prologo felicidad erotismo y literatura

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PRÓLOGO La lucidez y el deslumbramiento La obra de Georges Bataille tiene una inusitada coherencia. Los mismos motivos que animaban sus textos de los años '30 parecen resurgir en los últimos escritos, aunque con diferente intensidad, nuevas premisas. El erotismo, la risa, el sacrificio, el gasto, la pérdida, la ausencia de Dios ... ¿Cómo pensar en lo que esas palabras señalarían pero sobre lo cual no dicen nada? Sin embargo, antes que al pensamiento, son términos que aluden a una experiencia. Eso es lo imposible de pensar, lo imposible de escribir. En ese punto en donde el pensamiento encuentra su límite, empieza Baraille: una experiencia. Los ensayos de este libro en particular fueron tomados de los tomos XI y XII de las Oeuvres completes de Bataille. Original- mente publicados en distintas revistas, nunca se incluyeron en los libros que por esos años (1944-1961) compusiera el autor. En ellos pueden hallarse vías de acceso paralelas a los caminos de sus más célebres volúmenes. Algunos pasajes de la Summa ateológica, de La literatura y el de El erotismo, de La parte maldita, entre otros, se ven iluminados, ejemplificados, profundizados o circunscriptos por los ensayos que aquí se leerán. Incluso ciertos motivos que Bataille planeaba tratar en sus proyectos más ambi- ciosos, como la "soberanía" o la "pura felicidad", encuentran aquí algunos de sus desarrollos fundamentales. 7

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  • PRLOGO La lucidez y el deslumbramiento

    La obra de Georges Bataille tiene una inusitada coherencia. Los mismos motivos que animaban sus textos de los aos '30 parecen resurgir en los ltimos escritos, aunque con diferente intensidad, nuevas premisas. El erotismo, la risa, el sacrificio, el gasto, la prdida, la ausencia de Dios ... Cmo pensar en lo que esas palabras sealaran pero sobre lo cual no dicen nada? Sin embargo, antes que al pensamiento, son trminos que aluden a una experiencia. Eso es lo imposible de pensar, lo imposible de escribir. En ese punto en donde el pensamiento encuentra su lmite, empieza Baraille: una experiencia.

    Los ensayos de este libro en particular fueron tomados de los tomos XI y XII de las Oeuvres completes de Bataille. Original-mente publicados en distintas revistas, nunca se incluyeron en los libros que por esos aos (1944-1961) compusiera el autor. En ellos pueden hallarse vas de acceso paralelas a los caminos de sus ms clebres volmenes. Algunos pasajes de la Summa ateolgica, de La literatura y el ma~ de El erotismo, de La parte maldita, entre otros, se ven iluminados, ejemplificados, profundizados o circunscriptos por los ensayos que aqu se leern. Incluso ciertos motivos que Bataille planeaba tratar en sus proyectos ms ambi-ciosos, como la "soberana" o la "pura felicidad", encuentran aqu algunos de sus desarrollos fundamentales.

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  • Fue Bataille un filsofo? Heidegger lo mencionaba cmo la "mejor cabeza pensante de Francia en este siglo" -que ya pas, tal vez para confirmar esa sentencia. Fue un escritor? Sin dudas, escribi, pens, pero en l la escritura rechaza tan-to el decoro de la superficie pulida de un discurso "bello" como la formulacin consecuente, el rigor heredado de los sistemas filosficos. Si lee a Hegel es para extraer de su siste-ma, cuyo movimiento depende de la negatividad, una afir-macin soberana. Como Bataille lo expresa acerca de un libro (literario?, filosfico?) de Maurice Blanchot: "El juego del pensamiento requiere una fuerza, un rigor tales, que a su lado la fuerza y el rigor que exige la construccin dan la impresin de un relajamiento. El acrbata en el vaco est sometido a reglas ms precisas que el albail que no se separa del suelo". Slo llegando hasta el lmite del pensamiento claro y distin-to, se podr ver su ms all, que no es la mera oscuridad, sino el lugar donde los chispazos del pensamiento hacen visibles sus estelas, lo que en ellos era irreductible incluso en el seno de la luz homogeneizadora de la razn.

    Podramos decir que Bataille siempre, a travs de la filoso-fa, la antropologa o la reflexin esttica, llega a la poesa, que no ser entonces un gnero literario. Se trata ms bien de un movimiento que deja huellas en lo escrito: creacin por medio de la prdida o, en otros trminos, el acto del sacrificio en el lenguaje. Si las palabras parecen construir un mundo y de hecho justifican, por medio del pensamiento discursivo, el mundo de la accin prctica,.~de los fines tiles, en la poesa se anulara ese carcter articulado, separado, hecho de conceptos y referencias, y se hara visible la totalidad continua de lo que existe. El erotismo, la visin mstica, lo potico, la simple felicidad, son retornos fugaces de lo continuo que niegan la

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  • discontinuidad de los seres y sus conciencias separadas. Si la conciencia humana se separ de la animalidad y de la natura-leza, lo natural y el cuerpo no dejan de ser aquello que sostie-ne ese apartamiento y su verdad ltima, puesto que siguen siendo la manifestacin de su ser mortal, perecedero. Ese re-torno de lo continuo en la conciencia discontinua y sus dis-tinciones claras sera la poesa, la afirmacin ms absoluta, el gran "s" nietzscheano frente a todo lo que hay. Y esos instan-tes en que se experimenta la continuidad son el verdadero fin, la meta y el pinculo donde una existencia se justifica por s m1sma.

    Bataille intentar entonces, en cada ocasin en que lo ve-mos reiniciar su pensamiento, escribir ese instante, la nega-cin de aquella reduccin de cada momento al siguiente que efecta el mundo de la necesidad y de la accin. Ese mundo donde el trabajo se acumula, donde los bienes se atesoran, donde se satisfacen las necesidades, en suma, el mundo de la produccin y del consumo elementales, es lo opuesto a la soberana que anhela la poesa y toda experiencia autntica. Mediante el gasto sin finalidad, el sacrificio, el potlacht, la experiencia imposible -porque las condiciones de posibilidad son parte de aquello que niega- nos ofrecera una serie de espectculos, representaciones de la muerte. El orden simbli-co, que la humanidad ha instaurado por la destruccin infini-ta de bienes histricamente producidos, es una tentativa in-acabable de representar lo que para cada uno de nosotros sera irrepresentable. Si morimos, ya no estamos all para sentir ese instante ltimo; si vivimos, slo podemos elaborar ficciones a partir de las imgenes de muertes ajenas. Y sin embargo, accedemos, casi diariamente, a lo imposible: perdemos la con-ciencia, gozamos, lloramos, imaginamos que somos lo que muere con cada instante, sentimos, ms all del lenguaje y

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  • por el lenguaje, que nada nos separa de ese cuerpo cuya pre-sencia animal nos recuerda su prximo fin, el nuestro.

    No obstante, Bataille no olvida que la idea de la muerte nunca dejar de ser precisamente eso: idea, imagen. La verda-dera experiencia de la propia disolucin slo puede estar ms all del saber. En un escriro que nunca public, dice: "la sobe-rana es el saber de nada"; el saber que, llevado hasta el lmite de lo que puede articular, se vuelve no-saber absoluto. La es-critura, entonces, no debe ocultar su impotencia, su desfalle-cimiento frente a lo que, por un golpe de suerte, quisiera co-municar. Frecuentemente recibimos de Bataille esa confesin: la imposibilidad de escribir que ya est negada desde el mo-mento en que leemos las huellas escritas de su derrota. Y yo mismo ahora, cmo podra expresar la intensidad de leer su perpetuo combate, los momentos de felicidad y angustia, de comprensin y asombro, de identificacin completa y de per-turbadora distancia? Somos la presa, elcazador y la trampa. Quisiramos salir, abandonar esta p:gna donde aparece nues- tra debilidad, aunque negada por la fuerza de las mismas pala-bras que la muestran. Bataille nos da la figura de ese deseo: cuando el nio, de noche, encerrado en su pieza, vea la venta-na abierta, y olvidaba el marco rectangular, y su mirada se perda en la oscuridad estrellada; senta entonces, antes de la memoria, el encantamiento de la angustia, el horror de lo que no era, el miedo a no ser un dios y tener que morir. Desde ese origen improbable, que la poesa de Bataille nos recuerda, no habra ms que una ascesis sin trmino para convertir la certi-dumbre angustiante en un instante de alegra. Felicidad y goce ligados desde siempre a las imgenes de la muerte, pero no slo en m. Aunque la comnicacin parezca irrealizable, cada cual en su mnada individual de soberana expectante o abdicada, la exacta similitud del fragor en que estamos, la

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  • misma muerte, el mismo deseo, el mismo lenguaje disconti-nuo, la misma continuidad de fondo, hacen que un solo ins-tante de experie11cia consumada valga para todos.

    Bataille nos ensea, si puede decirse as, que la poesa siem-pre fue escrita por todos. No porque todos tengan que trazar palabras en papeles que penosamente ansan llegar a otra parte, sino porque todos son verdaderamente ellos mismos en ese punto de felicidad en que ya no son individuos subordinados a lo que puedan hacer, reducidos a fines remotos. La posterga-cin implcita en ef tiempo del mundo prctico cesa cuando se da el goce del presente -por una "voluntad de suerte" que tal ve:z sea el costado afirmativo de la total ausencia de voluntad---:, aunque luego la angustia parezca inevitable. Qu podra-de-volvernos ia soberana perdida? No ser ~s bien que la mis-ma angustia es l principio por el cual saldremos del tiempo y recobraremos el instante presente, otra vez, esta vez, fuera de toda nostalgia? A esa angustia gozosa y a ese goce de angustia Bataille los reunira en la imagen de la fiesta, all donde el sacri_-ficio prueba su nombre y hace lo sagrado. Literatura, erotismo y felicidad son formas de lo sagrado, al igual que la miseria o la gloria, y permiten intuir lo sagrado en nosotros, eso que nos impulsa bailando hacia la muerte, la desaparicin definitiva de todo lo que somos, pero que ahora, ya, nos eleva por encima de todo para celebrar que estamos aqu, fuera de la ley y de las consecuencias ulteriores. Por eso Bataille dir que lo sagrado no es otra cosa que la transgresin de lo profano.

    De all que cuando la poesa se vuelve una institucin, una cristalizacin de lo que cierta poca instaura como po-tico, una prctica literaria profana, repetida, slo pueda con-tinuar por la va de la profanacin de lo potico que, transgredido, volver a lo sagrado de su origen. La poesa ser entonces, de nuevo y en cada ocasin, un lujo, una ex-

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  • periencia gratuita del lenguaje, aquello que no sirve para nada salvo para liberarnos de la servidumbre: placer y dolor, na-turaleza y prohibicin. La verdadera literatura para Bataille realizara as, de manera paradjica, el antiguo precepto de imitar la naturaleza. Exttica representacin de lo que mue-re, como ese lujo, ese derroche de la naturaleza que hace desaparecer al ser individual, el poema debera abolir en un instante la conciencia culpable de quien lo enuncia. Porque podemos anticipar la escena de nuestro propio fin, al menos en la ilusoria esfera de nuestras palabras, hemos negado el presente absoluto del animal que muere sin saberlo. Pero no podramos vivir soberanamente si esa anticipacin no nos devolviera la promesa de anular ahora mismo aquella sepa-racin originaria, si por medio de la discontinuidad articulada de lo escrito no se nos abrieran las puertas de una experien-cia de lo continuo. La totalidad es el instante, dira Bataille. Y acaso Walter Benjamn, que le dej al entonces bibliote-cario francs un paquete de manuscritos antes de emprender su ltimo viaje para escapar del nazismo, podra agregar que cada instante detenido, fuera del curso del tiempo, es el paso que se abre para que el mesas pueda entrar en la historia. Tambin la poesia, el erotismo, la felicidad son experiencias religiosas; vuelven a unir lo separado por la duracin tem-poral en una oportunidad en que lo finito -"yo que voy a morir"- accede a la comunicacin absoluta. Por eso no se trata aqui de transmitir un mensaje que sirva para algo (ins-taurar una filosofa o proponer una forma de escribir), sino de una experiencia donde la comunicacin es la disolucin de uno mismo y del otro, es la reunin, prohibida y alcan-zada por el golpe de suerte de una transgresin involuntaria, impostergable. Como dice Bataille acerca del origen de su "mtodo": "es la invitacin al coraje de ser, sin socorro, sin

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  • esperanza, en el movimiento feliz de un hombre que no cuenta con nada, salvo con una audacia suspendida".

    Traducir sera tambin una forma, menor, de sealar una continuidad imposible. La literalidad no nos protegera de todo lo que nos separa de Bataille. El traductor al espaol de la Summa ateolgica, Fernando Savater, se disculpaba: "la ori-ginalidad expresiva de Bataille -sintctica, semntica ... - roza frecuentemente la incorreccin estricta; he procurado conser-var esta peculiaridad estilstica y no 'corregir' a Bataille en ningn sentido". Pero no hemos seguido esa propuesta que eleva el galicismo traducido a transgresin estilstica, y que acaso asu-me de antemano la seguridad de la derrota. Y anhelamos en cambio la paradoja de llegar, por medio de una bsqueda de claridad no siempre literal, no siempre correcta, a una fideli-dad mayor, a la comunicacin de lo que nunca estar claro pero que tambin es lo nico que importa decir.

    Silvia Mattoni

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