que es lo que define a mesoamerica nalda

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99 Enrique Nalda * ¿Qué es lo que define Mesoamérica? esde 1943, fecha de su formulación, el término Mesoamérica ha logrado constituirse como una realidad que plantea a la arqueología mexi- cana problemas por resolver, al mismo tiempo que la asiste enmarcando sus resultados y posibilitando interpretaciones de una naturaleza particu- lar. El término ha sido utilizado y defendido por arqueólogos con enfoques diferentes e, incluso, irreconciliables. Difusionistas, culturalistas y mate- rialistas han articulado el término a sus sistemas conceptuales; todos han visto a Paul Kirchhoff como uno de ellos. Si esto prueba algo es que el tér- mino no ha sido lo suficientemente discutido; en ausencia de una revisión crítica de su conformación y significado, ha encontrado su propia valora- ción que —podemos avanzar— encontramos desproporcionada. En el marco de la Mesa Redonda, para la cual se escribe este trabajo, quisiera contribuir a esa revisión. No se trata de discutir el término en su aspecto utilitario; no hay duda que su existencia facilita la comunicación entre arqueólogos: todos lo utilizamos cotidianamente para ubicarnos espacial y, digamos, culturalmente. Lo que quisiera es disertar sobre el por qué de la aceptación del término por investigadores tan disímiles en lo que respecta a teorías que suscriben. Adicionalmente, desearía contribuir a la definición del campo de investigación que la adopción del término Mesoamérica abre a la arqueología mexicana. Con estos propósitos, quisiera partir del análisis de un trabajo de Kirchhoff posterior a la aparición de su “Mesoamérica: sus límites geográ- ficos, composición étnica y caracteres culturales”; se trata del ensayo “Recolectores y agricultores en el Gran Suroeste: un problema de clasifi- cación” (1954), el cual, por tratarse de una polémica, concretamente con Alfred L. Kroeber, es, de todos los escritos de Kirchhoff sobre el tema, el D M E S O A M É R I C A * Dirección de Estudios Arqueológicos, INAH. Tomado de La validez teórica del concep- to Mesoamérica. XIX Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología, México, INAH- SMA (Científica, 198), 1990 (1985), pp. 11-20.

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el concepto de "mesoamérica"

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  • 99

    Enrique Nalda*

    Qu es lo que defineMesoamrica?

    esde 1943, fecha de su formulacin, el trmino Mesoamrica halogrado constituirse como una realidad que plantea a la arqueologa mexi-cana problemas por resolver, al mismo tiempo que la asiste enmarcandosus resultados y posibilitando interpretaciones de una naturaleza particu-lar.

    El trmino ha sido utilizado y defendido por arquelogos con enfoquesdiferentes e, incluso, irreconciliables. Difusionistas, culturalistas y mate-rialistas han articulado el trmino a sus sistemas conceptuales; todos hanvisto a Paul Kirchhoff como uno de ellos. Si esto prueba algo es que el tr-mino no ha sido lo suficientemente discutido; en ausencia de una revisincrtica de su conformacin y significado, ha encontrado su propia valora-cin que podemos avanzar encontramos desproporcionada.

    En el marco de la Mesa Redonda, para la cual se escribe este trabajo,quisiera contribuir a esa revisin. No se trata de discutir el trmino en suaspecto utilitario; no hay duda que su existencia facilita la comunicacinentre arquelogos: todos lo utilizamos cotidianamente para ubicarnosespacial y, digamos, culturalmente. Lo que quisiera es disertar sobre el porqu de la aceptacin del trmino por investigadores tan dismiles en lo querespecta a teoras que suscriben. Adicionalmente, deseara contribuir a ladefinicin del campo de investigacin que la adopcin del trminoMesoamrica abre a la arqueologa mexicana.

    Con estos propsitos, quisiera partir del anlisis de un trabajo deKirchhoff posterior a la aparicin de su Mesoamrica: sus lmites geogr-ficos, composicin tnica y caracteres culturales; se trata del ensayoRecolectores y agricultores en el Gran Suroeste: un problema de clasifi-cacin (1954), el cual, por tratarse de una polmica, concretamente conAlfred L. Kroeber, es, de todos los escritos de Kirchhoff sobre el tema, el

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    M E S O A M R I C A

    * Direccin de Estudios Arqueolgicos, INAH. Tomado de La validez terica del concep-to Mesoamrica. XIX Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropologa, Mxico, INAH-SMA (Cientfica, 198), 1990 (1985), pp. 11-20.

  • que ms elementos aporta para evaluar sus posicionestericas y metodolgicas. Posteriormente, con el marcoreferencial establecido, regresara a discutir Mesoam-rica y la situacin general derivable de este trabajoen lo que respecta a la prctica de la arqueologa enMxico.

    El problema a resolver en Recolectores y agriculto-res... es, como su ttulo lo anuncia, un problema declasificacin. Se trata de establecer si recolectores yagricultores del Gran Suroeste,

    [] una vez establecidos en esta rea, desarrollaron nue-vas o retuvieron viejas caractersticas que los hicieronapartarse de sus parientes al norte y sur, respectivamente.Son estas diferencias suficientemente importantes paragarantizar el estatuto de reas culturales separadas? Hastaqu punto las dos grandes corrientes se han influenciadouna a otra? Han mantenido su separacin cultural a talgrado que constituyen dos reas culturales, o se han fun-dido en una sola? (p. 531).

    Junto con el enunciado del problema, Kirchhoffseala el lugar donde se resuelve: se halla localizado enel grupo intermedio de aquellos que ha adoptado biensea la agricultura y algunos otros rasgos de la cultura delos agricultores, o slo esto ltimo. Para el primercaso, por cierto, acuara el trmino de part-farmers, esdecir, grupos dedicados slo parcialmente a la agricul-tura.

    Para Kirchhoff resultaba bien conocido el debateque en esa poca se haba establecido sobre el procesode domesticacin de plantas en Amrica, as como ladiscusin sobre el origen de las manifestaciones cultu-rales ms sobresalientes del llamado auge del Suroeste.En los momentos en que Kirchhoff escribi su artcu-lo, el maz ms temprano que se tena para el Suroesteera el encontrado en Bat Cave, Nuevo Mxico, fecha-do por radiocarbono hacia el ao 3000 a.n.e.; paraMxico la fecha correspondiente era de 2500 a.n.e.,concretamente en la Sierra Madre de Tamaulipas. Estadiferencia pareca reforzar la tesis de desarrollos inde-pendientes, una idea muy extendida en ese momento.Kirchhoff, sin embargo, opt por la tesis que establecael origen de la agricultura en el centro de Mxico. En

    efecto, los trabajos de prospeccin que se realizaronentre 1951 y 1955 sugeran que el rea probable de ladomesticacin primaria se encontraba en algn lugar alsur del Valle de Mxico y al norte de Chiapas (BarbaraBender, 1975: 167). Carl O. Sauer era uno de los queapoyaban la tesis; su argumentacin era que parahaberse dado en el Suroeste condiciones para el cultivodel maz, era necesario antes un proceso de adaptacina las condiciones particulares de la regin, y esto no eraasociable sino a un momento migratorio:

    Que [la introduccin de la agricultura en el Suroeste] fuerealizada por colonizadores que llegaron del sur y no porla adopcin de la agricultura por parte de los recolectoresy cazadores locales, no est probado pero resulta razona-ble dado que la seleccin adaptativa implica una larga yfuerte dedicacin para hacer exitosa la agricultura enmedios ambientes difciles (Sauer, 1954: 554).

    En esos momentos exista tambin (y existe, toda-va) la idea de que el juego de pelota, la escultura depiedra reminiscente de los Chac-Mool, los cascabelesde cobre vaciado, el hilado y tejido de algodn, lacolumnata como elemento arquitectnico, y muchosotros rasgos, llegaron al Suroeste desde Mesoamrica,directamente o a travs de culturas intermedias (vase,por ejemplo, Gordon R. Willey, 1966). La idea noestaba fundamentada en la existencia de diferenciastemporales comprobadas sino ms bien en una con-trastacin tradicional: a mayor nmero de manifesta-ciones y mejor realizacin de la obra, ms alta laprobabilidad de que el sitio sea el donante de la tcni-ca e ideologa correspondientes. Cualquiera que con-traste, por ejemplo, los juegos de pelota de Snaketowncon los del centro de Mxico, difcilmente escapa deser convencido de que el primero es una expresinmarginal y temporalmente retrasada de la cultura delsegundo.

    De aceptarse estas ideas, la postulacin de una situa-cin endmica se hace prcticamente ineludible: elcentro de Mxico como donante y el Suroeste comoreceptor permanente de cultura, desde una fecha enque exista en el Suroeste una economa generalizadade recoleccin. De esta manera, si las transformaciones

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  • esenciales en el desarrollo del Suroeste (la entrada deuna economa agrcola y la formacin de comunidadescomplejas) obedecen a impulsos desde el sur, entoncesresulta claro que la historia de esa regin habr queverla como reflejo de acontecimientos en el centro deMxico.1 Con fundamento en esa hiptesis, Kirchhoffseal la siguiente explicacin:

    Podemos suponer que en algn momento la cultura derecolectores del Suroeste se encontraba en todo el GranSuroeste: la llegada desde el sur de una, o posiblementevarias culturas, basadas en la agricultura, redujo conside-rablemente el rea de la cultura recolectora, y varias de lastribus que la compartan pudieron haberse desconectadogeogrficamente del cuerpo principal [de la cultura].Desarrollos posteriores el retiro de algunas secciones dela cultura de agricultores de sus posiciones de avanzada, yposiblemente la desculturizacin de otras, junto con laincorporacin a la cultura de recolectores del Suroeste denuevos arribos desde el norte, como los atabascanos,hicieron incrementar una vez ms [la extensin] del terri-torio ocupado por la cultura de recolectores y restablecie-

    ron la continuidad geogrfica entre la mayor parte de sussecciones (ibidem: 545).

    Aceptada esta proposicin de desarrollo histrico,fue posible para Kirchhoff resolver la cuestin crucialdel problema clasificatorio que buscaba solucionar:

    El mayor o menor nmero de rasgos y complejos tpicosde la cultura recolectora del Suroeste que encontramosentre los miembros menos desarrollados y menos tpicosde la cultura agrcola del Suroeste, pueden ser supervi-vencias de un estado pre-agrcola o indicadores de unadesculturizacin y un debilitamiento general del vigor dela cultura agrcola. Su presencia, usualmente aparejada auna complejidad cultural general de nivel inferior, ha cre-ado un nmero de casos de frontera para los cuales resul-ta difcil una asignacin a la cultura recolectora o a laagrcola del Suroeste, pero estos casos son definitivamen-te excepcionales y, en la perspectiva mayor, permanece enun fuerte relieve el contraste bsico entre las dos culturasregionales del Gran Suroeste (ibidem: 547).

    Los casos atpicos de los part-farmers son, entonces,eso: primero, atpicos y, segundo, explicables pero sloa condicin de optar por una visin histrica al pro-blema de la regionalizacin cultural. Eliminados, apa-recen configuradas claramente dos culturas que secontrastan, antes que nada, por su base de subsistencia:recolectores por un lado, agricultores por otro.

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    1 Kirchhoff lo puso en estos trminos: Grandes porciones dela historia de la cultura agrcola del Suroeste parecen haber tenidocomo contenido principal la contraccin geogrfica y cultural.Esto hace de la cultura agrcola del Suroeste, su crecimiento ydeclinacin, uno de los grupos de estudios de caso de colonias cul-turales adyacentes ms fascinante y prometedora. No resulta nece-sario sealar que dicho estudio debera emprenderse teniendocomo punto de partida a las culturas mesoamericanas y pre-meso-americanas al sur (ibidem, 548).

  • Para Kirchhoff, entonces, la solucin del problemade clasificacin implic la adopcin de dos tesis muydebatibles: 1) el Suroeste no es posible entenderlo sinopor relacin con Mesoamrica, es decir, no hay desa-rrollos esencialmente independientes y, 2) la agricultu-ra mesoamericana tiene una expansin colonizantehacia el norte y un reflujo posterior; el movimientooscilante es el factor fundamental a travs del cual seexplica la presencia de los part-farmers.

    La solucin dada por Kirchhoff fue posible a travsde la adopcin de una proposicin relativamente nove-dosa en el medio y que podra sintetizarse de estamanera: no es posible clasificar sin recurso a la historia,como tampoco lo es sin partir de un nivel de abstrac-cin que permita reconocer diferencias de orden infra-estructural en las sociedades, esto es, en el modo desubsistencia. Su recurso a la historia para encontrarsolucin a un problema de clasificacin, alej aKirchhoff de Kroeber, pero slo marginalmente delconcepto de rea cultural.

    Kroeber, con su preocupacin por la historia cultu-ral, consideraba que la clasificacin de rasgos cultura-les, aunque permite slo una organizacin esttica ymomentnea del conocimiento (Kroeber, 1939: 1), esinstrumento importante en la penetracin de la pers-pectiva temporal del crecimiento de las culturas tanrelativamente indocumentadas como las de Amricaindgena (ibidem: 2). Para Kroeber, entonces, la clasi-ficacin precede cualquier entendimiento de la historiade los grupos que integran un rea cultural: se presen-ta no como fin sino como paso previo dentro de unprocedimiento que parte de lo sincrnico y busca eldesarrollo cultural en el tiempo.

    En el trabajo de Kirchhoff que estamos analizando,el procedimiento es el inverso: se parte de, o cuandomenos se privilegia, al anlisis histrico para resolverun problema de clasificacin, presentndose este pro-blema como un fin en s. No se trata, entonces, de unadiferencia basada en un grado de preocupacin por lahistoria de los grupos que integran una cierta extensingeogrfica, sino de mtodos de investigacin diame-tralmente opuestos.

    En el discurso de Kroeber y de todos aquellos quetrabajan con el concepto de rea cultural, el elemen-

    to clmax resulta medular. En Kirchhoff 2 es escasa-mente explotado (aun cuando entra como parte de laspremisas tericas al inicio de su artculo); de hecho,cualquier mencin al elemento dentro del texto quedaoscurecido o debilitado por la existencia potencial deun clmax mayor, el que corresponde a Mesoamrica.Este tratamiento pareca alejar a Kirchhoff del discursoasociable al concepto de rea cultural. Ralph L. Bealscoment esta aparente inconsistencia de Kirchhoff dela siguiente manera:

    En ese trabajo, Kirchhoff todava acepta explcitamentela vieja idea de rea cultural y la existencia de un centro ofoco. Ha intentado alejarse de esto al decir que no existeun rea cultural en el Gran Suroeste, sino dos. Sugiero,sin embargo, que lo que ha intentado ha sido una clasifi-cacin tipolgica de culturas en la parte sur-occidental delos Estados Unidos y el norte de Mxico y mapear su dis-tribucin. Para esto no es realmente necesario el utilizarlos supuestos del concepto de rea cultural. Sugiero quesi se hubiera olvidado del problema del rea cultural yprofundizado en su anlisis tipolgico, su trabajo habrasido ms til y estimulante [] (1954: 551).

    Beals no se da cuenta, sin embargo, que el aleja-miento de Kirchhoff del par rea cultural-clmax sloes de orden formal. La dispersin de rasgos a partir deun foco, como idea, es suscrita tanto por Kroebercomo por Kirchhoff; en este sentido, la nica diferen-cia entre ambos es la magnitud del espacio donde sepresenta la interpretacin sobre la distribucin de ras-gos: Kirchhoff incluye a Mesoamrica en ese espacio.

    El alejamiento de Kirchhoff, entonces, es respecto almtodo asociado al concepto de rea cultural y no a lateora donde ese concepto se articula; la importanciarelativamente secundaria que concedi Kirchhoff al ele-mento clmax no debe distorsionar el hecho de quemanej al difusionismo como principio explicativo.

    De esta manera, Kirchhoff parece haberse quedadoa la mitad de un camino que, de recorrerse en su tota-lidad, permite alcanzar una ruptura con la historia

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    2 Kirchhoff prefiere la utilizacin del trmino hub o ncleo,ms asociable a la situacin espacial a la que se refiere el conceptode rea cultural.

  • cultural como objetivo de la investigacin; as, unoparecera encontrarse frente a un ejemplo ms de laimposibilidad de destruir un discurso a partir de la acep-tacin de los postulados que lo validan, aunque slosea parcial esa aceptacin.

    Quedara slo por especular sobre cul habra sido elresultado de los esfuerzos de Kirchhoff de haber pro-fundizado su crtica a la corriente de esa poca que sediriga, en el mejor de los casos, a la definicin de lmi-tes espaciales a partir de la identificacin de rasgos cul-turales, y la postulacin de puntos de mximaexpresin de esos rasgos. A diferencia de la muy exten-dida idea de que Kirchhoff apuntaba hacia la adopcindel materialismo histrico como instrumento de anli-sis, nuestra sospecha es que mostraba en ese momentoms consonancia con lo que poco ms tarde se cono-cera extensamente como ecologa cultural.

    Una de las crticas ms persistentes a Recolectoresy agricultores... fue la no utilizacin del nmero mxi-mo posible de rasgos, como hubiera resultado normalpara cualquiera que en ese tiempo estuviese preocupa-do por cuestiones tipolgicas. Kirchhoff, en efecto,resolvi el problema clasificatorio central a partir delmanejo de un solo factor: el patrn de subsistencia;slo recurri a la tradicional manipulacin de rasgos ycomplejos en la fase de establecer subreas. En la adop-cin de un nivel de abstraccin que le permitiera unmejor contraste de las culturas del Suroeste, Kirchhoffse coloca al lado de Steward y su insistencia en distin-guir culturas totales de ncleos culturales.

    El acercamiento a Steward, sin embargo, se hacems notorio en las conclusiones de Recolectores yagricultores... Ah, discutiendo la utilidad de la cons-truccin de tipologas como las que l produce, seala:[una vez separadas conceptualmente las dos culturasregionales, la de los recolectores y la de los agriculto-res], el estudio de las relaciones histricas entre ellas, ascomo su inclusin dentro de los tipos culturales uni-versales, se hace significativa y til (1954: 550).Independientemente de que la primera parte de lareflexin es una invitacin a seguir el procedimientoinverso al adoptado por l, es decir, a seguir el deKroeber, la segunda parte es significativa en el sentidoque se trata de una sugerencia a entrar en el campo de

    la construccin de modelos de aplicacin universal delos cuales pueden derivarse interrelaciones casusticas.

    Esto, claro, es especulacin; debe recordarse que laltima fase de Kirchhoff fue la de un acrecentado difu-sionismo y que la etapa de compromiso con el mate-rialismo histrico haba sido abandonada con su exilio.Pero lo que resulta indudable de las consideracionesanteriores es que en Recolectores y agricultores...,Kirchhoff hizo una presentacin eclctica. No es deextraar, entonces, que sus proposiciones y procedi-mientos hayan tenido una acogida tan amplia. Es nece-sario, sin embargo, ignorar aspectos del proceso deconformacin del trmino Mesoamrica, o algunasde sus consecuencias, para que se d esa aceptacinamplia. Para un materialista, por ejemplo, el recurso ala abstraccin, el manejo implcito del modo de subsis-tencia como elemento de base y la importancia queKirchhoff concede al anlisis diacrnico, resultan cues-tiones consonantes con su visin de la sociedad y elmtodo para analizarla; pero para tomar el trabajo ensu totalidad, es necesario ignorar, entre otras cosas, lateora difusionista que conlleva el par rea cultural-cl-max y el empirismo que se asocia a los listados de ras-gos culturales y las construcciones inductivas a las queinvitan.

    En 1943, Kirchhoff escribi Mesoamrica, detodos sus escritos el que ms habra de impactar a lacomunidad de arquelogos de Mxico. Desde Reco-lectores y agricultores..., en retrospectiva, Mesoam-rica resulta un texto sencillo. Es un trabajo quecontiene ya el elemento clave al que Kirchhoff recurri-r en su anlisis posterior de la complejidad cultural delSuroeste: el recurso a la abstraccin. El primer ensayoes, por otro lado, un trabajo ms dentro del paradig-ma de rea cultural que el posterior.

    En efecto, la preocupacin fundamental deKirchhoff en Mesoamrica es el trazo de lmitesgeogrficos relativamente precisos para un rea cultural(superrea en los trminos de ese artculo) y un perio-do muy concreto: el siglo XVI. Aqu no recurre a la his-toria para resolver un problema clasificatorio; por elcontrario, concluye (aunque esto ltimo aparezcacomo sealamiento posterior a la fecha de la primerapresentacin del texto) con una invitacin a la defini-

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  • cin de la historia que permita establecer fronteras paraperiodos anteriores a la conquista espaola. Esa priori-zacin de la sincrona y su esfuerzo por definir lmitesde un rea cultural, lo hacen confundirse con Kroeber.

    El procedimiento de anlisis seguido por Kirchhoffen Mesoamrica (y que prcticamente coincidecon el orden de la presentacin), es el de aislar primerograndes conjuntos a travs del patrn de subsistencia ynivel de desarrollo cultural o, si se quiere, de compro-miso con ese patrn. Por un lado, recolectores-cazado-res en general, y por otro agricultores, dejando comoproblema clasificatorio abierto a la discusin el de losgrupos oscilando entre dos tipos fundamentales deadaptacin, as como el de los grupos de relativo ingre-so reciente a la esfera opuesta y aquellos sensibles a laadopcin de rasgos por difusin simple. La separacin,sin embargo, resulta insuficiente para dar cuenta de ladiversidad que cualquiera de ellos contiene, as comode su propia especificidad. La tarea siguiente, entonces,es la de establecer hipotticamente el conjunto de ras-gos culturales propios (y no la totalidad de rasgos) pro-pios de Mesoamrica y de otras reas (superreas) deAmrica. A travs de un manejo de presencia/ausenciade rasgos, asla un rea, Mesoamrica, a la cual visuali-zar como una regin cuyos habitantes, tanto losinmigrantes muy antiguos como los relativamenterecientes, se vieron unidos por una historia comn quelos enfrent como un conjunto a otras tribus del con-tinente (1943: 4).

    Con esta construccin, los arquelogos recibieronno slo una definicin de la unidad mayor dentro de lacual enmarcar sus anlisis, sino tambin la estimulantedefinicin de varios problemas: primero, cmo debe-ra dividirse esa superrea, Mesoamrica, en reas cul-turales que se distinguen deca Kirchhoff no slopor la presencia o ausencia de determinados elemen-tos sino por el grado de desarrollo y complejidad quehan alcanzado, siendo las ms tpicamente mesoameri-canas las ms desarrolladas y complejas? (nota a la ter-cera edicin, 1967); segundo, desde cundo existe esasuperrea cultural?; tercero, cul ha sido su extensinen diferentes pocas?; cuarto, cules fueron sus focosculturales en cada una de esas pocas?

    Los arquelogos rpidamente hicieron suya la pro-

    blemtica avanzada por Kirchhoff, en gran medida porla aparente razn de que, aunque representara muchosaos de esfuerzo, era posible resolverla en trminos delos indicadores que estaban acostumbrados a manejar:tipos cermicos, estilos arquitectnicos, etctera. Lastareas sugeridas por Kirchhoff demandaban una pri-mera fase de recuperacin y clasificacin de datos, y esoera justamente lo que en esos aos se poda hacer mejorque nada. En efecto, el momento en que apareceMesoamrica es la mitad de lo que Wiley y Sabloff(1974) llaman Periodo Histrico-Clasificatorio de laarqueologa americana; concretamente el momento enque la preocupacin fundamental deja de ser la crono-loga y aparecen los primeros enfoques contexto fun-cionales: la inferencia funcional de Taylor y la ecologacultural y el patrn de asentamiento de Steward-Wiley.En ese punto de su desarrollo, la arqueologa americanaha alcanzado un gran avance en los campos de la recu-peracin y registro de materiales as como en la clasifi-cacin y seriacin de artefactos;3puede mirar hacia atrscon la satisfaccin de haber creado un oficio, el delarquelogo excavador-clasificador.

    Es decir, lo que Kirchhoff presentaba como proble-mtica, cuya solucin la etnologa no la proporcionabay que corresponda a los arquelogos resolver, eraun conjunto de problemas que la arqueologa podaenfrentar eficazmente con las herramientas que en esemomento le eran disponibles. Ese fue, creemos, el granatractivo de Mesoamrica.

    Los arquelogos empezaron a debatir y, de hechosiguen debatiendo sobre los problemas concretossealados: se ampli, tal como lo haba sugeridoKirchhoff, el espacio de las excavaciones; se comenz azonificar la superrea; se propusieron lmites de lasupuesta expansin mesoamericana hacia el norte deMxico; se discuti acaloradamente sobre el papel quejugaban en la integracin de la superrea regionescomo el llamado Occidente de Mxico; se profundizen la relacin Mesoamrica-Suroeste americano; se

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    3 No sera sino a partir del trabajo de Rouse (1939) y, ms quenada, de John W. Bennett (1943), que se logra superar ese gradode avance en lo que se refiere a clasificacin de artefactos; esos tra-bajos, sin embargo, no tendran repercusin sino hasta finales delos aos cuarenta.

  • plantearon fechas para la conformacin deMesoamrica; se discutieron posibles focos pre-vios a esa conformacin (Chupcuaro, la culturaOlmeca, la Cuenca de Mxico, etctera). Laarqueologa mexicana nunca se haba entregadode esta forma a una idea: Kirchhoff se confun-di con la totalidad de la arqueologa.

    Nuestros arquelogos encontraron justifica-cin a su trabajo y a las decisiones particularesque tomaban. Si lo que se necesitaba era la acu-mulacin y clasificacin de datos que permitie-ran una mejor definicin de reas y subreas,entonces era posible, por ejemplo, excavar encualquier lugar: el argumento de que no se sabanada o se conoca poco de un sitio o regin, fun-damentaba toda seleccin, pues todos los sitiosarqueolgicos tienen esa peculiaridad. Si todocontribua a la solucin de la problemtica, lainvestigacin poda terminar en una simpleconstruccin tipolgica. Como la explicacin selocalizaba en el terreno del contacto y la his-toria comn, se poda concluir un trabajo conuna indicacin de la existencia de contactos o de per-tenencia a un dominio cultural. Demasiado preocupa-dos por cuestiones de realizacin, los arquelogos seolvidaron de varias cosas: del discurso histrico queestaban inconscientemente suscribiendo, y de la prc-tica de un difusionismo que reduca el quehacer delarquelogo al registro espacial de rasgos culturales, lalocalizacin de focos y la interpretacin de las distribu-ciones resultantes en trminos de desplazamientoshumanos.

    Para muchos de nuestros arquelogos, las operacio-nes de su procedimiento general de anlisis se hicieronrutinarias. Las colecciones, producto de sus trabajos decampo, se manejaron con el objetivo de aislar dos gru-pos fundamentales. El primero, contiene los tiposlocales; con ellos, por comparacin y contraste conmateriales en colecciones recuperadas por otros inves-tigadores, se intentara fijar lmites espaciales de susdispersiones, una operacin fiel al procedimiento gene-ral de conformacin de un rea cultural, excepto queen este caso slo se usa un rasgo. El segundo, sera elconstituido por materiales que por su relativa baja fre-

    cuencia y rasgos inusuales, se presentan como forneos,supuesto producto de comercio; con los tipos conteni-dos en este grupo se construira una lista de zonas paralas cuales el sitio que se trabaj mantuvo contactos.De llevarse el procedimiento al lmite, se regresara alos tipos locales para estudiarlos en la bsqueda delgrupo de origen, las transformaciones que sufrieron enel tiempo y, finalmente, establecer la ruta del posibledesplazamiento hasta alcanzar el sitio arqueolgico quese trabaj, una operacin idntica a la que Kirchhoffrealiz para postular la existencia de dos culturas en elSuroeste americano.

    El procedimiento, claro, terminaba ah; no poda irms lejos porque se era el conjunto del problemas,operaciones y posibles interpretaciones que permita eldiscurso al que se articula el concepto de rea culturaly, por tanto, de Mesoamrica. Ese procedimiento, porcierto, implicaba recurrir a una igualdad, cuya validezdebe de cuestionarse; se trata de la igualdad entre ras-gos compartidos sin especificar, por cierto, el nivelde similitud requerido y una historia comn. Nohay duda que compartir rasgos significa compartir algo

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  • ms y que, en cierta medida, ese algo ms debe tenerun componente histrico. Pero ese componente no sig-nifica forzosamente la existencia de una interdepen-dencia equivalente a, por ejemplo, una economamundo. El aceptar la igualdad ha conducido a la arqueo-loga mexicana a presentar ideas tan poco cientficascomo la de cultura madre o la de postular que el lla-mado colapso del Clsico Maya slo es posible enten-derlo por referencia a la unidad mayor que sera laMesoamrica de esa poca.

    Quizs la mayor restriccin que heredamos de laaceptacin de la nocin de Mesoamrica, y lo que esorepresenta, no sea lo que se hizo y hace, sino lo quedeja de plantearse. La definicin de rasgos, lmites dedistribuciones y el establecimiento de focos, conduce alsurgimiento de problemas que la teora asociada notiene capacidad de contestar. Por ejemplo, si, en efecto,la cultura de los agricultores del Suroeste es una confi-guracin producto de desarrollos al sur del rea, cu-les fueron las condiciones que hicieron posible laaceptacin de esa otra cultura?, cmo fue posible ven-cer los mecanismos desarrollados por los grupos delSuroeste que aseguraban su reproduccin? stas ymuchas otras preguntas que podran plantearse, no sonconsideradas por Kirchhoff debido a que son interro-gantes para las cuales la teora a la base de su presen-tacin no est capacitada para resolver.

    Por otro lado, estn los problemas cuyo plantea-miento queda inhibido por la insistencia en perseguirciertos objetivos. La enorme preocupacin por estable-cer lmites entre regiones culturales hizo a un lado todoel potencial de investigacin relativo, por ejemplo, aformas de intercambio de ecotonos. La frontera, unavez trazada, aislaba a los grupos a ambos lados de lalnea. Pedro Armillas (1964) dio un paso adelantecuando, en su anlisis del norte de Mxico, postuluna frontera blanda para pocas anteriores al sigloXVI, abriendo el camino a la posibilidad de trabajar enel estudio de las complejas relaciones que se establecenusualmente entre recolectores-cazadores y agricultores.Pero ese trabajo qued aislado en medio de la insisten-cia de tratar a los grupos de ambos lados de la fronteracomo distintos de hecho, antagnicos y, por tanto,analizables por separado. Se obstaculiz, de esta mane-

    ra, la posibilidad de estudiar, por ejemplo, la emergen-cia de sociedades estratificadas, producto del control deintercambios en situaciones de frontera cultural o deenfrentamiento de grupos con economas distintas. Enla construccin de nuestra historia se inhibieron traba-jos que explicaran situaciones concretas como la alianzaentre mesoamericanos y no-mesoamericanos en la resis-tencia indgena a la conquista espaola y la razn de lahegemona que ejercieron recolectores-cazadores dentrode esa alianza.

    El tratamiento que dio Kirchhoff a los agricultoresparciales indujo a ignorar el potencial que esos grupostienen para el entendimiento de uno de los procesosque la arqueologa ha estudiado con ms inters. Aquestamos frente a un caso de grupos que conocen laagricultura y que, sin embargo, la practican slo oca-sionalmente; no se trata, entonces, de conocer e inci-dir sobre el ciclo vegetal, sino de una posibilidadclimtica y una decisin que se toma en funcin deuna estructura social particular. Al reducirse el proble-ma a una cuestin de desculturizaciones y superviven-cias, se ignor su importancia como objeto de estudioy se perdi la posibilidad de comprender mejor lo quesignific la revolucin neoltica como proceso; loimportante de esa prdida puede apreciarse si se tomaen cuenta que se trata de grupos para los cuales existecierta cantidad de informacin escrita en el momentodel llamado contacto.

    El proceso general de abstraccin que permiti aKirchhoff resolver los problemas clasificatorios con que

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  • se encontr en el Suroeste y Mesoamrica, fue impor-tante como sealamiento metodolgico. Pero el quedio al conjunto de rasgos que utiliz en sus anlisis cla-sificatorios, no fue homogneo: por un lado aisl alpatrn de subsistencia como elemento fundamental eincluso, determinante de la totalidad social; por otrolado, no construy, con los rasgos restantes, un sistemaque permitiera jerarquizaciones, ni explic las relacio-nes que tericamente deban establecerse entre ellos.As, lo que se reforz en la arqueologa fue la propen-sin al enlistado de rasgos, al manejo de presencias yausencias y al tratamiento de esa informacin comodatos duros. Se abri, de esta manera, un amplioespacio al empirismo.

    Un balance del efecto de Mesoamrica sobre laarqueologa mexicana no parece arrojar, entonces, losresultados positivos que uno esperara encontrar, guia-dos por la aceptacin que tuvo. No solamente ha repre-sentado el suscribir un discurso de bajo potencialexplicativo sino un freno al desarrollo de proposicio-nes alternativas, un freno proporcional a la facilidadcon que se presentaron a los arquelogos las operacio-nes necesarias para dar continuidad a los planteamien-tos de Kirchhoff.

    No calificaramos el trabajo desarrollado como in-til. El conocimiento de los materiales arqueolgicosque se deriv de ese esfuerzo es un magnfico punto departida para plantear problemas de procedimiento y deinterpretacin de eventos particulares que quedaron aldescubierto producto de esta actividad guiada slo porel deseo de establecer contactos, focos y lmites. Si algoresulta claro de la aplicacin de las proposiciones deKirchhoff es que lo que se produce son problemas; sialgo hay que retomar es la informacin fctica que per-mite, cuando menos, establecer las unidades espacialesdonde se resuelven esos problemas e, incluso, las pri-meras hiptesis que normen la investigacin.

    Esto, sin embargo, implica la necesidad de abando-nar la actitud de defensa incondicional de Kirchhoff ydel oficio aprendido, pertinente a su esquema. No setrata de una exhortacin a abandonar la clasificacindirigida a la comparacin de materiales de otros inves-tigadores o la definicin de contactos. Estas son ope-raciones legtimas e, incluso, medulares en el trabajo de

    anlisis arqueolgico. De lo que se trata es de permitirque esas formas de manejo e identificacin de materia-les se dirijan a la solucin de problemas ms all de losque tradicionalmente ha enfrentado una gran parte dela arqueologa mexicana. Se trata de abandonar elesquema bsicamente descriptivo al que se nos ha acos-tumbrado y de ser receptivo a nuevas formas de inter-pretacin; de aceptar la posibilidad de nuevos caminosy, de hecho, comprometerse con ellos aun sabiendoque los primeros intentos resultarn, frente a la apa-rente solidez de lo otro, menos claros, ms especulati-vos, ms sujetos a la rectificacin, pero tambin mscreativos. Se tratara, en fin, de pasar de la larga fase deacumulamiento de datos, producido por el esquema dehistoria cultural, a una fase de discusin y compromi-so con nuevas alternativas.

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