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CONTENIDOS Una hipótesis sobre el origen histórico de Aguilar Homenaje a José Antonio Labordeta En memoria de José Gonzalvo Senderismo en Aguilar N.º 4 - Primavera 2011 AGUILAR NATURAL Publicación cultural de Aguilar del Alfambra (Teruel)

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CONTENIDOS

Una hipótesis sobre el origen histórico de Aguilar

Homenaje a José Antonio Labordeta

En memoria de José Gonzalvo

Senderismo en Aguilar

N.º 4 - Primavera 2011

AGUILAR NATURAL Publicación cultural de Aguilar del Alfambra (Teruel)

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CONTENIDOS El presente número constituye un homenaje a dos grandes aragoneses que nos han dejado recientemente. Uno es el polifacético José Antonio Labordeta, quién necesita poca presentación en estas líneas. El otro es José Gonzalvo, artista y escultor turolense, cuyo fallecimiento creemos que no ha recibido la atención que merecería en los medios aragoneses.

Para ahondar en la historia más remota de Aguilar, Ivo Aragón nos aventura una hipótesis sobre como pudo ser el origen de la población, en una época donde las teorías son mayores que las certezas.

Las actividades de esta Plataforma siguen su curso. En primer lugar expondremos la puesta en marcha de la red municipal de rutas senderistas y para bicicletas, en cuyo diseño hemos trabajado fructíferamente con el Ayuntamiento.

En segundo lugar queremos presentaros y animaros a acudir a la I Jornada Científico-Cultural que se organizará en Aguilar este próximo 4 de junio, una cita que esperamos seguir celebrando en años venideros sobre los temas que consideréis de interés. La presente edición tendrá a la Geología como eje.

Aguilar Natural. Publicación cultural de Aguilar del Alfambra (Teruel). N.º 4 – Primavera 2011 ISSN – 1889-6758 Dep. Legal - M-28945-2009 Edita: Plataforma Aguilar Natural Pza. Ayuntamiento, s/n 44156 Aguilar del Alfambra (Teruel) E-mail: [email protected] Página web: www.aguilarnatural.com Colaboraciones: Ivo Aragón, José Antonio Izquierdo, Sergio Benítez Moriana, Albert Marí.

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ALIAGA CUM SUOS TERMINOS […] ET APELIA: UNA HIPÓTESIS SOBRE EL ORIGEN HISTÓRICO DE AGUILAR

Objetivos y metodología del artículo

En el presente artículo vamos a formular una hipótesis que arroje luz sobre el origen histórico de Aguilar. Su validación en cualquier caso será imposible a falta de pruebas arqueológicas o nuevos hallazgos documentales. Para la formulación de nuestra hipótesis recurriremos a la crítica de fuentes históricas, obtenidas gracias a su trascripción o cita en obras historiográficas, y a modelos consolidados en la investigación sobre la formación de núcleos de poblamiento y gestión del territorio por los feudales tras la conquista de territorios andalusíes, especialmente en el contexto del sur de Aragón.

Por tanto, la metodología va a ser eminentemente de crítica textual, pegada a las fuentes históricas y emanada de los modelos historiográficos consolidados, y a la vez interpretativa de la materia prima documental e historiográfica.

Registros arqueológicos de poblamiento anteriores al Medievo

El registro arqueológico del actual término municipal de Aguilar para la Prehistoria y la Antigüedad, sin ser ni mucho menos extenso, tampoco es nulo. Aunque las evidencias de poblamiento estable más sólidas nos las ofrece el yacimiento de la Edad del Bronce de la Virgen de la Peña1, que tiene todas las trazas de haber sido un poblado, predominan las de época íbera2. A partir de este momento se corta cualquier evidencia arqueológica de poblamiento en el término municipal hasta el Medievo.

Sin que lo dicho quiera decir que esta porción de territorio estuviera continuamente despoblada —seguramente suceda que desconozcamos o nos falten las pruebas arqueológicas que demuestren lo contrario— parece indiscutible que Aguilar como núcleo de población no tiene sus orígenes en aquellas fases remotas. Tampoco existe ninguna referencia documental que indique lo contrario, por lo que todo nos remite a una fundación medieval cristiana que conllevó una reordenación del hábitat y del poblamiento musulmán precedente.

El poblamiento andalusí en la tierra alta turolense y en el actual entorno de Aguilar

Tradicionalmente se consideró que las actuales sierras del sur de Aragón fueron en época musulmana una suerte de desierto demográfico. Así parecía atestiguarlo la ausencia de citas de núcleos urbanos en los textos andalusíes y en las propias fuentes cristianas, que empleaban expresiones tan contundentes como Darocha usque ad Valenciam erant invia et inculte et inabitalia heremi loca3 («Desde Daroca hasta Valencia había lugares desiertos, inaccesibles, sin cultivar e inhabitables»).

Sin embargo, las campañas arqueológicas de las dos últimas décadas han corregido esta visión. Si bien es cierto que el único enclave urbano digno de dicha consideración fue Albarracín, con todo de gran modestia, las excavaciones muestran una forma de poblamiento disperso que, aun no permitiendo la densidad demográfica del valle del Ebro, imposibilita calificar a estas sierras de desierto demográfico. Por su parte, las fuentes cristianas estarían reflejando con expresiones como la citada la situación creada a partir de las incursiones

1 HERRERO GASCÓN, M. Á.; LOSCOS PASTOR, R. M.ª; MARTÍNEZ ANDRÉS, M.ª R.: “Excavación de urgencia en el yacimiento de la Edad del Bronce y medieval Virgen de la Peña (Aguilar del Alfambra, Teruel)”, Arqueología aragonesa, n.º 21, 1994, pp. 391-395.

2 Yacimientos de Fuenduriente y la Fortea, citados en ANDRÉS RUBIO, J.: Borrador de Proyecto de Parque Cultural, 1997. En ambos se han localizado restos cerámicos o relacionados con la producción de hierro.

3 LACARRA DE MIGUEL, J. M.: Documentos para el estudio de la reconquista y repoblación del valle del Ebro, doct.º 173, pp. 182-183.

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militares aragonesas, que provocarían el éxodo de determinados contingentes de población musulmana4.

El hábitat andalusí en la actual tierra alta turolense se distinguiría, fundamentalmente a partir del siglo X, por una red de poblamiento disperso de alquerías aisladas o agrupadas en muy escasa cantidad, y asociadas a los cursos fluviales e infraestructuras dedicadas al riego. Determinadas extensiones de territorio así poblado dependerían de un punto fortificado, un castillo, o hisn, representante del poder soberano encargado del control y defensa del territorio. En la época de las taifas estos poderes se correspondían en la sierra turolense a los reinos de Albarracín, Zaragoza y Alpuente.5

Gracias al gran conocimiento arqueológico del vecino término municipal de Galve podemos comprobar cómo el tipo de hábitat descrito existía en nuestro entorno más inmediato en época musulmana: dos asentamientos, una necrópolis, dos azudes, un castillo y otros tres yacimientos islámicos de naturaleza indeterminada6. Vemos, por tanto, cómo la evidencia arqueológica de Galve se ajusta exactamente al modelo de poblamiento expuesto y es, sin duda, de aplicación a la hoya de Aguilar no solo por la vecindad entre ambos espacios, sino también por presentarse unas condiciones geográficas y agrarias idénticas. A las pruebas arqueológicas existentes y a las similitudes expuestas, debe añadirse el análisis toponímico de la zona.

La toponimia de origen árabe y la toponimia registrada en las fuentes cristianas

El entorno del Alto Alfambra cuenta con una interesante nómina de topónimos de raigambre árabe: [Cuevas de] Almudén (La Mina), Gúdar (El Pedregoso), Jarque (Oriente; este topónimo es aplicable a Mezquita y Jarque de la Val), Alfambra (La Roja), Aliaga (Valle Quebrado), Allepuz y Ababuj. Por otra parte, entendemos que Galve es otro topónimo de origen árabe tal y como puede extrapolarse del Aben Galbón o Galbe del Cantar del mío Cid, deducción que también aplica para Puertomingalvo Javier Medrano Adán7. Por último, a una menor escala quedaría por dilucidar el origen del topónimo aguilarano del Corral de Mahoma y si puede ser un caso análogo al Cabecico de los Moros de Galve, donde el indicio

4 Ver al respecto: ORTEGA ORTEGA, J. M.: “Tierras de frontera, tierras de alguien: aproximación al Teruel musulmán”, Tierras de frontera, FERNÁNDEZ-GALIANO RUIZ, D. (coord.), Gobierno de Aragón e Ibercaja, Zaragoza, 2007, pp. 36-37.

5 Un balance sobre la pauta del hábitat andalusí en Teruel en: GARGALLO MOYA, J. A.: El concejo de Teruel en la Edad Media (1177-1327), Vol. I, Instituto de Estudios Turolenses, Teruel, 1996, pp. 81-87. LALIENA CORBERA, C.: “Teruel en la Edad Media”, en RÚJULA, P. (coord.): Teruel, paisaje del tiempo, Diputación Provincial de Teruel, Teruel, 2007, p. 93; —: “Arqueología del poblamiento en el Aragón medieval (siglos X-XIII)”, Actas de las I Jornadas de Arqueología Medieval en Aragón. Balances y novedades, en ORTEGA, J. M.; ESCRICHE JAIME, C. (eds.), Instituto de estudios turolenses, Teruel, 2010, pp. 33-35; MEDRANO ADÁN, J.: Puertomingalvo en el siglo XV: iniciativas campesinas y sistema social en la montaña turolense, Instituto de Estudios Turolenses, Teruel, 2006, pp.100-104; NAVARRO ESPINACH, G.: “Teruel en la Edad Media. Balance y perspectivas de investigación”, Aragón en la Edad Media, n.º 14-15, 1999, p. 1204.

6 Asentamientos: yacimientos del Zancao y del Pelejón I. Necrópolis: yacimiento de Lomarita la Masada. Azudes: yacimiento del Pantano y del Azud. Castillo: la adscripción del yacimiento de El castillo a época musulmana es más que probable dado que se encontró en el mismo un tesorillo de 15 a 20 dirhems; ver: GARGALLO MOYA, J. A.: Vol. I, 1996, Op. cit., p. 84. Yacimientos de época islámica indeterminados: Cabezo de San Pedro, de La Muela y del Cabecico de los Moros. Además existe un último yacimiento en Galve cuya adscripción a época musulmana o cristiana es dudosa, y que supondría la existencia de otro castillo y de otra infraestructura hidráulica, un acueducto: el del Arco de las Canales. BURILLO MOZOTA, F. (coord.): Publicación del inventario “Carta Arqueológica de Aragón”, Diputación General de Aragón, Zaragoza, 1991. BURILLO MOZOTA, F.; IBÁÑEZ GONZÁLEZ, J.; POLO CUTANDO, C.: Ficha General de yacimientos de la Carta Arqueológica de Aragón, Instituto Aragonés de Arqueología, Teruel, 1993.

7 Para Allepuz y Ababuj ver: GARGALLO MOYA, J. A.: Vol. I, 1996, Op. cit., p. 85. Sobre Puertomingalvo: MEDRANO ADÁN, J.: 2006, Op. cit., p. 103. Para Alfambra: ORTEGA ORTEGA, J. M.: 2007, Op. cit., p. 39. Para el resto: CORRAL LAFUENTE, J. L.: “Toponimia de origen árabe de entidades de población y de carácter macrogeográfico”, Atlas de historia de Aragón, Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 1991.

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toponímico y el registro arqueológico musulmán se corresponden.

Si comparamos la nómina citada con los textos cristianos medievales que hacen referencia a esta zona durante su etapa musulmana, observamos algunas coincidencias: Galve, Gúdar, Jarque [de la Val], Aliaga y Alfambra. Por su parte, no se mencionan Cuevas de Almudén, Allepuz y Ababuj, y aparecen otros topónimos sin raigambre árabe y ausentes de las fuentes andalusíes: Monteagudo y Abella8. Este último, la voz aragonesa de «abeja», requiere de un mayor ejercicio de crítica de las fuentes y en base al mismo fundamentaremos nuestra hipótesis sobre el origen histórico de Aguilar.

El topónimo de Abella, ¿dónde se encontraba y qué tipo de núcleo era?

El topónimo Abella nos plantea una dificultad básica de cara a nuestro trabajo: su abundancia en el sur aragonés y las conclusiones que a nivel historiográfico se han llegado sobre su localización. En este artículo sostendremos que para los siglos XII y XIII pueden localizarse hasta un mínimo de tres núcleos con este nombre, uno de los cuales identificaremos, si no exactamente con el Mas de la Abeja de Galve, sí con el área circundante en la que también se cuentan las partidas del Cabezo de la Abeja y del Canto de la Red de la Abeja. Por lo tanto, en primer lugar, debemos recopilar las citas documentales de Abella que entendemos se refieren a este entorno distribuido entre los términos de Galve, Aguilar y Camarillas9:

Preparación cartográfica elaborada en base a SIGPAC y Emilio Gómez Fernández (www.wikipedia.org).

1. La primera consiste en la donación de Alfonso I el Batallador tras conquistar Zaragoza (1118) a Lope Juan de Tarazona de Aliaga cum suos terminos, et Bitarg et Siarg et Apelia et Calve et Alcala similiter cum illos terminos («Aliaga con sus términos y Pitarque, y Jarque, y Abella, y Galve, y Alcalá con todos sus términos»).

2. En segundo lugar tenemos una nueva donación. En este caso Sancho de Tarazona, seguramente descendiente de Lope Juan de Tarazona, donaba en 1163 a los

8 Para las fuentes cristianas consultar GARGALLO MOYA, J. A.: Vol. I, 1996, Op. cit., pp. 83-85.

9 ESTEBAN MATEO, L.: Cartulario de la encomienda de Aliaga, Anubar, Zaragoza, 1979, pp. 13, 14 y 22-23. También hay referencias en: GARGALLO MOYA, J. A.: Vol. I, 1996, Op. cit., p. 244. LACARRA DE MIGUEL, J. M.: Documentos, n.º 55. MARTÍNEZ CALVO, P: Historia de Aliaga y su comarca, Secresa, Zaragoza, 1987, p. 39. UBIETO ARTETA, A.: La formación territorial de Aragón, Anubar, Zaragoza, 1981, p.158.

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Hospitalarios el castillo y villa de Aliaga con todos sus términos y pertenencias de Vidare et Abella et Xiarch et Sancta et Sanctella et Les Coves del Rocín et Campos («Vidare, y Abella, y Jarque, y Sancta, y Sanctella, y Las Cuevas del Rocín, y Campos»).10

3. La última referencia es de 1190, cuando Alfonso II el Casto cede a los Hospitalarios la población de Villarroya, sitam infra terminum de Turol et de Gudal et de Aliaca et de Apellia («sita debajo del término de Teruel y de Gúdar, y de Aliaga, y de Abella»).

Tomadas estas referencias por sí solas ofrecerían pocas dudas dada la gran coherencia geográfica y cronológica que presentan: se hacen en un lapso no muy largo de tiempo, setenta y dos años, y todos los topónimos localizables se ubican en el mismo entorno. El problema surge cuando fuentes documentales e investigaciones se cruzan a la hora de localizar otros núcleos con el mismo nombre. Así, Antonio Gargallo Moya menciona otros topónimos de Abella localizados entre el sur de Aragón y la actual provincia de Castellón, concluyendo que la Abella que le concierne se encuentra en Albentosa. Teniendo en cuenta que sus referencias son de un período posterior, aproximadamente un siglo, y que la localización de Albentosa es totalmente discordante entre la nómina de topónimos mencionados entre 1118 y 1190, no queda cuestionada la coherencia de nuestras referencias, por lo que ambas series de citas son distintas y complementarias, y se referirían a Abellas distintas.11

Preparación cartográfica elaborada en base a Emilio Gómez Fernández (www.wikipedia.org).

Por otra parte, Antonio Ubieto Arteta localizó Abella tanto en Galve como en Castellote12. En efecto, existe otra serie de citas coherentes entre sí en el entorno de Castellote que hacen referencia a una Abella que probablemente se corresponda con el paraje, hoy despoblado, de Puerto Abella13. Al existir en este caso una coherencia toponímica, cronológica y geográfica entre los topónimos que se citan en dicha documentación equivalente a la que nosotros

10 Se desconoce la ubicación actual de Vidare, Santa y Santilla. Las cuevas del Rocín es Cobatillas.

11 Gargallo Moya ya intuye la existencia de dos Abellas en dos zonas “geográficamente distintas”. GARGALLO MOYA, J. A.: Vol. I, 1996, Op. cit., p. 244, nota 125.

12 La localización en Galve: UBIETO ARTETA, A.: 1981, Op. cit., p. 158. La localización en Castellote: —: Pueblos y despoblados. Historia de Aragón, Anubar, Zaragoza, 1984, p. 16.

13 Sobre la localización en Puerto Abella y una cita del año 1197: ROMAGUERA, M. V.; SANCHÍS ALFONSO, J. R.: La configuración del dominio feudal de la Orden de San Juan del Hospital en las Bailías de Aliaga, Cantavieja y Castellote (siglos XII-XIX), Ayuntamiento de Villarroya de los Pinares, 2003, p. 22, 80, 19 y 24. Por su parte Carlos Laliena también hace referencia a la Abella de Castellote: LALIENA CORBERA, C.: Sistema social, estructura agraria y organización del poder en el Bajo Aragón en la Edad Media (siglos XII-XV), Instituto de Estudios Turolenses, Teruel, 2009, pp. 43-44.

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detectamos en el Alto Alfambra entre 1118 y 1190, parece claro que nos encontramos, de nuevo, ante dos Abellas distintas. En definitiva, sin perjuicio de otros de igual nombre, damos por válida la existencia de un núcleo de población andalusí localizado entre Aguilar, Galve y Camarillas, un núcleo que fue conocido en las fuentes cristianas como Abella.

Imagen 1: Panorámica de la hoya del Más de la Abeja; al fondo se distingue la Muela Umbría de Aguilar. Imagen 2: Mas de la Abeja, Galve. (Fotografías de Chusé Lois Hernando Paricio e Ivo Aragón).

La superficie de Abella se distribuiría principalmente por los actuales términos municipales de Aguilar y Camarillas, y tal vez por parte del de Galve, ya que esta localidad figura como un núcleo aparte en 1118. El tipo de hábitat de Abella se ajustaría al tipo rural y disperso que hemos descrito anteriormente, sin embargo, hipotetizar dónde se encontrarían las alquerías, las infraestructuras hidráulicas o el castillo es prácticamente imposible a estas alturas. Por lo pronto podemos descartar como castillo andalusí el de la Virgen de la Peña, puesto que las evidencias arqueológicas indican que fue construido por los aragoneses, seguramente en época de Alfonso II14. Más bien habría que pensar que el hisn de Abella se ubicaría en el castillo de Camarillas o en el Arco de las Canales, en el término de Galve, aunque la adscripción a época andalusí de ambos es incierta. Del resto de estructuras podemos decir poco más, simplemente remitir a restos dudosos de Galve y Camarillas, o a yacimientos perdidos o por descubrir15.

14 Apareció moneda aragonesa acuñada por este rey en los estratos medievales de la excavación; HERRERO GASCÓN, M. Á.; LOSCOS PASTOR, R. M.ª; MARTÍNEZ ANDRÉS, M.ª R.: 1994, Op. cit., pp. 391-395.

15 Yacimiento del Castillo: Camarillas, medieval de origen sin determinar islámico-cristiano. Yacimiento

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La reordenación feudal del territorio

La conquista del territorio a manos de los feudales conllevaba una amplia reorganización del espacio, tanto de los núcleos de población como del paisaje agrario. En el caso concreto del sur de Aragón, después de la expulsión de la población musulmana y del control militar, significó la repoblación con efectivos cristianos y la desarticulación del hábitat rural disperso andalusí. Este tipo de poblamiento fue sustituido por núcleos concentrados (aldeas, villas y ciudades) complementados por núcleos intercalares, las masadas, aunque estas vivirían su mayor desarrollo siglos después.

La reordenación del espacio se convertía, por tanto, en un reflejo de la sociedad colonizadora y de sus relaciones internas de poder. Dada la multiplicidad de poderes característica del medievo feudal, la ordenación, repoblación y dominio del territorio generaba fuertes rivalidades. El área que nos incumbe terminó siendo parte del territorio dependiente de la villa de Teruel, aunque debió competir por ella con la Orden del Hospital establecida en Aliaga. El dominio turolense significaba que el territorio era de realengo, es decir, de jurisdicción real. Sin embargo, la concesión por Alfonso II de un fuero particular a la villa con grandes atribuciones fiscales, administrativas, militares y jurisdiccionales sobre su distrito rural, convertía al concejo de Teruel en el señor del mismo y de las personas que lo habitaban.

En nuestro caso, el señorío del concejo turolense se verificó con la reordenación y repoblación del espacio de Abella, donde decretaría en un determinado momento —según nuestra hipótesis— la creación de dos aldeas, Aguilar y Camarillas, en sustitución del núcleo disperso andalusí. Para los efectos diseñó y distribuyó parcelas agrícolas y solares para los pobladores, ya fueran cristianos asentados anteriormente en Abella, o nuevos colonos atraídos por el reparto de tierras. Los núcleos así creados se sumarían a una malla de poblamiento en la que se contaban aldeas de nueva planta también diseñadas por el concejo villano, pero que venían a ser una continuación de anteriores poblaciones andalusíes.

La toponimia parece reforzar la distinción propuesta. Así, los lugares que fueron una continuación concentrada de un antiguo asentamiento disperso andalusí tendrían nombres de raigambre árabe, como Galve, Jarque, Ababuj, Allepuz, etc. Los topónimos de las localidades sin ningún tipo de continuidad con núcleos anteriores describirían el medio físico en lengua romance: Aguilar (lugar de águilas), Camarillas (río Camarón), El Pobo (el chopo), Hinojosa (lugar de hinojos), etc.

Por lo demás, el dominio y reordenación del territorio en el sentido descrito de concentración de la población en aldeas y como manifestación del poder colonizador, está ampliamente descrito tanto para las sierras turolenses como para el Bajo Aragón, por lo que nuestra hipótesis se adapta a un modelo consolidado por la investigación.16

de Loma Verde: Camarillas, hallazgos indeterminados medievales de época islámica o cristiana. Yacimiento de Partidas Altas: Camarillas, hallazgos indeterminados medievales de época islámica o cristiana.

16 Existe excelente bibliografía sobre el concejo y el fuero de Teruel, y sobre la emancipación aldeana y su articulación en la Comunidad de aldeas. Es el caso de los clásicos de GARGALLO MOYA, J. A.: Los orígenes de la Comunidad de Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, Teruel, 1984. —: 1996, Op. cit. En este último también se pude comprobar cómo la reorganización del espacio y del hábitat propuesta es coherente con la experiencia de esta área meridional de Aragón. Para el Bajo Aragón y la propuesta de secuenciación de fases a partir de un análisis toponímico: LALIENA CORBERA, C.: 2009, Op. cit., pp. 29-51.

Alfonso II de Aragón, de José Gonzalvo.

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Propuesta de una secuencia de hechos sobre el origen de Aguilar

En 1118 Alfonso I dominaba Zaragoza y abría grandes expectativas de conquista hacia el sur, hacia la cordillera Ibérica, si es que no habían comenzado ya antes las incursiones militares en la zona. En este contexto el rey donaba a Lope Juan de Tarazona Aliaga, Pitarque, Abella, Galve y Alcalá de la Selva. Sin embargo, la expansión no se vio acompañada por la repoblación del territorio, por lo que la acción de los conquistadores no debió de pasar de las medidas oportunas para asegurar el control militar. Estos avances se perdieron tras la muerte de Alfonso I después del sitio de Fraga (1134), replegándose los aragoneses hasta la línea Cutanda-Belchite. Sin embargo, esta primera expansión sobre las actuales sierras turolenses, con sus conquistas y donaciones, sentará un precedente.

Bajo el reinado de Petronila I y Ramón Berenguer IV (1137-1166) se siguieron nuevas pautas de conquista y repoblación. Frente a las espectaculares acciones de Alfonso I, la actividad regia se combinó con la de nobles y ciudades en pequeños avances territoriales. Así, a partir de Belchite, se inició un goteo de conquistas que, desde el somontano de la Ibérica —Huesa del Común (ha. 1154), Alto Martín (ha. 1163)—, alcanzó posiciones interiores. De esta forma, es muy probable que Abella y otros lugares consignados en la donación a Lope Juan de Tarazona ya estuvieran conquistados en 1163, cuando fueron entregados por un descendiente suyo a la Orden del Hospital. En 1169 los aragoneses conquistaban Gúdar, Monteagudo y Teruel.17

Entre 1134, año de la muerte de Alfonso I, y 1163, Abella y su entorno verían el abandono de las huestes instaladas, seguramente hombres dependientes de Lope Juan de Tarazona. No es probable que permaneciera ningún cristiano aquí, y la población andalusí tampoco sería muy abundante al estar sometida a la violencia de la frontera. Menudearían las incursiones de los aragoneses, entre los cuales se encontrarían con toda probabilidad los ostentadores de los derechos creados por Alfonso I, Lope Juan y Sancho, encabezando un grupo de fieles o una parentela más o menos extensa. Esta vida de frontera fundamentada en la guerra tendría por objeto instalarse en los territorios objeto de la donación18.

A partir de 1163 y hasta 1169, una vez reconquistadas las posiciones y cedidas a los Hospitalarios, la población cristiana que se instaló en Abella no sería en ningún caso abundante o se reduciría a un contingente militar. El continuo peligro de la frontera así lo aconsejaría. El caso es que sería en estos años cuando los cristianos instalados en el entorno iniciarían la construcción del castillo de la Virgen de la Peña, obras que quedarían abandonadas ante el rápido avance aragonés con la conquista y fortificación de Teruel (1169-1171). En 1177 Alfonso II concedió a Teruel su fuero, que incluía un territorio en el que se contaban localidades nominalmente bajo jurisdicción de la Orden del Hospital tras la donación de Sancho de Tarazona (1163), como eran Abella, Jarque, Cobatillas y Campos.

Lo cierto es que la debilidad del poblamiento en la zona debía ser muy grande, puesto que aún se tardarían varios años en definirse los límites entre los Hospitalarios y el concejo turolense. La encomienda de Aliaga se formó en 1180 y en 1181 aparecen formando parte de la misma las iglesias de dos lugares donados por Sancho de Tarazona, las de Campos y Cobatillas19. Sin embargo, no figura ni Abella ni Jarque. Esto significa que entre 1177 y 1181 ambas localidades ya habrían pasado al dominio del concejo turolense. A partir de aquí, para incentivar el poblamiento, o porque tal vez comenzaran a establecerse nuevos colonos en Abella, el concejo de Teruel decidió reorganizar su espacio y su hábitat creando en su lugar

17 Los datos sobre la evolución de la conquista en: GARGALLO MOYA, J. A.: Vol. I, 1996, Op. cit., pp. 88-91. UBIETO ARTETA, A.: 1981, Op. cit., pp. 219-229.

18 El modo de vida expuesto se extrae de una frontera análoga, la soriana; ver: ASENJO GONZÁLEZ, M.: “Los concejos de frontera en el reino de Aragón. Desarrollo económico y social de una ámbito regional en los siglos XII al XV”, El món urbà a la Corona d'Aragó del 1137 als decrets de Nova Planta: XVII Congrés d'Història de la Corona d'Aragó, CLARAMUNT RODRÍGUEZ, S. (coord.), Vol. III, 2003, p. 35.

19 GARGALLO MOYA, J. A.: Vol. I, 1996, Op. cit., p. 260. UBIETO ARTETA, A.: 1981, Op. cit., p. 268.

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las aldeas de Aguilar y Camarillas. ¿Cuándo sucedió esto?

En 1190 se produce la cesión de Villarroya a los Hospitalarios de Aliaga y en ella figura Abella. La primera referencia indiscutible acerca de la existencia de Aguilar es de 1212 con motivo del reparto de los diezmos y primicias de las iglesias del distrito de Teruel. Allí consta la iglesia de Aguilar20, por lo que la aldea se habría formado hacía ya algún tiempo. Existen otros dos documentos, de 1202 y 120821, que apuntan a la existencia más que probable en esos años de Aguilar. Sin embargo, en su interpretación persisten determinados interrogantes que impiden confirmar más allá de cualquier duda razonable este extremo. Por tanto, aplicando el principio de prudencia, hemos de concluir que el concejo de Teruel dispuso la creación de Aguilar y de Camarillas en sustitución del núcleo musulmán de Abella en algún momento de los veintidós años que median entre 1190 y 1212. Se concluía así un proceso abierto en 1118 tras la conquista de Zaragoza.

Restos del castillo de la Virgen de la Peña. Fotografía: Chusé Lois Hernando Paricio.

¿Cómo sería esta primitiva aldea de Aguilar? Son muy sugestivas las imágenes que podemos recrear pensando en esta época, con un paisaje poco reconocible en la actualidad de relieves cubiertos por densos bosques, llanos escasamente roturados y amplias selvas fluviales alrededor de los cauces de agua. No menos sugerente es imaginar el paisaje humano de “pioneros”, un puñado de familias conviviendo con el peligro constante de las incursiones de frontera, viviendo en casas de una planta en el entorno de las actuales calles Horno y Mera, y con el abandonado castillo de la Virgen de la Peña a medio construir. Sin embargo, más allá de planteamientos genéricos, es muy poco lo que realmente sabemos, y es, además, materia para un artículo distinto.

Ivo Aragón

20 El documento se haya trascrito en: LÓPEZ POLO, A.: “El Capítulo de Racioneros de Teruel”, Teruel, n.º 25, 1961, pp. 193-194.

21 Citados en: GARGALLO MOYA, J. A.: Vol. IV, 1996, Op. cit., pp. 21-25. CARUANA GÓMEZ DE BARREDA, J.: “Una relación inédita de jueces de Teruel”, Revista Zurita, n.º 14-15, 1963, p. 230. LÓPEZ RAJADEL, F.: Crónicas de los jueces de Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, Teruel, 1994, pp. 78-81.

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HOMENAJE A JOSE ANTONIO LABORDETA: UN HOMBRE QUE DEJO HUELLA

En términos generales, cuando nos referimos a alguien o a algo en un plano de cotidianeidad, estamos hablando de personas, cosas, o situaciones, que, por ser “corrientes”, pasan a ser lo que vulgarmente tenemos por normales o intrascendentes. Esto no sucedió con José Antonio Labordeta. Sabemos que él era un hombre campechano y sencillo, pero nunca intrascendente, porque nunca pasaba desapercibido. Como muestra, un solo detalle.

Pocas veces refiriéndose a Labordeta habréis escuchado el tratamiento de su señoría. Es más, ni siquiera el de Don, que por méritos propios le correspondía. Era notorio que él mismo prefería la naturalidad por defecto. Pero es que José Antonio era así, natural en el más amplio sentido de la palabra, y por eso de todos es conocido que los tratamientos especiales y protocolarios, incluso trajes de etiqueta y corbatas, chocaban con su personalidad y principios. Paradójicamente, por lo que yo conozco, nunca antes una persona tan sencilla llegó a ser tan popular, ni hubo tampoco en la historia reciente casos en que tanto hombres como mujeres de todas las capas sociales y tendencias políticas, y hasta religiosas, convergieran en criterios de alabanza hacia su persona. Labordeta consiguió sin ningún esfuerzo ponderar con su ética nobleza y sencillez, un mundo diferente, espontáneo, crítico, pero con un estricto sentido común, y que a ojos de los demás nos parecía extraordinario.

José Antonio Labordeta en una firma de libros (Fuente: Wikipedia).

Los turolenses pueden sentirse orgullosos de haberlo tenido como profesor del Instituto Ibáñez Martín durante varios años. Muchas personas que han llegado a ser figuras relevantes en el mundo de la política o del periodismo, con tendencias políticas diversas, se cuentan entre sus ex-alumnos. Unos afines, otros contrarios en ideas, pero suelen siempre coincidir en ensalzar la figura ejemplar e inimitable de Labordeta.

¡Quien de vosotros no recuerda aquel “váyanse a la mierda” que soltó en el Congreso, ante una situación de impotencia, creada por el acoso y burlas de algunos diputados que no dejaban de incordiarle! Sin duda supo poner voz al pensamiento de muchos que contemplaban

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atónitos el debate y el encuentro dialéctico en el hemiciclo, pero que no se hubiesen atrevido nunca a pronunciar ni en la calle. En aquel contexto, y en aquel lugar, sólo pronunciada por Labordeta con su voz potente podía sonar tan armoniosa aquella tan inesperada como oportuna frase.

Sabemos que José Antonio Labordeta era escéptico, que aseguraba no creer en casi nada, pero aún al margen de creencias tuvo más de un sacerdote entre sus mejores amigos. Excelente relación, por ejemplo, mantuvo con mosén Alejandro, el cura que en aquellos años atendía la parroquia de Aguilar del Alfambra y Jorcas, y que también, por su forma de ser, supo dejar una huella muy especial entre todos nosotros.

Labordeta en las Fiestas de Jorcas de 1999 (fotografía de Eliseo Herrero, cedida por Lucía Pérez).

Sin pretenderlo voy asociando pensamientos, y me viene a la mente el padre Nicolás Castellanos que renunció a ser obispo de Palencia, y que, después de que el Vaticano le diera permiso para poner en práctica en Bolivia lo que había predicado a lo largo de su vida sacerdotal en nuestro país, se fue a ayudar a los pobres de aquella región. Castellanos es hoy también una de esas personas de las que se puede decir que es un ciudadano sencillo, ejemplar y a la vez peculiar. Que predica con el ejemplo, y sabe compatibilizar su vida episcopal y de evangelización, con la entrega absoluta de su propia persona a los pueblos indígenas más pobres de América Latina.

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Con su forma de hablar, de ser y sobre todo de actuar, ha sabido llegar al corazón de mucha gente solidaria y está consiguiendo muchísimo dinero para su proyecto, pues quien lo conoce bien sabe que va a administrar y canalizar adecuadamente las ayudas. Saben que se afana e ilusiona al levantar humildes viviendas, hospitales, colegios y centros de recreo para niños y mayores donde más lo necesitan, sacando de la miseria a gentes que, antes de conocerlo, no tenían ni lo más básico para poder vivir.

El padre Castellanos forma parte del “Proyecto Hombre”, que él mismo creó, y vive entre esa gente que ayuda a salir de la miseria cuando el cargo que le otorgó la Iglesia, aún trabajando, le permitiría vivir cómodamente en España. Por eso a los bolivianos el nombre de Nicolás Castellanos les reconforta, todos dicen de él que es una persona excepcional.

Sabemos que en esta sociedad faltan hombres y mujeres de la talla del padre Castellanos y de Labordeta, aunque cada uno de ellos haya seguido caminos diferentes. Faltan hombres y mujeres que defiendan y luchen, con esa entrega y carisma especial, por ideales e intereses tan nobles, y que siempre convergen en favor de un mundo más justo.

No hace mucho tiempo, el Padre Castellanos dijo a un periodista español, y no se equivocaba, que en el primer mundo tenemos muchas cosas materiales para vivir pero muy pocas razones para existir, y en cambio, en los países que nosotros consideramos subdesarrollados, o del tercer mundo, donde él mismo vive humildemente, tienen pocas cosas para vivir pero les sobran razones para existir. ¡Qué razón tiene!

Curiosa paradoja, estos dos hombres, secularmente tan diferentes, logran ser admirados por la ciudadanía a un lado y otro del mundo, incluso por personas con ideas políticas antagónicas. Y todo por esos valores que cada uno de ellos ha sabido transmitir a los demás. Está claro que sobre esos valores está cimentada una profunda fe en lo que hacen.

Yo creo, en el fondo, que siempre se deja ver más la calidad humana de la persona que lo que individualmente pueda representar. Cada vez tengo más claro que ser honesto, transparente y “buena gente”, lo que se dice un hombre ejemplar, no es condición ni patrimonio de una tendencia política ni de una religión determinada.

Hoy que Labordeta nos ha dejado, quisiera agradecerle desde estas páginas sus canciones protesta y reivindicativas de los años 70, el compromiso que manifestaba en vida con la gente del mundo rural, con los pueblos semiabandonados, su trato tan directo, su constante lucha por mejorar las condiciones de vida de los desfavorecidos, su transparencia y espontaneidad o sus intervenciones como diputado, defendiendo con tanta dignidad como empeño los intereses de Aragón, dejando a un lado si era de este partido o del otro.

Considero insólito, y confieso que me sorprende, el hecho de que ex-alumnos de aquellos años que estuvo en Teruel, tanto afines como no afines (que, por supuesto, de todo hubo) y que adversarios políticos, religiosos, hombres y mujeres, cuando se pronuncien sobre la personalidad de José Antonio Labordeta, sean tantos los que coincidan en destacar su integridad intachable, su honestidad, su forma de ser y estar, sin tener para nada en cuenta su militancia política ni su identidad religiosa, cualidades que ha sabido mantener hasta su muerte como nadie.

En el Congreso, en la calle, y hasta cuando entrevistaba a los pastores y masoveros en su inolvidable programa de televisión Un país en la mochila, nunca hacía distinciones. Y es que José Antonio Labordeta era como se manifestaba. Supo crear y hacernos valorar su ética personal, como un modelo a seguir intachable. Tenía y transmitía un cúmulo de valores, a los que ni en la política ni en la vida real estamos acostumbrados.

José Antonio Izquierdo

Escrito a la memoria de José Antonio Labordeta

al día siguiente a su muerte.

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EN MEMORIA DE JOSE GONZALVO

El pasado 22 de noviembre de 2010 falleció en Valencia, a los 81 años de edad, el escultor y pintor José Gonzalvo Vives, autor de la magnífica escultura del águila que preside la Plaza del Ayuntamiento de Aguilar, monumento al que dedicamos el primer artículo del número inaugural de esta revista. Su cuerpo fue trasladado y enterrado en Rubielos de Mora, su pueblo natal que tanto amó y a donde volvió a vivir y a trabajar en cuanto tuvo la ocasión. A su memoria, forjada en hierro, y a su recuerdo queríamos dedicar este pequeño homenaje.

José Gonzalvo en el portal de San Antonio de Rubielos de Mora (fotografía cedida por Ángela Gonzalvo).

Dado que ya tuvimos ocasión de hablar sobre su figura en el aquel mencionado artículo, esta vez queremos ahondar en su huella, en aquellas obras que dejó diseminadas por gran parte de nuestra cercana geografía, monumentos forjados en la fuerza del hierro que harán que su presencia perdure por mucho tiempo. Como dijimos entonces, Gonzalvo se inició en la pintura, donde también ganó premios, pero fue la escultura su gran amor, su “vocación adictiva”, en palabras de Diego Arribas.

Sus monumentos se reparten por gran parte de la provincia de Teruel, por Zaragoza, por la Comunidad Valenciana y también en Barcelona. Muchos nos son familiares, pues los hemos visto a menudo paseando por Teruel. Por ejemplo el conjunto de la Vaquilla del Ángel, junto al antiguo viaducto, el monumento a Alfonso II el Casto, conquistador y repoblador de Teruel, o las impresionantes puertas de la sede de IberCaja de la calle San Juan. Y si recorremos la provincia encontraremos también su huella inconfundible. En el Bajo Aragón podremos ver el Monumento al tambor, en Alcañiz, el Monumento al bombo de Semana Santa, en Albalate del Arzobispo, y en Andorra encontramos el Monumento del labrador y el

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minero y el busto dedicado al gran José Iranzo, el pastor de Andorra. En Albentosa se halla su Monumento a la aguadora. Otro monumento al minero lo encontraremos en Utrillas, el Monumento a los danzantes en Calamocha, y varios grupos escultóricos en su Rubielos de Mora natal, donde podemos disfrutar de su museo y de las bellas calles de esta población, donde otro gran artista rubielano, el pintor Salvador Victoria, tiene también su museo. Y ya en la serranía de Albarracín cabría destacar el impresionante Monumento al río Tajo en su nacimiento en Frías de Albarracín, en plenos Montes Universales. Tenemos la costumbre de pasar una y otra vez por delante de estos monumentos familiares sin apenas detenernos. Dediquemos algún día a recorrer nuestros pueblos y ciudades familiares con curiosidad, con ojos de turista si se quiere, para percibir y disfrutar de esas joyas cercanas. Hagámoslo especialmente con la obra de Gonzalvo.

Gonzalvo ante su obra, Puerta Ibercaja de Teruel en 2006 (fotografía cedida por Ángela Gonzalvo).

Dentro de la innovación geometrizante, su arte figurativo representa muchas de las esencias del alma aragonesa. El autor, usando unas formas vanguardistas, buscó representar la realidad, aquello que nos es reconocible y cercano, lejos de la abstracción absoluta que puede dificultar la comprensión de las obras a los no entendidos. Como dijo Esteve Edo, “José Gonzalvo ha demostrado que modernidad y antigüedad no son incompatibles y que la imposición de una no debe producirse a costa del sacrificio de otra”. Podemos completar esta cita con otra afirmación muy acertada de Adolfo de Azcárraga: “las formas de Gonzalvo se inspiran en las ya existentes, pero no son copia sino estilización”. No podríamos decirlo mejor.

Sus obras de temática religiosa han sido estudiadas por David Montolío, que señala que aunque es su faceta artística más desconocida, es sin embargo muy interesante, llegando a

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exponer parte de esta obra en Nueva York en los años 60. Esta obra religiosa es muy abundante en Benasal (Castellón), pueblo natal de la madre de Gonzalvo donde solía veranear –nueva muestra del compromiso de Gonzalvo con sus raíces–, y donde podemos destacar el Retablo de la Santa Cena de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción.

Dentro de sus formas vanguardistas, Gonzalvo no solo se dedicó a retratar lo tradicional sino también lo actual, lo moderno, como se aprecia en obras como el Futbolista, en su mencionado Museo de Rubielos de Mora, o el Corredor o el Ricardo Tormo, en el Circuito de Velocidad del mismo nombre en Cheste, Valencia.

El pasado verano de 2009, cuando las fuerzas aún le respondían, tuvo el generoso detalle de acudir a Aguilar y presenciar la inauguración de la exposición “Vicente Blasco Ibáñez: emigración, vida y obra”, a quien reflejó en otra de sus obras, y donde pudimos departir con él, transmitiéndonos toda su cercanía y amabilidad. Fue muy gratificante poder entregarle en persona un ejemplar de ese primer número de la revista que él, sin saberlo, inauguró.

Con Gonzalvo no hablamos de un artista anecdóticamente nacido en la zona que en realidad ha desarrollado todo su trabajo y su carrera fuera de ella. No, con José Gonzalvo hablamos de un hombre ligado a su tierra, que se alejó de los grandes escenarios artísticos y los ambientes snobs para trabajar en su pueblo, asumir la tradición de la forja de Rubielos de Mora y captar y reflejar el alma de su tierra y también, hay que destacarlo, el de las vecinas tierras valencianas, a las que, como tantos turolenses, se hallaba familiarmente ligado. Injustamente, la pérdida de Gonzalvo ha merecido más atención en estas que en su provincia natal, que, siquiera por orgullo, debería hacer más por reivindicar a sus hijos ilustres.

Sergio Benítez Moriana

Retrato en hierro de Vicente Blasco Ibáñez (1978), conservado en el Museo de Bellas Artes de Valencia

(fotografía cedida por Ángela Gonzalvo).

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I JORNADA CIENTÍFICO-CULTURAL DE AGUILAR DEL ALFAMBRA

LA GEOLOGÍA EN LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO: Reflexión global y materia prima local

El próximo sábado 4 de junio se celebrará en Aguilar del Alfambra la I Jornada Científico Cultural, evento que esperamos repetir cada año sobre un tema distinto.

En este 2011 la jornada se dedicará a la Geología, el patrimonio geológico de Aguilar y la función social de la Geología en la sociedad del conocimiento y como oportunidad de desarrollo local. De la misma forma que acerca de los usos del agua se generó en los últimos años un debate y un concepto novedoso, la Nueva Cultura del Agua, cabe abordar desde la comunidad científica y el conjunto de la sociedad una Nueva Cultura de la Tierra. ¿Dónde mejor que en una localidad amenazada por un proyecto minero depredador y de nulo interés económico y social para el entorno?

La importancia del patrimonio geológico y paleontológico de Teruel es una de sus señas de identidad. En sus sierras afloran formaciones geológicas que cubren un amplísimo periodo de la historia de la Tierra, lo que se traduce en una gran geodiversidad provincial que es conocida, valorada y estudiada a nivel mundial.

En los últimos años ha emergido lo que se ha dado en llamar la Geología Popular dentro de un ámbito tradicionalmente menos dado a la divulgación científica, lo que afortunadamente, está cambiando, y que se define en palabras de José Luis Simón como “el descubrimiento por el gran público de la cultura geológica” y que se trata de “mostrar la geología directamente sobre el terreno, poner en valor la naturaleza como auténtico laboratorio de aprendizaje”.

En este momento se encuentra en trámite de aprobación el decreto del Inventario de Lugares de Interés Geológico de Aragón. Aguilar figura en esta muy selecta nómina con dos bienes singulares. Promocionar este patrimonio geológico y celebrar esta jornada científico-cultural es otra forma de poner en valor nuestro pueblo. Os invitamos a participar y a ser parte activa en esta nueva oportunidad.

Perspectiva de la cluse de la Virgen de la Peña y de los Cantos de la Hoz, propuestos como lugares de interés geológico.

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PROGRAMA

Primera parte. Reflexiones globales

10:00 – 10:15. Presentación de las Jornadas

10: 15 – 11: 00. Geología para la sociedad del conocimiento: una nueva cultura de la Tierra: José Luis Simón, Universidad de Zaragoza

11:00 – 11: 45. La importancia del conocimiento geológico para el hombre a través del agua: Fermín Villarroya, Universidad Complutense de Madrid

11: 45 – 12:30. La Geología desde la administración aragonesa, ¿recurso económico vs. bien social?: Francho Beltrán, Jefe de Sección de Planificación de Espacios Naturales del Gobierno de Aragón

12:30 – 12:45. Descanso y almuerzo

Segunda parte. Materia prima local

12:45 – 13:30. Hidrogeología y sociedad tradicional en el Alto Alfambra: Alejandro Pérez Cueva, Universidad de Valencia

13:30 – 14:15. Los recursos geológicos y el desarrollo local desde una perspectiva no depredadora. Aliaga y Aguilar: Julia Escorihuela, Parque Geológico de Aliaga

14:15 – 16:00. Comida

16:00 – 16:45. Mesa redonda y conclusiones

16:45 – 20:00. Excursión a la cluse de la Virgen de la Peña, al Estrecho de la Hoz y a los Pozos de La Incosa con breves charlas sobre elementos geológicos por parte de Julia Escorihuela, José Luis Simón y Alejandro Pérez.

Desde las 21:00. Cena y burina

Rizamiento y sinclinal situado en la partida del Remolinar junto al río Alfambra.

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SENDERISMO EN AGUILAR

Estimulados por la idea de mejorar y conservar nuestro pueblo para conseguir que todos podamos disfrutarlo y dejarlo mejor de lo que lo encontramos en su día, y entre los muchos proyectos que actualmente promociona la Plataforma Aguilar Natural, se propuso la creación de una red de rutas senderistas. El objetivo: poder pasear por todo el término de Aguilar y empaparnos de sus paisajes, de su aire puro y de su naturaleza.

Lanzada esta idea y en coordinación con el Ayuntamiento, el primer trabajo fue encontrar la financiación necesaria. Una vez conseguidas las “perricas”, vino la fase del diseño y selección de rutas y del equipamiento asociado, combinando esfuerzos con las empresas Guías de Gúdar e Iterdos. Finalmente os podemos dar la buena noticia de que en Aguilar ya se pueden transitar 5 rutas senderistas y 2 BTT (rutas para bicicletas), todas debidamente señalizadas.

Entre los recorridos destaca el tradicional a la Virgen de la Peña, donde se ha destacado la antigua cantera de piedra de afilar y recuperado el pozo de la Cuerva. La zona de la Muela es objeto de la ruta del Hontanar y de una de las BTT, que trascurre por este relieve continuando hasta la Sierra. La de los Aliagares y San Antonio sube hasta la cima de la Muela pasando previamente por el merendero y las fuentes del Degollao y del Azud.

La ruta de las Fuentes nos lleva por la Quesería y por Fuendenguilas, Cañamayor y nos devuelve a Aguilar por la riera, el Sargal y el Campo. La ruta de la Sierra nos lleva hasta el pozo de la Sierra y nos trae por el Hontanar y los Mases. La segunda de las rutas BBT recorre Cañamayor y toda la riera para subir hasta la Virgen de la Peña.

Hemos puesto a vuestra disposición folletos de bolsillo que nos detallan el trazado de las rutas, el tiempo medio que se tarda en recorrerlas y las dificultades que presentan, aunque casi todas son de dificultad baja. Igualmente se han emplazado paneles en la entrada del pueblo, en la Virgen de la Peña, en lo alto de la Muela y en el merendero de San Antonio. Contienen textos explicativos con datos prácticos y curiosos, y claves que permiten conocer e interpretar el paisaje que recorremos, sus elementos y su evolución.

Las rutas se hallan debidamente señalizadas y con símbolos homologados.

Caminando por todo el término, recorriendo las fuentes, páramos, choperas y riberas, podremos disfrutar plena y saludablemente de todo aquello que nos gusta, de aquello que llevamos dentro y dárselo a conocer a nuestros visitantes. Compartir la paz interior que se escapa en las grandes ciudades y que atrae cada vez a más nuevos amigos.

Os recomiendo caminar, porque además de ser saludable, nos une más con nuestro Aguilar.

Albert Marí

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