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213 Procesos electorales y élites gobernantes en Mérida en la segunda mitad del siglo XIX ANTONIO RODRÍGUEZ IGLESIAS I. E. S. Emérita Augusta. Mérida Tras la coyuntura revolucionaria que viene señalada por el Sexenio Democrático se inicia el periodo de la Restauración; restauración de la mo- narquía y restauración de la propia dinastía de los Borbones. La monarquía de Isabel II había fracasado en la adopción de un sistema de gobierno, que fuera capaz de arbitrar alternancia política, que hiciera posible que las dife- rentes opciones políticas dinásticas se alternaran en el gobierno. Con la Res- tauración se estructura la sucesión en el poder mediante un singular modo basado en la adulteración de los procesos electorales; adulteración que no cesa con la implantación del sufragio universal masculino a partir de 1890, sino que obligado por ser llamados a las urnas un volumen mayor de electo- res, se perfecciona para seguir haciendo posible la misma dinámica. Mariano García Canales 1 hace referencia a una cierta confusión termi- nológica durante la Restauración en cuanto al significado del término “mo- narquía constitucional”, bien equivalente a monarquía sometida a las limita- ciones de regla del ejercicio del poder o a un tipo específico de monarquía diferenciable de la parlamentaria y asemejable a las monarquías limitadas alemanas. A lo largo de este periodo podemos distinguir tres etapas, coincidentes con las tres décadas o periodos de las mismas. De 1875 a 1880 se configura y 1 GARCÍA CANALES, M.: La teoría de la representación en la España del siglo XX (de la crisis de la Restauración a 1936). Universidad de Murcia, Murcia, 1977.

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213

Procesos electorales y élites gobernantes

en Mérida en la segunda mitad

del siglo XIX

ANTONIO RODRÍGUEZ IGLESIAS

I. E. S. Emérita Augusta. Mérida

Tras la coyuntura revolucionaria que viene señalada por el SexenioDemocrático se inicia el periodo de la Restauración; restauración de la mo-narquía y restauración de la propia dinastía de los Borbones. La monarquíade Isabel II había fracasado en la adopción de un sistema de gobierno, quefuera capaz de arbitrar alternancia política, que hiciera posible que las dife-rentes opciones políticas dinásticas se alternaran en el gobierno. Con la Res-tauración se estructura la sucesión en el poder mediante un singular modobasado en la adulteración de los procesos electorales; adulteración que nocesa con la implantación del sufragio universal masculino a partir de 1890,sino que obligado por ser llamados a las urnas un volumen mayor de electo-res, se perfecciona para seguir haciendo posible la misma dinámica.

Mariano García Canales1 hace referencia a una cierta confusión termi-nológica durante la Restauración en cuanto al significado del término “mo-narquía constitucional”, bien equivalente a monarquía sometida a las limita-ciones de regla del ejercicio del poder o a un tipo específico de monarquíadiferenciable de la parlamentaria y asemejable a las monarquías limitadasalemanas.

A lo largo de este periodo podemos distinguir tres etapas, coincidentescon las tres décadas o periodos de las mismas. De 1875 a 1880 se configura y

1 GARCÍA CANALES, M.: La teoría de la representación en la España del siglo XX (de la crisisde la Restauración a 1936). Universidad de Murcia, Murcia, 1977.

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da estructura al régimen de la Restauración. Estructuración que viene deter-minado en gran medida por la constitución de 1876, la de mayor vigencia enla historia contemporánea española, en vigor hasta la proclamación de la IIRepública, si exceptuamos el paréntesis que constituye la Dictadura de Mi-guel Primo de Rivera; hecho de mayor resonancia cuando la dinámica delpasado siglo fue la inestabilidad política y la promulgación, más de una sequedó en mero proyecto constitucional, de sucesivas constituciones.

De alguna manera la ley magna de 1876 pretende situarse entre las de1845 y 1869, adoptando un cierto eclecticismo entre ambas. De la primerarecoge los importantes poderes asignados al rey, así como la soberanía com-partida entre éste y las Cortes. Por el contrario de la segunda el reconoci-miento de los derechos recogidos en el Titulo I; sin embargo el ejercicio realde los mismos se dejaba al arbitrio de la situación política, pues su regulaciónquedaba sujeto a leyes ordinarias, por lo que estamos ante una admisión dederechos sólo efectivo en el plano teórico, las circunstancias de la vida diariamarchaba por otros derroteros.

La citada constitución de 1876 era bicameral. En la configuración de laCámara Alta no más del 50% de sus miembros eran de carácter electivo, yello de forma indirecta, el resto lo constituían puestos vitalicios y de designa-ción. Por el contrario, los miembros de la Cámara Baja se designaban me-diante sufragio censitario hasta la aprobación del sufragio universal masculi-no ya mencionado. Obviamente, el papel del parlamento distaba mucho deser el eje de la vida política, como sucede en un régimen parlamentario pro-pio de la era actual.

“El correcto funcionamiento del gobierno parlamentario no era elcaso de la Restauración, en la que, como es sabido, las Cortes no origi-naban los Gobiernos, sino a la inversa. Por lo tanto el papel del Rey fuemucho más comprometido; debía atenerse, no a las mayorías parlamen-tarias, sino al acuerdo entre los jefes políticos desde que se produjo elpacto; y previamente, es decir, en el reinado de Alfonso XII, prácticamen-te al criterio personal.”2

2 LARIO, Ángeles: El Rey, piloto sin brújula. La Corona y el sistema político de la Restauración(1875-1902). Biblioteca Nueva UNED. Madrid, 1999, pp. 446-447

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Hasta 1880 Cánovas del Castillo establece los resortes del Estado. LaLey electoral de 1878 fija el derecho al voto a todo español que sea contribu-yente por la cuota mínima para el Tesoro de 25 pesetas anuales por contribu-ción territorial y 50 por industrial (art. 15), así como a determinadas élitesintelectuales, eclesiásticas, burocráticas, militares, profesionales, artísticas,judiciales y docentes (art. 19). Por otra parte en este periodo se consigue lanecesaria pacificación del país con el final de la guerra Carlista y con la pazde Zanjón que abre un paréntesis en el conflicto de Cuba.

La década de 1880 se caracteriza, en gran medida, por la consolidacióndel programa liberal. La Ley de Asociaciones de 1887, la Ley del Jurado delaño siguiente, el Código Civil de 1889 y por último el Sufragio Universal de1890 son claros ejemplos de lo que estamos mencionando.

Finalmente la última década del siglo XIX viene marcada por la guerrade Cuba y por la crisis finisecular.

“Fácil no es adelantar que las grietas que iban abriéndose en elsistema tradicional se ahondaron hasta producir una especie de seísmoen 1898, es decir, cuando el Estado español pasó por el trance de perderlos restos de su imperio colonial. 1898 sirve de punto de referencia parafijar la crisis que se abre. Crisis que es evidente en lo que se refiere alsistema colonial sobre el que todavía se apoyaba gran parte de la viejaEspaña, de donde procede un “saneado” sector de la acumulación pri-mitiva del capitalismo español; pero también la permanencia de aque-llas colonias galvanizaba la “ideología de consolación”, que daba unafalsa conciencia de dominadores y “civilizadores” cuando en realidad seestaba en una situación marginal a la Europa de entonces. La crisis eratambién el sistema político de la Restauración, en cuanto a él incumbíala responsabilidad de haber dirigido el país durante un cuarto de siglo.Las catástrofes navales de Cavite y Santiago, el armisticio de agosto de1898, el tratado de París de diciembre del mismo año, son como el fulmi-nante que transforma la crisis potencial en crisis efectiva y abierta. Di-cho de otro modo: la crisis estructural existente (crisis latente, como sonsiempre las estructurales) se transformaba en crisis abierta, en coyuntu-ra conflictiva, al aplicársele el “detonador” de los acontecimientos de1898. El 98 marca, pues, un punto de ruptura, sobre todo en dos aspectosesenciales:

a) El dominio colonial

b) La hegemonia ideológica de la oligarquía.

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He aquí dos hechos históricos que cesarán de tener vigencia a par-tir de aquella coyuntura”3.

La crisis generada a partir de la pérdida colonial de 1898 va mucho másallá de lo que pueda representar en sí misma, la propia pérdida de las últimascolonias americanas. Sus implicaciones, de mucha más profunda raigambre,repercutirán sobre la superestructura ideológica y política del país.

Sin embargo, el desastre colonia del 98 si afectó decididamente almodelo, al ponerse en solfa todos los procedimientos admitidos hastaentonces. Con la pérdida de las colonias lo que pasó a predominar fue-ron los programas de regeneración, con lo que se alteraron las costum-bres de automatismo en la resolución de las crisis, afectando a las jefatu-ras de los partidos y a la unión de los mismos por la expectativa abiertaen torno a la Presidencia del Gobierno”4.

Después de la descripción de este marco teórico es necesario fijarnos enel funcionamiento real del mismo. El Rey designa un presidente del gobierno,éste disuelve las Cortes, se pone de acuerdo con los otros partidos (encasilla-do) para la asignación de representantes, los partidos movilizan a sus caci-ques con lo cual sale una mayoría holgada del partido convocante. Por elencasillado el Ministro de la Gobernación coloca en las casillas los candida-tos, ministeriales o de la oposición con expectativas de triunfo. Frente a lossistemas electorales actuales en los cuales el gobierno es producto de los re-sultados electorales, durante la Restauración se invertía el orden: las eleccio-nes eran consecuencia del gobierno de turno.

“En definitiva, rasgos básicos de la práctica electoral eran:

a) Intervención del poder central. El papel del Ministro de la Go-bernación era fundamental. Sin el favor del Gobierno no habíaporvenir político. Esta actuación se producía en diferentes nive-les según fuera el grado de enfrentamiento. Confeccionado elencasillado, no sin trabajos, disgustos y sobresaltos, imponerlocorrespondía a los instrumentos de la administración periférica,el Gobernador Civil y las autoridades municipales.

3 TUÑÓN DE LARA, Manuel: España: la quiebra de 1898. Sarpe. Madrid, 1986, pp. 25 y 26.4 LARIO, Ángeles: Op. cit.., pp. 80-82

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b) Victoria controlada del Gobierno, controlada en el sentido deque la oposición tenía institucionalizada su representación quequedaba garantizada, mediante una obra de verdadera ingenie-ría política, en el encasillado.”5

Costa caracteriza el sistema por:

1º Oligarcas: Notables en Madrid o en los lugares de decisión.

2º Caciques: A lo largo de todo el territorio.

3º Gobernadores Civiles.

Lo que Costa calificará como “clase directora” son los oligarcas, caci-ques y junto a ellos un tipo de alto funcionario de designación política que esel gobernador civil. El oligarca para Costa es aquel que aparentemente tieneel Poder o participa en él: ministro, subsecretario, diputado, jefe de partido enla oposición, etc. En cuanto al cacique, su poder decisorio es solamente anivel local6.

El control de los procesos electorales se produjo incluso, tras la entradaen vigor del sufragio universal en 1890. De acuerdo a la ley electoral con quese celebraron las elecciones de 1879, 1881, 1884 y 1886 se delimitaba unelectorado de unos novecientos mil españoles mayores de 25 años que, comomínimo, pagaban 25 pesetas de contribución territorial ó 50 de subsidio in-dustrial. Por el contrario, las celebradas a partir de 1890, es decir los procesosde 1891, 1893, 1896, 1898, 1899 y 1901 antes de la mayoría de Alfonso XIII,se realizaron mediante sufragio universal masculino, como ya se ha mencio-nado. “Preparados los distritos”, el último paso era la manipulación del actomismo de la votación.

El control de las mesas pone punto final a la serie dedicada a la prepa-ración de la elección. Después, la injerencia gubernamental responde a lafigura del fraude en el momento y lugar de la lección. Una vez más, el fraudees, por lo menos, pasivo o implícito porque, cuando el gobierno no intervino

5 SÁNCHEZ MARROYO, F. “Política y sociedad en la Extremadura de fin de siglo”. Revista deEstudios Extremeños. Tomo LIV, nº 1 enero-abril, 1998.

6 COSTA, Joaquín: Oligarquía y caciquismo. Madrid, 1902, pp. 28 y ss.

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activa o explícitamente, lo hizo suspendiendo la aplicación de la ley. “Puche-razo” o “volcar el puchero” es el nombre genérico para designar cualquiertipo de fraude activo utilizado para “atribuir el censo de tal o cual pueblo a undeterminado candidato”. El muestrario es bastante rico.”7

En definitiva el entramado político durante la Restauración tiene unosmecanismos de funcionamiento, tácitamente aceptados por los partidos di-násticos y que Ángeles Lario8 resume del siguiente modo:

“Resumiendo las prácticas establecidas en la relación entre lospartidos, éstas son: voto en blanco de las oposiciones en el nombramien-to del Presidente del Congreso; contribución a la aprobación de las leyesanuales: presupuestos y fuerza militar, desechándose abiertamente cual-quier política obstrucionista, intercambio de información cotidiana en-tre el presidente del Gobierno y el jefe de la oposición en cuestiones depolítica general; permanencia en el Gobierno una media de dos años ymedio; y, desde luego, como principio y final de todo ello la autodefensaentre los jefes de los partidos frente a ulteriores candidato – la mutuabeligerancia-, defensa que se hacía fundamentalmente por medio de lasconsultas abiertas por el monarca con ocasión de las crisis políticas”.

Por lo que se refiere a Extremadura la situación se ajustaba perfecta-mente a lo que hemos descrito. El sistema funcionaba especialmente bien enlas zonas rurales, como la extremeña, donde la oligarquía no dejaba de con-trolar todos los resortes del poder, tanto económico como político. En cuantoa la división electoral, la región extremeña queda dividida en 17 distritos, 10de los cuales pertenecen a la provincia de Badajoz, siendo uno de los mismosel correspondiente a Mérida.

El peso y la capacidad de influencia de determinadas personas marcabael discurso político desplazando claramente, a los propios principios políti-cos. Merced al clientelismo, producto de las profundas desigualdades de lasociedad rural basadas no sólo en aspectos económicos, sino en culturales y

7 VARELA ORTEGA, José: Los amigos políticos. Partidos, elecciones y caciquismo en laRestauración (1875-1900). Alianza Universidad. Madrid, 1977, p. 411.

8 LARIO, Ángeles: Op. cit., p. 82

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profesionales, se concentraba la capacidad decisoria en muy pocas manos.Como afirma Fernando Sánchez Marroyo9

Resulta evidente que la fuerte desigualdad en el mundo rural (nosólo económica, sino también cultural) era la base de la relación clientelar.El patrón mantenía una posición privilegiada en la sociedad rural, tantoeconómicamente (patrimonio), como profesionalmente (conocimiento delos entresijos de la Administración en comunidades donde existía, ade-más un alto nivel de analfabetismo). En esta relación se daba un inter-cambio de servicios, de excepcional potencia heurística en el tema quenos ocupa. Mientras el patrón utilizaba el favor, el cliente, en este caso,le entregaba su voto”

La I República dejará, en líneas generales en Extremadura, poca hue-lla, pero el fenómeno regionalista tiene un resurgir, quizá en una actitudmimética con relación a otros regionalismos emergentes en este periodo definales de siglo. No es ajeno a ello la publicación de la “Revista de Extre-madura” a partir de 1899, de vida efímera. En cualquier caso hay un ciertoespíritu regionalista desde finales del siglo pasado.

Los candidatos oficiales van a gozar en Extremadura del apoyo mayori-tario, el abstencionismo, cuando no el retraimiento, va a otorgar unas eleva-das dosis de fidelidad a los mismos.

No desaparece en su totalidad la inestabilidad y los pronunciamientospropios de la época isabelina, ejemplos de ello lo tenemos en nuestra región.El 5 de Agosto se sublevan, a favor de la república, guarniciones militares deBadajoz, mal informadas probablemente de que el levantamiento se habíaretrasado. El envío de tropas desde Madrid las hace marchar hacia Portugalsin que se dispare un solo tiro.

Entre las fuentes, las actas municipales son elementos indispensablespara el estudio de los vínculos del poder municipal. Imprescindibles para elseguimiento del discurrir local, incluidos los mecanismos del poder local.Junto a ellas los expedientes electorales nos han permitido hacer seguimientosobre las incidencias de los diversos procesos electorales. Si no únicos, actasmunicipales y expedientes electorales, han fundamentado lo sustancial deeste trabajo.

9 SÁNCHEZ MARROYO, F.: Op. cit., pp. 344-345.

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1. MÉRIDA EN EL TRIPLE NIVEL DE LA ACTIVIDAD REPRESEN-TATIVA

Dentro del marco de los regímenes liberales la función representativase ejerce tanto a nivel local, como a nivel provincial y por último nacional.Estos tres niveles de representación tenían su manifestación en Mérida, porconstituir uno de los distritos para la representación de Diputados a Cortes dela provincia pacense. En este mismo marco nacional se encuentra el Senado,aunque sus elecciones siempre han merecido una atención secundaria, por sucarácter más restringido.

“La función representativa senatorial durante la Restauración seconvirtió desde el principio en un refugio para notables que habían cul-minado su vida pública, pero también en un recurso para saciar ambi-ciones políticas frustradas en sus aspiraciones al Congreso de los Dipu-tados”10

En cuanto a la representación provincial, ésta se concretaba en la Dipu-tación Provincial. Era de sumo interés el control de la misma por las funcio-nes administrativas que desempeñaba, pero también, porque a su ComisiónProvincial correspondía la supervisión y control de las elecciones municipa-les. Aunque las elecciones a la misma compartían los rasgos generales yadescritos, participaban de unas pecualiaridades que Fernando SánchezMarroyo11 resume en estos tres aspectos.

En primer lugar al Diputado a Cortes de cada distrito le correspondía laselección de los candidatos que cubrirían las tres vacantes reservadas a lasmayorías, dejándose la cuarta para la oposición. En segundo lugar la no coin-cidencia, en algunos casos, de la zona de influencias de los diputados con loslímites de los distritos electorales para la Diputación era fuente potencial deconflictos y en tercer lugar la no simultaneidad en ocasiones entre la orienta-ción política del Gobierno y la de la Diputación, por seguir esta última unmecanismo fijo, frente al carácter más aleatorio del primero.

Por último en el ámbito estrictamente local, la elección del alcalde seescapaba del propio proceso electoral, asegurándose así su control por partedel Gobierno. No obstante quedar reducida la elección municipal a la desig-nación de concejales, no estaban éstas exentas de tensiones muy fuertes.

10 SÁNCHEZ MARROYO, F.: Op. cit, p. 350.11 SÁNCHEZ MARROYO, F.: Op. cit.

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1.1 Los procesos electorales

No se escapaban las elecciones celebradas en Mérida de la casuísticadiversa a la que nos hemos referido anteriormente. Como podremos compro-bar diversos procesos electorales estuvieron salpicados de incidentes que nosponen bien a las claras la adulteración de los mismos. Incidentes que sobre-pasan la calificación de tales, porque lo que caracteriza el sistema político dela Restauración es la sistematización de los mismos. La adulteración de loscomicios no surge en plena Restauración, sino que tiene ya una extensa prác-tica desde el reinado de Isabel II, en los propios inicios del sistema políticorepresentativo.

“Todos los procesos electorales, tanto para el Parlamento comopara la Diputación, desarrollados entre 1890 y 1901 conocieron unamecánica similar. Esta mecánica no era nueva, no sólo venía del pasado,de los primeros momentos de la Restauración, sino que tenía una largatradición, arrancaba de unas prácticas que se habían ido consolidandodesde los orígenes del régimen representativo, en el Reinado de IsabelII”12.

Efectivamente son abundantes los testimonios que encontramos en laépoca isabelina de manifiestas irregularidades en la celebración de diferentesprocesos electorales. Así sucede, por ejemplo, en las elecciones verificadas en1853. En ellas se produce el triunfo de los candidatos ministeriales: CayetanoCordero y Manuel María Moreno, pero hay diversas reclamaciones eimpugnaciones. Manuel Picón, de Mérida, y Cristóbal Bejarano, de Puebla,afirman que algunos electores habían recibido más de una papeleta rubicadapor la presidencia.

Manuel Leal Vita, José Sama y Romero Leal, vecinos de Mérida, juntoa Sancho Bejarano y Pedro Amigo, de Puebla, piden:

“no exista la ilegalidad de la protesta anterior porque las papele-tas fueron rellenadas dentro del local electoral”13.

12 SÁNCHEZ MARROYO, F.: Op. cit, p. 385.13 Todos los incidentes e impugnaciones se encuentran en el legajo 1082 de Expedientes electorales.

AHMM.

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Ellos mismo piden que:

“conste en el acta que el Consejero provincial había recorrido mu-chos pueblos reclamando el compromiso de voto para el candidato delgobierno”.

No fueron estos los únicos incidentes; Máximo García, natural deAlmendralejo, expone que pidió:

“seis papeletas para él y sus asociados. Al votar Francisco Calde-rón dice que ese no es el candidato que él iba a votar. Preguntado por quéconsintió, afirma que creía que era el procedimiento. Posteriormente afir-mó en publico que el no reclamaba ni sospechaba nada y que considera-ba a D. Máximo todo un caballero”.

Por su parte Romero Leal, Manuel Cervantes y Máximo García, pidenque conste en el acta general, para:

“confirmar la injusticia de la reclamación del Picón14 y el Bejarano.Los citados manifiestan lo siguiente:

1) Que en Diciembre los Sres. Alonso Rodríguez González Consejo Provincialy Manuel Menéndez administrador de la Contribución directas, dirigieronunas cartas a los alcaldes de los pueblos más notables recomendándolesinfluyeran para la reelección de D. Manuel Mª Moreno.

2) Que ha recorrido los pueblos Rodríguez interesándose con los alcaldes eindividuos del Ayuntamiento protegieran la candidatura mencionada

3) Que el Guarda Mayor de montes de Mérida Vicente Bruñuela ha visitadovarios pueblos con el mismo objeto y que desatendida por el alcalde deSan Pedro de Mérida se procedió a abrirle expediente por haber autoriza-do el alcalde a un convecino a una corta de pinos en el monte de Propioshecho ocurrido hace un año, sin que se haya abierto expediente.

4) Que vecinos de Arroyo San Serván manifestaron tener comprometido elvoto con el candidato ministerial si se despachaba en la oficina de la pro-vincia a favor de su pueblo cierto expediente sobre aprobación de cuentasde ayuntamientos anteriores, aprobándose 2 ó 3 días antes de las eleccio-nes.

5) Que desde el primer día de las elecciones se personó en Mérida el AlonsoRodríguez hablando a los electores para que votasen al candidato.

14 Se encuentra así en el original. Legajo 1082. AHMM.

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No se había permitido a la oposición hacer juntas como se pidió algobierno de la provincia”15.

El tono de los incidentes y reclamaciones expuestas nos no dejan lugara dudas a cerca del sentido y objeto perseguido; ponen bien a las claras, laspresiones ejercidas para “orientar” el voto en la opción deseada.

En las elecciones que tuvieron lugar el 25 de marzo de 1857 se vuelvena producir incidentes similares. En esta ocasión los progresistas BartoloméRomero Leal, vecino de Mérida, y Elías García protestan de la validez de losresultados16 habidos en el proceso electoral. Los citados cimentaban su pro-testa con los argumentos que podemos ver a continuación:

1º. El Sr. Gobernador llamó a muchos alcaldes, secretarios de Ayunta-miento y electores pidiéndoles el voto para D. Abelardo López deAyala, candidato ministerial.

2º. Haber dirigido cartas a electores el sr. gobernador, considerándo-lo una coacción.

3º. Haberse despachado favorablemente en los días que precedieron ala elección algunos temas que interesaban mucho a algunos electo-res: un concejal de Mérida, abastecimiento hospitales

4º. El no haberse dado posesión al nuevo Ayuntamiento de Almen-dralejo.

5º. Haber hecho creer a los electores que al dar su voto al candidatodel gobierno, volvería a establecerse en esta ciudad el hospital pro-vincial San Juan de Dios, cuando correspondía de justicia.

6º. Haberse separado al comisario de Montes de la provincia de lasatenciones propias de su cargo, para recorrer los pueblos del distri-to para captar votos para el candidato oficial.

7º. Haber situado un funcionario a pocos pasos de distancia del cole-gio para captar votos para el candidato del gobierno.

15 Todos los incidentes e impugnaciones se encuentran en el legajo 1082 de Expedientes Electorales.AHMM.

16 En las elecciones el candidato más votado fue Abelardo López de Ayala, candidato ministerialque obtuvo 59 votos.

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Estos argumentos agregados a otros de igual naturaleza son nece-sarios para anular la votación”17.

Podemos comprobar, mediante las reclamaciones expuestas, las diver-sas vías de actuación del poder oficial para dirigir la voluntad de los electo-res. Por un lado se verifican medidas coactivas: el sentido del voto vendríaprovocado para evitar posibles represalias, caso de no producirse el triunfodel candidato propuesto; pero por otra parte nos encontramos, de igual mane-ra, con “favores” ofrecidos hacia particulares o pueblos enteros si el triunfa-dor del proceso electoral es el adecuado.

El 2 de abril se repiten las elecciones por no haber obtenido mayoríaabsoluta ningún candidato. Nuevamente se presentan diversas impugnacionespor idénticas razones que en los comicios anteriores

“Presenta una protesta el escrutado Antonio Astorga: firmada por loselectores Joaquín Sánchez y Diego Alvarado: En vista de la violencia y coac-ción ejercida en el periodo que ha mediado entre las 1ª y 2ª se niegan a emitirsus sufragios:

1º Separación de D. Alonso Rodríguez del cargo de su por su sim-patía con el otro candidato.

2º Nombramiento y separación de cuatro estanqueros en los díasprecedentes a la votación.

3º Estar apostado en las proximidades del colegio un agente delgobierno, el comisario de montes.

4º El gobernador de la provincia llamó al alcalde de Acehuchalpuesto que había votado unánimemente al otro candidato paraintimidarles.

5º Constituir en esta ciudad un empleado del gobierno de la pro-vincia en comisión pública para revisar cuentas relativas a la adminis-tración municipal.

6º Amenazar e imposición de multas a los ayuntamientos de LaGarrovilla y Montijo cuyos electores habían votado al Sr. Moreno.

7º Haber registrado la casa de los dos máximos contribuyentes deCalamonte. Al primero se le quitaron dos pistolas que tenía por miedo aser robado, hecho que había sucedido en otros pueblos por la calamitosa

17 Expedientes Electorales. Legajo 1082. AHMM.

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situación que se vive, y al otro, intimidándoles, exigiendo el pago inme-diato de 80 fanegas, todo por votar al Sr. Moreno.

8º Haber variado los nombramientos de alcalde de Valverde y LaNava sin el oportuno expediente.

9º Separación del capellán del Hospital por ser primo del candida-to ser. Moreno.

La Mesa responde que no le constan estos hechos. El presidente dela elección dice que ha oído algo, pero que no le consta nada y que si hahabido coacción por parte de los partidarios del candidato ministerial,también la ha habido de los partidarios del candidato del Sr. Moreno.”18

Como hemos señalado ya con anterioridad las prácticas fraudulentas nose limitaban a las elecciones a Diputados a Cortes, sino que escenas similaresse reproducían en los comicios locales y en las elecciones a la DiputaciónProvincial. Así las que tuvieron lugar en febrero de 1871, para ésta útima,dieron lugar a reclamaciones en la totalidad de los colegios electorales, CasasConsistoriales, Santa Clara y Pósito. El sentido de las mismas se relacionabacon las capacidades legales de los candidatos Baldomero Díaz y Andrés Ga-lán Bris; el primero por no estar incluido en “ninguna de las tres circunstan-cias que establece la ley” mientras que el segundo por “haber ejercido juris-dicción en la provincia dentro de los tres meses que marca la ley”19.

Como pusimos de manifiesto y como hemos podido comprobar en lospárrafos precedentes, la manipulación de los procesos electorales asienta susraíces en plena configuración del propio sistema representativo liberal. Pero,como también es sabido, alcanza sus máximas cotas de “perfección” durantela Restauración, periodo en el que además alcanza un significado peculiar.

En las elecciones municipales celebradas durante los días, 7, 8 y 9 defebrero de 1877, Vicente Mora pone de manifiesto en el acta parcial del tercerdía de los comicios celebrados en el colegio electoral del Teatro, lo siguiente:

“considera que la elección verificada en este distrito, así como enlos restantes: en la que figuran como candidatos abrazando la mayoría yla oposición, es viciosa, como contraria al espíritu y fin de la ley, en

18 Expedientes Electorales. Legajo 1082. AHMM.19 Elecciones Diputados provinciales. Expedientes Electorales. Legajo 1091. AHMM.

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atención a que obrando en la forma expuesta no se le da entrada a laminoría o20 oposiciones barrenando por este medio las disposicionesque aquella marca, por cuya razón protesta de dicha elección... pidiendopor ello se declarasen invalidadas”21.

El fundamento de la protesta es que sólo había candidatos de la mayo-ría. En el acta general se dice que es:

“incierto y que la minoría está también dentro del Ayuntamiento,pues una minoría obtuvo el triunfo eligiendo a sus concejales”22.

Igualmente fueron presentadas impugnaciones en las elecciones quetuvieron lugar dos años más tarde, en 1779. Los días 7, 8, 9 y 10 de junio secelebran comicios municipales. Antonio Jabón pide la nulidad de las eleccio-nes por:

1. Haber repartido el terreno comunal de las Eras durante el periodoelectoral.

2. Haber repartido el terreno comunal de las Eras durante el periodoelectoral.

3. Incapacidad de dos los elegidos por ser ya concejal.

4. Incapacidad del primer Teniente de Alcalde Rafael Pulido por ha-ber firmado cédulas electorales”23.

La comisión electoral desestima la impugnación presentada. Sobre lospuntos 1 y 2 expone que se han verificado en la época habitual; en cuanto al 3manifiesta que la ley no impide la reelección de los concejales, dependiendode los mismos el aceptar o no la reelección. Por último sobre la firma decédulas electorales afirma que fue por “diligencia” del alcalde. En definitivay por las razones que exponemos la reclamación fue desestimada. En cual-quier caso nos muestra nuevamente las acciones llevadas a cabo para “guiar”el voto de los electores.

20 Así figura en el original.21 Elecciones Municipales. Expedientes Electorales. Legajo 1096. AHMM.22 Elecciones Municipales. Expedientes Electorales. Legajo 1096. AHMM.23 Elecciones Municipales. Expedientes Electorales. Legajo 1096. AHMM.

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Los días 20, 21, 22 y 23 de mayo de 1882 se celebran elecciones muni-cipales por haberse anulado las que habían tenido lugar el año anterior por elrecurso de alzada presentado por electores. La comisión provincial anularíalas elecciones en base a dicho recurso de alzada que se fundamentaba en lasrazones siguientes:

“1º El alcalde Valentín Suárez Quintero se ha valido de los agentespara llevar a su casa a gran número de electores con el fin de exi-girles el voto a determinada candidatura de la que él formaba par-te.

2º Exhortar públicamente a los braceros para que votasen en determi-nado sentido, haciendo promesas en la línea de lo que venía ha-ciendo pues en los repartos de la Dehesa Boyal y del Prado yroturación de cañadas y cordeles ha beneficiado a sus amigos.

3º Empleados municipales han votado en presencia de su candidatu-ra. No vistiendo los agentes de uniforme para así cumplir su misiónde agentes electorales.

Resultando que se protesta de la capacidad electoral para ser concejalpor haber sido alcalde”24.

Como resultado la Junta General de Escrutinio anula las elecciones yresuelve repetirlas.

Son pues diversas las muestras de las protestas a que dieron lugar lacelebración de algunos procesos electorales, y ello tanto en comicios munici-pales como para la elección de diputados provinciales, diputados y senadores.En ocasiones la impugnación se fundamenta en el incumplimiento de algúnaspecto formal al no cumplir taxativamente algún precepto legal; en otras,por el contrario, el sentido de la protesta va encaminado a poner al descubier-to las presiones, de todo tipo, ejercidas sobre el cuerpo electoral.

En la prensa local también encontramos diversos testimonios sobre elmismo asunto. La República nos realiza una pequeña crónica de las eleccio-nes a diputados en el distrito de Mérida-Alburquerque. Los candidatos son

24 Boletín Oficial de la Provincia, 29 de Junio de 1881.

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Antonio Pacheco, fusionista vecino de Mérida y Manuel Ferreras, candidatoministerial natural de Alburquerque. Para el redactor de dicho periódico laactividad del primero hizo que ganara limpiamente:

“Celebramos el triunfo legítimamente del Sr. Pacheco porque lo haconseguido sin disturbios, ni pucherazos... El gobierno civil de la pro-vincia no ha hecho uso, que nosotros sepamos, de violencias y opresionesdurante el periodo electoral en el distrito”25.

Otro aspecto significativo, que nos pone de manifiesto la importanciade los procesos electorales como termómetros capaces de señalar la tempera-tura política es el abstencionismo, cuando no el retraimiento, y ello a pesar deque el número de electores representaban una proporción bastante reducidaen relación al número de habitantes, salvo a partir de 1890 y en aquellosperiodos anteriores en que estuvo en vigor el sufragio universal.

“Parece mentira que en plena época de monterías se ocupen loshombres en cosa tan baladí como las elecciones”26.

En este comentario del Montero Extremeño, en el que se pide retrasarlas elecciones hasta la veda, refleja la importancia concedida a los procesoselectorales.

En diversas ocasiones las elecciones no pudieron realizarse por la faltade electores que permitieran la constitución de las mesas electorales o simple-mente ningún elector accedió a ejercer su derecho. Diferentes muestras tene-mos de una y otra circunstancia.

Así en las elecciones municipales de 1852, en el distrito de la Plaza, elprimer día de votación no se presentó ningún elector27. Idéntica circunstancia

25 Periódico La República, de fecha 23/04/1899. Archivo del Grupo de Trabajo: “Prensa Escuela”del CEP de Mérida.

26 El Montero Extremeño, en su número de 15/11/1893. Grupo de Trabajo: “Prensa Escuela” delCEP de Mérida. El Montero Extremeño se editó en Mérida a partir de 1893.

27 Expedientes electorales. Legajo 1095. AHMM

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se dio en las elecciones del año siguiente, en que nuevamente no se presentóningún elector el primer día28.

En las elecciones municipales de 8 de febrero de 1857 en el distrito deSanta Clara no se pudo realiza la elección por no concurrir electores suficien-tes para constituir la mesa, hubo de repetirse el 15 de febrero29. En las de1866 no llegó a formarse ni siquiera al tercer intento30. Igual circunstancia sedan en las convocadas en 1879; tenían prevista su celebración los días 10,11,12 y 13 de mayo sin embargo no llegaron a constituirse las mesas electoralespor lo que tuvieron que repetirse los días 7,8,9 y 10 de junio31.

Una explicación la encontramos en la respuesta que remite el alcaldeante las explicaciones exigidas por el gobernador civil por el “retraimiento”que impidió la formación de las dos mesas. El alcalde entiende que es:

“la repugnancia que se observa a servir estos cargos públicos y laindiferencia con que ya se miran las cuestiones electorales por efecto delcansancio, la repetición de estos actos y la mayor tranquilidad que seobserva en la población desde que los partidos abandonaron la luchaque estimulaba la ambición de mando y los resentimientos personales”32.

Al recurso del retraimiento acuden también los republicanos, como po-demos leer en el periódico de La República. Así en 1899 se presentan33 porprimera vez después de 8 años de retraimiento. Del mismo modo en 1901, yen el mismo diario34, se nos da información de que a las elecciones municipa-les de 10 de noviembre, los republicanos lo han abandonado y acuden a lasmismas con candidatura íntegra.

“Serán célebres en la historia de Mérida... Por multiplicarse laspapeletas dentro de la urna de uno de los colegios en término de excedersu número al de votantes”

28 Expedientes electorales. Legajo 1095. AHMM29 Expedientes electorales. Legajo 1095. AHMM30 Expedientes electorales. Legajo 1095. AHMM31 Expedientes electorales. Legajo 1096. AHMM32 Expedientes electorales. Legajo 1095. AHMM.33 La República, 21/05/1899. Archivo del Grupo de Trabajo: “Prensa Escuela” del CEP de Mérida.34 La República, 10/11/1901. Archivo del Grupo de Trabajo: “Prensa Escuela” del CEP de Mérida.

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“Cuando se abrieron los colegios electorales, y en el de Casasconsistoriales, según dice el interesado, se negó la entrada, antes de co-menzar la votación, al interventor de los conservadores D. Victorio Cuesta,único de oposición que había, pues el de los republicanos no se presentó.Cuando le permitieron ocupar su sitio en la mesa, observó que habíapapeletas en la urna y protestó del hecho, pero fue desatendido. Siguió lavotación su curso y, cuando terminada se fue a proceder al escrutinio,volvió el Sr. Cuesta a protestar la elección por la razón expuesta, pero suvoz fue ahogada por la del presidente de la mesa, que le dijo veía visio-nes. Terminado el escrutinio se vio con asombro que el número de pape-letas 378 resultó superior al de los votantes consignados en la lista deinterventores, pues este era de 364. El exceso de 14 papeletas sobre elnúmero de votantes sentó mal al público que asistió al escrutinio, porsuponer que se trataba de una falsedad notoria. Estimándolo así y dis-puesto a que no quede impune el delito, si lo hubiere, el procurador D.Emilio Tourino, a nombre del candidato derrotado, D. Guillermo Pablo,presentó ante el Juzgado de Instrucción querella criminal contra la mesapor falsedad en la elección...”35.

La crónica de La República nos da una muestra más del carácter y pul-critud de los procedimientos electorales. En la España de la Restauración, laselecciones, incluso después de la instauración del sufragio universal masculi-no, no tenían por objeto el designar los gobernantes. Su papel era diferente,representaban una formalidad necesaria en el juego político de la época, perosin desempeñar elemento vinculante.

35 La República, 21/05/1899. Archivo del Grupo de Trabajo: “Prensa Escuela” del CEP de Mérida.

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Elecciones municipales

0

200

400

600

800

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1800

1851 1852 1853 1860 1862 1864 1866 1868 1871 1873 1877 1879 1882 1883 1885 1887 1889

Electores

Votantes

En el gráfico precedente podemos observar la evolución de los procesos

electorales municipales desde mediados de la centuria hasta la última década

del siglo. Podemos distinguir tres etapas tanto en el número de electores como

en el de participantes. El Sexenio Democrático abre un paréntesis con la im-

plantación del sufragio universal. Debido al fuerte incremento de electores,

es en este momento cuando proporcionalmente, la participación electoral es

menor; hecho que se encuentra suficientemente justificado por la propia exis-

tencia del sufragio universal masculino y la consiguiente ampliación del cuerpo

electoral.

Por lo que se refiere a los momentos de vigencia del sufragio restringi-

do, comprobamos que el número de electores es sensiblemente inferior du-

rante las décadas cincuenta y sesenta, con anterioridad a la Revolución del

68, que durante la Restauración. También en este periodo la diferencia en la

proporción entre electores y votantes es la mayor de todo el periodo, salvo el

proceso electoral de 1873. Efectivamente durante la Restauración las leyes

electorales amplían el número de electores, pero sin embargo la participación

en los procesos no se incrementa en la misma proporción, especialmente en

los momentos finales del periodo representado.

Fuente: Expedientes electorales. Legajo 1095 y 1096. AHMM

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Gráfico1: Participación electoral

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2. LAS ÉLITES GOBERNANTES

Probablemente en torno a la familia Pacheco podemos encontrar la fi-gura más emblemática y característica de elites locales con patrimonios eco-nómicos de relevancia e indudable peso político en la localidad. Alonso PachecoBlanes representa en la segunda mitad del siglo XIX el patrimonio territorialy económico más importante entre quienes son vecinos de Mérida.

El origen de la familia parece situarse en tierras del norte, en concretoen Santander; desde allí se trasladan hacia Extremadura durante el siglo XVIII,siendo D. Alonso Atanasio Pacheco, nacido en Villafranca en 1746, quien fijasu residencia en Mérida como abogado en 1770. Será diputado del cabildoemeritense durante la proclamación de Carlos IV, accediendo a la hidalguíaen 1806 para sustraerse del pago de cargas y tributos. Entrará en los nego-cios, convirtiéndose en el proveedor de jabón de la localidad de Mérida. Elverdadero iniciador de la fortuna familiar es Antonio Clemente Pacheco, hijodel anterior. Su fortuna se gestará en el Lavadero de lanas de La Carija.

“Su boyante posición económica le permitió adquirir numerosascasas y fincas, siendo algunas de ellas las adquiridas en 1850 en la su-basta de los bienes eclesiásticos, confiscados por el Ministro Mendizábaly entre las que se contaban la finca de la Orden, también llamadaCotorrillo, perteneciente a la encomienda santiaguista de Lobón con lacasa de la referida encomienda en dicha villa, así como el convento dereligiosas de Santa Clara en la calle Santa Julia”36.

Antonio Clemente Pacheco sería miembro de la Junta Municipal cuan-do Mérida fue liberada de la ocupación francesa durante la Guerra de la Inde-pendencia en 1809. Su hermano Alonso Segundo Pacheco, dedicado a la ca-rrera de armas, llegaría a ser nombrado senador vitalicio en 1845. El hijo deAlonso Segundo Pacheco, Alonso de la Encarnación Pacheco y Blanes, here-daría y ampliaría la fortuna de su tío Antonio Clemente Pacheco, ya que ésteno llegó a tener descendencia por haber casado muy mayor.

“En 1861 compró varias dehesas, una en Cáceres, adquirida delDuque de Villahermosa, y otras tres en Mérida, Torre de Miguel Sesmero.

36 NAVARRO DEL CASTILLO, Vicente: Historia de Mérida y pueblos de su comarca. Tomo III.Familias e hijos ilustres de Mérida. Siglos XV al XX. Mérida, 1992. Para el relato biográfico dela familia Pacheco ha tenido una aportación fundamental la obra citada.

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y Zarza de Alange. Se convirtió en el terrateniente más poderoso de lacomarca emeritense”37.

Su presencia y actividad en la vida política local sería, de igual manera,destacada. Fue alcalde en diversas ocasiones y se puso, durante la Revoluciónde 1868, al frente de la Junta Municipal Revolucionaria

Antonio Pacheco Lerdo de Tejada, hijo del anterior, intervendrá, deigual modo, en la política local y comarcal, formando parte del partido libe-ral. Fue en varias ocasiones diputado a Cortes por el partido de Mérida. Suhermano, Carlos Pacheco Lerdo de Tejada, ocupará, así mismo, la alcaldía enlos comienzos del presente siglo. Otro hermano Alonso, muerto prematura-mente, fue presidente de la Diputación Provincial de Badajoz.

Las conexiones familiares alcanzarán a Benito Toresano Barrantes, so-brino nieto de Antonio Clemente Pacheco, quien también será alcalde deMérida en los años finales de la década de 1880, siendo uno de los más nota-bles de Mérida. Fue Benito Toresano contable de su tío en el Lavadero delana, siendo mejorado en la herencia por éste.

El papel de familia como eje del desempeño del poder político es nota-ble como señala Fernando Sánchez Marroyo.

“Heredado el patrimonio, se recibían con él también todos los fac-tores que le eran anejos, entre ellos la preeminencia social y, en su caso,el protagonismo público. De esta forma se conseguía el control familiarde la política de los distritos”

Sin duda alguna riqueza patrimonial, preeminencia social y poder polí-tico, van con suma frecuencia unidas, siendo cada una de ellas separadamente necesarias para alcanzar las demás y, a su vez, consecuencias de las otrasdos. En definitiva siguiendo la saga del apellido Pacheco, hemos podido verel ejemplo del control económico y político por parte de la familia, constitu-yendo un ejemplo de oligarquía local característica del pasado siglo.

37 NAVARRO DEL CASTILLO, Vicente: Op. cit.

PROCESOS ELECTORALES Y ÉLITES GOBERNANTES EN MÉRIDA

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Otra figura destacada es Miguel Nogales. Alcalde, en los finales de ladécada de los 50 y de presencia frecuente en las sucesivas corporaciones, ydiputado provincial en el inicio de la década siguiente. La familia Nogalestambién dispuso de un patrimonio de cierta relevancia en la localidad. Eneste mismo periodo de inicios de la segunda mitad del siglo es frecuente lapresencia de Bartolomé Romero Leal, abogado y destacado propietario ovinoy que llegaría a ser Diputado a Cortes en 1858, 1863 y 1865.

Pedro María Plano, no sólo es celebre en la localidad por la publicaciónde su obra de historia local,38sino por haber sido su alcalde en el bienio de1887-89; su patrimonio le llevaba a ocupar el vigésimo segundo puesto de losmáximos contribuyentes en 1897. También es figura política destacada en losfinales del siglo, F. Lerdo de Tejada, 23º máximo contribuyente en 1891.

No se cierra en los nombres dados la nómina de destacados patrimonioslocales y su vinculación con la gestión municipal. Si ellos son los que apare-cen con mayor frecuencia, otros muchos lo hacen de manera más esporádica.Fernando de la Vera39, Luis Macías Gallego, A. Nogales Toresano, José DíazLanzas o J. Yustas Díaz, son ejemplos de ello y la relación podría ser másextensa.

Somos conscientes de que la participación en los diversos órganosinstitucionales no es la única manera de ejercer el poder político. Los hilosdel poder se mueven, en muchas ocasiones, de forma mucho más sutil, yaunque invisibles o imperceptibles y en consecuencia mucho más difíciles derastrear, no por ello son más débiles. Sin embargo, ojear el panorama degobierno local, nos ofrece una visión lo suficientemente clara como para com-probar los estrechos lazos que unen poder político y poder económico.

Indudablemente, y en sociedades bien distantes tanto geográfica comotemporalmente, las relaciones que se establecen entre las diferentes esferas depoder son evidentes. No suelen marchar los intereses de las clases económi-camente poderosas a espaldas de las jerarquías políticas y viceversa. En lasociedad de la Restauración, aún incluso después de la implantación del su-

38 Ampliaciones a la Historia de Mérida de Moreno de Vargas, Forner y Fernández, a la cualhacemos alguna referencia en este trabajo.

39 Encabeza la relación de mayores patrimonios locales hasta su marcha fuera de la localidad.

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fragio universal, no existían resortes establecidos que permitieran canalizarla influencia, o al menos la opinión, de los más desfavorecidos hacia las es-tructuras de poder. En una sociedad con unos niveles de alfabetización defi-cientes, y en consecuencia con posibilidades de información muy escasa, cuan-do aún las plataformas de expresión política no están sino en sus inicios lascosas no podían suceder de otro modo. Por ello la coincidencia, a nivel local,de la riqueza y el poder político en las mismas manos era obligatoria.

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