primer capítulo de ratones de la guardia

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Ratones de la Guardia, Capítulo 1 No hace mucho que algunos pocos humanos han sabido una verdad que han guardado en secreto, y lo han hecho porque no son como la mayoría de los humanos, éstos hombres y mujeres son parte de una hermandad de amantes de los animales que se han retirado de las ciudades y viven en pequeñas comunidades, específicamente en algunos bosques muy especiales, cultivando su propia comida y en un momento que ya nadie recuerda, quizás por tanto meditar, hablarle a las plantas y a los animales, uno de los más anciano de la comunidad comenzó a entender lo que decía una lechuza, si así supo que los hay dos clases de animales, unos con conciencia de sí mismos que se autodenominan personas, y otros simplemente bestias. Algunos de los personas tienen sociedades parecidas a las humanas, y otros prefieren vivir solitariamente, la lechuza era de los personas solitarios, pero sabía muchas historias de algunas comunidades sociales, de la que le contó al abuelo era de una ciudad de ratones personas que eran sus favoritos. Esta ciudad tenía un rey y una reina, y por supuesto para protegerlos existía una guardia de la corona conformada por los ratones más valientes y fuertes de la comarca, y no era fácil pertenecer a ella, para entrar era menester probar ser digno de pertenecer, para ello es que existía una academia donde se entrenaban a los aspirantes, que si lograban pasar todas las pruebas y niveles, serían nombrados guardias de la corona en regla. Pero esta historia no se trata de unos guardias de la corona, sino de un grupo de aspirantes a guardias, unos ratoncitos que llegaron de diversas partes del reino para convertirse en

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Primer capítulo de novela corta Ratones de la guardia

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Page 1: Primer capítulo de Ratones de La Guardia

Ratones de la Guardia, Capítulo 1

No hace mucho que algunos pocos humanos han sabido una verdad que han guardado en secreto,

y lo han hecho porque no son como la mayoría de los humanos, éstos hombres y mujeres son

parte de una hermandad de amantes de los animales que se han retirado de las ciudades y viven

en pequeñas comunidades, específicamente en algunos bosques muy especiales, cultivando su

propia comida y en un momento que ya nadie recuerda, quizás por tanto meditar, hablarle a las

plantas y a los animales, uno de los más anciano de la comunidad comenzó a entender lo que

decía una lechuza, si así supo que los hay dos clases de animales, unos con conciencia de sí

mismos que se autodenominan personas, y otros simplemente bestias.

Algunos de los personas tienen sociedades parecidas a las humanas, y otros prefieren vivir

solitariamente, la lechuza era de los personas solitarios, pero sabía muchas historias de algunas

comunidades sociales, de la que le contó al abuelo era de una ciudad de ratones personas que

eran sus favoritos.

Esta ciudad tenía un rey y una reina, y por supuesto para protegerlos existía una guardia de la

corona conformada por los ratones más valientes y fuertes de la comarca, y no era fácil pertenecer

a ella, para entrar era menester probar ser digno de pertenecer, para ello es que existía una

academia donde se entrenaban a los aspirantes, que si lograban pasar todas las pruebas y niveles,

serían nombrados guardias de la corona en regla.

Pero esta historia no se trata de unos guardias de la corona, sino de un grupo de aspirantes a

guardias, unos ratoncitos que llegaron de diversas partes del reino para convertirse en flamantes

guardias de la corona, o por lo menos lo intentarán con toda sus almas.

Los aspirantes de este año eran uno ochenta, pero se sabía que no más de veinte serían aprobados

al final, algunos a primera vista se veían bastante fuertes, los más jóvenes los veían con cierta

admiración apostando que serían de los pocos que aprobarían el entrenamiento básico.

Que no sería fácil les quedó claro a todos los novatos por el encendido discurso que dio el general

director de la academia, al recibirlos, todos estaban formados marcialmente en el patio del árbol

que servía como cuartel de la academia, sobre un estrado el general director, un ratón mayor con

una capa plateada y unos grandes bigotes blancos

-“Jóvenes, me siento honrado de ver a las nuevas generaciones presentándose alegremente para

ofrecerse para arriesgar la vida por los reyes, deben saber que están comenzando un proceso

largo y difícil, aprenderán habilidades clave para pasar los exámenes, también aprenderán sobre el

honor y sobre lo que son capaces bajo mucha presión, si logran aprobar todos los obstáculos que

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encontrarán, serán asignados entonces a una de las nueve secciones que existen según sus

habilidades o características de personalidad. Estas secciones son: Furtem, Inteleger, Egelis,

Caresm, Loyel, Trancus, Recurvos, Penumbros e Hipocratos.

Los más fuertes por lo general Estarán en la Furtem, los tácticos en su mayoría en Inteleger, los

mejores espadachines en Egelis, los que servirán en tareas diplomáticas en Caresm, aquellos que

son capaces de auto-eliminarse si el rey o la reina se los pide, pertenecerán a Loyel, los mejores

exploradores tenderán a estar en Trancus, los guardias que se especializan en arquería irán en la

sección Recurvos, los especializados en misiones oscuras tipo comando serán asignados a

Penumbros, y los pocos que se especialicen en curar estarán en Hipocratos.-

Entre los aspirantes formados había un trío de amigos que estaban emocionados a más no poder,

sus nombres eran Utos, Puertas, y Aremus, como los demás estaban sobre-excitados por haber

sido aceptados como aspirantes a guardias, vestían como los demás novatos, Sombrero de ala

ancha y una espada florete de reglamento, el discurso quedó brevemente interrumpido cuando el

general quedó un momento en silencio mirando hacia lo alto, todos desviaron la mirada y

entonces vieron a un joven aspirante llegar meciéndose en una liana, haciendo una pirueta en el

aire y aterrizando semiarrodillado, era más bien pequeño aún, pero tenía una antigua capa azul de

la guardia y al cinto tenía una espada que le quedaba un poco grande, ante el estupor de los

presentes se levantó con una sonrisa y diciendo –Disculpen la tardanza, es que me perdí en esta

gran ciudad- El general desde el púlpito calmadamente le preguntó, ¿Quién eres pequeño

impertinente?- el pequeño haciendo una reverencia dijo –Mi nombre es Dartinam de Roderdam, a

su servicio- El General movió una ceja al escuchar ese nombre- pues bien Dartinam de Roderdam,

comenzarás tu servicio pasando tres días en el calabozo por llegar atrasado el primer día.

¡Llévenselo!-unos grandes pericotes con alabardas flanquearon al ratoncito atrasado y lo

condujeron a las celdas.

Todos en el patio quedaron murmurando el extraño evento, el discurso prosiguió, -“Jóvenes

aspirantes, como cadetes serán asignados a uno de los cuatro grupos de aspirantes, designados

por colores, el Azul, Verde, Rojo y Amarillo. El instructor del grupo Azul es el sargento Bleu, el

instructor del grupo Verde es el sargento Dantón, El instructor del grupo Rojo es el sargento

Robespierre, y el del grupo amarillo es el sargento Montesquieu. Ahora vayan y búsquense en los

listados que están publicados en ese muro. ¡Rompan filas!”-

Todos se abalanzaron al muro a leer los cuatro listados, el trío de amigos, Utos, Puertas, y Aremus,

con sorpresa leyeron sus nombres en el listado del grupo Azul, se dirigieron hacia el estandarte de

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ese color, ahí los esperaba El sargento Bleu que les repartió a cada uno una capa azul, y con una

voz fuerte les espetó: -¡Aspirantes!, síganme con sus cosas, serán instalados en la barraca Azul.-

El grupo de novatos de cada color siguieron a sus respectivos instructores a sus respectivos árboles

barracas pintados según el color correspondiente.

Dentro del árbol azul había diversos pisos con literas que se iban achicando según más se subía,

los tres amigos fueron más rápidos y subieron primero hasta el último piso, el cual era más

pequeño y solo cabían dos literas, los tres alegres fanfarrones declararon a voz en cuello que ese

piso les pertenecía y así nadie más se atrevió a disputarles ese derecho, nadie, salvo un

superdesarrollado pericote que bien podría ser un semiguarén, y si lo pensamos bien, quizás lo era

porque tenía una voz y una mirada bobalicona con la cual les dijo con voz de gigante:…

(Continuará)