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Proyecto Prometeo Hacia una alternativa crítica del modelo social.

El Proyecto Prometeo es una propuesta integradora, que busca focalizar, coordinar y potenciar las propuestas multidisciplinarias surgidas en el movimiento estudiantil; así como generar un movimiento estable que permanezca en el tiempo a través de la autonomía operativa y la heteronomía informacional. La meta final a la que aspira es saltar de un movimiento estudiantil “de resistencia” a uno “de alternativa”, que combata la estructura de poder vigente en el país.

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Presentación

Esta propuesta está basada en dos supuestos:

Primero. Los movimientos sociales se diversifican de acuerdo con las capacidades operativas (acciones sociales) a las que pueden acceder, según su composición orgánica, es decir, según sus capacidades técnicas y sus valores comunes, cuyo eje es la identidad social o comunal.

Segundo. La capacidad del estudiante como agente del cambio social radica principalmente en su condición de generador de conocimientos creativos, técnicos, lógicos, etc. Por lo que su composición orgánica es heterogénea, pues posee diferentes conocimientos teóricos, técnicos y creativos. Sin embargo, como conjunto que comparte cierta identidad, la cualidad heterogénea de valores y aspiraciones individuales se convierte en un obstáculo para formar un movimiento cohesionado y de relaciones de acción y organización fuertes.

Por tanto, la fuerza del estudiante es muy distinta de la del revolucionario tradicional (visto como “soldado”), y la concentración de sus capacidades de verá maximizada si explota sus fortalezas en vez de incursionar en ámbitos que por su condición no le pertenecen. Para esto es necesario ubicar al estudiante en su condición histórica (diacrónicamente) y su identidad social (sincrónicamente), por lo que, con base en la revisión expuesta en el epílogo, se afirma que:

1) Los movimientos estudiantiles en México han sido “reactivos” o de resistencia1, y que el salto cualitativo del “caso” al “tipo”2 respecto a las acciones (locales o generales) se da si y sólo si se pasa de la resistencia a la alternativa. La alternativa es la generación permanente de un 1 Movimiento reactivo es aquel que surge como “reacción” ante cualquier tipo de atentado contra sus intereses locales (e.g. reglamento del Politécnico, desaparición forzada de normalistas), y tras el estallido lo que busca es permanecer a través de la “resistencia” contra la “desmovilización”. Es decir, lucha para no ser olvidado. Sin embargo, para lograr esto necesita organizarse como sistema operativamente autónomo e informacionalmente heterónomo. 2 La distinción lógica entre “caso” y “tipo” es fundamental para evitar confusiones entre objetivos y acciones. Un “caso” es un evento particular y contingente, por ejemplo, un gato al que es posible señalar; un “tipo” es el concepto general que une todos los casos en un conjunto, por ejemplo la palabra o el concepto “gato”, que no es un gato en particular, sino el conjunto de todos los mamíferos con tales o cuales características.

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proyecto de desarrollo social, económico y cultural diseñado por estudiantes y profesionistas de la universidad, impulsado por la fuerza del movimiento y mantenido por una operatividad orientada a fines.

La necesidad de delimitar las fronteras y capacidades de un movimiento social es apremiante. Si no se plantea un objetivo de alcance general y objetivos de alcance de las estrategias (movilizaciones) es imposible establecer una valoración sólida del éxito de las acciones.

Se propone que los objetivos estén dirigidos a tres ejes de alcance social: sensibilización, acción y crítica o reflexión, que se explicarán más adelante.

Cada afirmación hecha por el movimiento, tomada como objetivo, implica un nivel de organización y operación distinto, independientemente de la ideología adoptada para resolver los conflictos demandados. De las acciones locales más o menos desorientadas (desarrollo natural de los movimientos sociales) hasta la consolidación de un corpus organizado (escenario más improbable), la congruencia entre base argumental y acción será la que determine el éxito o fracaso de la lucha política. Ahora bien, supongamos el escenario más improbable.

Se genera un movimiento estudiantil nacional (si existen condiciones para ello) con el objetivo de detener los crímenes de Estado y garantizar la educación pública, para esto el movimiento se estratifica en comités que cumplen funciones específicas (monitoreo, redacción de informes, acción directa y vínculos con organizaciones de defensa, así como la exigencia de un estatus legítimo para informar a la población y las cortes internacionales de los crímenes de estado). Lo anterior requiere un nivel de organización sumamente complejo, que supera con mucho las movilizaciones tradicionales. Entonces el Estado, que es capaz de superar sin dificultad movimientos incipientes basados en estallidos emocionales de indignación y resistencia a través de la acción directa, tendría un verdadero oponente político y social, cuya fuerza sería capaz de equilibrar los niveles de impunidad y violencia.

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Mientras no se cumplan esas condiciones no se puede organizar el nivel local para organizar el movimiento de manera más amplia. Entonces, para que haya un movimiento estudiantil definido y claro, se deben:

1) Aclarar los objetivos de la movilización. Establecer metas a mediano y largo plazo que permitan trabajar en prospectiva y contribuyan a evitar el desgaste de movilizaciones con fines inmediatos.

Se propone que el objetivo general a largo plazo sea la construcción crítica de alternativas políticas, económicas, culturales, mediáticas, educativas, de desarrollo urbano y social, que representen una opción real, viable, creativa y distinta, basada en investigación, crítica, análisis teóricos-operativos, así como propuestas de todas las disciplinas que participan en el movimiento.

Se propone que el objetivo a mediano plazo sea la consolidación de un movimiento estudiantil sólido fundado en autonomía operativa y heteronomía informacional. Por autonomía operativa se entiende el nivel de independencia del movimiento respecto a otros actores sociales, como sindicatos, partidos políticos, medios de comunicación, etc. Por tanto supone que el movimiento genera su propia dinámica política, estructura operativa y medios de comunicación alternativos. Por heteronomía informacional se entiende la variedad de puntos de vista que enriquezcan el proyecto, haciéndolo dinámico e integrador de posturas distintas, para sintetizarlas en un todo más grande, que se expresa a través de objetivos concretos independientes de posturas ideológicas.

Se propone que el objetivo a corto plazo sea, además de la movilización natural que el movimiento está llevando, la sensibilización social y la inclusión de estudiantes con posturas distintas a las propuestas por la asamblea interuniversitaria a través de estrategias diseñadas ex profeso, orientadas a públicos, canales y medios de información específica. También debe generarse autocrítica y reflexión sobre la naturaleza que el movimiento mismo está desarrollando, para identificar focos rojos de desarticulación y poder enfrentarlos dejando de lado la postura ideológica del espectro político del movimiento.

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2) De manera reiterada, se invita a dejar de lado la lucha ideológica cuyo resultado sólo puede ser división y gregarismo y sustituirla por una lucha común orientada a objetivos y la generación de heteronomía informacional.

3) Proponer acciones fundadas en argumentos multidisciplinarios (con inversión de trabajo intelectual aplicado a casos reales), no en juicios de valor y presuposiciones ideológicas.

La violencia es el último recurso, el más frágil y menos legítimo para lograr objetivos sociales. El papel de la violencia en la lucha de clases no ha sido suficientemente analizado en la teoría como para garantizar su eficacia en un cambio social permanente, tanto así que es necesario primero conquistar la hegemonía sociocultural antes de enfrentar a la estructura de poder del Estado.

Por todo lo anterior se propone un proyecto de acción con miras a corto, mediano y largo plazo, basado en la convicción de la capacidad de cambio social de la figura del estudiante crítico y comprometido, pero que se enfoca en la maximización de sus capacidades específicas para ubicarlas en un nivel de organización general que le permita acciones concretas, eficientes, bien gestionadas, que a su vez contribuirán a generar una identidad integral y socialmente comprometida.

Siguiendo la metáfora de la luz del conocimiento, que alumbra con su claridad las acciones humanas, el estudiante es el portador del fuego, como sucede en el mito de Prometeo. Su tarea es hacerlo dignamente, porque el futuro también pende de la pericia de sus manos, de la disciplina de su mente y de la convicción de su voluntad.

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Contenido de la propuesta Operación El proyecto requiere el cumplimiento de los siguientes objetivos de operación:

I. Generación de información guía por vía de la investigación o el análisis de situaciones o ideas que competan al movimiento. Esta información comprende reportes sobre eventos a distintos niveles:

a) Objeto de vigilancia (por ejemplo, crímenes de estado, desapariciones estudiantiles, etc.)

b) Problemas logísticos u organizacionales del movimiento

c) Respuestas y reacciones derivadas de la acción del movimiento

d) Análisis prospectivos que diseñen escenarios posibles derivados de la toma de decisiones del movimiento

II. Identificación de necesidades, con grados de urgencia, derivadas del cumplimiento del punto anterior.

III. Toma de decisiones basada en un dispositivo a diseñar que contemple los puntos anteriores. Las tomas de decisiones son o internas o externas.

a) Internas son aquellas que competen a la organización operación y objetivos del movimiento.

b) Externas son aquellas que implican las acciones tomadas para lograr los objetivos del movimiento.

Para esto es necesario comisionar tres tipos de grupos: operacionales (aplicación y gestión de acciones, su función es organizar no realizar), informacionales (generación, distribución y evaluación de la información) y por último un organizacional compuesto por miembros de los

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dos anteriores (dedicado a la toma de decisiones y planeación estratégica –qué hacer y en qué tiempos-).

Las comisiones operacionales:

Atienden los problemas técnicos y prácticos con la ayuda de todas las comisiones involucradas en el problema específico

Toman decisiones operativas que responden a decisiones generales, realizan las convocatorias y gestionan las acciones con la participación de todos los miembros de la comunidad.

Las comisiones informacionales:

Generan información relevante para cualquiera de los objetivos de operación.

Realizan análisis de la información con miras a la toma de decisiones.

Generan y gestionan medios de información interna y externa.

La estrategia presentada debe evaluarse y ponerse en práctica con la participación de todos los estudiantes que se integren al movimiento.

Aportaciones multidisciplinarias de parte de los estudiantes Bajo los argumentos provistos en la presentación de este documento, se presentan a continuación sugerencias para aprovechar al máximo las cualidades de cada disciplina a través de sus miembros estudiantiles. Así, las aportaciones de cada disciplina se convierten en el núcleo de un movimiento estudiantil que base su operación en fundamentos racionales.

Se propone que la guía temática de propuestas pueda enfocarse en una visión tríadica de la concientización: sensibilización, acción y reflexión. Entonces, concientizar es sensibilizar, actuar y reflexionar

La sensibilización es el núcleo fundamental del cambio de conciencia, puesto que implica conectar el sentir individual con el colectivo, para superar de manera positiva el sentimiento de alteridad e individualidad promulgado por otras representaciones ideológicas. La sensibilización comprende el ámbito de las relaciones afectivas que vinculan a cada individuo

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con los demás, por eso es condición necesaria, pero no suficiente, para el cambio social. La acción orientada a la sensibilización implica desarrollar y gestionar medios y proyectos (artísticos y culturales) de concientización, con sus respectivos proyectos de comunicación orientados a objetivos, que puedan enfrentarse paulatinamente a los medios tradicionales, contrarrestando así la hegemonía del estado en el ámbito ideológico.

La acción es el nivel efectivo del cambio, establece relaciones reales entre los otros dos. Puede verse como el resultado de una aplicación intencional de operaciones en el entorno individual, social y ecológico, cuyas consecuencias son patentes. Además de la acción directa, todo pronunciamiento es acción, toda organización que tenga lugar en algún evento es acción, toda expresión crítica es acción. La realización de acciones debe ser gestionada por la comisión operacional, pero realizada por los estudiantes; dependerá de la toma de decisiones y su naturaleza obedecerá a objetivos concretos, de lo contrario sólo puede considerarse entrópica (es decir, disipación inútil de fuerza social) o, dicho más comúnmente, desgastante para el movimiento.

La reflexión es el nivel que media, organiza y supera la potencialidad de los anteriores. Su papel es guiarlas hacia un fin concreto, buscando garantizar el éxito a través de la adecuada toma de decisiones. Aquí culmina, se fortalece y se maximiza todo el movimiento. La reflexión se expresa a través de investigación, análisis, crítica histórica, política etc. Debe sacar como conclusiones los problemas delimitados en los que hay que incidir, la comisión informacional gestionará estos proyectos y los publicará.

En ciencias humanas la participación en el movimiento es al mismo tiempo una participación ética (valoraciones sobre el mundo), práctica (acciones en el mundo) y teórica (conocimientos sobre el mundo). Consideramos que el desarrollo de este apartado es lo más propio de un movimiento estudiantil. (Este apartado debe extenderse, sólo presenta una visión limitada)

1. Derecho.

Puede trabajar en dos sentidos:

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Análisis general de los reglamentos y documentos jurídicos, para identificar los puntos ambiguos o peligrosos para los valores, dignidad y misión de las instituciones educativas y los estudiantes. Encontrar las ambigüedades en la redacción y proponer una mejor forma de escribir.

Apoyo, orientación y vigilancia de eventos contingentes en lo legal. En caso de que se generen problemas que desemboquen en detenidos, presos políticos o perjuicios de carácter jurídico asociados al movimiento.

2. Filosofía

Las aportaciones más valiosas de la filosofía son los análisis críticos a los diferentes problemas humanos y de la naturaleza. En este caso pueden ser:

Análisis crítico de los argumentos que se presentan en el movimiento y los que son presentados por la institución u otros organismos políticos, para generar una guía coherente y congruente que ayude a que el movimiento no se desvíe.

También las propuestas que sirvan de base sobre las cuestiones éticas y humanas del movimiento. Desde distintas posturas éticas que generen guías de acción con sentido social, la orientación de la filosofía siempre puede renovar la práctica.

3. Pedagogía

La lucha estudiantil es en el fondo una reflexión sobre las condiciones, contextos y funciones de la educación como práctica, como institución, como estrategia de producción o reproducción social. La mirada crítica de lo pedagógico se convierte en una aportación valiosa para la construcción de la identidad del estudiante, como agente activo en los proyectos de creación y realización de ideas, valores y sentires.

La lucha estudiantil es también un proyecto pedagógico.

4. Relaciones internacionales

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Las aplicaciones técnicas y teóricas de esta disciplina pueden aportar formas de vinculación con los movimientos internacionales, las organizaciones no gubernamentales. La toma de decisiones sobre aspectos que competen a esta área pueden orientarse desde la asesoría de los estudiantes de esta visión integradora y multidisciplinaria.

5. Sociología y ciencias políticas

El nivel de acción social se empata con el nivel de reflexión social. Estas disciplinas incursionan directamente en sus campos de estudio, por lo tanto pueden generar estrategias de organización y aplicación de proyectos con miras al logro de los objetivos generales y particulares del movimiento. Puede actuar sobre:

Generación de estrategias de acción social que garanticen el cumplimiento de objetivos particulares

Generación de estrategias de organización interna que garanticen la máxima participación de miembros en el mínimo tiempo

Gestión de proyectos de vinculación cultural y social entre el movimiento y otras organizaciones para generar vínculos de solidaridad, si atañen a los objetivos generales y particulares.

6. Comunicación y periodismo

De manera general puede asumirse que estas disciplinas abordan a distintos niveles la cuestión de la producción, distribución y uso de la información pública. El comunicador “media”, y al mismo tiempo actúa sobre lo social para dotarlo de puntos en común. El servilismo mediático y las prácticas de corrupción de algunos agentes de comunicación pueden contrarrestarse con medios alternativos. Los estudiantes de esta disciplina poseen conocimientos útiles para este respecto, pueden trabajar en dos sentidos:

Generar y gestionar proyectos de información sobre:

Comunicación social

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Generar medios de debate, análisis de información y registro de actividades para agilizar el consumo de información sobre lo acontecido externamente. Por ejemplo generación de comunicados o distribución de proyectos

El objeto de observación (las desapariciones, los crímenes de Estado)

Comunicación interna u organizacional

Generar medios de debate, análisis de información y registro de actividades para agilizar el consumo de información sobre lo acontecido internamente.

Cuestiones internas del movimiento (medios de difusión de las decisiones y acciones que deben tomarse)

7. Historia

La disciplina de la Historia se enmarca en un enfoque de macronivel sobre la reflexión de los proyectos sociales (políticos, económicos, culturales, etc.) Por esta razón las aportaciones críticas en términos de hechos históricos son fundamentales para comprender y crear una identidad estudiantil que garantice el compromiso y la visión proyectiva del movimiento. Se puede trabajar en dos sentidos:

Registro crítico del acontecer del movimiento desde diversos enfoques (de género, de violencia, de cambio social, de relaciones de poder, etc.) y estrategias (microhistoria, etnografía, etc.)

Elaboración de proyectos que promuevan la identidad estudiantil, la conciencia histórica y los escenarios deseables en cuestiones que competan a los objetivos generales y particulares.

8. Economía 9. Ciencias biomédicas

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10. Ingenierías y ciencias físico-matemáticas 11. Letras, enseñanza de lenguas, etc. 12. Diseño y artes visuales 13. Artes en general

Estos son sólo algunos ejemplos de la capacidad del estudiante para generar acciones efectivas orientadas al cambio social. Aunque la lista es limitada en extensión y profundidad, el enriquecimiento que puede de ella hacerse multiplica las posibilidades de acción y propuestas. Las opciones se diversifican y a la vez se integran para generar un todo coherente capaz de responder eficientemente ante expresiones nefastas del poder organizado.

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Epílogo. Crítica de la acción estudiantil Presentación: La universidad pública en el sistema neoliberal

El contexto en el que se encuentra la educación en los países “en desarrollo” es alarmante. El proyecto histórico neoliberal contribuye a la paulatina eliminación de valores críticos y propositivos en la educación en general, y en la educación pública en particular.

Si revisamos los principios morales de las instituciones públicas de educación superior en México, expresadas en su misión, visión y valores, encontraremos que el proyecto de construcción de profesionistas que proponen no se corresponde con la práctica del mercado laboral. Esto genera una contradicción que ubica al estudiante/profesionista en una especie de “limbo” social. La universidad pública es un sinsentido para la lógica neoliberal.

Organismos internacionales han propuesto proyectos de cambio en algunos aspectos del modelo neoliberal con el fin de equilibrar las contradicciones inherentes a él. Desde el proyecto de la sociedad del conocimiento hasta nuevas propuestas de gestión política internacional con énfasis en la inclusión cultural, económica y social. Pero en la práctica son las estructuras de poder las que impiden la aplicación real de alternativas.

Proyectos como la sustentabilidad ambiental, la protección de la cultura o de los derechos humanos o la economía naranja se convierten en proyectos de minorías, porque a nivel local las propuestas apenas se escuchan como ideas ajenas a los intereses de cada comunidad.

El cambio que no puede generarse desde las cúspides del poder puede generarse de manera local a través de la mediación de quienes tienen la oportunidad de acceder a los proyectos históricos y al mismo tiempo a las localidades en las que pueden intervenir para mejorar las condiciones generales. El estudiante de universidad pública, si bien es excluido en la lógica tecnocrática del sistema dominante, puede intervenir de manera directa en el cambio social. Este proyecto le da sentido de identidad, de responsabilidad social, de acción y de inclusión en la dinámica histórica de la que está siendo inminentemente expulsado.

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La educación no sólo mantiene los valores y costumbres establecidos, también promueve la generación de nuevas formas de pensar, actuar y sentir al mundo. La educación ve reflejado su cometido en el estudiante, que en su momento heredará (aunque de hecho ya la tiene) la responsabilidad por la acciones del mundo. La indiferencia es también una postura política e histórica. Hay que preguntarnos cuál es nuestro papel en la dinámica del cambio social.

En este sentido, el papel del estudiante, especialmente de universidades públicas, es luchar por su derecho legítimo a construir el futuro que quiere vivir, y hacerlo de una manera integral: con la conciencia crítica de su situación, que es coyuntural, y que le exige la defensa de su dignidad social, política e histórica. El futuro, desde lo particular, luce ominoso, es nuestra obligación iluminarlo.

I. Devenir histórico de los movimientos sociales.

Toda organización es una estrategia de permanencia (Cesarman, 1986), de lo contrario se disolvería en la complejidad de aquello que la contiene. La organización puede ser un sistema. La sociedad es un sistema porque:

Posee cierto grado de orden, es decir, se distingue del ecosistema por varias características (está compuesta de humanos, posee funciones, normas que la estructuran, divisiones jerárquicas, etc.)

Garantiza su autorreproducción (independientemente del modo de producción, existirá mientras las condiciones de su ecosistema permanezcan) como dinámica dominante (el tipo de sistema social general), respecto a dinámicas subsistémicas de componentes menores.

Por lo tanto, establece relaciones jerárquicas de diversos tipos entre sus componentes.

Las relaciones que se establecen son multidireccionales, y se afectan diversamente en grados de organización distintos. Los elementos del sistema social interactúan de formas diferentes de acuerdo con grados de dependencia, cohesión, institucionalidad, legitimidad, coerción etc.

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Ahora bien, una organización establecerá interacciones de cierto tipo con el sistema social dominante. El tipo de interacción puede ser de refuerzo respecto al sistema social general, lo que aumentaría su capacidad de control y su constreñimiento. Por ejemplo, con el imperialismo del siglo XIX, donde una organización –Estado dominante, cuya estructura económica y militar alcanzaron un grado de desarrollo suficiente- refuerza su condición de dominio respecto a otra –Estado dominado-), surgido como consecuencia lógica de la evolución del capitalismo de la revolución industrial (Lenin, 1948)

Una organización también puede oponerse irreductiblemente al sistema social general, estableciendo una lucha en la que sólo un sistema sobrevivirá. Por ejemplo, el comunismo contra el capitalismo. Sin embargo, no debe confundirse una manifestación local con una general. Por ejemplo, una protesta por la inflación que afecta a alimentos, que puede solucionarse con medidas más o menos efectivas; por lo que un movimiento cismático en términos del sistema implica un nivel de profundidad más agudo. En otras palabras, las acciones locales no necesariamente afectan la organización del sistema social general.

Nos ocuparemos del segundo tipo de interacción, la que se opone irreductiblemente a la forma de organización del sistema general. Wallerstein (2008) llama a estos movimientos “antisistémicos”. Para él, el frente de vanguardia de la lucha antisistémica se encuentra en América latina, representado por cinco movimientos “complejos, masivos, innovadores y creativos” (pág. 23), que son: neozapatismo, movimiento de los sin tierra en Brasil, el sector más radical de los piqueteros en Argentina, la comuna de El Alto en Bolivia y la CONAIE ecuatoriana. Estos movimientos se desarrollan en un contexto particular del desarrollo histórico latinoamericano, sin el que no serían posibles, incluso un fenómeno colateral de los mismos son las tibias izquierdas institucionales de Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Lula en Brasil, Correa en Ecuador e incluso lo que representa AMLO en México.

No todos los movimientos sociales son antisistémicos. A diferencia de otros movimientos mundiales, los citados son antisistémicos por que pretenden sustituir el sistema capitalista por

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otro distinto (¿y cuál es ese “otro distinto”?). El contexto de aparición de estos movimientos surge por las condiciones formadas antes de los movimientos del 68.

Si se observan las particularidades de cada movimiento, se notará que sus agentes son o principalmente indígenas (neozapatismo, CONAIE) o principalmente obreros (Piqueteros, El Alto, aunque ayudados por estudiantes, los protagonistas fueron mineros) o campesinos (Sin Tierra). Esto representa una innovación en el sentido de la lucha de clases, que comenzó a gestarse alrededor del 68, pues estos movimientos comparten la siguiente crítica:

“Los partidos comunistas del mundo hicieron esta condena de los movimientos del 68, bajo el argumento de que eran estudiantes, y que puesto que sus miembros no producen plusvalía por más que se lo propongan, no pueden atacar real y decisivamente el corazón del sistema, pues no pueden frenar los procesos de valorización del valor y la acumulación del capital” (Wallerstein, 2008, págs. 25,26)

Bien, pues en esta situación puede ubicarse precisamente en el contexto de los nuevos movimientos sociales surgidos alrededor del 68, y que generó un cambio en el centro de gravedad de la lucha de clases en tres sentidos:

Un sentido general, que representa el centro de la lucha en los territorios periféricos y no en los altamente desarrollados, como predecía el marxismo clásico. Las luchas sociales se diversifican según su ubicación geopolítica. En los países centrales los nuevos movimientos sociales (como “Occupy Wall Street” de 2011) se oponen a los valores de la social democracia; en el extinto bloque comunista fueron los movimientos antiburocracia (como el “socialismo con rostro humano”). Pero en los países periféricos se encuentra una situación más delicada, que implica la lucha (de orden regionalista) contra la occidentalización que se enfrenta al imperialismo globalizado. Esto genera diferencias sensibles en el sentido de las luchas sociales surgidas en cada zona geopolítica del mundo, poniendo a la vanguardia los movimientos latinoamericanos ya citados.

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El desplazamiento de la estrategia de lucha del siglo XIX debido a las decepciones que trajo su aplicación histórica (la URSS). Esta estrategia consistía a grandes rasgos en la movilización para alcanzar el poder del estado, que permitiría lograr la transformación social según un esquema de valores (libertad, solidaridad, igualdad, etc.). Sin embargo no existe aún una nueva estrategia que remplace la anterior. La gravedad radica en que tampoco existe una alternativa clara que permita la construcción de un nuevo modelo antisistémico y que dicte estrategias a seguir. La derrota del “socialismo real” sigue haciendo estragos intelectuales en el mundo, y las derrotas del movimiento estudiantil en México desde el 68 siguen limitando su capacidad operativa a meras reacciones locales con los mismos dispositivos de lucha.

Un sentido particular, que consiste en desplazar el eje de lucha de los obreros a los campesinos (antes sólo vistos como simples ayudantes en la revolución), los indígenas (ni siquiera contemplados en el esquema europeo de la lucha de clases) y los estudiantes (que sustituyen total o parcialmente a los obreros en la lucha urbana).

El contexto de lucha global, con un centro de gravedad inestable y una diversificación en sus tipos de lucha, que responde a las condiciones históricas de cada zona política particular, nos ubica en una situación de transición, que para Wallerstein (2008, págs. 92-94) implica una nueva crisis del capitalismo, pero también una crisis de los movimientos antisistémicos, por lo que propone cuatro puntos a considerar en la estrategia ubicada en un periodo de transición:

1. Debate constante y abierto sobre la transición 2. Acción defensiva a corto plazo (incluyendo acción electoral) 3. Metas intermedias 4. Desarrollar el significado sustantivo de metas a largo pazo

Sin embargo, a diferencia de los movimientos campesinos e indígenas que encabezan esta “vanguardia”, cuando el movimiento estudiantil en México ha sido masivo no ha sido “antisistemico”. Los estudiantes como representantes de una lucha urbana tienen una relación

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más cercana con el sistema general y no necesariamente deben oponerse, en la medida en que no sean excluidos o reprimidos por sus peticiones locales. Aquí está la diferencia principal entre los movimientos antisistemicos y los estudiantiles, en la medida en que:

Como excluidos de las lógicas de reproducción de la modernidad capitalista sólo podrán afirmar su identidad y hasta su propio ser afirmando otra modernidad, que necesariamente deberá ubicarse fuera y más allá del sistema vigente” (Wallerstein, 2008, pág. 27)

Entonces no sólo hay oposición al sistema, sino búsqueda de superación dialéctica. ¿Cuál es la naturaleza de exclusión en los movimientos estudiantiles? Las diferencias cualitativas determinarán la respuesta, pues una escuela rural está más cerca de la exclusión que una urbana, ¿Cuál es el papel del estudiante urbano, respecto del rural, o del estudiante de escuela pública respecto al de escuela privada, en relación con la lógica excluyente del sistema social general?

La resistencia es inherente al movimiento estudiantil, pero no la búsqueda de superación de ese estado de cosas. Las condiciones del desarrollo del movimiento requieren pasar del estado de resistencia al estado de alternativa, lo que puede considerarse un salto cualitativo. Como conjunto de colectividades locales, los movimientos estudiantiles deben tomar en cuenta que se enfrentan a la hegemonía que el Estado posee de los medios de reproducción, oficiales (ejército, secretarías, etc.) y no oficiales (la prensa, la escuela misma, los sindicatos, etc.).

II. ¿Qué es lo propio del movimiento estudiantil?

El movimiento obrero es el paradigma de los movimientos sociales por antonomasia desde la entrada del capitalismo como modo de producción. Pero, como ya se mostró, sufrió una crisis severa que lo desestabilizó a partir de los 60s. La respuesta al agotamiento de la izquierda tradicional fue la “nueva izquierda”. Existió además como resultado de la guerra fría una posición tercerista o tercera fuerza. Para Alba (1977) esta vía representa una postura virtual y no propositiva, pues “no atrajo a las masas” y es una posición de intelectuales y clase media urbana (pág. 338)

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“Después de la segunda guerra mundial, todos los partidos europeos importantes tenían secciones estudiantiles. Pero alrededor de 1958, eran minorías. A raíz de la guerra de Argelia, Francia, y de la de Vietnam, en EU, que la minoría aumentó y cambió de carácter. […] Otro hecho fue el servicio a la sociedad, en el Cuerpo de la Paz creado por Kennedy y en los sit-ins y freedom marches del periodo por la lucha por los derechos civiles” (Alba, 1977, pág. 340)

Este cambio de carácter significó para el autor dos vías: una evasión y solución individual (hippies, drogas, comunas, etc.) otra fue la expresión de inconformidad en manifestaciones, lenguaje, indumentaria, las relaciones sexuales, el servicio a minorías marginadas como la población negra en EU).

En general, los estudiantes no aceptaron totalmente ninguna vía, ni medios políticos (decepcionados por la elección de 1968 en EU y la toma de poder de De Gaulle en Francia), ni la asociación con obreros (a los que veían como nacionalistas y conservadores), sino que buscaron nuevas tácticas y teorías. Pero en 1968 la expresión de estas nuevas tácticas y teorías no reflejó ni el contacto con el movimiento obrero (lo que es obvio por lo anterior, aunque algunos estudiantes sí lo buscaron), ni objetivos claros, ni una ideología definida que los guiara ni ofrecían una visión crítica del futuro; puesto que se limitaron a protestas por motivos locales y a la rebeldía individual (Alba, 1977, pág. 341).

Sin embargo de las condiciones antes citadas es necesario resaltar que el movimiento del 68 en el mundo otorgó importancia a la autonomía organizativa de los estudiantes, a la afirmación de su posición de lucha y a la protección de sus intereses como conjunto de colectividades locales.

De los estragos producidos por la violencia de Estado contra las manifestaciones mundiales del 68, sólo sobrevivieron organizaciones pequeñas, muy variadas en grados de radicalización. Para Alba la exclusividad estudiantil es estéril y se expresa en una crisis de ideología y teoría, de que la “nueva izquierda” carece. (pág. 342).

III. Antecedentes del movimiento estudiantil en México

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En el caso mexicano, los movimientos estudiantiles contemporáneos pueden ubicarse en la huelga universitaria de 1929, con la Confederación Nacional de Estudiantes, que generó una escisión por la polémica entre Vicente Lombardo Toledano y Antonio Caso. La polémica dividió al movimiento en dos facciones:

La tradición estudiantil liberal. Que pugnaba por la autonomía y contra la alternativa socialista. Comenzó un proceso de descomposición en los 40s debido a la corrupción y el oportunismo, para degenerar en la “grilla” o politiquería ligada a grupos políticos nacionales.

La tradición estudiantil popular. Que pugnaba por el desarrollo de la educación popular, y por mejorar las condiciones de los servicios estudiantiles de origen humilde, fungiendo como fuerza de apoyo de luchas populares. En los 40s mantuvo la lucha por la conservación de servicios a estudiantes.

Esta escisión se mantuvo en el movimiento de 1956, con el IPN a la vanguardia de la lucha, apoyado por las Normales Rurales, Escuelas Prácticas de agricultura, Tecnológicos regionales, Internados de segunda enseñanza, La U. de Chapingo, la Escuela Nacional de Maestros, la Escuela Normal Superior, la U. Michoacana de san Nicolás y la Universidad de Guadalajara. Durante 72 días más de 100 mil personas marcharon hasta la declinación del movimiento provocada por una combinación de concesiones y represión por parte de la iniciativa oficial.

Este acontecimiento se vio superado por el “Movimieto de los camiones”, surgido en el contexto económico de alta inflación, de la lucha obrera de telegrafistas y electricistas, pero provocada por un anuncio oficial de alza en el precio del transporte urbano. La reacción comenzó en CU con el secuestro de camiones, manifestación de estudiantes (más de 200 mil personas marchando), a veces aliados con el movimiento obrero, promesas virtuales del gobierno, conflicto violento estudiantes-transportistas por el secuestro de camiones, intervención del ejército en el conflicto, suspensión del alza de tarifas.

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Para Guevara (1988, pág. 23), el movimiento se caracterizó por el oportunismo de sus dirigentes (estudiantes priistas autopromoviéndose), la unión obreros-estudiantes bloqueada por la política oficial (los obreros fueron mucho más reprimidos que los estudiantes), el respeto al orden institucional reflejado la ausencia de paros, la unión entre la UNAM y el IPN, además de la generación de vanguardias que trataron de articular el movimiento estudiantil con el obrero.

IV. Movimiento de 1968.

La lucha obrera se había replegado tras la derrota del movimiento ferrocarrilero, permitiendo la autonomización del estudiantil y otorgándole un lugar legítimo y relevante en la lucha de clases. Los problemas propios de lo estudiantil surgieron con la crisis de profesionales debida al modelo de industrialización dependiente del país, que provocó el agotamiento del mercado de profesionales, causando una crisis de la educación en las relaciones sociales en la escuela y el cambio de valores generacionales ente los padres (campesinos emigrados para ser obreros y estudiantes que crecieron en el contexto urbano).

El patrón general de la dinámica política fue: Protesta-Represión, reflejado en la representación social condena moral de la juventud-persecución policiaca. Para Guevara (1988, pág. 35) el movimiento trascendió su condición histórica por las siguientes razones:

1. Carácter de masas de las luchas estudiantiles 2. Independencia política de la dirección estudiantil (los dirigentes no pertenecían a

ningún partido) 3. Ruptura con las organizaciones históricas del estudiantado 4. Unidad estudiantil (superación del conflicto liberal-popular) 5. Organización político democrática de la lucha 6. Luchas locales fuertes y vínculo con los sectores populares 7. Ausencia de organizaciones permanentes

A esto debe sumarse su carácter político, no antisistémico, pues sus demandas eran prodemocráticas, es decir, orientadas a regular el sentido social del proyecto político regente:

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a) libertad a los presos políticos, b) destitución de los jefes de policía, d) extinción del cuerpo de granaderos, e) eliminación del delito de disolución social, f) indemnización de las víctimas de la represión, g) deslinde de responsabilidades respecto a los excesos represivos.

V. Consecuencias del 68 en los movimientos actuales

Nota: a partir de aquí la revisión histórica está incompleta. Si alguien tiene aportaciones histórico-críticas que lleguen hasta el movimiento actual puede proponerlas

Las consideraciones de Guevara para analizar las consecuencias del movimiento estudiantil son las siguientes:

1. Fue un punto culminante en la insurgencia estudiantil y el de más amplia trascendencia 2. Más que movimiento estudiantil, fue un conflicto social con el estudiantado como

agente, porque convergen y coagulan diversos procesos sociales independientes 3. Se generó como una lucha espontánea (al margen de otros intereses) 4. Fue un movimiento unitario, independiente de la oficialidad, político en sus demandas 5. Reflejó la crisis de autoridad, la ruptura del pacto social entre la intelectualidad y la

burocracia política 6. Fue un movimiento aislado, que fracasó en su intento de incorporar a la clase obrera 7. Tuvo un positivo efecto público como movimiento estudiantil nacional 8. Influyó en la cultura política de México, pues cuestionó la mitología que sustentaba al

régimen tras la revolución, representó los ideales de la democracia moderna (libertades políticas, antipresidencialismo, derrumbe del mito de la invulnerabilidad del poder)

9. Creó una paradoja: como punto culminante de la insurgencia estudiantil no concordó con sus exigencias políticas generales, excluyó reivindicaciones “propias”, la dilución de su identidad y la crisis existencial.

10. Fue más un movimiento antiautoritario que antisistémico, no había una conciencia unitaria, puesto que fue espontáneo. Ignoró las instituciones de reproducción del poder (cómo ya se vio más arriba), la dependencia, el imperialismo. Fue liberal en su lucha política

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11. Creó una vanguardia estudiantil que convirtió al estudiante en sujeto de la Historia 12. Su derrota por la estrategia política de la violencia organizada destruyó la voluntad

colectiva existente en los estudiantes, dejó de existir el espíritu de combate, provocó la despolitización y la desmoralización, pospuso el balance objetivo de los hechos y provocó la radicalización del movimiento estudiantil con el surgimiento de propuestas ofensivas.

VI. Crítica de la acción estudiantil. Sobre la materialidad y el simbolismo en los problemas sociales.

Nota: este apartado puede enriquecerse y cambia en lo particular conforme el movimiento estudiantil avanza. En lo general mantiene sus premisas intactas

A continuación analizaremos la naturaleza del movimiento estudiantil considerando aspectos particulares, elementos históricos y un esquema tridimensional o tríadico de condiciones que consideramos necesarias para la solidificación del mismo.

Existen dos condiciones que detonaron el presente movimiento estudiantil. El movimiento del Politécnico contra el reglamento general de estudios (reflejo del avance neoliberal en México) y la desaparición de los estudiantes de primeros semestres de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos. Tomaremos como caso paradigmático el de los normalistas.

El 23 de octubre del 2014, las instalaciones de radio UNAM fueron tomadas para dar voz a los estudiantes de Ayotzinapa (2014), quienes dieron un discurso manejado por varios rumbos:

Agradecimiento e invitación a la solidaridad.

Reiteración del objetivo principal de las movilizaciones: encontrar a los 43 desaparecidos. Es decir, insistencia en la solución del problema local

Contraste entre declaraciones: “No quieren desaparecer poderes oficiales” porque eso genera descontrol, pero quieren que “el pueblo asuma los cargos” y “tome las acciones”. Crítica del gobierno de simulación y su sistema neoliberal.

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Destacan algunos elementos que discutiremos a continuación. La idea de solidarización con la situación de la normal rural es una expresión particular de un comportamiento más general: la creencia moral de que con eventos sociales de naturaleza injusta todos deben “solidarizarse”. Pero ¿Qué significa solidarización? ¿Qué clase de valor es ese? La respuesta es fundamental, puesto que los hechos sugieren que el movimiento es, cuando menos en sus inicios, uno de solidarización con la situación de estos estudiantes.

El problema, visto como local, sólo podría ser solucionado localmente imaginando condiciones ideales de justicia en Guerrero, que por supuesto son inexistentes. Dado que no puede solucionarse localmente, encuentra eco en distintos órdenes de la estructura social, llegando a lo internacional.

Esta situación es posible sólo imaginada en función de la solidaridad, sea lo que sea ésta. Es decir, ante ciertas condiciones que sugieren que el sistema político mexicano se encuentra en una frontera de inestabilidad considerable, la sensibilidad a ciertos casos específicos de ejercicio de violencia es potencialmente amplificable, trascendiendo el ámbito de lo local para convertirse en un hecho paradigmático de la crisis actual del estado político.

Cuando los componentes de un hecho concreto se generalizan decimos que hemos pasado del caso (algo particular y contingente) al “tipo” (el conjunto de todos los casos que comparten características).

La trascendencia sólo puede lograrse con la identificación del “caso” en todos los “tipos” posibles que lo contengan, es decir, a través de un salto en los niveles lógicos. Los 43 desaparecidos son ahora, simbólicamente, todos los desaparecidos del Estado, cualquier caso de desaparición posible. Esta idea está contenida implícitamente en la fórmula “El día de hoy somos nosotros, mañana, esperemos, que no sean ellos [cualquier otro estudiante]”, dicha por un normalista. Esa frase sólo tiene sentido en ese contexto, y no en el contexto local. El sentido de esta superación está en la sensibilidad de algunos miembros de la sociedad mexicana que ven en la masacre una violación de algún tipo a su sentido de comunidad, lo que los obliga a solidarizarse, es decir, tomar postura a favor de los normalistas, e

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inmediatamente en contra de sus asesinos. Además de la suma colectiva de aquellos que, sin conocer el asunto, sólo siguen el precepto moral “injusticia = solidarización”.

La sensibilidad es una condición necesaria para un movimiento social fuerte, pero no es suficiente, pues estancada en la solidarización se convierte en un espectáculo mediático que expresa descontento, pero que no actúa concretamente.

El problema de la solidaridad es que implica una declaración de enemistad contra quien resulte responsable. Pero el enemigo es invisible. ¿Quién es el culpable verdadero de las desapariciones? ¿El narco-policía, el gobierno municipal, el partido, el gobierno federal pro-impunidad, el sistema político y social o el sistema social mundial?

Por ejemplo, encarcelar a todos los políticos involucrados no soluciona en lo más mínimo el problema de las desapariciones forzadas en tanto que práctica (“tipo”), que es como debe verse el asunto de Ayotzinapa y el Politécnico para que las manifestaciones tengan sentido (no debe verse como “caso”). Encontrar a los normalistas soluciona el caso, pero no el tipo de todas las desapariciones forzadas en el país. De la misma forma, pero a otro nivel, derogar las reformas estructurales, vistas como “caso” perteneciente al tipo “sistema de organización neoliberal” sólo atrasaría el avance de la lógica actual en el país.

Por tanto, si el movimiento social se enfoca en el caso por sí mismo, no tiene sentido de trascendencia social, se limita a lo local. A la inversa puede ser igual: en la medida en que quiera “derrocar al gobierno” y/o al “sistema”, está confundiendo niveles lógicos y por tanto disipando su energía de manera aleatoria y desfocalizada. De ahí que la necesidad de generar un proyecto alternativo que combata simétricamente la imposición del modo de producción sea una condición necesaria para un movimiento a largo plazo.

Las acciones logradas sólo limitándose a la solidaridad resultan insuficientes e ineficaces, puesto que no están orientadas a lo que su magnitud global es capaz de atender. Pero no realizar ninguna acción es por supuesto absurdo ante el flagrante abuso de poder presentado en el caso.

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La acción social organizada, como praxis política, es la generadora de las transformaciones históricas, en todos los ámbitos sociales. La acción es otra condición necesaria para la generación de movimientos sociales sólidos. Pero no es suficiente, en el fondo presupone una sensibilización que une a los accionarios y siempre enfrenta el peligro de la desarticulación, por tanto asume paulatinamente la necesidad de autoconservación. Sin embargo, ni sensibilización ni acción completarán el verdadero sentido del cambio social. Es necesaria también la racionalización directiva de la acción, es decir, la generación de objetivos definidos y estrategias estrictamente subordinadas a éstos.

Históricamente existe una fuerte crisis de guía teórica en los movimientos sociales en general. Mientras que los movimientos antisistémicos indígenas y campesinos encuentran su ser en la resistencia local contra el capitalismo imperialista globalizado, los movimientos urbanos, en especial los estudiantiles, representan otro tipo de exclusión, pero nunca han tenido una organización permanente, sólida, orientada a objetivos que atiendan tipos específicos, que a su vez determinen las acciones necesarias para garantizar el éxito en su cometido. Si el movimiento no está preparado para enfrentarse a un enemigo que ni siquiera puede identificar, sólo está soñando que combate hacia el cambio.

La materialidad de las acciones estudiantiles está limitada a dos direcciones: hacer eco sobre representaciones sociales, hipersimbolizada; sólo toma acciones de resistencia, apenas permanece, no actúa eficientemente, no propone soluciones porque no encuentra problemas.

El valor de este movimiento sólo existe en potencia, no en acto. Si no se supera, pasando de la resistencia a la propuesta, entonces no habrá aprendido nada del triste fracaso del 68, que le dio la capacidad de convertirse en agente de cambio y constructor de la historia. Esta es una oportunidad única para alzar nuestro fuego en la búsqueda de un cambio real.

Por la unión de los estudiantes.

Por la dignidad de quienes aspiran al conocimiento para cambiar la historia.

Por el derecho de asir el futuro que nos pertenece legítimamente.

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“Ni Zeus con tormentos Logrará, o artificio, que yo hable,

Si no suelta mis lazos. Aunque arroje Candente llama contra mí y en blanco

Torbellino de nieve, o subterráneo Terremoto, confunda el orbe entero,

No me doblegará.”

Esquilo. Prometeo encadenado

Referencias.

Alba, V. (1977). Las ideologías y los movimientos sociales. Barcelona: Plaza y Janes.

Cesarman, E. (1986). Orden y Caos. México: Gernika.

Guevara Niebla, G. (1988). La democracia en la calle. Crónica del movimiento estudiantil en México.

México: sXXI.

Lenin, V. (1948). El imperialismo, fase superior del capitalismo. En V. Lenin, Obras completas. Moscú:

Ediciones en Lenguas Extranjeras.

Mensaje de Normalistas en TV UNAM. (23 de octubre de 2014). Obtenido de

https://www.facebook.com/video.php?v=716722448411359

Wallerstein, I. (2008). Historia y dilemas de los movimientos antisistémicos. Bogotá: Desde abajo.