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Primer Apunte de Ética Profesional 1

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Primer Apunte de Ética Profesional

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Estimados Alumn@s Este documentos reune una colección de información, alguna ha sido elaborado directamente por el propio profesor y otras son citas de documentos de textos que se indican oportunamente, dicha declaración es para evidenciar de que no es un documento original ni propio , si no más bien mixto. En realidad es una reelaboración de conceptos. El apuro ha impedido un diseño grafico más eficiente

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La regla de Oro Swiempre los seres humanos han intentado encontrar algo que sea comun a todos los seres humanos. Esto es lo más aceptado Confucianismo Lo que no quieres que se te haga, no lo hagas a los otros. S. vi a. de C. Budismo No dañes a los otros con aquello que te duele a ti. S. v a. de C. Janismo En la felicidad y en el sufrimiento, en la alegría y en el dolor, debemos mirar a todas las criaturas igual que a nosotros mismos, y abstener nos, por lo tanto, de causar a otros el daño que nos parecería indeseable que nos causasen. S.Va.de C. Zoroastrismo No hacer a los otros nada de lo que no está bien para uno mismo. S. v a. de C. Pensamiento Clásico ¿Qué me está permitido hacer a los demás?: lo que yo desearía que que yo desearía que ellos me hiciesen. Platón, s. iv a. de C Hinduismo No hagan a otros nada que te apenase si te lo hiciesen a ti. Mahabharate, s. in a. de C. Judaísmo Lo que es odioso para ti, no lo hagas a tu prójimo. Rabí Hillel, s. i a. De C Cristianismo Todo lo que querrías que los hombres te hiciesen, házselo tú igual. Jesús de. Nazareth Sikhismo Trata a los otros tal como desearlas ser tratado S. xvi d. de C. Esta es la más antigua sentencia ética de carácter universal. Cuyando se intenta aclarar algun elemento que posea un carácter de mínimo comun denominador a diferentes culturas, a primera vista se observa el carácter de reversibilidad que posee dicha frase. Si es bueno para alguien debe serlo para todos Inicialmente , es imperativo dejar claros los conceptos que se utilizarán, y es importante porque a pesar de que los usamos diariamente, generalmente tenemos una definición imprecisa de éstos.

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1 EL ORIGEN DE LA ÉTICA (Extraido de:) Mary Midgley Peter Singer (ed.), Compendio de Ética

Alianza Editorial, Madrid, 1995 (cap. 1, págs. 29-41) Capitulo 1. La búsqueda de justificación ¿De dónde proviene la ética? En esta interrogación se unen dos cuestiones muy diferentes, una sobre un hecho histórico y la otra sobre la autoridad. La inquietud que han suscitado ambas cuestiones ha influido en la configuración de muchos mitos tradicionales acerca del origen del universo. Estos mitos describen no sólo cómo comenzó la vida humana, sino también por qué es tan dura, tan penosa, tan confusa y cargada de conflictos. Los enfrentamientos y catástrofes primitivas que éstos narran tienen por objeto —quizás por objeto principal— explicar por qué los seres humanos han de someterse a normas que pueden frustrar sus deseos. Ambas cuestiones siguen siendo apremiantes, y en los últimos siglos numerosos teóricos se han esforzado por responderlas de forma más literal y sistemática. Esta búsqueda no es sólo fruto de la curiosidad, ni sólo de la esperanza de demostrar que las normas son innecesarias, aunque estos dos motivos son a menudo muy fuertes. Quizás esta búsqueda deriva, ante todo, de conflictos en el seno de la propia ética o moralidad (para los fines tan generales de este artículo no voy a distinguir entre ambos términos). En cualquier cultura, los deberes aceptados entran a veces en conflicto, y son precisos principios más profundos y generales para arbitrar entre ellos. Se busca así 1a razón de las diferentes normas implicadas, y se intenta sopesar recíprocamente estas razones. A menudo esta búsqueda obliga a buscar, con carácter aún más amplio, un árbitro supremo la razón de la moralidad sin más. Esta es la razón por la que resulta tan compleja nuestra pregunta inicial. Preguntar de dónde proviene la ética no es como preguntar lo mismo acerca de los meteoritos. Es preguntar por qué actualmente hemos de obedecer sus normas (de hecho, las normas no agotan la moralidad, pero por el momento vamos a centrarnos en ellas, porque son a menudo el elemento donde surgen los conflictos). Para responder a esta cuestión es preciso imaginarse cómo habría sido la vida sin normas, e inevitablemente esto suscita interrogantes acerca del origen. La gente tiende a mirar hacia atrás, preguntándose si existió en alguna ocasión un estado «inocente» y libre de conflictos en el que se impusieron las normas, un estado en el que no se necesitaban normas, quizás porque nadie quiso nunca hacer nada malo. Y entonces se preguntan «¿cómo llegamos a perder esta condición pre-ética?; ¿podemos volver a ella?». En nuestra propia cultura, dos respuestas radicales a estas cuestiones han encontrado una amplia aceptación. La primera -que procede principalmente de los griegos y de Hobbes- explica la ética simplemente como un mecanismo de la prudencia egoísta; su mito de origen es el contrato social. Para esta concepción, el estado pre-ético es un estado de soledad y la catástrofe primitiva tuvo lugar cuando las personas comenzaron a reunirse. Tan pronto se reunieron, el conflicto fue inevitable y el estado de naturaleza fue entonces, según expresa Hobbes, «una guerra de todos contra todos» (Hobbes, 1651, Primera Parte, cap. 13, pág. 64) aun si, como insistió Rousseau, de hecho no habían sido hostiles unos con otros antes de chocar entre sí (Rousseau, 1762, págs. 188, 194; 1754, Primera Parte). La propia supervivencia, y más aún el orden social, sólo resultaron posibles mediante la formación de normas estipuladas mediante un trato a regañadientes (por supuesto este relato solía considerarse algo simbólico, y no una historia real). La otra explicación, la cristiana, explica la moralidad como nuestro intento necesario por sintonizar nuestra naturaleza imperfecta con la voluntad de Dios. Su mito de origen es la Caída del hombre, que ha generado esa imperfección de

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nuestra naturaleza, del modo descrito -una vez más simbólicamente- en el libro del Génesis. En un mundo confuso, siempre se acepta de buen grado la simplicidad, por lo cual no resulta sorprendente la popularidad de estos dos relatos. Pero en realidad los relatos sencillos no pueden explicar hechos complejos, y ya ha quedado claro que ninguna de estas dos ambiciosas fórmulas puede responder a nuestros interrogantes. El relato cristiano, en vez de resolver el problema lo desplaza, pues aún tenemos que saber por qué hemos de obedecer a Dios. Por supuesto la doctrina cristiana ha dicho mucho sobre esto, pero lo que ha dicho es complejo y no puede mantener su atractiva simplicidad tan pronto como se plantea la cuestión relativa a la autoridad. No puedo examinar aquí con más detalle las muy importantes relaciones entre ética y religión (véase el artículo 46, «¿Cómo puede depender la ética de la religión?»). Lo importante es que esta respuesta cristiana no deduce simplemente de forma ingenua nuestra obligación de obedecer a Dios de su posición como ser omnipotente que nos ha creado -una deducción que no le conferiría autoridad moral. Si nos hubiese creado un ser malo para malos fines, no pensaríamos que tenemos el deber de obedecer a ese ser, dictase lo que dictase la prudencia. La idea de Dios no es simplemente la idea de un ser semejante, sino que cristaliza toda una masa de ideales y normas muy comple~as subyacentes a las normas morales y que le dan su significado. Pero precisamente nos interrogamos por la autoridad de estos ideales y normas, con lo que la cuestión sigue abierta. 2. La seducción del egoísmo y el contrato social La idea de que la ética es en realidad simplemente un contrato basado en la prudencia egoísta es efectivamente mucho más sencilla, pero por esa misma razón resulta excesivamente poco realista para explicar la verdadera complejidad de la ética. Puede ser que una sociedad de egoístas prudentes perfectamente congruentes, si existió alguna vez, inventase las instituciones de aseguramiento recíproco muy parecidas a muchas de las que encontramos en las sociedades humanas reales. Y sin duda es verdad que estos egoístas cuidadosos evitarían muchas de las atrocidades que cometen los seres humanos reales, porque la imprudencia e insensatez humanas aumentan constantemente y de forma considerable los malos efectos de nuestros vicios. Pero esto no puede significar que la moralidad, tal y cual existe realmente por doquier, sólo deriva de este autointerés calculador. Son varias las razones por las cuales esto no es posible, pero sólo voy a citar dos (para la consideración más detallada de la cuestión véase el artículo 16, «El egoísmo»). 1) La primera se basa en un defecto obvio del ser humano. Las personas simplemente no son tan prudentes ni congruentes como implicaría esta narración. Incluso la misma moderada dosis de conducta deliberadamente decente que encontramos realmente en la vida humana no sería posible si se basase exclusivamente en estos rasgos. 2) La segunda es una gama igualmente conocida de buenas cualidades humanas. Es obvio que las personas que se esfuerzan por comportarse decentemente a menudo están animadas por una serie de motivos bastante diferentes, directamente derivados de la consideración de las exigencias de los demás. Actúan a partir del sentido de la justicia, por amistad, lealtad, compasión, gratitud, generosidad, simpatía, afecto familiar, etc. unas cualidades que se reconocen y honran en la mayoría de las sociedades humanas. En ocasiones, los teóricos del egoísmo como Hobbes explican esto diciendo que estos supuestos motivos no son reales, sino sólo nombres vacíos. Pero es difícil comprender cómo pudieron haberse inventado estos nombres, y ganar curso, por motivos inexistentes. Y aún resulta más intrigante cómo pudo haber pretendido alguien conseguir sentirse animado por ellos. He citado de entrada esta explicación egoísta porque, a pesar de sus manifiestos defectos, en la actualidad tiene una gran influencia. Modernamente, es muy probable que cuando la gente se interroga por el origen de la ética utilice irreflexivamente este

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lenguaje. Por lo general plantean la interrogación al estilo de Hobbes, a saber: «¿Cómo llegó una sociedad original de egoístas a cargarse de normas que exigen la consideración de los demás?» A medida que avancemos resultarán más claras las paralizantes dificultades de que está plagada esta concepción. 3. Argumentos morales y fácticos Se nos podría pedir que aceptásemos el individualismo extremo por razones estrictamente científicas, como un hallazgo fáctico, con lo que sería un fragmento de información sobre cómo están realmente constituidos los seres humanos. En la actualidad, la forma más habitual de esta argumentación se basa en la idea de evolución, de todas las especies, mediante la «supervivencia de los más aptos» en una competencia feroz entre individuos. Se afirma que ese proceso ha configurado a los individuos como átomos sociales aislados y totalmente egoístas. A menudo esta imagen se considera basada directamente en la evidencia, siendo -al contrario que todos los primitivos relatos acerca del origen- no un mito sino una explicación totalmente científica. Deberíamos mostrarnos escépticos hacia esta pretensión. En la forma tosca que acabamos de citar, el mito pseudo-darwiniano contiene al menos tanto simbolismo emotivo de ideologías actuales y tanta propaganda en favor de ideales sociales limitados y contemporáneos como su antecesora, la narración del contrato social. También incorpora algunas pruebas y principios verdaderamente científicos, pero ignora y distorsiona mucho más de lo que utiliza. En particular, se aleja de la ciencia actual en dos cuestiones: primero, su noción de competencia fantasiosa e hiperdramatizada, y segundo, el extraño lugar predominante que otorga a nuestra propia especie en el proceso evolutivo. 1) Es esencial distinguir el simple hecho de tener que «competir» de los complejos motivos humanos que la ideología actual considera idóneos para los competidores. Puede decirse que dos organismos cualesquiera están «en competencia» si ambos necesitan o desean algo que no pueden obtener simultáneamente. Pero no actúan competitivamente a menos que ambos lo sepan y respondan intentando deliberadamente derrotar al otro. Como la abrumadora mayoría de los organismos son vegetales, bacterias, etc.. que no son siquiera conscientes, la posibilidad misma de una competencia deliberada y hostil es extremadamente rara en la naturaleza. Además, tanto a nivel consciente como inconsciente, todos los procesos vitales dependen de una base inmensa de cooperación armoniosa, necesaria para elaborar el sistema complejo en el que resulta posible cl fenómeno mucho más raro de la competencia. La competencia existe realmente, pero es necesariamente limitada. Por ejemplo, los vegetales de un ecosistema particular existen normalmente en interdependencia tanto entre sí como con los animales que se los comen, y estos animales son igualmente interdependientes entre sí y con respecto a sus predadores. Si en realidad hubiese habido una «guerra de todos contra todos» natural, nunca hubiese llegado a formarse la biosfera. Por ello no es sorprendente que la vida consciente, que ha surgido en un contexto semejante, opere de hecho de forma mucho más cooperante que competitiva. Y cuando dentro de poco consideremos la motivación de los seres sociales, veremos claramente que las motivaciones de cooperación proporcionan la estructura principal de su conducta. 2) Muchas versiones populares del mito pseudo-darwiniano (aunque no todas) presentan el proceso evolutivo corno una pirámide o escalera que existe con la finalidad de crear en su vértice al SER HUMANO, y en ocasiones programada para seguir desarrollándolo hasta un lejano «punto omega» que glorificará más los ideales humanos contemporáneos de Occidente. Esta idea carece de base en la verdadera teoría biológica actual (Midgley, 1985). La biología actual describe de manera bastante diferente las formas de vida, unas formas que se difunden, según el modelo esbozado por Darwin en el Origen de las especies, a modo de arbustos, a partir de un origen común hasta llenar los nichos existentes, sin una especial dirección «ascendente». La imagen de la pirámide fue propuesta por J.B. Lamarck y desarrollada por Teilhard de

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Chardin y no pertenece a la ciencia moderna sino a la metafísica tradicional. Lo cual por supuesto no la refuta. Pero como las Ideas de la naturaleza humana asociadas a ella se han considerado por lo general científicas», esta cuestión tiene importancia para nuestra valoración de estas concepciones, y su relación con nuestros interrogantes acerca del origen de la ética. 4. Las fantasías dualistas Estas cuestiones han empezado a parecer más difíciles desde que se acepto. de forma general que nuestra especie surgió de otras a las que clasificamos de meros «animales». En nuestra cultura comúnmente se ha considerado la barrera de la especie también como el límite del ámbito moral, y se han construido doctrinas metafísicas para proteger este límite. Al contrario que los budistas, los cristianos han creído que sólo los seres humanos tienen alma, la sede de todas las facultades que honramos. Se consideré así degradante para nosotros cualquier insistencia en la relación entre nuestra especie y otras, lo que parecía sugerir que nuestra espiritualidad «realmente» sólo era un conjunto de reacciones animales. Esta idea de animalidad como principio foráneo ajeno al espíritu es muy antigua, y a menudo se ha utilizado para dramatizar los conflictos psicológicos como la lucha entre las virtudes y «la bestia interior». El alma humana se concibe entonces como un intruso aislado en el cosmos físico, un extraño lejos de su hogar. Este dualismo tajante y sencillo fue importante para Platón y también para el pensamiento cristiano primitivo. Probablemente hoy tiene mucha menos influencia. Su actitud despectiva hacia los motivos naturales no ha superado la prueba del tiempo, y además su formulación teórica se enfrenta a enormes dificultades para explicar la relación entre el alma y el cuerpo. Sin embargo, parece seguir utilizándose el dualismo como marco de base para determinadas cuestiones, en especial nuestras ideas acerca de los demás animales. Frente a Platón, Aristóteles propuso una metafísica mucho menos divisoria y más reconciliadora para reunir los diversos aspectos tanto de la individualidad humana como del mundo exterior. Santo Tomás siguió este camino, y el pensamiento reciente ha seguido en general por él. Pero este enfoque más monista ha encontrado grandes dificultades para concebir cómo pudieron desarrollarse realmente los seres humanos a partir de animales no humanos. El problema era que estos animales se concebían como símbolos de fuerzas antihumanas, y en realidad a menudo como vicios encarnados (lobo, cerdo, cuervo). Hasta que se puso en cuestión esta idea, sólo parecían abiertas dos alternativas: o bien una concepción depresiva y devaluadora de los seres humanos como unos seres «no mejores que los demás animales» o bien una concepción puramente ultramundana de los hombres como espíritus insertados durante el proceso evolutivo en unos cuerpos apenas relacionados con ellos (véase Midgley, 4979, cap. 2). Aquí surgen las dos sencillas ideas acerca del origen de la ética antes citadas. Según el modelo del contrato social todos los seres animados eran por igual egoístas, y los seres humanos sólo se distinguían en su inteligencia de cálculo: fueron meramente los primeros egoístas ilustrados. En cambio, según la concepción religiosa, la inserción del alma introdujo, de golpe, no sólo la inteligencia sino también una amplia gama de nuevas motivaciones, muchas de ellas altruistas. Para desazón de Darwin, su colaborador A. R. Wallace adoptó esta segunda concepción, afirmando que Dios debió de haber añadido el alma a cuerpos de primates incipientes por intervención milagrosa durante el curso de la evolución. Y en la actualidad, incluso pensadores no religiosos ensalzan las facultades humanas tratándolas como algo de especie totalmente diferente a las de los demás animales, de una forma que parece reclamar un origen diferente y no terrestre. Incluso en ocasiones se invocan con aparente seriedad relatos de ciencia ficción acerca de una derivación de algún lejano planeta, al objeto de cubrir esta supuesta necesidad. 5. Las ventajas de la etología Sin embargo, hoy día podemos evitar ambas alternativas malas simplemente adoptando una concepción mas realista y menos mítica de los animales no humanos.

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Finalmente en nuestra época se ha estudiado sistemáticamente su conducta, con lo que se ha divulgado considerablemente la compleja naturaleza de la vida social de muchos pájaros y mamíferos. En realidad mucha gente la conocía desde antiguo, aunque no utilizaron ese conocimiento al considerar a los animales como encarnaciones del mal. Así, hace dos siglos Kant escribió lo siguiente: «cuanto más nos relacionamos con los animales más los queremos, al constatar lo mucho que cuidan de sus crías. Entonces nos resulta difícil ser crueles imaginariamente incluso con un lobo». Rasgos sociales como el cuidado parental, el aprovisionamiento de alimentos en cooperación y las atenciones recíprocas muestran claramente que, de hecho, estos seres no son egoístas brutos y excluyentes sino seres que han desarrollado las fuertes y especiales motivaciones necesarias para formar y mantener una sociedad sencilla. La limpieza recíproca, la eliminación mutua de parásitos y la protección mutua son conductas comunes entre los mamíferos sociales y los pájaros. Éstos no han creado estos hábitos utilizando aquellos poderes de cálculo egoísta prudencial que el relato del contrato social considera el mecanismo necesario para semejante hazaña, pues no los poseen. Los lobos, castores y grajillas así como otros animales sociales, incluidos nuestros familiares primates, no construyen sus sociedades mediante un cálculo voluntario a partir de un «estado de naturaleza» hobbesiano, de una guerra original de todos contra todos. Son capaces de vivir juntos, y en ocasiones de cooperar en señaladas tareas de caza, construcción, protección colectiva o similares, sencillamente porque tienen una disposición natural a amarse y confiar los unos en los otros. Este afecto resulta evidente en la inequívoca sensación de desgracia de cualquier animal social, desde un caballo o un perro a un chimpancé, mantenido en aislamiento. Aun cuando a menudo éstos se ignoran mutuamente y en determinadas circunstancias compiten entre si y se atacan, lo hacen sobre una base más amplia de aceptación amistosa. El cuidado solícito de las crías, que a veces llega a suponer la verdadera renuncia al alimento, está generalizado y a menudo lo comparten otros congéneres auxiliadores además de los padres (quizás puede considerarse el núcleo original de la moralidad>. Algunos animales, en especial los elefantes, adoptan huérfanos. Es común la defensa de los débiles por los fuertes, y hay numerosos ejemplos confirmados de casos en los que los defensores han entregado su vida. En ocasiones se alimenta a los pájaros viejos y desvalidos y a menudo se observa una ayuda recíproca entre amigos. Actualmente todo esto no es una cuestión folclórica, sino de registros detallados, sistemáticos y bien investigados. Sin duda sobran razones para aceptar que en esta cuestión los seres humanos se parecen mucho a sus familiares más próximos (véase Konner, 1982, para la evidencia antropológica al respecto). 6. Dos objeciones Antes de examinar el vínculo entre estas disposiciones naturales y la moralidad humana hemos de considerar dos posibles objeciones ideológicas contrarias a este enfoque. En primer lugar está la tesis conductista de que los seres humanos carecen de disposiciones natura/es, y no son sino papel en blanco al nacer, y la réplica sociobiológica de que existen realmente disposiciones sociales> pero todas ellas son en cierto sentido «egoístas» (los lectores no interesados por estas ideologías pueden saltarse esta exposición). 1) Creo que la tesis conductista siempre fue una exageración obvia. La idea de un infante puramente pasivo y carente de motivaciones nunca tuvo sentido. Esta exageración tenía un impulso moral serio: a saber, rechazar ciertas ideas peligrosas sobre la naturaleza de estas tendencias innatas, ideas que se utilizaron para justificar instituciones como la guerra, el racismo y la esclavitud. Pero éstas eran representaciones erróneas e ideológicas de la herencia humana. Ha resultado mucho mejor atacarías en su propio terreno, sin las incapacitantes dificultades que supone adoptar un relato tan poco convincente como el de la teoría del papel en blanco. 2) Por lo que respecta a la sociobiología, el problema es en realidad de terminología. Los sociobiólogos utilizan la palabra «egoísta» de forma bastante

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extraordinaria en el sentido, aproximadamente, de «promotor de los genes»; «con probabilidades de aumentar la supervivencia y difusión futura de los genes de un organismo». Lo que dicen es que los rasgos realmente transmitidos en la evolución deben ser los que desempeñen esta labor, lo cual es verdad. Sin embargo, al utilizar el lenguaje del «egoísmo» inevitablemente vinculan esta inocua idea con el mito pseudo-darwiniano egoísta y aun poderoso, pues el término egoísta constituye totalmente una descripción de motivos -y no sólo de consecuencias- con el significado central negativo de alguien que no se preocupa de los demás. En ocasiones los sociobiólogos señalan que éste es un uso técnico del término, pero casi todos ellos se ven influidos por su significado normal y empiezan a predicar el egoísmo de forma tan fervorosa como Hobbes (véase Wilson, 1975, Midgley, 1979-véase Wilson en el índice- y Midgley, 1985, cap. 14). 7. Sociabilidad, conflicto y los orígenes de la moralidad Una vez dicho algo en respuesta a las objeciones a la idea de que los seres humanos tienen disposiciones sociales naturales, nos preguntamos a continuación ¿qué relación tienen estas disposiciones con la moralidad? Estas disposiciones no la constituyen, pero ciertamente aportan algo esencial para hacerla posible. ¿Proporcionan quizás, por así decirlo, la materia prima de la vida moral -las motivaciones generales que conducen hacia ella y la orientan mas o menos- precisando además la labor de la inteligencia y en especial del lenguaje para organizarla, para darle forma? Darwin esbozó una sugerencia semejante, en un pasaje notable que utiliza ideas básicas de Aristóteles, Hume y Kant (Darwin, 1859, vol. 1, Primera parte, cap. 3). Hasta la fecha se ha prestado poca atención a este pasaje al aceptarse de forma generalizada las versiones del ruidoso mito pseudo-darwiniano como el único enfoque evolutivo de la ética). Según esta explicación, la relación de los motivos sociales naturales con la moralidad sería semejante a la de la curiosidad natural con la ciencia, o entre el asombro natural y la admiración del arte. Los afectos naturales no crean por sí solos normas; puede pensarse que, en realidad, en un estado inocente no serían necesarias las normas. Pero en nuestro imperfecto estado real, estos afectos a menudo chocan entre si, o bien con otros motivos fuertes e importantes. En los animales no humanos, estos conflictos pueden zanjarse sencillamente mediante disposiciones naturales de segundo orden. Pero unos seres que reflexionamos tanto sobre nuestra vida y sobre la de los demás, como hacemos los humanos, tenemos que arbitrar de algún modo estos conflictos para obtener un sentido de la vida razonablemente coherente y continuo. Para ello establecemos prioridades entre diferentes metas, y esto significa aceptar principios o normas duraderas (por supuesto no está nada claro que los demás animales sociales sean totalmente irreflexivos, pues gran parte de nuestra propia reflexión es no verbal, pero no podemos examinar aquí su situación). (Sobre la muy compleja situación de los primates, véase Desmond, 1979.) Darwin ilustró la diferencia entre la condición reflexiva y no reflexiva en el caso de la golondrina, que puede abandonar a las crías que ha estado alimentando aplicadamente sin la menor duda aparente cuando emigra su bandada (Darwin, 1859, págs. 84, 90). Según señala Darwin, un ser bendecido o maldito con una memoria mucho mayor y una imaginación más activa no podría hacerlo sin un conflicto agonizante. Y existe una diferencia muy interesante entre los dos motivos implicados. Un impulso que es violento pero temporal -en este caso emigrar- se opone a un sentimiento habitual, mucho más débil en cualquier momento pero más fuerte por cuanto es mucho más persistente y está más profundamente arraigado en el carácter. Darwin pensó que las normas elegidas tenderían a arbitrar en favor de los motivos más leves pero más persistentes, porque su violación produciría más tarde un remordimiento mucho más duradero e inquietante. Así pues, al indagar la especial fuerza que posee «la imperiosa palabra debe» (pág. 92) apuntó al choque entre estos afectos sociales y los motivos fuertes pero temporales que a menudo se oponen a ellos. Llegó así a la conclusión de que los

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seres inteligentes intentarían naturalmente crear normas que protegiesen la prioridad del primer grupo. Por ello consideró extraordinariamente probable que «un animal cualquiera, dotado de acusados instintos sociales, inevitablemente se formaría un sentido o conciencia moral tan pronto como sus facultades intelectuales se hubiesen desarrollado tan bien, o casi, como en el hombre» (pág. 72). Así pues, «los instintos sociales -el primer principio de la constitución moral del hombre- condujeron naturalmente, con la ayuda de facultades intelectuales activas y de los efectos del hábito, a la Regla de Oro, "no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti", que constituye el fundamento de la moralidad» (pág. 106). 8. El problema de la parcialidad ¿En qué medida es esto convincente? Por supuesto no podemos comprobar empíricamente la generalización de Darwin; no nos hemos comunicado lo suficientemente bien con ninguna especie no humana que reconozcamos suficientemente inteligente (por ejemplo, podría ser inmensamente útil que pudiésemos oír algo de las ballenas...). Simplemente hemos de comparar los casos. ¿En qué medida parecen aptos estos rasgos de otros animales sociales para aportar material que pudiese llegar a formar algo como la moralidad humana? Algunos críticos los descartan por completo porque se dan episódicamente, y su incidencia está muy sesgada en favor de la parentela más cercana. Pero este mismo carácter episódico y este mismo sesgo hacia la parentela subsisten en cierta medida (a menudo de forma muy poderosa) en toda la moralidad humana. Son muy fuertes en las pequeñas sociedades de cazadores-recolectores que parecen más próximas a la condición humana original. Las personas que han crecido en circunstancias semejantes por lo general están rodeadas -igual que lo están los lobos o chimpancés jóvenes- de otras que realmente son su parentela, con lo que la actitud normal que adoptan hacia quienes les rodean es, en diversos grados, una actitud que hace posible una preocupación y simpatía más amplias. Pero es importante señalar que este sesgo no se extingue, que ni siquiera se vuelve acusadamente más débil, con el desarrollo de la civilización. En nuestra propia cultura está totalmente activo. Si unos padres modernos no prestasen más cuidado y afecto a sus propios hijos que a todos los demás, serian considerados monstruos. De forma bastante natural invertimos libremente nuestros recursos en satisfacer incluso las necesidades menores de nuestros familiares cercanos y amigos antes de considerar incluso las necesidades graves de los de fuera. Nos resulta normal que los padres gasten más dinero en juguetes para sus hijos de lo que dedican anualmente en ayudar a los necesitados. Cierto es que la sociedad humana dedica algunos recursos a los que están fuera, pero al hacerlo parte del mismo fuerte sesgo hacia la parentela que impera en las sociedades animales. Esta misma consideración vale para otra objeción paralela que a menudo se opone a concebir a la sociabilidad animal como posible origen de la moralidad, a saber el sesgo hacia la reciprocidad. Cierto es que si estuviéramos tratando de egoístas calculadores, la mera devolución de beneficios a aquellos que anteriormente los habían otorgado podría no ser otra cosa que un trato prudente. Pero una vez más en todas las moralidades humanas existentes esta transacción se manifiesta de forma bastante diferente, no tanto como un seguro de futuro sino como un agradecimiento justo por la amabilidad mostrada en el pasado, y como algo que se sigue naturalmente del afecto asociado. No hay razones por las que esto no pueda ser igualmente cierto respecto a otros animales sociales. Es verdad que estos sesgos restrictivos tienen que corregirse sistemáticamente -y gradualmente son corregidos- mediante el reconocimiento de obligaciones mas amplias a medida que se desarrolla la moralidad humana (véase Singer, 1981). Sin embargo, esta ampliación es sin duda la aportación de la inteligencia humana, que gradualmente crea horizontes sociales más amplios al crear las instituciones. No es ni

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puede ser un sustituto de los propios afectos naturales originales. Es de esperar una cierta restricción de estos afectos, pues en la evolución han desempeñado la función esencial de hacer posible el aprovisionamiento esforzado y solicito de los más pequeños. Esto no se podría haber hecho efectivamente si todos los padres hubiesen cuidado tanto de cualquier bebé como cuidaron de los propios. En este régimen fortuito e imparcial probablemente hubiesen sobrevivido pocos bebés afectuosos. Así, según señalan correctamente los sociobiólogos, las disposiciones altruistas hereditarias no se transmiten fácilmente a menos que hagan posible un aumento de la supervivencia de los propios descendientes del altruista, que comparten el gen que los originó. Pero cuando esto sucede, es posible que estos rasgos se desarrollen y difundan mediante la «selección del parentesco», de una forma que no parecía imaginable según el modelo más antiguo y tosco que sólo contemplaba la competencia por la supervivencia entre individuos. 9. ¿Es reversible la moralidad? Así pues, si el carácter restrictivo de estas disposiciones no las descalifica como materia esencial para el desarrollo de la moralidad, ¿resulta convincente la imagen de Darwin? Sin duda tiene gran fuerza su idea de que lo que hace necesaria la moralidad es el conflicto -pues un estado armónico «inocente» no la necesitaría. Si esto es correcto, la idea de «amoralismo», es decir la propuesta de liberarse de la moralidad (Nietzsche, 1886, 1, sec. 32) supondría convertir de algún modo a todos en seres libres de conflicto. Pero si no se consigue esto necesitamos reglas de prioridad, no sólo porque hacen más fácil la sociedad, ni siquiera sólo para hacerla posible, sino también más profundamente para evitar la recaída individual en estados de desamparo y confusión plagada de conflicto. En cierto sentido éste es «el origen de la ética» y nuestra búsqueda no tiene que llevarnos más lejos. Sin embargo puede parecer menos claro cuál es el tipo de prioridades que estas normas tienen que expresar. ¿Tiene Darwin razón al esperar que éstas favorezcan en conjunto los afectos sociales, y confirmen la Regla de Oro? ¿O bien éste es sólo un prejuicio cultural? ¿Podría encontrarse una moralidad que fuese la imagen invertida de la nuestra, y que tuviese nuestras virtudes como vicio y nuestros vicios como virtudes y que exigiese en general que hagamos a los demás lo que menos nos gustaría que nos hiciesen a nosotros (una idea a la que también Nietzsche en ocasiones quiso dar cabida)? Por supuesto es verdad que las culturas varían enormemente, y desde la época de Darwin hemos cobrado mayor conciencia de esa variación. Pero los antropólogos, que prestaron un gran servicio al mundo al demostrar esa variabilidad, hoy día señalan que no debe exagerarse (Konner, 1982; Mead, 1956). Diferentes sociedades humanas tienen muchos elementos estructurales profundos en común. De no ser así, no sería posible la comprensión mutua, y apenas hubiese resultado posible la antropología. Entre estos elementos, el tipo de consideración y simpatía hacia los demás que se generaliza en la Regla de Oro desempeña un papel básico, y si nos preguntamos si puede existir una cultura sin esta actitud tendríamos verdaderas dificultades para imaginar como podría considerarse una cultura semejante. Ciertamente el mero terror mutuo de solitarios egoístas en coexistencia que invocó Hobbes para su contrato social nunca podría crear una cultura. Las normas, ideales, gustos y prioridades comunes que hacen posible una moralidad común se basan en goces y penas compartidos y todos requieren una simpatía activa. La moralidad no sólo necesita conflictos sino la disposición y la capacidad a buscar soluciones compartidas a éstos. Al igual que el lenguaje, parece ser algo que sólo pudo darse entre seres naturalmente sociales (para un examen más detallado de los elementos comunes de la cultura humana, véase el artículo 2, «La ética de las sociedades pequeñas»). 10. Conclusión Esta presentación del origen de la ética pretende evitar, por una parte, las abstracciones no realistas y reduccionistas de las teorías egoístas, y por otra parte la jactancia irreal y moralizante que tiende a hacer que parezca incomprensible el origen

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de los seres humanos como especie terrenal de primates, y que desvincula la moralidad humana de todo lo característico de OtroS animales sociales. Siempre es falaz (la «falacia genética») identificar cualquier producto con su origen, por ejemplo decir «que en realidad la flor no es más que lodo organizado». (fin de la selección)

Concepto de Etica Ética (Etimología) Término que procede del griego ethos, cuyo significado originario hacía referencia a las costumbres. Sin embargo, pronto adquirió una nueva significación filosófica, designando el ‘carácter’ y el ‘modo de ser’ de un individuo, en cuanto ellos habían sido adquiridos por la educación, las costumbres y los hábitos de la sociedad en la que vivía. Con la aparición de los primeros filósofos que reflexionaron sobre las normas morales (los sofistas y Sócrates), el término pasó a designar la disciplina del saber que versaba sobre la virtud y la justicia. Este es el significado que se le otorga hasta hoy Actualmente, el concepto ‘ética’ hace referencia a la reflexión sobre el deber y a la justificación de por qué deben ser consideradas buenas o malas (justas o injustas) ciertas acciones. Desde un punto de vista científico, la ética es la: Disciplina de la filosofía que reflexiona sobre cuáles son los principios teóricos que fundamentan los valores y las normas morales. También se designa con el término ‘ética’ al estudio de los distintos sistemas morales que han sido elaborados a lo largo de la historia del pensamiento. En el lenguaje cotidiano es frecuente utilizar como sinónimos los conceptos de ‘ética’ y de ‘moral’. Sin embargo, desde el punto de vista filosófico, muchos autores establecen una distinción importante entre ellos dos: mientras la ética sería una reflexión teórica (racional) sobre los fundamentos o principios en los que se inspiran las normas morales concretas, la moral, en cambio, designaría al conjunto de normas y valores que una determinada colectividad considera -en un momento histórico concreto- como justos o correctos, es decir, como pautas del comportamiento virtuoso. En el siglo V a.C. se inició un debate teórico acerca del alcance de las normas éticas, debate que no ha sido resuelto hasta el día de hoy. Mientras los sofistas defendían que todas las normas morales eran relativas y, por lo tanto, únicamente válidas para una sociedad histórica concreta, otros filósofos como Sócrates o Platón creyeron en el carácter universal de las normas éticas, apelando a la existencia de una racionalidad humana que nos permitía conocer los fundamentos de las leyes naturales. A lo largo de la historia de la filosofía, muchas corrientes y

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pensadores han defendido el relativismo moral, mientras que otras corrientes han argumentado a favor de la ley natural o de la posibilidad de alcanzar, mediante la racionalidad y el consenso entre todos los seres humanos, un código de conducta mínimo que regule nuestras normas morales. Definición y caracterización de la Moral Procede del término latino ‘mos-moris’, que significa ‘costumbres’ y también ‘modo de ser’, en el sentido de que el carácter se adquiere a través de las costumbres y de los hábitos de conducta. De una manera muy general, podemos definirla como: "las normas y comportamientos justos y conformes al deber que una sociedad o un grupo humano acepta como válidos en un instante histórico determinado". En el lenguaje cotidiano es frecuente utilizar la palabra moral como sinónimo de ética. Sin embargo, la tradición filosófica suele distinguir entre ellas, aunque no de una manera muy precisa. Así, la ética trata de las reflexiones teóricas acerca de qué es el deber y por qué razones deben ser considerados como justos o injustos ciertos actos. En cambio, la moral sería el conjunto de normas concretas que llevan a la práctica real la reflexión ética. De aquí que muchos pensadores afirmen que la moral no es más que ética aplicada. Algunos rasgos que definen a la moral son: 1- Está basada en las acciones prácticas, aunque estas procedan de una reflexión ética previa. 2.- Sus normas se expresan en imperativos morales (haz esto, no hagas aquello) que dictan cuál es nuestro deber. 3- Sus mandatos exigen cumplimiento por respeto al deber. De ahí que las acciones morales provoquen responsabilidad, es decir, obligación a responder moralmente de los propios actos. Ahora bien, para que exista responsabilidad moral son necesarios, entre otros, los siguientes elementos: conocimiento de lo que se hace y de las consecuencias que puede tener la acción, voluntariedad, si existió libertad de acción y el carácter bueno o malo de las intenciones que se querían lograr con el acto. El filósofo José Luis Aranguren distingue entre: Moral como estructura: el hombre posee una dimensión moral que lo constituye como hombre. Esta dimensión surgió históricamente durante el proceso de humanización (adquisición del pensamiento y la cultura en las primeras sociedades humanas). Por tanto, todos los seres humanos tienen moral. Moral como contenido: el conjunto de normas concretas que forman un código moral determinado. Cada civilización suele tener un código moral propio que se diferencia del de otras civilizaciones. El hecho de que algunos valores morales sean diferentes, no debe evitar la búsqueda de un código moral mínimo que sea respetado en todos los lugares del mundo. Ésa es la función que se otorga a los Derechos Humanos. Desde el punto de vista de la moral, un hecho debe ser considerado bueno o malo atendiendo a los conceptos de bien y de mal moral. Estos conceptos son elaborados por la llamada conciencia moral, que consiste en la capacidad que posee el ser humano de juzgar sus actos y los de los demás en relación a si son o no justos.

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Ética y Valores1

Los valores, forman parte de los objetos, acciones y actitudes que el ser humano persigue por considerarlos valiosos. Dentro de este rubro se encuentran: La salud, la riqueza, el poder, el amor, la virtud, la belleza, la inteligencia, la cultura, etc. En fin, todo aquello que en un momento, deseamos o apreciamos. La clasificación de los valores en una escala preferencial, está a cargo de la disciplina denominada: "Axiología, o Teoría de los Valores". La Axiología es una rama de la Ética, la cual a su vez, depende de la Filosofía. Por otra parte, los principios son aquellos valores que recibimos en la primera infancia. Inculcados por nuestros padres, maestros, religiosos y por la sociedad. Estos valores no los cuestionamos, pues forman parte de la esencia misma del criterio y de la conciencia individual. La moral y la ética, son disciplinas normativas que definen el bien y el mal, y que nos encaminan hacia el primero. Sin embargo son diferentes en lo siguiente: La Ética se basa en la razón, y depende de la filosofía. La Moral se apoya en las costumbres, y la conforman un conjunto de elementos normativos, que la sociedad acepta como válidos. Para apreciar mas claramente los anteriores conceptos, se pueden colocar en una línea y pongamos en el primer renglón, del lado izquierdo a la Ética y los valores. Y del lado derecho, a la moral y los principios. 1 Este tema será desarrollado más adelante Criterios para diferenciar -COLUMNA 1 COLUMNA 2 AUTORIDAD YO LA SOCIEDAD NORMATIVIDAD ÉTICA MORAL AXIOLOGIA VALORES PRINCIPIOS

RESPUESTA RACIONAL DOGMÁTICA ACTITUD TOLERANTE INTRANSIGENTE JUICIOS DE VALORES RELATIVISTA FUNDAMENTALISTA

A primera vista parecerá que en ambas columnas se dan aspectos similares, pues tanto la Ética como la Moral, son disciplinas normativas que buscan el bien personal y colectivo. Y los principios y los valores son los objetivos de las mismas. Sin embargo hay un factor que distingue a los elementos de un lado de la línea, con los del lado opuesto. Y ese factor es el concepto de "Autoridad". Si repasamos mentalmente la identidad de la Moral, caemos en cuenta que está definida por una enorme mezcla de elementos normativos. Entre ellos destacan: La Religión, las costumbres, la ley, los ritos sociales, las buenas maneras, etc. ¿ Y quien

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es la autoridad que dicta las anteriores normas ?. Referente a la Religión es Dios. A través de la jerarquía eclesiástica, o de las escrituras, o de la tradición. Con respecto a las costumbres, es la sociedad. Las leyes, ritos y buenas costumbres son definidas también por la sociedad. Por sociedad se refiere únicamente a los sectores dirigentes de la misma. Pues las mayorías tienen escasa influencia, en la definición de los rumbos y los criterios normativos. Por otra parte, la Ética tiene como única autoridad, el juicio racional de cada uno de nosotros. El segundo renglón: Debajo del concepto Ética, aparecen los valores. Y abajo de la Moral, encontramos los principios. De la Ética se desprenden un grupo de Valores, que son apreciaciones racionales de la bondad de las cosas. Estos elementos no son inmutables, pues generalmente los modificamos en función de la interpretación de la realidad que tenemos en cada etapa de la vida. Como los valores no reconocen más autoridad que la razón, y su definición depende de nosotros mismos. Estamos dispuestos a modificarlos o alterar su escala de importancia, según la visión que tengamos en ese momento Y es por ello, que cuando dialogamos sobre estos tópicos somos tolerantes y nos sentimos en plena disposición de alterar nuestro criterio. Si se nos convence de la validez de los argumentos contrarios. Es importante aclarar que en algunos casos, existen conflictos entre los valores y los principios, y desde luego entre la ética y la moral. Otra comparación entre Ética y Moral 1 Características de la Moral. La Moral es el hecho real que encontramos en todas las sociedades, es un conjunto de normas a saber que se transmiten de generación en generación, evolucionan a lo largo del tiempo y poseen fuertes diferencias con respecto a las normas de otra sociedad y de otra época histórica, estas normas se utilizan para orientar la conducta de los integrantes de esa sociedad. 2 Características de la Ética. Es el hecho real que se da en la mentalidad de algunas personas, es un conjunto de normas a saber, principio y razones que un sujeto ha realizado y establecido como una línea directriz de su propia conducta. 3 Semejanzas y Diferencias entre Ética y Moral. Los puntos en los que confluyen son los siguientes: • En los dos casos se trata de normas, percepciones, deber ser. • La Moral es un conjunto de normas que una sociedad se encarga de transmitir de generación en generación y la Ética es un conjunto de normas que un sujeto ha esclarecido y adoptado en su propia mentalidad. Ahora los puntos en los que difieren son los siguientes: • La Moral tiene una base social, es un conjunto de normas establecidas en el seno de una sociedad y como tal, ejerce una influencia muy poderosa en la conducta de cada uno de sus integrantes. En cambio la Ética surge como tal en la interioridad de una persona, como resultado de su propia reflexión y su propia elección. • Una segunda diferencia es que la Moral es un conjunto de normas que actúan

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en la conducta desde el exterior o desde el inconsciente. En cambio la Ética influye en la conducta de una persona pero desde si misma conciencia y voluntad. Una tercera diferencia es el carácter axiológico de la ética. En las normas morales impera el aspecto prescriptivo, legal, obligatorio, impositivo, coercitivo y punitivo. Es decir en las normas morales destaca la presión externa, en cambio en las normas éticas destaca la presión del valor captado y apreciado internamente como tal. El fundamento de la norma Ética es el valor, no el valor impuesto desde el exterior, sino el descubierto internamente en la reflexión de un sujeto. Con lo anterior podemos decir existen tres niveles de distinción. 1 El primer nivel está en la Moral, o sea, en las normas cuyo origen es externo y tienen una acción impositiva en la mentalidad del sujeto. 2 El segundo es la Ética conceptual, que es el conjunto de normas que tienen un origen interno en la mentalidad de un sujeto, pueden coincidir o no con la moral recibida, pero su característica mayor es su carácter interno, personal, autónomo y fundamentante. 3 El tercer nivel es el de la Ética axiológica que es el conjunto de normas originadas en una persona a raíz de su reflexión sobre los valores.

Contextualización histórica de la Moral Ética y Religión En la religión judeocristiana han aparecido tres pactos o normas de carácter moral. El primer pacto se dio alrededor del año 2000 A.C. y fue formulado entre Dios y Abraham. En este pacto la autoridad es Dios, y el hombre es el sujeto, que acepta la normatividad de reconocer una sola Divinidad. A cambio de una recompensa: " La descendencia del pueblo elegido" . El segundo trato se pacta alrededor del siglo XVII A.C. Entre Moisés por una parte, como representante de Dios, y el pueblo Judío por la otra. En este trato, el pueblo acepta respetar el decálogo a cambio de la tierra prometida. El último pacto, se registra en el Nuevo Testamento, en el siglo I D.C. Cuando se definen una serie de principios morales, que manifiesta el Mesías, principalmente en el Sermón de la montaña. Y el pueblo de Dios acepta reconocer a Cristo como ungido, a cambio de la vida eterna. ( Yo soy el camino, la verdad y la vida, y quien cree en Mí no morirá para siempre.) Es muy clara la identidad moral de estos principios, pues se les llama: " Las bienaventuranzas ", o lo que acarrea lo bueno. Estas son, en orden de importancia: � Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos, es el reino de los cielos. � Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra.

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� Bienaventurados los afligidos, porque serán consolados. � Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. � Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos la recibirán. � Bienaventurados los puros de corazón, porque verán a Dios. � Bienaventurados los justos, porque serán llamados hijos de Dios. � Bienaventurados los que son perseguidos, porque de ellos será el reino futuro. � Bienaventurados los que son insultados y acusados falsamente, en mi nombre, porque su recompensa será en los cielos. Mateo V Esta es en esencia, la influencia mas notable la religión cristiana sobre la moral contemporánea. Como la moral forma parte de la esfera de lo no cuestionable, y depende de la fe y la religión , no son elementos a considerar en la reglamentación pública contemporánea. Sin embargo no podemos cerrar los ojos al hecho, de que la normatividad debe ser aplicable a una sociedad, y las normas deben ser compatibles con los principios y valores morales de las mayorías, siempre y cuando no afecten el derecho de las minorías.

Carácter histórico de la Moral (Breve desarrollo Hisatorico) En la historia , la moral recorre una serie de etapas : a) Moral Primitiva: Es la moral que comienza a desarrollarse en la aurora de la sociedad hu8mana. En esta moral impera un colectivismo que borra todo individualismo; las diversas actividades son realizadas en común por los integrantes de la tribu (recolección de frutos, pesca, construcción de viviendas, etc.) La moral primitiva es consuetudinaria, es decir , se mantiene por la fuerza de la costumbre. Una de las bases de la moral primitiva es la ayuda mutua, la obligación recíproca de ayudarse (espíritu de solidaridad) defenderse y vengar las ofensas) La virtud fundamental es el valor del individuo puesto en practica en la defensa y preservación de la tribu. El vicio es lo contrario: la cobardía o indiferencia a los intereses de la tribu. b) Moral en la antigüedad clásica. Es la moral que se desarrolla en la cultura grecorromana, a partir del siglo V a. C. hasta los inicios del cristianismo. Se caracteriza por el surgimiento de la esclavitud y la propiedad privada. Los esclavos son considerados como simples instrumentos al servicio de los hombres libres; al igual que los esclavos, la mujer es menospreciada por considerársele inferior. Platón se sentía agradecido por haber nacido hombre y no mujer. La moral imperante es la desarrollada por los hombres libres, cuyas virtudes tienden a exaltar el espíritu cívico: fidelidad al Estado, heroísmo y valor en la guerra, fiel respeto a las leyes, etcétera, p.e, Sócrates prefiere aceptar una sentencia injusta que le condena a muerte antes que huir y pasar por alto un juicio legal.

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Esta moral propia de de la sociedad esclavista encuentra su justificación en las teorías de los filósofos clásicos. Aristóteles, uno de los más grandes pensadores del mundo antiguo, se niega a admitir que el esclavo sea hombre, y la mujer libre, un miembro de la sociedad con igualdad de derechos. c) Moral de la sociedad Feudal. Durante la Edad Media surge una nueva moral. El regimen feudal se basa en la propiedad de tierra. En lugar del esclavo se encuentra el siervo, que es propiedad del terrateniente; pero se le considera humano y se le da algo de protección limitada. La moral que domina es la propagada por la aristocracia, cuyas virtudes se centran en el culto alhonor, el valor y el arte de la guerra, la nobleza de la sangre, el desprecio al trabajo manual. El código moral de los caballeros tiene exigencias como la siguiente: “Todo caballero debe tener rectitud y lealtad conjuntamente; debe proteger a los pobres para que los ricos no los opriman, y sostener a los débiles, para que los fuertes no los humillen, debe alejarse de cualquier lugar donde habite la traición o la injusticia. Cuando las damas o las doncellas necesiten de él, debe ayudarlas con su poder, si quiere alabanzas y premios, pues hay que honrar a las mujeres y soportar la pesada carga de defender su derecho”2 Una característica esencia de esta moral feudal es la subordinación a la religión. La religión es la suprema legisladora de la moral, religión que aconseja el ascetismo y la resignación ante las miserias y las injusticias. La Edad Media está empapada de la noción de un supremo fin ultraterrestre, al que tiene que ajustarse toda conducta. d) Moral en la sociedad moderna. Tomando como referente los ideales de libertad, tolerancia y progreso, la Epoca Moderna instaura una nueva idea del hombre y la moral que contrasta con la que prima durante la Edad Media. Se llega a superar la esclavitud y la servidumbre; sin embargo, las nuevas condiciones sociales propician la aparición de dos clases antagónicas: la de los capitalistas y la de los proletarios. Las relaciones humanas giran en torno al afan de riqueza. El espíritu capitalista comienza a advertirse hacia fines del siglo XV. El objeto principal de la acción humana es la búsqueda de riqueza y esto repercute en la moral. Lentamente, pero de modo irresistible, la ciencia reemplaza a la religión y se convierte en factor principal de la nueva mentalidad humana. La doctrina del progreso, con su noción de perfectibilidad mediante la razón, elimina la idea de un pasado cristiano con su concepto de pecado original. Las virtudes que más estima la sociedad burguesa están: la honradez, la laboriosidad, la fidelidad conyugal, el patriotismo, etc. La valentía y arrojo; virtudes de antaño, son sustituidas por las virtudes de la escrupulosidad, 2 (Trovadores y cortes de amor. Buenos Aires, Argentina, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1960). el ahorro y la astucia de los negocios. La curiosidad intelectual y la confianza en uno mismo, se transformaron desde pecados mortales a virtudes sobresalientes. La ciencia

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recibió un nuevo impulso y sin precedentes de la nueva economía, en su búsqueda de nuevas técnicas para el dominio del mundo requerido por una economía comercial y manufacturera en rápida expansión. Por otra parte , la sociedad moderna se caracteriza por su individualismo extremo, que cobra expresión en una Ética utilitarista. “La idea de la sanción utilitaria reemplaza gradualmente la ideal de la sanción divina para las reglas de la conducta. Y el principio de la utilidad no se circunscribe ya con frecuencia al bien social, sino que su significado radica ahora en el deseo de satisfacer una apetencia individual”3 Como rasgo inherente a este individualismo se encuentra una filosofía que sostiene que es más fácil alcanzar el bienestar social concediendo al individuo mayor amplitud para sus iniciativas (iniciativa privada, libre empresa)

Ética y filosofía Con respecto a la ÉTICA, es importante dar un rápido repaso a la ciencia madre de ésta, que es la FILOSOFÍA. La Filosofía es la rama del saber humano dedicada a la búsqueda de la verdad, y se compone de las siguientes disciplinas: • La Metafísica (o Ontología) dedicada al conocimiento de las cosas, del yo personal y de Dios. • La Epistemología o teoría del razonamiento. • La Lógica o proceso del conocimiento, mediante verdades complementarias que no son excluyeres. • La Ética o ciencia de la definición del bien y el mal. De esta última disciplina se desprende la Política que es la ciencia del bien común. Diferentes teorías eticas A manera enunciativa, citaremos que existen variadas acepciones de la Ética, según el intérprete de la mismas. Las más comunes son: �Ética del Egoísmo ( Hedonismo, Epicureismo ) o del deleite. �Ética Ego-altruista ( Bentham.) 3 Laski, H El liberalismo europeo. Mexico, fondo de cultura Económica, 1961, 3 ª edicion. • Ética Utilitarista ( John Stuart Mill ) • Ética del deber y sacrificio. ( Kant ) • Ética Evolucionista ( Spencer y Guyau ) • Ética amoral ( Nietzsche ) • Ética de la solidaridad ( León Bourgeois ) • Ética del altruismo ( Augusto Comte. ) • Ética de la compasión ( Schopenhauer )

¿Cuándo un acto es moral? Se entiende por ‘acción moral’ cualquier acto que haya sido ejecutado obedeciendo a los mandatos de las leyes morales. Por tanto, no todas las acciones humanas son susceptibles de recibir una calificación moral (por ejemplo, desde el punto de vista ético el estornudar no puede merecer ninguna valoración moral propiamente dicha,

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salvo que lo hagamos encima de una persona para fastidiarla, con lo cual lo valorable moralmente sería nuestra intención de dañar a esa persona, no el acto de estornudar en sí). Sólo podemos hablar de acciones morales o inmorales cuando cumplan al menos un conjunto de condiciones: • Ser una acción que afecte a normas, principios o valores morales. • Haber sido realizada con libertad, es decir, haber tenido la oportunidad de elegir entre varias opciones antes de realizar la acción. En el caso de que no exista esa libertad (por ejemplo, si alguien me obliga a realizar un acto apuntándome con un revólver), el individuo no puede ser considerado responsable moral de esa acción. • Que haya sido realizada voluntariamente y siendo consciente de los efectos que iba a producir esa acción. Por ejemplo, si yo realizo un acto y, sin que yo lo sepa, ese acto causa trastornos graves a otra persona, no puedo ser considerado responsable moral del daño causado involuntariamente. • Las intenciones o fines con los que yo he llevado a cabo esa acción, puesto que puede darse el caso de realizar un acto bueno en sí mismo aunque las intenciones que motivaron ese acto fueran inmorales (por ejemplo, alguien que ayuda económicamente a una familia pobre, aunque lo hace con la secreta intención de obtener favores sexuales). O a la inversa: provocar un daño aunque mis intenciones sean buenas. • En el ámbito de la Ética, la intencionalidad se refiere a la intención que nos movió a realizar determinadas acciones morales o inmorales, es decir, afecta a la cuestión de la responsabilidad moral de nuestros actos. Así, se habla de mala o de buena fe, según hayan sido nuestras intenciones o fines al realizar una acción. El filósofo Kant afirmó al respecto que sólo podían ser consideradas como buenas moralmente aquellas acciones que hubieran sido ejecutadas exclusivamente por puro respeto al deber moral, es decir, sin que nos moviera ningún interés particular en realizarlas. Según él, existen las ‘acciones conformes al deber’, las cuales no son estrictamente acciones morales, porque el fin que las motivó fue el interés personal y no el respeto al deber. Él mismo pone un ejemplo de ‘acciones conformes al deber’: un comerciante que no practica la usura puesto que mantiene bajos sus precios, pero lo hace para tener más clientes y enriquecerse, no porque considere que ésa es su obligación moral.

¿Cuándo alguien es responsable? De lo anterior se deriva el concepto de Responsabilidad Concepto importante dentro de la ética, que expresa la obligación que tenemos de responder moralmente de nuestros actos. La responsabilidad moral se diferencia de la penal o civil dentro del ámbito de la justicia en que estas dos últimas están sancionadas con penas de cárcel o económicas, es decir, el Estado ejerce coacción para obligar a los ciudadanos al cumplimiento de las leyes. Sin embargo, la responsabilidad moral no lleva aparejada penas o sanciones físicas, puesto que se trata de una responsabilidad de conciencia, esto es, del deber que tenemos ante nosotros mismos de justificar moralmente nuestros actos. Es, por tanto, una responsabilidad ante la que no estamos obligados por ninguna coacción externa a

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nuestra propia conciencia, sino tan sólo por el hecho de ser personas libres y con capacidad de elección. Precisamente la existencia de libertad y de conciencia (o, lo que es lo mismo, ‘ser plenamente conscientes de...’) son elementos necesarios para que podamos ser considerados como responsables morales de una acción. En el caso de que no se den esas dos condiciones necesarias, no existirá tampoco una estricta responsabilidad moral sobre nuestros actos.

Condiciones Indispensables Para el Orden Moral : Racionalidad La primera condición para que una acción pueda pertenecer al orden

moral es la inteligencia en el ser que la ejecuta. El orden moral corresponde únicamente al mundo intelectual y sólo cuando los seres racionales usan la razón. En el sueño u otra situación cualquiera en que el uso de la razón esté interrumpido no hay orden moral; y si se culpa de algunas acciones a un borracho como por ejemplo el asesinato es por que con su conocimiento anterior podía haber previsto la perturbación mental y sus consecuencias

: Espontaneidad “El conocimiento de lo que se ejecuta no es suficiente si el sujeto no

obra con espontaneidad libre. Espontaneidad, por que si procediese por violencia, como uno a quien se forzase la mano para escribir, no habría acción del sujeto: este no sería más que un instrumento necesario del agente principal.

: Libertad Aún suponiendo que el acto se ejerce con espontaneidad y hasta

con vivo placer, no hay orden moral si el sujeto obra por un impulso irresistible, si no puede evitar la acción que ejecuta.

El niño que no ha llegado al uso de la razón, el demente el delirante, hacen muchos de sus actos con espontaneidad, sin violencia de ninguna especie talvéz con mucho gusto y, sin embargo, sus acciones no son laudables ni vituperables; no pertenecen al mundo moral, por que el sujeto que obra no procede con libertad de albedrío.”

“Para el orden moral se necesita una capacidad de conocer la moralidad de las acciones y de proceder libremente conforme a este conocimiento; el ser humano no está en el orden moral, sino cuando se haya completa, por decirlo así; cuando, aunque no reflexione actualmente, es al menos capaz de reflexionar sobre el orden moral. Esto es tan cierto, que no se culpa a quien comete con pleno conocimiento y libertad un acto cuya maldad moral ignorada evidentemente. En el orden físico, los actos son lo que son, prescindiendo del conocimiento de quien los ejecuta; pero en el orden moral todo depende del conocimiento y libertad del que obra, y este conocimiento y libertad deben ser capaces de referirse al mismo orden moral; de lo contrario no producen acciones que pertenezcan a él.”

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Vinculados con los conceptos anteriores están los siguientes conceptos: ¿Cuáles son los actos amorales? Amoral: Su significación estricta es "aquello que carece de moral". Utilizando una expresión del filósofo Nietzsche, podríamos decir: "aquello que está más allá del bien y del mal".Es importante señalar que ‘amoral’ no significa lo mismo que ‘inmoral’, puesto que lo inmoral es algo contrario a lo moral, y es catalogado así por comparación con las normas morales. Sin embargo, lo amoral se encontraría tan alejado de lo inmoral como de lo propiamente moral. En filosofía, ‘amoral’ también se suele utilizar como calificativo que acompaña a todas aquellas disciplinas que tratan los hechos sin valorarlos desde una perspectiva ética o social. Por ejemplo, con la expresión "el conocimiento científico es amoral" queremos significar que estudia los hechos prescindiendo de cualquier valoración moral.Se ha discutido si existen o no individuos ‘amorales’, esto es, que carezcan de cualquier norma moral. En general, se acepta que no pueden existir, puesto que toda persona se guía por uno u otro código de conducta que lleva implícito ciertos valores morales. Ni siquiera los psicópatas con graves alteraciones emotivas y conductuales carecerían de normas y valores propios. Únicamente en el caso de personas con gravísimas deficiencias mentales, y por tanto carentes de una mínima racionalidad, podríamos hablar de individuos amorales. ¿Cuando un acto es Inmoral?

Inmoral, en sentido literal, aquello que es contrario a un determinado código moral. Cuando se aplica a un individuo, nos referimos a que su conducta no respeta habitualmente las normas morales vigentes en una sociedad concreta. Sin embargo, el inmoralismo puede tener un valor positivo, tal y como sucede en la filosofía de Nietzsche. Sucede así cuando el individuo considerado socialmente como inmoral intenta ejercer una acción crítica con respecto a un código de normas morales que él considera injusto, al que trata de modificar o sustituir por otro código más justo. A este respecto, es interesante señalar que muchos de los grandes reformadores éticos de la historia fueron acusados de inmorales por los partidarios de los viejos códigos de conducta. En ese sentido, cabe considerar al inmoralismo como la antesala de una nueva moralidad. En nuestro país se efectuó una performance de una adolescente paseándose desnuda. Ello conmovió e impacto a numerosas personas debido a que chocaba con la tradición social y legal del país. (ver página anterior)

¿Qué es Ley moral? o Deber Moral Deber proviene de “dehibere”, termino compuesto que significar “de” que indica falta o privación y por “habere” tener; el deber indica algo que tenemos en nuestro poder pero

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no nos corresponde, y por eso necesariamente tenemos que devolverlo, Si se analiza entonces es el complemento del derecho tenemos algo que es inalienable, es decir no podemos dejar de tenerlo y, por otra parte tenemos algo que no es nuestro y debemos devolverlo.

El deber es algo a lo que estamos obligados, porque lo impone una norma legal, moral, religiosa, o la costumbre social o una norma tecnica. Si no cumplimos con nuestros deberes legales seremos sancionados coercitivamente con penas de multa o de prisión; si no cumplimos nuestros deberes morales, será nuestra conciencia, por medio del remordimiento la que nos sancionará con la mortificación

El deber impulsa la elección humana y nuestra voluntad hacia lo hacia lo correcto, dominando los instintos como por ejemplo la agresividad, condición basica y reactiva del ser humano; alguien me arremete y la condición natural es responder dicha agresión pero se que no debo hacerlo Un deber moral ( a diferencia de otros) implica que el sujeto obligado conoce el contenido de la norma, está de acuerdo con él, lo acepta y además lo promueve A diferencia de los deberes morales , el deber jurídico ( La ley) existe independientemente de si la persona que está obligada a cumplirla conozca ( la ley debe ser obligatoriamente conocida, de hecho siempre se da por conocida, no vale decir yo no sabía) o acepte las normas, ya que éstas valen y obligan aunque el destinatario no las acepte. Existen muy variados y diferentes tipos de leyes: jurídica, naturales, científicas, formales, probabilísticas, morales, etc. De una forma excesivamente genérica, con el concepto ‘ley’ expresamos, o bien una regla o relación a las que están sometidos los seres de la naturaleza por su propia constitución física, biológica, etc. (y hablamos entonces de leyes científicas o naturales), o bien una norma o conjunto de normas que obligan a las personas a actuar de determinada forma, concretamente la que está estipulada por la ley (y hablamos entonces de leyes jurídicas o de leyes morales). La ley moral es el conjunto de imperativos, normas y preceptos que constituyen un código moral determinado. Lo que expresa la ley moral es nuestra obligación a actuar de acuerdo a la racionalidad moral, la cual determina nuestros actos. Esencialmente la forma que adopta la ley moral es la de un imperativo. Se diferencia de la ley jurídica en que ésta es de obligatorio su cumplimiento, y en el caso de que alguien la incumpla, el Estado y los poderes públicos ejercen una coacción, es decir, ejercen la fuerza sancionando al infractor con determinados castigos. En cambio, la ley moral -aunque de obligatorio cumplimiento también debido a que la racionalidad del ser humano así lo impone- no se inspira en la coacción física (el castigo legal) para obligar a su ejecución o para sancionar al inmoral. Su obligatoriedad no deriva, pues, de algo externo a ella, sino de sí misma: la ley moral debe cumplirse porque mi conciencia me dicta que ése es mi deber. Los estudiosos de la Ética han señalado rasgos genéricos que caracterizan a las leyes morales:

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-Obligatoriedad. Cada ley moral se debe ejecutar independientemente de si otras personas lo respetan o no. -Incondicionalidad: el cumplimiento de las leyes morales no depende de nada exterior a la propia moralidad (es decir, no está condicionado por alguna pena exterior como el castigo), sino que la finalidad de las acciones morales hay que buscarla en el respeto que me produce el cumplimiento del deber moral, es decir, son incondicionales. -Universalidad: en principio, las leyes morales aspiran a la universalidad. El fundamento en que se basa esta pretensión es el siguiente: si yo estoy plenamente convencido de que algo es bueno en sí (y no sólo es bueno para mí) porque así lo determina mi conciencia moral, debo creer necesariamente que también es bueno para el resto de los seres humanos. Sin embargo, no todos los autores están convencidos de que esta propiedad (aparte de ser un ideal de la razón humana) se dé en el mundo real. El relativismo ético, por ejemplo, sostiene que las leyes morales sólo tienen validez subjetiva, ya que su origen está determinado por las diferentes tradiciones históricas y culturales de cada sociedad humana. .-Absoluta: No depende de la voluntad de mayorías ni de minorías .- Intransferible: Debe ser realizada por la persona correspondiente. .- Irreductible: su cumplimiento debe ser total, de lo contrario, equivale a no realizarla. Especificidad y diferencia de las normas morales frente a otro tipo de normas:

Tipos de Normas La expresión de los deberes muchas veces es a traves de las normas.La respuesta a la pregunta cuantas normas existen dependera del criterio empleado para clasificarlas normalmente los criterios son quién la promulgue, ante quién deban respetarse, quién es el encargado de ejercer el castigo por incumplimiento, hacia quiénes son destinadas y de quién se espera su obediencia. Normas sociales: es un amplio grupo de normas socialmente reconocidas, como la moda, la tradición, los usos y costumbres, etc. Su incumplimiento no implica una sanción institucionalizada, aunque sí algún tipo de recriminación o reproche social, estas normas son dictadas a partir de una serie de usos costumbres, tradiciones, y modas que prevalecen en una sociedad en particular y frente a la cual los sujetos deben responder con su cumplimiento. Estas reglas surgen de manera consuetidinaria es decir como consecuencia de la repetición de determinadas costumbres a lo largo del tiempo pero no por esto no son percibidas por el individuo quein las transforma en un modelo de conducta natural, tienen una adherencia no completamente obligatori, han surgido espontáneamente de la práctica repetida en el tiempo de ciertas conductas, basadas en el respeto mutuo, que han creado conciencia de obligatoriedad. En caso de que una persona transgreda una norma que se espera que las respete, puede ser castigado con el rechazo y repudio social (ostracismo)Por ejemplo: saludar, comer con cubiertos, asearse, no interrumpir conversaciones, etc. Varían a través del tiempo y en culturas diferentes. Son heterónomas, o sea establecidas desde fuera del individuo que debe cumplirlas (por la sociedad a la que pertenece). En caso de incumplimiento recibirá como consecuencia, el repudio o la burla social. Es probable que si no saludan nunca a tus vecinos, ellos no hablarán bien

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de tí. Normas religiosas: estas normas devienen de la existencia de un supuesto Dios, quien las destina a todos los seres humanos, quienes deben responder ante él con su cumplimiento. A pesar de esto, su cumplimiento se espera por parte de la comunidad de los creyentes. En caso de que no cumplan con las normas divinas, el individuo será castigado con la conciencia del pecado. son prescriptas por la comunidad religiosa a la que cada persona pertenece, y la sanción en caso de incumplimiento, es divina. Por ejemplo, si no cumples los mandatos no iras a la vida eterna.

Normas morales: son impuestas por la conciencia de cada uno, basadas seguramente en la moral colectiva, que coincide en una serie de valores éticos, considerados como positivos para la convivencia y respeto de la dignidad humana.estas normas, a diferencia de las anteriores, no son dictadas por nadie más que por el propio individuo, es por esto que están destinadas a sí mismo y responden a la propia conciencia. Las normas morales, en caso de no ser obedecidas por el individuo, este será castigado con su propio remordimiento. Para ser respetadas deben estar de acuerdo con la conciencia individual de quien debe cumplirlas, que recibe esta imposición desde su propia conciencia. Normas jurídicas: son aquellas que conforman el ordenamiento legal de un estado, dictadas por órganos específicos del mismo, y aplicadas también por instituciones, integradas generalmente por jueces. En el caso de estas normas, que deben necesariamente estar escritas, si el individuo no las cumple, tienen prevista una sanción o castigo. El conjunto de estas normas conforman el Derecho.estas leyes son formuladas por el poder legislativo y son dirigidas para todos los individuos de una comunidad política en particular, de quienes se espera su cumplimiento. El individuo debe responder, en caso de su incumplimiento, ante un tribunal y será castigado con aquello que dictamine la ley.son las normas contenidas en reglamentos u ordenamientos, su violación es un acto ilícito y conlleva sanciones de tiipo monetario administrativo o carcelario

Podemos resumir lo anterior en el siguiente cuadro

Normas Morales

la sanción corresponde a remordimiento moral o castigo interno de la conciencia.

Normas Jurídicas

Castigo Penal (Amonestaciones, encarcelamiento, multa, hasta pena de muerte

Normas Religiosas

Castigo Divino (realizado en una vida ultraterrena)

Normas Sociales, de cortesía o de trato social

Rechazo social, ridículo social

Referido al tipo de sanciones:

Normas técnicas

Se impide que el proyecto se paruebe o realice

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Normas Morales Implica ser realizada por una plena autonomia (la obligatoriedad deriva del sujeto como ser libre, conciente y responsable

Normas Jurídicas La obligatoriedad proviene del Estado, de la voluntad de los legisladores, de códigos penales, etcetera

Normas Religiosas

La obligatoriedad proviene de la voluntad y designio de un Ser Supremo (Dios), de la Iglesia

Normas Sociales, de cortesía o de trato social

La obligatoriedad proviene de las costumbres, de los convencionalismos sociales

Fuentes de la Heteronimia:

Normas Técnicas Proviene de mandatos de técnicos especializados que establecen reglamentación que evita o impide ciertos errores procedimentales u otros

El derecho. Es la otra cara de la moneda del Deber. Asi como pensamos el deber como una especie de Deuda que debe ser cancelada (debemos devolver, porque no es propio) debemos pensar en el derecho como una propiedad, es decir algo que nos pertenece. Si alguien exige derechos debemos entender que igualmente tiene deberes y viceversa

Características de los derechos

Entre las características propias de los Derechos, tenemos: 1.- Los Derechos son innatos o inherentes es decir no es algo que uno atribuya o asigne, forman parte de la naturaleza humana desde el momento que conceptualizamos a un ser humano como tal. La discusión normalmente se refiere en este punto a cuándo comenzamos a ser una persona ( discusión en torno al aborto) o cuando comenzamos a perder la condicón de humanos (Eutanasia)

2.- Los derechos humanos son inalienables e intransferibles La persona humana no puede, sin afectar su dignidad, renunciar a sus derechos o negociarlos. Muchas veces creemos que por el simple hecho de que una persona consiente a que lo denigren basta y sobra para que la prensa y los medios u otros elkementos desconozcan la esencial dignidad del ser humano, la comunidad debe tener presente que debe reconocer siempre los derechos de alguien

Tampoco el Estado puede disponer de los derechos de los ciudadanos. Se entiende que en situaciones extremas algunos derechos pueden ser limitados o suspendidos

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(Estados de excepcion en el cual, por ejemplo, un terremoto limito el libre desplazamiento de las personas para garantizar la seguridad de las personas pero nunca alienados (eliminados, extinguidos).

3.- Los derechos son inviolables ( es decir si bien es cierto existen instancias en que a un individuo se le priva de su condición debe entenderse que es una situación anomala y que corresponde a un hecho que arremete lo más básico del ser humano.

4.- Los derechos son obligatorios esto lo emparenta con el deber Los derechos imponen una obligación concreta a las personas y al Estado de respetarlos aunque no haya una ley que así lo diga, muchas veces se confunde ley con derecho. El derecho si bien es cierto puede estar reconocido por la ley, se debe tener conciencia que es en realidad en la esfera de lo ético donde cumple su mayor realización

5.- Los derechos son indivisibles, interdependientes, complementarios y no jerarquizables. El cumplimento parcial de los deberes equivale a no realizarlos. Los derechos humanos están relacionados entre sí no podemos entender el derecho a la vida sin el derecho a la salud. Es más no podemos hacer ninguna separación ni pensar que unos son más importantes que otros. La negación de algún derecho en particular significa poner en peligro el conjunto de la dignidad de la persona no se puede pensar el disfrutar un derecho sacrificando la exuistencia de otro, como podemos pensar nuestro derecho a la educación sin pensar en el derecho a la vivienda y a la salud

6.- La integralidad de los derechos humanos Esta característica se refiere a que es imposible pensar un derecho sin inmediatamente referirse a todos los demás

Como entendemos entonces las obligación moral Teorías de la Obligación Moral La obligación moral, es decir sobre cómo debemos actuar o, también qué tipo de acción estamos obligados moralmente a realizar es entendido en varias perspectivas distintas o teorías importantes sobre la obligación moral. Casuística La significación general de casuística es: conjunto de casos particulares que sirven como ejemplos a la hora de tomar decisiones sobre otros casos análogos. También la podemos definir genéricamente como una metodología utilizada por una ciencia cuya función consiste en aplicar a casos particulares los principios generales de dicho saber. Sin embargo, el término se utiliza particularmente dentro de la ética cristiana. Entonces hablamos de ‘casuística moral’, la cual se identifica especialmente con una metodología católica fundamentada y practicada habitualmente por los jesuitas. Consiste esta última en aportar numerosos casos y situaciones particulares de dudas o dilemas morales, dándose una solución ajustada a la moral católica para resolver cada uno de esos conflictos. Se intenta con ello que una persona, ante una situación análoga en el futuro, sepa a qué atenerse para decidir moralmente. Una perspectiva aun más flexible ante la norma moral se define como laxitud

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sostiene que la especificidad de cada situación (acto) impide la aplicación de una norma general para poder decidir lo que se debe hacer. Así, se origina un "intuir" especial en cómo debemos actuar o decidir sin utilizar la norma, la cual no puede ser aplicada en un caso concreto por su generalidad. Si bien es cierto que se reconoce el carácter particular, concreto y único de una situación dada en la que se ha de elegir y actuar., lo que es importante, sin embargo no significa que diferentes situaciones específicas sean tan singulares como para que no tengan rasgos o características comunes o esenciales y que por tanto no se pueda aplicar una misma norma. También esta el hecho que si no apelo a ninguna norma general no podríamos argumentar que una acción es preferible a otra. Para terminar, la moral efectiva, concreta, nos ha demostrado que un deontologismo extremo es imposible aplicarlo, puesto que cuando se pretende decidir sin recurrir a una norma, de hecho se apela a una norma general modificada, el sólo hecho de "escoger libremente" o "escoger sin reglas" ya se está aplicando una norma, a pesar que no queda claro el por qué vamos a comprometernos o cuál es el compromiso que se adquiere cuando se "escoge libremente" o "escoger sin reglas" entre las posibles alternativas, si es que hay tales alternativas. Teoría Deontológica de la Norma El principio de esta teoría (del griego deón que significa deber). Existen variantes de ésta teoría, sin embargo lo principal es que ellas sostienen que lo que debemos hacer en cada acción o acto moral ha ser determinado por las normas, las cuales son válidas e independientes de las consecuencias de su aplicación. La máxima expresión de tal tesis es la teoría formal de Kant. Recordemos que para Kant la buena voluntad es lo único bueno moralmente, luego; la buena voluntad es la voluntad de actuar por deber y, por último, la acción buena moralmente es aquella que se realiza no sólo conforme al deber sino por deber. ¿Cuándo actuamos por deber? Cuando lo hacemos en forma racional, no por conveniencia, no por temor al castigo, no por nuestras inclinaciones o intereses. Puesto que la razón es una facultad universal está en todos los hombres (homo sapiens), por tanto la buena voluntad cuando actúa lo hace por deber y universalmente, no sólo actúa para mí sino para los demás y por tanto no admite excepciones a nuestro favor. Aquí nace el concepto "a priori", puesto que la exigencia de la razón es una exigencia universal (todos los hombres) y tal exigencia se presenta como ley válida para todos los seres razonables y adopta una forma de mandato o imperativo. Todos los imperativos se presentan y señalan un deber hacer a la voluntad subjetiva (sujeto) imperfecta (hombre). Los imperativos categóricos son aquellos que declaran que una acción es objetivamente necesaria, sin que su realización esté subordinada a un fin o a una condición, de aquí que es una norma que vale sin excepción, ejemplos,; "no mates", "no robes"; "no mientas", "no quebrantes una promesa". El imperativo categórico prohíbe los actos o acciones que no pueden ser universales, razón por la cual no admite excepción alguna a favor de nadie. Los imperativos hipotéticos son aquellos que postulan una acción prácticamente necesaria si la voluntad se propone un fin y por tanto, supedita su realización a los fines trazados como condiciones, ejemplos: "si quieres x debes hacer y". La acción equis debe ser realizada sólo en tanto que se persigue con fin "y", así es su condición o su medio de realización. Actuar por deber es obrar conforme a la ley moral que se expresa en imperativos universales y la voluntad que así actúa, independiente de condiciones y circunstancias, intereses o inclinaciones, es una buena voluntad.. El deber se cumple

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por el deber mismo, por el sentimiento del deber de obedecer a los imperativos universales. La máxima fórmula de la razón kantiana es: "Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne una ley universal"1. Nada nos dice de los contenidos de nuestras acciones y es por ello que se llama, por lo general, el principio formal de Kant de la ley moral. Las principales objeciones que se le han hecho a esta teoría son las siguientes. Schiller, pensador alemán de la época de Kant, establecía; si se ayuda de buen agrado a un amigo, siguiendo el impulso de su corazón, no obra moralmente, pues se debe despreciar ese impulso, y hacer con repugnancia lo que ordena el deber. De tal manera, de dos acciones que persiguen el mismo fin; ayudar a un amigo, y de las cuales una acción se realiza obedeciendo un impulso o inclinación , y la otra acción, por deber, la primera acción sería moralmente mala, y la otra buena. Los problemas aumentan si hacemos una comparación de dos actos distintos por sus motivos y resultados. Un acto realizado por deber que produce un mal a otros, y una acción realizada siguiendo un impulso o inclinación que produce un bien, la consulta es: Qué debemos preferir. Los ejemplos pueden multiplicarse, sin embargo lo importante es que siguiendo la teoría formal kantiana nos encontramos con los muros rígidos de la absoluta exigencia de la universalidad que postula su teoría de la obligación moral y ésta puede darse sin problemas en un mundo abstracto donde no hay conflictos de intereses, donde los contenidos de las máximas y deberes son también abstractos, en breve; dicha idea no es para el hombre real, el de carne y hueso. Teorías Teleológicas Se denominan aquellas así del término griego télos que significa fin, puesto que la obligación moral de un acto o acción moral se considera solamente de sus consecuencias, resultados o fin. Por tanto, lo que se debe hacer estará en lo correcto cuando las consecuencias de los actos apunta al beneficio o provecho ya sea de nosotros o los demás. Si se considera el bien propio y nada más, entonces la teoría de la obligación moral se dirige hacia el egoísmo moral. La fórmula de expresión estaría en: debes hacer lo que ofrece mayor beneficio, sin considerar las consecuencias buenas o negativas para los demás. La tesis de la moral se reduce a: cada cual debe actuar según sus propios intereses o fines individualistas. Su base es la idea psicológica de que el ser humano está constituido de tal forma que siempre persigue la satisfacción de su propio interés y nada más, en breve el ser humano es un ser egoísta por naturaleza. La teoría del egoísmo psicológico falla muchas veces en la realidad, incluso en su propia idea también, no siempre responde a la realidad, puesto que falla cuando el ser humano actúa en “beneficio propio” pero se daña, como es el caso de la drogadicción. Ahora, si se considera, sobre todo, el bien de los otros sin que se sacrifique el bien del sujeto moral, entonces tendremos variadas formas del utilitarismo, que tienen las expresiones tal como; debes hacer lo que ofrece mayor beneficio a los demás o al mayor número de individuos. Aquí tenemos o podemos distinguir dos tipos de utilitarismos: el que se basa en el acto y aquel que se fundamenta en la norma. Utilitarismo del Acto Como ya lo analizamos, el utilitarismo establece que se debe hacer aquello que aporta los mejores resultados para el mayor número de individuos. También se analizó los problemas que tiene este principio. Veamos la siguiente situación. Se tienen dos actos que los identificaremos como X , que implica una injusticia, y Z que no implica

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injusticia, en que ambos resultados producen el mismo bien y que tomados desde el resultado numérico ambos son igualmente buenos, así diría un utilitarista. Sin embargo, es válido su bondad desde la versión cuantitativa pero, no considera la injusticia que resulta X. Lo anterior demuestra lo difícil que resulta calcular los efectos o consecuencias del comportamiento moral y por ello, también lo difícil que resulta no considerar la norma. Con lo cual, la norma que es una acumulación y síntesis de experiencias anteriores, al intentar de aplicarla al ejemplo dado, podemos prever, no calcular, las posibles consecuencias del acto posible. Las limitaciones que surgen de la teoría de la obligación moral basada en el utilitarismo del acto han llevado a pensar en la importancia de la norma. Veamos brevemente que nos plantea ésta otra idea. Utilitarismo de la Norma De acuerdo a ésta teoría debemos actuar conforme a la norma o regla cuya aplicación ofrezca el mayor bien al mayor número de individuos, grupos o comunidad entera. Aquí no hay dudas, se debe aplicar la norma que tenga mayor beneficio/consecuencia para el mayor número de seres humanos. Ya hemos visto el problema de; mayor bien y mayor número. Veamos un ejemplo. En un lugar existe escasez de leche, para que todos puedan tener acceso a este alimento hay que usar el racionamiento. Así pues usaremos el principio de mayor bien y mayor número. Sin embargo, en la realidad son tantas las personas a las que hay que repartir la leche que no tocan casi nada y no es un máximo bien. Y todos los que verdaderamente necesitan la leche, tal como niños, ancianos y enfermos no pueden acceder a la cantidad mínima para satisfacer sus requerimientos, por tanto se debe hacer una modificación al principio: máximo bien (leche) a número menor (necesitados), y esto no significa echar por la borda el principio, más bien recobra su validez una vez que lo hacemos real tomando en cuenta los hechos concretos y no una aplicación en abstracto o de laboratorio. A pesar que la aplicación del principio o norma, en una situación concreta, no ofreció el máximo bien a un número mayor, si logro solucionar el problema en concreto y si logró el máximo bien para el mayor número pero, de aquellos que realmente lo requerían. Este principio tiene objeciones y es que a veces no considera los conflictos de intereses o conflictos entre normas, así tenemos por ejemplo: jamás y en ningún caso debe condenarse a un inocente, y al frente tenemos, no absuelvas a un inocente, si con ello perjudicas a la sociedad. Sin embargo, si somos veraces encontraremos que tal conflicto es una forma de ilusión. Una forma adicional de lo anterior es el consecuencialismo.

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Laxitud El sustantivo ‘laxitud’ deriva del adjetivo ‘laxo’, que significa: flojo a causa de falta de tensión. Cuando se acompaña del adjetivo ‘moral’, designa un relajamiento en la conducta moral, es decir, una falta de rigor en lo concerniente al cumplimiento de las normas morales. La laxitud puede ser de dos tipos: habitual, y entonces hablamos de una persona escasamente moral; o circunstancial y ocasional: aquella que se da en personas habitualmente morales pero que, en determinadas circunstancias, se relajan en el estricto respeto al deber moral. Esto puede suceder a causa de que las consecuencias que se esperan obtener de una acción determinada nos son favorables, aunque para alcanzarlas haya que incumplir un deber, o por otros motivos de diversa índole. Si consideramos no ya la flexibilidad ante las normas morales si no ya su completa alteración se puede examinar un fenómeno muy recurrente como es el tema de la doble moral Doble moral

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Expresión que se aplica para reflejar casos donde un individuo mantiene una conducta contradictoria en el ámbito moral, de tal manera que actúa de una u otra forma en situaciones similares dependiendo de su propio beneficio. Por ejemplo, alguien se declara contrario al hurto por motivos morales; sin embargo, cuando necesita comprar algo a bajo precio, probablemente robado, no duda en hacerlo. La expresión se utiliza especialmente para expresar contradicciones entre lo que un individuo defiende públicamente (ética pública) y lo que hace en privado (ética privada). Así, es frecuente que numerosas personas actúen moralmente en su vida privada de manera diferente a lo que proclaman en público. En tales casos, hablamos de doble moral o moral hipócrita. También cuando un individuo defiende la existencia de ciertas normas morales para todos los demás o para los que no son como él, y sin embargo no se aplica las mismas normas a él mismo.

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Teorías éticas

Ética Socrática

En la antigua Grecia, se llamaba areté a lo que perfecciona a una cosa, haciendo que sea tal y como debe ser. Areté era aquello que hace que las cosas en general sean lo que les corresponde esencialmente ser, adquiriendo la perfección que les es propia. El término castellano que mejor recoge el significado de areté es "excelencia", pues areté es, en efecto, aquello en lo que reside la excelencia de una cosa, aquello que la hace excelente. Sin embargo, diversas circunstancias históricas han querido queareté sea regularmente traducido por el término castellano "virtud". "Virtud" es un término con claro sentido moral, pero el antiguo areté no tuvo inicialmente ninguna connotación moral explícita. Precisamente fueSócrates, en el siglo V a.C., el primero en otorgar a areté el sentido moral del que se halla cargado el sustantivo castellano "virtud". Antes de Sócrates, el término areté se aplicaba a las herramientas de trabajo o a los instrumentos musicales, a los animales, a los distintos tipos de trabajadores, etc. Se hablaba, por ejemplo, de la areté de un caballo para referirse a su velocidad, su resistencia y su habilidad para salvar obstáculos, pues estas características son las que hacen "excelente" a un caballo. Sócrates, por su parte, comienza a aplicar el término areté al ser humano en general, al hombre en cuanto tal. Y se refiere a la areté del ser humano como a aquello que hace a éste mejor, mejor ser humano en general, pero, además y sobre todo, mejor en un sentido moral. Areté es, para Sócrates, aquello en lo que el ser humano encuentra su perfección o su "excelencia" en el sentido moral de ambos términos. Ahora bien, dado que Sócrates concibe al hombre como un ser dotado de un alma capaz de pensar y de razonar, y encuentra que esta capacidad es lo que más esencialmente define al hombre, concluye que la excelencia o areté de éste habrá de consistir en el ejercicio de dicha capacidad. Y como entiende, a su vez, que tal ejercicio se halla orientado a la adquisición de saber y conocimiento, termina por identificar la areté del hombre con el saber y el conocimiento. El mejor hombre, el hombre bueno, el que está a la altura de su perfección y de su condición humana, es el hombre sabio. Desde una perspectiva contemporánea, consideraríamos probablemente que el saber y el conocimiento no tienen por qué hacer mejores a los seres humanos; que un hombre sabio se puede comportar de la peor manera posible. Pero esto resulta inconcebible para Sócrates. La conclusión más notable de la ética socrática es precisamente que el conocimiento del bien y de lo justo determina a la voluntad a actuar bien y justamente. Según Sócrates, nadie actúa mal voluntariamente. El que actúa mal, lo hace por ignorancia del bien, porque desconoce qué es "lo bueno": nadie obra mal a sabiendas. Así, pues, según Sócrates el conocimiento es condición necesaria y suficiente para obrar con rectitud o virtuosamente, mientras que el mal es producto de la ignorancia. Y es esta particular vinculación de la virtud al conocimiento lo más característico de la concepción socrática de la moral y la que justifica que se haya aplicado a ésta el nombre de "intelectualismo moral".

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Etica Platónica La ética platónica mantiene una estrecha relación con su visión antropológica y metafísica. Alma y cuerpo constituyen dos elementos no sólo distintos, sino irreconciliables entre sí: el cuerpo es la cárcel del alma, el lugar donde ésta se hace esclava de lo material y lo pasional. Mientras el hombre permanezca ligado a su cuerpo, se encontrará incapacitado para la felicidad y para el verdadero conocimiento. Alcanzar estos sólo será posible si dominamos nuestra parte material. LA VIRTUD COMO SABIDURÍA A la doctrina que equipara sabiduría y virtud se la denomina intelectualismo ético y ya fue formulada por Sócrates, en un intento de superación del relativismo de los Sofistas. Los conceptos morales no son fruto de una convención o pacto entre hombres, ya se refieren a realidades existentes y permanentes (ideas) que son independientes de la razón y la voluntad humanas. Sin embargo, es a través de la razón como el hombre puede tomar contacto con la realidad moral, realizándola en su persona. A la manera socrática, Platon afirma que sólo el sabio es el virtuoso, porque únicamente conociendo qué es la virtud, es decir, la idea a la que se refiere el concepto "virtud", hay posibilidad de serlo en la vida práctica. El saber y la virtud coinciden y se necesitan recíprocamente. Lo Justo en sí, la bondad en sí, la prudencia,etc., esto es, los valores morales existen por sí mismos, y por ello es posible definirlos y, una vez conocidos, llevarlos a cabo en la vida práctica. El sabio no podrá ser malo, ya que el mal es fruto de la ignorancia, un defecto que no radica en nuestra naturaleza sino en el no umplimiento de lo esencial de nuestra naturaleza (la racionalidad). LA VIRTUD COMO PURIFICACIÓN "Purificarse es separar lo más posible el alma del cuerpo, acostumbrar al alma a dejar la envoltura del cuerpo, para concentrarse en sí misma, a solas consigo" (Fedón, 67,e.) "La realidad verdadera es que la templanza, la justicia y la virtud no son sino purificaciones de todas las pasiones, y hasta el pensamiento es quizá un medio de purificación" (Fedón, 69,b.) LA VIRTUD COMO ARMONÍA ENTRE LAS TRES PARTES DEL ALMA La virtud puede entenderse tambien como un equilibrio y armonía entre las distintas partes del

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alma. Debe desarrollarse tal acuerdo entre ellas que se unifiquen los distintos elementos que conforman el compuesto humano, sometiéndolos a la razón. Es esta la única que puede regir esta armonización: La razón no tiene más que un camino a seguir en sus indagaciones; mientras tengamos nuestro cuerpo, y nuestra alma esté sumida en esta corrupción, jamás poseeremos el objeto de nuestros deseos; es decir, la verdad. En efecto, el cuerpo nos pone mil obstáculos por la necesidad en que estamos de alimentarle, y con ésto, y las enfermedades que sobrevienen, se turban nuestras indagaciones. Por otra parte, nos llena de amores, de deseos, de temores, de mil quimeras y de toda clese de necesidades; de manera que nada hay más cierto que lo que se dice ordinariamente: que el cuerpo nunca nos conduce a la sabiduría. Porque ¿de dónde nacen las guerras, las sediciones, los combates? Del cuerpo, con todas sus pasiones. En efecto; todas las guerras no proceden sino del ansia de amontonar riquezas, y nos vemos obligados a amontonarlas a causa del cuerpo, para servir como esclavos a sus necesidades. PARTES DEL RACIONAL IRASCIBLE APETITIVA ALMA (nous, lógos) (Thymós) (epithymía) CARÁCTER Inmortal Mortal Mortal SITUACIÓN Cabeza Tórax Estómago

VIRTUDES Prudencia, sabiduría Fortaleza, valor Templanza (Phrónesis, sophía) (andreía) (Sophrosyne) CLASES Gobernantes-Guardianes Productores SOCIALES filósofos Esta división del alma le permitirá justificar la desigualdad social: ésta tiene un origen natural. Los hombres deben pertenecer a una clase social u otra dependiendo de la clase de alma predominante en ellos. En el cuadro de arriba se muestra un esquema de la correspondencia entre las clases de alma, sus virtudes inherentes y la clase social a la que pertenecen.

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LA ÉTICA ARISTOTÉLICA Aristóteles escribió dos obras sobre ética: Ética a Nicómaco o Ética Nicomáquea, consta de diez libros y su nombre alude quizás a su hijo Nicómaco. Ética a Eudemo que consta de cuatro libros. Eudemo era un discípulo de Aristóteles. La Gran Ética probablemente no es obra suya, sinó de un recopilador.

Según el filósofo, toda actividad humana tiende hacia algún fin (telos). El fin de la actividad de un zapatero es hacer, producir un zapato bien hecho; El fin de la medicina es procurar o restablecer la salud del enfermo, etc. Vemos que los fines no son idénticos ya que dependen de la actividad que se lleve a cabo para obtenerlos. Las actividades tampoco son iguales. Aristóteles distingue entre la praxis, que es una acción inmanente que lleva en sí misma su propio fin, y la poiésis, que es la producción de una obra exterior al sujeto (agente) que la realiza. Por ejemplo, el fin de la acción de construir una estatua no es la propia producción de la estatua, sino la estatua misma. Pero ésta, además, tiene un fin para lo cual la estatua misma es un medio: conmemorar un hecho, venerar a un dios.... Así, vemos que unos fines se subordinan a otros, existiendo una jerarquía entre ellos y en las actividades que los producen. Por lo tanto, habra que determinar cúal es es fin último del hombre al que estarán subordinados los otros fines. Habrá que buscar un fin que ya no sea medio para ningún otro fin. Tiene que haber un fin último, querido por sí mismo y que sea el fundamento de todos los demás. Si esto no sucediera, y los fines siempre fueran medios para otros fines, y así hasta el infinito, nos encontraríamos con la paradoja de que los fines son fines de nada, lo cual les haría absurdos e innecesarios (ineficaces). Y como, de hecho, hay fines, por lo tanto, debe haber uno que sea fin en sí mismo y no sea medio para ningún otro.

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Este fin último o bien es "la felicidad" (eudaimonía), y por eso, se dice que la ética aristotélica es eudemonista, porque considera que el fin (bien) último que persigue el hombre es la felicidad. Ahora nos encontramos con el problema de definir qué sea la felicidad y qué es lo que la procura. Para unos, la felicidad se alcanza con riquezas; para otros con honores y fama; otros muchos creen obtenerla a través del placer. "No es la salud lo que considera el médico, sino la salud del hombre y, acaso mejor, la salud de tal hombre, porque es al individuo a quien cura" Entonces ¿En qué consiste la felicidad (eudaimonía)? Si es el bien supremo, aquel que ya no es medio para ningún otro fin, habrá que determinar en qué consiste el bien para cada ser. Será la virtud de la sabiduría la que le procure al hombre la verdadera felicidad, aunque deba conjugarla con otras virtudes y con los bienes exteriores. LA VIRTUD Distingue Aristóteles entre dos clases de virtudes, de acuerdo con las funciones del alma: racionales o irracionales. " la virtud se manifiesta en un doble aspecto: uno intelectual, otro moral; la virtud intelectual proviene en su mayor parte de la instrucción o educación...., mientras que la virtud moral es hija de los buenos hábitos; de aquí que, gracias a un leve cambio, de la palabra costumbre -ethos- , viene moral, ética". La virtud no es innata al hombre, como lo son las pasiones, instintos o tendencias. Si fueran propias de nuestra naturaleza, todos seríamos virtuosos por el mero hecho de ser hombres, y esto, desde luego, no ocurre. pero aunque no es un don de la naturaleza, la virtud tampoco es una ciencia, como sostenían los socráticos y Platón. No por conocer qué es el bien o qué es la justicia somos buenos o justos. No realizamos la templanza por el mero hecho de tener conocimiento sobre qué sea ella. La virtud implica voluntad, obrar a sabiendas, con conciencia. No pertenece ésta sólo al orden del lógos, sinó también e inevitablemente al ethos, la costumbre, el hábito. Las virtudes se adquieren a través de la costumbre, el ejercicio y el hábito. Nos acostumbramos a algo cuando repetidamente obramos de tal manera que se covierte en un hábito de nuestra conducta. No podremos ser justos sólo conociendo qué es la justicia. Debemos ejercitarla y a practicarla hasta convertirla en un hábito de nuestro comportamiento. Únicamente practicando la justicia, se puede llegar a serlo. LA VIRTUD COMO TÉRMINO MEDIO La virtud implica también una cierta medida, un cierto orden entre el exceso y el defecto. Aristóteles intenta objetivar la virtud: ésta ha de situarse en un término medio entre dos vicios, uno por exceso y otro por defecto. Así, el valor es un medio entre la cobardía y la temeridad, y la generosidad será el justo medio entre la prodigalidad (exceso) y la avaricia (defecto).

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La virtud introduce el equilibrio, la mesura y no la mediocridad. Pero ¿Cómo definir el justo medio? ¿Hay una medida objetiva e impersonal o ha de definirse en función de cada individuo y situación? ¿Todas las cóleras son injustas y viciosas? ¿Podría haber alguna cólera justa? Según Aristóteles no hay una medida impersonal para definir en cada situación el justo medio. Cada hombre debe ser juez tal y como lo haría siempre un hombre sabio y prudente. "La virtud es una disposición adquirida de la voluntad, consistente en un justo medio relativo a nosotros, el cual está determinado por la regulación recta tal y como lo determinaría el hombre prudente" Aristóteles hace un recurso a la autoridad del "hombre prudente" porque sabe que ninguna definición universal y general de la moralidad abarcará todos los casos concretos y particulares. No es posible, con una fórmula, preveer la acción moral óptima en cada caso. Sólo la experiencia de los hombres y su inteligencia prudente podrán determinar en cada caso la opción moral adecuada.

Hedonismo EPICURO: EL BIEN COMO ATARAXÍA Cuando decimos que el placer es el soberano bien, (…) hablamos de la ausencia de sufrimiento para el cuerpo y de la ausencia de inquietud para el alma. —Carta a Meneceo

El epicureísmo fue una de las filosofías que surgió durante el declinar de la Grecia antigua, como forma de escapismo ante la creciente desorganización social. De estas formas de “filosofías de salvación” que florecieron hasta que la cultura grecorromana fue reemplazada por la cristiana, el epicureísmo se distinguió por la constancia de su doctrina. Epicuro enseña que la felicidad implica serenidad y que se alcanza a través de los placeres simples, los que preservan la salud corporal y la paz mental. Para alcanzar este ideal, los miembros de la comunidad epicúrea, en la medida en que era posible, se abstenían de participar en los asuntos mundanos, y gastaban su tiempo en

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la conversación filosófica. Debe su nombre al filosofo Epicuro (342 ó 341-270 a.C.), ciudadano ateniense por herencia de sus padres, nació y fue educado en la isla de Samos en el Mar Egeo. Este filosofo enseñaba en su escuela denominada El Jardín. El Jardín de Epicuro era como un santuario que libraba de la agitación del mundo exterior a un selecto grupo de hombres que aplicaron en su vida diaria los preceptos de su mentor. Es una paradoja de la historia que el adjetivo epicúreo se use frecuentemente para referirse a un sibarita o a una persona voluptuosa. La teoría ética de Epicuro procede de la doctrina cirenaica formulada por Aristipo (c. 435-356 a.C.), sostienen que la naturaleza humana está constituida de tal forma que la gente siempre busca lo que cree que les dará placer, y evitan lo que piensan que les causará dolor, y que el placer es el único bien intrínseco y el dolor el único mal en sí. Se piensa que “ningún placer es malo en sí mismo”. Sin embargo, nos recomiendan seleccionar cuidadosamente los placeres, ya que “los medios que producen algunos placeres traen con ellos algunos disturbios mucho más grandes que los placeres”. “Vana es la palabra del filósofo que no cura los sufrimientos del hombre. Pues así como no hay provecho en la medicina si no sirve para expulsar las enfermedades del cuerpo, no hay provecho en la filosofía si no expulsa los sufrimientos del alma.”4 Los epicúreos parten de un materialismo extremo: todo está formado por materia, incluso el alma. Pero su gran preocupación filosófica consistirá en la creación de un sistema ético que nos permita alcanzar la felicidad (eudemonía), verdadero fin de la existencia humana. Al igual que todos los eudemonistas, identifican al hombre virtuoso con el hombre feliz. Para ellos, la felicidad consiste en alcanzar el máximo grado de placer posible; por tanto, ése debe ser el fin que guíe la vida humana. Ahora bien, ¿qué debemos hacer exactamente para alcanzar la felicidad? Según nos cuenta el antiguo historiador de la filosofía Diógenes Laercio, para Epicuro el placer deseable es aquel que "se caracteriza esencialmente por la ausencia de sufrimientos corporales y de turbación del alma". Es decir, se trata fundamentalmente de la consecución de placeres pasivos y no necesariamente activos. Epicuro entiende por placeres activos aquellos que debemos ir a buscar nosotros (como, por ejemplo, los placeres del sexo). Considera al respecto Epicuro que los deseos son ataduras de nuestro espíritu, y que aquellas personas que sólo buscan placeres activos están esclavizadas, puesto que anteponen su satisfacción a cualquier otra consideración intelectual. De ahí que insista en la primacía de los llamados placeres pasivos (la salud, el bienestar, no sentir inquietudes). Desde una perspectiva biológica, para Epicuro los mejores placeres son los naturales, aunque éstos deben gozarse moderadamente, nunca en exceso. Por contra, los placeres sociales (el gozo del poder, por ejemplo) acaban haciendo infelices a los hombres. También distingue entre placeres físicos e intelectuales (para él ambos son naturales, porque considera a la racionalidad como algo natural al ser humano), y entre ellos, prefiere los intelectuales por considerarlos más acordes con

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nuestra naturaleza. Epicuro distingue tres tipos de deseos: - Los naturales y necesarios, que consisten en satisfacer nuestras necesidades orgánicas (comer, tener un hogar, pero también reflexionar y gozar con nuestros pensamientos). -Los naturales pero no necesarios, como, por ejemplo, el consumo de cosas innecesarias o la búsqueda de placeres exquisitos. - Los que no son naturales ni necesarios, entre los que cita expresamente el deseo de alcanzar la gloria y la fama. Según Epicuro, el hombre sabio y virtuoso debe buscar únicamente la satisfacción plena de los deseos naturales y necesarios. Finalmente, afirma que el ideal del sabio es alcanzar el estado de ataraxia (imperturbabilidad del espíritu, es decir, no ser afectado por las sensaciones del mundo) y la tranquilidad y el equilibrio del cuerpo. 4 Fragmento 54. El ESTOICISMO: EL IDEAL DE LA IMPERTURBABILIDAD EPICTETO

La filosofía de Epicteto, un estoico romano, se desarrolló a partir de las enseñanzas de Zenón (336-264 a.C.), fundador de la Stoa Poikile (pórtico decorado con pinturas), la última de las cuatro famosas escuelas de la Atenas antigua. La urgente necesidad de los poderes profilácticos de la filosofía estoica era generada por la sordidez y depravación de la época, la cual queda reflejada en una de las observaciones de Epicteto: “[Los hombres] muerden y se envilecen unos a otros, y toman posesión de las asambleas públicas, como las fieras salvajes hacen con los parajes solitarios y con las montañas; y convierten las cortes de justicia en antros de ladrones. Son intemperantes, adúlteros, seductores”. Los estoicos sostienen que las personas morales son las que viven de acuerdo con los dictados de la razón, y se ven a sí mismos como individuos autosuficientes, capaces de disciplinar sus deseos y de permanecer totalmente indiferentes a las vicisitudes de la vida. En virtud de sus principios morales y de su concepción de la vida buena, los estoicos se consideraban a sí mismos como pertenecientes a la tradición socrática. Ellos sostienen, como sus predecesores los cínicos, que la lección que se debe sacar de la vida y enseñanzas de Sócrates es que la virtud humana y la felicidad dependen no del éxito material, sino de la formación del carácter, el cual debe ser fiel a lo más propio de nuestra naturaleza: la racionalidad. Además, sostienen los estoicos, es a través de la conducta en conformidad con la naturaleza racional que la gente se une

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entre sí y con el universo. El significado de la exhortación socrática: “conócete a ti mismo”, es claro, pues es sólo a través del conocimiento propio que la gente puede participar en la comunidad moral y cumplir con su función en el gran diseño del universo. Al responder a la pregunta: “¿Qué es lo que está bajo nuestro control?”, Epicteto reafirma una de las doctrinas distintivas del estoicismo: son nuestras actitudes hacia los eventos, no los eventos mismos, lo que podemos controlar. Nada es por su propia naturaleza calamitoso –incluso la muerte es terrible sólo si la tememos. De nuevo, aunque uno pueda fallar al llevar a cabo los actos señalados por la providencia divina – porque al tratar de realizar nuestros deberes las circunstancias nos lo impidan– uno debería permanecer imperturbable. Por ejemplo, si debido a la pobreza los padres no pueden alimentar a sus hijos, no deberían preocuparse, siempre y cuando hagan todo lo posible por proveer para sus hijos. Si ellos desean cumplir con su deber, están cumpliendo con su obligación, pues sólo esto está dentro de su poder. Aún más, ellos deben estar seguros de que todo lo que sucede es por necesidad divina, y que sea lo que sea que Dios haga, es por su bien. Epicteto, como consejero moral, nos recomienda cultivar una actitud de indiferencia hacia la buena o la mala fortuna, ya que los eventos externos escapan a nuestro control. Por consiguiente, los individuos prudentes no se dejan esclavizar por las demandas de su cuerpo, ni se vuelven emocionalmente dependientes de personas u objetos.

Cínicos La escuela cínica fue fundada, en el siglo IV a.C., por el filósofo Antístenes, quien originariamente fue seguidor de las ideas socráticas. Su nombre deriva del término griego kynos, que significa perro o perruno. Según algunos historiadores de la filosofía, fueron llamados así por sus formas extravagantes de vida, ya que rechazaban las costumbres sociales mayoritarias y los convencionalismos. Según otros, porque Antístenes enseñaba su doctrina en un gimnasio situado a las afueras de Atenas que recibía el nombre de Cinosargo. El más famoso de los cínicos fue Diógenes de Sínope, de quien el historiador Diógenes Laercio nos cuenta que vivía en un tonel, buscaba seres humanos a la luz del sol con una linterna, despreciaba los honores y la fama, e incluso satisfacía todas sus necesidades allí donde le surgían. Otros cínicos conocidos fueron Crates de Tebas, Bión de Borístenes e Hiparchía, llamada la mujer sabia, primera mujer que apareció en los manuales filosóficos. El cinismo, más que una filosofía, fue una forma de vida. En ese sentido, los cínicos pretendían convertirse en modelos de conducta, llevando una vida natural y rechazando radicalmente las imposiciones sociales sobre la urbanidad y las normas de conductas basadas en actitudes antinaturales. Las líneas generales de su pensamiento fueron las siguientes: El sabio debía seguir en todo los dictados de la vida natural: sencillez, naturalidad,

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frugalidad, renuncia a las riquezas y a los honores... Su objetivo en la vida debía ser la autarquía o autosuficiencia, es decir, el bastarse a sí mismo sin pretender nada que no ofreciera la propia naturaleza. De ahí su insistencia en el autodominio de los deseos no naturales. Se mostraban contrarios a los usos sociales y a los convencionalismos, porque los consideraban artificiales y contrarios a la virtud natural. Se declararon ciudadanos del mundo (al parecer, el término ‘cosmopolita’ fue inventado por Diógenes), rechazando los nacionalismos y las patrias. En numerosas ocasiones llevaron a cabo actos de rebeldía o de desobediencia legítima, en contra de leyes sociales que ellos consideraban injustas. De igual modo, se pronunciaron a favor del pacifismo y del antimilitarismo. Dieron una importancia capital a la educación, no desde la perspectiva académica, sino desde los modelos de su propia vida, que ellos consideraban profundamente moral y contraria a la hipocresía de otras normas sociales vigentes en su tiempo. Proclamaron la igualdad de todos los seres humanos, independientemente de su origen, nacimiento o condición social. En ese sentido, fueron claros partidarios de la abolición de la esclavitud y de la igualdad social de las mujeres. En resumen, defendieron la igualdad social mediante el retorno a la naturaleza. Comentarios de texto (en realidad no está probado que sea cierto, inclusive lo más probable es que no haya ocurrido, pero ilustra el planteamiento de Diógenes) Observando en cierta ocasión a un ratón que correteaba, por debajo de la mesa sin rumbo fijo, sin buscar lecho para dormir, sin temor a la noche, sin preocuparse de nada de lo que los humanos consideran provechoso, Diógenes descubrió el modo de adaptarse a la circunstancias. Encargó a uno que le buscase una choza para vivir, pero como este se demoraba se alojó en un barril del Metron. Observando en cierta ocasión a un niño que bebía con las manos, arrojó lejos de sí el cuenco que llevaba en la alforja, diciendo: "un niño me superó en sencillez". Asimismo, se deshizo de la escudilla cuando vio que otro niño, al que se le había roto el plato, recogía las lentejas en la cavidad de un pedazo de pan. Una vez, mientras tomaba el sol, Alejandro Magno, deteniéndose frente a él, le ofreció: • Pídeme lo que quieras. • Que te apartes, pues me quitas el sol. Estaba en cierta ocasión pidiendo limosna a una estatua. Preguntado por qué lo hacía, contestó: • Me ejercito en fracasar. Interrogándosele sobre qué edad era la más apropiada para el matrimonio, opinó: • De joven, aún no; de viejo, ya no. Interrogado sobre cuál era el mejor vino, contestó: • El de los demás. A quien le dijo: "muchos se ríen de ti", contestó: • Pero yo no me tomo en serio. Al recriminársele por comer en la plaza pública, contestó: • Es que aquí es donde he sentido el hambre. Al regreso de los juegos olímpicos

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se le preguntó si había visto mucha gente: -Mucha gente sí, pero hombres muy pocos. Diógenes Laercio: Los cínicos

Consecuencialismo Teoría o más bien modelo ético para el cual lo correcto, y por tanto lo moral, consiste en que, una vez aceptado un bien o valor como algo deseable universalmente, el agente moral debe hacer todo lo posible por fomentarlo, incluso si con esa actitud tiene que violar ocasionalmente ese bien o valor, siempre que las consecuencias que se obtengan con esa acción contribuyan a fomentarlo. Para los no consecuencialistas, esta posición es peligrosa moralmente, ya que se prefieren en mayor medida fomentar un valor que respetarlo estrictamente. Veamos un ejemplo: yo considero que el respeto a la libertad es un valor que debe fomentarse universalmente. Ahora bien, si alguien es presidente de gobierno en este caso, partidario del consecuencialismo moral y tiene potestad para ilegalizar a un partido político fascista, deberé hacerlo (aunque con ello vaya contra la libertad política y de expresión), ya que con esa acción contribuyo a fomentar la libertad general de la mayoría de ciudadanos, al impedir que ese partido pueda conseguir adeptos mediante la difusión de su doctrina, y en un futuro llegar al poder y suprimir las libertades públicas. Obraría así porque las consecuencias de su acción benefician a muchos más individuos a la vez que fomentan el grado de libertad futura. Una persona contraria al consecuencialismo criticaría esa decisión, ya que el consecuencialista no ha respetado el valor que dice defender (en este caso, las libertades políticas y de expresión). Para esta persona crítica con el consecuencialismo, la moralidad consiste más en respetar siempre los valores que en fomentarlos si con ello se lesionan derechos o valores. Como puede apreciarse, el utilitarismo y el llamado maquiavelismo serían teorías morales consecuencialistas, mientras que la ética kantiana, en cambio, sería un modelo no consecuencialista.

Emotivismo (Teoria de los Sentimientos Morales) Teoría ética que defiende la imposibilidad de comprobar que los juicios morales son verdaderos o falsos. Según esta teoría, nuestras valoraciones morales proceden exclusivamente de los sentimientos de agrado o reprobación que tenemos ante la contemplación o ejecución de determinadas acciones que poseen una interpretación moral. Se considera a Hume (filósofo empirista del siglo XVIII) como el primero que sistematizó el emotivismo moral. Siguiendo sus criterios epistemológicos para determinar qué conocimientos pueden considerarse objetivos y cuáles no, el empirismo creyó que únicamente podían ser conocidos objetivamente los hechos de la experiencia. Más allá de ésta, el conocimiento era imposible y, por tanto, una falsa ilusión. Ahora bien, los conceptos de la ética (bien, mal, justo, etc.) son propiedades abstractas que atribuimos a los objetos, a los actos o

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a las situaciones, pero no son hechos. Por ejemplo, un hecho porque lo puedo percibir y por tanto conocer es cuando observo que alguien toma ilegítimamente una propiedad que no es suya (robo). Así, puedo afirmar con total rotundidad: "X ha robado". Sin embargo, si yo afirmo a continuación: "el robo es malo", me encontraré con que no estoy describiendo un hecho (robar), sino tan sólo estableciendo una valoración moral (robar es malo). Dicha valoración, al no ser un hecho, no puede ser objeto de conocimiento por parte de la razón. Ahora bien, si los juicios morales no se refieren a hechos, ¿qué expresan exactamente? Según Hume, únicamente sentimientos, deseos o intereses, es decir, estados emotivos del sujeto que emite el juicio moral, y a través de los cuales éste manifiesta su conformidad o rechazo moral de la acción. Expresado en palabras del propio Hume: "mientras dirijas tu atención al objeto, el vicio no aparecerá por ninguna parte. No lo encontrarás hasta que dirijas tu reflexión hacia tu propio corazón y encuentres un sentimiento de reprobación, que brota en ti mismo, respecto a tal acción. He aquí un hecho, pero un hecho que es objeto del sentimiento, no de la razón". Al no aceptar que la moral es ajena al ámbito del conocimiento racional, todos los sistemas éticos existentes hasta el siglo XVIII cayeron en lo que Hume denomina la falacia naturalista, es decir, derivar la moral (el deber ser) de las leyes de la naturaleza (lo que es). Pero ese paso esconde un error lógico: el deber ser no puede deducirse del simple ser. Dicho de otro modo, las cosas son como son, no como deben ser (ésa es una valoración que nosotros realizamos a causa de nuestro sentimiento de aprobación o rechazo moral). Dos cuestiones más merecen destacarse de la ética de Hume: una, la valoración moral no debe quedar únicamente en la apreciación personal de agrado o rechazo ante una acción: • Hay que abstraer los aspectos personales que pueden influir en ella (intereses, aprendizajes culturales previos, deseos individuales, etc.) para intentar que ese sentimiento coincida con un sentimiento universal de rechazo o aprobación similar ante esa acción (así se trata de evitar el subjetivismo a la hora de valorar una acción moral). • La identificación de la aprobación moral con el criterio de utilidad (lo útil se percibe como bueno), idea en la que se inspiraría posteriormente Bentham para sentar las bases teóricas del utilitarismo moral. La crítica de Hume a los sistemas éticos precedentes tuvo una enorme influencia en la obra de los filósofos morales posteriores. Por ejemplo, Kant convencido de que el emotivismo cuestionaba seriamente a la ética elaborada hasta aquel entonces buscó una transformación de los fundamentos morales, criticando los sistemas que él denominó ‘éticas materiales’, y construyendo un nuevo modelo ético inspirado en principios estructurales distintos, al que denominó ‘ética formal’. Moore, siguiendo el modelo crítico de Hume, trató de justificar la ética a través del intuicionismo moral. Ya en el siglo XX, el neopositivismo y la filosofía analítica, investigaron sobre la naturaleza lógica y lingüística de las proposiciones morales para reforzar las tesis emotivistas. Muchas han sido, sin embargo, las corrientes éticas que han criticado al emotivismo su subjetividad (y por tanto su incapacidad de formular leyes morales de alcance universal: el criterio de Hume acerca de abstraer las circunstancias personales se considera insuficiente). Para los críticos con el emotivismo, hacer depender la moral de un sentimiento interior de rechazo o aprobación personal, significa caer en una suerte de relativismo, salvo que se acuda a teorías como la creencia en una ley natural que puede ser conocida intuitivamente. Entre las corrientes críticas con las consecuencias prácticas que se derivan del emotivismo, podemos destacar las siguientes: ética kantiana, ética de los valores, prescriptivismo y las éticas fundamentadas en el contrato social como las de Rawls o de H. Jonás (ética

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ecológica).

Ética kantiana o Ética formal Kant nace en la ciudad prusiana de Köninsberg en 1724. Muere en 1804. En lo que respecta a la moral, Kant adoptará un punto de vista totalmente novedoso en la historia de la filosofía. Parte de una crítica a los sistemas éticos anteriores, a quienes considera modelos de ética material: establecen la bondad o la maldad de una acción en cuanto ésta resulte o no apropiada para alcanzar un fin que se identifica con el bien (sea éste la vida contemplativa, el placer, las leyes de la naturaleza o la ley divina). Según Kant, esta forma de entender la ética es incorrecta, puesto que las razones que se aportan para que uno obre moralmente se encuentran fuera de la propia ética. Él propone como alternativa un nuevo sistema: la ética formal: nos dirá qué tenemos que hacer para alcanzar un fin bueno (ni tampoco en qué consiste éste), sino que nos proporcionará la forma que deben tener nuestras acciones para ser morales. La forma concreta en que se expresa la moralidad será el llamado imperativo categórico. Ahora ya no se trata de llevar a cabo actos porque son buenos para alcanzar un fin deseable moralmente (tal como quieren las éticas materiales), sino que los actos son buenos porque mi deber moral que se expresa en la racionalidad humana así lo determina. El fundamento de la ética será tan sólo lo que Kant llama la buena voluntad. Desde el punto de vista moral, Kant distingue tres posibles tipos de acciones: Contrarias al deber: son inmorales. Conformes al deber: son acciones buenas, pero no morales, porque han sido realizadas no por motivos éticos, sino por intereses personales o buscando lograr ciertos fines que son ajenos a la ética. Acciones por deber, las únicas auténticamente morales, puesto que su realización ha sido determinada exclusivamente por respeto al deber. Como puede apreciarse, la ética kantiana busca la autonomía (es decir, que sea la razón la que se dé a sí misma las leyes morales) en contra de la heteronomía (lo que debe hacerse está determinado por una finalidad placer, utilidad, perfeccionamiento intelectual, etc. que no procede de la propia razón moral, sino de algo exterior a ella) característica de las éticas materiales. LA ÉTICA DE SCHELER La ética de Scheler nace del deseo de continuar la ética kantiana, aunque superando su formalismo racionalista, nos dice Frondizi: "Su doctrina muestra un repudio por las éticas materiales anteriores, que han sido éticas empiristas de bienes y de fines, y reafirma el principio apriorístico establecido por Kant.

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Este principio es el punto de partida del pensamiento de Scheler" Para explicar la naturaleza de los valores, Scheler los comparará con los colores para mostrar que, en ambos casos, se trata de cualidades que existen independientemente de los respectivos depositarios. Se puede hacer referencia al "rojo", por ejemplo, como un puro color del espectro, sin tener la necesidad de concebirlo como la cobertura de una superficie material; del mismo modo, el valor que descansa en un depositario con el que constituye un "bien", es independiente del depositario mismo. Scheler supone que poseemos un conocimiento previo (como cualquier inherente del ser humano), para establecer lo "bueno" y lo "malo" y escoger determinadas acciones, lo cual significa que la ética de este filósofo, si bien es una ética "material" de los valores, no descansa sobre una base empírica, sino apriorística. Los valores son cualidades independientes de los bienes: los bienes son cosas valiosas, y aún cuando un bien nunca hubiera 'valido' como 'bueno', sería, no obstante bueno. "(...) Así como la existencia de objetos (por ejemplo, los números) o la naturaleza no supone un 'yo', mucho menos lo supone el ser de los valores." . Los valores, en tanto cualidades independientes, no varían con las cosas. Así como el color azul no se torna rojo cuando se pinta de rojo un objeto azul, tampoco los valores resultan afectados por los cambios que puedan sufrir sus depositarios. La traición de un amigo, por ejemplo, no altera el valor, en sí, de la amistad. La independencia de los valores implica su inmutabilidad; los valores no cambian. Por otra parte, son absolutos; no están condicionados por ningún hecho, cualquiera sea su naturaleza, histórica, social, biológica o puramente individual. Sólo nuestro conocimiento de los valores es relativo; no los valores mismos. La tesis subjetivista de que los valores existen únicamente en la medida en que son captados, es refutada por Scheler quien considera que "hay infinito número de valores que nadie pudo hasta ahora captar ni sentir". Para que los valores existan, no es necesario un sujeto que los aprenda. Los valores pueden ser captados por medio de una intuición emocional básica, pero el que no sean sentidos o captados, no quiere decir que éstos no existan; así, la desaparición del percibir sentimental, no suprime el ser del valor. Scheler critica la posición historicista que supone un relativismo de los valores considerándolos productos de una determinada situación histórica; el relativismo historicista, según Scheler, comete el error de no advertir el carácter independiente de los valores confundiéndolos con los cambios que sufren los bienes y las normas. El escepticismo ético también es considerado por Scheler como "un fenómeno chocante". Como buscamos el apoyo social en nuestras valoraciones éticas, señala este filósofo, nos intranquiliza cualquier discrepancia con los demás, y la desilusión que experimentamos al no encontrar coincidencias y establecer acuerdos para las cuestiones éticas, nos lleva a un escepticismo que sólo pone de manifiesto nuestra debilidad e incapacidad para estar solos frente a los problemas morales.. Otro gran filósofo, Husserl, demostró en sus "Investigaciones lógicas" la falta de

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fundamento de la posición nominalista, por lo que Scheler no se ocupa de refutar a fondo el nominalismo axiológico. Las palabras 'bueno', 'bello', 'honesto', etcétera, son, para el nominalismo, expresiones de sentimientos, intereses o apetencias de los individuos; sin embargo, Scheler demuestra que el valor no puede reducirse a la expresión de un sentimiento, porque, con frecuencia, captamos los valores con independencia de los sentimientos que experimentamos. Así, podemos comprobar con frialdad, y aún con fastidio, la existencia de un valor moral en nuestro enemigo. Existencialismo Se conoce como existencialismo un movimiento filosófico inspirado en las ideas originarias de un pensador del siglo XIX, S. Kierkegaard. Para esta corriente, la existencia se convierte en el objeto de estudio esencial de la filosofía. El rasgo básico que define al existir es la libertad. Pero ser libre (estar condenado a ser libre, en palabras de Sartre) significa tener que elegir lo que uno quiere ser y hacia dónde debe dirigirse; esa necesidad de tomar decisiones continuamente (en eso consiste precisamente vivir) conduce al hombre a la angustia. Para conjurarla, algunos seres humanos buscan consuelo en las ideologías o las religiones: ellas le dicen lo que debe hacer y le evitan de esa manera el tener que elegir a cada paso de su vida. Ahora bien, ésa será una existencia inauténtica, un consuelo bajo forma de ideología. El hombre auténtico debe aceptar que no existen leyes inmutables, ni en la naturaleza ni siquiera en Dios (puesto que éste no existe), y que su existencia es una ‘pasión inútil’ que surge de la nada y a la nada vuelve. Sin embargo, y desde su actuación ética, el ser humano no debe ser pasivo socialmente. Para el existencialismo, el sujeto tiene la obligación moral de actuar sobre la sociedad para transformarla mediante valores puramente humanos. El Método de la Ética La Ética como toda ciencia posee un método por medio del cual se tenga un conocimiento profundo de la conducta humana. El cual consiste en los siguiente pasos: 1. Observación. Este paso también es propio del método científico. La observación no solo consiste en acercarse al hecho real y percibir a través de los sentidos en forma penetrante y amplia. 2. Evaluación. A partir de la percepción del acto por medio de la observación, se emiten un juicio de valor moral, es decir tratar de catalogar el acto observado dentro de las categorías morales previamente establecidas estudiadas como pueden ser: reprobable, honesto, obligatorio, bueno, amable, recomendable, etc. Es necesario existan matrices de valoración moral para así poder catalogar con más detalle el acto estudiado. 3. Percepción axiológica. Es este aspecto se trata de descubrir en forma personal los valores que todavía no se ha sido capaz de descubrir o percibir en este acto. Una vez hecho esto podemos darle un valor al acto estudiado de acuerdo a una escala de valores. Este es el siguiente tema de Estudio. Etica y Axiología Las acciones humanas tienen como características relevantes que: 1 Son sociales, por lo que implican colaboración y competencia. 2 Tienen un propósito, sea éste implícito o explícito, honesto o fraudulento, generoso o destructor.

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3 Acarrean consecuencias para la persona que la realiza, para quienes están cerca de ella y también para quienes están quizá lejos de ella, así como para generaciones posteriores. Esto significa que cada vez que vamos a hacer algo, juzgamos si será o no conveniente hacer eso, cada vez que hemos hecho algo u otros lo han hecho, juzgamos si fue apropiada esa acción, nuestra naturaleza humana, nos guía a lo que de natural nos es provechoso, bueno. A todo acto cuyas consecuencias sean provechosas para algunos, se le considera valioso y a la propiedad de ser conveniente, bueno o útil se le llama valor. El valor puede definirse –primariamente- como: "propiedad aplicable a todo lo que beneficia, mejora, dignifica el quehacer del hombre". Y la rama de la Filosofía que se encarga de estudiar los valores, es la Axiología. Sin embargo existen muchos significados para la palabra valor: Se habla de valor para indicar la utilidad o precio de los bienes materiales, o el mérito o dignidad de las personas. Cicerón define el valor como: "Lo conforme a la naturaleza o lo digno de elección" Por mucho tiempo el valor se identificó con el Bien. Sin embargo, los valores no son cosas, ni elementos de las cosas, sino propiedades, cualidades sui-generis que poseen ciertos objetos llamados bienes.

CONCEPTO DE VALOR Y AXIOLOGÍA Axiología (del griego axios, ‘lo que es valioso o estimable’, y logos, ‘ciencia’), teoría del valor o de lo que se considera valioso. La axiología no sólo trata de los valores positivos, sino también de los valores negativos, analizando los principios que permiten considerar que algo es o no valioso, y considerando los fundamentos de tal juicio. La investigación de una teoría de los valores ha encontrado una aplicación especial en la ética y en la estética, ámbitos donde el concepto de valor posee una relevancia específica. Algunos filósofos como los alemanes Heinrich Rickert o Max Scheler han realizado diferentes propuestas para elaborar una jerarquía adecuada de los valores. En este sentido, puede hablarse de una ‘ética axiológica’, que fue desarrollada, principalmente, por el propio Scheler y Nicolai Hartmann. Valor es todo aquello que tiene significado para nosotros y por lo tanto lo consideramos importante. ¿ Qué propiedades tiene un valor ? Según Max Scheler, los valores tienen algunas propiedades o características fundamentales. Entre ellas se destacan las siguientes: a) Bipolaridad: mientras las cosas son lo que son, los valores se desdoblan en un polo positivo y en polo negativo. P.ej. belleza y fealdad, bondad y maldad, etc. b) El rango o jerarquía: es esencial a todo valor el ser inferior, superior o equivalente a otro; los seres pueden ser clasificados, los valores tienen que ser jerarquizados dentro

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de una tabla de valoración. c) La materia: “cualidad y rango son propiedades de cada valor que éste posee merced a su materia, ultima contextura estimativa, irreductible a toda determinación.” Otro pensador, Guy Rocher señala cinco características de los valores: a) Los Valores son Inspiradores de Juicios: a.1 Juicios de Realidad: Estos Juicios se limitan a expresar hechos determinados o relaciones entre hechos igualmente determinados. Se refiere a Juicios que dicen lo que es la realidad y cómo es. a.2 Juicios de Valor: Se refiere a las cualidades de las cosas o al precio que se les atribuye. "Entrego un Juicio de Valor si digo que unos acontecimientos son positivos porque favorecen el progreso de la religión o del ateísmo". Se refiere a seres o comportamientos que son juzgados a la luz de ciertos Valores: Es entonces, un juicio inspirado por los Valores. Tal Juicio supone que el sujeto ya comparte un ideal al cual compara las cosas o los acontecimientos que observa. El Valor es por ende anterior al Juicio de Valor. b) Los Valores son Inspiradores de Comportamientos: Los Valores son subyacentes a ciertos modelos, y muchos modelos son normas de comportamiento de carácter específico, en el sentido que sirven de guía para orientar la acción en circunstancias particulares y precisas en el tiempo, el lugar y la situación. El radio de influencia de estos modelos es en cierta forma limitado, restringido. Además, estos modelos, por su especificidad, parecen no tener sentido o importancia si se los considera separadamente. Incluso los vínculos que los unen con otros no aparecen fácilmente. De manera que, si se los considera así, desde un sólo nivel, los modelos son difícilmente comprensibles y cuesta entender su significado real. Sin embargo, dicho significado aparece cuando los modelos son mirados a partir de su relación con los Valores. c) Los Valores son Relativos La Tercera característica de los Valores es su relatividad; alude a que son siempre específicos de una sociedad; de un tiempo histórico, puesto que varían en el tiempo, y de una sociedad a otra. Los Valores tienen una mayor resistencia, al cambio, que los modelos. d) Los Valores tienen una Significativa Carga Afectiva La adhesión a un Valor no resulta generalmente de un movimiento exclusivamente racional y lógico, sino más bien de una mezcla de razonamiento y de intuición espontánea y directa en la cual la afectividad juega un rol muy importante. La carga afectiva que reviste el Valor, es lo que lo convierte en un poderoso factor de orientación de la acción de las personas y colectividades. e) Los Valores son Jerarquizables El último rasgo característico de los Valores es su carácter jerárquico. Se habla, en el lenguaje común, de "La Escala de Valores" para designar el Orden Jerárquico según

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el cual una persona o una colectividad aprecia o estima lo que comparte. ¿ En base a qué se clasifican los valores?, Sobre todo se consideran las metas o ideales que se tengan en la vida, las cuales también se clasifican en: • Las metas o ideales que se refieren al ser, • Las metas o ideales que se refieren al hacer y • Las metas o ideales que se refieren al tener. Las que se refieren al ser, están ligadas a lo más profundo del hombre, a su deseo de ser mejor persona, desarrollando sus potencialidades, alcanzando su autorrealización. Ejemplo : ser amoroso, ser honesto, ser justo, etc. Las que se refieren al hacer, se relacionan con el camino a seguir para que el hombre consiga sus fines y alcance sus metas. Ejemplo: El arquitecto construye, el maestro educa, el alumno estudia, etc. Las que se refieren al tener, aluden a la búsqueda de las cosas materiales. Las cuales ayudan de cierta manera al desarrollo. Ejemplo: Tener una casa, tener un auto, tener una bicicleta, etc. FUNCIONES SOCIALES DE LOS VALORES Los Valores tienen tres funciones: a) Coherencia de los Modelos: Contribuyen a dar una cierta coherencia al conjunto de reglas o modelos, en una sociedad determinada. Es por referencia a los Valores que los subyacen y los polarizan, que los modelos adquieren un alcance y un sentido más profundo y que se clarifican los vínculos que unen los unos a los otros, tanto en el ámbito de los actores como en el de las colectividades. Sin embargo, esta coherencia es relativa, ya que los mismos valores son ambiguos. b) Unidad Psíquica de las Personas: Los Valores constituyen un elemento importante de la unidad psíquica de las personas. Se trata de una función psicológica. El Psicólogo Gordon Allport ha insistido acerca de la unidad de la personalidad psíquica, mostrando que ésta se realiza en las personas que logran alcanzar un nivel de madurez en que el conjunto de su psiquis se unifica en un "Estilo de Vida" ("A Philosophy of Life"), inspirado por algunos valores dominantes. Señala que aún cuando la personalidad psíquica no ha realizado dicha unidad, los Valores contribuyen a la cohesión y a la integración de la percepción de si mismo y del mundo, así como a una cierta unidad de la motivación. c) Integración Social: Según Comte, los Valores son un elemento esencial para el "Consenso Social", o para la denominada "Solidaridad Social" citada por Durkheim, y para lo que hoy, designamos como "La Integración Social". Si hemos podido afirmar que los modelos son un "denominador común" de una colectividad, se puede agregar que los valores son un "denominador común más pequeño". Los Valores, como los modelos, deben ser compartidos por los miembros de una colectividad; la adhesión a Valores Comunes es la condición para la participación en la colectividad. Sin embargo, la integración social también es relativa, por la ya dicho anteriormente.

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JERARQUÍA DE LOS VALORES Para Scheler, los valores mantienen una relación jerárquica a priori. La superioridad de un valor sobre otro, ser captada por medio de preferir, que es un acto especial de conocimiento. Preferir no es juzgar; el juicio axiológico descansa en un preferir que le antecede. Por otra parte, no hay que confundir "preferir" con "elegir". El "elegir" es una tendencia que supone ya el conocimiento de la superioridad del valor. El "preferir", en cambio, se realiza sin ningún tender, elegir ni querer. Cuando decimos "prefiero la rosa al clavel", no pensamos en una elección. La elección tiene lugar entre acciones, mientras que el preferir se refiere a bienes y valores. La elección, entonces, supone el elemento empírico, mientras que el preferir supone un elemento apriorístico. Así, todos preferimos la salud aunque en ocasiones elegimos acciones incongruentes con tal preferencia, (fumamos, bebemos, etc.). Scheler destaca cinco criterios para determinar la jerarquía axiológica que Frondizi nos explica con mucha claridad: (9). 1. Durabilidad del valor. Siempre se ha preferido, observa Scheler, los bienes duraderos a los pasajeros y cambiantes. Sin embargo, no hay que confundir la durabilidad del valor con la durabilidad de los bienes, y menos aún, de los depositarios. Así una "fea" estatua de mármol, no puede ser superior a una "bella" creación en madera. Y la corta vida de un genio, no cambia el valor de la misma. Así según Scheler, "(...) los valores más inferiores de todos, son (...) los valores esencialmente 'fugaces'; los valores superiores a todos, son, al mismo tiempo, valores eternos". 2. Divisibilidad. La altura de un valor es tanto mayor cuando menos divisible sea el valor. A diferencia de los valores de lo agradable sensible, en donde la magnitud del valor se mide por la magnitud de un bien o del depositario, (por ejemplo, un trozo de tela fina, o una porción de un alimento exquisito, valen aproximadamente el doble que la mitad del mismo trozo o una media porción), los valores que suponen el gozo estético, o los valores espirituales, no suponen el mismo comportamiento. Así, la mitad de una obra de arte, no corresponde a la mitad de su valor total. Los valores espirituales son indiferentes al número de personas que participan de su goce, mientras que el goce de lo agradable sensible exige el fraccionamiento de los bienes correspondientes. De ahí que los bienes materiales separen a las personas -al establecerse conflictos de intereses sobre su posesión-, mientras que los bienes espirituales unen a los hombres en una posesión común. 3. La fundación constituye el tercer criterio para jerarquizar los valores. Si un valor A, por ejemplo, funda a un valor B, el valor A será más alto. Lo anterior significa que para que se dé el valor B, se requiere la previa existencia del valor A. Así, lo agradable se apoya o se funda en lo vital, en la salud, por ejemplo. Todos los valores se funda, desde luego, en los valores supremos que son, para Scheler, los religiosos. Al sostener esta tesis vuelve Scheler a un monismo axiológico semejante al medieval que el desarrollo de la cultura moderna parecía haber superado.

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4. La profundidad de la satisfacción es el cuarto criterio. Según este criterio, el valor más alto, produce una satisfacción más profunda. Scheler aclara los conceptos de "profundidad" y "satisfacción". La satisfacción no debe ser confundida con el placer, si bien éste puede ser una consecuencia de la satisfacción que se refiere a una vivencia de cumplimiento que se da cuando se cumple una intención hacia un valor mediante la aparición de éste. La satisfacción tampoco está necesariamente ligada a una tendencia; el más puro caso de satisfacción ocurre en el tranquilo percibir sentimental y en la posesión de un bien positivamente valioso. El concepto de profundidad se refiere al 'grado' de satisfacción. Se dice que la satisfacción al percibir un valor es más profunda que otra, cuando su existencia se muestra independiente del percibir del otro valor. De aquí que sólo cuando nos sentimos satisfechos en los planos profundos de nuestra vida gozamos alegrías superficiales. 5. El quinto criterio es del la relatividad. La relatividad se refiere al ser de los valores mismos. Existen valores que son 'relativos' a un individuo como es el caso del valor de lo agradable, que es "relativo" a un ser dotado de sentimiento sensible. Ahora bien, el hecho de que un valor sea "relativo", no lo convierte en "subjetivo". Un objeto corpóreo que se presenta en la alucinación es "relativo" al individuo, mas no es subjetivo en el sentido que lo es un sentimiento. También existen valores "absolutos" que existen para un puro sentir, independiente de la sensibilidad, como es el caso del preferir y el amar. Los valores morales pertenecen a esta última clase. Un valor es tanto más alto cuanto menos relativo es; el valor más alto de todos es el valor absoluto.

Aplicando los cinco criterios, Scheler establece una tabla jerárquica de valores que es como sigue: 1.- En el nivel más bajo, están los valores de "lo agradable" y "lo desagradable" a los que corresponden los estados afectivos del placer y el dolor sensibles.

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2.-En segundo término, están los valores vitales, que representan una modalidad axiológica independiente e irreductible a lo agradable y lo desagradable. 3.- El reino de los valores espirituales constituye la tercera modalidad axiológica. Ante ellos deben sacrificarse tanto los valores vitales como los de lo agradable. Entre los valores espirituales, podemos distinguir: a) los valores de lo bello y de lo feo y los demás valores puramente estéticos; b) los valores de lo justo y de lo injusto que son independientes de cualquier legislación creada por una sociedad, por lo que no hay que confundirlos con "lo recto" y lo "no recto" del orden legal; c) los valores del "conocimiento pura de la verdad", tal como pretende realizarlos la filosofía, en contraposición con la ciencia positiva que aspira al conocimiento con el fin de dominar a la naturaleza. 4.- Por encima de los valores espirituales está la última modalidad de los valores, la de lo santo y lo profano. Como los valores en general son independientes de los bienes y de todas las formas históricas, se comprende que Scheler reclame para los valores religiosos completa independencia frente a lo que ha valido como santo a lo largo de la historia. Los estados correspondientes a los valores religiosos son los de éxtasis y desesperación, que miden la proximidad o el alejamiento de lo santo. Para terminar esta exposición sobre esta doctrina objetivista de los valores, enfatizaremos que la relación jerárquica de valores, que va de lo agradable a lo santo pasando por lo vital y lo espiritual, es apriorística y precede, por lo tanto, a cualquier relación entre los bienes. Si esta tabla de valores es aplicable a los bienes, es únicamente porque lo que en realidad hacemos es aplicarla a los valores que están presentes en los bienes según esta posición objetivista del valor. Página 39 de 39

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