principios de la educación inculsiva. dep. de innovación pedagógica esuelas católicas

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www.escuelascatolicas.es Principios de la Educación Inclusiva Más información en Departamento de Innovación Pedagógica C/ Hacienda de Pavones, nº 5 28030 Madrid Tel- 91 328 80 00 Fax- 91 328 80 01 [email protected] www.escuelascatolicas.es Departamento de Innovación Pedagógica

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Principios de la

Educación Inclusiva

Más información en Departamento de Innovación Pedagógica C/ Hacienda de Pavones, nº 5 28030 Madrid Tel- 91 328 80 00 Fax- 91 328 80 01 [email protected] www.escuelascatolicas.es

Departamento de Innovación Pedagógica

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La educación inclusiva valora positivamente la diversidad

existente en las aulas y enriquece a todos los alumnos, quienes participan

activamente en la vida escolar. “… las escuelas deben acoger a todos los niños, independientemente de sus condiciones físicas, intelectuales, sociales, emocionales, lingüís-ticas u otras. Deben acoger a niños discapacitados, niños superdota-dos, niños que viven en la calle y que trabajan, niños de poblaciones remotas o nómadas, niños de minorías lingüísticas, étnicas o culturales y niños de otros grupos o zonas desfavorecidos o marginados”. (Declaración de Salamanca, 1994: Marco de acción sobre Necesidades Educativas Especiales).

Comprometidos con la educación inclusiva

Como vemos, la sociedad avanza más rápidamente que la educación. La escuela, por su dimensión social, debe ser reflejo de una sociedad plural, don-de tengan cabida diferentes ritmos de aprendizajes, etnias, valores cultura-les, capacidades, etc. La gran velocidad a la que se producen los cambios de hoy deja obsoletos los estilos de enseñanza, así como las herramientas y los métodos pedagógicos, que no aguantan el tirón de las necesidades que van surgiendo. Esta enorme turbulencia exige dotar de una nueva metodología a los docentes, ya que ninguno de los alumnos es igual a otro. Esta exigencia no de-be plantearse como una imposición, sino como una urgente toma de conciencia de los profesionales de la educación.

La Declaración de Salamanca, aprobada el 10 de Junio de 1994 en la “Conferencia Mundial sobre Necesidades Educativas Especiales: Acceso y Ca-lidad”, introdujo un cambio de paradigma educativo que debía ir acompañado de un proceso de toma de conciencia, de cambio de estructuras y de nuevas respuestas.

En este contexto adquiere un enorme protagonismo la educación cogniti-va e inclusiva. La educación cognitiva busca formar mentes, potenciar la ca-pacidad del alumno para aprender a aprender, valora más el cómo que los da-tos y contenidos, trata de fomentar la autonomía y la creatividad en el aprendi-zaje, para así adaptarse a la nueva e imprevisible sociedad y garantizar un aprendizaje a lo largo de toda la vida. El fin último es evitar el fracaso escolar (que diferencia y segrega a alumnos en itinerarios, grupos o aulas especiales y centros específicos, cuando sus necesidades educativas dificultan el aprendiza-je de la mayoría y se traduce, en muchos casos, en la deserción escolar) y do-tar de prestigio a la función docente. El educador se convierte así en el artífice imprescindible de toda transformación del mundo educativo.

Razones que fundamentan la educación

inclusiva

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La educación inclusiva trata de armonizar la enseñanza y el aprendizaje en común con la necesaria atención a la diversidad. El punto de partida es considerar la heterogeneidad del alumnado como una situación normal del aula y promover una educación para todos y con todos, independientemente de sus características personales, psi-cológicas o sociales, sus ritmos de aprendizaje y de si tienen o no dis-capacidad. Trata de ampliar el ámbito de actuación fuera del aula y de incluir a la familia y a otras comunidades del entorno. Por tanto, la inclusión es un concepto más amplio que el de integración, ya que apuesta por una participación plena en la vida escolar de los alumnos con necesidades especiales integrados en los centros ordinarios.

Como vemos, la educación inclusiva defiende que cada persona es un ser único e irrepetible, digno de toda atención, que necesita afianzar su dignidad siendo plenamente acogido en todas las institucio-nes de las que participa, como es el caso de la escuela. La esencia educativa está centrada en las personas concretas. La for-mación de actitudes y motivaciones, así como la adquisición de hábitos y normas, para responder a las necesidades de cada sociedad, nos obligan a asumir las diferencias individuales y crear estructuras que beneficien a todos.

Resultados positivos para

todos Es indudable que, cuando los alumnos cooperan para aprender, se promueve la edu-cación en valores y se fomenta la solidaridad, la tolerancia y el res-peto a la diferencia. La convivencia y el apren-dizaje en grupo se ven enriqueci-dos con la diversidad y la inclu-sión, más que con la asimilación o integración. La educación inclu-siva no discrimina la discapaci-dad, la cultura y el género sino que busca nuevos planteamien-tos a la tradicional separación entre educación “normal” y “especial” y permite a todos los alumnos el acceso a un currículo como miembros de un aula acor-de a su edad. Cuanto más “normalizada” sea la situación en que se atien-de a los alumnos, mayor será la sensación de pertenencia al gru-po. Todos los estudiantes forman un todo y unos ven a los otros como un reto para avanzar en el camino de nuevas formas de aprendizaje.

Una educación para todos y con todos Formar personas Ese es nuestro fin último.

Las escuelas inclusivas pueden cambiar las actitudes hacia la diferencia educando a todos los niños juntos, sentando las bases de una sociedad justa y no discri-minatoria que brinda oportunida-des a todos y que propicia una forma abierta de convivencia y aprendizaje, en armonía, pres-tando a cada uno la ayuda que necesita.

Por otro lado, tienden a disminuir los modelos de com-portamiento inapropiado, ya que mejora la apreciación y la acep-tación de las diferencias indivi-duales, aumenta la proporción de los objetivos educativos logra-dos, se enriquece y generaliza la adquisición de habilidades, y se genera una mentalidad inclusiva para ambientes futuros tras la escuela, que fomenta el respeto, con lo que toda la sociedad se benefi-cia.

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Poner en práctica los principios de una educación inclusiva nos obliga a repensar la escuela y la enseñanza, y a introducir innovaciones en el modelo tradicional utilizado hasta la fecha en los centros. Hay que utili-zar toda la imaginación de que dispongamos para hacernos una idea de cómo vamos a llegar a la meta que nos hemos propuesto, ya que una escuela abierta a la diversidad, acogedora para todos y parti-cipativa requiere introducir cambios en las actitudes, en la organiza-ción de las escuelas (tiempo de estancia en aula ordinaria con o sin apoyo, tiempo en aula específica, etc.), en los currículos escolares, en los modelos pedagógicos y en el estilo de enseñanza.

En cuanto a las innovaciones organizativas, habrá que intro-ducir como elemento esencial la flexibilidad, tanto en lo relativo a las agrupaciones de alumnos como en el horario y temporalización, así como en el número de recursos materiales y humanos por aula (profesores especialistas en discapacidades, cuidadores, profesor de apoyo, logopedas, fisioterapeutas, con idiomas extranjeros, etc.). La coordinación del profesorado con el de apoyo, con padres y terapeu-tas, debe llevarse a cabo de la manera más ágil posible de manera que no suponga una disminución del tiempo de dedicación a los alum-nos.

La escuela se enfrenta así al reto de hacer efectivo el derecho de los alumnos a acceder a la educación y a beneficiarse de una ense-ñanza de calidad adecuada a las necesidades individuales de aprendi-zaje. Hay que reforzar y apoyar el plan individual de inclusión de cada niño, pero consiguiendo un difícil equilibrio que satisfaga a to-dos.

¿Estamos en condiciones de

asumir este reto? ¡Claro que

SI! Frente a este desafío, habrá muchos profesores y centros que se cuestionen si realmente estamos en condiciones de asumir todos estos retos, con la consiguiente superación de barreras que exige. Es necesario realizar un análi-sis del contexto de cada centro y de sus recursos disponibles, tanto mate-riales como humanos, para, a partir de aquí, intentar maximizarlos.

En cualquier caso, hay que tender a mejorar lo que tenemos, ya que el esfuerzo merece la pena.

Dificultades a superar