¿qué es la universidad?

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CENTRO DE ESTUDIOS DE LA UNIVERSIDAD ¿QUÉ ES UNIVERSIDAD? ___________________________________________________________________________ Gabriel Corral Basurto Noé Esquivel Estrada Sergio de J. Archundia Díaz Juan María Parent Jacquemin “XXX Aniversario Luctuoso del Lic. Adolfo López Mateos” Universidad Autónoma del Estado de México 1999

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La universidad debe ampliar áreas multi e interdisciplinarias, no sólo en la edificación de planes de estudio con estas características, sinotambién en crear ambientes en los que los estudiantes y los maestros se encuentran para dialogar y debatir.

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CENTRO DE ESTUDIOS DE LA UNIVERSIDAD

¿QUÉ ES UNIVERSIDAD?

___________________________________________________________________________

Gabriel Corral BasurtoNoé Esquivel Estrada

Sergio de J. Archundia DíazJuan María Parent Jacquemin

“XXX Aniversario Luctuoso del Lic. Adolfo López Mateos”Universidad Autónoma del Estado de México

1999

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¿Qué es la Universidad?

Gabriel Corral Basurto

Resumen

La ponencia que presento a su consideración está basada en los siguientes puntos:

1. Mostrar los elementos que considero constituyen a la Universidad. Estos elementosadquieren sentido en el momento en que se da entre ellos la interacción, la interdependenciay el equilibrio.

2. De esto brotan las características que toda Universidad debe potenciar y sin las cualescualquier trabajo interno se verá disminuido, ellas son: Autonomía, Libertad, Justicia yHumanismo. Con ello y sólo con ello se podrá lograr la finalidad de una Universidad queno es, únicamente, el formar seres humanos con capacidad de reflexión, libres y convoluntad de acción para promover el cambio social que permita a nuestro país nopermanecer estático.

INTRODUCCIÓN

Voy a iniciar esta participación con tres referencias que me servirán para contextualizarlo que exprese. La primera es del diálogo platónico ‘Menón’.

“MENON ¿Podrías tú decirme Sócrates, si la virtud se adquiere mediante la enseñanza omediante el ejercicio, o bien si no es consecuencia ni de la enseñanza ni del ejercicio, antesbien es la naturaleza la que se le da al hombre o incluso si proviene de alguna otra causa?SOCRATES (...) No sé qué especie de sequedad se ha apoderado de la sabiduría, y temo quecorramos el riesgo de que ésta haya abandonado nuestro país (...) en esta materia comparto ladesgracia de mis conciudadanos y me reprocho a mí mismo el no saber absolutamente nadaacerca de la virtud. Y sin saber qué es, ¿cómo me iba a ser posible conocer sus cualidades ocaracterísticas?”1

El nombre de esta participación me deja en una situación semejante a la que Platón nosdescribe al inicio del diálogo. Quiero aclarar que lo que he escrito como respuesta a lapregunta ¿Qué es la Universidad? lleva la preocupación de que quizá lo más sabio, sería decircon Sócrates que “me reprocho a mí mismo el no saber absolutamente nada acerca de lavirtud”. Sin embargo esto me permite decir a ustedes, que lo que yo he escrito es máspropositivo y tentativo que resolutivo.

La segunda referencia está tomada de un documento oficial reciente que habla acercade la situación académica en las Universidades.“Las Instituciones de Educación Superior Pública, Universidades y Tecnológicos en México,atienden el 70% de la matrícula total de estudiantes superiores.

1Platón. Obras completas. Diálogo Menón. Ed. Aguilar, Madrid 1990. p. 438.

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Las Instituciones de Educación Superior han aumentado de sólo 50 en 1981 a 476 en1995, sin incluir Normales. El 75% de ellas, hasta 1995, tenían menos de 25 años de años deantigüedad.

El 53% de la matrícula de las Instituciones de Educación Superior lo encontramos enlas Universidades Públicas, el resto en Tecnológicos hasta completar el 70% del que sehablaba”.2

¿Por qué los datos numéricos?

Mi objetivo es llamar la atención de ustedes, primero, en que la gran mayoría de losestudiantes de educación superior en nuestro país se forman en los estudiantes de educaciónsuperior en nuestro país se forman en Universidades Públicas y esto hace claro el compromisoque tenemos en investigar, qué es aquello característico de esta Institución, (la Universidad)que lleva sobre sí la gran responsabilidad de formar a la mayoría de los seres humanos ennuestro país que acceden a una educación superior.

Segundo, llamar la atención sobre el crecimiento de las Instituciones de EducaciónSuperior en sólo 15 años, y preguntar, ¿de todas estas Instituciones (476) a cuál de ellas lepodremos llamar Universidad y a cuál no?

Paso a un tercer texto que presenta, no un panorama numérico ni de tantos por ciento,sino una reflexión acerca del desencanto que puede encontrarse en algunas personas respectode lo que hoy tenemos como Universidad.

“La Universidad en la que cada quien durante un breve lapso creyó, o por lo menosdeseó su existencia, ha desaparecido. Esta sobrevive, un tanto desdibujada, en la retóricaacadémica, en los deseos de los intelectuales, en los proyectos políticos, en las prácticasadministrativas; en fin, en los sueños de quienes elogian los tiempos pasados, posiblementeidealizados... En resumidas cuentas, a la Universidad no le queda otra cosa más que elrecuerdo de un pasado prestigiado y glorioso, en contraposición con un presente defraudante yescasamente gratificante”.3

Con estas palabras comienza Claudio Bonvecchio la introducción a su libro “el mito dela Universidad”. De su lectura me surgen varias preguntas que quiero compartir con ustedes:¿qué es aquello que ha desaparecido?, ¿qué es aquello que sobrevive, un tanto desdibujado, enla retórica académica y en los deseos de los intelectuales? ¿A qué Universidad nos podremosreferir como la Institución con un presente defraudante y escasamente gratificante ?”

Quienes dedicamos nuestra actividad a las Universidades Públicas debemos ser losprincipales defensores y promotores de esta Institución; pero, ¿qué es lo que defendemos? y,¿qué es lo que promovemos? ¿qué es la universidad? porque para proyectar acciones, paraelaborar planes de desarrollo Institucional, para mejorar el desempeño de las Universidades,para saber si cumplimos o no con la función social de la Educación Superior, lo primero quedebemos tener es un concepto claro y expreso de aquella realidad que responde al términoUniversidad.

2SEP. ANUIES. CONACyT. Programa de mejoramiento del profesorado de las Instituciones deEducación superior. 1996.

3Bonvecchio, Claudio. El Mito de la Universidad. Siglo XXI 4a edición , 1995, México, p. 21.

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Voy a ofrecer a ustedes una reflexión personal sobre el tema buscando igualar eltérmino Universidad con algunos otros términos conocidos de tal forma que se pueda dar unarespuesta tentativa a la pregunta ¿qué hace que la Universidad sea Universidad?, y lascaracterísticas que de eso se deriven.

Primera parte elementos

La sola identificación de los elementos que configuran una Universidad no bastan porsí mismos para constituirla como tal; sin embargo, es conveniente primero determinar cuálesson y después ver cómo estos elementos llegan a ser Universidad.

La Universidad la configuran: los docentes, los estudiantes, los administrativos y ellugar donde se agrupan. Pero así como identificar y agrupar una serie de proposiciones, noconstituyen con ello una argumentación, sino que éstos deben interrelacionarse de tal maneraque, una de ellas se deriven de las otras, así los elementos de una Universidad no constituyenpor sí mismos la Universidad sino que ésta llega a ser, en el momento en que seinterrelacionan de tal forma que la producción de los saberes, la expresión y confrontación delos mismos se presenta como resultado de esta interrelación y es que ésta se lleve a cabo bajoun clima de libertad y de búsqueda; ya que sin este desplegarse y reflexionar, sin esteconfrontar el pensamiento, la Universidad no tiene sentido.

Bajo esta óptica, qué es lo que hace que la Universidad sea Universidad? Treselementos de interacción:

a) Generación libre de conocimientob) Expresión libre de conocimientoc) Difusión libre de conocimiento

Pero hay algo que debe haber en esta interrelación y que es un factor para mídeterminante para constituir la Universidad y es que se lleve a cabo en todas las ramas de lossaberes y del arte, sin darle mayor importancia a una que a otra, sino provocando un desarrolloequilibrado en todas ellas.

Sin esta interacción, sin este equilibrio, sin la confrontación dialéctica de juicios, sinproducción y difusión, bajo un compromiso social serenamente aceptado, sólo tendremosilusoriamente una Universidad y lo que se diga de ella será discurso vacío.

En los inicios de las Universidades Europeas, en esa Europa medieval, que algunos seempeñan aun en denominar oscurantista en forma absoluta, en contraposición con la Europade las luces, como si la luz y la sombra se dieran en la historia de modo tal lineal y absoluto yno como si la historia siempre estuviera matizada de luz y de sombra en cualquier etapa de laexistencia humana; pero dejando esta discusión, decía que las Universidades Europeas surgencomo continuación de las escuelas que unidas a las iglesias, conventos y catedrales seencargaban de la producción y difusión del conocimiento.

Estas escuelas se convirtieron en “estudios generales” por la diversidad denacionalidades de los alumnos y maestros pero sobre todo por la variedad de conocimientosque ahí se impartían “Es un lugar en el que se agrupan miles de escolares, en el que elentendimiento puede confiadamente desplegarse y especular, seguro que encontraráadversarios y jueces en el tribunal de la verdad. Es un lugar donde la investigación esestimulada y los descubrimientos adquiridos y perfeccionados vuelven inofensiva la

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temeridad; el error se manifiesta mediante el choque de entendimiento contra entendimiento,de conocimiento contra conocimiento”.4

Hay algo mas que insisto debe tomarse en cuenta, antes de terminar esta parte y es elequilibrio en la valoración y apoyo a los distintos saberes; esto quiere decir que en unaUniversidad que se preste de serlo, no es posible que se lleve a cabo la distinción tajante entrelas mal consideradas ciencias de primera y ciencias de segunda, sino que por el contrario todasdeben ser apoyadas con la misma tenacidad y convicción de la importancia que cada una deellas tiene para el logro del “Ser” de la Universidad; en el momento en que se rompe esteequilibrio, la Universidad pierde hacia el interior de su propio ser y se desvalora a si misma.

Segunda parte características

a) Autonomía

Las universidades para poder llevar a cabo esta interacción de elementos NO deben“tener” Autonomía sino “Ser” Autónomas. Hay una enorme diferencia entre tener y ser. Eltener nos relaciona necesariamente con la dicotomía de “Dueño-poseído”. El dueño puede“legítimamente” hacer con lo poseído lo que bien le plazca, puesto que no habiendointerrelación entre ambos, lo que suceda a lo poseído en nada afectará al dueño. El dueñopuede modificar lo poseído, siguiendo como única norma de cambio su propio provecho.Si esta es la dimensión del tener, entonces, tener autonomía no es loable y no puedeconstituirse como objetivo de una Institución como la Universidad, porque si quisiéramos“tener Autonomía”, en el sentido antes descrito, entonces podríamos manipular las leyes, alpropio beneficio de grupos de poder que utilizaran la legislación de la Universidad, siendo los“dueños” de tal conjunto de leyes.

Habría que reflexionar si hasta ahora, en nuestras Universidades, no habremos “tenido”una buena dosis de autonomía con las implicaciones que de ello derivan, si poseemos lamentalidad del tener hará que percibamos a la Universidad como un botín de poder quepequeños grupos habrán de poseer y manipular a provecho propio.

Ser autónomo, implica que la autonomía no es vista como algo externo, algo que hasido concedido desde fuera, que ha sido, quizá arrebatada a otro en una lucha ya lejana, serautónomo, es algo que no conquistamos a partir de leyes dadas a voluntad del propiolegislador. Ser autónomo si que está relacionado con las leyes, no sólo etimológicamente sinoen la realidad. Sin embargo el ser autónomo comienza en el momento en que los universitariostomamos conciencia que la Universidad no es una entidad extraña a nosotros, una entidaddonde “estamos en” sino que, por el contrario, somos la Universidad y la Universidad lasomos el conjunto de docentes, administrativos y estudiantes. La Universidad “es” en nosotrosy nosotros en la Universidad; de esto se sigue que no existe la dicotomía dueño-poseído que seencontraba en la dimensión del tener. Entonces con toda claridad afirmamos que no tenemosuna Universidad, sino que somos la Universidad, porque nosotros le damos sentido a laUniversidad, nosotros modelamos la visión de la Universidad con la misma preocupación yatención de aquel que se ve involucrado en un problema; no como alguien que únicamente lo

4Mayagoitia, David. El ambiente filosófico de la Nueva España, Editorial Jus. México 1945, p. 32.

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va a resolver, sino como alguien que forma parte de los datos mismos y que tiene concienciaque, la forma en que se resuelva el problema, necesariamente le afectará en su propio ser.

La autonomía comienza en este momento de toma de conciencia, no de pertenenciasino de ser. Sin este inicio, todo lo que digamos de la autonomía me parece inútil, y todo loque hablemos de legislación me parecerá extraño y marcado con tinte individual o de gruposde poder.

De aceptar esta diferencia vendrá el plantearnos cuestiones tales como ¿cuáles son lossupuestos en que sostenemos el ser de la Universidad?, ¿qué Universidad queremos construiren nuestro contexto local, en el marco nacional e inclusive internacional?, y no será nuestrapregunta ¿qué Universidad queremos tener? sino ¿qué universidad queremos ser? Sin esto bienclarificado cualquier legislación nos será extraña, dada desde fuera, inútil modificar, ociosocuestionar, vacío defender y cualquier autonomía será ficticia.

Clarificar qué somos y qué queremos ser como institución, nos enfrenta a un mundo desupuestos y de valores. Los supuestos mantendrán firme nuestro desarrollo, los valorespermitirán clarificar el rumbo, ya que toda Institución deberá permanecer en un continuomovimiento, que la propia construcción de nuestra Institución no acabada, nos irá exigiendo.

Los supuestos nos llevarán a clarificar el proyecto académico que deberá desarrollar laUniversidad; los valores que se desprenden de este proyecto se verán reflejados en lalegislación. Toda legislación como normatividad, está sustentada en valores que dan sentido alos principios directivos.

Las propuestas nuevas, que se den el campo legislativo deberán ir avaladas por estosantecedentes, que nos darán el ser auténticamente autónomos, y la legislación dejará de ser, oletra muerta o un objeto de propio provecho para un pequeño grupo. La legislación, seconvertirá así en medio para lograr “ser universitarios” y no buscaremos “tener unaUniversidad”, y cumpliremos así cabalmente con el compromiso humano y social que laUniversidad ha aceptado bajo un acto de libertad avalado por una auténtica reflexión.

b) Libertad

La autonomía en la dimensión del ser hará de la universidad un territorio libre. LaUniversidad es libre porque en ella caben todos los posibles asuntos que le interesan al serhumano como tal y como parte integrante de la Naturaleza.

De todas las posibles podemos hacer vida académica en este territorio libre.La libertad exige dos elementos, a saber: una variedad de posibles y la capacidad de

pronunciarse por uno de ellos . En la vida académica Universitaria, encontramos o deberíamosencontrar esta realidad: posibilidades y pronunciamientos; ya que es en lo que finalmente sesustenta la libertad de Cátedra.

Pero para que se presente la variedad de posibles es necesaria la investigación de losuniversitarios y para pronunciarse por uno de ellos se requiere el ejercicio de la docencia.

Por ello la Universidad, que es una realidad con la que interactuamos diariamente, noestá del todo hecha, no está del todo acabada sino que por el contrario es nuestro “quehacer” ycomo tal tendrá que ser construida por nuestra actividad diaria.

Por ello urge que los universitarios desarrollemos, el “Ser” dado a nuestra institución,viendo en cada ciclo escolar una nueva oportunidad para que unidos en la diversidad de losposibles, sepamos hacer y defender nuestra Universidad como territorio libre que es.

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c) Justicia

Otra característica que pienso debemos encontrar en esta Institución Autónoma y Librees la de la Justicia, entendida al modo Platónico, permítanme brevemente describir estaafirmación.

Dice Platón en el diálogo “La República”, que la virtud propia del humano es laJusticia, ya que es la virtud que le permite ejercer su actividad como humano. Igualmente,añade Platón, lo que distingue a los justos de los injustos es la imposibilidad por parte de estosúltimos para ponerse de acuerdo en una acción común. Sólo se es justo por la acción común delos humanos. La injusticia es equivalente al egoísmo que impide laborar entre sí; por lo cualno es posible lograr la felicidad de uno mismo sin promover la de muchos. Añade Platón queasí como el estado es justo cuando cada una de las clases cumple su función propia, asítambién será justo el individuo cuando realiza su propia función.

Sin pretender ser esto que escribo una explicación del concepto de Justicia en Platón,me parece importante que pudiéramos aplicar esta reflexión al “Ser” de la Universidad.

Si, según Platón, el Estado es justo cuando cada uno cumple su función propia,podríamos decir que la Universidad será justa si cada uno cumple su función propia según elárea en la que se encuentre, bien sea Investigación, docencia, bien en labor de extensión o deadministración. Pero habrá que recalcar que la acción es común, es decir, “todos” debemosrealizar “todo” en nuestro campo. Si no logramos esta armonía estaremos en el terreno de loinjusto, donde los que ahí se encuentran no se pueden poner de acuerdo en una acción comúny buscan “su provecho” y promueven “su felicidad” con la cual las características deAutonomía y Libertad desaparecen.

La Universidad es un todo orgánico y el gran error será el que cada uno la percibacomo la suma de pequeños territorios casi personales, donde ninguna relación se tenga con elresto de los que configuran esta Institución.

Por ello, si queremos que la Universidad sea justa a la manera platónica, no esperemosque la armonía venga de fuera; sino que será justa cuando cada uno de nosotros cumpla con supropia función en la Institución, que permite, al propio tiempo de su desarrollo, la felicidad dela que tenemos el privilegio de formar parte de ella misma.

d) Humanismo

La palabra humanismo tiene su origen en el poeta Ariosto (1474-1533) quien utilizaeste concepto para designar a la persona que se ha formado en la lectura de los clásicos.

Probablemente ésta sea la razón por la que es muy común que llegamos a pensar que sibuscamos en la Universidad una formación humanística en las distintas carreras que seofrecen, se relacione necesariamente con la lectura de los clásicos, de tal manera que losingenieros, químicos, administradores, etc., para que logren el sello humanista tendrían queposeer una erudición, sin más, de los escritores clásicos.

Pienso que no es ésta la idea a desarrollar, cuando se pide que la Universidad busqueen sus estudiantes una formación humanística.

Propongo enseguida lo que pienso constituye la formación humanista y lo que sedebería buscar en las distintas escuelas y facultades de la Universidad.

La Universidad en nuestro tiempo deberá mantener y defender la educaciónhumanística, cuya expresión será el amor como adhesión y el respeto a la libertad, a laarmonía y a la cultura.

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Amor y respeto a la libertad de los demás, que significa una actitud de tener concienciade la dignidad esencial que todo ser humano posee; poseer disposición a convivir con el quepiensa de modo distinto, sin que esto quiera decir claudicar del propio pensamiento, sino quesignifica la tan buscada, desde los griegos, unidad en la diversidad, el problema de lo uno y delo múltiple que desde Heráclito y Parménides ha tenido un lugar preeminente en la historia dela Filosofía.

Educación humanística significa, pues, amor y respeto a la libertad de los demás, pero,también amor y respeto a la propia libertad; a la propia libertad exterior y a la libertad interiorcuya más profunda manifestación es la búsqueda del saber por saber mismo, sin estaraprisionado por la utilidad gobernada por el interés, sino la utilidad y el interés al servicio delsaber libre.

La Universidad en nuestro tiempo deberá promover el respeto a la dignidad humanaque se fundamenta en su condición de ser libre, pero la libertad no es posible sin un desarrollointelectivo adecuado; de ahí que habrá que tomar en cuenta que la dignidad de la persona estáfundamentada en la posesión de la libertad y en el desarrollo del entendimiento cuyamanifestación es la capacidad de reflexión.

La institución de nuestra sociedad que por razón de si misma promueve el desarrollointelectivo es la Universidad; por esto y sólo por esto, la Universidad es promotora de sereshumanos libres.

La presencia de las humanidades en la Universidad es garantía de respeto a la dignidadhumana y espacio para el desarrollo de una auténtica libertad.

Preguntas como: ¿qué es la dignidad humana? ¿cómo se promueve la dignidadhumana? ¿cómo se respeta la dignidad humana? ¿qué derechos y deberes se derivan de aceptarla dignidad humana?, al ser resueltas harán que se promueva a todos los niveles, defender ydesarrollar una sociedad con este sello humanístico.

Si los estudiantes universitarios egresan con un cúmulo aceptable de conocimientos enel área profesional que han elegido, pero estos conocimientos están ajenos al respeto ypromoción de los demás seres humanos, si estos conocimientos no están puestos al servicio dela sociedad a la cual se deben poco valor universitario tienen. Por ello es necesario promoveral interior de nuestras Escuelas y Facultades esta actitud, que no se logra implantando unamateria más en el plan de estudios, sino que es una actitud que deberá permear en la actividaddiaria de docentes y de estudiantes; entonces nuestra formación humanística irá porconsecuencia adquiriendo un auténtico compromiso social.

e) Finalidad

Si la finalidad de una Universidad es única y exclusivamente formar profesionistas quese relacionen única y exclusivamente con el mercado de trabajo, entonces la vida universitariaestará por ahora en entredicho, ya que el mercado de trabajo está sumamente debilitado y porlo tanto se debería ir cerrando Escuelas y Facultades en relación a la nula posibilidad deconseguir empleo para los egresados universitarios.

Sin embargo, desde mi punto de vista, la vida universitaria de ninguna manera guardaesta relación tan absoluta con la demanda de empleo y la preparación de profesionistas.Reducir a esto una Universidad es tener una pobre visión de la finalidad de la actividaduniversitaria en la sociedad.

La función de la Universidad en primer lugar deberá ir encaminada a proporcionar a lapersona la oportunidad de un desarrollo humano tal, que lo lleve a integrarse a la sociedad

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como factor de cambio. La primera finalidad de la Universidad no es formar profesionistas,sino seres humanos íntegros, individual y socialmente; haber perdido esto nos ha llevado aquerer reducir a una función mecánica la vida universitaria, la actividad docente, lainvestigación y la difusión del conocimiento; y que lleva a pensar todo en relación con lademanda de empleo.

Con esto no quiero decir que la Universidad no se preocupe porque sus egresados esténeficazmente preparados para integrarse a la planta productiva, y con su preparacióntransformarla en beneficio de la sociedad; evidentemente que esto es una parte de la laboruniversitaria que no debemos nunca de perder de vista y que siempre tenderá que seguirapoyándose para que nuestros profesionistas responda, en este terreno, a las expectativaseconómicas y del país.

Lo que si quiero decir es que ésta no debe ser la primera preocupación universitaria nila preocupación que marque el bueno o malo desempeño de la vida universitaria. LaUniversidad, para que tenga sentido, debe llevar su actividad más allá de esta finalidadsubordinada; la Universidad que no promueva el desarrollo integral del ser humano individualy socialmente, estará supeditada en su permanencia a la existencia de la demanda de empleo.

Rescatemos el sentido primario de la labor universitaria y hagamos de esta instituciónun auténtico factor de cambio en bien de nuestro país. La Universidad no es una Instituciónaislada de la realidad concreta en la que estamos inmersos, ni es una isla alejada del entornocotidiano; sino que, por el contrario, la Universidad está participando de todo lo positivo y delo no positivo de nuestra sociedad, tratando con ello de contribuir al cambio, de tal manera queno se caiga en un estado estático y conformista de su situación.

Justamente por eso, la Universidad vive tiempos difíciles, como difíciles son lostiempos que la sociedad mexicana tiene sobre sí; yo percibo, sin embargo, una diferencia de laactitud ante estos tiempos, diferencia que todo universitario debería alentar con el fin decontribuir a ir superando nuestra realidad, por arduo que esto sea. La actitud universitariadebiera ser la de sobreponerse a lo imposible.

¿Qué es sobreponerse a lo imposible?

Hay un ejemplo que no es mío, sino del filósofo español Julio Quesada5, quienhablando de esta voluntad de sobreponerse nos recuerda cómo el ser humano ha sido capaz deconstruir sobre el agua la ciudad de Venecia en Italia, y no sólo de construirla donde parecíaimposible, sino sostenerse sobre bosques hundidos en el fondo, todo, gracias a su esfuerzocreador. Venecia, dice, citando a Rilke, es el estado inventivo y el bello contrapeso del mundo,que de la necesidad ha hecho una obra de arte para vivir.

En México tenemos también ahora un gran desafío, el de reconstruirlo sobre las aguas,donde nos parecería imposible, y no sólo de reconstruirlo, sino de hacer de ello una obra dearte para vivir; imposible quizá para quienes tienen la desesperanza como guía, posible paralos que creemos en la fuerza creadora del ser humano.

La Universidad con toda la problemática que vive, debe, a través de cada uno denosotros, sostener la difícil esperanza de construir en lo imposible y de transformar lo queparece de tal manera hecho que no admite el cambio.

5Quesada, Julio. Ateísmo difícil. Ed. Anagrama, España, 1994, p. 184.

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El desafío es enorme y a nosotros nos toca o rendirnos ante él o ganarle la batalla,cumpliendo así con ser la Institución en la sociedad que libremente puede pronunciarse por elcambio, por imposible que parezca.

Comentario final

Dice Unamuno del Quijote: “Llenósele la fantasía de hermosos desatinos y creyó serverdad lo que sólo es hermosura. Y lo creyó con fe viva, con fe engendradora de obras, queacordó poner en hecho lo que su desatino le mostraba, y en puro creerlo hízolo verdad”.6

Transformar una institución como la nuestra, podría parecer más cercano a la fantasíaque a la verdad. Sin embargo, buena lección nos da el caballero manchego por lo que habráque poner en obras lo que la fantasía nos muestra y en “puro creerlo” convertido en la verdad.

Habrá que insistir en que el trabajo cotidiano que llevamos a cabo es el camino másadecuado para esta transformación. No necesitamos de acciones por demás llamativas sino denuestra labor surgida de haber aceptado conscientemente el compromiso que tenemos selladocon la sociedad.

Las Universidades Públicas son hoy el factor más viable para el cambio social. Muchodepende de lo que logremos al interior de nuestras instituciones para que se pueda proyectaresta transformación hacia la sociedad misma.

Tomemos en cuenta que en las Universidades se forman, más que los profesionistas delmañana, los seres humanos que configuran nuestras esperanzas en un país más libre y justo.La labor no es fácil, como tampoco fácil fue la labor del pobre e ingenioso hidalgo que nobuscó el provecho pasajero y al decir de Unamuno: “No fue un contemplativo tan sólo, sinoque pasó del soñar a poner en obra lo soñado”.7

Cabalguemos como el Quijote la anchura de nuestra propia existencia universitaria y,soñando nuestra institución, hagamos obras cotidianas de transformación profunda yaprendamos la tenacidad de aquéllos que han tenido la audacia de saberse capaces detransformar la sociedad y no rendirse ante lo que parecía sólo hermosa fantasía. Esperanzadifícil pero habrá que enfrentarse a ello.

Termino con una nota de Albert Camus hablando de los tiempos difíciles como los quehoy por estos lugares corren: “No saldremos de él fingiendo ignorar el mal de la época odecidiendo negarlo. Por el contrario, la única esperanza es nombrarlo y hacer su inventariopara encontrar la curación al final de la enfermedad (...) Reconozcamos pues que son tiemposde esperanza aunque se trate de una esperanza difícil”.8

6Unamuno, Miguel de. Vida de Don Quijote y Sancho. Primera parte. Obras completas, Editorial Aguilar,p. 88, Madrid.

7Unamuno, Miguel de. Opus cit. p. 109.

8Camus, Albert. Contraportada de la Colección. “ESPOIR”, Francia.

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COMENTARIO A LA PONENCIA DEL MTRO. GABRIEL CORRALB.¡Error!Marcador no definido.

Noé Héctor Esquivel Estrada

¿Qué es la Universidad?

En su disertación el Mtro. Gabriel Corral reflexiona sobre varios tópicos referentes al sery la vida de la Universidad. Tópicos que nos hablan de la realidad y del ideal al que debe tendertoda universidad que se precie de serlo.

Una actitud sabia inicial frente a lo que pretendemos saber es precisamente el estarconscientes de lo que no sabemos, es decir, de que no tenemos todo el conocimiento referente altema que abordamos y por eso es necesaria la búsqueda, la indagación, el diálogo, lainterpelación. Posiblemente por este camino, recorrido junto con otros, sea más fácil llegar alconocimiento de aquello que se pretende conocer. Éste debería ser el espíritu de los encuentros,foros, simposios, reuniones, donde se pueden compartir las ideas, reafirmar las tendencias,reemprender el camino, apoyar, reforzar y apuntalar los proyectos que se juzguen convincentespara la vida de la institución y de la sociedad.

Es preocupante saber, como dice Sócrates, que la sequedad se haya apoderado de lasabiduría. Tal expresión puede aplicarse a todos los ámbitos del saber. En relación al tema quenos ocupa podríamos pensar que esa sequedad se manifiesta en el desconocimiento, apatía,anquilosamiento, desinterés, en el que, parece, nos encontramos quienes estamos insertos en lavida de la universidad.

La irresponsabilidad, la negligencia, la lucha por el poder, la superficialidad, la falta decreatividad y la inercia de su “funcionalidad” han convertido a nuestra universidad en undesierto estéril donde la sequedad es el status de vida de la institución.

La pregunta original y conductora de este diálogo es ¿qué es la Universidad?Los elementos que hacen que la universidad sea Universidad son: la generación,

expresión y difusión libre del conocimiento en interacción, en todas las áreas de los saberes y enlas artes, sin excepción. La Universidad es un ente de cultura porque en ella se apoya, ahí seforja y ella la transmite.

Cuando el Mtro. Corral señala que estudiantes, docentes, administrativos y el lugarmismo conforman a la universidad, hemos de precisar que todas las instituciones de educacióntienen esos elementos y sin embargo no son universidad, ni siquiera todas las instituciones deeducación superior; por eso él mismo señala que es importante preguntarnos ¿qué es lo que haceque esta institución sea universidad? ¿qué es lo que hace a la universidad, universidad? ¿Elnombre, la aprobación jurídica, la necesidad impuesta por el índice poblacional, sus estudiantes,sus profesores o qué? La universidad ha de ser universidad por y para, es decir, esencia yfinalidad son sus ingredientes insustituibles de reflexión y análisis.

En este mismo sentido nos remitimos a la definición que da el Dr. Agustín Basave en laque encontramos los elementos sustanciales que constituyen el ser y la misión de la Universidad,y que a la letra dice: “La Universidad es la corporación de estudiantes y profesores que por lainvestigación y la docencia se ordena a la contemplación de la verdad, a la unidad orgánica del

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conocimiento, al cumplimiento de las vocaciones personales y a la preparación de profesionalesnecesarios para la realización del bien común”.9

Existe un pensamiento y una convicción común con el Mtro. Gabriel y con muchas otrasuniversidades, de que la función específica de la universidad debe trascender el campo no sólode la formación de profesionistas sino la misma formación profesional; es decir, la formación ala que debe tender la universidad es mucho más amplia y completa, consiste en formarauténticos seres humanos, en donde precisamente cabe la formación del profesionista y delprofesional. La Universidad no es un tecnológico que se limite a la capacitación de técnicos, ellaofrece una visión cultural, universal, científica, ética y de compromiso con la sociedad.

Cuestión que debe afrontar la Universidad al percatarse de la gran responsabilidad quelleva sobre sus espaldas al asumir la formación humana de todos sus integrantes.

Como nos hemos dado cuenta el Maestro se ha propuesto señalar en su Ponencia que loselementos constitutivos de la Universidad en sí y por sí mismos carecen de sentido. Es lavinculación entre ellos lo que les da vida y dinamismo en el ejercicio universitario. Loselementos que él propone como propios y connaturales a la Universidad son: Autonomía,Libertad, Justicia y Humanismo. El reto consiste en exponer ¿cómo logran interrelacionarse?

Respecto a la Autonomía es importante tomar en consideración la diferencia que elMaestro hace respecto al tener y al ser. La Autonomía es propia del ser y no del tener. Se es o nose es autónomo. Tener autonomía es contradictorio porque el tener implica posesión y derechosobre lo poseído. La Universidad es autónoma o no es universidad. La autonomía compete a suser. ¿Dónde queda el ámbito de la realidad? ¿Qué es lo que se entiende por autonomía en elinterior y exterior de la universidad? Este aspecto ha sido ampliamente estudiado, analizado ydebatido por teóricos que se ocupan de este tema y podemos decir que existen básicamente dosnociones de autonomía: aquella que dice que es la facultad que tiene la institución paraorganizarse y regirse de acuerdo a sus propias leyes, sin intervención externa. Y, aquella queindica que es la facultad que el Estado otorga a la Universidad, a través de una ley, para formularsus propias leyes que rijan su organización y su vida interior.

En relación a la vida institucional la autonomía de la Universidad comprendefundamentalmente tres aspectos: el académico, el de gobierno y el financiero. Aspectos quetambién requieren análisis y precisión, pues si éstos son factores que atañen sustancialmente a laautonomía, hemos de interrogarnos ¿hasta dónde se respeta, desde el exterior, este derecho de laUniversidad? ¿Hasta dónde ella misma respeta su propia autonomía?

La Libertad abre el campo de las posibilidades de ser de la Universidad. No es unacualidad sino una nota constitutiva de su ser. Así como es autónoma es libre. La esencia de lalibertad está en la lucha abierta y leal, no es su propósito suprimir la oposición sino ponerla derelieve. La lucha velada y tenebrosa crea mentalidad de inquisición. La Universidad nace y sehace en esta lucha por la libertad. Es de su convicción sostener que el hombre es un ser libre quedebe aprender a valorar su libertad. Pensar en el ejercicio de esta libertad nos lleva apreguntarnos ¿En qué campos específicamente la Universidad manifiesta y realiza su libertad?Básicamente descubrimos que su ejercicio se lleva a cabo en la libertad de cátedra, de expresióny de investigación.

La Justicia en la universidad se manifiesta en la acción conjunta de todos y cada uno desus miembros, en una relación armónica y equilibrada. El individualismo, al interior de la

9Basave Fernández del Valle, Agustín. Ser y quehacer de la Universidad. “Estructura y misión de la Universidadvocacional”. Centro de Estudios Humanísticos de la Universidad Autónoma de Nuevo León, México, 1971, p. 56.

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universidad, es una expresión del deseo egoísta e interesado que busca sólo el beneficio propio.Sin el ejercicio de la justicia, la autonomía y la libertad carecen de significado. El concepto dejusticia asume un carácter eminentemente social. La acción individual (responsable) contribuyea la conformación de la justicia. Los intereses individuales han de quedar bajo la expectativa delos intereses sociales, comunitarios.

El humanismo sobrepasa los límites de la erudición clásica. Con ésta (la erudición) ni laUniversidad ni el ser humano se transforman en mejores. Gabriel Corral dice que la educaciónhumanista que ha de mantener y defender la universidad se expresa en “el amor como adhesióny el respeto a la libertad, a la armonía y a la cultura” Expresión que se encuentra sustentada en elconcepto de persona; es decir, en la dignidad de la persona, su libertad, tanto la del otro como lapropia. La sociedad mira a la Universidad como su espacio , su medio, a través de la cual sepromueve el desarrollo del ser humano libre. En ella deposita tan grande misión queseguramente redundará en beneficio o perjuicio de sí misma. Tampoco el humanismo se alcanzapor la creación o el implemento de una cátedra de humanidades en todos los planes y programasde estudios. Si esto fuere el caso tendríamos ciertamente una Facultad de Humanidades con losmás altos valores humanos, cosa que deja indudablemente que pensar y que desear. Se puedetener toda la información acerca de las humanidades y ser el más miserable de los mortalescomo dice Eduardo Nicol al hablar del humanismo.

El humanismo no es patrimonio de alguna cultura, de alguna época o de algunainstitución. Hablar del humanismo como un elemento sustancial de la Universidad es debido aque en ella se ha fraguado la realización de un tipo humano ideal. Este humanismo vela, protegey difunde la libertad que tiene el hombre de pensar y expresarse; en ella radica la posibilidad desostener la dignidad de la persona humana. Junto a ella se proclama una serie de valores talescomo la fraternidad, la justicia, el amor a la verdad, la ciencia y la responsabilidad social.

Se presenta a la Universidad como un factor de movilidad social, donde una de susfunciones específicas es formar al hombre con plena conciencia social, de tal modo que éste alinsertarse en la sociedad se constituya en un agente de cambio.

La información numérica como se le ha denominado en la ponencia nos pone encontacto con una realidad, realidad que hemos de analizar. ¿Qué pasa o qué ha pasado con todoel conglomerado de seres humanos que ha transitado por las aulas de la universidad? ¿Handejado su huella en la vida de la sociedad? o ¿sólo nos sirve para hacer una gráfica estadísticaque nos habla del supuesto progreso nacional en el campo de la educación? En esencia ¿quépasa con nuestras universidades? Habría que analizar y sopesar si el creciente número dematrícula de ingreso a la universidad y la misma opción terminal es un elemento que nospermite constatar un modo mejor de vida. Hoy se maneja frecuentemente esta idea en losdiscursos oficiales tanto de parte de las autoridades universitarias como de las civiles.

En este deseo de vinculación de la universidad con la sociedad y por razoneseminentemente prácticas (a veces más bien pragmáticas) se insiste en la participación de launiversidad en el mercado laboral. Parece que la misión social de la universidad ha de respondera las exigencias laborales de la sociedad, sin olvidar que uno de los problemas actuales con elque se enfrenta la universidad es el desempleo, luego ¿qué sentido tiene la preparación de losprofesionistas si el mercado de trabajo es insuficiente? Ciertamente este es un aspecto, pero nocreo que sea ni el primero ni el más importante que deba atender la universidad. Repensemosesta situación. La tarea de la Universidad no tiene que ver primariamente con la respuesta a lasdemandas laborales ni con la formación de profesionistas (como ya se dijo anteriormente).

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El ejercicio de la cotidianidad hacen posible lo “imposible”. El camino del esfuerzocompartido abre horizontes para una nueva sociedad, en la que se encuentra inserta launiversidad.

Por último una visión real de la situación que viven nuestras universidades (comoinstituciones particulares) nos brinda la posibilidad de comparar aquel estado ideal deUniversidad que hemos presentado con el estado actual de éstas y descubrir si vale la pena delesfuerzo y los proyectos que para ella se tienen.

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EL HUMANISMO EN LAS UNIVERSIDADES

Sergio de J. Archundia Díaz

Es puerta muy usada para entrar a conocer los problemas estrictamente humanos, eldescribir epidermialmente las circunstancias histórico sociales en que nos desenvolvemos,como marcos de referencia explicatorios, pero es poco frecuente la actitud más penetrante queexplica a estas circunstancias como ubicables en las coordenadas humanístico culturales queprovocan nuestra concepción del mundo y de la vida, así como nuestra modalidad deexistencia.

La cultura occidental cuya preeminencia es ostensiblemente adoptada aún por quienes,al ser arrinconados la atacan con el estilo y herramientas que de ella han emanado, debe sugrandeza a Europa que a su vez se ha desarrollado sobre el modelo de la Grecia clásica, puesahí nacieron los conceptos fundamentales de nuestro pensamiento y los arquetipos de nuestroactuar.

Conocida la procedencia del más fuerte motor de nuestra dinámica cultural yobservando las limitantes y problemas de nuestro entorno humano, sabiamente pintado porGoethe en 1828 en una carta a Eckermann al enfocar la cuestión que nos ocupa, manifestaba:“... nuestra situación es demasiado artificial y complicada, nuestra alimentación y forma devida se hayan en contradicción con la naturaleza, y de nuestro trato social está ausente elamor al prójimo. Todo el mundo es fino y correcto, pero nadie tiene el valor de ser afectuosoy veraz, de modo que una persona sincera, con inclinaciones y sentimientos naturales, seencuentra en una posición realmente incómoda... “

Esta incomodidad que acusa Goethe no es simple ni efímera ni casual, tiene lacomplejidad de nuestra cultura, lo permanente de las equivocaciones trabadamenteinstitucionalizadas y aún aceptadas por los espíritus superficiales, a base de golpes decotidianidad y ordinarismo, pero donde se deben buscar sus motivos es en su no casualidad,esto es, en los ingredientes elementales que enraízan en la condición moral y libre de lanaturaleza humana que no ha podido seguir, como humanidad, los paradigmas quegerminalmente aparecieron en la Grecia clásica y que han seguido apareciendo en esta mismalínea, aunque esporádicamente, como pautas de vida, que, por su nobleza y por nuestraindolencia axiológica, nos parecen plausibles, pero muy onerosas para vivirlas. Este estado decosas fundamenta la necesidad de la potencia del humanismo constituyéndolo en el temacardinal de nuestro tiempo, tratado integralmente o en monografías, pero siempre conpreocupación. El humanismo ha sido presentado muchas veces desquiciado o bamboleado porideologías de moda, utópicas, vistosas o camuflando apetencias corrientes y vulgares, nosiempre fáciles de advertir por mentes idealizantes por juveniles, lastimadas por injusticiassociales, deformadas a causa de un materialismo grosero y prosaico, o por el diletantismoenajenante de los ociosos.

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Hay muchas situaciones problemáticas en muy variados órdenes que parecen no sernormales al crecimiento y dinámica de lo humano, tales como: inestabilidad familiar porligereza en la concepción de las interrelaciones personales; educación raquítica de saborutilitarista y opresivo de la autorrealización; diversiones congestionantes de tendenciaobsesiva a ponderar trivialidades; espiritualidad anémica de vacuos protocolos rutinarios,economía constituida de avaricias por miopes interfraudes usuales; organización política que,por caprichosa, subjetiva y servilmente personalizada, es de trayectoria zigzagueante entreanarquías y dictaduras de variadas índoles. Las situaciones apuntadas tienen además lacaracterística de ser interdependientes, lo que hace inoperante cualquier intento de solucionarcualquiera de ellas por separado.

El tema problema de nuestro tiempo es de tal complejidad, que sería adulador el culpara cualquier institución, país o pensador de tanta responsabilidad que, no por divisible entretodos, disminuye su densa gravedad que pudiera llevarnos al pesimismo más intenso, a underrotismo nihilista o a una desesperación inerme y pusilánime. Analizando lo anterior se veque hay alternativas para mitigar eventualmente los efectos negativos y naturales que se iríanproduciendo en esta espiral de total destrucción, pero para lo que no hay alternativas es para lasolución real del problema integral; no hay alternativas porque, paradójicamente, lacomplejidad de este problema es tal, que reclama una única solución muy fácil de nombrarsesintéticamente: EL HUMANISMO.

Con cierta imprecisión semántica se designa al humanismo como un movimientoespiritual de características renacentistas, es decir, con admiración por la antigüedad helénicaclásica como reacción ante dos concepciones limitantes del desarrollo humano en el sentidoexigente de la palabra, esto es, ante la tradición medieval y ante el cientificismo imprudente.

El humanismo “clásico” tuvo la sana intención de revitalizar lo cultural y civilsacudiéndose lo meramente transitorio como las modas y lo desnaturalizante como el nuevodemonismo que surgía con la técnica vanidosa que impedía al hombre verse en su dimensióntrascendental; lo que no logró sacudirse fue la retórica literaria que al cristalizar en elciceronismo, creó los antecedentes del Humanismo del que es un vigoroso representantePetrarca.

Es obvio que este humanismo “clásico” no es el solucionador de tan atosiganteproblema, pues es sólo un destello del humanismo, del humanismo que, por trascendente, nopuede admitir adjetivos especificadores y que aún con afán de rechazar la sinonimia, no puedeuno menos que confinarlo con la auténtica Educación.

El humanismo así concebido, es la única tendencia, es el único “istmo” que no deformael problema a resolver y que no adoctrina sectariamente para complicar aún más la madeja delproblema de nuestro tiempo.

El humanismo no tiene el quehacer condenatorio de lo no hecho o hecho mal, sino unaactitud receptiva y creadora ante lo que hay de valioso en la manifestación del espírituuniversal, es en este sentido que se expresa Roberto Saumells al decir “No sólo es Humanistael que lee y entiende a Tácito en latín, sino también aquel que sabe descubrir y saborear elinmenso caudal de inspiración que encierra la obra de Euclides, de un Newton, de unFaraday, de un Maxwell”. Esta autorizada opinión no puede contradecirse sin superficialidady constituye el inicio de una lista de obras y autores que debe polifurcarse a todas direccionesque constituyan rutas a valores homólogos de la total dimensión humana.

Es pertinente transcribir una precaución que refiriéndose al tema que tratamos, formulael presentador de la obra de J.A. Ibañez Martín, para no traicionar al humanismo en nombredel humanismo; dice: “Con excesiva frecuencia la conversación sobre la formación

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humanística conduce a una irresponsable crítica de la técnica actual, y, otras veces, cuandose habla acerca del necesario ocio, parece que se pretende defender que el hombre debellevar una vida indolente”. Esta precaución tomada ya implícitamente en el concepto pleno dehumanismo, nos advierte en el sentido de que, sin detrimento de la especificación laboral y laespecialización profesional, estas funciones no deben ser pretexto para abandonar el esfuerzopor una formación humanista, que de no realizarse, se obstaculizaría la plenitud de vida a quetodo humano está llamando precisamente por serlo, pues de otra manera, es decir, la ausenciade formación humanista, produce hombres mutilados condenados a arrastrar una vidamiserable y sin sentido.

Hermanar al humanismo con la educación, como se ha hecho, es imponer a quienejerce la función educativa directa o indirectamente, la obligación de cultivar el humanismo,pues sólo entendiendo lo relativo y lo devenido, se puede a su vez, al mirar sobre ello,despertar el germen activador del humanismo consistente en la participación en la vidaespiritual universal que, dadas nuestras condiciones y su magnificencia, nos haga sentir lacotidiana insatisfacción con lo realizado, que, por otra parte, constituye el móvil cardinal delhombre.

Con un concepto completo del humanismo que muestre todas sus implicaciones y suvalidez apodíctica, ya puede contarse con una premisa de valor real para atacar el problema dela relación esencial entre Humanismo y Universidad.

A primera vista se argumentará que las universidades tienen su escuela o facultad dehumanidades para satisfacer la relación a que aludimos, pero si enfocamos máscautelosamente esto, notaremos que no sólo para los universitarios en general, sino aún para lagran mayoría de los alumnos y aún para algunos profesores de estas escuelas y facultades, nosólo el concepto, sino el nombre mismo es únicamente una referencia global de su instituciónque no dice gran cosa a la precisión de lo que históricamente designó en el medioevo, es decir,letras humanas (Literatura, Filosofía e Historia) diferenciadas de las llamadas letras divinas(Teología y Sagrada Escritura) y de lo que designa hoy, esto es, la actitud contraria alempirismo pragmatista, a la especulación científico técnica y en general, una actitud contrariaal activismo consumista.

Lo vago del concepto “Humanidades” ha propiciado que las universidades le confieranciencias, disciplinas y carreras que no encajan en otras áreas más definidas y así se tiene queen algunas ocasiones Geografía pertenezca a Humanidades, en otras Economía se encuadre enesta área o Turismo o Psicología.

La indeterminación de esta área ha operado disfuncionalmente en América Latinacomo un caldo de cultivo de ideologías políticas, actitudes anárquicas y conductas de todaíndole con grandes dosis de subjetividad grupal de fuertes cargas emotivas dignas de un mejorcause. Estas actitudes florecen a la sombra de una displicencia por el rigor y la precisión de lasciencias, técnicas y disciplinas no humanísticas, pues las exigencias de la formalidadacadémica y de la seriedad científico filosófica molesta a los desplantes de las afirmacionesosadas y poéticas que forman su mal entendido habitat intelectual.

Retomando el concepto completo del humanismo se ve diáfanamente que no puedeestar sólo dentro de las escuelas y facultades del área de humanidades y que las universidadeshan descuidado su creatividad real y virtual, pues el humanismo no debe ni puede estarlimitado a un área del saber o a un pabellón universitario. El humanismo no puede ser“especialidad”, debe ser el clima intelectual y vivencial que cobije a todas las especialidadesuniversitarias, las instituciones sociales y las funciones todas del quehacer humano.

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Se ha creado bienestar por múltiples satisfactores científico técnicos, sin embargo no esnoticia decir que el mundo está convulsionado, pero ello no es interpretado ni como fatalidadni como pesimismo, sino como signo de lo que, como humanidad, hemos hechoequivocadamente o nos hemos abstenido de hacer, pues juzgando con lo que podría llamarseestadística cualitativa, se advierten dolencias culturales tan variadas como el consumismoobsesivo, el alcoholismo consuetudinario, la manía de lucro, el erotismo exacerbado, el afánde poder, etc., que operan como causa y efecto del círculo vicioso de la falta de educaciónplena y enfáticamente humanista, pues sólo una educación humanísticamente entendida, puedeacabar con lo raquítico de la formación personal y con los grupos de hombres que endesventaja social y cultural se debaten en la enajenación del sinsentido cotidiano.

En el afán de romper el círculo vicioso que mencionamos y desmenuzando lacomplejidad del problema que nos ocupa, advertimos la responsabilidad de los filósofos, puesse ha dicho con buen fundamento que la calidad de las sociedades depende en buena parte dela calidad de las universidades y que la calidad de éstas está en función, también en buenaparte, del grado de cultivo del humanismo del que la filosofía es, sin petulancia, la estructuraósea.

Con lo anterior como antecedente, se ve muy claro que la filosofía, con sus actitudesconnaturales del orden como método y la crítica como actitud, puede diluir la amenaza queconsiste en desembocar en una cultura decapitada de futuro, pues el análisis serio y laindagación objetiva inherentes a la filosofía, constituyen la profilaxis para poder ser hijos denuestro tiempo sin ser víctimas de nuestro tiempo.

El sentido del humanismo y la validez de la educación tienen como pivote el conceptode hombre y sus conceptos periféricos de virtud, creatividad, sensibilidad, valor, dignidad,servicio, libertad, espiritualidad y honor; términos estos que deben conceptuarse en laindagación filosófica analítica y deben reconceptuarse en la docencia filosófica, para eliminarla moral del deber que lleva a las argucias de lo mezquino y robustecer la moral de la ilusióncreativa que es el móvil de los espíritus nobles, que no se traban en el intelectualismo inerte dela escolaridad, sino que enriquecen su valía humana al asimilar y trascender lo estrictamenteintelectual.

Un ingrediente del problema que describimos y que nos atañe como personas y comouniversitarios, es la deficiente educación en general y deficiente moralidad en particular cuyascausas están enraizadas en nuestra cultura de que se nutren las universidades.

El racionalismo y el positivismo que tantas discrepancias tienen entre sí, se repartenequitativamente la responsabilidad y la culpa que consiste en marginar y aún rechazar lo no“intelectual” y lo no “demostrado científicamente” aunque, paradójicamente, quienes sóloestos valores quieren, son quienes menos los logran, por caer en actitudes de pedanteríachabacana que les impide humanamente ser intelectuales. Así pues el intelectualismo operacomo un prejuicio que es difícil no advertirlo conscientemente, pero también es difícil que anivel subconsciente deje de operar en nuestros centros de estudio.

El brillo natural de la inteligencia, lo muchas veces aparatoso de los enunciadoscientíficos y el membrete de objetividad con que suelen manifestarse sus proposiciones, hanabsorbido el ángulo de visión del universitario y, con descuido de la axiología, se ha hecho dela universidad un estrato donde sólo cabe lo intelectual y donde sólo es noble lo cerebral,sucediendo con esto, como en muchas otras circunstancias, que el mal no radica en lo que seencumbra, sino en la omisión que todo encumbramiento implica, es decir, lo negativo no es elbrillo sino que por serlo opaca otros objetos a la visión no cuidadosa.

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Sintomático de la presencia del prejuicio intelectualista en las universidades es elhecho de que hace algún tiempo se cuestionaba si el sentimiento debía ser estudiado en susaulas o si se debía relegar a lo afrentoso por prosaico y vulgar. Tan parcial manera de enfocarlo humano, no podía traer sino efectos nocivos que, por desgracia, no nos son escasos, puesnos hemos acostumbrado, y esto es lo grave, a sobrevalorar lo intelectual del hombre o, pormejor decir, lo calculador del hombre, pues si nos preguntamos ¿qué se califica en los centrosde estudio y que se premia? se notará esta propensión a la información no encarnada en elcriterio personal humanamente válido, sino sólo profesionalmente operante.

El aspecto integralmente humano que revela la frase de Terencio “Soy hombre y nadade lo humano me es ajeno” debiera ser apropiado por las universidades que debieran decir“Soy Universidad y nada valioso me es ajeno” . Por razones de su cometido, de su misión yhasta de su nombre, es manifiesta la competencia que la universidad tiene para avocarseprimordialmente a lo humanista, pero ¿qué ha hecho la universidad para ennoblecer lossentimientos de sus estudiantes? ¿qué han hecho las escuelas de jóvenes para robustecer lavoluntad de éstos? ¿cómo se cultiva la sensibilidad estética de los alumnos?. Las respuestaspueden ser hábiles en eludir la omisión que acusamos, invocando que no es expreso objetivode las universidades lo no intelectual, pero lo que no se puede eludir es el convivir conespíritus que ostenten la deformación privativa que nos ocupa y preocupa a quienes noreducimos el hombre a su cerebralidad, pues esta reducción es la causante del primitivismocultural en que se desenvuelven muchos profesionales bárbaros en el paradójico salvajismourbano propiciatorio de violencias y patanerías.

Un robot es de las mejores creaciones técnicas del hombre, pero convertirse casi enrobot es de las más grandes miserias y limitaciones del hombre. Esta reflexión la tenían muypresente los miembros de la familia Huxley de Inglaterra y por ello dieron a la humanidad tanbuenos científicos y tan plenos humanistas, pues el intelectualismo, como toda visión parcial,es un prejuicio inconscientemente adoctrinante de un ideal de hombre tambiéninconscientemente mutilado, que adopta, por su limitación humana, un materialismotoscamente vulgar que embota las voluntades juveniles y desalienta las acciones generosas,por quedar ciegos al sentimiento del honor y a la responsabilidad de servicio.

Dejemos de pensar que la intelectualidad cubrirá las enormes oquedades del espírituque se registran por sus efectos constituidos de acciones mezquinas que amenazan constituirseen el signo de nuestro tiempo, pues si la universidad no disipa esta ideología perniciosa, sedesnaturalizará la misión que debe cumplir por encargo de la sociedad, que es preciso decirloenfáticamente, es de humanos y espera, aun sin precisarlo, que la universidad humanice más alos estudiosos y mediante ellos se humanice más la cultura para hacer más armónico el vivir,más digna la convivencia y más plena la realización humana.

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¿DEBE SER LA UNIVERSIDAD UNA INSTITUCIÓN CULTURAL?

Juan María Parent Jacquemin

Introducción

La pregunta que formulamos a modo de encabezado inicial nos coloca ante la realidad(por venir o ideal) de la universidad y ante una caracterización de la cultura. Remitimos allector hacia otros textos que definen el Alma Mater, pero recordamos que entendemos a launiversidad como un lugar en el que el ser humano se forma integralmente y donde descubre yse prepara para cumplir una misión en la sociedad. La universidad es el espacio donde sebusca la verdad con espíritu humanista. La tarea central de la universidad es cultural (CEU,1994).

Muchas veces se ha manifestado que la universidad debe ser un centro de cultura;creadora, difusora, promotora de la cultura. Consecuentemente, muchas institucionesuniversitarias han creado dependencias que cumplen con esta función de manera específica. Esla extensión universitaria, normalmente colocada como departamento o dirección en las áreasde difusión cultural. Sin embargo, no parece que la cultura deba ser solamente una actividad"adjetiva", relegada a dependencias específicas que para tal objetivo se han creado.

La palabra "cultura" despierta en la mente y en la imaginación del lector u oyenteimágenes de arte: música, danza, pintura... En esta ocasión, el ensayo que sigue intentaráacercarse a una visión más amplia de este concepto.

La cultura renacentista que daba al hombre el primer lugar estudiándolo en compañíade los griegas y de los latinos, es la imagen comúnmente asociada con el concepto que nosocupa por el impacto que produjo en el despertar europeo; ha pasado, pero no por ello hadejado de ocupar un sitio importante en nuestra historia. Los aportes de este movimiento hansido de enorme trascendencia para la comunidad humana. Sin ella no habríamos alcanzado losniveles de desarrollo de los que nos beneficiamos hoy. Sin embargo, este modelo se haagotado. La nueva sociedad humana dominada por las tecnociencias está en busca, cuando laconciencia está aún despierta, de los modos culturales que deben crearse y difundirse. En otraspalabras, la cultura hoy es algo distinto y que habremos de escudriñar.Pero antes de averiguar lo que debe ser esta cultura, detengámonos sobre la situación de"incultura" que prevalece. Habría que aclarar aquí los conceptos de aculturación y detransculturación, pero cuando hablamos de "incultura" hacemos referencia a este menos serque puede apreciarse en cualquier nivel social.

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La característica principal del juicio que surge de un medio culturizado es el deacercarse a los hechos o atraer los hechos hacia sí para darles su verdadera significación, esdecir colocarlos en su plena existencia. La modernidad lleva consigo un defecto que deberásubsanarse: no existe sentido inmediato a lo que ocurre, sino que el sentido siempre está másadelante e inalcanzado. Notemos a modo de ejemplo el resurgimiento en México de la radiocon sus programas de comentarios de la noticia. La noticia, en efecto, perdió sentido para lamayoría de los radioescuchas o televidentes. Datos escuetos, desligados de su contexto, eranininteligibles.

Algunos ejemplos mostrarán el sentido de esta incultura: La ausencia de sentidojurídico en los jueces, como la despolitización del discurso político por los parlamentarios endonde se confunden los problemas judiciales con los asuntos políticos, la pérdida del sentidode la información por los periodistas, proceden del mismo fenómeno: la ilusión de unaactualidad porque lo inmediato nos interesa en demasía. La falsa creencia de que el mismohecho contiene su sentido y la eliminación del trabajo de interpretación; la ilusión también dela democracia directa, la ingenuidad del sentido común como si nos acercara a la verdad.Todas estas manifestaciones nos muestran una regresión terrible del pensamiento y de lacultura. Esto es lo que podemos entender por incultura. Ahora, en un redescubrimiento de lasopciones que nos da la palabra, los comentarios provenientes de todas las tendenciasideológicas vienen a corregir (en algunos casos) esta ausencia.

Otra de las dimensiones de la incultura en la que nos encontramos es el abandono de lapoblación al "lo que sea" ofrecido por los medios de difusión. Pocos eligen sus programas deradio y menos de televisión, por lo que la inmensa mayoría se deja llevar por la guía técnicopublicitaria de sus canales preferidos. Hay aquí un abandono por parte de muchos que seexplica (¿coartada?) por los imperativos de la tecnociencia y del comercio. Nos hemosinclinado ante el tabú de los poderes de la aplicación de la ciencia que, en su poder ético ("silo afirma la ciencia es moralmente bueno"), ciertamente ha sustituido la religión.

La ciencia es instrumental es decir medio. La ciencia promete grandes beneficios,resultado de sus investigaciones, pero no promete el perfeccionamiento de nuestro ser. No nosanuncia la iniciación de una vida superior. ¡Qué desgarramiento produce en el hombre laracionalidad entendida fuera de la sensibilidad que todo ser humano es primeramente! Este esuno de los peligros que encierra el avance científico fuera de un contexto humano. El mundocontemporáneo se encuentra en este racionalismo que ha olvidado las dimensionesemocionales del hombre y en este utilitarismo donde sólo lo inmediatamente alcanzable esvalorado, ambos frutos del positivismo. Ahoga los requerimientos de la naturaleza humana;por eso estamos llegando al control social de las conductas. Se impone una manera de estar eneste mundo. Se impone una ortodoxia ética, es decir unas reglas de comportamiento aceptadaspor la mayoría y fuera de las cuales hay un rechazo y una condena social. Consecuentemente,la cultura se pierde en nuestra incapacidad de identificarla.

Los cambios sociales y políticos que vivimos han producido una transnacionalización yuna igualación en la que se mezclan los géneros, los niveles, los materiales, hasta lamediocridad. Al destruir las jerarquías, deberíamos preguntarnos si no nivelamos también losvalores. ¿Llegaremos a aceptar "lo que sea"? El arte, la moral, la política se llevan a cabocomo actos comerciales: uno vende y el otro compra. Los valores sólo se dan entre estos dosactores. De ahí la afirmación de la muerte del arte, de la moral y de la política porque en ellos,tal como los vivimos, sólo queda el simulacro, el caos, la simple apariencia y sobre todo laausencia de sentido. A modo de ejemplo citaría el fenómeno comercial que consiste en hacer

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creer a los probables compradores que ahora se "cata" la Coca-cola como antes de cataba elvino. Un valor estético que se ha nivelado hacia lo más bajo de la escala.

"Hubo pueblos menos sabios, pero más cultos. Las creencias religiosas, las actividadescientíficas, los prosaicos quehaceres de todos los días, estaban muy ligados. El hombre vivíaen un mundo unitario. Esta unidad se ha ido perdiendo. La cultura se ha despedazado"(Barajas, 1979, p.58). Pero, por otra parte, el hombre de este fin de milenio se levanta como sifuera más fuerte que sus antepasados. La potencia, calificada de demoníaca por algunos, haengendrado una angustia cultural antes desconocida que produce la sensación de una pérdidade apoyo. El suelo se nos va sin que podamos confiar en su solidez.

Dividiremos en dos partes desiguales esta reflexión. En un primer momento nosacercaremos a la cultura en general y a su sentido para el universitario; en un segundomomento aplicaremos lo anterior a una probable cultura universitaria. La cultura entendida asícomo mundo de la vida (Lebenswelt) y la cultura específica de un grupo humano. Si eluniversitario reconoce en sus modales y en sus ilusiones una forma de cultura, es más probableque pueda ser un hombre culto también en cualquier medio y en cualquier circunstancia.

Definiciones de la cultura

En documentos anteriores, el Centro de Estudios de la Universidad declaraba: Lacultura es "toda producción humana que se encuentre en un contexto que le dé su significado ysu valor" (¿Qué es la universidad? 1994).

Este primer acercamiento al contenido del concepto cultura nos coloca ante la demandade significación y de valoración. Una de las características de la vida universitaria es la tomade conciencia. El despertar del espíritu crítico se enfrenta a la realidad concreta. Estamos aquíante una primera posibilidad de hacerse culto en cuanto abrimos la conciencia para indicar lasignificación de todo cuanto nos rodea. Los objetos materiales o mentales con los que nosencontramos: las cosas de la vida diaria como los sentimientos que nos animan adquierenexistencia cultural cuando el hombre les ha dado un sentido, cuando los ha colocado en unacorriente creadora.

Siguiendo la misma línea, la cultura, dirían los fenomenólogos y los hermenéutas, es elconjunto estructurado de las significaciones; es decir un modelo. Es una descripción abstractade las tendencias hacia la uniformización (lo que no quiere decir encerrar a sus usuarios) de lacomprensión y de la interpretación de las palabras, las acciones y los artefactos de un grupohumano. Es necesario tener este "mapa" para decidir cualquier acción. Los instintos en elhombre ya no responden como en el animal porque tenemos la razón, pero no gozamos detoda la razón que esperaríamos; por eso el hombre necesita de este marco de referencia que esla cultura. Cada quien da sentido a su quehacer y a los objetos con los que se encuentra, secrea así un haz de significaciones que orienta la vida de un grupo humano. Muchassignificaciones son dadas por la larga historia de la humanidad, pero cada día son renovadasmuchas de ellas porque las condiciones que imperan son diferentes y el hombre es creador.

La suma de las significaciones dadas por los hombres es la cultura de acuerdo a estediscurso. Sus realizaciones concretas son la religión, las leyes y la organización social, ellenguaje ("la creación cultural por antonomasia" (Barajas, 1979, p.60)), el arte así como lascostumbres, sin olvidar los productos materiales como son las tecnologías, las casas, las ropasy las herramientas.

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Un riesgo para la cultura:la sistematización informática

La cultura se expresa en palabras principalmente. No descartamos las manifestacionesmusicales o pictóricas, pero no son las más. La creación de bases de datos electrónicos, graciasa la potencia de las computadoras actualmente en nuestras manos, representa un peligro paraesta expresión verbal. Tales bancos están ya en el punto de partida de una reestructuraciónrápida de los conocimientos que hasta la fecha no podemos definir con claridad. La elecciónde los elementos que deben incluirse o rechazarse en un banco de datos es ya una toma deposición epistemológica, cultural y, en algunos casos, moral. Este cambio se está dando poriniciativa de los informáticos que crean estos bancos. Es obvio, en las condiciones actuales,que los Estados Unidos de América son y serán cada vez más, por algún tiempo, lospromotores de estas nuevas informaciones. El criterio seguido para discernir lo que entra en elbanco de datos o no, para separar los sentidos aceptados o no son el fruto del modelo culturalestadounidense.

La computación, por razones de su misma estructura algebráica booleana en la que lossis y los nos son las únicas opciones, debe limitar el sentido de los conceptos manejados parageneralizar el uso de los datos almacenados. Se pierden los matices porque el espacio y eltiempo no permiten la presencia de estas limitaciones a la acción inmediata. La discusión, eldebate son eliminados a favor de una reducción de fácil entendimiento. La terminologíadeberá ser casi siempre biunívoca; es decir cubrir sólo un concepto cada vez. La riqueza denuestro lenguaje se reduce así y los matices de sentido que dan todo el color a la comunicaciónse pierden en una uniformidad esclerótica. No nos quedará más que aceptar el vocablo con elsentido indicado por los creadores de la base de datos. No habrá posibilidad de unpensamiento heterodoxo, porque ya no habrá diálogo. El diálogo es la única forma decomunicarse entre los seres humanos; es una exigencia existencial; sin él no logramos sernosotros mismos.

Elegir no recurrir a estas fuentes de información es marginarse a tal grado que nossituaríamos a un nivel muy débil de documentación. Finalmente deberíamos abandonar eltrabajo científico y consecuentemente un parte importante de la cultura. En efecto, la culturaactual es ante todo científica, lo que debe cambiar, como lo manifestamos, porque susrealizaciones superan y devoran la primera realidad que es la vida humana. Esta ciencia actuales hipertrófica. Inunda de esperanzas a la mayoría como si fuera a entregarnos una edad másfeliz, pero, ésa es su contradicción, nos lanza en un mundo de angustias y de nihilismo: lafrustración, los accidentes y otras manifestaciones de su poder incontrolado.

Corremos el riesgo de perder cualidades propias de la cultura hasta la fechaconsiderada como tal: el espíritu de análisis, la toma de distancia crítica, el sentido de losmatices, de la ironía y de la complejidad de las situaciones. En esta disolución tambiéncorremos otro riesgo que es perder el ejercicio permanente de la democracia y de laresponsabilidad ciudadana estructuradas sobre las cualidades mencionadas.

Más definiciones de la cultura

El hombre crea cultura en la medida en que se dedica a significar su entorno. De dondeque "La cultura es la provisión disponible de saber en el que los participantes de lacomunicación extraen las interpretaciones cuando se ponen de acuerdo sobre una realidad delmundo" (Rollet, 1992, p.105).

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Para alcanzar este objetivo, y que tal actividad se transforme en una manera de vivir, serequiere que la conciencia haya sido iluminada gracias al pensamiento riguroso, disciplinado ysiempre alerta. Desgraciadamente, las instituciones educativas (debemos incluir en ellas a launiversidad) se dedican más a la certificación del saber que a la búsqueda de su significación.

Interpretando a Paolo Freire (1994, p.9), Julio Barreiro enriquece este planteamientocuando nos dice que la educación es un acto de amor y de coraje. "Es una práctica de lalibertad dirigida hacia la realidad (...) busca transformarla, por solidaridad, por espíritufraternal". Abrir la conciencia no es una actividad racional sino que es un esfuerzo moral, porlo que es calificado como solidario y orientado a la transformación.

La cultura nace de este afrontamiento entre esta mente en busca de sí misma y larealidad. No es un acto que se encierra sobre sí, sino que intrínsecamente está orientado haciael exterior que son las otras conciencias. Por eso, la cultura es un "conjunto estructurado decomportamientos, conocimientos y valores compartidos por un grupo humano, el cual,normalmente tiende a protegerlos institucionalmente" (Palencia, en Pozas, 1990, p.345). Estoscomportamientos o esta conducta son aprendidos y compartidos: son pensamientos, acciones ysentimientos que no provienen de la génesis individual ni de la génesis del pueblo, sino queson transmitidos socialmente y son compartidos porque una buena parte de la población deeste grupo la practica habitualmente. No es un hecho estático, sino que la cultura es tambiénlos procedimientos para crear estos valores materiales y espirituales. Este procedimientoconsiste en la creación de símbolos, de donde el inicio de la cultura se ubica en la capacidaddel hombre para simbolizar. El resultado de este proceso es la suma y la síntesis de todos losproblemas del hombre y las soluciones aportadas a través del tiempo. La cultura es uncatalizador que permite al hombre relacionarse mejor con su tiempo y con la historia. Losobjetos comunes adquieren así nueva dimensión. Las soluciones que aportamos nacen de unaconcepción del mundo, centro o médula de la cultura. Este conjunto coordinado de maneras deactuar, de pensar y de sentir constituyen los roles que definen los comportamientos de cadaindividuo dentro de una sociedad.

La cultura no es la suma de sus partes, sino que existe una organización de sus diversoselementos para formar este todo. Es preciso conocer las estructuras de la cultura paraapreciarla y reconocerla. Las actitudes y las creencias de los miembros de la sociedad son lasportadoras de esta estructura.

Uno de los modos propios de los estudios universitarios es el pensar acerca de lo que sees y de lo que se hace. Frente a este ideal, hoy nuestra "cultura" se caracteriza por un numerocada vez menor de personas que quieren pensar. ¿Se puede seguir hablando de cultura ahídonde ya no se piensa? "Lo propio del espíritu humano no es el hacer cálculo, sino el saberque hace cálculos y lo que significan" (Elgozy citado por Jacques Ellul, 1977, p.110).Podemos ampliar esta reflexión a todos los ámbitos del estudio. Lo propio no es conocer lagramática, no es conocer la geografía: lo propio es saber que lo podemos hacer y esto implicaun retorno sobre sí mismo; eso mismo es el pensar como "método" central de la enseñanzauniversitaria. Samuel Ramos lo ve en estos términos: "La cultura es una función del espíritudestinada a humanizar la realidad" (Díaz Avila, s/f, p.115).

La ciencia acumula datos, nociones precisas, medidas exactas, pero no da ningunasignificación a estos datos. Habrá que considerar de nuevo nuestro papel universitario anteeste riesgo que es una desorientación ante la meta de crear cultura.

La cultura aparece entonces en esta significación, porque el saber que soy capaz dehacer estas operaciones mentales es darles un sentido; no es solamente utilizar una capacidadpara un uso pragmático.

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Podemos seguir más adelante esta misma reflexión. No sólo sé que sé hacer talesoperaciones mentales sino que, gracias a este proceder, todos los conocimientos adquiridos pormí son valorados. Es el lugar para apuntar cómo la cultura tiene un papel integrador de losconocimientos; gracias a ella se asegura su coherencia y ella transforma en saber lo que sinella sería sólo un amasijo de migajas. En el plano pedagógico, una sola pregunta puedeformularse en torno a los planes de estudio y los programas escolares: ¿este conocimientoforma el espíritu? Desgraciadamente, la información se antepone al conocimiento en lasprioridades sociales y el conocimiento precede la sabiduría. Así podemos hablar de crisis de lacultura formal.

La cultura será entonces el resultado de una reflexión del hombre sobre sí mismo ysobre el mundo que le rodea. Es una confrontación creadora; es una construcción de larealidad. Exige un esfuerzo de comunicación porque el esfuerzo es compartido y rompe eldesequilibrio provocado por la sobreespecialización del hombre contemporáneo. Se asomaaquí la interdisciplinariedad en el ámbito académico para comprender y transformar el mundo.Esta comprensión va dirigida principalmente a las relaciones existentes entre personas, objetosy sucesos; de ahí surgen las preferencias y los propósitos que permiten la acción ydesembocan en objetivos alcanzados.

Otra definición ofrecida por Mendieta y Nuñez (1936, p.116) completa: "la cultura esla manera como cada pueblo realiza su existencia". Implica lo que Malraux decía en defensade la originalidad del hombre como creador de cultura: "el conocimiento de lo que ha hecho elhombre, otra cosa que un accidente del universo" (Béjar, 1979, p.6). El hombre ha creado esteuniverso al darle sentido y esta creación y permanente recreación es lo que hoy llamamoscultura, tarea sin acabar en la que la universidad tiene honda responsabilidad.

Es también una interpretación del mundo y de la vida. Tal actividad se plasma en lasobras del hombre. Hemos encontrado la cultura creada por los que nos precedieron, la hemosasimilado; nos toca revisar sus valores y aportar nuestra visión para enriquecerpermanentemente esta herencia de generaciones anteriores. La cultura así vista es unaacumulación temporal de experiencias vividas por otros que nos precedieron. Nuestra inteligencia se forma en este crisol pero, a su vez, la hace posible. Laeducación desempeña por esta razón un papel fundamental en este proceso.

La educación, de manera específica la universidad, es la fuerza que mantiene e impulsaesta cultura y, para ello, estas instituciones deben crear en sus miembros el sentido de la propiacultura para que se conserve y sobre lo adquirido se construya lo novedoso.

Este trabajo que llevamos sobre nosotros mismos produce al hombre culto tal comoMax Scheler (1939, p. 72) lo señala: "Culto es quien posee una estructura personal, unconjunto de móviles esquemas ideales que, apoyados unos con otros, construyen la unidad deun estilo y sirven para la intuición, el pensamiento, la concepción, la valoración y eltratamiento del mundo y de cualesquiera cosas contingentes en el mundo".

Ser fuente de cultura es entonces crear personas cuya estructura mental les permita servaloradores del mundo, no sólo a partir del medio escolar, sino desde la actividad profesional.Ser culto es una proyección de sí en la interpretación del medio. "Dar cultura a un hombre,[entonces] significa (...) cult ivarlo por debajo y desde arriba, imprimir a su personalidad unacierta dirección, contener el alboroto de sus estratos primitivos en el cauce de una norma"(López-Ibor, 1964, p.128-129). La dirección asumida por la persona es la que darásignificación al entorno.

La cultura, extensión de la vida (Janicaud, 1992, p.77), es como ella dinámica. Es unmovimiento en el que se aprehende, pero nunca completamente. Es un actuar permanente

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como lo es la vida del espíritu que se expresa en la lectura, la escritura, el diálogo, todasactividades centrales del quehacer universitario. En las aulas, los laboratorios, las bibliotecas,las cafeterías y los pasillos vuela el espíritu en estas manifestaciones. El mismo autor cita aDescartes que decía en su Discurso del método: "He sido alimentado de letras desde miinfancia...". Las letras permiten la expresión del hombre. Es la herramienta más importantepara nuestro desarrollo.

La cultura es un haz de posibilidades que la universidad reaviva permanentemente. Sudin mica se cifra también en la posible transferencia de grupo a grupo y, aceptada o rechazada,puede ser interpretada de nuevo en cada ocasión.

La democratización, fenómeno occidental que abarca la mayor parte de las instanciassociales, juega un papel sobre el que debemos alertar nuestra conciencia. Esta democratizaciónalcanza las costumbres y la misma cultura en cuanto impone un relativismo que aminora losvalores. Dos posturas se han observado: optar por la Gran Cultura o entrar en la confusión deésta con la cultura ordinaria donde "todo se vale". El otro camino consiste en rebasar laquerella entre antiguos y modernos y salir en busca de los valores estéticos y morales quepuedan irrigar la sociedad democrática. Así liberaremos esta sociedad de la vulgaridad y de laasnería.

La cultura y el hombre

"La causa eficiente de los fenómenos culturales es, incuestionablemente, el hombre: laspersonalidades individuales que están ubicadas en la trama de las relaciones interpersonales ysociales" (Kroeber, 1952, p.114, en Kneller, 1974, p.42, nota 23). No es obra del individualistasino de la persona relacionada con los demás y con su entorno. No es el hombre sincalificativo, es el hombre consciente de sí que ha alcanzado esta realización personal gracias aldiálogo con el tú, con el Ustedes, con el cosmos y con el Absoluto (Buber).

La cultura, como lo indicábamos, es el conjunto ordenado de las significaciones.Podemos ampliar esta definición con un aporte de Ortega y Gasset: "Es el conjunto de ideas ycreencias que permiten al hombre orientarse en el mundo y desarrollar su vida en términos deproblematización, de quehacer, de preocupación, de destino, de misión" (en Bonvecchio,1991, p.262, nota 8). El mismo Ortega diría en Misión de la Universidad: "es el sistema vitalde las ideas de un tiempo" (Prieto, s/f, p.5). La educación de cualquier nivel y de cualquiertipo, entiéndase técnico, científico, humanístico o social, lleva implícitamente, la mayor partede las veces, una concepción del hombre. Esta concepción guiará la creación de esta culturaporque no podemos hablar de cultura si no es en relación con el ser humano. Estamos ante unsistema de ideas desde las cuales se vive. En términos freudianos, es un super yo que busca unarquetipo; "por ello hay no sólo un concepto de la vida, sino un estilo de vida, o sea, unamanera de ser. Esta es la proyección intemporal y eterna de la cultura" (López-Ibor, 1964,p.63-64).

La vida universitaria permite a quienes la disfrutan para su desarrollo intelectual ymoral hacer explícita esta visión del hombre. No sería lo más indicado designarse creador decultura si no se tuviera de antemano cierta claridad conceptual en torno al centro de interés dela educación. Por eso una base mínima de filosofía se impone para que esta integración de lossaberes y sus valores alcance la categoría de cultura (Basave, 1971, p.64).

"La teoría (o más bien la filosofía) y la literatura, cada una a su nivel y a su modo,tienen por tarea deshacer las mallas del discurso dominante que reduce lo vivido al silencio"(Gorz,1991, p.115). Desgraciadamente, la filosofía se ha reducido a una mera valoración

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histórica o filológica. Así es como podemos afirmar que la filosofía ha desaparecido de launiversidad y consecuentemente podemos juzgar el valor cultural de las universidades (ver aNietszche sobre este tópico). Tenemos así una bella significación de lo que puede esperarsecuando la cultura está presente: dar la palabra a la vida.

La vida de la mayoría es reducida al silencio por la ausencia de cultura, porque la vidapara muchos se compone de gestos repetitivos que sólo tienen un sentido (la producción,muchas veces, o el mantenimiento de las condiciones externas); por ello se tornan monótonasy conducen a la depresión y al abstencionismo social. La cultura juega un papel de primeraimportancia ante esta demanda oculta, silenciosa, inconsciente de una mayoría alejada de ellapor un sistema social y educativo más interesado en crear "epsilones negativos" (This bravenew world) que los alfas que deberían guiar sin oprimir.

Refiriéndose a los países del Este, antes del descongelamiento actual, leíamos de JuliaKristeva: "Es necesario hacerles tomar conciencia de la importancia de las ciencias humanas,de la literatura, de las artes. No se trata solamente de la transmisión de fetiches culturales sinotambién del aprendizaje de un arte de vivir. Hay una necesidad moral, al lado de la necesidadeconómica, que pasa por la revalorización de estos códigos de civilidad que puedeaprovecharse de la memoria de los de mayor edad y de la inquietud de algunos jóvenes"(Dhorquois, en Kristeva, 1991 p.84).

Un dato complementario enriquece lo que habíamos indicado inicialmente: la calidadde la vida. Indudablemente que la cultura implica esta calidad de vida, a menudo confundidacon cierto hedonismo. No es así porque la calidad de vida no se logra sin el sacrificio, y elmantenerse en un alto nivel de calidad de vida lleva consigo serios esfuerzos. Los códigos decivilidad, por ejemplo, son una exigencia permanente de atención a sí mismo en las relacionesque llevamos con los demás.

"El hombre se realiza en la medida en que llega a participar plenamente de su cultura yconvierte las aspiraciones de ésta en suyas propias. A la inversa, cuanto más centrado en símismo sea un individuo, más limitada será su personalidad y más proclive está al suicidio"(Durkheim, en Kneller, 1974, p.34). Esta es la calidad de vida hacia la que tendemos. Lacultura es el medio en el que nos hacemos en un proceso de dar y recibir.

El sentido de la educación

El medio en el que nos encontramos hoy, desgraciadamente, no favorece esta búsqueday este proceso de transformación. La historia no presenta momentos paradigmáticos parailustrarnos y liberarnos de la duda. La educación se da en todas partes; todos los hombres ytodas las mujeres la reciben de los muros de las calles con sus propagandas comerciales ypolíticas, en los libros que algunos leen, en los espectáculos artísticos o vulgares. ¿Quépensaríamos de tal educación en el pueblo griego (hombres, mujeres y esclavos) ante lapresentación de las tragedias, donde los grandes problemas que se plantea el hombre erantratados para educar? Y podemos intentar una comparación con el espectáculo cotidiano de lamayoría en los programas de televisión.

La revolución tecnocientífica ha producido este abandono de la conciencia popular aestos productos de la difusión masiva. Otrora la escuela hacía caminar gradualmente hacia labelleza y la verdad sin separar los conocimientos en ciencias duras o blandas. La universidadha seguido un esquema disgregador y aleja los modos de acercarse al conocimiento al dividirel conocimiento en tajadas que aisladamente no son aptas para construir la cultura.

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La ciencia si es una, como lo es, sí nos acerca a la cultura, es ella misma un dato de lacultura cuando adquiere sentido para el hombre. Villoro apunta: "Si queremos que laenseñanza de la ciencia refleje su íntima conexión con la cultura global de su tiempo, creo queno deberíamos dejarnos guiar por un ideal de integración humanista, motivo de justa añoranzapero irrealizable en nuestra época, sino por el examen de las características del saber científicomismo. La enseñanza de una ciencia debe dar una idea del sentido de la actividad científicapara la sociedad, del papel que ocupa en el sistema de nuestras creencias, de sus fundamentosy límites; y nada de esto puede hacerse sin la enseñanza de ciertas materias de cienciassociales o de humanidades" (El colegio, 1979, p.41). Las humanidades, que son más que elesqueleto de las formas de pensar y de sentir del mundo antiguo, son una fuerza actual quepermite la vida interior y promueve la perfección humana.

Surge así una angustia para quienes (universitarios), por nuestra colocación ante lasociedad, para ella y en ella, están obligados a ser creadores de cultura. La estética de la vida,la ética de las relaciones humanas, la conceptualización del hombre, su destino o su proyectose han ocultado detrás de una masificación de los medios y de las mentes deshabituadas alcompromiso personal, solitario ante la demanda de la conciencia de ser más.

La República en Europa y nuestra Revolución en México nos han dejado una doblecultura. Ciencia y literatura, norma y sentido, razón y fe son los núcleos sobre los que sedesarrolla la cultura de cada quien. De ahí que criticar la ideología del progreso o la evoluciónde las tecnociencias se torna tendencioso al afirmar uno de los polos en contra del otro. Lomismo puede decirse en el sentido contrario. La lucha también se da entre tradición yargumentación, entre convicción y procedimiento, contenido de vida y formalismo jurídico.Estas oposiciones no nos acercan a una reinstalación de la cultura. Tal vez debamos atender lainvitación de Paul Ricoeur que hablará de las convicciones (no es sólo opinión porque implicacompromiso) y la confrontación argumentada entre ellas.

El racionalismo cartesiano vino a romper el encanto de esta vida plena del artesano queacaricia su obra, realización de su pensamiento y de su amor, esta contemplación de losmanantiales y de los bosques que alegraba el corazón de los paganos, concluyó la edad de lascatedrales o de las carabelas, todo este mundo estaba lleno de la voz humana y su presencia sepalpaba en la obra. Aun cuando podamos sentir nostalgia ante un mundo definitivamentepasado, podemos extraer de la experiencia de estas épocas remotas el sentido de lo que puedaser nuestra cultura hoy: la presencia de la voz del hombre, su presencia entera en la obra y enel discurso.

El papel de la universidad

El espíritu tradicional universitario se caracteriza por la posesión y la conciencia de losvalores culturales, estén donde estén, porque en cualquier manifestación humana podemosencontrar la cultura.

Decíamos que la universidad es generadora y protectora de la cultura. Más aún secaracteriza por ser cultura de la conciencia: "esto es una cultura en que se valora, se practica yse conoce --incluso se reflexiona sobre o se analiza-- a la conciencia" (Palencia, en Pozas,1990, p.368). La cultura en la universidad es la cultura de la razón como ejercicio de crítica.

Como la universidad, la cultura es espíritu y no materia. Más que la suma de losconocimientos adquiridos y difundidos, es un impulso que genera valores. Miguel Bueno lodice en estos términos: "Podemos caracterizar a la universidad como un laboratorio del saber,como una institución donde se incuban las nuevas formas de cultura y se exponen en la cátedra

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para su discusión (...). Se trata de un 'laboratorio de valores', ya que la actividad inquisitivadebe dirigirse, en último análisis, a la cuestión de los valores, mediante la afirmación de los yaexistentes o el descubrimiento de otros nuevos" (1962, p. 85-86).

Debemos afirmar permanentemente: "los fines fundamentales de la universidadpresentan una jerarquía: cultura, ciencia y profesión" (Basave, 1971, p.177). Esta frase,cortada sin rebaba, apunta hacia lo esencial: la universidad es ante todo un centro de cultura."La cultura es el último fin que la naturaleza ha tenido razón de poner al género humano"(Kant, cit. por López Calera, 1990, p.23). El universitario es capaz de preguntarse para escogerlos propios fines (Kant, también): tener conciencia de sí y del mundo circundante. Estacapacidad es finalmente la de ser libre.

De nuevo, en la universidad no se viene a aprender a hacer algo; la universidad noeduca para hacer algo; "por el contrario, los adiestramientos existen en beneficio de la cultura,que carece de toda finalidad externa en beneficio del hombre perfecto" (Díaz Avila, s/f, p.52).Se entiende adiestramiento en un sentido amplio: el aprendizaje a pensar es uno de ellos. Nose trata de un adiestramiento como un modo de domesticación.

La cultura que se gesta en la universidad es el resultado de una crítica que en la libertadde la cátedra se expresa, pero el aspecto central se encuentra en el valor que es una dimensiónimportante de la significación. Nótese que el aspecto crítico es importante porque el niñodemasiado "aculturizado" se vuelve rígido cuando es adulto. En una sociedad cambiante esnecesario educar la capacidad de juicio que permita la apertura mental y la flexibilidad. No escaer en el diletantismo, sino asegurarse de que cualquier acción sea razonada.

Los universitarios aprenden primeramente cuáles son los valores, crean nuevos valoresfrente a las realidades de su mundo y viven en el claustro académico la nueva cultura queresulta de estos estudios. Afirmar lo existente valioso implica un respeto a la Tradición y unespíritu crítico; descubrir lo nuevo implica el espíritu de investigación, de análisis y de juiciosobre lo dado en este momento.

Ante nosotros se levanta una demanda social hacia la universidad: el estudio de lasinstituciones sociales y de los valores morales o la historia social de las obras culturales(ciencias, filosofía, derecho, arte) que nuestros antepasados han dejado en el tiempo. No bastacon limitarse a las realizaciones literarias o artísticas, es necesario unir el conjunto de estasadquisiciones.

Este estudio nos mostraría el proceso seguido a través de los siglos para lograr losavances que disfrutamos y así crear las nuevas instituciones culturales que necesita nuestraépoca.

En estos estudios y meditaciones, el universitario reconocerá que los valorestradicionales como son la justicia --jueces no corruptos--, la entrega --funcionarios íntegros yeducadores dedicados a su tarea--, la conciencia profesional no son considerados como tales.Hoy domina el valor dinero. La cantidad de dinero que se ha logrado acumular de cualquierforma es más representativa de la "calidad" de tal o cual individuo que sus cualidades morales.Cada cultura, según Kroeber, se especializa. La nuestra "estimula el deseo humano deacumular riquezas y mostrarlas a través de objetos materiales" (en Kneller, 1974, p.70). Si estaapreciación es muy estadounidense y tal vez de los países del llamado primer mundo, no dejade verse cada vez más en nuestro medio influido inexorablemente por las imágenes del Norte.Pero más allá de su origen, esta visión de la cultura es muy restringida y, en este sentido, nocorresponde a la idea que ha presidido esta reflexión. Era útil incluirla aquí porque es así comomuchos en nuestro medio la entienden o la reducen.

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Las modas ocupan un lugar importante en las relaciones sociales; a veces arrasan conla tradición cultural cuando se imponen para el comercio o en función de ciertas ideologías. Launiversidad no es ajena a este proceso que a veces se ha confundido con la modernidad, peroque puede ser destructivo. Proteger los valores es liberarse de las modas, porque la vidauniversitaria es liberación de la esclavitud de las estructuras. La formación universitaria essólida en cuanto descansa sobre los fundamentos inquebrantables del saber. En eso sereconocen a los auténticos universitarios, en este profundo enraizamiento en la tradicióncultural. Notamos así que el estudiante o el académico no pueden desligarse de su medio. La cultura no se encuentra en la abstracción de la reflexión teórica, no se encuentra enlos libros, ni en las obras de arte; la cultura se encuentra en la vida de los hombres y de lasmujeres individualmente considerados o en grupo. Estar cerca de ellos es condición sine quanon del descubrimiento de la cultura y, a partir de este conocimiento, crear nuevos valoresconstitutivos de la misma cultura. Monsivais dice: "es un modo de vida o comprensióngeneralizada y no discutida de la realidad" (en González Casanova, 1984, p.25).

Habermas aporta el concepto de ilustración aplicado a la cultura y la define como unsacudirse de un estado de tutela "para alcanzar una mayoría de edad por la que el individuo seadueña de sí en todas las dimensiones (...). Scheler hacía consistir esta mayoría de edad en el'telos' de un proceso evolutivo, de un proceso de formación" (Díaz Avila, s/f, p.95). El fin dela educación es entonces la realización plena del ser humano. Esta es la función de launiversidad. José María Luis Mora completa la idea: "Donde hay amor al saber, educaciónliteraria y científica, amor a las letras y a las artes, y protección y galardones para los quesobresalen en el cultivo de la inteligencia, hay cultura" (en Díaz Avila, s/f, p.118). Es éste unproblema importante cuando de la cuestión universitaria se trata. La organización de la culturasuperior es un fundamento de la libertad de un pueblo. La universidad, por consiguiente, estállamada a conducir la sociedad hacia estos más altos niveles de desarrollo.

Se ha hablado de la cultura oprimida: es aquella que no tiene las instituciones paraproducir el conocimiento que permita modificar o adaptar los proyectos de sociedad. Contraesta cultura se levanta la alta cultura liberadora que nace en la vida universitaria.

No nos engañemos: la cultura no es única: lo vemos al profundizar en los valorespropuestos. "En los países subdesarrollados, las clases dominantes y dominadas no provienende la diferenciación de una formación anterior. Sus prácticas sociales jamás tuvieron quesumarse para hacer frente a retos comunes, salvo en brevísimos períodos históricos. No sepercibe ninguna razón para que compartan un mismo marco de pensamiento y un mismosistema de valores" (Casimir, en González Casanova, 1984, p.63). Este planteamiento noscoloca ante una pregunta de difícil respuesta cuando tratemos de la función de la universidad.¿Deberá colocarse en uno de los dos polos o podrá permanecer neutra, limitándose entonces aaspectos muy generales o vagos de la cultura?

Se plantea así el concepto de cultura elitista caracterizada por el ind ividualismo, lacompetitividad y promotora del éxito personal. Esta "cultura" impide la creación de unacomunidad académica porque no todos gozan de la misma dignidad sino que en ella semantienen los privilegios cuando no los prejuicios. No debe confundirse con la alta culturaanunciada. A ella se dedica la universidad cuando desarrolla métodos que promuevan lacreación permanente, desarrolla el arte de inventar, favorece la imaginación.

La teoría que estudian los investigadores debe referirse a la vida real, no a otra teoríaso pena de vaciarse de sí misma. Trascender los límites de su conocimiento es la tarea centraldel universitario porque sólo trascendiéndolos puede pensarse en darle un sentido. Para ello

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deberá guardar la humildad y permanecer a la escucha del discurso popular, después de unarevisión crítica.

Para crear la cultura, para aplicarla y para difundirla, la universidad promueve unaeducación integral de tal forma que se vinculen los valores culturales con el mismo proceso deenseñanza. La cultura es un derecho de todos; para que se convierta en aspectos traducibles yeficaces es urgente que las universidades analicen sus programas. Busquemos un parámetro: labase de esta revisión será "la vinculación entre la ciencia y las humanidades" (G. Velázquez,1995, p.2C). El autor citado amplía su punto de vista al decir que la unión debe darse entre laciencia y la cultura. No compartiría su opinión en la que opone ciencia y cultura porque laciencia es un componente importante de la cultura. Tal vez se trata aquí de ciencias llamadasduras que olvidan (es decir que la dejan a un lado: olvido voluntario) al hombre y, en estecaso, habría que aclarar que sólo porque olvidan al hombre se encuentran fuera del ámbito dela cultura, porque como tales sí son un constitutivo importante de ella.

Antaño en la universidad se daba la primacía al humanismo. Hoy esta manera deenfocar los estudios ha desaparecido y en su lugar se ha impuesto la especialización científica.Esta manera de acercarse al saber no suministra una educación intelectual completa porquetiende a desintegrarse en sus aplicaciones tecnológicas. El especialista científico o técnico nopuede llamarse una persona cultivada, sino que se convierte en instrumento al servicio delindustrial o del burócrata. Pero no hay razón alguna para que se prive al tecnocientífico de unavisión en que prevalezca el hombre y su espíritu sobre la materia.

En pocas palabras podemos precisar el contenido de esta cultura. Es una enseñanzamoral, es atención a las necesidades de la comunidad, es sentido de la libertad y de laresponsabilidad, es respeto de la humanidad en cada persona individual. El resultado produciráuna persona crítica, ética, reflexiva, analítica e innovadora: ésta es la figura del universitarioculto y capaz de transformar el medio.

En México esta tradición es indígena, española, judeocristiana y últimamente técnicapor la influencia de los países industrialmente desarrollados, entre ellos sobre todo los EstadosUnidos de América. En cada una de estas fases concomitantes, hoy, para cualquier mexicano,el universitario encuentra lo valioso que debe afirmarse o rescatarse y prevé, en la estela deesta corriente de siglos, los valores que se asoman en el horizonte para extraerlos de suimprecisión y darles su significación en nuestro contexto.

Por algún tiempo (ver Rafael Tovar y Teresa, 1994, p.35), se entendía la educación y lacultura como pilares del nacionalismo. Guiaba este proceso la búsqueda de la unidad nacionalque aboliera las diferencias raciales o regionales así como para elevar a la poblaciónculturalmente y en consecuencia económicamente. Ubiquemos estas reflexiones en la épocaposrevolucionaria, de 1917 en adelante. Esta referencia es necesaria para que reconozcamoslos cambios que se han dado en este siglo en esta materia. En efecto, hoy sabemos que lacultura es universal aun cuando sea un proceso de búsqueda de la identidad. Será diferencialcuando los problemas específicos exijan soluciones concretas y a veces únicas.

La universalidad debe buscarse más en la estructura de los modelos culturales que enlos contenidos. Todas tienen hábitos materiales, mitología, conocimientos científicos, sistemassociales y otras. Ahí encontraremos lo perenne y aprovecharemos aquello que ha producido lasculturas más exitosas para el desarrollo del ser humano.

En la universidad, las ideas se estiman por lo que valen. Nos liberamos de una visiónfuncional en la que vale sólo lo que sirve; la universidad forma seres humanos pensantes noprimeramente hacedores.

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Este espíritu crítico permite al universitario salir de una tendencia a la igualaciónimpulsada por el "sistema socioeconómico" vigente en la que sólo aprendemos a adaptarnos aeste medio social o técnico. La universidad no es un simple adiestramiento en las ciencias o enlas técnicas; tiene un sustrato de cultura humanista que podemos encontrar en todas lasescuelas y facultades, mientras guarden las características de ser centros educativosuniversitarios y no meramente profesionales-técnicos.

Por esta razón la universidad es criticada por la sociedad que no reconoce la calidad deesta protección y creación de la cultura. Para ella parece que la universidad es una ínsulaalejada de los quehaceres y de las inquietudes del país. Esta misma sociedad sólo espera que launiversidad siga siendo una "escuelita" (Uribe, 1984, p.22) profesional. La universidad, por locontrario, es formadora de guías sociales. ¿Estar n convencidos de ello los mismosuniversitarios?

La búsqueda de la excelencia, lema propagandístico de los años ochenta y noventa denuestro siglo, ha sido definida como esta habilidad para influir en los estudiantes y en losmaestros y orientarlos hacia un desarrollo personal académico y valoral. Esta novedad de vida,resultado de esta persecución de la excelencia, es la cultura en la que aparece el desarrollo deun eje en el que se injertan los valores y a partir del cual surgen las significaciones.

Nuevos valores

Ya se perfilan nuevos valores que deberá asumir la universidad después del debidojuicio crítico. El mundo tal como se desarrolla hoy es un conjunto en el que las partes seaproximan cada día más y se interrelacionan más íntimamente. El desarrollo social deluniverso (pensemos en las miserias sanitarias y educacionales de muchos), la consolidación dela paz (pensemos en las guerras permanentes desde la IIa Guerra Mundial), la protección delambiente (pensemos en la pérdida de especies animales y de la biosfera, de la destrucción dela capa de ozono, del calentamiento del globo terráqueo) y la creación de canales apropiadosde cooperación internacional (Bartlett, 1991) todos estos proyectos implican una nueva visiónde la educación empezando con los niveles básicos. Deberemos abrirnos a estas necesidadescomunitarias que expresan nuevos valores culturales.

Conclusiones y sugerencias

En resumen concluimos que la universidad desarrolla o debería desarrollar la cultura ycrea un clima cultural porque los universitarios deben llegar a ser guías sociales. Sin estareferencia, sin este medio humano no sería posible cumplir con esta función central de launiversidad.

Veamos los elementos que hemos tratado para aplicar a la vida académica, losreforzamientos o las correcciones de las prácticas que nos llevan a esta meta.

Toma de conciencia

El universitario es una persona que ha adquirido la costumbre de retornar sobre símisma en la reflexión y en la meditación; se descubre humano, falible y lleno depotencialidades. Esta toma de conciencia se da igualmente en el encuentro con los demás, loque le permite hacerse una visión del mundo abierta gracias al aporte de otras visiones quenacen en los estudios de todas las disciplinas. Ubicar al hombre en este cosmos material y

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espiritual es el primer paso para guiar las acciones sociales, políticas o económicas, y conducirla sociedad hacia mejores condiciones.

Para lograr este objetivo la universidad deberá ampliar sus áreas multi einterdisciplinarias, no sólo en la edificación de planes de estudio con estas características, sinotambién (y tal vez sobre todo) en crear ambientes en los que los estudiantes y los maestros seencuentran para dialogar y debatir. Cafeterías, salas de conferencia o de concierto, pasillos,exposiciones son lugares y momentos ideales para promover estos encuentros.

La observación del mundo en el que vivimos es otra dimensión de este proceso. Paramuchos universitarios, más entre los jóvenes y en algunas facultades bien identificadas, lalectura del periódico no es costumbre. Los buenos maestros son los que saben hacer referenciaen sus cursos a los hechos diarios y relacionarlos con la enseñanza sistemática y así abrir lainquietud por informarse acerca del mundo en el que vivimos.

Con este proceder podremos afirmar que el universitario recoge las ideas de su tiempoy las eleva a niveles superiores al interpretarlas, juzgarlas y aportar nuevos puntos de vistacríticos.

Pensar

Hemos apuntado, en muchas ocasiones, que pensar es la actividad central de launiversidad y es el objetivo que perseguimos todos cuantos nos dedicamos a esta enseñanzasuperior calificada.

Gracias al esfuerzo del pensar formamos el espíritu. No es la simple repeticiónmemorizada, no es el simple levantamiento de información en bibliotecas o en el campo, sinola interpretación de las ideas. Es acercar ideas convergentes o divergentes y obtener de estaoperación una nueva idea que enriquece el pensar universal. Pensar permite abrir la mente yfortalecer el juicio. Estas acciones son centrales en la actividad intelectual del universitario.

En la práctica se educa en el pensar cuando las clases no son magistraleshabitualmente, sino más dialogantes. Para ello el alumno debe llegar preparado a la sesión detrabajo conjunto. Universitario que no lee antes de las clases, no aprovecha la enseñanza.Maestro que solo repite un mismo contenido, obtenido de la lectura pasiva de algunos libros,no desarrolla la crítica ni el juicio.

Dos cambios importantes deberán darse: estudiantes más comprometidos con suquehacer que es estudiar (entiéndase no sólo memorizar, sino comprender y asumir) ymaestros más inquietos en asumir en sus cursos los aportes del conocimiento universal.

El pensar desarrolla también el espíritu crítico con tres consecuencias o efectos. Elespíritu crítico nos permite salir de una tendencia a la igualación. Domina en nuestro mediosocial (propagandas de todo tipo) un movimiento descendente hacia niveles inferiores de ser,en los que todos deberíamos ser iguales, todos compradores o consumidores de objetostambién estandarizados para facilidad comercial. La crítica nos libera de esta tendencia y nospermite emerger y salvarnos de esta reducción en la que perderíamos todas las opciones depleno desarrollo. La crítica nos permite dar significación a lo que nos rodea; tanto los objetosmateriales como los objetos mentales requieren de una actualización permanente. Lassignificaciones dadas en otras condiciones a veces pierden su valor y se debilitan. Eluniversitario tiene por función, también prioritaria, significar de nuevo los sentidos agotados ocrear nuevas significaciones ante los cambios que se operan en su entorno.

Este juego de significación se desdobla en la creación de símbolos. Los humanos noscomunicamos y progresamos en nuestra relación interpersonal gracias a la simbolización.

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Cuanto más densa sea esta simbolización y cuanto más extensa sea, mayor será la capacidadde la sociedad de resolver sus conflictos.

En el práctica, los profesores son los que tienen la mayor responsabilidad en estecampo. Su disertación será crítica. No se recibe la ciencia como dogma; no se reciben las arteso la literatura como dogma. La práctica constante de crítica del material cultural sobre el quetrabajamos será el mejor adiestramiento para que los alumnos se acostumbren a esta manera deenfrentar los planteamientos de los saberes o de las informaciones sobre las que trabaja.

El investigador, por supuesto, es el otro responsable de esta educación. No es posibleinvestigar sin poner en tela de juicio el antecedente científico del objeto de estudio o de lametodología utilizada anteriormente. Más aún el investigador es crítico de los otrosinvestigadores. Es ésta una función que aun no se cumple en nuestro medio, por razones"culturales", pero merece ser atend ida como parte de la búsqueda de la verdad, propia de losinvestigadores.

El pensar crítico finalmente nos hace libres y responsables. Libres porque se desatanlas ataduras del pensamiento esclerotizado y responsables porque la crítica nos obliga acomprometernos con una opción diferente.

El pensar desarrolla el espíritu analítico. Las distinciones, las clasificaciones, eldiscernimiento de causas, de justificaciones, la valoración de los argumentos son actividadesanalíticas. Pensar nos conduce a desarmar cada vez con más precisión el discurso propio y elajeno. Sobre esta base de análisis podremos reconstruir el mensaje científico o humanístico osimplemente cultural para educar y llevar a mejores fines.

Resultado esperado

Cuando este proceso se haya fortalecido, podremos esperar una unidad de estilo entreuniversitarios que se reconocen por el lenguaje utilizado, pero sobre todo por los modos deabordar la realidad. El universitario dialoga permanentemente y critica sin temor. Va al fondode los asuntos y busca y descubre causas eficientes de lo que acontece. El universitario seencuentra con sus iguales ante la búsqueda de soluciones a los problemas de su trabajo,industria, comercio, comunicaciones o relaciones humanas.

El estilo universitario está constituido de reflexión honda y de referencias culturalesamplias. Es también el hombre de los matices porque sabe que la verdad solo se encuentra enellos.

El resultado esperado es también la madurez intelectual en la realización plena de supersona: madurez intelectual que se caracteriza por el abordaje de los asuntos en los quetenemos injerencia, madurez intelectual que es una seguridad personal ante la dificultad o laurgencia de atender los problemas.

Necesidades

Para alcanzar estos objetivos apuntamos algunos otras necesidades que deberemoscubrir.

Las letras son parte estructurante de la vida universitaria. Sin la correcta capacidad decomunicarse o de expresarse, de poco servirá la formación del espíritu. Una de lascaracterísticas apuntada es precisamente la creación de un discurso significante de la realidad.El discurso es una expresión verbal; el dominio de este modo de ser es condición para el éxitode la empresa universitaria.

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Las letras no son solamente el aprendizaje de la gramática o de la redacción como aveces se cree al establecer cursos de esta naturaleza en los planes universitarios. Las letras sontambién la literatura de todos los siglos y de todos los continentes. El universitario leepermanentemente las obras de todas las épocas y de todos los lugares, porque en ellasencuentra la vida de la humanidad y se reconoce en su búsqueda de sí mismo. La toma deconciencia también arranca en este proceso de autoeducación en la proximidad de lasvivencias de todos los hombres.

La filosofía es otro requerimiento para hacer progresar el espíritu universitario. Loapuntamos anteriormente: no se trata de una repetición de nombres de autores o de fechas o detítulos de obras, sino del proceso de hacer de nuevo el camino que han seguido los grandespensadores de la humanidad: pensar como ellos pensaron, construir de nuevo el argumentoque aportaron y juzgar su validez. Se aprende a pensar pensando con quienes ya han transitadopor estos caminos. La filosofía no es un conjunto de asuntos mentales tratados de una vez ypara siempre; es un proceso en el que el estudiante o el investigador o el profesor se insertanpara su propio desarrollo.

No se leen las obras de filosofía para enterarse primeramente de su contenido, lo quesería una visión historicista de la filosofía, sino para seguir el pensamiento del autor. Losfilósofos profesionales, por su parte, sí se dedican al contenido de las obras porque existe unacontinuidad de pensamiento, y la creación filosófica actual es siempre prolongación ocorrección de un pensamiento ya adelantado en épocas pasadas.

Este modo de acercarse a la filosofía estará presente en todas las carreras, desde laescuela preparatoria, como manera de educar la mente. ¿Cómo han pensado al hombre?¿Cómo han pensado la vida social o política? ¿Por qué han llegado a estas conclusiones?¿Cuáles son los apoyos mentales con los que contaban? Las respuestas a estas preguntas nospermitirán crear nuestro propio modelo de solución y acercarnos a respuestas másconvincentes que la simple observación o la acumulación de datos inconexos.

La práctica filosófica permite deshacer el discurso dominante, discurso comercial,cultural o político que es repetido por todos los medios. Sin esta defensa, constructiva de unnuevo discurso, correríamos el riesgo de perder la libertad de pensar.

Un segundo efecto positivo de esta reflexión filosófica es el aprendizaje a vivir. Existeuna traducción del término filosofía que admite como válido pensar que se trata de unadisciplina o un arte que nos forma y nos enseña la sabiduría como arte de vivir: la visión delmundo, el conocimiento de los hombres que brotan del estudio filosófico como modo depensar y como introspección permite desenvolverse en el mundo con mayor seguridad ymayor éxito.

Finalmente el recurso a la filosofía desarrolla en nosotros y nos permite aplicar uncódigo de civilidad. Es decir la aptitud a desplazarnos en el mundo con un bagaje intelectual yemocional que convence y orienta hacia la convivencia. La civilidad es entendida ahora comoesta virtud del estar en comunión con otros dentro de un espacio reducido como es el de laciudad, reducido en el sentido que el encuentro con el otro es permanente y exige reglas paraevitar enfrentamientos inútiles y, sin embargo, muy frecuentes. Es un código para cada quien,pero es también un código que se enseña en el medio, mediante el ejemplo del éxito obtenidoen su cumplimiento.

El último requerimiento que considero debe ser atendido en una universidad que sedesenvuelve en y para la cultura es la investigación. Gracias a este ejercicio permanente detodos los integrantes de esta institución, lograremos trascender los límites del conocimiento.Este es el verdadero objetivo que persigue la investigación y con ella se transforma la vida de

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la universidad. No habrá cultura, ni habrá posibilidad de difundir cultura, si no hay estabúsqueda permanente. La cultura, como lo hemos visto, no es un cúmulo de hechos, ideas,representaciones del pasado, sino que es vida en permanente evolución.

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