prologo - en la sangre

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    I .

    En contadas ocasiones una promesa y un honorpueden resultar tan comprometidos como en estaocasin. Porque, en efecto, presentar una edicin de

    Eugenio Cambaceres, con la complejidad de inter-pretacin que su momento histrico plantea, que,adems, ha sido realizada por un conocedor tan

    profundo como Claude Cymerman, supone una osa-da o cuando menos, una ligereza que slo

    puede perdonarse y comprenderse conociendo la

    gran amistad que me profesa el citado profesor.Mas, pues nobleza obliga, enristremos la pluma yemprendamos la tarea que la ocasin nos impone.

    Hablar de Eugenio Cambaceres y situarlo en laArgentina de las grandes transformaciones econ-micas y sociales de las dcadas setenta y ochenta del

    siglo XIX, as como resaltar algunos de los rasgosque lo caracterizan representante de la aristo-cracia liberal de nuevo cuo, ferviente defensor de

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    sera repetir superficialmente aspectos que el lectorencontrar desarrollados con extensin y claridad en laintroduccin del profesor Cymerman. Con todo, quierohacer hincapi en dos aspectos a mi juicio deespecial inters; la divergencia ideolgica deCambaceres con respecto a su modelo literario

    naturalista (Zola); y la limitacin que supone para elnovelista el prejuicio ideolgico con que se enfrenta aGenaro, el protagonista de En la sangre.

    En cuanto al primero de los puntos, la divergenciaideolgica del modelo, podramos casi afirmar que "responde a una constante de la literatura hispanoa-mericana decimonnica, o al menos del cono sur (y loscasos de Echeverra, Sarmiento, Alberdi, Blest-Gana, etc.,son suficientemente ilustrativos). En cuanto al segundopunto, contrasta el admirable poder de penetracinpsicolgica que se percibe potencialmente en Cambaceresque tiene su correlato lingstico en el deliberado usodel monlogo y la autolimitacin que el procer

    argentino se impone inconscientemente, debido alcomplejo de superioridad desde el que se instala parapresentarnos al hijo de inmigrante, lo que coarta, engran medida, las posibilidades expresivas de su novela.

    Ms importante resulta, quiz, hablar de la opor-tunidad de la edicin de En la sangrey el rigor y pulcritudcon que se ha realizado. Como profesor de LiteraturaHispanoamericana de una universidad peculiar (UNED)y, sobre todo, como lector empedernido me congratulo delafn de Editora Nacional-' por ofrecer una coleccin detextos que, si bsicos para la correcta interpretacin delpasado cultural de Nuestra Amrica, son prcticamenteinasequibles al gran pblico espaol, incluso eluniversitario. De las exigencias y el rigor de la presenteedicin, me remito a las numerosas, al par que concisas,notas a pie de pgina que el editor nos brinda y al

    cuidadoso cotejo realizado en las restantes ediciones dela novela.

    Slo nos resta felicitar al profesor Cymerman por sumeticulosidad y alegrarnos por haber propiciado, dealguna manera, esta colaboracin fructfera entre elcatedrtico de Rouen y Editora Nacional, que,

    confiemos, se mantenga en el futuro.

    LORENTE MEDINA,Antonio

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    LA ARGENTINA DE LOS AOS 1880

    Cuando un buen da del ao de gracia de 1843, enel seno de la familia Cambaceres, ve la luz Eugenio

    Modesto de las Mercedes, su pas natal es un estadoembrionario y retrasado, sometido al yugo sangui-nario de un dspota absolutista y retrgrado, Juan

    Manuel de Rosas. Durante su gobierno, ste habamantenido el pas en un estado de subdesarrollo yde repliegue sobre s mismo durante el cual labarbarie ahogaba la civilizaciny el terror institu-

    cionalizado haca las veces de mtodo gubernativo '.A la cada de Rosas en 1852 Eugenio tiene tan

    slo nueve aos..., los liberales argentinos vuelvendel exilio y dan a conocer al pas las ideas avanza-das adquiridas gracias a sus lecturas, sus viajes y,en lneas generales, su prctica de los autoresromnticos, progresistas o socializantes europeos.

    El liberalismo triunfa entonces en el Ro de la Plata,a pesar de un perodo de diez aos de inestabilidad,

    poltica que opone a los partidarios de un poder

    ' Lase DOMINGO F. SARMIENTO:Facundo: Civilizacin y barbarie.Madrid: Editora Nacional (col. Biblioteca de la literatura y el pensa-miento hispnicos, nm. 4).

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    federal y a los adeptos de un estado centralizado,dirigido desde Buenos Aires. Durante esos diez aos,Vrquiza, el vencedor de Rosas, ha fomentado laagricultura, la ganadera y el comercio, instalado elprimer ferrocarril y la primera lnea telegrfica,desarrollado la enseanza primaria tan menosca-bada por Rosas!, autorizado la inmigracin de manode obra extranjera, dotado al pas de una constitucinliberal que deba preparar la futura unidad nacional, Osea, que, en 1862, fecha en que Urquiza es derrotado porMitre, Argentina se sita en el polo opuesto del passometido y retrasado que Cambaceres haba encontradoal nacer. De modo que si su primera infancia sedesarroll en una atmsfera enrarecida, poco abierta alas ideas avanzadas, su adolescencia y su juventud, laedad en que se forma y se fragua el espritu, serntestigos del desarrollo material y espiritual de Argentinay recibirn la marca de esa lberalizacin y de eseprogresismo.

    A fines del 62, Mitre asume la presidencia de la

    Repblica y en 1863 Espaa reconoce oficialmente

    alfin! la independencia de su ex colonia. El nuevopresidente, dado tanto a las letras y a la historia como alas armas y a la poltica, desarrolla la obra de supredecesor y refuerza la unidad del pas. En 1868 lesucede Sarmiento, un ex maestro de escuela, que, comoera de esperar, sin dejar de lado el aspecto econmico,favorece especialmente la enseanza. Aquel Don Quijoteamericano 2, dinmico y apasionado, a la vez estadista,humanista, periodista, escritor, hace triunfar, gracias asu frmula revolucionaria la educacin para todos, conlas luces de la cultura, los derechos a la libertad

    2La frmula es de RICARDO LEVENE:Lecciones de historia argentina.Buenos Aires: Lajouane, 1956 (23 cd.. pg. 326).

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    y a la igualdad. Bajo su presidencia es cuandoCambaceres ejercer su propia actividad poltica yluchar, l tambin, para que prevalezcan sus ideasliberales.

    Con Avellaneda, que sucede a Sarmiento entre 1874 y1880, progresarn an ms el comercio, la agricultura,la ganadera y la industria naciente, gracias, en

    particular, al fomento de la inmigracin. Con la ayudade su ministro de la Guerra, el general Roca, llevar acabo la conquista del desierto sobre los indios. Y altrmino de su mandato, la designacin de Buenos Airescomo capital federal sealar un definitivo cambio derumbo poltico y socioeconmico, no slo en lasestructuras de la ciudad, sino en las de la nacin entera.La decisin de federalizarBuenos Aires, que la provinciay el partido nacionalista impondrn a los autonomistasbonaerenses, se tornar en menoscabo de los primeros aldesarrollarse considerablemente la joven capital endetrimento del resto del pas. El aumento de la poblacinde la urbe (en razn principalmente de la inmigracin

    europea), el desarrollo de los barrios nuevos y laextensin consiguiente del permetro urbano (unaepidemia de peste, surgida en 1871, contribuy aimplantar en el Barrio Norte la nueva burguesa,abandonando los barrios sureos al subproletariado dela inmigracin), el embellecimiento general de la ciudad(en su trazado, su arquitectura, su decoracin), todocontribuye a hacer de Buenos Aires una ciudad moderna,europea, prestigiosa y atractiva. Simultneamente,resulta cada da ms evidente la distorsin entre lacivilizacin que parece simbolizar y la barbarie querepresentan todava las provincias alejadas. Ladesproporcin entre, por una parte, la riqueza, el

    podero y el dinamismo de la capital, y, por otra parte, lapobreza, la pasividad y los retrasos tcnicos del interior,parece amplificarse, si bien

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    la introduccin de nuevos mtodos agropecuarios, laconstruccin de ferrocarriles, la conquista del desierto

    y la utilizacin del alambre de pas (que alejanambos o hacen desaparecer al indio y al gaucho)modifican sensiblemente la fisonoma de la Pampa,la extensa planicie que rodea Buenos Aires. La

    oligarqua y los capitalistas argentinos y extranjerosviven en la urbe o en las ricas estancias de susaledaos y tienen la vista fija en la capital que lesaparece como la vitrina americana del modernismoeuropeo. Y cuando el general Roca asume el poderentre 1880 y 1886, las clases dirigentes del pascreen discernir, en un presidente cuya divisa era pazy administracin, la garanta de un orden burgus,resueltamente orientado hacia el progreso civiliza-dor. De hecho, Roca acentuar todava ms eldinamismo econmico y los progresos tcnicos de

    Buenos Aires. Se puede decir que, bajo su presiden-cia, la capital alcanzar el apogeo de su podero y

    la Argentina moderna quedar definitivamente esta-blecida. Durante ese perodo es cuando cobrannotoriedad literaria los escritores conocidos bajo elnombre de generacin del 80, a la que pertenecaCambaceres. Y es cuando, precisamente, ste redacta

    y publica sus cuatro novelas.

    LA GENERACIN DEL 80

    Este trmino viene aplicado, lgicamente, a los

    escritores argentinos que publicaron sus primerasgrandes obras en el transcurso del decenio. Se dicegeneracin del 80 como decimos, por ejemplo,generacin del 98. Pero ocurre que aquellos escri-tores del 80 eran ante todo abogados, periodistas,

    polticos, diplomticos, militares o mdicos, y gene-ralmente casi todo a la vez, como lo fueron Mansilla,Wilde, Ca, Lpez, Garca Merou y el mismoCambaceres. Aquellos hombres, tan brillantes en el

    foro como en la tribuna, eran tambin literatos. Yeran todos, o casi todos, unos polticos de alto vuelo,

    acostumbrados a tener entre sus manos, como lohaban hecho a menudo sus padres o sus abuelos, losdestinos de la patria. Y los que no pertenecan a laclase dirigente (Martel, Villafae, Sicardi, Podest,

    Argerich) saban identif icarse con ella. La obra delos escritores del 80 llevar estampada la nostalgiadel pasado, desde la conmovedora mirada de Ca

    sobre sus aventuras de adolescente, sus juvenia, enla novela que lleva el mismo nombre, hasta la

    simptica evocacin por Lpez de la Gran Aldea desus aos mozos, pasando por las memorias de unMansilla que hacen revivir su historia, la de supadre o de su familia, de sus relaciones o de sus

    interlocutores. Pero si se muestran legtimamenteorgullosos de su pasado, vinculado al de su familia,no se quedan, sin embargo, pasivos o contemplati-vos. Su meditacin es positiva y su accin se vuelvehacia el porvenir y el progreso, sinnimo ste decivilizacin, por oposicin a la barbarie de Rosas ode la provincia. La mayora de ellos pertenece a laoligarqua argentina deformacin reciente y proce-dente de la burguesa revolucionaria, como Lpez,de la burguesa comerciante portea y unitaria,como Ca o, aunque menos, de la burguesa lati-

    fundista, provincial y federal, como Mansilla. En elfondo son todos ellos unos aristcratas, o sea, unos

    privilegiados de la sociedad y del espritu, unosprncipes de la elegancia y del estetismo, situndosea igual distancia del hombre de bien del siglo XVIIydel mundano del xvill. Aquella distincin aristo-crtica aparece en todas sus manifestaciones socia-

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    les y privadas, materiales y espirituales, en su indu-mentaria y en sus modales, en sus comidas y en suvivienda, en sus lecturas o en sus colecciones, en susreuniones, en sus viajes, en sus afinidades o en susaficiones artsticas. La distincin engendra un tipo socialmuy caracterstico del ao 80, el dandy, y un cuadro

    adecuado, el club, pudo escribir No Jitrik3

    .Generacin de aristcratas, de estetas y de diletantes,es tambin una generacin de escpticos, delibrepensadores y de anticlericales. Ca confiesa asi suatesmo personal (Juvenilia).Mansilla maneja contra laIglesia la irona y el humor (Entre-Nos). Lpez ataca alos sacerdotes con toda la ferocidad de la stiracaricaturesca de un Quevedo (La gran aldea). Wilde veen la Iglesia una fuerza reaccionaria y retrgrada,enemiga del progreso y de la independencia de lospueblos (Cuestiones graves).

    En poltica, aquellos hombres son generalmenterepublicanos, a imitacin de su modelo francs. Pero

    republicanismo no significa socialismo y Ca nosrecuerda, por ejemplo, que, dentro de las institucionesrepublicanas, se sita del lado de la aristocracia. Antetodo son positivistas y adeptos del liberalismo econmicoy del libre cambio que al permitir la exportacin deproductos manufacturados han favorecido el desarrollodel pas y la prosperidad de las clases privilegiadas.

    Representantes eclcticos de la oligarqua y del poder,productos adelantados, cultos y enciclopdicos de unacivilizacin refinada a lo europeo, los hombres del 80encontrarn un derivativo en la literatura. Peroescribirn sobre todo para sus pares, para los otrosrepresentantes de la lite, o sea, para una minora de

    lectores. Las ediciones que saldrn entre 1880 y 1889alcanzarn tiradas muy

    limitadas, de tan slo trescientos a quinientos ejemplarespor lo comn. Esa literatura ser una literatura dediletantes para otros diletantes. En cuanto a los temasevocados, expresarn stos la ideologa de un grupo. Yeste mismo grupo se ver aludido en los personajes o enlos hechos descritos en las obras. La accin no saldr

    del marco estrecho de una minora y de una seleccin declase.La primera motivacin que parece mover a escribir a

    aquellos hombres es su mismo ocio y, corolario delmismo, el tedio o el spleen. [Escribo] para no aburrirmems de lo que me aburro. Porque han de saber ustedes,seores, que yo me aburro enormemente 4. YCambaceres apunta por su parte: Vivo de mis rentas ynada tengo que hacer. Echo los ojos por matar el tiempoy escribo 5. El acto de escribir aparece desde esemomento como un pasatiempo, como un remedio alaburrimiento y como un modo de elevarse por encima delas bajas contingencias del mundo...

    Literatura de una minora, la produccin de losescritores del 80 ser tambin una literatura menor. Losgneros cultivados pueden fcilmente calificarse comotales: autobiografas, crnicas, libros de viaj, cuentos,ensayos, miscelneas. A menudo, la narracin, sinpretensin, simple prolongacin de conversaciones declub, adopta, en su modo de escribir campechano querefleja la expresin oral, los giros de esa mismaconversacin Causeries del jueves, o sea, charlas, enfrancs, es el subttulo de Entre-Nos de Mansillaquesubraya lo que toda esa literatura tiene deanticonvencional, de nuevo, de personal, de ligero y quedemuestra que se trata evidentemente de una produccin

    de diletantes para

    3El 80 y su mundo. Buenos Aires: Jorge Alvarez, 1978 (pg. 17).4Entre-Nos, Buenos Aires: El Ateneo, 1930 (pgs. 222-223).' Prlogo dePolpourri.

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    quienes la literatura no es ms que un lujo, un actogratuito, un adorno ftil que se aade a lo que sitael individuo: el nacimiento, la profesin o la funcin,el poder econmico.

    En la Argentina del 80 el teatro no existe y si lapoesa cuenta con varios cultores, ninguno de ellos

    pertenece a la generacin del 80propiamente dicha.La novela, por su parte, est en paales y apenas sihan visto la luz del da novelas histricas, imitacio-nes de Walter Scott o de los romnticos franceses(citemos La novia del hereje, 1840-55, de Vicente

    Fidel Lpez; El capitn de Patricios, 1843, de J. M.Gutirrez; Soledad, 1847, de Mitre; sobre todo,Amalia, 1851, de J. Mrmol). De hecho, nuestrosescritores descubrirn la novela pero, fuera de algu-nas obras aisladas, no le concedern la importanciaque caba esperar. En el decenio del 80, la novelams leda en Argentina sigue siendo la novelaeuropea, y, especia/mente, la novela naturalista

    francesa heredada de las teoras literarias de EmilioZola. Un examen detenido de la. prensa de aquellosaos demuestra que en cuanto sala en un diario

    parisiense un folletn naturalista, su prxima publi-cacin en un peridico porteo y, a veces, provincianovena rpidamente anunciada. Tampoco se demo-raban las traducciones y su publicacin en forma delibro. Los mismos libreros de la Capital Federalanunciaban y exponan en sus escaparates, nadams llegar en el ltimo barco, las ltimas publica-ciones de Zola, Maupassant y sus discpulos france-

    ses. A su vez, las polmicas surgidas en Francia, apropsito del naturalismo tenan una amplia e inme-

    diata repercusin en la capital argentina. Como seve, sta viva entonces a la hora del naturalismofrancs.

    EL NATURALISMO

    Heredado en parte de Flaubert y de los hermanosGoncourt, apareci en Francia hacia 1870 como lacontinuacin y el perfeccionamiento del realismo.

    De ste conserva en particular la preocupacin porla realidad, comn a todos los escritores realistas,la observacin minuciosa siempre presente en Flau-bert, el anlisis de hechos sociales propio de Balzac

    principalmente, la compilacin y la acumulacin dedocumentos, la informacin metdica, caractersti-cas del autor de Madame Bovary. Zola, adems,inspirndose del autor de la Comedia humana quehaba reflejado en su obra la imagen de la sociedad

    francesa bajo el Primer Imperio y la Restauracin,pretende representar en las veinte novelas que cons-tituyen el conjunto de los Rougon-Macquart, esahistoria natural y social de una familia bajo el

    Segundo Imperio, la sociedad francesa de la mismapoca.Pero el naturalismo no se para ah. A las carac-

    tersticas del realismo asocia unos principios y unmtodo inspirados de los grandes estudios y descu-brimientos cientficos e histricos del siglo XIX yque pueden resumirse en cinco o seis grandes datos:determinismo darwiniano y leyes de la herenciadefinidas por el doctor Lucas; preeminencia de la

    fisiologa sobre los sentimientos y las emociones,segn Letourneau; influencia del medio ambientesacada de Taine; aporte insustituible de la experi-mentacin, ilustrado por Claude Bernard; espritu

    positivista y cientfico, inspirado por AugustoCom-te. El vocablo naturalismo, que aparecer tanslo en 1880, con motivo de las polmicas quemantendr Zola con sus adversarios, traduceoriginalmente la voluntad de reproducir con

    fidelidad la naturaleza

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    en la obra literaria o artstica, as como la deaplicar a la literatura y al arte el mtodo que el

    sabio naturalista aplica a las ciencias naturales.Zola ha resumido su teora de la novela experi-

    mental en el ensayo que lleva el mismo nombre. Ahdefine el trmino, desarrolla su teora y expone el

    mecanismo de su mtodo:Una novela experimental es, simplemente, la verificacin de

    la experiencia que el novelista repite a la vista del pblico. Ensuma, toda la operacin consiste en tomar los hechos en lanaturaleza, luego en estudiar el mecanismo de los hechos alinfluir sobre ellos modificando las circunstancias y los mediossin alejarse jams de las leyes de la naturaleza. Es innegableque la novela naturalista, tal como la entendemos ahora, es unaexperiencia verdadera que el novelista hace sobre el hombre,ayudndose de la observacin 6.

    Ah es donde aparece ms la fragilidad de laargumentacin de Zola y donde la fe del escritor semuestra ms ingenua. Cmo podra en efecto elnovelista experimentar acerca de lo que no es msque una ficcin, resultado de una pura creacin de

    su imaginacin?Por ms que oponga el autor de losRougon-Macquart a las novelas de pura imagina-cin, las novelas de observacin y experimentacin,bien sentimos todo lo que esa frmula encierra de

    facticio y de vano.Por tanto, la influencia del maestro del naturalis-

    mo estriba sobre todo en los mritos de su produc-cin narrativa, ms en todo caso que en sus teorascuya pertinencia se puede discutir con motivo. Soto

    se salva de todo ese andamiaje rocambolesco lateora de la herencia y del medio, la que

    Cambace-res tratar, precisamente, de aplicar en Enla sangre.Ahora bien, al querer experimentar las leyes de

    fiLa novela experimental. Pars: Garnier-Flammarion (reed. 1971,pgs. 62-65).

    la herencia y al intentar demostrar el determinismode los fenmenos, Zola ha dado entrada en su obraa los casos ms interesantes desde un punto de vistabiolgico y mdico, o sea, los casos patolgicos. Enel rbol genealgico de los Rougon-Macquart, larama de los Macquart procede as de una madre

    neurtica y de un padre alcohlico. Y en esa familia,los seres anormales son ms numerosos que losindividuos sanos: alcoholismo, histeria, imbecilidadcongnita, demencia, son las taras ms corrientesque nos presenta el rbol genealgico de la familia.

    Nada extrao, por tanto, que la crtica slo hayavisto o haya querido ver en la novela naturalista la

    pintura de las taras sociales o de los individuosaquejados de esas taras. En ltima instancia, algu-nos detractores del naturalismo no han vacilado enasimilar la pintura verista de las enfermedades o delas afecciones psquicas o fisiolgicas a unos cua-dros y un lenguaje crudos y atrevidos, o incluso

    pornogrficos y obscenos, y han pretendido queZola y el naturalismo haban erigido la indecencia yla inmoralidad en sistema. En suma, la crticacontempornea y la posteridad no han guardado enla memoria ms que los excesos del naturalismo o,

    por lo menos, sus consecuencias ms vistosas. Lainfluencia del movimiento, sin embargo, sobrepasaconsiderablemente el alcance de las crticas que le

    fueron dirigidas, y Cambaceres no pudo menos querecibir su impacto en Argentina y, sobre todo, en

    Francia misma a lo largo de los cuatro viajes queemprendi a Europa entre 1871 y 1889. Ya en los

    seis aos que precedieron a su primera estancia en

    Pars, varias obras maestras realistas oprenatura-listas haban llamado la atencin. En 1865sala Germinia Lacerteux, de los hermanosGoncourt, en 1867 y 1868 Teresa Raquin yMagdalena Ferat, de Zola, en 1869 La educacinsentimental, de

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    Flauhert. Y en el momento en que el futuro escritorargentino desembarcaba en Francia en 1871, Zolaempezaba la serie de los Rougon-Macquart con lapublicacin de La fortuna de los Rougon. En total,durante los dieciocho aos que coinciden con las idas yvenidas de Cambaceres a Francia y a Europa, al ritmo

    aproximado de una novela por ao, Zola haba tenidotiempo de publicar los diecisis primeros volmenes dela serie, varias adaptaciones teatrales de sus novelas yentre 1879 y 1881, precisamente todos sus librospolmicos de teora y crtica literarias: La novelaexperimental, El naturalismo en el teatro, La Repblica yla literatura, etctera.

    Entre 1874 y 1888, Alfonso Daudet produc a, por suparte, sus ocho grandes novelas, mientras Flauhertescriba La tentacin de San Antonio (1874), Trescuentos (1877), Bouvard y Pecuchet (postumo, 1881) yEdmond de Goncourt publicaba La ramera Elisa (1877),Es decir, que durante los dieciocho aos en que

    Cambaceres residi, en repetidas ocasiones, en Europa,y especialmente durante los seis aos en que se lanz ala empresa literaria, Francia viva la hora del realismo ydel naturalismo.

    El naturalismo, adems, estaba conectado direc-tamente con la sociedad contempornea o inmedia-tamente anterior. Los cambios profundos que se realizanbajo el Imperio y bajo la Repblica o con motivo deltrnsito de un tipo de sociedad a otro, lastransformaciones sin precedentes que sufre la socie* dadfrancesa en el plano social, econmico, financiero,tcnico, urbanstico, la misma lucha de clases, vienenevocados por Zola a lo largo de su obra.

    El naturalismo, adems, se ajusta a la gran corrienteideolgica optimista de fines del XIX que, confiada enlos descubrimientos de la ciencia y en los adelantos dela nueva tecnologa al servicio del

    hombre, persuadida de que la Repblica positivista esportadora del progreso indefinido, le promete a lahumanidad una nueva edad de oro. El movimientoliterario se beneficia del mismo optimismo y de la mismaboga.

    Su alcance, a pesar de la saa de sus detractores, llega

    mucho ms all de las fronteras de Francia para invadirprogresiva pero certeramente a toda Europa y, ms lejosan, a Argentina, donde desata una acre polmica entrelos mismos integrantes de la generacin del 80. ParaMiguel Ca, por ejemplo, el naturalismo de Zola exige elretorno constante al vocablo soez, a la pintura que da asco.Los ejes de esa mquina se aceitan con pus 7.AJ&-cual lecontesta aos ms tarde el mismo Cambace-": res que laexhibicin sencilla de las lacras que corrompen elorganismo social es el reactivo ms enrgico que contraellas puede emplearse 8.Puede parecer extrao que, fuerade Europa, Argentina sea el pas donde ms impacto hancausado las teoras naturalistas. Entre las mltiples

    razones aducidas notemos: la ausencia de una verdaderatradicin narrativa en el Ro de la Plata, la influencianotable ejercida por la literatura, la edicin y la prensafrancesas, los frecuentes viajes a Europa de laintelligentsia argentina, sobre todo, tal vez, lacoincidencia del desarrollo del naturalismo con loscambios profundos que afectaban a Buenos Aires y a lanacin en sus mismas estructuras. En efecto, fastransformaciones que conmovan a Argentina eranrigurosamente paralelas y casi simultneas en el planopoltico. La revolucin de 1880 y la capitalizacin deBuenos Aires pueden equipararse al paso,

    7

    Folletn de Sud Amrica: MIGUEL CANB:LOS libros de EugenioCambaceres. A propsito de Sin rumbo. Sud Amrica, 30 de octubre de1885.

    8Potpourri. 3.aed., Dos palabras del autor.

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    en Francia, del Imperio a la Repblica en 1871. Encuanto al progreso econmico, el prodigioso desarro-llo de las tcnicas, la revolucin urbanstica elintendente Torcuata de Alvear acta, en Buenos

    Aires, del mismo modo que el barn Haussmann enPars, los cambios sociales -influenciados, en el

    Plata, por un factor especfico, el de la inmigracin,portador, precisamente, de influencias europeasse producen ineluctablemente con diez, quince oveinte aos de desfase cronolgico, segn'el caso.

    Dado que el terreno era el mismo, que los aportesfranceses reciban la misma acogida favorable, quelas mismas causas tenan que producir los mismosefectos, el naturalismo deba necesariamente pros-

    perar en Argentina. Y de hecho, con el debidoretraso, las obras inspiradas, en parte por lo menos,en las teoras zolianas o en el ejemplo vivo de losRougon-Macquart, empiezan a florecer a partir de1884. Citemos: Inocentes y culpables, de Arge-rich

    (1884); Ley social, de Garca Merou (1885);Irresponsable, de Podest (1889); La bolsa, de J.Martel (1891); Quilito, de Ocantos (1891); Horasde fiebre, de Villafae (1891); Libro extrao, deSicardi (1891-1902) o, incluso, Nacha Regules, deGlvez (1919). Y, claro est, las obras del mismoCambaceres, quien proclama en alguna ocasin suadhesin a la escuela naturalista a la que llamarealistay que puede considerarse, sin lugar adudas, como el autntico creador de la novelaargentina.

    CAMBACERES: SEMBLANZA BIOGRFICA

    Filiacin y aos mozos

    Si bien Cambaceres no desciende al revs de lo

    que se ha venido diciendo durante mucho tiempo

    del convencional y archichanciller de Napolen I,Jean-Jacques Cambaceres, no es menos cierto quesu abuelo paterno fue un primo lejano del conven-cional. Incluso, por ser este abuelo algo calavera ylibertino, el mismo Jean-Jacques se hizo cargo de laeducacin del padre de Cambaceres, Antonio. Naciste en 1801 en Nimes (Francia). A falta deinformaciones ms precisas, podemos pensar quecontinu en Pars unos estudios secundarios empe-

    zados en Nimes y que consigui en la capitalfrancesa su diploma de bachiller. Su aficin a lasciencias lo llev a entrar en el laboratorio del

    famoso qumico Chevreul, autor de una notableTeora de los colores que inspirar a los pintoresimpresionistas y, sobre todo, de unas Investigacionesqumicas sobre los cuerpos grasos de origen animal.

    Dichas investigaciones le sern muy provechosasporque, habiendo decidido probar fortuna en losmrgenes del Ro de la Plata donde lleg en 1829,

    se consagrar a la industria naciente de los saladerosy, transformando las tcnicas de conservacin de lascarnes, contribuir a enriquecer el pas,enriquecindose l mismo.

    Se cas al poco tiempo de pisar el suelo argenti-no. Su esposa, Rufina Alais, nacida en Buenos

    Aires, era probablemente de origen ingls. Perfec-tamente integrada a la buena sociedad por teacomo lo demuestra su ttulo de presidenta de laSociedad de Beneficiencia y Misericordia, fue, al

    parecer, un modelo de bondad y de caridad.

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    El matrimonio tuvo cuatro hijos: dos varones ydos hembras. El hijo mayor, Antonino Ciraco1833-1888^, ocup una posicin envidiable en elestablishment bonaerense, llegando a ser presidentedel Banco de la Provincia, presidente de la sociedadde ferrocarriles argentinos y vicepresidente del

    Senado.Eugenio, por su parte, naci en Buenos Aires el 24de febrero de 1843. Fue bautizado tan slo ao ymedio despus, el 4 de septiembre de 1844, en laiglesia Nuestra Seora de la Merced, bajo el nom-bre de Eugenio Modesto de las Mercedes.

    De su enseanza elemental sabemos muy poco, sino es que estudi bajo la frula de un preceptor o deun maestro. Adolescente, curs estudios secundariosen el famoso colegio nacional de Buenos Aires queacogi en sus aulas a todos los prohombres de la

    Argentina del siglo pasado. Ms adelante se graduen la Facultad de Derecho de Buenos Aires, sacando

    en 1869 el ttulo de Doctor en Jurisprudencia. Ysabemos por su condiscpulo Pedro Goyena que fueun estudiante distinguido por el mtodo expositivode sus exmenes 9.

    El mundano y el poltico

    Se neg a ser abogado (lo cuenta con notablegracia en el prlogo a su primera novela,Pot-pourri)por falta de vocacin y, tambin, porque$u situacin econmica holgada no le obligaba a

    ganarse la vida. Una aficin natural al diletantismo

    y a la dolce vita hizo muy pronto de l un dandy o,para hablar como ahora, un play-boy. Era sobretodo lo que en el Buenos Aires galicista de los aos

    setenta

    *La Unin, 11 de noviembre de 1882.

    30

    y ochenta se daba en llamar un causeur o sea, unconversador, como lo sera ms tarde en Espaaun Ramn Gmez de la Serna, viviendo a todotren y recibiendo en su hotel particular a la flor ynata de la intelligentsia y de la oligarqua porteas.

    Demuestra un gran inters por la literatura y las

    artes plsticas, el teatro y la msica. Forma parte, aveces con responsabilidades elevadas, de cuantosclubs o asociaciones cuentan en la vida cultural,

    poltica o, simplemente, mundana de la futura Ca-pital Federal. Destaquemos, como ms significati-vas, su adhesin al selectsimo Club del Progresodonde lleg a desempear los cargos de secretarioy de vicepresidentey su afiliacin a la logiamasnica Unin del Plata, donde se inici a losveintitrs aos. En 1870 se lanza a la poltica,

    siendo elegido diputado tiene veintisiete aosala Cmara de la Provincia de Buenos Aires(1870-1871) y a la Convencin Reformadora de la

    Constitucin (1870-1873). En esta ltima asambleapronuncia un notable discurso, de clara orientacinprogresista, favorable a la libertad de culto y a lainmigracin extranjera. En 1874 resulta elegido alCongreso Nacional. All se seala con otro discurso,temerario y escandaloso, ya que el nuevo diputadono vacila en denunciar los fraudes electorales en losque ha incurrido su propio partido, terminando por

    pedir la anulacin de las elecciones. Un eco de suactuacin y de las reacciones consiguientes aparece-r en Potpourri. Desilusionado por la actuacin delos partidos, deja la poltica en 1876, renunciandoipso facto a su escao parlamentario.

    En ese mismo ao, Eugenio Cambaceres es pro-tagonista de un incidente que echa una luz curiosasobre su vida mundana y... sentimental. En mayohaba llegado a Buenos Aires la gran soprano

    Emma Wizjiak que deba debutar en el teatro Coln

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    cantando en La Africana , de Verdi. Un idilio debiempezar entre la soprano casaday el Don Juanque era en aquel entonces Cambaceres. La prensalocal se hace eco, en repetidas ocasiones, de laslocuras del millonario para con la cantante.

    Algunas semanas ms tarde, nos enteramos de que

    el marido de Emma Wizjiak ha desafiado al amantedespus de descubrir el adulterio en un palco delColn. En definitiva, el esposo engaado embarca

    para Europa mientras su mujer... se queda en Bue-nos Aires hasta el trmino de su contrato. Es muy

    posible que el pequeo escndalo, que lleg a hacer-se pblico debido a la categora de los protagonistasy a la eficacia de los medios informativos, hayaincidido en la decisin de Cambaceres de dar trminoa su carrera poltica, como a la de dejar, en febrerode 1877, la codireccin y la redaccin del grandiario liberal porteo El Nacional que venadesempeando desde 1874. El caso es que inge-

    nuidad o provocacin? Cambaceres llevar a laliteratura el episodio escandaloso, entrando ste enel argumento de su tercera novela, Sin rumbo.

    El misntropo y el escritor

    Su padre y su madre, a quienes a la madre,sobre tododemostr siempre un gran amor filial,fallecieron en 1875 y 1878, respectivamente. Estosacontecimientos, sumados a los fracasos polticos* y,hasta cierto punto, sentimentales, complicados, ade-ms, por un estado de salud deficiente y un momen-

    to de zozobra econmica, debieron de influir nega-tivamente en el estado de nimo de nuestro hombreque perder a fines del decenio su buen humormundano y sus aficiones sociales, versando en ade-lante en el pesimismo y en la misantropa de los

    cuales su obra literaria ser el patente testimonio.Alternar su vida entre su palacete de Buenos Airesy su lujosa estancia pampeana y, tambin, largosviajes a Europa, pero sin escribir y sin dar quehablar de s durante un perodo de cinco aos(mediados del 76-mediados del 81).

    El 23 de julio de 1881 publica Cambaceres en ElNacional, bajo el seudnimo de Tin-Kh, una rese-a de la representacin en el teatro Coln deMephstfeles, de Boito, resea en la que vierte surefinado conocimiento del arte musical y los elemen-tos de una prosa suelta, incisiva, salpicada de voca-blos o giros franceses, que llegar a ser una de lascaractersticas de su estilo.

    El 7 de octubre de 1882 sale en Buenos Aires, sinnombre del autor, la primera novela de Cambaceres,Potpourri-Silbidos de un vago. El anonimato, lasclaves que encierra la obra, la feroz crtica a laburguesa portea le aseguran un xito escandaloso

    y desatarn acerbas polmicas, al mismo tiempo quele valdrn unas tiradas hasta entonces desconocidasen Argentina. Saldr incluso una plida imitacinde la novela, publicada bajo el ttulo de Ladridos deun perro.

    Al da siguiente de publicarse la novela lo queno contribuir poco a aumentar el escndalo ,Cambaceres ha embarcado para Europa con suquerida, Luisa Bacichi, una artista a quien llevabaunos diecisiete aos. Ah reparte su tiempo entre

    Pars, donde consulta a menudo a su mdico, yNiza, donde procura restablecer su salud tambalean-te. Es que ha sufrido ya los primeros ataques de la

    tuberculosis pulmonar que haba de llevarle a latumba siete aos ms tarde.Alude en su correspondencia a su amigo Miguel

    Ca a las prendas morales de su compaera decabeza rubia, buena, cariosa y fiel hasta lo hon-

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    do 10. El 31 de mayo de 1883 nace en Pars la hijanatural de ambos, Eugenia-Rufina. Es muy posible quela vida en concubinato de nuestro hombre de mundo conuna artista y el nacimiento ilegtimo de su hija hayancontribuido a irritar contra el primero a la buenasociedad portea y a aumentar el desprecio y el encono

    de ste contra esa misma sociedad.En junio o julio de 1884, Cambaceres publica,annimamente, su segunda novela, Msica sentimental.A los pocos das embarca para Argentina donde atracael 29 de julio con Luisa Bacichi y, presumiblemente, suhija. La primera edicin de la obra, comprada por unlibrero de Buenos Aires, se agota rpidamente.

    El 20 de octubre de 1885, sale en Buenos Aires latercera novela del autor. Su subttulo, Estudio, implicauna mayor elaboracin que las dos primeras y, sobretodo, un evidente parentesco ideolgico con la novelaexperimental y naturalista de Zola, muy de moda enArgentina como en Europa. Tres mil ejemplares se

    vendieron en quince das, cifra considerable entoncespara una novela argentina.Entre el 12 de septiembre y el 14 de octubre de 1887

    sale en folletn en el diario porteo Sud Amrica,precedida de una eficaz y hbil publicidad, la cuartanovela de Cambaceres y la ms ceida a los cnonesnaturalistas, En la sangre. La publicacin le vale aldiario vespertino un aumento de mil quinientos lectores,otra cifra significativa para la poca.

    Poco antes, repitiendo una actitud adoptada yacuando el lanzamiento de Potpourri, Eugenio habaembarcado nuevamente para Europa. Y unas semanasdespus de su llegada, el 17 de noviembre de 1887, se

    casaba secretamente en Pars con Luisa10Carta del 8 de diciembre de 1882,

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    Bacichi. Tan secreta debi de ser la ceremonia quemuchos bigrafos hacen del escritor, hasta sus ltimosdas, un soltern con espolones...

    En Pars, y a pesar de su enfermedad, llevaCambaceres una vida activa. El Gobierno de su pas lenombra delegado de la Comisin oficial encargada de

    representar al Gobierno argentino en la ExposicinUniversal de Pars de 1889, cargo que desempear conuna eficacia y un espritu de entrega dignos de losmayores elogios. Estas responsabilidades terminarncon sus ltimas fuerzas. El 5 de enero de 1889 redacta enPars su testamento olgrafo. El 5 de mayo, impulsadopor el deseo de volver a ver su tierra natal, embarcapara Buenos Aires. Llega el 26, con su mujer y su hija.Despus de una corta agona, muere en la CapitalFederal el 14 de junio de 889.

    Las dos primeras novelas de Cambaceres

    Potpourri (1882) es la stira, bajo todos los conceptos, dela buena sociedad portea a la que Cambaceres reprochasu inmoralidad y su hipocre-\^_ sa. Los protagonistas, Juany Mara, una pareja de recin casados, son losrepresentantes tpicos de aquella sociedad. Despus de aoy medio de aparente felicidad, los dos esposos se engaanmutuamente, preocupndose tan slo por salvaguardar lasapariencias. Esta crtica del matrimonio y, singularmente,de la mujer (el marido queda extraamente perdonado...)parece llevar la marca del fracaso del novelista en el planosentimental. En 1882, Cambaceres es un solternempedernido a quien sus pasadas aventuras de Don Juan

    han llevado al desencanto y a la misoginia. Para l, lamujer resulta ser, por su inconstancia y su doblez, elprincipal responsable

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    del fracaso del matrimonio. Las otras mujeres del'ntpourri .son de la misma calaa: amorales ehipcritas todas, venales e infieles las ms. Unaexconde, detrs de una fachada de seora virtuosa, unaactividad de Celestina; otra, casada con un vejestorio,cuenta los das que separan a ste de su bito; otra

    oculta el envenenamiento de su marido bajo el disfraz deun ttulo de presidenta de una sociedad filantrpica;otra an, procedente de la buena sociedad portea,queda embarazada por obra de un domstico.

    Las crticas de Cambaceres no se limitan a lasmujeres y al matrimonio. Se extienden tambin a lascostumbres polticas que imperan en los aos1870-1880. En un curioso captulo titulado Farsarepublicana en cuatro actos, vitupera el mundo polticoque se le opuso en 1871 y 1874, denunciandomezcladamente al Parlamento y al Gobierno, a lospartidos polticos y a los representantes del pueblo, almismo pueblo pretendidamente soberano y sobre todo a

    los traficantes polticos cuyas fechoras camufladas trasla mscara del patriotismo son la causa de la anarqua ydel descrdito asociados a la imagen de la Repblica.Entre aquellos ambiciosos incluye, aunque sin nom-brarlos explcitamente pero la alusin deba deresultar obvia a los lectores de la poca, a susprincipales adversarios polticos, Mitre, el ex presidentede la Repblica, y Tejedor, ex gobernador de laprovincia de Buenos Aires.

    Conforme a la gran tradicin instituida por losgrandes autores satricos espaoles, Cambacereszahiere tambin a los representantes de numerosasprofesiones con quienes se ha rozado especialmente:

    abogados (calificados de diablos en toga), mdicos(ineptos o dainos), diplomticos (irresponsables),comerciantes (ladrones), periodistas (inspi-

    dos o mentirosos), domsticos (estpidos), sacerdotes(mujeriegos)... No deja impunes tampoco a los subditosde varios pases: mientras los argentinos aparecenvanidosos, los ingleses son codiciosos, los italianospatrioteros, los espaoles tradicionalistas. Los francesesescapan todava a la crtica...

    Cambaceres ataca a la sociedad desde dentro, comoquien la conoce, la vive, saca de ella su cultura y, enparte por lo menos, su placer. Condena a esa sociedad,pero, si se mira bien, slo condena sus errores, susdesviaciones. Potpourri aparece, si se quiere, como lastira de la sociedad descarriada. Pero el escritor nocensura slo a los aristcratas pervertidos. De hechofustiga sobre todo a los impostores, a los advenedizos, osea, a la burguesa trepadora, a los que se desviven portomar el lugar de los que los han precedido en lo alto dela escala social.

    Si no siempre se muestra solidario de sus pares,Cambaceres escribe para ellos (no para el pueblo) y

    defiende de paso los mismos ideales, los valores eternosde la sociedad'burguesa. No debemos olvidar, sinembargo, que ha sabido demostrar en el pasado, con susvalerosas tomas de posicin en el Parlamento, unasinclinaciones liberales que contradecan las tendenciasdominantes de su clase. Podemos, sin vacilar, calificar suactitud de reformista, incluso si este reformismo tiene unalcance limitado, en la medida en que ignora laexistencia de las clases populares.

    El inters de Potpourri no se limita, por lo dems, a suaspecto satrico. La obra cobra un valor documental altraer a Id memoria la vida social de una capital en plenatransformacin. Su geografa es la de la ciudad activa,

    con sus elegantes negocios y sus lugares de placer. Senota que el escritor est enamorado de su urbe, enparticular de sus centros

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    aristocrticos como el teatro Coln o el Club delProgreso. El Buenos Aires que subsiste de esadecantacin es la capital vista por un aristcrata y unsibarita. Es la capital elegante del mundo elegante. Eneste sentido, la ciudad y la sociedad que la crea y queemana de ella cobran un valor positivo.

    En cambio, la pintura del campo queda limitada ytiene un alcance esencialmente negativo. Camba-ceres

    nos da aqu una caricatura sarcstica de los campesinoscualquiera que sea su ocupacin o su posicinsocial, vistos como seres ante todo vulgares ygroseros. En este sentido el campo aparece, no slocomo la anttesis de la ciudad sino tambin como laantinomia de la civilizacin. De hecho, Cambaceres,como estanciero adinerado, al tanto de los hechos delcampo, sin mostrar indiferencia respecto a l, prefiere laciudad, terreno de accin natural de un dandy y de unclubman que quiere situarse frente a la incultura delcriollo al afirmar su cultura de origen europeo.

    Su cultura y su origen europeos, Cambaceres losdemuestra elocuentemente en su lengua, al recurrirconstantemente al uso de trminos extranjeros. Si lasexpresiones latinas deben mucho a las humanidades delautor, si las palabras italianas revelan ms bien su amordel bel canto, los giros franceses, de lejos los msnumerosos, traducen a la vez los orgenes franceses delnovelista, su prctica de la lengua de Moliereparticularmente en razn de sus largas estancias enFranciay, ms an, su voluntad de reflejar en laconversacin o en la escritura una educacinaristocrtica, ya que, para las mentalidades argentinasde la poca, el francs apareca como la lengua de losespritus cultos y, para decirlo todo, de la oligarqua.

    Esa caracterstica de su estilo, complicada por el usodeliberado de galicismos, confiere a su prosa unaexpresividad,

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    un sabor y un humor verdaderamente fuera de lo comny es una de las originalidades ms marcadas del autorde Potpourri. Si se le aaden otras caractersticasligereza y concisin de la frase, tono a menudopardico, recurso frecuente a la metfora, irona yexpresividad del textovemos que se trata de un estilohablado cuya modernidad llama la atencin y atraeirresistiblemente al lector.

    Msica sentimental (1884), si bien se vincula con latnica general de la anterior novela, marca, sinembargo, una evolucin en el estilo. Nos cuenta lasaventuras en Francia de un rastacuero argentino, Pablo,y el amor desinteresado hasta la abnegacin que lededica una ex prostituta, Loulou, inspiradaevidentemente por el modelo de la Dama de lasCamelias, de Alejandro Dumas hijo.

    En el plano estructural, la obra es mucho msnarrativa que Potpourri. Cambaceres se preocupa enadelante de hacer la intriga ms consistente, de nutrir lapsicologa de los personajes, de pulir el estilo. La stira,por su parte, tiene tendencia a desaparecer o a limitarsea la crtica de las nacionalidades. Cambaceres criticaas el afn de lucro de los franceses. Su condenacin, sinembargo, se tie de la admiracin que siente por losrepresentantes de una nacin que, hace cien aos,representaba para los argentinos el modelo admirado yenvidiado. Al revs, el novelista acusa msaceradamente a los argentinos por lo comn fatuos,vanidosos y tontamente orgullosos de sus orgenesgeogrficos.

    La stira de las mujeres se limita en adelante a lasprostitutas que pueblan la noche parisiense. La opinindel novelista con respecto a las otras mujeres demuestraun cambio total de su parte, cambio que podemosatribuir a su nueva situacin sentimental al lado deLuisa Bacichi. En su rehabilitacin del sexo femeninollega a hacer de una ex meretriz

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    m

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    una mujer enamorada, humilde, fiel, arrepentida,capaz, en su deseo de redencin, de sacrificarse por

    su amante enfermo y de arriesgarse a morir parasalvarle. En la nueva ptica del escritor es el hombrequien, en adelante, es acusado por su egosmo, suingratitud o su crueldad. La muerte de su amante yla indiferencia de la sociedad arrojarn de nuevo a

    Loulou en el mundo del vicio y de la perdicin. As,las mujeres que se nos mostraban en Potpourricomo las cmplices de una sociedad amoral apare-cen aqu como las vctimas de esta sociedad. El mal,una vez ms, habr triunfado de la virtud. Y el

    pesimismo de Cambaceres habr vencido al optimis-mo relativo que pareci un momento haberse apo-derado de l.

    Este mismo pesimismo impregna parcialmente lapintura de la ciudad. En el momento en que compo-na Msica sentimental, Cambaceres luchaba con-tra los primeros ataques de la tuberculosis. Algunasdescripciones sombras que nos da de un Pars

    invernal, ciertas alusiones al fro de la capital enparticular, son significativas del impacto del climaen el fsico debilitado del novelista y del estadodepresivo del mismo.

    Al revs, la percepcin y la pintura de la natura-leza son, no slo ms serenas, sino ms entusiastas.

    Incluso Msica sentimental parece indicar el mo-mento en que la admiracin por la ciudad se truecaen comprensin con respecto al campo. El paisaje de

    Monaco es as motivo de risueas descripciones enque estallan la fina sensibilidad del escritor y susdotes de poeta inspirado, que acumula en algunas

    pginas imgenes brillantes y rebuscadas. En otras

    pginas, la evocacin de la Pampa, agobiada por elcalor de una tarde de verano, demuestra una poten-cia evocadora y sugestiva difcilmente superable. Elnovelista, por el lugar que le concede en adelante al

    40

    Y

    paisaje, aparece como un precursor en la literaturaargentina y anuncia las pginas inspirabas de Sinrumbo o de las novelas de Payr, Giraldes,

    Larre-ta y otros.En cambio, cuando se trata, ya no de pintar un

    paisaje, sino de descubrir la anatoma patolgica delprotagonista, el novelista recurrir a la tcnica

    naturalista que ser el primero en importar enArgentina. Potpourri, ya, presentaba unas tarassociales comparables con las que Zola exhibe a lolarga de los Rougon-Macquart.Pero Msica senti-mental aade a esos casos unas nociones mdicas o

    pseudocientficas sobre la evolucin de una enferme-dad, la sfilis. Aqu, la descripcin de la dolenciaalcanza tal grado de perfeccin en la expresividadhorrenda que evoca irresistiblemente las fuertes

    pginas consagradas por el novelista francs a ladescomposicin del cuerpo de Nana. Eugenio Cam-baceres no duda, en ocasiones, en recurrir a trmi-nos crudos u obscenos e incluso a efectos erticos o

    sdicos que le reprocharn agriamente sus contempo-rneos.Esa evolucin hacia una tcnica literaria ms

    rigurosa que la que asomaba tan slo en Potpourrise encuentra en otros planos: intriga ms estructu-rada, personajes ms verdaderos en el plano psico-lgico, descripciones y relatos ms elaborados, de-

    saparicin de las referencias autobiogrficas, estiloms pulido. Indudablemente la obra, si bien pierdeen espontaneidad lo que gana en elaboracin, de-muestra una maduracin del arte cambaceriano. EnSin rumbo esa narrativa alcanzar la plena madurez.

    La inmigracin extranjera Un ao y medio, nada

    ms, separa Msica sen-41

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    timental de Sin rumbo y, sin embargo, notamos en latemtica de las dos obras un cambio fundamental, quese acentuar notablemente con la cuarta novela. En lasangre.

    Cmo explicar ese cambio? Sucede que, a pesar delas apariencias, la situacin poltica, econmica, socialdel pas se ha degradado. Tres elementos,esencialmente, han influido en ese deterioro de lascondiciones de vida. En primer lugar, la conquista deldesierto sobre los indios, la expatriacin del gaucho, laimplantacin del ferrocarril, la particin de la Pampa,delimitada en adelante por el alambre de pas, tienen sucontrapartida: la plusvala de las tierras, el nuevointers prestado al campo, la multiplicacin de losterratenientes, desatan una especulacin sinprecedentes, que originar por cierto la crisiseconmica de 1890 y la cada del presidente JurezCelman.

    En segundo lugar, la arbitrariedad, el favoritismo, la

    corrupcin, el soborno, que haban llegado a ser lanorma dentro de los ministerios y de las esferasgubernamentales, acelerarn la descomposicin de lasociedad.

    En tercer lugar es de destacar, como elementodeterminante, el fenmeno de la inmigracin de la manode obra extranjera. Cambaceres, hijo de inmigrado lmismo, haba sido, diecisis aos antes de publicar En lasangre, un ferviente partidario de esa inmigracin que lepareca capaz de contribuir al aumento de la riquezanacional y de labrara la vez la prosperidad y elengrandecimiento de la Repblica Argentina ". Muypronto haba de desengaarse al comprobar que los

    resultados conseguidos no correspondan en nada a loque l haba esperado. Puede decirse que laimplantacin de

    Discurso del 18 de julio de 1871.

    inmigrados fue, al menos parcialmente, un fracaso. Habasido concebida para poblar el interior del pas: no hizoms que acrecentar la especulacin de tierras. Contribuysobre todo a sobrepoblar la capital por circunstanciaagravante el aporte de una mano de obra sincalificacin que muy pronto desemboc en el desempleo y,a veces, en la delincuencia. Y los que tenan unacalificacin disputaron sus empleos a los criollos que, enadelante, vieron en ellos una competencia y una amenaza.Otros, adems, se consagraron a pequeas ocupaciones opequeos oficios afilador, zapatero remendn,estaador (tachero)...que les merecieron el despreciode sus contemporneos. La hostilidad que despertaban asu alrededor y la repugnancia de la poblacin criolla enadmitirlos en su seno hicieron difciles, cuando noimposibles, su asimilacin o integracin. Los inmigrantestendern a agruparse por barrios o por profesiones o,simplemente, en sociedades regionalistas o de socorro jmutuo, en colectividades extranjeras, conservando I cadauno su nacionalidad. Se volvern en consecuenciasospechosos a los ojos de los nativos que persistirn enver en esos nuevos residentes a unos extranjerospeligrosos para el patrimonio argentino. Para los queadquirieron la nacionalidad argentina, las prevencionesno fueron menores ya que, al poseer los mismos derechosque los criollos, no vacilaron en utilizarlos y en pretendergozar de los mismos privilegios y de las ventajaseconmicas de los que los haban precedido, variasgeneraciones antes, en la conquista y la colonizacin delpas. La misma especulacin de tierras, al enriquecer aunos y al empobrecer a otros, y al provocar simultnea-mente unos sbitos e inesperados cambios sociales,

    contribua a colocar en adelante en un plano de igualdada la vieia oligarqua criolla y a los nuevos

    42 43

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    ricos inmigrados, algunos de los cuales, movidos por supropia audacia, llegaban hasta pretender ocuparenviables posiciones sociales, hasta formar parte de losclubs elegantes y selectos consagracin de suriquezay participar incluso en la actividad poltica del

    pas. La oligarqua criolla empez entonces a vacilar ensus cimientos y a maldecir en adelante lo que habaenaltecido hasta ahora. Cambaceres, el otrora ferviente

    partidario de la inmigracin, no reaccionara de otromodo y su obra literaria, a partir de' 1885, llevara elreflejo de esa evolucin.

    Las dos ltimas novelas de Cambaceres

    Sin rumbo (1885) nos cuenta el destino trgico de unjoven estanciero, Andrs, el cual, hastiado de la vida yde los placeres facticios de la ciudad, busca en el'campoun refugio regenerador. En el momento en que piensahaber encontrado en su hija el rumbo salvador, lamuerte de la nia pone un trmino a sus esperanzas y a

    su propia vida.La obra, a juicio de la inmensa mayora de los

    crticos, es la ms elaborada de Cambaceres, la quemejor justifica el ttulo de novela. Estructura/mente,indica un sensible progreso con respecto a las obrasanteriores: los retratos, vivos, de Potpourri dejan ellugar al estudio psicolgico desarrollado del prota-

    gonista; los dilogos, custicos o humorsticos de laprimera obra, se doblegan ante las descripciones

    rastacuero en Pars, mezclada, ella tambin, condigresiones, en Msica sentimental, la accin cobra aquuna unidad y una consistencia nuevas en nuestro autor;el estilo, en fin, encuentra aqu su apogeo y, gracias a su

    perfecta adecuacin con el tema tratado, contribuye ahacer de Sin rumbo la primera novela verdaderamenteargentina.

    Adems, Sin rumbo es, no tanto la primera novela quehaya evocado el campo argentino, como la primera enhaber hecho de ese campo el tema principal casi el

    personaje principal del argumento y la primera enhaber dado de l una descripcin realista y verista, tan

    alejada de las estilizaciones amaneradas y literarias delromanticismo como del color local y del tipismo de un

    folklore convencional y popular en demasa.El autor multiplica en su obra los cuadros de gnero

    (esquila de las ovejas, castracin y marca de losterneros...) que apoya en la juiciosa utilizacin de unvocabulario aldeano certero, con escenas costumbristasde un gran realismo, no desprovisto de humor, o connarraciones dramticas situadas en el marco especfico

    de la Pampa. Cambaceres hace revivir ante nosotrostodos los componentes del paisaje argentino: la estancia,el puesto, los campesinos y los peones, los animales y las

    plantas, la Pampa, sobre todo, que se extiende hacia elinfinito, desamparada, sola, desnuda, esplndida, sacandosu belleza, como la mujer, de su misma desnudez. Comoel paisaje mudable de un cuadro de Monet, la Pampa senos aparece a la vez en la desnudez incomparable de suextensin chata y en la variedad atornasolada que

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    su tesis particular del menosprecio de corte y alabanza dealdea.En esa perspectiva les atribuye a sus personajes unpapel preciso. Asi, por ejemplo, el personaje de Donatase inscribe con su contrapunto, el de la Amorinienel marco de la antinomia ciudad-campo que subtiendetoda la novela y cuyos elementos simbolizan, segn elcaso, la perversin alienante o la regeneracin

    libertadora. En la pareja Amorini-Donata, la primerarepresenta el ente sofisticado, artificial, falso, depravado,corruptor, de la ciudad; la segunda, el ser rudo, casto,puro, verdadero, regenerador, del campo. Esa dualidad,adems, se encuentra en simbiosis en el personaje deAndrs, ya que ste, en los flujos y reflujos de su almaatormentada, se colora positiva o negativamente segn sedeja atraer por uno u otro de los polos geogrficos queconstituyen las dos extremidades del eje de la novela.Tipo cumplido del ganadero, formado en la ciudad ypropietario de bienes races, repartiendo, comoCambaceres, su tiempo y su vida entre la capital y elcampo, simboliza ms que cualquier otro losmovimientos del alma del escritor y, finalmente, suevolucin irreversible, su retorno a las fuentes desabidura, de purificacin y de vida que, frente a lamortfera invasin inmigratoria que ha arrasado losvalores de la ciudad, slo el campo puede oj' recer.

    En la sangre (1887) es la historia de un advenedizo deorigen extranjero y de la amenaza que constituye para lasociedad argentina la gente de, su calaa.

    No insistiremos mucho en esa cuarta novela deCambaceres, ya que el lector tendr tiempo de analizarlay juzgarla detalladamente. Sin oponerse a la tnicageneral de Sin rumbo, la obra interrumpe el proceso dedesvalorizacin de la ciudad y de revalorizacin delcampo. Este queda totalmente

    ausente de la novela. Apenas si se puede encontrar, aqu,una alusin climtica, ah, una exaltacin implcita

    de la posicin social que confiere la posesin de la tierra,sobre todo si sta ha sido adquirida mucho antes o,

    mejor, legada como un ttulo nobiliario. De hecho, elcampo queda valorado slo implcitamente, por

    contraste, como para colmar el vaco que la ciudadalienada ha dejado en el corazn de uno de sus antiguosenamorados. El Buenos Aires de En la sangreya no es la

    ciudad activa y atractiva que sustituy en un primermomento a la gran aldea anterior a la Repblica, sino

    la metrpoli entregada a las hordas brbaras de losinmigrados. No viene considerada, como en Potpourri, a

    travs de la mirada de un aristcrata que ve en ella elcmplice o el testigo de sus calaveradas de muchacho o

    de sus aventuras de adulto, sino por medio del personajedel advenedizo, como el hito que alcanzar, la cumbre a a

    que se pretende trepar despus de escalar por todos losmediosy todos los medios son buenos para Genaro, el

    hijo de inmigrante

    los diferentes peldaos de la escalasocial. Aqu, la perspectiva se invierte: muy lejos de serpercibida desde la altura que le confiere a un aristcratasu posicin social, la ciudad es vista desde abajo, con la

    visin rastrera de un reptil. Y en el marco de unametrpoli, otrora poderosa y exuberante, hoy annima y

    casi extranjera desde que ha cado en manos de losinmigrantes, Genaro, prototipo del trepador, aparececomo el smbolo de la barbarie que viene a clavar su

    bandera en las ruinas de la civilizacin.Porque todo, en la novela, gira alrededor del s mbolo

    del trepador. Todo, desde la psicologa del personaje, lanica verdaderamente desarrollada, hasta el mismo

    argumento, al servicio de la tesis sostenida porCambaceres. Esa tesis, en realidad, es doble, o, mejordicho, tiene un doble cariz. Por una

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    parte es el lado naturalista, tiende a demostrar queel personaje de Genaro est determinado por su origen,o sea, que lo lleva todo en la sangre. Por otra partees el aspecto poltico, quiere convencernos de que lainmigracin ha acarreado los males que sufre Argentinaen 1887, ya que la sociedad no ha sabido levantarbarreras eficaces para oponerse a las aagazas y a losembustes de los advenedizos. En realidad, las dos tesiscorren paralelamente a lo largo de la obra, sirviendo laprimera de apoyo a la segunda. Al hablar as de laastucia felina de su raza, aludiendo al joven ambicioso,condensa el novelista en una plstica y sugestiva frmulalo que las trampas y los artificios empleados para conse-guir sus fines deben a sus orgenes y a la ley de laherencia. Por nuestra parte, sintetizaremos el aportepoltico literario de la novela al recalcar que se trataante todo de un panfleto naturalista.

    De entrada, sita el novelista lo innatoy lo adquiridodel protagonista. Nace ste de un padre estaador,

    grosero, brutal, avariento, aquejado de un vicioorgnico,y de una madre cariosa, pero inculta y vulgar,enferma ella tambin. A los cinco aos es, en lo fsico, unnio raqutico, anmico, hambriento y vestido deharapos y, en lo moral, un granuja cruel y vicioso. Ellugar de eleccin de sus juegos y de su aprendizaje de lavida es el conventillo, donde se junta toda la miseriade los inmigrantes, y la misma calle, escuela deperversin y de corrupcin. Es decir, que Genaroarrastra tras s una grave e infamante herencia cuyoefecto viene acrecentado por la influencia del medio.

    Se repiten a menudo, bajo la pluma del autor, laspalabras instinto, raza, herencia, sangre y otras del

    mismo registro que, dentro de una fraseologa natu-ralista, insisten sobre el determinismo que afecta alprotagonista y tienden a demostrar que nada bueno

    se puede esperar de este hijo de inmigrante y de todoslos dems que, al fin y al cabo, estn hechos a suimagen. El mismo Genaro no puede ms quedesesperarse ante la agobiante fatalidad que ha hechoque nazca de un ente despreciable, de un napolitanodegradado y ruin, de una vieja crpula que le ha infligidola vida y, con ella, el ridculo de ser el hijo de un

    tachero. Su odio hacia su padre slo se puedeequiparar a su rencor para la sociedad que le hacepagar la culpa de su ascendencia o a su deseo devengarse de los que le desprecian.

    El autor ha ensombrecido deliberada y exagera-damente a su personaje. Un ambicioso rencoroso yamargado, eso es lo que la inmigracin, en la ficcin deCambaceres, trae a la sociedad del 80. Uno no puedemenos que quedar impresionado, si no por el valor de lademostracin, al menos por el encarnizamiento puestopor el escritor en denunciar a los trepadores,verdadera hez de la inmigracin italiana. Novelafrustrada por exceso de carga, escribir A. GimnezPastor u, en un juicio tal vez excesivo l tambin.

    Podra pensarse que la sociedad ha sabido, al menos,levantar una barrera entre ella y los ambiciosos, que hasabido preservar sus valores. La respuesta deCambaceres es rotundamente negativa y a eso tiende,precisamente, la segunda parte de su demostracin.

    El primer obstculo que se presenta ante lasambiciones conjugadas de Genaro y de su madre es elexamen de ingreso al colegio dependiente de laUniversidad. La facilidad grotesca del mismo de-muestra, simblicamente, la inexistencia del supuestoobstculo. El hijo de inmigrante se sentar en

    12Prlogo de la Edicin Minerva (1924) de Sin rumbo.

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    adelante en el mismo banco que los criollosbien nacidosy podr esperar sacar los mismos privilegios de susestudios.

    El segundo examen es mucho ms arduo y parecepresentar todas las garantas encaminadas a cerrarles elpaso a los que no son dignos de hacer carrera. El valorcientfico del examen, el contexto solemne del saln de

    actos de la Universidad, el aparato representado por eltribunal parecen oponer una barrera infranqueable a losescasos recursos intelectuales del joven ambicioso. Sinembargo, su instinto de raza y su falta de escrpulos, poruna parte, el detalle de una puerta mantenidaprovidencialmente abierta por el bedel nuevo smbolode los fallos de la mecnica social, por otra parte, lepermiten franquear esta nueva dificultad y progresarirresistiblemente en la escala social.

    Tercer obstculo, y todava ms serio en apariencias,porque difcil resulta escapar del examen riguroso yexigente con que la alta sociedad protege el numerusclausus de sus elegidos, es el ingreso al Club del

    Progreso, baluarte de la oligarqua criolla. Y de hecho,el primer intento de nuestro ambicioso fracasar. Lasslidas tradiciones del establishment porteo parecenhaber opuesto una barrera infranqueable al ascensosocial del advenedizo. Sera no contar con la desfachatezhereditaria del hijo de gringo y con las brechasabiertas en el baluarte social.

    La confianza ingenua de una honrada familia criollano vale frente a las intrigas de un trepador. Genaro notendr mayores dificultades en introducirse en el hogar,en seducir a la rica heredera, Mxima, en violarla y endejarla embarazada para poder casarse con ella yenriquecerse. Al culpabili-zar a los padres y a la joven,Cambaceres quiere en realidad culpabilizar a la mismasociedad y hacerle

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    tomar conciencia de la necesidad de estar ojo avizory de defenderse frente a las agresiones exteriorespara evitar que se instale en ella el germen de ladegradacin y de la corrupcin. Porque hay quepensar que no slo Genaro es un ser degradado y vil:conforme a las leyes naturalistas de la herenciabiolgica, el hijo de Mxima no puede por menos de

    llevar, a pesar de las virtudes de la madre, las tarasdel padre. O sea, que casarse con un aporte de lainmigracin es condenar a su descendencia a corromperse y a degenerar. Adems, la violacin de Mximaaparece, metafricamente, con el franqueo de lasfronteras del establishment, como la violacin dela buena sociedad tradicional portea. Porque, unavez instalado en el lugar, Genaro podr a sus anchasmultiplicar las intrigas y acumular las fechoras.Todas las puertas le quedan abiertas en adelante: lafortuna heredada de su suegro le deja esta vez laentrada libre en el Club del Progreso, le facilita laconcesin de fuertes crditos bancarios, le permite,

    .al aprovecharse de una coyuntura econmica momentneamentefavorable, entregarse a las especulaciones de tierras msvergonzosas, esas iy especulaciones que, al producir cambios deposicin^- y trastornos econmicos, atenan contra eledificio social (y que, de hecho, lo harn vacilar tres aos mstarde).

    El panfletario ha querido, con un ltimo rasgo,manifestar definitivamente, de manera hiperblica, todala ignominia del personaje. Ha querido, al mismotiempo, darle una ltima advertencia a la sociedad. Al

    perder, en fin de cuentas, en el pquer de laespeculacin, Genaro se ha arruinado y ha arrastrado alos suyos a la quiebra. Al insultar, al pegar y alamenazar de muerte a su mujer porque se niega aentregarle sus ltimos bienes, Genaro no alcanzasimplemente una culminacin en lo odioso.

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    Su gesto cobra nuevamente valor de smbolo: si lasociedad guarda, como Mxima, una pasividad fe-menina frente a las artimaas de los aventurerosvenidos del extranjero, corre a la catstrofe y se

    pone en peligro de muerte.Eugenio Cambaceres ha querido, con su panfleto,

    denunciar claramente la amenaza que hacan correra las viejas instituciones las generaciones trepadoras

    provenientes de la inmigracin extranjera y lanzaral pas una solemne y proftica advertencia. Esaadvertencia la harn suya otros escritores (

    Arge-rich, Martel...), y desembocar en unaxenofobia, un racismo y un antisemitismosistemticos y, a nivel poltico, en la ley deresidencia impuesta a los extranjeros en 1902.

    CONCLUSIONES

    Podemos medir, al trmino de este breve estudio,la evolucin de Cambaceres en cuatro direcciones

    fundamentales que, adems, se insertan unas en otras.En el plano poltico, y especialmente en el plano

    de la poltica inmigratoria, constataremos la ampli-tud de la trayectoria cumplida en diecisis aos,desde el primer discurso en la Convencin Reforma-dora de la Constitucin (1871) hasta la ltimanovela (1887), desde las primeras manifestacionesliberales de la elocuencia cambaceriana hasta losltimos acentos de inspiracin reaccionaria, en el

    sentido literal de la palabra.Evidentemente, Cambaceres ha sido siempre un

    gran burgus, y adems se ha considerado, se haportado como tal. Cada vez que ha sido llevado acriticar su clase social, lo ha hecho desde dentro, sinnegar su pertenencia a una lite, a una aristocracia,

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    por nueva que fuera. Y la critica de una sociedad declase no le ha impedido usar o abusar, sin vanosescrpulos ni cargos de conciencia, de los privilegiosque esa misma sociedad le ha concedido.

    En sus tres primeras novelas, y a pesar de suliberalismo, Cambaceres queda prisionero de sus

    prejuicios de clase. Nunca les concede a los obrerosun papel determinante como es el caso en la obra de

    Zola o en la de Maupassant. Al contrario, a lo largode su obra, aqullos son rebajados a la categora deobjetos, de simples instrumentos de trabajo queobedecen ciegamente a su amo.

    En la sangre representa un cambio. Genaro de-sempea el papel principal, si no precisamente elms simptico. Es a la vez de extraccin modesta y

    profundamente odioso. Es que la novela cobra unvalor de panfleto y la crtica social que, enPot-pourri, por ejemplo, vituperaba a la neciaburguesa portea, la trata ahora con ciertosmiramientos, ya que ve que en ella residen losverdaderos valores morales, menoscabados por la

    brbara invasin de los inmigrantes.Uno podr extraarse de que el liberal Cambace-

    res, el apologista de la inmigracin en los aos1870, llegue a ser el escritor reaccionario de En lasangre, el que anatematizar la inmigracin. Comouno podr extraarse de que esa condenacin ema-ne, precisamente, de un hijo de inmigrante.

    Sin duda podr objetarse que la inmigracin delpadre de Eugenio se situaba plenamente en la lneade la inmigracin noble e indispensable al pas, tan

    preconizada por los Alberdi, Sarmiento y otrostericos de la inmigracin, muy diferente de la bajainmigracin que se abati sobre Argentina como uncicln, sembrando el pnico y el desconcierto. Unono podr dejar de pensar, sin embargo, que hay quever, en esa doble contradiccin que reviste la actitud

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    Sfc

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    de Cambaceres, uno de los aspectos ms ambiguos ycomplejos de un escritor que pertenece a una generacineminentemente compleja ella misma, hi-persensibilizadapor lo dems a los problemas de su tiempo. *Cambaceres ha sentido, con otros, el profundo trastornoque traa con ella la ola inmigratoria y ha presentido elalcance que no dejara de tener en las instituciones de su

    pas, como en el porvenir de su propia descendencia, eldesequilibrio cada vez ms patente entre las viejas clasesburguesas, esclerticas y gastadas por el hbito delpoder, y las nuevas generaciones, populares yextranjeras, dotadas de dientes afilados y apetitosslidos. En la sangre es ms que un grito de alerta. Esuna profeca de Casandra que se niega a reconocer laineluctabili-dad del ascenso imparable del pueblo. EnCambaceres, el republicano se vuelve monrquico anteel crimen de lesa majestad.

    Frente al dilema ciudad-campo, el principio de laobra nos sita de lleno en la doble ecuacin sarmientistaque equipara la ciudad a la civilizacin y asimila elcampo a la barbarie. En este sentido, Potpourri aparececomo la novela de la ciudad, mientras que el campoqueda ausente o viene tratado en un tono menor oincluso desdeoso.

    Msica sentimental seala una evolucin, limitadapor el hecho de que la novela, escrita en Francia,desarrolla su argumento en aquel pas. Las alusioneselogiosas para el campo comienzan a surgir, mientrasPars se vuelve ambiguo, a la vez exaltante y peligroso,paraso e infierno.

    La evolucin se precisa y acenta con Sin rumbo. Elescritor ha pasado dos aos en Europa, lejos de su

    tierra natal. Su pas le ha parecido, a su regreso,singularmente transformado y trastornado por eldesarrollo econmico que hace tabla rasa de los

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    valores aristocrticos de la gran aldea. El viajero debide sentirse algo marginado por unos acontecimientosque se haban desarrollado sin l. La ciudad viene a serdesde entonces sinnimo de perversin y el campoaparece en adelante como un refugio regenerador.

    En la sangre se sita al trmino de esa evolucin, almismo tiempo que seala cierto retroceso. La toma de

    conciencia de la fuerza

    y del peligro para laoligarqua, que representa en adelante la corrienteinmigratoria, al mismo tiempo que provoca en el escritornuseas ante una ciudad ahora alienada y le mueve a darla voz de alarma, le incita a defender los valores de lacivilizacin urbana y a exaltar implcitamente lasvirtudes de la sociedad establecida. Sus ataques no seorientarn en adelante contra la urbe en s, sino contrala ciudad descarriada, que se prostituye ante el becerrode oro del modernismo exacerbado, que se entrega a losvendedores del templo la falsa aristocracia y la nuevaburguesa nacidas del progreso econmico, o seabandona al saqueo de los brbaros la hordainmigratoria

    . Se trata aqu, en el fondo, de una

    reaccin de despecho amoroso. De hecho, Cambaceresquiere a la ciudad como se quiere a una mujer. Pero alver que la ciudad de sus amores, la ciudad con la que haflirteado toda su vida ha venido a ser la ciudad de losdems, se ha mancillado, se ha prostituido, elescritor-amante no puede ocultar su despecho y suconfusin. En un primer tiempo, ha dejado a la infielimpura para echarse en los brazos de su eterna rival, lacampia pura y purificadora, como Andrs se pas de losamores mancillados y perversos de su querida a lasentregas castas, a la aspereza salvaje de la joven

    mestiza. Pero la conclusin le ha resultado frustrante ymuy amarga, ya que el fruto de sus amores, Andrea, hamuerto en el

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    umbral de su vida. Representa la muerte de la niainocente, seguida pronto por el suicidio de Andrs, el finde un mundo? Podramos pensarlo al trmino de laevolucin literaria de Cambaceres cuya ltima novelaparece querer anunciar el apocalipsis al dibujar a hierrocandente la ruina de la civilizacin y de la sociedadejemplar.

    En el plano especficamente literario, Cambaceres hatomado de Zola la tcnica los desvos tambin, delmtodo experimental. Una de las caractersticas delnaturalismo consista, se sabe, en presentar lasdegenerescencias psicofisiolgicas de los individuos olas taras de la sociedad burguesa.

    Esas taras, esos males son, hay que reconocerlo,particularmente numerosos en la obra completa delescritor. Notamos, sin embargo, al hilo de la creacinliteraria, una evolucin muy neta en el sentido de unmayor rigor en cuanto a la aplicacin de los principiosdel mtodo experimental. Potpourri, por ejemplo, es

    naturalista tan slo oblicuamente, por la acumulacin decasos que constituyen otras tantas taras sociales. Msicasentimental aade a esos casos unas nociones mdicas ypseudocientficas sobre la evolucin de una enfermedad:la sfilis. Sin rumbo, que se engalana con ladenominacin de estudio, aade a la exposicin de uncaso de crup el anlisis de la psicologa compleja de unhombre presa del pesimismo y del horror de vivir. En lasangre, la ltima y la ms naturalista de las cuatronovelas, la nica, tal vez, que merece ntegramente estecalificativo, hace intervenir las nociones de influencia delmedio y su ttulo resulta, desde este punto de vista,elocuente, de herencia.

    Si la deuda de Cambaceres para con el autor de losRougon-Macquart es, por lo tanto, muy real, elnaturalismo del primero no deja de alejarse, sin

    embargo, especialmente en el plano ideolgico, delnaturalismo del segundo.

    El espritu positivista de Zola le mova a pensar que laliteratura y la ciencia deban asociarse estrechamente,como deban hacerlo tambin la Repblica y elnaturalismo. Sus concepciones tendan hacia elsocialismo y la exaltacin del proletariado, aun cuandouna obra como L'Assommoir (La Taberna), al dar de lacondicin obrera un reflejo global-mente negativo, lehan valido las crticas de espritus avanzados. Germinal,es cierto, es la revancha moral de los humildes, y elconjunto de los Rougon-Macquart es, lisa y llanamente,la crtica despiadada de la hipocresa y de ladepravacin de la burguesa. Las obras de Zola son, enla mayora de los casos, unas obras militantes inspiradaspor la poltica y cargadas de intenciones polticas.

    Las de Cambaceres tambin. Pero s en un primertiempo se puede notar una convergencia entre los dosautores en la stira de la moral burguesa, si se puedenencontrar una filiacin parcial pero cierta entre lasintenciones polticas y morales de Pot-Bouille y las dePotpourri, el camino de nuestros dos escritores se bifurcadespus y toma incluso, al final, direcciones opuestas. Lamayora de los bigrafos de Cambaceres ha subrayado,refirindose esencialmente a la ltima produccin deste, En la sangre, esa oposicin en la utilizacin polticadel naturalismo. Cambaceres, escribe Vias, invertir elaprendizaje hecho en el naturalismo originariamenteantiburgus para impugnar a los hijos de proletariosinmigrantes !3.

    De hecho, la paradoja es doble. Potpourri, la obra, enla forma, menos naturalista de Cambace-

    13DAVID VIAS: Literatura argentina y realidad poltica.Buenos Aires: Jorge Alvarez, 1964 (pg. 250).

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    res, se suma, en el fondo, a las teoras zolianascontenidas en la denunciacin implacable de las tarasde la sociedad burguesa. En la sangre, la obra, en laforma, ms naturalista de nuestro autor, se sita en elpolo opuesto de las tesis sociales y socializantes de Zolay vilipendia a la clase obrera y la inmigracinproletaria, sin dejar de exaltar implcitamente los

    valores tradicionalmente asociados a la oligarqua.Aqu, como en otras partes, Eugenio ha seguido latrayectoria consecuente que le ha llevado delliberalismo al conservadurismo.

    En lo que atae a la lengua y al estilo, la evolucin noes menos evidente. El estilo deshilvanado, la lenguahablada de Potpourri eran las caractersticas de unacharla escrita, discurso de un aristcrata que prolonga,cual Mansilla en sus Causeries del jueves, unasconversaciones de club u opiniones intercambiadas enaquellas veladas mundanas que reunan en los salonesde moda a la flor y nata de la oligarqua y de laintelligentsia. Aquel estilo y aquella lengua, que recurrena menudo a un vocabulario tpicamente criollo y a unasintaxis suelta, no desprovista de laxismo, espumeantecomo una copa de champagne en palabras de uncontemporneo estn llenos de frescor y de espon-taneidad y comunican a la prosa de Potpourri una graciay un humor inimitables. Al mismo tiempo, el empleorecurrente de palabras extranjeras, preferentementefrancesas, sirve para situar al autor intelectual ysocialmente y para distinguirlo de sus compatriotasmenos felices y menos favorecidos que l en el plano deleclecticismo y del cosmopolitismo, consideradosentonces como marcas de nobleza.

    Msica sentimental aspiraba ms a la categora denovela. Por ello, la lengua es ms contenida, el estiloms amplio, ms tenso, ms narrativo. Se terminaron yalas frases cortas, incisivas, tajantes.

    En adelante, la frase se despliega naturalmente, es mslarga, ms solemne, ms literaria y se ajusta ahora msa la narracin que al dilogo o al monlogo propios dePotpourri. Los vocablos franceses no estn ausentes,pero no desentonan por situarse la trama de la novela enPars o en Montecar-lo.

    Sin rumbo aspira por lo menos tanto, si no es ms, a

    la categora de novela, y de novela realista-naturalista.El estilo es igual de amplio, igual de narrativo. Lalengua, en cambio, seala una evolucin considerable.Estamos lejos aqu de los galicismos y de los girosfranceses o, en el polo opuesto, de los sacados dellunfardo, que caracterizaban a Potpourri y, en menorgrado, a Msica sentimental. La accin, en esta novela,se sita un tercio en Buenos Aires y dos tercios en laPampa. La voluntad de rehabilitar el campo, por lasrazones que conocemos, lleva al novelista a inyectar ensu prosa un nmero considerable de voces y expresionestpicas del campo y del mundo pampeano. La lengua,como siempre, queda al servicio de la ideologa.Habiendo cambiado sta, tiene que evolucionar si-multneamente el soporte lingstico. El cosmopolitismode la primera obra, al desaparecer en beneficio de laafirmacin nacionalista de la tercera, empuja al autor aconceder la mxima importancia a los argentinismos y auna lengua autnticamente criolla.

    Con En la sangre, lengua y estilo sealan la ltimaetapa de la evolucin ideolgica del novelista. Movidopor una preocupacin de realismo y de mimetismo,Cambaceres utiliza ocasionalmente la lengua bastardade los inmigrantes italianos mientras que su numensatrico coloca en boca de Genaro unas expresionesvulgares y desvalorizantes para el ambicioso. Pero lagran singularidad de En la

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    sangre, no slo en relacin con las otras novelasargentinas sino, incluso, con respecto a las tres primerasobras de Cambaceres, es el empleo sistemtico del estiloindirecto libre y la redundancia que significa el empleodel pronombre sujeto colocado despus del verbo,generalmente al final de la frase o de la oracin.Cambaceres ha querido sealar con este procedimiento

    estilstico a la vez el arribismo tremendo d Genaro yuna oscilacin constante entre un orgullo de machosatisfecho y un complejo de inferioridad nacido de laconciencia de su mediocridad, los clculos srdidos, losrazonamientos interiores del intrigante, la preocupacinexclusiva por su yo, su egosmo frentico que le colocaen el centro de todo y hace de su persona puestaprecisamente en relieve por el uso enftico y redundantedel pronombre el objeto nico al que tienden losmeandros de su soliloquio. El procedimiento, por pesadoy repetitivo que sea, obedece a una voluntad esttica ysatrica, perfectamente consciente y duea de sus efectos.La lengua y el estilo estn, ah tambin, al servicio de la

    ideologa y permiten al autor y al grupo social querepresenta distanciarse de los inmigrantes y de lachusma originada de la inmigracin, al tiempo que elnovelista se asegura la complicidad del lector en esacondenacin y ese rechazo.

    NUESTRA EDICIN

    Siete han sido las ediciones de En la sangre que sehan sucedido en casi un siglo, despus de la edicinoriginal de 1887. Treinta y siete aos separan la edicinde Sud Amrica de la de Minerva (1924), la cual es

    reproducida prcticamente sin cambios en la edicin deRovira (1933). Posteriormente sali la de Castellv(1956), por cierto, plagada de errores, lagunas ydescuidos, sobre la que se basan, desgraciadamente, lasediciones ms recientes, Plus Ultra (1968) yColihue-Hachette (1980). EUDEBA (1967), por su parte,se inspira de Sud Amrica y, a veces, de Minerva.

    Nuestra edicin pretende restituir la versin original,no slo porque se public mientras viva Cambaceresquien pudo as revisarla y corregirla, sino porqueresulta de un cotejo estricto de todas las ediciones y delas variantes introducidas en cada una de ellas que eltexto de Sud Amrica es a todas luces el ms satisfactorio

    y el ms fidedigno. Nos hemos limitado, por tanto, acorregir los errores tipogrficos y a actualizar laortografa. En algunas ocasiones, cuando as lo exiga lacompren-

    60 d