primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

37
CUENTOS COMPLETOS Héctor T izón

Upload: diana-conrero

Post on 20-Oct-2015

7 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

Page 1: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

CUENTOS COMPLETOS

Héctor T izón

Page 2: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

Índice

Predestinado a la frontera ,prólogo de Leonor Fleming 11

Nota del editor 35

I

Ligero y tibio, como un sueño 39

Gemelos 50

El llamado 58

Petróleo 60

Caballo viejo 66

Ahora te toca a ti 68

Cortada Gordillo 73

Fuegos artificiales 76

El circo 79

Un hijo de Belcebú 82

Simulacro 86

El desertor y la mujer que hacía cálculos 89

Frontera 92

El río 98

Crónicas de la Guerra Grande 99

La estupenda victoria 102

El jactancioso y la bella 110

Page 3: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

Matildita 120

Mazariego 122

El mundo, una vieja caja de música que tiene que cantar 126

Los indios 144

La gata 156

El alfarero 165

En vano cruda guerra 169

El que vino de la lluvia 179

Parábola 199

La laguna 206

El ladrón 217

Un viaje en tren 222

Señales, pronósticos y luchas frente a los recién llegados 231

Regreso 235

Tres mujeres 249

El traidor venerado 264

Historia olvidada 266

Neblina de la tarde 298

Iuria Novit Curia 302

El cazador 304

¿Alguien ha llamado? 308

Un pariente lejano 314

Retrato de familia 339

Crepúsculo 361

El gallo blanco 368

Page 4: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

La caza 378

Ciego en la resolana 395

En el bar Asturias 398

Los árboles 409

II

El amor es un pájaro salvaje 437

El hombre de Betania 446

Minotauro dans la ville 449

Para un cuento de Borges 451

III

Anotaciones sobre la Guerra Sucia 463

Epifanía 468

Nunca es posible regresar a nada 470

Apéndice

La cicatriz de Ulises 475

Notas a El gallo blanco 477

Prólogo a Obras escogidas 482

Page 5: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

Predestinado a la frontera

Héctor Tizón, jujeño nacido en Salta (Rosario de laFrontera, 21 de octubre de 1929), vino a este mundo pre d e s t i-nado a ser escritor de frontera por el lugar de su nacimiento.

Hasta hace poco, en el No rte de la Argentina, personasl o n g e vas que conservaban no sólo los usos sino la lengua de laColonia, para referirse a parajes del departamento de Metán ode Rosario, sólo decían “La Fro n t e r a”. Era el patronímico dela antigua linde entre la “c i v i l i z a c i ó n” y los dominios de los in-dios, de acuerdo con las controve rtidas tesis del siglo X I X.

Al sur de la provincia de Salta, a poca distancia delpueblo de Rosario de la Frontera, está el Hotel de las Termas,inaugurado por Antonio Palau, catalán de Lérida, luego de laremodelación realizada a fines de 1880, que ampliaba y me-joraba las primitivas construcciones de madera. En sus épo-cas de apogeo, tuvo mucho predicamento por la calidad cu-rativa de sus aguas y el atractivo de su vida social, con uncasino que, inaugurado en 1893, fue uno de los primeros deAmérica del Sur. Sarmiento visitó el sitio en 1886 “con la es-peranza de reparar en los baños termales y minerales del Ro-sario de la Frontera mi salud quebrantada”, según le escribea Calixto Oyuela en carta del 13 de junio; el 9 de julio fun-dó la Biblioteca Popular que lleva su nombre, como parte delos festejos de la Independencia y dejó noticia de su paso enuna crónica titulada “Las Termas de Sa l t a”, publicada en ElCe n s o r el 27 de julio del mismo año. Ot ros visitantes ilustre sf u e ron Ba rtolomé Mi t re, Nicolás Avellaneda, Julio ArgentinoRoca y Victoria Oc a m p o.1 Ya vetusto y pasado su esplendor,

1. Los datos históricos provienen de la investigación realizada por Gregorio CaroFigueroa a partir de distintas fuentes que obran en la Biblioteca “Armando Caro”,especializada en el Noroeste argentino, sita en Cerrillos, provincia de Salta.

Page 6: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

el edificio fue elegido como plató por Lucrecia Martell parafilmar “La niña santa”, estrenada en 2004.

En la primavera de 1929, allí se hospedó Leonor Re-yes, correntina natural de Goya, que por esa época residía enJujuy con sus hijos y su marido, Viriato Tizón, funcionariodel Ferrocarril. Embarazada de su tercer hijo, había viajadosiguiendo las instrucciones de su médico, que le había reco-mendado las aguas para un problema motriz en las piernas,ignorando posiblemente que el tratamiento era contraindi-cado durante el embarazo porque podía adelantar el parto, loque efectivamente ocurrió. Héctor, el terc e ro de cuatro herma-nos (el mayo r, Viriato como el padre, murió de niño; Yo l a n d a ,la segunda; luego Héctor y cinco años después, Walter, el me-nor), vio la luz en ese gran hotel termal con pretensiones debelle époque criolla, rodeado de la naturaleza desaforada y tó-rrida de esas tierras de la Frontera.

A fines de los setenta, cuando preparaba en Madridmi tesis doctoral sobre su obra, Tizón me contó esta circuns-tancia anecdótica de su nacimiento que mantuvo en reservahasta hace poco cuando, en la presentación de su libro de en-sayos No es posible callar, de 2004, quizá llevado por el impe-rativo del propio título, la dijo en público; eso sí, a medias yambiguamente, como a él le gusta.

Sin duda, el azar de su nacimiento no altera su con-dición de jujeño y su pertenencia afectiva, plantada firme-mente en Yala y su comarca, donde vivió años decisivos desu infancia, donde está la cantera de sus historias y la casa ala que siempre vuelve. Sin embargo, es comprensible su reti-cencia a aclarar datos que podrían debilitar, no ya su perte-nencia, sino la minuciosa construcción de ese espacio litera-rio de sus primeras obras, asentado en la Puna y en otrosrincones de la provincia de Jujuy.

¿Y qué es la Puna? Esa alta meseta andina, árida y fría,que comienza en la frontera noroeste de la Argentina y con-tinúa en el altiplano boliviano, atravesada por cadenas devolcanes, con grandes salares y algunas lagunas, cruzada por

12

Page 7: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

la Quebrada de Humahuaca. Pe ro ésa es y no es la Puna de Ti-zón, porque la Puna de Tizón es sobre todo una invención. Si nembargo, esa Puna literaria existe porque los espacios literariosson espacios reales. Aunque los cartógrafos no los detecten,inciden en la realidad y la modifican. Así como un diquecambia el curso de un río, una literatura puede cambiar y, dehecho cambia, no sólo la historia literaria, sino el entramadode una sociedad. Pienso, por ejemplo, en la conocida rela-ción entre las obras de Voltaire o Rousseau y la RevoluciónFrancesa, o nuestra Revolución de Mayo.

El espacio literario tiene existencia real pero distintade la geográfica; es una creación artística. Por ejemplo LaMancha, para la geografía económica española, es un parajeventoso donde se cultivan olivos, vides y azafrán; son cono-cidos sus buenos quesos y sus peores vinos. Pero La Manchaque importa para la cultura universal es el lugar donde acon-tecen las aventuras de Don Quijote, donde se da cuenta enlengua española del inicio de la modernidad, donde ocurrela eterna y simbólica lucha entre un orden antiguo que se re-siste y la actualidad que viene a reemplazarlo —simbolizadaen la batalla de Don Quijote, la España caballeresca y arcai-ca, con los molinos de viento, la nueva tecnología que inau-gura una época—. La eterna pugna entre el pasado y los nue-vos usos y costumbres que lo suplantan, transformando yconservando según su necesidad. En las páginas cervantinas,en su nueva forma de mirar el mundo —lo que en literaturasignifica una revolución en la forma de narrar—, ocurre lamodernidad.

Si nos situamos más cerca en las letras hispanoamerica-nas, Macondo, Comala o Santa María son, como la Puna, es-pacios de significación que fundan y cifran una nueva realidad.

Y qué es entonces la Puna de Tizón. Él mismo lo di-ce en uno de sus ensayos: “La Puna, el gran desierto lunar,cálido y frío, más que un lugar geográfico es una experien-cia”. El espacio literario puede basarse en la geografía, incluirsus topónimos y los rasgos de su paisaje y de su gente, peroes más amplio y ubicuo. Leyendo a Tizón podemos conocerla Puna sin haber pisado nunca Jujuy. Y conocemos algo

13

Page 8: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

14

más: conocemos que arraigo y destierro son dos caras de lomismo, y son quizá la condición humana. En sus libros apa-recen Casabindo, Rinconada, Cochinoca, Salinas Grandes,con los mismos nombres de la cartografía regional. Pero estáademás Ramayoc, un pueblo fantasma que levita, inhallableen el mapa local.

La Puna como dimensión de la experiencia: ésta es laclave de la obra de Tizón. La experiencia de una tierra defrontera, de un mundo marginado a “un costado de los rie-les”, o a un costado de la historia; un mundo frágil, en reti-rada, de personas acostumbradas al “sinremedio y la forzosi-dad”. Un pueblo con valores más antiguos y firmes, de gentearraigada que quiere quedarse pero a la que la pobreza y lafalta de trabajo obligan a emigrar.

Ésta es la Puna que Héctor Tizón conoce e inventadesde su experiencia de hombre de frontera.

Hay una premonición que signa el azar de su naci-miento y marca la vida y la obra del autor; él mismo la su-braya en el título de su primer libro de ensayos, Tierras defrontera,2 y la asume y reitera en varias entrevistas. “Soy unejemplar de fro n t e r a” es la frase que abre su autopre s e n t a c i ó nen Pr i m e ra persona,3 y resulta ser una declaración de princi-pios; a veces, incluso, de guerra. La afirmación involucra tan-to al hombre como al escritor (dos sustantivo s posibles queaquella frase, justamente, evita), es decir, la biografía en laque se reconoce y la dirección de su escritura. Pero en esta e s-cueta aunque nada ingenua frase hay más; con re m i n i s c e n c i a s

2. Tierras de frontera. La primera edición es de Jujuy, 1998, en una coedición de laUniversidad Nacional de Jujuy y la Secretaría de Cultura de la Provincia. La ver-sión ampliada fue editada por Alfaguara, en Buenos Aires, en el año 2000.

3. Speranza, Graciela. Primera persona. Conversaciones con quince narradores argenti-nos, Buenos Aires, Norma, 1995, pág. 21; artículo luego recogido en el libro citadoTi erras de frontera. Véase, también de Tizón, “Equívocos” en Revista de Occidente ,Madrid, nº 179, abril de 1996, pág. 120; este artículo transcribe la intervención delautor en el “Diálogo entre novelistas argentinos y españ o l e s”, organizado por laEmbajada Argentina y la Fundación José Ortega y Gasset en el Círculo de Be l l a sA rtes de Madrid, en 1995.

Page 9: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

15

de cetrería, la palabra “e j e m p l a r” insinúa la noción de “raro”,en el sentido de escaso y excéntrico, lo que sitúa de paso laobra como descentrada en el mapa de la literatura nacional.

El noroeste argentino ha sido y es lugar de tránsito yzona de frontera. Espacio privilegiado en las rutas colonialesal Alto Perú y, aun antes, vía de acceso de la dominación in-caica y de confrontación o contacto entre los pueblos autóc-tonos, su apogeo estuvo vinculado al comercio con el virrei-nato del Perú; y su declive, a la tardía creación del virreinatodel Río de la Plata y al monopolio del puerto de Buenos Ai-res. Límites recientes en términos históricos, impuestos des-de Madrid en el último tercio del siglo XVIII y fijados en elXIX cuando después de las Independencias se consolidaronlas nuevas naciones, terminaron por dividir un territorio queabarcaba una misma cultura andina, haciendo de una región,dos periferias. En el artículo “Equívocos”, Tizón lo explica ytoma partido: “Yo pertenezco justamente a la cultura altope-ruana, no a la cultura del resto del país o pampeana”.

“La situación fronteriza —según Fernando Aínsa—establece una contigüidad que puede ser tanto de contactosprivilegiados como de riesgo y enfrentamiento, de apertura ypermeabilidad o de hostil aislamiento.”4 Ambas situacionesse dan en el noroeste, vértice de unión y de conflicto entre laAmérica indígena e hispanocolonial y el cosmopolita Río dela Plata.

Pero la frontera es móvil, cambiante, ambigua; en ellalo propio y ajeno va y viene, se confunde, y la única certezaes que el centro está lejos, en otra parte. Frontera y periferiason nociones que, sin ser sinónimos, se tocan. Desde elmargen se ve el centro con distancia y hasta con cierta cau-tela. Desde esa frontera de nacimiento y de opción (opciónliteraria), Tizón mira el apocamiento de lo propio y los su-puestos brillos de lo ajeno, y opta por ese país interior.

4. Aínsa, Fernando. “La frontera: ¿límite protector de diferencias o espacio de encuen-tro y transgresión?”, en Las fronteras en la literatura hispanoamenricana, III Jorna-das Internacionales de Literatura Hispanoamericana, Ginebra, Fundación Simón I.Patiño, 1990, págs. 11-22 (17).

Page 10: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

Su pertenencia afectiva está en el terruño de la infan-cia, en el pequeño pueblo de Yala, distante quince kilómetro sde San Sa l vador de Ju j u y, en sus altas lagunas de bordes fro n-dosos, y en el altiplano yermo y ventoso, donde fue tomadauna de sus primeras fotografías, en la estación de Abra Pampa.

Pero pronto la vida lo expulsó del paraíso. Para com-pletar sus estudios primarios y secundarios fue trasladado ala capital de su provincia y después a Salta. Luego, al igualque sus personajes pero con distinto objetivo, para ir a lau n i versidad, al mítico y ambivalente Su r, a las ciudades deLa Plata y Buenos Aires. Más tarde, el trabajo, el exilio, losviajes, o sea la vida, lo lleva ron en estadías y periplos más om enos largos al extranjero: México, Milán, Madrid y nueva-mente a Buenos Aires, ciudad a la que vuelve con regular fre-cuencia, pero que resiste en pequeñas dosis.

Estas trashumancias lo vuelven fronterizo de otrasfronteras, comparte otras formas de vida, nuevas lecturas;atento a la época, participa de las búsquedas literarias de sutiempo e incorpora todo aquello que le sirve de la variadaoferta de Buenos Aires o del país extranjero en el que fija re-sidencia. Sabe aprovechar el movimiento. Pero Tizón se sien-te y se declara de ese norte andino de cultura altoperuana, yesta toma de partido involucra en el escritor la lengua de suescritura.

El primer problema que le plantea la frontera no esjustamente la pertenencia, sobre la que no tiene dudas, nitampoco los asuntos, que son sólo un puñado, siempre losmismos en todas las literaturas, opinión que comparte conBorges; sino el lenguaje que los cuenta. En varias entrevistasrecuerda que cuando comenzó a escribir tuvo que optar en-tre dos lenguas: por una parte, la prestigiosa de los libros devariada índole que en esos años caían en sus manos, desde al-gunos clásicos españoles hasta la Historia del Ferrocarril o laBotánica de alta montaña de la reducida biblioteca de su pa-dre y los relatos de Jack London, Stevenson o Conrad queleía en la revista Leoplán; por otra, el habla de su gente, so-bre todo esa oralidad penetrada de quechua de sus niñerasindígenas.

16

Page 11: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

Su opción por el acento local en el que se reconoce pre-senta un riesgo. Con precoz lucidez el joven escritor detecta elpeligro y huye “como de la peste” de lo que él mismo llama“el vicio del regionalismo, del color local y del folklorismo” ,5 re-chazado con énfasis desde los manifiestos de los grupos litera-rios de “La Carpa” y “Ta r j a”, que le son contemporáneos y conc u yos miembros se vincula.

Igual que Horacio Quiroga, otro fronterizo del mon-te al que Tizón dedica un artículo,6 opta por la lengua que leimpone su ámbito y que lo sitúa como distinto y distante delas búsquedas y modas que se cocinan en Buenos Aires. Conesta opción se siente raro, descentrado en las letras de su país.Pero le ocurre como a los puntos cardinales, que todo depen-de de dónde se sitúe el centro. Porque pronto el azar lo llevaal extranjero; en el año 1958 entra en la Cancillería y es de-signado agregado cultural en México, a raíz de su prox i m i d a dideológica con el presidente Frondizi. Su identificación con lacultura mestiza de esa América indígena es inmediata; las du-das se aclaran, se siente en casa propia y toma conciencia de quesu cultura norteña, periférica, en una Argentina colonizada porel Río de la Plata, era sin embargo central y multitudinaria enel resto de Latinoamérica. Entonces decidió alinearse “con lasgrandes mayo r í a s”, según él mismo lo dice socarronamemte.Viaja por el interior de México, lo deslumbra su cultura po-pular, se vincula con los artistas, conoce a Rulfo, que ya ha-bía publicado en 1953 y 1955 sus dos obras maestras; a Au-gusto Monterroso, cuentista experto en ironía, y a DemetrioAguilera Malta, que prologa su primer libro de cuentos, Aun costado de los rieles, publicado en el D. F. por EdicionesDe Andrea, en 1960.

Esta provechosa estadía de poco más de dos añosafianza al joven escritor en la búsqueda de una lengua y unestilo aptos para la creación de su mundo, para la invenciónliteraria de su experiencia.

17

5. “Equívocos”, en Revista de Occidente, op. cit., pág. 122.6. “Inventario , balance y rescate de Horacio Quiroga”, en Libros Nº 12, Sociedad Es-

pañola de Crítica de Libros, Madrid, 1982, págs. 16-22.

Page 12: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

18

La Puna como lenguaje

En el artículo “Más allá del regionalismo: la tran s f o r-mación del paisaje”, refiriéndose a la obra de Tizón, sus au-t o res escriben: “El paisaje no es el marco que encuadra lahistoria o a los personajes; el paisaje es la historia misma,p o rque así como el personaje engendra el paisaje, en unm ovimiento de endogénesis, también los personajes y sush i s t orias sólo pueden ser concebidos en ese paisaje”.7 La ati-nada observación me permite ir más allá porque creo que enla obra de Tizón el paisaje impone no sólo asuntos y perso-najes sino, sobre todo, una lengua; una lengua que ese paisa-je lleva puesta y que implica una mentalidad. Si la Puna, másque un lugar de la geografía es una experiencia, podemosagregar que la Puna de Tizón es sobre todo una experienciade lenguaje.

Ya se ha dicho que el espacio narrativo es una constru c-ción cultural. En Tizón esa realidad verbal tiene que ver condos cosas: con el ámbito re f e rencial, el altiplano puneño y susimplicaciones, y con la imagen afectiva que, de ese espacio,tiene el escritor.

Él mismo ha dicho que no podía escribir lejos de sutierra y de sus personajes. De hecho su casa de Cercedilla enla sierra madrileña, donde se recluía en el frío invierno caste-llano durante el exilio, era una búsqueda infructuosa de Ya-la. Esa imposibilidad —que es el exilio— es el tema delcuento “Los árboles”, escrito y publicado durante el destie-rro en España,8 y uno de los primeros no localizado estricta-mente en ese territorio reconocible.

Por otra parte, al referirse a la génesis de sus relatos,escribe: “Generalmente, un cuento se me da por dos medios.

7. Foffani, Enrique y Mancini, Adriana, “Más allá del regionalismo: la transformacióndel paisaje”, en Historia crítica de la literatura argentina dirigida por Noé Jitrik, Vol.“La narración gana la partida” dirigido por Elsa Drucaroff, Buenos Aires, Emecé,2004, págs. 216-286 (279).

8. “Los árboles”, Cuadernos Hispanoamericanos, Nº 358, Madrid, abril de 1980, págs.24-44; luego, incluido en El gallo blanco, Buenos Aires, Alfaguara, 1992. Y en estevolumen.

Page 13: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

19

Uno es el de la imagen; no algo que veo con los ojos sino unaimagen que puedo pre ve r, una imagen mental. El otro cami-no puede ser una frase, “[...] soy una especie de oreja curio-s a , . . . ” .9 Esa imagen mental a la que se re f i e re Tizón se nutre delre c u e rdo de sus vivencias, pone en marcha una historia queexige sus palabras. Palabras que tienen que ver con el oído aler-ta del escritor, pero también y sobre todo con el dominio desu oficio, de esas “herramientas —como él dice— que estánen los almacenes universales del arte de escribir y algunas queme he fabricado, pienso, yo mismo, adaptándolas de otras” .1 0

Tizón busca la voz del páramo, parca y a la vez inten-sa, mojada de silencio; aprendizaje de discurso austero, pega-do al nervio de la prosa. Ejercita la economía indígena, su re-paro a hablar sin necesidad, atento a la lengua sabia de sugente, lacónica no por falta de asuntos sino por rechazo de loaccesorio; escueta pero sustanciosa, enemiga del despilfarro ydel exceso.

La frecuentación casi exclusiva de los asuntos pune-ños en los primeros libros remite a su lucha con el lenguajepara instalar en los textos una forma de ser, y sobre todo elsilencio, el gran aporte de la cultura andina. Un silencio elo-cuente, que tiene algo intenso que decir desde esa fronteraadormecida y casi muda.

Es una etapa de búsqueda obsesiva en la que recurrea distintas fuentes para ajustar su propio discurso. En la ba-se están el mutismo indígena, reticente a discurrir, la lenguasabrosa de sus vecinos y ese español mestizo de las mujeresde su infancia forzado por el quechua; en suma, el terruño.Pero también recurre a otros instrumentos del oficio de es-critor en el que siempre hay un lector con su ojo astuto: losclásicos y también la nueva novela que está en ebullición poresos años; los rusos, sobre todo Gogol, y ese universal que es lap rovincia; la literatura norteamericana con Fa u l k n e r, los libros

9. “Captar la esencia de lo efímero” en La curiosidad impertinente. Entrevista connarradores argentinos, por Guillermo Saavedra, Rosario, Beatriz Viterbo, 1993,págs. 161-172 (163).

10. Ibidem, pág. 162.

Page 14: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

sagrados, ortodoxos o apócrifos, su forma versicular y sus pa-rábolas; los textos jurídicos, sus hallazgos verbales y maticesarcaizantes; Cervantes, con su genio e ingenio en la destrezacoloquial; todos aportan su particularidad, que el escritoraprovecha para la formación del estilo propio.

De este aprendizaje sale munido con la herramientafundamental que le servirá durante su vida y que va perf e c c i o-nando en cada nuevo libro: un estilo personal que se prueba así mismo cuando el exilio de 1976 separa al escritor violenta-mente de su tierra, de su cantera literaria. Superada con dolorla impotencia de escribir en casa ajena, la nueva situación le im-pone nuevos asuntos que narra sin que le falle la tonada porq u eel instrumento bien templado es la Puna como lengua, una for-ma de nombrar, de instaurar una experiencia.

Con el dominio de la lengua escueta, no disgregada,Tizón sale de los conflictos puneños, su mundo narrativo seensancha, conquista nuevos espacios y situaciones y el ven-daval contemporáneo contamina sus historias. “Anotacionessobre la guerra sucia”, uno de los cuentos inéditos, incluidoen esta recopilación y escrito durante el exilio, es un ejemploacabado del manejo de esa lengua de la sugerencia en terri-torio ajeno (tanto geográfico como temático); un tríptico so-bre la indignidad de la represión, sobre su monstruosidadprivada, en el que lo fundamental es lo callado y no dicho.El diseño fragmentado, las conexiones tácitas entre las distin-tas historias, la expresión contenida, cargan la denuncia conalgo nuevo y extraño.

El autor puede ir y venir del terruño arcaico al siglo XXI,incorporar escenarios, personajes y asuntos soslayados en susprimeras obras (inmigrantes, erotismo, una aldea italiana ograndes urbes como Madrid o Buenos Aires); pero de lo queno se desprende, sino que por el contrario afina, es del ins-trumento que ha ido construyendo y perfeccionando. Ladestreza para lograr esa oralidad perfecta de sus personajes noprocede de una cocina austera en la que priva lo regional; porel contrario, la naturalidad de la prosa se consigue a partir dericos y sutiles ingredientes de muy distinta procedencia, si-tuados con estrategia y en dosis exacta. Lengua parca de la

20

Page 15: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

narración y de los diálogos, que oculta en su haber un granbagaje literario, porque, como es sabido, la literatura se haceademás con literatura.

Esa atinada combinación de la experiencia de la cultu-ra andina con lo asimilado en las lecciones de los grandesmaestros y de una vida andariega dan como resultado unaobra libre y sabia y, en cierta medida, desentendida de mo-das y tendencias. Tizón no es un espontáneo montaraz, co-mo a veces lo presentan las anécdotas de su biografía, que élmismo se encarga de abonar, sino un hombre culto atento alos saberes de su época, y un profesional, en el buen sentido,de la escritura.

La frontera puede ser porosa y en este caso inclusiva.Tizón es norteño por destino y por opción, pero recibe el im-pacto de ambas márgenes. Si la Puna es una manera segura ysin alardes de estar en el mundo y una forma de decirlo, enla construcción de su herramienta participa de la fuerte y va-riada tradición literaria argentina en la que están Sarmiento,Güiraldes, Borges, y también los norteños Juan Carlos Dá-valos o Daniel Ovejero. De la cultura rioplatense tiene esegusto por el eclecticismo de fuentes y recursos, y esa capaci-dad de usar como propias distintas tradiciones. Lo que lovuelve “ejemplar raro” es que su elección no coincide con lastendencias o los fervores de la opción de Buenos Aires. Librey cosmopolita de veras, Tizón impone su mentalidad y sulenguaje, las historias parcas de ese rincón del mundo, contonada local y alcance universal.

Estilo: la virtud del límite

Si se atiende al número de libros, el novelista gana alcuentista, pero si se analiza la factura de las obras, en ambosgéneros Tizón prefiere la intensidad y el límite propios delc u e n t o. Con excepción de Sota de bastos, caballo de espadas, lasn ovelas tienden a ser bre ves. Por el contrario, la mayor part ede los relatos no pertenecen a esa variante que es el cuento cor-to, porque su apuesta se centra, más que en el argumento, en

21

Page 16: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

la atmósfera y en las sutilezas del lenguaje, lo que exige d e s a-r rollo y admite con frecuencia un diseño estructural divididoen partes numeradas.

Ceñida, visual, sentenciosa, la prosa hace como si dis-curriera pero en realidad está más próxima al montaje, comoen el cine. Una puerta que se cierra con estrépito, el ruido dela lluvia, el canto de un gallo confieren clima y suspenso alinterrumpir el diálogo y, en un fundido, se pasa a otra esce-na o a otro tiempo. El escritor procede como el técnico quecorta y pega escenas y alterna imagen, silencios y diálogo; yel diálogo es como el vestuario: caracteriza al personaje, loviste con palabras, siempre pocas. Entre un cono de luz yotro, hay sitio para la ambigüedad de la penumbra; en estose nota al magistrado del Tribunal Supremo que sólo atiendea los nudos de tensión y significado, pocos en una vida, me-nos aún en un fragmento de esa vida, mientras deja en lasombra la labor de la “instrucción”, el detalle o “la prueba”,pero cuenta con ella para andar con seguridad por esos nú-cleos de sentido.

En “Biografía de Tadeo Is i d o ro Cruz (1829-1874)”,Borges escribe: “Mi propósito no es repetir su historia. De losdías y noches que la componen, sólo me interesa una noche;del resto no referiré sino lo indispensable para que esa noche see n t i e n d a”. Esta lección de un maestro rioplatense es prácticahabitual en el puneño; Tizón sabe que ser parco no es hablarpoco, sino callar lo accesorio, por eso no sólo es económica sup rosa, sino la estructura de los relatos, hecha de interru p c i o n e s ,de omisión de nexos, de fragmentos sonoros o visuales que sea l t e r n a n. Hu ye de lo esponjoso; la narración es compacta, y eneste sentido las novelas se aproximan al cuento. Las obras estáncentradas en el clima más que en el peso de la historia, no bus-can apoyarse en el efecto o la peripecia, bordean sin nombrar elconflicto, ejercitan la sutileza, porque su gracia está justamenteen la forma inusual de enhebrar palabras, en la elección devocablos raros o anticuados vueltos a su fuente etimológica,en el humor impasible.

Casi siempre comienza subrayando el acto de la na-rración: “Ésta es una historia bre ve…”, “Aunque podría ser

22

Page 17: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

de varias otras maneras, empecemos así…”, “Ahora voy a con-tarles una pequeña historia ocurrida hace muchos años”; coneste recurso prepara el escenario y la distancia en el tiempodándole aire de cosa acontecida, situándola en el lugar del s u-cedido o la leyenda, para la captación del oyente, como enla narración oral. En una charla picoteada con Tizón, re-c u e rdo que rescató la figura de Jesús como el más grandenarrador oral, e hizo el elogio de los Evangelios, sobre to-do el de San Juan, por ese hallazgo de “El Verbo se hizoc a r n e”, cifra inalcanzable de toda creación literaria. En es-ta misma dirección abunda otra anécdota de aquella con-versación: Tizón, con disimulado orgullo, contó que unanoche que iba a leer un cuento a sus nietos, Santiago loatajó diciéndole: “¡de ésos, no!”, señalando el libro, “a no-s o t ros nos gustan los de boca” .

La pregunta sobre qué cuenta ese lenguaje podríaresponderse con una aparente contradicción: una forma deestar y no estar en la época; otra vez re a p a rece la fro n t e r a ,ahora en su versión temporal. Una libertad de mov i m i e n-to que no desecha lo antiguo por antiguo, a la que le cua-dran los versos de Darío cuando se declara “…y muy an-tiguo y muy moderno; audaz, cosmopolita”. Un modosutil de disenso, en el que caben la firmeza y la cort e s í a .Hay en esta prosa una cert eza comedida, que no es impo-s i t i va. Pa rte del origen; no se pregunta hacia dónde va, si-no de dónde viene.

El narrador no es presuntuoso aunque le gusta laparsimonia, habla como quien conversa con los parro q u i a-nos de su comarca, con gente analfabeta y respetada: “Es-cribo para el villorrio”, dice uno de sus títulos. Una clavedel estilo es el receptor interno del relato, el que escucha,a quien va dirigido; se trata de un auditorio implícito, des-dibujado como personaje, pero que impone el tono y elt e m p o. Con un recurso de cronista, cuenta la historia ao t ros personajes con los que comparte códigos, moral yp e rtenencia; y precisamente por eso no puede haber pin-t o resquismo, porque el receptor es otro lugare ñ o.

23

Page 18: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

El exilio literario. Etapas de una trayectoria

En los primeros libros el autor opta por una franja demundo agónico y cuenta sin alharacas el crudo testimonio deuna extinción. El propio Tizón, en el prólogo a El cantar delprofeta y el bandido de 1972, se adjudicaba el papel de cro-nista, queriendo salvar en la literatura lo que estaba conde-nado a desaparecer en la realidad.

Esta vocación de cronista, formulada entonces abiert a-mente, era corroborada por su universo literario y, muy espe-cialmente, por el punto de vista, encarnado en un narrador-testigo que toma distancia con recursos de enmarque o fuentesficticias y cuenta, con aparente objetividad, las historias en-contradas en un viejo infolio, en un olvidado expediente ju d i-cial o los decires anónimos de fuentes impre c i s a s .

Veinte años más tarde, en otra declaración pública (unac o n f e rencia pronunciada en Londre s ,1 1 en 1991, para agre g a rdistancia y paradoja), se desdice y rectifica aquellas opiniones.Califica de “o l v i d a b l e” el prólogo citado, critica textualmente“el síndrome del anticuario”, coleccionador de “objetos que sep e rdían o estaban condenados a perd e r s e” y encuentra “va n a s”sus pretensiones de rescate. Seguramente los años y la experien-cia (la del país, la personal y, sobre todo, la literaria) lo ubica-ron en las zonas grises del claro s c u ro, lo hicieron optar —usosus propias palabras— por “el equívoco de la re a l i d a d” .

La declaración de los setenta, considerada en su mo-mento y no desde los re p a ros posteriores del autor, daba en elblanco de una voluntad ideológica y de estilo: el testimonionostálgico de lo que Borges llamó, en su cuento “El Su r”, “u nmundo más antiguo y más firme”, contado con un tono de le-yenda que sitúa los hechos en un pasado mítico. Cu a n d o ,veinte años más tarde, Tizón desestima y rectifica sus opinio-nes, vuelve a acertar: el cambio de juicio sobre el sentido desu obra responde a un cambio de la propia obra.

24

11. Tizón, Héctor, Conferencia pronunciada en la Universidad de Londres el 12 dediciembre de 1991. Con el título “Reflexiones y experiencias: sucinta historia demis libros”, fue incluida en Tierras de frontera, op. cit., pág. 37.

Page 19: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

25

La trayectoria literaria de Tizón es paralela a la de suvida. En este sentido podría adjudicarse al autor la declara-ción de uno de sus personajes cuando afirma: “He pintado unsolo cuadro en mi vida. Éste es un pedazo”. Como el pintorde “Los árboles”, Tizón ha escrito un mismo libro: la cons-trucción minuciosa de un discurso que cuenta la historia de“este país salvaje y doblegado”.12 Pero cada vuelco de su vidaha dejado su huella en este cuadro, empastando o esfuman-do el trazo, subrayando “la historia de esta tierra, la verdade-ra historia, la de su oscuridad y su derrota”,13 o buscando esa“luz de las crueles provincias” y “la belleza del mundo”, ex-plícitas en los títulos de sus novelas.

Interesa destacar dos momentos de la producción li-teraria de Tizón, que tienen que ver con su biografía: con elantes y el después de su salida forzosa de Yala. El exilio en Es-paña (1976-1982), cuando la dictadura, es el dato visible deun cambio fundamental de perspectiva que conmueve enprofundidad su mundo narrativo.

La primera etapa, que no debe confundirse con etapaprimeriza ya que se trata, en ambos casos, de obra maduracon un estilo consolidado, estaría representada por los librosescritos antes del exilio, entre ellos, las novelas Fuego en Ca-sabindo y El cantar del profeta y el bandido; y los cuentos deEl jactancioso y la bella y El traidor venerado.

A la segunda etapa pertenece lo escrito durante eldestierro y después de él. El abandono de lo propio, tema re-currente en su narrativa, vuelve a aparecer pero encumbradoal rango de argumento central. La casa y el viento es la cróni-ca del exilio, de la huida sonámbula a través de la Puna, enuna opción empecinada por la vida; el cuento “Los árboles”trata sobre la desolación del extranjero, la imposibilidad decrear en tierra extraña y la posterior epifanía del encuentrocon el arte y con la vida; la novela El hombre que llegó a unpueblo es el fracaso de esa llegada; el cuento “Regreso” narralas perplejidades de un re g reso imposible. Sin embargo, lo

12. En “La caza”, compilado en el presente volumen.13. En El cantar del profeta y el bandido, op. cit., pág. 138.

Page 20: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

26

que determina una novedad en su trayectoria literaria ypermite hablar de una nueva etapa no es tanto lo explícitocomo lo implícito; no es el tema, lo que se cuenta, sino des-de dónde se lo cuenta.

La vivencia límite del extranjero, en un escritor ob-sesionado por el arraigo, y el posterior re g reso al terru ñ o ,modifican la mirada de Tizón y el sentido de su búsqueda.Esto se traduce en un cambio del punto de vista, en una va-riación de la voz del relato, del ademán del narrador y de lasfinas complicidades entre el autor y sus narradores, a vecescómplices, a veces traidores.

El crítico de arte Valeriano Bozal, en una confere n c i ap ronunciada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, subra-yaba la importancia de la mirada como el eje del arte contem-poráneo; una mirada sin intromisiones —sin psicologismos,sin sentimientos, sin ideas— que no pretende interpre t a r,consciente del hecho capital que supone en arte “el acto de fi-jar la vista” .1 4

En la obra de Tizón, el narrador-testigo de los prime-ros libros está inmerso en el mundo narrado; comparte conlos personajes arraigo y pertenencia; en el fondo, la certezade una misma visión y un mismo mundo de valores. Desdeesa situación cuenta los hechos. Es juez y parte de un puebloanacrónico con nostalgia de un pasado esplendor irrecupera-ble, “... cuando los árboles del bosque, en las tierras bajas,crecían y morían invictos y únicamente se producía paraconsumir, no para vender y enriquecerse”.15 Ante una socie-dad sin futuro, se vuelve hacia el pasado. “Vivir es recordar”es la frase reiterada por los personajes con la que juega, co-mo motivo recurrente, el autor.

En la segunda etapa se advierte un giro decisivo. El

14. Conferencia de Valeriano Bozal titulada “Giacometti, maneras de hacer y deshaceruna figura”, pronunciada durante el ciclo “Textos de vanguardia” organizado por elPrograma de Estudios Catalanes “Joan Maragall”, en el Círculo de Bellas Artes deMadrid, 23 de marzo de 1993. Véase del autor el cap. “La ciencia del pintor: elo-gio de la mirada”, en Mímesis: las imágenes y las cosas, Madrid, Visor, 1987, págs.97-122.

15. “Historia olvidada”, de El traidor venerado. En este volumen.

Page 21: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

universo parece ser el mismo (los pueblos dormidos “conmás casas que gente”, las secretas insidias de la vida provin-ciana, de esa sociedad desvencijada que tiene que optar entreprogreso y dignidad), pero el narrador ya no está inmerso enel mundo narrado, ha perdido pertenencia, mira desde laambigüedad del que se mueve, del que se siente a la vez pro-pio y ajeno, irremediablemente exigido por una perspectiva dei n c e rt ez a .

Desde este punto de vista vacilante y abierto ya nohay sólo un acierto: el pasado, la perdida Arcadia; ni existesólo una forma de vida: el recuerdo; la realidad no es una niestática sino plural y contradictoria. A partir de esta miradatransigente, el cambio no es bueno ni malo, simplementeacontece. Y el ojo del narrador lo registra, da testimonio deesa intermitencia.

En un artículo sobre el pintor Joan Miró, el crítico es-tadounidense Ro b e rt S. Lubar escribe: “Miró coloca su granojo sobre el horizonte. Al situar el eje de la visión dentro delc u a d ro mismo, Miró constru ye un espacio de intemporalidadabsoluta, el puro espacio del mito” .1 6 Si trasladamos esta re f l e-xión a la trayectoria de Tizón, podría inferirse que, en la pri-mera etapa, su obra privilegia lo mítico, el eje de visión estád e n t ro del cuadro, el cronista-narrador sitúa los hechos en ellugar intemporal del pasado perfecto, inmodificable. Mi e n t r a sque, a partir del exilio, el eje tambalea, no está totalmente fue-ra ni totalmente dentro, entra y sale en una provechosa tras-humancia. Hay algo bamboleante y roto que quiebra la visiónde mundo transmitida, le quita coherencia monolítica y lecontagia el desasosiego contemporáneo.

La situación del que narra es incómoda; la fluctuaciónde la perspectiva, que pasa del determinismo y la añoranza a lano resignación y la rebeldía, comunica al lector una zo zo b r are v u l s i va, muy en las antípodas de la pasividad estática delmundo narrado. Hay un contraste inquietante entre el puntode vista vagabundo, disperso, y la materia narrada que siguetendiendo al inmovilismo y al arraigo. La fricción entre ese

16. Lubar, Robert S., “Miró y el mito”, artículo inédito, pág. 27 del original.

27

Page 22: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

u n i verso estático y el hecho de estar contado desde una mi-rada errante y fragmentada crean un equívoco: el deseo en-gañoso de que la quietud sea cierta y, a la vez, la cert eza des-garradora de que la condición de forastero y peregrino es lacondición humana.

El hecho de seleccionar un mundo que se apaga, derecortar ese fragmento en lugar de otros posibles, supone unaopinión. Existe una complicidad de la narración con el fra-caso y la derrota como anti-modelo que se revalúa en la con-frontación desigual con la sociedad desarrollada. Ese rincónprovinciano, frágil e indolente, incapaz de competir y pros-perar, tiene quizás algo que ofrecer, que no es quietismo sinodisidencia; una resistencia pasiva al vértigo sin sentido de al-gunos aspectos que agobian a la sociedad actual.

Tizón transforma en búsqueda la huida de sus perso-najes, en valor lo que serían disva l o res. Se alinea con los narra-d o res del inconformismo presentando paradójicamente unmundo quieto y re s i g n a d o. No da soluciones; sólo con “fijar lav i s t a” interroga, subv i e rte. Pregunta si todo lo que la sociedadactual desecha a un costado de los rieles, lo que queda margina-do, es inservible y merece ser olvidado. En una época enfermade consumismo y obsesionada por el éxito, vuelve los ojos a lod e valuado y austero como una alternativa para la búsqueda desentido del mundo contemporáneo.

La biografía escondida. Arraigo y movilidad

Se ha dicho con acierto que la patria del escritor es lalengua, y Proust añadió: la infancia. La lengua es una experien-cia social, colectiva; la infancia tiene una dimensión privada.

En una reciente conversación con el autor, con mi-ras a este prólogo, quise llevar a Tizón a hablar sobre vive n-cias de su infancia y juventud, sobre algunos episodios quenormalmente omiten las muchas entrevistas. Me barajócon esta afirmación que comparto: “La biografía de un es-critor es parte de su propia inve n c i ó n”. En esa inve n c i ó nhay anécdotas diáfanas en las que el escritor se reconoce y

28

Page 23: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

las reitera, y otras, más oscuras, seguramente más dolorosas,que quedan en la sombra.

Por las numerosas notas y estudios que ha merecidoel autor, siempre cordial con los curiosos, y sobre todo porsus libros de ese género misceláneo que, para abreviar, llama-mos ensayo, conocemos datos sabrosos de su biografía: deese abuelo cubano que vino por equivocación a la Argentina,que llegó a Jujuy buscando trópico y palmeras, que se casóen esa tierra y luego desapareció, dejando una decena de hi-jos, entre ellos Viriato, su padre. Sabemos que pasó su infan-cia en Yala, que no fue a la escuela hasta los nueve años, porderrumbe del precario edificio y porque, según el padre, allíno se enseñaba casi nada; y que aprendió con sus niñeras in-dígenas la lengua mestiza y el gusto por las historias. Hayotras circunstancias de su biografía de las que habla menospero que aparecen en sus obras, sobre todo en la segunda eta-pa, después del exilio. Transcribiré fragmentos de esa conver-sación que aportan en este sentido.

De su primera infancia, Tizón recuerda que vivían enuna pequeña casa junto a las vías; por esa época se acababade terminar el tendido del tren a Bolivia. El padre, funciona-rio del Ferrocarril, “con un cargo rimbombante pero de po-ca paga”, estuvo destinado en Yala, centro de operaciones delos distintos ramales donde se cargaban los troncos y el ba-lastro para la reparación de las vías. Allí conoció el niño apersonas vinculadas con su padre por trabajo o amistad: alingeniero Boldi, personaje de La casa y el viento, con quien,según la tradición local, habría trabajado Tito, el futuro ma-riscal, incluido en Luz de las crueles provincias; a los ext r a n j e-ros de la casa de piedra de las Lagunas, a los que el padre fre-cuentaba para jugar al ajedrez, y a las mujeres de esa casa, a lasque el niño tuvo un gran afecto, Do rothy y su hija Dolly (quea p a rece en Luz de las crueles prov i n c i a s), y que fueron una es-pecie de madres sustitutas. El cariño y deslumbramiento in-fantil quedan fijados en algunas imágenes indelebles de sus seiso siete años: “Mis padres me prestaban y me quedaba a dor-mir en su casa. Re c u e rdo cuando me peinaban. Tenían ve s t i-dos largos. Recogíamos grosellas; Do rothy tenía un sombrero

29

Page 24: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

grande de paja, como una capelina. Curioso que ella casi nohablaba español. Se fueron con la guerra. Luego apareció elIngeniero Strasser con su mujer, a la que identificaba conDorothy porque era alta, rubia, grandota; me sentaba en sufalda. No tenían hijos”. En Yala nació el hermano menor, alque pusieron Walter, seguramente a sugerencia de los amigosextranjeros de las Lagunas.

El primer traslado fue a la ciudad de San Salvador deJujuy para ir a la escuela; luego entró interno en el ColegioSalesiano para iniciar el bachillerato; por entonces comenzóa escribir en hojas que luego perdió. El segundo traslado fuea Salta, para terminar el secundario en la Escuela Normal.Allí se hospedó en lo de unos parientes de la madre. “En lacasa había primos con los que me llevaba a las patadas; fuialumno indisciplinado y porro, no tuve amigos entre loscompañeros de clase; casi todas mujeres me trataban mater-nalmente y me ayudaban con los dibujos. Me he sentido co-mo bicho raro, quizá por eso no me arraigué, fue una épocafea y oscura; no es grato acordarme. Fue el período en quemás sentí la sensación de soledad, a punto tal que empecé aescribir en un cuaderno.” Eran cuentos que se publicaron enEl Intransigente, el diario local. Los llevaba a la redacción unamigo, mayor, que luego fue ceramista y pintor exitoso, pa-ra que no se supiera que el autor era un chico. De este buenamigo salteño recuerda que siempre le decía “tenemos que ir-nos porque aquí no se llega a ninguna parte”.

Al terminar el secundario, sin volver a Jujuy, viajó aBuenos Aires para iniciar Derecho en la Un i versidad. Pe rocomo estaba cerrado el ingreso, se inscribió en La Plata, don-de vivió algo más de un año y medio: “Es la primera vez queme sentí cómodo con el medio fuera de Ya l a”. Comenzó a mi-litar en política universitaria y una vez cayó preso; a partir deentonces figuraba en una lista y, en cada disturbio, volvía a lac á rcel. Ante su queja, un comisario le aconsejó mudarse a Bu e-nos Aires. Vivía solo, siempre en altillos o bohardillas; a dife-rencia del bachillerato, fue muy buen alumno en la universi-dad; escribía ya con cierta disciplina y publicaba en el diariocomunista Orientación; “los columnistas éramos Atahualpa

30

Page 25: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

Yupanki y yo”. En La Plata conoció a Benito Lynch y, en Bu e-nos Aires, al poeta Vicente Barbieri. Muy joven, empezó a tra-bajar en política cercano a Frondizi. Ya recibido, se quedóunos meses más antes de re g resar a Jujuy en 1953. “Fue cuan-do más leí en toda mi vida —confiesa—: Do s t o i e v s k y, Las al-mas muert a s de Gogol, un mes con La montaña mágica. ”

Radicado en Jujuy, se casó con Flora Guzmán en1955, y allí nació su hijo Ramiro. Fue electo diputado en laLegislatura aunque no ocupó el cargo, ejerció como fiscal dela Cámara Penal, fue designado subsecretario de Gobierno yJusticia y, en 1958, ingresó en el cuerpo diplomático y viajóa México como agregado cultural; en ese país nació Álvaro,el segundo de sus hijos. En 1960 fue trasladado a Milán, co-mo cónsul, cargo que ejerció hasta 1962, año en que renun-ció a la Cancillería y volvió a Jujuy. Retomó su profesión deabogado, que desarrollará paralelamente a la de escritor, yque culminará en la Justicia como ministro del Tribunal Su-premo de su provincia. Cuando le preguntan cómo conciliasus dos profesiones, contesta con parca ironía que efectiva-mente fue un conflicto hasta que se dio cuenta de que el abo-gado daba de comer al escritor.

Vuelvo a la primera infancia, de la que me alejé parano interrumpir el hilo del relato de sus traslados. De ella meinteresa averiguar el lugar del pequeño en su familia, la rela-ción con los hermanos y sobre todo con la madre, a la querecuerda como “muy dulce pero muy dependiente y de saluddelicada, por lo que mi padre la rodeaba de mujeres de ser-vicio”. Del vínculo con los hermanos tiene poca memoriaporque Yolanda, la hija mujer a la que la madre se dedicabapor entero, pronto fue a estudiar interna a un colegio demonjas en Jujuy y se casó muy joven, y con Walter, el me-nor, los separaba la diferencia de edad, mucha en esa etapa.Estaba, además, el fantasma de Viriato, el hermano mayormuerto de niño, al que Héctor no conoció pero al que vinoa suplantar. Sus padres hacían conjeturas sobre cómo hubie-se sido, comparándolo con él y con su hermano pequeño.

Recuerda la relación “sobria” con el padre, “cuandoiba y volvía a La Plata, me daba la mano; nunca un abrazo”,

31

Page 26: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

quien también le enseñó, cuando niño, que los hombres sílloran y que el que no lo hace es un malnacido. Acompaña-ba al padre en sus recorridos de trabajo, a Socompa, a LaQuiaca, a Salta, en un vagón-salita, especie de casa rodanteque se enganchaba al último coche del tren, en el que nuncaiban su madre ni su hermana. También lo llevaba de visita acasa de los extranjeros de las Lagunas. “Fue el período en quemás cosas aprendí.”

Pero este friso familiar no estaría completo si no die-se un salto, pasando por alto los hechos de su vida adulta: lasactividades jurídicas, políticas y literarias, los viajes interna-cionales y comarcales, los amigos de la literatura, las publica-ciones, premios y honores, que omito para nombrar a dosmujeres definitivas en su vida: su esposa, Flora Guzmán,aguda crítica, con una notable trayectoria académica que lallevó a ser decana de la Universidad Nacional de Jujuy, dedi-cada también ella a las letras y a la teoría literaria, con la quecompartió los buenos y malos momentos de su vida y, sobretodo, la pasión por la literatura. Y su hija Guadalupe, nacidaen 1974, catorce años después que su hermano, la niña desus ojos.

Se ha escrito, y yo misma lo he hecho, sobre los tras-lados y el exilio —México, Milán, Madrid— como condicio-nantes de su literatura. Sin embargo, ahora creo que fuero nmás los viajes de cercanía: las idas y vueltas afectivas de la ca-sa materna a la casa de las Lagunas, los periplos por el norteen el vagón-salita del padre ferroviario, el internado en Jujuy,la estancia inhóspita en Salta; en suma, los movimientos desu primera biografía lo que más ha influido en una obra de-liberadamente no autobiográfica.

Muchos escritores recurren a la propia vida convir-tiéndola en argumento de sus relatos. Un caso ejemplar yconfeso es el de Horacio Quiroga. Tizón pareciera situarse enlas antípodas pero, en realidad, esconde el dato y usa el cli-ma, la emoción más que la circunstancia anecdótica, la vi-vencia de gozo o desagrado que dejó en él un episodio del

32

Page 27: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

pasado. Por debajo del agua de sus relatos nos asomamos asu vida, no con afán de detectives o psicólogos sino paracomprender y explicarnos mejor los movimientos y la direc-ción de su escritura.

Interpretadas las dos etapas de su obra desde este án-gulo, se pone en evidencia el mundo mítico y estático desea-do, y la cultura de la movilidad, deliberadamente excluida,tachada de sus primeros libros, a la que abre compuertas latraumática experiencia del exilio. Ese exilio del adulto quedesencadena la vivencia dolorosa de otros destierros de la ni-ñez, de los que han quedado cicatrices. La movilidad afecti-va de la infancia, de la que no habla, está ausente del relatode su propia biografía, y amordazada en la primera etapa deuna obra que, para conjurarla, encumbra el arraigo como ejeindiscutido.

El desarraigo empieza con el sino de su nacimiento,cuando el azar lo hace nacer fuera de casa, mientras su ma-dre está de viaje, en movimiento. En este contexto, la Punay su inmovilidad son el lugar del deseo, de la seguridad afec-tiva que busca todo niño y que Tizón encuentra en esas mu-jeres morenas como la madre-tierra que acompañaron susmiedos, su soledad y su primer ostracismo en tierra propia,cobijando al niño en esa casa de imaginación y de palabras;verdadera casa solariega que habitará de por vida el escritor.Y en las otras madres sustitutas, las rubias señoras, dueñas delparaíso frondoso de las Lagunas, las de los gestos de ternuray lengua incomprensible, que le enseñaron a amar en silen-cio y que darán pie a la invención de historias y personajes.

A esas experiencias precoces de la movilidad del afectose suma la de la casa móvil, ese vagón-salita, especie de re s i d e n-cia andariega; casa del padre en su sentido simbólico y etimo-lógico de “p a t r i a”, pero asentada sobre rieles; casa rodante queva y viene por los ramales de la Puna y de las ciudades del No r-te. A bordo de ese terruño en movimiento deja el paraíso deYala hacia su primer destierro a la ciudad de Jujuy para ir a laescuela: “Después, la visión de Yala en el último vagón del rau-do tren y mi perro ove j e ro que corría inalcanzándolo, despi-diéndose para siempre como si fuera mi infancia en forma de

33

Page 28: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

perro abandonado, cada vez más pequeño, atrás, detrás deese tren que me llevaba a mis estudios secundarios”.17

Años más tarde, la situación límite del exilio revive ypone en carne viva las zozobras del infante; la inseguridad, lapérdida. El escritor expulsado vuelve los ojos a la realidad cir-cundante, ese Madrid ajeno donde nada es conocido a ex-cepción de sí mismo. No tiene alternativa, y empieza a escri-bir sobre su propia persona. Él es el argumento. Por otraparte, el resistido psicoanálisis que intenta para calmar la an-gustia de la imposibilidad de escribir pone los faros sobre sí.El escritor ha cambiado, tuvo que aceptarse huérfano, solo ydesterrado, pero su escritura sale fortalecida. Con la expe-riencia del peregrino, puede volver al sitio del arraigo para se-guir nombrándolo, aunque de otra manera.

La obra de Tizón, que nace deliberadamente a un cos-tado de los rieles, sin perder de vista el origen, sube a un vagónen marcha: esto la vuelve arcaizante y contemporánea al mis-mo tiempo, paradojal, novedosa. La frontera y el tren, comosímbolos de la movilidad, marcan en su literatura la direc-ción del mundo al que vamos.

Leonor Fleming

34

17. Speranza, Graciela, op. cit., p. 22.

Page 29: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

Nota del editor

Héctor Tizón ha publicado hasta el presente cinco vo-lúmenes de cuentos. Esta edición incluye esos libros en el mis-mo orden cronológico en el que apare c i e ron, sólo que no se hac o n s e rvado la organización por volumen porque algunos deellos contienen cuentos ya publicados en los libros pre c e d e n t e s .Han sido reunidos en la parte I los cuentos publicados en libro sdel autor, con el siguiente orden: 1) El título con el que inau-guró su producción, A un costado de los rieles, aparecido por pri-mera vez en México, en 1960, y reeditado en 2001 por Alfa-guara. A él pertenecen los primeros dieciséis relatos del pre s e n t evolumen. 2) El jactancioso y la bella (CEAL, 1972), conforma-do por cuentos del libro anterior y por los hasta entonces iné-ditos: “El jactancioso y la bella”, “Ma t i l d i t a”, “Ma z a r i e g o”, “Elmundo, una vieja caja de música que tiene que cantar”, “Losi n d i o s”, “La gata” y “El alfare ro”. 3) El traidor ve n e ra d o ( Su d a-mericana, 1978), que se inicia con “En vano cruda guerra” yc o n c l u ye con “Iuria Novit Cu r i a”. 4) Re c u e n t o ( Ediciones delSol, 1984), que, además de otros ya conocidos, incorpora tre sn u e vos títulos: “El cazador”, “¿Alguien ha llamado?” y “Un pa-riente lejano”. 5) El gallo blanco (Alfaguara, 1992), al que per-tenecen los últimos siete cuentos, desde “Retrato de familia”hasta “Los árboles”.

Los relatos que no han integrado libros del autor y sehan dado a conocer en otros medios fueron agrupados en lap a rte II y son: “El amor es un pájaro salva j e”, en revista Vi va,e n e ro de 1999, y en Nu e vos pecados capitales, antología de laeditorial Norma, 2001; “El mayor de los miedos es no tener-l o”, revista L a m u j e rd e m i v i d a Nº 3, julio de 2003; “Mi n o t a u rodans la ville”, aparecido con el título “El Mi n o t a u ro” en la re-vista To d a v í a de OSDE, Nº 7, abril de 2004; “Para un cuentode Borges”, en Mano a mano, antología de la editorial No r m a ,

Page 30: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

2004. En la parte III aparecen los relatos que han permaneci-do inéditos hasta el presente.

Finalmente, el Apéndice contiene otros textos en losque Héctor Tizón reflexiona sobre su propia producción, la li-teratura en general, o bien narra la génesis de algunos cuentos;ellos son: “La cicatriz de Ul i s e s”, prólogo de A un costado de losr i e l e s (Alfaguara, 2001); “No t a s”, comentarios del escritor sobrela composición de los relatos de El gallo blanco ( A l f a g u a r a ,1992) y “Pr ó l o g o” a Ob ras escogidas ( Pe rfil, 1998).

36

Page 31: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

I

1-Tizon/37-143* 10/6/09 12:08 Página 37

Page 32: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

Ligero y tibio, como un sueño

Prefirió apearse del camión un poco antes de la entra-da del pueblito y echar a caminar por entre aquellos saucesgruesos, viejos, coposos, que inclinaban sus ramas cubiertasde follaje sobre la acequia del costado. A poco andar distin-guió entre los yuyos, sobre el terraplén, la negra estructura dela alcantarilla de hierro; caminó hacia ella, trepando la ba-rranca llegó hasta el borde y allí decidió sentarse, con laspiernas colgando.

El sol se perdía; ya sólo alumbraba el borde de los ce-rros del oeste, oscuros de maraña. Agustín siguió recorriendo elpaisaje con la mirada: más allá, apenas insinuadas, las cumbresblancas, azules, tenues, lejanas; hacia el fondo, el rastro del ca-mino de tierra, ascendiendo en leves curvas. Después miró elagua, en ese tiempo muy mermada, del arroyo debajo de la al-cantarilla; en él, los pequeños renacuajos nadaban y se escon-dían súbitamente debajo de las piedras del fondo. Agustín arro-jó el cigarro a medio fumar, que murió con un pequeño ruidoal apagarse en el agua. Sus recuerdos eran muy nítidos en estemomento. Se veía veinte años atrás recorriendo el bosque, tre-pado a los árboles para arrancar intactos los nidos de horneros,pescando luego. Pescaba con aparejo de varilla de guaranguay,un hilo y un alfiler doblado en la punta, o también con canca-na, enhebrando las lombrices hasta hacer una pelota con ellasen el extremo de la línea. Con la cancana era mejor pescar lue-go de las tormentas, cuando el agua se enturbiaba y había quetener muy alerta la mano, pues al primer pique se debía tirar;las yuscas caían entonces sobre la orilla y no se perdía tiempoen quitarles el anzuelo del buche, a veces tragado tan profun-damente que era menester destrozarles la boca; también se evi-taba así cambiar o arreglar la carnada a cada pique.

1-Tizon/37-143* 10/6/09 12:08 Página 39

Page 33: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

Cuando por fin decidió seguir andando para entrar alpueblo, casi era de noche; algunos de los faroles a querosénya habían sido colgados de los palos.

Agustín entró al boliche y se sentó sobre un cajón va-cío. Alrededor de un farol que apenas iluminaba el ambientese habían juntado cientos de bichos de luz y cascarudos, queluego de quemarse contra el vidrio caían al suelo crujiendo le-vemente. Los dos borrachos que estaban adentro no se moles-taban por ello.

Agustín golpeó el mostrador con los nudillos; al po-co rato acudió una sombra:

—¿No me conocés? —dijo el recién llegado.—¡Agustín! —exclamó el hombre detrás del mostra-

dor. Enseguida su rostro ensombrecido por la mala luz y labarba descuidada apareció en el círculo semiiluminado. Nopodía creerlo. Volvió a repetir su nombre varias veces al tiem-po que daba vueltas para mirarlo más de cerca y golpearle losbrazos en señal afectiva.

—¿Cuánto tiempo? —dijo por fin el bolichero.—Varios años —dijo Agustín.—¡Tomate una copa, hombre! ¿Cómo has vuelto?—Quería ver esto. Tenía mis dudas o no sé qué cosas

y quería verlo de nuevo.El bolichero se había apresurado a buscar una botella

y luego de un segundo de vacilación, tomó una de ginebraapenas empezada y le sirvió una copa. Mientras hacía esto nodejaba de mirarlo. Después, con el trapo que llevaba sobreun hombro limpió el pedazo de mostrador donde asentara lacopa, tal vez sólo por costumbre, mecánicamente.

Agustín miró el interior con mayor detenimiento.Ahora lo veía demasiado pequeño y bajo, casi sofocante detan pequeño. Junto a una de las paredes se elevaba una es-tantería hecha de maderas de cajones de embalar; cerca delmostrador, dentro de una fiambrera —¿quizás aquella mis-ma de antes?— un queso solo se refugiaba de las moscas;las otras dos paredes casi ni se veían por la mala luz de lalámpara, parecían cubiertas de cajones que contenían bo-tellas de vino o envases vacíos; en la cuarta pared se abría

40

1-Tizon/37-143* 10/6/09 12:08 Página 40

Page 34: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

la pequeña puerta de entrada con el umbral demasiado al-to. El piso era de tierra apisonada, como antes. Agustín,mientras iba recorriendo con la vista el interior del boli-che, lo comparaba con aquello que había dejado de ver ha-cía veinte años. Estaba todo, salvo que ahora las cosas leparecían más pequeñas, más pobres. El negocio tenía en-tonces un gran letrero blanco con el nombre pintado denegro: se llamaba “Almacén de González” y, en el sitio enel que ahora estaba esa pila de cajones, antes hubo otro es-tante con toda clase de mercaderías. Allí, precisamente,Agustín había descubierto el pequeño cuchillo con vainade cuero; varios días estuvo yendo al boliche para mirar elcuchillo desde la puerta, hasta que al fin González le dijo:“Vale 1.20. Pero mañana me llega una carga de mercade-ría, si me ayudás con los cajones es tuyo”. Él no durmióesa noche y al amanecer, no pudiendo aguantar más la ca-ma, se levantó antes que nadie y fue casi hasta el puente,para desde allí, sentado en una barranca, contemplar cómosalía el sol, en espera del tren. El tren no llegó hasta lasdiez. Después trabajó toda la tarde; al anochecer los cajo-nes estaban apilados en el patio interior del boliche y Gon-zález dio a cada uno lo suyo: una botella de vino a loshombres, y a él, el cuchillo prometido. Pero al día siguien-te, cuando fue al río a pescar, como todas las tardes, per-dió el cuchillo. Fue inútil la búsqueda que duró más decuatro horas. Al fin la abandonó y no tuvo más remedioque llorar; y así permaneció en la playa, junto a una granpiedra, llorando y mirando el río, hasta que la soledad y supropio llanto lo asustaron y volvió.

Ahora, de regreso, miraba aquel mismo estante don-de una vez —¿realmente había sucedido aquello?— descu-briera el cuchillo.

—¿Quiénes son los que quedan? —preguntó.—¿Los que quedan? —dijo el bolichero—. Creo que

nadie. Para vos no queda nadie. Muchos han muerto, sí. Losdemás, seguimos tirando. Pero aquellos veintitantos añoshan muerto, salvo que yo no vi cómo se fueron porque nun-ca descubrimos cómo nos hacemos viejos.

41

1-Tizon/37-143* 10/6/09 12:08 Página 41

Page 35: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

42

El bolichero se empinó un vaso de ginebra y despuésvolvió a decir:

—¿Y vos, qué hacés?Él sonrió. No supo qué responder. Le pareció muy

difícil y también lo avergonzó un poco contestar. Prefirió éltambién empinarse la ginebra y sonreír.

El bolichero parecía alegre, y así resultaba no del to-do igual a la idea que Agustín había conservado de él.

El viento silbaba por momentos entre las ramas de loseucaliptos. Agustín regresaba caminando lentamente por unsendero que corría junto al terraplén de las vías del ferroca-rril. Hacía fresco, pero él lo sentía agradable. Por momentos,en medio de aquellas cosas, de ese color violáceo de los ce-rros no muy distantes, de algún olor vegetal que súbitamen-te había creído reconocer, del cielo azul, creyó que algún mi-lagro del tiempo se producía; pero sólo fue un instante.

Casi al final del sendero, flanqueado de moreras, es-taba la casa de la vieja maestra. Agustín había ido hasta ellay al trasponer el umbral, el portón crujió; dos o tres perrosladraron y enseguida una figura gris, silenciosa, sin movi-mientos, apareció en la galería. Era ella. Estaba igual, pálida,silenciosa. Lo invitó luego a conversar debajo de unos naran-jos, junto al pozo de agua, donde muchos años atrás él seasomaba para ver el ojo oscuro, misterioso del agua.

La maestra lo escuchaba hablar contemplándolo co-mo a un aparecido. Agustín pensó por un momento que ellaseguía siendo bella, pero ahora un bozo leve le sombreaba ellabio y el gesto de la boca se acentuaba cuando sonreía.

—Muchas veces pensé en volver, hasta decidirme.Pensaba que había que mirar esto de nuevo. Quisiera morir-me aquí —dijo Agustín al final.

—No es tiempo —dijo la maestra—. No es tiempoaún. Todo a su turno.

Agustín la escuchaba y sentía aquellas palabras comouna prolongación extraña, como algo que ya había oído des-de siempre. No sabía qué decir, pero se daba cuenta de que

1-Tizon/37-143* 10/6/09 12:08 Página 42

Page 36: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

tenía necesidad de estarse ahí, sintiendo la brisa, mirando losárboles de la huerta y las montañas azules a lo lejos.

—Antes, digo, cuando estaba lejos —dijo él— pensémuchas veces en esto. Pero fue inútil, ahora comprendo quefue inútil. No podía descubrirlo. A veces sí, creía captarlo ensueños, pero eran cosas fugaces. Ahora todo eso me parecetonto. Creo que nunca descubriremos la realidad pensando.

—Hace falta el amor —dijo la maestra—. Es verdad;al fin nos damos cuenta de que pensar de nada sirve.

Mientras hablaban, dejándose estar en las palabrascomo si la absurda presencia de algo les dificultara la conver-sación, Agustín descubrió a míster Dreier. Trabajaba en losfondos de la huerta, entre los naranjos, y los había ignorado.Tenía los cabellos blancos. Después la maestra le contó queestaba completamente sordo por causa de un cartucho de di-namita que le estallara a una distancia suficiente como pararomperle los tímpanos. Ahora, de cerca, Agustín tan sóloveía la cabeza blanca y la camisa de míster Dreier y mirabatambién, recortada contra el atardecer, la figura de la maes-tra, con su gesto burlón y el asomo de bozo sobre el labio. Re-cién advertía cuántas veces había pensado en ellos, los habíavisto en el fondo de la memoria y los había escuchado hablary decir cosas extrañas. Los veía, por ejemplo, cuando eranjóvenes y cuando ambos, ella y aquel hombre de cabezablanca que trabajaba en el fondo de la huerta huían, pararegresar, todo en una sola secuencia, con dos pequeñas hi-jas, aquellas que él había conocido. Y después también larecordaba sirviéndoles los quesillos con zarzamora a los tres:a sus dos hijas y a él. Y también recordaba cuando un enor-me sapo saltó del balde del aljibe.

Ahora regresaba, caminando por aquel sendero a uncostado de las vías y todo le parecía irreal.

—No soy rico, pero tengo mis pesos. No hay mejorforma de hacerse unos pesos que quedándose firme en un si-tio —dijo el bolichero—. Tu padre fue un buen hombre, loreconozco, pero no supo quedarse en su sitio. Había que es-perar lo del puente —agregó. Después explicó—: Cuandovinieron los gringos a construirlo estaba yo solo porque sabía

43

1-Tizon/37-143* 10/6/09 12:08 Página 43

Page 37: primeras-paginas-cuentos-completos-t.pdf

hablarles, y a ellos les gustaba eso. Entonces les vendí lo queprecisaban para el campamento, durante todo el tiempo. Yohablo inglés. Lo aprendí allá, manejando camiones. Algunosde ellos creyeron que yo había nacido allá, pero no; yo habloen tejano, en inglés de Inglaterra, en inglés judío y en inglésnegro. Pero estos cabrones al oírme hablar en su propio tonome estimaron. Y sólo porque tengo fino el oído, porque an-tes de vender cosas yo he sido violinista.

—¿Y Ana? —preguntó Agustín.El bolichero tomó un cuchillo enorme y comenzó a

cortar el pan en pedazos muy pequeños.—Vive todavía —dijo—. Está vieja y pobre. Ya ente-

rró a todos sus hijos pero sigue de luto.Era verdad. Ana había perdido a sus hijos, uno tras

otro, casi al nacer. Fueron catorce. Ahora Agustín la habíaencontrado. Era una sombra negra y cubierta de arrugas. Ellatrató de simular que lo conocía. Pero todo había muerto. Porfin había enviudado, mientras guardaba luto por la muertede su último hijo.

—Está lloviendo en el cerro —dijo el bolichero—.Tendremos mosquitos.

[...]

44

1-Tizon/37-143* 10/6/09 12:08 Página 44