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CAPITULO II (I) Propiedad de la tierra y unidades de explotación en el realengo ESTRUCTURA SOCIAL DE LA PROPIEDAD Y DEL PARCELARIO Para reconstruir las estructuras de propiedad de la tierra en el rea- lengo, se ha podido disponer de fuentes documentales^referidas a cinco núcleos que estimamos plenamente representativos del variádo paisaje rural valenciano existente en los primeros años del siglo XIX: Valencia y Alboraia, enclavados en la rica y extensa huerta regada por el Turia; Alzira y Castelló de la Ribera, situados en la Ribera del Xú- quer y por ello representativos de los territorios regados por este río, y donde además las tierras del monarca suponían, como se ha visto, una extensión muy considerable; y finalmente el extenso realengo de la villa de Requena aunque esta perteneciera todavía a la antigua Co- rona de Castilla y habría de esperar hasta 1851 para su integración en los territorios del antiguo Reino de Valencia. En total, se ha podido conocer la estructura general de la propiedad para una supe^cie aproximada de 25.841 hectáreas, cuyo estudio abordaremos por con- juntos homogéneos para obtener una mejor comprensión de los dis- tintos factores que en cada caso tuvieron mayor relevanciá a la hora de configurar el reparto del suelo. A) LA HUERTA 1. La propiedad del suelo El realengo de la Huerta de Valencia presenta, en las primeras dé- cadas del siglo XIX, unas estructuras de propiedad muy definidas, en las que el peso de la ciudad es un factor determinante de primer or- den. A través de los Libros Padrones de Valencia y de Alboraia' , con- ^ Archivo Municipal dc Valencia (A.M.V.), !i'bro Pad^ón de Riqueza, año 1828, 16 volúmena sin caralogaz. - Archivo Municipal de Alboraia (A.M.A.), Padmn de Riqueza, año 1828, volú- mcn I. 21

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CAPITULO II (I)

Propiedad de la tierra y unidades de explotaciónen el realengo

ESTRUCTURA SOCIAL DE LA PROPIEDADY DEL PARCELARIO

Para reconstruir las estructuras de propiedad de la tierra en el rea-lengo, se ha podido disponer de fuentes documentales^referidas acinco núcleos que estimamos plenamente representativos del variádopaisaje rural valenciano existente en los primeros años del siglo XIX:Valencia y Alboraia, enclavados en la rica y extensa huerta regada porel Turia; Alzira y Castelló de la Ribera, situados en la Ribera del Xú-quer y por ello representativos de los territorios regados por este río, ydonde además las tierras del monarca suponían, como se ha visto,una extensión muy considerable; y finalmente el extenso realengo dela villa de Requena aunque esta perteneciera todavía a la antigua Co-rona de Castilla y habría de esperar hasta 1851 para su integración enlos territorios del antiguo Reino de Valencia. En total, se ha podidoconocer la estructura general de la propiedad para una supe^cieaproximada de 25.841 hectáreas, cuyo estudio abordaremos por con-juntos homogéneos para obtener una mejor comprensión de los dis-tintos factores que en cada caso tuvieron mayor relevanciá a la hora deconfigurar el reparto del suelo.

A) LA HUERTA

1. La propiedad del suelo

El realengo de la Huerta de Valencia presenta, en las primeras dé-cadas del siglo XIX, unas estructuras de propiedad muy definidas, enlas que el peso de la ciudad es un factor determinante de primer or-den.

A través de los Libros Padrones de Valencia y de Alboraia' , con-

^ Archivo Municipal dc Valencia (A.M.V.), !i'bro Pad^ón de Riqueza, año 1828,16 volúmena sin caralogaz.

- Archivo Municipal de Alboraia (A.M.A.), Padmn de Riqueza, año 1828, volú-mcn I.

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feccionados ambos en 1828, se ha podido conocer el reparto del suelodel extenso realengo constituido en ese momento por Valencia (in-cluidos sus arrabales de Russafa y Campanar) y las entonces aldeas deVistabella y el Grau, más el lugar de Alboraia. Si bien el avance inin-terrumpido de la ciudad y la ubicación de industrias y servicios ha he-cho desaparecet buena parte del territorio destinado a usos agrícolas,en 1828 constituía una extensión de huerta de más de 4.800 hectáreas(57.600 hanegadas).

Por lo.que respecta a Valencia, su extensa huerta de 4.365 hectá-reas, se hallaba distribŭ ida entre 1.569 propietarios, lo que arrojabauna propiedad media de 2,7 Ha. No obstante, e ŝtá distribución ge-neral de la propiedad no puede considerarse indicativa del repartoreal de la misma.

Los cuadtos I y II, que muestran la estructura real del reparto delsuelo agrícola en 1828, son fiel exponente de la existencia de su desi-gual distribución e indicador a su vez de una estructura social muypolarizada. Del total de 1.569 propietatios, 566 (el 36%) lo eran demenos de 0,5 Ha., sin embargo, la superficie reunida por estos no su-ponía más de 128 Ha. (un 2,9% del total). En el exttemo ópuesto 99propietarios (6,2%) poseían un total de 2.242 Há. cultivadas(51,3%). EI grupo de pequeños propietariós se ve incrementado deforma considerable (72,5 % del total) si se hace extensivo hasta aque-llos que poseen dos hectáteas; en cambio, sólo seguían poseyendo el15,4% de lá tierra. Del mismo modo, si el grupo de grandes propie-tarios se ampliará hasta el grupo de cinco hectáreas en adelante, re-sultaría que entre 209 individuos (13, 5 %), reunían 2.994 Ha. , o loque es lo mismo el 68,5% del total. En el centro, un modesto grupode propiedad media, de dos a cinco hectáreas, que suponía el 14,3%de los propietarios y abarcaba alrededor de 700 Ha. (16 %).

EI cuadro general de concentración de la propiedad de la tierra enpocas manos, al tiempo que un elevado número de individuos apare-ce como poseedor de pequeñas extensiones, vuelve a reproducirse enAlboraia, aunque en este caso no existieran propiedades superiores alas 30 Ha. y el peso de la nobleza y clero fuera mucho menor, en fa-vor de la burguesía de Valencia.

La misma estructura polarizada se observa al estudiar la estructurageneral de la renta extraída de la tierra, hasta el extremo de que, lle-vado a una reptesentación gráfica en curva de Lorenz; apenas si se ob-

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serva diferencia si no es para registrar un mayor grado de concentra-ción en la renta.

CUADRO 1. ESTRUCTURA GENERAL DE LA PROPIEDAD EN VALEN-C/A. 1828 .

Propietarios SuperficieGrupos

(Ha) Núm. % Total %

menos de 0,5 566 36,1 127,81 2,90,5-1 . 310 19,8 202,56 4,71-2 260 16,6 339,98 7,82-3 104 6,7 248,54 5,73-4 71 4,5 236,85 5,44-5 49 3,1 214,94 5,05-10 110 7,0 752,43 t7,2t0 -30 80 5,1 t.297,82 29,730 -50 12 0,7 458,97 10,5más de 50 7 0,4 485,04 11,1

Total 1.569 100,0 4.364,94 100,0

Fuénte: A.M.V.. Libro Padrón de Riqueza. 1828.Elabotación propia.

CUADRO 2. ESTRUCTURA GENERAL DE LA PROPIEDAD EN ALBO-RAIA. 1828

Propietarios SuperficieGrupos

(Ha) Núm. % Total %

menos de 0,5 117 35,8 28,6 5,60,5-1 79 24,1 52,5 10,31-2 54 16,5 72,1 14,22-3 27 8,3 61,0 12,13-4 20 . 6,2 67,2 13,24-5 7 2,1 31,8 6,35-10 18 5,5 126,2 24,810 -30 5 1,5 69,1 13,530 -50 - - - -más de 50 - - - -

Total 327 100,0 508,5 100,0

Fuente: A.M. Alboraia, L,r^bro Padrón de Riqueza, 1828.Elabotación propia.

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soa

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1828

3 4 55 1°- >3o ha10 30

núm. propie .i2s ^^e.r^, poseida

campesinado

burguesia ciudadana

clero

...:::::i nobleza

^

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Fig. 3. Reparto social de la propiedad en el municipio de Valencia. 18'28.

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CUADRO 3. ESTRUCTURA GENERAL DE LA RENTA AGRARIA ENVALENClA. 1828.

Propietarios Libras

Grupos(en libras) Núm. % Total %

menos de 3 104 6,6 173,3 0,13-6 184 11,7 765,2 0,5

6-15 383 24,4 3.538,1 2,615-35 298 18,7 6.778,1 4,9

35-75 231 14,7 11.759,9 8,7

75-150 154 9,9 16.577,0^

12,3150-300 119 7,G 24.910,2 18,4

300-500 47 3,0 18.674,2 13,7

500-1.000 37 2,4 25.525,9 18,8

más de 1.000 17 1,0 27.003,4 20,0

Total 1.569 100,0 135.685,5 100,0

Fuente: A.M.V., Lt^bro Padsón de Riqueza.Elaboración propia.

Un esquema de este tipo no hace sino responder a la existencia deuna estructura social con acusados contrastes internos. Partiendo de ladistinción metodológica previamente establecida, se ha intentadoprecisar para cada uno de los distintos grupos sociales, diversos aspec-tos referidos al reparto del suelo.

CUADRO 4. DISTRIBUCION DE LA PROPIEDAD EN VALENC/A PORGRUPOS SOCIALES. 1828.

Extensión Propie- Propiedad(Ha.) % tarios % media.

Nobleza 832,5 19,1 61 3,9 13,6Clero 873,6 20,0 62 3,9 14,0Burguesía 2.058,9 47,0 549 35,0 37,0Campesinado 600,8 13,9 897 57,2 0,66

Total 4.364,96 100,0 1.569 100,0 2,78

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CUADRO 5. DIS7RIBUCION DE LA PROPIEDAD EN ALBORAIA PORGRUPOS SOCIALES. 1828.

Extensión Propie- Propiedad(Ha.) % tarios % media

Nobleza 35,0 6,9 9 2,9 3,88Clero 42,6 8,3 19 5,8 2,24Burguesía 316,7 62,3 134 41,0 2,36Campesinado 114,2 22,5 165 50,5 0,7

TOTAL 508,3 100,0 327 100,0 1,5

Para el caso de Valencia, entre los grupos privilegiados, el cleroque representaba un total de 82 propietarios (5,2%) poseía el 21%del suelo. La nobleza titulada, representada en un porcentaje ligera-mente inferior (3,9%), se repartía en cambio más del 19% de la tie-rra. En conjunto, un reducido número de 143 propietarios concentra-ban un total de 1.750 Ha., signo evidente del peso real de estos gru-pos en las tierras realengas de la Huerta. La propiedad en manos de laburguesía muestra su clara preponderancia como grupo social. La in-fluencia ejercida por la ciudad es indudable; se trata de una propie-dad burguesa con residencia en Valencia: comerciantes, profesiona-les, rentistas, personajes ligados familiarmente a la nobleza, artesa-nos... En total, 529 propietarios (33,7%) se repartían 2.014 Ha.(46,1 %). Finálmente, una masa de 897 campesinos que suponía másde la mitad del total de propietarios (52,7%) tenían en sus manos só-lo un 13,9% ^del sue)o cultivadó. Las diferencias existentes entre elnúmero de propietarios y superficie poseída son las que explican unapropiedad media para el campesinado de 0,66 Ha., de 3,8 para laburguesía y de 11,1 Ha. y 13,6 Ha. en el caso del clero y lá nobleza ti-tulada respectivamente. En Alboraia el porcentaje de tierras en ma-nos del campesinado ( la mitad de los propietarios), es algo mayor(22,5%); nobleza y clero tienen una presencia sensiblemente infe-rior, en favor de la burguesía de Valencia.

Si se atiende al reparto de la renta agraria, no hace más que con-firmar, apenas sin variación, la existencia de acusados contrastes in-ternos.

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CUADRO 6. DISTRIBUCION DE LA RENTA AGRARIA EN VALENCIAPOR GRUPOS SOC/ALES.

Rentaagraria Propie- . Renta

(en libras) % tarios % por Ha.

Nobleza 27.730,5 20,4 61 3,9 33,3Clero 25.205 18,6 62 3,9 28,7Burguesía 64.940 47,9 549 35,0 31,6Campesinado 17.809,5 13,1 897 57,2 29,6

TOTAL 135.685 100,0 1.569 100,0 31,0

Una véz examinada la distribución de la propiedad agraria entrelos distintos grupos sociales, creemos conveniente analizar algunas ca-racterísticas definitorias de cada uno de ellos.

La nobleza

Ya se ha puesto de manifiesto la importancia de la nobleza titula-da, como propietaria de una buena parte de la tierra en la huerta,ahora bien, dentro de su reducido número, propiedad y renta se ha-llaban concentrados solamente en unas cuantas casas, puesto que en-tre 23^títulos tenían el 81% de la propiedad y el 82% de las rentasnobiliarias. El resto aparece como poseedores de medianas o reduci-das extensiones.

Entre los 61 títulos nobiliarios encontramos representadas las másimportantes casas valencianas, siendo a su vez muchos de ellos, seño-res de diferentes lugares del País Valenciano; en otras ocasiones se tra-ta de burgueses que tuvieron acceso a la nobleza en fecha tardía. Casoverdaderamente paradigmático en este sentido lo constituye el exco-merciante sedero D. Félix Pastor, ahora marqués de San Joaquínz, co-mo mayor propietario de la noblezá. Entre los representantes de lascasas señoriales encontramos a la duquesa de Tamames, conde deParcent, marqués de Benemegís, duquesa de Almodóvar, conde deRipalda, conde de Castellá, condesa de Casal, marqués de Malferit,

z Motns. P., COf/ICTf 1 CJI77lLIL7Q JOG1Q^ Q CQ[Q^IlJ1yQ 1 VQ^B11C16 Q^J JCg^CJ XVII y

XVIII, Barcelona, Curial, 1977, pp. 375-376.

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marqués de Albaida... A excepción de las anteriores, no había más tí-tulos correspondientes a los grandes estados señoriales; sino más bienbarones y condes, titulares en la mayoría de los casos de uno o dos lu-gates localizados en ocasiones en la propia Huerta de Valencia; sonlos casos del marqués de Cerdanyola y BoTI (señor de Alfafar), el ba-rón de Beniparrell o el barón de Benifaió. La relación de los diez ma-yores ptopietarios de la nobleza en Valencia era la siguiente:

Extensión (en Ha.) Renta (en libras)

Marqués de San Joaquín 66,6 1.218,7Duquesa de Tamames 65,6 2.167,1Conde de Parcent 58,5 2.513,3Marqués de Benemegís 55,1 2.000,0Conde de Castellá 47,0 1.488,5Marqués de Cerdanyola 42,0 1.480,5Duquesa de Almodóvar 39,5 1.095,0Barón de San Vicente 39, 3 1.603, 5Condesa de Casal 28,0 665,2Conde de Cirat 24,5 1.070,0

En definitiva, una atistocracia con importantes inteteses agtatiosno sólo en sus respectivos señoríos, sino en unas tierras realengas dehuerta que, actuando como propietarios plenos, attendaban en pe-queños lotes para obtener una renta que en algunas ocasiones nadatendría que envidiar al total de sus ingresos señoriales.

Su poder económico explica el hecho de que hasta muy entrado elsiglo XIX, ejercieran una influencia muy considetable en la políticavalenciana, como lo demuestra su supremacía continuada por su par-te en las Juntas Municipales del Ayuntamiento de Valencia. En algúncaso aislado, los encontramos incluso en la Real Sociedad Ecónómicade Amigos del País, mostrando sus preocupaciones pot la mejora dela agricultura; el• conde de Rótova por ejemplo, aparece ya en 1815 enla lista de socios numerarios; el marqués de Cerdanyola en 1822; enla correspondiente a 1835 encontramos a D. José Agulló, conde déRipalda, colaborando activamente y redactando informes para mejo-rat la agricultura y la ganadería en Valencia, al tiempo que compilabauna útil cartilla agtaria4; en 1836 figuran como socios D. Vicente Ma

3 Boletín Enciclopédico de 1a R.S.E.A.P. [! Tomo I, ( 184), pp. 8•10.4 Ibídem, Tomo II, ( 1842-43), número especial.

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Rodríguez de la Encina, batón de Santa Bárbara y el conde dePatcents .

Conviene introducir aquí una distinción importante para evitarposibles errores de lectuta. Se ha mencionado el hecho de que perso-nas venidas de la burguesía comercial o de las clases urbanas en gene-ral adquirieton títulos nobiliarios en el último tercio del siglo XVIII.Con ello se inttoduce un elemento más en el ya complejo grupo nobi-liario y el problema sólo cabe soslayarlo si se admite el supuesto deque, desde el momento en que se asimilan a la alta nobleza, preten-den un género de vida y unos mecanismos de lograr rentas análogas aaquellas, que pasan a ser defensores del Antiguo Régimen. Sin em-bargo, se sabe que esta asimilación no siempre es posible aunque laburguesía ennoblecida y alta nobleza actuaran de forma análoga en laexplotación de la tierra. En este caso, se ha optado (dada la imposibi-lidad de separar esta «nueva nobleza^ titulada por deficiencias docu-mentales) por integtarlas en el mismo grupo social. Quede aquí plan-teada la necesidad de un estudio monográfico sobre este grupo social.Estudio que quizá nos llevaría a concluir que este criterio metodoló-gico no responde de manera clara a la situación real del estamentonobiliario para fechas tan tardías. Pero, pot áhora, resulta difícilabordar este interesante tema desde una nueva perspectiva.

El Clero

Las propiedades del clero (regular, secular, administraciones einstituciones de enseñanza) tepresentan un porcentaje algo superioral de la nobleza, aunque la renta agraria fuera merior. En generalapenas existen diferencias con la nobleia respecto a la distribución in-terna de la propiedad: un reducido número de conventos e institucio-nes acaparaba la mayor parte de las tietras, como lo muestra el hechode que algo más del 8%(siete corporaciones) concentraban•el 42 %del total poseído por el grupo. Entre el ^clero se encontraban ademáslos mayores ptopietarios de Valencia, como se demuestta en la si-guiente relación:

S Ibídcm, Tomo XIII, (18G2-18G3), pp 2-3.

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Superficie (Ha.) Renta (en libras)

Clero de San Juan 102,0 2.365Congregación de S. Felipe Neri 70,3 2.081Hospital General 66,5 2.220Clero de S. Andrés 41,6 1.080Clero de S. Bartolomé 37,6 1.114Religiosas de S. Cristóbal 33,0 833Clero de S. Martín 31,5 621Clero de Sta. Catalina 28,5 796Convento de Santo Domingo 28,5 961Convento de Monjas de Corpus

Christi 27,8 804Real Colegio del Corpus Christi 24,6 672

Los tímidos intentos desamortizadores de la época de Godoy, JoséI, Cortes de Cádiz y, sobre todo, la llevada a cabo durante el trienio,no parece que tuvieran ni siquiera una relativa incidencia susceptiblede haber podido metmar ^ los importantes patrimonios poseídos porel clero. Habría que esperar a la desamortización de Mendizábal en1837 y a la posterior de Madoz en el caso de instituciones de enseñan-za como el Colegio del Corpus Christi, para asistir a su desaparicióncasi absoluta.

Las clases urbanas

Son conocidas las dificultades que acarrea el intento de definir losconceptos de «burgués^ y«burguesían en un período de transición,donde en el seno del propio grupo se daba la lógica coexistencia entremodos y mentalidades asimilables a lo que entendemos por AntiguoRégimen, al tiempo que empezaban a apuntar sectores cuyos intere-ses ŭhocaban ya con las rígidas y en muchos casos anquilosadas estruc-turas de la vieja sociedad.

Entre los propietarios pertenecientes a este grupo, encontramosesta coexistencia si se atiende al origen social; ramas secundarias de lanobleza titulada (nobleza menor), comerciantes, ex-comerciantesque lucha por conseguii un título nobiliario, eclesiásticos con patri-monios particulares, rentitas, arrendatarios de derechos señoriales,administradores de señoríos, propietarios que cultivan su tierra conasalariados, fabricantes, artesanos... Una gran variedad de situaciones

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y de mentalidades conformaban esta categoría social en la que existi-rían sectores claramente ligados a las relaciones de producción del sis-tema feudal (es la burguesía «Antiguo Régimen^ a la que se refiereArdit, retomando la idea de R. Robin), y otros entre los que, en pala-bras de Ardit, había prosperado un cierto espíritu de beneficio capi-talista y un interés por los negocios burgueses^'. Es ló);ico pensar que alo largo de la segunda mitad del XVIII y del primer tercio del XIX, es-tas tendencias y contradicciones hubieran ido decatándose hacia elpredominio de uria burguesía agraria que veía en la estructura del sis-tema feudal serios obstáculos para su desarrollo y consolidación comoclase hegemónica.

En 1828 es claro el predominio de este grupo social por lo que res-pecta a lá propiedad de la tierra (46% del total) y al reparto de la ren-ta agraria (47%). De igual modo, su creciente representación políticaen el Ayuntamiento de Valencia es reflejo de su poder económico.Entre los mayores propietarios de Valencia encontramos los siguien-tes:

Superficie(en Ha.)

Renta(en libras)

D. José Tamarit Pastor (comerriánte) 40,2 938Da Micaela Perellós Palafox ^ 37,0 1.126Da M" Vicenta Tamarit (ronsorte del marqués ^de S.Joaquín) 36,3 921

D. Joaquín Martínez Vallejo 33,7 1.265D" M? Ignacia Madroño 27,9 894D" Xaviera Gámir 24,7 824D. José Blasco y Oyon 21,6 462D. Vicente Fuster 19,7 485

El Campe.rinado

El grupo más numeroso entre los propietarios de la tierra estabaconstituido por la gran masa de campesinos residentes en distintosnúcleos de la huerta: Russafa, el Grau, Campanar, Alboraia, Beni-maclet... Un porcentaje muy considerable se repartía, en un hábitat

^ Att^ir, M., ^Reflexions al volcant de la burguesia valenciana del set-cents., Saó.

nú^li. 31, pp 11-14.

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disperso, entre las numerosas barracas y casas ubicadas sobre las mis-mas tierras cultivadas. En conjunto, sus propiedades constituían exi-guas extensiones de una o dos parcelas.

Más del 55 % en Valencia y el 65 % en Albóraia, poseía menos de0,5 Ha; si el umbral se ámpliase hasta una hectárea, enconces los por-centajes serían del 78% y el 91% tespectivamente. Sólo un grupomuy reducido, con propiedades que, en el caso de Valencia, alcanza-ban hasta las 7 Ha., podía considerarse como campesinos acomoda-dos; en Alboraia, los niveles de fragmentación eran'mayores existien-do por tanto una estructura más homogénea, pues sólo tres propieta-tios tenían entte 2 y 3 Ha.

Una estructura interna que no revela sino la existencia de un grannúmero de campesinos con escasos recursos económicos, como lo de-muestra la distribución de la renta agraria. A pesar de tratarse de unárea de huerta, se ha comprobado que el endeudamiento y la usuraeran fenómenos muy extendidos en un amplio sector del campesina-do. Conviene sin embargo matizar esta afirmación general, puestoque las tierras tomadas en arrendamiento a los grupos privilegiados ya la burguesía de Valencia, equilibraba en muchos casos los ingresosde la familia cámpesina, aunque, como se verá, persistirían los con-trastes sociales internos^ y la mala situación económica de una buenaparte del grupo.

Relación a'e mayore.r propietario.r en [/alencia. 1828

ExtensiónNombre Residencia (Ha.)

Renta(Libras)

1. Clero de San Juan Valencia 102,1 2.3652. Congregación de S. Felipe Neri " 70,3 2.0853. Marqués de San Joaquín " 66,6 1.2184. Hospital General " 66,5 2.2805. Duquesa.de Tamames " 65,6 2.1676. Conde de Parcent " 58,5 2.513

7. Marqués de Benemejís " 55,1 2.0008. Conde de Castellá " 47,0 1.4889. Marqués de Cerdanyola i Boil " 42,0 1.480

10. Clero de San Andrés " 41,6 1.08011. D. José Tamarit Pastor " 40,2 93812. Duquesa de Almodóvar " 39,5 1.09513. Barón de San Vicente " 39,3 1.603

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Extensión

Nombre Residencia (Ha.)Renta

(Libras)

14. Clero de San Bartolomé " 37,6 1.114

15. D' Micaela Perellós y Palafox " 36,9 1.126

16. D' M:' Vicenta Tamarit " 36,3 921

17. D. Joaquín Martínez Vallejo " 33,7 1.265

18. Religiosas de San Cristobal " 33,1 83319. Clero de San Martín " 31,5 62120. Clero de Santa Catalina " 28,5 79621. Convento de Santo Domingo " 28,5 961

22. D' M' Ignacia Madroño y Vidal " 28,0 894

23. Condesa de Casal " 28,0 66524. Monjas del Corpus Christi " 27,8 80425. D° Xaviera Gámir " 24,7 82426. Colegio del Corpus Christi " 24,6 67227. Conde de Cirat " 24,5 1.07028. Conde de Ripalda " 24,4 1.113

29. Conde de Torre Murquiz " 23,7 823

30. Marqués de Malferit " 22,3 57331. Clero de San Salvador " 22,1 648

32. D. José Blasco y Oyon Madrid 21,6 462

^3. Cabildo de Valencia Valencia 21,5 79634. Seminario de Segorbe Segorbe 20,8 408

35. Convalecencia Hospital General Valencia 20,1 58336. Marqués de la Torre de Carrús " 20,1 648

37. Marqués de la Gándara " 20,1 47838. D. Vicente Fuster " 19,7 48539. Monjas de Russafa " 19,6 50140. D. Tomás Lamo de Espinosa " 19,6 G2041. Cartuja de Portaceli " 19,2 59042. D. Francisco Castillo " 18,5 44243: D' Pascuala Valeriola " 18,4 48944. Marqués de Sotelo " 18,1 644

45. Carmelitas Descalzas de S. José " 17,4 349

46. Convento de S. Miguel de los Reyes " 17,3 93847. Religiosas Franciscanas " 17,2 495

48. D' María Castellví " 17,2 90549. D. Fernando Galán " 16,7 520

50. D. Juan Bautista Orellana " 16,5 635

51. D. José Miguel " 16,4 253

Fuente: A. M. Valencia, ŭ^bro Padrón de Riqueza. 1828.Elaboración propia.

33

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2. E1 parcelario.

El análisis de la estructura parcelaria nos ha dejado la constataciónde un hecho paradójico: contra lo que pudiera creerse, la fragmenta-ción parcelaria, tal y como se presenta actualmente en la Huerta, obe-dece a un hecho tardío cuyas causas, que hay que buscar en el últimotercio del siglo XIX y en los años posteriores a la última guerra civil,están ligadas al incesante proceso de desmenuzamiento de la propie-dad que se registró en estos períodos. Es por esta razón por lo que laafirmación de Halpern, referida a los años treinta del siglo actual, enel sentido de que «no solamente ninguno posee grandes extensionesde terreno, sino que esto que cada uno tiene en propiedad se halla re-partido en tantas parcelas diferentes que raramente pueden verse va-rias hectáreas reunidas pertenecientes a un mismo propietario^^, nocorresponde a la situación que presenta el parcelario en las primerasdécadas del siglo XIX.

Antes de pasar al análisis de la estructura parcelaria en la Huerta,se hace necesario una consideración previa para acotar el término deparcela, pues la utilización indebida de este concepto puede conducira conclusiones equívocas.

EI criterio que se ha seguido el dc establecer una distinción previaentre parcela «catastralp y la parcela relacionada con la explotación dela tierra, para posteriormente adoptar la primera, por limitaciones dela documentación.

Las fuentes utilizadas, tanto el Catastro de Ensenada como los Pa-drones de Riqueza, tenían como es sabido carácter fiscal. Es por ellopor lo que aparecen declaradas todas las tierras que un propietarioposeía en un término municipal; las propiedades aparecen relaciona-das detalladamente en varias «piezas^ o«trozos^ perfectamente reco-nocibles sobre el terreno, puesto que en cada uno de ellos se especifi-can los linderos a norte, sur, este y oeste; en el Catastro de Ensenadase dibuja incluso al lado la forma geométrica aproximada.

Estas unidades, individualizadas en el paisáje, con sus lindes,componían, como se ha dicho, el conjunto de la propiedad de un in-dividuo en un término municipal, y su descripción corresponde a loque se entiende por parcela en el Catastro de Rústica, es decit «la por-

^ HALPERN, E., :La Huerta de Valencias (trad.), Ertudio.r Geográfico.r, 194G pp 74y ss.

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ción de terreno cerrado por un linde poligonal que pertenexca a un

.rólo propietario o vario.r individuot dentro de un términomunicipalb8. Lo que se va a abordaz por tanto, en el estudio del paz-celazio a paztir de la estructura de la propiedad.

Si se tiene en cuenta, como se verá posteriormente, que propie-dad y explotación de la tierra son elementos que en extensas zonasdel País Valenciano han aparecido tradicionalmente disociados, deforma especial en las huertas y en los regadíos, hay que recalcar que sise abordata la estructura del parcelario no a paztir de unidades depropiedad, sino de unidades de explotación, el resultado sería distin-to y ptobablemente en el segundo caso se estaría más cerca de la ver-dadera morfología del paisaje rural.

Desgtaciadamente, las fuentes no permiten reconstruir el parcela-rio desde las unidades de explotación, salvo en algún caso aislado, pe-to nos ha parecido oportuno introducit esta matización para que seentienda de manera correcta que cuando se hable de cambios impor-tantes en la estructura del patcelario, como por ejemplo en el caso dela Huerta de Valencia, se hará desde el concepto de parcela catastral,con lo cual, lo que realmente se dará es idea del movimiento de lapropiedad de la tierra. Si se hubiera podido reconstruir el parcelario apartir de las unidades de explotación, es decir, en base a la definiciónde patcela que, según el Censo Agrario es «toda extensión de tierraque está bajo una sola linde, es decir, rodeada de terreno, edificios oaguas que no pertenezcan a la explotaciónn^, los cambios serían mu-cho menos espectaculares, y hasta en algunos casos inexistentes. Allídonde propiedad y explotación hayan sido tradicionalmente unidos,esta distinción metodológica habría de tener, forzosamente, menostelevancia. e

T.os 4.360 Ha. cultivadas en Valencia, se repartían en 3.820 parce-las, cuya extensión predominante correspondía a las comprendidas entamaños superiotes a las 0,66 Ha. Situación en contraste con lo queen principio podía hacernos pensar la existencia de un paisaje muyhumanizado y con una fuerte presión demográfica.

Una patcela media de 1,14 Ha. (13,6 hanegadas), es fiel expo-nente de las profundas transformaciones operadas posteriormente en

8 Ley de 23 de marzo de 1906, azt. 6° (el subrayado es mío).^ MIhISTERiO DE AGRICULTURA, Primer CenJO Agraño de Erpaña; año 1962, Ma-

drid, 1964, (el subrayado es mío).

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la Huerta de Valencia tanto en la estructura de la propiedad como delparcelatio.

CUADRO 7. PARCELARIO Y GRUPOS SOCIALES EN VALENCIA. 1828

Parcelas Superficie

Superficiemedia por

parcela

Número % Hectáreas %

Nobleza 508 13,3 831,6 19 1,6Clero 670 17,5 914,8 21 1,3Burguesía 1.449 38,0 2.014,2 46 1,4Campesinado 1.193 31,2 599,8 14 0,5

TOTAL 3.820 100,0 4.360,4 100 1,14

En 1828, no existíá por tanto un excesivo gtado de patcelación,aunque los porcentajes globales queden necesariamente matizadostras una lectura pot grupos sociales.

Las parcelas grandes eran numerosas en tierras de los grandes pro-pietarios. En el caso de la nobleza, más del 50% de todas sus tierras,se distribuían en parcelas comprendidas entre 1,5 y 5 Ha. Finalmen-te, más del 50% de las tierras del campesinado estaban agrupadas enparcelas de 0,3 a 1,5 hectáreas, aunque el elevado grado de fragmen-tación de sus propiedades explique -a diferencia de los otrosgrupos- el elevado númeto de parcelas comprendidas entre 0,08 y0,3 Ha. (52%), que a su vez representaba casi el 20% de la superfi-cie. .

La relación entre cultivos y patcelario no representa difeienciassustanciales, encontrando la multiplicidad de tamaños de parcelas encada uno de ellos.

3. Estructura de las explotaciones

Al hablar de la estructura de la propiedad del campesinado comogrupo social en la Huerta, se apuntaba que las unidades de explota-ción campesinas, no tenían pot qué coincidit en la mayoría de los ca-sos con la tierra poseída. También se señalaba que el estudio de la co-

3G

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munidad rural, a la hora de intentar explicar, no ya el régimen depropiedad, sino la distribución de las explotaciones, debía constituirun punto fundamental.

Sin embargo, quizá convenga introducir un elemento de refle-xión previo, en torno a la propia definición del campesinado, para re-calcat precisamente que la estructura de las explotaciones es la carac-terística centtal que conforma tealmente al campesinado como gruposocial.

No se ptetende aquí, realizar una exhaustiva exposición de lasdistintas teorías existentes en torno a la definición de ŭampesinado,por otta parte ya realizada en un teciente trabajo10. Solamente se cen-trará.la atención en unas cuantas definiciones representativas, a nues-tro juicio, de las distintas visiones existentes sobre el campesinado co-mo grupo social.

Los distintos autores que han intentado precisar un concepto tanpolémico ofrecen una gama muy amplia de definiciones que van,desde aquellas que son tan generales y ambiguas que pueden serigualmente válidas para todas las épocas de la historia, hasta aquellasotras, más ajustadas, que centran su definición en la posesión de latietra o en la explotación de la misma. Igualmente polémica resulta ladistinción en torno al concepto de «economía campesina^, tal y comotecientemente ha puesto de relieve Pierre Vilar^ ^.

Barrington Moore por ejemplo, afitma que «es imposible definitla palabra campesino con una precisión absoluta debido a que sonborrosas las distinciones en los márgenes de la propia realidad social.Una previa historia de .rubordinación a la clase de terratenientes reco-nocida y reflejada en las leyes (.. .) nítida.r di.rtincionet culturale.r y unconsidetable grado de po.re.rión de facto de !a tierra constituyen las ca-tacterísticas principales pot las que se distingue al campesinadoDlz.

En cambio Wolf, que hace años compartía igualmente esta defi-nición, más recientemente definía a los campesinos como:

«poblaciones que están existencialmente vinculadas al cúltivo yque toman decisiones autónomas con respecto al proceso de culti-

10 SEVIU.A-GuzntñN, E. PEREZ YRUELA, M., .Para una dcfinición sociológica dclcampesinadoa, Agricultura y Sociedad, núm. 1, 1976, pp. IS-39.

^ 1 V^uR. P., .Reflcxioncs sobrc la noción de la economía campesina., lc economíaagraria en la Hitto>ia de Erpaira, Madrid, Alfaguaza, 1979 pp 351-38G.

1z LANDSBERGER, H. A. ed., Rebelión campe.rina y cambio rocial, Barcelona, Críti-ca, 1978, pág. 18.

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vo. La categoría comprende, pues, tanto a los arrendatarios comoa los aparceros, así como a los propietarios que trabajan directa-mente, en cuanto puede tomar decisiones importantes para elcu:tivo de sus productosn". -Es decir, la «tenenciab y no la posesión de facto de la tierra, sería

elemento diferencial.En la misma línea y con la idea.de dar una definición, cuyas carac-

terísticas comunes permitiera «comparar al campesinado en distintasépocas y lugares^, se encuentra Hilton quien, a nuestro juicio, ha tra-za,do las caraŭterísticas esenciales del grupo social, plenamente com-partidas y válidas para la etapa final del Antiguo Régimen:

«1) Incluso cuando no son sŝs propietarios absolutos, poseén losmedios para la producción agrícola cn la que subsisten.

2) Trabajan sus explotaciones fundamentalmente como unidadfamiliar, primordialmente a base de trabajo familiar.

3) Normalmente están asociados en unidades mayores que la fa-milia, tales como puebtos y aldeas, con mayor o menor grado de pro-piedad común y de derechos colectivos según el carácter de la econo-mía.

4) Los trabajadores auxiliares, comó jornaleros agrícolas, artesa-nos, albañiles, proceden de sus propias filas y por consiguiente tam-bién forman parte del campesinado.

S) Sustentan a clases e instituciones superpuestas, como los seño-res, la iglesia, el estado, las ciudades, a base de producir más de lo ne-cesario pata su propia subsistencia y reproducción económicab14;

Con esta perspectiva se ha abordado el,análisis de la comunidadde Alboraia, a partir de los materiales existentes en su archivo muni-cipal, especialmente y de forma exhaustiva mediante el Libro Padrónde Riquexa correspondiente al año 1828. Las conclusiones que pue-den extraerse son susceptibles de ser ampliadas al municipio de Va-lencia -donde la fuente no permite el estudio de las explotaciones-por constituir una unidad homogénea.

Como se apreciaba al estudiar el reparto del suelo, la característicapredominante venía constituida por su desigual distribución de la

13 Ibídem., pág. 19.14 HILTON, R. H., :El campesinado como claseo, Ertudir d'Hirtória Agrdria, Barce-

lona, 1978, pág. 34.

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propiedad, por cuanto los propietarios residentes en el municipio so-lamente eran poseedores del 8,6% del total^de tierras cultivadas, re-partidas estas en un escaso número de parcelas de reducidas dimen-siones. La burguesía de la ciudad de Valencia, junto al clero y la no-bleza, por este orden de importancia, más un pequeño porcentaje detierras propiedad de campesinos residentes en municipios colindan-tes, se repattían más de191 % de la extensión cultivada. Estas tierras asu vez estaban redistribuidas casi en su totalidad entre la masa decampesinos residentes en el municipio, en tégimen de arreñdamien-to. En conclusión, una fuerte concentración de la propiedad que nohabría de corresponderse casi en nada con las estructuras de las explo-taciones.

Del estudio el cuadro general de explotaciones, una primera im-presión obliga a no referirse a la comunidad campesina como si se tta-tara de un grupo social homogéneo, por cuanto aparece patente elinicio de un proceso de diferienciación interno. Dicho proceso traíacomo consecuencia la existencia de diversas categorías -diferenciasde grado-15 con ciena movilidad social entre ellas y donde aflorabanindudables contrastes socio-económicos.

CUADRO 8. ESTRUCTURA GENERAL DE LAS EXPLOTACIONES ENALBORAIA. 1828.

Cultivadores SuperficieGrupos

(Ha.) Núm. °^ Total %

Menos de 0,5 31 8,1 10,6 1,90,5-1 153 31,7 103,4 17,61-2 218 45,3 285,4 48,42-3 55 11,4 125,3 21,23-4 12 2,5 40,5 6,84-5 4 0,8 17,9 3,15-10 1 0,2 5,.7 1,0Más de 10 - - - -

TOTAL 482 100,0 588,8 100,0

Fuente: A. M. Alboraia, Lr'bro Padron, 1828.Elaboración propia.

15 Sosou^. A., Problénze.r pay.ran.r de !a revolution, 1789-1848, Maspero,Paris.

- BOEHLER, ) . M. eCommunauté villageoise et contrastes sociaux: laboreurs et

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Tras el estudio detallado de las explotaciones, aparecen diferen-ciadas cuatro categorías de campesinos en función de la posesión o node los medios de producción agrícola y del número de hectáteas culti-vadas:

- Una primera categoría venía constituida por campesinos me-dios, con explotaciones que comprendían modestas extensionés entégimerí de propiedad (0,16 a 0,66 Ha. ) y el resto integrado por su-pe^cies considerables, a veces de hasta más de tres hectáteas (36 ha-negadas), en régimen de arrendamiento. EI tamaño de sus explota-ciones, el más representativo dentro del municipio, oscilaba entreuno y dos hectáreas, excepción hecha de dos casos que cultivaban en-tre cuatro y cinco. Eran poseedorés igualmente de caballería propia yaperos, y recurrían al trabajo familiar.

- Un segundo ŭrupo de campesinos acomodados, con explota-ciones comptendidas entre tres y cuatro hectáreas (36 a 48hanegadas), que posesían a su vez animales de labor de su propiedad,un carro y aperos de labranza. Estaba integrado por arrendatatios sintierra propia en el término y cultivaban sus explotaciones mediante laayuda de otros campesinos más pobtes, que actuaban a su vez comoasalariados, o simplemente con ayudas familiares.

De este grupo y del antetiot provenían también aquellos labrado-tes acomodados que podíari tener intereses como arrendatarios reco-lectores de derechos decimales y señoriales. Tenían acceso al controlde ciertos cargos del gobierno municipal. A veces, ejercían incluso co-mo prestamistas entre los campesinos más pobres. Finalménte, me-diante su política de matrimonios, intentaban consolidar su .rtatutpreeminente en el seno de la comunidad.

- La tercera categoría la integran arrendatarios de modestás par-celas que carecían de tierra propia y pequeños campesinos poseedoresde pequeñas extensiones. La exigiiidád de sus explotaciones impedíamuchas veces que sus ingresos fuetan suficientes pata el sustento de lafamilia, con lo cual hacía necesario el ttabajo como jornalero en tie-rras de otro.

monouvriers dans la campagnc strasbourgeoisc de la fin de XVII` au débur du XIX`si2cles, Etude.r ruraler, núm. 63-64, 1976; pp.,93-116.

- Mo^^, I., Sunu, J., =Senyors i pagesos a Mallorca (1718-1860/70) Ertudi.r d'Hi.r-tória Agrária, núm. 2, 1979, pp 95-169.

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- Finalmente, los jornaleros con o sin tierra formaban la base dela pirámide. De entre estos, los jornaleros con tierra (de una a tres ha-negadas) representaban un porcentaje mínimo (el Padrón sólo da elnúmero de tres); por el contrario, los jornaleros sin tierra representa-ban un número considerable puesto que la fuente da un número deochenta.

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Fig. 4. 1) Distribución de la propiedad en Alboraia.21 Distribución de las explotaciones.

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Habría que concluir, como consecuencia, que existía ya un gradode diferenciación bastante acentuado en el seno de la comunidad ru-ral, diferenciación que el posterior proceso desamortizador no háríasino agudizar, por cuanto solamente tendrían acceso a las tietras pro-cedentes del clero -si bien de fotma moderada-, aquellos campesi-nos mejor acomodados, con recursos suficientes para invertir en lacompta, quedando el resto marginados de este proceso. Es evidenteademás que la vieja idea, afortunadamente cada día menos defendi-da, de la existencia en la Huerta de Valencia, especialmente en el pe-ríodo anterior al proceso industrializador, de unas comunidades rura-les con un elevado grado de homogeneidad, donde reinaba la atmo-nía y prácticamente no existía la desigualdad, no es lo que se des-

.prende del análisis de la documentación de la épocá sino, más bien,la existencia de categorías que conformaban una pirámide bien es-tructurada, aunque con movilidad interna, en el seno de estas comu-nidades protoindustriales.

B) EL REGADIO.

1. La propiedad de la tierra.

En los realengos de Alzira y Castelló de la Ribera, exponentes sig-nificativos de la extensa zona litoral regada por el Xúquer, densa-mente poblada y sujeta a los dominios de la corona, las estructuras depropiedad, del suelo teflejan a comienzos del siglo XIX, una situaciónen parte similar a la que se ha podido ver en la Huerta de Valencia.Los cuadros resumen de la estructuta de la propiedad en Alziralb yCastelló de la Ribera'^ correspondiente a 1802 y 1800 respectivamen-ie. En una primera lectura, si comparamos con los correspondientes aValencia y Alboraia, no se aprecian diferencias muy significativas res-pecto al nivel de concentración de la propiedad, aún siendo éste algosuperior en la Huetta de Valencia. Tanto en Alzita como en Castellóde la Ribeta, la propiedad agraria estaba desigualmente distribuida.En primer lugat, existía un gran número de pequeños propietazios;

40.16 A. M. tUziRA, Llb^n Padnín de Riqueza, a8o 1802, 4 vols., Hacienda. 220/37•

^^ A. M. .CASTELLO DE LA R18ERA, libro Pad^n de Carar y Tiana.r, añ0 1800, 2vols., sin catalogar.

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en porcentajes, el número e propietarios con extensiones inferiores a1 Ha. (12 hanegadas) suponía en Alzira el 57,9% del total y reuníanel 15,4% de la superficie cultivada; en Castelló de la Ribera un47,7% de los propietarios quienes no reunían más que un 7,9% de latierra. En ambos casos, la propiedad media alcanzaba en este grupolas 0,5 Ha.

Los individuos con propiedades intermedias constituían un sectorimportante: el 35,3% de los propietarios tenían superficies de 1 a 5Ha. y reunían el 41,4% en Castelló de la Ribera. Entre las 5 y 10 Ha.,el 4,3% y el 6,5% de ptopietarios compilaban el 16,1% y el 17,2%de la tierra en Alzira y Castelló de la Ribera respectivamence. La pro-piedad media de este grupo estaba entorno a las 3 Ha. Finalmente,un número reducido de hacendados con propiedades superiores a las10 Ha. Las cifras revelan en este caso, el mayor grado de concentra-ción en Castelló de la Ribera, pues, mientras en este municipio inte-graban el grupo el 6,9% de propietarios que reunían el 44,5 % de lasuperficie, en Alzira solamente el 2,5 % de los propietarios superabanel umbral de las 10 Ha., compilando el 27,2% de la tierra cultivada.Su propiedad media oscilaba entre las 18 Ha. y 20 Ha. respectiva-mente.

Esta desigual distribución de la propiedad de la tierra se observatambién si se tiene en cuenta no sólo la cantidad sino la calidad. In-cluso pudiera ser más fiable una distribución basada en una valora-ción de las propiedades que la propia distribución superficial de lasmismas. De este modo se evita, como ya apuntaba en otra parte, el.peligro de comparar tierras de muy distinta calidad, al tiempo quepuede establecerse con mayor exactitud una jerarquía económicaajustada a los distintos niveles de patrimonio. En este sentido, la es-tructura general de la renta agraria vuelve a poner de relieve las ten-dencias observadas en el reparto del suelo. Así, por ejemplo, vemoscomo en Alzira el 72% de los propietarios recibían sólo el 18,4% dela renta agraria; un 21,1 % con propiedades de valor medio percibíael 33% de la renta y, finalmente, sólo un 6% de propietarios reunían36.594 libras, o lo que es lo mismo, el 48,7% de la renta agraria to-tal.

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^ 1 1/2 Z/3 3/4

50

30

10

+ 1/2 ^/3

N.° Propletarlos

0

^

Forasteroe

Veclnoe

4 s +o ^ 3o ha/5 /10 /30

^ó^2

3 4 s 10/4 /5 /10 ^ /30

Superficle

®

-

Farasteros

Vsclnos

^ 30

Fig. 5. 1) Estructura de la propiedad agraria en Castelló de la Ribera. 2) Estructurade la propiedad en Alzira.

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CUADRO 10. ESTRUCTURA GENERAL DE LAS PROPIEDAD EN ALZ/-RA. 1802.

Propietarios SuperficieGrupos

(Í-ia.) Núm. % Total %

Menos de 0,5 460 27,8 142,6 4,60,5-1 498 30,1 330,7 10,81-2 341 20,7 535,6 17,52-3 134 8,1 334,4 10,93-4 75 4,5 254,3 8,34-5 34 2,0 146,0 4,75-10 71 4,3 487,5 16,110 -30 32 2,0 295,2 9,630 -50 5 0,3 200,5 G,5Más de 50 4 0,2 335,6 11,0

TOTAL 1.653 100,0 3.062,4 100,0

Fuente: A. M. Alzira, Libro Padrvn de Riqueza, 802.Elaboración propia.

CUADRO 11. ESTRUCTURA GENERAL DE LAS PROP/EDAD ENCASTELLO DE LA RIBERA. 1800.

Propietarios SuperficieGrupos

(Ha.) Núm. °^ Total %

Menos de 0,5 122 26,0 35,8 2,6

0,5-1 103 21,7 71,5 5,31-2 95 20,1 132,3 9,82-3 4G 9,G 112,1 8,33-4 26 5,5 88,5 6,64-5 17 3,6 7G,3 5,75-10 31 6,5 230,6 17,210 -30 31 6,5 449,7 33,430 -50 2 0,3 84,4 6,3Más de 50 1 0,2 64,9 4,8

TOTAL 473 100,0 1.346,1 100,0

Fuente: A. M. Castelló de la Ribera, La'bro Padrcín de Ca.ra.r y Tienar, 1800.Elaboración propia.

4G

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CUADRO 12. ESTRUCTURA GENERAL DE LA RENTA AGRARIA ENALZIRA. 1802.

Propietarios RentaGrupos(Libras) Núm. °^ Libras %

Menos de 3 116 7,0 189,9 0,23-6 258 15,6 1.067,7 1,4^6-15 448 27,1 . 4.391,7 5,815-35 367 22,2 8.325,8 11,035-75 249 15,1 12.485,6 ^ 16,675-150 115 7,0 12.286,7 16,3150-300 58 3,5 11.468,8 15,2300-500 23 1,4 9.850,5 13,2500-1.000 15 0,9 8.721,2 11,6Más de 1.000 4 0,2 6.544,1 8,7

TOTAL 1.653 100,0 75.342,2 100,0

Fuente: A. M. Alzira, Libro Padsón de Riqueza, 1802.Elaboración propia.

Hasta aquí, todo puede hacernos pensar en la existencia de gran-des semejanzas con respecto al re,parto del suelo en la Huerta de Va-lencia, sin embargo, el análisis deienido del origen, tanto geográficocomo social de los propietarios muestra una estructura social de carac-terísticas diferentes en uno y otro caso.

EI repatto geográfico de los ptopietatios ya marca, de entrada,elementos diferenciadores: un gran porcentaje de tierras estaba enmanos de ptopietarios locales; entre los propietarios no residentes, losdomiciliados en la ciudad de Valencia ejercían un peso ciertamenteimportante (entre el 18% y el 21 % de la superficie total), si bien nopuede compararse con la ptesencia que estos tenían en la Huetta deValencia, donde casi la totalidad de la tierra estaba en sus manos;

hay que tesaltar, finalmente, un grupo de propietarios de municipiosvecinos, entre los cuales había que distinguir, por una parte, a los po-seedores de pequeños lotes que complementaban su ya modesta pro-piedad en cualquier localidad vecina, y por otra parte, a un sector re-presentativo de medianos y grandes hacendados rentistas con residen-cia en los núcleos utbanos más importantes de la propia comatca o deotras vecinas.

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CUADRO 13. RADICACION DE LOS PROPIETARIOS.

ALZIRA (1802)

Núm. % Sup. (Ha.) %Sup.

media

Ptopietarios residentes 1.137 68 1.936 63 1,7Propietarios forasteros 517 32 1.126,5 37 2,2

CASTELLO,DE LA RIBERA (1800)

Propietarios residentes 211 45 635 47,2 3,0Propietarios forastetos 262 55 711,5 52,8 2,7

La estructura social de las dos comunidades muestra también laexistencia de elementos nuevos que no se daban en los municipios dela Huerta de Valencia. En este caso, el reparto social de la ptopiedadde la tierra indica un mayor protagonismo de la burguesía rural localo comarcal y un menot peso espeŭífico de los grupos privilegiados; almismo tiempo, la posesión de la tierra por parte de las distintas capasdel campesinado era esencialmente superior. Todo ello, unido al he-cho de que la concentración de tierras en manos de pocos propietariosera ciertamente menor, significa que la estructura socia) de estas co-munidades presentaba menor grado de polarización social que en laHuerta de Valencia, sin que, por otra patte, esto quieta decir que loscontrastes internos no fueran al mismo tiempo importantes.

Comparativamente, los representantes de la nob)eza titulada te-nían mucha menos importancia que en el caso de Valencia. En Alzi-ra, por ejemplo, no se encontraba ningún título de la nobleza entrelos diez primeros propietarios con mayor nivel de renta agraria. EImás imporcante era la marquesa de la Calzada, poseedora de 36,4Ha. de tierra, la tercera parte de ellas de secano, y una renta de 6031i-bras. Entre los títulos con residencia en Madrid, solamente destaca elduque de Almodóvar con 16,6 Ha., todas de regadío y 5281ibras derenta; el resto, la condesa de Fuenclara, el marqués de Sotelo y lamarquesa de la Regalía poseían en este término extensiones que no

superaban las 4 Ha. , la nobleza regnícola, excepción hecha del mar-qués de la Calzada, tampoco tenía gran importancia; la marquesa deCoquilla (5,75 Ha.), la baronesa de Ribesalbes (2,9 Ha.) y.el marquésde Jura Real (1,1 Ha.), ex-comerciante y con título de reciente adqui-sición, eran los únicos representantes. En resumen, la nobleza titula-

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da suponía en Alzira el 0,4% del total de propietazios y reunía el2,3 de la supetficie total, lo cual da una idea exacta de la poca rele-vancia, como propietarios, en el conjunto de la comunidad. Ahorabien, ello no quiere decir que, incluso en este municipio donde ape-nas acaparan supetficie, su preeminencia social y económica no sediera, pues no debe olvidarse la existencia de otros mecanismos de ex-tracciór de renta propios del régimen señorial. Así, por ejemplo, elLibro ^adrón indica que el mazqués de Santiago ^por el censo capitalde 50.246 libras 19 sueldos y 4 dineros que le responden las rentasmunicipales de esta villa, pazte de sus primitivos catgamentos le pa-gan anualmente éstas por pensión correspondiente al fuero de 2, 5%según concotdia, 1.256 libras, 3 sueldos y 6 dinerosm1e.

Con ello, el mazqués de Santiago, a pesaz de no ser propietazio decasas o tierras, figuraba en cuazto lugar entre los perceptores de renta

, del municipio.La presencia de títulos nobiliarios era algo mayor en Castelló de la

Ribera, aunque tampoco importante. Solamente cabe destacaz a D.Antoñio M' Salaben, mazqués de Benemegís, conde de Croix y deSistallo, Grande de España y señot territotial de algunos lugazes en elPaís Valenciano, que poseía 27 Ha. y era el cuazto mayot ptopietaziodel término. EI resto, tanto los domiciliados en Valencia como enMadrid, poseían extensiones más modestas: bazonesa de Cheste (9,8

Ha.), marqués de la Regalía (8,9 Ha.), mazqués de Bélgida (8,1Ha.), marqués de Angulo (2,2 Ha.), marqués de Llaneres (1,06 Ha.) yel marqués de Jura Real (0,8 Ha.). En conjunto, la nobleza tituladateptesentaba el 1, 7% del total de propietarios y teunía el 5,1 % de lasupe^cie. De todo ello puede colegirse que, si ya al hablaz de laHuetta de Valencia se apuntaba la necesidad de matizar la idea de quela nobleza constituía el grupo social predominante puesto que, inclu-so allí, reunían globalmente ménos tierras que el sector del campesi-nado, mucho más habrá que hacerlo en las otras tierras realengas deValencia a medida que nos vamos alejando de la ciudad. La nobleza

no era el ŭrupo social hegemónico en el realengo, este papel corres-pondía más bien a la burguesía de Valencia y a las oligazquías locales.Distinto sería hablaz, no ya de la nobleza en términos genéricos, sinode nobles en concreto; en este caso se aprecia una clara estrategia in-versora por parte de algunos títulos en estas cierras: se ha vistó cómo,

18 A. M. AvrRn, Librn Pad^n.

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por ejemplo, la duquesa de Almodóvaz era propietaria de más de 16Ha. de regadío en Alzira, pero a ello había que sumarle las 40 Ha.que, cuando menos, sabemos poseía en la Particulat Contribucibn deValencia; el mazqués de Benemegís reunía 27 Ha. en Castelló de laRibera, pero esta supe^cie se vería fiíertemente incrementada con las83 Ha. de huerta en la Particulat Contribución. Valgan como ejem-plo estas dos muesttas, aunque todos los demás títulos que apatecíantanto en Alzira como en Castelló de la Ribera, poseían al menos tiérraen la Huerta de Valencia. En otrás ocasiones se ha podido rastrear susdistintas posesiones en otros términos, como en el caso del marquésde Jura Real, en estas fechas, unos de los mayores propietarios en losrealengos de Cazcaixent, Riola y Fortaleny, al tiempo que gran enfi-teuta en los señoríos de Sueca y Cullera. En ocasiones se trata cie indi-viduos con título nobiliario de reciente adquisición y por consiguien-te, no ejercían ningún tipo de jurisdicción señorial, Jura Real porejemplo, pero en otros muchos casos, como ya se tuvo ocasión decomprobat en la Huerta de Valencia y como sucedía en Alzira y Cas-telló de la Ribera, eran a un tiempo señores territoriales de uno o va-rios lugares de los que detraían presumiblemente parte de sus ingre-,sos señoriales para invettirlos en la compra de tierras en el realengo.La duquesa de Almodóvar, el matqués de Belgida, el marqués de Be-nemegís, la marquesa de la Regalía, el mazqués de Llaneres, la bazo-nesa de Ribesalbes o la baronesa de Cheste, son ejemplos representa-tivos en los casos de Alzira y Castelló de la Ribera. En otros realengos,serán otros señores o estos nuevamente los que vuelven a aparecer. EnCarcaixent por ejemplo, entre los propieta^ios se encontraban el maz-qués de la Calzada (uno de los mayores), el barón de Chova o el mis-mo duque del Infántado. Es lástima que deficiencias documentalesnos hayan impedido completaz un tema tan interesante, confeccio-nando la totalidad de los patrimonios que a título particular poseíanlos distintos señores territoriales en las áreas de realengo, aunque losejemplos estudiados son ya bastante indicativos.

La presencia del clero tanto regular como secular, así como de ins-tituciones de enseñanza era considerablemente superior a la de la no-bleza, aún sin alcanzar los porcentajes de concentración de tierras queregistraban en la Huerta de Valencia. En Alzira acaparaban el 11 %de la tierra, si bien no eran más que el 2,3 % de propietazios; en Cas-telló de la Ribera, donde la presencia de conventos, partoquias e ins-tituciones era más numerosa pues representaba el 8,6% del total de

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propietario ŭ , concentraban el 10,2% del terrazgo: EI análisis de lasdistintas comunidades demuestra que, al igual que ocurría con la no-bleza, la mayoría son las mismas que ya aparecían en la Huerta deValencia. EI Cabildo de Valeñcia, con cerca de 66 Ha. de huerta en laParticular Contribucibn de Valencia, tenía 7,2 Ha. en Alzita y 43,8Ha. en Castelló de la Ribera; el clero de San Martín (12,5 Ha.), el cle-ro de. S. Lorenzo (8,8 Ha.), el clero de S. Juan (9,8 Ha.), etc., po-seían, como puede verse, extensiones considerables de tierra en estosmúnicipios de la Ribera. En el caso concreto de Alzira habría queunir a ello el extraordinario peso específico de los propios conventosde la villa: el Monasterio de Nuestra Señora de la Murta (100 Ha. , ca-si todas de riego), el clero de Santa Catalina (45,7 Ha.), los conventosde San Bernardo (40,3 Ha.), San Agustín (12,4 Ha.) y Santa Lucía(12,2 Ha.), estaban entre los mayores propietarios del término.

A través de la documentación fiscal consultada, es evidente la im-portancia de las clases urbanas como grupo social diferenciado. Des-graciadamente, los Libror Padronea de Alzira y ŝastelló de la Riberatieñen menos información que en otras ocasiones; no obstante, a tra-vés de los niveles de renta y de los tamaños de las propiedades es evi-dente que existía, al igual que en la Huerta de Valencia, un sectorconsidetable de lo que podríamos llamar clases urbanas, cuya situa-ción era claramente distinta de la que tenían el conjunto de'las masaspopulares. Estas clases urbanas, utilizando el concepto, como ya sedijo, en su sentido más amplio, estaban integradas básicamente porpropietarios de la ciudad de Valencia, grandes hacendados de otrosnúcleos más o menos próximos y, lo que es más importante, pot unsector de comerciantes, profesiones liberales y labradores enriqueci-dos, con domicilio en los propios núcleos de Alzita y Castelló de laRibera. En mi opinión, este es uno de los aspectos más llamativos quese desprende del análisis de la extracción social de los propietarios deestos dos ejemplos. Sería lógico que representantes de la burguesíacomercial y grandes ptopietarios rentistas ^domiciliados en Valenciahubieran invertido, especialmente a lo largo del siglo XVIII, en lacompra de tierras de calidad en otras zonas de realengo más lejanasdel área periurbana de la ciudad de Valencia; de hecho, buena partede aquellos que con residencia en Valencia eran propietarios de Alzi-

ra, Castelló de la Ribera, Riola, Fortaleny, Carcaixent..., eran losmismos que ya encontramos al estudiar la Huerta de Valencia. Perolo que más interesa resaltar es, tanto la presencia de grandes propieta-

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rios residentes en Carcaixent, Xátiva, Canals, 1'Alcúdia de Carlet,Sueca, Gandía o Alberic, por ejemplo, como de propietarios residen-tes. Hacendados entiquecidos que, en uno y otro caso, aparecen ya enla documentación refetida al primer tercio del siglo XVIII, que iríanaumentando paulatinamente a medida que avanzaba el siglo y^queno hacen sino introducir un elemento nuevo, de gran trascendencia,en nuestra opinión, que hace pensar que la estructura de la sociedadvalenciana del siglo XVIII y primer tetcio del XIX era mucho máscompleja de lo que podría deducirse a la luz de las primeras interpre-taciones historiográficas, en las que se incidía de forma especial en elpeso del régimen señorial y en la imposibilidad del surgimiento deuna burguesía fuerte. Cuando menos, en el realengo, donde la pre-sión señorial ejercida por la corona era mucho menor que en la mayo-ría de los señoríos y donde, salvo excepciones, se daba un régimen depropiedad plena sobre la tierrá, el proceso de apropiación por partede los grupos privilegiadós del Antiguo Régimen, fue considerabletanto en la Huera de Valencia, como en estas áreas de regadío. Perocapas de la burguesía local y comarcal poseían la mayor parte dela supe^cie y percibían el mayor porcentaje de la tenta agtaria. Erantambién miembros de esta burguesía rural quienes constituían, almenos desde el siglo XVIII, la oligarquía local que controlaba los te-sortes políticos y económicos de la vida comunitaria.

La totalidad de los propietarios pertenecientes a la nobleza y alclero y la mayor parte de estos hacendados acomodados, tanto resi-dentes como no residentes, cedían las tierras para su cultivo mediantecontratos de atrendamiento a cono plazo, tanto a pequeños propieta-'riosque no obtenían ingresos suficientes de sus tierras, como a arren-datarios sin tierra propia. Desgraciadamente, al no venir consignadoen los Libro.r Padrone.r de Alzira y Castelló de la Ribera el régimen de ^tenencia con el nombre del cultivador, no ha sido posible reconstruirel cuadro general de la estructura de las explotaciones al tiempo queel de propiedad, pero a través del Repanimiento de! Equivalente deAlzira, correspondiente al año 1743, en el que los propietarios contri-buían con el 12 % de su renta líquida si cultivaban directamente sustierras o con el S°k (pagando el 4% restante al arrendatario) en el ca-so de tener sus tierras cedidas en arrendamiento, es como se lia podi-do comprobar la afirmación anterior'^.

19 A. M. Atzixn, Repartimiento Genera! de! Equivalente, año 1743, Hacienda,231/4.

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Hasta aquí los grupos sociales más poderosos, pero la parte másimportante de la pirámide social, desde una óptica cuantitativa, esta-ba integrada en estos dos municipios por un elevado número de pe-queños y muy pequeños propietarios, que difícilmente podían sub-sistir a base de su propia autoexplotación y a la de su familia; algunosde ellos, siempte que pudieran pagarlo, tomaban tierras en arrenda-miento, pero la mayor parte debían emplearse como jornaleros enotras explotaciones del propio término o de otros vecinos. Junto aellos coexistían medianos propietarios autosuficientes q ŭe cultivabansus tierras con ayuda del trabajo familiar y de algún jornalero, toman-do a veces tierras en arrendamiento. Por debajo, la gran masa dejornaleros sin tierra; según el censo de Floridablanca, en 1787, exis-tían en Alzira 543 (32 % de la población activa agrícola) y en Castellóde la Ribera 70 (13,8%). Las cifras, como es sabido, han de tomarsecon una cierta cautela en uno y otto caso, puesto que el Repartimien-

to de! Equivalente de Alzita para 1802 sólo registraba la existencia de341 jornaleros, pero aún en el caso de .que esta segunda cifra fuesemás exacta, el número sigue siendo importante.

En conclusión, nos encontramos ante una estructura social conevidentes contrastes, donde el proceso de diferenciación en el seno dela comunidad estaba muy avanzado y en la que, cuando menos aprincipios del siglo XIX, era patente la progresiva introducción delcapitalismo en el campo. No quiere decirse con ello que nos encon-ttemoŝ ante una sociedad plenamente capitalista, ni tampoco que ha-ya de considerarse el realengo como aislas de libertad^ dentro de uncontexto, el País Valenciano, en el que el señorío laico y eclesiásticotenían una gran extensión y.profundidad. Es evidente que nos encon-tramos en pleno régimen señorial y las zonas de realengo, a pesar depresentar un elemento diferenciador importante como era que la ma-yor parte de la tierra era poseída en régimen de propiedad plena, nopodían ser una excepción. Los mecanismos de exttacción de la renta(diezmo, tercio-diezmo, regalías, etc.) eran lógicamente feudalesy elmercado de la tierra ‚ambién encontraba importantes trabas, puesamortizaciones y vinculaciones hacían que una gran cantidad de tie-rras estuvieran al margen de los circuitos comerciales. No es fácil en-contrar fuentes con las que poder cuantificar este segundo aspecto tanimportante, pero en la única ocasión que ha sido posible, la conclu-sión no deja de sorprender: en Castelló de la Ribera, de las 711 Ha.poseídas por no tesidentes en 1800, 315 Ha. (e144%) se hallaban in-

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movilizadas, o lo que es lo mismo, casi la cuarta parte de) total muni-cipal de tierraŭ cultivadas estaban vinculadás o amortiiadas, estable-ciéndose además una clara correlación entre vinculación y amortiza-ción con propiedad foránea, mientras que la propiedad residente eracasi libre en su totalidad.

CUADRO 14, vINCULAC/ON Y AMORTIZACION EN CASTELLO DEDE LA RIBERA, l800.

Ha. % sobre total

Total de tierras poseídas por no resi-dentes 711,53 52,8

Total de tierras amortizadas 124,30 9,2Total de tierras vinculadas 191,06 14,2Total de tierras vinculadas y amortizadas 315,30 23,4

Fuente: A.M.C.R., Libro Padrón. 1800Elaboración propia.

Finalmente, una última conclusión que contrasta con la situaciónen la Huerta de Valencia, mientras allí se veía una marcada diferenciaentre campesinado y propietarios de la ciudad de Valencia, en estecaso, el peso de los propietarios residentes hace pensar en una estruc-tura social de la comunidad rural distinta, existiendo una mayor gra-do de diferenciación interna.

2. EI parcelario.

La estructura del parcelario presenta notables diferencias respectoa la Huerta de Valencia. Básicamente, el menor tamaño de las parce-las en el regadío es lo que mas contrasta, dado que a priori, si se tieneen cuenta que en las áreas de huerta el cultivo era mucho más intensi-vo y mayor la presión demográfica, debía suceder lo contrario. En Al-zira, por ejemplo, las 3.062 Ha. cultivadas se repartían en 4.144 par-celas; resulta, por tanto, una pazcela media de 0,73 Ha., algo que pue-de parecer extraño si se tiene en cuenta que la dimensión media al-canzaba en Valencia 1,14 Ha. No existía una relación especial entremayor y menor dimensión de la parcelá y la pertenencia a cualquiergrupo social; solamente en el caso de los pequeños propietarios se da-

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ban dimensiones algo inferiores, aunque ni siquiera en este caso pu-diera significarse claramente esta tendencia: Los medianos y grandespropietazios, salvo en 7 pazcelas dedicadas a cereal y secano con un ta-mañó ŭuperior a 10 Ha., teníán igualmente fragmentadas sus propie-dades'en multitud de parcelas. Tampoco existía, excepto en los casosmencionados de cereal y secano, una clara relación entre parcelación yaprovechamiento del terrazgo, dándose tamaños similares en los dis-tintos cultivos existentes en el área.

C) EL SECANO ^

1. La propiedad • del suelo

Las estructuras de propiedad del extenso municipio de Requena(más de 16.000 Ha. cultivadas en la época finál del Antiguo Régi-men), presentan unas características peculiares y lógicamente diferen-tes a las existentes en el regadío. Diferencias que vienen explicadas enbuena pazte por su propia localización geográfica que, como se verá,confirió a la villa de Requená un papel destacadísimo en el proceso deapropiación del suelo; por la excepcional importancia de los bienesde propios; por la manera en que se llevó a cabo el reparto de los mis-mos y por la existencia de la figura castellana del mayorazgo. Estostres elementos centrales, junto a otros factores igualmente relevantes,como la existencia de un gran número de tejedores, debido a la im-portancia de la industria de la seda en la villa, o las especiales ca-racterísticas edáficas, contribuyeron a conformaz durante la épocamoderna y buena parte del siglo XIX sus estructuras de propiedad yde las explotaciones. Sin embazgo, presenta también rasgos comunesal conjunto de las tierras realengas, tales como la presencia de acusa-dos contrastes internos y la concentración de tierras en manos de losestamentos privilegiados de la vieja sociedad y de ciertas capas de laburguesía local y fotánea.

Según el Libro Padrón de Riquexa de Requena correspondiénte alaño 1821, las 16.559 Ha. cultivadas se hallaban repartidas entre1.390 propietarios y distribuidas en 2.283 parcelas. EI cuadro revelauna estructura de propiedad con acusados contrastes.^Más de la mitadde los propietazios poseían, cada uno, menos de 2 Ha. y esto sólo re-presentaba el 3% de la superficie total; por contra, entre un reducido

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grupo de propietatios medianos y grandes ( 2%) acaparaban más del44 % de la tierra cultivada. Si ampliamos ambos extremos hasta lospropietarios con 5 Ha., pot una parte, y aquellos que posían más de50 Ha. , por otro, la polarización sería entonces mucho más acusada,quedando, sin embargo, un representativo grupo de medianos pro-pietarios situados entre las 5 y 50 Ha. (20,5 %) que tenían casi el 30%de la superficie.

El cuadro general de distribución.de la renta agraria pone en rela-ción el número de propietarios y/o cultivadores, con el producto ex-traído de las tierras, con lo cual se elimina la posibilidad de estarcomparando extensiones de muy distinto valor. Nuevamente, aun-que con ciertos matices derivados de la distribución de las tierras parasu cultivo en el régimen de arrendamiento, vuelven a aparecer extre-mos bien definidos: más de la mitad de propietarios y/o cultivadoresapenas si totalizan algo más del 5% de la renta obtenida de la tierradéducidas las cargas que pesaran sobre ellos), mientras que un 3,5%de individuos obtenían casi el 50%.

CUADRO 1S. ESTRUCTURA GENERAL DE LA PROPIEDAD EN RE-QUENA. 1821.

Propietarios SuperficieGrupos(en Ha.) Núm. % Total %

menos de 0,5 440 31,6 101,6 0,60,5-1 177 12,8 121,8 0,71-2 195 14,1 276,6 1,72-3 123 8,8 294,2 1,73-4 60 4;3 206,0 1,24-5 31 3,2 138,8 0,85-10 106 7,6 731,1 4,5

10 -30 134 9,6 2.257,6 13,630 -50 • 46 3,3 1.820,5 11,050 -100 48 3,4 3.274,8 19,8

100 -200 22 1,6 3.151,7 19,1200 -500 6 0,4 1.855,8 11,2más de 500 3 0,2 2.328,8 14,1

TOTAL 1.390 100,0 16.559,3 100,0

Fuente: A. M. Requena, Libm Padrón de Riqueza, 1821.Elaboración propia.

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CUADRO 16. ESTRUCTURA GENERAL DE LA RENTA AGRAR/A ENREQUENA. ]821.

Propietarios RentaGrupos

(en libras) Núm. % Libras %

menos de 3 359 22,5 479,4 0,63-6 225 14,1 969,7 1,26-15 312 19,6 3.024,6 3,615-35 276 17,3 6.508,1 7,8

35-75 208 13,1 11.169,7 13,5

75-150 117 7,3 11.621,1 14,0

150-300 42 2,6 8.690,8 10,5

300-500 28 1,8 10.547,3 t2,7

500-1.000 17 1,1 10.798,8 13,0más de 1.000 9 0,6 19.124,8 23,1

TOTAL t.592 ^ 100,0 82.934,3 100,0

Fuente: A. M. Requena, Lrbro Padrón de Riqueza, 1821.Elaboración propia.

En resumen, pues, la estructura de la propiedad en Requena a fi-nes del Antiguo Régimen viene definida por un grado de concentra-ción bastante considerable, tanto de tierras en pocas manos, como depropietarios en pocas tierras. Sin embargo, el reparto del suelo nopresenta, en nuestra opinión, una estructura que pudiera equipararsea la dualidad latifundio-minifundio, existente en Andalucía, Extre-madura o Castilla la Nueva en este período. Quizá pudiera ser equi-parable en los casos de la propiedad minifundista y de la pequeñapropiedad, pero en cambio, no puede hablarse de la existencia de la-tifundios más que en casos excepcionales: sólo dos propietarios, D.Juan Henríquez de Navarra (896 Ha.) y la condesa de Torrellano (855Ha. ) podrían considerarse como verdaderos latifundistas. Lo que exis-tía, en cambio, era un gran número de medianos y, en menor grado,grándes propietarios, en su mayor parte residentes en la propiál villa oen las aldeas del término, que constituían el grupo más representati-vo del conjunto. La existencia, además, de la figura del mayorazgovinculado, incompatible por tanto con las enajenaciones menores,había conferido a la gran propiedad una estabilidad, tal y como seobserva comparando los apellidos de los propietarios más importan-tes en 1821 con los de 1752, según los datos proporcionados por el

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Cata.rtro de Enrenada20. La pequeña y, especialmente, la medianapropiedad, se fue conformando también durante toda la épóca mo- .derna, aunque, como se verá, la política desaznortizadora de CazlosIII, dutante el último tetcio el siglo XVIII, tendtía una especial inci-dencia.

Finalmente, el peso de la propia villa y sus aldeas eta muy consi-derable a la hora de establecer el domicilio de los propietarios: sólo el7,4% del total eran forasceros cuyas propiedades en conjunto supo-nían el 23,4% de la supetficie, lo que indica la gran impottancia dela propiedad residente.

Se ha visto el cuadro general de la propiedad y la renta, pero,^quiéiles eran los propietarios?, ^a qué estamento; grupo o categoríasocial pertenecían? En definitiva, ^cuál era el reparto social de la pro-piedad? EI tema es de gran interés en este caso, por cuanto a pesar deser un realengo, las cazacterísticas de un municipio en el que los bie-nes de ptopios habían tenido y tenían una extraotdinazia importan-cia, había dado lugar a un reparto de la propiedad diferente, en par-te, a la de los realengos estudiados, o a la que pudiera existir en lamayor parte de las tierras de dominio del monazca en el resto de Cas-tilla, como tendremos ocasión de comprobaz.

En conjunto, el raparto del suelo estaba distribuido tal y como seespecifica en el cuadro 17. A1 tratarse, salvo alguna excepción, de tie-rtas puestas en cultivo, el cuadro correspondiente al producto obteni-do por cada grupo social no presenta grandes alteraciones si se com-paza con el de propiedad; solamente en el caso del campesinado hayque señalaz que el aumento del porcentaje de la renta es debido aque en este segundo cuadro se les ha agregado el producto de las tie-rras en azrendamiento. _

Entre los 6 propietarios pertenecientes a la nobleza se encontra-ban los tres mayores hacendados. EI primero, D. Juan Henríquez deNavazra, perteneciente a la nobleza, era propietazio, en 1821, de798,5 Ha. de secano dedicadas al cereal, 58 Ha. de tierra regable,34,5 Ha. de huerta y de 5 Ha. de viña, arrendada en su totalidad, ex-cepto la viña, a diferentes ^ colonos; poseía además una bodega, dosttullos que alquilaba a otros cosecheros de viña y dos molinos hatine-ros. Todo ello le suponía una renta líquida de 4.784 libras anualés. Elsegundo mayor hacendado del término, en este caso forastero, era la

20 A. M. ReQueNn, Cata.rtro de! Marquér de la^n.renada, 1752, Libro Primero.

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CUADRO 17. DISTRIBUCION DE LA PROPIEDAD EN REQUENA PORGRUPOS SOCIALES. 1821.

Extensión Propie- Propiedad(Ha.) % tarios % media

Nobleza 2.422,7 14,6 6 0,4 403,7Clero 689,1 4,2 10 0,7 109,2Clases urbanas 8.168,5 49,3 149 10,7 54,8Campesinado 5.012,5 30,3 1.225 88,1 4,1Propios 2G6,6 1,6 1 0,1 226,6

1G.559,G 100,0 1.391 100,0 11,9

Fuente: A. M. Requena, Libro Padrón de Riqueza, 1821. Elaboración propia.

condesa de Torrellano, propietaria de 885 Ha., todas dadas en arren-damiento, cuyo producto le suponía 1.139 libras anuales. EI terceropertenecía igualmente a la nobleza: D. Antonio Tenreiro, marquésde Montenegro, propietario de 576 Ha., 166 de ellas incultas, unabodega y 1.645 libras de renta. Los tres títulos restantes, el conde deCirat (80 Ha.), el conde de Ibangrande (12 Ha.) y la duquesa de Be-navent (1,7 Ha.), los tres forasteros, apenas si tenían importancia.

Las ptopiedades rústicas pertenecientes a mano.r muertar, no pue-de decirse que tuvieran una gran relevancia: en total, 689 Ha., quesupoían algo más del 4% de la superficie cultivada. Sólo las 318 Ha.de la comunidad de monjas Agustinas Recoletas del Convento deCarmelitas Calzadas, destacaban entre las propiedades del clero. Pro-piedades que durante el trienio habían de ser desamortizadas, pasan-do al Crédito Público.

Por lo que respecta a la burguesía, dos cacegorías integraban bási-c^rrlente este grupo social: el pátriciado urbano, compuesto por ren-tistas, comerciantes de seda y profesiones liberales, y la burguesía tu-ral con tesidencia en las ptopias aldeas. Entre los hacendados foraste-ros, residentes en su mayoría en Valencia, aunque casi todos origina-rios de Requena, como puede comprobarse por sus apellidos, sola-mente cinco tenían propiedades comprendidas entre las 100 y 300Ha. La mayor parte de sus tierras, dedicadas al cereal, eran cedidas enattendamiento, dejando sólo para su cultivo las pequeñas supe^ciesdedicadas a la viña. Unicamente puede señalarse como excepción elcaso de D. Fedro José de Cros, comerciante de seda y propietario de

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179 Ha., de las que 12,5 Ha. dedicaba ya a la vid mediante el cultivodirecto con jornaleros.

CUADRO 18. DISTRIBUCION DE LA RENTA AGRARIA POR GRUPOSSOCIALES.

Renta

Núm.propie-

tarios y/o(en arrenda- Renta

libras) % tarios % media

Nobleza 8.333,6 10,1 6 0,4 1.389,6Clero 5.506,8 6,7 10 0,6 'S50,6Clases urbanas 36.842,3 44,4 149 9,4 247,2Campesinado 32.105,5 38,6 1.429 89,5 22,5Propios 142,1 0,2 1 0,1 142,1

TOTAL 82.934,3 100,0 1.593 100,0 52,0

Entre los residentes en la villa, más que hablar de propietarios,cabría incluso hablar de familias: los Penén, Henríquez, Honrubia,Itanzo, Herrero, Checa, Cros, Mansalve, Moral y Montes, eran lasgrandes familias que, constituyendo una especie de oligarquíá local,tradicionalmente venían acaparando buena parte de las tierras, aun-que no fuese en unidades de gran extensión que hagan pensar en lati-fundios, al tiempo que ejercían el control sobre el gobierno de la ciu-dad, ocupando los cargos públicos. A escala más reducida, el esque-ma vuelve a reproducirse en la mayor parte de las aldeas existentes enel término: en Derramador, Albosa, Casas de Lázaro, Pedrones,Campo Arcís, el Rebollar... aparecen una o dos familias que, casisiémpre suelen ser los mayores propietarios y que además no cultiva-ban sus tierras, sino que las arrendaban a otros colonos. .

Como característica común a todos los grupos sociales hasta ahoradescritos, hay que mencionar una gran estabilidad que, en buenaparte, venía dada por la existencia del mayorazgo vinculado. Si sé re-pasa el Catastro de Ensenada, puede comprobatse que los mayorespropietarios son los antecesores de Henríquez, condesa de Torrellanoy Tenreiro; el clero tampoco presenta apenas diferencias y las mismasfamilias de rentistas y comerciantes que se encuentran en 1821, ya es-

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taban entre los mayores propietarios y controlaban el poder munici-pal. En suma, la propiedad agraria no había experimentado apenasvariación alguna entre estos grupos durante toda la segunda mitaddel siglo XVIII y primer tercio del siglo XIX.

N.° Propiet.rlo. a.pertrei. poeerd. t e 2 t

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s 1010.. 30 s0, 100 200 > s00

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Fig. 6. Propiedad y explotación en Requena. 1821.•11 Estructura de la propiedad.2) Estructura de las explotaciones.

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RELACION DE PROPIETARIOS QUE EN t 82t SUPERABAN LAS 100 HA.

Propietarios Residencia Ha.Renta(libras)

D. Juan Henríqurc Requena 896,8 4.784Condesa de Torrellano Elx 855,2 1.139D. Antonio Tenreiro (foráneo) 576,7 1.645D. José de la Cárcel Requena 487,2 2.600José Pedrón Los Pedrones(Requena) 440,4 226D. Andrés Ferrer Requena 323,5 2.773Monjas Agustinas Requena 318,0 1.751D. José Ruiz Ramírez (foráneo) 288,6 1.703Propios de la villa Requena ^ 266,6 133D. Francisco Ramón (foráneo) 218,7 775D' Anselma Penén Requena 197,2 666D. Francisco Portillo (foráneo) 185,2 764D. Pedro José de Cros Requena 179,4 131D. Ginés Moral Requena 168,5 418D. Dionisio Henríquez Nogueras (Requena) 167,0 494D' María Pardo Campo Arcís (Requena) 160,5 156D. José A. Henríquez (foráneo) 158,2 372D. Vicente Pedrón Casas Lázaro (Requena) 154,5 492D. Martín Iranzo Requena 135,0 444D° Catalina Ruiz (foránea) 143,9 775D.José Royo Requena 140,0 1.328D. Jaime Ramítez Requená 130,0 632D. Miguel Gallego Requena 127,G 560D. Pedro Sánchez Requena 125,3 562D. M. López Fuenterrobles 125,0 264Convento Carmelicas Requena 123,0 1.399D. Antonio Pedrbn Nogueras (Requena) 123,0 314D.Juan Penén Nogueras (Requena) 117,0 579D. Antonio Ejarque Nogueras (Requena) 102,5 282D. Tomás Pedrón Nógueras,(Requena) 102,3 266D. Benito Pedrón Nogueras (Requena) 102,0 173

Euente: A. M. •Requena, Lt'b^n Padrón de Rrqueza, 1821.Elaboracibn propia.

Para hablar del campesinado hay que introducir en primer lugaruna idea que muchas veces se ha dicho ya y que en este caso cabe ple-namente: la complejidad existente entre las distintas capas impidehablar propiamente de un campesino como tal; en todo caso, más

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ptopio sería hablat de distintas categorías y no siempre con interesesconvergentes.

La gradación venía dada por las diferencias habidas en la dimen-sión de sus propiedades, apreciándose con nitidez dos categorías dife-rentes: por una pazte, una gran masa de campesinos-jornaleros, pro-pietazios de una o dos parcelas de viña y una reducida extensión dehuetta, todo lo cual suponía supe^cies inferiores a una hectátea, ypor otra, un grupo muy definido de campesinos acomodados, conpropiedades que oscilaban entre las 10 y las 100 Ha. en cultivo direc-to y dedicadas generalmente al cereal. Lo curioso es que este contrasteexistente en la comunidad campesina venía dado por la oposiciónvilla-aldeas, dado que el grupo de jornaleros-minifundistas eran casien su totalidad residentes en Requena, mientras que los campesinosacomodados la hacían invariablemente en las aldeas.

^Cuáles fueron los mecanismos que hicieron posible esta diferen-ciación social interna? Piqueras Haba nos ha explicado la trascenden-cia que en la génesis de la propiedad minifundista tuvo, en el muni-cipio en Requena, el repazto de tierras de propios realizado por elAyuntamiento a raíz de la promulgación de la Ley de 1768, con elobjeto de ocupaz un buen número de trabajadores de la industria se-dera que en estos momentos se hallaba eñ crisis. El propio autor, se-ñala que en un primer momento el Ayuntamiento se reservaba lapropiedad de las pazcelas que, en lotes de una a tres hectáreas, cedíaen azrendamiento; procedía además a la redistribución anual de lasmismas, hasta que en 17761os azrendatatios consiguieron el azrenda-miento vitalicio21. Sin embargo, existen razones paza pensaz que es-tos tepaztos de tierras de propios beneficiazon mucho más a los cam-pesinos acomodados de las aldeas e incluso a los grandes propietazios,que a aquellos otros poseedores de pequeñas extensiones no superio- .res a las 0,5 Ha. De ser así, los repaztos de tierras de propios seríanmás bien la causa de la consolidación de esa capa de campesinos aco-modados a que se ha hecho referencia.

21 PiQuFJtns Hnan, J., :Propiedad agraria y cultivos en Requcna (Valencia)D, Cua-dernoJ de Geogsafra, núm. 19, Departamento de Geografía, Universidad de Valencia,197ó, pp. 27-29. Véase también, del mismo autor, la vid y e! vino en e! Paú [/alencia-no, Institución Alfonso cl Magnánimo, Diputación Provincial, Valencia, 1981.

G3

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El primet argumento lo ptoporciona el Cata.rtro de En.cenada de1752, cuando al relacionar las dehesas existentes en el término, indicasi éstas eran todavía bienes de propios o si, por el contrario, pertene-cían a individuos particulares. La relación de forma resumida, indicala existencia de las siguientes dehesas:

= 1.180 almudes, de los cuales 340 eran incultos, propiot delcomún y 840 propio.c de vecinos particulare.r, de ellos 170 se hallabanen cultivo y el resto incultós para pastos.

- 700 almudes en San Antonio, incultos.- 3.000 almudes en Campo Arcís, po.reídor por vecino.r particu-

lare.r.- 2.200 almudes en Campo .Arcís, incúltos.- 700 almudes en Cañada Tolluda, propia.r de vecino.r particu-

lare.r.- 600 almudes en Hortunas, propia.r de vecino.r.- 2.400 almudes en Hoya de Carrasca, de v'ecino.r particularer.- 1.500 almudes en EI Saladar, propia.r de vecino.r particulare,r,

que ya tienen dadas en stls respectivas relaciones.- 2.500 almudes en Realeme, propiar de vecino.r.- 1.790 almudes en Albosa. La villa arrendaba los pastos, pero

en virtud de teal provisión percibía sus productos el convento delCarmen.

- 695 almudes en Almadeque, propios del convento de NuestraSeñora del Carmenzz.

En total 17.315 almudes (5.532 Ha.) cultivados o incultos, quehabían pertenecido a los ptopios de la villa, aunque en su mayor par-te eran ya de propiedad particular a mediados del siglo XVIII, antesde iniciarse por tanto la política de repartos. A estas tierras habían te-^nido acceso tanto los grandes propietarios de Requena, como los éam-pesinos más acomodados de las distintas aldeas. Con todo, todavíaexistían hacia 1770 considerables extensiones de tietta de ptopios23,pero los destinatarios de las mismas, tras iniciatse los repattos en1768, no habríande ser desposeídos obreros de la industtia sedera, si-no los campesinos que disponían de medios de producción suficien-

zz A. M. de REQuENn, Cata.rhn de! MarquéJ de !a Entenada, 1752, Libro Primero.

23 El mismo PiQuERns Hnsn, J. =Propiedad agraria...= Op. Cit., pág. 28, citando a

BERNABE LGPEZ, da una detallada relación de tiertas concejiles repartidas desde 1768.

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tes para poner en cultivo los lotes entregados. Lotes que, según la in- .formación contenida en los Libro.r de Propio.r y Arbitrio.r de Requena,llegaban a tener a veces extensiones de 5 Ha. e incluso más.

Un segundo argumento viene avalado por la forma como se llevóa cabo el reparto de la tierra^ de propios. Se inició a la luz de la realprovisión de 11 de abril de 1768 con un doble objetivo: auno, que noqueden tierras algunas sin repartit; y otro, que se extienda el repartoa los más vecinos posibles. (...) El fin principal a que termina la pro-videncia del repartimiento de tierras es el común beneficio, el fomen-to de la agricultura y suplir a los senareros y braceros industtiosos lafalta de terreno propio de cultivar (...). Siempre serán.preferidos losque carecen de tierras propias o arrendada.^, como más necesitados y aquienes se va a fomentarn24. Sin embargo, en otra real provisión fe-chada el 26 de mayo de 1770, Carlos III y el Consejo Real decidieron:«1) Derogar aquellas reales provisiones. 2) Declarar subsistentes, sinembargo, los arrendamientos concertados en virtud de aquellas siem-pte que las tierras se mantengan cultivadas y el pago de las rentas delarrendamiento esté al corriente. 3) Que quienes dejen de cultivar lassuettes que se les hubiese entregado o dejen de pagar el precio delarrendamiento por un año, pierdan la suerte, que será incluida en ul-teriores tepartos. 4) Que las tierras a repartir en adelante (esto es, lasaún no repartidas, o las repartidas y recuperadas por reversión en vir-tud de la cláusula penal) se entreguen en primer lugar a los labrado-rer de una, dor y tre.r yunta.c; en .regundo a lo.r bracero.r, jornalero.r o

.renarero.r; si hecho el reparto sobraren tierras, se haría otro u otros, y

si aún entonces quedaren tierras sobrantes .re repartirían a lo.r quetengan má.r parea de labor, con proporión a lo que nece.riten y pue-dan cultivar; y no nece.ritándola.c, .re .racarán a.ruba.rta, y.re admitiránfora.rtero.ryzs.

Con ello, teniendo en cuenta que casi la totalidad de los, repartosse hicieron en Requena después de 1770, se impidió, en primer lugarel acceso de jornaleros a la tierra, al menos en número cónsiderable;aquellos que lo hubiesen conseguido o lo hicieran en el fututo, se ve-rían prácticamente imposibilitados de ^onet en cultido las tierras entregadas, por no disponer de capital y medios de ptoducción propios,

z4 CitadO pOr TOMÁS Y VALIENTE, F., F1 marco político de la de.ramostización en Et-

paña, Bazcelona, Ariel, 1971, pág. 33.z5 TOMÁS Y VALIENTE, F., Op. cir., pp. 34-35.

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con lo cual habtían de perdetlas en muchos casos. En definitiva, lareal provisibn de 1770 ^favorecFa claramente a!a plutocracia local, queae beneficiaba de eto.r reparto.r de tierra.r en bate preci.ramente a.ru ca-pacidad económica para ponerla.r en cultivo. Se producía a.rí, no unreparto de tierra.r en favor de! proletariado rural, .rino una acumula-ción de tierra.r en poder de !a oligarquút municipal.^26, de la^ burgue-sía rural y de esa capa de campesinos, de una, dos o tres yuncas, resi-dentes en las propias aldeas. Bernal27 y López Ontiverosz8 también setefieren a procesos de privatización similares en distintos pueblos deAndalucía.

La existencia en 1821 de más de 500 propietarios (más del 48%del total) con supe^cies inferiores a una hectárea, más bien esta enrelación con la puesta en práctica por parte de los propietarios rencis-tas, de un contrato especial para la plantación del viñedo. Lo de-muestra el hecho de que casi la totalidad de estas pequeñísimas ex-tensiones fueran dedicadas al cultivo de la vid. En virtud de dichocontrato, que posteriormente habría de generalizarse y aparecería enel Registro de la Propiedad bajo la denominación de «Cesión porplantación de viña^, el dueño de un terreno lo cedía a uno o vazios in-dividuos, con la obligación de que estos lo plantasen.de viña dentrode un plazo mazcado, a cuya conclusión se dividíá la propiedad del

' terteno entre el cesionario y el cedente en la proporción estimada, ge-neralmente por mitad, aunque, cuando los terrenos eran de inferiorcalidad, el plantador podía percibir dos terceras o tres quintas paztesy el dueño primitivo las restantes29. Mediante este sistema, no se ha-cía en realidad más que solucionar a los gtandes propietarios el pro-blema del pago de la puesta en valor, al tratazse, en su mayor parte,de hacendados que disp.onían de tierra, pero no de capital suficientepara eliminaz las costras calizas que impedían que sus tierras fueran

Z^TOMAS Y VALIENTE, Op. Clt., pág. 35.

Z^ BERNAL. A. M., Ia prnpiedad de !a tierra y!ar luchar agrasia.r andaluzar, Barce-lona, Ariel, 1974, pp. 59 y ss.

^e LoPEZ ONT^v^tos, A., :La ptopiedad de la tierta Bética en el ttánsito del Anti-guo al Nuevo Régimens, coloquio sobre la prnpiedad ríutica en Erparia y ru influenciaen !a organización de! erpacio, Alicante, Depanamento de Geografía, 1981.

Z`^ DIRECCION GENERAL DE LOS REGISTROS CIVIL Y DE LA PROPIEDAD Y DEL NOTARIO. MC-moñar y Ertador formador porlor regirtradorer de !a propiedad en cumplimiento de !oprevenido en e! Rea! Decreto de 31 Agorto de 1886, Madrid, 1889. (Resúmen corres-pondiente a la provincia de Valencia), pp. 67-68; RQueRns HAaA. J., Iv vid y e!vino..., Op. Cit.

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realmente productivas. Peto al mismo tiempo, por el único precio desu trabajo, una multitud de braceros y tejedores de la villa habían pa-sado a convertirse en propietarios de la mitad de la tierra transforma-da con sus manos. Este sistema no hizo más que iniciar lo que poste-riormente, coincidiendo con la crisis de la industria sedera hacia1854, habría de ser la fórmula generalizada para transformar extensassuperficies de cereales o incultos en viñedos.

2. E1 parcelario.

Decir que en 1821 las 16.559 Ha. cultivadas en Requena, se re-partían en 2.283 parcelas, difícilmente ayudará al conocimiento de laverdadera distribución de la tierra en parcelas y de su tamaño, dadoque las 7,2 Ha. que se corresponderían con la dimensión media indi-can muy poco. El cuadro general de parcelación pone de reliéve lagran diversidad existente en relación directa con el desigual repartode la propiedad y con el aprovechamiento del terrazgo. Mientras queel 58% de las parcelas eran inferiores a una hectárea, y no reuníanmás que el 3,6% de la superficie total, en el extremo opuesto, el 3%de las parcelas superiores a las 50 Ha. englobaban más del 52 % de lamisma.

Si se atiende a los distintos aprovechamientos del terrazgo es co-mo únicamente pueden entenderse los contrastes en el número y ta-maño de las parcelas. En las tierras de labor era donde se encontrabanlas de mayor dimensión; entre las 65 parcelas superiores a las 50 Há.,que no suponían más que el 0,2% del total, reunían una superficiede 7.644 Ha., más del 80% de la tierra cultivada en el término. En laviña, donde el valor de la parcela media era de 0,7 Ha., se aprecia elfenómeno contrario: la existencia de un elevadísimo número de par-celas (más de la mitad del total municipal), la mayor parte con tama-ños infetiores a la hectárea. EI avasallador fenómeno viticultor, pro-ducido en la segunda mitad del siglo XIX, habría de alterar sensible-ménte las extensiones de las parcelas en este cultivo, una distribuciónalgo similar, aunque con un tamaño medio por parcela superior (2Ha.), se daba en las tierras de regadío que constituían los ruedos del

, pueblo, dedicadas al cultivo del azafrán y la huerta.

Una estructura del patcelario que apatecía íntimamente relacio-nada con el repatto social de la propiedad anteriormente expuesto,

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CUADRO 2U. DIS7R/BUClON DE CULTIVOS POR GRUPOS SOC/ALES.

Regadío Secano Viña Inculto Total

Nobleza 174,1 2.072,1 10,0 166,6 2.422,8Clero 201,8 478,3 8,9 - 689,0C. Urbanas 468,9 7.036,3 241,7 421,6 8.168,5Campesinado 255,1 3.806,5 648,6 299,4 5.012,5Propios - 266,6 - - 266,G

TOTAL 1.102,9 13.639,9 909,2 887,6 16.559,4

Fuente: A.M. Requena, Lrbro Padrón de Riqueza. 1821.Elaboración propia.

debido a que eran precisamente las grandes parcelas de tierras de la-bor las que constituían las grandes y medianas propiedades de los es-tamentos privilegiados, de la burguesía y de un sector de campesinosacomodados, mientras que las pequeñas parcelas de viña y de huertacorrespondían al numeroso grupo de jornaleros-propietarios. En con-clusión, la conjunción de distintos elementos ya presentados anterior-mente, habían hecho posible la existencia de unos mecanismos de•apropiación del suelo a lo largo de la edad moderna, que habían con-formado a fines del Antiguo Régimen .un reparto social de la propie-dad, un aprovechamiento del terrazgo y una estructura del parcelariocon los lógicos contrastes derivados de la oposición, mediana y granpropiedad/propiedad minifundista.

3. La explotación de la tierra.

Al indicarse en el Libro Padrón de Riqueza, no sólo el nombre delos propietarios, sino el de cada uno de los cultivadores, se ha podidoreconstruir, como ya ocurriera en el caso de Alboraia, el cuadro gene-ral de las explotaciones, en el que de nuevo aparece una clara di^ocia-ción entre propiedad y explotación de la tierra. En síntesis, •las carac-terísticas básicas que definían el cultivo de la tierra según el régimende tenencia eran las siguientes: a) la concentración de buena parte dela supe^cie cultivada en las explotaciones superiores a las 30 Ha., b)los propietarios pertenecientes a la nobleza y al clero, cedían sistemá-ticamente sus tierras a diferentes colonos en régimen de arrenda-miento; la burguesía atrendaba también sus tierras, cultivando direc-

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CUADRO 21. ESTRUCTURA GENERAL DE LAS EXPLOTACIONES EN

Nobleza Clero Clases

Cultivádores Superficie Cultivadores Superficie Cultivadores

Núm. % Total % Núm. °rú Total °.ú Núm. %

Menos de 0,5 - - - - 1 50,0 0,07 0,4 13 15,00,5- 1 - - - - - - - - 12 13,81- 2 1 100,0 1,25 100,0 - - - - 9 10,32 - 3 - - - - - - - - 5 5,83 - 4 - - - - - - - - 8 9,14 - 5 - - - - - - - - 5 5,75 - 10 - - - - - - - - 4 4,510 - 30 - •- - - 1 50,0 16,G 9G,4 9 10,330 - 50 - - - - - - - - 10 11,G50 •100 - - - -. - - - - 7 8,1

100 -200 - - - - - - - - 5 5,8

TOTAL 1 100,0 1,25 100,0 2 100,0 16,7 100,0 87 100,0

Fuente: A. M. Requena, Libro Padrón de Rioueza, 1821.Elaboración propia.

tamente algo menos de la cuarta párte, c) era el campesinado quiencultivaba casi la totalidad de las tierras del término y d) la existenciade una clara diferenciación entre las diversas capas del campesinado,según el tamaño de sus explotaciones.

El cuadro muestra la concentración de la tierra cultivada en las explo-taciones d,e mayor tamaño. En efecto, el 88% de la superficie se re-partía entre la cuarta parte del total de las explotaciones; por el con-trario, entre las tres cuartas partes restantes no cultivaban más que el12 % del terrazgo.

La nobleza y el clero adoptaban un comportamiento absentista,lógico por una parte, si se ciene en cuenta el período y el estamentoprivilegiado al que pertenecían. De las 2.945 Ha. que poseían, sólocultivaban ditectaménte 18 Ha., mientras que daban en arriendo elresto. La burguesía arrendaba la mayor parte de sus tiertas de labor,dejando genetalmente para su cultivo directo, mediante jornaleros,las tierras de viña y huerta: de las 7.699, 5 Ha. que poseían, tenían ce-didas en arrendamiento 5.804,8 Ha. Sólo un reducido grupo de ha-cendados, generalmente con residencia en alguna aldea, cultivaba di-rectamente sus tierras en explotaciones que, en cotrespondencia con

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2EQUENA, 1821.

urbanas Campesinado Total

Superficie ' Cultivadores Superficie Cultivadores Superficie

Total % Núm. % Total % Núm. % Total %

3,2 0,2 442 0,8 109,8 31,1 457 30,2 114,4 0,77,7 0,4 175 0,9 122,7 12,3 187 12,4 130,4 0,8

12,9 0,7 171 1,7 244,1 12,1 180 12,1 257,1 1,G11,3 O,G 102 1,7 247,8 7,2 107 7,2 259,2 1,627,3 1,5 52 1,3 179,2 3,7 GO 3,9 20G,5 1,321,6 1,1 36 1,2 1G2,3 2,G 41 2,7 183,9 1,226,8 1, 98 5,2 725,1 7,0 102 6,7 751,3 4,7

1G3,8 8,G 1G7 22,2 3.116,7 11,7 177 11,7 3.297,2 20,7381,4 20,2 9G 2G,8 3.755,1 G,7 10G 7,0 4.136,4 26,0542,8 28,G 78 36,5 5.098,0 S,5 85 S,G 5.G50,6 35,5696,2 36,7 2• 1,7 240,4 0,1 7 0,5 936,7 5,9

t.894,7 100,0 1.419 100,0 14.001,2 100,0 1.509 100,0 15.923,7 100,0

el tamaño de sus propiédades, estaban comprendidas entre las 50 ylas 200 Ha.

Entre los sectores pertenecientes al campesinado cultivaban másde 15.000 Ha. de las que 9.000 Ha. eran tierras que Ilevaban enarrendamiento, siendo el resto de su propiedad. También en la es-tructura de las explotaciones puede apreciatse una marcada gradaciónentre las distintas categorías del campesinado:

a) El grupo más numeroso estaba integrado por jornaleros con osin tietra. Del total de 1.419 cultivadotes, 442 (31 %) tenían explota-ciones inferiores a 0,5 Ha., ampliándose hasta 890 (62,7%) si se tu-viera en cuenta los de menos de 3 Ha. Entre todos no cultivaban másque el 5% de la tierra. De los jornaleros sin tierra no da noticia algu-na el Libro Padtón, aunque a tenor de los 817 que registtaba para1787 el Censo de Floridablanca30, cabe pensar que existía una ciframuy elevada. Llama la atención el hecho de que casi la totalidad eranresidentes en la villa, ofreciendo así un claro contraste respecto a losresidentes en las aldeas. En conjunto, constituían el escalón más bajo

;oGs>EU.b TRnv^rt, j.E., Op. cic., Pág. 441.

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de la pirámide, teniendo forzosamente que emplearse, tanto si culti-vaban tierras como si no, como jornaleros en otras explotaciones, ex-cepción hecha de aquellos que a la vez que trabajaban estas pequeñassuperficies, eran a un tiempo tejedores en la industria sedera en la villa.

b) Seguían un segundo grupo de campesinos médios, con explo-taciones comprendidas entre las 5 y las 30 Ha. Lo que integraban tan-to reside_ites en la villa como en las aldeas y no puede decirse que dis-frutasen de una situación holgada, si se tiene en cuenta que casi todaslas tierras eran de secano y dedicadas al cereal, con lo que habían dedejar en barbecho la mitad de la superficie.

c) Situación más holgada disfrutaban aquellos que cultivaban ex-plotaciones de dimensiones superiores. Entre 176 individuos con su-perficies mayores de 30 Ha. reunían un total de 12.219 (más de187 %del total). En esta categoría se incluían tanto los propietarios acomo-dados que se cultivaban sus tierras, como los arrendatarios a veces sintierra propia o con muy poca. Estos arrendatarios o renteros (labrado-res se llamaban en otras zonas de Castilla) constituían la base funda-mental dentro del esquema general de explotación de la tierra en Re-quena; residían en las propias ca.ra.c de labor, diseminadas por el tér-mino, que habían tomado en arriendo estableciendo con los propie-tarios unos tipos de contrato de características similares a las de Cuen-ca o La Mancha: contratos verbales, generalmente con una duraciónde varios años, aunque podía dŭrar uno solo -de recolección arecolección-, en los que se obligaba a entregar una parte proporcio-nal de la cosecha que variaba desde 1/4 a 1/8 del total recolectado; alrentero correspondían los gastos de cultivo y contratación de mano deobra asalariada, en caso de ser necesario. Teniendo en cuenta los ta-maños de las explotaciones de este grupo -solamente 14 superaban las100 Ha., aunque no sobrepasaban las 200- no pueden, ni muchomenos, compararse con los grandes arrendatarios de La Mancha o An-dalucía. Más bien se trataban de colonos que disfrutaban de una si-tuación económica más hogada que la mayor parte de los campesinosdel término, como lo demuestra que dispusieran de animales de la-branza y aperos propios y de la acumulación de dinero suficiente co-mo para pagar el precio del arrendamiento y jornales, pero sin llegara constituir una verdadera clase de arrendatarios totalmente consoli-

dada y en ascenso.

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CUADRO 22. REGIMEN DE TENENCIA DE LA TIERRA CULT/VADA

Superficie en propiedad SuperficieSuperficie

Total(Ha.)

Cultivadadirectam. Cedida

tomadaen arren-damiento

totalexplo-

tada

Nobleza 2.256,1 1,25 2.254,8 1,25Clero 689,1 16,6 672,4 16,6C. Urbanas 7.699,5 1.894,7 5.804,8 1.894,7Propios de la Villa 266,6 - 266,6 -Campesinado residen-

te en la villa 1.895,7 1.895,7 - 1.564,4 3.460,1Campesinado residen- ^

te en las aldeas 3.1.16,7 3.116,7 - 7.434,4 10.551,1

TOTAL 15.923,7 6.925,1 8.998,8 8.998,8 15.923,7

Fuente: A. M. Requena, Libro Padrón de Riqueza. 1821.Elaboración propia.

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