psiquiatría y sociedad
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AMANDO DE MIGUEL
PSIQUIATRIA SOCIEDAD
El lugar del psiquiatra y de la enfermedad mental
en la estructura social
GR DECIMIENTO
Este trabajo es primera versin provisional y parte de un estudio ms
amplio sobre el futuro de las profesiones que se lleva a cabo en el ICE
de la Universidad Autnomh de Barcelona, y en el que participamos: Ben-
jamn Oltra, Marina Subirats, Maria Alsius, Carme Bosch, Jos Luis Cres-
pn
y
M. Carme Maltas, adema's de otros colaboradores, estudiantes del
Departamento de Sociologia de dicha Universidad. El plural que a veces
se emplea en este texto responde a esta efectiva confeccin del estudio en
equipo, si bien heme de responsabilizar yo personalmente de las crticas
que eventualmente pudieran hacerse a estas pginas. La iniciativa y super-
visin del estudio proviene de 10s doctores Noy, Grifoll, Dauf, Fullat
Pinilla de las Heras, a quienes agradezco su apoyo y decisin.
He de agradecer las ayudas y sugerencias de una serie de personas rela-
cionada~ on la asistencia psiquitrica, a quienes por una elemental norma
de discrecin he de mantener por el momento en el anonimato. Mis reco-
nocimientos se extienden a 10s psiquiatras barceloneses, que con tanta
amabilidad contestaron a un largo cuestionario. De ambos grupos, me per-
mito verter opiniones en el texto, en la medida que reflejan un estado
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de opinin de la Psiquiatra barcelonesa, que es la que conozco en alguna
medida. Las citas en este caso no identifican al entrevistado y de la inter-
pretacin que de ellas realizo nicamente yo me hago responsable, en
especial de la inevitable carga de parcialidad y error que en el trabajo
de transcripcin pudiera haber. Para empezar, al transcribir literalmente
las opiniones de la entrevista he procurado
respetar el modo de decir de
la persona consultada pero en algn caso he tenido que realizar al&
pequeo aadido o reformulacin sintctica; esperando que estos cambios
ayuden a traducir al lenguaje convencional 10s improvisados datos de las
entrevistas, y no introduzcan demasiados errores.
Una primera versin de este trabajo fue leida en el verano de 1972
en una reunin sobre aspectos sociales de la psiquiatria celebrada en San-
tiago de Compostela. Agradezco las observaciones que en ella se me hi-
cieron.
El presente escrit0 no debera ser citado sin permiso del autor, dado
su carcter provisional. Se ruega que las crticas, sugerencias y comentarios
sean enviadas al autor. (I.C.E. de la Universidad Autnoma de Barcelona,
C/ San Antonio M. Claret, 171, Barcelona, 13).
Qu puede hacer un socidlogo en el campo de la psiquiatria.
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valor intrnsec0 del trabajo que postcede, como a 10s estmulos a 10s
que responde.
Existe en nuestro pas un clima -a veces agobiante- que exige el
planteamiento inmediato de la situacin social de la Psiquiatra, el an-
lisis de su propia definicin profesional. Quiz sea interesante que esta
excursin analtica la emprenda no tanto un psiquiatra como un soci-
logo, precisamente por el equipaje de prejuicios e intereses tan livianos
que es de suponer lleva consigo este curioso socilogo.
En el tratamiento sociolgico de estos temas es preciso reconocer la
falacia de 10s juicios de valor que atenaza tantos estudios. Tomemos un
ejemplo.
F.
J.
Yuste se apresta como mdico-socilogo al anlisis de la
salud mental. El supuesto metodolgico no puede ser mis impoluto:
< Es preciso superar la barrera de la subjetividad, del juicio
de valor, inseparable de 10 cualitativo, y dar un sostn cientfic0
a la definicin de anormal)>
Y sin embargo, el bueno de Yuste se atreve
a
sostener como una de
las conclusiones de su trabajo, sta de
un
calibre ideolgico poc0 comn:
< Elorden social basado en la libre empresa y en la propiedad
privada de 10s medios de produccin es el menos apto para edi-
ficar la salud mentals
3
No es eso un juicio de valor cualitativo? Lo cual en s mismo no me
parece mal, sino s610 inconsecuente con la pretensin cientfica de cons-
truir el estudio de la enfermedad mental con categoras objetivas
4
o
no creo que el soc~logo aya a descubrir
nin
talismn al psi-
quiatra, al convertir el propio rol de
este ltimo y el del psictico en
objeto de sus investigaciones. Tampoco es que el socilogo venga provisto
de una especial neutralidad cientfica con que mejorar el subjetivismo de
10s psiquiatras. Simplemente sucede que 10 que hacen estos ltimos
al
tratar de aliviar el estado de 10s enfermos mentales se ha constituido en
2
F. J. Yuste
Siqtriatrla ~ oc ie da d t .
pg.
33.
3. Ibd.
pg. 59.
4.
No tengo que recordar que Yuste no presenta ninguna evidencia de la
inci
dencia de las enfermedades metltales en sociedades capitalistas socialistas no diga-
mos en las precapitalistas. En las comparaciones que se han hecho de este estilo parece
conduirse que las diferencias se deben ms a 10s condicionamientos ideolgicos que
prescriben uno u otro diagnstico que a la incidencia real total de la morbilidad
mental.
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un dato de extraordinari0 inters para comprender 10s entresijos de una
sociedad altamente desarrollada. Esta saliencia legitima la intromisi6n del
socilogo. Djesele entrar en buena hora en 10s hospitales mentales, que
s610 consumir papel y boligrafo, y en 10s casos ms refinados cinta mag-
netof6nica y hasta tiempo de ordenador. Pero no va a intervenir en el
proceso teraputico, ni para mal ni para bien. Esta ser6 la verdadera
neutralidad que consiga, casi nunca la que se propone o le proponen. No
es
un
asistente social distinguido,
ni
tampoc0 necesariamente) un socialista
impenitente y misionero
A
mi me preocupa ahora el ancho y conflictivo campo de la Psiquia-
tria, dentro del tema an mis amplio y problemtico de la crisis de las
llamadas profesiones liberales como un capitulo a su vez, de la estructura
social. Ni que decir tiene que me refiero a la estructura espaola. Para
restringir an mis el laboratori0 de mis observaciones, dir que me he
basado en el estimulo de u pequeo trabajo d e campo en Barcelona. Todas
stas son limitaciones pero tambin posibilidades.
El inters de este estudio no s610 ha de redundar en un mayor cono-
cimiento para 10s socilogos, sino de un estimulo y reto para 10s psi-
quiatra~.Veremos quiz las mismas cosas que ellos, pero desde otros su-
puestos y dimensiones, utilizando otra terminologia y otros conceptos.
En este caso si que el saber no ocupa lugar. En una de las entrevistas
realizadas para nuestro estudio, un eminente psiquiatra barcelons nos
seal que: < la mayoria de 10s descubrimientos psicolgicos de la Medi-
cina han sido novedad para 10s mdicos pero no para el campo general
de la cultura. La historia de la psicoterapia no puede saltarse su primera
fase extramdica. El campo de las ciencias humanas tiene mucho que en-
sear a 10s psiquiatras.n
1 . Un rnundo de locos.
Tradicionalmente, el reino de la locura ha sido remitido al capitulo
de la por 10s socilogos, sin percatarse de que el trata-
miento de las enfermedades mentales, con todo 10 que lleva aparejado,
es parte muy principal del mundo ms cercano y normal, el que tiene que
ver con 10 que usualmente llamamos desarrollo, o problemas sociales o
polticos.
Y
sobre esto convendria romper algunos mitos y tabs, destro-
zar algunos lugares comunes.
5
Sobre el papel de la Sociologa en una sociedad como la nuestra se me permi-
tir6 qu me cite en A. de Miguel, Sociologia o Subversidn Barcelona, Plaza Jands,
1972).
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Sobre el pretendido (y temido) aum ento de las enfermedades mentales
en nuestro tiempo6, hay que decir que todo ell0 resulta de un mal enten-
dido: pensar que la enfermedad mental ha sido la misma cosa a 10 largo
del tiempo. Y
no
10
es. No cabe por tanto aventurarse a sumar peras
con manzanas y comparar cosas que no son comparables. Hoy diagnostica-
mos ms enfermos mentales porque la gente enferma cada vez menos de
otra cosa; porque somos ms sensibles; porque hay ms hospitales para
atender a 10s locos; po rque las familias no resisten a las personas enfermas
ade la cabezas; porque se cree cada vez menos en las brujas, el demonio
o el mal
de ojo
porque tenemos ms medios para pagar al psiquiatra;
porque confiamos menos
o
el sacerdote para el cuidado (cura de almas
se llamaba) de nuestra salud mental7. Todo d o contraindica que poda-
mos concluir as, sin mis, que acada vez hay m is l o c o s ~ . o que si es claro,
y
es 10 que a mi, me preochpa en estas pginas, es que cada vez
hay
ms
psiquiatras.
iY
esta si que es una causa de la mayor incidencia de las
enfermedades mentales
Una de las razones que acucian al socilogo a intervenir en la cura
de la enajenacin mental es que la enfermedad no es una constante de la
naturaleza humana. Antes bien, se ha constatado una
y
mil veces la extra-
fia correlacin entre la enfermedad mental (frecuencia y tip0 de diagns-
tico) y posici6n social. No voy a entrar en la abundantisha bibliografia
sobre el tema, que ahora qo es el caso Unicamente recordar que si esta
relacin existe, la morbilidad mental es algo ms que una cuestin mCdico-
biolgica. Es un correlato de una situacin social, y el establecerlo puede
ser una ayuda teraputica.
Me interesa destacar que estas pginas permanecen un poc0 ajenas a
10 que tradicionalmente se ha venido en llamar sociologia de la medicina,
en la medida en que el mundo de 10s locos es un poc0 distinto al mundo
de 10s enfermos, a pesar de que comporten un mismo repertori0 de sim-
6. La frase manida es qde ctatravesarnos un perodo en que la sociedad toda
elia se halia neurotizadas, 10 cual est tan lejos de ser una afirmacin cientfica como
las estupendas ideas sobre la vida que tiene mi portera. Me resisto, por tanto, a
acumular citas de mdicos psiquiatras (distinguidisimos elios) sobre la supuesta
neurotizacidn general de nuestta poca.
7. En otras palabras, ctlos sntomas de psicosis son relativos a nuestra
cultura^
Andrew Crowcroft, La locura (Madrid, Alianza Ed. 67, pg. 64 .
8
No se puede tachar a
pez
Ibor de desconocedor del tema. De
ahf
el valor
de su cruda afirmacin: ctLa realidad es que 10s psiquiatras diagnostican neurosis a
10s pacientes ricos para poder tratarlos durante largo tiempo sacarles s mis
dinero, mientras que 10s de dase modesta son enviados a sanatorios por su esqui-
zofrenia)>. Decl. a la rev., Boccacio, n." 18 VI-1972) pg 26 La denuncia es casi de
juzgado de guardia, si no fuera porque socialmente se haiia plenarnente aceptada.
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bolos litrgicos (batas blancas, frmacos, camas hospitalarias, etc.). No es
casualidad que en Espaa, y ste es un hecho fundamental, la asistencia
psiquitrica pblica se organice por unos cauces muy distintos a 10s de
la Medicina general o fsica; la primera no ha sido aceptada por el Seguro
de Enfermedad.
A este respecto vale la pena constatar la opinin de un psiquiatra
barcelons: itLos psiquiatras no tenemos cementerio. Nuestros enfermos
pueden resistir como tales a 10 largo de toda su esperanza de vida. De
ah que el enfermo mental bien tratado sen el mis caro de todos. Resulta
complejsima la continua atencin a 10s mecanismos de reinsercin. Lo l-
gico, por 10 tanto, seria incluir todo esta en la Seguridad Social, pero
la nica ley vigente de cuando la Repblica creo que es la que asigna la
asistencia psiquitrica a las Diputaciones provinciales)>.
2
Elogio
de
la locura
No se me pida que defina la locura, ni se me haga repetir que no hay
enfermedades mentales sino enfermos, y todo eso. Lo que si s es que en
el mundo vemos pocas cosas que vayan a cambiar tanto como el concepto
mismo de locura. Ain aguarda la ltima etapa de la secularizacin que u
a quit las cadenas a 10s enajenados, eliminando al demonio de toda la
operacin.
Preguntmoslo a ellos mismos, que opinan 10s propios enfermos?
En un boletn interno de un centro psiquitrico un ex-paciente escribe
una carta en la que define de este modo tan bello y expresivo (a pesar
de la peculiar sintaxis)
10 que es la enfermedad mental: itSomos seres
que tenemos una pequea faceta, nosotros en la salud; otras personas
peores que no 10 dan a ensear, por eso se creen mejores, pero de eso
ni hablarn.
El conflicto es ste: una pequea faceta obra un insondable abismo de
comunicacin con el resto, 10 cua1 agrava la eventual curacin. Las per-
sonas itnormales)> no son necesariamente las ,pero tienen el
derecho de decidir, sin apelacin, el destino de las aanormales)>, odavia
como si dentro llevaran al mismsimo diablo.
Se repite con frecuencia que la enfermedad mental se define como
una situacin en la que es necesario un internamiento psiquitrico 9
9
VCase
ei
origen de esa idea y las consecuencias que siguen en E. Goffman,
Internados Ensayo sobre la situaci6n social de 10s enfermos mentales Buenos Aires,
Arnorrortu, 1970, 1 ed. inglesa en 1961) pgs.
134
y SS. Este sociologisme de Gof-
fman, que yo sigo aqu, ser6 sin duda ei punto ms criticado por 10s psiquiatra,
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La afirmacin no es ni tan perogrullesca ni tan tautolgica como parece en
un principio.
A
diferencia de muchos enfermos fsicos, una gran propor-
cin de 10s enfermos mentales no-recluidos pueden realizar la mayoria de
10s roles de una vida normal, supuesto un adecuado tratamiento ambula-
torio. El problema social surge verdaderamente con 10s enfermos mentales
recluidos en cen tros psiquitricos, en la medida en que -la cosa es grave-
su internam iento define en ciertos casos empeora su situacin mrbida.
El hecho comprobado es que en un sanatori0 psiquitrico, con inde-
pendencia de 10s mltiples diagnsticos, todos 10s pacientes se parecen
en ciertos rasgos comunes, en ciertas similitudes de conducta. El status
de acogido e n un a institucin confere
una
particular forma de comportarse
por encima a veces de las fronteras clinicas o incluso culturales. Desde este
mom ento puede decirse q u e , a enfermedad m ental es un hecho social que
afecta muy de lleno al inters de 10s socilogos. No por redicha es ahora
menos til la plantilla de que la enfermedad mental es asu nto tan im portan-
te que no podemos dejarla exclusivamente en manos de 10s psiquiatras.
La situacin fsica del enfermo convencional
y
negativamente llamado
as) es muy distinta: su hospitalizacin no es necesaria para su definicin
de rol
y
no representa un trauma adicional, Se le acoge por la propia estruc-
tura social con un acento muy escaso en su marginacin.
En
cambio el
enfermo m ental es alguien del que la sociedad se
protege
como es el caso
de 10s penados y 10s vagabundos
O.
Frente a este concepto tradicional, se vislumbra una
aceptacin
del
mundo de la locura por la sociedad en general como en su dia correspondi
la aceptacin de 10s artistas o 10s inventores. Esta es una bella expresin
de ese nuevo concepto:
eLos locos no estn ms lejos de nosotros que nuestra propia
infancia. Aprendamos a ser padres capaces de transmitir nues-
tra civilizacin a nuestros hijos. Parte de esta civilizacin incluye
el aceptar a aquellos que no siempre pueden ver la evolucin del
mundo como nosotros la vemos>>
l
especialinente por 10s de una orientacin organicista. Para apuntalar sus crticas ten-
dran que demostrar que la inclidencia de las enfermedades mentales se produce con
independencia d e una situacin social de clase o de cultu ra). Lo cual parece indemos-
trable.
10
ccDesde una perspectiva psiquitrica la legislacin europea netamente
espaiiola, adolecen de
un
defecto radical: entender las relaciones enfermo mental-socie-
dad como una oposicin. Bajo este prisma, y an cuando las normas intenten ser com-
prensivas, la legislacin traduce una defensa del orden pblica,. F.
J.
Yuste Grijalba,
Siquiatra
y
Sociedad
cit. pg.
136.
11.
A Crowcoft,
La Iocura
Madrid, Alianza, Ed. 1967 pg. 228.
Papers 2
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No lejos de esto est6 la identificacin de la locura con el genio, curie
samente una vuelta muy atrs, a encontrar aquellas culturas en que 10s
psicticos se convertian en seres privilegiados.
A
tanto no llegamos.
Es m uy dificil ser un b uen psiquiatra. La afirmacin e s un lugar comn.
Quiz 10 parezca, pero no 10 es tanto que es ms dificil ser un buen pa-
ciente. Este, en la prctica medica ms usual, ha de saberle contar de
algn modo al doctor
rio
que le pasa)>, para que se establezca e nt re
ambos una verdadera relacin profesional. En el caso del enfermo mental
es rar0 conseguir que cuente sus sintomas reales. Para el10 se necesita un
condicionamiento educativo muy fuerte y de ahi la crtica de que la Psi-
qu iatria sob re todo la no institucional) s610 puede d arse con eficacia en
u n med io de clase alta educoda. Estos ltimos s son acientes.
Para empezar, acuden al psiquiatra de un modo voluntario, no se les tiene
que encontrar en una institucin.
De todas formas, hoy por hoy, 10s enfermos mentales que plantean
un grave problema de marginalidad son 10s que se encuentran custodiados
o asistidos en un hospital mental. La relacin del psiquiatra con ellos es
e l centro de inters d e estas reflexiones.
3
Los biznietos de Freud.
Si ha cambiado el concepto y papel del alienado a travs de 10s tiem-
pos, tanto mayor ha sido el cambio experimentado por el alienista. Su traba-
jo siempre ha estado e n las fronteras de la Medicina con el mun do profan o
y con otras especialidades cientficas.
Un psiquiatra, entrevistado en Barcelona, nos llam la atencin sobre un
hecho curioso:
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baja, psicticos graves o esquizofrnicos). Por razones de comodidad heu-
rstica, voy a fijarme en este segundo aspecto, sin desconocer la importan-
cia del primer0 12
Como nos hizo notar u n eminente psiquiatra barcelons a Y o n o creo
que pueda
darse un buen psiquiatra si no ha estado trabajando en un
manicomio, sea clsico o antipsiquitrico. Los estudiantes deberian ya
empezar a trabajar en sanatorios mentales en el segundo ciclo de la ca-
rrera)>.
En el hospital mental es donde el profesional de la Psiquiatria des-
pliega todo su poder social y donde extrema sus peculiaridades de rol.
Es ahi donde hay que observarle para extraer la mayor carga posihle de
significacin sociolgica.
Go ffm an seala el extraordinari0 poder potencial -si cabe la redun-
dancia- del psiquiatra en comparacin con 10s ot ros mdicos. El10 se deriva
de un diagnstico difuso por el que todo 10 concerniente a la persona
entra en el marco de su observacin. En consecuencia, el tratamiento es
igualmente algo difuso y el psiqu iatra se compara con el juez s610 qu e
sin una ley tan especifica) en poder dictaminar la reclusin y la conge-
lacin de una serie de derechos civiles. Es en cierta manera la figura de
u n pad re patriarcal -de nuevo necesito una redundancia- que prescribe
la vida entera, incluyendo todos 10s roles y afectos de sus pacientes 13 N o
es casual la popular comparacin del papel del psiquiatra con la del diga-
mos) antiguo rol del < tPadre espiritual)>.
Como en otros muchos casos, 10s propios psiquiatras no deben estar
de acuerdo con las apreciaciones del socilogo Goffman. Asi, en un cono-
cido manual d e divulgacin psiquitrica se sealan dos cualidades nega-
t i v a ~ ) ue el candidato a psiquiatr ia no debe poseer: el < dese0 de poder>>
y
< la necesidad de compensar un sentimiento personal d e inadecuacin o
de inseguridad, resolviendo las propias dificultades a travs de la mani-
pulacin de 10s problemas de otras personas)> 4 No hay que ser un lince
en conocimientos psicoanalticos para lanzar la hiptesis de que asi se
confiesan dos < cualidades)>efectivamente presentes en muchos de 10s
actuales psiquiatras y potenciales en algunos de 10s estudiantes.
No quiero negar con egto capacidad autocrtica a 10s psiquiatras. Al
12. Despus d e todo, como nos record6 un psiquiatra entrevistado en Barcelona:
ctFreud no vio ningn loco, en el sentido de que, fueta de sus prirneras experiencias
de estudiante en Pars, no tuvo contactos con enferrnos institucionalizados.)>
13. E Goffman,
Internados cit.
pgs 332
y SS.
14. David Stafford-Clark,
Psiquiatria moderna
Buenos Aires, Hom, 1968),
pgs. 1443.
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menos 10s entrevistados por nosotros dieron bastantes muestras de esta
capacidad.
Uno de 10s lideres de la Psiquiatria mis clsica nos resume su critica
de la profesin en estos trminos tan irnicos: < La Psiquiatria actual no
est a la altura de su misin. La formacin mdica es insuficiente. Los
psiquiatras ya no compran libros de Medicina sino de todo 10 dems que
echan en falta. Deberia crearse una Facultad de Psiquiatria en su doble
vertiente de ciencias mdicas y ciencias humanas; el enfermo crea una
cultura por si mismo; es un campo etnolgico constituido por una perso-
na. Ahora tenemos 10s
antipsiquiatras
estos jvenes que se creen que
la Psiquiatria ha empezado con ellos; buscan una sociognesis en la es-
quizofrenia; se trata de las exageraciones de 10s biznietos de Freud.
E n con junt0 la P siquiatria actual se desarrolla a 10 largo de dos corrien-
tes: la de 10s asilos y la del tratamiento particular de 10s clientes aque-
jados de 10s problemas de neurosis. Cada una de las dos direcciones
ignora la otra. Surge por un lado el
organicista
para 10s casos internados,
y por el otro el
psicoterapeuta
para 10s casos, diriamos, casi normales. La
crisis es que no existe ninguna psicoterapia para 10s manicomios. Yo aspiro
una integracin organicodinamicista. Asi, he hecho una investigacin
sobre el contenido de 10s delirios de 10s enfermos mentales internados.
Nada tiene que ver con 10 que dijo el psicoanlisis)>.
De una u otra forma 10s biznietos de Freud estn bastante lejos de las
sendas que abrieron 10s fundadores. Para empezar, la disociacin entre
Psicoanlisis
y
Psiquiatria es cada dia mayor
15
De acuerdo con la opinin de algunos profesionales de la Psiquiatria
a quienes he consultado sobre el particular, creo que su ciencia avanzar
para el futuro por dos amplias avenidas apenas trazadas: la curacin por
frmacos y la resolucin de
conflictes
interpersonales a travs de una rela-
cin pluridisciplinaria. Quiz sea sta una ltima justificacin para dar
entrada a las observaciones sociolgicas.
Para un eminente psiquiatra que se autodefini < organicista)>,a Psi-
quiatria < o decide pasar al campo d e la Bioqumica o se queda en puras
public relations.
En este ltimo caso, paso el problema a 10s socilogos~>.
15 Esta es la opinin sobre el psicoaniisis de un psiquiatra entrevistado en
Barcelona, de orientacin organicista y a la vez sociolgica:
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iApaiiados estarnos , si es que se me permite hablar en nombre de mis
compafieros. No deseamos asumir tantas responsabilidades
16
Esta definicin de funciones lleva consigo la difcil especificacin de
la etapa formativa. Los estudiantes de Psiquiatria son las primeras vic-
timas de 10s cambios de la profesin.
Hay una continua queja por parte de 10s profesionales de que la
Psiquiatria e s
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Como exponente y resumen de esta capacidad autocrtica a la que
vengo aludiendo y que es sintomtica de la crisis y el cambio profesional,
me gustaria apoyarme en la teferencia que nos dio un conocido neurlogo
sobre la nueva psiquiatria espaola, que tan bien contrasta con las inter-
pretaciones oficiales:
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cia1 estigma vejatorio q ue le acompaar to da su vida. Mientras esta situa -
cin no cambie, ser bastante intil combatir la imagen tan negativa que
para el pueblo tiene el manicomio y la inutilidad -cuando no perniciosi-
dad- con que a veces se contem pla la accin del mdico manicomial.
Los encargados o responsables de la organizacin de 10s sanatorios
mentales se m ueven en una continua ambivalencia: exhiben i nstitu -
cin como si se tratara de un centro teraputico
y
rehabilitante, cuando
e n verdad todo 61 se mon ta hab lo de la actual situacin espaola) sob re
la funcin asilar: cuidar d e 10s enfermos, o mejor an, tenerlos encerrados l
con rejas simblicas, pe ro n o menos eficaces, en 10s nuevos estableci-
mientos) hasta su hipottica curacin o eventual fallecimiento
20
Suelen
que dar ocultas otras funciones bastan te esenciales pero no manifiestas: 10s
centros de asistencia mental sirven de formacin profesional para una
gran parte de la fuerza de trabajo muy poc0 preparada por sus respectivos
centros de origen, asi como, en algn caso, de centros de investigacin
seria mejor decir prueba) de nuevos productos para laboratorios 2 . Estas
caracteristicas funcionales explican que sea singularmente adecuado el estu-
dio de 10s hospitales mentales espaoles de acuerdo con el modelo o tip0
ideal propuesto por Goffman, en trabajo clsico pero todavia no superado.
Para este autor un hodpital psiquitrico es una ejemplificacin del
tip0 genrico de institucin total que abarca desde crceles
y
campos de
concentracin hasta conventos y todo tip0 de internados, en 10s que 10s
individuos son separados dtl resto de la sociedad civil para desarrollar
int ra-muros todas las funci~nesde mantenimiento que caracterizan a la
sociedad en su conjunto. Es te mo delo -aparte de sus obvias exageraciones
formalistas- comp orta la indudable ventaja d e que el estudio de una
institucin total en concreto nos puede servir como
minscula
experimento
d e laboratori0 para adivinar algunas de las pautas de organizacin social
19. D e nuevo hay q ue registrar la versatilidad lingiistica. Los clsicos
mani-
comios ya no son llamados asi y menos casas de locos sino que se adopta una nueva,
variada y eliptica nomenclatura: hospitales psiquitricos, clinicas mentales, institutos
psiquitricos, centros neuropsiquitricos, etc. Alguno de ellos propone llamarse resi-
dencia de recuperacin. Propongo nuevos avances terminolgivos: , { albergues de reposo,,
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que tienen lugar en la sociedad global
y
que a veces se nos hacen inapre-
hensibles.
Se esta concepcin, el hospital psiquitrico se halla lejos del modelo
mdico en la medida que es difcil decir cundo
y
por qu
un
paciente
resulta . sta palabra se obvia en estos centros
y
se la sustituye
por la de
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nales califican de psicticos
y
justifican
el
encierro. Yo he visto en una
crcel la gran variedad de elementos de resistencia
y
de desahogo que
cabe a 10s presos anormales)> el juego, las bromas, el andar
de un sitio para otro, el disponer de muchos ms objetos y posesiones
de 10s que permiten las normas, el e la vigilancia inmedia-
ta, etc.). Nada de esto le est permitido a 10s presos aquejados de una
enfermedad mental o
en la versin oficial), 10s
cuales se encuentran doblemente enrejados
y
aislados; para < no volverse
locosn no tienen otro remedio que gritar, apegarse desesperadamente a 10s
pocos objetos de que pueden disponer, desgarrar la ropa o pegarse entre
si. Esta es justamente la conducta que as autoridades carcela-
rias para calificarles de un estado ms peligroso que empeora
y
alarga su
encierro
24
NO es de extrafiar que la profecia
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pacientes-mdicos se traslada a 10s mdicos responsables de la organizacin.
Como estos dtimos suelen ser en Espaa religiosos o religiosas, el con-
flicto se tie de pesadas connotaciones ideolgicas en las que, no hay que
decirlo, 10s mdicos deben llevar la peor parte.
Por definicin, como apunta Goffman, las institucionales totales pre-
suponen una ruptura entre 10s distintos roles que un individuo desempefia
en la vida civil exterior o normal, en el lenguaje de esas instituciones),
con u n solape matizado y suave entre ellos 26 El smbolo suele ser despojar
al interno de una serie de atributos de sus antiguos roles, cuando entra
en una institucin total: se le confiscan sus posesiones, se le mutila de sus
ttulos ocupacionales, se le restringe al mximo la comunicacin con
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aquellos actos que e n la sociedad civil cumplen la misin d e
demostrar al actor, en presencia de 10s testigos ocasionales, que
tiene cierto dominio sobre su mundo; que es una persona dotada
de la autodeterminacin, la autonomia, y la libertad de accin pro-
pias de un adulta >
E n 10s hosp itales psiquitricos el cerco es dob le: se est6 con ellos por-
que se es , pero la organizacin trata a 10s pacientes como
nios, reforzando con el10 su dependencia. Luego vienen las distintas
terapias institucionales, pero su fuerza resultante es insuficiente para co-
rregir la tendencia sealada
La reclusin en un hospital psiquitrico tiene una explicacin psicoso-
cia1 residual: 10s acogidos en ellos 10 estn porque no tienen una familia
real en la que vivir. Lo mi smo podria decirse para explicar socialmente
otras instituciones
totales (tales como crceles, asilos, hospicios, aunque
no ciertamente 10s kibbutzim), incompatibles con la vida afectiva que pue-
den conseguir sus miembrok de modo privado y de una forma espont-
nea * . Cuando 10s reformadores de la asistencia psiquitrica se plantean
la posibilidad de evolucionar de un rgimen hospitalari0 a otro ambula-
t o r i ~ , a cuestin inmediataes:
y
en qu familia 10s insertamos? ~ c m o
rellenar la falta d e afecto que estsi en la base d e tanta s deficencias mentales?
El problema del diagnstico se traslada a la teraputica
y
sigue sin re-
solverse.
Es t por demostrar que la poblacin de pacientes recluidos en hospitales
psiquitricos representa un corte proporcional de la poblacin general o
al menos del univers0 con deficencias mentales 30 Para Goffman este con-
junto de personas internadas 10 est, no porque se defina como >
que tienen todos 10s hospitaleq mentales pblicos.
31. E . Goffman,
Internados cit.
pg. 140.
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de la comunidad (defenderse de 10s supuestos ataques de 10s locos o de
la incomodidad que produce su presencia) que 10s de 10s pacientes. La situa-
ci6n no es m c a en la profesin mdica (p.e. el caso del liamado o la negativa a informar sobre rnedios de control de natalidad),
pero si destaca por su amplitud; tanto es as que se dan numerosas crticas
ante el deseo de 10s psiquiatras de hacer equivaler la custodia de las ins-
tituciones mentales al resto de 10s procesos curatives hospitalarios.
El
caso extremo seria el de 10s sanatorios mentales al servicio de una fuerza
poltica para recluir a 10s disidentes, o mis modestamente el de 10s mani-
comios-asilo al servicio de intereses privadsimos para recluir al
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no tiene por qui residir en el hospital. Hay que buscar familias que acojan
profesionalmelvte a 10s enfermos, cuando stos se encuentran sin familia
o la suya es patgena)>.
5 a
hospitalitis
Extremando 10s resultados a que conduce la adaptacin de 10s hospita-
les mentales al modelo de > en lugar de adecuarse al
modelo de < hotel)> de ccceqtro de enseanza>>, .e.), podemos llegar a vis-
lumbrar la posibilidad
de
que la reclusin en uno de estos hospitales sea
la causa de nuevas alteraciones mrbidas. A ell0 contribuyen, en primer
lugar, las estancias sobremarera largas que se producen en 10s manico-
mios y ciertas peculiaridades de su organizacin social que en seguida
vamos a ver.
Goffman seala que las condiciones de un hospital psiquitrico son las
peores que darse puedan para que el personal teraputico pueda dedicarse
a la eficaz observacin de sbs pacientes
y
al tratamiento correspondiente.
Cada enfermo mental es un caso, pero las terapias se ensayan cclicamente
con todos 10s que van llegando, en especial la dudosa terapia de someterles
a todos a un mismo rgimen de vida
32
El carcter de totalidad de las instituciones psiquitricas hace que se
traicione el fin normal
y
fundamental de que se han hecho para el bienes-
tar o asistencia de 10s pacikntes. De hecho, funcionan
como si
fueran
de
la organizacin que las administra y se pusieran en marcha
p r
la reali-
zacin vocacional o profesional del personal directiv o tcnico 33
Usualmente las historias fantsticas que 10s pacientes de un hospital
psiquitrico cuentan de s mismos para justificar, trampeando, por qu
estn all siempre son vctirnas propiciatorias de la mala suerte o, de una
pequea conjura), se interpretan por el personal sanitari0 como sntoma
de la deficiencia mental que efectivamente
padecen. Pero habra que con-
siderar un curioso dato, saber, 10 extrao que resulta el que estas historias
se parezcan tanto entre s, con independencia de 10s otros sntomas mr-
bidos
34
Ms a h , en una crcel se podda registrar el mismo fenmeno
de las fantsticas historias justificativas y ah s que no se puede decir
que el mec nisme exprese necesariamente) un malestar mental. Ms bien
habra que pensar en una respuesta bastante normal y sana a unos parecidos
estirnulos organizativos en uno y otro caso: cuando uno se ve inmerso
32 . E Goffman,
~nterna do; cit. pgs 354 y
SS
33
Ibid. pgs
23
y SS
34 Ibid. pg
157.
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en una comunidad total de manera no voluntaria, 10 ms lgico es fabular
una interpretacin que contrarreste la condicin vejatoria en que se en-
cuentra, e incluso llegar a crersela uno mismo, sin que por el10 quepa
duda de la cordura del fabulador.
La labor terap ia siempre que se ejerza en el recinto de un hospital psi-
quitrico (que es como suele hacerse), cuenta con una importante limita-
cin: no puede asignarse un salari0 real (no hay en qu gastarlo) ni una
tarea real (la productividad es necesariarnente baja) 35 De hecho, acaba
convirtindose en una caricatura teraputica: 10s enfermos mentales rea-
lizan una pura tarea repetitiva y anodina (doblar cajas, montar pequefias
piezas), siempre igual y alienante (doblemente alienante, en verdad, aun-
que parezca sarcstico e decirlo), qu e sirve de beneficio
a
las empresas
que funcionan junto al centro hospitalario. Cm0 puede sostenerse que
este modo de trabajar ayudar ms tarde al egresado del manicomi0 a
integrarse a una actividad laboral? N o participarn de la
10s propios cuidadores si aceptan tales presunciones?
Se puede suponer que el alcohol es un producto tab en el hospital
psiquitrico y asi 10 considera la literatura al uso. No niego que en Espa-
fia 10 sea, hasta el punto de que en las crceles y 10s manicomios hayan
de ser prohibidos 10s sucedneos (masaje facial, colonia, etc.). Sin embargo,
algunos detalles observados por mi estn ms acordes con el poc0 respeto
que en la cultura espafiola merece el tab del alcohol 36 Por ejemplo, en
e l bar de una de las instituciones para mujeres -regentado por ellas mis-
mas -se podia ver alineadas en 10s estantes diversas botellas con vinos y
licores d e m arca, < t d l o para 10s familiares)>. E n el boletin de ot ro de 10s
hospitales se relata una tpica fiesta de la comunidad, a la que asisten pa-
cientes, mdicos, enfermeros y monjitas, en la que se obsequia con vino,
caf, licores y cigarrillos a 10s asistentes. E l cronista del bole tin -se supo-
ne u n paciente- evala as el simptico acto: . E n el m ismo
nmero del boletn otro colaborador expresa una serie de deseos o valores,
en tre 10s qu e estn el amor por y qu e un a bebida alcohlica. Recurdese, por ot ra parte, 10s anuncios de
vinos tip0 quina o mlaga para abrir el apetit0 a 10s nios.
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tascass. En la seccin arecetas de cocina)>del mismo ejemplar se recomien-
da n e ensefia siem pre la par te ms nueva, 10s pacientes
rns sosegados, 10s elementos tcnicos de la instalacin material. Muchas de
estas instalaciones dan la impresin de muy poc0 uso, todo est compren-
siblemente) bajo llave. Relamidos dibujos o bordados adornan las pa redes. La decoracin, llena d e temas reli-
giosos, se reviste del inimitable estilo impersonal de 10s conventos
38
Todo
est6 limpio como una patena, como 10s chorros del oro; da la impxesin,
en esta
y
en otras instituciopes totales, que el tener limpia la cara y las
cosas sea el objetivo principal de la vida comunitaria. Diriase que, al ser
todo tan perfecto, 10s pacientes hubieran elegido voluntariamente aquella
vida tranquila y confortable.
En 10 anterior hay una dramtica verdad: en 10s hospitales, manico-
mios, cuarteles, y an en las crceles, siempre hay gente que ha llegado
a l l ms o m enos a la fuerza pero que, si pudiera, se ctreengancharian; en
otras palabras, est mejor que en la calle. Esto no debe reputarse como un
xito sino un fracaso institucional. Los viejos que no quieren irse de un
manicomio deberian estar ea un asilo, 10s presos que se encuentran rela-
tivamente a gusto en una crcel la carne de presidia) deberian ser tra-
tados psiquitricamente. Este es, sin duda, el peor efecto de la
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6 Dificultades
y
contradicciones en el proceso de cambio.
No se puede presumir ingenuamente que 10s cambios que estn OCU-
rriendo en las instituciones mentales obedecen a un deliberado propsito
del personal mdico; a veces el progreso ( o la corruptela) tiene lugar con
independencia de su voluntad e incluso frente a ella. Esta es la definitiva
fuerza de unas instituciones que se definen como totales. Lo contrario
significaria suponer a 10s psiquiatras un poder y una independencia de otras
instancias de autoridad muy superiores a
10s que efectivamente osten-
tan
39
El equivalente seria suponer que las transformaciones del orden
industrial se deben nica o fundamentalmente a 10s empresarios.
El sistema de asistencia psiquitrica en Espaa es uno de 10s factores
de cambio sociocultural ms considerables desde el momento en que est
ligado muy directamente a 10s procesos de industrializacin, seculariza-
cin,
y
preocupacin por 10s problemas sociales. Muchos de 10s cambios
s e
hacen por presiones externas (modas, razones polticas, fuerzas socia-
les, etc.) a la concepcin q ue d e si m ismo tiene e l sujeto directivo d e esos
cambios: el psiquiatra. Los viejos manicomios se transforman a veces
a pesar de
10s psiquiatras (algunos, claro). Tambin es verdad que 10s
doctores alteran de modo substancial su papel asistencial
a pesar
de 10s
manicomios. Como me indic un mdico de un gran centro psiquitrico
.
Siendo una organizacin tan compleja
y
tan terriblemente cara, Uama
la atencin en 10s hospitales psiquitricos espaoles la parquedad con
que se contrata persona especializado fuera del estricto dominio mdico.
Dnde estn 10s socilogos, profesores de todos 10s tipos, especialistas
en organizacin e incluso psiclogos? Ante esta ausencia, es lgico argu-
mentar a 10s psiquiatras que ellos no son el centro sino el perimetro de las
fuerzas sociales que contribuyen al cambio. No se dan cuentan de 10s
obstculos estructurales que operan fuera de sus deseos.
Veamos un ejemplo; en el lenguaje universal, un paciente mental es
alguien que ingresa de modo no muy voluntari0 en una institucin. En
Espaa se cumple la misma motivacin, pero con la peregrina circunstan-
cia de que e n 10s hospitales psiquitricos
se suele entrar por recomendacio-
nes
como si se tratase de la colocacin en un pingiie cargo, una plaza gra-
39.
Se me dejar citar animo jocandi) en este contexto de la heteronomia de
10s psiquiatras, la opinin de uno de 10s lideres supremos de la profesin:
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tuita en colegio rico o cualquier otra sinecura. Es mis, yo diria que hay
pocas instituciones en el pas en donde la recomendacin est ms ins-
titucionalizada valga la redundancia) como en 10s hospitales psiquitricos.
Se necesita incluso para trabajar en ellos. Esto es resultado de un tip0 de
asistencia basada en el paternalismo y la escasez, en un desarrollo orga-
nizativo muy endeble no hay que recordar la repetida observacin de qu e
este tip0 de hospitales no se han acogido todava a la Seguridad Social
y funcionan en un rgimen de cndida e incontrolada beneficiencia), que
ha de repercutir sin duda. en 10s resultados teraputicos. Lo cual, aunque
importante, no hace
al
caso en mi discurso. Lo que interesa destacar ahora
es que, si la clnica mental acoge y exagera el clima
particularista
como de-
cimos 10s socilogos, nepotista para un lenguaje mis moralizante), difcil
ser6 que asimile 10s cambios que hemos apuntado por la ley del progreso.
Otro condicionamiento estructural; la crtica al genrico
mal de piedra
que afecta a casi todos 10s rdenes de la vida oficial se puede aplicar con
toda propiedad a la poltica hospitalaria Sirva de muestra este comen-
tario de un prom inente psiquiatra barcelons: < La Seguridad Social no es
una organizacin satisfactoria para todos, como
1
puede ser el National
Health Service britnico. Aqu se propende a la creacin de grandes cen-
tros hospitalarios, pero se descuidan 10s pequeos dispensarios, la Medi-
cina preventiva y cotidiana. SC hacen
beliscos
para que se vean desde lejos,
pero se descuida la asistencia bsica para la poblacin. Lo que se va
buscando es propaganda poltica. El nivel de 10s centros dispensariales no
se ha elevados.
Muchos de 10s psiquiatras a cargo de 10s actuales centros mentales
insisten en que stos no pueen cumplir su misin teraputica si se siguen
dando casos de mucha estancia, de cinco, diez o mis aos. En ese supues-
to, las actuales instituciones son meros asilos o centros de custodia, pero
no hospitales en un sentido teraputico ms riguroso. Ya me he referido
a ello. E l problema est en que las soluciones alternativas colonias, talle-
res protegidos, etc.) no son menos caras ni menos difciles de montar
y
mantener.
No es de extraar por tanto que, ante tales condicionamientos adver-
sos, se contemple el futuro con cierto escepticismo. En opinin de un
profesor universitario: < la nocin de tratam iento ambulatori0 como susti-
tucin del viejo manicomi0 es s610 un ideal inalcanzable. La hospitaliza-
cin es un necesario p ~ i n t e ~ i se todo un tratamiento que tiene que con-
tinuar despus en la familia, el lugar de trabajo, etc. Pero no puede desa-
parecer la institucin cerrada. Esta viene a ser como el quirfano para el
cirujano)>. Tambin la ciruga es un mal menor en una teraputica ideal.
A mi modo de ver, 10s intentos de establecer en 10s hospitales espaoles
Papers 3
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el sistema de comunidad teraputica de 10s anglosajones tropezarn con
la dificultad bsica de todas las reformas parciales: n o se puede modernizar
un aspecto sectorial cuando el clima general de relaciones
no
es moderno.
En este caso concreto un hospital psiquitrico no puede funcionar con un
rgimen participatorio y democrtico cuando la escuela, la familia, las
organizaciones privadas y pblicas son de corte autoritario. Es posible
incluso que este autoritarismo general tenga que ver con la particular inci-
dencia (d e modo positivo negativo, no 10 s) de las enfermedad es men-
tales en nuestra sociedad. Despus de esto, seguir debatiendo en Espaa,
10s peligros del ms refinado poder represivo de las pseudo-reformas de la
t
comunidad tera piutic a)>, la terapia de grupo, etc., significa tratar de
sustituir la ciencia con las aventuras de Alicia o de Tartarin. No seria la
primera vez que por estos pagos superamos 10 insuperable.
7
La critica radical de la anti psiquiatria.
Muchas de las precisiones y criticas que se recogen en las pginas ante-
riores forman el tip0 de municin que distingue a 10s guerrilleros del mo-
vimiento llamado Antipsiquiatria. No voy a adoptar yo un credo tan radi-
cal, primer0 por temperamento y segundo porq ue no soy psiquiatra. La
antipsiquiatria es para mi un objeto de investigacin, tanto como la psi-
quiatria. La postura radical de la Antipsiquiatria hecha explicita por Basa-
glia, para poner un ejempls, se deriva de algunas de las anotaciones que
hemos visto, a las que se aaden 10s axiomas de una filosofia critica. La
tesis de Basaglia se resume en el anlisis del manicomio tradicional como
institucin represiva. Los 10 son po r la definicin
social que 10s excluye de la vida normal. La mortificacin manicomial es
expresin d e las condiciones de explotacin, violencia y exclusin qu e reinan
en la sociedad global como conjunto. La ciencia psiquitrica se convierte
en un aliado de la clase dominante al acabar literalmente con la
vida
humana de 10s presuntos enfermos mentales. En un manicomio, la vio-
lencia ejercida sobre 10s pacientes se justifica en nombre de la definicin
de inferiores o incapaces que se da a stos ltimos.
La tesis parece demasiado catastrfica, y en todo caso es indemos-
trable. Se presta al circulo vicioso de toda interpretacin conspiratorial: se
haga 10 que se haga, no hay solucin, todo contribuye a acentuar el cata-
clismo. Vase la acongojante consecuencia de Basaglia, yuguladora de todo
hipottico activismo:
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Psiquiatria
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son nicamente 10s nuevos administradores de la violencia del poder, en
la medida en qu e -suavizand0 asperezas, disolviend o resistencias, resol-
viendo conflictos engen drado s po r las instituciones- se limitan a per-
mitir mediante su accin tcnica aparentemente reparadora y no violenta
la perpetuacin de la violencia global)>
Si se acepta en serio este razonamiento, habria que concluir que el
libro de Basaglia ( y sus refoimas hospitalarias) es el eslabn rns refinado
de la cadena agresora, 10 cua1 me parece absurdo.
La antipsiquiatria no es menos rotunda en sus juicios. Considrense
como tipicos estos prrafos de Lpez Ibor, pontifex ma xi mu s de la Psi-
quiatria espaola:
1
En opinin de un conocido psiquiatra barcelons,
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ser viviendo y trabajando en la sociedad. Con e l tiempo, el sanato-
rio desaparecer como centro de reclusin a la antigua usanza y
se convertir en un centro de readaptacin abierto.)>
2
D e progresar esta postura, la antipsiquiatra perdera una de sus h e a s
mis importantes de ataque: la existencia de manicomios-custodia. La linea
de progreso no es nueva y su realizacin no es fcil en un pas como
Espaa, por las razones ya apuntadas 43
La eventual propuesta de desarticulacin de todos o casi todos 10s
establecimientos psiquitricos no-ambulatorios connotaria en la situacin
espaola el planteamiento de un no menudo problema: ~ Q u acer enton-
ces con la organizacin de dos grandes rdenes religiosas especializadas
en atender a enfermos mentales y que s necesitan vivir en comunidad?
Doctores tiene la Iglesia
...
y no es metfora en este caso. Quiero decir
que la cuestin desborda el marco ms amplio que quiera darse a 10s
problemas de salud mental, pero ejemplifica que la amplitud real es mucho
mayor de 10 que normalmente suele concebirse.
En un pas como Espaa, la preeminencia de las ideas antipsiquitricas
ms actuales, tendentes a la desaparicin del hospital psiquitrico como
institucin total, son coincidentes con la tendencia a cierta manera opuesta
del paso de una P siquiatria libre o mejor de consulta privada) a otra
institucional 44
Esta coincidencia desemboca en multitud de tensiones. De hecho el
sta tus de 10s psiquiatras jvenes en 10s nuevos o renovados) centros hos-
pitalarios representa una de las amenazas ms tpicas contra el ,
tal y como se ha venido entendiendo ste por la mentalidad
oficial-tradicional 45
42
Declaraciones del doctor Rego, director del ctcentro psiquitrico~para muje-
res de Martorell, en
Telel sprs
22 VII 72.
43. Despus de todo, 10 que a efectos prcticos se denomina mev psiquiatda,
concepcin del hospital como un centro abierto y una comunidad teraputica, a travs
de una terapia social, etc., eran temas sujetos a pblica discusin en Gran Bretaa,
hace por 10 menos veinte aos
44. En la encuesta a 10s psiquiatras barcelonenses --casi todos muy bien situa-
dos- es casi unnime la opinin de qu e ya ctest desapareciendo el carcter liberal
de la oposicinn. Son mayora 10s que juzgan este proceso como positivo.
45 No me voy a referir a 10s recientes acontecirnientos de protesta pblica
de 10s jvenes psiquiatras de Oviedo y Madrid, tema que mereceria una investigacin
monogrifica de mucha enjundia.