que es la biblia y como leerla

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¿Qué es la Biblia? ¿Cómo leerla? ¿Para qué me sirve leerla? Seminario Taller de Introducción a la lectura de la Biblia – Catequesis Familiar Hch 8,26-40 2 Tim 3,14-16. - ¿Qué quiere decir este pasaje? - ¿A qué se refiere este texto? - ¿Qué significa esta figura? - ¿Cómo voy a leer la Biblia si no la entiendo? De la Biblia hay muchísimas versiones o traducciones hoy en día, pero lo que usted debe tener en cuenta es que tenga buenas notas a pie de página, mapas, cronología o historia, para que poco a poco pueda comprender mejor la Palabra de Dios. Si usted ya tiene Biblia le sugerimos hacer este curso con la Biblia que tenga, pero si quiere hacer un estudio más minucioso evalúe cual versión le conviene más. Nosotros recomendamos la Biblia de Jerusalén de Descleé de Brouwer, de Bilbao, España (con excelentes notas). En segundo lugar “Biblia del Peregrino” traducida por Luis Alonso Schökel. En tercer lugar “Biblia de estudio Dios habla hoy” de Sociedades Bíblicas Unidas. ¿Qué es la Biblia? La Biblia más que un libro es toda una biblioteca de escritos inspirados por el Espíritu Santo, por tanto Palabra de Dios en palabras humanas, que recopilan canónicamente la historia de la salvación y nos llevan a la experiencia de vida eterna en Jesucristo: plenitud de la palabra del Padre; Pero debemos comprender algo muy importante, leer la Biblia no solo es tener la posibilidad de leer “una biblioteca”, sino de lograr por medio de ella el encuentro con la persona de Jesucristo Vivo, como dice el Evangelio de San Juan: “La Palabra se hizo hombre” (Jn 1,14) Con razón San Jerónimo después de traducir toda la Sagrada Escritura desde el hebreo y el griego al latín, en su famosa versión “La Vulgata” (Palabra de Dios para el común de las personas o “vulgo”), decía: “Quien no conoce la Sagrada Escritura, no conoce a Jesucristo”. “El libro que me lee” Hans- Ruedi Weber en su libro “El libro que me lee” cuenta una bella historia del este del África que nos ayudará a comprender ese encuentro con el mismo Dios que transforma nuestra vida a través de la Sagrada Escritura: “Una mujer de pueblo solía pasear llevando siempre la Biblia consigo. -¿Por qué siempre la Biblia? – Le preguntaron burlonamente sus vecinos- Puedes leer muchos otros libros. La mujer se arrodilló, alzó la Biblia sobre su cabeza y dijo: Por supuesto que yo podría leer muchos otros libros, pero sólo hay un libro que me lee a mí.” Cuando leamos la Palabra de Dios debemos buscar ese encuentro pleno, en un clima de entrega mutua, de acogida, de diálogo y de amor.

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Curso de introducción a la lectura de las Sagradas Escrituras

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¿Qué es la Biblia? ¿Cómo leerla? ¿Para qué me sirve leerla?Seminario Taller de Introducción a la lectura de la Biblia – Catequesis Familiar

Hch 8,26-40 2 Tim 3,14-16.

- ¿Qué quiere decir este pasaje? - ¿A qué se refiere este texto?

- ¿Qué significa esta figura? - ¿Cómo voy a leer la Biblia si no la entiendo?

De la Biblia hay muchísimas versiones o traducciones hoy en día, pero lo que usted debe tener en cuenta es que tenga buenas notas a pie de página, mapas, cronología o historia, para que poco a poco pueda comprender mejor la Palabra de Dios. Si usted ya tiene Biblia le sugerimos hacer este curso con la Biblia que tenga, pero si quiere hacer un estudio más minucioso evalúe cual versión le conviene más. Nosotros recomendamos la Biblia de Jerusalén de Descleé de Brouwer, de Bilbao, España (con excelentes notas).

En segundo lugar “Biblia del Peregrino” traducida por Luis Alonso Schökel.

En tercer lugar “Biblia de estudio Dios habla hoy” de Sociedades Bíblicas Unidas.

¿Qué es la Biblia?

La Biblia más que un libro es toda una biblioteca de escritos inspirados por el Espíritu Santo, por tanto Palabra de Dios en palabras humanas, que recopilan canónicamente la historia de la salvación y nos llevan a la experiencia de vida eterna en Jesucristo: plenitud de la palabra del Padre; Pero debemos comprender algo muy importante, leer la Biblia no solo es tener la posibilidad de leer “una biblioteca”, sino de lograr por medio de ella el encuentro con la persona de Jesucristo Vivo, como dice el Evangelio de San Juan:

“La Palabra se hizo hombre” (Jn 1,14)

Con razón San Jerónimo después de traducir toda la Sagrada Escritura desde el hebreo y el griego al latín, en su famosa versión “La Vulgata” (Palabra de Dios para el común de las personas o “vulgo”), decía: “Quien no conoce la Sagrada Escritura, no conoce a Jesucristo”.

“El libro que me lee”

Hans- Ruedi Weber en su libro “El libro que me lee” cuenta una bella historia del este del África que nos ayudará a comprender ese encuentro con el mismo Dios que transforma nuestra vida a través de la Sagrada Escritura:

“Una mujer de pueblo solía pasear llevando siempre la Biblia consigo.

-¿Por qué siempre la Biblia? – Le preguntaron burlonamente sus vecinos- Puedes leer muchos otros libros.

La mujer se arrodilló, alzó la Biblia sobre su cabeza y dijo: Por supuesto que yo podría leer muchos otros libros, pero sólo hay un libro que me lee a mí.”

Cuando leamos la Palabra de Dios debemos buscar ese encuentro pleno, en un clima de entrega mutua, de acogida, de diálogo y de amor.

La Dei Verbum puntualiza este diálogo en dos expresiones:

- “En los Libros Sagrados, el Padre que está en los cielos sale amorosamente al encuentro de sus hijos y conversa con ellos” (n.21)

- “Pero no olviden que debe acompañar la oración a la lectura de la Sagrada Escritura para que se entable diálogo entre Dios y el hombre; porque “a El hablamos cuando oramos y a El oímos cuando leemos las palabras divinas” (n.25)

Más que un libro es una biblioteca

Al acercarnos al mundo maravilloso de la Biblia reconocemos que en realidad, más que un libro es una verdadera biblioteca, compuesta por 73 libros. Esta biblioteca quedó constituida hace 20 siglos y fue escrita durante más de 1000 años, por distintos autores, en varias lenguas y en diferentes géneros literarios.

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¿Qué es la Biblia? ¿Cómo leerla? ¿Para qué me sirve leerla?Seminario Taller de Introducción a la lectura de la Biblia – Catequesis Familiar

La palabra “Biblia” de nuestras lenguas modernas viene del vocablo latino “biblia” que tiene su origen en el plural griego: Ta Biblia = Ta Biblia = los libros. Biblos significa a la vez los libros o el libro por excelencia. Byblos, era el antiguo material para escribir, la hoja de papiro, llevaba el nombre del famoso pueblo fenicio: Byblos.

Como usted bien sabe, una biblioteca la podemos organizar en muy distintas formas: por temas, autores, cronología, tamaño, colecciones, etc.

Toda forma de organizarla tiene sus aciertos y algo de arbitrario. Así ha sido a lo largo de la historia con esta famosa biblioteca que llamamos Biblia, se han presentado muy diferentes formas de clasificar sus 73 libros.

La primera gran división de la Biblia, que sin duda hemos de tener en cuenta es la de dos grandes secciones:

• Antiguo testamento= A.T. ó Primer testamento= P.T.

• Nuevo testamento= N.T. ó Segundo testamento= S.T.

¿Qué es Testamento?

Testamento significa alianza o compromiso entre personas. Así como la pareja de novios se compromete en amor y fidelidad en su matrimonio, manteniendo la unión, la entrega y el respeto, alianza en la que se tienen derechos y deberes. Así Dios quiere establecer una alianza con su pueblo.

El Antiguo Testamento o Primer Testamento contiene relatos acerca de la “alianza” entre Dios y el pueblo de Israel y a través del pueblo elegido, con todos los pueblos de la tierra.

El Nuevo Testamento contiene la nueva y definitiva “alianza” entre Dios y el hombre, basada en la vida y las enseñanzas de Jesús el Mesías.

La Biblia o biblioteca contiene 73 libros clasificados así:

• 46 libros del Antiguo Testamento.

• 27 libros de Nuevo Testamento.

Antiguo Testamento:

Ahora que conocemos la primera y gran división de esta biblioteca-Biblia, en Antiguo y Nuevo Testamento, veamos cómo se encuentra organizado el Primer Testamento.

Si usted consulta el índice de su propia Biblia, podrá constatar, algunas de esas formas más acostumbradas: Pentateuco, libros históricos, lírica, libros sapienciales, libros proféticos.

La división que ahora vamos a tener en cuenta es según la Biblia hebrea, llamada “TaNaK” ó “TeNak”, palabra hebrea en forma de acróstico que contiene las primeras letras de las tres secciones:

-Torah (ley ó Pentauteco)

-Neviim (profetas)

-ketubim (escritos)

Veamos cada una de esas tres partes en detalle y aprovechemos para resaltar al frente de cada libro, las abreviaturas con las que normalmente usted los encontrará citados:

La ley (Torah o Pentateuco)

Génesis……….Gn Éxodo……….Ex Levítico……..Lv Números….......Nm

Deuteronomio……..Dt

Los Profetas (Neviim)

Los profetas anteriores

Josué………... Jos Jueces…...... Jc Samuel 1 y 2 …..1S, 2S Reyes 1 y 2….. 1R, 2R

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Los doce profetas:

-Óseas…............Os -Joel………........Jl -Amos…………..Am

-Abdias…………Ab -Jonás……........Jon -Miqueas…........Mi

-Nahum………....Na -Habacuc……….Ha -Sofonias……….So

-Ageo……………Ag -Zacarías……….Za -Malaquias……..Mi

Los Escritos (Ketubim)

Salmos………….. Sal Job……………. Jb Proverbios………… Pr Rut……………….. Rt Cantar de los cantares… Ct Eclesiastés (qohélet)… Qo Lamentaciones......Lm Ester……….....Est Daniel………………… Dn Esdras………..Esd Nehemias………. Ne Crónicas 1 y 2……. 1Cro, 2Cro

Profetas posteriores

Isaías………………….Is Jeremías……………..Jr Ezequiel…………………Ez

Libros Deuterocanónicos

Judit………………Jdt Tobías…………........ Tb Macabeos 1 y 2….…. 1M, 2M

Sabiduría……………Sb Eclesiástico (Sirácida)..Si Baruc………………….. Ba

Nota: Ver explicación de libros Deuterocanónicos mas adelante en “Diferencias entre biblia católica y protestante”

Nuevo testamento:

Fue escrito casi todo en griego y algunas partes en arameo, contiene 27 libros:

Evangelios

Mateo………..Mt Marcos………Mc Lucas……..Lc Juan…………...Jn

Hechos de los Apóstoles ….…Hch

Cartas de San Pablo:

A los Romanos………………….Rm A los Corintios 1 y 2…………...1Co, 2Co

A los Gálatas…………………....Ga A los Efesios…………………....Ef

A los Filipenses………………...Flp A los Colosenses………………Col

A los Tesalonicenses 1 y 2…...1Ts, 2Ts A Timoteo 1 y 2…………………1Tm, 2Tm

A Tito……………………………..Tt A Filemón………………………..Flm

Carta a los Hebreos……….. Hb

Cartas católicas:

De Santiago…………………. St De San Pedro 1 y 2………… 1P, 2P

De san Juan 1, 2 y 3……….. 1Jn, 2Jn, 3Jn De san Judas……………….. Jud

Apocalipsis………………….. Ap

¿Cómo encontrar un texto en esta biblioteca?

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¿Cómo encontrar un texto bíblico?

En primer lugar debemos ubicar si el libro al que pertenece el texto que buscamos esta en el Antiguo o en el Nuevo Testamento, si usted no lo sabe de memoria, puede consultar el índice de la Biblia. Generalmente encuentra los libros citados con las abreviaturas que describimos anteriormente.

Ejemplo: Lucas= Lc; Daniel= Dn, entre otros.

División de la Biblia en capítulos y versículos.

Inicialmente la Biblia se escribió sin capítulos ni versículos.

La fijación de los capítulos fue obra de Esteban Langton, Arzobispo de Cantorbery, año de 1226. La distribución de versículos se debe a un judío convertido, quien se hizo fraile Dominico, Santos Pagnino, quien publicó la Biblia entera en 1528.

El primer número más grande que aparece en cada libro de la Biblia es el capítulo. Los números después de la coma o números pequeños de cada libro, señalan los versículos.

El guion puede indicar una secuencia de versículos o de capítulos.

Ejercicio: buscar Hb 1, 1-3 significa carta de los Hebreos, capítulo 1, versículos 1 al 3 (incluido). Ejercicio: buscar Is 55, 8-11. Significa Libro del profeta Isaías, capitulo 55, versículo 8 al 11 (incluido).

Si nos dicen: Lc 1, 26ss. Significa Evangelio según San Lucas, capitulo 1 versículo 26 y siguientes, hasta terminar el relato con sentido completo.

Si la cita señalada es Jn 15, 14s. Indica que lee el evangelio según San Juan, capitulo 15, versículo 14 y el que sigue inmediatamente, en este caso el 15.

A veces se subdividen los versículos utilizando letras. Ejercicio: buscar Jn 7, 37b. Significa evangelio según San Juan, capitulo 7, leyendo únicamente la segunda parte del versículo 37.

Ejercicio: buscar Lc 45,25-27. 44-45. Significa el evangelio según San Lucas, capitulo 45, versículos 25 al 27 y salta al versículo 44 hasta el versículo 45 (incluido).

El punto y coma separa diferentes capítulos y diferentes libros.

Ejercicio: buscar Lc 2, 19; 8, 21. Significa evangelio según San Lucas, capitulo 2, versículo 19, y después, capitulo 8, versículo 21.

Ejercicio: buscar Mt 8, 8; Jn 5, 39. Significa evangelio según San Mateo capítulo 8, versículo 8 y evangelio según San Juan capítulo 5, versículo 39.

¿Cuáles son las diferencias de la Biblia Católica y la Biblia protestante?

1) Los libros “Deuterocanónicos” del Antiguo Testamento no son aceptados por muchas Biblias protestantes.

El Antiguo Testamento fue escrito originalmente en hebreo (con algunos pasajes en arameo) y algunos libros en griego. El hebreo es un idioma que se escribe solo con consonantes, pero a partir del siglo Vll d.c. unos sabios judíos llamados “masoretas” le colocaron vocales para facilitar su lectura.

Entre el siglo lll a.C. y el I a.C. fue traducido el Antiguo Testamento al griego, para uso de los judíos que vivían fuera de Palestina. Esta traducción, muy cuidada, es llamada de “los setenta” debido a los 72 sabios de la leyenda de Aristea, según la cual Tolomeo ll (283-246 a.c.) deseaba tener en la gran biblioteca que fundó en Alejandría en Egipto la traducción de los libros sagrados del hebreo, entonces fue cuando tradujeron estos textos del hebreo al griego exactamente. (la cifra fue redondeada en 70 = LXX). Hoy en día se conoce como la Septuaginta.

Libros Deuterocanónicos:

La versión de los LXX ó Septuaginta fue la Biblia usada y citada por los escritores del Nuevo Testamento; fue así mismo la Biblia de los Padres de la Iglesia de lengua griega, sobre la cual se construyó la primera teología cristiana.

En esta versión griega hay 7 libros y algunos fragmentos de otros dos libros, por eso en relación a la

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primera colección o canon se habla de estos como

La palabra canon, del griego “kanon”, significa regla, metro, norma para medir y en este caso “canon de las escrituras” es la lista oficial de los libros considerados, por la iglesia, como inspirados y por lo tanto regla de fe y de vida.

Lutero en su versión del A.T. al alemán en 1534, agrupó al final de los libros Deuterocanónicos con el título de “Apócrifos” y con la siguiente anotación: “Apócrifos: estos libros no se consideran iguales a la Sagrada Escritura, pero son igualmente útiles y buenos para leerse”.

Tenga en cuenta que el término Apócrifo, significa escritos ocultos; este término no se utiliza en la Iglesia católica para los Deuterocanónicos si no para otros libros.

En el siglo XIX, las traducciones de la Biblia, que circulaban en ambientes protestantes excluyeron los Deuterocanónicos. Hoy de nuevo muchas Biblias protestantes los añaden en forma de apéndice, como apócrifos, excluidas del canon hebreo y sin aceptarlos como libros inspirados y canónicos, como si lo hacemos los católicos.

Es bueno recordar que Lutero no solo negó la inspiración de estos libros del A.T. sino que lo hizo también sobre algunos libros del N.T.: Carta a los Hebreos, Santiago, Judas y Apocalipsis a los que atribuyo un papel secundario, colocándolos al final de su traducción del A.T, detrás de los libros que él consideraba “los verdaderos seguros y más importantes libros de N.T”.

Sin embargo los protestantes del siglo XVll volvieron al canon total del N.T.

En cuanto al tema del canon la constitución Dei Verbum sobre la divina revelación con el Concilio Vaticano ll dice:

“La revelación que la Sagrada Escritura contiene y ofrece ha sido puesta por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo. La Santa Madre Iglesia, fiel a la fe de los Apóstoles, reconoce que todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, con sus partes, son sagrados y canónicos, en cuanto que, escritos por inspiración del Espíritu Santo (Juan 20, 31; 2Tim 3, 16; 2Pe 1, 19- 21; 3, 15-16), tienen a Dios como autor, como tales han sido confiados a la Iglesia”. (D.V. Nº 11).

2) Traducen mal el nombre de Yhwh (sagrado tetragrama) que originalmente estaba en idioma hebreo, por Jehová y la traducción correcta es Yahvé: Yhwh = hwhY

El nombre en el lenguaje Bíblico es mucho más que una etiqueta externa autoadhesiva, es la misma persona, su ser. De ahí la importancia de dar nombre o cambiar el nombre de algunos personajes bíblicos:

Abran recibió el nombre de “Abrahán” (Gn 17, 5); Jacob fue llamado por el Señor “Israel” (Gn 32,29); Simón fue llamado por Jesús “Pedro” (Mt 16, 17-18).

Por esto, invocar el nombre de Dios, es estar en su presencia, entrar en su realidad. De allí el mandato de no pronunciar su Santo nombre en vano (Ex 20, 7) no pretender manipular, irrespetar a Dios.

Dios había revelado a Moisés su nombre, como una gracia especialísima (Ex 3, 14-15), como El que es, El que era y El que será. (En hebreo el nombre de Yhwh que aparece en este texto es una forma arcaica del verbo “ser o estar” en todos los tiempos).

El pueblo de Israel se consideraba indigno de pronunciar el nombre de Dios o de estar en su presencia por lo que los judíos empleaban regularmente otras expresiones como: “El Todo Poderoso”, “El Santo, Bendito sea”, etc. Por ejemplo en el Eclesiástico 23, 9 se daba esta recomendación: “No tomes la costumbre de nombrar al santo”

En el siglo lll a.c se llegó hasta el punto de que solo el sumo sacerdote pronunciaba este nombre una vez al año, durante la fiesta del “Yom Kipur” (o día del perdón), en el templo, en el lugar del Santo de los Santos.

En los textos hebreos solo existían en su origen las consonantes del nombre divino Yhwh (el sagrado tetragrama) a él se añadieron las vocales del término “Adonai” (mi Señor), evidentemente para indicar que había que pronunciar Adonai.

Este es el término que se transcribió por Yehovah (Jehovah) en las biblias protestantes, pero es una palabra que no tiene sentido en sí misma, simplemente una mala traducción del Santo nombre de Dios Yhwh, al combinar en la edad media las consonantes Yhwh (o Jhvh) con las vocales de Adonai.

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3) Muchas de sus biblias no traen notas, porque consideran que la interpretación es solo de la persona que lee y del Espíritu Santo.

Ellos tienen en cuenta solo la Sagrada Escritura (en latín “Escriptura sola”), sin tener en cuenta la tradición de la iglesia.

En definitiva los cristianos católicos para interpretar la Palabra de Dios tenemos en cuenta tres aspectos importantes: Biblia, tradición y magisterio, que surgen en el contexto de la iglesia apostólica que nos garantiza por el Espíritu Santo la comunión con Jesucristo, plenitud de la revelación de Dios; a diferencia de las comunidades separadas del catolicismo que solo aceptan el texto bíblico.

Es importante notar que ese mismo texto bíblico nació y se comunicó en el seno de la iglesia:

“La predicación apostólica, expresada de un modo especial en los libros sagrados, se ha de conservar por transmisión continua hasta el fin del tiempo”. (D.V.Nº8).

¿Para qué leer la sagrada escritura?

La razón más importante es para conocer a Jesucristo, pues nos llamamos “cristianos” o seguidores de Cristo y debemos saber quién es Él.

Como dice San Jerónimo “Ignorar las escrituras es ignorar a Cristo” y no se refiere únicamente a los evangelios y escritos del Nuevo Testamento sino a toda la Sagrada Escritura.

Esta expresión de Pascal –matemático, físico y filósofo del siglo XVII- resume muy bien el lugar de Cristo dentro de la Escritura:

“Toda la Biblia gira alrededor de Jesucristo: el Antiguo Testamento lo considera como su esperanza, el Nuevo como su modelo, y ambos como su centro”

En segundo lugar como nos dice 2Timoteo 3, 15b: “Las Sagradas Escrituras nos dan la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús”.

Y 2Timoteo 3, 16b-17 continua describiendo:

“La Sagrada Escritura es útil para enseñar, para argumentar, para corregir y para educar en la justicia; así el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado para toda obra buena”.

¿Cómo nació la Biblia y quién la escribió?

La escritura de la Biblia tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento fue todo un proceso. Primero porque en aquella época los medios de comunicación no eran tan avanzados como ahora y segundo porque lo más importante era vivir la experiencia de Dios en la historia de su pueblo y de sus comunidades y solo después de algún tiempo se recopilaban por escrito los acontecimientos.

Se dieron primero “las tradiciones orales”, transmitidas de padres a hijos. Fue desde la época de Moisés cuando el pueblo de Israel acostumbró contarse las historias narradas de generación a generación.

Los primeros escritos del Antiguo Testamento surgieron a partir del siglo XI a.C. con el Rey David y se terminaron de escribir dos siglos antes de Jesucristo.

El Nuevo Testamento se escribió aproximadamente desde el año 51 d.C. hasta el 105 d.C.

Describimos anteriormente los diferentes libros que componen la Biblia, recordemos que son 73 libros y por lo tanto fueron escritos por diferentes autores, la mayoría hebreos y algunos de ellos desconocidos.

Debemos tomar conciencia que la Sagrada Escritura no cayó del cielo, el Espíritu Santo inspiró a los autores sagrados, pero no para que simplemente escribieran lo que él les dictaba. Al contrario se valió de ellos, cada autor sagrado dejó en sus escritos un sello propio.

Ejercicio: lea Oseas 2,1-25 y observe como se revela Dios al pueblo de Israel.

Debemos concluir que la Biblia es palabra de Dios “escrita” por los hombres, con palabra de los hombres “inspirada” por Dios.

Pero lo más importante es descubrir el mensaje siempre actual de la Biblia y su aplicación a nuestra vida:

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¿Qué nos dice aquí y ahora a través de esos viejos textos de otros tiempos y lugares?

Ejercicio: leer Gn 12, 1-3 identificar en el llamado que le hace Dios a Abraham 20 siglos antes de Cristo, el llamado que te hace el Señor hoy y las bendiciones que te promete a ti y a los tuyos.

Géneros literarios en la Biblia

Los géneros literarios son diferentes formas o maneras de comunicarse, utilizados por hombres de determinada época o región y puestas en relación con determinados contenidos.

En la Sagrada Escritura es indispensable averiguar cual es el estilo o el “genero literario” empleado en cada uno de sus libros, o en las diversas partes de ellos para transmitirnos la Palabra de Dios.

La Sagrada Escritura contiene una “Historia Sagrada” en el sentido más profundo de la Palabra: es la “Historia de Salvación”, la historia de la fidelidad de Dios que se muestra misericordioso ante las infidelidades de los hombres.

Pero, todos sabemos que un mismo hecho que presenciaron varias personas, cada uno lo narra de diferente manera, es más, se relata de acuerdo al ambiente donde se expresa. Ejemplo: un accidente se narra de manera diferente a un amigo que en una audiencia en el tránsito. Lo mismo sucede en la Biblia. Ejercicio: Leer Gn 1,2-7

No podemos entender literalmente el relato de la creación del hombre como un hecho científico sino que es una meditación estilo oriental en que reconoce las maravillas del Dios creador, usando su imaginación para describir el acontecimiento.

Tampoco nos extrañemos al encontrar relatos de un mismo acontecimiento narrados de manera diferente. Porque al poner por escrito estos textos han participado varios personajes. Y nos puede surgir el interrogante: ¿Cuál de estos relatos es el exacto? En realidad lo son todos y no lo es ninguno del todo. Sin embargo, todos son verdaderos.

Podemos observar en los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas que tienen muchos relatos en común y por esto se les llama “sinópticos” (palabra griega que significa con una mirada), pero a la vez cada uno tiene detalles propios de su redacción. Esto se asemeja a una familia que se reúne y comparte recuerdos de su papá que falleció, cada uno de los hijos relata acontecimientos diferentes y detalles que le llamaron más la atención, influye la personalidad de quien habla y los diferentes aspectos que le impresionaron.

Es verdad que todo lo que está en la Biblia es Palabra de Dios, pero no todo lo es con el mismo grado de importancia.

Hay muchas genealogías, prescripciones rituales, detalles geográficos o repeticiones, que al leer nos desmotivan porque son difíciles de entender, tediosos y no despiertan ningún interés. Con esos textos se requiere paciencia, hasta que alguien que conozca más de la Biblia nos explique su sentido. En un principio, no les prestemos mucha atención, es mejor centrarnos en el conocimiento de Jesús.

En la Biblia encontramos géneros literarios como:

Relatos históricos. Ejercicio: leer 1Sam 16, 1-13 Códigos legislativos. Ejercicio: leer Ex 20, 1-17 Oraciones. Ejercicio: leer 1Re 18, 36-37 Oráculos proféticos. Ejercicio: leer Ez 37, 1-14

Poemas de amor. Ejercicio: Cantar de los cantares 3, 1-3 Parábolas. Ejercicio: leer Lc 15,1ss

Refranes. Ejercicio: leer Proverbios 31, 10-31

Cartas. Ejercicio: leer Epístola de San Pablo a Filemón Listas Genealógicas. Ejercicio: leer Mt 1, 1-16

Podríamos compararlo con un periódico local en el que hay secciones de sentido muy distinto: noticias locales o internacionales, editorial, anuncios comerciales, poesías, anuncios de cine, caricaturas, edictos judiciales, etc.

Nota: debemos saber que la Biblia no pretende darnos datos científicos, ella revela lo que tiene que ver con nuestra salvación.

Regla de oro para entender la Sagrada Escritura

Segunda carta de San Pedro 1,19 -21

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Este texto nos enseña dos aspectos importantes que debemos tener en cuenta para entender la Sagrada Escritura:

1) Entender lo que quiso decir el autor sagrado. Y

2) Leer e interpretar el texto en el mismo Espíritu en que fue inspirada.

¿Cómo leer la Palabra de Dios?

Normalmente un libro se lee comenzando por la primera página y terminando por la última. La Sagrada Escritura se puede leer así, pero no es lo más recomendable, recuerde que la Biblia más que un libro es toda una biblioteca con muy diferentes libros.

Para quien inicia la experiencia fascinante de leer la Palabra de Dios, lo hará con mas seguridad y claridad, conociendo en primer lugar al personaje central: “Jesús”. En Jesucristo, la historia del pueblo de Israel (relatada en el Antiguo Testamento) adquiere su significado pleno. Y será Él el “Maestro” quien nos guíe en las comunidades de discípulos que forman el nuevo pueblo de Dios en todos los tiempos y lugares.

Para conocer mejor a Jesús conviene iniciar por el Evangelio y concretamente por San Marcos, es el más corto y sencillo. Según los estudiosos es reconocido como el primer evangelio que se escribió, responde a la pregunta: “¿Quién es Jesús?”, luego leer Lucas, Mateo y Juan (en ese orden).

Después seguir con los Hechos de los Apóstoles y las diferentes cartas.

El Apocalipsis es recomendable leerlo después de recibir una orientación clara porque tiene muchos símbolos que debemos comprender para saber interpretarlos correctamente.

Y por último leer el Antiguo Testamento.

La Palabra de Dios debemos amarla. El Concilio Vaticano ll nos dice: “En los libros sagrados, el Padre que está en los cielos sale amorosamente al encuentro de sus hijos y conversa con ellos” (D.V.Nº21)

La revelación de la paternidad de Dios es uno de los aspectos más fundamentales de la Biblia y la experiencia más profunda de Jesús, si comprendemos así la Biblia la vamos a amar como a una persona muy querida.

Cuando amamos sinceramente a una persona, la aceptamos con sus cualidades y sus defectos, igualmente para amar la Biblia no podemos idealizarla o absolutizarla, es preciso aceptarla “tal como es”. Es necesario iniciar la lectura con amor, más que con curiosidad y así la comprenderemos mucho más.

El libro “La Lectio Divina” de Guido Innocenzo Gargano, trae un hermoso texto de los antiguos rabinos judíos quienes llegaron a comparar el acercamiento a la Palabra de Dios con la relación entre una pareja de enamorados y relataron este cuento como punto fundamental de referencia:

“La Sagrada Escritura revela una palabra que brota un poco desde su velo y enseguida vuelve a esconderse. Esta actúa así, únicamente con aquellos que la conocen y le obedecen – quiere decir que para descubrir el significado de la

Sagrada Escritura se requiere conocerla ya, de algún modo, estar unidos a ella mentalmente, en el deseo, y estar dispuestos a obedecerla -.

La Sagrada Escritura se asemeja a una bella y magnífica joven escondida en una recóndita habitación de su palacio, que tiene un amor secreto desconocido para todos los demás. Por su amor, el enamorado mira desde la celosía de su ventana, en todas las direcciones, buscándola. Ella bien sabe que su enamorado frecuenta la reja. Entreabre la puerta de su remota alcoba y, sólo por un instante, revela su rostro al amado volviendo a ocultarlo de inmediato. Quienquiera que estuviese en compañía del amado sería incapaz de percibir algo. Solamente él la ve y se transporta interiormente hacia ella con el corazón, con el alma, y con todo su ser; y ella comprende que por amor a él, se ha descubierto a sí misma, por un momento encendida de amor por él.

Así es la Palabra de la Sagrada Escritura que se revela a sí misma solamente a sus amantes. La Sagrada Escritura comprende que quien es sabio, en el corazón frecuenta su casa. ¿Qué hace entonces? Desde el interior de su palacio le deja ver su habitación y su hermosura, pero luego regresa aprisa a su habitación y se esconde de nuevo. Los que están presentes no ven y no saben nada; solamente él la ve y es atraído hacia ella con el corazón, con el alma, con todo su ser.

De esta manera la Sagrada Escritura revela y al mismo tiempo se esconde a sí misma y está ebria de amor por el amado, mientras enardece el amor dentro de él. Ven y verás, éste es el camino de la Sagrada Escritura. Al principio, cuando ella quiere revelarse a un hombre, sólo ofrece un signo instantáneo; si él no

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comprende, ella insiste con un sonido de voz muy sutil. Al mensajero enviado por él, la Sagrada Escritura le dice “Di a quien alcanza a percibir este susurro que venga acá para que pueda hablarle”. Como está escrito: “Quien es sencillo que venga a mí”. Ella lo ha dicho y quiere que él lo entienda. Quien, por el contrario, es sordo a esta primera señal, termina por permanecer cerrado también al conocimiento del misterio escondido.

Cuando el amado se le acerca, ella, oculta tras su velo, comienza a dirigirle palabras más claras enseñándole a comprender. Hasta que muy lentamente es concebida y nace en él la intuición espiritual. Luego, a través de un velo de luz, ella le transmite palabras alegóricas – son palabras que pertenecen a otro mundo.

Es decir, inicia al mundo de los misterios de Dios -. Y solamente entonces, cuando él se le hace familiar, ella se revela cara a cara y le habla de todos los misterios escondidos y de los caminos a seguir que ella desde el principio deseaba revelarle. Un hombre de tal categoría es ahora llamado “perfecto” y “maestro”, que equivale a decir “esposo” de la Sagrada Escritura en el sentido más íntimo y estricto; es el padre de familia a quien ella abre todos los secretos sin esconderle nada.

Y le dice: “¿Ves, ahora, cuántos misterios comprendía aquella simple señal que te di en aquel primer día y cuál era su verdadero significado?” Entonces, él comprende que a aquellas palabras no se les puede agregar o quitar nada, y comprende, por primera vez, el significado de las palabras de la Sagrada Escritura como si estuviesen allí delante de él.

LECTIO DIVINA

La Pontificia Comisión Bíblica en su libro en el Documento de “La interpretación de la Biblia en la Iglesia” define La Lectio Divina así: Es una “lectura, individual o comunitaria de un pasaje más o menos largo de la Escritura, acogido como Palabra de Dios, y que se desarrolla bajo la moción del Espíritu en meditación, oración y contemplación”. El método de leer y orar las sagradas escrituras fue utilizado por Jesús y por los primeros discípulos, quienes a su vez lo reelaboraron del uso rabínico.

Empleamos el término clásico “Lectio Divina” (en latín), porque es un término preciso con una historia concreta. Y significa “lectura orante de la palabra de Dios “. La expresión “Lectio Divina” la encontramos por primera vez en una carta de un gran maestro de la interpretación de la escritura como fue Orígenes que se dirige a sus discípulos Gregorio (año 233 d.C.):

“Dedícate a la “Lectio” (lectura) de las Divinas escrituras: aplícate a ello con perseverancia. Si durante ella te encuentras con una puerta cerrada, llama y te abrirá aquel portero del que Jesús tiene dicho: “a quien llama, el portero le abre” (Jn 10, 3). Entregándote así a la Lectio Divina, busca con lealtad e inquebrantable confianza en Dios, el sentido de las divinas escrituras”

San Ambrosio decía que se trataba de entablar un dialogo con Dios: “A Dios escucharemos cuando leamos las Sagradas Escrituras y a Dios hablamos cuando oramos”

Fundamentalmente se compone de 4 momentos sucesivos que se entrelazan:

1. Orar pidiendo el Espíritu Santo

Solo el Espíritu de Dios, que está y permanece en nosotros puede darnos la luz interior que nos permite penetrar en el sentido de los textos bíblicos. De otra manera no podríamos comprender debidamente lo que Dios quiere decimos. Jesús nos enseña: “El Espíritu Santo, que el Padre enviara en mi nombre, les enseñara todo y los guiara a la verdad completa” (Jn 16,13)

2. Lectura Atenta ¿Qué dice el texto en su contexto?

Se debe leer y releer lenta y atentamente el texto, haciendo resaltar los elementos esenciales, las palabras que impresionen, los personajes, las acciones de esos personajes o verbos, los temas tratados, los sentimientos expresados o las palabras claves. Se trata de respetar el texto.

Conviene memorizar el versículo que más nos llamó la atención.

Si podemos conocer los aportes de los métodos históricos-críticos, nos ayudan a ubicarnos en la historia, la geografía, la cultura de la época y otros detalles en que fue escrito el pasaje. En estos aspectos la Biblia trae notas marginales, introducciones en cada libro, textos, paralelos o referentes, mapas y cronologías.

Contexto

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Para entender el sentido de un fragmento, hay que colocarlo en el contexto de los pasajes vecinos (antes y después), tener en cuenta las características del conjunto de todo el libro, de toda la Biblia y en referencia a “Jesús”, Él es el criterio máximo de la revelación divina.

“Si sacamos el texto de su contexto, se convierte en un pretexto para hacer decir a la Palabra de Dios lo que nos dé la gana”.

Por la lectura frecuentamos la Biblia como se visita a un amigo, exige el máximo de atención, respeto, amistad; y es donde tendremos que sustituir el término “lectura” por el termino escucha = Shemá (en hebreo). Deuteronomio 6, 3-9.

Shemá

El principio de la felicidad y prosperidad está en “la escucha de la Palabra de Dios”. Los judíos eran conscientes de esta verdad, por eso lo recitaban dos veces al día (al despertar y antes de acostarse), lo recordaban en sus viajes, lo tenían escrito a la entrada de sus casas, en sus vestidos y lo llevaban entre ceja y ceja.

Jesús dirá: “Dichosos más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica” Lc 11, 28

Realmente no somos felices por que buscamos nuestra felicidad donde no está. Sabemos ser sensatos para realizar nuestras tareas cotidianas, talvez para conseguir dinero, pero no somos sensatos para llevar nuestra propia vida. Por esto es necesario escuchar a Dios, Él nos creó y es quien sabe guiarnos en nuestra vida; cuando pretendemos hacer la vida de espaldas a Dios, somos infelices.

Para hacer una buena lectura puede ayudar hacemos preguntas del texto:

-¿quiénes? (identificar los personajes)

-¿dónde? (lugar)

-¿que? (acciones o verbos)

-¿cuando? (tiempo)

-¿cómo? (distinguir el género literario: histórico, poesía, etc.). Ejercicio: leer Mc 1,16-20 y hacerse las preguntas anteriores.

La lectura debe ser perseverante y diaria. Sugiero subrayar en ella con colores de acuerdo a los temas. Ejemplo: amor de Dios, oración y Espíritu Santo, nombres del Señor. Fe, frases importantes, etc.

Cuando hacemos una buena lectura superamos los problemas del fundamentalismo.

Fundamentalismo

Es la tentación de separar el texto de la vida y de la historia del pueblo; lo absolutiza como la única manifestación de la Palabra de Dios.

El fundamentalismo anula la acción de la Palabra de Dios en la vida. Es la ausencia total de conciencia crítica. Distorsiona el sentido de la Biblia y alimenta el moralismo, el individualismo y el espiritualismo en la interpretación de la misma.

Superar el fundamentalismo solo es posible en la medida en que, a través de la lectura, el lector consiga ver el texto en su contexto de origen, y al mismo tiempo perciba en él el reflejo de la situación humana tan conflictiva, confusa y controvertida que hoy vivimos.

El objetivo de una buena lectura es leer y estudiar el texto hasta que, sin dejar de ser el mismo, se convierte en espejo de nosotros mismos y nos refleje algo de nuestra propia vida.

3. Meditación. ¿Qué me dice el texto?

La meditación consiste en rumiar el texto hasta descubrir el mensaje que encierra para nosotros hoy. Se entabla un dialogo entre lo que nos dice en su Palabra y en nuestra vida. De este modo el mensaje del texto cobra actualidad y se convierte en un mensaje para mi.

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La fe nos dice que este texto a pesar de ser de otra época y de otro contexto, tiene algo que decimos hoy. En él debe existir un valor permanente que quiera producir hoy la misma conversión o cambio que provocaba en aquella época.

Se entra en dialogo con el texto, con Dios, haciendo preguntas que obliguen a usar la razón y que intenten llevar el texto al interior de nuestra vida. Se medita reflexionando, interrogando:

-¿qué diferencias hay entre esta situación y la nuestra?

-¿qué cambio de comportamiento te sugiere?

-¿en qué debo crecer o mejorar?

Otra manera de hacer meditación es repetir el texto, rumiarlo, masticarlo, hasta descubrir lo que nos quiere decir. Es lo que hacia la Virgen María cuando guardaba la Palabra de Dios en su corazón (Lc 2, 19. 51).

Después de haber hecho la lectura y de haber descubierto el sentido, es bueno tratar de resumir todo en una sola frase, de preferencia del mismo texto Bíblico, para llevarla con nosotros en la memoria y para repetirla y masticarla durante el día, hasta que se mezcle con nuestro propio ser.

La percepción del sentido del texto no viene del estudio, sino de la experiencia que nosotros mismos tenemos de la Palabra de Dios en la vida.

Es el Espíritu Santo quien actúa dentro de la Sagrada Escritura y a través de la meditación, Él se comunica con nosotros, nos inspira, crea en nosotros los sentimientos de Jesucristo. (Fil 2,5).

Dice el Padre Ignacio Larrañaga en su libro “Encuentro”:

Procura cuestionar tu vida a la luz de la Palabra, aplicando permanentemente la Palabra escuchada a la situación concreta de tu vida, preguntándote a cada momento:

¿Qué me está diciendo Dios en este texto para mi vida?

¿En qué sentido los criterios encerrados en esta Palabra interpelan mi modo de pensar y actuar?

¿En qué aspectos debo cambiar?

¿Qué haría Jesús en mi lugar?

La meditación actualiza el sentido del texto hasta tener claro lo que Dios esta pidiendo de mí. Cuando queda claro lo que Dios pide, queda clara mi respuesta, es decir mi “Oración”.

4. Oración ¿Qué le respondo yo a Dios?

Hasta ahora era Dios quien hablaba mediante la lectura y la meditación. Llegó el momento de dar mi respuesta y de expresar delante de Dios la reacción que la Palabra oída y meditada provocó en mí.

Dentro de la dinámica de la Lectio Divina, a pesar de que todo se ha regado con oración debe haber un momento especial propio para entablar un verdadero dialogo con Dios vivo.

La oración que nace de la meditación, se puede manifestar espontáneamente como:

- Alabanza

- Acción de gracias

- Adoración

- Perdón

- Petición

- Entrega a su voluntad

- y otras maneras de expresar tu oración.

Es sentir íntimamente el gusto de Dios y de las cosas de Cristo, por la libre comunicación del Espíritu Santo.

Decía San Agustín: “Hablar con Dios es más importante que hablar de Dios”

Por la oración se crea el espacio donde la Palabra hace lo que dice, trae lo que anuncia, comunica su fuerza

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y nos revigoriza para el caminar. Y es aquí donde se inicia la “Contemplación”, la acción de la Palabra, como lo expresa el profeta:

“Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé semilla al sembrador y pan para comer, así será mi Palabra, que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo” (Isaías 55,10-11).

5. Contemplación ¿A qué me compromete la Palabra de Dios?

San Agustín decía: “A través de la lectura de la Biblia, Dios nos devuelve la mirada de la Contemplación y nos ayuda a descifrar el mundo y a transformarlo, para que sea nuevamente una revelación de Dios”.

La contemplación no sólo medita el mensaje, sino que también lo realiza; no solo lo oye, sino que lo pone en práctica.

La contemplación corrige el defecto de nuestros ojos y nos convierte. Nos hace descubrir que no es Dios quien está ausente de la realidad. Somos nosotros los que no percibimos su presencia.

La contemplación es el último grado de la Lectio Divina. Es su punto de llegada. Sin embargo cada vez que se llega al último momento, éste se convierte en la plataforma de un nuevo comienzo. Y así, a través de un proceso siempre renovado de Lectura, Meditación, Oración y Contemplación, vamos creciendo en la comprensión del sentido y de la fuerza de la Palabra de Dios. Nunca se llegará al momento de poder decir: “¡Ya realicé todo el objetivo de la Palabra de Dios en mi vida!” Pues siempre habrá por delante la posibilidad de una mirada más penetrante de una Lectura más profunda, de una Meditación más exigente, de una Oración más comprometida, de una Contemplación más transparente.

Hasta que todos los velos caigan, hasta que la realidad sea transformada y llegue a la plenitud del Reino. Pero, para esto, queda todavía un largo camino (cfr. 1Re 19,7)

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