quién soy yo

10
. ¿QUIÉN SOY YO?, SEGUNDA PARTE Miramos la realidad “Si piensas que ‘creer’ que ya te conoces es ya conocerte, estás engañado. Para conocerte bien tienes que romper amarras con los muelles en que has acostumbrado refugiarte, dejar tu ‘zona de confort’ y lanzarteal campo abierto de tu interioridad, sin complejos, bagajes ni protecciones, con la limpidez que la pregunta ¿quién soy? alcanza en quien busca en serio contestarla y quiere correr el riesgo de asumir su existencia sin los andadores del infante”[1]. A lo largo de nuestra vida quizá hemos buscado ensayar diferentes caminos que nos conduzcan a alcanzar una felicidad plena. Para alcanzar esta meta es clave responder a la pregunta sobre nuestra propia mismidad: ¿Quién soy? ¿Cómo puedo llegar a ser plenamente feliz? La experiencia de vida nos enseña que pueden pasar los días y podemos irnos conociendo mucho a nosotros mismos, sin embargo queda siempre el deseo de entrar más en nuestro mundo interior y conocernos más hondamente. Y es que somos un misterio para nosotros mismos. “Quizás una de las más vistosas debilidades de la civilización actual está en la inadecuada visión del hombre. La nuestra es sin duda, la época en que más se ha escrito y hablado sobre el hombre, la época de los humanismos y del antropocentrismo. Sin embargo, paradójicamente, es también la época de las más hondas angustias del hombre respeto a su identidad y destino, del rebajamiento del hombre a niveles antes insospechados, época de valores conculcados como jamás lo fueron antes”[2] . Iluminamos al mundo con la fe 1. El hombre es una unidad bio-psico-espiritual

Upload: leandroblair

Post on 09-Apr-2016

10 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

personalidad 1

TRANSCRIPT

Page 1: Quién Soy Yo

. ¿QUIÉN SOY YO?, SEGUNDA PARTE

Miramos la realidad

“Si piensas que ‘creer’ que ya te conoces esya conocerte, estás engañado. Para conocerte bien tienes que romper amarras con los muelles en que has acostumbrado refugiarte, dejar tu ‘zona de confort’ y lanzarteal campo abierto detu interioridad, sin complejos, bagajes ni protecciones, con la limpidez que la pregunta ¿quién soy? alcanza en quien busca en serio contestarla y quiere correr el riesgo de

asumir su existencia sin los andadores del infante”[1].

A lo largo de nuestra vida quizá hemos buscado ensayar diferentes caminos que nos conduzcan a alcanzar una felicidad plena. Para alcanzar esta meta es clave responder a la pregunta sobre nuestra propia mismidad:

¿Quién soy?

¿Cómo puedo llegar a ser plenamente feliz?

La experiencia de vida nos enseña que pueden pasar los días y podemos irnos conociendo mucho a nosotros mismos, sin embargo queda siempre el deseo de entrar más en nuestro mundo interior y conocernos más hondamente. Y es que somos un misterio para nosotros mismos.

“Quizás una de las más vistosas debilidades de la civilización actual está en la inadecuada visión del hombre. La nuestra es sin duda, la época en que más se ha escrito y hablado sobre el hombre, la época de los humanismos y del antropocentrismo. Sin embargo, paradójicamente, es también la época de las más hondas angustias del hombre respeto a su identidad y destino, del rebajamiento del hombre a niveles antes insospechados, época de valores conculcados como jamás lo fueron antes”[2]. 

 Iluminamos al mundo con la fe1. El hombre es una unidad bio-psico-espiritual

Al aproximarnos al misterio del hombre descubrimos que el ser humano es una unidad bio-psico- espiritual. Estas tres dimensiones de la persona no están aisladas entre sí, sino que se relacionan íntimamente, formando una unidad en la que el cuerpo está subordinado a la mente, y ambos al espíritu.

Esta aproximación desde una visión integral de la persona es fundamental al interior de la familia.

Sin una visión integral de la persona humana, la relación entre cónyuges se puede distorsionar, por ejemplo la sexualidad, que siendo una expresión del amor total, puede reducirse a sólo un acto físico y una búsqueda egoísta del placer, distante de la experiencia de entrega y donación, y del significado de unión y procreación.

Page 2: Quién Soy Yo

Igualmente, sin una visión integral del hombre, la crianza de los hijos se puede convertir en una entrega de información sin referentes morales, en la búsqueda de la excelencia académica y el triunfo egocentrista, distante de la formación en la fe, en la madurez, en el compromiso de acuerdo a cada niño, valorando su manera particular de ser.

“Que el Dios de la paz, os santifique plenamente, y que todo vuestro ser, el espíritu, el alma y el cuerpo, se conserve sin mancha hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo”[3].

a. Dimensión biológica

Resulta evidente que tenemos un cuerpo que funciona de manera compleja y única, con diversos sistemas muy desarrollados y precisos. Basta pensar en la circulación de la sangre, en los sentidos, o en el

funcionamiento del cerebro.

No somos simples animales racionales, como muchos afirman. Contamos con miembros, órganos y sentidos que revelan una dimensión física que nos ayuda a vivir y percibir la realidad; incluso nos ayuda a relacionarnos y ubicarnos en ella. Todo lo que soy en mi dimensión biológica, me conduce a trascenderme, a ir más allá de mí mismo.

“El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la “imagen de Dios”: es cuerpo humano precisamente por que está animado por el alma espiritual, y es toda la persona humana la que está destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el Templo del Espíritu”[4].

“… el hombre, por su misma condición corporal, reúne en sí, los elementos del mundo material, de tal modo que, por medio de él, éstos alcanzan su cima y elevan la voz para la libre alabanza del Creador. Por consiguiente no es lícito al hombre despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, tiene que considerar su cuerpo bueno y digno de honra, ya que ha sido creado por Dios y que ha de resucitar en el último día”[5].

Además el cuerpo tiene un meta- lenguaje, que sólo se da en el hombre, a través del cual podemos expresar nuestra realidad, existencia, vida, con gestos, actitudes y miradas. Este lenguaje nos ayuda mucho a comprendernos a nosotros mismos y a relacionarnos mejor con los demás y con el mundo.

Es importante entender que el cuerpo es una parte esencial nuestra, siendo importante valorarlo y cuidarlo.  La salud, el descanso y sueño, el ejercicio físico en sus distintas modalidades, y todo lo que hacemos tiene que ser hecho buscando el bien de nuestro cuerpo, sin causarle daño.

Page 3: Quién Soy Yo

Por otro lado, debemos ser conscientes que nuestra realidad no se agota en el cuerpo;  sino corremos el riesgo de vivir sólo para él, sin tener en cuenta otras dimensiones de nuestro ser.

b. Dimensión psicológica

Además de la dimensión física, fácilmente encontramos que poseemos una serie de capacidades y experiencias que involucran elementos más profundos: tenemos inteligencia, voluntad, aspiraciones, sentimientos y emociones, y también memoria de lo que nos ha sucedido.

El origen de la palabra ayuda a iluminar esta dimensión. El término griego es psiqué, que significa alma, y también se traduce por vida. En la Sagrada Escritura, ese término es la forma más habitual de referirse a la vida mortal de cada uno. Por ejemplo: “Entonces Jesús les dijo: Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla ”[6].

El alma es la sede de la personalidad del hombre, y en este sentido, no sólo abarca la vida consciente, sino también la vida inconsciente. Se desarrolla con la lectura, el diálogo, la meditación, la autoconciencia, el consejo, el estudio, el arte.

A pesar de los cambios físicos, psicológicos que experimentamos a lo largo del tiempo, siempre podemos decir “yo soy” c. Dimensión espiritual

El espíritu es lo más propio de cada uno. Se refiere a lo más interior y profundo de nosotros mismos.  Aquí observamos un centro en el que nos reconocemos como sujeto, al que llamamos mismidad.

La mismidad es el núcleo mismo de la persona, es ese centro que no cambia nunca, su realidad más constitutiva. Es lo primero en lo que experimenta la realidad de darlo su existencia: Yo soy. Es quien se “apropia” de todos los actos que la persona realiza.

La mismidad es el punto de contacto del hombre con Dios. En nuestro espíritu se encuentra la huella de Dios. Es por esto que en lo profundo de cada uno experimentamos un ansia de infinito de trascender lo inmediato y cambiante hacia algo superior y permanente.

2. El Hombre: Creado a imagen y semejanza de Dios

La Revelación nos enseña que el hombre fue creado “a imagen y semejanza”[7] de Dios.

Sólo en Dios está la clave para entendernos más. Dice el Papa Juan Pablo II que “la base inmutable de toda antropología[8] cristiana es la verdad sobre el hombre como imagen y semejanza de Dios”[9]. Esta es la verdad de la creación del hombre que nos es revelada en el primer capítulo del Génesis.

“La dignidad fundamental, y más aún fundante, del hombre proviene de ser la persona humana creada por Dios como interlocutor personal suyo e invitado a participar desde su estructura óntica en la dinámica creacional. Las palabras «imagen y semejanza», a las que estarnos tan acostumbrados, portan en sí la entrada al misterio de la dignidad humana, cuya hondura y profundidad se extienden en la medida en que avanzamos en su comprensión.

Page 4: Quién Soy Yo

Esta vocación al diálogo y a la consecuente amistad y cooperación que sellan la dignidad humana y que se encuentran como base en su estructura óntica y se resumen en aquello de creado a imagen y semejanza de Dios, Comunión de Amor[10], nos hablan claro de una realidad profunda que resulta ineludible si la persona quiere ser feliz; y es que su realización y felicidad se darán en la medida y sólo en la medida en que acepte sus dinamismos fundamentales inscritos en su naturaleza al ser creado por Dios a su imagen y semejanza, y que responda al llamado más profundo de su ser que define su existencia en relación a Dios Comunión”[11].Dios, que es el SER[12] por excelencia, nos ha participado de su ser, creándonos a imagen y semejanza suya. Es Él quien nos ha dado el ser, es Él quien nos mantiene en el ser, es Él de quien depende toda nuestra existencia. Sin Dios, no existiríamos.

La imagen es la huella que Dios puso en nosotros, que nos hace siempre buscarlo, tener sed de Dios. Un ejemplo: es como un artista que crea una obra de arte y le pone su firma, algo que identifica de dónde viene esa obra. Dios sería el artista, el creador. Nosotros somos la obra, la creación.

Ser imagen de Dios significa participar del ser de Dios. Ésta es la clave y la grandeza de mi ser. Ser imagen de Dios es una invitación permanente a reflejar a Dios, como en un espejo y que está llamada a un encuentro único y pleno con su Creador.

Es en la mismidad del ser humano donde Dios quiso imprimir su huella, su imagen.

Por otro lado, también sabemos que Dios es AMOR[13]. Y hemos sido creados a semejanza de Dios Amor.

La semejanza de Dios es la capacidad que Él nos dio de ser y vivir como Él es; es decir, con la capacidad de amar. Ser semejantes a Dios significa que compartimos con Él lo más importante: el amor.

Por ser semejante a Dios, el hombre es capaz de amar con la medida del amor de Dios como paradigma y a vivir la comunión en el Amor. Dios mismo nos ha llamado a participar de su misma naturaleza divina, a elevarnos a un modo de ser y actuar divino: por ello el ser humano es llamado ser “teologal”.

Por ser creados a imagen de Dios tenemos esa tendencia hacia Él, esa inquietud del corazón que no descansará hasta que no descanse en Él. Y al ser semejantes a Él nos hacemos partícipes de su Amor en nuestra vida.

La imagen de Dios en el hombre nunca se borra. Lo que puede pasar si se aleja de Él, es que se vea borrosa, es decir, que nuestra tendencia hacia Él se perciba muy tenuemente.

Sin embargo al consentir el pecado en nuestra vida, sí podemos perder la semejanza, hacernos desemejantes a Dios que es Amor. Esta semejanza se puede recuperar mediante la gracia de Dios, lo que más adelante veremos con detenimiento.

Page 5: Quién Soy Yo

La creación de Adán de Miguel Angel Buonarroti, en la Bóveda de la Capilla Sixtina

3. Los dinamismos fundamentales

En la experiencia vital de cada uno de nosotros, descubrimos dos dinamismos fundamentales, el de permanencia y de despliegue. Estos dinamismos tienen una profunda relación con el hecho de haber sido creados a imagen y semejanza de Dios.

Luis Fernando Figari nos explica que hablar de dinamismo implica “tanto energía como actividad, así como una capacidad de actualización de si mismo en diversas dimensiones”[14].

a. Dinamismo de permanencia

La permanencia es el dinamismo que lleva al ser humano a permanecer siendo lo que es, a permanecer en el ser que es. Es el “dinamismo que remite a la persona hacia el encuentro del fundamento más profundo de su realidad, pues, al tiempo que se descubre siendo y permaneciendo en esa condición, advierte que se encuentra remitida más allá de sí misma”[15].

Este dinamismo nos abre a la vivencia de la apertura y la comunión que están inscritas en nuestro corazón: “desde la permanencia y afirmado en ella, rebosa el ser humano hacia el encuentro, el servicio, la comunión en el amor”[16].

Page 6: Quién Soy Yo

Por este dinamismo de permanencia, cada cónyuge puede amar a un tú específico y en comunión con él, y con la Trinidad, alcanzar su felicidad, en la vivencia de un amor fiel al compromiso adquirido, pues, éste responde a sus anhelos más profundos.

“Señor, dame la fuerzapara seguirte siempre,para caminar sobre tus pasos,para recordar que sólo en Tiestá la vida,para avanzar contigo,para dejarme conformar a Ti,para ser dócil a tu amor.Siempre contigo, Señor,siempre.Amén”[17].

b. Dinamismo de despliegue

Junto al dinamismo de permanencia encontramos el de despliegue, que “impulsa a la persona a realizarse en la vida temporal con acciones que lo conduzcan a un mayor encuentro de comunión con

Aquel que es la plenitud, con Dios, a realizarse como ser humano concreto y, en ello, a realizarse con los otros humanos y aplicarse a la transformación de la realidad”[18].

“Este dinamismo nos lleva a desplegar nuestro ser realizándonos en el amor y, por tanto, poniendo por obra la misión para la cual hemos sido creados. Este dinamismo ha de ser realizado siempre según Dios, no según mis planes u ocurrencias, no según gustos o disgustos, sino siempre según el divino Plan”[19].

Este dinamismo manifiesta esta carac- terística de apertura hacia el amor que tenemos y que nos viene de Dios. “Así el hombre viviente, que acoge en su ser y actuar la vida que le viene de lo Alto, da gloria a Dios, es él mismo la gloria de Dios ”[20].

Por ejemplo, un joven puede desplegarse haciendo apostolado o ayudando en una obra social; una mamá se desplegará amando y sirviendo a su esposo e hijos; un profesional, en el trabajo, poniendo sus dones al servicio de los demás; un sacerdote o consagrado entregando toda su vida anunciar al Señor Jesús; un pianista se puede desplegar poniendo sus talentos para quienes lo escuchan.

Lo que realiza a la persona, lo que la despliega, no es el tipo de acción que realiza, sino el amar a través de estas acciones, cumpliendo así el Plan de Dios en su vida.

Page 7: Quién Soy Yo

En nuestra familia, Dios nos concede un espacio privilegiado para vivir el dinamismo del despliegue, entregándonos total y generosamente a nosotros mismos para vivir el amor como esposos y como padres, viviendo el amor auténtico nutrido de la cruz del Señor Jesús, quien nos enseña a vivir el amor entregándolo todo, hasta la propia vida.

4. Conclusión

Cuando nos conocemos más hondamente, entendemos que nuestra naturaleza profunda está abierta a buscar a Dios, llegando así a la felicidad. Por todo ello nos dice Luis Fernando:

“… El determinante más propio del ser humano está en su dimensión teologal, en su ontológica apertura a la realidad que llamamos Dios. Más aún, hay en el ser humano un impulso que lo conduce a la búsqueda del encuentro con Dios, de a comunión con Él. Hay que recordar que en la Sagrada Escritura leemos con claridad que Dios creó al ser humano para que lo buscase con todo su corazón y lo encontrase. Por eso, ‘sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar’”[21].

Miremos al Señor Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre. Él nos muestra nuestra identidad más profunda, y nos señala el horizonte de nuestra vocación.

NOTAS1. Luis Fernando Figari, Oraciones y Pensamientos, Vida y Espiritualidad, Lima 2009, p. 90

2. Juan Pablo II, Discurso Inaugural en Puebla, I, 9. 28/1/79.

3. 1Tes 5,23

4. Catecismo de la Iglesia católica, 364.

5. Ver Gaudium et Spes, 14.

6. Lc 6,9

7. Ver Gn 1,26

8. Antropología: es la reflexión sistemática sobre el hombre.

9. S.S. Juan Pablo II, Mulieris Dignitatem, 6.

10. “Dios creó a los hombres para que participáramos en esa comunidad divina de amor: el Padre con el Hijo Unigénito en el Espíritu Santo”. (Puebla, 182).

11. Luis Fernando Figari, Dignidad y Derechos Humanos, FE, Lima 1991, pp. 13-16.

12. “Yo soy el que soy” (Éx 3,14)

13. “Dios es amor”(1 Jn 4, 8).

14. Luis Fernando Figari, Nostalgia de infinito, Fondo Editorial, Lima 2002, pp. 14

15. Eduardo Regal, La ética cristiana, camino de la vida personal y social, Vida y Espiritualidad, Lima 2009, p. 6.

16. Luis Fernando Figari, Nostalgia de infinito, Fondo Editorial, Lima 2002, pp. 14-15

Page 8: Quién Soy Yo

17. Luis Fernando Figari, Oraciones y pensamientos, Vida y Espiritualidad, Lima 2009, p. 11

18. Eduardo Regal, La ética cristiana, camino de la vida personal y social, Vida y Espiritualidad, Lima 2009, p. 7.

19. Luis Fernando Figari, Nostalgia de infinito, Fondo Editorial, Lima 2002, p. 31

20. Luis Fernando Figari, Nostalgia de infinito, Fondo Editorial, Lima 2002, p. 15

21. Luis Fernando Figari, Nostalgia de infinito, Fondo Editorial, Lima 2002, p. 10

22. S.S. Juan Pablo II, Audiencia General, Miércoles 12 de noviembre, 1986

23. S.S. Benedicto XVI, Homilía en la misa de la XI Asamblea General del Sínodo de los Obispos, Domingo 2 de octubre, 2005

24. Luis Fernando Figari, Con María en Oración, Fondo Editorial, Lima 2004, p. 46.