qué significa identificar

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  • 7/25/2019 Qu Significa Identificar

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    QUE SIGNIFICA IDENTIFICARMaco SomiglianaDaro OlmoEquipo Argentino de Antropologa Forense

    Se define tradicionalmente a la Antropologa Forense como un auxiliar de la MedicinaLegal, que tiene por objeto aplicar los conocimientos sobre la variabilidad humana queconstituyen el patrimonio de la Antropologa Biolgica, al mbito forense. Su peculiaridadest dada por el tipo de tejidos sobre los cuales trabaja: los llamados tejidos duros,huesos y dientes. Esto significa que, generalmente, hay un intervalo de tiempo entre lamuerte de la persona cuyos restos se examinan y el momento en el que se practica dichoexamen, y que ese intervalo es suficiente para que el cadver se haya esqueletizado.Cuando lo que queda por analizar son slo se tipo de tejidos, es cuando la preceptivaconvencional recomienda la participacin de antroplogos forenses. Estos dicen cuantoes posible de las personas, a partir de ese tipo de elementos. Como las investigacionestranscurren en el mbito de la administracin de justicia, los interrogantes ms acuciantesson sobre la identidad y la determinacin de la causa y modo de muerte.

    Un campo de interrogacin tan especfico no se haba desarrollado en nuestropas hasta mediados de los ochenta del siglo pasado. Y no fue el vigor de las disciplinasforenses o antropolgicas lo que result en su surgimiento, sino una demanda exterior alos claustros, el develamiento de lo acaecido aos atrs, ms precisamente en la segundamitad de la dcada del setenta, un perodo en el que desaparecan personas y aparecancuerpos de identidad escamoteada, sepultados como NN en los cementerios.

    IIEn Antropologa Forense, se conviene que una identificacin es el resultado de lacoincidencia entre dos grupos de datos: por una parte, los datos llamados pre mortem,que son aquellos recopilados sobre la persona en vida, todas sus caractersticasbiolgicas suceptibles de manifestarse a nivel de tejidos duros y, como contraparte, losdatos post mortem, que son los recabados del examen sobre los huesos en ellaboratorio. Desde sta premisa se desprenden varias consecuencias:a.- No hay identificacin posible si no hay datos con los cuales comparar la informacinpost mortem recabada en el examen de laboratorio.b.- La identificacin presupone la coincidencia entre esas dos poblaciones antesmencionadas: los Desaparecidos y los inhumados como NN, previo asesinato.c.- Como toda poblacin, la de los ciudadanos denunciados como DetenidosDesaparecidos es pasible de caracterizarse por rasgos biolgicos, esto es, por ejemplo,estableciendo la frecuencia de ambos sexos o la frecuencia de los diversos intervalosetarios. Tambin las causas de muerte, previsibles para ste grupo, manifestaran elempleo de violencia.Si examinamos los registros de inhumaciones de NN en los cementerios del pas a lolargo del siglo XX, veremos, en aquellos correspondientes a las concentraciones urbanasms populosas, una sbita "explosin demogrfica" para el bienio 1976 - 1977. El mismoperodo del mayor frenes represivo del siglo, que tuvo, como rasgo ms conspcuo, laprctica terrorista de la Desaparicin Forzada de Personas, por obra de funcionariospblicos, los cuadros profesionales de las Fuerzas Armadas y de Seguridad.

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    Por otra parte, tambin el conjunto de personas inhumados como NN a lo largo del siglotiene, en todo el pas, caractersticas constantes: Se puede generalizar, diciendo que lamayora estar includa en dos grandes conjuntos: los que mueren durante o poco anteso poco despus del nacimiento y aquellos que transitan la madurez tarda o comienzos dela ancianidad. En ste ltimo subconjunto, el componente masculino ronda el 90% y las

    causas de muerte, asentadas en certificados de defuncin y registros de cementerio, sonpredominantemente vinculadas a enfermedades crnicas, procesos hepticos agudos,paro cardiorespiratorio o accidentes ferroviarios.Revisando los asientos oficiales sobre inhumaciones de NN para la segunda mitad de lossetenta, encontramos caractersticas bien diferentes: las mujeres rondan el 33%, elintervalo etario dominante es de personas entre 20 y 35 aos y, por ltimo, la causa demuerte ms frecuente es "herida de bala". Aquella proporcin entre hombres y mujeres ydistribucin por edades se corresponde, exactamente, con la de aquellos cuyo secuestroera denuciado contemporneamente. Las causas de muerte, tambin, con el destino queprevisiblemente corran. Ntese que estamos hablando de lo asentado en documentosoficiales, contemporneos a los episodios estudiados, insospechables de cualquier afnde denuncia.

    Ahora bien, comparar estas dos poblaciones puede servir para marcar tendenciasgenerales. Pero la contrastacin de sta hiptesis, en cada caso de desaparicin forzada,o de inhumacin de NN, es la verdadera prueba de verdad a la que debe someterse. Paraello, es necesario profundizar en la definicin y comprensin del sistema que generidentidades sin cuerpo y cuerpos sin identidad.

    IIILa complejidad del trabajo de identificacin de los cuerpos de las personasdesaparecidas, aument geomtricamente de manera proporcional a nuestra capacidadpara desarrollar ese trabajo. La comprobacin no resulta en absoluto novedosa: cualquierestudio se vuelve complejo (esto es, integrado por mltiples elementos de distinta ndole)en la medida en que se produce un acercamiento al objeto de conocimiento. En cualquiercaso, a esta altura del proceso de anlisis parece indispensable llevar a cabo unaexplicacin del proceso de identificacin a fin de que pueda ser comprendido en su debidaextensin. Inevitablemente debemos comenzar por algunas definiciones bsicas.En el segmento anterior dimos una definicin provisoria de lo que la poltica dedesaparicin es: dijimos que implica la asuncin, por parte del Estado, de la relacin msdesigual posible respecto de sus ciudadanos. Mas concretamente, supone el montaje deuna estructura de aprehensin, juzgamiento y ejecucin absolutamente clandestina. Lasociedad no tiene informacin como para comprender el fenmeno entero y lo define porsu producto, los ausentes, los desaparecidos. A su vez la clandestinidad (el ocultamientode todo el proceso) genera la doble naturaleza que terminara siendo una de suscaractersticas ms perturbadoras. Pues desaparicin ser tanto privar a una persona desu libertad, someterla a tormentos para que revele informacin y hacinarla en un centroclandestino de detencin hasta que se defina su suerte como -despus de su ejecucin-volcar el aparato estatal para evitar que se establezca la relacin de identidad que une ala persona secuestrada, en el inicio del proceso, con un cuerpo que aparece, ya sinnombre, en su conclusin[1].

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    Las Identidades sin cuerpoForman este conjunto las identidades de las personas que han sido denunciadas comodesaparecidas. La mayora de las denuncias tienen origen en familiares y aportan datosque pueden esquematizarse en dos aspectos: un aspecto que podemos denominar formaly que se refiere a los rasgos distintivos, que responden inequvocamente la pregunta

    "quin?", tales como nombre, fecha de nacimiento y ocupacin, y otro que puedellamarse histrico, englobados bajo la pregunta "qu sucedi?"," cuyos datosemblemticos son fecha y lugar de desaparicin. La mayora de los integrantes de esteorden poseen esos datos. Es interesante desentraar, no obstante, que tan completo seencuentra el presente orden, lo que nos remite a la pregunta sobre la cantidad de casosno denunciados o -lo que es lo mismo pero preguntado de manera diferente- si es factibleestimar el porcentaje de casos denunciados en relacin a los ocurridos.Parece razonable que, a ms de veinte aos de ocurridos los hechos, bajo contextoshistricos diversos que pueden haber motivado la denuncia por muy distintos motivos, conintervencin en cada contexto familiar especfico de generaciones diferentes, suponer queno podra haber mas de un diez por ciento de casos no denunciados. Aun cuando elmencionado subregistro pueda parecer excesivo, lo cierto es que al da de la fechaseguimos sorprendindonos con casos o conjuntos de casos no denunciados o malregistrados. Estamos hablando de un nmero de identidades sin cuerpo que oscilan entre6.500 y 7.000 registros[2].

    Los cuerpos sin identidadComplementario del anterior conjunto, tenemos este segundo, equvocamente llamado"de los cuerpos sin identidad". El equvoco proviene de la confusin que existe entreconocer el destino de una persona desaparecida (lo cual de manera propia constituye suidentificacin) y -antes o despus- recuperar sus restos corporales. El ttulo "cuerpos sinidentidad" induce al error de suponer que la identificacin implica restitucin de los restosa sus familiares, cuando por diversos motivos hoy es relativamente infrecuente que sepueda llegar a dicha restitucin. Esto sucede porque en un nmero muy significativo deCementerios Municipales del Gran Buenos Aires no se han preservado las tumbas de laspersonas no identificadas o -protegidas por rdenes de no innovar- estas ordenes hansido ignoradas.Ya qued claro cmo se conforma el conjunto que define el orden anterior; cmo sedefine el presente?. Desde su origen se reconocen distintos: aqul fue empecinadamenteformado por las familias, confrontadas con un Estado Terrorista que les negaba la mismacondicin de vctimas. El orden de los cuerpos sin identidad es paradjicamentecompletado con datos provenientes del Estado, no ya en su funcin exterminadora sinoen su menos desagradable y ms legitimada funcin burocrtica o registradora.Decididamente supera las expectativas de este informe (y nos excede por el momento) laprofundizacin del estudio de las articulaciones sutiles de uno y otro tipo de actores, suscontradicciones y coherencias, sus mutuos favores y sus disputas de poder, susconsubstanciaciones (qu tan burcrata puede llegar a haber sido el torturador yviceversa) y el ineludible consenso social en el que dichas actividades reposaban, pero lacomprobacin, utilizable a los efectos de nuestro trabajo, es que una mano mataba y laotra escriba. Reticentemente (lo menos posible), con una ineficiencia que mezclasabiamente estupidez y formalidad (lo genrico y consecuentemente intil para ladiferenciacin se repite como una ceremonia, los rasgos distintivos se ignoran, se

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    esconden, se entierran), ciego, sordo y mudo a lo que no deba ver, or o decir, perotampoco pudiendo dejar de registrar, el Estado burocrtico escribi, a su manera, lahistoria.Es muy fcil disgregarse en la aberracin de sus eufemismos, pero eso ocurre cuandouno presupone que el Estado burocrtico no miente (o no debe mentir) y puede superarse

    al comprobar que el registro es -cuando las cosas estn sucediendo- tambin una formade ocultarlas, de hacerlas parte del pasado. De hecho, es la nica forma en la que elEstado burocrtico puede cumplir con sus dos imperativos, en orden de importancia:obediencia y registro.Como cualquier registro, este tipo de datos necesita ser decodificado. Esa decodificacin

    invierte el orden de volcado: desecha los datos repetitivos y trata de recuperar losdistintivos. Los tipos de datos con los que el Estado burocrtico carga este orden tienenvarias fuentes distintas, dichas fuentes son parciales y fragmentarias, lo cual produce unefecto de multiplicacin de datos diversos muchas veces referidos al mismo hecho. Lafuente u origen define una utilidad determinada del dato que ofrece. Por ejemplo, la masextendida fuente de registro de defunciones por causa de muerte violenta, en horasnocturnas, en parajes deshabitados o solitarios son los distintos Registros Civiles, una decuyas obligaciones primordiales es la de documentar los incidentes de las personas queviven (o mueren) en un determinado mbito geogrfico o municipio. Un lgicoencadenamiento de trmites burocrticos obliga a registrar la defuncin para poderinhumar en el cementerio (igualmente municipal): la forma de balancear las dosobligaciones seeras del burcrata es llenar el formulario respectivo con la menorcantidad de datos especficos posibles. La falta de informacin distintiva (individualizaste)no puede ocultarnos la importancia de este registro: su extensin (la enorme mayora delas personas "desaparecidas" cuyos cuerpos aparecieron se encuentran registradasmediante acta de defuncin) y su precisin (primordialmente respecto del lugar y fecha enque la muerte sucedi, pero tambin de otros datos de las vctimas tales como el sexo delos involucrados, sus edades aproximadas, vestimenta, etc.) lo convierten en el masfrecuente generador de ocurrencias en el conjunto de los cuerpos sin identidad[3].Cuando al principio criticamos la confusin que puede generar la denominacin de esteorden con la efectiva restitucin de los restos a sus familiares no hicimos referencia almotivo a pesar del cual seguimos prefiriendo esa forma de llamar al conjunto. Sucede queaun cuando hoy sea bastante difcil recuperar los restos, lo que rigurosamente define aeste conjunto es que son cuerpos aparecidos y la documentacin que mencionamos ymencionaremos es la que refleja ese hecho. Qu importancia puede tener ladiferenciacin? Sencillamente que existe un nmero muy grande de vctimas del accionarrepresivo clandestino del Estado cuyos cuerpos no han aparecido, vctimas que nuncapodrn ser identificadas porque se han usado -para su ejecucin- dos de los mtodos quesuelen no dejar vestigios documentales ni materiales: el "vuelo" y el fusilamiento coninhumacin clandestina. El "vuelo" fue utilizado por varios de los centros clandestinos dedetencin asentados en Capital Federal y Gran Buenos Aires: es sensato suponer que poresa va fueron asesinadas entre 2.000 y 3.500 personas. Sin desconocer la efectividad delmtodo a los efectos perseguidos (al reunir ejecucin y disposicin del cuerpo en un soloacto) un nmero cercano al centenar de vctimas aparecieron en ambas costas del Ro dela Plata o Mar Argentino y Uruguayo. Dicha aparicin motiv el registro, precondicin deuna eventual identificacin. Afortunadamente los registros costeros suelen ser ms

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    completos que los territoriales: mas de diez casos de este tipo han sido identificados ycontamos con informacin que torna factible duplicar este nmero en los prximos aos.La ejecucin acompaada de inhumacin clandestina nos enfrenta a un dilema: hasta lafecha no se han confirmado inhumaciones clandestinas[4] en el pas a pesar de variosintentos por hallarlas, basados en testimonios de ocasionales testigos. Pero la inhumacin

    clandestina hace de la dificultad de ubicacin su naturaleza, con lo cual no podemos estarseguros de la existencia de una prctica extendida de inhumacin clandestina en elinterior del pas, sobre todo en provincias mediterrneas. Sin duda podemos descartarla -al menos de manera masiva- en Capital Federal y Gran Buenos Aires.Una diferencia importante entre el vuelo y la inhumacin clandestina es que lainaccesibilidad a los restos (descartada cualquier posibilidad de documentacin lo que nosqueda como posibilidad identificatoria es la recuperacin de los esqueletos) es absolutaen el caso del vuelo y relativa en el de la inhumacin clandestina. Las vctimas de vueloque no aparecieron poco despus de la ejecucin ya no podrn ser recuperadas;viceversa, si llegsemos a ubicar una inhumacin clandestina, el estudio de los restosrecuperados podra dar la pauta de su identidad.Pero volvamos a los aparecidos. Ya dijimos que su definicin ms extensa est dada porlos registros de defuncin en Registros Civiles y explicamos las limitaciones que, para unaefectiva identificacin, este tipo de documentos suele padecer.Pero el imperativo documental del Estado no se conform con eso. Por mandato legal, elRegistro Civil deba extraer un juego de fichas decadactilares a las personas que fallecansin identificacin. Desgraciadamente esas fichas no quedaban en la rbita del registro civilmunicipal, sino que este las remita al Registro Provincial quien a su vez las elevaba alRegistro Nacional de las Personas. Frente a los varios pedidos que distintos jueces hanhecho desde 1982 solicitando alguna de esas fichas -con las cuales la va hacia laidentificacin quedara allanada- el R.N.P. ha dado distintas explicaciones, todas lascuales concluyen notificando la destruccin de todas esas fichas, aunque nuncaconsistentemente. La cuestin a este respecto sigue siendo un misterio; los contactos conlos responsables del sector en el anterior y el actual gobierno han sido infructuosos.Por fortuna, la funcin jurisdiccional del Estado tambin ha dejado rasgos tiles para laidentificacin. Si bien no con la extensin de las actas de defuncin, la Polica Federal ylas Policas Provinciales con frecuencia tomaban huellas decadactilares de las personasque aparecan en sus respectivas jurisdicciones y de un tiempo a esta parte hemospodido acceder a los dos archivos ms importantes de este tipo.Esa actuacin judicial tiene como explicacin la substanciacin de un sumario judicialoriginado en la aparicin de uno o varios cuerpos o en un supuesto e imaginarioenfrentamiento, la mayora de las veces excusa para un fusilamiento. En cualquier caso,los expedientes as conformados pueden ser detectados y recuperados: adems decontener fotografas y otros datos de inters, su principal virtud es que suelen registrar lasvicisitudes de los cuerpos hasta su definitiva disposicin en el cementerio ms cercano.Para terminar con este orden, podemos ahora definirlo como aquel que aglutina los datosreferidos a la aparicin de cuerpos factiblemente relacionados con la prctica estatal derepresin clandestina mediante desaparicin.

    IVLa organizacin de las hiptesis

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    Explicados los dos rdenes opuestos, podemos empezar con una definicin de lo que elproceso de identificacin es. Basndonos en la hiptesis general y abstracta de que lamayora de los cuerpos sin identidad se corresponden con las identidades sin cuerpo, elproceso de identificacin comienza derivando rasgos lo ms especficos posibles de cadaorden a fin de someterlos a comparacin con datos compatibles del orden inverso.

    El planteo de avanzar desde lo general a lo particular tiene ahora un programa: los datoshistricos comenzaran definiendo cuales hiptesis son ms factibles Cmo? Ante todo,conformando subconjuntos lgicos con los componentes de ambos rdenes. La primera yms obvia distribucin descarta de plano comparaciones estriles sobre la base de dosejes: el primero cronolgico, que es absoluto. Partiendo del presupuesto de que laeventual aparicin del cuerpo sin identidad debe ser posterior a la desaparicin de laidentidad sin cuerpo, carece de sentido comparar datos formales de identidades sincuerpo con fecha de desaparicin posterior a la de aparicin de los respectivos cuerpossin identidad. La nica perspectiva en la cual esta secesin nos puede privar decomparaciones fructferas ser en caso de que cualquiera de ambas fechas sea errnea;la ventaja que esta discriminacin otorga permite asumir ese riesgo, sin perjuicio de que,como veremos mas adelante, existen mecanismos que permiten subsanar ese tipo deerrores.El segundo eje es geogrfico y debe ser utilizado con mayor cuidado. Podemos suponerque en la mayora de los casos las personas secuestradas por una unidad operativadeterminada han sido ejecutadas en el mbito geogrfico de dicha unidad. Esto nosremite a la definicin de lo que una unidad operativa es.Preferimos pecar de excesivos y suponer la existencia de tres grandes unidadesoperativas: 1) la mayor que ocupa toda el rea de ciudad de Buenos Aires y Gran Buenos

    Aires y que incluso tiene una suerte de efecto atractivo respecto de casos de personassecuestradas en el sur de la Provincia de Buenos Aires; 2) Crdoba y toda la jurisdiccindel III cuerpo de Ejrcito (noroeste y oeste del pas) y 3) Santa Fe y Litoral (este ynoreste del pas). Esquemticamente y en base a los casos de denuncias de desaparicincon cdigo postal podemos cuantificar y decir que en 1) ocurrieron 2/3 partes de los casosde desaparicin y 1/6 en cada uno de los restantes. Entendemos que la generalizacines un tanto grosera, pero su utilidad es establecer un acercamiento a la magnitud delenigma en cada mbito. No parece seriamente controvertible que la mayora de lassuertes de cada una de las personas desaparecidas en cada uno de dichos subconjuntosfue definida dentro de dichos subconjuntos. Y esto no implica desconocer que huboremisiones de personas de una unidad operativa a otra, pero si suponer que dichos casoseran excepcionales y no regulares. En cualquier caso, ntese que estamos hablando delas primeras etapas de la utilizacin de datos histricos para organizar las hiptesis deidentificacin. La resolucin de las excepciones podr ser abordada mas adelante.

    Ahora bien, la utilizacin de los ejes cronolgico y geogrfico han despejado bastante elpanorama, tornando imprcticas un nmero muy significativo de comparaciones posibles.Sin embargo, la organizacin de las hiptesis recin comienza.

    C. El esquema y su usoCuando sealamos que los datos denominados histricos eran los que respondan a lapregunta Qu pas? nos referimos a la necesidad de establecer una hiptesis generalque explique la prctica de desaparicin encarada por el Estado, hiptesis de la cual sepueda derivar lo posiblemente sucedido en cada caso en particular. Dicho llanamente y a

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    modo de ejemplo, no contentarnos con una hiptesis histrica general -recordemos cules el objetivo de nuestro trabajo- sino proyectar esa indispensable hiptesis general sobrelos casos concretos para definir en donde debern buscarse los vestigios que permitan suresolucin total o parcial. Poder explicar porqu Juan Prez fue secuestrado un dadeterminado en un lugar definido y no cualquier otro da en otro sitio cualquiera, a que

    determinado centro clandestino de detencin (y no a cualquier otro) debe haber sidollevado y en que fecha y de que manera debe haber sido asesinado.La nica forma que hemos encontrado para tratar de avanzar en ese sentido es la desuponer que el accionar represivo guarda cierta lgica interna reconstruible, que susimpulsos no son indiscriminados y guardan una ilacin.Partamos de una estructura simple de reconstruccin: el sujeto que define los resultadoses el actor represivo, su accin es la desaparicin y su objeto aquellas personasdiscriminadas del conjunto de la poblacin en base a determinados criterios de selecciny que sern vctimas de dicha prctica.En lo que al SUJETO represivo se refiere y en concordancia con lo dicho cuandohablamos de las diversas (y a veces contradictorias) funciones del Estado, no es todo elEstado el que se involucra. An cuando en su totalidad acompae ideolgicamente lo quelos desaparecedores hacen, en la prctica son solo estos ltimos los que practicanactivamente la desaparicin. Acerqumonos un poco a estos ejecutores: son un gruposelecto de las fuerzas armadas y de seguridad, la mayora de ellos con experienciasprevias en operaciones represivas encubiertas (pero limitadas). Inicialmente ubicados enlas estructuras de inteligencia (militar o policial) la demanda de actores represivos que seinsina a partir de la segunda mitad del ao 1975 y se desencadena despus del golpedel 24 de marzo de 1976 suele desbordar dichas estructuras e incorpora a nuevos actoresrepresivos.Esto nos permite diferenciar entre las estructuras tradicionales de represin encubierta(principalmente las unidades de inteligencia del Ejercito y de las policas) y los nuevosactores represivos que se incorporan tardamente (el caso de mayor resonancia es el dela Escuela de Mecnica de la Armada, el ms famoso centro clandestino de detencin,ubicado en la Capital Federal). La distincin no es superficial: a esta altura delconocimiento parecera que las estructuras tradicionales encubrieron mejor su practicamientras que las de incorporacin tarda solieron ser menos exhaustivas en ese aspecto.En rigor, nos referimos a la existencia de un porcentaje notoriamente superior depersonas ingresadas al circuito clandestino y luego liberadas entre estas ultimas.Otra diferencia entre actores represivos que se superpone con la anterior, de importancialiminar para nuestro trabajo, resulta la de aquellas unidades represivas que utilizaban los"vuelos" y aquellas que, seguramente por carecer de recurso areo, realizaban sussentencias de muerte mediante fusilamiento y abandono de los cuerpos.Yendo a la ACCION desaparecedora, se advierte que si bien en la relacin represor-reprimido no existen limites en cuanto a lo que el primero puede hacer con el segundo, locual permite plantear a esta actividad como cualitativamente ilimitada, la misma no puededesconocer limites cuantitativos. Resulta absurdo suponer que el sistema fue diseadopara realizar operativos de detencin masiva (al estilo argelino); no deben confundirse losmuy frecuentes ejercicios de control de poblacin ("pinzas") con los verdaderos actos derepresin clandestina. Aquellos eran mas actos polticos que operativos, mostraban que elEjrcito estaba en la calle, aun cuando de vez en cuando produjeran alguna detencin.

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    En resumen, la prctica represiva que nos interesa analizar no estaba hecha parazarandear una poblacin y avanzar sobre los resultados; muy por el contrario sunaturaleza era claramente discriminatoria, en el sentido que necesitaba distinguir conbastante certeza antes de la detencin los blancos sobre los que actuara. La definicinde esos blancos era tarea de la inteligencia: este es el rea que debe unir una persona

    determinada (sealada por pertenecer a una determinada organizacin consideradaenemiga, o por guardar informacin que puede llevar a aquella persona) con unaposibilidad cierta de realizacin de dicho objetivo. La conjuncin de ambos factoresconduce al secuestro que libera la tensin; la persona secuestrada ser sobre la que sedescargar el resorte de violencia, dolor e incertidumbre sin lmite.Llegamos a un nudo central de la cuestin, del cual se derivan varios caracteres. Elnfasis puesto en la discriminacin del blanco (cuando la accin pasa por su momento delimitacin) permite comprender sin esfuerzo porque la tarea era llevada a caboprincipalmente por las estructuras de inteligencia militar. Cuando el tiempo de ladiscriminacin concluye y llega el de la aplicacin del poder ilimitado sobre la persona yasealada, dicha ilimitacin es igualmente funcional a la practica vista como un todo.Porque ella es la que permite a la estructura represiva adquirir informacin que serusada en dos aspectos fundamentales: en lo inmediato para incorporar nuevas vctimas alsistema y en lo mediato para juzgar a las personas mencionadas en la respectivainformacin, parodiando un juicio que deber ser seguido por una adjudicacin de castigo,capital en la mayora de los casos. En estos casos la separacin de cuerpo e identidad, yaprefigurada cuando la persona es ingresada en el circuito represivo clandestino y sunombre deja lugar a un numero o sigla, queda cristalizada.Por ultimo y en lo que se refiere al OBJETO de la accin represiva se advierte que cadaunidad se encarga de ir desmontando las estructuras de las organizaciones armadas(fundamentalmente pero no solamente[5]) no limitndose necesariamente a la de su zonaespecifica, aplicando criterios sumamente amplios de imputacin que incluyen apersonas vinculadas familiar o afectivamente con el sealado, que confunde ese vinculo aveces como participacin, otras como forma de llegar al sealado. Pero ms all de lasexcepciones es indudable que el norte que gua la actividad represiva clandestina es ladesarticulacin de las organizaciones armadas. Entendido esto se evidencia laimportancia que tiene conocer la historia poltica de cada desaparecido.

    Ahora bien, la precedente digresin trat de describir qu fue lo que pas en trminos untanto generales. Con vista en dicho esquema (obviamente modificable por anexin dedatos que lo controviertan) podemos establecer con bastante exactitud en qu lugarbuscar los vestigios que nos permitirn realizar el riesgoso salto de lo general a loparticular. Porque lo que haremos con los datos que hemos denominado histricos es,como dijimos antes, organizar las hiptesis y ese ordenamiento proyectar a un planoprioritario a cierto tipo de hiptesis y consecuentemente desplazar otro tipo de hiptesisa la zona de lo descartable. El riesgo del que hablbamos consiste en priorizar hiptesiserrneas (y por ende descartar las correctas).Ya hicimos una aplicacin bastante mecnica de los datos histricos para descartar unnmero significativo de hiptesis (con la aplicacin de los ejes cronolgicos ygeogrficos). Sin embargo comprobamos que sigue existiendo una distancia excesivaentre los registros de los dos ordenes explicados al principio, esa distancia es la queimpide aplicar en toda su eficacia los datos formales y la que los datos histricos debentender a ocupar.

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    Entonces, qu hiptesis podemos ir descartando? Salvo escasas excepciones debemossuponer que no encontraremos personas que hayan sido ejecutadas por una unidadrepresiva que utilizara los "vuelos" entre las personas cuyos cuerpos (sin identidad) hanaparecido en el periodo en descampados de Capital Federal y Gran Buenos Aires.Viceversa, en el caso de las unidades represivas que no contaron con apoyo areo, ser

    muy infrecuente que encontremos los cuerpos de sus vctimas entre los que aparecieronen las costas.Profundizando en la pauta de distribucin espacial y cronolgica de las apariciones decuerpos relacionados con este ultimo conjunto pueden advertirse algunas constantes: porejemplo, la mayora de las ejecuciones extrajudiciales que se registran en el ejeconformado por las vas de acceso-egreso sudoeste de la ciudad de Buenos Airesparecen relacionarse con la actuacin del un centro clandestino denominado Vesubio.Parecida pauta de distribucin se advierte entre los cuerpos aparecidos en las costas delRo de la Plata cercanas a la ciudad, que remiten a la actividad desaparecedora de laZona 4 (Campo de Mayo, Gran Buenos Aires).

    As pueden conformarse hiptesis que relacionen, provisoriamente, lugares de aparicinde cuerpos con determinadas unidades represivas.

    Asimismo, conociendo de manera aproximada cuales eran los intereses y posibilidades decada unidad represiva (sabiendo quienes eran algunas de las personas que mantenanrecluidas) podemos suponer quienes podran ser las personas que integran cada grupode cuerpos aparecidos.

    Aunque pueda parecer obvio no debemos dejar de resaltar que la robustez de cadahiptesis de reconstruccin es directamente proporcional a la cantidad de datos quehayan permitido postularla. Lo significativo del esquema es que permite incorporar datosnuevos que, sin dicho sostn, se perderan.

    D. La identificacinLuego de lo dicho podemos explicar como se llega a la identificacin de manera bastantesinttica: elastizadas al mximo las hiptesis derivadas de los datos histricos, llegaremosa un punto en que queda enlazarlas con los datos formales. Solo cuando un dato formal -yconsecuentemente inequvoco- se encuentre en un par de registros pertenecientes aambos ordenes podremos decir que esos dos registros se refieren a la misma persona;cuerpo sin identidad e identidad sin cuerpo se encastran, unificndose. En ese punto seadvierte la impotencia de los datos histricos para finalizar el proceso de identificacin:mediante ellos podemos llegar al convencimiento respecto de que un determinado cuerpotiene que pertenecer a una determinada identidad, pero si carecemos de datos formalesla identificacin no podr completarse. Entre otras cosas, porque aun cuando hasta ahorano hayamos necesitado mencionarlo, el proceso de identificacin no solo reconstruye sinoque debe ser reconstruido. En realidad, la culminacin de todo proceso de identificacines su formalizacin ante la autoridad jurisdiccional competente, que es la nica que puedellevar a cabo la reunificacin jurdica de una identidad y su respectivo cuerpo.

    E. La formalizacin de la identif icacinA partir del conocimiento de la identidad de registros complementarios de ambos ordenes,antes de encarar la por momentos tediosa tarea de su formalizacin se impone lanotificacin a la familia. El cumplimiento de este imperativo suele ser mucho mscomplicado de lo que a simple vista puede parecer. Salvo aquellos casos en los que por

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    uno u otro motivo ya hemos tenido relacin con algn familiar en tiempo relativamentereciente (digamos, en los ltimos diez anos) y por eso sabemos con que integrante de lafamilia debemos hablar (tal vez un 20%) en la mayora de los casos el ultimo dato con elque contamos es la denuncia formulada ante la CoNaDep hace ya quince anos[6]. Enmuchos casos el denunciante es el padre o la madre, quien puede haber muerto, haberse

    mudado o simplemente haber padecido la incertidumbre hasta el punto de no querer salirde ella. Conscientes de la importancia de la noticia que debemos transmitir, extremar lacautela en este tipo de notificaciones resulta esencial, muchas veces recurriendo a otrosfamiliares, compaeros, coterrneos, o cualquier otra va indirecta que nos indique cual esla forma menos traumtica de cumplir con la obligacin.

    Al mismo tiempo, consideramos que la identificacin no esta completa si algn familiar nosabe de la misma, cualquiera sea la actitud que luego decida tomar. Por esa razn en losltimos tres anos, cuando el ritmo de identificaciones se ha acelerado, mantenemos entrediez y quince de ellas congeladas a la espera del contacto con el familiar.La formalizacin propiamente dicha se ha simplificado considerablemente luego delacuerdo suscrito por nuestro Equipo con la Cmara Criminal y Correccional Federal[7]cuatro anos atrs. Frente a esa corte efectuamos las presentaciones y solicitamos que lamisma se encargue de solicitar oficialmente a los diversos destinos la informacinrelevante referida a uno o varios casos de desaparicin. Este recurso tiene dos beneficiosobvios: las respuestas a los referidos pedidos vienen conformadas por documentospblicos y los mismos van quedando archivados en los legajos referidos a cada una delas personas cuyas identificaciones se estn formalizando, con lo cual queda garantizadasu perduracin. La culminacin de cada uno de dichos legajos es una resolucin firmadapor el Tribunal, cuya parte resolutiva ordena a todos los organismos registrales laanotacin de la identidad.Para terminar, no faltan quienes pueden rechazar este tipo de trabajo aduciendo que supunto de arribo se conoce desde el inicio del proceso de identificacin. Ya no parecequedar resquicio para la duda en torno al destino de las personas denunciadas comodesaparecidas: una muerte annima.Tenemos, para rechazar tal acusacin de futilidad, dos argumentos.El primero ya fue preanunciado al explicar que la esencia de nuestro trabajo era darrespuestas concretas y nos consta en nuestro diario contacto con las victimassecundarias de la practica desaparecedora (todos aquellos a los que, por motivosfamiliares o afectivos les interesa saber lo que sucedi con su desaparecido) que existeuna gran distancia entre aquella conclusin casi obvia (la muerte) y el conocimiento masdetallado posible de sus circunstancias. A diario vemos que aunque se pierdan lasesperanzas del retorno con vida la incertidumbre persiste en su rutina destructiva. Laposibilidad de disiparla, aunque ms no sea parcialmente, justifica la tarea desde el puntode vista individual. Pero adems, permite documentar concienzudamente hechos de unaaberracin tal que, con el transcurso del tiempo, pueden llegar a resultar inverosmiles osujetos a revisionismos no siempre inocentes.Nuestro segundo argumento es bastante menos racional y seguramente por eso msprimario. La separacin de cuerpo e identidad por parte del Estado es algo de unagravedad tal que parecera superar las intenciones de sus responsables. No decimos estoa modo de disculpa, sino que el conocimiento de los actores histricos respectivos losmuestra sin la lucidez suficiente como para comprender la enormidad de los resultadosque sus acciones produjeron. Pero sea ese el caso o no, el hecho incontrovertible es que

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    dicha separacin fue indudablemente producida por ellos. Entonces, nuestro trabajo esuna colaboracin modesta para que ese resultado no sea definitivo.

    [1]La incomprensin de esta doble naturaleza ha puesto a mucha gente comprometida enla persecucin de los responsables de la desaparicin en contra de nuestro trabajo. Sisuponemos que desaparicin es solo la primera parte (luego de la cual el destino delcuerpo sigue siendo un misterio) quien devele lo acontecido, incluido el destino dado alcuerpo convertir un hecho de desaparicin (delito de lesa humanidad yconsecuentemente imprescriptible) en un simple homicidio calificado. Tenemos variosargumentos contra esta posicin. La comprobacin de lo sucedido no puede ceder anteun calculo procesalista, dicha comprobacin ya es de por s complicada para agregarlefiltros jurdico formales y, lo ms importante, seccionar as un fenmeno nico le quitagran parte de su carnadura. El eje bipolar accin-ocultamiento resulta esencial paracomprender la desaparicin.[2] Puede parecer extrao que no se vuelque un nmero exacto. La perplejidad sermayor al explicar el porqu de esta falta de exactitud. Por una parte, hay mltiplesrazones, concientes e inconscientes, que hacen que las personas que tienenconocimiento de uno o varios casos de desaparicin no los denuncien. Entre las msescuchadas estn: "ya alguien lo debe haber hecho", "se lo dije a...", "para qu?, "antequin hacer la denuncia?". Generalmente manifestaciones de la incomodidad que ladesaparicin sigue generando en la sociedad. En cualquier caso eso explica lo que estafuera del registro. Pero cmo es que no se cuenta con un nmero exacto de personasdenunciadas como desaparecidas? La Comisin Nacional Sobre la Desaparicin dePersonas (llamada CONADEP, que fue creada por el gobierno democrtico en 1983 yactu durante nueve meses en 1984) es un hito que diferencia un antes y un despus enrelacin con este tipo de denuncias: mayoritariamente las familias de desaparecidosconcurrieron a dejar su denuncia ante la Comisin, lo cual redund en la apertura de unlegajo. Sin embargo, un grupo significativo de familiares, que pedan la formacin de unaComisin Bicameral, no present sus denuncias ante la CONADEP en seal de protesta.Para evitar el subregistro, la CONADEP incorpor tambin las denuncias formuladas encualquiera de los organismos de derechos humanos que reciban tales noticias durante ladictadura: estos casos quedaron registrados con nmero de actor pero sin legajo en el

    Anexo documental.Eso genera dos subcategoras, los desaparecidos con legajo (aquellos cuyos familiares oamigos ratificaron la denuncia en 1984) y sin legajo o con nmero de actor (lo contrario).

    Ahora bien, muchas de las denuncias efectuadas durante el periodo represivo contenaninevitables inexactitudes, propias de la urgencia. La ms importante a los efectos de estanota, es la ausencia de un mecanismo confiable para modificar la calidad de la detencin.

    As, una persona que haya estado detenida ilegal o clandestinamente varios meses paraser luego legalizada factiblemente seguir apareciendo en los listados del organismo endonde se efectu la denuncia. La cuestin es que un nmero muy significativo depersonas que siguen apareciendo como desaparecidas en el Anexo del "Nunca Ms" nopermanecen desaparecidas. Las leyes reparatorias a presos a disposicin del PoderEjecutivo Nacional (PEN) permitieron reasignar a muchos de esos casos, pero no todos.La norma provisoria que puede aplicarse -a los efectos de llegar a un total mas o menos

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    real-, es que ms de los dos tercios de las personas que aparecen con nmero de actorno continan desaparecidas sino que fueron liberadas. Cmo se llega a esa conclusin?Uno de los beneficios derivados que tiene la solicitud sistemtica de formulario deidentificacin de personas denunciadas como desaparecidas al Registro Nacional de lasPersonas es que dichos formularios -adems de informacin dactiloscpica- suelen

    contener en su reverso el registro de los cambios de domicilio del ciudadano y su fecha.Eso nos permite saber que, salvo homonimia, si una persona denunciada comodesaparecida en 1977 cambia su domicilio 15 aos despus decididamente nopermanece como desaparecida. Entonces, la recoleccin de informacin dactiloscpicapermite tambin "descargar" casos errneos del orden de las identidades sin cuerpo. Estaoperacin de reasignacin ocurre muy frecuentemente en los casos de actores sinlegajos, aunque tambin sucede con mucha menos frecuencia en los casos dedesaparecidos con legajo (p.e. un caso de una chica que se escapa de su casa en 1976 yno ha vuelto a tener contacto con su familia, desconoce que esta la ha denunciado comodesaparecida y cambia de domicilio en 1995; el caso es verdico, aunque suelen ser masfrecuentes -en este segmento- los casos de hombres que abandonan sus hogares). A losefectos del recuento, que era el propsito de esta nota, sucede que la morosidad delR.N.P. por remitir las fichas de todas las personas denunciadas de una u otra forma comodesaparecidas (al presente apenas llegamos al 50%) hace que debamos mantener casi2700 casos con nmero de actor, la mayora de los cuales o son denuncias repetidas o depersonas que en su mayora -y siguiendo la pauta comprobada con el 50% ya ingresado-no deben permanecer desaparecidas. Aplicando el conjunto de condicionantes llegamos ala cifra de 6500 a 7000.[3] Insistimos en esta denominacin por motivos discursivos; sin embargo, la informacinproveniente del Registro Civil permite descubrir casos de personas denunciadas comodesaparecidas que se encuentran identificadas mediante acta de defuncin. Si bien estoltimo no es frecuente, el relevamiento de los registros civiles de los partidos delconurbano nos han deparado varias decenas de estos casos.[4] La inhumacin clandestina supone el enterramiento de las vctimas en lugares nodestinados a ello con fin de ocultacin. La principal diferencia con la inhumacin irregulares que esta ocurre en lugares destinados a ese propsito y por ende -generalmente- estaltima deja vestigio documental.[5]Cuando decimos que el accionar represivo clandestino se ocupo no solamente de lasestructuras de las organizaciones armadas hacemos alusin fundamentalmente a dosmomentos bastante definidos: al comienzo del periodo, cuando la falta de informacinespecifica hizo que la actividad se extendiera fuera de dichos mrgenes y al final delperiodo cuando lo que escaseaba eran los blancos y las propias unidades represivas,intentando prolongar su actuacin, abordaron otro tipo de organizaciones.[6] Un efecto colateral favorable de las leyes reparatorias es que casi la mitad de losfamiliares han tenido contacto con la Subsecretaria de Derechos Humanos en los ltimoscinco anos, lo cual muchas veces facilita el contacto.[7]Si bien es el Tribunal de apelaciones de los Juzgados Federales de la Capital Federal,su vinculacin con este tema data de 1984, cuando asumi por ley el conocimiento del

    juicio contra la tres primeras Juntas Militares, que luego llevo a cabo durante 1985. Apartir de dicha causa el sealado Tribunal reuni gran cantidad de evidencia documentalreferida a la desaparicin de personas en todo el pas.

    http://www.naya.org.ar/congreso2002/ponencias/dario_olmo.htm#_ftnref3http://www.naya.org.ar/congreso2002/ponencias/dario_olmo.htm#_ftnref4http://www.naya.org.ar/congreso2002/ponencias/dario_olmo.htm#_ftnref5http://www.naya.org.ar/congreso2002/ponencias/dario_olmo.htm#_ftnref6http://www.naya.org.ar/congreso2002/ponencias/dario_olmo.htm#_ftnref7http://www.naya.org.ar/congreso2002/ponencias/dario_olmo.htm#_ftnref7http://www.naya.org.ar/congreso2002/ponencias/dario_olmo.htm#_ftnref6http://www.naya.org.ar/congreso2002/ponencias/dario_olmo.htm#_ftnref5http://www.naya.org.ar/congreso2002/ponencias/dario_olmo.htm#_ftnref4http://www.naya.org.ar/congreso2002/ponencias/dario_olmo.htm#_ftnref3
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    Trabajo publicado originalmente en: Encrucijadas, Revista de la Universidad deBuenos Aires en el Volumen 15, de enero de 2002, pginas 22 - 35.