porqueelpoderdeloshombresnoessuficienteparaextinguiresasllamas.¡EstaeslaciudaddelacualGreciayelmundoenterodependían!Yahora,elprimergriegoquepasedelantedeellapuedetostarjudíasensusescombros.¿Quiénlohubierapensado?Yahorayano existiráRomani gobernantes romanos.Quienquiera quedeseehollar suscenizas, aunque éstas se hayan enfriado, y pasar silbando sobre ellas podráhacerloyasinelmenorpeligro.¡Ohdioses!¡Silbarsobreunaciudadquehasido la dueña delmundo! ¿Qué griego, nimuchomenos qué bárbaro, pudojamás esperar eso? Y, sin embargo, se puede silbar; porque un montón decenizas,procedadelhumildehogardeunpastorodeunaciudadincendiada,nunca será otra cosa que un montón de cenizas que, más tarde o mástemprano,hadeaventarelaire».

Ymientrasdecíaestosevolvíadecuandoencuandohaciael incendioycontemplaba las ondas llameantes con una expresión llena de malicia y decomplacencia.

«¡Yestápereciendo!¡Pereciendo!—continuabadiciendo—.Ynovolverájamásalevantarsesobrelatierra.¿Adóndemandaráelmundoahorasutrigo,susaceitunasysustesoros?¿Quiénleestrujarádeahoraenadelantealavezoro y lágrimas?Elmármol no se quema, pero se desmorona al fuego.Y elCapitolio ha de convertirse en polvo, y en polvo también el Palatino. ¡OhZeus!Romahasidounaespeciedepastor,y lasdemáspersonas, lasovejas.Cuandoelpastorsentíahambrematabaaunaoveja,secomíasucarne,yati,¡oh padre de los dioses!, ofrecía la piel. Y ahora, ¿quién, ¡oh tú, poderososeñordelasnubes!,seencargarádeesasmatanzas,yenquémanospondrás,ellátigodelpastor?PorqueRomaestáardiendo,¡ohpadre!,tancompletamentecomosilahubierafulminadounodetusrayos».

—¡Apresúrate!—gritó en estemomentoVinicio—. ¿Qué estás haciendoahí?

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—¡Señor,estoyllorandosobreRoma,estaciudaddeJúpiter!

Durantealgúntiemposiguieroncaminandoensilencio,atentosalretumbardelincendioyalbatirdelasalasdelasaves.Porqueunamultituddepalomas(que tenían sus nidos en las casas de campo y en pequeños pueblos de laCampania),ytambiéntodaclasedeavesprocedentesdelasorillasdelmaryde lasmontañasvecinas, confundiendo, acaso, los resplandoresdel incendioconlaluzdelsol,volabanporbandadasyciegamentehaciaelfuego.

Viniciofueelprimeroqueinterrumpióelsilencio,diciendo:

—¿Dóndeteencontrabascuandoestallóelincendio?

—MedirigíaacasademiamigoEuricio,quienteníaunatiendacercadelCircoMáximo,yprecisamentemehallabameditandoacercadelasenseñanzasdeCristo, cuandounoshombresempezaronagritar:«¡Fuego!».Lagente sereunióentoncesalrededordelcircoparasalvarloollevadosporlacuriosidad.Perocuandolasllamasseadueñarondeélycomenzaronaaparecerenotroslugares,tuvequepensarenmipropiasalvación.

—¿Vistealosindividuosquearrojabanantorchasencendidasdentrodelascasas?

—¡Quénohevistoyo,ohnietodeEneas!Viamuchosqueseabríanpaso,espada en mano, entre la multitud; y he presenciado combates y he vistoentrañashumanaspisoteadasenelpavimento.¡Ah!,sihubierassidotestigodetalcosa,tehabríasimaginadoquelosbárbarosacababandetomarlaciudadyestabanefectuandounamatanza.Lagentegritabaquehabíallegadoelfindelmundo. Algunos perdieron la cabeza por completo y aguardabanestúpidamenteaquelasllamashicieranpresaenellos.Unosquedabancomoanonadados,otrosdabanalaridosdesgarradores;pero tambiénhevistohastaquieneslanzabanalaridosdealborozo.¡Ohseñor!,existenmalasgentesenelmundo, que no saben estimar en su valor los beneficios de vuestro suavegobiernoyesasjustasleyes,envirtuddelascualesdespojáisalosdemásdecuanto poseen para apoderaros de ello. Esas gentes, ya lo veis, no sabenconformarseconlavoluntaddeDios.

Vinicio se hallaba demasiado absorto en sus propios pensamientos parafijarse en la ironía que palpitaba en las palabras de Quilón. Unestremecimientodehorrorsehabíaapoderadodetodosucuerpoantelasimpleidea de que Ligia hubiera podido encontrarse en medio de aquel caos, enalgunadeesasterriblescallesenquesepisoteabanlasentrañashumanas.Deahíque,aunquehabíapedidoporlomenosdiezvecesaQuilónquelerefiriesetodocuantopudierasaber,sevolviódenuevohaciaélylepreguntó:

—Perodime:¿losvisteenOstrianumcontuspropiosojos?

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—Los he visto, sí, ¡oh hijo deVenus!Vi a la doncella, al buen ligio, alsantoLinoyalapóstolPedro.

—¿Antesdelincendio?

—¡Sí,antesdelincendio!¡Mira!

PeroenestemomentosurgióenelánimodeVinicioladudadesiQuilónestaría diciendo verdad o engañándole. Y entonces refrenó la mula paraacercarsemásalviejogriegoy,mirándoleconaireamenazador,dijo:

—¿Quéestabashaciendoallí?

Esta pregunta confundió a Quilón. Cierto que a él, como amuchos, lesparecía que con la ruina de Roma vendría también el fin de la dominaciónromana. Pero entretanto se hallaba a solas con Vinicio y recordaba que eljovensoldadolehabíaprohibido,bajopenadeterriblescastigos,queespiasealoscristianos,yenespecialaLinoyaLigia.

—Señor—dijo—:¿Porquénoquierescreerquelosamo?Yasíes.EstuveenOstrianumporquesoycasicristianoya.Pirrónmehaenseñadoaestimarmáslavirtudquelafilosofía;deahíque,dedíaendía,meapeguemásalaspersonas virtuosas. Por otra parte soy pobre; y cuando tú, ¡oh Júpiter!, tehallabasenAncio,confrecuenciapadecíhambresobremis libros.Asípues,hesolidosentarmedelantedelamuralladeOstrianum,porqueloscristianos,aunque pobres, distribuyen más limosnas que todos los demás habitantesjuntosdeRoma.

Esta explicación pareció suficientemente plausible a Vinicio, quienpreguntóentoncesconmenosseveridad:

—¿YnosabesdóndeviveLinoahora?

—Unavezmecastigastecruelmentepormicuriosidad—replicóelgriego.

Viniciocallóyprosiguieronsucamino.

—¡Ohseñor!—dijoQuilón,despuésdealgunosmomentos—,anoserpormínohabríasencontradoaladoncella,ysiahoralaencontramosnuevamenteesperoquenoolvidesatudesvalidosabio.

—Recibirásunacasaconunaviñaen…

—Graciasteseandadas,¡ohHércules!¿Conunaviña?¡Gracias!¡Oh,sí,quetengaviña!

EnaquelmomentoibanporelmonteVaticano,quesehallabaenrojecidoacausadel incendio;pero,pasada laNaumaquia, torcierona laderecha,para,unavezcruzadoelCampoVaticano,acercarsealríoy,despuésdeatravesarlo,dirigirsealaPuertaFlaminia.Derepente,Quilónrefrenósumulaydijo:

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—Semeocurreunabuenaidea,señor.

—Habla—dijoVinicio.

—EntreelJanículoyelmonteVaticano,detrásdelosjardinesdeAgripina,existenunossubterráneosde losquesehaestadoextrayendopiedrayarenaparaconstruirelcircodeNerón.Puesbien,escúchame,señor.Hacepoco,losjudíos, que sonmuy numerosos en el Transtíber, han empezado de nuevo aperseguir cruelmente a los cristianos.Recordarás que en tiempos del divinoClaudio hubo tales disturbios, que el César se vio obligado a decretar laexpulsión de éstos de Roma. Y ahora que han vuelto y que, gracias a laprotección de la Augusta, se sienten seguros, molestan de nuevo a loscristianos conmás insolencia.Yo sé esto porque lo he presenciado.Ningúnedicto ha sido promulgado en contra de los cristianos, pero los judíos sequejancontinuamentealprefectodelaciudaddequelosseguidoresdeCristoasesinanniños,adoranaunasnoypredicanunareligiónqueelSenadonohareconocido. Y los maltratan y atacan sus casas de oración de manera tanenconada,queloscristianossevenobligadosaocultarse.

—¿Quéquieresdecir?—preguntóVinicio.

—Esto, señor: que las sinagogas existen, abiertamente, en el Transtíber,pero que los cristianos, en su deseo de evitar las persecuciones, se venobligados a rezar en secreto y a reunirse en cobertizos ruinosos fuera de laciudad o en los arenales. Los que viven en el Transtíber han escogido,precisamente, el sitio donde se han hecho las excavaciones para laconstrucción del circo y varias casas situadas a lo largo del río. Pues bien:ahoraquelaciudadperece,loscristianosestaránorando,yestáfueradedudaqueencontraremosunnúmeroconsiderabledeellosenlasexcavaciones;así,pues,opinoquenosdetengamosallícuandoestemoscerca.

—Pero tú me has dicho que Lino se había ido a Ostrianum—exclamóVinicioconimpaciencia.

—Pero tú me has prometido una casa con viña en Ameria —contestóQuilón—, y, por esa razón, deseo buscar a la doncella donde esperoencontrarla; porque ellos pueden haber vuelto al Transtíber después deestalladoelincendio…Puedenhabersalidodelaciudad,rodeándolatalcomoloestamoshaciendonosotrosenestemomento.Linotieneunacasayesmuyposiblequehayadeseadoencontrarsepróximoaella,paraversielfuegohaabarcadotambiénesapartedelaciudad.Asípues,sihanregresado,tejuroporProserpinaquehemosdeencontrarlosrezandoenlasexcavacionesoque,enelpeordeloscasos,allísabremosnoticiasexactas.

—Tienesrazón.Llévameallí—dijoeltribuno.

Quilón,aloírestaspalabras,torciósinvacilaralaizquierda,endirección

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almonte.

Durantealgunosmomentos, la laderadeésteocultóel incendioalavistadeambosdetalmodo,que,auncuandolasalturascercanassedestacabanenlazonade la luz,VinicioyQuilónseencontrarondenuevoa la izquierdaypenetraronenunaespeciedepasajecompletamenteoscuro.Pero,enmediodeesalobreguez,vioeljoventemblarlaslucesdemuchísimaslinternas.

—Allí están —dijo Quilón—. Habrá hoy mayor número de ellos quenunca, porque los demás oratorios han sido consumidos por las llamas o seencuentranllenosdehumo,comotodoelTranstíber.

—Asíes—dijoVinicio—;yaoigosuscánticos.

Y, en efecto, el ruido de las voces de los que cantaban llegaba hasta elmontedesdeaquellalóbregaabertura,ylaslinternasdesaparecíantrasellaunadespués de otra. Y desde los pasajes laterales aparecían cada vez formasnuevas; de manera que al cabo de algún tiempo Vinicio y Quilón seencontraronenmediodeungrangrupodeindividuos.

Quilón se deslizó de sumula y, haciendo señas a unmuchacho que allícercasehallabasentadoledijo:

—Soy sacerdote deCristo y obispo.Quédate a cargo de nuestrasmulas;recibirásmibendiciónyteseránperdonadostuspecados.

Y luego, sin aguardar contestación, puso en lasmanosdelmuchacho lasriendasdeambasmulasy,enunióndeVinicio,seincorporóalamultitudqueavanzaba.

Penetraron en el subterráneo al cabo de algunos momentos, y fueronadelantándose a través del oscuro corredor a favor de la tenue luz de laslinternas, hasta llegar a una espaciosa cavidad, de la que, probablemente, sehabíanextraídopiedras,porquelasmurallasestabanformadasdefragmentoscortados recientemente. Allí se notaba más claridad que en el corredor,porque,ademásdelosciriosylinternas,habíaencendidasalgunasantorchas.Alaluzdeéstasvioeljoventribunotodaunamultituddegentearrodilladayconlasmanoslevantadasenalto.

No estaban allí ni Ligia, ni el apóstol Pedro, ni Lino; pero le rodeabanrostrosenqueseadvertíaunairesolemne,yllenodeemoción.Enalgunosdeellosseveíapintadalaalarmaolaexpectación;enotros,laesperanza.

Laluzsereflejabaensusojosalzadoshaciaelcielo,elsudorcorríaporsusfrentes, blancas como la tiza; algunos entonaban himnos, otros repetíanfebrilmenteelnombredeJesúsyotrossegolpeabanelpechoconfervor.Eraevidente que aguardaban de un momento a otro que sucediera algoextraordinario.

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Entretanto, cesaron los himnos, y, sobre toda aquella reunión, dentro deuna concavidad o nicho formado después de la extracción de una enormepiedra, apareció Crispo —a quien Vinicio ya conocía—, con el semblantepálidoyseveroyelairedeunfanático.Todaslasmiradassevolvieronhaciaél, y en los semblantes de todos se pintó el anhelo de escuchar palabras deconsolación y de esperanza. Y después de haber bendecido a los presentes,empezóahablarasí,convozprecipitada,casigritando:

—¡Llorad vuestros pecados, porque ha llegado la hora! ¡El Señor haenviadosusllamasdestructorassobrelanuevaBabilonia,sobrelaciudaddeldesenfrenoydelcrimen!HallegadoeldíadelJuicioylahoradelairaydelaniquilamiento…Mas no vendrá ya como elCordero que ofreció su sangreporvuestrasculpas,sinocomountremendojuezque,ensujusticia,habrádearrojaralosincrédulosyalosculpablesalabismo.¡Aydelmundo,aydelospecadores! ¡No habrá misericordia para ellos!… ¡Te estoy viendo, Cristo!Lluviasdeestrellasestáncayendosobreelorbe,seoscureceelsol, seabrenlas entrañas de la tierra, los muertos resucitan y Tú avanzas al son de lastrompetas rodeado por legiones de ángeles y en medio de truenos yrelámpagos.¡Teestoyviendoyoyendo,ohCristo!

Enseguida guardó silencio, y alzando el rostro pareció penetrar en lasperspectivasdistantesyterriblesdelfuturo.

Enaquelmomentounsordorumorsedejóoírenelsubterráneo,una,dos,tres,diezveces.Enlaincendiadaciudad,callesenterasdeedificiosdevoradosporlasllamasempezabanadesplomarsecongranestrépito.

Pero lamayorpartede loscristianos tomaronaquelestrépitocomosignopatente de que la hora terrible se aproximaba. La fe en el advenimiento deCristo por segunda vez se hallaba tan generalizada entre ellos, que ahora ladestruccióndelaciudadhabíavenidoafortaleceresacreencia.Yelterrorseapoderódetodoslospresentes.Muchasvocesrepetían:«¡HallegadoeldíadelJuicio!».Otrossecubríanelrostroconlasmanos,imaginandoquelatierraibaasersacudidadesdesuscimientos,quelasfuriasdel infiernoibanasalirdesusentrañasyarrojarsefuriosassobrelospecadores.

Algunos clamaban: «¡Cristo, ten piedad de nosotros!» «¡Redentor, sémisericordioso!». Otros confesaban sus culpas a voces; los de más allá searrojabanenlosbrazosdesusamigosafindetenercercadesíalgúncorazóncompasivoen lahorade laprueba.Pero tambiénhabíarostrosen losqueseveíapintadaunaespeciedecelestialarrobamiento;rostroscuyasonrisateníaunaexpresiónultraterrenayquenodemostrabannielmáslevetemor.

Algunas personas, en medio de sus transportes religiosos, habíanempezado a decir en voz alta palabras desconocidas en idiomas extranjeros.Alguien que se hallaba en un rincón oscuro exclamó: «¡Despertad los que

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dormís!…».

Y sobre todas las voces descollaban las de alarma que daba Crispo:«¡Velad!¡Velad!».

Pormomentos, sin embargo, sobrevenía un silencio expectante, como sitodos estuvieran conteniendo el aliento en sus pechos y aguardando lo quehabríade llegar.Y,entonces,seescuchabandenuevolosdistantesestallidosde los escombros de la ciudad al desplomarse, después de lo cual volvíantambién a oírse gemidos, oraciones y exclamaciones: «¡Redentor, tenpiedad!».LuegosevolvíaaoírlavozdeCrispoquegritaba:

—¡Renunciadalasriquezasdelatierra,porque,enbreve,latierrafaltaráavuestros pies! ¡Renunciad a los amores terrenos, porque el Señor habrá decondenara losqueamenmásqueaÉla lamujerya loshijos! ¡Aydelquehaya amadomás a la criatura que al Creador! ¡Ay de los ricos! ¡Ay de loslujuriosos!¡Aydelosdisolutos!¡Aydelesposo,delaesposa,delahija!

De pronto, un estruendo mayor que todos los que le habían precedidopareció sacudir de un extremo a otro la cantera. Todos cayeron por tierra yextendieronlosbrazosenformadecruz,comoparaahuyentarconesaseñalalosespíritusmalignos.

Se sucedió un silencio, en medio del que sólo se escucharon alientosjadeantes,susurrosllenosdeterror,vocesde:«¡Jesús,Jesús,Jesús!»yllantosinfantiles. En aquel instante, una voz tranquila se alzó sobre la prosternadamultitud.

—¡Quelapazseaconvosotros!—dijo.

EralavozdePedro,elapóstol,queacababadepenetrarenelsubterráneo.Alescucharsusonidodesaparecióelterrordeloscircunstantes,comosucedeenundispersorebañoalverllegarasupastor.Empezólagentealevantarsedelsuelo,ylosqueestabanmáspróximosaPedroseacercaronasusrodillas,como si buscaran protección bajo su ala. Extendió sobre ellos las manos ydijo:

—¿Por qué perturba el temor vuestros corazones? ¿Quién de vosotrospodría decir lo que ha de suceder antes que llegue la hora? El Señor hacastigado a Babilonia, pero sumisericordia se extenderá a todos los que sehayan visto purificados por el bautismo; y vosotros cuyos pecados han sidoredimidos por la sangre del Cordero, moriréis con su nombre en vuestroslabios.¡Sealapazconvosotros!

Después de las amenazadoras y despiadadas palabras de Crispo, las dePedro cayeron como un bálsamo consolador sobre los presentes. En vez demiedoaDios,elamoraDiostomóposesióndesusalmas.Yaquellasgentes

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volvieronasíaamar, siguiendo lasenseñanzasyescuchando lasnarracionesdelapóstol,alCristoquenoeraunjuezinhumano,sinounmansoypacienteCordero, cuya misericordia sobrepuja, de manera inconmensurable, a lainiquidaddelhombre.

Unaespeciedesensacióndealivioparecióentoncesapoderarsedetodalaconcurrencia,yla tranquilidad,unidaalreconocimientoparaconelApóstol,llenósuscorazones.Devariospuntosempezaronaoírsevocesde:«¡Somostusovejas:guíanos!».

Losquesehallabanmáspróximosaéldecían:«¡Nonosabandonesenlahora del desastre!».Y se arrodillaban delante de él.Viendo esto,Vinicio seacercó,tomólaorladesumantoe,inclinandosucabeza,dijo:

—¡Sálvame,señor!Lahebuscadoentreelhumodelincendioyenmediodel torbellino de la multitud, sin hallarla en parte alguna; pero creo que túpuedesrestituírmela.

Pedropusolamanosobresucabeza.

—Tenfeyvenconmigo—ledijo.

XI

Laciudad seguía ardiendo.ElCircoMáximo sederrumbóconvertido enunmontónderuinas.Enlosbarriosdondeprimerohabíaestalladoelincendio,calles enteras y callejas empezaban a derrumbarse. Después de cadahundimiento se alzaban hacia el firmamento columnas de fuego. El vientohabíacambiadoysoplabaahoraconimpetuosafuerzadesdeelmar,llevandohastalosmontesCelio,EsquilinoyViminalolasdellamas,tizonesycenizas.

Por fin, las autoridades comenzaron a preocuparse del salvamento. Pororden de Tigelino, que se había apresurado a venir de Ancio al tercer día,empezaronaderribarlosedificiosdelEsquilino,afindequeelfuego,alllegaralosespaciosabiertos,seextinguieraporsísolo.

Esto se hacía sólo para salvar los restos de la ciudad, porque no podíapensarseenelsalvamentodeloqueestabaardiendo.Yeranecesario,también,ponerse en guardia contra los resultados ulteriores de aquella ruina. En ellaacababan de perecer incalculables riquezas, todas las propiedades de losciudadanos de Roma habían quedado reducidas a cenizas, y centenares demiles de individuos vagaban errantes en la mayor miseria fuera de lasmurallas.

El hambre empezó a morder las entrañas de las multitudes desde el

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segundodíade lacatástrofe,puesenella sehabíanconsumido las inmensascantidadesdeprovisionesalmacenadasen laciudad.Enmediodeluniversaldesordenydeladesaparicióndelossuministrosnadiepensóenproporcionarnuevos. Solamente después de llegado Tigelino se comunicaron a Ostia lasórdenes oportunas; entretanto, las turbas se habían hecho cada vez másamenazadoras.

La casa situada en Aqua Appia, en donde Tigelino se hallabamomentáneamentehospedado,estabarodeadapormultituddemujeresque,delamañanaalanoche,gritaban:«¡Panyhogar!».

Envano lospretorianos, traídosdesde el gran campamento situadoentrelasVíasSalariayNomentana,seesforzabanpormantenerdealgúnmodoelorden,puesportodaspartestropezabanconunaabiertaresistenciaarmada.Enotros puntos, grupos de gente indefensa señalaban la ciudad ardiendo ygritaban:«¡Matadnosjuntoalincendio!».

E injuriaban alCésar, a los augustanos y a los pretorianos, y el tumultocrecía por momentos de tal manera que Tigelino, al contemplar durante lanochelosmillaresdeincendiosqueiluminabanlosalrededoresdelaciudad,sedecíaasímismoqueparecíanfuegosdecampamentosenemigos.

Porordensuya,ademásdelamayorcantidaddeharina,sehizovenirtodoel pan que fue posible obtener, no sólo desde Ostia, sino desde todos lospueblosyaldeasvecinos.Ycuando llegó,durante lanoche,alEmporiumelprimersuministro,elpuebloderribólapuertaprincipalquedabaalAventinoyseapoderó,enunabrirycerrardeojos,detodaslasprovisiones,enmediodeuntremendodesorden.

Alaluzdelincendioluchabanencarnizadamenteporlospanes,muchosdelos cuales caían al suelo y eran pisoteados. La harina de los sacos rotosblanqueaba como la nieve todo el espacio comprendido desde los graneroshastalosArcosdeDrusoyGermánico.Yaqueldesordenadosaqueocontinuóhasta que los soldados se apoderaron del edificio y dispersaron a lamuchedumbre,disparandosobreellaflechasyotrosproyectiles.

Nunca,desde la invasióndeRomapor losgalosa lasórdenesdeBreno,había presenciado la ciudad un desastre semejante. Se comparaban condesesperación aquellos dos incendios. Pero en la época de Breno, por lomenos,elCapitoliohabíapermanecidoenpie,yahorase leveíarodeadodeuntremendocírculodefuego.Ciertoesquelosmármolesnoardíanconllama,perodurantelanoche,cuandoelvientodesviabaporinstanteselcursodelasllamas,seveían lascolumnatasdelsantuariodeJúpiterrojascomocarbonesencendidos.Además,entiemposdeBreno, laciudadsehallabahabitadaporun pueblo homogéneo, de costumbres ordenadas, adicto a la ciudad y a susaltares;mientrasqueahoravagabayseagitabaentornoa lasmurallasde la

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incendiadaRomaunamuchedumbrepolíglota, compuestaen sumayorpartedeesclavosylibertos,exaltados,turbulentosydispuestos,antelapresióndelanecesidad,avolversecontraRomaysupoder.

Mas lamisma inmensidaddel incendio, que llevaba el pavor a todos loscorazones,teníadesarmada,enciertomodo,alamultitud.Despuésdelfuegopodrían sobrevenir el hambre y las epidemias, pues para completar aquelcuadrodeinfortuniosempezabanyalosterriblescaloresdelmesdejulio.Elaire,inflamadoporelincendioyporelsol,sehacíaimposiblederespirar.Lanoche,lejosdetraerelmenoralivio,sepresentaba,porelcontrario,comounverdadero infierno. Y al llegar el día aparecía un horrendo y desagradableespectáculo.

Enelcentro, lagigantescaciudaddelascolinasseveíaconvertidaenunvolcánrugienteenlosalrededores,yhastaenlosmontesAlbanos,sedivisabaun campamento interminable, compuesto de cobertizos, tiendas, barracas,vehículos, fardos, líos, rimeros, fogatas; todo ello cubierto de humo eiluminado por los rayos del sol, enrojecidos por el incendio; y todo ello,también, poblado de voceríos, gritos, amenazas, imprecaciones de odio yalaridosdeterror,que,enmediodeaquelcaos,lanzabamultituddehombres,niñosymujeres.

Mezcladosyconfundidosconlosquiriteshabíagriegos,hombresdelNorte—de largos cabellos—, africanos y asiáticos; y, entre los ciudadanos, habíaesclavos,libertos,gladiadores,mercaderes,artesanos,aldeanosysoldados;unverdaderomardegentequeafluíadelosalrededoresdelaisladelfuego.

Diversos rumores y noticias agitaban este mar de seres humanos, comoagitaría el viento las ondas de un mar verdadero. Las noticias eranalternativamentefavorablesoadversas.Sehablabadeunainmensaprovisiónde trigo y vestidos que debía llegar al Emporium para ser distribuidagratuitamente.Sedecía tambiénque,porordendelCésar, lasprovinciasdelAsia y del África serían despojadas de todas sus riquezas y los tesoros asíadquiridos se repartirían entre los habitantes de Roma, para que cada unopudieraconstruirsupropiacasa.Pero,almismotiempo,circulabaelrumordeque había sido envenenada el agua de los acueductos y se decía queNerónabrigabaeldesigniode aniquilar la ciudad, exterminandohasta elúltimodesushabitantes,y,acontinuación, trasladarseaGreciaoEgiptoygobernarelmundodesdeallí.

Cada rumor se difundía con la velocidad del rayo y encontraba fácilaceptación entre el populacho, provocando estallidos de esperanza, rabia,terror e indignación. Finalmente, aquellamultitud nómada fue invadida porunaespeciedeansiedadfebril.

Lacreenciadeloscristianosdequesehallabapróximoelfindelmundoy

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suexterminioporelfuegofueganandocadavezmásterreno,hastaentrelosquerendíancultoalosdioses.Yhabíamuchosdeestosindividuosquecaíanen un estado de inconsciencia o de locura delirante. En medio de nubesiluminadas por el incendio veían a los dioses presenciando aquel vastoescenarioderuinaydesolación,yalzabanhaciaelloslosbrazosparaimplorarsuclemenciaoparadirigirlesmaldiciones.

Entretanto,lossoldados,conauxiliodealgunoshabitantes,continuabanlademolición de casas en el Esquilino y el Celio, como asimismo en elTranstíber, y estos barrios, por tanto, fueron salvados, en parte. Pero en laciudad propiamente dicha quedó destruida una cantidad incalculable detesoros acumulados a través de siglos de conquistas, y, entre ellos,inestimables obras de arte, espléndidos templos y los más preciososmonumentosdelpasadodeRomaydesugloria.

Muchos preveían que, de toda la ciudad, apenas quedarían en pie unoscuantos edificios de los barrios extremos y que centenares de miles depersonas quedarían sin cobijo. Otros hacían circular el rumor de que lossoldadosestabanderribandolascasasnoconelpropósitodelimitarelfuego,sinoafindequenoquedaranadadelaciudad.

YTigelinoenviabaaAnciocorreotrascorreoimplorandoalCésarencadacartaquevinieseacalmarladesesperacióndelpuebloconsupresencia.PeroNerón se movió solamente cuando el fuego se apoderó de la DomusTransitoriayaceleróentoncessuregresoafindenoperderelmomentoenquelaconflagraciónsehallaraensuapogeo.

XII

Entretanto, el incendio había llegado hasta la Vía Nomentana; peroentonces un cambio de viento le empujó hacia la Vía Lata y el Transtíber.Luego rodeó el Capitolio, extendiéndose a lo largo de Forum Boarium,destruyendo todo loquehabíadejado antes enpie, y se acercópor segundavezalPalatino.

Tigelino,despuésdehaberreunidotodaslasfuerzaspretorianas,despachócorreosalCésar,quesehallabaencamino,anunciándolequenadaperderíadelagrandezadelespectáculo,porqueelfuegohabíaseguidoenaumento.PeroNerónquería llegar de noche para saciarsemejor en la contemplación de laciudaddesaparecida.

Con este fin, se detuvo en los alrededores de AquaAlbana, y haciendovenir a su tienda al trágico Alituro, estudió con él las actitudes, miradas y

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expresiones que debía adoptar ante el incendio, así como los ademanes ygestosmásadecuados,disputandoporfiadamenteconelactoracercadesialpronunciar laspalabras:«¡Oh tú, sagradaciudad,queparecíasmásduraderaque Ida!», levantaría las dosmanos o si, conservando una de ellas sobre laformingaycaídaaunlado,solamentealzaríalaotra.Ésteeraelasuntoqueleparecíaenaquelmomentomásimportantequeningúnotro.

Emprendiónuevamentelamarchacercadelamanecer,nosinhaberpedidoconsejoaPetroniorespectoalaconvenienciadeagregaralosversos,enquehacía una descripción de la catástrofe, unas cuantas espléndidas blasfemiascontra los dioses, y si no era posible considerar tales imprecaciones comonaturales,desdeelpuntodevistadelarte,enbocadeunhombrecolocadoensusituación,deunhombrequeestabaperdiendosupueblonatal.

Por fin, cerca de lamedianoche, llegó a lasmurallas acompañado de sunumerosa corte, compuesta de legiones de nobles, senadores, caballeros,libertos,esclavos,mujeresyniños.

Dieciséis mil pretorianos, dispuestos en línea de batalla a lo largo delcamino,velabanporlaseguridadyelordendesuentradamanteniendoarayaalindignadopopulacho.Laplebevociferaba,silbabaymaldecíaalavistadela comitiva, pero no osaba atacarla. Sin embargo, en algunos puntos seescuchaban los aplausos de aquella plebe, que no poseyendo nada, nadatampoco había perdido en el incendio, y que, en cambio, aguardaba unadistribución de trigo, aceitunas, vestidos y dinero más generosa que decostumbre.

Por último, de ordendeTigelino, resonaron las trompetas y los cuernos,queahogarontodosaquellossilbidos,aplausosyvociferaciones.

Nerón,alllegaralaPuertaOstiense,sedetuvounmomentoydijo:

—Soberanosinhogardeunpueblosin techo,¿endónde iréaposarestanochemiinfortunadacabeza?

DespuésdehaberatravesadoelClivusDelphini,subióalacueductoApiosobrelasgradasexpresamenteconstruidasparaél.Leseguíanlosaugustanosyun coro de cantantes que llevaban cítaras, laúdes y otros instrumentosmusicales.Ytodoslosmiembrosdesucomitivacontuvieronelalientoensupecho ante la expectativa de que el César se preparase a pronunciar algunafrasedeefectoqueeninterésdesupropiaconservacióndebieranretenerenlamemoria. Pero él se mantuvo solemne, silencioso, vestido de un manto depúrpura,orladalasiendelaurelesdeoro,contemplandolafuriosapotenciadelasllamas.

YcuandoTerpnosleentregóellaúddeoro,alzólosojosalcielo,inundadodeclaridad,yparecióaguardarquelainspiraciónbatierasobreélsusalas.

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El pueblo le señalaba desde lejos al verle, enmedio de aquellos reflejossangrientos.Alolejossilbabanserpientesdefuego.Lasllamasabrasabanlosantiguos y más sagrados edificios: el templo de Hércules, construido porEvandro; el templo de Júpiter Estator; el templo de la Luna, levantado porServioTulio;lacasadeNumaPompilio;elsantuariodeVesta,conlospenatesdelpuebloromano.YatravésdelasondasdefuegoaparecíaaintervaloselCapitolio.ElpasadodeRoma,suespíritu,ibansiendoasípastodelasllamas,en tanto que él, el César, estaba allí con una cítara en la mano, con laexpresióntrágicadeunartista,pensandonoensupatriaarruinada;sinoensupostura, en sus ademanes y en las patéticas palabras con quemejor pudieradescribirlagrandiosidaddeaquellacatástrofe,despertarmayoradmiraciónyrecibirlosmáscalurososaplausos.

Detestabaaquellaciudad,comodetestabaasushabitantes;amabatansólosus propios cantos y sus versos; de ahí que en lo íntimo de su corazón sealegrara al ser, por fin, espectador de una tragedia como la que estabadescribiendo.

Elversificadorsesentíafeliz;elrecitador,inspirado,extático;elbuscadorde emociones se deleitaba ante aquel horrendo espectáculo y con la idea deque lamisma destrucción de Troya no era nada comparada con la ruina deaquella ciudad gigantesca. ¿Qué más podía desear? Allí estaba Roma lapoderosa,laseñoradelmundo,envueltaenllamas,yélenpie,erguidosobrelosarcosdelacueducto,conunlaúddeoroenlasmanos,vestidodepúrpura,luminoso,admirado,poético,magnífico.

Asuspies,ycomoenvueltoendantescapenumbra,elpueblotumultuosoymurmurante… ¡Quemurmure! ¡Pasarán los siglos, transcurriránmillares deaños; pero laHumanidad recordará y glorificará al poeta que aquella nochecantólacaídayelincendiodeTroya!¿QuéeraHomeroasuladoahora?¿QuéelmismoApolo,consucóncavolaúd?

Yaquíalzó losbrazos,ypulsando lascuerdaspronunció laspalabrasdePríamo:

—«¡Ohcunaquerida,lademispadres!…».

Suvozalairelibre,enmediodelestrépitodelincendioyeldistanterumorde las inquietas multitudes, parecía extraordinariamente débil, incierta yapagada, y los sones del acompañamiento semejaban un leve zumbar demoscas. Pero los senadores, dignatarios y augustanos reunidos sobre elacueductosemanteníanconlascabezasinclinadasyescuchandoenmediodeunsilenciosoarrobamiento.

Neróncantó largoratoycadavezsevolvíamásmelancólico.Cuandosedeteníaatomaraliento,elcorodecantantesrepetíaelúltimoverso;entonces

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NeróndejabacaerdesusespaldaslasyrmatrágicaconungestoquelehabíaenseñadoAlituro, pulsabadenuevoel laúdy seguía cantando.Unavezquehubo terminado la canción que había compuesto, empezó a improvisar,buscando comparaciones grandiosas en presencia del espectáculo que sedesarrollabaanteél.

Su semblante comenzó a demudarse. Mas no porque le conmoviera laruinadelacapitaldesupatria,sinoporquelopatéticodesuspropiaspalabrasledeleitabayconmovíahastaelpuntodequedejócaerconestrépitoellaúdasuspies y envolviéndose en la syrmapermaneció inmóvil, petrificado comounadelasestatuasdeNíobequeadornabanelpatiodelPalatino.

Despuésdeunbrevesilencio,resonóunatempestaddeaplausos.

A lo lejos fueron contestados por los alaridos estruendosos de lasmultitudes.

NadieabrigabayalamenordudaacercadequeelCésarhabíadecretadoelincendiodelaciudadafindeproporcionarseaquelespectáculoycantaranteélsusversos.

Nerón,alescucharelinmensoalaridoquepartíadecentenaresdemilesdeindividuos, se volvió a los augustanos con tristeza y la sonrisa llena deresignacióndeunhombrequeestásiendovíctimadelainjusticia,ydijo:

—¡Cómosabenlosquiritesestimarmeyapreciarlapoesía!

—¡Bribones!—exclamóVatinio—.Ordena,¡ohseñor!,quelospretorianoscaigansobreellos.

NerónsevolvióaTigelino,ydijo:

—¿Puedocontarconlafidelidaddelossoldados?

—Sí,divino—contestóelprefecto.

MasPetronioseencogiódehombrosydijo:

—Con su fidelidad, sí; mas no con su número. Permanece, entretanto,dondetehallas;aquíestamosmásseguros;esnecesariopacificaralpueblo.

SénecayelcónsulLiciniofuerondeestamismaopinión.

Entretanto, crecía la agitación abajo y el pueblo estaba armándose depiedras,estacasdetiendasdecampaña,maderosdeloscarros,tablasypiezasde hierro. Al cabo de pocos instantes algunos de los jefes pretorianos sepresentaron diciendo que las cohortes, estrechadas por la multitud,conservabanlalíneadebatallaconextremadadificultad,yencontrándosesinordendeataque,nosabíanquéhacer.

—¡Ohdioses!—exclamóNerón—.¡Quénoche!¡Porunlado,elincendio;

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porelotro,elmaragitadodelaplebe!

Y se puso a rebuscar las expresiones que pudieran describir con mayorbrillantez el peligrodelmomento.Peroobservando luego a su alrededor lasmiradasdealarmaylospálidossemblantes,seasustótambién.

—Dadme mi manto oscuro con capucha —exclamó—. ¿Hay entoncesrealmenteconatodesublevación?

—Señor—dijoTigelinoconvozinsegura—,hehechocuantomehasidoposible por restablecer el orden, mas el peligro es inminente… Habla, ¡ohseñor!,alpuebloyhazlepromesas.

—¿Hablar el César a la plebe? Que algún otro lo haga en mi nombre.¿Quiénquiereencargarsedeello?

—¡Yo!—contestóconcalmaPetronio.

—Ve,amigomío.Túsiempremehassidofielenlahoradelaprueba…Veynoescatimespromesas.

Petroniosevolvióentoncesaloscortesanosconunaexpresiónindolenteeirónica,ydijo:

—Queme sigan los senadores aquí presentes y también Pisón, Nerva ySenecio.

Ydescendiólentamentelasgradasdelarcodelacueducto.Laspersonasaquienes había designado le siguieron con alguna vacilación, pero al mismotiempoconciertaconfianzaquelesinspirabalacalmadelárbitro.Petroniosedetuvo al pie de las gradas, ordenó que le trajesen un caballo blanco, ymontandoenélsepusoalacabezadelacabalgatayemprendiólamarchaporentre las espesas filas de los pretorianos hacia la arremolinada y rugientemultitud. Ibadesarmado, llevandoen lamano tan sólo el delgadobastóndemarfilquedeordinariousaba.

Cuando hubo avanzado suficientemente, desvió su caballo y se mezclóentrelamuchedumbre.

A su alrededor, y a la luz del incendio, se vio una multitud de manosalzadasqueempuñabatodaclasedearmasyojosardientes,rostrossudorosos,bocasvociferantesqueechabanespuma.

Unenfurecidotorbellinodegenterodeóalárbitroyasuséquito;portodoslados sedivisabaunverdaderomarde cabezas agitadas, terribles, jadeantes,rumorosas.Aquel estruendo fue en aumento, hasta convertirse en un rugidoinhumano. Sobre la cabeza de Petronio blandían estacas, horcas e inclusoespadas;algunosindividuos,conlasmanoscrispadas,seabalanzabanhacialasriendas de su caballo y hacia su persona, pero él proseguía sumarcha, frío,

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indiferente,desdeñoso.Aveceshacíaaunladoconsubastoncillolascabezasde losmásaudaces,comosiestuvieraabriéndosepasoporenmediodeunamultitudtranquila;yestacalmaconfiadayesaserenaindiferenciadesarmabanydejabanatónitaalaenfurecidaplebe.Porfin,lereconocieronynumerosasvocesempezaronagritar:

—¡Petronio!¡ElArbiterElegantiarum!¡Petronio!¡Petronio!

—¡Petronio!¡Petronio!—repitieronentodaspartes.

Y a medida que este nombre iba circulando de boca en boca, aquellosrostros terribles iban tornándosemenos amenazadores y los alaridosmenosrabiosos, porque aquel exquisito y elegante patricio, aunque jamás se habíaesforzadoporcaptarselavoluntaddelpueblo,seguíasiendosufavorito.Teníafamadehombregenerosoymagnánimo,ysupopularidadhabíatomadogranincremento, especialmente desde el día en que con motivo del asunto dePedanioSegundopidióelárbitroquefueramitigadalacruelsentenciaporlaque habían sido condenados a la pena capital todos los esclavos de aquelprefecto.

Yfuerondesdeentonceslosesclavosquienesmásleamaron,coneseamorsin límites que los desgraciados y los oprimidos consagran a quienes lesdemuestranlamásligerasimpatía.Además,enaquelmomentoseagregabaatodoesolacuriosidaddesaberloquediríaelenviadodelCésar,puesningunoabrigabayadudasdequeeraelCésarquienlehabíamandado.

Petroniosequitólablancatogaorladadeescarlataylalevantóhaciéndolaondearsobresucabeza,endemostracióndequedeseabahablaralpueblo.

—¡Silencio!¡Silencio!—gritarondetodoslados.

Después de algunosmomentos reinópor fin la calma.Petronio se irguióentoncessobresucabalgaduraydijoconvozclarayfirme:

—¡Ciudadanos! Escuchadme y repetidmis palabras a los que esténmáslejos;y,entretanto,portaostodosvosotroscomohombresynocomofierasdelcirco.

—¡Escuchamos!¡Escuchamos!

—¡Puesbien,oíd!LaciudadseráreconstruidayseosabriránlosjardinesdeLúculoyMecenas,delCésaryAgripina.Mañanaempezaráladistribucióndetrigo,vinoyaceitunasenformatal,quecadaunodevosotrosquedeharto.Además,mandaráelCésardisponerparavosotrosjuegosyespectáculoshastaahora nunca vistos, durante los que tendréis banquetes y espléndidosobsequios.Yseréismásricosdespuésdelincendioqueantes.

Le contestó un murmullo inmenso, que pareció extenderse desde aquelpunto, como centro, en todos sentidos, de igual forma que se dispersa una

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ondasobreelaguaenelmismositiodondeunapiedrahasidoechada.Ylosque estaban más próximos repitieron a los que se hallaban distantes laspalabras de Petronio. Y enseguida se escucharon por todos lados voces decóleraodeaplauso,quesereunieronporúltimoenunsologritouniversal:

—Panemetcircenses!

Petronio se envolvió en su toga y permaneció por espacio de algunosinstantesinmóvil,pareciendoconsublancavestiduraunaestatuademármol.El estrépito siguió creciendo; ahogó los estallidos del incendio y fuecontestado por todas partes y hasta las más lejanas distancias. Mas eraevidentequedeseabaelenviadoagregaralgo,porquesiguióesperandoqueserestablecieseelsilencio.Finalmente,imponiéndosedenuevoconunademán,dijo:

—Yaosheprometidopanemetcircenses,yahoraaclamadalCésar,queosviste y alimenta. Y luego retírate a descansar, plebe, porque pronto ha dedespuntarlaaurora.

Ydiciendoesto,volvióbridasasucaballo,fueapartandoligeramenteconsu bastoncillo las cabezas y los rostros de los que obstruían su camino,dirigiéndoseapasolentohacialacalleformadaporlospretorianos.

Prontollegóalpiedelacueducto.Sobreéstereinabaunverdaderopánico,puesloscortesanosnohabíancomprendidoelgritoPaneroetcircenses!ylohabían tomado por una nueva explosión de ira. Ni siquiera esperaban quePetroniosesalvaraenmediodeaquelladeshechatempestad;asípues,apenaslevioNerón,seadelantócorriendohacia lasgradas,yconsemblantepálidoporlaemoción,preguntó:

—¿Quéhay?¿Quésucede?¿Seestánbatiendo?

Petronioinsuflóaireasuspulmones,respiróprofundamenteycontestó:

—¡Por Pólux! ¡Están sudando y oliendo mal!… ¡Que me dé alguienepilimma!Porquemesientodesvanecer—luego,volviéndosealCésar,dijo—:Lesheprometido trigo,vino,aceitunas, libreaccesoa los jardinesy juegos.Ahorahanvueltoaadorarteyclamanavozengritoentuhonor.¡Ohdioses!¡Quéolortandesagradabletienelaplebe!

—Mis pretorianos se encontraban prontos—exclamóTigelino—, y si túnohubierascalmadoalosturbulentos,loshabríahechoyocallarparasiempre.¡Lástima,ohCésar,quenomehayaspermitidohacerusodelafuerza!

Petroniolemiró,encogiéndosedehombros,ydijo:

—No ha de faltarte ocasión. Puede que necesites hacer uso de ellamañana…

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—¡No,no!—exclamóNerón—.Mandaréqueabranlosjardinesalpuebloyledistribuyantrigo.¡Gracias,Petronio!Harédisponerjuegosyhederepetirenpúblicolacanciónquehabéisescuchadoahora—pusoluegounamanoenel hombro del árbitro, guardó silencio un instante y luego preguntórepentinamente—:Dimeconsinceridad¿quéconceptoformastedemícuandocantaba?

—Te creí digno del espectáculo, así como el espectáculo digno de ti—respondióPetronio.

—Pero contemplémoslo todavía —agregó, tornando la vista hacia elincendio—ydemoseladiósalaantiguaRoma.

XIII

Laspalabrasdelapóstolllevaronlaserenidadalalmadeloscristianos.

Siempre seguían creyendo próximo el fin delmundo,mas les parecía alpropiotiempoqueeldíadelJuicionollegaríainmediatamente,ysíquemuyprontoveríaneltérminodeladominacióndeNerón,queconsiderabancomoelreinadodelAnticristoyelcastigoqueharíaDiosaloscrímenesdelCésarqueclamabanvenganzaalCielo.Yasífortalecidalafeconsuscorazones,sedispersarondespuésdeterminadoslosoficiosenelsubterráneo,dirigiéndoseasus domicilios provisionales y aun alTranstíber, porque había llegado hastaelloslanoticiadequeelfuegohabíadesviadosucursomercedauncambiodevientoyhabíavueltonuevamentehaciael río,ydespuésdecontinuaracáyallásudevoradoraobra,cesódeprolongarseenaquelbarrio.

Elapóstol, acompañadodeVinicio,aquienseguíaQuilón, salió tambiéndelsubterráneo.Noseatrevióeljoventribunoainterrumpirlasoracionesdelanciano. Le acompañaba, pues, silenciosamente, limitándose a implorar sucompasiónconlosojosytemblandodeinquietud.

MuchosseacercabanaPedroparabesarlelasmanosylaorladesumanto;lasmadres lepresentabanasushijos,algunossearrodillabaneneloscuroylargo pasadizo y, sosteniendo en alto cirios, imploraban su bendición; otros,quemarchabanasulado,ibanentonandocánticos;demaneraquenohuboniun momento oportuno para hacerle alguna pregunta u obtener algunarespuesta. Sólo cuando salieron a espacios abiertos, desde donde se veíanuevamente la ciudad ardiendo, los bendijo el apóstol tres veces y,volviéndoseaVinicio,dijo:

—Nadatemas.Lacabañadelcavadorsehallapróxima.EnellaencontrarásaLinoyaLigiaconsufielservidor.Cristo,queparatilahadestinado,tela

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conserva.

Viniciosesintióvacilanteyseapoyóconlamanoenunpeñasco.

La carrera desde Ancio, los incidentes ocurridos bajo los muros de laciudad, el buscar a Ligia en medio de casas incendiadas y humeantes, elinsomnio y la sucesión de las terribles alarmas que había experimentadohabíandebilitadosusfuerzas,yelrestodeellasparecíaabandonarleahoraquelanoticiadequelapersonaqueélmásqueríaenelmundoestabacercadeallíyqueprontolavería.Yalmismotiempoqueunaespeciededesvanecimiento,seapoderódeélunaalegríatanintensaeneseinstantequecayendoalospiesdePedroleabrazólasrodillas,yasípermaneciósinarticularpalabra.

—Amí,no;amí,no;sinoaCristo—dijoelapóstol,queriendosustraerseatanvivasmuestrasdegratitudyhomenaje.

—¡QuébuenDios!—dijoasusespaldaslavozdeQuilón—.Pero¿quéhedehacerconlasmulasqueallínosesperan?

—Venconmigo—dijoPedro,tomandoaljovendelamano.

Vinicioselevantóentonces.Yalaluzdelincendiosevieronlágrimasensusojos, pálidospor la emoción.Los labios le temblaban como si estuvieraorando.

—Vámonos—dijo.

PeroQuilónrepuso:

—Señor,¿quédebohacerconlasmulasqueallíaguardan?Puedequeesedignoprofetaprefieramontarenunadeellasenvezdeseguirapie.

No sabíaVinicio qué contestar, pero habiendooído decir aPedro que lacabañadelcavadorestabacerca,dijo:

—LlevalasmulasaMacrino.

—Perdóname, señor, que te recuerde ahora lo de la casa enAmeria. Enpresencia de tan terrible incendio, fácil es de olvidar una cosa taninsignificante.

—Latendrás.

—¡OhnietodeNumaPompilio!Siempreestuvesegurodeello,masahoraquetambiénestemagnánimoprofetahaescuchadotupromesa,innecesarioesque te recuerde también la viña que me has prometido. Pax vobiscum! Tevolveréaencontrar,señor.Paxvobiscum!

Amboscontestaron:

—Ycontigo.

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Y enseguida torcieron a la derecha, en dirección a las colinas. En elcamino,Viniciodijo:

—Señor,báñameenlasaguasdelbautismo,afindequepuedallamarmecuantoantesconfesordeCristo,aquienamocontodaslasfuerzasdemialma.Bautízamepronto,puesmeencuentrodispuestoaellodetodocorazónyharétodocuantomeordenes;masdímelo,afindequepuedaejecutarlo.

—Amaaloshombrescomoatuspropioshermanos—contestóelapóstol—,puessóloconelamorpodrásserviraDios.

—Sí, comprendo eso, y lo siento. De niño creía en los dioses romanos,peronolosamaba,yaesteDiosÚnicoleamotanto,quedaríaconalegríamividaporÉl—ydirigiendolavistaalcielo,clamóarrebatadamente—:PorqueÉlesuno.PorqueÉlesbuenoymisericordioso.Yasí,bienpuedeperecernosólo esta ciudad, sino el mundo entero; a Él sólo reconoceré y sólo a Élalabaré.

—YÉltebendeciráybendecirá tucasa—terminóelapóstol.Entretanto,penetraronenotrahondonada,encuyoextremobrillabaunadébil luz.Pedrohizounaseñalhaciaellaydijo:

—He aquí la cabaña del cavador que nos acogió cuando, de regreso deOstrianumconLino,queveníaenfermo,nopudimosalcanzarelTranstíber.

Alcabodeunosinstantesllegaron.

Lacabañaeramásbienunacueva,cuyasparedesestabanhechasdepiedraydecaña.Lapuertaestabacerrada,peroatravésdeunaaberturaquehacíalasvecesdeventanaseveíaelinterioriluminadoporelfuegoqueardíadentro.

Unagigantescayoscurafiguralessalióalencuentroylespreguntó:

—¿Quiénessois?

—SiervosdeCristo—contestóPedro—.Quelapazseacontigo,Urso.

El ligiosepostróa lospiesdelapóstol,ydespuésdehaberreconocidoaVinicio,letomólamanoporlamuñecayselallevóaloslabios,diciendo:

—¿Ytútambién,señor?¡BenditoseaelnombredelCordero,porlaalegríaqueconellodarásaCalina!

Diciendoesto,abriólapuertaytodosentraron.

Linoyacíaenfermosobreunmontóndepaja,conelsemblantedemacradoylafrentedeuncoloramarillomarfileño.

CercadelfuegosehallabaLigiasentada,teniendoenlamanounasartadepescaditos,evidentementedestinadosalacena.

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Ocupada en separar los pescadillos, y creyendo que era sóloUrso quienhabía entrado, no alzó la vista. Pero Vinicio se acercó entonces a ella y,pronunciando su nombre, le tendió las manos. Entonces ella se levantóvivamenteyunresplandordeasombroyalegríapasóporsusemblante.Ysindecir una palabra, como un niño que después de pasar días de temor yaflicciónacabadeencontrarasuspadres,seechóenlosbrazosqueVinicioletendía. Él la estrechó entonces en ellos contra su pecho durante algunosinstantes con una expresión extática, como si después de haberla perdido larecobraseahorasanaysalvaenvirtuddealgúnmilagro.Yluego,retirandolosbrazos,letomólassienesconlasmanos,besósufrenteysusojosylaabrazódenuevo;repitióuna,otrayotravezsunombre;seinclinóhastasusrodillas,lebesólasmanosylallenódeatenciones,adoraciónyhomenajes.Sualegríanoteníalímites,comosuamorysufelicidad.

Porúltimo,lerefiriócómohabíahechosuaceleradoviajeaAncio;cómolahabíabuscadobajolasmurallasyentreelhumoylaschispasenlacasadeLino,ytodoslosterroresysufrimientosquehabíadebidopasarantesqueelapóstolPedrolemostraraellugarendondesehallabarefugiada.

—Pero ahora que te he encontrado—dijo—, no puedo por más tiempodejartecercadelincendioydelasturbasenfurecidas.Bajolasmurallasseestámatando la gente, y los esclavos se han sublevado, entregándose al saqueo.¡Sólo Dios sabe qué calamidades caerán todavía sobre Roma! Mas yo tesalvaré a ti y a todos vosotros. ¡Queridamía!Vámonos aAncio, en dondetomaremosunbarcoquenoslleveaSicilia.Mispropiedadesallísonvuestraspropiedades;miscasas,lascasasvuestras.Escucha:enSiciliaencontraremosaPlaucio.YyotedevolveréalacasadePomponiaGrecinayluegoterecibirédesusmanos,yaquetú,carissima,nometemesmás.Noherecibidoaúnlasaguasdelbautismo;peropreguntaaPedrosinoesverdadqueenelcaminohaciaaquílemanifestémideseodesercuantoantesunverdaderoseguidordeCristoylepedíquemebautizara,aunquefueseenestachozadeuncavador.¡Créemetúycréanmetodos!

Ligia escuchó estas palabras con el rostro radiante de alegría.En efecto,los cristianos anteriormente, a causa de las persecuciones de los judíos, conmotivodelosdisturbiosproducidosporeldesastre,vivíanllenosdetemoreincertidumbre.Asípues,unviajealatranquilaSiciliapondríatérminoatodopeligroyseríaelprincipiodeunanuevaeradefelicidadparasusvidas.

SiViniciohubiesemanifestadoelpropósitodellevarsetansóloaLigia,lajoven seguramente habría resistido a la tentación, pues no deseaba dejar aPedro ni a Lino; pero Vinicio les había dicho: «Venid conmigo; mispropiedadesallísonvuestraspropiedades;miscasas,lascasasvuestras».Yaldecirestaspalabras,Ligiaseinclinóparabesarlamanoaljovenenseñaldeobediencia,ydijo:

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—«Dondetúestás,Cayo,allíestoyyo,Caya».

Luego,confundidaporhaberpronunciado laspalabrassacramentalesquecon arreglo a la costumbre romana se repetían tan sólo en la ceremonia delmatrimonio, se ruborizó y se mantuvo a la luz del fuego con la cabezainclinada y pensando que quizá habrían tomado amal sus palabras. Pero elsemblantedeljovenreflejabaunaadoraciónsinlímites.

Luego,ViniciosevolvióaPedroyrepuso:

—RomaestáardiendopormandatodelCésar.EnAnciosequejabadenohaber presenciado jamás un gran incendio. Y si no ha retrocedido ante uncrimen de tal magnitud, piensa qué otras iniquidades no podrá perpetrar.¿Quiénsabesinoenviarátropasconlaconsignadeasesinaralpueblo?¿Quéno ordenará y qué hambres, matanzas y desórdenes internos no vendrándespuésdelincendio?Huid,pues,conmigoaocultaros,yocultemostambiénaLigia. Esperaremos allí que pase la tempestad, y cuando haya cesado elpeligro,podréisvolveraesparcirdenuevolasimientedevuestrasenseñanzas.

Afuera, entretanto, en la dirección del Campo Vaticano y comoconfirmacióndelostemoresdeVinicio,seoyerongritosdistantesderabiayterror.

En aquel momento entró el cavador dueño de la cabaña y, cerrandoprecipitadamentelapuerta,exclamó:

—EnlasinmediacionesdelCircodeNerónseestámatandolagente.Losesclavosylosgladiadoreshanatacadoalosciudadanos.

—¿Lohabéisoído?—dijoVinicio.

—Se está colmando la medida —replicó el apóstol—. Y vendráncalamidades inmensas, como un océano sin límites—luego, volviéndose aVinicio y señalando a Ligia, dijo—: Llévate a la doncella que Dios te hapredestinadoysálvala.Lino,queestáenfermo,yUrsoteacompañarán.

PeroVinicio,quehabíallegadoaamaralapóstolcontodalafuerzadesualmaimpetuosa,exclamó:

—Tejuro,maestromío,quenohedeabandonarteaquíaunadestrucciónsegura.

—Que el Señor te bendiga por tus deseos—contestóPedro—.Pero ¿nohasoídodecirqueCristomerepitióportresvecesenellago:«Apacientamisovejas»?

VinicioguardósilencioyPedroagregó:

—Sitú,aquiennadiehaconfiadolacustodiademipersona,medicesqueno me abandonarás a una destrucción segura, ¿cómo puedes querer que

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abandoneyomirebañoeneldíadeldesastre?Cuandoselevantólatempestaden el lago y el pavor se apoderó de nuestros corazones, Él no se apartó denuestrolado.¿Cómopodríayo,unservidor,noimitarelejemplodemiSeñor?

Linoalzóentoncessuenflaquecidosemblante,ydijo:

—¿Yporquénomeseríapermitidoamítambién,¡ohvicariodeCristo!,seguireltuyo?

Eljoventribunosepasólamanoporlafrente,comosiestuvieraenluchaconsigomismooconsuspropiospensamientos;luego,tomandoaLigiadelamano,dijoconvozenlaquevibrabalaenergíadeunsoldadoromano:

—¡Escuchadme, Pedro, Lino y tú, Ligia!Yo acabo de hablar lo quemedictalahumanarazón;perovosotrostenéisotrarazón,quenoseocupadelospeligrosquepodáiscorrer, sinode losmandamientosdelRedentor. ¡Asíes!,yonolocomprendía;estabaenelerror,porquenosehacaídoaúnlavendademisojosy todavíaseescuchandentrodemí lasvocesdemi índoleanterior.Pero puesto que amo a Cristo y deseo ser siervo suyo, aunque se trate deofrecerlealgosuperioramipropiacabeza,mearrodilloantevosotrosy juroque he de cumplir losmandamientos del amor y no he de abandonar amishermanos en la hora del desastre —y diciendo esto, se puso de rodillas yposeído de un fervoroso entusiasmo, alzó los ojos y los brazos al cielo yexclamó—:¿Tehabrécomprendidoya,ohCristo?¿MeencuentrasyadignodeTi?

Le temblaban las manos, en sus ojos brillaban lágrimas y por todo sucuerpo corría un estremecimiento de fe y de amor. Tomó el apóstol en susmanosunavasijadebarro llenade aguay acercándosela a él y rociando sucabeza,dijoconacentosolemne:

—Yo te bautizo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.Amén.

Y entonces algo semejante a un éxtasismístico se apoderó de todos lospresentes. Les parecía que una especie de luz sobrenatural había venido ailuminar lacabaña;queescuchabana sualrededorunamúsicacelestial;quelas rocas en que aquel mísero albergue estaba excavado se habían abiertosobre sus cabezas; que descendían de lo alto coros de ángeles y que sobreéstos,enloalto,veíanunacruzyenelladosmanostraspasadasporclavosquelosbendecían.

Entretanto seguían escuchándose afuera los alaridos del combate y elestruendodelasllamasenlaciudadincendiada.

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XIV

SedispusieroncampamentosparaelpuebloenlosespléndidosjardinesdelCésar,queanteshabíanpertenecidoaDomicioyAgripina;yenelCampodeMarte,enlosjardinesdePompeyo,SalustioyMecenas.Lospórticos,juegosdepelota,lasespléndidascasasdecampoylosedificiosdestinadosalasfierasfueronocupados.

Los pavos reales, flamencos, cisnes, avestruces, gacelas, antílopesafricanos y ciervos, que constituían el principal adorno de estos jardines,perecieronbajoelcuchillodelaplebe.AlmismotiempocomenzaronallegarprovisionesdeOstiaencantidadtanabundante,quesehabríapodidoatravesarel Tíber de una orilla a otra pormedio de los buques y botes allí ancladoscomosobreunpuente.

El trigo se vendía al precio increíblemente bajo de tres sestercios y sedistribuíagratuitamenteentrelosdesvalidos.Fueintroducidaenlaciudadunainmensaprovisióndevino,aceitunasycastañas,ydiariamentesehacíanbajardelosmontesrebañosdecorderosyvacas.

Muchosdesgraciadosqueantesdel incendiovivíanensusescondrijosdelas callejuelas del Suburra pereciendo de necesidad, disfrutaban ahora delmayorbienestar.Elpeligrodelhambrequedó,pues,evitadoasíporcompleto;peroeramásdifícil reprimir los robos, asesinatosyviolacionesqueadiarioocurrían.

Una vida nómada aseguraba la impunidad a los facinerosos, tanto másfácilmentecuantoseproclamabanadmiradoresdelCésarynoleescatimabanaplausos siempre que se presentaba en público. Además, cuando ante lapresióndelosacontecimientossehallabanlasautoridadesenlaimposibilidaddehacerse respetar, por carecerde la suficiente fuerza armadapara reprimirlosdesmanesdelpopulachoenunaciudadocupadaporlaescoriadelmundoentero,seperpetrabanfechoríasquesobrepasabanlaimaginaciónhumana.

Todaslasnocheshabíacombates,matanzasyraptosdemujeresydeniños.En la PuertaMugionis, punto de reunión de los rebaños que se traían de laCampania,seorganizabanverdaderasbatallas,enlasqueperecíancentenaresdepersonas.

Por lasmañanasaparecían lasorillasdelTíbercubiertasdecadáveresdeindividuos ahogados que nadie recogía y que al permanecer allí insepultosentraban en descomposición, que aceleraba el calor acrecentado por elincendio,yllenabanelairedeexhalacionesmalolientes.Comoconsecuencia,al desarrollarse enfermedades en los campamentos, pudo preverse lainminenciadeunagranepidemia.

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Y la ciudad seguía ardiendo incesantemente. La violencia del fuego nodisminuyóhastaelsextodía,cuandolasllamasalcanzaronlossitiosvacíosdelEsquilino, en donde habían sido demolidas expresamente gran número decasas.Peroloshacinamientosdeescombrosencendidosdabantodavíaunaluztan viva, que el pueblo no quería creer que hubiese llegado el fin de lacatástrofe.Y,enefecto,elfuegoempezóconrenovadafuerzalaséptimanocheenlascasasdeTigelino,perotuvocortaduraciónporfaltadecombustible.Noobstante,lascasasincendiadasseguíanderrumbándoseaquíyalláarrojandoalcielocolumnasdellamasydechispas.

Lasuperficiede lasardientesruinasempezóavolversenegra.Ydespuésdelapuestadelsolelcielodejódepresentarreflejosdeluzsangrienta.Sóloalcaer lanocheseveían titilar sobreaquelvastoespacio lúgubreunas lenguasazuladasquesurgíandeentreloscarboneshumeantes.

De los catorce barrios de Roma apenas quedaban cuatro, incluyendo elTranstíber.LasllamashabíandevoradotodosTosdemás.Cuandoporúltimolosmontonesdeescombrosseconvirtieronencenizas,todoelespaciovisibleentreelEsquilinoyelTíbernoformabasinounainmensaextensiónsiniestra,gris,vacía,muerta,enlaqueseerguíanhilerasdechimeneasquesemejabancolumnasfunerariasdeuncementerio.Entreellascirculabandurantelashorasdeldíagrupossombríosdegentesenbuscadeobjetospreciososotratandodehallar entre las ruinas los despojos de algún ser querido. Por la noche, losperrosaullabansobrelosescombrosylascenizasdelasantiguasmoradas.

La liberalidad del César y los auxilios que había distribuido entre elpopulachonobastabanparacontener la indignaciónyeldesfavorable rumorpopular. Sólo estaban contentos los que formaban el hato de ladrones,criminalesyfacinerosossinhogar,peroquecomían,bebíanyrobabanagusto.Perolaspersonasquehabíanperdidotodassuspropiedadesyasusseresmásinmediatos no podían ser ganadas mediante la apertura de los jardines, ladistribución de pan o la promesa de juegos y obsequios populares. Lacatástrofehabíasidodemasiadograndeynoteníaigualenelmundo.

Otros,encuyocorazónexistíaaúnelfuegosacrodelamoralaciudaddesu nacimiento, se sublevaban en su interior hasta la desesperación ante lanoticiadequeelantiguonombredeRomaibaadesapareceryquesobrelascenizasdelacapitalelCésarseproponíaerigirunaciudadllamadaNerópolis.UnacorrientedeodiofueasíformándoseycreciendodedíaendíaapesardelasadulacionesdelosaugustanosylascalumniasdeTigelino.

Nerón, más sensible que ninguno de sus predecesores al favor delpopulacho,pensóconalarmaqueenlaenconadaymortalluchainiciadaconlos patricios en el Senado podría faltarle en un momento dado el apoyopopular. Los propios augustanos no estabanmenos asustados al pensar que

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cualquiermañanapodíasonarparaelloslahoradeladestrucción.

Tigelinoerapartidariodequesehicieranveniralgunas legionesdelAsiaMenor.Vatinio,quereíaauncuandoleestuvieranabofeteandoelrostro,perdiósubuenhumor,yVitelioelapetito.

Otros discutían entre sí acerca de la mejor manera de evitar el peligro,porque para nadie era un misterio que si el César se viera envuelto en lavoráginedeunarebelión,noescaparíaningunodelosaugustanos,aexcepciónquizádePetronio.AlainfluenciadeellosseatribuíanlaslocurasdeNerón,ya sus iniciativas, todos los crímenes que éste cometía. De ahí, que el odiohacialosaugustanoscasifueramayorqueelqueporNerónsentían.

Por eso, algunos de ellos empezaron a intentar esfuerzos por eludir lasresponsabilidadesquepudieran recaer sobre ellos a causadel incendiode laciudad.

Pero para librarse de ellas era necesario también alejar del César todasospecha, pues de otra manera nadie creería que ellos no habían sido loscausantes de la catástrofe. Tigelino consultó el asunto con Domicio Afer yhastaconSéneca,apesardequeleodiaba.

PopeasedabaigualmentecuentadequeenlaruinadeNerónibaenvueltasupropiasentencia;solicitó laopinióndesusconfidentesyrabinoshebreos,yaquesesospechabadesdehacíaañosquepracticabaladoctrinadeJehová.

Nerón,por suparte, fluctuabaentrevariosde losmétodoscaracterísticossuyos, que, a menudo, eran terribles, y con más frecuencia extravagantes;temblabademiedo, seentregabaa transportes infantiles;perosobre todonocesabadequejarse.

Un día hubo una larga e infructuosa consulta en la casa deTiberio, quehabíaescapadodelincendio.

Petronio creía preferible, a pesar de la intranquilidad reinante, hacer unviajeaGreciayluegoaEgiptoyAsiaMenor.Esteviajehabíasidoproyectadodesdehacíatiempo,¿aquéentoncesaplazarlomás,yaqueenRomanohabíaotracosaquetristezaypeligros?

ElCésar aceptó con entusiasmoaquel consejo; pero.Séneca, despuésdemeditarbrevesinstantes,dijo:

—Esfácilpartir,peroregresarnoloseríatanto.

—¡PorHércules!—replicó Petronio—. Podríamos volver a la cabeza delaslegionesasiáticas.

—¡Esoharé!—exclamóNerón.

PeroTigelinoseopuso.Aél,porsuparte,nadaseleocurría,ysilaidea

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del árbitro hubiese venido a su cerebro antes, indudablemente la habríadeclaradosalvadora;masparaélsetratabadequePetronionollegaraaserporsegunda vez el único hombre capaz de salvar a todos y de conjurar todopeligroenlosmomentosdifíciles.

—¡Escúchame, divinidad—dijo—:Ese consejo es destructor!Antes quehayasllegadoaOstiahabráestalladolaguerracivil,yquiénsabesialgunodelosdescendientesdeldivinoAugustonosedeclararíaCésar.¿Yquéharíamosnosotrossilaslegionessepusierandesuparte?

—Discurriremosentonces—contestóelCésar—lamaneradequenohayadescendientesdeAugusto.Noquedanmuchosenlaactualidad;seráfácil,portanto,librarnosdeellos.

—Esmuyposible,peronosetratadeellostansólo.Sinirmáslejos,ayermismoalgunosdelosindividuosamisórdenesoyerondeciralaplebequeunhombrecomoTráseasdebieraserelCésar.

Nerónsemordióloslabios.Despuésdeunmomentoalzólavistaydijo:

—¡Insaciableseingratos!Tienentrigoenabundanciaytienencarbónparacocerpan.¿Quémásquieren?

—¡Venganza!—replicóTigelino.

Se sucedió un silencio.Entonces, elCésar se levantó de repente, alzó lamanoydijo,declamando:

—Loscorazonespidenvenganza,ylavenganzapideunavíctima.

Yluego,olvidándosedetodo,exclamóconelrostroradiantedealegría:

—Dadmeunatablayunpunzónparaescribirestepensamiento.NuncafueLucanocapazdeconcebiralgosemejante.¿Habéisnotadocómolocompuseenuninstante?

—¡Oh incomparable!—exclamaronacorounasvoces.Nerónescribióelversoydijo:—Sí,lavenganzapideunavíctima.Yechandounamiradasobrelosquelerodeaban,agregó:

—¿SicorriéramoslavozdequeVatiniohabíaordenadoelincendiodelaciudadyleentregásemosalacóleradelpueblo?

—¡Ohdivinidad!¿Quiénsoyyo?—exclamóVatinio.

—¡Cierto!Serequiereunapersonademásimportancia…¿Será,entonces,Vitelio?…

Viteliopalideció;mas,dominándoseyriendo,contestó:

—Migordurapodríarenovarelincendio.

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PeroNerónteníaotracosaenlamente:buscabarealmenteunavíctimaquepudiesesaciarlacóleradelpueblo,ylaencontró.

—Tigelino,¡túfuistequienincendióRoma!

El temor hizo estremecerse a todos los presentes.Comprendieron que elCésarhabíadejadoyadehablarenchanzayqueseacercabaunmomentodetremendaexpectación.ElsemblantedeTigelinosecontrajodetalmanera,quesuslabiosparecieronlosdeunperroenactituddemorder.

—¡IncendiéRomaporordentuya!—dijo.

Yaquellosdoshombressemiraroncomodosdemonios.Siguióunsilenciotanprofundoquepodíaenaquelmomentoescucharsehastaelzumbidodeunamosca.

—Tigelino—dijo,porúltimo,elCésar—,¿túmequieres?

—Túlosabes,señor.

—Sacrifícate,entonces,pormí.

—¡OhdivinoCésar!—contestóTigelino—.¿Porquépresentarmeeldulcecálizque,acaso,nohedellevaramislabios?Elpueblomurmurayselevanta¿Porventuraquerríasquetambiénselevantasenlospretorianos?

Una sensaciónde terroroprimió los corazonesde lospresentes.Tigelinoeraelprefectode lospretorianos,ysuspalabras tenían lasignificaciónclarade una amenaza. El mismo Nerón lo comprendió, y su rostro se cubrió depalidez.

EnaquelinstanteentróEpafrodito,ellibertodelCésar,anunciandoqueladivinaAugustadeseabaver aTigelino,pueshabía en sus aposentos algunaspersonasaquienesdebíaescucharelprefecto.TigelinohizounareverenciaalCésarysalióconelrostroserenoydesdeñoso.

Ahora, cuandohabía intentadoasestarle elgolpe, acababademostrar losdientes.Habíahechocomprenderatodosquiénera,yconociendolacobardíadeNerónestabasegurodequeelseñordelmundoyanoseatreveríanuncaalevantarlamanocontraél.

Nerónpermaneciósilenciosoensuasientoduranteunosinstantes;yluego,notandoquelospresentesaguardabanalgunarespuesta,dijo:

—Heestadoalimentandounaserpienteenmiseno.

Petronio se encogió de hombros, como si quisiera decir con ello que noseríadifícilarrancarlacabezadeunaserpientesemejante.Nerón,recogiendosugesto,exclamó:

—¿Quéopinastú?¡Habla!¡Aconséjame!¡Sóloenticonfío,porquetienes

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másjuicioquetodoslosquemerodean,ymeamas!

Petronioestuvoapuntodedecirle:

«Hazme prefecto de los pretorianos y entregaré al pueblo a Tigelino ypacificaréenundíalaciudad».

Pero prevaleció en él su natural pereza. Ser prefecto significaba llevarsobresushombroslapersonadelCésary,además,unsinnúmerodenegociospúblicos. ¿Por qué había de echarse encima esa labor? ¿No era preferibleconsagrarse a leer poesías en su espléndida biblioteca, admirar vasos yestatuasoestrecharcontrasupechoeldivinocuerpodeEunice,acariciarsusdoradoscabellosyposarsuslabiossobreloslabioscoralinosdeella?

Deahíqueselimitaseacontestar:

—TeaconsejoquepartashaciaAcaya.

—¡Ah! —contestó Nerón—. Esperaba algo más de ti. El Senado meaborrece.Siparto,¿quiénmeaseguraquenosesublevaráyproclamaráCésara otro? El pueblome ha sido leal hasta hoy, pero ahora estará de parte delSenado. ¡Por el Hades! ¡Ah, si ese Senado y ese pueblo tuvieran una solacabeza!…

—Permíteme que te diga, divinidad, que si deseas salvar a Roma, esnecesario siquiera conservar algunos romanos —replicó Petronio con unasonrisa.

—¿Y qué me importan a mí Roma y los romanos? —dijo con acentoquejumbroso Nerón—. Me obedecían en Acaya. Y aquí sólo me rodea latraición.Todosmeabandonanyvosotrosmismosnoestáissinopreparándoostambiénpara traicionarme. ¡Yo losé, losé…!¡Ynisiquieraos imagináis loquedirándevosotroslasedadesveniderassiabandonáisaunartistacomoyo!

Yaquísegolpeódesúbitolafrente,exclamando:

—¡Escierto!Enmediode todos estos afanes llegohasta aolvidarmedequiénsoy.

DichoestosevolvióaPetronioconelrostroyacompletamenteradiante:

—Petronio—dijo—:Elpueblomurmura;perosiyollevaramilaúdymedirigieraalCampodeMarte,silesentonaraaquelcantoquemeoísteisduranteel incendio, ¿no crees tú que los conmovería con mi canto como Orfeoconmovióalasfieras?

A estoTulio Senecio, que se hallaba anhelante por volver al lado de lasesclavas que había traído de Ancio y que hacía rato se sentía impacientereplicó:

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—Sindudaalguna,César,encasodequetepermitieranempezar.

—¡VámonosaGrecia!—exclamó,entonces,Nerón,llenodedisgusto.

PeroenesemomentoentróPopea,seguidadeTigelino.

Las miradas de los presentes se volvieron hacia él involuntariamente,porquejamásuntriunfadorhabíaascendidolasgradasdelCapitolioconmásorgulloqueeldelprefectodelospretorianosalpresentarsedenuevoanteelCésar.

Empezóahablarlentayenfáticamente,conuntonoenelqueseadvertíaunaespeciedemordacidadacerada,ydijo:

—Escúchame,¡ohCésar!¡Porque,alfin,puedodecirtequeheencontradola solución!El pueblo tiene sed de venganza y quiere, no una víctima, sinocentenares,miles de ellas. ¿Has oído decir, señor, quién era Cristo, aquel aquien Poncio Pilato hizo crucificar? ¿Y sabes tú quiénes son los cristianos?¿No te he hablado ya de sus crímenes, de sus indignas ceremonias, de suspredicaciones de que el mundo será destruido por el fuego? El pueblo losaborrece y sospecha de ellos. Nadie los ha visto en templo alguno, porqueconsideran nuestros dioses como espíritus malignos; y no frecuentan elStadiumporquemirancondesdénlascarrerasdecaballos.Jamáslasmanosdeuncristianotehanrendidohomenajeconsusaplausos.Ningunodeellostehareconocido jamás como dios. Son los enemigos de la raza humana, de laciudadyenemigostuyos.Elpueblomurmuracontrati,perotúnomehasdadoordendeincendiarRomaynohesidoyoquienlahaincendiado…Elpuebloquiere venganza, ¡que la tenga! El pueblo quiere sangre y fuego, ¡que lostenga!Elpueblosospechadeti,¡quesussospechastomenotradirección!

Nerón le escuchó al principio asombrado; mas, a medida que avanzabaTigelino, se demudaba su rostro de histrión y se iban pintando en élsucesivamente la cólera, el pesar, la simpatía y la indignación.De súbito selevantóy,arrojandoaunladolatoga,quecayóasuspies,alzóambasmanosal cielo y permaneció silencioso durante algún tiempo. Por último, dijo contrágicoacento:

—¡Oh Zeus, Apolo, Hera, Atenea, Proserpina y todos vosotros, diosesinmortales! ¿Por qué no habéis venido en nuestro auxilio? ¿Qué delito hacometido esta desventurada ciudad contra esos seres tan desdichados comocrueles,paraque,demanerataninhumana,lahayanincendiado?

—Son los enemigos de la Humanidad y tus propios enemigos —dijoPopea.

—¡Haz justicia!—exclamaron otros—. ¡Castiga a los incendiarios! ¡Losmismosdiosesclamanvenganza!

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Nerónsesentóentonces,inclinólacabezasobreelpechoyguardósilenciopor segunda vez, como anonadado por la perversidad de lo que acababa deescuchar.

Después,agitandolosbrazos,dijo:

—¿Qué castigos, qué torturas podrían igualar a crimen semejante?…Esperoquelosdiosesmeiluminen,y,auxiliadoporlospoderesdelTártaro,hededaramipobrepueblounespectáculo tal,queen lossiglosveniderosmerecuerdencongratitudlasnuevasgeneraciones.

Una nube oscureció la frente de Petronio. Comprendió el peligro queamenazaba lascabezasdeLigiayVinicio,aquienesamaba,yde todasesasgentes cuya religión no aceptaba él, pero de cuya inocencia estaba seguro.Pensótambiénqueibaaempezarunadeesasorgíassangrientas,insoportablesparasusojosysutemperamentoestético.Pero,sobretodo,pensó:

«DebosalvaraVinicio,quesevolveríalocosiperecieraesadoncella».

Y esta consideración se impuso a todas las demás, porque Petronio veíamuy bien que ahora iba a emprender el juego más peligroso que hubieraintentadoensuvidaentera.

Empezó, no obstante, a hablar con la negligencia indiferente y fría quesolía adoptar cuando criticaba o ridiculizaba los planes del César y de losaugustanosquenohallabaajustadosasunormaestética.Ydijo:

—¡Habéisencontradoalasvíctimas!Bien.Podréismandarlasalaarenaovestirlas con las túnicas dolorosas. También es cierto. Pero ¡escuchadme!Tenéis autoridad, tenéis pretorianos, tenéis poder: ¡mostraos, entonces,sinceros, por lomenos cuandonadiehayde fueraquenos esté escuchando!¡Engañad al pueblo, pero no os engañéis a vosotros mismos! Entregad loscristianosalpopulacho,condenadlosatodaslastorturasqueosplazcan,mastenedelcorajedeconfesarosavosotrosmismosquenofueronellosquienesincendiaron Roma… ¡Bah! ¡Me llamáis Arbiter Elegantiarum; pues bien:permitidme,entonces,queosdeclarequenomeesposiblepermitirnisoportarcomediasdetestables!¡Bah!TodoestomerecuerdalosteatrosbarracasdelaPuerta Asinaria, en los que los actores desempeñan papeles de dioses y dereyes para divertir a la gentuza de los suburbios, y, una vez terminado elespectáculo, comen cebollas convino agrio o recibenpalizas. ¡Seddioses yreyesenrealidad,yaquepodéispermitíroslo!Encuantoati,¡ohCésar!,queacabas de amenazarnos con el juicio de las edades futuras, piensa que esejuiciotehadecomprenderatitambién.¡PorladivinaClío!¡Nerón,señordelmundo, Nerón, dios, incendió a Roma porque era tan poderoso en la tierracomoZeusenelOlimpo;Nerón,poeta,amótantolapoesía,quelesacrificóhasta la propia patria! Desde el principio del mundo nadie ha realizado un

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hecho semejante; nadie ha osado ni siquiera intentarlo. ¡Te imploro, ennombredelasnueveLibetrices,quenorenunciesasemejantegloria,porqueloscantosqueatisedediquenresonaránhastaelfinaldelossiglos!¿QuéseráPríamoatulado,quéAgamenón,quéAquiles,quélosdiosesmismos?Noesnecesarioquedeclaremosqueel incendiodeRomafuebueno; fuecolosalyextraordinario,y esobasta.Y tedigo, además,queelpueblonohadealzarunamano contra ti.No es cierto eso que te cuentan.Tenvalor, guárdate dellevaracaboactosindignosdeti,puesloúnicoquepodríaamenazarteseríaelque las edades futuras declarasen: «Nerón incendió a Roma; pero César,tímidoypusilánimepoeta,negódespués,porcobardía,unhechotancolosal,culpando,encambio,apersonasinocentes».

Las palabras del árbitro produjeron en el ánimo de Nerón, como decostumbre, una impresión profunda; pero Petronio, esta vez, no se hacíailusionesacercadequeacababaderecurriraunmedioextremo,que,llegadaunaeventualidadfavorable,podría,ciertamente,salvara loscristianos;pero,al mismo tiempo, eramás fácil que se volviera contra él. Sin embargo, nohabía tenido ni un momento de vacilación, porque se trataba a la vez deVinicio,aquienamaba,ydelpeligro,conelquesecomplacíaenluchar.

«Los dados están echados—se dijo—, y vamos a ver ahora hasta quépunto el temor por su propia vida se sobrepone en elmono a su amor a lagloria».

Yensuinteriornodudabadequeeltemorhabíadeprevalecer.

Entretanto reinó el silencio después de estas palabras. Popea y todos lospresentesmirabana losojosdelCésar conel anheloconque seaguardaunarcoirisdespuésdeunatempestad.

Nerónempezó,porfin,alevantarloslabioshastapegarlosalanariz,comoerasucostumbrecuandosehallabaperplejo.Porúltimo,sepintóensurostrounaexpresióndeinquietudydesagrado.

—¡Señor!—exclamóTigelino al notarlo—,permíteme retirarme; porquecuandohaygentesquedeseanexponertupersonaaladestrucciónllamándotealmismotiempoCésarcobarde,poetapusilánime,incendiarioycomediante,misoídosnopuedensoportartalespalabras.

«Heperdido»,pensóPetronio.

Pero,volviéndoseaTigelino,lemidióconunamiradaenlaqueseadvertíaeldespreciodelgranseñorydelhombrerefinadoporaquelmiserable,yluegodijo:

—Tigelino, fue a ti a quien llamécomediante, puesno eresotra cosa enestemomento.

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—¿Acasoporquenohequeridoseguirescuchandotusinsultos?

—Eres un histrión, porque estás fingiendo un amor sin límites hacia elCésar, tú, que hace pocos momentos le amenazabas con los pretorianos,amenazaquetodoscomprendimostanbiencomoél.

Tigelino,quenohabíapensadoquePetroniofuerasuficientementeaudazparaarrojarsemejantesdadossobreeltapete,sepusopálido,perdiólacabezayenmudeció.

Esta fue,sinembargo, laúltimavictoriaque logróalcanzarelárbitrodelbuengustosobresurival,porque,enaquelmomento,dijoPopea:

—Señor:¿cómopuedespermitirquesiquierapaseporlacabezadealguienunpensamiento semejante; y todavíamás, quehaya alguienque se atreva amanifestarlodevivavozentupresencia?

—¡Castigaalinsolente!—exclamóVitelio.

Nerón alzó de nuevo los labios hasta las narices y, volviendo haciaPetroniosusojosvidriososdemiope,dijo:

—¿Eséstalamaneracomocorrespondesalaamistadquetehebrindado?

—Si estoy en un error, demuéstramelo—dijoPetronio—;pero sabe quemispalabraslasdictasóloelafectoqueportisiento.

—¡Castigaalinsolente!—repitióVitelio.

—¡Hazlo!—exclamaronmuchasvoces.

Yenelatriumsenotóunmovimientoyunsordomurmulloyempezarontodos a retirarse del lado de Petronio. Hasta el mismo Tulio Senecio, suconstante compañero en la corte, se apartó de él, y lomismo hizo el jovenNerva,quehastaentonceslehabíademostradolamayoramistad.

Alcabodepocosinstantes,Petroniosehallósoloenelladoizquierdodelatriumconlasonrisaenloslabiosyreuniendoconlasmanoslosplieguesdesutoga,mientrasaguardabaloquehicieseodijeraelCésar.

—Mepedísquelecastigue—dijo,porfin,Nerón—;peroesmiamigoycompañero,yaunquemehaheridoenelcorazón,sepaélqueparalosamigosestecorazónnoencierraotracosaqueperdón.

«He perdido y estoy perdido», pensó Petronio. Entretanto, se levantó elCésaryquedóterminadalareunión.

XV

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Petroniovolvióasucasa.NerónyTigelinopasaronalatriumdePopea,endonde los esperaban las personas con quienes el prefecto había hablado ya.EstoserandosrabinosdelTranstíber,mitradosyrevestidoscontrajeslargosysolemnes,suayudante,unjovencopista,y,además,Quilón.

AlavistadelCésarlossacerdotespalidecierondeemocióny, levantandoexageradamentelosbrazos,lehicieronunaprofundísimareverencia,mientrasqueunodeellos,dirigiéndoseaNerón,pronunciabaestaspalabras:

—¡Salud a ti, oh soberano de la tierra, protector del pueblo escogido yCésar; león entre los hombres, cuyo reino es como la luz del sol, como elcedro del Líbano, como una fuente, como una palma, como el bálsamo deJericó!

—¿Nomellamáisdios?—preguntóNerón.

Los sacerdotes se pusieron aún más pálidos. El más anciano de ellosrepuso:

—Tuspalabras,señor,sontandulcescomounracimodeuvasycomounhigomaduroporqueJehová llenó tucorazóndebondad.Elpredecesorde tupadre,CayoCésar,erasevero;sinembargo,nuestrosenviadosnolellamarondios,prefiriendolamuertealatransgresióndesuley.

—¿YnoordenóCalígulaquefueranarrojadosalosleones?

—No,señor;CayoCésartemióalacóleradeJehová.

Yaldecir estaspalabrasalzaron lacabeza,pueselnombredelpoderosoJehoválesinfundíavalor,yconfiadosahoraensufuerza,miraronalosojosdeNerónconmásentereza.

—¿Acusáis a los cristianos de haber incendiado a Roma?—preguntó elCésar.

—Nosotros,señor, losacusamostansólodeesto:sonlosenemigosdelaley, de la raza humana y tus propios enemigos, y desde hace tiempo hanamenazadoconel fuegoa laciudadyalmundoentero.Lodemás te lodiráeste hombre, cuyos labios jamás ha manchado una mentira, porque por lasvenasdesumadrecorríalasangredelpuebloelegido.

NerónsevolvióentoncesaQuilónydijo:

—¿Quiénerestú?

—Unhombrequeterindesushomenajes,¡ohOsiris!,y,además,unpobreestoico…

—Aborrezco a los estoicos —dijo Nerón—. Aborrezco a Tráseas;

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aborrezcoaMusonioyaCornuto.Susdiscursosmesonrepulsivos,asícomosudesprecioporelarteysuvoluntariasuciedadeinmundicia.

—¡Ohseñor!Séneca,tumaestro,tienemilmesasdecedro.Sitúlodeseas,podré tener el doble. Soy estoico por necesidad. Adorna, ¡oh radioso!, miestoicismoconunaguirnaldaderosas,ponledelantedeuncántarodevinoytecantaráAnacreontecontalemoción,queserácapazdeensordeceratodoslosepicuros.

Nerón, que se sintió muy halagado por el epíteto de «radioso», dijo,sonriendo:

—Estoysatisfechodeti.

—¡Estehombrevalecuantopesaenoro!—exclamóTigelino.

—Masjuntaamipesotuliberalidad,puesdeotramanera,puedeelvientollevarsetodamirecompensa—contestóQuilón.

—ÉlnosuperaríaenpesoaVitelio—observóNerón.

—¡OhApolo,eldelarcodeplata!¡Miingenionoesdeplomo!

—Veoquetufenoteimpidellamarmedios.

—¡Ohinmortal!Mifesehallapuestaenti;loscristianosblasfemancontraesafe:poresolosaborrezco.

—¿Quésabestúdeloscristianos?

—¿Mepermitesllorar,ohdivinidad?

—No—contestóNerón—;elllantomefastidia.

—Tienes tres veces razón; porque los ojos que te han visto a ti debenquedar para siempre libres de lágrimas. ¡Oh señor, defiéndeme contra misenemigos!

—Háblanosdeloscristianos—dijoPopea,conunasomodeimpaciencia.

—Se hará como tú ordenas, ¡oh Isis! —contestó, Quilón—. Desde mijuventudmeconsagréalafilosofíayaldescubrimientodelaverdad.Busquéésta entre los antiguos divinos sabios, en la Academia de Atenas y en eltemplo de Serapis, en Alejandría. Cuando oí hablar de la existencia de loscristianos creí que éstos formaban una nueva escuela, en la que podría yo,acaso, encontrar unos granos de verdad, y para desgracia mía conocí a losindividuosdeesasecta.ElprimercristianoquemimalasuertemepusopordelantefueunmédicodeNápoles,llamadoGlauco.PorélsupeentoncesqueadoranaunciertoChrestos,quienprometióaniquilara todos loshombresydestruir todas las ciudades de la tierra, salvándolos a ellos si le ayudaban aexterminar a los hijos de Deucalión. Por esta razón, ¡oh señora!, ellos

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aborrecen a los hombres y envenenan las fuentes; por esta razón en susasambleaslluevenmaldicionessobreRomaysobretodoslostemplosenqueserindecultoanuestrosdioses.Chrestosfuecrucificado;peroantesprometióque,cuandoRomahubierasidodestruidaporelfuego,Elvolveríayentregaríaaloscristianoseldominiodelmundo.

—Ahora comprenderá el pueblo por qué Roma fue destruida —interrumpióTigelino.

—Muchos lo comprendenya, ¡oh señor!, porqueyo recorro los jardines,recorroelCampodeMarteypropagomisenseñanzas.Pero,simeescucháishasta el fin, llegaréis a conocer las razones que justifican mi venganza.Glauco,elmédico,nomerevelóalprincipioquesureligiónenseñabaelodioalaHumanidad.Porelcontrario,medijoqueChrestoseraunbuenDiosyquelabasedesureligióneraelamor.Misensiblecorazónnopudoresistiraunaverdadsemejante;amé,pues,aGlauco,tuvefeenélyconélcompartíhastaelúltimomendrugodepan,hastalaúltimamonedadecobre;y¿sabestú,señor,cómocorrespondióamiafecto?¡EnelcaminodeNápolesaRomamehiriócon el puñal y vendió a un mercader de esclavos a mi mujer, la joven yhermosaBerenice! ¡SiSófoclesconocieramihistoria!Pero¿quédigo?AquímeestáescuchandoalguiensuperioraSófocles.

—¡Pobrehombre!—dijoPopea.

—Quienha visto el rostro deAfrodita no es pobre, ¡oh señora!, y yo loestoy viendo en este momento. Pero entonces recurrí a los consuelos de lafilosofía. De vuelta a Roma, busqué a los jefes de los cristianos y traté deobtenerdeellosjusticiacontraGlauco.Penséqueleobligaríanadevolvermeamimujer.ConocíasuPontíficesupremo;tambiénaotro,llamadoPablo;queestuvopresoenestaciudad,perofuepuestoenlibertad;despuésconocíalhijode Zebedeo, a Lino, a Cleto y muchos otros. Sé dónde vivieron antes delincendioysédóndesereúnenactualmente.Puedoseñalarunsubterráneoenelmonte Vaticano y un cementerio fuera de la Puerta Nomentana, dondecelebran sus vergonzosas ceremonias. He visto al apóstol Pedro. He vistocómoGlaucomatabaaniñosafindequeelapóstolpudieratenersangreconque rociar las cabezas de los presentes, y vi a Ligia, la hija adoptiva dePomponia Grecina, que se jactaba de que, no habiendo podido aportar lasangre de un infante, ofrecía, a cambio, la muerte de uno, porque habíahechizadoalapequeñaAugusta,tuhija,¡ohOsiris!,ylatuya,¡ohIsis!

—¿Hasoído,César?—preguntóPopea.

—¡Esposible!—exclamóNerón.

—Yo habría podido olvidar los agravios recibidos en mi persona —continuóQuilón—,perocuandoconocíel inferidoavosotros,quisematarla.

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Desgraciadamente,meloimpidióelnobleVinicio,quienlaamaba.

—¿Vinicio?Pero¿acasonohuyódeélesajoven?

—Así es; pero él la buscó, porque no podía vivir sin ella. Por unamiserablerecompensaleayudéaencontrarla,yyofuiquienleseñalólacasaenqueellavivíaentreloscristianos,enelTranstíber.Allífuimosjuntos,yconnosotros tu lidiador Crotón, a quien el noble Vinicio alquiló para que leprotegiera.PeroUrso,elesclavodeLigia,aplastóaCrotón.Eseesunhombredeunafuerzaterrible,¡ohseñor!,yquepuederomperleelcuelloauntorocontantafacilidadcomocualquieradenosotroscortaruntallodeamapola.AuloyPomponiaGrecinaleamabanporesacausa.

—¡Por Hércules —dijo Nerón—, el mortal que ha aplastado a Crotónmerece una estatua en el Forum! Pero tú, viejo, estás equivocado o nosengañas,porqueViniciomatóaCrotónconuncuchillo.

—Asíescomolasgentesmientenalosdioses.¡Ohseñor!Yovicómoserompían las costillas deCrotón entre los brazos deUrso, quien se precipitóenseguida sobreVinicio, y le habría destrozado también a no ser porLigia.Vinicio estuvo largo tiempo enfermo después de aquel suceso, pero ellos lecuraron, con la esperanza de que, a influjo del amor, llegaría a hacersecristiano.Y,enefecto,Vinicioescristianoenlaactualidad.

—¿Vinicio?

—Sí.

—¿YacasotambiénPetronio?—preguntóTigelinoansiosamente.

Quilónseretorció,sefrotólasmanos,yluegodijo:

—Admiro tu sagacidad, ¡oh señor! En efecto, bien puede haberse hechotambiéncristiano.Esprobable…Esmuyprobable.

—Ahoracomprendoporquédefiendealoscristianos.

Neróndijoentonces,riendo:

—¿Petronio cristiano? ¿Petronio enemigode la vida y de sus goces?Nodigas necedades; no intentes persuadirme de eso, porque entonces ya nadapodrécreerte.

—Pero el noble Vinicio se hizo cristiano, señor. Te juro por losresplandores que de tu persona irradian que digo la verdad, y que nadamecausaundisgustomáshondoquelamentira.PomponiaGrecinaescristiana,elpequeño Aulo es cristiano; cristiana es Ligia y también Vinicio. Yo servífielmente a este último, y, en recompensa, por insinuación de Glauco, elmédico,mehizoazotar,apesardeserviejoyestarentoncesenfermoyconhambre.YhejuradoporelHadesquenoolvidaríaesainjuria.Véngalatú,¡oh

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señor!,y,acambio, teentregaréaPedro,elapóstol;aLino,Cleto,GlaucoyCrispo, que son los más destacados, y a Ligia y Urso. Y te señalaré acentenares, a millares de ellos, e indicaré sus casas de oraciones y loscementerios; y todas tus prisiones no bastarán para contenerlos. Sinmí, nopodrías encontrarlos. Enmis desgracias he buscado siempre consuelo hastahoysolamenteenlafilosofía;pero,deaquíenadelante,hedehallarloenlosfavoresquedesciendensobremí…Soyviejoynoheconocidolasdulzurasdelavida.Yaeshoradequeempiece…

—Según eso, tú anhelas ser estoico delante de un plato colmado—dijoNerón.

—Quienteprestaservicioscreoquemerecebienquelecolmenelplato.

—Noteequivocas,¡ohfilósofo!

PeroPopeanoabandonabaniporunmomentolaideadevengarsedesusenemigos.SupasiónporVinicionohabíasido,enrealidad,sinouncaprichopasajero,hijodeunmomentodecelos,irayvanidadheridos.Perolafrialdaddel joven tribuno hirió profundamente su orgullo y llenó su corazón de unobstinadoencono.ElsolohechodequehubieraosadoViniciopreferiraotramujerparecíaasusojosundelitoquepedíavenganza.EncuantoaLigia, lahabía odiado desde el primer instante, ya que fue para ella una constantealarmalapresenciadelahermosuradeaquellaazucenadelNorte.BienpodíaPetronio decir cuanto quisiera acerca de las exiguas formas de la doncella,cuandohablaradeellaalCésar,masnoalaAugusta.Popea,conojocrítico,alprimergolpedevistacomprendióque,entodaRoma,solamenteLigiapodíarivalizarconellayauneclipsarla.Y,porconsiguiente,jurósuperdición.

—Señor—dijo—,¡vengaanuestrahija!

—¡Apresuraos!—exclamóQuilón—,¡apresuraos!Deotramanera,Viniciopodríaocultarla.Yoseñalarélacasa,alaquevolviódespuésdelincendio.

—Tedarédiezhombres,eirásalinstante—dijoTigelino.

—¡Ohseñor!TúnohasvistoaCrotónentrelosbrazosdeUrso.Simedascincuentahombresiréamostrarlacasa,perosólodesdeciertadistancia.Mas,sinoosapoderáisdeVinicio,estoyperdido.

TigelinomiróaNerónydijo:

¿No sería tiempo, ¡oh divinidad!, de terminar de una vez con el tío y elsobrino?

Nerón,despuésdehabermeditadounmomento,replicó:

—No, todavía no. El pueblo no nos creería, aunque intentáramospersuadirle,quePetronioyViniciooPomponiaGrecinahabíanpuestofuegoa

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Roma. Sus casas eran demasiado hermosas.Más tarde, les llegará su turno,ahoranecesitamosotrasvíctimas.

—Entonces,¡ohseñor!,dameunacustodiadesoldados—dijoQuilón.

—Atiendeaeso,Tigelino.

—Tehospedarás,entretanto,enmicasa—dijoelprefecto.

Laalegríasepintóenelsemblantedelgriego.

—¡Os los entregaré a todos!, pero ¡apresuraos!, ¡apresuraos!—exclamóconvozronca.

XVI

Al separarse del César, Petronio había ordenado que le condujeran a sucasadelasCarenas,que,rodeadaporjardinesentresdesuscostadosydandofrentealaplazaCecilia,habíaescapado,afortunadamente,delincendio.

Porestacausa,otrosaugustanosquehabíanperdidosuscasas,ydentrodeellasconsiderablesriquezasynumerosasobrasdearte,llamabanafortunadoaPetronio.

Verdad es que desde hacía tiempo le llamaban el hijo predilecto de laFortuna, calificativo cuya exactitud había parecido confirmar la crecienteamistadqueelCésarlehabíademostradoenlosúltimostiempos.

PeroesehijopredilectodelaFortunabienpodíaponerseahoraameditaracercadelavolubilidaddesumadre;mejordicho,acercadesusemejanzaconCronos,quedevorabaasuspropioshijos.

«Siporlomenossehubieraincendiadomicasa—sedijoasímismo—,ycon ella mis gemas, mis vasos etruscos, mis cristales de Alejandría y misbroncescorintios,entoncesNerónbienpodríahaberolvidadolaofensa. ¡PorPólux!¡Ypensarquesólodemíhadependidoserprefectoenaquelmomento!EntonceshabríadeclaradoqueTigelinoeraelautordelincendio—comoloesen realidad—, le habría hecho vestir la túnica dolorosa, entregándole alpopulacho,brindandoprotecciónaloscristianosyhabríareconstruidoRoma.¿Y quién sabe si entonces hasta hubiera empezado una nueva era para loshombresdebien?Yodebíaasumiresepuesto,sibienhubierasidotansóloporconsideración a Vinicio. Y, en caso de sentirme abrumado por la tarea, mequedabaelrecursodetransferirelmandoalpropioVinicio,aloquenohabríani siquiera intentado oponerse Nerón. Y entonces, aun cuando mi sobrinohubierabautizadoatodoslospretorianos,yhastaalmismoCésar,¿quédaño

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podría causarme esto a mí? ¡Nerón piadoso, Nerón lleno de virtud y declemencia!¡Quéentretenidoespectáculo!».

Ysu indolencia era tangrande,queempezóa reír ante esepensamiento.Pero,minutosdespués,suspensamientossiguieronotrorumbo.Leparecióquese hallaba todavía en Ancio y que Pablo de Tarso le decía: «Nos llamáisenemigosde lavida;perocontéstame,Petronio: sielCésar fueracristianoyobraracomoordenanuestradoctrina,¿nohabríamayorseguridadybienestaren la vida?».Y, al recordar esas palabras, pensó: «¡PorCástor!, no importacuántos sean los cristianos que aquí asesinen. Pablo encontrará un nuevorefuerzodeotrostantos;porqueéltienerazón,amenosqueseaposiblequeelmundodescansesobrelabasedelcrimen.¿Yquiénsabesiéstenollegaaserel caso en breve? Yo mismo, que he estudiado no poco en la vida, no heaprendidoaserpícarosuficientementegrande,por loqueseránecesarioquemeabralasvenas.Pero,detodasformas,ellohabríadebidoterminarasí;ysinoasí,decualquierotromodo.LosientoporEuniceypormivasomúrrimo;peroEuniceestáhoylibre,yelvasomelollevaré.¡NosehadequedarconélAhenabarbus en ningún caso! Lo lamento también por Vinicio. Pero estoydispuestoaello,yaqueenlosúltimostiemposmeheaburridomenos.Enlavida,lascosassonbellas,perolamayoríadelaspersonassontanrepugnantesque nomerece la pena vivirla. El que ha sabido vivir ha de sabermorir.Apesardehaberpertenecidoa losaugustanos,he sidounhombremuchomáslibredeloqueellossefiguran».

Yaquíseencogiódehombros,agregando:«Puedencreerquemetiemblanlasrodillasenesteinstanteyqueelterrormeerizaloscabellos;peroelhechoesque,al llegaracasa,medaréunbañoenaguadevioletas;miEunice,deáureoscabellos,meungiráconsusmanos,yluego,despuésdeunrefrigerio,haremosquenoscantenelhimnoaApoloquecompusoAntemio.Yaunavezmedijeamímismoquenovalíalapenapensarenlamuerte,pueslamuertepiensa en nosotros sin necesidad de que vayamos en su ayuda. Sería unamaravilla que, en realidad, existiesen los Campos Elíseos, y en ellos sepasearan las sombras de los humanos. Eunice iría entonces, llegado elmomento, a reunirse conmigo y vagaríamos juntos por el prado cubierto deasfódelos.Yallí, también,meencontraríaconmejorsociedadque ladeestesuelo. ¡Qué bufones y charlatanes! ¡Ralea vil, ajena a todo buen gusto ypulimento! ¡Decenas de árbitros de la elegancia no serían bastantes paratransformar esos Trimalciones en personas decentes! ¡Por Proserpina! ¡Yaestoyhartodetodosellos!».

Yobservóconasombroqueahorasesentíaamayordistanciaqueantesdetodas esas gentes. Los había conocido y considerado en su justo valoroportunamenteysabíaquédebíapensarrespectoaellos;noobstante,ahoraleparecía que se hallaba mucho más alejado de ellos, y los consideraba con

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mayordesprecioquenunca.Asípues,estabayahartodeellos.

Luego se puso a pensar en su situación personal. Su sagacidad innata lehizo comprender que la ruina definitiva no le amenazaba todavía converdaderainminencia.

Nerón había aprovechado la oportunidad para pronunciar unas cuantasestudiadasyselectasfrasesacercadelaamistadydelaclemenciaque,porelmomento,leligabanenciertamanera.

«Tendrá que buscar pretextos —se dijo Petronio—, y mientras losencuentra,bienpuedepasarmuchotiempo.Antetodocelebraráconcristianoslospróximosjuegos,ysólodespuésqueéstoshayanterminadopensaráenmí.Y, siendo esto cierto, es innecesario que me tome ninguna molestia ni quecambiemi sistema de vida.Un peligromás inmediato es el que amenaza aVinicio».

Y entonces concentró su pensamiento en el joven tribuno, al que sepropusosalvar.

Losesclavosconducíanrápidamentelaliteraatravésdelasruinas,piedrasymontonesdecenizadequeaúnestaballenoelbarriodelasCarenas;perolesordenóquefuerancorriendo,afindellegarasumoradacuantoantes.

Vinicio,cuya insulasehabía incendiado,vivíaconélahoraysehallaba,porfortuna,encasa.

—¿HasvistohoyaLigia?—fueronlasprimeraspalabrasdePetronio.

—Sí;llegodeallíenestemomento.

—Pues bien: escucha lo que voy a decirte y no pierdas tiempo enaveriguacionesinútiles.

Escuchó, pues, a Petronio con el entrecejo fruncido, y en el rostro unaexpresión anhelante y a la vez terrible, pero impávida. Evidentemente, suprimerimpulsoenpresenciadelpeligroeradefenderseydarlabatalla.

—Voy—selimitóadecir.

—Una palabramás. Lleva una bolsa de oro, armas y un puñado de tuscristianos. ¡Y, en caso de necesidad; rescata a Ligia de las garras de tusenemigos!

Viniciosehallabayaenlapuertadelatrium,cuandoPetronioexclamó:

—¡Mándamenoticiasconunesclavo!

Al quedar solo empezó a pasearse entre las columnas que adornaban elatrium y a pensar en los últimos acontecimientos. Sabía que, después delincendio, Ligia y Lino habían vuelto a casa de este último, que, como casi

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todoelTranstíber,sehabíasalvadodelasllamas;yéstaeraunacircunstanciadesfavorable,porque,deotramanera,habríasidodifícilencontrarlosenmediode la multitud. No obstante, esperaba Petronio que, en el estado en que sehallaban las cosas, nadie sabría en el Palatino dónde vivían, y porconsiguiente,detodasmaneraslograríaVinicioadelantarsealospretorianos.LeparecíatambiénqueTigelino,eneldeseodeapoderarsedeunsologolpedel mayor número de cristianos, extendería sus redes por toda la ciudad ytendríaquedistribuirlospretorianosenpequeñosgrupos.

«AuncuandomandenunosdiezhombresenbuscadeLigia—pensó—,esegiganteligiolesromperáloshuesos,yconmuchamayorseguridadsiVinicioacudeconauxiliares».

Yestaidealetranquilizó.

CiertoeraqueresistiralospretorianoseralomismoquedeclararlaguerraalCésar.

PetroniosabíatambiénquesiViniciosesustraíaalavenganzadeNerón,esavenganzapodríacaersobresupropiacabeza,maselloleimportabapoco.Porelcontrario,secomplacíaen la ideadecontrariar losplanesdeNerónyTigelino;yresolviónoomitirenestaempresanihombresnirecursos.Puestoque, en Ancio, Pablo de Tarso había convertido a la mayor parte de susesclavos,sabíaquealempeñarseenladefensadeloscristianospodíacontarconelceloyabnegacióndeesosneófitos.

LaentradadeEunicevinoainterrumpirelcursodesusmeditaciones.Asuvista se desvanecieron sin dejar huella alguna todos sus disgustos ypreocupaciones. Olvidó al César, la desgracia en que había caído, ladegradación de los augustanos, las persecuciones que amenazaban a losconfesores de Cristo y olvidó a Vinicio y a Ligia, para concentrar supensamiento sólo en Eunice, a quien miraba con ojos de verdadero esteta(enamoradodesusmaravillosasformas)ydeamante,paraquienesasformassólopalpitabanamor.

Veníaataviadaconuntransparentetrajevioletallamadocoavestis,atravésdelcualsetransparentabasurosadocuerpo,yestabarealmentetanbellacomounadiosa.Y,sintiéndoseadmiradaporPetronio,amándolealavezcontodasualmayanhelantesiempredesuscaricias,alhallarsedelantedeélseruborizóde alegría, como si en realidad fuera una inocente virgen, en lugar de unaconcubina.

—¿Qué vienes a decirme, Gracia?—preguntó Petronio, extendiendo lasmanos.

Eunice,inclinandohaciaélsudoradacabeza,contestó:

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—Antemiohavenidoconsuscoristasypreguntasideseasoírle.

—Queespere:noscantarádurantelacomidaelhimnoaApolo.Ynosotrosle escucharemos rodeados todavía de cenizas y de escombros. ¡Por lasarboledas dePafos!Cuando te veo con esta coa vestisme figuro que tengodelanteaVenusAfroditatransparentándoseatravésdeunvelocelestial.

—¡Ohseñor!—dijoEunice.

—Venaquí,Eunice…;estréchameentusbrazosydametuslabios…¿Meamas?

—NoamaríamásalpropioZeus.

Y,oprimiendoconlossuyosloslabiosdePetronio,seechóensusbrazostemblandodefelicidad.Alcabodealgunosmomentos,Petroniodijo:

—¿Ysifueranecesarioquenosseparásemos…?

Eunicelemiróconunaexpresióndesobresaltoenlosojosydijo:

—Señor,¿quédices?

—No te asustes… Te hago esta pregunta porque es posible que debaemprenderunlargoviaje.

—Llévamecontigo…

Petroniocambióentoncesrápidamentedeconversaciónyrepuso:

—Dime,¿hayasfódelosenloscéspedesdeljardín?

—Los cipreses y los céspedes se han puesto amarillos por el fuego; losmirtossehandeshojado,ytodoeljardínparececomosiestuvieramuerto.

—Romaenteraestáasí,yprontoseconvertiráenunverdaderocementerio.¿Sabesquesevaapromulgarunedictocontraloscristianosyvanaempezarlaspersecuciones,durantelasquepereceránmillaresdeellos?

—¿Porquévanacastigaraloscristianos,señor?Sonbuenosypacíficos.

—Precisamenteporeso.

—Vámonosalmar.Atushermososojosnolesgustaelespectáculodelasangre.

—Sí;peroentretantoesnecesarioquemebañe.Venaloleothesiumymeungirás los brazos. ¡Por el cinturón deVenus! ¡Nuncamehas parecidomásbella! He de ordenar que hagan para ti un baño en forma de concha; tú tehallarásenellacomounapreciosísimaperla.¡Ven,diosadecabellosdeoro!

YPetroniosalió.

Una hora después, ambos amantes, coronados de rosas y entornados los

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ojos,descansabaneneltricliniodelantedeunamesacubiertaconunavajillade oro. Les servían niños en trajes de Cupido, bebían vino en cálicesadornadosconhiedrayescuchabanelhimnodeApolocantadoalsondelasarpas,bajoladireccióndeAntemio.¿Quélesimportabalaciudadincendiada,consuschimeneasenpiecomojalonesdenunciadoresdelaruinadeantiguasmoradas, ni que las ráfagas de viento estuvieran esparciendo en todasdireccioneslascenizasdeloquehabíasidoRoma?Elloseranfelicespensandotansóloenelamor,quetransformabasusvidasenunsueñodivino.

Masantesqueterminaraelhimno,unesclavo,el jefedelatrium,penetróeneltriclinium.

—Señor—dijoconvoztemblorosaporlaalarma—,uncenturiónconundestacamento de pretorianos se halla delante de la puerta y, por orden delCésar,deseaverte.

Sesuspendieronentonceselcantoylossonesdeloslaúdes.Yeltemorseapoderó de los presentes, porque el César, en sus comunicaciones conpersonasamigas,noacostumbrabautilizarpretorianos,ylapresenciadeéstosenépocasemejantenoaugurabanadabueno.

Petroniofueallílaúnicapersonaquenodemostrólamenoremoción;perodijo,comounhombreaquienfastidianvisitasimportunas:

—Bienpodíandejarmecomerenpaz.

Yvolviéndosealjefedelatrium,agregó:

—Queentre.

El esclavo desapareció detrás de la cortina, y un momento después sesintieron pesados pasos y se presentó Aper, centurión a quien Petronioconocía.Veníaarmadoytraíaenlacabezaunyelmodehierro.

—Nobleseñor—dijo—,tetraigounmensajedelCésar.

Petronioextendióperezosamentesublancamano,tomólatablay,echandounamiradasobreella,lapasócontranquiloademánaEunice,diciendo:

—EstanocheseproponedarlecturaaunnuevolibrodelaTroyadaymeinvitaaqueleescuche.

—Sóloherecibidolaordendeentregarteelmensaje—dijoelcenturión.

—Sí;nohayrespuesta.Pero,centurión,bienpodíasdescansarunmomentoennuestracompañíayvaciarunacopadevino.

—Graciastedoy,nobleseñor.Beberégustosounacopadevinoatusalud;perodescansarnomeesposible,porqueestoydeservicio.

—¿Porquétehandadoatilacartaynomelaenviaronconunesclavo?

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—Lo ignoro, señor. Acaso porque yo debía venir en esta dirección endesempeñodeotrocargo.

—Losé;contraloscristianos,¿noeseso?

—Sí,señor.

—¿Desdecuándohaempezadolapersecución?

—Antes de mediodía han sido enviados algunos destacamentos alTranstíber.

Ydichoesto,elcenturiónbebióunpocodevinoenhonordeMarte,luegotiróelrestohastavaciarlacopa,ydijo:

—¡Quelosdiosesteconcedan,ohseñor,cuantopuedasdesear!

—Llévatelacopaenrecuerdomío—dijoPetronio.YluegoordenóconunademánaAntemioqueterminaseelhimnoaApolo.

«Barbas de Cobre empieza a jugar conmigo y con Vinicio —pensó,mientrasvolvíanaescucharselossonesdelasarpas—.¡Adivinosuplan!Haquerido aterrorizarme enviándome su carta por medio de un centurión. Lepreguntarán a éste por la noche cómo le recibí. ¡No! ¡No! ¡No te divertirásgrancosa,cruelyperversopoeta!¡Séquenohasdeolvidarlainjuria;séquemi destrucción se aproxima, pero si te figuras que voy a mirarte con ojossuplicantesyquevasaverelterrorylahumildadenmirostro,quédecepcióntevasallevar!».

—ElCésarteescribe,señor—dijoEunice—.Vesilodeseas.¿Irás?

—Mi salud es perfecta; puedo hasta escuchar sus versos —contestóPetronio—.Voy,pues,conmayorrazón,yaqueVinicionopuedeir.

En efecto; terminada la comida, y después de su paseo habitual, se hizopeinar y arreglar los pliegues de su vestido por sus esclavos, y una horadespués,hermosocomoundios,eraconducidoalPalatino.

Era tarde; la noche estaba tranquila y tibia, y la luna brillaba con talclaridad, que los lampadarii que precedían a la litera extinguieron lasantorchas.

En lascallesyentre las ruinaspululabamultitudde individuosebriosdevino,cubiertosdeguirnaldasymadreselvasyllevandoenlasmanosramasdemirtoylaureltomadasdelosjardinesdelCésar.

Laabundanciadetrigoylaexpectativadegrandesjuegosalegrabantodosloscorazones.

Aquíyalláseoíancancionesenlasquesealababaala«nochedivina»yalamor;aquíyallá,tambiénhabíagruposdeindividuosquedanzabanalaluzde

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laluna;ylosesclavosseveíanrepetidasvecesobligadosapedirqueseabrierapaso a la litera «del noble Petronio». Y, entonces, los grupos se apartaban,aclamandoasufavorito.

Éste,entretanto,ibapensandoenVinicioyseextrañabadenohabertenidonoticiasdeél.

Petronioeraepicúreoyegoísta;pero,habiendopasadoúltimamentealgúntiempoconPablodeTarsoyconVinicio,yoyendoamenudohablarde loscristianos,sehabíamodificadoalgo,sindarseélmismocuentadeello.Parecíacomo si una brisa hubiese emanado de ellos y hubiera echado en su almasimientesnuevas.Porque,ademásdesupersona,empezabaapreocuparsedeotras.

SiemprehabíasentidoinclinaciónhaciaVinicio,loqueseexplicatambiénporque,ensuniñez,Petroniohabíaamadomuchoasuhermana,lamadredeljoventribuno.Porconsiguiente,ahoraquehabíatomadounapartetanesencialensusasuntos,losmirabaconelinterésquehabríadespertadoenélunagrantragedia.

Ahoranoperdía la esperanzadequeVinicio sehubiera adelantadoa lospretorianos y hubiera huido con Ligia, o que, en el peor de los casos, lahubierarescatadodelpoderdeaquéllos.Peroalavezhabríadeseadotenerlacertidumbredeello,puespreveíaqueibaaencontrarseenelcasodecontestaralaspreguntasparalasqueerapreferibleestarpreparado.

Sedetuvo,porfin,frentealacasadeTiberio,bajódelalitera,yalcabodepocos instantes se encontró en el atrium, llenode augustanos.Y algunos, alverle en tal disposición, se alarmaron en su interior, temiendo haberlemanifestadoindiferenciademasiadopronto.

Noobstante,elCésarfingiónoverleynocontestóasusaludo,pareciendoestarmuyengolfadoenlaconversación.PeroTigelinoseleacercóyledijo:

—Buenasnoches,ArbiterElegantiarum.¿TodavíapersistesenafirmarquenofueronloscristianosquienesincendiaronRoma?

Petronio se encogió de hombros y, golpeando a Tigelino en la espalda,comopudierahacerloconunliberto,dijo:

—Túsabestanbiencomoyoquépensarsobreesepunto.

—Yonomeatrevoacompetircontigoensabiduría.

—Tienesrazón,porquesidetalcompetenciafuerascapaz,cuandoelCésarnosleasunuevolibrodelaTroyada,tú,envezdegraznarcomounacorneja,podríasemitirunaopiniónqueseríaunsinsentido.

Tigelinosemordióloslabios.

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EnverdadnosehallabamuycontentodelaideaquehabíatenidoelCésarde leer aquella noche un nuevo libro de su poema, porque ello significabaaventurarse otra vez en un terreno donde le era imposible rivalizar conPetronio.Enefecto,durantelalectura,Nerón,porlafuerzadelhábito,volvíainvoluntariamente losojoshaciaPetronio, tratandodenotarensusemblantelas impresiones que le producían los versos que iba leyendo. El árbitroescuchaba, alzaba las cejas, asentía en ocasiones, y en otras concentraba suatención,comoparaestarsegurodenoperderniunasílaba.Yluegoalababaocriticaba, proponía correcciones o insinuaba que se dieramayor suavidad aalgunosversos.

ElmismoNeróncomprendíaque,tratándosedelosdemás,susexageradasalabanzas no significaban otra cosa para ellos que la conservación de suspropias personas, y que sóloPetronio se ocupabade la poesía por la poesíamisma; que solamente él la comprendía, y que si la elogiaba se podía estarseguro de que los versos eran merecedores de elogio. Y así fue comogradualmente se vio empeñado en una discusión con él, discusión que pormomentos revestía caracteres de disputa, y cuando, por último, Petronio lemanifestó sus dudas acerca de la propiedad de cierta expresión, el César ledijo:

—Yaverásenelúltimolibroporquélaheusado.

«¡Ah!—pensóPetronio—,esto significaqueviviréhastaque termine elúltimolibro».

Másdeunodelospresentes,alescucharaquellaobservación,sedijoensuinterior: «¡Aydemí!Petronio, con tal quedispongade tiempo, es capazderecobrarelfavordelCésaryderribaraunalpropioTigelino».

Yempezaronaacercárselenuevamente.Peroelfindelaveladafuemenosafortunadoparaelárbitro,porqueelCésar,enelmomentoenquePetroniosedespedía,lepreguntódesúbito,entornandolosojosyconexpresiónalavezfestivaymaliciosaenelsemblante:

—Masdime:¿porquénohavenidoVinicio?

SihubieraestadoPetroniosegurodequeLigiayel joven tribunohabíansalvadoyalaspuertasdelaciudad,habríacontestado:«Conarregloalpermisoqueleotorgastesehacasadoyhapartido».PeronotandolaextrañasonrisadeNerón,contestó:

—Tuinvitación,divino,noleencontróencasa.

—DiaVinicioquemeserágratoverle—contestóNerón—,ydiledemipartequenofaltealosjuegosenqueapareceránloscristianos.

Estas palabras alarmaron a Petronio. Le pareció que se referían a Ligia

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directamente.Asípues,nadamásllegarasuliteraordenóquelecondujesenasucasaconmayorrapidezqueporlamañana.

Laempresanoeracosafácil.DelantedelpalaciodeTiberioseagrupabauna multitud densa y bulliciosa, ebria como las que a su venida habíaencontrado Petronio; pero que no manifestaba ahora su alegría cantando ybailando, sino que parecía hallarse presa de honda excitación. Y al mismotiemposeoíana lo lejosunosgritosquedeprontoPetronionocomprendió,peroque fueron creciendogradualmenteygeneralizándosehasta convertirseenunsoloalaridosalvaje:

—¡Alosleonesconloscristianos!

Lasricasliterasdeloscortesanoscirculabanentrelarugienteplebe.

Y desde el fondo de las calles incendiadas seguían afluyendocontinuamente nuevos grupos, que al escuchar aquel grito lo repetían.Y debocaenbocacirculabalanoticiadequelapersecuciónhabíaempezadodesdeantesdemediodíayquehabíayapresosunamultitudde incendiarios; a notardar,portodaslasantiguascallesporlasqueacababandeserdespejadasdeescombros,porlascallejuelasqueformabanmontonesderuinasalrededordelPalatinoyporlosmontesyjardines,entodalaextensióndeRomaseoyóelgritocadavezmásrabiosode:

—¡Alosleonesconloscristianos!

—¡Bestias!—repetíaPetroniocondesprecio—;¡pueblodignodetuCésar!

Ysepusoapensarqueunasociedadfundadaenlafuerzaylacrueldadenformatal,quenilosmismosbárbaroserancapacesdeconcebirla,loscrímenesyunadepravacióndesatentada,nopodíasubsistir.

Romagobernabaelmundo,escierto;peroalavezeralaúlceradelmundo.De ella emanaban ya las pestilencias de un cadáver. Sobre su putrefactaexistenciaempezabanyaacaerlassombrasdelamuerte.

Y más de una vez, ideas semejantes a éstas se habían manifestado aunentre los mismos augustanos; pero hasta entonces no se había presentadoclaramente ante los ojos de Petronio esta verdad: que el carro cubierto delaurelessobreelqueRomadescansabaenactitudtriunfalyquearrastrabatrasdesíunencadenadohatodenacionescaminabahaciaelabismo.

Veía la existencia de aquella ciudad señora del mundo como una danzaloca,unaverdaderaorgíaquetocabayaasutérmino.

Yahoracomprendíaquesolamenteloscristianostraíanbasesnuevasparala vida; pero almismo tiempo creía queprontonoquedaría ni rastro de loscristianos.

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¿Yquésucederíaentonces?

La ronda loca continuaría bajo la férula deNerón, y siNerón llegaba adesaparecer,otrovendría,delamismaopeorespecie,porquecontalpuebloytales patricios no había motivos para esperar un gobernante mejor. Sesucedería,pues,unanuevaorgía,queseríaaúnmásinfameyvil.

Pero no duraría siempre, y una vez que hubiera pasado sentiría al fin lanecesidaddeentregarsealdescanso,aunquesólosedebiesealcansancio.

Y al pensar en ello, Petronio se sentía inmensamente cansado. ¿Valía lapena vivir en la incertidumbre sin tener más objetivo que contemplar lasevolucionesdesemejantesociedad?ElgeniodelaMuertenoselepresentabaentoncesmenoshermosoqueelgeniodelSueño,yaquéltambiénteníaalasenloshombros.

La litera se detuvo delante de la puerta del árbitro, que fue abierta alinstanteporelvigilanteguardián.

—¿HavueltoelnobleVinicio?—preguntóPetronio.

—Haceuninstante,señor—contestóelesclavo.

«Nolahasalvado»,pensóPetronio.Yechandoaunladosutoga,corrióalatrium.Vinicioestabasentadoenunescabel.Teníalacabezaentrelasmanoseinclinada hasta las rodillas; pero al escuchar el ruido de pasos alzó supetrificadosemblante,enelquebrillabanfebrilmentelosojos.

—¿Llegastetarde?—preguntóPetronio.

—Sí;antesdemediodíaseapoderarondeella.

Sesucedióuninstantedesilencio.

—¿Lahasvisto?—preguntóPetronioenseguida.

—Sí.

—¿Dóndeestá?

—EnlacárcelMamertina.

Petronio se estremeció y dirigió una mirada inquisitiva a Vinicio. Estecomprendiósusignificadoydijo:

—No.NolahanarrojadoalTullianum,nitampocoalaprisióndelcentro.Hepagadoalguardiánparaqueledierasupropioaposento.Ursoquedóensupuesto,enelumbraldelapuerta,conelencargodecustodiarla.

—¿YporquéUrsonoladefendió?

—Enviaron en su busca cincuenta pretorianos, y, además, Lino se lo

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prohibió.

—¿YLino?

—Estámoribundo;poresonolearrestaron.

—¿Cuálestuintención?

—Salvarlaomorirconella.YotambiéncreoenCristo.

Viniciohablabaconaparentecalma;perohabíaalgotandesesperadoensuvoz,quePetroniosintióenelpechounestremecimientodecompasión.

—Tecomprendo—dijo—;pero¿cómoesperassalvarla?

—He pagado a los guardianes para que la defiendan contra cualquierultrajeynoimpidansufuga.

—¿Ycuándopuedeéstaverificarse?

—Medijeronquenopodríanentregármelainmediatamente,portemoralaresponsabilidad.Perocuando la cárcel se encuentre llenadegentey cuandopierdan la cuenta de los presos, la entregarán. ¡Pero ése es un recursodesesperado!¡Sálvalatúysálvame!TúeresamigodelCésar.Élmismomelahadado.¡Veasucasaysálvame!

Petronio,envezdecontestar,llamóaunesclavo,leordenóquetrajesedosmantososcurosydosespadasy,volviéndoseaVinicio,dijo:

—En el camino te contaré. Ahora ponte esemanto, toma esta espada yvamos a la cárcel. Allí darás a los guardianes cienmil sestercios, o dos, ocinco veces esa suma, con tal que te entreguen a Ligia inmediatamente.Despuésserátarde.

—Vamos—dijoVinicio.

Alcabodeunmomentosehallaronenlacalle.

—Ahoraescúchame—repusoPetronio—.Nohequeridoperdertiempoenexplicarte eso antes.Me hallo en desgracia desde hoy.Mi propia vida estápendientedeuncabello.Asípues,nadapuedohacer cercadelCésar.Porelcontrario,sialgointentara,estoyciertodequeélharíatodolocontrariodeloqueyopidiese.Deno ser así la situación, ¿te aconsejaría yoque salvaras aLigiayhuyerasconella?Además,alescapartú,lacóleradelCésarsevolverácontramí. En la actualidad estaría élmejor dispuesto en tu favor que en elmío. Pero no cuentes con eso en absoluto. ¡Sácala de la prisión y huye!Ningúnotro recurso te resta.Si enélnoalcanzasbuenéxito tendremosquepensarenotrosmedios.EntretantosabequeLigiasehallaenlacárcel,ynotansóloporquecreeenCristo.LacóleradePopeaospersigueaellayati.HasofendidoalaAugustarechazandosuspretensiones,¿lorecuerdas?Popeasabe

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queladesdeñasteporLigia,aquienaborreciódesdelaprimeravezqueenellaposólosojos.Aúnmás:anteriormente,yaintentóperderaLigiaatribuyendoamaleficiossuyoslamuertedesuhija.Asípues,lamanodePopeaseadivinaentodoesto.Yahora,¿cómoseexplicaqueLigiahayasidolaprimeravíctimadelaspersecucionesactuales?¿Quiénhapodidoseñalar lacasadeLino?Tedigo que han debido de espiarla desde hace tiempo. Sé que te estoydestrozandoelalmayarrancandodeella losúltimos restosde tuesperanza;perotedigotodoestodeliberadamente,porquesinolograslibertarlaartesquelleguen a sospechar que lo intentas, ambos estaréis irremediablementeperdidos.

—¡Sí,comprendo!—murmurósordamenteVinicio.

Las calles se hallaban desiertas a causa de lo avanzado de la hora. Noobstante,laconversacióndeambosfueinterrumpidaenaquelmomentoporungladiadorborrachoquevinohaciaellos.SeacercótambaleándoseaPetronio,lepusounamanoenelhombroy,echándolealrostrosualientoimpregnadodevino,legritóconvozronca:

—¡Alosleonesconloscristianos!

—Mirmillon—contestóPetronioconreposadoacento—,escuchaunbuenconsejo:siguetranquilamentetucamino.

Elborracho,entonces,conlaotramano,tomóaPetroniodelbrazoydijo:

—Sinoquieresqueterompaelpescuezo,gritaconmigo:«¡Loscristianos,alosleones!».

PeroyaéstoserandemasiadosgritosparalosnerviosdePetronio.Desdeelmomento en que había salido del Palatino le habían perseguido como unapesadilla,yya le taladraban losoídos.Asípues,cuandovio levantadosobreél,enalto,elpuñodelgiganteseagotósupacienciaydijo:

—Amigo,echasdemasiadooloravinoymeestásestorbandoelpaso—ydiciendoestoleintrodujoenelpechohastaelpomolaespadacortaconquesehabía armado al salir de casa; luego, tomando el brazodeVinicio, continuódiciendo, como si nada hubiese ocurrido—: Hoy me dijo el César: «Di aVinicio que no falte a los juegos en que han de tomar parte los cristianos».¿Entiendesloqueestosignifica?Quierenhacerdetudolorunespectáculo.Esasuntoyaresuelto.Aelloquizásedebeelquetúyyonoestemosaúnenlaprisión. ¡Si no te es posible libertarla inmediatamente no sé qué decirte!Pudiera ser queActea quisiera servirte en esto; pero ¿dispondrá ella de losmedios?TustierrasdeSiciliatambiénacasopudierantentaraTigelino.¿Porquénohaceslaprueba?

—Ledarétodocuantoposeo—contestóVinicio.

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DesdelasCarenasalForumnohabíamuchadistancia,asíesquellegaronpronto.Terminabalanoche,y lasmurallasdelcastilloempezabanaemergerclaramente de entre las sombras. De improviso, al torcer hacia la cárcelMamertina,Petroniosedetuvoydijo:

—¡Pretorianos!…¡Demasiadotarde!…

Enefecto,lacárcelsehallabarodeadaporunadoblefiladesoldados.Losprimeros albores de la mañana plateaban sus yelmos y las puntas de susjabalinas.

ElrostrodeViniciosevolviópálidocomounmármol.

—Sigamos—dijo.

Alcabodealgunosmomentossedetuvierondelantedelalínea.

Dotado de unamemoria extraordinaria, Petronio conocía no solamente alosoficiales,sinotambiénacasi todoslossoldadospretorianos.Notardóenadvertir la presencia de un conocido suyo, el jefe de una cohorte, y le hizoseñasdequeseacercara.

—¿Quéesesto,Níger?—preguntó—.¿Habéisrecibidoordendevigilarlaprisión?

—Sí,noblePetronio.Temeelprefectoquesehaganalgunastentativasparasalvaralosincendiarios.

—¿Tenéistambiénordendenopermitirlaentrada?—preguntóVinicio.

—No,señor;lospresospuedenservisitadosporsusconocidos,ydeestamaneralograremostambiénapoderarnosdemayornúmerodecristianos.

—Entonces déjame entrar —dijo Vinicio y, estrechando la mano dePetronio,agregó—:VeaveraActea.Iréprontoaenterarmedesurespuesta.

—Sí,ve—contestóPetronio.

Entonces,bajotierrayenel interiordeaquellasgruesasmurallas,seoyóuncántico.Elhimno,confusoyveladoalprincipio,seoyócadavezmásaltoy distintamente. Voces de hombres, mujeres y niños se confundían enarmonioso coro. Toda la prisión parecía vibrar como un arpa a los ecos deaquelcántico,yenmediodelsilenciodelalba.Peronoeranvocesdepesarnidesesperación;porelcontrario,palpitabaenellasunaalegríatriunfal.

Lossoldadossemirabanasombrados.

Entretanto,enelcieloaparecieronlosprimerosfulgoresdelaaurora,rosayoro.

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XVII

Elgrito «¡Cristianos, a los leones!» seguía propagándose incesantementeportodoslosbarriosdelaciudad.

Al principio no sólo nadie ponía en duda que fueran los cristianos losverdaderosautoresdelacatástrofe,sinoquenadiequeríadudardeello,puestoque el castigo de los culpables iba a ofrecer al populacho un espléndidoentretenimiento.Noobstante,seextendíaalmismotiempolaopinióndequela catástrofe no habría tomado proporciones tan tremendas a no ser por lacóleradelosdioses.Porestarazónseordenóofrecerenlostemplospiacula,oseasacrificiospurificadores.

Previa consulta de los libros sibilinos, dispuso el Senado celebrarsolemnidades y rogativas públicas a Vulcano, Ceres y Proserpina. LasmatronaspresentaronofrendasaJuno;todaunaprocesióndeellassetrasladóalaorilladelmar,afindecogerdeallíaguayconellarociarlaestatuadeladiosa.Lasmujerescasadasdispusieronfiestasenhonordelosdiosesyvelarondurantenochesenteras.

TodaRomaibaasípurificándosedesusculpasyhaciendosacrificiosparaaplacar lacólerade los inmortales.Entretantoabríannuevasyanchascallespor entre las ruinas. En muchos puntos se ponían los cimientos de casasmagníficas, de palacios y de templos. Pero ante todo construyeron conextraordinaria rapidez un enorme anfiteatro de madera, en el que iban aperecerloscristianos.

Inmediatamente después del consejo celebrado en casa de Tiberio seordenóaloscónsulesquesuministraranbestiasferoces.

Paraello,Tigelinovaciótodoslosviverosdetodaslasciudadesitalianas,sin exceptuar las más pequeñas. En África se organizaron por orden suyacaceríasgigantescas,enlasqueobligabanatomarparteatodoslospobladoresdecada localidad.Sehicieronvenir elefantesy tigresdelAsia, cocodrilos ehipopótamosdelNilo,leonesdelAtlas,lobosyososdelosPirineos,sabuesosferoces de Hibernia, molosos del Epiro, bisontes y gigantescos uros deGermania.

Acausadelextraordinarionúmerodepresos,losjuegosibanasuperarengrandezaatodoslosquehastaentoncessehabíanvisto.

El César deseaba que todo recuerdo del incendio quedase ahogado ensangre, y con ella embriagar Roma. Así pues, la sangría prometía serespléndida.

Elpuebloayudabaespontáneamentealospretorianosyguardiasenlacaza

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decristianos.Ynoeradifícilempresa,porquegruposdeéstosacampabanconlapoblaciónrestanteenmediodelosjardinesyconfesabanabiertamentesufe.Alverse rodeados seponíande rodillas, entonabansushimnosy sedejabanprendersinoponerlamenorresistencia.Peroconsumansedumbrenohacíanotracosaqueaumentarlarabiadelpopulacho,que,incapazdecomprendersuorigen,loatribuíaaterquedadyendurecimientoenelcrimen.

Lalocuraseapoderóentoncesdelosperseguidores.Sedabancasosenquela plebe arrebataba a los cristianos demanos de los pretorianos y los hacíapedazos,yarrastrabanlasmujeresalacárcelporloscabellos,ydestrozabancontralaspiedraslascabezasdelosniños.

Millares de individuos recorrían de día y de noche las calles dandoalaridos. Buscaban las víctimas entre las ruinas, en las chimeneas, en lossubterráneos.Delantedelaprisióncelebrabanbacanalesydanzasalrededordebarrilesdevino,alaluzdefogatas.

Por las noches escuchaban con alegría brutal los bramidos, semejantes atruenos,quedabanlasfierasyqueresonabanportodalaciudad.

Lasprisionesestabanllenasconmillaresdevíctimas,númeroqueadiarioibaengrosandoensusexcursioneslaplebeylospretorianos.

Yanoexistíalapiedad.Parecíacomosilagentesehubieseolvidadohastadehablar, y en su salvaje frenesí recordabadel lenguaje tan sólo el alarido:«¡Alosleonesconloscristianos!».

Se sucedieron días de calor extraordinario y nochesmás sofocantes quenunca; parecía que hasta el aire se hallaba impregnado de sangre, locura ycrimen.Yaesadesbordadamedidadecrueldadrespondíaenigualproporciónelanhelodelmartirio.

Los confesores de Cristo iban voluntariamente a lamuerte, e incluso labuscaban. Para evitar esto último fue necesario que les impusieranprohibicionesseverassussuperiores.Porordendeéstosempezaronareunirseahorasolamentefueradelosmurosdelaciudad,ensubterráneoscercanosalaVíaAppiay enviñedospertenecientes apatricios cristianos,ningunode loscualeshabíasidoapresadohastaentonces.

EraperfectamentesabidoenelPalatinoqueentrelosconfesoresdeCristosehallabanFlavio,Domitila,PomponiaGrecina,CornelioPudensyVinicio.El mismo César temía que la plebe no creyese que semejantes personashubieranpodidoincendiarRoma;ypuestoquelomásimportantesobretodaslascosaseraconvenceralpueblo,elcastigodeesospatriciosy lavenganzacontra ellos hubieron de aplazarse. Otros opinaban que la salvación de losquiritessedebíaa la influenciadeActea.Mas lasuposicióneraequivocada.Cierto es que Petronio, después de separarse deVinicio, se había visto con

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Actea para que interviniera en favor de Ligia; pero ella no había podidoofrecerleotracosaquesuslágrimas,puesvivíaenmediodelsufrimientoydelolvido, y se la toleraba tan sólo a condición de que semantuviera invisibleparaPopeayelCésar.

PeroActeahabíavisitadoaLigiaenlacárcel,lehabíallevadovestidosyalimentos,y,sobretodo,lahabíapuestoacubiertodeultrajesporpartedelosguardianesdesuprisión,quehabíansidosobornadosyaparaello.

RecordandomuybienPetronioque,denohabersidoporélyporsusideasdesacardelacasadeAuloaLigia,probablementenosehallaríaéstaenunacárcel,y,además,deseosodeganaraTigelinolapartida,noescatimóparaellotiemponiesfuerzos.

En el transcurso de unos pocos días se entrevistó con Séneca, DomicioAfer,CrispinillayDiodoro,pormediacióndelquedeseaballegarhastaPopea;yvioaTerpnosyalbelloPitágorasy,finalmente,aAlituroyaParis,aquienesdeordinarionadarehusabaelCésar.

ConlaayudadeCrisotemis,queeraentonceslaamantedeVatinio,intentóganarselacooperacióndeéste,noeconomizandonipromesasnidinero.Perotodoslosesfuerzosresultaroninfructuosos.

Séneca, incierto élmismo de su porvenir, pretendió demostrarle que loscristianos, aun cuando no hubieran incendiado a Roma, debían serexterminados por el bien de la ciudad. En una palabra: intentó disculpar lapróxima matanza escudándose en la razón de Estado. Terpnos y Diodororecibieroneldinero,masnadahicieronacambio.VatiniocontóalCésarquehabíanintentadosobornarle.

SolamenteAlituro,quienalprincipiosehabíamanifestadohostilhacialoscristianos,sentíaahoracompasiónporellos,ytuvolasuficienteenterezaparahacer mención al César de la doncella encarcelada e implorar gracia en sufavor.Masnadaobtuvo,sinoestarespuesta:

—¿Considerastú,acaso,quetengounalmainferioraladeBruto,quenoperdonólavidaniasuspropioshijos,tratándosedelasalvacióndeRoma?

CuandorepitióaPetronioestacontestación,dijoéste:

—PuestoqueNerónsehacomparadoaBruto,nohaysalvación.

YlosentíaporVinicio,yleasaltabael temordequepudieraésteatentarcontrasupropiaexistencia.

«Ahora—pensaba—lesostienenlosesfuerzosquehaceporsalvarlaylesostienen lavidadeellay supropio sufrimiento,perocuandohayan falladotodos los recursos y se haya extinguido el último destello de esperanza,entonces,¡porCástor!,nopodrásobrevivirysemataráconsuespada».

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Yesodemorirasí,PetroniolocomprendíamejorqueamarysufrircomoVinicio.

Entretanto, éste hizo cuanto pudo imaginar para la salvación de Ligia.Visitó a los augustanos, y el joven tribuno, tan altivo antes, llegó casi hastamendigarsuayuda.

PorconductodeVitelioofrecióaTigelinotodassuspropiedadesdeSiciliay todo cuantomás quisiera pedir aquel hombre; pero el prefecto, temiendoofenderalaAugusta,noaceptóelofrecimiento.

AcudiralCésar,postrarseasuspieseimplorarsuclemencianoconduciríaanada.CiertoesquehubomomentosenquehastaenesopensóVinicio,masPetronio,alescucharlamanifestacióndetalpropósito,ledijo:

—Ysitedieraporrespuestaunanegativa,ounaburla,ounavergonzosaamenaza,¿quéharías?

Anteestaobservaciónsecontrajoporeldolorylarabiaelsemblantedeljoventribunoylerechinaronlosdientes.

—Sí—dijoPetronio—.Teaconsejoqueabandones talpropósito,porquetecerraríastodocaminodesalvación.

Viniciosereprimióentonces,ypasándoselamanoporlafrentecubiertadesudor,replicó:

—¡No,no;soycristiano!

—Sí, pero lo olvidarías en un momento de exaltación, como acabas deolvidarloenesteinstante.Tienesderechoaprovocartupropiaruina,masnolaruinadeella.Recuerdapor loquehubodepasar lahijadeSeyanoantesdemorir.

Petronio, al hablar así, no era del todo sincero, pues, en realidad, lepreocupabamáslaexistenciadeVinicioqueladeLigia.Tambiénsabíaquelaúnica forma posible de refrenar su propósito de intentar un pasoarriesgadísimoerademostrarlequeconélcausaríalainexorableperdicióndeLigia.Y,porotraparte,noestabaequivocado,porqueenelPalatinosecontabaconlavisitadeljoventribuno,ysehabíantomadolasprecaucionesdebidas.

Pero los sufrimientos de Vinicio pasaban ya del límite de la humanaresistencia.DesdeelinstanteenqueLigiahabíasidoencarceladaylarodeabala aureola delmartirio había sentido que no solamente la amaba cien vecesmásqueantes,sinoqueempezaba,alavez,atributarledesdeloíntimodesualmaunaespeciedeadoraciónreligiosa,comosiselahubierarendidoaunsersobrenatural. Y ahora, ante la idea de que le era necesario perder a estacriaturaalavezamadayreverenciadaporél,ydeque,porotraparte,acasohubieraelladesufrirtormentosmáshorriblesquelamuertemisma,lasangre

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se le helaba en las venas. Su alma era un continuo gemido y su mente setrastornaba.Avecesleparecíaquesucerebroestabaenllamasyqueacabaríaardiendooestallando.Yanocomprendíaloquepasabaasualrededor,niporquéCristo,elMisericordioso,noacudíaenayudadesusadeptos,niporquélosmurosennegrecidosdelPalatinonosederrumbabanyconellosNerón,losaugustanos, los pretorianos y la ciudad criminal. Le parecía que no podíasucederdeotramanera,quetodoloquesusojosveíanydestrozabasualmayencogíasucorazóneraunsueño.

Masluego,elrugidodelasfierasledespertóalarealidad;yelgolpedelashachas con que se cortaba la madera que estaba sirviendo para levantar elnuevo circo, y los alaridos del populacho y las prisiones rebosantes decristianos, confirmaron la realidad de su tremendo despertar. Y entoncesempezó a quebrantarse su fe enCristo, y esto fue para su alma una torturanueva,yacasolamáshorrendadetodas.

Petronio,entanto,lerepetía:

—RecuerdaloquehubodepasarlahijadeSeyanoantesdemorir.

XVIII

Ytodofracasó.

Viniciosehabíahumilladohastaelpuntodepedir laayudade libertosyesclavos,tantodelCésarcomodePopea,yhabíapagadosusvanaspromesasconricosdones.

BuscóalprimermaridodePopea,RufioCrispino,yobtuvodeélunacartaparaaquélla.Obsequióalhijodelprimermatrimoniodeésta,Rufio,conunacasadecampoenAncio,peroesonodiootro resultadoque irritaralCésar,queaborrecíaa suhijastro.Pormediodeuncorreoespecial envióaEspañauna carta al segundo marido de Popea, Otón. Y siguió sacrificando suspropiedades y sacrificándose a sí mismo, hasta que, por último, llegó aconvencersedequeseestabaconvirtiendoenunsimplejuguetedelosdemás,que si hubiera fingido no preocuparse de la prisión de Ligia habría podido,acaso,libertarlamáspronto.

Petroniotambiénsehabíadadocuentadeello.

Y,entretanto,losdíassesucedían.

Elanfiteatroestabayaterminadoyfuerondistribuidoslostesseraobilletesde entrada para el ludus matutinus. Pero esta vez los juegos matinales, aconsecuenciadel increíblenúmerodevíctimas,debíancontinuarporespacio

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dedías,semanasyhastameses.

Nose sabíayadóndecolocar tantoscristianos.Lasprisiones sehallabanatestadasylafiebrehacíaestragosenellas.Losputiculi—fosacomúndelosesclavos—empezaban a rebosar. Se temía que las epidemias se extendieranporlaciudad;deahíqueestuviesenactivandoenloposiblelospreparativos.Todas estas noticias llegaban a oídos de Vinicio, extinguiendo en él losúltimosrestosdesuesperanza.Mientrashubotiempotodavíapudoalucinarseconlacreenciadequealgolequedaríaporintentar.Peroahorayaeratarde.Losespectáculosibanacomenzar.

CualquierdíapodríaencontrarseLigiaenuncuniculumdelCirco,delqueyanosesalíasinoparaentrarenlaarena.

NosabiendoVinicioadóndeeldestinoylacrueldaddelafuerzasuperiorpudieranarrojaralajoven,sededicóarecorrertodosloscircosyasobornaralosguardiasyalosbestiarii,haciéndolesencargosquenopodíancumplir.YalfinseconvenciódequesusesfuerzostendríancomoúnicoresultadohaceraLigia la muerte menos terrible, y entonces le pareció que tenía carbonesencendidosdebajodelcráneo.Porlodemás,nopensabasobreviviralajovenyhabíaresueltopereceralmismotiempoqueella.Perotemíaqueeldolorlearrebataralavidaantesquellegaselahoratremenda.

Susamigos,yelmismoPetronio,pensaban tambiénquecualquierdíaseabriríaparaelloslamansióndelastinieblas.

Se le había oscurecido el semblante hasta el punto de parecerse a lasmáscarasdeceraqueseconservabanenloslararia.Ensusrasgosseplasmóelasombrocomosinocomprendieraloquehabíapasadoyloquepodíasuceder.Cuando alguien le hablaba, levantaba mecánicamente las manos hasta lacabeza, se oprimía con ellas las sienes y miraba a quien le hablaba conexpresiónasustadaeinterrogante.PasabanochesenterasconUrsoalapuertade laprisióndeLigia;ycuandoella leobligabaaque se fueseadescansar,volvía a casa de Petronio y allí se paseaba por el atrium hasta la mañanasiguiente.

Confrecuencia,losesclavossolíanhallarlederodillasyalzadaslasmanoshaciaelcielo,oconelrostroentierra.

EimplorabaaCristo,porqueCristoerasupostreraesperanza.

Todoslosintentoshabíanresultadovanos.SólounmilagropodíasalvaraLigia;yVinicio,pegadasufrentealasbaldosasdelpavimento,orabaypedíaaDiosesemilagro.

Mas,apesardetodo,aúnlequedabaelsuficientejuicioparacomprenderquelasplegariasdePedroteníanmayorméritoquelassuyas.Pedrolehabía

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prometido a Ligia; Pedro le había bautizado; Pedro había hecho milagros,luegoéldebíavenirensuauxilioysalvarle.

Yunanochefueenbuscadelapóstol.Loscristianos,cuyonúmeroyanoera considerable, le habían ocultado cuidadosamente, aun a los demáshermanos, por temor de que alguno, por debilidad u otra causa, pudieradescubrirlevoluntariaoinvoluntariamente.

Vinicio, en medio de la general confusión y el desastre, y ocupadoexclusivamenteensustentativasporsacaraLigiadelaprisión,habíaperdidodevista aPedro,ydesdeeldíadelbautismoapenas lehabíavistounavez,antes del comienzo de las persecuciones. Recurrió, pues, al fossor en cuyacabaña había recibido el bautismo, y por él supo que habría en breve unareunión fuera de la Puerta Salaria, en un viñedo perteneciente a CornelioPrudencio.

El fossor ofreció acompañarle y le aseguró que allí encontraría a Pedro.Partieron al oscurecer, salvaron lasmurallas y, despuésdehaberpasadoporunas excavacionesocultas entre espesos cañaverales, llegaron a la viña, queestabasituadaenunlugaraisladoyyermo.

Lareuniónseverificabaenuncobertizoqueservíadebodegadevinos.

Alosoídosdeljoventribunoiballegandounmurmullodeplegarias.Yalentrar vio, a la tenue claridad de una lámpara, unas cuantas docenas depersonasderodillasyabstraídasenlaoración.Rezabanunaespeciedeletanía,que un coro de individuos de uno y otro sexo iba repitiendo de cuando encuando:«Cristo,apiádatedenosotros».

Yenesasvocesseadvertíanundoloryunatristezadesgarradores.

Pedro se hallaba presente. Estaba arrodillado delante de una cruz demaderaclavadaenlapareddelaestancia,yrezaba.

DesdelejosreconocióViniciosuscabellosblancosysusmanosalzadasalcielo. El primer impulso del joven patricio fue atravesar aquella reunión,arrojarse a los pies del apóstol y gritarle: «¡Sálvala!»; pero, sea porque leimpusiera la solemnidad de aquella plegaria, sea porque le venciera ladebilidad,cayóderodillasalaentradayempezótambiénarepetir:«¡Cristo,tenpiedaddenosotros!».

Nohabíaenaquellareuniónunasolapersonaquenohubieraperdidoseresqueridos,ycuandolosmáscelososyesforzadosconfesoresdeCristoestabanyaencarcelados,cuandoacada instantecirculabannoticiasde los insultosytorturas que se les infligían en las prisiones, cuando lamagnitud de aquellacalamidad excedía a todo cuanto pudiera imaginarse, cuando sólo aquelpuñadodecristianosquedaba,nohabíayaniunsolocorazónquenosintiera

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que el terror hacía vacilar su fe, y que no se preguntara en medio de lasangustiasdeladuda:¿dóndeestáCristo?¿Porquépermitequeelmalseamáspoderoso que Dios? Pero, entretanto, imploraban su piedad con acentosdesesperados, pues en cada una de aquellas almas aún ardía una chispa deesperanza creyendo que El vendría a precipitar a Nerón en el abismo y aestablecer su imperioenelmundo.Vinicio también,amedidaqueconellosrepetía:«¡Cristo, tenpiedaddenosotros!»,se ibasintiendoinvadidoporunaespeciedeéxtasissemejantealqueleposeyeraenlacabañadelcavador.

Allí estaban todos clamando aCristo desde lo íntimo de sus almas y enmedio de una intensa aflicción; allí estaba Pedro invocándole. Así pues, encualquiermomentopodríanabrirseloscielos,temblarlasentrañasdelatierrayaparecerÉlenmediodesuinfinitagloria,almismotiempomisericordiosoyterrible. Y exaltaría a los fieles y precipitaría a sus perseguidores a losabismos.

Viniciosecubrióelrostroconambasmanosyseinclinóhastaelsuelo.

Entretanto, se hizo el silencio a su alrededor, como si el pavor hubieraapagadodeprontoenloslabioselalientodetodoslospresentes.YaVinicioleparecióahoraque,seguramente,debíasucederalgo;queerainminentequehabíadesobrevenirelmilagro.

Estabasegurodeque,apenasselevantaseyabrieralosojos,veríaunaluzintensaquedeslumbraríaalosmortalesyescucharíaunavozqueestremecieraloscorazones.Peroaquelsilenciocontinuaba.

Finalmente fue interrumpido por los sollozos de las mujeres. Se alzóVinicioentoncesymiróatodosladosconlavistaofuscada.

Enelcobertizo,envezdeestrellasyaureolascelestes,seveía,comoantes,eldébilfulgordelaslinternas,entantoquelosrayosdelaluna,alentrarporlaaberturadeltecho,llenabanlaestanciadeunaluzplateada.

LasgentesquehabíaarrodilladasalrededordeVinicioalzabanensilenciolosojosllorososhacialacruz;seoíangemidosyfuerasesentíanlossilbidosdeprevencióndeloscentinelas.

Entretanto,Pedroselevantóy,volviéndosealaasamblea,dijo:

—Hijosmíos, alzad alRedentor vuestros corazones y ofrecedle vuestraslágrimas.

Ycalló.

Desúbitoseoyólavozdeunamujer,que,llenadedolorosaquejaydeunpesarsinlímites,dijo:

—Soy viuda; tenía un hijo que era mi único sostén… ¡Devuélvemelo,

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señor!

Nuevamentereinóelsilencio.

Pedro seguía en pie delante de los arrodillados fieles, envejecido por elsufrimiento.Enaquel instanteparecía lapersonificaciónde ladebilidady laimpotencia.

Unasegundavozquejumbrosadijoenseguida:

—LosverdugosultrajaronamihijayCristolopermitió.

Unatercera:

—Solahequedadoconmishijos;ycuandoamítambiénmelleven,¿quiénlesdaráelpanyelagua?

Unacuarta:

—¡Ohseñor!ALino,aquienalprincipioperdonaron,lehanllevadoahoraylehanpuestoentortura.

Yunaquinta:

—Cuando volvamos a nuestras casas, los pretorianos se apoderarán denosotros.¡Nosabemosyadóndeocultarnos!

—¡Aydenosotros!¿Quiénnosamparará?

Y así, en el silencio de aquella noche, sólo se oyeron los lamentos deaquellosdesgraciados.Elancianopescadorcerrólosojosysacudiósublancacabeza, en presencia de aquel triste dolor y temor humanos. Se sucedió unnuevo silencio y se volvieron a oír los silbidos de los centinelas que sehallabanfueradelcobertizo.

Viniciosepusonuevamenteenpie,decididoestavezaabrirsepaso,llegarhasta el apóstol e implorarle auxilio y salvación; pero, de súbito, le pareciócomosiestuvieradelantedeunprecipicio.

¿Y si el apóstol confesaba su propia debilidad y afirmaba que el CésarromanoeramáspoderosoqueJesúsNazareno?Aestaideaelterrorleerizóloscabellos,porquepresintióque,entalcaso,nosolamentelosúltimosrestosdesu esperanza irían a hundirse en aquel precipicio, sino que élmismo caeríatambiénconellos,Ligia, suamoraCristoysu fey todoaquellopor loquevivía,quedándoletansólolanocheylamuertecomounmarsinorillas.

Entretanto,Pedroempezóahablarenvoztanbajaalprincipio,queapenassieraperceptible,ydijo:

—Hijosmíos,enelGólgotayolosviclavaraDiosenlacruz.Escuchélosmartillazos y los vi levantar la cruz en alto, a fin de que la plebe pudiera

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contemplarlaagoníadelHijodelhombre.

Losviabrir sucostadoy levimorir.Y,alvolvera lacruz,exclaméconacento dolorido, como estáis exclamando ahora vosotros: «¡Ay de mí! ¡OhSeñor,túeresDios!¿Porquéhaspermitidoesto?¿Porquéhasmuertoyporquéhas torturado los corazonesde los hombresque creíamosquehabría devenir tu reino…?». Pero Él, nuestro Señor y Dios, se levantó de entre losmuertos al tercer día y permaneció entre nosotros hasta entrar en su reino,llenodegloria…Ynosotros,arrepentidosdenuestrapocafe,sentimosqueseconfortabannuestroscorazones,ydesdeentoncesnosconsagramosaesparcirsusimiente.

Aquí, volviendo la vista al punto de donde había salido la primeralamentación,agregóconvozyamásfuerte:

—¿Porquéosquejáis?…ElmismoDios se entregóa las torturasy a lamuerte,¿ypretendéisvosotrosqueÉloslibredeellas?Hombresdepocafe,¿nohabéisrecibidosusenseñanzas?¿OshaprometidoÉl,acaso,tansóloestavida transitoria? Él ha venido hacia vosotros y os ha dicho: «¡Seguid mispasos!» Él quiere llevaros a su altura y vosotros os aferráis a la tierra,clamando: «¡Señor, sálvanos!». Yo no soy más que polvo en presencia deDios,peroantevosotrossoysuapóstolyvicario.YoshabloenelnombredeCristo.Yosdigo:noesmuerte, sinovida laque tenéisdelante;no torturas,sino delicias eternas; no lágrimas y gemidos, sino cánticos de alegría; no laservidumbre, sino ladominación.Yyo, apóstol deDios, enverdadosdigo:«¡Ohtú,viuda,tuhijonohamuerto;harenacidoalagloria,alavidaeterna,ytúirásallíareunirteconél!Ati,¡ohpadre!,cuyahijainocentefueprofanadaporlosverdugos,teprometoquelahasdeencontrarmásblancaypuraquelasazucenasdelHebrón.Avosotras,madres, aquienesos arrancandel ladodevuestros hijos; a vosotros que perdéis a vuestros padres; a vosotros, losafligidos; a vosotros, que pronto veréis morir a los seres más amados; avosotros,losinfelices,lostímidos;avosotros,aquieneslamuerteespera,osdeclaro,enelnombredeCristo,quehabréisdedespertaraunavidaventurosa,como de un sueño, como si de la noche despertarais a la luz que reside enDios. ¡Caiga; pues, en el nombre de Cristo, la venda de vuestros ojos yanímensevuestroscorazones!».

Y, dichas estas palabras, alzó la mano como en actitud de mando y lospresentes sintieron afluir nueva sangre a sus venas, vigor nuevo a susmúsculos; porque delante de ellos se alzaba, no la figura de un decrépito yaniquiladoanciano,sinounpotentadoqueacababadeapoderarsedesusalmasylevantarlasdelpolvoenquelasteníaabatidaselterror.

—¡Amén!—exclamaronalgunasvoces.

Ylosojosdelapóstolbrillaronconmayorintensidad,yensuaspectohabía

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majestad,fuerzaysantidad.

Las cabezas se inclinaron ante él, y cuando cesó el murmullo de«¡Amén!»,prosiguió:

—Sembradllorando,pararecogerluegoconalegría.¿Porquéteméisalasfuerzasdelmal?Porencimadelmundo,porencimadeRomaysusmurosestáel Señor que habita en vosotros. Las piedras se humedecerán con vuestraslágrimasylaarenaseempaparáconvuestrasangre,losfosossellenaránconvuestros cuerpos. Mas yo os digo: vosotros sois los vencedores. El Señoremprenderá la conquista de esta ciudad de crímenes, opresión y orgullo. ¡Yvosotros sois sus soldados! Él redimió con su sangre y sus sufrimientos elmundo, y quiere que vosotros redimáis con vuestra sangre y vuestrossufrimientosestenidodeinjusticias…Yestooslocomunicapormiboca.

Y abrió los brazos y fijó la vista en el cielo. Y los corazones sintierondetenerse sus latidos, porque comprendían que aquella mirada del apóstolatravesaba los espacios y llegaba hasta regiones inaccesibles para sus ojosmortales.

Efectivamente, el rostro de Pedro se había transfigurado y se hallabainundadodeluz,entantoqueseguíasilenciosoconlavistafijaenelcieloycomoenunéxtasisquelehacíaenmudecer;mas,alcabodealgunosinstantes,sedejóoírdenuevosuvoz.

—Túestásaquí,Señor—dijo—,yrevelastusdesignios…¡Graciasteseandadasporello,ohCristo!…NoenJerusalén,sinoenestaciudaddeSatanás,has resuelto fijar tu capital. Aquí, con estas lágrimas y con esta sangredisponesedificartuIglesia.Aquí,dondeNerónimperahoydía,seestablecerátureinadoeterno.Sí,¡ohSeñor!YTúordenasaestasgentestímidasque,consushuesos,formenloscimientosdeSión;yordenasamiespírituqueasumaelgobiernodeellaydetodoslospueblosdelatierra.Túestásahoraderramandola fuentede la fortaleza sobre losdébiles;ymemandasque, enestamismaciudad,apacientetusovejashastalaconsumacióndelossiglos.¡OhSeñor,séglorificado en tus altos designios con los que ordenas la victoria!Hosanna!Hosanna!…

Entonces se levantó el espíritu de los pusilánimes, y los rayos de la feiluminaronelalmadelosquedudaban.

Algunasvocesgritaron:«Hosanna!»;otras:«ProChristo!».

Y reinó de nuevo el silencio. Y unos brillantes relámpagos estivalesiluminaronel interiordel cobertizo, reflejándoseenaquellos rostrospálidos,enquesepintabaunavivaexcitación.

Pedro, absorto siempre en su visión, oró aún durante largo tiempo.

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Tornando luego a la conciencia de la realidad, volvió hacia la asamblea elinspiradorostro,llenodeluz,ydijo:

—Así como el Señor ha triunfado sobre vuestra incredulidad, asíalcanzaréisvosotroslavictoriaensunombre.

Yaunqueestabasegurodequetriunfarían,yauncuandosabíaquéfrutoshabríandebrotardelaslágrimasydelasangredeaquellasvíctimas,temblósuvozdeemocióncuandoalhacersobreelloslaseñaldelacruz,lesdijo:

—¡Ahora,hijosmíos,yoosbendigo,puesvaisalmartirio,alamuerteyalaeternidad!

Ytodossereunieronasualrededorylloraron.

—Estamos prontos —dijeron—; mas tú, santo jefe, cabeza visible denuestradoctrina,consérvate;puesereselvicariodeCristoaquíenlatierra.

Ydiciendoestocogieronlaorladesumanto.Élposólasmanossobresuscabezas y los bendijo separadamente uno a uno, como lo haría un padre aldespediraunoshijosquevanaemprenderunlargoviaje.

E, inmediatamente después, empezaron a salir del cobertizo, pues ahorateníanprisaporllegarasuscasas,ydeallíalascárcelesyalasarenas.

Suspensamientossealejabandelatierra,susalmasemprendíanunvuelohacia la eternidad, como si estuvieran soñandoo en éxtasis, haciendo frenteconsufealafuerzaycrueldaddelasbestii.

Nereo,sirvientedePudens,acompañóalapóstol,llevándoleporunocultosenderoqueconducíadelviñedoasucasa.

Viniciofuesiguiéndolealaclaraluzdelaluna,ycuando,porfin,llegaronalacabañadeNereo,selesacercó,echándosedeprontoalospiesdelapóstol.

—¿Quédeseas,hijomío?—preguntóPedroalreconocerle.

DespuésdeloquehabíaoídoenelviñedonoseatrevíaVinicioaconcretardealgunamaneralosanhelosdesualma.Selimitó,pues,aabrazarlospiesdePedro y hundir en ellos su frente entre sollozos, haciendo así una mudaapelaciónalapiedaddelapóstol.

Esteledijoentonces:

—Yasé.Tehanarrebatadoaladoncellaaquienamas.¡Ruegaporella!

—Señor—gimióVinicioestrechandoconmásfuerzalospiesdelanciano—.Señor,yosoy tansólounmíserogusano;pero túhasconocidoaCristo.¡Imploratúsupiedad,ruegatútambiénporella!

Yeldolorhacíaqueseestremecierasucuerpocomounahoja,yhundíaen

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tierrasucabeza;yteniendofeenelpoderdelapóstol,creíaquesolamenteélalcanzaríalasalvacióndeLigia.

Pedroseconmovióanteaqueldolor.YrecordócómotambiénLigiaundía,desesperadaporlaimplacableseveridaddeCrispo,sehabíaechadoasuspies,demanera semejante, a implorar sucompasión.YPedro lahabíaalzadodelsueloyconfortadosualma.

HizoahoralomismoconVinicio,yledijo:

—Hijo mío, rogaré por ella; pero ten presente lo que dije a los quedudaban: que el mismo Dios hubo de apurar los tormentos de la cruz. Yrecuerdaque,despuésdeestavida,empiezaotra:lavidaeterna.

—¡Lo sé…, lo he oído! —contestó Vinicio, tomando aliento con suspálidos labios—. ¡Pero, señor…, tú ya ves que yo no puedo!… Si haynecesidad de sangre, implora tú aCristo que haga correr lamía; yo soy unsoldado.Quemeduplique,quemetripliqueelmartirioqueleestádestinadoaella:¡loresistiré!¡Peroquesesalve!¡Todavíaesunaniña,señor!¡YÉlesmáspoderosoqueelCésar,locreo!,¡máspoderoso!…¡Túlehasamado!¡Túnoshasbendecido!Estodavíaunaniñainocente…

Y de nuevo se postró a los pies de Pedro, y acercando a sus rodillas elrostro,repitió:

—¡Tú has conocido a Cristo, señor; tú le has conocido! ¡Él atenderá tusúplica!¡Ruegaporella!

Pedroentornólosojosyempezóaorarconfervor.

Denuevocruzaronelhorizontealgunosrelámpagosestivales.

Y a la luz de éstos, Vinicio contempló anhelante los labios del apóstol,comosideellosestuvierapendientelavidaolamuerte.

EnmediodeaquelsolemnesilencioseoyóelreclamodelascodornicesenelviñedoyelruidosordoylejanodelasmuelasdelosmolinoscercanosalaVíaSalaria.

—Vinicio—preguntó,porfin,elapóstol—,¿tienesfe?

—Señor,¿habríavenidoaquísinocreyera?—contestóeljoven.

—Entonces,creehastael fin;porque laferemuevelasmontañas.Deahíque, aunque te estuviese reservadoelver a esadoncellabajo la cuchilladelverdugo, o entre los colmillos de un león, ten fe en que sólo Cristo puedesalvarla.Tenfe,ruégaleyelevaconmigotusplegarias.

Y,alzandoelrostroalcielo,oróasíenvozalta:

—¡OhCristomisericordioso! ¡Vuelve tus ojos a este corazón dolorido y

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consuélale! ¡OhCristomisericordioso,Túque implorastede tuPadreque teapartaradeloslabioselcálizamargo,dígnateapartarlotambiénahoradelosdeestesiervotuyo!Amén.

YVinicio,extendiendolasmanoshacialasestrellase,dijo,gimiendo:

—¡Cristo,soytuyo,llévameenlugardeella!

EnelOriente,elfirmamentoempezabaapalidecer.

XIX

AldespedirseViniciodelapóstol,sedirigióalaprisiónreconfortadoconnuevasesperanzas.Enlasprofundidadesdesualmasentíaaúnvocesíntimasdeterrorydesesperación,perotratódesofocarlas.LeparecíaimposiblequelaintercesióndelvicariodeCristoyelpoderdesuplegarianotuvieraneficacia.Temíanoteneresperanzas,temíadudar.

«He de creer en su misericordia—se decía—, aunque la tenga que verentreloscolmillosdeunleón».

Anteestaidea,apesardeestremecérseleelalmaenterayrecorrerunfríosudor sus sienes, creía. Hasta el último latido de su corazón se convertíaentoncesenunaplegaria.Empezóacomprenderque lafepodíaremover lasmontañas,porqueélmismosentíaahoraunamaravillosafuerzaqueantesnohabíaadvertidoensuser íntimo.Leparecíaquepodría intentarempresasdelasqueanteshubierasidoincapaz.Pormomentossehallababajolaimpresiónde que todo peligro había pasado. Y si aún escuchaba brotar de su almagemidos de desesperación, recordaba aquella noche y aquella santa cabezacanaalzadaalcieloenactituddeoración.

Yserepetíaasímismo:

«¡No,Cristonohaderechazarlasúplicadesuprimerdiscípulo,delpastordesurebaño!¡Cristonopodrádesoírla!¡Nomeesposibledudar!».

Y corrió hacia la prisión como heraldo de buena nueva. Pero allí leaguardabaunsucesoinesperado.

Todos los guardias pretorianos, que, por turno, custodiaban la cárcelMamertina, le conocían, y, de ordinario, no le oponían lamenor dificultad;ahoranoseabrióa supaso la línea, sinoqueuncenturiónse leacercóy ledijo:

—Perdona,nobletribuno;tenemoshoylaordendenodejarentraranadie.

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—¿Unaorden?—repitióVinicio,palideciendo.

Elsoldadolemiróconexpresióncompasivaycontestó:

—Sí,señor,unaordendelCésar.Enlaprisiónhaymuchosenfermosyseteme,acaso,quelosvisitantespuedandifundirelcontagioportodalaciudad.

—¿Dicesquelaordensóloesparaeldíadehoy?

—Laguardiaserelevaamediodía.

Viniciopermaneciósilencioso,ysedescubriólacabeza,porqueleparecíaqueelpileolusestabapesándolecomosifueradeplomo.

Almismotiempo,elsoldadoseleacercómásyledijoenvozbaja:

—Tranquilízate,señor;elguardiányUrsovelanporella.

Yaldeciresto,seinclinó,yenunabrirycerrardeojostrazóconsulargaespadagalaunpezsobrelasbaldosasdelpavimento.

Viniciolemiróintensamente.

—¿Ytúerespretoriano?…

—Sí, hasta que me llegue el turno de entrar ahí—contestó el soldado,señalandolaprisión.

—YotambiénveneroaCristo.

—¡Alabado sea su nombre! Lo sé, señor. No puedo dejarte entrar en laprisión;peroescribeunacartayselaentregaréalguardián.

—Gracias,hermanomío…

YVinicioestrechólamanodelsoldadoysealejódeallí.Yanolepesabacomoelplomoelpileolus.

Elsolseelevabasobrelosmurosdelacárcelyjuntoconsuclaridadvolvíala esperanza al corazón deVinicio.Aquel soldado cristiano era para él otrotestimoniovivientedelpoderdeCristo.Alcabodealgunosmomentos,detuvoel paso, y dirigiendo la vista hacia las rosadas nubes que flotaban sobre elCapitolioyeltemplodeJúpiterEstator,dijo:

—¡OhSeñor!¡Hoynolahevisto,perocreoentumisericordia!

EnlacasaleaguardabaPetronio,quesiguiendosucostumbredeconvertirla noche en día, no hacíamucho que había llegado.Y acababa de tomar subañoydeungirseelcuerpoantesderetirarseadormir.

—Tengonoticiasquedarte—dijoaVinicio—.EstuvehoyencasadeTulioSenecio,aquienelCésarfuetambiénavisitar.NoséporquéseleocurrióalaAugusta llevar consigo al pequeñoRufio, acaso con el propósito de que se

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ablandaraelcorazóndelCésarantelahermosuradelniño.Desgraciadamentevenía éste falto de sueño y se quedó dormido, como sucedió una vez aVespasiano,duranteunalecturaquehacíaelCésar.Viendoesto,Ahenobarbustiró una copa a la cabeza de su hijastro, y le hirió gravemente. Popea sedesmayó, y todos pudieron oír alCésar que decía: «¡Harto estoy ya de esteapéndice!».Yeso,biensabestú,equivaleaunasentenciademuerte.

—ElcastigodeDiospendesobre lacabezade laAugusta—dijoVinicio—;mas¿porquémecuentasesto?

—TelocuentoporquelacóleradePopeaoshaperseguidoatiyaLigia.Ocupada ahora en su propia desventura, puede que abandone la idea de suvenganza,yseamásfácilinfluirensuánimo.Hedeverlaestatarde;yhablaréconella.

—Gracias.Medasconellounabuenanoticia.

—Ytú,báñateydescansa.Tienesloslabioslívidosynoeresnilasombradetimismo.

—¿No ha sido anunciado ya el primer ludus matutinus? —preguntóVinicio.

—Sí,dentrodediezdías.Pero tomaránparaelloprimeroa loscristianosdelasdemásprisiones.Mientrasmástiempotengamosdisponible,mejor.Nosehaperdidotodoaún.

PeroelmismoPetronionocreía en loqueestabadiciendo,porque sabíaperfectamenteque,despuésdelaaltisonanterespuestaqueelCésarrebuscaraparadaralapeticióndeAlituro,yenlaquesehabíacomparadoconBruto,nopodíahaberyasalvaciónparaLigia.

Tambiénocultó,porcompasiónaVinicio,loquehabíaoídodecirencasade Senecio; que el César y Tigelino habían resuelto para ellos y para susamigosapoderarsedelasmáslindasdoncellascristianasyprofanarlasantesdelatortura.Encuantoalasdemás,seríanentregadaseldíadelespectáculoalospretorianosyalosguardianesdelasfieras.

Sabiendo que Vinicio en ningún caso sobreviviría a Ligia, alimentabadeliberadamente en el corazón de su sobrino la esperanza en primer lugar,movidoporelcariñoqueaVinicioteníayademás,porqueéldeseabaquesieljoventribunohabíademorir,lehallaselamuerteconunrostrohermosoynodeformadoypálidoporeldolorylasvigilias.

—Hoy le diré a laAugusta—dijo—: «Salva a Ligia paraVinicio, y yosalvaré para ti aRufio».Yme propongomeditar seriamente el asunto.Unasola palabra dicha a Ahenobarbus en el momento oportuno puede salvar operderaunapersona.Enelpeordeloscasos,habremosganadotiempo.

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—Gracias—repitióVinicio.

—Mejorme probarás queme lo agradeces si comes algo y duermes—repusoPetronio—.¡PorAtenea!NiensusmayoresdesgraciasOdiseodejódepensarenelalimentoyeldescanso.Tú,seguramente,habráspasadolanocheenteraenlacárcel.

—No—contestóVinicio—.Quiseiralaprisiónhoy,perohayordendenoadmitiranadie.Petronio,averiguasiesaordenrigetansóloduranteeldíadehoy,osiseextiendehastaelmismoenqueempiecenlosjuegos.

—Estanochelosabré,ymañanatempranotediréporcuántotiempoyporqué motivo se ha dado esa orden. Pero, lo que es ahora, y aunque Heliostuviera que ir a ocultarse apenado en las regiones de Cimeria, me voy adormir.Siguemiejemplo.

Ysedespidieron;peroViniciosedirigióalabibliotecayescribióaLigiaunacarta.Terminadaéstaselallevópersonalmentealcenturióncristiano,queasuvezlallevóinmediatamentealaprisión.YalospocosmomentosvolviótrayendounsaludodeLigiaylapromesadeunarespuestasuya,queofrecióentregaraVinicioenelmismodía.

Vinicio,quenoteníaelmenordeseodevolverasucasa,sepusoaesperarlacartadeLigiasentadosobreunapiedra.

El sol ya estaba alto, y numerosos grupos de gente afluían, como decostumbre,porelClivusArgentiusalForum.Losvendedorespregonabansumenudamercancía: los adivinos ofrecían a los transeúntes sus servicios; losciudadanossedirigíanconpasolentoaescucharalosoradoresdeldíaenlosrostraoacomunicarselasúltimasnoticias.Amedidaqueaumentabaelcalor,lamultituddeociosos ibaengrosandoen lospórticosde los templos,de losque salían volando a cada momento con gran batir de alas, bandadas depalomas, cuyasblancasplumasbrillaban a los resplandoresdel sol de aqueldiáfanodíaybajoelcieloazul.

Acausadelexcesodeluzydebullicio,delcalorydelprofundocansancio,empezaronacerrarselosojosdeVinicio.Luegolosgritosmonótonosdelosmuchachos, que jugaban a la morra, y el paso cadencioso de los soldados,fueroninsensiblementeadormeciéndole.

Alzó todavía la cabeza varias veces, y en cada una de ellas miró a laprisión.Porúltimovenciólafatiga;sereclinósobreunapiedra,suspirócomoun niño a quien le acomete el sueño después de haber lloradomucho y sequedódormido.

Ysoñó.LeparecíaqueiballevandoaLigiaensusbrazos,enmediodelanoche, por entre un viñedo desconocido. Delante iba Pomponia Grecina

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alumbrandoelcaminoconunalámpara.YunavozparecidaaladePetronioledecíadesde lejos:«¡Vuelve!»,peroélnohacíacasoal llamamientoyseguíadetrás de Pomponia Grecina. Por último llegaron a una cabaña, en cuyosumbralessehallabaPedro.YélseñalóaLigiaalapóstol,ydijo:

—Venimos de la arena, señor; pero no hemos podido despertarla;despiértalatú.

—Cristomismovendráadespertarla—dijoPetronioentonces.

Luego cambiaba el escenario.Veía enmedio de un sueño aNerón; a suladosehallabaPopea,queteníaensusbrazosalpequeñoRufio,cuyacabezaensangrentadaestabalavandoPetronio.VeíatambiénaTigelino,queesparcíaceniza sobre las mesas cubiertas de viandas exquisitas, que iba devorandoVitelio. Había también una multitud de augustanos presentes a la fiesta ysentadosalamesadelbanquete.

Élmismo,Vinicio, se encontraba reclinado junto a Ligia; pero entre lasmesas se paseaban leones, cuyas melenas destilaban sangre. Ligia le pedíaentonces que la llevara lejos de allí, pero él se sentía dominado por unaimpotencia tan terrible, que no le era posible ni siquiera moverse. Luegofueron haciéndosemás ymás confusas las visiones de su sueño, hasta que,finalmente,sesumergieronenunahondatiniebla.

Porúltimoledespertarondesuprofundosoporlosardoresdelsol,yunosgritossedejaronoírcercadelsitioenqueseencontraba.Vinicioserestrególosojos.

La calle era un verdadero enjambre de gente; y en aquel instante, doscorredores, vestidos con túnicas amarillas, iban haciendo a un lado a lamultitud con unas varas largas, y gritaban y abrían calle a una espléndidalitera, conducida por cuatro fornidos esclavos egipcios. Dentro de ella yvestido de blanco iba sentado un hombre, cuyo semblante no era fácil ver,porqueleocultabaamediasunrollodepapiroquellevabajuntoalosojos,yqueibaleyendocongranatención.

—¡Abridpasoalnobleaugustano!—gritabanloscorredores.Elaugustanopusoentoncesaunladosurollodepapiro,yasomandolacabeza,gritó:

—¡Dispersadaesacanalla!¡Másdeprisa!

YalrepararenVinicio,retiróbruscamentelacabezayvolvióatomarconprecipitaciónsurollodepapiro.

Eljovensellevólamanoalafrente,pareciéndolequeaúnsoñaba.¡PorqueelaugustanosentadoenaquellaliteraeraQuilónenpersona!

Entretanto, los corredores habían abierto paso a los egipcios; estaban yalistos para proseguir sumarcha, cuando el joven tribuno, ante cuya vista se

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aclararon en aquel instante muchos puntos oscuros que hasta entonces lehabíanparecidoincomprensibles,seacercóalalitera,ydijo:

—¡Tesaludo,ohQuilón!

—Joven—contestó el griego, con aire lleno de altivez e importancia, yesforzándose por dar a su semblante una expresión de tranquilidad, que nosentíaensuinterior—,tesaludo,peronomedetengas,porquemeurgellegaracasademiamigoelnobleTigelino.

Vinicio,aferrándoseaunodelosbordesdelalitera,ymirandofijamentealosojosdelgriego,ledijoconvozreprimida:

—¿TúfuistequientraicionóaLigia?

—¡OhColosodeMemnón!—exclamóQuilón,asustado.Peroenlosojosde Vinicio no había amenazas, así que el temor de Quilón se desvaneciópronto.

Recordó ademásque contaba con la proteccióndeTigelinoydelmismoCésar—esdecir,deunpoderanteelque temblaban todos—,que teníaasuladoesclavosrobustosyqueVinicioestabaallí,delantedeél,inerme,conelsemblantedemacradoe inclinadobajo elpesodel sufrimiento.Alpensar enestolevolviótodasuinsolencia.FijóenViniciolosojos,cuyospárpadossehallabanenrojecidos,ylecontestóenvozbaja:

—Sí,perotú,cuandomeestabamuriendodehambre,mehicisteazotar.

Por espacio de un momento, ambos guardaron silencio; luego repitióVinicio,convozsorda:

—Ciertoesqueteofendí,Quilón.

Se irguióentonceselgriego,y castañeteando losdedos, loqueenRomaeraunademostracióndeburlaydesprecio,contestó,convoz tan fuerte,quetodospudieranoírle:

—Amigo, si tienes alguna petición que presentarme, ven a mi casa delEsquilino por la mañana, a la hora en que recibo a los conocidos y a misclientes,despuésdelbaño.

Ehizounaseñalconlamano.Losegipcios,alverla,alzaronnuevamentelaliteraylosesclavosdelastúnicasamarillascontinuarongritando,mientrasblandíansusvaras:

—¡AbridpasoalaliteradelnobleQuilónQuilónides!¡Paso!¡Paso!…

XX

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Ligia, enuna largacarta escrita apresuradamente, sedespedíadeVinicioparasiempre.Sabíaqueyanadiepodíaentrarenlaprisión,yquesólopodríaver al joven desde la arena. Y le pedía, por consiguiente, que averiguasecuándo llegaría el turno a los encarcelados de la prisión Mamertina, y almismo tiempo le rogabaqueasistiesealespectáculo,puesdeseabaverleporúltimavezenlavida.

En lacartade la jovennoseadvertía temoralguno.Decíaque tantoellacomo sus demás compañeros ansiabanque llegase el instante de acudir a laarena,endondehallaríanparasiemprela libertad.Esperabaqueasistieranalespectáculo Pomponia Grecina y Aulo, y rogaba que se les pidiera que nodejasendeacudir.

Encadaunadesuspalabrassesentíaunestadodeexaltaciónespiritualyundesprendimientodelaexistenciaenquetodoslosencarceladosvivían.Almismo tiempo poseía una fe inconmovible en que todas las promesas secumpliríanmásalládelatumba.

«Ya sea que me liberte Cristo en esta vida o después de la muerte —escribía—,Élmehaprometidoatiporbocadelapóstoly,porconsiguiente,soytuya».

Y le imploraba que no llorase por ella, ni se dejara dominar por elsufrimiento.Paraellalamuertenosignificabaladisolucióndesumatrimonio.Conunaconfianza infantil asegurabaaVinicioque inmediatamentedespuésde terminados sus tormentos en la arena, diría a Cristo que su prometidoMarcohabíaquedadoenRomayquepensabaenellacontodosucorazón.YcreíaqueacasoCristopermitiríaquesualmavolvieseaél,aVinicio,siquierapor un instante, y le dijera que estaba viva, que no se acordaba de lostormentosquehabíapadecidoenlavidayqueerafeliz.

Todaaquellacartarespirabafelicidadyunainmensaesperanza.Sólohabíaen ella una petición relacionada con asuntos terrenales: que Vinicio hicieratransportar sucuerpodel spoliariumy lo sepultara, comoesposa suya, en latumbaenqueélmismohubieradereposarundía.

Vinicioleyóaquellacartaconelcorazóndestrozado,peroalmismotiempoleparecía imposiblequeLigiapudieraperecerbajo lasgarrasde lasfierasyquenoseapiadaraCristodeella.Yenestofundabasufeysuesperanza.

De vuelta a su casa, escribió a Ligia que iría directamente a montar laguardia al pie de los muros del Tullianum, en espera del momento en queCristoderrumbaraaquellosmurosyladevolvieseaél.YpedíaalajovenquecreyeraqueCristopodíasalvarlayrestituírsela,aunenelpropioCirco,pueselgran apóstol le estaba implorando que lo hiciese; por tanto, la hora de la

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liberación estaba próxima. El centurión convertido le llevaría la carta a lamañana siguiente. Pero cuando Vinicio llegó a la cárcel aquella mañana,abandonóelcenturiónlasfilas,seleacercóyledijo:

—Escúchame, señor. Cristo, de quien recibiste la luz, te demuestra sufavor. Anoche, el liberto del César y los del prefecto vinieron a elegirdoncellas cristianas a quienes aguardaba la deshonra; preguntaron por tuprometida, pero Nuestro Señor le mandó una fiebre, que está haciendomortíferos estragos entre los presos del Tullianum, y entonces la dejaron.Anoche había perdido el sentido, y bendito sea por ello el nombre delRedentor, porque la enfermedad que la ha libertado de la vergüenza puedemuybiensalvarladelamuerte.

Vinicio apoyó su mano en el hombro del soldado a fin de no caerdesvanecido.

Entretanto,elcenturiónprosiguió:

—¡Gracias sean dadas a la misericordia del Señor! Sabrás que seapoderaron de Lino y que le sometieron a tortura, pero al ver que estabamuriendo,leentregaron.EsposibleentoncesquetambiénahoratedevuelvanatuesposayCristolerestituiráluegolasalud.

Eljoventribunopermanecióporalgúntiempoconlacabezainclinada;laalzóluego,ydijoenvozbaja:

—Dices bien, centurión;Cristo, que la salvó de la vergüenza, la salvarátambiéndelamuerte.

Sentándoseluegoalpiedelamuralladelaprisiónestuvoallíhastallegadala tarde. Luego volvió a su casa con el objeto de enviar gente en busca deLino,aquienordenóquetrasladaranaunadesuscasasdecampo.

Pero cuando Petronio se enteró de todo, resolvió, por su parte, obrartambién.

Había visitado ya a la Augusta; fue ahora a verla por segunda vez. LaencontróalacabeceradelpequeñoRufio.

Elniño,conlacabezaherida,luchabaahoraconlafiebre;sumadrehacíagrandes esfuerzos por salvarle, con el corazón lleno de terror y dedesesperación,pensandoalmismo tiempoquesi, enefecto, se salvaba,bienpudierasertansóloparaqueluegoperecieradeunamuertemásterrible.

Ocupada exclusivamente en su propio dolor, nada quería oír acerca deVinicioydeLigia,peroPetroniolaaterrorizó.

—Túhasofendido—ledijo—aunadivinidadnuevaydesconocida.Tú,Augusta, segúnparece, adoras al Jehová hebreo; pero los cristianos afirman

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queCristoeshijosuyo.ReflexionaentoncessinoteestarápersiguiendoahoralacóleradelPadre.¿QuiénpodríadecirquenoeslavenganzadeEstelaquehacaídosobreti?¿YquiénsabesilavidadeRufionodependemásquedetuconducta?

—¿Quémeaconsejas?—preguntóPopea,llenadeterror.

—Aplacaralasdeidadesofendidas.

—¿Ycómo?

—Ligiaestáenferma.InfluyetúsobreelCésarosobreTigelinoparaqueseaentregadaaVinicio.

—¿Y piensas que yo puedo hacer eso? —preguntó con desesperaciónPopea.

—Puedeshacerotracosaentonces.SiLigiamejora,sudestinoenseguidaesmorirenelCirco.DirígetealtemplodeVestaypidealaVirgoMagnaquetratedehallarse comopor casualidadcercadeTullianumenelmomentoenqueconduzcanlospresosalamuerteyordenequedenlibertadaladoncella.LagranVestalnotepodránegareso.

—Pero¿ysiLigiamueredefiebre?

—LoscristianosdicenqueCristoesvengativo,perojusto;esposiblequeentonceslogresaplacarleconsóloelbuendeseodeirenauxiliodeesajoven.

—Sielloesasí,quemedéunaseñaldequeRufiosanará.

Petronioseencogiódehombros,ydijo:

—¡Ohdivinidad!YonohevenidoavertecomoenviadodeÉl;melimitoadecirtequeespreferiblequetehallesenbuenaarmoníaconlosdioses,tantoromanoscomoextranjeros.

—¡Iré!—dijoPopea,conlavozquebrantada.

Petroniorespiróconfuerza.

«Alfinheconseguidoalgo»,pensó.

YalverdespuésaVinicio,ledijo:

—RuegaatuDiosquenomueraLigiadelafiebrequelaaqueja,porquesideellasesalva,lagranVestalordenarásuliberación.LaAugustaenpersonalepediráquelohaga.

—Cristolasalvará—contestóVinicio,mirándoleconojosenquebrillabalafiebre.

Entretanto,Popea,queporelamorylasaluddesuRufioestabadispuesta

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aofrecerhecatombesatodoslosdiosesdeluniverso,sedirigióaquellamismanocheatravésdelForumenbuscadelasvestales,dejandoencargadoelniñoenfermoasufielnodrizaSilvia,quehabíasidotambiénsuamadecría.

Pero era tarde, porque en elPalatino estabayadecretada la sentencia demuertecontraelniño.

Asípues,apenaslaliteradePopeahubodesaparecidoatravésdelagranpuerta, entrarondos libertos delCésar en el aposento enqueyacía el pobreRufio.UnodeellossearrojósobreSilviaylaamordazó;elotro,apoderándosedeunaestatuadebroncedelaEsfinge,matódelprimergolpeenlacabezaalapobremujer.

LuegoseacercaronaRufio.

Elpequeñuelo,atormentadoporlafiebre,insensible,ysindarsecuentadeloqueocurríaasualrededor,sonrióaloslibertos,entreabriendosushermososojos e intentando reconocerlos. Éstos quitaron a la nodriza el cinturón yponiéndoloalrededordelcuellodeRufiotirarondeélyahogaronalniño,queapenas pudo llamar una sola vez a su madre y murió sin agonía. Leenvolvieron entonces en una sábana, y montando en unos caballos que lesesperaban,sedirigieronconélagalopehaciaOstia,endondelearrojaronalmar.

NohabiendoencontradoPopeaalaVirgoMagna,queconotrasvestalessehallabaencasadeVatinio,sevolvióalPalatino.YalencontrarvacíoellechoyyertoelcuerpodeSilvia,sedesmayó.

Cuando volvió en sí, empezó a gritar, y sus desgarrados alaridos seescucharondurantetodaaquellanocheyeldíasiguiente.

Pero,altercerdía,elCésarordenóqueasistieraaunafiesta.Asípues,tuvoqueataviarsePopeaconsutúnicacolordeamatistayacudiralbanqueteconelrostro semejante al de una estatua de piedra, coronado por sus doradoscabellos,muda,bellayterriblecomoelángeldelamuerte.

XXI

Antes que los Flavios construyesen el Coliseo, Roma no tenía más queanfiteatros de madera; y por esta razón, casi todos ellos habían sidoconsumidosporel incendio.Asípues,conmotivodelapróximacelebraciónde los espectáculos prometidos, Nerón había ordenado levantar variosanfiteatros, y entre ellos uno gigantesco. Para la construcción de éste habíahechovenir,inmediatamentedespuésdeextinguidoelincendio,pormarypor

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elTíber,grandestroncosdeárbolescortadosenlasladerasdelAtlas.

Y como se quería que los juegos superaran a todos los anteriores por suesplendoryporelgrannúmerodevíctimas,sedioadichoanfiteatrounagrancapacidadparalaconcurrenciadelpuebloyparalasfieras.

Milesdeoperariostrabajabandíaynocheenlaconstruccióndeledificioyenlaornamentación.Ysedecíanprimoresdesuscolumnas,enlasquehabíaincrustacionesdebronce,marfil,ámbar,madreperlaycarey.

Una red de tubos llenos de agua helada, procedentes de lasmontañas ycolocadosalolargodelosasientos,debíamantenerunatemperaturaagradableeneledificio,aunenmediodelosmásgrandescalores.Uninmensovelariumdepúrpuraprotegíaalosespectadoresdelosrayosdelsol.Entrelashilerasdeasientoshabíapebeteroscolocadosdetrechoentrechoparaquemarperfumesde Arabia, y encima de dichos asientos se habían adaptado unos aparatosespecialespararociaralosespectadoresconaguadeazafránydeverbena.

Los renombrados arquitectos Severo y Céler habían desplegado toda suhabilidadenlaconstruccióndeaquelanfiteatroconelpropósitodequefuesealavez incomparableycapazdeofrecercabidaaunnúmerodeespectadoressuperioracualquierotrocirco.

De aquí que el día fijado para dar comienzo a los ludusmatutinus, unainmensa muchedumbre se hallaba desde el alba aguardando la hora de laapertura y escuchando con delicia, entretanto, los rugidos de los leones, elroncogruñirdelaspanterasylosaullidosdelosperros.

Las fieras estaban sin alimento desde hacía dos días, limitándose suscuidadores a presentarles algunos pedazos de carne sanguinolenta a fin deexcitar conmás intensidad su rabiay suhambre.Yaveces se levantaba taltempestaddeferocesrugidos,quelaplebeinstaladaalaspuertasdelCirconopodíahacerseescucharenlaconversaciónylosmásimpresionablespalidecíandetemor.

Alsalirelsolseoyódesdeel interiordelCircounhimnoqueentonabanvoces sonoras a la vez que apacibles.Y las gentes allí reunidas escuchabanmaravilladas aquellos cánticos, y se decían: «¡Los cristianos! ¡Loscristianos!».

Efectivamente, muchos de éstos habían sido trasladados al anfiteatro lanoche anterior, y no sólo de una de las cárceles, como antes se habíaproyectado,sinoungrupodeindividuosdecadacárcel.

Ysesabíaentrelamultitudquelosespectáculoshabíandedurarsemanasyhastameses,perosedudabadequefueraposibleterminareneseprimerdíaconloscristianosqueparaelcasohabíansidotrasladados.

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Lasvocesdeloshombres,mujeresyniñosquecantabanelhimnomatinalerantannumerosas,quelosespectadoresentendidosasegurabanque,aunenelcasodehacer salir simultáneamenteaunoodoscentenaresdepersonas, lasfieras se cansarían, quedarían pronto saciadas y no podrían despedazarlos atodosantesdelanoche.Otrosdeclarabanqueenviarunnúmeroexcesivodevíctimasa laarenasignificabadistraer laatencióndelpúblicoynopermitíagozarplenamentedelespectáculo.

Amedidaque se acercaba elmomentode la aperturade losvomitoria opasajes que conducían al interior, la gente se llenaba de admiración y dealegría,yproseguíanlasdiscusionesydisputasacercadelosdiversosdetallesrelativosalespectáculo.

Seformabangruposde individuosquealababanlamayordestrezade losleonesode los tigresparaeldestrozode lasvíctimas.Aquíyallí sehacíanapuestasrespectoaello.

Otros afirmaban que se había dispuesto que fueran precedidos loscristianos en la arena por gladiadores; y de aquí surgían nuevos grupos ynuevasapuestas.Unosestabanporlossamnitas;otros,porlosgalos;otros,porlosmirmilones,porlostraciosoporlosretiarii.

A primera hora de lamañana empezaron a llegar al anfiteatro grandes ypequeñosgruposdegladiadores,alasórdenesdemaestros,llamadoslanistae.Para evitar la fatiga, entraban desarmados, muchos de ellos completamentedesnudos, llevandoverdesramasen lasmanos,ocoronadosdeflores,ya laluzdelamañanaaparecíantodoslosjóvenes,hermososyllenosdevida.

Sus cuerpos, lustrosos de aceite de oliva, eran fuertes y recios, como sihubieran sido tallados enmármol, y causaban la delicia de aquellas gentes,enamoradasdelabellezadelasformas.Muchoseranconocidosporelpueblo;asípues,acadamomentoseescuchabanvoces:«¡Salud,Furnio!¡Salud,Leo!¡Máximo!¡Salud,Diomedes!».Lasdoncellas losmirabanconojos llenosdeternura.Ellos, a suvez, se fijaban en lasmásbellasy sedirigían a ellas entonofestivo,comosiningunapreocupaciónpesarasobreellos,ylesenviabanbesosoexclamaban:

—¡Dameunabrazo,tú,antesquemelodélamuerte!

Y desaparecían por las puertas, cuyos umbrales muchos de ellos novolveríanyaasalvar.

Ylosqueibanllegandoocupaban,porturno,laatencióndelasmultitudes.

Detrás de los gladiadores venían los mastigophori, esto es, hombresarmados de látigos, y uno de cuyos oficios era azotar y azuzar a loscombatientes.

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Luegoaparecieronlasmulas,queveníantirandoendirecciónalspoliariumfilasenterasdevehículos,enlosquehabíarimerosdeataúdesdemadera.Lavistadeéstos llenódealborozoa lamultitud,deduciendo,porelnúmerodeataúdes,lagrandezaqueasumiríaelespectáculo.

Detrásdeloscarrosmarchabanloshombrescuyooficioeraremataralosheridos;vestíantrajesdeCarontesoMercurios.Despuésibanlosencargadosdeconservarelordenenelcircoylosacomodadores;luego,losesclavosquehacíancircularbebidasyalimentos,y,porúltimo,lospretorianos,aquieneselCésarteníasiemprecercadesupersonaenelanfiteatro.

Porfinseabrieronlosvomitoriaylaplebeseprecipitóalinterior.Peroeratal la multitud reunida, que siguió afluyendo y afluyendo al anfiteatro porespacio de horas enteras. Parecía asombroso que el circo pudiera contenertantogentío,cuyonúmeroeraverdaderamenteincalculable.

Los rugidos de las fieras fueron entonces haciéndose más y másestruendosos:esquehabíanpercibidomásdecercalasexhalacioneshumanas.Lamuchedumbre, al ocupar sus asientos en el circo, rugía como elmar enplenatempestad.

Finalmente,hizosuentradaelprefectodelaciudad,rodeadodesuguardia,y, después de él, y en línea no interrumpida, las literas de los senadores,cónsules, pretores, ediles, funcionarios del gobierno y de palacio, oficialespretorianos,patriciosydamaslujosas.

Algunasliterasibanprecedidasporlictores,quellevabanlasegurentreunhazdevaras;otras,porgruposdeesclavos.A los rayosdelsolbrillaban losdoradosornamentosdelasliteras,lastelasblancasydeotroscoloresdiversos,losaretesyjoyasyelacerodelasmazas.

Desde el interior del circo se escuchaban las aclamaciones con que elpuebloacogíaalosgrandesdignatarios.

Yseguíanllegandonuevaspartidasdepretorianos.

Lossacerdotesdediversos templossepresentaronalgomás tarde;ysólodespués de ellos entraron las vírgenes sagradas de Vesta precedidas porlictores.

Para dar principio al espectáculo se esperaba tan sólo al César, que, noqueriendohaceresperarmuchoalpueblo,cuyo favordeseabaganarse, llegópronto,acompañadodeAugustaydelosaugustanos.EntreestosúltimosveníaPetronioensulitera.LeacompañabaVinicio.EljoventribunosabíaqueLigiaestabaenfermayaúnnohabíarecobradoelsentido;perocomoelaccesoalaprisiónhabíasidoprohibidoconmayorrigorenlosdíasprecedentes,ycomoalosantiguosguardiasreemplazaronotros,aquienesnosepermitíahablarcon

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los carceleros, ni siquiera comunicar lamás insignificante noticia a los queveníanapedirinformesdelospresos,noestabaseguroViniciodequeLigiano se hallara entre las víctimas destinadas al espectáculo del primer día.Podían enviarla a los leones aunque estuviera enferma, y, por tanto, sinconocimiento.

Ypuestoquelasvíctimasdebíanserenvueltasenpielesdefierascosidasasuscuerposy enviadasporgruposa la arena,ningúnespectadorpodía estarsegurodequeunamásomenosnosehallaraentreellas,yninguno,tampoco,podríareconocerlas.

LoscarcelerosytodoslossirvientesdelanfiteatrohabíansidosobornadosporVinicio,yestabaconvenidoconlosguardianesdelasfierasqueocultaríanaLigiaenalgúnrincónoscuroylaentregaríanporlanocheaunapersonadeconfianzadeVinicio,quelaconduciríainmediatamentealosmontesAlbanos.Petronio, que estaba en el secreto, aconsejó a Vinicio que asistieraabiertamente en su compañía al anfiteatro; después de hacer su entrada, seescabulleraenmediode lamultitud,afavordelbullicio,ysedirigierahastalossubterráneos,endonde,paraevitartodaposibleequivocación,señalaríaaLigiapersonalmentealosguardianes.

Éstosledejaronentrarporunapequeñapuertapordondeacababandesalirellos.Yunodelosmismos,llamadoCiro,lecondujoalossitiosendondesehallabanloscristianos.Enelcaminoledijo:

—Señor, yo no estoy seguro de que llegues a encontrar lo que buscas.Hemos preguntado por una doncella llamada Ligia, pero nadie nos ha dadounarespuestaconcluyente;puedeserquenotenganconfianzaennosotros.

—¿Haymuchos?—preguntóVinicio.

—Muchos,señor;tendránqueaguardarhastamañana.

—¿Yhayenfermosentreellos?

—Ningunohabíaquenopudieratenerseenpie.

Dicho esto, abrió Ciro una puerta que daba entrada a una estanciasubterránea enorme, pero baja y oscura, pues recibía luz tan sólo por unasaberturasenrejadasquelaseparabandelaarena.

AlprincipioVinicionopudovernada.Oíatansólounmurmullodevocesenelaposentoylosgritosdelaplebe,queprocedíandelcirco.Pero,alcabodealgunosinstantes,habituadossusojosalaoscuridad,pudodistinguirunosgruposdeseresextraños,parecidosalobosyosos.Eranloscristianos,cosidosenpielesdebestiasferoces.

Algunosdeellossehallabanenpie,otrosorabanderodillas.Aquíyallá,por sus largoscabellos, sedistinguían lasmujeres.Lasmadres,vestidascon

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piel de lobo, tenían en los brazos a los niños, cuyos cuerpos estabanigualmentecubiertosconaquellasvestiduras.

Pero,bajoesosdisfraces,asomabanrostrosserenosyojosque,enmediodelaoscuridad,ostentabanelbrillodelafiebreydeunaalegríasuprema.Eraevidente que a la mayor parte de aquellos individuos los dominaba unpensamiento —exclusivo y ultraterreno—, un pensamiento que los hacíaindiferentes,aunenvida,atodocuantopasabaasualrededoryatodocuantopudierasobrevenirles.

Algunos de ellos, al ser interrogados por Vinicio acerca de Ligia, lemirabanconojoscomosidespertarandeunsueño;otros lecontestabanconuna sonrisa, llevandoun dedo a los labios, o señalando la abertura enrejadapor donde penetraban algunos rayos de luz. Pero aquí y allá se oía llorar aniños aterrorizados por los rugidos de las fieras y por los aullidos de losperros, losgritosdelamultitudylaspropiasformasdesuspadresataviadosdefieras.

Vinicio,acompañadoporelcarceleroCiro,recorría,entretanto,laestancia,miraba ansiosamente los semblantes, buscaba, preguntaba; por momentostropezaba contra algunos cuerpos de personas que se habían desmayado aconsecuencia de la aglomeración de gente, del aire sofocante que allí serespirabaydelcalor;yseguíaavanzandohastallegaralfondooscurodeaquelsubterráneo,queparecíatanespaciosocomounvastoanfiteatro.Desúbitosedetuvo,puesleparecióoírcercadelenrejadounavozqueleerafamiliar.

Se puso a escuchar unmomento, se volvió hacia donde partía la voz, y,abriéndosepasoentrelamultitud,seaproximóalquehablaba.UnrayodeluzdabadellenoenelrostrodeloradoryVinicioreconocióinmediatamente,bajolapieldeunlobo,lademacradaeimplacablefisonomíadeCrispo.

Esteexclamaba:

—¡Arrepentíosdevuestrasculpas! ¡Porqueelmomentoseacerca!Quiencreaquetansóloconlamuertehaderedimirlasfaltascometidas,incurreenunnuevopecadoy será arrojado al fuego eterno.Con cadaunodevuestrospecadoscometidosenestemundohabéisrenovadolossufrimientosdelSeñor,¿cómoosáispensar,entonces,quelamuertequeosaguardahabráderedimiresta vida? Hoy, justos y pecadores morirán de muerte igual, pero el Señorsabrá escoger a los suyos. ¡Ay de vosotros! Las garras de los leonesdestrozarán vuestras carnes; pero con ello no borrarán vuestros pecados, niajustaréis vuestras cuentas con Dios. El Señor se mostró misericordioso enextremoaldejarsecrucificar;perodeaquíenadelantesóloseráparavosotrosel juez que no dejará impune ninguna de vuestras culpas. Así pues,quienquiera que haya creído redimir sus pecados pormedio delmartirio hablasfemadocontra la justiciadeDios.Ha terminadoya lamisericordiayha

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llegado elmomento de la divina cólera.Bien pronto habréis de comparecerante el tremendo Juez, en cuya presencia solamente los buenos podrán serabsueltos.¡Lloradvuestrasculpas,pueslaspuertasdelinfiernoestánprontaspara recibiros! ¡Aydevosotros, espososy esposas; aydevosotros, padres ehijos!

Y extendiendo sus descarnados brazos, los agitaba sobre las cabezasinclinadasdesusoyentes.

Aquelhombresemostrabaimpávidoeimplacablehastaenpresenciadelamuerte,alaqueestabantodosdestinados.

Despuésdesuspalabrassedejaronoírestasvoces:

—¡Sí,nosarrepentimosdenuestrasculpas!

Luegosobrevinoelsilencioyvolvióaescucharsetansóloelllantodelosniñosylosgolpesdepecho.

AVinicio se leheló la sangreen lasvenas.Él,quehabíapuesto todasuesperanzaenlamisericordiadeCristo,acababadeescucharahoraqueeldíadelacóleradivinahabíallegado,yqueniaunconlamuertedelosmártiresenla arena se podría alcanzar la misericordia del Señor. Cierto es que por sumente cruzó el pensamiento, claro y fugaz como un relámpago, de que elapóstolPedrohubieraempleadounlenguajemuydiverso,aldirigirsealosquesehallabanpróximosalamuerte.

Noobstante,aquellasterriblespalabrasllenasdefanatismodeCrispoyeloscuro subterráneo enrejado, detrásdel cual sehallaba el lugar delmartirio,llenaronsualmadeespantoydeterror.Todoaquelloleparecíahorribleycienvecesmásespantosoquelamássangrientabatalla.

Las emanaciones de aquel antro y el calor empezaron a sofocarle, y unsudorfríocorríaporsufrente.Temiódesmayarsecomoalgunadelasvíctimascon cuyos cuerpos había tropezado al recorrer aquella estancia en busca deLigia.Yal recordar, asimismo,que,deunmomentoaotro,podíanabrir lasrejasyllevarsealoscristianosalsuplicio,empezóallamarenvozaltaaLigiayaUrso, con la esperanzadeque, sinoellos,por lomenosalgunoque losconocieralecontestaría.Enefecto;unhombrevestidodeosoletiródelatogaydijo:

—Señor, ellos han quedado en la prisión.Me sacaron el último; y la hevistoenfermaenellecho.

—¿Quiénerestú?—preguntóVinicio.

—El cavador en cuya cabaña te bautizó el apóstol, señor. Fui arrestadohacetresdíasyhoyseráeldemimuerte.

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Viniciorespiró.AlentrarhabíadeseadoveraLigia;ahoradabagraciasaCristo por no haberla encontrado allí, viendo en ello una señal de la divinamisericordia.

Entretanto,elcavadorletirónuevamentedelatoga,ydijo:

—¿Recuerdas tú, señor, que te conduje a la viña de Cornelio cuando elapóstolpredicóenelcobertizo?

—Sírecuerdo—contestóVinicio.

—Yo le vi después, el día anterior al de mi arresto. Me bendijo y measeguróquevendríaalanfiteatroadarsupostrerabendiciónalasvíctimas.Siyopudieradivisarleenelsupremoinstanteyverlaseñaldelacruzhechaporél, moriría con más tranquilidad. Señor, si tú sabes dónde se encuentra,dímelo.

Viniciocontestóenvozbaja:

—SehallaentreloscompañerosdePetronio,disfrazadodeesclavo.Noséen qué sitio se encuentra, pero cuando vuelva al circo le veré. Mírame túcuandoentresenlaarena;yoentoncesmelevantaréyvolveréelrostrohaciadondeesténellos;ytúlereconocerásfácilmente.

—Gracias,señor,yquelapazseacontigo.

—TengaelSalvadorpiedaddeti.

—Amén.

Salió Vinicio entonces del cuniculum y volvió al anfiteatro, en dondeocupóunsitiocercadePetronio,entrelosdemásaugustanos.

—¿Laencontrasteallí?—preguntóelárbitro.

—No;lahandejadoenlaprisión.

—Puesbien,oyeloquesemeocurre;pero,mientras tanto,mira túenladirección de Nigidia, a fin de hacer creer que nos hallamos conversandoacerca de su peinado. Tigelino y Quilón nos observan en este momento.Escucha,pues.EsconvenientequecoloquenaLigiaenunataúdporlanocheylasaquendelaprisiónconlosdemáscadáveres;¿adivinaselresto?

—Sí—contestóVinicio.

Tulio Senecio interrumpió aquel diálogo, inclinándose hacia ellos ypreguntando:

—¿Sabéissidaránarmasaloscristianos?

—Loignoramos—contestóPetronio.

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—Preferiríaqueselasdieran—dijoTulio—.Deotramanera,laarenaseconvertirádemasiadoprontoenunmatadero.Pero¡quéespléndidoanfiteatro!

El espectáculo era, en realidad, magnífico. Los asientos inferiores,completamente llenos de togas, blanqueaban como la nieve. En el doradopodiumsehallabasentadoelCésar,conuncollardediamantesyenlacabezaunacoronadeoro.JuntoaélseencontrabalaAugusta,hermosaysombría;y,aamboslados,seveíanlasvírgenesvestales,grandesfuncionarios,senadorescon togas bordadas, oficiales del ejército con sus armas relucientes; en unapalabra, todocuantohabíaenRomadepoderoso,debrillanteydeopulento.Lasúltimasfilasdelosasientossehallabanocupadasporloscaballeros,yenlaparte alta destacabaunoscuroocéanode cabezas, sobre lasquedeuna aotracolumnapendíanguirnaldasderosas,lirios,hiedrasypámpanos.

Lamultitudconversabaenvozalta,seinterpelabanunosaotros,cantaban,reíandecualquierdichoingenioso,quecirculabadebocaenboca,opateabanimpacientemente a fin de que empezara cuanto antes el espectáculo. Estosgolpes se hicieron, por último, atronadores y prosiguieron sin interrupción.Entonces,elprefectodelaciudad,despuésderecorrerlaarenaconsubrillanteséquito,hizoconelpañuelounaseñal,acogidaportodoelanfiteatroconun:«¡Ah,ah,ah!…»,enqueprorrumpieronmillaresdevoces.

De ordinario, estos espectáculos principiaban con una caza de bestiasferoces, que efectuaban varios bárbaros del Norte y del Sur; pero, en estaocasión,habíademasiadasfieras.

Empezaron, pues, los juegos con los andabates. Se llamaba así a losgladiadoresquellevabanyelmoscerrados,sinaberturaalgunaporlosojos,yque,porconsiguiente, lidiabanaciegas.Unoscuantosefectuaronsuentradaen el circo y comenzaron luego a hacer molinetes con las espadas. Losmatigophorilosazuzaban,empujandoaunoshaciaotrosconlargasperchas,afindeponerlosencontacto.

La partemás selecta del públicomiraba con desdeñosa indiferencia esteespectáculo, pero a la plebe divertían los movimientos desairados de loscombatientes.Ycuandosucedía,porejemplo,queseencontrabandeespaldas,prorrumpíaelpúblicoengrandesrisasyexclamabanmuchos:

«¡Aladerecha!¡Alaizquierda!¡Defrente!».Y,amenudo,losengañabandeliberadamente. No obstante, luego se formaron varias parejas decombatientesylaluchaempezóarevestirsangrientoscaracteres.

Loslidiadoresmásesforzadosarrojabanlejossusescudosy,tomándoseelunoalotroconlamanoizquierda,afindenovolverasepararse,luchabanconlaotramanohastamorir.Todoelquecaíaalzabalosdedoseimplorabagraciapor medio de ese signo; pero el público, al principio del espectáculo,

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acostumbraba pedir la muerte para los heridos, especialmente cuando setratabadeandabates,quellevabanocultoelsemblanteyerandesconocidos.

Fue disminuyendopor grados el número de combatientes, y cuando, porfin,sóloquedarondosselosempujóelunohaciaelotroafindequetrabaranlucha;cayeronambosrecíprocamente.Luego,alosgritosde:Peractumest!,sellevaronlossirvientesloscuerpos,yungrupodemuchachosacudióconunosrastrillos,hizodesaparecer lasmanchasdesangrede laarena,esparciendoacontinuaciónsobreellashojasdeazafrán.

Yahoraempezaba la segundaparteconuna luchamás importanteyquedespertabanosolamenteelinterésdelaplebe,sinotambiéndelasgentesdebuen gusto; durante ella, los jóvenes patricios hacían, a veces, apuestasenormes,perdiendo,amenudo,cuantoposeían.

Demanoenmanoibanpasandotablas,enlasqueseescribíalosnombresde los favoritos, como asimismo la cantidad de sestercios que cada unoapostabaporsucampeónpredilecto.

Losspectate—esdecir,loscampeonesquesehabíanpresentadoantesenla arena y obtenido en ella triunfos— eran los que contaban con mayornúmerodepartidarios;peroentre losapostadoreshabía tambiénalgunosquearriesgabansumasconsiderablesponiéndosedepartedegladiadoresnuevosynoconocidosaún,conlaesperanzadeganarsumasinmensassiobteníanéstoslavictoria.ElmismoCésarapostaba;yapostabanlossacerdotes,lasvestales,los senadores y los caballeros, y apostaba el populacho. Y entre la plebe,cuando llegaba a faltarles el dinero, solían apostar hasta su propia libertad.Seguían con el corazón palpitante, e incluso con temor, las peripecias deaquellos combates, y más de uno, entretanto, hacía votos en voz alta a losdiosesafindealcanzarprotecciónparasufavorito.

Así que cuando se escuchó el agudo son de las trompetas se hizo en elanfiteatrounprofundo silencio expectante.Milesdeojos sedirigieronhacialasgrandescerradurasdeunapuerta,alaqueseacercóunhombrevestidoentrajedeCaronte,y,enmediodeluniversalsilencio,dioenellatresgolpesconun martillo, como si de esa manera convocase a la muerte a los que seencontrabandetrásdedichapuerta.

Entonces, lasdoshojasdeésta se abrieron lentamenteydejaronverunaespecie de oscuro foso, del que empezaron a brotar gladiadores, que ibanentrando en la brillante arena. Avanzaban en divisiones de veinticincoindividuos: tracios,mirmilones, samnitas,galos.Todosvenían separadospornacionalidades,ytodospesadamentearmados.

Porúltimoentraronlosretiarii,llevandounaredenunamanoyuntridenteen laotra.A suvista estallaronpor todaspartes los aplausos, quepronto se

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convirtieronenunainmensaynointerrumpidatempestad.Desdearribahastaabajoseveíanrostrosencendidos,manosquebatíanpalmasybocasabiertas,delasquebrotabanaclamacionesestruendosas.

Los gladiadores dieron la vuelta a la arena con paso firme y flexible,hermososconsusbrillantesarmadurasysusricostrajes,haciendoluegoaltodelantedelpodiumdelCésar,soberbios,tranquilosyespléndidos.

El toque penetrante de un cuerno puso término a los aplausos. Loslidiadores, entonces, extendieron hacia arriba la mano derecha, alzaron lacabezaalavistadelCésaryempezaronagritar,o,mejordicho,acantarconvozlentalasiguientesalutación:

Ave,CaesarImperator,Morituritesalutant!

Luegosealejaronrápidamente,yendoaocuparenlaarenasusrespectivospuestos.

Debíanatacarse losunosa losotrosporgrupos;peroantes sepermitíaalosmás famosos gladiadores tener una serie de combates singulares; en losqueresaltabanelvalor,lafuerzaydestrezadelosmismos.

Y, en efecto, entre el grupo de los galos se hallaba un campeón bienconocido por los asistentes al anfiteatro llamado Lanio (El Carnicero),vencedorenmuchosjuegos.Llevabaungranyelmoenlacabeza,yconlacotademallaquecubríasufuertepechoysuespaldaparecía,enmediodeaquellabrillantearenadorada,unaespeciedegigantescoescarabajo.

YelnomenoscélebreretiariusCalendiosepresentóasuencuentro.

Entrelosespectadoresempezaronentonceslasapuestas.

—¡Quinientossesterciosalgalo!

—¡QuinientosaCalendio!

—¡PorHércules!¡Vanmilsestercios!

—¡Vandosmil!

Entretanto, el galo, colocándose en el centro de la arena, empezó aretroceder blandiendo la espada. Inclinando luego la cabeza siguióatentamente, a través de su visera, los movimientos de su adversario. Elretiarius, que era un hombre ágil, esbelto, de formas estatuarias, se hallabacompletamentedesnudoycubiertosolamenteporunabandaquelerodeabalacintura. Empezó a hacer giros rápidos alrededor de su fuerte antagonista,agitando en tanto la red con movimientos graciosos, alzando y bajando sutridente,alavezqueentonabalacantilenahabitualdelosretiarii:

Nontepeto,piscempeto.Quidmefugis,galle?

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Pero el galo no le huía, pues al cabode algunosmomentos se detuvoy,permaneciendoenpieenunsolositio,empezóavolverseconunmovimientocasiimperceptible,afindetenersiempreasuadversarioenfrente.

En su ademán y en su cabeza,monstruosamente grande, había algo queinfundíaterror.

Los espectadores comprendieron, sin lugar a duda, que aquel pesadocuerpo encerrado en bronce estaba preparando un golpe repentino quedecidiríaelcombate.

Entretanto, el retiarius daba un salto hacia él o brincaba hacia atrás,agitandoalavezsutridenteconmovimientostanrápidosqueeradifícilpoderseguirlos con la vista. Repetidas veces resonó sobre la coraza el golpe deltridente,peroelgalopermanecíaimpasible,dandoasímuestradesusfuerzasdegigante.Todasuatenciónparecíaconcentrarse,noeneltridente,sinoenlared, que seguía girando sobre su cabeza como una especie de ave de malagüero.

Los espectadores contenían el aliento y seguían hasta las menoresperipeciasdelamagistrallucha.

Elgaloesperó, eligióelmomentoy se lanzó,por fin, sobre suenemigo.Esteúltimo,con igual rapidez, sedeslizópordebajode laespadaque le ibadirigida, se irguió, alzó el brazo y arrojó la red. El galo, volviéndoseligeramente, pero sin abandonar su posición, rechazó la red con su escudo;luego,sesepararon.

En el anfiteatro atronaron gritos de Macte!, y en las primeras filas deespectadores empezaron de nuevo las apuestas. El mismo César, que alprincipio se había distraído conversando con Rubria y que hasta aquelmomento no había prestado gran atención al espectáculo, volvió la cabezahacialaarena.

Yempezódenuevola lucha,contalarteyprecisiónenlosmovimientosde los lidiadoresque,pormomentos,parecíaqueparaellosnose tratabadeunacuestióndevidaomuerte,sinodeunasimpleexhibicióndesuhabilidad.Elgaloevitólareddosvecesmásyempezóaretrocederhaciaunextremodela arena.Losque tenían apuestas en su contra, con el propósitodenodarletregua,legritaronentonces:

—¡Sigue!¡Carga!

Elgaloobedecióyvolvióalataque.Repentinamente,elbrazodelretiariussecubriódesangreyselecayólareddelamano.Elgalollamóensuauxilioentoncestodassusfuerzasydiounsaltohaciadelante,conelfindeasestarasuadversarioelgolpefinal.

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Pero en aquel instante, Calendio, cuya imposibilidad para seguirmanejandolarederafingida,saltóaunlado,evitóelgolpe,dirigióeltridenteentrelasrodillasdesuadversarioyleechóatierra.Elgalointentólevantarse,peroenunabrirycerrardeojossevioenvueltoenlasfatalesmallas,dentrode las que se enredabamás ymás a cadamovimiento de los pies o de lasmanos.

Entretanto,suadversario,agolpesdetridente,leclavabaunayotravezentierra.Hizoelgalotodavíaunesfuerzopostrero;seapoyóenelbrazoeintentólevantarse,perotodofueinútil.

Se llevó entonces a la cabeza la mano, inerme, con la que no podía yaempuñarlaespada,ycayódeespaldas.Calendiofijósucuelloalsueloconeltridente,y,apoyandosobreelmangodeésteambasmanos,volviólavistaalpalcodelCésar.

Todo el anfiteatro se estremeció con el tronar de los aplausos y lasaclamacionesdelpueblo.

Para los que habían apostado a favor de Calendio, éste era en aquelmomentomásgrandequeelCésar,pero,por lamismarazón, laanimosidadcontraelgalohabíadesaparecidodesuscorazones.

Porqueacostadesusangreaquelinfortunadolidiadorleshabíallenadolosbolsillos.

Asípues,elpúblicosedividióendosbandos.Enlosasientosdelapartealta,lamitaddesusocupantesgritaban:«¡Muerte!»,laotramitad:«¡Gracia!»;pero el retiarius mantenía la vista fija tan sólo en el palco del César y lasvestales,esperandoloqueallísedecidiera.Pordesgracia,NerónnoqueríaaLanio, porque en los últimos juegos que se habían dado antes del incendiohabía apostado contra el galo y había perdido sumas considerables, ganadasporLicinio.Asípues,extendió lamanofueradelpodiumyvolvióelpulgarhaciaabajo.Lasvestalesapoyaroninmediatamenteaquellaseñal.

Calendio, entonces, se arrodilló sobre el pecho del galo, sacó de sucinturón un cuchillo corto, apartó la armadura del cuello de su adversario eintrodujohastaelmangolahojatriangularenlagargantadeLanio.

—Peractumest!—gritaronmuchasvocesenelanfiteatro.

Elgaloseestremecióporbrevesinstantescomountorodegollado,hundióconvulsivamentelospiesenlaarenayquedóinmóvil.Nofue,pues,necesarioqueMercurioseacercaraconunhierrocandenteacerciorarsedesiaúnvivía.Se hizo desaparecer inmediatamente su cadáver y nuevas parejas deluchadores se colocaron en el centro. Después de los combates singularesempezó la batalla en que tomaron parte destacamentos enteros. El público

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ponía en este espectáculo el alma, el corazón y los ojos. Gritaba, aullaba,silbaba,aplaudía,reía,azuzabaaloscombatientesyenloquecía.

Los gladiadores en la arena, divididos en dos legiones, peleaban con unfuror de fieras; los pechos se estrellaban contra los pechos, los cuerpos seentrelazabanenunmortalabrazo,sesentíaelcrujirdelosreciosmiembros,seveían espadas que se hundían en el pecho o en el estómago de loscombatientes, labios pálidos que, de pronto, arrojaban borbotones de sangresobrelaarena.

Finalmente, algunos gladiadores novicios se sintieron acometidos por unpánicotantremendoquehuyerondelterrenodelcombatehacialosextremos;pero losmastigophori losobligabanavolverenseguida,azotándolosconsuslátigos,queterminabanconpuntasdeplomo.

En la arena empezaron a formarse grandes manchas oscuras, y pormomentossefueronviendosobreella,extendidoseinmóviles,loscuerposdelosgladiadores,desnudosocubiertosporsusarmaduras.

Ylossobrevivientesseguíanpeleandoencimadeloscadáveres,tropezabanconarmadurasyescudos,ysecortabanlospiesalpisarsobrelasarmascortas,y,asuvez,caían.

El público, embelesado, había perdido ya el dominio de sí mismo, y,embriagadoporelespectáculodelamuerteyconelolordelasangre,parecíaaspirarla con delicia, extasiarse en su contemplación; insuflarvoluptuosamente a sus pulmones los humanos efluvios que iban saturandoaquellaatmósfera.

Casi todos los vencidos habían muerto. Apenas unos pocos heridosquedabanenelcentrodelaarena.Puestosderodillas,temblorosos,extendíanlas manos hacia la concurrencia en actitud de ruego, implorando sucompasión.

A los vencedores les fueron distribuidos en recompensa obsequiosdiversos,coronasyguirnaldasdeolivo.

Y hubo un intermedio de reposo, que, por orden delCésar omnipotente,fue convertido en un banquete. Se quemaron perfumes en vasos. De losrociadoresbrotóunafinalluviadeaguadeazafránydevioleta,quecaíasobrelacabezadelosespectadores.

Se sirvieron refrescos, carnes asadas, dulces, vino, aceitunas y frutas. Elpueblo devoraba, hablaba y prorrumpía en aclamaciones al César paraestimular su generosidad. Satisfechos el hambre y la sed, centenares deesclavos se adelantaron dando la vuelta al anfiteatro con cestas llenas deobsequios. De ellas, multitud de muchachos en trajes de Cupidos iban

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extrayendodiversosobjetosylosarrojabanamanosllenasentrelosasientos.

Al comenzar la distribución de billetes de lotería tesserae empezó unaverdadera batalla. La plebe se apretujaba, se daban golpes y pisotones,prorrumpían en gritos de auxilio, saltaban sobre las filas de asientos y seahogabanenmediodetremendasapreturas.Loqueseexplicabaconsiderandoque el individuo a quien tocase en suerte un número premiado podía, porventura, llegar a ser dueño de una casa con jardín, de un esclavo, de unespléndidotrajeodeunafiera,quepodíavenderacontinuaciónenelmismoanfiteatro. Por esta razón, mientras duraban dichas distribuciones ocurríantales disturbios, que con frecuencia los pretorianos tenían que intervenir. Amenudo, después de cada distribución, había que sacar del anfiteatro aindividuos con las piernas o los brazos rotos, y algunos hasta solían moriraplastadosenmediodeaquellostumultos.

Perolosricosnotomabanparteenestapugnaporlostesserae.

LosaugustanossedivertíanobservandoaQuilónylosvanosesfuerzosqueéste hacía por demostrar que podía, como cualquier otro, ser espectadoranimoso de aquellas escenas de lucha y derramamiento de sangre. Pero,inútilmente, el infortunado griego fruncía el ceño, se mordía los labios yapretabalospuñoshastaintroducirselasuñasenlaspalmasdelasmanos.

Su índole griega y su cobardía innata le hacían incapaz de contemplarimpasible tales espectáculos. Se ponía pálido, corrían por su frente gruesasgotasdesudor,teníalívidosloslabios,torcidoslosojos,lecastañeteabanlosdientesyportodoelcuerposentíaunfríoestremecimiento.

Alfinaldelabatalladelosgladiadorespudorehacerseunpoco,ycuandoempezaron a burlarse de él se enfadó repentinamente y se defendió condesesperación.

—¡Eh,griego!¡Parecequelavistadelapieldestrozadadeunhombreesunespectáculosuperioratusfuerzas!—dijoVatiniotirándoledelabarba.

Quilónlemostrósusdosúnicosdientesamarillosyreplicó:

—¡Mi padre no fue nunca zapatero remendón, de ahí que no me seaposiblecomponerla!

—Macte!Habet!—exclamaronmuchasvoces.

Perootrosprosiguieronburlándosedeél.

—No es culpa suya si tiene en el pecho un pedazo de queso en vez decorazón—dijoSenecio.

—Tampoco tú eres culpable de poseer en vez de cabeza una vejiga—contestóQuilón.

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—¡Bien podrías llegar a ser un gladiador!Estarías admirablemanejandounaredenlaarena.

—Ysienellatecogiera,sólohabríaenmiredunafétidaabubilla.

—¿Ycómoharáscuandollegueelturnoaloscristianos?—preguntóFestodeLiguria—.¿Noquisierasconvertirteenperroparamorderlos?

—Noquisierasertuhermano.

—¡Ohtú,moscardónmeocio!

—¡Ohtú,mulodeLiguria!

—Seconocequetepicalapiel;masnoteaconsejoquemepidasqueyoterasque.

—Ráscateatimismo.Masteadviertoquealrascartusgranosdestruiráslomejordetupersona.

Yasícontinuaronatacándose.Élsedefendíavenenosamente,enmediodela risa general. El César aplaudía y repetía a cada instante: «Macte!»,azuzandoalosdemás.AlcabodeunmomentoseacercóPetronio,ytocandoalgriegoconsubastóndemarfil,ledijofríamente:

—Todo eso está bien, filósofo, pero en una cosa has errado; los dioseshicierondetiunvulgarbribónytúhasllegadoaconvertirteenundemonio.Ésaeslarazónporlaquenotesostendrásmuchotiempo.

El viejo lemiró con sus ojos enrojecidos y en esta ocasión no halló uninsultoadecuadoconquereplicaraPetronio.Asípues,guardósilencioporunmomentoyluegodijoconciertoesfuerzo:

—Aguantaré.

Entretanto, las trompetas anunciaron que el intermedio había concluido.Los espectadores empezaron a abandonar los pasillos, adonde habían ido aconversarypasearse.Se sucedióunmovimientogeneralacompañadode lasdisputasusualesdelosocupantesanterioresdeasientosqueahoraencontrabanenpoderdeotros.

Los senadores y patricios volvieron a sus sitios y, al cabo de algunosmomentos,cesóelruidodeaquellasdisputasyelordenquedórestablecidoenelanfiteatro.

Se presentó entonces en el circo un grupo de individuos cuyo oficio eraextraerlasmasasdearenaquesehabíanformadoconlasangrecoagulada.

Había llegadoel turnoa loscristianos.Ycomoaquéleraunespectáculonuevo para el pueblo y nadie suponía cómo habrían de conducirse losconfesoresdeCristo,aguardabantodosconcuriosidad.

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El ánimo del público, a la par que esperaba presenciar escenasextraordinarias,sehallabapredispuestoencontradelasvíctimas.

Los individuos que iban a presentarse en la arena eran los autores delincendiodeRomaydesusantiguostesoros.

Eran bebedores de sangre de niños, envenenadores del agua,vilipendiadores de toda la raza humana y se entregaban a la mayorabominación.

Los castigosmás duros no podían parecer bastantes para el odio que sehabía despertado en aquel pueblo, y si algún temor se albergaba en suscorazones era el de que las torturas que se infligiesen a los cristianos nollegasenaigualareldelitoperpetradoporaquellosmalvadosmalhechores.

El sol, entretanto, se había elevado mucho y sus rayos, atravesando elvelariumdepúrpura, llenaban el anfiteatrodeuna luz sangrienta.Lamismaarena, al recibir estos reflejos, presentaba destellos de fuego, y en lossemblantesdelosespectadores,comoenlaarenavacía,quedentrodepocosmomentosibaaserteatrodelatorturademuchossereshumanosydelfurordelasfieras,habíaalgohorrible.

Elambientesehallabaimpregnadodeunasensacióndeterrorymuerte.Enlos rostros había una expresión feroz. La plebe, habitualmente alegre, sevolvióhosca,aimpulsosdelodio.

Porfin,elprefectohizounaseñal.SepresentóelmismoviejovestidodeCarontequehabíaconvocadoa losgladiadoresa lamuerte.Atravesóapasolento la arena en medio de un profundo silencio, y de nuevo dio tresmartillazosenlapuerta.

Unmurmullorecorriótodoelanfiteatro.

—¡Loscristianos!¡Loscristianos!…

Rechinaronlosenrejadosdehierro,yporentreaquellaslóbregasaberturasseescucharonlosgritosusualesdelosmastigophori:

—¡Alaarena!

Yenun instante se vio lleno el circodeunamultitudde individuosqueparecíansátiros,cubiertosdepieles.

Salieron corriendo velozmente, febrilmente, hasta llegar al centro de laarena,yallísearrodillaronlosunosjuntoalosotrosconlasmanosalzadasalcielo.

Los espectadores, creyendo que era ésta una petición de gracia, eindignadosportalcobardía,empezaronagolpearelsueloconlospies,asilbaryatiraraloscristianoscántarosdevinovacíos,huesosyagritar:

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—¡Lasfieras!¡Lasfieras!…

Pero,enaquelinstante,ocurrióunacosainesperada.Deentreaquelgrupodesereshumanosvestidosdefierassealzóuncorodevocesyentoncesfuecuandoporprimeravezseescuchóenunanfiteatroromanoelhimno:Christusregnat!

Elasombroseapoderódelosespectadores.

Los condenados cantaban su plegaria con los ojos levantados hacia elcielo.Elpúblicoveíasusrostrospálidos,perocomoinspirados.

Ytodoscomprendieronahoraqueaquellasgentesnoestaban implorandocompasión, y que en aquel instante parecían no ver ni el circo, ni a losespectadores, ni al Senado, ni al César. El Christus regnat! resonaba conentonacióncadavezmáspoderosa;yportodaslasfilasdeasientos,desdelasprimeras hasta las últimas, hubo más de un espectador que se hizo estapregunta:«¿Quésignificaesto,yquiéneselChristusquereinaenloslabiosdeesasgentesquevanamorir?».Y,entretanto,seabrióotrapuertaderejasyse precipitaron en la arena, en furiosa carrera y ladrando, una multitud deperros.HabíaentreellosgigantescosmolososamarillosdelPeloponeso,perrosmanchadosdelosPirineosymastinessemejantesalobosdeHibernia,atodoslosquehabíanprivadoexpresamentedealimento,yquemostrabansusflancosenjutos y sus ojos inyectados en sangre. Sus aullidos llenaron todo elanfiteatro.

Cuando los cristianos terminaron su himno, permanecieron arrodillados,inmóviles, como petrificados, y repitiendo en un coro sollozante: «ProChristo!ProChristo!».

Percibieronlosperrosalpuntoelolordelacarnehumanabajolaspielesdefieras,perosorprendidosdelsilencioydelainmovilidaddeloscristianos,noseprecipitaroninmediatamentesobreellos.

Algunos se subían a la división de los palcos, como si desearan ir amezclarseconlosespectadores;otroscorríanpersiguiendounafierainvisible.

Elpúblicoseimpacientó.Sealzóunmillardevocesdeprotesta;algunosespectadores aullaban como fieras; otros ladraban como perros; otrosazuzaban a los animales con expresiones dichas en todos los idiomas. Elanfiteatroenteroseestremecíaconlosalaridos.

Los perros, así excitados, empezaron entonces a dirigirse a la gentearrodillada,yacorriendohaciaella,ya retirándosecon losdientesapretados,hastaque,porúltimo,unode losmastinesmolososdiounadentelladaenelhombrodeunamujerqueestabaarrodilladaenelprimertérminoylaarrastróbajosusgarras.

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Casi al mismo tiempo varias docenas de perros se abalanzaron sobre elgrupodecristianos,comosiquisieranabrirbrechaenél.

Elpúblicocesóentoncesdeaullar,afindecontemplarconmayoratenciónelespectáculo.Enmediodelosladridosdelosperrosseescuchabantodavíaalgunasdolientesvocesdehombresymujeresqueexclamaban:«ProChristo!Pro Christo!», mientras en la arena se entrelazaban convulsivamente loscuerposdelosperrosydelaspersonas.

Luegoempezóabrotaratorrenteslasangredeloscuerposmutilados.Losperrossearrebatabanunosaotroslossangrientosmiembrosdelasvíctimas.Yelolordelasangre,ydelasvíscerasdestrozadassesuperponíaalaromadelosperfumes de Arabia y llenaba todo el circo. Por último, fueron quedandosolamentedetrechoentrechounaspocasvíctimasarrodilladas,queprontosevieroncubiertasporaquellaenormemasaagitadaysanguinolenta.

Vinicio,quienenelmomentodepenetrarenlaarenaloscristianossehabíapuestoenpieysehabíavueltopara indicaralcavador,segúnloofrecido,elsitio endonde sehallabael apóstol,mezcladoentre lagentedePetronio, sesentódenuevo,yconelsemblantedeunmuertoprosiguiócontemplandoconmiradavidriosaelhorripilanteespectáculo.

Al principio le anonadó el temor de que pudiera haberse equivocado elcavador y que acaso Ligia se encontrase entre las víctimas; pero cuandoescuchólasvoces:«ProChristo!»,cuandopresenciólatorturadetantosseres,quealmorirconfesaban la feensuDios,otrosentimientoseapoderódeél,penetrandoensualmaundolorterribleeirresistible.Yfueéste:«¡SielmismoCristohabíamuertoeneltormento,similesdecristianosestabanpereciendoporEl,ycuandounmardesangreseestabaderramando,unagotamásnadasignificabayerahastaunpecadoelimplorarmisericordia!».

Y este pensamiento, inspirado por lo que estaba sucediendo en la arena,penetraba en su alma, confundido con los gemidos de los moribundos,mezclado con los vapores de su sangre. Pero él seguía orando y repitiendo,secosloslabios:

—¡OhCristo!¡OhCristo!Tuapóstolharezadoporella.

Yluegoperdiólanocióndeloqueocurríaasualrededorydelsitioenqueseencontraba.LeparecióquelasangredelaarenaseibaacumulandoycrecíarebosandofueradelcircoyqueinundabaaRomaentera.Porlodemás,nadaoíaya,nielaullidodelosperros,nilosgritosdelpúblico,nilasvocesdelosaugustanos,quienesdesúbitoempezaronarepetir:

—¡Quilónsehadesmayado!

—¡Quilón se ha desmayado! —exclamó también Petronio, volviéndose

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haciaelgriego.

Yasíeraefectivamente.Allíestabaensuasiento,pálidocomounlienzo,echadahaciaatráslacabezaylabocaabiertacomoladeuncadáver.

Enaquelmomentoempujabanalaarenanuevasvíctimas,vestidastambiénconpieles.Comolasprimeras,éstassearrodillaroninmediatamente;perolosperros,yacansados,nolasatacaronestavez.Apenasunospocossearrojaronsobre las más próximas; los demás se echaron, empezando a rascarse losflancosyajadearpesadamente.

Entonces,elpúblico,perturbadoelespíritu,ebriodesangreyenloquecido,empezóagritarconvozaguda:

—¡Losleones!¡Losleones!¡Soltadlosleones!

Enrealidad,losleoneshabíansidoreservadosparaeldíasiguiente;peroenlosanfiteatros,elpuebloacostumbrabaaimponersuvoluntadatodos,aunalmismoCésar.SolamenteCalígula,insolenteyvoluble,habíaosadocontrariarsuscaprichos,llegandoenocasioneshastaordenarqueseapalearaalpueblo;mastambiénsolíacederenlamayorpartedeloscasos.

PeroNerón,queapreciabamásqueanadaenelmundolosaplausos,nuncaresistíalavoluntadpopular.Muchomenoshabíaderesistirahora,quedeseabaablandar al populacho, excitado a causa del incendio, y se trataba de loscristianos, sobre quienes quería hacer recaer la responsabilidad de lacatástrofe.

En consecuencia, hizo una señal para que abriesen el cuniculum, lo quetranquilizóalpuebloenseguida.

Yrechinaronlasrejas,detrásdelasquesehallabanlosleones.Alavistadeéstos,seagruparonlosperros,dandoaullidoslastimeros,enelladoopuestodelcirco.

Penetraronlosleones,unotrasotro,inmensos,huraños,soberbiosconsusgrandes cabezas melenudas. El César mismo volvió hacia ellos su rostroaburrido y se colocó la esmeralda en el ojo para vermejor.Los augustanosrecibieronalosleonesconaplausos;lamultitudloscontabaconlosdedosyobservabaanhelantea loscristianos,arrodilladosenelcentrodelcirco,paraverlaimpresiónquelesproducían.

Pero éstos habían vuelto a repetir las palabras, incomprensibles paramuchos,peroirritantesparatodos:«ProChristo!ProChristo!».

Losleones,aunquesehallabanhambrientos,noseapresuraronalanzarsesobresusvíctimas.

Laluzrojiza,queseproyectabasobrelaarena,losofuscabayentornaban

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losojos,comosiestuvierandeslumbrados.Algunosdesperezabanconlentitudsusamarillentoscuerpos;otrosabríansuspoderosasmandíbulasybostezaban;se diría que deseabanmostrar sus terribles dientes a los espectadores. Peroluego,elolordelasangreydeloscuerposdestrozados,muchosdeloscualesyacían sobre la arena, empezó a producir su efecto. Sus movimientos sevolvieron inquietos, se les erizaron las melenas y aspiraron aquellasemanacionesdilatandolasnaricesyproduciendoalavezunroncosonido.

Finalmente,unodeellosselanzósobreelcuerpodeunamujerqueteníadestrozado el rostro, y poniendo sobre ella sus zarpas anteriores, empezó alamerconsuásperalengualasangrecoagulada.

Otroseacercóaunhombre,queteníaenlosbrazosunniñocosidoenunapieldecervatillo.Elpequeñuelo,temblandodepavor,dandogritosyllorando,se aferraba convulsivamente al cuello de su padre; y éste, en el anhelo deprolongar, aunque fuera sólo un momento más, la vida de su hijo, intentóarrancarle de su cuelloypasarle amanosde algunosde sus compañerosdemartirio,arrodilladosjuntoaél.Perolosgritosdelniñoylosmovimientosdelpadreirritaronalleón.Ydeprontodiounrugidocortoybrusco,matóalniñode un zarpazo y, cogiendo entre sus mandíbulas la cabeza del padre, ladestrozóenunabrirycerrardeojos.

A la vista de esto, los demás leones se lanzaron sobre el grupo decristianos.Hubomujeres que no pudieron reprimir algunos gritos de terror;peroelpúblicolosahogóconsusaplausos,quecesaron,porqueeldeseodenoperder ningúndetalle de aquel espectáculo horrendo se impuso a todo en elánimodeloscircunstantes.

Y se vieron escenas terribles: cabezas que desaparecían completamenteentre las abiertas fauces de las fieras, pechos destrozados de un solo golpe,corazonesypulmonesarrancados instantáneamente,huesosquecrujíanentrelosagudosdientesdelosleones.Algunasfieras,aferrandoalasinfortunadasvíctimasporelcostadoolasespaldas,corríanfuribundasydandobrincosporlaarena,comosibuscaransitiosocultosparadevorarsupresa;otrasluchaban,sealzabansobresuspatastraserasyseatacabanentresí,comogladiadores,enmediodelosestruendososaplausosdelanfiteatroentero.

Los espectadores se levantaban de sus sitios; algunos, abandonando losasientos, bajaban a los pasillos para ver mejor y se producían así mortalesapreturas. Parecía que aquella sobreexcitada multitud acabaría arrojándosetambiénalaarenaysepondríaadestrozaraloscristianosencompañíadelosleones.

En algunos momentos se escuchaban unos gritos inhumanos; en otros,alaridos,aplausos,gruñidos,rechinamientodedientes,aullidosdeloscolosos,yaintervalos,tansólounosgemidosaislados.

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ElCésar,puestalaesmeraldaanteelojo,contemplabaahoraconatenciónaquel espectáculo. En la fisonomía de Petronio había una expresión derepugnanciaydesdén.

Quilónhabíasidosacadodelcirco.

Perodelcuniculumseguíansaliendonuevasvíctimas.

Desde la fila superior de asientos del anfiteatro, el apóstol Pedro lascontemplaba. Nadie le observaba, porque todas las cabezas se hallabanentonces vueltas hacia la arena; así que se había levantado de su asiento, y,comoantes,en laviñadeCorneliohabíabendecidopara lamuerteypara laeternidadaloscristianos,queyaseaprestabanparairalaprisión,así,ahora,bendecía con la señal de la cruz a losque iban siendodestrozados entre lasgarrasylosdientesdelasbestiasferoces.Bendecíasusangre,sutortura,suscuerposinanimadosyconvertidosenmasasinformesysusalmas,quevolabanhuyendodeaquellaarenasangrienta.

Algunosalzabanlosojoshaciaél,ysusrostrosseiluminabanysonreíanalverenalto,sobresuscabezas,dibujarselaseñaldelacruz.PeroPedroteníaelcorazóndesgarradoydecía:

—¡OhSeñor! ¡Hágase tu voluntad! ¡Por la gloria y por la verdad, estánpereciendomisovejas!Túmeordenastequelasapacentara;hoytelasentrego,Señor. Tú cuéntalas. Tú acógelas en tu seno, cura sus heridas, suaviza susdoloresyotórgalesunafelicidadsuperioralmartirioqueaquíhansufrido.

Ylasibabendiciendounatrasotra,grupotrasgrupo,contantoamorcomosi hubieran sido sus propios hijos a quienes estuviera entregandopersonalmente enmanosdeCristo.Entonces, elCésar, bien acordándosedeello, bien impulsado por el deseo de que aquel espectáculo superase a todocuantosehubieravistoenRomahastaentonces,murmuróalgunaspalabrasaloídodelprefectodelaciudad.

Esteabandonóelpodiumysedirigióinmediatamentealcuniculum.

Hasta el populacho se sorprendió viendo, al cabo de algunosmomentos,abrirse de nuevo el enrejado. Y esta vez salieron a la arena fieras de todaespecie: tigres del Éufrates, panteras de Numidia, osos, lobos, hienas ychacales.Todalaarenaseviocubiertadeunmarondeantedepielesrayadas,amarillas,castañas,morenasymanchadas.

Y fue aquél un caos, enmedio del cual lamirada nada podía distinguir,excepto las terribles caídas, precipitadas, convulsivas, oscilatorias yondulantes de los lomos de aquellas fieras. El espectáculo había perdido yatodaaparienciaderealidadpara transformarseenunaorgíadesangre,enunsueñoespantoso,enunmonstruosoespejismoideadoporunamentedelirante.

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Lamedidasehabíacolmado.

Enmediodegritos,lamentosyrugidos,aquíyallá,enlosasientosdelosespectadores, empezaron a dejarse oír risas espasmódicas o aterrorizadas delasmujeres,cuyasfuerzassehabíanvistovencidas.Elpueblosehorrorizabaal fin.Los semblantes se habían ensombrecido, y varias voces empezaron agritar:

—¡Basta!¡Basta!

Pero era más fácil traer a las fieras a la arena que sacarlas de ella. Noobstante, el César discurrió un medio apropiado para despejar el circo,procurando al mismo tiempo al pueblo un entretenimiento. En todos lospasillos que había entre los asientos se presentaron diferentes grupos denúmidas, negros, ataviados con plumas, llevando aretes en las orejas yarmados de arcos. El pueblo adivinó lo que iba a suceder y acogió a losarquerosconalegressalutaciones.

Losnúmidasseaproximarona labarandillay,colocandoenposiciónsusflechas,empezaronaasaetearalosgruposdefieras.Yéstefue,enrealidad,unespectáculonuevo.

Los esbeltos cuerpos negros se doblaban hacia atrás, extendían susflexiblesarcosylanzaban,unotrasotro,dardos.Elzumbidocaracterísticodelascuerdasyelsilbardelasemplumadasflechassemezclabaconlosaullidosdelasfierasylosgritosdeadmiracióndelosespectadores.

Osos,lobos,panterasyhombresaúnvivosibancayendounotrasdeotro.Aquíyallá,unleón,sintiendounasaetaensucostado,contraíarabiosamentelasmandíbulas y se volvía con unmovimiento súbito a coger y quebrar elproyectilquelehabíaherido.Otrosdabanrugidosdedolor.

Lasfierasmenores,poseídasdepánico,corríanaciegasporlaarenaosearrojaban de cabeza contra el enrejado. Y entretanto, los dardos seguíansilbandoysilbandoporelairehastaquellegóunmomentoenqueelúltimodelos seresvivosquehabía en la arenaquedóderribadoydebatiéndoseen lasconvulsionespostrerasdelaagonía.

Entonces, centenaresdeesclavos seprecipitaronen la arena, armadosdeazadas, palas, escobas, carretillas, cestas para el transporte de las vísceras ysacosdearena.

Salieronengrupossucesivos,yentodalaextensióndelcircodesplegabanunaactividadfebril.Laarenafueasí,alcabodepocosinstantes,despejadadecadáveres; se extrajo la sangre y el cieno, se cavó, se niveló el piso y se lecubrióconunanuevacapadearena.

Hecho esto penetró una legión de cupidos, quienes esparcieron sobre el

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nuevo piso hojas de rosas, azucenas y una gran variedad de otras flores.Fuerondenuevoencendidoslospebeterosyseretiróelvelarium,pueselsolyahabíabajadoconsiderablemente.

Y entre el público se miraban las personas unas a otras con asombro ypreguntándosequénuevoespectáculolasaguardaba.

Y, en efecto, sucedió un espectáculo que no habrían podido ni siquieraimaginar.ElCésar,quehabíaabandonadoelpodiumalgunosmomentosantes,sepresentódeprontoenlafloridaarenallevandounmantodepúrpurasobreloshombros,yen lacabeza,unacoronadeoro.Docecoristasconcítaras leseguían.Sosteníaenlamanounlaúddeplatayseadelantóconsolemnepasohastaelcentrodelcirco,saludóvariasvecesalosespectadores,alzólamiradahaciaelcieloyparecióestaraguardandounsoplodeinspiración.Porúltimohizovibrarlascuerdasycantóasí:

¡OhradiantehijodeLeto,

señordeTenedos,deQuioyCrisópolis!,

¿erestúquien,teniendolacustodia

deIlión,laciudadsagrada,

pudoentregarlaalacóleradelgriego

yconsentirquelosaltaresenlosqueardíasacrofuego

losmancillaralasangretroyana?

Sealzabanatilastemblorosasmanos,

¡oheldelarcodeplata,quetirasalolejos

delosmíserosancianos!

Lasmadres,desdeloíntimodelpecho,

levantabansuvozlastimera

pidiendopiedadparasushijos.

Yasusquejasdoloridas

laspiedrassehubieranconmovidoconsusruegos.

Perotúfuiste,¡ohEsminteo!,insensible

comorocaaldolorhumano.

Aquel canto fue transformándose gradualmente en una elegía dolorida ylastimera. En el circo reinaba el silencio. Al cabo de algunos instantes, elCésar,conmovidoasuvez,siguiócantando:

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Conlossonesdetuliraceleste

pudisteahogarlosgemidos

yloslamentosdeloscorazones.

¡Hoymismo,alosecostristes

deestecanto,

nuestrosojossellenandelágrimas

comolasfloressebañanderocío!

Mas¿quiénpodráresucitardelascenizas

delfuego,eldesastreylaruina,

aquelterribledía?

Yentoncestú,¿dóndeestabas,ohEsminteo?…

Alllegaraquí,lavozdeNeróntemblóyselehumedecieronlosojos.Enlas pestañas de las vestales brillaban lágrimas. Y el pueblo, que le habíaescuchadoensilencio,permaneciótodavíamudoporbrevesmomentosantesdeestallarenunaprolongadatempestaddeaplausos.

Entretanto,desdefuera,ya travésde losvomitoria,veníael ruidode losvehículoschirriantes,sobrelosquesehabíancolocadolossangrientosrestosde los cristianos, hombres,mujeres y niños, para ser llevados a las terriblesfosasllamadasputiculi.

ElapóstolPedrosellevóambasmanosasutemblorosayblancacabezaysedijoenlomásprofundodesualma:«¡Señor!¡Señor!¡Enquémanoshaspuestoelgobiernodelmundo!¿Porquéhasqueridofundartuciudadenestesitio?».

XXII

El sol descendía a su ocaso y parecía disolverse en el crepúsculovespertino.

Habíaterminadoelespectáculo.

Las multitudes iban saliendo del anfiteatro por los vomitoria,diseminándoseporlaciudad.Solamentelosaugustanospermanecieronalgúntiempo más; aguardaban que disminuyese aquella inmensa corriente delpueblo.Habíanabandonadosusasientosysehabíanreunidoenelpodium,alqueacababadevolverelCésaraescucharlasalabanzasqueletributarían.

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Aun cuando los espectadores no le habían escatimado los aplausos alacabarsucanto,noestabasatisfechoNerón;élhabíaesperadounentusiasmorayanoenlalocura.Envanoresonabanahoraensusoídosverdaderoshimnosde alabanza, en vano las vestales le besaban la «divina»mano, yRubria seinclinabahastatocarconsusrojizoscabelloselpechodelCésar.

Nerón no estaba satisfecho y no sabía disimularlo. Le sorprendía y almismotiempoleinquietabaelsilencioqueguardabaPetronio.Cualquierfraseingeniosaylisonjeradesuslabioshabríasidoparaélgranconsueloenaquelmomento.

Porúltimo,incapazdecontenerse,elCésarhizoalárbitroseñaldequeseacercara.

—Habla—ledijo,cuandoPetroniohuboentradoenelpodium.

—Guardosilencio—contestóelárbitro fríamente—porquenoencuentropalabras.Tehasexcedidoatimismo.

—Asímeparecióamítambién;sinembargo,esagente…

—¿Acaso esperas que esos bastardos sean capaces de comprender lapoesía?

—Pero tú también habrás notado que no me han aplaudido como yomerecía.

—Porquehaselegidounmalmomento.

—¿Cómo?

—Cuando la ola de sangre llega hasta el cerebro de los hombres esimposiblequeescuchenatentamente.

—¡Ah, esos cristianos! —replicó Nerón, apretando los puños—.Incendiaron aRoma y ahorame injurian amí. ¿Qué nuevos castigos podréinventarparaellos?

Petroniovioquehabíaentradopormalcaminoyquesuspalabrasestabanproduciendounefectocontrarioalquesehabíapropuesto;así,pues,afindedistraerlaatencióndelCésarporotrolado,seinclinóhaciaélyledijoaloído:

—Tu canción esmaravillosa, pero he de hacerte una observación: en elcuartoversodelaterceraestrofadejaelmetroalgoquedesear.

Nerónseruborizóintensamente,comosilehubieransorprendidoenalgúnactovergonzoso,sepintóunaexpresióndetemorensumiradaycontestóenvozbajatambién:

—Túlovestodo.Yalosé.Hederehacereseverso.Perocreoqueningúnotrolohanotado.Ytú,poramordelosdioses,nohablesdeelloanadie,si

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estimaslavida.

AestocontestóPetronio, frunciendo lascejas,ycomoenunestallidodeaburrimientoeindiferencia:

—Puedescondenarmeamuerte,¡ohdivinidad!,si teengaño;peronomevasaatemorizarconella,porquesabenlosdioses,mejorquenadie,siyotemolamuerte.

DiciendoestomirófijamentealosojosdelCésar,quelecontestóalcabodealgunosinstantes:

—Noteenfades…Yasabesqueteamo…

«¡Malaseñal!»,pensóPetronio.

—Había pensado invitarte hoy a una fiesta —añadió Nerón—; masprefiero encerrarme y pulir esemaldito verso de la tercera estrofa. Por otraparte, además de ti, bien puede haberlo notado Séneca, y acaso tambiénSegundoCarinas;peroyomelibraréprontamentedeellos.

HizoentoncesllamaraSénecayledeclaróquelemandabaconAcratoySegundoCarinasaItaliaylasdemásprovinciasenbuscadedinero,quedebíaconseguirde las ciudades,de lospueblosyde los templosmás famosos; enuna palabra: de todo lugar donde fuera posible encontrar dinero, o por lomenos sacarlo por la fuerza. Pero Séneca, comprendiendo que la idea delCésar era encargarle de una obra de pillaje, sacrilegio y robo, se negócategóricamenteapartir.

—Es necesario queme retire al campo, señor—dijo—, y esperar allí lamuerte,porqueestoyviejoya,ymisnerviossehallanenfermos.

Los nervios iberos de Séneca eranmás fuertes que los de Quilón, y enrealidad no estaban enfermos; pero era malo su estado general de salud,parecíayaunasombray suscabellos sehabíanvueltocompletamentecanosdesdehacíapoco.

ElmismoNerón,almirarle,pensóque,enefecto,notendríanecesidaddeaguardarmuchotiempolamuertedeaquelhombreycontestó:

—Noquieroexponertea las fatigasdeunviaje siestásenfermo,peroelafectoqueportisientomemuevearetenertecercademí.Asípues,envezdeiralcampo,tequedarásentupropiacasaynosaldrásdeella.

Luegodijo,riendo:

—SimandaseaAcratoyaCarinassolos,esoequivaldríaaencargaraunpardelobosquesalganenbuscadeovejas.¿Aquiéndesignaréparaquelosacompañeydirija?

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—Amí,señor—dijoDomicioAfer.

—¡No! De ninguna manera quiero atraer sobre Roma la cólera deMercurio, a quien avergonzarías con tus robos. Necesito algún estoicoparecidoaSénecaoaminuevoamigoelfilósofoQuilón.

Y,echandounaojeadaasualrededor,agregó:

—Pero¿quélehasucedidoaQuilón?

Elgriegohabíavueltoensíalsaliralairelibre,yalregresaralanfiteatroaescucharelcantodelCésarseaproximóydijo:

—Aquí estoy, ¡oh radiante vástago del Sol y de la Luna!Me sentímal,perotucantomeharestablecido.

—TevoyamandaralaAcaya—dijoNerón—.Túhasdesaber,hastaelúltimosestercio,cuántohayallíencadatemplo.

—Mándame, sí, ¡ohZeus!, y los dioses te pagarán un tributo superior acuantoshayansidoconocidoshastaahora.

—Bienquisiera,peronodeseoprivartedepresenciarlospróximosjuegos.

—¡OhBaal!…—exclamóQuilón.

Los augustanos, encantados al ver que elCésar había recobrado el buenhumor,empezaronareíryexclamaron:

—No,señor,noprivesaestevalientegriegodelavistadelosjuegos.

—Peroprívame,sí,¡ohseñor!,delavistadeestosbulliciososgansosdelCapitolio,cuyossesos, reunidosenunasolamasa,noalcanzaríana llenar lacáscara de una nuez—replicóQuilón—. ¡Oh primogénito deApolo! Estoyescribiendounhimnogriegoen tuhonorydesearíapasaralgunosdíaseneltemplodelasMusas,afindeimplorarsudivinainspiración.

—¡Oh,no!—exclamóNerón—.Estudeseoescapardelosfuturosjuegos.Noloconseguirás.

—¡Te juro, señor, que estoy escribiendo un himno! —Entonces loescribirás por la noche. Pide inspiración a Diana, que, después de todo, eshermanadeApolo.

Quilónbajólacabezaymiróconrabiaalospresentes,quienestornaronareír.

ElCésar,volviéndoseaSenecioyaSuilioNerulino,dijo:

—Imaginaos que de los cristianos destinados para el día de hoy, apenashemospodidoconcluirconlamitad.

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A estas palabras, el viejo Aquilio Régulo, gran conocedor de todo loreferentealanfiteatro,meditóunmomentoydijo:

—Losespectáculosenquesepresentagentesinearmisetsinearteduransiempremuchoysonmenosentretenidos.

—Ordenaré entonces que les den armas —contestó Nerón. Pero elsupersticioso Vestino salió de su meditación y preguntó con voz llena demisterio:

¿Nohabéisnotadoquealmorirvenalgo?Miranhaciaarribaysediríaqueexpiransindoloralguno.Estoysegurodequevenalgo…

Yalzólosojoshacialapartesuperiordelanfiteatro,sobrelaquelanochehabía empezado a extender ya su estrellado velarium. Pero los demás lecontestaronconrisasygrotescasconjeturasacercade loquepodríanver loscristianosenelmomentodelamuerte.

Entretanto, el César hizo una señal a los esclavos portadores de lasantorchasysaliódelcircoseguidoporlasvestalesylossenadores,diputadosyaugustanos.

Lanocheeraclaraytibia.DelantedelcircoquedabaunamultituddeseosadepresenciarlapartidadelCésar,perosuactituderareservadaysombría.

Aquíyallíseescucharonalgunosaplausos,perodemuycortaduración.

Del spoliarium seguían saliendo carretas crujientes que conducían lossangrientosdespojosdeloscristianos.

Petronio y Vinicio emprendieron su camino en silencio. Sólo cuando sehallabancercadelapuertadelárbitro,preguntóéste:

—¿Haspensadoenloquetepropuse?

—Sí—contestóVinicio.

—¿Creerás que para mí también esta cuestión es ahora de la más altaimportancia? Es necesario que yo la liberte, a despecho del César y deTigelino.Esunaespeciedebatalla,enlaquemehecomprometidoavencer;unaespeciedejuegoenelquedeseoganar,aunacostademivida.Eldíadehoymehaconfirmadotodavíamásenmiproyecto.

—¡QuieraCristopremiarte!

—Yaloverás.

Yconversandoasíllegaronalapuertadelacasaybajarondelalitera.Enaquelmomentoselesacercóunaoscurafiguraydijo:

—¿EstáaquíelnobleVinicio?

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—Aquíestá—contestóeltribuno—.¿Quédeseas?

—SoyNazario,elhijodeMiriam.VengodelaprisiónytetraigonoticiasdeLigia.

Vinicio puso unamano en el hombro del joven y lemiró a los ojos sinpoderarticularniunapalabra;peroNazarioadivinólapreguntaquemoríaensuslabios,ydijo:

—Vive todavía. Ursomemanda a decirte que ella reza enmedio de sudelirioyrepitetunombre.

—¡Alabado sea Cristo, que me la puede restituir! —dijo Vinicio. YcondujoaNazarioalabiblioteca.AlcabodepocosmomentossereunióconellosPetronioparaescucharsuconversación.

—Laenfermedadlasalvóde lavergüenza,porque losverdugos temenelcontagio—repuso el joven—.Urso yGlauco, elmédico, velan de día y denocheasucabecera.

—¿Tienesiemprelosmismosguardianes?

—Sí,señor,yestáenelaposentodeellos.Todoslospresosquesehallabanenelcalabozoinferiormurierondefiebreoasfixiados.

—¿Quiénerestú?—preguntóPetronio.

—El noble Viniciome conoce. Soy el hijo de la viuda en cuya casa sehospedóLigia.

—¿Erescristiano?

EljovendirigióunamiradainterrogativaaVinicio;peroviendoqueéstesehallabarezando,levantólacabeza,ydijo:

—Sí,señor.

—¿Cómoesquepuedesentrarlibrementeenlaprisión?

—Metomaronparaeltransportedecadáveresyaceptéeloficio,afindepoderasíayudaramishermanosyllevarlesnoticiasdelaciudad.

Petroniomiróconmásatenciónelrostrobienparecidodelmuchacho,susojosazulesysuscabellosnegrosyabundantes.

—¿Dequépaíseres,joven?—preguntó.

—Soygalileo,señor.

—¿YquisierasverlibreaLigia?

Eljovenalzólosojosalcieloycontestó:

—Sí,aunquehubierademorirdespués.

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EnestoterminóViniciosuoraciónydijo:

—Di a los guardianes que la coloquen en un ataúd, como si estuvieramuerta.Ytúbuscaalgunoshombresquepuedanayudarteasacarladurantelanoche.Cercadelas«fosaspútridas»habrágenteaguardándoteconunalitera.Aelloslesdaráselataúd.Prometealosguardianes,departemía,todoeloroquepuedanllevarensusmantos.

Y mientras hablaba, su rostro iba perdiendo su habitual expresión deestupor y renacía el antiguo soldado, a quien la esperanza le había devueltoahorasuantiguaenergía.

ANazarioseleiluminóelsemblantedealegría,yelevandolosbrazosalcielo,exclamó:

—¡QuieraCristodevolverlelasalud,porqueluegoestarálibre!

—¿Piensastúquelosguardianesconsentirán?—preguntóPetronio.

—¿Ellos,señor?Sí,contalqueesténsegurosdeescaparalcastigooalatortura.

—Asíes—dijoVinicio—.Losguardianeshanconsentidoyaen la fuga;con mucha más razón permitirán que nos la llevemos como si fuera uncadáver.

—Escierto—repusoNazario—quehayunhombreencargadodequemarconunhierrocandenteloscuerposquetransportamosfueradelaprisión,afindecerciorarsede si, enefecto, soncadáveres.Peroesehombre, si se ledanunossestercios,noquemaráconelhierrolacaradelosmuertos.Porunáureonotocaráelcuerpo,sinoelataúd.

—Promételetodoeloroquepuedacontenersubonete—dijoPetronio—.Pero¿podrástúencontrarauxiliaresseguros?

—Puedo encontrar hombres capaces de vender por dinero a sus propiasmujeresyasushijos.

—¿Dóndelosencontrarás?

—Enlaprisiónmisma,oenlaciudad.Unavezsobornadoslosguardianes,dejaránentrarenlacárcelaquienesyoquiera.

—Entalcasollévamecomosifueraunsirviente—replicóVinicio.

PeroPetronioseopusoaestocontodassusfuerzas.

—Los pretorianos podrían conocerte, a pesar de tu disfraz —dijo—, yentonces todo estaría perdido. No debes ir ni a la cárcel ni a las «fosaspútridas». Es necesario que todos, incluso el César y Tigelino, quedenconvencidos de que ella hamuerto. Sólo podemos alejar toda sospecha del

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modosiguiente:aundespuésquehayasidotransportadaalosmontesAlbanos,omáslejostodavía,aSicilia,serámenesterquepermanezcamosnosotrosenRoma.Unaodos semanasdespués caerás enfermoy llamarás almédicodeNerón,quien teprescribiráunviajea lasmontañas.Yentonces, túyellaosreuniréisporfin,ymástarde…

Aquísedetuvoameditar,yagrególuegoconunademán:

—Puedenvenirotrostiempos.

—¡Tenga Cristo misericordia de ella! —exclamó Vinicio—. ¡Tú estáshablandodeSicilia,mientrasqueLigiaestáenfermaypróximaamorir!…

—AlprincipiolaalojaremoscercadeRoma.Bastaráelairepuroparaqueserestablezca,contalquelogremosarrancarladelaprisión.¿Notienestúenlasmontañasalgúnadministradorenquienpuedasconfiar?

—¡Sí,tengo!¡Sí!—contestóprontamenteVinicio—.CercadeCoriolihayunhombredeconfianzaquemellevóensusbrazoscuandoyoeraniñoyquetodavíameama.

—Escríbele que venga mañana—dijo Petronio, pasando a Vinicio unastablas—.Enviaréuncorreoinmediatamente.

Yllamóaljefedelatrium,dándoleenseguidalasórdenesoportunas.Pocosmomentosdespués,unesclavoacaballosedirigíaatodavelocidad,enmediodelanoche,aCorioli.

—QuisieraqueUrsolaacompañase…—dijoVinicio—.Asíquedaríamástranquilo…

—Señor—dijo Nazario—, ése es un hombre de fuerzas sobrehumanas,capazdederribarpuertas,romperrejasyseguirla.Hayunaventanaquedaauna empinada roca en donde no se ha apostado guardián alguno.Yo puedollevaraUrsounacuerda;élharálodemás.

—¡PorHércules!—dijoPetronio—.Quesalgadelaprisióncomopueda;peronoalmismotiempoqueella,nisiquieradosotresdíasdespués,porquele seguiríanydescubrirían su escondite. ¡PorHércules! ¿Queréis perderos yperderla?OsprohíboquedigáisaUrsonisiquieraunasolapalabradeCorioli,omelavolasmanos.

Ambosreconocieronlacorduradeestaspalabrasycallaron.

Nazariopidióentoncespermisopararetirarse,prometiendovolveralrayarel albadel día siguiente.Esperabaponerse al habla lamismanoche con losguardianes;peroqueríacorrerantesacasadesumadre,queenaquellaépocadeterriblesincertidumbresnoteníaunmomentodetranquilidadpensandoensuhijo.DespuésdemeditarelasuntodecidióNazarionoelegircómplicesen

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la ciudad, sino sobornar a uno de sus propios compañeros conductores decadáveres.

Antesdepartirsedetuvoy,llamandoaparteaVinicio,lesusurróaloído:

—Nohe de revelar a nadie nuestro plan, ni siquiera ami propiamadre;peroelapóstolnosprometióqueiríadelanfiteatroanuestracasa;selocontarétodo.

—Aquí puedes hablar libremente—le contestó Vinicio—. El apóstol sehallaba en el anfiteatro, entre los acompañantes de Petronio. Yomismo irécontigo.

Yordenóque le trajeranunmantodeesclavoysalieron juntos.Petronioexhalóunhondosuspiro.«Yoantesdeseé—pensó—queellamurieradeesafiebre,porqueesohabríasidomenosterribleparaVinicio.Peroahora,porsusalud, estoy dispuesto a ofrecer a Esculapio un trípode de oro. ¡AhAhenobarbus! ¡Tú has querido hacer de la angustia de un amante unespectáculo;tú,Augusta,hastenidoenvidiadelahermosuradeesadoncella,yahora quisieras devorarla viva, porque ha perecido tu Rufio! ¡Tú, Tigelino,quieresdestruirlaparavengar turabiacontramí!…Puesbien:¡veremos!Osdigoatodosquenolahabrándecontemplarvuestrosojosenlaarena,porqueohademorirdemuertenatural,ohedearrancároslacomounapresadelasmandíbulasdelosperros,yarrancároslademaneratal,quenisiquieraosdeiscuenta.Yluego,cadavezquevuelvaaencontrarosdespués,mediré:"¡HeahílosimbécilesaquieneshaburladoPetronio!"».

YsatisfechodesímismosedirigióaltriclinioacenarconEunice.

Mientrascomían,un lector les recitaba los IdiliosdeTeócrito.Afuera,elviento arrastraba espesas nubes desde el Soracto, y luego, una tempestadrepentina rompió el silencio de aquella tranquila noche. A intervalosretumbaba el trueno por entre las siete colinas,mientras Petronio y Eunice,reclinados juntos en la mesa, escuchaban al poeta bucólico, que en elarmoniosodialectodelosdorioscelebrabalosamorespastoriles.

Un poco más tarde, ambos, lleno el espíritu de dulce tranquilidad, sepreparabanyaparaentregarseaunagradablesueño,cuandoVinicioregresó.Petroniofueasuencuentro.

—¿Tenéisalfinalgúnproyectonuevo?—preguntó—.¿HaidoNazarioalaprisión?

—Sí—contestóeljoventribuno,arreglándoseelcabelloempapadoconlalluvia—. Nazario ha ido a entenderse con los guardianes, y yo he visto aPedro,quemehamandadoquereceytengafe.

—Esoestámuybien.Si todosiguefavorablementepodremosllevárnosla

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lanochepróxima.

—Miadministradordebeestaraquíalrayarelalba.

—Elcaminoescorto.Yahoraveadescansar.

PeroVinicioentróensucubiculumsolamenteparaponerseallíderodillasyrezar.

A la salida del sol, Níger, el administrador, llegó de Corioli trayendoconsigo, por orden de Vinicio, mulas, una litera y cuatro hombres deconfianza, elegidos entre sus esclavos de Bretaña, y quienes,intencionadamente, se habían quedado en una posada del Suburra. Vinicio,quehabíaveladotodalanoche,salióalencuentrodeNíger.Éste,conmovidoalavistadesujovenseñor,lebesólasmanosylosojos,diciendo:

—Querido, ¿estás enfermo, o acaso los sufrimientos han secado de talmaneraturostroqueapenashepodidoreconocertealprincipio?

Vinicio le condujo a la columna interior (llamada xystum) y le hizopartícipedesusecreto.Nígerleescuchóatentamente,yensuenjutoyatezadosemblantesepintóunahondaemoción,quenointentódominar.

—Entonces,¿ellaescristiana?—exclamóporfin.

YmiróinquisitivamenteaVinicio,queadivinósuintención,ydijo:

—Tambiényosoycristiano.

Lágrimas de alivio brillaron entonces en los ojos de Níger. Permaneciósilenciosouninstante,yluego,alzandolasmanosalcielo,exclamó:

—¡Gracias tedoy,ohCristo, porhaberquitado lavendade losojosquemásquieroenelmundo!

Estrechó contra su pecho la cabeza de Vinicio, llorando de felicidad, yempezóabesarsufrente.

UnmomentodespuésllegóPetronioseguidodeNazario.

—¡Buenasnuevas!—exclamódesdelejos.

Y,enefecto,eraportadordenoticiasfavorables.

En primer lugar, Glauco, el médico, respondía de la vida de Ligia, auncuandoéstasehallabaatacadadelamismafiebredeque,enelTullianumyenlasdemásprisiones,moríanadiariocentenaresdecristianos.Encuantoalosguardianesyalhombreencargadodecomprobar laefectividadde lamuertepormediodelaaplicacióndehierroscandentesnohabíalamenordificultad.Atís,elayudante,estabatambiénconforme.

—Hemosabiertoenelataúdvariosagujerosafindequelaenfermatenga

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aire—dijoNazario—.Elúnicopeligroposibleesquepuedagemirohablarcuando pasemos delante de los pretorianos. Pero está muy débil y no haabiertolosojosentodalamañana.Porlodemás,Glaucoledaráunnarcóticoqueprepararáélmismocondrogasquelellevédelaciudadalefecto.Noseclavará la tapa del ataúd, de manera que podáis levantarla con facilidad yllevara lapacientea la litera.Yensu lugarpondremosenelataúdunsacoalargado,llenodearena,quevosotroshabéisdetenerpreparado.

Vinicio,mientrasNazariodecíaestaspalabras,habíapalidecidocomounlienzo; pero las había escuchado desde el principio con tal atención, queparecíaadivinarconlosojostodolodemásqueelmuchachoibadiciendo.

—¿Sacarásotroscuerposdelaprisión?—preguntóPetronio.

—Anochemurieronunosveinte,yantesqueconcluyalatardehabrámáscadáveres —dijo el joven—. Iremos con otros individuos, pero nosotrosretardaremos el paso hasta quedar rezagados. En la primera esquina, micompañero fingirá quedar cojo. Y así quedaremos a considerable distanciadetrásdelosotros.NosesperaréisenelpequeñotemplodeLibitina.¡QuieraDiosquelanocheseabastanteoscura!

—Dios querrá —dijo Níger—. Anoche estaba el cielo despejado ysobrevino de pronto una tempestad. Hoy también se halla despejado; perodesde estamañana sopla un aire bochornoso.Ahora, todas las noches habrávientoylluvia.

—¿Iréissinantorchas?—preguntóVinicio.

—Las antorchas solamente las llevan los que van delante. En todo casoencontraos cerca del templo deLibitina al oscurecer, aunque con frecuenciatransportamosloscadáveressólomomentosantesdemedianoche.

Hubo enseguida un silencio, durante el que no se oyó más que laprecipitadarespiracióndeVinicio.

Petroniosevolvióaélyledijo:

—Ayerdecíaque seríamás convenientequepermaneciéramos ambos encasa;masahoraveoquenoaguantaríasoloencasa.Sisetrataradeunafugasenecesitaríatomarlasmayoresprecauciones;peroyaquelavanatransportarcomocadáver,meparecequenadiepuedeabrigarnilamáslevesospecha.

—¡Es cierto! ¡Es cierto!—contestó Vinicio—. Debo estar presente. Yomismolasacarédelataúd.

—UnavezquesehalleenCoriolirespondodeella—dijoNíger.

Níger fue a reunirse con su gente en la posada. Nazario ocultó bajo sutúnicaunabolsadeoroysedirigióalacárcel.

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ParaViniciocomenzóundíadealarma,fiebre,zozobrayesperanza.

—La empresa debiera dar buenos resultados, porque ha sido bienconcebida —dijo Petronio—. Imposible discurrir un plan mejor. Tú debesafectarundolorprofundoyvestirunatoganegra.Noabandoneselanfiteatro.Esnecesarioque teveanallí.Todosehalladispuestodemanera tal,quenopuedehaberfracaso.Pero…¿estásperfectamentesegurodetuadministrador?

—Escristiano—replicóVinicio.

Petroniolemiróasombrado.Luegoseencogiódehombrosydijo,comosihablaraconsigomismo:

—¡PorPólux! ¡Cómoseextiendeesareligión,ycómoejercesudominiosobre las almas!Bajo el reinadode un terror como el que hoy impera seríanatural que los hombres renegaran inmediatamente de todos los dioses deRoma, Grecia y Egipto. Sin embargo, esto es admirable. ¡Por Pólux! Si yocreyese que nuestros dioses pudieran influir de algúnmodo sacrificaría seistorosblancosacadaunodeellosydoceaJúpiterCapitolio.NoeconomicesofrendasatuCristo.

—Leheentregadomialma—dijoVinicio.

Ysedespidieron.

Petroniovolvióasucubiculum,peroViniciosefueacontemplarlaprisiónadistancia,ydesdeallísetrasladóalaladeradelmonteVaticano,alacabañadel cavador en donde había recibido el bautismo demanos del apóstol. LeparecíaqueCristo leescucharíaconmásbenevolenciaallíqueenotro sitio.Asípues,cuandolaencontrósepostróentierrayconcentrótodaslasfuerzasde su alma dolorida en una oración en la que implorabamisericordia, y sehallaba tan abstraído, que ya no volvió a darse cuenta ni del sitio donde seencontrabanideloqueestabahaciendo.

Por la tarde le despertó un sonido de trompetas que venía del circo deNerón.Salióentoncesdelacabañaydirigióasualrededorunamiradacomoladelquedespiertadeunsueño.

Hacía calor, y el silencio que reinaba en aquel sitio era interrumpido aintervalospor el sonidode losbroncesy el cantode las cigarras.El aire sehabíatornadobochornoso;elfirmamentoaúnestabaclaroenlaciudad,perocercadelosmontesSabinosseibanagrupandoalgunasnubesoscurasybajasenelhorizonte.

Viniciovolvióacasa.Petronioleaguardabaenelatrium.

—He estado en el Palatino —le dijo—. Quise dejarme ver allíexpresamente,yhastamesentéajugaralosdados.HayestanocheunafiestaencasadeAncio,alaqueheprometidoqueiremos,perosolamentedespués

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demedianoche,pretextandoquemeeranecesariodormirhastaesahora.Y,enefecto,iré;yseríatambiénconvenientequetúasistieras.

—¿NohaynoticiasdeNígerodeNazario?—preguntóVinicio.

—No; los veremos solamente a medianoche. ¿Has notado que amenazatempestad?

—Sí.

—Mañanahabráunaexhibicióndecristianoscrucificados;perotalvezlalluvialoimpida.

Yluego,acercándoseasusobrinoytocándoleenelhombro,ledijo:

—Perotúnohasdeverlaenlacruz;túlaverássolamenteenCorioli.¡PorCástor!NocambiaríayoelmomentoenquelogremossulibertadportodaslasgemasdeRoma.Lanocheseacerca.

Y,enefecto,seaproximabalanoche,ysussombrasempezaronaenvolverlaciudadmástempranoquedecostumbre,debidoalasnubesquecubríanelhorizonte. Y a la caída de la noche sobrevino una fuerte lluvia, que setransformabaenvaporalcaersobrelaspiedrascalentadasporelfuertesoldeldía,envolviendoennieblalascallesdelaciudad.Luegovolvióacalmarseeltiempoytornaronacaeraguaceros.

—¡Apresurémonos!—dijo,por fin,Vinicio—;esposibleque transportenahoraloscadáveresdelaprisiónmástemprano,acausadelalluvia.

—¡Sí,yaestiempo!—dijoPetronio.

Ycogiendosendosmantosgálicosencaperuzadossalieronporlapuertadeljardín a la calle. Petronio se había armado con un cuchillo corto romano,llamadosita,quellevabasiempreensusexcursionesnocturnas.

La ciudad se hallaba desierta a causa de la tempestad. De tiempo entiempo, un relámpago rasgaba las nubes, iluminando con su fulgor lasmurallas, frescas aún, de los edificios construidos o en construcción, o lasmojadas baldosas de las calles. Por último, al resplandor de uno de esosrelámpagos vieron, después de haber hecho un largo camino, unmontículosobreelquesealzabaelpequeñotemplodeLibitina,yalpiedeél,ungrupodemulasycaballos.

—¡Níger!—llamóViniciomuyquedo.

—Aquíestoy,señor—dijounavozenmediodelalluvia.

—¿Estátodopreparado?

—Sí,querido.Noshallamosaquídesdeeloscurecer.Masocultaosdebajode la plataforma, pues de otra manera os vais a empapar. ¡Qué tempestad!

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Creoquevaagranizar.

Y, efectivamente, eran justificados los temores de Níger, porque bienpronto empezó a caer granizo, fino en los primeros momentos, pero luegogruesoytupido.

Latemperaturaseenfrióinmediatamente.

Mientras aguardaban bajo la plataforma, al abrigo del viento y de losheladosproyectiles,seguíanconversandoenvozbaja.

—Aun cuando alguien llegase a vernos—dijo Níger— no abrigarían lamenorsospecha;parecemosestaraquíesperandoqueceselatormentaEso,sí,temoquenosaquenloscadávereshastaelamanecer.

—Latempestaddegranizonohadedurarmucho—dijoPetronio—;seránecesarioaguardar,auncuandoseahastaelamanecer.

Y aguardaron con el oído atento a todo rumor que pudiera venir de laprocesiónfúnebre.Pasó lagranizada;pero inmediatamentedespuéscontinuólalluvia.Avecesselevantabaelvientoytraíadelasfosaspútridasunhedorterrible, proveniente de los cuerpos en descomposición, enterradosdescuidadamentecercadelasuperficiedelsuelo.

—Veouna luza travésde laneblina—dijoNíger—;una,dos, tres; ésassonantorchas.

—Cuidad de que las mulas no relinchen —agregó, volviéndose a sushombres.

—¡Yavienen!—dijoPetronio.

Laslucessevolvíanmásymásdistintas,yalcabodealgunosmomentosfueposibleverqueeranantorchasaquellastemblorosasllamas.

Níger hizo la señal de la cruz y empezó a rezar. Entretanto, la fúnebreprocesiónsiguióacercándose,yporfinhizoaltofrentealtemplodeLibitina.Petronio,VinicioyNígerseestrecharonsilenciosamenteenelmontículo,nocomprendiendo el motivo de tal estación. Pero aquellos hombres se habíandetenidosolamenteacubrirselosrostrosylasbocascontraposparaevitarlasexhalaciones,quejuntoalosputiculieranverdaderamenteinsoportables.

Luegoalzaronnuevamente losféretrosycontinuaronsumarcha.Sólounataúdsedetuvodelantedeltemplo.

Vinicio corrió a su encuentro, y después de él, Petronio, Níger y dosesclavosbritanosquellevabanlalitera.PeroantesdequehubieranllegadoaloscurositiodondesehallabaelataúdseoyóladoloridavozdeNazario,quedijo:

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—¡Señor!¡Selahanllevado,conUrso,alacárceldelEsquilino!Estequeaquíllevamosesotrocuerpo.Latrasladaronantesdemedianoche.

Devueltaasucasa,Petroniosehallabaconelánimosombríocomounatempestad,yni siquiera intentó consolar aVinicio.Comprendíaque librar aLigiadeloscalabozossubterráneosdelEsquilinoeraempresaquenisiquierasepodíasoñar.YadivinóqueporesohabíasidotrasladadadelTullianum,afin de que no muriese allí de fiebre y escapara al anfiteatro que le estabadestinado.Yporesamismarazónlavigilabanycustodiabanconmáscuidadoquealosdemáspresos.

Desde lo más profundo de su alma, Petronio lo sintió por ella y porVinicio.Pero,almismotiempo,lelastimabaprofundamentelaideadequeporprimeravezensuvidanohabíaalcanzadoeléxitoyporprimeravezquedabavencidoenuncombate.

«Lafortunapareceabandonarme—sedijo—;peroseequivocanlosdiosessicreenqueyohedeaceptarunavidacomoladeél,porejemplo».

YvolviéndoseaVinicio,queenaquelmomentoleestabamirandoconlosojosdesorbitados:

—¿Quétepasa?—ledijo—.Parecequetienesfiebre.

Vinicio lecontestóconunavozextraña,quebrantaday lenta,comoladeunniñoenfermo:

—¡Pero…yocreoqueÉl…melapodríarestituir!

Sobrelaciudadmoríanyalosúltimostruenosdelatempestad.

XXIII

Tresdíasdelluvia—fenómenoextraordinarioenRomaduranteelverano—ydegranizadas,quecayeroncontrariandoelordennatural,nosolamentededía,sinotambiéndenoche,interrumpieronlosespectáculos.

Elpuebloempezabaaalarmarse.

Se abrigaban ya serios temores por la próxima vendimia, expuesta aperderse,segúnlaspredicciones,ycuandounatardeunrayofundiólaestatuadebroncedeCeres en elCapitolio seordenó laofrendade sacrificios en eltemplodeJúpiterSalvator.LossacerdotesdeCerescorrieronlavozdequelacólerade losdiosessehabíavueltosobre laciudadacausade lademasiadalentitud empleada en el castigo de los cristianos; de ahí que las multitudesempezaran a insistir en que continuaran los espectáculos, a pesar del mal

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tiempo. Así que la alegría volvió al corazón de todos los romanos alanunciarse, por fin, que el ludus proseguiría después de tres días deinterrupción.

Entretanto había vuelto un tiempo espléndido. El día anunciado para elespectáculo,alromperelalba,sehallabaelanfiteatroocupadopormillaresdeespectadores. El César llegó temprano, acompañado de las vestales y de lacorte.

El espectáculo debía comenzar con un combate entre los cristianos,quienes,contalobjeto,fueronataviadoscomogladiadoresyprovistosdetodaclase de armas de las que utilizaban los gladiadores profesionales para lasluchasofensivasydefensivas.Peroéstafueunacontrariedadparaelpúblico.Los cristianos, después de arrojar sobre la arena redes, flechas, tridentes yespadas, se abrazaban y se animaban unos a otros, dándose recíprocamenteánimosparasoportarlatorturaylamuerte.

Anteaquellaactitudseapoderódeloscircunstantesunaindignaciónyunsentimientoprofundos.Algunosacusabanaloscristianosdepusilanimidadycobardía;otrossosteníanquesisenegabanalidiareraporodioalpuebloyafin de privarle del placer que en el ánimo producen los actos de bravura.Finalmente,porordendelCésar,sedispusoquesalieranalcircogladiadoresverdaderos,quienesenunabrirycerrardeojosdespacharonalasarrodilladasvíctimas.

Cuandoestoscuerposfueronsacadosdelaarena,elespectáculocambiódeaspecto.SetratabadeunaseriedecuadrosmitológicosideadosporelpropioCésar.

Así,laconcurrenciapudoveraHérculesardiendovivosobreelmonteEta.

ViniciotemblóantelaideadequesehubieraencomendadoaUrsoelpapelde Hércules; pero, evidentemente, no había llegado aún el turno del fielservidor de Ligia, porque entonces estaba ardiendo en la pira otro cristianodesconocidoparaeljoventribuno.

Enelcuadrosiguiente,Quilón,aquienelCésarnohabíaqueridoperdonarlaasistencia,pudoveraconocidossuyos.

SepresentólamuertedeDédalo,ytambiénladeÍcaro.TuvolapartedelprimeroEuricio,aquelancianoquehabíadadoaQuilónelsignodelpez.ElpapeldeÍcarofuedesempeñadoporsuhijoCuarto.Ambosfueronlevantadospormediodeuningeniosomecanismo,yenseguidalanzadosalaarenadesdeunainmensaaltura.EljovenCuartocayótancercadelpodiumdelCésar,quela sangre salpicó no solamente los adornos exteriores, sino hasta la mismapúrpuraquecubríalabarandilla.

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Quilónnovioaquellacaídaporquehabíacerrado losojos.Pero sintióelsordo golpe del cuerpo al rebotar en el suelo, y cuando al cabo de algunosmomentos notó que había sangre a su lado estuvo a punto de perdernuevamenteelsentido.

Loscuadrosserenovaronconrapidez.

Losvergonzosostormentosdelasvírgenesprofanadasantesdelamuertepor los gladiadores disfrazados de bestias feroces llenaban de alegría loscorazonesdelaplebe.

Allí vieron a sacerdotisas deCibeles y deCeres, vieron a lasDanaides,vieron a Dirce y a Pasifae; finalmente vieron a jovencitas, tiernas todavía,descuartizadasporcaballossalvajes.

AcadamomentoaplaudíalaplebelasnuevasideasdelCésar,quien,ufanodeellas,yfelizconlasaclamacionesquerecibía,nosequitabauninstantelaesmeraldadelojo,entantoquegozabaconelespectáculodeaquellosblancoscuerpos destrozados por el hierro, o con sus convulsivos temblores.Sucedieronaesoscuadrosotrostomadosdelahistoriadelaciudad.

Despuésdelmartiriode lasvírgenesvioelpopulachoaMucioEscévola,cuyamano, atada a un trípode sobre una hoguera, llenó el anfiteatro con elolor de la carne quemada. Pero este hombre, como un verdadero Escévola,permaneció sindarun sologemido, alzados losojos al cieloymurmurandounaplegaria con sus amoratados labios.Apenas fue rematado arrastraron sucadáveralspoliariumysediolaseñalparaelintermediodelmediodía.

El César, acompañado de las vestales y de los augustanos, abandonó elanfiteatroy se retiró auna inmensa tiendaescarlata, alzadaexpresamente alefecto. En ella se hallaba preparado para él y sus huéspedes un magníficoprandium.

Los espectadores, en su mayor parte, siguieron este ejemplo. Salieron,pues,delanfiteatrocomounverdadero torrentehumanoy,unavez fuera, sediseminaronenpintorescosgruposalrededordelatiendadelCésar,conelfinde extender losmiembros, adormecidos por una continuada permanencia ensus asientos y para disfrutar de los manjares que, por favor del César, lesfueron generosamente servidos por esclavos. Solamente los más curiososbajaronduranteelintermedioalcircoy,tocandoconlosdedoslascompactasmasasdearenaquesehabíanformadoconlasangrecoagulada,conversaban,comoespecialistasyaficionados,deloqueacababandepresenciarydeloqueacontinuaciónsucedería.

Pronto, estos mismos también salieron, por temor de llegar tarde albanquete,quedandotansóloaquellosaquienesnoreteníalacuriosidad,sinolassimpatíasporlasfuturasvíctimas.Yestaspersonasseocultabandetrásde

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losasientosoenlapartebajadelanfiteatro.

Entretanto, la arena había sido nivelada nuevamente, y una multitud deesclavosempezóacavarhoyosenhileras,acortadistanciaunosdeotros,entodalaextensióndelcirco,deunextremoaotro,dispuestasestashilerasdetalmodo,quelaúltimasehallabaaunoscuantospasosdelpodiumdelCésar.

Defueraveníaelmurmullodelpueblo,mezcladocongritosyaplausos,entantoquedentrosehacíanconfebrilceleridadlospreparativosdelasnuevastorturas.

Loscuniculafueronabiertossimultáneamente,yportodoslospasajesqueconducían a la arena se hizo entrar a empellones grupos de cristianosdesnudos,concrucessobreloshombros.Todalaarenasellenóconellos.Losancianos, encorvados bajo el peso de las vigas de madera, iban delante; acontinuación,otros,entodoelvigordelaedad;mujeresdesueltoscabellos,con los que se esforzaban en ocultar su desnudez; jóvenes, y hasta tiernosniños. Las cruces, en su mayor parte, así como las víctimas, se hallabanadornadasconflores.

Lossirvientesdelanfiteatrogolpeabanconlátigosaaquellosinfortunados,obligándolosaconducirlosmaderosdequeeranportadoreshastacercadeloshoyosquehabíadispuestospararecibirlosyapermanecerluegoallíenfilas.Enaquellascrucesdebíanpermanecerloscristianosaquieneslosverdugosnohabían tenido la oportunidad de hacer pasto de los perros y de las bestiasferocesenelprimerdíadeaquellosjuegos.

Unos esclavos negros se apoderaron de las víctimas, las tendieron bocaarriba sobre los leños y les clavaron apresuradamente sus manos sobre losbrazosdelascruces,afindequeelpúblico,alvolverdespuésdelintermedio,lasencontraraplantadasyaenelsuelo.

El anfiteatro entero resonaba con el ruido de los martillos, cuyo ecorepercutía por las hilerasmás altas y subía hacia el espacio que rodeaba elanfiteatro, llegando hasta la tienda en donde el César estaba haciendo loshonoresasuséquitoyalasvestales.

Entretanto, allí Nerón bebía vino, se burlaba de Quilón Quilónides ysusurrabaextrañaspalabrasaloídodelassacerdotisasdeVesta,mientrasqueen la arena trabajaba afanosamente un verdadero enjambre de verdugos, losesclavosseguíantaladrandolasmanosylospiesdeloscristianos,ylaspalassemovíanconrapidezenlafaenadellenarlosagujerosdentrodelosqueseplantabanlascruces.

Entrelasnuevasvíctimas,cuyoturnoibaprontoallegar,sehallabaCrispo.Comonohabíasidodestrozadoporlosleones,fuedesignadotambiénparaelsupliciodecrucifixión.Yél,dispuestoalamuerte,seregocijabaíntimamente

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alpensarenqueseleibaacercandoporfinsuhora.

Parecía otro hombre, pues su descarnado cuerpo estaba completamentedesnudo (tan sólo una guirnalda de hiedra le rodeaba las caderas) y llevabauna corona de rosas en la cabeza. Pero en sus ojos ardía el fuego de suinagotableenergíahabitual;lamismaexpresiónfanáticayseverasereflejabaensusemblantebajoaquellacorona.Sucorazóntampocohabíacambiado;yasícomoenelcuniculumhabíaamenazadoconlacóleradeDiosaaquellosdesushermanosquealasazónsehallabancosidosdentrodepielesdefieras,asíahorasubocalosestabafulminando,enlugardeconsolarlos.

—DadgraciasalRedentor—decía—,porqueospermitequemuráisdelamisma muerte que Él. Puede que una parte de vuestras culpas os seaperdonada por esta causa; pero ¡temblad!, porque El hará justicia y no esposiblequehayaunmismopremioparaeljustoyparaelpecador.

El ruido que hacían los martillos al clavar los pies y las manos de lasvíctimas acompañaba sus palabras.A cadamomento iban levantándosemáscruces sobre la arena; y Crispo, volviéndose al grupo de cristianos que sehallabajuntoasusrespectivosmaderos,prosiguiódiciendo:

—Yoveoelcieloabierto,peroveotambiénelabismo.NoséquécuentahededardemividaalSeñor,auncuandoyohecreídoyheaborrecidoelmal.No temo la muerte, sino la resurrección; no temo la tortura, sino el juicio,porqueeldíadelacóleraseacerca.

Enaquelmomentoseoyóentrelasfilasdeasientosmáscercanosunavoztranquilaysolemne,quedijo:

—Noeseldíadelacólera,sinoeldelamisericordia,elqueseacerca;eldía de la salvación y de la bienaventuranza; porque en verdad os digo queCristo ha de acogeros en su seno, ha de consolaros y sentaros a su diestra.Tenedconfianza,porqueestáabiertoparavosotroselreinodeloscielos.

Aestaspalabras, todos losojossevolvieronhacia losasientos,e inclusolos quependíande las cruces alzaron sus pálidos semblantes acongojados ymiraronalhombrequeasíhablaba.Yélsedirigióentoncesa labarreraquerodeabaelcircoylosbendijoconlaseñaldelacruz.

Crispo extendió la mano como para fulminar contra él una terribleamenaza;pero,alrepararenelsemblantedeaquelhombre,bajóelbrazo,seledoblaronlasrodillasysuslabiosmurmuraron:«ElapóstolPablo».

Congranasombrodelossirvientesdelcirco,todoslosquenohabíansidoaúnclavadosensuscrucessearrodillarontambién.

PablosevolvióentoncesaCrispoyledijo:

—Nolosamenaces,Crispo,queenestedíatodosellosestaráncontigoen

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elParaíso.¿Creestúquepuedencondenarse?Mas¿quiénloscondenará?¿Loscondenará Dios, que ofreció por ellos su Hijo? ¿Cristo, que murió parasalvarlos, ahora que mueren por su nombre? ¿Quién podrá acusar a loselegidosdeDios?¿Quiénpodrádecirdeestasangrequeesmaldita?

—Yoheaborrecidoelmal—dijoelancianosacerdote.

—El precepto de Cristo que ordena amar a los hombres prevalecerásiempresobreaquelqueordenaaborrecerelmal,porquelareligióndeCristoimponeamorynoodio.

—¡Hepecadoenlahoradelamuerte!—contestóCrispo,golpeándoseelpecho.

Elencargadodelosasientosseacercóalapóstolylepreguntó:

—¿Quiénerestúquehablasconloscondenados?

—Soyciudadanoromano—contestótranquilamentePablo.

Y,volviéndosedenuevoaCrispo,ledijo:

—Tenconfianza,porqueeldíadehoyesdíademisericordia;ymuereenpaz,siervodeDios.

LosnegrosseacercaronenesemomentoaCrispoafindecolocarleenlacruz;peroélmiródenuevoasualrededor,yexclamó:

—¡Hermanosmíos,oradpormí!

Su semblante perdió su habitual serenidad, y sus duras facciones sesuavizaron, tomando una expresión de tranquilidad y de dulzura. Élmismoextendió los brazos en la cruz a fin de facilitar la tarea a sus verdugos y,dirigiendolavistaalcielo,empezóaorarfervorosamente.Parecíanosentiryanada,porquecuandopenetraronlosclavosensusmanosnoagitósucuerponiel más leve estremecimiento ni en su semblante se advirtió la menorcontracción de dolor. Y seguía orando cuando le clavaron los pies, lelevantaban su cruz y empezaban a apisonar la tierra alrededor de ella.Solamentecuandolasmultitudesllenarondenuevoelanfiteatroconsusgritosy sus risas frunció un tanto el ceño, como si le indignara que aquel pueblopaganollegaseaperturbarlatranquilidadylapazdeunamuertedulce.

Yatodaslascruceshabíansidolevantadas,demaneraqueformabanenlaarena una especie de bosque de maderos de los que pendían otros tantoshombres. Sobre los brazos de las cruces y sobre las cabezas de aquellosmártires daban los rayosdel sol; pero en el circo seproyectabauna sombradensaque formabaunaespeciedeenrejadooscuro,a travésdelquebrillabatenuamenteladoradaarena.

En aquel espectáculo, el deleite de la concurrencia consistía en la

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contemplacióndelaslentasagonías.Jamás,antesdeaquelmomento,sehabíavisto un número mayor de crucifixiones. La arena se encontraba tandensamente cubierta de cruces, que los sirvientes se movían con dificultadalrededordeellas.

Lasmujereshabíansidocolocadasespecialmenteenlosextremos,peroaCrispo, en su calidad de sacerdote cristiano, le habían alzado casi frente alpodium del César en una cruz inmensa, adornada en su parte inferior conmadreselvas.

No había muerto aún ninguna de las víctimas; pero algunos de los quehabíansidoclavadosenlosprimerosmomentossehabíandesmayado.Nadiese lamentaba, nadie imploraba piedad. Algunos pendían con la cabezainclinadasobreunbrazo,ocaídasobreelpecho,comosiestuvierandormidos;algunosparecíanestarsumergidosenmeditación,yotros,conlavistafijaenelcielo,movíanligeramenteloslabios.

En aquel terrible bosque de cruces, en aquella multitud de cuerposcrucificados,enaquelsilenciofatídicodelasvíctimashabíaalgosiniestro.Elpueblo, que se había levantado ahíto y alegre del banquete, había entradonuevamente en el circo entre gritos y exclamaciones gozosas, guardabasilencio ahora, no sabiendo en qué cuerpo detener la vista, ni qué pensar odecirdeaquelespectáculo.

Ladesnudezde las formasde lasmujeresextendidassobre lascrucesnodespertaba en ellos sensación alguna. No empeñaban las apuestas usualesacercadequiénhabríademorirprimero,comoeracostumbreenestoscasos,por reducido que fuera el número de criminales que hubiese en la arena.ParecíaquehastaelmismoCésarseaburría,puesvolvíasucabezayarreglabasucollarconexpresiónsoñolienta.

Enaquelmomento,Crispo,quesehallabaenfrenteyquemomentosantesteníalosojoscerradoscomosiestuvieradesmayadoomoribundo,losabrióymiróalCésar.Yensurostrosedibujóentoncesunaexpresióntanimplacable,ysusojosdespidieronllamaradastales,quelosaugustanos,alnotarlo,fueroncomunicándose al oído sus impresiones y señalando a Crispo con el dedo,hasta que, por último, reparó también el César en ello y se pusoindolentementelaesmeraldaalojo.

Sesucedióunsilenciogeneral.

Losojosde los espectadores sehallaban fijos enCrispo,quien intentabamover su mano derecha, como si quisiera arrancarla del árbol de la cruz.Después de breves instantes se le levantó el pecho, se le hicieronperfectamentevisiblesloscostadosyexclamó:

—¡Matricida!¡Pobredeti!

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Losaugustanos,alescucharestamortalinjurialanzadaalrostrodelseñordel mundo en presencia de millares de espectadores, no osaban respirar.Quilónestabamediomuerto.ElCésarseestremecióysoltólaesmeraldadelamano.El público, a suvez, contenía también el aliento.Y la vozdeCrisposiguióescuchándosecadavezconmásfuerzaportodoelanfiteatro.

—¡Aydeti,asesinodetuesposaydetuhermano!¡Aydeti,Anticristo!¡Elabismoestáabiertoyabajotuspies;lamuertetetiendesusbrazos,latumbateaguarda! ¡Ay de ti, cadáver viviente, porque morirás en el terror y seráscondenadoportodaunaeternidad!…

Como no podía arrancar su mano de la cruz, Crispo hacía contorsioneshorrorosas.Suaspectoeraterrible;parecíaunesqueletovivo;inflexiblecomoelDestino,agitabasublancabarbasobreelpodiumdeNerón,yencadaunade las convulsivas inclinaciones de su cabeza se esparcían a su alrededoralgunashojasdelacoronaderosasquelehabíanpuestoenlacabeza:

—¡Aydeti,asesino!¡Hascolmadolamedidaytuhorayaseacerca!

Todavíahizounnuevoyheroico esfuerzo.Parecióporunmomentoqueiba a lograr arrancar su mano de la cruz y agitarla amenazadora sobre lacabezadelCésar,pero,depronto,susdescarnadosbrazosseextendieronmás,seinclinósucuerpo,cayósobreelpecholacabezayexpiró.

Yenaquelbosquedecruces,losmásdébilescomenzabanadormirseconelsueñodelaeternidad.

XXIV

—Señor—dijoQuilón—,elmarpareceunabalsadeaceite,ysediríaquelas olas están durmiendo… Vámonos a Acaya. Allí te espera la gloria deApolo,lascoronasylostriunfosteaguardan,elpueblotedeificará,losdiosesterecibiráncomoasuhuésped,comoasuigual,mientrasqueaquí,¡ohseñor!…

Ysedetuvoelgriego,peroellabioinferiorempezóatemblarledemaneratanviolentaquesuspalabrassetransformabanensonidosincomprensibles.

—Partiremos cuando hayan terminado los juegos—replicóNerón—. Séqueaunahoramismohaygentesquellamanaloscristianosinnoxiacorpora.Si en tales circunstancias me alejase de aquí, todo el mundo repetiría eso.¿Quéesloquetemes?

DijoestaspalabrasfrunciendoelceñoydirigiendounamiradainquisitivaaQuilón,comosiaguardaraunaexplicacióndesus temores.Perosusangre

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fría sólo era aparente. En el último espectáculo, a él mismo le habíanatemorizado las palabras de Crispo, y al volver al Palatino le impidierondormirlavergüenza,larabiaytambiéneltemor.

Vestinio, que había escuchado en silencio su conversación, miró a sualrededorydijoconvozmisteriosa:

—Presta,señor,oídoaloquediceesteviejo.Algohaydeextrañoenesoscristianos…Ladeidadqueadoranpareceprocurarlesunamuerteserena,peropuedetambiénseréstaunadeidadvengativa.

AloqueNerónreplicóprecipitadamente:

—Nohesidoyoquiendispusolosjuegos,sinoTigelino.

—¡Ciertamente!Yofui—dijoTigelino,quienacababadeoírlarespuestadelCésar—; yme río de todos los dioses cristianos.Vestinio es una vejigallenadesupersticiones,yestevalientegriegoescapazdemorirsedemiedoalavistadeunagallinaqueericelasplumasendefensadesuspolluelos.

—Estábien—dijoNerón—;pero,deahoraenadelante,ordenaquecortenlalenguaaesoscristianosylestapenlaboca.

—Elfuegolestaparálaboca,¡ohdivinidad!

—¡Aydemí!—gimióQuilón.

PeroelCésar,aquienlainsolenteconfianzadeTigelinohabíadadovalor,empezóareírahoraydijo,señalandoalviejogriego:

—¡MiradloquepareceesedescendientedeAquiles!

Y, realmente, el aspecto deQuilón era terrible.Los escasos cabellos queaúnquedabanensucabezaselehabíanpuestoblancos,yensusemblanteseadvertía permanentemente una expresión de inmenso terror, zozobra yopresión.Pormomentosparecíacomoaturdidoycasifueradesí.Amenudono daba respuesta alguna a las preguntas que se le hacían; luego seencolerizabaysevolvíataninsolente,quelosaugustanospreferíannometersemásconél.Yahoraseencontrabaenunodeesosmomentos.

—¡Haced de mí lo que queráis, pero no iré más a los juegos!—gritó,desesperado.

Nerónleobservóuninstante,ydijoluego,volviéndoseaTigelino:

—Cuidadequesehallecercademíesteestoicoenlosjardines.Deseoverquéimpresióncausannuestrasantorchasensuánimo.

QuilónsellenódeterrorantelaamenazaquetemblabaenlavozdeNerón.

—¡Ohseñor!—ledijo—;nomeenterarédenada,porquedenochenoveo.

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—Lanocheestarátanclaracomoeldía—replicóelCésarconunaterriblesonrisa.

Y volviéndose a continuación hacia los augustanos, empezó a conversaracercadelascarrerasquedeseabaordenarparacuandohubieranterminadolosjuegos.

Petronio se aproximó entonces a Quilón y le preguntó, dándole ungolpecitoenelhombro:

—¿Notehedichoquenoresistirías?

—Quieroemborracharme…—dijoQuilón,alargandolamanotemblorosahaciaunvasodevino;peronopudollevarloasuslabios.

Viendo esto Vestinio tomó el vaso y luego, acercándose al griego, lepreguntóconairellenodecuriosidadydetemor:

—¿Tepersiguen,acaso,lasFurias?¿Eh?…

El viejo le miró breves instantes con la boca abierta, como si nocomprendieraloquehabíadichoelotro.Vestiniorepitióentonces:

—¿TeestánpersiguiendolasFurias?

—No—contestóQuilón—;perotengodelantedemíalanoche.

—¿Quédices?¿Lanoche?…¡Quelosdiosestenganpiedaddeti!¿Dequénochemeestáshablando?

—Deunanocheterrible, impenetrable,enlaqueveoalgoquesemueve,quevienehaciamí,algoquenoconozcoymedamiedo.

—Yosiemprehecreídoquesonunoshechiceros.¿Sueñas?

—No,porquenoduermo.Jamáscreíaqueseríancastigadosasí.

—¿Losientesporellos?

—¿Porquéderramartantasangre?¿Nohasoídoloquedijounodesdelacruz?¡Aydevosotros!

—Sí, lo he oído —contestó Vestinio en voz baja—. ¡Pero ellos sonincendiarios!

—¡Noesverdad!

—Yenemigosdelarazahumana.

—¡Noesverdad!

—Yenvenenadoresdelasaguas.

—¡Noesverdad!

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—Yasesinosdeniños.

—¡Noesverdad!

—¿Cómo?—preguntó Vestinio lleno de asombro—. ¡Tú mismo lo hasdichoyloshasentregadoenmanosdeTigelino!

—Poresoesporloquelanochemerodeaylamuertevienehaciamí.Pormomentoscreoque,enrealidad,yahemuerto,ytambiénvosotros.

—¡No! Son ellos los que están muriendo; nosotros estamos vivos. Perodime:¿quéesloquevenalmorir?

—VenaCristo.

—SuDios.Ydime;¿espoderosoeseDios?

Quilón,envezdecontestar,hizoestapregunta:

—¿Quéclasedeantorchasvanaarderenlosjardines?¿OístelaspalabrasdelCésar?

—Lasheoído,ysédequésetrata.EsasantorchassellamanSarmentitiiySemaxii. Se preparan envolviendo a los hombres en túnicas dolorosasempapadas de resina y atándolos a postes, a los que se pega fuego acontinuación.¡QuieraelDiosdeloscristianosnomandarnuevasdesventurassobrelaciudad!…Semaxii!Ésaesunaterriblepena.

—Prefieropresenciaresecastigo,puesenélsiquieranohayefusionesdesangre—contestóQuilón—.Mandaqueunesclavomeacerqueelvasoaloslabios.Quierobeber,peroderramoelvino,porquemetiemblalamanoacausademisaños…

Entretanto,otrosaugustanoshablabantambiénacercadeloscristianos.ElviejoDomicioAferseestababurlandodeellos:

—Son tan numerosos—decía—, que bien podrían promover una guerracivil,ytenedpresentequehallegado,enocasiones,atemersequesearmara.Peromuerencomoovejas.

—¡Que intenten morir de otra manera! —dijo Tigelino. A eso replicóPetronio:

—Osequivocáis.Ellossearman.

—¿Dequé?

—Depaciencia.

—Esunanuevaclasedearma.

—Ciertamente. Mas ¿podéis decir vosotros que los cristianos mueren

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comodelincuentesvulgares? ¡No!Muerencomo si los criminalesno fuesenellos, sinoquienes loshan condenado amuerte; es decir, nosotrosy todo elpuebloromano.

—¡Quéabsurdo!—dijoTigelino.

—Hicabdera—contestóPetronio.

Peromuchos,sorprendidosantelajusticiadelaobservacióndelárbitro,semiraronunosaotrosconasombroyrepitieron:

—¡Escierto!Hayalgonotableyextrañoensumuerte.

—¡Osdigoquevenasudivinidad!—exclamóVestinio.

Entonces,algunosaugustanossevolvieronaQuilónylepreguntaron:

—¡Ehviejo!Túquelosconocesbien,dinos,¿quéven?

Elgriegoescupióelvinosobresutúnicayrespondió:

—¡Laresurrección!…

Yempezóatemblardetalmanera,quelosaugustanosquelerodeabanseecharonareírruidosamente.

XXV

Durantealgunosdíasestuvoeljoventribunopasandolasnochesfueradesucasa.

Petronio pensó que tal vez hubiera ideado un nuevo plan y estuvieseconsagrandosusesfuerzosparalibertaraLigiadelacárceldelEsquilino;peronolepreguntabanadaportemoratraerlemalasuerte.Porqueesteescéptico,tanexquisito,habíallegadoenciertomodoaconvertirseenunsupersticioso.

DesdeelmomentoenquenohabíaconseguidosacaraLigiadelaprisiónMamertinahabíaperdidolafeensubuenaestrella.Porotraparte,nocontabatampoco,estavez,conelbuenéxitodelastentativasdeVinicio.

LaprisióndelEsquilino, improvisadaapresuradamente en los sótanosdelascasasquehabíansidoderribadasparacortarelfuego,noera,enverdad,tanterrible como el viejo Tullianum cercano al Capitolio, pero se hallaba cienvecesmejorcustodiada.

PetroniocomprendíaperfectamentequeLigiahabíasidoconducidaallítansóloparasustraerlaalamuerte,afindequenoescapasealanfiteatro.Y,porlomismo,erafáciladivinarquelacustodiaríanallícomoalasniñasdesusojos.

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«Seguramente—ledecía—elCésaryTigelinolahanreservadoparaalgúnespectáculo especial,más horrendoque los anteriores; yVinicio tiene ahoramásprobabilidadesdeperdersequedesalvaraLigia».

TambiénViniciohabíaabandonadolaesperanzaderescatarla.SóloCristopodíaconseguirlo.YeljoventribunopensabasóloenlosmediosquepudieranpermitirleveraLigiaensuprisión.

Porespaciodealgúntiempo,laideadequeNazariohabíalogradopenetrarenlacárcelMamertinaencalidaddeconductordecadáveresnolehabíadadotregua,hastaque,alfin,sedecidióaintentaresemismoprocedimiento.

Sobornado por una inmensa cantidad de dinero el vigilante de las fosaspútridas, le admitió por fin entre los sirvientes, a quienes mandaba por lanocheenbuscadecadáveres.

ElpeligrodequeVinicio fuera reconocidonoera, en realidad,probable.Leprotegíancontraesepeligrolassombrasdelanoche,sutrajedeesclavoylaescasaluzdelaprisión.Además,¿quiénhabríadepensarqueunpatricio,nietoehijodecónsules,pudieraencontrarseentrelossirvientesencargadosdelos cadáveres y expuesto a los hedores de los calabozos y de las fosaspútridas?

Y empezó para Vinicio una faena a la que ciertos hombres se veíanobligadostansóloporsuesclavitudoporlanecesidadextrema.

Cuando llegó la noche anhelada vistió con alegría su tosco traje desepulturero,secubriólacabezaconunpañoempapadoentrementina,yconelcorazónpalpitantedeansiedad,sedirigió,encompañíadeotros,alEsquilinopara ocuparse de un trabajo al que sólo acudían esclavos u hombres que sehallaranenlamayormiseria.

La guardia pretoriana los dejó pasar, pues todos llevaban en regla sustesserae,quefueronexaminadosporuncenturióna la luzdeuna lamparilla.Al cabo de pocos momentos se abrieron ante ellos las grandes puertas dehierroyentraron.

Luego se encontró Vinicio en un amplio sótano abovedado, del quepasaronaotros.Unoscirios,quedabanmuypocaluz,alumbrabanelinteriordecadaunodedichossótanos,queestabanllenosdegente.

Algunos de los presos yacían pegados junto a la muralla, entregados alsueño,muertosquizá.Otrossehallabanalrededordegrandesvasijasllenasdeaguaquehabíaenelcentro,delasquebebíanconelansiadelosquesevenatormentados por la fiebre. Otros se hallaban sentados en el suelo, con loscodosapoyados sobre las rodillasy las cabezas en lasmanos.Yaquíy allí,niñosdurmiendoenelregazodesusmadres.Portodaspartesseescuchaban

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gemidos,respiracionesfatigosasoaceleradasdeenfermos, llantos,murmullodeplegarias,himnosamediavozymaldicionesdelosguardianes.

En la prisión reinaba un ambiente pútrido debido a los cadáveres y a lagente. Y, en medio de su tétrica penumbra, se distinguía un enjambre desombras oscuras. Más cerca, junto a las débiles luces oscilantes, se veíanrostros pálidos, aterrorizados, hambrientos y cadavéricos, conojos apagadospor ladebilidadobrillantespor la fiebre,con labiosamoratados, frentesporlas que corría el sudor y cabellos viscosos. En las esquinas, unos enfermosdelirabanavoces,otrospedíanaguaogritabanqueseloscondujeseprontoalamuerte.

Y, sin embargo, aquella prisión era menos terrible que el antiguoTullianum.

Anteaquelespectáculo,aVinicioseledoblaronlasrodillasysintióquelefaltabaelaliento.AlpensarqueLigiasehallabaenmediodetantamiseriaytanto infortunio se le erizaban los cabellosy ahogóen supechoungritodedesesperación.

Elanfiteatro,lasgarrasdelasfieras,lacruz,cualquiercosaerapreferibleaesashorriblesmazmorras,llenasdeoloracadáver,aesossitiosespantosos,endondeportodaspartesseoíansuplicantesvocesquegritaban:

—¡Llévennosalamuerte!

Viniciosehincólasuñasenlaspalmasdelasmanos,puessentíaquelasfuerzas y la presencia de ánimo le iban abandonando. Todo lo que hastaentonces había sentido, todo su amor y toda su amargura se veían ahoratransformadosenunúnicodeseo:eldelamuerte.

En aquel momento sintió a su lado la voz del vigilante de las fosaspútridas,quedecía:

—¿Cuántoscadáverestenéishoy?

—Como una docena—contestó el guardián de la prisión—; pero habrámásantesdelamanecer,puesalgunosestánagonizandojuntoalasparedes.

Ycomenzóaquejarsedelasmujeres,queocultabanasushijosmuertosafindeconservarlosmástiempoasuladoyquenofuesenarrojadosalasfosaspútridas.

—Nosvemosobligadosadescubrirloscadáveresprimeroporelolor,yasíesteaire,tanviciadoya,sevuelvecadavezmásinfecto.Preferiría—añadió—seresclavoenalgunaprisiónruralqueseguircustodiandoaestosperros,queaquíseestánpudriendoenvida…

Elvigilantede lafosacomúnintentóconsolarlediciéndolequeélmismo

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noteníaunoficiomenosduro.

Mientras hablaban, Vinicio volvió a la realidad y empezó a registrarapresuradamente el subterráneo buscando a Ligia con la vista, temeroso,entretanto,denoencontrarlayaviva.

Algunos sótanos se hallaban comunicados por medio de pasadizosrecientemente hechos, y los conductores de cadáveres entraban sólo en lasprisionesendondehabíamuertosquerecoger.SeapoderóentoncesdeVinicioel temor de que aquel privilegio que había alcanzado después de tantosesfuerzos y tentativas fuera a resultar inútil. Felizmente, su jefe vino en suauxilio.

—Esnecesariosacaralosmuertosinmediatamente,sinoqueréisvosotrosmorir también junto con los presos —dijo—. La infección cunde más pormediodeloscadáveres.

—Somos tan sólo diez individuos para todos los sótanos—respondió elguardián—,ytenemosquedormir.

—Dejaréaquíacuatrodemishombres,querecorreránlossótanosdurantelanoche,afinderecogeratodoslosquevayanmuriendo.

—Sihaceseso,beberemosjuntosmañana.Sóloqueesnecesariosometertodo cadáver a la prueba; hemos recibido la orden de atravesar el cuello decadaunoantesdemandarlosalasfosaspútridas.

—Muybien,perobeberemosjuntos—dijoelvigilante.

Luego escogió cuatro hombres, y a Vinicio entre ellos, y se llevó a losdemásparaqueleayudaranacolocarloscadáveresensusféretros.

Vinicio respiró por fin. Ahora, por lo menos, estaba seguro de hallar aLigia.

Empezóporexaminarcuidadosamenteelprimersótano.Registróhastalosángulososcurosadondenollegabalaluzdelalamparilla.

Contempló a los que dormían junto a las paredes envueltos en burdostrajes, notando de paso que los enfermos de gravedad eran arrastrados a unapartadorincón.PeroLigianosehallabaenningunaparte.Enelsegundoyeneltercerosupesquisafueigualmenteinfructuosa.

Entretanto, era avanzada la hora y todos los cadáveres habían sido yaextraídos.Losguardianes,instaladosenloscorredoresquecomunicabanentresí los sótanos, dormían; los niños, cansados de llorar, callaban; nada seescuchaba ya, sino la respiración anhelante de aquellos pechos enfermos, yaquíyalláunmurmullodeoraciones.

Vinicio se adelantó con su lamparilla en lamano hasta el cuarto sótano,

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queeraconsiderablementemáspequeño.

Levantólaluz,empezóaexaminarloy,depronto,seestremeció,porqueleparecía ver, cerca de una abertura enrejada que había en el muro, lasgigantescasformasdeUrso.

Entonces,apagandosulamparillayacercándoseaél,dijo:

—¿Estásahí,Urso?

—¿Quiéneres?—preguntó.

Elgigantevolviólacabeza.

—¿Nomeconoces?

—¿Cómohedeconocertesihasapagadolaluz?

Pero en este instante vio el joven tribuno a Ligia recostada cerca de laparedyenvueltaenunmanto.Asípues,sindecirunapalabramás,searrodillójuntoaella.Ursolereconocióentonces,ydijo:

—¡LoadoseaDios!Masnoladespiertes,señor.

Vinicio,de rodillasasu lado, lacontemplabaa travésde las lágrimas.Apesardelaoscuridaddistinguiósurostro—quelepareciótanpálidocomoelalabastro—,ysusenflaquecidosbrazos.Y,alavistadelajoven,seapoderódeélunamorsemejanteaundolordesgarradorqueagitabasualmahastalomásrecóndito, pero al mismo tiempo tan lleno de piedad, de respeto y deadoración,que,sinpodercontenerse,seinclinóalsueloyllevóasuslabioslaorladelmantoenelquedescansabaaquella cabeza,paraélmásamadaquenadaenelmundo.

UrsocontemplólargotiempoaVinicioensilencio;masalfin,tirandodesutúnica,lepreguntó:

—Señor,¿cómohasentrado?¿Vienesasalvarla?

Eljovenselevantóentonces,y,despuésdelucharporespaciodealgunosmomentosconlaemociónqueleagitaba,dijo:

—Indícameelmedio.

—Creíquelohabíasencontradotú,señor.Solamenteunosemehavenidoalacabeza.

Y, al decir esto, se volvió hacia el enrejado que cubría la abertura de lamuralla,y,comosisecontestaraasímismo,agregó:

—Porallí…,peroallíhaysoldados…

—Uncentenardepretorianos.

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—Entonces,¿nopodríamospasar?

—¡No!

Elligioserestrególafrenteconlasmanosypreguntódenuevo:

—¿Cómohasllegadohastaaquí?

—Tengouna tesseradeentrada,quemehadadoelvigilantede lasfosaspútridas.

Deprontosecallócomosiunaideahubierapasadoporsucerebroeneseinstante,ydijoconprecipitadaentonación:

—¡PorlaPasióndelRedentor!¡Yaheencontrado!Mequedoensulugar.Quetomeellamitessera;puedeenvolverselacabezaconuntrapo,echarseunmantosobreloshombrosypasar.Entrelosesclavosquetransportancadávereshay varios muchachos de poca edad; así pues, los pretorianos no han derepararenelcambio,y,unavezqueellaseencuentreencasadePetronio,éllasalvará.

Peroelligiodejócaersobreelpecholacabezaydijocondesaliento:

—Ella no consentirá, porque te ama; y, además, está enferma eimposibilitada para levantarse. Si ni tú ni el noble Petronio habéis podidolibertarladelaprisión,¿quiénpodrá?—dijoalcabodealgunosinstantes.

—SolamenteCristo.

Yambosguardaronsilencio.

«Cristohapodidosalvaratodosloscristianos—pensóelligioenloíntimodesusencillopecho—;mas,puestoquenolossalva,claroestáquehallegadolahoradelmartirioydelamuerte».

Yaceptabapara símuerteymartirio, pero ledabapenahasta en lomásprofundo del alma aquella niña que había crecido en sus brazos y a quienamabamásqueasupropiaexistencia.

ViniciosearrodillódenuevojuntoaLigia.

Y, a través del enrejado de lamuralla, penetraron unos débiles rayos delunaqueiluminaronlaestanciamejorquelalamparillaqueardíaalaentrada.

Ligia abrió entonces los ojos y dijo, posando en el brazo del joven susmanosardientes:

—Teveo,Marco.Sabíaquevendrías.

Vinicio le tomó las manos, que oprimió contra su frente y su corazón;levantósucabezaylaretuvocontraelpecho.

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—Hevenido, amadamía—ledijo—. ¡QueCristo te guardey te liberte,Ligiaadorada!…

Y no pudo hablar más porque en su pecho el corazón era presa de unahondaagitacióndecongojaydeamor,yélnoqueríamanifestarpenaensupresencia.

—Marco,estoyenferma—dijoLigia—,ydeboperecer,oenlaarenaoenla cárcel. ¡He orado tanto al Señor pidiéndole queme dejara verte antes demorir!¡Yhasvenido!…Cristomehaescuchado…

Vinicio, incapaz aún de articular una sola palabra, seguía estrechándolacontrasupecho.

Ellacontinuóasí:

—YateviatravésdelaventanadelTullianum.Sabíaquequeríasvenir.Yahora el Redentor me ha concedido un momento de lucidez a fin de quepodamosdarnoseladióssupremo.¡MevoyhaciaÉl,Marco,peroteamoyteamarésiempre!

Viniciopudoalfindominarse;ahogósudoloryempezóahablarconvozalaqueseesforzópordarserenidad.

—No,queridamía, túnomorirás—ledijo—.El apóstolmeordenóquetuvierafeymeprometióquerogaríaporti.ElconocióaCristo;Cristoleamóynoquerrádesoírsuplegaria…Sitúhubierasdemorir,Pedronomehabríamandado que tuviera confianza; pero él me dijo: «¡Ten fe!». ¡No, Lisia!,Cristotendrácompasióndemí…Élnoquieretumuerte.Élnolapermitirá…TejuroporelnombredelRedentorquePedroestáorandoporti.

Sucedióunmomentodesilencio; laúnica lamparillaquependíasobre lapuertadeentradaseacababadeextinguir,peroporlaventanapenetrabanlosrayosdelaluna.Enelánguloopuestodelsótanounniñogimióyluegocalló.Desde fuera venían las voces de los pretorianos, quienes, después de haberhechosuturnodeservicio,jugabanalpiedelamurallaalscriptaeduodecim.

—¡OhMarco!—replicóLigia—.ElmismoCristodijoasuPadre:«Apartademis labios ese amargo cáliz»; y, sin embargo, lo apuró.ElmismoCristoperecióenlacruzymillaresdeseguidoresestánahoramuriendoporél.¿Porqué,entonces,habíadeexceptuarmeamí?¿Quiénsoyyo,Marco?AlpropioPedro le he oído decir que él también moriría en tortura. ¿Quién soy yocomparadaconél?Cuando lospretorianos fueronenbuscadenosotros tuvemiedoalatorturayalamuerte,peroahorayanolastemo.Miraquéterribleprisiónesésta,peroyomevoyalCielo.PiensaqueelCésarestáaquí,peroalláestáelRedentor,buenoymisericordioso.Allánohay torturanimuerte.Túmeamas;piensa,entonces,quéfelizvoyaser.¡OhamadoMarco!¡Piensa

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queallínosreuniremos!

Aquísedetuvoparatomaralientoconsupechoenfermo,y,llevandoaloslabioslasmanosdeljoven,dijo:

—¡Marco!

—¿Qué,amadamía?

—No llores por mí. Ten esto presente: allí estaremos juntos. Bien pocotiempohevivido;peroDiosmediotualma.Diré,pues,aCristo,que,almoriryo,túestabascercademí,presenciandomimuerte,yqueauncuandoellatecausó dolor, tú no blasfemaste contra El, acataste su voluntad y seguisteamándole siempre.Y le amarás, y sufrirás con pacienciamimuerte, ¿no esasí?PorqueÉlhadeunirnosallá.¡TeamoydeseoestarcontigoenelCielo!…

Faltó de nuevo el aliento a la joven, y dijo luego, con voz casiimperceptible:

—¡Júrameesto,Marco!

Viniciolaabrazótemblando,ydijo:

—¡Portuadoradacabeza,lojuro!…

Ysurostroseiluminóaltristefulgordelaluna,yunavezmásllevóasuslabioslamanodeVinicio,ysusurró:

—¡Soytuesposa!…

Del otro lado del muro los pretorianos que estaban jugando al scriptaeduodecimdiscutíanfuertemente;peroVinicioyLigiasehabíanolvidadodelaprisión,delosguardiasydelmundoentero,ysintiéndoseunalmaparecidaaladelosángeles,comenzaronarezar.

XXVI

Porespaciodetresdías,mejordicho,detresnoches,nadaturbósupaz.

Unavezterminadalafaenadiariadelacárcel,queconsistíaensepararlosmuertos de los vivos y a los gravemente enfermos de los que lo estabanmenos, y una vez que los fatigados guardianes se iban a dormir a loscorredores, el joven tribunoentraba en el sótanodeLigiaypermanecía conella hasta que las luces del alba asomaban por entre las rejas. La jovenapoyabasucabezaenelpechodeVinicioyamboshablabanenvozbajadelamorydelamuerte.

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Involuntariamente, suspensamientos, palabras, deseosy esperanzas iban,insensiblemente, desprendiéndose cada vez más de la existencia, y perdíanhasta la noción de ella. Eran ahora como dos navegantes que, habiendoabandonadolasplayasdesupatriaenunbarcoynoviendoyalaorilla,seibanhundiendo poco a poco en el infinito. Se habían ido transformandopaulatinamente en dos almas tristes y gemelas íntimamente unidas por unrecíprocoamor,ligadas,alpropiotiempo,aCristoyprontasparaemprenderelvuelo.

Sólopormomentoshabía enel corazóndeViniciovuelcosdedolorquesemejabantorbellinos.Otrasvecesseadvertíanenélllamaradasquecruzabancomo relámpagos de esperanza, nacidas de su amor y de la fe en el Dioscrucificado; pero luego se desprendíanmásymásde la tierra cadadía y seentregabanalamuerte.

Porlamañana,cuandosalíadelaprisiónyveíaelmundo,laciudad,susconocidos y los asuntos de la vida, creía estar soñando. Todo le parecíaentonces extraño, distante, vano y confuso. La tortura misma ya no leatemorizaba porque presentía que era una cosa que mientras se estuvierapasandoporella,elespíritusehallaríaabismadoenotrasideasylavistafijaenotrasperspectivas.

Lesparecíaaambosquelaeternidadhabíayaempezadoaenvolverlos.Yhablabandelamor,decómoseamaríanydecómoviviríanjuntos,peromásalládelatumba;ysiaintervalostornabanalatierrasuspensamientos,eranéstoscomolosdedospersonasquevanaemprenderunlargoviajeyquesepreocupandehacerlospreparativosparaelcamino.Además,losrodeabaunsilenciotal,comosisehallaranenmediodeundesierto,comodossolitariascolumnasapartadasdelmundoyolvidadas.

Su único anhelo se cifraba en que no los separase Cristo; y como cadainstantequepasabalosfortalecíaenestaconvicción,elamordeamboshaciaÉlseconvertíaenunfirmeeslabónquelosuníaenunainfinitaventurayunapazeterna.

Aunquesehallaban todavíaenelmundo,cadadíaparecíandesprendersemásdelpolvoterrenal.Ysusalmassehallabanpurascomolágrimas.Bajolaamenazadelamuerteydelterror,enmediodelaamargurayelsufrimiento,enelfondodeaquelantrosombrío,sehabíaabiertoelcieloparaambos,puesellahabíatomadoaViniciodelamanoylehabíaconducidocomounángelsalvadorhacialafuentedelavidaeterna.

PetronioseasombrabaalverenelsemblantedeViniciounatranquilidadcadadíamayoryunosextrañosreflejosquejamáshabíaadvertidoenélantes.PormomentosllegabaaconjeturarqueViniciohabíaencontrado,alfin,algúnmediodesalvaraLigia,ysesentíamortificadoalverqueeljovennolehabía

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confesadosusesperanzas.Porúltimo,incapazdecontenersepormástiempo,ledijo:

—Ahoratienesotroaspecto;notratesdeocultarmetussecretos,puesbiensabesquequiero,yquizápueda,ayudarte.¿Hasdispuestoalgo?

—Sí—contestóVinicio—; pero tú no puedes ayudarme.Después de sumuerte,confesarépúblicamentequesoycristianoeiréareunirmeconella.

—Entonces,¿yanoabrigasningunaesperanza?

—Por el contrario, las abrigo todas.Cristome dará aLigia y ya no nossepararemosjamás.

Petronioempezóapasearseporelatriumconunaexpresióndedesilusióneimpacienciaenelrostro,yluegodijo:

—TuCristo no hace falta para eso; elThanatos nuestro puede prestar elmismoservicio.

SonrióViniciotristemente,ydijo:

—No,querido,túnoquierescomprender.

—Ni quiero, ni puedo—respondió Petronio—. No son éstos momentosadecuadosparaladiscusión;pero¿teacuerdasdelolibertarladelTullianum?Yoperdíentoncestodalaesperanza,ycuandovolvimosacasa,túreplicaste:«PeroyocreoqueCristopuederestituírmela».Quetelarestituya,entonces.Siyoarrojoalmarunvasodevalor,ningunodenuestrosdioses tieneelpodersuficienteparadevolvérmelo;perosielvuestronoesmejor,noveoporquétendríayoquetributarlemayorhomenajequealosdemás.

—PeroÉlmelarestituirá—dijoVinicio.

Petronioseencogiódehombrosypreguntó:

—¿SabesqueloscristianosvanailuminarlosjardinesdelCésarmañana?

—¿Mañana?—repitióVinicio.

Ypresintiendoaquellacercanaytremendarealidad,sintióqueelcorazónseleestremecíadeangustiaydetemor.

PensóqueacasoseríaéstalaúltimanochequepasabaalladodeLigia.

YdespidiéndoseentoncesdePetronio,sedirigióapresuradamenteenbuscadelvigilantedelasfosaspútridas,afindepedirlesutessera.Peroleaguardabaunacontrariedad:elvigilantenolediolatessera.

—Perdóname, señor —le dijo—; he hecho por ti cuanto me ha sidoposible,peroahoranodeboarriesgarmivida.Estanocheloscristianosseránllevados a los jardinesdelCésar; los calabozos estarán llenosde soldadosy

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oficiales.Sillegasenareconocerte,mishijosyyoestaríamosperdidos.

Vinicio comprendió que era inútil insistir. No obstante, abrigaba laesperanzadequelossoldadosqueanteslehabíanvistoentrarleadmitiríansinpresentarelpase.Asípues,llegadalanoche,sedisfrazócomodecostumbre,con la túnica de sepulturero, atándose un paño alrededor de la cabeza, y seencaminóalaprisión.

Pero aquel día las tesserae fueron examinadas conmayor escrupulosidadque de ordinario; y lo que todavía fue peor, el centurión Escivino, soldadomuyseveroyquepertenecíaalCésarencuerpoyalma,reconocióaVinicio.Pero, evidentemente, en su pecho de hierro brillaba todavía una chispa decompasiónporelinfortunio.Porque,envezdegolpearconsulanzaelescudoensondealarma,condujoaparteaVinicioyledijo:

—Señor,vuelveatucasa.Tehereconocido;perocomonoquieroturuina,guardarésilencio.Nomeesposibledejartepasar;vuelve,pues,pordondehasvenidoyquieranlosdiosessuavizartudolor.

—No puedes permitirme la entrada —dijo Vinicio—, pero déjame,entonces,quedaraquísiquierayveraquiénesllevanfueradelaprisión.

—Noseoponeaesomiconsigna—exclamóEscivino.

Viniciopermanecióentoncesdelantedelapuertayaguardó.

A eso de medianoche se abrió de par en par aquella puerta y por ellasalieron gran número de presos: hombres, mujeres y niños. Los rodeabanpretorianosarmados.

Lanocheestabamuyclara,demodoquenosolamentepodíandistinguirlelasformas,sino tambiénhasta lossemblantesdeaquellosdesgraciados. Ibanenfilasdedosindividuos,formandounalargaytristeprocesión,enmediodeunsilenciointerrumpidotansóloporelruidodelasarmas.Yerantantos,quesehabríacreídoqueibanaquedarvacíoslossótanosdelEsquilino.

Entrelosqueformabanlaúltimafila,VinicioviodistintamenteaGlauco,elmédico,peroLigiayUrsonosehallabanentreloscondenados.

XXVII

NohabíaoscurecidoaúnyyalasprimerasoleadasdegenteacudíanalosjardinesdelCésar.

Lasmultitudes,vestidascontrajesdefiesta,coronadasdeflores,alegres,algunos ya ebrios, llegaban cantando, para ver el nuevo y magnífico

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espectáculoqueselespreparaba.

En la Vía Tecta, el puente Emilio, la ribera opuesta del Tíber, la VíaTriunfal, los alrededores del circo de Nerón y, más lejos aún, en lasinmediacionesdelmonteVaticano,seoían,losgritosde:Semaxii!Sarmentitii!

EnRomasehabíapresenciadoanteselespectáculodehombresquemadosenpostes,perojamássehabíavistounnúmerotanconsiderabledevíctimas.ElCésaryTigelino,ensudeseodeterminardeunavezconloscristianos,ytambién a fin de evitar el contagio que desde las prisiones empezaba apropagarse ya por la ciudad, habían dado orden de vaciar todos los sótanosdejandoenellostansólounadocenadeindividuosdestinadosalespectáculofinal.Asípues,unavezquelasmultitudeshubieronatravesadolosumbralesde los jardines cesáreos, quedaron mudas de asombro. Todas las callesprincipalesylateralesquehabíaenmediodeespesasarboledasyalolargodepradosyflorestas,piscinas,camposyplazasfloridas,estabanllenasdepostesrevestidosdeunacapadepezyalosquesehabíaatadoaloscristianos.

Enlospuntosmáselevados,endondelosárbolesnoocultabanlavista,selevantabanhilerasdeestospostes,decoradosconflores,mirtoyhiedra,queseextendían en la distancia, hasta el punto de que mientras los más cercanossemejabanmástiles de buques, los que estaban colocados amayor distanciaparecíantirsosolanzasdecolores.

Su número había desbordado las esperanzas de lamultitud. Se diría queunanaciónenteraestabaallíatadaaaquellospilaresparaentretenimientodeRomaydesuCésar.

Lamultitud de espectadores iba deteniéndose delante de algunos postes,cuando la edad o el sexo de la víctima despertaban su curiosidad.Entoncesmiraban los rostros, las coronas y las guirnaldas de hiedra y proseguían supaseodeinspección,preguntándose,llenosdesorpresa:

«¿Cómo es posible que haya habido tantos criminales, ni cómo concebirque tiernos niños, apenas capaces de caminar, hubieran puesto fuego aRoma?».

Ydelasombropasaban,porgrados,altemor.

Entretanto, había oscurecido ya y empezaban a brillar las estrellas en elfirmamento.

Cerca de cada uno de los condenados se colocó un esclavo, antorcha enmano,ycuandosedejóoírenvariospuntosdeljardíneltoquedetrompetas,porelque seanunciabaque ibaacomenzarel espectáculo, cadaunode losesclavos pegó fuego al pie del poste con la antorcha que llevaba. La paja,ocultabajo las floresyempapadaenpez, ardióconunabrillante llama,que

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fue aumentando por grados, llegó luego hasta la hiedra y, ascendiendoenseguida,empezóaabrasarlospiesdelasvíctimas.

La multitud se mantenía silenciosa; en los jardines resonó un gemidoinmenso y desgarradores gritos de dolor. Sin embargo, algunas víctimasalzabansus rostrosal firmamentoestrelladoyempezabanaoraryaentonarcánticosdealabanzaaCristo.

Elpuebloescuchaba.Perohastaloscorazonesmásendurecidossellenarondeterrorcuandodesdelospilaresmáspequeñosgritaronlosniñosconvocesdesgarradoras:

«¡Mamá!¡Mamá!».

Y un estremecimiento se apoderó aún de los espectadores que seencontraban ebrios, al ver aquellas cabecitas y aquellos rostros inocentesretorcerse de dolor o desmayarse asfixiados por el humo que empezaba aenvolverlos.Ylasllamassubíanysubíanyabrasabannuevascoronasderosasydehiedra.

La calle principal y las laterales aparecían ahora iluminadas; también loestabanlosgruposdeárboles,lospradosylasfloridasplazas;brillabaelaguade las piscinas, las hojas temblorosas de los árboles mostraban fulgoresrosados y se vio con claridad como en pleno día. Y cuando el olor de loscuerpos quemados llenó los jardines, los esclavos regaron los espacios quehabíaentrelospilaresconmirrayáloe,expresamentepreparados.

Entre lasmultitudes se oían aquí y allí gritos que no se sabía si eran desimpatía o de placer y satisfacción, que aumentaban a cada instante con elfuego que envolvía ya los pilares, trepaba hasta el pecho de las víctimas,encogía con su aliento abrasador el cabello de sus cabezas, velaba susennegrecidos rostros y subía y subía, como si quisiera demostrar con suvictoriaeltriunfodeaquellafuerzaquelehabíaordenadoatacaryvencer.

Desdeelprincipiodelespectáculo,elCésarsehabíapresentadoenmediodel pueblo enuna espléndida cuadrigadel circo, tiradapor cuatro soberbioscaballosblancos.Vestíadeauriga,conelcolordelosverdes,comofavoritodela corte y suyo.Le seguíanotros carros, llenosde cortesanosbrillantementeataviados, y de senadores, sacerdotes, bacantes desnudas y coronadas, quellevaban en las manos cántaros de vino, iban medio ebrias y daban gritossalvajes.

A su lado iban músicos, disfrazados de faunos y sátiros, que tocabancítaras,formingas,flautasycuernos.Enotroscarrosavanzabanlasmatronasylasdoncellasromanas,ebriastambiénymediodesnudas.

Juntoa las cuadrigas corríaunamultituddehombresqueblandían tirsos

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adornadosconcintas;otros tocaban tamborilesyotrosesparcíanfloresenelcamino.TodaaquellabrillantemultitudavanzabaalosgritosdeEvohé!porlaampliacalledeljardínllenadehumoyatravésdelasantorchashumanas.

El César, que tenía cerca de él a Tigelino y a Quilón, con cuyo terrorpensaba divertirse, iba guiando en persona los caballos. Avanzaba al paso,mirandoloscuerposqueardíanyescuchandolosgritosdelamultitud.Enpiesobreelespléndidoyelevadocarrodorado,circulandoenmediodeunmardegente que se inclinaba a sus pies, a los fulgores del fuego, llevando en lacabeza la corona de triunfador del circo, su figura descollaba sobre loscortesanos y el pueblo; parecía un gigante. Sus monstruosos brazos,extendidoshaciadelanteparasujetarlasriendas,parecíanestarbendiciendoalamultitud. Su rostro y sus ojos entornados sonreían; brillaba sobre aquellamuchedumbre como un sol o como una deidad terrible, pero espléndida ypoderosa.

A veces se detenía para contemplar conmás atención a alguna doncellacuyo seno había empezado a contraerse por las llamas, o el rostro de algúnniño que se retorcía convulsivamente, y enseguida proseguía su marcha,llevandotrasdesíunséquitoexcitadoyturbulento.Aintervalossaludabaalpueblo;luegosevolvíaunmomento,reteníalasdoradasriendasyhablabaconTigelino.Porúltimo,cuandollegóalagranfuentequehabíaenelcentrodedos calles que se cruzaban, bajó de la cuadriga y, haciendo una señal a susacompañantes,semezclóentrelamultitud.

Fue acogido con aplausos y aclamaciones. Las bacantes, las ninfas, lossenadores y augustanos, los sacerdotes, los faunos, los sátiros y soldados lerodearon,formandoentornosuyouncírculoenloquecedor;peroél,llevandoaTigelinoaun ladoyaQuilónalotro, siguióapiepor laorillade la fuente,cercadelacualestabanardiendoalgunasdocenasdeantorchashumanas.

Deteniéndosedelantedecadaunadeellas,empezóahacerobservacionesacerca de las víctimas, a burlarse del viejo griego, en cuyo semblante sepintaba una desesperación sin límites. Por último, hizo alto delante de unelevadomástildecoradoconhiedraymirto.

Las rojas lenguas de fuego sólo habían llegado hasta las rodillas de lavíctima; pero era imposible ver su rostro, porque los vástagos verdes, alquemarse, le habían llenado de humo. Sin embargo, al cabo de algunosinstantes, la ligerabrisade lanochedisipóelhumoydejóaldescubierto lacabezadeunhombredebarbablancaquelecaíasobreelpecho.Asuvista,Quilóncayóalsueloyenélseovillóyretorciócomounaserpienteherida,ydesubocaseescapóungritoquemásquehumanoparecíaungraznido:

—¡Glauco!¡Glauco!

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Enefecto, eraGlauco, elmédico, quedesde lo altodel poste ardiente lemiraba.

Todavía vivía. En su rostro se hallaba pintado el dolor, y se le veíainclinadohaciadelante,comosiquisieramirardefrenteporúltimavezasuverdugo,alhombrequelehabíatraicionado,quelehabíarobadosuesposaysus hijos, entregándole a unos asesinos, y que todavía, cuando todo esto lehabíaperdonadoennombredeCristo,lehabíaentregadoasusperseguidores.

Jamás persona alguna había podido inferir a otra más terribles ni mássangrientosagravios.Yahoralavíctimaardíaenaquelpilarembetunadoyelverdugosehallabaasuspies.

LosojosdeGlauconoseseparabandel rostrodeQuilón.Pormomentoslosocultabaelhumo;perocuandolabrisalodisipaba,Quilónvolvíadenuevoaveraquellosojosfijosenél.

Selevantóytratódehuir,masnotuvofuerzasparaello.Parecíaquesuspiernassehabíanvueltodeplomo;queunamanoinvisiblelereteníaalpiedeaquelmástilconsobrehumanafuerza.Sequedópetrificado.Sentíaquealgosedesbordabaenélyalgocedíaodesaparecía.Sentíaqueyaestabacansadodetorturas y de sangre; que el fin de su vida se aproximaba, que todo ibadesvaneciéndoseantesusojos:elCésar,lacorte,lamultitud,yasualrededorsólohabíaun terriblevacíonegro,yenél sóloveía losojosdeaquelmártirqueleestabanconvocandoajuicio.

YGlauco,bajandolacabezacadavezmás,seguíaconlosojosfijosenél.

Lospresentesadivinaronquealgopasabaentreaquellosdoshombres.

Larisamurióensuslabios,porqueenelsemblantedeQuilónhabíaalgoterrible,estabacontraídoporel terroryeldolorcomosiaquellaslenguasdefuego estuvieran abrasando su propio cuerpo. De repente empezó atambalearse,y,extendiendolasmanoshaciaarriba,exclamóconvozterribleydesgarradora:

—¡Glauco!…¡EnelnombredeCristo,perdóname!…

Se hizo el silencio alrededor.Un estremecimiento general se apoderó delos espectadores de aquella escena, y todos los ojos se alzaron,involuntariamente, hacia el mártir. La cabeza de éste se movió entoncesligeramentey,desdeloaltodelmástil,seoyóunavoz,parecidaaungemido,quedecía:

—¡Perdono!

Quilón dio con el rostro en tierra y aulló como una bestia feroz; luego,cogiendopuñadosdepolvoconlasmanos,loarrojósobresucabeza.

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Entretanto,lasllamasllegabanhastaarriba,seapoderabandelpechoydelrostro de Glauco; deshacían la corona de mirto que orlaba su cabeza yalcanzabanhastalascintasquehabíaenlacúspidedelpilar,quebrillóahoraconunfulgorintenso.

Quilón se puso en pie al cabo de algunos instantes, con el rostrotransfigurado hasta el punto de parecer otro hombre a la vista de losaugustanos. Brillaban sus ojos con una luz nueva en él, y su frente rugosaaparecía iluminadaporeléxtasis.Elpobregriegodehacíapocosmomentosaparecíaahoracomounaespeciedesacerdotequeacabaraderecibirelsoploinspiradordeundiosyquisierarevelaralgunasverdadesdesconocidas.

—¿Quésucede?¿Sehavueltoloco?—preguntaronmuchasvoces.

Pero Quilón se volvió hacia el pueblo, y alzando la mano derecha,exclamó,omejordicho,gritó,convoz tanpenetrante,quenosolamentefueoídaporlosaugustanos,sinoporlamultitudentera:

—¡Pueblo romano! ¡Te juro por mi muerte que están pereciendo aquívíctimasinocentes!Elincendiarioes…¡ése!…YseñalóconeldedoaNerón.

Sobrevino un momento de silencio. Los cortesanos se estremecieron.Quilóncontinuabaenpie,erguido,conelbrazoextendidoy temblorosoyeldedoseñalandoalCésar.

E inmediatamentesesucedióun tumulto.Elpueblo,con la impetuosidaddeunaolaimpelidaporunhuracánrepentino,seprecipitóhaciaelviejo,afindecontemplarlemáscerca.

Yaquíyalláseescucharongritosde:

—¡Arréstenlo!

—¡Aguanta!

Enotrospuntosclamaban:

—¡Aydenosotros!

Yentrelamultitudempezótambiénunatempestaddesilbidosydegritos.Yalasturbasrepetían:

—¡Ahenobarbus!¡Matricida!¡Incendiario!

Eldesordencrecíapormomentos.Lasbacantesdabanagudosalaridosyseocultabanenloscarros.

Depronto,algunosdelospostes,queyasehabíanquemadoporcompleto,empezaronalmismotiempoacaeryaesparcirchispasalrededor,aumentandoasílaconfusión.UnaciegayespesaoladegentearrastróaQuilónylellevóhastaelfondodeljardín.

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Lospostescontinuabanconsumiéndoseentodaspartes,yalcaerdetravésenlascallesdeljardínlasllenabandehumo,chispas,oloramaderayacarnequemada.Seextinguieronlaslucesmáspróximas,yenlosjardinesempezóaoscurecer.

Lamultitud,alarmada,intranquilaysombría,empezóadirigirsehacialaspuertas.

La noticia de lo acontecido pasaba de boca en boca, cambiada yaumentada.AlgunosdecíanquesehabíadesmayadoelCésar;otros,quehabíaconfirmadolaacusacióndelgriego,confesándoseautordelincendiodeRoma;otros, que había caído gravemente enfermo; otros, por fin, que le habíansacado de los jardines, en el carro, como muerto. Aquí y allá también seescuchabanahoravocesdesimpatíaenfavordeloscristianos.

«SinohabíansidoelloslosincendiariosdeRoma—sedecían—,¿porquétantasangre,torturaseinjusticias?¿Noseencargaríanlosdiosesdevengaralos inocentes? ¿Cuántos piacula serían ahora suficientes para apaciguar sujustacólera?».

Ylaspalabrasinnoxiacorporaeranrepetidascadavezconmásfrecuencia.Las mujeres manifestaban en voz alta su compasión hacia los niños, quehabían sidoarrojadosen tangrannúmeroa las fieras, clavadosencruces,oquemados en aquellos malditos jardines. Y finalmente la compasión setransformóenultrajesalCésaryaTigelino.

Habíatambiénpersonasque,deteniéndosedesúbito,sehacíanasímismasohacíanaotrasestapregunta:

—¿Qué clase de divinidad es ésta, que da tanta fuerzamoral para hacerfrentealastorturasyalamuerte?

Yvolvíanasuscasasmeditando…

Quilón,entretanto,vagabaporlosjardines,sinsaberadóndeirniadóndevolverlosojos.Sesentíadenuevoimpotente,débil,viejoyenfermo,Avecestropezaba con cuerpos parcialmente quemados; otras, contra una antorchaencendidaamediasyde laquebrotabaconelchoqueuna lluviadechispasque parecía seguirle; a ratos se sentaba y miraba a su alrededor con ojosextraviados.

Los jardines se hallaban ya casi totalmente a oscuras. La pálida lunaalumbraba con luz incierta las calles, los pilares ennegrecidos que habíaatravesados en ellasy lasvíctimas, parcialmentequemadasy convertidas endespojosnegroseinformes.Peroalviejogriegoleparecíaverreflejadoenlaluna el rostro deGlauco, fijos en él aún, con persistencia, los ojos: y huyóentoncesdelaluz.

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No tardó en abandonar también la sombra; y como si le impeliese unaocultafuerza,volvióhacialafuentejuntoalaqueGlaucohabíaentregadosualmaaDios.Depronto,sintióqueunamanoletocabaenelhombro.Sevolvióyviodelanteaunapersonaqueleeradesconocida.

—¿Quiénerestú?—exclamó,conaterrorizadoacento.

—PablodeTarso.

—¡Estoycondenado!…¿Quédeseas?

—Salvarte—contestóelApóstol.

Quilónseapoyócontraunárbol.Seledoblabanlasrodillasypendíansusbrazosalolargodesucuerpo.

—¡Paramíyanohaysalvación!—contestósordamente.

—¿No has oído referir cómoDios perdonó al ladrón crucificado que searrepintió?—preguntóPablo.

—¿Ysabestúloquehehecho?

—Hevistotudoloryescuchécómodeclarastelaverdad.

—¡Ohseñor!…

—Y si un siervo de Cristo, en la hora del martirio y de la muerte, haperdonadotusagravios,¿porquénohabrádeperdonarloselmismoCristo?

Quilón se llevó ambas manos a la cabeza y dijo con desesperadaentonación:

—¡Perdón!¡Sí,perdónparamí!

—NuestroDiosesunDiosdemisericordia—dijoelapóstol.

—¿Paramí?—repitióQuilón.

Y empezó a gemir convulsivamente, como un hombre a quien faltan lasfuerzasparadominarsudolorysussufrimientos.

—Apóyateenmí—dijoPablo—,yacompáñame.

Yllevándoleconsigo,sedirigióalcrucedecalles,guiadoporelrumordela fuente, que, en medio del silencio de la noche, parecía llorar por lasvíctimas,cuyosmartirizadoscadáveresllenabanaquellossitios.

—NuestroDios es unDios demisericordia—repitió el apóstol—. Si tepusierasa laorilladelmaraecharguijarros,¿podrías llegar jamásacolmarcon ellos sus inmensas profundidades? Pues yo te digo en verdad que lamisericordia de Cristo es como el océano, y que los delitos y faltas de loshombressehundenenÉlcomolosguijarrosenlosabismosdelmar.Tedigo

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quees comoel firmamento, que cubremontañas, tierrasymares, porque sehallaentodaspartes,ynotieneprincipionifin.TúhassufridoalpiedelpilardeGlauco.Cristohasidotestigodetusufrimiento.Sinrepararenloquepuedaserdetimañana,túdijiste:«Éseeselincendiario»,yCristonohaolvidadotuspalabras.Tufalsíaytumaldadsehandesvanecidoya;entucorazóntansóloquedaunpesarsinlímites…Síguemeyescuchaloquevoyadecirte:yosoyelhombre que aborreció a Cristo y persiguió a sus elegidos. Yo no le queríaentonces,yonocreíaenEl,hastaqueÉlsemeaparecióyme llamó.Desdeentonces,hasidoparamílamisericordia.Asítambién,Éltehavisitadoyhallevadoatualmalacompunción,lazozobrayeldolor,afindellamarteaSí.Túleaborrecistey,entretanto,Élteamaba.Túentregasteasusconfesoresalmartirio;peroÉlquiereperdonarteysalvarte.

Un sollozo inmenso agitó el pecho de aquel infortunado, sollozo quepareciólacerarhastalomáshondodesuser,peroPabloseapoderódeél, ledominó y le llevó consigo como un soldado que lleva tras de sí a unprisionero.

Alcabodealgunosinstanteshablódenuevoelapóstol:

—Venconmigo—ledijo—;yo teconduciréhastaEl. ¿Paraquéotro finmeheacercadoati?Cristomehaordenadoqueagrupelasalmasennombredel amor. No hago, pues, otra cosa que obrar en servicio suyo. Tú teconsiderascondenado,masyotedigo:creeytesalvarás.Tútecreesodiado,peroterepitoqueÉlteama.Mírame.Antesqueyoleposeyera,enmicorazónsólohabíamaldad.Ahorasuamorhaceenmílasvecesdepadreydemadre,depoderyderiqueza.SóloenÉlresideel refugioyelconsuelo.SóloÉlsecompadecedeturemordimiento,consideratumiseria,tealigerarádetupenayteelevaráhaciaSí.

Y diciendo esto, le condujo hacia la fuente, cuyos plateados raudalesbrillabandesdelejosalaluzdelaluna.

A su alrededor reinaba el silencio; los esclavos habían recogido ya loscarbonizados pilares y los cuerpos de losmártires.Quilón se arrodilló entresollozos, y ocultando el rostro en las manos, permaneció inmóvil. Pablo,entretanto,levantólosojosalcielo,ycomenzóaorar:

—¡OhSeñor!¡Miraaestehombredesdichado;apiádatedesudolor,desuslágrimas y de sus sufrimientos! ¡OhDios de bondad, que has derramado tusangre por nuestras culpas, perdónale por tu tormento, por tu muerte y turesurrección!

Yguardósilencio luego,permaneciendo largo tiempocon lavista fijaenlasestrellasyorando.Entretanto,asuspies,Quilónclamabaentregemidos:

—¡OhCristo!¡OhCristo!…¡Perdóname!…

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Pabloseaproximóentoncesalafuente,ytomandounpocodeaguaenlamano,sevolvióalinfelizarrodilladoasuspies,ydijo:

—¡Quilón!…¡YotebautizoenelnombredelPadre,delHijoydelEspírituSanto!¡Amén!

Quilón alzó la cabeza, abrió los brazos y permaneció así algunosmomentos. La luna daba de lleno sobre sus cabellos blancos y su rostroigualmenteblanco, tan inmóvilcomoeldeunmuertooeldeunaestatuadepiedra.

Yentretantohabíanpasadolashoras,ydesdelasgrandespajarerasdelosjardinesdeDomiciollegabahastaPabloyQuilónelcantodelosgallos.Yelgriegocontinuabaarrodilladoysinmovimiento.Porúltimoparecióvolverensí,ydirigiéndosealapóstol,preguntó:

—Señor,¿quédebohacerantesdemorir?

EstaspalabrashicieronsalirtambiénaPablodelameditaciónqueleteníaabstraído.Pensabaenelinmensopoderdivino,alquenohabíanosadoresistirnisiquieraespírituscomoeldeestegriego.Porúltimo,contestó:

—¡Tenfeyatestigualaverdad!

Ysalieronjuntos.Yaenlapuerta,elapóstolbendijodenuevoalanciano,yenseguidasesepararon.

ElmismoQuilóninsistióenello,porque,despuésdeloocurrido,sabíaqueelCésaryTigelinodaríanordendeperseguirle.

Ynosehabíaequivocado.Cuandovolvióasucasa,laencontrórodeadadepretorianos,queseapoderarondeél,ylellevaron,alasórdenesdeEscevino,alPalatino.

ElCésar se había retirado a descansar, peroTigelino aguardaba.Cuandovioalinfortunadogriego,leacogióconsemblantetranquiloperosombrío.

—Hascometidounatraición—dijo—,ynopodrásescaparalcastigo;perosi estás dispuesto a declararmañana en el anfiteatro que estabas borracho ytrastornado,yquelosautoresdelincendiofueronloscristianos,tucastigoselimitaráalosazotesyaldestierro.

—Nopuedohacereso,señor—contestóquedamenteQuilón.

Tigelinoseacercóaélconpasolento,yledijoenvozbajatambién,peroterrible:

—¡Cómo!¿Dicesquenopuedeshacerlo,perrogriego?¿Noestabasebrioentonces,ynocomprendesquécastigoteaguarda?¡Miraallí!

Yseñalóaunextremodelatrium,enelquecercadeunbancodemadera

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habíamedioocultosentrelapenumbracuatroesclavostraciosinmóviles,queteníancuerdasytenazasenlasmanos.

PeroQuilóncontestó:

—¡Nopuedo,señor!

LarabiaseapoderódeTigelino,perotodavíasecontuvo.

—¿Has visto—preguntó— cómo perecen los cristianos? ¿Quieresmorirtambiéndeesamanera?

Elviejoalzóelpálidorostro;porespaciodealgunosmomentosseagitaronsuslabiosensilencio,yluegocontestó:

—YotambiéncreoenCristo.

Tigelinolemiróllenodeasombroyexclamó:

—¡Perro!¡Tehasvueltoloco,enefecto!

Y de súbito, la cólera que había estado reprimiendo se desbordó en supecho.Deunsaltoseacercóalgriego,leasiódelabarbaconambasmanos,learrojóatierraylepisoteó,repitiendoconloslabiosespumajeantes:

—¡Teretractarás!¡Teretractarás!…

—¡Nopuedo!—contestóQuilón,desdeelsuelo.

—¡Llevadlealtormento!

A esta orden se apoderaron del viejo los tracios y le colocaron sobre elbanco.Luego,atándoleaélconlascuerdas,empezaronaatenazarlelasflacaspiernas. Pero él, cuando le estaban atando, les besaba humildemente lasmanos.Luego cerró los ojos y pareció estarmuerto. Pero aúnvivía, porquecuandoTigelinose inclinóhaciaélydenuevopreguntó:«¿Te retractarás?»,suspálidoslabiossemovieronimperceptiblementeenunsusurro:

—¡Nopuedo!

Tigelinoordenósuspenderlatortura,yempezóapasearsedeunextremoaotro del atrium, con el rostro descompuesto por la ira y la impotencia. Porúltimoseleocurrióunanuevaidea,yvolviéndosealostracios,dijo:

—¡Arrancadlelalengua!

XXVIII

El drama Aureolus se daba de ordinario en los teatros o anfiteatros de

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Roma,arregladosestosúltimosdemaneraquepudieranabrirseypresentaralpúblicodosescenariosseparados.Perodespuésdelespectáculoenlosjardinesdel César, se desechó el método usual, porque en este caso se trataba depermitirqueelmayornúmeroposibledeconcurrentespresenciaranlamuertedeunesclavoqueeneldramaeradevoradoporunoso.

Enlosteatros,elpapeldeosoeradesempeñadoporunactorenvueltoenunapieldefiera;peroestavezlarepresentaciónibaaserreal.EraunanuevaideadeTigelino.

Alprincipio,elCésarhabíaanunciadoquenoasistiría,peroluegocambiódepropósitoantelospersuasivosargumentosdelfavorito.Tigelinoleexplicóquedespuésdeloocurridoenlosjardines,conmayorrazóndebíapresentarseanteelpúblico,yleaseguróqueelesclavosacrificadonoleinsultaríaestavezcomolohabíahechoCrispo.

Elpopulachosehallabayabastantecansadoyahítodesangre;asípues,seleofrecióunanuevadistribucióndebilletesde loteríaydeobsequios,comoasimismounbanquete,pueselespectáculodebíaverificarseporlanoche,enelanfiteatrobrillantementeiluminado.

Aloscurecerseencontrabaatestadalasala;losaugustanos,conTigelinoasu cabeza, asistieron sin excepción alguna, no solamente atraído por elespectáculo propiamente dicho, sino también deseosos de manifestar suadhesión al César y su concepto acerca deQuilón, de quien hablaba Romaentera.

Semurmurabaentretanto,queelCésar,alvolverdelosjardines,habíasidodominado por una especie de frenesí; que no había dormido; que se veíaasaltadoporvisionesterroríficasyextrañas,yqueenvistadetodoesohabíaanunciado que a lamañana siguiente emprendería rápidamente su viaje a laAcaya. Pero otros negaban esto, afirmando que, por el contrario, estabadecididoahoraadesplegarmayorcrueldadcontraloscristianos.

Tampoco faltaban los pusilánimes, quienes auguraban que la acusaciónlanzada por Quilón a la cara del César podría tener las más desastrosasconsecuencias.Y,porúltimo,habíatambiénquienes,porhumanidad,rogabanaTigelinoquepusieratérminoalaspersecuciones.

—Ved adónde os encamináis —dijo Barco Sorano—. Habéis queridodesviar la cólera del pueblo y convencerle de que estabais castigando a losculpables:elresultadohasidocontraproducente.

—¡Cierto!—agregóAntistioVero—.Todosvanahoradiciéndosealoídoqueloscristianoseraninocentes.Siaesollamashabilidad,Quilóntuvorazóncuando aseveró que los sesos de todos vosotros cabían en una cáscara debellota.

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Tigelinosevolvióaellosycontestó:

—Barco Sorano, la gente también murmura que tu hija Servilia, y tuesposa,Antistio,hansustraídosusesclavoscristianosalajusticiadelCésar.

—¡Esonoescierto!—exclamóBarco,llenodealarma.

—Vuestras mujeres divorciadas quieren perder a mi esposa, cuya virtudenvidian—dijoAntistioVero,nomenosalarmado.

PerootroshablabandeQuilón.

—¿Quélehasucedido?—preguntóEprioMarcelo—.Élfuequienpusoalos cristianos en poder de Tigelino.Demendigo pasó a hombre opulento yhubiera podido terminar tranquilo sus días y contar con unos espléndidosfunerales y con una soberbia tumba. ¡Pero no! De pronto ha preferidoabandonartodoesoyperderse;¡seguramentesehabrávueltoloco!

—Noestáloco;sehahechocristiano—dijoTigelino.

—¡Esoesimposible!—exclamóVitelio.

—¿No os lo he dicho ya?—dijoVestinio a su vez—. Exterminad a loscristianos,siqueréis;perocreedme:nopodréis lucharconsudivinidad.Conellanoesposiblebromear.Vedloqueestásucediendo.YonoheincendiadoaRoma;perosielCésarlopermitiese,ofreceríainmediatamenteunahecatombea esa divinidad. Y todos vosotros debierais hacer lo mismo, porque, os lorepito:conellanoesposiblebromear.Recordadloqueoshedicho.

—Yo tambiénosdijealgomás—agregóPetronio—.Tigelino rioelotrodía cuando aseguré que estaban armándose. Y ahora os agrego: estántriunfando.

—¿Cómoeseso?¿Cómoeseso?—preguntaronmuchasvoces.

—¡PorPólux!…¡Asíes!PorquesiunhombrecomoQuilónnohapodidoresistirlos,¿quiénserácapazdeello?Siosimagináisquedespuésdecadaunode estos espectáculos no ha de seguir aumentando el número de cristianos,tomad el oficio deherrerouocupaosde afeitar barbas, pues entonces acasoestéismásenteradosdeloquepiensaelpuebloydeloqueestápasandoenlaciudad.

—¡Dice la pura verdad, por el sagrado peplo de Diana! —exclamóVestinio.

EntoncesBarco,volviéndoseaPetronio,preguntó:

—¿Adóndequieresllegar?

—Concluyo por donde habéis empezado vosotros: opino que ya se haderramadobastantesangre.

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Tigelinolemiróconaireburlónydijo:

—¡Eh!¡Todavíahacefaltaunpocomás!

—Si tu cabeza no basta, veo que en tu bastón hay otra —contestódesdeñosamente Petronio. Esta conversación se vio interrumpida por lallegadadelCésar,quefueaocuparsusitioencompañíadePitágoras.

InmediatamentedespuéscomenzólarepresentacióndeAureolus,alaqueno se prestó gran atención, porque el ánimo de los concurrentes se hallabapreocupadoconQuilón.Elpúblico,familiarizadoyaconelespectáculodelasangreylatortura,sesentíafastidiado.Yempezaronasilbar,aprorrumpirengritospocohalagadorespara lacorte,yapedir laescenadeloso,únicaqueofrecíainterésparaellos.DenohabersidoporlosobsequiosenperspectivaylaesperanzadeveraQuilón,aquellarepresentaciónnohabríalogradoretenerasuauditorio.

Porúltimo,llegóelmomentoesperado.Lossirvientesdelcircosacaronenprimer lugar una cruz de madera la suficientemente baja para que un oso,alzado sobre sus patas traseras, pudiera alcanzar el pecho delmártir. Luegodos hombres trajeron, mejor dicho, arrastraron a Quilón, que se hallabaimposibilitadoparamarchar,puesenlatorturalehabíanrotoloshuesosdelaspiernas.Leecharonsobrelacruzyenellaleclavaroncontalrapidez,queloscuriosos augustanos ni siquiera tuvieron tiempo de mirarle, y sólo cuandoquedóplantadalacruzenelsitioquesehabíadestinado,pudieronlosojosdetodosvolversehaciasuvíctima.

MasrarafuelapersonaquereconocióenaquelancianodesnudoalantiguoQuilón.DespuésdelastorturasqueTigelinohabíaordenado,parecíanohaberquedadoniunagotadesangreensurostro,ysolamenteensublancabarbaseadvertía una roja huella, que había dejado aquella sangre después que lehubieronarrancadolalengua.Atravésdelapieltransparente,casiseleveíanloshuesos.Parecía tambiénmuchomásviejo,casidecrépito.Anteriormente,susojosdirigíanmiradassiemprellenasdemalavoluntadydesconfianza,yensu rostro vigilante y receloso estaban permanentemente reflejadas laincertidumbreylaalarma.

Peroahora,ensusemblante,noquedabamásqueunaexpresióndedolor,pero tan suavey tranquilacomo lade losqueduermeno lade losmuertos.Acaso le infundíaconfianzael recuerdodeaquel ladróncrucificado,aquienCristoperdonódesdesucruz;acasoestabatambiéndesdeelfondodesualmadirigiéndose al Dios de la Misericordia, y hablándole así: «¡Oh Señor! Yomordícomounbichoponzoñoso;perotodamividafuidesgraciado.Yopadecíhambre, y las gentes me golpeaban, me pisoteaban y me maltrataban. Fuipobreydesventurado,y ahoramehan torturadoy crucificado,peroTú, ¡ohCristomisericordioso!,nohasderechazarmeenlahoradelamuerte».

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Y la paz pareció evidentemente haber descendido hasta su desgarradocorazón.

Nadiereía,porqueseadvertíaenaquelhombrecrucificadotaltranquilidadyseleveíatandecrépito,tanindefenso,tandébil,einspirabasuhumildadtalcompasión, que muchos se preguntaban, a pesar suyo, cómo era posibletorturarysacrificarahombresquedetodosmodoshabríandemorirpronto.

Lamultitudguardabasilencio.

Entre los augustanos, Vestinio, volviéndose a derecha e izquierda,susurrabaconvoztemerosa:

—¡Vedcómomueren!

Yotrosesperabanconansiedadlaentradadeloso,deseandoqueterminaracuantoantesaquelespectáculo.

El oso llegó, por fin, al circo, ymoviendo de un lado a otro la cabeza,inclinadahaciaelsuelo,mirabaasualrededor,sinlevantarla,comosibuscaraalgoenlaarena.Porúltimoviolacruzyelcuerpodesnudo.Seaproximóysealzóenseguidasobresuspatastraseras,masvolvióluegoasuposiciónnatural,yechándosealpiedelacruzempezóagruñir,comosihastaensucorazóndefierasehubieradejadosentir lavozde lacompasiónhaciaaqueldespojodehombre.

De pronto, los esclavos del circo empezaron a gritar azuzando a la fieraconsusgritos.Perolosespectadoressemantuvieronsilenciosos.

Entretanto,Quilónhabíalevantadoconlentitudlacabezay,porespaciodealgunos instantes, recorrió con la vista la concurrencia. Por último, sedetuvieronsusojosenunpuntosituadoenunade las filasdeasientosde lapartemásaltadelanfiteatro,yentoncessucedióalgoquecausólaadmiraciónyelasombrode losespectadores.Su rostrose iluminóconunasonrisa;unaaureoladeluzrodeósufrente;susojossealzaronalcieloantesdemorir,y,alcabo de algunos instantes, dos gruesas lágrimas que habían asomado a suspárpadossedeslizaronlentamenteporsurostro.

Yexpiró.

Enesemismomomento,unavaronilyresonantevozsedejóoírdesdelapartemásaltadelvelarium.

—¡Pazalosmártires!—exclamó.

Enelanfiteatroreinabaunprofundosilencio.

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XXIX

Después del espectáculo dado al pueblo en los jardines del César, lasprisionesquedaroncasivacías.Ciertoesquetodavíaseguíanapoderándoseyencarcelandovíctimas sospechosasdepracticar la supersticiónoriental, perolaspersecucionesdedíaendíadabanporresultado lacapturadeunnúmeromenordepersonas,númeroapenassuficienteparalosespectáculospróximos,quedebíansucederseconrapidez.

El pueblo, harto ya de sangre,manifestaba un cansancio creciente y unaalarma que cada día tomaba proporcionesmayores a causa de la actitud sinprecedentes de los condenados. Y temores semejantes al del supersticiosoVestinioseapoderarondemillaresdeindividuos.

Entre las multitudes se referían consejas maravillosas con respecto a laíndole vengativa delDios de los cristianos. El tifus de las prisiones, que sehabíaextendidoporlaciudad,aumentóeltemorgeneral.

ElnúmerodefuneralesaumentabaincesantementeyserepetíadebocaenbocalaafirmacióndequeseríannecesariosnuevospiaculaparaapaciguaraldesconocidoDios.EnlostemplossehicieronofrendasaJúpiteryaLibitina.Y,porúltimo,adespechodetodoslosesfuerzosdeTigelinoydesussecuaces,seguía propagándose en el pueblo la opinión de que la ciudad había sidoincendiada por orden del César y de que a los cristianos se les estabacastigandoinjustamente.

Pero, por esa misma razón, el César y Tigelino no cesaban en laspersecuciones.Paracalmarlasmultitudesseordenaronnuevasdistribucionesdetrigo,aceitunasyvino.Paraayudaralospropietariossepublicaronnuevosreglamentos llenos de ventajas para la reconstrucción de los edificios, asícomootrasdiversasdisposiciones relativasa laanchurade lascallesya losmateriales que debieran emplearse en la construcción, a fin de evitar lapropagacióndeincendiosenelfuturo.

ElCésarenpersonaasistíaa las sesionesdelSenadopara tomarconsejoconlospatresacercadelamejormaneradepromoverelbienestardelpuebloydelaciudad;peronisiquieraunasombradeclemenciasedejóverenfavordeloscondenados.El señordelmundosehabíapropuesto firmemente,ysobretodas las cosas, dejar arraigada en el ánimo del populacho la convicción deque tan implacables castigos sólo podían ser infligidos a los verdaderoscriminales.

EnelSenadonosedejóescucharningunavozenfavordeloscristianos,porquenadiequeríaofenderalCésar,y,además, todosaquellosquemirabanhaciaelfuturoconojoprevisorinsistíanenlacreenciadequelosfundamentos

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deladominaciónromananopodríanprevalecercontralanuevafe.

Losmuertos y losmoribundos eran entregados a sus parientes, pues lasleyesromanasnocomprendíanensuvenganzaaloscadáveres.

Vinicio experimentó una especie de triste consuelo al pensar en que siLigiamoríapodríasepultarlaenlatumbadesufamiliaydescansarasulado.Yyanoabrigabalamenoresperanzadesalvarla.Desprendidoamediasdelaexistencia, consagrado por entero a Cristo, no soñaba ya en otra unión conLigiasinoenlaeterna.Sufeyanoreconocíalímites;anteella,laeternidadleparecíaalgoincomparablementemásciertoymásrealquelavidafugazquehabíallevadohastaentonces.Sucorazóndesbordabaconfervorreligioso.Yaenvidasehabíatransformadoenunserinmaterialque,deseandoparasíunaliberacióncompleta,ladeseabatambiénparaelalmaqueamaba.

SeimaginabaqueélyLigiasetomaríandelasmanoseiríanalCielo,y,allí,Cristolesbendeciríaylesdejaríavivirenunmundodeluztanserenoeinmensocomolaluzdelaaurora.SolamenteimplorabaaCristoqueevitaseaLigialostormentosdelcircoyladejaradormirdulcementesusueñoeternoenlaprisión.Abrigabalaplenacertidumbredequemoriríaalmismotiempoqueella.

Nocreía,envistadelmardesangrequesehabíaderramado,quesóloellaseríaperdonada.HabíaoídodeciraPedroyaPabloqueellosmismosdebíantambiénmorirconlamuertedelosmártires.YlavistadeQuilónenlacruzlehabía convencido de que hasta la muerte del mártir podía ser una dulcemuerte, de ahí que la deseara para Ligia y para élmismo, como el cambiodeseadodeundestino,triste,adversoyopresivoaotromejor.

Pormomentosseanticipabasuespíritualaexistenciaquepreveíamásalládelatumba.Esatristeza,queahorasecerníasobresusalmas, ibaperdiendopaulatinamente su anterior amargura y transformándose, por grados, en unaentregatranquilayultraterrenaalavoluntaddeDios.

Vinicio, que antes había luchado de tan esforzada manera contra lacorriente,porfinsehabíadejadollevarporella,convencidodequehabíadeconducirlehacialacalmaeterna.

Adivinaba, asimismo, que Ligia, como él, estaba preparándose para lamuerte, y que, a pesar de lasmurallas de la prisión que los separaban, ibanambos avanzando juntos, y esa idea le hacía sonreír como si estuvierasonriendoalafelicidad.

Y, en verdad, iban avanzando juntos, con tanta conformidad como si adiariohubieranestadocambiandoideas.

La propiaLigia no alimentaba ningún deseo ni esperanza alguna que no

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fueran la esperanza de la vida de ultratumba. Lamuerte se presentaba a lajoven no tan solamente como una liberación de las terribles murallas deaquellacárcelydelasmanoscriminalesdelCésarydeTigelino,sinotambiéncomolahoradesumatrimonioconVinicio.

Enpresenciadeesa inconmoviblecertidumbre, todo lodemáscarecíadeimportancia.Despuésdelamuertevendríasufelicidad,yunafelicidadque,enciertomodo,sehallabatambiénvinculadaalafelicidadterrenaldequeellanohabíadisfrutado;porestarazónlaesperabacomounanoviaaguardaeldíadesusnupcias.

Yesa inmensacorrientedefe,quearrancabade las realidadesde lavidaterrenalyllevabahastamásalládelatumbaamillaresdeaquellosprimerosconfesoresdeCristo,arrastrabatambiénaUrso.

Sucorazónbuenoysencillonosehabíaresignadoantelaideadelamuertede Ligia; pero cuando día a día atravesaban las murallas de la prisión lasnoticias de lo que estaba aconteciendo en los anfiteatros y en los jardines;cuando la muerte parecía ser el común e inevitable destino de todos loscristianosytambiénsusalvación,másaltaquetodaslasdemásconcepcionesterrenasdelafelicidadeterna,élnoseatrevíayatampocoarogaraCristoqueprivaseaLigiadeaquellafelicidad,oquelaaplazaraporlargosaños.Ensualma ingenua de bárbaro pensaba, además, que a la hija del jefe ligio lecorrespondía,deaquellascelestialesdelicias,unaparticipaciónmuchomayorquelaquemerecería todaunamultituddeseresvulgarescomoél,yque,enmediodelaeternabienaventuranza,ellaestaríasentadamáscercadelCorderoqueotros.

CiertamentehabíaoídodecirqueanteDiostodosloshombreseraniguales;peroenelfondodesualmaseguíaconvencidodequelahijadeljefedetodoslos ligios no podría ser igual a cualquier esclava. Y esperaba también queCristolepermitiríaseguirsirviendoaLigia.

Por otra parte, su único deseo secreto eramorir como el Cordero, en lacruz.Peroestoleparecíaunafelicidadtangrande,queapenassiosabapedirlaen sus oraciones, a pesar de saber que en Roma hasta los más atrocescriminaleserancrucificados.

Pensaba, con seguridad, que le condenarían a morir destrozado por lasbestias feroces; y éste era su pesar íntimo. Desde su niñez había vivido enbosquesimpenetrables,enmediodeincesantescacerías,enlasque,graciasasusfuerzassobrehumanas,sehabíahechofamosoentrelosligios,aunantesdellegara lavirilidad.Esaocupaciónhabía llegadoaser tanagradableparaél,queúltimamente,durantesuestanciaenRoma,viéndoseobligadoarenunciara ella, gustabade ir a losviverosy a los anfiteatrosy contemplar las fierasconocidas y las desconocidas. Y la vista de ellas despertaba siempre en su

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ánimoeldeseoirresistibledelucharydematar.Asípues,ahora,enelinteriordesualma,leasaltabaeltemordequealencontrarlasenelanfiteatrosevieratentado con pensamientos indignos de un cristiano, cuyo deber era morirpiadosaymansamente.PeroseencomendabaaCristo,yotrospensamientosmásagradablesveníanaconfortarlo.

HabiendooídodecirqueelCorderohabíadeclaradolaguerraalospoderesdel infierno y a los espíritus malignos, entre los que la fe cristiana incluíatodas las divinidades paganas, pensó que en esa guerra él podría servir alCorderoyservirlemejorqueotros;porquenopodíadejardecreerquesualmano fueramás fuerteque lasalmasde losotrosmártires.Finalmente,durantedías enteros prestaba sus servicios a los presos, ayudaba a los carceleros yconsolabaasureina,quienselamentaba,enocasiones,denohaberpodido,ensucortavida,realizartantasbuenasaccionescomolacélebreTabita,dequienlehabíahabladoPedroelapóstol.

Hastalosguardianesdelaprisión,quetemíanlasterriblesfuerzasdeestegigante, ya que contra ellas de nada servían rejas ni cadenas, llegaronfinalmenteacobrarleafectoporsumansedumbre.

Asombrados por su índole pacífica, se preguntabanmásde unavez cuálseríalacausadeella.Yélleshablabacontanfirmeconviccióndelavidaquele aguardaba después de la muerte, que le escuchaban maravillados,comprendiendoporprimeravezquelafelicidadpodíapenetraratravésdelasmurallasdeunamazmorra,hastalaquenollegabanlosrayosdelsol.

YcuandoéllosexhortabaaquecreyeranenelCordero,solíaasaltaramásdeunolaideadequelosserviciosqueestabandesempeñandoeranserviciosdeesclavos;susvidas,lasvidasdeunosdesgraciados,yseponían,finalmente,ameditar acercade su fataldestino, cuyoúnico términoera lamuerte.Y lamuerte,paraellos,notraíaotracosaqueuntemornuevo,ynadalesprometíamás allá de la tumba; en tanto que aquel gigante ligio y aquella virgen,semejante a una flor arrojada sobre la paja de la cárcel, iban hacia ella conalegría,comosiseencaminaranalaspuertasdelafelicidad.

XXX

Unanoche,Escevino,elsenador,visitóaPetronioytuvoconélunalargaconversación,enlaqueambostratarondelosdurostiemposenquevivían,yhablarondelCésar.

Escevinoseexpresócontanabiertafranqueza,que,aunqueeraamigodePetronio, éste se puso en guardia. Se quejaba Escevino de que se estaba

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llevando una existencia de locuras e injusticias, y que todo aquello bienpudieraterminarenunacatástrofeaúnmásterriblequeelincendiodeRoma.Y agregaba que hasta los augustanos se hallaban descontentos; que FenioRufo,segundoprefectodelospretorianos,soportabaconelmayoresfuerzolasinfamesórdenesdeTigelino,yquetodoslosparientesdeSénecasehallabanen un estado de consternación extrema a causa de la conducta que elCésarestabaobservando,tantoconsuantiguomaestro,comoconelmismoLucano.

Finalmente empezó a hacer alusiones al descontento que reinaba en elpueblo,yaunentrelospretorianos,cuyavoluntad,ensumayorparte,sehabíaganadoyaFenioRufo.

—¿Porquémeestásdiciendoeso?—preguntóPetronio.

—EninterésdelCésar—contestóEscevino—.TengoentrelospretorianosunparientelejanoquetambiénllevaelnombredeEscevino,yporélséloqueocurreenelcampamento.Eldesagradocundeallídeigualmanera.Calígula,comosabes,estuvotambiénloco,ytambiénsabesloquesucedió.SepresentóCasioQueroneo…Ese fue un hecho terrible, y por cierto que no hay entrenosotros persona alguna que pueda ensalzarlo; y, sin embargo, CasioQueroneolibertóelmundodeunmonstruo.

—¿Quieres decir, entonces, que tus palabras tienen este significado: «YonoalaboaCasioQueroneo;peroélfueunhombreperfecto,ypluguieraalosdioses darnos tantos hombresde ese temple como seaposible»?—preguntóPetronio.

PeroEscevino cambió el temade la conversacióny empezó enseguida aelogiaraPisón,exaltandoasufamilia,encomiandolanoblezadesuespíritu,elcariñoqueteníaporsuesposa,y,finalmente,suinteligencia,suserenidadysuadmirabledondegentes.

—ElCésarnotienedescendencia—agregó—,ytodoelmundomiracomosucesorsuyoaPisón.Yesindudabletambiénquetodoslesayudaríanconelmás decidido empeño a subir al poder. FenioRufo le ama; los parientes deAnneo le son completamente adictos. Plaucio Laterano y Tulio Senecio sedejaríanecharalfuegoporél;deigualmaneraNatal,SubrioFlavio,SulpicioAsper,AfriniaQuincioyaunVestinio.

—De este último bien poco ha de resultar en favor de Pisón—replicóPetronio—.Vestiniotienemiedohastadesupropiasombra.

—Vestiniotemelossueñosylosespíritus—contestóEscevino—,peroesun hombre práctico a quien el pueblo, muy cuerdamente, quisiera nombrarcónsul. El hecho de que desde el fondo de su alma sea contrario a laspersecucionesdequesehahechovíctimaa loscristianosdebieraserpara tiunacualidadquetepredispusieraensufavor;puesatitambiénteimportaque

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ceseyaestalocura.

—No a mí, sino a Vinicio —contestó Petronio—. Por consideración aVinicioquisierasalvaraciertadoncella,masnopuedo,puesheperdidoyaelfavordeAhenobarbus.

—¿Cómo es eso? ¿No has notado que el César se te acerca ahoranuevamente y empieza a conversar contigo? Y te diré por qué. Se estápreparandoparaelviajeaAcaya,dondepiensaentonarloscánticosengriegode que es autor. Arde ya en deseos de emprender ese viaje; pero tiemblatambiénalpensarenlaíndolecínicadelosgriegos.Seimaginaqueallíhadealcanzar, o el mayor de los triunfos, o la más tremenda de las derrotas.Necesita,pues,buenosconsejosysabequeningunosabrádárselosmejorquetú.Éstaeslarazónporlaqueyaempiezasarecobrarsufavor.

—Lucanopodríaocuparmipuesto.

—BarbasdeCobreaborreceaLucano,yenelfondodesualmatieneyadictadalasentenciademuertecontraelpoeta.Sóloestábuscandoelpretexto,porqueyasabesqueélnecesitatenersiempreunpretexto.Lucanosedacuentadequehayquedarseprisa.

—¡PorCástor!—dijo Petronio—. Esmuy posible. Pero yo podría tenerotromedioderecobrarprontamentesufavor.

—¿Cuál?

—RepitiendoaBarbasdeCobrecuantoacabasdedecirme.

—¡Yonadahedicho!—exclamóEscevino,alarmado.

Petroniopusounamanoenelhombrodelsenadorydijo:

—TúhasllamadolocoalCésar;túhasprevistolasucesióndePisónyhasdicho:«Lucanocomprendequehayquedarseprisa».¿Quécosasquisierastúapresurar,carissime?

Escevinosepusopálido,y,poruninstante,ambossemiraronfijamenteenlosojos.

—¡Túnolorepetirás!

—¡Por las caderas de Venus, no lo repetiré, por cierto! ¡Qué bien meconoces! No; yo no he de repetirlo. Nada he oído, y, por otra parte, nadaquierooírtampoco…¿Entiendes?Lavidaesdemasiadocortaparaqueenellase encuentre tiempo de iniciar empresa alguna que valga la pena. Te pidosolamentequehoymismovisitesaTigelinoyconversesconél tanto tiempocomoelquehasempleadoenconversarconmigoacercadeltemaquemejorteplazca.

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—¿Porqué?

—AfindequesialgunavezTigelinomedice:«Escevinoestuvocontigo»,puedayocontestarle:«Contigotambiénestuvoelmismodía».

Escevino,alescucharestaspalabras,rompióelbastóndemarfilqueteníaenlamanoydijo:

—¡Reniegode este bastón! Iré a ver aTigelinohoymismo;ymás tardeasistiréalafiestadeNerva.Supongoquetambiénirástú.Entodocaso,adiós,hasta que nos encontremos en el anfiteatro, en donde se presentarán pasadomañanalosúltimoscristianos…¡Adiós!

—¡Pasado mañana! —repitió Petronio cuando se halló solo—. No haytiempoqueperder.En efecto,AhenobarbushadenecesitarmeenAcaya, deahíelquedeseecontarconmigo.

Ydecidiótentarelúltimorecurso.

En efecto, en la fiesta de Nerva, el César pidió que Petronio viniese ainclinarsefrenteaél,puesdeseabaconversarconelárbitroacercadeAcayayde las ciudades en las que pudiera presentarse con mayor probabilidad deéxito.Lepreocupabanmásquenadalosatenienses,aquienestemía.Algunosde los augustanosmantenían atento oído a esta conversación, con objeto deretener lasmigajasde las opinionesdel árbitroypresentarlas después comoopinionespropias.

—Parécemequenohevividohastaahora—dijoNerón—;ymeimaginoquevoyanacersolamenteenGrecia.

—Allí vas a nacer a una nueva gloria y a la inmortalidad —contestóPetronio.

—Confíoenqueestoresultecierto,yqueApolonosemuestreenvidioso.Sideallíregresotriunfante,leofreceréunahecatombe,comoantesnolahayatenidoningúnotrodios.

EscevinoempezóentoncesarepetirlosversosdeHoracio:

SictedivapotensCypri,

SicfratresHelena,lucidasidera,

VentorumqueregatPater…

—Elbarcoya se halla dispuesto enNápoles—dijo elCésar—.Quisierapartirmañanamismo,siellofueseposible.

Aloíresto,Petronioselevantó,y,mirandofijamentealosojosdeNerón,dijo:

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—Permíteme,¡ohdivinidad!,celebrarunafiestanupcial,alaqueteinvitanatiantesqueatodoslosdemás.

—¿Unafiestanupcial?¿Quéfiestanupcial?—preguntóNerón.

—LadeVinicioconaquel rehén tuyo,con lahijadel rey ligio.Ellaestáactualmenteenunaprisión,escierto;pero,ensucalidadderehén,nosehallasujetaaencarcelamiento.Ensegundolugar, túmismodispusistequeVinicioseunieseaellaenmatrimonio,ycomotussentenciassoninmutablescomolasde Zeus, tú has de ordenar que salga de la prisión y yo la entregaré a suamante.

LasangrefríayeltranquilodominiodesímismoconquePetroniohablabainmutaronaNerón,quienseinmutabasiemprequealguienlehablabadeestamanera.

—Yasé—dijo,bajandolosojos—.HepensadoenellayenaquelgigantequematóaCrotón.

—En ese caso, ambos están salvados—contestó Petronio con tranquiloacento.

PeroTigelinoacudióenayudadesuseñor,diciendo:

—EllaestáenunaprisiónporvoluntaddelCésar,ytúmismolohasdicho,¡ohPetronio!,quesussentenciassoninmutables.

Todos los circunstantes, que conocían la historia de Vinicio y de Ligia,comprendieron perfectamente de qué se trataba; así pues, guardaron unsilenciollenodeinterésporconocerelresultadodeaquellaconversación.

—EllaestáenunaprisióncontralavoluntaddelCésar,yporcausadeunerror tuyo, debido a tu ignorancia de la ley de las naciones —replicóenfáticamente Petronio—.Tú eres un necio, Tigelino; pero, con todo, estoysegurodequetúmismonointentarásafirmarqueellaincendióRoma,ysitalhicieras,ciertamentequenotelohabríadecreerelCésar.

PeroNerón sehabía repuestoyayempezabaa entornar susojosmiopesconunaexpresióndeindeciblemaldad.

—Petroniotienerazón—dijo,alcabodealgunosinstantes.

Tigelinoledirigióunamiradallenadesorpresa.

—Petronio tiene razón—repitióNerón—.Mañana se abrirán las puertasde la prisión; y, en cuanto a la fiesta nupcial, hablaremos de ella al díasiguienteenelanfiteatro.

«Heperdidonuevamente»,pensóPetronio.

Yalvolvera sucasacreyó tanseguroquehabía llegadoel findeLigia,

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quemandó al anfiteatro a unode sus libertos de confianza con el objetodenegociarconeljefespoliariumlaentregadelcadáverdelajoven,quedeseabaentregaraVinicio.

XXXI

En tiemposdeNerón, tantoenel anfiteatrocomoenel circo sehicieronfrecuenteslosespectáculosnocturnos,quehabíansidoraroshastaesaépocayse habían dado solamente en casos excepcionales. A los augustanos lesgustaban porque, frecuentemente, eran seguidos de banquetes y orgías quedurabanhastaelamanecer.Yaunqueelpueblosehallabayahartodesangre,cuandoseextendiólanoticiadequeseaproximabaelfindelosjuegosyquelosúltimoscristianosibanaperecerenunafiestanocturna,unaconcurrenciainmensaseagolpóenelanfiteatro.

Losaugustanosacudíansinfaltarunosolo,porquecomprendíanqueaquélno iba a ser un acontecimiento vulgar y sabían que el César había resueltohacerseasímismounespectáculodelsufrimientodeVinicio.

Tigelinohabíamantenidoenreservalaíndoledelcastigoqueseintentabainfligir a la prometida esposa del joven tribuno, y esa reserva contribuyó adespertarmayorcuriosidadenelpúblico.

LosquehabíanconocidoaLigiaencasadeAuloPlauciodecíanprimoresdesubelleza.Aotroslespreocupaba,antetodo,lacuestióndesi,enrealidad,iríanaveraLigiaenlaarenaaquellanoche;porquemuchosdelosquehabíanoídolarespuestaqueelCésardieraaPetronioencasadeNervalaexplicabande dos maneras: algunos suponían simplemente que Nerón daría, o quizáhabría dado, la doncella aVinicio; recordaban que ella era un rehén, y, porconsiguiente, disfrutaba de plena libertad para adorar a cualquiera de lasdivinidadesquefuesendesuagrado,yquelaleydelasnacionesnoautorizabasucastigo.

La incertidumbre, la expectación y la curiosidad dominaban a todos losconcurrentes.

ElCésarllegómástempranoquedeordinario,einmediatamentedespuésde su presentación en el anfiteatro, los concurrentes se decían al oído que,evidentemente,ibaasucederalgoextraordinario,porqueademásdeTigelino,ydeVatinio,elCésar traíaconsigoaCasio,centurióndegrancorpulenciaygigantescasfuerzas,aquienhacíavenirsolamenteenloscasosenquedeseabatenerasu ladoundefensor,comoporejemplo,cuandoemprendíaalgunadesus expediciones nocturnas al Suburra o cuando disponía el entretenimiento

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llamadosagatio,queconsistíaenmantearalasdoncellasqueencontrabaenelcamino,sirviéndoseparaellodelmantodeunsoldado.

Se notaba, asimismo, que en el anfiteatro propiamente dicho se habíantornado ciertas precauciones. El número de guardias pretorianos había sidoaumentado,yteníaelmandodeellosnouncenturión,sinoeltribunoSubrioFlavio, conocido hasta entonces por su ciega adhesión al César. Secomprendió entonces que Nerón deseaba en todo caso ponerse a cubiertocontra cualquier estallidode desesperaciónpor parte deVinicio, y esto hizoavivarmáslacuriosidad.Todaslasmiradassefijabanansiosamenteenelsitiodonde estaba sentado el desdichado amante. Éste se hallaba mortalmentepálido, cubrían su frente gotas de sudor y estaba inseguro como los demásespectadores,sintiéndose,además,dominadoporunaprofundazozobra.

ComoPetronionosabíaexactamenteloqueibaasuceder,noledijonada.Sólo le preguntó al volver del lado de Nerva si estaba dispuesto a todo, yluego, si pensaba quedarse hasta el fin del espectáculo. A estas dosinterrogaciones, el joven tribuno contestó afirmativamente; pero unestremecimiento recorrió todo su cuerpo, pues adivinó que Petronio teníarazónparahacerambaspreguntas.

Por espacio de algún tiempo no había vivido, puede decirse, sino con lamitaddesuser;sehallabahundidoyaenlasprofundidadesdelnoexistirysehabíareconciliadotambiénconlaideadelamuertedeLigia,desdequelaunaylaotramuerteeransinónimasdeliberaciónydematrimonio.Peroahorasetratabadeotrasituación,ypudoconvencersedequeunacosaerapensarenelmomentopostrerocuandosehallabadistante—comoenunapaciblesueño—,yotra,sertestigodeltormentodelserqueamabamásquelapropiavida.

Todoslossufrimientosqueanteshabíasoportadoparecieronrevivirenél.Ladesesperaciónque en su alma se había calmadoun tanto, ahora volvía adespertardenuevoenella;elantiguodeseodesalvaraLigiaatodacostaseapoderónuevamentedeél.

Desde aquellamañana había intentado penetrar en los cunicula, a fin deestar cierto de que ella se encontraba allí; pero los pretorianos custodiabantodaslasentradasyteníanórdenestanseveras,queningunodelossoldados,aundelosqueélconocía,sehabíadejadoablandarpordineroniporsúplicas.AVinicioleparecíaquelaincertidumbrelemataríaantesquepresenciaseelespectáculo.

Enunrincóndelfondodesucorazónpalpitabatodavíalaesperanzadequequizá Ligia no se hallase en el anfiteatro y de que eran infundados sustemores.Pormomentosseaferrabaaestaesperanzacontodassusfuerzas.Yse decía interiormente que bien podía Cristo sacarla de la prisión, nopermitiendoquefuesetorturadaenelcirco.

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Antessehabíaresignadoentodoalavoluntaddivina,peroahora,despuésdehabersidorechazadodelaspuertasdeloscunicula,cuandovolvióasusitioen el anfiteatro, se convenció, por las miradas llenas de curiosidad que ledirigían,quepodíanserciertashastalasmáshorrendassuposiciones.EmpezóaimploraraDiosdesdeloíntimodesualma,conunavehemenciaquelindabaenlaamenaza:

—¡Túnopuedes!…¡Túnopuedes!—repetía,apretandoconvulsivamentelospuños.

Hastaentoncesnohabíapodidosiquieraimaginarsequeaquelmomento,altransformarseenrealidad,seríatanterrible.Yahora,apesardenotenerplenaconcienciadeloqueleestabasucediendo,sentíaquesivieraaLigia,suamora Dios podía transformarse en odio, y su fe en desesperación. Pero aquelsentimientolellenabaalavezdeestupor,puestemíaofenderaCristoenlosmismosinstantesenqueestabapidiéndolesumisericordiaylarealizacióndeunmilagro.

ElyanoimplorabaaDiosqueconservaralavidaaLigia;lepedíatansóloqueladejasemorirantesquefueratraídaa laarena;ydesdeloprofundodelosabismosdesudolorrepetíainteriormente«¡Nomenieguesesto,Señor,yteamarémás,muchomásquehastaahora!».

Luego, sus pensamientos se agitaban como un mar embravecido por latempestad.Sedespertabanenéldeseosdesangreydevenganza.LeacometíanímpetuslocosdelanzarsesobreNerónyahogarleallímismo,enpresenciadetodoslosespectadores;pero,enseguida,sentíaqueaqueldeseoimplicabaunanuevaofensahechaaCristoyunainfraccióndelosmandamientosdesuley.Aintervalos cruzaban por su cabeza relámpagos de esperanza de que todoaquello que hacía estremecer su alma podría ser evitado por una manoomnipotente y misericordiosa; pero, enseguida, esas esperanzas sedesvanecíanyélsesumergíadenuevoenundolorinconmensurablealverqueAquelquepodíareducirelcircoapolvoconsólounapalabraysalvaraLigialahabíaabandonado,apesardequeellaconfiabaenÉlyleamabacontodalafuerzadesupurocorazón.

Y seguía pensando que ella se hallaba en aquel antro lóbrego, débil,indefensa,abandonadaalcaprichooalamalavoluntaddeguardianesbrutales,exhalando, acaso, el alientopostrero,mientras él seveíaobligado a esperar,completamentedesvalido,enaquelhorribleanfiteatro,sinsaberquétorturaleestabadestinada,nidequéescenapodríasertestigodeunmomentoaotro.

Finalmente,así comoelquecaeenunprecipicio seaferraa todo loquepuedeasirensusbordes,asíVinicioseasíacontodasualmaalpensamientode que solamente la fe podía salvarla. ¡Sólo le quedaba este recurso! Pedrohabíadichoquelafepodíamoverhastalosfundamentosdelatierra.

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Asípues,aplastódentrodesíladudayconcentrótodosuserenlapalabracreo,yesperóunmilagro.Peroasícomounacuerdademasiadotensapuederomperse,asíaéllequebrantaronlosesfuerzos.Unapalidezmortalcubriósurostro y sintió que su cuerpo desfallecía. Pensó entonces que había sidoescuchadasuplegariaporqueyaveníalamuerteavisitarle.

Le pareció también que, en aquel mismo momento, debía morir Ligiatambién,yqueCristoasílosllevaríaunidoshaciaÉl.Ylaarena,lasblancastogas, los espectadores incontables y la luz de millares de lámparas yantorchas,todosedesvanecióantesuvista.

Perosudesmayonodurómuchotiempo.Alcabodepocosinstantesvolvióen sí; lo volvieron en sí los golpes que daba con los pies la impacientemultitud.

—Túestásenfermo—ledijoPetronio—;mandaqueteconduzcanacasa.

Y, sin preocuparse de lo que el César diría, se levantó para sostener aVinicioysalirconél.

Sucorazónestaballenodelástimaporeljoventribuno.Sesentía,además,irritadohastaloindecibleporqueelCésarhabíaestadomirandoatravésdesuesmeraldaaVinicio,estudiandosudolorconairedesatisfacción,acasoparadescribirlo después con algunas patéticas estrofas con las que pudieraconquistarseelaplausodesusoyentes.

Viniciomovió la cabeza. Bien podríamorir en aquel anfiteatro; pero nopodía salir de él. Por otra parte, el espectáculo habría de empezar de unmomentoaotro.

Yasíera,porque,casienaquelinstante,elprefectodelaciudadagitóunpañuelorojo,y,aesaseñal,rechinaronlosgoznesdeunapuertasituadaenellado opuesto al podium cesáreo, y del oscuro antro salió Urso a la arena,brillantementeiluminada.

Elgigantecerrólosojos,cegadoporelbrillodelaarena;luegoseadelantóhacia el centro, mirando entretanto a su alrededor, como si quisiera darsecuenta del destino que le estaba reservado. Era sabido por todos losaugustanosyporlamayorpartedelosespectadoresqueaquelhombrehabíaaplastadoaCrotón,asíque,asuvista,unmurmullorecorriótodoelanfiteatro.

EnRoma no faltaban gladiadores de estatura considerable, superior a laestaturaordinariadeunhombre,perolosojosdelosromanosnohabíanvistojamáshastaentoncesungiganteparecidoaUrso.Casio,depieenelpodiumdel César, parecía insignificante al lado de aquel ligio. Los senadores, lasvestales,elCésar, losaugustanosyelpueblocontemplabanconelplacerdeverdaderos conocedores aquellos poderosos miembros, tan fuertes como

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troncos de árboles, aquel pecho, tan amplio como dos escudos unidos, yaquellosbrazosdeHércules.

Yelmurmullo fueenaumento.Paraaquellasmultitudesnopodíaexistirunplacermayorqueeldecontemplaresosmúsculosenlucha.

Almurmulloibanahoramezclándosegritosyvehementespreguntas,comoésta:

—¿Dóndeestáesepuebloqueproducetalesgigantes?

YUrso estaba allí, enmedio del anfiteatro, desnudo,más parecido a unhombre que a un coloso de piedra, concentrado en sus pensamientos y, almismo tiempo,con lamiradamelancólicade losbárbaros.Ymientras tanto,examinabacon lacándidaexpresióndesusojosazules, llenadesorpresa, laarena desierta, los espectadores, al César o el enrejado de los cunicula, pordondepensabaquesaldríansusverdugos.Enelmomentodesaliralaarena,susencillocorazónalentóporúltimavezlaesperanzadequeacasoenaquelanfiteatroleaguardabaunacruz;perocuandovioquenoestabaniesacruz,niseveíaagujeroalgunoendondepudieraserplantada,pensóqueera indignodetalfavoryquemoriríadeotramanera,seguramenteentrelasgarrasdelasbestiasferoces.

EstabadesarmadoyhabíadecididomorircomoconveníaaunconfesordelCordero:tranquilaypacientemente.Entretanto,deseabadirigirporúltimavezsuplegariaalSalvador;así,pues,searrodillóen laarena, juntó lasmanosyalzó losojoshacia lasestrellasquebrillabana travésde laaberturasuperiordelanfiteatro.

Su actitud desagradó a lasmultitudes. Estaban cansados ya de ver a loscristianosmorircomoovejas.Comprendíanquesielgigantenosedefendía,elespectáculo fracasaría. Aquí y allá se escucharon algunos silbidos. Variosespectadoresempezaronapediragritoslapresenciadelosmastigophori,cuyooficioeraazotaraloscombatientesqueseresistíanaluchar.

Peroprontovolvieronaguardarsilencio,puesnadiesabíaloqueesperabaelgigante,nisiéstenoestaríadispuestoalucharcuandoseenfrentaraconlamuerte.

Y, en efecto, no tuvieron mucho que aguardar. De pronto se oyó elpenetrantesonidodelastrompetasdebronce;aesaseñalseabrióunenrejadoenelladoopuestodelpodiumdelCésaryseprecipitóenlaarena,enmediodelosgritosdelosbestiarii,unenormeurogermano,quetraíasobrelacabezaelcuerpodesnudodeunamujer.

—¡Ligia!¡Ligia!—exclamóVinicio.

Yluegosemesóloscabellosjuntoalassienes,seagitóconvulsivamente

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comoquien recibeenel cuerpounpenetrantedardoyempezóa repetir convozinhumana:

—¡Yocreo!¡Yocreo!¡OhCristo,unmilagro!

Yni siquiera sintióquePetronio, en aquelmomento, le cubría la cabezaconunatoga.Leparecióqueeldolorolamuertelehabíancerradolosojos.Nomiraba,noveía.Lasensacióndeuninmensovacíosehabíaapoderadodeél.Ensucabezanoexistíaningúnpensamiento;solamentesuslabiosrepetíancomosiestuvieradelirando:

—¡Creo!¡Creo!¡Creo!

Los espectadores enmudecieron. Los augustanos se levantaron de susasientos como un solo hombre, pues en la arena había ocurrido algoextraordinario.

Aquelligio,quehacíapocosinstanteshabíaestadosumisamentedispuestoamorir,apenasvioasureinaenloscuernosdelabestiaferoz,saltócomosilehubieratocadounhierrocandente,einclinándosehaciadelante,corrióhaciaelenfurecidoanimal.

Detodoslospechosbrotóungritodeasombro,despuésdelcualsobrevinounprofundosilencio.

Elligiocayósobreeltorobravíoenunabrirycerrardeojosylocogióporloscuernos.

—¡Mira!—exclamóPetronioarrancandola togadelacabezadeVinicio.Estesealzó,inclinóhaciaatrássurostroblancocomounlienzoydirigióalaarenaunamiradavidriosayextraviada.

Todoslospechoscontuvieronelaliento.Enelanfiteatrosepodíaescucharhasta el vuelo de unamosca. Los espectadores de aquella escena no dabancréditoaloqueveíansusojos.DesdequeRomaeraRomanadiehabíavistonadasemejante.

Elligioteníaalabestiaferozsujetaporloscuernos.Lospiesdelhombrehabíanpenetradoenlaarenahastalostobillos,teníadobladalaespaldacomoun arco tenso, la cabeza se le hundía entre los hombros, y en los brazos sedestacaron losmúsculosde talmanera,queparecíaque lapiel ibaaestallarbajosupresión;perohabíalogradodeteneraltoroensucamino.Yelhombrey la bestia permanecieron inmóviles hasta que llegó elmomento en que losespectadorescreyeronestarmirandouncuadroquerepresentabaalgunadelashazañasdeHérculesoTeseo,oungrupoesculturaltalladoenpiedra.

Pero en aquel aparente reposo se hallaba en juego la potencia de dosfuerzasenlucha.Eltoro,comoelhombre,teníahundidaslaspatasenlaarenaysuoscuroypeludocuerposehallabaencorvadodemaneraqueparecíauna

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bolagigantesca.

Cuáldelosdosflaquearíaprimero,cuáldelosdoscaeríavencido,ésaerala cuestión para aquellos espectadores enamorados de tales luchas, que enaquelmomentolesimportabamásquesupropiasuerte,yquetodaRomaysuseñoríodelmundoentero.

Aquel ligioeraenesosmomentosunsemidiós,dignodehomenajesydeestatuas.ElmismoCésarsehabíapuestodepiecomolosdemásespectadores.Él y Tigelino habían oído hablar de las fuerzas extraordinarias del ligio yhabíandispuestoaquelespectáculoexpresamente,diciéndoseelunoalotroentonodeburla:

—VeremossiesematadordeCrotónmataeltoroqueparaélescojamos.

Así pues, ahora contemplaban atónitos aquel cuadro que tenían ante susojoscomosinofuerareal.Enelanfiteatrohabíahombresque,levantandolosbrazos, permanecieron en tal postura. El sudor cubría los rostros de otros,comosifueranelloslosqueestuviesenluchandoconlafiera.

Ningúnruidoseescuchabaenelcirco,exceptoelcasi imperceptiblequeproducían lasoscilacionesde las llamasde las lámparasyel chirridode losfragmentos de carbón que se desprendían de las antorchas. La voz habíamuertoenloslabiosdelosespectadores,perosuscorazonespalpitabandentrodelospechos,comosiquisieranhacerlosestallar.

Atodoslesparecíaqueaquellaluchadatabadesiglos.Peroelhombreylabestiacontinuabanensumonstruosoesfuerzo,comosisehallaranplantadosenelsuelo.

Entretanto,unbramidosordo,semejantemásbienaungemido,sedejóoíren la arena, después del cual un grito ahogado salió de todos los pechos, yluego volvió a hacerse el silencio. Aquellas gentes creyeron que estabansoñandoalverquelamonstruosacabezadeluroempezabaadoblarseentrelasmanosdehierrodelbárbaro.

El rostro, el cuello y los brazos del ligio se habían puesto de color depúrpura,ysuespaldasehabíaencorvadomástodavía.

Eraevidentequeestabareuniendolosrestosdesussobrehumanasfuerzas,peroquenopodríaresistirpormuchotiempo.

Más y más sordo, más ronco, más y más doliente fue haciéndose elbramidogemebundodeluroalmezclarseconel jadeosilbantedelpechodelatleta. La cabeza de la bestia se doblaba más y más, y por entre susmandíbulassedeslizó,porfin,haciafueraunalargayespumajeantelengua.

Unmomentodespués llegóaloídode losespectadorescuyosasientossehallabanmáspróximosunaespeciedecrujidodehuesosrotos;luego,labestia

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rodóporlaarenaconelcuelloretorcido,muerta.

ElgigantedesatóenunabrirycerrardeojoslascuerdasquesujetabanaLigia sobre los cuernos del toro y, alzando en brazos a la doncella, respiróanhelosamente.Surostroestabapálido,teníapegadosalcuelloychorreandosudorloscabellos,ysushombrosybrazosparecíaninundadosdeagua.

Por espacio de breves instantes permaneció en pie, como si estuvieraconsciente sólo a medias; enseguida alzó los ojos y miró hacia losespectadores. El anfiteatro se hallaba presa de una locura delirante. Lasmurallas del edificio temblaban ante los gritos estruendosos de decenas demilesdeindividuos.

Desde el principio de los juegos no se había visto en el circo unaexcitaciónsemejante.Losquesehallabansentadosenlasfilasdelapartemásaltadel anfiteatrobajaron, formandoun tumulto apiñadoen lospasillosqueseparabanlosbancos,afindecontemplarmásdecercaaaquelatleta.

De todas partes se escucharon gritos de gracia, gritos apasionados ypersistentes,queprontoseconvirtieronenuncontinuadotrueno.Elgigantesehabíaconvertidoenelfavoritodeaquelpueblo,enamoradodelafuerzafísica,yerayaelprimerpersonajedeRoma.

Ursocomprendió,porfin,quelamultitudestabahaciendoesfuerzosparaconcederle la vida y tornarle a la libertad; pero, evidentemente, supensamientonosedeteníatansóloensímismo.Asípues,paseólavistaasualrededor por algunos instantes; luego se aproximó al podium del César y,sosteniendoelcuerpodeladoncellaentresusbrazosextendidos,alzóhaciaéllosojos,suplicante,comodiciendo:

«¡Tenmisericordiadeella!¡Salvaaladoncella!¡Porellaheluchado!».

LosespectadorescomprendieronperfectamenteloqueUrsopedía.

Alavistadeladesmayadadoncella,quejuntoalaenormefiguradelligioparecíaunatiernaniña,laemociónseapoderódelamultituddecaballerosysenadores. Sus formas delicadas, tan blancas y como si hubieran sidocinceladas en alabastro, su desmayo, el horrendo peligro a que acababa desustraerla el gigante, y, por último, su hermosura y su amor, habíanconmovido, por fin, aquellos corazones. A muchos les parecía que era unpadrequeestabapidiendograciaparasuhijo.Ylacompasiónbrotódesúbitocomounallama.Habíantenidoyasuficientesangre,muerteymartirio.

Ymultituddevoces,ahogadasporlaslágrimas,empezaronapedirpiedadparaambos.

Entretanto,Urso, sosteniendo siempre a la niña en sus brazos, semovíaalrededordelaarena,yconsusojosysusademanesseguíapidiendolavida

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paraella.EntoncessaltóViniciodesuasiento,salvó labarreraqueseparabalosasientosdelanterosdelaarenay,corriendohaciaLigia,cubrióconsutogaeldesnudocuerpode ladoncella.Luego,desgarrando la túnicadesupecho,pusoaldescubiertolascicatricesqueenéldejaronlasheridasrecibidasenlaguerraconlosarmenios,yextendiólasmanoshacialamultitud.

Anteesteespectáculo,elentusiasmodelosespectadoressobrepasóatodocuantosehabíavistoantesenuncirco.

Laplebegolpeabafuriosamenteelsueloconlospiesyaullaba.Lasvocesquepedíangraciasevolvieronterribles.Elpueblo,ahora,nosóloseponíadepartedelatleta,sinoquesealzabaendefensadelsoldado,deladoncella,delamordeambos.

Ymilesdeespectadores sevolvíanalCésarcon llamaradasdecóleraenlosojosyconlospuñoscrispados.

Pero Nerón se mantenía suspenso y vacilante. Realmente no odiaba aVinicio; y lamuerte de Ligia no le importaba, pero habría preferido ver elcuerpodeladoncelladestrozadoporloscuernosdeltorooporlasgarrasdelas fieras. Su crueldad refinada, su imaginación enferma y sus deformesinstintosencontrabanunaespeciededeleiteenaquellosespectáculos.

Y ahora, el pueblo deseaba privarle de ese placer. De ahí que la ira sepintaraensuabotargadorostro.

El amor propio no le dejaba ceder a los deseos de la multitud. Y, sinembargo,noosabaoponerseaellos,acausadesucobardíainnata.

Asípues,miróasualrededorconel findeversipor lomenosentre losaugustanoshabíadedosvueltoshaciaelsueloenseñaldemuerte.

PeroPetronio tenía lamanoenaltoymirabaal rostrodeNerónconairecasi de reto. Vestinio, hombre supersticioso, pero accesible al entusiasmo yquetemíalosespectros,peronoalosvivos,diotambiénlaseñaldeperdón.Lo mismo hizo Escevino, el senador, y lo mismo hicieron Nerva, TulioSenecio,elviejoyfamosocaudilloOstonio,Escápulo,yAntistio,yPisón,yVeto,yCrispino,yMinucioTermo,yPoncioTelesino,yelmásimportantedetodosyelmásfavorecidoporloshomenajesdelpueblo:Tráseas.

Envistadeesto,elCésarsequitólaesmeraldadelojoconexpresiónllenaderabiaydespecho;yTigelino,coneldeseosistemáticodevencerdenuevoaPetronio,dijo:

—Nocedas,divinidad;tenemosalospretorianos.

Entonces,NerónsevolvióalsitioendondesehallabaaccidentalmentealmandodelospretorianoselseveroSubrioFlavio,quienhastaentonceshabíasido adicto aNerón con toda su alma, y vio algo insólito.El semblante del

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viejotribunosemanteníasevero,perollenodelágrimas,ylevantabaenaltolamanoenseñaldegracia.

Entretanto,lacóleraempezabaadominarlasmultitudes.

Debajode suspies, ya cansadosde tantogolpear el suelo, se levantabannubesdepolvoqueibanllenandoelanfiteatro.Y,enmediodelosrugidos,seescuchabanyagritosde:«¡Ahenobarbus!¡Matricida!¡Incendiario!».

Nerónsesintióalarmado.Losromanoseranseñoresabsolutosenelcirco.Los anteriores cesares, y en especialCalígula, se habíanpermitido, a veces,contrariar la voluntad del pueblo; mas esto había traído siempre comoresultadoalgunosdisturbios,quellegabanaveceshastaelderramamientodesangre. Pero Nerón se hallaba en situación muy distinta. En primer lugar,comoactorycomocantantenecesitabaelfavordelpueblo,yluego,además,necesitaba conservar a la plebede suparte contra elSenadoy lospatricios.Especialmente después del incendio de Roma, había tratado por todos losmedios de ganarse la voluntad popular y desviar su cólera haciéndola pesarsobreloscristianos.

Comprendió, por otra parte, que oponerse por más tiempo erasencillamente peligroso.Un disturbio iniciado en el circo podría propagarseportodalaciudadytenerresultadosincalculables.

Dirigió,pues,denuevolavistaaSubrioFlavio,aEscevino,elcenturión,parientedelsenadordelmismonombre,yalossoldados,yviendoportodaspartes ceños adustos, rostros conmovidos y ojos fijos en él, dio la señal delperdón.

Yentonces,unatempestadindescriptibledeaplausosseescuchódesdelasmásaltashastalasmásbajashilerasdeasientos.Elpuebloestabayasegurodelasvidasde los condenados,puesdesdeaquelmomento sehallabanbajo suprotección. El mismo César no osaría perseguirlos por más tiempo con suvenganza.

XXXII

Cuatro bitinios transportaron a Ligia con elmayor cuidado a la casa dePetronio.VinicioyUrsoibanapieasulado,haciendoapresurarlamarchaafin de poder entregar a la joven cuanto antes enmanos delmédico griego.Hicieron el camino silenciosos, porque después de los acontecimientos deaqueldíanoteníanánimosparahablar.

Vinicio, hasta entonces, parecía encontrarse sólo medio consciente. Se

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repetíaasímismoqueLigiaestabasalvada;queyanolaamenazabanpormástiempo ni la prisión ni lamuerte en el circo; que las desventuras de amboshabíanterminadodeunavezyparasiempre;quesellevabaasucasaaLigiaparanovolverasepararsejamásdeella.Yestoleparecíacomoelprincipiodeotravida,quenoeralavidareal.Devezenvezseinclinabahacialaabiertalitera para contemplar aquel amado rostro, que a la luz de la luna parecíadormido, y repetía mentalmente: «¡Es ella! ¡Cristo la ha salvado!». Yrecordaba también que en los momentos en que él y Urso la iban sacandofueradelspoliariumlehabíaaseguradounmédicodesconocidoquela jovenestabavivayviviría.

Aestaidea,lafelicidadinundabadetalmanerasucorazón,quesesentíadesfallecery,nopudiendoseguirmarchandoporsuspropiospies,seapoyabaenelbrazodeUrso.Esteúltimo,entretanto,ibaconlosojosfijosenelcielo,cubiertodeestrellas,yoraba.Yseguíanapresuradamentesucaminoporcallesen donde brillaban, a la luz de la luna, multitud de blancos edificiosrecientementeconstruidos.

La ciudad estaba desierta. En algunos lugares se veían grupos deindividuoscoronadosdehiedracantandoybailandodelantedelospórticosalsondeflautas,disfrutandoasídelahermosuraexcepcionaldeaquellanocheydelaregocijadaestacióndefiestas,quenohabíantenidointerrupcióndesdeelprincipiodelosjuegos.Solamentecuandoseencontrabayacercadelacasa,Ursodejódeorarydijo aVinicio envozbaja, como si temiesedespertar aLigia:

—Señor,hasidoelSalvadorquienlahalibradodelamuerte.Cuandoyolavien loscuernosdeluroescuchéqueenel fondodemialmamedecíaunavoz:«¡Defiéndela!».Yésaera,sinduda,lavozdelCordero.Lapermanenciaen laprisiónmehabíaquitado las fuerzas;peroElme lasdevolvió todasenaquelmomento,yÉltambiénmovióesepueblocruelafindequesepusieradepartedeella.¡Hágasesuvoluntad!

Viniciocontestó:

—¡Ensalzadoseasunombre!

Y no pudo agregar más, porque en aquel instante sintió que el llantohinchabasupecho.SesentíadominadoporundeseoirresistibledearrodillarseydargraciasalSalvadorporsuprodigioysumisericordia.

Entretanto llegaron a casa.Los sirvientes, advertidos por un esclavo quehabíasidoenviadoconanticipación,salieronengrupoasuencuentro.

Pablo de Tarso había convertido en Ancio a lamayor parte de aquellossirvientes. A todos les eran perfectamente conocidos los infortunios deVinicio;demaneraquesugozoalverdenuevosanasysalvasalasvíctimas

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arrancadasalodiodeNerónfueinmensoyseacrecentótodavíamáscuandoelmédicoTeoclesdeclaróqueLigianohabíasufridogravemente,yque,unavezpasadaladebilidadocasionadaporlafiebredelaprisión,recobraríalasalud.

Aquella misma noche recobró sus sentidos. Y al despertar en aquelespléndidocubiculumiluminadoporlámparascorintiasyenelqueseaspirabael aroma de la verbena no supo en dónde se hallaba ni qué le sucedía.Recordaba sólo el momento en que la habían atado a los cuernos delencadenado toro; de manera que al ver sobre ella el rostro de Vinicioiluminadoporelsuavefulgordelalámparaseimaginóqueyanosehallabaenlatierra.

Las ideas se confundían en su debilitado cerebro, y le parecía naturalencontrarsedetenidaensucaminohaciaelcieloacausadesustorturasysudebilidad. Pero como no sentía ningún dolor, sonrió a Vinicio e intentópreguntardóndesehallabanambos;perodesuslabiossalióunlevesusurro,enelqueapenaspudoeljoventribunoadivinarsupropionombre.

Entoncessearrodillójuntoasulechoy,poniendounamanoenlafrentedelajoven,dijo:

—¡TehasalvadoCristoytehadevueltoamiamor!

Los labios de la joven se movieron con suavidad en un imperceptiblesusurro, cerró al cabo de breves instantes los ojos, se levantó su seno alexhalar un suspiro leve y cayó en el profundo sueño que había estadoaguardando el médico, y después del cual aseguraba que la enfermarecuperaríalasalud.PeroViniciocontinuóarrodilladojuntoaellayabismadoenunaoración.Sualmasehallabadominadaporunamortanintenso,queseolvidódetodocuantolerodeaba.

Teoclesvolviórepetidasvecesalcubiculum.Sealzóamenudolacortinayapareció a través de ella Eunice, la de los cabellos dorados. Por último, lasgrullas del jardín cantaron anunciando el nuevo día, y Vinicio, entretanto,seguíaabrazandoespiritualmentelospiesdeCristo,sinvernioírloqueasualrededor pasaba, ardiendo en su corazón una llama de agradecimiento,sumergidoenéxtasisyaunenvida,peroconelpensamientoenelcielo.

XXXIII

Despuésde la liberacióndeLigia,Petronio,nodeseando irritar alCésar,volvió al Palatino con los demás augustanos. Deseaba oír lo que dirían, yespecialmente saber si Tigelino se proponía discurrir algún nuevo plan paraperderalajoven.

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EraciertoquetantoellacomoUrsosehallabanprotegidosporelpueblo,yque nadie podría levantar ahora la mano sobre ambos sin promover unlevantamiento.Sinembargo,Petronio,conocedordelodioquehaciaélsentíael todopoderoso prefecto de los pretorianos, temía que Tigelino, en laimposibilidad de herirle a él directamente, tratara de buscar un medio devengarseensusobrino.

Nerónsesentía llenode irayenconoporhaber terminadoelespectáculode una manera contraria a sus deseos. Al principio no quiso ni mirar aPetronio; pero éste, sin perder su sangre fría, se le acercó con toda ladesenvolturapropiadelArbiterElegantiarumyledijo:

—¿Sabes,divinidad,loquesemeocurreahora?Escribeunpoemasobreladoncellaqueporordendelseñordelmundofue libertadade loscuernosdeltorosalvajeyentregadaasuamante.Losgriegossonhombresdesentimientoyestoysegurodequeesepoemalesencantará.

Esta idea agradó al César, a pesar de su irritación, y le agradó por dosrazones:primero, como temaparaun canto;y segundo,porque en él podríaglorificarseasímismocomoelmagnánimoseñordelmundo.

Deahíque,despuésdemiraraPetronio,dijera:

—¡Sí!Talveztienesrazón.Pero¿esconvenientequeyomismocelebremimagnanimidad?

—Es innecesario que figuren los nombres de los personajes. En Roma,todoelmundosabrádequiénessetrata,ydeRomasedifundiráporelmundoentero.

—Pero¿estássegurodequeestoagradaráenlaAcaya?

—¡PorPólux,yalocreo!—dijoPetronio.

Yseretirósatisfecho,porqueestabasegurodequeNerón,cuyavidanoeraotracosaqueunaadaptacióndelossucesosrealesasusplanes literarios,nodesperdiciaríaeltema,yconelloleataríalasmanosaTigelino.Noobstanteesto,nomodificabasupropósitodeenviaraViniciofueradeRomatanprontocomolopermitiese lasaluddeLigia.Asípues, loprimeroque ledijoaldíasiguientealjoventribunofue:

—LlévatelaaSicilia.Talcomohanpasado los sucesos,nada teamenazaahoraporpartedelCésar;peroTigelinoescapazderecurriraúnalveneno,sinoporodioavosotros,porodioamí.

Viniciolecontestó,sonriendo:

—Ellaestuvoenlasastasdeltorosalvaje,y,sinembargo,Cristolasalvó.

—Entoncesofreceensuhonorunahecatombe—replicóPetronioconaire

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impaciente—;peronolepidasquetesalveporsegundavez.¿RecuerdascómoEolo recibió a Ulises cuando volvió éste a pedirle vientos favorables porsegundavez?Alasdeidadesnolesgustarepetirseasímismas.

—Cuandoellarecobrelasalud,lallevaréacasadePomponiaGrecina—dijoVinicio.

—Yharásmuybien,yaquePomponiaGrecinaestáenferma:unparientedeAulo,Antistio,melohadicho.Entretanto,aquíhandepasarsucesosqueharán que se olviden de vosotros, y en estos tiempos, los olvidados son losmásfelices.QuieralaFortuna,deahoraenadelante,sertusoleninviernoytusombraenverano.

YdichoestodejóaVinicioentregadoasuventura;peroenseguidafueapedirinformesaTeoclesacercadelavidaylasaluddeLigia.

Yanoamenazabaalajovenelmenorpeligro.Demacradacomosehallabaenlaprisiónacausadelafiebre,elaireviciadoylafaltadecomodidadeslehabrían causado allí la muerte seguramente; pero ahora la situación habíacambiado,ynosóloleprodigabanlosmástiernoscuidadosyatenciones,sinoquesesentíacolmadadeabundanciaybienestar.

PorordendeTeocleslallevaron,alcabodedosdías,alosjardinesdelacasadecampo;enellospasabalajovenhorasenteras.Viniciohabíadecoradosuliteraconanémonasy,especialmente,conirispararecordarleelatriumdelacasadeAulo.Másdeunavez,alasombradeárbolesfrondosos,hablaban,cogidosdelamano;desuspasadossufrimientosytemores.YLigialedecíaqueCristolehabíallevadoexpresamenteporunsenderodesufrimientosafindetransformarsualmayelevarlahastaÉl.

Viniciosentíaqueestoeraciertoyqueyaenélnadaquedabadelantiguopatricio que no reconocía más ley que la de su deseo. Pero en esasreminiscencias no había lamenor amargura.Les parecía a ambos que sobresuscabezashabíantranscurridomuchosañosyqueaquelpasadohorrendosehallaba ya alejado de ellos. Y al mismo tiempo sentían una paz que antesjamáshabíanconocido.Unanuevavidadeinmensaventuraibahaciaellosylosenvolvía.

EnRoma,bienpodíaelCésarseguirhaciendolocurasyllenandodeterroralmundo;ellossentíanvelarsobresuscabezasunacustodiacienvecesmáspoderosaqueNerón,yyanotemíannisucóleranisumaldad,comosihubieradejadodesereldueñodelavidaylamuerte.

Unatarde,alacaídadelsol,llegóalosoídosdeamboselrugidodeleonesy otras fieras procedentes de vivaria distantes. Anteriormente, esos rugidoshabían aterrado a Vinicio como presagio de desgracia; ahora, Ligia y él, alescucharlos, se miraron sonriendo y luego alzaron la mirada al crepúsculo

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vespertino.

Enocasiones,Ligia,quetodavíasehallabamuydébileimposibilitadaparapasearsola,sequedabadormidaenmediodelatranquilidaddeaqueljardín.Ella velaba entonces, y al contemplar su rostro dormido pensabainvoluntariamente que no era ya el de aquella Ligia que había conocido encasadeAulo.Enefecto,laprisiónylaenfermedadhabíanmarchitadoenpartesuhermosura.

CuandoViniciolaveíaencasadeAulo,yaundespués,cuandohabíaidoalacasadeMiriamconelpropósitodeapoderarsedeella,erahermosacomounaestatuaycomounaflor.Ahora,surostrosehabíavueltocasitransparente,susmanoshabíanadelgazado,laenfermedadlehabíareducidoelcuerpo,teníalos labiospálidos, yhasta susojosparecíanmenos azules.Eunice, lade loscabellosdorados,queletraíasiemprefloresyricastelasparacubrirsuspies,comparadaconella,parecíaunadivinidaddeChipre.

En vano intentaba el esteta Petronio descubrir en la joven sus anterioresencantos;yalrepararenelloseencogíadehombrosysedecíaqueesaespeciedesombradelosCamposElíseosnovalíalaspenas,losesfuerzosytodaslastorturas que casi habían arrancado la existencia aVinicio. Pero este último,enamoradodelespíritudeLigia,laamabaaúnmás,ycuandovelabasusueñocreíavelarelmundoentero.

XXXIV

La noticia de la salvación prodigiosa de Ligia se extendió rápidamenteentre los pocos cristianos que aún había esparcidos en diversos puntos deRomayquehabíanlogradoescaparaladestrucción.Yloscristianosveníanaveralaelegida,enquiensehabíamanifestadoelfavordeCristo.

Los primeros visitantes fueronNazario yMiriam, en casa de los que seocultabaelapóstolPedro.Despuésvinieronotros.

Todos, Ligia, Vinicio y los esclavos cristianos de Petronio, escuchabanatentamentelanarracióndeUrsoacercadelavozinteriorquehabíaescuchadoyquelehabíaordenadolucharconeltorosalvaje.Ytodos,despuésdeaquellavisita,volvían llenosdeconsueloyalentadospor laesperanzadequeCristonohabríadepermitirquetodossusconfesoresfuesenexterminadosdelatierraantesquevinieraelterribledíadelJuicio.Yúnicamentelaesperanzasosteníasuscorazones,porque laspersecucionesnohabíancesadoaún.Todoaquelaquienelrumorpúblicodeclarabacristianoerainmediatamentearrojadoaunaprisiónporlosguardiasdelaciudad.

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Ciertoesquecadavezhabíamenosvíctimas,porquelamayorpartedelosconfesoresdeCristohabíansidoyaaprisionadosy torturados.LoscristianosrestantesosehabíanalejadodeRomaparaesperarenprovinciaslejanasquepasaralatormenta,ohabíanbuscadositiossegurosdondeocultarse,noosandoreunirseyaparahacer susoracionesanoserenparajes situados fuerade laciudad.Sinembargo,selosperseguíasiempre,yauncuandohabíanterminadoya los juegos, a los nuevos encarcelados se los destinaba para espectáculosfuturososelesdabacastigosespeciales.YaunqueenRomasehabíadejadoya de creer que hubieran sido los autores del incendio, seguían siendodeclaradoslosenemigosdelaHumanidadyelEstado,yeledictopromulgadocontraelloscontinuabaentodosuvigor.

Porespaciodemuchotiempo,elapóstolPedronoseatrevióapresentarseen casa de Petronio; pero, una noche, Nazario anunció, por fin, su venida.Ligia,queyapodíaandarsola,yViniciocorrieronasuencuentro,sepostraronasuspiesyselosabrazaron.Yéllosacogiócongranemoción,puesyanolequedabanmuchasdelasovejasdeaquelrebañoqueCristolehabíaordenadoapacentar,yporcuyodestinollorabaahorasugrancorazón.

Asípues,cuandoVinicioledijo:

—Señor,graciasati,elRedentormelahadevuelto.

Elapóstolcontestó:

—Telahadevueltoportufe,afindequenotodosloslabiosqueconfiesensunombrequedensilenciosos.

Yaldecirestopensabaensusmilesdehijosquehabíansidodestrozadospor las fieras, en las cruces en que habían sido clavados y en los postesardientes de los jardines de la Bestia, porque hablaba con un dolor muygrande.

Vinicio y Ligia observaron también que su cabeza había encanecidototalmente, que su cuerpo se había encogido, y en su rostro se reflejaba taltristezaydolor,comosiélmismohubierasufridolosdoloresylastorturasdelasvíctimasdelacrueldadylalocuradeNerón.Peroamboscomprendieronque siCristo se había dejado torturar ymatar, nadie podría librarse de ello.Peroelespectáculodelapóstol,aplastadoporelpesodelosaños,losdisgustosyeldolor,lesdestrozabaelcorazón.

Vinicio, que tenía la intención de llevarse dentro de unos días a Ligia aNápoles,dondeseibanareunirconPomponiaGrecinaparaproseguirelviajehastaSicilia,lerogóquelosacompañaraensumarcha.

Peroelapóstol,colocandounamanosobresucabeza,repuso:

—Oigo en mi alma las palabras que el Señor me dijo junto al lago

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Tiberíades: «Cuando erasmás joven, te dirigías a donde querías y andabas;perocuando tehagasviejoy tiendas lasmanos,otro teguiaráy te llevaráadondetúnoquieras».Poresoesjustoquesigaamirebaño.

Ycomocallaban,porquenocomprendíanloquedecía,añadió:

—Seacercaelfinaldemissufrimientos,peroeldescansoylahospitalidadsóloloshallaréenlamoradadelSeñor.

Y,volviéndosehaciaellos,dijo:

—Acordaosdemí,porqueosheamadocomounpadreamaasushijos.YloquehagáisenlavidahacedloparamayorgloriadelSeñor.

Y dichas estas palabras alzó sus manos temblorosas de anciano y losbendijo;yellospermanecieronpostradospresintiendoqueacasofueraaquéllalaúltimabendiciónquedeélrecibirían.

PeroelDestinohabíaresueltoquetodavíalevolviesenaverunavezmás.Algunos días después, Petronio trajo terribles nuevas del Palatino. Allí sehabíasabidoqueunodeloslibertosdelCésareracristiano;yenpoderdeestehombresehabíanencontradocartasdelosapóstolesPedroyPabloyotrasdeSantiago,JuanyJudas.

LapresenciadePedroenRomaeraconocidadeTigelino,peroelprefectocreía que el apóstol habría perecido con los demás cristianos. Y ahoraresultabaquelosdoscaudillosdelanuevafesehallabanvivosyaúnestabanen la capital.Resolvieron, pues, apoderarse de ellos a toda costa, porque seesperabaqueconsumuertequedaríaextirpadalaraízdeaquellaodiadasecta.

Petronio había oído decir aVestinio que elCésar en persona había dadoordendellevaraPedroyaPabloa lacárceldeMarnertinaenel términodetres días, y que se habían enviado destacamentos enteros de pretorianos aregistrar,unaporuna,todaslascasasdelTranstíber.

Aloíresto,Vinicioresolvióavisaralapóstol.Aquellamismanoche,élyUrsovistieronsendosmantosgálicosysedirigieronalacasadeMiriam,endonde Pedro vivía. Se hallaba dicha casa en el extremo del barrio delTranstíber,alpiedelJanículo.

Enelcaminovieronvariascasasrodeadasporsoldados,aquienesguiabanpersonas desconocidas. En aquel barrio de la ciudad cundía la alarma, y enalgunos sitios se veían ya reunidos grupos de curiosos.Y aquí y allá habíacenturionesquepreguntabanalospresosquehabíancogidoporSimónPedroyporPablodeTarso.

UrsoyVinicioseadelantaronalossoldadosyllegaronsincontratiempoalacasadeMiriam,enlaquehallaronaPedrorodeadodeunpuñadodefieles.Timoteo, el ayudante de Pablo y Lino, estaba al lado del apóstol. Al oír la

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noticia del inminente peligro, Nazario los condujo a todos por un pasadizoocultoalapuertadeljardín,ydeallíaunascanterasdesiertas,quesehallabanaunoscuantoscentenaresdepasosdedistanciadelapuertadelJanículo.Ursotuvoque llevar enbrazos aLino, cuyoshuesoshabían sido rotosdurante latorturaqueleinfligieron,yaúnnoselehabíansoldado.Perounavezquesehallaronenlacantera,sesintieronensitioseguro;yalaluzdeunaantorchaencendida porNazario empezaron a discutir en voz baja acerca de lamejormaneradeponerasalvolaexistenciadelapóstol,queleseratanquerida.

—Señor—ledijoVinicio—,dejaqueNazarioteconduzca,alrayareldía,a losmontesAlbanos.Allíme reuniré contigo y te llevaremos aAncio, endonde me aguarda un barco que nos ha de conducir a Nápoles y luego aSicilia.Ybenditoseaeldíaylahoraenquetúpenetresenmicasaybendigasmihogar.

Los otros escucharon con regocijo estas palabras e instaron al apóstol,diciéndole:

—Ocúltate, nuestro pastor; no permanezcas en Roma por más tiempo.Conservalaverdadviviente,afindequenoperezcaconnosotrosycontigo.Escuchalasúplicaquetehacemoscomoanuestropadre.

—¡Hazlo, en el nombre deCristo!—le dijeron otros, agarrándose a susvestiduras.

—Hijosmíos—contestóPedro—,¿quiénpuedeestar segurodeldíaquecomotérminodesuexistencialehayaseñaladoelSeñor?

PeronodijoquenopartiríadeRoma,yestuvoindecisoacercadeloquedecidiría; porque la incertidumbre, y hasta el temor, desde hacía tiempo, sehabían apoderado de su alma. Su rebaño había sido dispersado; su obra,destruida;aquellaiglesia,queantesdelincendiodelaciudadsealzabacomounárbolmagnífico,habíasidoreducidaapolvoporordendelaBestia.Nadaquedabaya,sinolágrimas;nada,sinorecuerdosdemartiriosydemuerte.Elgranoesparcidoenelsuelohabíarendidoricosfrutos;peroSatanásloshabíaaplastadoyaniquilado.Nohabíanvenidolegionesdeángelesenayudadelasvíctimas, y Nerón seguía extendiendo sobre el orbe su gloria y su poderterrible,omnipotentecomonuncayseñordetierrasydemares.Ymásdeunavez,aquelpescadordeDioshabíaextendidolasmanoshaciaelcieloenmediodesusoledadysuamargura,preguntando:

—Señor, ¿qué debo hacer? ¿Cómo he de obrar? ¿Cómo yo, hombreancianoydébil,hedeseguir luchandocontraeste invenciblepoderdelMal,queTúhaspermitidoquegobierneytriunfe?

Y,conuninmensodolor,repetíadesdeelfondodesualma:

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—Lasovejasquemeordenasteapacentaryanoexisten; tuIglesia,yanoexiste;lasoledadyelduelosonlosúnicosmoradoresdetucapital.¿Quémeordenas,pues,quehagaahora?¿Deberépermaneceraquí,ohabrédeconducirfuera a los desbandados restos de mi rebaño, a fin de que puedan seguirglorificandotunombreensecretoenalgunaotraregiónmásalládelmar?

Yelapóstolvacilaba.Creíaque laverdadvivientenopodíaperecer,queeranecesarioquetriunfase;peropormomentospensabaquenohabíallegadotodavía la hora, que sólo llegaría cuando el Señor descendiera, el día delJuicio,engloriaypodercienvecessuperioralpoderdeNerón.

ConfrecuencialeparecíaquesisalíadeRomaleseguiríanlosfieles;quelos conduciría lejos, a las arboledas frondosas de la Galilea, a la tranquilasuperficie del lago Tiberíades y los pondría en manos de pastores mansoscomopalomasocomolasovejasqueallípacían.Yundeseocrecientedepazy descanso, una honda nostalgia del lago de la Galilea se apoderaba delcorazóndelancianopescador,yconfrecuenciaveníanlágrimasasusojos.

Pero en elmomento en que se trataba de optar, se apoderaba de él unarepentina alarmayunvivo temor. ¿Cómoabandonaría aquella ciudad, en laquehabíacaídotantasangredemártires,yendondetantoslabiosmoribundoshabíandadopúblicotestimoniodesudoctrinaydesufe?¿Ibaélsoloacederalfin?¿YquéhabíadecontestaralSeñor,sidesubocaoyeraestaspalabras:«Aquellosmurieron por la fe; pero tú has preferido huir»?Y los días y lasnoches pasaban para él llenos de ansiedad y amargura. Otros hombres quehabían sido destrozados por los leones, que habían sido quemados en losjardinesdelCésarhabíanido,porfin,adormirenelSeñordespuésdepasadoslosaciagosmomentosdesutortura;peroélnopodíadormir,ysentíadentrodesu alma torturas mayores que cualesquiera de las que inventaran para susvíctimaslosverdugos.

Amenudoblanqueabaelalbaenlostechosdelascasas,mientrasélseguíagritandodesdeelfondodesudesesperadocorazón:

—Señor,¿porquémehasmandadoquevengaaquíyfundetucapitalenelantrodelaBestia?

Porespaciode treintay tresañosdespuésde lamuertedesuMaestronohabía conocido el reposo. Báculo en mano había recorrido el mundo,anunciando a los hombres «la buena nueva». Había agotado sus fuerzas enjornadasytrabajos,hastaque,porfin,cuandoenlaciudadseñoradelmundohabíaechadolosfundamentosdesuMaestro,unhálitosangrientodecólerayde crimen la había incendiado, y ahora veía que eramenester comenzar denuevolalucha.

¡Yquélucha!Deunlado,elCésar,elSenado,elpueblo,laslegionesque

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mantenían el mundo dentro de un círculo de fuego, ciudades numerosas,incontablestierrasyunpodercomonohabíanvistonuncaojoshumanos;deotro,él, inclinadoyade talmodobajoelpesode losañosyde los trabajos,quesutemblorosamanoapenaspodíasostenerelbáculo.

Así, pues, habíamomentos en que se decía a símismo que no podía élmedirse con el César de Roma, y que sólo Cristo podría triunfar en talempresa.Ytodosesospensamientosdelosúltimostiempospasabanahoraporsu cabeza llena de zozobra y preocupación al escuchar los ruegos de aquelúltimopuñadodefieles.

Estos,rodeándoleenuncírculocadavezmásestrecho,lerepetíanconvozsuplicante:

—¡Ocúltate,Rabbí,yllévanoslejosdelpoderdelaBestia!

Finalmente,elmismoLinoinclinóhaciaélsutorturadacabezayledijo:

—¡Ohseñor!ElRedentortemandóqueapacentarassusovejas;peroesasovejasyanoestánaquí,onoestaránmañana;ve, entonces, adondepuedastodavía encontrar alguna. La palabra del Señor sigue vibrando aún enJerusalén, en Antioquía, en Éfeso y en otras ciudades. ¿Qué harás túpermaneciendoenRoma?SicaesnoharásmásqueacrecentareltriunfodelaBestia. El Señor no ha señalado el límite de la vida de Juan; Pablo es unciudadanoromano,aquiennopuedencondenarsinpreviojuiciooral;perosiel poder del infierno se levanta contra ti, ¡oh maestro!, entonces aquelloscuyos corazones han sido ya invadidos por el desaliento se preguntarán:«¿QuiénescapazdesobreponerseaNerón?».Túereslapiedrasobrelaquesehalla edificada la Iglesia deDios.Deja quemuramos,mas no permitas quetriunfeelAnticristosobreelvicariodeDios;ynovuelvasaestaciudadhastaqueelSeñorhayaaplastadoalquehaderramadolasangredetantosinocentes.

—¡Miranuestraslágrimas!—repitieronentonceslospresentes.

Y había también lágrimas en los ojos de Pedro. Al cabo de algunosinstantes se levantó y, extendiendo las manos sobre todos aquellos fielesarrodilladosasuspies,dijo:

—¡SeaensalzadoelSantoNombredelSeñoryhágasesuvoluntad!

XXXV

Al rayar el alba del día siguiente, dos personas envueltas en ropajesoscurossedirigíanporlaVíaAppiahacialallanuradelaCampania.

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UnodeelloseraNazario;elotro,elapóstolPedro,queabandonabaRomayaloscorreligionariosqueallímartirizaban.

Elfirmamento,porelOriente,dejabaverunosligerostintesverdesensusbordesymásdistintamenteensuparteinferiorunosreflejosazafranados.Losárboles,consushojasplateadas;elblancomármoldelascasasdecampoydelosarcosde losacueductos,que seextendíanpor la llanurahacia la ciudad,ibandestacandoentrelassombras;lostintesdecolorverdedelfirmamentoseibanaclarandoymezclándosecontonosdorados.Luego,elOrientese tornósonrosado e iluminó losmontesAlbanos, que aparecíanmaravillosos de uncolorlila,ycomoformadosporaquellosresplandores.Suluzsereflejabaenlastemblorosashojasdelosárbolesyenlasgotasdelrocío.Lanieblamatinalfue haciéndosemás ymás sutil, dejando al descubierto vistas cada vezmásampliasdelallanura,delascasasquelasurcaban,deloscementerios,delaspoblaciones y de las arboledas, enmedio de las que destacaban las blancascolumnasdelostemplos.

El camino se hallaba desierto. Los aldeanos que traían al amanecerverdurasalaciudadnohabíanenganchadoaúnloscaballosaloscarros.

Y en las losas de piedra con que se hallaba pavimentado el caminoresonabanlaspisadasdeloszuecosquecalzabanlosviajeros.

Luegoseasomóelsolsobrelascolinas;pero,enaquelinstante,unavisiónmaravillosasepresentóalosojosdelapóstol.Leparecióqueeldiscodorado,en vez de ascender por el firmamento, iba bajando y avanzando hacia elcaminopordondeellossedirigían.

Entonces,Pedrosedetuvoypreguntó:

—¿Vesaquellaclaridadqueseacercahacianosotros?

—Yo,nadaveo—contestóNazario.

PeroPedrosepusounamano,aguisadevisera,delantedelosojos,ydijoalcabodealgunosinstantes:

—Unafiguravienehacianosotrosenvueltaenlosresplandoresdelsol.

Peroalosoídosdeambosnollegabanielmásleveruidodepasos.Asualrededor, todosehallabasilencioso.Nazariovio tansóloque losárbolessemecíanalolejos,comosialguienestuvierasacudiéndolos,ylaluzseextendíamásabiertamentesobrelallanura.

Eljovenmirósorprendidoalapóstolyexclamó,inquieto:

—Rabbí,¿quétienes?

ElbáculodeperegrinosehabíacaídodelasmanosdePedroatierra;susojos,inmóviles,mirabanhaciadelante;subocaestabaabierta,yensurostro

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se pintaba el asombro, el gozo y el arrobamiento. De pronto se arrodilló,extendiólosbrazoshaciadelante,ydesuslabiosbrotóestegrito:

—¡OhCristo!…¡OhCristo!…

Y cayó con el rostro en tierra, como si estuviera besando los pies dealguien.

Sesucedióunlargosilencio;yluegoseoyeronestaspalabrasdelanciano,medioahogadasentresollozos:

—Quovadis,Domine?…

Nazarionooyórespuestaalguna;peroalosoídosdePedrollegóunavozdulceydolorida,quedijo:

—Si tú abandonas a mi pueblo volveré a Roma a ser crucificado porsegundavez.

Elapóstolyacíaenelsuelo,pegadoelrostroalatierra,inmóvilymudo.

AlprincipioleparecióaNazarioquesehabíadesmayadooestabamuerto;pero por fin se levantó, cogió con temblorosamano su báculo y volvió sindecirpalabrahacialassietecolinasdelaciudad.

Elmuchacho,alveresto,repitiócomouneco:

—Quovadis,Domine?

—ARoma—dijoelapóstolenvozbaja.

Yregresó…

Pablo,Juan,Linoytodoslosdemásfieleslerecibieronconasombro,ysualarmafuetantomásprofundacuantoquealrayarelalba,justamentedespuésde su partida, los pretorianos habían rodeado la casa deMiriamy la habíanregistradoenbuscadelapóstol.

Mas Pedro, a todas las preguntas que le hacían, contestaba con acentogozosoytranquilo:

—¡HevistoalSeñor!

Y aquellamisma noche se dirigió al cementerio deOstia a predicar susenseñanzas y bautizar a todos los que quisieran bañarse en las aguas de lavida. Y a partir de entonces fue allí todos los días, y tras de él seguíannumerososseguidoresdesudoctrina.Parecíaquedecadalágrimadeunmártirbrotabannuevosseguidoresdesufeyquecadagemidoexhaladoenlaarenarepercutíaencentenaresdepechos.

ElCésar,entretanto,nadabaensangre;Romaytodoelmundopaganosehallaban en pleno delirio. Pero los que habían presenciado ya demasiados

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crímenesylocuras,losperseguidos,aquelloscuyasvidassearrastrabanentreelinfortunioylaopresión,todoslostristes,todoslosdesgraciadosacudíanaescuchar el prodigioso relato que hablaba de un Dios que, por amor a loshombresyporredimirsuspecados,sehabíadejadocrucificar.

YunavezencontradoeseDios,aquienpodíanamar,encontraronalgoquelasociedaddeaquellostiemposnopodíadaranadie:lafelicidaddelamor.

Y Pedro comprendió que ni el César ni todas sus legiones podríanimponerse a la verdad divina, que no podrían aplastarla con lágrimas nisangre, y que ahora empezaba su victoria. Comprendió igualmente por quéCristolehabíahechovolver.Aquellaciudaddeorgullo,crimen,libertinajeydominación empezaba a ser su ciudad y la doble capital desde donde seextenderíaportodoelmundoelimperiosobrelasalmasysobreloscuerpos.

XXXVI

Porúltimollególahoraparalosdosapóstoles.Pedro,comocomplementode su obra, pudo conquistar dos almas más desde la prisión. Los soldadosProcesoyMartiniano,quelecustodiabanenlacárcelMamertina,recibieronelbautismo.

Luegollególahoradeltormento.

NosehallabaNerónenRomaentonces.LasentenciafuedictadaporHelioyPolitetes, dos libertos a quienes elCésar había confiado el gobiernode lacapitaldurantesuausencia.

Alancianoapóstolselehabíanaplicadolosazotesprescritosporlaley,yaldíasiguientefueconducidofueradelaspuertasdelaciudad,haciaelmonteVaticano, en donde debía sufrir el castigo de la cruz, al que se le habíasentenciado.

Alossoldadoslesextrañóverlamultitudquesehabíareunidodelantedela prisión, porque habían creído que la muerte de un hombre vulgar, que,además,eraextranjero,nodeberíadespertartamañointerés,ynocomprendíanque ese séquito se componía no de curiosos, sino de seguidores de Cristoanhelantesdeescoltaralgranapóstolhastaellugardelaejecución.

Porlatardeseabrieron,porfin,laspuertasdelaprisiónyaparecióPedroenmediodeundestacamentodepretorianos.

ElsolhabíadescendidoyahaciaOstia,yeldíaestabatranquiloydiáfano.

AcausadesuavanzadaedadnoseexigióaPedroquecargaraconlacruz;

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sesupusoquenopodíallevarlaacuestas.Tampocolecolocaronundogalalcuello a fin de no retardar su marcha. Y había emprendido el camino delsuplicio sin estorboalguno,pudiendo,por tanto, servistoperfectamenteporlosfielesqueleacompañaban.

Cuando su blanca cabeza aparecía entre los yelmos de hierro de lossoldados se oían llantos entre la multitud; pero estos llantos cesabaninmediatamente,puesenelrostrodelancianohabíatalserenidadybrillabatalalegría, que todos comprendían que no era una víctima que marchaba a ladestrucción,sinounvencedorquecelebrabasumarchatriunfal.

Yasíeraenrealidad.Elpescador,deordinario tanhumildeyencorvado,marchabaahoraerguido,másaltoquelossoldados.Jamáshabíahabidomayormajestadensupostura.Parecía,másqueuncondenadoa laúltimapena,unmonarcarodeadodesupuebloydesuejército.

Yportodaspartesdecíanavoces:

—¡HeaquíaPedro,quesemarchaconelSeñor!

Todos parecían haber olvidado que la tortura y lamuerte aguardaban alapóstol.Estemarchaba conpaso solemney conaire sereno, comprendiendoquedesdeelsacrificiodelGólgotanohabíaocurridootrosucesodeparecidaimportancia,yqueasícomoaquellaprimeramuertehabíaredimidoalmundoentero,estamuerteredimiríalaciudad.

Alolargodelcamino,lasgentessedeteníanllenasdeasombroalavistade aquel anciano majestuoso; y los creyentes, poniendo una mano en elhombrodelossimplescuriosos,lesdecíancontranquiloacento:

—Vedcómosedirigehacia lamuerteun justo;elhombrequeconocióaCristoyproclamólaleydelamorenelmundo.

Entonces, los transeúntes sevolvíanpensativosy continuaban sumarchadiciendoparasí:

—¡Realmente,esehombrenopuedeserculpable!

Yalolargodelcaminocesabanlosruidosdelascallesytodosguardabanun silencio respetuoso. Y la comitiva seguía pasando por delante de casasrecién construidas y blancas columnas de templos, sobre cuyas cúspides seextendíaelvastofirmamentoserenoyazul.Caminabansilenciosos;tansóloseoíadecuandoencuandoelruidodelasarmasdelossoldadosoelmurmullode alguna oración. Pedro las escuchaba, y su rostro se iluminaba con unacrecientealegríaalnopoderabarcarconlamiradaalosmilesdeseguidoresdeCristo.Sentíaentoncesquehabíacumplidosumisiónyestabaseguroahorade que esta verdad que se había dedicado a proclamar durante su vidainundaríatodocomounaolaynadaconseguiríadetenerla.

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Yalpensarasíalzabalavistaalcieloydecía:

—¡OhSeñor!¡Túmemandasteconquistarestaciudad,señoradelmundo,y la he conquistado! Tú me mandaste fundar aquí tu capital, y aquí la hefundado.Éstaesahoratuciudad,¡ohSeñor!,yahoravuelvohaciaTi,porqueyahetrabajadomucho.

Yalllegardelantedelostemplos,decía:

—SeréistemplosdeCristo.

Al contemplar las multitudes que iban pasando ante su vista, les decíatambién:

—VuestroshijosseránsiervosdeCristo.

Ycontinuabaavanzandoconscientedel triunfoobtenido,de los serviciosprestadosaDios,conscientedesupoder,serenoygrande.

Los soldados le condujeron por el puente Triunfal, como si dierantestimonio involuntario de su triunfo, y más adelante le llevaron hacia laNaumaquiayelcirco.

Los fieles transtiberinos se agregaronentonces a lamultitud;y se reunióasíunamuchedumbretanconsiderable,queelcenturiónqueibaalmandodelospretorianoscomprendió,porfin,queibaconduciendoaunSumoPontíficerodeado de creyentes y se sintió alarmado a causa del corto número desoldadosquelecustodiaban.Peroentrelamultitudnosealzógritodecóleraalgunoodeindignación.

Los rostros,penetradosde lagrandezade aquelmomento, teníanunairesolemneyllenoderecogimiento.Algunoscreyentes,alrecordarquecuandolamuertedelSeñorsehabíaabiertolatierraylosmuertossehabíanlevantadode sus tumbas, pensaron que acaso ahora también habrían de manifestarsealgunas señales evidentes, merced a las cuales la muerte del apóstol no seolvidaríaatravésdelossiglos.

Otrossedecíanasímismos:«QuizáelSeñorhabráelegidolahoradelamuertedePedroparabajardelCielo,comoloprometió,yempezarelJuiciodeloshombres».

Y entonces se encomendaban a la misericordia del Redentor. Pero, engeneral, reinaba la tranquilidad. Las colinas parecían estar reposando ycalentándosealsol.

LacomitivasedetuvoporfinentreelcircoyelmonteVaticano.Algunossoldadosempezaronacavarunhoyo,mientrasotroscolocabanenelsuelolacruz, los martillos y los clavos, esperando que se hallaran terminados lospreparativos. Y la multitud, tranquila y recogida, empezó a arrodillarse

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alrededor.

Elapóstol, cuyacabeza recibía ladorada luzde los rayosdel sol,volvióporúltimavezlosojoshacialaciudad.

A lo lejos, hacia abajo, se veía el Tíber con sus aguas resplandecientes;más lejos, elCampodeMarte; arriba, elmausoleodeAugusto,ydebajodeéste, los gigantescos baños cuya construcción acababa de ordenar el César;másabajoaún,elteatrodePompeyo,ymásallásedivisaba,enparte—yenpartesehallabanocultadosporotrosedificios—,elSeptaJuliayunamultituddepórticos,templos,columnasyaltosedificiosy,finalmente,enlontananza,lascolinascubiertasdecasas,centrosgigantescosdepoblación,cuyoslímitesseesfumabanenlanieblaazul—ytodoaquelloqueeranidodecrimenydepoder,deordenydelocura—,yquehabíallegadoaserelcentrodelmundo,suopresor,suleyysupaz,laciudadtodopoderosa,invencibleyeterna.Pedro,rodeado de soldados, contemplaba la ciudad como un rey y señor,contemplabasusdominios.Yledecía:

—¡Túestásyaredimidayeresmía!

Yningunodelospresentes,nosóloentrelossoldadosqueestabancavandoelhoyoenquedebíanplantarlacruz,sinoentreloscreyentesallíagrupados,podíaadivinarqueentreellossehallaraelverdaderoseñordeaquellaciudad,que losCésareshabríandepasar,quehabríande terminar las irrupcionesdelos bárbaros y perderse los siglos en la noche del olvido, pero que aquelhombreseguiríaporsiempresiendoallíelseñor.

ElsolhabíaempezadoahundirseporelladodeOstiaysehabíaagrandadoy enrojecido. Toda la parte occidental del firmamento presentaba ahora unresplandor inmenso. Y entonces se acercaron los soldados a Pedro paradesnudarle.Yelapóstol,queestabaorando,seirguiódeprontoylevantósumanoderecha.

Losverdugossedetuvieroncomosilosintimidarasuademán;ylosfielescontuvieronelalientoensuspechos,creyendoqueibaahablaralpueblo,ysesucedióunsolemnesilencio.

MasPedro,enpieenlaaltura,extendiósumanoderecha,hizolaseñaldelacruzybendijoenlahoradelamuerte.

—Urbietorbi!

Aquellamismaymemorabletarde,otrodestacamentodesoldadoscondujoalolargodelaVíaOstienseaPablodeTarsohaciaunlugarllamadoAquaeSalviae.Ydetrásdeélmarchabatambiénunamultituddefielesqueélhabíaconvertido.Ycuandoentreellosreconocíapersonalmenteaalgunosedeteníaa conversar con él, porque, como era ciudadano romano, los guardias le

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demostrabanmayoresconsideraciones.

Más allá de la puerta llamada Trigémina encontró a Plautilla, hija delprefectoFlavioSabino,yviendosurostrojuvenilbañadoenlágrimas,dijo:

—Plautilla, hija de la Salvación Eterna, sigue tu camino en paz. DamesolamenteunveloparavendarmelosojoscuandovayaaunirmealSeñor.

Ytomándolocontinuósucaminoconelrostrotanllenodealegríacomoeldelobreroque,terminadasulabordiaria,regresagozosoalhogar.

Sus pensamientos, igual que los de Pedro, eran tan plácidos y serenoscomoelfirmamentodeaquellahermosatarde.

SusojosmirabanpensativoslallanuraqueseextendíaantesuvistaylosmontesAlbanos,inundadosdeluz.

Yrecordabasusviajes,sustrabajos,susesfuerzos,lasluchasenquehabíasalidotriunfante,lasiglesiasquehabíafundadoentodaslastierrasymásalláde todos losmares, y pensó que se había ganado bien su reposo, que habíaterminadoyasulabor.Comprendíaahoraquelasemillaquehabíaplantadoyano podría verse esparcida por los vientos de la iniquidad. Abandonaba estavida con la certidumbre de que en la batalla la verdad proclamada por suslabiostriunfaría,yesaconviccióninundósualmadesupremapaz.

Elcaminoalsitiodelaejecucióneralargo,ylanochecomenzabaacaer.Las montañas se tiñeron de púrpura, y sus bases fueron gradualmentehundiéndose en la sombra.Losganadosvolvían a sus apriscos.Aquíy allá,grupos de esclavos tornaban a sus hogares llevando al hombro susherramientasdetrabajo.

Los niños que jugaban en el camino delante de las casas miraban concuriosidadalossoldadosqueibanpasando.

Peroenaquellatarde,enaquellaatmósferatransparenteydorada,nosóloreinaba una tranquilidad acariciante, sino que había en la Naturaleza unaespeciedearmoníaindecible,queparecíaelevaraloshumanosdelatierraalcielo.YPablosentíatodoaquello,ysucorazónsehallabainundadodeplacerantelaideadequeaesaarmoníauniversalhabíavenidoélaagregarunanota,sin la que habría parecido el mundo simplemente un concierto de ruidososcímbalosoderesonantesbronces.

Recordaba cómo había dictado al pueblo la ley del amor, cómo habíainculcadoalasmultitudesque,aunquerepartieransusbienesentrelospobres,ydominarantodaslaslenguas,aunqueposeyerantodoslossecretosyhubieranprofundizadoentodaslasciencias,nadaseríansinelamor;sinelamorqueesbueno, que no hace daño a nadie, que no ambiciona honores, que todo losoporta,quetodolocree,quetodoloespera.

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Yasíhabíatranscurridosuvida:enseñandoalpueblolaVerdad.Yahorasedecíaensuinterior:«¿Quépoderpodríaigualaraesepoder,quéfuerzapodríavencerlo? ¿Podría elCésar ponerle límites, aunque tuviesedoble númerodelegionesydoblenúmerodeciudades,mares,detierrasydenaciones?».

Ymarchabaarecogersupremio,comountriunfador.

El destacamentodepretorianos abandonópor fin el camino real y torcióhaciaOrienteporunsenderoestrechoqueconducíaalAquaeSalviae.

Elsolardienteseocultabaentrelosbrezos.

El centurión ordenó a sus soldados que hicieran alto en la fuente, pueshabíallegadoelmomento.

Pablo se colocó en el brazo el velodePlautilla paravendarse con él losojos.Porúltimavezlosalzóllenosdeunaserenidadinefablehacialoseternosreflejosdelatardeyoró.

¡Sí!, el momento había llegado; pero él veía ante sus ojos un ampliosendero lleno de luz, que conducía al cielo, y desde lo íntimo de su almarepitiólaspalabrasqueanteshabíaescrito,presintiendoeltérminocercanodesu misión ya cumplida y su próximo fin: «He luchado por el bien; heconservado la fe. He terminado mi carrera. Ya sólo me resta aguardar elgalardóndeladivinajusticia».

XXXVII

Romaseguíaensulocacarrera,demaneraquelaciudadseñoradelmundoparecíaque,porfaltadegobernantes,seibaadestruirasímisma.

Aun antes que hubiera sonado para los apóstoles la hora postrera tuvolugarlaconspiracióndePisón,seguidaporuntandespiadadosegardelasmásaltas cabezas de Roma, que hasta los que veían en Nerón una divinidadacabaronporpreguntarsesinoeralasuyaunadivinidaddemuerte.Eldueloenvolvía la ciudad; el terrormoraba en los hogares y en los corazones, auncuandolospórticosseguíancoronadosdehiedraydeflores,porquenoestabapermitidodarmuestrasdepesarporlosmuertos.Lasgentes,aldespertarcadamañana,sepreguntabanaquienhabríadetocarelturnofatídico.

Y la comitiva de espectros que formaban el siniestro séquito del Césarseguíaaumentandodedíaendía.

Pisónhabíapagado su conspiración con su cabeza; despuésde él habíanseguidoSéneca,Lucano,FenioRufoyPlaucioLaterano,yFlavioEscevino,y

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Afranio Quinetiano, disoluto compañero de las locuras del César, TulioSenecioyPróculoyAraicio,yTugurino,yGrato,ySilano,Próximo,ySubrioFlavio,queenuntiempofuecordialmenteadictoaNerón,ySulpicioAsper.

Algunos se vieron destruidos por su propia insignificancia; otros, por eltemor;otros,porsusriquezas;otros,porsubravura.

ElCésar,sorprendidoanteelnúmerodeconspiradores,había rodeadodesoldadoslasmurallasymanteníacomoenestadodesitiolaciudad,enviandoadiariocenturionesconsentenciasdemuertealascasasdelossospechosos.Yloscondenadossehumillabananteélencartasllenasdeadulación,enlasquedaban alCésar las gracias por sus sentencias, y le dejabanuna parte de susbienes,afindesalvarelrestoparasushijos.

Y pareció, por fin, que Nerón se propasaba expresamente, a fin de verhastaquépuntoerancapacesdeenvilecerseloshombresycuántotiempomássoportarían sus sangrientos deseos. Después de los conspiradores eranejecutados sus parientes, luego sus amigos, y por último hasta los simplesconocidosdeaquéllos.

Loshabitantesde lasespléndidascasasconstruidasdespuésdel incendio,alsaliralacalleestabansegurossiempredeencontrarseensucaminoconunanumerosaseriedeprocesionesfúnebres.

Pompeyo,Cornelio,Marcial,FlavioNepoteyEstacioDomicioperecieronacusados de falta de amor por el César; Novio Prisciano, por ser amigo deSéneca;RufioCrispofuecondenadoalapruebadelaguaydelfuegoporqueenuntiempohabíasidomaridodePopea.AlgranTráseasleperdiósuvirtud;muchospagaronconsusvidassunobleorigen,yhastaPopeacayóvíctimadeunaccesodefurordelCésar.

El Senado se abatía en presencia del terrible gobernante y levantó untemploensuhonor;hizoofrendasenfavordesuvoz,coronósusestatuasydesignósacerdotesconsagradosasusservicios,comoaldeunadivinidad.

Los senadores, temblando hasta en lo más profundo de sus envilecidasalmas, acudían al Palatino a ensalzar el canto del Periodoniceso y aturdirsedesenfrenadamenteconélenorgíasdecuerposdesnudos,devinoydeflores.

Pero entretanto, desde abajo, en el campo empapado de lágrimas y desangre,brotabacadadíamásrobustalasemilladePedro.

XXXVIII

VINICIOAPETRONIO

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Noshallamosalcorriente,carissime,delossucesosqueestánocurriendoenRoma,yloquenosabemoslorefierentuscartas.

Cuandosearrojaunapiedraenelagua,laondasevaalejandodeesepuntomásymás,enunaevolucióncircular;así,laondadelacrueldadydelalocurallegahastanosotrosdesdeelPalatino.

EnsuviajeaGrecia,Carinasrecibiólaordendepasarporaquí,dondeseentregóal saqueodeciudadesyde templosa finde llenardeesamaneraeltesoroexhausto.

AlpreciodelsudorydelaslágrimasdelpuebloestáNerónedificandolaDomusAurea en Roma. Es posible que elmundo no haya visto jamás unacosaparecida,peroconseguridadnohabrávistosemejantesinjusticias.

TúconocesaCarinas.Quilónfueigualaélhastaqueredimiósuvidaconsumuerte.Pero a las ciudadesque sehallaban cercanas a la nuestranohanllegadotodavíasussecuaces,porqueenellasnohaytemplosnitesoros.

Mepreguntassiaquíestamosfueradepeligro.Contestoqueaquíestarnosolvidados;esotebaste.

En este momento, y desde el pórtico, bajo el que estoy escribiéndote,contemplonuestramansabahía,yenellaveoaUrsoenunbotetendiendounaredensuslímpidasaguas.

Miesposasehallacercademí,devanandolanaroja,yenlosjardines,alasombradelosalmendros,cantannuestrosesclavos.

¡Oh,quépaz,carissime,yquéolvidodepasadosterroresysufrimientos!

MasnosonlasParcas,comotúloescribes,quieneshilanydevanandetannegramaneraelhilodenuestrasvidas;Cristo,nuestroamadoSalvadoryDios,es quien nos bendice y nos protege. Conocemos las lágrimas y los pesares,porque nuestra religión nos enseña a llorar las desventuras ajenas; pero enestas lágrimashayunconsueloque túnoconoces,porque, cuando llegueeltérminodenuestravida,nosreuniremoscontodosesosseresqueridosquehanperecidoysiguenpereciendoaúnporladivinaverdad.

Paranosotros,PedroyPablonohanmuerto;simplementehanrenacidoalagloria.Nuestrasalmaslosven;peromientrasnuestrosojoslloran,nuestroscorazonesrebosandejúbiloalpensarqueellosestándisfrutando.

¡Oh,sí,miqueridoamigo!Somosfelices,ylanuestraesunafelicidadquenada podrá destruir, puesto que lamuerte, que para ti es el fin de todas lascosas,paranosotrossignificaelpaso,laentradaaunreposoeterno,aunamormayoryaunamayorfelicidad.

Yasítranscurrenaquílosdíasylosmeses,enmediodelapazdelespíritu.

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Nuestrossirvientesyesclavoscreen,comonosotros,enCristo,ycomoÉlordenaquenosamemos,asílohacemos.

Confrecuencia,cuandosehapuestoyaelsol,olalunasereflejasobreelagua,Ligiayyodepartimossobrelostiempospasados,quehoynosparecenun sueño; y al pensar lo cerca que estuvo de la tortura y de la muerte esacabeza amada, ensalzo al Señor con todomi corazón, porque sólo Él pudoarrancarladeaquelpoder,salvarladelsupliciodelaarenayrestituírmelaparasiempre.

¡Oh Petronio! Tú que has visto qué resignación y qué consuelos ofrecenuestra religión en el infortunio, qué paciencia y qué valor en la hora de lamuerte,venahoraysé testigodecuántafelicidadescapazdebrindarenlosdíasordinariosycorrientesdelavida.

Lasgentes,hastahoy,nohabíanconocidoaunDiosaquienpudieseamarel hombre; de aquí que tampoco se amaran entre ellos mismos. De esoemanaban sus infortunios y sus dolores; porque así comodel sol procede laluz,asítambiénlafelicidadprocededelamor.

Ni legisladoresni filósofoshanenseñadoestaverdad;ellanohaexistidotampoco enGrecia ni enRoma; y cuando te digo enRoma, ello equivale adecirenelmundoentero.

Las frías y áridas enseñanzas de los estoicos, a las que se adhieren loshombres virtuosos, templan el corazón como se templa una espada, pero lovuelveindiferenteenvezdemejorarlo.

Y después de todo, ¿para qué te digo yo esto, que has estudiado ycomprendidomejorlascosasqueyo?TúconocisteaPablodeTarso,ymásdeunaveztuvisteconéllargasconferencias;asípues,sabesmejorquenadieque,en comparación de las verdades que él enseñaba, todas las enseñanzas devuestros filósofos retóricos son un juego vacío de palabras sin significaciónalguna.

¿RecuerdaslapreguntaquePablotehizo?SielCésarfueracristiano,¿noossentiríaistodosvosotrosmásseguros,másciertosdeseguirsiendodueñosdeloqueahoraposeéis,libresdedisgustos,tranquilosysegurosdelmañana?

TúmedecíasentoncesquenuestraVerdaderaenemigadelavida,yyotecontestoahoraque,aunquedesdeelprincipiodeestacartanohubierahechomás que repetirte estas dos palabras: "¡Soy feliz! ", no habría podido aúnexplicartelafelicidadquesiento.AestohasdecontestarquemifelicidadesLigia.¡Asíes,querido!PorqueyoamosualmainmortalyporqueambosnosamamosenJesucristo,poresonohayparaeseamorniseparación,niengaño,nimudanza, ni edad, nimuerte. Porque, cuando la juventud y la hermosurapasen, cuando nuestros cuerpos se marchiten y venga la muerte, quedará

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siempreelamor,porquetambiénquedaráelespíritu.

AntesqueseabrieranmisojosalaluzhabríasidocapazdeincendiarmicasaporelamordeLigia;peroahora tedigoqueentoncesyono laamaba,puesfueCristoquienmeenseñóaamar.EnÉlresidelafuentedelapazydelafelicidad.Ynosoyyoquienlodice,sinolarealidadmismadelascosas.

Compara tus placeres envueltos en zozobras; tus deleites, inseguros delmañana; tus orgías, semejantes a comidas fúnebres, con el vivir de loscristianosyencontrarásunaclararespuesta.Peroparapodercompararmejor,venanuestrasmontañasquehuelenatomillo,anuestrossombreadosolivos,anuestras riberas orladas de hiedra. Te aguardan aquí una paz que no hasconocidoenmuchotiempoycorazonesqueteamansinceramente.

Ytú,quetienesunalmanobleybuena,debierasserfeliz.

Tu clara inteligencia es capaz de reconocer la verdad y amarla una vezreconocida,porquesepuedeserenemigodeella,comoCésaryTigelino,peroanadiepuedeserleindiferente.

¡OhPetroniomío!Ligiayyonosalegramoscon la esperanzadequenopasemuchotiemposinverte.

Consérvatebien,séfelizyvenconnosotros.

PetroniorecibiólacartaenCumas,adondehabíaidoconotrosaugustanosacompañandoalCésar.

SuluchadelargosañosconTigelinoseaproximabaasufin.Petroniosabíayaquedebía caervencido en aquella contienday comprendíamuybienporqué. Como el César descendía cada día más a los papeles de comediante,bufónyauriga;comocadadíasehundíamásenunaenfermiza,abyectaygrandisipación,aquelexquisitoárbitrodelaeleganciaempezabaaserparaélunacarga.

AunquePetronioguardabasilencio,Nerónveíaunreprocheensusilencio;ycuandoelárbitroleelogiaba,leparecíasuelogiounaburla.Aquelbrillantepatriciomortificabasuamorpropioyleinspirabaenvidia.

Ysusriquezasysusespléndidasobrasdeartehabíanllegadotambiénaserobjeto de codicia, tanto para el gobernante como para su todopoderosoministro.Hastaentonces lehabíaperdonado lavidaaPetroniosolamenteenvistadelviajealaAcaya,enelquesubuengusto,suprofundoconocimientode todo lo relativo a Grecia y a los griegos podían ser muy útiles. PeroTigelino, poco a poco, había ido infiltrando en el ánimo del César laconviccióndequeCarinaslesobrepujabaenbuengustoyenconocimientosyqueseríamásaptoyadecuadoparadisponerenAcayajuegos,recepcionesytriunfos.

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Ydesdeestemomento,Petronioestuvoperdido.

Pero no tenían suficiente valor para enviarle su sentencia en Roma. ElCésar y Tigelino recordaban muy bien que aquel aparentemente afeminadoesteta,quehacía«delanochedía»,quevivíaenlamolicieyseocupabatansólodelarte,delamory lasfiestas,habíadadopruebasdeunasorprendentehabilidad y energía en el puesto de procónsul de Bitinia, y posteriormentecomocónsulde la capital.LeconsiderabancapazdecualquierhazañayerasabidoqueenRomacontabanosóloconelamordelpueblo,sinotambiénconeldelospretorianos.

Ninguno de los confidentes del César era capaz de prever cómo obraríaPetronioenunmomentodado;creyeron,portanto,másprudenteatraerlefueradelaciudadydarleelgolpeenunadelasprovincias.

Con este objeto recibió una invitación para ir a Cumas con otrosaugustanos.Ysedirigióallí,aunquesospechólatrampaqueseletendía,quizáparamostrarunavezmásalCésarya losaugustanosunsemblantealegreyajeno a toda preocupación y para alcanzar antes de su muerte una últimavictoria sobre Tigelino. Entretanto, este último le acusó de amistad con elsenadorEscevino,quehabíasidoelalmadelaconspiracióndePisón.

LasgentesdePetronio,quehabíanquedadoenRoma,fueronencarceladasysucasarodeadadeguardiaspretorianas.CuandoPetronioseenteródeestono experimentó la menor inquietud ni alarma, y dijo con una sonrisa a losaugustanos, a quienes había recibido en su espléndida casa de campo deCumas:

—Ahenobarbus es enemigo de las interpelaciones directas; ya veréis suconfusióncuandolepreguntesihasidoélquienhaordenadolaprisióndemifamiliaenlacapital.

Y les invitó a continuaciónauna fiestapara antesdel«más largode losviajes»,yacababadehacerlospreparativosdelcaso,cuandollególacartadeVinicio.

Al recibirla, Petronio se puso algo pensativo, pero al cabo de algunosmomentosvolvióalucirensurostrolahabitualtranquilidad,yaquellamismanochecontestólosiguiente:

Me alegra vuestra felicidad y admiro vuestros corazones, porque yo nohabíapensadoquedosamantespudieranrecordaraunatercerapersonaquesehalla lejos. Y vosotros no sólo no me habéis olvidado, sino que intentáispersuadirme de que vaya a Sicilia a fin de compartir vuestro pan y vuestroCristo,quien, según túmeescribes,oshadadogenerosamenteuna felicidadcompleta.

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Sielloesasí,honradle.Pero,amijuicio,UrsotuvoalgoquehacerenlasalvacióndeLigia,yelpuebloromanotuvotambiénqueverunpocoenella.Y si el César hubiera sido de otra manera, pensaría que no prosiguió lapersecuciónporelparentescoqueosuneatravésdeesanietadeTiberio,queen otro tiempo entregó éste a un Vinicio. Mas, ya que tú crees que Cristorealizó lahazaña,no tehedecontradecir.Noeconomices lasofrendasensuhonor.Prometeotambiénsesacrificóporloshombres;pero¡ay!,Prometeo,alparecer,sóloesunainvencióndelospoetas,mientrasquegentesdignasdefemehandichoque ellasvieronaCristo con suspropiosojos.Convengoconvosotrosenqueeselmásdignodetodoslosdioses.

RecuerdolapreguntadePablodeTarso,ycreoquesiAhenobarbusvivieracon arreglo a las enseñanzas de Cristo, tendría yo tiempo de visitaros enSicilia.Enesecasopodríamosconversaralasombradelosárbolesycercadelas fuentes, de todos los dioses y de todas las verdades discutidas en otrostiemposporlosfilósofosgriegos.Mas,porhoy,hedelimitarmeaunabreverespuesta.Estimosolamenteadosfilósofos:PirrónyAnacreonte.Losdemásmehallodispuestoavendértelosbaratos,conelagregadodetodoslosestoicosgriegosyromanos.Laverdad,Vinicio, residea tantaaltura,que losmismosdiosesnoalcanzanadivisarladesdelacumbredelOlimpo.

Encuantoati,carissime,parecequetuOlimposehallatodavíamásalto,y,enpiesobreél,mellamasymedices:«Venycontemplaráspaisajes talescomohasta hoy no has visto».Es posible. Pero yo te contesto, amigo: «Notengoyapiesparaelviaje».Ysileeshastaelfinestacarta,medaráslarazón.

¡No,dichosomaridodelaprincesaAurora!Vuestrareligiónnoesparamí.¿Debo amar a los bitinios que conducen mi litera, a los egipcios que mecalientanelbaño,aAhenobarbusyaTigelino?TejuroporlasblancasrodillasdelasGracias,queauncuandoquisieraamarlos,nopodría.HayenRoma,porlomenos, cienmilpersonasque tienen loshombrosencorvados, las rodillasdeformes, los muslos raquíticos, los ojos saltones o la cabezadesproporcionada.¿Quisierasobligarmeaamarlostambién?¿Endóndehedehallareseamor,si,nolosientoenelcorazón?YsituDiosdeseaqueyoameaesaspersonas,¿porquéensuomnipotentevoluntadnolesdiolasformasdeloshijosdeNíobe,porejemplo,quetúhasvistoenelPalatino?Quienamalabelleza,sehallaimposibilitadoparaamarladeformidad.Sepuedenocreerennuestrosdioses,peroesposibleamarlos,comolosamaronFidias,Praxíteles,Mirón,EstopasyLisias.

Aunqueyodeseara iradondequisierasconducirme,nopodría.Ypuestoquenolodeseo,mehallodoblementeimposibilitado.Túcrees,comoPablodeTarso, que del otro lado de la laguna Estigia veréis a Cristo en algunosCamposElíseos.Puesbien:llegadoesecaso,quetedigaÉlmismosiquerríarecibirme con mis gemas, mi vaso múrrimo, mis libros publicados por los

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SociosyconmiEunice,ladeloscabellosdeoro.

Yestepensamientomehacereír;porquePablodeTarsomedijoqueporCristodebeunodeciradiósalasguirnaldasderosas,alasfiestasyalplacer.

Verdadesquemeprometióotraclasedefelicidad;peroyolecontestéqueyaestabademasiadoviejoparaunafelicidadnueva,quemisojosencontraríansiempredeleiteenlasrosas,yqueelaromadelasvioletasmeeramásgratoqueelmalolordemis«prójimos»delSuburra.Porestasrazones,lafelicidadtuyanopuedeserfelicidadmía.

Perohaytodavíaotromotivo,quehereservadoparaelfinal:Thanatosmellama.Paratipuededecirsequeempiezanahoralosalboresdelavida;paramíel sol se ha puesto ya, y los fulgores del crepúsculo empiezan a rodearmicabeza. En otras palabras: debo morir, carissime. Y no vale la pena hablarextensamentedeesto.Teníaqueterminarasí.TúqueconocesaAhenobarbus,lo comprenderás fácilmente. Tigelino ha triunfado, o mejor dicho, misvictoriashanllegadoyaasutérmino.Hevividocomodeseaba,ymuerosegúnmeplace.

Notomesestoapecho.Ningúndiosmehaprometidolainmortalidad.Lamuerte no me coge de sorpresa. Y al mismo tiempo te digo que estásequivocado,Vinicio, al asegurar que sólo tuDios enseña al hombre amorirtranquilo.No.Nuestromundo sabía desde antes de que tú nacieras que unavez apurada la última copa había llegado elmomento del descanso y ahoramismo sabe todavía hacer eso con toda tranquilidad. Platón declara que lavirtudesmúsica,yquelavidadeunsabioesarmonía.Siestoesverdad,hedemorircomohevivido:virtuosamente.

Quisieradeciradiósa tudivinaesposaconlaspalabrasqueuntiempoledirigíalsaludarlaencasadeAuloPlaucio:«Muchaspersonashanvistomisojos;masnoheconocidolaquepuedallegaraigualarte».

SielalmaesalgomásdeloquePirróncree,lamíavolaráhaciavosotrosasu paso en dirección a los confines del océano, y se detendrá en tu casa enformademariposa,o,comopiensanlosegipcios,enformadegavilán.Deotramaneranopodréllegar.

»Entretanto, seaSicilia para vosotros un nuevo jardín de lasHespérides;que losdiosesde los campos, florestasy fuentes siembrende floresvuestrocaminoyconstruyansusnidoslasblancaspalomasencadaunodelosacantosdelascolumnasdetucasa.

XXXIX

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NosehabíaequivocadoPetronio.Dosdíasdespués, el jovenNerva,quesiempre había sido amigo sincero suyo, envió aCumas a su liberto con lasnoticiasdetodoloquepasabaenlacortedelCésar.

LamuertedePetroniohabía sido acordada.En la tardedel día siguientepensabanenviarleconuncenturiónlaordendedetenerseenCumasyesperarallí nuevas instrucciones. El siguiente mensajero, que llegaría pocos díasdespués,seríaportadordelasentenciademuerte.

Petronioescuchólanoticiadellibertoconinalterablecalma.

—Llevarásatuseñor—dijo—unodemisvasos,queteentregaréantesdetumarcha, y le dirás demi parte que le agradezco sumensaje con todamialma,porqueahorapodréanticiparmealasentencia.

Ydeprontoseechóareírcomounapersonaalaqueselehaocurridounagranideaysealegraanticipadamentepensandoensurealización.

Aquellamismatarde,susesclavossalieronentodasdireccionesllevandoalosaugustanos,quealasazónsehallabanenCumas,yatodaslasaugustanas,invitacionesparaunmagníficobanqueteenlacasadecampodelárbitro.Yenlamismatardeescribióenlabiblioteca;luegotomóunbañoydespuésordenóalasvestiplicaequelearreglasenartísticamentesusvestidos.

Brillante y soberbio como un dios, se dirigió al triclinio a fin deinspeccionar con ojo crítico los preparativos, y a continuación fue a losjardines, en donde mancebos y doncellas griegas de las islas se hallabantejiendoguirnaldasderosasparalafiestadelanoche.

Ensusemblantenosenotabalamáslevepreocupación.

Los sirvientes sabían tan sólo que la fiesta sería extraordinariamentesuntuosa,puesPetroniohabíaordenadoquesedieranliberalesrecompensasalosqueledejarancomplacido,yligerosgolpesalosquenohicieransulaborasatisfacciónoquehubieranmerecidocastigoe incurridoensudesagrado.Alos citaristas y cantantes les había hecho pagar espléndidamente conanticipación.

Porúltimo,sesentóeneljardínbajounhaya,atravésdecuyashojaslosrayosdelsolseñalabanlatierraconpuntosbrillantes,yllamóaEunice.

Llegóéstavestidadeblanco,luciendounramodemirtoenloscabellosyhermosa como una Gracia. Petronio la hizo sentar a su lado, le tocósuavemente la sien, y estuvo contemplándola breves instantes con laadmiracióndeuncríticoalobservarunaestatuaquehabrotadodelcinceldeunmaestro.

Luego,ledijo:

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—Eunice¿sabestúquedesdehacelargotiemponoeresesclava?

Ella alzó hacia Petronio sus ojos serenos, azules como el firmamento, yhaciendounaseñalnegativaconlacabeza,contestó:

—Yosoytuyasiempre,señor.

—Acaso ignoras—continuóPetronio—que esta casa, que esos esclavosque allí tejen guirnaldas y todo lo que existe aquí, con sus campos y susrebaños,tepertenecerándehoyenadelante.

Eunice,aloíreso,seapartódeélconunademánrápidoypreguntó,llenadesúbitaalarma:

—¿Porquémediceseso?

Luegoseleacercónuevamente, lemiróyentornólosojosconexpresióndeasombro.Despuésdealgunosinstantesselepusoelrostropálidocomounlienzo.

El,entretanto,sonrió,yagregóunapalabra:

—¡Sí!

Ysucedióunmomentodesilencio,duranteelquesóloseescuchóelrocedelashojasdelhaya,agitadasporunalevebrisa.Petronio,alverahoraa lajoven,pensabaquedelantedeélsehallabaunaestatuademármolblanco.

—Eunice—ledijo—,deseomorirencalma.

Ylajoven,mirándoleconunasonrisaquepartíaelcorazón,ledijoenvozbaja:

—Yatecomprendo.

Por la noche, los augustanos, que habían asistido anteriormente a fiestasdadasporPetronioysabíanque,comparadasconellas,aunlosbanquetesdelCésar eran aburridos y bárbaros, empezaron a llegar en gran número. Y anadieseleocurrióentoncesqueaquéldebíaserelúltimosymposium.

MuchossabíanquealexquisitoárbitrolerodeabanlasnubesdecóleradelCésar;masestoocurríatanamenudo,yPetroniohabíasabidodisiparlascontanta frecuencia, mediante una simple frase audaz, que nadie pensabaseriamente en que le amenazara un grave peligro. Y su rostro alegre, suhabitualsonrisa,despreocupada,confirmóatodosenaquellaopinión.

LahermosaEunice,a laquehabíamanifestadosupropósitodemorirencalma, y para quien cada palabra de Petronio era como una sentencia delDestino, mostraba también en sus facciones una tranquilidad perfecta y unextrañobrilloensusojos,quebienpodíatomarsecomoseñaldefelicidad.

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En la puerta del triclinio, unos muchachos que llevaban los cabellosrecogidosenredesdeorocolocabanguirnaldasderosassobrelascabezasdelos invitados y les advertían, como era costumbre, de que salvaran losumbrales de la estancia adelantando en primer lugar el pie derecho. En elvestíbulo senotabael ligeroperfumede lasvioletas,y las lámparas erandecristaldeAlejandría,devarioscolores.Alladodeloslechostriclinarioshabíadoncellasgriegas,cuyaocupacióneraperfumarlospiesdelosinvitados.Juntoalaparedsehallabanloscitaristasyloscantantesateniensesqueesperabanlaseñaldesudirector.

El servicio de lamesa brillaba con lujoso esplendor, pero aquel lujo noofendía la vista, ni la ofuscaba, pues parecía un accesorio natural. Y unaatmósferadealegríayde libertadse respirabaallí juntoconelaromade lasvioletas.

Los invitados, al penetrar en aquella estancia, sentían que no losamenazabannipreocupacionesnicuidados,comoocurríaenlacasadelCésar,en donde un huésped podía pagar con la vida un elogio insuficiente oinadecuado.

A la vista de las lámparas, de los vasos decorados con hiedra, del vinoheladosobredepósitosdenieveydelosdelicadosmanjares, laalegríareinóen todos los corazones. El zumbido de las conversaciones parecía el de unenjambre de abejas alrededor de unmanzano en flor. Sólo las interrumpíanalgún estallido de risas, algún aplauso, y hasta algún ruidoso beso posadosobreunosblancoshombros.

Losinvitados,albeberelvino,derramabanalgunasgotasenhonordelosdiosesinmortales,afindealcanzarsubenevolenciaysussimpatíasenfavordelanfitrión.Noimportabaquemuchosdeellosnocreyeranenlosdioses.Lacostumbreylasupersticiónasíloprescribían.

Petronio, reclinadocercadeEunice,hablabade lasnoticiasdeRoma,delos últimos divorcios, de asuntos de amor, de las carreras de Epículo, quehabía alcanzado reciente fama en la arena comogladiador, y de los últimoslibros llegadosa las tiendasdeAtractoyde losSocios.Ycuando,asuvez,derramabaelárbitroelvino,declarabaquelohacíasolamenteenhonordelaSeñoradeChipre,lamásantiguadelasdivinidadesylamásgrande,laúnicainmortal,imperecederaypoderosa.

Su conversación parecía un rayo de sol, que a cada instante resplandecesobre algúnnuevoobjeto, o a la brisadeverano, que agita las floresde losjardines. Por último, hizo una señal al director de la parte musical, einmediatamentesonaronsuavementelascítarasalasqueacompañabauncorodevocesjuveniles.

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Entonces un grupo de doncellas de Cos, pueblo de donde era originariaEunice,empezaronunagraciosadanzaquedejabaaldescubiertoydabarealceasusrosadasformas,tenuementeveladasporligerostrajesdegasa.

Finalmente, un adivino egipcio predijo a los invitados la buenaventura,leyéndolaenelmovimientodeloscoloresdelarcoirisdeunvasodecristal.

Cuando se cansaron de estos pasatiempos, Petronio se incorporó en sualmohadasiria,ydijoconacentonegligente:

—Perdonad,amigosmíos,queospidaunfavorenestafiesta.¿Quierecadaunodevosotrosaceptarcomoobsequiomíoelvasoenelquehahechoaquílaprimeralibaciónenhomenajealosdiosesypormiprosperidad?

En losvasosdePetronioresplandecíaneloro, laspiedraspreciosasy lascinceladuras de afamados artistas; de manera que, aunque la costumbre deestos obsequios se hallaba establecida en Roma, la alegría invadió loscorazonesde loscomensales.Algunosde los invitados le tributaronporelloabiertamentesugratitudysusalabanzas;otrosdijeronquenuncaJúpiterhabíahonradoalosdiosesconmásricasdádivasensuOlimpo;y,finalmente,hastahuboquienessenegabanaaceptarlos,yaque talesobsequiossuperabana laapreciaciónordinaria.

PeroPetronioalzósuvasomúrrimo,quebrillabacomounarcoirisyeradevalorincalculable.

—Este—dijo— es el vaso en el que sólo yo he libado en honor de laSeñoradeChipre.Loslabiosdeningúnhombrevolveránatocarlodehoyenadelante,yningunamano tampocopodráhacerenél libacionesenhonordeotradivinidad.

Y, diciendo esto, arrojó el precioso vaso al pavimento, que se hallabaalfombradoconfloresdeazafrándecolorlila.Ycuandosehizomildiminutospedazos,añadióalnotarasualrededorsemblantesllenosdeasombro:

—Misqueridosamigos,alegraosynoossorprendáis.Laimpotenciaylavejezsonmuytristescompañerasenlosúltimosañosdelavida.Yyoquierodarosunbuenejemployunbuenconsejo.Tenéiselpoder,comoveis,denoaguardarlavejez,podéispartirvoluntariamenteantesquellegue,comovoyahacerloyo.

—¿Quétepropones?—preguntaronalarmadasmuchasvoces.

—Mepropongodivertirme,bebervino,escucharmúsica,contemplaresasdivinas formasyquedarmedormidocon lacabeza rodeadade flores.MehedespedidoyadelCésar,¿queréisoírloqueleheescritoalpartir?

Ysacandounpapeldedebajodelapurpúreaalmohada,leyólosiguiente:

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—Sémuybien, ¡ohCésar!,queaguardasmiregreso;que tu lealcorazónde amigo día y noche languidece por mí. Sé que te hallas dispuesto acolmarmedeobsequios,anombrarmeprefectodelosguardiaspretorianosyaordenaraTigelinoquevuelvaaserloquelosdioseslehicieron:unmuleterodeaquellastierrasquetúheredastedespuésdeenvenenaraDomicio.

»Sinembargo,perdóname,porquetejuroporelHadesyporlassombrasdetumadre,detuesposa,detuhermanoydeSénecaquenopuedoyavolverati.Lavidaesungrantesoro.Deesetesorohedisfrutadolasmáspreciadasjoyas;peroen lavidahay tambiéncosasqueyanopuedo soportarpormástiempo.

»Nosupongas, te loruego,quemehalloofendidoporquetúmatasteatumadre, a tu mujer y a tu hermano; porque incendiaste Roma y enviaste alEreboatodosloshombreshonradosquehabíaentusdominios.No,bisnietode Cronos. La muerte es la herencia del hombre, y de ti no han podidoesperarseotrashazañas.Perodestrozarselosoídosduranteañosenteroscontupoesía, ver unas piernas flacas como las de Domicio dando grotescasvolteretasen fogosadanza,escuchar tumúsica, tudeclamación, tuspoemas,míseropoetastrodelossuburbios,esoyapasadeloslímitesdemiresistencia,yalfinhadespertadoenmíeldeseodemorir.

»Roma se tapa los oídos cuando te oye; y elmundo se ríe de ti. Ya noquiero, ni puedo, seguir avergonzándome de ti. Los ladridos de Cerbero,aunquesemejantesatumúsica,seránparamímenosmolestos,porque,comonuncahesidoamigodeCerbero,notengomotivosparaavergonzarmedesusladridos.

»Adiós,peronohagasmúsica;asesina,peronoescribasversos;envenena,pero no bailes; incendia, pero no toques la cítara.Éstos son los deseos y elúltimoconsejoamistosoqueteenvíaelArbiterElegantiae.

Los invitados quedaron aterrados ante la lectura de esta carta, porquecomprendíanquelapérdidadesupoderhabríasidomenoscruelparaNerónquesemejantegolpe.Comprendían tambiénqueelhombrequehabíaescritoaquellacartaestabacondenadoamorir,y, almismo tiempo,palidecierondetemoralconsiderarqueacababandeasistirasemejantelectura.

Pero Petronio rio con sincera y franca alegría, como si se tratara de labromamásinocente,yluegodijo:

—Alegraosydesechadtodotemor.Ningunodevosotrosnecesitajactarsede haber oído la lectura de esta carta.Yome jactaré de ella solamente conCaronte,cuandovayacruzandolalagunaEstigia.

Hizo enseguidauna señal almédicogriegoy extendió el brazo.El hábilgriego,enunabrirycerrardeojos, leatóalrededorunadoradabandaenel

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brazo y le abrió una vena en la articulación del mismo. La sangre borbotósobre la almohada y cayó sobre Eunice, quien, sosteniendo la cabeza dePetronio,seinclinóhaciaélydijo:

—Señor, ¿pensaste que yo te abandonaría? Aun cuando los diosesquisierandarmelainmortalidadyelCésareldominiodelmundo,teseguiríasiempre.

Petroniosonrió,seincorporóunpoco,oprimióconlossuyosloslabiosdesuamante,ydijo:

—Venconmigo.

Luegoañadió:

—¡Túsíquemehasamado,divinamía!…

Euniceextendióentoncessublancobrazoalmédicoy,uninstantedespués,lasangredeellaempezabaamezclarseyconfundirseconlasangredeél.

Petroniohizounaseñaalosmúsicosydenuevoseescucharonlasvocesjuveniles y los sones de las cítaras. Cantaron primero Harmodio; luego, lacancióndeAnacreonte,enqueelpoetasequejadequeunavezencontróaltiernohijodeVenusAfroditallorosoyaterido,bajounosárboles;queledioabrigo y calor, y secó sus alas, y, en pago, el ingrato niño atravesó con undardosucorazón,ydesdeeseinstantelapazlehabíaabandonado.

Petronio y Eunice, reclinados, hermosos como dos divinidades,escuchaban,sonriendoypalideciendopormomentos.

Terminadaesacanción,Petroniohizoservirmásvinoynuevosmanjares;conversó luegocon los invitadosque teníamáspróximosdecosasbaladíes,pero agradables, tales como las que de ordinario servían de tema en esasfiestas. Finalmente, llamó al griego, a fin de que le vendara el brazo unmomento, pues dijo que el sueño empezaba a apoderarse de él y deseabaentregarseprimeroaHipnosantesqueTanatoslehicieradormirparasiempre.

Y,enefecto,sequedódormido.

Cuandodespertó,lacabezadeEunicereposabasobresupechocomounablancaflor.Lacolocó,entonces,sobrelaalmohada,afindecontemplarlaporúltimavez.Luegosehizoquitarelvendajedelasvenas.

A una señal suya entonaron nuevamente los cantantes la canción deAnacreonte,quelascítarasibanacompañandolevísimamente,afindequenoseahogaraensusnotasniunasolaletradelcanto.Petronioibapalideciendomás y más, y cuando expiró la última vibración se volvió de nuevo a susinvitadosydijo:

—Amigos,confesadqueconnosotrosperece…

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Peronotuvofuerzasparaterminarlafrase;conunpostrermovimientodesubrazoestrechóaEunice,cayóluegosucabezaenlaalmohadayexpiró.

Y los invitados, al contemplar aquellos dos blancos cuerpos, quesemejaban dos estatuas admirables, comprendieron perfectamente que conellos perecía todo lo que había quedado a su mundo en aquella época: lapoesíaylabelleza.

EPÍLOGO

Alprincipio, lasublevaciónde las legionesgálicas,almandodeVíndex,nopareciómuypeligrosa.ElCésarsólosehallabaeneltrigésimoprimerañodeedad,ynadie seatrevíaaesperarqueelmundopudieraverse tanprontolibrede aquella pesadilla que le ahogaba.Se recordabaquemásdeunavezhabían ocurrido sublevaciones parecidas entre las legiones —durante losgobiernos anteriores—, y habían pasado, no obstante, sin tener porconsecuencia un cambio de gobierno. Durante el reinado de Tiberio, DrusohabíasofocadolasublevacióndelaslegionesdePanoniayGermánicolasdelRin.

—¿Quién —decían las gentes— podría asumir el gobierno después deNerón,sihanperecidotodoslosdescendientesdeldivinoAugusto?

Y otros, mirando al coloso, se figuraban que Nerón era un Hércules ypensaban que ninguna fuerza sería capaz de quebrantar un poder como elsuyo.Y hasta había algunos que, desde su viaje a laAcaya, lamentaban suausencia, porque Helio y Politetes, a quienes había dejado el gobierno deRomaydeItalia,loejercíanconmáscrueldadqueél.

Nadiesehallabasegurodesuvidanidesupropiedad.Laleyhabíadejadode proteger. La dignidad humana y la virtud habían perecido; los lazos defamilia no existían; y aquellos corazones, envilecidos, ya ni siquiera osabanesperar.DeGreciallegabanlosecosdelostriunfosincomparablesdelCésar,de los millares de coronas que había conquistado, de los millares decombatientes aquieneshabíavencido.Elmundoparecíahaberse convertidoen una orgía de histerismo y de sangre; pero, al mismo tiempo, existía laopinióndequehabíapasadoeltiempodelavirtudydelosactosdedignidad,paracedersulugaralaeradeladanza,lamúsica,eldesenfrenoylasangre,yquelaexistencia,enelfuturo,seguiríaporesapendiente.

ElmismoCésar,aquienlarebeliónlehabíaabiertoelcaminoparanuevossaqueos,nosehabíapreocupadomuchodelasublevacióndelaslegionesydeVíndex;porelcontrario,hastasolíamanifestarporellosucomplacencia.Ni

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siquiera deseaba regresar deAcaya; y solamente cuandoHelio le comunicóque una mayor dilación en su viaje podría traer consigo la caída de sugobierno,setrasladóaNápoles.

Y allá siguió representando, cantando y recibiendo con impasibleindolencia losanunciosdel inminentepeligro.EnvanoTigelino leexplicabaquelasanterioresrevueltasdelaslegionesnohabíancontadoconcaudillos,entanto que esta vez se hallaba a la cabeza de la rebelión un hombre quedescendía de los antiguos reyes de Aquitania y era un soldado famoso yaguerrido.

—Aquí—contestabaNerón—me escuchan los griegos, únicos hombresquesabenescuchar,ytambiénlosúnicosdignosdemiscantos.

Yagregabaquesusprimerosdebereseranelarteylagloria.Perocuando,por fin, llegaron las noticias de que Víndex le había declarado un artistadetestable,saltóbruscamentedesuensimismamientoysedirigióhaciaRoma.

LasheridasinfligidasporPetronio,ycicatrizadasdurantesupermanenciaen Grecia, volvieron a abrirse en su corazón y quiso que el Senado lecompensaradetaninauditainjusticia.

Ensuviajederegresovioungrupofundidoenbroncequerepresentabaaunguerrerogalovencidoporuncaballeroromano.Juzgóqueesegrupoeraunaugurio favorable, y desde entonces, cada vez que hablaba de las legionessublevadasydeVíndexsóloerapararidiculizarlas.

Suentradaenlaciudadsuperóatodoloquehastaentoncessehabíavisto.LaefectuóenelcarroquehabíausadoAugustoensuentradatriunfal.Unarcodel circo fue demolido a fin de abrir calle a la comitiva. El Senado, loscaballerosyunainmensamuchedumbresalieronasuencuentro;lasmurallasse estremecían a los gritos de «¡Salve, Augusto! ¡Salve, Hércules! ¡Salve,divinidad,el Incomparable,elOlímpico,elPitio,el Inmortal!».Detrásdeéleran conducidas las coronas que había conquistado, los nombres de lasciudadesenquehabíatriunfado,ysobretablasveníaninscritoslosnombresdelosmaestrosaquieneshabíavencido.

El propio Nerón, ebrio de placer, preguntaba, emocionado, a losaugustanosqueibanasulado:

—¿QuéfueeltriunfodeCésarcomparadoconelmío?

Y la idea de que algún mortal osara levantar la mano sobre semejantemaestroysemidiósnoentrabaensucabeza.Sesentía,realmente,olímpico,y,porconsiguiente, seguro.Elentusiasmoy la locurade laplebeexcitabansulocura. Y, en efecto, el día de semejante entrada triunfal parecía que nosolamenteelCésarylaciudad,sinoelmundoentero,habíanperdidoeljuicio.

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Atravésdeaquellainmensidaddeflores,guirnaldasycoronas,nadieveíael precipicio. Y, sin embargo, aquella misma noche las columnas y lasmurallas de los templos fueron cubiertas con inscripciones en las que sedescubríanloscrímenesdeNerón,seleamenazabaconlainminentevenganzayseleridiculizabacomoartista.Debocaenbocacirculabalafrase:

—Cantóhastadespertaralosgallos.

Las noticias alarmantes dieron la vuelta a la ciudad y alcanzaronproporcionesmonstruosas.Seapoderólazozobradelosaugustanos.

Elpueblo,llenodeincertidumbreconrespectoalporvenir,noseatrevíaaexpresar anhelos, ni esperanzas; apenas osaba sentir o pensar. Pero Nerónseguía viviendo sólo con el teatro y la música. Ocupaban su atencióninstrumentos recientemente inventados, así como un nuevo órgano de aguaqueestuvoensayandoenelPalatino.

Conuncriteriopueril e incapazdeningúndesigniocertero,nideacciónalguna determinada, se imaginaba que podría en cualquier momento alejartodo peligro mediante la promesa de juegos y exhibiciones teatrales, queprolongaríaindefinidamente.Laspersonasquelerodeaban,viendoqueenvezde buscarmedios y de organizar un ejército se preocupaba simplemente derebuscar expresiones adecuadas para describir el peligro de la manera másgráfica,empezaronaperderlacabeza.Otraspensaronquesuúnicoobjetoeraaturdirseasímismoya losdemásconcitas,mientrasreinabaensualmalazozobrayelterror.

Y,enefecto,susactoseranlosdeunhombredominadoporlafiebre.Cadadíacruzabanporsucabezamilnuevosproyectos.Pormomentossaltabadesuasientoa findeprecipitarseaconjurarelpeligro;dabaordendeempaquetarsuslaúdesycítaras,dearmaralasesclavasjóvenescomoamazonasyllevarlaslegionesalEste.Otrasvecespensabadenuevoquesofocaríalarebelióndelaslegionesgálicasnopormediodelaguerra,sinoconmúsica.Ysualmasealegraba en el espectáculo que seguiría a la conquista de los soldados porvirtudde lasnotasdesucanto.Los legionarios lerodearíancon lágrimasenlosojos;él lescantaríaunepinicio,despuésde locualempezaría laedaddeoroparaélyparaRoma.

Unasvecesclamabaporsangre;otras,declarabaquesehallaríasatisfechocon seguir gobernando en Egipto. Recordaba, también, la predicción que lehabíaprometidoelseñoríosobreJerusalén,ylellenabadeemociónlaideadequepodríaundíaganarseelpancotidianocomo trovadorerrante,yque lasciudadesylospaíseshonraríanenél,noalCésar,señordelmundo,sinoaunpoetacuyoigualnohabíaexistidohastaentoncesenlatierra.

Yasí proseguía luchando, enfureciéndose, tocando, cantando, cambiando

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deproyectos,declamacionesydichos,ytransformandosuvidayladelmundoenunsueñoabsurdo,fantástico,horrendo,enunaespeciedeensordecedoraydesatentada cacería, en la que se confundían las expresiones ampulosas, losversosmalos,losgemidos,laslágrimasylasangre.Y,entretanto,lanubeenOccidenteaumentabadedíaendía.

Lamedidasehabíacolmadoya;lainsensatacomediatocabaasutérmino.

CuandollegaronasusoídoslasnoticiasdequeGalbayEspañasehabíanunido a la sublevación, tuvoun accesode furor yde locura.Rompióvasos,volcó la mesa en una fiesta y dio tales órdenes que ni Helio ni el mismoTigelinoseatrevieronaponerlasenejecución.MataralosgalosresidentesenRoma, incendiar la ciudad por segunda vez, soltar las fieras y trasladar lacapitalaAlejandría,leparecíaalavezgrande,sorprendenteyfácil.Perolosdíasdesudominiohabíanpasadoya,yhasta losquehabíansidocómplicessuyosensuscrímenesanterioresempezaronamirarlecomounloco.

Con la muerte de Víndex y el desacuerdo entre las legiones sublevadasparecióquelabalanzavolvíaapesardesulado.AquellosecelebróenRomaconnuevasfiestas,nuevostriunfosynuevassentencias,hastaqueunanocheunmensajero llegó a galope al Palatino en un caballo espumajeante, con lanoticiadequeenlapropiaciudadlossoldadoshabíanlevantadoelpendóndelarevueltayhabíanproclamadoCésaraGalba.

Nerónestabadurmiendocuando llegóel enviado.Aldespertar llamó, envano,asuguardianocturna,quevigilabalaentradaasusaposentos.Elpalacioestabadesierto,ylosesclavossaqueabanensusmásapartadosrinconestodoaquelloquepudieraserfácildellevarensufuga.PerolavistadeNerónlosaterrorizó.Asíquevagósoloporelpalaciollenándoloconsusgritosdeterrorydesesperación.

Por último, sus libertos Faonte, Espiro y Epafrodito acudieron en suauxilio. Le aconsejaron que huyera, asegurándole que no había tiempo queperder, mas él seguía engañándose aún. Si se vistiera de luto y hablara alSenado,¿podríaéste resistira sus lágrimasya suelocuencia?Sidesplegaratodosupoderdepersuasión,suretóricaysustalentosdeactor,¿habríaalguienenlatierraquepudieraoponerresistencia?¿Noledaríanentonces,siquiera,laprefectura de Egipto? Los libertos, acostumbrados a prodigarle susadulaciones, no tuvieron aún la entereza bastante para darle una negativaexplícita; se limitaron tan sólo a prevenir que antes que hubiese llegado alForo el pueblo le habría hecho pedazos, y le declararon que si nomontabainmediatamenteacaballoleabandonaríanellosmismos.

Faonte le ofreció asilo en su casa de campo, situada fuera de la PuertaNomentana.Alcabodealgunosmomentosmontaronsuscaballosy,cubriendolacabezadeNerónconunmanto,sedirigieronagalopehaciaelextremodela

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ciudad.Lanochemoría.Yenlascalleshabíaunmovimientoquedemostrabalaíndoleexcepcionaldelasituación.Lossoldados,yasolos,yaenpequeñosgrupos,sehallabandiseminadosportodalaciudad.Nolejosdelcampamento,elcaballodelCésardiounbruscosaltoalavistadeuncadáver.ANerónselecayó,entonces,elmantodelacabeza;unsoldadolereconoció,y,confundidoanteencuentrotaninesperado,lehizoelsaludomilitar.

Al pasar por el campamentode los pretorianos escucharon aclamacionesatronadorasenhonordeGalba.YNeróncomprendió,porfin,quelahoradelamuerte se acercaba para él. Entonces le asaltaron el terror y losremordimientos.Declaróqueveíaunasombradelantedesusojosenformadeunaoscuranube.Deesanubesedestacabanrostrosenlosquedistinguióeldesumadre,eldesumujeryeldesuhermano.Lecastañeteabande terror losdientes,y,sinembargo,sualmadecomediantehallóalpuntounaespeciedeencantoenelhorrordeaquelmomento.

Ser el señor absoluto delmundo y perder todas las cosas de la tierra leparecía ahora el colmo de la tragedia y, consecuente consigo mismo,desempeñabahastaelfinelpapeldeprotagonista.Unafiebredecitasyfrasesse apoderó de él y un deseo vehemente de que los que le acompañaban lasrecordaranparabiendelaposteridad.PormomentosdecíaquedeseabamoriryllamabaaEpículo,elmáshábilmatadordetodoslosgladiadores.Enotrosmomentosdeclamaba:

—¡Madre,mujerypadremeevocanlamuerte!

Decuandoen cuandocruzabanpor su cerebro relámpagosde esperanza,que era vana y pueril, porque sabía que iba marchando a la muerte y, sinembargo,nolocreía.

Encontraron abierta la Puerta Nomentana. Y prosiguiendo su marcha,pasaroncercadeOstrianum,endondePedrohabíapredicadoybautizado.YalromperelalballegaronalacasadecampodeFaonte.

Allí, los libertos no le ocultaron pormás tiempo el hecho de que habíallegadolahorademorir.

Ordenó,entonces,quecavasenunasepulturayhastaseechóalsueloafindequetomasenmedidaexactadesucuerpo.Peroalavistadelafosaabiertavolvióadominarleelmiedo.Sepusopálidoyporsufrentecorrierongruesasgotasdesudor.Yretardabaelmomento.

Con voz al mismo tiempo teatral y temblorosa declaró que no habíallegadoaún lahora, y empezóadeclamarnuevamente.Porúltimo, les rogóqueincinerasensucadáver,yrepetíaconafectadoasombro:

—¡Quégranartistaeselquevaaperecer!

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Entretanto, el mensajero de Faonte volvió trayendo la noticia de que elSenadohabíadictado la sentenciayhabíadeclaradoen ellaque el parricidadeberíamorirconarregloalaantiguacostumbre.

—¿Quécostumbreesésa?—preguntóNerónconloslabiosblancos.

—Con un tridente sujetarán tu cuello, te azotarán hasta que mueras yarrojaránalTíbertucadáver—contestóbruscamenteEpafrodito.

Nerónsedescubrióelpechoydijo,alzandolavistaalfirmamento:

—¡Yaestiempo,entonces!

Yluegorepitiónuevamente:

—¡Quégranartistaeselquevaaperecer!

Enesemomentoseoyóelgalopedeuncaballo.EraelcenturiónqueveníaconungrupodesoldadosenbuscadelacabezadeAhenobarbus.

—¡Apresúrate!—exclamaronloslibertos.

Nerónsecolocólacuchillaenelcuelloconmanotemblorosa.Eraevidenteque jamás tendríaelvalorde introducirla toda.Epafrodito,entonces,conunsúbitoademán,leempujólamanoyelpuñalseintrodujohastaelmango.

Los ojos de Nerón se salieron de sus órbitas y expresaron un terrorinmenso.

—¡Tetraigolavida!—exclamóelcenturiónentrandoenesteinstante.

—¡Demasiadotarde!—dijoNerónconvozronca;yluegoañadió—:¡Esaeslafidelidad!

Y,enunabrirycerrardeojos,seapoderólamuertedesucabeza.Desugruesocuelloborbotóunoscurochorrodesangresobre las floresdel jardín,suspiesseagitaronymurió.Alamañanasiguiente,lafielActeaenvolviósucuerpoencostosastelasyleincineróenunapirallenadeperfumes.

Y así pasó Nerón, como un torbellino, como una tormenta, como unincendio,comopasalaguerraypasalamuerte;perolabasílicadeSanPedrogobiernahastaahora,desdelascumbresdelVaticano,alaciudadyalmundo.

Cerca de la antigua Puerta Capena existe hasta hoy día una pequeñacapilla, que lleva esta inscripción, algo borrada por el tiempo: Quo vadis,Domine?

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