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Fundación Integra 2018Dirección de Educaciónwww.integra.cl

AutoresNelly Artigas SanhuezaDirección de EducaciónLucía Boero de los ReyesDirección de EducaciónCarolina GaeteDirección de Protección y Promoción a la infanciaAlicia Tapia RiquelmeDirección de Educación

CoordinaciónMaría Lidia Guzmán BilbaoDirección de Educación

Edición Alicia Berríos PérezDirección de Educación

RevisiónDirección de Asuntos Institucionales y Comunicaciones

DiseñoEliza Helena Rizo dos Santos

Integra© 2018Derechos reservados. Prohibida su reproducción.Material de distribución gratuita.

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Índice1. Presentación 5

2. Marco referencial 6

2.1. La convivencia, una oportunidad de crecimiento personal y social 6

2.2. A convivir se aprende desde el nacimiento 8

2.3. ¿Cómo y dónde se aprende a convivir? 10

3. Sugerencias concretas para apoyar a las familias a generar espacios de convivencia con los niños y niñas 13

3.1. En el hogar 13

3.2. En el jardín 14

3.3. En el barrio o comunidad 16

Bibliografía 17

Anexo taller 18

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1. Presentación El presente material es un documento elaborado como recurso de apoyo para que los equipos educativos realicen reuniones con familias y aborden temas de importancia en el proceso de desarrollo y apren-dizaje de sus niños y niñas.

En esta oportunidad el tema a desarrollar es la Convivencia y su obje-tivo es que las familias comprendan la importancia que tiene para el desarrollo personal y social de los niños y niñas, “aprender a convivir”.

Básicamente contiene dos partes, una que se centra en el marco re-ferencial que proyecta y contextualiza la temática y una propuesta de taller para ser trabajado directamente con las familias.

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2. Marco referencial

A convivir se aprende, no es algo innato. La convivencia constituye la esencia de las relaciones sociales. El ser humano, por su naturaleza necesita de otros; es, se hace y construye en la relación con los demás, tanto, que su existencia depende de la relación con sus semejantes. Es crucial tener claridad sobre la importancia que tiene aprender estas habilidades a temprana edad, el impacto que tienen en la vida adulta y especialmente el papel que les cabe a los adultos significativos en el proceso de aprender a convivir que experimentan los niños y niñas.

Al respecto, las BCEP 2018, en el propósito del núcleo, plantean:

“…se espera potenciar en los niños y las niñas, las habilidades, actitudes y conocimientos que les

permitan convivir en armonía, descubriendo y ejerciendo progresivamente su ciudadanía y generando identificación

con una comunidad inclusiva sobre la base de los derechos propios y los de los demás” (BCEP 2018).

Aprender a convivir es una parte muy importante del desarrollo perso-nal y social, es un aspecto esencial del desarrollo humano integral, por lo que tiene un alto impacto hasta la adultez, expresándose en todos los espacios sociales.

2.1. La convivencia, una oportunidad de crecimiento personal y social

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Aprender a convivir es parte de todo proceso educativo. Históricamen-te, al sistema educativo junto con la familia se le ha asignado el apren-dizaje de las normas de convivencia para vivir en sociedad, dado que se aprende a convivir en espacios de socialización.

“…esto es así porque no hay posibilidad de vivir sin convivir.”

(Jares, X.R., 2006)

La coexistencia de los seres humanos está dada socialmente, sin em-bargo, la convivencia hay que construirla y comprende; entre otros mu-chos factores, un proceso de enseñanza-aprendizaje. Exige regulación y adaptación, cambios de actitud, de comportamiento y desarrollo de habilidades; dentro de un marco valórico que orienta y significa.

La infancia es el período en que el cerebro es más eficiente para el aprendizaje. Todo el grandioso desarrollo cerebral que se observa en los niños y niñas hasta los 6 años, es porque esta etapa es plástica por excelencia; de hecho, en la etapa de desarrollo de 0 a 6 años, los niños y niñas aprenden simplemente con el hecho de ser parte de diferentes actividades. Durante sus primeros seis años, el cerebro desarrolla su “alambrado” y de las experiencias que se le ofrezcan, depende el de-sarrollo en general, en especial de sus destrezas sociales.

De este modo, la educación inicial brinda oportunidades de conviven-cia y aprendizaje, así como la formación de individuos autónomos, res-ponsables y críticos. Relacionarse con otros ofrece a los niños y niñas una serie de aprendizajes análogos como el respeto, la comunicación, esperar y compartir.

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Desde el nacimiento los seres humanos emprendemos el proceso de aprender a convivir. Al respecto, es importante apreciar cómo ya desde la sala cuna menor, es posible promover este tipo de aprendizajes. La capacidad de establecer un vínculo afectivo tiene un periodo crítico que se extiende durante los dos primeros años de vida, por lo tanto, potenciar la afectividad en ese periodo sentará las bases para que ni-ñas y niños puedan posteriormente experimentar sentimientos hacia otros, tales como la capacidad de amar, empatizar y de conmoverse. Para ello, el cuidado regular y sensible de una persona es imprescindi-ble. Es decir, cuando las niñas y niños escuchan la voz de una persona que les provee bienestar y seguridad, la asocian con la mirada de su cuidadora, con la protección del abrazo y la satisfacción de las necesi-dades básicas, que al reiterarse en forma regular, les provee confianza y seguridad. No sólo reciben alimento sino que una “experiencia afec-tiva” a través de la que aprenden acerca de sí mismos y del mundo (Bascuñán, 2008).

En síntesis, el vínculo es una relación de afecto, recíproca y activa, fuer-temente ligada a las habilidades asociadas a la convivencia y a otras competencias que tienen relación con la persona misma y su interac-ción con otras personas y colectivos. Sobre la base de este vínculo afectivo, los niños(as) progresivamente van aprendiendo a adaptarse a nuevas rutinas y a compartir en actividades conjuntas.

Luego, en los niveles medios, como parte del proceso de aprender a compartir, se intenciona que las niñas y niños vayan gradualmente participando e involucrándose en actividades y juegos grupales y a disfrutar de ello, a colaborar, a iniciarse en la resolución pacífica de conflictos, a iniciarse en la disposición para practicar acuerdos básicos y en darse cuenta paulatinamente de cuáles son las acciones que apor-tan a la armonía grupal y cuáles las inhiben.

En el tercer tramo señalado por las BCEP 2018, los aprendizajes a al-canzar son la participación colaborativa en juegos y proyectos comu-nes planificados, la capacidad para ponerse de acuerdo en acciones y estrategias, asumiendo gradualmente responsabilidades en ellos, la participación en actividades solidarias a nivel familiar, del centro edu-

2.2. A convivir se aprende desde el nacimiento

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cativo y de la comunidad local. Así también la capacidad para mani-festar empatía y solidaridad frente a sus pares o ante situaciones que observan, practicando acciones de escucha, apoyo y colaboración, apreciando el significado de manifestaciones culturales, aplicando es-trategias pacíficas frente a conflictos cotidianos con sus pares, respe-tando normas y acuerdos creados colaborativamente, hasta aprender progresivamente a reconocer los elementos esenciales de las prácticas de convivencia democrática.

En conclusión, se aprende a convivir desde el nacimiento, se hace en la interacción con otros y existe una trayectoria que es necesaria apoyar y potenciar.

Es ineludible el papel de modelo y referente que tienen los adultos, especialmente los más

significativos para los niños y niñas.

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2.3. ¿Cómo y dónde se aprende a convivir?En este vivir con otros(as), en este con-vivir; que es una necesidad de nuestra especie; también surge una oportunidad para desplegar nues-tro potencial y nuestros intereses; es la mejor posibilidad para dar cur-so a nuestra necesidad de ser cuidados(as) y de cuidar; es la instancia de encuentro que los seres humanos necesitamos.

Una buena convivencia implica un circuito de interacciones en que los valores del respeto, la inclusión, la empatía y solidaridad son la brújula que determina cómo encauzar los deseos y las necesidades de todos y todas. Necesidades que han de ser diversas.

Esa diversidad ciertamente complejiza. La convivencia como proceso de interacciones, no es un espacio exento de dificultades para las vi-vencias personales y propósitos comunitarios, puesto que las percep-ciones, los deseos y las necesidades de quienes conviven serán distin-tas. Pero justamente esa diversidad enriquece y nutre.

Esa coexistencia armónica como grupo humano que habita en un mis-mo espacio, que es la definición de buena convivencia, es algo que todos/as podemos construir. Construcción activa e intencionada pro-movida desde el jardín infantil o la sala cuna.

La construcción de una convivencia bientratante se va pavimentando con determinadas acciones o propósitos:

* Una comunicación adecuada: creer en el valor de comu-nicar y ser conscientes de que no solo se comunica con palabras sino también con gestos, entonaciones, posturas corporales. Buscar claridad al transmitir lo que se quiere comunicar, escuchar con atención lo que se nos dice.

* Reconocer y expresar las emociones propias y reconocer las emociones del otro/a como algo legítimo, parte de su subjetividad.

* Evitar juzgar: recordar que cada persona es parte de un contexto, que ha tenido experiencias de vida particulares.

* Mostrar cariño: independiente del tipo de vínculo entre las personas, un trato cariñoso, de reconocimiento a la perso-na del otro, siempre ayuda. En las relaciones familiares será

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más importante aún, acompañar con gestos de cariño lo que se quiere expresar.

* Reconocer, valorar la presencia y participación del otro/a. Podemos motivarnos entre todos/as y de esa forma alcan-zar las metas propuestas con mayor grado de satisfacción.

* Usar el sentido del humor para promover un clima de ma-yor relajo y tranquilidad.

Una convivencia enmarcada en el reconocimiento y respeto de todas las personas impacta positivamente en los grados de cohesión social y en el bienestar de todos y todas quienes son parte de una comuni-dad. Niños y niñas son parte activa de esa comunidad y por ello todos los beneficios de una convivencia armónica también son recibidos por ellos/as.

En este sentido, Maturana refiere: “Toda comunidad existe como una red de procesos, actos, encuentros, conductas, emociones, técnicas,… que configuran un sistema de relaciones de convivencia que penetra en todos los aspectos del vivir de los niños y niñas que crecen en ellas en el curso de transformarse en adultos en todas las dimensiones de su hacer y emocionar” (1999, p.10).

Un buen clima en la convivencia afecta positivamente el desarrollo de ni-ños y niñas por cuanto les otorga un espacio seguro para desplegar sus capacidades, favorece el desarrollo de una mayor confianza en sí mis-mos/as y en los otros para realizar las tareas de exploración del mundo del que son parte e ir conquistando la autonomía de forma progresiva.

Asimismo, se requiere de un espacio de convivencia que promueva la participación de niños y niñas reconociéndolos como actores sociales que –dadas las condiciones de dependencia asociadas a la etapa de desarrollo en que se encuentran– necesitan del acompañamiento efec-tivo de adultos, garantes de su derecho a la expresión y la participación.

Una convivencia que los incluya como ciudadanos(as) implica despo-jarse de prejuicios adultocéntricos que consideran a niños(as) como meros receptores pasivos. La convivencia, toda vez que se trata de un espacio relacional y vincular, debe ofrecer diversas maneras para que los niños(as) participen desarrollando soluciones propias a los conflic-tos, a través del juego y la creatividad.

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El derecho de los niños(as) a su pleno desarrollo implica participar ac-tivamente en la vida de su comunidad educativa, esto significa partici-par con los equipos educativos, familias y miembros de su comunidad, adultos de esa comunidad educativa que modelan con su accionar el estilo de convivencia que allí se establece y son responsables de los vínculos que se recrean para niños y niñas. Por este motivo es esencial que se constituyan en modelos que ejemplifiquen lazos bientratantes, resolución constructiva de conflictos, reconocimiento del valor de la diversidad, la autorregulación en momentos de discusión y la conside-ración de la dignidad humana de todos y todas.

Crecemos, nos desarrollamos y aprendemos en ambientes seguros en que se nos estimula a participar, expresar opiniones, tomar decisiones; un espacio de vínculos afectivos positivos.

Sin ser reconocidos en nuestros derechos no puede haber bienestar y es importante que para la niñez temprana otorguemos los espacios y las dinámicas que permitan crecer en medio de una convivencia respe-tuosa y de buen trato.

La educación, por tanto, vista como un proceso de trasformación en la convivencia, ocurre en todos los espacios donde se desarrollan relacio-nes, es decir, en los espacios privados como los familiares, los espacios en el jardín, en la sala cuna, así como también en los espacios públicos, la calle, la televisión, el cine, el teatro, la radio, entre otros. Todos estos espacios definirán día a día, lo deseable y lo no deseable, lo legítimo y lo ilegítimo, lo hermoso y lo feo, lo honesto y deshonesto, lo que se acepta y lo que no y va delineando de una u otra manera a los niños y niñas en sus intereses, visiones del mundo y de quienes los rodean.

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3.1. En el hogar* Fomentar la convivencia: fomentar el cariño y respeto entre

todos los integrantes de la familia, a través de palabras y ex-presiones afectuosas, evitando rivalidades entre los niños(as). Es favorecedor para una sana convivencia ofrecer oportunidades para que los niños(as) participen en algunas tareas sencillas del hogar, en función de sus características de desarrollo, habilida-des y actividades que disfruten, distribuyendo tareas de manera equitativa y resguardando su seguridad.

* Dedicar tiempo y afecto: dar la misma importancia y tiempo a todos y cada uno de los niños(as). Cada niño(a) es único y merece atención por parte de los padres, abuelos, adultos res-ponsables y todos los familiares involucrados en su crianza. Asi-mismo, es importante evitar dar la responsabilidad del cuidado de los niños(as) más pequeños a los hermanos mayores, esa es una responsabilidad de los adultos de la familia. Los niños(as), necesitan pasar tiempo con sus adultos significativos, pues son sus modelos a seguir y sus maestros y guías en el recorrido de sus vidas.

3. Sugerencias concretas para apoyar a las familias a generar espacios de convivencia con los niños y niñas

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* Compartir tiempo de manera conjunta e individual: favore-cer el desarrollo de la identidad y una autoestima positiva en los niños(as), dedicándoles tiempo, tanto en grupo como en forma individual. Para este efecto, es adecuado reconocer que cada uno de los niños(as), tiene intereses y fortalezas particulares y por tanto, necesitan un tiempo exclusivo para compartir con su familia.

* Cultivar ritos familiares: generar espacios de comunicación, juegos y diversión en familia, dar oportunidades para conocer y ampliar los intereses de los niños(as), compartir con ellos(as) juegos, actividades o ritos propios de la familia, que favorez-can la comunicación, el vínculo afectivo y la recreación. De for-ma paulatina, en función de las características de desarrollo y aprendizaje de los niños(as), se les puede otorgar crecientes niveles de participación en la toma decisiones, respecto de los juegos o actividades a desarrollar en familia.

* Fortalecer las capacidades de los niños(as): reconocer las ha-bilidades y talentos de los niños(as) tanto de los propios como de otros niños y niñas, promoviendo así la amistad y colabora-ción entre ellos.

Prevenir siempre el maltrato físico y/o verbal, considerando que lo que hagamos a nuestros niños(as), es muy probable que ellos lo repli-quen en sus relaciones con otros. El ejemplo que los padres o la fa-milia den, será el primer elemento para una convivencia en la familia.

3.2. En el jardín * Acogida e integración de niños(as) nuevos: recibir a cada ni-

ño(a) nuevo que llegue a la sala cuna, jardín infantil, presentarlo a sus compañeros, a sus adultos de referencia. Posteriormente durante la jornada, recorrer las dependencias y presentarle a otros niños de otras salas y los otros adultos que trabajan en el jardín infantil.

* Creación y cuidado del ambiente físico: incentivar, sensibilizar y apoyar a los niños(as) a realizar tareas sencillas que benefician el bienestar de todos(as), contribuyendo al cuidado del am-biente físico, tanto al interior como al exterior de la sala y esta-

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blecimiento. Es deseable que los niños(as) participen de forma progresiva en el diseño de espacios acogedores y con sentido para ellos y en el cuidado y orden sistemático de los materiales; avisando cuando se esté deteriorando alguno de estos, o bien limpiando cuando descubran algo sucio, ordenando y barrien-do la sala, recogiendo papeles del suelo, cuidando las plantas, entre otras actividades.

* Actividades compartidas con niños(as) de otros grupos: rea-lizar eventos semanales o mensuales, en que los niños(as) pue-dan compartir actividades cotidianas con sus compañeros(as) de otros grupos, tales como: compartir la colación, una expe-riencia educativa, juegos en el patio, la lectura de un cuento, en-tre muchas otras y donde se fomente la relación y conocimiento con otros (as) niños(as). Se puede dividir en dos a los grupos de cada sala para que las interacciones sean más cercanas.

* Conversaciones y diálogos sobre la convivencia: generar instancias semanales donde niños(as) y adultos del grupo, con-versen acerca de situaciones conflictivas que puedan haber su-cedido y propongan ideas sobre cómo resolverlas, así también reforzar aquellas situaciones positivas que hayan ocurrido en la sala. Hablar de acuerdos de convivencia en lugar de “normas” es más inclusivo y genera una mejor adhesión. Establecer acuer-dos de convivencia claras y con sentido para los niños y niñas, promoviendo su participación progresiva, en función de sus ni-veles de desarrollo y aprendizaje.

* Espacio para la tranquilidad, la reflexión y la autorregula-ción: algunos niños(as) sienten la necesidad de estar tranquilos en determinados momentos y ante esto, puede existir un espa-cio disponible, donde el niño(a) pueda ir al momento que lo ne-cesite, cautelando que no esté solo, ni que quede solo el resto del grupo. En ocasiones puede ser acompañado de un adulto (dependiendo de la cantidad de adultos presentes en la sala). Este espacio debe ser un lugar seguro, sencillo con pocos estí-mulos (no es para distraerse, es para calmarse), donde niños(as) puedan recurrir en situaciones de estrés y les dé tiempo para calmarse y donde puedan conversar con el adulto acerca de su malestar y sentirse acogidos y contenidos.

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3.3. En el barrio o comunidad* Conocer a los vecinos: la comunidad es fuente de múltiples

interacciones que aportan al desarrollo de una convivencia bientratante y es un escenario que influye en el desarrollo y aprendizaje de los niños(as), siendo los vecinos las personas más cercanas para ellos, en el contexto comunitario. Enseñar a los niños(as) a manifestar conductas de amabilidad y respeto por los vecinos es importante pues ya sabemos que los niños(as) aprenden lo que ven, y es una posibilidad de enseñar valores como el buen trato y la solidaridad, entre otros. También nor-mas sociales de convivencia y cortesía, como saludar, despedir-se, dar las gracias, pedir permiso, compartir, escuchar, devolver lo prestado, sonreír, disculparse y saber comportarse en espa-cios que no son familiares, son fundamentales. Es apropiado que tanto el equipo educativo como las familias sean modelos al establecer relaciones de respeto y cordialidad.

* El saludo: tanto los equipos como las familias deben enseñarles a sus niños(as) a saludar, pero no presionarles a dar un beso o un abrazo si no les parece. No es adecuado imponer el saludo a los niños(as) sino explicarles su importancia. Los niños(as) suelen ser espontáneos y mostrar sus emociones sin temor, por lo que cuando se alegran de ver a una persona o esta les resulta agra-dable, les será natural saludarla. Por el contrario, si se trata de un desconocido o de una persona que no se ha ganado su con-fianza o simpatía, es normal que no se muestren tan entusiastas.

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6. BibliografíaAron, A; Milicic N.; Sánchez, M.; Subercaseaux J. Construyendo Juntos:

claves para la convivencia escolar. Agencia de Calidad de la Educa-ción, 2017.

Bascuñán, C. Maltrato Infantil y Relaciones Familiares en Chile, Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, 2008.

Epstein, J/Fundación CAP (2013). Serie Familia-Escuela. Programas efectivos de involucramiento familiar en las escuelas: estudios y prácticas.

García Correa, A.; Ferreira Cristofolini, G. La convivencia escolar en las aulas. International Journal of developmental and educational psy-chology, vol. 2, núm. 1, 2005, pp. 163-183. asociación nacional de psi-cología evolutiva y educativa de la infancia, adolescencia y mayores. Badajoz, España.

Jares, X. R. La Pedagogía de la convivencia. Barcelona. Ed. Grao, 2006.

Maturana, H. Transformación en la Convivencia. Editorial Dolmen.1999.

MINEDUC-OEI. Guía para la no discriminación en el contexto escolar. Santiago. Marzo 2018.

Red Europea de Educación Inclusiva y Discapacidad. Proyecto Includ-ed: (2006-2011).Estrategias para la inclusión y la cohesión social en Europa desde la educación.

Subsecretaría de Educación Parvularia, Bases Curriculares Educación Parvularia, Santiago, Mineduc, 2018.

UNICEF. Convivencia democrática, inclusión y cultura de paz. Santiago de Chile. Agosto 2008.

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Anexo taller

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Taller con familias

Objetivo

Identificarse como promotores y modelos de situaciones que aportan al aprendizaje de la convivencia de los niños y niñas, en los distin-tos contextos en que participan.

Presentación del taller

Este taller consta de:

* Video motivacional y círculo de conver-sación: espacio de reflexión y conver-sación que surge y se anima a partir de la observación colectiva del video mo-tivacional.

* Juego de cartas.

* Video síntesis.

Video motivacional y círculo de conversación

Se adjunta el siguiente link https://www.you-tube.com/watch?v=LAOICItn3MM para ser exhibido al grupo de familias, en un espacio que cumpla con las condiciones necesarias de sonido, luminosidad y comodidad entre otras.

* Observar el video y luego comentar so-bre lo que les transmite.

* La educadora guía el círculo de con-versación planteando preguntas que orienten el diálogo hacia contenidos específicos del vídeo, por ejemplo: ¿Qué les transmite el video respecto a la crianza?, ¿por qué es importante la convivencia en la vida diaria?

Luego de comentar el video, es necesario que quien conduzca, destaque las principales reflexiones realizadas por los participantes, especialmente aquellas que se vinculan con los contenidos del cuadernillo.

A continuación, se invita a las familias a parti-cipar de un juego, cuyo propósito es reflexio-nar sobre aquellas actitudes, acciones y rela-ciones que favorecen una sana convivencia.

Orientaciones para jugar

1. La educadora anticipa que exista ma-terial suficiente para cada grupo. Si considera necesario, completa las dos tarjetas en blanco, con afirmaciones, preguntas o situaciones sobre convi-vencia, que sean pertinentes a su con-texto.

2. Invitar a las familias a conformar grupos de no más de ocho personas, que se sientan en torno a una mesa.

3. Se dispone sobre la mesa un mazo de tarjetas, las que contienen frases afir-mativas y/o preguntas para comentar. Las tarjetas no tienen un orden prees-tablecido y es preciso que estén boca abajo en un mazo o en abanico.

4. La educadora está atenta a animar el diálogo, de acuerdo a lo que ha leído en el módulo y a realizar algunas pre-guntas que apoyen la reflexión, aportar alguna clave para el análisis o mediar en la comprensión del contenido.

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5. Uno de los participantes inicia el juego sacando la primera tarjeta, lee lo que dice y comenta.

6. Luego, hay un tiempo breve para que, voluntariamente, opinen los demás par-ticipantes.

7. Se cierra el análisis o reflexión con cada tarjeta, cuando la o el participante (a partir del contenido de esta y el conjun-to de opiniones emitidas) concluye en una idea fuerza o “tips” que aporte a la convivencia familiar.

8. Se continúa con las cartas siguientes hasta leerlas todas o bien se acabe el tiempo destinado al juego.

Síntesis o ideas fuerza

Al finalizar el juego, es importante destacar aquellas ideas fuerza que se espera las fa-milias comprendan con claridad (se sugiere tomar algunos apuntes respecto de aquellos aspectos que las familias planteen).

* La convivencia es una oportunidad de crecimiento personal y social.

* A convivir se aprende, no es algo innato: desde el nacimiento se hace en la inte-

racción con otros y existe una trayecto-ria que es necesario apoyar y potenciar.

* La convivencia es una habilidad que se sigue desarrollando a lo largo de la vida. Los adultos también son sujetos de aprendizaje de esta habilidad.

* Cuando los adultos de la familia están dispuestos a seguir aprendiendo sobre convivencia, serán mejores modelos para sus hijos e hijas.

* Cada familia desea lo mejor para sus niños (as), poseen conocimientos y ex-periencias valiosas que ponen al servi-cio de su crianza.

* Las situaciones significativas de con-vivencia que se viven al interior de las familias, son recuerdos importantes, que dan soporte y son referencia en la etapa adulta.

* Es ineludible el papel de modelo y re-ferente que tienen los adultos, espe-cialmente los más significativos para los niños y niñas.

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Juego de cartas

Entre mayor sea el vínculo afectivo y menos las comparaciones entre los

niños y niñas por parte de los adultos de referencia, habrá más garantías de una

buena convivencia entre ellos. Recuerda alguna experiencia relativa a comparaciones, ¿cómo se sintió?

¿Ves algún aporte a la convivencia familiar, que los hermanos mayores

colaboren en la realización de tareas sencillas en la casa?

Cada uno de los niños y niñas tiene intereses y fortalezas particulares.

¿Cuéntanos cómo crees que esto aporta a la convivencia?

A convivir se aprende…

¿Cómo le has enseñado o podrías enseñarle a tu hijo o hija,

a compartir los juguetes?

Reforzar a los niños y niñas en sus habilidades y reconocer sus virtudes aporta a la convivencia.

¿Cuéntanos qué tipo de reconocimiento les haces a tus hijos?

¿Qué aporta la comunidad o el barrio al aprendizaje de la

convivencia por parte de niños(as)?Da un ejemplo.

¿Qué significa para ti, resolver pacíficamente los conflictos.¿Cómo lo abordas en tu vida familiar?

Es importante saludar, despedirse, dar las gracias, compartir, pedir permiso,

escuchar, devolver lo prestado, sonreír y disculparse.

¿Qué sentido tiene enseñar esto a los niños y niñas?, ¿para qué sirve?

Repite correctamente este trabalenguas:

Paca – paca, poco – poco, Tú no lo sabes yo tampoco.

Cuéntanos las palabras o actitudes cariñosas que utilizas para regalonear a tu niño o niña.

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Comparte un chiste o anécdota propia de tu familia, que se relacione

con la convivencia.

¿Cómo enseñas al niño o niña a regular su enojo?

Ahora reflexiona sobre cómo reaccionas cuando te enojas.(No es necesario compartirlo)

A los niños y niñas hay que enseñarles la importancia de saludar.

¿Cómo lo haces cuando tu niño(a) no quiere hacerlo?

El ejemplo de convivencia de los adultos significativos del hogar, será relevante para el aprendizaje de esta habilidad,

por parte de los niños(as) de ese hogar.¿Cómo te desafía esta responsabilidad?

Nombra dos prácticas de convivencia importantes en tu barrio o comunidad.

¿Cómo se puede enseñar a los niños(as) a participar de ellas con respeto?

Cuéntanos algo que te guste hacer “en familia”.

Comparte un bonito recuerdo de una situación de convivencia en tu infancia,

al interior de tu familia.

Señala 2 acciones que favorezcan la convivencia al interior de tu familia.

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