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    La Paz, abril 2014 Pgina

    Peridico mensual

    Abril 2014

    Qollasuyu

    Bolivia

    Ao 8

    Nmero 92

    Edicinelectrnica

    ETAPAS DE LA CONCIENCIAPOLTICA. El indio se niega a s mismo, porqueese fue el recurso de sobrevivencia trasmitido por los

    mayores. Reconocerse a s mismo es un camino necesariode liberacin, pero es una ruta entrampada, en la que hayque evitar las falsas identidades y la sobrevaloracinmistificadora.

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    La Paz, abril 2014 Pgina

    Costo poltico ycooperativas mineras

    2

    Los cooperativistas

    mineros son un

    caso ejemplar de

    cmo los

    resultados de un

    gobierno pueden

    ser discordantes

    con sus principios.

    Depsito legal 4-3-116-05

    e-mail:[email protected]

    www.periodicopukara.com

    Telfonos: 7151904871280141

    Calle Mxico N 1554, Of. 5La Paz, Bolivia

    Director:Pedro Portugal Mollinedo

    Comit de redaccin:Nora Ramos SalazarDaniel Sirpa TamboCarlos Guilln

    Colaboran en este nmero:

    Mara QuirosJaime Burgos V.Carlos Macusaya CruzFederico Kauffmann DoigSonia Avils Loayza

    Ilustracin tapa: Composicin a partir de elementos tomados de:www.icat.una.ac.cr y contraelpromediomexicano.com

    Losartculosfirmados

    norepresentannecesa-

    riamentelaopindePukara.

    TodoartculodePukarapuedeserreproducido

    citandosufuente.

    Mara Quiros

    Captulo 1: A las 18.05 empez a desmoronarse la estructura defierro, diseada como puente pasarela sobre las graderas de laavenida 6 de Agosto. A las 18.07 termin de derrumbarse y tres

    personas fallecieron en el acto. Entre ellos msicos de la BandaEspectacular Poop que llevan una chaqueta de color rojo, rojo sangrefresca. Nadie quiere muertos, ni heridos, ni menos sangre fresca encarnavales, as que el color del saco es ideal. Pero esta vez no fueposible ocultar la sangre. Ms de setenta y siete heridos caus elderrumbe de la pasarela, por el sobrepeso en la estructura de metal.Este puente slo estaba pensado para cien transentes.

    Fue tal la consternacin que algunos dirigentes orureos estuvierona punto de declarar duelo con suspensin total del Carnaval. Nopodemos seguir bailando con tantos muertos!, se lamentaban antelos micrfonos, compungidos y derramando lgrimas. Debemosproseguir con nuestro homenaje a la Mamita! gritaban otros, lospartidarios de continuar con la muestra de Devocin a la Virgen. Llegaronrumores de que la iglesia del Socavn cerraba sus puertas en seal deduelo. Esos curas malditos, son todos extranjeros! vocifer unaseora de apariencia muy humilde, convirtindose as en portavoz de

    aquellos que queran seguir manifestando su amor por la Mamita medianteesta fiesta, Patrimonio de la Humanidad. La portavoz, sin embargo, noera de las que bailaban. No! Ella era vendedora de cerveza. El Carnavales ante todo un inmenso sistema de redistribucin de ingresos. Y acen Oruro hay gente, que gana mucha plata en el despilfarro de cohetillos,disfraces, bandas y cerveza. En Carnavales, la lata de cerveza sevende a diez bolivianos, lo que significa una ganancia de dos bolivianoscon cincuenta para los revendedores. Pero, en esos momentos suprecio haba bajado a 2x17 y quince minutos despus era de 2x15.Esta baja en el precio de la cerveza era la manifestacin matemticadel terror que amenazaba a la economa de esos pobres si se suspendala fiesta. El silencio se apoder de las calles de Oruro. Los cohetillosdejaron de tronar, las bandas guardaban silencio y la gente, slomurmuraba. El pesar amenazaba en ahogar en tristeza la alegra delCarnaval. Durante seis horas las fuerzas a favor y en contra de proseguiro suspender la fiesta libraron una batalla sin cuartel, ni perdn. O deun lado amenazas de excomunin y del otro intimidaciones de incendiarla iglesia. Me cuesta creer que se hubiera llegado a esos extremos.Como siempre, en Oruro, venci la cordura y se lleg a un consenso.Se decidi continuar el Carnaval en forma de peregrinacin y coninterrupciones de dianas y minutos de silencio. Este periodo de vacilacintermin a las 12.07 en la Avenida Cvica, cuando despus de unadiana la Banda Fabulosa Poop con gran profusin de cohetillos, anunciun nuevo da y reaviv el Carnaval con un estallido de platillos,interpretando una morenada a cuyo ritmo se movieron las figuras de laReyes Morenos de la Ferrari Ghezzi (las ms bellas y voluptuosas de laEntrada). As, las dianas y el paso cansino se esfumaron en la penumbrade la cerveza y del humo y la fiesta continu como siempre. El preciode la cerveza se recuper y los escotes y las faldas cortas estuvieronms agresivas que de costumbre. Suspender la farra, ni en chiste!

    Captulo 2 (voz en off, mientras se proyectan imgenes del carnaval).Las races, razones y motivos del Carnaval de Oruro yacen en laprofundidad de la historia y del alma humana. Histricamente, aquellasfestividades, en las cuales por escasas horas o das se permitan lassociedades romper con el marco moral de la cotidianidad, no respetarel Orden Establecido, las jerarquas impuestas, las normas morales, lasdistancias sociales, de casta y de gnero, se remontan a pasadosignotos. Tenemos descripciones detalladas de las calendas romanas,ms recientemente de los carnavales venecianos; en ambas festividadessobre todo las mujeres aprovechaban para dar rienda suelta a susnecesidades sexuales. Ante la idea dominante entonces de que en lasmujeres a amedida que aumenta su edad se acrecienta su lbido, muchasveces hasta dominarlas por completo, empujndolas a actos que podanponer en peligro la unidad de la familia, se permita durante esos dasesta libertad casi plena como una medida de proteger a la integridadfamiliar. Ac en Bolivia, tenemos la fiesta de Santa Vera Cruz Tatala,durante la cual, las mujeres, que no han concebido dentro delmatrimonio, pueden conseguir un padre para su hijo, el cual seraceptado por el esposo oficial, como suyo. Esta fiesta tambin sirve

    para cubrir necesidades insatisfechas de libido. La necesidad de mujeresy varones de renovar constantemente su sensibilidad corporal, encuanto a la libido, la necesidad de sentirse deseados, lo que les permitirenriquecer su vida sexual fantasiosa, son razones bsicas ydeterminantes del porque todos, pero absolutamente todos, bailan enel carnaval. Estas razones no pueden pero comentarse as no ms.Como dijo un gran pensador aimara, hay canciones, que slo puedensilbarse, pero no cantarse.

    Oruro en duelo?Drama comedia en mil captulos

    Al cierre de este edicin eranoticia los dos muertos, cincuen-ta heridos y cuarenta y tresrehenes en los recientes enfren-tamientos entre mineros coope-rativistas y polica boliviana.

    Son lamentable esas bajas,resultado de enfrentamientosentre gobierno y cooperativistas,suceso que parece irreal en ungobierno que, precisamente, sereclama de los movimientossociales y con un presidente queasegur renunciar si ocurra unamuerte por represin en su

    gobierno. Sin embargo, ese no es el nico tema preocupante.Los cooperativistas mineros son un caso ejemplar de cmo losresultados de un gobierno pueden ser discordantes con sus principiosy formulaciones. Evo Morales y el MAS iniciaron su ciclo en Boliviacon convicciones anti capitalistas y declaraciones conservacionistay de respeto a la Madre Tierra. Aos despus sus principales logrosestn relacionados con el extractivismo y con el auge de una nuevaclase, ntimamente vinculada al llamado capitalismo salvaje. Loscooperativistas mineros son caso paradigmtico de este fenmeno.

    Estos cooperativistas desde sus inicios consolidaron sus interesespor las vulnerabilidades del sistema poltico. Aliados de Carlos Mesa,apostaron luego por Evo Morales y el MAS. Durante el catico ydesesperante gobierno de Mesa brindaron servicios al actualpresidente de Bolivia al cercar el Congreso primero y luego invadiendoa Sucre armados de dinamita, impidiendo el relevo constitucionaltras la renuncia de Carlos Mesa y debilitando el andamiaje poltico,

    hechos que repercutiran en el triunfo electoral de Evo Morales.Estas cooperativas pasaran la factura de ese apoyo al gobiernomasista, logrando primero tener representantes en el Congreso yluego apabullando a los mineros del Estado, quienes fueronderrotados con el apoyo del propio gobierno que debera defenderlos.Los cooperativistas lograron revertir en su provecho las reservasmineras nacionales y ahora doblaron el brazo del gobierno al lograruna legislacin minera favorable a sus intereses, aun cuando sutexto contradiga lo estipulado en la Constitucin Poltica del Estado.

    Si entendemos por descolonizacin el desmantelamiento de lainstitucionalidad perversa originada en la invasin espaola, paralograr una nacin incluyente y representativa y no la profusinsimblica de elementos pseudoidentitarios y cosmovisionistas, elresultado del actual gobierno es catastrfico y negativo. El MAS hacedido ante la oposicin organizada de gremios de clara raigambrecolonial. Archiv la reforma de la salud ante la resistencia del Colegio

    Mdico, y ahora se desdice en su deseo de una legislacin mineramoderna y viable, por la oposicin de las cooperativas que buscanevitar todo control en la preservacin del medio ambiente, evadir loms posible obligaciones tributarias y garantizar su expansin enlos marcos de la ms libertina libertad de emprendimiento.

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    Mestizaje?:

    Lo indio: el ser del hombre

    bolivianoJaime Burgos V.*

    En el pas nadie quiere ser indio,ni los indios y menos los mestizos.Se entiende. En un pas dondeexiste la opresin nacional, EvoMorales de por medio, ser indio sig-nifica ser discriminado, oprimido y

    explotado. Por esto no resulta ex-trao que mestizos y algunos in-dios renegados, celebren que enel Censo 2012 el 58 % de la pobla-cin mayor a 15 aos no se identi-fique indgena. En hora buena he-mos dejado de ser un pas de in-dios, somos mestizos! Cuntaalegra! El dato censal nos ha cam-biado el color de la piel ahora so-mos ms blancos, y como escribeun filsofo trasnochado, el datocensal nos ha incorporado a la cul-tura occidental, podemos mirar deigual a igual a ingleses y nortea-mericanos. Un 58 % no es poca

    cosa, demuestra que compartimoslos mismos genes biolgica yculturalmente que anglosajones yarios.

    En el siglo pasado, en el afn deincorporarse y adaptarse a la su-perestructura de la economa pre-dominante: el capitalismo, en unrgimen de opresin nacional, losindios cambiaron de nombre y ape-llido: de Qhespi pasaron a Quispey Quisbert. Todos se mofaban por-que Paulino Huanca se transformen Paul Lanka. Aprendieron el cas-tellano, a comer usando cubiertosa bailar cumbia y se hicieron cris-

    tianos. Hombres y mujeres cam-biaron de vestimenta. Las mujeresdejaron el axsu(vestido precolom-bino que an usan las mujeres enalgunas comunidades del norte dePotos) y vistieron pollera, pero nopor vestir pollera todas las mujereseran indias. Mis dos abuelas ves-tan pollera, pero sola mi abuelamaterna era india chumea. Trilin-ge las dos (quechua, aymara ycastellano). Mi abuela paterna notena nada de india en su ser fsi-co, de los cabellos a los pies eraeuropea, pero por usar pollera fuediscriminada, incluso en el seno dela familia. Es el poder del simbo-lismo sobre la realidad. Hoy lasindias visten pollera, son las cholas.Las criollas y mestizas dejaron lapollera y adoptaron el vestidooccidental moderno, transformn-dose en birlochas.

    Diferenciarse de los indios y mi-metizarse a los criollo/mestizos fuela mecnica social de los opresoresy oprimidos. Dejar de ser indio erael sentimiento, lo que condujo adar las espaldas a todo lo que sig-nificaba ser indio. De las indias depollera saldr la chota chola, unhbrido entre chola y birlocha. Lasbisabuelas tenan razn al oponer-se a vestir pollera, oposicin refle-

    jada en la sentencia: Axsu, menospollera, que la pollera es traicione-ra, una reafirmacin de identidadindia que enorgullece y que de-muestra que a las tatarabuelas lescost vestir de pollera a sus hijas.A partir de mediados del siglopasado las hijas de las cholasvisten como birlochas por voluntadde las madres, lo que permiti alos criollo/mestizos apropiarse deltrmino birlocha para identificar alas mujeres que vestan comoellas, pero no eran como ellas, eranhijas de chola y de cholos.

    Y es que haba algo que no po-dan cambiar, el color de la piel,los rasgos fsicos del ser indio unaherencia presente en los mestizos,hijos de indios y criollos, de indiosy blancos. A ms negrillo ms in-dio, a menos negrillo menos indio.Para los blancos, una mujer more-na es una mujer blanca con cabellonegro, para nosotros una mujermorena lo es porque tiene la pielmorena en una de las tonalidadesque dio el mestizaje. No es la mo-rena del caribe de origen negro,es la morena de origen indio. Poramor o deseo nuestros antepasa-dos blancos e indias se revolcaronen la cama o en la chacra e hicie-ron el amor, particularmente loshombres blancos con las indias.Por algunos dichos y actitudes meparece que las mujeres blancasfueron ms racistas Nac para serReyna y acabe viviendo en unchiquero rodeado de indios. Otrasmurieron vrgenes esperando elhombre blanco que las mereciera.

    Los mestizos somos producto deun doble proceso: social y racial,adems es un recorrido de dobleva. No hay mestizos slo en lasfamilias criollas, tambin hay mes-tizos en las familias indias, pro-ducto del sometimiento de la mujerindia al patrn y de la pasin se-xual que dej de lado todas lasconsideraciones sociales y tocabafondo cuando la mujer india que-

    daba embarazada. Hoy hay cholasms blancoides que algunas bir-lochas que se identifican comomestizas, Este es el proceso don-de se form el ser boliviano. Afir-mar que todos somos mestizosporque somos el producto de lamezcla de razas es hablar de cual-quier cosa y no de algo concreto,el ser del hombre boliviano. Y deesto trata el dato censal.

    El ser boliviano es de raza blan-ca? No! Las corrientes migratoriasde origen europeo fueron tan po-cas que nunca han superado ennmero a los indios, y en hora bue-na. No hay una experiencia en elmundo en la que la presencia dela raza blanca hubiese impulsadoel progreso y desarrollo de lapoblacin indgena, por el contrariodonde llegaron sometieron y explo-taron a los indgenas. En Mxicolos 10 millones de indios estn con-denados por siempre a ser nada,a extinguirse en medio de la incul-tura, la pobreza y el hambre. En

    Guatemala, Per, Chile, y quizEcuador son una bomba de tiem-po. Indios que el gobierno de EvoMorales los ignor. En Argentina,Colombia son la nacin clandes-tina, condenada a vivir en unaespacio determinado. En el pas,Bolivia es el espacio de los indios.

    Como los migrantes blancos nolograron consolidarse en una granburguesa, emprendieron el viajede retorno, los judos de la calleSagrnaga desaparecieron. Enotros casos sus hijos salieron delpas y nunca ms volvieron. A losmigrantes alemanes, que tan pro-

    funda huella dejaron en la historiadel pas, no se los siente (con lasdisculpas de Robert Brockmann).Si hoy en da preguntramos a unestudiante de la UMSAsi conoce aun descendiente de alemanes,

    judos, italianos, la respuesta, conseguridad, ser negativa. Y la

    razn es una: San Andrs es unauniversidad india y poco importaque muchos de sus estudiantesse identifiquen como mestizos. Elespejo en el que nos miramos losmestizos nos miente. Es igual quepensar que las Magnficas de PabloManzoni son la expresin de lamujer boliviana. Mentira: son sunegacin.

    Los blancos que se quedaron en

    el pas estn incrementado el mes-tizaje, no todos. Hay blancos queven en las indgenas slo indias ynunca una mujer. El costo: ser mi-nora. En la ciudad de La Paz sehan encuevado en el barrio Sur,en el pas en Santa Cruz, un ltimointento por construir una burgue-sa boliviana blancoide, latino-americana, dicen ellos, en conse-cuencia anti indgena, paradjica-mente con el apoyo de un presi-dente de origen indgena. Perohagan lo que hagan no podrncontener la marea india, Bolivia essu pas. Esta minora blanca es

    parte del 58 % que no se identificacomo indgena, lo que disminuyeel porcentaje de los mestizos. Enel siglo pasado los blancoides/castellanos se esforzaron porpresentar a los indios como mino-ras, hoy es una labor de quienesse consideran mestizos.

    Cul es el ser del hombre boli-viano? El indio. Y los mestizos, im-portando poco que tengamos lapiel ms o menos blanca, somosindios mestizos. No hay mestizospuros, por lo que considerarsemestizo y no indio es una ficcinque slo sirve para dar las espaldas

    a todo lo que es indio. Y si un in-dio se cree mestizo porque tienenombre ingls, apellido criollo o vis-te zapato es un indio alienado, unrenegado de su origen. Lo que co-rresponde es reconciliarnos connuestro ser indio, con nuestros or-genes. Un desafo prometedor.* [email protected]

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    La Paz, abril 2014 Pgina 4

    El Comando revolucionario de Oruro:

    Zenn Barriento mamani:

    Comandante Popular Aymara

    Recordando a ZennBarrientos Mamani, hroepopular olvidado por loshistoriadores oficiales,comandante aimara de laheroica batalla de

    Papelpampa, el 9 y 10 deabril de 1952, librada porla poblacin orureacontra el ejercito oligarca.

    Extrado de la obra:Cantos de amor y deguerra, de GonzaloChanez

    ..En cada grupo revolucio-nario existen hombres comoZenn, que son conspiradorespor excelencia, pumas por sunaturaleza animal, cuadros que

    permanecen en segunda lnea,mientras van tejiendo sus redesy en el momento preciso, activantodas sus trampas, dan elzarpazo y se hacen del Poderen menos que cante el gallo.Hasta que el enemigo o losdems se den cuenta de la

    jugada, ya es demasiado tarde.Zenn, Oscar y Bertha Chanez,mis padres, Samuel y HernnGallardo, Florencio lvarezArroyo, Jacinto Lpez, RobertoGonzlez, Luis y Ral de laBarra, Jos Flix Soria, Ricardo

    Sandy, Napolen Dvila, Zaca-ras Flores, Raquel Galzin, JulioUrquidi, Andrs y Juan vila,Manuel Espinosa, Ral Portillo,Elsa Salinas, Juanito Saavedra,Celestino Navarro e HiplitoSerrano conformaron dentro delMNRel Comando Revolucionariode Oruro, CRO, ncleo militar,lite armada, cuya existencia eradesconocida para la cpula

    oficial del Comando Depar-tamental de Oruro. Mi padre semova en las dos. Eso s, laexistencia del CRO era conocidapor el Comit Poltico Nacional,

    es decir por Hernn Siles Zuazo,que diriga la lucha en el interiordel pas. La existencia del CROtambin era conocida por VctorPaz Estenssoro, en BuenosAires, por Jos Fellman Velardey por Carlos Montenegro. Estos,

    polticos viejos, zorros, siemprejugaron a dos cartas, por lomenos, eso s lo se ahora. Yahora s tambin con certeza,que la opinin pblica y los diri-gentes oficiales del MNR, igno-raban por completo de la exis-

    tencia de ese partido dentro delpartido. El CROera la carta deAs, escondida en la manga delMNR. Aun as, yo hasta ahorame pregunto: Cmo pudo for-

    jarse esta organizacin, de esamagnitud, bajo las mismasnarices de la direccin oficial delMNR, sin que nadie, pero abso-lutamente nadie, de la direccindepartamental, se haya dadocuenta? Preguntando, pregun-tando, creo haber develado par-te de ese misterio, de esa jugadamaestra de la conspiracin. Loque he logrado hilvanar se losrelatar abreviadamente ahora.

    Luego del colgamiento deVillarroel, por la derecha y losmaestros afiliados al PIR, sedesencaden una persecucinsauda en contra del MNR.Todos los militantes fueron vc-timas de alguna forma de repre-sin. Y el MNR fue obligado aingresar a la ilegalidad. No haymal, que por bien no venga. Porese entonces, fue Zenn Ba-rrientos, quien empez a des-confiar de los dirigentes, quepermanecieron legales y les

    oculto conscientemente elhecho, de que empez a orga-nizar clulas clandestinas, sinque la Direccin Departamentalsepa nada de ellas. Esto tuvomuchas ventajas, ya que si erandetenidos militantes conocidos,por mucho, que se los tortu-rase, ellos no saban nada.

    Fue durante esta poca llama-da el sexenio, del 46 al 52,aos de una represin polticasalvaje, cuando este grupoaprendi en condiciones demxima ilegalidad a trabajar en

    forma totalmente clandestina yal mismo tiempo se fue forjando,como el acero al ser golpeadocontra el yunque. En base acrculos de amigos, de barrio, detrinchera, de lugar de trabajo,nacieron las clulas clandestinas.

    Poco a poco fueron forjandoun instrumento, que derrotaraa un ejrcito profesional. Lasmilicias del MNR desarrollarondurante esos aos los siguien-

    tes principios. 1.- DireccinColectiva, lo que permita y exigainiciativa propia, al mismo tiem-po, que supona una subordi-nacin a los intereses colectivos,gracias a una autodisciplinaautoalimentada. Una vez apro-bada una lnea, todos actuabanen esa direccin, sin esperarinstrucciones. Lo mismo, quehace Al Qaeda, ahora, eso ya lohacamos nosotros hace ms desetenta aos. 2.- Compar-timentacin rigurosa, lo que lespermiti sobrevivir a las per-secuciones y al mismo tiempo

    ocultar a la Direccin del Coman-do Departamental la verdaderaactividad y la magnitud delaparato. 3.- Basar la formacinde lderes y jefes en el reco-nocimiento de sus bases, po-niendo como marco principal la

    calidad humana, la claridadideolgica y la capacidad de lide-razgo. No se aceptaban ldereso jefes impuestos, lo que leotorgaba a cada lder una se-

    guridad y una autoridad incom-parables. Una vez impuesto ensu cargo, su autoridad eraabsoluta e indiscutible.

    Estos lineamientos extradosde las tradiciones ancestralesaimaras son prcticamente lasmismas que la Unin Soviticaaplic en la formacin de losComisarios Polticos, gracias alos cuales y otros factoresla Unin Sovitica gan la Se-gunda Guerra Mundial. En basea dichos lineamientos se forzy exigi la formacin ideolgica,tcnica y cultural de todos losmilitantes. Mi madre dictaba enla escuela de cuadros las mate-rias de Materialismo Histrico yDialctica. Mi padre, primerosauxilios. Napolen Dvila dictabaOrganizacin y Raquel Galzin era

    Contina en la pgina 6

    Zenn Barrientos Mamani, comandante aymara, hroe en Oruro de larevolucin de 1952, hoy vive postergado en un asilo de ancianos, en La Paz.Las autoridades polticas cuya legitimidad se enraiza en el esfuerzo deluchadores como Zenn, no le brinda el reconocimiento que en justicia lmerece. Foto ilustracin: www.laprensa.com

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    La Paz, abril 2014 Pgina 5

    A 29 aos:

    El Alto tras la huella del

    obrerismoDavid Ali Condori*

    La colectividad barrial en El Alto, como de los barrios suburbanos de La Paz, est integrada fundamentalmente pormigrantes aymaras. Sus valores y aspiraciones no son, sin embargo, de recuperacin tnica como creen muchos, sinoque aspiran a los modelos de tcnica y urbanizacipn tpicamente occidentales. Para resolver sus necesidades yaspiraciones delegan la funcin de canalizar y gestionar sus demandas a los dirigentes vecinales, quienesgeneralmente terminan subsumidos por las autoridades polticas. Hacer obras es la consigna de los gobiernosnacional y municipales, obras que consisten generalmente en la parodia de las realizaciones urbanas en el PrimerMundo. Fuente ilustracin: http://emancipacionobrera.blogspot.com/2011/05/descolonizacion-como-fenomeno-violento.html

    1. Introduccin

    El pasado 06 de marzo, laciudad de El Alto celebr suvigsimo noveno aniversario decreacin como Cuarta Seccin

    Municipal de la Provincia Murillodel Departamento de La Paz. Laurbe altea, inicialmente consi-derada como Chusa Marka(pueblo vacio), hoy se ha con-vertido en Jacha Marca(pueblogrande)1. Segn, el Censo dePoblacin y Vivienda del ao2012, El Alto tiene una pobla-cin de 848.849 habitantes, quela constituye en la segundaciudad ms poblada de Bolivia,despus de Santa Cruz quetiene 1.453.549 habitantes2.

    El Alto est en constante cre-cimiento, cada vez emergen nue-vas urbanizaciones3donde tam-bin surgen una serie de necesi-dades y demandas. Su creci-miento poblacional se debe a lamigracin del campo-ciudad, yaque miles de mujeres y hombresllegaron a esta ciudad guiadospor las promesas de mejoresservicios y oportunidades eco-nmicas (Arbona, 2003), ade-ms de posibilidades sociales yde prestigio (Alb et al, 1981).

    Sin embargo, muchos migran-tes sobre todo en las urba-nizaciones perifricas de El Alto

    se enfrentan con una serie deproblemas, que van desde lacarencia de los servicios bsicos,hasta la falta de la infraestruc-tura urbana, como sedes socia-les, unidades educativas, cen-tros de salud, pavimentado delas vas, entre otras necesida-des. Ante ese mundo social denecesidades, la poblacin alteacomparte una intencionalidadcolectiva de aspiraciones, expec-tativas y tienen conciencia de unespacio urbano equipada conservicios bsicos e infraestruc-

    tura moderna, por eso, es casinormal escuchar a sus habitan-tes, decir que: queremos vivircomo en la Zona Sur de La Paz.

    En ese contexto, en los pr-ximos prrafos intentaremosreflexionar sobre la importanciade la obras en el mundo de lavida cotidiana de los alteos,puesto que en la intersubje-tividad colectiva se constituyenen objetos de satisfaccin frentea las necesidades y carenciasasumidas en la vivencia de sushabitantes.

    2. Obras son amores... 4

    Los habitantes de la ciudad deEl Alto como ya dijimosviven un mundo de necesidadesrelacionadas con servicios bsi-cos e infraestructura urbana,sobre las cuales compartenaspiraciones colectivas bajo lasrepresentaciones sociales liga-das a la modernidad. Aunque,este hecho aparece como algocontradictorio, porque en estaurbe las prcticas culturales ind-genas (aymara-quechua) anprevalecen5; pero el diseo del

    espacio urbano se va configu-rando bajo la visin occidentalcon caractersticas propias delobrismo6, asociadas con el desa-rrollo y progreso urbano. Poreso, la intersubjetividad colecti-va construye su imaginario delespacio pblico equipado conobras ornamentistas.

    Entonces, los vecinos de baseesperan que sus demandas setransformen en la provisin delos servicios de consumo co-lectivo y obras de infraestructuracomo: las sedes sociales, pavi-mentado o enlosetado de lasvas, canchas de csped sint-tico, etc., que se constituyen enbienes de satisfaccin, de ah se

    considera que las obras sonamores.

    En tal sentido, la colectividadbarrial para resolver sus nece-sidades, generalmente acos-tumbra delegar la funcin decanalizar y gestionar sus de-

    mandas a los dirigentes vecina-les, quienes muchas veces ter-minan subsumidos e instrumen-talizados por las autoridadespolticas, dejando de lado lasprincipales reivindicaciones de lacolectividad. As como ocurrecon muchos dirigentes barriales,quienes son ms funcionales alAlcalde. Para corroborar estahiptesis, basta ver la designa-cin de los Sub Alcaldes, que ensu mayora son presidentes delas juntas vecinales.

    Por otra parte, desde el Go-bierno Municipal tambin seintent promover las obrasestrella. As por ejemplo, elAlcalde Edgar Patana, el 26 de

    noviembre del ao 2012, hapresentado los proyectos de

    megaobras, en la que se resal-taban: el Terminal de Buses Bi-modal, Palacio Consistorial deno-minado Jacha Uta, la Pasareladel Arquitecto, el Hospital del

    * David Ali Condori es miembro de laComunidad Acadmica de EstudiosSociales (CAES)[email protected]

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    La Paz, abril 2014 Pgina 6

    * Docente en la UMSA.

    Tercer Nivel del Sur, entreotros7. Sin embargo, ninguna deestas obras hasta la actualidadest concluida, a causa de lainefi-ciencia de los actores buro-crticos que estn a cargo de lagestin pblica municipal.

    Entre tanto, El Alto que enoctubre de 2003 ofrend msde 60 vidas por la defensa delos hidrocarburos y la AsambleaConstituyente, sigue posterga-da. Pues, no basta la cons-truccin del Polideportivo deno-minado Los Hroes de Octu-bre, el Hospital del Tercer Nivel

    El Norte que hasta la fechano funciona y las canchas decsped sinttico. Consideramosque esta ciudad heroica necesitams atencin del Gobierno Muni-cipal, Departamental y Central,

    porque hay problemas estruc-turales que se deben solucio-narse (aunque medianamente),como la inseguridad ciudadana,el transporte y el comercioinformal galopante.

    Consideraciones finales

    En el eplogo de nuestra refle-xin, queremos sealar que lossujetos urbanos en la ciudad deEl Alto viven un mundo de ne-cesidades y comparten deseosde satisfaccin en funcin a lasrepresentaciones sociales liga-das a la modernidad del espacio

    urbano. Es decir, el imaginariosocial intersubjetivo concibe unespacio territorial de sus barrios,equipado con obras de infraes-tructura ornamentista y servi-cios urbanos que se constituyecomo un bien colectivo de lasociedad.

    En esa lgica, las obras repre-sentan smbolos significantes deldesarrollo urbano, por las cualeslos vecinos estn dispuestos ainteractuar para conseguir eseideal de una ciudad digna dehabitat; con vas que estn

    pavimentadas, en las plazassean edificadas sedes sociales ylas canchas deportivas equipa-das con csped sinttico. Ascomo haya mayor seguridadciudadana, servicios de auto-transporte, salud y educacin.

    Entonces, los dirigentes veci-nales y los actores del GobiernoMunicipal tienen la misin delograr la mayor cantidad deobras y servicios a favor de lacolectividad barrial. Para aquello,los representantes vecinalesdeben renunciar al clientelismopoltico y a los intereses parti-darios; en otras palabras, dejarde ser pongos polticos delactual partido en funcin en elGobierno Municipal de El Alto. Ylas autoridades polticas delMunicipio tienen la misin de

    asumir el desafo de cambiar laimagen negativa de la urbealtea, no slo edificando obrasornamentistas, sino tambinpromoviendo polticas sociales afavor de los habitantes de esta

    joven ciudad.1 Vase QUISPE, Marco (2004) De

    Chusa Marka a Jacha Marka (Depueblo vacio a pueblo grande), Pluraleditores, La Paz-Bolivia.

    2 Datos del Censo 2012 publicados enel Decreto Supremo N 1672, del 31de julio de 2013 (Gaceta Oficial delEstado Plurinacional de Bolivia, 2013).

    3 Actualmente, la ciudad de El Alto estconstituida por 14 Distrito Municipalesy cuenta con ms de 609 juntasvecinales afiliadas a la FEJUVE de ElAlto.

    4 En el ao 2012, el GobiernoAutnomo Municipal de El Alto(GAMEA) public un boletninformativo titulado: Obras sonamores. Ahora si! El Alto cambia,de ah viene el subtitulo del presente

    documento.5 As por ejemplo, en los aniversariosbarriales es casi normal observar larealizacin de los apthapis o akhullis,lo cual nos muestra, la reproduccinde los valores culturales indgenas enla ciudad de El Alto.

    6 Entendemos por obrismo como unaideologa desarrollista que busca lamodernizacin de los barrios, dondese privilegia el asfalto, el cemento,las grandes construcciones urbanasy la jardinera, sobre elabastecimiento de las necesidadesbsicas urbanas como alcantarillado,el agua potable y la salud (Espsitoy Arteaga, 2006: 39).

    7 Vase, Patana presenta el diseo de27 megaproyectos 2013. En: http://www.la-razon.com/ciudades/Patana-p r e s e n t a - d i s e n o -megaproyectos_0_1732026784.html(15-03-14).

    BIBLIOGRAFAALB, Xavier y otros (1981). La cara

    aymara de La Pa. I. El paso a laciudad. La Paz: CIPCA.

    ARBONA, Juan Manuel (2003). Ver yhacer poltica en la ciudad de ElAlto. Capacidades polticas yactividades econmicas. La paz:P.N.U.D.

    ESPSITO, Carla y ARTEAGA, Walter(2006). Movimientos SocialesUrbano-Populares en Bolivia: Unalucha contra la exclusin social,

    econmica y poltica. La Paz:UNITAS.

    GACETA OFICIAL DEL ESTADOPLURINACIONAL DE BOLIVIA(2013) Decreto Supremo N 1672.Bolivia: poblacin segn municipio.La Paz.

    GOBIERNO AUTNOMO MUNICIPALDE EL ALTO (2012). Obras sonAmores. Ahora si! El Alto cambia.El Alto: GAMEA.

    QUISPE; Marco (2004). De ChusaMarka a Jacha Marka (De pueblovaco a pueblo grande). La Paz:Plural.

    Usted puede consultarnmeros pasados de

    Pukara ingresando a:www.periodicopukara.com

    la encargada de las clases deInteligencia. Todos estos es-fuerzos dieron luz a una orga-nizacin madura, gracias a lacual, en el momento de la insu-

    rreccin, el MNR, ms propia-mente el CROde Oruro, contabaprobablemente con el mejoraparato militar clandestino detoda Sudamrica. A ello ayu-daron tambin los siguienteshechos del momento: Comoconsecuencia de la Guerra delChaco, casi todos los milicianosmovimientistas eran ex com-batientes. Es decir eran, militar-mente hablando, guerreros conexperiencia, que al no estarsujetos a una estructura ver-tical, fosilizada, pudieron aplicaren el combate toda su expe-riencia.

    Existen algunos sucesos, quenos dan una idea del nivel decombate y la capacidad tcnico-organizativa de toda la pobla-cin. Uno de ellos es el hechode haber aplicado masivamentesoporferos, (morfina, fenobar-bital, Veronal) en el enfrenta-miento militar. La idea de ofrecercomidas con soporferos ehipnticos, a las tropas enemi-gas fue de mi padre. l se habaapropiado con antelacin de losdepsitos de la intendenciamilitar de grandes cantidades deestos medicamentos. Prepara-das junto con comidas, cho-colates Harasic, galletas de Fe-rrari Ghezzi, se constituyeron envaliossimas armas. Las simplesmujeres del pueblo ofrecanestos platos y bebidas con falsocario a los soldaditos del ejr-cito regular, habiendo puestofuera de combate a un nmeroconsiderable de efectivos. Deesa forma se les puso fuera decombate y se les salv la vida.Que yo sepa, esta operacin

    militar, es nica en la historiamilitar moderna.Otro momento estelar, fue

    durante la batalla de Papel-pampa. Tres columnas, cada unode diez hombres, comandadospor Rene Gallardo, RicardoSandy y Zacaras Flores, nin-guno militar profesional, gue-rrilleros de nacimiento, perma-necieron ocultos, durante ho-ras, en trincheras camufladas enmedio de los arenales. En elmomento crucial de la batallacerca de las 9:45 de la maana,

    salieron de sus escondites y enun ataque sorpresa tomaronpresos al comando conjunto delos regimientos Ingavi y Andino.EL Comandante de estas uni-dades, el Crnl. Vacaflor, haba

    jurado baarse en sangre demovimientistas. Ahora tuvo que

    encabezar a sus tropas, mar-chando descalzo y con la gorraal revs, en el largo camino haciaOruro, pasando ante la miradaatnita de la poblacin, que nocrea que el MNR haya podidoderrotar a tantos soldados. Al

    paso de las unidades la pobla-cin reacciono violentamenteagrediendo fsicamente a mu-chos oficiales. Tan solo la auto-ridad de Zenn Barrientos lessalvo la vida. El xito de estaoperacin permiti preparar lasemboscadas al Batalln AndinoNro. 1 procedente de Huacha-calla y al Batalln Andino Nro. 2procedente de ColchaK.

    Con el aniquilamiento de estasunidades se dio fin a la batallade Papelpampa, siendo al final 5regimientos del ejrcito los que

    fueron puestos fuera decombate.La insurreccin fue masiva,

    toda la poblacin se sumespontneamente a las unida-des movimientistas. A esteempuje popular se sum el usode sistemas de inteligencia,comunicacin, propaganda ylogstica, que en su conjuntonos dan un cuadro de un apa-rato militar altamente efectivo.El CROde Oruro, aparte de tomartodas las instalaciones militaresde la ciudad de ese nombre,logr derrotar en las llanuras dePapelpampa a dos regimientosde lnea del Ejrcito. Los derrotcompletamente, en forma tancontundente, que a la DireccinNacional del MNRle entr miedo.Y sta crey necesario librarsedel CRO. Pero los del Comandono entregaron sus armas as noms.

    Dos aos dur este tira yafloja. Al final, las milicias fuerondesconcentradas y con ello seperdi para las Naciones Origi-narias una oportunidad histrica.La efectividad militar del CROde

    Oruro se constituy, desde elprimer instante, en un factor dePoder indeseado para el gobier-no central, que hizo de Zennun desplazado dentro de lacpula MNR. Cpula formada porintelectualoides, inclinados aOccidente, temerosos del Impe-rio y que al final, por incapaces,por no tener las mismas metas,que el pueblo, traicionaron a laRevolucin. Zenn, si bien llega ser Jefe de Comando deOruro, jams de los jamases,escalara ms arriba. Tuvo un

    destino similar al de Pancho Villay al igual que l, se apart pors mismo de la cpula de poder.A Zenn se le tema. Y esosmiedos no eran infundados.Tendran que pasar 60 aos,para que sus sueos, se acer-quen a la realidad.

    Viene de la pgina 4

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    El autodesprecio y la sobrevaloracin:

    Las etapas de la conciencia

    polticaCarlos Macusaya

    La poca auto estima puede degenerar en una sobre estimacin que, al no disponer de slidos elementos, puedeterminar en un culto que perjudica la tarea emancipadora indgena. Este error es notable en nuestro pas, donde elllunkerio es practica comunmente aceptada. Fuente ilustracin: www.eldia.com.bo

    La personalidad del sujeto queha vivido los procesos deracializacin hoy por hoy seexpresa, en trminos generales,bajo dos formas: una que niegasu propia condicin de sujetoracializado (indio) y otra quereacciona contra tal condicin yla denuncia, buscando afirmarsesin salir de ella. Esta reduccinen dos formas es una simpli-ficacin, de la cual estoy plena-mente consciente, pero hagoesto slo para abreviar variasconsideraciones. Slo pretendobosquejar a mano alzadaalgunos rasgos que son partede quienes viven y sufrenprocesos de racializacin.

    Los gestos, actitudes o dis-cursos en los que se niega la

    condicin de ser sujeto raciali-zado son propios de quien haasumido como natural la infe-rioridad de s mismo y en ge-neral, de los indios. Esta condi-cin no slo se vive casi de ma-nera resignada, sino que su pro-pia identificacin es tan dolorosaque en la conciencia se la eludey se la niega. La conciencia delsujeto racializado est magulladay tiene abiertas las heridas quela racializacin provoca. Trata deevitar que esas heridas seantocadas y para esto elude su

    condicin con un gesto en el quela herida es escondida, no slopara los dems (nunca mencionalas discriminaciones vividas),sino para s mismo.

    La negacin de la condicin deser racializado implica la negacinde s mismo (el Yo) y de lo pro-pio, pues este s mismo y lo pro-pio de l estn marcados por laracializacin, por la forma en laque se ha construido la imagende los indios como seres infe-riores y de otra raza. Simult-neamente, esta negacin es la

    condicin de la afirmacin de ladominacin del otro, el qara.Para este ser, poder ser acep-tado en un espacio social racia-lizado implica la negacin. Laracializacin que configura ml-tiples formas de negacin estcondicionada por las relaciones

    econmicas y polticas, es decirque no opera slo a partir deun mundo de representaciones.

    Uno de los antecedentes msimportantes, para considerar elasunto que nos ocupa, es el dela Revolucin del 52, en tantoreconfiguracin estatal. El pro-yecto entonces era formar una

    nacin mestiza sin mezclarsecon los indios. Lo que en esteproceso se tom como objetode trabajo es la conciencia del

    indio en funcin de hacerlo unciudadano boliviano, de segundaclaro. La escuela, el cuartel, launiversidad, ms que espaciospara desarrollar capacidadesfsicas e intelectuales de los

    nuevos bolivianos, funciona-ron como espacios donde el

    campesino, su hijo y sus nietosinteriorizan valores de rechazoa s mismos, miedo por lo nuevo

    y resentimiento. Ah les haentrado con sangre la resig-nacin para aceptar su lugar.

    Es bueno hace notar que noes un qara quien directamentenos ha enseado a odiarnos,sino que esto lo han hecho quie-nes ms nos aman: nuestros

    padres. Ellos, de uno u otro mo-do, han pasado por esos espa-cios de formacin aludidos an-teriormente. Nos han ensea-do a odiarnos porque nos ama-ban? S, pues anhelaban que noviviramos lo que ellos sufieron.Para esto no slo muchos secambiaron de apellido1, legando

    as a sus sucesores un nombreficticio, sino tambin evitaronhablar en aymara a sus wawasy adems embadurnaron el ros-tro de sus nios y nias con cre-mas blanqueadoras. Estas wa-was se hicieron padres y madresy no solo heredaron el apellidocambiado, sino tambin el auto-desprecio a sus hijos e hijas.Todo esto se ha reproducidocomo un crculo vicioso.

    Desde nio y ao tras ao, demanera constante y tediosa, elsujeto racializado ha vivido la

    realizacin de ceremonias dedi-cadas a recordar las guerra per-didas y as ha interiorizado la

    conciencia nacional. Sabe dehoras cvicas o de festivales fol-klricos, pero la cualificacin enmatemticas, por ejemplo, esalgo extrao para l. Ha sido

    objeto de los esfuerzo estatalespara hacer de los hijos de los

    indios buenos patriotas, peroel hacerlos buenos estudiantesno cuenta para nada. La educa-cin boliviana imprimi en lamentalidad de nuestros nios y

    jvenes un hbito a la repeticintan mecnica que el pensa-

    miento y la reflexin se mues-tran ausentes.Estos frutos de la raciali-

    zacin se muestran sin sueos,no se respeta ni a s mismo. Siuno es un buen jugador de fut-bol, se conforma con jugar por100 o 200 pesos en alguna ligabarrial, pues consciente o in-conscientemente, tiene presentelos lmites que le hasn impuesto:la seleccin boliviana no es paral, pues es un boliviano desegunda. Su creatividad hasufrido una especie de petrifi-

    cacin a fuerza de la rutinaescolar. Este sujeto, en las aulasuniversitarias pide prctica ydespotrica contra la teora; lslo quiere hacer, el pensar noes para l, es para otros. Valoracomo lo valoran: por el color ylos rasgos somticos. Si est

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    ebrio har lo que no se atreveestando sobrio, pues en smismo es un ser reprimido quese desahoga con alcohol. Cuan-do est borracho grita el orgullopor su cultura; de repente es

    paradorcito y hecho al macho;

    rompe en llanto y llama her-manito al que ofendi antes.

    El fuero interno de este sujetoes un mundo lleno de repre-siones2 y lleva el sello de laviolencia que vivi desde nio.Ante las jerarquas racializadasslo puede responder, comodesdoblndose, contra s mis-mo, negndose para ser acep-tado. As, cuando este ser quese desprecia se encuentra enmedio de un escenario en el quela condicin de sujeto racializadoes denunciada y desvelada, ste

    ser quien primero agreda, ver-bal o fsicamente, a los indiosalzados. Este fenmeno mani-fiesta la constante lucha por seraceptado y por esto las agre-siones contra su propia genteson la forma de delimitar su rela-cin con ellos y de diferenciarse.Todo apunta a mostrar que lno es indio y por eso grita:

    indios de mierda.Esta negacin no es un resul-

    tado casual o imprevisto, sinoque tiene una funcin, la que sehace ms claramente perceptible

    en momentos de confrontacinpoltica. Recordemos que mu-chos de quienes agredieron acampesinos quechuas, en el ao2008 en Sucre, eran hijos dequechuas; como tambin mu-chos de los antikollas en SantaCruz eran hijos de kollas. Sinembargo las formas ms acep-tadas en la que esta negacinfunciona se nos presentan coti-dianamente en el mercado, enel minibs, en la calle, en elpropio hogar, etc.

    Cuando entre sujetos racia-lizados (indios) se insultan,

    lo hacen apelando a la condicinde racializacin, siempre comoalgo natural de quien es objetode la agresin: uno le dice al otro

    indio de, el otro responde:tara de; pero cuando poralguna razn uno de stos entraen discusin con un qara, este

    qara para parar en seco elcruce de palabras le dice indiode y el agredido queda anu-lado y as termina la discusin.Aquel que en otra situacin po-da responder tratando a otrode indio ahora, ante la reaccin

    del qara, solo atina a bajar lacabeza y a seguir su camino conel rabo entre las piernas. El

    qara le recuerda su condicinde manera cruda y ante esto elsujeto racializado se ve anuladoy la condicin que negaba esaceptada con su sumisin ante

    la agresin del qara.La vida cotidiana nos nuestra

    mecanismos de racializacin enun funcionamiento de baja in-tensidad y que en momentos deconfrontacin poltica funcionanen alta intensidad. La negacinde la condicin de sujeto raciali-zado, que se manifiesta bsica-mente como negacin de perte-nencia al grupo que se considera

    raza inferior, tiene una clarafuncin poltica. El miedo, el des-precio, se conjugan en estamentalidad de la negacin y quefunciona con tanta normalidad.Esto se ha propagado como unapeste, pero como quien vive enel basurero, la gente se acos-tumbr a ella y le parece normal,pero hay quienes logran intuirlo anormal de esa normalidad.

    Muchas y muchos han pasadode negar su condicin de sersujetos racializados a gritar suidentidad indgena. De odiarsey rechazar a sus ancestros hantransitado a exaltar ciegamentelo ancestral. Buscan expresar suidentidad vistiendo ropa hechade algn tejido o que tengaalgn pedazo de l. Se trata deexhibirse vistiendo de tal formaque sean identificados como

    indgenas. No es un fenmenonico; por ejemplo, muchos bus-can ser identificados con el

    equipo de sus amores a travsde la ropa, lo que tambinsucede con otros aspectos comolos gustos musicales expre-sados en la vestimenta.

    A la ropa hay que sumar otroselementos a travs de los quese busca afirmar aquello que senegaba. Hay quienes suelencolocarse nombres ances-trales, adems de participar enceremonias y rituales. Pijchancoca, pero teniendo el cuidadode ser vistos, como mostrandosu indianidad como acto derebelda; tambin estn ocu-

    pados por recuperar la msicaancestral. En resumen, tratande purificarse para recuperarlo que consideran han perdido3.Todo esto expresa un afn derehacer la dignidad magulladapor los procesos de racializacin.Se tratan de esfuerzos que,spanlo o no quienes lo hacen,buscan rehacer el autoestima.

    Se produce una inversin delas valoraciones coloniales. Siantes el indio, o quien as esconsiderado, era lo despreciadoy la inferioridad personificada,

    ahora pasa a ser la esencia quese busca rescatar y cuya culturase cree es superior a la de los

    occidentales. Si antes se creaque las maldades eran cong-nitas del indio, ahora se cree quelas bondades son lo propio del. La identidad, por la forma en

    que opera la racializacin, sehace en el principal problema dequien pasa de negarse a afir-marse. Este problema lo encarainvirtiendo las valoracionescoloniales, cree ciegamente enel resultado de tal inversin,

    aunque esa inversin slofunciona en su mente y en larealidad las cosas son distintas.Es un sujeto que empieza acreer en s mismo, pero no salede la inversin puramentevalorativa. Se sobrevalora y estofunciona solo subjetivamente.

    Busca ser comunitario y hablarcon la naturaleza. Trata de recu-perar lo ancestral y se refugiaen un pasado de bondad ima-ginado. Cree que el mundo ind-gena es uno, muy distinto yapartado del mundo occidental.

    Sus crticas a los blancos sonlas ms de las veces visceralesy la defensa de lo propio espuramente sentimental y en laque no cabe la mirada crticasobre lo propio4. Este afn por

    recuperar la identidad per-dida, conlleva formas de com-portamiento y de exhibicin quepor lo general reproducen losestereotipos que se tienen sobreel indio. Las referencias folklo-rizadas y msticas sobre los

    indgenas se vuelven los prime-ros referentes para quienesbuscan afirmarse y as, para-djicamente, afirman los este-reotipos racistas.

    Estas actitudes y comporta-mientos no son directamentepolticos, pero apuntan a serlo.Este tipo de afirmacin de lo ne-gado, por su forma culturalista,en la que se piensa de maneraromntica el mundo indgena,es una limitacin que por s mis-ma no puede superar. Lo polticode estas manifestaciones quedaatrapada en la forma culturalistaen la que primeramente se ma-nifiestan. A esto se suma las

    macabras influencias, mediadapor ongs pro-indgenas, delpostcolonialismo, decolonia-lismo, trasnmodernismo, post-modernismo y otras corrientesque contribuyen a mantener laforma culturalista, para anular elsentido poltico latente en talesmanifestaciones.

    Si bien el pasar de despreciarsea sobrevalorase implica ya uncambio, este cambio aun norebasa la forma culturalista demanifestarse. La experiencia delucha no es parte de la concien-

    cia de quienes buscan afirmarseen trminos culturalistas. No merefiero a las experiencias delucha lejanas en el tiempo, comolas que se dieron en 1781 conTupaj Katari, sino a las expe-riencias de luchas ms recientes:el indianismo y katarismo. A

    estas luchas se debe muchos delos elementos hoy son conside-rados ancestrales. Siendoexperiencias que son, no casual-mente, mantenidas como ajenasa los sujetos considerados

    indgenas, tales experiencias

    no pueden ser asimiladas y porlo mismo no se puede sacarlecciones de ellas, no se laspuede madurar como expe-riencias de lucha que orientenlas acciones polticas.

    Quienes personifican estasmanifestaciones culturalistas, noslo que no tienen idea de losprocesos de lucha indgenams recientes, sino que alquedarse atrapados dentro desus inversiones valorativas,dejan de lado el contexto espe-cifico en el que se dan los pro-

    cesos de lucha actual. No sepiensa en lo que es el indgenahoy, sino en lo que fue, o mejordicho, en lo que se cree que fue.Las condiciones institucionales,las formas actuales de ocupacindel espacio, las reconfigura-ciones econmicas, etc., sonsimplemente ignoradas. El pasa-do, no como refugio, sino comoexperiencia de lucha; las formasde negacin de la condicin deser sujeto racializada; la afirma-cin identitaria ciegamente cultu-ralista y el presente, como tiem-po actual de lucha, con sus con-figuraciones econmicas y polti-cas, sern metabolizadas en laconciencia que se hace claramen-te poltica y que logra compren-der el terreno actual en el cualse despliega nuestra lucha eneste siglo.

    1 Waskar Ari Chachaki comenta queDe acuerdo al peridico Presencia,durante 1998, cada mes llegan a lascortes judiciales 300 solicitudes paracambiarse de apellidos aymaras ytomar apellidos hispnicos. Ser Mamani,Quispe o Condori es una marca tnica(Citado por Marina Ari en: Machaq Mara,Qu es el ao nuevo Aymara?, 2004,pp. 29) Si esto es lo que suceda a

    finales del siglo XX, sera bueno hacerestudios de lo que pasa ahora, entiempos de descolonizacin.

    2 En varios sectores aymaras, lasnias aprenden a reprimir susexualidad. Cuando son jvenes semuestran ofendidas y molestas sialguien habla de sexo, pero cuandoestn con unas copas dems, susexualidad escapa a la represin. Elproblema con esto es que se danembarazos no deseados, adems delproblema de identificar al padre.

    3 Tambin hay quienes, con estasformas de exhibirse, slo buscan losbeneficios de la discriminacin positivao poder probar carne blanca, casiofertando etno-orgasmos a lasgringas que hacen turismo sexual.

    4 Fann, citado por Pedro Portugal,dice: La cultura encasquillada,vegetativa, a partir de la dominacinextranjera, es revalorizada. No esnuevamente pensada. Es gritada.Descolonizacin: Bolivia y el Tawan-tinsuyu, en Debate sobre el Cambio,pp. 89. Se puede consultar el artculode Pedro Portugal ingresando a: http://www.peri odicopukar a.com/arch ivos/desarrollo-en-cuestion.pdf

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    Arqueologa:

    Las extraordinarias chullpas de

    SillustaniFederico Kauffmann Doig*

    A escasamente 35 km alnoroeste de la ciudad de Puno ya 20 de las orillas del Titicaca seencuentra Sillustani. El lugar esfamoso por sus torres funerariaso chullpas, voz aimara que de-signa sepultura. Las de Sillustanison, sin duda alguna, las msgrandiosas de todas cuantas seconocen en la meseta del Collao,y en general en el rea andina.E. G. Squier (1877) qued tan

    admirado al visitar estos monu-mentos que no vacil en afirmarque, desde el punto de vista

    arquitectnico, estas chullpasdeban figurar entre los monu-mentos ms notables deAmrica.

    Las chullpas de Sillustani fue-ron levantadas sobre la penn-sula rocosa de este nombre, si-tuada en el lago Umayo. Lapennsula est a poco menos de4 000 m sobre el nivel del mar.Hay en los alrededores, sin lamajestad de las de Sillustani,

    decenas de otras chullpas, soli-tarias unas y otras en grupos.Las chullpas de Sillustani son

    estructuras cilndricas, y enotros casos cbicas. Algunas seelevan hasta alcanzar ms de 8m. Parecen descansar sobre una

    plataforma empedrada. En rea-lidad se trata de una especie devereda. Caracteriza a estaschullpas una cornisa, que sepresenta en el tercio superior deellas. El techo es abovedado.Curiosamente, las paredes van

    ensanchndose a medida que seelevan, en el caso de las torrescirculares. Esta particularidad noes, sin embargo, exclusiva de laarquitectura de Sillustani. Tieneamplia difusin, y la encontra-mos incluso en Pajatn, dondefue advertida independiente-mente por D. Bonavia y por W.Wurster en los aos sesenta(Bonavia 1968).

    Por su forma cilndrica, tantocomo por su techo abovedadoy la presencia de una cornisa enla parte alta, pareciera que las

    chullpas de Sillustani reproduje-ran los contornos de un falo. Atodo esto se agrega una levecurvatura o ensanche percep-tible en el tercio inferior de latorre, especialmente notorio enla chullpa llamada El Lagarto, unade las ms logradas y grandesdel sitio. Finalmente, es intere-sante constatar que el nombrede Umayo, del lago en cuyaribera se encuentran las chull-pas, podra ser contraccin deuma (cabeza) y de uyo o ullo(falo)**. En este caso el vocablo

    estara referido al conceptoglande, lo que concordara, da-da la forma convexa del extremosuperior de la chullpa y la protu-berancia originada por la cornisa.Todo ello permite formular lahiptesis de un simbolismo flico

    contenido en las chullpas(Kauffmann Doig 1976, 1978),de tal manera que los difuntoshabran terminado por sersepultados en una tumba enforma de falo gigante, alusivo alconcepto de fecundidad-vida.

    Aparte de algunas chullpaslevantadas con piedras sin tra-bajar y unidas con arcilla, cuyasparedes finalmente eran revo-cadas y enlucidas, tenemos lasque exhiben un aparejo de pie-dras labradas y pulidas con ex-tremo aseo tcnico. Pero debajode estas piedras se descubreaqu tambin una estructuratosca, constituida por piedras sintrabajar y unidas con tierra arci-llosa. Esta estructura nuclearexhibe, en su parte central, untecho abovedado que constituyela cmara sepulcral. Aunque va-ra de chullpa en chullpa, la cma-ra sepulcral es circular, terminaen punta, exhibe hornacinas yparedes que originalmente talvez estuvieron enlucidas.

    La chullpa El Lagartotiene 6m de dimetro por otros tantos

    Una de las ms impresionantes torres funerarias de Sillustani,conocida como Chullpa El Lagarto. Foto: Federico Kaffmann Doig

    * Nota indita, 2014. Pukara tiene elhonor de publicarla.** Uma, cabeza y uyo o ullo, falo, esen quechua. En aymara uma es aguay allu, falo. n.d.e.

    Momias al interior de una chullpa de la cuenca del Titicaca, segn el viajeroPaul Marcoy, siglo XIX. Ilustracin proporcionada por FKD

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    de alto. A la cmara sepulcralslo es posible ingresar por unapequea puerta o vano, deaproximadamente 0,55 x 0,50

    m, tan estrecha que es precisogatear para franquearla. Estaparticularidad conduce a pensarque el fardo funerario no debiser tan abultado como, porejemplo, en el caso de Paracas-Necrpolis, aunque pudo habr-sele confeccionado en la cmarasepulcral misma. Los vanos ter-minaban por ser tapiados, comoadvirti Squier (1877) en el siglopasado, pues hall algunos se-pulcros de Sillustani que nuncaantes haban sido abiertos.

    A juzgar por el tamao de lacmara sepulcral, hubo en Sillus-tani torres funerarias individua-les y colectivas. Las chullpas quehall Squier intocadas, resulta-ron ser sepulturas individuales.En cambio en otras, que ya ha-ban sido violentadas, hall res-tos correspondientes a variosesqueletos humanos.

    Noticias registradas en la His-toria Apologticade Fray Barto-lom de las Casas permiten infe-rir que tambin en Sillustani pu-do estar presente la prctica deabrir las puertas al cabo de unao, cuando el cuerpo se reseca.

    La andenera, al pie del grupode chullpas de Sillustani, pudotener acaso una funcin funera-ria, de campos de cultivo cuyosproductos habran servido paraser ofrendados a los difuntos.

    Llama la atencin la pulcritud

    del trabajo de los picapedrerosde Sillustani, que se servan decanteras de roca volcnica (tra-quita), que se encuentran en la

    propia pennsula. Hay sealesdel acarreo de las pesadas pie-dras al lugar deseado y de cmose lograba elevarlas, a fin decolocarlas en su emplazamientodefinitivo en el aparejo. Los blo-ques eran canteados a mediasen las inmediaciones de la can-tera, dejndoseles dos salienteso espigas, que servan para su-

    jetar las cuerdas con que arras-trar el pedrn. Con este proce-dimiento era posible emplear lafuerza de muchas personas a lavez. Hay un ejemplo notable deuna piedra con espigas, situada

    en las inmediaciones de su can-tera. En el sitio de la construc-cin se terminaba de cantear elbloque, se eliminaba las espigas,se pula y, finalmente, se levan-taban las piedras para colocarlasunas sobre otras.

    Lo ltimo se lograba deslizn-dolas sobre planos inclinadoshechos con pequeas piedrasrsticas y arcilla. Estos planosinclinados eran elevados a me-dida que progresaba la cons-truccin del muro, y, una vezconcluida la torre, eran elimina-

    dos. En Sillustani se conservahasta la actualidad un planoinclinado, testimonio elocuentedel uso de este recurso.

    Los llamados crculos solaresde Sillustani, difundidos porSquier (1877), especialmente a

    base de un dibujo, no tienen elcarcter mgico que se les haatribuido. Al parecer, no sonms que el producto de los pri-meros pasos efectuados en laconstruccin de la chullpa. Elcaso de las chullpas inconclusas

    puede seguirse en varias de susetapas de ejecucin, y las haytrabajadas slo hasta la mitad.An existen dudas de si en lafamosa chullpa El Lagarto selleg a culminar la obra. Estaltima tambin est partida yparcialmente derrumbada, por laaccin de un rayo segn indicala tradicin.

    En cuanto a los muros, debeagregarse que las piedras cor-tadas y pulidas con tcnica de-purada aparecen perfectamenteunidas en el paramento, en hile-

    ras superpuestas, de tamaopor lo general regular. Los blo-ques llegan a alcanzar tres me-tros de ancho por dos de alto yuno y medio de espesor. Aquhay dos aspectos tcnicos queobservar. Uno se refiere al recur-so empleado para ensamblar unapiedra con otra de manera efec-tiva, para lo cual se proceda atallar cavidades en los ladoslaterales, que eran rellenadas conpasta arcillosa. Ocasionalmente,estas cavidades fueron ejecuta-das en la cara posterior de la

    piedra, lo que permita adherirlafuertemente a la masa constitui-da por la estructura nuclear. Elsegundo recurso tambin tuvopor finalidad cohesionar las pie-dras exteriores con la fbricanuclear. Pero eneste caso selabraba en la parteposterior de lapiedra, en sentidoinverso de lascavidades, unaespecie de clavo oespiga, que seintroduca en la

    estructura nuclear.Esta tcnica fueutilizada en algu-nas piedras delsector superior dela chullpa queacaba en semi-esfera.

    A fin de amino-rar su peso, estetipo de piedras fuelabrado dndoseleun espesor deapenas 0,15 a0,25 m. El techo

    slo en aparienciaes una bveda.Durante mucho

    tiempo se estimque las chullpas deSillustani habansido suntuosos

    sepulcros de los grandes jefescollas, y as fueron tenidas comoconstrucciones anteriores alIncario. Si bien es cierto que nohay dudas sobre su carcterfunerario, estudios emprendidosespecialmente por Harry

    Tschopik (1946) mostraron queSillustani debera ser consideradoms bien un cementerio predo-minantemente de tiempo incaico,sobre todo a juzgar por el exa-men de la cermica asociada. Laslminas de oro halladas por A.Ruiz Estrada, al comenzar losaos setenta, no registran dise-os que hubieran permitido sudatacin. Adems, siendoofrendas, esto no habra apor-tado mucho a la discusin debi-do a que continan hacindose

    pagos. En todo caso, aun con-

    siderndolas del perodo Inca, noson tpicas de la estructuraarquitectnica Inca-Cuzco, porms que sus paramentosrecuerden los del Cuzco.Chullpas como las de Sillustanison desconocidas en el reacuzquea.

    Muchos enigmas quedan porresolver, no obstante losestudios precursores yfundamentales de Squier, losanalticos de Emilio Vsquez(1937), los del ya citadoTschopik (1946), los ms

    actuales basados a excavacionesarqueolgicas realizadas porArturo Ruiz Estrada y por scarAyca Gallegos as como las quevienen siendo ejecutadas alpresente.

    Sillustani, mapa de ubicacin

    Chullpa de Sallustani: corte. Foto: G. Gasparini y E. Margolies

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    Cuentos:

    Triloga

    de la muerteSonia Avils Loayza*

    Continuando lapublicacin de cuentosbreves, presentamosalgunos de Sonia AvilsLoayza, de la Universit diBologna, BononiaArcheologia S.R.L. Via delLavoro 68, 40050 Argelato(BO), Italia.

    Resumen

    El Beso, La Promesa yTernura de Ultratumba formanparte de un proyecto intituladoCuentos de Los Andes Para Inti.Las historias profundizan en lacomprensin de la personalidad delhombre Andino, tocando temascomo el fracaso de la monogamia,la vida despus de la muerte y lapobreza infantil con toda laviolencia que conlleva.

    Palabras clave: personalidad,ultratumba, amor, amistad,solidaridad

    Abstract

    The Kiss, The Promise andTenderness of Afterlife are partof a project entitled Stories fromthe Andes to Inti. The talesdeepen understanding of Andeanmans personality, touching on

    topics such as the failure ofmonogamy, life after death andchild poverty with all the violenceinvolved.

    Key words: personality,afterlife, love, friendship, solidarity

    HISTORIA 1: EL BESO

    La primera historia se mueve enel mbito de la idiosincrasia denuestra sociedad, muchas veces

    presa por reglas que no repre-sentan o resuelven los ms pro-fundos sentimientos humanos1.

    La historia se desarrolla en elvalle subandino de Tarija, pequeaciudad de Bolivia, en la dcada delos 70s.

    Es una historia de amortraicionado.

    Traicionado no slo por la infi-delidad en la que todos podemoscaer, sino por la sociedad hipcritaque exige de los hombres ms delo que pueden dar, que imponeun sistema monogmico fracasa-

    do, que no permite una relacinhonesta con los que nos rodean,una relacin libre, de respeto, devida autntica y felicidad plena.

    Traicionado por una telaraa desentimientos, reglas, obligacio-nes, culpas

    Ella lo espera todos los das,soando el reencuentro.

    l regresa despus de un ao,completamente indiferente. No labusca, y si la ve casualmente,desaparece sin saludar.

    Ella sufre, comienza a adelgazary poco a poco se enferma al puntoque los padres deciden ayudarlaa salir de la ciudad.

    Antes de partir, Violeta quiereverlo. Lo busca en su domicilio,en modo que no pueda evadirla.Esa noche, l le cuenta que hainiciado otra relacin y que enpocos meses ser pap. No esfeliz, pero tiene que afrontar larealidad, sta es la confesin porla cual no poda mirarla a los ojos.Ignorando que desde aquel adis,vivira para siempre congelado enese momento y dividido en dosmundos, el joven baja la miradamirada que no lograba sostenerfrente a los ojos humedecidos deVioleta, y cierra la puerta de sucasa, cerrando tambin la puertahacia una vida que quizs le hubie-ra conducido hacia la felicidad quetodos buscamos.

    En medio del dolor, Violeta decideno consumirse ms y salir ade-lante. Viaja a la capital del pas:La Paz; donde estudia, trabaja yposteriormente luego de variosaos se casa y tiene tres hijos.

    Ya una mujer adulta, con gra-ciosas arrugas y un mechn blancoen la espesa cabellera negra,

    transcurre unas vacaciones enTarija, y caminando por su ciudadnatal encuentra al amante del pa-sado acompaado por su esposae hijo, su mirada es tan triste ysu voz tan apagada que slo puededecirle que est algo enfermo.

    Algnos aos ms tarde, una

    noche la despert una serenata.Despus de tanto tiempo sin msnoticias de aquel hombre, l esta-ba all interpretando una cancinntima, que slo ellos en tantocmplices de un primer amorconocan.

    Cmo sabe dnde vivo???

    Cmo se atreve a venir???

    Ha pasado una eternidad ytodava... nuestra msica!!!

    Reflexion Violeta exasperada alinterior de su mente, sin romperel silencio.

    Violeta se levant. Las notas deviolines la tranquilizaron. Duranteaquellos segundos casi mgicos,record las serenatas de juventud,y por un momento pens en saliral balcn y mirar hacia la calle,fue entonces cuando la melodacomenz a atenuarse y ella se de-

    tuvo. Asumi que l haba decididomarcharse. No obstante, verificque la puerta principal de la casaestuviera cerrada inconsciente-mente se protega de cualquierinfluencia de aquel viejo amor.

    Volvi a la cama y cerr los ojos,luego sinti entrar una brisa fraque invada la calidez del lecho,un beso en la frente y esa vozfamiliar que le deca:

    Adis!

    Abri los ojos y al ver la puertade la habitacin semiabierta sepregunt cmo pudo haber entra-do en casa. Sin embargo, su familiase vea imperturbable: el esposodorma a su lado y los nios des-cansaban tranquilos en la rec-mara contigua. La msica se habaido completamente. No habaningn extrao en casa.

    Mientras cerraba asombrada lapuerta del vestbulo, una fuerzale oprima el pecho y se llenabade interrogantes:

    Qu est sucediendo? No mehas olvidado a lo largo de tu vida?

    Cuantos recuerdos Ellatampoco haba olvidado.

    Con las manos aun fras, decidianotar este suceso, pues com-prenda perfectamente el mensa-

    je: l haba partido para siempre.

    Mucho tiempo despus, pudoverificar con amigos comunes suexpiracin en aquella hora y fecha.Supo tambin de su vida frustrada.

    HISTORIA 2: LA PROMESA

    La segunda historia trata de lafuerza de la amistad ms all detodo lmite, incluso la muerte2.

    Carlos estudiaba derecho en laUniversidad Mayor de San Andrsen La Paz, su mejor amigo Javierera un chico alocado y poco estu-dioso.

    Javier se apoyaba muchsimo enCarlos, estudiaban juntos y cuan-do hablaban de la posibilidad deuna vida despus de la muerte,rean diciendo que quien murieraprimero demostrara al segundo laexistencia o ficcin del otromundo.

    Carlos alquilaba una humildehabitacin en el patio posterior deuna casa. Su dormitorio se comu-nicaba con la puerta de calle atravs de un estrecho e intermi-

    nable corredor.Una tarde mientras estudiabaescuch una inusual bocina. EraJavier que lo llamaba a voz en cue-llo. Carlos corri a travs del corre-dor para ver que suceda. Se que-d maravillado, admirando a travsde la reja la bellsima moto nuevade Javier, que lo invitaba a dar unpaseo.

    Lo haba olvidado! Era el cum-pleaos de Javier! Por la nochecelebraran el aniversario!,pensaba Carlos.

    Carlos refut el paseo, porcuanto deba estudiar, pidiendo sinxito al amigo que se quedara encasa, para luego ir juntos al exa-men y posteriormente a la fiesta.

    Esa noche Carlos lleg a la uni-versidad con cierto retraso3. Ex-traamente el aula estaba vaca.Verific su agenda, pensando quehaba equivocado la fecha o ellugar. Fue entonces, cuando sintiposarse una mano en el hombro:

    Lo siento.

    Que?S que era tu mejor amigo.

    Todos estn en el velorio.

    Carlos se precipit a la casa delamigo, donde los padres conster-nados velaban el cadver, la fiestase haba convertido en un duelo.

    En lo poco que quedaba de aque-lla horrible noche, Carlos no logra-ba dormir, apenas cerraba los ojoscomenzaba a soar, senta la

    * Antroploga (especializada enarqueologa e historia) y [email protected]

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    bocina de la moto y al amigo quelo llamaba desde la calle, la madrerecordndole cunto Javier lo esti-maba y que ojal lo hubiera reteni-do a estudiar aquella trgicatarde. Desesperado se cubra losodos, pero las voces no cesaban.

    Transcurra la noche, y cuandofinalmente encontr silencio en sumente, tocaron a la puerta, des-concertado se asom a la ven-tana, era Javier que le peda abrir.Baado de transpiracin se sentbrscamente comprobando quehaba sido una pesadilla. No veala hora de que amaneciera. Decidiprender la lmpara y tratar de leer,poco a poco se perdi en la lectu-ra, ya sosegado not gotas desangre en el piso, sin comprenderqu pasaba alz la mirada: Javierestaba en la habitacin, le decahaber sufrido un accidente.

    Carlos repeta una y otra vez:Ests muerto, ests muerto,

    estoy soando.Frente a esta reaccin, Javier

    se quit el casco, lo coloc bajoel brazo, mir a los ojos a Carlos,lo aferr y le dijo:

    Aydame, promete que meayudars, por nuestra amistad! Yoya no puedo hacerlo. Busca en elbolsillo de mi chaqueta, encon-trars una carta, que comprometea una dama.Destryela!

    Carlos a punto del desmayo asin-ti. Vea sangre en el pavimento,

    desesperado quiso salir de la habi-tacin. Amaneca. Senta la caramojada, a l tambin le flua san-gre de la nariz. Javier ya no estaba.

    El entierro era al medio da,despus de la misa. Carlos seavecin a la madre de Javier:

    Disculpe. Puedo ver las ropasque Javier usaba cuando tuvo elaccidente?

    Cmo? Est todo carboni-zado, la moto hecha aicos, si nohubiera sido el casco, tendra lacara desfigurada.

    El elegante atad dejaba ver lacara de Javier y parte del impe-cable traje negro a rayas grisescon el cual su madre lo habavestido.

    A exactamente ocho das de latrgica muerte, por la maana encasa, perdido en la lectura Carlosrecibe una bella sorpresa.

    Mam!!!Mam haba dejado el campo

    para visitar al hijo, llevndolefruta, maz, biscochuelos, mer-melada de durazno y algo dedinero4.

    Carlos, emocionado, sali acomprar lo que le faltaba para

    ofrecer a mam el desayuno.Vuelvo enseguida. No hagas

    nada!Lo que significaba, no limpiar la

    habitacin, no ordenar las cosasy sobretodo no lavar la ropa. Sinembargo, la madre haba comen-

    zado ya con los quehacerescuando alguien la interrumpe.

    De regreso, recorriendo elinterminable corredor, Carlos podaoir correr el agua. Mam estabalavando.

    No laves, hace fro!Ahhh hijo eres t. Has

    encontrado a tu amigo en elcorredor?

    Qu amigo?Hace minutos acaba de

    dejarme, es imposible que no lohayas cruzado en el corredor!

    Un chico muy alocado, con unimpecable traje negro a rayasgrises, dijo ser tu mejor amigo yque no habas podido cumplirle unapromesa. Qu promesa era?

    HISTORIA 3: TERNURA DEULTRATUMBA

    La tercera historia es a la vezuna denuncia del abandono de lainfancia en nuestra Amrica. Lafigura del condenado, de aquel quesigue unido a la tierra despus dela muerte es muy comn ennuestras culturas y se ilustra enesta experiencia exaltada por laternura, el amor y la inocencia,que son siempre tales, incluso enla ultratumba5.

    Estbamos comenzando miesposo y yo, ambos maestros.Ensebamos en diferentes es-

    cuelas bastante distantes una dela otra. Con nuestros ingresos slopodamos permitirnos el alquiler deunos cuartos en las afueras de laciudad.

    Te acompaar todas lasnoches!

    Si bien ste era el deseo de miesposo entre cambios dehorario, diversas obligaciones eimprevistos algunas noches metocaba regresar sola a casa. Nohaba iluminacin pblica en nues-tra zona. Una vez que dejaba laparada del autobs me tocabarecorrer un largo trecho, en el que

    siempre pensaba: La prxima vez traigo una

    linterna!Una noche, mientras regresaba

    a casa, recriminndome comosiempre el no llevar una luz, ovoces y msica. Levantando lavista pues me concentraba enel descuidado empedrado para notropezar vi un grupo de hombresque beban, gritaban. Evidente-mente la mayora estaba ebria.Sent pnico y lentamente, tra-tando de no hacer ruido y pasardesapercibida continu la marcha,bajando la cabeza, para llegar acasa. Entonces uno de ellos silb:

    Mujer, ven a la fiesta!Necesitamos diversin!

    Levant la cabeza y vi que seagitaban y venan hacia m.

    Comenc a correr y encontr unsendero que suba hacia una

    pequea colina, me escond detrsde una roca. Lograba escuchar lasvoces de los hombres, cada vezms cerca.

    De pronto...No tengas miedo.

    Me gir y vi dos pequeos: unania y un nio.Ven con nosotros, si te quedas

    aqu te encontrarn.Desconcertada, no tuve ms que

    seguir a los pequeos, quienes meguiaron por la colina hasta llegara una cueva escondida entretmulos de rocas y malezas.

    Aqu vivimos, puedes dormircon nosotros esta noche. Esoshombres son malos, hacen dao,maana te acompaaremos acasa.

    Y vuestros padres?Somos hurfanos, ella es mi

    hermanita.Los nios se cubrieron con

    peridicos y cartones, quecompartieron conmigo.

    A la maana siguiente, meacompaaron al final del senderohasta la gran roca, desde la cualyo poda divisar mi casa. Al llegar,mi esposo y mi suegra estabandesesperados. Haban llamadoincluso a la polica.

    Pasados los momentos tensos,en privado cont todo lo que habasucedido a mi pareja. Decidimos ira buscar a los nios. Llev conmigo

    ropas y vveres, recordaba queestaban casi semi desnudos ydescalzos, quera agradecerles ybrindarles ayuda, no podancontinuar viviendo en esascondiciones.

    Trat de reconstruir todo elrecorrido, llegamos con mi esposohasta el lugar donde vi a loshombres la noche anterior, habarestos de botellas por doquier ycolillas de cigarillos, luego conti-nuamos por el sendero, la roca yluego las infinitas veredas querecorr con los nios, y finalmentela cueva.

    Es all, alli viven! El coraznme lata fuertemente, queraabrazarlos, besarlos, llevarlosconmigo!

    Nooo! !No estn, no haynadie!

    Pasaron los das, y yo insistaen volver, incluso de noche, erauna obsesin.

    No lo habrs soado?Claro que no!Habamos decidido cambiarnos,

    el barrio era realmente peligroso.Yo no puedo dejarlos!

    Decid preguntar entre la gentedel lugar. Nadie saba de doshermanitos hurfanos que vivie-ran en una cueva.

    El da que partamos, mientrasmi marido terminaba de acomodarnuestras cosas en el camion, unavieja barra el zagun de su casa.

    No s por qu me acerqu a ella:Usted vive hace muchos aos

    en esta zona?S, yo fui una de las primeras

    en poblar la villa, hace ms de 70aos, cuando aqu se viva mejor,hoy es imposible, hace bien en irse,hay mucha delincuencia aqu.

    Ah, entonces usted segura-mente conoce cada rincn de lazona!

    Le pregunt emocionada si sabade la existencia de una cuevautilizada como refugio.

    S. La gruta, all arriba, detrsde la roca.

    S, esa! Entonces, usted havisto quienes la ocupan!

    No personalmente. Nunca losvi. Pero me contaron que all vivandos huerfanitos: hermano yhermana. Una noche unos hombresentraron, violaron y mataron a losnios. Una tragedia. Fue hacetantos aos...

    CONCLUSIONES

    El tema que me apasiona es laparticular relacin con los muertosque tenemos los latinoamerica-nos. Y este es el filo conductorde la triloga: vivos que interac-tan con muertos. La cantidad deexperiencias es tal que de diez almenos nueve de los latinoame-ricanos que conozco han tenidoexperiencias paranormales.

    Estas experiencias estn ligadas

    a la cultura, a una forma de ser,de sentir y de vivir.

    Mi propsito al recoger y re-crear estas vivencias es encon-trar los lmites culturales y racio-nales no slo de los individuosinvolucrados en las historias sinode los ambientes sociales a losque pertenecen.

    AGRADECIMIENTOS

    A to das las per so na s queconfiaron sus historias de vida yaceptaron que fueran publicadas,mi ms sincero agradecimiento.Que sus experiencias sirvan para

    comprender mejor la realidadque nos rodea.

    1 Es la historia de Violeta, prima ma(quien me ha pedido utilizar unpseudnimo) que vivi estaexperiencia de juventud en los aos70'.

    2 Historia contada por mi madre MeryLoayza sobre una experiencia de suhermano Carlos en los aos 50'.

    3 En Bolivia ms en aos anterioresque en la actualidad la mayora delos estudiantes son tambintrabajadores, por ello, los horariosson nocturnos. La universidad pblicase cierra hacia las 23:00.

    4 Mi abuela materna Elizabeth Arana mam de Carlos viva en el puebloandino de Inquisivi a 2.500 m.s.n.m.,tena huertas de duraznos, maz yvariadas frutas y hortalizas. Eraexperta en la preparacin delbiscochuelo repostera tpica de lazona: hecho bsicamente con harinay huevos.

    5 Historia contada por mi hermana LigiaAvils, sobre la experiencia de suprofesora de ingls.