quien es el ultimo

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Tengo la manía que cuando voy al baño siempre llevo conmigo un libro o en su efecto una revista, un crucigrama, un talón de almanaque...la tableta no me la dejan pasar porque me sobrepaso de los estético y creo que de lo estítico también. En uno de esos viajes a la tranquilidad del baño, llevo un libro del humorista Héctor Zumbado: ¡Aquí está ZUMBADO! Ese día exageré por la cantidad de tiempo que duré por querer terminar leer uno de sus chistes: ¿QUIÉ ES EL ÚLTIMO? ...y lo comparto. No lo que salió, sino lo que leí. Jejejeje Cito: “Pepe Rivero y el Gordo Martínez, dos socio medio sociólogos que yo tengo, dicen que si yo no me había fijado en el aporte que las colas han hecho a la sicología social. Y al folclor. Y al costumbrismo. Y al pintoresquismo. Y, en fin, decían estos socios que me fijara en los personajes de las colas. Que los vacilara. Como, por ejemplo, el ORGANICOLA. Ese gallo espontáneo y voluntario, que empieza a organizar la cola con la misma personalidad, precisión, y sentido de lo épico con que Napoleón le entró a Austerlitz. Y está también la antítesis del organicola. El ROMPECOLA, que llega escandalizando, sembrando la confusión y el pánico, para desbaratarla y colarse en la nueva con número bajito. Y eso recuerda a otro personaje. El COLADO. Con sus variantes, como el COLARRADAR: silencioso. Recorriendo la cola con la vista. Suave. Lentamente. Buscando al socio, al conocido, al familiar lejano..., algún clavo de donde agarrarse. También está el FOLCLORICOLA. Ese criollo simpático, sabrozón -un verdadero mago de las relaciones públicas-, que llega riendo, rebosando vida y calor humano, y siempre con un tema interesante. --¡Caballeros, qué fenómeno lo del cometa Bannet ese! Dicen que la cola mede cuarenta millones de kilómetros. Bueno, más o menos como esta.

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dOCENCIA

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Page 1: Quien Es El Ultimo

Tengo la manía que cuando voy al baño siempre llevo conmigo un libro o en su efecto una revista, un crucigrama, un talón de almanaque...la tableta no me la dejan pasar porque me sobrepaso de los estético y creo que de lo estítico también.

En uno de esos viajes a la tranquilidad del baño, llevo un libro del humorista Héctor Zumbado: ¡Aquí está ZUMBADO! Ese día exageré por la cantidad de tiempo que duré por querer terminar leer uno de sus chistes: ¿QUIÉ ES EL ÚLTIMO?

...y lo comparto. No lo que salió, sino lo que leí. Jejejeje

Cito:

“Pepe Rivero y el Gordo Martínez, dos socio medio sociólogos que yo tengo, dicen que si yo no me había fijado en el aporte que las colas han hecho a la sicología social. Y al folclor. Y al costumbrismo. Y al pintoresquismo. Y, en fin, decían estos socios que me fijara en los personajes de las colas. Que los vacilara.

Como, por ejemplo, el ORGANICOLA. Ese gallo espontáneo y voluntario, que empieza a organizar la cola con la misma personalidad, precisión, y sentido de lo épico con que Napoleón le entró a Austerlitz.

Y está también la antítesis del organicola. El ROMPECOLA, que llega escandalizando, sembrando la confusión y el pánico, para desbaratarla y colarse en la nueva con número bajito.

Y eso recuerda a otro personaje. El COLADO. Con sus variantes, como el COLARRADAR: silencioso. Recorriendo la cola con la vista. Suave. Lentamente. Buscando al socio, al conocido, al familiar lejano..., algún clavo de donde agarrarse.

También está el FOLCLORICOLA. Ese criollo simpático, sabrozón -un verdadero mago de las relaciones públicas-, que llega riendo, rebosando vida y calor humano, y siempre con un tema interesante.

--¡Caballeros, qué fenómeno lo del cometa Bannet ese! Dicen que la cola mede cuarenta millones de kilómetros. Bueno, más o menos como esta.

Y ahí mismo, con el chistecito, empiezan las sonrisita y el comentario, y cuando uno viene a ver, YA. El folcloricola se ha hecho parte integral, individual, de la cola.

Otro personaje es el POLICOLA. Está en varias colas a la vez. Omnipresente. Polivigente y multiespácico. (Einstein hubiera hecho maravilla con él).

El policola tiene dos parientes cercanos. El POLIDIGITOCOLA y el POLIRRENGANCHECOLA. (Tal vez estoy entrando en sutilezas, pero ya que estamos en una onda sociológica seria, vale la pena. La diferencia entre el polidigitocola y el polirrenganchecola es que el primero tiene varios números marcados en la misma cola, mientras que el segundo, es el que entra, agarra, da vuelta y marca otra vez. Como es natural , también se da el híbrido. El POLIDIGITOCOLAPOLIRRENGANCHECOLA. Pero ya esos son casos patológicos.

Page 2: Quien Es El Ultimo

Y hablando de enfermedades, enseguida viene a la mente el ROBOTCOLA. Ese no tiene salvación. Es el vicioso. Actúa por reflejo (por COLAREFLEJO, dirían los neurofisiólogos). El robotcola ve una cola y ni siquiera pregunta qué están dando. Ahí mismo marca.

Y por último, aunque no menos interesante, está el ANTICOLA. Siempre despistado. Generalmente tímido. Desconocedor absoluto de los complejos mecanismos de las colas. El anticola siempre lo madura. Lo llevan de la mano y a paso de tango. Sin misericordia. Y es lógico, a una cola no se puede llegar con boberías. Hay que conocer su sicología, su naturaleza, su organización (o su desorganización diría yo), las leyes internas que la rigen, etcétera.

Porque la cola, incluso, tiene ética. Hay que saber qué es lo que se puede y lo que no se puede hacer. Hay que estar en la vida. Hay que saber, por ejemplo, que en las colas la matemática no siempre se manifiesta de una manera convencional. A veces adquiere dimensiones desconocidas y misteriosas bordeando el surrelismo. O de lleno de él.

A veces uno llega a una cola y pregunta, ¿QUIÉN ES EL ÚLTIMO?, y ele dicen, YO, y entonce usted concreta, ¿QUÉ NÚMERO TIENE? Y le responden, EL CATORCE, y ahí mismo usted dice, AH, ENTONCE SOY EL QUINCE, y ahí mismo le dicen: ¡NO! USTED ES EL VEINTE, PORQUE AQUÍ HAY CINCO MÁS CONMIGO.

Y no se asombre. El tipo tiene razón. Lo que pasa que usted se ha tropezado con un MONOPOLIDIGITOCOLA. Y eso hay que vacilarlo.”

H.Z.

Volviendo a mi Wáter clóset

Sentado en la poceta, al terminar de reirme, por haberme topado en mi existencia con algunos de estos personajes, pienso: pero el que no sirve para una mierda es el BACHAQUERO. Ni un loperan lo aguanta. Sin embargo, me suscribo a lo mencionado por Clodovaldo Hernández; ¿Hay antídoto contra semejante envenenamiento colectivo? Solo la conciencia individual y la organización popular podrían lograrlo. Pero es allí donde la derecha ataca con mayor intensidad. Es ese uno de los escenarios de la guerra económica y, según parece, allí se sigue contra las cuerdas.

finalmente, ahora debo sobrevivir contra el BURQUES, contra el QUE SE CREE BURGUES, contra el LUMPENBURGUES (Rojo rojito, blanco blanquito, verde verdecito y en su efecto la mezcolanza de ellos), contra la VERBORREA DE AQUELLA CLASE MEDIA “AJURO” (como dice Benedetti: del que usaron de peón en un ajedrez que no comprende y que nunca la convierte en Reina) Y CONTRA EL BACHAQUERO.

DIOS ME LIBRE

MIGDALYS, AMOR, RECOGE LOS COROTOS...--¿CÚALES?JEJEJEJEJEJEJEJEJE